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Stephen D. Hart P. Randall Kropp D. Richard Laws con Jessica Klaver Caroline Logan Kelly A. Watt Adaptacién al espafol: |. Loinaz, T. Nguyen, . C. Navarro, A. Andrés-Pueyo UM aM ie TAP A ME i ee ee RSVP Protocolo para la valoracién del riesgo de violencia sexual Stephen D. Hart P. Randall Kropp D. Richard Laws con Jessica Klaver Caroline Logan Kelly A. Watt Adaptacién al espafiol: |. Loinaz, T. Nguyen, J. C. Navarro, A. Andrés-Pueyo UB — Grupo de Estudios Avanzados en Violencia Mayo de 2015 Universitar.. f BARCELONA aiions | Objetivo Introduccién n del riesgo yconceptos clave aciones a la evaluacién del riesgo ques de juicio profesional men pitulo 2. Visién general del RSVP ato Descripcion Desarrollo Poblacién diana Aplicaciones Limitaciones Cualificacién de los usuarios. Practica de los usuarios Capitulo 3. Procedimientos para el uso del RSVP Paso 1. Informacién del caso Paso 2. Presencia de factores de riesgo Paso 3. Relevancia de los factores de riesgo Paso 4. Escenarios de riesgo Paso 5. Estrategias de gestién del riesgo Paso 6. Resumen de la evaluacién del riesgo La hoja de trabajo del RSVP Capitulo 4. Los factores de riesgo del RSVP. Comentarios generales Historial de violencia sexual Adaptacién psicolégica Trastorno mental Adaptacién social Gestion Capitulo 5. Los factores de riesgo del RSVP. Justificacién y definicién Factor de riesgo 1. Cronicidad de la violencia sexual Factor de riesgo 2. Diversidad de la violencia sexual B 26 27 27 29 3 32 34 35 7 39 39 4B 47 50 3 55 56 38 60 60 6 63 64 RSVP Factor de riesgo 3. Escalada en la violencia sexual Factor de riesgo 4. Coercién fisica en la violencia sexual Factor de riesgo 5. Coercién psicolégica en la violencia sexual Factor de riesgo 6. Minimizacién extrema o negacién de la violencia sexual Factor de riesgo 7. Actitudes que apoyan o justifican la violencia sexual Factor de riesgo 8. Problemas de autoconciencia Factor de riesgo 9. Problemas de estrés o afrontar Factor de riesgo 10. Problemas derivados de abusos en la infancia Factor de riesgo 11. Desviacién sexual Factor de riesgo 12. Trastorno de la personalidad psicopético Factor de riesgo 13. Trastorno mental grave Factor de riesgo 14. Problemas derivados del consumo de drogas jiento Factor de riesgo 15. Ideacién violenta o suicida Factor de riesgo 16. Problemas en las relaciones de pareja Factor de riesgo 17. Problemas en las relaciones interpersonales (de no pareja) Factor de riesgo 18. Problemas laborales Factor de riesgo 19. Delincuencia no sexual Factor de riesgo 20. Problemas de planificacién Factor de riesgo 21. Problemas con el tratamiento Factor de riesgo 22. Problemas con la supervisién ibliografia Apéndice A. Ejernplo de listado de fuentes de informacién Apéndice B. Ejemplo de hoja de trabajo de RSVP Apéndice C. Estudio de caso 66 68 70 Rp 74 76 7 79 a 83 85 87 88 89 9 B 94 95 97 99 101 nz ng 128 Rhee ee ed 7 1) 7 TD DISA = aewreeemre 2 raiz del trabajo que se realiz6 en Canadé en los afios noventa. Las gulas sobre ese ‘estén pensadas para que sirvan de ayuda en los procesos de evaluacién y gestién del de violencia porque requieren la consideracién, como minimo, por parte del evaluador, aquellos factores de riesgo especificos que son importantes en la bibliograffa cientifica y ‘ional. E| manual que tiene en sus manos, Protocolo para la Valoracién del Riesgo de Vio- “Iencia Sexual (RSVP, Risk for Sexual Violence Protocol), incorpora un conjunto de procedimientos ‘para valorar el riesgo de violencia sexual. Asimismo, incluye nuestra experiencia en el desarro- lo de protocolos para la valoracién del riesgo de otras formas de violencia (por ej., Kopp, Hart, Webster y Eaves, 1994, 1995, 1999; Webster, Douglas, Eaves y Hart, 1997), asf como los ‘trabajos anteriores, entre los que destaca la Guia de Valoracién del Riesgo de Violencia Sexual ‘SVR-20, ademas de otros trabajos previos incluidos en gufas para la valoracién del riesgo de ‘violencia sexual (por e)., Atkinson, Kropp, Laws y Hart, 1995; Boer, Hart, Kropp y Webster, 1997). ELRSVP es similar, en muchos aspectos, a otros protocolos anteriores, pero incorpora algunas jnnovaciones que esperamos que sean utiles en la gestién del riesgo y la toma de decisiones profesionales en el ambito forense. En este sentido, incluye las siguientes caracteristicas: a) la especificacién de los procedimientos para obtener informacién para la evaluacién y facilitar el andlisis de la anamnesis, incluida la violencia sexual anterior; b) una consideracin mas amplia de los factores de riesgo relacionados con su gestién; c) una evaluacién independiente de las valoraciones relacionadas con la presencia y la relevancia de los factores de riesgo, y d) la in- corporacién de métodos de valoracién del riesgo fundamentados en casos concretos. Hemos desarrollado una «hoja de trabajom para minimizar el impacto de dichos cambios en los pro- cesos de administracién y facilitar el uso de la documentacién y del resumen del proceso de valoracién. EL RSVP es el resultado de la colaboracién de un amplio grupo de personas que ha trabajado este proyecto durante un largo perfodo de tiempo. El proyecto se inicié en Vancouver (Ca- en el verano de 1999, cuando tres de nosotros —Stephen Hart, Randall Kropp y Richard recibimos una financiacién inicial del Instituto de Politica de Salud Mental y Derecho Universidad Simon Fraser y del Instituto contra la Violencia Familiar de la Columbia Bri- 2 importante tarea en el contenido y el formato del borrador del RSVP y patticipar en os de validez, Asimismo han realizado una importante labor de investigacién a lo do el proyecto. agradecer la colaboracién de otros muchos colegas. Randy Atkinson, ry Helen Bent ayudaron en varias fases del desarrollo del RSVP. Derek S un apoyo constante y un feedback continuo, al mismo tiempo que ayud6 én de los borradores iniciales de este manual. Asimismo, recibimos RSVP muchos comentarios titiles de Christopher Webster y R. Karl Hanson, de Canad4; David Cooke, de Escocia; Henrik Belfrage, Bengt Jarl, Niklas Langstrém, Martin Grann y Gabrielle