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La Universidad Dominicana 

O&M

 carrera

FUNDAMENTOS DE TECNOLOGIA DE LA INFORMACION

 Sesión

0121

 Tema del trabajo

Violencia de género

 Nombre del docente

Ing. FELICIA ALCANTARA

 Matricula

20-EIIN-1-078

 Nombre

Luis Ángel Candelario

Fecha de entrega 14-3-21


Violencia de género
Tabla de contenido

I. Si te sientes identificada con alguna de las siguientes


manifestaciones, estás siendo víctima de maltrato
II. Violencia física
III. Violencia psicológica
IV. Violencia sexual y abusos sexuales

V. Acoso sexual
VI. El tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación
VII. Violencia económica
VIII. Diferentes conceptos
IX. Como repercute el maltrato en la salud de la mujer que la sufre
X. Consejos ante una situación de maltrato
XI. Plan de seguridad
XII. Actuaciones cuando se produce una agresión
XIII. Si tras la ruptura sigues siendo acosada:

Introducción

En este trabajo quiero mostrarle la cruda realidad que sufren


gran numero me mujer en el mundo pues la violencia de género
es un problema que trapazas frontera está presente en todos los
países del mundo.

Estaré tocando puntos importantes desde cuáles son sus causas


mas comunes hasta que debemos hacer en caso de sufrir violencia
de género.

Si bien tocare temas como el acoso, violencia física, sicológica,


económica, abuso, tráfico de mujeres. Mi objetivo es concientizar
a la personas sobre un problema rematado desde muchos años
atrás en nuestra historia.
Se trata de una violencia que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo.
Constituye un atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad de las
mujeres, independientemente del ámbito en el que se produzca.

Se entiende por violencia de género cualquier acto violento o agresión,


basados en una situación de desigualdad en el marco de un sistema de
relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres que tenga o pueda
tener como consecuencia un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las
amenazas de tales actos y la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto
si ocurren en el ámbito público como en la vida familiar o personal.

El concepto "violencia de género" da nombre a un problema, que incluso hace


poco, formaba parte de la vida personal de las personas; era considerado un
asunto de familia que no debía trascender de puertas para fuera y, por lo tanto,
en el que no se debía intervenir. Entender la violencia como un asunto personal
refuerza a las mujeres a una situación de subordinación respeto del hombre e
implica asumir las relaciones de poder históricamente desiguales entre ambos
y a través de las cuales se legitima al hombre a mantener su status-quo de la
dominación incluso a través de la violencia. Esta percepción contribuye a que
las mujeres no denuncien su situación por miedo, vergüenza o culpabilidad.

La discriminación de las mujeres y la violencia de género (como la


manifestación más brutal de las desigualdades entre hombres y mujeres) es un
problema que traspasa fronteras y que está presente en la mayor parte de los
países del mundo con la particularidad de que las vivencias del maltrato son
enormemente parecidas en todos los lugares y culturas.

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Debe recordarse que la violencia es una estrategia de relación aprendida, no
es innata. Si esto fuera así, todas las personas serían violentas o todas las
personas ejercerían la violencia de la misma manera y en el mismo grado; sin
embargo, no siempre la empleamos en nuestras relaciones: hablamos,
negociamos, pactamos, tratamos de comprender el punto de vista de la otra
persona y finalmente llegamos a un acuerdo, aunque no obtengamos el que en
principio queríamos.

Los mal tratadores son selectivos en el ejercicio de la violencia, lo que


demuestra que son capaces de controlarse en cualquier otra situación.

I. Si te sientes identificada con alguna de las


siguientes manifestaciones, estás siendo
víctima de maltrato

Sean cuales sean las formas en que se manifiesta el maltrato, siempre busca
un mismo objetivo: erosionar la autoestima de la mujer con fin de que el
agresor aumente su grado de poder y control sobre ella.

Hay muchas formas de violencia contra las mujeres, aquí acercamos algunas
indicaciones para poder identificarlas.

