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Capdevila Minguez IntroduccionALosSistemasDeInformacionGeografica-5543766
Capdevila Minguez IntroduccionALosSistemasDeInformacionGeografica-5543766
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Introducción
a los Sistemas de Información Geográfica
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torial. En cada capa, las entidades se dividen de forma artificial en una di-
mensión geométrica y sus datos temáticos relacionados (Parcero-Oubiña y
González Pérez 2011b). Ambas dimensiones permiten establecer relaciones
con otras fuentes de datos, teniendo siempre en cuenta ciertas limitaciones
como, por ejemplo, que toda la información tiene que estar en el mismo sis-
tema de referencia cartográfico o Datum, con la misma resolución y, quizás
lo más importante, que las capas de información incorporadas al SIG respon-
dan a un fin claro dentro del estudio a realizar.
2.1. Software
Actualmente, son múltiples las opciones para poder trabajar con SIG: plata-
formas online, de escritorio, especializadas en ciertos procesos, etc. Entre las
principales empresas distribuidoras de software se encuentran:
— ESRI: una de las principales empresas dedicadas al desarrollo de Siste-
mas de Información Geográfica. Todos los años actualizan su software,
la última versión de escritorio que está en el mercado es ArcGIS 10.3.
— Clark Labs: dedicado al desarrollo de tecnologías espaciales tiene en
Idrisi el principal software SIG dentro de su paquete TerrSet.
— Hexagon Geospatial (antes Intergraph): aunque el software más reco-
nocido es ERDAS para el tratamiento de imágenes satelitales, también
ofrecen GeoMedia como software GIS.
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http://www.postgresql.org.es/
2
http://www.osgeo.org/
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2.2. Geodatos
Los datos espaciales, o geodatos, son aquellos que están referenciados en el
territorio y contiene una referencia espacial mediante coordenadas UTM,
coordenadas geográficas (longitud y latitud), calle y número, sección censal,
referencia catastral… También contiene otros atributos o componentes pro-
pios de la información geográfica (IG), como son el temático o el temporal,
según a lo que se refiera y al momento al que se referencie el dato, respecti-
vamente.
Por tanto, los geodatos tienen tres dimensiones diferenciadas que se rela-
cionan para representar la realidad: la espacial, la temática y la temporal (Gu-
tiérrez Puebla y Gould 1994):
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http://www.landserf.org/ y http://www.gicentre.net/jwo/index
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en los cuales cada uno de los pixeles representa el valor de una variable
contínua determinada, como por ejemplo temperaturas o costes. Entre
los MDT, los de mayor uso son los modelos digitales de elevaciones
(MDE) que representa la altura para cada unidad de terreno. A partir
de ellos se pueden obtener documentos muy útiles en estudios arqueo-
lógicos como modelos de pendientes, cuencas de drenaje, zonas de vi-
sibilidad, etc. Hay que tener presente que los MDT son modelos y no
reconstrucciones de la realidad (Parcero-Oubiña 2002), por eso es im-
portante utilizar un mismo modelo a la hora de realizar análisis sobre
un mismo conjunto de datos, para que los resultados sean comparables
entre sí.
Fig. 4. Ejemplos de archivos ráster: Modelo Digital del Elevaciones (izquierda) y capa de fricción realizada me-
diante el algoritmo de Waldo Tobler (Capdevila 2012).
3. Principios cartográficos
Los SIG se rigen también por unos principios básicos de cartografía que de-
terminan su forma de trabajar y visualizar la información espacial. Estos son
analizados en mayor profundidad en el capítulo 10 de este manual, elabora-
do por Héctor Hostaltet Valero, dedicado a las técnicas topográficas aplica-
das a la arqueología. Los principales a tener en consideración son:
— La georreferenciación: consiste en la aplicación de coordenadas a pun-
tos conocidos (Quirós 2011).
