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INVESTIGACION SOBRE LA BIOETICA Y ETICA PROFESIONAL

Luz Omaira Barrera Angarita

Daniel Camilo Peinado Barbosa

UNIVERSIDAD DE PAMPLONA

FACULTAD DE INGENIERIAS Y ARQUITECTURA

INGENIERIA MECATRONICA

CUCUTA, NORTE DE SANTANDER

2018
INVESTIGACION SOBRE LA BIOETICA Y ETICA PROFESIONAL

Luz Omaira Barrera Angarita

Daniel Camilo Peinado Barbosa

Guadalupe Omaira Gallardo

UNIVERSIDAD DE PAMPLONA

FACULTAD DE INGENIERIAS Y ARQUITECTURA

INGENIERIA MECATRONICA

CUCUTA, NORTE DE SANTANDER

2018
CONTENIDO
INTRODUCCION

En el presente trabajo se abarcara dos temas esenciales para nuestras vidas la


Bioética y La ética profesional
1. LA BIOETICA

La bioética es la rama de la ética dedicada a proveer los principios para la


conducta más apropiada del ser humano  con respecto a la vida, tanto de la vida
humana como del resto de seres vivos, así como al ambiente en el que pueden
darse condiciones aceptables para la misma.

En su sentido más amplio, la bioética, a diferencia de la ética médica, no se limita


al ámbito médico, sino que incluye todos los problemas éticos que tienen que ver
con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a cuestiones
relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los animales. Se han
formulado una serie de definiciones respecto a la disciplina de la Bioética, siendo
una de ellas la adoptada por la Unidad Regional de Bioética de la OPS, con sede
en Santiago de Chile y que, modificada por el S. J. Alfonso Llano Escobar en una
revista de la especialidad, define a la Bioética como “el uso creativo del diálogo
inter y transdisciplinar entre ciencias de la vida y valores humanos para formular,
articular y, en la medida de lo posible, resolver algunos de los problemas
planteados por la investigación y la intervención sobre la vida, el medio ambiente y
el planeta Tierra”.
1.2. PROCESO HISTORICO

La Bioética puede ser estudiada como ciencia en sí, pero también analizando el


planteamiento que a lo largo de los tiempos se ha tenido sobre los temas que
estudia. En el primer caso tiene un inicio en la segunda mitad del siglo XX. En el
segundo caso se remonta en los tiempos.

1.3. PREHISTORIA DE LA BIOETICA

La Historia de la Bioética tiene una prehistoria constituida por la ética médica. Los


más antiguos testimonios los tenemos en Mesopotamia y en Egipto donde se
regula el desarrollo de la primitiva práctica médica la contribución esencial es la
del griego Hipócrates(460-370 a.c.) al que se atribuye el Juramento hipocrático.

La escolástica desarrolla la teología moral tratando los temas sobre la ley natural


la conservación de la vida las acciones de doble efecto el voluntario indirecto, y los
aspectos del quinto mandamiento. Y a partir del siglo XVII cuando aparecen
algunos libros que relacionan la medicina y la moral: las Cuestiones médico
legales, del romano Zacchia (1584-1659). Desde finales del siglo XVIII se afianza
el pensamiento cristiano una elaboración laica de los deberes del médico se recibe
más tarde la denominación de inicio Deontología médica.

La Historia de la Bioética puede percibirse en dos grandes etapas: antes


de Potter y después de Potter.

La primera etapa abarcará el Juramento Hipocrático y los Códigos Deontológico


españoles; mientras que la segunda, desde el año 1970 abarca desde el Código
de Nüremberg hasta el primer trasplante de corazón realizado por Christian
Barnard.

El siglo XIX se sistematiza la reflexión teológica moral con los manuales de


teología moral y el desarrollo de los libros de medicina pastoral y de ética médica.

1.4. NACIMIENTO DE LA BIOETICA

El nacimiento de la bioética como disciplina coincide, no casualmente, con un


retorno del interés hacia la ética filosófica mediante la ética práctica, interés
estimulado por la urgencia entre encontrar un adecuado fundamento al debate
público sobre legislación y de intenso diálogo en una sociedad pluralista y
democrática. Toulmin piensa que la bioética ha concluido a salvar la vida de la
filosofía moral que había quedado estéril en discusiones y la ha puesto en el
centro del candelero de la vida y del interés general.
El nacimiento de la bioética hay que reconocérselo a dos científicos clínicos, de
origen holandés: el oncólogo Van Renselaer Potter y el fisiólogo de la embriología
André Hellegers (1925 -1979). Potter posee el mérito de haber forjado el término
“Bioética” y haber elaborado rasgos esenciales de la fisonomía de esta nueva
rama del saber; mientras que a Hellegers “Fue quien introdujo el termino bioética y
con él un campo de investigación de interés común, en el mundo académico, en el
de las ciencias biomédicas, en el gobierno y en los medios de comunicación”.

