En el contexto coyuntural social actual, es ostensible visualizar y verificar un
notable crecimiento y desarrollo en función del género, indistintamente hombres y mujeres se hallan inmersos en dichos cambios, pero el cuestionamiento surge y se autoexpresa en forma inminente e inmediata, porque el mencionado y paulatino progreso integral no se ha traducido en un proporcional equiparamiento e igualdad de condiciones entre ambos sexos, más por el contrario la mujer continúa provista de muchas desventajas para ejercer sus capacidades básicas y plasmar sus objetivos en forma concreta en comparación con el sexo masculino que si posee en nuestra población peruana beneficios y consideraciones por la marcada desigualdad imperante. Es así al abordar el enfoque preciso del desarrollo humano actual es importante e imprescindible considerar los índices que nos entregan un panorama realista para evaluar estas diferencias de condiciones que desfavorecen en gran parte al sexo femenino, entre dichos índices y parámetros encontramos al (IDG) ó Indice de Desarrollo Relativo al Género, que muestra un interesante avance y crecimiento para la equidad de género, es así en el sector salud y educación se han estrechado las diferencias entre hombres y mujeres mostrando así un índice positivo y una satisfactoria mejoría para permitir a la mujer acceder a la igualdad de condiciones, pero aún existe un camino muy esforzado por delante, ya que dicha mejoría no se ha expresado en todos los ámbitos de nuestra población, y por ende en la zona rural la mujer no dispone aún de las mismas oportunidades que el hombre, entre dichas zonas cabe mencionar a : Apurímac, Ayacucho, Puno, Cajamarca y Huancavelica que son las más afectadas por esta desigualdad de género. Pero a su vez la mujer también es víctima de segregación en el ámbito político y económico y ello es constatado y verificado al observar el Indice de Potenciación de Género ( IPG) de los últimos años, en los cuales se aprecia valores numéricos exiguos (IPG = 0,466 cuando el valor de 1 sindica y señala que el IPG es aceptable) y con ello se comprende en forma nítida que existe una escasa participación activa de la mujer en el área política y económica. El Sector de la Salud no se encuentra ajeno a esta notable desigualdad de género entre hombres y mujeres, si bien es cierto que en la última década la ONU ( 2006 ) consignó datos fehacientes que confirmaban una ostensible sostenida disminución de la mortalidad materna e infantil, y una tenue mejora en la esperanza de vida de las mujeres en el mundo, más aún en los países en vías de desarrollo como el Perú, dichos avances no han repercutido en forma incidente y real en la mejora de la calidad de vida de la mujer peruana que si bien es cierto la mujer en nuestro país posee tasas de mortalidad más baja en comparación con los hombres, la mujer peruana vive más años pero no posee una adecuada calidad de atención en su salud, a pesar de los esfuerzos de las políticas de Estado que destinan mayor presupuesto y avances en priorizar el acceso de la mujer a servicios básicos como agua potable y alcantarillado, dichas estrategias no han sido suficientes para abastecer la magna e ingente demanda de la población femenina de nuestro país, que urge en soluciones y alternativas para ser consideradas en los lineamientos políticos inmediatos y en las reformas de distribución de servicios en todas sus formas. La mayor longevidad femenina no implica una mejor calidad de vida, porque ello conlleva a desplegar un mayor control, más aún por ser la mujer más propensa y vulnerable al contagio de Infecciones de transmisión sexual (ITS) y VIH SIDA ( todo un contraste porque el contagio es más frecuente en hombres pero se ha verificado un incremento y una acelerada incidencia de transmisión en mujeres en los últimos diez años) no solo durante su periodo reproductivo y biológicamente fértil, por eso es necesario implementar la cobertura de atención y acceso de servicios de salud en las mujeres con mayor dificultad de adquirirlos por diversos factores y me refiero a las mujeres de la zona rural, que se encuentran en una inferior condición de oportunidades y una abismal desigualdad con respecto a los hombres, y que dichas mujeres en su mayoría están sumidas en la pobreza extrema situación que coloca en potencial riesgo su salud en forma permanente. Otra situación que me apresuro en precisar, señalar y analizar es el grado de conciencia de la mujer entorno a su salud reproductiva, muchas desconocen dicho concepto fundamental e intrínseco, la mujer no asume un rol determinante en el ejercicio de su salud sexual y reproductiva , eso evidencia porque en nuestra sociedad tan solo ellas se asocian al conocimiento estricto de anticonceptivos que solo son administrados en su organismo como son las píldoras y el DIU, mientras que una situación parecida surge en el ámbito masculino que solo se familiarizan en la utilidad y el conocimiento del preservativo y condón, más no de la anticoncepción femenina, esta situación no contribuye a desarrollar en forma íntegra la salud reproductiva y sexual