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Sobre El Retorno en Psicosis
Sobre El Retorno en Psicosis
Voy a comenzar con dos reflexiones acerca de la constitución del sujeto, luego
acudiré a la relevancia del papel de la alteridad en ésta. Pronto hablaré sobre sus
consecuencias como condicionantes en la aparición de la psicosis y finalmente acerca de
algunas consideraciones terapéuticas al respecto.
De de la constitución del sujeto hay bastante por decir. Una primera aproximación responde
a la tesis de la simbolización primaria. A ésta se la estima necesaria como condición para
efectuar el trabajo de traducción de las experiencias, lo que no se incorpora en el campo de
la representación en sí, sino de la representancia, entendida ésta como la posibilidad de
aquella. La simbolización primaria concierne entonces también a la posibilidad de
existencia y por sobre todo a la continuidad del sujeto, al “ser” sujeto y todo lo que esto
involucra: la posibilidad de establecer un trabajo psíquico, de efectuar operaciones de
representación, enunciación y memoria.
De todo esto es necesario también aclarar que no basta con que aquella
simbolización primaria suceda en el sujeto, pues “para tener lugar, el sujeto tiene que haber
sido objeto de una inscripción (psíquica o socio-cultural) primaria”, esto concierne al papel
de la alteridad, que se abordará mas tarde.
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Otra mirada respecto a la constitución del sujeto se tiñe de un énfasis más evolutivo.
Se recogen algunas nociones de Winnicott que aluden principalmente a la idea de
crecimiento/madurez, dibujando una prosecución de hechos que van desde la dependencia
absoluta a la dependencia relativa y finalmente a la independencia del sujeto, todo esto en
conjunción con la interdependencia ambiental, que tendrá un papel protagónico a la hora
sacar cuentas sobre el destino del sujeto. Para graficar, el autor (1965) habla de normalidad
en el desarrollo del niño, teniendo lugar en éste inclusive un período de psiconeurosis, en
que “se presentan toda clase de síntomas en forma transitoria”. A raíz esto sea la
anormalidad entonces lo que se asocie con la ausencia de síntomas. Como consecuencia no
serían las defensas en sí las que convoquen la anormalidad en la constitución del sujeto,
pues éstas serán organizadas a medida que el individuo transite a una existencia
independiente, será de este modo la rigidez de las defensas a la que se le achaque la causa
de anormalidad en el sujeto constituido.
En resumen, expongo dos miradas acerca de un tema aún inacabado. Una de ellas
responde a la mediación del proceso de simbolización primaria en la constitución del
sujeto, permitiendo su continuidad, y por otra parte, enuncio algunas características
relativas al desarrollo del individuo.
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Recogiendo lo anterior, surge de todas formas la pregunta por las condiciones para
que la existencia tenga lugar. En ambas posturas cobra relevancia lo referente al espacio
externo; ya sea referido al Otro, ya sea aludiendo al ambiente.
Partiré desde Freud. Me parece interesante la semejanza que establece entre los
resultados de las construcciones en análisis (de algo vivenciado) y el carácter de lo
alucinatorio. Sobre esto, algunos fundamentos. Acerca de las alucinaciones menciona el
retorno a la conciencia bajo la desfiguración y el desplazamiento de alguna experiencia de
la edad temprana, tan temprana que aún no permitía el lenguaje, la inscripción, y que
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Freud insistió muchas veces que no hay que reducir lo inconsciente a la suma de las
represiones. “todo lo que es reprimido es inconsciente, pero no podemos afirmar que todo
inconsciente sea reprimido” (1907 en un comentario a la Grandiva, abordando las tierras
del delirio y la locura”
Por otro lado, aunque de forma relacionada, Winnicott plantearía que la psicosis
tiene su punto de origen en una etapa del desarrollo primitiva, cuando la dependencia marca
un punto vital, a diferencia de las psiconeurosis, que serían experimentadas por individuos
con una personalidad ya formada. Acerca de esto se cuestiona respecto a la pertinencia del
miedo al derrumbe, agregando que éste provendría de una falla en la organización de las
defensas, de la amenaza al establecimiento del self unitario. Así pues, habrían “dos tipos de
seres humanos: los que no arrastran consigo una experiencia significativa de derrumbe y los
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que sí la arrastran y por ende deben huir de dicha experiencia”. En este sentido, “la locura
temida es una locura que ha sido experienciada, es el miedo a un retorno de la locura”
Pero en este punto, se juega un contra argumento, a partir del cual vuelve sobre sus
palabras y se desdice de que la locura haya llegado a experienciarse, mas bien, nunca pudo
ser objeto de experiencia, porque en el momento en que sucedía la desorganización de las
defensas no se habría instituido aún un individuo en condiciones de experimentarla. En este
sentido, añade que si efectivamente la locura pudiera experienciarse, sería
“indescriptiblemente dolorosa”. A diferencia de esto, lo que se conoce como miedo al
derrumbe más bien tendría que ver entonces con la angustia psicótica, a condición, por
supuesto, de que hubiese una cierta organización yoica capaz de sufrirla.
Por otro lado, destaca también la importancia del otro en la transferencia, pues será
en función de este otro, como se había dicho, que el proceso de simbolización opere, en
este caso en particular, por primera vez en la transferencia. Se espera construir un espacio
donde estas experiencias puedan ser parte del trabajo de metáfora y simbolización del
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La razón por la que el solo mencionar que lo que se teme realmente es al retorno de
la locura no causa alivio alguno, más allá de clarificar una comprensión intelectual al
respecto, porque el paciente no busca entender, sino recordar por medio del acto. En este
caso, cualquier aproximación del analista a través de la cordura vendría a impedir lo que en
el recuerdo no basta de la experiencia.
Bibliografía