Buenos Aires, lunes 4 de febrero de 2019 • ISSN 1666-8987 • Nº 14.
563 • AÑO LVII • ED 281
D i a r i o
La actividad del Tribunal Internacional del Mar
en los procedimientos de pronta liberación
de buques y su proyección futura(*)
Sumario: I. Introducción. – II. El sistema de solu-
ción de controversias de la Convención de las Na-
ciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982.
Consideraciones preliminares respecto de su diseño y
competencia. – III. La tendencia jurisprudencial del Tri-
bunal Internacional del Derecho del Mar en materia de
establecimiento de fianza o garantía razonable. – IV.
Las solicitudes de medidas provisionales destinadas a
obtener la liberación de buques, ¿casos aislados o
tendencia? a) El buque M/V Saiga. b) El buque M/V
Louisa. c) La Fragata ARA Libertad. d) El buque Arctic
Sunrise. – V. Evaluación sobre la labor del Tribunal
Internacional del Derecho del Mar. – Bibliografía.
I culminara en la detención del buque Arctic Sunrise.
Introducción
La liberación de los buques extranjeros detenidos en
puertos constituye un tema de interés permanente para los
juristas dedicados al derecho internacional público, particu-
larmente desde el caso del “Schooner Exchange”(1) y más
recientemente con las controversias generadas con relación
al asunto de la Fragata ARA Libertad y el buque Arctic
Sunrise, las cuales cuentan con la intervención del Tribunal
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes traba-
jos publicados en El Derecho: El principio de uso óptimo y razonable
y los daños sensibles en el Estatuto del Río Uruguay, por Gabriela T.
Mastaglia, ED, 224-731; El acceso al agua como derecho humano:
protección internacional y jurisdicción constitucional, por María Belén
Olmos y Martha C. Paz, ED, 247-685; Algunas consideraciones res-
pecto de las controversias pesqueras actuales y el uso de la tecnología
satelital. La experiencia de los tribunales internacionales, por Leopoldo
Mario Adolfo Godio, ED, 254-716; Aspectos legales de las aguas con-
tinentales presentes en los parques y reservas nacionales del Sistema
Federal de Áreas Protegidas (ley 22.351), por Simón I. Cuminetti, ED,
257-793; El hurto de un vehículo náutico dejado en aguas públicas es
calificado, por Julio E. Chiappini, ED, 266-665; Prevención de la conta-
minación de las aguas, esfuerzos a nivel nacional e internacional, por
Marcelo Gerardo Kummer, ED, 277-981. Todos los artículos citados
pueden consultarse en www.elderecho.com.ar.
(*) Este artículo es un trabajo de investigación realizado bajo la di-
rección de la profesora María del Rosario de la Fuente en el marco de
las actividades de investigación de su cátedra de Derecho Internacional
Público en la Facultad de Derecho, UCA.
(**) Abogado (UBA, 2007) y Magíster en Relaciones Internaciona-
les (UBA, 2014). Profesor Adjunto de Derecho Internacional Público,
Facultad de Derecho, UCA. Este trabajo actualiza y desarrolla algunas
ideas presentadas en Godio, Leopoldo M. A., La pronta liberación de
buques en la jurisprudencia del Tribunal Internacional del Derecho del
Mar, Revista Electrónica del Instituto de Investigaciones Jurídicas y So-
ciales “Ambrosio L. Gioja”, año VI, nº IX, invierno 2012, págs. 61/79.
Asimismo, el texto incorpora consideraciones parciales de la exposi-
ción del autor para el seminario “Nuevos desarrollos en la solución de
controversias internacionales”, Buenos Aires, CARI, 29-6-18.
(1) Cfr. “The Schooner Exchange v. McFaddon”, 11 U.S. 116 (1812).
CONTENIDO
CUENTA Nº 13.547
DOCTRINA
La actividad del Tribunal Internacional del Mar en los procedimientos de pronta liberación de buques y su proyección futura, por Leopoldo M. A. Godio.................................... 1
JURISPRUDENCIA
CASA
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
ARG Educación: Docentes: Ciudad Autónoma de Buenos Aires; solicitudes de traslado; facultades del Poder Ejecutivo; funciones; discrecionalidad; pautas. Poder Judicial: Facultades:
C
división de poderes; control judicial límites; facultades excepcionales; delegación legal (TSJ Ciudad Autónoma de Buenos Aires, agosto 15-2018)......................................... 5
d e D o c t r i n a y J u r i s p r u d e n c i a
por Leopoldo M. A. Godio (**)
Internacional del Derecho del Mar (en adelante, el “Tribu-
nal”, indistintamente) en 2012 y 2013, respectivamente.
Asimismo, los incidentes originados por visitas de
autoridades costeras a buques mercantes extranjeros en
aguas bajo su jurisdicción representan una de las cues-
tiones más sensibles para los Estados en sus relaciones
internacionales, ya que restringe uno de los principios más
fundamentales del derecho del mar: la libertad de navega-
ción(2). En efecto, durante 2013 la jurisdicción del Estado
ribereño, frente al principio de la libertad de los mares, fue
objeto de disputa a partir de la actividad de la organización
Stichting Greenpeace Council (en adelante, Greenpeace) y
la posible comisión de delitos internacionales en una pla-
taforma petrolífera situada en la Zona Económica Exclu-
siva (en adelante, ZEE) de la Federación de Rusia y que
Los casos señalados evidenciaron una particularidad en
común: los Estados solicitantes implementaron una estra-
tegia tendiente a liberar a los buques y a sus tripulaciones
como un bien jurídico merecedor de tutela en riesgo por el
peligro en la demora que presentaba la resolución del fon-
do del asunto. En otras palabras, solicitaron al Tribunal
que decretase medidas provisionales, de conformidad con
el art. 290 (5) de la Convención de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar de 1982, descartando el insti-
tuto de la pronta liberación que específicamente reconoce
este texto.
Las razones presentes detrás de estas dos estrategias
resultan sorpresivas, especialmente si se advierte que du-
rante el desarrollo de la III Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar (1973-1982) las medidas
provisionales no habían sido consideradas una solución
tendiente a habilitar la liberación de buques y sus tripula-
ciones(3). No obstante, lo que no resulta extraordinario es
la gran capacidad del Tribunal para realizar una interpre-
tación dinámica del derecho internacional y situarse a la
altura de dos complejas solicitudes de carácter temporal.
Lo anterior nos permite formularnos algunas preguntas,
como ¿qué caracteres presenta el sistema de liberación de
buques en la Convención de 1982?, ¿ha realizado alguna
contribución el Tribunal en la materia?, ¿es posible esta-
blecer una solicitud de medidas provisionales como me-
ra estrategia para obtener la liberación de un buque? De
aceptarse esta última opción, ¿qué reflexiones merece la
aceptación de estas estrategias?
(2) Para un análisis de la libertad de navegación y las jurisdicciones
estatales, ver S.S. Lotus Case (France v. Turkey), PCIJ, Judgment, 7-9-
1927, series A, nº 10.
(3) Cfr. Godio, Leopoldo M. A. - Rosenthal, Julián M., The prompt re-
lease of vessels in provisional measures procedures. New trends and cha-
llenges?, Revista Tribuna Internacional, vol. 4, nº 7, 2015, págs. 43/67.
Director: Guillermo F. Peyrano
Consejo de Redacción:
Gabriel Fernando Limodio
Pablo María Garat
Luis María Caterina
Martín J. Acevedo Miño
Daniel Alejandro Herrera
Nelson G. A. Cossari
En las siguientes líneas responderemos metódicamente
cada una de estas preguntas para, posteriormente, finalizar
con una evaluación sobre la actuación del Tribunal en los
procedimientos seleccionados.
II
El sistema de solución de controversias de la
­Convención de las Naciones Unidas sobre el
­Derecho del Mar de 1982. Consideraciones ­
preliminares respecto de su diseño y competencia
Inspirado en el principio del art. 2 (3) de la Carta de
las Naciones Unidas y su correlativo art. 33 (1), la Con-
vención de 1982 reconoce que los Estados parte pueden
solucionar aquellas controversias que surjan respecto de la
interpretación o aplicación del texto por cualquiera de los
medios pacíficos de su elección(4).
Para ello dispone un sistema de controversias distribui-
do en la Sección 5 de la Parte XI, que habilita la actuación
de la Sala Internacional de los Fondos Marinos para aque-
llas disputas relativas al Patrimonio Común de la Huma-
nidad, e íntegramente en la Parte XV, que desarrolla un
detallado sistema completado por los Anexos V a VII de la
Convención de 1982. Asimismo, la Parte XV se divide en
tres secciones: la primera de ellas se refiere a los métodos
no adversariales, a través del intercambio de opiniones y
la conciliación(5); la segunda se refiere a los procedimien-
tos obligatorios conducentes a decisiones obligatorias,
destacándose entre sus normas el art. 287, que reconoce
un régimen de elección flexible que autoriza cuatro me-
dios a disposición de las partes(6), estableciéndose como
la principal vía de acceso jurisdiccional; y la tercera que
contiene límites y excepciones a la sección anterior(7).
El sistema integral establecido en la Parte XV resulta
destacable en todo su desarrollo, pero su complejidad solo
nos permite dedicarnos a aquellos supuestos de ausencia
de coincidencia o acuerdo respecto de la corte o tribunal
que entienda en el fondo de la controversia y cuyo bien
jurídico tutelado corra peligro o cuyo perjuicio económi-
co exija una rápida solución, atento a las necesidades del
comercio internacional. Por ello, las disposiciones de la
Convención habilitan el inicio de dos tipos de procesos
para atender a estos supuestos: las solicitudes de medi-
das provisionales y las solicitudes de pronta liberación de
(4) Cfr. 1833 UNTS 3; 21 ILM 1261 (1982), art. 280.
(5) Ibídem, arts. 281 a 284.
(6) El Tribunal Internacional del Derecho del Mar, la Corte Interna-
cional de Justicia, el arbitraje (según las disposiciones del Anexo VII) y
el arbitraje especial, aplicable a las controversias de pesquerías, pro-
tección y preservación del medio marino, investigación científica mari-
na, y navegación (todas de conformidad con el Anexo VIII). Al firmar o
ratificar la Convención o adherirse a ella, los Estados pueden formular
una declaración optando por uno o más de ellos y, de presentarse una
disputa sin coincidencia o acuerdo sobre un sistema en particular, se
debe recurrir al arbitraje del Anexo VII, el cual opera de modo residual.
(7) Para un análisis de la esencia del sistema de solución de con-
troversias y sus particulares excepciones, ver Godio, Leopoldo M. A.,
Las excepciones facultativas al sistema de solución de controversias
de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar
de 1982: las actividades militares, en Gutiérrez Posse, Hortensia D.
T. [et al.], Temas jurisdiccionales en materia de derecho internacional,
Buenos Aires, Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales,
2017, págs. 169/236.
 2 Buenos Aires, lunes 4 de febrero de 2019
buques y sus tripulaciones previstas en los arts. 290 (5) y
292, respectivamente. A continuación, referiremos algunas
tendencias respecto de las solicitudes de pronta liberación
de buques, en materia de fianza o garantía razonable, en
las que el Tribunal ha realizado interesantes aclaraciones;
para luego analizar algunas novedosas aplicaciones en ma-
teria de medidas provisionales solicitadas con el objeto de
obtener la liberación de buques.
III
La tendencia jurisprudencial del Tribunal
­Internacional del Derecho del Mar en materia de
establecimiento de fianza o garantía razonable
Previsto para aquellos supuestos de detención de un bu-
que de pabellón extranjero y que, a falta de acuerdo sobre
la corte o tribunal que debe entender sobre el fondo del
caso o presentarse una controversia sobre el monto de la
fianza exigida, habilita a la presentación de una solicitud
de pronta liberación del buque y su tripulación (o el esta-
blecimiento de una fianza razonable) al tribunal por el que
el Estado de detención haya optado, de conformidad con
el art. 287 de la Convención(8), o ante el Tribunal, que en
este tipo de procedimientos posee una competencia resi-
dual. Solo es necesario que transcurran diez días hábiles
desde la detención del buque(9).
Su fundamento, y también su contracara complemen-
taria, es el art. 73 referido a la ejecución de leyes y re-
glamentos del Estado ribereño aplicable a los derechos
de soberanía reconocidos a los fines de la exploración,
explotación, conservación y administración de los recur-
sos situados en la ZEE, que le permite legislar las medidas
necesarias para garantizar el cumplimiento de las leyes y
reglamentos dictados de conformidad con la Convención,
incluyendo las visitas, inspecciones, el apresamiento y,
llegado el caso, el inicio de procedimientos administrati-
vos y judiciales.
