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Ciudad hojaldre Visiones urbanas del siglo xxI Carlos Garcia Vazquez cubierts: Tani CabrévEc io de Di oral Gustavo Gil SL Pedic, ti Pit 2004 a, 2006 Js protitdasavo excepciin prin en ey a epreduci (lca quien, mec ‘Grospidetibucen somerieaion poss y tauformacén de csigas parte de ata pb Geto de & cert sin preva arkacin ear de Sos tubes def proviedad niecl EESiacten de br derechen menconados puede ser consiviva de delta conta a propiedad rtetechal (rte 270y go Pea) {Centro Espfel de Derechos Reprogriicor (CEDRO) tela pera respeto de os cat al nos promurct evra plement repeco 3 8 exacttud dea worl coraerida ey wand en cao oe err u om, Senos Ls (Se tbo razén por al ns puede sour ning te ce Lori ha puesta tod sv emp en contac can aquelas personsepropitaras de los derechos de autor de is ‘ragees pubes en ere chen deinos con. ss leaiadcn no ha Sd posible y por esa rzén sugetnos a los proper de ae erechos que se pongan en conn con Ee © Carls Garcia Vaquez. 2004 s Edtorial Gustavo Gi, SL. Barcelona, 200¢ Prioed in Spain ISBN-13; 978-84-252-1970-2 ISBN. 10 64-252-1970-1 Depéito fegal B. 14613-2006 Innprescn:lanoogréfica, Sabadell (Barcelona) Ami madre,a mi tia indice Introduc: I. La visién culturalista de la ciudad. La ciudad de la disciplina La ciudad planificada. La ciudad poshistérica Apéndice I: Berli 2. La visin sociolégica de la ciudad. La ciudad global La ciudad dual La ciudad del espectaculo La ciudad sostenible Apéndice Il: Los Angeles .. La ciudad como naturaleza.. La ciudad de los cuerpos La ciudad vivida. Apéndice IlLTo! 4.Lavi La ciberciudad.... La ciudad chip... Apéndice IV: Houston... Bibliograf indice de nombres. indice de ciudades..... Créditos fotograficos. Introducci6n » 1965, Francoise Choay, actuaimente profesora emérita de la Université Paris Vill su momento, pionera en el estudio de la historia del pensamiento urbanistico, i6 El urbanismmo. Utopas y realidades,' un libro que determiné el devenir de Gicha materia durante las décadas posteriores. Esta arquitécta belga indicé dos seriodos en la historia del urbanismo: el “preurbanismo" (siglo xXx) y el “urbanis- Jo 100) la vez que establecié dos modelos que hacian la funcidn de cate- historiograficas: el “progresista” y el “culturalista”. Supuestamente, ambos modelos nacieron en el siglo xx como respuesta a los requisitos de la incipiente cudad industrial y siguieron incidiendo en el urbanismo durante més de cien afios 9 esta clasificacién, Choay consiguié agrupar a la miriada de pensadores que, desde las més civersas atalayas intelectuales, se habjan ocupado de la cuestién de cudad en el espacio de tiempo comprendido entre la segunda mitad del siglo vox y la década de 1960, es decir, desde Robert Owen, Charles Fourier y John uskin, hasta Lewis Mumford, Jane Jacobs y Kevin Lynch, © texto arrancaba con una sentencia:"La sociedad industrial es urbana, La ciudad u horizonte” de la sociedad posindustrial también...La intencidn del presente libro es retomar ls tarea iniciada por Francoise Choay en su deseo de explicar los discursos tedri- que subyacian detras de la préctica urbanéica y la arquitectura de las ciudades. Lo que se pretende, en este caso, es extender su andlisis a las tres tltimas décadas, s decir, estudiar las teorfas urbanas mds recientes, encuadrarlas en marcos con- uales més amplios, y recomponerias en un mapa intelectual que resulte com- prensible. En este sentido, este trabajo comienza donde Choay lo dejé. Jane Jacobs, Kevin Lynch y otros teéricos de la ciudad de la década de 1960 servirén de predmbulo al periodo histérico que nos interesa: el que comienza a mediados de la década de 1970 con la denominada Crisis del Petréleo y culmina en la actualidad, es decir, el que comprende la irrupcién y posterior evolucién de lo que se ha dado en llamar “tardocapitalismo” y del modelo sociocultural a él asociado: la “posmo- dernidad”. E] objetivo, por tanto, es analizar emo afronta la cultura urbanistica el nuevo siglo, cudles son sus instrumentos y sus carencias, sus certezas y sus preo- cupaciones. Pero no sélo consiste en una prolongacién temporal del discurso de Choay. En paralelo a esta tarea, y en aras de una mayor coherencia intelectual, ha sido nece- sario asumir otra: adaptarlo a las pautas