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Georg Wilhelm Friedrich Hegel

Enciclopedia
filosófica
para el curso
superior
Edición bilingüe
Traducción: Max Maureira y Klaus Wrehde

Editorial Biblos
F i l o s o f í a
Clásicos Alemanes
Enciclopedia
filosófica
para el curso
superior
Clásicos Alemanes

Serie dirigida por Max Maureira y Klaus Wrehde


Georg Wilhelm Friedrich Hegel

Enciclopedia
filosófica
para el curso
superior

Edición bilingüe
Traducción: Max Maureira y Klaus Wrehde

Editorial Biblos
F i l o s o f í a
Clásicos Alemanes
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Enciclopedia filosófica para el curso superior
(edición bilingüe) - la. ed. - Buenos Aires: Biblos, 2009.
125 pp.: 23 x 16 cm
Traducido por: Max Maureira y Klaus Wrehde
ISBN 978-950-786-761-3
índice

Prefacio, por Max Maureira y Klaus Wrehde...........................................9

Nota de los traductores ......................................................................... I l

P hilosophische E nzyklopádie für die O berklasse

E nciclopedia filosófica para el curso superior

Einleitung.............................................................................................. 14
Introducción.......................................................................................... 15

Erster Teil. L o g ik .................................................................................. 22


Primera parte. Lógica............................................................................ 23
Erster Abschnitt. Ontologische Logik................................................ 26
Primera sección. Lógica ontológica....................................................27
Zweiter Abschnitt. Subjektive Logik ................................................ 40
Segunda sección. Lógica subjetiva......................................................41
Dritter Abschnitt. Ideenlehre ........................................................... 52
Tercera sección. Doctrina de la id e a .................................................. 53

Zweiter Teil. Wissenschaft der N a tu r.................................................... 60


Segunda parte. Ciencia de la naturaleza.............................................. 61
Erster Abschnitt. Mathematik .......................................................... 62
Primera sección. Matemáticas............................................................63
Zweiter Abschnitt. P h ysik ................................................................. 68
Segunda sección. F ísica ..................................................................... 69
Dritter Abschnitt. Physik des Organischen.......................................74
Tercera sección. Física de lo orgánico................................................ 75
Dritter Teil. Wissenschaft des Geistes .................................................... 80
Tercera parte. Ciencia del esp íritu ......................................................... 81
Erster Abschnitt. Der Geist in seinem B e g riff....................................82
Primera sección. El espíritu en su concepto........................................83
Zweiter Abschnitt. Der praktische Geist ..........................................104
Segunda sección. El espíritu práctico ..............................................105
Dritter Abschnitt. Der Geist in seiner reinen D arstellu n g............. 118
Tercera sección. El espíritu en su presentación pura ......................119
Prefacio

En las historias de la filosofía que suele leer la gente, se habla muy a


menudo del linguistic turn, refiriéndose con ello al mainstream de la filo­
sofía occidental del último siglo. Es significativo que el término suene en
inglés, en la lengua común del mal entendimiento global.
Pues bien, el texto de Hegel que presentamos al lector ha sobrevivido
ya doscientos años de, a veces, penosas discusiones. En unas líneas crucia­
les para su filosofía en general, Hegel afirma que el lenguaje es el poder
supremo entre los hombres, a saber, entre quienes no se pierden en el
mundo (en la pura apariencia sensible), sino que están llamados a admi­
nistrarlo desde la distancia que les es impuesta por la responsabilidad y
por la respuesta al “llamamiento” (§ 159). Sin esta respuesta, toda la filo­
sofía, todo el pensar, permanece en lo nebuloso, en la indiferencia, en la
ineficacia total de las habladurías públicas, allí donde el lenguaje mismo
se esfuerza por prescindir de su poder.
Conforme a estas reflexiones, hemos traducido esta breve Enciclopedia
filosófica para el curso superior, utilizada por Hegel en Nuremberg para
enseñar a jóvenes entre diecisiete y diecinueve años, confrontando nues­
tra traducción con el original, lo que vuelve superfluo comentarios filoló­
gicos que no harían más que desviar la atención respecto del mensaje del
texto.

M ax Maureira
Klaus Wrehde
Nota de los traductores

La obra que se presenta aquí ha sido traducida, sin perjuicio de haber


tenido otras ediciones a la vista, a partir del volumen iv de las Werke de
Georg W.F. Hegel, editadas por Eva Moldenhauer y K arl Markus M ichel,
publicadas por la editorial Suhrkamp, Francfort del Meno.
Los traductores han contado con la autorización de la editorial y, por
eso, junto con hacerlo constar, desean agradecer a ella la gentil autoriza­
ción que confirió.

r 111
Enciclopedia filosófica
para el curso superior
Enciclopedia filosófica para el curso superior1
(1808 ss.)

Introducción

§ 1
Una enciclopedia tiene que considerar todo el ámbito de las ciencias con*
forme al objeto de cada una y al concepto fundamental del mismo.

§2
La diversidad de experiencias respecto de un objeto universal, resumida
en la unidad de representaciones universales, y los pensamientos engen­
drados en la consideración de su esencia constituyen en su enlazamiento
una ciencia particular.

§3
La ciencia es, si este enlazamiento se basa en una materia empírica de la
cual ella constituye únicamente la universalidad resumidora, más bien de
índole histórica. Pero, en caso de que lo universal preceda, en forma de
determinaciones fundamentales y conceptos, y lo particular deba ser
deducido del mismo, entonces la ciencia es más bien, propiamente dicho,
de índole científica.

§4
No hay límites absolutos para un alcance de conocimientos que deban
constituir lo particular de una ciencia. Pues cada objeto universal o con­
creto puede ser dividido en sus especies o partes, y cada una de tales espe­
cies puede ser considerada, por su parte, como objeto de una ciencia par­
ticular.

1. Texto según Karl Rosenkranz (tercer curso, sección segunda, W erke (vol. XVUI, p. 146 ss.X
En los párrafos entre paréntesis se trata de añadidos de Rosenkranz, según el dictado de
Hegel.
§5
En una enciclopedia corriente , las ciencias se recogen empíricamente, tal
como uno las encuentra. E n ella, éstas deben estar representadas comple­
tamente y, además, deben estar ordenadas, debido a que lo sim ilar y lo que
se encuentra bajo determ inaciones comunes se reúne conforme a una afi­
nidad análoga.

§6
La enciclopedia filosófica, en cambio, es la ciencia de la conexión necesa­
ria determ inada por el concepto, y del nacimiento filosófico de los concep­
tos fundamentales y de los principios de las ciencias.

§7
Ella es propiam ente la exposición del contenido universal de la filosofía,
pues lo que en las ciencias está fundado en la razón depende de la filoso­
fía. En cambio, lo que en ellas se basa en determinaciones arbitrarias y
externas, o lo que, como se llam a, es positivo y estatutario, como tam bién
lo m eram ente empírico, está fuera de ella.

§8
Las ciencias, conforme a su modo de conocimiento, son empíricas o p ura­
mente racionales. Am bas, consideradas de m anera absoluta, deben tener
el mismo contenido. L a m eta del anhelo científico es elevar lo sabido de
manera m eram ente em pírica a lo siempre verdadero, asumirlo en el con­
cepto, convertirlo en algo racional y, de esta manera, incorporarlo a la
ciencia racional.

§9
Las ciencias se amplían, en parte, hacia el lado empírico, en parte, hacia
el lado racional. L o últim o ocurre al ser destacado cada vez más lo esen­
cial, al ser aprehendido esto desde puntos de vista universales, y al ser
concebido lo m eram ente empírico. L a ampliación racional de las ciencias
es, al mismo tiem po, una am pliación de la filosofía misma.

§ 10
El todo de la ciencia se d ivid e en tres partes principales: 1. la lógica, 2.
la ciencia de la naturaleza , 3. la ciencia del espíritu. L a lógica es, a saber, la
ciencia de los conceptos puros y de la idea abstracta. L a naturaleza y el
espíritu constituyen la realid ad de la idea; aquella como existencia exte­
rior, éste como sabiéndose a sí mismo. (O lo lógico es el ser esencial, eter­
namente sim ple en sí m ism o; la naturaleza es este ser esencial, en cuan­
to exteriorizado; el espíritu es el regreso del mismo, desde su exterioriza­
ción a sí m ismo).
§11
A d ife r e n c ia d e la c ie n c ia p u ra o de la ló g ica , la s cien cias de la n a tu r a le z a
y d el e s p ír itu p u ed en s e r co n sid era d a s com o cien cia a p lica d a , com o e l s is ­
te m a de la s c ie n c ia s reales o p articulares, pues e lla s son el s is te m a d e la
c ien cia p u ra en la fig u r a de la n a tu ra le z a y d el esp íritu .
P rimera parte
Lógica
La lógica es la ciencia del entendimiento puro y de la razón pura, de las
determinaciones peculiares y de las leyes de la misma. Lo lógico tiene por
eso tres lados: 1. el abstracto o razonable, 2. el dialéctico o el negativamen­
te racional, 3. el especulativo o positivamente racional. Lo razonable se
queda estancado en los conceptos, en su firme determinidad y distintivi­
dad respecto de otros; lo dialéctico los muestra en su tránsito y en su diso­
lución; lo especulativo o lo racional aprehende su unidad en su confronta­
ción, o lo positivo en la disolución y en el tránsito.

§ 13
El entendimiento y la razón se toman aquí habitualmente en el sentido
subjetivo, en cuanto ellos, como pensamiento, pertenecen a una autocon­
ciencia, y la lógica es, de esta manera, una ciencia meramente formal que,
primeramente, necesita un contenido diferente, una materia exterior, si se
quiere que finalmente conste algo como realmente verdadero.

§1 4
Conforme a su contenido, la lógica considera al entendimiento y a la razón
en y para sí mismos, y a los conceptos absolutos, como fundamento de
todo, verdaderos en y para sí, o considera lo razonable y lo racional en
cuanto no es solamente un concebir consciente. La lógica es, por eso, en sí
misma, filosofía especulativa, pues la manera especulativa de considerar
las cosas no es sino la consideración de la esencia de las cosas, la cual es
igualmente concepto puro, peculiar de la razón, como lo son la naturaleza
y la ley de las cosas.
§15
L a ló gica se descom pone en tres partes: 1. en la lógica ontológica , 2. en la
lógica subjetiva, 3. en la doctrina de las ideas. L a p rim era es el sistem a de
los conceptos puros del ente, la segunda el de los conceptos puros de lo u n i­
versal, la te rc e ra con tien e el concepto de la ciencia.
P rimera sección
Lógica ontológica

i. Ser
A. Cualidad
a. Ser

§ 16
1. El comienzo de la ciencia es el concepto del ser, inmediato, sin determ i­
nación. - 2. Éste es, en su carencia de contenido, tanto como la nada. La
nada, en cuanto un pensar de aquella vaciedad, es por tanto ella misma,
por su lado invertida, un ser y, por su pureza, lo mismo que aquél. 3. Por
tanto, no hay diferencia del mismo, sino lo que se da es, con eso, solamen­
te el poner de ellos en cuanto distinguidos, y el desaparecer de cada uno
en su contrario, o es el devenir puro.

b. Existencia

§1 7
Pero, porque en el devenir aquellos anteriormente puestos solamente des­
aparecen, el devenir es, así, su coincidencia en la simplicidad tranquila, en
la cual ellos no son nada, pero tampoco cada uno es para sí, sino están
como asumidos o como momentos. Esta unidad es la existencia.

§18
La existencia es 1. un ser, en cuyo concepto radica, al mismo tiempo, su
no-ser “en cuanto relación con otro” o el ser-para-otro; 2. pero, según el
momento del ser, ella tiene el lado de no estar en relación con otro, sino de
ser en sí. Como el concepto que abarca estas dos determinaciones, la exis­
tencia es la realidad.

§ 19
Lo real o el algo, en cuanto distinto de otro real, por de pronto, es indife­
rente frente al mismo, al ser al mismo tiempo en su ser otro en sí. La
diversidad de esto primeramente está en el límite, en cuanto centro entre
ellos, en lo que ellos tanto son como no son.

§2 0
Son 1. diferentes del lím ite o de su diversidad, que es su centro, fuera del
cual son algo. Pero 2. el lím ite les pertenece a ellos mismos, porque es su
límite.