Potter compartía con otros estudiosos y pensadores la convicción de que la


existencia de la especia humana no solo no está garantizada, sino que se
encuentra seriamente amenazada. Esta amenaza se ha hecho particularmente
grave en nuestro tiempo debido a las graves alteraciones de los equilibrios
biológicos y a la creciente contaminación de os ecosistemas, fruto de un saqueo
insensato de la naturaleza por parte del hombre, que actualmente se encuentra en
posesión de formidables poderes manipuladores, que le han conferido los
vertiginosos procesos tecnológicos, especialmente las biotecnologías, producidos
en un contexto de separación neta entre ciencias experimentales y ciencias
humanas, especialmente de la ética. Por esto se produce la propuesta de una
nueva materia de estudio con la tarea específica “de la investigación de una
sabiduría, es decir, de un conocimiento que nos haga capaces de realizar juicios
adecuados en relación con lo que podría constituir un progreso físico, cultural o
filosófico para una supervivencia humana valiosa.
1.5. RAZONES HISTÓRICAS DEL NACIMIENTO DE LA BIOETICA

Hay dos tipos de razones: uno lo constituyen los avances en el campo de la


biología molecular y de la ecología humana y la creciente preocupación por el
futuro de la vida sobre nuestro planeta. La otra razón es la operación transformada
en la medicina.

 Las revoluciones biológicas y ecológicas: Estas dos están muy ligadas,


en los años 60 el descubrimiento del código genético ha permitido explicar
el nacimiento de lo infinitamente pequeño en el orden de la vida, del mismo
modo que  las formulas de la mecánica cuántica que los físicos pusieron a
punto en los años 20 hicieron posible la comprensión de lo infinitamente
pequeño en el orden de la materia inerte.
Pero estos dos descubrimientos han ido acompañando peligros, en cuanto
a que son capaces de acabar con la vida sobre el planeta. Uno el peligro
nuclear y otro el peligro ecológico.
Todo crecimiento tiene límites, en donde traspasados ponen en grave
peligro el futuro de la vida sobre el plantea. Y que al contrario el desarrollo
económico, no va acompañado de una mejor calidad de vida, sino de un
agotamiento de las materias primas, la contaminación de mares, la
destrucción de bosques, la alteración de la atmosfera, etc. Por tanto, esto
puede disminuir drásticamente la calidad de vida de los hombres en las
próximas generaciones y comprometen la existencia humana.
En los últimos años, el hombre ha pasado de ser un solo espectador a
verse dueño y señor de la evolución biológica. Las técnicas de reproducción
asistidas y sobre todo la posibilidad de manipulación del genoma humano.
 La revolución médico-sanitaria: El ejercicio de la medicina siempre ha
planteado problemas éticos y exigido del médico una elevada calidad moral.
En nuestro tiempo, se han planeado tantos y tan complejos problemas
morales a los médicos, y ahora más que nunca se requiere una adecuada
formación ética de los profesionales sanitarios. Por tanto, ha habido
muchas elaboraciones en la literatura ética médica y clínica, sobre la
indispensable formación de un buen profesional sanitario.
Hay tres razones que ayudan a entender hoy en día el desenvolvimiento del
hombre en el campo de la medicina: en primer lugar, la mayor autonomía y
capacidad de decisión del enfermo; en segundo, las profundas
transformaciones tecnológicas de las prácticas médicas; y en tercero el
modo como los poderes públicos, en particular el estado, han gestionado la
política sanitaria.
1.6. CARACTERISTICAS BASICAS DE LA BIOETICA

El autor Diego Gracia en su libro Fundamentación y Enseñanza de la Bioética 1 -


cuando se refiere a las características de la bioética- plantea que en la actualidad,
los códigos deontológicos o principios que los profesionales de la medicina o de
cualquiera otra actividad se comprometen a respetar, son insuficientes debido al
volumen y a la gravedad de los problemas éticos.

La bioética pretende atender tales necesidades, a través de métodos de


resolución de problemas éticos con los siguientes requisitos básicos: ética civil,
ética pluralista, ética autónoma, ética racional y más allá del convencionalismo.

 Ética civil: las personas tienen derecho a que su libertad de conciencia sea
respetada, las instituciones sociales están obligadas a establecer los
mínimos morales exigibles a todos pero no podrán fijarse de acuerdo con
mandatos de las morales religiosas, sino desde criterios seculares, civiles o
racionales.
 Ética pluralista: es pertinente la aceptación de la diversidad de enfoques y
posturas, una acción es inmoral cuando el beneficio de alguno se consigue
mediante el perjuicio de otros. El pluralismo es la condición de posibilidad
de la ética.
 Ética autónoma: el criterio de moralidad no puede ser otro que el propio
hombre, la razón humana se constituye en norma de moralidad inapelable.
 Ética racional: la racionalidad humana tiene siempre un carácter abierto,
con un momento a priori o principalista y otro posteriori o consecuencialista.
La razón ética se desarrolla a ese doble nivel.
 Más allá del convencionalismo: la bioética moderna aspira a ir más allá
de los convencionalismos morales y tener carácter universal. La razón ética
aspira al establecimiento de leyes universales, abiertas a un proceso de
continua revisión.
1.7. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA BIOETICA

En 1979, los bioeticistas Tom L. Beauchamp y James F. Childress, definieron los


cuatro principios de la bioética: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia.
En un primer momento definieron que estos principios son prima facie, esto es,
que vinculan (son obligatorios) siempre y cuando no colisionen entre ellos, en cuyo
caso habrá que dar prioridad a uno u otro, dependiendo del caso. Sin embargo, en
2003 Beauchamp considera que los principios deben ser especificados para
aplicarlos a los análisis de los casos concretos, o sea, deben ser discutidos y
determinados por el caso concreto a nivel casuístico.

Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress son:

1.7.1. PRINCIPIO DE AUTONOMÍA

La autonomía expresa la capacidad para darse normas o reglas a uno


mismo sin influencia de presiones. El principio de autonomía tiene un
carácter imperativo y debe respetarse como norma, excepto cuando se dan
situaciones en que las personas puedan no ser autónomas o presenten una
autonomía disminuida (personas en estado vegetativo o con daño cerebral,
etc.), en cuyo caso será necesario justificar por qué no existe autonomía o
por qué esta se encuentra disminuida. En el ámbito médico,
el consentimiento informado es la máxima expresión de este principio de
autonomía, constituyendo un derecho del paciente y un deber del médico,
pues las preferencias y los valores del enfermo son primordiales desde el
punto de vista ético y suponen que el objetivo del médico es respetar esta
autonomía porque se trata de la salud del paciente.

1.7.2. PRINCIPIO DE BENEFICENCIA

Obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos


intereses y suprimiendo prejuicios. En medicina, promueve el mejor interés
del paciente pero sin tener en cuenta la opinión de éste. Supone que el
médico posee una formación y conocimientos de los que el paciente carece,
por lo que aquél sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente para éste. Es
decir "todo para el paciente pero sin contar con él".

Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión


del paciente, primer involucrado y afectado por la situación, prescindiendo
de su opinión debido a su falta de conocimientos médicos. Sin embargo, las
preferencias individuales de médicos y de pacientes pueden discrepar
respecto a qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es difícil defender la
primacía de este principio, pues si se toman decisiones médicas desde
éste, se dejan de lado otros principios válidos como la autonomía o la
justicia.

1.7.3. PRINCIPIO DE NO MALEFICENCIA

Abstenerse intencionadamente de realizar actos que puedan causar daño o


perjudicar a otros. Es un imperativo ético válido para todos, no sólo en el
ámbito biomédico sino en todos los sectores de la vida humana. En
medicina, sin embargo, este principio debe encontrar una interpretación
adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para obtener un
bien. Entonces, de lo que se trata es de no perjudicar innecesariamente a
otros. El análisis de este principio va de la mano con el de beneficencia,
para que prevalezca el beneficio sobre el perjuicio.

Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener


una formación teórica y práctica rigurosa y actualizada permanentemente
para dedicarse al ejercicio profesional, investigar sobre tratamientos,
procedimientos o terapias nuevas, para mejorar los ya existentes con objeto
de que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes; avanzar en el
tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y, con ello, la
multiplicación de procedimientos y/o tratamientos innecesarios.

Aparece por primera vez en el Informe Belmont (1978).

1.7.4. PRINCIPIO DE JUSTICIA

Tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las


situaciones de desigualdad (ideológica, social, cultural, económica, etc.). En
nuestra sociedad, aunque en el ámbito sanitario la igualdad entre todos los
hombres es sólo una aspiración, se pretende que todos sean menos
desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los iguales y
desigual a los desiguales para disminuir las situaciones de desigualdad.

El principio de justicia puede desdoblarse en dos: un principio formal (tratar


igual a los iguales y desigual a los desiguales) y un principio material
(determinar las características relevantes para la distribución de los
recursos sanitarios: necesidades personales, mérito, capacidad económica,
esfuerzo personal, etc.).

Las políticas públicas se diseñan de acuerdo con ciertos principios


materiales de justicia. En España, por ejemplo, la asistencia sanitaria es
teóricamente universal y gratuita y está, por tanto, basada en el principio de
la necesidad. En cambio, en Estados Unidos la mayor parte de la asistencia
sanitaria de la población está basada en los seguros individuales
contratados con compañías privadas de asistencia médica.

Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar qué


igualdades o desigualdades se van a tener en cuenta para determinar el
tratamiento que se va a dar a cada uno. El enfermo espera que el médico
haga todo lo posible en beneficio de su salud. Pero también debe saber que
las actuaciones médicas están limitadas por una situación impuesta al
médico, como intereses legítimos de terceros.

1.8. CASOS REALES


1) LA NECESIDAD DE VOLUNTADES ANTICIPADAS
Palabras clave: voluntad anticipada, calidad de vida, hogar de ancianos,
decisiones y cuidado familiar.

