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Gobiernos Radicales

Hipólito Yrigoyen (1852-1933).

El radicalismo en el gobierno (1916-1930)


  
Contrariamente a los que esperaban los conservadores, la Unión Cívica Radical triunfó en las elecciones
presidenciales de abril de 1916. La fórmula radical, integrada  por Hipólito  Yrigoyen (1852-1933)
y Pelagio Luna (1867-1919), se impuso por un amplio margen, dado que obtuvo casi 340 mil votos,
mientras que los socialistas, aproximadamente 53 mil votos. Estos resultados mostraban que la adhesión
popular al radicalismo superaba al apoyo que convocaban las demás fuerzas políticas, consideradas en
conjunto. Sin embargo, los conservadores todavía tenían el control de importantes provincias como la de
Buenos Aires y buena parte de los cargos en el Congreso.
   El máximo dirigente radical, Hipólito Yrigoyen, llegó de ese modo al poder e inauguró una etapa de
gobiernos radicales que se extendió hasta 1930.

Hipólito Yrigoyen y la causa radical:


  
La Unión  Cívica Radical contaba con dirigentes de clase alta  a los que se habían unido otros de origen
más humilde. A diferencia de otros partidos, su organización a través de comités extendidos por todo el
país -fue el primer partido de alcance nacional -había incorporado a una ciudadanía  de sectores medios y
bajos, una base electoral que con el tiempo llegó a ser cada vez más amplia. Entre otras razones, esto
llevó a Yrigoyen a considerar que su partido era la encarnación de la nación y que la suya era la causa
de la patria .Consideraba que su tarea era reparar la situación creada por el régimen falaz y descreído
que le había precedido, y poner en vigencia la Constitución nacional atropellada por el fraude. La
vocación popular y la fuerte personalidad que tenía Yrigoyen le ocasionaron serios conflictos oposición.
Era muy difícil que los  conservadores -y, por otras razones, también los socialistas-admitieran el papel
que el radicalismo se asignaba sobre el futuro del país.     

Las presidencias radicales:

La popularidad y el liderazgo de Hipólito Yrigoyen lo llevaron a ganar dos veces las elecciones
presidenciales. En su primera presidencia (1916-1922), para realizar la “reparación” que se propuso,
intervino políticamente varias provincias, entre ellas, Buenos Aires. Para el radicalismo, el reemplazo de
los gobiernos conservadores, suponían la garantía de elecciones limpias.
 
La apertura democrática también se manifestó de otras maneras, por ejemplo, la educación fue uno de
los ámbitos de interés. Como símbolo de igualdad, se dispuso que los alumnos usaran guardapolvo
blanco en las escuelas estatales. Además, el gobierno intervino en las luchas de los estudiantes
universitarios que se sucedían desde hacía mucho tiempo. Así, en 1917 se dispuso

la Reforma Universitaria, que favoreció le democratización de las universidades nacionales[1]. No


obstante, Yrigoyen también debió enfrentar serios conflictos sociales, que agudizaron las críticas de los
partidos opositores a su gobierno.
  

Al finalizar el primer período presidencial de Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear[2] (1868-1942) -que, por su


origen social, estaba más cerca de los gobernantes anteriores, es decir, los grupos elitistas
conservadores- se convirtió en el segundo dirigente radical en llegar a la presidencia. La buena situación
económica que atravesó el país, favoreció su período de gobierno (1922-1928), si bien en el plano
político, la conflictividad se mantuvo, sobre todo debido a la división  del radicalismo.
 
En 1928, Yrigoyen debió enfrentar una oposición, en la que se encontraba un nuevo grupo, el de los

denominados radicales antipersonalistas[3], que se oponían al liderazgo de tipo personalista que él


ejercía. Sin embargo, volvió a imponerse en las elecciones: obtuvo más de 800 mil votos; el doble de los
que apoyaron al principal partido opositor. Esta inmensa popularidad permitió que Yrigoyen le diera un
nuevo carácter a este gobierno. Sin embargo el aumento de los empleos públicos, favorecido desde el
gobierno, y las críticas que esta situación suponía fueron algunos de los motivos de la crisis institucional
que terminarían con su mandato.

Yrigoyen durante su primera


presidencia, en un acto oficial en
el Departamento Central de
Policía. A su lado el jefe de la
Policía de la Capital, Elpidio
González.
La cuestión del petróleo
 
Luego del descubrimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia (Chubut) en 1907 y en Plaza Huincul
(Neuquén) en 1918, el Estado argentino inició su intervención en la búsqueda y la explotación de este
recurso natural.