§21
La diversidad es, por eso, 1. diversidad propia de lo real o su determini­
dad. Esta determinidad, que es en sí, es, sin embargo, también 2. existen­
cia exterior o constitución. La determinidad, que es tanto algo exterior
como interior, constituye la cualidad.

c. M odificación

§2 2
La constitución o la existencia exterior pertenece tanto al algo, en cuanto
a él le es extraña, o es su ser-otro, por tanto, su no-ser. Es, por consiguien­
te, la desigualdad de sí consigo misma, a través de lo que la modificación
queda puesta.

§23
A l ser la modificación el negar de lo negativo, que tiene el algo en sí,
nació el ser-para sí. O la determinidad, en cuanto diversidad interior,
que tiene el algo en sí misma, es la relación del algo en su diferencia res­
pecto sólo de sí mismo, o es para sí.

B. Cantidad
a. Ser-para-sí (idealidad)

§24
El ser-para-sí es 1. la diferencia, pero solamente de sí mismo, o es la rela­
ción no con un otro, sino consigo. 2. Pero, en cuanto la diferencia contiene
el ser-otro en sí mismo y, en cuanto la relación con éste es negativa, hay
un otro para él, pero como excluido.

§ 25
Lo que es para sí es el uno numérico. Es simple, sólo relacionado consigo
mismo, y lo otro queda excluido de él. Su ser-otro es la pluralidad.
§26
Los muchos son cada uno él mismo. Por eso son uno. Pero el uno es, asi­
mismo, la pluralidad. Pues su excluir es poner su contrario, o se pone, a
través de esto, como pluralidad. A qu el devenir es la atracción , este último
la repulsión.

§27
A l ser puesto tanto un devenir como otro, su verdad es la quietud, la cual
es tanto el ser-fuera-de-sí del uno, o su ponerse, en cuanto pluralidad, dis­
creción, como tam bién es la relación idéntica consigo misma de los
muchos, o su continuidad , la pura cantidad.

b. CUANTUM

§28
L a cantidad tien e en sí sólo, en cuanto asumida, la negatividad de lo uno,
o porque el ser-otro en la igualdad consigo misma del ser-para-sí no es, de
m anera inm ediata, otro que el lím ite exterior, o como un lím ite que no es
ningún lím ite. L a cantidad, con este lím ite indiferente, es cuantum.

§29
E l cuantum es cuantum extensivo, en cuanto el lím ite se refiere al momen­
to de la pluralidad de la cantidad, o es cuantum intensivo, en cuanto el
lím ite se refiere al m om ento de la igualdad consigo misma, o está en la
determ inación de la igualdad consigo misma.

§30
Porque la n egatividad está, como lím ite indiferente, en el cuantum, el ser-
para-sí o la determ inación absoluta es entonces un más allá para el mismo
cuantum. Cada cuantum puede ser rebasado y puesto otro lím ite, el cual,
del m ism o modo, no es un lím ite inmanente. Por eso nace el progreso al
infinito, o la m ala infinitud.

§31
Pero la determ inación absoluta, que fue puesta como un más allá, es, en
cuanto el ser-para-sí, m om ento propio de la cantidad. O el lím ite que no es
tal, no es otra cosa que el ser otro, asumido en el ser-para-sí. Es la deter­
m inidad cuyo poner es autodeterm inación, magnitud cualitativa.
C. Infinitud

§32
La magnitud cualitativa, en cuanto determinación simple, es en prim er
lugar m agnitud específica, pero, en cuanto autodeterminar que se diferen­
cia, es una especificación de magnitudes, que son al mismo tiempo m agni­
tudes determinadas unas frente a otras, y tienen una relación cuantitati­
va unas con otras; o cuyo cociente es su número de relación, y que es un
cociente que está relacionándose cualitativamente con otros. Como las
magnitudes no solamente se encuentran asumidas aquí en cuanto finitas,
sino su ser asumido mismo está puesto como su ley cualitativa, entonces
esto es su verdadera infinitud presente.

ii. E s e n c ia
A. Concepto de la esencia

§33
La compenetración simple de la determinación cuantitativa o exterior, y
del propio determ inar interior, es la esencia. En cuanto compenetración de
la autodeterminación y de la determinidad indiferente, la esencia tiene los
momentos de la esencialidad y de la inesencialidad en sí. Lo esencial es lo
perteneciente a la autodeterminación, pero lo inesencial es el momento de
la existencia indiferente.

§34
El devenir, como devenir de la esencia, es en primer lugar el hacer, un
tránsito de la misma a la libertad de la existencia, que, no obstante, es un
quedarse-en-sí.

§35
En la medida en que el hacer es una diferencia de la esencia respecto de
sí misma, y la existencia o la determinidad es producida por eso, el hacer
es un poner.

B. Proposición

§36
La proposición contiene los momentos del permanecer-en-sí o de la igual­
dad consigo misma y del puro distinguir. Aquél sería la materia pura, éste
la forma pura. Pero la forma pura es el hacer que permanece en sí, por
consiguiente, la igualdad consigo misma, que fue denominada m ateria
pura; del mismo modo que ella es, a la inversa, el indistinto uno-fuera-de-
otro y no está distinguida de la forma pura.
§37
Pero debe ser puesta asimismo la diferencia; y la unidad de la forma y de
la igualdad consigo misma, en oposición al ser-en-sí, en la forma de la exis­
tencia exterior, es aquello que habitualmente se llama materia. En la
medida en que ella es en la forma del ser interior, es contenidos pero la
forma es cada una de estas determinaciones de la diversidad.

§38
a ) La proposición simple es la proposición de la identidad, a = a. Ella es
indiferente respecto de su materia. Su contenido no tiene ninguna deter­
minación, o ella no tiene ningún contenido, y la forma es, por tanto, la
igualdad indiferenciada consigo misma.

§3 9
p ) La proposición de la diversidad indiferente establece, sin más, la dif e
rencialidad indeterminada, y expresa que no hay dos cosas, que son, unas
a otras, perfectamente iguales.

§4 0
Y ) La proposición de la contraposición reza: a es, o bien b, o bien -b, posi­
tividad y negatividad. De los predicados opuestos corresponde a las cosas
solamente lo uno y no hay un tercero entre ellos.

§41
ó ) La proposición del fundamento expresa el haber vuelto de lo puesto en
sí, o el poner mismo como lo tercero,*en el cual están asumidas las deter­
minaciones contrapuestas, y el cual, en cuanto lo simple, es la determina­
ción contrapuesta a lo fundamentado, en cuanto existencia múltiple.

C. E l fundamento y lo fundamentado
1. El todo y las partes

§42
La esencia, como fundamento de su existencia, sin la cual la esencia
misma no es, es, por lo pronto, el todo y las partes. El todo es el poner de
sus partes y, viceversa, se compone de ellas. Los dos lados constituyen uno
y lo mismo. El todo es igual a las partes solamente como su conjunto, es
decir, como el todo, y las partes le son igual como algo partido, es decir,
como partes; o los dos lados son indiferentes unos frente a otros, y la acti­
vidad del todo, en cuanto forma, tiene por condición a la materia.
2. La fuerza y su exteriorización

§43
Pero las partes solam ente son partes en cuanto puestas por el todo. Esta
su relación es la determ inidad a través de la unidad del fundamento. O la
cualidad de la existencia es puesta por la actividad del fundamento en
cuanto forma, y la m ateria de la aparición es su propio contenido. El es,
por lo tanto, fuerza que se exterioriza.

§44
La fuerza es el autoponer de su existencia en cuanto cualidad determina­
da. Conforme al lado, según el cual la existencia es todavía ser-para-otro
o exterioridad, la fuerza está al mismo tiempo libre de la existencia, y sub­
siste al desaparecer ésta su aparición. Por cierto, la fuerza ya no tiene
como condición, según este lado* la materia, que es su contenido, y a la que
ella pertenece de m anera inmanente; sin embargo, todavía tiene una acti­
vidad iniciadora sobre ella.

§45
La actividad iniciadora es por sí misma fuerza, y debe iniciarse para estar
iniciada. A l ser la relación de las dos actividades entre sí este intercambio
mutuo de sus determinaciones, cada una es el fundamento de la actividad
o de la exteriorización de las otras. Por eso nació el concepto del funda­
mento; éste es fundamento de su propia actividad, y de la otra que susci­
ta a ésta.

3. Lo INTERIOR Y LO EXTERIOR

§46
La esencia es el fundamento de su existencia, en cuanto actividad que se
suscita a sí misma, y en su existencia no hay nada ajeno o nada que no sea
puesto por el fundamento mismo. Por consiguiente, la esencia y su exis­
tencia son lo mismo. A quélla se relaciona como lo interior consigo mismo,
en cuanto lo exterior, siendo esto sólo la representación de lo interior.

§47
El fundamento es, en cuanto esta relación, lo incondicional, lo interior, la
unidad de la m ateria en cuanto igual dad-consigo-misma en quietud, y de
la forma en cuanto unidad de la contraposición. El se presenta en su exis­
tencia como m ateria en la que reposan sus fuerzas, y como contraposición
y juego de fuerzas que se suscitan y actúan unas contra otras. La esencia
llegó a ser, con esto, realidad.
I ii. Realidad

§4 8
La realidad es la relación autónoma. Ella tiene los momentos de su apa­
rición o de su existencia, que es la relación consigo misma y con el
momento de su posibilidad en cuanto posibilidad del ser-en-sí o la esen­
cia de su existencia. Lo real mismo es la unidad de su posibilidad y de su
existencia

1. Sustancia
§4 9
Lo real es sustancia. Es la esencia que contiene las determinaciones de su
existencia como atributos y leyes simples en sí, y pone las mismas como
juego existente, o como sus accidentes, cuya asunción no es un desapare­
cer de la sustancia, sino su volver en sí misma.

§5 0
La sustancia es la necesidad de sus accidentes. Estos tienen en sí, en su
libre existencia, la relación de su naturaleza con un otro, como una rela­
ción interior oculta, y parecen perder su autonomía por una casualidad
externa y por un poder ajeno; pero en verdad es solamente la reconstitu­
ción del todo que recoge en sí otra vez la separación llevada a cabo en
ellos.

2. Causa

§5 1
La sustancia entra en la relación de la causalidad, en cuanto se presenta
en la contraposición de la necesidad. La causa absoluta, que obra libre­
mente, es la sustancia, no solamente como lo que mueve, cuya actividad
empieza en sí, sino que también tiene en sí todo el contenido que ella pro­
duce y que, en cuanto efecto, recibe existencia.

§52
Esta actividad es, por consiguiente, según la contraposición entre la acti­
vidad y de lo efectuado, el transitar a lo contrapuesto; pero según el con­
tenido es un tránsito idéntico.

3. Efecto recíproco

§ 53
La sustancia es, por consiguiente, activa, como causa sólo sobre y en sí
misma, y está sólo en efecto recíproco consigo, o ella es lo universal.
Segunda sección
Lógica subjetiva

i. C o n c e p to

§54
El concepto es el todo de las determinaciones, resumidas en su unidad sim­
ple.

§55
El tiene los momentos de la universalidad, la particularidad y la singula­
ridad.

§56
La universalidad es su unidad, que está en sí en la determinación. — La
particularidad es lo negativo, en cuanto determinación simple que está
penetrada por la universalidad; o ella es lo distintivo. - La singularidad es
lo negativo, en cuanto negatividad pura que se refiere a sí misma.

§57
La singularidad, como negatividad indeterminada que se refiere a sí, tiene
en sí la determinación en cuanto existencia indiferente, pero no autónoma,
sino asumida como cualidad, y es sujeto.

