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Lo que sólo se lee y no se usa, se va.

Cada vez que se relee se


comprende mejor 7 pasos para sanar el rencor y el resentimiento

Pero si ese enfado no lo gestionamos adecuadamente en su momento, puede


llegar a enquistarse. Nos apegamos a él, en lugar de darle la utilidad que tiene y
dejarlo marchar… Entonces llega el rencor, el dolor y el resentimiento.

“Nada en la tierra consume a un hombre más rápidamente que la pasión del


resentimiento.” (Friedrich Nietzsche)

Cuando creemos que alguien debería comportarse de una determinada manera,


tenemos ciertas expectativas puestas en él/ella.

Si no cumple con ese ideal que tenemos en mente, seguramente nos sentiremos
dolidos y decepcionados. En algunos casos, incluso enfadados y con frustración y
entonces forjamos el odio.

Es una sensación muy incómoda, que si no trabajamos bien, se va acumulando en


nuestro interior, pudiendo incluso hacernos perder el control de nuestra forma de
actuar. Una rabia intensa y profunda que nos nubla. Un odio que
nos envenena por dentro y distorsiona la visión que tenemos del otro, de la
situación, e incluso puede que de la Vida.
“Maldito rencor, pasé los mejores años de mi vida concentrado en el dolor del
pasado, en lugar de centrarme en la dicha del presente que infeliz soy…” (Walter
Riso)

El resentimiento suele aparecer, sobre todo, cuando nos hemos


sentido engañados, humillados u ofendidos. Y cuando no hemos expresado
convenientemente nuestra rabia, equilibrando de algún modo la balanza. Con el
fin de quien creemos es nuestro “agresor” vea que nos ha causado un daño y (al
menos) empatice con nosotros. Y que, en el mejor de los casos, nos pida perdón y
nos resarza de lo sufrido.

Así pues, al no expresarla bien en su momento, esa incomodidad se nos queda


por dentro. Se estanca y cada vez se va pudriendo más. Se retroalimenta con
nuestros pensamientos rumiativos y al final, a quien más daño hace, es a uno
mismo.

“Aferrarse al odio es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera.”
(Buda)

 Por eso mismo, debemos gestionarlo cuanto antes y liberarnos de este


sufrimiento innecesario e injusto. ¿Pero cómo?

 1. Aceptación

Admitir que sentimos resentimiento hacia alguien no suele ser lo habitual.


Tratamos de negarlo, porque nos hace daño, ensucia nuestra auto-imagen y la
percepción que tienen los demás de nosotros. Porque el ser rencoroso no es algo
muy admirado socialmente…

Además, aceptar que tenemos rabia acumulada, nos genera un sentimiento de


culpa (incluso de vergüenza) que nos hace sentir peor aún. Nos revuelve
internamente no haber podido solucionar el conflicto mejor, habernos dejado
“engañar”, sentirnos “tontos” o ingenuos, haber confiado en la otra persona y que
no haya actuado como esperábamos, etc.

Si te das cuenta, el gran dolor, la gran decepción, es más contigo mismo que


con la otra persona. Y cuando más vueltas le des al asunto, más daño te haces.

“Al salir por la puesta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás toda la ira, el
odio y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero” (Nelson Mandela)

La buena noticia es que, al ser un trabajo interno, sólo depende de ti lograrlo. Pero
para superar este sentimiento tan doloroso, lo primero es darte cuenta de que lo
estás sufriendo.

 2. Auto-respeto
Como hemos visto, quien más sufre con esta tortura interna, eres tú mismo.
Además, está científicamente comprobado que las emociones nos afectan al
organismo.

Si no gestionas tus emociones, tu cuerpo las sufre en forma de enfermedades,


malestar y problemas varios de salud. Un sentimiento enquistado de odio, rencor o
ira, puede afectar directamente a tu hígado, a tu nervio ciático, a  tu estómago,  a
tu vesícula biliar,…

“El perdón es un acto del corazón. Hazlo por tu propio bien. Es el único antídoto
para el veneno que has dejado que circule dentro de ti” (Wayne Dyer)

 Se respetuoso contigo mismo. ¡Nada ni nadie es más importante que tu paz
interior!