de pensamiento contempordneas. Los modelos y categorias que planted Choay podrian identificarse actualmente como metarrelatos”, término que utiiz6 el fldsofo francés Jean-Francois LyotarP? para denunciar las construcciones hist6ricas lineales y coherentes que la modernidad elaboré para conseguir legitimarse social, politica y culturalente. Por ello, en nues- tro caso hemos sustituido el concepto de" modelo" por el de “visién”. Las “visiones Urbanas’ nos remiten a formas de mirar, es decir, no tanto a'“cémo es" la ciudad, sino a''qué” nos interesa de ella, cSmo |a filtramos, cGmo la proyectamos y c6mo nos proyectamos sobre la misma. Esta multiplicidad de miradas no se traduce en un Gnico metarrelato, sino en muti tud de pequetios relatos separados y unidos por sensblidades diversas. As¢os rela- «tos han sido agrupados en cuatro visiones, en funcidn de las diversas sensbbilidades, Cada visién est4 guiada por una disciplina que define sus preferencias: a historia marca e! tono de la visién culturalista de la ciudad la sociologia y la economia el de la visién sociokdgica: la ciencia y la filosofia el de la visién organicista:y la técnica el de la visién tecnolégica. Su entrecruzamiento con la arquitectura y el urbanismo nos 2. informa del impacto que las miltiples realidades contemporéneas —cultura, polt- ca,sociedad, economia, filosofia, etc:— estén ejerciendo sobre el espacio urban. Sin embargo, aqui no acaba la apuesta por los pequefios relatos como forma de aproximacion a le ciudad. Si las cuatro visiones urbanas descritas nos remiten a las distintas sensibilidades que reglan su estudio, dentro de cada una de ellas se des- pliegan diferentes intereses que nos conducen a ideologlas y afectos atin més espe- cificos. Estos también han sido agrupados —en este caso en los capitulos que com- ponen cada una de las cuatro partes del libro— y aluuden, ahora si,2."modelos” de Ciudad. pero a modelos que no son universales ni generalizables, sino pequefios relatos limitados en el espacio y en el tiempo, circunscritos a territorios determi- nados por intereses concretos, El resultado de esta confluencia de sensibilidades e ses son las doce “ciudades” que componen el texto: la ciudad de la disciplina, rificada,la ciudad poshistérica, la ciudad global, la ciudad dual la ciudad > LYOTARD Jean-Frangois La CCondtion postmodeme. Rapp ulo, la ciudad sostenible, la ciudad como naturaleza, la Gudad de los sure savor Edtions de Minuit Ciudad vivida, la ciberciudad y la ciudad chip. Par, 1975 (version castelane| {a ceri pesado. erm sobre saber Edo “ar fisicamente este bagaje tedrico, cada una de las cuatro Citedra, cri, 1998 menta con un apéndice dedicado a una ciudad especifica es. 9-12), EE ESS'COPSSSSSSSSSree El apéndice |, asociado a la visién culturalista, se ocupa de Berlin l Il vine sociolégica, de Los:Angeles; el Il ligaco a la organi mento de la tecnol6gica, de Houston, loa el IV, comple- ta, de Toki Doce ciudades, dace realidades urbanas que confluyen, como si de u na sucesién de capas se tratara, en una misma: en la ciudad del siglo xx. en la ciudad hojaldre. vision culturalista de la ciudad le El sentido original del término “culturalismo” aplicado a la ciudad fue propagado por Francoise Choay,' un sentido que, aunque con matices, permanece en nues- tro texto, Sein Choay los origenes de fa vision culturalsta se remonian = fa segunda mitad det siglo xix, cuando se conformé un Hilo intelectual que enlazaba a August W.N, Pugin con John Ruskin y Willian Morris, y a éstos con Camillo Sitte y Raymond Unwin, ya en el siglo xx.Todos estos autores coincidieron en una mis- ma interpretaci6n: la ciudad era, ante todo, un hecho cultural, ‘A finales de! siglo xix, apostar por la cultura suponta posicionarse contra otro con” cepto ligado a la emergente sociedad industrial de aquelos affos: “civllzacién’. ‘A partir de 1860, los defensores de una y otra rranera de entender el mundo Se chearzaron en una agria polémica que durarta casi cien afios. Lo que caracterizaba + ios “culturastas’y les ciferenciaba de los "progresistas’, era su precilecci6n por Jos valores espirtuales de la persona, frente a sus necesidacles materiales Por un ciudadano entendido come componente de un grupo humane con identidad y tradiciones frente a un ciudadano