Narración: Me recordó a mi abuelo. Hace un par de años que este último


falleció, y hoy al conocer a Andrés Martínez no pude evitar pensar en el
pasado. No es que me lo recordara físicamente, mi abuelo era corpulento y
de espalda triangular, con ese dejo a ex jugador de rugby que los años no
pueden ocultar. Andrés en cambio es delgado, casi macilento. Comparten,
sin embargo, algo en la manera de mirar que descuadra un poco y que deja
la sensación de que la vejez no es más que deterioro físico, que en ambos
casos confabularon contra la mente. No es mucho lo que sé del Sr Martínez
salvo que es un ex economista de renombre que con 88 años tiene, como
casi todo el mundo a esa edad, diabetes e hipertensión, y que luego de
sufrir un Accidente Vascular Encefálico secuelado de la Cerebral Media
hace 3 años llegó a vivir a un hogar de Santiago. De mi visita pude intuir
que su familia se ha abandonado a la resignación que el deterioro trae
consigo. Y que lo que en un inicio fue interés activo, paulatinamente fue
reemplazado por uno más protocolar al hacerse patente que no volvería a
recuperar sus facultades. El cuidador me comentó que las visitas eran cada
vez más espaciadas y que el teléfono se había convertido en un elemento
crucial en la comunicación de las preocupaciones familiares: Si tenía
suficientes sábanas y si su apariencia se mantenía pulcra. Me quedé con la
penosa sensación de que enmascaraban una negligencia evidente con
pequeñas inquietudes domésticas que nada tienen que ver con las
verdaderas necesidades del señor Martínez y que solo sirven para mitigar
la culpa. Sin embargo debo explicitar que no está abandonado, no quiero
que me malinterpreten. El hogar donde vive le proporciona todo lo que
podría necesitar y querer: salas de recreación, un patio cercado de grandes
árboles, peluquería, gimnasio con kinesiólogo y cuidado personalizado las
24 horas del día. Cuando miré los ojos del Sr Martínez sentí como éstos se
pendían de los míos, y sostenidamente seguían mis movimientos. De su
accidente vascular quedaban aun secuelas. Tenía una disminución de la
movilidad del hemicuerpo izquierdo y un babeo constante que se resistía a
admitir: su mandíbula se contraía con verdadera tensión. El cuidador con
orgullo contó que “Don Andrés se conecta: uno le hace una pregunta y el
asiente o niega con la cabeza…a veces mientras vemos las noticias yo le
pregunto qué opina, y él me hace así”. Mientras decía esto, el cuidador
levantó los hombros y se dibujó en su rostro una expresión que completa la
clásica mímica que se interpreta como un “no sé”. Ya lleva 3 años
trabajando junto al Sr. Martínez, la misma cantidad que lleva este último de
residente en el hogar. Caminé por el edificio entre habitaciones abiertas a
pasillos que conectan vidas como celdas de un panal. Mujeres en uniforme
pasean de allá para acá, llevando fichas y contestando teléfonos. En una de
las terrazas que da al patio vi a un trío de señoras de edad conversando
animosamente. Una de ellas, con una visera blanca que le cubría los ojos,
movía las manos enérgicamente, mientras que la que se encontraba a su
derecha soltaba una carcajada rasposa. Disfrutaban juntas bajo el sol
apagado, pero aun cálido de la tarde…Llegué finalmente a una habituación
amplia, con espejos que cubrían la pared que da al poniente, una serie de
camillas/banquetas, unas pelotas gigantes que asemejan globos de chicle,
y un par de pesas de bajo calibre: era el gimnasio. Dentro se encontraba
una mujer de pelo cano sentada conversando con una mujer más joven en
uniforme deportivo, la que le intentaba poner un cabestrillo en el brazo
izquierdo. La cara de la mujer mayor se mantenía media inexpresiva, pero
al acercarme me sonrío plácidamente. Había llegado al hogar de manera
voluntaria: vivía sola, y se había prometido así misma que cuando las
facultades le flaquearan, ella no sería una “carga” para su familia. No quería
miradas compasivas, ni que le impusieran una forma de vida. Volví a la
pieza del Sr Martínez. Ahora el cuidador se encontraba sentado a su lado
mientras veían un partido de basquetbol. De vez en cuando este último le
preguntaba: “y ¿qué opina, están jugando bien?”, el Sr Martínez por su
parte miraba y asentía tranquilo… Me enteré que la situación del Sr
Martínez era bastante compleja: no dejó indicación escrita y tampoco
manifestó expresamente a su familia qué medidas tomar o más bien, de
qué medidas abstenerse llegada la hora. Lo más preocupante es que su
familia se encuentra imperturbable frente a la posibilidad de su muerte, y
para sus médicos tratantes las posibilidades de acción se ven limitadas. No
se ha definido durante este tiempo que sigue prolongando, a la crucial
respuesta a cuánto hacer en relación a tratamientos médicos. Me fui con
una sensación de desazón, sabiendo que aunque Andrés Martínez no está
estrictamente abandonado, de alguna manera se encuentra muy solo… …
y con la incertidumbre de qué sería lo mejor para él.

