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6.

EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA

ESTRATIFICACIÓN Y EVALUACIÓN
Uno de los pilares de la evaluación del paciente hipertenso es la valoración del
riesgo individual absoluto, que depende de las cifras de presión, pero
igualmente de la concomitancia de otros factores de riesgo, lesión de órgano
diana, enfermedad renal crónica o enfermedad cardiovascular establecida. La
valoración mediante modelos multifactoriales predice el riesgo global individual
de forma más exacta y permite un tratamiento individualizado de la HTA. La
información a los pacientes sobre su riesgo cardiovascular puede tener
resultados positivos sobre la modificación de dicho riesgo y en definitiva sobre
la prevención de la enfermedad cardiovascular y renal. Se han propuesto
diversos modelos para realizar la estimación del riesgo cardiovascular. En
general cuantifican dicho riesgo en función de la presencia y gravedad de los
principales factores individuales, la edad, el género, el consumo de tabaco, las
cifras de PA y los valores lipídicos.
Están basados en estudios epidemiológicos observacionales con un numero
amplio de individuos. El más conocido es el proporcionado por el estudio de
Framingham y calcula el riesgo de episodios coronarios mortales y no mortales.
En España existe una adaptación de dicho modelo realizado tras un estudio
poblacional en la provincia de Girona. El equivalente europeo es el proyecto
SCORE, que predice el riesgo de mortalidad de causa cardiovascular en
función igualmente de un análisis de la población de Europa y de validez hasta
los 65 años; existen tablas para países de bajo riesgo aplicables en España.
Aunque dichos modelos tienen una irrefutable utilidad predictiva, la Europea
Soviet o Cardiología (ESC) y la Europea Soviet o Hipertensión (ESH) proponen
un modelo semicuantitativo que parte del concepto de riesgo de referencia,
correspondiente a los sujetos con niveles de PA normal alta (PAS 130-139 mm
Hg, PAD 85-89 mm Hg) sin otros factores de riesgo, lo que introduce la noción
de riesgo añadido conforme se producen elevaciones de la PA o se presentan
de forma simultánea otros factores de riesgo asociados, lesión de órgano
diana, enfermedad renal crónica o enfermedad cardiovascular establecida. Si
bien el nivel de riesgo obtenido mediante dichas tablas es superior al de otras
escalas de riesgo, debido fundamentalmente a la introducción de la valoración
del daño orgánico subclínico, el sistema es de mayor sencillez y de gran
utilidad para la toma de decisiones terapéuticas individualizadas.

MEDIDA DE LA PRESIÓN ARTERIAL


El diagnostico de HTA y las decisiones terapéuticas que de dicho diagnostico
se derivan requieren la mayor fiabilidad posible en la determinación de las
cifras de PA. Aunque la medida de la PA es una de las exploraciones más
frecuentemente efectuadas, existen muchas influencias derivadas de su
variabilidad intrínseca y extrínseca que hacen que la reproducibilidad de una
medida sea relativamente escasa. Las dificultades para medir la PA de un
sujeto derivan de su variabilidad, relacionadas sobre todo con la actividad física
y mental, de las limitaciones en la exactitud de la medida indirecta, con el
propio observador como mayor fuente de inexactitud, y de la reacción de alerta
a la toma de la PA que en algunos casos puede ser muy importante (fenómeno
de «bata blanca»).

Medida de presión arterial en el entorno clínico


La técnica de referencia de medida de PA ha sido clásicamente la toma en
consulta mediante la técnica auscultatoria con esfigmomanómetro de mercurio
o, más recientemente, mediante aparatos semiautomáticos de técnica
oscilométrica (miden la PA media e integran PAS y PAD mediante un
algoritmo). La medida de la PA en el entorno clínico debe realizarse con el
sujeto en reposo físico y menta. Su estricto cumplimiento, especialmente en el
número de medidas efectuadas y en el momento de la medición, evitando las
horas siguientes a la toma de la medicación antihipertensiva, permite acercar
los resultados a los valores obtenidos por medidas fuera de consulta y, por
tanto, incrementar la validez de los resultados.
Estratificación del riesgo
cardiovascular absoluto en
función del grado de elevación
de las cifras de presión arterial
(PA), de los factores de riesgo
(FR) asociados,
de la lesión de órgano diana
(LOD), de diabetes, de
enfermedad renal crónica
(ERC) o de enfermedad
cardiovascular (ECV) o renal
establecida. HTA: hipertensión
arterial.

Factores que
influyen en el
pronóstico y se
utilizan para la
estratificación del
riesgo

Categorías de hipertensión
arterial (HTA) en función de los
valores de presión arterial (PA)
clínica y de PA de 24 h

Auto medida de la presión arterial


Las medidas obtenidas con auto medida de la PA (AMPA) se correlacionan
mejor con la afección de órganos diana y la morbimortalidad cardiovascular que
la medida en la consulta. El límite de PA normal se establece en valores
inferiores a 135/85 mm Hg. El clínico debe mantener un papel activo en los
pacientes que realizan AMPA y recomendar la adquisición de equipos
validados y su calibración anual, así como aleccionar en una técnica correcta
que se debe verificar en consulta. En general se considera que la AMPA puede
ser útil tanto para el diagnóstico, al permitir la sospecha del fenómeno de bata
blanca, como para el seguimiento, ya que proporciona una valoración más
adecuada de los valores de PA. Adicionalmente, puede mejorar la adherencia.