Caminos identifica la esencia del instituto de la pronta
liberación y sintetiza que aquella fue prevista para casos
de apresamientos, con el objeto de garantizar el cumpli-
miento de las leyes y reglamentos dictados por el Estado
ribereño en el ejercicio de sus derechos de soberanía. El
proceso habilita a iniciar la solicitud sin posibilidad de
juzgar el fondo de cualquier demanda interpuesta contra
el buque, su propietario o su tripulación, y el Estado de
detención mantiene su competencia para liberar al buque o
su tripulación en cualquier momento(10).
Asimismo, una lectura armónica de los arts. 73, 220,
226 y 292 de la Convención(11) nos permite sostener que
la situación de los buques detenidos por el Estado ribereño
durante períodos prolongados podría causar, por un lado,
dificultades financieras para el armador (por ejemplo, si se
trata de un buque pesquero durante la temporada de pesca
o de uno petrolero que transporte una importante carga de
crudo), y, por el otro, presentar situaciones referidas a los
derechos humanos de la tripulación que requiera la actua-
ción diplomática o consular de los Estados involucrados(12).
Según Wolfrum, el art. 292 protege los intereses del
Estado ribereño al requerir el depósito de una fianza o
garantía razonable, al tiempo que habilita al Estado del
pabellón para requerir –mediante esta acción– la pronta
liberación del buque y su tripulación, ya sea por sí mismo
o en su nombre(13).
(8) Al respecto, Yturriaga Barberán sostiene que la opción del art.
287 –conocida como “fórmula Montreux”– constituye una jurisdicción “a
la carta”. Cfr. Yturriaga Barberán, José A., Ámbitos de soberanía en la
Convención de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar. Una perspecti-
va española, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1993, pág. 493.
(9) Cfr. Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del
Mar de 1982, supra nota 4, art. 292.
(10) Cfr. Caminos, Hugo, El Tribunal Internacional del Derecho del
Mar: Algunas consideraciones sobre su jurisdicción y procedimiento, en
Primer Encuentro de Cortes Internacionales y Regionales de Justicia en
el Mundo en celebración de los Cien Años de la Corte Centro America-
na de Justicia, Managua, 4 y 5 de octubre 2007, pág. 4. Documento
inédito facilitado, en copia, por el expositor al autor.
(11) Referida a la ejecución de leyes y reglamentos del Estado ribe-
reño en la zona económica exclusiva; la ejecución de procedimientos
de protección del medio marino por los Estados ribereños; la investiga-
ción e inspección física de buques extranjeros; y la pronta liberación de
buques y de sus tripulaciones, respectivamente.
(12) Cfr. Wolfrum, Rüdiger, Statement delivered to the International
Law Commission, Geneva, 31-7-08, pág. 7, disponible en https://
www.itlos.org/fileadmin/itlos/documents/statements_of_president/wol-
frum/ilc_geneva_31.07.08_eng.pdf (consulta el 26-10-18).
(13) Según Espaliú Berdud, el artículo en cuestión no brinda mucha
información sobre la naturaleza jurídica de la pronta liberación en sí,
El equilibrio intrínseco de la norma fue advertido por
el Tribunal en el asunto “Monte Confurco”, al señalar que
su objeto es conciliar los intereses del Estado de pabellón
para con su buque y tripulación, al tiempo que el interés
del Estado de detención es asegurar la comparecencia del
capitán y el pago de las multas(14).
Este último interés es también receptado por el art. 73
de la Convención, por cuanto reconoce al Estado ribereño
la posibilidad de adoptar las medidas que resulten nece-
sarias para asegurar el cumplimiento de sus leyes y re-
glamentos. La armonía de esta norma faculta al Estado
del pabellón del buque para asegurar la pronta liberación
de aquel junto con su tripulación, lo que se traduce en un
claro y justo equilibrio entre ambos derechos, reforzados
por la correcta calificación que requiere al depósito o la
fianza como razonable. Este último aspecto fue aclarado
por el Tribunal al ordenar la liberación del buque M/V
Saiga, con fundamento en el art. 292 de la Convención y
en aplicación del art. 113 (2) del Reglamento del Tribunal,
por el cual es posible determinar la cantidad, naturaleza y
tipo de fianza o garantía financiera a partir de la regla de la
razonabilidad(15).
La expresión “fianza razonable u otra garantía”, men-
cionada en el art. 73 (2) de la Convención, fue objeto de
estudio por parte del Tribunal; se afirmó que el concepto
“bond or other security” debía ser analizado en su contex-
to, considerando el objeto y el fin de los arts. 292, 220 (7)
y 226 (1) (b), que articulan expresiones conexas “bond or
other financial security” y “bonding or other appropria-
te financial security”, razón por la cual la frase “bond or
other security” es interpretada, necesariamente, como una
fianza o garantía de carácter financiero que tenga en consi-
deración cada caso puntual(16).
En este orden de ideas, es útil señalar que el Tribunal
ha considerado necesario evaluar la razonabilidad de la
fianza en función de otros factores determinantes, como
el valor comercial del bien o producto transportado(17), la
valuación del propio buque detenido(18), el monto de la
fianza dispuesta por el Estado de detención, la gravedad
del presunto delito en la legislación y las penas impuestas
o pasibles de aplicar conforme a las leyes de aquel Estado,
e incluso, si las tuviese, las decisiones de sus tribunales en
la materia(19).
Asimismo, el Tribunal ha examinado otros elementos
de información relevantes facilitados por las partes, con el
objeto de evitar una desproporción entre el presunto delito
y el establecimiento de la fianza(20), y sin que ello signifi-
que consolidar una lista de variables taxativas(21).
A pesar de lo anterior, la Convención de 1982 prevé la
imposición de condiciones adicionales respecto de la fian-
za u otra garantía financiera. Al respecto, el art. 226 (1)
(c) –referido a la denegación o condicionamiento para una
aunque indica algunos elementos de importancia. Las disposiciones de
la Convención referidas a la pronta liberación del buque y su tripulación
mediante la constitución de una fianza razonable o garantía financiera
fueron incluidas por Hamilton S. Amerasinghe, presidente de la III Confe-
rencia del Mar; e idea aceptada por las delegaciones participantes. Cfr.
Espaliú Berdud, Carlos, Las solicitudes de pronta liberación de buques y
de sus tripulaciones ante la Corte Internacional de Justicia: compatibilidad
del artículo 292 de la CNUDM y los textos reguladores de la actividad
de la Corte, Revista de Estudios Jurídicos, nº 8, 2008, pág. 79 y sigs.
(14) Cfr. “Monte Confurco” (Seychelles v. France), Prompt Release,
Judgment, ITLOS Reports 2000, pág. 108, para. 70/71.
(15) Cfr. M/V “Saiga” (Saint Vincent and the Grenadines v. Gui-
nea), Prompt Release, Judgment, ITLOS Reports 1997, págs. 27 y 35,
para. 49 y 82. Asimismo, en el caso “Monte Confurco” ya referido,
el Tribunal consideró que la fianza razonable debía basarse en el art.
292 de la Convención y otras normas del derecho internacional com-
patibles con la aquella. Cfr. “Monte Confurco” (Seychelles v. France),
supra nota 14, pág. 109, para. 75.
(16) Cfr. “Volga” (Russian Federation v. Australia), Prompt Release,
Judgment, ITLOS Reports 2002, pág. 32, para. 65.
(17) Cfr. M/V “Saiga” (Saint Vincent and the Grenadines v. Gui-
nea), supra nota 15, págs. 35/36, para. 83/84.
(18) Sin embargo, sobre esta variable cabe aclarar que el Tribunal
interpretó que el propio valor del buque podía revestir un factor decisi-
vo de carácter autónomo en la determinación de la fianza o garantía
financiera. Cfr. “Camouco” (Panama v. France), Prompt Release, Judg-
ment, ITLOS Reports 2000, pág. 32, para. 69.
(19) Ibídem, pág. 31, para. 67.
(20) Cfr. M/V “Saiga” (Saint Vincent and the Grenadines v. Gui-
nea), supra nota 17, pág. 35, para. 82; posteriormente más desarro-
llado en “Juno Trader” (Saint Vincent and the Grenadines v. Guinea-Bis-
sau), Prompt Release, Judgment, ITLOS Reports 2004, págs. 41, para.
85 y 89; y en “Hoshinmaru” (Japan v. Russian Federation), Prompt
Release, Judgment, ITLOS Reports 2005-2007, pág. 47, para. 88.
(21) Se trata de un razonamiento establecido desde el asunto del
“M/V Saiga” referido anteriormente y enfatizado también en casos
posteriores de pronta liberación de buques. Cfr. “Monte Confurco”
(Seychelles v. France), supra nota 15, pág. 109, para. 76.
liberación de un buque que presente riesgos para el medio
marino– reconoce este supuesto, sin que ello signifique
comprenderlas como parte de las “condiciones financie-
ras” que debe revestir la fianza o garantía establecida a los
fines del art. 292(22).
En definitiva, la presentación de una solicitud de pronta
liberación solo obliga al Tribunal a decidir con fundamen-
to y sin demora respecto de su admisibilidad y proceden-
cia(23). Por esta razón –y en el supuesto de prosperar–, el
Tribunal determinará o adecuará la fianza o garantía finan-
ciera que corresponda(24).
Por último, a pesar del carácter restrictivo del instituto
de la pronta liberación, este procedimiento constituye, es-
tadísticamente, una de las más importantes vías de acceso
al Tribunal. La afirmación encuentra sustento en que, in-
cluso hasta nuestros días, representa más de un tercio de
los asuntos que llegaron a su conocimiento.
IV
Las solicitudes de medidas provisionales
­destinadas a obtener la liberación de buques,
¿casos aislados o tendencia?
Una tendencia exige identificar criterios o categorías
de sistematización elaboradas o desarrolladas –en este es-
tudio, por el Tribunal durante el examen de sus casos– a
fin de advertir algún patrón o consolidación esperable a
futuro, como, por ejemplo, la interpretación de las dispo-
siciones de la Convención de 1982. En efecto, las solici-
tudes de medidas provisionales resultan un objeto de es-
tudio relevante, ya que, desde hace dos décadas, han sido
promovidas con el fin de obtener la liberación de buques
y aquella estrategia fue impensada por las delegaciones
negociadoras durante la III Conferencia.
En términos generales la corte o tribunal competente
puede decretar medidas provisionales en virtud del art.
290 (1) de la Convención de 1982, cuyo texto reconoce la
necesidad de pronunciamientos en situaciones de urgencia
que requieran no solo la preservación del bien jurídico en
disputa –ya sea un derecho, un objeto o una situación–,
sino también la prevención de daños graves, como, por
ejemplo: al medio marino en espera de la decisión definiti-
va. Esta disposición entiende al procedimiento de medidas
provisionales como de carácter preliminar, toda vez que
expresa: “Si una controversia se ha sometido en la forma
debida a una corte o tribunal que, en principio, se estime
competente conforme a esta Parte o a la sección 5 de la
Parte XI, esa corte o tribunal podrá decretar las medidas
provisionales que estime apropiadas con arreglo a las cir-
cunstancias para preservar los derechos respectivos de las
partes en la controversia o para impedir que se causen da-
ños graves al medio marino, en espera de que se adopte la
decisión definitiva”(25).
El amplio criterio de acción, reconocido en el art. 290
(3) de la Convención de 1982, autoriza la adopción de
(22) Cfr. “Volga” (Russian Federation v. Australia), supra nota 16,
págs. 34/35, para. 76-77. En efecto, con relación a la supuesta falta
de cumplimiento de las disposiciones de la Convención referidas a la
pronta liberación de buques y su tripulación mediante el depósito de
una fianza razonable u otra garantía financiera, el Tribunal sostuvo
que deben tenerse especialmente en cuenta los arts. 73 (2), 220 (6) y
220 (7) de la Convención ya mencionados, así como el art. 226 (1) c),
aplicable al supuesto de denegación de pronta liberación del buque,
fundada en reparaciones tendientes a evitar daños al medio marino y
sus requisitos de validez. Cfr. M/V “Saiga” (Saint Vincent and the Gre-
nadines v. Guinea), supra nota 17, pág. 28, para. 52.
(23) Cfr. Reglamento del Tribunal, art. 113. La norma dispone que
el proceso de pronta liberación posee carácter especial e independien-
te para su análisis sin demora. Asimismo, el art. 112 (1) del mismo
Reglamento establece su prioridad por sobre cualquier otro procedi-
miento, sin perjuicio de su compatibilidad con la Sección E de la Parte
III del Reglamento (arts. 110-114), de modo que no impide el análisis
posterior por parte del propio Tribunal u otra corte competente, de
conformidad con el art. 287 de la Convención. En otras palabras, esta
circunstancia no afecta considerar, eventualmente a futuro, el fondo de
la liberación. Cfr. M/V “Saiga” (Saint Vincent and the Grenadines v.
Guinea), supra nota 17, págs. 26/27, para. 48-50. La independencia
del procedimiento de pronta liberación surge también del mismo art.
