Está en la página 1de 478

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
C.9l!1(rr.9l(j'Eg..¿5I '1YE 19{'pIYlS

P11'E~O ~PL.9tZYl. :Fl1'E~PE

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FONDO CULTURAL CAFETERO ~

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DIRECCION EDITORIAL:
Fondo Cultural Cafetero

DISEÑO:
Elena Mogollón

FOTOGRAFIAS:
Fotografías a color de Cartagena: Hemán Díaz.
Mapas y planos: Osear Monsalve.
Archivo General de Indias, Sevilla.

IMPRESION:
O.P. Gráficas.

Primera Edición, 1951


Segunda Edición, 1960
Tercera Edición, 1988

© Herederos de Enrique Marco Dorta

ISBN: 9144-16-0

Printed in Colombia

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Ináite genera!

PROLOGO A LA TERCERA EDICION. Rodolfo Segovia Salas............................. IX


NOTA DEL AUTOR A LA SEGUNDA EDICION................................................. xrn
RECONOCIMIENTOS ...................................................................................... ........ XVI

CAPITULO 1. - Introducción. Cartagena de Indias en la época española..... ......... 1


La ciudad y su bahía, 3. - Fundación de la ciudad, 5. - Ventajas e incon-
venientes de su emplazamiento, 8. - Evolución de la ciudad, 11. - La
fortificación de Cartagena, 14.

CAPITULO n. - La ciudad de los conquistadores ................................................ 21


Casas de bahareque, 26. - La primera catedral, 28. - El convento de Santo
Domingo, 33. - El convento de San Francisco, 36. - El Hospital de San
Sebastián, 37. - El puente de San Francisco. El muelle. Caminos, 38. - Las for-
tificaciones: los primeros proyectos, 40.

CAPITULO In. - Cartagena a fines del siglo XVI ................................................ 49


Obras públicas de Femández de Busto, 59. - La casa de Cabildo y el Hospital,
60. - El convento de Santo Domingo, 61. - El convento de San Francisco,68.
- El convento de San Agustín, 71.- La Aduana, 72.- El Almacén de Galeras,
73. - Las fortificaciones: Antonelli, 74. - Nuevas obras de fortificación, 78. -
Regreso de Antonelli, 80.

CAPITULO IV. - La iglesia catedral.................................................................... 87


Historia de su construcción, 90. - La traza del templo, 94. - El templo actual,
97. - Los maestros de la catedral, 100.

CAPITULO V. - La ciudad y sus fortificaciones en 1633 .................................... 103


1) LA CIUDAD Y SUS MURALLAS. - El Colegio de la Compañía, 110. - El
convento de San Diego, 113. - El convento de Santa Teresa, 115.- El convento
de Santa Gara, 116.- El convento de la Merced,l18. - El Hospital de San Juan
de Dios, 119. - La Casa de Moneda, 120. - Las Casas Reales, 122. - La Casa
de la Inquisición, 124. - El ingeniero Cristóbal de Roda, 126. - Las murallas,
128. - Comienzo de las obras; el baluarte de San Felipe, 130. - El «norte» de
1618. Reconstrucción de la muralla, 133.
2) LOS EXTRAMUROS. - La expansión del núcleo urbano: Getsemaní, 136.
- El Hospital del Espíritu Santo, 140. - El Hospital de San Lázaro, 141. - El
convento de La Popa, 141.
3) LAS DEFENSAS DE LA BAHIA. - Los fuertes de Bocagrande, 145.
El fuerte de la punta del Judío, 148. - Otros castillos, 152.

CAPITULO VI. - Cartagena a fines del siglo XVII................................................ 155


La iglesia de la Trinidad, 177. - La ermita de San Roque, 177. - La Casa de

VIl

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Cabildo, 179. - Ingenieros militares: J. Bautista Antonelli, 180. - Juan de So-
movilla. Don Juan Betín, 184. - Otros ingenieros: Lara y Ficardo, 188. - Las
murallas: informes y proyectos, 190. - Reparación de las murallas, 192. -
Proyectos del ingeniero Venegas, 194. - Reconstrucción de la muralla de la
Marina, 195. - San Felipe de Barajas, 200. - San Luis de Bocachica, 201. Otros
proyectos para Bocachica, 204.

CAPITULOVlI.-DePointisa Vemon;paréntesisentredosbatallas: 1697-1741 / 207


La iglesia de la Compañía, 220. - Las iglesias de San Toribio y la Orden
Tercera, 224. -El ingeniero Herrera Sotomayor,226. - Bocagrande y Bo-
cachica, 227. - Reparación de las murallas, 231. - La Puerta del Puente, 232.-
Los temporales de 1713 y 1714, 233. - La Marina: el proyecto de Herrera,
235. - El baluarte de Santa Catalina, 240. - Los castillos, 242. - El Arsenal,
244.

CAPITULO VIII. - Cartagena a fines del siglo XVIII .......................................... 247


La casa en el siglo XVIII, 252. - El palacio de la Inquisición, 258.
1) LOS INGENIEROS MAC-EV AN, SALA Y SOLIS (1741-1757)................... 259
El fuerte del Pastelillo; otras obras, 259. - El ingeniero don Ignacio Sala. Los
fuertes de Bocachica, 261. - El ingeniero don Lorenzo de Solís, 269. - El «pro-
yecto general», 270. - El dique de Bocagrande, 273. - Conclusión de los fuertes
de Bocachica, 276. - La batería de Santa Bárbara de Bocachica, 279.
2) EL INGENIERO DON ANTONIO DE AREV ALO y SUS OBRAS
280
Don An tonio de Arévalo, 280. - El Hospital de San Lázaro, 285. - La escollera
dela Marina, 286. -San Felipe de Barajas,289.-Nuevasbateríasen Bocachica,
295. - El dique de Bocagrande, 297. - Otros proyectos. Nuevas baterías, 302.
- Las Bóvedas, 305.- El muelle de la Contaduría, 308.

INDICE DE MAPAS Y PLANOS.............................................................................. 311


BIBLIOCRAFIA....... ............................................ ........................................................ 349
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES..................................................................... 355

5tóreviaturas
AGI: Archivo General de Indias. Sevilla.
BH: «Boletín Historial», de la Academia de la Historia de Cartagena
de Indias.
BHA: «Boletín de Historia y Antigüedades», de la Academia Colombiana de
Historia, de Bogotá.

VIII

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Prófogo a Ca fJércera 'Edición

Las dos primeras ediciones de esta obra pionera aparecieron en 1951 y 1960. Se
imprimieron relativamente pocos ejemplares: mil de la primera edición y dos mil de la
segunda. Un número exiguo si se considera el enorme impacto que el libro ha tenido
sobre la historiografía de Cartagena. Sin hipérbole, puede hablarse del conocimiento de la
ciudad colonial antes y después de Enrique Marco Dorta. Curiosamente, a pesar de que
el texto es prádicamente el mismo en ambas ediciones, el autor optó por modificar el
subtítulo. En la de 1951, el CARTAGENA DE INDIAS, genérico y con molde grande,
iba acompañado de "Ú;Z Ciudad y sus Monumentos", mientras que en la de 1960 cambió
a "Puerto y Plaza Fuerte". Infortunadamente, es ya tarde para preguntarle al recordado
dodor Enrique Marco Dorta, nacido en Santa Cruz de Tenerife, en 1911, el porqué de la
modificación. Quizá el ilustre investigador quiso rendir un tributo de agradecimiento y
admiración a su mentor y amigo, el dodor Diego Angulo Iñiguez. Fue él quien guió sus
primeros pasos por la senda de la historia del arte, y fue también él quien dirigió la tesis
de grado con la que Marco Dorta se recibió como doctor en historia, en la Universidad de
Madrid, 1940. Esa tesis ~on su título original- complementada durante viajes de
estudio a Cartagena, se convirtió en la publicación de 1951.

El subtítulo "Puerto y Plaza Fuerte" dice más. Identifica mejor la monumental explora-
ción histórica de la Cartagena colonial que le debemos a Enrique Marco Dorta. La obra
es una biografía de la ciudad hasta la Independencia, que tiene por excusa el minucioso
recuento de como, piedra por piedra, fue tomando forma el "Corralito". ú;zbor pionera
sobre una época, la más larga y, quizá, la más descollante en la historia de Cartagena de
Indias, que permaneda prácticamente desconocida. Hasta Marco Dorta, como había sido
la práctica generalizada en Colombia, la atención de los historiadores de la ciudad se había
concentrado en la Conquista y la Independencia. El ilustre catedrático de la Universidad
de Sevilla y de la Universidad de Madrid, especializado en historia del arte hispanoameri-
cano, fue el primero en revelarnos la vida de colonial del recinto amuraUado en su
conjunto, a través de más de 300 años.

Su labor en el Archivo General de Indias es asombrosa y se ha constituido en la guía de


quienquiera que se haya adentrado posteriormente en la búsqueda y análisis de documen-
tos sobre Cartagena. Decir que Marco Dorta agotó las colecciones sería una exageración,
puesto que la inmensidad de los arcanos del Archivo de Sevilla es inagotable, pero hasta

IX

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
hoy, su obra sobre la historia de la ciudad colonial es lo más completo y lo más profundo
que haya sido publicado. Ahora, cuando se acelera el interés por la restauración de
Cartagena, es un acierto del Banco Cafetero el reimprimirla, mejorando sustancialmente
las ilustraciones de las ediciones previas. El conocimiento sobre su desarrollo urbano es
esencial para que no se le haga violencia a la que es, sin duda, al decir de Enrique Marco
Dorta, quien la amó entrañablemente: "una de las ciudades más bellas de la España al
otro lado del Atlántico".

El dodor Marco Dorla pisó la tierra firme americana, por primera vez, en Cartagena de
Indias, un septiembre de 1940. Comparativamente, al pujante bullicio de hoy, la ciudad
que lo acogió era un remanso bucólico; las rencillas de la política lugareña, sumadas a
los dardos del Tuerto López eran el epicentro de los mayores estremecimientos. El
visitante, que comenzaba ya a ser un reputado hombre de letras, se la sabfa al dedillo. Sin
haberla visto nunca, la conoda por los planos y memorias que dejaron sus construdores.
Aquel viaje, posible gracias al apoyo del maestro Iñiguez y un modesto estipendio de la
Junta de Relaciones Culturales del gobierno español, era la realización de un sueño.
Atrás quedaban los horrores de la Guerra Civil y también, más dulcemente, una novia
paciente en Sevilla.

Enrique Marco Dorta estudió Derecho por compromiso. Se recibió en 1931 en la


Universidad de Sevilla para complacer a unos padres acomodados, que en las Canarias,
aspiraban a un hijo abogado. Nunca ejerció la profesión; su pasión era la historia.
Obtenido el título en Leyes, continuó en la universidad como alumno de la facultad de
Filosofía y Letras. Al comienzo de esta segunda y definitiva carrera conoció a la hermosa
Berta, rizos dorados en país de moros, hija de padres suizos residenciados en Andaluda.

Novia amante y comprensiva que lo esperó largos años mientras terminaba sus estudios
y mientras cumplía con su servicio militar en Tenerife. Y que siguió esperándolo durante
los años terribles de la confrontación fratricida que ensangrentó a España. Enrique
Marco Dorta nunca le habló a sus dos hijas de las experiencias en el frente de Teruel, como
si quisiera borrar esos recuerdos de su mente. Y novia de antaño que no dejó de esperarlo
mientras investigaba y escribía su tesis cartagenera; mientras regresaba de América y
obtenía, por oposición en 1943, el nombramiento como catedrático de Historia del Arte
Hispanoamericano en la Universidad de Sevilla.

Cartagena de Indias subyugó a Enrique Marco Dorta. Mas allá de la satisfacción


inteledual de comprobar en vivo, lo que había aprendido en iconografías y ortografías,
se enamoró de la ciudad y de sus gentes. El trópico húmedo y exuberante del corralito de
piedra que, a fines de 1940, conservaba, todavía, un aura de ruina romántica, capturaron
al historiador, al esteta y sobre todo, al amigo. A ello contribuyó la calurosa recepción que,
desde el primer momento, le otorgaron los Núñez Babot y Alfonso y Amalia Amado
Clarós. Esas familias generosas acogieron al joven y modesto historiador, que encontró
en Cartagena un segundo hogar. Hombre culto, agudo y cordial, se hizo sin dificultad al
ambiente des complicado y amable de una ciudad que reconoció en él un excepcional

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
cronista de su pasado y lo convirtió en uno de los suyos. Pasaron los años, Enrique Marco
Dorta llegó a ser, en Europa y América, una de las autoridades más respetadas de la
historia del arte colonial, y con los años también, se acrecentó su cariño por Cartagena,
donde procuró regresar cada vez que su incesante actividad profesional lo traía al Nuevo
Continente. El corralito de piedra agradecido lo colmó de honores, académicos y dvicos,
y le confirió el título ennoblecedor de hijo adoptivo.

La vasta obra de Enrique Marco Dorta no se limitó a Cartagena de Indias. El universo


todo del arte hispanoamericano ocupó su atenci6n. Son notables, por ejemplo, las inves-
tigaciones sobre el barroco en el virreinato del Perú y sobre los monumentos de la
incomparable Salvador de Bahía. Nunca abandonó la labor docente. Requerido de un
confín a otro del continente, dió testimonio de la presencia artística de España en América
y del influjo autóctono que enriqueció sus manifestaciones. Cartagena reaparece como
una musa en sus conferencias, artículos y libros. Se cuela hasta en el lenguaje. Las hijas
de Enrique Marco Dorta cuentan cómo, allá en España, y todavía pequeñas, su padre les
enseñaba la dulce cadencia y las palabras, castizas pero arcaicas, que caracterizan el
hablar de la costa colombiana. A veces, en las tertulias de Sevilla y Madrid, el severo
académico soltaba parrafadas en costeño que dejaban en babia a sus interlocutores. Y,
ante la sorpresa o el disgusto, dejaba escapar un inconfundible: "¡Vaya Vaina f".

Su amor por Cartagena, Enrique Marco Dorta hizo lo imposible por transmitirlo. Su obra
le dió respaldo científico a quienes ya se preocupaban, hace 40 años, por preservar el
patrimonio histórico y artístico de Cartagena. El mismo dejó escrita, diplomático y
discreto como era, en la Nota Preliminar de la primera edición (1951) de este libro
precioso, una suave admonición: "No desconozco la estimación que sienten los car-
tageneros por su ciudad natal, plenamente conscientes de su valor histórico y artístico.
Sin embargo, quisiera que este libro --escrito por un español, que, a los efectos, se
considera un cartagenero más-, sirviese para que esta estimación se elevase al máximo
y que el amor hacia la patria chica se convirtiese en un sentimiento militante que tuviera
por objetivo la defensa y conservación de su tesoro artístico. No es poco lo que se ha
destruido y modernizado en lo que va de este siglo, pero aún es tiempo para salvar lo
mucho que queda. Enrique Marco Dorta se sentiría, a lo mejor, satisfecho. No predicó en
el viento. Todavía quedan depredadores urbanos, que son una afrenta para la civilidad
cartagenera e hispanoamericana, pero son más numerosos y aguerridos los milicianos de
la defensa de la ciudad, patrimonio cultural de la humanidad. Este libro ha sido su espada
y su escudo, y esta tercera edición debe servir para bruñir y afilar las armas.

Rodolfo Segovia Salas

Cartagena, noviembre, 1988.

XI

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
9{pta de{ autor a fa segunda edición

El5 de octubre de 1940 -¡hace veinte años!-llegué por primera vez a


Cartagena de Indias. Nunca podré olvidar con cuánta emoción pasé al pie de la
formidable fortaleza de San Felipe de Barajas y seguí a través del barrio de
Getsemaní y del Paseo de los Mártires para penetrar en el antiguo recinto de
murallas por la histórica Puerta del Puente. En mi equipaje de entonces figuraba el
manuscrito de la tesis doctoral que la Universidad de Madrid había juzgado seis
meses antes. Cuando dejé la ciudad, unos meses después, enmiendas y adiciones
habían abultado el original hasta casi convertirlo en lo que, diez años más tarde,
pu blicó la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla con el título de
Cartagena de Indias. La dudad y sus monumentos (1951).
Ganado por el ambiente de Cartagena de Indias -una de las ciudades más
bellas de la España del otro lado del Atlántico- y por la cordialidad y las a tendones
de sus habitantes, en ella me sentí como en mi patria chica. Durante más de un
trimestre confronté los planos fotografiados en el Archivo de Indias con los monu-
mentos mismos, revisé libros y revistas, recorrí detenidamente la ciudad y sus pin-
torescos alrededores y trabajé, en suma, con todo el entusiasmo propio de los años
que tenía entonces. Cuando dejé la Perla del Caribe para emprender un largo viaje
por América del Sur, algo de mí mismo quedaba entre los muros de la ciudad vieja,
donde había vivido días felices y ganado tantos y tan buenos amigos que demos-
traron serlo.
Después, con la publicación del libro reseñado, Cartagena de Indias me
honró concediéndome la Medalla de Oro del Civismo y el título de Hijo Adoptivo,
honores inmerecidos, por los cuales, con la misma emoción que el día que los recibí,
reitero en esta oportunidad mi agradecimiento.
Agotada en plazo breve la obra, que en Colombia interesó a un árculo
mucho más amplio que el de los especialistas, ofrezco ahora una nueva versión de
Cartagena de Indias. Todo lo que expuse en la «Nota Preliminar» de 1951, en cuanto
a los propósitos que inspiraron aquel libro, queda vigente aquí. Ahora, como
entonces, no he pretendido hacer la historia de la dudad durante los tres siglos de
su vida española. Deseo que Cartagena de Indias, puerto principal de América del
Sur y plaza fuerte de la que dependía la seguridad de buena parte del Imperio

XIII

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Español, aparezca, en las páginas que siguen, como conjunto urbano que nace y se
arraiga, que vive y sufre, que crece y prospera. Ciudad que surge en una playa
tropical como pobre conjunto de bohíos, para irse poblando de edificios religiosos
y civiles y que, planteándose constantemente, durante más de dos siglos, el
problema de su defensa, ve cómo se van alzando en torno a su blanco caserío o en
los lugares estratégicos de las cercanías -en lo alto de los cerros cubiertos de
vegetación o entre los manglares de la bahía- las más importantes obras de
arquitectura militar que España dejó en tierras de América. He querido presentar
aquí el escenario -dudad, puerto, plaza fuerte--- y no los hechos ni los actores del
drama de su vida. Si por las páginas de este libro desfilan gobernadores e
ingenieros, religiosos y militares, es por cuanto éstos tuvieron parte activa en los
proyectos O en la construcción de iglesias y conventos, casas y edificios públicos,
murallas y baluartes, castillos y obras de ingeniería hidráulica. Y si he dedicado
otras páginas a relatar ataques de piratas, corsarios y enemigos -Drake, Pointis,
Vernon- ha sido porque estos hechos de annas tuvieron después repercusión en
la historia de las fortificaciones.
Pensando que este libro pueda interesar -<omo 10 demostró la pasada
experiencia- a un público amplio y no especializado, he prescindido en esta
refundición de los apéndices de documentos y de prolijas transcripciones de mapas
y planos. El erudito que quiera consultar esas fuentes puede acudir al libro
publicado en 1951. Por 10 que se refiere a los planos de la ciudad y de sus
monumentos, me he reducido a incluir al final un índice, en el que consta la
procedencia y signatura de cada uno de los reproducidos en las figuras correspon-
dientes, transcribiendo tan sólo las leyendas y explicaciones de aquellos que
ofrecen especial interés, bien por referirse a monumentos importantes o porque
puedan ayudar a la mejor comprensión de la reproducción gráfica o del texto de la
obra en que se estudia o comenta.
Buscando en las ilustraciones el adecuado complemento del texto, se han
suprimido por innecesarias las reproducciones de algunos planos y, en cambio, se
dan a conocer otros hasta ahora inéditos, con los datos documentales a ellos
referentes.
Al dar a la estampa esta nueva versión de Cartagena de Indias, agradezco a
mi querido maestro don Diego Angulo Iñiguez -siempre a mi lado en momentos
importantes de mi vida profesional- el honor que me dispensa al prologada. Y
quiero dejar constancia de mi agradecimiento a mi fraternal amigo Alfonso Amadó
Clarós, auténtico embajador espiritual de España en la ciudad de las murallas, a
quien se debe la edición de este libro. Gracias a su generosidad, a su entusiasmo y
a sus esfuerzos, sale a la luz.
Quede también aquí un recuerdo, cordial y agradecido, para los buenos
amigos que, en Cartagena de Indias, me ayudaron en mis trabajos y contribuyeron
con sus amables atenciones a la felicidad de los días inolvidables que pasé entre
ellos: el gran español don Angel Núñez Martínez, cuyo hogar compartí; el po-
lifacético don Daniel Lemaitre -poeta, músico, creador de empresas industria-
les-, que entonces presidía el Concejo Municipal; el brillante escritor Donaldo
Bossa Herazo; el presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas, don José María de
la Espriella; el ilustre hispanista don Gabriel Porras Troconis; don Raúl Porto del
Portillo; el doctor don Camilo Villegas Angel; el ingeniero don Simón Gómez de

XIV

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Lavalle; Miguel S. Guerrero ... ; y una mención especial de agradecimiento al
historiador don Pastor Restrepo, otro viejo amigo, que durante una temporada de
fructífera investigación en el Archivo de Indias, en 1958-59, me proporcionó
algunos datos ahora utilizados.
y para terminar, el editor y autor, hermanados en la amistad y en el común
amor al «Corralito de Piedra» -que así llaman los cartageneros, familiarmente, a
la patria chica-, dedican esta obra a Cartagena de Indias. El editor, con el afecto
entrañable del hijo que en ella recibió la sangre española que corre por sus venas;
el autor, con la nostalgia y el cariño de su hijo adoptivo.

ENRIQUE MARCO OORTA

Sevilla, julio de 1960.

xv

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
!R,s,conocimientos

El Fondo Cultural Cafetero agradece a la señora Berta Stiefel de Marco y a


los descendientes del autor su autorización y generoso interés para que se
realizara la tercera edición del libro Cartagena de Indias: Puerto y Plaza Fuerte.

Las fotografías de la ciudad incluidas en esta publicación fueron tomadas


expresamente por Hemán Díaz ciñéndose, hasta donde ello fue posible, a
las presentadas en la segunda edición que preparó Alfonso Amadó en
1960, y que sirvió de base a ésta. Se respetaron así los criterios de selección
que el mismo autor impuso al revisar la obra inicial.

Osear Monsalve se encargó de fotografiar los documentos originales e


imágenes provenientes de la edición anterior.

Al Archivo General de Indias en Sevilla se solicitaron nuevas copias del


material que ellos guardan y el libro reproduce. Al facilitamos amable-
mente el acceso a su colección privada, Luis Tamayo contribuyó a comple-
mentar la parte gráfica de la obra.

El prólogo del historiador Rodolfo Segovia Salas nos aproxima a la vida y


al talento de Enrique Marco Dorta, con quien, justo es recordarlo, los colom-
bianos estamos en deuda.

Ofrecemos este libro, que da fe de una de las reaijzaciones más perdurables


y significativas de la presencia de España en nuestro continente, como un
aporte a la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de
América.

XVI

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Cf4PlTULO 1

Introducción
Cartagena de Indias
en {a ~poca ~spaño{a

... rEfa.za tÚ grurra, ... {lave y anttmura! tú.[~,


~a tÚ su comercio y una tÚ fas más prin.cipaks para la
áejensa y con.seT"llación áe.st.os ácminios tÚS. M., por su
situación, capacüúu{ y conáiciones tÚ su puerto natura!;
por cuyas ra.um.e.s siem¡m será el 6úmco tÚ enemigas
fJtngfJ1lZaS y, por tanto, tÚ6e serfortificaáa y
áejerulúfa.,

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
,

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y S U BAHíA

El puerto natural de Cartagena es «uno de los mejores del mundo». Así


lo declaraba en 1570 un modesto capitán de los tercios de España, que des-
pués de veintisiete años de servicio militar en los campos de Europa---«así
en las tierras de su magestad como en otras partes de Ytalia, Francia y
Flandes»-vivía, por aquella fecha, las jornadas azarosas de la navegación a
las Indias en una de las naos de la flota de Tierra Firme l. No exageró el ca-
pitán Juan Díaz de Vallejera al expresar la opinión que le merecía el her-
moso puerto americano, cuyas insuperables condiciones de amplitud y se-
guridad, unidas a su privilegiada situación geográfica, cimentaron la pros-
peridad y la fortuna de Cartagena de Indias.
La extensa bahía, de más de diez millas de longitud, se extiende a lo
largo de la costa en dirección Norte a Sur, y está defendida del mar libre
por varias islas, originadas tal vez por formaciones madrepóricas, que, al
unirse entre sí por tómbolas o lenguas de arena, la convirtieron en una
dilatada laguna litoral (figs. 46 y 47). En su interior, y separadas de la tierra
firme por una complicada red de caños y esteros, se reparten numerosas is-
las, todas cubiertas de una vegetación tan exuberante como la que se extiende
por las riberas hasta invadir las tranquilas aguas de la bahía, que mueren en-
tre la maraña cenagosa de los manglares.
La única entrada a la bahía, practicable hoy para buques de cualquier
calado, es el angosto canal de Bocachica, en cuyas orillas se alzan dos forta-
lezas del siglo XVIII: el fuerte de San Fernando, situado en la orilla de la
gran isla de Tierra Bomba, y la batería de San José, cimentada sobre un
bajo cercano al islote de Barú, cuyos muros emergen del agua como el casco
de un buque varado a la entrada del puerto (figs. 104, 118 Y 119). La isla de

1 AGI: Patronato, 145, ramo 28. Documento citado en el capítulo siguiente.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA

Tierra Bomba, con su vértice oriental avanzando hacia tierra firme, divide la
bahía en dos partes; al Sur queda la porción más extensa, sembrada de «ca-
yos» o bajos de arena, en cuya costa meridional se a~re el caño del Estero,
que la comunica con la cercana bahía de Barbacoas y con el canal del Dique,
construído en el siglo XVII para poner en Fomunicación el puerto con el
río Magdalena. Por la vía del Estero de Pasacaballos navegan los buques
fluviales que remontan el gran río colombiano y los que se dirigen al Sinú
y al Atrato, así como las grandes canoas de vela que- todavía hoy, como en
la época colonial-traen víveres de las haciendas de la costa para el mercado
de la ciudad. Remontada la isla 4e Tie~ra Bomba, se encuentra una bahía
menos extensa-la Caleta-, que hasta mediados del siglo XVII estuvo co-
municada con el mar por el canal de Bocagrande, único acceso al puerto
de Cartagena practicable entonces. Una línea de rompientes señala hoy la
existencia de la formidable escollera que fue construída en. el siglo XVIII,
cuando motivos de seguridad aconsejaron cerrar la primitiva entrada de la
bahía y mantener abierto únicamente el canal de Bocachica, defendiéndolo
con los castillos que se construyeron en sus orillas. Un canal comprendido
entre la punta del Judío y la de la isla de Manzanillo-antes defendido por
dos fuertes, . cuyas ruinas subsisten-da paso al antiguo «surgidero» de los
galeones, en cuyas orillas están hoy los muelles modernos. Más adentro aún
se encuentra el fuerte de San Sebastián del Pastelillo, cuyas baterías ra-
santes, cimentadas a flor de agua, guardan el paso al puertecito interior
-la bahía de las Animas-, sólo accesible a embarcaciones menores.
En ese extremo de la bahía, entre el Caribe, que la baña por el Norte,
y los caños o canales,. que acaban de rodearla, se alza la ciudad vieja de
Cartagena de Indias, emplázada sobre dos islas bajas y arenosas, unidas des-
de que fue cegado el ~o de San Anastasio, que separaba el núcleo ur-
bano primitivo del arrabal de Getsemaní (figs. 2 y 4). Ceñido por el anillo
pétreo de sus viejas murallas y explayado al nivel del mar, el caserío de la
urbe"desb.orda el recinto de sus muros, extendiéndose entre el verdor de los
manglares y el azul de las aguas como una de esas gigantescas flores que bro-
tan en la superficie de las lagunas tropicales (figs. 1 y 3). Al noroeste de la
ciudad, como una mancha de plata sobre el verde esmeralda del «arcabuco»,
se extiende la "ciénaga .de Tesca, que por caños abiertos en la maraña de los
' manglares se comunica con la pintoresca laguna del Cabrero, separada del
mar por un estrecho ~razo de arena, en el que las esbeltas palmeras tienen por
telón de fondo el promontorio rocoso de la punta de la Canoa y la ensenada
de la Boquilla, donde las aguas del Caribe nlueren al pie de los cocales. Por la
parte de tierra dominan la ciudad unas colinas, señoreadas por el cerro de la
Popa de la Galera, en ~uya cima se alza el convento de agustinos recoletos,
cuyos blancos ~uros, que destacan sobre la vegetación exuberante de la
montaña, servían de punto de referencia para las recalad,a s en la época de
la navegación a vela.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FUNDACI6N DE LA CIUDAD

En ese paradisíaco rincón de las costas del Caribe, donde todos los en-
cantos de la geografía tropical se unieron a las ventajas de una situación
privilegiada, fundó Pedro de Heredia, en 1533,

« ... aquella ciudad sobre mar puesta,


aquel emporio cuyo nombre suena
por la bondad del puerto, Cartagena» 2.

FUNDACIÓN DE LA CIUDAD

Al terminar la tercera década del siglo XVI no había en toda la costa


atlántica de la actual Colombia otra ciudad que Santa Marta, fundada por
Rodrigo de Bastidas en 1525. Los intentos de conquista y población llevados'
a cabo hasta entonces en el territorio comprendido entre la desembocadura
del río Magdalena y la Culata de Urabá, no habían dado más resultado que
la vida efímera de Santa María de la Antigua del Darién, ciudad que vir-
tualmente quedó muerta cuando Pedrarias Dávila fundó Panamá en .1519,
no obstante el vano empeño de algunos vecinos españoles que, negándose a
abandonarla, quedaron en el1a luchando contra· la insalubridad del país y
los indios flecheros. La expedición de Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa,
en 1510, había t~rminado desastrosamente, con la . muerte" del famoso car-
tógrafo a manos de los indios caribes en el cercano. púeblo de Turbaco. El
cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo consiguió en 1524 una ca-
pitulación para la conquista del 'territorio de Cartagena, pero por razones
no muy convincentes que él mismo aduce, o tal vez por el temor que inspi-
raban los indómitos indígenas 3, desistió del propósito.
Sin embargo, pese a los fracasos anteriores, .Ias riquezas naturales del
país y las que hasta entonces habían producido los «rescates», efectuados
con bastante frecuencia, eran suficientes para mover a otros a repetir el
intento, y así, el 5 de agosto de 1532 se extendían en Medina del Campo
nuevas capitulaciones para la conquista y población del territorio compren-
dido entre los ríos Magdalena y Atrato '. Ellas otorgaban la gobernación de
Cartagena al madrileño Pedro de Heredia,

« ... hidalgo conocido,


de noble parentela descendiente,
hombre tan animoso y atrevido,

J CASTFLLANOS: Ele .~la~ de varones ilustres de Indias (edición de Carracciofo Parra,


Caracas, 1~32), tomo II, pág. 5.
3 Así 10 cree MATILLA TASCÓN": Los viajes de Julián Gutiérrez al golfo de Urabá, en
(Anuario de Estudios Hispano-I\mericanos" II (]945L pág. 185.
¿ Colección de documentos inéditos, tomo XXII, pág. 325.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA

que jamás se halló volver la frente


a peligrosos trances do se vido.»

Parece ser que más de una vez anduvo Heredia a estocadas por las ca-
llejas madrileñas, y en una ocasión, luchando contra seis adversarios, perdió
la nariz en la refriega, pero un hábil cirujano reparó su menguado físico
injertándole parte «del molledo de un brazo», según nos cuenta en retum-
bantes endecasílabos el beneficiado de Tunja Juan de Castellanos 5, que le
conoció en Cartagena. Uno de estos duelos, que fue fatal para el adversario,
obligó al hidalgo castellano a dejar su villa natal, marchándose a las Indias.
La herencia de unas tierras y un ingenio de azúcar le retuvo algún tiempo
en la isla Española, pero la vida de hacendado no parecía ser la más adecua-
da a su carácter inquieto, por 10 que, dejando sus propiedades de la villa
de Azúa, pasó a Santa Marta, donde fue nombrado teniente por el goberna-
dor interino Pedro Badillo. De allí regresó a España para gestionar la go-
bernación de Cartagena.
Los preparativos para la expedición se hicieron rápidamente. Al poco
tiempo zarpó de Sanlúcar de Barrameda, y después de escalas en Puerto
Rico, Santo Domingo y Santa Marta, donde se le unieron otros contingeI1-
tes y completó los aprovisionamientos, arribó a las costas de su goberna-
ción cinco meses después de haberse firmado las capitulaciones. El 13 de
enero de 1533 entró en la bahía de Cartagena «con una nao y dos carabelas
e una fusta en que metería ciento e cincuenta hombres de guerra y veinte
e dos caballos, no embargante que en la isla Española embarcó cuarenta
y siete y los demás se murieron en el camino,..
Al día siguiente, 14 de enero, desembarcaron Heredia y sus compañeros,
acampando a orillas de la bahía, no lejos del poblado indígena de Calamari,
situado en la isla del mismo nombre, donde después fue fundada la ciudad
de Cartagena. En una correría por los alrededores apresaron a un indio, y
éste les llevó al pueblo, que estaba desierto, pues los indígenas 10 habían
abandonado. Dieron libertad al indio para que fuese a apadguar a sus com-
pañeros, pero, después de aguardarle inútilmente durante tres días, decidió
Heredia «tornar a yr al pueblo) y, encontrándolo deshabitado, «acordamos
asentar en el mismo pueblo, porque hallamos mejor agua que la que te-
níamos donde estábamos» 6. Esta toma de posesión de la aldea indígena
de Calamari por los españoles debió tener lugar hacia el 17 de enero. Según
testimonio de Juan de Castellanos, el día 20 del mismo mes, festividad de
San Sebastián, se llevó a cabo la fundación de Cartagena:
«Cumplidos eran ya los días veinte
del mes nombrado del bifronte lano,

s Ob. cit., 11, pág. 5.


6 Carta de Heredia al rey, escrita en 1533. Publicada por SERRANO SANZ: Relaciones hist6ricas
de América (Madrid, 1916), pág. 6.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FUNDACIÓN DE LA CIUD D

del año que dijimos ser presente


y día del beato Sebastiano,
cuando para trazar pueblo pote/l/e
cristiano morador tomó la mano,
repartiendo por orden los solares
en el istmo que goza de dos mares,
Según comodidad se dió la traza
por diestros y peritos medidores:
lo que era monte se desembaraza
talándolo los nuevos pobladores.
Nombráronse justicias ordinarias,
según disposición. del justo fuero,
con otras cosas muchas necesarias ... » 7.

Pero a juzgar por el testimonio del propio Heredia, el establecimiento


en Calamari no se hizo con carácter definitivo ni pasó de ser otra cosa que
la ocupación del pueblo abandonado por los moradores, que les propor-
cionaba cobijo yagua de mejor calidad hasta tanto que se encontrara un
lugar má apropiado para fundar la ciudad, «",porque en toda e a baya
no se ha podido hallar agua que corra, sino de pozo y poca, por la qual
causa yo envié una de las carabelas que traíamos arriba de donde estávamos,
y la otra abaxo, a que mirase los términos que V. M. me dió de gouerna-
ción, para ver do podríamos hallar mejor asiento» 8. Así, pues, Heredia, se
estableció pro isionalmente en Calamari-«que estava cercado de unos ár-
boles muy gruesos y e pinosos» 9-hasta ver si, reconociendo el país, encon-
traba un lugar qu ofreciera condiciones más ventajosa para fundar la ciu-
dad principal de su gobernación. Las carabelas reconocieron el puerto de
Zamba y las costa del Cenú, en donde encontraron lugares que parecían
apropiados para la fundación definitiva.
Pedro de Hcredia, de pués de \ aria lucha con lo indios de Canapote
y Turbaco, recorrió la comarca de Zamba, «la qual yo anduve toda a buscar
sy avía asiento, y no hallé dispusyción para pueblo principal, porque el
puerto es baxo a la entrada, que no tiene más de bra9a y media, aunque es
la más fértil tierra que ay en el mundo y más poblada». Después de una
expedición hacia el río Magdalena, que duró vein tidós días, regresó a Zam-
ba, donde tuvo noticia de que la carabela despachada para el Cenú había
encontrado un sitio apropiado, al parecer, para el fin propuesto; pero como
se acercaba la época de las lluvias decidió Heredia volver a Calamari para
repostarse y, después de la invernada, reconocer la región del Cenú y «hacer
pueblo de asiento».
7CASTELLANOS: Ob. cit., 11, pág. 14.
~ arta de Heredi3, arriba citada.
9 Relación (anónima) de las campañas de Pedro de Hered%'a en Cartagena de Indias, publicada por
SERRANO SANZ, ob. cit., pág. 9 Y ss.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA EN LA éPOCA ESPAÑOLA

De todo ello parece deducirse que cuando Heredia escribió al rey la


carta de que proceden estos datos 10 no se había llevado a cabo la fundación
formal y definitiva de Cartagena de Indias, pues sería inexplicable que, al
dar cuenta de sus primeros actos en la gobernación, hubiese omitido un he-
cho tan importante.
Que la ciudad no se fundó el día 20 de enero, como asegura Castellanos.
parece indudable, ya que, por lo menos dos meses después de esa fecha, se-
guía buscando Heredia un sitio donde fundar la capital de su gobernación.
Pero como al fin no se encontró otro lugar que reuniera mejores condicio-
nes, el establecimiento provisional de Calamari se convirtió en definitivo,
adquiriendo categoría de tal cuando se nombraron justicias y regidores y
quedó constituído el primer Cabildo. Este hecho, que dio carácter de po-
blación permanente y carta legal de nacimiento a Cartagena de Indias, pudo
ocurrir el día 1 de junio, fecha en que, según el cronista Fernández de Ovie-
do 11, se llevó a cabo la fundación de la ciudad por Pedro de Heredia. Esta
parece la versión más aceptable 12, ya que un documento de tanta autoridad
como la carta que el conquistador escribió al rey en 1533 impide aceptar
el testimonio del beneficiado de Tunja 13.

VENTAJAS E INCONVENIENTES DE SU EMPLAZAMIENTO

Lo indudable es que después de poblada Cartagena no parecía su em-


plazamiento el más apropiado para una ciudad que, como cabeza de gober-
10 Por lo menos dos meses después del desembarco; tal vez más , pues dice que se acercaba el in-
vierno, o sea la estación de las lluvias, que comienza en mayo.
11 Historia general y natural de las Indias (Madrid, 1852) , tomo 11, pág. 448.
12 RESTREPO TIRADO: Descubrimiento y conquista de Colombia (Bogotá , 1917, págs. 289
y 303) admite la posibilidad de una fundación provisional el 20 de enero y otra definitiva elide
junio. jIMENEZ MARTINEZ: La fundación de Cartagena ("Bol tín de Historia y Antigüedades"
- citado en adelante BHA- , núm. 228, vol. XX, 1933) cree que en la primera de dichas fechas se
verificó la ocupación militar del poblado indígena, y en la egunda la fundación de la ciudad con
arreglo a las formalidades jurídicas del caso.
13 La fecha de fundación de Cartagena tradicionalmente aceptada es la de 20 de enero de 1533,
que consigna Castellanos. Pero la citada carta de Heredia - fuente de primera mano y mucho más auto -
rizada- la pone en entredicho, permitiendo aceptar, como más posible, la del 1 de junio, .de acuerdo
con el testimonio de Fernández de Oviedo. Enrique OTERO O'ACOSTA: Fundación de Cartagena
de Indias, datos y documentos de la Academia Colombiana de la Historia (Bogotá, 1932; véanse tam -
bién otros estudios citados en la Bibliografía) ha hecho el estudio crítico de esas tres fuentes, deci -
diéndose por la versión del Cronista de Indias, tesis aceptada por la Academia Colombiana de la
Historia. La Academia de la Historia de Cartagena se inclinó, en cambio, por la fecha consignada
por Castellanos (Gabriel PORRAS TROCONIS y Pedro María REBOLLO: Informe redactado por en-
cargo de la Academia cartagenera, publicado en la revista "Cartagena de Indias", 1933, número con -
memorativo del centenario). Posteriormente, el Congreso Hispano-Americano de Historia, reunido en
Cartagena a fines de 1933, discutió el problema, inclinándose a favor del testimonio de Castellanos
(Congreso Hispano-Americano de Historia. Actas. Cartagena, 1935). Me limito a exponer las distintas
opiniones, sin ánimo de renovar la vieja polémica, ya que, en realidad, la precisión de la fecha no in-
teresa al objeto de esta monografía.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
VENTAJ S E INCONVENIENTES OE SU EMPL Z MTE TO

nación, era de e perar que prospera e y creciese. La areno a isla de Cala-


mari e ca eaba, sobre todo, de agua de buena caljdad, pu no ofrecía otra
que ]a de pozos o «jagüeyes», la poca ahundancia dese lemento, im -
prescindible para la vida humana, amenazaha con tituir un poh]ema grave
tan pronto como la población fuese en aumento. Cuando e] licenciado Jua1l
de Vadillo fue a re ¡denciar a Heredia en 1535, e cribió al rey indicándole la
conveniencia de trasladar el pueblo a ot ro itio qu ofrecie e mejore, COll-
diciones, y anduvo «buscando ... donde le mudar» 14. Lo oficiales reales no
encontraban extraña la propuesta del juez de residencia: «no nos maravi-
llamos dello--e cribían en 1537-, porque en verdad tiene dos faltas: la una
y más principal es de agua de pie, que si un río o arroyo tuviera bien ne-
cesario le era, pero con los zagüeyes que ay se ostiene»; el otro inconve-
niente era la falta de abanas donde criar ganado para el abasto de la ciu-
dad. Proponían, para remediar aquella falta, la traída del agua de un arroyo
situado a tres leguas de distancia (el de Matute, cercano a Turbaco), lo cual
«sería ennoblecer esta cibdad, porque no hav necesidad ... de pensar que
se a de mudar el pueblo principal delta . porqu no ay en toda la gover-
nación otro asiento ni puerto como éste» 15. A esta misma conclu ión llega-
ría el licenciado, puesto que de 1stió de la idea de trac;ladar la ciudad, preocu-
pándose, en cambio, por mejorar en ]0 posible el primitivo conjunto ur-
hano, formado hasta entonces por los mi mo hohíos que habían perteneci-
do a los indígenas. Vadil10 fue el primero que hizo construir una ca ac;
junto a la iglesia. eiemplo que iguieron los vecinos, «y les trazó callee;
que antes no las avía» 111.
Lo inconveni nte qu ofrecía el mpla;;:ami<'nto de ]a dudad ~e fueron
remediando con 1 tiempo. Ante de mediar el siglo . ahri' un camino que
la puso en comunicación con las exten as . abanas de Curuncha, donde se
pudo inten ificar la cría de ganado. y mientras la po lación fué poco nume-
rosa bastaron los pozos para urtir de af!ua al vecindario. El pro cto de
conducir la del arroyo de Turbaco se pu. o en práctica más tarde , pero por
diversa cau a ,jamá se realizó. Al parecer, se comenzaron]a obras de
un acueducto , y para costearlas se establecieron impue to , cu. as renta ' . e
destinaron en diversa ocasione a obra de fortificación, pero el agua trans-
parente del arra o de Matute nunca llegó a la ciudad de Heredia. No existe
en Cartagena una sola fuente de la época colonial. Los aljibes que recogían
las aguas pluviales solucionaron al fin el problema, y han surtido a la po-
blación hasta hace muy pocos año. No solamente se hicieron aljibes en las

14 RC a Vadillo, Valladolid, 11 de febr ro de 1537, en re pue la a una carta de é te de 21 de


ago to d 1535 ( anta Fe, 987, tomo 11, folio 2 v). Publicada por MARCO: Cartagena de Indias;
la ciudad y sus monumentos (Sevilla, 1951), pág. 193.
15 Carta de 7 de octubre de 1537. AGI: Santa Fe, 72.
16 RESTREPO TIRADO: Documentos del Archivo de Indias. Pap eles de justicia. BHA, 1939,
pág. 246.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA EN LA ~POCA ESPAÑOLA

casas particulares, sino también en las murallas, a fin de que la ciudad es-
tuviera bien provista en caso de sitio 17.
A pesar de ésos y otros inconvenientes que siempre se encontraron a su
emplazamiento, Cartagena prevaleció en el lugar en que la había fundado
Pedro de Heredia, a causa de las ventajas insuperables de su hermoso puer-
to. Con la conquista del Perú se desvió hacia el istmo de Panamá la corrien-
te migratoria, que durante el primer tercio del siglo XVI se había dirigido
a las Antillas, y es natural que este tráfico buscara un punto de apoyo en
Cartagena. Al mismo tiempo, las expediciones de conquista hacia el in-
terior del país pusieron de manifiesto las grandes posibilidades colonizadoras
que ofrecían los valles y mesetas encuadradas en las cordilleras andinas,
lo cual dio nuevo valor al puerto, haciendo de él algo más que una escala
en la ruta hacia el istmo. Tres años después de la fundación de Cartagena,
Sebastián de Belalcázar fundó Cali y Popayán; en 1538, Jiménez de Que-
sada puso los cimientos de Santa Fe de Bogotá, y, un año más tarde, Gon-
zalo Suárez Rendón llevó a cabo la fundación de Tunja. Las expediciones
de Vadillo, Heredia y sus continuadores dejaron abiertas las comunicacio-
nes con Popayán, Cali, Cartago y demás ciudades fundadas por Belalcázar
y sus tenientes en la cuenca del Cauca 18.
La geografía física del país impuso las rutas de penetración hacia el
interior. Las elevadas cordilleras, abiertas en abanico hacia las costas del
mar Caribe, sólo permitían la comunicación de éstas con las mesetas an-
dinas a través de los valles de sus ríos. El Magdalena-y su red de afluen-
tes-fué el único camino para llegar a las altiplanicies de Cundinamarca, y
los peligros que ofrecían a la navegación las barras de su desembocadu-
ra-las temibles «Bocas de Ceniza», no canalizadas hasta hace pocos lustros-
desviaron el tráfico hacia Cartagena.
Las comunicaciones con el in terior del país se establecieron muy pron-
to, primeramente por la vía del Opón, hasta que, a mediados del siglo, Her-
nando de Alcocer y Alonso de Olaya Herrera, en vista de los inconvenientes
que ofrecía el antiguo camino terrestre, abrieron otro, que terminaba frente
al lugar que luego ocupó el puerto fluvial de Honda, y organizaron un ser-
vicio de canoas y «champanes» en el río Magdalena y otro de recuas en el

17 Según el capitán de navío don Pedro Francisco Fidalgo (1795), había, entre Cartagena y el
arrabal, doscientos treinta y siete aljibes, que almacenaban agua suficiente para todo el vecindario y
la guarnición (Derrotero de las costas de la América Septentrional . .. , publicado por Cuervo: Docu-
mentos para la Geografía y la Historia de Colombia, tomo I, Bogotá, 1891, pág. 118). Los aljibes están
construidos de ladrillo, con bóvedas de medio cañón, reforzadas con arcos fajones. Por excepción se
construyeron también sobre la superficie, en cuyo caso tienen gruesos contrafuertes, que reciben el
empuje de los arcos. Las paredes interiores se cubrían con un betún compuesto de ceniza, aceite y
polvo de ladrillo, para evitar las filtraciones. (Debo este d~to a mi recordado amigo don Daniel Lemai-
tre de Cal'tagena).
18 PORRAS TROCONIS: El comercio de Colombia en la época colonial, BHA, números 43-44
(l918), pág. 266.

10

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EVOLUCIÓN DE LA CIUDAD

trayecto terrestre, con lo que el comercio adquirió gran desarrollo. A prin-


cipios del siglo XVTT había aumentado tanto 1 tráfico con el interior y eran
tan notorios los inconveniente. del camine tcrre trc entr Cartagena y el
gran río, que 10 comerciantes solicitaron real licencia para gravar con un
impuesto las mercancías que 10 utilizaban, a fin de de tinar el producto a
mejorar tan importante vía de tránsito, que en la época de las lluvias s
inundaba con las aguas del caño que despu' s se llamó del Dique 19. Más
tarde se construyó el canal de ese nombre, que continúa siendo la princi-
pal vía de comunicación entre la ciudad de Heredia y el Magdalena.
Reglamentada la navegación entre E paña y la India, fu Cartagena
puerto de escala de la flota de Tierra Firme, tanto en el viaje de ida, que
terminaba en Nombre de Dio o en Portobelo, como en el de r gre o. Viaje-
ros y mercancías en trán ito para '1 Nuevo Reino de Granada desembarca-
ban en Cartagena de Indias, y mercadere v tratantes d Antioquía y Cali,
de Tunja y de Bogotá, y ha ta de Popayán la lejana Quito, acudían a la
«f ria el los galeone, » cuando llegaba la flota. Cartag na era el primer mer-
cado de los productos e pañoles en tierras sudamericanas y el puerto de
un inmenso y rico territorio. Todo est conjunto de circunstancia favora-
bles, derivadas de su situación geográfica y de las inm jorable' condiciones
de su bahía, labraron la pro peridad de Cartagena y fueron más que ba.-
tantes para que los inconveniente que, en principio, ofrecía su emplaza-
miento, no merecieran er tenidos en cu nta.

EVOLUCIÓN DE LA CIUDAD

' Los mismos bohíos que habían habitado los indígena del pueblo de
Calamari formaron el primitivo núcleo de la ciudad española de Cartagena
de Indias. Poco después, Juan de Vadillo, juez de residencia por 10 años
de 1535 a 1537, dio comienzo a la construcción de un modesto templo ele
paja y cañas, que ervía de catedral, y tra7ó la. cal1es del poblado, acome-
tiendo así el primer intento de ordenación urbana que conocemos docu-
mentalmente. No deia de ser curioso, y tal vez expresivo del espíritu me-
dieval de los conquistadores del siglo XVI, el hecho de que, en el juicio de
residencia que se instru ó a Vadillo, se le acu ara de haber trazado una
calle recta en Cartagena «contrariando la costumbre» 20.
A 10 largo de las nuevas rasantes se fueron alineando las casas de « ba-
hareque», idénticas a las que todavía se ven en las afueras de la ciudad
y en los «corregimiento» de Tierra Bomba y Bocachica. Pero el asiento de

19 PORRAS TROCONl : artículo y pág. cl.


20 RESTREPO TIRADO: Documentos del Archivo de Indias. Papeles de justicia. BHA, 1939,
pág. 247.

11

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA EN LA ~POCA ESPAÑOLA

la ciudad, bajo, arenoso, rodeado de ciénagas y caños, oprimido por la


vegetación que. con esa exuberancia característica del trópico, amenazaba
ahogar al caserío, planteaba al Cabildo constantes problemas de saneamien-
to. En varias ocasiones el rey concedió mercedes al Municipio para que
las gastase en «deserbar la ciudad», pues por 10 menos una vez al año era
preciso talar los manglares que crecían en las calles. En 1552, una orde-
nanza dispuso que se hicieran corrales «de la otra parte de la puente ... ,
donde tengan las vacas, y las traigan en guardia para que no anden por las
calles del pueblo» 21. Ambos datos bastan para imaginar el aspecto de la
ciudad a mediados del siglo XVI.
En el citado año de 1552 un violento incendio hizo presa en el material
combustible de los bahareques y de las techumbres de palma y destruyó
totalmente la ciudad. La reconstrucción fue inmediata, pero aún habían
de pasar muchos años antes de que se hicieran casas con materiales nobles.
Como era natural tratándose de una ciudad marítima, el punto más vital
del núcleo urbano era la {(plaza de la Mar», que después se llamó de la
Aduana. En ella estaban las carnicerías la casa de los oficiales reales, y
es de suponer que también las principales tiendas y oficinas de comercio.
Un dibujo de 1571 (fig. 11) nos muestra Slt aspecto: las casas de dos plan-
tas, con portales sostenidos por pies derechos, con zapatas, parecen indicar
que el material predominante en las construcciones era la madera. Pero
desde hacía unos años, a medida que se desarrollaba el tráfico y con él la
prosperidad económica del vecindario, los materiales nobles iban reempla-
zando a las modestas viviendas construídas al modo indígena y a las ca as
de tablas. «Cada día se hacen e van haciendo casas de cantería e otros edi-
ficios costosos», escribía el Cabildo en 1572 22 • El edificio pro ectado en ese
mismo año para instalar las dependencia de la Aduana, con u empaque de
palacio renacentista y costeados paramentos de sillería, es bien expresivo
del cambio radical que la ciudad experimentaba por aquella época, trans-
formación debida en no pequeña parte al celo e interés del gobernador don
Pedro Fernández de Bu to, cu. o entusiasmo por las mejoras . las obras
públicas es quizá lo único que merezca recordarse de su labor al frente de
la Capitanía General de Cartagena. Durante el último tercio del siglo XVI,
antes y después del ataque de Drake, la actividad constructora debía de ser
muy grande. En un proceso seguido contr el maestro mavor de la catedral
Simón González, declararon cerca de cincuenta testigos, cu os oficios-ala-
rifes, canteros, albañiles y maestros de carpintería-estaban relacionados
con las artes de la construcción; y si tenemos en cuenta que en 1573 vivían
en Cartagena unas cuatrocientas familias, llegaremos a la conclusión de
que, por mucho que hubiese aumentado el vecindario en los últimos lus-

21 URUETA: Documentos para Ú1 Historia de Cartagena, tomo I (Cartagena, 1887), pág. 184.
22 Carta de 23-VI-1572 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, fol. 208).

12

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EVOLUCIÓN DE LA CIUUAD

tros del siglo, el núcleo de artífices dedicados a oficios relacionados con


la arquitectura ra muy crecido y r fleja un momento de actividad en las
construcciones urbanas.
El plano má antiguo en el que se representa con exactitud el trazado de
las calles de Cartagena es el que levantó Antonelli en 1595 para ilustrar un
proyecto de fortificación (fig. 13). Es impo ible det rminar ha la qué punLO
coincidiría esa traza con la primitiva, pue faltan testimonios gráficos más
antiguos y referencias documentales qu pudieran suplirlos. Sin embargo,
nada impide pensar que ése fuera el trazado dispuc to por Vadillo, i es que
no se varió despué. del incendio de 1552, que impuso una total reconstruc-
ción de la ciudad. Lo indudable es que, como sucedió n Santo Domingo,
cuya traza se le a emeja, no se aplicó rigurosamente en Cartagena la dis-
posición de perfecta cuadrícula, y la xistencia de ángulos no rectos en al-
gunas calles, a -í como la forma irregular de la cuadra, par cen iodi ar
un trazado primitivo.
El plano de Antonelli dejaba fuera del recinto de murallas algunas man-
zanas de casas correspondientes al barrio de San Diego, pero al llevar a la
práctica el proyecto de fortificación se varió un po , incluyendo dentro
de los muros aquella parte de la ciudad, que era precisamente la que tenía
mayor número de pozos o jagüeyes, que, en aquel tiempo, dieron nombre
al mencionado barrio. Desde enton s, el primitivo núcleo de la ciudad,
asentado sobre la isla d Calamari, no ha sufrido ariación notable en lo
que se refiere a la traza y distribución de sus calle. En esos años de fines
del siglo x 1 aún no s había ini iado la expansión del caserío hacia el arra-
bal de Getsemaní, pues no contaba é te con má edificios que el matadero
y el convento de San Franci co. Sin embargo, en un plano de 1597 vemos ya
trazadas algunas calles del arrabal, mientras el recinto amurallado nos
muestra la distribución de la ciudad tal como se conserva en la actualidad
(fig. 16). En él se representa la plaza de la Mar, que después se llamó de la
Aduana, con los portales que tenía en uno de sus frentes; la de los Coches,
con el típico «Portal de los Dulces», y la Plaza Mayor, con los «Por-
tales de los Escribanos», que todavía se conservan. Durante la primera mi-
tal del siglo XVII se fué poblando el barrio de Getsemaní, que también que-
dó cercado con un r cinto de muralla. Un plano de 1688 (fig. 55) muestra el
trazado de sus calles, casi igual en todo al que existe hoy.
En realidad, la ciudad varió poco, y no desbordó el recinto de muralla
hasta una época relativamente próxima. Cuando se trazaron las murallas
no se encerró en ellas tan solo el caserío que entonces existía, sino que se
dejaron dentro de su perímetro huertas y solares del barrio de San Diego
que, a medida que aumentaba ]a población, se fueron llenando de viviendas.
Fuera de las murallas no hubo núcleos que llegaran a formar barrios, sino
haciendas y estancias de ganado, tejares y pesquerías. Todavía a fines del
siglo XVIII la población de Cartagena vivía encerrada dentro del recinto de

13

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGBNA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA

sus murallas, y apenas había algunos grupos de bohíos en las inmediaciones


del castillo de San Felipe de Barajas y en la base del cerro de la Popa, lo
cuales dieron origen, andando el tiempo, a los populosos barrios actuales
del Pie del Cerro y Pie de la Popa, respectivamente.
A fines del siglo pasado y a principios del actual comienza a desbordarse
la población y nacen los barrios de extramuros. Al norte de la ciudad, junto
a los baluartes de Santa Catalina y San Lucas y a orillas de la ciénaga del
Cabrero, surgió el barrio de este nombre, nacido al calor de la histórica
casa en que vivió los últimos años de su vida el gran estadista y pensador
don Rafael Núñez, que varias veces fue presidente de la República. Más al
Norte, pasado el caño de Juan Angola, se encuentra el barrio de Crespo,
trazado hace pocos años; conserva el nombre de una estancia de ganado
que a fines del siglo XVIII existía en los «terrenos de la Cruz Grande», entre
el mar y la ciénaga de Tesca, lindante con la quinta de don Pedro Más, otro
rico ganadero de Cartagena en aquella época.
Ya en nuestros días es cuando la ciudad desborda ampliamente el re-
cinto amurallado, buscando espacio por las márgenes orientales de la bahía.
Por iniciativa particular se urbanizó la isla de Manga, que con sus casas ro-
deadas de jardines constituye hoy uno de los barrios más bellos de Carta-
gena. Al mismo tiempo crece la ciudad por la tierra firme, y nacen los ba-
rrios de la Quinta, Alcibia, El Bosque, etc., que con ervan los nombres que
a fines del siglo XVIII correspondían a e tancia , casas de labor o tejares.
Al otro lado de la bahía, entre ésta, 1 mar libre y el antiguo canal de
Boca Grande, se ha construído más recientemente el barrio de este nombre.
Tal ha sido, a grandes ra gos, la evolución de la ciudad, cuyo término mu-
nicipal reúne hoy más d cien mil habitantes.

LA FORTIFICACIÓN DE CARTAGENA

En 1543, cuando apenas contaba la ciudad diez años de vida, sufrió el


primer ataque y saqueo, llevado a cabo por un pirata francés a quien los
cronistas llaman, tal vez castellanizando su apellido, Roberto Baal. No fue
ésta la única vez que los vecinos de Cartagena conocieron los horrores del
saqueo y la ruina causada por la imposición de cuantiosos rescates. La de-
fensa de la ciudad y de su puerto, para garantía del vecindario y seguridad
del tráfico de los galeones, fue un problema que, al mismo tiempo, se plan-
teó en todos los puertos españoles de las Indias, singularmente en los si-
tuados a orilla~ del mar Caribe, donde se cruzaban las rutas de Nueva Es-
paña, Tierra Firme y el Istmo de Panamá.
En Cartagena de Indias la historia de las fortificaciones comienza a]
mismo tiempo que la vida de la ciudad. Más de una vez dictó la Corte enér-

14

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA FORTIFICACIÓN DE CARTAGENA

cas órdenes para que se construyera una fortaleza en el puerto, pero a pe-
sar de ese buen deseo, la ciudad i ió largos años totalnlente indefensa, sin
más guarnición que sus vecinos, constituídos en improvisada milicia, casi
sin armas y sin artillería con que hacer frente a fuerzas siempre más nu-
merosas y dotadas de toda clase de mt;dios para el ataque.
El problema no era exclusi o de Cartagena, y exigía todo el interés que
puso en solucionarlo Felipe lI, cuando concibio un amplio proyecto de for-
tificación de los puertos de las Indias, empresa que encomendó al maestre
de Campo Juan de Tejeda y al famoso ingeniero Bauti ta Antonelli. Ambos
llegaron a Cartagena en 1586, poco después de la tonla y saqueo de la ciudad
por Drake. Con la llegac.ta-de Antonelli y Tejeda e inician en Cartagena las
grandes obras de arquitectura militar que la con irtieron en la principal
plaza fuerte de las Indias: después de trabajo ca i incesantes que duraron
tanto como la época colonial. Durante nlas de dos siglos la Corte española
no dejó de dedicar atención al problema de la seguridad y defensa de la
ciudad de Heredia. En ella trabajaron los mejores ingenieros militares, y
eñ las obras de sus murallas y castillos se invirtieron sumas incalculables,
hasta que a fines del siglo x IlI, en vísperas de la emancipación, quedó en-
teramente cerrado su r cinto y defendidos con castillo y baterías los lu-
gares estratégicos de los alrededores de su puerto.
El emplazamiento de la ciudad y las caracterí ticas topográficas de su
bahía plantearon problemas a la defensa y fortifica ión de Cartagena. Los
examinaré someramente, comparándolos con los de igual Índole que hubo
que resolver también en otros puertos de las Indias, tales como Veracruz,
el Callao, Portobelo, La Habana y Manila. Los dos primeros tienen como
característica común la de estar situados en bahías abiertas, de acceso fácil,
pero con una diferencia: el islote de San Juan de Ulúa, debidamente forti-
ficado, constituyó un importante «rebellin» u obra avanzada, que protegía
a las flotas ancladas en el puerto de Veracruz y al recinto amurallado de la
ciudad; pero como la del Callao no tenía esta ventaja natural, a las mura-
llas y baluartes que circuían el casco urbano correspondió también la misión
de proteger el fondeadero. Cartagena de Indias, La Habana, Portobelo y Ma-
nila ofrecían, en cambio, la ventaja de u situación en amplias bahías ce-
rradas y con estrechos canales de acceso, por lo que el problema planteado
p~ la defensa de ada una de ellas se resol ió de manera s mejante", for-
tificando sus entradas. Precisando más aún, cabe señalar diferencias entre
las cuatro bahías de referencia. Las de Manila, Portobelo y La Habana están
abiertas en profundidad hacia tierra ad ntro, mientras que la de Cartagena
es, como hemos vi to, algo así como una extensa laguna litoral, alargada al
borde de la costa, circunstancia que condicionaron el desarrollo de la ciu-
dad e influyeron en la disposición de sus fortificaciones.
Para la defensa de La Habana proyectó Antonelli la construcción del
fuerte de los Tres Reyes o del Morro y el de San Salvador de la Punta, a

15

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA EN LA ÉPO A ESPAÑOLA

ambos lados de la entrada de la bahía, y aún llegó a proponer el cierre del


canal con unas cadenas. En Portobelo, los castillos de Santiago y San Fe-
lipe lograron igual efecto con un emplazamiento semejante. En la bahía de
Manila, las fortificaciones se concentraron en el presidio de Cavite, llave de
la bahía y de la ciudad, aunque también ésta fue cercada con baluartes y
murallas.
En Cartagena, el problema que se planteó fue semejante, aunque las cir-
cunstancias arriba examinadas lo hici ,ron má complejo, pues no solamente
fue preciso atender a la defensa militar de la ciudad y del puerto, sino que
también tuvo aquélla un enemigo constante en las fuerzas de la naturaleza,
por su situación a orillas del mar libre, que, agitado por los furiosos «nor-
tes», inundó muchas veces la isla baja y arenosa que le sirve de asiento y

l' lG. A. Defe1lsas de la bahía a fines del .~iglo XV 1.- 1, Castillo de San Matías; 2, Canal
de Bocagrande; 3, Fuerte del Boquerón,

ocasionó enormes daños en los edificios y en las fortificaciones. Un tempo-


ral que la azotó en los días 4 al 6 de noviembre de 1588-el primero de que
hay constancia histórica-estuvo a punto de destruirla por completo: el
mar se abrió paso hasta la Caleta con tal fuerza que corrieron peligro de
zozobrar los navíos y galeras que estaban fondeados en el puerto; los fuer-
tes quedaron arrasados, y la parte «que cae a la tierra adentro, donde está
una puente, entre la ciudad y el convento» de San Francisco, se anegó to-
talmente, hasta el punto de quedar cortadas las comunicaciones con la
tierra firme. De todo informó el Cabildo a la Corte: se hizo saber el peligro
que corna la ciudad por estar rodeada de mar «y ser todo el sitio sobre que

16

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA FORTIFIC CION DE C RTAGENA

se ha de edificar arena»; y suplicó angustiosamente que enviasen un ing~


niero e hiciesen las obras necesarias, a fin de que hechos semejantes no pu-
dieran repetirse 23,
Si la defensa «natural» de la ciudad se encontró con e te problema no
resuelto hasta fines del siglo x III, la defensa militar de la plaza hubo de re-
solver otros. A principios de la época colonial, la bahía de Cartagena tenía
dos canales de acc o: el d Bocachica, ituado a tres 1 guas de la plaza y
del puerto interior, y el de Bocagrande, más ancho y más c r ano al fon-
deadero, que fue el que entonc s utilizaron exclu ivament la flota. Por
e o la primeras fortal zas-fuertes de la Caleta del Boqu rón, contem-
poráneo de Hawkins- e constru eron n lugare e trat 'gicos para la de-
fensa de los «surgideros», y cuando en la última década del siglo XVl se co-
menzaron la obras de fortífi ación d finiti a, de pués de tudiar las con-

Fa;. B. De/en as de la bahía en 1631.- 1, Canal de BocaO'rande; 2, Ca tillo de .... nn Matía ,


oe Dlallt lado; 3, Plataforma antangel; 4, Fu rte de anta Cruz; S, Fuerte del Boque·
rón; 6, Fuerte de Manga; 7, Fuerte del Manz-anillo.

diciones de la bahía se construyó el fuerte de San Matías a la entrada de


Bocagrande, que fué reedificado a principios del siglo siguiente con ma-
teriales duraderos y permanentes (fig. A). Años después se construyó la
plataforma Santángel en la orilla opuesta del canal, quedando así éste con-
trolado por los fuegos de do castillos, mientras que el fuerte de Santa Cruz,
en la punta del Judío-construído después-, y el antiguo del Boquerón,
más adentro, estaban llamados a defender el fondeadero en el caso de que
los buques enemigos lograsen forzar la entrada de la bahía. En 1631 (fig. B),

23 El cabildo al rey, 21-XI-1588 (AGI: Santa Fe, 62).

17

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA

si bien el castillo de San Matías había sido desmantelado, se habían cons-


truídos otros en las islas de Manga y del Manzanillo, y todos los canales de
acceso al surgidero de las flotas y al puerto interior quedaban suficiente-
mente fortificados. Así, pues, la defensa del puerto de Cartagena se había
logrado en forma semejante a como lo habían conseguido los de La Ha-
bana, Portobelo y otros de las Indias, y por la misma fecha quedó comple-
tamente amurallada la ciudad. Años después (1657), el gobernador don Pe-
dro Zapata construyó el castillo de San Felipe de Barajas en lo alto de un
cerro que dominaba a la ciudad por la parte de tierra. El problema defen-
sivo de Cartagena parecía resuelto.
Pero poco antes, a mediados del siglo, había ocurrido un hecho fortuito
que fue la causa de que se trastornase todo el sistema defensivo de Carta-

FIG. C. Defensas exteriores de la ciudad a mediados del siglu XVII. - 1, Castillo de San
Felipe de Baraja ; 2, Fuerte del Boquerón; 3, Fuerte de Manga; 4, Fuerte del Manzanillo;
5, Fuerte de Santa Cruz; 6 Fuerte de San Luí de Bo a hica; 7, Canal de Bocachíca.

gena: dos navíos zozobraron a la entrada de Bocagrande, y las arenas que


junto a estos obstáculos fueron acumulando las corrientes acabaron por
obstruir completamente el canal. Entonces hubo que utilizar el de Boca-
chica, y como surgió la necesidad de fortificarlo, se construyó en su orilla
Norte el castillo de San Luis-escenario del heroísmo de don Sancho Ji-
meno-, que Pointis dejó en estado lamentable, casi fuera de servicio (fi-
gura C).
Los destrozos que los franceses ocasionaron en los castillos y murallas
haciendo estallar minas fueron reparados, y así, durante la primera mitad
del siglo XVIII continuó igual que en la centuria precedente el sistema de-

18

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA FORTIfICACIÓ DE e RTAGENA

fensivo de Cartagena, mejorado con la construcción de la pequ ña batería


de San José de Bochachica, en un islote situado frente al castillo de San
Luis, otras baterías provi ionales en la isla de Tierra Bomba y algunas obras
de fajina que se hicieron en el castillo de San Felipe cuando se esperaba
el ataque de Vernon.
Este acontecimiento-página de gloria en la historia de Cartagena-tuvo
consecuencias lamentables para las fortificaciones, pues el castillo de San
Luis y la batería de San José en Bocachica, el fuerte de Santa Cruz y otras
baterías de meno importancia quedaron arruinadas totalmente o fuera de

d
Fu;. D. De/en as teriores dI' la ciudad a mediados del siglo XVlll.- l , Ca tillo d
.. an
F~ lipe de Baraja ; 2, Fu rte de an chastián del Pa teJillo; 3, Fuer! d 1 Manzanillo;
-l, Fuerte d anta Cruz; 5, Canal de Bocagrande, abi rto de nuevo; 6, Ca till de an Lui
d Bocachica; 7, Batería d an Jo é.

servicio, por lo que la reconstrucción de los destruído fue un problema que


exigió urgente solución.
Además, un hecho impremeditado fué causa de que nuevamente las aguas
del mar se abriesen paso hacia la bahía a través del istmo de Bocagrande.
Cuando se esperaba el ataque de Vernon, don BIas de Lezo distribuyó sus
buques en los lugares estratégicos de la bahía y fondeó el «Africa» en la
ensenada de Bocagrande para que impidiese cualquier desembarco de ene-
migos en aquella parte. Los marineros del navío abriaron un canalito para
pasar con el bote a la playa del lado opuesto, pero no previnieron las con-
secuencias: los temporales agrandaron la abertura, y como ésta llegó a ser
practicable para buques de mediano tonelaje, hubo que elegir entre cerrar
esta boca o dejarla y cerrar el canal de Bocachica (fig. D). Se optó por dejar

19

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA

éste y obstruir el de Bocagrande, y comenzaron los intentos de cons-


trucción de un dique o escollera, cuyos trabajos-interrumpidos varias ve-
ces por diferentes causas-fueron iniciados definitivamente en 1771, según
el proyecto del ingeniero don Antonio de Arévalo, que bajo su dirección
realizó una de las más importantes obras de arquitectura hidráulica que
se hicieron en América. Años antes de comenzar ésta se terminaron la
batería de San José y el fuerte de San Fernando y después se amplió el
castillo de San Felipe de Barajas, construyendo en las faldas del cerro que
le siIve de asiento las formidables baterías, que hoy subsisten como prueba
patente del genio de una raza (fig. E).
Otras obras complementarias-batería del Angel en Bocachica, la Te-
naza, etc.-dejaron a Cartagena convertida en una verdadera plaza fuerte.

Flc. E. Fortificaciones de la bahía hacia 1770.-:1, Castillo de San Pelipe de Barajas; 2, Fuer.
te de San Sebastián del Pa telillo; 3, Fuerte de San Fernando; 4, batería de San José.

Al mismo tiempo, o sea a fines del siglo XVIII, se acabó de cerrar el recinto
amurallado, y en la parte bañada por el mar libre se construyó una esco-
llera, que alejó para siempre el peligro de las inundaciones, que tantas veces
habían destruído la muralla de la Marina.
El anhelo de tranquilidad frente a la constante alarma de piratas y ene-
migos y el afán de oponer al posible ataque un nuevo medio de defensa,
caracterizan la historia de Cartagena de Indias durante la época colonial.
Veamos en las páginas que siguen cómo se fue desarrollando la ciudad y
la historia de sus monumentos religiosos, civiles y militares.

20

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CMITULO 11

La Ciudad de {os Conquistadores

Io-eu. fa po6Cación áe {os 6uftú:Js,


ááDaIts maurialt.s Ca montaña,
Lk¡¡aron, pues, alpuerto tÚJs narlfos
QJu áJ ~tnDre áe 1Jios i6an. a 'España¡
9lof¡¡áronse áe ver a.qtuiamr.a
Con renotnDrr. áe nueva Carta¡¡tna.,

(CasufúwJs: 'EJeoios, 2.' parte, canto C).

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Cuarenta años después de su fundación, Cartagena de Indias era un con-
junto urbano de aspecto tan pobre como el que tuvieron, en sus principios,
otras muchas ciudades del Nuevo Mundo. Si como dice Juan de Castellanos,
y se desprende de las Ordenanzas de 1555, hubo un reparto de solares des-
pués de la fundación de la ciudad, es de suponer que se trazaran las calles.
y nada impide pensar que fuese aquel trazado-en líneas generales-el que
prevaleció después. A un lado y otro de las calles cubiertas de manglares,
se alzaban modestos bohíos construídos a la manera indígena. No pedía
mejor cobijo la benignidad del clima, y los techos de palma bastaban para
resistir los terribles aguaceros del caluroso invierno tropical. La inmediata
«montaña»-la selva-ofrecía abundantes materiales, y así la ciudad volvió
a surgir, con la misma fisonomía, después de ser devorada por las llamas
en 1552. Para el aspecto urbano de entonces no faltan unos pintorescos en-
decasílabos entre los millares que nos dejó en sus Elegías el beneficiado
de Tunja:
«Tenían casas en aquella era
Personas pobres o cualificadas,
Los altos y los bajos de madera
Con cogollos de palmas cubijadas;
y aún hoy algunas hay desta manera
Que no todos las tienen mejoradas,
y son las sobredichas coberturas
Para llamas del fuego mal seguras» l.

Muy pobres fueron también los primeros edificios religiosos, como la ca-
tedral, sede del obispado establecido en 1534, y los conventos de Santo Do-
1 CASTELLANOS: Ob. cit., tomo 1, pág. 97.

23

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

mingo y San Francisco. A medida que la población iba aumentando, las au-
toridades civiles procuraban toda suerte de mejoras públicas. El Cabildo
secular dictaba disposiciones de carácter sanitario y abría pozos o jagüeye
para surtir de agua a lo vecinos, a que uno de los inconvenientes del sitio
en que se asentó la ciudad era, precisamente, la falta del preciado líquido.
El puente de Getsemaní unió el núcleo primitivo de aquélla con el islote de
este nombre, donde fundaron su convento los frailes franciscos. Más tarde,
con el camino a las sabanas de Curuncha, surge una vía de penetración hacia
el interior que permite beneficiar los ricos pastizales de aquellas tierras
bajas donde, todavía hoy, se encuentra la mayor riqueza ganadera de la
comarca. Y, del mismo modo, el Cabildo dispuso la extensión de los egidas:
desde las ciénagas de Canapote y Tesca hasta la del Ahorcado--hoy del Ca-
brero-, y desde allí hasta las lagunas de agua dulce, situadas junto al cerro
de la Popa 2.
Las acertadas Ordenanzas del Cabildo vigilan y reglamentan la expan-
sión urbana, a fin de que el «arcabuco» se vaya poblando de casas, huertas y
corrales. En 1567 dispone que los dueños de solares los edifiquen en el plazo
de seis meses o pierdan la propiedad, «por cuanto en la parte que llaman
de Get emaní y otras partes de la ciudad stán proveídos solares .. . a dife-
rentes personas, y no los edifican y los dejan estar hecho arcabuco y es
causa de que la ciudad no aumente por aquella parte» s.
«Crece la población de los bohíos», y tanto la ciudad como sus vecinos
prosperan rápidamente. Cuatro décadas después de u nacimiento está ha-
bitada por cuatrocientas familia " lo cual permite alcular una población
fija de do mil almas por 10 menos, increm ntada por la afluencia cons-
tante de forast ros en trán ita hacia la provincias andinas. Ya enton-
ces era Cartagena e cala obligada de la navegación entre la Metrópoli y
el istmo de Panamá, tráfico que inauguraron aquellos dos navío -aludido
n lo versos de Juan de Castellanos-que charon sus anclas en las tran-
quilas aguas de la bahía viniendo de Nombre de Dios para España.
La prosperidad del vecindario atrajo muy pronto a ]os piratas, pue
apenas contaba la ciudad con diez años de vida cuando sufrió el primer ata-
que. El 24 de julio de 1543 surgió ante Cartagena la escuadrilla del francés
Roberto Baal 5 , formada por cuatro naos de guerra y un patache. Los ve-
cinos estaban desprevenidos y la bonanza del tiempo facilitó a los piratas
la sorpresa: «donde era una costa brava, que no entraron por el puerto, es-
taba la mar tan sosegada con una bonan~a tal, que el patax y las quatro
barcas syn ser sentidos echaron quatro cientos y cinquenta hombres de gue-

2 URUETA: Documentos... , tomo 1, pág. 201.


3Ibídem.
4En una información de 1573 (AGI: Santa Fe, 62) un testigo declara que la ciudad tiene más de
cuatrocientos fuegos.
S As!' le llaman los cronistas, pero quizá su verdadero apellido fuera Val, Vaal o Wal (cf. POSA-
DA: ApostillAs, Bogotá, 1926, pág. I Y ss.).

24

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
PIRATAS Y CORSARTOS

rra en tierra con tre vanderas al quarto del alba dieron por tres calles
con sus menes triles diciendo: francia, francia, guerra a fuego a san-
gre ... » Mataron a un hombre e hirieron a otro, cobraron un crecido res-
cate a cambio de no incendiar el pueblo y, después de robar ha ta la cam-
panas de la iglesia, se retiraron, no in haber demo trado cierta caballe-
rosidad, muy rara en gentes sin le , pues por su parte «hubo buen trata-
miento en la honra de las mujeres y de lo prisionero» 6. Otro documento
de la época añade más detalles: «de embarcaron los franceses guiados por
un corso que conocía la ciudad, les acompañaba un piloto sevillano lla-
mado Juan Alvarez, que en La Habana había realizado cierto actos de pi-
ratería. Los piratas apresaron a casi todos los vecinos se llevaron plata
y oro por valor de treinta y cinco mil p sos, muchas mercancías y dos mil
quinientos pesos de oro de las Cajas Reale~', 7
El 11 de abril de 1559 tuvo lugar el segundo ataque y saqueo de Carta-
gena. Cinco naos francesas-mandadas por los piratas Martin Cote y Juan de
Beautemps-desembarcaron trescientos hombres, y como «el pueblo es pe-
queño e de poca gente e de. pocas arma », . a que apenas contaban los ve-
cinos con alguna picas y tres docena de arcabuce , dominaron la resisten-
cia que se les opuso y se apoderaron de la ciudad. Despué de incendiar el
pueblo volvieron a embarcarse, no sin exigir un rescate de cuatro mil
pesos ".
Nueve año de pué, a principios de julio de 1568, dio fondo en la bahía
una escuadra corsaria inglesa, formada por cuatro navíos grandes y s is pe-
queño . La mandaba el famoso John Hawkin -el «Juan Acle» de los cro-
nista -, el cual envió una carta al gobernador pidiéndole autorización para
traficar pacíficamente con los vecino y vender e clavos y mercaderías. No
se dejó convencer ni intimidar el gobernador, Martín de las Alas, cuya
enérgica actitud salvó a la población de nuevas depredaciones. Después de
ocho días de bloqueo de bombardear la ciudad, Hawkins se hizo a la vela
in atreverse a intentar el de embarco 9. La artillería de tierra respondió a
la agresión, y aunque sólo contaba con dos piezas, «aprovecharon en la
defensa que se hizo al dicho corsario ynglés trayéndolas en brazos de una
parte a otra, mostrando ser cada una de ellas diez o doce» 10.
Ante tan reiterados ataques de piratas y corsarios, Cartagena de Indias
se encontraba indefensa, sin más fuerza que oponer a los invasores que el
valor de sus vecinos, constituidos en milicia. El problema de la defensa

6 El Cabildo de Cartagena al rey, 4·IV-1544 (AGI: Santa Fe, 62).


7 El factor Cristóbal de la Tovilla al Consejo, 15·111-1544 (AGI: Santa Fe, 72).
8 Los oficiales reales, en 5·Xll-1559 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 112).
9 El Cabildo al rey, SO-IX·1568 (AGI: Santa Fe, 62). El ataque de Hawkins tuvo lu~r en ~s~
fecha y no en 1565, como asegura fray Pedro Simón, según se deduce de esta carta. Ya habla rectlfl'
cado la fecha E. DE SALDANHA: Lo. Caleta, en "Boletín Historial". de la A. de Historia de Cartagena
(citado en adelante: BH), vol. 1 (1915), pág. 97.
10 Instrucción del Cabildo ... para el capitán Yuste Guerra (AGI: Santa Fe, 62).

25

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

de la ciudad y su puerto se dejó sentir desde los tiempos inmediatamente


siguien tes a la fundación, y no faltaron reales cédulas que demostraban
cuanto le preocupaba a la Corte resolverlo, pero, por diversas causas tales
disposiciones quedaron incumplidas. La poderosa escuadra de Hawkins no
encontró en el puerto más defensas que los pequeños fuertes del Boquerón
y la Cajeta, comenzados a construir un par de años antes y que, por estar
casi desprovistos de artillería, resultaban del todo insuficientes. Entre tanto,
el vecindario vivía en continua zozobra, pues se esperaba un nuevo ataque
de «Juan Esquín, ynglés, a causa de que al tiempo que se partió desta cib-
dad juró e prometió de volver con mayor poder» 11 .
La llegada del Virrey del Perú, don Francisco de Toledo, en 1569, con ins-
trucciones concretas, señala un momento de máxima atención de la Corte
por el problema de la defensa de Cartagena de Indias. El minucioso man-
datario, asesorado por personas expertas, informó ampliamente al Consejo
de Indias sobre las necesidades defensivas de la ciudad de Heredia, pero
aún pasaron años antes de que los vecinos vieran alzarse las anheladas mu-
rallas que garantizasen su seguridad.

CASAS DE BAHAREQUE

En sus principios, la ciudad de Cartagena no fue más que un conjunto


de bohíos y casas de tablazón o de «bahareque ». En un documento de 1538,
los Oficiales Reales hacían saber al Licenciado Santa Cruz que en la ciudad
«los edificios no se pueden hacer fuertes porque en ella ni en su comarca
no hay piedra y en la isla de Cárex donde dicen que la hay, sería muy difi-
cultosa de traer en (sic) ansy mismo en toda esta cibdad e sus rededores,
ni con más de dos leguas, es todo siénagas e arenales y en toda la ziudad
y puerto no hay casa ninguna de piedra y en lo que viven los vezinos son
de paja e caña e madera e palmas que es como choc;as de Castilla» 12.
Los pueblos de indios facilitaban estos materiales y también era indí-
gena la mano de obra. En 1536, los Oficiales Reales pedían al monarca que
mandase a Vadillo repartir los indios, a fin de que éstos hiciesen casas para
los cristianos; y consta igualmente que corría a cargo de aquéllos la apor-
tación de cañas y paja para la iglesia que, por aquella fecha, se estaba
construyendo 13. En 1551, el deán don Juan Pérez Materano se lamentaba
de que su casa estaba en ruinas, y suplicaba al rey que diese orden para
que los indios de los pueblos cercanos se la reconstruyesen, lo cual-de-
cía-podrían hacer fácilmente, pues «Turipana tiene la madera junto al agua

11 Instrucción del Cabildo ... para el capitán Yuste Guerra (AGI: Santa Fe, 62)
12 AGI: Santa Fe, 80.
13 Carta de 5-IV-1536 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 24).

26

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CASAS DR BAHAREQUE

y sin trabajo de los indios se hará, que con barcos puesta la madera a la
lengua del agua se hará traer; la caña y la lata Bahayre y Matarapa, que la
tienen toda a la lengua del agua y con canoas se puede traer; la palma y la
paja todo de mancomún .. . ; la tablazón Turipana, que tiene la madera muy
buena para ella y la tiene junto al agua» u.
Materiales tan combustibles eran fácil presa de los incendios, sobre todo
si ocurrían cuando soplaban las «brisas»; aSÍ, a fines de enero de 1552 se in-
cendió casualmente una casa, y dos horas después se habían reducido a ce-
nizas todas las del pueblo, incluso la Casa de Contratación que se recons-
truyó en seguida 15. Para conjurar este peligro constante dispuso el Cabildo,
bajo severas penas, en las ordenanzas de 1555, «que se quiten todos los
aforos de palma que tubieran los bahareques por de fuera y por dentro»
y «que los que hubieran hecho merced de solares, en ninguna manera los
edifiquen, si no fuere de cantería, o tapiería, o de adobes, a lo menos de lata
embarrada por de dentro, y por de fuera, y cubierta de teja». Ya con ante-
rioridad a la fecha referida, el Cabildo había comenzado a dictar medidas
encaminadas a procurar {(que la ciudad se ennobleciese de edificios», re-
glamentando la construcción mediante acertadas ordenanzas que señalaban
los salarios que debían percibir los alarifes municipales , nombrados espe-
cialmente tanto «para medir solares y ver obras como para echar la marca
de las gradillas» o moldes con que se hacían las tejas y ladrillos . Estos
materiales habían de ser precisamente «del altor y largor que se hacen en
Castilla», y se vendían a los precios señalados por el Cabildo l0. A pesar de
tales disposiciones no se logró incrementar la construcción con materiales
más duraderos, pues en 1561 varios encomenderos escribían al rey que los
incendios habían destruído el pueblo varias veces porque las casas eran de
paja «sin tener otro posible para hazellas de piedra» 17 ; Y tres años después
una Ordenanza prohibió «que ninguno edifique de paja en ninguna mane-
ra», bajo pena de una fuerte multa y derribo del edificio 18. Todavía en 1569,
según testimonio del visitador de la Audiencia don Lope de Armendáriz,
la mayor parte de las casas eran de madera 19, y en 1572 se pregonaba nue-
vamente la prohibición de edificar chozas, bohíos y casas de palma y paja 20.
Hasta el último tercio del siglo no se intensificó la construcción de casas de
piedra.

14 Carta de 13·X-1551 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 49). Los pueblos de Bahayre y Matarapa
son los actuales de Barú y Maparapa, respectivamente.
15 El factor Juan Velázquez al rey, 25·VI-1552 (AGI: Santa Fe, 187, folio 56).
16 Ordenanzas, apud. URUETA: Documentos... , tomo 1, pág. 184 y ss.
17 Carta de 3-VII-1561 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 149).
18 URUETA: Documentos •.. , tomo 1, pág. 192.
19 Así lo declara en una información de ese año, citada en la nota 94.
20 URUETA: Documentos . .. , tomo 1, pág. 196.

27

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

LA PRTIMERA CATEDRAL

La primera iglesia de Cartagena fue un modesto edificio de paja y cañas


que, como veremos más adelante, estaba en construcción a mediados de 1535.
Erigida Cartagena en sede episcopal al año siguiente de la fundación,
fue nombrado obispo de ella el dominico de San Esteban de Salamanca
fray Tomás de Toro--«varón no menos santo que letrado», en opinión de
Castellanos-, que, en compañía de un lego y dos religiosos de su Orden,
llegó a la diócesis a fines de 1534 21 • En mayo de ese año, informado el rey
de que en la ciudad, «que en lengua de indios se llamaba Calamar», no
había iglesia, dió una cédula por la que ordenaba al gobernador que apli-
casen a la construcción de la misma seiscientos pesos distribuídos en tres
años, y, por otra del mismo mes, ordenó a la citada autoridad disponer que
los indios ayudasen en la obra, pero procurando hacerlo con la menor ve-
jación posible para ellos 22.
Al llegar a Cartagena fray Tomás de Toro, viendo que su iglesia carecía
de rentas para la fábrica, suplicó del rey una merced de mil pesos de oro.
A principios de 1536 expuso de nuevo al monarca su sentimiento por el es-
tado precario de la diócesis enclavada en una provincia falta de labranzas
y ganados que pagasen diezmos, por cuya razón, hallándose sin rentas para
sustentar a los beneficiados, no había podido hacer la erección de la iglesia.
Su desaliento era tal que suplicaba permi o para renunciar al obispado y
retirarse a un monasterio dominico de Nueva España 23. El remedio venía
de camino, pues la real cédula de 8 de diciembre de 1535 mandaba al go-
bernador y oficiales reales que librasen quinientos pesos de oro con destino
a la fábrica 24.
Entre tanto, se iba edificando la iglesia, bien que con los materiales al
uso en aquellos años. En agosto de 1535 había escrito el licenciado Vadillo
al rey culpando a los indios de no haber traído la paja necesaria para aca-
bar la techumbre y, al mismo tiempo, le comunicaba que habíá encargado
a la isla de Santo Domingo madera labrada para el coro y capilla. Al pare-
cer, Vadillo dispuso la construcción de un templo provisional, y esperaba
los materiales para hacer el definitivo cuando se decidiese si la ciudad se
trasladaba o no a otro asiento de mejores condiciones. La Corte, por real
cédula de 3 de febrero de 1537, aprobó su proceder: «provereis que entre

21 Por real cédula, Valladolid, 19-Vll-1534, se ordenó a los oficiales de la Casa de Contratación
proveyesen de pasaje y matalotaje a tres religiosos que el obispo llevaba en su compañía. Cfr. SERRA-
NO SANZ: Cedu.lario de las provincias de Santa Marta y Cartagena, tomo 1, pág. 368.
22 Cédulas de 21 y 22-V-1534. SERRANO SANZ: Cedu.lario ... , págs.363 y 422.
23 Carta de 1-1-1536 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 19).
24 SERRANO SANZ: Cedulario . .. , tomo 1, pág. 390.

28

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA PRIMERA CATEDRAL

tanto que se muda el dicho pueblo se cubra la... iglesia de paja... pues ha
de ser de prestado y que se guarde la madera labrada hasta que se deter-
mine donde ha de quedar» 25.
En abril de 1536, los oficiales dieron nuevas noticias sobre el estado de
la obra: «Vuestra Magestad-escribían-hizo merced a la iglesia desta cib-
dad ... de syscientos pesos de oro para la obra della, los quales mandan que
se gasten en tres años y segund la tierra es estéril no se hará en ella de pie-
dra cosa alguna, porque no hay cal ni otro aparejo para ello e ay necesidad
que se acabe como está empe<;ada de paja y cañas, con lo que toca a la ca-
pilla y coro y rexas y coro de clérigos y asentamientos de escaños e puertas
con lo demás necesario; es muy costoso hazerse de madera en esta cibdad,
porque no hay en el aparejo de maestros ni herramientas ni madera cerca
del dicho pueblo para que se pudiese hazer y acaso vino del Nombre de
Dios un carpintero vezino de la cibdad de Sancto Domingo, al cual el dicho
obispo y nosotros hezimos que hiziesse una tra<;a y trasase e moderase lo
que costaría todo 10 susodicho para que la dicha iglesia se acabase y visto
dize y da su parecer que costará más de ochocientos castellanos, con aver
gastado el año pasado cient pesos en aderes<;alla de carpintería para que
[se] pudiese acabar de cubrir de paja» 26.
Quizá para llevar a efecto la traza hecha por el carpintero arriba alu-
dido, los oficiales, de acuerdo con el obispo, decidieron pedir a la isla Es-
pañola cal, yeso, ladrillos, azulejos y un maestro para hacer el Sagrario, así
como también rejas de madera para la capilla mayor y el coro, puertas gran-
des y pequeñas y otros efectos, a cuyo fin enviaron cuatrocientos pesos al
factor de aquella isla Francisco de Avila. Así consta en otra carta de los
oficiales, fechada el 21 de agosto de 1536, en la que dicen que el factor de
Santo Domingo les había anunciado que enviaría estos materiales en el pri-
mer navío que saliese para Cartagena?:l. En 1537 la obra estaba concluída,

25 RC a Vadillo, Valladolid, 11·11-1537 (AGI: Santa Fe, 987, tomo n , folio 2 v.). Publicada en
MARCO: Ob. cit., pág. 193.
26 Carta de 5·IV·1536 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 24). El carpintero aludido sería proba-
blemente Antón García, vecino de Santo Domingo, que en 1535 estaba en Panamá contratado por
el obispo fray Tomás de Berlanga para construir la catedral de esa ciudad (AGI: Patronato, 194, ramo
28).
27 Carta de 21 -VIII-1536 (AGI: Santa Fe, 187, folio 26). Según los comunicantes, el encargo de
materiales a Santo Domingo se hizo en vida del obispo, de donde se deduce que murió antes de esa
fecha. GROOT en su Historia eclesiástica y civil del Nu.evo Reino de Granada (tomo 1, Bogotá, 1869,
pág. 18) dice que falleció el 31 de diciembre. En la misma carta, los oficiales piden al rey que mande
a los de la Casa de Contratación de Sevilla que vendan o hagan fundir la campana de que se hab ía
hecho merced a la iglesia (cuyo peso era de unos 20 ó 22 quintales) y que con ella se fundan tres de
siete quintales cada una. Así se dispondría, pues en 1540 el campanero sevillano Rodrigo de Villa-
lobos hizo, por encargo de la Casa de Contratación, tres campanas para Cartagena de Indias, "que
llevará fray Tomás de Toro, su obispo" (GESTOSO: Diccionario de artífices sevillanos, tomo 1, pág.
50). Claro que no pudo llevarlas el obispo, ya que había fallecido cuatro afios antes.

29

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

pues Francisco de Avila había enviado «el recaudo que fué necesario y se
le encomendó de cal y ladrillo y azulejos del que se hizo el Sagrario para
el Sanctísimo Sacramento, el cual está en la dicha yglesia adornado dentro
dél de madera bien labrada, hecha una caxa por la humydad, y dentro en
un cofre grande muy rico y otro pequeño que el obispo don fray Thomas
de Toro que aya gloria truxo, y el Sanctissimo Sacramento en una caxa de
plata y sus puertas con sus llabes que es muy grand consolación para los
fieles xpianos y delante de las dichas puertas está un dosel y un guarda
polbo de damasco carmesí que el dicho licenciado [Vadillo] dió».
«Las rexas del coro están asentadas con sus puertas principales y otras
dos pequeñas a los lados y las del coro de los clérigos con sus puertas y
facistor, muy honroso todo y muy bueno y de muy buena madera, con sus
puertas grandes de yglesia y el altar mayor está muy bien adornado con un
retablo pequeño de pinzel con la ymagen de Nuestra Señora y otros sanctos
y encima un doseL .. ; a los lados ay dos altares, adornados lo mejor que acá
hemos podido; para yglesia de paja está muy bien adere~ada, y alegre» 28.
Así escribían los oficiales reales a la Corte el 7 de octubre de ese año, y de
ello se deduce que el edificio era de bahareque, a excepción del Sagrario,
construído de ladrillo y decorado con azulejos 29.
Destruída esta iglesia por el incendio de 1552, «su magestad la mandó
hazer» 30, y consta que en 1553 se estaba construyendo un nuevo edificio que
someramente conocemos por un dibujo remitido por el deán a la Corte,
con carta del 30 de julio de ese año, en la que decía: « La yglesia que te-
nemos entre manos para hazer aún no está acabada por la poca posibili-
dad que tiene y tenemos y cuando bino el juez de residencia tan solamente
estava enmaderada y agora está enlatada, e la queremos tejar y esto más
por el calor que da el juez de residencia el doctor Maldonado que la posibi-
lidad que tiene, como dicho tengo. Puesta en perfección será un templo muy
bueno y la tra9a del cual es ésta que aquí bao Tiene de larga CLXXXIIlI pies
y de ancha LIl y de alto xxx. Lo que resta de hacer es muy mucho de lo hecho
y para esto es menester ayuda de vuestra magestad para que se acave del

28 Carta de 7-X-1537 (AGI: Santa Fe, 72).


29 En ocasión de hacerse unas obras en la casa que ocupó el Hospital de San Sebastián, donde
estuvo la catedral primitiva, mi buen amigo don Pastor Restrepo descubrió unos bellos azulejos que no
se pueden identificar con los traídos de Santo Domingo, por razones de estilo. Según la autorizada
opinión de don Antonio Sancho Corbacho, especialista en cerámica andaluza, esos azulejos son de
hacia 1600, aunque repiten modelos sevillanos del siglo XVI; y tanto por la simplicidad y rudeza del
dibujo, como por la cochura imperfecta que ha quemado un poco el color, parecen obra de un taller
local. Recordaré que en Cartagena hubo una industria de cerámica vidriada de bastante importancia.
El 31 de octubre de 1538, el entallador Pedro de Heredia, vecino de Sevilla, daba carta de pago de
tres mil maravedís, importe de la hechura de un crucifijo que le había encargado la Casa de Contrata-
ción con destino a la catedral de Cartagena, a petición del obispo (AGI: Contratación, 4676,folio 274 v.).

30 "Información" de 1563 (AGI: Santa Fe, 228).

30

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA PRIMERA CATEDRAL

todo, porque está por hazer el choro de la capilla mayor y asientos y el


choro de las dinidades.» Para concluir la obra pedía mil castellanos 31.
El dibujo a que se refiere esta carta (fig. 18) ofrece una idea muy in-
completa de lo que sería la iglesia en construcción, pues, como observa el
señor Angulo, «más parece trazado para dar cuenta de la distribución de los
servicios que de su importancia arquitectónica, si es que realmente la tenía».
Sin embargo, se ve que su planta es rectangular, de ciento ochenta pies de
largo por cincuenta de ancho, o sea tres veces más larga que ancha, pro-
porción que el dibujo no refleja. Lo más interesante de la composición es
la cabecera plana, con capillas. Es seguro que existieran capillas laterales,
tanto al lado de la Epístola como en el Evangelio, aunque sólo se indiquen
en éste 32.
También esta iglesia se estaba construyendo totalmente de madera. En
otra carta del deán al rey, fechada también el 30 de julio de 1554, dice que
el teniente Alonso de Montalbán había «sido siempre de parecer que esta
sancta yglesia se hiziese de piedra a lo menos los postes y no de madera
y si hallara tantico de calor en el adelantado don Pedro de Heredia y en al-
guno de los vezinos se hiciera de piedra» 13 .
Parece ser que el doctor Maldonado había llevado instrucciones concre-
tas respecto a la construcción de la iglesia y tal vez una traza de ella, pues
por una carta del deán, de 1555, consta que dicho juez «truxo el orden que
para hazerse devía tener, y [aunque] él a hecho lo posible para podella aca-
bar, no a venido en efecto y solamente está cubierta de texas sin cercarse
alguna parte della»; a pesar de todo, se había trasladado a ella el Santísi-
mo Sacramento, creyendo preferible tenerlo allí que en un bohío de paja 34.
En 1563, lo único que se había hecho en la iglesia era el «entablamiento
a la redonda», y faltaban «la capilla mayor y sagrario, coro y torre para las
campanas ... » Así consta por una carta del obispo fray Juan de Simancas y
una información hecha a su instancia 35.
Dos años después, el escribano mayor de Cartagena, Francisco Martínez,
en nombre del Cabildo, informaba que lo procedente de los repartimientos
establecidos para costear la obra se habían gastado «en hazer la dicha ygle-
sia de tabla, estando comen~ada a hazer de piedra», y como era necesario
que las iglesias fuesen allí «muy perfectas y perpetuas» por estar la ciudad
expuesta a los ataques de los corsarios y al peligro de los frecuentes incen-
dios, pidió al rey que mandase proseguir la iglesia y acabarla toda de piedra,

31 Carta del Deán, 30-Vll-1554 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 76). Transcribe este párrafo
ANGULO: Planos de monumentos . .. del Archivo de Indias, pág. 25.
32 ANGULO: Planos . .. , pág. 30.
33 AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, fol. 72.
34 Carta de 22-IV-1555 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 80).
35 Declaran en esta información: el canónigo Pedro de Campos, mayordomo de la catedral; el
capitán Pedro de Barro. y el vecino Jerónimo Rodríguez (AGI: Santa Fe, 228).

31

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

con torre y campanario. De acuerdo con esta petición dictó el soberano la


cédula de 10 de noviembre de 1565, dirigida al gobernador y al obispo, a
quienes encargaba la mayor diligencia a fin de que la obra se acabase con
brevedad y «de manera que fuese fija y perpetua». Los gastos se repartirían
por tercias partes entre la corona, los indios y los encomenderos 36. Si bien
de lo anterior parece deducirse que se proyectó hacer la iglesia de piedra,
y por más que la cédula citada dispuso terminantemente que se hiciera de
obra duradera, lo cierto es que se continuó como estaba comenzada, según
se deduce de los documentos. Entre los años 1563 y 1568 se hicieron diver-
sas obras, en las que intervinieron los carpinteros Pedro Hernández, Juan
Rodríguez, Juan Pérez, Francisco Sánchez y otros apellidados Barba, Ruiz y
Vázquez o Velázquez, además de un cantero llamado Juan Gutiérrez, que
en 1567 puso suelo de tierra a todo el templo. En las cuentas de fábrica de
esos años figuran diversas partidas de salarios pagados a dichos obreros por
frabajos efectuados en la capilla mayor y las del agua bendita y del bautismo,
así como en la sacristía. Fueron obras sin importancia arquitectónica, en las
que no se emplearon otros materiales que tejas, latas, tablas, varas de man-
gle y bejucos. En 1563 se estaba tejando el campanario, y en 1568 figura un
gasto hecho en «el aderezo de la torre y escalera que se hizo». Más interés
ofrecen unas partidas de 1564, referentes a la compra de cuatro tablas «para
el cruzero de la yglesia» y jornales que se pagaron al carpintero Ruiz por
«poner el dicho cruzero». En 1565 se pagó a Hernando Vázquez el impor-
te del flete «de la ymagen de Nuestra Señora y libros y a9ulejos para el
sagrario» que se trajeron de Castilla 37.
Pocos años más tarde, en 1573, el gobernador Francisco Bahamonde, en
respuesta a una real cédula en la que se le pedían las cuentas de las obras,
escribía que los clérigos destinaban a otros fines el producto de los arbi-
trios concedidos para costearlas, por lo cual «la obra no está comen~da»;
y se lamentaba de que era «lástima que ni siquiera una capilla no esté hecha
de fábrica», de donde se deduce que entonces había propósitos de comenzar
la catedral definitiva ss.
Esta es la historia de la primera iglesia de Cartagena, que estaba si-
tuada en la actual calle del Coliseo, en el lugar que después ocupó la iglesia
del hospital de San Sebastián, llamado más tarde de San Juan de Dios,
cuando lo tuvo a su cuidado esta comunidad religiosa. En el solar de la pri-
mitiva catedral de Cartagena tendrán su última morada muchos de los con-
quistadores. En ella fué enterrado su primer obispo, fray Tomás de Toro 38,

36 AGI: Santa Fe, 978, tomo 1, folio 318 v. MARCO: Ob. cit., pág. 197.
37 AGI: Santa Fe, 332.
38 ANGULO: Planos ... , pág. 26.
39 ZAMORA: Historia de la Provincia de San Antonino de Nuevo Reyno de Granada, pág. 77.

32

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE SANTO DONUNGO

y allí, seguramente, duerme su sueño eterno el magnífico capitán que se


llamó Sebastián de Belalcázar.o.

EL CONVENTO DE SANTO DONUNGO

Según fray Alonso de Zamora ~\ la fundación del convento de San José, de


la Orden de Santo Domingo, se debió a iniciativa del obispo fray Gerónimo
de Loaysa, construyéndose una iglesia y vivienda para los religiosos en unos
solares que donó para ese fin el deán Materano, situados en la antigua pla-
za de la Yerba, llamada entonces «del Juez», porque en aquel lugar tuvo su
vivienda el licenciado Santa Cruz. De ese convento tomó posesión fray José
de Robles a principios de 1539, según el referido historiador. Pese al testI-
monio de Zamora, autorizado cronista de la provincia dominicana del Nuevo
Reino de Granada, la fundación del convento de Cartagena tuvo lugar en fecha
posterior, si bien consta que, a petición del citado obispo y a raíz de su nom-
bramiento para la sede de Cartagena, se había dictado la cédula del 31 de
mayo de 1538, en la que el rey ordenaba que se le señalase un sitio y se le
diesen facilidades a fin de llevar a cabo la fundación de un convento de su
Orden en la ciudad, para lo cual llevaba varios religiosos ü.
A juzgar por el testimonio del cronista Juan de Castellanos, confirmado
por documentos de la época, hay que poner en duda la realización de esta
primera fundación dominica, y aun admitiendo que se efectuara pero que
no prevaleciera, es preciso rectificar a Zamora en lo referente a la designa-
ción de la plazuela del Juez, ya que ésta no pudo entonces deber su nombre
a la circunstancia de haber vivido en ella el licenciado Santa Cruz, puesto
que este juez de residencia llegó a Cartagena en fecha posterior a la que
se refiere el cronista dominico.
Según éste, después de fundar el convento de Cartagena pasó fray José
de Robles a Roma, en 1547, y con el nombramiento de vicario general del
Río de la Plata vino a España para reunir religiosos y marchar a aquellas
lejanas provincias, pero como el proyecto fracasara, dispuso el general de
la Orden, a instancias de la Corte, que con los treinta religiosos que había
reunido volviese a Cartagena y erigiese una congregación con los conven-
tos que ya existían y los que fundase de nuevo en aquella gobernación y en
las del Nuevo Reino de Granada y Santa Marta. ASÍ, pues, con amplias fa-
cultades regresó el padre Robles a Cartagena en 1549.:J.

40 OTERO D'ACOSTA: Muerte y enterramiento de Sebastián de Belalcázar, BHA, volumen XXI,


1934.
41 Ob. cit., pág. 50.
42 AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folio 45. MARCO: Ob. cit., pág. 194.
43 ZAMORA: Oh. cit., pág. 175 Y ss.
44 Ob. cit., pág. 95.

