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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 2354/2012

Sucre, 16 de noviembre de 2012

SALA TERCERA
Magistrada Relatora: Dra. Ligia Mónica Velásquez Castaños
Acción de libertad

Expediente: 01818-2012-04-AL
Departamento: Santa Cruz

En revisión la Resolución 30 de 3 de agosto de 2012, cursante de fs. 39 vta. a


41 vta., pronunciada dentro de la acción de libertad, interpuesta por
Antonio Francisco Pinto Poquiviqui en representación sin mandato de
Wilfredo Eloy Viracochea Vidaurre contra Sigfrido Soleto Gualoa y
Victoriano Morón Cuéllar, Vocales de la Sala Penal Segunda del
Tribunal Departamental de Justicia; y, Juan José Subieta Claros, Juez
Sexto de Instrucción en lo Penal y cautelar, todos del departamento
de Santa Cruz.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memorial presentado el 2 de agosto de 2012, cursante de fs. 11 a 15, el


accionante señala que:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

Su representado fue detenido el 31 de julio de 2011, por la supuesta comisión


del delito de tráfico de sustancias controladas, aplicándosele medida cautelar
de detención preventiva, sin considerar que los verdaderos culpables eran
inquilinos de un inmueble de su propiedad y a quienes se los notificó con la
imputación mediante edictos de prensa.

Añade que, desde su detención a la fecha de interposición de la presente


acción, se le habrían negado dos audiencias de cesación, y que habiendo
apelado la última, mereció Resolución de 24 de mayo de 2012 emitida por la
Sala Penal Segunda, que confirmó parcialmente el fallo impugnado,
argumentando la eliminación del requisito contenido en el art. 235 inc. 1) del
Código de Procedimiento Penal (CPP), manteniéndose latentes los riesgos
descritos por los arts. 234 inc. 2) y 235 inc. 2) del mismo compilado legal,
efectuando valoraciones que contradicen la presunción de inocencia, afirmando
que el contrato suscrito con los coimputados, no tiene eficacia jurídica y que al
no haberse pagado impuestos, no tiene protección del Estado; pronunciándose
además respecto a temas no relacionados con la apelación relativos al peligro
de fuga mediante la demostración de flujo terrestre de su mandante.

Agrega que, los demandados no efectuaron una correcta valoración de los


elementos del proceso y que, al resolver respecto a la obstaculización, no
establecieron si existen o no los suficientes elementos que demuestren la
existencia de dicho riesgo.

Finaliza manifestando que, con dichas acciones se halla indebidamente


perseguido, toda vez que de las pruebas propuestas por su parte, así como por
declaración de testigos, se habría demostrado que si bien es propietario del
inmueble, el mismo se hallaba alquilado a personas que serían las verdaderas
culpables del ilícito.

I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

El accionante, alega la vulneración de los derechos de su representado a la


libertad, a la defensa, al debido proceso y a la presunción de inocencia, citando
al efecto los arts. 23.I, 115.II y 116.I de la Constitución Política del Estado
(CPE).

I.1.3. Petitorio

Solicita se conceda la tutela, dejándose sin efecto el Auto Interlocutorio


121/2012 de 20 de abril, dictado por el Juez Sexto de Instrucción en lo Penal y
el Auto de Vista 266 de 24 de mayo de 2012, emitido por los Vocales de la Sala
Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz;
disponiendo además, se dicte nueva Resolución otorgando a su representado la
cesación a la detención preventiva bajo medidas sustitutivas previstas en el art.
240 del CPP.

I.2. Audiencia y Resolucion del Tribunal de garantías

Efectuada la audiencia pública el 3 de agosto de 2012, según acta cursante de


fs. 36 a 39, se produjeron los siguientes hechos:

I.2.1. Ratificación de la acción

El abogado de la parte accionante, haciendo uso de la palabra ratificó el


contenido de su demanda, haciendo hincapié en que las autoridades
demandadas incurrieron en vulneración del debido proceso, en atención a que
no otorgaron a las pruebas presentadas el valor material que estas contenían.
I.2.2. Informe de las autoridades demandadas

Sigfrido Soleto Gualoa y Victoriano Morón Cuéllar, Vocales de la Sala Penal


Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, mediante
informe escrito cursante a fs. 35, manifestaron que los derechos del accionante
no fueron vulnerados, por cuanto se encuentra bajo protección de autoridad
jurisdiccional ante la cual puede solicitar su libertad, siempre y cuando mejore
su situación jurídica, desvirtuando los arts. 234 inc. 2) y 235 inc. 2) del CPP.