Durante la presidencia de Yrigoyen, el petróleo cobró relevancia en la agenda de los partidos políticos,
debido a que el recurso tenía una gravitación creciente en la economía mundial y también en el país.
Algunos integrantes de las fuerzas armadas cercanos al yrigoyenismo, como el coronel Enrique
Mosconi (1877-1940), proponían que el Estado mantuviera el monopolio en la administración de los
recursos petroleros. También creían necesario que se expropiaran las concesiones otorgadas a las
empresas extranjeras para explorar y explotar los yacimientos. Mosconi fue el primer director
de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), empresa del Estado creada por Yrigoyen en 1922.

Posteriormente, la propuesta del nacionalismo petrolero fue


central en la campaña proselitista radical para las elecciones de
1928. La defensa de esta estrategia política respecto del petróleo

enfrentó a Yrigoyen con intereses poderosos[4].

 General de División Enrique Mosconi (1877-


1940)
YPF---

La ampliación de la democracia

Durante los gobiernos radicales se amplió la democracia y la ciudadanía se expresó libremente gracias a
la aplicación de la Ley Sáenz Peña. Aunque el fraude no se pudo eliminar por completo, desde un punto
de vista electoral, la democracia se practicó como nunca antes en el país.
 
La participación también se extendió al mundo del trabajo. En efecto, el gobierno inició un diálogo con los
dirigentes de los principales gremios obreros y, por su mediación se solucionaron a favor de estos
últimos varios conflictos con los empleadores. Fue el caso de los ferroviarios o el de los obreros del
puerto, cuyas actividades tenían gran importancia para la economía del país. Además, se impulsaron
las leyes que beneficiaron a los trabajadores: la de Arriendos para el campo, la de Jubilación, la de
Seguro de Trabajo y la que estableció la jornada laboral de ocho horas. 
 

No obstante, el gobierno también afrontó serios conflictos obreros, que fueron duramente reprimidos. A
principios del verano de 1919, se produjo una huelga de trabajadores metalúrgicos en la ciudad de
Buenos Aires, en la que murieron cuatro operarios como resultado de la represión. Esto desencadenó una
convocatoria a la huelga general. La ciudad de Buenos Aires y otros lugares del país vivieron un proceso

de violencia que se conoció como Semana Trágica[5].  El Ejército intervino para restaurar el orden.

También grupos civiles


conservadores, algunos
organizados en
la Liga Patriótica Argentin
a, participaron en la feroz
represión, que afectó a
obreros, dirigentes de
izquierda y judíos, a quienes
se acusaba de querer
importar al país una
revolución como la que se
había producido en Rusia.
Posteriormente, huelgas en
la Patagonia fueron
reprimidas duramente por el
Ejército en los episodios que
se conocen como Patagonia
trágica. Eso ensombreció los
últimos años del primer
gobierno de Yrigoyen. 

 Semana Trágica - Ciudad de Buenos Aires 1919


Sucesos de la Patagonia Trágica - Santa Cruz 1920-21

 
La Ley Sáenz Peña suponía la conformación de partidos políticos que representaran los intereses de los
ciudadanos, como condición para el funcionamiento de la democracia. La UCR y el Partido Socialista ya
estaban funcionando. Los conservadores, en cambio, no fueron capaces de ponerse de acuerdo y
quedaron divididos en facciones. Solo el Partido Demócrata Progresista, dirigido por el
santafesino Lisandro de la Torre, pudo organizarse, aunque no contaba con el apoyo de todos los
conservadores del país.

La relación entre la UCR y los opositores no fue respetuosa ni tolerante. A los obstáculos que esto
suponía, se agregaron las divisiones internas. En 1924, el radicalismo se fracturó

entre yrigoyenistas y antiyrigoyenistas. También el Partido Socialista se dividió[6].


 
Además, surgieron grupos nacionalistas extremos, influidos por la política europea, que comenzaron a
atacar a la democracia. El poeta Leopoldo Lugones (1874-1938), militante de uno de esos grupos
(aunque surgió de la izquierda), reclamaba la intervención del Ejército en la política.