33

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD OH LOS CONQUISTADORES

Relata el beneficiado de Tunja u que, al ser dominada y reprimida la in-


surrección que tuvo lugar en Nicaragua en 1550, y que costó la vida al obis-
po Valdivieso, dos frailes dominicos llamados fray Andrés de Albis y fray
Alonso, comprometidos en la revuelta, buscaron refugio en Cartagena, donde
fray José de Robles acababa de fundar un monasterio. A él se acogieron, y
poco después se marchó el padre Robles, dejando de prior a fray Andrés
de Albis. De esto parece deducirse que la fundación se había efectuado en
fecha inmediatamente cercana a 1550, y así lo era en efecto, pues a princi-
pio de ese año fray José de Robles había escrito al rey dándole cuenta de
su llegada a Cartagena en unión de los religiosos y pidiéndole, entre otras
mercedes, que confirmase una donación hecha por el deán de la catedral,
quien les había dado «en limosna una huerta y un sitio suyo que está en
lugar cómodo y a propósito para fundar en él el dicho monasterio», así
como otra del Cabildo que les había cedido «junto al dicho sityo ciertos
peda~os de tierra para el dicho effecto», a fin de que en seguida «le comen-
~ase a hedifficar la dicha casa». Atendió el rey esta petición, ordenando al
gobernador de Cartagena, por cédula de 7 de junio de 1550, que viese los so-
lares, y si de ellos no se seguía perjuicio a terceros, les permitiese edificar
el monasterio '5. Los documentos citados prueban plenamente que la fun-
dación no se efectuó antes de 1549, y aun admitiendo que hubiese existido
una primera fundación diez años antes, como asegura Zamora, su vida sería
sumamente efímera, y puede asegurarse que no llegaría a tener fábrica ma-
terial, ya que el deán Materano donó los solares en el año antes referido y
no en 1539. como consigna el croni ta it do. La única y definitiva funda-
ción tendría lugar en 1551, fecha en que el mismo Zamora sitúa el trasla- 6(i

do del monasterio al lugar que actualmente ocupa. Los documentos aclaran


las contradicciones en que incurre el cronista dominico, quien, además, se
equivoca al decir que el incendio que destruyó la ciudad ocurrió en 1551,
cuando en realidad tuvo lugar un año después '7.
En una cédula fechada en Valladolid en 7 de junio de 1550, ordenaba el
rey al gobernador y a los oficiales reales de Cartagena que trataran con fray
J osé de Robles acerca de los lugares en que con viniera fundar monasterios,
cuidando de «que las casas sean umildes y no aya en ellas superfluydades,
más de aquello que for~osamente es necessario para su abitación y hórden».
Presentó esta cédula ante la Audiencia de Santa Fe el vicario general de la
Orden dominicana fray Juan Méndez, haciendo relación de que en Carta-
gena «había un monasterio de la dicha hórden fecho de paja, dónde, no co-
modamente sino con mucho peligro, se tenía el Santísimo Sacramento», y

45 El rey a Fray J. de Robles, Valladolid, 7-VII-1550, y RC de igual fecha (AGI: Santa Fe, 987,
tomo 111, folios 17 v. y 21). MARCO: Ob. cit., pág. 196.
46 Ob. cit., pág. 321 y ss.
47 Así lo prueban las Ordenanzas de Cartagena (URUETA: Documentos ... , tomo 1, pág. 184) y la
carta del factor Velázquez de 25-VI-1552, citada en la nota 15.

34

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE SANTO DOMITNGO

pidiendo la ejecución de la orden real, como así lo dispuso la Audiencia en


provisión del 5 de marzo de 1557. Con ella se presentó el vicario ante las
autoridades de Cartagena, suplicando que, en su cumplimiento, mandasen
edificar de tierra y piedra el convento de esa ciudad, pero nada se llevó a
efecto, pues el 21 de junio de 1558 la Audiencia tuvo que dar nueva provi-
sión real ordenando otra vez al gobernador y oficiales la ejecución de la
real cédula de 1550 tan pronto como fuese presentada. En este documen-
to 48 consta que el provincial fray Martín de los Angeles acababa de hacer
relación a la Audiencia de que «había más tiempo de ocho años» que fray
José de Robles había edificado la casa y convento de Santo Domingo, «en
la que por ser como era de paja y muy vieja no se podía tener el Santíssimo
Sacramento», sobre todo por el peligro de los incendios, tan frecuentes en
la ciudad.
Otro documento añade noticias referentes a la fundación del monas te-
terio y su fábrica: una carta del factor Juan Velázquez, fechada en Carta-
gena el 25 de junio de 1552, en la que acusa recibo al rey de una cédula «so-
bre el asiento y casa que han de hazer los frayles de la Orden de Santo Do-
mingo en esta ciudad». Responde Velázquez que éstos «vinieron casi tres
años ha con el governador don Pedro de Heredia y sobre el asiento que ha-
zían tuvieron grandes barajas los clérigos con ellos, y ellos con los cléri-
gos .. . »; «Fray Josepe de Robles, vicario dellos, fundó la dicha cassa e hizo-
la tan larga que de lo que sobró oviera para otra, e syn cubrir la mitad sino
el cuerpo de la yglesia y un buhío donde ellos moravan se fué al Reyno», de
donde regresó a los pocos días y «halló caydo lo que de la cassa avía dexado
por cubrir»; embarcó en un navío y cuando le creían navegando, volvió de
la Yeguana «e tornó de nuebo a edificar nueba cassa donde ellos moravan
e tenían el dicho buhío con corredores e sobrados, e hizo otros cumplimien-
tos demasiados de más del cuerpo de la dicha yglesia», en todo lo cual la
mayor parte del trabajo corrió a cargo de los indios ,g.
Como se ve, el convento dominico tuvo en sus principios una fábrica
material tan pobre como los demás edificios que había entonces en Car-
tagena, y erró Zamora al decir que en 1551 «se comenzó a edificar la cal y
canto». Veamos ahora en qué parte de la ciudad estuvo situado el convento.
Según dicho cronista, se erigió en los solares que donó el deán Materano
en la plazuela de la Yerba-la actual plaza de los Coches-, y permaneció
hasta que, destruído por el incendio que asoló la ciudad, fue trasladado
al lugar que actualmente ocupa, cuyo solar fué donado por un vecino lla-
mado Francisco Lipar so. Siguiendo seguramente a Zamora, el anónimo au-
tor de la Noticia Historial de la Provincia de Cartagena, afirma que el tras-

48 Provisión de la Audiencia de Santa Fe, de 21-VI-1558, en la que se incluye la de 1557, y la Re


de 1550 (AGI: Santa Fe, 233).
49 Carta de 25-Vl-1552 (AGI: Santa Fe, 187, folio 56).
50 Ob. cit., pág. 211.

3S

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

lado desde la plazuela de la Yerba al sitio actual se efectuó el 8 de enero


del citado año de 1551 51 • Nada impide admitir este primer emplazamiento,
ya que está probada la donación de solares por el deán, aunque no se espe-
cifique el lugar, pero sí hay que rectificar la fecha del traslado, ya que el
incendio no ocurrió en 1551, S1110 un año más tarde. Entonces donaría Fran-
cisco Lipar la cuadra que hoy ocupa el monasterio y en ella se iniciaría la
reedificación.
Un historiador moderno, José P. Urueta 52, identificó el lugar de la pri-
mera fundación con el que a fines del pasado siglo estuvo ocupado por las
carnicerías, a cuyo edificio creyó encontrarle semejanzas arquitectónicas
con otros conventos de la ciudad SJ. Aunque esas semejanzas hubieran sido
ciertas, la construcción tendría que haber sido muy posterior a la época
en que el solar sirvió de asiento al convento dominico.

EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO

Separada de la ciudad por un caño de agua y unida a ella por un puente,


se extendía la isla de Getsemaní, propiedad del contador Rodrigo Durán,
a quien fué adjudicada después de la conquista. Fué ésa la primera zona
de ensanche de la naciente Cartagena, y esta expansión urbana comenzó con
el establecimiento del monasterio franciscano en el mismo lugar ocupado
actualmente por distintas edificaciones que fueron parte de la desaparecida
casa de la Orden seráfica. Beatriz de Cogollos, viuda del primer poseedor
de aquellas tierras, donó los solares e impuso al convento la advocación de
Nuestra Señora de Loreto. Así lo refiere Juan de Castellanos, recogiendo
quizá la versión popular, ya que, en su sentir, el donante debió ser el fa-
moso deán Materano, que posteriormente fué poseedor de la isla, a la que
bautizó con el nombre de Getsemaní, «por ser lugar de la ciudad excluso»
tal como lo estaba el histórico Huerto de los Olivos respecto de Jerusalén M.
Llevó a efecto la fundación fray Pedro de la Iglesia en los comienzos
de 1555, pero no prosperó, pues como en 1559 unos piratas franceses sa-
quearon la ciudad y arrasaron el convento, los frailes lo abandonaron y se
fueron a fundar otro a Tolú. No pasó mucho tiempo sin que Cartagena vol-
viera a teuer casa de la Orden seráfica, pues a instancias del Cabildo se.
cular, fray Francisco de Malina hizo nueva fundación en el mismo lugar
que había ocupado la antigua. Ya entonces era dueño de la isla de Getse-
maní, por haberla comprado, el deán Materano; pero como el sitio del con-
vento no había entrado en la venta, pudo reedificarse en el mismo solar

SI BH, tomo IV, pág. 459.


S2 Cartagena y sus cercanías, págs. 117 y 167.
S3 Completamente reedificado, sir~e hoy (1941) de cuartel de la Policía Municipal.
54 CASTELLANOS: Ob. cit., pág. 118.

36

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL HOSPITAL DE SAN SEBASTlÁN

sin necesidad de nueva donación 55. Así quedan aclaradas las dudas de Cas-
tellanos en cuanto a quién fuera el donador de los solares que sirvieron
de asiento a la casa franciscana.
Esta segunda y definitiva fundación tuvo lugar en 1560 58 , Y pocos años
después se inició su fábrica, ya que en una real cédula fechada en Madrid
a 10 de octubre de 1570 consta que, según testimonio de fray Alonso de las
Casas, el convento «se avía comen~ado a edificar más avía de siete años»
y estaba en suspenso la obra por falta de limosnas. En aquella fecha el
monasterio se reducía a un bohío arruinado que habitaban los frailes y una
iglesia «cercada la mitad de tablas y la otra mitad de cañas», que precisaba
«acabarse de cercar de tabla». Era entonces prior fray Juan de Revenga 57.

EL HOSPITAL DE SAN SEBASTI,(N

Cuenta Juan de Castellanos que cuando se fundó la ciudad se señalaron


solares para un hospital, que se puso bajo la advocación de San Sebastián 58.
Un año después, el rey hizo merced de «la escobilla y relaves» de oro y plata
y otros metales, que se fundieran en Cartagena, al hospital que se fundase
o e,tuviese fundado en ella 59.
En una carta de 7 de octubre de 1537, los oficiales reales comunicaron
al monarca que estaba hecho el hospital, «que se hizo después que el...
licenciado Juan de Vadillo vino a esta governación»: pero no había disfru-
tado del derecho a los relaves por no haber fundición en Cartagena so.
Si verdaderamente existía el hospital, no pa aría de ser, en su parte
material, un bohío más. En 1568, el Cabildo pedía al rey, en atención «a la
pobreza de este ospital.. . y quán frequentado es de pobres», que le con-
cediese una cantidad que estaba depositaba en la caja real procedente de
un secuestro de bienes 51. No hay más noticias documentales de este esta·
blecimiento hasta la época en que gobernó Pedro Fernández de Busto.

ss SIMON: Noticias historiales, tomo 111, pág. 159. En un documento de 1580 decían los francis-
canos que el convento se había fundado "abrá más de veinte y cinco años o treinta" (AGI: Santa Fe,
234), lo cual certifica -aunque en forma imprecisa- la fecha consignada por fray Pedro Simón. Juan
J osé Nieto (Geografía . .. de .•. Cartagena, página 163) incurrió en error al situar la fundación en
1575.
56 CASTELLANOS: Ob. cit., tomo n, pág. 118.
S7 AGI: Santa Fe, 187, tomo 11, folio 217.
58 Ob. cit., tomo 11, pág. 14.
59 Cédula de 21-V-1534, apud SERRANO SANZ: Cedulario . .. , pág. 359.
60 AGI: Santa Fe, 62.
61 AGI: Patronato, 125, ramo 12.

37

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

EL PUENTE DE SAN FRANCISCO.


EL MUELLE.-CAMINOS

Una de las primeras obras de utilidad pública que se hicieron en Car-


tagena fué el puente que, salvando un caño de agua, comunicaba el nú-
cleo primitivo de la ciudad con el arrabal de GetsemanÍ. La proximi-
dad del convento franciscano, primer edificio asentado en el que luego fué
populoso barrio, dió el nombre al puente que, desde el último tercio del si-
glo, se llamó de San Francisco. Por inciativa del licenciado Santa Cruz se
estaba construyendo en 1539 y era «cosa muy necesaria para la contrata-
ción desta tierra, porque esta cibdad está aislada con la mar y unas caletas
della que la cercan y con esta puente ay entrada y salida a esta cibdad y
para la contratación de la tierra y para llevar y traer ganado al pasto della».
Entre los asuntos que había de gestionar en la Corte el regidor Alonso de
Montalbán, enviado por procurador de la ciudad en aquella fecha, figuraba
la demanda de fondos para esta obra, en la que el Cabildo había gastado
más de mil quinientos castellanos 112. Montalbán, que más tarde fué teniente
gobernador de Cartagena, tuvo buena parte en la realización de ésta y otras
obras públicas. En su alabanza escribía el deán Materano al rey, en 1554,
«que hizo una puente massissa con dos ojos la cual era tan necessaria como
el pan que acá se come» S3. Es de suponer que esta obra no sería otra que
la iniciada por el licenciado Santa Cruz. El puente figu ra en un dibujo de
la Plaza Real hecho en 1571 (fig. 11).
Por la misma carta del deán Materano sabemos que también se debió
a Montalbán la construcción de «un muelle de cinquenta pies de ancho que
pueden rodar seis o siete pipas juntas sin que uno estorbe a otro». Cuando
Montalbán fué de procurador a la Corte, el muelle estaba «comen9ado a
haser y .. . casi acabado», según informó al pedir el establecimiento de va-
rios impuestos para atender, con sus productos, a los gastos de conser-
vación del mismo y del puente, merced que fué concedida al Cabildo pqr
real cédula de 1543 St. Este muelle figura también en el dibujo de referencia
(<<muelle viejo») y su identificación no deja lugar a dudas, pues en el infor-
me que con él se envió a la corte se dice que existía un muelle de cincuenta
pies de ancho. En 1561 los oficiales informaban al rey sobre la conveniencia.
de construir otro muelle más cerca de la Casa de Contratación, pues el que
existía estaba muy lejos de la misma «y aun de la ciudad» 65. Al año siguien-

62 El Cabildo al rey, 10-vn-1539 (AGI: Santa Fe, 62).


63 Carta de 30-VD-1554 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 72).
64 RC de 14-Vn-1543 (AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folio 171 v.). MARCO: Ob. cit., pág. 194.

6S Carta de 29-VI-1561 (AGI: Santa Fe, 187, folio 146).

38

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL PUENTE DE SAN FRANCISCO.-EL MUELLE.--CAMINOS

te estaba acabado y era «obra muy buena y cumplidera a este puerto»;


había costado ochocientos cincuenta pesos 68.
En 1535, la corte hizo merced a Cartagena de dos tercios de las penas
de cámara durante cinco años, para que gastasen «en las cosas convenientes
e nescesarias a la perpetuidad e noblecimiento de la dicha provincia e no
en otra cosa alguna». A fines de 1539, la merced fué prorrogada por tres
años más a solicitud del procurador Montalbán, en atención a que «la dicha
ciudad tiene muy grandes necesidades que se desmonten cada año las ca-
lles para que se defiendan en ella de los mosquitos que ay, que diz que ~on
muchos, e para hazer zagüeyes para sacar agua por que no ay río en ella
e otros gastos que se ofrecen para el bien público de la dicha ciudad» fft.
Años más tarde (1543), Montalbán solicitó nuevamente una merced para
atender a la conservación de puentes y caminos y realizar obras de sanea-
miento, pues «a causa de ser muy herbosa la dicha ciudad, y comarca della
ay muchos mosquitos, e ... de averlos adolecen muchas personas, e ... por
no thener propios para la deserbar se dexa de hacer». La petición fué aten-
dida, y en 1545 se concedió al Cabildo la mitad del producto de las penas de
cámara durante seis años, «para que se gastasen en deserbar la cibdad y en
reparos de caminos e cal<;adas y puentes y otras cosas necesarias »88.
Tambien se preocupó el Cabildo de abrir vfas de penetración hacia las
tierras del interior de la provincia. En 1543 le concedió la corte licencia para
que estableciese ciertos impuestos, con el fin de recaudar fondos para abrir
un camino «hasta las <;abanas que se dicen de Curuncha 69 , en que hay ocho
leguas de arcabucos, el qual conviene que se abra para llevar los ganados de
vuestras labran<;as» 70. Parece ser que por esa fecha el camino estaba hecho,
pues por un documento de 1542 consta que dos años antes se había encar-
gado de la obra Gonzalo de Illescas, mediante concierto con el Cabildo, el
cual no le había pagado el salario estipulado. Fallecido el dicho Gonzalo de
Illescas, su madre, Inés Gómez, y su viuda, Ramona Gómez, hicieron rela-
ción de las causas de incumplimiento del contrato por parte del Cabildo, y
la real cédula de 27 de diciembre de 1542 dispuso que, comprobada la exis-
tencia de la deuda, los oficiales reales pagaran a los herederos de Illescas
la cantidad referida n.

fIJCartas de l-IX-1562 y 16-11-1563 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 11, folios 169 y 181).
67 RC 8-XI-1539 (AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folio 9 4 ) . . . ,
68 RC, Valladolid, 24·IV-1545 (AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folto 191). MARCO: Ob. Cit., pago
195.
69Cerca de Arjona, hacia las márgenes del Canal del Dique.
10RC, Valladolid, 31-X·1543 (AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folio 181 vuelto). MARCO: Obra
citada, pág. 195.
'71 RC, 27-XU-1542 (AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folio 148).

39

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

LAS FORTIFICACIONES: LOS PRIMEROS PROYECTOS

Los monumentos más interesantes de Cartagena de Indias son sus mag-


níficos castillos y fortificaciones, cuya historia comienza a la par que la
de la ciudad misma.
Por una real cédula, fechada en Medina del Campo el 4 de junio de 1532,
se da licencia Pedro de Heredia-que había ofrecido «yr a rescatar» por la
costa de Tierra Firme-«para que podays hazer y hagays ... una casa fuerte
para guarda y defensa de los xpianos españoles que ella fueren ... e echa
la casa fuerte embiarnos eys la relación della para que vista os mandemos
señalar el salario que justo o conveniente pareciere» 71.
Un mes más tarde-el 5 de agosto-, en la misma ciudad castellana se
firmaban capitulaciones por el rey y Pedro de Heredia, a quien se concedía
la gobernación del territorio comprendido entre los ríos Magdalena y Atra-
too En ella se le daba licencia «para que podais hazer e hagais en la dicha
provincia la dicha fortaleza, cual convenga para la defensa de los españoles
que en ella residiesen, en la parte que os pareciere», haciéndole merced para
sí y para sus herederos de la tenencia de la misma con un alario de dos-
cientos ducados anuales, que comenzaría a percibir el día en que la for-
taleza estuviese acabada a la vista de los oficiales reales de la provincia 73.
Establecido Heredia en Cartagena, es posible que construyese algún fuer-
te o, más bien, una estacada u otra obra rudimentaria de fortificación, que
prestase a sus habitante alguna defensa en caso de un ataque de los indios.
En efecto, así parece deducirse de una información de m éritos y seJVicios
del fundador, hecha por su hijo Antonio de Heredia en Cartagena, ante el
alcalde ordinario Diego de Viana y el escribano Diego de Santa Cruz, el 1
de junio de 1534. Al preguntar a los t estigos si tienen noticia de que Pedro
de Heredia pobló la ciudad e hizo una fortaleza en ella , Gómez Becerra res-
ponde que cuando llegó a Cartagena seis meses antes , o sea, a fines de 1533.
«se hazía una fortaleza en ella»; y Alonso de Montemayor declara que la
ciudad «tiene una fortaleza casi acabada» 7~. Si esta fortaleza existió, no sería
más que un simple fortín de estacas, improvisado ante la necesidad de de,i ar
suficientemente defendida la naciente colonia, mientras la mayor parte de la
gente de guerra se ocupaba en expediciones hacia el interior.
Años más tarde ya sabía la Corte la importancia del puerto de Cartage-
na como escala en la ruta de las Indias y, comprendiendo la necesidad de
construir en él una fortaleza, encargó la fábrica de ella a Lope de Saavedra,
veedor de la provincia. En consecuencia, una cédula de 8 de abril de 1538,

72 SERRANO SANZ: Cedulario . .. , pág. 333.


73 Ibídem, pág. 342 Y ss .
.. AGI: Santa Fe, 37.

40

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LAS FORTIFICACIONES: LOS PRIMEROS PROYECTOS

dirigida al gobernador y juez de Residencia-que lo era el licenciado Santa


Cruz-, al obispo Loaysa y a los oficiales, les manda que, junto con Saave-
dra, vean en qué parte del puerto «que esté más a propósito a la defensa
dél» convendda hacerla y «hagays hazer la trac;a della, e echa proveays que
se haga en el c;itio e parte que os pareciere que más convenga, e que s'e haga
en ella aposento donde se pueda hazer la fundición del oro e plata que en
esa tierra oviere»; que ordenen a los indios comarcanos que ayuden a la
obra, «con la menos vexación suya»; y que provean de la real hacienda lo
necesario, «tanto para salarios de maestros y oficiales como de materia-
les» 75. Tres meses después se dictó otra cédula dirigida a los oficiales de la
Casa de Contratación de Sevilla, encargándoles que se concertasen con dos
maestros «hábiles y suficientes para hazer la dicha fortaleza», uno albañil y
otro carpintero, y les diesen pasaje para Cartagena, proveyéndoles de lo ne-
cesario «conforme a la calidad de sus personas» 76. En Sevilla contrataron al
albañil Gonzalo López y al carpintero Gonzalo Alonso, los cuales embarcaron
para Cartagena en 1539 a bordo de la nao «San Antón» 77.
Presentada ante los oficiales de Cartagena la primera de estas cédulas,
hicieron saber al juez de Residencia la imposibilidad de hacer el fuerte por
escasear la piedra en las cercanías de la ciudad y la poca utilidad que re-
portaría, pues «por la naturaleza del asiento del pueblo e puerto» sería in-
suficiente una sola fortaleza para defenderla de los corsarios, y no hacía falta
prevenirse de los indios, ya que éstos se hallaban totalmente pacificados 78 ,
Pero la Corte juzgaba de sumo intcré la construcción de la fortaleza y, en
con ecuencia, dirigió al gobernador y a su teniente la terminante cédula de
7 de octubre de 1540, en la que, recordándole al primero que estaba obligado
a construirla, ya que a ello se había comprometido en las capitulaciones, e
invocando lo que «a nuestro servicio e al bien de la república desa provincia
conviene que al presente se haga la dicha fortaleza en el puerto», le orde-
naba que inmediatamente-«dexadas todas cosas»-reuniese a los oficiales
reales y una vez acordado con éstos lo referente al sitio y forma de edifi-
carla, dedicase toda su atención a la obra, bajo apercibimiento de que la
negligencia sería castigada destituyendo al teniente y proveyendo «en lo que
toca a esa governación, lo que cumple a nuestro servicio» 79, A pesar de todo,
la fortaleza no se construyó por entonces.
Pasaron los años, y Cartagena fué varias veces presa fácil de los piratas
y corsarios, que la encontraron totalmente desguarnecida. En 1553, el ade-
lantado Heredia pedía al rey tres carabelas para emplearlas en la guardia
y vigilancia de las costa y encarecía la necesidad de hacer un fuerte «en un

7S AGI: Santa Fe, 80.


'?6 AGI: Santa Fe, 987, tomo n, folio 6l.
77 AGI: Contratación, 4676.
78 AGI: Santa Fe, 80.
79 RC, Madrid, 7-X-1540 (AGI: Santa Fe, 987, tomo n, folio 130). MARCO: Oh. cit., pág. 195.

41

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

cabo de la ciudad, donde más convenga, que tuviese dentro agua dulce», en
el que pudiesen refugiarse todos los vecinos en caso necesario. Para cons-
truirlo suplicaba le concediesen veinte esclavos negros, advirtiendo que se
habían descubierto materiales buenos cerca de la ciudad y que los negros
podían ser sustentados en los pueblos comarcales de la Corona BO.
Los corsarios franceses llegaron a ser una pesadilla para la indefensa
Cartagena. En 1563, el Cabildo escribía al rey exponiéndole la necesidad de
hacer una cerca «de tres tapias y media en alto y una caba a la redonda
y con sus torres y almenas y la caba de dos estados, porque, después de
cercada, con veynte hombres que aya en la ciudad la defenderán de toda
Francia» 81.
Mientras el Cabildo suplicaba a la Corte la urgente solución del proble-
ma defensivo, procuró poner algo de su parte para resolverlo con sus es-
casos medios. Desde 1566 citan los documentos el fuerte del Boquerón, con s-
truído por iniciativa del gobernador Antón Dávalos de Luna, ayudado por
el Cabildo de la ciudad, que tomó a préstamo dos mil pesos de plata bajo
la garantía de sus menguadas rentas. Fue ésta la primera fortaleza que de-
fendió el puerto de Cartagena de Indias. Estuvo situada en el IUl!ar que
ocupó, dos siglos después, el fuerte de San Sebastián del Pastelillo, o sea
a orillas del estrecho canal que da entrada al puerto interior. sólo accesible
a bateles y otras embarcaciones de pequeño calado (fig. 10).
Tuvieron a cargo las obras del fuerte del Boquerón los vecinos Bartolomé
Sánchez y Diego Polo, si bien la gestión de éstos parece no haber sido téc-
nica, sino simplemente admini trativa 82, Un rabada del siglo XVII (fig. 33)
permite apreciar el aspecto un tanto medieval del viejo castillo.
La Corte no dejó de atender las reiteradas súplicas del Cabildo. El 3 de
septiembre de 1565, se dió una real cédula ordenando a las autoridades que
enviasen relación al Con ejo de Indias del e tado de la ciudad y de las de-
fensas que precisaba 83. En su cumplimiento, el gobernador Antón Dávalos
de Luna mandó abrir información y recorrió detenidamente la ciudad y sus
alrededores acompañado de personas expertas, después de lo cual remitió
a la Corte un plano de ella-que no se conserva-, con una carta en la Que
da cuenta de haber «visto el buen asiento desta cibdad y puerto y marina
y los campos que tiene a la redonda, que todo es bueno; para ayudarla a de-
fender y noblecer más conviene hazerse un cavaIlero a la boca del Bóque-
rón que llaman-, con 10 que se defendería buena parte de la Caleta y de la
Marina, «y con hazer en I~ dicha caleta, adonde está señalada que se viene
a juntar la mar una con otra, que es por donde pareze ser que han entrado
aquí los enemigos dos vezes, otro cavallero, y que dende allí se vaya cercan-

~ AGI: Santa Fe, 187, folio 60.


81 Ibídem, folio 189.
82 AGI: Patronato, 125, ramo 28.
83 Ibíd<:m.

42

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LAS FORTIFICACIONES: LOS PRIMEROS PROYECTOS

do lo que de la cibdad se puede cercar hasta llegar a la buelta que la cibdad


haze, adonde converná hazerse otro torreón, que aunque parece estar lejos
el uno al otro, desde este torreón postrero hasta la punta de los Hicacos se
conoscerá muy claro la guardia y defensa que es menester, que lo uno y lo
otro con cercar la cibdad con poco trecho de pi~dra, con lo demás que esta
dicho, se podrá defender de sus henemigos ... , y tengo comenzado a hazer
un cavaIlero en la dicha boca, el cual se dará toda la prisa que a mí sea
posible para acabarse» 86,
La información aludida más arriba fué comenzada en mayo de 1566. El
conquistador Gonzalo Hernández declaró entonce que la ciudad había sido
saqueada dos veces por los franceses con mucha facilidad, por carecer de
«cerca ni fuer9a con que hazer resistencia a los enemigos», y añadía que ,
con ayuda de la Real Hacienda, podrían hacerse a poca costa las obra
defensivas necesarias, ya que en las inmediaciones de la ciudad abundaban
la piedra, la cal y otros materiales.
La muerte de Antón Dávalos interrumpió la información. Durante la cor-
ta interinidad del gobernador Alonso de Vargas y por su iniciativa, se co-
menzó la construcción del fuerte de la Caleta 85, que fué la segunda fortaleza
que tuvo la bahía de Cartagena de Indias. Había llegado avi o de que en
Francia se alistaban navíos corsarios y el gobernador se apresuró a prepa-
rarse contra un probable ataque. «He mandado hazer--escribía en marzo
de 1567-una fuer9a en la parte de la mar, a la Caleta que llaman, por donde
otras vezes an entrado los enemigos, el qual es muy ymportante y nesce a-
no a su defensa» l1li.
Como también tuvo noticia de que en aguas del Cabo de la Vela habían
visto navíos sospechosos, activó la construcción del fuerte , cuya situación
no podía ser más ventajosa para la defen a del puerto. E taba situado en
la punta de los Icacos, a orillas del canal de Bocagrande, que era entonces
la única entrada a )a bahía practicable para navíos de alto bordo. Dirigió
la obras el veterano capitán Alvaro de Mendoza 87 , que lustros más tarde se
distinguió luchando contra Drake.
Nombrado gobernador en 1567 Martín de las Alas, continuó la informa-
ción iniciada un año antes por Antón Dávalos de Luna. Todos los testigo 88
fueron unánimes en declarar que Cartagena era la ciudad más poblada y la

84 Carta de 5-VI-1566 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 252).


SS CASTELLANOS: Ob. cit., tomo I, pág. 108.
86 Carta de 21 -111-1567 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 269). E. DE SALDANHA (seudó-
nimo de E. OTERO D'ACOSTA) confunde el fuerte de la Caleta con el del Boquerón. Los documentos
citados más adelante aclaran suficientemente que eran dos castillos distintos e indican el sitio que ocu-
paba cada uno. Cfr. La Caleta, BH, volumen I (1915), pág. 95 Y ss.
87 AGI: Patronato, 125, ramo 28.
88 Alvaro de Mendoza, capitán que vivía en la ciudad desde hacía treinta y tres años; los vecinos
Diego Polo, Esteban Bravo y Francisco de Carvajal; el trianero Cristóbal Monte, estante a la sazón en
Cartagena, y el vecino de Sevilla Cosme Buitrón, residente entonces en la ciudad de Heredia,

43

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

de más movimiento comercial de Tierra Firme y que había necesidad de


cercarla con una «muralla de tres estados de alto con sus torreones y ca-
valleros que se respondan a cien pies y doze de ancho, y para la dicha cerca
será menester en la redonda cinco mil bra~as y más con sus puertas, que
por el aparejo que hay de piedra y cal y ladrillo y faxina se podría hazer
a mediana costa y a un menos de treynta mil pesos». También estaban de
acuerdo en que era igualmente necesario hacer «una fortaleza con sus cuatro
torres, barbacanas y fosos a los zagüeyes, que señoree la ciudad y defienda
la arena y playa ... , y la entrada de la puente que biene de San Francisco ... ,
la cual, por el buen aparejo que hay de piedra y cal y arena y ladrillo y
materiales, costará como veynte mil pesos», con cuyas fortificaciones y las
que existían «en la Caleta y Boquerón, de piedra y cal y arena», quedaría
la ciudad al amparo de nuevos ataques.
Las mismas declaraciones de los testigos nos hablan de las citadas obras
defensivas de la Caleta y del Boquerón, «que es cosa muy acertada para la
defensa porque defiende la entrada de la arena de la Caleta, por donde ya
otra vez an entrado los ... franceses y saqueado esta ciudad, y lo mismo
el fuerte del Boquerón defiende que los navíos y barcos no puedan entrar
por aquella parte a la ciudad». La fábrica de esos dos fuertes era de piedra
y cal, pero no estaban terminados ni tenían artillería, por lo cual resultaban
inútiles. Terminaban las declaraciones-yen esto tampoco faltaba unanimi-
dad entre los deponentes--exponiendo la conveniencia de que las obras de
fortificación las pagase la Real Hacienda, porque la pobreza de los vecinos
no permitiría hacer, entre ellos, un repartimiento 89.
Terminada la información en enero de 1568, el Gobernador la envió al
Consejo de Indias acompañada de un informe personal que añade más nc-
ticias acerca de este proyecto de fortificación: «Visité el circuyto de la cib-
dad de Cartajena-decía--en el quaJ no hallé, ni parece que aya abido, cerca
ni fortale~a ni aún artillería, sino una pie~a de doce quintales y dos versos
quebrados; solo allé comen~ados los dos fuertes de la Caleta y del Boque-
rón y por la dicha información constará la mucha necesidad que ay de que
Su Majestad haga azer junto a Santo Domingo, atrás de la fuer~a de la Ca-
leta, un cavalIero grande en que aya cuatro pie~as gruesas, y al bohío de la
Vela, ansÍ mismo, otro caval1ero con la misma artillería, de suerte que los
cavallero se respondan el uno al otro y limpien y no concientan desem-
barcar en la playa de dicha cibdad a la vanda del norte; y luego a los ja-
güeyes vuestra magestad a de mandar hazer una fortaleza muy grande y
buena donde los vecinos. .. puedan meter sus haciendas y mercadurías y se

89 A pesar de esas protestas de penuria económica, en mayo de 1568 hizo el vecindario un présta-
mo para reparos de guerra, ante el temor de un ataque de ingleses. Entre los vecinos que contribuyeron
figuran algunos artífices: los canteros Juan RUIZ y Juan Gutiérrez, el carpintero Francisco Vázquez y
Francisco Sánchez, y un platero apellidado Plaza ("Despachos ... para J oan de la Peña", citados más
adelante).

44

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LAS FORTIfICACIONES: LOS PRIMEROS PROYECTOS

sustenten un año si fuese menester, la cual dicha fortaleza tra~ada y el ar-


tillería a de responder al cavallero del bohío de la Vela y la puente, donde
se an de azer dos torres con una puente leuadiza y a toda la vanda de
Xexemaní y al fuerte del Boquerón, y de esta suerte estará esta dicha ciu-
dad cercada, porque de cavallero a cavallero y de fortale~a y fuertes se yrá
cercando de faxina» 90.
El año 1568 fué de temor constante en Cartagena. A principios de julio
intentó apoderarse de la ciudad el famoso corsario inglés John Hawkins
-a quien los historiadores de Cartagena, siguiendo a fray Pedro Simón,
llalnan «Juan Acle»-, y aunque se limitó a bombardearla sin causarle gran
daño 91, parece ser que prometió volver con fuerzas más numerosas. En el
mismo mes, el Cabildo enviaba a la Corte al Capitán Yuste Guerra como pro-
curador general, para que informase del peligro que corría la ciudad, que
esperaba un nuevo ataqu del dicho «Juan Esquin ynglés ... , que al tiempo
que partió ... juró e prometió de volver con mayor poden>. Ante tal amenaza,
la ciudad continuaba indefensa, pues carecía de artillería-sólo tenía dos
piezas prestadas al Cabildo por los Oficiales de Nombre de Dios y. por el
maestre de una carabela portuguesa-y estaban a medio construir los dos
fuertes comenzados por Antón Dávalos y Alonso de Vargas, «uno con un
cavallero en el Boquerón del puerto», desde donde se respondió al bom-
bardeo de Hawkins, y otro «en la Caleta, que es cerca d sta cibdad donde
casi se junta la mar de la playa e la que entra por el puerto adentro» 92 . No
llegó a la Corte el Capitán Yuste Guerra, pues el navío que le conducía,
desviado de su ruta, naufragó en las costas de Nueva España, pero se salvó
y pudo salvar también sus documentos, que el Gobernador Martín de las
Alas remitió a la Corte un año después 93 .
La información enviada al Consejo mereció toda la atención de aquel or-
ganismo, y como no era un caso aislado el de Cartagena, ya que los princi-
pales puertos de América vivían indefensos frente a la amenaza constante
de pirata y corsarios, la Corte decidió poner r m dio. El 15 de enero
de 1569, una cédula ordenaba al Virrey del Perú, don Francisco de Toledo,
que al visitar los puertos de las Indias, de paso para su virreinato, se infor-
mase del estado en que se encontraban y proveyese las defensas que hi-
cieran falta para que tuviesen la necesaria seguridad. Embarcó el Virrey
en la flota mandada por Diego Flores de Valdés, y en mayo del citado año
llegó a Cartagena, dos días después de haber sido nuevamente bombardeada
por Hawkins. Inmediatamente mandó hacer información «de personas de
guerra y espertas en la carreras de las Yndias», en la que declararon testigos

90 "Ynformación ... a pedimento de ... Cartagena sobre cercar y haser fortaleza en ella .....
cuaderno sin foliar (AGI: Patronato, 125, ramo 28).
91 El Cabildo al rey, 30-IX-1568 (AGI: Santa Fe, 62).
92 "Ynstrucción del Cabildo ... para el Capitán Yuste Guerra ... " (AGI: Santa Fe, 62).
93 El gobernador al rey. 16-VII-1569 (AGI: Santa Fe, 62).

45

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES

de tanto prestigio como Lope de Armendáriz, Visitador de la Audiencia del


Nuevo Reino y Presidente de la de Quito; el conquistador Alonso de Mon-
talbán, regidor de Cartagena; el Almirante de la flota, Nicolás de Cardona;
el General de la misma, Flores de Valdés; el Capitán Juan Díaz de Vallejera
y otros.
Por proceder de «hombre que por esperiencia entiende de la guerra y for-
tificación», me referiré a la declaración del Capitán Vallejera, en cuya opi-
nión era el de Cartagena «uno de los mejores puertos del mundo» de los
que había visto en sus veintisiete años de vida militar «así por las tierras de
su magestad como en otras partes de Italia y Francia y Flandes». Manifestó
que era menester acabar el fuerte del Boquerón y dotarlo de artillería, así co-
mo también que «a donde está el fuerte de la Caleta pasalle más adelante
hacia la punta y hacelle cavallero y pla<;a que puedan estar en él cuatro
piecas de artillería ... ; y en la parte alta del buyo de la Bela es necesario
hacerse otro fuerte que sea cavallero, en que estén cuatro piezas gruesas ...
que puedan tirar al largo para que no dexen surgir por toda aquella playa
ningún navío ... ; y que estos dos fuertes mire el uno al otro para que en este
medio no puedan desembarcar con los bateles ni surgir los dichos navíos».
El Almirante Nicolás de Cardona opinaba que «en la frente [del puerto]
en la costa ay necesidad, de más de un fuerte que está empe<;ado a ha-zer,
otro, que viene a caer el uno a la una esquina del pueblo y el otro a la otra
y a no aver del uno al otro arriba de mil pies y a uno tanto, los cuales dichos
fuertes qualquiera de ellos a la una banda y de la otra que quieran desem-
barcar gente tener d fen a de qu no 11 guen a poder ntrar en el pueblo,
a causa de que por la una parte del fuerte cierra el pueblo, de manera que
con montaña que ay no se puede entrar en el pueblo, y por la otra por pan-
tanos de agua y queriendo desembarcar por la frente del pueblo no serán
poderosos si los dos fuertes tienen el artillería necesaria y así mismo harán
defensa para que ningún navío pueda dar fondo en aquella costa para batir
al pueblo por aquella parte, porque no aviendo los fuertes se puede hazer
con facilidad; así mesmo parece que en lo que toca a el puerto principal,
por ser el puerto muy grande y tener dos entradas, el fuerte que agora está
fecho es lo que conbiene, que es el que está en el Boquerón del puerto, por
que, no embargante que les quede el puerto principal desembara<;ado, es-
tando este fuerte del Boquerón fortificado de artillería no tiene ninguna par-
te por donde poder entrar a el pueblo si no es por el propio Boquerón, que
es una angostura muy pequeña»,
Recibida la información, el Virrey dió un auto declarando la convenien-
cia de que hubiese en la ciudad ocho piezas de artillería de bronce, cuatro
pasamuros de hierro fundido y doce versos. Remitida al Consejo, el rey dis-
puso, por cédula de 17 de julio de 1570, que dicha artillería fuese adquirida
por la Hacienda y que los vecinos pagasen dos terceras partes de su costo

46

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
lAS FORTIFICACIONES: lOS FRUMBROS PROYECTOS

en un plazo de cuatro años~. La adquirió el Cabildo poco después de ter-


minarse la información 95, pero, de hecho, la ciudad continuó tan indefensa
como antes. El fuerte de la Caleta no se terminó y ya no existía en 1586,
cuando el saqueo de Drake, pues entonces sólo defendía esa parte una trin-
chera improvisada. El del Boquerón si fué terminado, pues desempeñó un
importante papel cuando aquel suceso.

94 "Despachos de la ciudad de Cartagena para Joan de la Peña ... en el Consejo de Yndias", cua-
derno de 96 folios (AGI: Patronato, 145, ramo 28).
95 Ibídem, folios 83 y SS., se insertan varias escrituras de compra de cañones a maestres de las
nao. de la flota de Flores de Valdés.

47

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 1. Vista parcial del recinto amurallado. -FIG. 2. Vista parcial de la ciudad y la bahía.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 3. La ciudad vista desde el mar.- FIG. 4. El primitivo recinto amurallado y el arrabal de Getsemaní, rodeados
por el mar libre, las aguas de la bahía y la laguna del Cabrero.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. s. Portal de los Dulces, en la plaza de los Coches.

FIG. 6. Fachada de la iglesia de Santo Domingo.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 7. La catedral antes de las reformas que variaron su exterior.

FIG.. 8. Callejón de los Estribos y ábside de la iglesia FIG. 9. Fachada de la iglesia de San Francisco.
de Santo Domingo.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 10. Cartagcna y la bahía hacia 1570. - FIG. 11. La «Plaza Real» o de la Aduana en 1571.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG.13. Planta de la ciudad con las murallas proyectadas por el ingeniero Bautista Antonelli. 1595

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 14. Proyecto de murallas para cercar la ciudad (pormenor del plano reproducido en la fig.12). - FIG. 15. Plano de
la bahía, por Nicolás de Cardona. 1632

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 16. Plano de la ciudad y el puerto interior. 1597

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fre. 17. Fachada de la Aduana. 1572 -1575.

FIe. 18. Planta de la catedral primitiva. 1554. FIe . 19. Planta del almacén de galeras

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 20. La Aduana, antigua Casa Real o de la Contaduría.

PIG. 21. Claustro de la Compañía. FIG. 22. Claustro del convento de La Popa.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 23. Interior de la Iglesia de Santo Domingo. FIG. 24. Interior de la catedral.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 25. Planta de las Casas Reales. 1621

FIG.27. Planta de la cate-


FIe. 26. Planta de la Casa de la Moneda. 1630 dral (del plano reproducido
en la fig.16)

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 28. Claustro del convento de San Francisco. FIG. 29. Claustro del convento de La Popa.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 3:0, Claustro del ca.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 33. Vista de Cartagena y el fuerte del Boquerón. Grabado francés de fines del siglo XVII.

FIG. 34. Ataque de Pointis a Cartagena en 1697. Grabado francés de la época.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CJlPIWLO 111

Cartagena
a !Fines der sigro Xo/I

I"Esta ciuáaá va en muclio crecimiento, ilu.strátuiose


con mudios ulificios tÚ canterla ... )

(1". tÚ 'Busto al rey, 27 -[-1579.JI.(j [:Santa fe, 37J.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
El 9 de noviembre de 1570 murió el gobernador Martín d la Alas y, al tra-
tarse de nombrar suce or interino, las opiniones se di idieron. Hubo de aso-
siego y disgustos, y ant s de que las malas pasiones oca ionasen algo irre-
mediable, el Cabildo hizo venir de Santa Marta a Pedro Fernández de Busto
y, en reunión celebrada el 15 de enero del año siguiente, le entregó el go-
bierno de Cartagena, a reserva de lo que el rey o la Audiencia proveyesen
posteriormente. Rehu ó aquél aceptar el cargo mientras el nombramiento
no viniese directamente de una de e ta autoridades, p ro perman ió en
Cartagena y con solo su pr tigio per onal logró apaciguar lo ánimos, to-
talmente calmado ya cuando a principio de marzo daba cu nta al rey de
haber e po e ionado d 1 gobierno, por nombrami nto de la Audiencia l.
La admini tración d Fernández de Bu to fu' decisiva para el progreso
urbano de Cartagena, caracterizándose por el gran impulso que dió a las
obras públicas y por la tran formación del pueblo de bohíos n una ciudad
con la ma or parte de sus casas de piedra.
Debió desempeñar el cargo por poco tiempo, pues en 1572 era goberna-
dor Francisco Bahamonde de Lugo y en septiembre de 1574 se hizo cargo
Bu to de la gobernación de Popayán, pero por real cédula de 20 de julio de
este año se le nombró de nuevo gobernador de Cartagena 2.
En 1578 parece que había pedido al Consejo de Indias «se despedir des-
te gobierno», pues el Cabildo y los vecinos suplicaron al rey que no le tras-
ladase sino que le prorrogase en el cargo por tres o cuatro años, ya que

1 Acuerdo del Cabildo de 15·1-1571 (AGI: Santa Fe, 62). El Cabildo al rey, 31-1-1571, y Busto al
rey, 8-111-1571 (AGI: Santa Fe, 178, folios 238 y v.).
2 Fernández de Busto al rey, en Popayán, 18-IV-1575. Re, Madrid, 20-VII-1574, en la que se
nombra al doctor Mejías para que gobierne interinamente en Cargagena, mientras se toma la residencia
a Bahamonde y llega Busto, que ha sido nombrado para sucederle. Posesión del doctor Mejías ante el
Cabildo, 17-XIl-1574 (AGl: Santa Fe, 62).

51

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI

acertaba «tan bien a gobernar v a ampliar .y llevar adelante esta ciudad


que ninguno otro le a llegado» y querían ver terminadas todas las obras
que estaban en construC' ión ~I . La prórroga debió de concederse, pues Fer-
nández de Busto continuó en Cartagena, y en 1583 el Cabildo envió al Con-
sejo una información 4 y e cribió en solicitud de nueva prórroga, elogiando
al mismo tiempo la ge tión del Gobernador, que «con su yndustria y trabajo
la a fabricado [a la ciudad] d mucho edificios de casas particulares, obras
públicas, yglessias, mona terios, hospitales, hermitas, de suerte que en su
trato se tiene por la co 'a mejor que ay en las Yndias» 5. En igual sentido
escribieron tambi ' n lo franciscanos G, p ro, a pesar de todo, no era unáni-
me la opinión de Cartagena en cuanto al gobierno de Busto, pues el 15 de
no iembre d 1582, enterados el deán y Cabildo eclesiástico de que se hacía
la información arriba ci tada, escribieron al rey una larga carta que es un
rosario de queja . D cían que 1 Gobernador se había enrique ido con su
cargo y estaba in teresado en continuar en él, para lo cual mandó hacer la
información con te tigos allegados suyos u obligados a declarar favorable-
mente por el temor. Concluían pidiendo que le quitasen de Cartagena, por-
que «de governar los governadores muchos años e siguen grandes yncon-
venientes, amistades y conpadrazgos con lo vecino, que es caussa de disi-
mular delitos y no hacer justicia, arraigánse en la tierra echando negros en
las perlas y haziéndose mercaderes sabiendo que tienen el tiempo largo y
dan en otros muchos ynconvenientes en deservicio de Dios y de vuestra
magestad» 7.
No cae dentro del tema de e ta obra la crítica exacta de la gestión de
F rnández de Busto como gobernador de Cartagena. Sin negar la posibl
autenticidad de algunas d la inmoralidades admini trativas que se le impu-
taban, hay que r conoc r cuanto hizo por la mejoras urbanas y la obras
pública. A él se debe el comienzo de ia obras de la catedral que actual-
mente existe, así como también las de los conventos de San Francisco y
Santo Domingo. En unión de su esposa, doña Micaela 8, recorría la ciudad
pidiendo limosnas a lo vecinos para edifi ar el ho pi tal de San Sebastián,
y gracias a él se hicieron muchas obras de utilidad pública, como el mata-
dero, las casas del Cabildo, la aduana y el acueducto, que nunca se terminó,
para traer a la ciudad el agua desde Turbaco. Durante los años de su go-
bierno, el pueblo de bohíos se transformó en una ciudad construída con ma-
teriales nobles, que iba «en mucho crecimiento, ilustrándose con muchos

3 Carta de 10-VI-1572 (AGI : Santa Fe, 62).


4 "Información de la ciudad de Cartagena sobre prorrogación del gobernador" , citada en adelan-
te: Información de 1582 (AGI: Santa Fe, 62). Remitida con carta de 16-1-1583.
S El Cabildo al rey, 10-1-1583 (AGI: Santa Fe, 62).
6 Carta de 20-1-1583 (AGI: Santa Fe, 62). .
7 Carta de 15-XI-1582 (AGI: Santa Fe, 231).
8 CASTELLANOS: Ob. cit., tomo 1, pág. 117.

S2

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL GOBERNADOR FERNÁNDEZ DE BUSTO

edificios de cantería», según comunicaba al rey en 1579 9 , De creer el testi-


monio de un testigo, Fernández de Busto alentaba a los vecinos para que
edificasen sus casas de piedra y les favorecía, facilitándoles materiales y
canoas para transportarlos; era tal su interés por la construcciones, que «el
dicho gobernador con sus manos andaba mobiéndoles sus piedras y cara-
colejos que trayan para los dichos edificios» 10, La ciudad cambió de aspec-
to, y contemplada desde el mar, que casi por todas partes bañaba el islote
arenoso de su emplazamiento, parecía surgir de las aguas, El vecino don
Alonso de Mendoza Carvajal declaraba en 1582 que las casas eran, en su
mayor parte, «de piedra, teja y a~otea», y llevado de su optimismo añadía
que estaba «tan noblecida y cumplida, que es contento de vella por de fuera
y por de dentro d tantas torres, a~oteas, chapiteles, almenas e otros sun-
tuosos edificios, que desde la mar por donde vienen los navíos parece ciu-
dad de tres o quatro milI vecinos, por estar tan noblecida y ampliada de
edificios» 11, El te timonio, imparcial y sereno, del maestre de campo Juan
de Tejeda, corrobora, cuatro años más tarde, que «las casas de la ciudad
son todas casi de piedra» 12, La transformación radical que, por impul o in-
dudable del gobernador, experimentaba la urbe, ju tifica el entusiasmo de
los vecinos y moradores. Motivo para que uno de ellos, el capitán Francisco
Marmolejo, rozando lo límites de una servil adulación, llegase a decir que
«al dicho Pedro Fernández de Busto le podrían llamar padre de la patria» 13,
El propio Gobernador, orgulloso de sus trabajos en pro del engrande-
cimiento material de Cartagena, escribía en estos términos al Consejo de
India en 1577: «a iendola hallado mi hermano que aya gloria, cuando vino
aquí al er gouernador 14, con pocos buhíos o cassa pajizas, la levantó de
manera que le llaman padre de la patria y por e ta cau a y otras la quiero
yo tanto que me podrán llamar a mí hijo, pue n tan pocos año le e hecho
cassa de cantería calles tan principales omo las ay en España y yglesia
I

catedral umptuo a m ne terios de frail s y e pitales principales v les e


fortificado el muelle y puerto y les traigo el agua tres leguas de aquí (por-
que no la a más cerca ) que será obra romana mportantisima, con 10 qual
dexaré e ta ciudad de manera que sea el tercer pueblo de todas las Yndias
y yré con ello muy contento aunque me a costado todo ello mucho travajo
y algunos dineros y mucho más el ser mi casa mesón perpetuo de quantos
van y vienen de Yndias» 15,

9 Carta de 27-1·1579 (AGI: Santa Fe, 37).


10 Información de 1582.
11 Ibídem.
12 Descripción de la ciudad por Juan de Tejeda, I·VI·1587 (Real Academia de la Historia, Madrid:
Papeles de Salazar, M-132) Publ. por MARCO: Ob, cit" pág. 198.
13 Información de 1582.
14 Parece referir e a su hermano Juan de Busto Vi llegas, que fué gobernador de la ciudad por los
años de 1559 a 1562 (Cfr. URUETA y PIlilERES: Ob. cit., pág, 390).
15 AGI: Indiferente general, 1094.

53

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI

Pero la gestión de Fernández de Busto, gobernador de Cartagena des-


de 1571 a 1586, i bien parece tan meritoria por lo que respecta a las mejo-
ras urbanas, terminó desa trosamente con la toma de la ciudad por el cor-
sario inglés Sir Francis Drake. En esta ocasión demostró 1 gobernador que,
como de él dijo Juan de Castellano, nunca fué ejercitado en co. as de gue-
rra 16 . Bien es verdad que los medios con que contaba para la defensa no
eran los adecuados para hacer frente a la formidable armada de Drake,
quizá la más numerosa y mejor equipada que ha ta entonces había surcado
las aguas del Caribe 17. Frente a los veintitrés buques con más de tres mil
hombres que formaban las fuerzas corsarias, la ciudad de Cartagena sólo
pudo ofrecer medio millar de defensores, en su mayor parte bisoi1os, má
los esclavos indios y la gente indisciplinada que tripulaba las dos galeras
de la armadilla guardacostas. Por otra parte, tanto la ciudad como 1 puerto
carecían de fortificaciones adecuadas. Como quedó dicho en el capítulo
anterior, el fuerte de la Caleta había desaparecido, víctima de 10 estragos
del tiempo; sólo el pequeño fuerte del Boquerón guardaba el pa o a la en-
senada interior, que en esta ocasión se cerró con una cadena, y unas sim-
ples trinch ra en la Caleta y en la ciénaga del Ahorcado, defendían las dos
estrecha 1 ngua de arena que daban acceso a la ciudad.
Cuando Fernández de Busto tuvo avi o de la presencia de Drake en aguas
del Caribe, hizo sus preparativos para la defensa; mandó venir de Mompós
y Tolú uno cien hombres útiles para la arma , nombró capitan es y ofi-
ciales de guerra y puso artillería en di tintos lugar s, pro-como ob erva
González Palencia l 8- cayó en la imprevi ión de no fortificar d bidamente
la Caleta y de no poner cañones junto a la punta de los l ca o para defen-
der el canal de Bocagrand , única entrada a la bahía por dond lo navío.
n migos habían de pasar nere ariamente de uno en uno. En la Caleta qu -
da ron la dos galeras y la sa tía «La Napolitana », al mando d su general
don Pedro Vique.
El «miércoles primero día d cuaresma» de 1586, divisaron lo ein-
titré navío de la escuadra enemiga. Las fuerzas defcn oras e di tribu-
veron en los sitios estratégicos: la ciénaga del Ahorcado, el puente de San
Francisco, el fuertecillo del Boquerón y la trinchera de la Caleta. Por este
punto desembarcaron unos eiscientos ingleses a las diez de la noche. Las
galeras, con las proas casi varadas en tierra, dispararon su artillería contra
las fuerzas enemigas, pero, aunque se trabó batalla, la resistencia carta-
genera duró poco tiempo. Los indios y negros comenzaron a huir, y tras ellos

16Ob. cit., tomo U, pág. 117.


17"Relación de los navíos de la armada que trae Francisco Drake", publicada por GONZALEZ
PALENCIA: Discur10 del Capitán Francisco Drake, por Juan de Castellanos (Madrid, 1921), pág.
LlI.
18 Ob. cit., pág. LVII. Salvo algún que otro dato intercalado, sigo el relato de la toma de Carta-
gena que hace el señor González Pal ncia (Ob. y pág. cito y ss.). basado en documentos contemporá-
neos.

54

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DRAKE, EN CARTAGENA

los soldados, sin que lograran detenerlos las órdenes de don Pedro Vique y
del Gobernador. M zclados ingleses y españoles, in conocerse unos de otros,
entraron por la trinchera que defendía una call , junto al convento de San-
to Domingo. Justo es consignar que no todos los defensores huyeron co-
bardemente. Entre los pocos que supieron cumplir con su deber hay que
recordar al veterano maestre de campo Alvaro de Mendoza,

«Buen viejo que escapó de hartas luchas,


no de una ni de dos, sino de muchas»,

como recordaba, con indudable afecto, el beneficiado de Tunja Juan de


Castellanos J9 . A pesar de su avanzada edad-debía contar entonces ochenta
años-luchó cuerpo a cuerpo en la trinchera de Santo Domingo, donde fué
herido de una lanzada en la cara 20. Al amanecer, las tropas de Drake eran
dueñas de la ciudad. El capitán Martín Polo, que mandaba las fuerzas des-
tacadas en la ciénaga del Ahorcado, quiso seguir la lucha con los pocos sol-
dado que le permanecieron fieles, y llegó a pelear con los ingleses que ocu-
paban la Plaza Mayor; pero ante el número tuvo que retirarse cuando ya
no quedaban otros españoles en la ciudad.
Mientras los ingleses atacaban la Caleta, intentaron desembarcar en el
muelle, junto a la Plaza d la Aduana, pero no pudieron hacerlo porque
la cadena que cerraba el Boquerón impidió el paso de las lanchas. Don
Pedro Vique ordenó que la galeras saliesen a la mar, pero no fué po ible
por estar varadas a cau a de la baja mar a. En la galera «Ocasión» se in-
cendió un barril de pólvora, los galeot , insubordinados, se soltaron y sa-
lieron a tierra, donde causaron tanto daño como los enemigos. En vista de
ello, Vique mandó quemar las naves para qu no ca esen en poder del
enemigo.
El fuerte del Boquerón, defendido por el capitán Pedro Mejía Mirabal,
resistió durante todo el día siguiente, rechazando varios ataques del ene-
migo. Siendo ya de noche, llegó una orden terminante del Gobernador para
que abandonara la resistencia. Mejía, que antes había pedido inútilmente
refuerzos, clavó las piezas y fué ante Fernández de Busto para darle cuenta
de haber cumplido con su deber.

19 Discurso del Capitán Francisco Drake, publ. por González Palencia, pág. 195.
20 Según una "Provanca de servicios hechos a su magestad por el maese de campo Alvaro de Men-
do~a", en 1576 (AGI: Santa Fe, 86), consta que tenía en esa fecha setenta años. Era extremeño, de
Don Benito (Badajoz), y estuvo casado con Doña Francisca de Heredia, hija de don Alonso y sobrina
del fundador de Cartagena. Su intervención en la lucha contra Drake se relata en otra información de
servicios, incluÍda en los autos de un pleito seguido por "Don Alvaro de Mendo~a ... con el fiscal,
sobre que diese por nulo cierto mandamiento de execución despachado contra él por el rescate de la
dicha ciudad tomada por Francisco Drake", 1587 (AGI: Escribanía de Cámara, 572).

55

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA FINES DEL SIGLO XVI

Del ataque de Drake a Cartagena se conocen dos mapas contemporáneos


de sumo interés, que vienen a ilustrar las versiones inglesa y española d\!l
suceso. Según escribía el gobernador don Pedro de Ludeña-sucesor de Fer-
nández de Busto-al rey, en julio de 1586, el corsario «andubo con un ynge-
niero que traya consigo midiendo sondando este puerto, y para la parte
de tierra, tentando las ciénagas y caminos por donde se podría entrar en
este lugar». «Hizo un planta que, perdida o rescatada, quedó aquí, que va
con esta para que Vuestra Magestad la vea» 21. El mapa enviado por el Go-
bernador se ha perdido. Como observa el señor González Palencia, sería un
borrador o una copia, pues el original de la planta que hizo levantar Drake
debe ser el que sirvió para ilustrar una relación inglesa del viaje iniciado
por el corsario en 1585 22 •
El mapa referido muestra con bastante exactitud la topografía de] her-
moso puerto, con la escuadra surta en la bahía, las lanchas que atacan el
fuerte del Boquerón y las galeras varadas en la Caleta haciendo fuego con-
tra los ingleses.
El otro mapa se encuentra en una probanza de descargos hecha a ins-
tancias del general de las galeras, don Pedro Vique, en 1592. Aunque de eje-
cución más torpe, también muestra las pobres defensas con que contaba la
ciudad y la situación de las fuerzas inglesas. Se ve en el plano el fuerte
del Boquerón, defendido por una estacada y la cadena que cerraba el pa o
al «Puerto Segundo», la trinchera de la Caleta y la de Santo Domingo 23.
Dueños los ingleses de Cartagena, las autoridades españolas se refugia-
ron en el vecino pueblo d Turbaco, donde, reunida en Cabildo, acordaron
entablar n gociadones con Drake para el re cate de la ciudad. Cerca de un
me transcurrió hasta que ambas partes llegaran a un acuerdo. El inglés
hizo incendiar una d en casas, de las peore de la ciudad, y después siguió
quemando otras. Más tarde destru ó una nave de la catedral. Este último
daño decidió a los vecinos a aumentar la oferta, y por fin concertaron el
rescate en ciento siete mil ducados. Los vecinos tuvieron que pagar con
arreglo a la tasación que se hizo de las propiedades de cada uno. Después
de permanecer los ingleses en la ciudad durante cincuenta y tres días, el 11
de abril de 1556 se hicieron a la vela. Regresaron cuatro días después para
carenar una nave y, por fin, el 24 del mismo mes zarparon definitivamente
del puerto de Cartagena. En julio llegó la esperada flota de España.
Como escribe acertadamente González Palencia, «mirada a la luz de los
documentos contemporáneos, aparece la hazaña de Drake reducida a térmi-
nos de su verdadero valor: ni tan heroica. como los ingleses la juzgaron, ni
tan diabólica como la dijeron los españoles. Pierde mucho de su gallardía
21AGI: Santa Fe, 37. Publicada por GONZALEZ PALENCIA: Ob. cit., pág. 362 Y ss.
22Expeditio Francisci Draki . .. in Indias Occidentales, año MDLXXXV (Leyde, 1588), citada por
GONZALEZ PALENCIA: Ob. cit., LXn. MARCO: Ob. cit., figura 94.
23 Lo publicó BERMUDEZ PLATA: Un plano inédito de Cartagena de Indias, en "Revista de In·
dias" (Madrid, 1940). pág. 116.

56

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ASPECTO DE LA CIUDAD

la empresa para quien sepa hasta qué punto estaban las ciudades de Indias
indefensas y desprevenidas». Y si a eso se añaden otros hechos indudables,
tales como el comercio de contrabando, la corrupción de las autoridades co-
loniales y la lentitud con que-entorpecidas por la burocracia-se tramita-
Dan en España las medidas de defensa contra la escuadra inglesa que en 1585
había pasado por las costas de Galicia, cabe preguntarse, como dice el au-
tor citado, «si Drake hubiera podido desear, para éxito e impunidad de sus
correrías, circunstancias más favorables que las que se le daban en aquel
tiempo en el Nuevo Reino de Granada» 4• 9

El último tercio del siglo XVI constituye una época decisiva en la historia
de las fortificaciones de Cartagena. Precisamente en los días en que Drake
era dueño de la ciudad, se tramitaba en el Consejo de Indias un grandioso
proyecto de defensa de todos los puertos del mar Caribe, cuya ejecución
fué confiada al célebre ingeniero Bautista Antonelli, que, en unión del maes-
tre de campo Juan de Tejeda, embarcó para las Indias en la armada que con
tanto anhelo esperaban los vecinos de Cartagena cuando la ciudad estaba
bajo el dominio del corsario inglés.
Con la llegada de Antonelli, entra en una fase decisiva el problema de
la fortificación de Cartagena. Aún habían de pasar muchos años ante de
que quedase en completo estado de defensa; pero con Antonelli comienza
la historia de las murallas y castillos, cuya construcción fu' obra de varias
generaciones de ingenieros y duró tanto como la época colonial. De acuerdo
con Juan de Tejeda, dispuso la construcción de un fuerte en la punta de
Icacos, a orillas del canal de Bocagrande, y otras obras en distintos luga-
res para defender los acceso a la ciudad. Dada la urgencia del caso, ya que
se temían nuevos ataques, e hicieron con carácter proví ional, a ba e de
madera y fajina, por lo cual tuvieron vida efímera. En 1588, el Cabildo vol-
vía a sus súplicas para que se fortifica e la ciudad, que, iempre temerosa
de ataques de enemigos, se hal1aba «tan en frontera como las de Berbería»,
según acertada expresión de sus autoridades municipales 25.
En 1594 volvió AntoneIli a Cartagena. En esta segunda y última visita a
la ciudad de Heredia, hizo los planos para cercarla, encerrando el recinto
urbano en una muralla abaluartada, cuyo trazado se conservó, en gran par-
te, a pesar de las transformaciones que sufrió a través de múltiples refor-
mas y reconstrucciones posteriores. Siguiendo las trazas de Antonelli, cons-
truyó la muralla el gobernador don Pedro de Acuña, y a fines del siglo XVI
quedó la ciudad encerrada en un cinturón de muros y baluartes.
Durante la época estudiada en el presente capítulo-último tercio del si-
glo xVI-adquiere Cartagena de Indias su fisonomía definitiva. Los planos de
la ciudad aquí reproducidos, singularmente el de Antonelli de 1595 y el le-
vantado por el gobernador don Pedro de Acuña en 1597 (figs. 13 y 16), mues-

24 GONZALEZ PALENCIA: Ob. cit., CXV y ss.


2S Carta de 4·Vll·1588 (AGI: Santa Fe, 62).

57

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA FINES DH STGLO XVI

tran el trazado urbano en la última década del siglo; es decir, en los momen-
tos en que la ciudad e iba reconstruyendo después de su destrucción par-
cial por Sir Francí Drake. El recinto amurallado era entonces algo menor
que actualmente, pue por el Este cortaba el caserío por lo que hoyes la
plaza de San Di go, pero la comparación de esos planos con el de la ciudad
actual d mue tra clarament qu la planta del núcleo urbano encerrado en
las murallas no ha sufrido variación importante desde aquellos días hasta
el pre ente. La distribución de calles y cuadras es la misma que en la ac-
tualidad, y es fácil identificar en eso planos las principales vías y plazas
del recinto amurallado. Las dos calles que arrancan de la plaza de la Mar
-hoy de la Aduana-hacia el Nort , son la que hoy se llaman de la Co-
chera del Gobernador y del Candilejo, reconociéndose ésta fácilmente por
su trazado en ángulo, vago recuerdo de las tortuosas calle medievale de
la vieias ciudades españolas. Hacia el centro de la ciudad se encuentra la
Plaza Mayor-hoy de Bolívar-, en la que se indican los «Portales de los
Escribanos», que aún conservan ese nombre, del que hay constancia des-
de 1630. La cuadra ocupada por la catedral presenta alguna variación, pues
entonces era un edificio exento y ho ti n adosadas, por el lado del Evan-
gelio, otras edificacione que forman parte del Palacio Arzobi pal. La plaza
de los Jagüeyes. la plazoleta d Santo Domingo, tambi 'n e id ntifican fá-
cilment . La plaza de la Mar, construída en 1572 por Pedro Fernández de
Bu to, que ser ía de mu 11e para de cargar 10 batele de las flotas, cons-
tituy una e tampa ine timable de aqu lla parte de la ciudad, en los años
en que e olucionaba el pueblo de bohíos . casas de madera, hacia la urbe
con edificio de cantería (fig. 11). Toda ' la casa que daban frente a la
plaza tenían portales adintelado en la planta baja, y a juzgar por el dibujo
parece er que eran de madera. Por eso ' año se con truyó en ese lugar el
edificio d la Aduana (fig. 17), obra d cant ría que dió a la plaza el nom-
bre qu aún conserva. La « Plaza Real» era el lugar de vida ciudadana má
intensa, el mentidero y el mercado. En ella estaha la «Casa de su magestad
de contratación», las carnicería y las tiendas donde se vendían los man-
tenimientos; allí se celebraban fiestas y regocijos y hacían las milicias sus
«alarde ». Cuando llegaba la flota, armaban barracas los mercaderes para
re guardar los fardos de variadas mercancía , designadas entonces con el
nombre genérico de «ropa de Castilla».
La isla de Getsemaní estaba casi despoblada en la época de referencia.
En el plano de 1595 (fig. 13) no figuran otras construcciones que el convento
de San Francisco el matadero que mandó edificar Fernández de Busto. En
el de 1597 (fig. 16) aparece una distribución de solares a ba e de una calle
paralela a la ribera de la bahía-la actual calle Larga-y otras dos en cruz,
dirigidas a los cuatro puntos cardinales. La que va desde el puente hacia la
tierra firme es la que luego se llamó de la Media Luna. Este fué el primer

58

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
OBRAS PÚBLICAS DE FERNÁNDEZ DE BUSTO

ensanche de Cartagena, que empezó a ser populoso a principios del siglo XVII
y más tarde quedó incorporado al recinto de murallas . •

OBRAS PÚBLICAS DE FERNÁNDEZ DE BUSTO

Por aquella época, en la entrada principal de la ciudad había una «cié-


naga y anegadizo e venía dello mucho daño al pueblo a causa del mal olor
quando se secaba» 26. Allí estaba el muelle construí do por iniciativa de Alon-
so de Montalbán, que resultaba insuficiente para el tráfico del puerto,
por lo que el Gobernador escribió al rey indicándole la conveniencia de
que «desde el muelle viejo hasta el nuebo se haga un pretil de cal y canto
y que sirva todo el muelle de alto de una bara de medir con sus troneras
que sirva de puertas para la descarga de las naos y bateles y el pretil alto
sirva de defensa para que los soldados puedan pelear en tiempo de necessi-
dad detrás dé!» 27. Días después escribía de nuevo dando cuenta de haber
comenzado la obra, evaluada por los alarifes en tres mil castellanos, em-
pleando en ella unos esclavos negros confiscados por haber llegado sin li-
cencia ni registro. Esperaba que la obra merecería la aprobación real y
enviaba una traza de ella 28 (fig. 11). Hizo estacar y rellenar la ciénaga que
quedó convertida en una hermosa plaza, con un pretil formando almenas,
que servirían como obra defensiva en caso de guerra 29.
El dibujo enviado por el gobernador muestra cómo quedó la «Plaza
Real», que es la misma que luego se llamó de la Aduana y hoyes la Plaza
de Colón. Arrancan de ella tres calles hacia el Norte (las actuales de San
Pedro, Cochera del Gobernador y Candilejo) y una hacia el Oeste (la de la
Amargura), quedando aislada una manzana de casas no tan extensa como
la que hoy está comprendida entre las calles de la Amargura y San Pedro,
la plaza de este nombre y la de la Aduana. Dan frente a la plaza la «cassa
de su magestad de contratación» y las carnicerías-cuyo lugar fué ocupado
luego por la fundación de los J esuítas-, así como otras casas, todas de dos
plantas, con cubiertas a dos aguas y portales en la planta baja. Esta plaza
era el centro de la vida comercial de Cartagena: en ella se descargaban las
flotasy estaba «todo el trato de berracas y ropa ... y se venden las cosas hor-
dinarias y se hacen regozijos»; en los portales había tiendas en donde se
vendían los mantenimientos» 30. Ya a fines del siglo XVI se cita el lugar co-
nocido por las «Cuatro Calles»-el cruce de la del Palacio con la de Ro-
mán-, en el cual había una taberna, frecuentada por marineros y soldados,

26 Información de 1582.
27 Carta de 8-11I-1571 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 238 v.).
28 Carta de 16-01-1571 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 331).
29 Información de 1582.
~ Ibídem.

59

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CART AGENA A FI ES DEI. S IGLO XVI

que más de una vez fué escenario de pendencias que terminaron con san-
gre y dieron trabajo a la Justici'a 31.
Otra de la obras de utilidad pública que acometió Fernández de Busto
fué la del abastecimiento de agua. Esta n cesidad vital se dejaba sentir en
la ciudad desde los tiempos de 'u fundación, y ya hemos visto cómo fué
ésta una d la causas que se invocaron cuando se pensó en trasladarla a
otro sitio que reuniera mejore condicione. Ya n 1537, los oficiales reales
propusieron que se llevase ha ta la ciudad el agua de un arroyo cercano
al pu blo de Turbaco, pero, por diversos motivos, la idea no se había puesto
en práctica, y los vecinos continuaban surtiéndose de los «jagüeyes» o po-
zos que dieron nombre a uno d los barrios de Cartagena.
Consta que, en 1577, el cosmógrafo de la real armada Alonso Alvarez de
Toledo «avía empezado a dar hórden» para conducir hasta la ciudad el agua
del arroyo del Turbaco, pero par ce ser que, por orden del general de la ar-
mada , tuvo que abandonar la obra y embarcar para España. El Cabildo se
lamentaba de ello y pidió al rey que le hiciese volver para acabarla, por
tratarse de persona entendida «y tenello puesto en muy buen término» 32.
En 1576, Fernández de Bu to di puso que se cobrasen cierto derechos
obre los e clavos mercadería. , a fin de allegar fondos para la obra, pero
lo comerciant s s quejaron a la Audiencia y , ta prohibió esos impuestos.
Por e a causa, s gún se decía en 1582, «la obra avía cesado estando ya echo
lo má costo o d lla y comprado muchos materiales y teniendo bueno offi-
cial diestros y bien instru 'dos n el particular de la dicha obra» 33 . Al pa-
recer s trataba de un a u ducto «de cal y canto arco grandes que
mu de v r y obra muy grand » 3l . De graciadamente, nunca e t rminó. El
agua del arro. o d Matute jamá II gó a Cartagena, y los vecino tuvieron
que ontcntar e con con truir aljibe para recog r la de las lluvias. Ellas
surti ron al vecindario durante uatro iglos, pue el problema del abas-
tecimento de aguas sólo ha olucionado en nuestros días.

LA CASA DE CABILDO Y EL HOSPIT L

Hasta la época de Fernández de Busto no tuvo la ciudad «casa e ab-


diencia d cabildo e casa de gobernadores e cárcel pública en la mexor
parte» de ella 35. Ya en 1563, al morir el tesorero Alonso Saavedra, el Ca-
bildo acordó adquirir unas casas de cantería que aquél había dejado co-
menzadas, y al pedir al rey que hiciese alguna merced para sufragar su cos-

31 Se citan en los autos de un proceso instruido en 1580 (AGI: Santa Fe, 86).
32 Carta del Cabildo, 13-V-1577 (AGI: Santa Fe, 62).
33 RC. Lisboa, 24 -1-1582 (AGI: Santa Fe, 82).
34 Información de 1582.
3S Ibídem.

60

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CASA DE CABILDO Y EL HOSPITAL

to, los regidores del Municipio dejaron traslucir el temor a los piratas,
constante en aquellos años, pu decían que dichas casas «a nece idad pue-
den servir de alguna fortaleza por es tar en medio de la cibdad e ser de
piedra, e metiendo en ella alguna artillería y las demás cosas nec sarias
será fuerte, que aunque no fuese sino por esto de e su mag tad hazernos
la merced que se le pide» aG. Estas serían las ca a ' que e adquirieron, por-
iIÚciativa del Gobernador, en tres mil quiniento po. E taban situadas
frente a la iglesia mayor, y en llas se alojó Franci o Drake cuando se apo-
deró de la ciudad en 1586 37 • Debían tener cierta amplitud, ya que en Has
estaban instaladas las oficinas de los Ju licias, la Cárc 1 la d pend ncias
del Cabildo, ademá d la i ienda d 1 gobernador. Quizá su distribución
fuese a base de un patio central, pues con ta qu en 1600 e taban «rindidos
los pilares del patio» y l Cabildo encargó u in 'pección al maestro mayor
de la ciudad Simón González y al cantero Juan Tomás Rugcro :l •
A principios de 1579, Fernández de Bu oto daba noticia al r de hab r ter-
minado de edificar «el hospital e yglesia dél» 39. S gún la ya itada informa-
ción de 1582, el gobernador y u esposa pidieron limosnas muchas veces a
los vecinos y así «hizo fazer un ho pital... donde e tá fecha una yglc ia y un
quarto donde ay enfermerías». Con ta en el mismo docum nto que el edifi-
cio era de dos plantas.

EL CONVENTO DE ANTO DOMl GO

El último tercio del siglo x 1, época d intensa acti idad constructora


en Cartagena, fué deci 'i o para la fábrica material de los con ntos que en
ella habían fundado la órdenes re ligio as. La iniciati a de construir el de
los dominico debió al prior fray Pedro Mártir Palomino, quien en ió a
Jos religio os fray Luis Beltrán y fray Gerónimo de Barros a Nombre de
Dios y Río-Hacha, respectivamente, para que predicasen y pidiesen limos-
nas para la obra, en tanto que él haría lo mi 'mo en Veragua. Basándose en
estas noticias, consignadas por el cronista Zamora 40 , asegura Juan José
Ni to, que en 1570 se comenzó la construcción del edificio n, pero no de-
bió iniciarse tan pronto, según se deduce de una carta del gobernador
Fernández de Busto, que en enero de 1579 daba cuenta de que la obra se
había comenzado 42. Un año después la iglesia estaba comenzada, pero «aún

36 "Yn trucción ... para Yuste Guerra" (AGI: Santa Fe, 62).
n "Expediente Catedral", citado en el capítulo siguiente, folios 182 y ss. En un plano de fines
del siglo XVI (Fig. 16) se indica el lugar que ocupaba la casa del gobernador, frente a la iglesia.

38 Cabildo de I-IX-1600 (AGI: Santa Fe, 62).


39 Carta de 27-1-1579 )AG1: Santa Fe ... l).
40 Ob. cit., pág. 211.
41 Geografía ... , pág. 163.
42 Carta de 27-1-1569 (AGI: Santa Fe, 37).

61

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FJ ES DEL SIGLO XVI

no está hecha la mitad de la hobra que a menster, antes están las paredes
sacadas fuera de los cimientos hasta un estado sobre la tierra en algunas
partes y en otra arrasadas con la tierra y esto es el cuerpo de la yglesia e ...
los cimientos de la capilla mayor aún no están abiertos». Provisionalmente
se celebraba el culto bajo «un techo cubierto de hasta estado y medio» y
no había aún claustro ni sacristía, reduciéndose la vivienda de los religiosos
a «un corredor de tablas donde ay siete celdas no más», insuficientes cuan-
do había que hospedar a los frailes que llegaban de España en tránsito para
el Nuevo Reino 43.
Resulta, pues, indudable, que la iglesia estaba sacada de cimientos en
fecha inmediatamente anterior a 1580. Haría entonces la traza alguno de
los arquitectos que trabajaban en la ciudad, quizá el maestro mayor de las
fortificaciones, Simón González, autor del plano de la catedral, comenzada
pocos años antes.
En la información de 1582 se dice que se estaba edificando el monasterio
dominico, «obra de mucha ymportancia», y se había «hecho parte dél de
cal y canto». El testigo don Alonso de Mendoza Carvajal-que con tanto
entusiasmo describía la ciudad - afirmaba en su declaración que estaba
«mucha parte de las paredes y portada mayor hecha». Como consta que se
comenzó el cuerpo de la iglesia ante que la capilla mayor, es posible que
en la fecha de referencia estuviese hecha una parte de la portada, quizá el
primer cuerpo, que tan bien refleja el estilo de los monumentos españoles
de esa época.
En 1588, una real cédula concedió al monasterio una limosna de qui-
nientos pesos, para reparar los daños que n su fábrica había causado Dra-
ke ", los cuales no serían de mucha consideración, por lO que respecta a la
estructura fundamental del edificio, dada su fortaleza. Años más tarde, los
dominicos solicitaron del rey fondos para continuar la obra, y por real cé-
dula de 17 de mayo de 1596 se ordenó al gobernador que, al acabarse la
catedral, se dejase el repartimiento establecido para costearla, destinando su
importe, hasta una cantidad de cinco mil pesos, a terminar las obras de
Santo Domingo y San Agustín 45. Algunos años antes, los dominicos habían
pedido licencia para llevar a Cartagena dos esclavos negros, uno carpintero
y otro albañil, a fin de emplearlos en las obras del monasterio, en el que
se estaba reconstruyendo lo destruído por el corsario inglés. El Consejo de
I.Indias informó favorablemente esta petición en 1594 46 ,
Durante la última década del siglo XVI y primera del siguiente debieron
continuarse las obras. Según el referido cronista Zamora, la mayor parte
de la fábrica de la iglesia se debió a fray Esteban de Ovalles, que llegó a la

43 Información pedida por el visitador fray Domingo de Alzola (AGI: Santa Fe, 234).
44 RC de 24-XI-1588 (AGI: Santa Fe, 238).
4S RC de 17-V-1596 (AGI: Santa Fe, 238).
46 Informe del Consejo, 12-X-1594 (AGI: Santa Fe, 1).

62

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE SANTO DOMINGO

provincia en 1580 y fué prior del convento de Cartagena hacia 1612.7 • En


1620 sólo faltaba cubrjr la iglesia IK, y tres años despué ya estaba cubierta
la mitad de ella; pero entonces comenzarOn a e ca ear los fondo, y como
los religioso estaban muy necesitados, la obra continuaba tan lentamente
«que no parece se a de poder acabar» ,y. Cuando en 1630 fué elegido pro-
vincial fray Francisco de Garayta ;,U y continuó las obras del clau tro :.1 , ya
estaría terminada y cubierta la iglesia, pue e de suponer que se die e pre-
ferencia a las obras de ésta, ya que las necesidades del culto erían más
apremiantes que las de los religiosos. E tos años debieron ser decisivos
para la edificación del convento, que durante el priorato de fray Mateo de
Valenzuela «debió a su cuydado la mayor parte de su grande y costosa fá-
brica» 52 . También por esa épo a hubo un benefactor ilustre: don Gonzalo
de Herrera, Marqués de Villalta, que, además de socorrer a los religiosos
con frecuentes limosna, «gastó má de quince mil pesos en la arqu ría con
que reparó la igle ia, que con el grande peso de su bóveda se venía al suelo» [,.1 .
Durante el provincialato de fray Luis de Colmenares (1639) «se cubrie-
ron de bóvedas las capillas de su iglesia y se hicieron los corredores baxos
que la acompañan, desde la torre hasta la sacristía». Hacia mediados del
siglo, durante el primer provincialato de fray Alonso de la Bandera-elegido
en junio de 1647-, el prior fray Gabriel Ramírez construyó el aljib y, años
más tarde, siendo nuevamente provincial fray Alonso de la Bandera-qu
fué elegido por segunda vez en 1654-, encargó al prior fray Alonso Lazo
que prosiguiese «el edificio de la torre y portería», que «se acabaron en su
tiempo y fuera de la fortaleza con que aseguran la fábrica de la iglesia y
convento, le dieron perfección y hermosura, siendo la portería una de la '
mejores que tiene la Religión, y sobre ella hizo una celda». «En el hueco prin-
mero de la torre dispuso que se abriera un arco para que tuviese capilla la
milagrosa imagen de Santo Domingo en Soriano». Cuando en 1669 fué nom-
brado visitador general fray Alonso de Ca tañeda, estuvo en el convento y
«deseó mucho que prosiguiese su fábrica; pero como se considera muy cos-
tosa, respecto de la máquina de sus primeros claustros y dormitorios, aún
el ánimo más grande se acobarda, porque es mayor el gasto que se consi-
dera» M. En la época en que el P. Zamora terminaba su crónica (1695), se-
guían sin acabar «sus claustros y dormitorios ... , porque ningún prior se ha

47 Ob. cit., pág. 235. Este debe ser el sentido exacto de la frase, pues se aprecia la existencia de
una errata.
48 Información pedida por el prior fray Tomás Vaca en 1620 (AGI: Santa Fe, 244).
49 Información pedida por fray Juan Dávalos en 1623 (AGI: Santa Fe, 244).
SO ZAMORA: Ob. cit., pág. 408.
SI FLOREZ DE OCARIZ: Genealogías del Nuevo Reino de Granada, tomo 1, pág. 103.
52 ZAMORA: Ob. cit., págs. 413 y 442.
53 Ibídem, pág. 334.
54 Ibídem, pág. 470 y ss.

63

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FJNES DEL SIGLO XVI

hallado con caudal para proseguir el tercer claustro, en que la dexó el


P. Maestro fray Mateo de Valenzuela» 55.
Treinta años más tarde, cuando es de suponer que el edificio estaría to-
talmente terminado, los religiosos solicitaron del rey licencia para pedir li-
mosnas en el Perú, a fin de «reedificar el coro, yglesia y convento» pues,
según decían, se hallaban «amenazando ruyna, por la mucha antigüedad que
tiene, de forma que por no haver tenido medios para su reparo, no tienen
coro donde asistir a los oras canónicas, ni tampoco la mayor parte de la
havitación que se nezessita para los religiosos» 56. Es posible que, en efecto,
el vetusto edificio estuviese amenazando ruina, pero parece que los religio-
sos exageraron la nota pesimista para impresionar el ánimo del monarca
y conseguir más fácilmente lo que pedían. Puede ser que el coro estuviese
ruinoso, pero no puede aceptarse que no existiera, ya que Zamera lo des-
cribe alabando su atrevida bóveda rebajada.
Esta es la historia de la construcción del convento de Santo Domingo
según los datos consignados en crónicas y documentos. Cumple ahora tra-
tar de averiguar cómo fué el proyecto primitivo, sus analogías o diferencias
con el monumento actual y el emplazamiento que ocupaba la iglesia dentro
de la cuadra que aquél ocupa, problema éste que surge de la comparación
de los diferentes planos de la ciudad.
La representación gráfica más antigua de la planta del templo de Santo
Domingo es la que apare e toscamente dibujada en un plano general de la
ciudad de 1597 (fig. 16), fecha en que la obra estaría, por lo menos, sacada
de cimimientos. Con más detalles aparece en un plano de 1716, levanta-
do en mayor escala y con más cuidado y exactitud que el antes r fe-
rido. En lo esencial coinciden ambos planos, representando una iglesia con
cabecera ochavada, una na e con crucero--cuyos brazos no sobrepasan la
anchura total del templo--y dos laterales, formadas por capillas sin comu-
nicación entre sí. Las coincidencias de ambo planos con la planta de la
iglesia actual indican que lo que se proyectó en el siglo XVI es lo que estaba
construído en 1716, o sea 10 mismo que, sin variación notable, subsiste
actualmente.
Está situada la iglesia en el ángulo que forman la plaza de Santo Domingo
y el callejón de los Estribos (fig. 8), estrecha calleja que tomó u nombre de
los recios contrafuertes que se adosaron a la fachada lateral para contrarrestar
el empuje de las bóvedas. Si comparamos con el plano actual del convento
los planos de la ciudad de 1595, 1597, 1668 y 1716 (figs. 13, 16, 55 y 71), vere-
mos que, en los dos primeros, el callejón de los Estribos es más ancho en la
parte correspondiente a la longitud de la iglesia, formando un ángulo, que en
el plano de 1668 se reduce a un espacio aproximadamente igual al que corres-
ponde a la primera capilla del lado del Evangelio, mientras en el de 1716

ss ZAMORA: Ob. cit., pág. 413.


56 Re de 26-11-1730 (URUETA: Documentos . .. , tomo 111, pág. 30S).

64

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE SANTO DOMINGO

ese ángulo ha desaparecido y el edificio queda, por esa parte, totalmente


en linea con el resto de la calle, cuya anchura se ha mantenido invariable
desde el plano más antiguo hasta hoy. Esto parece indicar diferentes etapas
en la construcción, que en cierto modo, se notan inspeccionando detenida-
mente el edificio. Así, pues, en el siglo XVI se construirían la nave central, la

o
~"V't'"-f-_

........... . ..........
,

FIC. F. Planta del convento de Santo Domingo, según el doctor Simón Gómez de Lavalle.

del crucero y las capillas del lado de la Epístola, quedando sin edificar las
del ladp del Evangelio. La nave central debió de estar cubierta con bóvedas,
una para cada tramo, quizá vaídas, como la que cubre el crucero. Rendidas
éstas por el excesivo peso~ se hizo el trabajo de consolidación, costeado por

65

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FI~S DEL SIGLO XVI

don Gonzalo de Herrera: se reforzó el templo con unos gruesos pilares, o


más bien contrafuertes interiores, sobre los cuales se voltearon unos anchos
arcos fajones, claramente trasdosados, que sostienen una pesada bóveda de
medio cañón. Aproximadamente por esos años se harían las capillas del
lado del Evangelio, y tanto éstas como las de la Epístola se abovedaron du-
rante el provincialato de fray Luis de Colmenares, o sea después de 1639;
Y entre 1668 y 1714 se haría el primer cuerpo de la torre del lado del Evan-
gelio, que aún está inconclusa.
La planta de la iglesia no dibuja un r.ectangulo perfecto, pues la fachada
y el testero no son paralelos, a consecuencia de haber construído aquélla
siguiendo la dirección de la calle, como ocurre, por ejemplo, en la iglesia
de la Merced, de Quito, y en la desaparecida de los Desamparados, de Lima.
En cambio, el cuerpo de campanas de la torre no está rasante con la fa-
chada, sino a escuadra con el claustro 57, como es corriente.
La iglesia consta de una gran nave con capillas laterales más bajas, que
primitivamente no tuvieron comunicación entre sí (fig. F); el crucero es
tan estrecho y alto como la nave, y el presbiterio es ochavado. La capilla
mayor está construída totalmente de cantería; la cornisa que, en su inte-
rior, señala el arranque de la bóveda esquifada que la cubre, es obra mo-
derna.
La nave central está cubierta con una pesada bóveda de medio cañón
con arcos fajones trasdosados, que descansan en unos gruesos pilares ado-
sados a los muros a modo de contrafuertes interiores. Los brazos del cru-
cero están cubiertos con bóvedas, labradas con tanta tosquedad que inte-
riormente parecen de medio cañón y por el exterior semejan ser vaídas.
En las capillas laterales alternan las bóvedas de aristas con otras esquifa-
das; éstas tienen linternas cubiertas con pequeñas bóvedas vaídas sobre ar-
quitos de medio punto ciegos.
A los pies de la iglesia se encuentra el coro, . sobre una bóveda sumamen-
te rebajada que llamó la atención del cronista Zamora, quien se admiraba
de «que se pueda sostener su anchurosa capazidad». Como en algunas cú-
pulas de Puebla y con el fin de aligerarla de peso, se introdujeron en la

57 Esto ha hecho creer a algunos eruditos e historiadores locales que la línea formada por el frente
del cuerpo de campanas y el muro exterior de la crujía oriental del claustro es la primitiva de la calle,
y que, con esa rasante, tuvo el edificio una fachada, anterior a la actual. No comparto estas opiniones,
porque, comparando el plano más antiguo de la ciudad con otros más modernos, se ve que la direc-
ción de la calle no ha variado. Bien es verdad que hay un plano de fines del siglo XVI (Fig. 12) en el
que la calle aparece con una dirección un poco distinta, pero la diferencia es tan pequeña que cabe
pensar en la imperfección y en el poco cuidado por detalles que no importaban al objeto del plano,
en el que sólo interesaba representar un proyecto de murallas. Creo, por tanto, que la calle siempre
tuvo la misma rasante y que la iglesia se proyectó tal como está hoy, aunque su construcción no se
hiciera de una vez, sino en las etapas señaladas más arriba.

66

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE SANTO DOMINGO

plementería grandes tinajas de barro, procedentes de los talleres de


Mompós 58.
La fachada (fig. 7), con su remate semicircular coronado por un pi-
náculo de loza vidriada momposina, nos dice que se terminó ya entrado el
siglo XVII. Lo más importante es la portada principal, de dos cuerpos, con
columnas toscanas sobre pedestales y hornacinas en las entrecalles del bajo.
Su esquema es muy parecido al de la primitiva portada del antiguo con-
vento de Santo Domingo, de Lima 59. El segundo cuerpo, que es de menor
altura, tiene una hornacina con la imagen del titular en la calle del centro
y ventanas con molduras resaltadas en las laterales. Remata el conjunto un
"frontón que se rompe para dejar espacio a una claraboya circular, la cual, a
su vez, rompe el recuadro que en tiempos encuadraba una ventana de for-
ma elíptica so.
En conjunto, la portada refleja el estilo de una etapa del Renacimiento
español que coincide con la época que le asignan los documentos citados
más arriba, o sea hacia 1580. Aunque no presenta ninguna originalidad, hay
que señalar en ella la distribución del segundo cuerpo, dividido en tres
calles de igual anchura, y el friso convexo de su entablamento. El friso de
ese tipo se encuent.ra en monumentos romanos de la época del Imperio
dibujados por Palladio, tales como el templo de Marte, en Roma, y el de
Baco, extramuros de la Ciudad Eterna 61. En el Renacimiento lo emplea el
citado arquitecto en la basílica de Vicenza, y en España aperece en la por-
tada de la iglesia del Hospital de la Sangre, de Sevilla-obra de Hernán
Ruiz, terminada en 1567-, encontrándose más tarde en la Casa Lonja de la
misma ciudad-hoy Archivo de Indias-yen otros edificios proyectados por
el famoso Juan de Herrera o sus discípulos. Seguramente fué llevado a Car-
tagena por algún cantero procedente de Sevilla, que incluso pudo haber
trabajado en el Hospital de la Sangre.
El cuerpo de campanas de la torre, construido de ladrillo, tiene en cada
una de sus fachadas cuatro huecos con arcos de medio punto, encuadra-
dos entre pilastras; unas molduras señalan la línea del trasdós, y tanto las
claves como las enjutas están resaltadas, detalles muy típicos en la arqui-
tectura de Cartagena. Rematan los ángulos unos pináculos piramidales y la
cubre una bóveda semiesférica algo rebajada.

58 En el Museo Hist6rico de Cartagena se conservan dos tinajas, fechadas en 1639 y 1640, que se
sacaron de la b6veda del coro con motivo de unas obras de reparaci6n. Cfr. DEL REAL TORRES:
Museo Hist6rico de Cartagena (Cartagena, 1943), pág. 100.
S9 ANGULO INIGUEZ:Historia delArteHispanoamericano,tomo 11, (Barcelona, 1950), capítuloV,
por E. MARCO DORT A, pág. 131.
60 En el paramento interior de la fachada se ve el mismo recuadro, cubierto en parte por uno de
los enormes arcos fajones de la b6veda. Se deduce de ello que al hacer las "arquerías" costeadas por el
Marqués de Villalta, fue necesario tapar el hueco, y entonces, o posteriormente, se abri6 la claraboya
circular para darle luz al coro.
61 PALLADIO: 19uattro libri dell'architectura. Venecia, 1570, págs. 54 y ss.

67

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI

Junto a la torre se encuentra la portería, a la que se ingresa por una por-


tada en la que campea el escudo de la Orden dominicana. Sobre el frontón
se ven los perros portadores de antorchas con que soñó la madre de Santo
Domingo de Guzmán. El claustro carece de interés; es una obra fría, de]
siglo XVIII, cuyas arquerías de ladrillo recuerdan las del claustro de San
Pedro Claver.

EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO

En cumplimiento de una real cédula que así lo ordenaba, a fines de


marzo de 1572 el gobernador Fernández de Busto, en unión de albañiles y
alarifes, visitó el monasterio de San Francisco, para informar al Consejo
de Indias de las obras que en él eran precisas y su costo. Tenía necesidad
de un «quarto de piedra para dormitorio e refitorios y servicio del dicho
convento», de «ciento y treinta pies de largo y treinta y seis pies de ancho
con corredores e grueso de paredes y pie~a principal, y a detener de altura
once tapias»; era preciso que la iglesia «se acave de cercar de tabla»; y
era igualmente necesario «cercarse el dicho conuento de paredes de piedra,
porque hasta agora no está cercado, para que estén los frayles en la clau-
sura». El costo total de t!stas obras se calculaba en cinco mil quinientos
pesos 62.
Siete años después, el Gobernador escribía que la iglesia se había aca-
bado «y el quarto en que viven los religiosos y la cerca del claustro», y su-
plicaba al rey que diese orden a los oficiales reales para que pagasen al
convento los quinientos pesos que le tenía concedidos 63. En la información
de 1582 se afirma que durante el gobierno de Busto, y por iniciativa suya,
se había hecho en el monasterio franciscano «la iglesia dél de piedra por-
que antes estaba de tablas y dentro ha hecho hazer un quarto alto y baxo
donde se recoxen los frailes de el dicho monasterio», que también se había
cercado en todo su contorno «de pared, que antes no estaba». Otro testigo
declara que se hizo «la yglesia del [convento] cercado de piedra», de donde
se podría deducir que por entonces la obra se redujo a sustituir las anti-
guas paredes de tablas por otras de piedra, sin variar quizá, en lo esencial,
la planta primitiva.
La fábrica definitiva debió iniciarse en la última década del siglo; en
1594 el Cabildo pedía al rey alguna merced para la fábrica de la yglesia G',
y dos años después la obra estaba «muy adelante» 65. En el plano remitido
a la Corte por el gobernador don Pedro de Acuña, en 1597 (fig. 16), se re-

62 AGI: Santa Fe, 37.


63 Fernández de Busto al rey, 27-1-1579 (AGI: Santa Fe, 37).
64 "Ynstrucción ... a Pedro Coronado" (AGI: Santa Fe, 62).
6S Re de 17-V-1596 (AGI: Santa Fe, 238).

68

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO

presenta el convento tal como, seguramente, se estaría construyendo: figu-


ra en él una iglesia de tres naves-más ancha la central, separada de cada
una de las laterales por cinco columnas-y cabecera ochavada como la de
]a catedral. En el lado del Evangelio aparece un espacio cuadrado que po-
dría indicar la planta de una torre, y cerca del lado de la Epístola se indica
un solar cercado, que correspondería al que hizo circundar con una pared de
piedra el gobernador Fernández de Busto. En el plano de la ciudad levantado
por el ingeniero Herrera Sotomayor, aparece la planta del convento con
más profusión de detalles (fig. G); en lo que respecta a la iglesia coincide
fundamentalmente con el plano de 1597, salvo que no aparece el espacio
cuadr.ado del lado de la Epístola y la capilla mayor no es ochavada, sino
cuadrada, tal como subsiste.

~-------JI (
' .
...•....

F.c. G. Planta de"l convento de an Franci co, según el


pLano de la (Oiudad levantado por el ingeniero llerrera
en 1716 (calco del original.)

La última década del siglo XVI y las dos primeras del XVII debieron ser
decisivas para la edificación del convento seráfico de Cartagena, pues fray
Pedro Simón dice que estaba «acavado el convento, aunque no tan capaz
como lo han menester sus muchos moradores» 66, y este cronista terminó
sus Noticias historiales ep 1628 67 • Fray Alonso de Zamora (1695) lo describe
como el mejor de la ciudad, con «un edificio de hermosa iglesia y claustro,
con muy capaces oficinas, huertas y deliciosas vistas a la Bahía y Puente» 68.

66 Ob. cit., tomo III (Bogotá, 1892), pág. 187.


67 Así lo demostró E .. DE SALDANHA: El convento mercedario de Cartagena. BH., m, nota
de la página 15.
68 Ob. cit., pág. 323.

69

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XV!

Del convento franciscano subsisten hoy el claustro con sus dependen-


dencias y la capilla de la Orden Tercera construída en el siglo xVIII. Aunque
con la nave en alberca, el templo se conservó en ruinas hasta hace quince
años.
La iglesia era de tres naves, de planta rectangular, con muros de mam-
postería y ladrillo, que debió tener cubierta a dos aguas, según se notaba
en el paramento interior de la fachada. El historiador don Generoso Jaspe
-infatigable investigador de las antigüedades cartageneras-, que conoció
el templo antes de su ruina, describe «los altos pilares de madera por los
cuales se formaban las naves» 69, dato éste de suma importancia que nos
permite conocer cómo eran los soportes del templo franciscano, y relacio-
narlo con otros de la época. El sistema adintelado, pero con columnas de
piedra, fué el seguido por el maestro Antonio Ruiz Ullán en la iglesia de
San Francisco, de Caracas, proyectada en 1598, cuando se estaba constru-
yendo la de Cartagena 70; Y en la vecina gobernación de Santa Marta, el
Cabildo de la ciudad de Ocaña proyectaba construir en 1606 una iglesia « de
tres naves con sus pilares de madera y las portadas de ladrillo y cubierta
de texa n, o sea, semejante a la del convento cartagenero de la Orden se-
ráfica.
En el lado ·del Evangelio se abrían dos huecos, con arcos de medio punto,
que comunicaban con la capilla de la Veracruz, hoy desaparecida 72. Un arco
triunfal de ladrillo separaba el cuerpo de la iglesia de la canilla mayor, que
era de cabecera cuadrada, construída con recia cntería y cubiertó. Con una
bóveda semiesférica sobre pechinas que tienen en el arranque unas clara·
boyas circulares en los ejes.
La fachada (fig. 9), con sus tres puertas de ingreso y ventanas en el segun-
do cuerpo-la central, con frontón-, terminaba con un elevado piñón, cuyas
volutas curvas, de perfil cÓncavo, parecen indicar una fecha tardía del
siglo XVII. Una fila de casetones sobre la cornisa del segundo cuerpo ani-
maba, con sus contrastes de claroscuro, la sobriedad del conjunto.
El claustro (fig. 28), con la doble arquería de medio punto, las enjutas
resaltadas y la disposición de agrupar cuatro medias columnas en los án-
gulos, es semejante a los de otros conventos cartageneros de principios del
siglo XVII 73, siendo de notar que los arcos son sensiblemente peraltados.
En la crujía oriental del claustro quedan aún dos piezas bajas separadas

69 El convento de San Francisco, BH, vol. 1, pág. 120.


?O ANGULO: Planos de monumentos . .. , pág. 34 y láms. 6 - 7.
71LUIS E. PAEZ COURVEL: Fundación de Ocaña, BHA, vol. XXVII (1940), pág. 494.
72En esta capilla se estableció la Hermandad de la Veracruz, trasladada de la catedral en 1606.
Tenía una cripta decorada con pinturas que representaban escenas de la vida de S.' Francisco. En el
pilO de la capilla existían lápidas sepulcrales (cf. JASPE: Art. cit., BR., 11,119 Y ss.). En 1941 queda-
ban algunas abandonadas en lo que fue la iglesia del convento.
73 San Diego, Santa Clara, La Popa y San Agustín (hoy Universidad).

70

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE SAN AGUSTfN

por la escalera de acceso al claustro alto, que el histonador Jaspe identifica


como sacristía y refectorio 74. Aún se conserva en una de ellas una pintura
mural que representa el Calvario.
En la crujía paralela a la iglesia y en las dos primeras arcadas de la del
lado E. (contadas a partir del ángulo S.), las columnas tienen sencillos ca-
piteles, cuyo equino es como una prolongación del fuste, del cual los separa
un tosco collarino sumamente pronunciado. En las restantes arquerías del
claustro, los capiteles son del tipo corriente en la mayoría de los claustros
conventuales de Cartagena, y aun en los patios de edificios civiles: en forma
de tronco de pirámide invertido, en el que por medio de cortes en bisel se
ha pasado de la planta cuadrada del ábaco a la circular de la caña de la co-
lumna. Esta diferencia en los capiteles quizá pueda indicar la mayor anti-
güedad de aquella parte del claustro, que así podía identificarse con la
edificada en tiempos de Femández de Busto. Por si pudiera referirse al
claustro, he de hacer constar que en fecha inmediatamente anterior a 1600
labró ÚDas columnas, «para la obra de San Francisco», el cantero Barto-
lomé Téllez 75. El claustro alto conserva su antigua techumbre de toscas vi-
gas sin labrar en tres de sus crujías. La del lado Oeste es la más recons-
truída y se le ha añadido un nuevo piso.
Tuvo el convento una hermosa huerta '78, en la que aún pueden admirarse
los aljibes, edificados sobre el terreno en vez de subterráneos. Son cons-
trucciones de gruesos muros reforzados con contrafuertes, cubiertas por
bóvedas de cañón con arcos fajones. Sobre los aljibes se extiende una te-
rraza que tiene acceso por una escalera, cuyo atrevido arco por tranquil es
un buen ejemplar de arquitectura en ladrillo.

BL CONVENTO DE SAN AGUST1N

Según Juan de Castellanos, el convento de San Agustín, de Cartagena,


fué fundado en 1580 por fray Gerónimo Guevara 77. En la información de 1582
declara un testigo que «se fundó poco tiempo á, después que el dicho go-
vemador [Femández de Busto] bino esta segunda vez a governar, y en d di-
cho monasterio ... está hecha yglesia dél de cal y canto y texas e otros quar-
tos para los frailes». Indudablemente el edificio se había comenzado, pues
por una real cédula, fechada el 18 de mayo de 1588, se hizo merced al mo-
nasterio de mil quinientos ducados, en atención a la necesidad «de que se

?4 DH., arto cit.


75 "Expediente catedral", citado en el capítulo siguiente.
76 La que hoy se conoce con el nombre de solar de Porto, con entrada por el callejón de San
Juan.
77 Eleg.'as, tomo 11, pág. 118.

71

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI

prosiga la obra dé!». De esta cantidad sólo percibió el convento doscientos


treinta y ocho pesos de plata, según consta en carta de pago dada a los
Oficiales Reales por el prior fray Sebastián de Campoverde en 1593. Al año
siguiente, Juan Alvarez, en nombre de la comunidad, pidió a aquéllos un
testimonio de la cantidad que había percibido el convento, seguramente con
objeto de dar cuenta a la Corte, y en esta petición se hace constar que la
limosna de mil quinientos ducados se había concedido «para la obra que
está comen<;ada en el dicho convento», entonces detenida por falta de di-
nero 78. En el mismo año, el Cabildo pedía al rey ayuda para el edificio de
la iglesia del monasterio agustino 79, y a principios del siglo XVII se había
acabado la obra, pues por una información hecha en 1603, a petición del
procurador del convento fray Diego de Angulo, consta que en esa fecha
se hallaban los religiosos en apurada situación económica, pues habían
gastado todos sus recursos en labrar una iglesia «de las buenas desta ciu-
dad con una rexa muy suntuosa», y aún estaban debiendo los materiales y
los jornales de los que en ella habían trabajado so.
En el plano de Cartagena de 1597 se representa la planta del templo de
San Agustín. El edificio, totalmente reformado en época reciente, está ocu-
pado hoy por la Universidad de Cartagena. Sólo queda del viejo convento
el amplio claustro, muy modernizado también, que por sus arcos y sopor-
tes es semejante a los de los conventos de San Francisco, San Diego y Santa
Clara.

LA ADUANA

En el Archivo de Indias se conserva un interesante plano de un edificio


proyectado en Cartagena para Aduana (fig. 17). Su fecha puede situarse
entre 1572 y 1575, pero es de notar que no existe ningún documento que di-
rectamente haga referencia al monumento. No está exento de interés ar-
quitectónico y su fachada tiene aspecto de palacio renacentista, muy de
acuerdo con el estilo característico de aquellos años. El primer cuerpo cons-
ta de un porche con arcos de medio punto, apoyados en columnas cuyos
capiteles, decorados con estrías verticales, recuerdan los del famoso arqui-
tecto sevillano Hernán Ruiz 81. En el interior del pórtico, una ancha moldura
une las cornisas de las ventanas y de la puerta, prolongándose en todo el
largo de la fachada. Termina el primer cuerpo en una cornisa, sobre la que
apoya un zócalo resaltado en forma de pedestal debajo de las ventanas, y

78 AGI: Santa Fe, 243.


79 "Ynstrucción ... a Pedro Coronado" (AGI: Santa Fe, 62).
80 "Los conventos de San Agustín del nuevo Reino de Granada y Cartagena" (AGI: Santa Fe,
240).
81 ANGULO: Planos de monumentos . .. , pág. 33 y láms. 4 - 5.

