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«El arte queda definido como el lugar de la libertad, reino en el que no imperan las leyes de
la vida práctica, en donde la enajenación queda al menos temporalmente suprimida».
«Bello es aquello que, sin concepto, es conocido como objeto de una necesaria
satisfacción».
«El artista hace posible el ennoblecimiento del género humano (el artista o el poeta como
educador de la humanidad)».
«La naturaleza griega se alió con todos los encantos del arte y con toda la dignidad de la
sabiduría, sin convertirse por ello, como nosotros, en su víctima. (…) Vemos a los griegos
plenos tanto de forma como de contenido, a la vez filósofos y artistas, delicados y
enérgicos, reuniendo en una magnífica humanidad la juventud de la fantasía con la
madurez de la razón».
«La humanidad había perdido su humanidad, pero el arte la salvó y la conservó en piedras
cargadas de significación».
«Antes de que la verdad ilumine con su luz victoriosa las profundidades del corazón, la
fuerza poética capta ya sus destellos, y las cumbres de la humanidad resplandecen,
mientras en los valles reinan las tinieblas de la noche».
«Debe darnos que pensar el que prácticamente en todas las épocas históricas en que
florecen las artes y el gusto domina, hallemos una humanidad decadente, y en el que no
podamos aducir un solo ejemplo de un pueblo en el que coincidan un grado elevado y una
gran universalidad de cultura estética con libertades políticas y virtudes cívicas, bellas
costumbres con buenas costumbres, y en el que vayan unidas la elegancia y la verdad del
comportamiento».
«No somos ya individuos, sino especie; el juicio de todos los espíritus se pronuncia por
boca del nuestro, y nuestra acción representa la elección de todos los corazones».
¿Historiador?
«Cuanto más múltiple y diverso sea el desarrollo de la receptividad, cuanto más móvil sea,
y cuanto más espacio ofrezca a los fenómenos, tanto más mundo abarcará el hombre,
tantas más capacidades será capaz de desarrollar en sí mismo; cuánta más fuerza y
profundidad gane la personalidad, cuanta más libertad la razón, tanto más mundo
comprenderá el hombre, tanta más forma creará fuera de él».
«Por muy loables que sean nuestra máximas, ¿cómo podemos ser justos, afables y
humanos hacia los demás, si carecemos de la capacidad para acoger fiel y verdaderamente
en nosotros una naturaleza ajena, para adaptarnos a situaciones extrañas, para hacer
nuestros los sentimientos de los demás?»
«El rigor hacia unos mismo, unido a la condescendencia con los demás, conforman el
carácter verdaderamente excelente. Pero en la mayoría de los casos, el hombre que es
condescendiente con los demás, lo es también consigo mismo, y aquel que es severo
consigo mismo, lo es también con los demás; el carácter más despreciable de todos es el
condescendiente consigo mismo y severo con los demás».
«No es la gracia, ni tampoco la dignidad, quien nos habla desde el magnífico semblante de
Juno Ludovisi (escultura admirada por Goethe: Viaje a Italia, 6 de enero de 1788), no es
ninguna de las dos, porque son ambas a la vez. Mientras la diosa reclama nuestra
adoración, la mujer, semejante a una diosa, inflama nuestro amor; pero si nos
abandonamos a su encanto celestial, retrocederemos asustados ante su autosuficiencia
divina. La forma plena descansa y habita en sí misma, es una creación perfectamente
cerrada, que no cede ni ofrece resistencia, como si existiera más allá del espacio; no hay en
ella ninguna fuerza que luche contra sus fuerzas, ningún resquicio por el que pueda
penetrar el tiempo. Capturados y atraídos irresistiblemente por la mujer divina, y
mantenidos a distancia por la diosa, nos encontramos a la vez en el estado de la máxima
serenidad y de la máxima agitación, y nace entonces esa maravillosa emoción para la que el
entendimiento carece de conceptos y el lenguaje de palabras.».
«El excelente autor de Principios de estética Erfurt 1791, distingue en la belleza dos
principios fundamentales: Gracia y Fuerza, y sitúa la belleza en la más perfecta unión de
ambas».
«No hay en el hombre otro poder que su voluntad, y solo aquello que suprime al hombre,
es decir la muerte y la privación de la conciencia, puede suprimir su libertad interior».
«La música, en su nobleza suprema, ha de llegar a ser forma, y conmovernos con la serena
fuerza de la antigüedad; las artes plásticas, en su máxima perfección, han de llegar a ser
música, y conmovernos con su presencia inmediata y sensible; la poesía, en su desarrollo
más perfecto, ha de captar poderosamente nuestro ánimo, como la música, pero al mismo
tiempo, como la plástica, ha de envolvernos con una serena claridad.».
«Las artes, cuanto más perfectas, tanto más preservan la libertad de ánimo en los
momentos pasionales más tormentosos».
«La naturaleza ha dado también a los seres irracionales algo más de lo que necesitan para
subsistir, esparciendo así un destello de libertad en la oscura vida animal. Cuando el
hambre no apremia al león, y ninguna fiera lo desafía a la lucha, la fuerza desocupada se da
a sí misma un objeto; con su potente rugido llena de ecos el desierto, y su fuerza
exuberante goza en sí misma de un derroche sin finalidad. El insecto revolotea alegremente
bajo los rayos del sol. Tampoco es, ciertamente, el grito acuciante del apetito más
elemental el que escuchamos en el canto de los pájaros».
«El gusto conduce al conocimiento desde la esfera secreta de la ciencia al cielo abierto del
sentido común, y convierte en un bien común de la sociedad lo que era propiedad de una
determinada escuela filosófica. En su ámbito, incluso el más grande de los genios ha de
dejar de lado su altura intelectual y descender hasta el entendimiento de los niños. La
fuerza ha de dejarse conducir por las Gracias, y el indómito león ha de dejarse domar por el
amor».
«Pero, ¿existe ese estado de la bella apariencia? (…) allí donde el hombre camina por entre
las grandes dificultades, y no necesita herir la libertad de los otros para afirmar la suya
propia, ni renunciar a la dignidad para dar muestra de su gracia».
«Una necesidad más hermosa entrelaza ahora los sexos, y el corazón ayuda a mantener
unido aquello que el apetito animal anuda solo de manera caprichosa e inconsistente. Libre
de sus sórdidas cadenas, la serena mirada aprehende la forma, el alma mira en el alma, y
allí donde solo había un egoísta comercio del placer, se da ahora un magnánimo
intercambio de afecto. El apetito se amplía y se eleva hacia el amor, tal como la humanidad
va naciendo en su objeto, y se desprecia el fácil triunfo sobre los sentidos para luchar por
una victoria mucho más noble sobre la voluntad. La necesidad natural de agradar somete
al poderoso ante el delicado tribunal del gusto; puede arrebatar el placer, pero el amor ha
de ser una ofrenda, un elevado premio al que solo puede aspirar virtud de la forma, y no
por mediación de la materia. Ha de cesar de violentar al sentimiento, y, en cuanto
apariencia sensible, ha de dejar de oponerse al entendimiento. Ha de otorgar libertad,
porque quiere agradar a la libertad. Así como la belleza resuelve el conflicto de las
naturalezas en su ejemplo más sencillo y puro, esto es, en el eterno enfrentamiento de los
sexos, también resuelve ese conflicto –al menos tiende a ello- en el seno de la compleja
organización social, siguiendo el ejemplo de la unión libre que establece allí entre la fuerza
del hombre y la ternura de la mujer, en el reconciliar en el mundo moral toda delicadeza y
toda violencia.»