ELPEN
EEVISTA UNIVEE8AL CONTEMPOEANEA.
COLABOHADORES.
Sra. D? Margarita P. de Celis. Sr. T). Antonio Negrete. Sr. D. Joaquín Fiol. Sr. D. Eoberto Robert.
„ María J. Zapata. „ Domingo de la Vega. „ Joaquín Martínez. „ ilomiialdo Lafueute.
„ Eosa Butlcr. ,, Federico Ferredon. „ José Bartorelo. ,, Roque Barcia.
,, Eosa Marina. „ Federico Bcltran. • ,, José Francisco "Vicli. ,, Si.Tto Cámara.
Sr. D. Antonio I. Cervera. „ Fernando Garrido. „ Mauuel Jiménez.
„ Antonio Quiles. „ FranoiBco P. de Puente. „ Narciso Mouturiol. t.
C o n d ic io n e s m a t eeia les d e la p u b l ic a c ió n .—E l P endí y ci estrangcro:_ Tres •meses, 19.—Seis, 35.—Un año, fiS.—Se
de Iberia se reparte los dias 10, 20 y 30 de cada mes, y consta suscribo eu Cádiz, cu la Administración, calle del Sacramento,
de cuatro pliegos de esmerada impresión. mim. 33, (á donde se dirijirán toda clase do reclainacioia-^';: en
P b ECIOS d e SU8CHICION PAGADA ADELANTADA.—Eli Cádiz: la librería de la Itevista Médica y en la encuadernación de Fá-
Un mes, 3 rs.—Tres, 8. - -Seis, 15.—Un año, 28.—En provincias: bregas, calle de la Verónica. .1
Un mes, 4 rs.—Tres, 10.—Seis, 19.—Un año, SS.-^En Ultramar En provincias, en las principales libreiáas.
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Ayuntamiento de Madrid '■'¿i
r.s.'
vez de mirar esto ftomo una incipiente manifestación de los ojos !i nuestros compatricios, porque hay num e
y profecía de la oculta escelencia y belleza femenina, rosos ejemplos entibo nosotros, en que los maridos de
solo le ha prodigado adulaciones, en vez de refinada ben todos los consuelos, delicadezas y refinamientos
admiración, y galantes lisonjas, en vez de buenos con que poseen á la incesante industria, estudiada frugali
sejos y sincera protección, que es lo que llena de ^ozo dad, y constitucional modestia de sus compañeras; y
y eleva el alma dependiente. hay hombres—padres—qne con el objeto de sostener
N o podemos menos de deplorar la falseada estruc- su siipuesto tít\ilo de superioridad y poder sobre las
mt-geres, ya amenazan á las madres con privarlas de
t\ira que ,al cerebro de este ser se ha dado con la edu
cación: ser, que con la mayor arrogancia puede lla sus hijos, si no acceden apagarles un tributo; ya av e
marse la única y mas idónea compañera de los ni ces el marido es un borracho, y le arrebatará los hi
jos, valiéndose de los medios mas perversos; o bien
ños; no podemos menos de deplorar esto, repetimos,
porque tal educación ha viciado su entendimiento para defender su dignidad de cabeza de la familia, en
hasta el punto de coraprhnir sus mas nobles y gi’audcs tablará pendencias y discusiones inútiles ante ellos,
sentimientos, y retraerse de aspirar á ejercer su pode que abatirán y pervertirán las naturales afeccionas de
roso influjo en círculos mas útiles y vastos, que en los aquellos jóvenes corazones hasta el punto de hacerles
que ahora rastrea: la cocina, el dormitorio de los ni olvidar el poco primitivo amor que haya podido que
ños, la despensa ect. Las continuas perplegidades é inal darles, por su ahora desi^reciada compañera. Escenas
terable monotonía de estos departamentos son dema harto tristes y repugnantes para detenernos mas en
siado deprimentes y fatigosos para llevarse con pacien contemplarlas! No deja de observarse con frecuencia,
cia, tanto que las m ujeres, especialmente de la clase aun cu países quese dicen cultos, la existencia de hom
rica, comienza «ú despreciar y á huir de estos penosos bres y mugeres, condenados á servir esclusivamente
y esclavizados deberes, que tan desagradables, tan de como máquinas para todo movimiento y producción
nigrantes y tan contra la moda les son. Lii verdad material. E n estas civilizadas comarcas aun existe la