3. Aprendizaje

Vale, ok, según tú, te han hecho daño. Eso ya no lo puedes cambiar. Te has
sentido utilizado, menospreciado y eso te ha hecho sufrir. Has estado tiempo
dándole vueltas, maldiciendo y cocinando a fuego lento todo ese odio. ¿Para qué
te ha servido hasta ahora?

Te animo a que dejes atrás ese brebaje amargo que te quema por dentro, y que te
quedes con la parte útil del asunto.

Toda esta situación tan dolorosa tiene una lección que debes extraer. Quizás sea
que debes andar con más cuidado y no confiar en cualquiera a la primera de
cambio. Quizás, que deberías estar más en contacto con tu intuición y hacerte
caso, porque algo dentro de ti lo veía venir. ¿O puede que debas bajar tus
expectativas para con los demás, dejar de ser tan exigente y no frustrarte cuando
las cosas no salen como tú querías?

4. Re-interpreta
Date cuenta de que todos cometemos errores en esta vida (tú también). De
hecho, muchas veces ni nos damos cuenta de que hemos molestado a los demás.

Es fácil caer en el egocentrismo y creer que esa persona ha actuado así adrede
para hacerte daño.  Pero la verdad suele ser muy distinta.

Es mucho más probable que esa persona haya actuado de


forma egoísta (pensando en su propio beneficio), más que en querer destruirte y
hacerte daño a ti particularmente. Deja de personalizar, te traerá mucha paz.

5. Empatiza

Para llegar a perdonar a alguien, es bueno ponerse en su piel. Juzgar


menos y comprender más.

¿Qué circunstancias crees que le han llevado a comportarse así? ¿Qué carencias
internas o necesidades no satisfechas crees que puede tener? ¿Qué dolor interno
buscaba eliminar con su acción?

Es más fácil perdonar y resolver tus sentimientos hacia alguien a quien percibes


como vulnerable, torpe o herido… que ante un monstruo despiadado y sin
corazón, ¿no crees?

 6. Marca límites

Sé asertivo, si puedes, habla con la persona que te hizo daño. Desde el respeto y
la madurez, hazle entender cómo te sentiste, y que comprenda que su
comportamiento no te agradó. Explícale tranquilamente tus motivos, para que
empatice y te comprenda mejor.

Lo recomendable es hacer esto a tiempo, sin dejar pasar demasiado. Para que no
le des más vueltas de la cuenta al asunto, ni te hagas “mala sangre”. Si no, te
costará cada vez más mantener la cabeza neutra y decir las cosas de la mejor
manera.

Soluciona tus asuntos aquí y ahora, así podrás vivir siempre tranquilo.

7. Despídete de tu emoción

Desapégate del dolor. Hasta ahora te ha servido para sentirte víctima,


para reparar tu daño y conectar con tus necesidades. Pero ya está, ya ha
cumplido su función. Ya lo has trabajado y puedes decirle adiós.

“Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”
(Buda)
Ahora que sabes que de nada sirve urdir una venganza (porque no deshace el
daño causado; genera más violencia; te trae culpa y remordimientos, y te aleja de
esa persona sabia y equilibrada que deseas llegara  ser)…

… Es momento de que perdones a esa persona por haberte hecho sufrir… Que te
perdones a ti mismo por no haberlo evitado y haberte recreado inútilmente en tu
dolor… Que perdones a la vida por traerte esta situación incómoda…

… Y que comiences a caminar mirando para adelante, mucho más liviano sin ese


pesado lastre que es el rencor.

Trastorno afectivo bipolar

El trastorno afectivo bipolar es una enfermedad que ocasiona cambios


abruptos en el estado de ánimo. Estos cambios anímicos pueden ir desde la
excitación y la euforia (manía) hasta la depresión y la desesperanza.

El trastorno afectivo bipolar también se conoce como trastorno maníaco-


depresivo, o a veces, simplemente, como trastorno bipolar. 

