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Aghh Mi Hijo Tiene Tdah
Aghh Mi Hijo Tiene Tdah
DEFICIT
AT E N C I O N A L
por
FERNANDA
PRIETO
Introducción 3
Pensamiento y Aprendizaje 6
Pensamiento y Aprendizaje 8
Qué es 10
Los síntomas 11
Demasiado comportamiento 13
Diagnóstico y Tratamiento 16
Acerca de la autora
Fernanda Prieto es psicóloga Infanto Juvenil de la Pontificia Universidad Católica de
Chile, con un diplomado en Psicodiagnóstico Clínico Infanto Juvenil de la misma uni-
versidad. Su dirección email es mfprieto@uc.cl
Puedes estar leyendo este libro porque sientes que no sabes qué hacer con tu niño. Tu
hijo ha sido diagnosticado con TDAH, y has estado haciendo todo lo posible para ayudar
a tu hijo y al resto de la familia a adaptarse. O quizás no has llegado a esta etapa, pero
sabes que algo anda mal con tu niño y estás empezando a buscar ayuda profesional. De
cualquier forma, hasta ahora tienes más preguntas que respuestas.
¿No hay paz al interior de tu familia? ¿Hay demasiados conflictos diarios por las tareas,
obligaciones? ¿Las relaciones con los hermanos y el comportamiento en el colegio son un
problema importante? ¿Tu hijo tiene pocos o ningún amigo?
Criar a un niño con TDAH puede ser increíblemente difícil para cualquier padre. Son ni-
ños muy distraídos, impulsivos, desinhibidos, hiperactivos y demandantes. En todos los
aspectos de la crianza donde cualquier padre participa, los padres de un niño con TDAH
deben participar por partida doble. Tienen que supervisar, vigilar, enseñar, organizar,
planificar, recompensar, castigar, guiar y proteger a su hijo mucho más de lo que debe
hacer un padre típico. Además tienen que incorporar en su vida a otros adultos que em-
piezan a tener un papel en la vida del niño: neurólogos, pediatras, profesores especiales,
psicólogos, psicopedagogos.
La crianza de un niño con TDAH puede ser la cosa más difícil que alguna vez tengas que
hacer. Pero al mismo tiempo, puede ser una tremenda oportunidad de superación per-
sonal y como padre, y podrás ver que toda la inversión de tiempo y energía se darán por
pagadas con el bienestar de tu hijo.
Si no sabemos qué podemos esperar de cada niño según su edad, es muy dificil que
detectemos sus habilidades y dificultades reales. Podemos caer en error de sobre exigir-
los, esperando que sean o que realicen cosas que por su nivel de desarrollo todavía no
están capacitados, o por el contrario, podemos justificar sus dificultades, con la idea que
todavía son pequeños (pueden ser pequeños, pero no lo suficiente como para no poder
realizar lo que se espera según su edad).
Los niños a esta edad empiezan a enfrentar muchas demandas nuevas para ellos. A los 6
años entran a primero básico, y deben dejar el ambiente protegido que tenían en la casa,
a lo que se suma que deben aprender a leer y escribir (si es que ya no le les enseño en el
kinder!). Ya pueden vestirse sin ayuda y anudar sus zapatos. Tener cierta independencia
de la familia se vuelve muy importante para ellos, y entrar al colegio los contacta con un
mundo mucho más amplio que el familiar, donde las amistades toman un rol importante.
Esta es una etapa crítica, en la que por medio de las tareas escolares, las amistades y los
deportes los niños van desarrollando sentimientos de seguridad y competencia en todas
las áreas.
Pensamiento y Aprendizaje:
• Muestran un rápido desarrollo de sus habilidades mentales y del lenguaje, tienen un
vocabulario mucho más variado y con palabras más complejas.
• Aprenden mejores formas para describir sus experiencias y hablar acerca de sus
pensamientos y emociones
• Muestran más interés por la lectura y los libros de cuentos
• Comienzan a aprender la diferencia entre derecha e izquierda
• Comienzan a aprender el sentido del tiempo y los días de la semana
• Aprender a resolver los problemas que encuentran en las tareas y en la vida diaria.
• Se vuelve muy importante para ellos crear cosas
Pensamiento y Aprendizaje:
• Se ven enfrentados a mayores desafíos en el colegio.
• Se vuelven aún más independientes de la familia.
• Crece su capacidad de poner atención.