La Argentina y la Primera Guerra Mundial


 
La Primera Guerra Mundial puso al país en una situación muy delicada, dadas las relaciones comerciales
que la Argentina mantenía con los Aliados. En oposición a las presiones de los que querían apoyar a
Gran Bretaña, Yrigoyen mantuvo la neutralidad del país. Esta posición independiente -a pesar de los

ataques que sufrieron barcos argentinos[7] por parte de submarinos alemanes en 1917- se sostuvo

posteriormente, cuando en 1919 se formó la Sociedad de las Naciones[8], una institución supranacional
destinada a evitar una nueva contienda mundial. Entonces, los representantes argentinos propusieron que
todos los países, independientemente de su poder, mantuvieran la misma representación. Como esto no
fue aceptado, la Argentina se retiró de la Sociedad en defensa de la soberanía igualitaria de todas las
naciones.
Efectos sobre la economía

 Aunque el presidente Yrigoyen sostuvo una política de neutralidad frente a la Primera Guerra Mundial, el
comercio exterior fue seriamente limitado. Los países enfrentados en la contienda destinaron sus
capitales a financiar el conflicto, lo que afectó la economía argentina, que dependía del capital y el
comercio internacionales. Las exportaciones agrícolas disminuyeron. También se redujeron las
importaciones, especialmente de artículos de consumo para la población, como el combustible. La
escasez de estos productos provocó el aumento de los precios, y la situación se agravó con
el desempleo producido por la caída de las exportaciones argentinas. De este modo, nuestro país entró
en una etapa de crisis económica que duró varios años. Si bien, con el fin de la guerra, la Argentina
volvió a crecer y a gozar de un período de prosperidad, el comercio internacional había cambiado
profundamente.

La guerra modificó el mapa económico mundial. Gran Bretaña ya no pudo recuperar el liderazgo que
había ejercido mundialmente, y los Estados Unidos pasaron a ser la primera potencia. Estos cambios
tuvieron repercusiones en Argentina.
 
Los estadounidenses aumentaron sus inversiones en nuestro país en muchos sectores industriales, como
la producción de máquinas para el campo, automóviles y camiones. Mientras la Argentina vivió en la
prosperidad, se benefició con las nuevas inversiones. Pero la situación sufrió un vuelco sin retorno con

la crisis de 1929[9].   

La consolidación de las clases medias


 
La sociedad argentina de la década de 1920 era muy diferente de la del siglo XIX. La inmigración masiva
de europeos y los cambios económicos producidos en la región pampeana, el Litoral, Córdoba y Mendoza
habían transformado la vida de las personas. La población de las ciudades había aumentado. Además
del crecimiento de Buenos Aires y las capitales de provincias, habían surgido grandes urbes como
Rosario o Bahía Blanca. El campo había incorporado al trabajo tecnología de origen reciente para el
trabajo. Las comunicaciones eran cada vez mejores gracias al teléfono, el ferrocarril, y también los
camiones y los automóviles.

Sin embargo, estas transformaciones no abarcaron todo el territorio nacional. Muchas zonas del norte, por
ejemplo, habían cambiado muy poco desde el siglo anterior. El crecimiento desigual era una deuda
pendiente que hacía imposible hablar de una sociedad única. Varios mundos sociales convivían y esta
situación era especialmente perceptible entre los trabajadores. Al mismo tiempo, muchos de ellos, en las
ciudades del Litoral, pudieron mejorar sus vidas: pequeños y medianos comerciantes, artesanos que
dirigían sus talleres o empleados de servicios públicos compraron la casa propia, mandaron a sus hijos a
la escuela y accedieron a nuevas formas de consumo y entretenimiento con sus ingresos y los de su
familia. Muchos de los miles de inmigrantes que dejaron a su país realizaron, de ese modo, su sueño de
progreso para ellos y para sus hijos. Hacer la América no sólo significaba enriquecerse. Para la mayoría,
suponía asegurar la vejez y brindar a sus descendientes una vida mejor.
 
El crecimiento del crecimiento del Estado, la prosperidad económica de la década de 1920 y los avances
del sistema educativo consolidaron la posición de la clase media: empleados, docentes, comerciantes,
profesionales. Este sector, era el principal destinatario de los nuevos productos que aparecieron en el

mercado[10]. Desde el cine, la radio, los diarios y revistas, se satisfacían los gustos de hombres y
mujeres, jóvenes y niños de ese grupo. Se publicaron nuevos diarios. -como Crítica y El Mundo-, y
revistas, como El Gráfico, Billiken o Para Ti. El cine de los domingos y la radio, que empezaba a convocar
a las familias por la noche, alimentaron nuevas aspiraciones y fantasías.
 
La década de 1920 fue para muchos una época dorada. Como otros países, también la Argentina
parecía haber logrado el progreso. O, al menos, muchos sentían al alcance de la mano.

Marcelo Torcuato de Alvear (1868-1942)

La crisis institucional  
  Durante los gobiernos radicales, la ampliación de la
democracia no fue bien recibida por todos. Los grupos
económicos poderosos y los conservadores desconfiaban
de la llegada de nuevos hombres al poder. La intolerancia
se impuso en la relación entre los partidos opositores y el
gobierno, especialmente con la figura de Hipólito Yrigoyen.
Cuando, en 1928, asumió su segunda presidencia, los
políticos estaban enfrentados: por un lado, los yrigoyenistas
y, por el otro, todos los demás.