ANÁLISIS BIOÉTICO
Junto a la pregunta final de la narración, y para ser capaces de intentar una
respuesta, surgen diversos temas cuya comprensión exige una reflexión
personal, o mejor aún una deliberación grupal. Entre estos temas están el
concepto y rol de los hogares o residencias para adultos mayores, la
importancia de planificar el cuidado de acuerdo a los valores y preferencias
de cada persona, junto a la proporcionalidad de las medidas en relación a lo
factible y alcanzable, los procesos de decisión y el rol de la familia del
adulto mayor. Las personas de edad avanzada, con deterioro y
dependencia, requieren cuidados especiales que no siempre son posibles
en el medio familiar. De ahí la existencia de hogares o residencias que por
lo general evocan una imagen de casas viejas en condiciones mínimas o
aún bajo lo mínimo, tanto en lo material como en el tipo de cuidado de cada
adulto mayor. Sin embargo esto no siempre es así, y las condiciones de
estas instituciones han ido mejorando en las últimas décadas hasta tener
algunas en las cuales el ambiente llega incluso a ser de lujo. Era el caso del
hogar donde estaba Andrés Martínez. Estas instituciones,
independientemente de su nivel de equipamiento o de comodidades, no
pueden ser consideradas por familiares, ni menos aún por profesionales,
como antesalas de la muerte. Son lugares en los cuales se cuida y se
respeta la dignidad propia de personas en estado de dependencia. Sin
embargo, a pesar del alto nivel en lo material y de la dedicación del
cuidador institucional, en este caso faltaba algo esencial que no se puede
pedir a las instituciones. La preocupación familiar por lo material es
necesaria pero insuficiente para las necesidades de esta persona y su
calidad de vida en esta etapa y en estas condiciones. Para conocer lo que
sería el mejor cuidado y condiciones de vida de una persona con deterioro
psico-orgánico, quien ya no puede establecer sus preferencias, es
necesario conocer su biografía. De hecho, como personas tenemos una
dimensión biológica que incluye la racionalidad, y otra que es va más allá
de lo físico y que incluye el sentido de la vida, lo relacional con otros y lo
espiritual. Sólo podemos definir el mejor cuidado o “el mejor interés” de un
paciente si incluimos esta dimensión para determinar fines o metas
específicas de cuidado y tratamiento. Para ello es necesario tener
voluntades expresadas anticipadamente por la persona, y de no existir,
conocer su biografía y las expresiones de criterios o voluntades expresadas
en otras circunstancias. Y esa información no la tiene el médico sino la
familia, en este caso distante y centrado en asegurar lo material y
doméstico del cuidado. Se trata entonces de ofrecer y alcanzar la mejor
calidad de vida para la persona. Resulta evidente que en edad avanzada y
en condiciones físicas y/o mentales deterioradas, el fin de la medicina y de
los cuidados familiares no pueden ser prolongar la vida, sino hacer posible
que el tiempo restante sea vivido en condiciones de buena calidad. Por eso
autores como Callahan han planteado la necesidad de poner límites en la
definición de los objetivos de la medicina para el adulto mayor. Pero calidad
de vida es un concepto muy personal, subjetivo y además evolutivo, que se
va ajustando a las situaciones biológicas y sociales. Por lo tanto no podrá el
médico u otros profesionales de la salud determinar la calidad de vida de un
paciente o de una persona de quien sólo conocen su patología y algo de su
pronóstico. Se necesita conocer su historia no sólo clínica sino biográfica,
incluyendo su historia de valores y preferencias. Analizaremos algo más
sobre esto. Sin embargo también es necesario reconocer que existen
condiciones mínimas de calidad, estados en los cuales ninguna persona
razonable quisiera estar, como ocurre en estados vegetativos y enfermedad
de Alzheimer avanzado con pérdida total o casi total de la capacidad de
comunicación con otros. Pero los casos no tan extremos son los más
frecuentes, personas con calidad de vida definitivamente comprometida
aunque se conserven funciones y alguna relación con el medio, y que
además viven con gran sufrimiento personal y familiar. Reconocer y evaluar
prudentemente estas condiciones, sin extrapolar criterios personales es
tarea difícil pero necesaria para los profesionales a cargo del cuidado de
estas personas. Si no se consideran estos factores, como tan
frecuentemente ocurre, se dilatan las decisiones, se tratan todas las
condiciones intercurrentes y se termina priorizando cantidad por sobre
calidad de vida. Lo que no es aceptable es desconocer que aun en
condiciones de limitaciones y grados variables de deterioro hay personas
que, como en este caso, pueden tener una calidad de vida aceptada por
ellos como buena, tranquila y sin sufrimiento lo que se reconoce por su
tranquilidad y aceptación del cuidado. Definir o precisar lo mejor para cada
paciente se inicia con su propia opinión. Es el ejercicio de su autonomía,
como derecho a controlar su propia vida y también a gestionar de alguna
manera su propia muerte o la forma y lugar en que ella ocurra. Lo anterior
exige capacidad para hacer este juicio y establecer sus preferencias. Como
frecuentemente hacia el final de la vida las personas no están en
condiciones de manifestar su voluntad, se ha promovido la expresión de
voluntades anticipadas. Se trata de documentos formales en los cuales se
explicitan condiciones y límites de tratamientos, tales como ser o no
reanimado, recibir o no tratamientos máximos de soporte vital, ser o no
hospitalizado o ingresado a unidades de pacientes críticos, etc. Estos
documentos, sean como redacción personal o a través de diversos
formularios, muchos de ellos disponibles en internet, sirven como guía a
profesionales y familiares para tomar decisiones en situaciones en las
cuales las personas no pueden expresar su opinión. Sin embargo los
documentos de voluntades anticipadas, que son sólo un referente que no
reemplaza el conocimiento de los más cercanos y de os cuidadores, son en
nuestro medio una excepción. Entonces, si la persona no lo puede hacer,
corresponde a sus familiares tomar decisiones en su nombre, son las
decisiones subrogadas. Los subrogantes tienen así el deber moral de
respetar los valores del paciente o de sus familiares mayores,
convirtiéndose en su voz y respetar así su vida, su biografía e
indirectamente su autonomía. Para evitar decisiones en situaciones críticas
o urgentes, la recomendación es la anticipación de conductas,
estableciendo de manera compartida entre familiares, médico tratante y
cuidadores, los criterios a seguir ante complicaciones o enfermedades
intercurrentes. Esa sería la respuesta a la pregunta final de la narración: lo
mejor para Andrés no sería mantener su cuidado sin definiciones o metas,
prolongar su vida de manera indefinida tratando todas las complicaciones
posibles, sino establecer criterios de cuidado y acompañamiento acordes
con su vida anterior, sus valores, creencias y preferencias. Finalmente, el
caso en análisis invita a pensar en las responsabilidades sociales y
familiares con los adultos mayores en condiciones de deterioro. Se trata de
la obligación moral de hacernos cargo de estas personas que ya han vivido
su vida, que están en situación de gran vulnerabilidad y que como tal
merecen en justicia protección, cuidado, respeto y amor.
LA ETICA PROFESIONAL