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II. Violencia física

Incluye cualquier acto de fuerza contra el cuerpo de la mujer, con resultado o


riesgo de producir lesión física o daño: golpes, quemaduras, pellizcos, tirones
de pelo, picadas, empujones, lanzamiento de objetos, uso de armas, intentos
de estrangulamiento, intentos de asesinato, intentos de provocar abortos...

El maltrato físico es el más evidente y el más fácil de demostrar; aun así, no es


preciso que se requiera atención médica o que tenga efectos visibles en el
cuerpo. Es muy probable que empiece con un simple golpe o bofetada.

 Tipos de violencia física

Empujones.

Torceduras.

Cortes.

Tirones de cabello.
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Agresiones con las manos como cachetadas o puños.

Golpes con objetos, como cuando lanzan algo contra la persona, lo más
cercano que tengan con la finalidad de lesionar.

Escupir.

Dar patadas.

III. Violencia psicológica


Incluye toda conducta, verbal o no verbal, que produzca en la mujer
desvalorización o sufrimiento: insultos (expresiones como: estás loca, eres una
histérica, ignorante, atrasada, fea); menosprecios (expresiones como: no sirves
para nada, no eres capaz de hacer nada bien, mala madre, si no fuera por mí

donde irías?..); intimidaciones / amenazas (expresiones como: te voy a matar,


vete/vete de la casa, te voy a quitar los/las niños/niñas, te voy a hundir..);
abuso de autoridad ( como por ejemplo: registra tus cosas, revisa tu correo,
preguntas cosas como “con quién estuviste hoy?”, llegaste 10 minutos tarde…);
falta de respeto (no respeta tus necesidades, sentimientos, opiniones, deseos y
manipula lo que dices, destruye objetos de especial valor para ti, ignora tu
presencia, te desautoriza delante de los niños/niñas..); exige obediencia (no
quiere que la mujer trabaje fuera de la casa, no quiere que estudie, quiere que
se vista cómo él quiere, le controla el tiempo, le pregunta "a qué hora llegas?",
le dice “quita esa ropa y te viste como Dios manda”…);

utilización de las hijas e hijos (amenaza con quitarle las/los menores, los
amenaza y los maltrata, le obliga a que se desnude, culpabiliza
constantemente a la madre); castigar con el silencio e incomunicación (el
silencio reiterado pode llegar a herir tanto como las palabras); culpabilizar a la
mujer de todo lo que ocurre en la casa de modo que al final ella piensa que es
la culpable de todas las situaciones de tensión; mostrar celos (acusar
constantemente de ser infiel y coquetear con otros hombres, impedir relaciones
con amigos/as y familiares, aislar la mujer de todo su entorno...).
El maltrato psíquico es el más difícil de detectar, dado que sus manifestaciones
pueden adquirir gran sutileza; no obstante, su persistencia en el tiempo
deteriora gravemente la estabilidad emocional, destruyendo la autoestima y la
personalidad de la mujer.

IV. Violencia sexual y abusos sexuales

Incluyen cualquier acto de naturaleza sexual forzada por el agresor o no


consentida por la mujer, y que abarcan la imposición, mediante la fuerza o con
intimidación, de relaciones sexuales no consentidas, y el abuso sexual, con

Independencia de que el agresor guarde o no relación conjugar, de pareja,


afectiva o de parentesco con la víctima.

 Factores de agresión
La mayoría de las víctimas son mujeres y la mayoría de los agresores son
hombres. Esta predominancia del agresor sexual masculino se debe a diversos
factores:

un mayor impulso sexual, derivado, en parte, por el aumento de testosterona


en la sangre, que no puede ser inhibido debido a diversos factores. Sin
embargo los estudios biológicos que indican, que tanto mujeres como hombres
tienen testosterona, anulan este argumento. El impulso sexual es igual tanto en
hombres como en mujeres y puede ser inhibido de igual forma por sujetos de
uno u otro sexo.

un mayor componente agresivo; biológicamente también se ha determinado


que no existe relación entre sexo y agresividad, por lo que este componente
agresivo es causado únicamente por la educación social y cultural que reciban
los individuos.

una mayor impronta de factores socio-culturales, como es el caso de las


expectativas de su comportamiento como varón, que van asociadas a un
impulso sexual fuerte, etc.

