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19 y 20 de enero de 1995
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Reflexiones para la construcción de una Didáctica para la Educación Superior
El sujeto del discurso es el docente. Este sujeto no es empírico pero tampoco universal y
abstracto. Es un sujeto concreto. La puesta en práctica de la normativa didáctica requiere,
por lo tanto, que el docente individual tenga capacidades de reflexión y de comprensión de
las normas didácticas y de su fundamentación, de interpretación de la situación en la que
trabaja y de construcción de una respuesta propia, adecuada a esa situación particular.
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En este marco amplio de la teoría didáctica general, concebida como un gran sistema
integrado, se construye la Didáctica especial para el nivel superior.
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problemática en estudio. Del mismo modo, se podría generalizar con exceso ocultando las
situaciones y procesos en los que la generalización no es apropiada.
En esta doble relación de disciplina que son, a una vez, derivadas y tributarias unas de
otras, es fundamental considerar el modo en que juegan su papel las comunidades
científicas que sostienen cada uno de los campos disciplinarios. No se trata, generalmente,
de grupos provenientes del mismo dominio del conocimiento y, aún, cuando sí lo sean, sus
especialidades y sus áreas de trabajo son diversas. El principio de la complementariedad de
las disciplinas se escamotea con frecuencia y la rivalidad y el conflicto de intereses se
manifiestan obstaculizando la realización de una producción que exige su elaboración
conjunta por la Didáctica general y las Didácticas especiales para alcanzar su logro más
pleno.
Entre las Didácticas especiales, las de los distintos niveles presentan algunas
características que les son peculiares. No se trata, en primer lugar, de Didácticas especiales
puras.
En la Didáctica para la Educación superior, como en las otras didácticas de nivel,
confluyen las Didácticas de todas las disciplinas así como las de los otros tipos de
contenidos destinados a la formación personal y social. Comparte con las otras un carácter
extremadamente complejo, en razón de los múltiples aportes que debe integrar para
resolver apropiadamente la problemática de la docencia superior.
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de ambas. Esto parece deberse a una difusión de formas poco rigurosas y exigentes de la
enseñanza universitaria más que a una revalorización de la educación superior no
universitaria.
Entendiendo que los contenidos se definen por las formas de su construcción en los
procesos de aprendizaje que realizan los alumnos y que las formas de enseñar de los
docentes se encuentran entre los factores de mayor importancia en la configuración de esos
procesos, la normativa que ofrezca una Didáctica para la educación superior implica siempre
para los docentes una significativa opción, entre otras posibles, de definición de los objetivos
del nivel. Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta que la enseñanza superior
es la que presenta, como carácter típico, la mayor densidad de información entre niveles del
sistema.
Se puede observar que esta densidad es incluso más grande en el nivel terciario que en el
cuaternario, ya que, en este último, se trabaja sobre dominios disciplinarios,
subdisciplinarios o interdisciplinarios, siempre recortados. Los aprendizajes en el nivel
superior deben cubrir una gran variedad y extensión de dominios de información, así como
generar un manejo autónomo del conocimiento, rasgos que esenciales al nivel.
Didáctica
Denominaremos Didáctica del Sentido Común a este conjunto de ideas, por la función
del
sentido que se le asigna en la práctica docente y por su origen considerando, en particular, la
común modalidad de su construcción sobre una base de representaciones sociales. Tiene como
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objetivo racionalizar la acción. Por esto, usualmente, se expresa en proposiciones cuya
validez se argumenta recurriendo a principios de orden mayor y a experiencia personales.
Es conveniente analizar esta Didáctica del sentido común que, si pretendemos que los
docentes adopten normativas ofrecidas por una didáctica científica, es preciso explorar, así
como se postula para todo proceso de enseñanza, las ideas previas de los sujetos del
aprendizaje para trabajar con ellas y facilitar la construcción d nuevas ideas por sustitución,
recomposición, enriquecimiento o reafirmación.