72

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA ADUANA. EL ALMACÉN DE GALERAS

bajo la cornisa superior se ve una decoración de mútulos, rematando la


fachada un pretil con almenas muy separadas. Toda la fachada es de sille-
ría. La planta baja se dedicaba a oficinas, almacenes y fundición, y la alta
a vivienda de los empleados.
No consta quién fué el autor de este plano. pero podría atribuirse a
Simón González, que era, por aquellas fechas, maestro mayor de la ciudad
y dirigía las obras de la Catedral. También trabaja entonces en éstas un
cantero llamado Hernando Esteban, sin duda el mismo que en 1554 concertó
unas obras en la iglesia de San Vicente, de Sevilla 82. Consigno este dato por
cuanto podría explicar las analogías estilísticas antes citadas, que acreditan
al autor del plano influído por Hernán Ruiz,. famoso en Sevilla hacia la
mi tad del siglo XVI.
El edificio se construyó, pues consta por una real cédula de 1586 que
cierta cantidad procedente de las penas de cámara, que tenía aSIgnada el
Cabildo para atender a los gastos de reconstrucción de la ciudad, la habían
gastado los Oficiales Reales en hacer «unas Casas Reales, un Almazén y
Aduana de piedra, para meter las mercancías que se abaliasen» 83.
En el plano se indica que el edificio de la Aduana debía dar frente a
la plaza del Muelle. Al parecer se pensó hacerlo en el costado occidental de
ésta, según se deduce de una real cédula de 1598, en la que consta que es-
taba entonces «yermo sin ser de ningún provecho», un solar «que está jun-
to a las carnicerías .. . que se cegó para Aduanas»", pero después se optaría
por edificarlo en el mismo lugar que ocupaban las oficinas de contratación
en 1571 (fig. 11), pues en un plano de 1620 se_ indica que en esa cuadra es-
taba la Contaduría (fig. 20). Ese es el solar que ocupaba una bella casa
colonial, con portales en la planta baja y amplios balcones en los altos, que
por tener frentes a cuatro calles, recibió la denominación popular de «Casa
de la Isla». Fué derribada hace pocos años y en su lugar se erigió un edificio
moderno sin carácter, que pone una nota de estridente mal gusto en la fi-
sonomía típica de Cartagena.
Camo detalle curioso haré constar que en una causa criminal instruída
en 1580 se citan los portales de la Aduana 85.

EL ALMACÉN DE GALERAS

El constante peligro que significaban los corsarios hizo necesaria la


creación de una armadilla de galeras que, con base en Cartagena, ejer-
82 HERNANDEZ DIAZ: Arte y Artistas del renacimiento en Sevilla, en Documentos para la
Historia del Arte en Andalucía, VI, pág. 36.
83 URUETA: Documentos, tomo 1, pág. 171.
84 Re de 24-V-1598 (AGI: Santa Fe, 247). Véase el lugar que ocupaban las carrucerías (Fig . 11).

ss AGI: Santa Fe, 247.

73

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI

ciese la guarda de la costa ss, y esto trajo como consecuencia la necesidad


de un almacén para guardar los víveres y pertrechos. Con este objeto se
dictó en El Escorial la real cédula de 2 de septiembre de 1587, y en julio del
año siguiente escribía el gobernador que se trabajaba en el relleno necesario
para que los esquifes pudiesen llegar hasta la puerta, y remitió un plano
(fig. 18) que fué aprobado. Reiterada en 1589 la orden de que se hiciesen los
almacenes, contestó el gobernador que tenía dispuesto el sitio y reunidos al-
gunos materiales, habiendo adquirido la casa del doctor Antonio González,
situada cerca del puerto de las galeras, que con mil quinientos pesos se
podría acomodar al fin deseado. Una año más tarde se guardaron en sus
bodegas aquellos efectos a que no dañaba la humedad, y en sus altos y
aposentos el pan, las jarcias y las municiones.
El edificio proyectado tenía planta rectangular, con portales de colum-
nas en su frente, como el de la Aduana. La distribución interior, a base de
tres naves separadas por columnas y un amplio zaguán de ingreso, con co-
lumnas al fondo, le da aspecto de templo".
No hay más datos documentales que se refieran a este edificio, del cual
no queda el menor recuerdo. Entre las viejas casas cercanas al muelle no
he hallado ninguna que pueda identificarse con el almacén de referencia

LAS FORTIFICACIONES: ANTONELLI

Por los días en que Drake era dueño de Cartagena, el Consejo de Indias
recibía un memorial en el que don Pedro de Acuña, nombrado gobernador
de la plaza, solicitaba licencia para disponer lo necesario en cuanto a for-
tificarla 88. Pero ya la Corte había dispuesto abordar el problema, cada vez
más grave, de la defensa de los puertos de Indias. Antes de que en la Pen-
ínsula se tuviese noticia del saqueo de Cartagena, Felipe 11 encomendaba
el magno proyecto de fortificar los puertos de la costa atlántica y del Caribe
al Maestre de Campo Juan de Tejeda y al Ingeniero Bautista Antonelli.
El primero, designado para el gobierno de la isla de Cuba, asumía la
jefatura de la misión encomendada a ambos, pero la parte técnica de la
misma quedaba a cargo de Bautista Antonelli, a quien cupo el honor de ela-
borar el primer proyecto general para la defensa de los puertos de Indias.
Con él se inicia una era decisiva para la historia de las fortificaciones ame-
ricanas.

86 Sobre La A.rmada de Galeras ha escrito una excelente monografía la señorita Quintana Quin-
tero. Véase la Bibliografía.
87 ANGULO: Pl4nO$ •••• pág. 30 Y lám. 3.
88 Informe del Contejo, del 15·11-1586 (AGI: Santa Fe, 1).

74

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LAS FORTIFICACIONES: ANTONELLI

Miembro de una ilustre familia de ingenieros italianos, oriundos de la


Romania, Bautista Antonelli estaba al servicio de España desde 1570 y no
era la primera vez que tomaba parte en empresas indianas. Después de asis-
tir al cerco de Famagosta, había realizado obras de fortificación en Navarra,
en Cataluña y en el reino de Valencia. En calidad de auxiliar de su herma-
no mayor, Juan Bautista, estuvo a las órdenes de Vespasiano Gonzaga cuan-
do éste fué enviado a fortificar la plaza de Orán en 1574. Aprovechó ese
viaje para recorrer varios puertos de Africa y, reintegrado a España, tra-
bajó en la fortaleza de Peñíscola y en el puerto de Alicante, hasta que en
1581 Felipe II le llamó a Lisboa para encomendarle una importante misión,
la primera en tierras de Indias. Se trataba de fortificar el estrecho de Ma·
gallanes, construyendo en ambas orillas unos fuertes que había trazado su
hermano Juan Bautista. La expedición, mandada por Pedro Sarmiento de
Gamboa, salió de Cádiz en diciembre de 1581, pero la nao en que viajaba
el ingeniero con sus ayudantes naufragó en la isla de Santa Catalina, junto
a las costas del Brasil. Los años siguientes a su regreso a España, mientras
en la Corte se tramitaba el proceso contra Sarmiento de Gamboa, fueron
para Antonelli pródigos en amarguras. Estando en Monzón, donde le lle-
vara su protector, el secretario Juan de Ibarra, pensó abandonar el mundo
e ingresar en un convento. Pero la protección de aquél, que nunca había de
faltar le, hizo que el monarca volviera a utilizar sus servicios. Por real cédula
de 16 de febrero de 1586 le designó para el cargo de ingeniero, con sueldo
de mil ducados anuales, y la comisión de marchar a las Indias con Juan de
Tejeda, en la armada que, bajo el mando del capitán general Alvaro Floref
de Quiñones, se aprestaba en Sevilla 89.
El 18 de julio de dicho año llegó la armada a Cartagena, y en ella Te-
jeda, Antonelli y el nuevo gobernador de la plaza, don Pedro de Ludeña. Los
momentos eran críticos y el remedio llegaba demasiado tarde, pues tres
meses antes había abandonado Drake las aguas de Cartagena, después de
saquear la ciudad y arruinar a los vecinos. El ánimo de éstos, indefensos
a merced de nuevos ataques, no podía estar más decaído. «La gente está
atemorizada y amilanada, que qualquiera caravela bastaría para ponerlos
en gran confusión», escribía el gobernador a fines de julio. Más de cincuenta
vecinos habían abandonado la ciudad después del saqueo de Drake. y el
gobernador, que en vano procuraba «acariciarlos y entretenerlos», sólo veía
el remedio en « que vean poner las manos en la fortificación desta ciudad,
porque con éste aseguran los ánimos, y podría ser que los que se han huydo
bolviesen y aún muchos más». Insistía Ludeña en que se le diese gente de
armas, artillería y municiones «y que se entienda luego en la fortificación,
89 ANGULO: Bautista Antonelli (Madrid, 1942), pág. 4 Y ss. CEAN BERMUDEZ: Adiciones a
la obra de LLAGUNO: Noticw de los arquitectos y arquitectura de España, ID. (Madrid, 1829),
págs. 58 y 224.
90 Ludeña al rey, 30·Vn·1586 (AGI: Santa Fe, 37). Publicada por GONZALEZ PALENCIA:
Ob. cit .. pág. 362.

75

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEI. SIGLO XVI

pues se podrá hacer tan fácil y a poca costa como el maestre de campo
Juan de Tejeda y el ingeniero que viene para esto avisan» 90.
Antonelli y Tejeda inspeccionaron la ciudad y la bahía, y sin pérdida
de tiempo proyectaron las fortificaciones necesarias para la defensa de
ésta y de los lugares por donde aquélla podía ser invadida. En agosto del
referido año de 1586, el gobernador estaba dispuesto a comenzar las obras,
v para ello pedía que le cediesen «los esclavos maestros que están en la
Hauana y licencia para que trayamos de Cabo Verde algunos esclavos más
para peones» 91.
Mientras el gobernador Ludeña preparaba materiales y operarios, Anto-
neBi y Tejeda pasaron a visitar Nombre de Dios y la bahía de Portobelo,
que por sus inmejorables condiciones les pareció excelente para trasladar
a ella la población de aquel puerto, que además de tener peor fondeadero
era en extremo insalubre y menos apto para la defensa. A mediados de di-
ciembre estaban ambos de nuevo en Cartagena y daban cuenta a la Corte
de sus trabajos 92.
En la punta de Icacos, a orillas del canal de Bocagrande, procedió An-
tonelli a construir un fuerte de madera de ciento treinta pies en cuadro,
terraplenado con arena, tierra y fagina. Así quedaba defendido el canal por
donde había penetrado la escuadra de Drake, única entrada fácil para naves
de alto bordo que tenía entonces la bahía cartagenera. Para la defensa del
puerto interior, donde entraban buques de poco calado y las lanchas que
descargaban las flotas, aconsejó ampliar el fuertecillo del Boquerón. En
cuanto al canal de Bocachica-prácticamente inútil en aquella época-, dis-
puso que los buques guardacostas se encargasen de defenderlo en el caso
de que intensasen forzarlo: «si el enemigo quisiese entrar por la boca
chica, se deja orden que las galeras acudan a dicha boca, y poniendo las
proas a la canal no puede entrar navio ninguno, por ser la entrada muy
dificultosa». Con estas disposiciones quedaba en defensa la bahía, con sus
entradas y fondeaderos. En cuanto a las vías de acceso a la ciudad, dispuso
que en la lengua de tierra situada entre la Ciénaga del Ahorcado y el mar
se hiciese una trinchera defendida por un foso, y en la Caleta-lugar por
donde habían entrado las tropas de Drake-una estacada con otro foso que
pusiese en comunicación las aguas de la bahía con las del mar libre. De-
cidió, además, cortar la calzada de San Francisco-salida de la ciudad ha-
cia el barrio de Getsemaní - mediante un puente levadizo defendido por
trincheras 93. Con esas obras de fortificación parecía quedar asegurada la

91 Carta del gobernador al rey. de 13 de agosto de 1586 (AGI: Santa Fe. 37). En 1564 se com-
praron en Cartagena cincuenta esclavos negros que fueron enviados a La Habana para trabajar en las
fortificaciones que se hacían en ese puerto. El factor Velázquez al rey, 8-X-1564 (AGI: Santa Fe, 72).
92 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., pág. 246.
93 Carta de Antonelli a Juan de Ibarra, 16-ll-1586. (AGI: Patronato 193, ramo 46). La publican
LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., pág. z47.

76

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LAS FORTIfICACIONES: ANTONEI.U

defensa de Cartagena de Indias, aunque, por la premura del tiempo, no se


hicieron con materiales duraderos.
Dado el carácter provisional de las mismas, Antonelli hizo un álculo de
lo que costaría hacerlas en forma permanente. Calculaba el costo del fuerte
de los Icacos, que había que cimentar sobre estaca por la naturaleza are-
nosa del terreno, en cincuenta y cinco mil seiscientos ducados. Una torre
que era preciso hacer en la isla de Cárex para cruzar sus fuegos con los del
fuerte, costaría cerca de siete mil; otra torre en Bocachica, hecha de tapial
con revestimiento de mampostería, unos tres mil, y tres plataformas para
la defensa de la playa-entre la Caleta y la Ciénaga del Ahorcado-, cuatro
mil. Pata construir todas estas obras con materiales permanentes, Antonelli
creía necesario solucionar primero el problema de la mano de obra. Acon-
sejaba importar de Guinea doscientos negros bozales con sus mujeres y
establecer con ellos una colonia en la isla de Cárex, cerca de las obras, don-
de unos hiciesen plantaciones de maíz y yuca para el sustento de todos,
mientras los otros trabajahan; y llevar de España artesanos para que ense-
ñasen sus oficios a los esclavos negros 9'. Consciente de que las obras exigían
tiempo, brazos y dinero, Antonelli aspiraba a conseguir el costo mínimo y
la formación de personal eficiente.
En febrero de 1587, Antonelli escribía a su protector, Juan de Ibarra,
dándole cuenta de las obras que estaban haciendo en Cartagen:a. En la
misma fecha, Juan de Tejeda lo ponía en conocimiento del Consejo de In-
dias: «estoy haciendo-decía-un fuerte en la punta de lo cacos que es
la entrada del puerto de 010 madera y tierra, el qual con la ayuda de las
galeras que se pondrán allí a defender la entrada no erá podero o ningún
navío a entrar. .. , y en la Caleta ... quedará hecho un r paro de una trin-
chera con su artillería y el fuerte también tendrá lo que fuer menester».
Meses más tarde, las obras estaban provisionalmente terminadas. En
junio enviaba Juan de Tejeda a la Corte una descripción de la ciudad y su
bahía, con la cual daba cuenta de las obra ' que había construído: el fuerte
de la punta de los Icacos, la trinchera . baluarte ' de la Caleta y de la Cié-
naga del Ahorcado y la fortificación de la alzada de San Francisco, en la
que se hizo un puente levadizo «má porque no se huyan los amigos que no
por miedo a los enemigos, porque no pueden benir por aquí i no es ga-
nado el puerto» 95,
Por la misma fecha escribía don Pedro de Ludeña a la Corte que estaba
«hecho un fuerte en la punta de lo Ycacos una trinchera, a un lado de la
ciudad en el camino por donde se entra a ella, por la pla<;a donde llaman la
Ciénaga del Ahorcado y otra en la Caleta, que es la parte por donde esta
ciudad se perdió, cuyas tra<;as y medidas lleva el yngeni ro Bautista Anto-
nelli, con cuya asistencia y tra<;a de Jhoan de T xeda es seguido como V. M.

94 AGI: Patronato, 193, ramo 46. La publican LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., IIl, pág. 248.
9S Documento citado en la nota 12.

77

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A Fl ES DEL SIGLO XV[

me los a ynviado a mandar, y quedan todas tres obras en defensa aunque


no acavadas». Por la urgencia con que se hicieron-pues se temían nuevas
invasiones-y por el escaso rendimiento de los impuestos aplicados a la
fortificación, fué «for~oso acerze de madera, tierra y faxina», a pesar de lo
cual habían costado diez mil pesos. Terminaba su carta el gobernador di-
ciendo que quedaba por hacer «una torre en la Bocachica del puerto, que
aunque tiene dificultosa entrada es capaz para cualquier navío de gran por-
te, y reparar otro fuertecillo que el corsario derribó en el Boquerón y otra
trinchera y puente levadi~a de San Francisco, que todo es ymportantísimo
y así a parecido a los dichos maestres de campo y Bautista Antonelli» 96.
De Cartagena pasó Antonelli a Nombre de Dios, Río Chagre y Panamá
y, deteniéndose en Habana, Santo Domingo y Puerto Rico, regresó a Espa-
ña, trayendo planos, diseños y descripciones que merecieron la aprobación
real 97.
Poco duraron las fortificaciones improvisadas por don Pedro de Ludeña.
En marzo de 1588 se estaban reparando la trinchera y el fuerte de San Ma-
tías-así se llama por primera vez al de la punta de los Icacos-, construí-
dos de arena y fajina «como abía dicho el maestre de campo Joan de Te-
xada y Baptista Antonelli, ... y como la fábrica es tan flaca todo lo que era
estacas se las a lleuado el mar y los aguazeros han derrocado buena parte
de lo que era arena y tablas, especialmente un lien~o de un cavallero del
fuerte de la boca del puerto que mira al mar» 98.
El 3 de noviembre del mismo año, un violento temporal causó grandes
daños en la ciudad y sus fortificaciones. El mar «abrió la Caleta de un cavo
a otro, largo de un gran tiro de arcabuz, y entró en la baya y cubrió la
puente de San Francisco y anegó hasta la misma puerta de la yglesia ... , y
en la playa derribó y dehi~o todas las trincheras»; destruyó la de la Ciénaga
del Ahorcado, deshizo los baluartes el fuerte de San Matías, dejándolo muy
arruinado, y arrasó por completo un fuertecillo de estacas y piedra seca que
el Gobernador había mandado construir en la playa entre las dos trin-
cheras 99.

NUEVAS OBRAS DE FORTIFICACIÓN

En 1589, la flota de Tierra Firme desembarcó en Cartagena dos ilustres


pasajeros: el virrey del Perú don García Hurtado de Mendoza, que iba a
Nombre de Dios, y el doctor don Antonio González, miembro distinguido
del Consejo de Indias, que había sido nombrado visitador del Nuevo Reino

96 El Gobernador al rey, 10-VI·1587 (AGI: Santa Fe, 37).


triLLAGUNO·CEAN: Ob. cit., tomo m, pág. 60.
98 El gobernador al rey, 2-111·1588 (AGI: Santa Fe, 37).
99 El gobernador al rey, 22 y 25·Xl·1588 (AGI: Santa Fe, 37).

78

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
NUEVAS OBRAS DE FORTIFICACION

de Granada. A instancias del Gobernador y en unión de las autoridades de


la plaza, visitaron detenidamente la ciudad, y todos estuvieron acordes en
la necesidad de edificar un fuerte, capaz para mucha artillería, en Boca-
grande, entrada principal del puerto, creyendo que para defender la Boca
Chica bastaría una torre con seis u ocho piezas, por ser su entrada muy
estrecha y sólo franqueable, para los navíos grandes, con viento del Sudoeste,
poco frecuente en aquella costa. En cuanto a la ciudad, les pareció conve-
niente cercarla «recoxiendo lo principal de ella y los templos y hedificios
que son de ynportancia», lo cual abarcaba un 'circuito de cuatro mil ocho-
cientos pies, que con otras obras complementarias se tasó en ciento vein-
ticinco mil ducados. Al dar cuenta de ello el Gobernador al rey, le pedía que
hiciese a la ciudad un préstamo para adquirir herramientas y materiales,
que se reintegraría con el producto de los arbitrios destinados a la forti-
ficación 100.
En el año de referencia, recibido aviso de que una escuadra inglesa na-
vegaba por las costas españolas, se hicieron en Cartagena preparativos de
defensa, reparándose el fuerte de San Matías y las trincheras. Las autori-
dades, reunidas en casa del doctor González, acordaron que once naos que
había en el puerto se situasen en Bocagrande, cerca del citado fuerte,
«para que correspondiéndose entrambas fuerzas defendiesen aquella entra-
da», y allí mismo se fondeasen las galeras ,que, en caso necesario, acudirían
a defender Bocachica, que estaba «sin reparo», es decir, sin fortificar 101.
Como se ve, el peligro de nuevas invasiones no había cesado, y cada vez
era más necesario fortificar debidamente la ciudad, pues con defensas tan
insignificantes seguía de hecho tan desamaparada como cuando la había to-
mado Drake. Parece ser que ya el maestre de campo Tejeda había recibido
órdenes concretas respecto a la fortificación de Cartagena, pues así lo había
comunicado al Gobernador en cartas que le escribió desde España primero
y, más tarde, desde Santo Domingo. Pero como le habían mandado que fue-
se antes a Honduras y posiblemente también a Florida para disponer otras
obras semejantes, don Pedro de Ludeña suplicó al rey que le enviase un in-
geniero con oficiales y herramientas para empezar en seguida las obras y
que no se dilatase más su ejecución, ya que Tejeda tardaría por lo menos
dos años en cumplir las comisiones que tenía que · realizar antes de volver a
Cartagena 102.
Pasó el tiempo previsto por el Gobernador, y el maestre de campo no
volvió por Cartagena, por lo cual, en septiembre de 1591, aquél suplicaba un
libramiento de veinte o treinta mil ducados para comenzar las obras e in-
sistía en que «no haviendo de venir ... Juan de Tejeda con la tra~a y disegnos

100 Ludeña al rey, 2-VUI-1589 (AGI: Santa Fe, 37). Publicada por MARCO: Ob. cit., página
199.
101 El Gobernador al Consejo, 3-VlIl-1589 (AGI: Santa Fe, 37).
102 El Gobernador al rey, 2-VIII-1589 (AGI: Santa Fe, 37).

79

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CAR~ GEN A A FJNES DEL SIGLO XVI

que se an de guardar, comberná que se embíe el yngeniero, las herramien-


tas, pertrechos y maestro que está acordado» 103. De nuevo escribió el Go-
bernador a la Corte el 30 de diciembre, haciendo ver, una vez más, lo mu-
cho que costaba reparar y mantener en pie «la ruin fábrica de que los fuer-
tes y trincheras se hicieron» 10-', pero el tiempo siguió pasando sin que la
Corte resolviera.
En septiembre del año siguiente el Gobernador remitió a la Corte una
información, hecha a instancia del capitán Jaime Ginovarte, castellano de
San Matías, en la que declararon los maestros albañiles Pedro de Aguilar y
Juan de Medina y el cantero mayor de la ciudad Simón González. El pri-
mero declaró que, en unión de Simón González y Francisco Carrasco, ins-
peccioJló el fuerte, cuyo estado de ruina era tal que no creía posible repa-
rarlo «si no es que de nuebo se haze y diferentemente del edificio que tiene
hecho, porque no derribándose ... y queriéndolo adere9ar y remendar es gas-
tar .m algastado el dinero y lo que le parece ... , como persona que lo entiende
y que fizo el dicho fuerte, es que se derribe ... y se buelva a fazer de nuevo
y será gastar el dinero de una vez y no remendar ni adere9arlo, porque po-
dría ser que a la mejor ocasión faltase el dicho fuerte y es toda la defen a
de esta ciudad y la más prencipal de ella, porque abiendo en él defensa está
guardada esta cibdad». En parecidos términos declaró Simón González, 4I:CO-
mo maestro mayor ... que es su oficio y lo entiende» lOS.
En el mismo mes escribía al Consejo diciendo haber enviado trazas y
relaciones referentes al costo y forma que había de tener la fortificación,
suplicando nuevamente que proveyese lo necesario para hacerla. Insistía
en señalar el estado en que se hallaba el fuerte de San Matías, «todo po-
drido con el rigor de los tiempos» y sin aposento para los soldado, que
sufrían la intemperie y !as molestias de «los mosquitos y otras saban-
dijas» 106.

REGRESO DE ANTONELLI

Como quedó dicho anteriormente, después de su primera visita a Car-


tagena regresó a Madrid Bautista Antonelli, llevando planos y descripciones
de cuantos lugares de América recorrió en compañía de Juan de Tejeda.
En unión de éste volvió a las Indias por tercera vez, con orden de realizar lo
que en el viaje anterior había proyectado y un sueldo mensual de cien du-
cados. Trabajó en Puerto Rico y en Santo Domingo y pasó a La Habana,

103 Carta de 6-IX-1591 (AGI: Santa Fe, 37).


104 Carta de 30-XII-1591 (AGI: Santa Fe, 37).
lOS AGI: Santa Fe, 37. Simón González declaró contar cuarenta años de edad, y Aguilar cincuenta.
106 El Gobernador al Consejo, 15-IX-1592 (AGI: Santa Fe, 37).

80

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
REGRESO DE ANTONELLI

donde comenzó varias obras, entre otras las del famoso castillo del Morro.
En 1589, obedeciendo órdenes recibidas, marchó a Honduras, visitó después
San Juan de Ulúa, la bahía de Fonseca y Puerto Caballos, regresando al año
si guiente a La Habana, desde donde escribió a su protector Juan d Ibarra
ellO de febrero de 1591, diciéndole que tenía noticias de que el rey había dis-
puesto fortificar la plaza de Cartagena, a la que iba de gobernador Gabriel
de Luján, a cuyas órdenes desearía servir. Continuó sus trabajos en La Ha-
oana, y dos años más tarde, el 15 de marzo de 1593, escribió nuevamente a
Ibarra manifestándole sus deseos de regresar a España, a fin de curarse una
dolencia incompatible con el clima de aquella ciudad. Su protector escribió
un memorial en su favor, pero ya entonces el rey le había ordenado pasar
a Cartagena y despachado una «Instrucción» 107 a él dirigida, señalándole las
prescripciones que había de guardar en las obras que tuviese a su cargo,
tanto en aquel puerto como en otros. El 8 de agosto del citado año escribió
a S. M. desde La Habana, agradeciéndole el nombramiento pero suplicando
le dispensase de aceptarlo y le diese licencia para ir a España a curarse, aña-
diendo que las obras de Cartagena podrían quedar a cargo de su sobrino
Cristóbal de Roda 108.
En marzo de 1594 el gobernador don Pedro de Acuña escribía al Consejo
de Indias suplicando que diesen orden a Antonelli para que fuese a Car-
tagena a dar las trazas de la fortificación, ya que, según le había comuni-
cado el gobernador de La Habana, había terminado allí sus trabajos. Mien-
tras esperaba su llegada, el Gobernador había construído en la Caleta una
cortina de cantería y traveses de quince pies de alto; de igual manera for-
tificó la Ciénaga del Ahorcado, y en todo el frente norte de la ciudad-bor-
deando el mar en una longitud de más de tres mil pasos-había hecho una
estacada con traveses y cortinas que, en su concepto, ofrecía bastante segu-
ridad mientras se hiciera la fortificación definitiva 109.
Dos meses más tarde, en carta a Ibarra, manifestaba el Gobernador su
satisfacción por haberse ordenado «a Juan Bautista Antonelli, Ingeniero, que
vaya a Puerto Velo a lo que allí se ha de hazer y que acuda a la fortificación
de aquí, pues haviéndose ofrecido esta ocasión no podrá dilatar mucho su
venida» 110. Más tarde escribía pidiendo que enviasen forzados para las gale-
ras que supiesen los oficios de canteros y albañiles, a fin de emplearlos en
las obras que estaban haciendo 11!.

107 RC. de instrucción a Antonelli, Madrid, II·IlI·1593 (AGI: Santa Fe, 211). Publicada por MAR-
CO: Ob. cit., pág. 193.
1<»3 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo I1I, pág. 61 Y ss.
109 El Gobernador al Consejo, l-IlI-1594 (AGI: Santa Fe, 31).
110 El Gobernador a Ibarra, 21-V-1594 (AGI: Santa Fé, 31).
111 El Gobernador al rey, 26-Vl-1594; ídem al rey, 8-XI-1594 (AGI: Santa Fe, 31). Varias veces rei-
teró la petición, hasta que en 1598 el Consejo informó favorablemente para que le enviasen cincuenta
galeotes que supiesen aquellos oficios. Consejo del 22-VI-1598 (AGI: Santa Fe, 1).

81

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI

Obedeciendo la orden real y quizá mejorado de su dolencia, Antonelli


embarcó en La Habana para Nombre de Dios el 8 de octubre de 1594 y,
obligado por un temporal, arribó a Cartagena el 4 de noviembre. Inspeccionó
las obras hechas por don Pedro de Acuña, «assí la estacada como la trin-
chera y Caleta», que juzgó convenientes como defensa provisional de la pla-
za. Hizo un plano y encargó al Gobernador que, cuando tuviese reunidos los
materiales necesarios, le enviase aviso a Portobelo para venir a Cartagena
y comenzar las obras 112. Desde esta ciudad escribió Antonelli al rey el 20
de noviembre, enviándole un plano de las fortificaciones que había proyec-
tado en ella y embarcó el mismo día para Nombre de Dios 113.
Seis meses más tarde, 15 de mayo de 1595, escribió al rey desde Portobelo
comunicándole lo que había dispuesto en Cartagena, y entonces envió se-
guramente un plano fechado en «San Felipe de Portobelo a diez y ocho de
abril» m, que se conserva en el Archivo de Indias.
Parece ser que Antonelli no estaba de acuerdo con el gobernador Acuña
en lo referente a cercar la ciudad, según se deduce de una carta a Ibarra:
«será esta obra-deCÍa-la defensa del faisán, que en sintiendo ruido escon-
de la cabeza y deja el cuerpo descubierto, por lo que soy de parecer que se
fortifique el puerto solamente» 115. En igual sentido debió escribir al Con-
sejo, al que consultó si debía de comenzar las fortificaciones de la ciudad o
hacer antes las del puerto, como era su opinión, a lo que informó aquel
organismo que no se detuviesen las obras, sino que, oído el parecer del Go-
bernador, se comenzasen por donde creyesen más conveniente 116.
El plano antes citado muestra claramente las fortificaciones que Anto-
nelli encontró hechas en Cartagena y las nuevas que proyectó (fig. 13).
Aquéllas se reducían a las trincheras de la Caleta y de la Ciénaga del Ahor-
cado, unidas por una empalizada que bordeaba el mar, y a unos lienzos
de pared en la parte del muelle, junto a la plaza, y al oeste de la ciudad, al
borde de la Ciénaga 117. El proyecto nuevo consistía en una cerca con bas-
tiones de trecho en trecho, bordeada por un foso con su parapeto entre la
Ciénaga y el mar, otras obras menores en la trinchera de la Caleta y un
foso en la de la Ciénaga. La cerca o muralla, «que no ha de ser real, sino a
manera de un trincherón de veynte y quatro pies de alto», encerraba en su
perímetro la mayor parte de la ciudad, dibujando un contorno irregular
adaptado a la configuración del terreno, comunicándose por un postigo y

El Gobernador al Consejo, 29-111-1595 (AGI: Santa Fe, 37).


112
LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo UI, pág. 270.
113
TORRES LANZAS: Relación descriptiva . .. , núm. 10, asigna a este plano la fecha de 1594,
114
pero Antonelli no llegó a Cartagena hasta el 4 de noviembre de ese año, y como el plano está fechado a
28 de abril, creo que debi6 enviarlo con la carta de 15-V-1595, citada en el texto.
115 L LAG UN O-CE AN : Ob. cit., IU, pág. 64.
116 [nforme del Consejo, 5-X-1595 (AGI: Santa Fe, 1).
117 En el plano está en color carmín.

82

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
REGRESO DE ANTCNELLt

un puentecillo tendido sobre el foso, con las casas que quedaban fuera del
recinto, entre la muralla y la Ciénaga.
A fines de 1595 hubo nuevas de enemigos en Cartagena, y ante el aviso
de que una armada inglesa-la de Drake-navegaba por el mar Caribe, el
Gobernador activó los trabajos: reparó la trinchera de la Ciénaga del Ahor-
cado-que por primera vez se empieza a llamar de Santa Catalina-, hizo
unos baluartes «de troncones» en la Caleta, donde emplazó alguna artillería,
y pudo reunir ochocientos hombres de guerra entre «la gente del sueldo y
la de la ciudad» 118. A principios del año siguiente continuaba la alarma, por
haber llegado aviso de que la escuadra inglesa navegaba en aguas del cabo
de la Vela, por lo que se redoblaron las precauciones 119.
En enero de 1597, el Consejo de Indias gestionaba en la Casa de Contra-
tación de Sevilla el embarque de treinta oficiales canteros y albañiles, que
marchaban a Cartagena a trabajar en sus fortificaciones 120. Las obras co-
menzarían con toda intensidad, pues a fines de ese año don Pedro de Acu-
ña escribía al Consejo dando cuenta de los trabajos y enviando un plano
(fig. 16), en el que, con todo detalle, se ve el estado de las fortificaciones
en aquella fecha 121. No consta quién fué el autor de esta traza, pero no
creo aventurado atribuirla a Simón González, cantero mayor de la ciudad.
La explicación contenida en la cartela del plano permite formar idea
exacta del estado de las obras. Es de notar que los puntos más vulnera-
bles de la ciudad se fortificaban con todo cuidado. Así, la parte situada
detrás de Santo Domingo, por donde había entrado Drake, tenía hecha una
muralla de veinticinco pies de grueso por veintidós de altura, construída
con gruesas vigas entabladas por dentro y por fuera y protegidas por esta
parte con seis pies de argamasa de cal y carcolejo a prueba de baterías, con
su correspondiente escarpa y parapeto. Del mismo grueso y altura era el
trozo de muralla de la parte de Santa Catalina---«que también puede ser
batido»-, delante del cual se proyectaba abrir un foso. Los baluartes adop-
taban formas diferentes, según las necesidades del terreno cer ado y según
los lugares que defendían. Así, al situado en Plaza Real se le dió la forma
que muestra el plano para no cortarla. En la calzada de Getsemaní se hizo
una esclusa que permitiría inundar la Ciénaga en caso necesario.
Comparando este plano con el firmado por Antonelli (fig. 13), se ve que,
en general, coinciden en lo referente a la muralla de la ciudad, de donde se
deduce que don Pedro de Acuña no hizo otra cosa que llevar a la práctica
el proyecto de aquel ingeniero, añadiendo la fortificación con baluartes y
cortinas de la trinchera de Santa Catalina y la unión de ésta con la cerca
de la ciudad mediante una muralla con tres baluartes. En realidad, esta

118 El Gobernador al rey, 11 y 13-Xll-1595 (AGI: Santa Fe, 37).


119 El Gobernador al Consejo, 3-1-1596 (AGI: Santa Fé, 37).
120 Informe del Consejo, 3-1-1597 (AGI: Santa Fe, 1).
121 El Gobernador al Consejo, 7-XU-1597 (AGI: Santa Fe, 1).

83

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CART AGENA A FINES DEL SIGLO XVI

última obra no era más que la reconstrucción con materiales más moder-
nos, de aquella empalizada construída por el mismo gobernador años an-
tes, que aparece dibujada en el plano de Antonelli.
El plano enviado por Acuña a la Corte (fig. 16) pasó a informe del miem-
bro del Consejo de Indias don Antonio Ossorio, en cuya opinión debió haber-
se fundado la ciudad en la isla de Getsemaní que, a su modo de ver, ofrecía
más posibilidades defensivas, pero siendo imposible trasladarla, urgía tanto
su fortificación que no había dado lugar «a que la materia de su fábrica fuese
más durable», y consideraba como cosa más importante que los baluartes
de Santa Catalina (señalados en el plano con letras V, X e Y) se hicieran
de piedra y cal «como yo lo dexé comenzado» 1.."2.
Por aquellos años, la defensa de los puertos de América parecía ocupar
el primer plano entre los múltiples problemas coloniales. Una real cédula
de 2 de junio de 1598 ordenó a don Luis Fajardo, General de la Armada
de las Indias, la inspección de las fortificaciones que se hacían en Portobelo,
La Habana y Cartagena, y desde el galeón «Santo Domingo», surto en este
último puerto, escribió el general emitiendo su informe el 4 de marzo
de 1599. En lo referente a Cartagena, su informe parece renovar el viejo
pleito acerca de las condiciones del emplazamiento: a pesar-decía-del
cuidado puesto por don Pedro de Acuña en cercar la ciudad y fortificar
sus entradas, «el sitio ... de suyo es tan desacomodado que cercándole todo
como oy lo está son menester seis mil hombres para defenderla», número
que no alcanzaba la población de la provincia; si se quisiere reducir «a me-
nos planta de la dicha ciudad, cortándola por los Jagüeyes que llaman, como
se verá en la misma planta, queda la que se dejare fuera por padrasto de
lo demás», y si bien en algunas partes tiene suficiente defensa con las cié-
nagas, queda la marina «que es arenal y de verano ra90nable desenvarca-
dero y surgidero para las naos, sin que les obligue a entrar en el puerto»,
por lo cual «nadie que la considere bien la podría guiar de fuerte en aquel
sitio», aunque continuando las obras comenzadas y dotándola de artillería
podría tener alguna defensa. En cuanto al puerto, opinaba que el castillo de
San Matías era ineficaz, no sólo por ser «muy flaco y de poca sustancia»,
sino porque el mar se había retirado, formando una ancha playa delante
de él y alejándole del canal, por lo cual creía conveniente que se le trasla-
dase a la punta del Judío, desde donde, cruzando sus fuegos con el del Bo-
querón, defendería mejor el surgidero. Por último, proponía que, para com-
pletar la defensa del puerto, se construyese una plataforma en un bajo si-
tuado entre la punta del Judío y la del Manzanillo 123 .
El plano de la ciudad a que hace referencia el informe anterior parece
ser uno, sin firma ni fecha, en que se indican «las cosas más particulares
de la ciudad de Cartagena» (figs. 12 y 14). Así me lo hace suponer el proyecto

122 Informe ante el Consejo, 22-VII-1598 (AGI: Santa Fe, 1).


123 Fajardo al rey, 4-111-1599 (AGI: Santa Fe, 219).

84

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
REGRESO DE ANTONELLI

de murallas que reduce el recinto considerablemente, pasando aquéllas por


detrás de los conventos de San Agustín y Santo Domingo y dejando fuera
todo el barrio de los J agüeyes tan como se dice en el referido informe.
Comparado este plano con los anteriores, se ve que el trazado de la ciudad
no es muy exacto y da la impresión de que no se cuidaron estos detalles,
porque sólo importaba indicar la situación de los principales edificios que
habían de quedar encerrados en el recinto de murallas. También debió en-
viar Fajardo, con su informe, un «Designio de Cartagena de las Indias», que
representa, con bastante exactitud, la bahía y sus alrededores, y el fuerte
de la punta de los Icacos, que parece ser de planta cuadrada con baluartes
en los ángulos].U.
Las murallas trazadas por Antonelli y construídas por el gobernador
Acuña con materiales nada duraderos tuvieron una vida harto efímera, pues
a los pocos años fueron deshechas por los furiosos «nortes». Nada sub-
siste de las fortificaciones construídas en la hermosa ciudad americana
durante el siglo XVI, pero se puede afirmar que, en sus líneas generales, el
trazado dispuesto por Antonelli se conservó en los proyectos posteriores.
Las murallas de madera y fajina construídas por el gobernador Acuña si-
guiendo las trazas del famoso ingeniero y las opiniones sobre si debía o no
acortarse el circuito cercado, que al fin no prevalecieron, cierran el pri-
nler capítulo de la historia de las fortificaciones de Cartagena de Indias
en el siglo XVI.

124 Publicó e tos planos GONZALEZ PALENCIA: Ob. cit., láms. VI y VIT. No creo que sean obra
de AntonelJi, como se ha supue to (TORRES LANZAS: Ob. cit., núm. 22), pues las inexactitudes de
ambos planos contrastan con los detalles de los firmados por dicho ingeniero. Omito la reproducción
del "Designo de Cartagena de Indias" por su escasa importancia.

85

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
C.9IPITULO 10/

La Igresia Cateárar

1 .. /Un uiifo.io tÚ tantaaranáua, que. tS uno tÚ


(os mtjortS que. ay en lnáias,.

(Zamora: OD. tit., pá¡¡. 327).

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Al comenzar el último cuarto del siglo XVI, cuando el gobernador Pedro
Fernández de Busto impuJ ó la construcción de la ciudad de Cartagena, no
quedó u templo principal al margen de aquel plan progresi ta de obras. Una
nueva catedral l vino a sustituir a la modesta iglesia de madera y caña que,
apartada de la Plaza Mayor, daba su fr nte a una estrecha calle, como nota
de medievalismo en una ciudad que, a mediados del siglo X J, deseaban cer-
car us regidores con murallas flanqueada de cubos y torres, a la manera
que lo fueron las de Castilla en la Edad Media. Tampoco la catedral nueva
se edificó en la Plaza Mayor, sino junto a las casas del Cabildo, con una de
sus fachadas lateral e dando frente a una plazuela inmediata a aquélla.
Mucho exageró el cronista dominico fray Alonso de Zamora al elogiar la
grandeza de la catedral de Cartagena incluyéndola entre los mejores edifi-
cios de las Indias. Pero aunque estos elogios hayan de ser disminuídos a
sus justos términos, sí tiene la catedral cartagenera n su favor e interés
que le presta su antigüedad, ya que la historia de su construcción nos revela
que fué edificada por los años 1577 y 1579, período que ha de ser ampliado
hasta 1612, si tenemos en cuenta que el siniestro ocurrido en 1600 hizo ne-
cesaria una obra de reconstrucción parciat que en nada varió la disposición
primitiva.
Así, pues, el edificio de referencia es un ejemplar arquitectónico del
último cuarto del siglo XVI, proyectado y construido en la época en que se

1 Este capítulo tiene su base documental en un legajo de 302 folios que bajo el rótulo "Yglesia
de Cartagena sobre su reedificación" (citado en ade lante "E xpediente Catedral") contiene los autos de
un proceso seguido contra el maestro Simón González, a quien se consideró culpable cuando el templo
se cayó parcialmente en 1600, y una probanza hecha a instancias de aquél en 1602 (AGI: Santa Fe,
232). Para no multiplicar las citas, sólo consignaré el folio cuando me refiera a documentos de otra
índole incluídos en las actuaciones judiciales. Todo dato cuya procedencia no se indique expresa·
mente, se encuentra en este expediente.

89

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA IGLESIA CATEDRAL

inició la con trucción de las grandes catedrales de Méjico, un poco posterior


a Ja iglesia mayor de Tunja y a la primitiva catedral de Bogotá y anterior
a las peruanas de Lima y Cuzco. Veamos la historia de su construcción y la
importancia artística del monumento.

HISTORIA DE SU ~ONSTRUCCI6N

Regentaba la diócesis el obispo fray Dionisio de los Santos cuando, pre-


via la obtención de la real licencia, se inició la fábrica definitiva de la ca-
tedral, hacia 1575. Sacado a concurso el plano del edificio, pr sentaron tra-
zas los maestros Simón González, Juanes Guerra, Remando Esteban, Euge-
nio de la Vega y otros, cuyos nombres no se han salvado del olvido. El Ca-
bildo secular eligió entre otras la presentada por González, y nombró a éste
obrero mayor de la fábrica, con sueldo de cincuenta mil maravedises anua-
les, señalándole además un jornal de veintidós reales por cada día que tra-
bajase en la obra, pudiendo simultanear así el ejercicio de aquel cargo, esen-
cialmente administrativo, con las actividades técnicas propias de su oficio.
Ocuparon puestos destacados en la obra los oficiales canteros J uanes
Guerra y Rernando Esteban, quienes percibían, además de sus jornales,
cincuenta fanegas de maíz por año. Este último fue «señalado por el Cabildo
para la obra», pues a Simón González sólo le competía «dar la traza y orden
della como obrero mayor», de donde se infiere que éste era el supervisor
de la obra, como autor del proyecto, y Esteban era el directo!' inmediato
de la misma y tenía a su cargo la ejecución de la traza. El cantero Martín
de Marquina se encargó del suministro de la piedra, y trabajaron como ofi-
ciales en la fábrica los cantero Pedro de Aguilar, Francisco Ruiz, Juan de
Medina y Gaspar Juanes.
El 15 de enero de 1577 se estaban abriendo los cimientos. Entonces se
discutió en el Cabildo sobre la conveniencia de variar la orientación que
se pensaba dar a la iglesia, haciéndola «atravesada», como proponía el re-
gidor y capitán Sebastián Pérez. Los cabildantes estuvieron de acuerdo en
que así quedaría mejor, pero para ello era indispensable comprar unas ca-
sas y el Cabildo no disponía de fondos para adquirirlas. Sebastián Pérez
ofreció dar doscientos pesos para ese objeto, pero esta cantidad no era su-
ficiente, por lo cual el Gobernador celebró junto con los vecinos-entre quie-
ne's se había hecho un repartimiento para costear la obra-, y como todos
votaron que se contlnuase tal como estaba comenzada, el Cabildo se decidió
por esto, después de haber hecho constar el Gobernador que no era posible
hacer nuevo repartimiento para adquirir las casas, porque el rey sólo le
había autorizado a hacerlo para costear ]a obra. Así, pues, no se varió la
orientación y se continuó la apertura de los cimientos tal como se había
comenzado.

90

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
HISTORIA DE SU CONSTRUCCI6N

Las obras prosiguieron activamente, pues, un año más tarde, «cinco arcos
que se an de hazer en la capilla están ya para comenzar sobre los pilares
que están hechos». Surgió la duda de 'i 'e harían ]os arcos de ladrillo o
de piedra, y, oído el parecer de Simón González, se decidieron por lo se-
gundo, «por ser más perpétua obra la de piedra que la de ladrillo».
En el mismo año, el Gobernador escribía: «la obra va buena y en todo
el año entiendo quedará arrasada y aun parte della maderada». En enero
de 1579 comunicaba que estaba «arrasada la mitad de cantería y se van
echando las maderas y con toda presteza procuraré que se cubra la mitad
para pasar la iglesia bieja a ella y deshazer la bieja, para poder mejor pro-
seguir el edificio della». La obra alcanzaba ya cinco tapias de alto. En abril
de 1580 estaban cubiertas y tejadas la capilla mayor y las colaterales;
«la demás de la obra--escribía Busto--es muy andadera porque no inter-
viene en ella cantería y con brevedad se acabará» 2.
A principios de 1584 se concluía el buque de la iglesia: la capilla mayor
estaba terminada y se iba «enparejando para subir las maderas en la nabe
mayor». Entonces, como pareciera que no estaría bien ésta de la misma al-
tura que aquélla, decidió el Cabildo consultar a los maestros que traba-
jaban en la obra, y Simón González declaró que, «como persona que se
encargó de hazer la dicha yglesia, desde el principio la fundó para que
tuviese la dicha nabe mayor el altura que tiene la capilla mayor e tenien-
do consideración a este alto y a la piedra que es floxa y blanda e tiene
muchos agujeros, metió una columna más de las que pudiera lIeuar»; le
parecía mejor que ambas llevasen la misma altura, pues lo contrario sería
afearla. De la misma opinión fueron todos los maestros 3, a excepción de
Hernando Esteban, que se mostró partidario de que la nave mayor fuese
diez pies más baja que la capilla. El Cabildo se inclinó ante la mayoría y
dispuso que se continuase la obra conforme a la traza. Un año después es-
taba «el cuerpo de la iglesia cubierto de teja» y la obra terminada, aunque
faltaban la torre y otras dependencias.
En aquellos momentos decisivos para la historia de la edificación, cuan-
do la mayor parte estaba recién terminada, apareció Drake en el pUf'rto de
Cartagena, y para obligar a los vecinos a que pagasen el rescate que exigía
destruyó «tres arcos de la yglesia mayor, la cual estaba ya acabada que no
faltaba más de texar la quarta parte della, la cual mandó derribar el capitán
Francisco con una culebrina, que tiró una ora antes del día una pelota que
se alló en una caña de un pilar de la dan~a de arcos», el cual «cayó e truxo
tras de sí otros dos arcos y todo el enmaderamiento de encima» '. En los
autos de la causa aquí extractada, Simón González declaró «que lo que se

2 ANGULO: Planos . ..• pág. 27.


3 Pedro de Aguilar, Francisco Ruiz y Juan de Medina.
4 El Gobernador al rey, 25·V·1586 (AGI: Santa Fe, 37). La publica GONZALEZ PALENCIA:
Ob. cit., pág. 318.

91

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA IGLESIA CATEDRAL

cayó de la dicha yglesia fueron tres columnas y quatro arcos, y todo lo de-
más quedó en pié cubierta como estava y la danza de arcos donde cayeron
los tres pilares en pié».
Así las cosas, llegó en la armada de Alvaro Flores-la misma en que
venían Tejeda y Antonelli-«un grande maestro» llamado Benito de Mora-
les, que iba a Quito, seguramente con alguna misión especial, por cuanto se
intitulaba «criado de su magestad». El Gobernador le encargó que inspeccio-
nase los daños ocasionados por el corsario en el templo, y cumplida su mi-
sión rindió informe, en el que consta que hizo descubrir los fundamentos
de un pilar que se había inclinado un poco sobre la nave central y comprobó
que estaba muy bien cimentado, atribuyendo la inclinación a la falta de los
arcos derribados por Drake. Dio instrucciones para la reparación de los des-
perfectos y la fórmula de un betún con que debían cubrirse las maderas de
la cubierta en la parte de ellas que entran en las paredes, y aconsejaba, por
último, que al reconstruir la parte arruinada de aquélla se imitase en todo,
para que no hubiese «dibisión de obras de lazo ni otra suerte» y guardase
uniformidad el conjunto s.
Pasó el tiempo, y los daños no se repararon. En 1591 e cribía el obispo:
«esta obra ba muy a la larga con averse podido acavar el daño que el Drake
hizo en e pacio de un año y andar en seis años que se hizo el daño y aora
estar por acavar y save Dios quando se acavará, con grandíssimo detri-
mento de lo edificado que se destruye todo con las aguas y con mucha ofen-
sa de los que entramos en la yglesia lloviéndose toda ella y no aprovechan
ruegos ni amonestaciones, aprovéchan e del dinero y gásta e en salarios
de maiordomos y sobre estantes y no se haze nada» 6. No obstante el pesi-
mismo del obispo-que retrata la frecuente enemistad entre las autorida-
des militares y eclesiásticas de la colonia-, e trabajaba en la reconstruc-
ción, aunque lentamente; pese al buen deseo del Gobernador, no se había
adelantado mucho la obra, porque los fondos destinados a la fábrica se ha-
bían gastado en pagar el rescate exigido por ingleses 'l. Hacia 1598, el can-
tero Juan de Urrea labraba piedra con destino a la obra de la torre, que se
hacía bajo la dirección del maestro Juan de Tolosa.
Cuando, después de tantas alternativas, quedó por segunda vez casi ter-
minada la catedral, ocurrió un suceso inesperado: en la noche del 7 de
agosto de 1600-noche tranquila, «sin huracán ni terremoto»-, la nave ma-
yor y una lateral se desplomaron. Cuatro días después el Cabildo se querelló
contra el maestro Simón González, considerándole responsable del desas-
tre. A fines del mismo año, el Gobernador escribió al rey dándole cuenta

s Folio 79 y ss. Por curiosidad copio la receta del betún para conservar las maderas: "Cien libras
de pez, veinte de aceyte, diez de cebo de baca, treinta de escoria de hierro bien molida y cernida con
espezo cedazo que quede ynpalpable como harina; esto cocerá en una or~a asta que echando la saliva
en ella no salte aguosidad y se queme la saliba".
6 El obispo al rey, 10-V-1591 (AGI: Santa Fe, 228).
7 ANGULO: Planos . .. , pág. 29.

92

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
HISTORIA DE SU CONSTRUCCIÓN

del siniestro, en vista de lo cual éste dictó una real cédula, fechada en Va-
lladolid a 2 de septiembre del año siguiente, pidi 'ndole amplios informes de
las causas que lo motivaron 8, orden que fue cumplida con el envío de un
testimonio de la causa seguida contra Simón González. Antes de que estos
documentos llegaran a la Corte, el rey concedió, por cédula de 20 de junio
de 1602, un donativo de mil ducados para la reedificación de la catedral 9.
En 1602, el gobernador don Jerónimo de Zuazo escribía que los maestros
de cantería y albañilería calculaban el costo de la reedificación en veinte
mil ducados, que se podrían repartir por tercias partes entre la Real Ha-
cienda, la ciudad y los encomenderos 10. Provisionalmente, «para celebrar
los oficios divinos se cubrieron de paja dos partes de la nave del medio»,
y así se siguió utilizando el templo, aunque con gran molestia para el clero
y los fieles, porque cuando caía «algún aguazero grande ... no se puede
dezir missa en la capilla mayor ni en los demás altares» 11.
Años más tarde, la reedificación había comenzado, pues en 1607 escribía
el citado obispo: «la ygle ia está que es lástima, cubierta la nave de enme-
dio y una lateral con palma»; pero gracias a las acertadas gestiones del go-
bernador don Diego Fernández de Velasco, reunieron tres mil quinientos
pesos de limosnas dadas por los vecinos, y con esa cantidad se habían «pues-
to en perfección ocho pilar s y los arcos», quedando por hacer las dos na-
ves colaterales y la nave de enmedio, que [para] acabarse todo esto de cu-
brir y enmaderar serán necesarios, según dicen Jo officiales», otros veinti-
cuatro mil pesos 12. También se cubrió entonce la capilla mayor y parte de
la nave central 13 •
Dos años después la obra seguía, pero tocaban a su fin los seis mil du-
cados que el rey le concediera, por lo que, a petición de los mayordomos de
la fábrica Juan de Campos y Francisco Montero, el Gobernador ordenó al
Maestro Mayor de la ciudad Simón González, a 10 nlaestros de al~añilería
Nicolás de Ontiveros y Juan Tomás Rugero, y a los de carpintería Alonso
López, Juan Ga .. cía de Tarifa y Lucas de Góngora, que hiciesen una visita
a la obra e informasen acerca de lo que costaría acabarla y ponerla «en el
estado que estava».
El 15 de mayo de 1609, los artífices arriba citados informaron de su vi-
sita a las obras ante el escribano Alonso de la Fuente: «la dicha iglesia
tiene tres naves, una principal y dos colaterales, y ... la nave mayor e una
de las colaterales fué la que se cayó y vino abajo, y una dellas quedó entera
como se está oy, y ... de la reedificación della se han hecho los pilares y ar-

8 Folio 298, v.
9 URUETA: Documentos . .. , tomo 1, pág. 260.
10 El Gobernador al rey, 16-VIlI-1602 (AGI: Santa Fe, 38).
11 El obispo fray Juan de Ladrada al rey, 12-Vll1-1602 (AGI: Santa Fe, 228).
12 El obispo al rey, 24-VI-1607 (AGI: Santa Fe, 228).
13 "Información de oUicio echa por el obispo de Cartagena, año 1612" (en adelante: "Infor-
mación de 1612"; AGI: Santa Fe, 242).

93

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA IGLESIA CATEDRAL

cos que corresponden a los que quedaron en pie y la dicha nave colateral,
y al presente está enmaderada de maderas nuevas y encima dello se van ha-
ciendo unas claravoias y un pedazo de pared para corresponder a la otra
naue, y... para cubrir la nave mayor se va cubriendo mucha parte de ma-
dera». Calculaban que «en lo nuevamente hecho» se habían gastado doce mil
pesos y que para acabarla y «ponerla en el estado que estava» se necesita-
rían veinte mil más, «en que an de entrar puertas y solado de la yglesia y
sacristía, excepto la torre, que no entra en esta tasación y faltará la mitad
della por hacer». Así lo declararon «como personas que an asistido en la
dicha obra cada uno en su ministerio» H.
Entonces el obispo fray Juan de Ladrada aplicó sus rentas a la reedifi-
cación de la iglesia y encontró un activo y desinteresado colaborador en la
persona del provisor don Bernardino de Almansa, a quien nombró tesorero
de la fábrica. Este puso toda su voluntad y su hacienda al servicio de la
obra y, salvando muchas veces con sus bienes las dificultades económicas,
dejó el templo «reedificado y acabado de todo punto» en 1612, quedando
la iglesia «en muy gran perfectión y muy lucida y adornada de puertas, re-
xas de coro y otras cosas» 15 . «Su misma fábrica-escribía Zamora-mani-
fiesta el corazón del prelado que costeó un edificio de tanta grandeza, que
es uno de los mejores que ay en Indias» 16.
En 1653, el maestro Diego Serrano construyó, por encargo de la Her-
mandad de Sacerdotes de San Pedro, las bóvedas situadas al pie de las
gradas de la capilla mayor, destinadas a sepulturas de los hermanos de
aquélla, así como de los obispos, gobernadores y prebendados. Años des-
pués surgió un pleito entre la Hermandad y el maestrescuela por la pose-
sión de las bóvedas, lo cual dió lugar a que aquélla remitiese al Consejo
en 1666, el interesante plano de la capilla mayor 17 , al que me referiré más
adelante.
Por estos años, el obispo don Antonio Sanz Lozano--que tomó posesión
de la sede en 1661 y la rigió durante veinte años-«levantó su torre, que lle-
nó de muy buenas campanas», según refiere el cronista Zamora 18.

LA TRAZA DEL TEMPLO

Relatada la historia de la construcción de la catedral de Cartagena, se


deduce de lo dicho anteriormente que al reconstruirla después de la ruina

14 "Testimonio de los carpinteros y albañiles de Cartaxena y en qué disposición está la iglesia


mayor ... " (AGI: Santa Fe, 38).
15 Información de 1612.
16 ZAMORA: Ob. cit., pág. 327.
l ' ANGULO: Planos . .. , lám. 20 y pág. 20 y ss .
•1 ZAMORA: Ob. cit., pág. 328.

94

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA TRAZA DEL T~lPLO

de 1600, se atendió a rehacerla dejándola tal como estaba antes del Slnles-
tro y siguiendo-al menos en lo fundamental-la traza primiti a. Por lo
tanto, se puede asegurar que el templo actual responde en todo al plano
y proyecto que hizo Simón González en 1575. Valiéndome de los datos con-
tenidos en los documentos, trataré de reconstruir la iglesia proyectada en
esa fecha y concluída en 1586, haciendo constar las coincidencias con el tem-
plo que hoy existe.
Proyectó González una iglesia de tres naves, separada entre sí por seis co-
lumnas y dejando a ambo lados de las naves laterales e pacio para que los
vecinos edificasen capilla, pero como ninguno solicitara fundarlas, se maci-
zaron las paredes exterior ,que en el plano tenían eñalado los arcos que
comunicarían dicha capillas con las naves lateraJe . Replanteado el edificio
viendo que la piedra era blanda y de a pe lo po o resistente, González de-
cidió añadir un oporte más a cada lado, disminuyendo así la luz de los ar-
cos al repartir el mismo espacio entre siete columna. Por esta causa, el
Cabildo Eclesiástico se quejaba-con e idente xag ración-de que la igle-
sia tenía «muy larga la na es y muy angostas, que de una a otra no se
puede ver misa»; y añadía que la capilla mayor ra «muy pequeña» y «el
altar mayor muy baxo que no tiene sino siete gradas» 19.
Los soportes eran columna~ de fuste cilíndrico ~o , formados de hiladas
de cantería, sobre los que apoyarían arco d medio punto, también de
piedra. Sobre ellos argaba una par d de mampostería hasta alcanzar la al-
tura de la nave central, igual a la de la capilla mayor.
En cuanto a la cubierta d las naves, on ta que la c ntral tenía arma-
dura de edro con almizate. Las laterales e tuvieron cubiertas en un prin-
cipio con azoteas, pero después, para aligerar la carga que gravitaba sobre
los muro, se cubrieron con tejados de una sola ertiente; así se deduce de
la inspección d el monumento y de la declaración de uno de los t stigos del
expediente que contiene estos datos. El cantero y albañil Juan Miguel Gó-
mez declaraba que eran umamente pesadas « la azotea y mad ras y ar-
gamasas y ... todo lo con que esta a cubierta», y opinaba que «pudiera
estar cubierta la dicha yglesia con tablas y tejas y esto era más libia-
no». En el edificio se observa que los tejados que hoy cubren las naves
laterales, cortan por su mitad las claraboyas circulares que dan luz a la
central, circunstancia moti ada por la necesidad de cubrir con el plano in-

19 Carta de 15-XI-1582 (AGf~ Santa fe, 2 3 1)_


20 Con la imprecisión característica, en los d()(;umentos e habla indistintamente de pilares, colum -
nas y "pó toles", pero la declaración de Diego Ruiz de Brizuela - que decía er arquitecto, pero figu-
ra varia vece como carpintero - no deja lugar a dudas d que los soportes d ' 1 edificio arruinado en
1600 eran columnas de caña cilíndrica. Su declaración c' un farrago o alegato en el que, queriendo
demostrar su conocimientos arquitectónico, acusa a González de haber hecho la columna sin gáli-
bo. Este Diego Ruiz de Brizuela había residido antes (1583) en Valladolid d Michoacán (la a<:tual
Morelia, México). Confrónte e MARCO: Fuentes para la Historia del Arte Hispanoamericano, tomo 1
(Sevilla, 1951), pág. 48.

95

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA IGLE lA CATEDRAL

clinado del tejado, lo que se proyectó para estar cubierto con una azotea
horizontal 21. Las capillas colaterales están cubiertas con bóvedas de arista,
que seguramente son contemporáneas de la del presbiterio.
Entre las dependencias de la catedral se citan, en los autos de 1600, la
capilla bautismal y la torre, a la que se le había hecho la escal ra en medio,
aunque en la planta aprobada por las autoridades figuraba en una esquina.
En el plano de Cartagena de 1597, que atribuyo a Simón González,. apa-
rece la planta de la catedral dibujada con bastante detalle y en forma que
coincide, casi exactamente, con la descrita más arriba (fig. 27): tres naves
separadas entre sí por siete columnas y capilla mayor ocha ada; n el lado
del Evangelio, a los pies de la iglesia, está la torre con la escalera a un lado,
o sea tal como debió figurar en la planta aprobada por el Cabildo; inme-
diata a la torre está una dependencia que debía de ser capilla bautismal,
puesto que parece indicarse la pila; y en el mismo lado, junto al pres-
biterio, hay otra dependencia que quizá fue e la sacristía. Las dimensio-
nes aproximadas del templo-según la escala del plano-son: ciento diez
pasos de largo de eje, correspondiendo noventa y ocho al cuerpo de la
iglesia y doce a la capilla mayor, y cuarenta y cinco de ancho.
En el plano de 1666 (fig. 35) aparece la capilla mayor separada por una
grada del cuerpo del templo, y a ambos lados de ella las colaterales de la
Concepción y del Carmen, que sirven de brazos al crucero. El gran arco
toral y los arcos que comunican esas capillas con la mayor y con las naves
laterales, descansan sobre un soporte formado por cuatro medias columnas
que, en la nave central, se prolongan en forma de pilastra para alcanzar
mayor altura. La capilla mayor, de planta ocha ada, se cubr con una bó-
veda esquifada con lun tos, en los que e abren ventanas circulares. Todo
esto coincide con el templo actual, así como las siete gradas que dan acceso
al altar mayor que, como hemos visto más arriba, corresponden al proyecto
primitivo.
Comparando el plano del siglo x 1 con el de la catedral que subsiste
(fig. H), se ve que coinciden en lo su tancial, por lo que puede afirmarse
que la planta es la primitiva y no fue variada cuando se reconstruyó par-
cialmente e) templo después de 1600.
Cuando en 1612 se terminó la reedificación, quedó la capilla mayor con-
c1uída tal como aparece en el plano de 1666 y como está hoy. Con posterio-
ridad a esta fecha se hizo la capilla del Sagrario, ocupando parte de la que
primitivamente sirvió de Baptisterio, y luego se añadió entre aquélla y la
sacristía una sala capitular, que quedó separada de la capilla del Sagrario
por un pórtico. Ya en época reciente, se hicieron capillas en la antigua sala
capitular y en el muro del Evangelio se abrieron arcos para darles acceso.

21 Se equivocó Gastón LELARGE (La catedral de Cartagena, Cartagena, 1932, pág. 14) al afir-
mar que ello obedeció a un error del alarife, que no supo interpretar el alzado.

96

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
---------------~~- ~~

~-
/.
/

FlG. 35. Capilla mayor y cripta de la catedral. 1666

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIGS. 36 Y 37. Plantas baja y alta de la Casa de la Inquisición .1628?

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
(]¡u;rl'J. dtlcJ. umitAI1II.
.. • .. • o • • • •

FIG. 38. Plaza Mayor de Cartagena. 1630. - FlG. 39. Planta de las murallas, con indicación de lo construído
por Francisco de Murga. 1630

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
I 'f ':l" '" ... . ,.., '", .,., JP, .. , -1
.fJ(JJla~IÍ",<&,SA"A~ .C.¡jJ."<!t-l-¡l.r.n...,
FIG.40. Plano del baluarte de San Felipe (hoy Santo Domingo), por Cristóbal de Roda. 1614.
FIG. 41. Plano de la plataforma Santángel, por Cristóbal de Roda. 1617

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 42. Iglesia de la Trinidad. FlG. 43. Ermita de San Roque.

FlG. 44. Iglesia de Santa Clara. FIG. 45. Casa de la Moneda.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 46. La bahía de Cartagena y sus inmediaciones. 1631?

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL TEMPLO ACTUAL

EL TEMPLO ACTUAL

La catedral de Cartagena es un templo de tres naves, más ancha la cen-


tral, cuya mayor altura permite iluminarla con claraboyas circulares (fi-

AntigU-lL o

o
~o

e"I'ij·IIIII7. ¡ I
~
¡:
...,-- II :
, :
o

!;~
~
lO

(OHV(H(IOHAUS
o ti t 1 • S • '7 , ",(t-O l
• EOlfl(A(IO"fS 01 lA ('OCA COlO"IAI..

Flc. H. Planta de la Catedral, según Miguel S. Guerrero y E. Marco


Dorta.

gura 24). En el testero sobresale la capilla mayor, que tiene cabecera ocha-
vada, como la de la catedral de Méjico y como la comenzada a construir en

97

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA IGLESIA CATEDRAL

Bogotá en 1553:12. Las capillas colaterales se comunican con la mayor y for-


man así un tramo de crucero, que se eleva sobre el nivel de las naves y se
acusa en el alzado por estar aquéllas cubiertas con bóvedas. Los soportes
son columnas de caña lisa y cilíndrica que descansan sobre pedestales cú-
bicos.
Los precedentes de este tipo de planta no hay que buscarlos en las ba-
sílicas latinas, como pretendió Gastón Lelarge, quien creyó ver en la cate-
dral cartagenera una copia de la iglesia de San Apolinar, de Rávena, y llegó
al extremo de creer, por este motivo, que el autor de sus planos fuese un
arquitecto italiano :n. No es preciso buscar sus precedentes en modelos tan
antiguos. Prescindiendo de la primitiva catedral de Bogotá que, a juzgar
por los datos conocidos, era muy semejante a la de Cartagena, este tipo de
templo es frecuente en el Renacimiento. En Andalucía-región tan ligada
artísticamente a América-encontramos un espléndido ejemplo en la igle-
sia de Santa María, de Antequera, que también tiene tres naves separadas
por columnas, arcos de medio punto, presbiterio abovedado de planta ocha-
va da y una techumbre de armadura mudéjar. De fecha inmediatamente
anterior a la de Cartagena son las iglesias mejicanas de Zacatlán (1562-1567)
y Tecali (1569), de planta basilical con tres naves separadas por columnas
cilíndricas 2'. Este tipo de soporte no fue muy frecuente en la Península,
pero sí se empleó mucho desde principios del siglo XVI en las islas Cana-
rias: la iglesia de San Juan, de Telde (Gran Canaria) y la de la Concepción,
de La Laguna (Tenerife), por ejemplo, tienen columnas como las de Carta-
gena, sobre pedestales octogonale en el primer ca o y cúbicos en el se-
gundo. Es de advertir, además, que en éstas y otras iglesias canarias, como
en las de Méjico ante ci tada ,la cañas de las columnas no son monolíti-
cas, sino de tambore de cantería, como las de la catedral de Cartagena.
En el crucero de ésta se agrupan cuatro medias columnas que reciben
unas pilastras para alcanzar mayor altura en la nave central. Los arcos son
de medio punto y de sección cuadrada, desfigurados por las molduras mo-
dernas de yeso que cubren sus roscas.
La nave central e tuvo cubierta con armadura mudéjar, de la que sólo
quedan visibles algunos tirantes dobles sobre canecillos. Las capillas cola-
terales tienen bóvedas de arista, decoradas modernamente con nervaduras
que las hacen parecer de crucería. El presbiterio se cubre con una bóveda
esquifada, en cuyos huecos se abren claraboyas circulares semejantes a las
que iluminan la nave central.
La catedral de Cartagena hizo escuela en las costas sudamericanas del
Caribe. Con presbiterio ochavado, tres naves con columnas de caña ci-

ROJAS GOMEZ: La catedraL de Bogotá. BHA, vol XX (1933).


22
LELARGE: Ob. cit., pág. 12 y ss.
23
MAC ANDREW y TOUSSAINT: Tecali, ZacatLán and the Renacimiento purista in México,
14
en "The Art BuJletin", vol. XXIV, dicicmhrc 1942.

98

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL TEMPLO ACTUAL

lindrica y techumbres de madera, se labraron, casi por los misn10 años, la


catedral de Coro (1583-1617) Y la iglesia mayor de La Asunción (i la Mar-
garita) 25, en Venezuela. Salvo el pre biterio en ochava, la planta y el alzado
se imItaron en el iglo x II no sólo en la iglesia de la Trinidad, d Carta-
gena, sino también en otras ciudades del virreinato de Nueva Granada. En
la catedral que se proyectó para Santa Marta en 1647 2G se sigue la dispo i-
ción de relacionar la capilla mayor con las colaterales, para formar así un
crucero que se acusa en planta, empleándo e también columnas como la
del t mplo cartagenero. También se emplearon en la iglesia de Santa Ana,
de Panamá, construída a principio del siglo XVIII. Recordemos, por úl-
timo, la amplia difu 'ión que alcanzó en Venezuela, durante el set ciento ,
ese tipo de teInplo de tres naves con arcos de medio punto sobre olun1na
de caña cilíndrica y ubiertas de madera, d r cu rdo n1udéjar.
A los pies del templo, adosada al lado del E angelio, está la torre, I

lindando con ésta e encu ntra la antigua capilla d 1 Sagrario. E ' de pl a n-


ta r ctangular, con un tramo cubierto de bóv da d cañón y una bóveda de
ari ta en 1 presbiterio.
La capilla mayor, construída totalmente de cantería, tá oculta ho por
edifica ione moderna. En us ángulos se elevan más torret;illas oladas,
a modo de garitas, cubi rtas con chapitele cónicos de ladrillo, qu alb r-
gan escalera de caracol destinadas a dar acceso a una estrecha azot 'a qu
circunda 1 áb ide, formando una camino de ronda 27 . Todo ello evoca el re-
cuerdo de la igle ia fortificadas mejicanas, sin querer afirmar con to
que al pro)' tar la at dral se hubiese pensado en darle carácter d for-
taleza, no ob tante que en aquello ti mpos pe aba obre la ciudad la a m -
naza con tante de piratas y cor ario.
La portad prin ipal no alió indemne de la de piadada obra rCI1O\'ud -
ra que, 011 111 jor inten ión que gu to artístico, re argó el edificio con l: S-
tucos y pinturas que borraron 'us fisonomía: soporte y entablam nto fu -
ron cubierto de e~ tu o en un afán de dar apari ncia de mármol italiano u
aquella piedra caliza de las cant ras de Tierra Bomba que, según deCÍa el
franci cano fray P dro Simón, «no es buena para columnas de pulimento» ~ .
Sin embargo, se di tinguen en la portada las línea constructi as del iglo xn
(fig. 7). Su cuerpo bajo, con dobles columnas corintias casi exentas, está
encuadrado por contrafuert s que reciben el empuje de los arcos formeros y
se prolongan en el segundo cuerpo, formando los basamentos de pirámides
que rematan en bolas. Las hornacinas de los intercolmunios, cuyo d apa-
recidos «Santos de Piedra» dieron nombre a la calle; el friso conv xo del

2S .lARCO: Viaje a Colomb ia y Venezuela (Madrid, 1948), pág. 55 ·S. GASPARINI: Te m -


plos coloniales d e Ve ne;: u ela (Caracas 1960). pág. 150, publica la planta.
26 ANG LO: Planos . ... lám. 25 y pág. 75.
27 e- publicó una fotowafía en BH, tomo n. pág. 115.
28 IMON: Ob. cit., tomo , 3a. parte (Bogotá, 1892) pág. 363.

99

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA IGLESIA CATEDRAL

entablamento y el frontón triangular del remate superior, son elementos del


renacimiento herreriano que se encuentran también en la gran portada de
la iglesia de Santo Domingo. Del mismo estilo es la puerta de la Epístola,
igualmente recubierta de estucos y pinturas. La torre también ha perdido
su antiguo aspecto exterior. Antes de las reformas tenía un cuerpo de cam-
panas, con huecos dc m dio punto encuadrados entre pilastras, semejante
al de la torre de Santo Domingo.

LOS MAESTROS DE LA CATEDRAL

El cantero mayor Simón González .autor de la traza de la catedral, ar-


J

tífice de modesta significación artística, llena con su nombre la época de


mayor actividad constructora da Cartagena de Indias. No hay datos refe-
rentes a su procedencia. Muy joven debía de ser cuando trazó los planos,
pues en 1600 declaraba tener cuarenta y ocho años. En 1592 desempeñaba
el cargo de maestro mayor de la ciudad. Cuando ocurrió el desplome de la
catedral se le instruyó un proceso a instancias del Cabildo civil, que le acu-
saba de no haber ejecutado la obra conforme a la traza y emplear piedra
poco resistente, de la «que los canteros llaman pasmada», por lo cual le
exigían una indemnización de cincuenta mil ducados, cantidad en que se
calculaba el daño. No le faltaron amigos significados que respondieran por
su per ona-uno de ellos el Capitán Jorge Fernández Gramajo, que años
despué le ncargó las obras d 1 convento de San Di go-, y fue puesto n
libertad condicional. Dema trada su inculpabilidad fue ab uclto, después de
un largo proceso, en el que e manifiestan, de una parte, su prestigio pro-
fesional, y de otra, las envidias y rencores de quienes, apelando incluso a
falsos testimonios, pretendían aprovecharse de las circunstancias para arrui-
nar al compañero con quien no podían competir lealmente en las cuestiones
del oficio. El embargo de sus bienes, realizado entonces, le muestra poseedor
de casas y esclavos, estancia y tierras de labor, como quien disfruta una
desahogada posición económica. En 1603 dirigía las obras del convento de
San Diego, cuyo claustro estaba labrando, lo cua] permite, por identidad de
estilo, atribuirle 10$ de otros conventos, como el de Santa Clara, el de San
Francisco y el de La Popa.
Junto a Simón González, en calidad de «maestro de la dicha obra» de la
catedral, figura el cantero Hernando Esteban, de quien sabemos que en 1556
trabajaba en Sevilla 29, de donde pasó a La Habana en 1562, para inter enir
en las obras de la fortaleza que allí se construía ~o. En 1601, cuando se es-
taba labrando piedra para construir la torre, era maestro mayor de la obra

29 HERNANDEZ DIAZ: Arte y artistas del Renacimiento en SevWa, en Documentos para la


Historia del Arte en Andalucía (Sevilla, 1933), págs. 35 y 36.
30 AGI: Indiferente general, 1005.

100

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LOS MAESTROS DE L ATEDRAL

el «oficial de cant ría y arquitectura» Bartolomé Téllcz. Dos años después


vuel e a figurar en ella Simón González, con lo' ma stros albañiles Juan
Tomás Rugero y Nicolás de Ontiveros.
Benito de Morales, el misterioso «grande artífi e» que en 1586 encontró
la obra «hecha conforme al hórden de arquitectura», no es probable que s a
el de igual nombre que treinta y dos años antes contrataba unas obras en
Sevilla 31 y que en 1545 intervenía, en unión de lo maestros más famosos
de la ciudad, en la elección de los planos del Hospital de la Sangre, de la ca-
pital andaluza 32. Tal vez se le pueda identificar con otro Benito Morales que
estuvo al servicio de Felipe II y, en 1671, trabajó con el famoso ingeniero
Juanelo Turriano en la acequia del Colmenar Viejo 33. Ignoro si será este mis-
mo o un honmónimo el que en fecha desconocida-segunda mital del iglo XVI,
a juzgar por la letra-elevaba un memorial a Felipe 11 ofreciéndole u . ser-
vicios. De creer en su propio testimonio, era experto en fundiciones; abía
desecar minas, ríos y lagunas; había inventado unas velas especiales para
molinos de iento un sistema para hacer clarificar el agua turbia y hacer
potable la del mar 3'.

31 HE RNANDEZ DIAZ: Ob. cit., pág. 36 .


32 LLAG NO·CEAN: Ob. cit., tomo 1I, págs. 18 21. Véase también J TINIANO: Edifi·
cación del Hospital de Las Ct'nco Llagas, n' Archi o Hi palen e", 1944 , pág. 217.
33 LLAGUNO- EAN: Ob. cit., tomo III, pág. 18
34 AGI: Indif rente gen ral, 56.

101

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Cf4PlPULO o/

La Ciuáaá
y sus 7'ortificaciones en 1633

...1'Efesta40 en qru oy St fraIla nos áIJ osaála para


tcft.ar tÚ nue.stros ánimos ti ttrrwren qru fliviamos ... ~

(Ti CafJiláo al rey, 24 XI·1631. lt(j[: Santa ft, 39).

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
La fecha de 1633, en que Cartagena de Indias cumplió el primer siglo de
su vida urbana, pued s r e cogida para c rrar uno de los períodos más fe-
cundo de su exi tencia, por lo que e refiere al aspecto monumental y ar-
tí tico. El primer tercio del siglo x II fu ' pródigo en año de int n a acti-
vidad, y la frecuencia con que la Junta de Guerra del Con ejo de India
buscaba soluciones para los múltiples problemas derivado de la necc idad
de garantizar su seguridad contra cor arios y enemigos, demu stra plena-
ID nte el interés de la lejana metrópoli por aqu Ua ciudad, que, ademá de
, er «una d la mejores que vuestra mage tad tiene por e ta parte» 1, era
también, por u importancia estratégica, la llave y el antemural d medio
imperio.
Construccione religiosas y civil , ca a y convento, mbelleci ron la
ciudad d 1 Caribe, mientras e acom tía de nuevo la fábrica d la mura-
lla que rodeaban con un cerco de piedra al casco urbano, o la de lo fuerte
y castillo que, emplazados en 10 puntos estratégicos de la costa, habían
de garantizar la def nsa d 1 hermoso puerto.
Aún cercano en el tiempo el rudo golpe con que Drake la pusiera al
borde de la ruina, su efectos habían quedado mucho más atrás, borra-
dos por una prosperidad cada vez más creciente. El tráfico de las flotas con
la metrópoli y el de los territorios del interior a través de la vía fluvial del
Magdalena-arteria vital de Nueva Granada-vertía torrentes de oro sobre
Cartagena de Indias, primer mercado de América del Sur. La inmigración
había de ser bastante numerosa, y si se consideran otras circunstancias,
tales como el establecimiento de una guarnición permanente y el gran nú-
mero de trabajadore y artesanos que se ocupaban en las obras militares,
se explica el rápido aumento de la población en un tercio de siglo: la ciu-

El gobernador Girón al rey, 24-I1I-1623 (AGI: anta Fe, 38).

105

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

dad, que albergaba cuatrocientas familias en 1573, veía duplicado ese nú-
mero en 1607 2 ; si el dato es cierto, como parece serlo, un cómputo muy
bajo permite calcular de cuatro a cinco mil almas, a las que habrá que aña-
dir la población forastera, muy numerosa en «tiempo de flota».
Este aumento del vecindario motivó, como es natural, la expansión del
núcleo urbano. El caserío se extendió hacia la isla de Getsemaní, la cual
quedó incorporada al primitivo casco; y más allá de la puerta de la Media
Luna, fuera de las murallas que cercaron aquel barrio, surgieron grupos de
población diseminados en estancias, tejares y pesquerías que, al pie de los
cerros de San Lázaro y La Popa, constituyeron el germen de populosos ba-
rrios de hoy.
El bienestar económico de los vecinos se tradujo en apoyo pecuniario
a fundaciones religiosas y establecimientos benéficos. A orillas de las tran-
quilas aguas del puerto, entre dos baluartes de la muralla, construyeron los
jesuítas una pequeña iglesia y un colegio, que posteriormente fue ampliado
varias veces. En la «Plaza de la Mar» o de la Aduana , también adosado a
la muralla, fue construído un edificio para las Cajas Reales, que aún sub-
siste y dedicado a los mismos fines aduaneros que motivaron su construc-
ción. Variada por completo en la actualidad la fi onomía de la pintoresca
plazuela-todo bullicio cuando la flota estaba en el puerto-, los balcones
de madera pintada y la arquería sobre columna del viejo edificio siguen
recordando, en aquel lugar, la época dorada de los galeones. La Plaza Ma-
yor, frontera a la catedral y a la casa del Cabildo, mentidero de litigantes
que acudían a las tienda del «Portal de los Escribano », quedó «bien caU-
ficada por las casas de la Inquisición », que ocuparon la parte del poniente,
hasta que, má de un siglo d pué, se construyó el palacio barroco que
vino a reemplazarlas. El suelo de la plaza, como el de las calles, no plan-
teaba problemas de desagüe en la época de lluvias torrenciales: «es todo
arenisco, sin otro empedrado ni enladrillado, donde con facilidad se con-
sume el agua que llueve» s.
La piadosa dama doña María de Barros funda el convento de Santa Te-
resa, el primer convento de monjas que hubo en Cartagena, establecido bajo
la regla de la santa de Avila. Un legado de doña Catalina de Cabrera per-
mite la construcción del monasterio de Santa Clara, que extendió sus claus-
tros a espaldas de «la Marina» hasta cerca de las murallas que defendían la
orilla del mar. Algo más lejos, en el barrio de los Jagüeyes, el Capitán Jorge
Fernández Gramajo construye a su costa el convento de San Diego, «tan
acabado y perfecto como el mejor que tiene toda Europa», a juzgar por el
testimonio, demasiado optimista, de fray Pedro Simón~. En el barrio de
Getsemaní establecieron los hermanos de San Juan de Dios un hospital de

2 El Cabildo al rey, 12-vn-1607 (AGI: Santa Fe, 38).


3 SIMON: Ob. cit., tomo V, pág. 368.
4 Ibídem, pág. 364.

106

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ASPECTO DEL CASERío DE INTRAMUROS

convaleciente, en la capilla del establecimiento instituyó el Cabildo Ca-


tedral una ayuda de parroquia para que el populoso vecindario de aquel
en anche tuvie e asistencia espiritual.
Fuera de las murallas, al pie de un cerro que más tarde sirvió de base
al castillo de San Felipe de Barajas, con truyó el hospital de San Lázaro,
donde se recogieron lo enfermos del terrible mal que tantos estragos hacía
en Cartagena. Más 1 jos aún de la ciudad, en la cumbre del cerro de la
Popa, situado a media 1 gua de la murallas , lo recoletos agustino, con la
ayuda de ambo Cabildos de piado os vecinos, fundaron un convento en un
agreste paraje que ant s ser ía de refugio a «esclavos fugitivos y cimarrones».
Pronto fué la ca a recol ta encaramada en la cima del monte, lugar pre-
ferido para «recogimiento de cuaresma de per ona debotas» 5 y centro de
reunión de piado a. romería. La devoción de la imagen de la Candelaria
-la Virgen de la Popa-que allí recibe culto fue, y sigue siendo, la más po-
pular de Cartagena de Indias, ingularmente entre la gente de mar. El blan-
co ca erío d 1 con ento, o un gran farol que encendían los frailes durante
la noche, ervía de r fer ncia a la naves que navegaban en demanda del
puerto, y cuando llegaban la flota, marino y oldados subían al cerro para
dar gracias a la Virgen por la feliz travesía o implorarle su amparo en el
viaie de regreso.
El casco urbanu · mben ció con bueno edificios d antería, y las
casa de bahar qu y de tabla quedaron relagada al barrio de Getsemaní
y a las afuera . Abundaban en las cercanías de la ciudad buenos materiales
de con . truc ión , sohr todo maderas de inm iorable calidad. El franci cano
fray Pedro Simón , que escribía en 1628, pondera las ventaias de la piedra
«áspera y hoyo a» qu , si bien no admite pulimento, « e a[ rra valentissi-
mament con la cal n el edificio, con que encumhran algunas excesiva al-
tura»; y elogian tambjén las madera. de c dro, bál amo y palo bra il, la del
rrranadillo, «muy mejor y más pesado que el noga1» , la de trébol, «arbol
valen ti imo llamado a í por . er su hoja menuda . que huele como esta
hierba». «Con todo e te buen apareio-continúa el padre Simón-se han he-
cho y hacen vi to os edificio , y lo hace más la mucha suma de ventanaje
y balcones volados que ~tienen a las calles, que por ser el país calidísimo
toda la vida refrescándolo poco la noche, es necesario sean las casas todas
de una clarabo a»~. A juzgar por esta descripción, tan breve como expre-
siva, data de entonces el empleo de los grandes «corredores» o balcones
volados de madera, que prolongan sobre la calle el piso alto de la casa para
buscar la brisa fresca que viene del mar. -
El primer tercio del siglo XVII fué también decisivo para las fortificacio-
nes. El fuerte de San Matías en el Canal de Boca Grande, y las murallas de
troncos y fajinas que había cons'Íruído a fines de la centuria antecedente el

5 Carta del Cabildo, 21·VII·1611 (AGI: Santa Fe, 242).


6 SIMON: Ob. cit., tomo V, pág. 363.

107

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

gobernador don Pedro de Acuña, no subsistieron mucho tiempo. Deshechas


estas pobres defensas por el rigor de los temporales, pronto se acometió la
tarea de volver a construirlas con materiales más firmes y duraderos. El
día 8 de enero de 1602, el obispo fray Juan de Ladrada bendijo las obras del
nuevo fuerte de San Matías, que estaba fuera de cimientos y se construía
con arreglo a los planos que había dado Bautista Antonelli. Doce años más
tarde, el 8 de septiembre de 1614, se puso la primera piedra del baluarte
de San Felipe, llamado después de Santo Domingo por el convento que es-
taba a sus espaldas. Era entonces gobernador de la plaza don Diego de Acu-
ña y dirigía las obras el ingeniero Cristóbal de Roda, digno continuador de
su tío, Bautista Antonelli.
En lugares estratégicos de la bahía se construyeron otros castillos para
garantizar la seguridad de las entradas y surgideros: la plataforma de San-
tángel, frente al fuerte de San Matías, en la otra orilla del canal de Boca
Grande; el de la punta del Judío--hoy «Castillo Grande»-, trazado por el
famoso ingeniero Tiburcio Spanochi, que hizo los planos en Madrid por en-
cargo de la Junta de Guerra de Indias; y los fuertes más pequeños que el
gobernador Francisco de Murga construyó en las islas de Manga y Man-
zanillo.
En las obras de estos castillos y en las de las murallas de la plaza se
trabajó, con algunas interrupciones parciales, durante casi un tercio de si-
glo, distinguiéndose el ingeniero Cristóbal de Roda, que desempeñó la di-
rección de las mismas desde 1609 hasta su muerte, ocurrida en 1632. Varios
gobernadores de este período se distinguieron por la atención que dedica-
ron a las construccione militares. En tiempos de don Diego de Acuña
(1614-16) e construyó buena parte de la muralla de «la Marina», desde el
baluarte de Santo Domingo al de Santa Catalina, parcialmente destruida
en 1618 por un terrible «norte» que tal vez hubiera arrasado la ciudad en-
tera a no haber existido aqu 1 reparo. Durante el gobierno de Diego de Es-
cobar (1625-26) quedaron terminados los baluartes de Santo Domingo y
Santa Catalina, puntos vital e del recinto de la plaza. Y, finalmente, fue el
el gobernador Francisco de Murga (1629-1634) quien dió término a las mu-
rallas y dejó en estado de defensa los castillos de la bahía. Durante los años
de su mandato, y gracias a su interés y actividad, quedó cerrado el recinto
de la plaza y buena parte del arrabal de Getsemaní, que así quedó incluído
en el casco urbano. La única entrada a la ciudad por la parte de tierra era
la puerta de la Media Luna, en Getsemní, defendida por fosos y baluartes
artillados, todo ello construído también por el gobernador Murga.
Por esos años visitó Cartagena el capitán Nicolás de Cardona, comisio-
nado por Felipe In para explorar las costas de California con una armada
que había de organizar en Méjico. Entre las Descripciones que escribió al
terminar u viaje, dedicadas al Conde-Duque de Olivares en 1632, figura
un mapa de la bahía de Cartagena en el que indica la situación de sus cas·

t08

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL GOBERNADOR FRANCISCO DE M RGA

tillos (fig. 15). En la bre e de ~ cripción que lo acompai'ia dice: «Por el


tiempo que yo c tu e en ella tenía us fuertes como la pintura muestra y
la Ciudad se ba c rcando de muralla» 7.
En 1631 la ciudad en ió a la Corte, en calidad de procurador, al capitán
y regidor perpetuo Diego de Matute, para que informa 'c al Consejo de In-
dia d 1 buen estado dc dc[ nsa en que se ncontraba la ciudad y la bahía
-«el mejor que ha tenido desde que aqu 1 pu rto e de cubrió»-, gracias
a los buenos ser icios de Franci co de Murga. En el m morial que presentó
se a eguraba que, en tre año de gobierno, aquél había construído los fuer-
tes de las islas de Manga y Manzanillo, un baluarte-hoy llamado «el Re-
ducto»-en Getsemaní, y, además de haber concluído el fuerte de Santa
Cruz, staba construyendo los baluartes de la puerta de la Media Luna. En
nombre de la ciudad suplicó al rey que no quitase «por aora de allí al go-
rnador .. . a ta qu dexc aqu lla ciudad y puerto en toda p rfección y aca-
adas su fortificaciones como lo va haziendo, porque assí convi ne al real
rvicio de vuestra magestad y vicnestar de aquella plaza y vasallos porque
a obrado y a obrando con gran celo y cuidado del Real Servicio, pues en
tres años y medio ha hecho más que en treinta y tres años que a que sir o ...
en aquella plaza he visto hazer a los demás governadores» &.
En parecidos términos se expresaba el Cabildo secular, en carta diri-
gida al rey el 24 de noviembre del mismo año, qu dice así: «Anos parecido
que es justo que V. M. tenga entendido el gu to y consu lo con que nos
hallamos n sta república de er el lucimiento y adelantado travajo eon
que van aminando la ' fortifica iones d Ua y dc su puerto, que ans í en el
acierto eomo en el ynce abl de elo con quc se obra su manifatura y exe-
eusión y el estado en qu' oy se halla nos da ossadía para echar de nuestros
ánimos el temor con que i íamo de parecernos que nu stras ca sas y po-
s essiones eran prestada por lo peligros y amena~as con que cada día
eramos reconbenidos de que ya nos b mo libre y muy per suadidos y ad-
ertido y ent nd r lo contrario, pue, as 'o que suc da qualquier v ni da de
enemigos, esperamos en Dios que con cguirán su castigo, y assí suplicamos
a Vuestra Maj stad se d ' por s rvido con particular afccto de lo que esta
parte sea mo trado al Maestro de Campo Franci ca de Murga, que conside-
rada la utilidad y bi n que se nos a eguido sigue yemas er ido a Vues-
tra Mage tad últimament ademá d 1 dotlati o de los quarcnta mil pe sos
con otro muy cons iderable que e va recojiendo» 9.
El 20 de febrero de 1633, 1 pro incial d la Orden d Santo Domingo,
fray Francisco de Garayta, escribía n elogio de Francisco Murga: «Cierto
que Vuestra Magestad hará estimación de desengaños, no tengo por excusado

7 "Descripción geográfica e hidrográfica de muchas tierras ... ", por NICOLAS DE CARDON A
(Biblioteca Nacional, Madrid: mss. 2468, folio 73).
8 AGI: anta Fe, 217.
9 El Cabildo al rey, 24-XI-1631 (AGI: Santa Fe, 217).

109

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y S FORTIFICACIO ES EN 1633

dar aviso de los figuros que o tienen los Puerto de e ta Ciudad de Car-
thagena donde al presente me hallo, que admiro de ver lo mucho que ha
procurado y procura su fortificación el Mae e de Campo Franci co ele Mur-
ga que a su cargo la tiene y la govierna;", que parese caso impo ible que en
tan breve tiempo se haya podido hazer (sin contar otros muchos pertre-
chos de guerra) un muro, al parecer inexpugnable, con tres importantíssimas
fuerzas bastantes para resistir al enemigo, aunque sean mucha las suyas» 10,
Aunque al cumplir el primer centenario de su nacimiento a la ida mu-
nicipal y urbana pudo creer Cartagena de Indias que e taba resuelto el pro-
blema de su defensa, no fue así. Las obras de fortificación duraron toda ía
otros dos siglos. Sin embargo, la fecha con'memorativa del primer centena-
rio cierra, sin duda, uno de los períodos más intensos y fecundos del des-
arrollo urbano. Veamos la historia de los monumentos religiosos, civiles
y militares construídos durante esos años.

1) LA CIUDAD Y SUS MURALLAS

EL COLEGIO DE LA COMPAÑíA

Por real cédula de 25 de octubre de 1603 se concedió licencia a la Com-


pañía de Jesús para fundar una casa en Cartagena y, en virtud de ella, n
junio del año siguiente el padre Diego de Torres, con otros hermanos d
la Orden, llevó a cabo la fundación de un colegio. El obispo les encargó
~a cátedra de Gramática dotada con cuatrocientos pe os anuales, y le
ofreció el sitio que había dejado la difunta Catalina de Cabrera para fundar
un monasterio de monjas 11. A pesar de que estaba «casi hedificada la ygle-
sia que avía de ser monasterio .. , con otros sitios y solare circunvezinos», no
se establecieron en ella por parecerles el sitio muy alejado del centro de la
ciudad, por lo cual .compraron en el mejor deHa, junto a la pla9a, unas ca-
ssas» 12, donde edificaron «algo para abitarlas» y fundaron la iglesia y su
residencia 13. Las Cartas Anuas de 1605 describen así el tempo: «Se ha he-

10 Fray Francisco de Garayta al rey, 20-11-1633 (AGI: Santa Fe, 246).


11 URUETA: Documentos . .. , tomo 1, pág. 273. Informe del gobernador Girón al rey, 1619;
el gobernador Zuazo al rey, l-XI-1605 (AGI: Santa Fe, 38). NIETO (Geografía .. . , página 164)
sitúa la fundación en 1604. ZAMORA (Ob, cit., pág. 327) dice que la efectuó el Padre Torres en 1605.
Igual fecha señala BORDA (Historia de la Compañía de Jesús en la Nueva Granada, pág, 26), atribu-
yendo la fundación a los PP. Francisco Perlín y Hernando Núñez .
12 Carta de Zuazo, citada en la nota precedente,
13 El Cabildo al rey, 5-XI-1605 (AGI: Santa Fe, 62).

110

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL COLEGtO DE LA COMPAÑiA

cho en el reciente Colegio una capilla de cien pies de largo, y como no


cabe dentro el concurso que acude, se extienden velas en el patio que está
delante de la puerta, y así, a la sombra, puede la gente oír misa y el sermón
que se predica en la misma puerta» H. Fray Pedro Simón escribía en 1628
que el colegio era «de muy mediana fábrica, por haber poco que se fundó» 15.
Esta casa estaba situada en la plaza del muelle, junto a las carnicerías,
ocupando el solar en que se había pensado construir, años antes, un edificio
destinado a albergar las oficinas de la Aduana. En 1619 los jesuítas no con-
taban con más renta que «la de seis tiendas, que labrando la casa que oy
tienen se consumen en su fábrica que agora es de tablas» lG.
Como se ve, tenían propósitos de construir una residencia mejor, y
consta que antes de 1628 hizo una traza para la fábrica del Colegio de la
Compañía y muralla contigua el arquitecto Juan Mejía del Valle 17. Pero en
esa fe ~a seguían viviendo los religiosos con la mí ' ma estrechez, «sin tener
iglesia capaz para tanta frecuencia de sacramentos, concurso de gente a
las fiestas y sermones, claustros ni oficinas necesarias para tan santos ser-
vicios», razones que movieron al Cabildo secular para pedir al rey que les
favoreciera «con más que ordinarias limosnas» 1 •
Por esos años se estaba construyendo el sector de las murallas situado
a espaldas del Colegio, y como su trazado exigiera la ocupación de una parte
del solar de éste, surgieron las consiguientes reclamaciones por parte de los
religiosos. Por una real cédula se ordenó al Gobernador, en 1627, que procu-
rase solucionar el conflicto sin perjuicio de aquéllos y de acuerdo con el
interés público. Cuando se recibió la orden, el gobernador Diego de Es-
cobar había muerto, por lo cual, en carta d 17 de agosto de 1628, informó
el ingeniero Cristóbal de Roda sobre el caso, que antes habían examinado
el virrey del Perú, Conde de Chinchón; el presidente de la AudienCIa de
Chile, don Francisco Lasso de la Vega; el general de la armada, Tomás de
Larrasparu, y el de la flota de Tierra Firme, don Luis de Velasco, cuyas
opiniones coin idieron con la del ingeniero. Decía Roda que la muralla es-
taba ya construída y ocupaba parte del itio del Colegio, por lo cual era
imposible retirarla veinte pies hacia fuera, según disponía la cédula real.

14 ASTRAIN: Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España, tomo IV (Madrid.


1913). pág. 588.
15 Ob. cit., tomo V, pág. 364.

16 Informe del gobernador Girón (AGI: Santa Fe, 38).


17 Era natural de Alburqu~rque, en Extremadura. Fue aparejador del muelle de Málaga y cons-
truyó a destajo buena parte de las fortificaciones de Cartagena (AGI: Santa Fe. 108). Cuando hizo
la traza para el Colegio de la Compañía, Cristóbal de Roda le prohibió trazar otras obras en adelante.
por lo que. en agosto de 1628, Mejía suplicó al rey que le levantase la prohibición y le concediese
facultades "para poder inventar trazas y construir todas las obras que le encargasen en América"
(LLAGUNO-CEAN: Ob. cit.. tomo In, pág. 190). En Cartagena construyó el castillo de San Felipe
de Barajas (véase el capítulo siguiente) y varios trozos de las murallas de la ciudad y del arrabal de
Getsemam' (URUETA: Documentos ... , tomo 11. pág. 20l. AGI: Santa Fe. 989. libro 8. folios 92
y 110, v.).
18 Los jesuitas al rey. 15-VIII-1628 (AGI: Santa Fe, 63).

111

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA 1UDAD y S S FORTf FIC CIO ES E ' 1633

C01110 la muralla t nía de ancho treinta pies y bastaball diel. para la nece-
sidades de comunicación entre los trave~es de ambos lados de la cortina y
é ' la no había de lle ar artillería, propu o que se diese a lo religio o el
espacio de lo veinte pies restantes correspondientes a la parte onslruída
obre el olar del Col gio. Aunque Roda juzgaba que era ésta la única olu-
ción posible, reía que ni aun así les quedaría sitio suficiente para labrar
la iglesia y el Col gio 19,
En vista le ello, el gobernador Franci co de Murga autorizó a los je-
suíta ' para on -truir parte de la vivienda sobre la muralla, y así lo hicie-
ron, 'in duda con arregl a la lraza que había hecho Juan M jía del Valle.
Edificado a í 1 01 gio, lo religio o se mantu ieron en pacífica posesión
de la fábri a de la muralla que 1 sirve de a iento, hasta que el goberna-
dor Mel hor Aguil fa (1637-1640) mandó informar a arios mini~tro y, cn
cons cu 11 'ia, una r al cédula ordenó u d moli ión. La Compañía acudió
al Consejo dici ndo que se había empeñado en má de cin uenta mil pesos
«que importa el sitio tomado para la fortificación, y edificio fabricado $0-
br ella que se ha d demoler»; y como para desembarazar la muralla, de-
jando paso fran o a sus espalda, ra preciso no solamente d truir lo
edificado sobre Ha, ino, además, «darle por medio a la capilla mayor», el
cumplimiento de la di posición equi aidría al abandono del Colegio por los
Jesuíta, a que carecían de m dios para edificar de nuevo en otra parte.
Atendiendo esas raliollc , la real cédula de 1 d diciembre de 1645 20 enco-
mendó al gobernador el n Lui Fernández de Córdoba la solución del asunto.
El pleito a í com nzado duró arios añ . En 1656 propuso el ing niero
Juan de Som illa T jada que d plaza e la muralla hacia l xterior,
d jando ntre é ta l Col gio una calle, tal como aparece en un plano que
hizo enton (fig. 32). Informada la Corte, una real cédula de 31 de di-
ci mbre d 1657 admitió la olu ión propu sta por el ingeniero, a condi-
ción de qu la Compañía edificase a su co la los baluartes y la muralla,
prestando la fianza corre pondiente 21 . En 1659 se le concedieron lo alma-
cenes situado n la muralla d bajo del Colegio, cedi ndo los jesuítas a
cambio una ca a que tenían en la parte interior de la ciudad, en la cual se
instalaron las carnicería 22 .
La parte del Colegio de la Compañía construída en tiempos del gober-
nador Francisco de Murga y repre entada en el dibujo de Juan de Somovi-
Ila, se conser a actualm nte, aunque un poco ariada. Los arcos de medio
punto de la larga galería edifi ada obr la muralla vieja, fueron tapiados
en época no muy remota, tal vez cuando la casa se dedicó a cuartel en el

19AGI: Santa Fe, 218. La publican LLAG NO-CEAN: Ob . cit., tomo m, pág. 327.
20AG I: anta Fe, 989, libro 10, folio 106. Publicada con alguno errores de tran cripción por
URUETA: Documentos . .. , tomo 11 , pág . 263.
21 ANGULO: Planos ... , pág. 11 Y lám. 20.
22 RC. de 15·X- 1622 (AG I : Santa Fe, 43).

112

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE SAN DIEGO

siglo pasado. También subsiste la torrecilla que se ve en el plano, si bien un


tejado ha substituído al agudo chapitel que evocaba «con su severidad fe-
lipes ca las construcciones castellanas del XVII» 23. La iglesia es más moder-
na, y de ella me ocupo en el capítulo VII.

EL CONVENTO DE SAN DIEGO

El día 8 de febrero de 1608, el obispo fray Juan de Ladrada y el gober-


nador don Diego Fernández de Velasco dieron licencia para la fundación
de un convento de recoletos de la Orden de San Francisco, que se pu o bajo
la advocación de San Diego. Cuatro días más tarde la concedió el Cabildo
Secular. El fundador, fray Sebastián de Humillas, adquirió una casa con
limosnas que obtuvo de los vecinos y la redujo en forma de convento, a
lo que le ayudaron también aquéllos prestándole sus esclavos y dándole
materiales. Más tarde se comenzó a edificar el convento definitivo, encar-
gándose de costear las obras el Capitán Jorge Fernández Gramajo, quien
había dado al convento, y desde su fundación, una limosna de cinco reales
de pan diariamente.
Por una información de 1611 consta que Gramajo, síndico del convento,
estaba costeando la obra desde que se abrieron los cimientos y trabajaban
diariamente en ella, por cuenta suya, más de treinta esclavos carpintero".
albañiles y peones. La iglesia, que era «de piedra de cantería de muy rica
y costosa obra», estaba totalmente enrasada en esa fecha, faltando sola-
m ente cubrirla, para lo cual se iban labrando las maderas. También e ha-
bía fabricado « un quarto junto della de pilares de cantería y arcos de la-
drillo y celda de portero con dos celdas altas y otras dos sobre la sacris-
tía». Dirigía la obra el maestro mayor de la ciudad, Simón González, quien
declaró en la información haber cobrado, por aquella fecha, mil quinientos
pesos por la «cantería de portadas y pilares y otras piedras que a echo
labrar» 24.
Pocos años después, quizá cuando las obras tocaban a su fin, se debió
pedir al rey que confirmase la fundación, ya que la real cédula fechada en
San Lorenzo del Escorial, a 24 de abril de 1618, ordenaba a las autoridades
de Cartagena que informasen acerca de la utilidad que se seguiría de ella y
del estado de las obras. En agosto del mismo año informaron el Cabildo

23 ANGULO : Planos . .. , pág. 78. Parte de lo que fue Colegio de la Compañía es hoy Cuarte l. La
" call e de ronda" (B-B del plano) corresponde actualmente al patio de éste)' a un pequeño jardín de
lo religiosos, al cual se abre una de la puertas de la muralla vieja. Sobre el segundo piso de la crujía
repre entada en el plano existe otra planta con balcón corrido de construcción más moderna.
14 "El convento de San Diego de los Recoleto descalc;os de la horden de Santo Fran ci co d e la
ciudad de Cartagena de Yndias". Cuaderno de hojas sueltas (citado en adelante: "Expediente San
Diego"). AGI: Santa Fe, 243.

113

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

Eclesiástico y el gobernador don Diego de Acuña, dando cuenta de que


el convento era «una de las casas más bien labradas que ay en esta tierra
y está cassi acabada, pues no le faltan más que cerrar dos arcos del claus-
tro, y aunque es llana conforme a su intituto, es muy fuerte y bien labrada
y la casa e yglesia de mucha devoción», con una «buena huerta cercada de
cal y canto». Suplicaban a S. M. que confirmase la fundación, ya que era
de mucha utilidad, «por averse echo en lo alto de los Jagüeyes, donde no
ay otra parrochia ni convento, avitada de gente pobre» muy socorrida por
Jos religiosos, que también favorecían a los demás pobres de la ciudad y a
los soldados de las flotas y armadas, «en un refitorío que para este efecto
hicieron junto a la portería» 25. La fundación fue confirmada, puesto que
el 21 de octubre de 1625 se consagró la iglesia 26 , fecha que puede señalar la
terminación total de las obras del mona.sterio recoleto, calificado exagera-
damente por el bondadoso padre Simón de «tan acabado y perfecto como el
mejor que tiene toda Europa» 27.
El convento de San Diego (hoy cárcel de Cartagena) conserva actual-
mente uno de sus claustros, que es sin duda el que labraba Simón González
en 1611, ya que está inmediato a la iglesia. Es el primer ejemplar, con fecha
conocida, de un tipo cuyos elementos arquitectónicos se repiten en otros
claustros cartageneros, como los de San Francisco, Santa Clara, Santa Te-
resa y la Popa, por lo que cabe vincularlos todos al maestro mayor de las
fortificaciones, que parecía ser entonces el más acreditado en la ciudad,
cuya catedral había proyectado y dirigido. Tiene el claustro de referencia
doble arquería de medio punto sobre columnas de fuste monolítico, con
capiteles en forma de tronco de pirámide invertido, del tipo tan común en
Cartagena. Los arcos son de ladrillo, con las enjutas re altadas, y en los
ángulos se agrupan cuatro medias columnas, como en el crucero de la
catedral (fig. 30).
La iglesia fue destruída por una explosión, hace varios lustros. Se con-
servan los muros exteriores, a excepción de la fachada, que fué reconstruída.
Según aparece dibujada en el plano de la ciudad de 1716, era de una sola
nave, con unos contrafuertes exteriores contrarrestando el empuje del arco
de triunfo, y un porche a la entrada con dos arcos y un soporte central.
El Capitán Fernández Gramajo, principal benefactor y síndico del con-
vento, falleció el 23 de junio de 1626 y fue enterrado en la iglesia. La bella
lápida en mármol de su sepultura, se conserva hoy en el Museo Histórico de
Cartagena 28.