que no puede ‘negarse ni ocultarse que la muger se salvajez con todos sus horrores, crueldad y despotis
siente impulsada á veces a rebelarse contra lo que se mo. E n el periodo patriarcal de la humanidad son
ha mirado como sus respectivos deberes, y que si esto también visibles las usurpaciones dcl podcí masculino
la induce (i precipitarse en mil vicios, locuras y estra- sobre los derechos de la muger. Por período patriar
vagancias, no es otra la causa que la de no hallarse cal se entiende aquel estado ó faz del progi'cso huma
desempeñando su verdadera m isionen el mundo, y no, que hereditaria y legalmeute concede ú los varo
I^>. ' porque tanil)ien aquellos que gobiernan los estados y nes el derecho do propiedad, y el de llevar las riendas
naciones se hallan en la mas absoluta ignorancia de del gobierno, escluyendo á la hembra de su propiedad
las interiores atracciones de la muger, v de la sxiblime é influericia en la casa. La primogcuitura es un lega
y espiritual influencia que su alma egercc en toda la do del período patriarcal, por el que la muger queda
humanidad. La falsa apreciación, que de ese mas pu privada dél derecho de propiedad, y dependiente del
ro destello de la divina esencia ha hecho y signó ha marido, ú otro, si ha de vivir y obtener algunas como
ciendo el estúpido filosofismo qne aun *predomina en didades. E sta ley establece, por una parte, un sistema
el dia, la causa es de que considere ordinariamente el de usurpación, y por la otra un sistema de servidumbre
hombre á la muger, eii sus derechos y misión, como entre los sexos, que no puede menos de egercer un
un délfil niño: y este error, que se ha sostenido y aun pei'uieioso influjo sobre las iuclinaciones naturafes y
sostiene por no haber comprendido bien las atraccio morales de la muger.
nes de ese ser privilegiado, que es nuestra mitad, y (Se continuará.)
haciéndola morir de compresión y tiranía, nos suici JO S E B aetohelo.
damos, lia hecho lleguéis á creer, hombres egoistas,
que con la muger ni raciocinarse puede, y que por con
secuencia toca á vósotros esclusivaraentc el pensar, el
decidir, el legislar, el ensoñar para monopolizarlo todo. LEYENDAS MORALES.
Dos causas, eii nuestro concepto, han contribuido y
contribuyen á que las mugeres no manifiesten por lo E L A PR E N D IZ DE CARPINTERO.
general igual tendencia y poder que el hombre para
egercer sus facultades intelectuales: una es el habérse En aquel tiempo, decía Jesús: "Para mejorar la
las privado de sii natural libertad y habilidad para ha condición y porvenir do los hijos es menester que sus
cerlo; y la otra, csceptuando raros casos, el haberla padres y madres los instruyan desde luego.
tratado el hombre, no como un ser razonable, sino co -Cuando los hombres lleguen á asociarse para sjis
mo un niño; no como una compañera, digna de amor, trabajos, la carga mas pesada no gravitará sobre los
lioñor, admiración y respeto, sino como una esclava. mas débiles, y cuando todos trabajen no habrá vagos;
E n el estado rudimentario de la humanidad,—en el pero habrá descanso para todos..
período de salvajez dcl progreso humano,—las mugeres "Entonces los ricos no atormentarán mas á sus jmo-
se consideraban como muebles y esclavas domésticas; pios hijos para prepararlos á una dominación injusta,
vacas, muías, caballos y mugeres eran cosas equivalen y los pobres no se verán fqrzados á entregar á sus h i
tes y andaban mezcladas en los inventarios dcl ajuar jos mas tierncfs á penosos trabajos y á la servidumbre,
doméstico y agrícola. E n las comarcas del Este, en porque, eu la verdadera acepción de la palabra, no
la alta Europa y en Asia no deja de ser frecuente el habrá pobres.
