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Deméter y Perséfone

Perséfone era hija de Zeus y Deméter. Su madre la crió entre flores; tenía un cuerpo parecido a un tallo y una piel
sedosa y perfumada como pétalos. Juntas cultivaban las flores.
Hacía tiempo que Hades, el dios de los muertos, tenía un humor terrible porque ninguna diosa quería ser su
compañera y reinar con él en el mundo subterráneo. Un día en que había salido en su carroza, Hades vio a
Perséfone en el campo. La contempló largamente y el amor fue creciéndole en el pecho. De tan grande no pudo
soportarlo, entonces la raptó y la llevó a su reino.
Deméter se quejó ante Zeus:
- ¡Deméter es una criatura de la luz! El sol nunca entra en ese agujero que es el reino de Hades; ella se
marchitará y morirá.
Zeus le recordó la ley inquebrantable: ningún hombre o dios que hubiera ingresado al mundo de los muertos podía
regresar al de los vivos.
- Además, Hades es mi hermano y un dios muy poderoso: será buena unión- agregó Zeus.
- Entonces ¡no volveré hasta que me llames! – respondió la furiosa madre.
Pasaron semanas y Deméter mantuvo su promesa: se retiró de la Tierra y ya nada creció ni reverdeció. Las plantas
se consumían por el frío y la Tierra fue convirtiéndose en un desierto.
Todos rogaban a Zeus, porque hombres y animales morían de hambre en esa tierra desolada. Y también Deméter
hacía oír su llanto desconsolado. Pero, como otras veces, Zeus se hizo el sordo.
Mientras, Hades vigilaba. Ya casado con Perséfone la amaba más y más. Al principio ella lo odiaba y lo trataba con
frialdad y desprecio. Pero el dios empecinado, tampoco cedía: le regalaba piedras preciosas arrancadas de las
oscuras galerías para que jugara con ellas; le daba telas tejidas con hilos de oro y plata; le había hecho tallar un
trono de ébano y le regaló una corona de perlas negras. Hasta le reservó una parte de su sombrío palacio para que
cultivara un jardín de plantas imposibles que crecían en la oscuridad. Impulsivo y malhumorado como era, la
trataba con tierna paciencia. Y le decía cuánto la amaba…
- Pero yo odio este lugar de muerte y tinieblas. Y a usted lo odio más porque me trajo aquí – respondía ella.
O enmudecía días enteros, sin probar la comida que le preparaban especialmente.
Entonces, Hades vigilaba cada vez más… y esperaba la reacción de Zeus.
Pero, en secreto, Perséfone empezó a disfrutar de la compañía de Hades, de sus regalos y sus palabras de amor. Él,
un dios temido por mortales y por dioses, la amaba. Y ella tenía poder sobre él, que le decía que era la única criatura
capaz de darle alegría o dolor.
Finalmente, Zeus prestó atención a los clamores. Pero, para no enemistarse con su hermano Hades, llamó a
Deméter y le dijo:
-Tu hija volverá siempre que no haya robado ningún alimento en el reino de Hades. Si no, permanecerá con mi
hermano. Y tú harás crecer de nuevo las plantas.
Seguro que Perséfone no comerá nada, de pura tristeza. Y las plantas crecerán cuando mi hija esté de vuelta
conmigo.
Siempre alerta, Hades escuchó todo: el no perdería a su amada.
Esa tarde, Perséfone paseaba por su jardín acompañada del muchacho que Hades había puesto a su servicio. El
joven arrancó una granada, la fruta que ella prefería, y se la ofreció. Perséfone tomó un grano, dos… seis…
Cuando Zeus reclamó a su hija, Hades le informó que ella había comido seis granos de fruta. Entonces Zeus
dictaminó que Perséfone subiría a la Tierra seis meses para vivir con Deméter, y pasaría los otros seis con su
marido: uno por cada grabo de fruta.
Así Hades, debía resignarse a seis meses de soledad. Perséfone estaba dividida entre el amor a su madre y el que
Hades había despertado en ella. Deméter, por su parte, anunció:
- La mitad del tiempo voy a sufrir: ¡que todos sufran conmigo! Nada florecerá mientras mi hija permanezca
en el reino de Hades.
Por eso, el invierno y la primavera son lo que son. Mientras Perséfone está en la Tierra, todo florece y da frutos.
Pero cuando está por partir, la naturaleza comienza a marchitarse y, durante su ausencia, llega el invierno desolado.

Adaptación de un mito griego.


MITOLOGÍA. Conjunto de mitos de un pueblo o de una cultura, especialmente de la griega y la romana.