en la pareja, no hace posible tanto en la mujer como el hombre cristalizar el crecimiento de su identidad sexual en forma compartida y solidaria con su pareja, ya que la salud reproductiva y sexual es el grado de bienestar físico, fisiológico, emocional y psicológico que ambos deben porfiar en alcanzar . La mujer en la actualidad también demanda el acceso al sector educativo, el escenario en el ámbito de educación se muestra más condescendiente y a la vez promisorio , al contemplar que mujeres y hombres en los niveles básicos de instrucción, como primaria y secundaria se han equiparado en forma acertada con el tiempo, y el mencionado avance y desarrollo se acompaña también con una notable inserción de la mujer en el nivel de instrucción superior ( universitario), que nos ha permitido observar finalmente en la actualidad el desempeño de la mujer en forma eficaz y eficiente en áreas profesionales que en antaño eran solo abarcadas en su mayoría por los hombres ( como sucede en el caso del área de ingeniería, administración y contabilidad ), la mujer continúa mostrando un sostenido avance profesional que permite al crecimiento integral de nuestra sociedad. Pero como una antípoda verídica existe tasas de analfabetismo por superar en las zonas rurales en comparación de la zona urbana que se ha vislumbrado una notoria disminución. Valorando hasta el momento es posible deducir y afirmar con seguridad que en los últimos años la participación de la mujer en el sector educativo a incrementado, pero no así el desarrollo pedagógico en todos los sectores de nuestra sociedad, la familia cobra de esta forma un protagonismo crucial, el Clima Educativo en el Hogar ha disminuido mucho en la última década, y haciendo infructuoso y difícil el desarrollo consistente personal de las mujeres, niños y niñas, restringiendo así el ejercicio de sus destrezas y habilidades y una vez más se aprecia con mayor claridad esta coyuntura en las zonas rurales de la población ( donde se aprecia familiares >15 años con menos de 6 años de estudios) las cuales carecen de acceso a un nivel pedagógico superior. Resulta interesante observar el incremento de la participación femenina formando parte de la fuerza laboral (PEA) actual mayormente en trabajos de baja productividad, justificando así la escasa preparación e instrucción de la mujer y su bajo nivel de calificación intelectual en la mayoría lo que nos confirma esa desigualdad que posee la mujer de acceder a una educación consistente en comparación con los hombres, y por ello las mujeres padecen una injusta discriminación en sus salarios y remuneraciones, que son inferiores a los de los hombres, dicho escenario también las margina de ocupar cargos importantes en sus centros laborales (empresas, fábricas, ONGs, etc ) destinándolas a trabajos menores como amas de casa, asistentes, empleadas del hogar etc, privilegiando a los hombres en las jefaturas y liderazgo de esas entidades y organizaciones mayormente, pese a ello la mujer ha logrado salvaguardar sus objetivos y a demostrado en nuestra sociedad vigente que es capaz de liderar en el hogar , en el Perú el porcentaje de mujeres madres solteras con hijos se ha incrementado en forma exorbitante ( en la zona urbana 4 de cada 10 es madre soltera, en la zona rural 8 de cada 10 es madre soltera y mantiene a sus hijos . Fuente Diario El Comercio 10/05/07) existen muchas familias que poseen como jefe de familia a una mujer, pero como se aprecia las mujeres de zonas rurales se encuentran en condición de pobreza y pobreza extrema por eso que en esas familias poseen efectos negativos porque las mujeres no logran sostener al hogar y a sus hijos con sus escasos y paupérrimos recursos, la mujer que es madre soltera en la zona urbana también atraviesa por estos problemas al dirigir su familia sola, ya que su hogar no logra consolidarse ni mantenerse si el número de hijos que la madre sostiene es mucho mayor ( >3) , ello se suma a la desigualdad de condiciones que padece en sector laboral, con bajos salarios y discriminación por su condición de mujer en comparación del hombre, estos factores precipitan que la mujer soltera jefe de hogar se suma gradualmente en la pobreza. Situación opuesta sucede con los hombres que son jefes de familia solos con sus respectivos hijos si logran estabilizar y armonizar el sustento económico y material a su familia por los privilegios que implica en su condición de hombre en el campo laboral. La perspectiva del rol de la mujer en la sociedad pese a todo se muestra en ascenso, la desigualdad y desventajas que tratan de limitar su radio de acción a diferencia de los hombres, no ha constituido impedimento colosal e inexpugnable, porque el tiempo avaló sus derechos y deberes, la mujer ya participa en la esfera política mediante La Ley de Cuotas ( le consagra el derecho del 25 % de participación en una lista electoral) y por ende demuestra el carácter incansable y denodado de un grupo humano de conquistar en forma paulatina y relativa con sacrificio el protagonismo de sus ideales y del desarrollo integral de nuestra innovada y globalizada sociedad.