 Entre los más críticos, estaban los nacionalistas, que


creían que la democracia liberal había provocado la
decadencia del país. Para ellos, era necesario que el
sistema cambiara, como había sucedido en Italia, España y
Portugal. Proclamaban la necesidad de un gobierno fuerte.

En medio de esta situación, Yrigoyen debió enfrentar


la crisis económica provocada por la caída de la Bolsa de
Nueva York en 1929. A ese hecho, le siguió la Gran
Depresión. 

Los diarios -La Nación, La Prensa, y sobre todo el


sensacionalista Crítica - criticaron muy duramente al
gobierno. Algunos creyeron que había llegado el momento
de destituir a Yrigoyen. Nacionalistas, conservadores,
radicales antiyrigoyenistas y socialistas independientes se
unieron con ese objetivo. Para ello, buscaron en el Ejército un aliado que liderara el golpe de Estado. Ese
hombre fue el general José Félix Uriburu (1877-1933) quién, el 6 de septiembre de 1930, encabezó
el golpe militar que derrocó a Yrigoyen[11]. Por primera vez, desde la asunción de Mitre en 1862, se
quebraba el orden institucional y un presidente elegido por el pueblo era destituido de su cargo. También,
se disolvió el Congreso y se suspendieron las garantías constitucionales.
 
Muchos creyeron que ese cambio iba a restablecer el orden y eliminar a los radicales del poder. Contra lo
esperado, a pocos meses del golpe, los radicales volvieron a triunfar en Buenos Aires en las elecciones
provinciales en 1931. En respuesta, el gobierno de facto anuló los comicios.

La fuerza se empleó también contra los trabajadores anarquistas o comunistas y contra otros sectores de
la población. La prisión, la tortura y los fusilamientos fueron el triste saldo de la crisis institucional. Ante la
imposibilidad de lograr el cambio que los nacionalistas esperaban, Uriburu adelantó las elecciones.

El presidente de facto, José Félix


Uriburu.
[1] La Reforma Universitaria del 18 se inició en la Universidad Nacional de Córdoba. Pronto se plegaron
el resto de las casas de altos estudios (tres nacionales: Buenos Aires, La Plata, Córdoba y dos
provinciales: Litoral y Tucumán). Las principales demandas de los estudiantes eran la modificación de los
planes de estudios, la autonomía universitaria y el cogobierno estudiantil. Yrigoyen escuchó sus pedidos.
Así fue como se ampliaron las posibilidades de la clase media de aspirar a la educación superior y se
crearon nuevas universidades. El movimiento estudiantil pronto se proyectó en América.
[2] La fórmula se completaba con Elpidio González (1875-1951), hombre de confianza de Yrigoyen.
[3] Estos conocidos en un principio como “azules” o “galeritas”, se opusieron a Yrigoyen acusándolo de su
personalismo en un intento -infructuoso- por limitar sus relaciones con las clases populares. Las
diferencias internas que aparecieron desde los comienzos de su gestión llevarían a la división que se
haría definitiva en 1925.
[4] El eje de la disputa fue la intención de la compañía estadounidense Standad Oil Co. de explotar
yacimientos petrolíferos en la provincia de Salta. Hasta entonces, la extracción del petróleo y la
distribución de combustible había sido una actividad que compartían la empresa estatal YPF y compañías
privadas nacionales. La Standard Oil Co. había obtenido el apoyo de la clase política conservadora
provincial, mientras que el yrigoyenismo sostenía que, como las reservas petrolíferas eran un recurso
estratégico para el desarrollo nacional, debía impedirse la penetración de capital extranjero. 
[5] En diciembre de 1918 comenzó una huelga en los talleres metalúrgicos Pedro Vasena e Hijos. La
industria metalúrgica se había visto profundamente  afectada por la Primera Guerra Mundial e intentaba
bajar costos. Los obreros, a su vez, pretendían obtener mejoras en sus condiciones de trabajo y en sus
salarios. La huelga pronto se convirtió en un conflicto sindical generalizado que terminó con 700 muertos
y cerca de 4000 heridos, y pasó a la historia como la Semana Trágica.
[6] El PS había sufrido una división en 1917, debido a la postura del partido frente a la Guerra Mundial, se
formaría de esta división el Partido Socialista Internacional (proclamaba una postura a favor del
internacionalismo proletario revolucionario, y pacifista), el cual se iba a transformar en el Partido
Comunista Argentino. La rama más “conservadora” (inspirada por Antonio de Tomaso y Federico Pinedo)
del PS en 1927 produciría una nueva división, el Partido Socialista independiente, formalizado en 1928.
[7] Uno de los buques argentinos hundidos se llamaba “Monte Protegido” y dos meses después, es
hundido un buque carguero; en ambos casos, Yrigoyen exigió y obtuvo, por parte del gobierno alemán,
amplias satisfacciones.
[8] Sociedad de las Naciones: organización internacional creada y controlada por los
vencedores por la Primera Guerra Mundial con el objetivo principal de mantener la paz entre los
Estados. Desapareció en la década del treinta. Se la recuerda como principal antecedente de
las Naciones Unidas.
[9] Iniciada en Nueva York en el Crack de Wall Street; masiva caída del precio de las acciones
que se produjera en Octubre de 1929 en la Bolsa de Nueva York y que marcaría el comienzo
de la crisis económica mundial.
[10] Una de las novedades de la época fue el automóvil. Se instalaron entonces en la Argentina empresas
- generalmente de origen estadounidense- que importaban automóviles o los armaban con partes
importadas.
[11] Luego del golpe de Uriburu, el viejo caudillo permaneció detenido en un barco; poco tiempo después,
fue liberado. En 1933, murió en su modesta casa de la calle Brasil. En ocasión de su sepelio, se produjo
una de las grandes movilizaciones populares de la década de 1930.
Lectura Complementaria