— La escala: relación matemática que existe entre las dimensiones reales
y las del dibujo que representa la realidad sobre un plano o mapa. Es-
ta hace referencia al grado de reducción de la representación respecto
a la realidad. Una escala de mapa “grande” es la que representa una
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http://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2007-15822
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El único sistema de referencia oficial para la Unión Europea a partir del año
2015 es el denominado ETRS-89. Por lo tanto, toda la información carto-
gráfica que se genere deberá estar referenciada acorde a este estándar. Sin
embargo, podemos encontrar información antigua en otros sistemas de refe-
rencia, siendo el más habitual ED50, oficial hasta entre 1970 y 2008 y que ha
tenido un periodo de convivencia con ETRS89, entre 2008 y 2015, año en el
que ha sido definitivamente retirado. Ambos sistemas de referencia y la trans-
formación entre ellos está implementada en prácticamente todos los SIG.
También se puede encontrar información aún más antigua en datum Madrid,
oficial en España hasta los años 70, en los que cada país tenía su propia refe-
rencia espacial referida a algún punto de su propio territorio.
Resolución espacial
Escala del mapa
(en metros)
1:1.000 0,5
1:5.000 2,5
1:10.000 5.0
1:50.000 25,0
Tabla 1. Relación escala – resolución (Escala del mapa = Resolución de imagen (en metros) * 2 * 10007)
7
https://jvaldezch.wordpress.com/tag/resolucion-espacial-vs-escala/
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por lo tanto, la perdida de nivel de detalle en las formas originales (Del Bos-
que et al. 2012).
Así, la escala, la resolución y la desagregación espacial de la información
serán elementos importantes a considerar al evaluar la calidad de los datos,
que viene definida por la exactitud en su localización, atributos, temporali-
dad, integridad y consistencia entre las capas y dentro de la misma capa.
Fig. 6. Modelo de datos de la IDE del yacimiento de Casa Montero (Fraguas et al. 2010).
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5. Fuentes de Datos
Los SIG admiten gran variedad de datos que se pueden dividir en directos,
que son los obtenidos mediante el trabajo de campo, e indirectos o derivados,
que es la documentación generada a partir de cartografía previa mediante ge-
oprocesamiento, digitalizaciones, etc.
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http://pnoa.ign.es/es
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Fig. 7. Motilla del Azuer vista en las imágenes del PNOA, a través del visor cartográfico Iberpix.
Son muy destacables los repositorios online de datos espaciales. Por ejemplo,
los servidores de datos geográficos mantenidos por diversas instituciones públi-
cas generadoras de información, como el Instituto Geográfico Nacional9 (IGN).
A través de su página se tiene acceso, mediante descargas directas, conexiones
OGC o visores al Mapa Topográfico Nacional, a los planes CORINE y SIOSE
o a Modelos Digitales del Terreno con distintas resoluciones.
Todos los servidores de documentación geográfica nacionales se encuen-
tran catalogados en el Geoportal IDEE (Infraestructura de Datos Espaciales
de España)10, de casi obligada consulta. A través de este índice se tiene acce-
so a páginas web que sirven datos geográficos, implementando servicios de
consulta propios de las IDE como WMS (Web Map Service), WFS (Web Fea-
ture Service) o WMTS (Web Map Tile Service).
En el punto 8.3 de este capítulo se profundiza en los aspectos relaciona-
dos con la publicación; además en el capítulo 12 de este manual César Par-
cero-Oubiña analiza con mayor detalle los aspectos teóricos y técnicos de las
IDE, mientras que en el capítulo 13 Susana Consuegra et al. presentan un
ejemplo de aplicación a la arqueología: la IDE del yacimiento arqueológico
de Casa Montero (Madrid).
9
http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/index.jsp
10
http://www.idee.es/
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Localizador
Cartográfico
Visor del Patrimonio de la http://www.iaph.es/localizador-cartografico-patrimo-
del Patrimo-
Junta de Andalucía nio-cultural-andalucia/busqueda.php
nio Cultural
Andaluz
Visor de Patrimonio de la
BICUcyl http://www.idecyl.jcyl.es/VisorLigeroPACU/index2.html?
