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LA TUTELA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA DEL SIGLO


XXI: DESAFÍOS LOCALES EN LA PROVINCIA DE
ENTRE RÍOS*
THE PROTECTION OF FUNDAMENTAL RIGHTS IN THE PUBLIC
ADMINISTRATION OF THE 21ST CENTURY: LOCAL CHALLENGES IN
THE PROVINCE OF ENTRE RÍOS

Miguel Ángel Arrúa Gobo**


Universidad Nacional del Litoral (Argentina)

RESUMEN ABSTRACT
No es discutida la raigambre que el fenómeno The roots that the phenomenon of the advent
de advenimiento del Estado de Derecho Consti- of the rule of constitutional law is causing in the
tucional viene provocando en la Administración Latin American public administration is not dis-
Pública latinoamericana. Esta situación, que ha cussed. This situation, which has been examined
sido examinada en las dimensiones supranacio- in the supranational dimensions by distinguis-
nales por distinguidos autores, afecta lógicamen- hed authors, logically affect systems endona-
te a los sistemas endonacionales, cuyas estructu- cionales, whose bureaucratic traditional struc-
ras burocráticas tradicionales, a pesar de contar tures, despite having advanced regulatory tools
en muchos casos con herramientas normativas in many cases, have not fully realized the premi-

Como citar este artículo: ARRÚA GOBO, Miguel Ángel. La tutela de los derechos fundamentales en la admi-
nistración pública del siglo XXI: desafíos locales en la provincia de Entre Ríos. Revista Digital de la Asociación
Argentina de Derecho Administrativo, Santa Fe, nº 1, p. 203-224, ene/jun. 2016.
* Artículo vencedor, en primer puesto compartido por el premio Premio Romeu Felipe Bacellar Filho en
el marco del Concurso De Artículos y Comunicaciones científicas celebrado en el VII Congreso de Derecho
Publico del MERCOSUR celebrado los días 24 y 25 de abril del año 2015
** Abogado por la UNL FCJS, especialista en Derecho Administrativo y Notario por la misma universidad. Ha
desempeñado como Asesor legal y Jefe de División Jurídica de la Dirección de asuntos Jurídicos del Minis-
terio de Gobierno y Justicia de la Provincia de Entre Rios . Actualmente desempeña Director de Asuntos
Jurídicos del Ministerio de Gobierno y Justicia de la Provincia de Entre Ríos. miguelarruagobo@gmail.com

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de avanzada, no han concretado acabadamente se based on efficiency and quality in the mana-
la premisa basada en la eficiencia y calidad en la gement of public interests. The increasingly fre-
gestión de los intereses públicos. La cada vez más quent doctrinal and jurisprudential referral to
frecuente remisión doctrinaria y jurisprudencial international treaties with constitutional hierar-
a los Tratados internacionales con jerarquía cons- chy encourages interest in the adequacy of pro-
titucional motiva el interés por la adecuación de cedural mechanisms and administrative action
los mecanismos procedimentales y de actuación to the paradigms of a State with strong social
administrativa a los paradigmas de un Estado con focus and commitment in order to protect the
fuerte impronta social y compromiso en orden a most pristine value: the dignity of the person.
la protección del valor más prístino: la dignidad In this context, the provincial experience Entre
de la persona. En ese marco, se examinará la ex- Ríos constitute in my opinion not only the field
periencia provincial entrerriana por constituir a of development of the professional tasks that cu-
mi criterio no sólo el ámbito de desarrollo de las rrently, but contain their constitutional political
tareas profesionales que actualmente desempe- agenda advanced whose gradual realization be-
ño, sino por contener en su programa político comes necessary clauses will be examined.
constitucional cláusulas de avanzada cuya con-
creción paulatina deviene necesaria.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Administración Pública - Gestión pública - Consti- Public management - Public administration -
tución - Convencionalidad - Derechos fundamen- Constitution - Conventionality - Fundamental
tales. rights.

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I. Introducción
La evolución en la implementación de políticas públicas en la Repú-
blica Argentina durante el último decenio muestra un evidente con-
traste con la década anterior, caracterizada por un retraimiento en el
rol del Estado, una suerte de abandono de la injerencia en las accio-
nes colectivas traducido en la práctica como postura de intervención
mínima. Sin lugar a dudas, ello no condecía con la apertura normativa
producida a raíz de la reforma constitucional de 1994. Como veremos
más adelante, esa apertura motivaría no sólo la aparición de figuras
jurídicas de participación social sino también la creación pretoriana del
denominado control de convencionalidad.
Pero, aún sin detenernos en puntos tan salientes, podemos adelan-
tar la estrecha y necesaria vinculación existente entre el logro del obje-
tivo perseguido por esas políticas públicas y la satisfacción de los dere-
chos fundamentales de las personas. Vinculación que, vale aclararlo,
está enraizada en el concepto de Eficacia.
El Estado, al asumir su nueva configuración, está comprometién-
dose (ni más, ni menos) a diseñar una planificación de tipo estratégica
para hacer frente a los desafíos que imponen los cambios mundiales y
el reconocimiento de derechos económicos, sociales, políticos y cultu-
rales de variada índole. Y no sólo eso: intenta recomponer su conexión
fluctuante con la sociedad civil, incorporando o reconociendo a ésta
mayor protagonismo en la generación, evaluación e implementación de
acciones a corto, mediano y largo plazo.
Interesan sobremanera las tácticas que involucren un acercamiento
al ciudadano y su inserción como colaborador genuino y frecuente de
la Administración. En ello, y como claramente afirma Andrés Senlle:

La palabra participar es clave: quien participa, en el nivel que corresponda,


se siente parte implicada, lo que es diametralmente opuesto a sentir que la
Administración es una parte contraria que sólo busca aprovecharse, aventa-
jar, abusar del poder o quitarle cada vez más dinero al ciudadano.1

En el contexto al que referimos, las mayores dificultades las asumen


las Administraciones Locales, en virtud del desfasaje producido entre
los derechos reconocidos internacionalmente por los diversos Trata-

1. Senlle, Andrés. 2000. Calidad total en los servicios y en la administración pública. Cfyde-Centro de
desarrollo de la calidad total. Buenos Aires: Ediciones Gestión S.A.