E n el siguiente informe de lectura desarrollaré aquellos temas abordados por el


historiador Luis Alberto Romero en el capítulo II: Los Gobiernos Radicales 1916-
1930 en su libro “Breve Historia Contemporá nea de la Argentina” publicado por primera vez
en 1994 y luego reformado en 2001 y por ú ltima vez en 2012.

Luis Alberto Romero nació en Buenos Aires en 1944, actualmente es el investigador principal


de CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) profesor titular de
Historia Social General en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Dirige el Centro de Estudios de Historia Política en la Escuela de Política y Gobierno de la
Universidad Nacional de San Martín. Dicta cursos de posgrado en la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (FLACSO), la Universidad Torcuato Di Tella y la Universidad de San
Andrés. Ademá s de haber dictado diversos cursos en universidades nacionales de Argentina
sus palabras han llegado también a toda Latinoamérica.

A lo largo del capítulo el autor desarrollará temas referentes a la situació n econó mica, política
y social que la Argentina atravesaba durante el período regido por los gobiernos de Yrigoyen y
Alvear, ambos presidentes radicales que a pesar de pertenecer al mismo partido político
diferían en cuanto a algunas cuestiones gubernamentales. Segú n Romero, el primero de ellos
era considerado por el pueblo como una persona que demostraba rectitud y era quien volvería
a iniciar la regeneració n que rigió a la Argentina entre 1880 y 1916. Sin embargo, otros lo
vieron como una suerte de santó n laico. A diferencia de Alvear quien fue comparado con los
grandes presidentes del antiguo régimen.

No obstante, las decisiones tomadas por los gobernantes se vieron afectadas por la situació n
mundial en general. Durante los añ os 1914 y 1918 se desarrollaba en toda Europa una guerra
que generaría cambios profundos en las sociedades de todas partes del mundo, ya que directa
o indirectamente todos los países se verían influenciados por esta batalla.
Por consiguiente, la Argentina debió adecuarse a estos nuevos cambios y un hecho con el cual
fueron perjudicados fue con las exportaciones de ganadería y agricultura. Muchas de sus
exportaciones decaen, lo que provoca una fuerte crisis que va a conllevar al pueblo a
manifestarse en continuas huelgas que transcurrieron durante los añ os 1917 y 1921.

En consecuencia, y debido a las huelgas generadas durante esos añ os surge en la Argentina una
nueva clase social que marcará un cambio cultural en la vida de todos los argentinos. La
inmigració n, junto con la urbanizació n, la movilidad social, y la modernizació n fueron
fenó menos que contribuyeron a la formació n de la clase media. Esto se evidenció durante la
presidencia de Yrigoyen, donde fueron justamente la reforma universitaria y la intervenció n
del estado en la distribució n del empleo pú blico que cimentó una alianza duradera entre la
gestió n radical y los sectores medios asalariados.

                Como mencioné anteriormente la Primera Guerra Mundial causo una época de gran
apogeo para la sociedad argentina. Todas las naciones exportadoras vendían sus materias
primas a los países que se encontraban en guerra en Europa, y esto trajo muchas riquezas para
las naciones. Ademá s, trajo cambios econó micos, sociales políticos y culturales que luego
desarrollaré a lo largo de todo el informe.