292, que, en interpretación del Tribunal, no puede ser considerado un
recurso contra las decisiones de tribunales nacionales. Cfr. “Camouco”
(Panama v. France), supra nota 18, pág. 29, para. 58. Este criterio fue
mantenido, posteriormente, en el asunto “Monte Confurco”, al aclarar-
se que el art. 292 de la Convención no constituye un foro de apelación
contra decisiones de tribunales locales. Cfr. “Monte Confurco” (Seyche-
lles v. France), supra nota 21, pág. 108, para. 72.
(24) Cfr. “Monte Confurco” (Seychelles v. France), supra nota 21,
pág. 107, para. 67.
(25) Cfr. Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del
Mar de 1982, supra nota 4, art. 290 (1).

toda medida provisional que el Tribunal considere perti-
nente a partir del requerimiento del interesado. En otras
palabras, la norma legitima al tribunal o corte competente
para establecer la medida solicitada, pero también para
apartarse de ella(26) o modificarla, a fin de preservar efec-
tivamente los derechos en disputa para, finalmente, y ante
un cambio de las circunstancias que merecieron su adop-
ción, alterar aquella nuevamente o revocarla si la situación
lo amerita(27).
Sin embargo, las medidas provisionales también pue-
den ser decretadas en caso de que la corte o tribunal com-
petente aún no se encuentre constituido y durante el tiem-
po en espera para su conformación o designación de co-
mún acuerdo por las partes en disputa. En este supuesto,
el Tribunal posee competencia obligatoria para decretar
las medidas de conservación necesarias ante la demora
en que la corte o tribunal encargado del fondo del asunto
quede efectivamente constituido, en particular debido a los
riesgos que podría aparejar para el derecho o bien jurídico
en disputa(28).
Ambos párrafos del art. 290 son aclarados por Cami-
nos, al explicar que se trata de regulaciones para dos si-
tuaciones diferentes. En la primera señala que “el Tribunal
podrá prescribir medidas provisionales si estima que, pri-
ma facie, será competente para entender en el asunto de
fondo”; al tiempo que la segunda corresponde cuando este
considera, también prima facie, “que el tribunal arbitral
que haya de constituirse sería competente”(29).
El último supuesto resulta determinante para Romano,
quien considera necesario diferenciar entre la existencia
de una jurisdicción prima facie y la determinación defi-
nitiva de aquella corte o tribunal que entienda el fondo,
cuya evaluación aparece más restrictiva en este último ca-
so, toda vez que no existe –ni debe existir– una valoración
­exhaustiva de los hechos por parte del Tribunal en aplica-
ción del art. 290 (5), al menos de aquellos que formen sus-
tancialmente parte del fondo de la controversia. Ese jurista
considera además que la obligatoriedad de las medidas
provisionales decretadas por el Tribunal resulta evidente
y que aquellas deben ser cumplidas sin dilación alguna(30).
El art. 290 (5) de la Convención ha sido una importan-
te fuente de aplicación en la jurisprudencia del Tribunal
y se aclaró, en cada caso sometido a su estudio, que las
medidas provisionales decretadas resultan obligatorias(31),
(26) El Tribunal se encuentra autorizado para decretar medidas dife-
rentes de las solicitadas por las partes. Cfr. “ARA Libertad” (Argentina
v. Ghana), Provisional Measures, Order of 15 December 2012, ITLOS
Reports 2012, pág. 349, para. 102.
(27) En efecto, según la norma, las medidas provisionales “podrán
ser decretadas, modificadas o revocadas a petición de una de las
partes en la controversia y después de dar a las partes la posibilidad
de ser oídas”. Cabe señalar que, según el art. 290 (1) y (4) de la Con-
vención de 1982, el Tribunal posee una amplia discrecionalidad para
establecer el alcance de las medidas provisionales al disponerse que
aquel podrá “decretar las medidas provisionales que estime apropia-
das con arreglo a las circunstancias para preservar los derechos res-
pectivos de las partes en la controversia o para impedir que se causen
daños graves al medio marino”, e incluso, aplicarla a terceros Estados,
al disponer la notificación inmediata a estos respecto de la “adopción,
modificación o revocación de las medidas provisionales a las partes en
la controversia y a los demás Estados Partes que estime procedente”.
Cfr. Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de
1982, supra nota 4, art. 290 (1) y (4).
(28) Ibídem, art. 290 (5). Sin embargo, cabe destacar que el último
párrafo señalado permite el establecimiento de estas medidas si el
tribunal considera que, prima facie, la corte o el tribunal que haya de
constituirse para conocer el fondo de la controversia será competente
y que la urgencia de la situación así lo requiriese. Por otra parte, si se
tratase de una medida provisional decretada hasta la conformación de
un tribunal arbitral –de acuerdo a las disposiciones del Anexo VII de la
Convención de 1982–, aquella será obligatoria hasta que el último tri-
bunal quede conformado, revise estas o, eventualmente, emita el laudo
definitivo que resuelva el fondo del asunto. En otras palabras, una vez
constituido el tribunal arbitral, este podrá modificar, revocar o confir-
mar esas medidas provisionales.
(29) Cfr. Caminos, Hugo, El Tribunal Internacional del Derecho del
Mar… cit., supra nota 10, pág. 5.
(30) Cfr. Romano, Cesare, The Southern Bluefin Tuna Dispute: Hints
of a World to Come… Like It or Not, en Ocean Development & Interna-
tional Law, vol. 32, 2001, pág. 324 y sigs.
(31) Asimismo, véase M/V “Saiga” (No. 2) (Saint Vincent and
the Grenadines v. Guinea), Provisional Measures, Order of 11 March
1998, ITLOS Reports 1998, pág. 24; Southern Bluefin Tuna (New Zea-
land v. Japan; Australia v. Japan), Provisional Measures, Order of 27
August 1999, ITLOS Reports 1999, pág. 280; MOX Plant (Ireland v.
United Kingdom), Provisional Measures, Order of 3 December 2001,
ITLOS Reports 2001, pág. 95; Land Reclamation in and around the
Straits of Johor (Malaysia v. Singapore), Provisional Measures, Order of
8 October 2003, ITLOS Reports 2003, pág. 10; M/V “Louisa” (Saint
Vincent and the Grenadines v. Kingdom of Spain), Provisional Measu-
res, Order of 23 December 2010, ITLOS Reports 2008-2010, pág. 58;
Buenos Aires, lunes 4 de febrero de 2019
tal como ocurrió también en el asunto “ARA Libertad”,
al ordenar el abastecimiento y la liberación inmediata del
buque sin condiciones(32), un caso de gran interés y ori-
ginalidad, en cuanto a la estrategia de solicitar medidas
provisionales para obtener la liberación de un buque. Sin
embargo, no se trató del primero en su tipo en ese sentido
y de la jurisprudencia del Tribunal advertimos que ello se
ha presentado, al menos, con relación a cuatro buques: el
M/V Saiga, el M/V Louisa, la Fragata ARA Libertad y el
buque Arctic Sunrise. A continuación, nos referiremos a
estas controversias –siguiendo un orden cronológico– y en
lo referido a la liberación del buque.
El relevamiento de los asuntos presentados al tribunal
permite vislumbrar cómo a partir de los casos aislados es
posible advertir la presencia de una tendencia en las consi-
deraciones del Tribunal, especialmente desde el año 2012,
que revirtió los fracasos de los anteriores intentos esgrimi-
dos por los Estados solicitantes de la medida y ordenó la
liberación de buques como medida provisional.
a) El buque M/V Saiga
El primer intento de medidas provisionales tendiente a
obtener la liberación de un buque ante el Tribunal se pre-
sentó como un incidente del art. 290 (1), que luego fue ab-
sorbido al decidirse el fondo del caso “M/V Saiga” (Nº 2).
En apretada síntesis, luego de la orden de pronta liberación
del Tribunal –de diciembre 1997, señalada anteriormente–,
el buque y la tripulación no fueron liberados por Guinea,
Estado que además inició un proceso penal local contra el
capitán e imputó responsabilidad civil a San Vicente y las
Granadinas como Estado del pabellón. En 1998 las partes
acordaron trasladar el fondo de la controversia al Tribunal
de Hamburgo, pero más tarde Guinea se opuso a la admi-
sibilidad del reclamo, ya que el capitán, la tripulación y el
propio buque habían sido liberados el 4-3-98(33).
A pesar del acuerdo para transferir la competencia al
Tribunal para la decisión final, el proceso de medidas pro-
visionales fue iniciado ante la ausencia de entendimiento
de las partes respecto de la aplicación del art. 297 (3) (a)
de la Convención(34) en la interpretación de Guinea. Sobre
este punto, los magistrados consideraron que el compro-
miso asumido por las partes para habilitarle el fondo del
asunto no otorgaba fundamento suficiente per se a su ju-
risdicción para decretar medidas provisionales y observa-
ron que, además, el buque y su tripulación ya habían sido
liberados en cumplimiento de la orden emitida el 4-12-97,
razón por la cual el pedido carecía de propósito(35). Advir-
tieron que los derechos del solicitante no se encontraban
totalmente preservados ante eventuales medidas judiciales
o administrativas de Guinea vinculadas a los hechos que
“ARA Libertad” (Argentina v. Ghana), Provisional Measures, Order of
15 December 2012, ITLOS Reports 2012, pág. 332; “Arctic Sunrise”
(Kingdom of the Netherlands v. Russian Federation), Provisional Measu-
res, Order of 22 November 2013, ITLOS Reports 2013, pág. 230; De-
limitation of the maritime boundary in the Atlantic Ocean (Ghana/Côte
d’Ivoire), Provisional Measures, Order of 25 April 2015, ITLOS Reports
2015, pág. 146; “Enrica Lexie” Incident (Italy v. India), Provisional
Measures, Order of 24 July 2015, ITLOS Reports 2015, pág. 176; y
“Enrica Lexie” Incident (Italy v. India), Provisional Measures, Order of
24 August 2015, ITLOS Reports 2015, pág. 182. Las medidas provi-
sionales previstas en la Convención y el Estatuto del Tribunal guardan
interesantes similitudes, pero aún más sugestivas diferencias respecto
del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia. Para un análisis com-
parativo de estas disposiciones, ver Godio, Leopoldo M. A., La pronta
liberación de buques en la jurisprudencia del Tribunal… cit.
(32) Cfr. “ARA Libertad” (Argentina v. Ghana), supra nota 26,
págs. 350/351, para. 108.
(33) Cfr. M/V “Saiga” (No. 2) (Saint Vincent and the Grenadines
v. Guinea), Provisional Measures, Order of 11 March 1998, pág. 38,
para. 36.
(34) El inciso en cuestión dispone que “las controversias relativas
a la interpretación o la aplicación de las disposiciones de la presente
Convención en relación con las pesquerías se resolverán de confor-
midad con la sección 2, con la salvedad de que el Estado ribereño
no estará obligado a aceptar que se someta a los procedimientos de
solución establecidos en dicha sección ninguna controversia relativa
a sus derechos soberanos con respecto a los recursos vivos en la zona
económica exclusiva o al ejercicio de esos derechos, incluidas sus facul-
tades discrecionales para determinar la captura permisible, su capaci-
dad de explotación, la asignación de excedentes a otros Estados y las
modalidades y condiciones establecidas en sus leyes y reglamentos de
conservación y administración”.
(35) En palabras del Tribunal: “Considering that the parties disa-
gree as to whether the Tribunal has jurisdiction since, according to the
Applicant, the Tribunal has jurisdiction under article 297, paragraph 1,
of the Convention, and, according to the Respondent, the Request of the
Applicant concerns a dispute covered by article 297, paragraph 3(a),
of the Convention and is not subject to the jurisdiction of the Tribunal”.
Cfr. M/V “Saiga” (No. 2) (Saint Vincent and the Grenadines v. Gui-
nea), supra nota 33, pág. 37, para. 27.
3
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provocaron la detención, arresto, procesamiento y conde-
na del capitán del buque M/V Saiga(36), que, en definitiva,
podían agravar o extender la disputa. Ante esta situación
el Tribunal decretó, en consecuencia, que el Estado de-
mandado debía abstenerse de realizar cualquier medida
judicial o administrativa contra el titular del buque, el ar-
mador, el capitán y su tripulación(37), y recomendó que las
partes negociaran un acuerdo hasta la decisión final de la
controversia(38).
b) El buque M/V Louisa
Se trató de otro supuesto de aplicación de medidas pro-
visionales fundado en el art. 290 (1) de la Convención de
1982, aunque aquí el Tribunal rechazó el pedido de medi-
das provisionales. El buque de pabellón de San Vicente y
las Granadinas realizaba aparentes labores de exploración
e investigación de yacimientos de hidrocarburos –con au-
torización– en la bahía de Cádiz (España). Fue objeto de
visita y posterior detención por autoridades españolas el
1-2-06 debido a una causa penal iniciada por el daño cau-
sado al patrimonio histórico español, sumado a la posesión
y depósito de armas de guerra en el propio buque.
