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Prof.

Gabriela Ughi
Profesorado en Italiano

“El tiempo en la obra de Virginia Woolf:


análisis de Mrs. Dalloway y Al Faro”

INTRODUCCIÓN:

A principios del siglo XX, los escritores modernos como Joyce,


Proust, Mann y Virginia Woolf rechazaron la novela tradicional realista
por considerarla una forma inadecuada de capturar la complejidad y
la mutabilidad de la realidad y de la experiencia humana.
A partir de este momento, la novela inicia un proceso de
experimentación en las convenciones, estrategias y técnicas
narrativas. Dichas innovaciones estaban directamente relacionadas
con las nuevas ideas sobre la mente humana que se estaban
difundiendo en Europa y América a través de los escritos de Henri
Bergson, William James y Sigmund Freud -considerados los creadores
de la psicología moderna- y con las grandes transformaciones que
Europa estaba experimentando en un plano filosófico, político,
tecnológico y artístico.

El crítico ruso Mijail Bajtin, ha introducido la noción de


cronotopo: «La conexión esencial de relaciones temporales y
espaciales asimiladas artísticamente en la literatura» que se define
como «la unión de elementos espaciales y temporales en un todo
inteligible y concreto. El tiempo se condensa aquí, se comprime, se
convierte en visible desde el punto de vista artístico, y el espacio a su
vez se intensifica, penetra el movimiento del tiempo, del argumento y
de la historia»1.

1
PIMENTEL, L. A., El relato en perspectiva: estudio de la teoría narrativa . Buenos Aires. Siglo
XXI Editores, 1998, Pág. 57.
Uno de los tópicos en las novelas, es la cuestión del tiempo. Se
observa la desacralización del enfoque tradicional cronológico, por lo
general a cargo de un narrador. El tiempo se confunde en un fluir de
ideas, emociones, percepciones y recuerdos que se emanan desde lo
profundo de cada ser. El autor nos revela la visión y doble función del
narrador-poeta que con un lenguaje rico en figuras poéticas, expone
al lector ante tan compleja concepción del tiempo por medio de la
reflexión y el impacto estético. El paso del tiempo, a menudo
simbolizado en el agua, el mar, los movimientos de las olas, delata la
finitud humana y sintetiza angustia.

Virginia Woolf nace en Londres en 1882 y, ligada desde su


infancia al mundo de las letras, recorre un camino que habría de
revolucionar la novelística contemporánea. Publica en 1915 su
primera novela The Voyage Out a la que sigue Night and Day. Ambas,
inscriptas en la narrativa tradicional, permiten entrever un principio
de búsqueda de un nuevo lenguaje, de un deseo de exteriorizar la
intimidad emocional que se siente y no se dice. Su obra prosigue con
trabajos de crítica, conferencias, ensayos, artículos y Diario. Una
mirada distinta y particular del mundo real se obtendrá en Jacob’s
Room de 1922 y luego en Mrs. Dalloway de 1925.
La adopción del procedimiento del “flujo de conciencia” se cree
haya acentuado el carácter autobiográfico de su obra. Sin embargo es
necesario redefinir tal carácter: aquello personal excede lo
meramente anecdótico, lo concreto, para ahondar en la sensibilidad y
la visión interior de la autora. La riqueza narrativa la darán los
múltiples estados del alma, “captadores del mundo y de la belleza, y
se amplía (la variedad) hasta el infinito con la plurivalencia que le da
lo temporal”2.
2
ÁLVAREZ, M. A., Tiempo y lenguaje en la obra de Virginia Woolf R.U.L.

2
Amalgamando poesía y prosa, Virginia Woolf desafiará
prejuicios en cuanto a la forma de la novela pero estableciendo
aquellos puntos cuya modificación consideró vitales para la
supervivencia del arte narrativo. Guió su búsqueda entorno a un
medio que le permitiera “comunicar simultáneamente un cuadro de
vida y costumbres y una imagen correspondiente en las mentes” 3.
Como lo testimoniara en su “Carta a un joven poeta” (1932) la tarea
del escritor es “encontrar la relación correcta... entre el yo que
conoces y el mundo exterior”.