entendido como un ser cuantiicable segin sus requisitos fsioldgicos por el sentido estético y artistico de la ciudad frente a su \égica funcional Come ponen de manifiesto los autores que determinaron su propio origen, tras la visién culturalsta de la ciudad siempre hubo una palpitarte vena nostélgica subya- cente. En su encarnizada cruzada contra los sectores mas positivistas de la socie~ ‘dad, demostraron un cierto desprecio, cuando no un abierto rechazo, hacia los nacientes valores de la civlizacién industrial. Desde el principio, la visién culturalis- ta adquirié compromisos con el pasado, del que rescataba ciertas cualidades que entendia esenciales: la comunidad, la artesania, la agricultura, la religidn, etc. Al ser traducido a coordenadas urbanas, todo ello desembocé en la mitificacién de fa ciu- dad tradicional, que fue identificada como una unidad orgénica, expresion espacial de una comunidad formada por individuos que compartian los mismos valores, costumbres e identidades. Es decir la ciudad tradicional era, ante todo, cultura. Esta poderosa vocacién nostalgica determiné el devenir hist6rico de la visién cul turalsta: sus momentos de depresién fueron asociados a perfodos marcades por la efervescencia tecnolégica y economicista; sus momentos dlgidos coinci¢ieron con las crisis de los modelos progresistas. El mas reciente de estos ultimos se pro- dujo en la década de 1970 cuando, espoleada por la Crisis del Petrsleo de |973,le visién culturalista resurgié del ostracismo al que se habfa visto abocada durante la optimista década de 1960.No es de extrafiar que el privlegiado campo de expan- cién de este renacimiento fuera la ciudad europea, el entorno urbano contempo- réneo donde la presencia del pasado es mis evidente, pero también el entorno social, donde la crisis econémica de la década de 1970 generé mas incertidumbres. La actual visidn culturalista ha heredado de sus ancestros la reivindicacién de la tra~ dicién y la identidad locales. Sus demonios ya no son ni la civilzacién ni la sociedad industriales, sino la globalizacién y la cultura de masas. La defensa de la ciudad tra- Gicional (un concepto que, paraddjicamente, hay también incluye a la ciudad del ‘tan denostada por sus predecesores) sigue siendo el principal estandarte de los culturalistas. A partir de esta. base han ido enriqueciendo su discurso hasta conformar un corpus tedrico actualizado y novedoso cuyos términos han variado -egin épocas y entomnos geogréficos. En el sur de Europa se ha centrado en la defensa de la disciplina arquitecténica; en los pafses anglosajones han interesado més acercamientos de tipo historicista, Otra serie de cuestiones, como las del plan urbanistico, y alguna que otra preocupacién, como la de la manipulacién de la his- toria, se sumaron, ya en la década de 1980, a los debates de la visién culturalista De todo ello nas ocuparemos en los tres capitulos que componen esta primera arte del libro, dedicados a la ciudad de la disciplina, la ciudad planificada y la civ dad poshist6rica, : La ciudad de la disciplina La refundacion “cientifica” del urbanismo: Aldo Rossi y la Tendenza En la década de 1960, Europa redescubrio los valores de la ciudad tradicional. A comienzos de dicha década, un grupo de arquitectos milaneses, autodenominado fe Terdenza y técitamente dirigido por Aldo Rossi, comenzé a cimentar las bases sobre las que se tendrfa que erigir el pensamiento urbano mas influyente del iti- mo tercio del siglo xx en Europa* Plenamente encuadrable dentro de la visién cul- turalista de la ciudad, nacié como parte de un proyecto cultural mucho rds amplio: efrevisicnismo marxista del poltico italiano Antonio Gramsci y su intento de cons- truccién una nueva cultura de izquierdas. La Tendenza aspiraba a incorporar la arquitectura y el urbanismio en este proyecto, para lo que se plantearon la necesi- dad de redefinir ambas disciplinas. De hecho, por aquellos afios, se abatfan sobre ambas disciplinas grandes incerti- dumbres. La crisis del movimiento moderna las habia dejado huérfanas del sopor- ‘te de legitimidad social, politica y cultural que el gran metarrelato moderno, para- fraseando a Jean-Francois Lyotard; les habla garantizado durante décadas, La irrup- cién del pensamiento posmoderno las desvinculd de otros campos