Por su parte, Juan José Subieta Claros, Juez Sexto de Instrucción en lo Penal
del departamento de Santa Cruz, informó a fs. 20 y vta. que, en audiencia de
20 de abril de 2012, de conformidad a lo establecido por el art. 239 del CPP, se
negó la cesación de la detención preventiva solicitada por el accionante en
mérito a que él no acompañó prueba suficiente que desvirtúe los riesgos
procesales de obstaculización y sobre todo de fuga, consistentes en
“certificaciones de las flotas” (sic), que según refiere el accionante se
encontraban en la Fiscalía, cuando correspondía que se encontrasen en el
Juzgado, habiéndose al efecto conminado al accionante a que presente dichas
pruebas, no dando cumplimiento éste a lo requerido.

I.2.3. Resolución

Mediante Resolución 30 de 3 de agosto de 2012, cursante de fs. 39 vta. a 41


vta., la Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
Cruz, constituida en Tribunal de garantías, denegó la tutela solicitada,
argumentando que el accionante confunde la presente acción de libertad con la
acción de amparo constitucional, que sería la vía idónea cuando se denuncia
vulneración al debido proceso, y que en el caso analizado, es el accionante
quien no ha dado cumplimiento con los requisitos establecidos en el
ordenamiento jurídico para acceder a la cesación de la detención preventiva,
más aún si se toma en cuenta que el documento por el cual pretende
establecer que existe un contrato con los supuestos culpables del delito que se
le imputa, no cuenta con reconocimiento de firmas, hecho que le resta valor
legal.

I.3. Trámite procesal en el Tribunal Constitucional Plurinacional

Habiéndose procedido al sorteo de la presente causa el 18 de octubre de 2012,


y en consideración a que los datos contenidos en el expediente no eran
suficientes para sustentar el fallo, se solicitó la remisión de documentación
complementaria; así, se ordenó la suspensión del plazo establecido para dictar
sentencia mediante decreto de 26 de octubre de 2012.
Una vez recibida la documental requerida, por decreto de 8 de noviembre de
2012, se dispuso el reinicio del cómputo, por lo que, la presente Resolucion, es
pronunciada dentro de plazo.

II. CONCLUSIONES

Del análisis y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados, se


establecen las siguientes conclusiones:

II.1. En audiencia de 20 de abril de 2012, el Juez Sexto de Instrucción en lo


Penal del departamento de Santa Cruz, mediante Resolución 121/2012,
declaró improcedente la solicitud del imputado Wilfredo Eloy Viracochea
de acceder a la cesación de la detención preventiva que le fue impuesta el
31 de julio de 2011, por la supuesta comisión del delito de tráfico de
sustancias controladas (fs. 63 a 65 vta.).

II.2. Apelada la Resolución 121/2012, la Sala Penal Segunda del Tribunal


Departamental de Justicia de Santa Cruz, pronunció el Auto de Vista 266
de 24 de mayo de 2012, confirmando parcialmente la decisión del a quo,
con la modificación de que se habría desvirtuado el inc. 1 del art. 235 del
CPP, quedando subsistente el inc. 4 del mismo artículo y el inc. 2 del art.
235 del mismo compilado normativo; manteniendo por tanto la detención
preventiva del imputado (fs. 58 a 61).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

Alega el accionante que, dentro del proceso que se sigue contra su


representado, por la supuesta comisión del delito de tráfico de sustancias
controladas, los demandados vulnerando el debido proceso, denegaron su
solicitud de cesación a la detención preventiva, al no considerar la
documentación presentada por su parte, a efectos de desvirtuar los riesgos
procesales. En consecuencia, corresponde analizar, si en el presente caso, se
debe ingresar al fondo de la problemática planteada.

III.1. La acción de libertad y su vinculación con el debido proceso

Inicialmente, nos parece adecuado anotar que, dentro de la doctrina


moderna, Luigui Ferrajoli, cita a Jaime Bernal Cuellar y Eduardo
Montealegre Lynett para quienes: “El derecho al debido proceso en
sentido abstracto se entiende como la posibilidad que tienen las partes
de hacer uso del conjunto de facultades y garantías que el ordenamiento
jurídico les otorga, en aras de hacer valer sus derechos sustanciales,
dentro de un procedimiento judicial o administrativo. Así, el contenido y
los alcances del debido proceso están determinados por ese grupo de
atribuciones y mecanismo, los cuales, a su vez, están establecidos en
función de los derechos, intereses y valores que están en juego en el
procedimiento, de acuerdo con criterios de razonabilidad y
proporcionalidad.