Los mitos son relatos que nacieron en la antigüedad. Los pueblos primitivos los crearon para explicar el
origen del mundo y de los seres que lo habitaban, algunos fenómenos de la naturaleza, por ejemplo, la
fundación de una ciudad. Por eso motivo, los lugares donde sucede lo que cuentan son más o menos
localizables. En cambio, la época es imprecisa, solo se sabe que es anterior al relato.

Con los mitos las personas buscaron encontrarle un sentido a lo que no entendían y cómo la ciencia no
estaba desarrollada, todo lo que sucedía o lo que los rodeaba se lo atribuían a la acción de los dioses. Por
eso, los mitos tienen que ver con las creencias de una cultura.

En su origen, eran relatos orales y se transmitían de generación en generación hasta que se escribieron y así
llegaron a nosotros. Esta es la causa de que haya varias versiones de un mismo mito.
Todos los pueblos primitivos tuvieron sus mitos. Los de los griegos fueron los más influyentes en la cultura
occidental.

Algunos ejemplos de mitos griegos son: La caja de Pandora, La guerra de Troya, Ariadna y Teseo, Orfeo y
Eurídice, etc.

Anteriormente, vimos que los mitos narran cómo se fue construyendo el mundo: el nacimiento del universo, el
nacimiento de los dioses, el del ser humano, etc. Estos temas se hallan presentes en todas las mitologías (cada
pueblo tiene la suya), junto con la creencia de un lugar y un pasado perfecto, la destrucción del mundo a causa del
enojo de las divinidades o el origen de los ciclos de la naturaleza (las estaciones del año, diferencia entre el día y la
noche). Si nos centramos en la mitología griega, a lo largo de los siglos, fueron configurándose a través de un
enorme conjunto de relatos orales que paulatina y parcialmente pasaron a la forma escrita en poemas, tragedias,
comedias, etc. Homero, por ejemplo, fue un poeta de la Antigua Grecia que nació y vivió en el siglo VIII a.c. es
autor de dos de las grandes obras de la antigüedad: La Ilíada y La Odisea.
El caballo de Troya

iliada odisea
Esta es la historia de una guerra. Pero no de cualquier Ulises tuvo la gran idea que logró destruir la ciudad de
guerra, es la historia de la humanidad. Una guerra que Troya. Una vez cumplido su objetivo, Ulises volvió a
empezó, como toda guerra, por una razón pequeña y casi Ítaca junto a sus guerreros, pero debido a los distintos
insignificante, y creció hasta convertirse en días y días tropiezos sufridos durante la travesía, el viaje que debía
de enfrentamientos y horror. Todo comienza cuando demorar unas pocas semanas se convirtió en una odisea
Helena, la mujer más bella de la Antigüedad Clásica, que duró diez largos años. Aquí vamos a conocer los
decide abandonar a su marido y su país para huir con tropiezos y desventuras que atravesó Ulises hasta que
Paris, un joven troyano. Esta es la historia de la guerra logró llegar a su reino. Alguna vez habrás escuchado
de Troya y su larga contienda entre aqueos y troyanos. hablar de Penélope, esposa de Ulises, que lo espera
fielmente mientras él regresa de la guerra.
Los personajes de los mitos pueden ser dioses, seres mortales, semidioses o héroes. Algunos mitos cuentan los
extraordinarios acontecimientos vividos por criaturas fabulosas que combinan formas humanas y animales.
Los dioses griegos tenían forma humana (antropomorfismo = antropo, hombre; morfe, forma), vivían en el monte
Olimpo (menos Hades y Perséfone que a esta altura sabés que habitaban bajo tierra en el Reino de los Muertos y las
deidades que pertenecían al agua como Poseidón). Su apariencia era semejante a la de los hombres y podían ser
celosos, vengativos, iracundos o favorecer a personajes que son de su agrado. La belleza y la inmortalidad eran
fundamentales en ellos. La vejez era para los griegos una calamidad, algo despreciable, por eso los dioses eran
eternamente jóvenes.
Los griegos adoraban a sus dioses, pero no intentaban parecerse a ellos y tratar de imitarlos sería una desdicha.
Cada dios se encargaba de una parte de la existencia humana: el amor, la guerra, la inteligencia, etc. Representaban
el orden del universo, por eso, si se peleaban debían arreglarlo de alguna forma.
Los héroes o también llamados semidioses se originaron al unirse los dioses con diferentes mortales. Tenían
poderes que los hacían superiores a los hombres comunes y gozaban de un trato especial por parte de los dioses.
Los héroes representaban todo lo que el hombre antiguo valoraba: eran hábiles con las armas, respetaban los
designios de los dioses, podían liberar de depredadores las cosechas, etc. Sus hazañas le daban fama y los
convertían en modelo para la comunidad.
No existe un único tipo de héroe, tienen rasgos que permiten diferenciarlos. Su figura se destaca porque tiene una
marca que, en algunos casos, es un rasgo físico: la velocidad, la fuerza o algún elemento que lleven siempre con
ellos. También puede ser un rasgo interno como la astucia o la valentía. Un ejemplo es Aquiles, guerrero, héroe de
la guerra de Troya.

