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La guerra comenzó en Bohemia. En 1617 Fernando de Estiria,


hermano del emperador Matías, alumno de los jesuitas y fanático
enemigo del protestantismo, fue coronado rey de Bohemia; las
persecuciones comenzaron inmediatamente contra los protestantes.
Pero éstos, bajo el liderazgo del conde Thurn, penetraron en el
castillo de Praga, arrojaron a los comisionados imperiales por la
ventana (23 de mayo de 1618) y desencadenaron un levantamiento
general por todo el país, entrando en alianza con Bethlen Gabor,
príncipe de Transilvania, y la Unión Evangélica en Alemania; al
morir Matías el 20 de marzo de 1619 y sucederle poco después
Fernando como emperador, declararon el trono bohemio vacante y
lo ofrecieron al joven elector palatino Federico V, yerno de Jacobo I
de Inglaterra. Él aceptó el ofrecimiento, pero fue muy
desafortunado.
DESARROLLO:
El ejército protestante fue completamente aplastado en la batalla de
la Montaña Blanca, a las afueras de los murallas de Praga el 8 de
noviembre de 1620 por Tilly, comandante del ejército imperial que
principalmente consistía del contingente de la Santa Alianza, siendo
Bohemia rápidamente reducida al orden mediante una cruel
represión, lo que significó que más de 30.000 familias que
pertenecían a las denominaciones luterana o reformada fueron
expulsadas del país y sus propiedades, valoradas en más de 40
millones de coronas, confiscadas. Al año siguiente el Palatinado fue
invadido por un ejército español bajo el mando de Spínola, siendo
condenado Federico V en la dieta de Regensburgo el 6 de marzo de
1623 y el Palatinado entregado a Maximiliano de Baviera. En 1625
los príncipes protestantes de Alemania se unieron de nuevo bajo la
jefatura de Christian IV, rey de Dinamarca, pero fueron
completamente derrotados en la batalla en Lutter el 27 de agosto de
1626 por Tilly. En junio de 1630 Gustavo Adolfo, rey de Suecia,
llegó a Alemania y en un breve plazo de tiempo conquistó
Pomerania y Mecklenburgo. Gustavo Adolfo era un héroe cristiano,
un gran general y estadista. La esperanza de conquista, hacer del
Báltico un mar sueco, fue sin duda uno de sus motivos al tomar la
causa de los protestantes en Alemania, pero su convicción de la
justicia de esa causa fue seguramente otro motivo y tal vez el más
importante. Su ejército fue un modelo de ejército, infinitamente
superior en carácter moral a los ejércitos de Tilly y Wallenstein. Los
soldados suecos de Gustavo Adolfo se parecían a los Ironsides de
Cromwell. Tilly fue derrotado en Brietenfeld, y en el Lech. En esta
última batalla cayó muerto y su ejército fue desperdigado. Pero
Fernando encargó a Wallenstein la formación de un nuevo ejército,
que se enfrentó al de Gustavo Adolfo en Lutzen. Wallenstein fue
derrotado, pero Gustavo Adolfo cayó y el emperador encontró
oxígeno de nuevo. Aunque Wallenstein se quedó inactivo en
Bohemia, donde finalmente fue asesinado en Eger el 25 de febrero
de 1634, el ejército sueco se hundió rápidamente tras la muerte de
Gustavo Adolfo y el ejército protestante sufrió una severa derrota en
Nördlingen el 6 de septiembre de 1634, tras la cual los electores de
Brandeburgo y Sajonia abandonaron la causa protestante, haciendo
la paz con el emperador y volviéndose contra los suecos.

TERMINACIÓN: (1648- PAZ WESTFALIA).


Sin embargo, la posición del emperador continuó siendo muy crítica
y sus expectativas de éxito final eran muy pequeñas. Richelieu,
cuya política exterior se centraba en la humillación de la casa de
Austria como su principal pivote y quien por esa misma razón había
apoyado a los suecos desde el mismo principio, ahora tomó el
ejército del duque Bernhardt de Saxe-Weimar al servicio francés y
la guerra contra Austria y sus aliados continuó con una fiereza y
crueldad nunca vistas. En 1646 no menos de un centenar de
localidades fueron quemadas en Baviera y los habitantes
expulsados. Al mismo tiempo el general sueco Torstenson
desarrolló una actividad que parecía amenazar la misma existencia
de la dinastía Habsburgo. Derrotó a un ejército austriaco al mando
de Piccolomini en Brietenfold el 2 de noviembre de 1642 y a otro,
bajo Hatzfeld, en Jankow, el 6 de marzo de 1645, aproximándose a
Viena para unirse con el príncipe Rakoczy de Transilvania y poner
sitio a la ciudad. El peligro inmediato quedó disipado por los
peculiares procedimientos de Rakoczy, pero Austria quedó
completamente exhausta y la Paz de Westfalia el 24 de octubre de
1648 fue tan necesaria para esa nación como bienvenida en
Alemania, que quedó postrada y cruelmente devastada de un
extremo a otro

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