• La inteligencia de los niños en esta etapa está más madura, y por eso:
• Usan y entienden un lenguaje más complejo, establecen interés por la lectura
• Desarrollan gustos más definidos y eligen actividades según sus gustos
• Disfrutan planear y organizar tareas y actividades (paseos, panoramas)
• Tienen muchas ideas e intenciones creativas, pero tienen algunas dificultades para
llevarlas a cabo.
Es bastante normal que los niños sean más activos, más intensos, menos atentos, y más
impulsivos que los adultos. No es extraño que los niños tengan más problemas que los
adultos para seguir instrucciones y terminar lo que empiezan. Así que cuando los padres
se quejan de que su hijo tiene dificultades para poner atención, controlar su actividad,
o resistirse a los impulsos, generalmente se los tranquiliza diciendo que son cualidades
naturales de los niños y que no hay ninguna necesidad de alarma, y si los problemas son
mayores, que probablemente es un niño inmaduro y que superará estas dificultades con
el tiempo.
Por lo general esto es cierto, pero hay veces en que no lo es. En algunos niños, su lapso de
atención es tan corto, su control de impulsos tan limitado y su nivel de actividad tan alto,
que les trae problemas para completar sus tareas escolares, que no pueden llevarse bien
con otros niños de la edad, y que su incapacidad para hacer lo que les piden sus padres
sin estar encima de ellos les está causando serios conflictos en la casa.
Si los problemas de conducta en estas áreas han llegado al nivel de poner en riesgo la
adaptación y desarrollo óptimo del niño, es muy improbable que se solucionen solos, y
difícilmente pueden ser considerados normales. Si tu niño es así, restarle importancia,
o simplemente darle tiempo para madurar un poco más no solamente es erróneo, sino
también potencialmente perjudicial para su bienestar psicológico y social, y el de tu fa-
milia también.
Lo que tiene es una discapacidad del desarrollo conocida como Trastorno de Déficit
Atencional e Hiperactividad, ó TDAH.
¿Qué es?
El TDAH se caracteriza por un déficit en la capacidad de poner atención del niño, y ras-
gos de hiperactividad e impulsividad que:
• No son apropiadas para la edad
• Persisten en el tiempo (no son situaciones aisladas)
• Interfieren en el desempeño diario (no permiten que el niño pueda realizar lo que
se espera de él)
Los síntomas del TDAH aparecen con fuerza entre los 6 y los 12 años. Sus dificultades
tienen consecuencias en su aprendizaje escolar, en sus relaciones sociales con otros niños
y en su vida familiar. Se pueden agrupar en 3 aspectos:
• Déficit de atención
• Impulsividad
• Hiperactividad
Como veremos más adelante, estos tres términos no son tan exactos para describir lo
que les ocurre a los niños con TDAH, por lo que creemos que es más claro decir que los
sintomas de estos niños se agrupan en:
• Dificultad para mantener la atención (Déficit de atención)
• Dificultad para controlar sus impulsos (Impulsividad)
• Exceso de comportamiento (Hiperactividad)
Es verdad que la gran parte de los niños pueden mostrar estas características, pero lo que
diferencia a los niños con TDAH es que estos rasgos son mucho más marcados que en
los niños de su edad, que persisten en el tiempo, y que les traen dificultades importantes
en distintas áreas de su vida, como son el colegio, la casa y la vida familiar, las relaciones
con otros niños, etc.
Los niños con TDAH no tienen problemas para distinguir lo importante de lo irrelevante
en lo que se les pide que atiendan. Pueden prestar atención a las mismas cosas que los
niños sin TDAH, pero no pueden mantener el esfuerzo durante el tiempo, como lo hacen
los demás niños.
También se aburren y pierden el interés en lo que están haciendo mucho más rápido
que los niños sin TDAH. Esto los lleva a buscar intencionalmente otra cosa que sea más
divertida, interesante o estimulante, a pesar que no hayan terminado lo que estaban ha-
ciendo.
Demasiado comportamiento.