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dos y Pactos incorporados al texto expreso de nuestra Carta Magna; y


las estructuras burocráticas tradicionales, cuyo soporte normativo pro-
viene del siglo pasado, con reminiscencias de épocas de sujeción indis-
criminada a la letra de la ley.
El imperativo convencional impone un repensar de la Administra-
ción, que no sea limitado a un espacio territorial sino una configura-
ción adaptativa a los cambios y multiplicidad de actores enfocados
en las problemáticas estatales. Exigirá, por ende, la conformación de
un espacio multidimensional abierto, flexible y de actuación conjunta
donde la convergencia de ordenamientos sea posible a fin de salvaguar-
dar el núcleo existencial de derechos fundamentales.
El modelo de inclusión responde a los paradigmas del Estado de
Derecho Constitucional, fundado básicamente en la preservación de la
dignidad del hombre, como centro de análisis y protección.
Colocamos el acento en el rol que incumbe a las Administraciones
Locales no sólo por su cercanía con el ciudadano común, sino por la posi-
bilidad fecunda de trazar un camino sin precedentes en materia de relacio-
nes de colaboración entre ambos. No debemos olvidar que la participación
de sectores eventualmente afectados en el diseño de políticas públicas
constituye un estándar para determinar el alcance de las obligaciones de
un Estado con los Derechos Ecónomicos, Sociales y Culturales.2
Aquí es donde cobra relevancia un concepto clave: el de gestión
pública. En estos tiempos se ha señalado, a mi criterio con acierto en
relación a una perspectiva sistémica, que:

…la gestión pública queda asimilada con el plano de la macrogestión, en tanto


se ocupa del comportamiento de todo un sistema, es decir, de la dirección de
grupos enteros de organizaciones y redes interinstitucionales que confor-
man el sistema de gobierno público en su conjunto. A diferencia, la gestión
privada –situada en el plano de la microgestión– se centraría en el compor-
tamiento de las partes, o dicho en otros términos, abordaría la dirección de
cada una de esas organizaciones que forman el sistema o la red.3

El abordaje de la tutela de los derechos fundamentales en los siste-


mas de administración local no es simple, por varias razones. Intentare-

2. Rouquaud, Inés M.; Páez, Mónica A. (coord.). 2013. Políticas públicas-algunas experiencias en Ibe-
roamérica: Clacso, p. 54.
3. Metcalfe, L.; Richards, S. 1987. Evolving public management cultures. En Kooiman, J. and Eliassen, K.
(eds) Managing public organizations. London: Sage publications. p, 1999.

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mos someramente desentrañar los avances en tal sentido y las propues-


tas en torno a su consolidación en la práctica.

II. La administración pública en el siglo XXI.


El reto del acercamiento a la sociedad civil
En los procesos de reforma de la Administración, subyace la recon-
figuración de relaciones de poder, en este caso las existentes entre el
Estado y el ciudadano. El primero no puede (ni debe) permanecer ajeno
al cambio de enfoque operado ya a fines del siglo pasado, y que se tra-
duce básicamente en ejes como la búsqueda de una mayor participa-
ción del Estado en la protección directa de los derechos de las comu-
nidades, la aparición del concepto de “gobernanza”, la introducción
creciente de la cuestión ética en el campo del Derecho Administrativo,
la incidencia del fenómeno de la globalización, el desarrollo concreto
de la noción de “gobierno electrónico” y como factor centralizador de
los anteriores, el reconocimiento de la primacía del ser humano y su
dignidad, dirigiendo la actividad administrativa al cumplimiento del
bienestar común, la protección y concreción efectiva y eficaz de los
derechos fundamentales.
Resulta claro que, en una impronta dinámica e integradora como la
señalada, las estructuras estatales no sólo deben exhibir cierta flexibi-
lidad para el cumplimiento de los nuevos objetivos trazados en torno
a las ideas transcriptas, sino capacidad de respuesta ante las demandas
de los sectores que reclaman protección.
El profesor Rodríguez-Arana Muñoz considera que:

la garantía del interés general es la principal tarea del Estado, y por ello el
Derecho Administrativo ha de tener presente esta realidad y adecuarse insti-
tucionalmente a los nuevos tiempos, pues, de lo contrario perderá la ocasión
de cumplir la función que lo justifica, cual es la mejor ordenación y gestión
de la actividad pública con arreglo a la justicia4

Dada la coyuntura expuesta, a nivel jurídico se nos presenta el fenó-


meno de expansión normativa, con una interacción de instituciones y
figuras que traspasan las fronteras nacionales en aras de maximizar la

4. Rodríguez-Arana Muñoz, Jaime. 2008. Introducción al derecho administrativo constitucional. En


Derecho Administrativo español. Tomo I. P. 39.