del saber con los que tradicionalmente estuvieron conectadas, como la sociologia, la flosofia, el arte, la economia, etc. Por tanto, la vinica manera de integrarlas en los objetivos de la izquierda politica era refundarlas como disciplinas aut6nomas. Nacia ast el pro- yecto de repensar la ciudad desde términos estrictamente disciplinares, es decir, nacia la ciudad de la disciplina, la primera capa de la ciudad hojaldre. Ello suponia una tarea ingente: elaborar una teoria coherente y articulada que se basara sobre principios exclusivamente disciplinares. La opcién que planted Aldo Rossi fue definir.una ciencia urbana. construida sobre-parémetros.Unicamente arquitecténicos, es decir, un urbanismo donde la ciudad fuera considerada desde el stricto punto de vista de la construccién, de su esencia racianal. La identidad ciu- dad-arquitectura quedaba ast consagrada como clave de la ciudad de la disciplina, La Unica area de conocimiento ajena al urbanismo que parecia, no solo no contra- decir sino ser esencial para reafirmar su autonomia, era la historia, ya que, al ser la ciudad un conjunto de edificios construidos en el tiempo, era un ente indeslindable de su evolucién. La ciudad tradicional quedaba, ast, delficada, no tanto por sus valo- res socioldgicos, sino por ser la fuente de la que manaban los modelos formales y espaciales. LaTendenza aspiraba a articular una teora rigurosamente racional que otorgase un estatuto cientfico al urbanismo, al que calificaron.como “ciencia urbana". De esta manera, el valor de la razén pura era relanzado en un momento en que su vigen- la. comenzaba a cuestionarse desde numerosos dmbitos del saber: En su libro La construccién légica de la arquitectura,* Giorgio. Grassi propuso recuperar técnicas de sistematizacion e investigacién racionalistas que hablan sido aplicadas a fa arquitec- tura.a lo largo de la historia, Buscaba en ellas generalidades, elementos constantes, normas, etc. Contemplado desde las actuales incertidumbres intelectuales, el"“ansia de certeza" al que apelaba Grassi puede causar perplejidad, Las llamadas a la obser- vacidn, la comparacin, la descripcion, la clasificacidn, etc., como. actividades necesa- vids para construir un sistema de normas;la cultura de los tratados y manuales que laTendenza intentabia resucitar, remitian al afiejo positivismo decirnonénico. Establecida la base racional de la refundacién del urbanismo, el siguiente paso con- sisti6- en definir una metodologia de andlisis que petmitiese un conocirniento cier~ to, constante y general de la ciudad. Esta nunca se hubiera materializado si la cultu- LYOTARD, Jean-Francois lo Condon pestmodeme. Rapp sure saws Etions de Mini Pars, 1979; (versién caste a concen posmederna. Informe sobre el saber, Ed Citedra, Madrid, 1994, igs 9-12), GRASS), Giorgio La esti Ingle deta orchtetue Mars dtr, Padua, 1967; (version ‘astallane La consi bj dl aruitecta, La Gaya (Cancia, Barcelona, 1973). ra urbanistica italiana no hubiera confluide con la corriente de pen: ante en la década de 1960: el estructuralismo. Concebido por Ferd sure en la primera década del siglo xx como un método de andlisis aplicado por Claude Lévi-Strauss a la antropologia en la déca 940, el estruc- turalismo acabé convirtiéndose en un amplio movimiento cultural que se campos tan dispares como la psicologi, la critica literaria o el que asumia la Tendenza era trasladarlo al estudio de la ciudad y la arquitectura. El andlisis urbano estructuralista se desarrollé como un examen formal basado en la historia. Dando por hecho que la ciudad tenfa una estructura, su objetivo era comprender las leyes que la regulaban. Previamente era necesario conocer las letras, y morfemas que componfan el texto urbano, sus elementos primarios. Para llevar a Cabo esta labor, los autores de la Tendenza recuperaron el. concepto de - "tipo", inaugurado por Quatremére de Quincy a mediados del sigio xm y recien- temente redescubierto por Giulio Carlo Argan. El tipo habia sido definido como. - un elemento urbano irreducible y permanente en una determinada continuidad histérica, es decir, una especie de “letras” del texto urbano. Aislados, definidos y clasificados los tipos, el siguiente paso en el camino de la reve- lacién de la estructura de la ciudad exigla indagar en las relaciones