Ahora bien, por la trascendencia de los bienes jurídicos protegidos a


través de la ley penal, y por la importancia de los derechos y garantías
constitucionales que pueden resultar afectados por la sentencia, el
proceso penal es no sólo el más minuciosamente reglado de los
procesos, sino aquel en el que más garantías constitucionales deben
hacer efectivas al procesado. En ese orden de ideas, el conjunto de
facultades y garantías que componen el derecho al debido proceso penal
debe ser adecuado y suficientemente más amplio que el de un
procedimiento en el cual no estén de por medio, por una parte, el
derecho a la libertad individual, y por otra, el derecho a la seguridad
jurídica, la eficacia del sistema de justicia y la convivencia ciudadana”.

De manera general, se concibe al debido proceso como: “…una


institución instrumental en virtud de la cual debe asegurarse a las partes
en todo proceso -legalmente establecido y que se desarrolle sin
dilaciones injustificadas- oportunidad razonable de ser oídas por un
tribunal competente, predeterminado por la ley, independiente e
imparcial, de pronunciarse respecto de las pretensiones y
manifestaciones de la parte contraria, de aportar pruebas lícitas
relacionadas con el objeto del proceso y de contradecir las aportadas por
la contraparte, de hacer uso de los medios de impugnación consagrados
por ley contra resoluciones judiciales motivadas y conformes a derecho,
de tal manera que las personas puedan defender efectivamente sus
derechos”.

Dicho de otra forma: “El derecho al debido proceso es el que tiene toda
persona a la recta administración de justicia.

El derecho al debido proceso es el derecho a un proceso justo; a un


proceso en el cual no haya negación o quebrantamiento de lo que cada
uno tenga jurídicamente atribuido o asignado”.

Ahora bien, de acuerdo a lo establecido por el art. 125 de la CPE, el


objeto de la acción de libertad es proteger el derecho a la vida y a la
libertad física o personal cuando la persona creyere estar ilegalmente
perseguida, indebidamente procesada o privada de su libertad, o
considere que su vida está en peligro, naturaleza jurídica de la que se
desprenden los siguientes presupuestos de activación: 1) Cuando el
accionante considere que su vida está en peligro; 2) Que es ilegalmente
perseguido; 3) Que es indebidamente procesado; y, 4) O privado de
libertad personal o de locomoción, postulado que habiendo sido
analizado por el Tribunal Constitucional, arribó a la conclusión de que: “…
la norma hace referencia únicamente al indebido procesamiento como
una causal de procedencia de la acción de libertad, reconociendo dentro
de su ámbito de protección a la garantía del debido proceso,
entendiéndose que las lesiones a la misma necesariamente deben
estar vinculadas al derecho a la libertad física o personal, siendo
aplicable, por tanto, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional referida
precedentemente” (SC 0062/2010-R de 27 de abril) (las negrillas no
corresponden al texto original).

Es decir, que si bien la naturaleza jurídica de la acción de libertad,


conforme el art. 125 de la CPE, se traduce en la protección efectiva ante
una ilegal persecución, indebido procesamiento, privación de libertad
personal o cuando el accionante considere que su vida está en peligro, y
que a través de la activación de este mecanismo constitucional
extraordinario logrará el cese de los actos reclamados, no puede
ignorarse que cuando se reclama procesamiento indebido o vulneración
al debido proceso como el acto ilegal, a efecto de ser tutelado a través
de la acción de libertad, necesariamente debe existir un vínculo de
causalidad entre la supuesta irregularidad y la restricción o supresión a la
libertad física; así entendió el Tribunal Constitucional mediante la SC
0080/2010-R de 3 de mayo, al expresar que no es posible ingresar al
análisis de fondo de una problemática a través de la acción de libertad
cuando aquella está referida “…a cuestiones lesivas a derechos
fundamentales relacionados a actividad procesal defectuosa, o
relacionado al debido proceso, casos en los cuales se debe acudir ante la
autoridad judicial que conoce la causa en ese momento procesal, puesto
que el debido proceso es impugnable a través de la acción de libertad,
sólo en los casos de indefensión absoluta y manifiesta, o que dicho acto
sea la causa directa de la privación, o restricción a la libertad física” .