El objetivo de la presente monografía es analizar la


temporalidad plasmada en dos obras centrales dentro de la
producción de Virginia Woof: Al Faro y Mrs. Dalloway.
Con este objetivo se establecerá, en primer lugar, el modo en
que el tiempo es utilizado en la obra de nuestra escritora, no
simplemente para marcar la sucesión de hechos, sino también como
forma de resaltar la vida interior de sus personajes. En segundo
lugar, se esbozará la trama de ambas obras y por ultimo se hará
referencia, a través de citaciones, del modo en que el factor tiempo
viene tratado en las obras en cuestión y se reflexionará sobre su uso
simbólico.

EL TIEMPO EN LA OBRA DE VIRGINIA WOOLF:

Las novelas líricas de Virginia Woolf proponen una visión en


simultáneo de conciencias o momentos de la vida en la que se
destaca el valor simbólico de las imágenes y el predominio de lo
estético. Todo lo que les sucede a sus personajes está relacionado
con la fluencia del vivir.

3
FREEDMAN, R., La novela lírica, Barcelona, Barral, 1972, Pág. 243.

3
El concepto relativista de la dilación temporal depende de la
mente y de las circunstancias vividas por el sujeto que la percibe, con
lo cual se intenta recrear la complejidad del tiempo subjetivo
mediante la utilización de la técnica del “fluir de la conciencia”, un
tratamiento del tiempo que elimina la frontera entre pasado y futuro
en una experiencia descrita por Virginia Woolf como “tunnelling
process”.

Virginia Woolf fue una de las autoras más influyentes del siglo
XX. Su existencia fue un proceso continuado de ruptura de los moldes
literarios establecidos y de renovación de las técnicas narrativas
existentes. Ella afronta la escritura con obsesión enfermiza pero
también con grandes dosis de sensibilidad e inteligencia. Sus técnicas
narrativas son fílmicas y en ellas, los argumentos se cortan para
formar historias en las que el léxico empleado está lleno de
intimidades y colmado de lirismo poético.

De Torre afirma que con Virginia Woolf “gana ascendiente la


novela cargada de intenciones, donde los destinos individuales se
entrecruzan con las vicisitudes colectivas” 4. Sus escritos se
caracterizan por la manipulación del tiempo, el monólogo interior, y el
acceso a los sentimientos y a la reflexión como intentos de darle a la
novela un detalle de la forma de operar de la mente.

AL FARO Y MRS. DALLOWAY:

Trama:
4
DE TORRE, G., Doctrina y Estética Literaria, Madrid: Ediciones Guadarrama, 1970, p.556.

4
Mrs. Dalloway, escrito en 1924 y publicado en 1925, cuenta un
día, un miércoles de mediados de julio de 1923, en la vida de Clarissa
Dalloway, una señora de cincuenta y dos años, perteneciente a la alta
sociedad londinense, ocupada en los preparativos de la fiesta que
dará esa noche en su casa. La trama, desde el punto de vista de los
acontecimientos, se desarrolla en tres momentos. Durante la
mañana, la protagonista cruza la ciudad en la que vive, Westminster,
para comprar las flores necesarias para la fiesta, arregla el vestido
que ha decidido usar esa noche, recibe a Peter Walsh, un amigo
recién llegado de la India, del que rechazó, en su juventud, una
propuesta de matrimonio. Durante la tarde, su marido, Richard,
vuelve a casa con las rosas para ella y, en la noche, Clarissa asiste
complacida a la fiesta.
El correr de las horas en esta jornada londinense es medido por
los toques del Big Ben y de los demás relojes de la ciudad, que tienen
la función se señalar la transición entre uno y otro personaje. Además
de seguir los movimientos espaciales e interiores de Clarissa, el texto
propone las reflexiones de otros personajes, entre ellos Peter Walsh,
de regreso en Londres para obtener el divorcio y poder así casarse
con una muchacha en la India; Elizabeth, la hija de Clarissa, quien es
perseguida por un desconocido mientras realiza un paseo en autobús
en un barrio de Londres; y el joven Septimus Warren Smith, quien,
marcado profundamente por la traumática experiencia de la guerra,
durante la cual asiste a la muerte de un amigo, se suicida ese mismo
día.