En el origen de la violencia sexual se encuentran, al menos, tres factores


esenciales:

En primer lugar están los factores psicológicos: la imposibilidad de conseguir la


excitación sexual sin el uso de la violencia; la falta de autocontrol; una
autoestima deficitaria en lo sexual; la ausencia de empatía sexual, que puede
llevar a una distorsión cognitiva que justifique su agresión (a ella le gusta, ella
lo ha buscado, el sexo con niños es darles cariño...);

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algún trastorno de personalidad; una historia personal como víctima de abusos
sexuales; etc. En el caso de las violaciones, por ejemplo, en muchas ocasiones
más que el placer sexual es la necesidad de satisfacer necesidades de
dominación, autoafirmación, competitividad o poder las que están en el origen
de las mismas.

En segundo lugar están los factores sociales: el prestigio que da la violencia


para ciertos individuos en determinados grupos sociales; la cosificación de la
mujer a través de los medios de comunicación y lenguaje sexista; etc.

En tercer lugar están los factores situacionales: como el consumo de drogas y


alcohol, y el contagio emocional de la vivencia grupal.

Lo que en concreto puede precipitar una agresión sexual es la presencia de


ciertas variables circunstanciales, como una situación de estrés prolongada, el
consumo de alcohol, un deseo urgente sexual, un grado alto de irritabilidad o la
percepción de seducción o indefensión en la víctima, así como la probabilidad
de que el acto quede impune.3

En muchos países se han implementado programas de tratamiento de


delincuentes sexuales para reducir la reincidencia, como parte de una
estrategia de manejo de este grupo de delincuentes. No obstante, existe cierta
controversia con respecto a su efectividad. Por tal motivo, se ha planteado
comparar grupos de delincuentes sexuales tratados, con grupos de control
equivalentes que no han sido sometidos a dicho tratamiento, para probar si
existen diferencias entre ambos grupos en cuanto a la reincidencia de delitos
sexuales y de otro tipo.
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Una revisión sistemática de 27 estudios, provenientes de siete países y más de


la mitad realizados en Norteamérica, encontró que existe, en promedio, una
reducción significativa en las tasas de reincidencia para los grupos tratados.
Específicamente, la tasa de reincidencia de delitos sexuales fue de 10,1% para
los delincuentes tratados, en comparación con 13,7% para el grupo sin
tratamiento. Sin embargo, existe demasiada heterogeneidad entre los
resultados de los estudios individuales como para poder sacar conclusiones
acerca de la efectividad general de este tipo de tratamiento. Se necesitan
entonces más estudios, especialmente fuera de Norteamérica, que permitan
obtener conclusiones más sólidas.

V. Acoso sexual

El acoso sexual puede perjudicar a personas de ambos sexos pero


estadísticamente la mayoría de denuncias son de mujeres. Los acosadores
ejercen este tipo de comportamiento en ambientes laborales,

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académicos, estudiantiles e incluso familiares. Está considerado un acto
delictivo, que es sancionado en función de su gravedad y que puede llevar
incluso a la privación de libertad del acosador.

Incluye aquellas conductas consistentes en la solicitud de favores de


naturaleza sexual, para sí o para una tercera persona, en las que el sujeto
activo se valle de una situación de superioridad laboral, docente o análoga, con
el anuncio expreso o tácito a la mujer de causarle un mal relacionado con las
expectativas que la víctima tenga en el ámbito de la dicha relación, o bajo la
promesa de una recompensa o de un premio en el ámbito de esta.