Principios

En el campo de la ética profesional prácticamente existe consenso acerca de los


principios que deben fundamentar las acciones de todo profesionista que se precie
de estar actuando moralmente. Más allá de la existencia y apego a ciertos códigos
deontológicos que plantean muchos gremios profesionales, en un nivel de mayor
generalidad y profundidad teórica se encuentran estos tres principios de acción
ética (o cuatro, dependiendo del desdoblamiento o no del primer principio) que
deben normar el comportamiento en el campo de la acción socio-profesional.

Desde los planteamientos de autores como Hortal (1996; 2002), Martínez (2006),
Hirsch (2004) y otros, estos principios fundamentales son: el principio de
beneficencia (al que en ocasiones se añade su contraparte, como principio de no
maleficencia), el principio de justicia y el principio de autonomía.

El principio de beneficencia

"Un profesional ético es aquel que hace el bien en su profesión haciendo bien su
profesión", afirma Hortal (s/f: 3). Esta es una excelente definición del principio de
beneficencia que implica dos elementos complementarios e inseparables: el hacer
bien la profesión, es decir que un profesional ético es aquel que desarrolla su
actividad de manera competente y eficaz, cumpliendo adecuadamente con su
tarea; y por otra parte, el hacer el bien en la profesión, es decir, ejercer la
profesión pensando siempre en el beneficio de los usuarios de la actividad
profesional y en el beneficio de la sociedad, de manera que se cumpla con el bien
interno de la profesión, que se aporte el bien específico para el que fue creada.

Como ya se dijo, si bien estos dos elementos pueden y deben distinguirse para
fines de análisis, deberían ser inseparables en la práctica, porque un profesionista
que busque hacer el bien con su profesión, beneficiar a la gente y a la sociedad a
través de su ejercicio profesional, tendrá que hacerlo mediante una práctica
actualizada, competente, bien hecha. Una práctica profesional deficiente o de
mala calidad es una práctica que por definición no beneficia a sus destinatarios ni
a la sociedad, y puede incluso dañar. El ejercicio ético de la profesión, por lo tanto,
no puede consistir solamente en buenas intenciones o buen corazón, sino en
acciones eficaces. En el otro ángulo de esta relación, podría afirmarse que es
posible realizar bien la profesión, de manera eficiente y atinada, buscando hacer el
mal o dañar a ciertas personas o a la sociedad en general. Es común encontrar
afirmaciones acerca del gran daño que hacen los profesionales muy bien
preparados y técnicamente muy hábiles pero sin formación ética y con malas
intenciones. Sin embargo, si se analiza este ejercicio profesional y se contrasta
con la definición de profesión es posible afirmar que un ejercicio eficiente de la
profesión que no beneficia, o que incluso daña a personas o a la sociedad, no es
un buen ejercicio profesional puesto que no está cumpliendo con la función
original de las profesiones, que es la aportación de un bien a la sociedad, del que
se carecería si esta profesión no existiera.

Como se comentó líneas arriba, algunos autores añaden al principio de


beneficencia el de "no maleficencia", que plantea que todo ejercicio profesional
debe buscar a toda costa no dañar o afectar a personas, grupos sociales o a la
comunidad toda. Este principio es complementario y por ello a veces se considera
reiterativo, puesto que si en el ejercicio profesional se busca el beneficio del
usuario y de la colectividad, está implícito el hecho de que se busque no dañar. No
está de más, sin embargo, señalar que todo buen profesional, al hacer el bien en
su profesión, haciendo bien su profesión, tendrá que considerar siempre el efecto
que sus decisiones van a tener en los posibles afectados, tratando de evitar o
minimizar al máximo estos daños, tal como lo plantean Adela Cortina (2001) y
otros autores a partir de la ética de la razón comunicativa.

El principio de autonomía

Como bien señala Hortal (1996), el principio de beneficencia puede interpretarse


de manera que genere una visión de profunda asimetría entre el profesional y el
usuario de sus servicios. Si el profesional debe hacer el bien al usuario y a la
sociedad con su práctica, puede considerarse entonces que es él el que sabe y
puede, y el usuario y la sociedad los que no saben ni pueden; que el profesionista
es el sujeto activo del bien y el usuario y la sociedad son meros receptores
pasivos de este beneficio que recibirán del ejercicio profesional.

La relación de asimetría, considerada de este modo, puede traducirse en


relaciones de dependencia entre el profesionista y el usuario de sus servicios y
generar una dinámica de asistencialismo o incluso de juegos indebidos de poder
en la prestación de los servicios profesionales.

El principio de autonomía busca evitar esta relación de dependencia y


paternalismo al señalar que el usuario no es un simple receptor pasivo, sino un
sujeto que debe participar activa y responsablemente en las decisiones que
implican la prestación del servicio profesional.