A pesar del fin de la controversia, en mayo de 2013(39),
la disputa contó con un incidente de medidas provisionales
que ocupó el año 2010(40) y que fue rechazado completa-
mente por Tribunal. La medida solicitada por San Vicente
y las Granadinas era permitir la salida del buque amarrado
en el puerto de Santa María de Cádiz debido al peligro que
presentaban sus particulares condiciones para el abaste-
cimiento y conservación con riesgos –según su versión–
reales, inminentes e irreparables para el medio marino(41).
El Tribunal estableció un elevado criterio de exigencia y
afirmó que la situación del M/V Louisa no representaba
una “amenaza o daño inminente”(42).
c) La Fragata ARA Libertad
Aunque el fondo de la controversia sobre la Fragata
ARA Libertad había sido sometido a un procedimiento
de arreglo arbitral según las disposiciones del Anexo VII
de la Convención de 1982(43), Argentina solicitó medidas
(36) Ibídem, para. 40/41. Al respecto, Rao señaló también que las
medidas provisionales decretadas por el Tribunal fueron distintas de las
solicitadas por San Vicente y las Granadinas. Cfr. Rao, P. Chandrase-
khara, ITLOS: The First Six Years, Yearbook of United Nations Law, vol.
6, Issue 1, 2002, pág. 240.
(37) Cfr. Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del
Mar de 1982, supra nota 4, art. 233.
(38) Para un análisis de los procedimientos referidos al buque M/V
Saiga ante el Tribunal Internacional del Derecho del Mar, ver Godio,
Leopoldo M. A., Los asuntos del M/V Saiga ante el Tribunal de Ham-
burgo: reflexiones a veinte años de una controversia histórica, Revista
de la Facultad (Universidad Nacional de Córdoba), vol. VIII, nº 2 (nue-
va serie II), 2017, págs. 329/354.
(39) Cfr. M/V “Louisa” (Saint Vincent and the Grenadines v. King-
dom of Spain), Judgment, ITLOS Reports 2013, pág. 4.
(40) Cfr. M/V “Louisa” (Saint Vincent and the Grenadines v. King-
dom of Spain), Provisional Measures, Order of 23, December 2010,
ITLOS Reports 2008-2010, pág. 58.
(41) La solicitud de San Vicente y las Granadinas presentada el
24-11-10 como medidas provisionales expresaba que “(c) order the
Respondent to release the M.V. Louisa… and return property seized;
(d) declare that the detention of any crew member was unlawful…”.
Ibídem, pág. 63, para. 32.
(42) Ibídem, págs. 69/70, para. 72/78.
(43) Mediante nota de fecha 29-10-12 dirigida al ministro de Re-
laciones Exteriores e Integración Regional de la República de Ghana,
la República Argentina inició un procedimiento arbitral en virtud del
Anexo VII de la Convención, solicitando la adopción de medidas provi-
 4 Buenos Aires, lunes 4 de febrero de 2019
provisionales al Tribunal con fundamento en los previsi-
bles daños irreparables a los derechos en disputa –según
lo autoriza el art. 290 (5) de la Convención de 1982–, con
el objeto de obtener la salida de esa fragata del puerto
de Tema y las aguas jurisdiccionales de Ghana junto al
reaprovisionamiento del buque para tal fin. El Tribunal or-
denó por unanimidad las medidas provisionales el 15-12-
12, luego de acreditar la verosimilitud en el derecho y el
peligro en la demora, además de determinar la jurisdicción
prima facie del tribunal arbitral próximo a constituirse(44).
La orden del tribunal no solo decretó el reaprovisiona-
miento del buque y su salida del puerto de Tema –junto
con su comandante y tripulación–, así como garantizó su
navegación por las áreas marítimas bajo jurisdicción gha-
nesa, sino que también obligó a los Estados a remitirle un
informe periódico que comunique el cumplimiento de las
medidas provisionales establecidas y sin que ello implica-
se un prejuzgamiento de la cuestión de fondo a decidirse
por el tribunal arbitral(45).
d) El buque Arctic Sunrise
Al año siguiente, en 2013, se origina una disputa entre
los Países Bajos y la Federación de Rusia por el buque
Arctic Sunrise y su tripulación. La controversia se origi-
na con el apresamiento del buque en una zona de seguri-
dad vinculada a la plataforma Prirazlomnaya (operada por
Gaz­prom) situada en la ZEE de la Federación de Rusia y
el posterior traslado de los detenidos a la ciudad de Mur-
mansk, para luego trasladarlos a San Petersburgo.
Las diferencias de hecho y de derecho con consecuen-
cias jurídicas entre las partes motivaron que el Reino de los
Países Bajos iniciase, el 4-10-13, un procedimiento desti-
nado a conformar un tribunal arbitral bajo las disposiciones
del Anexo VII de la Convención de 1982. La acción se
basó en una idéntica estrategia establecida por la República
Argentina en el caso del ARA Libertad –señalamos “idén-
tica”, toda vez que el Arctic Sunrise es un buque privado– e
inició un pedido de medidas provisionales ante el Tribunal,
de conformidad con el art. 290 (5) ya referido y apropiadas
para preservar sus derechos, con el objeto de que el buque
–previo reabastecimiento– abandone su lugar de detención
y las zonas marítimas bajo la jurisdicción rusa. La solicitud
comprendía también a los miembros de la tripulación del
buque y que la Federación de Rusia se abstenga de todo
comportamiento que obstaculice la salida de aquellos(46).
El Tribunal de Hamburgo aceptó e hizo propios los ra-
zonamientos del solicitante respecto de la urgencia y peli-
gro de la situación, ya que cada día de detención el buque
y de su tripulación configuraban un “daño irreparable” al
Reino de los Países Bajos(47). En consecuencia, sin perjui-
cio de la incomparecencia rusa en ambos procesos –que
no impedía la competencia del Tribunal, ni del tribunal
arbitral próximo a constituirse–, el Tribunal decretó las
medidas provisionales tendientes a asegurar la liberación
del buque y toda su tripulación a cambio de una fianza,
de conformidad con el art. 290 de la Convención de 1982,
fijada en 3.600.000 euros(48).
sionales. El procedimiento fue concluido por un acuerdo entre las partes
el 27-9-13, que tuvo en cuenta la sentencia de la Suprema Corte de
Ghana de 20-6-13, que revocaba la orden de embargo que originó
la controversia. El fundamento de aquella fue el reconocimiento de la
inmunidad de ejecución del buque por tratarse de un bien pertene-
ciente a un Estado soberano y afectado a fines militares. Cfr. The ARA
Libertad Arbitration (Argentina v. Ghana), Termination Order of 11
November 2013, PCA Case Nº 2013-11.
(44) Respecto del peligro en la demora alegada por Argentina,
el Tribunal consideró las circunstancias fácticas y el posible agrava-
miento de la controversia que, en el caso concreto, podía poner en
peligro las relaciones amistosas entre los Estados, puntualizando el
intento de abordaje por las autoridades ghanesas ocurrido el 7-11-12
y la posibilidad de que tal acción se repitiese. Ello demostró, a criterio
del Tribunal, la gravedad de la situación que requería la necesidad
urgente de adoptar medidas provisionales en espera de la constitución
del tribunal arbitral a fin de preservar los derechos de las partes. Cfr.
“ARA Libertad” (Argentina v. Ghana), supra nota 26, págs. 343/345 y
348/349, para. 60/72 y 93/100.
(45) Ibídem, págs. 349/350, para. 103 y 106.
(46) Cfr. “Arctic Sunrise” (Kingdom of the Netherlands v. Russian
Federation), Provisional Measures, Order of 22 November 2013, ITLOS
Reports 2013, págs. 237-238 y 248, para. 34 y 86.
(47) Ibídem, págs. 248/249, para. 87/89.
(48) Ibídem, págs. 250 y 252, para. 93, 95 y 105. Cabe señalar
que, posteriormente, en diciembre de 2016 los activistas recibieron una
amnistía con motivo del 20º aniversario de la Constitución de la Fede-
ración de Rusia y el 10-7-2017 el tribunal arbitral que decidió el fondo
del asunto condenó a la Federación de Rusia a abonar 5.400.000
euros. Cfr. The Arctic Sunrise Arbitration (Netherlands v. Russia), P.C.A.,
Award on Compensation, 10-7-17.
V del art. 292 o que directamente podrían prescindir de sus
Evaluación sobre la labor del Tribunal
­Internacional del Derecho del Mar
El Tribunal analizó el art. 292 de la Convención de 1982
–destinado a la pronta liberación de buques y sus tripula-
ciones– y ordenó la salida de los buques Saiga, Camouco,
Monte Confurco, Volga, Juno Trader y Hoshinmaru, pero
también rechazó la solicitud respecto de los buques Grand
Prince y Tomimaru, al tiempo que no tuvo oportunidad de
analizar el caso del buque Chaisiri Reefer 2, por acuerdo
de las partes para retirar el sometimiento de la controver-
sia ante el tribunal. De entre los distintos aspectos en los
que el Tribunal tuvo oportunidad de aclarar y desarrollar
criterios coherentes sobre distintas cuestiones y elementos
referidos a la constitución de la fianza o garantía razonable
y su carácter financiero, aspecto que también influyó en la
conducta futura de los Estados, así como también en sus
tácticas procesales ante el Tribunal del Mar, a tal punto
que la necesaria naturaleza financiera de la fianza consti-
tuyó un factor relevante –junto con otras consideraciones–
para que la República Argentina no iniciase una estrategia
sobre la base del art. 292 de la Convención para obtener la
liberación de la Fragata ARA Libertad.
La correcta estrategia de solicitar medidas provisionales
para obtener la liberación del último buque –junto con su
tripulación– amerita recordar que se trató del primer éxito
en lograr su cometido. No obstante, tanto en el caso de la
Fragata ARA Libertad y como respecto del buque Arctic
Sunrise –instituidos con fundamento en el art. 290 (5) de la
Convención de 1982, situación distinta de los casos de los
buques M/V Saiga y M/V Louisa, basados en el art. 290
(1) con competencia del propio Tribunal para el fondo–, no
permiten lecturas concluyentes, aunque sí formular algu-
nas consideraciones que nos orienten en este sentido.
En primer lugar, resulta necesario señalar que los Esta-
dos deben analizar, seria y detalladamente, la situación o
las razones por las cuales el buque se encuentra detenido
en puerto por un Estado ribereño, sin omitir las variables
que necesariamente influyen en el posible establecimiento
de una fianza o garantía razonable, en el caso de corres-
ponder. Estas razones, por más que configuren meros de-
talles en apariencia, han sido las que determinaron el éxito
o el fracaso en cada procedimiento, tal como surge de la
lúcida y coherente jurisprudencia del Tribunal al respecto,
no solo por la aplicación de la propia Convención de 1982,
sino también por las directrices que surgen de su Estatuto
y Reglamento, tanto para ordenar la liberación de buques
y sus tripulaciones como para decretar medidas provisio-
nales con consecuencias similares, sin sujetarse al encor-
setado sistema del art. 292 en este último supuesto.
En segundo lugar, como consecuencia de lo anterior,
San Vicente y las Granadinas –en dos ocasiones–, Argen-
tina y Países Bajos interpretaron, correctamente, que en
algunas situaciones no correspondía instaurar el procedi-
miento de pronta liberación de buques y sus tripulaciones
para intentar su aplicación en casos no previstos expre-
samente en el art. 292 de la Convención de 1982, pero sí
lograron justificar una estrategia dentro de una solicitud
de medidas provisionales, bajo la idea de protección de
un bien o derecho merecedor de tutela judicial por parte
del Tribunal.
En tercer lugar, aunque Guilfoyle y Miles afirman
que el estándar de urgencia del Tribunal para los proce-
dimientos de medidas provisionales no resulta exigente
–dado que no surge de la Convención ni podría presumirse
jurisprudencialmente–(49), creemos que en los cuatro re-
querimientos analizados el Tribunal ha guardado coheren-
cia y establecido límites claros respecto de la procedencia
o no en cada caso, especialmente respecto del riesgo real e
inminente de un perjuicio irreparable, por lo que es posi-
ble afirmar la existencia de una tendencia al respecto.
¿Se trata de la creación de un híbrido? En apariencia
es posible que aquellas cuatro solicitudes de medidas pro-
visionales hayan sido planificadas para solicitar libera-
ciones de buques en situaciones no previstas por el art.
292 o en el intento de no someterse a las limitaciones
de la norma, sumado al hecho de que ni siquiera en los
debates de la III Conferencia del Mar (1973-1982) se dis-
cutió esta posibilidad. Asimismo, cabe adicionar que la
partida de buques bajo fianza con criterios que se apartan
(49) Cfr. Guilfoyle, Douglas - Miles, Cameron A., Provisional Mea-
sures and the MV Arctic Sunrise, American Journal of International Law,
vol. 108, Issue 2, 2014, págs. 275/276.
requisitos podría presentarse como una orden del Tribunal
susceptible de afectar al equilibrio de intereses que posee
la Convención de 1982 respecto del Estado del pabellón y
los Estados ribereños.
