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C R ISTO LO G IA
duda buena p arte de los evangelios sin que veamos las razones de ello:
los relatos de Juan no nos aseguran que C risto haya predicado en Jeru-
salén antes de la sem ana de pasión (p. 177); de las narraciones de la
Pasión pocos datos históricos podem os sacar en limpio (p. 179); y m u
chas afirm aciones de ese tipo. En p. 5 se h a deslizado un e rro r tipográ
fico, que puede tra e r confusión: se lee « biografici »; es « bibliografici ».
En conjunto, un libro bueno p a ra personas que sepan discernir.
XI y los prim eros años de Pío XII, h a sta 1944; en el últim o se incluyen
los años que van desde 1944 h a sta 1956. De cada periodo nos ofrece un
análisis com pleto y ordenado: doctrin a de los Papas y su com paración
con épocas anteriores; problem as discutidos en teología, la argum en
tación y su valor relativo; resultadas obtenidos y problem as que siguen
abiertos. Desde este punto de vista histórico, la obra resu lta com pleta y
de incalculable utilidad. P ara que el lecto r tenga idea m ás com pleta de
todo el desarrollo, antepone u n breve síntesis de la historia an terio r a
León X III (teología y m agisterio de 1697 a 1878) (p. 3-18).
E n el plano teológico tam bién se m u estra abundante. Al m ism o tiem po
que m enciona autores, obras, doctrinas, las va resum iendo y enjuiciendo.
De ese modo, realiza una o b ra teológica de razonam iento y valoración.
Las interpretaciones de num erosos autores se suceden, no sim plem ente
una a otra, sino con un esquem a de superación y complemento. El au tor ha
ce ver cómo cada una viene a resolver, al m enos en la intención, las di
ficultades de la an terio r: teoría del corazón simbólico, del corazón ético>
atención a la persona total, el am or increado. En los últim os años se ha
perfeccionado la metodología teológica. Se recu rre a la S. E scritura, pero
no ya en busca de la palab ra « corazón », sino el contenido dogmático
que la revelación entrega tal vez en o tras palabras. E sta labor h a empe
ñado en los dos últim os decennios a conocidos teólogos, especialm ente
entre los jesuitas. El au to r sigue la m oderna concepción m ás amplia, que
incluye en el Sdo. Corazón toda la cristología y la soteriología, p arte de la
teología trin ita ria etc.
L abor adm irable, pero que estriba en una base sim bólica m uy débil.
Es verdad que del S. Corazón se puede afirm ar todo eso y m ucho m ás; pero
¿es verdaderam ente necesario o útil, p a ra explicar toda esa teología, po
nerla en relación con el Corazón? Un sim bolismo, que a fuerza de hacerle
decir todo, se vuelve archicom plicado y acaba por no decir nada o quedar
al alcance de intelectuales.
Llegamos así al plano apologético. « E s sintom ático el hecho de que,
en tre la abundante lite ra tu ra que sobre la devoción al S. Corazón se viene
publicado desde hace u n siglo, casi infaliblem ente toda obra de algún relie
ve (sin exceptuar las encíclicas pontificias), siente la necesidad de em pezar
con u n a ap o lo g ía» ( J . A . J u n g m a n n Glaubensverkündigung, 1963, p. 86).
Existe u n a dificultad de fondo. El a u to r la conoce y la expone con fideli
dad y detalle en sus objeciones concretas y en sus sentim ientos no for
m ulados (p. 181 ss.); con m ejo r criterio incluso que algunos autores que
se han dedicado a investigarla, como A. Derumaux, que sospecha monofi-
sism o en la preferencia p o r la persona de Cristo, m ás bien que p o r la for
m a concreta del « Corazón ».
En este punto, la situación no parece h ab er m ejorado nada, no obstante
la encíclica « H aurietis aquas » y toda la teología que se ha elaborado so
bre el tem a. La preferencia de los que guardan reservas se basa precisa
m ente en el m ism o texto de Mateo 11,29, que tan tas veces cita el au to r
en sentido contrario. No dice: corazón de Jesús, humilde..., sino «Jesús,
hum ilde de corazón ».
E n páginas iniciales (XXI-XXVIII) ofrece bibliografía n u trida y bien
clasificada. No deja de parecer extraño que, entre tantos estudios, no se
encuentre ninguno de los cinco últim os años anteriores a la publicación de
este libro, y haya apenas (salvo erro r) uno o dos de los tres años 1959-1961.
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« T rataré en este libro de hacer una síntesis del pensam iento teológico
de Pierre Teilhard de Chardin, síntesis que él m ism o intentó m uchas ve
ces pero que p o r diversas circunstancias nunca pudo h ace r» (p. 11). Con
estas palabras justifica el au to r la novedad de su trabajo, y por o tra p arte
su valor de respuesta a una necesidad sentida por el m ism o Teilhard.