Junta de Castilla y León
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zado sobre visibilidad por Whetley. También hay que destacar obras de ca-
rácter general como las de Weathley y Gillings (2002) o Connolly y Lake
(2009).
Para los estudios positivistas y analíticos, la informática y posteriormente
los SIG, se convierten en una herramienta de cuantificación y análisis funda-
mental (Connolly y Lake 2009). Las corrientes postprocesualistas siguen uti-
lizando este tipo de herramientas para sus estudios mediante el uso de nue-
vos métodos, el desarrollo de diversos modelos y la incorporación de la
realidad virtual, centrándose en el protagonismo del individuo y su visión del
entorno que le rodea. Así, tiende a priorizar las dimensiones simbólicas so-
bre las ecológicas y económicas, al tiempo que asume que las sociedades pa-
sadas pudieron tener otra perspectiva del mundo, por lo que no habría que
trasladar sistemas económicos o percepciones culturales actuales al pasado.
Tal como citan Connolly y Lake, a pesar del determinismo propio de los
SIG (referido a que los resultados responden a la lógica interna de trabajar
de los SIG: simplificación de la realidad (Fischer 1999: 6)) a partir de la dé-
cada de los 90, se vuelvan a introducir teorías procesualistas, “una de las ma-
yores fuerzas de la utilización del SIG en arqueología es su diversidad. A ve-
ces basta simplemente con organizar nuestros datos de un modo más eficaz
para generar nuevas ideas sobre el pasado. Otras veces los nuevos plantea-
mientos requieren un uso de la estadística espacial. Y en otros casos es nece-
sario construir nuevos métodos dentro del marco del SIG convencional”
(Connolly y Lake 2009: 27).
Para todas estas corrientes los SIG son una herramienta que se ha conver-
tido en habitual y en mucho casos indispensable, a la hora de gestionar y ana-
lizar la información arqueológica. Esto se debe entre otras cualidades a su ca-
pacidad para: 1. cuantificar la información, 2. desarrollar cálculos
estadísticos, 3. visualizar de forma fácil y versátil la información espacial, 4.
ampliar su galería de herramientas (que permite personalizar procesos y
adaptarse a estudios diversos), 5. flexibilizar la incorporación de modelos
(que permiten paliar en cierta forma el determinismo inherente a su natura-
leza) y 6. incorporar información online de forma inmediata.
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posible, aquellas series de datos que lo permitan. Todo ello conlleva la nece-
sidad de un registro bien estructurado, con gran solidez y racionalidad sobre
el que poder desarrollar la gran capacidad de análisis que implementan (Par-
cero-Oubiña y González Pérez 2011b).
Por otro lado, los SIG se han convertido también en una herramienta fun-
damental para la arqueología del paisaje y es que actualmente el estudio de la
humanidad no puede entenderse sin asumir su relación con el espacio que la
rodea, ya que el hombre siempre ha vivido estrechamente relacionado con su
entorno (Orejas 1991). Los estudios demuestran que la localización de los
asentamientos humanos no es aleatoria, sino que responden a circunstancias
socioeconómicas, políticas y simbólicas tal y como argumenta Hodder y Or-
ton: “Para emplazar un yacimiento tuvo que tomarse en consideración un
gran número de variables tales como la distancia hasta el agua, el tipo de sue-
lo y la cubierta vegetal, localización de otros asentamientos, la defensa, la dis-
tancia hasta materiales adecuados para la construcción y la proximidad a ru-
tas y mercados” (Hodder y Orton 1976: 67). El capítulo 3 de este manual,
elaborado por Ignasi Grau, está dedicado al estudio del paisaje, centrándose
en el análisis del área oriental de Iberia durante la edad del hierro.