Sin embargo, creemos que no deben considerarse aque-
llas decisiones del Tribunal órdenes emitidas para la “libe-
ración de un buque y sus tripulaciones”, sino el verdadero
objeto que poseen: el dictado de una medida provisional
que, sin resolver el fondo del asunto ni decidir sobre los
hechos con carácter de cosa juzgada y definitiva, busca
proteger un bien o derecho verosímilmente tutelado y en
peligro inminente.
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Jurisprudencia citada (ordenada cronológicamente)
A. Tribunales nacionales:
The Schooner Exchange v. McFaddon, 11 U.S. 116
(1812).
B. Tribunales internacionales:
B.1) Corte Permanente de Justicia Internacional:
S.S. Lotus Case (France v. Turkey), PCIJ, Judgment, 7
September 1927, (Series A) Nº 10.
B.2) Tribunal Internacional del Derecho del Mar:
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nea), Prompt Release, Judgment, ITLOS Reports 1997.

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“Hoshinmaru” (Japan v. Russian Federation), Prompt
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“Tomimaru” (Japan v. Russian Federation), Prompt Re-
lease, Judgment, ITLOS Reports 2005-2007.
M/V “Louisa” (Saint Vincent and the Grenadines v.
Kingdom of Spain), Provisional Measures, Order of 23
December 2010, ITLOS Reports 2008-2010.
“ARA Libertad” (Argentina v. Ghana), Provisional Mea-
sures, Order of 15 December 2012, ITLOS Reports 2012.
M/V “Louisa” (Saint Vincent and the Grenadines v.
Kingdom of Spain), Judgment, ITLOS Reports 2013.
“Arctic Sunrise” (Kingdom of the Netherlands v. Rus-
sian Federation), Provisional Measures, Order of 22 Nov-
ember 2013, ITLOS Reports 2013.
Delimitation of the maritime boundary in the Atlantic
Ocean (Ghana/Côte d’Ivoire), Provisional Measures, Or-
der of 25 April 2015, ITLOS Reports 2015.
“Enrica Lexie” Incident (Italy v. India), Provisional
Measures, Order of 24 July 2015, ITLOS Reports 2015.
“Enrica Lexie” Incident (Italy v. India), Provisional
Measures, Order of 24 August 2015, ITLOS Reports 2015.
B.3) Tribunales arbitrales establecidos de conformidad
al Anexo VII de la Convención de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar de 1982:
The ARA Libertad Arbitration (Argentina v. Ghana),
Termination Order of 11 November 2013, PCA Case
Nº 2013-11.
The Arctic Sunrise Arbitration (Netherlands v. Russia),
P.C.A., Award on Compensation, 10-7-17.
VOCES: DERECHO INTERNACIONAL - DERECHO INTER-
NACIONAL PÚBLICO - TRATADOS Y CONVENIOS
- TRATADOS INTERNACIONALES - TRIBUNALES
INTERNACIONALES - JURISPRUDENCIA - ESTA-
DOS EXTRANJEROS - JURISDICCIÓN - TRANS-
PORTE - BUQUES - RECURSOS NATURALES
JURISPRUDENCIA
Educación:
Docentes: Ciudad Autónoma de Buenos Aires;
solicitudes de traslado; facultades del Poder
Ejecutivo; funciones; discrecionalidad; pau-
tas. Poder Judicial: Facultades: división
de poderes; control judicial límites; facultades
excepcionales; delegación legal.
1 – Corresponde revocar la sentencia del a quo en cuanto con-
denó al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a que, por
el órgano competente, en el plazo de diez días hábiles, dis-
pusiera el traslado de la actora a una vacante de igual je-
rarquía escalafonaria, denominación y especialidad que la
que actualmente ocupa, según lo dispuesto por el art. 31 del
Estatuto del Docente y su reglamentación. Ello así, por cuan-
to la recurrente demostró que la decisión cuestionada avanzó
Buenos Aires, lunes 4 de febrero de 2019
sobre el ejercicio de una función administrativa que la Cons-
titución y la ley pusieron en su cabeza (cf. arts. 102, 104 y
106, Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y
31, Estatuto Docente), al margen de los límites que a la fun-
ción jurisdiccional impone el art. 106 de la Constitución de
la Ciudad de Buenos Aires.
2 – El art. 31 del Estatuto Docente y el decreto 516/13 han re-
glamentado un mecanismo para gestionar las solicitudes de
traslado de los docentes confiriendo cierta discrecionalidad
en el ejercicio de sus facultades al Poder Ejecutivo. Es decir,
la normativa reseñada no impone que todos los requerimien-
tos sean acogidos favorablemente (del voto del doctor Casás).
3 – Resultaría dificultoso o impracticable para las autoridades
administrativas hacer lugar a todos los traslados que fueran
solicitados por los docentes, en atención a la necesidad de
organización y planificación que precisa la prestación del
servicio de educación pública en el ámbito de la Ciudad de
Buenos Aires (del voto del doctor Casás).
4 – Las normas contenidas en el Estatuto Docente de la Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires y su decreto reglamentario
brindan algunas pautas tendientes a gestionar las solicitudes
de traslado. Por ejemplo, se ha fijado un orden de prioridad
para resolver los reclamos, han sido establecidas ciertas li-
mitaciones para efectuarlas –en la causal d) del art. 31 del
citado estatuto se exige que hayan transcurrido dos años de
real prestación de servicios en el cargo u horas de clase des-
de la toma de posesión, entre otros– y han sido fijadas exigen-
cias de tipo formal para acreditar la verificación de algunas
causales –las certificaciones extendidas por autoridades pri-
vadas solamente serán aceptadas en el caso de que, por su
índole, no pudieran ser extendidas por autoridad oficial– (del
voto del doctor Casás).
5 – El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en ejercicio de
la competencia discrecional que tiene asignada, es el orga-
nismo habilitado para valorar las necesidades del servicio de
educación pública y el encargado de gestionar los recursos
humanos. En efecto, el art. 31 del Estatuto Docente no ga-
rantiza que las solicitudes de traslado serán resueltas favo-
rablemente, sino que, antes bien, reconoce al Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires facultades discrecionales tendientes
a planificar y organizar el servicio de educación pública en el
ámbito de la Ciudad (del voto del doctor Casás).
6 – No parece justificado que cualquier situación de conflicto
laboral autorice al Poder Judicial a disponer el traslado de
los docentes en desmedro de la organización y planificación
del servicio de educación pública dispuesta por el Poder Eje-
cutivo (del voto del doctor Casás).
7 – El control judicial de las decisiones discrecionales se limita
a corregir una actuación administrativa ilógica, abusiva o
arbitraria, pero no implica que el juez sustituya a la Admi-
nistración en su facultad de decidir. La competencia juris-
diccional es revisora, no sustitutiva, mas ello no obsta a que,
planteado un caso concreto –una “causa” en los términos del
art. 116 de la CN–, se despliegue con todo vigor el ejercicio
del control constitucional de la razonabilidad de las leyes y
de los actos administrativos; por ende, una vez constatada la
iniquidad manifiesta de una norma o de un acto de la Admi-
nistración, corresponde declarar su inconstitucionalidad (del
voto del doctor Casás).
8 – Al estar sujeta la Administración a la ley y al derecho, los
arts. 19 de la CN y 13 de la Constitución de la Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires contienen la regla de la prohibición de
arbitrariedad que se configura, así, como un principio gene-
ral de derecho público que tiene fundamento en otras normas
constitucionales que completan la regla (del voto del doctor
Casás).
9 – Si se proyecta el principio del art. 28 de la CN y el art. 10
de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
a la actividad del Ejecutivo, la cláusula opera, preceptiva-
mente, sobre el conjunto de la actividad administrativa o re-
glamentaria, ya se trate de actos reglados o discrecionales
en cualquiera de sus elementos constitutivos, sin que puedan
alterarse los principios, derechos y garantías consagrados
en los arts. 14, 16, 17 y 18 de la CN, entre otros (del voto del
doctor Casás).
10 – El reconocimiento de los principios constitucionales de ra-
zonabilidad y prohibición de arbitrariedad en conexión con
el postulado de la división de poderes conduce a que en el
derecho argentino no existan actos discrecionales inmunes
5
al control de los jueces. Ello es una obligada consecuencia
del principio de la tutela judicial efectiva establecido en los
pactos internacionales (arts. 8º y 25, CADH –Pacto de San
José de Costa Rica–, incorporada en el art. 75, inc. 22, CN)
que ha venido a ampliar el ámbito tradicional de la garantía
de la defensa establecida en el art. 18 de la CN (del voto del
doctor Casás).
11 – Al suponer la discrecionalidad un espacio de valoración y
elección entre distintas soluciones todas ellas válidas para el
derecho, que el ordenamiento confía a la autoridad adminis-
trativa, los órganos jurisdiccionales no pueden determinar
el contenido de la decisión discrecional y sustituir el criterio
de conveniencia o eficacia de la Administración por el suyo,
porque, de lo contrario, se afectaría el principio de división
de poderes, inherente a todo estado de derecho, en tanto se
produciría una inadmisible intromisión de los jueces en un
ámbito reservado por la Constitución a la Administración
(del voto del doctor Casás).
12 – Es el Poder Ejecutivo quien tiene competencia para esta-
blecer cuáles son las necesidades funcionales de los distintos
órganos o reparticiones de que se vale para cumplir las mi-
siones que tiene encomendadas; ella es una de las maneras
que tiene de procurar la mayor eficacia y los mejores resul-
tados en la inversión de los recursos y es una herramienta
necesaria de quien dirige la Administración. Sobre esa base,
también, establece la estructura y organización funcional de
los organismos de su dependencia, nombra a los funcionarios
y agentes de la Administración y ejerce la supervisión de su
gestión (del voto del doctor Lozano).
13 – En función del margen de actuación que libra el art. 106 de
la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los
jueces no pueden dictar actos administrativos cuya emisión el
sistema jurídico confió al Poder Ejecutivo, desplazándolo en
el ejercicio de sus atribuciones (del voto del doctor Lozano).
14 – La Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
programa un sistema de división de poderes dentro de cuyos
contornos no compete a los jueces sino la resolución de cau-
sas, esto es, controversias relativas a la existencia y alcance
de derechos subjetivos entre partes adversarias mediante de-
cisiones que operen sobre esos derechos. De ahí que, cuando
la controversia tiene al Gobierno como uno de sus protago-
nistas, puede el juez anular uno de sus actos y ordenar la
reparación patrimonial del daño ocasionado; no puede, en
cambio, ejercer la función administrativa que se encuentre
involucrada (del voto del doctor Lozano).
15 – Excepcionalmente, el legislador puede investir a los jueces
con la facultad de emitir decisiones que reconozcan derechos
que podrían también ser reconocidos por la Administración
en ejercicio de la función administrativa. Ahora bien, para
que ello ocurra, esa facultad debe: (i) provenir de la ley, (ii)
ser una facultad suficientemente reglada como para eliminar
cualquier discrecionalidad que pudiera ser propia de la Ad-
ministración y no del juez, y (iii) ser una cuestión que soporte
gozar de la estabilidad propia de la cosa juzgada judicial (del
voto del doctor Lozano).
16 – No es dable a los jueces disponer el traslado de agentes,
por análogas razones a las que hacen que no les sea dable
designarlos (del voto del doctor Lozano).
17 – El art. 31 del Estatuto Docente de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires no crea un derecho subjetivo a obtener el tras-
lado de quien lo peticione. Reserva en el Ministerio de Edu-
cación la decisión, cuya procedencia, además, condiciona a
que se verifique una serie de presupuestos, uno de ellos que
hubiera una vacante, es decir, una necesidad funcional que
justifique el traslado (del voto del doctor Lozano).
18 – Corresponde a las autoridades competentes evaluar la con-
veniencia del traslado solicitado por los docentes, teniendo en
cuenta no solamente los derechos de los agentes, sino también
la organización del servicio. Si se comprobara un caso de
violencia laboral, también corresponde a los órganos admi-
nistrativos evaluar la mejor solución (además de aplicar las
correspondientes sanciones), pues no surge de la norma que
el traslado del agente sea la única alternativa. Y, finalmente,
la circunstancia de que en el caso exista una solicitud de tras-
lado del director a otro instituto educativo puede constituir un
elemento más a tener en cuenta por el organismo competente,
la COREAP, pero en ningún modo resulta suficiente para dis-
poner el traslado de la accionante, pues dicho director –más
allá de su preferencia– no cuenta con competencia para gene-
rar o cubrir una vacante (del voto de la doctora Conde).