Sjéstedt, de Suecia; Corine de Ruiter y Vivienne de Vogel, de Holanda; y Thierry Pham, de Bélgica S.D. Haar, PR. Krave y DR, Laws Vancouver, Canada ‘gosta de 2003 0 0) 0 7 2 TT he = = = s Ez = = = = £ = £ = Me MM A MM A Ar Aa Me Ne Me Mat Capitulo 1. Introduccién En los dltimos afios, distintos grupos de pro- fesionales e investigadores especializados en evaluacién del riesgo de la violencia sexual han propuesto diferentes gulas profesionales (por ¢j., Atkinson, Kropp, Laws y Hart, 1995; Asso: ciation for the Treatment of Sex Abusers [ATSA], 1993, 20012, 2001b; Boer, Hart, Kropp y Webster, 1997; Colorado Sex Offender Treat- ment Board, 1996; Greer, 1991; McGovern y Peters, 1988; McGrath, 1991; Murphy, Haynes y Page, 1992; Revitch y Schlesinger, 1989; Ross y Loss, 1991). Aunque todas resultan Stiles, cada una de ellas contiene limitaciones significativas. Centrandonos en nuestras pro- pias contribuciones (Atkinson et al.,1995; Boer et al., 1997), nos preocupaba mucho el hecho de que no consiguieran un punto interme- dio de equilibrio entre la brevedad y la exhaus- tivided para maximizar su utilidad en las tareas de implementacién, monitorizacién y evalua- cién de los planes de gestion del riesgo. En este manual presentamos una nueva serie de directrices para la evaluacién del riesgo de violencia sexual, el Protocolo para la Valora- cién del Riesgo de Violencia Sexual (Risk for Sexual Violence Protocol, o RSVP). Estas ha- cen referencia tanto al procedimiento como al contenido de la evaluacién del riesgo. En ellas se especifica cémo deberfa realizarse la evaluacién del riesgo, asi como qué factores deberian incluirse en la valoraci6n. Hemos tratado de identificar una lista de factores de riesgo que, como minimo, resulte: a) valida a nivel empirico, ya que incluye los factores de riesgo relacionados con la violencia sexual, taly como la ha descrito la bibliografia cien- tifica y profesional; b) de utilidad préctica, puesto que los factores de riesgo incluidos RSVP son de gran ayuda para la toma de d. relacionadas con la monitorizacién de la ges- ti6n institucional y comunitaria de los delin- cuentes sexuales; ¢) aceptable en el ambito legal, ya que los factores de riesgo no son discriminatorios, y d) amplia, puesto que la lista es bastante extensa para que resulte ex- haustiva desde un punto de vista razonable, pero, al mismo tiempo, suficienternente bre- ve para evitar la redundancia. jones Eneste capitulo, examinamos algunos aspectos. generales de la valoracién del riesgo de la vio- lencia sexual. En el resto de la guia, presenta- mos informacién basica del RSVP, describimos el procedimiento de administracién y defini- mos los factores de riesgo que se incluyen en las directrices de este protocolo. También incor- poramos documentacién y materiales para fa~ cilitar la aplicacién del RSVP; ademas, se affade un caso prictico a modo de ejemplo. Evaluacién del riesgo La evaluacién del riesgo es la piedra angular de una gestién de casos eficaz en los actuales servicios penitenciarios (Andrews y Bonta, 2003) y de salud mental (por ej., Hodgins y Maller-Isberner, 2000). Es crucial identificar el riesgo que supone un delincuente o un pa- ciente, los factores que estén relacionados con él a nivel casual y las intervenciones que deberfan llevarse a cabo para gestionarlo o reducirlo, Esto es vilido tanto para el riesgo de violencia sexual como para cualquier otra forma de violencia. Evaluar el riesgo de reincidencia de la violen- cia sexual se ha convertido en un tema de gran interés para investigadores, profesiona- RSVP lesy responsables politicos en todo el mundo (ATSA, 2001b; Cordess, 2002; Glancy, Regehr y Bradford, 2001; Lavender, 2002; Winicky La Fond, 2003), un interés que tiene su base en una mayor conciencia sobre la elevada inci- dencia y las consecuencias dafiinas de la vio- lencia sexual (Krug et al., 2002). Los resulta- dos de la investigacién han permitido que la sociedad se pueda sensibilizar con este pro- blema, aunque, al mismo tiempo, han con- ducido al establecimiento y mantenimiento de peligrosos mitos sobre las personas que cometen delitos sexuales. Asf, por ejemplo, se suele presentar a estos delincuentes como un grupo con un elevado porcentaje de rein- cidencia, que, ademds, es irrecuperable por medio del tratamiento, hecho que supone un grave riesgo para aquellos que no estan fami- liarizados con el tema. Otra razén de que haya aumentado el interés por el riesgo de violencia sexual es la gran indignacién publica que causan ciertos deli- tos muy graves —como, por ejemplo, el ho- micidio de nifios pequefios por motivos se- xuales—, que son cometidos por delincuentes sexuales reincidentes (Petrunik, 2002). Estos delitos atroces hacen que se ejerza mucha presién social sobre los gobiernos para que actilen de inmediato con el objetivo de resta- blecer la confianza piiblica mediante un ma- yor control social sobre las personas conde- nadas por este tipo de delitos. En algunas jurisdicciones, este hecho ha conducido a que se promulguen leyes que imponen medidas tales como el registro obligatorio de los de lincuentes para que se pueda informar a la comunidad, sentencias mas largas, denega- cién de permisos penitenciarios 0 de la liber- tad condicional y, en algunos casos, incapa- citacién e internamiento civil o penitenciario indeterminado para aquellos delincuentes con un extenso historial en este tipo de delitos (Fitch, 2000; Petrunik, 2002). Un tercer motivo es el reconocimiento de que los centros de salud mental y justicia penal se enfrentan a problemas significativos relacio- nados con la supervisién comunitaria de los delincuentes sexuales. En Estados Unidos, por ejemplo, algunas jurisdicciones niegan a liber- tad condicional a los delincuentes sexuales (e incluso a todos los presos), lo que conlleva que las personas que han cumplido su condena sean puestas en libertad directamente en la comunidad como ciudadanos «l jurisdicciones, en cambio, imponen una liber- tad vigilada de por vide a los delincuentes se- xuales, una medida que tiene como resultado un incremento masivo y constante en el