La potencialidad que ofrecen los SIG para análisis del paisaje es enorme a
la hora de poder conocer las relaciones de los asentamientos con su entorno y
entre unidades dentro de un mismo yacimiento, también la automatización de
consultas espaciales, la realización de análisis espaciales de accesibilidad, visibi-
lidad, territorialidad… o la mera publicación de los resultados de cualquier es-
tudio. Aun así son diversos los condicionantes que hay que tener en cuenta al
realizar un estudio geoarqueológico mediante SIG, al margen de los ya men-
cionados en relación a la escala, resolución o sistemas de referencia:
1.- El determinismo: Los SIG por su estructura son estáticos y deter-
ministas, representar en ellos información espacial difusa o variable
en el tiempo es difícil (Parcero-Oubiña y González Pérez 2011b).
Aun así son lo suficientemente flexibles para poder adaptarlos a
cualquier necesidad, aunque como cualquier herramienta de análi-
sis, no puede desvincularse de la propia lógica de la investigación
arqueológica y espacial (Parcero-Oubiña 2002).
2.- Calidad de los datos: la gran oferta de datos disponible en la red im-
pone la necesidad de conocer su origen y calidad. En este punto los
metadatos de estas capas de información son de vital importancia
ya que nos permiten conocer cuestiones tan diversas como la auto-
ría, fecha de realización, métodos de creación, resolución o preci-
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sión. De esta forma nos aseguramos que son correctos y que enca-
jan con el proyecto que estamos realizando.
3.- Utilización de los datos: para elaborar un proyecto arqueológico se
tiene que tener en consideración que los datos puedan ser extrapo-
lables al pasado, evitando los “actualistas”, o cuanto menos, tener en
consideración los posibles problemas interpretativos que se puedan
generar al utilizar datos actuales junto con capas de información ar-
queológicas. Tal como argumenta César Parcero-Oubiña, esto no
tendría que ser un problema si los datos se usan de forma pragmá-
tica, es decir, empleándolos para realizar comparativas entre datos
arqueológicos, pero no como información positiva y absoluta (Par-
cero-Oubiña 2002). Por ejemplo, una capa de información de gran
utilidad para el estudio de sociedades cuya economía se basaba en
actividades agropecuarias, es la de usos y potencialidad del suelo.
Actualmente, se tiene acceso rápido y fácil a proyectos como CO-
RINE11 (“Coordination of Information of the Environment”), que real-
iza una clasificación jerárquica en 3 niveles con 44 clases de los usos
del suelo, incluyendo suelo urbano, tipos de cultivo y uso forestal
actuales y difícilmente extrapolables a sociedades preindustriales.
Si se utilizan capas de información que, por ejemplo, analizan la
potencialidad agrícola, como es el caso del Mapa de Capacidad Pro-
ductiva de los Suelos de Galicia (elaborado por Díaz-Fierros y Gil en
1984), los resultados deberían ser tomados para contrastar hipótesis
relativas a los modelos del paisaje pasado y no como reconstrucciones
positivas, ni de los sistemas de producción ni del propio paisaje, ya que
la información con la que se cuenta es demasiado limitada como para
poder asumir semejante reto (Currás 2014). Tal como argumenta Juan
Vicent, “el paisaje agrario primitivo […] no puede ser positivamente
reconstruido, y menos aún observado. Podemos aspirar a establecer
hipótesis sobre el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas a tra-
vés del registro de los artefactos; sobre la distribución de los recursos
potencialmente explotables para ese nivel, a partir de un registro am-
pliado que contenga información paleo-ambiental y paleo-agrológica;
a la reconstrucción parcial de procesos de trabajo o de consumo, me-
diante un enfoque funcional de la excavación arqueológica de los yaci-
mientos arqueológicos, etc.” (Vicent 1991: 36).