 6 Buenos Aires, lunes 4 de febrero de 2019
19 – Corresponde rechazar el recurso de queja del Gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires pues, en la presentación directa,
no se rebaten con suficiencia los argumentos en los que los
magistrados apoyaron su decisión denegatoria. Ello es así,
ya que la recurrente reedita cuestiones ya ventiladas en su
recurso de inconstitucionalidad y que tuvieron tratamiento en
su oportunidad procesal, insistiendo en señalar que la pre-
tensión esgrimida por la accionante no era pasible de ser
tramitada por el cauce procesal previsto en el art. 14 de la
Constitución local, sin que argumentaciones logren poner en
evidencia el perjuicio concreto que le habría causado el trá-
mite del presente proceso por la vía del amparo, sin acreditar
concretamente qué defensas se habría visto privada de ejer-
cer ni las pruebas que se habría visto impedida de producir
en desmedro de la posición que sustenta. Súmese a ello que
la recurrente no puede soslayar que la Cámara fundó su de-
cisión en la apreciación de las constancias de la causa y la
interpretación que efectuó de las normas locales infraconsti-
tucionales, lo que priva a los preceptos constitucionales que
invoca (arts. 1º y 18, CN y 13, 14, 80 y 102, Constitución de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) de relación directa
con lo resuelto; en consecuencia, más allá del acierto o error
de la resolución cuestionada, la simple discrepancia con la
interpretación elaborada por los magistrados intervinientes
no alcanza para hacer lugar al recurso directo si no se logra
demostrar una afectación constitucional (del voto en disiden­
cia de la doctora Ruiz). M.M.F.L.
60.028 – TSJ Ciudad Autónoma de Buenos Aires, agosto 15-2018.
– GCBA s/queja por recurso de inconstitucionalidad denegado en:
A., N. B. c. GCBA s/amparo.
Buenos Aires, 15 de agosto de 2018
Vistas: las actuaciones indicadas en el epígrafe,
Resulta:
1. Llegan las presentes actuaciones al Tribunal para
decidir el recurso de queja deducido por el Gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires (en adelante, GCBA) contra
la denegatoria de su recurso de inconstitucionalidad (fs.
118/131 vuelta).
2. En el caso, N. B. A. (en adelante, la parte actora)
promovió acción de amparo contra el GCBA a efectos de
que se le ordene otorgarle con carácter urgente el pase a
otro establecimiento educativo, por entender afectados sus
derechos a trabajar y a la salud (fs. 2/7). Relató que tra­
bajaba en el GCBA desde el 30 de marzo de 1994 desem­
peñándose, desde esa fecha y durante once (11) años, co­
mo “modelo vivo” en la Escuela de Bellas Artes “Lola
Mora”, y que pertenecía a la planta permanente. Explicó
que, luego de finalizado su horario de trabajo, realizaba
tareas administrativas en las áreas de secretaría, biblioteca,
receptoría, comedor y donde se lo solicitaran, hasta que, a
partir de 2005, dejó de trabajar como “modelo vivo” para
desempeñarse “full time” en la secretaría, de común acuer­
do con la Directora, A. G. G. Señaló que, con ese cambio,
trabajaba hasta aproximadamente las 12 horas pues, luego
de ese horario, salía a entregar correspondencia hasta las
15 horas, y que no volvía a la escuela porque su jornada
laboral terminaba a las 14:30 horas. Expuso que fue en
este contexto en el que se iniciaron los problemas con la
Directora, que se agudizaron cuando la amparista le ma­
nifestó en 2008 su voluntad de terminar sus estudios se­
cundarios, y que la situación empeoró cuando se inscribió
en el CBC para estudiar abogacía. Continuó explicando
que hacia fines de 2011 la Directora ordenó quitarle las
tareas de correo, hecho que la accionante interpretó como
un castigo y represalia por haberle solicitado su reencasi­
llamiento por la obtención del título secundario. Manifestó
que la situación laboral le provocó una crisis nerviosa que
la llevó a ser atendida en el Centro de Atención Psicopa­
tológica (CAP), donde el Director de la Clínica le otorgó
licencia médica y la derivó a un psiquiatra. Indicó que en
varias órdenes de licencias los especialistas solicitaban un
urgente cambio de ámbito laboral, que continuó duran­
te el año 2012 en tratamiento psiquiátrico con diferentes
médicos del CAP y con licencia por enfermedad de largo
tratamiento. Por otra parte, indicó que obtuvo un certifi­
cado del director de la “Escuela Normal Superior en Len­
guas Vivas S.E.B.D.E. Espangenber” en el que solicitaba
su traslado a esa institución. Afirmó haber entregado dicho
certificado junto a los certificados médicos a la Dirección
de Escuelas de Bellas Artes “Lola Mora”, a la Supervisión
del Distrito Escolar correspondiente y a la Dirección de
Educación Artística, sin haber recibido ninguna respuesta
favorable a sus presentaciones. En febrero de 2013 recibió
el alta médica en el Hospital Rawson, circunstancia que
la habría llevado a presentar un recurso jerárquico para
que se reviera su situación y se le renovara la licencia. Por
último, hizo uso de sus vacaciones por el término de 41
días hábiles.
En lo que aquí interesa destacar, contestada la demanda
por el GCBA (fs. 74 bis/81 vuelta), la jueza de prime­
ra instancia rechazó la acción de amparo (fs. 83/85 vuel­
ta). Para arribar a esa solución la magistrada consideró,
entre otros argumentos que la concesión del alta médica
(cuestionada en sede administrativa) o no haber ordenado
el traslado de la agente, no evidenciaban que el GCBA
hubiera obrado con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta
y que su accionar fuera el que lesionaba en forma clara
e inequívoca derechos o garantías constitucionales de la
accionante que justificara la procedencia de su pretensión,
pues ello no guardaba relación alguna con la causal invo­
cada en justificación del pedido.
La amparista apeló y fundó sus agravios (fs. 86/89 vuel­
ta), que fueron contestados por el GCBA (fs. 90/92 vuelta).
La Sala III de la Cámara de Apelaciones en lo Conten­
cioso Administrativo y Tributario, por mayoría, hizo lugar
al recurso de apelación; revocó la resolución de la jueza
de grado y ordenó al demandado disponer, por el órgano
competente, en el plazo de diez (10) días hábiles, el tras­
lado de la actora a una vacante de igual jerarquía escala­
fonaria, denominación y especialidad que la que ocupaba
(fs. 95/100 vuelta).
3. Contra esa decisión el GCBA interpuso recurso de
inconstitucionalidad (fs. 101/112), cuyo traslado fue con­
testado por la amparista (fs. 113/113 vuelta). La Sala III lo
denegó (fs. 115/116 vuelta), y ello motivó la queja referida
en el punto 1.
4. Requerido su dictamen, el Fiscal General Adjunto
propició declarar admisible la queja, hacer lugar al recurso
de inconstitucionalidad del GCBA, revocar la sentencia y
reenviar las actuaciones a la Cámara de Apelaciones para
que otros jueces dicten una nueva sentencia (fs. 137/139
vuelta).
Fundamentos
El juez José Osvaldo Casás dijo:
1. El recurso de queja articulado por la parte actora a
fs. 118/131 vuelta ha sido interpuesto en tiempo y forma
(art. 32 de la ley 402). En particular, los agravios destina­
dos a controvertir la procedencia de la acción de amparo
interpuesta por no verificarse la existencia de arbitrariedad
o ilegalidad manifiesta por parte del GCBA –conforme
lo establecido por el artículo 14 de la CCABA– así como
la alegada invasión por parte del Poder Judicial sobre las
facultades propias del Poder Ejecutivo contenidas en los
artículos 102 y 104 de la CCABA, suscitan una cuestión
constitucional.
2. La parte actora solicitó su traslado desde la Direc­
ción de la Escuela de Bellas Artes “Lola Mora” en la que
se encontraba prestando servicios hacia la “Escuela Nor­
mal Superior en Lenguas Vivas S.E.B.D.E. Espangenber”,
mediante dos notas dirigidas a la señora supervisora del
distrito escolar nº 21 y a la Dirección de Educación Artís­
tica (v. fs. 3 vuelta/4, 33 y 34 de la queja). La petición se
fundó en problemas de salud mental que, según refiere la
señora N. B. A., serían consecuencia del maltrato laboral
ejercido por la directora A. G. G.
En las actuaciones administrativas obrantes en la cau­
sa se produjeron informes en diferentes organismos del
Ministerio de Educación del GCBA. A saber, en el in­
forme nº  799-SUP1-DEA-2012 se señaló que “…  no
habiendo antecedentes, ni actas que informen de esta
situación planteada [maltrato laboral] y ante la necesi-
dad de contar con personal auxiliar en la institución de
acuerdo a la cantidad de tareas a realizar, y dado que
corresponde a dicha planta debería continuar en la insti-
tución” (fs. 362, del expte. nº A2498-2013/0). El informe
nº 1021490-DGEGE-2013 destacó que “… en ningún mo-
mento la Dirección Operativa de Medicina del Trabajo
aconseja un traslado de lugar de trabajo” (fs. 363, del
expte. nº  A2498-2013/0). Por su parte, la Dirección Ge­
neral de Coordinación Legal e Institucional emitió el in­
forme nº 01144241/DGCLEI/2013, en el que sostuvo que
“… el caso de la interesada no se encuentra encuadrado
en ninguno de los supuestos normativamente previstos, a
criterio de esta instancia no correspondería acceder a lo
solicitado” (fs. 364, del expte. nº A2498-2013/0). Asimis­
mo, el informe de la Dirección General Administración
Medicina del Trabajo indicó que “…  se le ha otorgado
Alta médica (…), con fecha 04/02/2013 (…) los profesio-
nales psicólogos y psiquiatras, mediante psicodiagnóstico
y entrevista individual han determinado que la doctora
A. se encuentra en condiciones para desempeñar sus fun-
ciones laborales” (fs. 373, del expte. nº  A2498-2013/0).
En diversas oportunidades, se citó a la señora A. para que
proceda a notificarse de los informes producidos en sede
administrativa. Por su parte, la parte actora realizó diver­
sas presentaciones, solicitó nuevas licencias, alegó nuevos
problemas de salud y dijo haber recurrido el acto adminis­
trativo que le otorgó el alta médica (v. fs. 430 y 438/439,
del expte. nº A2498-2013/0).
Frente a la falta de respuesta favorable a su reclamo
en sede administrativa, la parte actora promovió la pre­
sente acción de amparo para que se disponga su traslado
mediante una orden emanada por una sentencia del Poder
Judicial, invocando que sus derechos al trabajo y a la salud
se encontraban afectados (1/6 vuelta, del expte. nº A2498-
2013/0).
3. A continuación, corresponde señalar que el Poder
Ejecutivo “[t]iene a su cargo la administración de la Ciu-
dad, la planificación general de la gestión (…) dirige la
administración pública y procura su mayor eficacia y los
mejores resultados en la inversión de los recursos…” (ar­
tículo 102 CCABA). Asimismo, entre las facultades del
Jefe de Gobierno se encuentran las de “[e]stablece[r] la
estructura y organización funcional de los organismos de
su dependencia (…) nombra[r] a los funcionarios y agen-
tes de la administración y ejerce[r] la supervisión de su
gestión” (artículo 104, párrafo 9 de la CABA).
En este contexto, el artículo 31 del estatuto docente es­
tableció que: “El personal docente titular podrá solicitar
traslado: a) por razones de salud propia o del grupo fa-
miliar; b) por necesidad de integración del grupo familiar,
surgida con posterioridad a la toma de posesión del cargo
u horas de clase o razones de distancia; c) para concen-
trar áreas; d) por otras razones.
Las solicitudes serán evaluadas por la COREAP te-
niendo en cuenta los antecedentes del peticionante y las
causales invocadas, fijando como orden de prioridad para
el tratamiento de las solicitudes el establecido en los inci-
sos a), b), c) y d) del presente artículo.
La resolución definitiva correrá por cuenta del Ministro
de Educación. El personal que se encuentre en condición
pasiva por disminución o pérdida de sus aptitudes podrá
solicitar traslado invocando las causales incluidas en el
inciso a) al solo efecto de volver a la condición activa. A
este fin acompaña a su solicitud de traslado un informe de
la Dirección Medicina del Trabajo en el que se recomien-
den las características de una nueva vacante de destino
que permita el cambio de condición mencionado.
La causal d) se atenderá sólo cuando hubieran trans-
currido DOS (2) años de real prestación de servicios en
el cargo u horas de clase, desde la toma de posesión. Los
traslados se efectuarán en vacantes de igual jerarquía es-
calafonaria, denominación y especialidad, salvo que los
interesados acepten rebajar de jerarquía”.
A su vez, el decreto nº 516/13 que reglamentó la norma
citada dispuso que: “[l]a solicitud se acompañará con las
constancias que certifiquen la causal invocada en el pedi-
do de traslado…” y que “[l]as certificaciones extendidas
por autoridades privadas solamente serán aceptadas en
el caso que, por su índole no pudieran ser extendidas por
autoridad oficial”.