1. ACERCA DEL TRASTORNO AFECTIVO BIPOLAR

El trastorno afectivo bipolar afecta tanto el estado de ánimo como la


conducta. La persona que padece de trastorno afectivo bipolar pasa por
estados emocionales extremos, que van desde la energía excesiva y la
euforia hasta la depresión y los pensamientos suicidas. Sus estados de
ánimo cambian bruscamente de un extremo a otro.
El trastorno afectivo bipolar afecta a uno de cada 100 adultos en algún
momento en la vida. Asimismo, afecta con mayor frecuencia a las
personas entre 15 y 25 años de edad, y tanto a hombres como a mujeres.
Tipos de trastorno afectivo bipolar
Si padeces de trastorno afectivo bipolar, puede ser que se te diagnostique
un tipo determinado de dicha afección.

 Si experimentas un episodio de ánimo elevado seguido de depresión, es


posible que se te diagnostique trastorno afectivo bipolar tipo 1.
 Si experimentas episodios depresivos seguidos de un episodio maníaco
más leve (hipomanía), es posible que se te diagnostique trastorno afectivo
bipolar tipo 2.
 Si tu estado anímico cambia rápidamente de la manía a la depresión, y
luego de nuevo a la manía, es posible que se te diagnostique trastorno
afectivo bipolar de ciclo rápido.
2. SÍNTOMAS DEL TRASTORNO AFECTIVO BIPOLAR
Los síntomas del trastorno afectivo bipolar suelen manifestarse durante un
tiempo determinado (un episodio) e incluyen ciertos patrones de conducta.
Manía e hipomanía (manía leve)
La persona que experimenta episodios maníacos puede:

 sentirse con un ánimo inusitadamente alto


 mostrarse irritable
 manifestar mayor confianza en sí misma
 estar más locuaz
 distraerse fácilmente
 carecer de criterio
 no requerir muchas horas de sueño

Los episodios maníacos pueden durar períodos largos, por ejemplo, unos
meses. Esto puede dar lugar a agotamiento físico, gastos excesivos y
relaciones poco sensatas o inadecuadas.
Depresión
La persona que padece de depresión puede:

 sentirse infeliz y ver la vida de forma negativa


 perder interés en los demás y en lo que la rodea
 perder la confianza
 sentirse incapaz de tomar decisiones
 tener dificultad para dormir
 sentirse cansada
 llorar la mayor parte del tiempo
 aislarse de los amigos
  pensar en el suicidio

Síntomas mixtos
Aproximadamente, cuatro de cada 10 personas que padecen de trastorno
afectivo bipolar tienen síntomas mixtos. Estas personas
experimentan síntomas maníacos y depresión al mismo tiempo. Por
ejemplo, pueden sentirse tristes, pero también tener mucha energía.
Psicosis
Al igual que con la manía o la depresión, la persona puede experimentar
delirios (creencias falsas) y alucinaciones (oír, ver, oler o sentir cosas que
no existen). Además, puede resultarle difícil comunicarse con los demás.
Ciclotimia
“Ciclotimia” es el término usado para referirse a ciertos cambios anímicos
que no son tan graves como los del trastorno afectivo bipolar  tipo 1 o tipo
2,  pero que pueden durar más tiempo. La ciclotimia puede ser un
síntoma temprano de trastorno afectivo bipolar.

3. CAUSAS DEL TRASTORNO AFECTIVO BIPOLAR

En la actualidad se desconocen las razones exactas por las que una


persona puede desarrollar un trastorno afectivo bipolar. Éste pudiera
desencadenarse debido a cambios en el sistema nervioso o en las
sustancias químicas del cerebro; sin embargo, se cree que en el mismo
intervienen diversos mecanismos. Algunos factores aumentan las
probabilidades de padecer de un trastorno afectivo bipolar:

 Tener un familiar cercano con trastorno afectivo bipolar puede aumentar el


riesgo. Si tu madre, padre, hermano o hermana sufre de dicho trastorno, tus
probabilidades son, aproximadamente, 6/100 de padecer de trastorno afectivo
bipolar tipo 1 y 3/100 de padecer de trastorno afectivo bipolar tipo 2.
 Los acontecimientos estresantes, tales como la ruptura de una relación o
una enfermedad física, pueden ocasionar un trastorno afectivo bipolar.
 Un desequilibrio químico en el cerebro.
 Diferencias estructurales en el cerebro.
4. DIAGNÓSTICO DEL TRASTORNO AFECTIVO BIPOLAR

Si tú, o un amigo o familiar tuyo, piensan que tienes síntomas de


trastorno afectivo bipolar, consulta a tu médico de cabecera. Es posible
que un amigo o familiar se dé cuenta de que tienes trastorno afectivo
bipolar antes que tú, ya que puede observar los cambios que se
manifiestan en tu conducta.
 