                Cuando Yrigoyen asume la presidencia en 1916 como primer presidente elegido


mediante el voto secreto, obligatorio y universal. El mundo se encontraba en medio de uno de
los enfrentamientos má s caó ticos de todos. Frente a esta situació n el gobierno debió decidir si
decidía mantenerse benévolo hacia los aliados, en otras palabras, continuar con el
abastecimiento de los clientes tradicionales y ademá s concederles créditos para financiar sus
compras o participar en la guerra como lo hacia Estados Unidos. Luego del hundimiento de
tres buques comerciales neutrales en 1917 por parte de Alemania, Estados Unidos intenta
persuadir a los demá s países latinoamericanos para que formaran parte de este conflicto
bélico tal y como lo hacia ella.

                Las opiniones de los argentinos en cuanto al ingreso o no a la guerra fueron muy


variadas; por un lugar el ejército tenía simpatías por Alemania, a diferencia de la Marina quien
se aliaba con Gran Bretañ a; sin embargo, la decisió n final, tomada por Yrigoyen fue de optar
por una neutralidad bélica. Esta elecció n a pesar de alejar a Argentina de las enemistades con
respecto a los aliados europeos, lo distanciaba notablemente de Estados Unidos, futura
potencia que con el fin de la guerra incrementaría enormemente su economía. Este
sentimiento conocido como antiestadounidense ya venía desde hacía varios añ os alrededor de
toda Latinoamérica y durante estos añ os tuvo mayor fuerza.

                Mientras tanto, en Argentina, el fin de la guerra había perjudicado fuertemente el


á mbito econó mico del país que luego sobre cayó sobre el sector social.  El conflicto bélico
perjudico las exportaciones de cereales, y particularmente las de maíz, y en las zonas rurales
agravó la situació n ya deteriorada de los chacareros y también la de los jornaleros. Este
problema a pesar de ser complicado antes de la guerra comenzó a sentirse con mayor fuerza
luego del estallido de la misma. En las ciudades se sintió la inflació n, los empleados pú blicos
sufrieron rebajas y muchos padecieron una fuerte desocupació n.

                Desde 1917, las huelgas por los inconvenientes que estaban ocurriendo en el país
fueron muy comunes. Desde el norte hasta el sur todos los argentinos se rebelaban en contra
del gobierno. Durante esos añ os los gremios se encargaron de promover las protestas y
finalmente en algunos casos, las huelgas tenían éxito.

                La Semana Trá gica se la llamo, ocurrió en 1919, fueron siete días de gran ferocidad
donde una huelga en un establecimiento metalú rgico del barrio obrero de Nueva Pompeya
originó grandes muertes, tanto de los reprimidos como los represores. Este hecho marco un
nuevo cambio en cuanto a las actitudes que el gobierno tenía frente a las huelgas. A partir de
1919, la política gubernamental algo benévola y tolerante por parte del estado hacia los
protestantes tomo un giro inesperado. Se empezaron a enviar tropas, los despidos fueron
comunes y la contratació n de rompehuelgas fue algo que favoreció a retomar los mecanismos
clá sicos de la represió n. Sin embargo, las huelgas parecían no detenerse, y no solo se
realizaban en las zonas má s alejadas y menos visibles del país sino que parecían haberse
atenuado en las grandes ciudades. Toda la Argentina se manifestaba.

                Durante 1919 y 1921 los fuertes movimientos huelguísticos provocaron que el


gobierno autorice que fueran sometidos mediante sangrientos ejercicios de represió n militar,
el hecho, alcanzo justa celebridad como lo hizo el caso de la Patagonia.

                El añ o 1922 comienza con la llegada de Alvear a la presidencia, esto tranquilizo en


parte a las clases propietarias quienes volvieron a confiar en las bondades de la democracia
liberal y patricia. Mientras tanto, otras instituciones como La Liga Patriótica fueron las
encargadas de dar fuerza al nuevo movimiento, al unificar sus acciones y dotarlas de
legitimidad. Esta se dedicó al humanitarismo prá ctico, organizando escuelas para obreras y
movilizando a las señ oritas de la alta sociedad. Esta apuesta a la ilustració n de la clase obrera,
promovió la intensa acció n educadora, a través de centros, bibliotecas, conferencias, grupos
teatrales y corales y la Sociedad Luz. Esta difusió n de ciertas prá cticas en los grandes centros
urbanos atestigua adecuadamente los cambios que estaban experimentando los trabajadores y
la sociedad en general.