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cobertura del nuevo fundamento: la centralidad de la persona humana


y su dignidad.
El principio de actuación conjunta, calificado como regla jurídica
de innegable y obligada aplicación para esa cobertura, provee el núcleo
teórico indispensable. El Profesor Justo Reyna ha desandado la articu-
lación de ese principio con la realidad de las administraciones locales,
al sostener la necesidad de:

…generar unidades, por ende, con competencia específica y central en el espa-


cio jurídico de convergencia de las distintos niveles endonacionales para la
tutela de los derechos humanos, por medio de redes interadministrativas.5

La Administración Pública del nuevo siglo debe configurarse en


torno a un modelo constructivista, de gestión por objetivos, encauzada
a la satisfacción de las necesidades sociales de acuerdo con un programa
trazado en función de los objetivos centrales del Estado. Los documen-
tos emanados del Centro Latinoamericano de Administración para el
Desarrollo (CLAD), constituyen un aporte insoslayable a la conforma-
ción de un espacio de convergencia intergubernamental complejo mul-
tinivel. El análisis de los mismos es ajeno a la presente comunicación
y ha sido materia de examen en el documento citado precedentemente.
Sólo nos detendremos en señalar que, en virtud de que nuestro país
es miembro activo del CLAD, las declaraciones que en forma de Cartas o
Códigos se han sucedido desde su creación, poseen indudable inciden-
cia en la formulación de los proyectos que tienden a calificar el nuevo
rol de la Administración en el nuevo milenio.
La reforma de la administración pública se traduce en:

…un conjunto de intervenciones coherentes que pretenden reorientar dichos


incentivos institucionales para que organizaciones y funcionarios tiendan a
una mayor eficiencia, eficacia y responsabilidad en la generación de servi-
cios útiles para la ciudadanía.6

5. Reyna, Justo. 2014. La reforma de las administraciones públicas y la carta iberoamericana de admi-
nistración pública. Documento preparatorio para las VII Jornadas Iberoamericanas de Derecho Admi-
nistrativo 2014. 33 p.
6. Echebarría Koldo; Cortázar Juan Carlos. 2007. Las reformas de la administración y el empleo públicos
en América Latina. En Eduardo Lora Ed. Banco Interamericano De Desarrollo: Mayol ediciones, p. 143.

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La tarea no se encuentra exenta de dificultades, principalmente por-


que, al jugar esa transformación en el terreno no sólo de los principios
y las ideas sino también en el de los intereses, la modernización del apa-
rato público irá más allá de la mera acción particular de un gobierno,
exige un alto grado de consenso y la conformación de una coalición de
actores para asegurar su viabilidad política y técnica.7
Ahora bien, el compromiso asumido en los distintos instrumen-
tos internacionales que consagran derechos fundamentales y la obli-
gatoriedad de emprender acciones de promoción y protección de éstos,
juega un papel esencial para establecer el alcance de la planificación en
los diferentes Estados, conforme sus propias variables políticas, econó-
micas, socio-culturales y jurídicas.
Martínez Nogueira ha esbozado conclusiones acerca de las carac-
terísticas especiales a atender para sostener la perdurabilidad de una
reforma de este calibre: primero, una institucionalidad fuerte, acu-
mulaciones de poder social suficientes y capacidades técnicas para el
diseño y la implementación. Segundo, el apoyo en la movilización de
la sociedad, ya que históricamente las reformas exitosas fueron res-
paldadas por acuerdos políticos entre actores que conectaron la trans-
formación de la gestión a la construcción de un modelo de relación
entre lo público y lo privado, haciendo además uso intensivo de cono-
cimiento aportado por centros de investigación, asociaciones profesio-
nales y actores sociales. Por último, el diseño de aquéllas responderá a
una concepción estratégica con orientación de largo plazo, articulando
la reforma con los contenidos básicos de las políticas públicas, fundán-
dose en diagnósticos adecuados, cumpliendo con pruebas de viabilidad
y contando con recursos suficientes.8
En el nuevo milenio las administraciones deben tender a una mejora
sustancial en las relaciones con los ciudadanos, verdaderos protagonis-
tas de los cambios sociales. La participación activa y la apertura en los
mecanismos de control constituyen herramientas útiles en ese sentido.
El panorama es difuso, con conceptos tales como responsabilidad fiscal,
ética pública, sociedad de la información, desarrollo sustentable; en defi-

7. Pando Diego P. 2002. Problemas derivados de las políticas de modernización de la administración


pública en argentina: balances y perspectivas. En www.udesa.edu.ar [consulta: 12 de abril de 2015].
8. Martínez Nogueira, Roberto. 2002. El difícil aprendizaje sobre la reforma de la gestión publica: la
transferencia de políticas y las instituciones. En papers ceo. www.grupoceo.com.ar. [consulta: 13 de
abril de 2014].