II. J u ic io

§58
El juicio es la separación del sujeto de su determinación o particularidad,
y la relación del mismo sujeto con ella, que es su predicado. Sujeto y pre­
dicado se relacionan recíprocamente como singulares y particulares o uni­
versales, o también como particulares y universales.
§59
El juicio ensancha al sujeto a la vez en la universalidad, y pone a la vez
sus límites. E l predicado sobrepasa de esta manera al sujeto y está a la
vez contenido en el sujeto, o el predicado es a la vez particular y univer­
sal.

a. Cualidad del juicio o determinación del predicado

§60
Siendo el juicio la relación del predicado con el sujeto, es entonces: 1. su
contenido y expresión, en prim er lugar éste: lo singular es universal; ju i­
cio positivo. ^ 2. Pero lo singular no es universal -juicio negativo-, sino
algo particular. - 3. Lo singular no es algo particular -juicio infinito-, por
lo que toda determinación, incluso la esfera universal, y por ello el predi­
cado sin más, queda asumido.

b. L a cantidad del juicio o la determinación del sujeto

§61
j El juicio infinito contiene lo singular como singular o como esto, y nace 1.
el juicio: “esto está constituido así” ; juicio singular. - 2. Como el predicado
\ también expresa del sujeto, a la vez, algo universal, el juicio tiene que rezar
I entonces de la siguiente manera: “ algunas cosas están constituidas así” ;
t juicio particular en el cual radica inmediatamente el juicio contrapuesto:
“algunas cosas no están constituidas así” . 3. Esta indeterminidad se
asume m ediante el juicio: “ todo está constituido así” ; juicio universal.

c. Relación del juicio o determinación de la relación

§62
En todas las determinaciones del concepto, tanto el sujeto como el predi­
cado han sido puestos por el juicio cualitativo y cuantitativo; por eso está
I
i presente el concepto en sí, y el juicio contiene ahora una relación de lo
existente con el concepto. Este juicio auténtico es 1. categórico. Pero, por­
I
que aquella relación del concepto con la existencia no es, prim eram ente,
I
más que una conexión interior, el juicio categórico es, al mismo tiempo,
I asertórico.
I
§63
2. El juicio hipotético, “si a es, entonces b es” , expresa la conexión como tal,
por consiguiente, sin aseveración o aserción de la existencia, por lo que es
I problemático.
§6 4
3. El juicio disyuntivo, “ a es o bien b, o bien c, o bien d”, contiene en el pre­
dicado la universalidad y la particularización de los mismos. El sujeto
queda referido como universal a estas determinaciones, de la misma
manera como éstas se excluyen mutuamente, y de manera que al sujeto
sólo le puede corresponder una determinación. Este juicio es apodíctico.

I ii. Conclusión

§6 5
La conclusión es la presentación del concepto en sus momentos.
Singularidad, particularidad y universalidad están distinguidas en ello,
tanto como momentos, como también los extremos están unidos por el cen­
tro, que es su unidad.

§ 66
La conclusión es 1. por de pronto, la fusión de la singularidad y de la uni­
versalidad por la particularidad, en cuanto centro. El sentido de esta con­
clusión es: a) lo singular es por su determinidad un universal, o tiene exis­
tencia sin más; b) lo singular tiene todavía, por su determinidad inmedia­
ta, otra determinidad, que incluye aquélla en sí.

§6 7
La forma de esta conclusión, S - P - U, 2 es la regla universal de la subsun­
ción de un contenido determinado bajo una determinación universal. Si
esta determinación, como es el caso de las proposiciones idénticas según el
contenido, no es más universal que aquella determinación de la cual es
“predicada” de manera inmediata, entonces sí tiene la forma de la univer­
salidad en cuanto predicado, frente a la otra en cuanto sujeto.

§6 8
En las determinaciones cuantitativas, los momentos de la conclusión no
tienen ninguna relación de forma entre sí, sino la de la igualdad. L a con­
clusión matemática reza por eso: lo que es igual a un tercero, es igual
entre sí.

§6 9
Las conclusiones, independientemente de la posición de los momentos con­
tenidos en ellas, han de ser reducidas a la forma antes mencionada, que
es la regla universal de todas las conclusiones.

2. S (lo singular) - P (lo particular) - U (lo universal).


§70
En la conclusión, considerada según sus momentos determinados, el cen­
tro es la particularidad; una determ inidad, cuya m ayoría contiene lo sin­
gular en cuanto concreto en sí, y que, por consiguiente, puede estar con­
cluida tam bién con otras determinaciones universales, las cuales pueden
limitarse y suprim irse m utuamente. - D el mismo modo, se puede relacio­
nar lo particular para sí con otras determinaciones universales. Viceversa,
lo universal abarca en sí otras determinidades y, por consiguiente, tam ­
bién otras singularidades. P o r lo tanto, lo singular y lo universal conclui­
dos aquí son, entre sí, un contenido casual.

§71
Considerando la relación de los momentos, en la conclusión se encuentran
dos relaciones o juicios inmediatos, a saber, la relación de lo singular con
lo particular y la de lo particular con lo universal, y una relación m edia­
da: la proposición concluyente. Porque sólo la relación m ediada contiene la
unidad de las proposiciones concluidas, y por eso según la form a la nece­
sidad de su relación, ambas relaciones inmediatas se deben presentar
también como mediaciones. Pero si esto ocurre de la misma m anera que la
conclusión, entonces nace el proceso al infinito malo, teniendo el m ismo
defecto cada una de tales conclusiones intercaladas.

§72
Las relaciones inm ediatas de lo singular con lo particular y de lo particu­
lar con lo universal deben, por eso, ser mediadas anteriormente, según la
forma universal de la conclusión sin más; pero deben estar mediadas a
través de una determ inidad diferente del centro. 2. L a segunda conclusión
universal reza, por tanto, que lo particular es concluido m ediante lo uni­
versal a través de la singularidad. - Pero lo singular, en cuanto existente,
debiendo ser el centro, tiene que ser generalidad: conclusión por induc­
ción. L a inducción no puede llega r a ser completa, porque lo singular exis­
tente pertenece a la casualidad libre, y esta conclusión queda, por eso,
incompleta, en la m edida en que ella tampoco contiene ninguna necesidad
interior.

§73
Pero la singularidad como centro, al ser momento universal del concepto,
concluye lo particular y lo u niversal de una m anera verdadera. E lla es la
unidad negativa en la cual, en cuanto devenir y actividad, la particulari­
dad fue unificada como diversidad distinguida y como condición de la exis­
tencia, y la particularidad fue elevada a la sim ple unidad universal o, a la
inversa, lo universal fue aislado y entró en la diversidad de la existencia.
§74
3* Por fin, la relación de la singularidad con la particularidad debe ser
mediada, para que esté presente lo universal: conclusión de la analogía.
En esta conclusión, el centro tiene, frente al extremo de la particularidad,
la determinación de la singularidad, y se desintegra en algo singular y en
algo universal, porque lo que sólo es válido en lo singular, es tomado de
manera universal. Esta conclusión contiene propiamente, por lo tanto,
cuatro determ inaciones (quaternio terminorum), y por eso es deficiente.

§75
Pero la universalidad, en cuanto centro verdadero, es la naturaleza inte­
rior y todo el concepto, en el cual se compenetran la unidad negativa, la
subjetividad, como tam bién la objetividad, el contenido y la particularidad
de la existencia; la universalidad es el fundamento absoluto y la conexión
del ser-en-sí y de la existencia.

§76
La prim era conclusión, S —P — U, la de la mediación de la singularidad y
de la universalidad a través de la particularidad, presupone las dos rela­
ciones siguientes, por las cuales son mediadas sus dos relaciones inm edia­
tas. Pero, a la inversa, estas dos se presuponen mutuamente y, del mismo
modo, presuponen la prim era conclusión. Lo inmediato exige la mediación
y procede exclusivam ente de ella, así como, viceversa, la mediación proce­
de de lo inmediato. Aquellas conclusiones constituyen un círculo de la pre­
suposición mutua, el cual, en cuanto todo, se ata consigo mismo y se resu­
me en el punto central, en la mediación simple, que es del mismo modo
inmediata, se resume en el punto central.

§77
Este todo de la mediación, que se presupone mutuamente a sí mismo, y
que es precisam ente en eso inm ediatez simple, produce una existencia que
tiene como su presuposición aquella causa y su actividad; pero, viceversa,
lo producido es, del mismo modo, el fundamento de la actividad y del pro­
ducir mismo. Esta mediación no es, por tanto, ni un tránsito, como el deve­
nir del ser sin más, en el cual lo que transita se pierde en su contraposi­
ción; ni un producir como el aparecer del fundamento, que solamente es
inmediato, o la exteriorización de la fuerza, cuya actividad está condicio­
nada; ni un efectuar como el de la causa, cuya actividad desaparece en el
efecto.

§78
A. E l fin , visto más de cerca, es el concepto real que se realiza a sí mismo,
tanto en el todo como en sus partes, toda la conclusión. E l fin es, en pri­
mer lugar, en cuanto lo subjetivo, toda la conclusión, a saber, 1. lo universal
sal inmediato que es en sí, que 2. se determina a sí mismo o se particula­
riza y que 3. se impulsa a salir fuera de sí, hacia la existencia.

§7 9
B. La realización del fin es, del mismo modo, toda la conclusión. Esta
mediación es 1. fin activo en cuanto causa efectuante, pero 2. lo es por un
medio que, por un lado, pertenece a lo subjetivo, es puesto en contacto con
el fin por la actividad; por otro lado, pertenece a la existencia o a la obje­
tividad, y por la actividad es puesta en contacto con esta objetividad; 3. la
actividad obra sobre la existencia inmediata y se da a sí misma, a través
de la asunción de ésta, una objetividad mediada y producida.

§80
C. Esta objetividad, el fin cumplido, presenta la mediación a través de lo
universal. El fin es un exterior que, por un lado, es producto; por otro lado,
es fundamento del producir. Con ello, lo efectuante llegó en él fuera de sí,
y transitó a su contrapuesto, así como también volvió de la actividad
mediadora en sí y, en su ser-otro, se encontró sólo a sí mismo.

§81
En la medida en que el fin, en cuanto causa activa, deja que se separen
medio y producto en la existencia, por consiguiente, el medio no tiene el
fin, el producto no tiene la actividad en él mismo, la finalidad sólo es una
finalidad exterior; y ella es relativa sin más, en la medida en que el fin
mismo tiene un contenido subordinado, y aquello que es medio para él sólo
tiene, conforme a algún lado, esta relación con él.

§8 2
El fin de lo existente es aquello que es en sí y en verdad, o que es su con­
cepto. La finalidad relativa, que sólo toma en consideración alguna deter­
minidad de lo existente, no agota por tanto su concepto.

§83
La finalidad interior consiste en que algo es en sí mismo, recíprocamente,
tanto fin como medio: su propio producto; y que este producto sea aquello
mismo que produce. Tal cosa es el auto-fin.
T ercera sección
Doctrina de la idea

§8 4
I La idea es el concepto adecuado en el cual la objetividad y la subjetividad
I son iguales, o la existencia corresponde al concepto como tal. Abarca la
| verdadera vida autónoma en sí. La idea es en parte vida, en parte conocer,
en parte ciencia.

t. I d e a d e la v id a

§85
La vida es la idea en el elemento de la existencia. Por la unidad del con­
cepto y de la objetividad, lo vivo es un todo en el que las partes no son nada
para sí, sino sólo son por el todo y en el todo partes orgánicas, en las que
la m ateria y la forma son unidad inseparable.

§8 6
La vida tiene los momentos universales en sí. Estos constituyen un núme­
ro equivalente de sistemas orgánicos universales: 1. su ser-en-sí universal
simple en su exterioridad, sensibilidad; 2. la irritación desde fuera y la
repercusión inm ediata contra eso, irritabilidad; 3. el regreso de este efec­
to en sí mismo hacia fuera, reproducción.

§8 7
Como automovimiento que se realiza, la vida es proceso triple: 1. la confi­
guración del individuo en sí mismo; 2. su auto mantenimiento frente a la
naturaleza inorgánica, 3. el mantenimiento de la especie.
§88
5 1. El proceso de la configuración es la relación de lo orgánico consigo
I mismo y consiste en que todas las partes orgánicas se producen continua
I y recíprocam ente a sí mismas, y en que el m antenim iento de una parte
1 depende del m antenim iento de las demás. Esta producción, por un lado, es
g sólo evolución de la organización presente en sí; por otro lado, es la m odifica
ció
n
continua de la misma. Pero aquel mero crecimiento o la m odifica­
ción cu an titativa es un proceso de incremento por intucepción, no una yu x­
taposición, es decir, no un increm ento mecánico.

| §89
| E l proceso de la modificación orgánica tampoco es un proceso químico. En
* el quimismo, las m aterias que están en mutua relación están ciertam ente
i relacionadas unas con otras (afinidad química) por su concepto, y con eso
[ contienen en sí su producto, que ya no se produce por lo antes presente,
[ que es igu al a él. P ero su producción no es un automantenimiento. P or eso,
j es sólo un producto neutro, es decir, uno en el cual la actividad que corres-
ponde sólo a las m aterias separadas se extinguió; ella misma no es productiva
y, otra vez, resulta separable en sus componentes, conforme a la cualid ad
y a la cantidad.