De este modo, un profesionista ético debe considerar siempre a los usuarios de


sus servicios como sujetos de derechos, poseedores de una dignidad inalienable y
por ello capaces de participar en la toma de decisiones de aquello que les va a
afectar, para bien o para mal, en cualquier tipo de práctica profesional.

El fin último de cualquier práctica profesional debe ser la contribución a la


autonomía y capacidad de autogestión del usuario, así como la autonomía cada
vez más plena de la sociedad entera como sujeto colectivo.

El principio de justicia

Hortal, señala que ".la ética profesional no se agota en las relaciones bilaterales
entre los profesionales y los destinatarios de sus servicios profesionales." sino que
se enmarca en un sistema social que será, en última instancia, el que reciba los
beneficios o sufra los daños de una práctica profesional bien o mal realizada.

Por ello el principio de justicia establece que en toda prestación de un servicio


profesional, cada uno de los sujetos involucrados debe cumplir con su deber, es
decir, con la tarea que se le ha encomendado, con lo que se espera que haga, sin
extralimitarse pero sin pecar tampoco de insuficiencia en su responsabilidad.

Más allá de este cumplimiento cabal de las tareas de cada sujeto interviniente en
una práctica profesional, el ejercicio de las profesiones se enmarca en lo que
Lonergan (1988) llama la construcción del "bien de orden", es decir, la contribución
para la recurrencia sistemática de operaciones y acciones que hagan que los
bienes particulares fluyan de manera continua hacia todos los individuos y grupos
que conforman una sociedad determinada.

De esta manera, el principio de justicia se cumple solamente cuando los


profesionistas se preguntan por la contribución de sus prácticas al bienestar
general de la sociedad a partir de una adecuada organización institucional y
normativa.

Porque como afirma el mismo autor, "las profesiones no son tan autónomas como
pretenden ser. Las profesiones no se entienden sino desde la función social que
desempeñan, y eso las vincula al contexto del que surgen y al que pretenden
servir."

FUNDAMENTOS:

Durante siglos, el hombre ha batallado con los temas de lo que es correcto o


incorrecto, la ética y la justicia, desde tiempos inmemorables todas las filosofías se
han ocupado de estos temas y nunca los han resuelto.

 la naturaleza básica del hombre: no importa lo criminal que una persona


sea, de un modo u otro intentará volverse ética.
 justicia: Cuando el individuo fracasa en volverse ético por sí mismo, el
grupo toma medidas contra él, y a esto se le llama justicia.

CAMPOS DE APLICACIÓN

Como futuros profesionales en diferentes áreas del saber deseamos manifestar


estas grandes inquietudes que se reflejan en esta sociedad modernista y
consumista. Ofrece grandes cambios pero a la vez muestra sus falencias en
muchos aspectos del ámbito social en el que nos desarrollamos, los valores, los
principios, la fe, el respeto, la confianza, los  sentimientos, la actitud frente a la
vida, el trabajo entre otros no están siendo lo suficientemente proporcionales a la
formación integral de cada ser humano, muestra su desarrollo acorde a sus
circunstancias y no a sus convicciones. Debemos partir de puntos de referencia
que nos permitan ser artífices del cambio desde lo espiritual a lo material. 

 Recobrar los valores que constituyen la familia ya que son el núcleo


principal de la sociedad.
 El compromiso social es de cada uno, desde la responsabilidad moral,
personal y profesional   que nos permite ser integrales para brindar una
formación basada en valores humanos.
 Las buenas costumbres empiezan desde los hogares y se reflejan en las
personas del mañana entonces "educa al niño...y no será castigado el
hombre".
 Estamos llamados y comprometidos con el medio ambiente, depende ahora
de nosotros el generar sentido de responsabilidad  y pertenencia e
identidad con la naturaleza.
 Siempre debemos luchar por nuestras propias iniciativas, nunca desfallecer
por imposibles que parezcan, al final nos damos cuenta de que si valió la
pena el esfuerzo.

LA ÉTICA CIVIL

En el campo de la ética civil la aplicación solo ha marcado un punto determinando


a una sociedad y su sensibilidad moral, no está encaminado según lo académico y
lógico de la ética, es mera referencia a la vida social misma, que se solapa
ocultando o dejando bajo las sombras la verdadera ética. Según Aristóteles lo que
llamamos "la vida buena", nos une solo  la pluralidad de cosmovisiones, nos
remiten a visiones diversas del hombre y del mundo imposibles de justificar
racionalmente por igual, esta justificación afecta los valores básicos compartidos.
El desafió es en el tiempo en que nos encontramos; es grande porque nos
enfrentamos a una modernidad que penetra la economía, la ciencia, la técnica
amenazando la misma sociedad moderna donde los afectados somos todos, por
ello la importancia de fortalecer la sociedad civil, donde la iglesia tiene un papel
importante son influyentes para esta sociedad civil tan moderna y vulnerable.

