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El sueño que siempre permaneció presente

Toda su vida, Juan, quiso convertirse en un gran músico. Desde


pequeño, iba a clases de guitarra, piano y trompeta sin obtener
frutos.
Él, no se rindió, decidió probar nuevos instrumentos, como la
batería, el violonchelo y la caja, pero solo terminó, con dolores de
cabeza, seguía sin obtener resultados.
Se hizo anciano, y su sueño, todavía seguía ahí. Siguió probando
instrumentos, hasta que llegó la hora de su muerte.
Sin embargo, incluso después de muerto, era tan grande su sueño,
y sus ganas de ser un gran músico, que siguió sin rendirse.
Mientras su cuerpo se descomponía, empezó a usar su esqueleto
como si fuera un arpa, y se quedó asombrado, porque descubrió
que cada uno de sus huesos, creaba hermosas y peculiares notas
de música.
Desde entonces, pasó a ser el esqueleto más feliz del cielo,
componiendo y propagando su música, por el más allá. Vivió el
sueño, que no vivió en vida.

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