En la Didáctica del sentido común usual en la educación superior hallamos, entre otras las
siguientes ideas:
La enseñanza en el nivel superior no es una acción problemática en sí misma. Es un
hacer que se realiza sin obstáculos internos para el docente, más allá de los riesgos que,
por características personales de éste, podrían surgir en razón de la situación de exposición
que es propia del acto de enseñar. Las decisiones que hay que adoptar cuando se enseña
no son, por lo tanto, materia de dificultad. A ese respecto, no hay opciones de índole muy
variada; a lo más podrían hallarse problemas cuantitativos relativos a contenidos, tiempos y
ejercitación. No existen, en consecuencia, alternativas metodológicas sustantivas entre las
que es imprescindible elegir.
Asociada con esta idea, encontramos una noción de estudiante que también es típica de
la Didáctica del sentido común para este nivel. El alumno es definitivo, simultáneamente
como un sujeto joven, con capacidad ilimitada de aprendizaje, y maduro porque debe
demostrar los productos de su aprendizaje como individuo adulto.
Esta idea presenta aspectos paradojales. Manifiesta una ruptura entre los supuestos que
acerca del sujeto se manejan en los diferentes momentos de la enseñanza. De esta
concepciónconcepción del sujeto se deriva la noción de un tipo ideal de alumno, destinatario por
de excelencia de la enseñanza superior: un estudiante que puede aprender todo, es decir, que
alumno puede registrar todo, que puede procesar todo, que puede retener todo, que puede, por fin,
en la
evocar todo; un sujeto que es dependiente cuando lo quiere el docente, e independiente
educación
superior cuando debe demostrar que es capaz de pensar o actuar con autonomía.
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A la paradoja del sujeto joven y adulto a la vez, se agrega otra idea que la complementa.
Relacionado con la misión que se pretende asignar a la educación superior, solemos hallar
Mito el mito del filtro social. Según este, como la educación superior no es un nivel obligatorio del
del
sistema escolar, el estudiante que ingresa a él debe hacerlo asumiendo todos los riesgos de
filtro
social posible fracaso. El docente opera como un agente social que colabora en la selección de los
mejores, en el presente, intentan pero no pueden, los juzga y, en representación de la
sociedad, los descarta.
Calificamos como mito a esta idea, por cuanto proclama un orden de sentido, propone
justificativos morales de la acción, asume un carácter ritual, tiende a permanecer inalterada
en el tiempo y no organiza una búsqueda de verificación ni una discusión crítica acerca de la
validez de los resultados efectivos de las acciones. Se dejan de lado las múltiples evidencias
de selecciones injustificadas, tanto de los que quedan como entre los que son rechazados.
Se ignora, igualmente, que en la selección actúan con predominancia factores que son
ajenos a las capacidades específicas que posee el estudiante.
A la ilusión del a-didactismo, la paradoja del sujeto joven y maduro a la vez y al mito del
filtro social, se añade otra idea de gran fuerza: El docente es un modelo para el alumno. El
verdadero alumno es el discípulo que lo toma como paradigma profesional o científico. Así
como hay Verdaderos maestros también hay Verdaderos alumnos. La Verdadera educación
es artesanal. Un Maestro forma a los alumnos y les deja una marca indeleble.
Es por esa vía que se quiere resolver la difícil articulación entre las funciones de docencia
e investigación. De las dos, se prioriza la investigación lo cual, en verdad, es estimulado por
un sinnúmero de signos institucionales. Entre ellos, además de los estímulos materiales, el
más importante es, sin duda, el reconocimiento de la comunidad científica nacional e
internacional.
resumen La buena docencia deviene directamente (ilusión del a-didactismo) de los saberes
científicos del propio docente. El logro de los aprendizajes depende de la responsabilidad
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del alumno (paradoja del sujeto joven y maduro a la vez) y de las posibilidades que éste
tiene para desarrollar las competencias que la Sociedad, la Ciencia y la Profesión exigen de
un graduado de la Educación Superior (mito del filtro social).
Así pues, la Didáctica del sentido común no es, simplemente, un enfoque didáctico entre
otros. Es un esquema conceptual pre-científico que requiere ser reemplazado por una Teoría
de la enseñanza con la indispensable capacidad de crítica de fundamentos y conclusiones.
Como dice Bachelard (3), la crítica es, necesariamente, un elemento integrante del espíritu
científico. El espíritu científico debe formularse reformándose.
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Referencias