                La sociedad argentina venia experimentando cambios profundos, que maduraron


luego de la guerra y que explican este apaciguamiento dice Romero. Ademá s, el agrega que
luego del conflicto se reanudó la inmigració n, la població n ya se había nacionalizado
sustancialmente. Por lo que los hijos argentinos ocuparon el lugar de los padres extranjeros.
Así, la escuela pú blica había logrado generar una sociedad fuertemente alfabetizada, y con ella
un pú blico lector nuevo, quizá no demasiado entrenado pero á vido de materiales. En una
sociedad á vida de leer, estas publicaciones eran vehículo eficaz de diversos mensajes
culturales y políticos, que circulaban también por las bibliotecas populares o las conferencias.
Muchos leían para entretenerse. Otros buscaban capacitarse para aprovechar las mú ltiples
oportunidades laborales nuevas, pero otros muchos lo hacían para apropiarse de un caudal
cultural que hasta entonces había sido patrimonio de la elite y de las clases má s establecidas.

                Esta expansió n de la cultura letrada formo parte del proceso de movilizació n social
propia de una sociedad que era esencialmente expansiva y de oportunidades. Fruto de ella
eran esos vastos sectores medios, en cuyos miembros podían advertirse los resultados de una
exitosa aventura del ascenso.

                Segú n Romero la universidad y la Reforma Universitaria fue una clara expresió n de


esta transformació n. Las universidades, cuyo propó sito dominante se basaba en formar
profesionales, eran por entonces socialmente elitistas y académicamente escolá sticas. Pero
durante este periodo, muchos estudiantes quisieron abrir sus puertas e instaurar criterios de
excelencia académica y de actualizació n científica. Es por eso que la agitació n estudiantil fue
muy intensa y coincidió con lo má s duro de la crisis social, entre 1918 y 1922. El reformismo
universitario fue, má s que una teoría, un sentimiento, expresió n de un movimiento de apertura
social e intelectual que servía de aglutinante a las ideologías má s diversas.

                Este hecho genero una actitud que se fue plasmando en una cierta idea de justicia
social, se trataba de una idea aun imprecisa, que no alcanzo a concretarse en una
representació n política eficaz, pero que circulaba también en el mundo de los trabajadores. La
aspiració n al ascenso individual y a la reforma social fue solo un aspecto de esa nueva cultura
que caracterizaba a estos sectores populares, entre trabajadores y medios. Los cambios en las
formas de vida estaban modelando nuevas ideas y actitudes, que resultaron perdurables. El
acceso a la vivienda propia cambio la idea del hogar y ubico a la mujer en el centro de la
familia, que pronto se reuniría en torno del aparato de radio.

                 Por un movimiento complementario, las hijas aspiraron a trabajar, en una tienda o en


una oficina, a estudiar, y también a una creciente libertad sexual. Este conjunto de hechos de
cambio que ocurrían fueron fruto del éxito de bibliotecas, conferencias y lecturas, pero
también el desarrollo de  una gama muy variada de ofertas para llenarlo, como el teatro, el
tango, el cine, y demá s elementos culturales que de a poco fueron acuñ á ndose en las
sociedades.

                Pero, volviendo al tema econó mico de Argentina, podemos destacar un hecho singular.
Debido a la Primera Guerra Mundial, terminó una etapa en la argentina: la del crecimiento
relativamente fá cil, sobre rumbos claros. Segú n Romero, desde 1914 se ingresa en un mundo
má s complejo, de manejo má s delicado y en el que el futuro era relativamente incierto, al punto
de predominar las dudas y el pesimismo, que solo en algunos círculos se transformaba en
desafío para la bú squeda de nuevas soluciones.

                Esta guerra puso en manifiesto la vulnerabilidad de la economía argentina, cuyos


nervios motores eran las exportaciones, el ingreso de capitales, de mano de obra, y la
expansió n de la frontera agraria. La guerra afecto tanto las cantidades de los productos como
los precios de las exportaciones. En sus comienzos, las exportaciones sufrían la falta de
transportes, pero acabada la misma, enfrentaron otro má s grave: el exceso de oferta en todo el
mundo y la existencia de excedentes agrícolas permanentes, que impulsó a cada gobierno a
proteger sus agricultores.