Monitorización ambulatoria de la presión arterial


La monitorización ambulatoria de la PA (MAPA) proporciona información de
gran importancia. Los estimadores medios (PA media de 24 h, PA diurna o PA
nocturna) se correlacionan mejor con el pronóstico cardiovascular que la
medida en la clínica y, además, permiten diagnosticar y cuantificar el fenómeno
de la bata blanca y la HTA enmascarada. El límite de normalidad para el
promedio de valores durante el periodo de vigilia se acepta como inferior a
135/85 mm Hg y para el periodo de descanso menor de 120/70 mm Hg. La
normalidad en el estimador de 24 h se considera por debajo de 130/80 mm Hg.
Cuando se realiza una MAPA el paciente puede ser clasificado, con respecto a
los valores de PA en consulta, en cuatro condiciones excluyentes: normotenso
verdadero, hipertenso sostenido, hipertenso de bata blanca o hipertenso
enmascarado. La HTA de bata blanca (HTA aislada en consulta) incluye a
pacientes con valores de PA altos solo en consulta. Su prevalencia, según la
definición que se utilice, oscila entre el 20% y el 40% y su pronóstico es
claramente mejor que el de los casos con HTA sostenida, aunque predice el
desarrollo futuro de HTA y tiene un mayor riesgo cardiovascular que la normo
tensión verdadera en el seguimiento a largo plazo. La HTA enmascarada es la
presencia de valores elevados en el MAPA durante la actividad con valores
normales de PA en consulta. Su prevalencia estimada es del 15%-30% y se
asocia a una mayor lesión de órgano diana. La importancia de este fenómeno
radica en que es la condición de peor pronóstico al no ser habitualmente
detectada ni por tanto tratada. En el hipertenso tratado se reconoce con el
termino MUCH (del inglés masque uncontrolled hypertension, ≪hipertensión
enmascarada no controlada≫).
En cuanto a los perfiles circadianos, se han descrito cuatro patrones de
relación porcentual entre la PA de vigilia y de sueño: descenso normal entre el
10% y el 20% (zipper), descenso anormal menor del 10% (no zipper), descenso
mayor del 20% (zipper extremo) o aumento (riser).
El patrón de descenso normal es el que presenta mejor pronostico y el resto de
patrones se asocian con mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares de
forma independiente del nivel promedio de PA. La MAPA realizada durante el
tratamiento, además de clasificar a los pacientes en los cuatro fenotipos
descritos, presenta ventajas adicionales al evaluar el impacto de los fármacos
sobre el perfil circadiano, así como la de determinar la duración de acción de
los mismos y la homogeneidad de su efecto durante el periodo de las 24 h.
Asimismo, es capaz de detectar episodios de hipotensión que pueden ocurrir
durante el tratamiento. Todas estas ventajas hacen que la MAPA sea
considerada cada vez más un elemento necesario en la evaluación básica del
paciente hipertenso, con la recomendación, en algunas guías clínicas, de su
utilización para la confirmación del diagnóstico y previa a la decisión
terapéutica.
Otras formas de medida de la presión arterial
La medida de la PA braquial, utilizada por todas las técnicas hasta ahora
descritas es un estimador indirecto de la presión arterial en las grandes
arterias, aquellas encargadas de irrigar los órganos vitales. La medida de la PA
central o aortica se ha considerado de interés clínico precisamente por esa
capacidad de reflejar directamente la presión transmitida a los órganos en los
que la HTA produce complicaciones. En los últimos años se han desarrollado
técnicas que
permiten dicha medida de forma no invasiva, principalmente por tonometría de
aplanamiento y análisis de la onda de pulso. Varios estudios epidemiológicos
han mostrado una mejor correlación de las cifras de PA aortica con el
desarrollo de acontecimientos cardiovasculares futuros, aunque el valor
añadido a las medidas habituales es relativamente escaso. Una nueva
tecnología permite, además, su monitorización durante el periodo de 24 h, de
forma similar a lo que ocurre con la PA braquial.
Existen otras formas de medida de la PA ante estímulos físicos o psíquicos. En
este sentido, la respuesta presura al ejercicio (obtenida durante una
ergometría) o al estrés mental (durante la realización de ejercicios de cálculo)
se asocia con la lesión orgánica silente, aunque su capacidad predictiva es
controvertida. (1)

Bibliografía
1. FARRERAS, ROSMAN. MEDICINA INTERNA. 18 ed. ESPAÑA: ELSEVIER; 2016

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