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Antecedentes[editar]
Podría afirmarse que la campaña militar por la independencia de Quito se inició el 5 de
agosto de 1820, cuando la ciudad costanera de Esmeraldas proclamó su independencia
de España después de una rápida y casi incruenta revuelta contra la guarnición local. Los
líderes de la revuelta, una combinación de oficiales peruanos y venezolanos del Ejército
colonial junto con intelectuales locales y patriotas, formaron un consejo de gobierno y un
ejército con el propósito de defender la ciudad y extender el movimiento independentista a
otras provincias de la Presidencia. Para entonces, el curso de las guerras de
independencia en América del Sur había cambiado en contra de España; la victoria de
Simón Bolívar en la Batalla de Boyacá selló la independencia del Virreinato de Nueva
Granada, mientras que en el Sur José de San Martín, tras haber desembarcado con su
ejército en la costa peruana en septiembre de 1820, preparaba la campaña para la
independencia del virreinato del Perú.
Planificación
De vuelta en Guayaquil, el General Sucre concluyó que la mejor estrategia para la próxima
campaña sería evitar cualquier intento de avanzar directamente hacia Quito vía Gua-
randa, en favor de un avance indirecto, marchando primero hasta Cuenca antes de
redirigirse hacia el Norte, a través de los Andes, en dirección a Quito. Este plan ofrecía
numerosas ventajas: al recapturar Cuenca se podría impedir las comunicaciones entre
Quito y Lima, y le permitiría a Sucre esperar por los refuerzos que entonces San Martín le
había prometido enviar desde el Perú. Además, un progresivo avance desde la costa y
ascensión a través de las montañas le permitiría a su ejército una gradual adaptación a los
efectos fisiológicos del cambio altitud. Pero fundamentalmente, era la única forma de evitar
un combate directo en condiciones desfavorables con las fuerzas Realistas que venían de
Quito.
La campaña[editar]
Acercamiento a Quito[editar]
El 2 de mayo de 1822, la fuerza principal de Sucre había alcanzado la ciudad
de Latacunga, 90 km al sur de Quito. Ahí Sucre procedió a reorganizar sus tropas,
sumando voluntarios de los pueblos cercanos, mientras esperaba refuerzos, en especial el
Batallón Alto Magdalena (de Colombia) y nuevos informes de inteligencia sobre el
paradero del ejército Realista.
Mientras tanto, Aymerich alistó los puntos de resistencia y posiciones de artillería en los
principales pasos montañosos que dirigían a Quito. Sucre, empeñado en evitar un
enfrentamiento frontal en terreno desfavorable, decidió avanzar paralelamente a los
flancos de las posiciones Realistas, marchando por las laderas del volcán Cotopaxi para
así poder llegar al Valle de los Chillos, en la retaguardia de las posiciones defensivas
Realistas. El 14 de mayo el ejército Realista, intuyendo las intenciones de Sucre, comenzó
a replegarse, llegando a Quito el 16. Dos días después, y tras una muy difícil marcha, el
ejército de Sucre ocupó Sangolquí, siendo recibidos por Rosa de Montúfar en la hacienda
Chillo-Compañía, misma que había heredado de su padre el marqués de Selva Alegre.1415
Maniobras finales[editar]
En la madrugada del 23 de mayo de 1822, el ejército patriota, conformado por 2971
hombres , empezó a ascender por las laderas del volcán Pichincha. En la vanguardia
estaban 200 colombianos del Alto Magdalena, seguidos por el ejército principal de Sucre;
en la retaguardia estaban los británicos del Albión, protegiendo el tren de municiones. A
pesar del enorme esfuerzo de las tropas, el avance por las laderas del volcán fue más
lento de lo que se esperaba, y la llovizna que cayó durante la noche convirtió los senderos
en ciénagas.