11
http://www.fomento.gob.es/MFOM/LANG_CASTELLANO/DIRECCIONES_GENERA-
LES/INSTITUTO_GEOGRAFICO/OBS-TERRITORIO/OCU-SUELO/CORINE/de-
fault.htm?lang=eu
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Fig. 9. Yacimientos romanos sobre las clases generales de Corine, apreciando aquellos que están sobre
suelo urbanizado, cultivado o rústico.
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Fig. 10. Ejemplo de generalización al convertir un archivo vectorial de hidrografía (escala 1:25:000) a un archivo
ráster (resolución 50 m).
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7. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN
Los SIG permiten trabajar de forma sencilla con información que hasta aho-
ra se había tratado siguiendo pasos más complejos, pero también permiten
realizar operaciones complejas que han revolucionado nuestra forma de pen-
sar (Kvamme 1999).
Cualquier SIG posibilita realizar un análisis básico exploratorio basado en
consultas espaciales y temáticas, como la reclasificación de los datos. Entre
las consultas básicas que se pueden realizar se encuentran las siguientes
(Connolly y Lake 2009: 159):
— Consultas de atributos o fenómenos: al tratarse de datos no espaciales
éstas pueden realizarse sobre las tablas de datos asociadas a los archi-
vos vectoriales o sobre nuevas tablas de datos, que se relacionen a tra-
vés de un identificador con los archivos vectoriales incorporados al
proyecto.
— Consultas espaciales: divididas entre consultas topológicas, con las que
se analiza la correlación de un objeto con los que se relaciona, y con-
sultas métricas, que analizan la relación de un objeto con respecto a su
localización espacial.
Aunque todas se pueden efectuar de forma individualizada la verdadera
potencia de análisis exploratorio de un SIG radica en poder combinarlas, re-
lacionando la dimensión temática y espacial de los datos. Además, casi todos
los SIG de escritorio tienen implementadas multitud de herramientas que
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Algunos autores consideran que se puede aplicar a archivos vectoriales y más frecuentemen-
te a archivos ráster. En nuestro caso hemos considerado que la combinación y la generación
de nueva información vectorial se corresponde con el análisis vectorial.
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Fig. 11. Territorialidad Teórica de los asentamientos islámicos en la parte superior del Valle del Tajo mediante
polígonos Thiessen y Buffers de diferentes radios (Capdevila 2012).
b) Cálculo de distancia
Este tipo de estudio permite calcular distancias con o sin coste, así como
crear corredores. Debido a su interés, ambos tipos de cálculos están muy
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Fig. 12: Isócronas y recursos utilizados para el análisis de captación del yacimiento medieval
de Capilla (Badajoz) (Canosa-Betes 2015).
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También son relevantes las investigaciones que estudian los restos cono-
cidos de antiguas vías de comunicación, ya sea a través de los restos arqueo-
lógicos o, para épocas históricas, a través de las fuentes escritas. Además, des-
tacan los desarrollados por autores como Jesús Bermúdez (Bermúdez 2006)
o Sabah Walid Sbeinati (Walid Sebainati et al. 2006), quienes analizan las ví-
as pecuarias desde un punto de vista histórico, viendo en ellas la reminiscen-
cia de antiguas rutas de comunicación.
do, debido a que aunque posiblemente sean similares, las capas de relieve uti-
lizadas hacen referencia a valores actuales y a que no se conocen factores que
podrían limitar la visibilidad, principalmente la vegetación13.
La metodología más utilizada para este tipo de análisis es la creación de
cuencas visuales, dando como resultado los puntos que pueden ser vistos des-
de un lugar o punto de observación. Por lo tanto, la capa ráster resultante
tendrá dos valores: visible (1) y no visibles (0). Con estas capas binarias se
pueden realizar cálculos de visibilidad acumulada, sumando la visibilidad des-
de distintos puntos de observación o de intervisibilidad y determinando qué
zonas del territorio son observables desde dos o más puntos de observación.