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nitiva nuevas formas de encarar la actividad del Estado ya no como mero


regulador en los diferentes ámbitos sino como verdadero protagonista
en el impulso, desarrollo y cobertura de los derechos fundamentales.
Los objetivos señalados convergen en un reto significativo: el acer-
camiento de la sociedad civil a las estructuras burocráticas. Y las cali-
fico de este modo, porque sencillamente, por excelentes que sean los
desarrollos teóricos acerca de los distintos modelos de Estado impe-
rantes según las épocas y lugares, en nuestro país y particularmente
nuestra región prima el esquema burocrático tradicional con ciertos
cambios típicos del molde gerencial en virtud de las necesidades cam-
biantes de organización administrativa.
El problema no es nuevo: ya en el siglo pasado, Heller advertía que
“En lo sucesivo, la relación entre el Estado y la sociedad civil constituirá
el más importante problema, tanto en lo teórico como en lo práctico, de
la política de Occidente”9
La variable política en Argentina ha encabezado la gesta en los inten-
tos de reforma. Así, la denominada reforma de primera generación se
cristalizó en la década del noventa con decisiones de impacto directo
en la economía. La nueva era impone la búsqueda de la calidad a nivel
institucional, ello basado sobre todo en los compromisos internaciona-
les asumidos por nuestro pais y que remiten claramente a la eficacia y
eficiencia en la función pública, además de la participación ciudadana
en los asuntos públicos.
Indudablemente que las funestas consecuencias de variado tipo
que dejó la implementación de los cambios ocurridos en la etapa antes
citada provocó no sólo el recelo y la desconfianza del ciudadano hacia
el aparato estatal, sino también un alejamiento brusco, a contramano de
los postulados constitucionales por los que tanto se bregó en las histó-
ricas jornadas que precedieron a la sanción de la Carta Magna de 1994.
La necesaria colaboración entre los diferentes actores de lo público
fue ya remarcada en la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y
Gobierno, celebrada en el mes de noviembre de 2.007.
Para cierta doctrina:

…esto responde a la convicción de que lo público no es propiedad del Estado,


sino de toda la sociedad, de modo que aquél no monopolice la acción pública,

9. Heller, Hermann. 1947. Teoría del estado. México: Fondo de cultura económica. 2ª edición en espa-
ñol, p. 129.

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lo cual ha dado lugar, en las relaciones Estado-sociedad, al “agotamiento de la


matriz estadocéntrica.10

Trasunta uno de los paradigmas clave: la “gobernanza”, que supone


elevar la interacción de los distintos niveles de gobierno entre sí, pero
también de éstos en su conexión con las organizaciones empresariales
y la sociedad civil, todo ello en el marco del eje local-global.
Los fundamentos constitucionales en orden a la participación de la
ciudadanía (Artículos 39°, 40° 42°, 43°, Artículo 75° incisos 17 y 19) fueron
reforzados por la sanción de normas específicas, por ejemplo en materia
de Contrataciones del Estado. Así, el Decreto N° 436/00 reconoce la apli-
cación de las denominadas TICs (tecnologías de la información) para la
difusión de este instituto. Por otro lado, el Decreto N° 1.172/03 (Mejora de
la Calidad de la Democracia y de sus Instituciones - B.O. 4/12/2.003) con-
tiene tres procesos de participación ciudadana: la audiencia pública, la
gestión de intereses y la elaboración participativa de normas.
No es el objetivo de este trabajo ahondar en estas modalidades,
sino remarcar el avance que se ha producido en la última década y que
influye decisivamente en la generación de nuevos vínculos que coadyu-
van a una concepción más elástica que la noción tradicional de Admi-
nistración Pública.
La necesaria sinergia en formulación de políticas estatales, verda-
dero desafío en los tiempos que corren, se conecta directamente con la
satisfacción de los derechos fundamentales del ser humano, por contri-
buir al cumplimiento de las expectativas de éste y, por consecuencia,
del bienestar general a través de acciones concretas.
Las reformas administrativas a encararse a corto o mediano plazo,
al decir de Cagnoli,

…no deberán ser transferidas de latitudes extrañas, sino diseñadas para


nuestra propia sociedad, como proyectos permanentes de largo plazo que,
teniendo en cuenta la realidad institucional de nuestra administración
pública, permitan adecuar constantemente normas, procedimientos, crite-
rios, sistemas, y especialmente la cultura y valores en su seno.11

10. Muratorio, Jorge I. 2014. Control de la administración pública por la sociedad civil. En Revista RAP
ediciones especiales. P. 90.
11. Muratorio, Jorge I. Op.cit., p. 90.

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III. Convencionalidad y planificación


A raíz de los pronunciamientos de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos (en adelante CIDH), particularmente el fallo “Almonacid
Arellano y otros c/ el Gobierno de Chile” (26/09/06), el atrapante anda-
miaje jurídico del control de convencionalidad echó a rodar, sustentado
en el principio de buena fe que campea en el campo del derecho inter-
nacional público. La verificación del ajuste entre la normativa interna,
la Convención Americana de Derechos Humanos y los parámetros de
interpretación de la CIDH no es privativa del ámbito judicial. Ya en
“Cabrera García y Montiel Flores c/ México” (26/11/10) se produce una
precisión mayor, obligando no sólo a los jueces sino a todos los órganos
del Estado. Ergo, la Administración Pública se halla comprometida en
este campo, obviamente según la competencia atribuida por las normas
de derecho interno. La obligación reseñada puede comprenderse en dos
direcciones complementarias: el control que realiza la propia Adminis-
tración sobre sí para evitar transgresiones a los derechos consagrados
en los Tratados y Pactos Internacionales; y el logro de condiciones que
posibiliten la consecución de los derechos del individuo y la sociedad.12
Estas directrices marcan en gran manera los parámetros en los que
debe desenvolverse la actividad del Estado a la hora de planificar la ges-
tión con el objeto de allanar el camino hacia la buena administración y
fortalecer los cimientos democráticos. Influyen entonces en la calidad
de los servicios prestados, la cercanía con el ciudadano, la confianza
generada en la sociedad, la construcción de redes de participación en
distintos niveles, la mayor llegada a situaciones de contingencia para
brindar cobertura inmediata y suficiente, etcétera. Lo cierto es que la
labor de adecuación de pautas de actuación por parte de las autorida-
des públicas implicará la existencia de una mayor o menor legitimidad
de ejercicio de sus funciones, dependiendo de la efectividad o no de los
instrumentos puestos en marcha para aquéllos fines.
La multiplicidad de efectos desplegados en torno a la obligatorie-
dad de cumplimiento de los derechos y garantías consagrados en los
Tratados Internacionales nos lleva a interrogarnos si en el campo de
los hechos la Administración se encuentra preparada estructuralmente
para afrontar los cambios justos para no ver amenazado su papel de

12. Ivanega, Miriam M. 2012. La administración pública en el marco del control de convencionalidad. En
Revista Tribunal Contencioso Administrativo del Estado de México. Toluca, p. 2-6).