Al Faro, por su parte, relata la historia de la familia Ramsay


durante sus vacaciones con algunos huéspedes en una de las islas
Hébridas, al oeste de Escocia.

5
Durante una noche de septiembre de 1914, se programa una
excursión al faro que, a los ojos de James, el hijo menor, se presenta
como un sueño a realizar, rico de misteriosos significados. Pero la
excursión deberá posponerse a causa del mal clima.
Pasan los años, la guerra mantiene a los Ramsay alejados de la
isla y la vieja casa cae en las ruinas. Mueren la señora Ramsay, el
hijo Andrew y la hija Prue.
Diez años después los sobrevivientes de la familia Ramsay y
algunos de los mismos huéspedes vuelven por un tiempo a la isla. El
señor Ramsay y dos hijos realizan, finalmente, la excursión al faro.
Mientras tanto, una de los huéspedes, la pintora Lily Biscoe, termina
de pintar un cuadro iniciado diez años antes. En las dos acciones se
entrelazan simbólicamente el pasado y el presente, los personajes y
la relación que los une se presentan con sus verdaderos significados.

Análisis de las obras:

La primera novela, Mrs. Dalloway, se desarrolla sobre un doble


eje temporal. Por un lado, las acciones de los personajes se
desenvuelven desde el presente hacia el futuro cercano de la fiesta
de esa noche, reflejando el correr del tiempo objetivo y lineal. Por el
otro, en un nivel más profundo, se observa la recuperación del
pasado. El rescate de ese pasado se obtiene a través de técnicas
narrativas como el “flujo de la conciencia” y el monólogo interior, con
el objetivo de expresar el cambio continuo y la fluctuación de las
emociones y de los recuerdos de los personajes. A la linealidad del
tiempo histórico, marcados por las campanadas de los relojes, se
superpone la complejidad del tiempo subjetivo de la memoria.
En Mrs. Dalloway el tiempo de la narración va en retroceso en
referencia al adelantamiento del tiempo narrado. Los recuerdos, las
irrupciones continuas hacia el pasado, el proceso que Woolf denomina

6
“tunnelling”, van sumándose, mientras que el tiempo cronológico es
marcado, como se mencionó anteriormente, por las campanadas del
reloj. La experiencia del tiempo subjetivo y las características
psicológicas de los personajes son el punto central de la novela.
El abandono del narrador omnisciente y del enlace de los
acontecimientos a favor de una voz narradora que asume un punto
de vista que se identifica con la conciencia del personaje y que
reflexiona sobre los motivos interiores, constituye una novedad
respecto de las fórmulas naturalistas del Ochocientos.
Si tomamos como ejemplo las páginas iniciales de Mrs.
Dalloway:
“La señora Dalloway decidió comprar ella misma las flores.
Sí, ya que Lucy tendría trabajo más que suficiente. Había que
desmontar las puertas, acudirían los operarios de Rumpelmayer.
Y entonces Clarissa Dalloway pensó: qué mañana diáfana, cual
regalada a unos niños en la playa. […]
¿Qué pretendía recobrar? Qué imagen de blanco amanecer
en el campo, mientras en el libro abierto leía: No temas más al
ardor del sol. Ni las furiosas rabias invernales.”5

Durante la lectura de estas páginas podemos notar como la voz


narradora se desplaza desde la representación de la realidad externa
hacia la interioridad de Clarisa Dalloway.
En los primeros tres párrafos se señalan de hecho, el pasaje a
través de distintos grados de prospectiva con los cuales el narrador
se acerca a la protagonista. En el primero, la voz no penetra aún en
la conciencia del personaje sin darlo a conocer, es decir, no nos dice
quién es la señora Dalloway, a quién se dirige ni por qué debe
comprar flores. Solamente de modo gradual se puede reconstruir la
vida de Clarissa, parte por parte.
Con las primeras frases del segundo párrafo “Sí, ya que Lucy
tendría trabajo más que suficiente. (…)” emerge el punto de vista
interno de la protagonista. Las exclamaciones del tercer párrafo
5
WOOLF, V., Mrs. Dalloway. Librodot.com. 2002. (descargado en mayo de 2007). Pág. 5 a 9.

