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Stravinski empieza a utilizar esta técnica en sus propios trabajos. Sin duda, Stravinski se ayudó en
su comprensión, e incluso su conversión, al método de los doce tonos en su confidente y ayudante
Robert Craft, quién había estado defendiendo este método musical. De esta forma, los siguientes
quince años fueron empleados en escribir trabajos en este estilo.
Stravinski empezó a impregnarse de la técnica dodecafónica en los primeros trabajos vocales más
pequeños como Cantata (1952), Tres canciones de Shakespeare (1953) e In Memoriam Dylan
Thomas (1954), como si estuviera probando el método. Él posteriormente empezó expandiendo el
uso de la técnica en obras a menudo basadas en textos bíblicos como Canticum sacrum y Threni
(1958), A Sermon, a Narrative and a Prayer (1961), y El diluvio (1962). Además durante esta etapa
sobresalen títulos como Movimientos para piano y orquesta (1959), Monumentum pro Gesualdo y
Requiem canticles (1966), aunque ninguno de estos ha obtenido el nivel de aceptación de las
obras de las dos épocas precedentes.