§90
En cambio, el proceso orgánico de alimentación es una determ inación per­
fecta del increm ento m aterial a través de la forma interior que ya existe,
j la cual, en cuanto lo subjetivo, o en cuanto form a simple de todas las par
tes, se relaciona consigo misma, o cada una se relaciona con las demás
| como con algo objetivo, y está en el proceso solamente consigo misma.

§91
2. E l proceso de la autoconservación de lo orgánico frente a su naturaleza
inorgánica. - L a libre contraposición de la vida entre algo subjetivo y algo
objetivo se presenta como naturaleza orgánica e inorgánica. L a últim a es
la vida sin individualidad, en la que lo singular existe para sí, tien e su
concepto sólo como ley de la necesidad de la naturaleza, no en form a sub­
je tiv a en él, y su significación sólo pertenece al todo. Este todo, en cuanto
sujeto, es lo orgánico, a que se refiere esencialm ente la n aturaleza inorgá­
nica, constituyendo su condición.

§92
La condición inorgánica se comporta frente a lo orgánico no como causa o
como momento químico, sino lo que es puesto en lo orgánico por la influen
cia de lo inorgánico está determ inado esencialmente por lo orgánico, y sólo
tiene un efecto excitante. Lo orgánico es el m ovim iento doble de la lucha
continua, que, por un lado, frena el devenir elem ental y el tránsito a lo
contrapuesto, suspende su condición e individualiza la universalidad obje­
tiva; pero, por otro lado, disuelve desde sí mismo lo individual o subjetivo
y lo degrada a una existencia inorgánica.

§93
3. El proceso del mantenimiento del género es a) la realización del género
sin más, el cual, como vida universal, pasa por la particularización de la
especie hacia la realidad en lo singular h acia la individualidad; b) la rela­
ción de lo orgánico con lo orgánico, que es igual a él, por lo que se produ­
ce como otro individuo del mismo género; género que se presenta en el
cambio de los individuos y en el regreso de la singularidad a la universa­
lidad.

II. I d e a d e l c o n o c e r

§9 4
El conocimiento es la presentación de un objeto conforme a sus determi­
naciones existentes, de manera como las mismas están contenidas en la
unidad de su concepto y resultan de esto o, a la inversa, en cuanto la efi­
cacia del concepto se da sus determinaciones. Estas determinaciones,
puestas, en cuanto contenidas en el concepto, son el conocer o la idea que
se realiza en el elemento del pensar.

iii . I d e a a b s o lu t a o e l s a b e r

§9 5
El saber absoluto no tiene por objeto 1. nada exterior que sea dado de algu­
na manera, sino sólo a sí mismo. Es el concepto existente en cuanto con­
cepto. 2. El concepto se construye desde sí mismo en cuanto es como deve­
nir y en cuanto representa la contraposición que está en él, en la forma de
diferentes determinaciones reales o de determinaciones del entendimien­
to que existen por sí. 3. A l convertirse las determinaciones reales en su
reflexión, por lo pronto, en determinaciones del entendimiento, su dialéc­
tica las presenta no sólo como unas que están esencialmente en relación
mutua, sino también como unas que pasan a su unidad. De este su m ovi­
miento negativo resulta su unidad positiva, la cual constituye el concepto
en su totalidad real.
S egunda parte
C ie n c ia d e la n a tu ra le z a
La naturaleza es la idea absoluta en la figura del ser-otro sin más, de la
objetividad exterior, indiferente, y de la realización individualizada, con­
creta de sus momentos, — o la esencia absoluta en la determinación de la
inmediatez sin más frente a su mediación. El devenir de la naturaleza es
el devenir espíritu.

§9 7
La naturaleza se tiene que considerar como un sistema de niveles en el
que cada uno procede necesariamente del otro; pero no de modo que uno
sea producido por otro de manera natural, sino que se produzca en la idea
interior que sirve como base para la naturaleza. El movimiento de la idea
de la naturaleza consiste en volver sobre sí partiendo de su inmediatez, en
suspenderse a sí mismo y en convertirse en espíritu.

§9 8
La ciencia natural considera 1. la existencia ideal de la naturaleza como
espacio y tiempo sin más, 2. la naturaleza inorgánica, 3. la naturaleza
orgánica, y es, por lo tanto, 1. las matemáticas, 2. la física de lo inorgáni­
co, 3. la ciencia de la naturaleza orgánica.
P rimera sección
Matemáticas

§99
Espacio y tiem po son las abstracciones existentes o la forma pura, intui­
ción pura de la naturaleza, el espacio, el pensamiento existente de la
diversidad indiferente universal sin más; el tiempo, el pensamiento exis­
tente de la unidad negativa o del devenir puro.

§ 100
Espacio y tiem po son infinitos, es decir, ilimitados en la continuidad abs­
tracta de su ser-fuera-de-sí. Pero, en cuanto ideas, tienen determinaciones
en sí mismos que presentan el concepto en sus momentos: las dimensio­
nes.

§ 101
1. Las dimensiones del espacio son momentos del mismo, que no se
encuentran separados unos de otros, sino allí donde hay uno, también está
cada uno de los otros. Ellos son también, por cierto, las diferencias form a­
les: lo uno, lo otro y lo tercero como unidad de los mismos. Pero, en virtud
de la unidad carente de cualidad del espacio, ellos no están determinados
unos frente a otros, sino que son diferencias vacías que solamente en con­
sideración a otro objeto reciben una determinidad ajena a ellos mismos.

§ 102
2. Las dimensiones del tiempo son a) el pasado, la existencia en cuanto
asumida, en cuanto no existente; b) el futuro , la no existencia, pero deter­
minada a existir; c) el presente en cuanto el devenir inmediato y la unifi­
cación de los dos.
§ 103
Porque el espacio está en la determinación de una existencia indiferente»
real» aparecen» por consiguiente» también límites reales en él» y sus
dimensiones que» en prim er lugar, sólo son meras direcciones sin más,
constituyen las formas de esta su limitación.

§ 104
A la lim itación del espacio corresponde solamente la determinación indi­
ferente de la cantidad. La magnitud continua es, en primer lugar, el modo
de su cantidad sin más; ella misma es una determinación indeterminada.
La determinidad absoluta radica en la magnitud discreta, cuyo principio
es lo uno.

§ 105
El espacio es el objeto de una ciencia (sintética), de la geometría, porque
en él, como tal, puede esquematizarse el cuantum continuo como tal, es
decir, puede presentarse a la intuición, y porque en él, en cuanto elemen­
to de la diversidad indiferente que está expandida, que, no obstante, es al
mismo tiempo continua, se expresa el concepto de un objeto en una figura
real que contiene en sí más que la determinación esencial del concepto.

§ 106
Pero el tiempo como tal no es capaz de ser esquema completo o figura del
cuantum. Él no es, en cuanto el devenir inquieto, un elemento para el todo
sintético. A l devenir él cantidad, pasa a la determinación negativa de la
cantidad, a lo uno, el cual es el principio para una ciencia (analítica) del
cuantum, la aritmética, porque la conexión del uno no es una propia intui­
ción elementa] de la realidad, sino que está constituida tal como es puesta.

§ 107
En la aritm ética y la geometría se comparan los cuanta unos con otros, los
cuales -independientem ente de la arbitrariedad y de la universalidad de
su magnitud, pero conforme a esta su determinación que les corresponde,
en cuanto no se encuentran en la relación-pasan por perfectos o cuantas
determinados para sí, por magnitudes finitas. El análisis de lo infinito,
pero sobre todo el cálculo diferencial e integral, considera magnitudes infi
nitas, es decir, aquellas que ya no tienen el significado de magnitudes fini­
tas o determinadas perfectamente para sí, sino que son magnitudes des­
aparecientes, que sólo en su última relación o en su límite , es decir, nítida­
mente sólo en la relación, tienen su valor.
§ 108
El cálculo diferencial encuentra para una fórmula la expresión de la últi­
ma relación de sus m agnitudes finitas, cambiantes. El cálculo integral,
por el contrario, busca la expresión finita para fórmulas que contienen las
últimas relaciones.

§ 109
La matemática aplicada aplica la matemática pura a las relaciones de
magnitud de la naturaleza, que ella toma de la experiencia.
i. Mecánica

§ HO
La intuición pura, al haber pasado de su inmediatez al ser-en-sí y para-sí,
o el espacio llenado y el tiempo, es la materia. L a extensión del espacio y
el ser-en-sí del tiempo, puestos de manera absoluta en uno, dan el concep­
to de la m ateria sin más.

§111
Según el momento del ser-en-sí, la m ateria sería un punto aislado; según
el momento del ser-fuera-de-sí, ella sería, en primer lugar, una cantidad
de átomos que se excluyen unos a otros. Pero al relacionarse éstos del
mismo modo, unos con otros, a través del excluir, el átomo no tiene rea li­
dad, y lo atomístico, tanto como la continuidad absoluta o la partibilidad
infinita, sólo tiene una posibilidad en la materia.

§112
La m ateria tiene, en cuanto ella es para sí, el momento de la singulariza­
ción, pero esta misma se m antiene de igual modo en el ser-en-sí, y sólo es
una continuidad esencial, la gravedad , que constituye el predicado univer­
sal del cuerpo, que es la m ateria en la forma del sujeto.

§ 113
El cuerpo contiene la relación de los momentos ideales del espacio y del
tiempo; esta relación aparece como movimiento y la gravedad como su
causa.
§ 114
El movimiento libre corresponde a los cuerpos que tienen un centro propio
de gravedad en sí. A través de la relación de tales centros nace el sistema
libre del movimiento rotatorio de los cuerpos celestes, m ientras los otros
cuerpos, sin centro propio, carecen de fuerza centrífuga y están sujetos a
la fuerza centrípeta, por lo que caen.

§ 115
En la magnitud del m ovim iento, la masa es, además de espacio y tiempo,
un momento, como tam bién espacio y tiem po pasan a ser fuerza y, al igual
que la masa, son momentos de la fuerza.

II. Física de lo inorgánico

§ 116
La gravedad, que es individualizada y es descubierta en diferencias cuali­
tativas a través de la luz, es la naturaleza concreta o física, y es objeto de
la física en general.

§ 117
La gravedad es la oposición del fuera-de-sí que sólo tiende hacia el ser-en-
sí. La materia es esta existencia del tender a, cuya oposición se expresa
sólo en los momentos del espacio y del tiempo, en un punto central m era­
mente ideal. Aquel convertirse del ser-fuera-de-sí en ser-en-sí, la simple
unidad intensa de la gravedad, es una existencia que se opone a ella, la
mismidad de la m ateria que existe libremente: la luz. L a luz es, en cuan­
to ser-en-sí, que es igual a sí mismo, el principio de la individualización y
de la especificación de la m ateria. Su relación con lo que le es m eram ente
negativo, con lo oscuro, constituye el color.

§ 118
El primer momento de la existencia particular de la naturaleza física es
el magnetismo, la disolución del punto in dividu al de la unidad en la con­
traposición, que, sin em bargo, todavía perm anece encerrada en el con­
cepto.

§ 119
El segundo momento es la realización, a saber, el llegar a ser libre y la pro­
pia constitución de los lados de la contraposición: ¡3 en cuanto electricidad,
que es la aparición fugaz de la oposición, todavía incorporal, m antenida en
mutua tensión absoluta. 2. Las materias químicas elementales. Ellas son
las diferencias cualitativas de la corporalidad, en form a de m aterias pro­
pias, pero que, sin embargo, son todavía abstractas y sin individualidad
real. 3. Los cuerpos físicos en los cuales las determinaciones cualitativas

están en corporalidad concreta, que, por eso, contienen ciertamente todos


los momentos de la corporalidad en sí, pero bajo la determinación de uno
I de estos momentos o cualidades, y toman la forma de un perdurar indife
rente de irnos frente a otros: a) en cuanto elementos físicos; b) en cuanto
cuerpos celestes o absolutos; y c) en cuanto cuerpos terrenales que han
entrado en una distribución y singularización ulterior.