Tu médico de cabecera te preguntará cuáles son los síntomas que
experimentas; también te hará preguntas acerca de tu historia clínica y de
cómo te sientes. Podrá referirte a un psiquiatra (especialista en salud
mental) o a un equipo comunitario de salud mental.

5. TRATAMIENTO DEL TRASTORNO AFECTIVO BIPOLAR

El tratamiento ayuda a mantener el ánimo estable y a aliviar los síntomas


maníacos o depresivos.
Autoayuda
Tomar nota de tus estados de ánimo en un diario para ese fin puede
ayudarte a determinar la gravedad de los síntomas, así como a reconocer
el momento en que empiezan a volverse incontrolables. Esto pudiera
ayudarte aprevenir los episodios maníacos o depresivos y a pedir
ayuda cuando la necesites. Aprender a lidiar con el estrés puede ayudarte
a prevenir estos episodios. Mantener un equilibrio adecuado entre el
trabajo y la vida, así como realizar actividades que te agraden, puede
contribuir a que te relajes y te sientas bien. El ejercicio regular y una dieta
saludable también son beneficiosos.
Medicamentos

 Antipsicóticos Si tienes un episodio maníaco, el médico pudiera recetarte


un medicamento antipsicótico, por ejemplo, olanzapina o quetiapina, para
tratar los síntomas a corto plazo, o antes de que se te administre un
medicamento para estabilizar tu estado de ánimo. Los efectos secundarios de
estos medicamentos incluyen aumento de peso y mareos.
 Estabilizadores del estado de ánimo Para prevenir los cambios anímicos
abruptos, el médico pudiera recetarte un medicamento estabilizador del
estado de ánimo, por ejemplo, litio. El médico te pedirá que te hagas análisis
de sangre, a fin de garantizar que estés recibiendo la dosis adecuada. El litio
puede tardar unos tres meses en comenzar a actuar de manera eficaz. Los
efectos secundarios pueden incluir aumento de peso, temblores y sed.

Si tienes exceso de litio en el cuerpo, es posible que sientas náuseas,


arrastres las palabras y te tambalees al caminar. En caso de tener estos
síntomas, comunícate con tu médico de inmediato . Si tomas litio, deberás
comer regularmente, beber abundantes líquidos sin endulzar y evitar las
bebidas con cafeína, ya que esto puede afectar la acción del
medicamento.
El médico pudiera recetarte un medicamento llamado ácido valproico para
tratar los episodios maníacos del trastorno afectivo bipolar. Los efectos
secundarios de este medicamento pueden incluir náuseas, diarrea,
temblores y problemas estomacales.
Consulta siempre a tu médico y lee el prospecto de información al
paciente que viene con el medicamento. Continúa tomando el
medicamento según las indicaciones del médico, aunque empieces a
sentirte bien. No debes dejar de tomar el medicamento sin consultarlo
primero con el médico, ya que esto puede hacer que te vuelvan los
síntomas.

 Antidepresivos El médico pudiera recomendarte que tomes algún


antidepresivo por corto tiempo para tratar un episodio de depresión.
Comúnmente, suelen recetarse unos antidepresivos llamados inhibidores
selectivos de recaptación de serotonina (ISRS), por ejemplo, citalopram y
fluoxetina.

Al tomar estos medicamentos, existe el riesgo de que los síntomas


depresivos se conviertan en maníacos. Para evitar que esto ocurra,
algunos pueden tomarse en combinación con estabilizadores del estado
de ánimo. Los efectos secundarios pueden incluir palpitaciones,
problemas de sueño y confusión.

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