nui- mero de casos para los técnicos que regulan y gestionan la libertad condicional (Winick y La Fond, 2003). Las jurisdicciones que no han modificado sus practicas de supervisién co- munitaria se enfrentan a un importante y cre- Ciente niimero de casos de agresores sexuales. De todos modos, en la comunidad, existen pocas directrices claras para asignar unos ser- Vicios de tratamiento, supervisién y monitori- zacién individualizados que resulten eficaces y fiables en los casos de agresores sexuales (para una excepcién destacada, véase English, 1998; English, Jones y Patrick, 2003). res»; otras A pesar de los recientes avances en la inves- tigacién (0 quiza, para ser mas exactos, debi- do aellos) existe un considerable debate acer- ca de cudles son las mejores practicas para la evaluacién del riesgo de los agresores se- xuales (Amenta, Guy y Edens, 2003; Berlin, Galbreath, Geary y McGlone, 2003; Craig, Browne y Stringer, 2003; Hanson, 2003; Hart, 2003a; Hart, Laws y Kropp, 2003; Janus y Meehl, 1997; West, 2003). Una visién opti- newsmen oe DOP = BKetrtrt mare Hh te Mea aa aT AA TE TM mista de estos avances destaca la promesa que representa la técnica de la valoracién del riesgo en estas tareas preventivas. Lo mas prometedor es que los procedimientos de evaluacién pueden identificar la reincidencia —de hecho, pueden reconocer la probabil dad especifica o absoluta de que cualquier delincuente pueda cometer un nuevo delito sexual (por )., ATSA, 2001b; Doren, 2000, 2002; Epperson, Kaul y Hesselton, 1998; Epperson, Kaul y Huot, 1995; Hanson y Thorn- ton, 1999; Quinsey, Harris, Rice y Corminer, 1998). Los ms optimistas consideran que estos pronésticos son estables y precisos, y que ayudarén en la toma de decisiones con respecto alos delincuentes sexuales. En cam- bio, los pesimistas destacan el peligro que estos representan. La principal preocupacién es que los profesionales de la salud mental que realizan las evaluaciones del riesgo tal vez confian en exceso en ciertos métodos cuyo valor se desconoce o es limitado, y que parece que se les concede un apoyo cientifico y una precisién que no se ha demostrado (Amenta et al, 2003; Boer et al., 1997; Camp- bell, 2000, 2003; Hart, 2001, 2003a; Hart et al., 2003; Petrilla y Otto, 20012, 2001b). Una posible consecuencia de esta situacién es que algunas decisiones importantes se funda mentan en juicios profesionales que tienen un valor cuestionable; ademés, si se piensa en términos de la gestion del riesgo, se puede llegar a considerar que este dltimo se pue- de gestionar en términos simplistas. Acontinuacién trataremos los pros y los con- tras de la valoracién del riesgo de violencia sexual. En primer lugar, definiremos los tér- minos y los conceptos clave que se utilizarén enesta guia y, después, describiremos los dos métodos principales de la evaluacién del ries- profesional y el go, concretamente el j RSVP actuarial. Por diltimo, compararemos estos dos procedimientos de evaluacién del riesgo. Términos y conceptos clave Riesgo El riesgo es un peligro que no se comprende del todo, por lo que tan solo puede anticipar- se con cierto grado de incertidumbre (Bern- stein, 1996; National Research Council, 1989). El concepto de riesgo tiene diferentes conno- taciones pues hace referencia a la naturaleza del peligro, la probabilidad de que se produz- ca el suceso peligroso, la gravedad de las consecuencias del peligro y la inminencia de este; asimismo, el concepto de riesgo depen- de del contexto, ya que el peligro acontece bajo unas circunstancias especificas (Hart, 1998, 2001; Janus y Meehl, 1997; Mulvey y Lidz, 1995; Otto, 2000). Violencia sexual Para analizar y estudiar con claridad un de- terminado peligro, este debe hallarse bien delimitado. Este manual se centra en el riesgo de la violencia sexual. Como es imposible proporcionar una definicién precisa e inequi- voca de este término, proponemos la siguien- te: la violencia sexual es cualquier contacto, intento © amenaza de tipo sexual no consen- tido con otra persona. Este contacto puede interpretarse de una forma amplia para incluir actos como la agresién sexual (por ejemplo, violacién, tocamientos), comunicaciones de naturaleza sexual (como exhibicionisme, car- tas o llamadas telefénicas obscenas) y viola- cién de derechos privados con propésitos sexuales (por ejemplo, voyeurismo, robo de objetos fetiches). No existe consentimiento si el contacto sexual fue obligado (por medio RSVP de coaccién o engafio), si se produjo sin que la victima lo deseara, o si esta consintié, pero era incapaz de discernir |a naturaleza o las consecuencias del contacto sexual debido a factores como la falta de madurez o la disca- pacidad mental. El tipo de relacién entre vic- timay agresor no es un elemento importante en esta definicién.” La mayoria de los actos de violencia sexual constituye una violacién del cédigo penal. La definicién incluye todos los actos de violencia sexual y no solo aquellos que tienen como resultado una detencién, acusacién 0 conde- na. Este tipo de actos se pueden identificar a partir de autoinformes o informes de fuentes colaterales, ademés de los registros de ante- cedentes penales y/o policiales oficiales. Evaluacion En las profesiones relacionadas con la salud mental, la evaluacién consiste en el proceso de recopilacién de informacién para utilizarla enla toma de decisiones profesionales (Ame- rican Educational Research Association [AERA] | American Psychological Association [APA] / National Council on Measurement in Educa- tion [NCME], 1999). Los métodos de evalua- cién incluyen las entrevistas personales, los test psicolégicos o médicos, la revision de expedientes y los contactos con informantes colaterales. Las profesiones de la salud men- 1. Nuestra definicisn es similar ala de la Organizacién Mundial de la Salud: «Cualquier acto sexual, intento de ‘obtener un acto sexual, comentarios o insinuaciones se- sales no deseados, 0 actos de trfico 0 de cualquier otra forma diigidos contra la sexualidad de una persona usar do coaccién, realizados por cualquier persona, con inde pendencia de su relacion con