Entendimiento que fue aclarado por la SCP 0037/2012 de 26 de marzo,


al señalar que cuando se trata de medidas cautelares “…no es posible
exigir la concurrencia del absoluto estado de indefensión como requisito
para activar la acción de libertad, habida cuenta que, conforme lo
establecieron las propias Sentencias Constitucionales citadas, el actor
debe agotar los mecanismos de impugnación intraprocesales previo a la
activación de la acción de libertad. Un razonamiento contrario implicaría
exigirle al accionante una situación jurídica materialmente imposible,
porque desde ya, el agotamiento de los medios de reclamación idóneos,
obliga a su participación activa en el proceso. Situación diferente es
aquella en la que, al imputado se lo colocó en un estado absoluto de
indefensión, lo que le impidió activar los mecanismos intraprocesales
referidos, circunstancia última en la que la acción de libertad se activará
de manera directa”.

En base a dicho razonamiento, el debido proceso es susceptible de tutela


constitucional y específicamente mediante la acción de libertad, siempre
y cuando, los hechos alegados como vulneratorios se encuentren ligados
y conexos directamente al derecho a la libertad y exista absoluto estado
de indefensión; claro está que, tratándose del régimen cautelar, no es
necesaria la concurrencia del segundo presupuesto mencionado.

III.2. Respecto al deber de fundamentación de las resoluciones que


impongan, modifiquen o rechacen medidas cautelares y aquellas
que se pronuncien en apelación

“El Tribunal Constitucional, ha desarrollado amplia jurisprudencia sobre


cuáles son las condiciones y formalidades que debe cumplir la resolución
que disponga una medida cautelar de carácter personal de detención
preventiva de un imputado y/o imputada, a través de la SC 1141/2003
de 12 de agosto, citada a su vez por la SC 0089/2010-R de 4 de mayo,
sosteniendo que: '...la aplicación de una medida cautelar de carácter
personal en el ámbito procesal penal debe cumplir con las condiciones de
validez legal, lo que significa que, la autoridad judicial competente, para
adoptar la decisión de aplicar la detención preventiva, de una parte, está
obligado a verificar y determinar la concurrencia de los requisitos
previstos por el art. 233 CPP, para lo que deberá contrastar la solicitud
fundamentada del Ministerio Público con los elementos de prueba
presentados sobre la concurrencia de los requisitos, en el marco de las
normas previstas por los arts. 234 y 235 CPP; de otra parte, deberá
fundamentar en derecho la decisión de aplicar la medida cautelar de
carácter personal, pues tomando en cuenta que uno de los principios
fundamentales inherentes al Estado Democrático de Derecho es la
motivación de las decisiones de las autoridades públicas, el juez está
obligado a expresar los motivos de hecho y de derecho en que se basa
su convicción determinativa de la concurrencia de los requisitos, así
como el valor otorgado a los medios de prueba, esa fundamentación no
puede ser reemplazada por la simple relación de los documentos o la
mención de los requerimientos de las partes; de modo que está obligado
a expresar los presupuestos jurídicos que motivan la medida, con cita de
las normas legales aplicables y la descripción clara y objetiva de los
elementos de convicción concurrentes'” (SCP 0339/2012 de 18 de junio).

En cuanto al Tribunal de apelación, la SC 0782/2005-R de 13 de julio,


determinó: “Ahora bien, la exigencia de pronunciar una resolución
motivada en la que se establezca la concurrencia de los requisitos de
validez para determinar la detención preventiva, entendiendo por motivo
fundado a aquél conjunto articulado de hechos que permiten inferir de
manera objetiva que la persona imputada es probablemente autora de
una infracción o partícipe de la misma y que existe riesgo de fuga y/u
obstaculización de la averiguación de la verdad no sólo alcanza al juez
cautelar, sino también al tribunal que conozca en apelación la resolución
que disponga, modifique o rechace las medidas cautelares, toda vez que
si bien de conformidad con el art. 251 del CPP, las medidas cautelares
dispuestas por el juez cautelar, pueden ser apeladas y, por lo mismo,
modificadas, ello no significa que el tribunal de apelación cuando
determine disponer la detención preventiva, esté exento de pronunciar
una resolución lo suficientemente motivada, en la que se exprese la
concurrencia de los dos requisitos que la ley impone para la procedencia
de esa medida cautelar”.