Además, los estudios de visibilidad permiten determinar desde qué puntos
es observable un elemento, siendo una aplicación muy interesante para esta-
blecer, por ejemplo, si un elemento concreto con un importante carácter sim-
bólico, como un dolmen, se encuentra en un emplazamiento importante den-
tro del entorno.
El capítulo 6 de este manual, elaborado por Alejandra Galmés, está dedi-
cado a los análisis de visibilidad, concretamente a la visibilidad de los yaci-
mientos prehistóricos de la península de Calvià (Mallorca).
13
Para profundizar en las limitaciones y problemas de las aplicaciones de los SIG a la arqueo-
logía se recomienda la obra de Spatial Technology and Archaeology. The Archaeological Applications
of GIS, recogida en la bibliografía de este manual.
14 Todas ellas están ampliamente explicadas y ejemplificadas en el libro Sistemas de informa-
ción geográfica aplicados a la Arqueología, de Conolly y Lake (Conolly y Lake 2009).
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Fig. 14. Salida gráfica de la herramienta de autocorrelación espacial (índice I de Moran Global)15.
https://desktop.arcgis.com/en/desktop/latest/tools/spatial-statistics-toolbox/h-sa-tool-po-
15
pup.htm
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Fig. 15. Salida gráfica de la herramienta Análisis de punto caliente (Gi* de Getis-Ord)16.
16
http://resources.arcgis.com/es/help/main/10.1/index.html#//005p0000000q000000
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AR=AC-Amed
AR: Altitud relativa, AC: altitud máxima del asentamiento, Amed: Altitud
media.
Así, de forma simple se muestra si el asentamiento se encuentra en media
con el entorno, en ese caso su valor es 0, o si por el contrario está por enci-
ma de la media o por debajo. Esto se refleja con valores positivo o negativo,
respectivamente. Esta fórmula de fácil aplicación no muestra cuán variable es
el medio en el que se localiza el asentamiento, por lo que puede dar resulta-
do engañoso. Para tratar de corregir estos problemas César Parcero-Oubiña
genera una segunda fórmula donde el valor 0 indicaría un reparto más equi-
tativo.
AR=AC-AmedAmed
Para conocer el valor relativo de cada uno de los asentamientos de una zo-
na de estudio y poder compararlos entre sí, Parcero-Oubiña genera una últi-
ma fórmula, recurriendo al concepto de media tipificada y haciendo compa-
rables dos medidas que en un principio no lo son:
AR=AC-AmedDT
Donde el valor DT indica la Desviación Típica.
Estos análisis son los más generales siendo muchas más las aplicaciones de
posible utilización en los trabajos arqueológicos, tal y como se verán en los
diferentes capítulos del manual.
8. UTILIDADES
Los SIG en la arqueología se han usado principalmente con dos funciones: la
investigación y la gestión de recursos culturales. Ambas serán abordadas en
este apartado, en el cual se incluye además la publicación de la información
arqueológica.
8.1. Investigación
Aunque el primer uso que se le dio a los SIG aplicados a la arqueología fue
el vinculado con la gestión de los recursos, desde la década de los años 90 se
observa cómo se incorporan a la investigación, suponiendo una importante
revolución metodológica. Este avance se destacó en la publicación “New Me-
thods, Old Problems: Geographic Information Systems in Modern Archaeo-
logical Research del Center for Archaeological Investigations” (Maschner
1996) y, posteriormente, en la presentación del libro “La aplicación de los
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SIG a la arqueología del paisaje” (Grau 2006: 10). Eso se debe, entre otras
cosas, a que los SIG han permitido, en gran medida, la reconstrucción del re-
gistro arqueológico, así como también han posibilitado estudiar patrones de
conducta y establecer modelos predictivos (Matteucci y Scheinsohn 2004).