2S Ibídem.
26 Noticia historial . .. , BH, tomo IV, pág. 460. No encontré en la iglesia una lápida que perpe-
tuaba el hecho y que transcriben URUET A y pn~ERES: Cartagena y sus cercanías, página 181.
2? Ob. cit., tomo IV, pág. 364.
28 DEL REAL TORRES: Museo Histórico de Cartagena. Catálogo (Cartagena, 1942), página 143.

114

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENtO DE SANTA TERESA

EL CONVENTO DE SANTA TERESA

Doña María de Barros y Montalvo, viuda del vecino Hernán López de


Mora, deseando pasar el resto de sus días dedicada al servicio de Dios, pidió
al gobernador don Jerónimo de Zuazo que solicitase del rey la licencia ne-
cesaria que «en sus propias casas que en esta ciudad tiene», se le permitiese
fundar un convento de monjas de la regla de Santa Teresa 29, Según la es-
critura de fundación, concedida licencia por el Gobernador para hacer el
monasterio en la morada de la fundadora y previo el consentimiento y la
bendición del obispo Ladrada-según declara aquélla-, «puse por obra de
acomodar el edificio y labré iglesia capaz», Recibió la fundadora el santo
hábito, y «en este tiempo llegaron las cédulas del Rey Nuestro Señor para
el dicho señor obispo y gobernador, su fecha en Madrid a postrero de di-
ciembre del año pasado de mil seiscientos y siete en que da licencia para
la fundación». Así, pues, ésta se llevó a efecto en 1607 so,
Doña María de Barros trató de traer varias monjas de Castilla para ha-
cer la fundación del convento, pero, por motivos que se ignoran, éstas no
vinieron a Cartagena, y en su lugar lo fundaron la priora sor Magdalena de
Jesús y otras compañeras, procedentes todas del convento de Santa Clara
de ' Pamplona (Colombia). Sin embargo, la fundadora se reservó el derecho
de traer monjas de Castilla si así pudiera convenir «para perfeccionar este
convento» 31, y también dispuso-según asegura Nieto 32_que, en caso de
disolverse la comunidad, pasasen sus rentas al monasterio de Carmelitas
Descalzas que había fundado en Alba de Tormes la Santa de Avila. En junio
de 1609, el gobernador Diego Femández de Velas ca escribía al rey: «se co-
menzó esta obra y a benido en tanta perfección, que ya tiene cuatro monjas
profesas y otras tantas novicias» 33,
La iglesia del monasterio es un modesto templo de una sola nave, con
cubierta de madera y dos aguas en ésta y a cuatro en el presbiterio. La
portada es muy sencilla y ostenta sobre el dintel un escudo que, según me
informa don Pastor Restrepo, corresponde a los apellidos Sarmiento de So-
tomayor. El convento-ocupado hoy por la Policía Nacional-ha sido muy
reformado; subsisten unas crujías del claustro, con arquerías muy seme-
jantes a las de otros conventos cartageneros de la época,

29 El gobernador al rey, 1·IX-1605 (AGI: Santa Fe, 38).


30 REBOLLO; El convento de Santa Teresa, BH, tomo 1, pág. 497.
31 REBOLLO: Art. cit., pág. 504.
32 Geogra[s'a ... pág. 1 66.
I

33 El gobernador al rey, 6-Vl-1609 (AGI: Santa Fe, 38).

l1S

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

BL CONVENTO DE SANTA CLARA

Catalina de Cabrera dejó, a su muerte, un legado de dos mil quinientos


pesos, con destino a la fundación de un convento de re~giosas de la Orden
de San Francisco; pero bien porque la cantidad pareciese insuficiente para
ese fin o porque «por ser esa tierra tan infestada de corsarios ... no con-
venía fundar el dicho convento» 3\ el gobernador don Jerónimo de Zuazo
y el obispo fray Juan de Ladrada decidieron aplicar las rentas de aquellos
bienes al sostenimiento del hospital de San Sebastián. En este sentido in-
formaron al rey y, en consecuencia, una real cédula ordenó que los bienes
se aplicasen al hospital, «fundando una memoria en él por la difunta», y
pagándose también con ellos la dotación de una cátedra de Gramática. Así
se hizo, y tanto ésta como un sitio que también había dejado la difunta para
fundar el n10nasterio, se adjudicaron a los jesuítas que, a la sazón, habían
obtenido licencia para fundar casa en la ciudad.
Como no se podía variar la finalidad del legado sin el consentimiento
de la Santa Sede, la Corte lo solicitó por medio del embajador en Roma, el
cual envió a España en 1610 las bulas que lo concedían, cuya ejecución iba
encomendada al provisor de Cartagena. Parece ser que el Cabildo Catedral
hizo saber entonces al rey que los informes enviados a S. S. se habían
falseado y, al mismo tiempo, los franciscanos enviaron a Roma a fray Gui-
llén de Peraza-«fraile descal<;o de la Orden de San Francisco>>--, que en
1614 estaba en la Ciudad Eterna gestionando la revocación de aquellas bu-
las, basándose en que el mona terio estaba «ya fabricado de otras limosnas»
y se podía dotar ampliamente con los bienes legados por Catalina de Ca-
brera 35 . El pleito terminó favorablemente para los franciscanos, pues en 1615
el embajador en Roma, don Fernando de Castro, daba cuenta al rey de que
fray Guillén había obtenido la revocación, y S. S. había ordenado que, tan-
to el Hospital con10 el Colegio de la Compañía devolviesen los bienes, y éstos
se aplicasen al monasterio de monjas, de acuerdo con la voluntad de la
testadora 36.
Dos años más tarde, fray Guillén de Peraza llegaba a Cartagena con tres
religiosas del convento de Santa Inés, de Sevilla, encargadas de llevar a
cabo la fundación: sor Catalina de la Concepción, que iba de abadesa; sor
Inés de la Encarnación y sor Leonor de los Angeles, 9,ue llevaban consigo
su servidumbre 37. En julio del mismo año (1617), una real cédula ordenaba

~ RC. de 6-VI-1617 (AGI: Santa Fe, 247).


3S Don Fernando de Castro, embajador en Roma, al rey. 14-VIII-1614; informe del Consejo.
14-11-1615 (AGI: Santa Fe, 247).
36 El embajador al rey. 8-IX-1615 (AGI: Santa Fe, 2).
37 SIMON: Ob. cit., tomo IlI, pág. 185.

116

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE SANTA CLARA

al gobernador don Pedro de Acuña que aplicase a la fundación del mo-


nasterio las rentas que se habían adjudicado al hospital 38. En su cumpli-
miento, la fundación se llevó a cabo en seguida, y «aunque se avía comen-
9ado a hacer la obra de su convento», como «solamente [estaban] echas las
paredes de la yglesia», alquilaron unas casas situadas en la calle de la Cruz,
que eran propiedad del vecino Pedro Fernández de Tolosa. Una de ellas «se
adere9ó para de pre tado lo mejor que se pudo», instalando la capilla en
una sala, y la otra se destinó a vivienda del Vicario y de la servidumbre.
En el barrio de los Jagüeyes-«que es el mejor sitio y más apropósito
que ai en esta ciudad, por ser parte alta, fresca y de agua dulze>>-estaba
situado el convento en construcción, que en 1619 tenía «cubierta la yglesia
y hecha una escalera y parte de las paredes de la serca». Pero la fundación
se ncontraba en la peor situación económica: habían gastado mucho en
albañiles, carpinteros y peones, se calculaba en cuarenta mil pesos la can-
tidad necesaria para terminar el edificio y la comunidad no tenía otros in-
gresos que las escasas rentas que producía el legado de la fundadora, que
apenas bastaban para atender al pago de los alquileres de las casas y a su
sustento.
Entonces el convento encontró un bienhechor en el vecino Pedro Oso-
rio-«persona muy rica y abonada»-, padre de una novicia que acababa
de profesar, el cual se obligó por escritura pública, otorgada el 19 de julio
de 1619, a pagar a la Real Hacienda diez mil pesos si se le concedía al mo-
nasterio, por tiempo de dos vidas o por cincuenta años, una encomienda de
indios que estaba vacante por fallecimiento del encomendero don Jerónimo
de Portugal y Córdoba, prometiendo hacer efectiva aquella cantidad el día
que se entregase a la comunidad la cédula que concediese esa merced. La
comunidad elevó al rey una petición en este sentido, acompañada de una
información 39, y la merced se concedería, pues el convento se terminó
en 1621 y una lápida sepulcral perpetúa en él la memoria de su benefactor,
Pedro Osorio '0.
El convento de Santa Clara, de Cartagena, es una gran edificación ocu-
pada hoy por el Hospital de Caridad. Aunque en el siglo XVIII las crecientes
del mar lo destruyeron en parte, y modernamente ha sido muy reformado
para acomodarlo a su actual destino, se conservan todavía el claustro prin-
cipal, la iglesia, la portería y otras dependencias, que dan idea de la ampli-
tud e importancia que tuvo en épocas pasadas. El claustro, con su doble
arquería de medio punto sobre columnas, es idéntico a los descritos en
otros conventos de la época, tanto por su distribución y estructura como
por la forma de sus elementos constructivos. La iglesia es de modestas pro-
38 RC. de 6-VD-1617 (AGI: Santa Fe, 247).
39 "Ynformación del convento de monjas de Santa Clara en Cartagena". Con un testimonio de la
escritura otorgada por Pedro Osorio (AGI: Santa Fe, 243).
40 "Aquí está Pedro Osorio, bienhechor de este convento" (URUETA y PINERES: Ob. cit., pág.
185). No la encontré en la iglesia.

117

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

porciones, de planta rectangular, con una sola nave y contrafuertes exterio-


res correspondientes al arco que la separa del presbiterio. A los pies de la
nave está el coro, separado por una reja con celosía. Detrás de la iglesia
se encuentra la sacristía, y en ésta hay una cripta para enterramiento de
las monjas, que se construyó en 1774, siendo abadesa sor Rosalía de la
Concepción Castellanos n. En la fachada lateral del templo hay ventanas de
hueco rectangular, con rejas de madera y tejaroces, una bella espadaña, y
la portada principal, que tiene decoración de casetones en la rosca del arco,
una gran ménsula en la clave y frontón triangular con remates piramidales,
coronados por bolas, todo de sabor renacentista (fig. 44). En la portería
calle del Torno-se conserva la techumbre plana sobre vigas longitudinales
que se apoyan en una transversal y descansan en canecillos. Está fechada
en 1778.

EL CONVENTO DE LA MERCED

Por real cédula, dada en Madrid a 6 de junio de 1617, se concedió li-


cencia a la Orden de la Merced para fundar un convento en Cartagena y,
en consecuencia, el Comisario General de la Orden, fray Francisco de
Oviedo, presentó cinco meses después el documento ante el gobernador
don Diego de Acuña y solicitó su ejecución 4:1!,
Como cuando escribía sus Noticias el padre Simón (1628) la obra del
monasterio estaba «muy en sus principios», la fecha que existía en la por-
tada principal de la iglesia -«Año de 162S»-debe corresponder al comien-
zo de la edificación, según acertadamente observó Saldaha, quien hizo na-
tar también la equivocación de Flórez de Ocariz al situar la fundación en
1616, fecha inadmisible, ya que la licencia fue concedida un año después 43.
El convento mercedario tuvo una iglesia de regulares proporciones y
un gran claustro adosado al lado del Evangelio; aquélla era de tres naves,
según se indica en el plano de la ciudad levantado en 1716 por el ingeniero
Herrera Sotomayor. Una parte de las arquerías del claustro, muy reforma-
do modernamente, subsiste en el actual Palacio de Justicia, y los muros
exteriores de la iglesia fueron aprovechados en la construcción del teatro
Heredia. La fachada del templo tenía una sencilla portada, flanqueada por
pilastras y coronada por un frontón; su torre, con arcos de medio punto y
pilastras en el último cuerpo, era de tipo semejánte a la antigua de la ca-
tedral ".

41 Así consta en una inscripción.


42 URUETA: Documentos . .. , toml) 11, pág. 47.
43 SALDANHA: El convento mercedario de Cartagena, BH, tomo IlI, pág. 14.
44 Fotografía en SALDANHA: Artículo citado en la nota precedente.

118

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS

EL HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS

El padre fray Francisco Hernández, de la congregación de San Juan de


Dios-dedicada al cuidado de enfermos-, al regreso de un viaje a Nueva
España decidió volver a las Indias y fundar algunos hospitales, a cuyo fin
solicitó licencia real para pasar con cinco religiosos «a la parte de Tierra
Firme, cuyo primer puerto es Cartagena». Accedió el rey, y por real cédula
de 2 de diciembre de 1595 ordenó a los oficiales de la Casa de Contratación
de Sevilla que concediesen licencia al padre Hernández y a los religiosos
para pasar a las Indias a encargarse de los hospitales de Cartagena, Nombre
de Dios y Panamá. El 21 del mismo mes se despachó otro decreto orde-
nando que, de los haberes reales, se les pagase el viaje hasta Cádiz y el pa-
saje a las Indias.
Después de una feliz travesía llegaron los religiosos a Cartagena en 1596.
Presentaron los decretos reales al gobernador y al obispo, y habiendo con-
sultado con éstos «la materia de la fundación», les señalaron vivienda «hasta
tomar forma de entregarles un hospital que avía y se llamaba de San Se-
bastián», cuyo cuidado se les confió más tarde 45. Posiblemente fray Fran-
cisco y algunos de los religiosos se trasladarían después a Panamá y Nom-
bre de Dios para establecer otras fundaciones, pues en 1603 pasaron a Car-
tagena desde el hospital de Antón Martín cuatro religiosos de la misma
congregación, y en mayo de ese año el hermano Francisco López, superior
de ellos-que se intitulaba Hermano Mayor del Hospital de San Sebas-
tián-, escribía al rey: «Anos recibido muy bien don Gerónimo de C;ua<;o,
governador y ministro de vuestra magestad» 46. En el mismo año, los juani-
nos fundaron un hospital para convalecientes en el barrio de Getsemaní.
A poco de llegar a Cartagena el hermano Francisco López, informó al
rey de las necesidades del hospital. El establecimiento atendía a gran nú-
mero de enfermos, pero sus rentas eran tan escasas que apenas bastaban
para aquellos cuidados; y en cuanto a la parte material, «la casa yglesia
está tan arruinada que si no se repara con brevedad se verná su edificio al
suelo» '7. Como parece ser que ya el monarca había concedido a la institu-
ción la suma de cuatro mil ducados «para ayuda del edificio de la dicha
casa», pidió informes al gobernador don Gerónimo de Zuazo, y éste en
carta de noviembre de 1605, dió cuenta de los gastos que tenía el estable-
cimiento, insistiendo en la cortedad de la5 rentas, insuficientes para aten-
der a los müchos enfermos que a él se acogían. Comunicaba además el

45 FRAY JUAN DE LOS SANTOS: Chronología Hospitalaria ... (Madrid, 1716), pág. 294 Y ss.
46 Carta de 16-V-1603 (AGI: Santa Fe, 240).
47 URUETA: Documentos . .. , tomo 1, pág. 273.
48 El gobernador al rey, l-XI-1605 (AGI: Santa Fe, 38).

119

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

Gobernador que, poco después de tomar posesión del gobierno, había am-
pliado el edificio, haciendo dos salas grandes, cocina, despensa y refec-
torio, y faltaba hacer la iglesia y un dormitorio para mujeres 48. En 1607 es-
cribió de nuevo, dando cuenta de que habían privado al hospital del disfrute
de ciertos bienes legados por Catalina de Cabrera para fundar un convento,
por lo que, al perder esas rentas, la situación económica del establecimien-
to era muy difícil·9•
En 1612, el Cabildo propuso a los hermanos de San Juan de Dios que
se hiciesen cargo del hospital, con todos sus bienes y rentas, proposición
que aceptaron bajo ciertas condiciones, que fueron discutidas por el Cabil-
do, el cual, a su vez, añadió otras y las notificó a los religiosos. Reuniéronse
éstos en la capilla mayor del Hospital de San Sebastián el 29 de noviembre
de ese año, presididos por el hermano mayor Juanes de Segura, y leídas las
condiciones, todos fueron unánimes en aceptarlas, firmando, en unión de
los testigos, el acta que levantó el escribano.
Las condiciones eran, entre otras, que el Hospital del Espíritu Santo,
que habían levantado en el barrio de GetsemanÍ, «se estará como se está
sin proseguir en su fábrica ni edifficio» hasta tanto que S. M. aprobase la
entrega del de San Sebastián a los religiosos y, una vez obtenida la aproba-
ción real y con ella la propiedad de este e tablecimiento, tendrían la obli-
gación de deshac r aquél y añadir sus bienes a lo que el de San Seba tián
poseía.
Los juanino pidi ron licencia al obi po y, obt nida ésta, el 3 de enero
de 1613 e hizo la escritura de entr ga del Hospital de San S bastián a lo
religio os so. En esto documentos se cita la capilla de San Cosme y San
Damián, en la igle ia del hospital. Ocupaba éste el solar en que estuvo si-
tuada la primitiva catedral de Cartagena, en la esquina de las actuales ca-
lles del Coliseo y del Colegio. El edificio-oeupado en el siglo XVIII por el
Seminario de San Carlos-ha sido muy transformado y nada queda de lo
'q ue en tiempos sirviera de hospital, a excepción de la portada de la igle ia ,
que carece de interés arquitectónico.

LA CASA DE MONEDA

En cumplimiento de una real cédula de 26 de octubre de 1620, el ca-


pitán Alonso Turrillo de Yebra fundó una oficina para labrar moneda, en

49 El albacea de Catalina de Cabrera había conseguido que e embargaran lo bienes para atender
con ellos a la fundación de la Clarisas, de acuerdo con la voluntad de la difunta. El gobernador in istio
en la necesidad del Hospital, "pues sin este monesterio - decía - hay otros cinco, que para lugar que
no tiene ochocientos vecinos son muchos monesterios". (Carta de 12-VII-1607; AGI: Santa Fe, 38).
SO "El combento de San Juan de Dios de la ciudad de Cartagena" (un cuad rno), folio 34 (AGI:
Santa Fe, 246).

120

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CASA DE LA MONEDA

una casa que arrendó en cuatrocientos pesos. Diez años después, como con-
secuencia de otra disposición de 17 de marzo de 1630 51 , pidió el Cabildo que
se obligase a construir casa propia, con arreglo al plano que se le entregase,
a lo cual se manifestó dispuesto Turrillo, que solicitó la entrega del plano.
Por orden del gobernador, hicieron entonces los alarifes Francisco Mo-
reno y Juan Salvador una «Planta de la casa en que se ha fundado la ofi-
cina para labrar moneda en esta ciudad de Cartagena» (fig. 26), con el
fin de «tasar lo gastado en ella» 52 ; en la planta se hacían constar las re-
formas introducidas por Turrillo en la casa, para instalar dicha oficina.
Parece deducirse de esto que consta en el mismo plano, que no se con -
truyó una casa de nueva planta, sino que se hicieron en otra las reformas
necesarias, ya que en aquél se manifiesta «lo que estava hecho ... y lo que se
ha hecho para la oficina».
La casa de Moneda, de Cartagena, es la misma que con este nombre se
conoce en la actualidad, y está habitada hoy por su propietario, don Rafael
Zubiria 53 . La primitiva construcción que existía cuando estableció sus ofi-
cinas el capitán Alonso Turrillo-Ia que en el plano se indica con trazo
grueso-se conserva actualmente, y el solar es el mismo. En la fachada, la
única variación consiste en haber convertido en ventana la puerta de la
accesoria frontera a «el despacho». Este, el zaguán, la «sala de la Balan~a»,
el aposento de la «afinación» y la sala del «thesoro», están tal como apa-
recen en el plano, así como el «corredor bajo», con dos arcos de medio
punto sobre una columna de fuste monolítico y cilíndrico, con capitel de la
forma t ronco-cónica tantas veces descrita. La sala de «acuñación » ha des-
aparecido; la hornaza, la sala de «ensaye» y la de «fundición de la plata»
forman hoy una crujía, con arcos transversales y techo de madera sobre
gruesas vigas. Bajo el piso del corral se han encontrado restos de hornos
y otras edificaciones similares.
Aunque en el plano no se indica si la casa era de dos plantas, es de su-
poner que sí lo fuera, y que en los altos estuviera la vivienda de Turrillo.
Los títulos de propiedad M acreditan que la casa existía desde antes de 1620,
y que a principios del siglo XVIII precisaba algunas reparaciones para que
pudiese ser habitada. Exteriormente, es un bello ejemplar de arquitectura
local, con severa portada de hueco adintelado y balcones en el piso alto
(fig. 45). He de señalar la semejanza de los dos laterales con los de la
Aduana proyectada en 1620. En el balcón central, los canecillo s son de un
tipo semejante a los que se encuentran en los tirantes de la cubierta de la
catedral y en los de la iglesia de Santo Toribio.

51 URUETA y PI1'IERES: Ob. cit., pág. 118.


52 ANGULO: Planos . .. , pág. 79 Y lám. 22.
S3 Desgraciadamente, un incendio la destruyó en junio de 1947.
54 Me es grato hacer constar aquí mi agradecimiento al señor De Zubiría - personificación de la
caballerosidad e hjdalguía cartageneras- por haberme permitido consultarlos y por cuantas facilidades
me dió cuando hice el cotejo del plano.

121

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SU FORTIFICACIONES EN 1633

La Casa de Moneda estaba situada en la calle de la Cruz, nombre que


entonces recibiera la que arranca en la de Badillo y termina en la muralla.
Después, el establecimiento de referencia dió nombre al primer trozo de aque-
lla calle, correspondiente a la cuadra en que se encuentra la Casa de Mo-
neda, y siguió l1amándose calle de ]a Cruz la continuación de ésta.

LAS CASAS REALE

Al finalizar el sigl XVI, las casas de tablas donde se encontraban esta-


blecidas las oficin as de la Contaduría y la Real Caja estaban en estado rui-
noso, por ]0 que el rey ordenó que e labrasen unas Casas Reales nuevas en
la plaza del muelle, con el producto de la venta de las antiguas y seis mil
pesos que se destinaron a ese fin 55.
El gobernador don Jerónimo de Zuazo daba cuenta al rey, en diciembre
de 1602, de que los oficiales reales habían recibido una cédula que así lo
ordenaba. y proponía, para que la fábrica resultase menos costosa, que en vez
de seis mil pesos de plata en ayada le enviase cien esclavos negros, pues con
ellos podía edificarse la nueva casa en un plazo de dos años. De lo contra-
rio, creía que co taría mucho la edificación, a causa del elevado precio de
los materiales 58.
Parece ser que los oficiales, excediéndose en sus atribuciones, compraron
una ca as _ a h chas y, conservando las vieja , in talaron por separado la
Contaduría y la R al Caja, conducta que fue desaprobada. por lo que la
Audiencia anuló más tarde la venta 57. 1 gobernador Zuazo informaba a la
Corte en 1603 de que había en la ciudad dos Casas Reale y otra que había
ocupado el proveedor y el contador de la galera , las cuales e taban viejas
y arruinadas por tener mucho afio de fabricada y «en esta tierra no ser
tan durables los edificio s'~ . Por todo ello hacía ver la conveniencia de que
las casas se vendiesen para, con su importe, hacer unas «casas principales
en un suelo sobre la mar que tengo señalado », en las cuales tuviesen aloja-
miento Jos oficiale de la Hacienda y de las galeras, los almacenes de ésta ..
una « lonja a modo de aduana para descargar en ella las mercancías ... y
quadra donde se junten los dichos oficiales ... a sus acuerdos» 511.
Por encargo de] gobernador ' del contador Giral, el ingeniero director de
las fortificaciones, Cri tóbal de Roda, hizo el plano del nuevo edificio en
1620. Un año después , la obra estaba rematada en Alonso Cuadrado, en
veinticinco mil ochocientos pesos, cantidad inferior a la calculada en una

ss ANGULO: PLanos . ..• pág. 79.


56 El gobernador al rey, 29 ·XII·1602 (AGI: Santa F ,38).
57 ANGULO: Planos . ... pág. 79.
58 El gobernador al re y, 1·VIfI · 1603 (AGI : Santa Fl', 38).

122

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LAS CASAS REALES

tasación secreta que había hecho Roda. Según las condiciones del remate,
formadas por éste y Giral, las casas debían edificarse en la plaza del muelle,
entre las del tesorero Rebolledo y la puerta del puente de San Francisco
y arrimadas a la contramuralla que allí se había de construir. Se fijó en
veinte meses el plazo de terminación de la obra que, en diversos momentos,
recibiría el visto bueno de Roda y se establecía que los muros fuesen de
ladrillo, con esquinas, ventanas y puertas de cantería. Con más detalles se
especificaban los términos en que debía ejecutarse la parte de carpintería.
En 1622 estaba enrasado el primer piso y había sido necesario añadir al
proyecto unas azoteas o torrecillas para vigilar la costa y un balcón corrido
de madera. El maestro mayor de la ciudad y de las fortificaciones, Lucas
Báez, lo era también de la Casas Reales y certificaba en esa fecha: «la obra
no cessa y será de las más ynsignes de las Yndias»; y el contador Giral
advertía que se echaba ya de ver la grandiosidad del edificio y confiaba en
que podría alojar al virrey o a la Audiencia si alguna vez se establecían en
la ciudad 59.
El plano dibujado por Cristóbal de Roda (fig. 25) presenta la plaza for-
mada por los cuarteles de casas y murallas, que forman un ángulo entre
dos baluartes, en el cual aparece el muelle. Relacionando este plano con el
de 1571, vemos en ambos los mismos cuarteles de casas en el costado norte
de la plaza, coincidiendo el «quartel donde oy está la contaduría» con el que
ocupaba la «casa de constratación» en 1571 (fig. 11). En cambio, el «quartel
donde posa el thesorero con la caxa real», parece ocupar un espacio que
en 1571 no estaba edificado. En el plano de Roda, la plaza tiene forma tra-
pezoidal, debido al ángulo que forma la muralla, a la cual aparece adosado
el edificio de las Casas Reales, pero no se construyó en esta forma; la mu-
ralla se hizo recta, entre los baluartes de San Antonio de Padua y San Ig-
nacio, adoptando la misma disposición el edificio adosado a ella y conser-
vando la plaza su forma triangular, tal como la tuvo en un principio y la
tiene hoy. Es de suponer que la cortina de muralla situada a espaldas de las
Casas Reales se construiría al mismo tiempo que éstas, pues en 1623 se ha-
bían comenzado dos baluartes junto al muelle 60, que no pueden ser otros
que los nombrados anteriormente.
Según el plano de Roda, la disposición del edificio era la siguiente: una
puerta de la muralla comunicaba el muelle con dos grandes almacenes
dispuestos a un lado y otro, y formaban la crujía siguiente los portales
abiertos sobre la plaza. En la planta alta quedaban las oficinas de con-
taduría y tesorería y las viviendas de los empleados, aquéllas en el centro
y éstas en las alas, con escaleras independientes y con una galería a la plaza.
El actual edificio de la Aduana no coincide totalmente con el proyectado

S9 ANGULO: Pl4nos .•.• pág. 70 y ss.


60 El gobernador al rey, 24-111-1623 (AGI: Santa Fe, 38).

123

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

por Cristóbal de Roda. Es posible que al decidir hacer la muralla recta


fuese necesario introducir en el plano algunas variaciones. La actual Adua-
na (fig. 20) ti ne solamente trece arcos en la planta baja; el espacio que
corresponde a ]os dos últimos de cada lado de los portales está ocupado
por las escaleras. Los corredores altos no se hicieron, pues se cerró el muro,
convirtiéndolos en habitaciones con balcones volados de madera. Sí coin-
ciden con el plano los huecos que tiene cada crujía de la planta baja las
puertas de acceso a los almacenes y la d la muralla, que conserva su hi -
tórico nombre de «Puerta de la Aduana».
Los portales de la Aduana. con sus columnas de fu 'te corto v su: ar o
de medio punto, recuerdan las arquerías de los claustros conventuales de
la época. Los ha1cone , de madera, ponen una nota local en la fachada: por
la forma de sus canecillos, balaustres ~' columnillas, parecen ser de la época
en que se construyó el edificio.

LA CASA DE LA INQUrSTCTó

Por real cédula de 2S de febrero de 1610 se instituyó el Tribunal del


Santo Oficio en Cartagena, con jurisdicción sobre un distrito muy extenso,
que comprendía desde el Nuevo Reino de Granada y V nezuela hasta la
lejana Nicaragua, Panamá, Santo Domingo y las i la de Barlovento. En
scpti mbre del mismo año llegaron lo inqui idores y demá funcionario,
y el Tribunal quedó constituído 61 , instalándo e la oficina y viviendas
de lo mini tro en unas casas situadas en la plaza principal de la ciudad
(fig. 38.)
Junto al Tribunal había una casas VI Ja , con huertas y corrales, pro-
piedad del capitán y r gidor Di go de Matute , que el Cabildo qui o comprar
en 1621 para edificar Ca, a de A.'untamiento, cárc 1, cuerpo de guardia y
re idencia para los gobernadores. El Santo Oficio, cuyos locales eran es-
trechos e in uficientes, vió ntonces la posibilidad d extender sus oficinas
dependencias y. haci ndo valer sus razones ante el Cabildo, éste les cedió
la opción a compra. En consecuencia, el Tribunal adquirió las ca as y so-
lares y la Suprema de Madrid, en 1626, aprobó la compra y áutorizó la
construcción de una casa apropiarla para el Tribuna1. «Haréis que se dis-
ponga la traza-decía-y que se mire despacio atendiendo a 10 más forzo o
y que se edifique con mucha comodidad, dándonos aviso primero de 10
que azerca de todo acordareis».
En 1628, los inquisidores de Cartagena remitieron a Madrid los plano
del edificio proyectado por el maestro mayor de las fortificaciones, Lucas
Báez, acompañados de una «memoria» en la que éste aconsejaba que la

61 MEDINA: Historia . .. de la Inquúidón de Cartagena de las Indias, pág. 43 Y ss.

124

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CASA DE LA INQUISICIÓN

obra se hiciese por administración, trayendo de Sevilla los herrajes y la


clavazón para que resultasen más baratos. Sacados a pregón los materiales,
el regidor y capitán Agustín de Barahona se comprometió a suministrar
las maderas necesarias para la obra. Por carta de 1 de mayo de 1629, el In-
quisidor general aprobó los planos y dispuso que se diese principio a la
fábrica 62.
El proyecto del Santo Oficio no agradó al gobernador Francisco de Murga.
Tal vez dolido al perder la oportunidad de que el Cabildo le construyese un
buen palacio en el sitio más calificado de la ciudad, escribió al rey en 1630,
enviándole «una planta de la propiedad que el Tribunal de la Inquisición
tiene adquirida para hacer su casa, ocupando la Plaza Principal y el juz-
gado secular y comercio, quitando a la ciudad su autoridad y el lustre que
deve tener». Suplicaba al monarca «que esto se vea y advierta que siempre
estos tribunales eligen lugares onestos y separados de la publicidad y en
esta ciudad hay muchos acomodados donde poder edificar» G:l .
El plano (fig. 38) muestra, en planta, no sólo el sitio adquirido por
la Inquisición, sino toda la actual Plaza de Bolívar, cuya configuración no
ha variado desde fines del siglo XVI hasta hoy. En el costado oriental de la
plaza tenía su morada el capitán Diego de Matute. En la misma manzana
estaba la casa del gobernador, dando frente a la Plaza de Armas, que es la
que hoy se llama de la Proclamación.
Los planos del edificio proyectado por Lucas Báez (figs. 36 y 37) son in-
teresantes, por cuanto nos dan idea de la distribución de los servicios y de-
pendencias del Tribunal del Santo Oficio~. No faltó a los Inquisidores el
sentido de lo utilitario, ya que todo el frente de la plaza, n planta baja,
staba destinado a locales de alquiler, que aparte de proporcionar saneadas
rentas en una ciudad de tanto comercio como Cartagena, contribuían a
alslar del exterior los patios y cárceles. El zaguán de entrada comunica con
un patio pequeño, porticado en tres de sus frentes, donde se encuentra la
escalera de acceso al piso superior. Una puerta situada al fondo comunica
con otro patio muy amplio, donde se alza un cuerpo de edificación aislado
y en ángulo, con treinta y tres aposentos destinados a cárcel e de los de-
lincuentes. Este patio, donde también se encuentra el «aposento de dili-
xencias>-¿sala de tormento?-, comunica por un largo corredor con la fa-
chada trasera del recinto, donde estaba-con acceso por la plazuela de
Santo Domingo-Ia «entrada secreta del tribunal y cárseles». En la planta
alta se distribuían las oficinas y dependencias: sala del Tribunal, capilla,
cuarto del secreto, cárcel de familiares, vivienda del alcaide, cocina y des-

62 Archivo Histórico Nacional, Madrid: Inquisición, Cartagena de Indias, legajo 1607, número 3.
63 El gobernador Murga al rey, 6-IX-1630 (AGI: Santa Fe, 39).
64 Sobre la actuación del Tribunal de Cartagena en esta época, véase TE] ADO: La vida social en
Cartagena de Indias durante el seisáentos, Sevilla, 1954.

125

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES E 1633

pensa. Unos corredores volados comunicaban esta planta con las cárceles.
A juzgar por la planta, la fachada sería semejante a la que el ingeniero
Cristóbal de Roda había proyectado años antes para las Casas Reales (la
actual Aduana), cuyas obras estuvieron a cargo del maestro mayor Lucas
Báez. Un pórtico con arco daba frente a la plaza, y un balcón volado, de
madera, se extendía a lo largo de las dos fachadas del edificio.
Al parecer, la casa no se construyó, al menos en su totalidad, pues el
fiscal Eizaguirre, en 1641, y el visitador Medina Rico más tarde, hicieron
levantar planos y pidieron presupuestos para unas obras que no se llevaron
a efecto 65. El hermoso edificio de la Inquisición, que hoy se admira en la
Plaza de Bolívar, data del siglo x IlI. De él se trata en el capítulo VIII.

EL INGENIERO CRISTÓBAL DE RODA

Durante más de veinte años, desde 1609 hasta 1631, desempeñó la direc-
ción de las fortificaciones de Cartagena el ingeniero Cristóbal de Roda. Na-
cido en Italia hacia 1561 66 , muy joven entró al servicio de España a las
órdenes de su tío Juan Bautista Antonelli, «el mayor», que fué su ma stro
en la técnica de la arquitectura militar. Desde 1578 aparece junto a éste
visitando las costas de la Península, interviniendo en la jornada de Por-
tugal y ayudándole en sus proyectos de navegación del Tajo. Cuando en
1588 murió el más viejo de los Antonelli, quedó a cargo de Cristóbal de Roda
esta magna empre a, en la que estuvo ocupado hasta 1591. En f brero de ese
año vivía en Madrid, en el Mullid ro de San Francisco, según declaraba en
una información hecha por su pariente Francisco Garav lli Antonelli, con
el fin de obtener licencia para pasar a las Indias 67. Poco despué era el pro-
pio Roda quien se ponía en camino, pues a solicitud de su tío menor, Bau-
t~sta Antonelli, se le ordenó pasar a La Habana a servir el cargo de ayu-
dante de éste, supliéndole en la dirección de las obras del puerto cubano
durante sus ausencias y enfermedades 68. En noviembre del mismo año estaba
en La Habana, y allí trabajó hasta que, a propuesta de la Junta de Guerra,
fué destinado a Cartagena de Indias con mil ducados anuales de sueldo, a
fin de dirigir los fuertes que había proyectado el comendador Tiburcio Spa-
nochi. Debió llegar Roda a su nuevo destino a fines de 1608 o principio
de 1609, y deteniéndose sólo el tiempo indispensable «para acabar las trazas
y descripción y relación de esta ciudad», siguió viaje a Portobelo, Río Cha-
gre y Panamá; proyectó fortificaciones en esos lugares y regresó a Carta-
gena, de donde escribía en junio de 1609 dando cuenta de sus trabajos.
6S MEDINA: Ob. cit., pág. 265.
66 En 1591 declaraba tener treinta años (LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo m, pág. 385).
67 Ibídem.
68 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo I1I, pág. 86.

126

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL INGENIERO CRISTÓBAL DE RODA

Su frecuente correspondencia con la Corte permite conocer, año por


año, Su contrariedad económica profesionales, u disgustos y sus
anh lo ', Ya en 1609 pedía que le señalasen el mi mo ueldo que, en cir-
cunstancias análoga, di 'frutaba su tío Bautista Antonelli, y suplicaba que
le fue e pagado «de buena moneda, porque en esta ciudad hay una moneda
que le llaman plata corri nte, que qui r n los oficiale real ' pagar con ella,
y pierde diez por ciento».
En 1616 dirigía al Con ejo de Indias una relación de su servicios, en
apo o de una nue\'a solicitud dt; aumento de sueldo, Suplicaba, una ez más,
que 1 a ignaran el mi IDO alario que había disfrutado Antonelli: «aunque
ha tenido por afrenta-deCÍa-que no s haga con él lo qu con su ante-
ce or, pecialmente encargándole V. M. la obra de mayor confianza y arte
que hoy día e labra 11 la cri tiandad, 1 amor de su real servicio y las di-
lig n ias que con V. M. han h cho los gobernadores, certificando u lim-
pieza de mano!:>, u dilig n ia y iudado, 1 han h cho sobr II ar la necesi-
dad qu ha pade ido y pade e». Un año d spués volvía a insistir en sus pe-
tI 1011 : « Yo y el ing niero Antonelli t n mos a nuestro cargo la más in-
signe fábrica que V. M. ti n n todos su reino, y por mi traza y parecer
V. M. la ha n1andado ej cutar, y yo e hé las cuerda la llevo con todo
cuidado, procurando qu 1 r al de V. M. valga do , con harta murmuración
de lo qu no dicen n mi ara, que para qué so tan esca o en mirar por
la r al haci nda, pues no la he de heredar.,,»; « no hay ningún ingeniero
de V. M. que no e té cargado de mercedes y títulos; sólo nosotros somos
lo de gra iado lo que s r irnos más; esta fortificación no importa
m enos que la de Amb res, de Pamplona y de Ja a, y Pachot , Frantin y
Tibur 'io tenían dos y tre ' mil ducados al año, y lo mismo lo ' de agora qu
e tán holgando en e a orte». Suplicaba d nue o el mi mo sueldo que ha-
bía tenido u antece 01' y un títul de capitán, y que aumenta en el sueldo
a su a udante Juan Bauti ta Antonelli, hijo del segundo de igual nombre,
que Roda había traído onsigo desde La Habana, «Con esto-d cía-toma-
r mo ánimo, porque alguna ez h e tado tan desesperado que me h que-
rido ir huyendo de aquí, o enviar el a udant , o cuando no pudiese, meter-
me en una estancia y morir». En igual fecha-18 de julio de l617-escribía
Roda a un amigo y protector u o en la Corte: «Ya pasan de veinte y ocho
año. qu e toy ir iend en la India, y adond otros huelgan y nrique-
cen, o y mi a udante e tamo pobres, trabajando noch s y días, ahorran-
do a S, M. su hacienda ... ; ésta es la más insigne obra del mundo; yo no
sé c ' mo la confía S. M. de hombres que irven tan afligidos y desconten-
tos y qu mueren d hambre.» En otra carta al rey, escrita a fines del
mismo año, in i tía en sus p ti iones de aumento de sueldo y en que «le
mande dar un título de capitán, como ha hecho con los otros ingenieros,
que en Cartagena es más ncc ario honrralle, porque así sería más respeta-

127

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

do de toda la gente de las fábricas, que por lo que asiste en ella ... y mira
por la real hacienda, le quieren mal».
Como, a juzgar por los datos conocidos, no volvió el ingeniero a insistir
en sus peticiones, es de suponer que serían atendidas en todo o en parte.
Continuó trabajando en Cartagena, respetado y querido por todos los go-
bernadores a quienes sirvió con excepción del maestre de campo Fran-
cisco de Murga. Parece ser que éste tomó a su cargo la dirección de las
obras, haciéndolas con arreglo a su criterio personal, sin tomar en con-
sideración el parecer del ingeniero. Cristóbal de Roda se quejó a la Corte
de la actitud del gobernador, pues cuando le advirtió de sus errores «no
ha querido admitir mi razón, tratándome mal, habiéndome siempre honrado
los gobernadores y ministros de V. M. en quarenta años que ha que le sirvo,
y no queriéndose valer de mi parecer, como debe» 69 . Pobre y abatido, mu-
rió el ingeniero en Cartagena el día 25 de abril de 1631, después de haber
servido a la Corona durante cincuenta y tres años en España y en Indias 70 .

LAS MURALLAS

Al comenzar el siglo XVII, el problema de la defensa de Cartagena volvía


a estar pendiente de solución. Las fortificaciones proyectadas por Bautista
Antonelli y construídas, con carácter provisional, por el gobernador don
Pedro de Acuña, habían perecido víctimas de los elementos. Arruinado el
fuerte de San Matías y destruída la muralla de la ciudad por los tempora-
les, Cartagena se encontraba tan indefensa como cuando sufrió el ataque
de Drake. En 1606, la muralla estaba «tan por el suelo» que en algunos si-
tios no quedaban señales de sus cimientos 71 .
La Junta de Guerra de Indias consideraba de mucha importancia su
reconstrucción con materiales duradero. Pero había «opiniones encontra-
das sobre si se cercará toda por donde don Pedro de Acuña llevaba su for-
tificación de madera, que ésta se tiene por obra muy larga y costosa, o i
se seguirá la cerca cortándose por la calle del Tejadillo hasta las casas
de Machado, que llaman el barrio caliente, quedando dentro de la cerca
pozos y jagüeyes bastantes para el servicio de la ciudad». Para decidir lo
más conveniente, propuso la Junta, en 1607, que el Gobernador reuniese al
general y al almirante de la flota y a otras personas entendidas y, aseso-
rado por todos, enviase relación detallada para proceder en consecuencia 72 .

69 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo m, pág. 305 y ss.


~ Ibídem, pág. 92.
71 El capitán Santander al rey, 18-VIlI-1606 (AGI: Santa Fe, 38).
72 Junta de 4-VIII-1607 (AGI: Santa Fe, 227). Documento publicado por LLAGUNO-CEAN:
Ob. cito, tomo m, pág. 308 y ss.

128

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. SO. Puerta y baluarte de la FIG. 51. Planta y alzado del frente de Santa Catalina, por Juan Bautista Antonelli. 1645
Media Luna. 1631

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 53. Planta del castillo de San Luis de Bocachica, por Pedro Mexía. 1661.
FIG. 54. Planta y alzado de una torre proyectada por Juan de Somovilla para la defensa
del canal de Bocachica. 1648

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FlGS. 55 Y 56. Plano de la ciudad y sus murallas y plano de la muralla de la Marina, por
Francisco Ficardo. 1688

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
~ -- ~.-'-
I ~

-_ .,--
• -_.-:--- ....

FIG. 57. Planta del recinto amurallado, por don Juan Bautista de la Rigada. 1689 FIG. 58. Castillo de San Luis de Bocachica, por don Luis Venegas Osorio. 1678

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
p!.AiNE:

FIG. 59. La ciudad y la bahía en la época del ataque de Pointis, por Luis Chancels de Lagrange. 1697

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Fle. 60. Plano del fuerte de Santa Cruz, por don Luis Venegas Osorio. 1678. - FlG. 61. La muralla de la Marina
(1665) y proyecto de reconstrucción, por don Juan de Hita y Ledesma.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LAS MURALLAS

En este sentido se dió una real cédula, dirigida al Gobernador don Diego
Fernández de Velasco. En cumplimiento de la misma, reunió éste al gene-
ral de la Armada don Gerónimo de Portugal y a los capitanes de la guar-
nición y discutieron las ventajas e inconvenientes de la pretendida reducción
del circuito. Cuando en julio de 1608 escribió el Gobernador, los con ultados
le habían prometido enviar sus informes directamente al Consejo d India,
por lo que Fernández de Velasco se limitó a exponer su propia opinión:
«del acortar e esta ciudad y no d jarla en la forma que oy tiene s siguen
estos inconvenientes: el primero, que é t lugar a de cr zer con 1 gran
trato que tiene, y siendo tan pequeño el itio no tendrán los que :l él vi-
niesen donde fundar su ca as y ivi nda; lo otro, que por donde e pre-
tende cortar, toda el agua dulze queda fuera y en poder d 1 en migo; lo
otro, que los propios bezinos que o~ ti ne r zeviran gran daño n 'us ha-
ciendas y ca as, qu derribándo ela justo que e les pague; lo otro,
que a de ser ympu ible dar fa so a la muralla que e a de a er, teniéndo e
aora bonissimo y natural; lo otro, que se le deja al enemigo una muy gran
plaza de armas, y con sup rioridad a e ta ciudad, para qu con otra fu rza
di ponga su voluntad abriendo trincheras y plantando baterías, que... de
ninguna manera la tiene ... , quedándose de la forma que e tá». Y exponía la
nece idad de que, con la mayor urgencia se adoptase una resolución, «por
ser muy grand el riesgo y peligro que tiene [la ciudad] por estar tan des-
man telada y flaca de toda d tensa y fuerzas» 73.
En octubre del mismo año llegó a Cartagena el ingeni ro Cristóbal de
Roda, con la orden de dirigir las obras de fortificación y j cutar la traza
qu había hecho Tiburcio Spanochi. De pués de in pe cionar la ciudad
u alrededore, compartió la opinión d 1 Gobernador en lo r [ rente a la
muralla. Era partidario de que se hici e por donde había estado la er a
construída por don Pedro de Acuña, sin reducir el circuito, pue el t rreno
que se pretendía dejar fuera de las muralla era «el má alto emin nt de
toda la ciudad en dond ay mucha población y mona trio de frayl edi-
ficios de casserías muy buenas ... , y ay muchas güertas que tienen mu bue-
nos pozos de agua para beber, los quales no tienen dentro de la ciudad, que
todos beben de allí» 7'.
En junio del referido año de 1609, escribió nuevamente el Gobernador
al rey expresándole la conveniencia de cercar la ciudad «según el sitio y
planta que oy tiene», para no privarla «de todo su bien que es el agua de
que ay goza que no tiene otra». Además, insistía en la imposibilidad de ha-
cer foso por la parte de la ciudad que se intentaba dejar fuera de la mura-
lla, porque los vientos nortes lo llenarían de arena, mientras que «el que

73 Carta de 26·VII-1608 (AGI: Santa Fe, 38).


i4 Roda al rey, 18-1-1609 (AGI: Santa Fe, 219).
7S El gobernador al rey, 6-VI·1609 (AGI: Santa Fe, 38). Con a carta envió un plano que no se
conserva.

129

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

agora tiene es natural porque la mar con sus crecientes cada día se le con-
tinúa» 7a.
Antes de que Fernández de Velasco escribiese esta carta, la Junta de
Guerra de Indias se había manifestado de acuerdo con las razones expues-
tas por Cristóbal de Roda, que eran las mismas del Gobernador. En abril
de 1609, dicho organismo informó en el sentido de que la ciudad se cercara
toda de muralla sencilla con sus cubos y trabejes y los dos frentes por
donde el enemigo puede plantar la artillería se fortificasen también con sus
baluartes, cuales con iniesen para su defensa». Al mismo tiempo, la Junta
de Guerra informó favorablemente la inmediata construcción del fuerte
que, según trazas hechas por Tiburcio Spanochi, se proyectaba fundar en
la punta del Judío. Y pensando que quizá no sería posible acometer al mis-
mo tiempo ambas obras, propuso al rey que, en este caso, se hiciese primero
el fuerte y entre tanto reunieran materiales para comenzar la muralla tan
pronto como hubiese posibilidad 76.
Así lo dispuso el monarca, pero al mismo tiempo ordenó al Gobernador
que informase del costo de la muralla y de dónde se podrían obtener fondos
sin acudir a la Real Hacienda 77 . En abril del mismo año, Cristóbal de Roda
volvía a insistir en la necesidad de amurallar la ciudad, «porque está asen-
tada en una playa muy abierta, que sin entrar el enemigo en el puerto puede
dar fondo enfrente de ella en tiempo de vendavales y echar gente en tierra
y saquearla; y estando cercada no se atreverían a hacer eso, porque ten-
drán necesidad de echar gente en tierra y artillería para batilla» 78.

COMIENZO DE LAS OBRAS.-EL BALUARTE DE SAN FELIPE

Aún pasaron unos años antes de que se comenzaran las obras de la mu-
ralla, no obstante estar decidida su construcción. Nombrado gobernador
de Cartagena don Diego de Acuña, en octubre de 1612 se le dictaron órde-
nes concretas en aquel sentido, contenidas en una «Instrucción» que revela
el constante interés de la Corte por las fortificaciones de la lejana plaza.
Respecto a la cerca de la ciudad-«una de las cosas que más ymportan para
su defensa»-, se le encargaba que comenzase las obras en seguida, «de
muralla sencilla con sus cubos y trabeses», o sea tal como estaba dispuesto
por la real cédula de 20 de enero de 1610; que informase acerca de su pro-
bable costo, sin dejar por ello de comenzar las obras, y que pidiese a los

76 Junta de 16-IV-1609 (AGI: Santa Fe, 217). Documento publicado por LLAGUNO-CEAN:
Ob. cit., tomo 111, pág. 308 Y ss.
TI LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo 111, pág. 89.
78 Roda al rey, 22-IV-1610 (AGI: Santa Fe, 219); publicada por LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., to-
mo 111, pág. 210.

130

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL BALUARTE DE SAN FELIPE

vecinos prestaciones de esclavos a fin de poder terminarla «en el más breve


tiempo posible» 79.
El 5 de abril de 1614 embarcó en Cádiz don Diego de Acuña. Ll gó a
Cartagena el 18 de mayo y tomó posesión del cargo dos días despu ' s. Las
obra estaban detenidas por falta de fondos, pero con los que últimamente
se habían consignado reanudó los trabajos y se dispuso a comenzar las mu-
rallas. Conforme se le había ordenado, envió a la Corte una «Relación»
sobre el costo de aquéllas y la forma como se pensaba construirlas. El cir-
cuito de murallas con traveses y casamatas, estaría reforzado en los lugares
más expuestos a un ataque, como Santa Catalina-junto a la ciénaga del
Ahorcado-, donde se hacían dos medios baluartes unidos por una cortina,
<~con sus casas matas y contra fuertes por ser sitio sujeto a batería»; en
cambio, la muralla de la orilla del mar, desde Santa Catalina hasta Santo
Domingo, sería más delgada y más baja, «con solamente los trabese terra-
plenados». El costo total de la cerca se calculaba en ochocientos mil du-
cados 80.
El gobernador hizo los preparativos necesarios, reunió materiales y obre-
ros y, pocos meses después de su llegada, dlO comienzo a las obras. Según
lo dispuesto años antes, el recinto amurallado incluía toda la ciudad,
tal como figuraba en la traza que había hecho Cristóbal de Roda y que
trajo de España don Diego de Acuña refrendada por el secretario del Con-
sejo de Indias 81.
«El día de Nuestra Señora ocho de septiembre con toda la solemnidad
que se aco tumbra en semejantes fortificaciones como en las que yo me he
allado abiertos los cimi ntos y por mano de un sacerdote de la Ord n de
Santo Domingo tenido por gran sierbo de Dios, asistiendo el Deán y Ca-
bildo desta Sancta Ygle sia con todos los sacerdotes y ecle iásticos y el pue-
blo, se pusso la primera piedra poniendo en la caxa d lla una medalla de
oro con la efixie de vuestra magestad con monedas de toda u rtes y una
lámi.na on 1 m s y el año y demás memoria que conserban la antigüedad
de semejantes fortale~as», bautizando el baluarte por donde comenzaron
las obras con el nombre de San Felipe, e iniciándose éstas «por la yndustria
del capitán Xpoval de Roda, yngeniero». Así escribía el Gobernador a S. M. a
fines de 1614 82 , año en que se comenzó la fábrica definitiva de las murallas
de Cartagena.
Seis meses más tarde escribía de nuevo diciendo que, habiendo llegado a
su noticia que los holandeses pensaban atacar las plazas de las Indias, se
había esforzado en «continuar con muy grandes cuidados la obra comen-

79 RC. de instrucción al gobernador Acuña, 12-X-1612 (AGI: Santa Fe, 38). Publicada por MAR-
CO: Cartagena .. _ • pág. 204.
~ AGI: Santa Fe, 38.
81 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo 111, pág. 323.
82 El gobernador al rey, 17-XII-1614 (AGI: Santa Fe, 38).

131

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

~ada de la fortificación de la ciudad, tan a buen paso que en tiempo de nueve


meses que a que se comen~ó la tengo puesta en defensa por la parte que
ha sido tomada quatro bezes, luciendo la obra tanto como vuestra mages-
tad siendo servido lo mandara ber por la planta que invío, que más parece
monstruo que diligencia umana» :!J . En marzo de 1616 el baluarte estaba aca-
bado y montaba ocho piezas de artillería M.
El baluarte de San Felipe-cuyo plano, dibujado por Cristóbal de Roda,
se conserva (fig. 40)-es el que hoy se denomina de Santo Domingo, situa-
do a espaldas del convento de su nombre. Dispuso el ingeniero unos medios
baluartes unidos por lienzos de muralla al de San Felipe, para cerrar así
aquella parte, verdaderamente vital, del recinto, ya que se trataba de una
de las vías de acceso a la ciudad, la misma que había seguido Drake al in-
vadirla en 1586 85 • Junto al baluarte principal se indica en el plano una puer-
ta con habitaciones a ambos lados, destinadas, seguramente, al cuerpo de
guardia. La puerta de Santo Domingo subsiste en la actualidad, y en los
aposentos de los lados se habilitaron posteriormente depósitos de muni-
ciones.
Hechos los cimientos del baluarte de San Felipe 86, se fué prosiguiendo
la muralla por la orilla del mar hacia Santa Catalina, con arreglo a la traza.
« y viendo y considerando-declara Cristóbal de Roda-había muchos mu-
ladares antiguos en la playa y unos padrones de piedra que dejó puestos don
Pedro de Acuña, gobernando esta ciudad, y que la mar en veinte años y más
no se le había hecho daño, y la playa ser muy apacible, habiéndome infor-
mado de la gente más anciana y antigua de esta ciudad de que la mar no
había pasado ni llegado a los dichos padrones, acordé de fabricar la mura-
lla en playa adelante, dejando siempre los padrones a la banda de la mar,
por no hacer costa ni detenerme a fundar en muladares tan grandes; fuí
siempre al pie dellos, fabricando siempre apartado de la mar por las partes
que más crecía, dejando entre la muralla y la mar camino seco, por donde
pasaban dos carros a la par de los que llevaban los materiales, sin que
en tiempo de tres años, que ha durado esta fábrica, se mojasen los pies la
gente della, siempre con intento de no dejar demasiada [playa] al enemigo,
y de no hacer mal a los vecinos de esta ciudad, y excusar mucha costa
a V. M.» 87.
Las obras de la muralla se prosiguieron activamente. En julio de 1617,
Cristóbal de Roda escribía al rey y enviaba una traza de lo que se había
construído en los dos últimos años (fig. 62): «váse cOBtinuando-decía-

83 El gobernador al rey, 12-VII-1615 (AGI: Santa Fe, 38).


84 El gobernador al rey, 28-111-1616 (AGI: Santa Fe, 38).
SS Antonelli (fig. 13) habría proyectado un baluarte en el mismo lugar, para cerrar el paso del
istmo de Bocagrande.
86 Poco después se llamó de Santa María, pero prevaleció, al correr de los años, el nombre del
convento situado a sus espaldas.
87 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo III, pág. 323.

132

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
RECONSTRUCCIÓN DE LA MURALLo\

con toda la diligencia, y para Navidad, poco más o menos, se habrá llegado
a la trinchera de Santa Catalina, con lo que de todo punto estará segura
la ciudad por la banda del Sur». Pero las consignaciones estaban casi ago-
tadas y fue preciso despedir doscientos negros canteros y albañiles; «si
esta obra cesa por algún tiempo-escribía el ingeniero-, era necesario vol-
ver a hacer pertrechos y herramientas, que sería de excesivo gasto, y para
esto convendría mandar al Gobernador que no cese la obra porque no se
paguen los salarios de vacío, y que se animase a tomar algo de la real ha-
cienda, demás de lo situado, porque se acabe en la mitad menos del tiempo,
y ansí se ahorrará muchos salarios». Meses después. las obras proseguían,
pero con lentitud por falta de dinero 88.

EL «NORTE» DE 1618.-RECONSTRUCCTÓN
DE LA MURALLA

Así las cosas, cuando después de tantos trabajos estaba construída la


mitad de 1a muralla de la orilla del mar, con cuatro baluarte pequeños, sin
contar el de Santo Domingo, el 12 de febrero de 1618 «sobrevino un terri-
ble temporal del Norte, jamás visto en esta tierra, que duró la furia de él
como doce días». «Ha ido tan grande la tormenta-escribía Roda-, que
a no hallar el reparo de]a murallas se hubiera destruído y asolado esta
ciudad.» El mar d tru ó los cuatro ba]uart y un trozo de la muralla, y
pu. o a ]a ciudad en grave peligro, pue entró por Santa Catalina y anegó el
it mo de ]a Cal ta o El ingeniero, de acu rdo con e] Gobernador, hizo una
nueva traza para recon truir la muralla, apro echando las parte que e
habían salvado, y la remitió al Cons jo de India . Mientras esperaban 1a
real olución, continuaron trabajando en los baluartes de Santa Catalina 89.
Como se ve, ]a furia de los lemento no hizo d smayar a don Di go de
Acuña ni a Cri tóbal de Roda. Pero faltaha dinero, la obras no se prose-
guían con la actividad que se comenzaron. Par ce ser que el Gobernador ha-
bía tomado fondos de la Real Caja para no int rrumpir las obra . pero esto
le valió un reprensión del rey; como las con ignaciones estaban agotadas,
fu preci o reducir el personal. En agosto el 1618 sólo quedaban traba-
Lando en las obras cincuenta peones y veint e clavos negros. Cristóbal de
Roda escribía desalentado: «agora que con más calor se había de proseguir
esta fábrica por las nuevas del enemigo, e enflaquece y se viene a pagar
má de cuatro mil peso de sueldo de oficiales, ca i sin provecho» 90.

1:18 Ibldem. págs. :3 I 8 y 320.


89 Roda al rl'y, 17·YIIl-1618 (AGI: Santa F(', 38). La publican LLAGUNO·CEAN: Ob. cit., tomo
111, pág. 321.
90 LLAGUNO-CEAN: Oh. cit., lomo 111, pág. 321.

133

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

Para informar al Consejo de Indias del estado de las fortificaciones y


la ruina del temporal, pasaron a España el maestro mayor de aquéllas, Lu-
cas Báez, y Juan Bautista Antonelli, ayudantes ambos de Roda. Vistos los
planos y diseños que presentaron, informó ante la Junta de Guerra el mar-
qués de Hinojosa. Por lo que respecta a la muralla, su opinión fue contraria
a construirla sobre los cimientos de la antigua, tan arruinada por la resaca;
creía más conveniente dejar las ruinas de ésta como escollera y hacer la
nueva más adentro. Propuso también que las cortinas no tuviesen terraple-
nes, sino unos contrafuertes que sustentasen «arcos de bóveda», para que
«demás de lo que queda de grueso de muralla después del parapeto se for-
me andadero bastante en lugar del dicho terrapleno» 91.
En 1619 cesó en el cargo don Diego de Acuña, y aunque, según su suce-
sor, dejó empeñado en veinte mil ducados el «situado» de las fortificacio-
nes, merece elogios su gestión, pues bajo su mando se comenzaron las mu-
rallas y, a pesar del desastre de los «nortes», las dejó bastante adelantadas.
En su elogio escribió Roda al rey: «es verdaderamente el que esta obra
había menester, porque es muy amigo y aficionado a fábricas y las favo-
rece ... y mira mucho por la real hacienda» 92. Cuando cesó en el gobierno se
estaban terminando los baluartes de Santa Catalina y la puerta de San
Francisco 93. En ésta se pensó colocar, según era costumbre entonces, las
armas reales, las de la ciudad y las de don Diego de Acuña, pero el nuevo
gobernador se opuso a esto último, por lo que Cristóbal de Roda escribió
al rey suplicándole que se hiciese así justicia a quien tanto le había servido
en aquellas fábricas 9~.
Poco se hizo en las murallas durante el gobierno de don García Girón
de Loaysa, sucesor de Acuña. Pero en 1625, al tomar posesión del cargo
Diego de Escobar, «empezó a entender en la fortificación de la ciudad»
y se inició otra etapa de trabajo activo. Con el fin de hacerlas a meno cos-
to, sacó a destajo dos trozos de muralla, que fueron rematados por dos
vecinos; «asÍ se va prosiguiendo, y se hará con más brevedad, y me parece
se ahorrará en ello dinero», escribía Cristóbal de Roda 95, En septiembre
del mismo año, según escribía Escobar, estaban totalmente terminados el
baluarte de Santa Catalina y el de Santa María, hoy llamado de Santo Do-
mingo 96. Dos años después, en julio de 1628, llegó a Cartagena, de paso para
el Perú, el virrey, conde de Chinchón, con el encargo de informar sobre las
fortificaciones de la plaza. Encontró muy adelantadas las obras de la mu-

91 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo 111, pág. 317.


92 Ibídem.
93 Véase el plano de 1645, reproducido en la figura 51, donde consta lo que construyó Roda en
esos baluartes.
94 Carta de 24-VII-1619 (AGI: Santa Fe, 38).
9S LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IlI, pág. 324. Junta de 5-V-1619 (AGI: Santa Fe, 38).
96 Carta de 28-IX-1625 (AGI: Santa Fe, 39).

134

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
RECONSTRUCCIÓN DE LA MURALLA

ralla y, en carta escrita desde Portobelo, elogió sin limitaciones el buen


celo del gobernador Escobar 97.
Las obras de las murallas quedaron concluídas años después, durante
el gobierno de Francisco oe Murga. Posesionado del cargo el 15 de octubre
de 1629, en mayo del año siguiente comunicaba a la Corte que se habían
concluido el trozo de muralla situado a espaldas del convento de la Merced
y las «cortinas de dicha cerca desde el baluarte que está detrás del convento
de Carmelitas Descal~as rbaluarte de San Francisco Javier] hasta la puerta
principal del puente de San Francisco». Como se temía un ataque por parte
de una escuadra enemiga que había hostilizado el puerto de Santa María,
el Gobernador hizo algunas obras provisionales y artilló varios baluartes 98.
Cuatro meses después escribía de nuevo al rey 99 remitiendo un plano de
las obras hechas en las murallas desde el día que entró a gobernar «que
fué a diez y siete de octubre de 629 hasta fin de julio de 630» fig. 39). En
el plano y en la relación contenida en él, firmada por el maestro mayor de
las fortificaciones, Lucas Báez, se indica lo que se había construído (en ne-
gro en la fotografía) y la parte aún no reedificada de )0 arruinado por el
temporal de 1618. Esas obras habían costado cerca de treinta y cuatro mil
pesos, y la fábrica estaba empeñada en más de cuarenta mil.
Las obras hechas por el Gobernador no eran del agrado de Cristóbal de
Roda. Al parecer, éste se encontraba postergado, sin que su valiosa opi-
nión fuese tenida en cuenta por Murga, quien tenía por hombre de con-
fianza al maestro mayor Lucas Báez 100. En una carta escrita al rey en 1630,
el ingeniero exponía sus quejas. «Esta ciudad-deCÍa-está ya puesta en de-
fensa, cercada toda, que sólo falta la parte que arruinó la mar por la banda
del Norte, y e to estuviera ya acabado si se hubiera excusado no gastar el
tiempo y dinero en otras cosas, que no sólo no instan tanto pero no son de
importancia.» En su opinión eran innecesarias las contramurallas que el Go-
bernador habia mandado hacer en lugares no sujetos a batería; además,
las había terraplenado cuando aún estaba la contramuralla en fresco y sin

rn Carta de 29·VII·1628 (AG1: Santa Fe, 218).


98 El gobernador Murga al rey, 6-V-1630, seguida de una información probatoria de cuanto en
ella se expresa (AGI: Santa Fe, 39).
99 El gobernador al rey, 6-IX-1630 (AGI: Santa Fe, 39).
100 Era natural de las islas Canarias, supongo que de la de Gran Canaria, donde el apellido apa-
rece vinculado, desde el siglo XVI, a una familia de canteros. Por RC. de 28-X-1608 fue nombrado
maestro mayor de las fortificaciones de Cartagena, a las órdenes de Cristóbal de Roda. Muerto éste,
el gobernador Murga le nombró ingeniero interino "yen ese tiempo, solo y sin ninguna ayuda, fa-
bricó el fuerte nombrado Santa Gertrudis y el de San Francisco de Borja y otras fortificaciones de
consideración"; también le dió el cargo, sin sueldo, de "veedor y contador de las fábricas y forti-
ficaciones y armadas de la guarda de esas costas". La corte no accedió a agregar esos cargos al de maes-
tro mayor, que tenía en propiedad, pero en 1637 le concedió trescientos pesos de ayuda de costa por
desempeñarlos en interinidad. LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, págs. 29 y 152 (AGI: Santa
Fe, 289, libro 9, folio 71, v.). Véase también un memorial de Cr'istóbal de Roda, sin fecha, en AGI:
Indiferente General, 1375.

135

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

contrafuertes, y como al mojarse la tierra con las lluvias hacía fuerza so-
bre los muros y los agrietaba, esa imprevisión constituía un grave peligro.
Suplicaba al rey que no se hiciese contramuralla en los sitios donde no era
preciso; que se terminase el trozo arruinado por el temporal, haciéndole
algún reparo para que el mar no batiese al pie de la muralla, y que se diese
orden para que el gobernador y los oficiales reales no tomasen determina-
ciones, en lo referente a las obras, «sin que yo intervenga, como siempre se
ha hecho» 101. En abril de 1631 murió Cristóbal de Roda, sin ver terminadas
del todo aquellas murallas, que se habían comenzado bajo su dirección.
En 1638 estaban a punto de defensa los dos baluartes de la puerta de
Santa Catalina, «que está a la costa brava y Punta de la Canoa y mira a
tierra firme»; y se estaba cerrando la brecha abierta por los temporales,
dejando las ruinas de la muralla antigua como escollera 102. En un plano
de 1645 se indican las obras construidas durante el gobierno de Francisco
de Murga, para reforzar las defensas de Santa Catalina (fig. 51). En ese
dibujo, que parece un fragmento de un plano general de las fortificaciones,
aparecen los dos baluartes que cerraban aquel frente, unidos por una cor-
tina con sus contrafuertes, contramuralla y terraplén; en las casamatas se
abren unos postigos, bien defendidos por los ángulos de los baluartes. Como
se hace constar en la cartela, dichos baluartes fueron construí dos por Cris-
tóbal de Roda. El gobernador Murga construyó otra línea de defensa, cons-
tituída por una trinchera con murallas terraplenadas , defendida por un
foso con camino cubierto. Aunque reparados en el siglo XVIII, los baluartes
de Santa Catalina han resistido las injurias del tiempo y constituyen hoy
uno de los sectores más interesantes del recinto amurallado de Cartagena.
Con la conclusión de esos baluartes, nuevamente quedó la ciudad encerrada
en un recinto de murallas, más sólido que la cerca de madera y fajina que
construyera el gobernador don Pedro de Acuña a fines del siglo XVI. Poco
antes de que se cumpliera el primer centenario de su fundación, Cartagena
de Indias veía resuelto el problema de la defensa de su casco urbano. Pero
ya veremos que, como toda obra humana, las murallas no fueron perma-
nentes. Pasados los años, el mar volvió a destruirlas en parte, y esta lucha
entre el hombre y los elementos se prolongó todavía durante más de medio
siglo.

2) LOS EXTRAMUROS

LA EXPANSIÓN DEL NÚCLEO URBANO: GETSEMANf

A prinCIpIOs del siglo XVII, la población de Cartagena comenzó a exten-


derse fuera de los límites del primitivo recinto cercado, que resultaba insu-
101 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo III, pág. 329.
102 Informe de Juan Alférez, 9-Xll-1633 (AGI: Santa Fe, 39).

136

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EXPANSIÓN DEL NÚCLEO URBANO: GETSEMANf

ficiente para contenerla. La ciudad encontró su ensanche en la isla de Get-


semaní, que había comenzado a poblarse en los últimos lustros del siglo
anterior, poco después de haber construído su casa en ella los frailes de San
Francisco.
Ya hemos vistó cómo en 1597 (fig. 16) estaban trazadas alguna calle
y delimitados algunos solares, aunque la mayor parte de éstos permanecían
sin edificar. Veinte años más tarde, ya estaba el arrabal muy poblado, ur-
gió el problema de si sería conveniente desmantelarlo o cercarlo con mu-
rallas como las que se construían alrededor del núcleo principal de la ciu-
dad. En 1619, una real cédula ordenó al Gobernador que envia e una rela-
ción de las casas construídas en el arrabal de Getsemaní que estuvieran «a
cavallero de la fortificación y quinientos pasos de la muralla». En cumpli-
miento de la orden, escribía don García Girón en julio del siguiente año,
diciendo que desde doce años antes se habían comenzado a edificar buenas
casas de cantería en dicho arrabal, que, a la sazón, era «un muy buen lu-
gar», con un convento de San Francisco «capaz de fortificarle y terraple-
narle». de de el cual se podría hacer mucho daño a las casas de la ciudad
con artillería, aunque la muralla principal no peligrase, por ten r suficien-
te defensa con la ciénaga que xistía entre la ciudad y el arrabal 101. Con esta
carta remitió el gobernador un plano y una «Relación» del itio de Getse-
maní y sus solares y edificios 10'.
Vistos estos informe, en el Consejo se libró otra real cédula, fechada
el 20 de noviembre de 1621, en la que e ordenaba al Gob rnador que con
el ingeniero, los oficial reale y otra personas competentes vie e lo que
conv nía hacer en]o solare ca as del arrabal «que alen a la mar con
su muelle ». En julio de 1622 e cribía don García Girón y en iaba otro
plano; decía en la carta que los solares «que e tán .. . desde la boca del
puente hasta el matadero, que abía dado el cavildo de la ciudad, no con-
viene que se fabriquen, por ser en grande perjuicio de la fortificación y en
COITO ido y ebidente daño d la ciudad, y itio en que el enemigo podría
abrigarse y fortalecerse», por 10 que debían de quedar desmantelados «para
que la artillería lo señoree y bañe todo sin que el enemigo pueda tener re-
paro ni abrigo de la artillería de la ciudad». Las casas situadas a la orilla
del agua tenían sus corrales abiertos hacia el mar, a manera de muelles,
«aunque en ninguna le tenga hecho de propósito, sino unas estacadas terra-
plenadas de alto de media bara para el servicio de las dichas casas», y como
éstas no estaban en línea, sino unas más salientes que otras, podían ofrecer
a los enemigos un buen refugio contra la artillería de la ciudad. Como, ade-
más, esos muelles podían servir a los vecinos para desembarcar merca-
derías sin abonar los derechos de Aduana, creía conveniente el Gobernador

103 El gobernador al rey, 24-VU-1620 (AGI: Santa Fe, 38).


104 "Relación del sitio y asiento de Getsemaní", 24-VIl-1620, por Cristóbal de Roda (AGI: San-
ta Fe, 39). El plano no se conserva.

137

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

que esas casas se cercasen con una muralla de doce pies de alto, costeada
por cada vecino en la parte correspondiente a su vivienda, haciéndose un
muelle al final de cada calle para servicio de las mismas; y advertía que en
caso de cerrar el arrabal era preciso derribar las casas de la orilla del mar,
ya que por ese sitio se tendría que hacer la muralla 105.
Tres años después, el general de la Armada, marqués de Cadereyta, que
por orden real inspeccionó la plaza, informó acerca de Getsemaní: «con-
biene procurar hazer alguna eminencia con que podamos escusar que el
enemigo ocupe este puesto, porque como oy está lo puede hacer con mucha
facilidad» 100; y, en 1628, el conde de Chinchón opinaba que debía desmante-
larse, a menos que los vecinos qui ieran amurallarIo a su costa 10'/,
Al fin prevaleció la idea de fortificarlo, y fue el maestre de campo Fran-
cisco de Murga quien dio comienzo a la murallas que habían de encerrar
el arrabal en un recinto emejante al que rodeaba el núcleo urbano de la
ciudad. La decisión era la más natural, pues en el caso de de mantel arlo
se perdían inútilmente edificios tasados en más de ochocientos mil pesos,
y la ciudad quedaba privada de sus más próximos terrenos de ensanche,
Pareció más lógico fortificar aquel barrio que, en opinión del citado Gober-
nador. «es un revellín donde se a de poner toda la fuerza», En 1631 se iban
haciendo sus murallas y baluartes, y Murga expresaba su satisfacción «por
ser en útil conocido de la república y de la fuerza desta plaza que se hace
más inespugnable con lo que en este sitio se previene 108, En e a fecha es-
taba con truído un baluarte en la punta de Getsemaní (llamado actual-
mente «El Reducto») y e e taba haciendo el de la Media Luna. que defendía
la entrada al recinto del arrabal por la parte de tierra firme 109.
En el citado año de 1631 marchó a la Corte el ingeniero Juan de Somo-
villa Tejada, llevando planos y d cripciones de todas la obra que estaba
haciendo Francisco de Murga. A la vista de ello, la Junta de Guerra aprobó
en 1632 todo lo hecho por el Gobernador. En lo referente al arrabal de
Getsemaní. la Junta expresó la conveniencia de que se fortifica e tal como
aquél lo e taba haciendo: «por serIe esta ysla tan vecina que sólo las divide
un puente y a ella otro de la tierra firme, y estar toda avitada y con edi-
ficios gruesos y un conbento que el enemigo podrá ocupar y serIe de vm-
portancia para su abrigo y molestia de la ciudad, no se puede escusar la
fortificación de ella, y es fácil cercándola a la gracia de su terruño y sa-
liendo con las murallas hasta la lengua del agua, con que bastará que ean
de seis a siete pies de grueso en 10 bajo y de diez y ocho en 10 alto por las
frentes que llaman de la Media Luna que mira al cerro de San Lá~aro y la

lOS El gobernador al rey, 30-VII-1622 (AGI: Santa Fe, 38).


106 Juntas de 4 y 18-11-1626 (AGI: Santa Fe, 39).
107 El conde de Chinchón al rey, en Cartagena, 29-VlI-1628 (AGI: Santa Fe, 218).
l~ El gobernador al rey, 20-Xl-1631 (AGI: Santa Fe, 39).
109 Memorial de Diego de Matute (AGI: Santa Fe, 217).

138

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EXPANSI6N DEL NÚCLEO URBANO: GETSEMAN1

del puerto, en que se han de hacer los baluartes que pareciesen necesarios ... ;
y se han de terraplenar junto con las cortinas de la frente de la Media Luna
para mayor seguridad, por ser 10 que se ofrece a la tierra firme y que el ene-
migo podría batir desde ella y acometer aunque con trabajo por el arrecife;
y en la del puerto, que no tiene ese riesgo, se puede escusar el terrapleno de
las cortinas y demás puestos que no hayan de tener artillería». Por la otra
parte de la isla, frente a la ciudad, no convenía hacer muralla, sino 'imple
parapeto «con sus travesillos que le limpien y sustenten y sólo sirva de ce-
rrar sin qu pueda ser de provecho al enemigo contra la ciudad casso que
fuese señor de la ysla» 110 . En 1633 quedó terminado el trozo de la muralla
de Getsemaní-hoy desaparecido-que bordeaba la bahía, con gran senti-
miento de los vecinos, que hasta entonces introducían por allí las merca-
derías de contrabando 111.
En el mismo año, un capitán de la flota de Tierra Firme-que por orden
del general de la misma, don Antonio de Oquendo, había reconocido las for-
tificaciones de Cartagena-describía ante la Junta de Guerra de Indias el
recinto del arrabal de GetsemanÍ, que ya e taba cercado «con mucha aten-
ción y buena disposición»: por la parte de la bahía, desde el puente de
San Francisco hasta el baluarte de San Pablo 112, «va una muralla de 24 pies
de alto y se comenzó en siete y yrá escarpando hasta quedar en buena pro-
porción con us trave es»; desde el citado baluarte ha ta la Media Luna «va
de muralla real con sus traveses», de de allí hasta el puente, pa ando por
delante del Matadero, «está comen~ado a levantar por alguna partes la
muralla de muy poco gruesso, de manera que no sirva más de un simple
parapeto y un impedimento que no se defraud n los derechos de su ma-
gestad». El fuerte de la Media Luna estaba acabado «con muy buena escar-
pa con su camisa de Artillería» 113.
La única entrada al recinto amurallado de Getsemaní, por la parte opues-
ta a la ciudad, era la puerta de la Media Luna, «camino de tierra firme y
por donde e reciben lo bastimentos». Reformada en el iglo XVIII y de-
rruída hace unos lustros por exigencias del ensanche urbano, no queda más
testimonio de su primitivo aspecto que el que nos ofrece un interesante
dibujo del Archivo de Indias (fig. 50). A ambos lados de la estrecha puer-
ta, unas rampas daban acceso a un baluarte defendido por catorce piezas
de artillería. Pasado el pasillo se encontraba un foso, sobre el cual había un
puente levadizo; luego, otro baluarte, también con foso , y, pasada la terraza,
un tercer foso completaba el sistema defensivo.
Así quedó el primitivo arrabal de Getsemaní incorporado al núcleo ur-
bano de Cartagena y defendido también por murallas y baluartes. Una cal-
110 Informe de 20-VIII-1632 (AGI: Santa Fe, 39).
111 El gobernador al rey, lO-IIl-1633 (AGI: Santa Fe, 39).
112 Así se designaba entonces al que más tarde se llamó de San Lorenzo o "El Reducto", nombres
con quc, indistintamente, se le conoce en la actualidad.
113 Informc dcJuan Alférez, en Madrid, 9-XII-1633 (AGI: Santa Fe, 39).

139

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIO ES EN 1633

zada, cortada por un foso con puente levadizo, 10 ponía en comunicación


con la puerta d San Francisco, entrada al recinto de la ciudad, conocIda
con el nombre más popular de «Puerta del Puente», que todavía prevalecc.
En la «Relación» del sitio de Get emaní, de 1619, citada nlás arriba, se des-
criben someramente las casas o solare del barrio, con indicación de quié-
nes eran sus propietarios. Es imposible fijar exactamente la ituaci6n de
cada uno de los solares, ya que e ha perdido el plano a que hace referencia
el documento; pero de éste se deduce que, desde la salida d 1 puente hasta
la puerta de la Media Luna, ]0 cruzaba una «calle principal», que de ahí
tomó el nombre que todavía conserva. En esa calle estaban casi toda. las
casas de mampostería del barrio; las restantes eran modestas viviendas de
bahareques y de tablas, habitadas por gentes de humilde condición 114.

EL HOSPIT L DEL EspíRTTU S TO

En la calle principal de Getsemaní e taban las «ca a y ospital de con-


valecientes con su yglesia y enfermería», que eran de tablas cubiertas de
tejas, pero con cimientos de mampostería 115.
Ya sabemos que los hermano de la Orden de San Juan de Dios hahían
tomado a su cargo el cuidado de los enfermos d I Ho pital de San Seba -
tián en 1603. En el mismo año, el hermano Juan de S gura fundó el hospital
para convaleciente en Getsemaní, bajo la advo ación d 1 Espíritu Santo,
sustentándolo con las limosnas que da an lo vecinos m, ha. ta que en 1612
el Cabildo Secular hizo entrega a los juaninos del Ho pital de San Sebastián.
con todos sus biene y rentas , y tra ladaron a '1 u re idencia.
Como el arrabal estaba mu poblado, el Cabildo Ec1e iástico decidió
fundar una parroquia en él, y rogó a lo juaninos que le d 'asen entronizar
el Santísimo Sacramento en la igle. ia del Ho pi tal del Espíritu Santo y po-
ner un cura, a 10 cual accedió la comunidad bajo ciertas condiciones, según
escritura otorgada el 19 de septiembre de 1623. Parece er que hubo alguna
disposición real en ese sentido, pues en este documento consta que la co-
munidad accedía a que se fundase la parroquia «en corformidad con 10 que
su magestad hordena y manda por sus reales cédulas». El Cabildo se com-
prometía a gestionar del general de la Orden de San Juan de Dios la apro-
bación de la concesión y retirar el Santísimo en el caso de que no fue e con·
cedida en el plazo de dos años: también se comprometió a construir una
parroquia dentro de ese plazo 117.
114 "Relación ... de Getsemaní", citada en nota 1 04.
l1S Ibídem.
116 Lo ha "fundado el hermano Juan de Cegura en nombre de la dicha comunidad abrá veinte años
poco más o menos". Escritura citada en la nota siguiente.
111 Escritura de 19-IX-1623 (AGI: Santa Fe, 247).

J40

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CON ENTO DE LA POPA

EL HOSPITAL DE SAN LÁZARO

Fuera de Getsemaní y cerca del Camino Real, que partía de la puerta de


Ja Media Luna, compró el Cabildo unos terrenos, donde estableció el Hos-
pital de San Lázaro. El terrible mal se propagó ba tante en Cartagena, pues
a principios del siglo x II había sólo doce enfermos, y en 1627 eran más
de setenta los recogidos en el establecimiento, fuera de otros veinticinco
que vivían en sus casas, con tituyendo un grave peligro para los vecinos
por las posibilidades de contagio 118.
En un principio, el hospital se reducía a un conjunto de bohíos sin cerca
alguna que aislase a los enfermo del exterior, por lo que en el año antes
citado el Cabildo acordó, a propuesta d uno de sus regidores, «que reti-
rándose diez pies por el Camino Real hacia adentro, se cerque de piedra
quatro baras en alto sin el caballete y cimiento en redondo, dejando una
puerta hacia la banda de la mar, atravesando por la parte que conviniere
una pared, para sobre ella hazer un quarto a un agua para las mujeres,
que estén con la decencia y recato que combiene». Se acordó igualmente sa-
car a pregón la obra, y así se hizo, adjudicándose al carpintero Juan Se-
rrano, que recibió mil quinientos pesos de anticipo para comenzarla 119.
En julio de dicho año, el Cabildo escribía al rey dándole cuenta de ha-
ber comenzado la obra y pidiendo para el hospital los mismos privilegios
que disfrutaban otros semejantes n España 120. En 1623 el rey le hizo mer-
ced de las penas de cámara para aplicarlas a la obra del mismo y al cui-
dado de los enfermos )~j.

EL CONVENTO DE LA POPA

En las afueras de Cartagena, a media legua de las murallas, se alza el


cerro de la Popa de la Galera, «en cuyo circuito y contorno estaban po-
bladas algunas estancias, texares y pesquerías y otras haziendas de vecinos
que las labran con sus esclavos e yndios» 122. Aquel agreste paraje, cubierto
por la impenetrable espesura de la selva virgen, era refugio de negros ci-
marrones, a quienes acaudillaba el mestizo Luis Andrea, que terminó sus
días ajusticiado por el Santo Oficio en 1613, convicto y confeso de rendir

118 El Cabildo al rey, 30-VII-1627 (AGI: Santa Fe, 63)_


119 Acuerdo del Cabildo de 15-IV-1627, en "Información de los. _. enfermos de San Lázaro y es-
tado del ospital" (AGI: Santa Fe, 63).
120 El Cabildo al rey, 30-VII-1627 (AGI: Santa Fe, 63).
121 Re. de 30-111-1626 (AGI: Santa Fe, 63).
122 El Cabildo al rey, 21-Vll-1611 (AGI: Santa Fe, 242).

141

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORtIFICACIONES EN 1633

culto a un demonio llamado Busiraco. Según relata el padre Calancha, un


vizcaíno llamado Juan, que había llegado a Cartagena con la ilusión de
hacer fortuna, decepcionado tal vez, sintió el impulso de consagrar e a la
vida eremítica y se retiró a la cumbre del monte, donde permaneció algún
tiempo dedicado a la oración, pero, espantado por los animales que po-
blaban la espesura, tuvo que regresar a la ciudad atemorizado y enfermo.
Sanó luego y halló en qué ejercitar sus nobles deseos, pues profesó en la
religión de San Juan de Dios y fué hermano mayor del Hospital de Car-
tagena: «sirvió a Dios y a los enfermos con gran zelo toda su vida, y murió
santamente» 123.
A principios del siglo XVII tuvo noticia el Cabildo de que en el desierto
de Ráquira habían fundado un convento los religiosos descalzos de la Or-
den de San Agustín, y pareciéndole conveniente establecer una fundación
semejante en el cerro de la Popa, para que tuvies n misa y doctrina los ve-
cinos, esclavos e indios de las estancias de aquel contorno, pidió a los agus-
tinos que fundasen allí un convento. Así lo hicieron, «bajándole a fundar
algunos religiosos y ayudándoles algunos vecinos con sus limosnas a des-
montar, poblar y labrar el dicho sitio» 12'.
Según el cronista de la Orden fray Andrés de San Nicolás, la idea de
fundar un convento de descalzos en Cartagena surgió a consecuencia de las
predicaciones de fray Vicente Mallol durante la Cuaresma de 1607. Aunque
éste objetó la escasez de religiosos y la penuria económica de su Provincia,
el entusiasmo popular salvó todas las dificultades: se hicieron colectas, y
bajo la generosa dirección de un napolitano llamado Fabricio Sánchez se
construyó una capilla de madera y a su lado se edificó una pobre choza,
quedando hecha provisionalmente la fWldación, al frente de la cual quedó,
por unos días, el padre Alejandro Mateos, que había sido penitente en el
convento del Desierto de la Candelaria 125 . En realidad, esa fundación pro.-
visional se hizo unos meses antes. El 5 de diciembre de 1606, fray Vicente
Mallol, como primera autoridad de la Provincia de Nuestra Señora de Gra-
cia, solicitó del gobernador don Diego Fernández de Velasco las oportunas
licencias, que se le concedieron inmediatamente 126. El capítulo celebrado en
Bogotá el 20 de julio de 1607 confirmó la fundación, y poco después fué

123 CALANCHA: Crónica Moralizada, tomo 1, pág. 716 Y ss.


124 Carta del Cabildo, citada en nota 122.
125 No he podido consultar la obra de fray Andrés de San Nicolás (Historia de los agustinos descal-
zos de la recolecci6n de España e Indias, Madrid, 1664), de la que sólo tengo noticias en América de
un ejemplar que conservan los religiosos del convento de Ráquira (Colombia). Me valgo de la obra
de fray Eugenio Ayape (véase la Bibliografía). Confróntese también SALDANHA: El convento de
Santa Cruz de la Popa, BH, tomo U, página 391 y ss.
126 "Combento de San Cruz de la Popa de los recoletos agustinos". Un cuaderno (AGI: Santa Fe,
242).

142

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL CONVENTO DE LA POPA

designado fray Alonso de la Cruz Paredes para superior de la nueva casa 127.
La designación no pudo ser más acertada, ya que fray Alonso-según
cuenta el historiador Zamora-, hallándose en el convento del desierto de
Ráquira, había escuchado una voz sobrenatural que le ordenaba ir a Car-
tagena y fundar una casa de su religión en un cerro situado no lejos de sus
muros, que no era otro que el de la Popa de la Galera 128. ASÍ, pues, lleno de
fervor, abandonó su tranquilo retiro de Ráquira, y a fines de 1607 llegó a
la ciudad de Heredia en unión de varios religiosos, siendo todos acogidos
espléndidamente por las autoridades y el vecindario. Pero entonces surgió
una diferencia de opiniones: mientras unos eran partidarios de que la fun-
dación se trasladase al recinto de la ciudad, otros juzgaban que debía per-
manecer en la cumbre del cerro, donde la obra estaba ya comenzada. El
padre Paredes decidió el pleito incli~ándose a lo segundo, y fué acogida su
determinación con tanto entusiasmo, que las autoridades civiles costearon
un buen número de obreros para la fábrica, y cuatro ilustres vecinos-el
capitán Francisco Ceballos, Pedro Muñoz, Andrés del Peso y Fabricio Sán-
chez-dieron comienzo a los trabajos. Con estas aportaciones y el propio
trabajo de los religiosos, que «por sus personas cargaban los materiales
para dicha obra», se construyó la iglesia y parte del convento, todo de bue-
na tapiería.
Una carta del gobernador Fernández de Velasco, dirigida al rey en julio
de 1609, nos retrata al fundador y da a entender que éste permaneció algún
tiempo en el nuevo convento: «el padre maestro Mallol dejó el paño y dió
principio a la fundación del combento de hermitaños recoletos descalzos
de su hórden, que está fundado media legua de esta ciudad en un zerro que
llaman de la Popa de la Galera, donde se recojió a la jerga y desde allí haze
muy gran fruto en esta ciudad con su exemplo, consejo, vida y doctrina,
siendo generalmente tenido por uno de los grandes sujetos que de su reli-
gión a pasado a estas partes» 129.
Pocos años de vida llevaba el convento cuando, quizá por no haberse so-
licitado la necesaria licencia, una real cédula ordenó que se suspendiera
la fundación y volviesen los frailes a sus conventos de procedencia, por
10 cual en 1611, a instancias del vicario fray Pedro del Valle, se hizo
una probanza que se presentó ante el Consejo con la súplica de que la
fundación fuese confirmada y la tomase el rey bajo su protección y patro-
nato. Los testigos de la información 13U declararon que el convento de Santa

127 AY APE: Ob. cit. Este nombramiento explica el error de ZAMORA (Ob. cit., pág. 328) al atri-
buir la fundación a fray Alonso de la Cruz Paredes. CA LANCHA (ob. cit., 717) dice que se debió a
fray Alonso Mallol.
128 ZAMORA: Ob. cit. , pág. 717.
129 El gobernador al rey, 6-VI-1609 (AGI: Santa Fe, 38).
130 Don Antonio Chavarría, médico y regidor; el escribano Andrés del Campo; el licencIado Alon-
so Ramírez de Menacho, presbítero; el tesorero de la catedral don Bernardino de Alman a; el vecino
Juan de la Palma Hurtado, y el ingeniero Roda.

143

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

Cruz de la Popa se había fundado cinco años antes, coincidiendo así con la
fecha de las licencias que, como queda dicho, fueron otorgadas a fines
de 1606. Uno de aquéllos era el ingeniero Cristóbal de Roda, director de
las fortificaciones, quien declaró que cuando llegó a Cartagena-octubre
de 1608-estaba fundado ~J convento, cuyo edificio era de tablas.
Según la referida infornlación, habitaban ordinariamente en el convento
de ocho a doce religiosos 131, deúicados al rezo y a la meditación, vistiendo
tosco sayal y sustentándose con Jas legumbres que cultivaban en su huerta.
Eran muy estimados del pueblo y, sobre todo, de la gente de mar, que a]
final de penosas navegaciones reconocía el puerto por el blanco caserío del
convento, visible a gran distancia. Allí acudían marineros y soldados de las
flotas y armadas a recibir los Santos Sacramentos m.
Las razones dadas por los religiosos y los informes emitidos por las
autoridades convencieron al monarca: la fábrica del convento estaba en
estado de acabarse «e importa más de quince mil ducados la obra que está
hecha en él»; los religiosos vivían ejemplarmente, «trabajando siempre en'
la edificación de las almas», y de la fundación del convento no se había
seguido ningún perjuicio, «antes mucho beneficio en lo espiritual de esta
república y el verle despoblar les causaría gran desconsuelo». Oído el pa-
recer del Consejo de Indias, Felipe III dictó la cédula fechada en Aranjuez
a 19 de mayo de 1612, anulando las anteriores órdenes y confirmando la
fundación 133.
Tres años más tarde, el gobernador don Diego de Acuña suplicaba al rey
ayuda para los recoletos, que habían enviado dos religiosos a la Corte para
gestionar que les diesen prelados de su mismo instituto Y hábito, pues
parece ser que sus relaciones con los agustinos calzados, de quienes depen-
dían, no eran muy cordiales. Según decía aquella autoridad, los frailes de
la Popa seguían «acrecentando la obra del dicho combento con el trabajo
de sus manos y ayuda de sus debotos, de suerte que oy está en muy buen
estado, y lo estuoiera más si no ubiera tenido las contradicciones y estor-
bos que les an hecho los padres calzados de su religión» 13'.
La fábrica material del convento se hizo, en su mayor parte, durante el
priorato de fray Juan Pecador (1617-1622), pocos años después de la funda-
ción. Este religioso, natural de Extremadura, a quien conoció personalmente
el cronista Calancha, «derribó la iglesia, que era de pobre fábrica, y edificó
una excelente de cal y canto, con cubiertas labradas de cedro, coro alto,
claustro alto y bajo de lo mesmo y, sobre todo, una torre o mirador que se

131 Según escritura de 24-VIl-1611, por la que nombraban procurador ante el Consejo a Gaspar de
la Esquina, componían entonces la comunidad: el vicario fray Pedro Valle, el prior fray Juan de la
Concepción, fray Nicolás de la Cruz, fray Pedro de San Agustín, fray Juan de San Agustín, fray Cris-
tóbal de San Francisco y fray Juan Damaceno.
132 Expediente citado en la nota 126.
133 AY APE: Historia de LA Popa de Cartagena. BHA (1949), págs. 305 - 325.
134 El gobernador Acuña al rey, 15-VI-1615 (AGI: Santa Fe, 243).

144

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LOS FUERTES DE BOCAGRANDB

divisa a grandes distancias en la mar, donde está encendido un farol que


tienen por norte las armadas que entran y salen de Cartagena». Además,
hizo «una ospedería capaz fuera del convento», en la que se alojaban los
que acudían a los novenarios y prácticas devotas 135.
Del pasado esplendor del convento de la Popa sólo queda hoy su bello
claustro, en ruinas 136 (figs. 22 y 29), con columnas de piedra y arcada de la-
drillo de arquitectura semejante a los de San Diego, Santa Clara y otros con-
ventos de la ciudad, y cuya identidad con éstos permitiría atribuir su traza
al maestro Silnón González, que pocos años antes había labrado el de San
Diego. El convento y la iglesia sufrieron muchos desperfectos al ser utilizados,
como cuarteles o reductos, durante las contiendas de la Emancipación y en
las guerras civiles del pasado siglo. La iglesia carece hoy de interés arquitec-
tónico, y de la hospedería sólo queda una crujía, con un bello portal de arcos
carpaneles.

3) LAS DEFENSAS DE LA BARIA

LOS FUBRTES DE BOCAGRANDE

Al comenzar el siglo XVII continuaba pendiente de solución el problema de


la defensa del puerto de Cartagena: el fuerte de San Matías estaba en ruinas y
era del todo ineficaz, porque las aguas del mar habían formado playa, d modo
qu «quando se fundó estava en la lengua del agua y aora está tr scientos
pass os de la mar, que antes va tía en él»; y la cerca construída por don Pe-
dro de Acuña estaba igualmente derruí da 137 . Así, pues, la ciudad se encon-
traba tan indefensa como cuando la tomó Drake.
Era entonces gobernador don Jerónimo de Zuazo 138, que poco despué
de posesionarse de su cargo escribió al rey comunicándole que tenía reuni-
dos los lnateriales para reedificar el fuerte de San Matías, a la entrada del
canal de Bocagrande, cuyas obras comenzarían bajo su personal asisten-
cia tan pronto como zarpase la flota, haciéndolo «en la boca del puerto, en
la lengua del agua, según la traza y modelo que el maestro de campo J oan
de Tejeda y Baptista Antoneli, que es la que las reales cédulas se manda
se guarden» 139.

13S CALANCHA: Ob. cit., pág. 718. SALDANHA: Art. cit., pág. 393.
136 Fue re taurado a fines de 1940, por iniciativa de la Sociedad de Mejoras Pública, entonces
presidida por don José María de la Espriella.
137 El gobernador Zuazo al rey, 6-VI-1601 (AGI: Santa re , 38).
138 Le dio posesión el Cabildo de 26-V-1601. "Información de lo qu hi<;o en la fortificación de
Cartaxena Don Gerónimo de Cua<;o" (en adelante "Información Zuazo"; AGI: Santa Fe, 38).
139 El gobernador al rey , 26-VII-1601 (AGI: Santa Fe, 38).

145

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1,633

El 8 de enero de 1602 tuvo lugar la solemne fundación del fuerte de San


Matías, cuyas obras, sacadas de cimientos en gran parte, recibieron la ben-
dición del obispo fray Juan de Ladrada uo. Un mes más tarde se reunieron
en la boca del puerto, en el «sitio donde están comen~ados a sacar los ci-
mientos para la fábrica y reedificación del. .. fuerte de San Matías», el Go-
bernador y otras autoridades allí convocadas por él, y, después de haber
visitado las obras, les recordó cómo se hizo la primera fundación de aquel
fuerte por Tejeda y Antonelli, y les manifestó que había determinado «co-
men~arlo a reedificar de bueno y perpetuo edificio de cal y canto», y así
estaban sacados de cimientos los dos traveses delanteros y una cortina, y se
continuaba la obra bajo la dirección, al parecer, del capitán Diego Zambra-
no. Todos los presentes aprobaron lo hecho por el Gobernador, y opinaron
que se continuase la obra en la forma comenzada; y el oficial de albañile-
ría Juan Tomás Rugero, «que se halló en el comien~o», declaró que «va
muy bien fundado y no lleva falta ninguna» IU. El 6 de mayo del mismo
año, el escribano Andrés del Campo certificaba acerca del estado de las
obras: «por la parte de la mar están de altura los cavalleros de San Juan y
Santiago y la cortina San Gerónimo Antonio nueve pies de a tercia de alto
y sacados todos los cimientos del dicho fuerte y muchos materiales y offi-
ciales que lo están labrando» U2.
En febrero de 1603, el Gobernador escribía que «en el castillo San Ma-
tías están los dos caualleros San Juan y San Diego con sus quatro casama-
tas altas y bajas y la cortina que mira a la mar y el tercio de cada una de
las ottras dos acauadas» H3.
Parece ser que las cartas del Gobernador a la Corte motivaron alguna
consulta encaminada a conseguir la mejor defensa de la plaza, pues en
mayo del citado año aquél acusaba recibo de dos reales cédulas, con las
que había recibido «la relación y planta del yngeniero mayor que llegó en
coyuntura que será de alguna ynportanzia para lo que resta por hazerse
en la fábrica del castillo de Sancta Matía ... , como Vuestra Magestad lo podrá
ver por la relazión y testimonio que será con ésta» 1".
El ingeniero aludido era el comendador Tiburcio Spanochi, italiano al
servicio de España desde los tiempos de Felipe 11. La Junta de Guerra ha-
bía aprobado en 1602 que «en las bocas de las dos entradas que hay en el
puerto» de Cartagena us « se hiciesen dos castillos proporcionados al sitio y

140 Acta de fundación del fuerte de San Matías, 8-1-1602 (AGI: Santa Fe, 38). Publicada por
MARCO: Ob. cit., pág. 201.
141 Información sobre las obras del fuerte de San Matías, 3-11-1602 (AGI: Santa Fe, 38). MARCO:
Ob. cit., pág. 202.
142 AGI: Santa Fe, 38.
143 El gobernador al rey, 16-11-1603 (AGI: Santa Fe, 38).
144 El gobernador al rey, 14-V-1603 (AGI: Santa Fe, 38).
145 Parece deducirse del texto que se proyectaba construir un castillo en Bocagrande y otro en
Bocachica.

146

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
tos FUERTES DE BOCAGRANDE

efecto para que habían de servir, y otro a la punta del Judío, de n1ás ca-
pacidad para estorbar el surgidero de los enemigos, conforme a las trazas
que hizo el ingeniero mayor Tiburcio Spanochi, que se enviaron a Carta-
gena» 1'5.
No compartió el Gobernador todas las opiniones de Spanochi, contenidas
en la relación enviada por el rey, pues en agosto de 1603 comunicaba a éste
que con el capitán Sancho Alquiza, que iba a España debidamente autori-
zado, enviaba las trazas del castillo de San Matías y de la plataforma San-
tángel, «del estado que oy tienen con entera declaración dellas como V. Md.
lo manda»; e igualmente le remitía testimonio del informe emitido por una
junta de personas competentes que habían inspeccionado dichos fuertes,
cotejándolos con el parecer de Spanochi «para añadir y quitar conforme
al que dió, y resuelto el de todos se tomó el medio que específicamente
mandará V. Md. que se bea por las dichas plantas y relaciones, que para
que en todos se acertase como mi deseo lo es, procuré se hiziera la dicha
junta a donde yntervenían personas de tanta esperiencia». «y aunque el
dicho Tiburcio Ispanoqui-continuaba-en el memorial y parecer que da
de los dichos fuertes reprueva la dicha plataforma S. Angel y que se pu-
diera haber escusado, me parece que no se debe cobdescender con ello, pues
bisto ocularmente y tanteado el destrito que ay de un castillo a otro y la
dispusición del sitio, se biene a provar ser de mucha consideración y que
sin ella pudieran entrar y salir los navíos arrimándose hazia aquella parte
sin rezevir tanta ofensa del castillo S. Mathía como aora, y de la suerte
que oy está no puede entrar un barco sin que se le haga muy grande, y para
que V. Md. se entere de esto, de personas que lo han bisto y tanteado como
lo son los dichos generales y capitanes de quienes van firmados los dichos
parecere , mande V. Md. declaren lo que en el particular sienten, además
de que, pues hasta oy no se a dado particular relación de la situación dcllos,
no se deve repudiar la fábrica de dicha plataforma» H7.
Esta fortificación, objeto de las discrepancias entre el Gobernador y
Spanochi, había sido construída por orden de aquél en la isla de Alonso
Nava HS. Además de esta plataforma y del fuerte de San Matías, don Jeró-
nimo de Zuazo hizo otras obras defensivas en Cartagena, y en el fuerte de
San Felipe del Boquerón dispuso una cadena de hierro, unida a troncos de
cedro, con la que todas las noches se cerraba aquella boca del puerto, co-
mo se había hecho en épocas anteriores m.

146 Junta de 4-VllI·1607 (AGI: Santa Fe, 217). Publicado por LLAGUNO·CEAN: Ob. cit., tomo
111, pág. 291 y ss.
147 El gobernador al rey, I·VIII·1603 (AGI: Santa Fe, 38).
148 La de Cárex, hoy Tierra Bomba, que en la época de referencia era propiedad del vecino de ese
nombre. La isla había sido adjudicada por el Cabildo, en 1555, al conquistador Gerónimo Rodríguez.
Expediente citado en el capítulo VII (AGI: Santa Fe, 403).
149 Información ZUilZO.

147

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

EL FUERTE DE LA PUNTA DEL JUDío

El día 30 de abril de 1606 murió don Jerónimo de Zuazo, y se encargó


interinamente del gobierno el licenciado Antonio de Ovando, su teniente 150.
Ya estaría nombrado el sucesor, puesto que en agosto del mismo año es-
taba en Cartagena el nuevo gobernador, don Diego Fernández de Velasco,
con quien tal vez llegaría el capitán Francisco Santander, nombrado cas-
tellano del fuerte de San Matías. Ambos informaron al rey del estado de
la ciudad, una vez que tomaron posesión de sus cargos.
Según el capitán Santander, en el castillo de San Matías faltaba terra-
plenar los dos caballeros «de la van da de tierra ... y correr la cortina y hacer
el parapeto dellos y el aloxamiento para los soldados y casa para el cas-
tellano y almagacenes para las municiones de guerra y bastimentos y el
tosso y alxiue dentro y una hermita para dezir misa» 151.
En parecidos términos informaba el Gobernador, añadiendo que su an-
tecesor. a pesar de no haber concluído el fuerte de San Matías, había de-
jado más de cuarenta mil pesos de deudas y que, mejor que con este fuerte,
se impediría el acceso al puerto haciendo una plataforma en la Punta del
Judío 152. Un año después insistía en que «de mucha considerazión sería para
la defensa de este puerto que en Punta del Judío se hiziesse una buena
plataforma», capaz para doce piezas de artillería-que no había comenzado
a edificar por no disponer de fondos y esperar la real licencia-, y se lamen-
taba de ver «quan sin fruto se an gastado tantos millones de ducados en
estas fortificaciones sin haver hecho cosa de sustancia ni probecho» 153.
Antes de que esta carta pudiese llegar a la Corte eran examinados por
la Junta de Guerra los informes citados anteriormente y, previa consulta a
don Rodrigo de Aguilar y a don Alonso de Sotomayor, que conocían el puerto
de Cartagena, los miembros de aquel organismo tomaron varios acuerdos.
Juzgaban conveniente que se hiciese el fuerte en la Punta del Judío, con
arreglo a la traza de Spanochi, y que, mientras se reunían materiales para
esta obra, se continuase la fábrica del fuerte de San Matías, cesando ésta
y comenzando la de aquél tan pronto como estuviesen dispuestos los mate-
riales. Propuso también la Junta que se encargase la dirección de las obras
de Cartagena al ingeniero Cristóbal de Roda, que estaba en La Habana, de-
jando las de esta plaza a cargo del aparejador Juan de la Torre 15'.
Así se dispuso en una real cédula, de la que acusaba recibo el Gober-
nador en una carta de julio de 1608. En consecuencia, mientras llegaba
ISO Antonio de Ovando al rey, 9-V-1606 (AGI: Santa Fe, 38).
151 El capitán Santander al rey, 18-VllI-1606 (AGI: Santa Fe, 38).
152 El gobernador al rey, 18-VllI-1606 (AGI: Santa Fe, 38).
153 El gobernador al rey, 12-VIl-1607 (AGI: Santa Fe, 38).
154 Junta de 4-VllI-1607 (AGI: Santa Fe, 217). Publicado por LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo
111, págs. 219 y 299.