En conclusión, la fundamentación de las resoluciones judiciales se


constituye en un elemento primordial, que debe estar presente no sólo
en aquellos fallos que determinan la detención preventiva, sino también
en las determinaciones que se emiten a efectos de rechazar las
solicitudes de cesación a la medida cautelar de privación temporal de
libertad, su sustitución o modificación; es decir, una debida
fundamentación es exigible tanto en las resoluciones pronunciadas en
primera instancia como en aquellas emitidas en apelación y en toda
decisión judicial (art. 124 del CPP), toda vez que : “La función del juez
radica en la definición del derecho y uno de los principios en que se
inspira reside en el imperativo de que, sin excepciones, sus providencias
estén clara y completamente motivadas. La obligatoriedad e
intangibilidad de las decisiones judiciales proviene de la autoridad que
les confiere la Constitución para resolver los casos concretos, con base
en la aplicación de los preceptos, principios y valores plasmados en la
propia Carta y en las leyes, y de ninguna manera emanan de la simple
voluntad o de la imposición que pretenda hacer el juez de una
determinada conducta o abstención, forzosa para el sujeto pasivo del
fallo.

De modo que toda sentencia debe estar razonablemente fundada en el


sistema jurídico, mediante la aplicación de sus reglas a las circunstancias
de hecho sobre las cuales haya recaído el debate jurídico surtido en el
curso del proceso y la evaluación que el propio juez, al impartir justicia,
haya adelantado en virtud de la sana crítica y de la autonomía funcional
que los preceptos fundamentales le garantizan.

Una cosa es el margen de interpretación y razonamiento que tiene todo


juez al proferir sus providencias, y otra bien distinta la arbitrariedad que
pudiera permitirle resolver sin hacer explícito el porqué de su resolución” .

III.3.Análisis del caso concreto

El accionante, considera que los demandados han lesionado el derecho


de su mandante al debido proceso, por cuanto a efectos de alcanzar la
cesación de la detención preventiva de su representado, ofreció
documentación probatoria que -según sus afirmaciones- demostraba que
los autores del delito de tráfico de sustancias controladas por el que se le
procesa, eran inquilinos suyos; además, no obstante haber presentado
certificaciones respecto a su flujo migratorio, estas no fueron valoradas
correctamente, habiendo el Juez de la causa, declarado improcedente la
solicitud, al no haberse desvirtuado los riesgos procesales descritos en
los arts. 234 inc. 2) y 235 incs. 1) y 2) del CPP, decisión que en apelación
fue confirmada parcialmente por el Tribunal de alzada.

III.3.1. Con referencia a Sigfrido Soleto Gualoa y Victoriano


Morón Cuellar, Vocales de la Sala Penal Segunda del
Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz

Con referencia a estos demandados, se tiene que el patrocinado


del accionante impugnó la Resolución 121/2012 de 20 de abril,
mediante recurso de apelación (fs. 52), ampliado en audiencia
de 24 de mayo de 2012, alegando la falta de valoración de los
elementos probatorios presentados por el imputado que
desvirtuaban los riesgos procesales descritos en los arts. 234.
inc. 2) y 235 incs. 1) y 2) del CPP y que -a decir del mismo-, no
fueron suficientemente valorados por el a quo.

Ahora bien, del análisis del Auto de Vista 266 de 24 de mayo de


2012, proferido por los demandados, se observa que si bien
estos actuaron dentro del marco descrito por el art. 398 del
CPP, dando cumplimiento al ordenamiento jurídico vigente y al
principio de congruencia que impone a quienes imparten justicia
el deber de pronunciarse y dar respuesta, sea positiva o
negativa, a todas y cada una de las pretensiones de los actores
procesales, no menos cierto es que, la decisión emitida en
apelación carece de una debida fundamentación y motivación,
aspecto que contradice los sustentos aludidos en el Fundamento
Jurídico III.2 de la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional, en el cual se ha dejado claramente establecido, a
través de la jurisprudencia glosada, que los Tribunales de
alzada, cuando conozcan un recurso de apelación respecto a la
imposición, modificación o rechazo de medidas cautelares -en el
presente caso de cesación de la detención preventiva-, se
encuentran compelidos a pronunciar una resolución lo
suficientemente motivada que permita a las partes procesales,
conocer los motivos que llevaron a una autoridad a tomar una
determinación en particular; situación que no acontece en el
presente caso, toda vez que, el Tribunal de alzada, con
argumentos insuficientes y faltos de sustento jurídico, respecto
a la supuesta falta de valoración del a quo de las certificaciones
emitidas por medios de transporte como medio probatorio para
desvirtuar el riesgo de fuga descrito en el art. 234 inc. 2) del
CPP, observado por el accionante a nombre del imputado,
manifestó que en el trámite de cesación de la detención
preventiva la carga de la prueba corresponde al imputado y que
en el presente caso este riesgo procesal se encuentra latente
“por la naturaleza del delito previsto en la Ley 1008” (sic) y
porque además, los documentos suministrados por el justiciable,
fueron proporcionados en fotocopias simples y que por ende
carecen de valor legal; asimismo, pronunciándose respecto al
peligro de obstaculización prescrito en el art. 235 inc. 2) del
CPP, también reclamado por el justiciable, manifestó que éste
tampoco ha sido desvirtuado “porque esta clase de delitos se
presta a conjuros de terceras personas, por lo que si bien es
cierto en este aspecto el juez a quo hizo la valoración
respectiva” (sic), acotando que el contrato de alquiler ofrecido
en calidad de prueba, no cuenta con reconocimiento de firmas,
por lo que en apego al art. 1297 del Código Civil (CC), no tiene
eficacia jurídica; finalmente, estas autoridades, resolviendo la
pretensión del accionante dirigida a la supuesta falta de
valoración del a quo respecto al art. 235 inc. 1) del CPP,
señalaron que dicho riesgo procesal fue desvirtuado en atención
a que el accionante se está sometiendo al proceso al colaborar
con la averiguación de la verdad.