entre tipologla 9 arquitecténica, las "letras", y morfologia urbana, las “palabras” y las “frases”, Este estudio lo asurnié Carlo Aymonino en una investigacién sobre Padua publicada en ~< 19702 donde concluyé que la tipologia residencial era el factor que garantizaba la permanencia formal de la estructura urbana, dado su cardcter estable, y ala ver amoldable a las cambiantes circunstancias hist6ricas y morfoldgicas. Por tanto, la relacién entre tipologia edilicia y morfologia urbana era operativa, si bien consistia en un vinculo variable en el tiempo, y que dependia de los parémetros que la socie- dad adoptara para organizarse y expresarse, es decir de su evolucién cultural. Junto con la reivindicacién de la disciplina y la apelacién al estructuralismo como método de andlisis el tercero de los pilares sobre los que se asenté el pensamien- INO, Cxlat0 sudo ~ to urbano de Aldo Rossi fue el argumento de Ia identidad. Para la Tendenza, la oe tipologia no era simplemente una cuestién formal, sino, también, la manifestacion sae ricneere dete de Una manera de vivir En La arquitectura de la ciudad e! libro ms emiblemético de see Mario EdtorPéua este movimiento, Rossi se referia a la ciudad como una expresién social, un pro- Ba Gein cate: ducto de la colectividad, o cual le lievé a hablar del “alma de las ciudades” al refe- execs del cdo Se Gustn Gil, Sermons 1999"). rirse a la esencia y el modo de ser que las particulariza. La ciudad de la disciplina cuadraba asi su compromiso con la vision cutturalista. Estas eran las premisas intelectuales que susten idad de la disciplina a comienzos de la década de 1970, década en que recibié un fuerte espaldarazo ava- lado por argumentos de carécter econdmica. La devastacién desatada por la Cri- sis del Petrdleo propicié la proliferacién de los discursos conservacionistasyy la des- calificacién de los desarrollstas. La fe ciega en el progreso:el-convencimiento de que la renavacién de la ciudad era algo implicitamente postivo,se vino abajo. La convulsa sociedad posindustrial, que en aquellos aflos comenzaba a tomar cuerpo aprestindose a despedirse de tres décadas doradas de Estado del Bienestar;recla- maba estabilidad y sensatez. A todo ello se sumé la irrupcién de los movimientos ecologistas, que entendian la demolicidn de edificios para construir otros en su lugar como un despilfarro inaceptable. La alternativa pasaba por reutilizar la ciudad tradicional taban la ci Varias Cartas internacionales habfan ido definiendo criterios y recomendaciones legales que insistfan en esta idea. En 1964 se habia firmado la Carta deVenecia, que consagraba la extensién del-concepto de patrimonio de los edificios al ambiente urbano e introducia la nocién de “reutlizacién", én el. convencimiento de que la conservaci6n de la ciudad tradicional, por sf sola, no garantizaba su futuro. En 1975, la Carta-de Amsterdam propuso que esta conservacién-reutilizacin estuviera guiada por un espiritu social, defendiendo que los habitantes originarios permane- Gieran en los cascos histdricos renovados. Finalmente, estos argumentos acabaron por concienciara las administraciones puiblicas europeas, que se aprestaron a faci- ltar los recursos econérnicos, legales y técnicos necesarios para protege la ciudad tradicional. La ciudad de le disciptina, que llevaba casi veinte afios defendiéndola y se hab/a dotado de un sdlido bagaje tedrico, se consolid6 asi como uno de los dis- cursos urbanos predominantes en el amanecer del tardocapitalismo. Hi La experiencia de Bolonia Fue Pier Luigi Cervellat,’ alcalde comunista de Bolonia, quien ofrecié a la Tenden- za la posibilidad de hacer confluir andlisis y proyecto urbano. En 1971 se aprobs el Plan Regulador del Centro Histérico de Bolonia, cuyo fin era la restauracién inte- gral de 450 ha de ciudad donde habitaban 89.000 personas. Dos afios mas tarde, el Plan Operativo para el Restablecimiento y la Restauracién de la Edificacién Eco- némica y Popular vino a aportar un objetivo. mds:sanear y consolidar el sector resi- dencial en las zonas mas degradadas. Ambos planes surgian de aquella cultura de izquierdas con la que estaba comprometida la Tendenza, que reclamaba que e!