148

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL FUERTE DE LA PUNTA DEL ruDío

Roda con sus aparejadores, fue preparando materiales para «el fuerte que
se ha de hazer en la Punta del Judío por la planta y traza que del hizo y
envió Tibulzio Spanoqui»; esta traza la tenía el maestro mayor de la ciu-
dad, «que es quien hizo el fuerte de San Matías y dize se la dió don J eróni-
mo de Zuazo» 155.
El 28 de noviembre de 1608 llegó a Cartagena Cristóbal de Roda, dis-
poniéndose a diseñar las obras necesarias para poner en defensa la bahía.
Visitó con el Gobernador el castillo de San Matías y la plataforma Santángel,
que juzgaba inútiles, porque aquél estaba alejado de la orilla y ésta no
reunía condiciones para poder sustentar artillería. Visitaron la Punta del
Judío, y como la traza de Spanoqui-«de quatro baluartes que haze figura
quadrada»-era difícil de acomodar a aquel sitio, hizo Roda otra planta,
según la cual el castil1c tendría «dos medios baluartes de la parte de tierra,
con sus cortinas y cassas matas y fosso y estrada cubierta ... , de alto 30
pies; luego ba corriendo con sus trabeses hazia la punta, de 20 pies alto;
en la mesma punta se ha de hazer una plataforma dentro del agua de una
bara de fondo y tendrá 10 pies de alto; y todo esto se haze para que ben-
ga a alcanzar la artillería al mar, y este castillo ... a de estar de manera que
pueda jugar tres andanadas de artillería, una encima de otra, para que bañe
boca y surgidero» 158. Con dec;tino a esta fábrica labraban piedra de una can-
tera situada «a espaldas de la plataforma», de Santángel, un apareJador, tres
oficiales canteros y treinta esclavos negros que Roda había traído de La
Habana.
Con la citada carta envió también el plano de un castillo que creía con-
veniente hacer en el bajo situado entre las puntas del Judío y el Manza-
nillo, con el cual se podría defender el surgidero y los canales que le dahan
acceso, y no serían necesarios los fuertes que se iban a hacer en otros lu-
gares 157. En unión del Gobernador y del piloto mayor de las galeras midió
y sondeó el canal de Bocachica, y a todos pareció más conveniente cegarlo
que fortificarlo.
Oído el parecer de la Junta de Guerra de Indias, se dispuso la construc-
ción del fuerte de la Punta del Judío, pese a las opiniones de Cristóbal de
Roda y del Gobernador. Este comunicaba al rey en 1610 que se estaban
abriendo los cimientos del fuerte, pero que lo hacía de mala gana y seguro
de la inutilidad de la obra, «porque para la defensa de las armadas y flotas
muy mayor la tuvieran si se hiziera una muy buena plataforma en el arre-
cife que está entre los dos canales de la Voca Grande y de la Voca Chica,
pues el surgidero está detrás de él, como consta de las mismas plantas que
a vuestra magestad se ynbiaron». Como se ve, el Gobernador continuaba

lSS Carta de 21-VD-1608 (AGI: Santa Fe, 38).


156 Roda al rey, 18-1-1609 (AGI: Santa Fe, 219).
157 A esto parece referirse una somera traza, bien poco expresiva, que iba unida a esa carta. Por
su escasa importancia no la reproduzco (TORRES LANZAS: Ob. cit., pág. 28).

149

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

aferrado a la opinión que había manifestado años antes, cuando escribi6


al soberano al tomar posesión del gobierno de CartagLna. Además-añadía-,
el fuerte de la Punta del Judío resultaba inútil, porque «no puede darse la
mano con el castillo de San Matías, porque del uno al otro ay muy grandes
tres quartos de legua, y mientras no estubiese serrada o fortificada la Voca
Chica no ay defensa que aprobeche». A su juicio, ninguno de estos fuertes
constituiría suficiente defensa para la ciudad, ya que, «a una legua y más
y menos», se podía hacer un desembarco sin necesidad de forzar las de-
fensas del puerto. Terminaba su carta haciendo constar a S. M. que no es-
cribía lo anterior movido «por miedo a morir en su servicio, porque ya
tengo echa prueba de mis obligaciones muy a costa de mi sangre» 158,
En el mes de julio, el Gobernador daba noticias de la obra, cuyos ci-
mientos estaban sacados más de media vara fuera de tierra, no obstante
las dificultades que se habían presentado, porque como la planta era cua-
drada y el sitio puntiagudo-el rey había mandado que se ejecutase el pla-
no de Spanochi-hubo necesidad de cimentar dos traveses dentro del agua.
Nuevamente insistía en la conveniencia de hacer un fuerte en el arrecife,
pues de 10 contrario sería «menester para guardar el canal que viene de la
Boca Chica, hazer otra plataforma opuesta en la punta del Manzanillo, que
de más de lo que se gasta es ponel' un perpetuo zensso sobre la hazienda
de vuestra magestad con estas guarniciones que en tiempo de nezessidad
an de ser gruessas y muy costossas» 159,
Las obras del castillo continuaron, y en julio de 1612 estaba «acavada la
puerta y se van acavando las murallas y contra fuertes y terraplenando
así como se va levantando» 160.
El 13 de mayo de 1614 llegó a Cartagena el sucesor de Femández de Ve-
lasco, don Diego de Acuña, con la orden expresa de continuar la obra del
fuerte de la Punta del Judío, no obstante las opiniones de su antecesor y del
ingeniero. La real cédula, dada en Lerma a 12 de agosto de 1613-comple-
mentaria de una «Instrucción» que había recibido me es antes-, le encar-
gaba que «no ynovando en la fortificación deys horden en que se haga lo
for~oso» 161. Aún no estaban terminados los castillo de la bahía. En el de
San Matías sólo estaba hecho el recinto exterior, pues fue muy poco lo que
se hizo durante el mandato de Fernández de Velasco. El de la Punta del
Judío estaba más adelantado, pero aún faltaba concluir una parte del re-
cinto exterior, abovedar el dormitorio del cuerpo de guardia, acabar la ca-
pilla y hacer la casa del castellano. El viejo castillo de San Felipe, del Bo-
querón, único superviviente de los días de Drake, «está hecho al tiempo
antiguo, redondo, con una torre en medio terraplenada, que debe tener de

158 El gobernador al rey, 12·IV·1610 (AGI: Santa Fe, 38).


159 El gobernador al rey, 8·vn·1610 (AGI: Santa Fe, 38).
160 El gobernador al rey, 22·VII·1612 (AGI: Santa Fe, 38).
161 AGI: Santa Fe, 38.

150

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL FUERTE DE LA PUNTA DEL JUD10

alto diez o doce pies»; no tenía casa para el castellano ni más aloiamiento
para los soldados que «un recojimiento para el sol y aguazeros» 162.
Ya hemos visto cómo por estos años la obra de las murallas consumía
los caudales destinados a la fortificación. Sin embargo, don Diego de Acuña
no parecía ver en la falta de dinero un obstáculo para proyectar nuevas
obras, pues en 1617 pedía autorización para construir de nueva planta la
plataforma de Santángel. A juzgar por el plano firmado por Cristóbal de
Roda (fig. 41), constaba de un recinto amurallado, de cantería, en forma de
estrella irregular de cinco puntas, cuyo frente principal bordeaba el canal
de Bocagrande, enfilado por diez piezas de artillería. La parte opuesta
estaba ocupada por el almacén, los alojamientos de la tropa y el aljibe, que-
dando encima de estas dependencias una «Pla~a alta» con cuatro piezas
para batir la camapaña. La Junta de Guerra aprobó el proyecto y propuso
desmantelar el frente de San Matías y que se hiciese en su lugar otra pla-
taforma, cuyos fuegos se cruzasen con los de la de Santángel 163 •
Durante el mandato del gobernador don García Girón de Loaysa (1619-
1625), las obras de los castillos de la bahía adelantaron muy poco. Al pare-
cer, sólo se trabajó en la plataforma Santángel. Posesionado del gobierno
Diego de Escobar en 1625, los informes de éste, junto con los que su ante-
cesor y Cristóbal de Roda habían enviado a la Corte, pasaron a estudio de
la Junta de Guerra, y, a propuesta de ésta, se dictó la real cédula de 19
de abril de 1626 164 • En ella se dispuso que fuesen desmantelados los fuertes
de San Matías y de la Punta del Judío, para construir, con sus materiales,
un castillo de planta circular «en un escollo bajo junto al ancoradero or-
dinario». La orden equivalía a dar aprobación a 10 que Cristóbal de Roda
y el gobernador Fernández de Velasco habían propuesto reiteradamente
años atrás.
Como en la citada real cédula se ordenaba al Gobernador que se aseso-
rase con los ingenieros Roda y Alonso Turrillo de Yebra, y enviase una
traza, reunió a éstos, con el general de la armada Tomás de Larraspuru y
el sargento mayor don Antonio Mal donado de Tejada, y todos redactaron
un infonne, que remitieron a la Corte. Opinaban los ingenieros que «para
la guarda de ambas canales>>-el de Bocagrande y el de acceso al fon-
deadero-era conveniente la construcción de un fuerte en el bajo situado
entre la Punta del Judío y la del Manzanillo; pero habiendo visto que por
ser su fondo «de caracolillo a modo de cascajo» costaría mucho cimentarlo,
decidieron no darle principio sin ver antes si se podría construir con más
facilidad en otro lugar, donde, no existiendo aquel inconveniente, se pudie-

162 "Relación que haze Cristóbal de Roda, ingeniero militar, por orden de don Diego de Acuña,
gobernador ... de Cartagena, del estado en que están los fuertes della" (AGI: Santa Fe, 38).
163 Junta de 5-V-1610 (AGI: Santa Fe, 38).
164 RC, Barcelona, 19-IV-1626 (AGI: Santa Fe, 220). Publicada por MARCO: Ob. cito pág. 209.

151

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

se lograr el mismo efecto defensivo. Con ese fin, los ingenieros y las au-
toridades susodichas se personaron en los castillos de la Punta del Judío
y del Boquerón, y después de haber observado los efectos que desde ellos
podía hacer la artillería, convinieron en que, acabándose aquél-«que ay está
tan adelante>>-y ampliándose éste en forma que pudiese sustentar ocho ca-
ñones, quedaría suficientemente protegido el surgidero y ningún barco po-
dría permanecer al ancla bajo el fuego de ambos fuertes. Así informaron
al rey, añadiendo que, mientras llegaba la real solución, se procedería a des-
mantelar el castillo de San Matias, que había de desaparecer 165.
Al parecer, la Corte aprobó la propuesta: el castillo de San Matías esta-
ba desmantelado en 1628, cuando visitó las fortificaciones el virrey, conde
de Chinchón, que estuvo en Cartagena de paso para el Perú 166, y el de Santa
Cruz fué concluído y ampliado. El de San Matias desapareció por completo
cuando a fines del siglo XVIII se construyó el malecón de Bocagrande, pues
al quedar cerrado el canal, las aguas cubrieron las ruinas del viejo castillo.
Del fuerte de Santa Cruz existe un plano, levantado en 1678 por el ingenip.ro
don Luis Venegas Osario (fig. 60), que lo encontró en estado de lamentable
abandono. «Por su fábrica-escribía Venegas-, es una perla, porque la mu-
ralla, parapetos de extrada cubierta, expalto [sic], plataforma, todo es de
piedra de sillería, con la misma arquitectura y ygualdad que el arco de las
cavalleri<;as de Palacio.» Venegas elogiaba la estratégica situación de este
fuerte, ya que dominaba el surgidero donde fondeaban las armadas y «el
quartel que el enemigo puede poner a la lengua de tierra de} baluarte de
Santo Domingo». Creía necesario ponerlo en servicio, reparando la bóveda
de su cisterna, «la mejor que ay en el mundo» m.

OTROS CASTILLOS

En 1631, don Jerónimo de Soto, miembro de la Junta de Guerra de In-


dias, informaba sobre los castillos que el gobernador Francisco de Murga es-
taba construyendo en la bahía de Cartagena, uno en la Punta del Manza-
nillo, «a la entrada del puerto principal, en opossición de el de Santa Cruz.
que está sobre la que dicen del Judío, y entrambos ocupan las dos puntas
que forman la entrada, y otro más adentro, en la Punta de Manga, los unos
y otros en bien corta distancia y sin más fin que el de la ofensa que con
ellos se puede hacer a los surgideros y entrada de la segunda baya». Los
juzgaba innecesarios, porque creía que para la defensa del canal situado
entre las puntas del Judio y del Manzanillo-en medio del canal está el bajo

165 Informe sobre los castillos de Cartagena, sin fecha (AGI: Santa Fe, ~9). Publicado por MAR-
co: Oh. cit., pág. 211.
166 El conde de Chinchón al rey, en Portobelo, 29-VII-1628 (AGI: Santa Fe, 218).
167 Venegas al rey, 9-1- 1679 (AGI: Santa Fe, 220).

152

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
OTROS CASTILLOS

donde se había tratado de hacer otro fuerte-bastaba el castillo de Santa


Cruz, ya que los navíos enfilaban el canal arrimándose a aquella punta y
quedaban, por lo tanto, bajo la artillería de este fuerte. Por parecidas razo-
nes creía inútil hacer el de la isla de Manga, ya que con el de Santa Cruz
se correspondía el de San Felipe del Boquerón, que, además, servía para
«limpiar la ensenada de más adentro, en que entran barcos, lanchas y ga-
leras». Tenían, además, los dos nuevos castillos, el inconveniente de estar
muy lejos de la ciudad, en lugares donde difícilmente se les podía socorrer
por tierra y, en todo caso, «no deven ser en la forma que los a disiñado,
pLirque tienen algunas ympropiedades, y abía de ser con nueba planta en
que se prebenga los muchos particulares que es necesario concurran en un
fuerte de propóssito, que son muy diferentes de los que se azen en cam-
paña para un sitio u otro fin que cessa acallada aquella ocassión, cuya for-
ma y estilo guardan éstos que se están haciendo».
En su largo informe hacía don Jerónimo de Soto todo el historial del
problema defensivo de Cartagena, recordando que, de acuerdo con los pa-
receres de Fajardo, Bautista Antonelli, Spanochi y otros, se mandó cercar
la ciudad, «como se hizo con grande azertamiento» y, además, se construyó
para defensa del puerto el fuerte de San Matías, desmantelado luego para
edificar el de la Punta del Judío, «sitio en que concurren los efectos que se
pueden desear, y en mi opinión, con la noticia que de este puerto tengo,
ninguno ay más aproósito, por estar sobre los surgideros y boca de la se-
gunda ensenada y descubrir al enemigo desde que ha entrado a cortar dis-
tancia por la Boca Grande asta que da fondo para passar al surgidero de la
otra parte, a donde también está ofendido descubiertamente». Como estaba
ordenado que este fuerte se derribase y se hiciese otro en el bajo del canal,
hacía notar sus ventajas, y proponía que no se llevase a efecto la demolición,
al menos mientras quedase aquel lugar sin defensa 168.
El 20 de noviembre del mismo año de 1631, el Gobernador escribía al rey
anunciándole el viaje de su ayudante Juan de Somovilla Tejada, que iba
a la Corte a dar cuenta del estado de las fortificaciones y llevaba «una plan-
ta copiossa de la descripssión desta ciudad y su puerto, a donde muy por me-
nor va apuntando con singularidad y distinción toda su dispusición y cir-
cuito y las fortificaciones que en ellas se han executado y fabricado y oy se
hallan acauados los dos castillos de las puertas [sic] del Manzanillo y Manga
con su artillería y dispuestos para cualquier ocassión» 1&9.
El plano de referencia debe de ser uno fechado en Cartagena a 12 de
enero del año citado, que se conserva en el Archivo de Indias. Representa
la bahía, con sus entradas y surgideros, y los castillos que la defendían, in-
dicáhdose el alcance de la artillería de éstos, así como su efecto sobre unos
navíos. Señala las distancias existentes entre los castillos de las puntas de

168 Informe de 27-V-1631 (AGI: Santa Fe, 39).


169 El gobernador Murga al rey, 20-XI-1631 (AGI: Santa Fe, 39)_

153

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633

Manga y del Manzanillo y entre éste y el de la Punta del Judío. Indica «lo
nueuo fabricado» en la muralla de la ciudad, y en la caleta aparece fon-
deada una galera, dibujada--como los otros navíos--con todo detalle (fi-
gura 47).
De la misma época se conserva otro dibujo (fig. 46) que representa la
ciudad, con la bahía y sus inmediaciones, todo con bastante exactitud 170. En
la bahía se indican los fuertes de Manga y el Manzanillo, la plataforma San-
tángel, el castillo de Santa Cruz y el lugar que ocupaba el de San Matías,
ya derribado. Seguramente con objeto de realzar la estratégica situación de
los fuertes, dibujó el autor del plano unos galeones, cuyos detalles con-
trastan con las formas abocetadas del conjunto. En el aspecto geográfico
es mucho más exacto que el plano descrito anteriormente.
Vistas las trazas y descripciones presentadas por el ingeniero Juan de
Somovilla, la Junta informó ampliamente sobre ellas en 1632, pero en lo
referente a los castillos de la bahía se remitió al informe dado por don
Jerónimo de Soto un año antes ln. En una descripción de la bahía y castillos
de Cartagena, presentada a la Junta de Guerra en 1633, se dice que el cas-
tillo de Santa Cruz, «por no ser tan capaz como se requiere para efectos
tan importantes ... , se le queda haciendo una media luna... debajo del
abrigo de los baluartes que miran al surgidero con que quedará la fuerza
de las importantes que tiene su magestad»; por el frente de tierra se le ha-
da un foso con entrada cubierta. Los castillos de las puntas de Manga y
del Manzanillo--ambos de planta cuadrada, con «cortinas relevadas aden-
tro»--estaban terminados 1'72.
En agosto de 1634, el Gobernador escribió que la bahía se encontraba en
completo estado de defensa, «porque el castillo de Santa Cruz, de la Punta
del Judío, está fortificado con la media luna que se le ha añadido y con
haverle levantado y terraplenado ... » 173. En febrero del mismo año la Junta
de Guerra había aprobado todas las obras hechas por Francisco de Murga 176.

1/0 Puede ser el mismo, cuyo envío anunciaba en carta de 16-1-1631 (AGI: Santa Fe, 39).
171 Junta de 20·VIII-1632 (AGI: Santa Fe, 39).
172 Informe de Juan Alférez, Madrid, 9-xn·1633 (AGI: Santa Fe, 39).
173 Carta de 25-VDI-1634 (AGI: Santa Fe, 39).
1?4 Junta de 7·D·1654 (AGI: Santa Fe, 217).

154

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CYlPITULO o/I

Cartagena
a !Fines de{ Sig{o Xo/II

'iO mistra6ú CtJTt.a¡Jt:IUl, o tristt cüuúu{, fúmJ!as


áuamcias tÚ tu ruyntJ y famenta fa sinrrlfÓ'n tÚ tu.
phrfúfafl

('J/alújo tÚ fa ct1Ml: !Historia áelSitw ...y Ph'áiáa


tÚ Carta¡¡ena ...f(rj [: Santa ~f" 458J.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Durante los dos últimos tercios del siglo XVII, Cartagena de Indias no
experimentó aumento en el radio de su perímetro urbano. Cercada la ciu-
dad y el arrabal de Getsemaní, la población, siempre creciente, se concen-
tró dentro del recinto de murallas, cada vez más engalanado con casas de
«hermosa y levantada fábrica» 1, que pregonaban el bienestar de acaudala-
dos vecinos, enriquecidos con el tráfico. Si los datos de cronistas y viaje-
ros contemporáneos no son exagerados, el número de habitantes se había
duplicado en el transcurso de noventa años. El dominico Zamora, que es-
cribía a fines del siglo, fija una población de mil quinientos vecinos 2, es de-
cir, familias; y el capitán don José Vallejo, en un relato escrito en 1697 3
eleva el número de dos mil. El guardiamarina Chancels de Lagrange, en su
diario de la expedición de Pointis, asegura que la ciudad contaba dos mil ha-
bitantes, excluídos los esclavos, pero en esta cifra sólo incluye a los hom-
bres, pues demostrando una positiva atención hacia el sexo débil-muy de
acuerdo con su juventud y con la clásica galantería francesa-, nos dice que
había en Cartagena cuatro mil mujeres '. Calculando sobre la base de esos
datos, creo que se puede fijar en unos ocho mil habitantes, aproximada-
mente, la población avecindada en Cartagena a fines del siglo XVII, a la que
hay que añadir los residentes y transeúntes, siempre numerosos.
Este exceso de población halló cabida, bajo la guarda de muros y baluar-
tes, en el barrio de GetsemanÍ, que en los planos de fines del siglo aparece
ya con el trazado de calles que, sin variación notable, conserva actualmente.
Buena prueba del aumento del vecindario del antiguo arrabal es el hecho
de que a mediados del siglo se iniciaran las gestiones oficiales para dotarlo
ZAMORA: Ob. cit., pág. 325.
Obra y páginas citadas.
3 Relación del capitán Vallejo, citada más abajo.
4 Relación del guardiamarina Chancels de Lagrange, citada más abajo.

157

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVlI

de una parroquia, que años después fue construída y dedicada a la SantÍ-


sima Trinidad. Esta iglesia y la ermita de San Roque, anexa al Hospital de
Convalecientes que los religiosos de San Juan de Dios tenían en el mismo
barrio, fueron los dos únicos edificios religiosos construí dos en Cartagena
durante el período referido. En el centro de la ciudad, frente a una de las
fachadas de la catedral y junto a la Plaza Mayor, se construyó la casa del
Cabildo, comenzada en 1676, con doble galería de arcos sobre pilares, a la
vieja usanza de Castilla.
Por lo demás, la historia de las construcciones durante la segunda mi-
tad del siglo está circunscrita al círculo de lo castrense. Juan Bautista An-
tonelli-último miembro de una familia de ingenieros militares que sirvió
a cuatro reyes durante tres generaciones-sucede a su primo Cristóbal de
Roda en la dirección de las reales fábricas de Cartagena, continuando la
trayectoria profesional íntimamente vinculada a su apellido. Juan de So-
movilla Tejada, su compañero y ayudante, le sigue en el cargo, y, más tarde,
don Juan Betin, don José de Lara y Francisco Ficardo se suceden en el em-
pleo de ingeniero militar de las Indias. Junto a ellos trabajan competentes
maestros mayores y arquitectos, tales como Juan Mejía del Valle, Pedro
Mejía, Andrés de Herrera y Francisco de la Peña, además de otra pléyade
de artífices de categoría artística más inferior, cuyos nombres no se sal-
varon del olvido.
La reparación de las brechas de las murallas y la fábrica de nuevos
castillos consumió enormes caudales. La Corona, siempre bien intencionada
y consciente de la importancia estratégica de Cartagena, no anduvo remisa
en concederlos, pero Dios sabe en cuánta parte irían a engrosar la bolsa
de funcionarios poco escrupulosos que, relajados en la cómoda poltrona de
sus cargos, desplegaban más celo para procurar el medro propio que para
ser acreedores de la confianza que la lejana autoridad del rey depositaba
en ellos.
Pasaron los años sin que se reconstruyera la muralla de la Marina, arrui-
nada por un temporal en 1654, a pesar de los informes de virreyes .y mili-
tares y no obstante haberse elaborado distintos proyectos en tal sentido.
Bien es verdad que por aquella parte del recinto el mar era el mejor de-
fensor de Cartagena: terrible cuando soplaban los «nortes» o tranquilo en
la época de las «brisas», la resaca bastaba para impedir un desembarco
entre el baluarte de Santo Domingo y el de Santa Catalina.
El período de tiempo estudiado en este capítulo fué decisivo para las
fortificaciones exteriores de Cartagena. A poca distancia del barrio de Get-
semaní, en el cerro de San Lázaro, el gobernador don Pedro Zapata hizo
construir en 1657 el fuerte de San Felipe de Barajas, llamado a defender
la ciudad por la parte de tierra en el caso de que los enemigos, dueños de
la bahía, lograsen desembarcar en las playas y ciénagas situadas al pie de
La Popa. En la bahía, un accidente fortuito ocasionó un cambio radical que

158

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
SITUACIÓN DE LA PLAZA FUERTE

trastornó su sistema defensivo. El naufragio de unos bajeles portugueses


-en cuyo alijo y salvamento se distinguió el ingeniero Somovilla-fue cau-
sa de que se cerrase el canal de Bocagrande; las corrientes y las mareas
acumularon tal cantidad de arena junto a los buques perdidos, que en 1642
- dos años después del accidente-se había formado un verdadero dique,
por lo cual se desistió de abrirlo de nuevo. A partir de entonces, la bahía
no tuvo otra entrada que el canal de Boca Chica, en cuya orilla izquierda
se construyó, según trazas del ingeniero Juan de Somovilla, el fuerte de San
Luis, defendido, con más valentía que medios, por su castellano don Sancho
Jimeno cuando lo rindieron los franceses en 1697. Para completar la defen-
sa de Bocachica se proyectó construir una torre o una plataforma artillada
en la otra orilla del canal, pero el proyecto no se llevó a cabo por entonces.
Concluído el castillo de San Luis, fueron desmantelados los fuertes de San-
ta Cruz, Manga y Manzanillo, cuyas dotaciones y artillería pasaron al de
Bocachica. De esa manera, en el corto espacio de unas décadas, el sistema
defensivo de la bahía cartegenera sufrió un cambio total. Lél defensa quedó
concentrada en un solo punto, y el canal de Bocachica pasó a ser la llave
de la ciudad y del puerto (fig. C).
Construidos estos nuevos castillos y amurallada la ciudad, quien con-
templara los planos del hermoso puerto y pasase la vista por las nóminas
de la guarnición podría pensar que el eterno problema de la defensa de
Cartagena estaba resuelto del todo. Pero la realidad era bien distinta: los
cañones cabalgaban sobre cureñas de madera, que no resistían el primer dis-
paro; no había víveres en los almacenes; los milicianos ignoraban la ins-
trucción militar, y los soldados de las compañías, tan numerosos a la hora
de cobrar sus haberes, sólo tenían vida en el papel de las nóminas. Unos
datos del capitán Vallejo de la Canal, aunque tal vez un poco exagerados,
dan idea de aquella corrupción administrativa: la guarnición del recinto
de Cartagena se componía de cuatrocientas plazas, entre soldados y arti-
lleros, pero «sólo serían actuales las 40, convirti~ndose las 360 restantes en
lo que siempre se ignoró»; y si bien la dotación del castillo de San Luis, de
Bocachica, se componía de más de doscientas plazas, «no tenía en pie más
de 15 soldados» cuando la escuadra de Pointis apareció ante Cartagena 5. I
En diciembre de 1681, el Consejo de Indias recibía un informe en el
que, con toda crudeza, se pasaba revista a la verdadera situación de la
ciudad, pronosticando posibles desastres que, desgraciadamente, sucedie-
ron años después. « La Plaza de Cartagena-decía el anónimo informador-
fué de las más populosas ... y comerciables de todas las Indias, por ser la
escala de Tierra Firme, y a donde la hacen los galeones que llevan y traen
la maior rique~a para que se reparta en todas aquellas provincias y reynos,
que volviendo sus retornos se distribuyen a los estraños, sobre que se

s Relación de Vallejo.
159

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIl

devía aplicar muy regular y eficaz remedio, que no se propone porque la


desgracia embarac;a la execucion que devía haver si cumpliesen los que de-
ven con su justa obligación, cuya materia pedía discurso aparte; y con las
bajas y pérdidas que han tenido sus moradores, por los saqueos que en
aquellas costas hacen los piratas continuamente y otros que a rastreado
la codicia y malicia de los tiempos en los ministros que la goviernan, no
es su sombra, y se puede recelar que cada día vaya en menos cabo o que
por el gran descuido y poca obligación que hay suceda alguna fatalidad,
que no la remedie vuestra Magestad tan fácil.» Después de este preámbulo
tan poco alentador, pasa el comunicante a analizar lo que sucedería si
una escuadra de diez bajeles desembarcase mil hombres en la costa de so-
tavento, entre Bocachica y el puerto de Naos. Encontrarían el castillo de
San Luis casi desguarnecido, pues su dotación era insuficiente aun en el
caso de que estuviese completa, asegurando que no dormían allí más de
veinticinco hombres, y éstos sin el castellano. Una vez que los enemigos
pasaran al otro lado de la bahía, a la parte del pie de La Popa y San Lázaro,
encontrarían abundantes aprovisionamientos en las haciendas de la cam-
piña, mientras que la ciudad apenas guardaba víveres para ocho días, sin
que pudiese esperar los que, en circunstancias normales, llegaban diaria-
mente de fuera. Falta de provisiones para resistir un largo asedio, nada
podría hacer la guarnición, «aunque fuese de leones». Pero, además, el ve-
cindario no abundaba en gentes de temperalnento bélico, «pues sobre com-
ponerse lo más de una población de negros y mulatos y mestizos, que en
semejantes ocasiones son los mayores enemigos ... , los demás son oficiales
mecánicos y pulperos, gente ociosa e inútil, sin experiencia». Por todas estas
razones juzgaba el comunicante que la plaza no podría resistir más de quin-
ce días de sitio, y que cuando pudiesen llegar socorros de Mompós y pobla-
ciones imediatas hallarían la ciudad saqueada o con el enemigo fortificado
L,.en ella 6. Por desgracia, los augurios del anónimo autor de este informe se
cumplieron pocos años después.
Así vivía Cartagena de Indias, feliz y confiada, con sus vecinos y resi-
dentes «más divertidos en las artes de Mercurio que en la imitación de
Marte», y más ocupados «en el logro de las mercantiles gananzias y pa a-
tiempos de la Paz, que en la disposición del militar exercicio y manexo de
las Armas», a pesar de que en octubre de 1696 se habían recibido dos reales
cédulas que ordenaban tomar medidas y prevenirse para la defensa, ante
la posibilidad de un ataque. De creer al capitán Vallejo de la Canal, una to-
tal despreocupación acogía las noticias más alarmantes: «Aunque tal vez
con rezelos de enemigos, se quedaban éstos en femeniles miedos, y por ta-
les se juzgaron los que de Europa abisaron debían tenerse del Frar.zés este
año de 1697» 7. Sin embargo, el peligro era grave, y se acercaba el momento

6 AGI: Santa Fe, 218.


7 Relación de Vallejo.

160

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ATAQUE DE LOS FRANCESES

en que Cartagena iba a conocer la amargura de la derrota y los horrores


del saqueo.
Un grupo de armadores de Brest, constituídos en sociedad comercial,
había organizado una expedición a las Indias. El Rey Cristianísimo, intere-
sado en la empresa, aportó los bajeles con su artillería, pertrechos y tripula-
ciones, y ambas part,e s estipularon el reparto de las ganancias. Una de las
cláusulas del pacto establecía «que la Plaza había de quedar por el Rey de
Francia con Governador y Presidio francés», de 10 cual se deduce que mien-
tras los armadores que financiaban la empresa perseguían la multiplicación
del caudal aportado, el Rey Cristianísimo aspiraba a conservar la ciudad
conquistada, «en el supuesto de que manteniéndola introduciría comercio
en todas las Indias Occidentales» 8. No era esta asociación de comerciantes
con el rey la única nota característica de la expedición. También habían de
intervenir en ella los filibusteros de Santo Domingo, y a ese fin se habían
cursado órdenes al gobernador de los establecimientos franceses de la isla,
Juan Bautista Ducasse, para que formase con ellos un cuerpo expediciona-
rio. Salió la armada de Brest a principios de enero de 1697, y el 6 de marzo
llegó a Santo Domingo, donde después de ultimar los preparativos y esti-
pular con los bucaneros la parte que les correspondía en el reparto del
botín, se hizo a la mar y puso rumbo a Cartagena. La escuadra del rey se
componía de diez bajeles de alto bordo, un bergantín, dos buques de trans-
porte, una galeota y cuatro pequeños barcos lanzabombas, los primeros de
esa especie que cruzaban los mares de las Indias, tripulados por más de
cuatro mil hombres, entre marineros y soldados 9. La flota de los filibusteros
la formaban iete fragatas, con más de mil hombres entre bucaneros, solda-
do , v luntarios de la isla de Santo Domingo y negro . El mando supremo de
la armada y de las fuerzas de mar y tierra correspondía al almirante Jean Ber-
nard Desjcans, barón de Pointis 10. El 8 de abril cundió el desconcierto en
Cartagena, cuando se supo que veintidós navíos de nacionalidad descono-
cida habían fondeado el día antes en la ensenada de Zamba, a doce leguas
de la ciudad. Pero, encerrándose en un optimismo suicida, nadie pensó que
aquella armada tuviese por objetivo a Cartagena. Aunque desde el primer mo·
mento se receló que fuese francesa, y por tanto enemiga, la creyeron envia-
da para intentar la captura de los galeones que estaban en la bahía de Por-
tobelo. El gobernador de Cartagena, don Diego de los Ríos y Quesada, se
apresuró a despachar una balandra para aquel puerto, portadora de plie-
gos en que advertía el peligro al general de la flota; pero persuadido de
que su ciudad nada tenía que temer, no tomó otras medidas de precaución
que doblar las guardias en los baluartes y formar una compañía de mili-
cianos con los mercaderes de Quito y Santa Fe que estaban en la plaza

8 Relación de Vallejo.
9 Ibídem.
10 Relación de Pointis, citada más abajo.

161

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
(;AIHAGE A A FINES DEL SIGLO XVII

esperando la feria de los galeones. La imprevisión del Gobernador, desoyen-


do las recomendaciones que 1a Corte le hiciera desde la ruptura de España
con Francia y su actitud confiada cuando, con el enemigo a la vista, pre-
fería ignorar el peligro antes que determinarse a afrontarlo, dieron su fruto
en los días siguientes. La indecisión de don Diego de los Ríos y su incapa-
cidad para el cargo que desempeñaba fueron aliados que el enemigo no es-
peraba encontrar detrás de los baluartes y murallas de la principal plaza
fuerte de las Indias.
Relaciones, diarios y mapas contemporáneos del suceso permiten cono-
cer con bastante detalle el desarrollo de las operaciones que culminaron
en la rendición y saqueo de Cartagena. De los relatos y documentos de la
época, unos nos dan la versión francesa y otros la versión española de los
hechos. El mismo barón de Pointis que, como protagonista principal, expli-
có las cosas a su conveniencia, escribió una Relatación de ['expedición de
Carthagéne, impresa en Amsterdam en 1698, muy divulgada por ediciones
posteriores 11. En contraste con ésta, la Historia del Sitio, Indefensión y Pér-
dida de Cartagena, escrita por el Capitán de Caballos don José Vallejo de la
Canal, nos ofrece un relato muy exacto en sus pormenores y nada favorable
para las autoridades militares de la plaza, a las que critica y ataca tal vez
con exagerada dureza 12, Su autor tuvo ocasión de informarse bien, pues
llegó a Cartagena dos días antes que la armada enemiga, y fué llevado pri-
sionero a Francia, donde declaró como testigo en el proceso, incoado a
instancias de Ducasse, por incumplimiento de la estipulación hecha con
los filibusteros para el reparto del botín. Más minucioso y abundante en
detalles es el relato del caballero Chancels de Lagrange, guardamarina de la
escuadra de Pointis, cuyo diario de la expedición recoge detalles y episo-
dios del ataque y asedio que omitió el almirante y no conoció Vallejo 13,
Otros documentos contemporáneos, publicados por Bécker y Rivas Groot a,
y los que utilizó en el Archivo Nacional de Bogotá el gran historiador co-
lombiano José Manuel Groot 15, acaban de completar la información; y los

11 Sólo he podido consultar la impresa en Londres por Oliver Payne en 1742, cuya tfaducción cas-
tellana editó Roberto Arrázola en Historial de Cartagena de Indias (Buenos Aires, 1943).
12 V ALLFJO DE LA CANAL, José: Historw del Sitio, Yndefensión y Pérdida de Cartagena de
las Yndias, Conquistada, Saqueada y Destruida por el Francés el Año de 1697 ... (AGI: Santa Fe,
458; trasladado a la Sección de Planos: Panamá, núm. 117), con el mapa reproducido en la fig. 63.
Fue publicado (véase la Bibliografía), pues FERNANDEZ DURO: Armada Española ... , tomo V,
pág. 296, cita un ejemplar impreso. El documento se publicó íntegro en MARCO: Ob. cit., págs. 213 -
223.
13 Forma parte de un mss. de LOUIS CHANCELS DE LAGRANGE: Voyages et campagnes
diuerses faittes en Europe, en Asie, en Affrique, en Amerique despuis l'an 1694 ... iusques a la paix
generalle de Riswick en 1697, con el mapa reproducido en la figura 59 (Biblioteca Nacional, Madrid:
Mss. núm. Res-201-J -6). Lo referente al sitio de Cartagena (folios 35-61 del mss.) fue publicado por
MARCO: Ob. cit., págs. 223 - 233.
14 El Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII, parte primera (Madrid, 1921), página 109 y ss.
15 Ob. cit., tomo I, pág. 331 y ss.

162

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ATAQUE DE LOS fRANCESES

mapas de Pointis 16, Langrange (fig. 59) Y Vallejo (fig. 63), explican grá-
ficamente el desarrollo de las operaciones. Veamos, de acuerdo con los datos
suministrados por esas fuentes contemporáneas, cómo fue rendida y sa-
queada la ciudad de Cartagena de Indias.
El 13 de abril fondeó la escuadra entre la ciudad y la punta de los Ica-
cos, en el placer de Playa Grande. Pointis pensaba desembarcar y apode-
rarse a toda costa del cerro de La Popa, a fin de dominar el camino de en-
trada a Cartagena e impedir la salida de los vecinos con sus tesoros. Con
tal objeto, ordenó que la galeota lanzabombas y los bajeles «Fort» y «Mutine»
se acercasen a la ciudad, a fin de proteger el desembarco. El propio Pointis
ocupó sitio en uno de los botes, pero pudo comprobar que era imposible
poner pie en tierra, pues, aunque el mar estaba en calma, la resaca impedía
ganar la orilla. La chalupa del almirante zozobró, y éste tuvo que resignar-
se a la retirada, convencido de que en la costa de Cartagena «el mar es un
señor invencible». No quedaba otro recurso que forzar el canal de Bocachir
ca, poner los buques en seguridad y atacar por el interior de la bahía. En
la mañana del 15 de abril la escuadra levó anclas, y a mediodía todos los
buques estaban fondeados frente a Bocachica 17.
Durante todo el día 14 la galeota no cesó de arrojar bombas sobre la
ciudad, y aunque los daños materiales no fueron muy grandes ni las bajas
numerosas, el efecto fue altamente desmoralizador: «resultó tanta confu-
sión en todos, y especialmente en mujeres y niños, que corriendo por las
calles sin orden, salieron de la ciudad sin que ninguna de las providencias
que se dieron fuesen suficientes para detener el ímpetu con que se atrope-
llaban, concurriendo estas circunstancias en las monjas de Santa Clara y
Santa Teresa, quedando los conventos despoblados» 18. De creer al capitán
Vallejo de la Canal-siempre duro y exigente con los defensores-, fue pre-
ciso poner guardias dobles en las puertas de la ciudad y «conminación de
pena de vida, para que no la desamparasen del todo los vecinos, cuyo ho-
rror, asombro y miedo a las bombas es imponderable»,
Fondeada la escuadra en Bocachica, los navíos «Saint Louis» y «Scep-
ter» y la galeota se dedicaron a bombardear sin tregua el castillo, mientras
mil setecientos soldados y mil doscientos filibusteros desembarcaban en los
Tejares, a cubierto de los fuegos del fuerte, precedidos por ochenta negros
de Santo Domingo, destacados por Pointis para que abrieran trochas en
el bosque. Al amanecer del día 16 de abril desembarcaron la artillería de
sitio y, emplazados cañones y morteros, quedó el fuerte entre dos fuegos y
sin posibilidad de recibir víveres y refuerzos. En la mañana del mismo día,
los franceses capturaron una canoa grande, que intentaba llevar socorros

16 Lo conozco a través de la reproducción de CLARENCE W. HARlNG: The Buccaneers in the


Indies in the XVII Century (London, 1910), págs. 264 . 265.
17 Relación de Pointis, apud Historial de Cartagena, pág. 52 Y ss.
18 Informe de la Inquisición de Cartagena, publicado por BECKER y RIV AS GROOT: Ob. cit.,
. pág. 112.

163

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CART GE A A FINES DEL SIGLO XVII

al castillo. Un fraile franci cano apresado n ella fué, por encargo de Pointis,
a intimidar al castellano a la rendición, pero como la respusta fu se ne-
gativa, el almirante ordenó a lo buques que arreciaran el bombardeo. Por
la tarde apareci ron otras dos grande canoas con rumbo al castillo, pero
el fuego de los filibusteros las obligó a r gresar a Cartag na 19.
Quedó el fuerte de San Luis incomunicado, bajo el fuego incesante de
cai'lones y morteros y sin posibilidad de recibir socorro. Lo defendía el ca-
ball ro vizcaíno don Sancho Jimeno de Orozco 20 , con no más de quince sol-
dados veteranos y un conjunto de gente bi oña-mulatos y negros de las ha-
ciendas v cinas-que umaban en total unos ciento cincuenta hombres ~l ;
la artillería del fuerte contaba treinta y tres cañones, en su ma or parte de
hierro, montados en cur ñas de madera de c dro sin herrajes ~2 .
Duró el bombardeo desd el lunes 16 de abril a mediodía hasta la tarde
del mart s, arrojando lo franc ses más de cuarenta bomba y mil quinien-
tos tiros de cañón, que d montaron ca i toda la artillería d 1 castillo. Los
sitiadores llegaron hasta el fo o provistos de escalas de a alto y petardos
para volar la puerta, ante lo cual los bisoños soldado de don Sancho pu-
sieron bandera blanca. Quiso éste hacer alguna proposicion , pero fueron
rechazadas, y viendo la impo ibilidad de ontinuar la defensa, mandó bajar
el puente le adizo y salió sin arma, ntregándose a los franceses. El señor
de Pointis le dijo, por medio de un intérprete, que debía consolarse de haber
sido vencido por fu rzas tan numero a , y «le entregó una spada y le dijo
galantemente que le daba la libertad d retirar e a donde quisiera con sus
bienes, criados y algunos amigo », para lo ual le extendería pasaporte. Don
Sancho le dió las gracia . le hizo entrega d la lla es del ca tillo. «Voila
comme cette el f d Cartagena 1u t rcduite n no tre puis an e le 16 avri I
1697 aprés d ux pours d'attaqu ! », escribe Chan ls de Lagrang . El n migo
tomó po e ión del fuert , y don Sancho Jimeno, provisto d 1 pasaporte que
le extendiera Pointis, se r tiró a una de sus haciendas !!J.
Con la conquista del castillo de San Luis, lo frances tuvieron franca
la entrada a la bahía y, en realidad, el total dominio de ella. Pusieron una
guarnición de cuatrociento~ hombre en 1 fu rte y dos navío de guardia
en el canal de Bocachica, y d spués de r embarcar cañones y morteros,
entraron los buques de la armada en la bahía el día 18. Pointis despachó

19 Relación de Pointi . apud I/istorial, pá~. 58 Y


20 Por Re. de 26·X·1671 s le nombró castellano (AGI: anta Fe, 989, libro lO, folio 320).
21 E e era el número de defen or' , -cgún la carta del e n:tario de anto Oficio fechada el 4 de
agosto (BECKER y RIVA ,RO T: Ob. cit., pág. 116). cgún ALLEJO eran ciento tr inta y
nueve, y CHANCEL DE LAGRANGE eleva el núm ro a i ' nto e enta. gún POINTI (Histo -
rial . .. , pág. 64). formaban la guarnición tre ciento hombres. E e -cría el núm ro que figuraría en
las nóminas.
22 Relato de Vallejo. egún Lagrangc eran treinta cuatro cañone , de cllo diecisiete de hierro.
23 Lagrange (Mss. citado, folio 40) copia el pasaporte

164

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ATAQUE DE LOS FRANCESES

ochocientos filibusteros con la misión de apoderarse del convento de La


Popa, y lo encontraron abandonado, dejando en él una guarnición y reti-
rándose el resto de las fuerzas a un pequeño bosque inmediato al Hospital
de San Lázaro, donde acamparon.
Mientras tanto, el desconcierto aumentaba en Cartagena al conocerse la
rendición del castillo de Bocachica. Más adentro de la bahía estaba el fuerte
de Santa Cruz-llamado también Castillo Grande-, y como su situación
era muy ventajosa para la defensa del surgidero, el gobernador había deci-
dido conservarlo y defenderlo, poniendo en él una guarnición de ochenta
hombres-entre negros, mulatos y españoles-, con pocos víveres y algunos
cañones de hierro; pero viendo el castellano don Francisco Santarén que
se había perdido Bocachica, desconfiando de su gente y armas y temiendo
quedar incomunicado, hizo ver al gobernador la imposibilidad de defenderlo,
olvidándose-dice Vallejo-«de las obligaciones de cavallero, de vasallo y
de militar». El Gobernador, falto de experiencia y de consejo, resolvió aban-
donar el castillo, y dispuso que la guarnición, después de quemar las cu-
reñas y clavar los cañones, se retirase bajo los muros de la Plaza. La im-
prevista medida permitió a Pointis llegar tranquilamente con sus tropas a
tiro de cañón de las murallas y convencerse de que la ciudad era inatacable
por la parte del recinto defendida por los baluartes de San Ignacio, San
Francisco Javier y Santo Domingo. Envió un emisario al Gobernador, inti-
mándole a la rendición, pero como éste le contestara «lo que devía a ca-
vallero», o sea «que estaban listos y esperando», se retiró al castillo de San-
ta Cruz, bajo cuyo muros fondeó la armada. Dos navíos habían sido hun-
didos cerca del fuerte para cegar el canal de entrada al puerto interior, pero
con tan mala fortuna que uno de ellos pudo ser remolcado por los franceses,
y el paso quedó franco; y como también el fuerte del Pastelillo o del
Boquerón fue abandonado, los enemigos quedaron dueños de todos los ac-
cesos a la ciudad por la parte de la bahía. Sólo quedaba en poder de los de-
fensores de Cartagena un punto e tratégico, y a él se dirigió el ataque de los
franceses: el castillo de San Felipe de Barajas, guardián de la puerta de la
Media Luna, que dominaba todos los caminos que conducían a la ciudad
por la parte de la tierra firme.
El viernes día 19, Pointis desembarcó en los playones situados al pie del
cerro de la Popa y se dispuso a atacar con más de mil hombres. El fuerte
de San Felipe no contaba con otra artillería que dos pedreros, y lo defendía
una corta guarnición 2', al mando del caballero cordobés don Juan Berrío.
Después de luchar durante todo el día, los defensores abandonaron el pues-
to, más bien abrumados por el número de atacantes que «por el miedo y
falta de valor», como dice Vallejo. Al parecer, el gobernador de Cartagena
arrestó a Berrio, metiéndole en un calabozo, y puso el mando del castillo

~ "Un corto presidio", dice Vallejo. Chancels de Lagrange dice que la guarnición contaba setenta
y cinco hombres.

165

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

en manos del hidalgo vizcaíno Juan Miguel de Vega, que se ofreció a de-
fenderlo con setenta hombres, en u ma 'oría bi oños. El nuevo ca telIano
detuvo algún tiempo el ataque. cau ó ba tant bajas al enemigo, pero
murió de un balazo ' lo d fen ores abandonaron el fuerte, retirándose a
Cartagena. Conquistado el fuerte, los franc tuvieron bajo el fuego de sus
mosquetes las murallas del arrabal de G t emaní y el baluarte de la Media
Luna.
Desde su cuartel general, emplazado en la capilla del Hospital de San
Lázaro, dirigió Pointis los trabajos del asedio. Los buques desembarcaron
veinticinco cañones de gran calibre y cinco morteros, mientras los negros
hacían acopio de fajinas y los soldados con truían trincheras y emplazaban
las piezas para batir la muralla (fig. 34). El día 21 por la tarde comenzaron a
prestar servicio las baterías francesas, mientras los buques pequeños y la
galeota arrojaban bombas contra el populoso barrio. Aquella tarde, un casco
de granada hirió al almirante francés. Durante los días siguientes continua-
ron los preparativos, arreciando el fuego a medida que entraban en juego
nuevas baterías, pero el miércoles 25 de abril «cesó en el todo de pelear, co-
mo si se estuviera en 1~ Paz de Otavianos»; el Gobernador de Cartagena,
imitando al enemigo, di puso que la artill ría de la ciudad también guar-
dase sil ncio, «rezeloso-dice Vallejo-o de las ira contrarias o de la poca
resi tencia de nuestras cureñas, pues no había ninguna qu al terzero o
quarto tiro no se rompie e». Duró la tregua cuatro días, durant los cuale
lo fran e e mejoraron u po iciones, pr parando 1 ataque d ci ivo y
a alto. En Cartag na e labraban cur ñas d madera y e prometía la li-
bertad a los sc1avos que tomasen las armas. Pasada lista a la gente qu
def ndía la muralla, , ólo e hallaron mil ochod nto hombre; e taba la
ciudad «tan falta d cabo militare 1 gob rnador de experiencia, que
formó consexo de e tado guerra, para las determinaciones qu hubie e
de executar, de don Diego de Morale , guarda ma. or de la aduana, y de
Juan de la Peña, mercader de profesión». E ta fu ron las m didas que
Vallejo- iempre mordaz y apasionado-califica d «grandes pre encione
defen ivas», ante las cuale no puede meno que xclamar: «j O mi erable
Cartagena, o triste ciudad, que numantinos te defienden qu Scipión te si-
tia; llora tu ruina, que bastante razón tienes para prevenirla y lamentarla!»
El día 28, al amanecer, cesó la tregua: todas las baterías emplazadas por
los franceses comenzaron a batir las murallas y baluartes de Getsemaní,
«avec tant de furie-escribe Langrange-que'on p u di re que la terre en
trembloit». Duró dos días el fuego de los franceses, respondido por lo ba-
luartes de la plaza. Uno de los buques lanzabombas fue hundido por lo
cañones de «El Reducto».
En la mañana del día 30, el jete de los filibusteros, Ducasse, e acercó a
la puerta de la Media Luna con el pretexto de pedir. de parte de Pointi, .
la entrega inmediata de la Plaza; pero, en realidad, la misión que llevaba

166

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ATAQUE DE LOS FRANCESES

era la de reconocer el efecto de la artillería francesa en la muralla. «Es


cierto-escribe Vallejo-avía logrado el enemigo romper un principio de
brecha en la cortina de la Media Luna, junto a la puerta, mas tan estrecha
que no debía llamarse brecha, ni considerarse como tal, y la venida de
Monsieur Ducasse, con el pretexto de embaxada, fué a reconocerla y nte-
rarse de la posibilidad actual para el asalto, y como con las ruinas del fron-
tispicio de la puerta se avía cegado el foso, pudo a pie enjuto llegar hasta
la misma brecha iniciada, donde estubo un rato hablando lengua francesa
con el capitán Santarén, que no entendí. ni nunca supe el contexto de la
conversación. »
Por la tarde, los franceses se lanzaron al asalto de la Media Luna y.
penetrando por la brecha, sembraron tal desconcierto entre las milicias
improvisadas, que después de varias refriegas se hicieron dueños del ba-
rrio, huyendo los supervivientes hacia el fuerte que daba acce o al recinto
de Cartagena.
El capitán don Francisco Santarén mandaba la guarnición de Getsema-
ní, compuesta, al menos nominalmente, por setecientos milicianos, con cua·
renta piezas de artillería, fuerzas que estaban distribuídas entre lo baluar-
tes de Chambacú, Santa Isabel, San José, El Reducto y la puerta de la Me-
dia Luna, cuya defensa tenía a su cargo dicho capitán con cien hombres
once cañones. La actuación de Santarén fue criticada duramente por los
españoles. La débil resistencia que los franceses encontraron al forzar la
angosta brecha de la muralla, y el hecho de que la conversación que el
jefe del presidio sostuviera aquella mañana con Ducasse en idioma francés
no la entendieran los que estaban pre entes, fué causa de que se lanzaran
después contra él acusaciones de traición e inteligencia con el enemigo 25.
Sin embargo, de parte france a no faltan elogios para 1 «valiente goberna-
dor don Francisco d Santarén, que había servido en Flandes mucho tiem-
po». Según Chancels de Lagrange, la re i tencia no fue tan débil, el bata-
llón de granaderos que inició el ataque sufrió grandes pérdidas, muriendo
su coronel, Marolles, y mueho oficial e ; rechazados los españoles de la
tenaza del baluarte por los batallones de refuerzo, aún resistieron vigoro a-
mente atrincherados detrás de la puerta, y allí, junto a la brecha, fue hecho
prisionero Santarén, que, a causa de su avanzada edad y de la gota, que
le tenía impedido, asistía al combate entado en una silla. Rendido el ba-
luarte, hubo luchas en las calles, y cuando los defensores supervivientes
llegaron a la puerta de Cartagena, comenzaron de nuevo el combate, ayu-
dados por algunos lanceros que salieron en su ayuda, pero la llegada de
un batallón de refresco decidió la lucha a favor de los franceses, con gran-
des pérdidas del lado español.

2S Véase el informe del Santo Oficio al Inquisidor General de España, publicado por BECKER y
P-V AS GROOT: Ob. cit., pág. 121.

167

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

Parece indudable que la brecha no se defendió como convenía, pero


antes de pen ar en la ineptitud o la traición del jefe del presidio, justo es
pasar revista a los medios con que contaba para defenderla del ataque de
más de dos mil quinientos hombres 26 , bien instruídos y equipados. Según
testimonio de Vallejo, cuando comenzó el asalto estaba Santarén en su
puesto «con solo cuarenta soldados de todos los que estaban señalados, y
éstos tardaron tanto en enzender las cuerdas y determinarse a pelear, que
cuando lo hicieron era ya el francés dueño del baluarte». La indisciplina
de las compañías de milicianos, más nominales que efectivas, y la falta de
tropas regulares bien instruídas en el servicio militar, parece haber sido el
motivo principal de que Getsemaní se perdiera, como se habían perdido an-
tes los castillos de Bocachica y San Felipe. «Fué tanta la confusión de nues-
tras vlsoñas milizias esta tarde, que más españoles murieron de las balas
y artillería española que de la francesa, pues con solo un cañón que se dis-
paró del baluarte de San Ignazio, amunicionado con balas de mosquete, vi
caer más de 25 españoles», escribe Vallejo. No faltó, sin embargo, quien
cumpliera con su deber, llegando al sacrificio, pues el mismo Vallejo-que
rara vez dedica algún elogio-dice que murieron unos doscientos defenso-
re , «y entre ellos el capitán Aguilar y enteramente su compañía de mulatos,
que defendían el baluarte de San Joseph, que se portaron valentíssimamente».
Conqui tado el barrio, que no tenía murallas por la parte que hacía
fraente a la ciudad, los franceses abrieron trincheras en las bocacalles, en
previsión de un contraataque. Rápidamente transportaron la artillería de
sitio, y al día iguiente, 1 de mayo, reanudaron el bombardeo, secundado
por los bajele «Vermandois», «Saínt Louis» y «Scepter», que dirigían sus
fuego contra los baluartes que dominaban los emplazamientos de los ca-
ñones franceses. Cayó una bomba en la iglesia del Hospital de San Juan
d Dio, «que, derribando el altar mayor, cogió en sus ruynas al Santísimo
Sacram nto, que estaba patente, con cuyo doloroso suceso el mismo día, a
las dos de la tarde, el Cavildo Eclesiástico y Religione ' representaron al Go-
vernador lo melancólico de este accidente y el fin funesto que amenazaban lo '
pasados»; el Cabildo Secular expuso lo mismo, haciendo notar, ademá , el
peligro que corrían los vecinos si el enemigo entraba en la Plaza por la fuer·
za de las armas. «Dió más fuerza a estas proposiciones el motín de hasta
doscientos hombres vulgares, de quienes eran caudillos dos clérigos, que
vinieron al Gobernador diziendo no querían pelear, y que capitulase con el
enemigo». En vista de ello, el Gobernador reunió junta de guerra , «en que
se conformaron muchos parezeres hallarse indefensa la Plaza por la falta
de soldados, pues los pagados eran cortos en el número, y los más mili-
zianos no querían hazer oposición, amedrantados de las bombas y de su
natural cobarde, y no expertos en la milizia». Como, además, la mayor par-

26 Un cuerpo de ochocientos filibusteros, dos batallones que sumaban mil quinientos hombres y
tre cientos zapadores, según Lagrange (Mss. citado en la nota 13).

168

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
RENDICI6N DE LA CIUDAD

te de la artillería staba de cabalgada por haberse roto la ureña la


parte por dond atacaban los franceses era la má débil del recinto amura-
llado, con inieron «en er azertado el aju te de una capitulación, que en-
tonzes podría efectuarse honrrada y después era dudosa de conseguir».
En la tard del día iguiente, jueve 2 de mayo, izaron bandera blanca
en Cartagena, .' pasó al campo enemigo el tesorero de la Aduana, don Diego
d Morales, a decir, de parte del Gobernador, que estaban di pue to a ca-
pitular e le ofr cían término honorables. Pointis exigió dos rehene
como condición previa para suspender el fuego y entablar la n gociacio-
n , yen vista de ello e con tituy ron como tales dos caball ros de Carta-
gena. Al día iguiente, 3 de abril, pasaron a la ciudad Ducas e y el veedor
de la armada francesa a ofrecer las condiciones, que fueron discutidas en
una junta, y por la tarde pasaron al campo enemigo tre delegados, con
plenos podere para stablecer los términos de la capitulación.
Las condicione xigidas por Pointis eran las iguiente: entrega de to-
do lo - fondo de la R al Hacienda, así como todo el oro, plata y pi dras
precio a de lo vecino ; el Gob rnador, la autoridades y la guarnición
aldrían d la ciudad con todos los honores, los vecinos qu quisieran
abandonarla podrían hacerlo He ando <¡olament una cantidad d dinero
cuya cuantía e eñalaba egún la condición de cada uno. Por el contrario,
los que qui ieran qu dar e a vivir en la plaza conser arían u fueros
preeminencias y la posesión de su bi nes raíces y la mitad d u dinero,
pero a condi ión de pr tar juramento de fidelidad al Rey Cri Lianí imo n
1 plaz de tre día. Lo t mplo y mona terio ería n r p tado Z7. Al decir
de Chancel de Lagrange, había, además, ciertos capítulo ecreto, que ó10
fueron conocidos por muy po a personas.
Vi ta e ta condiciones por el Gobernador, jefes militare ecino, e
determinó la entrega y, de acuerdo con uno de los capítulos ac ptados, el
vicealmirante Leví tomó posesión de la Puerta del Puente y d los baluarte
d ambo lado 1 día 4 de mayo, poniendo n ellos medio millm d olda-
do . Inmediatamente fué promulgado un bé:\ndo, estableciendo pena de muer-
te para todo aquel que hurtase o hicie e daño a español alguno, « in poder
con egui r u remisión en un soldado francés que hurtó un puño de espada
a un e pañol, dando precio de cien doblones al primero que lo denunzió».
Con é te y otros ca tigo semejantes «se sosegó en parte la descompostura
militar y orgullo de Jos oldados victoriosos».
El 6 de ma o salieron de la ciudad, con todos los honores acordados, el
Gob rnador, las autoridades, la guarnición vencida y los vecinos que op-
taron por abandonarla. Iba al frente de ellos el gobernador, don Diego de
lo Ríos, a caballo, con todas las insignias de su autoridad; le seguían las
cuatro compañías del presidio y dos cañones arra trados a mano y sin cu-
reñas; detrás, todas las mujeres, los niños los eclesiá tico que quisieron
27 ReJa ión de aJlejo itada.

169

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

salir, con sus muebles y ropas. A continuación iban ocho compamas de in-
fantería, «con cuerda calada y bala en boca»; luego, los bagajes, y cerraba
la comitiva el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad, con sus estan-
dartes, maceros y ministros. En total saldrían unos tres mil hombres 28.
Pointis, que aún no estaba restablecido de la herida que recibiera días
antes, entró en la ciudad en silla de manos, escoltado por los guardiamari-
nas y un batallón de granaderos, dirigiéndose a la catedral, donde le recibió
el Cabildo eclesiástico cantándole el «Te Deum Laudamus». De allí e hizo
conducir a la Casa de la Contaduría, donde se alojó.
Una vez dueño de Cartagena, comenzó Pointis a dictar providencias para
apoderarse de los tesoros que esperaba encontrar en la desdichada ciudad.
La promesa de devolver un diez por ciento a todos los que entregaban us
caudales y las amenazas, a los que los ocultaran, movieron a mucho a en-
tregar voluntariamente el oro y la plata que poseían.
La entrega voluntaria del dinero duró varios días, durante los cuales no
faltó trabajo al contador de la armada para pesar y almacenar en un salón
bajo de la Contaduría todo lo que le iban entregando, que alcanzó una cifra
respetable; pero «fenezido este negoci~dice Vallej~, empezaron los ene-
migos a executar algunas demostraciones de serlo muy de veras, y de que
fué la primera pasar monsieur Lebi al colegio de la Compañía de Jesús y
sacar de él quanta plata, en reales y labrada, había propia del colegio, de-
jando muy limitados los cálices y llevándose hasta la Custodia Sacramental
y Corona de Nuestra Señora, y porque en el aposento del padre Antonio
Granelli halló gran cantidad de oro, plata y piedras de más valor de tre In ta
mil pesos de algunos particulares, al día siguiente le prendieron en la Cárcel
Pública de la ciudad, donde es tubo hasta la noche, haziendo el enemigo en
el Collegio e Yglesia exquisitas diligencias, nimias e irreverentes al culto
divino por hallar pasto a su codizia». Este hecho no fué único, pues se
repitió, con agravantes de crueldad, en los demás conventos y en las igle-
sias. El mismo Leví se personó en el convento de San Agustín, «y avi ndo
tomado en la misma conformidad toda la plata labrada del culto de la
yglesia, y desvaratado, piráticamente, por sus mismas manos, las ri as an-
das de plata de los pasos de la Pasión de Nuestro Redenmptor», como no
apareció el tesoro que esperaban encontrar, encarcelaron al superior . a
dos frailes y los tuvieron tres días en un calabozo; «y maliziando podían
ocultar alguna plata, pasaron a darles tormentos de reos en los dedos me-
ñiques de las manos hasta reventárselos en las escopetas». También se lle-
varon toda la plata del convento de la Merced y dieron tormento a un lego,
pero, como había ocurrido con los tres agustinos, la crueldad fué infruc-
tuosa, ya que nada habían ocultado. En Santo Domingo, además de la plata
labrada de lo objetos de culto, encontraron «gran cantidad en reales, do-
blones y joyas, que era caudal de su provincial ». Luego tocó el turno al con-

28 Relación de Vallejo.

170

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
SAQUEO DE LA CIUDAD

ven t de San Diego, donde, como primera diligencia, encarcelaron a todos


los religiosos y amenazaron de muerte al guardián, «poniéndole la esco-
petas en ademán de dispararla contra u ida». Se salvó ést declarando
algunas cantidades de parti ulares que tenía ocultas. También aquearon el
convento de Santa Clara ,por último, la catedral, en la qu sólo dejaron
tr s cálices para los servicios del culto. Finalmente, embarcaron la campa-
na, d" todas las iglesias, dejando o]amente las de la Compañía y la de
San Diego, pre io pago de un rescate. La ca a particulares también fueron
saqueada, llevándose de ellas no ólo lo objeto de alar, sino también
«aquel menaje balumoso, como lienzos , coches, silla cama, que todo lo
embarcaron, rompiendo aquello que no podían tran portar en su nave ».
De la Cajas Reales se llevaron uno - do cientos noventa mil peso que ha-
bía en ellas 29. En total, el saqueo produjo unos ocho o nue e millones, se-
gún te timonio de Pointis 30. Si a esto se añade lo que eguramente se lle-
varon in registrar, habrá que alargar un poco la cifra. Chancel de La-
grange di e que, además del oro y la plata, reunieron dieci i te «boi seaux»
de meralda, siete de rubíe y tre de perlas.
Mediado el mes de ma_o,]a ituación de lo france e en Cartagena co-
m enzó a tornarse peligro, a. Había l1egado la e, tadón de 1:1 lluvias, y con
el1as se de arrolló una epidemia de vómito negro, qu di zmaba a lo 01-
dado y tripulantes de la armada, ha ta el punto de que en ei día enfer-
maron má de ochocientos, que en u mayor parte murieron. Como 1 es-
trago eguía en aumento y am nazaba d jarle sin gente bastante para tri-
pular ~u bajeles, Pointi d cidió embarcar el botín y abandonar cuanto
a n te Cartagena. En cambio, lo filibu teros, aco tumbrados al clima del tró-
pico e inmunes contra la epidemia, pen aban quedar e para continuar con
m á ~ libertad el saqueo. A toda prisa embarcaron el botín y los cañon d
bronce que había en la plaza, de pués de quemar todas la cureña. Por
medio de minas hicieron volar alguno baluarte de la muralla. y una cor-
tina del fu e rte de San Lui de Bocachica . La gal . . ota le nLabombas fue in-
cendiada, por falta de gente para tripularla.
El 25 de mayo embarcó Pointi con sus tropas, disponiéndo e para zar-
par. En la ciudad quedaba Ducasse con los filibustero , autorizados por el
almirante francés para quedarse y saquear las mercancías d los almace-
ne ', p ro con la prohibición de violentar las casas privadas 31. Asegura Va-
llejo que Pointis les había autorizado para ejercer el pillaje a u antojo,
inclu o «para que pasasen hasta ]a villa de Monpoz, que era el receptáculo
y alvergue de quantas familias avían salido, a destruyrlas en el todo».
Lo indudable parece ser que Pointis deseaba prescindir de lo filibus-
tero y zarpar para Francia con el botín, pero éstos reclamaron la parte que

29 Relación de Vallejo.
~ R 'Iación, en Historial . .. , pág. 93.
31 ReJa ión de Pointis, en Historial . .. , pág. 97.

171

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

les correspondía, según lo estipulado antes de hacerse a la vela en Santo


Domingo, o sea el diez por ciento del primer millón y el tres por ciento de
106 restantes. Ducasse intervino defendiendo el derecho de sus subordina-
dos, que habían vuelto a sus buques y estaban al ancla, junto a los de la ar-
mada real, cerca de Bocachica. Pointis, explicando las cosas a su modo,
asegura que los filibusteros pretendían la cuarta parte del botín 32, pero la
verdad es que se negó a cumplir lo establecido, basándose, según Vallejo,
en que «avían saqueado gran porción los piratas y gratificándose de su ma-
no». Que el contrato con éstos fue letra muerta para el almirante 10 corro-
bora Chancels de Lagrange, pues dice que «les filibustiers se mutinerent
disant avec raison qu'on ne leur avoit pas donnés leurs parts de la capture
et qu'on les avoit trompés». El día 30 de mayo supo Pointis que los amoti-
nados habían proyectado abordar el buque almirante y apoderarse de los
cuatro millones de oro que guardaba a bordo; pero bien porque les faltara
valor para hacerlo o porque no viesen el éxito muy seguro, decidieron lo
más fácil y productivo: volver sobre Cartagena. Pointis, responsable del
cumplimiento del tratado de capitulación concertado con las autoridades
de la plaza, no lo impidió. Los filibusteros se negaron a reconocer su auto-
ridad, y Ducasse, temeroso de la responsabilidad que la conducta de aqué-
llos podría acarrearle, zarpó silenciosamente para Francia en la fragata
«Pontchartrain». Pointis pensó imponer su autoridad a los filibusteros por
la fuerza; pero bien fuera porque sus tripulaciones, diezmadas y enfermas,
no estaban en condiciones de luchar, o porque le importara poco lo que
aquéllos hicieran si él podía marcharse con el botín, todo 10 que hizo fue
iniciar un proceso para que les juzgaran en Francia. ElIde junio levó ano
clas la armada de Pointis, mientras los filibusteros, que habían vuelto a
desembarcar la víspera, sembrabran el terror en Cartagena.
En número de más de mil cayeron sobre la ciudad, y en vano trataron
de defenderse los vecinos que habían vuelto a sus hogares. Los bucaneros,
libres del freno de la autoridad, «empezaron a ir sacando de las casas a sus
moradores y de los conventos a los religiosos, llevando niños y mujeres a
la iglesia ca.tedraL., y sacando fuera los más principales, haciéndoles en
fuerza de tormentos confesar el poco caudal propio o ajeno que había que-
dado en el lugar, sin perdonar sacerdotes, religiosos, mujeres ni enfermos,
con notable crueldad y desprecio, consiguiendo por estos medios más de
millón y medio de oro, plata y piedras preciosas que habían vendido los
franceses, no dejando en los templos ni un cáliz con qué celebrar, con otros
innumerables daños y destrozos que hicieron en lo que por inútil o gravoso
no pudieron cargar» 33. Al decir de Chancels de Lagrange, el jefe de los fi-
libusteros, Godefray, les prohibió atentar contra las vidas de los vecinos, y

32 Relación de Pointis, en Histon·al . .. , pág. 99.


33 Informe del Santo Oficio al Inquisidor General de España, apud BECKER y RIVAS GROOT:
Ob. cit., pág. 127.

172

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Q EO DE LA el DAD

a dos filibu teros que a esinaron a dos mujeres «le hizo cortar la c;abeza,
de pués de qu un 'acerdotc 'paf101 1 s hubo confesado». Pero él mi mo
cu nta alguna de la mu ha atrocidades realizada ' por lo implacables
!:>abuesos para descubrir los pocos caudales que se habían al ado d 1 ~a­
queo de los día anteriores. Pusieron una veintena de barrile de pól ora en
la catedral alrededor a los prisioneros, a los que amenazaban con ha-
cerlo saltar si no d claraban los lugares donde aún tu h; en plata con-
dida. El terror y el aqueo duraron hasta 1 3 de junio, en qu los filibu te-
ro tu ieron noticia de que e ac rcaba una e uadra en ocorro de la
plaza. S apre uraron a 'mbarcar «y, ' in embargo, aunque la prisa de su
viaje fué grandc, no dejaron de hacer todo el daño que pudieron, pues en
el on ento de Santo Domingo dieron fuego a alguno barriles de pól ora
que habían 'nc rrado n una el las capilla de su iglesia, derribando sus
pared ~ y mal tratando gra\'l:mente sus altar s 3 1. El 7 de junio se hicieron
a la vela, y Cartagena qu dó libre de enemigos despul!s de un m d su-
trimien tos ~~ .
Dl!sde el punto de vi ta comercial, la xpugnación saqueo de Cartage-
na de Indias onstituyó un buen nego io para los 1ran ses. Ganaron éstos
lo que perdieron lo vencidos; pero, aparte es balance de pérdida y ga-
nancias mat riales, a ninguno d los do ' bando ' que fueron autores de la
lu ha corre pondió l honor d una victoria in mancha o d una derrota
digna. El estado d abandono en que 'e encontraba la plaza, por culpa de
una admini otra ión local orrompida y d un Gobernador débil e inexperto,
no re -ta gl ría a la ampai'ia; pero i e 0~1paran lo medios d que di -
pu o Pointi on lo que la ciudad ontaba para !:>u dcf n a, la haz ña fran-
ce a no rc"ul la tan heroica onlO qui o pintarla el almirant '. Por otra par-
te, la alianza odio -a con lo ' filibu t ro dio un arácter pirático a la em-
pre a empai1ó '1 pr"!:>tigio de una armada n la que, equiparada' a las
tropa ' del R.' Cristianísimo, figuraron la turba indisciplinadas de los
«hermanos de la costa», genks in ley que en todo momento hicieron honor
a 'u [ama de ladron s del mar, sin méb ideal qu el robo y el saqu o, siem-
pre acompaiiados de un sanguinari corlcj de crueldades.
El incumplimiento de la apitula i ne con ertadas con la ciudad ren-
dida, el saqueo de templos y ca a , contrario a lo pactado, . el hecho de
abandonarla en mano de lo filibu ·teros para que en ella ' C cobraran la
parte del botín que le corre pondía, fu ron hechos indigno ' de las leyes

34 lh ídem.
3S El aqueo de e rtagena fue una dl' la última ha/al1a de lo., ··hermano., lk la costa", Chancel
dl' Lagrangc uenta cúmo acabaron lo~ fugitivo. apre ados en u md)'oría por el almirante inglc:~ . ¡'vi·
lIe, También narra las incidencia del regrc 'o de Pointi a Francia y cómo pudo, burlando .1 lo ingle·
es, llegar a 8rc l con la ma ' or parte dd botJ'n dl' Cartagcna. \ allejo oe la Canal, pri, ionero en el "Ver·
mand i '" relata el tlc<.:Ídcnttldo viaje de este na\'lo ha 'ta su fdil. arribo al citado puerto lit- Brl'ltll;tl
(~1 . citado en la , nota , 12 y 13).

173

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTACENA A FJ ES DEL SIGLO XV! [

de la guerra, que empañaron la gloria de la acción de armas y valieron al


barón de Pointis una condena 3".
Por otra parte, tampoco constituyó un timbre de honor para quienes
tenían la obligación de defender a Cartagena. Como han dicho acertada-
mente Bécker y Rivas Groot, «primero faltó previsión para colocar la pla-
za en condiciones de resistir un ataque, y luego faltó aquel concepto del
deber que engendra las acciones heroicas» J 7. Si exceptuamos al defensor de
Bocachica, don Sancho Jimeno; al vizcaíno Juan Miguel de Vega, que mu-
rió defendiendo el castillo de San Felipe de Barajas, y al capitán Aguilar, que
halló la muerte en plena lucha el día del asalto a Getsemaní, los restantes
jefes militares no se distinguieron por su valor, sino por una debilidad e
indecisión impropias del ejercicio castrense. En esa falta total de aptitu-
des para el mando y en la absoluta carencia de sentido del deber y de la
responsabilidad aventajó a todos quien por su elevado cargo debía dar
ejemplo: el gobernador don Diego de los Ríos y Quesada. A juzgar por los
testimonios contemporáneos-en los que no dudo haya que rebajar lo que
pusieron ]a pasión, la rivalidad y la intriga-, la conducta del Gobernador
durante los días trágicos del asedio no pudo inspirar a sus ubordinados
la confianza en sí mismos que es impre cindible para la victoria y que nace
de l~ fe en el valor y las virtudes del que les manda. Cuenta Vallejo que
el día que se perdió el barrio de Getsemaní el Gobernador no hizo otra pre-
venciones que las necesarias para conservar su vida, y durante la refriega
«fué receptáculo seguro de su persona la bóveda o arco de una de las pu r·
ta de la ciudad». El secretario del Secreto del Santo Oficio, don Migu 1
Echarri, asegura que, para pre av rse d 1 poco estrago que cau aban la
bombas, el Gobernador « e fué a recojer al cañón de la Contaduría, n don-
de e le experimentó siempre acostado en un catre y esparciendo con Juan
de la Peña, el doctor don Miguel de Iriarte y don Diego Manuel de Morale
las órdenes que estos mismos dis urdan»; y añade este comentario: «i bue-
nos discursos para el caso Jos de un médico, mercader y aguacil o guarda
mayor de Contaduría!» 38.
Que la resistencia que encontraron los franceses fué harto débil es cosa
que no cabe poner en duda; y que la actuación del Gobernador no estuvo
a la altura de lo que el cumplimiento de su deber exigía es también induda·
ble. La indecisión y la debilidad alcanzaron en él los límites de la cobardía,
i es que en toda su manera de actuar no hubo algo inconfe able. Arruinada
la ciudad y el vecindario, natural era que, una vez consumados los hechos,
la opinión pública buscara un tardío consuelo cargando a alguien las cul-
pa del de astre, y así, fue blanco de toda las acusaciones la persona de
don Diego de los Ríos. Su conducta turbia dió pie para ello y, aun quitando

36 FERNANDEZ DURO: Armada Española . ..• tomo V, pág. 296.


37 Ob. cit., pág. 25.
38 BECKER y RIVAS GROOT: Ob. cit., pág. 145.

174

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
RESPONSABLES DEL DESASTRE

la parte que la pasión pusiera en tales cargos, la insistencia con que se


repiten hace pensar en la posibilidad de que encerraran un tanto de cer-
teza. El capitán Vallejo-que escribía a bordo del «Vermandois» durante
las largas singladuras del viaje a Francia-atribuye la rápida rendición de la
plaza al interés del Gobernador en conseguir, como sucedió luego, «la fa·
cultad para sacar sus bagajes sin registro, que se compuso de mucha can-
tidad de cofres que, según la voz general, contenían porsión grande de oro,
propia de dicho Gobernador y de mercaderes particulares, con quienes iba
al partir sacándole de la ciudad, apreciando todos en mucha cantidad de di-
nero la que le valió este género de inteligenzia». El secretario del Secreto
del Santo Oficio, Echarri, también afirma que el Gobernador «tenía discu-
rrido escapar su caudal y el de otros (con quienes fué a medias) en caso de
capitular y entregar la plaza» 39. La conducta de don José Márquez Bol-
cortes, amigo y consejero de don Diego de los Ríos, da pie para admitir la
certeza de estas acusaciones. Márquez fue rehén de los franceses, y después
del saqueo se embarcó en el buque de Pointis, llevándose cuanto poseía, por
lo cual fue preso en Madrid más tarde. Si se tiene en cuenta, además, la
débil resistencia que, al parecer, opuso el capitán Santarén en el baluarte
de la Media Luna, no parecerá extraño que la opinión, barajando todas esas
circunstancias, hechos y rumores, se mostrase inclinada a creer que Car-
tagena de Indias había sido víctima de una traición.
Ante los hechos consumados y las reiteradas sospechas, la Audiencia de
Santa Fe decidió investigar la conducta del Gobernador y su posible res-
ponsabilidad por la pérdida de Cartagena, comisión que encargó al oidor
don Carlos Alcedo y Sotomayor, pero cuando llegó éste para instruirle el
correspondiente juicio de residencia, don Diego de los Ríos se negó a re-
conocerle autoridad y le puso en prisión. Ante un hecho tan inaudito, el
presidente y los oidores determinaron imponer su autoridad por todos los
medios y emprendieron el camino hacia Cartagena, mientras don Diego de
los Ríos, con una arrogancia y una energía que mejor hubiera empleado
contra los franceses, hacía sus preparativos de guerra. El presidente, don
Gil de Cabrera y Dávalos, reclutó gente de Mompós, Tolú y Tenerife y, con
los oidores, se acercó a Cartagena para sitiarla. Los inquisidores mediaron
en el conflicto y, después de consultar con sus colegas de la Audiencia, el
presidente Cabrera ordenó levantar el campo en marzo de 1698. El con-
flicto fue grave y terminó de esta manera, con no poca merma del principio
de autoridad, pero el fiscal don Antonio de la Pedrosa y Guerrero se fue
poco después a la Península, y sus informes ante el Consejo de Indias va-
lieron a Cabrera Dávalos la ratificación de la confianza que en él se tenía
y la confirmación en el cargo de presidente de la Real Audiencia.
Don Diego de los Ríos fue sometido a un proceso y, tratando de justifi-
car su conducta, presentó al rey un memorial, del que llegaron, copias im-
39 BECKER y RIV AS GROOT: Ob. cit., pág. 139.

175

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIl

presas a Cartagena. El alegato del Gobernador causó tan mala impre ión
entre los que habían sufrido las consecuencias de su debilidad e ineptitud,
que el ecretario del Santo Oficio, don Miguel de Echarri, salió al paso,
dirigiendo al rey, en nombre de la cIudad, una extensa exposición llena de
cargos contra don Diego de los Ríos. De todo lo alegado por Echarri, bien
ilu trado con citas eruditas, habrá que rebajar, como en otros casos, lo que
pudieran poner la pasión y la rivalidad, pero sí queda bien clara la ineptitud
del Gobernador, su falta de decisión en los momentos de peligro y una de-
bilidad de carácter que, en puestos de responsabilidad, resulta delictiva.
Cuando la armada de Pointis levó anclas hacia Bocachica, pudo haberse
hecho todo lo posible para iInpedir el desembarco cerca del castillo y re-
forzar al mismo ti mpo la menguada guarnición de que disponía don San-
cho Jimcno. Después, du ño el enemigo de la entrada al puerto, la defensa
d 1 ca tillo de Santa Cruz le hubiera detenido algunos día. Más tarde, cuan-
do, dueños de San Felipe de Barajas, abrían trincheras los franceses frente
a Getsemaní, se negó el Gobernador a autorizar un ataque nocturno para
interrumpir o entorpecer los trabajos; y, finalmente, también es cierto que
la plaza de Cartagena, bien defendida por murallas y baluartes, pudo haber
resistido algún tiempo, más aún sabiendo que de Mompós y Totú venían
fuerzas de socorro, que llegaron a Cartagena un día después de la rendi-
ción 40.
La timidez y la cobardía precipitaron la entrega de la plaza; faltó alor
para d f nderla hasta el último límite; hubo el afán interesado de salvar par-
t dIos cuadale mediante una capitulación, y miedo a p rd rlo todo
si el nemigo expugnaba la plaza a fuerza de armas. Esa fu ron la cau as
de la pérdida de Cartagena, aunque don Diego de los Ríos no llegase a la
trai ión. De nada irvió, sin embargo, tanta claudicación medrosa: las ca-
pitulaciones no fueron respetadas, la ciudad sufrió el saqueo, y, como re-
mate sangriento, volvió de pués sobre ella la plaga de los filibu telOS. Co-
mo dicen Bécker y Groot, «si don Diego de los Ríos hubiese empleado en la
defensa d la plaza 1 mismo ardimiento que después empleó contra la
tuerzas del president y de la Audiencia, Cartagena no habria tenido que
rendirse» t l . Unas cuantas medidas de defensa, una resistencia más fuerte
y mejor organizada hubieran alargado el asedio y la escuadra inglesa del
almirante Neville habría salvado a Cartagena u.

40 El informe de Echarri fue publicado por BECKER y RIVAS GROOT: Ob. cit., pág. 130 Y s .
El capítulo 111 de esa documentadí ima obra está dedicado a historiar el conflicto entre el gobernador
)' la Audiencia.
41 lb ídem, pág. 38.
42 Ven ía en busca de la de Pointis. Retrasado por diversos incidentes, llegó a Cartagena tre días
despu ' s de haber zarpado los enemigos. Capturó dos buques de los filibusteros con toda su tripulación
y el botín robado (FERNANDEZ DURO: Ob. cit., tomo V, página 294 y ss.).

176

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 62. La muralla de la Marina y el baluarte de Santo Domingo en 1617, por Cristóbal de Roda. - FI

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Armada francesa del barón de Pointis atacando a Cartagena en 1697, por don José Vallejo de la Canal .

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 64. Iglesia de Santo Toribio.

FIG. 65. Iglesia de la Orden Tercera.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 66. Interior de la iglesia de San Pedro Clavero FIG. 67. Nave y Tribuna de la iglesia de San Pedro Claver o

FIG. 68. Interior de la iglesia de San Pedro Clavero

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 69. Vista de la iglesia de San Pedro Claver

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 72. La Marina de Cartagena, por donjuan de Herrera y Sotomayor. 1715

FIG. 73. Plano de la muralla de la Marina, por don Alberto Mienson y don Juan de Herrera. 1721

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FlG. 75. Proyecto de reconstrucción de la muralla de la Marina, por Francisco Ficardo. 1688

FlG. 76. Plano de la muralla de la Marina, por don José de Herrera y Sotomayor. 1733

FlG. 77. Sector de la Marina entre los conventos de Santa Clara y la Merced, por don Juan de Herrera. 1725

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 78. Perfil de la muralla proyectada para unir el baluarte de la Cruz con el de Santa Catalina 1721

FIG. 79. El baluarte de Santa Catalina antes y después de su reconstrucción. 1725

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
s;:.l.= 1- "-I"i.wu
.. (v~, f'
.....
~.

,. .-/MIJo
6,r.-._
, ~~ •• :...t.o
" .,.,........ ,
,f .,"" • . . -

1 ..... ".,..
l. ~.'" r."_'_ ,"-___r••• ¡

FIG. SO. Ataque del almirante Vernon. La ciudad, la balúa y los castillos principales. 1741

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 8I.EI general de la Armada don BIas de Lezo. Retrato conservado en el Museo Naval de Madrid.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 82. El canal de Bocacruca, entrada a la bahía de Cartagena, por don Juan de Herrera y Sotomayor. 1716?

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LOS TEMPLOS DE L TR T IDAD Y A ROQ ü

LA IGLESIA DE LA TRINIDAD

Hacia la mitad del siglo XVII se englO una nueva iglesia, dedicada a la
Santísima Trinidad, en el barrio de Getsemaní. En 1620, el obispo había
representado al rey la necesidad de que tan populoso barrio tuvi se una
parroquia, pues por estar muy alejado de la catedral «y tener que pasar el
puente y ser grandes los calores», no se podían admini trar a u vecino
los Santos Sacramentos con la debida puntualidad. Entonces, el capitán
Julio Evangelista, vecino de dicho barrio, ofreció edificar a u co ta una
iglesia «de ciento veinte pies de largo y treinta o más de ancho, con vi-
vienda para cura y sacristán ... , y proveerla de los primeros ornamentos n -
cesaríos», a condición de que se le diese el derecho de patronato, con facul-
tad de transmitirlo a sus herederos. Muerto Julio E angeli ta, la ciudad
hizo suyo el ofrecimiento en idénticos términos, así lo representó a S. M.
el procurador general de aquélla, don Nicolás de Heras Pantoja. En con e-
cuencia, el rey ordenó al Gobernador, por cédula d 22 de febrero de 1642,
que le informase el número de vecinos que tenía el barrio, la di tancia a
que se encontraba la ciudad y la necesidad de fundar la parroquia 43.
Es de supon r que se concedería el permiso solicitado, pues la igle ia se
construyó. En un plano de 1688 (fig. SS) e indica u emplazamiento, y en
el de 1716 (fig. 71) se representa la planta con toda exactitud. La iglesia
de la Trinidad es un templo d tr nav , eparada por olumna de fuste
ilíndrico que reciben ar O ' de m dio punto, con sección cuadrada y ro ca
ji a. Aunque su apilla ma 'or ti n te t ro plano, el modelo inspirador del
templo fué la cat dral. Como en ella, la apillas colateral e forman el cru-
cero y la forma de agrupar en é t uatr medias columna está copiada
del t mplo episcopal; sobre ellas de cansa una pilastra, en la que apea el
arco de triunfo, como en el modelo citado. Las naves el pre biterio e
cubren con sencillas cubierta d art sao La fachada carece de int ré :
grue os contrafuertes señalan las naves y flanquean la sencilla portada, de
dos cuerpos (fig. 42). El último tramo de la nave del Evang lio está ocupado
por la torre, cuyo pesado cuerpo de campanas, con vanos ntre pilastras, re-
cuerda al de la iglesia d Santo Domingo.

LA ERMITA DE SAN ROQUE

En ocasión de que una epidemia de peste amenazaba a la ciudad, el Ca-


bildo Secular hizo voto de fundar una ermita dedicada a San Roque y ce-

43 URUETA: Documentos... , tomo n, pág. 225. URUETA y Plf'lERES: Ob. cit., pág. 163.

177

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

lebrar anualmente las fiestas del Santo si cesaba el peligro. Así ocurrió,
y el voto fue cumplido, «hasta tener la hermita erijida cassi del todo», en
un solar del barrio de Getsemaní que para ese fin cedió al Cabildo la c<r
munidad de San Juan de Dios, que a la sazón tenía a su cargo el Hospital de
San Sebastián. Pero bien sea porque el Cabildo reconoció «no ser conbe-
niente, por no estar capaz para el concurso de tan gran población», o por-
que el Gobernador y Maestre de Campo don Fernando de la Riva Agüero
ordenase su demolición, «porque según parece era inconveniente en la par-
te que estava edificada» '4, el Cabildo creyó oportuno «proseguir el edificio
de la iglesia y hermita del bien aventurado San Roque uniéndola con una
hospitalidad de convalecientes en la iglesia y casa del Espíritu Santo, con-
ven to antiguo de los padres de San Juan de Dios ... , cuio edificio de yglesia
y casa que oyes de tablas se concerva con su sitio».
El Cabildo y la comunidad de San Juan de Dios concertaron ciertas ca-
pitulaciones, y ésta otorgó su consentimiento para que se llevase a efecto
«la fundación de la hermita y ospital juntos y en un cuerpo en el sitio re-
ferido el Espíritu Santo», bajo la advocación de San Roque. Así. e hizo cons-
tar en escritura otorgada ante el escribano Gonzalo Arias de Sego ia el 6
de abril de 1652, por los regidores Juan de Somovilla Tejada y Juan Ortiz
de Almansa, en nombre del Cabildo, y los hermanos fray Cri tóbal de Santa
María y fray Juan Caballero, en representación de la comunidad. En las ca-
pitulaciones incluídas en la escritura se especificaba que el patronato de la
fundación correspondía al Cabildo y que cuidarían los juaninos de la sala
de convalecientes, teniendo a cargo de ella por lo menos dos religio o no
más de cuatro, uno de ellos clérigo~.
Comenzaron en seguida las obras, y dos año después estaba fabricado
el cuerpo de la iglesia, la capilla mayor «y arco toral y la sacristía y forma-
do el coro con sus buecos de puertas, bentanas, y todo está ... labrado de
cantería arrasado y en estado de proseguirse la bóveda que lo ha de cu-
brir» 4G. En este estado se hallaba la fábrica cuando en 1654 hubo que sus-
pender las obras, en virtud de una real cédula de 17 de mayo de ese año, que
así lo ordenó. Fue dada esta disposición a instancias del Cabildo Eclesiás-
tico, que infornló al rey de que se trataba de hacer el Hospital de Convale-
cientes «sólo con el fin de yrse a divertir allí algunos religiosos de que re-
sultarían muchos imconvenientes» '7.
Acudieron los padres de San Juan de Dios ante el Consejo, representa-
dos por el procurador general fray Francisco de la Hacha, que pidió la re-

44 E ta primera edificación tal vez e taba situada en la calle de la Media Luna, donde aparece in·
dicada la ermita en un plano de la ciudad, grabado en Venecia, que e conserva en el Mu eo Histórico
de Cartagena.
45 E critura de 6-IV-1662 (AGI: Santa Fe, 247).
46 Certificación del escribano Martín de Escobar a petición de fray Fernando de Figueroa,
~·1-1662 (AGI: Santa Fe, 247).
47 RC. de 17-V-1654 (AGI: Santa Fe, 247).

178

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CASA DE CABiLDO

novación de aquella orden, haciendo constar que los informes que había
dado el Cabildo Eclesiástico eran inciertos, pue iempre habían ten ido allí
un Hospital de Convalecientes 48.
El Consejo atendió la petición y la informó favorablemente el 22 de agos-
to de 1665 49 • En consecuencia, se dio la real cédula de 3 de octubre del mis-
mo año, en la que se ordenó al Gobernador que susp ndi e la ejecu ión de
lo dispuesto en 1654 y no pusiese obstáculo al Cabildo para que continuase
la dificación de la ermita 50.
La ermita de San Roque es un modesto templo de una na e, con planta
rectangular y cubierta de madera. La fachada (fig. 43), cuyo piñón, r matado
por una cornisa, acusa las v rtient de la techumbre, carece de interé arqui-
tectónico. A un lado e tá la espadaña, de dos cuerpos, y la puerta adinte-
lada, que probablement dio acceso al Ho pital del Espíritu Santo, cuyo
nombre conserva la calle.

LA CASA DE e BILDO

Como quedó dicho en el capítulo anterior, la primeras casas del a-


bildo estaban situadas frente a la catedral, y en llas tenían su vivICnda
los gobernadores. En unos aposentos situados debajo de ésta e taba la
cárcel, que no r unía condiciones de eguridad ni de higi ne, por lo que
los pre os enfermaban a causa de la humedad y del calor. En 1614, la ciu-
dad pidió licencia para adquirir unas ca a vieja y labrar n ellas un nuevo
edificio para Cabildo y cárcel, todo lo cual se pen aba hac r a censo obre lo
propio , pagando é te con los ingresos de un impu sto obre el ino, a f

ese fin solicitaron también real licencia para e ·tablecerlo. Apo 'aba e te
proyecto el gobernador, don Diego de Acuña, que hizo constar al rey con
cuánta incomodidad celebraba el Cabildo sus reuniones en la sala ituada
junto a la co ina y a la caballeriza de u casa, que «además de er parte
yndecente es tan caliente que no hay quien pueda estar en ella» 51.
Años más tarde, el procurador de la ciudad solicitó de nuevo licencia
para vender las casas del Cabildo y labrar otras nuevas donde, además de
las dependencias de la corporación, estuviese la vivienda de los goberna-
dores y la cárcel. A consecuencia de esta petición, el rey ordenó al gober-
nador don García Girón que enviase informes referentes a lo solicitado por
el Cabildo 52 .
Nada se re olvió por entonces, pero sí consta que en 1660 la ciudad com-
pró a censo, al Santo Oficio, una casa de tablas en la plaza principal y la

48 Petición de fray Francisco de la Hacha al Consejo (AGI: Santa Fe, 247).


49 AGI: Santa Ft, 247.
SO RUETA: Documento~ ... , tomo 1 ,pág. 108.
S! El gobernador Acuña al rey, 17·XII-1614 (AGI: Santa Fe, 39).
52 URUETA y PI¡i;[ERES: Ob. cit., pág. 90.

179

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FI ES DEL SIGLO XVII

hizo derribar para construir la sala de Cabildo, los portales con tiendas
para los oficios de los escribanos, la sala de audiencia y el pósito de gra-
nos. Se consiguieron ciertos arbitrios para dedicarlos a la nueva construc-
ción, pero al tratar de hacer el plano, dos años más tarde, surgió el incon-
veniente de existir allí la vivienda del alcaide de la penitencia, lo cual se
solucionó conviniendo el Cabildo con la Inquisición en que se le acomoda-
ría en la cárcel de penitencia. El inqui idor don Pedro de Salas hizo enton-
ces una planta de la nueva casa para que sirviese de modelo al dibujo de
las trazas.
Transcurrieron, sin embargo, vario años sin que se pudiese hacer la
obra, y al comenzarla, el 2 de julio de 1676, los inquisidores se negaron a
cumplir lo convenido, por lo que el Cabildo se dirigió a S. M. en 1677, pi-
diendo que se le permitiese construir la casa del alcaide donde se había
concertado o en cualquier otro lugar. Al mismo tiempo envió una copia d
la traza que e había hecho años ante j;l (Hg. 48).
Las casas de Cabildo de Cartagena r piten el tipo frecuente en los Ayun-
tamientos castellanos que, como es sabido, pr entan doble gal ría abier-
tas a la plaza. El edifi io ha sido muy reformado en di ersas épocas
(fig. 49); fruto de esas reformas es la terraza y el último cuerpo construído
sobre ella, así como también los balcone y balau tradas de la fachada. En
fecha recient se amplió a costa de la supuesta casa de Heredia, que ocu-
paba la esquina de la plaza, añadiéndo le un cuerpo con tres arcos en cada
planta. También en su interior ha sufrido reformas, pero, no ob tante, aún
con erva gran parte de su fisonomía colonial y continúa vinculado al mismo
servicio que prestara en época pretéritas. Está ocupado por las oficinas d
la gobernación del Departamento, y en lo portales de la planta baja se en-
cuentran los oficios de los escribanos.

INGENIEROS MILITARES: J. BAUTISTA ANTONELLI

Desde la muerte de Cristóbal Roda (1631) hasta 1649 desempeñó la di-


rección de las reales fábrica de Cartagena de Indias su primo Juan Bau-
tista Antonelli, «el Mozo», hijo del famoso ingeniero del mismo nombre que
pro ectó las primeras fortificaciones de América. Nacido en España ha-
cia 1585, comenzó 1 aprendizaje de la profesión junto a su padre, a quien
acompañó en 1604 cuando fué, en compañía del capitán Pedro Suárez Co-
ronel, a reconocer la salina de Araya. Cuando Antonelli «el viejo» regresó a
España para nunca más volver a las Indias, su hijo el mozo fué a La Ha-
bana en bu ca de u primo Cristóbal de Roda, que entonces dirigía la for-

S3 ANGULO: Planos . .. , pág. 42 Y lám. 24.

180

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INGE IEROS MILIT RES: J. B. A TO:-.JELLI

taleza del Morro. Junto a él continuó u aprendizaje, y cuando Roda fué


de tinado a Cartagena, en 1609, llevó con igo a u joven primo, en qui n
veía un continuador de la brillante tra ectoria prof ional de la familia. En
ese mismo año, Cri tóbal d Roda e cribía al r y r comendándole: «Tu e
en la Habana conmigo-decía-un macebo do o tre años, muy inclina-
do a esta profesión, que es hijo legítimo de Bapti ta Antonelli; erá de
edad de veinte cuatro a veinte cinco años, agora e tá conmigo aquí en
esta ciudad, a udándome en lo que e ofrece.» «Hame parecido que será bien
ponelle en servicio de V. M. para que me a_ud · ,~· e le pueda entregar ai-
guna fortificación de 'stas 54. Dos año des pué. vino Antonelli a Ma-
drid para informar ante el Consejo de India acerca de las obras que se
hacían en Cartagena, T entonce la Junta de Guerra, atendiendo la recla-
maciones de Roda del gobernador Fernánd z de Velasco, propu o que se
le nombrara ingeni ro ayudante, con sueldo de cuatrocientos ducado anua-
les. A í ]0 ord nó el rey, con la condición de que u primo se en argara de
seguirle enseñando 55 . Regresó Antonelli a Cartagena . continuó trabajando
a las órdenes de Roda durant lo años siguiente , que tan dedsi os fueron
para ]a con trucción d la murallas de la ciudad, en 1618 volvió a E paña
en unión del mae tro ma. -or de las fortificacione , Luca Báez, para infor-
mar nuevamente ante la Junta de Guerra.
En 1622, sabi ndo Antonelli que la Corte p n aba fortificar la alina d
Araya, escribió xponi ndo 10 pro ecto qu u padre había formado
en 1604 para anegarla impedir que los holand e continua n ben fidán-
dala 56. En e e mi mo año (1622), una armada holande a fraca ó en el
intento de apoderar e d un p queño fuerte de ce tones que el gobernador
de Cumaná, don Diego de Arro. o y Daza, habia con truído en una loma que
dominaba el surgidero de ]a . alina. Cuando la nue a e upo n E paña, la
Corte de idió mantener la po ición de Ara. a y construir un fuerte per-
manente 57. Al parecer, el propó ito era anterior a la agresión holande a, pues
un mes antes de qu la armada enemiga recala e en Ara. a e di pu. o por
real cédula de 28 de octubre que Roda y Antonelli fue en a conc:;truir un
fuerte para defensa de la exten a salina 58. Ignoro i Cristóbal de Roda fué
o no a Ara a, y, en todo caso, no e taría mucho tiempo au ente de Car-
tagena, ya que se le había ordenado que regresase en seguida, d jando aquel
trabajo a cargo de su ayudante.
Antonelli dejó en dicha ciudad a su familia y, no encontrando posibi-
lidad de hacer viaje por mar, lo emprendió por tierra, «caminando más de

54 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo m, pág. 305.


ss LLAG NO-CEAN: Ob. cit., tomo 1 ,pág. 125.
56 Carta de 30-VIl-1622 (AGI: Santa Fe, 217). Publicada por LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo
IV, pág. 126.
57 FERNANDEZ DURO: Ob. cit., tomo IV, pág. 31 Y s .
58 arta de 16-XI-1622 (A 1: anta Fe , 217). Publicada por LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo
1 ,pág. 127.

181

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

trescientas leguas por caminos no usados, donde había muchos indios de


guerra, en que pasó infinitos trabajos». Durante los años que duró la fá-
brica lel fuerte de Santiago del Arroyo, en Araya, además de dirigir las
obras tuvo a su cuidado la parte administrativa de las mismas, actuando
como sobrestante y aparejador. Hizo una obra importante para surtir de agua
a la guarnición, « que fué con su industria y maña encaminar una quebrada
que tenía su vertiente a otras partes, para que llenasen de agua los aljibes
de dicho castillo con los aguaceros, por pocos que ean». Salió de Araya «a
tomar la de cripción de toda aquella provincia de Cumaná y sus costas y
todos los puertos della por la mar en una piragua, y por tierra cuando era
mene ter, en que pasó algunos trabajos por andar siempre por despobla-
do » . Más de siete años estuvo ocupado en estos servicios, no sin que su-
fri era, además, constantes preocupaciones económicas.
Por encargo del gobernador de Cumaná, don Cristóbal de Eguino, volvió
Antonelli a España por tercera vez, para informar al Consejo de Indias, y
aprovechó la oportunidad para hacer relación de sus méritos y servicios y
pedir que le asignaran la sucesión en el cargo que desempeñaba en las In-
dia Cri tóbal de Roda. La Junta de Guerra, en marzo de 1631, informó su
memorial en el sentido de tener en cuenta u persona cuando vacare la pla-
za. Un mes más tarde moría en Cartagena Cristóbal de Roda, y cuando An-
ton]Ji upo la noticia presentó a la Junta un memorial impre o, fechado
en 1632 59, en el que invocando la aonterior resolución, solicitó la plaza. La Cor-
te no olvidó su promesa, pues por real c' dula d 23 de octubre de 1632 le
concedió el ansiado nombramiento de ingeniero militar de las Indias, con
mil ducados anuales de sueldo 60.
Se le ordenó entonces que volviese a Cumaná, deteniéndo e antes en
Puerto Rico. Antonelli marchó a Cádiz y embarcó en una fragata de la ar-
mada que, al mando del marqué de Cadereyta, llevaba la misión d de-
aJojar a france es y holandeses de algunas islas de la pequeñas Antillas,
qu utilizaban como base para hostilizar la navegación e pañola por aque-
llo mares. Antes de salir la flota de Cádiz, una furiosa tormenta hizo nau·
fragar once naves 61. Antonelli fué uno de los náufrago , y allí perdió u
equipaje 62. Zarpó la flota de Cádiz el 12 de mayo de 1633, y el 24 de junio
fondeó en la isla de San Martín, guarida de corsarios 63. El Gobernador
de Cumaná, en cuyo buque viajaba Antonelli, le ordenó tomar parte en el
desembarco y ataque a la fortaleza enemiga, junto a las fuerzas que man-
daba el maestre de campo don Luis de Rojas. El ingeniero intervino en las

S9 De este documento proceden los datos anteriore (AGI: anta Fe, 217) . LLAGUNO·CEAN:
Ob. cit., tomo IV, pág. 133 Y ss.
60 AGI: Santa Fe, 217. Publicada por LLAGUNO·CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 137.
61 FERNANDEZ DURO: Ob. cit., tomo IV, pág. 116.
62 J. B. Antonelli al rey, en Cumaná, 2-Vm-1633 (AGI: Santa Fe, 217). Publicada por LLAGU·
NO·CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 139.
63 FERNANDEZ DURO: Ob. cit., tomo IV, pág. 113.

182

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
JUAN BAUTISTA ANTONELLI

operaciones, plantando baterías y haciendo trincheras, y en cuantos servi-


cios propios de su profesión se le encomendaron. Rendido el fuerte des-
pués de siete días de lucha, quiso el marqués de Cadereyta que Antonelli se
quedase en la isla con el ingeniero J acome Bestá, pero como esto era con-
trario a las instrucciones que había recibido de España, aguardó a que el
marqués le diese la orden por escrito, y en vista de que no se la dieron, se
hizo a la vela para Cumaná. Desde esta ciudad escribió al rey el 2 de agosto,
dándole cuenta de su viaje y de sus propósitos de seguir a Puerto Rico tan
pronto como terminase la expedición que el Gobernador preparaba contra
la isla de la Tortuga para impedir que los enemigos acudiesen a cargar sal.
Rescatadas las salinas de Araya y San Martín, sólo quedaban a los hoJande-
deses las de aquella pequeña isla cercana a la costa de Venezuela.
Durante los meses de agosto y septiembre de 1633 visitó Juan Bautista
las fortificaciones de Cumaná y acompañó al gobernador Benito Arias Mon-
tano-nieto del famoso humanista-en la expedición que hizo contra los
enemigos que se habían fortificado en el río Unare 6'. A la vuelta de esta
jornada siguió con Arias Montano a la isla de la Tortuga. donde dirigió las
obras necesarias para anegar la salina, una vez expulsados de allí los ho-
landeses que la beneficiaban ss.
En 1633, Antonelli recibió el título de capitán de Infantería. en premio a
treinta años de honrado servicios 66. Más tarde, en 1647, volvió a hacer re-
lación de ellos para pedir que se le permitiese usar el distintivo de la gi-
neta, «como lo traen todos los que tienen semejantes títulos de capitanes de
infantería». La Junta de Guerra informó que no se podía acceder a ello, por
ser desusado, pero que estaba «con deseo de que se le haga merced: Que
vea en qué cosa podrá recibirla, que no tenga inconveniente y la proponga».
Animado por tan alentadora respuesta, Antonelli pidió que aumentasen su
sueldo a dos mil ducados anuales, una avuda de costa de cuatro mil , en
atención a los muchos gastos que había tenido en Araya, y que a un hijo suyo,
a quien estaba enseñando la profesión, le diesen un sueldo de cuatrocientos
ducados al año. Esta petición fué vista en la Junta de Guerra en enero
de 1649 67 • Con anterioridad había pedido la castellanía de San Luis de Bo-
cuenta para ello cuando se acabase la obra elel castillo 68. Por otra cédula de
igual fecha, el rey indicó al gobernador de Cartagena, Clemente Soriano, sus
deseos de premiar al ingeniero con alguna merced, a cuyo fin le pidió in-
formes: « quiero saber-le decía-el concepto que tenéis del dicho Juan

64 Cartas de 2·VllI y 15-IX-1633 (AGI: Santa Fe, 217), publicadas por LLAGUNO·CEAN: Ob.
cit., tomo IV, pág. 139 Y ss.
65 Memorial de 1647 (AGI: Santa Fe, 217), publicado por LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo
IV, pág. 141 Y ss.
66 AGI: Santa Fe, 217, publicado por LLAGUNO·CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 141 ..
67 Ibídem.
68 AGI: Santa Fe, 989, libro 9, folio 70.

183

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CA~TAGENA A FINES DEL SIGLO X\II

Bautista Antonelli de us servicios e inteligencia en su profesión de in-


geniero y si ha procedido en lo que e le ha encargado con la satisfacción
que deve 69.
Ignoro si alguna mer ed premió los servicios y colmó los deseos de quien
siempre tuvo a orgullo haber vivido «imitando al dicho su padre en el di-
cho ejercicio militar». El 12 de junio de 1649 escribía al rey por última vez,
informándole de sus trabajos en San Luis de Bocachica. Dos graves enfer-
medades y otros achaques no habían quebrantado su ánimo: «Dándome
Dios salud-decía-, continuaré el real servicio de V. M. como lo he
h cho en cuarenta años que esto ocupado en la profesióI]., y lo hizo mi
padre Baptista Antonelli, lo hicieron todos mis parientes a las católicas
reales Mage tades del Emperador Carlos V, Felipe II hasta el día de hoy» 70.
En el mismo año falleció el ingeniero en Cartagena 71, extinguiéndose así la
familia de arquitectos militares que habían servido a España, en Europa y
las Indias, a lo largo de tres generaciones. Se desconoce la suerte que co-
rriera su hijo.

JUAN DE SOMOVILLA.-DON J N BET1N

Cuando el capitán Juan de Somovilla Tejada fue nombrado para suce-


der a Antonelli en eJ cargo de ingeniero militar de las Indias, tenía en su
haber una larga y bJ;l1ante hoja de s~rvicios, pre tados, principalmente, en
tierras de América. Muy joven, había sentado plaza de soldado en la com-
pañía que, al mando del capitán Migu 1 de Redín, pre taba servicio en lo
galeones de la carrera de India . En 1620 fue de tinado a Cádiz para que
ayudase al ingeniero Al nso Turillo d Yebra, con el qu irvió en Carta-
gena, La Habana y otra ciudad s durante cinco año , iniciándose en el
aprendizaje de la arquitectura militar. Regre ó a Madrid, donde estuvo
estudiando matemáticas con el doctor Cedillo, y expu o ante la Junta d
Guerra u deseo de rvir como ingeniero en las India ', por lo que, vi -
ta la re1ación de sus méritos, en 1624 fué destinado a Cartagena con diez
escudos mensuales de entretenimiento, para que continuase su aprendizaje
con Cristóbal de Roda 72, «con obligación que habiéndose habilitado bastan-
temente hechas las trazas de la cerca y fuertes de Cartagena y las de
Puertovelo, Habana y Puerto Rico, vuelva con ellas .. . , para que, conocida
su capacidad, fuese ocupado en alguno de los puertos donde fuese más a
propósito» 73. Hizo Roda buen aprecio de las facultades de Somovilla, ya

69 AGI: Santa Fe, 989, libro 9, folio 72.


~ AGI: Santa Fe, 217. LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 145.
71 En 1-XII-1649 ya había fallecido, según se deduce de un auto del gobernador Zapata (LLA-
GUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 147).
71. Memorial visto en laJunta de Guerra en 1643 (AGI: Santa Fe, 217).