7
“¡Qué fiesta! ¡Qué aventura!” parecieran formar parte de un
monólogo interior que podrían considerarse como la posibilidad de
conocer la intimidad, el pensamiento del personaje.
Las imágenes sensoriales, la frescura de la mañana, el chillido
de las bisagras abriéndose, estimulan el recuerdo de Clarissa y la
transportan treinta años antes, en Bourton, cuando era una joven.

Ya desde las primeras frases, presente y pasado se entrelazan


continuamente: cada pensamiento o recuerdo dispara súbitamente al
siguiente debido a la asociación entre ellos; se establece de este
modo, un vínculo entre dos planos temporales. El mismo aire fresco,
el mismo chirrido de la bisagra que ahora escucha en las puertas que
deben ser desmontadas, todos estos elementos que ella vive en el
presente, le hacen recordar su juventud, cada uno de ellos inducen al
tema de la temporalidad y su complejidad.

Clarissa no es inmune al pasar del tiempo y esto es evidente en


su persona: luego de una enfermedad sus cabellos se tornaron
blancos. Pero su percepción del tiempo, la conciencia de la caducidad
de la vida y el hecho de que lo humano es provisorio no produce en
Clarissa solo la percepción de la fugacidad si no también el
aprovechamiento de cada instante -el Carpe diem- el disfrutar de la
vida, del minuto vivido: “(…) estaba lo que ella amaba: la vida,
Londres, este instante de junio (…).”

“El recorrido que hace por Londres podría tomarse como un


reflejo del camino interno de Clarissa, que reflexiona y recuerda el
pasado. El movimiento en el espacio físico, real, son utilizados para
introducir los momentos de plena conciencia interior, instantes de
plenitud emotiva según la poética de los «momentos de ser». En

8
estos momentos la protagonista tiene la revelación imprevista de la
verdadera naturaleza del tiempo y percibe su carácter escondido.” 6

Clarisa no se siente particularmente inteligente, no posee


habilidades especiales, su conocimiento de la vida y su capacidad
creativa no pasan a través de la afirmación del propio “yo”:

“(…) No sabía nada; ni idiomas, ni historia: ahora rara vez


leía un libro, como no fuera de memorias, en la cama; y sin
embargo esto le parecía absorbente; todo esto; los taxis que
pasaban; y nunca diría de Peter, ni diría de sí misma, soy esto,
soy aquello. (…)” 7

Cada vez que organiza una fiesta tiene la sensación de no ser


más ella misma, de perder la propia identidad, su facultad cognitiva y
creativa se manifiesta a través de una anulación de la propia
personalidad. Clarissa es pura sensibilidad, intuición, receptividad, se
deja absorber por todo. La intuición para ella representa una
modalidad de conocimiento a través del cual puede aferrar la esencia
de las cosas; el tiempo se revela improvisamente en su carácter
contingente y eterno: cada segundo está destinado a finalizar, pero
una serie de segundos determina la continuidad del tiempo. Es ésta la
sensibilidad que le hace advertir a éste personaje, la proximidad
entre la vida y la muerte, y le permite resolver el conflicto con la
percepción de la eternidad que abraza el pasado, el presente y el
futuro:

“(…) Caminando hacia Bond Street, se preguntó si acaso


importaba que forzosamente tuviera que dejar de existir por
entero; todo esto tendría que proseguir sin ella; se sintió molesta.
¿O quizás se transformaba en un consuelo el pensar que la
muerte no terminaba nada, sino que, en cierto modo, en las
calles de Londres, en el ir y venir de las cosas, ella sobrevivía,
Peter sobrevivía, vivían el uno para el otro, y ella era parte, tenía
6
AA. VV., Il Filo Rosso, Tomo Tercero *. Bari. Laterza Editore. Primera Edicion, 2006. P. 689.
7
WOOLF, V., Mrs. Dalloway. Op. cit. Págs. 8-9.

