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Investigaciones posteriores desvelaron el misterio: un parabrisas de reemplazo había sido

instalado 27 horas antes del vuelo. A pesar de la aprobación del gerente de mantenimiento de
turnos, 84 de los 90 tornillos de retención del parabrisas eran demasiado pequeños, mientras que
los otros seis eran demasiado cortos.

Un error humano pudo haber costado la vida tanto de la tripulación como de los pasajeros de este
avión británico que volaba rumbo a Málaga. Lo que algunos llaman destino o suerte quisieron que
este acontecimiento, digno de una película de Hollywood, tuviera un final feliz. Todos
sobrevivieron para contarlo y, lógicamente, el copiloto Atchinson y el resto de la tripulación fueron
condecorados por su valor.

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