la victim, en evalquier dm: bito, incluide, pero no limitado al hogar o al lugar de trabajo» (Krug et a, 2002) tal con especialidades forenses han desarro- lado proce cién muy espe especificidad de esta tarea y sus determinan- tes (por ¢)., Grisso, 1986, 2003; Heilbrun, 1992, 2001). ientos y métodos de evalua- alizados, adecuados para la Evaluacién del riesgo de violencia sexual Sifusionamos los conceptos anteriores, con- sideramos que la evaluacién del riesgo de violencia sexual consiste en el proceso de ob- tencién de informacién sobre personas para tomar decisiones con respecto al riesgo que tienen a la hora de cometer actos de violencia sexual en el futuro, La decision principal es de cardcter preventivo. En este sentido, se tiene que decidir qué hacer, qué pasos tomar para minimizar el riesgo que presenta ese individuo, es decir, determinar qué procedi- intos hay que seguir para reducir cualquier riesgo que suponga esta persona. La decisién no es una simple prediccién acerca de si esta serd reincidente o no; este tipo de prediccién no tiene sentido sin un andlisis en profund dad sobre el riesgo que presenta esa persona (por ejemplo, la naturaleza, inminencia, gra- vedad y frecuencia de la violencia sexual que el sujeto puede cometer) y las condiciones bajo las que es probable que se encuentre este individuo en el futuro? Es més, la evaluacién del riesgo de la violen- cia sexual no requiere una visién determini ta de la conducta humana. El foco deberia 2. Para la comparacién de las aproximaciones ala evalua cién del riesgo predictivasy preventivas, véase Hart (1998, 20036), Hellbrun (1997), Monahan eal. 2001) y Tow! y Crighton (1997).Con respecto a deincuentes sexuales, va se Grubin y Wingate (1996), Moran, Sweda, Fragalay Sass- cer Burgos (2001) y Winick (2003). a a | a) et) ee ee) ee eye ee eee eee ee ee WM TAA AA Ay Mou ow wo oh CT ponerse en el andlisis de la toma de decisio- res del sujeto, previa a sus actos de violencia sexual, es decir, en comprender las decisiones del sujeto respecto a la violencia sexual, esto ¢€s, en entender qué queria conseguir en una situacién concreta en la que actué de ese modo. La tarea del evaluador consiste en es- pecular sobre cémo y por qué le persona de- cidié cometer una agresién sexual en el pa- sado, 0, dicho de otra forma, en determinar sidistintos factores (por ejemplo, desviacién sexual, actitudes antisociales, creencias irra~ cionales, afecto labil, estrés interpersonal) influyeron en sus decisiones anteriores a su comportamiento violento y que pueden tener relevancia en sus decisiones sobre violencia sexual tanto en el pasado como en el futuro. Dos aproximaciones a la evaluacién del riesgo Los profesionales de la salud mental utilizan dos aproximaciones basicas para decidir sobre el riesgo de violencia sexual: el uicio profesional (0 clinico)* y la toma de decisién actuarial, Es tos términos hacen referencia a la forma en la que se pondera y combina la informacin em- pleada para la toma de las decisiones finales, con independencia de los datos considera- dos 0 de cémo se recopilaron (Dawes, Faust y Meehl, 1989; Meehl, 1954/1996). Lo mas caracter{stico de los procedimientos de juic 3. Eltérmino aelinica» puede generar confusién en su tra duccién espafiola. Por ello, pese @ que el concepto «juicio clinico» se utiliza con frecuencia y naturalidad para hacer referencia a una decisidn fundamentada en la opinién pro- pia, se ha mantenido la traduccién itera de professional Judgement come juicio profesional para destacar el hecho de que esta decisidn puede ser adoptada por cualquier pro: fesional yno solo los consideradios «clinicos» (como sani- tatios) en contextos hispanchablantes. (N.T.) 3 RSVP profesional es que el evaluador ejerce cierto grado de discrecionalidad en el proceso de toma de decisién, asf como en lo referente a cémo se recopila la informacién y cual se va a considerar en la evaluacién. No resulta sor- prendente que el juicio profesional no estruc- turado se califique como «informal, subjetivo [e] intuitivos (Grove y Meehl, 1996, p. 293). Por el contrario, la aproximacién actuarial, consiste en que, a partir de la informacién disponible, los evaluadores toman una deci- sién final siguiendo unas reglas fijas y expli- citas (Meehl, 1954/1996). También debemos indicar que las decisiones actuariales se ba- san en informaciones especificas y seleccio- nadas, porque han demostrado empiricamen- te que estén asociadas con la violencia sexual y son codificadas de una manera predetermi- nada, La aproximacién actuarial también se hadenominado «mecdnica» y «algoritmican {Grove y Meehl, 1996, p. 293). Enfoques de juicio profesional El enfoque de juicio profesional comprende, como minimo, tres procedimientos diferen- tes, El primeroes el uicio profesional no estruc- turado, que Hanson (1998) y otros también llarmaron juicio clinico no asistido. Se trata de un procedimiento de toma de decisién siem- prey cuando no exista una estructura previa del proceso y que podria describirse también como «intuitivor o «experimental». Histéri- carente, es el que més se utiliza para evaluar el riesgo de violencia sexual, por ello es muy conocido por los profesionales de la salud mental, as{ como en los juzgados y los tribu- nales. Tiene la ventaja de que es muy adaptable y eficiente. En muchos contextos, permite usar la intuicién, con un coste minimo en cuanto RSVP a tiempo y otros recursos. También esté muy centrado en la persona, prestando especial atencién al caso particular que se esta eva- luando y, por tanto, puede ser de gran ayuda en la planificacién de intervenciones indivi- dualizadas para gestionar el riesgo de violen- cia sexual. Su principal dificultad es que existe poco apo- yo empirico en cuanto ala credibilidad de las decisiones intuitivas que toman los profesio- nales siguiendo este procedimiento; de he- cho, es bastante discutible que sean de utili- dad en la prevencién de la violencia sexual. Este tipo de decisiones, ademds, son incues- tionables, e incluso es dificil que las personas que las han tomado puedan explicar como han llegado a ellas. Esto