Dentro del ámbito académico español su aplicación a los estudios arqueo-
lógicos fue más tardía, siendo pioneros, entre otros, Baena y Blasco (1997), en
la Universidad Autónoma de Madrid. A ellos les siguieron autores como Jesús
Bermúdez (2000), César Parcero-Oubiña (2002), Leonardo García Sanjuán
(2005), Ruiz Gálvez y Gutiérrez Puebla (2005) o Ignasi Grau (2006). Como
resultado del interés incipiente en estos años, se celebraron eventos como el I
Encuentro Internacional de Informática Aplicada a la Arqueología y la Ges-
tión Arqueológicas, Córdoba 2003; las Jornadas de Aplicación de lo SIG a la
Arqueología del Paisaje, Alicante 2004 o el más reciente V Simposio Interna-
cional de Arqueología de Mérida, del año 2007, dedicado a las tecnologías de
la información geográfica y el análisis arqueológico del territorio.
Gracias a estos encuentros y a la creciente difusión de diferentes análisis
aplicados, los SIG se han abierto paso en la investigación arqueológica espa-
ñola; primero de forma tímida, hasta que alcanzaron su madurez a lo largo de
la primera década del 2000 (Grau 2006). Ahora, quince años después, se pue-
de afirmar que su uso se ha generalizado y ya no son una excepción, debido
a que ha aumentado significativamente el volumen de estudios realizados
desde los principales centros de investigación españoles (CSIC y universida-
des) así como el de las publicaciones derivadas de ellos; a lo que hay que aña-
dir que además han mejorado notablemente su calidad. Por todo ello los SIG
son objeto de asignaturas obligatorias y optativas en las titulaciones oficia-
les –grados y máster– en Arqueología que ofertan numerosas universidades
españolas.
Precisamente, la citada mejora de la calidad de la producción se ha conse-
guido de forma especial gracias a la incorporación de expertos en TIG a los
equipos de investigación arqueológica y también al perfeccionamiento y
avance experimentado por los programas. Estos permiten agilizar y gestionar
la toma de datos arqueológicos, crear modelos de organización del paisaje en
el pasado, realizar seguimientos de estratigrafías e incluso facilitan la realiza-
ción de simulaciones de los yacimientos y de los entornos.
Otro de los cambios que se están observando en esta relación entre los las
TIG y la arqueología es que su uso no se limita a los estudios de arqueología
espacial ni a los de la arqueología del paisaje, los primeros en incluir la he-
rramienta por su carácter territorial. Así, cada vez son más las especialidades
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que ven en las TIG en general, y en los SIG en particular, un gran potencial,
tales como las investigaciones sobre la gestión del patrimonio cultural e in-
cluso la tafonomía y la zooarqueología (Aragoneses 2015). Esto es conse-
cuencia de lo ya mencionado –incorporación de especialistas y mejora de los
programas– que permiten la utilización de estas herramientas para el estudio
de todos yacimientos independientemente de la época de su fundación y de
su escala.
Estos cambios van acompañados de una evolución de los paradigmas que
implican la consideración del espacio arqueológico como algo más que la lo-
calización física, lo que pone de manifiesto el grado de integración de las
TIG en la investigación arqueológica; un papel que también se observa al lle-
gar a convertirse en objeto de los debates metodológicos de carácter científi-
co. Prueba de ello son los congresos y jornadas que de forma periódica se re-
alizan, a nivel internacional y nacional, como las organizadas por Computer
Applications and Quantitative Methods in Archaeology (CAA)17 o por el Servei de
Sistemes d`Informació Geogràfica i Teledetecció de la Universitat de Giro-
na18, respectivamente.
8.2. Gestión
Los SIG se han manifestado tradicionalmente como una importante herra-
mienta para la planificación y la gestión de los yacimientos entendidos como
recursos culturales (Kvamme 1999). Esta función, como la investigación ya
explicada, también ha sufrido importantes cambios en las últimas décadas,
debidos a diversas razones: 1. la evolución del propio concepto de patrimo-
nio cultural, que ha implicado cambios en su percepción y por lo tanto en su
gestión, 2. las mejoras tecnológicas de los programas que se han incorpora-
do a las tareas de tutela del patrimonio y más concretamente del arqueológi-
co, 3. los avances científicos que permiten un mayor conocimiento y por lo
tanto 4. la especialización y profesionalización de expertos en la materia.