73 Junta de 13-VI-1631 (LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 173).

184

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
JUAN DE SOMOVILLA TEJADA

que en 1627 le juzgaba capacitado para suplirle en sus ausencias, y pedía al


rey que asignase a su subordinado el sueldo que tenía en Cartagena el apa-
rejador, cargo que era innecesario, porque las obras se hacían a destajo.
Más tarde, Roda volvió a insistir, pidiendo para Somovilla la recompensa
de «un competente sueldo» 74, y estas r comendaciones le valieron un au-
mento de cinco escudos sobre su salario. Por orden del gobernador Fran-
cisco de Murga vino a la Corte con Juan Bautista Antonelli para informar
del estado en que se hallaban la reales fábrica de Cartagena y, estando
en Madrid, solicitó la plaza, vacante por muerte d Cri tóbal de Roda 7" . El
nombramiento de ingeniero militar de la Indias recayó en Antonelli, pero
por real cédula de 23 de octubre de 1632 fue nombrado Somovilla para 1
cargo de ingeniero ayudante, con sueldo de quinientos ducados anuale 7G .
En unión de Antonelli, su jefe, embarcó en la armada del marqués de
Cadereyta, e intervino también en las operaciones de conquista de la isla de
San Martín. Siguió viaje a Cartagena y se hizo cargo de las obras que allí
se construían, dirigiéndolas durante el tiempo que Antonelli estuvo ausente
en Araya y Cumaná. Por orden del gobernador Francisco de Murga fue
a reconecer la isla de Santa Catalina, de la cual hizo un mapa, y tomó parte
en la expedición enviada para desalojar a los enemigos de las islas de San
Andrés y Mosquitos. En 1637, el gobernador interino de Cartagena, don
Antonio Maldonado de Tejeda, le nombró capitán de Artillería, y, dos año
más tarde, don Pedro Zapata pidió al rey la confirmación del cargo. La Junta
de Guerra le confirmó el nombramiento en 1643 77 •
Más de una vez tuvo ocasión Somovilla de poner a prueba su habilidad
y conocimiento , aplicándolos a trabajos de salvamento de buques. El 17
de marzo de 1640, la nave capitana y ]os galeones «Buensuceso» y «Con-
cepción», de la armada portuguesa que mandaba don Rodrigo Lobod de
Silva, encallaron en la bahía cuando, con el práctico a bordo, trataban de
pasar el canal de Bocagrande. El gobernador Melchor Aguilera encargó el
alvamento a Juan de Somovilla, poniendo bajo su mando toda las fra-
gatas y embarcaciones surtas en el puerto. Ayudado por los artilleros de
su compañía, el ingeniero logró sacar todas las armas, municiones y per-
trechos de los buques, pero como arreciara la brisa al llegar la noche, la
nao capitana cayó sobre la banda y fue preciso acudir a salvar las tripu-
laciones. La nave se perdió, pero Somovilla, durante cincuenta y dos días
de trabajo incesante, logró salvar más de ochenta piezas de artillería y toda
la jarcia y clavazón, «previniendo para ello los buques, chatas y gaviotes y
demás aparejos necesarios, porque se pudo conseguir no obstante sus gran-
des dificultades y la mucha mar y viento que siempre hay en este paraje»

74 Memorial de 1643, citado en nota 72.


7S LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, págs. 31 y 173.
76 Ibídem, pág. 176.
i7 Memorial de 1643, citado. LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 180.

185

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

Así lo certificó el capitán general de la armada portuguesa el 15 de julio del


mismo año 78.
Fallecido Antonelli a fines de 1649, Juan de Somovilla solicitó la plaza de
ingeniero militar de las Indias, y el gobernador de Cartagena, don Pedro
Zapata, considerando sus méritos indiscutibles, le nombró con carácter in-
terino, aumentándole el sueldo hasta los mil ducados que ganaba el ante-
cesor. Esto dio lugar a ciertas controversias por parte de los oficiales de la
Real Hacienda 79, que retrasaron el nombramiento definitivo durante cinco
años. Por fin, la real cédula de 23 de noviembre de 1655 nombró a Juan de
Somovilla Tejada para el cargo tan justamente merecido 80.
A principios de enero del año siguiente se perdió en el bajo de los Mim-
bres, en el canal de Bahama, la nao almiranta de la armada que, al mando
del capitán general marqués de Monte Alegre, había salido de La Habana
rumbo a España. La noticia se supo en Cartagena cuando, ellO de marzo,
después de un viaje pródigo en calamidades, entró de arribada el galeón
«Jesús María», del cargo de don Juan de Hoyos, con cuarenta y cinco super-
vivientes de los seiscientos cincuenta que viajaban en la almiranta perdida.
Al decir de uno de ellos 81, la nao llevaba a bordo cinco millones en oro y
plata, además del cargamento de «frutos de grana, añil, azúcar, corambre
y brasilete». El gobernador don Pedro Zapata, después de hacer informa-
ción del suceso, organizó una expedición para el salvamento del tesoro
perdido con la almiranta: «hizo prevenir seis fragatas, la mayor de cien
toneladas, con alguna infantería y armas, y embarcó en ellas cuarenta bu-
zos y muchos instrumentos necesarios para el buceo, y por cabo de todos
el capitán Juan de Somovilla Tejada, hombre de importancia y prudencia, y
de mucha espera y consejo y bien entendido y práctico en las cosas del mar
(según era la voz pública de todos)>>; y, como práctico del sitio en que ha-
bía naufragado el buque, embarcó también al capitán Gaspar de los Reyes,
ayudante del piJoto de la almiranta 82.
Zarpó el ingeniero con la armadilla, y sus trabajos fueron harto fructí-
feros: «mediante su cuidado y diligencia fué Dios servido que se descu-
briese [la nave], sacando de entre cubiertas, con los medios y prevenciones
que llevó, hasta quatrocientos y sesenta y cinco mil pesos en barras, piñas
y otras piec;as de plata», Un recio temporal interrumpió el trabajo, obli-
gándole a abandonar aquellos peligrosos parajes. Al capearlo, se dispersa-
ron las fragatas, y Somovilla arribó con la capitana, cargada con la plata,
a San Juan de Puerto Rico. Las autoridades de la isla decidieron enviar a
España el tesoro, para lo cual fletaron el galeón «La Madama del Brasil»,

78 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 181 Y ss.


79 Carta de 27-IX-1650 (AGI: Santa Fe, 217).
~ AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 47, v.
81 DIEGO PORTICHUELO DE RIV ADENERIA en su Relación del viaje y sucesos que tuvo des-
de que salió de . .. Lima hasta que llegó a ... España, pág. 23.
82 Ibídem, pág. 57.

186

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DON JUAN BETtN

por escritura celebrada con su administrador, Alonso Ruiz del Mármol,


el 17 de octubre de 1656. En dicho buque hizo el viaje Somovilla, y aportó
a Santa Cruz de Tenerife, donde, de acuerdo con el capitán general de las
islas Canarias, fue desembarcada la plata y puesta en custodia en el castillo
principal. Un pequeño buque fué fletado expresamente para venir a un puer-
to de la Península a dar noticia del feliz arribo y esperar órdenes. La Corte,
satisfecha de sus buenos servicios, ordenó al ingeniero que volviese a con-
tinuar el salvamento del buque perdido y, en premio a aquéllos, por real
cédula de 18 de febrero de 1657 se le concedió una pensión de cincuenta
escudos mensuales a perpetuidad. El capitán general de Tenerife, después
de consultar a las restantes autoridades, decidió adquirir para la real ar-
mada el galeón «La Madama del Brasil», con todos sus pertrechos y arti-
llería, ya que sus condiciones de solidez y armamento aconsejaban dedi-
carlo a la empresa. La escritura de compra a Ruiz del Mármol se firmó el 6
de marzo y, bien provisto de víveres y toda clase de pertrechos, zarpó para
el canal de Bahama. Juan de Somovilla, que ocupaba con sus oficiales la
cámara de popa, asumía el mando de la nave 83.
Los datos posteriores que conozco on poco concretos. Al parecer, la
empresa del bajo de los Mimbres dio lugar a una causa, en la que se vio
envuelto Somovilla, pero su prestigio salió indemne, ya que una real cédula
de 1665 dispuso que se levantase el embargo que pesaba sobre sus bienes y
por otra de 26 de diciembre de 1666 se ordenó el pago inmediato de los
sueldos que se le debían 84. Unos años ante') le encontramos en Sevilla, libre
de las preocupaciones del proceso y disfrutando la confianza del Consejo de
Indias, que le enviaba de Madrid, para su estudio, las descripciones remiti-
das desde Manila por el gobernador de Filipinas Manrique de Lara, y las
trazas y pareceres que había dado el ingeniero holandés Ricardo Carr para
poner en defensa la lejana ciudad tagala. El 11 de febrero de 1663 firmaba
en SevilJa un documentado informe sobre las fortificaciones del presidio
de Cavite, que ilustró con un plano de la ciudad sus defensas 85. Cuatro
años después fue nombrado castellano del fuerte de San Felipe, de Por-
tobelo 86. En noviembre de 1670 había muerto, y se nombraba para ocupar
su vacante al ingeniero don Juan Betín 87.
El capitán don Juan Betín era ayudante de Somovilla desde 1658 88 • Des-
empeño en interinidad el gobierno de Santa Marta por los años 1662 a 1664,

83 RC. de 17-11-1657 (AGI: Indiferente General, 491, libro 33, folio 27 v). Varios cuadernos de
autos sobre el salvamento y transporte de la plata en AGI: Contaduría, 254.
84 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 204.
SS TORRES LANZAS: Descripción de los mapas, planos . .. de Filipinas, núm. 9.
86 AGI: Indiferente general, 493, libro 39, folio 340.
87 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 272.
88 Nombrado por RC. de l8-VII-1658, con sueldo de quinientos ducados anuales a partir de la fe-
cha de su embarque para Cartagena (AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 75).

187

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

distinguiéndose por las prevenciones que hizo en la plaza ante el temor de


un ataque de lo ingleses, que habían tratado de invadirla, pero el cargo le
acarreó erio disgustos. Su sucesor, Salvador Barranco, le abrió juicio de
re idencia _' basándose en testimonio calumniosos, le tuvo preso en un
castillo e incomunicado. Sin embargo, la verdad se impuso y, vistos los au-
to en el Con ejo de Indias, fue puesto en libertad y rehabilitado por sen-
tencia dictada en 1668.
A juzgar por 10 documentos, que reflejan us disgustos y contrarieda-
de económica, la vida de don Juan BetÍn en los años siguientes aparece
dominada por la amargura o tal vez por el resentimiento. Desde Cartagena
escribía al secretario del Consejo de Indias, con fecha 2 de diciembre de 1669,
quejándo e del atraso en su carrera y de que no se premiasen sus servicios.
« y pues no he merecido merced alguna-decía-, que redunde en honra
ni provecho, no tengo por acertado gastar la vida inútil y desdichada-
mente, pareCiendo mendigo entre los que no me deben nada por servir a
V. M. y con la indecencia y descrédito que se sigue a un hombre de punto
de no hacerse cargo de él.» Concluía pidiendo licencia para venir a España 89,
Un año después, por real cédula de 22 de noviembre de 1670, fue nombrado
ingeniero militar de las Indias, con el mismo sueldo que tenía Juan de So-
movilla 90, y en igual fecha se le de pachó una « Instrucción », en la que se
re eñaban las preeminencias y obligaciones de su cargo 91; pero otra cédula
de 23 de julio de 1670 ordenó al Gobernador de Cartagena que no le diese
pos ión del empleo ha ta que paga e cierta multa a que había sido con-
denado 92 . Esta ería la causa de que el ascenso no contribuyese a aliviar su
peno a situación económica, pues en 1675 el gobernador don Jo é Daza le
r comendaba al re , invicando u pobreza y atrasos 93, A todo ello se unió
el quebranto de u salud: cuando en 1678 fue a reconocer las fortificaciones
el ingeniero don Luí Vencga O orio, tuvo que valerse del ayudante don
Jo ' de Lara y del maestro ma or Andrés de Herrera, pues Betín no pudo
a udarle «por estar ciego y impedido» 9'. Pobre y abatido murió don Juan
BetÍn en Cartagena el 25 de febrero de 1679 95 •

OTROS INGENIEROS: LARA y FICARDO

Don José de Lara, natural y vecino de Cartagena, fue el sucesor de Betín.


El gobernador don Pedro de Ulloa y Rivadeneira certificaba en 1675 que

89 AGI: Santa Fe, 217. LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 194.
90 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 272.
91 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 274, v. Publicada por LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV,
pág. 196.
92 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 300, v.
93 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 40.
94 Venegas al rey, 20-X-1678 (AGI: Santa Fe, 217).
9S Rafael Capsir, gobernador de Cartagena, al rey, 26-11-1679 (AGI: Santa Fe, 217).

188

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DON JOSÉ DE LARA. FRANCISCO FICARDO

había examinado a Lara «en la ciencias de Aritmética, Geometría y Archi-


tectura militar, y por tener yngenio natural a comprehendido mucho en
breve tiempo, y en lo que se ha ofrecido ocuparle en dicho arte lo ha hecho
muy puntual». Tres años más tarde estuvo en Cartagena, inspeccionando las
fortificaciones, el ingeniero y sargento general de Batalla don Luis Venegas
Osorio, y ocupó a don José de Lara en trabajos de le antamiento de planos
y proyectos de fortificación, quedando tan satisfecho de su habilidad y ser-
vicios que escribió a la Corte recomendándole para el cargo de ingeniero
ayudante. En el mismo año, el gobernador don José Daza nombró a Lara
capitán de milicias, con cargo de defender, en caso de ataque enemigo, el
castillo de Santa Cruz, «por ser apropósito para lo que se ofresca en materia
de ataques y fortificación, por entender en la facultad». Después de la muer-
te de Betín fue nombrado ingeniero mayor, y trabajó en su ciudad natal y
en Santa Marta. Hallándose en Cartagena, falleció repentinamente el 9 de
diciembre de 1689.
Al día siguiente, el gobernador don Martín de Ceballos escribió a la
Corte dando cuenta de la muerte de Lara y r mitiendo un memorial del
capitán Francisco Ficardo, que solicitaba el empleo vacante de ing ni ro
mayor de Cartagena y Tierra Firme. Ficardo era natural de Amberes, y con-
taba en su haber los méritos contraídos en treinta y dos años de honrado
servicio, los cuatro primeros en Flandes y los restantes en América. Sus
trabajos en Indias comenzaron en Puerto Rico, de donde pasó más tarde
a Santa Marta, y entre esta ciudad y otras de la costa septentrional de Amé-
rica del Sur entretuvo el resto de su vida. En el puerto de Santa Marta
construyó dos castillos e intervino activamente en la acción dirigida contra
unos piratas que se habían hecho dueños del fuerte de San Vicente. Una
tentativa de ataque a Mompós por otros piratas, que lograron forzar las bocas
del río Magdalena, dio ocasión de intervenir contra ellos, organizando una ar-
madilla de canoas de guerra que frustraron el intento. Para evitar la repe-
tición de hechos semejantes, el Gobernador de Cartagena le mandó cons-
truir un fuerte de fajina en la isla de Talaigua, punto estratégico para la
defensa del cauce del río. Pasó luego Ficardo a Cartagena, donde le tuvo
ocupado algún tiempo el gobernador don Antonio de Vergara Azcárate, y
de allí fue en comisión de servicio a Maracaibo. Volvió a Cartagena para
pasar a España a rendir informes de l,?s trabajos realizados en Venezuela,
pero el gobernador don Juan Pando de Estrada le retuvo, encargándole la
fábrica de la muralla, y el sucesor, don Martín de Ceballos, le confirmó en
la dirección de esas obras. Tal vez como consecuencia de los buenos infor-
mes que dieran estas autoridades, el rey otorgó a Ficardo el empleo de te-
niente de ingeniero mayor, que desempeñaba cuando murió su jefe don
José de Lara. Bien por nombramiento real, que ignoro si lo conseguiría, o
porque don Martín de Ceballos le nombrara con carácter interino, Fran-
cisco Ficardo desempeñó el cargo de ingeniero mayor de Cartagena y costas

189

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

de Tierra Firme, pero por pocos años. Según carta del gobernador interino
don Sancho Jimeno, fechada ellO de febrero de 1695, hacía más de dos años
que el empleo estaba vacante, por fallecimiento de su titular 96.

LAS MURALLAS.-INFORMES y PROYECTOS

En 1654 daba cuenta a la Corte el gobernador don Pedro Zapata de que


un temporal había arruinado las murallas. Para remediar el daño y evitar
que la resaca continuase socavando los cimientos de aquéllas, el ingeniero
Juan de Somo villa proyectó hacer «un muelle y espalda a la mar, todo de
piedra, cegando hasta tres bra9as de fondo en la mayor profundidad donde
quiebre la dicha resaca». Pedía el Gobernador a S. M. que mandase aplicar
a dichas obras diez y ocho mil pesos que debía el Cabildo por la venta de
ciertos edificios, y advertía que el general marqués de Villarrubia y otras
personas competentes habían aprobado el proyecto del ingeniero 9'1 .
Dos años más tarde, el Gobernador informaba ampliamente acerca del
estado de defensa en que se encontraba la plaza, calificándolo de imperfecto,
por ser sus fortificaciones obras hechas «en tiempos floridos y sin enemi-
gos a la vista». Describía todo el recinto amurallado, que, por la parte del
mar, estaba formado por «unas cortinas con traveses, con dos baluartes
que entrambos miran a la mar y a la tierra, muy capazes y obra superior
casi ymposible de batir y de minar; en medio es una cortina corrida con al-
gunos traveses ynperfectos, pero en la mar braba con que no haze falta y
es lo más defendido». Continuaba el recinto, hacia la parte del puerto, con
un trozo de muralla-no acabado, pero sí suficientemente defendido-
hasta el baluarte de los Cestones, «que haze traues con otro baluarte sobre
el muelle, y la cortina es en la que está fundado del Colexio de la Compa-
ñía de Jesús»; seguía la cortina con sus traveses hasta el baluarte de San
Pedro Mártir, frente a Getsemanf, y este arrabal estaba unido a la ciudad
por un puente, con el mar por foso, «como un tiro de arcabuz, frondoso, con
un jenero de raíz que llaman mangle y creze como bara y media o dos, y
todo pantanoso»; pasado el puente se encontraba otro baluarte haciendo
frente a la campaña, a barlovento de la ciudad, hacia la llamada tierra de la
Cangrejera, el cual se correspondía con el de Santa Catalina, «que dixe que
mirava a la mar y a la tierra, con famosos traveses, puertas para salidas
y casas matas que era fortificación antigua y yo he zerrado porque las tengo
por muy dañosas». Continúa el informe refiriéndose a Getsemaní, «arrabal
muy grande que estaba casi sin fortificación, pues si bien tenía el Reducto

96 Todos los documentos referentes a las biografías de Lara y Ficardo, en AGI: Santa Fe, 217.
rn El gobernador al rey, 5-IV-1654 (AGI: Santa Fe, 42).

190

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LAS MURALLAS. INFORMES Y PROYECTOS

-baluarte «que mira a tierra y a la mar, muy bueno»-y la Media Luna,


ésta tenía enfrente el cerro de San Lázaro, que, ocupado por enemigos, pon-
dría en grave riesgo al arrabal y a la ciudad.
Proponía el Gobernador hacer diversas obras; creía necesario reedificar
el trozo de la muralla comprendido entre la garita de Santa Catalina y el
baluarte de Santa María (hoy Santo Domingo), que había reparado al co-
menzar su gobierno, «haciéndole un muelle donde rompe la mar, que a no
hauerlo hecho estuviera ya por el suelo». También proponía que se hiciese
una muralla, con un baluarte en medio, que partiendo del baluarte de San
Pedro Mártir y pasando por el puesto de Chambacú, se uniese a la Media
Luna, quedando así Getsemaní y Cartagena «hecho una ziudad y con una
defensa» y cegado el espacio comprendido entre la ciudad, el arrabal y el
puente; la venta de esos solares ganados a la ciénaga, y un repartimiento
entre los vecinos, podrían proporcionar los cincuenta mil pesos en que se
calculaba el costo de esas obras 98.
En la flota de Tierra Firme que hizo escala en Cartagena en 1661 via-
jaba el conde de Santisteban, que marchaba a tomar posesión del Virrei-
nato del Perú. Había recibido orden de inspeccionar las fortificaciones de
Cartagena, y así lo hizo, informando después al rey en carta que escribió al
rendir viaje los galeones en Portobelo.
Consideraba el Virrey necesario que S. M. mandase «con breuedad po-
sible un ingeniero militar que tubiese no sólo la theoría, sino la experiencia,
particularmente de Flandes, donde ay más fortificaciones de puertos ma-
rítimos y otros empantanados, para mayor inteligencia y execución de los
desta plaza, por ser de calidad semejante a los de aquel pays»; y que con
el ingeniero se enviase «algún maestro que sepa de las fábricas de muelles
y puertos y otros reparos de murallas sujetas a la inundación de la mar,
por que de la falta de tales artífices pueden resultar muchos yncombenien-
tes en los medios que se aplicaren, no siendo suficientes para al intento».
«La ciudad de Cartagena-decía-se halla por aora con bastante for-
tificación acavándose los dos baluartes de que se an encargado los Padres
de la Compañía de Jhesus, en recompensa de la muralla sobre que an fa-
bricado su combento y leuantado algunos parapetos.» Pero creía de suma
urgencia reparar la muralla de la parte del baluarte de Santa Catalina y a
espalda del Convento de Santa Clara, que amenazaba caerse y constituir
un peligro para toda la ciudad si no se acudía a remediarlo mediante alguna
obra semejante a las que se hacían en Flandes. Proponía que se uniesen las
fortificaciones de Getsemaní con las de la ciudad y que-en caso de temerse
una invasión de enemigos-se derribase la muralla situada delante del con-
vento de San Francisco".

98 El gobernador al rey, 19-VIII-1656 (AGI: Santa Fe,43).


99 El conde de Santisteban al rey, en Portobelo, 30-IV-1661 (AGI: Santa Fe, 220).

191

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO X JI

Cinco años después de la visita del conde de Santisteban, las brechas


de la muralla seguian sin reparar, según se deduce de un plano dibujado
en 1665 (fig. 61) por don Juan de Hita y Ledesma lOO, al parecer, por orden del
Gobernador. «Poniendo en executión lo mandado por Vuestra Señoría»,
representó en el dibujo el estado en que se encontraba la muralla y la for-
ma en que había de quedar reconstruída. En el largo informe que acom-
paña al plano indicaba cómo había de hacerse la reconstrucción, aprove-
chando los cimientos de la muralla vieja para unirlos a otro que se abri-
rían por la parte interior y formar así un calzo de veinticuatro tercias de
ancho, sobre el cual se haría la obra nueva, dejando una tercia de zócalo
por la parte de dentro y cinco tercias por fuera para talón y banqueta. Opi-
naba que la mayor seguridad de la muralla sería apartar el mar, ya que
éste cada vez ganaba más terreno a la ciudad, pues las primeras murallas
se habían construído a cuarenta pasos de distancia «del batidero del agua»,
y al reedificarlas en 1635 se retiraron más dentro, a pesar de lo cual nue-
vamente había sido arruinada por el mar, con el con iguiente p ligro para
la ciudad. Con el fin de prevenirlo y evitar los ga tos de futuras reedifi-
cacion ,proponía se hiciese una escollera y sobr ella un muelle de cuatro
varas de altura sobre el nivel del agua, macizado con «matacanes, lajas y
piedra de lastre, con sus tongas de caliche y caracol xO», y con escarpa ha-
cia la muralla; así quedaría ésta resguardada y se podría recobrar el t rreno
que el mar había ganado 101.
Nada de lo propuesto por don Juan de Hita se llevó a cabo, pues lo
único que se hizo fué cerrar las br cha<; n tacada ) y n 1668 toda la
muralla amenazaba ruina y la ciudad corría el peligro de s r invadida por
las aguas 102.

REPARACIÓN DE LAS MURALLAS

Un año de pués, obedeciendo lo dispuesto en una real c ' dula, reunió


en Cartagena una Junta, con el fin de informar el estado en que se encon-
traba las murallas y el castillo de Bocachica. La formaban el capitán ge-
neral de la Armada don Manuel de Bañuelos y Sandoval, el maestre de
Campo y gobernador de Chile don Juan Enríquez, el sargento mayor de la
plaza Jorge Lorenzo de Olivar-«soldado de experiencia e ynteligencia en
materia de fortificaciones»-, el gobernador don Pedro de Ulloa Rivade-
neyra y el ingeniero militar de las Indias don Juan Betín. Reconocieron

100 Fue teniente de gobernador en la villa de Tolú y por ciertas opiniones en materias teológicas
estuvo encartado por la Inquisición en un proceso, que terminó, sin graves consecuencias, en 1658
(MEDINA: La Inquisición en Cartagena de Indias, pág. 295).
101 Véase la transcripción del plano.
102 Betín al rey. 6-IX-1668 (AGI: Santa Fe, 220).

192

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
REPARACIÓN DE LAS MURALLAS

«las avenidas, así por tierra como por los caños y manglares», y juzgaron
conveniente cerrar algunos con estacadas, tal como lo habían dispuesto el
gobernador y el ingeniero, para evitar así «alguna abenida ynpensada, qu
es de lo que más se deue rezelar esta plaza». Vistas las murallas, no creye-
ron necesario añadirles fortificación alguna, sino acabar de perf ccionar-
las «en la mesma forma que están enpesadas y disiñadas», haciéndoles pa-
rapetos y explanadas para la artillería, que faltaban en su mayor parte. Ha-
bía un trozo de cortina caído y otros que amenazaban ruina, porque la
fuerza de las olas comenzaba a desencajar las piedras; para reparar el pri-
mero habían acordado el Gobernador y el ingeniero cegar las brechas con
e tacadas y hacer por la parte de dentro un rebellín de fajina y ti rra, lo
cual pareció bien a los demás miembros de la Junta; en cuanto a lo segun-
do, acordaron todos que se evitase su total ruina «por medio de piedra per-
dida que se suele echar ahigada de estacada fuerte, al modo de los cofres
que se usan en Ostende y otras plazas marítimas de Flandes» 103.
La Junta de Guerra de Indias aprobó lo propue to en el informe ante-
ced nte, y por real despacho se ordenó al Gobernador que continuas las
obras, de acuerdo con el parecer de los técnicos arriba citados, para lo
cual la Reina Gobernadora ordenó al Virrey del Perú que remitiese a Car-
tagena los «cinco quentos» consignados para sus fortificaciones 10l.
Mucho antes de que la orden pudiese llegar al Gobernador ya estaban
comenzadas las obras, a las que dio principio éste en noviembre de 1669,
o sea poco despu' s de emitir los técnicos el informe arriba referido. Desde
esa fecha hasta marzo de 1671 se trabajó activamente en cuantas repara-
cione nece itaban las fortificaciones: se perfeccionó la cortina situada en-
tre los baluartes de Santiago y San Ignacio, haciéndole un parapeto «de es-
tones», alojamiento para la tropa y almacén para pertrechos; se hizo un
parapeto en la estacada que defendía la puerta de Santa Catalina, y se
elevó la muralla que unía los baluartes de Chambacú, la Media Luna y el
Reducto, en Getsemaní, haciendo un parap to de mampostería terraplena-
do por dentro. Se hizo otro, con banqueta de piedra y terraplén, en el lienzo
de muralla que habían arruinado los nortes en 1664, detrás del convento
de la Merced; se repararon unos socavones abiertos por el mar en la mu-
ralla, a espaldas del convento de Santa Clara, y quedaba por reparar una
brecha que los temporales de 1671 habían abierto en uno de los frentes
de baluarte del Tejadillo. Todos los caños y ciénagas que rodeaban la ciu-
dad fueron interceptados con estacadas, y entre ésta y el arrabal se hizo,
además, un dique de tierra y fajina, dejando un postigo estrecho para paso
de las canoas, el cual se cerraba de noche 1O~.

103 Informe de 22-VIII-1669 (AGI: Santa Fe, 43).


1~ Re. de 20-X-1670 (AGI: Santa Fe, 220). La publicó URUETA: Documentos . .. , tomo IV,
pág.9l.
lOS Informe de Betín al gobernador, 2-111-1671 (AGI: Santa Fe, 220).

193

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINBS DEL SIGLO XVII

En los años siguientes, la Corte, siempre atenta al problema defensivo de


Cartagena, procuraba buscar fondos para que las obras no cesasen por falta
de ellos. En noviembre de 1673 se ordenó al conde de Castellar, nuevo
Virrey del Perú, que reconociese las fortificaciones a su paso por Carta-
gena e informase de lo que podrían costar las obras necesarias, teniendo en
cuenta que los vecinos habían de ayudar con sus esclavos y otros medios,
según habían hecho en otras ocasiones. En marzo del año siguiente escribió
el Virrey dando cuenta de su visita a la ciudad, que estimaba urgente acabar
de poner en defensa, «por ser el ante mural de las Indias y la más apetecida
de los enemigos». Calculaba en cerca de ciento veintitrés mil pesos el costo de
las obras más precisas, y para allegar esa cantidad propuso que se concediese
a los vecinos de Cartagena, por una sola vez, la entrada de mil quinientos
negros esclavos, pues por lo considerable de la suma creía que no bastarían a
cubrirla ninguno de los medios ordinarios. Consultada la Junta de Guerra,
fué desestimada la proposición, porque el privilegio de introducir esclavos
estaba arrendado a Antonio García, en vista de lo cual dispuso la Reina
que, para empezar los reparos de las fortificaciones, se aplicasen cincuenta
mil pesos de lo que produjesen las rentas de aquel privilegio en el primer
año lOS.
Por real cédula de 9 de enero de 1675 se le ordenó al Consejo de Caste-
llar que buscase los medios necesarios para suplir lo que faltare de más de
los cincuenta mil pesos referidos, a fin de que las obras no se retrasasen,
dada la «ymportancia del puerto de Cartagena, por ser el antemural de las
Yndias y el primero donde hazen escala los galeones y flotas, de cuyos via-
jes se sigue tanto beneficio y utilidad de los havitadores de esas provin-
cias 10'1.

PROYECTOS DEL INGENIERO VBNEGAS

En 1678 describía las fortificaciones de Cartagena-«llave capital de las


Indias»-el ingeniero don Luis Venegas, que hizo planos de ella y de los
principales castillos de la babia. Refiriéndose a las murallas, decía que «su
fábrica y buena disposición no se puede mejorar, porque con lo que le so-
bra en la reale~a de su muralla, por ser toda de piedra de sillería picada,
se pudieran hacer otras dos pla~as, que parece la muralla obra de roma-
nos». La de la Marina estaba muy arruinada, y aunque la habían reparado
con la estacada, creía necesario reedificarla. Proponía diversas obras para
completar la defensa y seguridad de la plaza, tales como una media luna,
con estrada cubierta, delante de la puerta de Santo Domingo, para guardar
esta avenida, ya que a no mucha distancia-un tiro de mosquete--había

106 RC. de 15-IX-1674 (AGI: Santa Fe, 220).


107 RC. de 9-1-1675 (AGI: Santa Fe, 220).

194

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
PROYECTOS DEL INGENIERO VENEGAS

una playa donde fácilmente podrían desembarcar los enemigos: Creía con-
veniente hacer parapetos a la muralla situada entre el baluarte de los Moros
y el de San Pedro Mártir, frente a Getsemaní. Proyectó una media luna
delante de los baluartes de Santa Catalina y San Lucas-«que puedo asegu-
rar que en Europa no habrá otros mejores»-, que daban frente a uno de
los sitios más peligrosos de la ciudad, por tener acceso fácil desde la punta
de la Canoa, donde había una ensenada con buen surgidero, «por ser playa
como la de Vonan~a, de San Lúcar, y poco más de media lengua de la pla~a».
Describe el arrabal de Getsemaní, «población mui grande», cuyo circuito
era igual a dos tercias partes de Cartagena; tenía seis baluartes muy buenos,
cuatro de ellos terraplenados y con artillería, pero las cortinas intermedias
no tenían terraplenes ni banquetas y era preciso hacérselos; también juz-
gaba necesario unir la ciudad y el arrabal mediante dos estacadas, de una
de las cuales estaba hecha más de la mitad. Ponderaba la importancia del
castillo de San Lázaro, y juzgaba conveniente cegar los esteros «del Berú»,
situados a una legua del castillo de Bocachica, pues por ellos podían pe-
netrar los enemigos sin ser vistos, y si conseguían atrincherarse en el valle
situado entre los cerros de San Lázaro y La Popa quedaría la ciudad sin
posibilidad de recibir recursos por tierra 10l'.
Los planos (fig. 52) Y la carta de Venegas pasaron a la Junta de Guerra.
Esta los sometió al dictamen de don Enrique Enríquez, don Gaspar de Velasco
y el marqués de la Granja, y éstos informaron el 25 de febrero de 1680. Des-
aprobaron la idea de Venegas de construir unas medias lunas entre los ba-
luartes de Santo Domingo y entre los de Santa Catalina y San Lucas, como
puestos avanzados del recinto, pues creían que sólo podían ser eficaces te-
niendo una buena y numerosa guarnición, ya que, en caso de perderse, po-
dían servir al enemigo para hostilizar la plaza. De acuerdo con aquel inge-
niero, juzgaban necesaria la reconstrucción de la muralla de la Marina, y
proponían que, a modo de escollera para detener el mar, se hundiesen unos
cascos viejos llenos de piedra en la parte en que las aguas habían abierto
más brecha. En cuanto a las obras propuestas por Venegas para el lienzo
de muralla situado entre el baluarte de los Moros y el de San Pedro
Mártir, estaban de acuerdo en todo con el parecer de aquél, así como tam-
bién en cuanto a unir la ciudad con el arrabal mediante estacadas y cerrar
los esteros 109.

RECONSTRUCCIÓN DE LA MURALLA DE LA MARINA

En noviembre de 1683 se posesionó del gobierno de Cartagena el maestre


de Campo don Juan Pando de Estrada, que personifica una época de actividad

l~ Venegas al conde de Medellín, 20-X-1678 (AGI: Santa Fe, 220).


109 Informe ante la Junta de Guerra, 25-11-1680 (AGI: Santa Fe, 220).

195

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

ne las obras defensivas de la ciudad. Prosiguió las fortificaciones de Getse-


maní, derribando un trozo de muralla innecesario que bordeaba la ciénaga
hasta el Matadero. Concluyó el baluarte de San Pedro Mártir y lo unió al de
Chambacú mediante una estacada. Reconstruyó el de San Jorge, derribó un
trozo de muralla que unía el reducto de Barahona 110 con la boca del Puente,
construyó garitas y reparó los almacenillos de pólvora de la Media Luna y del
Reducto, y cerró la «puerta de Santo Domingo de cantería».
De todo esto daba cuenta a la Corte, en carta de 26 de marzo de 1685,
el capitán don Alonso de Somovilla de Tejada, regidor perpetuo y procurador
general de la ciudad. Por esa fecha se trabajaba en reparar el trozo de mu-
ralla comprendido entre los baluartes de la Merced y Santa Catalina, que
nuevamente había sido arruinado por el mar meses antes, con el consi-
guiente peligro para el monasterio de Santa Clara, que hubiese sido inva-
dido por las aguas, a no ser por la diligencia que puso el Gobernador en
evitarlo mandando hacer escolleras con canoas llenas de arena y sumer-
gidas. También s estaba reparando entonce el baluarte de Santiago lll.
Tanto el procurador general como el Cabildo pedían a S. M. que dejase
al Gobernador en Cartagena el mayor tiempo posible, a fin de que pudiese
dejar acabado el recinto de la muralla «de Santa Catthalina hasta Santa
Cruz y torreón de Santo Domingo y no corran detrimento los conventos de
Santa Clara y la Merced y toda la ciudad, por el riesgo tan evidente a que
está expuesta 112. R mitían una certificación de las obras hechas desde 1683,
firmada por Andrés de Herrera, maestro mayor y aparejador de las forti-
ficaciones m, y otra del sobrestante de la mi mas, Miguel de la Cueva.
En el mismo año de 1685, 1 Gobernador daba cuenta a la Corte de las
obra que iba haci ndo, quejándose de no disponer de fondos suficientes
para adquirir estacas, piedra y cal para las murallas. Proyectaba recons-
truir éstas de nuevo de de los cimientos, en 1 mismo sitio que ocupaban
las derruídas, y haciéndoles cuatro baluartes, según planos dibujados por
Ficardo; por entonces estaba construyendo una estacada para resguardarla
del mar.
También se trabajaba por aquella fecha en la construcción de los pa-
rapetos de la muralla, «que desde San Pedro Mártir hasta la puerta del

110 Por primera vez se le da este nombre, que es el actual. Se le llama de San Francisco en un plano
de 1688.
111 Somovilla al rey, 16-111-1685 (AGI: Santa Fe, 217).
112 El Cabildo al rey, 30-111-1685 (AGI: Santa Fe, 217).
113 Vacante el empleo de maestro mayor de las fortificaciones por muerte de Gaspar Mejía, en
1667 fue nombrado para desempeñarlo el cantero y albañil André d Herrera, vecino de Cartagena.
En el mismo año le nombraron veedor y contador de la armada de guardacostas, y en 1668 el Cabildo
le nombró alarife, cargo que seguía desempeñando en 1679. La RC. de 23-1I1-1680 le confirmó el
nombramiento de maestro mayor, aumentándole el sueldo a seiscientos pesos anuales. A principios de
1691 había fallecido y se nombró para sucederle al cantero y albañil Francisco de la Peña, español
(AGI: Santa Fe, 217).

196

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
RECONSTRUCCIÓN DE LA MURALLA DE LA MARINA

puente de Getsemaní se hallauan sin ellos», los cuales se hacían de «tapias


valencianas, como se practicaban en toda Europa»; y estaba disponiendo
alojamientos para la tropa en una puerta «ymperial con molduras»-situa-
da entre los baluartes de San Ignacio y San Francisco Javier-, que había
cerrado su antecesor. Tenía a su cargo estas obras el ingeniero de Carta-
gena Francisco Ficardo y el ingeniero mayor de Tierra Firme don Juan de
Hita y Ledesma; aquél hizo los planos, que fueron enviados a la Corte, y ésta
dio su aprobación a todo 10 hecho por el Gobernador m.
No compartía ese criterio el ingeniero don José de Lara que, en el año
citado más arriba, inspeccionó las murallas por orden de S. M., a quien es-
cribió desde Santa Marta en octubre de 1687, informándole de que el pilotaje
de madera y piedra que hacía don Juan Pando en la Marina estaba tan mal
fundado que los primeros vientos fuertes que lo azotaron lo habían destruído
totalmente; y, además, resultaba muy costos()-«que sólo fué en mira de
destruir buestras Reales Caxas»-, ya que en construir un trecho de sesenta
varas se habían gastado más de ochenta mil pesos 115.
Nombrado gobernador de Cartagena don Martín de Ceballos y de la
Cerda, se ordenó por cédula de 22 de septiembre de 1687 que hiciese re-
conocer las murallas por los- ingenieros y remitiese los correspondientes
informes.
Así lo hizo el Gobernador: poco después de su llegada reconoció dete-
nidamente las murallas, en unión de los ingenieros Lara y Ficardo, el maes-
tro mayor de las fortificaciones Andrés de Herrera y el sargento mayor de
la guarnición. Luego remitió un plano de la ciudad (fig. 155), Y más tarde
otro parcial, en el que sólo se representa la muralla arruinada de la Ma-
rina (fig. 75), al que acompaña un largo informe firmado por los ingenieros
y el maestro mayor. Estos y el Gobernador discurrieron la forma de ree-
dificar la muralla, atendiendo a hacerlo con el menor costo posible y las
máximas garantías de seguridad, para lo cual acordaron hacerla con los
cuatro baluartes-tal como habia dispuesto Pando de Estrada-, pero sobre
el terreno firme, o sea retirándola a «la parte de adentro de la muralla an-
tigua», pues aunque para ello era necesario ocupar buena parte de algunas
casas, solares y conventos, creían que resultaba más barato indemnizar a
los propietarios que construir previamente una estacada para retirar el
mar, ya que los pilotes eran destruidos rápidamente por la «broma», y su
reposición originaría un gasto interminable. Buscando la mayor perfección
y siempre el menor costo, propuso el Gobernador que «dicha linia y brecha
se fortificase con sólo dos baluartes», uno junto al de Santa Catalina, «para
darle la defensa que ... le falta», y otro en medio de la línea, uniendo aquél
y el de Santa Cruz con este baluarte central mediante cortinas dispuestas

114 Re. de 22-IX-1687 (AGI: Santa Fe, 218). Véase la transcripción del plano reproducido en la

figura 75.
I1S Lara al rey, 25-X-1687 (AGI: Santa Fe, 218).

197

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

con ángulos salientes en forma de dientes de sierra; de este modo se ocu-


paría menor espacio de terreno-disminuyendo el costo de la expropiación
de casas y solares-, y la ciudad quedaría suficientemente defendida, ya
que por aquella parte no había que temer ataque, puesto que el mar bas-
taba para impedir cualquier desembarco. Los ingenieros aprobaron este
proyecto y, por disposición del Gobernador, Ficardo añadió a los planos
que había hecho en tiempos de don Juan Pando unas hojas superpuestas
en las que van diseñadas ambas proposiciones. Así se remitieron a la Corte
para que S. M. resolviese '116.
A fines de 1688 remitió Ceballos duplicados de los planos, y a principios
del siguiente año acusaba recibo de una real cédula de 20 de mayo ante-
rior y, en su cumplimiento, enviaba un cálculo de lo que costaría la obra,
hecho por el maestro mayor Andrés de Herrera 117. Se calculaba e1 costo de
aquélla en cerca de ciento setenta y seis mil pesos y en treinta mil el im-
porte de las porciones de casas y conventos que había que expropiar 118.
Por este ti~mpo estuvo en Cartagena e] oidor de 1a Audiencia de Santa
Fe don Francisco José Merlo de la Fuente, desempeñando varias comisiones
que le habían sido encomendadas en virtud de real cédula de 24 de junio
de 1688. Entre aquéllas figuraba la de informar del estado de la muralla
y la cantidad necesaria para reconstruirla. De todo envió informes al Con-
sejo de Indias y, además remitió un plano del proyecto de mura1la nueva,
hecho por Ficardo, que es copia del enviado por el Gobernador 119. Lo repro-
duzco en forma que se ve la hoja primera, o sea la que representa el pro-
yecto de los baluartes unidos por cortinas en forma de dientes de sierra (fi-
gura 56).
También visitó Cartagena, por estos años, el general don Juan Bautista
de Rigada, que a principios de 1689 escribió al Consejo de Indias remitiendo
un plano de las murallas (fig. 57) y un informe a ellas referente. En su
carta advertía que las medidas de la planta eran exactas, y suplicaba le
disculpasen su poco esmerada ejecución: «ni un poco de color-decía-se
halla en estas partes, y como el dibujo es ocupación flemática para un sol-
dado, suplico ... se sirvan considerarlo y excusarme tanto borrón y inde-
cencia» 120.
En sus informes decía que el objeto de fortificar las plazas marítimas
no era otro que asegurar el puerto y las flotas en él fondeadas, lo cual no
sucedía en Cartagena, ya que el puerto estaba fuera del alcance de la ar-
tillería de la ciudad. Parece aludir, en un párrafo, al contrabando: «el co-
mercio es muy poco el que queda allí, y será menos si se embarazan y cas-

116 El gobernador al rey, 20-XJ-1688 y 27-1-1689 (AGI: Santa Fe, 218). Véase también la trans-
cripción del plano reproducido en la figura 75.
117 AGI: Santa Fe, 218.
118 Carta de 27-1-1689, citada en nota 116.
119 Don José Merlo al rey, en Santa Fe, 8-111-1691 (AGI: Santa Fe, 218).
120 Copias de unos capítulos de cartas de Rigada (AGI: Santa Fe, 218).

198

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
RECONSTRUCCIÓN DE LA MURALLA DE LA MARINA

tigan los mettedores de ropas por altto y comerciantes con los extrangeros,
que es lo principal con que se enriquecen y viven quantos abitan en ella,
penetrando hasta Quito, Santa Fe y Popayán, por donde sale todo el thesoro
de aquellas partes y otro muy considerable por éstas».
En su opinión, la falta que tenían los baluartes era que se les había cons-
truído doble muralla, rellenando el espacio con tierra y cubriéndola con
hormigón; al afirmarse la tierra, éste se resquebrajaba, y el agua de las llu-
vias, buscando salida, actuaba sobre los sillares, haciéndoles ceder y oca-
sionando así la ruina de las murallas. Para evitar este defecto proponía que
se hiciese una sola muralla, adosando a ella el terraplén. Considerando que
para defender los veinticuatro baluartes del circuito-diecisiete de la ciu-
dad y siete de Getsemaní-era necesaria una guarnición numerosa, creía
que debían reducirse aquéllos al número estrictamente necesario. Por esa
causa, en el plano redujo los cuatro baluartes arruinados a sólo tres «algo
más regulares a los preceptos del artte de lo que están los otros, como ello
se demuestra» 121.
Los planos e informes enviados a la Corte por el gobernador Ceballos y
el oidor Merlo de la Fuente fueron examinados por don Enrique Enríquez,
miembro de la Junta de Guerra de Indias. Este informó favorablemente el
proyecto de aquél, pronunciándose a favor de la reconstrucción de la mu-
ralla en forma de dientes de sierra, según el plano que había dibujado el
ingeniero Francisco Ficardo, recomendando que en los ángulos se hiciesen
unos terraplenes capaces para dos piezas de artillería cada uno, ya que en
el espacio de los cuatro dientes no había sitio para ellas. Para defender
la muralla de los embates del mar propuso que se colocasen unos ponto-
ne de madera de de los cimientos de la muralla vieja hacia el agua, en
dirección Noroeste y Sudeste, a fin de que se formase playa de arena. Re-
comendaba también que las obras se hiciesen pronto, pidiendo para ello a
tos vecinos donativos de cal y otros materiales y que enviasen sus esclavos
un día por semana a trabajar en las obras, ya que éstas habían de beneficiar
a todos 122.
En el mismo año en que la Junta de Guerra seguía estos trámites (1694),
los temporales, que constantemente amenazaban a Cartagena, ocasionaron
nuevos daños en el recinto. En el mes de noviembre las olas destruyeron
una estacada, recién construída, en la brecha de la Marina, y en el baluarte
d Santa Catalina-«uno de los más principales y de la mayor fortaleza
para la defenssa de esta plaza>>-se corrieron los cimientos y quedó abierto
un socavón, por donde entraba el mar. Meses después se estaban reparando
estos daños por orden del gobernador interino de la plaza don Sancho
Jimeno 123.

121 "Deducción de las fortificaciones de la ciudad de Cartagena" (AGI: Santa Fe, 218).
122 Informe ante laJunta de Guerra, de 8-VllI-1694 (AGI: Santa Fe, 218)_
123 Jimeno al rey, 22-IX-1695 (AGI: Santa Fe, 218).

199

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

Pasaron tres años sin que la Corte resolviera en orden a la reconstruc-


ción de la muralla de la Marina, y al fin, por una real cédula dada en Ma-
drid a 11 de mayo de 1697, se ordenó al Gobernador de Cartagena que la edi-
ficase con arreglo al proyecto de los dos baluartes, unidos por cortinas
en forma de dientes de sierra 124. Pero por aquellos días Cartagena estaba
en poder de las fuerzas del barón de Pointis y en los muros de sus baluar-
tes estallaban las minas colocadas por los franceses que, después del saqueo,
se disponían a abandonarla.

SAN FELIPE DE BARAJAS

En tiempos del gobernador Francisco de Murga, cuando se acabó la cerca


del barrio de Getsemaní, se hizo notar la conveniencia de fortificar «con
un bonete» el cerro de San Lázaro, pues como dominaba las murallas y
la puerta de la Media Luna, constituía un peligro para la ciudad si, en
cualquier ocasión, lograban los enemigos ocuparlo. Hacia 1639, con mo-
tivo de ciertas noticias que hicieron temer un ataque a Cartagena, el go-
bernador Me1chor Aguilera decidió fortificar el cerro. Pidió a los vecinos
un donativo para los trabajos preliminares y concertó la obra del castillo
con Juan Mejía del Valle, «maestro de arquitectura militar, a cuyo cargo
ha estado y stá parte de las fábricas y fortificaciones». A petición suya
accedió el Gobernador a concederle un anticipo de mil pesos para adquirir
herramientas y maíz para el sustento de ]os trabajadores, pero cuando or-
denó a los oficiales de la Real Hacienda que librasen dicha cantidad, é to
se negaron a hacerlo, alegando que no podían disponer de los fondos de
la cajas reales in orden e 'presa de S. M., ya que dos cédulas prohibían
hacer nuevas fortificaciones a costa del erario público sin previa consulta
a la Junta de Guerra. Esto dio lugar a un enojoso expediente, y el proyecto
fracasó por entonces, pues lo único que se hizo fué desmontar y allanar u')
poco el sitio en que se pensaba construir la fortaleza 125 .
Sin embargo, el proyecto de Me1chor Aguilera no cayó en el olvido. La
real cédula de 20 de septiembre de 1647 dispuso la construcción de un cas-
tillo o plataforma en el cerro de San Lázaro, capaz para media docena de
piezas de artillería 126. Ignoro qué motivos dilatarían su cumplimiento, pero
es lo cierto que en 1656 nada se había hecho, y el gobernador don Pedro de
Zapata ponderaba la importancia estratégica del lugar y proponía defen-
derlo con un fuerte pequeño--para ocho cañones, veinte soldados y cuatro

124 Re. de 11 -V-1697 (AG1: Santa Fe, 218).


125 Los oficiales al rey, 27-1-1641, seguida de unos autos que comienzan con la petición de Mejía
de 29-Il-1640 (AGI: Santa Fe, 217). '
126 AGI: Santa Fe, 217.

200

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
SAN FELIPE DE BARAJAS

artilleros-, reforzado «con una palic;ada, que costará poco, que sirva de
entrada encubierta en lo peinado del cerro 1~7.
A este Gobernador 128, y a su actividad y diligencia, se debió la construc-
ción del fuerte de San Lázaro. Pidió a los vecinos un donativo y dio per-
sonalmente el ejemplo entregando tres mil peso para la obra l :!9, poniéndola
najo la uperintendencia del capitán Diego de la Torre Cantillana, a quien
pidió que anticipase el dinero cuando hiciera falta, a fin de que la fábrica
no ufriera demora alguna. Se trabajó con tal rapidez, que el 12 de octubre
d 1657 pudo escribir Zapata al rey dándole cuenta de haber terminado el
ca tillo, que denominó «San Felipe de Barajas». Tenía cuatro garita, alji-
be, almacén alojamiento para los soldados; y una sola puerta, frente a la
ciudad, defendida por «dos traveses para dos pedreros ... , porque como es
la frente que mira a la plac;a, tenemos la media luna con mui linda arti-
llería a tiro de mosquete 130. Costó la obra poco má de tres mil do cientos
p so , de cuya cantidad pagaron lo ecinos má de do tercera partes 111.
Quedó así acabado uno de los más famosos castillos de Cartagena( figu-
ras 80, lOS, 107 Y 126), lla e de la ciudad por la parte d tierra, que si fue ren-
dido en 1697 por lo france e, alvó a la plaza en 1741, cuando ante su muro
fraca ó el ataque del almirante Vernon. Haqa hace poco año e con ervaba
una lápida, pue ta en él para perpetrar cómo «R inando Fh Jipe Quarto el
Grande y gobernando e ta plac;a segunda vez Don Pedro <;apata, por u zelo e
industria se fabricó este castillo de San Felipe de Varaxa -año 1657» 112 .
Hizo la traza del fuerte 1 ingeniero holandé Ricardo Carr, que había huído
de lo ingl , a cuyo servicio estaba en Jamaica, refugiándo e en Cartagena,
donde le pr tcgió don P dro Zapata. La dirección de las obra corrió a
cargo del ma tro ma or Ga par M jía 113. En el iglo XVIII e completó la
defcn a del cerro, rodeando el castillo con formidable bat ria , convirtién-
dolo en una d la má ' importantes obra de fortificación que hizo E paña
en la India.

SAN LUIS DE BOCACHICA

El día 17 de marzo de 1640 naufragaron en el canal de Boca Grande la


nave capitana y dos galeones de la armada portuguesa que, al mando de don

127 • rta de 19- YIlI -1656 (AGI: Santa Fe, 43).


128 Le ha dedicado una ex elente monografía JULIA HERRAEZ: Don Pedro Zapata de Mendo-
;:a . .. , en "Anuario de Estudio Americanos", tomo lB (1946), pág. 377 - 516.
129 A í lo certificó el Contador de las Cajas Realt:s, en escrito de 29-YIII-1659 (AGI: Santa Fe,
217).
130 GI: anta Fe, 217.
131 . ga taron 13,235 pe os y 5 rl.'alcs; los donativos de los vecinos a~cendicron a 9,235 pesos.
Certificación de Diego de la Torre (AGI: Santa Fe, 218).
132 URUETA y PIr'lERES: Oh. cit., pág. 80.
133 HERRAEZ: Ob. cit., pág. 464.

201

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

Rodrigo Lobod de Silva, había llegado la víspera a la vista de Cartagena.


Aunque parece er que las mareas habían acumulado arena, formándose una
barra que dificultaba el paso del canal, el naufragio de los tres navíos pre-
cipitó el efecto; junto al obstáculo de los cascos abandonados se acumuló
la arena en tal cantidad, que dos años después se podía pasar a pie por la
barra, que pronto se cubrió de manglares e icacos, cerrándose totalmente
el acceso a la bahía. El accidente produjo, por tanto, consecuencias harto
graves, pero la misma naturaleza se encargó de remediarlo, pues las aguas
de la bahía, al buscar salida hacia el mar, dragaron el canal de Bocachica,
cuyo fondo era de barro, y lo hicieron practicable para navíos de alto bor·
do 13'. Al parecer, también los hombres trabajaron en este sentido, pues en
unas cédulas dirigidas al ingeniero Antonelli y al gobernador Clemente
Soriano, en 1647, se da el rey por enterado de trabajos efectuados en
Bocachica, gracias a los cuales «la aviades puesto en estado que podían en-
trar y salir por ella mis armadas y demás navíos que iban a el [puerto], de
que antes estaba imposibilitada 135.
Con anterioridad, se había reunido en Cartagena una junta, integrada
por el Gobernador, los generales de la armada de Tierra Firme y otras per-
sonas de experiencia, para estudiar si convendría volver a abrir el canal
de Bocagrande, o dejarlo como estaba y conservar el de Bocachica; y tal
vez porque las autoridades consideraban imposible lo primero, ya que el
creciente banco de arena sobresalía una vara sobre el agua, con una an-
chura de más de doscientos pasos, se había comenzado la construcción de
un castillo en la orilla izquierda del canal de Bocachica, según traza elegida
por el gobernador do'il Luis Fernández de Córdoba y el ingeniero Juan de
Somovilla Tejada. Visto en la Junta de Guerra de Indias los informes emi-
tido por los componentes de la reunida en Cartagena, se dictó la real cé-
dula de 20 de septiembre de 1647, que contiene importantes disposiciones
referent s a la defensa de la plaza.
Por lo que respecta al problema aquí aludido, dispuso aceptar el estado
de cosa existente, dejando cerrada la Bocagrande, que se acabase el
castillo de San Luis de Bocachica, y que en la otra orilla se hiciese una pla-
taforma artillada para que, con ambas fuerzas, quedase convenientemente
defendida la entrada del canal. Tan pronto corno estuviesen concluídos estos
fuertes se procedería a desmantelar los de Santa Cruz, Manga y Manzanillo,
pasando sus guarniciones y artillería al de Bocachica. Además, dispuso
S. M. la construcción de una torrecilla o una plataforma artillada en la
boca del estero de Pasacaballos, para impedir cualquier sorpresa de enemi-
gos por esa parte y asegurar todas las entradas a la bahía 134. Así quedaban

134 Acerca de las causas que motivaron la obstrucción del canal de Boca Grande, hay abundante
documentación de principios del siglo XVIII. La cito en el capítulo siguiente.
13S AGI: Santa Fe, 989, libro 9 (1645·1652), folios 71 v. y 72.
136 Re. de 20-IX-1647 (AGI: Santa Fe, 217).

202

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
SAN LUIS DE BOCACHICA

concertadas todas las defensas de ésta en el canal de Bocachica, convertido


por azar en llave del puerto de Cartagena.
A Juan Bautista Antonelli, que estaba trabajando en las fortificaciones
de Cuba, se le ordenó pasar a Cartagena para dirigir las obras de Bocachica,
y consta que en ellas estuvo ocupado, por lo menos desde 1646 197 hasta su
muerte. En junio de 1649, pocos meses antes de morir, escribió por última
vez al rey dándole cuenta del estado de la fábrica: estaban hechas tres cor-
tinas y los dos baluartes que daban frente a la campaña; uno de ellos tenía
asentados los parapetos y hecha la garita, y solamente le faltaba el suelo
«de argama~ón»; en los otros dos se estaban haciendo los parapetos. Estaba
acabado el cuerpo de guardia de la puerta principal y cubierto con una
bóveda de cantería de treinta pies en cuadro. En la misma cortina de la
puerta estaban terminadas cuatro bóvedas de mampostería, que cubrían las
dependencias destinadas a almacenes de municiones y pertrechos; y estaba
hecho también un aljibe, cubierto con dos bóvedas de ladrillo, en disposi-
ción de recibir agua para el suministro de las armadas. Además de otras
dependencias, se estaban construyendo la casa del alcaide y los cuarteles 138.
En 1661 debía de estar casi terminado. En esa fecha hizo un plano del
castillo el maestro mayor Pedro Mejía, en el que se muestra la planta y el
alzado (fig. 53). La explicación contenida er! el plano da perfecta idea de la
distribución del edificio, de planta cuadrada, con baluartes en los ángulos, ro-
deado por un foso defendido por una estrada cubierta. El cuadrado central
10 ocupa la plaza de armas, rodeada por los cuarteles, cuya doble arquería
le da aspecto de claustro conventual. Unas rampas o «estradas» conducen
a los baluartes, y el espacio comprendido entre la muralla y la contramu-
ralla está ocupado por los aljibes y almacenes. En una de las crujías de la
plaza de armas está la iglesia.
Ocho años más tarde se reunió en Cartagena la junta integrada por el
general de la armada don Manuel Bañuelos, el maestre de Campo don Juan
Enríquez, el gobernador don Pedro de Ulloa, el ingeniero Betín y el sargento
mayor de la plaza, para informar acerca del estado de las obras de las mu-
rallas y del castillo de referencia. Respecto de éste, informaron que debía
conservarse en la forma que estaba fabricado, «acavando de perfeccionarle
el rezinto exterior y fortificaciones de fuera, con su fosso y entrada encubier-
ta», tal como estaba planeado y aprobado por S. M., con la única varia-
ción de hacerle en el frente del canal una plataforma para artillería en vez
de la estrada cubierta, «y que dicha artillería esté cubierta de bóveda de
piedra a modo de casas matas cada pieza por sÍ», a fin de evitar que los
artilleros pudieran ser hostilizados desde las toldillas y mástiles de los na-
víos 139.

137 Re. de 12·YII·1647 (AGI: Santa Fe, 989,libro 9, folio 70, v.).
138 El gobernador Zapata al rey, 19·YIlI-1656 (AGI: Santa Fe, 43).
139 Informe de 22-VIII-1669 (AGI: Santa Fe, 43).

203

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII

En 1678 escribía a la Corte el ingeniero don Luis Venegas, remitiendo


un plano (fig. 58) Y dando cuenta del estado de la fortaleza, cuya inspección
se le había ordenado. En su carta describía el castillo y proponía que se
le hiciesen los parapetos más altos, para que la plaza de armas no pudiese
ser batida desde la campaña. Sus dos recintos-muralla y contramuralla-
eran de sillería, de planta cuadrada, con baluartes en los ángulos, terraple-
nados hasta el cordón. La parte central del castillo estaba ocupada por la
Plaza de Armas con pavimento enlosado «como los patios de Palacio»; sus
cuatro lados tenían arquerías sostenidas por columnas toscanas, formando
un doble claustro, cuyas crujías estaban ocupadas por los almacenes, ca-
pilla, alojamientos para la tropa y casa del castellano. Tenía cuatro aljibes
empotrados en el terraplén 140.

OTROS PROYECTOS PARA BOCACHICA

Como ya he dicho más arriba, en la real cédula de 20 de septiembre


de 1647 se dispuso la construcción de una plataforma frente al castillo de
San Luis de Bocachica, a fin de que ambas fuerzas defendiesen el canal de
entrada a la bahía. Parece haber sido hecho, en cumplimiento de esa dis-
posición, un plano que se conserva en el Archivo de Indias, que representa
una torre proyectada para que sirviese «de plataforma al opósito del cas-
tillo» referido. Está fechado el 15 de agosto de 1648 y lo firma el ingeniero
Juan de Somovilla Tejada (fig. 54).
Por causas que ignoro no se construyó esta torre en Bocachica, pero el
plano tuvo aplicación: saqueada la villa de Tolú en 1650 por unos corsarios
franceses, su Cabildo se dirigió al Gobernador de Cartagena para que, se-
gún disponían ciertas órdenes reales ha ta entonces no cumplidas 141, pusi se
remedio antes de que sus vecino la abandonasen, ya que constantemente
era objeto de ataques por parte de piratas y corsario que, por encontrarla
indefensa, la saqueaban a su antojo. El Gobernador de Cartagena don Pedro
Zapata atendió la petición y ordenó al ingeniero Juan de Somovilla que in-
formase sobre el particular. Este entregó el plano de referencia e informó
que la mejor defensa para aquella villa sería fabricar a la orilla del mar
«una torre de sesenta pies de hueco en quadro y de quarenta y cinco pies
de alto, terraplenada hasta los veinte pies en que se ha de formar la puerta,
suelo hollado y troneras para la mosquetería, y divisiones para el cuerpo de
guardia, almacén y aljibe, y en lo alto dos cascos de bóveda sobre que car-
guen y se juegue el artillería y mosquetería en los travesses que mediante

140 Venegas al rey, 18-1-1678 (AGI: Santa Fe, 220).


141 Después de una invasión de piratas ocurrida en 1643, el rey ordenó al gobernador Clemen-
te Soriano que hiciese fortificar la villa. Soriano estuvo en Tolú disponiendo las obras de defensa,
pero su muerte paralizó el proyecto.

204

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
OTROS PROYECTOS PARA BOCACHICA

la escarpa que an de tener las murallas en medio, levantando las esquinas


a plomo se forman con sus parapetos y garitas, como todo se muestra en
la planta».
Ignoro si se construiría la torre en Tolú U2. El informe de Somovilla ex-
plica suficientemente el proyecto; sólo resta añadir que la mitad de la
planta baja estaba ocupada por el aljibe y la fábrica era de mampostería,
salvo el zócalo inferior, las esquinas, la garita y la portada, que habían de
ser de cantería.
Existe otro plano-sin fecha ni firma-que representa la planta de un
fortín que había de construirse en un bajo situado frente al castillo de San
Luis de Bocachica. Es posible que se hiciese, como el anterior, a conse-
cuencia de lo dispuesto en la citada real cédula de 1647, y como en él se
advierte que de la misma forma podía ser también «el puesto para la ar-
tillería que está alojada para defensa en un bajo del puerto de Puertove-
lo», creo que lo haría alguno de los ingenieros que, en diversas ocasio-
nes, inspeccionaron las fortificaciones de ese puerto y de Cartagena. He
de hacer notar que la letra de su leyenda es muy semejante a la del dibujo
de las murallas hecho por don Juan de Hita y Ledesma en 1665.
El fortín dibujado en el plano tiene forma de estrella de cinco puntas
y garitas en cuatro de ellas. El pretil que lo circunda está interrumpido a
trechos, formando a modo de almenas, que dejan entre sí e pacios destina-
dos seguramente a la artillería. No llegó a construirse.

142 Expediente unido al plano.


143 Por su e caso inte rés no lo reproduz co (véase TORRES LANZAS : Ob. cit ., núm . 46).

205

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
OIPlTULO VII

1Je Pointis a o/emon¡


Paréntesis entre áos tBata{{as:
1697-1741

, ...'Estas o6ras sOÚJ se áiri¡¡en a nparar fas ruinas


t:pu estas fortificacúmes fum p4lÚcÍIÚJ C(Jn el tiempo;
no a wrre¡¡ir ÚJS yerrros y nufüfatús IÚ fa púua IÚ
f017ll4 t:pu t¡ud4se en una re¡¡u/ar áefensa.1

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 84. Una calle de intramuros.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 85. Ataque del almirante Vernon. 1741

FIG. 86. Medallas acuñadas en Inglaterra para conmemorar el esperado triunfo de Vernon.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
:..
f .
. ~.
,
"'n ....
.

FIG. 87. Plantas y alzados del fuerte de San Sebastián del Pastelillo y del baluarte de San José. 1744.
FIG. 88. Proyecto de dique para cerrar Bocagrande. 1757

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 89 Casa ColoniaL FIG. 90. Miraq9r de la Casa del Consulado.

FIG. 91. Casa en la calle del Espíritu Santo, FIG. 92. Tinajero en la sala de la misma casa,
posteriormente modificada. actualinente cubierto de pañete.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 93. Puerta del Puente

FIG.94. Casa de la Inquisición.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 95. Casa de la Inquisición.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 96. Casas en la calle de Santo Domingo.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
lAZA.

FIG . 97. Planta del I lo pital de San Lázaro, por don Antonio de Arévalo . 1764

FIG. 98. Fachada de la Capilla del Hospital de San Lázaro, por don Antonio de Arévalo. 1764

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
'12 tItI.¡1I7114¡¿(JI t!(.1blJmllllCf/}¡I.? X (11 rlJY,li/[I 1.1,,1/ rld .~1'·1 c'?JiI ~//I'.r(HII jll'r /A!

r~ ~}~. 1::>
St' Q ~.
.~ •. '.. ~*'.:
".~ IJ...... ,. ~..
.''r."
;'J 'iif:l . 4·1'·~_ .~ . ti1~' ';i.
',)I!> '.:a:~ .. ~ ... _ . . . ~.~ ... ~H !'-
, ~.~" ";~;,?;.~: o~.;:~~~;~ '~,~t:';.!~;.;:J' :~~~,.-.~:.i .:~;.;.. ~'.

.!1[rflJ '1/1{ fOJfl pOrt.?.Ij'flllt.\1 S. :> r!rlJ'/t!nfl rltll/ (.)//1111 :II/Il1'rllll d(.s~rJljJ,A{,7I"
tirL IIntad.? 01 tI ';'111~¡;; ID/1I1 rltI.:f't~lyrrt.1 !Jt'llfrnf '{~/!'" ¡J,u/, /11 ¡../'/IIi1I.

FIG. 99. Planos de cuarteles, almacenes para pólvora y víveres y contraguardia, proyectados por don Lorenzo de Solís. 1755

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIGS. 100 Y 101. Planos y perfiles de los medios baluartes proyectados por don Lorenzo de Solis para defender la puerta de la Media Luna. 1755.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 102. Plano de la ciudad de Cartagena de Indias levantado en 1735

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
J]./:1 que corta. Ct¡l la luulltl
c..GZJa 71',
11¡tl '/l(l por la {IIlM 1.2.

FIG. 103. Plano de los cimientos de la batería de San José de Bocachica por don Ignacio Sala. 1751

.rf-'

ti 1jU8 ~mtUStra et ibtado en t¡ue.se halla ddia J¿ ta.Jt"'.lIf


,~~ de /4 c:l.uralLa JUAt dtt . JÚtrlt ti! V;;-nantb Je,t!JJorll chtCa di
. Car'cfjena.24- tkc..:funio de J:J..J3.

t
J.

FIG. 104. Plano y perfil de los cimientos del fuerte de San Fernando de Bocachica. 1753

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 105. Fuerte de San Fernando de Bocachica, visto desde el canal.

FIG. 106. Fuerte de San Felipe de Barajas.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 107. Fuerte de San Sebastián del Pastelillo.

FIG. 108. Fuerte de San Felipe de Barajas, construido por don Pedro Zapata en 1657

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 109. Vista aérea del fuerte de San Felipe de Barajas.- FIG. 110. Fosos del fuerte de San Fernando, en el
canal de Bocachica.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
9tntnl1' tIt la·Pbzza de ~ IÚ~
ClJm¡mhmtJ¿. rl}7TfY«lo.Quzeral1ut hizo d ~1ZQt71iero
q)ircdDrtJJ. -.r-orm'%iJ rliSoIu rldfU41 no sehá ~
m rI.lrrJzivD t?rpliau.ion partiaJ/orpanz ~teGko t¡za
M!aba s/n ¿~ ~ 1a.ri&UUnl& !fUi ",!:'!I;..onde mio
.fm r/ct}al c.m tcits !tu Idnz.r..--r.p&unu rIdV'foyuto.
~b ~caC!('" _.
~i'I(Jj»/yCrn:~ l '

FIG. 111. Plano parcial de la ciudad y sus inmediaciones, por don Lorenzo de Solis, 1754. (Copiado por Arévalo en 1769)

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Después del desdichado gobi rno de don Diego de los Ríos, el mando de
la capitanía general de Cartagena recayó en un hombre que, por su en rgía
y entereza de carácter era la antítesis de su antecesor. El 7 de junio de 1699
tomó posesión del cargo don Juan Díaz Pimienta y Zaldívar, nieto del fa-
moso almirante don Francisco Díaz Pimienta, cuyo recuerdo perduraba en
la ciudad de Heredia por sus hazañas marineras y por la exp dición contra
la isla de Santa Catalina. Hombre arrojado, de imaginación viva, el joven
maestre de Campo Díaz Pimienta fue un Gobernador modelo. Celoso del
prestigio de su cargo y de los deberes y derechos de su autoridad, pronto
tuvo que luchar contra otra fuerza que, amparada en el refugio de su ju-
ri dicción exenta, pretendía tal vez mediatizar las decisiones del Gober-
nador, cuando no enredarle en la maraña de la intriga. Así ocurrió con el
Santo Oficio de la Inquisición, con el que sostuvo frecuentes luchas por
cue tiones de competencia, que pusieron de manifiesto el carácter de Díaz
Pimienta. Sus virtudes y sus actos, así como la austeridad de su conducta,
retrataron al hombre que, consciente de su responsabilidad, siguió el cami-
no que su sentido del deber le señalaba, sin dejarse arrastrar por el ven-
daval de intrigas y pasiones que agitaban el ambiente oficial de Cartagena
en los albores del setecientos.
Apenas encargado del gobierno, y a pesar de las dificultades que para
ello le puso el Santo Oficio, organizó Díaz Pimienta una expedición contra
los escoceses que se habían establecido en la costa septentrional del Darien,
entre el golfo de Urabá y Portobelo, territorio que bautizaron con el nom-
bre de Nueva Caledonia, y cuyo establecimiento principal era Nueva Edim-
burgo, fundado sobre las ruinas de la antigua Ada. La jornada terminó fe-
lizmente con la entrada de Díaz Pimienta en Nueva Edimburgo el 22 de
abril de 1700, después de haber entregado los escoceses el fuerte de San

209

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VER NON : 1697-1741

Andrés, que defendía la colonia. La expul~ión de los enemigos de un sitio


tan estratégico, alejó el peligro de que lo:; ingleses tornasen aquel estable-
cimiento como base para consolidar la dominación en el istmo de Panamá
y dividir las posesiones españolas, objetivo tenazmente perseguido por In-
glaterra. Además, la anulación de ese peligro fue, sobre todo, oportuna. La
nluerte de Carlos 11, el advenimiento de un nieto de Luis XIV al trono
español y la guerra motivada por el pleito sucesorio dieron lugar a un cam-
bio radical en la situación de las Indias. Convertidos los franceses en alia-
dos, las flotas del Rey Cristianísimo pasaron a ser nuestras protectoras,
pero en cambio surgió el peligro inglés, mucho más temible, dada la po-
tencia marítima de Inglaterra l. En Cartagena de Indias, en el breve espa-
cio de cinco años, la decoración varió por completo. En 1697, mientras las
fuerzas de Pointis saqueaban la ciudad, una escuadra inglesa venía en busca
de los enemigos comunes; en cambio, el 3 de septiembre de 1702 entraba
en el puerto una escuadra francesa que, protegiendo la flota de Tierra Fir-
me, se había batido en retirada durante cinco días, huyendo de una armada
británica más fuerte y numerosa. La escuadra francesa, que realizó la bri-
llante hazaña de conducir a puerto, casi intacta, la conserva de los galeo-
nes, venía al mando de un hombre de triste memoria en Cartagena de In-
dias: Juan Bautista Ducasse. Por ironía del destino, el jefe de los buca-
neros que cinco años antes sembraran el terror en la ciudad, llegaba esta vez
a Cartagena con todos los honores, luciendo la casaca galoneada de los jefes
de escuadra de nuestro aliado el Rey Cristianísimo.
Dueños los ingleses de Jamaica y con la amenaza de sus buques pesando
sobre las costas del Caribe, la expulsión de los escoceses del Darien había
sido una medida de oportunidad que alejó peligros muy graves. Los temores
de un ataque a Cartagena no se confirmaron por aquellos años, pero mien-
tras duró la guerra de Sucesión fue constante el recelo.
Por esa razón, no descuidó Díaz Pimienta lo pertinente a la defensa
de la plaza, cuyas murallas y castillos habían sufrido los bombardeos y las
minas de los franceses y no estaban en condiciones de resistir un nuevo
ataque. Continuó las obras de .reparación que había iniciado don Diego de los
Ríos y dispuso que se aplicaran a ellas las cantidades que para ese fin le
remitió el virrey de Lima, pero los caudales no llegaron íntegramente a su
destino. Parte de una consignación de cincuenta mil pesos quedó retenida
en Portobelo, y de un libramiento de otros cinco mil sólo llegaron a Car-
tagena los despachos y la petición del recibo, pero el dinero no pasó de
Panamá. En octubre de 1700, el Gobernador escribía al rey, desalentado:
«de Santa Fe no hay apariencia envíen ningún dinero, ni de Quito tengo
probabilidad llegue aquí en mis días» 2. A pesar de esas eternas irregulari-

1 BECKER y RlVAS GROOT: Ob. cit., pág. 49.


2 Ibídem, pág. 43.

210

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
l>AR~NTESIS ENTRE DOS BATALLAS

dades administrativas, durante los primeros años del siglo XVIII se hicieron
reparaciones importantes en las murallas y se construyó la monumental
Puerta del Puente. Fue director de esas obras, y de otras nuevas proyecta-
das después, el ingeniero don Juan de Herrera y Sotomayor, con quien con-
tinúa la brillante serie de los arquitectos militares que trabajaron en Car-
tagena de Indias. Destinado a esta plaza al mismo tiempo que el gobernador
Díaz Pimienta, en ella trabajó hasta su muerte, ocurrida en 1732, tres años
después de que el rey premiara sus servicios con la patente de brigadier
y el cargo de Ingeniero Director de las fortificaciones del virreinato.
Los trabajos de don Juan de Herrera en Cartagena, durante un cuarto
de siglo, dieron por resultado los proyectos y la realización de obras de suma
importancia, tales como la muralla de la Marina y las detensas del canal de
Bocachica. Por lo que respecta al trozo del circuito amurallado compren-
dido entre los baluartes de Santo Domingo y Santa Catalina, ya hemos visto
como los distintos intentos realizados para cerrarlo habían fracasado ante
la furia de los vendavales, que cuatro veces destruyeron cortinas y baluar-
tes. Así, había transcurrido más de medio siglo sin que los proyectos de
Ficardo y otros ingenieros cristalizasen en realizaciones, y aquella parte del
recinto no tenía más defensa que una fuerte estacada que, si bien era sufi-
ciente contra la posibilidad remota de un intento de desembarco enemigo
-casi imposible por la violencia de la resaca, como lo comprobó Pointis-,
dejaba la ciudad a merced de los ataques del mar, mucho más graves y
temibles, dada la escasa altura del islote arenoso que sirve de asiento a
Cartagena. Dos furiosos temporales, que la azotaron en los años 1713 y 1714,
destruyeron gran número de casas inmediatas a la Marina y buena parte
del convento de Santa Clara, amenazando inundar toda la ciudad. El in-
geniero Herrera hizo entonces un proyecto para construir la muralla y un
pilotaje que la defendiese de los embates del mar, digno precedente de la
escollera que construyó su colega don Antonio de Arévalo medio siglo más
tarde. A pesar de los informes favorables, por diversos motivos se retrasó
la ejecución de la obra, que no fue comenzada hasta 1721, después de haber
hecho Herrera una nueva traza y un nuevo proyecto, por encargo del virrey
de Nueva Granada, don Jorge de Villalonga. Mientras se trabajaba en la ci·
mentación de la muralla reparó Herrera el baluarte de Santa Catalina, que
estaba arruinado por los efectos de las minas francesas y del mar, que había
minado sus cimientos. Muerto Herrera en 1732, su proyecto no se realizó
completamente; cuando el ataque de Vernon en 1741, quedaba por cons-
truir la cortina de muralla comprendida entre los baluartes de Santa Clara y
de Santa Catalina, brecha que permaneció abierta, sin más defensa que una
estacada, hasta que en los últimos años del siglo se hicieron los cuarteles de
«Las Bóvedas».
En tiempos del gobernador Díaz Pimienta volvió a suscitarse la cuestión
de si convenía abrir de nuevo el antiguo canal de Bocagrande o dejarlo

211

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS AVERNO. : 1697-1741

cegado, tal como estaba, y continuar utilizando el de Bocachica. Al fin


prevaleció esto último, y fue preciso completar las defensas de esta entrada
a la bahía, que era la llave del puerto y de la ciudad de Cartagena. Bajo
la dirección de don Juan de Ht:rrera s hicieron reformas importantes en el
castillo de San Luis y e reconstruyó tudo lo que los franceses habían arrui-
nado antes de abandonarlo. En la otra orilla del canal de Boca hica, proyec-
tó Herrera una bat ría ra nt que cruzara sus fuegos con el castillo de
San Luis. No se hizo, por entonces, la obra definitiva, sino una provisional,
que fue destruída por lo ingleses de Vernon.
Durante el período de casi medio siglo, comprendido entre las dos te-
chas que encabezan este capítulo, el crecimiento urbano de Cartagena per-
maneció estacionado y el aspecto de la ciudad varió muy poco. A pesar de
las ruinas que causaron los franceses, aún quedó el vigor económico nece-
sario para que se acometieran nu vas construccion s religiosas: la parro-
quia de Santo Toribio, n la plaza de los Zagüeye ; la iglesia de la Orden
Tercera, an ja al con ento franciscano, y el templo de la Compañía de
Jesús, que es la obra de arquitectura eclesiástica más rica e importante
que se construyó en Cartagena durante la época española.
En 1735 llegaron a Cartagena dos viajero , tan jóvenes como adornados
de méritos: los tenientes de navío don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa,
que iban a reunirse con varios miembros de la Academia de Ciencias de
París, en unión de los cuales habían de llevar a cabo la misión d medir un
grado de meridiano. En e pera de que llegasen us colaboradore , perma-
necieron más de cuatro meses en la ciudad, alojados en una amplia casa
con dos patios, que todavía existe, en la calle del Tejadillo. Durante la obli-
gada espera no estuvieron ocio os los jóvenes marinos: utilizando lo ins-
trumentos del fallecido don Juan de Herrera, qu generosamente les facilitó
su hijo don José, hicieron observaciones astronómicas y levantaron plano
de la plaza (fig. 70) Y de la bahía, pudiendo comprobar la exactitud de los que,
a principios del siglo, había levantado aquel ing ni ro 3. Aún les quedó tiempo
para recorrer los alrededores y acopiar datos para el minucioso estudio fí-
sico, político y etnográfico que incluyeron en la Relación del Viaje a la
América meridional, en el que no falta una exacta visión de la fisonomía ur-
bana de Cartagena. «La interior disposición de la ciudad, e igualmente sus
arrabales, es muy buena; las calles, derechas, anchas en buena proporción
y empedradas todas; las casas bien fabricadas y con alto la mayor parte;
bien distribuídas sus viviendas, y sus materiales piedra y cal, a excepción
de algunas de ladrillos. Todas tienen balcones y rejas de madera, materia
de más resistencia en aquel temple que la del hierro, porque éste e des-
costra y desmorona después de algún tiempo con la humedad y los vientos
salitrosos; por esta causa y la de estar de color de humo las paredes, pare-

3 GUILLEN: Los tenientes de navío Jorge Juan . .. y Antonio de Ulloa . .. , (Madrid, 1937),
página 40 y ss.

212

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ASPECTO DE LA Cl D D

cen mal en lo exterior las casas y edificios », aunque «los interiores adornos
de las ca as principales son muy decentes aseados». «Todos los templos
-continúan Juan y Ulloa-son de muy buena arquitectura y capacidad, y
a su correspondencia los conventos; en los adornos de las iglesias se nota
alguna pobreza, porque no en todos hay la completa decencia que les co-
rrespondía». La de cripción pu d aplicar e, en línea generales, al núcleo
urbano encerrado actualmente en el recinto de muralla, que conserva todo
el carácter típico y pintoresco de la iudad que aqueó Pointis.
Para los ilustres marino ra «la capacidad de aquella ciudad su arra-
bal como las de tercer orden de Europa»,' taba nton e « bi n poblada
d vecindario, aunque la mayor parte de él se compone de costa ». La
población, como en todas las r gione tropicale de América, no podía ser
más abigarrada: de una parte, lo criollos blancos, po eedor s de la riqueza
inmobiliaria, o funcionarios; de otra, los blancos europeos o chapetones,
reducido en número, de lo cual s, uno, tenían en sus manos los negocios
más ricos y producti o o de empeñaban buenos empleo', mientras que
otros, que habían de embarcado pobres y sin amparo, cre endo poder '10-
grar pronto la fortuna, vivían miserablemente, des mp ñando oficio mal
retribuído , o comían la sopa de caridad en l con ento de San Franci o.
La parte más numero a de la población era de color: negro criollos y bo-
zales, mestizos, quinterones, mulatos ...
La prosperidad conómica de Cartagena parece ser que iniciaba u de-
cadencia a cau a de la ruina oca ionada por el aqueo dios francese por
la supre ión de la flota d golean s. «No es de la más rica de la Indias
-escribían Juan y Ulloa-, porque ademá ' de lo aqueos que ha padecido,
como no se culti an ni trabajan allí minas, hac poca man ión 1 dinero, que
e remite anualmente, por vía de ituado, de la provincia de Santa Fe y
Quito, para la ub i tencia del Gobernador, tropa demás mpleo políticos y
militare que mantiene el rey en ella; no ob tant , hay caudale cr cido ,
con particularidad entre las persona de comercio.» 4.
En 1739, un nuevo. peligro de en migos amenazó a Cartagena. Los abu os
de los ingle es con el contrabando motivaron justas queja por parte d
España, y la consecuencia de todo ello fue la declaración de guerra que
nos hizo el Gobierno inglés el 23 de octubre de dicho año. Las Indias fueron
el principal escenario de la contienda, que se extendió por todos 10 domi-
nios españoles del Atlántico y del Pacifico. Tres meses antes de que se
declarara oficialmente había salido rumbo a América la escuadra del al-
mirante Vernon, y el 22 de octubre, la víspera de la declaración d la gue-
rra, fracasó en un intento de ataque al pu rto de La Guaira, de donde
tuvo que retirar e con no pocas p 'rdidas. Más fortuna tu o en Portobelo,
Ja importante plaza com rcial del istmo de Panamá, de la que se apoderó
el 22 de noviembre, después de capitular la eorta guarnición de sus castillos.
4 JUAN y üLLOA: Viaje a la América Meridional (Madrid, 1748), tomo 1, pág. 32 y ss.

213

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POI TTS VERNON: 1697-1741

En Cartagena, como era lógico, se temía un ataque. Desde 1737 estaba


en la ciudad el famoso marino don Bias de Lezo (fig. 81), desempeñando
la Comandancia y Apostadero, con varioe; buques de guerra. El glorioso
general de la armada paseaba entonces por las murallas de Cartagena su
mermado cuerpo, que lucía, como ejecutorias de casi cuarenta años de ser-
vicio activo, el ejemplo elocuente de tres mutilaciones. Cojo, manco y tuer-
to desde la juventud, el ilustre marino vasco había navegado por todos los
mares de España y sus dominios, colmando de proezas su hoja de servicios.
Cuando, a la temprana edad de quince años, sufrió, en el combate naval
de Vélez Málaga, su bautismo de fuego, perdiendo la pierna izquierda, el
guardiamarina don BIas de Lezo, ascendido a «alférez de bajel de alto bor-
do», no torció su vocación marinera. Como si la pierna de palo le uniese
más aún a la cubierta de] navío, continuó en el servicio, para ir dejando
trozos de su cuerpo, como pruebas ejemplares del cumplimiento del deber.
El destino de Lezo a Cartagena de Indias, cuando frisaba el medio siglo
y tenía en su haber tantos mérHos, no obedeció al propósito de propor-
cionarle, con un empleo tranquilo, el descanso de que era acreedor después
de los incesantes años de navegación por el Pacífico y de las brillantes ac-
cione por el Mediterráneo, que habían ocupado su vida desde cuatro lustros
atrá . Cuando se le encargó la Comandancia de Apostadero de la principal
plaza fu erte del Caribe, se temía que si estallaba la guerra con los ingleses
sería ése uno de los objetivos más codiciados, y era preciso tener en ella
una persona de sus condiciones, como garantía de la defensa.
Tan pronto como se supo en Cartagena la salida de Vernon para las
Indias, el gobernador don Pedro Fidalgo comenzó con toda actividad los
preparativo , en previsión de que el inglé atacara la plaza. Fallecido Fidalgo
en febrero de 1740, u ucesor, don Melchor de Navarrete, continuó desarro-
Hando los planes de def na: di puso la retirada de todo el ganado que
pa taba en la estancias de la costa, estableció en Tolú un cuerpo de ejér-
cito que pudiera oponerse a cualquier desembarco enemigo y equipó seis-
cientos milicianos. Al propio tiempo, don BIas de Lezo preparaba la defensa
de la bahía, colocando los eis navíos de su mando en los lugares más es-
tratégicos, según se indica en el plano que hizo entonces (fig. 83). Además,
fue reforzada la guarnición del castillo de San Luis, y se ordenó la coloca-
ción de dos cadenas para cerrar el acceso al canal de Bocachica.
El 13 de marzo de 1740, el enemigo dejó ver sus propósitos, presentán-
dose ante Cartagena con ocho navíos, dos brulotes y un paquebot, pero el
fuego de los cañones de Lezo le obligó a retirarse. El 3 de mayo siguien-
te repitió el intento con más navíos, pero también tuvo que desistir, po-
niendo rumbo a sus bases de Jamaica.
Pocos días antes de esta segunda aparición del almirante inglés llegó de
España, investido del cargo de virrey del Nuevo Reino de Granada, el te-
niente general de los ejércitos don Sebastián de Eslava, hombre de brillante

214

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
ATAQUE DE LOS INGLESES

historia militar, cuya presencia significaba otra garantía para la defensa de


la plaza, como lo acreditaron muy pronto sus acertadas medidas. La llegada
de una escuadra española al mando del experto marino don Rodrigo de
Torres, y la presencia en aguas del Caribe de otra francesa, mandada por
el marqués de Dantin, alejaron al enemigo de Cartagena durante algunos me-
ses, aprovechados por Eslava y Lezo para perfeccionar la defensa, bien que
con mejores deseos que abundancia de medios. Conocido el acuerdo adop-
tado entre los reyes de España y Francia, en virtud del cual las escuadras
de Torres y Dantin habían de operar de común inteligencia contra los in-
gleses, se celebró en Cartagena una conferencia entre los jefes de ambas
armadas, el virrey y Lezo, acordándose el 12 de diciembre de 1740 que las
dos escuadras se reunieran en Santa Marta, para contrariar los planes del
enemigo. Pero las enfermedades, y tal vez el conocimiento del acuerdo to-
mado en la conferencia de Cartagena, retuvieron a los ingleses en Jamaica,
pues no se decidieron a salir de la isla, hasta que, en la primavera de 1741,
la escuadra de Dantin puso rumbo a Europa y la de Torres salió para La
Habana.
La escuadra de Vernon había recibido en Jamaica un magnífico refuer-
zo: veintiún navíos de línea y ciento setenta buques de transporte, al mando
del almirante sir Chaloner Ogle, enviados por Inglaterra para asestar un
golpe decisivo a las co tas del Caribe. Otra poderosa escuadra, al mando
del comodoro An on, había salido para el Pacífico. Los principales puertos
de América esperaban el ataque, pero con más probabilidades Cartagena y
el i tmo de Panamá. Después de los ataques a Portobelo y Río Chagre, era
forzoso relacionar e tos hechos con]o antiguos planes de Inglaterra para
apodcrarse del istmo, óividir 10 dominios españoles, incomunicar el vi-
rreinato del Perú y atacar al mismo tiempo por las co tas del mar del Sur
y del Caribe, una vez que An on estuviera en el Pacífico s. Los pronósticos se
confirmaron el 13 de marzo de 1741 , cuando aparecieron ante Cartagena tres
navíos, avanzada de la escuadra de Vernon.
El sitio y defensa de Cartagena de Indias cuenta con la excelente mono-
grafía de don Cristóbal Bermúdez Plata 0, que utilizó la abundante documen-
tación conservada en el Archivo General de Indias. En fecha reciente, Juan
Manuel Zapatero ha precisado más los episodios del brillante hecho de ar-
mas, con la aportación de los datos contenidos en dos documentos de ex-
cepcional importancia: las «Memorias que podrán servir para la historia
de Cartagena», formadas con las informaciones verbales que llevó a La
Habana un anónimo «paisano» que realizó una activa labor de espionaje
en Jamaica, y el «Diario puntual de lo acaecido en la defensa», que narra

s FERNANDEZ DURO: Ob. cit., tomo VI, pág. 14 7 Y ss.


6 Narración de la defensa de Cartagena de Indias contra el ataque de los ingleses en 1741 (Sevilla,
1912).

215

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VERNON: 1697-1741

minuciosamente las incidencias de la batalla 7. Veamos, a la luz de esos tes-


timonios, cómo se desarrollaron las operaciones.
Según decíamos, el 13 de marzo aparecieron tres navíos ante Carta-
gena, avanzada de los que llegaron dos días después, hasta completar el nú-
mero de ciento ochenta velas--entre navíos, fragatas, bombardas y buques
de transporte-, «que conducían, bajo la conducta del general Went Woorck,
un cuerpo de ejército compuesto de ocho mil soldados de tropa escojida,
dos mil trabajadores y mil negros, con doce mil seiscientos marinos», ha-
ciendo un total de más de veintitrés mil hombres. Los defensores de la
ciudad no llegaban a tres mil, entre soldados de tropa regular, milicianos;
indios flecheros y las tripulaciones e infantería de marina de los buques
de Lezo.
Gracias a las informaciones del «paisano» de Jamaica sabemos cuál era
el plan de Vernon para la conquista de Cartagena. Pensaba desembarcar
sus fuerzas en La Boquilla y, pasando por la espalda del cerro de la Popa,
alcanzar el Tejadillo, en el interior de la bahía, punto que le serviría de
base para llevar seiscientos hombres a la isla de Barú y apoderarse del
puesto de Pasacaballos. Para garantizar el éxito de esta operación, dos meses
antes de zarpar la escuadra lo harían dos fragatas y cuatro embarcaciones
de menor porte, con la misión de cruzar el río Sinú hasta el estero de Pa-
sacaballos. Se trataba así de cerrar la vía por donde llegaba a la ciudad
la casi totalidad de sus abastecimientos. Parte de las fuerzas que desembar-
caran emplazarían morteros en puntos estratégicos, para batir el fuerte
de San Felipe de Barajas, de cuyos defectos parecían estar bien enterados
los ingleses, por lo que consideraban fácil su expugnación. Una vez tomado
el castillo, la ciudad quedaría bajo sus fuegos.
Al parecer, era propósito de Vernon evitar el paso por Bocachica y la
lucha con las fortalezas que la defendían, «sino que ellas se hayan de en-
tregar por hambre y sin' gastar un grano de pólvora». No obstante, estaba
previsto destacar algunos navíos para simular un intento de forzar la en-
trada del canal, a fin de distraer fuerzas a los sitiados y restar defensores
al cerro de San Felipe y al recinto amurallado de la plaza. Según el anóni-
mo informador de Jamaica, los ingleses «saven positivamente que jamás
tiene esta plaza la tropa de guarnición que necesita para atender a las ur-
gencias de un sitio»; y aun en el caso de que se encontrase bien guarne-
cida, Vernon contaba con rendirla por hambre. Ya veremos cómo este plan
de ataque fracasó.
El día 16 de marzo, el propio virrey observó desde el baluarte de la
Merced que el enemigo se preparaba para desembarcar, en vista de cual
7 La heroica defensa de Cartagena . .. ante el almirante inglés Vernon, en "Revista de Historia
Militar", año 1, núm. 1 (Madrid, 1957), págs. 115 - 178. Al resumir esta página de la Historia de Espa-
ña que tuvo por escenario a la ciudad de Heredia, sigo principalmente la documentada monografía
de Zapatero. Véanse también otras obras citadas en la Bibliografía.

216

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
· TAQUE DE LOS INGLESES

mandó a La Boquilla al capitán don Pedro CaseUas con tres compañías de


granadero ; pero las condiciones del terreno no hicieron posible el desem-
barco en aqu 1 paraje. La primera parte del plan de ataque previsto por
Vernon fracasó, y lo ingleses tuvieron que enfrentarse con el canal forti-
ficado de Bocachica.
Al día siguiente, cuatro navíos de gran porte y dos paquebotes fondearon
entre Boca Grande y Bocachica. Eslava reforzó la guarniciones de las for-
tal za del canal y 1 destacamento de La Boquilla. El 20 de marzo se vió
claramente que los ingleses renunciaban a sus propó itos de desembarcar
por este punto, pues toda la escuadra enemiga, salvo tres buques, se dirigió
contra Bocachica. Se inició así la primera fase de la batalla de Cartagena,
en la qu tanto se distinguió el ing niero militar don Carlos Desnaux, jefe
de las fu rza que guarnecían el fuerte de San Luis y las baterías de la isla
de Ti rra Bomba. De pués de varia horas de furioso bombardeo quedaron
arra ada la de San F lipe y Santiago. Libres las playas de Tierra Bomba,
ercana ' al fuerte.: de San Lui , en ella de embarcaron los ingleses el día 22.
Pr nto qu dó el ca till bajo el fu go combinado de los navíos y de ba-
terías emplazada en tierra (fig. 80).
En tanto que lo enemigos e preparaban para el ataque y Desnaux para
la def n a, s pu ieron de manifiesto graves diferencias de criterio entre
aquél y don Bla de Lezo. El ilustre marino, considerando inútil la resis-
t n ia del fu rte ante fuerza muy superiores, era partidario de abando-
narlo, r tirar , u guarnición a la ciudad y hundir cuatro de sus navíos para
itar qu ca 'e en en pod r del enemigo y dificultar, al mismo tiempo, el
pa. o de lo buque ingle e . De nau , en cambio, opinaba que se debía re-
i tir hasta el último momento n Bocachica. El «Diario puntual» da no-
ticia del con ejo de guerra que celebró a bordo del «Galicia» en la
mañana del 27 de marzo, con a istencia del Virrey. Después de largos de-
bat . triunfó el criterio d 1 coronel Desnaux, tomándose el acuerdo de re-
istir n el fuerte de San Luis de Bocachica «hasta la última hora o extre-
midad».
Durante 10 días siguientes, hasta el 31 de marzo, los ingleses continua-
ron bombardeando duramente el ca tillo y las baterías del litoral de Tierra
Bomba, hasta que 'sta quedaron desmanteladas. El 3 de abril atacó la
infantería.
El irre. don Seba tián Eslava se trasladaba todas las noches a Boca-
chica, no ob tante la distancia y el peligro, para conferenciar con don BIas
de Lezo sobre las incidencias de la defensa. Estas entrevistas tuvieron un
en ible desenlace, pues en la noche del 3 al 4 de abril, cuando se hallaban
a bordo del navío almirante, fueron heridos ambos, el Virrey en una pierna
y don BIas en su único brazo. Acababan de decidir el abandono del castillo,
cu 'a defensa era imposible, ya que los enemigos habían abierto brecha fá-
cil para el asalto. Al día siguiente, 5 de abril, lo atacaron los ingleses con

217

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DH POINTIS A VERNON: 1697-1741

tres columnas, tras un duro castigo con la artillería. Don Carlos Desnaux y
sus soldados se retiraron a distancia de una legua, donde les esperaba el
Virrey con lanchas y canoas para trasladarlos a la ciudad. Al mismo tiempo
dispuso don BIas de Lezo que las tripulaciones echaran a pique los navíos
y los incendiasen, pero la rápida acometida de los enemigos impidió el total
cumplimiento de esta orden, pues las lanchas inglesas llegaron a tiempo de
abordar el «Galicia», capturándolo con parte de su tripulación.
Retirados hacia la ciudad, procedieron Eslava y Lezo a organizar la de-
fensa del puerto interior, a fin de impedir a los ingleses la posibilidad de
acercarse a bombardear el casco urbano. Para ello echaron a pique los
navíos «Dragón» y «Conquistador» en el canal formado por la punta del
Judío y la del Manzanillo-asientos del fuerte de este nombre y del de Santa
Cruz o «Castillo Grande»-, pero, como había sucedido en tiempo de Pointis,
la adversidad anuló el intento. El «Conquistador» no se hundió totalmente y
los ingleses pudieron apartarlo, dejando espacio suficiente para que pudie-
ran pasar sus navíos a la Caleta. El 11 de abril fue preciso abandonar el
fuerte de Santa Cruz. Un navío de setenta cañones, dos bombardas, dos fra-
gatas y un paquebote pasaron al puerto interior, y la ciudad quedó bajo el
fuego de un furioso bombardeo (fig. 85). El ejército de desembarco, for-
mado por nueve mil hombres, ocupó las islas de Manga y Manzanillo. El al-
mirante Vernon, dando por segura la expugnación de la plaza, despachó un
bajel a Londres con la noticia.
El 17 de abril, la bandera inglesa ondeaba en el cerro de la Popa, y los
destacamentos del Pie del Cerro y Tejar de Lázaro tuvieron que replegarse
hacia la ciudad. Otros efectivos ingleses lograron desembarcar en la Bo-
quilla, pero fueron duramente castigados, dejando muchas bajas y prisione-
ros. Se acercaba el comienzo de la segunda fase de la batalla.
Siguió la ciudad sufriendo el bombardeo de los buques enemigos, y llegó
la fecha memorable del 20 de abril. Antes de amanecer, los ingleses se lan-
zaron al asalto del fuerte de San Felipe d~ Barajas con tres mil quinientos
hombres, dividos en tres columnas, en las que figuraban seis compañías de
granaderos. La corta guarnición del fuerte ascendía a quinientos hombres,
entre fuerzas de milicias y soldados de los regimientos de Aragón y Espa-
ña, al mando del valeroso don Carlos Desnaux. A pesar de la superioridad
numérica, después de cuatro horas de lucha iniciaron la retirada los in-
gleses, momento que aprovecharon los defensores para caer sobre ellos a
la bayoneta. poniéndoles en franca fuga. El enemigo dejó en el campo to-
dos sus pertrechos, más de cuatrocientos cincuenta muertos y cien heridos.
La suerte estaba decidida. La heroica defensa del fuerte de San Felipe había
salvado a Cartagena.
El mismo día, los ingleses enviaron parlamentarios pidiendo una tregua,
a fin de recoger a los muertos y heridos. Durante los días siguientes bom-
bardearon la ciudad y el castillo de San Felipe y hubo intentos de ataque

218

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DERROTA DE VERNON

por la Cruz Grande y de desembarco por la Boquilla. El 24 fracasaron en


el ataque al fuerte del Manzanillo, defendido tenazmente por el capitán de
Milicias don Baltasar de Ortega con veinticuatro hombres del país. A pesar
de que los ingleses-según los informes del espía de Jamaica-consideraban
a los «hombres del país floxos por naturaleza, cobardes, con poca subordi-
nación y disciplina» 8, los veinticuatro defensores dieron una lección a las
tropas regulares de Vernon. El fuerte del Manzanillo nunca fué ocupado
por los ingleses, pese a ser éstos dueños de la isla.
En la madrugada del 27, el «Galicia», enarbolando pabellón inglés, se
acercó a bombardear la plaza. Dos días más tarde fué incendiado y hundido
junto a la isla de Manga. El día 28 se vió, al fin, que Vernon levantaba el
campo. Minados los fuertes y hundidos e incendiados los barcos inútiles, los
sitiadores embarcaron, dirigiéndose a Bocachica. El 30 se verificó el canje
de prisioneros. Con el mes de mayo comenzaron las voladuras y demoli-
ciones de los fuertes. El 20 de dicho mes zarparon definitivamente, y Car-
tagena quedó libre de enemigos. La ciudad de Heredia había escrito una de
las páginas más brillantes de su historia, a costa de pérdidas relativamente
escasas 9, y mientras Inglaterra celebraba el descontado triunfo acuñando
medallas conmemorativas (fig. 86), el almirante Vernon, fracasado y vencido,
iba en demanda de Jamaica, sin más gloria que la de haber demolido castillos
y fuertes, a cambio de grandes pérdidas en hombres y barcos 10 .
Así acabó el memorable sitio de Cartagena de Indias, si bien la gloria
de la defensa se vió empañada por el dolor de un alto precio de sangre: el 7
de septiembre de 1741 murió don BIas de Lezo a consecuencia de las heri-
das recibidas durante el asedio. Su cuerpo, tres veces mutilado, rndió a la
Patria el último tributo en aras del servicio al que consagró su vida, y como
si su condición de marino, tantas veces expuesto a morir en la mar, recla-
mase para él un sepulcro impreci o, ningún vestigio queda del lugar en que
recibiera sepultura. Tal vez en la desaparecida capilla de la Vera Cruz de los
Militares, anexa al convento de San Francisco, cerca de donde estuvo el arse-
nal de sus navíos, descansen los restos del laureado general de la armada que
halló la muerte en Cartagena de Indias, a orillas de la bahía cuyas aguas
reflejaron las acciones de guerra de su último triunfo.

8 ZAPATERO: Ob. cit., pág. 123.


9 Es difícil precisar el número de bajas que sufrieron los defensores. Según FERNANDEZ DURO
(Ob. cit., pág. 250) el número se elevó a seiscientos; el "Diario Puntual" 10 reduce a doscientos. Como
ob erva ZAPATERO (Ob. cit., pág. 133) quizá ean exageradas ambas cifras, y lo evidente es que hubo
una gran desproporción entre las pérdidas de los atacantes y las de los defensores.
10 Según las declaraciones de prisioneros y desertores, las bajas inglesas, entre muertos en la lucha
o por la epidemia de "vómito negro", sumaron nueve mil hombres, cifra en que coincide el "Diario
Puntual" y que parece excesiva. Un informe del Virrey Eslava (BERMUDEZ PLATA; Ob. cit., pág.
41) precisa las bajas inglesas en más de cuatro mil' 'de resultas de enfermedades y combates de mar y
tierra". Es difícil precisar cifras; lo evidente es que las bajas británicas fueron cuantiosas.

219

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VERNON: 1697-1741

LA IGLESIA DE LA COMPAÑiA

Si bien todas las incidencias a que dio lugar la fundación y fábrica del
Colegio de la Compañía dejaron los testimonios documentales recogidos en
uno de los capítulos que preceden, la construcción de su iglesia, que es el
templo más monumental y de mayor importancia arquitectónica de Carta-
gena de Indias, no dejó rastro documental conocido ni referencias concre-
tas en los cronistas e historiadores jesuítas. Solamente consta que en 1695
estaba decidida su construcción y se hacía acopio de materiales 11.
El documento gráfico más antiguo en que aparece representada la planta
del templo es el plano de la ciudad levantado en 1716 por el ingeniero don
Juan de Herrera y Sotomayor (fig. 71). Los marinos Jorge Juan y Antonio
de Ulloa, cuando hicieron el plano de Cartagena en 1735, indicaron en él,
aunque sin detallar, la planta del colegio de los jesuítas y la « Yglesia nueba
de los mismos» (fig. 70), lo cual parece indicar que la construcción de ésta
era un hecho reciente.
El historiador jesuíta Cassani, en su obra publicada en 1741, al hablar
del enterramiento de San Pedro Claver dice que «está en la nueva iglesia,
en un nicho de un poste de ella donde se trasladó» 1.2, aludiendo así también
a un edificio de fábrica reciente; y el padre Recio, que estuvo en la ciudad
en 1750, alaba la iglesia-«la mejor de Cartagena»--y nos dice que había sido
terminada pocos años atrás «por un nuestro hermano, gran arquitecto» 13.
Infelizmente, el nombre del artífice quedó en el anónimo.
La iglesia de la Compañía, dedicada a San Pedro Claver desde que el
venerado «apóstol de los negros» ascendió a los altares, es uno de los me-
jores templos que los hijos de San Ignacio dejaron en tierras de Colombia.
Al igual que la iglesia jesuítica de Bogotá, comenzada a principios del si-

1~ E~ esa fecha, el Padre Juan Martínez de Ripalda, procurador de la Compañía, acudió ante la
AudIenCIa de Santa Fe exponiendo "que dicho mi Collegio a muchos días que está entendiendo en la
fábrica de su nueva iglesia ... , y aora se me ha dado noticia que dicho Collexio ha comprado un
texar para poder fabricar en él la texa y ladrillo necesario para poder adelantar y perficionar dicho edi.
ficio yacer otras labores y loserías". El tejar estaba en la estancia de San Bernabé, en la isla de Tierra
Bomba, que los jesuitas habían adquirido en 1631 por compra a don Baltasar de Escobar y a doña Ca-
talina de Nava, su mujer. Por provisión de 21 de mayo de 1695, la Audiencia amparó a los religiosos
en la legítima posesión de la estancia y prohibió que los dueños de otros tejares sacasen tierra de ella
como venían haciendo indebidamente. De los documentos que contienen estos datos se deduce qu~
existía en Cartagena una floreciente industria de loza (AGI: Santa Fe, 403; 'Testimonio de tierras del
Collexio de la Compaña'a de Jesús en la Ysla de Cárex . .. "J.
12 CASSANI: Historia de la provincia de la Compaña'a de Jesús del N. Reyno de Granada (Madrid
1741), pág. 408.
13 RECIO: Compendiosa relación de la Cristiandad de Quito (Madrid, 1947), pág. 567.

