En paralelo se han trazado dos patrones en el México neoliberal: la invisibilización de las
juventudes en la escena pública; y el entronamiento de un actor que según cuenta la versión
securitaria importada por el Estado mexicano todo lo ordena. A la primera han reaccionado con la movilidad social, con la que la forma mediatizada de luchar las juventudes han nombradose a sí mismos como sujetos históricos. Sin embargo la inmediatez, la condición de movilidad social limita la experiencia.