VI. El tráfico de mujeres y niñas con fines de


explotación
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La trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual (TSH-FES) es una
grave vulneración de los derechos humanos y una de las formas más
desgarradoras de violencia de género ─la que reciben las mujeres por el mero
hecho de serlo. Porque, aunque existe el tráfico de personas con otros fines y
también algunos hombres y niños víctimas de trata con fines de explotación
sexual (VTSH-FES), el porcentaje de mujeres nos indica que la TSH-FES tiene
género. Cada año entre 600.000 y 800.000 personas cruzan las fronteras
internacionales como víctimas de trata y el 80% son mujeres. Y si hablamos de
trata con fines de explotación sexual, encontramos un aplastante 98% de
mujeres y niñas.

Esto es debido, principalmente, a la feminización de la pobreza y las diferentes


violencias de género que sufrimos las mujeres desde niñas y que nos sitúan en
situaciones de mayor vulnerabilidad. Además del hecho que la demanda de
prostitución en los países de destino es, por supuesto, de mujeres.

 La lucha contra la trata, ciega a las necesidades de las sobrevivientes

Como psicóloga feminista y experta en violencia de género, al empezar a tomar


contacto con este ámbito, me impactó lo lejos que está la mirada de las
víctimas de TSH-FES. Las energías y, por ende, los recursos económicos,
están puestos mayoritariamente en la persecución del delito y las
intervenciones que ponen en el centro a las mujeres y niñas son minoritarias.
Todo gira alrededor del delito y su persecución por lo que en la mayoría de
espacios la presencia policial es abrumadora y el discurso jurídico imperante.
Espacios que acaban siendo ocupados por hombres que, a pesar de las
buenas intenciones y de estar sensibilizados, tienen la urgencia de obtener
datos por lo que las víctimas acaban siendo instrumentalizadas con el objetivo
de desarticular redes. En relación a esto, Women´s link advierte de que
algunas mujeres deciden colaborar pero acaban perdiendo la protección
después de que las autoridades consideren que su información no es
relevante.
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Las profesionales de los servicios de identificación y atención acabamos
dejándonos arrastrar por esa maquinaria y, sin darnos cuenta, dejamos que
una vez más se acabe reproduciendo el esquema clásico de “el salvador” y “la
salvada” de las garras del hombre malvado. Unos héroes que tienen el poder,
la sabiduría y la fuerza, y unas mujeres desvalidas y sin agencia.

Con esto no quiero menospreciar el trabajo de las personas que se encargan


de nuestra seguridad y persiguen el delito aunque sí evidenciar que ocupan
demasiado espacio y hay otras actrices, como las profesionales de las
diferentes ONG y servicios sociales y, sobre todo las mujeres y niñas víctimas
de trata con fines de explotación. Son supervivientes. Han sido violentadas
sistemáticamente y demuestran ser mucho más fuertes que quienes son
reconocidos como héroes.

Otro de los elementos que desplazan nuestra mirada es el encarnizado debate


en el que estamos inmersas muchas feministas sobre la prostitución. Aquí no
voy a hablar de prostitución sí o no, voy a céntrame en la trata. Aquí no hay
debate.

 Víctimas de primera y de segunda

Como ocurre en otras formas de violencia de género, hay víctimas de trata de


primera y de segunda. La ‘buena’ víctima de trata, la que todo el mundo
reconoce y para la cual es relativamente fácil activar todos los dispositivos de
protección y atención integral, es aquella que, además de auto identificarse
(reconocerse a sí misma como víctima de trata), está dispuesta a denunciar y,
además, su historia le sirve a la policía para sus investigaciones. Hay que tener
en cuenta que suelen ser mujeres inmigrantes en el país de destino sin otra red
de “apoyo” que la red de tratantes, por lo que podemos imaginarnos lo difícil
que es para ellas dar este pasó.