220

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA IGLESIA DE LA COMPAÑíA

glo xvn 14 , la de Cartagena responde, por lo que a su planta se refiere, al


tipo tradicionalmente empleado en América del Sur por la Compañía, cuyos
orígenes se encuentran en el templo Je Ú , de Roma, creación del arquitecto

.... , , . ,titO, I , ....- -

FIG. I. Planta de la iglesia de San Pedro CJaver

Vignola: nave central y otra de crucero, ambas de igual anchura; capi-


llas a los lados de aquélla y sacristía entre el presbiterio y los brazos del
14 La iglesia de San Ignacio de Bogotá fue comenzada en 1605 por el arquitecto jesuita Juan Bau-
tista Coluccini, egún planos traídos de Roma, al decir de FLOREZ DE OCARIZ: Genealogías del
Nuevo Reino de Granada (Madrid, 1674), pág. 224.

221

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
bE POINTIS A VERNON: 1697-1741

crucero, completándose así el rectángulo perfecto que inscribe todo el tem-


plo (figs. 1, J. K). Por lo que respecta al alzado, hay que destacar la existencia
de un segundo piso encima de las capillas, disposición empleada posterior-
mente, y en idéntica forma, en la catedral de Montevideo, y con solución
arquitectónica más modesta en la iglesia de San Ignacio de Popayán 15.
Arcos de medio punto comunican las capillas entre sí con la nave central,
a excepción de las del tramo inmediato a la fachada, que tienen arcos trilo-
bulados; de igual tipo es el que sustenta el coro, situado a los pies de la
iglesia. La cubierta es de bóveda de medio cañón en la nave central, en

Flc. J. Sección longitudinal de la iglesia de San Pedro Clavero

la del crucero y en los pisos altos de las laterales. Las capillas están cu-
biertas con bóvedas de arista. Como se hizo en la catedral de Montevideo,

15 La de Popayán fue reconstruída después del terremoto de 1736 por el arquitecto jesuita Simón
Schenherr, alemán, que dirigió la obra hasta su terminación (cf. ARAGON: Poptryán, Popayán, 1930,
pág. 199). En ella se han aprovechado las azoteas de las capillas para disponer una especie de nave al-
ta, con tribunas sobre la central, y cubierta por un techo de rollizos y teja que descansa sobre los mu-
ros de separación de las capillas, los cuales, prolongados verticalmente, sirven de contrafuertes o arbo-
tantes para contrarrestar el empuje de la bóveda que cubre la nave central. Están perforados por
arquitos de medio punto que permiten el tránsito.
La catedral de Montevideo (1790 - 1814) es más parecida a la iglesia jesuítica de Cartagena, ya que
los dos pisos de las naves laterales están cubiertos con bóvedas y aquéllas adquieren así completa perso-
nalidad en el alzado. También, como en Cartagena, la catedral de Montevideo carece de luz directa
en la nave central. Véase el alzado publicado por GIURIA: Arquitectura Colonial, en "Revista Nacio-
nal", núm. 10 (Montevideo, 1938), pág. 7.

222

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA IGLESIA DE LA COMPAÑiA

se dispusieron azoteas sobre las naves laterales, dejando trasdosada la bó-


veda de la central. La cúpula fué reconstruída en época moderna.
El interior de la iglesia cartagenera se distingue por la severidad de sus
elementos arquitectónicos desnudos, en contraste con la riqueza barroca
de las ornamentaciones de estuco, empleadas por los jesuítas en otras par-
tes de América del Sur (figs. 66 y 68). La doble altura de las naves laterales
permitió al conjunto unas proporciones esbeltas, subrayadas por las pilastras
de orden colosal que ligan entre sí los dos pisos, señalando los tramos de ca-
pillas, con predominio de la dimensión vertical sobre la anchura. Sin más de-
coración que las molduras de los capiteles y del entablamiento, que se quie-

FIC. K. Sección transversal de la iglesia de


San Pedro Claver

bra en saliente sobre las pilastras, el conjunto tiene un empaque monu-


mental y una serena sencillez, que constituyen su característica más inte-
resante. Es la obra de un verdadero arquitecto, que se planteaba problemas
constructivos y los resuelve con facilidad y con arte, logrando al mismo
tiempo efectos estéticos. Aunque con elementos arquitectónicos más sen-
cillos, esa solución de ligar las dos plantas con pilastras de orden colo-
sal recuerda, más modestamente, la empleada en la iglesia toledana de San
Juan Bautista, obra de mediados del siglo XVII atribuída al lego jesuíta
Francisco Bautista.
Las tribunas de madera labrada de las naves altas (fig. 67) no correspon-
den a la época de la iglesia: son idénticas a una fechada en 1770, que se

223

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VERNON: 1697-1741

encuentra en el Palacio de la Inquisición. La gran ventana del testero es


moderna.
La fachada (fig. 69) es también la más rica y monumental de Cartagena
de Indias. La disposición del cuerpo central, saliente y un poco separado de
los cubos de las torres, produce en su planta cierto movimiento, que pone
una nota de barroquismo dentro de la severidad del conjunto, labrado en
piedra de tonos dorados. La anchura de la calle central y la escasa elevación
de los cuerpos de campanas, cubiertos con chapiteles de lados curvos que
rematan en linternas, produce un efecto de horizontalidad, subrayado por
las cornisas que separan los dos cuerpos y ligan las tres calles verticales.
Las torres quedan así inscritas dentro de las proporciones cuadradas del
conjunto. En sus cubos se abren ventanas rectangulares y óculos. La portada
principal es de una gran sobriedad, sin más notas de barroquismo que sus
remates laterales y la rotura de la cornisa por el frontón de la hornacina. La
tracería del óculo del segundo cuerpo y la pequeña espadaña del remate del
mismo, son fruto de restauraciones hechas en época moderna, poco antes de
que la Compañía volviera a hacerse cargo del edificio, que había sido cuartel
y Hospital de San Juan de Dios después de la expulsión de los jesuítas. El
claustro (fig. 21) parece de la época de la iglesia. De sencilla traza, con arcos
de medio punto lisos sobre pilares de sección cuadrada, se parece al del
Colegio de la Compañía de Ciudad Trujillo, la antigua capital de la isla Es-
pañola, obra construída por los mismos años que la iglesia de Cartagena.

LAS IGLESIAS DE SANTO TORIBIO y LA ORDEN TERCERA

Con limosnas que dieron los vecinos y las autoridades se comenzó en 1666
la fábrica de una iglesia, para ayuda de parroquia, en la plaza de los J a-
güeyes, a cuyo fin concedió el rey un donativo de mil quinientos pesos,
elevado a tres mil en 1678. Quizá porque dicha limosna no llegara a ha-
cerse efectiva, o por otras causas, la fábrica no pasó de los cimientos, y en
ese estado se encontraba cuando· el obispo don Gregorio de Molleda y Cler-
que, «sobre parte de los dichos cimientos», puso la primera piedra el 3 de
diciembre de 1730 16 • Con los donativos de los feligreses, y principalmente
a expensas de este ilustre prelado, se dio principio a la edificación, y dos
años después estaba totalmente concluído el templo. Pero entonces el Go-
bernador se opuso a su dedicación, pretextando que era necesaria la real
licencia, a pesar ·de que ya estaba concedida por reales cédulas de 1677 y
1678, y al mismo tiempo pretendía aquella autoridad que la nueva iglesia
se pusiese bajo la advocación de Santo Tomás de Villanueva, por molestar

16 Noticia historial, apud URUETA: Documentos . .. , tomo 111, pág. 321.

224

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
SANTO TORIBIO y LA ORDEN TERCERA

al obispo, que deseaba dedicarla a Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, de


quien era muy devoto 17. Tuvo fácil solución la intransigencia de la autori-
dad civil y quedó satisfecha la eclesiástica, pues una real cédula de 20 de
septiembre de 1734 concedió nueva licencia, y el 3 de octubre de 1736 fue
consagrado el templo 18.
En octubre del año siguiente daba cuenta el obispo a S. M. de que el 29
de julio se había entronizado el Santísimo Sacramento, «después de haberse
concluí do no sólo la obra material de la yglesia ayuda de la parroquia con
el título de santo Toribio Alfonso de Mogrobexo, que he fabricado para el
prompto pasto espiritual de mis feligreses, sino también en lo formal de sus
adornos interiores» 19.
Aunque de modestas proporciones, la iglesia parroquial de Santo Toribio
no deja de ofrecer cierto interés arquitectónico, por lo que respecta a la
composición de su fachada por un campanario, cuyo precedente se encuentra
en la iglesia del convento de San Francisco.
La fachada (fig. 64) es de proporciones bastante elevadas, y una cornisa
la divide en dos cuerpos. La portada está encuadrada entre pilastras su·
perpuestas y tiene por remate un frontón que descansa en un entablamento
con el friso de almohadillado. Bajo la cornisa se abren dos vanos rectan-
gulares, cuyo encuadramiento resaltado se ensancha en los ángulos, for-
mando a modo de orejeras. En el segundo cuerpo se abre una hornacina
entre pequeñas pilastras, que se prolongan hasta unirse con la imposta su-
perior, formando un encuadramiento que suscita el vago recuerdo de un
alfiz morisco, y que se repite en los dos arcos del campanario, que remata
en un frontón y está flanqueado por molduras que en la parte inferior ter-
minan en roleos.
La iglesia es de una sola nave 20, separada del presbiterio, de testero
plano, por un gran arco de medio punto. La gran cornisa que corre bajo
Jas ventanas es un añadido moderno de madera. Lo más interesante es la
cubierta de artesa, buena muestra de la espléndida vida que tuvo la «car-
pintería de lo blanco» en la arquitectura religiosa de Colombia.
La fachada de la iglesia de Santo Toribio se relaciona íntimamente con la
de la capilla de la Orden Tercera, construída por los mismos años junto al
convento de San Francisco. Según Urueta de Piñares, se terminó de edificar
esta iglesia durante el gobierno del brigadier don Antonio de Salas (1730
a 1735), quien debió favorecer la construcción, ya que sus restos reposan
en ella 21.

17 El Obispo al rey, 24-X-1733 (AGI: Santa Fe, 489).


18 Noticia historial, apud URUETA: Documentos . .. , tomo 111, pág. 320.
19 El Obispo al rey, 8-X-1739 (AGI: Santa Fe, 489).
20 En 1941 se le añadió una nave alIado del Evangelio.
21 Carta!(ena y sus cercana'as, pág. 192. Dice NIETO (Geografa'a ... , pág. 188) que se concluyó
en 1740 con donativos de don Ignacio Sala. Confundió aestegobernador (que tomó posesión en 1749)
con don Antonio de Salas.

225

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTlS A VERNON: 1697-1741

La composición de la fachada es tan semejante a la de Santo Toribio,


que ambas parecen obra de un mismo arqueitecto (fig. 65). La de la Orden
Tercera es menos esbelta, aunque su portada está finamente labrada, y su
entablamento conserva un aire claramente clásico, con el friso decorado con
triglifos, en vez de los resaltes almohadillados de Santo Toribio. Más airoso
que el de ésta es el campanario que la remata, cuyas pilastras, cortadas por
la línea de imposta de los arcos, sostienen un entablamento coronado por
un frontón y flanqueado por pináculos de barro vidriado.

EL INGENIERO HERRERA SOTOMA YOR

Don Juan de Herrera inaugura la brillante dinastía de ingenieros mili-


tares que trabajaron en Cartagena durante el siglo XVIII. El lugar de su na-
cimiento, así como los principios de su formación técnica, se ignoran, pero
consta que a fines de 1667 comenzó su servicio militar como soldado en una
compañía del Tercio que mandaba el maestre de Campo don Juan de To-
ledo y Portugal, de la cual pasó, en 1675, a la de Caballos Corazas que, al
mando de su padre, don José de Herrera, estaba acuartelada en el Alcázar
de Toledo. Un año después era alférez de la misma compañía en el Ejér
cito de Cataluña, donde por cédula de 20 de diciembre de 1676 el rey le
concedió una gratificación de un escudo sobre cualquier sueldo que dis-
frutase, «por aver sido uno de los que se pusieron en su real presencia el
día 8 de mayo antecedente yendo con las demás compañías del Trozo de
Toledo a aquel Exército». En 1681 comenzaron sus servicios en América
como teniente de la compañia de Caballos que estaba de guarnición en el
presidio de Buenos Aires; al año siguiente pasó a Chile, donde fue capitán
de la Guardia del Gobernador, y éste le ordenó que, «como persona de
práctica y experiencia en las cosas de fortificación, asistiesse en el puesto
de Val-Parayso a la fortaleza que se mandó hazer para su defensa». Comien-
za entonces sus trabajos como ingeniero: en 1687, el Virrey del Perú, duque
de la Palata, le expresó su satisfacción por haber terminado el castillo de
Valparaíso, prometiéndole hacer presente sus méritos al rey, y le dio el tí-
tulo de sargento mayor del presidio y fortificaciones de Valdivia, encar-
gándole el reconocimiento de sus castillos. El Gobernador de Chile don
José de Garro, en carta de 10 de noviembre del mismo año, dio cuenta al
rey de los méritos de Herrera, bajo cuya dirección se había construido el
fuerte de Valparaíso, en cuya obra «venció con el arte lo difícil de la irre-
gularidad del terreno». Con ella parece ser que se acreditó como ingeniero,
y pudo demostrar «el sumo estudio que ha tenido en el arte de fortifica-
ción y que no ay en todo el Perú otro que guarde con tanta precisión las
reglas de la arquitectura militar».

226

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BL INGENIERO HERRERA SOTOMA YOR

En 1688 su padre, don José de Herrera, que a la sazón era Gobernador


de Buenos Aires, le dio patente de capitán de Caballos. Luego le envió a
los puertos de Maldonado y Montevideo, para que evitase que en ellos se
estableciesen extranjeros, que intentaban poblar sin autorización; y, reali-
zadas estas comisiones. le mandó a España con ciertos despachos para el
Consejo de Indias 22.
Entonces presentaría ante dicho organismo la relación de sus servicios,
fechada en 1690. De los diez años siguientes de su vida no hay noticias, hasta
que en los primeros años del siglo XVIII aparece en Cartagena, aunque es
de presumir que pasase antes a dicha ciudad, seguramente al mismo tiempo
que el gobernador Díaz Pimienta.
Durante más de treinta años tuvo a su cargo las fortificaciones de Car-
tagena y, además de proyectar y dirigir numerosas obras-que estudiaré
más adelante-, fundó una academia, donde enseñó matemáticas y técnica
de fortificación. En ella se formaron buenos discípulos, como su hijo don
J osé de Herrera y el «delineador» José de Figueroa, que le ayudaba en ras
tareas pedagógicas, y fue nombrado ingeniero extraordinario, con sueldo de
ochocientos pesos anuales 23.
Desempeñó la castellanía de San Felipe de Barajas, y en 1729 recibió la
patente de brigadier de los Ejércitos, grado que traía anejo el cargo de
ingeniero director, por lo que pidió que, igual que ocurría con los del mismo
grado en Europa, los ingenieros subalternos le informasen anualmente de
las obras que tuviesen a su cargo y le remitiesen los proyectos, para cursar-
los al Ministerio correspondiente 24. El 25 de febrero de 1732 murió don
Juan de Herrera en Cartagena, después de sesenta y cuatro años de hon-
rado servicio, único legado que dejó a su hijo, que solicitó el empleo de
castellano de San Felipe 25.

BOCAGRANDE y BOCACHICA

En agosto de 1699, a poco de llegar a Cartagena, escribió Diaz Pimienta


al rey dándole cuenta del estado en que se encontraban la plaza y sus for-
tificaciones. Si bien éstas se hallaban bien dispuestas, precisaban urgentes
reparaciones, pues, además de los estragos que en ellas habían causado los
franceses, se encontraban muy destrozadas, seguramente por la incuria y el
abandono. Aunque la plaza era «una de los buenas que Vuestra Magestad

22 "Relación de servicios" de 1690 (AGI: Santa Fe, 457).


23 Carta de 26-V-1730, dando cuenta de la creación del estudio. Idem de 12-Vn-1731, en la que
solicita ayuda económica para gastos de casa e instrumentos. Una nota puesta en ella por el Consejo
de Indias da cuenta del nombramiento de Figueroa en febrero del mismo año (AGI: Santa Fe, 938).
J4 Carta de Herrera, 12-111-1729 (AGI: Santa Fe, 938).
25 ANGULO: Planos . .. , pág. 464.

227

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VERNON: 1697-1741

tiene fuerte en situación», ofrecía, en opinión del Gobernador, el inconve-


niente de tener la llave de su entrada-Bocachica-a tres leguas de distan-
CIa, con las consiguientes dificultades para ser auxiliado ese punto en caso
de nuevos ataques. Además, el fuerte de San Luis de Bocachica estaba muy
mal situado-«fabricado en aparador hacia el mar, que lo domina>>--, mien-
tras que el de Santa Cruz era «uno de los mejores que he visto si se re-
parase», por lo cual Díaz Pimienta era partidario de cerrar el canal de Bo-
cachica, abrir nuevamente el de Bocagrande y construir frente al castillo
de Santa Cruz una batería rasante, con lo cual quedaría bien defendida la
entrada al puerto «y más fuerte que las Dardanelas» 26.
A la vista de esta carta, la Junta de Guerra estudió una vez más el pro-
blema de la defensa de Cartagena: las discusiones giraron en torno a la
conveniencia de abrir Bocagrande o dejarla cerrada y seguir utilizando el
canal de Bocachica, asunto que fue objeto de detenido examen, para lo cual
se consultaron los pareceres de personas técnicas y conocedoras del puerto.
Dos informes de personas consultadas-cuyos nombres no constan en
los documentos aquí extractados-coinciden en afirmar que el canal de
Bocagrande se había ido cerrando naturalmente por las arenas que en su
entrada acumulaban las mareas, lo cual dió lugar al naufragio de tres navíos
en 1640, como se dijo en el capítulo anterior. Los cascos de estos buques aca-
baron de cerrar la boca, hasta el punto de que dos años después la barra de
arena-que ya estaba poblada de manglares e icacos-era transitable a pie
enjuto. Uno de los informes juzgaba que no era tarea fácil la de abrir nueva-
mente el canal, pues era preciso desmontar y extraer arena en una extensión
de setenta varas de largo-de orilla a orilla-por cincuenta de ancho, con la
profundidad necesaria para el paso de los navíos de gran porte; y a los gas-
tos de esta obra habría que añadir los de la conservación del canal, pues
como siempre subsistiría el peligro de que nuevamente se cerrase, era pre-
ciso sostener pontones y rastras que efectuasen con frecuencia trabajos de
dragado.
Otro de dichos informes hace constar que sería muy costosa la obra de
cegar el canal de Bocachica, a causa de su profundidad, y que como por
él entraba un gran caudal de agua en la bahía, era posible que una vez ce-
gado se aminorase el calado del puerto y no pudiesen entrar navíos de alto
bordo. Por estas razones, el informante era partidario de que se conservase
la actual entrada al puerto y se pusiese en defensa, reparando el castillo de
Bocachica y haciendo una plataforma en la otra orilla del canal-según se
había ordenado en 1647-para que los navíos tuviesen que pasar forzosa-
mente bajo el fuego de ambos fuertes.
Vistos éstos y otros informes, la Junta propuso la conservación del cas-
tillo de Bocachica y que se le hiciesen las reparaciones necesarias, así como

26 Díaz Pimienta al rey, 3 l-VIlI-l 699 (AGI: Santa Fe, 457).

228

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BOCAGRANDE y BOCACHICA

también que se desmontase el cerro de San Lázaro y se reparasen los ba-


luartes del fuerte de San Felipe, según había pedido el Gobernador. Como
la disparidád de criterios, en cuanto a elegir una u otra de las entradas del
puerto, impedía formar exacto juicio, propuso la Junta que se diese órdenes
a aquella autoridad para que reuniese en Cartagena al ingeniero don Juan
de Herrera, a los dp. Portobelo y Panamá y a otras personas técnicas, y que
después de haber estudiado juntos el asunto enviasen sus informes, con
cuantas noticias y objeciones pudiesen discurrir en pro y en contra sobre
la posibilidad de abrir y mantener la Bocagrande y, en caso de juzgarlo po-
sible, calculasen el costo de la obra. Como se ve, la Junta qe Guerra trataba
de volver las cosas a su primitivo estado y, en principio, era partidaria de
abrir de nuevo el canal primitivo.
Cuanto propuso la Junta fue dispuesto por real cédula de 23 de mayo
de 1702 al Gobernador de Cartagena, con la cual se le envió a éste un re-
sumen de los informes y pareceres emitidos por las personas a quienes ha-
bía consultado aquel organismo. Se ordenó al Gobernador que formase una
Junta con los ingenieros de Panamá y Portobelo, el francés M. Lemerl y don
Juan de Herrera 27.
Por causas que ignoro se dilató el cumplimiento de esta orden y no se
reunió la Junta hasta 1708, sin que concurriesen a ella los ingenieros de
Portobelo y Panamá, como se había mandado. La formaron el gobernador
don José Zúñiga de la Cerda, el sargento mayor don Lázaro de Herrera
Leiva, otros militares de la guarnición y el ingeniero Herrera. Cada uno de
ellos informó individualmente a la Corte y casi todos se mostraron partida-
rios de dejar el canal de Bocachica, no sin enumerar algunos las ventajas
que e lograrían si se pudiese re tablecer el de Bocagrande.
El informe más extenso y minucioso es el de don Juan Herrera: consi-
deraba éste las ventajas que tendría la apertura del canal defendiéndolo
con un pequeño fuerte, pues así quedarían las fuerzas de la ciudad menos
dispersas, sin los inconvenientes que para Bocachica significaba la gran
distancia de la plaza y la in alubridad del lugar. Pero hacía notar que
cuando Bocagrande era navegable para navíos de toda clase, el otro canal
no era más que un simple caño por el que apenas podía pasar una balandra
y, al ocurrir el naufragio que obstruyó aquélla, las circunstancias cambia-
ron las condiciones de navegabilidad de ambos canales: las aguas, detenidas
por el obstáculo del buque naufragado, se abrieron paso por el de Boca-
chica y la corriente efectuó un dragado natural en el fondo de éste, que era
de lodo. Así, mientras más se abría un canal, más se cerraba el otro, hasta
el punto que, a la sazón, el istmo de Bocagrande estaba formado por un are-
nal de cuatrocientas varas de ancho, totalmente seco, y desde el fondo na-
vegable de la bahía al de la mar libre había una' distancia de setecientas

27 Re. de 23 -V-1702 (AGI: Santa Fe, 457).

229

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VERNON: 1697-1741

varas. Bocachica tenía igual distancia entre sus orillas y un calado máximo
de veintidós varas. Partiendo de éstos principios creía Herrera que para
abrir nuevamente Bocagrande era preciso comunicar primeramente la ba-
hía con la mar libre a través del istmo y en seguida cerrar Bocachica-Iabor
difícil, dada su profundidad y anchura-; cerrar el estero de Pasacaballos
con una esclusa, para que la mar no tuviese otra comunicación con la bahía
que la de Bocagrande; y hacer en ésta dos espigones de pilotaje para que
las corrientes, así canalizadas, ayudasen a mantener y profundizar la aber-
tura. De otra forma la corriente explayada, lejos de contribuir a quitar las
arenas, propendería a formar barra, como sucede en las desembocaduras
de los ríos.
Además, advertía Herrera que la entrada por la Bocagrande siempre se-
ría peligrosa, por lo desabrigado de la costa y por quedar el canal al través
de las brisas, inconveniente que no ofrecía el de Bocachica. donde los na-
víos encontraban seguro abrigo a poco de remontarlo. Por todas estas razo-
nes. elegía el menor de los males: respetar el estado de cosas existente y
conservar el canal de Bocachica, fortificándolo. Para esto era necesario re-
parar el castillo de San Luis, que, además de precisar una completa reedi-
ficación, tenía varios defectos, tales como la poca longitud de las cortinas,
que impedían que el fuego de los flancos batiese el plano del foso, por estar
muy próximos los baluartes. Proponía vaciar el terraplén de éstos y hacer
unas bóvedas bajas, capaces para dos cañones, con respiraderos y galerías
de comunicación con la plaza de armas, y terraplenarlos de nuevo por en-
cima de dichas bóvedas. Como también tenía el castillo el defecto de no
batir bien el canal, propuso construir a su pie una batería, «que unida con
él mire a la canal y su entrada, con dos andanas [sic] de artillería, la una
alta y la otra inferior, debajo de bóvedas y aviertas por la vanda de dentro,
para el desahogo del humo»; y otra batería de igual forma en una isla cer-
cana a la orilla opuesta, para que ambas cruzasen sus fuegos.
Los capitanes don Francisco de VallecilJa y don Manuel Arias de Puga
abogaron por la apertura de Bocagrande. El primero basaba su opinión en
que, como «desde la conquista se conoció franca y corriente», al volverla
a su estado natural cesaría la amenaza de las inundaciones, «cuyos princi-
pios estamos experimentando, en las ruinas de más de cien casas» fronteras
a la antigua y derruída muralla de la Marina.
Arias de Puga juzgaba empresa fácil la de cegar el canal de Bocachica
hundiendo cascos llenos de piedra, y creía que en un año se podría abrir
la otra boca con quinientos peones, los esclavos negros de la Corona y los con-
denados por delitos que no mereciesen la pena capital. Afirmaba en su in-
forme que en la decisión de abandonar Bocagrande, después del naufragio
del navío que la cegó, había influído la conveniencia de varios vecinos po-
derosos, que tenían haciendas cerca de Bocachica, y el interés de los que

230

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LAS MURALLAS. LA PUERTA DEL PUENTl!

construyeron a destajo el castillo de San Luis, cuya obra produjo grandes


ganancias.
En España informaron sobre el problema el general don Andrés de Pes,
decidido partidario de conservar y fortificar la entrada de Bocachica, y don
Pedro Fernández Navarrete, que juzgaba más conveniente para la navega-
ción el otro canal, porque al salir de él las armadas rumbo a La Habana
pasarían a barlovento del bajo de Salmedina 28.
A pesar de estos informes, la Junta de Guerra de Indias no se atrevió
a tomar determinación alguna, quizá porque no habían acudido a Cartagena
los ingenieros de Panamá y Portobelo, pues en 1710 don Antonio Carnero,
miembro de aquélla, no se decidía, por dicha causa, a abordar la cuestión de
cuál de los canales había de conservarse, aunque sí era partidario de que
se mantuviese en servicio el fuerte de Santa Cruz, dada su importancia para
la defensa del surgidero, apartándose así del criterio del ingeniero Herrera,
que había propuesto su demolición, para construir, con sus materiales, uno
nuevo en Bocachica!9.
Aunque no consta documentalmente cuál fué la resolución definitiva de
la Junta de Guerra, es indudable que debió decidirse la conservación del
canal de Bocachica, ya que el castillo de San Luis fué reconstruído y se
edificó una batería en la orilla de enfrente, sin que conste que se hubiera
hecho tentativa alguna para abrir de nuevo la entrada de Bocagrande.

REPARACIÓN DE LAS MURALLAS

Durante los primeros años del siglo XVIII atendió Herrera a la reparación
de las ruinas que los franceses habían caus~do en las murallas. A fines
de 1704 escribió aquél a la Corte y remitió un informe en el que daba
cuenta de los trabajos realizados y enumeraba las obras que era necesario
hacer para concluir de reedificar todo lo destruído.
En los baluartes de San Ignacio, San Francisco Javier, Santiago, Santo
Domingo y Santa Cruz, así como en sus cortinas intermedias, había que ha-
cer explanadas de argamasa, terraplenes y varios trozos de parapetos; entre
el de Santa Cruz y Santo Domingo se cerró una brecha de más de cien pies
de largo, edificando la muralla y contramuralla y dejando una puerta y el
hueco correspondiente entre ambos para hacer tres bóvedas a prueba de
bomba: una, para la salida de dicha puerta, y dos colaterales, para alma-
cenes de pólvora y pertrechos 30. El lado opuesto del recinto se encontraba

28 Copias de estos informes, fechados en enero y febrero de 1708 (AGI: Santa Fe, 457).
29 Don Antonio Carnero a don Bernardo Tinajero, 8-IV-1710 (AGI: Santa Fe, 457).
~ Eatu b6vedaa se indican en planta en el plano de 1716 (fig. 71) Y existen actualmente, sirvien-
do la central de puerta. La brecha que existía entre los baluartes de Santa Cruz y Santo Domingo
fue abierta cuando el ataque de Pointis. En esa cortina -demolida en época reciente - se notaba la

231

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VERNON: 1697-1741

en parecido estado: el baluarte de Santa Catalina tenía arruinado el flanco,


una de las ca amatas, la galería de comunicación con ésta y otro «que tiene
su postigo en la espalda del orejón para salir y entrar jente de socorro»; el
de San Lucas también estaba muy arruinado, y, tanto ambos baluartes co-
mo la cortina intermedia, tenían los parapetos de piedra muy frágil, fácil-
mente vulnerables por la artillería enemiga que los batiese, por lo que como
aquel sector constituía «una de las avenidas más principales. .. donde se
deue atender con más cuidado y poner los más principales esfuer~os», pro-
ponía Herrera que se reforzasen dichos parapetos haciéndoles interiormen-
te otros de tierra pisada-«que en estas partes llaman caracolejo >)--, en
los que se enterrarían las balas sin producir daño. Entre los baluartes de
Santa Catalina y Santa Cruz, el circuito estaba interrumpido por una larga
brecha, que proponía cerrar con una fuerte pilotaje, «a la manera que se
repara en el Norte».
Las murallas de Getsemaní precisaban también reparos semejantes a
los propuestos para los de la plaza, y al rebellín de la Media Luna era ne-
cesario reforzarle los cimientos con pilotajes, pues estaban socavados por
la corriente del agua del foso y amenazaban ruina. El costo total de todas
estas obras reseñadas lo calculaba en cerca de ochenta mil pesos, sin in-
cluir en esta cantidad, el pilotaje de la Marina 91.

LA PUERTA DEL PUENTE

Por los años de referencia se cerró la brecha que desde la invasión


francesa existía en la Puerta del Puente-«por donde se sale para ir a Ji-
jimani>>-, y se construyeron en ella tres bóvedas a prueba de bomba: las dos
laterales se dedicaron a almacenes de víveres y pertrechos y en la central
e colocó «una portada de arquitectura obra dorica». A espaldas del re-
mate de ésta se hizo «un alojamiento, donde está colocado el relox de la
zuidad que se hizo nuevamente» y encima «un chapitel y auja ([sic], donde
estaba la campana de dicho relox».
La Puerta del Puente (fig. 93) es un bello ejemplar de arquitectura cívico-
militar de principios del siglo XVIII, que responde al tipo corriente de la
época, cuando a las antiguas puertas de ciudades, con su complicado apa-
rato defensivo, sucedió la portada más decorativa que militar. El primer
cuerpo se conserva actualmente tal como Herrera lo describe, pero la to-
rrecilla donde está el reloj ha sufrido transformaciones. A principios del

unión de la muralla vieja con la construída por !lerrera (d. LELARGE: Las murallas occidentales de
Cartagena, BH, tomo V, pág. 185).
31 "Quenta dada a su magestad ... de las obras ... edificadas por las ruinas hechas por las arma-
das del christianísimo rey ... "; con carta de Herrera de 15-XII-1704 (AGI: Santa Fe, 457).

232

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
TEMPORALES DE 1713 y 1714

siglo actual no existía el chapitel arriba citado, pero sí un cuerpo cuadrado


con un hueco circular para el reloj y tres semicirculares debajo de una
imposta situada a la altura del diámetro horizontal de aquél 3z • Este segundo
cuerpo, que seguramente era el «alojamiento» de que hablaba Herrera, fue
sustituído hace pocos lustros por una torrecilla de dos cuerpos octogonales,
coronada por un chapitel.

LOS TEMPORALES DE 1713 y 1714 f.

En los años de 1713 y 1714 nuevamente sufrió Cartagena el rigor de los


temporales. La estacada que defendía la Marina desde la playa de Ballestas
-Santo Domingo-hasta el baluarte de Santa Catalina fue totalmente des-
hecha por un fuerte vendaval de Poniente desencadenado el 23 de octubre
de 1713, y el mar penetró con tal fuerza robando terreno a la ciudad, que
destruyó buena parte de la clausura del convento de Santa Clara, y fue
necesario hacer urgentemente un reparo de estacas y faginas para evitar
que el edificio quedara totalmente arrasado. Tres días nlás tarde conti-
nuaba el temporal y se temía que el mar inundase toda la ciudad. En una
información que se hizo entonces, don Juan de Herrera, el ingeniero Brio-
nes 33 y el «apuntador de las fortifiaciones» Tomás de Villanueva, propu-
sieron como único y definitivo remedio para conjurar de una vez tales
peligros, la construcción de una muralla que uniese el baluarte de la Cruz
con el de Santa Catalina, «cortando líneas por dentro de la ciudad, pasan-
do por algunas casas, con especialidad por los conventos de Santa Clara y
la Merced». ....l
El Cabildo, de acuerdo con el parecer de dichos técnicos, decidió acome-
ter la obra, «por ser la única defensa de la ciudad, assí por lo que toca a
enemigos, como por el mar que la infesta», y estableció diversas contribu-
ciones para costearla, pidiendo además al obispo y al Tribunal de la Inqui-
sición que intercedieran, a fin de que los sometidos a sus jurisdicciones
contribuyesen también de alguna manera, dada la utilidad pública de la
obra.
Un año después se había construido un buen trozo de muralla hasta una ..
altura de cinco pies y un fuerte pilotaje «de dos órdenes de estacas por de-
lante de dicha muralla nueva», medio preciso para poder abrir los cimien-
tos. Pero otra vez los temporales azotaron a la sufrida Cartagena: a fines de
octubre de 1714, un fuerte «norte» que la azotó durante cinco días hizo tal
daño que toda la Marina, desde el baluarte de Santo Domingo hasta el de
Santa Catalina, «quedó reducida a un lastimoso estrago, sin que fuerzas

32 Fotograbado en KEANE: Central and South America (London, 1909), pág. 145.
33 Herrera y Briones declararon tener cincuenta y treinta años de edad, respectivamente.

233

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VERNON: 1697-1741

humanas fuesen bastantes a poder en parte alguna resistir ni reparar los


daños que ocasionaran». El mar inundó el baluartillo de San Carlos y las
casas vecinas, abrió una brecha en la cortina del baluarte de la Cruz, «en
una muralla de muchos años fraguada», arruinó un dormitorio recién cons-
truído del convento de Santa Clara, arrasó varias casas en la plaza de la
Merced y sólo el convento de este nombre se salvó, quedando a manera de
península, con los cimientos al descubierto. Aunque la estacada atenuó mu-
cho el daño, pues la mar rompía en ella, cedió al cabo de tres días, y como
la muralla nueva no había fraguado, sufrió serios desperfectos, pero los ci-
• • • J
mIentos reSIstIeron.
Otra vez Herrera insistía en que se construyese la muralla, pero ha-
ciendo antes un nuevo pilotaje, más fuerte que el anterior, con tres órdenes
de estacas por los menos, «bien elevadas y bien gruesas las de la primera
hilera y con dobles cintas y llaves, que hecho de esta forma se llenará de
faginas y estaquillas enlazado por encima con fuertes bejucos, que es como
se practica en Olanda» u. Para informar a la Corte levantó entonces Herrera
un plano (fig. 72), que fue enviado a España por el gobernador don Geróni-
mo Badillo en 1715.
En este estado se encontraba Cartagena, cuando llegó a ella, un año des-
pués, el Príncipe de Santo Buono, que, al ser nombrado Virrey del Perú,
había recibido orden de informar reservadamente acerca del estado de las
fortificaciones de la plaza. El gobernador Badillo mostró al Virrey los da-
ños causados por el último temporal en la Marina. «Confieso-escribía el
Virrey-que no pude mirar sin horror la gran ruina que la mar ha hecho,
poniendo la plaza cada día en riesgo evidente no sólo de quedar sumergida,
sino también expuesta, por estar abierta por tan largo trecho de las mura-
lIas destruydas de la mar.» Don Juan de Herrera-«hombre de mucha habi-
lidad y experiencia en su profesión>>-ca1culaba en doscientos cuatro mil
pesos la cantidad necesaria para reparar los dos baluartes y edificar la mu-
ralla. Los buenos deseos del gobernador Badillo se habían estrellado ante la
falta de fondos: faltaba el situado de Santa Fe desde 1708 y el de Quito
desde 1712. Nada se había cobrado de un nuevo situado establecido en 1713
sobre el producto del quinto de los azogues, y en las Cajas Reales sólo había
dinero para sostener los gastos del presidio durante dos meses. Badillo
había comenzado a edificar una nueva muralla, pero se vio obligado a sus-
pender la obra por dificultades puestas por el obispo, que impidió la co-
branza a los eclesiásticos de una sisa establecida sobre la carne, con el
fin de allegar recursos para la obra.
El Príncipe de Santo Buono estimaba de suma urgencia la realización
de esta obra y proponía que se destinase a ella un fondo fijo de treinta
mil pesos anuales o el producto de las bulas de Cruzada hasta tanto que

34 URUETA: Documentos . .. , tomo IV, pág. 326 y ss.

234

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MARINA: EL PROYECTO DE HERRERA

fuese posible cobrar los situados de Quito y Santa Fe 35. Con este informe
remitió un plano de la ciudad hecho por don Juan de Herrera (fig. 71) Y un
minucioso informe del costo de todas las obras indispensables 36. A la vista
de estos informes resolvió la Corte que se reconstruyese la muralla, toman-
do el terreno necesario de la ciudad si no era posible asegurar los muros
arruinados por los temporales. Así lo ordenó al gobernador Badillo por real
cédula fechada en El Pardo en 1717, en la que también se concedieron los
productos de diversos arbitrios y rentas para costear la importante obra 87.

LA MARINA: EL PROYECTO DE HERRERA

Por motivos que se ignoran no se tomó providencia alguna en orden a


la reedificaciÓn de la muralla, hasta que a principios de 1721 el Virrey de
Nueva Granada don Jorge de Villalonga ordenó a Herrera que calculase lo
que costaría la obra, a base de no utilizar más operarios que un maestro
albañil, cuatro oficiales, otros tantos canteros y los ochenta negros de la
Corona que trabajarían como peones.
Hizo Herrera una traza de la muralla y un minucioso informe, según el
cual primeramente era necesario, para poder abrir los cimientos, retirar la
mar unos veinte pies mediante «tres órdenes de caxones, y éstos llenos de
piedra y fagina, debiendo tener cada uno de ancho dos varas ... , echán-
dole por delante una escollera de piedra que lo cubra casi todo, para que de
esta manera pueda subsistir al ímpetu del mar, y que la broma (que es lo
que en esta parte consume la madera por la mucha abundancia que ay)
no lo consuma y pueda permanecer más tiempo»; este pilotaje y su esco-
llera permitirían que la muralla quedase en seco mientras fraguaba la obra,
y después de hecha la protegería de los embates de las olas.
Con el número de operarios señalados no se haría la obra, según cálcu-
los del ingeniero, en menos de cuarenta años, teniendo en cuenta que la
violencia de la mar impediría muchos días el trabajo y que en la colocación
de los cajones sólo era posible trabajar en la época en que los vientos eran
favorables, o sea durante tres o cuatro meses al año. Como así se dilataría
mucho « lo que su Magestad tanto encarga, que es defender la plaza de la
furia del mar con la breuedad más posible», y el mayor número de opera-
rios abreviaría la duración de la obra sin aumentar su costo, propuso He-
rrera que se adquiriesen doscientos esclavos, o, mejor aún, que se tomasen
a jornal los peones necesarios, pues la manutención de aquéllos supondría

35El príncipe de Santo Buono al rey, 31-II1-1716 (AGI: Santa Fe, 457).
36Informe de Herrera al príncipe de Santo Buono, 1716 (AGI: Santa Fe, 457). Publicado por
MARCO: Ob. cit ., pág. 233 y ss.
37 URUETA: Documentos ... , tomo IV, pág. 247.

23S

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS VERNON: 1697-1741

un crecido ga to ,además, «mientras se hazen ladinos, crían fuerza y son


buenos trabajadores, se atrasa la obra, siendo así que los alquilados, desde
luego, trabajan uniformemente».
La muralla había de construirse, conforme a la traza (fig. 78), en la
siguiente forma: «en el primer cuerpo de abajo desde la letra A hasta la
letra B un cuerpo mui escarpado, que reciba el embate del mar, para que
hiriendo en él obliguamente ruede el agua y no le desvarate, y esto se puede
solar con piedra de sillería, para cuio efecto y mayor facilidad se pueden
tomar estas piedras de los parapetos del recinto de esta plaza y se siguen
dos fines buenos: uno, el remediar el defecto de los parapetos de sillería,
que es el que hiriendo en ellos las valas arrojadas del enemigo las hastillas
guixaros matan más gente que \ las valas ... y pueden reemplearse de para-
petos de ladrillo y caracolejo, como se ha hecho en los dos castillos y en la
plaza. El otro es el ahorro de cortar la sillería en las canteras, su conduc-
ción y labor, que es un costo excessiuo ... ; desde el estribo hasta arriba, la
frente que mira al mar desde la letra C hasta la D como una vara de grueso,
se haga de algamasa pissada en la forma de las tortas de los terraplenes
que siruen de esplanadas a la artillería; pues ésta, en llegando a fraguarse
bien, se tiene por experiencia ser superlativo grado de mucha más dura que
la piedra y de poco costo respecto de la sillería, y la mucha breuedad con
que se haze y mayor perfección, quedando la muralla llana y lisa toda de
una pieza, sin que el mar le pueda arrancar piedra alguna ni hazer batería
por causa de su escarpe, y su costo el mismo que de mampostería». El costo
de la muralla y contramuralla, revestida interior y exteriormente de sill -
ría, como lo demás del recinto, 10 calculó H rrera en poco más de trescien-
to cincuenta mil pesos, in contar los gastos de extracción de la piedra 38.
Debió de aceptar el Virrey, al menos en lo fundamental, el proyecto de
H rrera, pues en febrero del año referido (1721) ya se estaban reuniendo
materiales para la obra, y ellO de mayo se daba principio a la colocación de
10 pilotajes «de tres órdenes de estacas, clavadas con martinete; la de afuera
de guacayán, y las dos interiores de palo colorado, llenando los cajones que
formaban de piedra de mampostería y fajinas» 39.
Quizá solucionase las posibles divergencias de criterio entre Herrera y el
Virrey, el ingeniero director don Alberto Mienson-que llegó a Cartagena de
paso para el Perú, adonde iba a dirigir las fortificaciones del Callao-a
quien Herrera hizo conocer su proyecto: «convenido de común acuerdo el
director y yo-escribía el ingeniero--, dispusimos el proyecto, el cual es

38 "Cálculo de la muralla que se deue y pretende hazer ... desde el baluarte de Santa Cathalina
hasta el de Santa Cruz" (AGI: Santa Fe, 472~. Eran necesarias para la obra 13.330 piedras, yen labrar-
las invertirían los cuatro canteros doce años, un mes y veintiséis días y medio. Quede aquí esta nota
como muestra de la minuciosidad del cáculo de Herrera.
39 Informe del ingeniero Briones sobre la muralla de la Marina, 10-X-1733 (AGI: Santa Fe, 467).
MARCO: Ob. cit., pág. 236 y ss.

236

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MARINA: EL PROYECTO DE HERRERA

una muralla mui escarpada, por ser necesario en este paraje, para que hi-
riendo obliguamente dicho escarpe el continuo embate de las olas ruede
hazia arriua sin hazer presa en la muralla; el primer escarpe tiene ocho
pies de alto y ocho de gruesso, quedando cinco del orizonte del agua arriua,
y éste va solado de sillería para más firmeza; y el segundo escarpe lleua el
terzio de su altura, siendo toda la muralla de mampostería, con su camisa
de argamasa,. que es, según yo lo hago y según es fuerte la mezcla en esta
tierra en estando fraguada, más dura que la piedra, y el agua rueda por
ella sin hazerle mella; el grueso perpendicular de la muralla es de siete
pies, con uno más de zapata, que viene a tener de grueso toda ella, con el
escarpe, veinte pies por el cimiento y por la somedad [sic] viene a quedar
de cinco pies, y el parapeto de quatro; también lleva sus contrafuertes de
veinte en veinte pies de distanzia, y todos los ángulos de los baluartes son
redondos para que el agua pueda entrar y salir sin hazer presa en dichos
ángulos, que es lo primero que padece. En casi toda la muralla se excusa la
contramuralla a causa de la altura del terreno interior, y sólo será menes-
ter dos pequeños pedazos, junto al baluarte de la Cruz el uno, y todo esto
consta bien claro del dicho proyecto adjunto, que ejecutándose assí será
una obra mui permanente y sólida, según las dilatadas experiencias que en
stos payses he adquirido, quedando por esta parte lo mejor de la plaza,
y no tendrá más costo que si se hiziera en línea recta, como quiere el virrey,
pues si se repara en que se habían de cerrar las golas de los baluartes, las
cuales son quasi tanta cantidad como los dichos, se ve que no costará mu-
cho más y quedará bien fortificada y defendida dicha Marina».
EllO de noviembre del año citado se dio principio a la muralla nueva,
que había de cerrar la brecha existente entre los baluartes de la Cruz y San-
ta Catalina. Dispuso Herrera que en ese espacio se colocasen dos baluartes
que cubriesen los conventos de Santa Clara y la Merced-que estaban ex-
puestos a la furia de las olas «y arruinados en parte»-y un baluarte pequ~­
ño entre éste y el de Santa Cruz. Con el fin de ahorrar trabajos y gastos,
procuró que la obra nueva no ganase mucho terreno al mar y se aprovecha-
sen los cimientos de la muralla antigua.
De todo esto daba cuenta Herrera al rey en carta de 23 de noviembre
de 1721. Advertía que el Virrey había dado orden de que no se utilizasen
más trabajadores que los ochenta esclavos negros propiedad de la Corona,
e insistía en que si no se tomaban peones a jornal se dilataría mucho la
obra, «pidiendo el sitio diferente disposición, pues suelen venir con tanto
ympetu los nortes que no bastan pilotajes a resistir ni ympedir que llegue
el combate de la mar a la muralla, que cojiéndola fresca se la nevará, y se-
mejantes obras se hazen siempre con fuerza de gente por los muchos y ex-
traños accidentes que pueden acaezer, que de esta suerte se logró auerse
reparado en quinze meses tantas piezas de fortificazión y assí, en fuerza de
mi empleo, deuo poner todo esto en la alta comprehención de V. M. para

237

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTlS A VERNON: 1697-1741

que, disponiendo lo que fuesse más de su real agrado, se ejercite mi celo


en el mayor adelantamiento del real seruicio» '0.
Con esta carta envió un plano de la Marina (fig. 73) que muestra con
toda claridad el proyecto, con los dos grandes baluartes delante de los con-
ventos de la Merced y Santa Clara y otro más pequeño entre aquél y el de
Santa Cruz. Se indica la estacada que cerraba la brecha y el pilotaje que se
había hecho para proteger la obra. La planta del baluartillo de San Carlos
y el corte transversal de la muralla, muestran los contrafuertes que ésta ha-
bía de tener por su parte interior.
Bajo la superintendencia del Inquisidor don Tomás Gutiérrez de Esca-
lante, se comenzó la obra por la cortina que había de unir los baluartes
de San Carlos y la Merced, eligiéndose ese lugar de la larga brecha « por
ser la parte más expuesta al furor de los temporales», y se fue continuando
la muralla «a la altura de dos varas y media sobre la zapata del cimiento,
el qual se encontraba ya hecho en las más partes, por ir esta cortina sobre
otra arruinada, y sólo se iba engrosando por todo, por tener ésta mucho
más espesor que la antigua y ser imposible allí sacar otros cimientos de
nuevo»u.
En septiembre de 1722 cesó el Inquisidor en el cargo de superintendente
e hizo entrega al gobernador don Alberto Bertodano de los caudales proce-
dentes de la sisa que tenía en su poder y estaban destinados a la obra. Con
dicho motivo encargó el Gobernador a Herrera que informase del estado
de ésta para dar cuenta a la Corte.
Del informe del ingeniero se deduce que estaban construídos ciento
treinta y cinco varas y media de muralla, con cimientos de «siete quartas
de profundidad debajo de la superfizie orizontal sobre peñasco firme fun-
damentado», habiéndose aprovechado buena parte del cimiento construído
en tiempos del gobernador Badillo. Parece ser que el Inquisidor no se li-
mitó a las funciones administrativas que, como superintendente, le corres-
pondían en la obra, sino que se irrogó la dirección de ella, pues don Juan
de Herrera advertía que «un pedazo de muralla de lo fabricado de veynte
y cinco varas de largo se hizo contra mi dictamen, porque en aquel terreno
de deuió construir el baluartico» de San Carlos '2; Y años más tarde el in-
geniero don Carlos Briones señalaba diversos defectos a las obras hechas
en tiempos de Escalante y hacía constar que de ese modo se habían fabri-
cado «sin poderlo remediar por quererlo así dicho Inquisidor» 13.
Unió Herrera a su informe un plano de la muralla, y remitidos ambos
documentos a la Corte pasaron al Consejo de Indias, cuyo fiscal opinó que
los fondos entregados al Gobernador debían de quedar en las Cajas Reales

40 Herrera al rey. 23·XI-1721 (AGI: Santa Fe, 472).


41 Informe del ingeniero Briones, citado en nota 39.
42 Informe de Herrera, 19-IX-l 722 (AGI: Santa Fe, 367).
43 Informe del Ingeniero Briones, citado en nota 39.

238

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MARINA: EL PROYECTO DE HERRERA

a disposición del superintendente de las obras de la muralla, «la qual por


la planta que acompaña se reconoze lo poco adelantada que se halla, de
que se podrá hazer especial encargo al Gouernador suzesor» ".
Cuando las obras se encontraban en el estado arriba referido surgió un
incidente con las monjas de Santa Clara: una real cédula de 17 de octubre
de 1721 ordenó que se comenzasen, si era posible, por la parte correspon-
diente a ese monasterio, a fin de protegerlo de los embates del mar, que
suponía un constante peligro. Como cuando la orden llegó a Cartagena ya
se había comenzado la obra por el baluarte de la Merced y se construía
muy lentamente, el ingeniero manifestó que, puesto que lo que defendería
al convento sería el pilotaje que se hiciese en la playa, y era necesario la-
brarlo, de todos modos, para el baluarte de Santa Clara, lo mejor sería
construir el referido pilotaje y después, una vez terminado el baluarte de
la Merced, cuyo convento corría idéntico peligro, levantar el de Santa Clara
para unirlos más tarde por medio de una muralla. Comprendida la bondad
de su razones, así se mandó ejecutar en 1723, pero, a pesar de ello, las
monjas y el Gobernador se quejaron al ver la gran distancia a que se colo-
caban los cajones de piedra del referido pilotaje. A juzgar por lo que con-
testó Herrera en 1724, lo que deseaba el Gobernador era que se hiciese un
pilotaje para proteger el monasterio de Santa Clara y después otro para el
baluarte. Además, el Gobernador, sin previo aviso, mandó suspender las
obras e hizo trasladar los materiales al baluarte de la Merced cuando la
obra de los cajones se encontraba en su mitad.
Al dar cuenta a la corte de este incidente remitió el ingeniero un plano
(fig. 77) que muestra el estado de ruina en que los temporales habían de-
jado a los monasterios, el terreno ganado por el mar a la ciudad y el es-
tado en que se encontraban las obras d~ la muralla nueva. Estaba cons-
truída la mital del baluarte de la Merced y la cortina siguiente (letras J-J
del plano) hasta una altura de cerca de tres varas sobre el cimiento. En el
plano se indica también el lugar donde Herrera quería colocar los cajones
(letras A-F-K); el Gobernador quería que se situasen más cerca de los mo-
nasterios (G, J, H). Cuando éste mandó suspender las obras se habían colo-
cado los cajones A, B Y ya se había creado una considerable playa en Santa
Clara ~.
Continuáronse las obras de la muralla y se suspendieron en junio de 1726,
ante el recelo de un ataque enemigo que concentró toda la atención en otras
obras de defensa. Por esa fecha estaba concluí da una cara del baluarte de
la Merced y parte de otra (fig. 74, letras J-K); pero bien «por aver faltado
los ramales de caxones que defendían el embate del mar en la muralla», o
«por ser la piedra mui blanda y porosa», en febrero de 1728 estaba todo lo
fabricado en dicho baluarte «cortado por el pie», por lo que el marqués de

44 Bertodano al rey, 23-IX-1722 (AGI: Santa Fe, 367), e informe del fiscal.
4S ANGULO: Planos ... , lám.195 y pág. 464.

239

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VERNON: 1697-1741

Villahermosa dispuso que se calzase de nuevo y se hiciese un gran ramal


de cajones y, luego de calzado, se aumentasen unas hiladas de sillería sobre
los construído de cimiento. Cuando casi tocaban a su fin las obras del calzo
descubrió el ingeniero don Carlos Briones una cantera de buena piedra
situada dentro de la bahía, a dos leguas de la plaza, y el marqués ordenó
beneficiarla con los negros de la Corona y adquirió más esclavos que se
emplearon en extraer y labrar la cantería y fabricar cal. Con dicha piedra
se aumentaron las hiladas al cimiento, cuya obra duró hasta febrero de 1733,
fecha en que se suspendieron totalmente las obras, por llegar la época de
las brisas, que no era propicia para continuar el trabajo.
En el mismo año, el ingeniero don Carlo$ Briones, por encargo del Go-
bernador, hizo un detallado informe acerca de las obras de la muralla, es-
pecificando en él lo que se había construído en distintas épocas, el costo de
los materiales y lo que faltaba por construirla, extremos que también se
detallan en un plano (fig. 74) que, con el citado informe, fue enviado a
a la Corte 66.
Las obras debieron reanudarse posteriormente, pues, por un plano re-
mitido a la Corte en marzo de 1739 por el Gobernador don Pedro Fidalgo, se
ve que estaban bastante adelantadas. Levantó ese plano (fig. 76) don José
de Herrera y Sotomayor, hijo del que había sido director de las obras de
Cartagena. Estaban terminados los baluartes de la Merced y Santa Clara y
su cortina intermedia y sólo faltaba cerrar el trazo donde se había proyec-
tado hacer el baluartillo de San Carlos y unir el baluarte de Santa Clara
al de Santa Catalina, para dejar totalmente cerrada la brecha de la Marina.

EL BALUARTE DE SANTA CATAL1NA

A principios del siglo XVIII, el baluarte de Santa Catalina se encontraba


en estado ruinoso. El mar, que no cesaba de ganar terreno al recinto, había
abierto nuevamente una amplia brecha, que los gobernadores don Martín
de Ceballos y don Sancho Jimeno hicieron reparar; a más de esto, las tro-
pas de Pointis, antes de abandonar la plaza, volaron una de sus casamatas.
Por orden del gobernador don José de Zúñiga se calzó una vez más el ba-
luarte, pero los temporales lo arruinaron posteriormente, y cuando a prin-
cipios de 1718 estuvo en Cartagena don Antonio de la Pedrosa pudo compro-
bar el lamentable estado en que se encontraba, «cortado por donde el mar
combatía y penetrando por varias partes de modo que el fluxo y refluxo
del mar, entrando por las aberturas que hauía echo, se sacó la mayor parte
del terraplén». Ante tanta ruina, el gobernador don Gerónimo Badillo opi-

46 Informe del ingeniero Briones, citado en nota 39.

240

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL BALUARTE DE SANTA CATALINA

naba «que aquello no tenía remedio, sino cortarle por la gola y dexarle
abandonado», pero el ingeniero Herrera, considerando que dicho baluarte
era de suma importancia para la defensa del recinto amurallado, ofreció
reedificarlo, y así lo hizo, durante el gobierno de don Carlos Sucre, con los
medios que le facilitó don Antonio de la Pedrosa. Procuró el ingeniero re-
tirar el mar mediante reparos de estacas y fajina, para dar tiempo a que
fraguase la obra, pero como dichos reparos no pudieron hacerse muy sóli-
dos y una orden del virrey mandó parar las fábricas, el mar los deshizo y,
libre de este obstáculo, nuevamente bañó el calzo del baluarte y lo desbarató
en algunas partes. Considerando Herrera la mala calidad de la piedra, « que
por ser mui blanda se deshaze con el agua, accidente que tiene por el suelo
las murallas», discurrió situar unos cajones de madera llenos de piedra,
como había hecho en el baluarte de la Merced, en forma que apartasen el
mar y se formase playa. Cuando ya estaban colocados varios de esos cajones
frente al ángulo del baluarte, el gobernador don Alberto Bertodano mandó
cesar las obras, «quizá--como decía irónicamente el ingeniero--porque el
mismo día que se echaron los caxones no bió formar la playa» '7.
Así informó Herrera en 1725. En junio del mismo año, accediendo a so-
licitud de éste, dispuso el gobernador don Luis Aponte que los sobrestantes
y maestros de las fábricas inspeccionasen las obras efectuadas en el ba-
luarte de Santa Catalina. En su virtud, el 27 del mismo mes certificaba un
escribano que estando presentes en la playa, junto a dicho baluarte, el in-
geniero, el delineador José de Figueroa, el sobrestante mayor don Felipe de
Mendoza, el mayordomo de los esclavos José Gallegos, el tercer sobrestante
Cristóbal Ruiz del Hierro y los maestros carpinteros Miguel de Sosa y An-
drés Rodríguez, todos fueron unánimes en declarar que antes de poner los
cajones batía el mar en el baluarte y había arrancado «un pedasso del calsso
que forma el ángulo flanqueado de dicho baluarte», y que después de haber-
se colocado los cajones «se había retirado el mar dies y ocho varas», según
midió, en presencia de todos, el sobrestante Cristóbal Ruiz~.
Unos planos levantados entonces por Herrera (fig. 79) representan el
estado en que se encontraba el baluarte antes de 1718 y cómo quedó des-
pués de su reparación con el calzo que se le hizo en 1719 y la playa que se
formó a consecuencia de la colocación de los cajones. Se enviaron estos
planos a la Corte en 1725, en cumplimiento de lo dispuesto por una real
cédula .de 27 de septiembre del año anterior, que pedía informes sobre los
motivos que habían inducido a efectuar las obras de reparación señaladas.

47 Informe de Herrera, 15-111-1725, en "Testimonio de las diligencias executadas ... sobre el calzo
de el baluarte de Santa Cathalina" (AGI: Santa Fe, 938).
48 Acta de 27 -VII-1725 (AGI: Santa Fe, 238).

241

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTIS A VERNON: 1697-1741

LOS CASTILLOS

Después de la invasión francesa fue reparado el castillo de San Luis de


Bocachica, y ya hemos visto que la real cédula de 23 de mayo de 1702 dis-
puso que se conservase en servicio hasta tanto que se decidiera la debatida
cuestión de mantener abierta la entrada de la bahía o cegarlo y habilitar
de nuevo el antiguo canal de Bocagrande. Como al fin se optó por lo prime-
ro, que era lo más lógico, fue preciso atender a la defensa de Bocachica, ya
que la reciente experiencia del ataque de Pointis había demostrado que el
castillo de San Luis no bastaba para protegerla. Las reparaciones efectuadas
en el fuerte no eran suficientes, en opinión de algunos, y por su recons-
trucción total abogaba un miembro del Consejo de Indias, «porque en obras
que han de ser la seguridad de los Reynos no ha de repararse en la costa
que tubiesen, sino en lo que conviene más» '9. Del estado de ruina en que los
franceses dejaron el fuerte de San Luis de Bocachica hay un exacto testi-
monio en el informe rendido por don Juan de Herrera al Príncipe de Santo
Buono en 1716 so. A juzgar por un mapa del canal levantado por el mismo in-
geniero (fig. 82), se proyectaron en el castillo obras de cierta importancia,
encaminadas a completar sus defensas con un camino cubierto, contraes-
carpa y glasis. En 1728 se trabajaba activamente en el fuerte para concluir
la cortina oriental-en la que estaba la puerta-, el cuerpo de guardia y los
parapetos; y se 'habían terminado cinco bóvedas correspondientes al cañón
de la puerta principal, almacenes del pólvora, cárcel y cisternas 51. Pero, por
motivos que ignoro, las obras no se concluyeron en la totalidad de lo pro-
yectado, pues el virrey Eslava dice, en su Diario de las operaciones contra
Vernon, que el castillo sólo tenía dos porciones de contraescarpa, una en
el lado que daba frente a la batería de Santiago, y otra delante de la puerta,
la cual carecía de rastillo y puente levadizo. Además, las murallas y para-
petos eran harto débiles y no había obras a prueba de bomba 52, El ataque
de Vernon acabó con el fuerte de San Luis, que fue completamente arrui-
nado.
Don Juan de Herrera, que siempre fue partidario de conservar debida-
mente fortificado el canal de Bocachica, propuso la construcción de una
batería en la orilla opuesta al castillo de San Luis, e indicó que el lugar más
adecuado para su emplazamiento era una isleta «que, además de ser toda
ella anegadisa, está rodeada del mar de la bahía y ai bastante distancia

49 Don Antonio Carnero a don Bernardo Tinajero, 8-IV-1710 (AGI: Santa Fe, 457).
SO Informe del ingeniero Briones, citado en nota 39.
SI Herrera al rey, 9-IX-l 728 (AGI: Santa Fe, 938).
52 Publicado en Colección de libros raros y curiosos que tratan de América, tomo IX, página 195.
página 195.

242

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LOS CASTILLOS

de la tierra ynmediata para ser combatida y por la parte más próxima


lleno el terreno vezino de pantanos y anegadizos impracticables, cuias cir-
constancias la constituien yncapás de ser d~ umanas fuerzas expugnada». Con
tierra transportada de otra parte se había construído allí una obra provi-
sional que montaba once cañones de hierro, según escribía el ingeniero al
rey en 1714. En la misma carta le suplicaba que diese orden para que se
construyese la batería, afirmando que sería «de las más inexpugnables fuer-
zas que aia en la América, por ser la disposición de sta de dos baterías una
alta y otra baxa, ésta con bouedas a prueba de bomba y con diez y nuebe
cañones, almazenes y aloxamientos para la ynfantería, y aquélla con veinte
y un cañones y aloxamiento para el castellano, y todo en tan corto terreno
en que se consigue tener duplicado el fuego en tan corto espacio, que es el
modo que se ha de observar en América en las construcciones de fortifica-
ciones para que se logren las defensas con la menos gente que se pudiere» 53 .
La «batería nueva de San Joseph» figura en el plano de Bocachica an-
tes citado (fig. 82), en el cual se puede apreciar su estratégica situación
para batir el canal cruzando sus fuegos con los del castillo. «De la manu-
tención de esta batería depende la defensa de la entrada del puerto y la
total seguridad de la bahía», aseguraba Herrera en su informe al virrey
Príncipe de Santo Buono M. La obra definitiva proyectada por el ingeniero
no se construyó por entonces. Destruída la batería por los cañones de Ver-
non, años más tarde hizo edificar el gobernador don Ignacio Sala otra for-
taleza, distribuyéndola en dos plantas con bóvedas a prueba de bomba, tal
como había propuesto Herrera.
En la misma orilla derecha del canal se emplazaron las baterías del Va-
radero y Punta Abanicos; y en la isla de Cáres o Tierra Bomba se hicieron
las de San Felipe, Santiago y Chamba~, destinadas a defender el castillo de
San Luis, impidiendo que los enemigos pudiesen fácilmente desembarcar
y sitiarlo. Todas actuaron contra Vemon, y si bien no pudieron salvar al
castillo, dificultaron el ataque de los ingleses (figs. 80 y 85).
El fuerte de Santa Cruz-llamado vulgarmente, desde el siglo XVIII, Cas-
tillo Grande--quedó muy arruinado después del ataque de los franceses.
Los cuarteles bajos y altos estaban destechados, la contraescarpa en com-
pleta ruina y la falsa braga o batería baja cortada por los cimientos. Herre-
ra propuso su reconstrucción en el 1728, juzgándola muy necesaria para la
defensa del surgidero 56. El ataque de Vemon dejó inservible este viejo cas-
tillo, que fue dedicado a polvorín.
El fuerte del Manzanillo se encontraba en ruinas en 1724, según Informe
de Herrera de ese mismo año, en el que se proponía su reedificación por

53 Herrera al rey, 11-01-1714 (AGI: Santa Fe, 457)_


54 Informe de Herrera al príncipe de Santo Buono, citado en nota 36.
55 Subsisten las ruinas de estas tres baterías, reconstruídás en la segunda mitad del siglo xvnl.
56 Informe de Herrera al príncipe de Santo Buono, citado en nota 36_

243

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DE POINTlS A VERNON: 1697-1741

considerarlo necesario para la defensa del fondeadero, en correspondencia


con el castillo de Santa Cruz 57 . No consta que se reedificase, aunque es de
suponer que se le harían algunas reparaciones, pues prestó servicio cuando
el ataque de Vernon y éste no pudo rendirlo.
Por real cédula de 23 de mayo de 1702 se dispuso que en el castillo de
San Felipe de Barajas se hiciesen ciertos reparos, de acuerdo con lo que
había interesado el gobernador don Juan Díaz Pimienta. Ignoro si entonces
se haría alguna obra en la fortaleza, pues faltan datos documentales has-
ta 1724. En este año, Herrera informaba de la necesidad de hacer una em-
palizada en forma de camino cubierto hacia la mitad del cerro de San Fe-
lipe y escarpar lo restante hasta su pie, pues éste no podía ser batido desde
el castillo a causa de la altura de sus parapetos, y en cambio sí lo estaría
desde la obra avanzada cuya construcción recomendaba 58. Cuatro años más
tarde daba cuenta de que se estaba haciendo en el castillo una galería para
protección de la artillería y un alojamiento para el castellano, pero las obras
se suspendieron por falta de fondos 59.
En 1739, con motivo de la guerra con los ingleses, se hizo delante del
castillo un pequeño hornabeque provisional de fajinas, con camino cubierto
y glasis, en el mismo lugar en que se construyó después el hornabeque re-
vestido de mampostería que hoy existe. Del lado del playón de Escobar se
hizo una batería con cinco cañones, para flanquear al enemigo 60.
En resumen, puede afirmarse que durante los primeros cuarenta años
del siglo XVIII no se hizo obra alguna de consideración en los castillos de
la bahía ni en el de San Felipe. Los no muy considerables fondos que pro-
porcionaban los situados-cuya cobranza nunca fue puntual, como hemos
visto-se dedicaron a las obras de la muralla de la Marina, que tampoco
quedó terminada durante el período de tiempo a que me refiero.

EL ARSENAL

En unas casas que, de acuerdo con don Juan de Herrera, adquirió el


gobernador don Antonio de Salas en 1731, se construyeron de nueva planta
unos alma1c enes, cuyos planos-que no se conservan-remitió dicha auto-
ridad a la Corte en 1732 61 •
Hubo entonces el proyecto de adquirir también las casas llamadas de
Barahona, en Getsemaní-seguramente inmediatas al baluarte de este nom-

57Informe de Herrera, 17 ·II1-1724 (AGJ: Santa Fe, 938).


58Informe de Herrera, 17 -111-1724 (AGl: Santa Fe, 938).
59 Informe tie Herrera, 9-XI-1728 (AGI: Santa Fe, 938).
60 Efemérides d e Cartagena, BH, tomo IV. pág. 434.
61 Sala a Patiño, 24-VIl-I 732 (AGI: Santa Fe, 938).

244

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LOS CASTILLOS

bre--, y construir en ellas un arsenal con almacenes para efectos navales,


fábrica de bizcocho y otras oficinas, viviendas para los empleados y un
muelle, en la ensenada de la Contaduría, para su servicio. Hizo los planos
el ingeniero don Carlos Briones, y la Corte los pasó a informe del ingeniero
director de las fortificaciones de Andalucía don Ignacio Sala, que a la sazón
dirigía las de Cádiz. A juzgar por lo que informó éste en 1733, los almace-
nes tenían un solo piso, ya que se extrañaba de que, existiendo buenas ma-
deras en el país, no los hiciesen con planta alta y aprovechasen ésta para
guardar efectos de poco peso. Al almacén para arboladuras le encontró el
defecto de tener la puerta en un costado, circunstancia que haría difícil la
introducción en él de los largos mástiles de los navíos, por lo que propuso
que la puerta se abriese en su frente y éste se situase en un lugar amplio
para que delante de aquélla quedase espacio suficiente y pudieran introdu-
cirse las arboladuras sin dificultad 82. Aunque de los documentos parece de-
ducirse que el arsenal no se construyó por entonces, sí se hizo más tarde
en la parte exterior de la cortina de muralla inmediata al baluarte de Santa
Isabel, en Getsemaní l'I3, donde todavía subsiste el nombre del Arsenal en
una calle ribereña de la bahía. También quedó en la toponimia callejera del
mismo barrio el nombre de La Aguada, como recuerdo de la cañería adosa-
da al exterior del Arsenal, que conducía hasta la playa, para surtir a los
buques, el agua de una gran cisterna.

62 Informe de Sala, en Cádiz, 13-1-1733 (Santa Fe, 938).


63 Consta que estaba en ese lugar en una carta del ingeniero Anguiano al virrey Mendinueta,
16-IX-1802, en "Expediente promovido por el tesorero del Consulado D. Manuel de Pombo contra
e ta Comandancia de Fortificación de Cartage na de Yndias" (AGI: Santa F e, 959).

245

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CM'ITULO 0/111

Cartagena
a !Fines de{ Sig{o Xo/¡¡¡

1 .. Se lía Coarruío átjartnttramen.tt urrrufa ÚJ


pCau ... ,

fI1 'Vimy 'E.t.ptÚta, 1796).

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Destruídos los castillos de la bahía por las bombas de los navíos de
Vernon, el eterno problema de la defensa y fortificación del hermoso puer-
to de Cartagena se agravó una vez más. En realidad, no se había resuelto
definitivamente después del ataque francés de 1697, pues las reparaciones
efectuadas en los fuertes a principios del siglo XVIII y las baterías cons-
truídas antes de la última guerra con los ingleses no habían pasado de ser
obras provisionales, hechas con la urgencia a que obligaban las circunstan-
cia . Cuando el ingeniero don Juan de Herrera Sotomayor, en 1716, informó
al virrey del Perú, Príncipe d Santo Buono, acerca de las necesidades de
]a plaza y propuso la realización de un plan de obra, hizo notar que éstas
se dirigían a reparar las ruinas producidas por los estragos del tiempo, y
«no a correjir los yerros y nulidades de la construcción de la plaza de for-
ma que quedase en una regular defensa, porque para esto era necesario
mucha mayor suma de dinero, y aquí me es preciso ceñirme a la escasez
del tiempo, por cuya razón no quedará la plaza con aquellos defectos di-
manados de su primera construcción, aunque sí reparada de lo más pre-
siso y nesesario por aora para la conservación» 1. La única obra de carácter
permanente que se hizo antes de la guerra de 1739 fué la muralla de la Ma-
rina, que no llegó a terminarse y que estaba destinada a oponerse a los ele-
mentos y no a los enemigos. Por otra parte, los furiosos temporales que
con tanta frecuencia azotaban aquellas costas volvieron a abrir el antiguo
canal de Bocagrande, y desde el momento que éste pudo ser accesible a las
embarcaciones, el problema de la seguridad de Cartagena se complicó
aún más.

1 Informe del ingeniero Herrera al virrey del Perú, prínCipe de Santo Buono (AGI: Santa Fe,
457). Publicado por MARCO: Ob. cit., pág. 233.

249

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

Tal era la situación de la ciudad de Heredia y su puerto después del bri·


lIante episodio de la defensa contra el ataque de Vernon. Ante sus muros se
babía decidido la suerte de nuestros dos virreinatos de América del Sur,
al quedar deshechos los planes ingleses de cortar las comunicaciones por
el istmo de Panamá mediante el ataque simultáneo de las escuadras de Anson
y Vernon a las costas del Pacífico y del Caribe. Pero deshecha la escuadra
del apostadero y destruídos los castillos de la bahía, el puerto de Cartagena
-punto de apoyo y garantía de las comunicaciones entre España y el istmo-
perdió, una vez más, su seguridad.
La Corte no malgastó el tiempo buscando soluciones, ya que, apenas
transcurridos seis meses después de la retirada de Vernon, la real cédula de
26 de octubre de 1741 dispuso la ejecución inmediata de un plan de obras
y, al mismo tiempo, fue nombrado ingeniero director de las fortificaciones
de Cartagena don Juan Bautista Mac-Evan, a quien se dictaron amplias ins-
trucciones en tal sentido.
Así comienza la etapa más brillante de la historia de las fortificaciones
cartageneras, y el problema de la seguridad de la famosa ciudad del Caribe
entra en su fase decisiva. Desde la llegada de Mac-Evan en noviembre
de 1741, hasta unos años antes de la emancipación, se trabajó casi sin des-
canso en Cartagena de Indias, y las considerables sumas que se invirtieron
en las obras justifican la legendaria anécdota según la cual el rey Carlos JII
se asomaba a una ventana de su palacio madrileño, esperando ver en el
horizonte la silueta de aquellos castillos que, a juzgar por lo que costaban,
debían alcanzar la altura de las nubes.
Desde 1741 hasta 1759 intervinieron en los proyectos y obras militares
de Cartagena de Indias los ingenieros don Ignacio Sala y don Lorenzo de
Salís, además del citado Mac-Evan. A éste se debió la con trucción del fuer-
te de San Sebastián del Pastelillo, situado a la entrada del puerto interior,
en el mismo lugar en que se alzara antes el castillo del Boquerón, la forta-
leza más antigua de la bahía cartagenera. Don Ignacio Sala, nombrado go-
bernador y capitán general de Cartagena en 1748, era uno de los más pres-
tigiosos ingenieros militares de la época. Había desempeñado la dirección
de las fortificaciones de Andalucía y construído importantes obras en el
puerto de Cádiz. Su nombramiento para la capitanía general de Cartagena
es testimonio bien elocuente del interés de la Corte por la seguridad de
aquella plaza fuerte, considerada con razón como «antemural de las Indias».
Consciente de su prestigio profesional, buen conocedor de las últimas inno-
vaciones introducidas en la arquitectura castrense-como lo demuestran
sus comentarios a la traducción que hizo de una de las obras del famoso
marqués de Vauban-, don Ignacio Sala se sintió herido en 10 más íntimo
cuando sus diferencias de criterio con Mac-Evan respecto de la forma y
emplazamiento del fuerte de San Fernando de Bocachica concluyeron con

250

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
PROBLEMAS DE LA FORTIFICACI6N

la elección del proyecto que había presentado este último. Tal vez esa fue
1a causa de que pidiera el relevo, que se le concedió en 1753.
Con arreglo a los proyectos de Sala y Mac-Evan se comenzó a fortificar
el canal de Bocachica. Ambos ingenieros estuvieron de acuerdo en lo re·
ferente a la batería de San José, que se construyó cerca de la orilla izquier-
da del canal, sobre un bajo de arena. En la otra orilla se hizo el fuerte
de San Fernando, según los planos de Mac-Evan, cuyo proyecto era más
comp1icado y costoso que el que Sala había ideado con vistas a situar la
forta1eza sobre el inmediato cerro de los Hornos. Concluí dos estos castillos
y la batería de Santa Bárbara en 1759, el problema de la seguridad de la
entrada a la bahía quedó resuelto. Más tarde se añadieron otras obras de
fortificación para reforzar sus posibilidades defensivas.
Con el re1evo de don Ignacio Sala coincidió el nombramiento de don
Lorenzo de Solís para el cargo de ingeniero director, vacante por falleci-
miento de Mac-Evan. Solí s hizo un proyecto general para fortificar todos
lo puntos débiles del recinto de la plaza y dotarla de cuarteles y almacenes
de pólvora y pertrechos, todos a prueba de bombas. El proyecto era tan
completo que tal vez por su excesivo costo no se puso en práctica. Sus
trabajos más eficaces fueron loe; que realizó en Bocagrande, continuando
los iniciados por don Ignacio Sala, a quien Solís admiraba como maestro
y seguía en todo.
Destinado a Méjico en 1757, se hizo cargo de la dirección de las forti-
ficaciones don Antonio de Arévalo, que llena con su vida y sus obras el
último capítulo de la historia de las fortificaciones de Cartagena. Como in-
geniero militar, Arévalo es una de las figuras más destacadas del Nuevo
Reino de Granada en la segunda mitad del siglo XVIII. Buen conocedor de
la gobernación de Cartagena y de gran parte del virreinato, en la ciudad de
Heredia residía desde que, en 1741 fue destinado a servir junto a Mac-
1

Evan en calidad de ingeniero extraordinario, después de haber servido al-


gún tiempo en Cádiz a las órdenes de don Ignacio Sala. Las difíciles misio-
nes que desempeñó en el Darién y en Río Hacha pusieron de manifiesto sus
dotes diplomáticas y el exacto conocimiento de graves problemas locales
que comprometían la seguridad del virreinato, así como los diarios de esas
campañas, revelan su espíritu ordenado y observador, cultivado en sólidos
conocimientos.
Construídos los castillos de Bocachica. fue Arévalo quien acabó de so-
lucionar los problemas que la defensa y conservación de Cartagena de
Indias había planteado a lo largo de más de dos siglos. La escollera de la
Marina garantizó para siempre la seguridad de la «muralla de la mar del
Norte», librando a la ciudad del peligro de las inundaciones con que tan-
tas veces la amenazaron los furiosos «nortes». El dique de Bocagrande ce-
rró para siempre el antiguo canal de entrada a la bahía, dejándola redu-
cida al estrecho paso de Bocachica, que fue reforzado con la batería del

251

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

Angel San Rafael y las que se añadieron al fuerte de San Fernando para
flanquear sus baluartes. Y en el cerro de San Lázaro, extramuros de la
ciudad, todo un sistema de baterías convirtió el viejo fuerte de San Felipe
de Barajas en un reducto inexpugnable, que con sus galerías y cuarteles
subterráneos constituye una de las más formidables obras de arquitectura
militar que España dejó en tierras de América. Bajo la dirección de don
Antonio de Arévalo-ya entonces brigadier de los Reales Ejércitos-se ter-
minó en 1795 el trozo de muralla comprendido entre los baluartes de Santa
Clara y Santa Catalina, ocupado por los cuarteles, cuyas «bóvedas» a prue-
ba de bombas les dieron nombre. Cuando en 1798 se colocó el escudo que
decora el frontón del pórtico, quedaba concluído definitivamente el recinto
de Cartagena y, después de más de dos siglos de trabajos, era una realidad
el proyecto de convertirla en plaza fuerte, ansia y anhelo de la ciudad de
Heredia desde los días inmediatamente posteriores al de su nacimiento a
la vida urbana. Don Antonio de Arévalo cierra con broche de oro la larga
dinastía de los ingenieros militares, que durante dos centurias habían lu-
chado por conseguir aquella realidad. Y después de más de sesenta años de
servicios en Indias, realizada aquella misión consubstancial con su vida,
don Antonio de Arévalo murió en Cartagena el 9 de abril de 1800.
La historia de las fortificaciones de Cartagena de Indias acaba casi al
mismo tiempo que su historia española. Quiso el destino que aquellos mu-
ros y castillos, construídos para defenderla de los ataques de los enemigos'
de España, sólo sirvieran para escenario de luchas entre hermanos, en los
días decisivos de la Emancipación. El 11 de noviembre de 1811. Cartagena
proclamó u independencia. Reconquistada por Morillo en 1815, se perdió
para España definitivamente seis años después. Pero, in en ibIes a los es-
tragos del tiempo. quedan en pie sus murallas y sus castillos, como recuer-
do de aquellos tiempos en que dependía de ellos, en gran parte, la segu-
ridad de todo un imperio.
La historia detallada de las últimas obras de arquitectura militar que
se construyeron en Cartagena de Indias está en las páginas que siguen.
Con ellas queda cumplido el propósito que inspiró esta monografía.

LA CASA EN EL SIGLO XVIII

Difícil es discernir cuántas de las típicas casas cartageneras pueden


agruparse dentro de este epígrafe. Salvo el palacio de la Inquisición, cuya
portada barroca indica la época de su construcción con tanta exactitud co-
mo la fecha que la corrobora, las restantes carecen de detalles decorati-
vos que permitan fijar su cronología. Seguramente, más de una de las que
hoy se conservan libres de reformas modernas que hayan variado su as-

252

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CASA EN EL SIGLO XVIII

pecto primitivo, son anteriores al siglo XVIII. Pero como el ejemplar de más
valor artístico corresponde a la segunda mitad de esa centuria, he preferido
agrupar aqui unas cuantas notas sobre la casa cartagenera, como preámbulo
al estudio de la que fue residencia del Santo Oficio.
Durante los últimos lustros del siglo XVI y el primer tercio del XVII de-
bió construirse en Cartagena gran número de casas. El franciscano fray
Pedro Simón, que escribía en 1628, habla de «la mucha suma de ventanaje
y balcones volados» que ya entonces daban a las calles cartageneras el típico
aspecto que hoy conservan y que es común a todas las ciudades costeras de
las Antillas y de las riberas del Caribe y golfo de Méjico, desde Cumaná
hasta Veracruz. Es posible que aún queden algunas casas de esa época, más
o menos reformadas posteriormente, sobre todo en los últimos treinta
años. La única que sabemos construída antes de 1620 es la de la Moneda
(fig. 45); en su planta baja, el amplio zaguán da acceso a un vestíbulo que co-
munica con el patio por medio de dos arcos, que apean en una columna
de fuste corto, disposición análoga a la que encontramos en una casa mu-
déjar de Santo Domingo 2. La portada, con pilastras lisas y dintel despiezado,
con un modillón en la clave, es idéntica a la de la casa de la Contaduría,
comenzada en 1620, y del tipo que se repite en numerosas casas de Carta-
gena. Semejantes también a los de la Contaduría son los balcones volados
de la casa de la Moneda y, por otra parte, consta documentalmente que
en 1613 los había en la fachada de la plaza Mayor 3.
Esos grandes balcones de madera son frecuentes en el norte de España
y en otras regiones españolas. Su origen tal vez se encuentre en los ajimeces
moriscos que tanto abundaban en las ciudades meridionales de la Penínsu-
la hasta que el balcón renacentista fue desterrando su uso. De Andalucía,
sin duda, fueron llevados a las islas Canarias en los días inmediatamente
posteriores a la conquista, antes de que la moda de las ventanas y bal-
cones a la italiana desterrara para siempre de Sevilla el empleo de los esa-
lidi~os, que antiguamente las hacían más húmedas y sombrías», de que nos
habla el historiador Morgado~. En el archipiélago canario tomaron carta
de naturaleza los balcones volados, arraigándose más que en ninguna otra
región de España, por el aislamiento artístico en que vivió la provincia atlán-
tica. En 1586, Felipe II dictó una real cédula dirigida al Cabildo de Tenerife,
prohibiendo que se hicieran en los sucesivo «salidi~os, ni corredores, ni bal-
cones, ni otros edificios algunos que salgan a las dichas calles fuera de la

2 ANGULO: Historia del Arte Hispanoamericano, tomo 1 (Barcelona, 1945), . pág. 108; y El
Gót,'co y el Renacimiento en las Antillas, en "Anuario de Estudios Americanos", tomo IV (1947)
fig. 32.
3 Se citan en la Relación del auto púb#co de la fe, que se mandó publicar por los Señores In-
quisidores de . .. Cartagena de las Indias . .. y se zelebró el día 2 de febrero de 1614 (Biblioteca Co-
lombina, Sevilla: mss. 1180 de varios en folio).
4 Historia de Sevilla (1587), pág. 144.

253

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

pared en que estuviere el tal edificio» s, pero la orden sería revocada más
tarde o fué letra muerta, ya que jamás se cumplió. Dadas las relaciones
constantes de las islas con las Indias, es natural que del archipiélago pasaran
a América, y concretamente al Nuevo Reino de Granada, en cuya conquista
tomaron parte activa los Adelantados de Canarias don Pedro y don Alonso
Luis Fernández de Lugo. Recordaré, además, que este último llevó al Nuevo
Reino de Granada en 1543 gran número de «artífices y oficiales, para fá-
bricas y edificios y otras cosas en orden al ennoblecimiento y perpetuidad
de la tierra» G. Cae fuera de este lugar el estudio de los distintos tipos de
balcones americanos, pero sí diré que los de las regiones andinas son más
ricos y más semejantes a los modelos canarios que los de la costa.
Los «corredores» o balcones cartageneros constan de una hilera de ca-
nes que, prolongando las vigas del techo de la planta baja, sostienen el pi-
so; unos pies derechos, o airosas columnitas con zapatas, reciben una viga
corrida, sobre la cual descansan los canecillo s que forman el alero del te-
jado, y una balaustrada forma el antepecho. Los balcones se extienden a
lo largo de la fachada o se disponen en ángulo, y a ellos se abren dos o más
puertas (figs. 84, 89, 95, 96, 121 y 122). Existen otros de un solo hueco, con te-
jadillo volado, sin pies derechos que lo sostengan, tipo menos frecuente, que
parece degeneración del anterior y propio del siglo XVIII.
En los patios de las casas, columnas y arcos repiten el tipo que hemos
visto en los claustros de San Francisco, Santa Teresa, Santa Clara y La
Popa, construídos todos antes de 1625. Salvo algún caso aislado, la falta
de elementos decorativos demuestra que o todos son de la misma época
o se siguió empleando el mismo modelo, sin que a través del tiempo fuera
evolucionando.
Podemos agrupar las casas cartegeneras en dos tipos: de un solo piso
y de dos plantas, incluyendo en éste las de tres, que son excepcionales.
Unas y otras están construídas con ladrillo y mampostería, con los para-
mentos enlucidos, y se cubren con tejados. Las casas bajas abundan más en
los barrios de Getsemaní y San Diego, un poco alejados de las calles co-
merciales. La puerta siempre está a un lado de la fachada, y en ésta se
abren dos o más ventanas, cuyas amplias rejas de madera descansan en ba-
samentos a modo de repisas y se cubren con tejadillos. En algún caso, las
portadas de las casas se unen, formando una sola fachada simétrica, y la
cornisa que remata los dinteles subraya la unión. Tal ocurre en la que fue
residencia de don Gonzalo de Herrera, marqués de Villalta, cuya cornisa se
quiebra para encuadrar el escudo finamente labrado, evocando así el re-
cuerdo de las portadas góticas del tiempo de los Reyes Católicos.

s Archivo Municipal de La Laguna (Tenerife), sección la., libro n, folio 100. Agradezco estc
dato a mi buen amigo don Leopoldo dc la Rosa y Olivera, Secretario de la Mancomunidad Provincial
de Santa Cruz de Tenerife.
6 FLOREZ DE OCARIZ: Ob. cit., tomo 1, pág. 77.

254

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CASA EN EL SIGLO XVIII

En la calle del Espíritu Santo, del típico barrio de Getsemaní, se en-


cuentra el ejemplar más interesante de casa cartagenera de una sola plan-
ta (fig. 91). Es una de las pocas que se han conservado libres de reformas
posteriores y tal vez la más representativa de la arquitectura barroca po-
pular. En la fachada se abren dos ventanas, cuyas rejas de madera, cubier-
tas por tejaroces, descansan en repisas, y bajo la cornisa que sostiene el
alero del tejado corre una hilera de mútulos. La puerta está flanqueada
por columnas, que reciben un entablemento, en cuyo arquitrabe, friso y
cornisa se continúa la convexidad de los fustes, mientras unos remates có-
nicos, con estrías verticales, prolongan el movimiento ascendente de éstos.
También sobre la clave del dintel, decorada con un modillón, se curvan la
cornisa y el friso, formando una especie de ménsula que sostiene una hor-
nacina. Quizá esta portada, que hoy está cubierta por innumerables capas
de cal, luciera en tiempos el ladrillo en limpio, que pondría una nota de
color sobre el blanco muro enlucido. No es menos interesante el interior
de la casa: pasado el zaguán hay un vestíbulo, separado del patio por tres
arcos, dos apuntados y uno carpanel, que apean sobre columnas semejan-
tes a las de la portada; unas figuras de mujer toscamente estilizadas rema-
tan las claves de los dos arcos apuntados. A un lado del zaguán está la
sala, en cuyo testero--entre la puerta que comunica con el vestíbulo y otra
que da acceso a una alcoba-se encuentra un curioso ejemplar de esos
«tinajeros» que nunca faltan en las casas cartageneras: el arco trilobulado,
las semicolumnas con estrías verticales en los capiteles, la prolongación de
éstos coronada por remates de silueta campaniforme con figuras humarías
estilizadas y esa especie de volutas laterales, forman un conjunto origina-
lísimo y de marcado sabor popular (fig. 92). Ignoro con qué fundamento se
cree que esta casa sirvió de residencia a los hermanos de San Juan de Dios
que cuidaban el Hospital del Espíritu Santo que dió nombre a la calle 7.
En las casas altas, la planta baja sirve, generalmente, a fines comercia- ""
les, y está ocupada por tiendas o depósitos, destinándose a vivienda el piso
superior. El amplio zaguán da acceso a un vestíbulo, del cual arranca la
escalera de tipo claustral situada en un ángulo; tras el vestíbulo está el
patio, claustrado sólo en dos o tres lados para que le refresque la brisa
marina, y a continuación viene el «traspatio» o corral, con las habitaciones
de la servidumbre y las caballerizas. En la planta alta, la parte frontera
a la calle está ocupada por el salón, con una alcoba a cada lado y techo de
artesa, común a toda la crujía, pues los tabiques que forman esas piezas
nunca llegan hasta el techo, a fin de que el aire circule con facilidad. En
la antesala o vestíbulo de la planta alta, donde desemboca la escalera, suele
encontrarse el «tinajero», especie de alacena con puertas de rejas de ma-
dera, donde se ponían las panzudas tinajas que conservaban el agua siem-

7 PORTO DEL PORTILLO: Púuas y caUes de eartagena (Cartagena, 1945), pág. 308. La casa
fue destruída hace pocos años.

255

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

pre fresca. El corriente que las casas grandes tengan entresuelo, donde se
guardaban las mercancías que podían ser dañadas por la humedad del
piso. Estos entresuelos, que suelen ser de corto puntal, tienen ventanas
con rejas a la calle y, a veces, puertas y vanos a una galería volada so-
bre canecillo s y con- antepecho de balaustres de madera que corre a lo
largo de una o más crujías del patio. La abundancia de lluvias impone el
tejado sobre el cual se alza el «mirador», torrecilla construída siempre de
ladrillo, desde la cual se divisa el amplio panorama del mar y la bahía.
Este tipo de casa, en que casi siempre se combinan la vivienda y el
depósito o establecimiento de comercio, es semejante al que, desde fines
del siglo XVII, encontramos en Cádiz, ciudad que mantenía íntimas relacio-
nes comerciales con Cartagena y en la que se daban circunstancias seme-
jantes, tales como la situación marítima, su carácter mercantil y la limita-
ción de espacio que imponía la isla que le sirve de asiento y el recinto dej
murallas que cercaba su casco urbano. De este tipo de origen gaditano con
amplios entresuelos, y más parecidas aún en su fisonomía exterior a las
cartageneras por la nota colorista que ponen en sus fachadas los balcones
volados de madera, son las viejas casonas que aún quedan en poblaciones
costeras de la isla de Tenerife. En Garachico, en el Puerto de la Cruz y en
Santa Cruz de Tenerife se encuentran casas semejantes a las de Cartagena,
con muros enlucidos y grandes balconadas, construidas en los siglos XVII
y XVIII, cuando la isla exportaba a Europa y a las Indias los famosos vinos
de malvasía. Los «miradores» de las casas cartageneras recuerdan también
los de los palacios gaditanos, no sólo por el fin que inspiró su construcción,
sino también por la forma. Pocos quedan, desgraciadamente, pues en su
mayor parte han sucumbido a los estragos del tiempo. Tal vez sea de la
segunda mitad del siglo XVII el de una casa situada en la calle de las Da-
mas-en la parte más antigua de la ciudad, cerca de la plaza de la Adua-
na-, cuyos pormenores arquitectónicos suscitan el recuerdo de la cercana
torre de Santo Domingo.
El mirador de la casa del Consulado 8 es de tipo semejante a los que
en Cádiz adoptan la forma de sillón, en cuyo aparente espaldar se aloja
la escalera, mientras en la mitad anterior, orientada hacia el mar, se abre
una especie de balcón 9. En el ejemplar de referencia (fig. 90),. las ventanas,
rectangular,es, rematadas por cornisas, le dan un aspecto más severo, si

8 Para la historia de la casa, cfr. RESTREPO (PASTOR): Album de Cartagena. Mansiones seño-
riales, en BH, núm. 85, págs. 27 - 29. Adquirida la casa al Coronel de MiHcias don Manuel de Prada,
dispuso el prior del Consulado don Matías de Torices la ejecución de ciertas obras imprescindibles
para instalar las oficinas del Tribunal, que no afectaban a la estructura del edificio. Hizo el presupues-
to de su costo el maestro mayor de albañilería Antonio Miranda, así como una somera traza que no re-
produzco por su falta de interés artístico. En 1806 las obras se habían suspendido por fallecimiento
del prior (AGI: Santa Fe, 960).
9 PEMAN (CESAR): El arte en Cádiz, Madrid, 1930.

256

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA CASA EN EL SIGLO XVIII

bien lo popular surge en el remate de almenas coronadas por pequeños pi-


náculos de cerámica vidriada, de industria momposina.
El ejemplar mejor conservado de la típica mansión cartagenera, en que
se hermanan perfectamente las comodidades de una vivienda señorial con
las exigencias utilitarias de la casa de comercio, es la de la calle de la Fac-
toría, residencia del opulento marqués de Valdehoyos 10, que a fines del si-
glo XVIII disfrutaba el privilegio de la importación de harinas y esclavos,
fuente de bien saneados beneficios. La fachada es sencilla, como todas las
de la ciudad, con rejas de madera en las oficinas de la planta baja y en los
entresuelos, amplio balcón de madera que prolonga la sala hacia la calle
y portada con pilastras lisas y dintel despiezado, con un modillón deco-
rando la clave (fig. 122). El espacioso zaguán, de alto puntal con techo sobre
vigas, tiene a ambos lados escaños de piedra y está atravesado por un co-
rredor a manera de puente que pone en comunicación los entresuelos de uno
y otro lado. Después del zaguán se encuentra el vestíbulo, qu tiene a la
derecha. el arranque de la escalera y la puerta de acceso a las habitaciones
del portero, independientes del resto de la casa, y a la izquierda una ampJia
balconada que comunica con los entresuelos. Viene después el patio, cuyas
crujías longitudinales están claustradas con arcos de medio punto peral-
tados, sobre columnas de fuste monolítico, con capiteles del tipo corriente
antes descrito; por uno de los lados del patio corren las balconadas sobre
canes del entresuelo y del piso superior, y el lado opuesto está cerrado
por un muro que no rebasa la altura de la planta baja, permitiendo así que
las brisas refresquen la casa. Pasado el patio se encuentran crujías en que
tuvieron sus habitaciones los sirvi ntes y esclavos de la casa, y un gran
traspatio que comunica con la huerta. En la parte anterior de la planta baja
y en los entresuelos estaban los almacenes y oficinas-la «factoría» que dió
nombre a la calle-del dueño de la casa. Aún se ven colgando de las vigas
del vestíbulo bajo unas fuertes cadenas, destinadas a sostener la garrucha
que servía para izar los fardos hasta los almacenes, bien secos y ventilados,
que ocupaban toda la amplitud de los entresuelos.
La amplia escalera, de peldaños de ladrillo defendidos por cintas de
madera para evitar el desgaste, conduce a un vestíbulo superior que da
acceso al gran salón y a los corredores volados sobre el patio. El salón tiene
suelos de ladrillo dispuesto «a espina de paz»; el cielo raso moderno oculta
un rico artesonado mudéjar, parte del cual se puede ver en una alcoba con-
tigua. No faltaba en esta casa el mirador, que fue destruído por una tor-
menta.

10 RESTREPO (PASTOR); Mansiones señoriales. Residencia de lafamilia Tono Maciá, BH, núm. 86
(1945), págs. 41 - 43.

257

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

EL PALACIO DE LA INQUISICIÓN

El mejor ejemplar que dejó en Cartagena la arquitectura civil del si-


glo XVIII es el palacio de la Inquisición, edificado en un solar situado en la
actual plaza de Bolívar, que el Santo Oficio había adquirido en 1630 (fi-
gura 38). Según exponía el Tribunal al Consejo de Indias en 1747, durante
el bombardeo de Cartagena por la escuadra de Vernon, en 1714, una bomba
desmanteló la casa y hubo que derribarla 11. En 1755, el Consejo Superior de
la Inquisición, radicado en Madrid, representaba al rey que «por los atra-
sos en los pagos de las Caxas Reales» no había podido el Tribunal de Car-
tagena « reedificar sus casas arruinadas en el 171 5», y tenía que servirse
«de la del inquisidor más antiguo, con ]a suma indecencia e incomodidad
que es notorio», y suplicaba al monarca que mandase librar «por una vez
algún socorro para la edificación de dichas casas» 12. Esto deja fuera de
duda que el edificio actual es posterior a 1755.
La fachada del palacio de la Inquisición, con sus rejas en la planta baja
y los balcones en el piso superior, presenta la fisonomía característica de
las casonas coloniales de Cartagena (figs. 94 y 95). La portada es un bello
ejmplar barroco: las pilastras rehundidas que flanquean la puerta sost~e­
nen un entablamento, cuyo friso está decorado con estrías verticales, a modo
de triglifos, colocados encima de las pilastras y de la clave. El frontón dibuja
una amplia y caprichosa curva, cuyo tímpano está ocupado por un escudo
rodeado de una moldura mixtilínea, terminada en espirales. Otra moldura
mixtilínea encierra todo el conjunto de la portada que, como otro detalle
de barroquismo, presenta complicadas molduras en las jambas y arco de
la puerta. Sobre las espirales de la moldura anterior hay una venera con
una cruz que tiene en el fondo una inscripción que indica la fecha en que
se construyó: «Año 1770».
Bajo las ventanas con rejas voladas de madera, unas cartelas mixtilíneas
de escasa proyección dejan hueco a unos tragaluces defendidos por rejas de
hierro que iluminan las estancias de la planta baja. En la fachada lateral
--calle de la Inquisición-se encuentra una pe~ueña ventana de arco trilo-
bulado, coronado por una cornisa que remata en una cruz. Este pequeño
hueco, defendido también por fuerte reja, era el buzón secreto donde se
depositaban las denuncias que daban lugar a largos y minuciosos procesos.
Una cornisa corre a todo lo largo de ambas fachadas, rematadas por un
pretil con airosos pináculos de cerámica vidriada.

11 GUTIERREZ DE pn~ERES: Documentos para la historia del Departamento de Bolívar, pág.


392.
12 Carta de 22· VIlI·17 55 (AGI: Santa Fe, 494).

258

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL FUERTE DEL PASTELILLO

En su interior el palacio no ofrece gran interés y deja notar que es una


agrupación de obras de distintas épocas. El patio tiene arcos de medio
punto sobre pilares ochavados. Cubre el hueco de la escalera una bóveda
esquifada, de planta octogonal, cuyo trasdós remata en un pináculo de ba-
rro vidriado. En el descansillo de la escalera hay un balcón, cuya tribuna
de madera finamente labrada, semejante a las de las iglesias de la Compa-
ñía, ostenta la fecha de 1770.

1) LOS INGENIEROS MAC-EVAN, SALA y SOLIS 0741-1757)

EL FUERTE DEL PASTELILLO.-OTRAS OBRAS

Después del ataque de Vernon quedaron totalmente arruinados el cas-


tillo de San Luis de Bocachica, la batería de San José y el fuerte de Santa
Cruz. El virrey don Sebastián de Eslava se propuso en segulda reedificarlos,
y encargó los planos al ingeniero jefe don Carlos Desnaux, que tanto se
había distinguido durante el sitio, al mando de la guarnición de San Luis
de Bocachica 13. La Corte, por su parte, tampoco perdió tiempo en dedicar al
problema de la defensa de Cartagena la atención que en aquellas circuns-
tancias merecía: dos batallones fueron enviados a reforzar su guarnición,
y se confió al brigadier don Juan Bautista Mac-Evan la dirección de las for-
tificaciones de aquella plaza y de otras de las Indias, con el encargo de
disponer en ellas lo pertinente y volver a España a rendir informe.
Además, el 26 de octubre del mismo año de 1741 se dictó en el Buen
Retiro una real cédula, dirigida al ingeniero Desnaux y al mismo Mac-Evan,
conteniendo minuciosas instrucciones en orden a la defensa de Cartagena.
Se encargaba a éstos reconocer el canal de Bocachica y determinar la ma-
nera de fortificarlo, «construyendo en los dos lados que la forman los
fuertes, castillos o vaterías que a la vista sobre el terreno se tengan por
más apropósito a defender la entrada del puerto, con fuegos que se cru-
cen y la dificulten a qualquiera fuerza marítima que la mande forsar, res-
pecto de ser el único paso de los navíos y de la parte por donde pueda te-
ner riesgo la pérdida de la plaza». Se disponía también que, dentro del re-
cinto amurallado de la ciudad, se hiciera «un castillo ciudadela, con sus
almacenes a prueba de bomba», donde pudiesen los comerciantes poner en
resguardo sus mercancías en caso de sitio y donde, en igual circunstancia,
pudiese el Gobernador reunir sus fuerzas para una última resistencia. La

13 El Virrey Eslava al Rey, 21-V-I741 (AGI: Santa Fe, 939).

259

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

elección del lugar apropiado para construir estos almacenes se encomen-


daba al virrey Eslava, previa propuesta de los ingenieros, e igualmente se
dejó a su criterio decidir sobre la conveniencia de conservar el castillo de
San Felipe o demolerlo, «para que no quede padrastro ni dominio a la for-
tificación de la plaza». Concluía la real cédula ordenando «que se procure
disponer el cerrar inmediatamente la avertura que ha hecho la mar a la
parte de Bocagrande ... , y se evite el paso de toda embarcación, según con~
viene». Advertía, además, que antes que llevar a efecto otras obras se aten-
diera a fortificar el canal de Bocachica «en la forma que se ha tratado con
el referido Juan Bautista Mac-Evan y os deve comunicar precisamente» H,
de donde se deduce que éste había recibido instrucciones más concretas.
El 29 de noviembre de 1742 llegó Mac-Evan a Cartagena y, después de
inspeccionar las fortificaciones, comenzó a trabajar en un proyecto gene-
ral de reconstrucción y reparación de todas las fortalezas 15. En julio de 1743
dió cuenta de que el proyecto estaba terminado, con la aprobación del Vi-
rrey, y prometía remitir los planos a la Corte en la primera ocasión. Termi-
nado su trabajo en Cartagena, se dispuso a pasar a Portobelo, para dispo-
ner, igualmente, un proyecto de fortificación de aquella plaza, según le ha-
bía ordenado el Virrey 16, y en abril del año siguiente escribió de nuevo des-
de Cartagena, diciendo que los planos de fortificaciones de ésta y otras pla-
zas de las Indias los enviaría cuando terminase la guerra, para evitar que
si caían en manos de los enemigos pudiesen aprovecharse de ellos en per-
juicio de España 17,
Pocos meses después pudo remitir a la Corte los planos, junto con el
informe sobre el proyecto. Sólo se conserva una copia del plano de la ciu-
dad y sus alrededores (fig. 102) Y la planta y alzados del fuerte de San
Sebastián del Pastelillo, construído por orden del Virrey en el mismo lugar
que había ocupado el fuertecillo del Boquerón, el más antiguo de los casti-
llos de Cartagena (fig. 87).
Ponderaba Mac-Evan en su informe la importancia del fuerte de San
Sebastián, que defiende el acceso a la plaza por la parte de la bahía y el
surgidero, con dieciseis cañones de su frente más largo; otro frente con
ocho cañones bate la boca del caño de Gracia y el terreno inmediato, por
donde habían desembarcado las fuerzas de Vernon; el cerro de la Popa, la
isla de Manga y sus inmediaciones, desde el caño citado hasta el castillo de
San Felipe" quedan bajo el fuego de los siete cañones del otro frente. Otra
ventaja del fuerte es la de estar dominado por diferentes baterías de la plaza
y del arrabal, por lo cual era imposible que los enemigos se mantuviesen
en él si lograban tomarlo. Su recinto, de planta irregular adaptada al te-

14 URUETA: Documentos . .. , tomo V, pág. 70.


15 Mac-Evan al ministro Campillo, 18-XlI-1742 (AGI: Santa Fe, 940).
16 Mac-Evan a Campillo, 1 y 18-VI-1743 (AGI: Santa Fe, 940).
17 Carta de 3-IV-1744 (AGI: Santa Fe, 940).

260

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL INGENIERO DON IGNACIO SALA

rreno, está rodeado de muralla sencilla, con aspilleras para fusilería. Se le


hizo cuerpo de guardia, alberca, almacén de pólvora y un muelle para des-
embarcar la artillería y los pertrechos. Las comunicaciones del fuerte con
la ciudad no podían interrumpirse sino con la rendición de ésta o aquél 1s •
En la portada dibujada en al plano figura una cartela con una inscrip-
ción: «S. S. 1743», que indica la fecha en que se terminó. Hasta hace poco
existía en la portada una inscripción semejante: «San Sebastián-1743» 19. El
fuerte se conserva en la actualidad tal como aparece dibujado en el plano
(figura 107).
Por aquellos años reparó Mac-Evan el baluarte de San José, que estaba
arruinado, haciéndole un recalzo en el cimiento y cerrándole las grietas de
su muralla con cadenas de cantería (fig. 87; fig. 3: del plano); hizo otras
obras defensivas de tierra y fajina, en previsión de otro ataque por parte
de los ingleses, y levantó dos trechos de «la muralla real de la mar norte».
En un informe describe también las obras que proyectaba para la de-
fensa de Getsemaní, a la que daba suma importancia, por las mismas ra-
zones que habían inducido al Virrey a construir el fuerte de San Sebastián
y reparar el baluarte de San José; o sea impedir el acceso a la plaza si, for-
zada Bocachica, lograban los enemigos desembarcar en las cercanías de la
isla de Manga. Por idénticos motivos juzgaba necesaria la construcción de
varias cortinas de muralla y dos baterías 20. Con el fin de aumentar las
defensas de la ciudad contra un ataque por parte de tierra, proyectó en 1747
reforzar los flancos de la Media Luna 21.