En comparación con otros niños de la misma edad, los chicos que tienen TDAH mues-
tran un nivel mucho más alto de actividad. Muchos papás piensan que esta es una ca-
racterística común en los niños pequeños, y tienden a ignorar el problema. Cuando los
niños entran a primero básico, los síntomas se hacen más notorios, porque se les hace
difícil seguir las reglas en la sala de clases, donde hay más exigencias. Los padres ven
que sus hijos constantemente se cambian de asiento, mueven sus dedos o pies, juegan
con los objetos cercanos, en especial en momentos donde deben esperar. Los profesores
señalan que estos niños constantemente se levantan de sus asientos, se mueven o retuer-
cen cuando se espera que estén sentados,
hablan cuando no es su turno, y tararean
o cantan para ellos mismos cuando se
espera que estén en silencio. Más que se
muevan demasiado, los niños con TDAH
se comportan demasiado. Esto es, tienen
más probabilidad de responder a las cosas
que les rodean en cualquier situación, que
los niños sin TDAH de la misma edad. Su
comportamiento se produce demasiado
rápido, con demasiada fuerza, y con de-
masiada facilidad en situaciones donde
otros niños serían más inhibidos.
En la última década los estudios científicos han demostrado que, más que un trastorno
de la atención, lo que falla en los niños con TDAH es la autorregulación, el cómo el niño
regula su comportamiento en un entorno social más amplio. Es una perturbación en la
capacidad del niño para inhibir sus reacciones inmediatas en una situación, así como
para utilizar el autocontrol con respecto a tiempo y el futuro. Los niños con TDAH no
pueden usar el sentido del tiempo y del pasado y futuro para guiar su comportamiento.
No desarrollan adecuadamente la capacidad de dejar de enfocarse en el momento y en-
focarse en el futuro. En esta línea, que actúen de manera impulsiva tiene mucho sentido!
El niño simplemente quiere hacer lo que es divertido o interesante en el momento y es-
capar de lo que no lo recompensa en el minuto, maximizando su satisfacción inmediata
tanto como sea posible. Desde perspectiva del niño, siempre es “ahora”. Pero esto puede
ser desastroso cuando se espera que el niño desarrolle esta capacidad de enfocarse en lo
que está por venir, porque esa capacidad es crucial para ser organizados, planificados,
dirigidos hacia una meta, y depende directamente del nivel de control que tenemos sobre
nuestros impulsos.
Así, los problemas de los niños con TDAH no provienen de la falta de habilidad, sino de
una falta de autocontrol. Desafortunadamente, la mayoría de la gente cree que la auto-
disciplina y el autocontrol es algo que podemos controlar concientemente. Por esto, los
niños sin autocontrol son vistos como niños que no quieren controlarse a sí mismos (son
“malas semillas”), o como si no hubieran aprendido a controlarse a sí mismos (son vistos
como que fueron “indisciplinados” por sus padres).
Esta visión no es real. Estudios recientes han demostrado que hay factores en el cerebro
que determinan el autocontrol y la fuerza de voluntad, y que cuando estos sistemas no
funcionan correctamente, hacen imposible tener autocontrol. Los niños con TDAH tie-
nen dañados estos sistemas. Tienen un problema de base biológica con el autocontrol.
Los estimulantes, los fármacos más comúnmente utilizados (Ritalin, Concerta, Dexe-
drin, Adderall, Aradix), han demostrado ser eficaces para mejorar la conducta, el desem-
peño académico y la adaptación social tanto en la casa como en el colegio en un 50% a
95% de los niños con TDAH. Qué tan bien responde tu niño a la medicación depende de
muchos factores, y la verdad es que los fármacos no ayudan a todos los niños.
Sin lugar a dudas, los estimulantes producen efectos positivos en la atención sostenida y
la persistencia de esfuerzo a trabajar. Los medicamentos también reducen la inquietud
y la actividad motora. La mayoría de los niños que toman el fármaco son menos impul-
sivos y tienen menos problemas con la agresión, las conductas disruptivas y para seguir
órdenes.
Cuando los niños con TDAH tienen que hacer trabajos o tareas, la medicación les ayuda
a realizarlas de una manera más eficiente y organizada. Ninguna medicina puede en rea-
lidad mejorar la inteligencia, pero los estimulantes aumentan la capacidad de tu hijo para
mostrar lo que ya ha aprendido. En general, los fármacos producen su mayor influencia
en situaciones que requieren los niños para restringir su comportamiento y concentrarse
en las tareas asignadas, como la sala de clases.
