En la primera parte de este artículo, publicado en el Boletín Informativo
del PSUV N°202, se planteaba la concepción de la doctrina de La Guerra
de Todo el Pueblo, bajo la siguiente definición: “Es la concepción estratégica para la defensa nacional. Se basa en el empleo más variado y eficiente de los recursos materiales y morales de la sociedad, organizados en el sistema defensivo territorial. Y se resume en la afirmación de que, en caso de una agresión militar, Cada ciudadano tendrá un medio, un lugar y una forma de enfrentar al enemigo hasta lograr la victoria.” Sin embargo, dicha definición en su segunda parte se cierne únicamente a un ámbito de la guerra, la militar, por ser además el ámbito principal que dio sustento teórico y práctico a dicha doctrina, desde los movimientos de izquierda en Cuba, Bolivia, Venezuela, Vietnam, El Congo y otra serie de países; La Guerra de Todo el Pueblo, determinó una nueva forma de vencer al enemigo imperial en el ámbito de la guerra convencional, sin embargo, la guerra moderna no se desarrolla únicamente al ámbito militar, las formas de guerra han mutado y lo seguirán haciendo, se perfeccionan y cada día se convierten en sistemas muy complejos de una guerra multifactorial y asimétrica. La implementación de la doctrina de La Guerra de Todo el Pueblo en escenarios bélicos como Cuba en Bahía de Cochino, Vietnam y más recientemente, Venezuela con los pescadores y las fuerzas populares en Chuao, estado Aragua, son muestras de cómo un esquema de defensa integral de todo el Pueblo es profundamente eficiente para la protección de la nación y sus intereses ante las acciones bélicas del enemigo. Pero debemos comprender lo que el Comandante Chávez refería en torno a las nuevas formas de la guerra que se nos pretende imponer desde el imperialismo norteamericano. “Estamos en una guerra global, vuelvo sobre la idea, es un nuevo tipo de guerra que se transfigura y como Freites Reyes anoche lo explicaba muy bien, toma distintas formas, guerra política, guerra económica, guerra social, guerra psicológica, guerra mediática y por supuesto, en muchas ocasiones también, guerra armada, guerra militar. Todos estos intentos para prender la mecha lenta, como la he llamado, y tratar de generar en Venezuela una explosión, manipulando a algunos sectores, envenenando a otros a través de permanentes campañas mediáticas, a través de los rumores, de la mentira forman parte de esa guerra y la tenemos todos los días en las calles de Caracas, todos los días en distintos espacios en Venezuela.” El Comandante Chávez comprendía la visión sistémica de la guerra actual y sus motivos geopolíticos, así lo refería en su mensaje a la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) con motivo del debate general de su 66º período de sesiones el 27 de septiembre del año 2011. “Debemos mirar de frente la aterradora realidad del mundo en que vivimos. Necesario es formular un conjunto de inquietudes a partir de los peligros y las amenazas que nos acechan: ¿por qué Estados Unidos es el único país que siembra el planeta con bases militares?; ¿a qué le teme para tener tan escalofriante presupuesto destinado a aumentar cada vez más su poderío militar?; ¿por qué ha desencadenado tantas guerras, violando la soberanía de otras naciones que tienen los mismos derechos sobre sus destinos?; ¿cómo hacer valer el derecho internacional contra su insensata aspiración de hegemonizar militarmente al mundo en garantía de fuentes energéticas para sostener su modelo depredador y consumista?; ¿por qué la ONU no hace nada para detener a Washington? Si respondiéramos, con absoluta sinceridad, a estas interrogantes, comprenderíamos que el imperio se ha adjudicado el papel de juez del mundo, sin que nadie le haya otorgado tal responsabilidad, y que, por tanto, la guerra imperialista nos amenaza a todos. Washington sabe que el mundo multipolar es ya una realidad irreversible. Su estrategia consiste en detener, a toda costa, el ascenso sostenido de un conjunto de países emergentes, negociando grandes intereses, con sus socios y secuaces, para darle a la multipolaridad el rumbo que el imperio quiera. Pero esto no es todo: se trata de una reconfiguración del mundo que se sustenta en la hegemonía militar yanqui. La humanidad se está enfrentando a la amenaza cierta de la guerra permanente. En cualquier escenario, y Libia lo demuestra, el imperio está dispuesto a crear las condiciones políticas para ir a la guerra. En la visión imperial del mundo, se está invirtiendo el célebre axioma de Clausewitz: la política es la continuación de la guerra por otros medios. ¿Qué hay en el trasfondo de este nuevo Armagedón?: el poder omnímodo de la cúpula militarfinanciera que está destruyendo al mundo para acumular cada vez más ganancias; la cúpula militarfinanciera que está subordinando, de facto, a un conjunto, cada vez más grande, de Estados. Téngase en cuenta que el modo de existir del capital financiero es la guerra: la guerra que arruina a los más, enriquece, hasta lo impensable, a unos pocos. En lo inmediato existe una gravísima amenaza para la paz mundial: el desencadenamiento de un nuevo ciclo de guerras coloniales, que comenzó en Libia, con el siniestro objetivo de