significa que a me- nudo la credibilidad de la decisién reside en la autoridad del «profesional o del experto», es decir, en la credibilidad que merece el pro- fesional que tomé la decision. Por iiltimo, la decisién intuitiva suele ser amplia o genérica, de modo que las declaraciones disposiciona- les sobre la persona («el sefior X es una per- sona muy peligrosa») se convierten en una serie de afirmaciones condicionales y de pro- babilidad sobre qué puede hacer ese indivi- duo en el futuro segtin las condiciones 0 es- cenarios en que se encuentre. El segundo procedimiento de juicio profesio- nal se denomina evaluacién anamnésica del riesgo‘ (por ¢)., Melton, Petrila, Poythress y Slobogin, 1997). Este procedimiento impone un determinado nivel de estructuracién en el proceso de la evaluacién, de tal manera que el evaluador debe identificar, como minimo, 4 Anamnesis es el procedimiento de obtencién de la his toria clinica en medicina. La traduccién del griego ser rms 0 menos: «Recuerdar 0 «No olvides lo que se sabe». los factores individuales y situacionales que estuvieron relacionados con la violencia se- xual en el pasado. Por tanto, la tarea del pro- fesional es entender las relaciones de una cadena de sucesos pasados y sugerir formas en as que la misma se podria romper (en este sentido, la evaluacién anamnésica tiene mu- cho en comin con los enfoques de preven- cin de recaldas 0 reduccién de daftos en el tratamiento de agresores sexuales). Sin em- bargo, no existen datos emplricos que avalen la consistencia o la utilidad de la evaluacién anamnésica del riesgo Este tipo de evaluacién también presupone que la historia se repite, que las personas vio- lentas cambian poco con el paso del tiempo y supone que lo que las personas hardn en el futuro se pareceré mucho alo que realizaron en el pasado. Por supuesto, nada estd mds lejos de la realidad, puesto que no todas las trayectorias de violencia sexual son estables y uniformes (planas). Algunos agresores se- xuales, con el paso del tiempo, incrementan la frecuencia y la gravedad de su violencia sexual, mientras que otros modifican el tipo de violencia sexual que cometen, ¢ incluso otros reducen su violencia o desisten por completo de su conducta violenta Eltercer procedimiento es el juicio profesional estructurado, lo que Hanson (1998) y otros. han denominado juicio clinico guiado. Aqui, la toma de decisiones es asistida por pautas que han sido desarrolladas a partirdel «estado de la cuestiém respecto al conocimiento empt- rico y la practica profesional (Borum, 1996). Estas pautas —que también reciben el nom- bre de gufas clinicas, guias practicas, guias de consenso, pardmetros de practica clinica © aides mémoire— se utilizan cada vez mas en la practica psiquidtrica o psicoldgica (Ad~ s s s s s s = s Ss s s s x = & & = wmeg#9 e pM tT Tr AX dis, 2002; APA, 2002a; Kapp y Mossman, 1996; Reed, McLauglin y Newman, 2002). En el caso de la evaluacién del riesgo de vio- lencia, las directrices 0 guias definen el tipo de riesgo que se esté considerando valorar; analizan si el evaluador esté cualficado para llevar a cabo la evaluacidn; recomiendan qué informacién deber'a considerarse parte de aquelle y cOmo deberfa recopilarse, e identi- fican un conjunto de factores de riesgo que, de acuerdo con la bibliografia cientifica y pro- fesional, debe incluirse como parte de cual- quier evaluacién razonablemente completa Las gulas para realizar juicios profesionales estructurados ayudan a mejorar tanto la con- sistencia y la utilidad de las decisiones, como le transparencia del proceso para la toma de decisiones. Sin embargo, desarrollarlas o im- plementarlas puede requerir tiempo o recur- sos considerables. Es evidente que a algunos evaluuadores no les gusta este enfoque inter. medio, ya sea porque consideran que carecen dela libertad propia del proceso de toma de decisiones intuitive 0 porque no disponen de la objetividad de los procedimientos ac- tuariales. Enfoques actuariales Existen al menos dos tipos de formatos para latoma de decisiones actuariales. El primero es el uso actuarial de los test psicolégicos, Tra- dicionalmente, estos test han sido ejemplos de conducta estructurados, diseftados para medir una disposici6n personal, y son un mé- todo para cuantificarla posicién comparativa de un individuo en la distribucién de una de- ‘serminada caracteristica 0 rasgo psicolégico. £2 investigaci6n indica que algunas tenden- 2s —como la desviacién sexual (Hanson y Bussiére, 1998) o la impulsividad (por ej., 5 RSVP Prentky, Knight, Lee y Cerce, 1995)— estén asociadas con el riesgo de violencia sexual. A partir de os resultados de las investigaciones, se pueden identificar puntos de corte que se pueden utilizar, por ejemplo, en una evalua- cién particular con pletismégrafo que maxi- mice algunos aspectos de la validez predicti- va, Este procedimiento tiene varios puntos fuertes, entre los que se encuentran su trans- parencia y los datos empiricos que apoyan la consistencia y utilidad de las decisiones fun- damentadas en el test. Un problema impor- tante es que el uso de test requiere una cau- tela considerable: son los profesionales de la salud mental quienes deben decidir qué test es el mas apropiado en un caso concreto, y también se requiere una buena competencia en el manejo e interpretacién de las puntua- ciones y su significado (AERA/APA/NCME, 1999; APA, 2002b; Bartram, 2001; Turner, DeMers, Foxy Reed, 2001). Ademés, se afia- de otro problerna, ya que conflar en una sola prueba o test no constituye una valoracién comprensiva y, por tanto, proporcionaré una informacién limitada para su posterior uso enel desarrollo de las estrategias de interven- cién. Asimismo, el uso actuarial del test con- centra los esfuerzos profesionales en la pre- diccién en vez de en la prevencién. El segundo tipo de procedimiento es el uso de instrumentos actuariales de evaluacién del riesgo, también conocidos como test 0 ins- trumentos actuariales. En comparacién con otros test, los instrumentos actuariales de evaluacién del riesgo no estan disefiados para medir algo, sino tan solo