-cen- CCERVELLAT. Pier Lug SCANNAVINE Roberto, Bolonia: policy metadologi de la estourcedn de ces histncos, Eeltoral Gurtavo Gi, Barcelona, 1976, tro histérico fuera considerado, no sdlo como un patrimonio cultural omo.un.patrimonio secioeconémico que. debia.recuper Social, para las clases populares que tradicionalmente lo ocupa witalidad. Materializar esta maxima, enunciada por la Carta de Ar Posible si su transformacién era sustraida de los intere 19 y se ponia en manos del sector public Fara alcanzar sus propdsitos ideol6gicos, estos planes siguieron al pie de la letra los Postulados de la ciudad de la discipina. En primer lugar; se investige Bolonia desde Presupuestos estructuralstas. El andlisis urbano comenzé.con un profundo estudio co que abarcaba la edad del bronce, a ciudad romana, as expansiones medie- fs ls transformaciones renacentistas y barrocas,el desarrollo decimondnico y el vertiginoso crecimiento del siglo > Finaizada la investigacién histérica, el protago- mismo pasd a la tipologia. El desmenuzamiento tipakigico de la ciudad tuvo como eto la definicidn de cada forma urbana total a partir de las formas particulares de 2 ecificio, es dec, confirmar la relacién entre morfologia urbana ytipologia arquic Finalmente, Bolonia fue proclamada como el resultado de un proceso his mplejos terclarios y potenciar las funciones universitaras, culturales, turstica, entativas, artesanales y, sabre todo, residenciales, “aimente, los planes para Bolonia no olvidaron la apelacién a la identidad y la memoria colectiva que Aldo Rossi lanzé en La arquitectura de la ciudad. Para agru- Par funciones coherentes y compatibles con el carcter de cade zona, a diudad fue divicida en diez “unidades ambientales’ reas urbanas con formas de vc ¢ iden- tidades homogéneas.A. estos barrios, en el sentido tradicional de ls Palabra, se les adjudicaron servicios urbanos concebidos para que funcionaran como cen identificacién de la colectividad, 05 de U2 eiecucién de estos planes alo largo de la década de 1970, convirtié a Bolonia en cl paradigma de la ciudad de la disciplina, La metodologla de analeis y planificacién Urbana que se ultliz6 fue reconacida internacionalmente como una contribuciée sencial ala conservacién de la udad tradicional tanto en el orden tedrico como nel prctco.A partir de entonces no habria ciudad en Europa que no volviera ave jes hacia la experiencia bolofesa cuando emprencia la tarea de conservar su Patrimonio histérico urbano. i Las reconsideraciones de la década de 1980 “la ciudad por partes” En la década de 1980 se planted la cuestién mds espinosa que tendria que afron- tar el Giscurso de la ciudad de la disciplna a confrontacién con los hechos urbe: os contempordneos, Hasta ese momento, el urbanismo cientiico de Aldo Rossi {an s6lo habia sido puesto a priieba a gran escala en la cult y préspera Bolonia, un <2so excepcional por la perfecta sinton‘a que la problematica de esta ciudad tenia Con los presupuestos de la Tendenza, Pero, qué ocurtnia cuando, en vez de un eas, Co Fist6rico, se abordara un trozo de ciudad contempordnea? ;Cuando, en ves de una cludad medians, se tratara de una gran ciudad? ;Cuando, en vez de monacte, Tos plazoletas y viiendas, se analizaran complejos industriles, autopistas y-centros comerciales? En definitiva, qué posibidades tenva la ciudad de la dlsciplina de tras- Pasar los constrefidos limites de los cascos histéricos itallanos para convertise oh un método general de andlisis y proyectacisn de la ciudad? Carlo Aymonino* ya habia adelantado los posibles problemas a Ids que tendria que enfrentarse el urbanismo cientifico cuando su campo de aplicacién no fuera la Gludad historica, sino la ciudad conterporénea, Muchas éran las diferencias que separaban una y otra realidad: la primera se habia desarrollado siguiendo patrones Gresicos la segunda.a partin de una implantacicn viariaracional que estaba pre Geterminada por los poderes econémicos, in la primera, los tipos respondlan a ‘radiciones formales y constructvas; en la segunda, a la furcién del edi, ete En estas Crcunstancias, la relacién tipologia ediia/morfologta urbana dejaba de ser valida, La forma de la ciudad contempordnea no respondia a fendmenos arquitec- t6nicos, sino & otros de origen econdmico, politico y técnico, por lo que.no consis« tiaen una unidad reconocible solo desde-el punto de vista de la anquitectura, sino en un