4. De este modo, el marco normativo citado ha regla­
mentado un mecanismo para gestionar las solicitudes de
traslado de los docentes confiriendo cierta discrecionali­
dad en el ejercicio de sus facultades al Poder Ejecutivo.
Es decir, la normativa reseñada no impone que todos los
requerimientos sean acogidos favorablemente.
En este sentido, resultaría dificultoso o impracticable,
para las autoridades administrativas, hacer lugar a todos
los traslados que fueran solicitados por los docentes, en
atención a la necesidad de organización y planificación
que precisa la prestación del servicio de educación pública
en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.
De hecho, las normas brindan algunas pautas tendien­
tes a gestionar las solicitudes. Por ejemplo, se ha fijado

un orden de prioridad para resolver los reclamos, han sido
establecidas ciertas limitaciones para efectuarlas –en la
causal d) se exige que hayan transcurrido DOS (2) años
de real prestación de servicios en el cargo u horas de cla-
se, desde la toma de posesión, entre otros– y han sido
fijadas exigencias de tipo formal para acreditar la verifi-
cación de algunas causales –las certificaciones extendidas
por autoridades privadas solamente serán aceptadas en el
caso que, por su índole no pudieran ser extendidas por
autoridad oficial–.
5. El pronunciamiento de la Cámara CAyT comenzó
por reconocer que, al resolver las solicitudes de traslado,
el GCBA gozaba de facultades discrecionales orientadas a
atender el interés público comprometido, pero omitió jus-
tificar adecuadamente que aquéllas habían sido ejercidas
arbitrariamente.
Así pues, el voto que conformó la mayoría de la Sala
III de la Cámara CAyT –que hizo lugar al recurso de ape-
lación interpuesto y, en consecuencia, a la acción de am-
paro– sostuvo que “[u]na interpretación razonable de la
norma –que tenga en miras un equilibrio entre una mejor
prestación de los servicios educativos y los intereses del
requirente– conduce a incluir en la causal residual ‘otras
razones’ cualquier situación en que, a criterio de las au-
toridades competentes, resulte conveniente el traslado del
peticionario, a fin de optimizar la actividad de la adminis-
tración” (fs. 553, del expte. nº A2498-2013/0).
A continuación, entendió que por aplicación del inciso
d) del artículo 31 del estatuto docente, “estarían compren-
didas en este supuesto los conflictos entre un agente y sus
pares o superiores (…) que no necesariamente llegan a
traducirse en menoscabos en su salud para los involucra-
dos o en faltas disciplinarias, o no son alcanzados por las
previsiones de la ley 1225” (fs. 553, del expte. nº A2498-
2013/0).
Finalmente, concluyó que “[l]a interpretación de la
normativa aplicable señalada precedentemente (…) lle-
va a subsumir el pedido de traslado de la actora dentro
de la causal ‘otras razones’ prevista en el inciso d) del
artículo 31 del Estatuto del Docente” (fs. 554, del expte.
nº A2498-2013/0), e hizo lugar a la acción de amparo in-
terpuesta.
Sin embargo, en este punto, la Cámara CAyT no tuvo
en cuenta que el GCBA, en ejercicio de la competencia
discrecional que tiene asignada, es el organismo habilita-
do para valorar las necesidades del servicio de educación
pública y el encargado de gestionar los recursos humanos.
En efecto, tal como fue expuesto en el punto 5 prece-
dente, cabe reiterar que el artículo 31 del estatuto docente
no garantiza que las solicitudes de traslado serán resueltas
favorablemente.
Antes bien, reconoce al GCBA facultades discreciona-
les tendientes a planificar y organizar el servicio de educa-
ción pública en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.
6. Llegados a este punto, es preciso destacar que la
señora A. no acompañó certificados médicos emitidos por
autoridades públicas en sede administrativa, conforme lo
exigido por la normativa aplicable (decreto nº  516/13),
y no ha logrado acreditar ningún impedimento para su
obtención. Además, el informe de la Dirección General
Administración Medicina del Trabajo indicó que “…  se
le ha otorgado Alta médica (…), con fecha 04/02/2013
(…) los profesionales psicólogos y psiquiatras, mediante
psicodiagnóstico y entrevista individual han determina-
do que la doctora A. se encuentra en condiciones para
desempeñar sus funciones laborales” (fs. 373, del expte.
nº A2498-2013/0).
En cuanto al maltrato laboral alegado, si bien los tes-
timonios brindados por sus compañeros de trabajo (v. fs.
75/77, del expte. nº A2498-2013/0) aluden a la existencia
de problemas laborales generados por la directora de la es-
cuela, lo cierto es que no hay constancias o denuncias que
avalen el conflicto laboral alegado (v. fs. 362, del e­ xpte.
nº  A2498-2013/0). Además, no parece justificado que
cualquier situación de conflicto laboral autorice al Poder
Judicial a disponer el traslado de los docentes, en desme-
dro de la organización y planificación del servicio de edu-
cación pública dispuesta por el Poder Ejecutivo.
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Buenos Aires, lunes 4 de febrero de 2019
En consecuencia, la interpretación realizada por la Sala
III, implicó avanzar sobre la competencia amplia que tenía
asignada el Poder Ejecutivo para decidir las solicitudes de
traslado y reemplazar su criterio, sin que haya quedado
probada la arbitrariedad del procedimiento llevado a cabo
en sede administrativa.
7. En este contexto, es necesario recordar que la CSJN
ha sostenido que la misión más delicada que compete al
Poder Judicial es la de saber mantenerse dentro de la ór-
bita de su jurisdicción, sin menoscabar las funciones que
incumben a los otros poderes o jurisdicciones, toda vez
que es el judicial el llamado por la ley para sostener la
observancia de la Constitución Nacional, y de ahí que un
avance de este poder en desmedro de las facultades de los
demás revestiría la mayor gravedad para la armonía cons-
titucional y el orden público (Fallos: 155:248; 311:2580;
321:1252).
El control judicial de las decisiones discrecionales se
limita a corregir una actuación administrativa ilógica, abu-
siva o arbitraria, pero no implica que el juez sustituya a la
administración en su facultad de decidir. La competencia
jurisdiccional es revisora, no sustitutiva (Fallos: 304:721;
327:548).
Ello no obsta a que, planteado un caso concreto –una
“causa” en los términos del art. 116 de la Constitución Na-
cional– se despliegue con todo vigor el ejercicio del con-
trol constitucional de la razonabilidad de las leyes y de los
actos administrativos (Fallos: 112:63; 150:89; 181:264;
261:409; 264:416; 318:445); por ende, una vez constatada
la iniquidad manifiesta de una norma (Fallos: 171:348;
199:483; 247:121; 312:826) o de un acto de la Adminis-
tración (Fallos: 292:456; 305:102; 306:126 y 400), co-
rresponde declarar su inconstitucionalidad (ver por todo,
Fallos: 321:1252).
Es que, tal como lo sostiene el académico doctor Juan
Carlos Cassagne, “al estar la Administración sujeta a
la ley y al derecho, [los artículos 19 CN y 13 CCABA]
contiene[n] la regla de la prohibición de arbitrariedad que
se configura así como un principio general de derecho pú-
blico que, como se verá seguidamente, tiene fundamento
en otras normas constitucionales que completan la regla
[…] Si se proyecta el principio del art. 28 de la CN [y el
artículo 10 CCABA] a la actividad del Ejecutivo, la cláu-
sula opera, preceptivamente, sobre el conjunto de la acti-
vidad administrativa o reglamentaria, ya se trate de actos
reglados o discrecionales, en cualquiera de sus elementos
constitutivos, sin que puedan alterarse los principios de-
rechos y garantías consagrados en los artículos 14, 16,
17 y 18, entre otros […] El reconocimiento de los princi-
pios constitucionales antedichos (razonabilidad y prohi-
bición de arbitrariedad) en conexión con el postulado de
la división de poderes (…) conduce a que en el derecho
argentino no existan actos discrecionales inmunes al con-
trol de los jueces. Ello es una obligada consecuencia del
principio de la tutela judicial efectiva, establecido en los
pactos internacionales [artículos 8 y 25 de la Convención
Americana de los Derechos Humanos (Pacto de San José
de Costa Rica) incorporada en el artículo 75 inc. 22 CN]
(…) que ha venido a ampliar el ámbito tradicional de la
garantía de la defensa establecida en el artículo 18 de la
CN” (cfr. Cassagne, Juan Carlos, “La Prohibición de arbi-
trariedad y el control de la discrecionalidad administrati-
va por el Poder Judicial”. La Ley, 2008-E, 1274). Ahora
bien, “al suponer la discrecionalidad un espacio de va-
loración y elección entre distintas soluciones todas ellas
válidas para el derecho, que el ordenamiento confía a la
autoridad administrativa, los órganos jurisdiccionales no
pueden determinar el contenido de la decisión discrecio-
nal y sustituir el criterio de conveniencia o eficacia de la
Administración por el suyo, porque de lo contrario (…) se
afectaría el principio de división de poderes, inherente a
todo estado de derecho, en tanto se produciría una inad-
misible intromisión de los jueces en un ámbito reservado
por la Constitución a la Administración” (Perrino, Pablo
Esteban, “La inactividad administrativa y su control ju-
dicial”. RAP nº 269/2001, Buenos Aires, páginas 9 a 22).
En virtud de lo expuesto, en concordancia con lo dic-
taminado por el señor Fiscal General Adjunto, voto por
hacer lugar a la queja y al recurso de inconstitucionalidad
7
del GCBA; revocar la sentencia impugnada y, en conse-
cuencia, rechazar la presente acción de amparo.
El juez Luis Francisco Lozano dijo:
1. Coincido con mi colega preopinante, el juez José
O. Casás, en que corresponde revocar la sentencia de fs.
95/100, en cuanto condenó al GCBA a que “… por el ór-
gano competente, en el plazo de diez días hábiles, [dis-
pusiera] el traslado de la actora a una vacante de igual
jerarquía escalafonaria, denominación y especialidad que
la que actualmente ocupa, según lo dispuesto por el art.
31 del Estatuto del Docente y su reglamentación” (fs. 99
y 100 vuelta). Ello, pues la recurrente muestra que la deci-
sión cuestionada avanzó sobre el ejercicio de una función
administrativa que la Constitución, y la ley pusieron en su
cabeza (cf. arts. 102, 104 y 106 CCBA y 31 del Estatuto
Docente), al margen de los límites que a la función juris-
diccional impone el art. 106 CCBA.
2. Cabe señalar que, para resolver del modo relatado,
los jueces de mérito entendieron que el pedido de tras-
lado formulado por la amparista asentado en su relación
problemática con su superior en la escuela de Bellas Ar-
tes “Lola Mora”, donde presta servicios, encuadraba en
la previsión contenida en el inciso d del artículo 31 del
Estatuto Docente. Entendieron acreditados los extremos
invocados por la actora (esto es, que mediaba una rela-
ción conflictiva); y que se había configurado el supuesto
de denegación tácita del pedido, a raíz del silencio de la
administración. Asimismo, tras señalar que en el informe
nº IF-0114241-2013-DGCLEI (suscripto por el subgerente
operativo de sumarios y empleo público) se propiciaba el
rechazo del pedido con asiento en que las razones invo-
cadas por la promotora no encuadraban en ninguna de las
causales contempladas en el art. 31 del Estatuto Docente,
concluyó que “… la demandada ha ejercido con arbitrarie-
dad o ilegalidad manifiesta su facultad de denegar el tras-
lado peticionado, por lo que el amparo resulta procedente”
(fs. 99).
3. En lo que ahora importa, el art. 102 CCBA establece
que “[e]l Jefe de Gobierno tiene a su cargo la administra-
ción de la Ciudad, la planificación general de la Ciudad,
la planificación general de la gestión y la aplicación de
las normas. Dirige la administración pública y procura su
mayor eficacia y los mejores resultados en la inversión de
los recursos”.
Es el Ejecutivo quien tiene competencia para estable-
cer cuáles son las necesidades funcionales de los distintos
órganos, o reparticiones, de que se vale para cumplir las
misiones que tiene encomendadas, ella es una de las ma-
neras que tiene de procurar la mayor eficacia y los mejores
resultados en la inversión de los recursos, y es una herra-
mienta necesaria de quien dirige la administración. Sobre
esa base, también, es que “[e]stablece la estructura y orga-
nización funcional de los organismos de su dependencia[;
n]ombra a los funcionarios y agentes de la administración
y ejerce la supervisión de su gestión”.
4. He señalado en otra ocasión (en la que se cuestio-
naba una orden judicial que había mandado al GCBA a
reincorporar a la demandante, pese a que no era empleada
de planta permanente, con asiento en que había sido com-
probado el fraude laboral que habría privado a la actora de
gozar de estabilidad propia) que, como regla, en función
del margen de actuación que libra el art. 106 CCBA, los
jueces no pueden dictar actos administrativos cuya emi-
sión el sistema jurídico confió al Poder Ejecutivo, despla-
zándolo en el ejercicio de sus atribuciones; entre ellos, no
pueden designar los empleados a los que se refiere el art.