para predecir el fu- turo. Por lo general, tienen una alta fidelidad y estan optimizados tinicamente para prede- cirun resultado especifico en una poblacién determinada y en un periodo de tiempo con- creto. Los aspectos que conforman estos ins- RSVP trumentos se seleccionan bien de manera racional (a partir de la teorla o la experiencia) ‘oempitica (a partir de su asociacién emptrica obtenida como resultado de investigaciones anteriores). Los aspectos se combinan y pon- deran conforme a cierto algoritmo para tomar una decisién determinada. En la evaluacién del riesgo de violencia sexual, la decisién que se ha obtenido a partir de los instrumentos actuatiales es una estimacién de la probabi- lidad de reincidencia (por ejemplo, una nueva detencién en una categoria especifica de de- lito sexual) en un determinado periodo de tiempo. Como otros test, los instrumentos actuariales tienen la ventaja de la transparen- cia y del apoyo empirico directo, aunque tam- bién sufren muchas de las mismas debilida- des, incluidas la discrecionalidad en la seleccién del test y en la interpretacién de los resulta- dos, asi como el uso limitado de los resultados para la planificacién de intervenciones. Exis- ten problemas adicionales con los instrumen- tos actuariales que estiman la probabilidad absoluta o probabilidad de reincidencia. Uno de ellos es que requieren un tiempo y un es- fuerzo considerables para su construccién y validacién, En los casos en los que el marco temporal de la predicci6n es ampli daderas validaciones cruzadas podrfan reque- rir décadas para su elaboracién. Asimismo, en la construccién de herramientas actuaria- les existe el problema tradicional del compro- miso entre la amplitud y la precisién de la estimacién de las tasas de reincidencia y su generalizacién: los mismos procedimientos estadisticos que optimizan la capacidad pre- dictiva en un contexto reducen la precisién de esa herramienta en otros. Por tiltimo, es facil conceder demasiado peso a la informacion sobre la probabilidad estimada de reinciden- cia ofrecida por una herramienta actuarial. , las ver- 16 Muchas de las herramientas actuariales para la evaluacién del riesgo de violencia reivindi- can el hecho de que ofrecen estimaciones muy precisas (por ejemplo, cifras con 2 0 3 deci- males), pero no facilitan a los usuarios de la herramienta la informacién necesaria para comprender el error inherente a estas estima- ciones, Cuando tenemos en cuenta que mu- chas de estas estimaciones proceden de es- tudios realizados con muestras relativamente pequerias, empleadas en la creacién del ins- trumento, y que no han sido validadas en muestras independientes, es evidente que los resultados de la herramienta actuarial son solo «pseudoprecisos» (falsarnente preci- 508). Es importante que cualquier profesional que utilice este tipo de herramientas com- prenda y explique las limitaciones que tienen las estimaciones de probabilidad de reinci- dencia basadas en datos absolutos. Algunos autores (por ej., Hanson, 1998) han propuesto otra aproximacién, que definen como la toma de decisiones actuariales qjustadas. En ella, los evaluadores comienzan utilizando una he- rramienta actuarial y posteriormente ajustan o reinterpretan los resultados de forma intuitiva teniendo en cuenta la informacién adicional. Su dependencia de la discrecionalidad del evalua- dor significa que esta aproximacién se puede considerar una variedad del juicio profesional estructurado 0 asistido. De hecho, el término actuarial ajustado» es un oximoron: si hay re: glas fijas y explicitas para ajustarlos resultados, entonces el procedimiento es actuarial; de loccontrario, sera discrecional. Sobre todo cuan- do una herramienta actuarial se construye ba- séndose en la investigacién empirica, no tiene sentido coger el resultado de la prueba y afiadir conjeturas a la ecuacién —como se dirfa en un lenguaje llano, «a ojo»— (véase Grove y Mehl, 1996; Meehl,, 1954/1997; Quinsey et al., 1998) nme? wesw om ome ok ek 2 Ok 2 OD w t+ E = Limitaciones comunes Todas las formas de evaluacién del riesgo pa- rece que comparten algunos problemas 0 de- ficiencias comunes. Uno de ellos es que suelen centrarse en factores relacionados con el in- -cremento del riesgo, caracteristicas © rasgos. que son inherentemente negativos, mas que en fortalezas personales, recursos o factores que sirvan de «amortiguacién» (por ej., Ro- gers, 2000). Una evaluacién del riesgo exhaus- ‘iva, disefiada para ayudar en el desarrollo de estrategias de intervencién, deberia tener en ‘cuenta estas caracteristicas positivas. El segundo problema es que ninguno de los procedimientos existentes para la evaluacién del riesgo estd vinculado, de forma sistemd- fica o prescriptiva, al desarrollo de estrategias de intervencién. Una vez completada una ‘evaluacién del riesgo se deben tomar decisio- nes sobre su gestién utilizando el juicio pro- ‘sional no estructurado. ‘Un tercer problema reside en garantizar la dad del proceso de evaluacién. La inves- n bésica para desarrollar procedimien- de evaluacién del riesgo es importante, ero es ingenuo asumir que cualquier proce- ento funcionaré de manera similar. Se n estudios que evalien y supervisen imaplementacién de los procedimientos de ion del riesgo, para determinar si ac- de forma éptima y qué se podria hacer mejorar su uso. de los procedimientos basados profesional zado muy poca investigacién sis- haya evaluado los procedimien- n del riesgo basados en los os de juicio profesional no es- v RSVP tructurado. Hanson, Morton y Hartis (2003), al resumi dios, advirtieron que la precisi6n de las pre- dicciones realizadas utilizando herramientas actuariales fue superior a la de aquellas que usaban el juicio profesional estructurado, que, a su vez, era superior a las predicciones delos juicios profesionales no estructurados.