9
la certeza, de los árboles de su casa, de la casa misma, a pesar
de ser fea y destartalada; (…)”8

“Peter Walsh se había levantado y cruzado la estancia, quedó


colocado junto a la ventana donde estaba ahora en pie, de espaldas a
él, agitando en el aire, de un lado para el otro, un pañuelo de
hierbas.” Con estas palabras se abre paso a un cambio de punto de
vista en la obra: de la intimidad de Clarissa a la intimidad de Peter. El
sonido de los pasos de Clarissa nos lleva hacia la interioridad de
Peter. El pasado irrumpe y, como en el pasado, la verdad a propósito
de Richard, a quien ella prefirió como marido, queda sin respuesta a
causa de la llegada de Elizabeth, la hija de Clarissa.
La entrada de Elizabeth y la salida de Peter son destacadas por
las campanadas del Big Ben que marca las once y treinta y pone fin a
la magia del encuentro, como si el tiempo se hubiese terminado: el
tiempo objetivo del presente irrumpe, esfumando, desvaneciendo el
reflujo del pasado. Saliendo precipitadamente de la casa, Peter se
recompone.
Peter se ve reflejado en la vidriera de un negocio: primero mira
como si se tratase de un extraño:

“(…) ¿Por qué da esas fiestas? Y con ello no acusaba a


Clarissa, ni tampoco a la imagen de un hombre con chaqué y un
clavel en el ojal que avanzaba hacia él.”

Y, enseguida, se atribuye el aspecto de un hombre enamorado,


seguro de sí, capaz de decidir sobre su futuro:

“Solo una persona en el mundo podía estar, cual él estaba,


enamorado. Y allí estaba, aquel hombre afortunado, él mismo,
reflejado en la luna del escaparate de un fabricante de
automóviles de Victoria Street.”

8
WOOLF, V., Mrs. Dalloway. Op.cit Pág. 9

10
Envuelto en sensaciones contrastantes, improvisamente Peter
vuelve a obsesionarse con el pensamiento de Clarissa y con la
profundidad del vidrio del cual emerge, como si fuera un espejo
mágico, su propia identidad presente, no tan distinta de aquella del
pasado:

“(…) de repente quedó dominado por la vergüenza de


haberse comportado como un insensato: había llorado, se había
dejado llevar por las emociones, se lo había contado todo, como
de costumbre, como de costumbre. (…)”

El tiempo parece detenerse, el silencio cae sobre Londres. Todo


el espacio se encuentra dominado por la obsesión del rechazo del cual
Peter había sido víctima varios años antes:

“(…) y se sintió vacío, totalmente huero en su interior.


Clarissa me ha rechazado, pensó. Se quedo quieto, pensando:
Clarissa me ha rechazado. (…)”

La personificación del reloj de St. Margaret como “una dama de


sociedad que entra en su salón en el instante en que suena la hora, y
ve que sus invitados ya están allí” le hace recordar a Clarissa que esa
noche recibirá a sus propios invitados a su fiesta. Esta imagen
pareciera reforzar la asimilación entre la mujer y el tiempo: “(…) su
voz, por ser la voz de la dueña de casa, es remisa a infligir su
individualidad. La retiene cierto dolor por el pasado, cierta
preocupación por el presente. (…)
“La asimilación entre Clarissa y el tiempo se acerca también a
Peter: el sonido del reloj de St. Margaret se filtra en lo profundo de
su corazón, se entierra para liberar la voluntad de vivir en los otros,
como Peter imagina que hará Clarissa: “(…) cual la propia Clarissa,
pensó Peter Walsh, descendiendo la escalera al tocar la hora, vestida

11
de blanco.” La emoción que él siente hacia ella es el vehículo de una
percepción del tiempo similar a aquella sentida por la mujer:

“Es la misma Clarissa, pensó con profunda emoción, y con


un extraordinariamente claro, aunque intrigante, recuerdo de ella,
como si esta campana hubiera entrado en la habitación, años
atrás, en la que estaban sentados en un momento de gran
intimidad, y hubiera ido de uno a otro y se hubieran marchado,
como un abeja con miel, cargada con el momento.”