Por todo ello, las TIG se han adaptado a las necesidades de la gestión del
patrimonio y también a los procesos ya existentes, al tiempo que han permiti-
do desarrollar nuevas metodologías y nuevas formas de trabajo (Fernández y
García Sanjuán 2003). Así se han convertido en una herramienta básica para
la gestión del patrimonio arqueológico usada por todas las administraciones
españolas, dentro de las limitaciones y casuística que presenta cada una de
ellas, tal y como menciona Jesús Bermúdez en el capítulo 14 de este manual.
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http://caa-international.org/proceedings/published/
18
http://www.sigte.udg.edu/jornadassiglibre/
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biental y en los Mapas de Riesgos19, donde los aspectos físicos del territorio
(la topografía y las características y usos del suelo) son fundamentales, pero
los SIG además, facilitan la elaboración de mapas de carácter analítico (Fer-
nández y García 2003). Éstos facilitan la combinación de numerosas variables
y las técnicas que hemos visto en el apartado 7 de este mismo capítulo. Así,
permiten además la realización de las tradicionales Cartas Arqueológicas.
8.3. Publicación
De los dos apartados anteriores se desprende la idea de que los SIG han
supuesto un importante avance, debido esencialmente al perfeccionamiento
y facilidades a la hora de presentar los resultados con mapas temáticos y, ca-
da vez más, con nuevos sistemas de representación. Entre ellos destacan las
webs 2.0 y los visores cartográficos y los geoportales. Las primeras hacen re-
ferencia a las webs que se construyen mediante la acción voluntaria, es decir,
con las aportaciones gratuitas de los usuarios (VGI)20. Entre ellas encontra-
mos, por ejemplo, el proyecto Pleiades (http://pleiades.stoa.org/), la página
dedicada a la Telegrafía Óptica en España (http://telegrafiaoptica.wikispa-
ces.com) o, la más conocida, OpenStreetMap. Por su parte, los visores carto-
gráficos son programas que permiten exclusivamente visualizar la informa-
ción sin posibilidad de manipularla en ningún sentido, aunque en ocasiones
sí permiten la descarga. Un ejemplo de aplicación web para la publicación de
los resultados de la intervención en un yacimiento arqueológico se puede ver
en el capítulo 11 de este manual, elaborado por Rodríguez Temiño et al., en
el que se analiza el caso de SICAC, Sistema de Información de Conjunto Ar-
queológico de Cástulo.
Las IDE, Infraestructuras de Datos Espaciales, permiten de forma regla-
da y normalizada el acceso y la gestión de la información a través de internet
de manera interoperable y estandarizada (ver capítulo 12). Su proliferación
está siendo muy importante en los últimos años, consecuencia de la política
de Open data que pone a disposición de todos, de forma libre, determinados
datos sin restricciones de copyright, patentes u otros mecanismos de control.
Estas, como ya se señalara en el apartado 5.2, obedecen a los estándares
OGC y ofrecen catálogos de datos geográficos que pueden ser visualizados y
descargados. Así, en el caso de la arqueología, las IDE ofrecen grandes opor-
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Documentos que determinan variables que ayudan a la preservación y a la destrucción de los
bienes arqueológicos, siendo esenciales para determinar los posibles riesgos y por lo tanto las
medidas que se han de tomar para evitarlos. Fernández y García 2003.
20
Volunteered Geographic Information (Sui et al. 2013).
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Algunos ejemplos de visores cartográficos que muestran información arqueológica:
http://www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/museos/CAC/sicac/default.html;
http://www.arqueocordoba.com/rutas/; http://www.gmucordoba.es/intervenciones-arqueolo-
gicas; http://sip.consorciodesantiago.org/SIPWeb/#&sL=L
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