Las víctimas de segunda son las malas mujeres. Aquellas que no se identifican
como víctimas de trata porque para atraparlas en esas redes les hicieron creer
que decidían algo. Aquellas que no se pueden ver a ellas mismas como esa
víctima de trata encadenada, porque las cadenas son invisibles.
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Aquellas que toman drogas, una de las cadenas, pues borrachas y drogadas
son más vulnerables y menos creíbles. Aquellas que son mujeres transexuales,
mujeres de segunda. Aquellas enamoradas de su tratante: Otra de las
cadenas. Aquellas que no romperán nunca del todo con la red que las trajo
porque, a pesar de todo, ahora están mejor que antes o, simplemente, porque
son las únicas personas a las que pueden recurrir cuando tienen un problema y
las entienden mucho mejor que las profesionales de turno a las que se nos
escapan muchos códigos culturales. Esta es una de las cosas que más atrapa,
pues muchas veces no hay posibilidad de distinción entre red de apoyo y red
opresora. Así como el haber vivido previamente situaciones de violencia. En
palabras de Amelia Tiganas, activista feminista superviviente de trata, “te lo
venden como una liberación. Y lo es si te han quebrado antes”.

 La trampa del patriarcado

Una de las dificultades principales de la lucha contra la trata es que la mayoría


de las víctimas no son identificadas y, por tanto, no tienen acceso a asistencia
o protección. Esto tiene mucho que ver con la falta de perspectiva de género en
el análisis de las historias de vida y con la polaridad a la que está sometido el
debate sobre la prostitución y que pretende que las prostitutas encajen en la
casilla de “prostitución voluntaria” o “trata con fines sexuales”. ¿Dónde está el
límite entre lo elegido y lo no elegido? Nos encontramos en el trabajo diario un
gran número de casos que están en ese “limbo” por definir y con los que vamos
a contracorriente. Porque, entre otras cosas, cuando las profesionales las
identificamos y la mujer no se auto identifica, restamos agencia a la mujer.

En este sentido, deberíamos fijarnos más en el trabajo que llevamos


realizando durante años con las mujeres que han vivido violencia de género en
la pareja. El feminismo ha estado siempre muy presente en la lucha contra este
tipo de violencia. También en el diseño de los servicios y en el modelo de
intervención. Ahora, al menos en Cataluña, no es necesaria la denuncia para
acceder a los diferentes recursos. Es habitual que una profesional detecte una
situación de violencia de género en la pareja y que la mujer no identifique como
tal lo que le está pasando, pero no por ello decimos que su situación es
“voluntaria”.
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Como en el caso de las mujeres víctimas de trata, muchas veces no tienen


forma de enunciar lo que les ocurre y la naturalización interiorizada de las
distintas violencias vividas juega un papel de invisibilidad para ellas, lo cual
bloquea el proceso de identificación.

Cuando esto ocurre, las personas que trabajamos en este ámbito, en general
coincidiremos en la necesidad de que esta mujer tenga un espacio para
trabajar la conciencia de estar en situación de violencia y esto será un proceso
más o menos largo, en función de la sofisticación del engaño y la manipulación
a la que esté sometida. Y, por supuesto, en función de las posibilidades que
pueda percibir como alternativas a la situación actual, en función del nivel de
bloqueo emocional, de los riesgos, de las renuncias que tenga que hacer, del
miedo, de su daño en la identidad y autoestima, entre otros elementos. Todo
esto es lo que las mujeres sobrevivientes de la trata tendrían que tener la
oportunidad de abordar, a su ritmo y estén en el momento que estén. Sean
conscientes o no. Simplemente, dando lugar al malestar que ellas expresen y
teniendo la oportunidad de resinificar su historia.

En la trata con fines sexuales, como violencia de género que es, lo que opera
en la base tiene que ver con la trampa del patriarcado y sólo puede
desarticularse con perspectiva feminista

Incluye la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de


personas, especialmente de mujeres y niñas, que son sus principales víctimas,
recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, o
rapto, o fraude, o engaño, o abuso de poder o de una situación de
vulnerabilidad o la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el
consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de
explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la
prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios
forzados, la esclavitud o las prácticas similares. Independientemente de la
relación que una a la víctima con el agresor y el medio empleado.