§120
i El tercer momento es el proceso químico. L a singularización y el propio
I perdurar-para-sí, indiferente de los cuerpos, es, al mismo tiempo, una
relación de los mismos unos con otros, no sólo una tensión mutua, sino
también una contraposición y una inspiración para la actividad y la
influencia, por lo que su perdurar indiferente se suprime y es reconducido
| a la unidad de la totalidad. Pero este proceso del regreso coincide en la
I naturaleza viva con el proceso de la construcción, por lo que la unificación,
desde otro lado, llega a ser a la vez segregación y sedimento de una exis
tencia indiferente.
§121
La geología considera la configuración de la tierra como resultado de un
proceso apagado de la formación del individuo terrestre. La geonosía con­
sidera estas configuraciones en su universalidad, como clases de montaña
según su estado, según las condiciones de su estratificación y, junto con la
petrología, constituye la minerología. La petrología considera principal­
mente las configuraciones singulares, en cuanto componentes de aquellas
configuraciones universales, y considera las vías.

§ 122
La naturaleza vegetal es el principio del proceso de la autoconservación
que llega a ser individual o subjetivo, o del proceso propiamente orgánico,
que, no obstante, no posee la fuerza completa de la unidad individual, al
poseer la planta, que es un individuo, solamente tales partes, que, por su
lado, pueden ser vistas como individuos autónomos. Debido a esta caren­
cia de la unidad interior, no llega al sentimiento. La fisiología de las plan­
tas considera su naturaleza universal; la botánica, en cambio, el sistema
de las mismas, que funda su distribución sobre todo en las diferencias de
los órganos de fructificación, la cual es la cima suprema de la vida vege­
tal, por lo que las plantas lindan con un nivel más alto del organismo.

§ 123
La naturaleza animal posee aquella unidad subjetiva por la que todas las
partes orgánicas están sujetas a un todo, que es uno. La fisiología del
organismo animal considera las funciones de las partes que colaboran en
la producción perm anente del todo y que, por este proceso, son igualmen­
te producidas y mantenidas. - L a anatomía comparativa considera el tipo
universal del animal en las diferentes configuraciones del género univer­
sal; por una parte, cómo este tipo em pieza a mostrarse en las organiza­
ciones animales más simples, y cómo paulatinam ente sale a la luz cada
| vez más evolucionado; por otra parte, cómo se m odifica según los elem en
tos diferentes en los cuales surgen generaciones de anim ales. L a zoología
| clasifica las m ismas, en prim er lugar, conform e a sus características p rin
cipales comunes, y tom a para eso la determ inación de los n iveles princi
pales de la evolución del tipo anim al, del elem ento y luego de las arm as
I en relación con otros tipos, en lo que, por cierto, la natu raleza borra los
i límites determinados, que p rim eram en te se ofrecen aquí por transiciones
I que unen un principio con el otro.

§ 124
I Según el momento de su irritabilidad sin más, el organismo está en relación
¡ con su naturaleza inorgánica. E sta separación está presente subjetivam en
te, en primer lugar, en el organismo mismo como un sentimiento de la defi
ciencia, en cuanto una apetencia. Esta separación subjetiva se refleja hacia
I fuera, hasta llegar a la oposición de la naturaleza orgánica e inorgánica. Las
I potencias inorgánicas se comportan como irritantes respecto del organismo,
I y su actividad es la lucha continua por acogerlas en sí conforme a su recep­
tividad, pero, con eso, por vencerlas y restablecer con ello la unidad en sí, la
cual, por sí misma, es un tal transcurso de la oposición de los sistemas in te­
riores, de unos contra otros, y una reconstitución de los mismos.

§ 125
El organismo se encuentra en el estado de enfermedad si una potencia
puesta en él no puede ser vencida, si se establece en un sistem a, que, por
eso, se singulariza, p ersevera en su propia actividad y ya no pasa a la acti­
vidad fluida del todo; con esto el proceso orgánico es convertido en uno
interrumpido. L a ciencia de la enferm edad y su cura es la medicina.

§126
El animal tiene sentim iento , en cuanto sus m om entos orgánicos sin m ás
sólo tienen su determ inación y significado en la unidad de la vida, pero tie ­
nen además, al m ism o tiem po, un ser fuera-de-sí externo. L a ú ltim a re fle ­
xión de esta exterioridad, conduciendo al elem ento abstracto de la sim p li­
cidad, el cual constituye sólo el ex istir perfecto de los m om entos, es la ele­
vación al espíritu.
T er c er a parte

Ciencia del espíritu


El espíritu em pieza sólo por lo exterior, determina esto y, además, sólo se
relaciona consigo m ism o y con sus propias determinaciones.

§ 128
La filosofía del espíritu contiene tres secciones. Considera 1. el espíritu en
su concepto, psicología sin más, 2. la realización del espíritu, 3. la consu
mación del espíritu en el arte, la religión y la ciencia.
P r im e r a s e c c ió n
El espíritu en su concepto

§ 129
Al espíritu, observado para sí, hay que concebirlo 1. en su existencia natu­
ral y en su conexión inmediata con el cuerpo orgánico y en su, por eso, con­
siguiente dependencia de las afecciones y estados del mismo; antropología.
2. Como apareciente, en cuanto él como sujeto se refiere a un otro como
objeto, el espíritu es conciencia y objeto de la Fenomenología del espíritu.
3. Como espíritu, conforme a las determinaciones de su actividad dentro
de sí mismo, es objeto de la psicología.3

§ 130
La inteligencia empieza con la exterioridad, siendo esa su condición, pero
no su principio, el cual es más bien ella para sí misma. La inteligencia es
1. de manera inmediata, como sentimiento, cuyo contenido ella misma
eleva 2. a la representación en sí y, 3. como pensamiento, purifica el conte­
nido de la casualidad, consiguiendo la necesidad, y el de la particularidad,
consiguiendo la universalidad de sus determinaciones

I. El sentimiento

§ 131
El sentimiento es la afección simple, pero determinada, del sujeto singu­
lar, en el cual todavía no queda puesta ninguna diferencia entre él y el
contenido, o una determinación puesta respecto al sujeto, que todavía no
se ha separado del objeto.

3. Rosenkranz anota aquí: “Dado que las determinaciones, puestas en la clase bajo los apar­
tados 1) y 2), ya fueron solucionadas en otro lugar, aquí sigue únicamente la psicología”.
§ 132
El sentimiento es en parte interior, en parte exterior, y es inmediato, toda­
vía sin reflexión; en cuanto estado de ánimo, un sentimiento agradable o
desagradable.

IL La representación

§133
El sentimiento es la materia originaria, todavía envuelta en sí, que la inte­
ligencia eleva a representación, al suprimir la forma de la simplicidad que
tiene el sentimiento, y al dividirlo en algo objetivo y en algo subjetivo, que
se separa de él, convierte el sentimiento en algo sentido.

§134
En la representación se tiene primeramente un objeto. Los niveles del
representar son de manera que la inteligencia 1. se acuerda, al separarse
sin más del contenido del sentimiento; 2. se imagina este contenido, se
queda con él sin su objeto, lo evoca libremente desde sí y lo enlaza; 3. qui­
tándole su significado inmediato al darle otro, y enlace en la memoria.

A. Recuerdo

§ 135
1. La intuición es la representación inmediata en la que las determinacio­
nes del sentimiento han sido convertidas en un objeto separado del sujeto;
un objeto que es libre del sujeto singular y, al mismo tiempo, es para él
mismo. Pero, de igual modo, él no es para el sujeto en cuanto singular, sino
para todos.

§ 136
Así, el objeto es puesto, en cuanto fuera del sujeto y en él mismo, como un
uno-fuera-de-otro; en parte el quieto uno-junto-a-otro del espacio, en parte
el devenir inquieto en la sucesión del tiempo. Espacio y tiempo son el
intuir abstracto o las formas universales de la intuición.

§ 137 -~
En estos elementos objetivos universales, el objeto, aparte de que tiene el
contenido de las determinaciones del sentimiento, es, al mismo tiempo, un
singular, un completamente determinado en el espacio y en el tiempo,
un enlazado con otros objetos antes, junto y después de él.
(Las cosas, a través de esta determinidad en el espacio y el tiempo, y
unas a través de otras, según sus determinaciones, se encuentran apresa­
das y están en el calabozo universal).
§138
2. Representación. E l sentim iento llega a ser objetivo en la intuición. El
sujeto, en relación inm ediata con esto, está sumergido en ella, de manera
que él, en el intuir, no tiene propiamente ningún otro ser que aquel ser
objetivo, espacial y temporal. L a actividad voluntaria de la inteligencia
consiste aquí en la atención a la existencia m últiple de lo presente y en la
arbitrariedad de detenerse en un contenido, o de pasar a otro; capacidad
de comprehensión.

§139
Pero la intuición es, en cuanto objeto, al mismo tiempo, para el sujeto. Este
último, como lo que es en-sí y para-sí, se retira de su ser-fuera-de-sí, se
refleja en-sí y se separa de la objetividad, al convertir de manera subjeti­
va la intuición en imagen.

§140
\ La intuición trasladada al yo no es sólo imagen, sino que llega a ser repre­
sentación sin más. N o queda en eso, que la intuición acogida en lo interior
corresponda por completo a la intuición inmediata, sino que ella es libera­
da y llevada fuera de su vinculación con el espacio y el tiempo. L a intui­
ción es una existencia asumida , es decir, tanto una existencia que no está,
como una que, a la vez, se guarda.

§ 141
La intuición es, en cuanto representación, el propio tiempo y el propio espa­
cio del sujeto, trasladada al tiempo y al espacio en cuanto formas universa­
les. Mediante la asunción del tiempo particular de la intuición, ella llega a
ser duradera; m ediante la asunción de su espacio particular, ella está en
todas partes.

§142
Además, la intuición concreta es conservada en sus múltiples determina­
ciones o en su unidad, pero del mismo modo es liberada del lazo de su sin­
gularidad. Las determinaciones parciales se dispersan y se convierten en
abstracciones que son representadas como existentes para sí, sin el contex­
to sensible en el cual aparecieron prim eram ente para el sujeto.

§ 143
3. Recuerdo. L a representación, como la intuición recordada o hecha uni­
versal, se refiere a la intuición inm ediata como lo duradero, y lo universal
se refiere a lo singular. E l recuerdo no es tanto una comparación de dos
intuiciones singulares, sino que, más bien, la intuición singular actual es
subsumida bajo la intuición ya hecha universal, o subsumida bajo la
representación. L a mismidad que yo reconozco es, por un lado, la identid ad
I dad de su contenido ; por otro lado, reconozco en la intuición actual la iden
tidad de m í , conmigo m ism o, o me recuerdo en ella.

§ 144
La im agen o la representación no se convierte en algo universal por el
hecho que la m ism a intuición sea repetida más a menudo, ni porque estas
I intuiciones varias se ju n ten en una im agen que sea más o menos abstrac
ta o más consciente, o de m anera que uno se acuerde en cada intuición sin
gul ar de la precedente, sino que la intuición recibe, inm ediatam ente por el
I hecho que yo la acojo, la form a de la universalidad. P o r eso ella es una subsunción
. En el recuerdo es producido por una intuición presente o una
j representación la im agen de una intuición pasada, que era la misma que
j la presente. A q u ella intuición precedente es lo duradero y universal bajo
lo cual subsumo la actual intuición singular.

B. Im aginación

§ 145
En el recuerdo, la representación de la intuición anterior y de la actual
coinciden de m anera inm ediata. N o tengo dos cosas delante de mí, la
intuición y la representación, sino solam ente que ya la tuve, que ya es la
mía ; teniendo ahora tam bién a la representación delante de mí, como dife­
rente de la intuición, esto es, la im aginación. Pero, en este sentido, in tu i­
ción y representación pueden ser tam bién com pletam ente diferentes.

§ 146
1. Reproducción de la representación sin más. L a im aginación, en cuanto
reproducción de la representación sin más, evoca las im ágenes y represen
taciones sin la intuición actual, correspondiente a ellas, y las deja entrar
para-sí en la conciencia.

§ 147
2. Como activa, la im aginación pone las im ágenes y las representaciones
conservadas en una m utua conexión m ú ltip le, la cual es diferente de aque­
lla conexión que ellas tu vieron como intuiciones.