Esta revelación se profundizará durante la novela hasta el


momento conclusivo de la fiesta organizada por Clarissa, cuando
Peter se dará cuenta que en la presencia de ella se encuentra la
esencia misma del tiempo. Pero hasta entonces el momento de
conciliación entre la vida y la muerte no está ultimado, y, ante el
recuerdo de la enfermedad de Clarissa, ante la visión imprevista de
su muerte: “(…) y la súbita sonoridad de la última campanada doblé
a muerte que sorprende en plena vida (…)”, Peter opone un neto
rechazo: “¡No! ¡No!, gritó Peter Walsh. ¡No está muerta! No soy
viejo, gritó, y avanzó hacia Whitehall, como si allí se le ofreciera
vigoroso e interminable su futuro. (…)”

Al faro es la novela de Virginia Woolf que posee más elementos


autobiográficos. Sus dos personajes principales, los señores Ramsay,
son un trasunto de los padres de la autora.
La novela reflexiona sobre las relaciones entre el arte y la vida,
el paso del tiempo y la muerte, y explora en profundidad el interior
de los personajes y las complejas relaciones que mantienen entre sí.
En las primeras páginas de la historia, la brevedad del tiempo
está constituída por las meditaciones de Mrs. Ramsay mientras que
su hijo James recorta una imagen de un refrigerador de una revista,
lo cual imprime una imagen de contraste del discurso. El centro del

12
relato es la meditación de la madre: de su conciencia brotan
recuerdos de todos los tiempos, lugares, personas haciendo caso
omiso al presente extendiendo la temporalidad del relato al pasado.
En otro pasaje, la conciencia de Mrs. Ramsay fluye en relación a
la vida y al tiempo mientras lee un cuento a su hijo James, todo lo
vivido se trasmuta en recuerdos:

“[...] Pero ¿cómo? ¿Con todos los niños a su cuidado?


Cuando fueran mayores, quizá entonces tuviera tiempo; cuando
estuvieran todos en el colegio. [...]
Estaba ante ella, esta vida. La vida: pensaba en ella, pero
no llevaba los pensamientos hasta sus últimas consecuencias.
[...] Echaba una mirada a la vida, porque tenía una clara
percepción de que allí estaba, era algo real, algo íntimo, algo que
no compartía ni con sus hijos ni con su marido. [...] Había
problemas eternos: el sufrimiento, la muerte, los pobres. Incluso
aquí había siempre una mujer que agonizaba víctima del cáncer.”

La segunda parte de la novela utiliza una técnica propia para


reflexionar sobre el paso del tiempo y sus estragos. El paso del
tiempo al que se alude es el paso de las estaciones, cuyo carácter
cíclico evoca la permanencia, el retorno, y permite establecer una
analogía entre la primavera y una virgen, lo cual determina la imagen
sucesiva:

“La primavera sin hoja que mecer, desnuda y brillante


como una virgen fiera de su castidad, desdeñosa en su pureza,
extendíase por los campos con los ojos abiertos, alerta y
enteramente indiferente a la opinión de los demás […] A medida
que se acercaba el verano y las tardes iban haciéndose más
largas, los vigilantes, los confiados que paseaban por la playa,
hollando los charcos, tuvieron las visiones más raras (…)”9

Después de la fallida excursión al faro, cuando los personajes ya


se han ido de la isla, se muestra cómo el pasar del tiempo influye en

9
WOOLF, V.: Al Faro Buenos Aires. Editorial Sudamericana, Quinta Edición, 1980. Pág.201

13
la casa de la isla y en algunos de los protagonistas. Así, en el plazo
de diez años mueren Mrs. Ramsay, su hijo Andrew en la guerra y su
hija Prue de parto. La muerte aparece como consecuencia inevitable
del paso del tiempo:

“Además, la primavera penetrada de suave adquiscencia, la


primavera, con el bordoneo de las abejas y el baile de los cínifes,
envolvíase en su manto, velaba sus ojos, apartaba la cabeza y, en
medio de las sombras pasajeras y los chaparrones de lluvia fina,
parecía haber asumido el conocimiento de los dolores de la
humanidad.”10

En la última parte del libro, diez años después, lo que queda de


la familia y algunos de los amigos se reúnen de nuevo en la isla. El
recuerdo de los muertos, especialmente de Mrs. Ramsay, está muy
presente.