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VII. Violencia económica

Incluye la privación intencionada, y no justificada legalmente, de recursos para


el bienestar físico o psicológico de la mujer y de sus hijas e hijos o la
discriminación en la disposición de los recursos compartidos en el ámbito de la
convivencia de pareja.

El maltratado considera que la mujer es incompetente y que no administra bien


o gasta el dinero en cosas innecesarias, por lo que no puede tomar decisiones
sobre el destino del gasto.

La violencia económica es una forma de control y de manipulación que se


puede producir en la relación de pareja y que se muestra a través de la falta de
libertad que el agresor ofrece a la víctima en la realización de gastos
necesarios para cubrir sus necesidades. La víctima debe dar justificación
constante de aquello que ha hecho, de dónde ha gastado el dinero y también,
no dispone del presupuesto con la libertad que merece.
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Hasta el punto de que incluso en el caso de aquellas mujeres que trabajan pero
sufren violencia económica, deben entregar su sueldo cada mes a su pareja y
él es quien gestiona el dinero. Desde este punto de vista, la economía se
convierte en una forma de violencia por el sufrimiento que produce depender
constantemente de alguien que convierte el dinero en una forma de limosna. El
agresor entrega a la víctima una cantidad contada para hacer tareas cotidianas
como la cesta de la compra. Y le reclama si se ha retrasado mucho tiempo en
hacer este tipo de gestiones.

VIII. Diferentes conceptos

Cualquier tipo de violencia se fundamenta en una relación de poder dónde


alguien trata de dominar a la otra persona por la fuerza, contra su voluntad;
trata de obligarla a que haga lo que no desea, a que se ruegue y reconozca su
inferioridad y dependencia con respecto a quien ejerce la violencia. En todos
los casos de violencia las víctimas pasan por un gran sufrimiento y todas ellas
requieren cuidado y atención, y todas las personas agresoras son dignas de su
correspondiente sanción penal; no obstante, cada tipo de violencia tiene sus
peculiaridades. Pretender que toda violencia es igual impide que la violencia de
género sea comprendida adecuadamente y pueda ser combatida eficazmente.

 Violencia: uso intencional de la fuerza física o poder contra un/una


mismo/a, hacia otra persona, grupo o comunidad y que tiene como
consecuencia probables lesiones físicas, daños psicológicos, alteraciones
del desarrollo, abandono e incluso muerte.
 Violencia de género: dirigida a las mujeres por el mero hecho de serlo,
es decir, por considerar que el sexo femenino es inferior y debe continuar en
una posición de subordinación con respeto al masculino.
 Violencia familiar: infringida por personas de en medio familiar y dirigida,
generalmente, a las personas más vulnerables del mismo: niños, niñas,
personas ancianas, personas discapacitadas...
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 Violencia doméstica: dirigida a la persona o personas que convivan
juntas. No es necesario que existan lazos familiares.

IX. Como repercute el maltrato en la salud de la


mujer que la sufre

Cuando frente a los repetitivos episodios de violencia, y considerando que la


situación no va a cambiar, la mujer adopta una actitud pasiva por miedo y para
evitar que se produzca una nueva agresión, incluso mayor, hacia ella o hacia
sus seres queridos, estamos ante el "síndrome de la mujer maltratada".

La experiencia de maltrato provoca un alto nivel de ansiedad, alteraciones


psicosomáticas; sentimientos depresivos, disfunciones sexuales, conductas
aditivas, dificultades en sus relaciones personales.
Enrique Echevarría y Paz del Corral equiparan los efectos que una mujer
maltratada puede sufrir al "trastorno de estrés postraumático", cuyos síntomas
y características, sin duda, aparecen en algunas de estas mujeres

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a largo plazo. La violencia y el abuso no solo afectan a las mujeres


involucradas, sino también a sus hijos, familiares y comunidades. Estos efectos
incluyen daño a la salud de la persona, posibles daños a largo plazo en los
niños y daños a las comunidades como la pérdida de trabajo y la falta de hogar.