§148
Este enlace puede ocurrir conform e a varias determ inaciones que contie­
nen las representaciones. L as diferentes m aneras de enlace han sido lla ­
madas, de manera muy inapropiada, leyes de la asociación de ideas.
§149
La determinación del enlace puede ser una conexión más o menos superfi­
cial o profunda: mera simultaneidad o igual lugar de dos representaciones
~ o cualquier sim ilitud , también contraste de las mismas, relación en cuan­
to todo y partes, causa y efecto, fundamento y consecuencia, etc., en general
cualquier clase de relación sensible o espiritual. Esta conexión se encuen­
tra sobre todo bajo dominio de un interés del ánimo, de una pasión, o del
carácter espiritual sin más.

§ 150
La diferencia entre las imágenes y las intuiciones está indicada en lo ante­
riormente tratado. La conciencia habitual hace la diferencia de manera
inmediata en el estado despierto y sano. Pero en el sueño, en estados
extraordinarios, en la enfermedad, desaparece esta diferencia para ella, y
la imaginación la domina frente a la intuición y frente a fuerzas espiritua­
les supremas.

§ 151
a) El soñar. En el sueño se nos aparecen una serie de representaciones,
que no distinguimos de las intuiciones que fueron iniciadas por recuerdos
o también por sentimientos actuales, los cuales, por lo demás, son mezcla­
dos y entrelazados de la manera más casual y arbitraria. - Los presentí
mientos, las visiones, el entusiasmo colectivo, etc., se basan, por cierto, en
intereses y fuerzas más profundas que la mera imaginación, pero están
entrelazados con una elevación particular de la misma, que convierte los
sentimientos internos más oscuros en imágenes, y les da la fortaleza de las
intuiciones.
(Simpatía con la naturaleza. E l así llamado prever. En la realidad duer­
me el futuro. La realidad es, al mismo tiempo, la posibilidad de lo siguien­
te. Oráculo, profecía a partir del vuelo de los pájaros, desde las entrañas de
los animales. Disposición general mediante la naturaleza, cómo los anima­
les presienten los terremotos. Los pueblos que viven más en unidad con la
naturaleza tienen un lazo con ella más fuerte que nosotros, que nos hemos
soltado de la naturaleza. - Luz interior; trato con espíritus superiores;
ungüento del alcaloide; las brujas se narcotizaron y entraron en una fan­
tasía horrible que llegó a ser epidémica. Ellas fueron quemadas a miles. —
Fantasmas; a menudo apariciones externas, como m otivo del que la fanta­
sía se hace cargo. La mala conciencia, torturada por el m artirio del cri­
men, se hace objetiva mediante figuras fantasmales. - Citas para apare­
cerse en la vida después de la muerte. - Entusiasmo colectivo; fanatismo:
apreciar más las representaciones religiosas que todo lo ético en la vida y
que las constelaciones del concepto, E l entusiasmo colectivo cae en la locu­
ra de añadir a la exterioridad palpable un configurar sin imagen. Se quie­
re que lo sensible esté en un rango superior que lo espiritual. Se quiere
i ----------------
que lo absoluto se traslade a la exterioridad. En la cosa se quiere ver a
Dios sin el arte; o se quiere llevar a la fantasía el ser absoluto en la intui­
c i ó n interior. Se quiere colocar a Dios en lo temporal, lo sensible. —Por la
1 voluntad, superioridad verdadera de la representación sobre la intuición,
por ejemplo, Mucius Scaevola).

§ 152
I b) Un grado superior de la vida que se encierra en la fantasía es la som
nolencia, el auténtico sonambular u otros estados por el estilo, en los cua
les el espíritu, en el caso de un sentimiento exterior más o menos fuerte,
L tiene una intuición más interior de lo exterior; es, sin más, activo en sí y
continúa con toda una serie de tareas exteriores, como uno las hace en el
* estado despierto.
(El sonambulismo es a ) el habitual en el sueño: oír música, leer, escribir
N cartas, hablar, irse a sitios peligrosos. Bañeras delante de la cama; fuer-
tes perturbaciones; p) el sonambulismo epiléptico; a través de los dedos,
leer encima del estómago, etc.; y) el sonambulismo magnético; el enfermo
ol sólo responde a aquel que está en contacto con él. )

§ 153
c) La locura tiene, aparte de que el fantasear en el calor febril es un esta­
do similar dependiente de una enfermedad, muy diversas modificaciones,
como locura, demencia, delirio, etc., y es, en general, un predominio de
representaciones de las fantasías, en el estado despierto, sobre las intui­
ciones y representaciones racionales. La locura tiene cualquier represen­
tación fija, singular, que es desquiciada, y que está conectada en la repre­
sentación fija con la exactitud de las demás representaciones. L a demen­
cia es la destrucción general de la naturaleza mental. En cuanto delirio o
frenesí, esta locura m ental va acompañada de una voluntad maliciosa y de
arrebatos furiosos.
(La ilusión de ser un rey, un cardenal, una persona en la deidad.
Melancolía por la representación de la inexistencia del valor moral.
Alguien creyó que meando inundaría toda una ciudad; otro creyó que era
un grano de cebada y que las gallinas se lo tragaban; un tercero creyó que
tenía pies de cristal, una campanilla en el vientre, etc. - Las causas son a )
corporales; a menudo una natural disposición heredada; impresiones en el
tiempo del embarazo; excesos; hierbas venenosas; rabia; m ateria de enfer­
medad, que se lanza sobre los nervios, sobre el cerebro, etc. P) mental; una
representación sumamente viva, por ejemplo: los hombres no solamente
murieron alegrándose, sino incluso se volvieron locos. Perturbación men­
tal debida a pasiones, amor, orgullo, esperanza, vanidad, engaño; la des­
confianza rompe la conexión con el mundo exterior; encerrar su vida en sí
mismo, en su singularidad, etc. —L a manera de curar estos trastornos del
alma es, por eso, también corporal y m ental. )
§154
3. Imaginación productiva. L a imaginación superior, la fantasía poetizan­
te no está al servicio de estados y determinaciones casuales del ánimo, sino
al servicio de las ideas y de la verdad del espíritu sin más. Ella se quita de
encima las circunstancias casuales y arbitrarias de la existencia, destaca lo
interior y esencial de la misma, lo configura e ilustra. - Esta forma de la
existencia apareciente que la imaginación le da a la existencia está lleva­
da, dominada y compenetrada sólo por lo esencial, y queda recogida en la
unidad. - El simbolizar de la imaginación consiste en que ella interpreta
las apariciones sensibles o las imágenes con representaciones o pensamien­
tos de otra índole, que ellas expresan de modo inmediato; ellas tienen una
relación análoga con las representaciones o los pensamientos, y represen­
tan a aquellas imágenes como expresión de las mismas.
(El poetizar no es un im itar de la naturaleza. La poesía es, en un sen­
tido superior, más verdadera que la realidad ordinaria. El poeta es un
espíritu profundo, que entrevé la sustancia que otro también tiene en sí,
pero sin que la sustancia le llegue a la conciencia. Aquí también vale decir
que para el criado no existen héroes. Se dice: conocí a este también, pero
no vi nada de eso; o: conocí también el amor, pero no encontré en él nada
de lo que el poeta dice. Por eso el poeta es un vidente. - El poeta unifica
el esplendor de la naturaleza en un todo, como atributo de algo superior:
el azul del éter es su ropaje, las flores sus mensajeras, etc. — Ceres y
Proserpina. La base de la idea. - Verano: nomeolvides. - Salida del sol:
“Emana el sol como emana la quietud de la virtud”. Puesta del sol: “Así
muere un héroe”. E l simbolismo de pan y vino en los misterios eleusinos
y en el cristianismo. - Un ánimo profundo simboliza sin más; la inclina­
ción de los alemanes hacia una poesía pensativa de la naturaleza, etc.).

C. La memoria

§ 155
1. El signo sin más. A l encontrarse liberada la representación de la exis­
tencia exterior, y al llegar a ser subjetiva, la existencia exterior y la repre­
sentación interior se han enfrentado como diferentes. El enlace arbitrario
de una existencia exterior con una representación que no le corresponde,
sino que, según el contenido, difiere de la representación, de manera que
aquella existencia tiene que ser la representación o el significado de ésta,
convierte a la existencia en signo.
§1 5 6
La memoria productiva crea, por consiguiente, el enlace de la intuición y
de la representación, pero un enlace libre en el que queda invertida la rela­
ción precedente, en la que la intuición sirve como fundamento de la repre­
sentación. En el enlace de la memoria productiva, la existencia sensible no
tiene valor en y para sí, sino solamente el valor que le da el espíritu.

§ 157
La existencia sensible, a través de sus determinaciones en general, se
refiere a otra existencia. Pero al estar convertida una representación
mediante la memoria productiva en su determinación, se convierte, de
este modo, esencialmente en relación de representaciones con otros seres
I que tienen representaciones, y con eso empieza la comunicación teórica
I entre ellas.

§ 158
I 2. El lenguaje. L a obra suprema de la memoria productiva es el lenguaje,
i que es en parte sonoro, en parte escrito. Siendo la memoria productiva, o
la mnemosyne, el origen del mismo, se puede hablar de un origen más
¡ amplio, solamente respecto del invento de signos determinados.

§159
I El sonido es la aparición fugaz de una interioridad que en esta exteriori
zación no se m antiene como algo externo, sino que se manifiesta como
I algo subjetivo, interior, que esencialmente significa algo. - Es importan-
I te, sobre todo, que no solam ente las imágenes en sus determinaciones,
sino también las representaciones abstractas sean designadas por las
I articulaciones de los sonidos. — L a representación concreta se convierte
sin más, a través del signo verbal, en algo que es sin imagen, que se iden­
tifica con el signo.
(La imagen se aniquila y la palabra representa a la imagen. Esto es un
león; el nombre pasa p or la cosa. —Logos; Dios habló, etc. —El lenguaje es
el poder supremo entre los hombres. - Adán, se dice, dio nombre a todas
las cosas (animales). - E l lenguaje es la aniquilación del mundo sensible
en su existencia inm ediata, el ser asumido del mismo en una existencia
que es un llam am iento que resuena en todos los seres vivos que tienen
representaciones.)

§ 160
Considerando la invención de signos determinados, es natural que imita­
ciones inmediatas sean convertidas en signos sonoros para fenómenos
sonoros (susurrar, vibrar, sonar, zumbar). — El signo, sin más, es arbitra­
rio para otros objetos sensibles o modificaciones. El simbolizar aboga prin­
cipalmente por la denominación de relaciones y determinaciones abstrae-
tas; y la evolución posterior del lenguaje pertenece a la fuerza de la uni­
versalidad, al entendimiento.

§ 161
El lenguaje escrito es jeroglífico o alfabético. El lenguaje jeroglífico es una
denominación de los objetos que no tiene relación con su signo sonante. -
Aun lenguaje escrito, filosófico universal, del que varios signos han cap­
tado el pensamiento, se opone la cantidad indeterminablemente grande de
signos que sería necesario inventar y aprender. - El lenguaje escrito alfa­
bético disuelve los signos del lenguaje en sus sonidos simples, y designa a
los mismos.

§ 162
3. La memoria reproductiva. Es el retener los signos singulares en rela­
ción con lo designado y, principalmente, el quedarse con series sin imagen
de los mismos, que no están enlazadas unas con otras por una conexión,
ni figurada ni comprensible, sino que están, de esta manera, en una con­
secuencia totalmente arbitraria o casual, y son mantenidas así, juntas, a
través de una fuerza independiente, meramente interior.

III. El p e n s a r

§ 163
El pensar es la actividad del espíritu en su sencillez independiente, igual
consigo misma, que pone, desde y en sí misma, determinaciones que tie­
nen el carácter de igualdad consigo misma y de universalidad.

A. Entendimiento

§164
El entendimiento es el determinar pensante sin más y el mantenerse
firme en determinaciones pensadas. Como entendimiento objetivo, él con­
tiene las categorías, las determinaciones pensadas del ser, que constitu­
yen la unidad interior de lo múltiple de las intuiciones y de las represen­
taciones. El distingue lo esencial de lo inesencial y reconoce la necesidad
y las leyes de las cosas.
B. Juzgar

§165 |
El juzgar es el relacionar un singular con el concepto. Él determina sin
más lo singular de manera universal o lo subsume bajo lo universal. Tiene
los siguientes niveles:
§ 166
a) Lo universal es determinado como lo singular; esto mismo no es más
que cualquier cualidad de lo singular, de las cuales tiene algunas.