inmenso aglomerado de edificios donde el casco histérico era una pieza exi- gua y desnaturalizada La constatacién de la esencia dispar que separaba la urbe tradicional de la con- tempordnea ponia en crisis el discurso de la ciudad adoptado por la disciplina, al menos tal como habia sido avanzado a comienzos de la década de 1970, ya que suponja que el camino trazado por la Tendenza nunca desembocarfa en una teo- ra general de la proyectacién urbana; pero ello no lo convertfa en una calle sin salida, Cuando la aspiracién a definir la ciudad contemporénea como una estruc- tura unitaria se desvanecta, Aldo Rossi respondié con un nuevo presupuesto: “la ludad por partes”. No mds premisas universalistas,na més apelaciones a estruc- ‘turas generales... cualquier acercamiento a la compleja realidad urbana actual tan sdlo podia aspirar a abarcar ciertas partes de la misma. Este cambio de direccidn se tradujo en una estrategia: abordar la definicién de la ciudad con tacticas arquitecténicas,es decir, suplantar el plan urbanistico, un docu- mento de carécter general, por el proyecto urbano. Los trabajos que tanto Aldo Rossi como Vittorio Gregotti Ilevaron a cabo en la década de 1980 pondrian de manifesto esta toma de postura, En su propuesta para la zona portuaria de Rot- terdam Kop van Zuid (1982), Rossi planted una serie de bandas edificadas que cosian el deteriorado tejido preexistente; en el proyecto Cardona (Milén, 1984), Gregotti opts por un macroediicio lineal que funcionaba como una gran articu- lacién urbana donde confluian episodios tan dispares como gigantescos: un par- ue, una plaza, ete. Abas propuestas compartian la misma tdctica: definir la ciu- dad desde la arquitectura; ambas propuestas ponian de manifiesto la misma constatacién: la profunda crisis en que estaba sumida la figura del plan urbanistico, De ello nos ocuparemos en el siguiente caprtulo. La ciudad planificada Durante més de setenta afios, el Plan General de Ordenacién Urbana fue consi- derado como la columna Vertebral del urbanismo, la figura legal encargada de tras- ladar a la realidad las teorfas urbanas del movimiento moderno: La crisis del dis- curso de la Tendenza afecté a este consenso, Posicionarse a favor de “la ciudad por Beer. lackvell cond 388 nz Cuddes de partes" suponia cuestionar la contingencia del plan en la'situacién) y proponer estrategias de intervencidn menos ambiciosa: cficidad de las cistintas zonas de fa ciudad. Come la vision ¢ que, para salvaguardar los valores que patrocina, el ente perfectamente regulado, no es de extrafar que la defens ficada, la segunda capa de la ciudad hojaldre, se convirtie les preocupaciones La crisis del plan y la “ciudad de los promotores” Sir Peter Hall? profesor del University College de Londres, se ha interesado por la evolucién que ha seguido el plan general desde finales de la década de 1960, cuan- do estaba totalmente institucionalizado y se habia convertido en una ciencia seudo- exacta, regia por métados analiticos procedentes de la ingenieria. La Crisis del Petré- leo trunc6 este pristino modelo urbanisticor las ciudades se inundaron de pobreza y ‘obsolescencia funcional, y el poder politica, abrumado por agudas problemdticas sociales, comenz6 a apoyar todo lo que significara creacién de puestos de trabajo El crecimiento. urbano, uno de los factares que podia dinamizar la economia, deié de ser algo a controlar para pasar a ser algo que habla que fomentar a toda costa Aparecieron, asi, los primeros reclamos en favor de que la planificacién se adapta- sea la nueva realidad urbana, una realidad cambiante. y conflictiva que no se podia abordar desde los objetivos a largo plazo de los planes generales tradicionales. La reivindicacién de que era preciso redefinir los instruments urbanisticos heredados del movimiento modemo fue tomando cuerpo. Como acabamos de ver, la Ten- denza ya habia acometido esta tarea, llegando a proponer toda una nueva teorfa urbana... eso si, de origen marxista. Su marcada orientacién ideol6gica hizo que, sal vo casos tan excepcionales como el de Bolonia, el discurso de la ciudad de la dis- ciplina se viera obligado a atrincherarse en los circulos académicos europeos Los técnicos encargados de hacer frente a la nueva realidad urbana, por tanto, seguian sin disponer de un