X. Consejos ante una situación de maltrato

Recuerda que ninguna mujer debe permanecer en una relación en la que no se


sienta respetada como persona ni se le reconozca como igual.
Puedes buscar ayuda en los Centros de Información a las Mujeres y
asociaciones especializadas que te informarán y apoyarán en las actuaciones
que debes llevar a cabo.

Si aún no tomaste la decisión de salir de la situación de violencia o si ya lo


decidiste pero aún convives con el agresor, conviene que sigas algunos
consejos para reducir el peligro de posibles agresiones y

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para actuar en caso de que se produzca un nuevo episodio violento.

XI. Plan de seguridad


Cuando se produzca o creas que se pode producir una nueva agresión:

 Evita estar en lugares en los que el agresor pueda acceder a objetos


peligrosos, como la cocina.
 Permanece en una habitación fuera del alcance del agresor y próxima a
la puerta de la calle con el fin de facilitarte la salida del domicilio.
 Refúgiate con tus hijas e hijos en la casa de un vecino/a.
 Cierra todas las entradas si el agresor salió del lugar.

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 Inventa un lenguaje de signos o señales que te permita comunicarles a
tus hijos/las el momento en el que deben salir del domicilio familiar y acudir a
la casa de un vecino o vecina donde puedan refugiarse y pedir ayuda.
 Pon en conocimiento de algún vecino/a de tu confianza tu situación y
pídele que llame a la policía en el momento en que oiga cualquier suceso
violento en el domicilio familiar.
 Piensa en el domicilio de alguna persona amiga o familiar donde
refugiarte hasta que no exista riesgo y puedas regresar a tu domicilio. Si no
cuentas con ninguna persona que pueda ayudarte, localiza con anterioridad
la dirección y el teléfono de los servicios de atención a mujeres víctimas de
violencia de género donde podrás pedir ayuda y un alojamiento de urgencia.
Enséñales a tus hijos/as a marcar el teléfono de urgencias (911) donde
podrás solicitar la ayuda de la policía, guardia civil, servicios médicos de
urgencias...
Tiene siempre a mano:

 Documento Nacional de Identidad (tarjeta de residencia o pasaporte si


eres extranjera).
 Un juego de llaves de reserva del domicilio y del coche.
 Un juego de ropa para ti y tus hijos e hijas.
 Carta o tarjetas sanitarias.
 Agenda de teléfonos en la que debes incluir todos los teléfonos de
amistades o familiares que puedan apoyarte así como los números de
teléfonos de Centros de Información a las Mujeres o asociaciones a las que
puedes llamar solicitando ayuda.
 Contrato de compra-venta o arrendamiento de la vivienda.
 Libro de familia.
 Denuncias e informes médicos de agresiones anteriores.
 Cuaderno, talonario y/o tarjetas bancarias.
 Documentos que acrediten los ingresos y los gastos familiares.
Ten en cuenta que es conveniente que cuentes con una cantidad de dinero que
te permita hacer frente a los gastos tuyos y de tus hijos/as hasta que haya, si
es el caso, una resolución judicial que fije una aportación económica por parte
de tu pareja.

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A ser posible ten una pequeña cantidad de dinero ahorrada.


Si tu teléfono graba los últimos números marcados, cuando realices alguna
llamada pidiendo información o ayuda en relación con la situación de maltrato,
tiene la precaución de marcar posteriormente un número de teléfono que no
infunda sospechas al agresor, lo de amistades o familiares, para evitar que el
agresor descubra el número al que realmente llamaste.

XII. Actuaciones cuando se produce una


agresión
Además de seguir las medidas del plan de seguridad, si sufres una agresión es
necesario que realices algunas actuaciones que serán de gran utilidad en los
procedimientos judiciales, penales o civiles, que inicies con posterioridad. La
mayoría de estas actuaciones tienden a que quede probada la realidad de la
agresión y otras tienen como finalidad tu protección.