La ética civil  no es estrictamente moral tiene un horizonte completo a la vida


social, cumple con la función de limitar el poder cada vez más en el orden jurídico,
de la técnica y de los hechos relativamente realizados. "Solamente con la
afirmación de la ética civil como instancia normativa suprema de la vida social se
ponen límites exactos al poder excesivo del orden jurídico. La ley positiva no es
norma definitiva. Ella misma está sometida a la ética" sin dejar de mencionar que
está en relación con el poder de la técnica y el poder de los hechos que nos lleva
a un criterio de confrontación de la autenticidad humana, aunque sea una de las
más desamparadas sociológicamente no podemos obligar a nadie a que sea
"bueno" por la estructura que tiene esta alejada del poder pero es aquí donde se
impone la moral, ahora en nuestros tiempos la ética debe ser el principio que nos 
permita desarrollarnos con la plena conciencia de ejercerla bajo los principios  y
valores que no sea     manipulable por el poder.

No debemos perder el sentido de la unidad y la universalidad de todos los seres


racionales porque este es el verdadero sentido de la ética la cual es natural sin
fundamentos de ley y prohibiciones, es la práctica la que nos hace formadores y
con una conciencia clara de la verdadera ética civil, todos vivimos la ética desde
nuestras creencias y cosmovisiones, no es neutral y ni tiene una existencia
autónoma por tal razón depende de todos el contribuir a que se  lleve una ética
encaminada más a todo un grupo y no a unos pocos  como ha ocurrido en la
últimas décadas donde se ha perdido la auténtica moral pública, en nuestra
sociedad están ocurriendo factores gigantes que están deteriorando la ética civil
para mencionar algunos:
1)" en la ausencia de una educación moral de signo laico.
2) en la falta de sensibilidad moral frente a las realidades públicas: convivencia
ciudadana, deberes cívicos, etc.
3) en la carencia de una ética profesional madura y responsable. 
4) En las lacras morales que acompañan endémicamente a la administración
pública y a la vida social en general (sobornos, "enchufes", etcétera)".  Por todas
estas razones es urgente que retomemos la ética desde lo moral enfocada a lo
social donde todos seamos artífices de cambios empezando desde nuestros
hogares con la formación de nuestros hijos.

Pero no todo es negativo porque ya existen valores fundamentales como la


Declaración universal de los Derechos Humanos que en nuestros tiempos se
convierte en el contenido global de la moral civil, sin dejar de reconocer las 
apreciaciones básicas morales como: El valor absoluto de la vida humana, la
libertad, la discriminación, la igualdad, la participación, la opinión entre otras,
donde la ética civil cumple unas funciones como: Las funciones globales  que van
encaminadas a mantener el aliento "(la capacidad de "protesta" y de "utopía"), unir
a los diferentes grupos y a las distintas opiniones, desacreditar éticamente a
aquellos grupos y proyectos que no respeten el mínimo moral común - Apoyar y
orientar la moralidad pública-Insistencia en la ética profesional y cívica -La
educación moral civil -El "rearme moral" de la sociedad". Depende de nosotros
tomar las herramientas y fortalecer la moral, la conciencia en esta sociedad
confundida por el modernismo.

La Iglesia siempre será el máximo representante mediante el cual se llegara a


grandes propósitos de cambio y será la que marque límites para esta sociedad
civil, todos estamos comprometidos por nuestros hijos, por nuestro entorno, por
nuestro planeta tierra a generar  propósitos y retomar los valores y principios que
nos hacen libres de conciencia para llevar una vida recta sin corrupción, abusos
de poder y control para con los más necesitados.
CONCLUSIONES

 Para evitar en gran medida los problemas de índole ético-moral que surgen
en el ejercicio de una profesión o de un oficio, se deben poner en práctica
principios éticos que establezcan los parámetros y reglas que describan el
comportamiento que una persona puede o no exhibir en determinado
momento. 
 Honestidad - Aprender a conocer sus debilidades y limitaciones y dedicarse
a tratar de superarlas, solicitando el consejo de sus compañeros de mayor
experiencia.
 Integridad - Defender sus creencias y valores, rechazando la hipocresía y la
inescrupulosidad y no adoptar ni defender la filosofía de que el fin justifica
los medios, echando a un lado sus principios.
 Compromiso - Mantener sus promesas y cumplir con sus obligaciones y no
justificar un incumplimiento o rehuir una responsabilidad.
 Lealtad - Actuar honesta y sinceramente al ofrecer su apoyo, especialmente
en la adversidad y rechazar las influencias indebidas y conflictos de interés.
 Ecuanimidad - Ser imparcial, justo y ofrecer trato igual a los demás.
Mantener su mente abierta, aceptar cambios y admitir sus errores cuando
entiende que se ha equivocado.
 Dedicación - Estar dispuesto a entregarse sin condición al cumplimiento del
deber para con los demás con atención, cortesía y servicio.
 Respeto - Demostrar respeto a la dignidad humana, la intimidad y el
derecho a la libre determinación.
 Responsabilidad ciudadana - Respetar, obedecer las leyes y tener
conciencia social.
 Excelencia - Ser diligentes, emprendedores y estar bien preparado para
ejercer su labor con responsabilidad y eficacia.
 El ser humano es responsable de actuar inteligente y libremente y es el
único que puede responder por la bondad o malicia de sus actos ante su
propia conciencia, ante el prójimo y ante Dios, su Creador.
 Por último se definió lo que es la responsabilidad profesional, y se dijo que
ésta debe trazar el rumbo hacia los actos aceptables, hacia las acciones
fecundas, actos justos y conscientes, reveladores de la buena fe y la
capacidad profesional.

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