darle un segundo aire al sistema-mundo capitalista, hoy en crisis estructural, pero sin ponerle ninguna clase de límites a su voracidad consumista y destructiva. El caso de Libia debe alertarnos sobre la pretensión de implementar un nuevo formato imperial de coloniaje: el del intervencionismo militar avalado por los órganos antidemocráticos de las Naciones Unidas y justificado en base a mentiras mediáticas prefabricadas. La humanidad está al borde de una catástrofe inimaginable: el planeta marcha inexorablemente hacia el más devastador ecocidio; el calentamiento global lo anuncia, a través de sus pavorosas consecuencias, pero la ideología de los Cortés y los Pizarro respecto del ecosistema, como bien dice el notable pensador francés Edgar Morín, los lleva a seguir depredando y destruyendo. La crisis energética y la crisis alimentaria se agudizan, pero el capitalismo sigue traspasando impunemente todos los límites. Frente a este panorama tan desolador, el gran científico estadounidense Linus Pauling, galardonado en dos ocasiones con el Premio Nobel, nos sigue iluminando el camino: Creo que existe en el mundo un poder mayor que el poder negativo de la fuerza militar y de las bombas nucleares: EL PODER DEL BIEN, DE LA MORALIDAD, DEL HUMANITARISMO. CREO EN EL PODER DEL ESPÍRITU HUMANO. MOVILICEMOS, ENTONCES, TODO EL PODER DEL ESPÍRITU HUMANO: ES TIEMPO YA. Se impone desatar una gran contraofensiva política para impedir que los poderes de las tinieblas encuentren justificaciones para ir a la guerra: para desatar la guerra global generalizada con la que pretenden salvar al capital de Occidente. Venezuela llama a la constitución de una gran alianza contra la guerra y por la paz: con el supremo objetivo de evitar la guerra a como dé lugar. Hay que derrotar políticamente a los guerreristas y, más aún, a la cúpula militar-financiera que los auspicia y manda. Construyamos el equilibrio del universo que avizorara el Libertador Simón Bolívar: el equilibrio que, según sus palabras, no puede hallarse en el seno de la guerra; el equilibrio que nace de la paz.” (Comandante Hugo Chávez. Intervención en el 66° Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU. 27 de septiembre de 2011) En su visión de estadista, el Comandante Chávez, ya visualizaba con claridad lo que hoy nos sucede a los venezolanos, para el año 2011 lo vivía el pueblo libio, luego el pueblo sirio, y ni comentar lo abominable del sufrimiento del pueblo palestino a los ojos de la “Comunidad Internacional”, la guerra vista desde la elite guerrerista es un negocio redondo, dinamizan su economía en términos de su gran parque industrial, pero también moviliza grandes flujos de recursos a la conquista de nuevos territorios que luego hay que reconstruir en términos de la destrucción que se genera, y son los pueblos derrotados quienes deberán pagar todo los gastos hipotecando el futuro de su país, puesto que sus riquezas serán despojadas como castigo de una guerra que nunca iniciaron y que nunca aprobaron. En resumen, el enemigo imperial, encabezado por las grandes elites políticas y financieras de los Estados Unidos de Norteamérica, ponen hoy en riesgo el sostenimiento del futuro de la humanidad, y la orientan a un conflicto sin precedentes. Pero no solamente el plano de la guerra es el militar; este es uno de los ámbitos de la guerra actual, y lo vimos con la incursión de mercenarios en nuestro territorio durante las últimas semanas, pero existen otros que son igual de importantes y que deben ser abordados desde la doctrina de La Guerra de Todo el Pueblo; la actual guerra hacia Venezuela, es un ataque a la idea Bolivariana y Chavista, que se desarrolla en los ámbitos político, económico, productivo, comunicacional, simbólico, cultural; moral, alimentario, energético, espiritual así como en el ámbito de la vida común diaria del pueblo, entre un gran número de otros ámbitos. Detengámonos a explicar uno de los ámbitos más importantes; EL ECONÓMICO PRODUCTIVO. En la primera parte de este artículo (véase el Boletín N°202), caracterizábamos que el enemigo imperial había implementado 300 medidas coercitivas oficiales desde el año 2014, según lo refiere el Canciller Jorge Arreaza en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero ampliábamos que dicha cifra quedaba muy por debajo de la realidad del ataque contra nuestro país, y estimábamos una cifra más alta, cercana a las 175.200 acciones en los últimos 20 años, pues de este número nada despreciable; su gran mayoría sin lugar a dudas se desarrolla en el ámbito económico; es decir, el frente de batalla más importante de nuestra lucha está en el ámbitoeconómico. Desde el debate por la Constituyente en 1999, pasando por el Golpe de Estado del año 2002, el Sabotaje Petrolero de 2002- 2003, hasta las actuales medidas de sanciones y bloqueos económicos, cada ataque político, mediático, simbólico, o de cualquier ámbito de la guerra actual, se transversaliza en la economía y esta a su vez en la vida cotidiana de cada hombre, mujer, niña y niño, procurando como premisa para derrocar al gobierno, el hacer a toda costa el mayor daño al mayor número de venezolanos y venezolanas. La guerra económica contra Venezuela se caracteriza por un