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Los concilios

Concilio (del latín concilium) es una reunión o asamblea de autoridades religiosas (obispos y otros eclesiásticos)
generalmente efectuada por la Iglesia Católica u Ortodoxa, para deliberar o decidir sobre las materias doctrinales y
de disciplina.
Los más importantes son los llamados concilios ecuménicos. Un concilio ecuménico es una asamblea celebrada por
la Iglesia Católica con carácter general a la que son convocados todos los obispos para reconocer la verdad en
materia de doctrina o de práctica y proclamarla. Ecuménico, proviene del latín oecumenicum, traducción a su vez del
griego οἰκουμένoν, que significa (mundo) habitado.
El más antiguo concilio fue convocado por San Pedro, en Jerusalén, hacia el año 50, y relevó a los paganos
convertidos al cristianismo de las observancias judáicas. Los siguientes son numerados del I al XXI, y se dividen en
dos grupos: griegos y latinos, según hayan tenido lugar en Oriente u Occidente. Los concilios griegos fueron
convocados por los emperadores de la época, que los presidieron, generalmente. Los concilios latinos fueron
convocados por los papas.
Los concilios de la Iglesia Católica Romana, deben ser convocados por el Papa y presididos por él o por un
delegado suyo, y en él habrán de estar representados la mayoría de los obispos de las provincias eclesiásticas. Para
la validez de sus acuerdos es precisa, como condición sine qua non, la sanción del Sumo Pontífice Romano.
Se consideran los más importantes de ellos:

Griegos

 Nicea I 
Del 20 de mayo al 25 de julio de 325, convocado por el emperador romano Constantino I, que estuvo presente, y
presidido por el Obispo Osio de Córdoba, que actuó en representación del Papa. Formuló la primera parte del
Símbolo de fe, conocido como el Credo Niceno, definiendo la divinidad del Hijo de Dios, y se fijaron las fechas para
celebrar la Pascua.
 Constantinopla I 
Entre mayo y julio de 381, convocado por el emperador romano Teodosio I y presidido sucesivamente por el
Patriarca de Alejandría Timoteo, el Patriarca de Antioquía Melecio, el Patriarca de Constantinopla Gregorio
Nacianceno, y su sucesor el Patriarca de Constantinopla Nectario. El Papa Dámaso no mandó representación.
Formuló la segunda parte del Símbolo de Fe, conocido como el Credo Niceno Constantinopolitano, definiendo la
divinidad del Espíritu Santo. Se condenó a los seguidores de Macedonio I de Constantinopla, por negar la divinidad
del Espíritu Santo (Macedonianismo).
 Calcedonia 
Del 8 de octubre al 1 de noviembre de 451, convocado por el emperador romano de oriente Marciano, y presidido
por el Patriarca de Constantinopla Anatolio. El Papa, mandó como su representante personal al Obispo Pascanio.
Proclamó a Jesús Cristo como totalmente divino y totalmente humano, dos naturalezas en una persona.
Rechazó la doctrina del monofisismo, originándose la escición de las Iglesias que sí lo aceptan: las antiguas iglesias
orientales, como la Iglesia Ortodoxa Copta, la Iglesia Apostólica Armenia, la Iglesia Ortodoxa Siríaca y la Iglesia
Ortodoxa Malankara, de la India.

Latinos

 Letrán I 
Fue convocado por el Papa Calixto II en diciembre de 1122, inmediatamente después del Concordato de Worms que
puso fin a la querella de las investiduras; aboliéndose el derecho, que reclamaban los príncipes, a investir
dignidades y tener beneficios eclesiásticos. Finalizó en 1123.

 Letrán IV 
Fue convocado bajo la autoridad del papa Inocencio III en 1215, para condenar varias herejías: de los Albingenses,
de los Valdenses, del Abad Joaquín de Fiori, y otras. Se elaboró un credo más extenso, contra los Albigenses.

 Trento 
Convocado por Pablo III (1545-1563) para tratar el tema de la escisión de la Iglesia por la reforma protestante.
También se ocupó de muchos temas doctrinales, morales, y disciplinares. Se decretó sobre la Justificación, los
Sacramentos, la Eucaristía, el Canon de la Sagradas Escrituras y otros temas, con variadas disposiciones
disciplinares. Se condenaron los errores de Lutero y otros autodenominados reformadores. Fue el concilio más largo
y en el que se promulgaron más decretos dogmáticos.