obligar á las mugeres á cgecutar el trabajo de les bue «Las pasiones egoistas no ahogarán ya la natura
yes y mulos, hacerlas ararlos rudos campos y recojer leza, y se comprenderá que por lo mismo que el tra
la cosecha, mientras que sus maridos, tendidos á la bajo es un deber, 110 debe ser nunca un suplicio.
bartola, se refocilan fumando en sus pipas ó haciendo "Porque no liay nadie, á quien la naturaleza no h a
9/1’ medias como acontece en algunas provincias de Espa ya dado mas aptitud para uu trabajo que para otro, y
ña. No es necesario ir tan lejos para qu itarla venda el trabajo debe ser distribuido según las vocaciones
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y en cantidad proporcionada á las fuerzas de cada in —Cuando el viento sopla, levanta, arrastra y der
3? dividuo. riba cuanto encuentra en su eaunno.
i- 'Y la instrucción debe ser comiin (i todos como la EL espíritu de Dios, i-l espíritu de intcdigencia y de
Y luz del sol, porque todos-tienen necesidad de ella. amor, es como el impetuoso huracán, ({us vá de Orien
0r 'Y cuando no, será falseada en su dirección y bár te á Occidente.
as bara en sus medios; la instrucción será para todos los Él dispersa y rechaza las nubes del error, derriba
;le láfios una recompensa y una felicidad." las rocas del orgullo que le resisten, y arranca hasta
e- Jesús iba meditando sobre esto cuando pasó por las mas hondas raíces de las mas viejas creencias.
li- el puerto en que muchos carpinteros y calafates cons Los que han creído poder usurpar el reinado del
2a truían un navio, y todos trabajaban segitn el plan del cielo procuran rechazarlo, y lo arrojan sobre la mul
n- ingeniero, con medidas exactas, á fin de que la obra titud que sufre con mas violencia que el huracán solire
3S, del uno estuviese cu relación con la del otro, y que el la superficie de las olas.
de conjunto se compu.úcra de la obra de todos. Por esto debeis apresuraros á construir el edificio
les Y Jesús, ([uc'tenia ya el aspecto de un adolescente, de salud, el arca de salvación, á fin de no ser sumer
le se acercó al contraniaestro que dirijia el trabajo, pi gidos por la torm enta en el fondo del mar.
ías diéndole le diera ocupación; mirólo el contramaestre Los trabajadores comprendieron su palabra, unos
eii con desden y le dijo: quedaron pensativos, otros le miraron coii admiración
■ia, — Tu no sirves para nada; aun no tienes fuerzas y otros murmuraron entre sí diciendo:
m- para trabajar. — Este es un espía que quiere hacernos halilar. Y
ite ■ Jesús entonces reparó en seis hombres vigorosos que desconfiaron de él.
ion no podían levantar un enorme madero, porque ni se Jesús tomó un hacha y se puso á trabajar con ellos,
la repartían bien, ni hacían fuerza á un mismo tiempo. y todo lo que hacia era admirablemente pcrfécto.
:is- Los mas fuertes estaban en un lado, y en otro los Y después les dijo:
ion mas débiles; de modo que cuando pudieron levantarlo •— Si alguno os acons^a que trabajéis por la salva
ino por uii lado, cayó del otro, y por poco no aplasto á un ción de vuestros hermanos, y no echa también mano
,ar- hombre. á la obra, y os ayuda, desconfiad de él!
aa- Jesús se acercó, y les dijo: E l verdadero amor al pueblo se conoce mas en las
,rc- — HcrmaTios, dejad que os ayude. obras que en las palabras. ¿Cómo creería el pueblo en
ckis Ellos se riyerou de su oferta, pero el niño les habió sus palabras, que mienten dolor por sus penas, cuando i’ <>
:lad con tanta dulzura, que al fin escucharon sus consejos. no quiere participar de ellas?
ga- Distribuyó las mayores fuerzas donde era mas grande Escuchad los consejos de los que os dan el ejemplo, ."iVJ
eda el peso; colocó á cada uno en su lugar, indicándole los y no os desaniméis en la tarca penosa dcl presente por
del movimientos que debía hacer, y después, poniendo su miedo á las incertidumbres dcl porvenir.