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armonizador de intereses individuales-sociales. La respuesta no es sim-


ple, teniendo en cuenta que el primer y enorme problema se presenta
con la potencial adaptación del organigrama burocrático. Es aquí donde
el Estado, reivindicando la dinámica que le es propia, debe desplegar su
acción en una avanzada a múltiples niveles con el objeto de crear las
condiciones más favorables para el desarrollo de aquéllos derechos y
garantías. Lógicamente que el sistema federal que nos rige coloca como
nueva problemática la existencia de niveles endonacionales con organi-
zaciones más o menos complejas, ancladas en normas de vigencia pro-
longada y que –por obvias razones– desconocen los postulados elemen-
tales del gen de la “gobernanza”. Comenzamos nuevamente por colocar,
aplicando el principio de jerarquía, la pauta constitucional, como regla
de ajuste obligatorio no sólo en el dictado de las normas de menor rango
sino de interpretación en las situaciones donde se advierta la ausencia
de herramientas proporcionadas por la Administración y esté en juego
un derecho o garantía convencionalmente protegido.
El centro de atención, cuando se trata de la planificación de decisio-
nes estratégicas en materia de gestión pública, lo coloco en el ejecutor.
Ello por la sencilla razón que en una estructura burocrática es el actor
principal de los posibles cambios, sin perjuicio de reconocer la mutua
vinculación entre el funcionario político y el administrativo. Asumo la
interrelación entre las decisiones que uno y otro adopten en sus roles, y
en esa amalgama, entiendo que al momento de ejecutar las etapas de pla-
nificación se deben poner en práctica la “personalización” en la tarea, de
manera de quitarle el tradicional enfoque orientado más hacia la perma-
nencia en la organización que en la finalidad a cumplir. Nociones como el
frecuente monitoreo y evaluación de las políticas públicas, la medición
del rendimiento y calidad en la atención del ciudadano, priman para la
elección de las mejores opciones que redunden, definitivamente, en una
mejora de la calidad de vida de los habitantes, de la sociedad toda.
Doctrina calificada antes señalada, reafirma como pilares de la
Administración Pública actual, los siguientes: 1.Transparencia pública;
2. Rendición de cuentas; 3. Control público eficiente; 4. Plantel de agen-
tes capacitados y motivados.13
El rol del ejecutor de políticas públicas, aquél del que surgen las
maniobras concretas, el inicio del camino hacia resultados visibles a

13. Ivanega, Miriam M. Op. cit.

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la sociedad, es más que activo. No sólo se planifica y ejecuta, debe tam-


bién controlarse, y prevenir desfasajes, para que la llegada al ciudadano
común, al hombre de carne y hueso, sea lo menos viciada y más inte-
gral posible.
Lo antedicho, en un marco de progresividad necesario por las dis-
tintas realidades, contemplado incluso en los instrumentos internacio-
nales (Art. 26° de la Convención Americana de Derechos Humanos), y
atado claramente a programaciones presupuestarias de diversa índole.
“Atado” no significa que el Estado pueda poner una excusa al cumpli-
miento de las obligaciones emergentes de los Tratados y Pactos, sino
que la formulación y reformulación de directrices en esta área deberá
anclarse no sólo en criterios de razonabilidad técnica y jurídica, sino
también económica.
En la República Argentina el marco convencional posee, en mi opi-
nión, dos características centrales con relación a la proyección de accio-
nes por parte del Estado: la clásica limitación del poder público es una
ellas. La otra es configurar “la” referencia cuando de tutela de derechos
se trata. Conocida es la evolución que la doctrina suele fragmentar en
tres períodos: derechos civiles y políticos; derechos sociales, económi-
cos y culturales; y nuevos derechos o derechos colectivos.
La primera etapa, signada por la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1.948 (comprendiendo derechos como la vida, libertad,
seguridad, igualdad ante la ley, etcétera), la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre del mismo año, el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos de 1.966 y la Convención Americana de
Derechos Humanos de 1.969, respondieron básicamente al molde del
Estado Liberal, cuya planificación consistió someramente en su papel
de custodio de tales derechos y garantías autolimitando formalmente
su actuación en aras de la protección del ciudadano, o sea basando ésta
en la no intromisión.
La segunda etapa, propia del Estado Social y Democrático de Dere-
cho, significó un despliegue activo y material de la Administración en
la realización de los derechos consagrados para mantener el orden ins-
taurado. Dicho en otras palabras, dejar el nicho aparentemente tran-
quilo de las declaraciones y vestirse de protagonista de los cambios
y las redefiniciones en la labor jurígena. El constitucionalismo social
incorporó derechos de contenido colectivo (la U.R.S.S. en 1.918, la
República Alemana de Weimar en 1.919, México en 1.921), ampliando
el catálogo y de esta manera, modificando el tenor de la labor estatal:

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ahora se intenta penetrar la estructura misma de la Administración a


fin de orientar su actividad a la justicia y bienestar de la población,
con un sentido prestacional. Cabe aclarar que las Declaraciones y Pac-
tos citados en la fase anterior, debido a su época, contenían también
esta categoría de derechos (salud, educación, cultura, trabajo, descanso,
seguridad social, etcétera), auque el hito es marcado por el Pacto Inter-
nacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el cual deta-
lló con mayor énfasis los derechos de este tipo, añadió la condición de
progresividad en el logro de su plena efectividad, además de admitir la
limitación legal en la medida de que esto fuese compatible con su natu-
raleza y con el objeto exclusivo de promover el bienestar general.
La tercera etapa responde a una génesis multiforme: esto es, el ori-
gen de los derechos de incidencia colectiva o de tercera generación
(ambiente sano y equilibrado, derechos de usuarios y consumidores,
integridad, uso y goce de recursos naturales, democracia participativa
y plural, solidaridad) se produce en un contexto de amplia vinculación
ya no solamente entre Estados o entre éstos y las organizaciones inter-
nacionales, sino también con actores de creciente incidencia en la cosa
pública. Las organizaciones no gubernamentales (ONG´s), las comuni-
dades indígenas, las asociaciones de consumidores, los concesionarios
de servicios públicos, los ciudadanos en su calidad de tales.
Sin intención de ingresar al examen de la inclusión de las diferen-
tes categorías de derechos en nuestra Constitución, lo que conllevaría
a un análisis histórico ajeno al propósito del autor, me detengo concre-
tamente en el impacto que la Reforma de 1.994 ocasiona en materia de
planificación pública.
La plena operatividad de los Tratados y Pactos sobre Derechos
Humanos que Argentina ha suscripto y son enumerados en el Artículo
75° Inciso 22 de nuestra Constitución, conlleva –más allá de la posibi-
lidad de reglamentar aquéllos para precisar su contenido y alcance– la
responsabilidad del Estado Nacional frente a la comunidad internacio-
nal. Dado ese panorama, me permito reiterar la importancia que aquí
tiene la progresividad, no ya del derecho consagrado y reconocido, sino
de la simultánea obligación de la Administración de asegurar su dis-
frute pleno. Para cumplir con ésta, en primer lugar, el reconocimiento
y cobertura del derecho debe ser cada vez mayor, dirigido a la máxima
amplitud posible. Y, en segundo lugar, no es posible retrogradar la acti-
tud sin la aplicación de criterios de razonabilidad. En el campo de las
acciones, la inmediatez y esencialidad en el reconocimiento es básica

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para considerar que el Estado avanza en los cometidos conferidos


por las normas fundamentales. Pero el avance se dará, por otra parte,
dejando expuesta la dificultad que, según las circunstancias propias de
cada país, presenta en la realidad el compromiso de asegurar la plena
efectividad de los derechos.
Es interesante remarcar que la obligación estatal de satisfacer con
carácter esencial o mínimo las prerrogativas de sus ciudadanos se halla
particularmente calificada en su aspecto de transgresión en las Direc-
trices de Maastricht de 1.997. En su Punto Noveno se establece que la
violación del Pacto sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales
se comete cuando un Estado

no cumple lo que el Comité…denomina una obligación mínima esencial de


asegurar la satisfacción de por lo menos los niveles mínimos esenciales
de cada uno de los derechos” ejemplificando con la situación de que “…un
número significativo de personas se ven privados de alimentos esenciales,
atención básica de salud, habitación y vivienda mínima o las formas más
básicas de enseñanza.14

Recapitulando, los conceptos de responsabilidad internacional,


perspectiva de cumplimiento, inmediatez, plenitud, razonabilidad, pro-
gresividad y flexibilidad, jugarán en diferentes posiciones conforme el
programa básico de desarrollo que cada Estado trace, pero jugarán. No
se concibe, dada la categórica manda convencional, el retaceo indiscri-
minado en la protección de estos derechos que hacen a la naturaleza del
ser humano, so pretexto de dificultades de orden presupuestario o ajus-
tes de derecho interno.
Entiendo que la configuración de espacios de actuación conjunta en
distintos niveles, a efectos de asegurar el núcleo mínimo existencial de
los derechos fundamentales, deberá responder a los conceptos supra
mencionados, enlazando la participación de los espacios endonaciona-
les e internacionales para posibilitar un despliegue acorde al objetivo
propuesto.

14. Anuario de derecho europeo. 2002. http://www.dialnet.unirioja.es (consulta: 14 de abril de 2015)

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IV. Hacia una reforma en los sistemas endonacionales:


el caso entrerriano
Preliminarmente aclaro que la articulación entre las políticas socia-
les y la protección de los derechos fundamentales no es ni será sencilla.
Pero en la ardua labor de conseguirlo, destaco también que la mirada
hacia el ciudadano como titular de esos derechos debe sustituir a la
visión como beneficiario de los mismos.
La labor interpretativa proporcionará determinados estándares
para el diseño de las acciones correspondientes. Pautassi, examinando
el alcance de los derechos económicos, sociales y culturales, entendía
como parámetros:

1) contenido mínimo de los derechos y universalidad; 2) utilización al máximo


de los recursos disponibles; 3) progresividad y no regresividad; 4) igualdad
y no discriminación; 5) acceso a la justicia y mecanismos de reclamo; 6) pro-
ducción de información y acceso; y 7) participación de los sectores afectados
en el diseño de las políticas públicas.15