conjunto de acciones encubiertas ejecutadas por diversos actores económicos nacionales e internacionales alineados en torno a los intereses imperiales; destinados a afectar de manera desfavorable el desempeño de una economía nacional, bajo la apariencia de ser consecuencia necesaria de la exclusiva gestión deficiente del Gobierno Nacional. En virtud de la magnitud de concentración de fuego por parte de enemigo en el ámbito económico, es necesario igualar la fuerza resistencia y contraataque en dicho ámbito; en una guerra económica sin cuartel, con ataques sistemáticos a la moneda, con limitaciones a los accesos al sistema financiero internacional, las sanciones, los bloqueos de actividades normales de comercialización internacional y un sinfín de operaciones para desestabilizar la economía, es necesario que cada hombre y mujer productivo, sea capaz de aportar su mayor esfuerzo en aumentar la capacidad productiva de todos los aspectos de nuestra economía, cada fabrica, cada productor, cada campesino, cada médico, ingeniero, carpintero, obrero debe formar parte del ejercito de hombres y mujeres que activen, mejoren, sistematicen y construyen una economía real capaz de soportar cualquier ataque imperial, asegurando ante todo el desarrollo normal de la vida de todos los venezolanos, y con ello, asegurar alimentos, medicinas, transportes, educación, manufactura y cada aspecto de una nueva concepción económica productiva, una economía como la plantea el Presidente Nicolás Maduro Moros, en su alocución del 27 de mayo del 2020. “No podemos perder el foco de atención en la producción, en la recuperación de la economía real, frente a las teorías de la economía ficticia, neoliberal financiera; surgen las tesis de la economía productiva humanista, para la satisfacción de las necesidades, para fortalecer el sistema de salud, el sistema alimentario, el sistema educativo, que produzca empleo sustentable, solido. Una nueva economía debe nacer, productiva y vital de esta pandemia del Coronavirus.” El frente de mayor ataque en el pasado, ahora y totalmente seguro lo será en el futuro, será en el ámbito económico productivo; el enemigo reconoce el talante de resistencia de nuestro pueblo, pero sabe también que los ejércitos marchan sobre el estómago, como bien lo refería Napoleón Bonaparte, razón por la cual es necesaria la concentración de esfuerzos por parte de todos los venezolanos para consolidar una economía profundamente productiva y altamente eficiente. El ámbito económico productivo de la guerra actual, implica las nuevas bases de profundización de la Constitución Bolivariana. Los marcos legales, conceptuales, pero más aún, el proceso político constituyente de nuestra sociedad y su concepción cultural. Se trata de alcanzar y sostener la estabilización de la paz política en el país y para ello, es clave fundamental una nueva economía, basada en:• PROTECCIÓN AL PUEBLO: la inversión social ante la guerra económica. Atender las heridas de la guerra que ha sufrido nuestro pueblo, principal víctima de la guerra económica, cuya capacidad de satisfacción de necesidades se ha visto afectada y cuya defensa ha sido asumida por el Estado bolivariano y revolucionario como una bandera de lucha. • ECONOMÍA DE MANTENIMIENTO: para la recuperación de capacidades que se han visto afectadas por la guerra económica y que se demandan para activar el desarrollo de nuestro país. La guerra económica ha develado la frágil situación de la estructura económica que –gracias a la derecha y la oligarquía venezolana– es profundamente dependiente y captadora de renta. Esta situación hace urgente un cambio cultural que debe ser asumido por toda la sociedad y debe ser el Estado quien dé el ejemplo y es la creación y promoción de la cultura del mantenimiento, la recuperación de capacidades pérdidas o comprometidas y el máximo aprovechamiento del potencial que tienen nuestros bienes de capital y de infraestructura mediante el mantenimiento oportuno. • ROMPER LAS AMARRAS: para superar la dependencia y generar un nuevo modelo productivo, y así tener verdadera soberanía en nuestra nación. La amenaza del Imperio, apoyada por actores apátridas y traidores de la derecha venezolana, el agotamiento del modelo rentista y la guerra económica implican la necesidad de cerrar filas y de asumir la tarea histórica de aprovechar la coyuntura para romper definitivamente con la dependencia y consolidar el nuevo modelo productivo.• SEGUIMIENTO Y GESTIÓN EFICIENTE: para lograr una independencia económica hay que ser más eficiente. Hacer más con menos y mejor. El cumplimiento de las grandes tareas que nos hemos planteado implica profundizar los mecanismos de gestión corresponsable, seguimiento y control popular a la gestión del Estado. La apuesta es a la radicalización del Gobierno Popular y Revolucionario, con la transformación integral, revolucionaria y popular del Estado y del sistema de empresas públicas y de servicios. En esta batalla, compleja, asimétrica, ambigua, volátil e incierta la única posibilidad de victoria es TODO EL PUEBLO al unísono accionando para vencer a la gran maquinaria imperial… TODOS PRODUCIENDO TODO LO QUE SE PUEDA PRODUCIR, Y OPTIMIZANDO TODO LO QUE SE PUEDA OPTIMIZAR.