■no- Ijlanca mano sobre el enorme madero, dio la señal, y E l porvenir es el hijo dcl presente y mañana se re-
;ma lo levantaron sin dificultad y como por encanto. cojerá la cosecha que se haya sejnbrado hoy.
brc Y volviéndose entonces al contramaestre le dijo: Pero tened cuidado no sea que la envidia ó el necio
nu —Ya veis como asociándose para el trabajo, no hay orgullo, ú otras malas pasiones os hagan despreciar los
?s V nadie endeble ni inútil; porque á veces el que menos consejos de los que os aman.
puede con las iqauos, puede mas con el consejo. El Acordaos de lo que sucedió al pueblo que dejó cru
concurso de muchos esfuerzos pequeños determinan los cificar á Jesús.
grandes movimientos. Para que una fuerza pequeña Sabed que el espíritu de Jesús está siempre sobre la
produzca grandes resultados, no es menester mas que
tierra, y que muchas veces, cuando monos lo creéis, se
ponerla en su lugar, para que obre en armónica com
acerca á vosotros.
binación con Igs otras. No digáis nunca "¿qué derecho tiene aquel para ins-
Los obreros le dijeron: tnUrnos?'' seria como si dijeseis: "¿qué derecho tiene
—Eres un muchacho, y ya puedes ser maestro en para amarnos? "
nuestro oficio. liecibid la verdad, por amor á la verdad misma, y no
Y Jesús les dijo: ♦. f
tengáis envidia ni celos del que se consagra á enseñá
' la —No soy mas que un aprendiz de carpintero; pero
rosla.
sus os hablo cii nombre de la suprema sabiduría, que es No escuchéis á los que quieren despreciar su pala
maestra de todas las artes y de todas las ciencias. bra, enseñándoos las faltas de su persona, porque las de
Cuando Noé hizo construir el arca que debía servir de
S ilS bilidades dcl hombre pertenecen al hombre; pero la
! los base á un nuevo mundo, consultó la suprema sabidu
palabra de verdad pertenece á Dios.
güs; ría, dirijiendo, según ella, á los trabajadores que la
construyeron. Y debernos encontrar la palabra tanto mas divina,
Pero los trabajadores que hicieron el arcano entra cuanto que ia pronuncie un ser.mas imperfecto, á fin
pro- de que no nos atengamos al hombre que habla, sino á
ista, ron en ella, y perecieron en el diluvio, porque obede
cían á un hombre, y no penetraron hasta el divino pen la verdad que dice.
; lá Los hombres del pueblo, al escuchar estas palabras,
bre, samiento que lo dirijia. Tened cuidado no os suceda
lo mismo, porque en verdad os digo que vosotros sois sintieron por el jóven amor y respeto; y mirándole con
, no atension, les parecía que y a ,le habían visto otras
llamados á la construcción de una nueva arca. Sed
obreros inteligentes y pensad en arreglar en el gran veces. ii .
ura-
tra- navio «ocial un sitio para vosotros y vuestros hijos, á Cada nno de ellos encontraba alguna semejanza en
fin de que no perezcáis cuando llegue el día de la tor- tre el jóven desconocido y las personas que liabia ama
ha- nieuta. do, y cuya afección había contribuido á hacerle menos
•o ,y Los trabajadores le dijeron: amarga la vida.
3nes — ¿De qué torm enta estás hablando? Y Jesús les Para unos, el recuerdo de una madre; para otros,
respondió: la imagen de un hijo ó un hermano que vano existia.
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Todos sintieron conmovido su corazón, y el valor y Las mil industrias que honran y enriquecen.
la esperanza renacieron en sus almas. Gratos solaces á la vida dando,
Jesiis trabajó con ellos hasta el medio dia, y cuan Feliz haciendo al pueblo do florecen.
do se pusieron á comer, observó que unos tenian mas Y lo mejor, por Dios, se iba olvidando.
y otros menos, y les dijo: La mas alta joroba déla villa.
— ¿Sal)cÍ8como el Cristo multiplicó los panes para Que admiración al orbe está causando
alimentar al pueblo en el desierto?