Mr. Ramsay va al faro, en barco con sus hijos James y Cam. “El
faro en sí funciona como un poderoso símbolo que estructura la obra,
sin embargo, Virginia Woolf se encarga de que sea un símbolo vacío,
sin ningún significado propio, sino que sea el propio lector el que se lo
dé”11:

“«Lloverá», recordó que decía su padre. «No podréis ir al


Faro.» El Faro era, entonces, una torre brumosa y plateada con
un ojo amarillo, que se abría súbita y suavemente por las noches.
Ahora… […]

No; también eso otro era el Faro. Pues nada es tan solo
una sola cosa; aquello otro era también el Faro. A veces no se
distinguía apenas al otro lado de la bahía. Al anochecer,
levantando la vista, podía uno ver el ojo que se abría y se
cerraba, y la luz parecía alcanzarlos en ese jardín lleno de aire y
de sol donde estaban sentados. ”12

10
WOOLF, V.: Al Faro, op.cit. Págs.202-203
11
AA. VV., Il Filo Rosso, Tomo Tercero *. Bari. Laterza Editore. Primera Edición, 2006. P. 689
12
WOOLF, V.: Al Faro op.cit . Págs.283-284

14
En la segunda parte de la obra, se advierte el contraste del
tiempo humano entre la primera y la tercera parte. El hombre busca
el significado del pasado para poder orientarse y crear un futuro
posible. Woolf logra este efecto mediante el proceso de “tunnelling”
en la caracterización de sus personajes. Pero en la segunda parte,
nuestra escritora incluye una intromisión brutal de un tipo distinto de
tiempo. La muerte de los personajes se menciona casi
accidentalmente, fuera de la secuencia narrativa, de forma tal que la
muerte aparece como un hecho insensato. El tiempo de la naturaleza,
de las olas, del viento, etc., alcanza protagonismo mientras los actos
humanos son narrados entre paréntesis. Desde este punto de vista,
existen algunas correspondencias muy precisas entre “el adentro” y
“el afuera” de dichas paréntesis: por fuera de ellas, el tiempo que
pasa en la casa abandonada; por dentro, los acontecimientos que
suceden lejanos. Pero sobre todo, fuera de la paréntesis, las
impresiones, las visiones, los ruidos que anuncian y, de alguna
manera comentan, los hechos que fueron anunciados dentro de la
paréntesis.

EL TIEMPO COMO SIMBOLO DE CONTINUIDAD:

“Virginia Woolf representa un hito en la literatura inglesa y


como mujer representa la lucha entre los deseos, sueños,
expectativas y búsqueda de su propio ser y afectividad. Se sumerge
junto a sus personajes en la sensibilidad, en un mundo en el que no
es necesaria la acción de los acontecimientos que normalmente dan
movimiento a una historia. Ella busca un nuevo método estilístico,

15
una narrativa cultural capaz de deconstruir la Historia que había
erigido a los hombres en árbitros de los destinos de la humanidad. A
lo largo de toda su vida sus intereses fueron evolucionando y
construyendo todo un mundo rico de preocupaciones, que
comenzaron siendo literarias, pero que sin duda terminaron siendo
políticas y personales. Su técnica del monólogo interior y estilo
poético se consideran entre las contribuciones más importantes a la
novela moderna.”13

Virginia Woolf ha podido trasladar el plano de la existencia a


"un sentido general de la poesía de la existencia" 14. Esta podría ser
una explicación del por qué el tiempo, tal como aparece en sus obras,
como uno de sus motivos capitales, nunca está referido a un
sentimiento de destrucción o de pérdida, sino a una “conciencia de
continuidad”. El tiempo es para Virginia Woolf expresión cualitativa de
la duración infinita de la vida. Existe en sus novelas una recreación
del tiempo en cuanto profundidad psíquica y no como mera sucesión.