corpus teérico eficaz desde el que actuar Ello dio lugar @ que, al reactivarse el crecimiento econémico en la década de 1980, decidieran arrinconar los planes generales y las normas urbanisticas para lanzarse en brazos de los inversores privados. A partir’ de entonces, a ciudad empez6 a proyectarse caso a caso, de manera parcial, flexible y a corto plazo. La figura del plan fue suplan- ‘ada por lo que Hall denomind la""ciudad de los promotores”."” Comenzaba asf el desmantelamiento de! sistema de planificacién heredado det movimiento. moder- no, La desregulacién tardocapitalista habia llegado al urbanismo. ndinenses abrié esta El escandalo que provocd la experiencia de los Dockland: nueva etapa. A principios de la década de 1980yel antiguo puerto de Londres era un enorme desierto industrial. En 1981 habia cerr 10 de sus muelles, des- pués de que 25.000 empleos directos y 65.000 indirectos hubieran desaparecido en el transcurso de una década. Ante una situacién tan dramética, tan sélo cabian soluciones drésticas. Un informe redactado por Hall declaraba que la Unica forma de reconvertir estas zonas urbanas degradadas por obsolescencia funcional era abrirlas a la iniciativa privada y limitar el papel de la administracién a establecer un minimo. control legislative y burocrético. do el Asi se hizo en la zona de Canary Wharf. El gobierno britdnico cred la London Doc- Hands Development Corporation, un organismo que suspendié las regulaciones legales previstas para este sector y las sustituy6 por incentivos fiscales orientados a alentar su desarrollo, La idea de crear un nuevo y gigantesco distrto financiero en un drea situada a una distancia razonable de la City y en una ciudad global que ado- lecia de una escasez crénica de suelo de oficinas —16000 ha, frente a las 30.000 ha -1& de Nueva York y las 40.000 de Tokio— atrajo a los inversores internacionales. La firma canadiense Olympia & York se hizo cargo de la operacin, eso sf, después de que se le permitiera fr las alturas, as densidades, los usos, etc, y se le asegurara una inversin puiblica de 900 millones de libras esterlinas en la extension de la red de metro hasta la zona, requisito indispensable para garantizar la rentabilidad de la intervencién Tras seis afios de obras, conflictos y disquisiciones, la primera fase del lamante com- ”plejo financiero de Canary Wharf fue inaugurada en 1991. Londres habia canseguido reactivar una de sus reas urbanas més degradadas y dotarse de uno de los centros financieros més importantes del mundo, lo cual le permitié consolidar su privlegiada posicidn en el vértice de la pirémide de las ciudades globales, Actualmente trabajan en este complejo 42.000 personas, una cifra que se espera se duplique en 2020, Pero, claro esté, esto no es Boloniat los antiguos obreros portuarios (blue collars) han sido sustituidos por flamantes empresarios y profesionales (white collars). A partir de 1981, tras desmantelar el poderoso sistema de planificacién urbanist- «2 briténico y acabar con la Comisién para el Gran Londres (una especie de ayun- Lond: torre One Cada Square tamiento metropolitano), la I6gica de la “ciudad de los promotores".comenz6.a en Canary Whar Cesar Pll, 991 CC EEEDT'::“S EL extenderse por la Gran’ Bretafa:de" Margaret: Thatcher iarconsignaera-morier leads planning, es decir el mercado decide y la administracién gestiona. Foce de: Pués, esta estrategia se trasladaria al resto del continente eurone velocidad de propagacin de la “ciudad de los promotores” ponia de monvicers gravisima crisis estructural que padecia el plan general, cuyo futuro, 9 tos adecuados para salir al ruedo de la Idgica econémica tardocap sermis inciertoAlgunos predecian su definitiva desaparicién, que es ia estar ocurriendo en ciertas ciudades norteamericanas por ejem- lo, se rige por la Community Redevelopment Authority, una comisiin que pro- mueve y gestiona el desarrollo de areas espectficas de la ciudad. An mas radical es el caso de Houston, una de las capitales menos planifcadas del planeta, de le que Nos ocuparemos en el apéndice IV, ue pare- En Europa, sin embargo, nadie parecta desear la desaparicién del plan general. Los Gerores que se.cometieron en Canary Wharf —por la inexistencia de una planif.

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