Y ellos le respondieron: M ientra el imperio aplasta de Castilla.
—No, y no creemos en ese milagro, porque nos pa jVías claro, Fabio amigo, los valientes
rece imposible. Que Ojo al Cristo dirijo y acaudilla.
Y Jesús les dijo: Todo esto y mas, en versos elocuentes,
—Reunid todo lo que habéis traído para comer, á fin Me pides te describa cuando estamos
de que cada uno se aproveche de lo de todos y todos Como ratón del gato entre los dientes.
de lo de cada uno, y vereis como los alimentos se mul
r I tiplican, porque el pan de la comunión fraternal, será Hoy que sin esperanzas'arrastraraos
el primer lazo de nuestra asociación y la semilla del Vida sin ilusión consoladora,
porvenir. Y do quier que miremos solo hallamos
Cada uno de vosotros comprenderá que no debe ser Almas prostituidas que devora
una carga para los demás, y vosotros seréis como la La ardiente sed de oro, que las lleva
tierra, que recibe el grano que se le dá, para devolver Del crimen á la hueste vencedora.
lo multiplicado.
Hoy, que el que mas se baja mas se eleva;
Después, bendijo los panes, los partió y se los re
Que la mujer, del mundo siempre esclava,
partió, é hizo lo mismo con todos los alimentos.
Inútilm ente su talento prueba,
Y les dijo:
—Aprended lo que puede kacer la humanidad con Hoy, Fabio, pides ¡la ocurrencia es brava!
el trabajo de sus manos. Que la semblanza de Madrid te mande
Y cada uno ofreció de su parte á sus hermanos, y Pensando ver la maravilla octava.
ninguno quiso aceptar mas de lo que podia dar en ¿Buscas en ella alguna cosa grande?
cambio, y viéndolo Jesús les dijo: ¿Piensas tal vez que en la soberbia villa
—E l reinado de Dios no está lejos de vosotros. Hay un cristiano que derecho ande?
Y en diciendo esto se marchó.
—Volvereis? le gritaron los trabajadores. Sueñas que ese oropel quo tanto brilla
— Sí, les respondió, si hacéis lo que os he disho me Es oro puro, y por lo tanto pides
volvereis á ver muy pronto entre vosotros. Loco su descripción con fe sencilla.
Y él les dejó tan admirados, que no se atrevian á Hoy de tus ilusiones te despides,
comunicarse sus pensamientos, y muchos decian; Pues insensata y loca mariposa
— Si no fuera tan joven, crccriamos que era el Cris Por la pureza de tu alma mides
l> . to que había vuelto á la tierra.
Porque ellos no reflexionaban que el espíritu de Cris Del mísero reptil el alma odiosa,
Y de la corte al cieno le demandas
to es inmortal y que no puede envejecer.
R osa M arina .
La púrpura fragante de la rosa.
Salier, gloria, virtud, ansioso andas
Buscando entre los nombres rimbombantes
De sabios, cortesanos y opalandas?,
Escucha, pues, ¡oh Fabio! aunque te espantes,
EPISTOLA A FADIO, Ya que la buscas, la verdad tremenda,
Y si óyendola piensas como antes,
E n mal hora pretendes, Fabio amigo, y si no temes que sañuda encienda
Que la semblanza de Madrid escriba Llama ardiente las cortes y las villas
Do Ine arrojara el cielo por castigo. Donde los vicios gozan su prebenda,
Me pides que la corte te describa, Vente á Madrid á echarte de rodillas
Y el deslumbrante sin igual boato Ante cacos, camuesos y cigarras,
Con que se ostenta su impudencia altiva. Que se arrellanau en doradas sillas.
I.H■ Del regio trono el gótico aparato, Adúlalos servil, y luego agarras,
Y^ los banqueros su opulencia y gala. Aunque mas bestia que Pacorro seas,
Del asno y sus reliquias fiel retrato. De turrou castellano sendas barras.
La nobleza, que en lujo los iguala, Y adornado do góticas libreas,
Y el literario activo pensamiento, De tricornio ó bonete dignatario
(iiic el alto templo de la gloria escala, Verás como gentil te pavoneas.