                Gran Bretañ a y los demá s países europeos que habían sido siempre grandes
inversionistas en nuestro país ya no estaban en condiciones de repartir capitales, de modo que
Argentina estuvo condicionado a la situació n econó mica general. Sin embargo, había un país
que no se encontraba en la situació n de Europa y que todavía estaba en condiciones de hacer
inversiones, se trataba de Estados Unidos, quien durante esta época aprovechó todos los
espacios vacios que habían dejado los europeos. Su fuerte presencia le permitió una gran
expansió n econó mica que en la década de 1920 se manifestó en primer lugar en un fuerte
impulso exportador de automó viles, camiones y neumá ticos, fonó grafos y radios, maquinaria
agrícola y maquinaria industrial, todos productos que le servirían mucho a la Argentina para
su sociedad en cambio.

                Pero había todavía un gran problema con este país, las posibilidades de colocar
productos tradicionales argentinos en Estados Unidos eran remotas, se creaba un fuerte
desequilibrio en la balanza de pagos, que se convirtió en un problema insoluble.

                Por otro lado, la vieja relació n con Gran Bretañ a que se sostenía sobre bases mínimas
comenzaba a decaer, las compras britá nicas de cereales y carne, que pagaban con los
beneficios obtenidos por la venta de material ferroviario, carbó n y textiles dejaron de ser tan
abundantes como en épocas anteriores. Gran Bretañ a no podía satisfacer las nuevas demandas
del consumo y el capital britá nico era incapaz de promover las transformaciones que
impulsaba el estadounidense. Pero, a la vez, la Argentina carecía de compradores alternativos,
particularmente para la carne. En conclusió n, como lo dice Arturo O´Connell, la Argentina era
parte de un triangulo econó mico mundial, sin haber podido equilibrar las diferentes
relaciones. Manejarse entre las dos potencias requería de una arte del que el gobierno de
Yrigoyen pareció escaso, mientras que el de Alvear fue, al respecto, má s imaginativo y sutil,
aunque tampoco encontró la solució n a los problemas de fondo, que probablemente no la
tenían.

                Ademá s, las ventas de carne enlatada fueron excelentes en los ú ltimos añ os finales de
la guerra y beneficiaron no solo a los ganaderos de la zona central, sino a los de las zonas
marginales, y hasta a quienes criaban ganado criollo. Pero esta situació n cambio bruscamente
en 1920 cuando los europeos que había estado conservando los alimentos dejaron de comprar
a nuestro país provocando que los precios y volú menes se derrumbaran. Así, se genero una
crisis que desato conflictos que en épocas de prosperidad se disimulaban, pero frente al cual el
gobierno de Yrigoyen no logro obtener buenos resultados, aunque sí lo hizo el de Alvear quien
en 1923 presionado por los criadores sanciona un conjunto de leyes que protegían a los
ganaderos.

                Este hecho marcó la importancia que tenían los grandes ganaderos quienes seguían
con la esperanza de poder colocar sus productos en Estados Unidos, a pesar de que esta haya
sido desmoronada cuando se decidió “comprar a quien nos compra”.

                Como podemos notar, la guerra había tenido efectos fuertemente negativos sobre la
industria que se había constituido en la época de la gran expansió n agropecuaria, ya que era
dependiente en buena medida de materias primas o combustibles importados. Por añ adidura,
había puesto en evidencia la precariedad del financiamiento del Estado, apoyado bá sicamente
en los ingresos de Aduana y en los impuestos indirectos, y respaldado por los sucesivos
préstamos externos. Todo esto llevó a dos fuertes periodos de crisis donde Yrigoyen necesitó
emplear recursos para su política social y luego para la amplia distribució n de empleos
pú blicos, que constituyo su principal arma política en los ú ltimos añ os. 

                En conclusió n, y como lo he desarrollado a lo largo de todo este informe, los cambios
que le ocurrieron a la Argentina durante este período tanto la reforma universitaria, como el
ascenso de la clase media, las leyes que protegían a los ganaderos y las crisis desatadas
durante 1917 y 1923 fueron fruto de la situació n mundial en general. Principalmente de los
problemas europeos, la Primera Guerra Mundial.

                Esto nos demuestra claramente que la Argentina estaba englobada en un mundo


comercial al cual ella no pertenecía, y que sin las inversiones o exportaciones extranjeras no
lograría sobrevivir mucho tiempo. Y claro está que esto es exactamente lo que sucedió . Al
perder sus inversionistas la argentina sufrió un período de crisis del cual a duras penas logro
salir. 

                Sin embargo, las crisis y huelgas trajeron cambios positivos para nuestro país ya que
gracias a ellas se logro la aspiració n del ascenso individual de las personas lo que permitió la
aparició n de una nueva clase social que traería cambios a esta nueva sociedad.

Bibliografía

Romero, L. A. (1994). Breve Historia Contemporánea de la Argentina. Buenos Aires. Tezonte.

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