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Estados Unidos, enemigo

de Simón Bolívar y su
ideal de unidad
latinoamericana
Por Manuel Hevia Frasquieri

El gobierno de Estados Unidos fue un tenaz


opositor de Simón Bolívar, El Libertador, y de
su proyecto de unidad, incluso territorial, de
las antiguas colonias españolas. El ideal
bolivariano era opuesto a las pretensiones
expansionistas que Estados Unidos
acariciaba desde aquella fecha.

1826

«En el Congreso de Panamá se frustró, por la abierta


oposición de Inglaterra y los Estados Unidos, no solo la
aspiración de Bolívar de eliminar el tráfico de esclavos en
América, sino también su plan de independencia para Cuba
y Puerto Rico, y de su integración a la gran confederación
hispanoamericana».
Sergio Guerra Vilaboy.

«[…] y si las nuevas Repúblicas o algunas de ellas intentasen


conquistarlas […] Estados Unidos consideraría tal empresa
opuesta a su política e intereses […] la fuerza marítima de
los Estados Unidos, tal cual se halla o pueda hallarse en
adelante, estaría constantemente a la mira para salvarlas
[…]».

Manuel Medina Castro.

1827

La rebelión en Lima del 26 de enero, de la división al mando


del comandante José Bustamante, que contaba con 2 700
efectivos, coadyuvó al decisivo fortalecimiento de la
oposición a Simón Bolívar, y dio origen a una cadena de
acontecimientos que culminaron tres años más tarde con la
creación de la República de Nueva Granada y Venezuela
como dos estados separados, el fin del ideal unitario
bolivariano.

«William Tudor, cónsul norteamericano en Lima, estuvo


vinculado a la sublevación de la división colombiana y […]
luego tuvo influencia principalísima y decisiva en el nuevo
gobierno».

Manuel Medina Castro.


Entre los elementos que muestran la activa
participación de los representantes diplomáticos
estadounidenses en la instigación e influencia
antibolivariana, se encuentra la correspondencia
del cónsul norteamericano William Tudor con el
Departamento de Estado.

Al informar que después de aquella sublevación de 1827 se


organizaba un Congreso del que emergería el nuevo
gobierno, Tudor se encargó de convocar la presencia de
destacados elementos opuestos a Bolívar, que se
encontraban en el exilio. Sobre esto escribió:

«El doctor Luna Pizarro ha sido llamado y hoy le envié los


decretos y cartas para su retorno. Yo he urgido su inmediato
regreso: él es el más ilustrado, el más liberal y el más puro
de los patriotas peruanos […]. También La Mar, con quien
sostiene la más estrecha amistad, será, sin duda, elegido
para la presidencia; bajo la dirección de esos dos hombres el
Perú puede esperar la prosperidad y la felicidad […]».

El desprecio hacia Simón Bolívar se evidencia en esa


correspondencia: «La esperanza de que los proyectos de
Bolívar están ahora definitivamente destruidos, es una de
las más consoladoras […]. Los Estados Unidos se ven
aliviados de un enemigo peligroso en el futuro […] si hubiera
triunfado estoy persuadido de que habríamos sufrido su
animosidad».
1829

El nuevo representante de Estados Unidos en Bogotá,


general William H. Harrison, continuó las acciones
injerencistas de su predecesor. Refiriéndose a fuerzas afines
a Bolívar, Harrison escribió al Departamento de Estado:

«Pero su confianza será su ruina. Una mina ya cargada se


halla preparada y estallará sobre ellos dentro de poco.
Obando se encuentra en el campamento de Bolívar
seduciendo a sus tropas. Córdova ha seducido al batallón
que está en Popayán y se ha ido al Cauca y a Antioquia, las
cuales están maduras para la revuelta […]. Se distribuye
dinero entre las tropas, sin que los del gobierno tengan
todavía conocimiento de estos movimientos». Estas
expresiones de Harrison le permiten concluir al historiador
ecuatoriano Manuel Medina Castro: «Como se ve, Harrison
maneja una vasta red de espionaje. El mismo Bolívar está
cercado por el espionaje de Harrison. Toda su
correspondencia va a manos de Harrison. Aparte de que
Harrison está en el centro de la conspiración de Córdova».

Las acciones de ambos representantes del imperio,


demuestran que las denominadas operaciones de
acción política de la CIA, que cobraron auge a
mediados del siglo XX, encaminadas a apoyar,
estimular e incluso dirigir en el exterior a las
fuerzas políticas afines a Estados Unidos para el
logro de sus objetivos, se comenzaron a aplicar en
América Latina desde los primeros momentos
posteriores a la independencia, y se dirigieron con
fuerza contra Simón Bolívar y su ideal unitario
continental.

1830

Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar, fue


asesinado el 4 de junio, cuando se dirigía a enfrentar una
insurrección separatista en Ecuador.

Bolívar muere, desterrado, el 17 de diciembre. Se produjo la


disolución de la Colombia que El Libertador soñaba. Se
cumplían los deseos de las fuerzas internas
opuestas y de los grupos expansionistas
estadounidenses.

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