La relación entre el “momento” y el flujo del tiempo es, en sus


novelas, análoga a aquella que existe entre identidad personal y el
mundo externo. Los instantes que van formando sus relatos, en su
mente de novelista, ya han transcurrido dado que ella está inmersa
en la totalidad del relato. Pero, al reiterarlos en la narración,
expresan lo ocurrido en el modo que son recordados por los
personajes. Por lo tanto, esos instantes, son momentos de captación
de la vida. Es por ello que en sus obras el tiempo aparece como uno
de sus motivos capitales, nunca está referido a un sentimiento de
destrucción o pérdida, sino a un efecto de continuidad. El tiempo es

13
AA. VV., Quadri d’Autore,op.cit .Pág. 323
14
AA. VV., Il Filo Rosso, op.cit.Pág.690

16
para Virginia Woolf una expresión cualitativa de la duración de la
vida.

CONCLUSIÓN:

En los escritos de Virginia Woolf aparece un tema fundamental


que es la pluridimensionalidad del tiempo. A la monótona repetición
de los sucesos cronológicos de los minutos, se contraponen los
“momentos del ser” (“moments of being”), instantes en los cuales la
vida muestra toda sus riquezas, gracias a los cuales, las banalidades
cotidianas de ciertas situaciones se transforman en una cadena de
sensaciones capaces de dar sentido a toda la existencia.

La pluralidad de instantes de conciencias, de momentos, se


plasma en la forma del soliloquio, como monólogos de necesidad
interior que sirven al propósito adicional de suplantar las instancias
de percepción y reconocimiento propias de las novelas. Ellos
representan el transcurrir de la vida, “una readaptación estética del
tiempo humano”15 desde el discurso interior y en alternancia con
indicios narrativos.

La prosa de Woolf está densamente cargada de imágenes que


aluden a la conciencia del hombre. Estas imágenes no invaden, en
ningún momento, los espacios entre paréntesis, es decir, los espacios
que encierran a los eventos. Dentro de ese espacio se ha podido
notar que el lenguaje utilizado por la autora en su narración es
preciso, en cambio, por fuera, utiliza un lenguaje más simbólico,
relativo a las representaciones y a las impresiones. Pareciera, a
nuestro modo de ver, que los hechos y las emociones hiciesen

15
FREEDMAN, R., op.cit, Pág. 269

17
proliferar, desde la conciencia de los personajes, las imágenes
relacionadas con la vida y la muerte.

El tiempo y el mundo se transforman en imágenes, el liricismo


se identifica con la creatividad de la imaginación y las escenas
costumbristas se apropian desde la percepción y los recuerdos de los
protagonistas. El lenguaje del que, a tal fin, se valiera la autora es el
que habría de aventurar en sus propios términos:
“Palabras. Las palabras inglesas en las casas, en las calles, en los
campos, a lo largo de tantos siglos... [...] Para usar nuevas palabras habrá
que crear un nuevo lenguaje. Se llegará a ello pero no es cosa nuestra. Lo
nuestro es unir viejas palabras en un orden nuevo para que subsistan y
creen la belleza, para que digan la verdad.”16

La narrativa de Virginia Woolf brinda una visión de la vida y del


tiempo como un viaje de búsqueda interior. Su condición de mujer y
su situación psicológica personal no le permitió tener una visión de
futuro. En su novela se aprecia un constante volver al pasado, lo cual
hace difícil poder construir una visión de futuro.

Bibliografía:

 Álvarez, M. A., Tiempo y lenguaje en la obra de Virginia Woolf,


Revista Universitaria de Letras, Vol.III, Mar del Plata, 1981.

 AA. VV., Quadri d’Autore, Volumen B. Florencia. Editore


Bulgarini. Primera Edición, 2004.
 AA. VV., Il Filo Rosso, Tomo Tercero *. Bari. Laterza Editore.
Primera Edicion, 2006.
16
Conferencia pronunciada en la BBC el 29 de abril de 1937, en ÁLVAREZ, M.A. op. cit.

18
 AA.VV., Laboratorio di lettura, Milano. Le Monnier Editore.
1978.
 Amoros, A., Introducción a la novela contemporánea, Madrid.
Cátedra, 1979.

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Sitografia:
 http://www.lamaquinadeltiempo.com/algode/woo lf02.htm
(consultado el 21.11.08)

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