+ ‘Sin embargo, el numero de estudios en los que se fundamentaban estos resultados era reducido y muchos de ellos carecian de vali- dez ecolégica, lo que suele infravalorar la po- le utilidad de las aproximaciones de juicio profesional no estructurado. los resultados de diversos estu- Hasta donde conocemos, no se ha realizado ningtin estudio que evalie la fabilidad y vai- dez de las aproximaciones anamnésicas, ni de forma independiente ni en comparacién con otras aproximaciones. Con respecto al juicio profesional estructura- do, Hanson y Bussiére (1998) indicaron que, a partir de un escaso numero de estudios, estas evaluaciones tenfan una validez supe- rior a las realizadas con el juicio.no estructu- rado; de hecho, su validez era similar ala de las herramientas actuariales. En el momento en que se estaba escribiendo esta revisién, se hablan publicado muy po cas evaluaciones sobre la valoracién del ries- go de violencia sexual realizadas mediante protocolos profesionales estructurados. La mayoria de ellas se centraban en Sexual Vio- lence Risk-20 (SVR-20) (Boer et al., 1997). Varios estudios retrospectivos indicaban que s.Alordenarlas precisiones utilzando el Area jo la Cur- va (AUC), Hanson et a. (2003) indicaron una AUC de 68 para las herramientas actuaiales, de 84 para el uci pro fesional estructurado y de 58 para el uci profesional no estructurado, RSVP las puntuaciones de los factores de riesgo por separado y el nivel de riesgo en conjunto discriminaban de forma significativa entre agresores sexuales reincidentes y no reinci- dentes (por ¢j., Dempster, 1998; Dempster y Hart, 2002; De Vogel, Van Beek, Mead y De Ruiter, 2002; Langton, Barbarie y Seto, 2002), aunque otro estudio encontré resultados ne- gativos (Sjéstedt y Langstrom, 2002). Dos estudios que comparaban los juicios profe- sionales estructurados con los actuariales, utilizando un disefio retrospectivo, hallaron que las puntuaciones globales obtenidas me- diante el SVR-20 discriminaban tan bien como lo hacian los instrumentos de evalua- cién del riesgo actuariales (Dempster, 199! Langton et al., 2002). Esta investigacién empirica es deficiente en diversos aspectos. En primer lugar, todos los estudios se realizaron de manera experimen- tal. Las puntuaciones se obtuvieron a partir de ficheros institucionales, en vez de a tra- vés de la evaluacién directa de los agresores. En segundo lugar, ninguno de los estudios examiné sisterndticamente la flabilidad inter- jueces. Aunque el SVR-20 es un manual pu- blicado que ofrece las definiciones de los fac tores de riesgo por separado e instrucciones para valorar el nivel de riesgo global, esto no garantiza que las valoraciones sean con tentes entre los evaluadores. En tercer lugar, aunque el SVR-20 se ha traducido a varios idiomas y ha sido evaluado por investigadores independientes que trabajan en diversos pat- ses, existen muy pocos estudios como para sacar conclusiones firmes respecto a la gene- ralizacién de resultados entre paises y dentro de ellos. Por ultimo, existe la necesidad de evaluar el juicio profesional estructurado uti- lizando otros protocolos. 8 Evaluacién de los métodos actuariales En los tltimos afios, se ha producide cierto in- terés porel uso de test espectficos y tinicos para la valoracién del riesgo de violencia sexual. Exis- ten dos importantes excepciones a esta norma: la pletismograffa peneana (PPG; véase Laws, 2003) y la Hare Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R; Hare, 1991, 2003). El resurgimiento del interés porla PPG fue alentado por el hecho de que este indicador psicofisiolégico fue el mejor factor de riesgo individual en la prediccién de la reincidencia sexual segiin el metaandlisis cde Hanson y Bussiére (1998). Perola PPG es ain un procedimiento muy controvertido que plan. tea diversos problemas que limitan seriamente suutilidad préctica. En primer lugar, la PPG es, enla préctica, una «familia» de procedimientos de evaluacién. PPG es un término muy amplio que abarca una desconcertante variedad de técnicas de medida, conjunto de estimulos, protocolos de pruebas y estrategias de interpre- taci6n. No existe consenso entre los profesio- nales respecto a la mejor configuracién deestas pruebas y, por ello, no puede aplicarse un cri- terio © pardmetro tinico para valorar las pun- tuaciones en los procesos de decisién. En se gundo lugar, existe una falta de investigacion que apoye la utilidad de la PPG en el caso de determinados subgrupos, incluidos los nifios, los adolescentes y los ancianos. (Obviamente, 1no puede usarse con agresores sexuales de sexo femenino.) En tercer lugar, hay que tener en cuenta los problemas éticos sobrela convenien- cia y las posibles consecuencias negativas de exponer a los evaluados a estimulos sexuales desviados. (Para una critica detallada de las evaluaciones con PPG, véase Laws, 2003.) El interés por la PCL-R se basa en las investi- gaciones que mostraban que la evaluacién de la psicopatia constituye el mejor factor de ries- je 7 3) JD J J J 2 J 7 i 7 Me = = = £ = = w mm m PM A dh Aaa A A) AE A AG == — go individual de la reincidencia grave y vio- lenta en el caso de diversos grupos de delin- cuentes encarcelados y pacientes psiquidtricos {véase Hart y Hare, 1997). En cuanto a los agresores sexuales, las puntuaciones en la PCL-R estén relacionadas con reincidencias graves y violentas, asi como con el grado de violencia 0 coercién fisica utilizado en las agresiones sexuales, en los agresores intrafa- milliares, los de menores y los violadores (por éj., Barbarie, Seto, Langton y Kumka, 2001; Sjdstedt y Langstrom, 2002; Seto Barbaree, 1999). No existe, sin embargo, suficiente cer- teza de que las puntuaciones en la PCL-R puedan, por si mismas, predecir la reinciden- cia de violencia sexual. La psicopatia se asocia con el riesgo de un gran ntimero de conductas delictivas, entre las que se encuentran la vio- lencia no sexual ylos delitos no violentos. Ese riesgo compartido parece que limita la aso- ciacién entre psicopatia y violencia sexual. Es importante apuntar que ni la PPG ni la PCL fueron disefiadas para valorar el riesgo de reincidencia sexual violenta y no existen evidencias sélidas de que tales pruebas pue- dan utilizarse para realizar estimaciones es- pecificas o absolutas de riesgo de violencia sexual. Las evaluaciones del riesgo actuariales han sido el principal foco de interés