Del genio cii alas, do saber sediento, Te colgarán mas cruces que á un Calvario,
Lumbrera siendo á cuya luz camina Que si uu tiempo las bárbaras naciones
La pobre humanidad que es un portento. Tuvieron el capricho estrafalario
La llama ardiente, celestial, divina. De colgar de una cruz á los ladrones,
De las artes que al príncipe ennohlecen E n este, que apellidan de las luces
Y ante ellas cuerdo la cabeza inclina. Los mas eminentísimos varones,
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Cuelgan del pecho del ladrón las cruces. A un asesino repugnante y fiero,
¿Y tal progreso viendo habrá quien diga
Que no volamos ya.... como avestruces? Y en su último argumento así decia:
Ahorcar al que posee un millón de duros.
Dar un fatal ejemplo no seria?
Perdona ¡oh Fabio! si mi musa amiga
Tan mal pensó de tí; tu alma es pura,
Y en ella solo la bondad se abriga. Huye Fabio, de cuadros tan oscuros
Que el ánimo acobardan, y suspira
Detestas cual detesto la impostura E l alma tiiya por afectos puros.
De un siglo mercader, que compra y vende
La lealtad, el honor y la hermosura. Son aquí el bien y la virtud mentira.
Solo es verdad el bien aborrecible.
Vamos, pues, á Madrid, que allí se estiende Que el alma enciende en furibunda ira.
E n medio el hemisferio castellano,
Cual la presa acechando se suspende Es la felicidad un imposible.
Nos dá cada deseo un desengaño,
Encima el palomar fiero milano. Y es cada rostro una careta horrible.
Con férreos capiteles que levantan
Sus cúspides al ciclo, cubre en vano Donde buscas placer encuentras daño,
Y daño que del alma se apodera
Las llagas que los miembros le quebrantan, Siendo incurable su dolor estraño.
y con oro mas puro las reviste
Cuanto mas sus miserias adelantan. E l alma por la dicha que perdiera'
El amor, la amistad, y cuanto existe Llora en vano, las horas deliciosas
¡Ay! recordando de su edad primera.
De grande para ci hombre, hermoso y fuerte,
A su hidrópica sed no se resiste. Son aquí las iJasiones codiciosas
El es trasunto vivo de la muerte. De triunfos, de poder, de vanidades,
De la mas pura vida se alimenta Y solo por las sendas espantosas
Y en lodo y podredumbre la convierte. De crímenes, traiciones y maldades,
Hipócrita una farsa representa, Es dado á los espíritus ardientes
De su existencia condición precisa Sus deseos trocar en realidades.
Para el bobo engañar que le alimenta. Estas de nuestros males son las fuentes,
Del despecho ó la mofa, la sonrisa Pues si el triunfo corona al ambicioso
No puedo contener cuando le veo Ante él se inclinan viles y obedientes.
Mas compuesto que novia yendo á misa, De la víctima el grito doloroso
Mas bizarro que el héroe dcl torneo. Del triunfo entre los cánticos se pierde
La ilustración moderna y la cultura De un pueblo que se llama virtuoso.
Llevando en el escudo por trofeo. Dé un siglo que al caido airado muerde
Y debajo ¡Gran Dios! ¡Ay sin ventura Y de su esfuerzo v su valor se olvida
Del que sus oropeles admirando Por que la calma que perdió recuerde.
No llegó á levantar su vestidura! Basta, ya basta Fabio, si cumplida r,
Y ¡ay mísero también del que buscando Fuera la descripción y la pintura
otra cusa que lodo y podredumbre De esta del crimen infernal guarida,
Vá en lodo y podredumbre tropezando! Si vieras de su hipócrita impostura * Ij
De opulencia verás sobre la cumbre. Los horribles detalles asquerosos
La mas crasa ignorancia levantada Incurable seria tu amargura.
A costa de la necia muchedumbre. Quién alcanzara dias mas dichosos?
A la cual, con astucia refinada. Los males que lloramos y sentimos
La camisa la quitan que se viste Incurables serán como espantosos?