No hallo motivos que obstaculicen la extensión válida de esos pará-


metros para definir el alcance de los derechos de incidencia colectiva.
El esquema en las provincias carece de uniformidad en las prácticas,
resultando originalmente producto de decisiones en sede jurisdiccional
judicial, combinado ello con decisiones políticas estimadas como tras-
cendentes y estrechamente relacionadas con el nuevo papel del Estado.
En Entre Ríos la Constitución reformada en el año 2.008 ha resigni-
ficado la función que dicho instrumento posee no sólo por su ubicación
en la escala jerárquica de normas, sino por contener el diseño y plan
de acción directo en materia de estos derechos, para su aplicación en el
territorio provincial.
El Artículo 4° en su segundo párrafo asegura el derecho a “…la plena
participación en las decisiones de los poderes públicos sobre los asun-
tos de interés general a través de los procedimientos que esta Consti-
tución dispone.” Por el Artículo 15°, “El Estado garantiza el derecho a la
diversidad, al pluralismo y la igualdad de oportunidades. No podrán ser
fundamento de privilegio: la naturaleza, la filiación, el sexo, la riqueza,

15. Abramovich, Víctor; Pautassi, Laura (comp.). 2010. Indicadores en materia de derechos económi-
cos, sociales y culturales. Más allá de la medición. En La medición de derechos en las políticas sociales.
Buenos Aires: Ediciones del puerto. p. 17.

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las ideas políticas, la condición cultural, ni las creencias religiosas o


cualquier otra condición o circunstancia personal o social. La digni-
dad de la persona, los derechos inalienables que le son inherentes, el
libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos
de los demás, son el fundamento del orden político y de la paz social.
Los derechos humanos y las garantías establecidas expresa o implícita-
mente por el orden jurídico vigente tienen plena operatividad.”
Complementa el anterior el Artículo 35°, por el que “El Estado adop-
tará las medidas necesarias para la operatividad progresiva de los dere-
chos y garantías reconocidos en esta Constitución, conforme lo esta-
blece el artículo 122 inciso 8º. El equilibrio fiscal constituye un deber
del Estado y un derecho colectivo de los entrerrianos.”
La plena participación consagrada en el Artículo 4° se procedimen-
taliza en tres artículos:
“ARTÍCULO 49°: Todos los habitantes mayores de dieciséis años con
dos de residencia en la Provincia pueden presentar proyectos de ley
ante cualquiera de las cámaras, con el dos por ciento, como mínimo, de
firmas del padrón electoral provincial. La ley deberá contemplar una
adecuada distribución territorial para suscribir la iniciativa. Si ésta ver-
sara sobre asunto de exclusivo interés local, el porcentaje de firmas se
deberá establecer tomando como base el padrón del o de los departa-
mentos o localidades respectivos. No pueden ser objeto de iniciativa
aquellas normas referidas a la reforma constitucional, tributos, presu-
puesto, régimen electoral, tratados interprovinciales o convenios con
el Estado Nacional. Las cámaras deben darle tratamiento dentro de un
período de sesiones; la falta de despacho de comisión en el plazo de
seis meses posteriores a su presentación, implica el giro automático al
plenario que deberá considerarlo en la sesión siguiente a su remisión.

ARTÍCULO 50°: La Legislatura podrá someter a consulta para su san-


ción, reforma o derogación un proyecto de ley que verse sobre asuntos
de trascendencia para los intereses de la Provincia. La ley de convoca-
toria no podrá ser vetada ni versar sobre temas inhabilitados para la
iniciativa popular. Serán convocados a expedirse obligatoriamente, en
comicios especiales, todos los habitantes habilitados para sufragar con
dos años de residencia en la Provincia. El voto afirmativo del proyecto
por la mayoría de los sufragantes, lo convertirá en ley y su promulga-
ción será automática. El Poder Ejecutivo podrá someter a consulta no
vinculante todo asunto de interés general. El voto no será obligatorio.

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Los departamentos deliberativo y ejecutivo municipales, pueden


convocar a consulta popular, vinculante o no vinculante, en la forma
prevista en el presente artículo o en su carta orgánica.

ARTÍCULO 51°: La Legislatura, el Poder Ejecutivo y los municipios


pueden convocar a audiencia pública, y los habitantes solicitarla, para
debatir asuntos concernientes al interés general. La audiencia será con-
sultiva y no vinculante. La autoridad deberá explicitar los fundamen-
tos del acto bajo pena de nulidad, indicando de qué manera ha conside-
rado las opiniones de la ciudadanía.”

En el Artículo 53° se prevé el Consejo Económico y Social como


órgano de consulta de los poderes públicos, con la función de “…produ-
cir informes y dictámenes no vinculantes para la elaboración de polí-
ticas de Estado.” Se le otorga autonomía funcional y su integración
incluirá representantes de la producción, el trabajo, el ambientalismo,
la educación, las profesiones, la ciencia y la tecnología en los términos
en que se establezca legalmente, debiendo elegirse por las entidades
representativas de cada sector.
Particularmente interesante es la redacción del Artículo 75°, al que
personalmente interpreto como llave en el proceso de formación de
espacios de convergencia jurídica endonacional. Así, “El Estado promo-
verá el federalismo de concertación con el Estado nacional y con las res-
tantes provincias para el desarrollo cultural, educativo, ambiental, eco-
nómico y social. Podrá integrarse regionalmente celebrando acuerdos,
con facultades de crear órganos administrativos de consulta y decisión,
sujetos a la aprobación legislativa. Podrá realizar gestiones y celebrar
acuerdos internacionales para satisfacer sus intereses, sin perjuicio de
las facultades delegadas al gobierno federal. Fomentará la creación de
regiones o microrregiones dentro de su territorio, atendiendo caracte-
rísticas de comunidad de intereses, afinidades poblacionales y geográ-
ficas, para posibilitar un desarrollo económico y social sustentable.”.
He limitado la enumeración a aquéllas cláusulas que considero direc-
tamente conectadas con la programación de políticas orientadas, en el
ámbito provincial, a la tutela de los derechos fundamentales.
Sin duda, la reforma constitucional muestra a las claras que, en el
debate y proyección antecedente, la voluntad de trazar lineamientos
centrales para la adaptación a los nuevos paradigmas se impuso en
el ánimo del constituyente, dotando a la Carta Magna de una fuerza