104.9 CCBA y el art. 6 de la ley nº 471, reglamentándolo.
La CCBA programa un sistema de división de poderes
dentro de cuyos contornos no compete a los jueces sino la
resolución de causas, esto es, controversias relativas a la
existencia y alcance de derechos subjetivos, entre partes
adversarias, mediante decisiones que operen sobre esos
derechos. De ahí que, cuando la controversia tiene al Go-
bierno como uno de sus protagonistas, puede el juez anu-
lar uno de sus actos y ordenar la reparación patrimonial
del daño ocasionado; no puede, en cambio, ejercer la fun-
ción administrativa que se encuentre involucrada.

D i a r i o d e D o c t r i n a
La emisión de un acto administrativo –carácter que re-
viste el acto mediante el cual se designa a empleados, cf.
art. 6 de la ley nº 471– es una facultad de la que los jueces
carecen por tratarse de una función Administrativa, la que
aun cuando dependa, en primer término, de una creación
legislativa, la Constitución local obliga a que sea atribuida
a la rama ejecutiva. Excepcionalmente, el legislador puede
investir a los jueces con la facultad de emitir decisiones
que reconozcan derechos que podrían también ser reco-
nocidos por la Administración en ejercicio de la función
administrativa. Ahora bien, para que ello ocurra, esa fa-
cultad debe: (i) provenir de la ley; (ii) ser una facultad
suficientemente reglada como para eliminar cualquier dis-
crecionalidad que pudiera ser propia de la Administración
y no del juez; y, (iii) ser una cuestión que soporte gozar
de la estabilidad propia de la cosa juzgada judicial [cf. mi
voto in re: “Toloza, Estela Carmen c/ GCBA s/ amparo
(art. 14 CCABA) s/ recurso de inconstitucionalidad conce-
dido”, Expte nº 4568/06, sentencia del 09/08/2006, espe-
cialmente punto 6; y “Polakis, Anastasio c/ GCBA s/ am-
paro (art. 14 CCABA) s/ recurso de inconstitucionalidad
concedido”, Expte. nº 7086/10, sentencia del 20 de mayo
de 2010]. Ninguno de estos elementos se presentaba en el
caso. Primeramente, la ley no le acuerda esa potestad. En
este orden de ideas, el acto de designación de un empleado
de la administración es uno investido de un fuerte com-
ponente discrecional; no lo es enteramente, pues si es la
conclusión de un concurso público no podría apartarse de
las pautas que de él se derivan; mas, como contrapartida,
la sustanciación de concurso no obliga, en principio, a la
designación (V. mi voto in re “GCBA s/ queja por recurso
de inconstitucionalidad denegado en ‘Rudmisky, Germán
c/ GCBA s/ amparo [art. 14 CCBA]”, expte. nº 11107/14,
sentencia del 08 de octubre de 2015).
Ello, entre otras cosas, impide que sean los jueces los
que acuerden una designación al margen de lo que resulta
propio de la jurisdicción para revisar decisiones de la ad-
ministración.
5. Lo dicho resulta, mutatis mutandi, trasladable al sub
examine. No es dable a los jueces disponer el traslado de
agentes, por análogas razones a las que hacen que no les
sea dable designarlos.
6. Tampoco el temperamento adoptado encuentra res-
paldo en la ley.
El art. 31 del Estatuto docente, que los jueces de la cau-
sa entendieron aplicable, y sobre cuya base dispusieron el
traslado, dice que:
“ARTÍCULO 31: El personal docente titular podrá so-
licitar traslado: a) por razones de salud propia o del grupo
familiar; b) por necesidad de integración del grupo fami-
liar, surgida con posterioridad a la toma de posesión del
cargo u horas de clase o razones de distancia; c) para con-
centrar áreas; d) por otras razones. Las solicitudes serán
evaluadas por la COREAP teniendo en cuenta los antece-
dentes del peticionante y las causales invocadas, fijando
como orden de prioridad para el tratamiento de las soli-
citudes el establecido en los incisos a), b), c) y d) del pre-
sente artículo. La resolución definitiva correrá por cuenta
del Ministro de Educación. El personal que se encuen-
tre en condición pasiva por disminución o pérdida de sus
aptitudes podrá solicitar traslado invocando las causales
incluidas en el inciso a) al solo efecto de volver a la condi-
ción activa. A este fin acompaña a su solicitud de traslado
un informe de la Dirección Medicina del Trabajo en el que
se recomienden las características de una nueva vacante de
destino que permita el cambio de condición mencionado.
La causal d) se atenderá sólo cuando hubieran transcurrido
DOS (2) años de real prestación de servicios en el cargo u
horas de clase, desde la toma de posesión. Los traslados
se efectuarán en vacantes de igual jerarquía escalafonaria,
denominación y especialidad, salvo que los interesados
acepten rebajar de jerarquía”.
La norma transcripta enuncia una serie de causales que
habilitan a los docentes a requerir su traslado. Seguida-
Buenos Aires, lunes 4 de febrero de 2019
y J u r i s p r u d e n c i a
mente, establece que las solicitudes son evaluadas por la
COREAP, quien, además, fija un orden de prioridades. En
cuanto a la causal enunciada en el inciso d, la sujeta a la
condición de que hubieran mediado dos años de prestación
efectiva de servicios en el cargo u horas de clase. Finalmen-
te, agrega, como condición de procedencia de los traslados,
que hubiera una vacante (salvo que el interesado acepte re-
bajar su jerarquía). A su turno, la resolución definitiva, dice
el art. 31, correrá por cuenta del Ministerio de Educación.
En estas condiciones, la disposición en comentario no
crea un derecho subjetivo a obtener el traslado de quien lo
peticione. Reserva en el Ministerio de Educación la deci-
sión, cuya procedencia, además, condiciona a que se veri-
fiquen una serie de presupuestos, uno de ellos, que hubiera
una vacante, es decir, una necesidad funcional que justifi-
que el traslado.
7. En suma, por lo dicho, corresponde hacer lugar a
la queja y al recurso de inconstitucionalidad del GCBA,
revocar la sentencia de fs. 95/100, y rechazar la demanda.
Costas por su orden (cf. art. 14 CCBA).
La jueza Ana María Conde dijo:
1. Coincido con la solución propuesta por mis colegas
preopinantes, los jueces Casás y Lozano, en tanto sostie-
nen que la sentencia del a quo invadió esferas propias de
la Administración.
2. Luego de analizar el artículo 31 del Estatuto Docente,
que establece las causales por las cuales un agente puede
solicitar un traslado, la sentencia de la Cámara consideró
que correspondía incluir en la causal residual del inciso d
(otras razones) “cualquier situación en que, a criterio de
las autoridades competentes, resulte conveniente el tras-
lado del peticionario, a fin de optimizar la actividad de
la administración. Conforme a esta inteligencia, estarían
comprendidas en este supuesto los conflictos entre un agen-
te y sus pares o superiores” (fs. 97). Esta interpretación, a
juicio del voto mayoritario, “lleva a subsumir el pedido de
traslado de la actora” dentro de dicha causal (fs. 98).
3. Ahora bien, aun en el caso de considerar la solicitud
de la actora en estos términos, el referido artículo 31 esta-
blece que las solicitudes de traslado deberán ser evaluadas
por la COREAP, y el Ministerio de Educación dictará la
resolución definitiva.
Por un lado, el fallo cuestionado reconoce que las au-
toridades competentes deben considerar la conveniencia o
no a los efectos de disponer el traslado. Sin embargo, lue-
go va más allá y, ante el silencio de la Administración (que
considera configurado) la Cámara reemplaza a los órganos
competentes y toma una decisión que configura una clara
intromisión del Poder Judicial en el ejercicio de facultades
discrecionales propias de los órganos administrativos. Ello
así, pues los criterios de “conveniencia” exceden el control
de legalidad que corresponde ejercer a los jueces en el
marco de una causa o controversia.
Por otra parte, cabe resaltar que tampoco la ley 1225
establece entre sus disposiciones la obligación de trasladar
a un agente por causales de violencia laboral.
4. En definitiva, en casos como el de autos, corresponde
a las autoridades competentes evaluar la conveniencia del
traslado solicitado, teniendo en cuenta no solamente los
derechos de los agentes, sino también la organización del
servicio. Asimismo, si se comprobara un caso de violen-
cia laboral, también corresponde a los órganos adminis-
trativos evaluar la mejor solución (además de aplicar las
correspondientes sanciones), pues no surge de la norma
que el traslado del agente sea la única alternativa. Y final-
mente, la solicitud de traslado del Director de la Escuela
Normal Superior Lenguas Vivas, podrá constituir un ele-
mento más a tener en cuenta por la COREAP, pero en nin-
gún modo resulta suficiente para disponer el traslado de la
accionante, pues dicho Director –más allá de su preferen-
cia– no cuenta con competencia para generar y/o cubrir
una vacante.
Nº 14.563 AÑO LVII
Primer Director: Jorge S. Fornieles (1961 - 1978)
Propietario Universitas S.R.L. Cuit 30-50015162-1
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De seguirse la solución de la Cámara, cualquier conflic-
to laboral generaría la posibilidad de requerir judicialmen-
te traslados hacia una u otra dependencia, por encima de
las necesidades del servicio.
5. En virtud de lo anteriormente expuesto, no existía un
derecho subjetivo de la actora a ser trasladada automática-
mente, luego de su petición.
Por estos motivos, y las razones expuestas por el Sr.
Juez de trámite en su voto, que comparto, corresponde
hacer lugar a la queja y al recurso de inconstitucionalidad
interpuestos por el GCBA; revocar la sentencia de la Cá-
mara; y rechazar la demanda de amparo promovida por la
señora N. B. A.
Costas por su orden (art. 14 CCABA).
La jueza Alicia E. C. Ruiz dijo:
1. La queja del GCBA ha sido interpuesta en tiempo y
forma por parte legitimada –art. 33 de la ley 402–. Sin em-
bargo, no puede prosperar ya que no contiene una crítica
suficiente de las razones por las que el recurso de incons-
titucionalidad que aquélla viene a defender fue denegado.
2. La Sala del fuero consideró que la demandada no
articuló un caso constitucional de manera precisa, clara
y bien fundamentada. Agregó que “los agravios de la re-
currente remiten exclusivamente al análisis de cuestiones
sobre valoración de la prueba y a la intepretación de nor-
mativa infraconstitucional, como la contenida en el Esta-
tuto Docente” (fs. 115 vuelta). Por último, rechazaron la
arbitrariedad denunciada.
3. En su presentación directa, el GCBA no rebate con
suficiencia los argumentos en los que los/as magistra-
dos/as apoyaron su decisión denegatoria. Es que allí, la
recurrente reedita cuestiones ya ventiladas en su recurso
de inconstitucionalidad y que tuvieron tratamiento en su
oportunidad procesal. Así, insiste en señalar que la pre-
tensión esgrimida por la accionante no era pasible de ser
tramitada por el cauce procesal previsto en el art. 14 de la
Constitución local, pero sus argumentaciones no logran
poner en evidencia el perjuicio concreto que le habría cau-
sado el trámite del presente proceso por la vía del amparo.
El demandado no acredita concretamente qué defensas se
habría visto privado de ejercer ni las pruebas que se habría
visto impedido de producir en desmedro de la posición
que sustenta.
Luego, la recurrente no puede soslayar que la Cámara
fundó su decisión en la apreciación de las constancias de
la causa y la interpretación que efectuó de las normas lo-
cales infraconstitucionales, mencionadas en las “resulta”,
lo que priva a los preceptos constitucionales que invoca
(arts. 1 y 18 de la CN y 13, 14, 80 y 102 de la CCABA) de
relación directa con lo resuelto.
Más allá del acierto o error de la resolución cuestiona-
da, la simple discrepancia con la interpretación elaborada
por los/as magistrados/as intervinientes, no alcanza para
hacer lugar al recurso directo si no se logra demostrar una
afectación constitucional.
4. Por lo expuesto, corresponde rechazar el recurso de
queja del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Así lo voto.
Por ello, emitido el dictamen por el Fiscal General Ad-
junto, por mayoría, el Tribunal Superior de Justicia resuelve:
1. Admitir la queja y hacer lugar al recurso de incons-
titucionalidad interpuestos por el Gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
2. Revocar la sentencia de fs. 95/100 vuelta y rechazar
la demanda.
3. Mandar que se registre, se notifique y, oportunamen-
te, se remita a la Sala interviniente para que sea agregada a
los autos principales.
La jueza Inés M. Weinberg no suscribe la resolución
por estar en uso de licencia. – José O. Casás. – Luis F. Lo-
zano. – Ana M. Conde. – Alicia E. C. Ruiz.