Algunos niños simplemente no responden a los fármacos, y de los niños que sí respon-
den a los medicamentos, la mitad de ellos no normalizan su conducta o su desempeño
académico o sus relaciones con otros niños. E incluso para los casos en que sí se normali-
zan, los fármacos tienen un tiempo de acción corto, y no pueden ser usados en las tardes
(dificulta el dormir). Por esto, necesitan otras formas de tratamiento que los ayuden en
estas situaciones. Además, muchos niños con TDAH tienen dificultades de aprendizaje
y en sus relaciones sociales con otros niños, dificultades que no se van a ir con los fár-
macos. Para la gran mayoría de los niños con TDAH, un tratamiento múltiple es lo más
efectivo. Además, una intervención temprana aumenta la probabilidad de tener resulta-
dos exitosos.
Como en todas las cosas, lo que hace un niño no es solo un reflejo de sus características
individuales (por ejemplo “es desordenado” à su pieza es un desastre) sino que se con-
jugan varios factores que dan como resultado el cómo se comporta. Por supuesto que
parte del comportamiento está dado por las características del niño, lo que llamamos
temperamento (nivel de actividad física, capacidad de atención, emotividad, sociabili-
dad, irritabilidad). Pero también influyen otros factores, como las características que han
heredado de sus papás (en más de una vez han visto a sus hijos haciendo cosas que les
recuerdan a ellos mismos), y el ambiente y la situación en que están. Los niños pueden
comportarse mal para obtener consecuencias positivas o escaparse de situaciones que
no les gustan, son aburridas u obligan a hacer un gran esfuerzo. También hay factores
estresantes que influyen en el comportamiento de los niños, como problemas en la rela-
ción de los padres, en la relación con sus amigos, con sus hermanos. A veces es tentador
echarle la responsabilidad a las características individuales del niño, y no vemos todo lo
que influye el ambiente. El problema con esto es que las características individuales son
difíciles o casi imposibles de cambiar, y entonces sentimos que no hay nada que hacer. Si
decimos que un niño es desordenado ó hiperactivo, le ponemos una etiqueta que es fija,
y ante la cual lo único que queda es “adaptarse y vivir con eso”. Si en cambio empezamos
a poner más atención a la situación en la que ocurren esas “características”, vamos a ir
notando matices y patrones que se repiten, y que sí son modificables! (por ejemplo, Juan
nunca quiere ordenar sus juguetes después de que termina de jugar, pero cuando le de-
cimos que haremos una competencia con tiempo y veremos qué tan rápido puede meter
sus juguetes en el baúl, lo hace entusiasmado).
En general, la mayoría de los padres de niños con TDAH muestran el mismo patrón, en
sus esfuerzos para controlar el comportamiento inadecuado de sus hijos, en el que cuan-
do una estrategia no funciona, pasan a siguiente etapa de la secuencia. Inicialmente, los
padres tratan de ignorar o negar la atención a sus hijos cuando se comportan mal. Tal vez
creen que su mal comportamiento tiene como fin llamar la atención, y que ignorando al
niño el problema debería disminuir. Pero la mala conducta de los niños no es producto
solo de esto, por lo que es poco probable que esta técnica tenga éxito.
En algún momento, la frustración y la desesperación pueden llevar a que los padres co-
miencen a introducir amenazas mientras siguen dando órdenes. Cuando este enfoque
falla para motivar a los niños con TDAH a escuchar y obedecer (como generalmente
ocurre), los padres empiezan a utilizar formas de disciplina física u otras formas de cas-
tigo para recuperar el control sobre el comportamiento rebelde de sus hijos. Algunos
padres simplemente se dan por vencidos en este momento, cediendo a las demandas
del niño, e incluso hacen ellos mismos las tareas y obligaciones del niño, o abandonan y
dejan todo sin hacer. Si los niños han empezado a cumplir, pero de manera deficiente, los
padres intervienen y ayudar a los niños a hacer sus obligaciones.
Con el tiempo, los padres no siguen esta secuencia desde su inicio cada vez que de-
ben intervenir para controlar a sus hijos con TDAH, sino que directamente intentan
Ser un padre experto significa tener un plan de acción, según el cual no actúas a partir
de impulsos y sentimientos transitorios del momento, sino de acuerdo a un plan y un
sentido de lo que es correcto y lo que te va a llevar a la meta que tienes en mente. Más que
restrictivo, estar centrado en principios es liberador, porque tienes mayor control sobre el
resultado de las interacciones con tu hijo, ya que tienes la libertad de actuar para cambiar
la situación, y solamente reaccionar a ella.