Los personajes femeninos.


En los mitos aparecen muchas figuras femeninas con participaciones relevantes. La guerra de Troya, por ejemplo,
tiene como causa el rapto de una mujer, Helena. También hay diosas con diferentes características.

ATENEA. Es hija de Zeus y Metis. Nació completamente armada, de la cabeza de su padre. Diosa
guerrera, armada con lanza, tiene una importante participación en muchas batallas. Atenea es
considerada en el mundo griego como la diosa de la razón, de la actividad inteligente es protectora
de las ciudades que la eligieron como patrona, como Atenas.

AFRODITA. Es la diosa del amor, de la seducción y la belleza. Es considerada hija de Zeus aunque
según otra tradición nació en el mar.

HERA. Esposa de Zeus con quien preside el Olimpo. es, por lo tanto, la primera entre las diosas en
jerarquía, y está asociada con el poder real. Se la considera protectora de las mujeres casadas.
Terriblemente colérica, son famosas sus venganzas contra dioses y mortales. En muchas oportunidades,
la causa de su ira es la constante infidelidad de su esposo.

*
ARIADNA, TESEO Y MINOTAURO
Hace muchísimo tiempo, en la isla griega de Creta, vivía un rey llamado Minos. Muchas tribulaciones ocupaban la
mente de este antiguo rey, mientras permanecía silencioso sobre su trono. Su obsesión principal era una criatura
monstruosa y feroz: el Minotauro. Este ser terrible tenía el cuerpo de un gigante y la cabeza de un toro
embravecido. Ningún guerrero podía igualar la fuerza de sus brazos, que parecían árboles imposibles de cortar.
Ninguna espada podía atravesar sus gruesas y oxidadas armaduras, que retumbaban el paso del monstruo. “¿Qué
hacer con este fiero enemigo, qué hacer?”, se preguntaba el rey Minos.
Un día se dio cuenta, al fin, de que no podía vencerlo de ningún modo, asi que ideó un plan para atraerlo y atraparlo
en una prisión de la que ningún ser viviente hubiese podido escapar. Con la ayuda del gran arquitecto Dédalo, el rey
Minos construyó un laberinto de piedra, inmenso como una pradera gris que llegaba hasta el horizonte. Tenía miles
de puertas y miles de pasillos, encrucijadas, giros, estatuas de expresión oscura y salones sin salidas… Tal vez el
propio constructor no hubiese logrado escapar este laberinto, de haber quedado encerrado en él.
Cuando el rey Minos atrapó al monstruo dedicó su mente a otros asuntos, como la antigua rivalidad que tenía con
los habitantes de la ciudad de Atenas. Los pobres atenienses pronto descubrieron que la maldad de Minos, el
vengativo, no tenía límites. Cada tanto, el rey atrapaba a un grupo de habitantes de esta su ciudad enemiga y los
encerraba en su laberinto, donde se convertían en presas del Minotauro ¿Qué hubiesen podido hacer los hombres y
las mujeres, incluso los ejércitos de Atenas, contra estos enemigos? Nada. Un monstruo invencible y un rey cruel
sellaban el destino de los habitantes de esta ciudad. Y tal vez el final hubiese sido su destrucción, de no ser por
Teseo, un joven ateniense que, sin saber cómo ni con qué herramientas, decidió que pondría fin al Minotauro y
liberaría a su ciudad.
La valentía y la generosidad de Teseo hicieron que casi sin querer la hija del rey Minos, Ariadna, se enamorara de
él. Como no quería perderlo y deseaba también las matanzas de su padre decidió entregar un ovillo de hilo a Teseo
diciéndole que atara un extremo a la entrada del laberinto. Mientras recorrieran los oscuros corredores, el hilo se
iría desenvolviendo. De este modo, luego de enfrentar al Minotauro, si sobrevivía podría regresar sobre sus pasos
hasta la salida.
Así lo hizo y así fue como el monstruo del laberinto, luego de una batalla feroz contra un joven de corazón puro,
terminó derrotado.

Mito griego

Tribulación: preocupación, disgusto, pena


Encrucijadas: lugar donde se cruzan varios caminos

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