Por llamarla después.... descamisada. Volverá la esperanza que perdimos?
Y si quiere cobrarla ó se resiste, Otras generaciones mas potentes
De jamancia la tratan y de hambrona Destruirán la zahúrda en que vivimos?
De la ley con la forma se reviste
Estos males horribles y crecientes
El infame ladrón que no perdona, Son á la asociación indispensables?
Y á manos vá á morir de los ladrones, Al progreso social son inherentes?
Ahorcada la robada.... por ladrona. Problemas son ¡oh Fabio! inesplicables;
La impunidad se alcanza con doblones. Feliz tu en tanto que en asilo oscuro.
Como en Roma, en M adrid ¿qué no se vende? Cual Medoro y Angélica envidiables,
Dineros faltarán, no tentaciones.
Vives gozando del amor mas puro.
Tanta maldad tu alma no comprende? Ageno á las miserias de una tierra
Si piensas que los males exajero Que estraga el alma con Su aliento impuro.
A la siguiente historia, ¡oh Fabio! atiende.
N o abandones tu choza ni tu sierra.
E n una Audiencia que nom brar no quiero, i.
Tu amor ni tu ganado, porque en ellos
■M' I ,
U n abogado sabio, defendia Si nó la dicha la quietud se encierra.
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Estos de mi dolor tristes destellos; la levita, los calzones, el sombrero y la espada dcl rey.
Versos donde las dudas van del alma; U n par de grandes botas de montar, puestas de pié
llómpelos cuando acabes de leellos entre la cama y la puerta, parecían los magestuosos
Porque no vuelvan á turbar tu calma. ceutinclas del Gran Federico.
E l rey estaba tan cubierto con la colcha de la cama,
F E llN A N E O G arrido .
que Voítairc, no estando seguro de encontrarlo en ella,
se anunció á sí mismo, diciendo en voz alta:—Aquí
esta Voltaire.—
LOS REYES^iLOSOFOS. A este nombre crugió el geygou, se estremeció la so
brecama, y surgió un busto humano envuelto en una
Con esté título acaba de publicar en Francia el co sábana, como un amortajado.—Acercaos, amigo mió,
nocido escritor Eugeuio Pellctaii; un libro bien escrito, que al ñu tenga \to el gusto de estrecbar contra mi co
razón al preceptor de la humanidad.—Y yo al héroe,
como todos los suyosy en que traza á grandes rasgos
respondió Voltaire.
los.caracteres de los personages mas célebres del pa
Y el poeta y el monarca confundieron su entusias
sado "siglo: como muestra, trascribimos á continuación mo en un estrecho y prolongado abrazo.
un capítulo, en que describe la primera entrevista de A esta primer muestra de recíproco cariño, entre la
Federico el Grande y ^ oltairc. magostad y la filosofía, sucedió un corto silencio.
E l preceptor y el héroe de la humanidad estudiaban
E L REY Y E L FILÓSOFO. atenta y recíprocamente, cara á cara, el misterio de
"Empezó Federico su reinado reuniendo una colec- sus fisonomías.
U u rayo de luz que se deslizaba sobre la cabeza de
.*1011 de sabios sacados de todos los mercados de E u
ropa, pero la mas preciosa m uestra faltaba á la colec Federico, modelaba con sombras vigorosas sus mas pe
ción: Voltaire persistía en pasar su vida al lado déla queños detalles. El rey de Prusia tenía la frente an
cha y desarrollada, y las cejas altas que distinguen á
marquesa de Chatelet. la familia de Branclebourg. L a parte baja de la cara
Cuanto un amante derretido puede hacer para atraer
ú su qvferida, otro tanto halna hecho Federico para acababa eu punta; tenía un pliegue á cada estremo de
liue Voltaire honrara su córte cou su presencia, y cuan- la l)oca, y sus labios finos y ondulados daban á su fiso
to una intrépida coqueta puede responder en prosa y nomía un aspecto irónico.