§ 167
b) El reflectar es el ir más allá de una determinación singular, su compa­
ración con otras, y la reunión de las mismas en una determinada. - Lo uni­
versal constituye la naturaleza interior y la esencia del objeto. Esta uni­
versalidad no sólo es una colectividad, sino es la universalidad propia de
un objeto en él mismo, en contraposición a las determinaciones de su pro­
pia particularidad o singularidad.

§ 168
c) El juzgar propiamente dicho acerca de un objeto es el comparar su natu­
raleza o su universalidad verdadera con su singularidad o con la constitu­
ción de su existencia, es el comparar aquello que él es, con lo que él debe ser.
(En estos judos se asienta la dialéctica, según la que lo malo, lo que no
corresponde a su concepto, le es, a la vez, también adecuado. Una mala
casa tiene una existencia que no es adecuada a su concepto. Si solamente
se tratase de esto, que no fuese adecuada, entonces no sería una casa. El
concepto debe ser reconocible todavía en la existencia. Así, si de una actua­
ción se juzga que es mala, entonces su sinrazón tiene aún un lado de con
cordancia con la razón, etc.)

§ 169
Se puede mencionar aquí también la perspicacia que, por cierto, apunta
más a una constitución del juzgar, que a un nivel real del mismo.
Principalmente consiste en aprehender diferencias que no están a la vista,
y en notar, a través de la reflexión, relaciones más finas y más profundas.
- E l chiste enlaza, conforme a su apariencia exterior, unas tras otra, representaciones
ajenas entre sí, por el lado en el que ofrecen una igualdad
inesperada. - Lo ingenioso es análogo a lo racional y expresa sobre todo
una determinación o relación, cómo es en su representación inmediata, o
cómo está contrapuesta en sí misma.
(Al salir el sol, el cielo cambió como un cangrejo del negro al rojo. - Le
miserable, qu’il est heureux! I l a faim. - Exul mentisque domusque. - Bajo
esta piedra yace mi mujer, y aquí descansa ella, y también yo. - En sus
lechos sueñan los jueces grasientos, para adormecer a la vez su tos y su
conciencia, etc.).
C. Pensar racional

§ 170
t) La razón es negativa o dialéctica al m ostrar, en el ám bito del entendi­
miento, el tránsito de una determ inación del ser a la opuesta. Lo dialécti­
co aparece habitualmente, de m anera que de un sujeto se afirm an dos pre­
dicados contrapuestos. L o m ás puram ente dialéctico consiste en demos­
traren un predicado una determ inación del entendim iento, en cuanto ella
es en sí misma, a la vez, lo contrapuesto a si m ism a , pues se asume a sí
misma.

§1 7 1
b) La razón razonante busca los fundamentos de las cosas, es decir, su ser
puestas por y en un otro, que es la esencia de las mismas que queda en sí,
pero que, al mismo tiempo, es sólo un incondicionado relativo , teniendo lo
fundamentado o la consecuencia otro contenido que el fundamento.

§ 172
c) La razón concluyente contiene la mediación de un contenido que, confor­
me a las determinaciones del concepto, se comporta como algo singular, par­
ticular y universal. Lo particular es frente a lo singular un universal, y fren­
te al universal un determinado; es el centro que contiene en sí los extremos
de la singularidad y de la universalidad y, por consiguiente, los aúna. La
razón concluyente es:
a) Razón formal , en cuanto la conclusión es subjetiva. Lo que aparece
en ella, como mediado o como consecuencia, es en sí lo inmediato. Tiene la
relación de un mediado sólo para el conocer.
p) La razón teleológica contem pla y pone fines, una relación en la que
lo mediado o lo producido tien e el m ism o contenido que lo inmediato, el
concepto presupuesto, y en lo que lo m ediado es la consecuencia y a la vez
el fundamento.
y) La idea de la razón es el concepto, en la m edida en que su exteriori­
dad o realidad queda determ inada totalm ente por él, y solamente existe
por zu concepto, o en la m edida en que lo existente, que tiene en sí mismo
su propio concepto, es el m edio de sí mismo, por consiguiente, el medio es
igualmente fin.
S e g u n d a s e c c ió n

El espíritu práctico

§ 173
El espíritu práctico no tiene solamente ideas, sino es la idea viva misma.
Es el espíritu que se determ ina a sí mismo desde sí mismo, y que da rea­
lidad exterior a sus determinaciones. H a y que distinguir entre el yo, en
cuanto se convierte a sí mismo sólo teórica o idealm ente, y en cuanto se
convierte práctica o realm ente en objeto, en objetividad.

§ 174
Al espíritu práctico se le llam a sobre todo voluntad libre , en cuanto el yo
se puede abstraer de toda determ inidad en la que se encuentra, y en cuan­
to se mantiene indeterm inadam ente en toda determinad, y en igualdad
consigo mismo.

§ 175
La voluntad, como concepto determ inante interior, es esencialmente acti­
vidad y acción. E lla traspone sus determinaciones interiores a una exis­
tencia exterior, para presentarse como idea.

§ 176
Al acto pertenece todo el alcance de las determinaciones que están en cone­
xión inmediata con una producida modificación de la existencia. A la acción
pertenece, en primer lugar, sólo lo que, de todo eso, ya estaba en la decisión
o en la conciencia. La voluntad reconoce sólo esto como lo suyo, y como su
culpa, que propiamente le puede ser imputada. Pero incluso esto, en un
sentido más amplio, queda abarcado dentro del marco de la culpa que, bajo
las determinaciones del acto, no llegó a ser consciente, pero pudo llegar a
serlo.
§ 177
a) El sentimiento práctico concibe, por cierto en sí, las determ inaciones y
leyes prácticas ju rídicas y m orales, pero de m anera inm ediata; por eso no
evolucionadas ni pensadas y principalm ente impuras, por la añadidura de
la singularidad subjetiva. H a y que observar esencialm ente que el senti­
miento práctico no tien e otro contenido verdadero que los derechos, las
obligaciones y las leyes, conocidas de m anera determ inada —que, por un
lado, el sentimiento práctico es oscuro y determ inado por la singularidad;
por otro, sólo puede ser puesto por encim a de la conciencia determ inada
de las mismas, en cuanto uno se atiene a éstas caso a caso, y la conciencia
puede ser una totalidad fren te a ellas.

§ 178
b) El impulso es el sentim iento de una determ inación práctica y, a la vez,
el sentimiento de su contradicción, de ser un interior, un no realizado al
que, no obstante, le es esencial la realidad. E l im pulso pertenece a la natu­
raleza subjetiva y v a dirigido únicam ente hacia su determ inidad. L a codi­
cia es una determ inación singular del im pulso y, m ediante el ser adecua­
do o no adecuado de la existencia exterior respecto de ella, el sentim iento
se convierte en agradable o desagradable. E l espíritu práctico, en la natu­
ralidad, en el impulso y en la codicia, es un ser dependiente, no libre.

§ 179
c) El espíritu tiene que elevarse, del estar sumido en los impulsos, hacia
la universalidad, de m anera que los im pulsos no pasan en su especializa
ción por absolutos para sí, sino que sus determ inaciones reciben su lu gar
y valor adecuado únicam ente como momentos de la totalidad ; por eso son
depurados de la casualidad subjetiva.

§ 180
Las determinaciones del espíritu constituyen sus leyes. P ero no son deter­
minaciones exteriores o natu rales del m ismo. Su única determ inación, en
la que todas están contenidas, es su libertad, la cual es tanto la form a
como el contenido de su ley, que puede ser ju ríd ica , m oral o política.

I. El derecho

§181
El espíritu como ser libre, autoconsciente, es el yo, igu a l consigo mismo, el
cual, en su relación absolutam ente n egativa, es, en p rim er lugar, yo exclu­
yente, ser libre, singular o persona.
§ 182
El derecho es la relación de los hombres en cuanto son personas abstrac­
tas. Aquella actuación es contra el derecho, a través de la cual el hombre
no es respetado como persona, o aquella que interviene en la esfera de su
libertad. Esta relación es, por consiguiente, conforme a su determinación
fundamental, de naturaleza negativa, y no exige mostrar al otro propia­
mente algo positivo, sino sólo dejarlo como persona.

§ 183
La propiedad está constituida por la esfera exterior del derecho y de la
libertad, la propiedad es subsunción de una cosa sin dueño bajo mi poder
y mi voluntad. La posesión es el lado del apoderamiento arbitrario. El lado
de la propiedad como tal es el lado universal, que indica que la posesión
es una exteriorización de m i voluntad, la cual, como algo absoluto, tiene
que ser respetada por otro.

§184
Puedo enajenar mi propiedad, a saber, aquello que de hecho es propiedad,
es decir, que es en parte mía, y que en parte tiene en sí misma el momen­
to de la exterioridad. Inenajenable es, por lo tanto, mi razón, mi libertad,
mi personalidad y lo que contiene en sí, esencialmente sin más, toda mi
libertad.

§ 185
Puedo enajenar mi propiedad a otro y puedo adquirir una propiedad
ajena. Esta adquisición tiene lugar sólo a través del contrato, del consen­
timiento mutuo de dos personas en enajenar su propiedad, del traspaso a
otro, y del consentimiento en aceptarla.

§ 186
La esfera de mi libertad contiene m i personalidad y la relación de una cosa
respecto a ésta. A l ser lesionada esta esfera por otros, puede ocurrir enton­
ces esto: por un lado, que ello sea únicamente en el sentido que sólo esta
cosa no es mía, con lo que m i personalidad es reconocida o, por otro lado,
que sea en el sentido que ella m ism a no es reconocida, lo que es el caso en
una lesión violenta de m i cuerpo y de m i vida.

§ 187
En mi personalidad, el otro lesiona inm ediatam ente la suya. E l no come­
te algo meramente singular contra mí, sino algo universal. Lo que hizo
conforme al concepto contra sí m ism o tiene que ser convertido en realidad.
- En cuanto esto sucede a través de la persona lesionada misma, es una
venganza, y en cuanto ella es llevada a cabo por una voluntad universal,
y en nombre de la misma, es una pena.
§188
El derecho, en relación con la propiedad, constituye el objeto del derecho
civil; el derecho, en relación con la personalidad, constituye el objeto del
derecho punitivo o del derecho criminal. - La ciencia de los conceptos fun­
damentales del derecho ha sido llamada derecho natural, como si hubiera
un derecho, por un lado, que correspondiera al hombre por naturaleza y,
por otro lado, uno distinto que surgiese de la sociedad, en el sentido que
en ésta el derecho natural, en cuanto verdadero, tuviera que ser sacrifica­
do en parte. De hecho nacen todavía, a través de la sociedad, derechos par­
ticulares, los cuales no están contenidos en el derecho que se basa, sin
más, en la personalidad singular. Pero, al mismo tiempo, la sociedad es la
eliminación de la unilateralidad de aquel principio y la realización verda­
dera del mismo.

ii. La moralidad

§189
j La moralidad contiene la frase: “Obsérvate en tu actuar como ser libre”; o
i ella añade al actuar el momento de la subjetividad, a saber, que 1. lo sub
jetivo, en cuanto convicción e intención, corresponde a lo que es en sí un
¡ mandato, y que lo que es deber no se hace en aras de una inclinación o de
I cualquier obligación extraña, o con vanidad respecto del ser bueno, sino
I que es hecho por convicción, porque esto es un deber; 2. ella, por eso, afec­
ta al hombre según su particularidad, y no es meramente negativa como
I el derecho. A un ser libre sólo cabe dejarle ir, pero al hombre particular
J cabe proporcionarle algo.

§ 190
¡ Lo bueno es el contenido de los deberes, a saber, de las determinaciones fun
damentales que contienen las condiciones humanas necesarias, o lo racional
en las mismas. El mal es lo que con la voluntad va dirigido a la destrucción
\ de tal relación. Lo malo se da si, aunque no con un propósito directo, sí a
sabiendas, por debilidad frente a un impulso de la sensibilidad, o por debi­
lidad frente a una inclinación del corazón, son lesionados los deberes.