Ahora bien, observando la fundamentación efectuada por los


Vocales en la Resolución 266, descrita precedentemente, se
tiene que, inicialmente, al referirse al art. 234 inc. 2), los
demandados, no explican de forma motivada el porqué del
hecho de tratarse de un delito inmerso en la Ley 1008, implica
la posibilidad de fuga del imputado y porqué la documentación
presentada en copias fotostáticas, no es prueba suficiente para
dar curso a su pretensión de cesación de la detención
preventiva; similar situación se presenta en el análisis del art.
235 inc. 2) del CPP, con el agregado de que al arribar a la
conclusión de que puedan suscitarse “conjuros de terceras
personas” se emite un criterio subjetivo por parte de los
juzgadores que acarrea consigo una presunción de culpabilidad
alejado de los principios de objetividad, imparcialidad,
razonabilidad y favorabilidad.

Dichos argumentos lacónicos, que no ofrecen una visión clara y


concreta respecto a los motivos o razones fundadas en derecho
que orientaron el razonamiento de los juzgadores a confirmar
de manera parcial la decisión del a quo, vulneran el derecho al
debido proceso del accionante, en su elemento de la debida
fundamentación y motivación de las resoluciones judiciales, que
en el presente caso se encuentra directamente vinculado con el
derecho a la libertad del justiciable y en consecuencia, merece
la tutela que brinda la acción de libertad.

III.4.2. Respecto a la actuación del Juez Sexto de Instrucción en


lo Penal Cautelar de Santa Cruz, Juan José Subieta
Claros

Con referencia a este demandado, corresponderá a los Vocales


de la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia
de Santa Cruz, pronunciarse respecto a la razonabilidad de su
decisión en el marco de lo dispuesto por la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional.

Finalmente, se llama severamente la atención a Sigfrido Soleto


Gualoa y Victoriano Morón Cuellar, Vocales de la Sala Penal
Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz,
por la falta de prolijidad con que los funcionarios subalternos
que se encuentran bajo su dependencia, trascriben los actuados
generados en su despacho, conminándolos a ejercer un mejor
control sobre el trabajo de éstos y recordándoseles que en el
ejercicio de la función judicial, la meticulosidad y el esmero, son
cualidades de inexcusable observancia en cada acto
desarrollado.

En consecuencia, el Juez de garantías, al denegar la tutela, ha evaluado en


forma incorrecta los datos del proceso y las normas aplicables al mismo.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Tercera, en virtud de la


jurisdicción y competencia que le confiere la Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional; en revisión, resuelve:

1º REVOCAR la Resolución 30 de 3 de agosto de 2012, cursante de fs. 39


vta. a 41 vta., pronunciada por la Sala Penal Primera del Tribunal
Departamental de Justicia de Santa Cruz; y, en consecuencia
CONCEDER la tutela solicitada, respecto a la falta de fundamentación y
motivación en la que incurrieron los Vocales de la Sala Penal Segunda del
Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz; sin disponer la libertad
del accionante.

2º Dejar sin efecto el Auto de Vista 266 de 24 de mayo de 2012,


disponiendo que el Tribunal de alzada emita nueva resolución,
atendiendo los argumentos expuestos en la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional


Plurinacional.

Fdo. Dra. Ligia Mónica Velásquez Castaños


MAGISTRADA

Fdo. Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez


MAGISTRADA

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