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Llama a la policía (911) o a la guardia civil, da tu nombre y la dirección donde te


encuentras y solicita ayuda. Mientras llega la patrulla es conveniente que sigas
rigorosamente sus indicaciones. Es posible que la policía o la guardia civil
procedan a la detención del agresor, trasladándolo a la comisaría.
Se puedes, avisa a algún vecino/a o familiar que pueda presenciar y
posteriormente declarar como testigo en el procedimiento judicial sobre:

 Tu estado físico (golpes, heridas, erosión, hinchazones, etc.)


 Tu estado anímico (miedo, angustia, etc.) luego de la agresión.
 La situación física y anímica de los hijos y/o hijas.
 Los daños producidos en la vivienda, las ropas, sábanas...
 La actitud del agresor.
Recoge y guarda toda la documentación personal, tuya y de tus hijos e hijas
(DNI, tarjeta de residencia o pasaporte, libro de familia, carta o tarjetas de la
Seguridad Social, cuaderno, talonario o tarjeta bancaria...), así como aquella
que va a resultar útil en los procedimientos judiciales (documentos acreditativos
de los ingresos y de los gastos familiares: nóminas, justificantes de pago de
horas extras, recibos del alquiler, facturas de electricidad, teléfono, seguro
médico, pediatras, farmacia, supermercado, gastos de escolaridad de los hijos
y de las hijas y actividades extraescolares; documentos acreditativos de
agresiones anteriores: denuncias, informes médicos, sentencias...). Conserva
todos los justificantes de los gastos que se produzcan como consecuencia de
la agresión (gastos médicos, farmacéuticos, desplazamientos...). Toda esta
documentación la necesitarás para acreditar los daños económicos que la
agresión supuso y reclamar su importe al agresor.

Si se produjeron lesiones físicas, además de las anteriores actuaciones, es


conveniente que sigas los siguientes consejos:

Acude a un centro médico-sanitario. El parte médico de urgencias será remitido


al Juzgado de Guardia. Es conveniente que expliques con precisión toda y
cada una de las lesiones sufridas, si también te forzó a mantener relaciones
sexuales y si tienes señales de agresiones anteriores.
Toma fotografías de las lesiones.

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Ten en cuenta que es posible que pasen días hasta que seas citada por el
juzgado para que el/la médico/a forense examine las lesiones sufridas y para
entonces estas pueden desaparecer totalmente. Será de gran ayuda que
puedas acercar fotografías en las que se puedan observar las lesiones tal y
como eran en los días ya posteriores a la agresión.
Acude al/ la médico/a de familia, pon en su conocimiento los hechos sucedidos
para que pueda realizar un seguimiento de las lesiones. No olvides que estas
últimas son tanto las físicas como las psíquicas.
Guarda copia de todas las recetas e informes médicos, es muy importante que
tengas en tu poder documentos médicos acreditativos de todas las consultas y
asistencias médicas que necesites para curar tus lesiones.
Si fuiste obligada a mantener relaciones sexuales no te laves y acude al
servicio de urgencias o de ginecología del hospital, y explícales de que manera
ocurrieron los hechos sin avergonzarte a de nada.

XIII. Si tras la ruptura sigues siendo acosada

Puede suceder que tras decidir romper la relación, el agresor se resista a


perder el control sobre ti: persiguiéndote, vigilándote, llamándote
constantemente, atemorizándote, molestando a familiares y amigos,
desprestigiándote laboralmente, amenazándote con suicidarse o hacer daño a
un ser querido... Todos estos actos que afectan a tu vida social, laboral y
personal, son indicadores de una posible acción violenta.

Ante esta situación:

 Denuncia la situación.
 Evita cualquier contacto con él.
 No aceptes nunca un encuentro a solas.
 Evita estar sola.

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Bibliografía

http://igualdade.xunta.gal/es/content/que-es-la-violencia-de-genero

https://www.eldiario.es/catalunya/opinions/trata-explotacion-sexual-mujeres-
patriarcado_132_3175651.html

https://www.definicionabc.com/economia/violencia-economica.php

https://espanol.womenshealth.gov/relationships-and-safety/effects-violence-
against-women

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