Es, ante todo, una bien lograda síntesis, p o r su carácter completo, y
p o r su claridad y orden. H a recogido prácticam ente en el estudio todos
los textos básicos de Teilhard sobre cristología. H a creado u n esquem a
coordinador que los arm onice, en p erfecta consonancia con las intenciones
originales de cada uno. Labor difícil e indispensable, pues T. no h a prepa
rado un sistem a, sino m ás bien u n ritm o de pensam iento. Tiene seis ca
pítulos; dos de carácter introductorio, tres directam ente doctrinales, y el
últim o que hace un balance de la obra de T., con sus aportaciones y sus
límites.
La obra de T. h a nacido en arm onía con su propia vida, ha idó bro
tando al ritm o de su experiencia, de su inquietud personal como hom bre,
como creyente y apóstol. El segundo se presenta como u n estudio funda
m ental de metodología p ara entender la obra. Distingue Mooney tre s ni
veles a los que pertenecen las diversas afirm aciones: físico o basado en
datos científicos, de opción filosófica, plano teológico. La distinción tienen
repercusiones incalculables (p. 85-87), pues T. aplica a uno y a otros iguales
térm inos, lo que fácilm ente crea confusión. Por ejemplo, con frecuencia
cuando nos habla de su fe en el m undo, se refiere a esa opción filosófica
basada en reflexión, que pertenece al segundo plano. Frecuentem ente se
intercom unican, dando lugar a extrapolaciones, fusión de revelación y
ciencia. Son ensayos, pues no se olvide que T. « deseaba poder p asar en un
solo m ovim iento de un m odo de conocim iento a otro, de los datos de la
razón en sus varios niveles a los datos de la revelación cristiana; y ésto
hacerlo fácilm ente y sin confusión. C iertam ente Teilhard puede haber falla
do. Quizás aún soñar tal cosa puede ser una quim era » (p. 87).
El prim ero de los capítulos doctrinales tra ta de « descubrir » la rela
ción física que une el cuerpo de Cristo con la hum anidad y el m undo m a
terial, estudiando el m isterio de la E ncarnación y el de la E ucaristía. Se
apoya sobre todo en algunos textos de San Pablo. Mooney sintetiza bien el
contenido de estos tres capítulos fundam entales de su obra.
« En consecuencia, el desarrollo del pensam iento teológico de Teil
h ard se mueve en tre s direcciones. En p rim er lugar, la teoría tocante a la
relación física entre el cuerpo de Cristo, la hum anidad y el m undo m ate
rial; u n a teoría basada principalm ente en la visión cósm ica de san Pablo
en sus cartas a los colosenses y a los efesinos, y que abraza los m isterios
de la encarnación y la eucaristía.
En segundo lugar, la teo ría sobre el significado de la m uerte y el
abrum ador enigm a del m al físico y m oral vistos en el contexto de la
cosmogénesis; una teoría que se refiere al m isterio de la m uerte redentora
de Cristo y a su resurrección.
Finalm ente se estudia la relación existente entre la historia cósmica y
la historia de la salvación, entre la creación continua de Dios en el tiem po
y el crecim iento gradual de la plenitud final de Cristo; una teoría que
abarca los m isterios de la Iglesia y de la parusía.
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cación de esta clase. Yo diría que tiene utilidad inm ensa, tan to p a ra los
interrogados, como p a ra el lector.
P ara los interrogados. No es u n secreto, pues ellos m ism os lo han
advertido, y m ás de uno lo hace n o ta r en su respuesta. E ra una invitación
aprem iante a hacer exam en de conciencia sobre el pasado de la vida, y a
fijar un punto de p a rtid a p a ra el porvenir. He aquí algunas indicaciones:
« Lo que usted m e p regunta es n ad a m enos que la revisión de toda m i vida
a la luz de Jesu cristo ...»; « esta encuesta m e ofrece la ocasión de hacer un
serio examen de consciencia sobre lo que representa Cristo en m i vida.
Mi aportación a su trab ap o será insignificante. Es m ás bien vuestro cues
tionario el que m e trae a m í grande ayuda. Gracias ». (p. 11). «M e obli
gáis a to m ar conciencia de la co sa» (p. 109).
El lector tiene ahora en sus m anos, no solam ente el cuestionario con
que tra b a ja ro n esos sacerdotes, sino adem ás las respuestas de los m ism os,
que irrad ian luz y estím ulo. E l anonim ato elim ina todo peligro de retó ri
ca y publicidad. Un libro que da p a ra m ed itar a sacerdotes, religiosos y
seglares.
F e d e r ic o R u i z , ocd .