y desarrollo en os Uiltimos afios. Aunque hace diez afios no existfan instrumentos de este tipo, ahora hay un gran ndmero entre los que elegir. En Esta- dos Unidos, su desarrollo y adopcién han ve- rrido motivados por los ficheros y registros de agresores sexuales, as{ como por las leyes de internamiento civil (civil commitment) que obligan al Estado a que demuestre, con mas precisi6n que el azar, que un individuo presen- ta un elevado riesgo de reincidencia antes de RSVP que se le impongan medidas de control espe- ciales. Algunos instrumentos actuariales se usan en diversas jurisdicciones, incluido el Minnesota Sex Ofender Screening Tool y su revisién (MnSOST-R; Epperson et al., 1995, 1998); la forma actuarial abreviada del Struc- tured Anchored Clinical Judgement (SAC)-Min; Grubin, 1998) y su revisién reciente, la Risk Matrix 2000 (RM2000; Thornton et al., 2003); la Rapid Risk Assessment for Sex Offense Re- cidivism (RRASOR; Hanson, 1997), desarrolla- da sobre la base de estudios metaanaliticos por Hanson y Bussiére (1998); y la Static-99 (Hanson y Thorton, 1999, 2000), una revi- sién del RRASOR que también incorpora la SAC}-Min’ En Estados Unidos, la practica va- rla muchisimo. Algunos estados, entre los que se encuentran Arizona, Texas y Washington, simplemente han decidido revisar los test exis- tentes, como la MnSOST-R o la Static-g9. En cambio, otros muchos, como Colorado, Ne- braska, New Jersey, Vermont y Virginia, han desarrollado nuevos test actuariales (por English, Boyce y Patzman, 1999; English, Ret- zlaffy Kleinsasser, 2002; Ferguson y Witt, 1998; McGrath y Hoke, 2002; McGrath, Hoke, vingston, y Cumming, 2001).’ Todos estos instrumentos son muy similares en cuanto a su formato. Se trata de protocolos més 0 me- nos breves que se basan en caracteristicas estiticas 0 antecedentes. Los temas se evalian rnuméricamente y se suman para obtener una 6.Algo irdnico teniendo en cuenta su nombre. La Statie.99 ‘se esté desarrollando rdpidamente, con una revisin recen te que se denomina Statie-2002, que ya esté disponible (vease Hanson y Thornton, 2003) 7-La Violent Ofender & Sex Ofender Risk Appraisal Guides (VRAG y SORAG; Quinsey et al, 1998) se han omitido de esta lista, ya que se disefiaron para valorar el riesgo de cualquier tipo de violencia y no tan solo de la violencia sewual RSVP puntuacién total, que se convierte en una es- timacién de la probabilidad absoluta de rein- cidencia para un periodo determinado de tiem- po (que, por lo general, se define como el hecho de volver a ser arrestado a causa de un delito sexual). Todos se han construido sobre la base de pequefias muestras de agresores en un contexto que se limita a una Unica jurisdic- cién. La mayorfa se elaboraron usando una metodologia de grupos-conocidos o grupos- criterio, en la que las normas de puntuacién se basaron en anilisis estadisticos que maximi- zaban las diferencias entre grupos entre los agresores sexuales reincidentes y los no rein- cidentes. El desarrollo de algunos test actua- riales se ha descrito en los correspondientes articulos publicados (por ¢j., English et al., 2002; Hanson y Thornton, 2000). Los estudios retrospectivos han sefialado que las puntua- clones en test actuariales discriminan de un modo significativo entre agresores sexuales reincidentes y no reincidentes (por ¢., Barbarie etal, 2001, Sjéstedt y Langstrom, 2001, 2002), y resultados similares se han presentado en distintos congresos de especialistas. Existen algunas preocupaciones sobre el uso de las herramientas actuariales. En primer lu- gar, ninguna de ellas dispone de un manual formal que se haya publicado y que contenga la informacién necesaria para su correcta pues- ta en practica, asi como su adecuada puntua- cién einterpretacién. Como resultado, algunas jurisdicciones han adoptado un test actuarial y han publicado su propia versién de! manual —que en ciertas ocasiones ha dado lugar al cuestionamiento de la generalizacién de los resultados obtenidos con dicha prueba—. En segundo lugar, ninguno de los test se ha eva- luado de manera sistemética respecto ala fia- bilidad interjueces en la practica profesional. En tercer lugar, muchas de las muestras utili- zadas en la construccién de las pruebas noeran lo bastante significativas para permitir una es- timacién razonablemente precisa de la reinci- dencia en varias categorfas de puntuaciones. Estimaciones de este tipo requieren la realiza- cin de estudios con «muestras amplias de casos», por lo general de grupos de 500 perso- nas o més. En cuarto lugar, y mas importante, no existen replicaciones (a nivel més técnico, validaciones cruzadas o calibraciones) de la capacidad de dichas pruebas para realizar esti- maciones acerca de la probabilidad de rei dencia, Se trata de un problema grave, ya que las pruebas actuariales construidas por méto- dos estadisticos estén optimizadas matemati- camente a partir de las muestras originales de validacién, por lo que su capacidad predictiva esté sobrestimada (Gottfredson y Gottfredson, 1986). Una estimacién aproximada del efecto producido por esta forma de medir la validez predictiva es factible mediante procedimientos estadisticos, pero no es lo mismo que una es- timacién directa del sesgo por medio del con- traste empirico con datos reales. Asi, la preci- sién de los instrumentos actuariales sobre vViolencia sexual nunca ha sido evaluad: pre se ha trabajado con las muestras con las que se construyé la herramienta, ya que los test se realizaron después de determinar los resulta~ dos, ytampoco se ha hecho desde su creacién, bien sea usando métodos retrospectivos 0 prospectivos en muestras independientes. Como consecuencia, nadie sabe cémo funcio- nan en realidad dichos test actuariales para el propésito para el que fueron pensados. jem Evaluaciones centradas en la prevencién Ya se ha comentado que el objetivo de la valo- racién del riesgo de violencia sexual es la pre- vencién. Pero un «buen» procedimiento de evaluacién también debe cumplir algunos re- s x s s s s s s s s s 5 § 5 s 5 e a oe a es momo ™ ~

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