La crianza de niños TDAH centrada en principios significa: (1) Hacer una pausa antes
de reaccionar al mal comportamiento del niño, (2) Usar esta pausa para reflexionar en
los principios que revisamos en este libro, y (3) Escoger una respuesta a la conducta del
niño acorde a esos principios. La idea es que tengas estos principios siempre presentes,
por lo que si te ayuda deja copias en lugares visibles, como el refrigerador, o tu escritorio
en lugar de trabajo. Recordar estos principios al levantarte y tenerlos presentes durante el
día te va a ayudar a ponerlos en práctica.
Suena simple, pero en la práctica, no siempre es fácil de implementar. Las 16 ideas a con-
tinuación te pueden ayudar.
1. Se proactivo
Cuando las cosas salen bien, generalmente no fue producto de la improvisación, sino de
una preparación previa. Anticiparse a lo que viene permite estar preparados, he incluso
tener un margen de tiempo para poder hacer cambios. (Por ejemplo, el que los niños
corran por la sala de espera y no se comporten porque están aburridos se podría haber
evitado llevando juguetes o cosas que les interesen y puedan hacer mientras esperan, en
vez de tratar de improvisar en el minuto algo para calmarlos)
3. Reacomoda el ambiente
Cambiar algunos factores ambientales o rutinas cotidianas puede ayudar a que los niños
se comporten mejor. Por ejemplo, los niños se comportan mejor en la mesa si la tv está
apagada y se proponen temas de conversación donde los niños puedan participar y sean
interesantes para ellos.
Siempre que te dirijas a tu hijo, acuérdese de usar un lenguaje simple que lo ayude a en-
tender totalmente lo que tú le quisiste decir. Especialmente con los niños con TDAH, es
necesario usar un lenguaje muy simple y directo. Ojo con los gritos, tú eres un modelo
a imitar.
Por ejemplo, si tienes que ayudar a tu niño a con un trabajo para el colegio, antes de em-
pezar visualiza como quieres que termine ese rato. Probablemente, quieres que el trabajo
quede bien hecho, pero también que ambos pasen un rato agradable mientras trabajan
y que al final de la tarea la relación entre ustedes siga intacta, o quizás incluso se rían y
resulte ser una experiencia enriquecedora. Visualiza en tu mente esas imágenes. Te vas
a dar cuenta como estas imágenes van a ir guiando en tus decisiones y reacciones frente
a las conductas de tu hijo. Teniendo el fin en mente, vas eligiendo actuar para mantener
la interacción positiva y optimista, guiando y enseñando a tu niño pero con humor. Y
probablemente así va a terminar, si activamente haces cosas para que suceda. Tu relación
con su hijo y la manera en que las interacciones más pequeñas resultan ya sea por diseño
o por defecto son totalmente tuyas. Antes de actuar, visualiza el final en tu mente y aclara
el objetivo, los pasos hacia tu meta surgirán de este proceso.
Muchas veces los niños cometen errores porque no han entendido lo que los padres les dicen
o les piden. Explícales que es lo que esperas de ellos, con palabras simple e instrucciones con-
cretas, ó muéstrales qué es una conducta apropiada. Por ejemplo: Juan, quiero que te sientes
en esta silla de esta manera, como me estoy sentando yo, y me esperes acá hasta que yo vuelva”
Es común que los padres recurran a los castigos cuando un niño se comporta mal o des-
obedece. Esto puede estar bien para un niño sin TDAH, que se comporta mal sólo de vez
en cuando y así recibe una pequeña cantidad de castigo, pero no está bien para un niño
con TDAH, ya que es probable que se porten mal con mucha más frecuencia y podrían
recibir una gran cantidad de consecuencias negativas. Cuando se utiliza sólo el castigo, y
simultáneamente no hay recompensas y comentarios positivos, no es efectivo para cam-
biar el comportamiento, y se genera un clima hostil con el niño. Incluso a veces puede
conducir a esfuerzos de contra control por parte del niño: tu hijo trata de encontrar la
manera de devolver el golpe y se comporta aún peor. La regla de los incentivos antes de
los castigos es simple: Cuando quieras cambiar una conducta indeseable, primero debes
decidir qué comportamiento positivo quieres que lo reemplace. Cuando el niño muestre
ese comportamiento positivo, preocúpate de recompensarlo y elogiar a tu niño por cómo
se está comportando. Solamente después que hayas reforzado este buen comportamiento
por al menos una semana, puedes empezar a castigar el comportamiento opuesto no de-
seado. Castiga selectivamente, sólo cuando ese comportamiento aparezca, no lo castigues
por todo lo demás que hace mal. Intenta usar sólo castigos leves, como por ejemplo per-
der un privilegio especial, o un breve tiempo fuera, y asegúrate de mantener un equilibrio
entre los castigos y las recompensas. Ten en mente la regla de 3x1: puedes aplicar un
castigo por cada 3 veces que hayas recompensado a tu niño en otras conductas positivas.