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expansiva cuyas implicancias en el campo de la actuación conjunta son


de relevancia manifiesta.
Pendiente está, huelga decirlo, la reglamentación de estas disposi-
ciones. Sin embargo, esta observación permite discernir otros aspec-
tos cuya dilucidación seguramente motivará investigaciones posterio-
res. Uno de ellos es el relacionado con la redefinición de las funciones
estatales, las que ya no pueden separarse de la cuestión de los dere-
chos fundamentales. Otro es la enorme variedad de chances en cuanto a
configuración del quehacer público provincial, teniendo como columna
vertebral el conjunto de cláusulas a las que hicimos referencia, más las
tradicionales provenientes de la redacción originaria.
En la última década, el programa político dirigido a la satisfacción
de los parámetros trazados a nivel constitucional se concretó, básica-
mente, en la implementación de mecanismos para ampliar el acceso a la
vivienda, servicios de salud, educación y comunicaciones, procurando
una mayor llegada a la población. Del mismo modo, el otorgamiento de
beneficios a sectores productivos y el impulso de actividades regiona-
les con pretensiones de expansión nacional e internacional, a lo que
se agrega un crecimiento inusitado en la labor de fomento a sectores
otrora descuidados de la población, constituyen demostración cabal del
papel que el Estado provincial le ha otorgado a los nuevos actores de
la sociedad. Ese cometido se ha visto en ocasiones facilitado por el ten-
dido de redes de actuación con niveles nacionales o municipales, con
una finalidad doble: aunar los criterios de respuesta frente a la despro-
tección comprobada, e integrar en una misma dimensión el asegura-
miento de las condiciones para el goce efectivo de los derechos.

Resta, a mi juicio, mucho camino por recorrer, particularmente lo


concerniente a la reformulación de la organización administrativa para
adaptarla a las exigencias crecientes del nuevo molde público. A su vez,
es urgente la implementación de modificaciones agudas en el proce-
dimiento, el que si bien en la práctica suele desprenderse –por vía de
las opiniones técnicas– de la rigidez propia de las normas sancionadas
hace más de veinte años, no reviste las características y recaudos que
hoy se consideran superadores de la famosa verticalidad burocrática.

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V. Conclusión
Mucho se ha escrito –y se seguirá escribiendo– acerca del nuevo y
verdadero rol de los Estados en la propulsión de iniciativas legítimas
y valederas para la protección de aquéllos derechos concernientes a la
persona humana.
Interesa básicamente, la articulación de políticas a corto y mediano
plazo, tendientes a la materialización del modelo de coconstrucción
con eslabones flexibles, que abarquen diversos niveles de actuación
pero enfocados todos al objetivo final de brindar respuesta adecuada y
rápida a las demandas de la sociedad.

En lo referente a las Administraciones Locales, con sus particula-


ridades de estructura normativa y de organización interna, sería útil
tamizar nociones claves para la formulación de estrategias comunes de
respaldo: gobernabilidad, transparencia, eficiencia, eficacia, maximiza-
ción de recursos, etcétera.
El resultado de las vinculaciones y conjunciones, según las situacio-
nes cambiantes y los requerimientos específicos del problema, debe-
ría ser captado como factor esencial para el diseño de lo que denomino
“Matriz Multimodal Endonacional” (MME) un parámetro estándar de
medición de elementos de riesgo, incidencias, actores involucrados, res-
puestas posibles y consecuencias deseables y no deseables de la deci-
sión a adoptar para atender el núcleo mínimo de los derechos. Incluso
podría llegar a comprenderse como un derivado práctico del principio
de actuación conjunta.

Las Provincias, atento el reparto constitucional de competencias y


la fijación de objetivos cortoplacistas de índole financiero-presupuesta-
rio, pueden emplear las vinculaciones multinivel para el ensayo de polí-
ticas públicas de resguardo de esos derechos o restablecimiento de la
situación previa a su transgresión.

Ese compromiso convencional insoslayable, brinda mayor énfasis a


las palabras del Profesor Rodríguez-Arana Muñoz:

…la Administración pública, además de superar las dificultades u obstá-


culos que impidan el ejercicio de la libertad so1idaria, ha de procurar,
desde una perspectiva positiva, hacer posible el libre ejercicio solidario
de todos y cada uno de los derechos fundamentales por todas y cada una

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de las personas. Es decir, el Derecho Administrativo Constitucional, desde


una perspectiva positiva, demanda una actitud positiva del legislador que
haga posible la realización de dicho fin y asegure en la práctica su efecti-
vidad. Principio de efectividad que es una de las auténticas manifestacio-
nes de la "vis expansiva" de los derechos fundamentales de la persona en
el Estado social y democrático de Derecho.16

16. Rodríguez-Arana Muñoz, Jaime. 2010.

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