 Vaticano II 
Convocado por Juan XXIII (1962-1965) que presidió la primera etapa, hasta otoño de 1962; las tres sesiones
siguientes fueron convocadas y presididas por Pablo VI, su sucesor. Fue un concilio pastoral, no dogmático.

Los XXI concilios ecuménicos son los reconocidos por la Iglesia Católica Apostólica Romana.

DEFINICIÓN DE CONCILIO
El término concilio, cuyo origen se encuentra en el vocablo latino concilium, alude a
una reunión que se lleva a cabo con el objetivo del tratamiento de algún asunto de interés.
También se llama concilio a los documentos que surgen de dicho encuentro
La idea de concilio suele hacer referencia a una junta de autoridades eclesiásticas de
la Iglesia católica que tiene la finalidad de analizar y decidir cuestiones vinculadas a
los dogmas
La Iglesia católica, desde su creación y hasta el año 1054, celebró ocho concilios
ecuménicos. A partir de esa fecha, se produjo una división entre Occidente y Oriente y
desde entonces los concilios fueron convocados por la Iglesia occidental. Entre 1054 y la
actualidad se realizaron otros doce concilios, convocados por el papa.
El concilio ecuménico más reciente de la Iglesia católica tuvo lugar entre 1962y 1965 en
el Vaticano. Conocido como Concilio Vaticano II, su convocatoria corrió por cuenta
de Juan XXIII, a cargo de presidir la primera etapa, mientras que las últimas sesiones
fueron lideradas por Pablo VI.
Los concilios nacionales (que se convocan con autorización del papa y están orientados al
episcopado de una región) y los concilios provinciales(dirigidos por un obispo
metropolitano) son otros concilios desarrollados por la Iglesia católica.
Concilio de Trento
Uno de los concilios ecuménicos más significativos de la historia de la Iglesia católica fue el de
Trento, el cual se desarrolló a lo largo de veinticinco sesiones que se llevaron a cabo entre 1545
y 1563 en la ciudad de Trento, al norte del actual territorio italiano (en aquella época era una
ciudad imperial libre, a cargo de un príncipe-obispo).
El papa Pablo III hizo su primer intento de celebrar este concilio en el año 1537, en Mantua, y
después en Vicenza, al año siguiente, mientras buscaba llegar a un acuerdo de paz para
Francisco I y Carlos V en Niza. Luego de varios obstáculos que lo obligaron a posponer la
reunión, decidió convocar un Concilio General de la Iglesia a finales de 1545, que sirvió
para trazar los alineamientos de las reformas del catolicismo (más tarde denominadas
“contrarreformas”)
En dicha sesión estuvieron presentes cinco superiores generales y veinticinco obispos. La idea
fundamental del concilio de Trento la plasmó la gestión de Francisco Torres, Alfonso Salmerón
y Diego Laínez, tres destacados jesuitas; Pedro Guerrero, el obispo de Granada, fue el principal
exponente de las normas prácticas; la inspiración para la filosofía del concilio, por otra parte,
vine de Cardillo de Villalpando, un importante teólogo de España.
La última reunión del concilio de Trento se llevó a cabo en la época del Papa Pío IV. A lo largo
de todos esos años se tomaron decisiones de suma importancia para la Iglesia católica, y una
de las más relevantes fue aumentar los requisitos de excelencia para los candidatos al
obispado: los obispos debían tener una conducta intachable, un historial libre de cualquier
actitud inmoral y un nivel teórico muy alto.
Para alcanzar este último objetivo se crearon seminarios dedicados especialmente a la
educación de los futuros sacerdotes. Otros de los puntos más destacados fueron la exigencia del
celibato clerical, la imposición a los obispos de que residieran en sus diócesis y la
imposibilidad de que acumularan beneficios. El concilio de Trento también impuso la
necesidad de que la Iglesia mediara para alcanzar la salvación del ser humano y reafirmó la
posición del Papa como autoridad máxima.

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