verso á una primera, segunda y tercera declaración, Contemplando al real Salomón dcl N orte, sintió
V ijor último, á una perpétua inústencia, otro tanto Voltaire una invencible emoción de disgusto y males
iiabia respondido el filósofo á su infatigable preten tar. Filósofo' y todo, esto hombre es al fin un rey, se
diente, disculpando su desvao. Los cumplimieutos se decía en el fondo de su conciencia.
cruzaban como uu verdadero tiroteo, de Berlín á Cirey Federico, por su parte, interrogaba con inquietud
y de Circv á Berlin. la flaca careta dcl revolucionario dcl pensamiento; cla
Eres platón, escribía Federico. vo atorineiitiida de uu alma múltiple, su frente salien
Y tú Salomón, respondía Voltaire. ^ ^ te, su mirada petulante, su boca ancha y abierta,
Semejante superabundancia de galanterías no podía corno para ilar salida á las cataratas de su palabra y
ni-cnos de concluir con un estrecho abrazo, en el cual sumergir las preocupaciones del mundo bajo las
Salomón y Platón desabogaran la furia de su recípro olas de la verdad, se presentaba á la aguda penetración
ca admiración. del rey, como un enigma ([ue descifrar.
E l rey abandonó el primero su palacio, para ahorrar Contemplando á aquellos dos hombres, hubiera po
al ilustre huésped la jnitad dcl camino. Voltaire salió dido decirse que la Providencia les bahía fabricado
del dominio de S. A. el señor marqués de Trichaleau, exprofeso para realizar sus opuestas obras en la histo
á las inmediaciones de Beringhcn, y los dos astros ria, y que había escrito el secreto de sus destinos en
errantes verificaron su conjunción á una legua de Clc- cada músculo de sus caras.
ves, en uu miserable y sombrío castillo, que se venia Ambos sintieron en el feudo de su corazón como
abajo por falta de dueño. una revelación sorda y misteriosa de su natural anti
Voltaire llegó á aquella verdadera caverna real una patía; y no podía ser de otro modo, porque ellos, cii
mañana de Noviembre, al salir el sol.- \ estía uiia ca realidad, representaban las dos fuerzas contrarias de
saca morada, clialeco y calzón de lo mismo, solo que la civilización.
la chuj a y calzón estaban galoneados de oro, y los vue Así, después de la efusión de su primer abrazo ju
los de encaje de la camisa le caían hasta las puntas de daico, se eucoutraron uno y otro en la mas embarazosa
los dedos.—Así, decía el, tiene uno el aire mas noble. posición.
Voltaire atravesó uu vestíbulo vacio, subió una e.s- Federico rompió primero el silencio.—Guerido \ ol
calcra que se desmoronaba bajo su pié, al cabo d éla tairc, le dijo, me sorprcndcis-coii un acceso de fiebre,
cual, ante una puerta cerrada, eucoutró un pago dor pero vos t'oiiois el poder de Apolo, lo mismo que su
M;-
mido süure una maleta.— ¿Dónde está el reyr pregun genio, y vuestra presencia emx>ieza ya á operar un mi
tó al paje.—Allí, respondió el criado. lagro; él frió de la calentura va cediendo.
Voltaire abrió la puerta con precaución, y entró en Voltaire le tomo el pulso.— E u efecto, dijo el filóso
*!4: la estancia real. fo, pronto ])odreis abandonar este hospital.—E u segui
A la primera ojeada creyó encontrarse cu la habita da, respondió el rey: así me ayudareis á vestir, mi que
ción de uu fantasma, ó en la epíermería de uu con rido Gentil-hombre, dándome al propio tiempo una
vento. xV la dudosa claridad que peuetral:)a j)or las lección de etiqueta, poripie, francamente^ os confieso,
rendijas de tina mal cerrada ventana, vió una mesa de que con mengua de mi oficio, acostumbro a atacarme
s':? pino, y sobre ella una lamparilla de íioja de lata y una yo mismo los calzones.—En realidad, tengo el honor
jarra de tisana: ju n to á la mesa, uu jergón en el suelo de llevar el título, poco costoso, de gentil-hombre de
y una silla de paja, sobre la que estaban en clesórdeu cámara; pero ¡ay! S. M. Cristianísima me ha encontra-
Ayuntamiento de Madrid