Felicitar a los niños cuando hacen algo bien les da pistas para saber qué es lo que se espe-
ra de ellos. Si la conducta del niño esté lejos de ser satisfactoria en ese momento, los pue-
des elogiar por el esfuerzo que realizaron (aunque no hayan logrado el resultado). Esto
les va a indicar que van por el camino correcto y los va a animar a no darse por vencidos
en el intento por comportarse mejor.
Los niños con TDAH tienen retrasos en su desarrollo de un sentido interno del tiempo
y del futuro. Debido a que no tienen el mismo sentido del tiempo que los demás niños,
tienen dificultades para responder a las demandas que implican tener en mente el fu-
turo, y por eso, ellos necesitan apoyo externo para el periodo permitido para hacer una
tarea asignada. Por ejemplo, si le indicas a tu niño que tiene 20 minutos para ordenar su
pieza, puedes poner un cronómetro o reloj de cocina en un lugar visible para el niño, o
cualquier medio externo donde el niño pueda mirar concretamente cuanto tiempo tie-
ne y cuanto le queda para completar la tarea. Para las tareas que implican tiempos más
largos (trabajos del colegio, tareas que tengan varios pasos), es necesario que reduzcas el
tiempo, fraccionando la tarea en pasos más pequeños (incluso en distintos días si es muy
largo, como un proyecto escolar), y dar tiempo para cada paso. Sin estos métodos, el niño
probablemente dejará el trabajo que debe hacer para último minuto, lo que hace que sea
imposible que haga un buen trabajo.
Ya que en los niños con TDAH, su capacidad de tener en cuenta toda la información
necesaria para completar una tarea se ve afectada, resulta muy útil colocar la informa-
Los niños con TDAH tienen problemas para internalizar no sólo el tiempo y las reglas,
sino también la motivación. No son capaces de reunir motivación interna suficiente para
quedarse en una tarea aburrida, tediosa o larga (también porque no visualizan las re-
compensas a futuro). Pero este déficit de motivación interna se puede superar al dar al
niño motivación externa que lo impulse a trabajar, como un incentivo, una recompensa
o reforzando su buena conducta. Puedes entregar algo que el niño desee luego que haya
realizado la tarea (tener un privilegio especial, tiempo de TV extra) o algunas fichas o
puntos que luego pueda canjear por algún privilegio (en la página web puedes aprender
como diseñar un sistema de recompensas en casa).
Los niños con TDAH tienen dificultades para “jugar” con la información mental cuando
tienen que parar y pensar sobre una situación o problema. Responden impulsivamente,
sin poner suficiente atención a sus opciones. Por eso, es muy útil para ellos encontrar
maneras de representar más físicamente un problema y las alternativas de solución. Por
ejemplo, si tu niño tiene que escribir una composición para el colegio y parece no estar
respondiendo bien a esta tarea, por ejemplo puede hacer tarjetas en que escriba todo lo
A tu hijo no le falta inteligencia ni habilidad, por lo que simplemente hablar con tu niño
para que se comporte mejor, no va a cambiar el problema neurológico a la base que hace
que sea tan desinhibido. Tu hijo es mucho más sensible a los refuerzos y las consecuen-
cias que utilizas, y mucho menos sensible a los sermones, que un niño sin TDAH. Así que
actuar con rapidez y frecuencia va a ser mucho más efectivo para que tu hijo se comporte
mejor. Sigue hablando, y lo único que conseguirás es empeorar su mala conducta.
Qué es lo importante en tu relación con tu hijo? Que es lo que más te importa en tu rol de
ser padre? Cuales son las dificultades y responsabilidades en las que tu niño necesita tu
ayuda para superarlas? Algo fundamental para los padres de niños con TDAH es apren-
der a distinguir las batallas de las guerras, o sea, diferenciar las cosas triviales y sin impor-
tancia que deben hacer con sus hijos (por ejemplo, hacer la cama antes de ir al colegio),
de las cosas importantes que hay que cumplir (por ejemplo, prepararse para ir al colegio
y salir de la casa en un ambiente tranquilo y cariñoso). Demasiadas veces los padres de
estos niños quedan atrapados luchando por cosas triviales. Los niños con TDAH pueden
hacer tantas cosas mal, que sus padres podrían estar haciéndoles frente gran parte del día,
quedando muy poco tiempo (y ganas) para las cosas realmente importantes.