Cuando amaneció, para consternación de Sucre, el ejército no había logrado un avance
significativo, hallándose literalmente a mitad del camino, a 3500 metros sobre el nivel del
mar y a la vista de los centinelas Realistas en Quito. A las ocho en punto, ansioso por el
lento avance del Albión, y con sus tropas exhaustas y afectadas por la altitud, Sucre
ordenó a su ejército detener el avance para descansar, pidiendo a sus oficiales ocultar sus
batallones como mejor pudieran. Envió parte del batallón Cazadores del Paya en una labor
de reconocimiento, seguidos por el Trujillo, un batallón peruano. Una hora y media
después, repentinamente, los hombres del Paya fueron golpeados por una descarga, bien
apuntada, de mosquetes. Esta acción dio inicio a la batalla.
Desarrollo de la batalla[editar]
Cuando amaneció, los centinelas posicionados cerca de Quito avistaron a las tropas
patriotas ascendiendo por las laderas del Pichincha. Aymerich, entonces consciente de la
intención de Sucre de flanquearlo por medio del ascenso al volcán, ordenó a su ejército de
1894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible, para enfrentar ahí a Sucre. Al
haberse encontrado en un campo de batalla tan improbable, los dos comandantes no
tuvieron otra opción más que enviar gradualmente sus tropas a la batalla. Existía poco
espacio para maniobrar en las empinadas laderas del Pichincha, entre profundos
barrancos y densos matorrales.
Los hombres del Paya, tras recuperarse de la conmoción inicial, se reposicionaron bajo el
fuego enemigo, esperando la llegada del batallón Trujillo. Sucre, esperando que los
españoles estén más cansados que sus propias tropas, envió al batallón Yaguachi,
conformado por ecuatorianos. El batallón Alto Magdalena trató de hacer un movimiento de
flanqueo, pero sin éxito, pues el terreno no se lo permitió. Pronto, los batallones Paya,
Trujillo y Yaguachi (batallones patriotas), sufriendo muchas bajas y con pocas municiones,
comenzaron a replegarse.
Para entonces el destino de la batalla para los Patriotas parecía depender del Albión, que
transportaba las municiones tan necesitadas; y sin embargo se desconocía su paradero. A
medida que el tiempo pasaba, los Realistas parecían ganar el control de la batalla. El
Trujillo fue obligado a retroceder, mientras que el batallón peruano Piura se dispersó antes
de enfrentar al enemigo. En medio de la desesperación, a los hombres de reserva del
batallón Paya se les ordenó cargar contra el enemigo con sus bayonetas. Ambos bandos
sufrieron grandes bajas, pero la situación más o menos se estabilizó para los Patriotas. A
pesar de esto, Aymerich, como parte de su estrategia, durante el ascenso al Pichincha
separó de su fuerza principal al batallón Aragón, ordenándole avanzar hasta la cúspide del
volcán, para así luego atacar a los Patriotas por la retaguarda, rompiendo sus líneas en el
momento indicado.16 El Aragón era el mejor batallón del ejército realista; estaba
conformado por veteranos españoles que habían actuado tanto en Guerra de la
Independencia Española como en otras batallas en América del Sur, y en ese momento se
hallaba sobre los Patriotas y listo para atacar.
Afortunadamente para los Patriotas, cuando el Aragón estaba por cargar sobre la alicaída
línea Patriota, fue detenido en seco por el Albión, que entró inesperadamente en la batalla.
Resulta que el Albión consiguió avanzar a una posición más alta que la de los españoles.
Pronto, el Magdalena se unió a la batalla, y el Aragón tras sufrir fuertes bajas, se
desintegró. Entonces el Magdalena avanzó hasta la línea Patriota para reemplazar al
Paya, y cargó contra la línea Realista, que terminó por romperse.17
1. A las doce del día bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad
en la cima del Pichincha a más de 3000 metros de altura dieron el grito de
victoria. La victoria fue de Sucre, la cual fue completada con la capitulación
que el jefe patriota concedió al Mariscal Aymerich el 25 de mayo del
mismo año.
2. El fortín de El Panecillo sirvió de puesto de comando de los españoles,
quienes inclusive hicieron fuego de artillería contra los patriotas, que
habían ascendido la falda del cercano volcán Pichincha. Al ser derrotados,
los españoles se refugiaron en el fortín.19 Sucre, para evitar el sangriento
asalto al emblemático cerro, envió un emisario a Aymerich para que
capitulara, cosa que el capitán general español aceptó.