§ 191
1. Las condiciones humanas necesarias de cada hombre frente a sí mismo
consisten a) en el automantenimiento, que el individuo someta a la natu
raleza física exterior, y que la convierta en adecuada para él. b) Respecto
I de su propia naturaleza física, él tiene que proporcionarse independencia
I para su propia naturaleza espiritual, c) El individuo tiene que someterse
I a su esencia espiritual universal y hacerse adecuado a ella: formación sin
I más.
§ 192
2. La relación de fam ilia es la unidad natural de los individuos. El lazo de
esta sociedad natural es el amor y la confianza, el saber de esta unidad
originaria y del actuar en el sentido del mismo. Según su determinación
particular, a los individuos que constituyen esta sociedad corresponden
derechos particulares. Pero, si éstos fuesen reclamados en forma de dere­
chos, entonces quedaría roto el lazo moral de esta sociedad, de la cual cada
uno recibe esencialmente, desde la disposición del amor, lo que le corres­
ponde en sí. i

§ 193
3. La relación moral respecto a otros sin más se funda en la identidad ori­
ginaria de la naturaleza humana. Los deberes del amor humano univer­
sal consisten en la disposición benevolente, en las prestaciones de servicio
esenciales y universales, conforme a la casualidad de una relación. Los
deberes morales, respecto de prestaciones de servicio más cercanas y
duraderas, nacen de la relación de conocidos y de la amistad, fundadas en

I la voluntad libre.
(Aquí están los lím ites últimos de la finitud. Lo que importa es el
momento.)

III. El Estado (espíritu real)

§ 194
La sociedad natural de la fam ilia se amplía a la sociedad estatal univer­
I
sal, la cual es tanto una relación fundada por la naturaleza como también
I una relación contraída por la voluntad libre, y se basa tanto en el derecho
i como en la moralidad; pero que no aparece tan esencialmente como una
i sociedad consistente en individuos, sino como un espíritu del pueblo indi­
i vidual unido en sí.

§ 195
La ciencia del Estado es la exposición de la organización que un pueblo
tiene en cuanto un todo orgánico vivo en sí.
i
§ 196
El Estado forma, como lo universal, la oposición frente a los individuos. El
es tanto más perfecto, cuanto más lo universal corresponde a la razón, y
cuanto más los individuos formen una unidad con el espíritu del todo. La
disposición esencial de los ciudadanos frente al Estado y su gobierno no es
ni la obediencia ciega frente a sus órdenes, ni el hecho de que cada uno
tenga que dar su consentimiento individual a los servicios y las reglas de
procedimiento en el Estado, sino la confianza y obediencia comprensiva
frente a él.
§ 197
El Estado contiene diferentes poderes, que constituyen los momentos de
su organización. E l poder legislativo, judicial y ejecutivo son, sin más, los
momentos abstractos del mismo. - Los poderes reales son los que constitu­
yen el todo, el poder judicial y policial, el poder financiero y adm inistrati­
vo, el militar y político, en cada uno de los cuales, propiamente dicho, se
dan aquellos momentos abstractos. - E l centro supremo activo de todos es
el gobierno.

§ 198
I Los distintos estamentos de un Estado son diferencias concretas, sin más,
según las cuales los individuos se dividen en clases, que se basan principal­
mente en la desigualdad de la riqueza, de la educación y de la formación;
1 éstas, por su lado, se asientan en la desigualdad de nacimiento; de esta
manera, los individuos alcanzan más utilidad respecto de un tipo de activi­
dades en favor del Estado, que respecto de otro tipo de actividad.

§199
La Constitución establece la separación y la relación de los distintos pode­
res del Estado entre sí, y el ámbito de actuación de cada uno, sobre todo,
los derechos de los individuos con relación al Estado y la parte de colabo­
ración de los mismos, de la cual deben tomar parte no sólo en la elección
del gobierno, sino también en cuanto ellos son ciudadanos sin más.

§20 0
Las costumbres, las leyes y la Constitución constituyen la vida organiza­
da interior de un espíritu del pueblo. E l principio o el modo y la determi­
nación de su ser queda expresada en eso. Además, tiene una relación exte­
rior y destinos exteriores.

§201
Esta historia, llamada así, histórica, considera la existencia de un espíri­
tu del pueblo, el desarollo de su principio en su constitución y en sus leyes,
y en sus destinos de un modo exterior, conforme a la percepción de los
acontecimientos y de las causas inmediatas, como ellas parecen radicar en
circunstancias casuales y en caracteres individuales.

§ 20 2
La historia filosófica no sólo aprehende el principio de un pueblo a partir
de sus instituciones y destinos, ni sólo desarrolla los acontecimientos a
| partir del principio, sino considera principalmente el espíritu universal del
mundo, considera cómo, en un contexto interior, él pasó por los diferentes
iveles de su formación a través de la historia de las naciones, que apare­
ncen separadamente, y de sus destinos. L a historia presenta el espíritu universal
versal apareciendo como sustancia en sus accidentes, de manera que ésta,
su figura o exterioridad, no está form ada conforme a su esencia. Su pre­
sentación superior es su figuración en form a espiritual, simple.
(No todos los pueblos cuentan en la historia mundial. Cada uno tiene,
según su principio, su punto, su momento. Luego el pueblo abandona el
escenario, como parece, para siempre. A él no le toca por casualidad).'
T e r c e r a s e c c ió n

El espíritu en su presentación pura

I. El arte

§203
El arte presenta al espíritu en la individualidad y, al mismo tiempo, depu­
rado de la existencia casual y de sus modificaciones y condiciones exterio­
res, y, a saber, objetivamente, para la intuición y la representación. Lo
bello en y para sí es objeto del arte, no la imitación de la naturaleza, que
es, por su lado, una imitación solamente temporal y no libre de la idea. La
estética considera las formas más cercanas de esta representación bella.
(El arte depende de qué conciencia sustantiva es el espíritu.
Estudiamos las obras griegas, pero no por eso somos griegos. L a represen­
tación no lo consigue, sino la vida productiva interior, el hecho de que nos­
otros somos la misma. L a fantasía del pueblo no es superstición de algo,
sino el propio espíritu. Lo así llamado maravilloso es una maquinaria
necia; el desacierto de Klopstock con sus ángeles, sus dioses nórdicos. La
mitología viva de un pueblo constituye, por eso, el fundamento y conteni­
do de su arte.)

§2 0 4
Hay que distinguir dos formas principales o estilos del arte: el antiguo y el
moderno. El carácter del prim ero es plástico, objetivo; el del otro es román­
tico, subjetivo. El carácter antiguo presenta, al mismo tiempo, la indivi­
dualidad como carácter esencial y universal, sin que él se convierta en
abstracción y alegoría, sino manteniéndose como totalidad viva. En la cla­
ridad y postura objetiva, él extingue lo casual y arbitrario de lo subjetivo.
§205
Las artes se distinguen, según géneros, por medio del elemento en el que
ellas presentan lo bello y a través del que, de este modo, queda determi­
nado también, más precisamente, el objeto y el espíritu de esta presenta­
ción. Para la intuición exterior; la pintura da una figuración colorida sobre
una superficie; el arte de la escultura da una figuración sin color, en forma
corporal. Para la intuición interior , la música representa en sonidos sin
representación; la poesía representa a través del lenguaje.
(El arte de hablar, el arte de la construcción, el arte de la jardinería,
etc., no son bellas artes puras, porque tienen como fundamento otro fin
que la representación de lo bello.)

§206
Los géneros principales de la poesía son el épico, el lírico y el dramático.
El primero presenta un objeto como un acaecimiento exterior, el segundo
presenta un sentimiento singular, o el movimiento subjetivo que tiene
lugar en el ánimo, el tercero presenta la actuación propiamente dicha
como efecto de la voluntad.

ii. La religión
§207
La religión da la exposición del espíritu absoluto no sólo para la intuición
y la representación, sino también para el pensamiento y el conocimiento.
Su determinación principal consiste en elevar al individuo al pensamien­
to de Dios, en producir su unión con él, y en darle certeza de ella.
(La religión es la verdad, como lo es para todos los hombres. La esen­
cia de la religión verdadera es el amor. El es esencialmente disposición
en cuanto conocimiento de la verdad de la voluntad humana. El amor
religioso no es sólo dependencia natural, no es sólo benevolencia moral,
tampoco es un indeterminado sentimiento universal imbécil, sino que se
acredita en el individuo con sacrificio absoluto. “Amaos los unos a los
otros como yo os he amado”4. E l amor religioso es el poder infinito sobre
todo, lo finito del espíritu, sobre lo malo, el mal, el crimen, también sobre
las leyes positivas, etc. Cristo mandó a sus discípulos a arrancar espigas
el sabbat y sanó una mano enferma. E l amor divino perdona el pecado,
convierte para el espíritu lo acontecido en no acontecido. A María
Magdalena se le perdona mucho porque amó mucho. El amor mismo está
por encima de las consideraciones de la m oral : M aría unge a Cristo en
vez de dar el dinero a los pobres, y Cristo lo aprueba. - La relación sus­
tancial del hombre con Dios es el perdón de los pecados. El fundamento
del amor es la conciencia de Dios y de su esencia en cuanto amor; y el

4. Jn., 15,12.
amor es, por consiguiente, a la vez, la hu m ildad suprema. Yo no debo ser
para mí la objetividad en el amor, sino Dios, pero en su conocer debo olvi­
darme de m í m ism o . - E l perdón del pecado no es algo tem poral, ningu­
na consecuencia de un castigo externo, sino un perdón eterno, in terior en
el espíritu y en el ánimo. L a aniquilación de su nihilidad es la grande­
za del amor. - L a relación sustancial del hombre con Dios en su verdad
parece ser un más a llá ; pero el am or de Dios hacia el hombre y del hom­
bre hacia Dios suprim e la separación de este más acá de lo representa­
do como un más allá, y es la vida eterna .
Esta identidad es vista en Cristo. En cuanto hijo del hombre, él es hijo
de Dios. Para el Hom bre-Dios no hay más allá. N o pasa por este hombre
singular, sino como hom bre universal, como hombre verdadero. El lado
exterior de su historia debe ser distinguido del religioso. É l pasó por la
realidad, por la bajeza, por la ignom inia, murió. Su dolor fue la profundi­
dad de la unidad de la naturaleza divina y de la humana en el v iv ir y en
el sufrir. Los dioses bienaventurados de los paganos fueron representados
como en un más allá; a través de Cristo queda santificada la misma rea­
lidad cotidiana, esta bajeza que no es abominable. Su resurrección y ascen­
sión sólo son para la fe: Esteban le vio en una visión a la derecha de Dios.
La vida eterna de Dios es esto: vu elta en sí. Las dudas que se presentan
con relación a las circunstancias, las particularidades, acerca de si a esto
corresponde una realidad externa, es necio y mezquino. A la fe no le impor­
ta de ninguna m anera el acontecer sensible, sino aquello que sucede eter­
namente. Historia de Dios.
La reconciliación de Dios con el hombre, acontecida como en y para sí,
no como casualidad, no como arbitrariedad de Dios, se sabe en la Iglesia.
El espíritu santo de la congregación consiste en saber esto. - E l reino de
Dios es, en prim er lugar, la Iglesia invisible que abarca todas las zonas y
las diferentes religiones; después la Iglesia exterior.
En la Iglesia Católica la congregación está dividida en sí, en sacerdotes
y laicos. Aquéllos son los apoderados y ejercitan el poder. L a reconciliación
con Dios se convierte, en parte, en algo exterior; en general reina entre los
católicos una realidad m enos espiritual de la religión. - Entre los protes­
tantes, los sacerdotes son sólo profesores. Todos son iguales en la congrega­
ción delante de Dios, en cuanto espíritu presente de la congregación. Las
obras como tales no tienen fuerza. L o que im porta es la fe, la convicción.
El mal se sabe, en y para sí, como algo nulo. E ste dolor debe penetrar al
hombre. Él debe aprehender librem en te la gracia de Dios, que consiste en
unirse con él, a pesar del m al, renunciando a éste y distanciándose de él.
Sólo en el ánimo se establece una comunidad real con Dios. En él se trans­
figura también la form a sensible de los sacram entos. )
iii. La ciencia

§208
La ciencia es el conocim iento concibiente del esp íritu absoluto. A l ser a p re­
hendido él en la form a del concepto, queda asum ido todo ser ajeno en el
saber, y éste ha conseguido la igu a ld a d p erfecta consigo m ism o. Es el con­
cepto que se tiene a sí m ism o como contenido, y que se concibe.

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