Los padres de niños con TDAH deben desarrollar un sentido de prioridades. Aprende
a distinguir entre las cuatro categorías de trabajo y responsabilidades con tu hijo: (a)
urgente e importante, (b) urgente y no importante, (c) importante pero no urgente, y (d)
no es importante y no urgente. Probablemente tratas de cumplir todas las tareas de la
categoría (a), y dedicas muy poco tiempo a las de la categoría (d). Lo difícil es distinguir
entre (b) y (c). En el caos cotidiano, a menudo cumplir con las actividades diarias de tu
Al menos durante toda la etapa escolar y adolescencia de tu hijo, vas a tener que pedirle
que haga sus tareas y trabajos escolares, que cumpla con compromisos sociales, y que se
atenga a las reglas de la casa. Cada una de estas cosas supone una negociación. Cuando
te enfrentes a cualquiera de ellas, maneja la situación de manera que en la medida de lo
posible, ambas partes (tu y tu niño) consigan lo que quieren. No te enfoques solamente
en lo que quieres que el niño haga, trata de entender cuán difícil puede ser para el hacer
lo que le estás pidiendo. Comienza con el fin en mente, y pregúntate como quieres que te
vea tu hijo: como un tirano o un negociador respetuoso?
Piensa en alguna obligación que tenga tu hijo (hacer sus tareas, ordenar su pieza) que
sea un punto de conflicto. Ahora piensa en qué puede hacer de esa tarea una situación
ganadora para tu hijo, no solo para ti. ¿Disfruta viendo una película, un tiempo extra de
videojuegos, jugar un juego contigo? Elije cualquier recompensa que creas que sea atrac-
tiva, y hazla parte del contrato verbal cuando le pidas que complete esa tarea (“Si ordenas
tu pieza antes de almuerzo, podemos jugar un juego que tu elijas en la tarde”).
Para tener resultados exitosos, es muy importante que seas consistente, o sea, que uses las
mismas estrategias para manejar el comportamiento de su hijo en todo momento.
Ser consistentes significa cuatro cosas importantes: (1) ser coherente a lo largo del tiem-
po, (2) no abandonar demasiado pronto, cuando estés empezando un cambio, (3) res-
A veces, cuando se enfrentan a una situación difícil de manejar con su niño con TDAH,
los padres pueden perder toda perspectiva sobre el problema inmediato. Se enojan, aver-
güenzan, y se frustran cuando sus intentos de control no funcionan, e incluso pueden
bajar al nivel del niño y discuten con el como otro niño más. Tienes que recordar en todo
momento que tú eres el adulto, y que lo que tu niño hace no es algo personal en contra
tuyo, sino una manifestación de las dificultades que le traen el TDAH. Una manera de
mantener la calma en circunstancias difíciles es tratar de mantener cierta distancia psico-
lógica de los problemas de su hijo. Imagina que eres un desconocido, para que puedas ver
la situación en perspectiva, y puedas reaccionar de manera más razonable y justa. Esto es
difícil, por lo que puede que tenga que acordarse de la discapacidad de su hijo cada día
(tal vez incluso varias veces al día), y especialmente cuando estés tratando de hacer frente
a conductas disruptivas.
Con demasiada frecuencia, los padres de niños con TDAH dedican tanto tiempo y ener-
gía exclusivamente a sus hijos que se agotan. Esta actitud puede parecer heroica y altruis-
ta, pero en realidad no tiene sentido y es destructivo a largo plazo.
Si te das cuenta que no estás usando muchos de estos hábitos efectivos, no eres el único,
ni eres un mal padre o una persona horrible. Todos pueden estar cansados, estresados,
enojados, y esto interfiere con su capacidad para mantener estos principios en mente y
actuar en consecuencia. Criar no es fácil y demanda esfuerzo y trabajo constante. Puede
ser frustrante intentar nuevas estrategias y que no funcionen a la primera, lo más impor-
tante es el esfuerzo que hacen por mejorar y perseverar en ello.