Según el acta de Capitulación del 25 de mayo de 1822,20 los españoles, a las 14:00 de ese
día, arriaron su bandera y entregaron sus armas al Ejército de la Gran Colombia, en una
ceremonia especial que tuvo lugar en un puente del fortín colonial. De esta manera, en la
cima del Panecillo tuvo lugar el acto final del Imperio español en Ecuador.
La fortaleza permitía vigilar el norte y el sur, por lo que estaba provista de cañones. Al caer
el fuerte en manos del Ejército libertador de la Gran Colombia, en 1822, se tomaron a los
españoles catorce piezas de artillería.19
Con las operaciones cuyas acciones finales se produjeron en las faldas del Pichincha y en
la ciudad de Quito, Sucre decidió a su favor la vacilante y delicada situación de Guayaquil;
dio libertad al territorio que conforma hoy la República de Ecuador, y facilitó su
incorporación a la Gran Colombia.
El 18 de junio de ese año, Bolívar le asciende a general de división y lo nombra intendente
del departamento de Quito. Ese día, durante la entrada triunfal del Libertador a la Plaza de
la Independencia de Quito, una mujer le arroja desde su balcón una corona de laurel al
rostro, lo que llama vivamente la atención de Bolívar. Esta mujer fue Manuela Sáenz, quien
participó también en las luchas de la independencia y sería nombrada coronela por
Bolívar, que se convirtió en su amante y la llamó "La Libertadora del Libertador".
Al frente de los destinos de Ecuador desarrolla una positiva obra de progreso: funda la
Corte de Justicia de Cuenca y en Quito el primer periódico republicano de la época: El
Monitor. Instala en esa ciudad la Sociedad Económica. De su actividad personal es buena
prueba que, el 6 de septiembre de 1822 expidió y firmó en Quito 52 comunicaciones.
Interesado por la educación se puede afirmar que halló en Cuenca 7 escuelas y dejó 20.
Resultado[editar]
Mapa de la Gran Colombia según Agustín Codazzi. El Mariscal Sucre compartía la visión política
de Bolívar y la unidad de la "Patria Grande".
En los años 70 del siglo XX, la dictadura militar que gobernaba Ecuador decidió construir
en el lugar un monumento de mayores proporciones que el modesto obelisco original.
En el sitio se levantó el llamado "Templo de la Patria" una estructura de hormigón armado
con varios salones cavados en la montaña. El Templo de la Patria, visible desde varias
partes de la ciudad de Quito, está decorado en el exterior con una torre y con un mural en
mosaico de Eduardo Kingman, que evoca los distintos episodios de la lucha por la
independencia del Ecuador, desde los tiempos de Eugenio Espejo, pasando por el Diez de
Agosto.
El Templo tiene varios salones en los que se pueden apreciar algunas armas antiguas,
que, si bien no son en su mayoría de 1822, son de mediados y finales del siglo XIX. Otro
salón muestra los trajes de época de todas las guardias presidenciales y de honor de
Sudamérica, y un diorama que permite seguir las incidencias de la Batalla del Pichincha.
En sendos salones se encuentran estatuas en bronce del Libertador Simón Bolívar y del
Mariscal Antonio José de Sucre, así como un homenaje simbólico a la heroína ecuatoriana
Manuela Sáenz, amante de Bolívar que, aunque no participó en el combate, está enterrada
simbólicamente en el lugar. Otra sala contiene los restos de un soldado desconocido.
El Templo de la Patria integra en su conjunto el antiguo obelisco de 1922 y permite una
vista panorámica del Centro Histórico de Quito.
En el Centro Histórico, se levanta el Monumento a los Héroes Ignotos del Pichincha, una
columna con un cóndor de bronce, en el paseo "24 de Mayo" construido también al pie de
la montaña con ocasión del primer centenario del combate.
Acto cumplido al pie del monumento al Soldado Ecuatoriano con motivo de la recordación de la
Batalla del Pichincha