Está en la página 1de 1

a les toque vivir primero en un régimen dictatorial como el de Sadam Hussein y después un

conflicto bélico como el provocado por la invasión americana,

Las tortugas también vuelan “presenta un fuerte relato de la guerra, del desplazamiento, de la
privación, que es salvado de la completa desolación por su duro lirismo terrenal (…) Las
adversidades a las que se enfrentan estos niños son terribles, y Ghobadi no las endulza ni las
sensacionaliza, lo que hace que las Tortugas también vuelan sea aún más dolorosa de ver. Es un
film que rompe el corazón. La crueldad a veces parece ser no solamente su tema, sino también su
método. Como la imagen recurrente de la niña que está al borde de un precipicio, el film se mueve
en el filo de la desesperanza y se detiene ahí, esperando a ver qué pasa después

Los hechos ocurren antes de la invasión de Irak por parte de la coalición de países liderada
por Estados Unidos de 2003. En un campo de refugiados del Kurdistán iraquí, en la frontera
con Turquía, los damnificados buscan desesperadamente el dinero necesario para poder
adquirir una antena parabólica con la suficiente potencia como para poder enterarse de las
noticias internacionales sobre la inminente guerra que se avecina. Los niños, marcados por la
guerra, mutilados, huérfanos, hambrientos, desgarrados, son los que se llevan la peor parte,
obligados a sobrevivir en condiciones infrahumanas y convertirse en adultos pese a su
temprana edad. La película muestra el sufrimiento del día a día de estos jóvenes, la amistad
entre ellos, lo difícil que les resulta tener que sobrevivir con lo mínimo y cuya única forma de
conseguir ingresos para sus necesidades básicas es recogiendo minas antipersonas sin
ningún tipo de equipamiento ni protección y vendiéndolas en el mercado negro.
Ghobadi rodó el film con jóvenes y niños kurdos no profesionales que habían sufrido el dolor
en su propias carnes, aportando así autenticidad y mucha fuerza expresiva a la película. 1

También podría gustarte