EL INGENIERO DON IGNACIO SALA.-LOS FUERTES DE BOCACHICA

En San Lorenzo del Escorial se dictó en 10 de noviembre de 1748 una


real cédula nombrando Gobernador de Cartagena a uno de los más compe-
tentes ingenieros militares de la época: el mariscal de Campo e ingeniero
director de los Reales Ejércitos don Ignacio Sala 22. De noble familia ca-
talana, había nacido Sala en la casa solariega de sus padres, en Linya
(municipio de Naves, provincia de Lérida), ellO de abril de 1686. Iniciada
su carrera militar durante la guerra de Sucesión, tomó parte como ingeniero
voluntario en las campañas de Cataluña. En 1709 fue promovido al empleo
de subteniente de Infantería; estuvo en la batalla de Zaragoza (1710), en la

18 "Relación" de Mac-Evan, 26-VIlI-I744 (AGI: Santa Fe, 940).


19 La recogen Urueta y Piñeres: Ob. cit., pág. 79. Hoy no existe.
~ Se citan sus emplazamientos refiriéndolos a un plano general que no se conserva.
21 Efemérides de Cartagena, BH, núm. 23 (1919), pág. 455.
22 AGI: Santa Fe, 940. Por Real Cédula de 7 -I1-1749 se le aumentó a 7.500 pesos anuales el sueldo
de 2.000 señalado en el nombramiento, "atendiendo a los singulares méritos que concurren en este
oficial para distinguirle" (AGI: Santa Fe, 1.009).

261

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XV1I1

rendición de Brihuega y en la batalla de Villaviciosa. Aprobado por el rey


en 1711 el Plan General de Ingenieros, formó parte del primer escalafón del
Cuerpo, con categoría de ingeniero en segundo y destino en ejército de Ara-
gón. Tres años más tarde pasó destinado a Andalucía, donde estuvo ocupado
en las obras del arsenal de la Carraca y puente de Zuazo. A los treinta y
dos años de edad, el 5 de mayo de 1718, fué ascendido a ingeniero en jefe con
grado de teniente coronel, y a fines del mismo año pasó de nuevo al ejér-
cito de Aragón, sirviendo en Zaragoza, Pamplona y Fuenterrabía. Por su
actuación en la defensa de esta importante plaza fronteriza fue ascendido
a coronel en 1719.
Después de realizar importantes trabajos en Pamplona, que merecieron
informes laudatorios del ingeniero general don José Próspero Verboom, pasó
otra vez a Andalucía (1723), para dirigir la apertura del canal del río Gua-
dalete, en el Puerto de Santa María, cerca de Cádiz. Dirigió nuevas obras
en el arsenal de la Carraca y proyectó el gran edificio de la fábrica de Ta-
bacos de Sevilla. En 1726 fue ascendido a ingeniero director y brigadier de
Infantería y, después de tomar parte en el sitio de Gibraltar (1727), volvió a
Sevilla para iniciar las obras de la fábrica de Tabacos, en cuya dirección es-
tuvo ocupado desde 1728 hasta 173l.
Investido del cargo de director de las fortificaciones de Andalucía, pasó
en 1732 a dirigir las obras de la plaza de Cádiz y del arsenal de la Carraca.
En enero de 1740 fue ascendido a mariscal de Campo de los Ejércitos, con-
tinuando en la capital gaditana hasta su nombramiento para el gobierno de
Cartagena de Indias con el ascenso a teniente general 23 .
Fue, además, don Ignacio Sala, un tratadista de su profesión. Durante
los años de residencia en Cádiz dió a la imprenta algunas obras de su espe-
cialidad y tradujo al castellano el Tratado de la Defensa de las Plazas, del
famoso marqués de Vauban, ingeniero de los ejércitos de Luis XIV, cuya
primera edición había aparecido en La Haya en 1737. Don Ignacio Sala am-
plió esa obra clásica de la arquitectura militar 2" pues como decía el censor
don José de Chaves, marqués de Almodóvar, «la perspicaz vista de don Ig-
nacio Sala copió de Vauban luzes, pero en sus addiciones supo añadir res-
plandores, y aún corregir algún descuydo».
El nombramiento de don Ignacio Sala parecía obedecer al propósito de
resolver el problema de la defensa de Cartagena, pendiente de solución una
vez más por el estado en que quedaron los fuertes de la bahía después del
ataque de Vernon. Así lo consideraba, al menos, el propio Sala, consciente
de su prestigio profesional, según se deduce de una carta en la que decía
no dudar de que, entre las instrucciones que esperaba recibir, figuraría

23 CUEVAS ALCOBER: Un ejempÚlr español de arquitectura industrial del siglo XVIII, publica-
do por la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales (Madrid, 1946), pág. 18 Y ss.
)4 Publicada en Cádiz por Pedro Gómez de Requena, impresor mayor, 1743.

262

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LOS FUERTES DE BOCA CHICA

la formación de un proyecto general de todas las fortificaciones de la plaza


y su bahía 25.
El 21 de noviembre de 1749 tomó posesión don Ignacio Sala de su go-
bierno 26, y en febrero del año siguiente escribió al marqués de la Ensenada
comunicándole sus impresiones sobre Cartagena y sus defensas. Juzgaba
inmejorable la situación de la plaza, pero veía en ella dos defectos que le
causaban pesar: la mala situación del fuerte de San Sebastián y la abertura
de Bocagrande. En su opinión, el fuerte de San Sebastián estaba mal situa-
do, pues sus fuegos no podían enfilar a los navíos que intentasen forzar la
entrada al puerto, ya que uno de sus frentes (de cincuenta toesas de largo)
miraba hacia el surgidero y el otro (de treinta toesas) hacia la avenida de
tierra. En cuanto a la abertura que se estaba formando en Bocagrande, era
partidario de cerrarla, antes de que la fuerza del mar la agrandase más.
Añadía en su carta que había puesto cuatro cañones en la batería de
San José de Bocachica 27, y estaba madurando un proyecto para fortificar
este canal, pero antes de ultimarlo necesitaba saber si se mandaría cerrar
Bocagrande, ya que de lo contrario, si ésta continuaba en aumento, variaría
todo el sistema defensivo de la bahía y resultaría inútil cuanto se hiciese
en Bocachica 28.
Elaboraba Sala este proyecto por orden del Virrey, aunque con harta
parsimonia, como veremos. Cuando llegó aquél a Cartagena se encontraba
en la ciudad el virrey don José Pizarro, el cual le encargó que, de acuerdo
con el ingeniero director Mac-Evan, elaborase el plan de defensa de Boca-
chica. A este fin, estuvieron inspeccionando el canal y sus orillas los dos in-
genieros, en compañía del Virrey y de su antecesor, don Sebastián Eslava,
que poco tiempo antes le había entregado el mando. Como en esa entre-
vista surgiesen diferencias de criterio entre ambos técnicos, aquella auto-
ridad les orden,ó que estudiasen el asunto y lo sometiesen a su decisión . No
se pusieron de acuerdo los ingenieros, por lo que, habiendo reiterado la
orden el Virrey, que ya estaba en Santa Fe, en julio de 1750 le envió Sala
un proyecto que había formado Mac-Evan y un «dictamen», en el que ex-
ponía los puntos en que no estaba conforme con éste.
Estudiando el problema planteado por la defensa de Bocachica, partía
Sala de una premisa, en su opinión, indiscutible: que los fuegos de costado
de un navío eran siempre superiores a los de una batería de tierra, por lo

2S Creyéndolo así, solicitaba le permitiesen llevar a Cartagena al ingeniero ordinario don Manuel
Hernández, que aunque estaba destinado en Canarias, pasaría gustoso en su compañía si se le daba
un regular ascenso (carta de Sala, en Cádiz, 7-1-1749; AGI: Santa Fe, 940). Accedió el rey al cambio
de destino del citado ingeniero - no consta si también le concedió el ascenso-, a condición de que se
enviara a aquellas islas quien le sustituyera (minuta de respuesta a Sala, Madrid, 14-1-1749; AGI: Santa
Fe, 940).
26 Testimonio del acta de toma de posesión ante el Cabildo (AGI: Santa Fe, 1.000).
27 Seguramente se le habrían hecho algunos reparos después del ataque de Vernon.
28 Sala a Ensenada, 13-11-1750 (AGI: Santa Fe, 940).

263

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

cual ésta era útil solamente en el caso de que sus fuegos pudiesen enfilar
a los navíos por la proa o por la popa, disparando no al casco del buque,
sino a su arboladura, para detenerlo en su marcha, «porque un navío desar-
bolado es como un cavallo sin pies». Partiendo de esta afirmación, opinaba
que las baterías de Bocachica debían de ser construídas con sus ángulos sa-
lientes dirigidos hacia el canal, pues así los fuegos de un frente enfilarían
al navío enemigo por la proa y los del otro frente lo enfilarían por la popa
si lograba pasar adelante, y en cambio el fuerte presentaba así muy poco
blanco a las andanadas de las baterías del buque 29. El Virrey contestó a
Sala que le parecía más conveniente la forma propuesta por Mac-Evan, ya
que ofrecía la ventaja de que el fuerte podría batir con todos sus fuegos al
navío enemigo en el momento de pasar por el canal, con la ventaja, ade
más, de que los tiros de las baterías de tierra resultaban siempre más efi-
caces que los de los navíos, dada la inestabilidad de éstos. Como del informe
dedujo el Virrey que el desacuerdo entre Sala y Mac-Evan se refería prin-
cipalmente a la disposición y forma del fuerte de San Fernando, ordenó que
en tanto decidían sobre esta divergencia, se diese principio a la fábrica de
la batería de San José, siguiendo los planos del ingeniero director, y se
llevase cuenta detallada de su costo, a fin de calcular así con la mayor exac-
titud lo que costaría el otro fuerte.
Notificó Sala al Virrey el cumplimiento de esta orden, y repitió, de paso,
las razones expuestas en su anterior dictamen, por lo cual, comprendiendo
aquél que nunca lograría unificar los dos criterios, ordenó al Gobernador
que hiciese un proyecto para enviarlo a la Corte junto con el de Mac·Evan,
a fin de que S. M. decidiera, ya que mientras llegaba la decisión real se
podría seguir construyendo la batería de San José.
Con diversas disculpas eludió Sala el envío de sus planos, a pesar de
las reiteradas órdenes del Virrey, y én todas sus cartas expuso nuevas ra-
zones en contra del proyecto de Mac-Evan. En febrero de 1751 surgieron
nuevas diferencias en cuanto al modo de cimentar la batería de San José:
quería el ingeniero director fundarla echando piedra hasta ganar la su-
perficie del agua, y el Gobernador era partidario de edificarla sobre cajo-
nes llenos de mampostería, procedimiento que le había dado buenos resul-
tados cuando construyó el muelle de San Felipe, en Cádiz. También dis-
crepaban en cuanto al lugar de emplazamiento de la batería, que era tan
malsano que los trabajadores enfermaban a los pocos días de llegar, como
había sucedido al ingeniero Hernández, al sobrestante de la obra y a muchos
operarios.
Nuevamente insistió el Virrey en que le enviase sus planos, sin que el
Gobernador se diese prisa por obedecer. Por fin, en abril del citado año le
comunicó que había pasado a Bocachica para disponer su proyecto e ins-

'S AGI: Santa Fe, 940.

264

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LOS FUERTES DE BOCACHICA

peccionar los cimientos de la batería de San José, comenzados bajo la di-


rección de Hernández, porque Mac-Evan estaba gravemente enfermo 30. En
su carta hacía constar la conveniencia de que todo el cimiento de la batería
se hiciese de una vez hasta la superficie del agua, construyendo el contorno
exterior con grandes piedras desbastadas y unos cajones con mampostería
en los ángulos, rellenando después este circuito con piedra gruesa, casco-
tes procedentes de la demolición del castillo de San Luis y piedra menuda,
a fin de que todo, después de fraguado, formase una sólida plataforma 31.
Así se construyó, como veremos.
A pesar de todo, no envió los planos el Gobernador, y, así las cosas, re-
cibió una real cédula dada en Aranjuez el 12 de mayo, por la cual se le
concedían amplias facultades para que, sin más dependencia que la debida
al Virrey, dispusiese la construcción de las obras que juzgase necesarias
para fortificar la plaza y cerrar Bocagrande, así como también para librar
en las Cajas Reales las cantidades necesarias para costearlas 32. Al recibir la
notificación de esta cédula, juzgó el Virrey que las sucesivas excusas de
Sala y su resistencia a enviarle los planos no eran más que pretextos para
dar tiempo a que llegase la cédula concediéndole la amplitud de facultades
que éste había pretendido desde que llegó al gobierno 33 . Fuese así o no, lo
cierto es que el 30 el septiembre de 1751 apareció el tan deseado proyecto
de Sala, con un plano (fig. 116) Y una «descripción» explicativa.
Proyectaba fortificar el canal de Bocachica construyendo el fuerte de
San Fernando y la batería de Santa Bárbara en la orilla Norte, y la de San
J osé en la opuesta. Al recinto antiguo de ésta le unía una nueva batería, con
dos frentes de ángulo, uno de cuarenta y cinco toesas de largo, capaz para
trece cañone , dirigidos hacia la entrada del canal, y otro de veintiséis
toesas, con siete cañones, mirando hacia la parte interior del puerto. Mac-
Evan había proyectado un solo frente, con lo cual no se conseguía 10 que
Sala preconizaba, o sea que los fuegos estuviesen enfilados de tal manera
que pudiesen batir al navío enemigo por la proa y por la popa, al entrar
en el canal o al pasar hacia el interior de la bahía, respectivamente (véase
figura 125). Esta batería no había de tener terraplén, como proyectaba Mac-
Evan, sino sus muros a flor de agua, para ofrecer menos blanco al ene-
migo. En el recinto antiguo disponía Sala ocho bóvedas a prueba de bomba:
cinco para alojamiento de los soldados, una para el oficial, otra para cis-
terna y otra para cocinas del oficial y de la tropa; las puertas y ventanas
de estas dependencias se abrían hacia la parte opuesta al canal, a fin de

~ No se repuso de su enfermedad y falleció el 28 de abril, según escribía Sala al virrey en 2-VIlI-


1751 (AGI: Santa Fe, 940).
31 El Virrey a Ensenada, 2-X-17 51, con copias de las cartas cruzadas entre aquél y Sala desde
junio de 1750 hasta mayo de 1751 (AGI: Santa Fe, 940).
32 Minuta de Re, a Sala, 12-V-1751 (AGI: Santa Fe, 940).
33 El Virrey a Ensenada, 2-X-l 751 (AGI: Santa Fe, 940).

265

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

que estuviesen resguardadas, y para mayor ventilación disponía también


ventanas hacia la parte del canal, que podrían terraplenar fácilmente en
caso necesario o servir de troneras para cañones, aunque no era partidario
de esto, porque creía inútil dirigir los tiros al costado de los navíos. Todo
«este cuerpo de bóvedas-decía-cubre en caso de función el almacén de
pólvora a prueba», de donde se deduce que éste estaría situado en un lugar
más resguardado, quizá subterráneo.
En la otra orilla del canal situaba la batería de Santa Bárbara, que cons-
taba de un frente de cuarenta toesas de largo, con doce cañones dirigidos
hacia la entrada de aquél para hostilizar a los navíos en la misma forma
que los de San José. Cerraba su espalda una pared con troneras, y adosada
a ella habían de estar el aljibe, dos habitaciones para oficiales, el cuerpo
de guardia, un cobertizo para resguardar la artillería y el almacén de pólvo-
ra, a prueba de bomba, «que coloco a la parte del monte». Un foso la aisla
por esta parte.
En esta misma banrla del canal, en la cima de un pequeño cerro que
domina la campaña circunvecina 3', situaba el fuerte de San Fernando, for-
mado por un frente de hornabeque mirando hacia la campaña, con nueve
bóvedas a prueba de bomba, que tendrían troneras para su ventilación y de-
fensa. En la parte que mira al mar disponía una plaza de armas, de an-
chura igual a la longitud del hornabeque, y otro tanto de largo «hasta la
tangente del medio círculo que forma esta batería a barbeta, con su terra-
plén», y en ella colocaba un aljibe. Todo el castillo estaría circundado por
un foso, sin camino cubierto, ya que lo juzgaba innecesario, puesto que
los navíos tendrían que entrar bajo los fuegos de las baterías, o bien
desembarcar gente para sitiar. Parece deducirse de esto que el castillo, por
estar situado en un plano más alto que los navíos, no podría ser hostili-
zado desde éstos, y así, su misión primordial era la defensa del canal si los
enemigos trataban de desembarcar para rendir por tierra las baterías y de-
jar franco el paso a la bahía. Terminaba el Gobernador su informe condi-
cionando, una vez más, la eficacia de estas fortificaciones, a una obra pre-
via: la de cerrar Bocagrande 35.
En carta de 30 de noviembre del año de referencia comunicó Sala al
marqués de la Ensenada el envío de los planos y descripción de Bocachica.
Particularmente le remitió, con esta carta, un «planito particular» (fig. 103)
de la batería de San José de Bocachica, para que viese el estado en que se
encontraban sus cimientos, y le significaba que como «luego se empezarán
los parapetos de ella, está en su ánimo emprehender el almazén de pólvora

14 Para la situación de estos fuertes, véase la figura 125. Cfr. también informe de Arévalo sobre
la batería de Santa Bárbara, 15-1-1759 (AGI: Santa Fe, 943), publicado por MARCO: Ob. cit., pág.
239 y ss.
3S "Descripción de la canal de ... Bocachica ... con el proyecto de fortificaciones que necesi-
ta ... ", 30-X-1751 (AGI: Santa Fe, 943).

266

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LOS FUERTES DE BOCA CHICA

luego de perfeccionados los sobredichos parapetos y su explanada»; y si entre


tanto no resolvía el rey la aprobación de la obra, sería preciso hacer después
«las bóvedas a prueva de este fuerte, respecto que considero no se pueden
colocar en otra forma más conveniente» 36.
En el plano se representa, en la planta y corte transversal, el cimiento de
la batería, que se estaba construyendo tal como había propuesto el Gober-
nador al Virrey dos meses antes: dos muros de gruesos sillares, reforzados
con cajones de mampostería en los. ángulos y el interior macizado. La dis-
posición de las baterías en ángulo, unidas a la antigua, es también la que
había propuesto don Ignacio Sala.
La obra continuó sin perder tiempo. En enero de 1752 estaba a punto
de terminarse el cimiento y alcanzaba una vara de altura el parapeto del
frente más largo. El ingeniero Arévalo-director inmediato de la obra-
calculaba que en febrero estarían acabados los parapetos y se podría co-
menzar a hacer los merlones 37. En marzo estuvo el Gobernador en Boca-
chica y encontró muy adelantados los trabajos. Arévalo había instalado un
horno de ladrillos y tenía a sus órdenes unos doscientos cincuenta obreros,
entre forzados y esclavos, además de varios maestros albañiles contratados
en la ciudad. Por ese tiempo era Bocachica el castigo de los maleantes: «a
todos los que cometen por acá alguna picardigüela-escribía el Goberna-
dor-los envío a Bocachica por el tiempo correspondiente a su delito» 38. Dos
meses después la batería estaba «perfizionada, con sus troneras, merlones,
banquetas de ormigón bien acondizionado, y todo sacado a plana»; se tra-
bajaba entonces en los fundamentos de las bóvedas y «cubierto para su ar-
tillería», para que, interinamente, pudiese servir de alojamiento al oficial y
tropa de aquel puesto 39. Como se ve, lo más importante de la batería estaba
terminado, sobre todo la cimentación, que era la obra más difícil.
En julio del citado año se comunicó al Gobernador y al Virrey la real
reso]ución referente a los proyectos sometidos a su dictamen. Fue elegido el
de Mac-Evan, por considerarlo de menos costo y más eficacia, aunque reco-
nocía S. M. que ambos eran dignos de celo y competencia de sus autores.'o.
Esta resolución se refería solamente a la situación y forma del fuerte de
San Fernando, principal objeto, al parecer, del desacuerdo de Mac-Evan y
Sala. La batería de San José se continuó tal como estaba comenzada, o sea
según la había proyectado éste '1,
Por aquella fecha, terminada la cimentación de la batería de San José,
se comenzó a construir la de Santa Bárbara, por haberlo dispuesto así el

36 Sala a Ensenada, 30-XI-1751 (AGI: Santa Fe, 943).


n Arévalo al Virrey, 24-1-1752 (AGI: Santa Fe, 943).
38 CORRALES: Efemérides y anales del Estado de Bolívar, tomo 1, pág. 421.
39 Sala a Ensenada, 14-V-1752 (AGI: Santa Fe, 940).
40 Minutas de cartas al Virrey y al Gobernador, I·Vn·1752 (AGI: Santa Fe, 94g),
41 Informe de Arévalo sobre la batería de Santa Bárbara, citado en nota 34.

267

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

Virrey, juzgando que sería de gran utilidad, cualquiera que fuese el proyecto
que aprobase la Corte. Cuando recibió el Virrey la orden en que se le co-
municaba la elección del proyecto de Mac-Evan, la transmitió al Goberna-
dor, y dispuso que cesase la obra de Santa Bárbara y todos los operarios
pasasen a emprender la fábrica del fuerte de San Fernando. A la sazón,
dicha batería estaba casi concluída, no faltándole más que «las embara-
zaduras o merlones, obra que en cualquiera ocurrencia se puede suplir con
zestones llenos de tierra»~.
Cuando recibió don Ignacio Sala la carta en que el ministro Ensenada
le comunicaba la elección del proyecto del difunto Mac-Evan, le contestó
que no sentía pesadumbre por ver rechazado el suyo, sino por lo que con-
sideraba conveniente al real servicio, dados los defectos que tenía el plan
elegido, sobre todo por situar el fuerte de San Fernando a la orilla del mar,
sobre un lecho de arena difícil de cimentar, dominado por el terreno del
contorno y expuesto a que si los enemigos desembarcaban en la isla de Tie-
rra Bomba y ponían batería pudiesen batirlo fácilmente, cortando, además,
a la guarnición, la retirada por tierra '-1.
No obstante, dió principio al fuerte de San Fernando siguiendo el pro-
yecto aprobado, «a excepción de haber trazado el todo del fuerte un poco
más adentro por .. . haver encontrado variazión en la playa y haverse lleuado
parte de ella un pequeño uracán»". Las obras comenzaron el 12 de marzo
de 1753 45. A fines de 1752 marchó el Gobernador a Portobelo, en unión del
ingeniero Hernández, para disponer las fortificaciones de aquella plaza, que-
dando encargado interinamente del gobierno de Cartagena el teniente del
Rey don Fernando Morillo de Velarde 46. Mediado el año siguiente ya estaba
de nuevo Sala en Cartagena, pues escribía al marqués de la Ensenada en-
viándole un plano expresi vo del estado en que se encontraba, a la sazón, el
cimiento de la muralla del fuerte de San Fernando, que se iba haciendo a
costa de crecidos gastos, «por lo mucho que cuestan sus excavaciones y el
excesivo trabajo de agotarlos a fuerza de bombas» '7. Solamente estaba he-
cho el cimiento de uno de sus baluartes, según se ve en el plano referido
(figura 104), levantado por el ingeniero don Antonio de Arévalo, que dirigía
la obra.
Antes de marchar a Portobelo debió solicitar su relevo, y es posible que
en esta decisión influyese la de la Corte, al rechazar su proyecto y preferir
el de Mac-Evan. En marzo de 1753 fue nombrado para sustituirle el briga-
dier don Diego Tabares. Al comunicar a Sala la concesión del traslado que

42 El Virrey a Ensenada, 30-X-1752 (AGI: Santa Fe, 943).


43 Sala a Ensenada, 30-IX-1752 (AGI: Santa Fe, 943).
44 Sala a Ensenada, 24-VII-17 53 (AGI: Santa Fe, 943).
45 Efemérides de Cartagena, BH, núm. 23 (1917), pág. 456.
46 El Virrey a Ensenada, 8-1-1753 (AGI: Santa Fe, 941).
47 Sala a Ensenada, 14-VI-1753 (AGI: Santa Fe, 943).

268

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL INGENIERO DON LORENZO DE SOLís

había pedido, se hacía constar que {( Su Magestad queda mui satisfecha del
celo y amor con que Vuestra Exclencia le ha servido» 48. El 17 de noviembre
del mismo año cesó en el cargo, y el 28 de marzo del año siguiente embarcó
para España en el navío holandés «La Unión» 49. Pocos meses después de
su llegada, el 18 de octubre de 1754, murió en Cádiz 50.

EL INGENIERO DON LORENZO DE SOLís

En 1752 fué nombrado director de las obras de Cartagena y ascendido


a brigadier el ingeniero don Lorenzo de Solís, que pasó a ocupar la plaza
vacante por fallecimiento de don Juan Bautista Mac-Evan. Las noticias que
tenemos de Solís se remontan a 1726, cuando aparece destinado en Cata-
luñ~ Sirvió después en Cádiz y en Sevilla, donde fue ascendido (1733) a in-
geniero en segundo. Pasó más tarde a Italia, donde tomó parte en diversas
acciones de guerra, y hallándose de regreso en Barcelona, en 1733, fué des-
tinado a Mallorca. Dos años después le nombraron ingeniero comandante
de la plaza de Ceuta, en la que proyectó importantes obras de fortificación.
Destinado más tarde a Cartagena de Levante (1742) y a Andalucía (1744), en
esta Comandancia General de Fortificaciones sirvió varios años, teniendo
a su cargo obras militares en el Campo de Gibraltar y en Tarifa. Fue elegi-
do para elaborar un «proyecto de Sorpresa» para apoderarse de la plaza de
Gibraltar, realizándolo a satisfacción de sus superiores y, hallándose en Se-
villa, fue destinado a Guipúzcoa, donde se le encomendó la reparación de
los baluartes de Santiago y San Felipe, de San Sebastián 51.
Al ser nombrado Solís para la dirección de las fortificaciones de Car-
tagena debió solicitar permiso para llevar consigo a su nuevo destino al-
gunos operarios y técnicos de su confianza, pues por real cédula de 28 de
abril de dicho año se concedió licencia para que embarcasen con él en
Cádiz y fuesen a servir en Cartagena varios artífices que antes habían tra-
bajado a sus órdenes. Eran éstos: Bartolomé de los Heros, de veintiocho
años de edad, «práctico en obras y aparejador de las que se fundaron en
Guipúzcoa» bajo la dirección de Solí s ; don Francisco de la Riva, arquitecto,
inteligente en obras de edificios civiles; don Francisco Manuel Morán, de
veinte años, «manuense de pluma y con algunos cortos principios del dibujo
de planos liñeados»; y Juan Fernández, cerrajero hábil en la ejecución
de herrajes para las máquinas de achicar el agua de los cimientos de las

48 Minuta de carta a Sala, 14-111-1753 (AGI: Santa Fe, 1.009).


49 Tabares al Virrey, 10-111-1754 (AGI: Santa Fe, 943).
SO CUEVAS ALCOBER: Ob. cit., pág. 39.
SI CALDERON QUijANO: Ingenieros militares en Nueva España, en "Anuario de Estudios
Americanos", tomo VI (1949), págs. 68 - 70.

269

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTA GEN A A FINES DEL SIGLO XVIII

obras fundadas en la orilla del mar, «y para las que se estilan en su zarpea-
do y pilotis ya experimentado por Solís en Guipúzcoa» 52.
El 12 de junio embarcó Solís en Cádiz, y cuarenta días después llegó a
Cartagena. En agosto escribió al marqués de la Ensenada dándole cuenta
de la incorporación a su destino 53, y poco después suplicaba al Virrey que
solicitase de la Corte el destino a Cartagena de dos ingenieros subalternos,
uno que sirtiese para delineador y otro práctico en operaciones geométricas
e inteligente en construcciones, para que pudiese alternar con Arévalo, que
tenía a su cargo la dirección inmediafa de las obras de Bocachica 54. La mis-
ma petición hizo directamente a Ensenada, significándole la falta que ha-
cían ambos técnicos, ya que las obras pendientes ocuparían cuatro años de
trabajo intenso. Parece ser que la Corte atendió, al menos en parte, lo
solicitado, pues dispuso que el ingeniero ordinario don Manuel Vallejo, que
había sido destinado a Portobelo, fuese a servir en Cartagena 55.

EL «PROYECTO GENERAL»

No concretó Solís sus actividades de ingeniero director a la continua-


ción de los fuertes de Bocachica y a la obra del malecón de Bocagrande, de
que hablaré luego. Muchos problemas había pendientes de resolución en las
defensas de Cartagena y se hacía preciso la formación de un amplio y deta-
llado proyecto general de fortificación, pues si bien su antecesor, Mac-Evan,
había elaborado uno, no se encontraban en los archivos de la dirección de
Jas obras los planos y diseños a él referentes ni dato alguno acerca del
juicio que a la Corte hubiera merecido dicho proyecto. Por esas razones,
Solís, siguiendo en todo las instrucciones dictadas a su antecesor, formó un
proyecto general, del que sólo conozco dos planos, suficientes, sin embargo,
para dar idea de su importancia y magnitud.
Hizo Solís un estudio acertado de la ciudad y sus puntos vulnerables
(figura 111). Eran éstos: la Media Luna de San Antonio, el baluarte de San
José y la cortina de muralla que unía los baJuartes de San Pedro Mártir
y San Lucas. La Media Luna era, para Solís, el punto que ofrecía más fácil
y cómodo ataque al enemigo que hubiese podido forzar la entrada a la
bahía y rendir el castillo de San Felipe de Barajas, y no se equivocaba, pues
la experiencia lo había demostrado dos veces: Pointis rindió a Cartagena
tras de abrir brecha en la Media Luna, y lo mismo hubiese logrado Vernon

52 AGI: Santa Fe, 94l. No he hallado más noticias documentales referentes a estos artífices,
por lo que me pregunto si pasarían efectivamente a Cartagena.
53 Solís a Ensenada, 10-Vll-1753 (AGI: Santa Fe, 291).
54 Solís a Ensenada, 7-IX-1753 (AGI: Santa Fe, 941).
55 Arriaga a Ensenada, Cádiz, 26-11-1754 (AGI: Santa Fe, 941).

270

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL «PROYECTO GENERAL» DE SOLís

a no haberse estrellado ante la heroica resistencia que le opuso el castillo


de San Felipe.
Proponía Salís en su proyecto añadir a la Media Luna los baluartes de
Santa Bárbara y Santa Teresa, «ambos con flancos curvos retirados, cu-
biertos con sus orejones para que no puedan ser fácilmente vatidos en bre-
cha; los que... dificulten al sittiante el asalto, disputándoselo largo tiempo,
y consiguientemente el progreso de su conquista ... , cuyas cortinas inter-
ceptas, la una entre el baluarte referido de Santa Bárbara ... y el baluarte
de San Joséph ... , ay de inútil servicio como existe; y la otra la que media
entre el proyectado baluarte de Santa Teresa ... , a la yzquierda de la refe-
rida Media Luna ... , y el baluarte llamado Chambacú ... , que también se pro-
pone agrandar, mejorándolo con la disposición que se manifiesta». Como si
bien tenía dicha Media Luna una obra avanzada, era ésta tan reducida que
no bastaba a cubrirla, incluía en el proyecto un rebellín «capaz y es tendido,
con flancos, foso, puente estable y levadizo, con su glasis», para protección
de aquélla e impedir al enemigo batirla con artillería.
Para poner en servicio el baluarte de San José proponía hacerle un re-
vestimiento exterior, «dando dos pies y medio de más gruesso al recinto
magistral en el nibel del cordón; y a su base el gruesso correspondiente al
quinto de declivio de su alto con las trabazones internas de buenos sillares
a cola de golondrina cortadas que unan y sujeten la mampostería vieja con
la nueba, a fin de que otra vez, ni jamás se inutiliza por el empujo de las
tierras, como al presente sucede».
Las cortinas entre los baluartes de San Pedro Mártir y San Lucas for-
man un ángulo entrante (fig. 111), por el cual se podía atacar a la plaza
sin necesidad de tomar el castillo de San Felipe ni la Media Luna, ya que
dicho ángulo estaba fuera del alcance de los fuegos del castillo, quedando
así una zona muerta, donde el enemigo podría atrincherarse con «trabersas
tornantes, dobles y directas», aprovechando para ello los buenos materia-
les-tierra y fajina-que abundaban en la inmediata manga de Angola.
Para defender ese punto vulnerable del recinto proyectaba Salís cubrirlo
con una contraguardia (fig. 99).
Además, proyectó Solís la construcción de unos cuarteles, con capacidad
para mil hombres, y unos almacenes para víveres y pólvora, en los ba-
luartes de Santa Bárbara y Santa Teresa, a los flancos de la Media Luna.
Parece ser que el Gobernador insinuó que no se hiciesen en dichos baluar-
tes, sino en otra parte de la ciudad, y entonces Salís situó el cuartel en el
espacio «que haze frente a la cortina y baluarte de San Pedro Mártir», y los
almacenes «en los cocales que están junto al baluarte de Santa Catalina».
Como complemento de todo este plan general de defensa propuso también
el ingeniero que se cerrase con muralla el portillo que continuaba abierto
en la Marina, entre los baluartes de Santa Clara y Santa Catalina 56.

56 Proyecto de Solís e informe del Gobernador, 5-X-1754 (AGI: Santa Fe, 943).

271

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

Quizá introdujese Solís algunas variantes a este primer proyecto, ya que


los planos están fechados casi un año después, en 1755. Bastarían éstos
para acreditar los conocimientos técnicos del ingeniero director de las obras
de Cartagena, si no tuviésemos también testimonios de las que llevó a cabo
en el malecón de Bocagrande. Se ve en ellas el fruto de un detenido estudio,
que se traduce en el más acertado aprovechamiento del terreno para sacarle
el mayor partido posible. Los planos de la Media Luna nos muestran los
baluartes proyectados para defenderla por los flancos (figs. 100 y 101). La
part.... eñalada con la letra G debe corresponder, indudablemente, al primi-
tivo baluarte que edificó Francisco de Murga, el mismo en que abrió brecha
la tropa de Pointis.
Los baluartes de Santa Teresa y Santa Bárbara tienen sus cortinas y ore-
jones dispuestos de tal modo que impiden al enemigo el asalto y el tiro di-
recto para hacer brecha, ya que no dejan ángulos muertos. En vez de estar
terraplenados, ocupan su interior diversas dependencias cubiertas con bó-
vedas a prueba de bomba: en el baluarte de Santa Bárbara, una puerta (B)
conduce a una batería baja, subterránea, con cuatro cañones, e inmediata a
ésta se encuentra el almacén para la pólvora; ocupan el resto del baluarte
diez estancias abovedadas, «para los retenes y tropa de descanso», y otras
siete para almacenes de víveres, un aljibe capaz para abastecer de agua
a toda la guarnición de Getsemaní y un amplio «parque y taller de Forti-
ficación, Artillería y Maestranza universal», para repuestos de madera, hie-
rro, herramientas y toda clase de útiles necesarios en caso de sitio. El pa-
luarte de Santa Teresa tiene, en análoga disposición, otra batería subterrá-
nea para igual número de cañones, un almacén de pólvora para el repuesto
de todas las baterías de Getsemaní y cuatro salas abovedadas para hospital
de sangre, con despensa y cocinas para su servicio.
El otro plano que se conserva del proyecto general muestra en planta
y corte transversal la contraguardia, el cuartel y los almacenes para víveres
y pólvora (fig. 99). La contraguardia tiene dos frentes de ángulo, capaces
para siete cañones cada uno, dispuestos casi perpendicularmente a las cor-
tinas, que forman un ángulo muerto entre los baluartes de San Pedro Már-
tir y San Lucas. Tiene almacén para pólvora, cuarto para oficial y cuerpo
de guardia, situado en la plaza baja, que comunica, mediante una rampa,
con la parte alta donde están las baterías. Un puente levadizo la pone en
comunicación con el recinto de la plaza.
El almacén de pólvora consta de tres naves, cubiertas con bóvedas li-
geramente apuntadas-separadas entre sí por arcos-, que descargan en
muros reforzados por contrafuertes. Son de notar los respiraderos que hay
en los muros de descargo, que contrastan con las ventanas que se abren
en los muros que cierran los extremos de las bóvedas, como si esta curiosa
disposición se hubiese dado para que en caso de incendio o explosión los
gases de la combustión hallasen fácil salida rompiendo estos muros y que-

272

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIC. 112. El cerro de San Felipe y sus inmediaciones, con el antiguo castillo y las nuevas baterías construidas por Arévalo. 1763

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
c'6d Y/;'lO.pa-;" m..{jRM ~-;-Jt.''''''' v v?s7u-a-; IlIl :J()J.tijÚ4cior\U,vj)d,4{!florrú,n(J~Írt"tU

FIC. 113. Perfiles del cerro y castillo de San Felipe de Barajas, por don Antonio de Arévalo. 1763

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
HG. 114. Plano de la Plaza de Cartagena y terreno de sus inmediaciones, por don Antonio de Arévalo. 1763

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
J"
I~ r. .. ,
ftf tlt.:
1i AJl.1I1l {!'~

FIG. 115. La baMa de Cartagena, la ciénaga de Tesca y la costa desde la Punta de la Canoa hasta Barú hacia 1741
FIG. 116. Planos del fuerte de San Fernando y baterías de San José y Santa Bárbara, según el proyecto de don Ignacio Sala para la defensa
del canal de Bocacruca. 1751
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 117. EL castillo de San Felipe de Barajas y las nuevas baterías, (pormenor del plano reproducido en la fig. 112).
FIG. 118. r[ano del canal de Bocagrande, por don Miguel José Gastón. 1764

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FlG. 119. El canal de Bocachica y sus fortificaciones.

FlG. 120. Batería de San José de Bocacruca.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FlG. 121. Casa en la calle de Santo Domingo.

FlG. 122. Casa del marqués de Valdehoyos, en la calle de la Factoría.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 123. Fachada de los cuarteles de fe Las Bóvedas ».

FIG. 124. Garita del baluarte de Santa Catalina y la Tenaza.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
,... .......-., - ~ . • 1''' .~.k ......
e~
t"i-.. ~~~ 1J'"i'iWal'" ........:r5,-
~
,-.w..,..
,...CtE
.«...-.-,.........
o

IA~o P I
D . ,
-to o ' "~M.J..
& ~........
a... ~,....... & ~.. 1 • • JC;'I~ ,-,- --.,--,

• !§
lW
a .1WIa.o..
.. • , ._'o
._ •
.J"k-a...:. ..~

c-. J,.J.J¡";,,¡, ..It.....


L..-! __-'- _,..!. ______ _ __ tt _""'-______ ~

C'....... ,- t.(} ~,~., "t, '. ..." . J. - - l""Jil C"n,ek ,0"1 t..,

FIG. 127. Planos del castillo de San Felipe de Barajas, fuerte de San 5ebastián del Pastelillo y batería de San José de Bocachicao 1778.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
, , 1-/'..... 1. c......J y - - - " tI.4.aIe41J-
~ _ _ ._n... ............. _____
~ .f' _ .. _a... .....,.-o....... ,.,....,...... -
lIfi/~/...,...,..... - - - - -
,,;...,¡ I!th. t.> •• .11b.

)4..•.
_ _ _ _ _ _ _ _ _" -_ _ _ _ _ il -
,1'11

FIG. 129. Proyecto para fortificar la ciudad desmantelando el arrabal de Getsemaní, por don Juan
jimenez Donoso, 1774. - FIG. 130. Plano y perfil de la batería del Angel, 1778.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
¡¡ú..".~"''', c~h d/¡tJ IItÚtiJ ¡, IJ/JbI4/itml. f1l'l:n¡¡{g Jf !y'mo.a",A OtlÜJlltI' df tÍ 8/'J1t! .1!tulrp ¡f,11I/JfIJ" :1"_
. . --.o._. .
PQ. _~ .
III IItr"MI.""y JOII.¿jJir.rtp d C/kIIJp ¡/t !j"t'llJ/l l'I!J1if.rr """".!I'!4WtltwlM

,.

FIG. 131 . Plano del fuerte de San Fernando (pormenor del reproducido en la fig. 128). - FIG. 132. Plano y perfiles
del hornabeque de Palo Alto.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
:.Pfano )ULGrul de,lo.1lua. at. Gul~ dc$JJIlr/t di' JU $ahll1,Y '11rrwo dr sus Immrd/Ul "mes,para la trU.·~'1Cla de la slfullc;on de le
~J b t p : '~ . ... - I'uro clcCAmgrondljQlJtmCÚJ,~lgrosa ~&a 1l2Cl, yla dcl-:t.sJ~o (lcnlrrclla .y t'fItll c.6om mkrmedla,cotl eI :~ofsc.:f~ponc'p·Ct
»-.- _H L. _ Jo ytlpor~ rn9''podrrutrJocar.zlosCAcwtos ¡g,rfa de S arp:~t~dc~.cslaenlmda infenn lJ'Jr l"!pollMdc1 ton la c.rCCU2 de la Ob~
~«If'1o .lo!llGa • .B Ya dJ.ArffJhQJ, e (MIlo dcJ,..)'9Itc~dl~ noJli EScollcn;¡ ~;: s, ~slci ('.ww/tukl0JV:'u W;¡'j1tl'tlr la clluralla-'J1 dJ
d~ le~9~s.
,1PI"1<1. b,.i,da dd ~,deI X~ ~Jl1Ilodo I(~(' c:llar: -1' 'G 1''1. ]krluro d~ l.noca~raTla:, IJ dm:,ml" Jc la Obra,proyrclada. so/m: c.1 w.
dio.. O F ~mo ~QII7IQ (,llra~q y lJ(Uo~cnQma. ddgw¡I/\J:IU y<-gtJannmk ch1lor cor.lDs c1-cn,,,/cs. 11 "'o1n.¡.CJa;¡, (llmunuu.;do ~~(IS con.
k la ~ilJ-.PJl! 1~ Gtñm."y"mAII,141't.S ant¡lQdj,¿ar J. Joí J ,rrluad6n. ,/ue jioJrti'l oc~r los ,rauic8
de s. ,ifl para la dcfo"za, ~ lit ""Iruca' '" rs#ctal
K ¡¡xw ci:'.11arQ. m ~~ hJheron. JlA'a..ll'mbalt'o '08 y.,~('sr.· en ('J';lImloj,llo~ L ,L Gmlt>11I8 d"'1í';"¡""',ba d"'y,rdra dO>:lropST> . M (an
J, ~t¡'n aIJ.o,n7:rr~lo. Qrdrc~ drlaiual >(r~yi"ora'P<A1Q rIngar loin/tnor de la Obm. fk los1fgUrs, y ("?rollcm D E.. Jr:/a..9YAza.
_~~ (jmJtll'(CIr .~bóm~ d!p'r~'ClI!~ mi/dad.. "J.I .\ur De ~.Ja ('orltera.a: .;l/~z:. 4'dislancia di. 3:too.luI·3Q$ ~!'lro d( la cJ3Q}II"'- CW ot
- 'r.a 6....,.a mla {}.lanel.Q. 8t~JlQ con &w. ~l#rll>J'~. 'las (r;,'¡"rrQt/onu 9'~'dwan ro';;«.ttuIQ , O ('","cm '¡le lésra ·(J.: JNlo'Q a..l-ucno.. (
abrrl4 ..Jt/~ &-~ ~ Sat'a y/CíJmpoíó'th....I.a Ck:I't'ra D .E.. P Ofru Cankm cOMilla aflÜ'(¡.."'i\·llie "" 10$ C('n05 'dt ~m. :AL
laJta~a(df1l1mt:Íllr¡¡;OoJ l~ Qlooril/Q~ '/a Pa,'"Dr7,A!oWr en/os lllor,~'iJrla¡/J0'JU.,lla (,;/0' al... ('l1Ikm ab,altt?J,.· ¡"'/(na eaJtdái!t:'¡';so.
~oI $oaM~'CIo~.JI'I"'I.. mr""C>tódn <..1""Km. ~.C4lr'/('n>'dr?o/c;JQjO$7x:·s..:JJ rrJx.#/(Jo~""'?!pDlk"a?tcv/Jl.YlIl'c~nlllrnD hu.
((lrl~~.la dI" ~A'OilU a J,9 &)tJIO 8r..1l69. y ' . '

J
• I
(l
~~~~.~
~ ~ \ ( .~
~
( ... ~..~
-Clcala 01(' 200", luaa$.p."'éJ !l/O"O .}flluol. - 6((110 dr .1'000 'lJ.y"rI .'P/allo .J~nml7.. ~
ha' -, .,=r.. . . ~,- " T 1 --t:... p' C~t j' ... -"'~ "W

FIG. 133. Plano de Cartagena y sus inmediaciones y planos particulares del dique de Bocagrande. 1769

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
1 t ¡ ;

- - ...,,----.,-1 :r
... ~
llllr~;r'/
l

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
~ Iw ~ KLat.AJ",.r«:aaJ,J/tl <.~ ~:~ eh lWruto"
.s"~·&f)~'Ft.t..,,.'f"''''"''·~)''''''''''JU~'''/4..A_,-~

.1-:-

FlG. 135. Plano y perfiles del dique de Bocagrande, por don Antonio de Arévalo. 1773

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
'" j)-1.P("-YArf.ksi)o'''ih''''''tiJf.m/,",''Jd~la~ar*,~~&...
'tÚ. Jc.. Carl~«'Yn~it:v.,para("f~~.'&~MfUe. _ _
~- , ,,' ., ,,;¡,1trrrfflla c""dfrT!'fOraI/ZfGdtnD Of ""a, J76f'tlatfc,I:.0f':'
'~'Mi:': .JCp~~.Jfufar;f'·~ ar J..utrte~:::;e;:~~~ ..':c.':.
'r..~~:~i~Jtr;r;;'t

FIG, 138, Plano general y pormenores de la escollera proyectada por don Antonio de Arévalo para defender la muralla de la Marina de los embates del mar. 1762

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 139. Plano de la ciudad con la escollera de la Marina, por don Antonio de Arévalo, 1786 (copiado por don
José Díaz Pedregal).

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 140. Plano del muelle de la Contaduría, por don Manuel Anguiano. 1803

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
FIG. 141. Proyecto para fortificar la ciudad uniendo en un solo recinto el primitivo núcleo de Cartagena y el arrabal de Getsemaní. por donJuanJiménez Donoso. 1774

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL DIQUE DE BOCAGRANDE

dasen intactas las bóvedas, ocasionándose así el menor destrozo posible.


Todo el almacén está cercado por un muro, que tiene garitas en dos de sus
ángulos. Exteriormente está adosada una dependencia que debe ser el cuer-
po de guardia.
El almacén de víveres tiene una especie de pórtico con pilares, al cual se
abren las puertas que dejan paso a seis naves, comunicadas todas entre sí
y cubiertas con bóvedas apuntadas. En todos los muros se abren ventanas,
y los de descarga de las bóvedas tienen gruesos contrafuertes.
El cuartel es mucho más amplio: a ambos lados de su entrada hay dos
habitaciones-seguramente cuerpo de guardia-, y después se pasa a un
gran patio claustrado con dos alas, formada cada una por seis naves cu-
biertas con bóvedas apuntadas. También hay ventanas en todos los frentes
y contrafuertes en los muros de descargo.
El plan general de fortificaciones proyectado por Solí s no se llevó a
efecto en su totalidad, pero el ingeniero don Antonio de Arévalo construyó,
unos lustros más tarde, los cuarteles de «Las Bóvedas», utilizando en parte
los planos de su antecesor, como veremos.

EL DIQUE DE BOCA GRANDE

Ya hemos visto en capítulos anteriores cómo por el naufragio de unos na-


víos en Bocagrande, a mediados del siglo XVII, se formó un banco de arena
que obstruyó por completo la entrada del canal, originando la for mación de
un istmo que convirtió a la isla de Tierra Bomba en una península. Un siglo
después de aquel suceso, cuando después de tanto pesar opiniones de téc-
nicos y peritos se había decidido respetar los hechos consumados, el canal
se estaba abriendo de nuevo y amenazaba trastornar completamente el sis-
tema defensivo de la bahía de Cartagena, pues si llegaba a hacerse practi.
cable para toda clase de navíos, de nada servirían las fortificaciones de Bo-
cachica.
Según escribía el Gobernador don Ignacio Sala al marqués de la Ense-
nada en 1750, la nueva abertura de Bocagrande tuvo su origen en un pe-
queño canal que habían hecho para que pudiera pasar a Playa Grande el
bote del navío «Africa», que tuvo a su cargo la defensa de aquel lugar cuan-
do el ataque de Vernon 57. Como, además, en aquella ocasión, cortaron los
manglares que cubrían el istmo de arena, el temporal que se desencadenó
el 2 de febrero de 1739 agrandó el canalito y abrió otros, que fueron aumen-
tando con la corriente de las aguas y las mareas. Pocos meses después de
aquel suceso, el teniente de Artillería don José de Herrera y el capitán de

57 Así fue, en efecto. Véase el plano de 1739 (fig. 83), donde se ven el navío y el canalito.

273

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

navío don Francisco Ovando reconocieron la abertura y comprobaron que


se había extendido hasta setecientas brazas de anchura, con una de fondo 58,
Proyectó Herrera cerrarla «con dos estacadas paralelas que corriesen por
todo el baxo de un extremo a otro de la boca, encintadas y enriostradas
y lleno de hueco, o intradós de piedra seca» (véase fig. primera del plano re-
producción en la fig. 133), cuyo costo ascendía, según sus cálculos, a unos
treinta mil quinientos pesos. Poco después, el ingeniero don Juan Sobrevi-
lle calculó en ochenta mil pesos la realización del mismo sistema ideado
por Herrera, cuyo exceso sería debido bien a alguna mejora introducida
en el proyecto o bien a lo que entonces hubiese aumentado la boca en lon-
gitud y profundidad.
Pronto debió tener la Corte noticia del accidente ocurrido en el istmo,
pues en las instrucciones que dió a los ingenieros Desnaux y Mac-Evan el
16 de octubre de 1741-al ser destinado éste a Cartagena-les encargaba
«disponer el cerrar inmediatamente la abertura hecha por el mar en la
parte de Bocagrande, para que no se aumente y se evite el paso de toda
embarcación, según conviene». En consecuencia, a poco de llegar Mac-Evan
y Arévalo a la ciudad, en unión de Desnaux midieron la boca, y la hallaron
de una anchura de setecientas toesas y poco más de dos brazas de fondo.
Este propuso cerrarla-de un modo semejante al ideado por Herrera--con
dos estacadas de madera de corazón, «encintadas, enrriostradas y forradas
interiormente de tablas de cuenta de cedro, llenando el intradós de piedra
seca» (fig. 133, fig. segunda del plano), cuyo costo calculó en ciento treinta
mil pesos. Mac-Evan hizo un cálculo más elevado, pero no propuso método
para cerrarla, porque juzgaba que «apenas dependía una pequeña parte de
la defensa de esta plaza de estar o no cerrada esta boca» 59.
De estos estudios nada se adoptó en definitiva, y el canal siguió agran-
dándose. Cuando don Ignacio Sala llegó a Cartagena en 1749, la anchura era
casi doble de la que habían medido los ingenieros arriba citados, pues al-
canzaba mil trescientas toesas y el fondo estaba a dos brazas en las partes
menos profundas. Sala se mostró desde un principio partidario de cerrarla,
y así lo hizo constar al marqués de la Ensenada, aunque consideraba que la
obra sería larga y no exenta de dificultades 60. Ideó un método más sencillo
y de menos costo que los propuestos por sus antecesores--cuya realización
evaluó en sólo treinta mil pesos-, consistente en un dique formado por
cajones sencillos de madera de mangle llenos de fajina y piedra (fig. 133, fi-
gura tercera del plano), «para detener la arena que la mar conduxese y,

ss Solís a Ensenada, 13-11-1750 (AGI: Santa Fe, 940).


59 "Discurso ... para la inteligencia del estado en que se halla la abertura ... de Bocagran-
de ... ", por Arévalo, 19-Vll-1769 (AGI: Santa Fe, 945). Publicado por MARCO: Ob. cit., págs.
253 - 262.
60 Sala a Ensenada, 13-II-1750 (AGI: Santa Fe, 940).

274

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL OIQUE DE BOCA GRANDE

acantonándola a dichos caxones, los abrigase y formase playa seca». El 12 de


marzo de 1750 dió principio a la obra fil.
Dos meses después había podido comprobar que se iban acumulando
arenas junto al dique, y esperaba que la obra costaría menos de lo calculado,
pero se hacía muy lentamente, pues sólo era posible trabajar en ella duran-
te la época de las «brisas», y siempre estaba expuesta a que los temporales
la retrasasen o interrumpiesen 62. En noviembre se había cerrado un trecho
de noventa y dos toesas, con poco menos de mil pesos de gastos 63. La real
cédula de 12 de mayo de 1751, citada en otro lugar de este capítulo, con-
cedió al Gobernador amplias facultades en su cargo de director de las obras
militares de la plaza y le ordenó terminar «la importante obra de cerrar a
Bocagrande», lo cual implicaba la aprobación de cuanto había hecho ante-
riormente 64. Pero a fines de 1750 fue preciso suspender la construcción del
dique para activar las obras de los fuertes de Bocachica, y un violento
«norte» lo maltrató tanto a principios de 1752, que cuando se reanudaron
las obras, en noviembre del año siguiente, estaba casi destruído.
Se trabajó durante más de un año bajo la dirección de don Lorenzo de
Solís, siguiendo en todo «lo que estilaba y había dirigido» don Ignacio Sala,
pero en febrero de 1754, advirtiendo Solís que el proyecto de éste no era
práctico, discurrió y propuso al gobernador don Diego Tabares hacer «una
baIlada por lo largo del ancho de dicha Boca, extendida con caxones vo-
lantes de madera mangle», llenos de fajina y piedra, «bien enrriostrados y
asegurados con mordazas, altos lo que permita el baxo hasta el nivel de la
marea alta con el quarto de su alto de talúes o declibio por todos sus quatro
lados », con lo cual juzgaba que se podría impedir la navegación. De acuerdo
con el Gobernador, se puso en práctica este proyecto por aquella fecha, y
en octubre del mismo año se habían construído seiscientas cincuenta varas
de dique, formado por sesenta cajones colocados a trechos de veinticinco
varas. No prosperó el proyecto, pues pudo observar Solís que, a los pocos
meses de colocar los cajones, eran destruídas las maderas por la «broma»,
en vista de lo cual, desengañado de sus buenos propósitos, mandó cesar la
obra, dejando solamente en ella un corto número de trabajadores para que
reparasen los tramos del dique que fuese destruyendo la resaca, e hiciesen
ciertas obras conducentes a la conservación de la considerable playa que
se había formado. Fracasó en nuevas tentativas por culpa de los vendavales,
pero no cejó en su empeño: de acuerdo con el Gobernador hizo construir
dos cajones volantes, «uno de madera canalete y tabla de seyba» y el otro
«de corazón colorada y tablazón de sedro», que convenientemente calafatea-
dos se pusieron en el bajo de Bocagrande en agosto de 1755; uno estaba
lleno de mampostería ordinaria y el otro de una mezcla de arena, polvo de
61 Documento citado en la nota 59.
62 Sala a Ensenada, 6·V-1750 (AGI: Santa Fe, 940).
63 Sala a Ensenada, 20-XI-l 750 (AGI: Santa Fe, 940).
64 Documento citado en la nota 59.

275

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CART AGE A A FINES DEL SIGLO XVII!

ladrillo y cal. Un año después se reconocieron los cajones en presencia del


ingeniero, sobrestante y albañiles, y los hallaron «de dura y permanente
consistencia», por lo cual, comprobada la eficacia de su idea, la sometió
Solís al dictamen del Virrey, a quien envió un informe y unos planos 65.
En agosto de 1757, el ingeniero director levantó un plano de Bocagran-
de (fig. 88), que envió al ministro don Julián Arriaga en octubre 66, para que
viese la disposición y corte transversal de los cajones que proyectaba colo-
car para formar el dique. Se indica en el plano la playa que se había forma-
do con el trozo de dique construí do anteriormente, los cajones volantes de
mangle destruídos por la mar y los otros dos, de madera de corazón, llenos
de mampostería que se habían puesto dos años antes. Ciento cuarenta y
dos cajones, iguales a éstos, formarían el dique proyectado, formando una
barrera desde donde terminaban los cajones de mangle (B) hasta la punta
de la isla de Tierra Bomba. Se indica también en el plano la situación de
las ruinas del castillo antiguo de San Matías; en la explicación de aquél se
cita una batería arruinada en la punta de Tierra Bomba (F), que no sería
otra que la antigua plataforma Santángel construída por Cristóbal de Roda.
Ninguna resolución recayó sobre el proyecto de Solís, y las obras que-
daron paralizadas al marcharse éste destinado a Veracruz en 1757, dos días
después de remitir el plano a la Corte 87.

CONCLUSIÓN DE LOS FUERTES DE BOCACHICA

A princlplOs de 1754 informaba Solís de las obras que se hacían en


Bocachica, y sometía al juicio de la superioridad ciertas reformas que, sin
alterar substancialmente los planos de Mac-Evan, creía impl'escindible in-
troducir en la fábrica del fuerte de San Fernando.
En primer lugar exponía que como de continuarse el baluarte del Rey,
de dicho fuerte (el de la izquierda, mirando hacia la campaña), tal como es-
taba fundado, quedaría «tan reducido e incapaz de servir útHmente», había
ordenado parar las obras de él y continuar las del resto del fuerte, sin al-
terar en nada «la restante figura que forma el rezinto magistral», pues con-
sideraba más conveniente abandonar lo que estaba hecho del baluarte-cin-
co hiladas de cantería-que proseguirlo sin agrandarlo. En segundo lugar,
el fuerte ofrecía el inconveniente de que podía ser dominado por las bate-
rías altas de los navíos y por las que pudiesen emplazar los enemigos en el
cerro inmediato (véase fig. 126); proponía, para evitarlo, que se elevase la
mitad de la porción circular y el flanco izquierdo del baluarte del Rey tres
6S Informe de Salís, 7-X-1756 (AGI: Santa Fe, 943), Lo publicó CUERVO: Colección de docu-
mentos inéditos para la Geografz'a y la Historia de Colombia, tomo 11 (Bogotá, 1891), pág. 222 y ss.
Reproduje el plano en mi obra citada, figura 143.
66 Salís a Arriaga, 13-X-1757 (AGI: Santa Fe, 943).
67 Embarcó para el puerto mejicano en el navío "Tridente", el 15 de octubre de 1757 (Los Ofi-
ciales Reales de Cartagena al rey, 21-IV-1758; AGI: Santa Fe, 941).

276

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CONCLUSI6N DE LOS FUERTES DE BOCACHICA

pies más, a fin de que los navíos enemigos «puestos en la línea medio fredo 88
del canaL.. no descubran y enfilen la tropa apostada en la cortina rque
mira a la campaña] y ren el] baluarte de la Reina»; también esta cortina
había de tener los parapetos más altos que los de la porción circular,
para que la tropa estuviese a cubierto de los fuegos del cerro.
Dada la estratégica situación de éste y de las circunstancias referidas,
creía necesario que, en caso de enemigos, se fortificase con un reducto de
campaña, que se podría hacer de tierra y fajina a poca costa.
En su informe se declaraba Solís discípulo de don Ignacio de Sala y fiel ad-
mirador de sus teorías técnicas, «que sigo y venero como un maestro mío de
quien aprehendí la práctica de la profesión de ingeniero». Y terminaba dan-
do cuenta de las obras que, a la sazón, se estaban haciendo: la contraescarpa
del foso, los pies derechos de las bóvedas y el recinto interior de la Plaza
de Armas 69.
La batería de San José estaba muy adelantada, pero ciertos defectos de
construcción retrasaron las obras: uando estaba para concluirse el aljibe
y se iban a cerrar las bóvedas a prueba de bomba, las murallas se cuar-
tearon a causa de estar mal cimentadas sobre el fango del fondo del canal.
Según decía entonces el gobernador Tabares, parece ser que cuando se
construyeron los cimientos estaba enfermo el ingeniero Arévalo, y don Igna-
cio dejó la obra al cuidado de un simple aparejador que, por ignorancia
o falta de previsión, «no descubrió el cimiento hasta la tierra firme ni
aseguró el terreno ... con pilotajes, o limpiando el fango que hay hasta el
terreno sólido, para empezar sobre él la muralla». Eso se hacía entonces
«con bastante trabaxo y gasto dentro del fango que le sirve de cimiento, y
sólo le pusieron unos palos tendidos en forma de algedres, con lo que se
contentaron, dexando la obra fundada tan falsa y sin ninguna seguridad ... ,
por lo que se hace preciso sacar el cimiento desde el buen suelo hasta unir-
lo con la muralla, que son cinco cuartas las que se han excauado por todas
partes, y las mismas que tenía de un lodo devilísimo». En opinión de Solís,
de esta manera quedaba bien asegurada la obra y el remedio se experimen-
taría «en acauándose las bóvedas de los almacenes y las del algibe, que con
su gravedad obligará a que haga la muralla el asiento que le falta 10.
Ignoro la respuesta que daría la Corte a la consulta hecha por Solfs
en 1754 respecto de las reformas que proponía ejecutar en el fuerte de San
Fernando, pero es lo cierto que las obras continuaron sin interrupción du-
rante los dos años siguientes. A mediados de 1756 la batería de San José
estaba casi concluída. La formaban «dos parciales baterías, una formada
en el recinto antiguo y otra que se le aumentó al costado derecho de la
canal». «Al costado derecho de esta batería o recinto antiguo-escribía So-

68 Freu o freo: canal entre una isla y la tierra firme (dellatínfretum. estrecho).
69 Informe de Solís, 7·1-1754 (AGI: Santa Fe, 943)
'X) El Gobernador al Virrey, 15-V-1754 (AGI: Santa Fe, 941).

277

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

lís-y unida a él se aumentó un frente perpendicular a la línea de dirección


de los fuegos que deven defender y defienden la entrada de la canal, capaz
de catorze cañones; y otro frente en ángulo obtuso con el antezedente y con
la línea del medio fredo de la canal de siete, con un repuesto para pólvora».
También estaban concluí dos estos frentes y con todos sus cañones. Faltaba
hacer dos rastrillos, uno para la puerta principal, situada «en la porción
circular de la gola de esta batería», y el otro para ponerlo en la unión de
ésta «con la alta y baxa de las bóvedas y plaza de armas», a fin de que si los
enemigos se hiciesen dueños de aquélla, quedasen dominados por los fuegos
de ésta. A diez toesas del recinto, paralelamente a él, se hacía una escollera
de piedra seca que, uniéndose a los pantanos y anegadizos de Barú, prote-
gía al fuerte de la acción del mar y «de todo insulto de lanchas y botes».
El fuerte de San Fernando tenía dos baluartes y la cortina edificados
hasta una altura de veintidós pies sobre el nivel más alto de las mareas; la
muralla real de las alas y de la porción circular-frente al canal-sólo al-
canzaba quince pies de altura n.
En abril de 1759 daba cuenta Arévalo al Gobernador de haberse acabade
la batería de San José (fig. 120), que ya tenía completa y a punto de servicio
su dotación de artillería 72. El fuerte de San Fernando quedaba virtualmente
terminado también: estaban concluídas la muralla real y sus parapetos, las
banquetas, la ltnterna del caracol, el recinto exterior y la plataforma de la
Plaza de Armas ; faltaba el merlón de la cara derecha del baluarte del Rey
y su banqueta, que no se habían hecho porque en aquel lugar estaba puesto
un puente provisional de madera que se utilizaba para entrar la sillería de
la portada principal. En ésta e habían colocado el arquitrabe, el friso y
una parte de la cornisa.
También estaban acabadas las bóvedas de los baluartes y cortina inter-
media, con sus «puertas, ventanas, rastrillos, rexas de ventilación y portas
de las troneras»; las de la porción circular y las altas estaban terminadas,
aunque las de la puerta principal y «peristolos laterales» aún tenían pues-
tas las cimbras. El muelle y toda la obra exterior del fuerte-fosos, contraes-
carpas, contraminas, fogatas, rejas de ventilación, perfiles y terraplén del
glasis-estaban igualmente acabados; tenían labrada la cantería para con-
cluir «la cornisa del cornisón y frontón de la portada, y se estaba tallando
el escudo con las armas reales destinado a decorar el tímpano del fron-
tón 73.
Dos meses después-el 31 de julio-se colocó la última piedra del fuerte
y quedó su fábrica enteramente concluída 7' (figs. 31, 105, 110, 128 y 131). En

71 "Estado en que ... se hallan ... las obras de la batería ... de San Joseph, fuerte de San Fer-
nando ... ",I-V-1756 (AGI: Santa Fe, 943).
72 Costó 57.213 pesos y cinco reales (Efemérides de Cartagena, BH, 1917, pág. 455).
73 "Relación ... de las obras de Bocachica", por Aréva!o, 30-IV-1759 (AGI: Santa Fe, 943).
14 Así se expresaba ArévaIo ("Relación" ... , de 8-VDI-1759¡ AGI: Santa Fe, 943),

278

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA BATERíA DE SANTA BÁRBARA

octubre se hizo entrega de éste y de la batería de San José al comandante


de la plaza, después de haber montado en San Fernando la artillería que
faltaba para completar su dotación de cincuenta y dos cañones 75.

LA BATERíA DE SANTA BÁRBARA DE BOCACHICA

Ya hemos visto más arriba que la batería de Santa Bárbara se comenzó


en 1752, por orden del virrey marqués de Villar, de acuerdo con lo proyec-
tado por don Ignacio Sala. Cuando se recibió la orden aprobatoria del pro-
yecto de Mac-Evan, aquella autoridad ordenó al Gobernador de Cartagena
que suspendiese las obras de la batería e iniciase seguidamente las del fuerte
de San Fernando, pero juzgando que la real aprobación se ceñía única-
mente a esta obra y no excluía que se ejecutase aquélla, así lo hizo saber a
Sala, significándole la convcniencia de que, una vez conc1uído el fuerte,
terminase la mencionada batería, haciéndole «las embrazaduras o merlones
de ella» en la forma que tenía proyectado, ya que siempre sería útil para
la defensa del canal, si bien de momento no urgía su conclusión, puesto
que, en caso de necesidad, podrían suplirse los merlones y el parapeto con
cestones llenos de tierra. A esto respondió Sala que la orden de S. M., al
aprobar el proyecto de Mac-Evan, desaprobaba, implícitamente, la construc-
ción de la batería.
Cuando las obras de San Fernando tocaban a su fin, don Antonio de
Arévalo-director interino desde la marcha de Solís-juzgó llegado el mo-
mento de continuar las de Santa Bárbara, pero como no encontró en el ar-
chivo de la Dirección de Ingenieros ninguna ulterior di posición del mar-
qués de Villar, consecuente a la citada respuesta del Gobernador, decidió
informar al Virrey de todas e tas circunstancias, así como de las ventajas
y defectos de dicha batería, para que la superior autoridad di pusiese lo
oportuno.
Hizo Arévalo un minucioso informe, al que acompaña un plano no me-
nos detallado (fig. 125), fruto ambos de un concienzudo estudio del asunto.
La obra estaba entonces-enero de 1759-con la muralla y terraplén de su
frente y costado a la altura de la fajuela; faltaba cerrarla por su espalda
con una pared sencilla, dotada de aspilleras para la fusilería, a la cual pro-

añadiendo que habían gastado en la obra hasta el 31 de julio anterior 205.641 pesos y cinco reales
y medio. En las Efemérides de Cartagena (BH citado, pág. 456) - escritas en su mayor parte por el
inger.iero don Manuel Anguiano, que pudo disponer de los archivos de la Comandancia de Fortifi·
caciones - se afirma que costó 402.401 pesos. Seguramente Anguiano incluiría en esa cifra lo que
se gastó en abrir parte del foso, extraer la arena acumulada al pie de los baluartes y otros trabajos
semejantes que se ejecutaron en fecha posterior a la indicada en el texto.
7S "Relación ... ", de 7·1·1760 (AGI: Santa Fe, 943).

279

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

yectaba adosar la alberca o aljibe, las habitaciones para la tropa y el alma-


cén de pólvora a prueba de bomba. Por su situación, la batería presentaba
-según Arévalo-la ventaja de poder batir tanto a los navíos por la proa
como a la campaña situada delante del frente de tierra del fuerte de San
Fernando, impidiendo así que se atrincherasen los enemigos; pero tenía el
inconveniente de estar dominada por el cercano cerro de los Hornos y poder
ser batido desde varios puntos que, a su vez, quedaban protegidos de los fue-
gos del fuerte y de la batería de San José. Por todas estas razones creía
necesario que, en caso de ataque enemigo, se completase la defensa del
canal mediante navíos situados en distintos puntos del mismo, y proponía
también que, en igual caso, se hiciese una batería provisional de fajina y
tierra en el cerro que, hostilizando por la espalda los atrincheramientos
del enemigo, impidiese a éste atacar por el frente de tierra al fuerte de San
Fernando. En el caso de que se dispusiese terminarla, proponía introducir
en ella algunas reformas para aumentar su eficacia 76. La batería de Santa
Bárbara sirve hoy de muelle al pueblo de Bocachica.

2) EL INGENIERO DON ANTONIO DE AREVALO y SUS OBRAS

DON ANTONIO DE ARÉVALO

Los últimos cuarenta años del siglo XVIII fueron decisivos para las forti-
ficaciones de Cartagena, cuya construcción quedó terminada casi al final
de la época española. La historia de las obras durante este período de tiempo
forma parte integrante de la biografía del que proyectó y dirigió la cons-
trucción de las baterías de San Felipe, el dique de Bocagrande, la escollera
de la Marina y otras edificaciones, cuya importancia basta para consagrarle
como uno de los más grandes ingenieros militares de su época: el teniente
general don Antonio de Arévalo.
Más de medio siglo de su vida transcurrió en América trabajando en
las obras de Cartagena y proyectando otras en distintas provincias del Vi-
rreinato de Nueva Granada. Las incontables relaciones, informes y «dis-
cursos» que, firmados por su mano, se conservan, así como los numerosos
planos que levantó y dibujó, nos revelan una vocación que, cultivada en el
estudio constante, produjo los mejores frutos. Bien merece que aquí recoja
algunas noticias biográficas, aunque si la vida de un hombre se refleja en
sus obras, ahí están los .muros de Cartagena, que son páginas perennes de
su biografía.

76 Informe de Arévalo sobre la batería de Santa Bárbara, dtado en nota 34.

280

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DON ANTONIO DE AR~VALO

Nació don Antonio de Arévalo en la villa de Martín Muñoz de la Dehesa,


cerca de Arévalo 77, en Castilla la Vieja, hacia el año de 1715 78 , seguramente
de noble condición. A los veintiún años, el 1 de octubre de 1736, ingresó
oomo cadete en el Regimiento de Orán, aplicándose al estudio de las ma-
temáticas en la academia que tenía a su cax:go el ingeniero don Antonio
Gaver. Después de tres años de estudio pasó a Madrid a comparecer ante
la Real Junta de Fortificaciones, y obtuvo, previo examen de ésta, el grado
de subteniente de Infantería y la patente de «delineador» apto para el as-
censo a ingeni,e ro extraordinario. Sirvió aquel empleo durante un año, hasta
que el 4 de junio de 1741 ascendió a ingeniero extraordinario y fue destinado
a Cádiz, donde estuvo a las órdenes de don Ignacio Sala, que era, a la sazón,
ingeniero director de las fortificaciones de Andalucía. Pocos meses más tar-
de recibió orden de marchar a Barcelona para incorporarse a la expedición
que se preparaba para 1taHa, pero al pasar por Madrid, el ministro don
José Campillo le comunicó una real orden que cambió el rumbo de su vida:
se le mandaba a servir a las órdenes de don Juan Bautista Mac-Evan, nom-
brado ingeniero director de las obras de Cartagena de Indias. Se unió a él
en San Sebastián, y juntos embarcaron en Pasajes a bordo de la fragata
«Nuestra Señora del Coro», que se hizo a la vela el 6 de febrero de 1742, en
unión de otros buques de la Compañía Guipuzcoana de Caracas, al mando
del capitán de fragata don José Iturriaga, que conducían los batallones de
Portugal y Almansa, destinados a reforzar la guarnición de Cartagena. En
la misma fragata que conducía a Arévalo viajaba también el mariscal don
Joaquín de Aranda, que iba a posesionarse del gobierno de dicha plaza;
pero no llegó a su destino, pues fué muerto en un combate sostenido con
dos navíos ingleses, a la vista de Puerto Rico, el 12 de abril, durante el cual
asistió Arévalo «al vivo y continuo fuego de todo el día».
Tres días después llegó a San Juan de Pu rto Rico, donde levantó planos
de la bahía, y embarcó con Mac-Evan el 16 de julio siguiente para Tierra
Firme. Visitó La Guayra, Puerto Cabello y Maracaibo, donde también levan-
tó diversos planos, según disponía la real instrucción que había recibido su
jefe, y desde esta última ciudad continuó por tierra su viaje hacia Carta-
gena, adonde llegó el 29 de noviembre, después de penosa marcha a través
de ásperos caminos, casi intransitables por la mala estación.
Después de levantar un mapa de la bahía de Cartagena y sus inmedia-
ciones, pasó a Santa Marta por orden del virrey Eslava, donde también le-
vantó planos e hizo, además, las obras necesarias para ponerla en defensa,
pues se esperaba un ataque de enemigos. Al regreso trabajó en el fuerte de
San Sebastián del Pastelillo, en el baluarte de San José, en la construcción

77 Así consta en los libros de la antigua Parroquia del Sagrario de Cartagena, según me comunicó el
historiador don Pastor Restrepo, a quien reitero mi agradecimiento.
78 En la Hoja de servicios de 1775 - citada más adelante- consta que tenía en esa fecha cincuenta
y nueve años.

281

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

del cuerpo de guardia y cisternas del Castillo Grande y en los recalzos que
se hicieron a la muralla de la Marina. Concluídas estas obras se iniciaron
las del dique de Bocagrande, proyectado por don Ignacio Sala, y en ellas
trabajó, aunque poco tiempo, pues el virrey Pizarro le ordenó que fuese a
la villa de Honda a disponer, «para el beneficio del comercio»J un puente de
cal y canto sobre el río Gualí. Sacó de cimientos uno de sus cuatro pilares
y, dejando planos e instnlcciones, ~archó a Santa Fe, donde elaboró el
proyecto-que ejecutó en gran parte-de una calzada de media legua de
longitud, con dos puentes, ~n una llanura anegadiza. De la capital del Vi-
rreinato regresó a Cartagena tan pronto como tuvo noticia del fallecimien-
to de su jefe, Mac-Evan.
Aquí trabajó de nuevo en el dique de Bocagrande, hasta que se suspen-
dieron las obras; en la erección de la batería de San José y en la de Santa
Bárbara, que no se terminó entonces. Cuando don Ignacio Sala pasó a
Portobelo en 1753, quedó a cargo de Aréval0 ló. dirección de las obras y
comenzó a sacar de cimientos el fuerte de San Fernando. Continuó estos
trabajos a las órdenes de don Lorenzo de Solís y, al marchar éste destinado
a Veracruz, en 1757, se hizo cargo nuevamente de la dirección y terminó la
fábrica de las baterías, la demolición del castillo de San Luis y el sanea-
miento de las inmediaciones, pobladas de ciénagas, que eran fuente perenne
de enfermedades, como pudo comprobar a riesgo de su propia salud, pues
allí padeció cinco «tabardillos» que a poco le cuestan la vida. Concluídas las
fortalezas de Bocachica, dirigió los recalzos que se hicieron a los baluar~es
de La Merced, Santa Clara y Ballestas y reparó el de San José, cuyo reves-
timiento se había cuarteado.
El bien ganado prestigio de Arévalo trascendió a la Corte, y en 1761 le fue
encomendada la difícil misión de pacificar a los indios del Darién y practi-
car un detenido reconocimiento de aquellos territorios. Levantó un mapa
general y varios planos de sus puertos y caminos y escribió un diario del
viaje, así como una descripción de la provincia y de las ventajas que se
obtendrían poblándola, ya que ofrecía fáciles pasos hacia el Pacífico. Pro-
vectó la construcción de un fuerte que la protegiese hasta su total reducción
y consiguió que los jefes indios accediesen al establecimiento de una po-
blación y del fuerte, e igualmente logró que bautizasen a sus hijos y todos
quedaran reducidos a vivir en paz con los españoles 79.

79 La expedición al Darién y Golfo de Urabá (1 de enero a 26 de febrero de 1761) se llevó a cabo


(>n los buques "El Gallo" y la goleta "Las Dos Hermanas", al mando del Teniente de navío Francisco
Javier Monty, que escribió un "Diario" publicado por CUERVO: Documentos . ..• tomo 1 (Bogotá,
1891), pág. 483 Y ss.
Arévalo redactó un detallado informe (Cartagena, 31-1lI-1·761) con la descripción del territorio,
producciones, etc., y un plan completo para la pacificación de los indios y colonización del Darién.
También lo publicó CUERVO: Ob. cit., tomo II (Bogotá, 1892) págs. 251-273.

282

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
DON ANTONIO DE AR~VALO

Cumplida su misión, no halló reposo al regresar a Cartagena: había es-


tallado la guerra con Inglaterra y no se dió descanso hasta dejar la ciudad
en estado de defensa. En varios meses de febril actividad construyó las
baterías del cerro de San Lázaro, hizo otras en Bocachica y reunió toda
clase de pertrechos de guerra, en previsión de que la contienda europea
tuviese repercusión al otro lado del Atlántico. De estas obras, así como del
malecón de Bocagrande y de la escollera de la Marina, me ocuparé más
adelante.
Trabajaba Arévalo en la construcción del dique de Bocagrande, cuando
le fue encomendada otra misión no exenta de dificultades. Al tomar pose-
sión del Virreinato don Manuel Guirior, su antecesor le dejó sin solucionar
el delicado problema de la sublevación de los indios del Río de la Hacha,
que estaban alzados desde cuatro años atrás, y no se había conseguido re-
ducirlos, a pesar de tener allí destacados setecientos hombres del Batallón
de Saboya y del «Fijo» de Cartagena, además de cuarenta artilleros y más
de trescientos milicianos: Estas fuerzas ocasionaban un gasto tan cuan-
tioso como inútil, y el Virrey no hallaba medio de obtener un situado de
cien mil pesos y un refuerzo de dos mil hombres que pedía el coronel que
mandaba aquéllas, don José Benito de Enzio. Entonces Guirior dió amplias
facultades a Arévalo y le entregó el mando de aquel ejército y de la pro-
vincia; éste, apenas tomó posesión, despidió doscientos milicianos de los
que estaban a sueldo, y en cuatro meses resolvió un problema que había
consumido cuantiosos caudales durante cuatro años. Sin la más mínima
lucha consiguió reducir a los indios a nuevas poblaciones, en las que cons-
truyó-por cuenta de S. M.-iglesias y casas para los curas y capitanes.
Pacificó toda la provincia, reconoció' varios puertos y parajes de la costa
y del interior, levantando mapas y planos de todos y, conseguida la re-
ducción de los naturales, dio instrucción al Gobernador nombrado para
sucederle, dejándole en el nuevo establecimiento de Bahía Honda noventa
soldados, setenta milicianos, seis artilleros y una batería de ocho cañones
para la defensa de la bahía e impedir el contrabando. Regresó al Río de la
Hacha y se restituyó a Cartagena el 26 de junio de 1773 con la tropa so-
brante y el tren de artillería.
Al año siguiente fue a Maracaibo para pacificar unas parcialidades de
indios que impedían el comercio coñ la provincia de Río Hacha, y sacó de
ésta vecinos, con los que fundó el pueblo de San Bartolomé de Sinamaica
)' los establecimientos de Bahía Honda y Pedraza.
Al regresar a Cartagena en 1774, el Virrey le comisionó para ir otra vez
al Darién, con el fin de hacer un establecimiento de españoles para impedir
el contrabando y fabricar el fuerte proyectado en 1761, que no se había po-
dido construir por falta de medios económicos 80. Sin embargo, pasaron dos

ti) Hoja de servicios de 1774 (AGI: Santa Fe, 946), Véase también la "Relación" dd Virrey Gui-

283

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

lustros antes de que esta nueva expedici6n al Darién se llevase a efecto.


Al fin, después de vencer múltiples dificultades, gracias al tes6n del arzo-
bispo-virrey Caballero y G6ngora, a fines de enero de 1785 salieron de Car-
tagena, rumbo a las playas del Darién, las fuerzas expedicionarias al mando
de don Antonio de Arévalo 81, que por entonces contaba setenta años.
El rey, que ya había premiado sus servicios con el grado de brigadier,
le ascendi6 a ingeniero director de los Reales Ejércitos, Plazas y Fronteras,
por cédula de 14 de marzo de 1775 82 •
Dos veces solicit6 Arévalo el cargo de Gobernador de Cartagena, sin
que viese realizados sus deseos: la primera vez en 1770 y la segunda dos
años después, al quedar vacante por fallecimiento de don Gregorio de la
Sierra, en cuya ocasi6n escribi6 al ministro Arriaga pidiéndole que apoyase
su petici6n 83. Cuando en 1782 fue nombrado Virrey interino el gobernador
de Cartagena don Juan Torrézar Díaz Pimienta, design6 a Arévalo para que
le sucediese en este cargo interinamente, ya que el teniente del Rey don
Roque de Ouiroga, a quien por derecho le correspondía desempeñarlo, es-
taba, a la saz6n, enfermo. Reunido el Cabildo el día 1 de abril del citado
año, fue leída la orden del Virrey y, en consecuencia, pasaron dos regidores
a casa del brigadier a notificarle el nombramiento. Momentos después en-
traba en la sala don Antonio, acompañado de los dos regidores, y ante la
cruz de su espada prestaba juramento en presencia de todos. El acta en que
se hizo constar la ceremonia refleja la consideraci6n y el prestigio que
aureolaba la figura del anciano brigadier a.. Poco tiempo desempeñ6 el cargo,
pues unos meses después lo ocupaba don Roque de Ouiroga.
Continu6 al frente de la Comandancia de Ingenieros de Cartagena y ter-
min6 por completo las fortificaciones. Las últimas obras que dirigi6 fueron
la construcci6n de la cortina de la muralla situada entre los baluartes de
Santa Clara y Santa Catalina y los cuarteles de las B6vedas, adosados a
ella. Así quedaron concluídas, después de cerca de dos siglos de trabajos ,
las murallas del recinto de Cartagena.
Durante varios lustros inform6 semestralmente a la Corte de las obras
que tuvo a ~u cargo. Pero los años no pasaban en balde: en los últimos in-
formes, su firma es apenas legible, y su rúbrica-antes firme y rotunda-es
una línea vacilante que demuestra los estragos de la edad en su naturaleza
fuerte. Le faltaba la vista, agotada en largas horas de labor minuciosa, y la

rior, publicada por POSADA e IBAI'lEZ: Relaciones de mando (Bogotá, 1910), página 174 y ss.
81 GROOT: Ob. cit., tomo 11 (Bogotá, 1869), pág. 29.
82 "Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia" (julio, 1941), págs. 28 - 29; citado por SAN-
TA TERESA (P. Severino de): Historia documentada de ÚJ. Iglesia en Urabá y el Darién, vol. IV, segun·
da parte (Bogotá, 1956), pág. 315.
83 Arévalo a Aniaga, 26·V-I772 (AGI: Santa Fe, 945).
84 Acta del Cabildo l-IV-1782 (AGl: Santa Fe, 1.012).

284

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL HOSPITAL DE SAN LÁZARO

mano, que nunca había permitido la menor vibración al tiralíneas, temblaba


al empuñar la pluma.
La Corte, que había premiado sus leales servicios, en 1791, con el ascenso
a teniente general de los Ejércitos 85, le dio una prueba más de consideración
cuando su inutilidad física le movió a pedir el retiro. Le fue concedido, que-
dando relevado del cargo de ingeniero director, pero no quedó convertido
en un ser inútil, arrinconado en espera de la muerte, ya que no se prescin-
dió por completo de sus servicios: «es la voluntad de S. M.-se dijo al Vi-
rrey-que continúe este general en el Estado Mayor del Exército de este
virreynato y sirva con su consejo, conforme lo ha hecho hasta ahora con
su persona» 86.
Pocos meses depués-9 de abril de 1800-murió don Antonio de Aréva-
lo 87 , a los ochenta y cinco años de edad y setenta de servicios, de los cuales
pasó cincuenta en Cartagena, donde realizó las más importantes obras de
fortificación que el genio de España elevó en tierras de América.

EL HOSPITAL DE SAN LÁZARO

La construcción de las baterías del cerro de San Felipe de Barajas hizo


sentir la necesidad de alejar de su pie el hospital de lazarinos, cuyo em-
plazamiento era perjudicial para la defensa de la plaza. Aparte del peligro
que suponía para la salud de los vecinos su proximidad al casco urbano,
razones de índole castrense aconsejaban trasladarlo a otro sitio más ale-
jado, a fin de allanar el lugar y poner al descubierto la ciénaga, el playón
y los caños de aquellas inmediaciones. Para decidir acerca del traslado del
hospital se reunió una Junta en 1763, y el gobernador, marqués de Sobre-
monte, comisionó al ingeniero Arévalo para que estudiase cuál de los dos
lugares que se habían propuesto era el más conveniente para el emplaza-
miento. Los sitios objeto de discusión o duda eran la Cantera Vieja del
Rey, situada en la isla de Tierra Bomba, cerca de la punta de Perico, y la
hacienda de Buenavista, que estaba a más distancia de la ciudad, a la otra
parte de la bahía y con peores comunicaciones.
Arévalo se pronunció a favor de la Cantera Vieja, que sólo distaba de
la plaza dos leguas y tenía al pie abundantes materiales de construcción:
piedra, arena, un horno para cal de propiedad real, barro para hacer tejas
y ladrillos y leña, además del agua que proporcionaban dos inagotables
pozos o «cacimbas». Con vista a su emplazamiento en ese paraje hizo Aré-
valo un plano para el nuevo edificio, pero propuso no esperar a que estu-

ss RC. de 26·11-1791, publicada por URUETA: Documentos . .. , tomo VI, pág. 349.
86 Oficio de 27-IX-1799. Ibídem, pág. 350.
87 El Gobernador Anastasio Cejudo al Virrey, 19·IV-1800 (AGI: Santa Fe, 625).

285

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

viese hecha la obra de mampostería, sino trasladar el hospital e instalar a


los enfermos en bohíos, y después ir fabricando la obra definitiva a medida
que se reuniesen los caudales necesarios 88.
El edificio proyectado por Arévalo (figs. 97 y 98) consistía «en un enorme
patio de cerca de ciento cincuenta varas, todo él rodeado de habitaciones
con cabida para dos enfermos, cuatro salones para enfermerías y refecto-
rios de varones y hembras, y en uno de los frentes la capilla. En torno a
otro patio independiente, mucho más pequeño, las habitaciones del per-
sonal técnico, las dedicadas a ]os huéspedes o visitantes de los leprosos y
a los enfermos dudosos» 89.
La Corte aprobó el traslado del hospital al sitio llamado Caño del Loro,
cerca de la Cantera Vieja, o sea donde había propuesto Arévalo, y dispuso
que se construyese de paja hasta que ciertos impuestos que para ese fin se
establecieron proporcionasen el caudal necesario para acometer la obra
definitiva. En 1798, el Arzobispo-Virrey comunicaba a su sucesor Gil y Le-
mus que el hospital estaba construído en el Caño del Loro y podría tras-
ladarse «luego que lo desocupen los pobladores ingleses que están alojados
en él» po.

LA ESCOLLERA DE LA MARINA

En noviembre de 1761 un violento temporal ocasionó algunos daños en


la muralla de la Marina y, abriendo brecha las olas en las inmediaciones
del baluarte de Santa Cruz, penetraron por la calle de Factoría, llegaron
al callejón de Villanueva-el actual de Gastelbondo-y se abrieron paso por
la puerta de Santo Domingo 91. Con objeto de poner remedio definitivo a
peligros semejantes, que tantas ruinas habían causado en diversas ocasio-
nes, el Virrey ordenó a don Antonio de Arévalo la formación de un pro-
yecto adecuado y, en consecuencia, éste ideó la construcción de un dique o
escollera que abrigase la muralla en toda su longitud, alejando de ella el
choque de las olas, y propuso la forma en que habrían de repararse los
daños causados por el temporal en las cortinas y baluartes. Los planos y

88 Informe de ll -IX-1764 (AGI: Santa Fe, 944).


89 ANGULO: Planos . .. , pág. 459 Y láms. 191 y 192.
90 POSADA E IBANEZ: Ob. cit., pág. 245.
91 Efemén·des de Cartagena, BH citado, pág. 456. El 13 de noviembre del referido año, firma Aré-
valo una "Relación de lo observado en la mar de leva que ha recalado a esta costa por el S. O. (que lla-
man aquí vulgarmente Norte por asegurar los prácticos procede de este viento fuerte fuera) que empe-
zó a picar el día 7 del corriente, de los daños que ha causado, providencias que se han dado y reparos
practicados para contenerla y evitar mayores ruinas, acompañado de un plano particular y perfiles de
la muralla real que bate para dar de ello mayor .conocimiento". Falta el plano (Biblioteca Nacional,
Madrid, Mss. 17.619). .

286

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA ESCOLLERA DE LA MARINA

una «relación» del proyecto fueron enviados a la primera autoridad del


Virreinato con fecha 12 de junio de 1762.
Las continuas ruinas que sufría la muralla eran debidas, según Arévalo,
a que las olas, al batirla continuamente, iban realizando una poderosa labor
de erosión que desgastaba la cantería de sus paramentos, y como, además,
los cimientos se habían hecho poco profundos, las resacas y las corrientes
socavaban la arena en que estaban asentados y los dejaba al descubierto,
con lo que la muralla quedaba falta de apoyo y se ~celeraba su ruina. Era
necesario, por tanto, emplear un método distinto al seguido hasta enton-
ces para repararla: había que combatir primero la causa, para después reme-
diar definitivamente el efecto, o sea apartar el batidero del mar del pie
de la muralla y después reconstruir sus cin1ientos de forma que la mar
no pudiese socavarlos.
Para conseguir lo primero propuso Arévalo la construcción de un dique
o escollera paralelo a la muralla y unido a ella por unos ramales (fig. 138;
figura primera del plano), con 10 que se conseguiría que las olas rompiesen
lejos de ésta y llegasen. a sUs pies sin fuerza y al mismo tiempo depositasen
arena entre el dique y la muralla, formando una playa permanente. En su-
ma, este sistema se reducía a construir de una manera permanente y en
todo el frente de la Marina un dique semejante a los ramales de cajones que
muchas veces se habían puesto para alejar el mar y poder reparar algún
trecho parcial de la muralla. Alejado de ésta el batidero del mar, se evi-
taban las corrientes y resacas que se formaban al pie de ella, y no habría
que temer en lo sucesivo ruinas semejantes a las que tantas veces había
padecido aquella parte del recinto, pues aunque la bañasen las olas, éstas
llegarían sin fuerza para descarnar el cimiento, discurriendo lentamente por
el bajo de arena que se formaría entre la muralla, la escollera y los ramales,
que evitarían la formación de corrientes paralelas a aquélla.
Para reparar los trechos de murallas arruinados juzgaba preciso que los
cimientos se hiciesen a la profundidad conveniente, pero como el terreno
era de arena y cascajo y exigiría UD. laborioso trabajo para extraer el agua
de sus excavaciones, proponía que se hiciesen sobre un pilotaje de estacas
clavadas a una profundidad de siete varas, con lo cual se evitarían excesi-
vos gastos, quedando la obra con igual fortaleza. Para mayor seguridad pro-
puso también que se reforzase el pie de la muralla con un zócalo de cantería
y hormigón, de perfil cóncavo, a fin de que cuando llegaran hasta él las
olas se deslizasen paralelamente a la muralla, sin batirla perpendicular-
mente.
En esta larga y documentada « relación» proponía Arévalo la clase de
madera preferible para los pilotajes del cimiento, ramales y dique, y enu-
meraba las distintas obras que era necesario ejecutar en los baluartes y
cortinas de la muralla, para reparar los daños ocasionados por el temporal.
En el baluarte de la Cruz era preciso reedificar la cara derecha y el flanco

287

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII!

contiguo, demoliendo previamente la muralla vieja. La cortina siguiente, la


plataforma de Ballestas y los baluartes de la Merced y Santa Clara preci-
saban que se hiciese un zócalo o rodapié, y el de Santa Catalina necesitaba
un reparo semejante. Entre éste y el de Santa Clara subsistía un trecho sin
muralla, que en 1745 se había cerrado con unos árboles espinosos llamados
«guamachos» y, últimamente, con una estacada 92.
Remitido a la Corte el proyecto de Arévalo, fue sometido al dictamen
del brigadier de Ingenieros don Juan Martín Cermeño y del ilustre marino
don Jorge Juan, quienes, sin desaprobarlo, propusieron otro sistema, con-
sistente en una cuádruple fila de estacas clavadas en el fondo, paralelamen-
te a la muralla y reforzada por ramales de estacadas, con todos los espacios
rellenos de piedra, y una escollera o rompeolas de cantos en bruto por la
parte exterior.
A la vista de esos dictámenes ordenó el rey que se procediese a la eje-
cución de la obra, teniendo en cuenta lo que en ellos hubiera adaptable al
proyecto 83. Se comenzó la obra el 19 de septiembre de 1765 9', Y un año des-
pues se pudo comprobar la eficacia del sistema ideado por Arévalo. Estaba
construido un trecho de pilotajes y escollera de cerca de doscientas varas
de longitud a partir del baluarte de Santo Domingo y el primero de los ra-
males, con lo cual se había conseguido llenar de arena y dejar en seco todo
el espacio comprendido entre la escollera, el ramal, el baluarte de Santo
Domingo y su cortina derecha, así como también entre dicho ramal y la
cortina derecha del baluarte de la Cruz, en cuyo espacio había antes más de
tres varas de fondo. Delante del baluarte de Santa Catalina quedaba cons-
truido también un trecho de cincuenta y cinco varas de dique, y estaba en
seco y cubierto de arena al pie de su muralla 95. Los últimos temporales no
habían causado daño alguno en la obra. Un furioso «norte»-tan violento
como el de 1761-azotó la ciudad el 12 de octubre de 1766, pero el vecin-
dario, atemorizado en un principio, se tranquilizó al ver que la mar rompía
en la escollera desde el baluarte de Santo Domingo al de Santa Catalina
y bañaba suavemente el pie de las murallas.
El 11 de noviembre de 1771 quedó concluida la escollera, después de seis
años de trabajo y más de medio millón de pesos de gasto, costo inferior
a lo que se había calculado M.
El tiempo se ha encargado de probar la eficacia de la obra de Arévalo.
La escollera ha desaparecido bajo las arenas_ doradas de una hermosa playa
que, hasta hace poco más de veinte años, fué solar de los barrios populares

92 Proyecto de Arévalo para la escollera de la Marina, 12-VIT-1762 (AGI: Santa Fe, 943), publica-
do por MARCO: Ob. cit., págs. 246 - 253). Véase también la transcripción del plano reproducido en la
figura 138.
93 Minuta de carta al Virrey, 27-VI-1764 (AGI: Santa Fe, 943).
94 Efemérides de Cartagena, BH citado, pág. 458.
95 "Relación", de 6-XI-1766, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 943).
96 CORRALES: Ob. cit., tomo 1, págs. 239 y 429.

288

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
SAN FELIPE DE BARAJAS

de Ballesta, Pekín y el Boquetillo. Los bohíos y casuchas, con el abigarrado


vecindario, han sido trasladados a Te ca, y en esa playa se construye ac-
tualmente la avenida de Santander, que unirá los barrios de Bocagrande y
l Cabrero, bordeando el mar y la muralla de la Marina. La vieja escollera,
cubierta por las arenas que durante más de siglo y medio acumularon los
furio os «norte »--la amenaza de antañ~, irve de cimiento a esta nueva
vía, que será el mejor ornato de e a part de la ciudad. Muchos de los que
hoy contemplan la bella a\'enida, s mbrada de jóvenes palmeras, ignoran
que don Antonio de Arévalo consiguió vencer al mar, dominarlo y ganarle
terreno. Es ésta la mejor alabanza que puede hacer e al famoso director
de las reales obras de Cartagena n.

SAN FELIPE DE BARAJA

Cuando estalló la guerra con Inglaterra en 1762, a con ecuencia del Pacto
de Familia concertado con Fran cia, e hicieron prevenciones en Cartagena
ante J temor de que la contienda europea tuviese repercu iones al otro lado
del Atlántico. donde tan codiciada ciudad era «llave y antemural del Reino,
Caxa de su comercio y una de las más principales para la conservación
destos dominios de Su Magestad» 9lI.
De acuerdo con el gobernador don Jo é de Sobremonte, realizó Arévalo
-que acababa de regresar del Darién-cuantas obra juzgó oportunas, y
de tal manera multiplicó u actividad, que en el breve plazo de nueve me-
es quedó Cartagena prevenida contra cualquier ataque. Reparó lo ba-
luartes de San Franci co Javier, San Ignacio y San Andrés , haciéndoles
nuevos merlone y explanada de hormigón; clau uró la puertas de Santo
Domingo y Santa Catalina macizándolas de mampostería; cerró las brechas
de las murallas de la Marina con estacadas en las que emplazó pedreros;
cimentó sobre pilotajes los pilares del puente elevadizo de la Media Luna;
hizo construir cureña y otros utensilios para el servicio de la artillería, y
reunió en gran cantidad toda clase de pertrechos 99. Además, construyó
nuevas baterías en los fuertes de Bocachica y erigió las que con\'irtieron el
cerro de San Felipe en un reducto inexpugnable (figs. 106 y 109).
Si la seguridad de la bahía estaba conseguida con las fortalezas de la
entrada de Bocachica, el castillo de San Felipe de Barajas era la llave de
Cartagena. La experiencia lo había demostrado dos veces en el transcurso

9'7 uando a fines del siglo pasado se construyó la es collera que defiende la lengua areno a com·
prendida entre el mar y la muralla del Cabrero, el ingeniero Brand ma John-son iguló un plan idéntico
al de Arévalo (URUETA y PI1'1ERES: Cartagena}' sus cercan,'as, pálSina 77 y 135 ).
96 Palabras de :vévalo en u "Relación de con istencia del e tado de rlefensa en que se ha pue to
la plaza de Cartagena ... ", 15 ·V· 1763 (AGI: anta Fe, 943). MARCO : Ob. cit., págs. 2-!1 - 246.
99 Hoja d e eroicios, citada en nota 80.

289

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

de medio siglo: forzándolo, consiguió la victoria Pointis, y ante la heroica


resistencia de sus defensores fracasó Vernon. Pero el pequeño fuerte, cons-
truído en tiempos de don Pedro Zapata, podía ser batido desde unos cerros
inmediatos, donde era fácil acuartelarse a cubierto de los fuegos del casti-
llo, por todo lo cual no estaba en condiciones de resistir un ataque fuerte,
y la ciudad quedaba, de hecho, abierta por aquella parte y expuesta a que
si el enemigo forzaba la entrada de Bocachica pudiera presentarse de pron-
to ante la puerta de la Media Luna. Si a esto se añade que la abertura de
Bocagrande era practicable para embarcaciones menores, había que admi-
tir la posibilidad de que el enemigo entrase en la bahía sin necesidad de
forzar previamente el canal de Bocachica.
De todo esto trataron el Gobernador y Arévalo, según manifiesta éste
en un informe de 9 de abril de 1762. Como las otras vías de acceso a la
plaza-las avenidas de Santo Domingo y Santa Catalina-no estaban ex-
puestas, ya que, además de ser estrechas y de suelo arenoso, las batían los
fuegos de las murallas, ambos decidieron fortificar debidamente el cerro de
San Felipe, añadiéndole nuevas baterías que dominasen el paso hacia la
Media Luna, desde la avenida del Cocal y playas inmediatas. Hizo Arévalo
el proyecto, y en seguida comenzaron los trabajos con tal actividad, que en
la fecha del referido informe estaban construídas dos baterías, con sus re-
ductos intermedios para la fusilería, y comenzada otra 100. En octubre del
mismo año visitó las fortificaciones el virrey don Pedro Messía de la Cerda,
y pudo escribir al ministro Arriaga diciéndole que el castillo era una for-
taleza inexpugnable 101. Tres meses después, lo más esencial de las obras
qu daba concluído, y el castillo y sus baterías montaban los sesenta y tr .
cañones que componían su armamento 102.
El 15 de mayo de 1763 envió Arévalo a la Corte, por conducto del Virrey,
un largo y detallado informe sobre las obras que había realizado en el cerro
de San Lázaro, acompañado de los planos del castillo de San Felipe de
Barajas y un mapa de las inmediaciones de Cartagena.
Ampliando lo informado en una «relación» de abril del año anterior,
hace Arévalo un minucioso estudio de las avenidas a la plaza, para recalcar
así la importancia estratégica del cerro de San Felipe, cuyas nuevas baterías
garantizaban la seguridad del recinto amurallado. Por cuatro sitios podía
ser atacada la ciudad: por el mar libre, entre el baluarte de Santo Domingo
y el de Santa Catalina; por la Cruz Grande, hacia la península de la Popa
y hacia el baluarte de Santa Catalina; por el istmo de Bocagrande, camino
del baluarte de Santo Domingo, y por las playas situadas al este de la
bahía, para marchar sobre la Media Luna pasando por el castillo de San
Felipe (fig. 114). Por la avenida de «la Mar del Norte» nada tenía que temer

100 "Relación de las obras" ... ,por Arévalo, 9-IV-1762 (AGI: Santa Fe, 941).
101 El Virrey a Arriaga, 24-X-1762 (AGI: Santa Fe, 942).
102 El Virrey a Arriaga, 22-1-1763 (AGI: Santa Fe, 943).

290

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
SAN FELIPE DE BARAJAS

la ciudad, pues no era empresa fácil intentar un desembarco contra una mu-
ralla batida por el mar, cuya resaca impedía a los navíos enemigos acer-
carse para protegerlos coJ;1 los cañones de a bordo, y, además, la muralla
estaba defendida por los fuegos de veintiocho pedreros y treinta y siete
cañones, emplazados a barbeta sobre sus seis baluartes.
La avenida desde Bocagrande a Santo Domingo no se prestaba a un fácil
ataque, por ser una estrecha faja de arena bañada por la mar libre y el agua
de los caños interiores, dominada por los fuegos de la muralla. Si bien ofre-
cía la costa, al sudoeste de la plaza, un pequeño abrigo que, en la época
de las brisas, podía permitir el desembarco en la playa, ésta quedaba ba-
tida por la artillería de los baluartes de San Ignacio, San Francisco Javier,
Santiago y Santo Domingo, así que por esta parte del recinto-recordaré
que por aquí la asaltó Drake-tampoco era de temer peligro alguno.
En la playa de la Cruz Grande no era difícil el desembarco, pues si bien
«suele agitarse allí el mar medianamente ventando la brisa fresca, cuando
ésta es suave lo queda el mar», y así era posible también que, haciendo
un muelle sobre estacas hincadas en el fondo o sobre borriquetes de ma-
dera, portátiles, desembarcasen artillería. La avenida hasta Santa Catalina
no inspiraba ningún temor, pues aparte de ser un istmo estrecho y are-
noso, comprendido entre el caño de San Juan Angola y el mar libre, estaba
completamente batido por la artillería de la muralla. Pero desde el paraje
de la Cruz Grande se podía pasar fácilmente, por la tierra firme y a cu-
bierto del fuego de la plaza, hasta el pie del cerro de San Felipe y, domi-
nando éste, atacar a la Media Luna.
Igualmente temible era la avenida que utilizaron los franceses en 1697
y los ingleses en 1741. Dueños los enemigos de la bahía, podían desembar-
car a una milla de distancia del cerro de San Felipe y venir por el Playón
de la Villeta y el Tejar de Escobar a los cerros situados al este del castillo
(figura 112; PP, 00, SS, aa), donde podrían construir fácilmente baterías
-capaces para más de cincuenta cañones 103_ y batir el castillo sin que éste
pudiera hostilizarlas, ya que dichos cerros eran de más altura que el de
San Felipe. En los valles inmediatos (RR, TT) encontrarían lugar cómodo
para acuartelarse, a cubierto también de los fuegos de aquel fuerte. En ta-
les circunstancias, «el castillo de San Felipe, dominado, reducido, con pa-
rapeto sencillo, e indefenso ... , accesible por todas partes, sin fuegos que
flanqueasen su pie», se encontraría en tal situación de inferioridad que sus
defensores no podrían hacer una rigurosa resistencia. Decía Arévalo que
si los ingleses hubieran tenido en cuenta estas circunstancias, es de creer
«que hubiera sido mui débil la defensa», pero todo lo fiaron a un ataque
brusco y precipitado, que ejecutaron a cuerpo descubierto por la parte
más fuerte del castillo, habiendo otros lugares casi indefensos por donde

103 En el plano se indican con líneas de puntos (fig. 112).

291

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

hubieran podido hacerlo con menos riesgo. «Como este escarmiento para
en lo venidero les haría proceder con más cautela, examen, dirección y
méhtodo ... -añadía-, es consequente también corregir de nuestra parte
los defectos que se reconozcan, dando a esta avenida todas las ventajas y
fuerza que se le pudiera aiíadir, aprovechando todas las que ofreciese el
terreno, pues de lo contrario, siempre que subsistieran dichos defectos de·
vían esperarse las mencionadas consecuencias de la pronta pérdida de este
castillo».
Después de muchas conferencias con el Gobernador, y tras haber re ca.
nocido el terreno estudiando las posibilidades de ataque a la plaza, aquél
hizo reunir gran número de operarios, «tanto de las Milicias como de los
pueblos de las inmediaciones», y con arreglo a los planos de Arévalo se aca.
metió la obra, construyéndose un conjunto de baterías capaces para oponer
al enemigo numerosa y bien servida artillería (figs. 112 y 113), rodeadas todas
de una muralla alta, imposible de escalar, en la que no era posible abrir bre-
cha, «por ser un rampar continuo, natural y de tierra de buena consisten·
cia, con un declivo competente a descargar su empuje e impedir su acceso,
en la qual se introducirán y engastarán o embutirán las enemigas balas sin
causar la ruina en las demás, por ceder este material a su impulso». Igual
que por el frente de la campaña se cerraron las baterías, por la espalda, con
una muralla alta, con fuegos laterales que defendían el acceso al cerro des.
de la plaza. Con el fin de evitar el peligro de las minas, se dispuso abrir un
gran antefoso (YY), que protegía todo el frente del cerro, evitando así que
pudiesen abrir galerías subterráneas.
Veamos el número y disposición de las nuevas baterías (fig. 117); son
éstas: las de San Felipe (A), San Lorenzo (B), la Redención (C), Santa
Bárbara (D), la Cruz (E), el Hornabeque (F) y la de San Carlos y los Após.
toles (G).
Como puede verse en el plano que representa los perfiles del cerro y sus
baterías (fig. 113), éstas ocupan diferentes planos más bajos que el castillo
que las domina, con el fin de poder batir desde distintas alturas el terreno
de las inmediaciones. Las baterías de San Lorenzo y Santa Bárbara (B y D),
con sus reductos intermedios (HH), dominan con fuegos rasantes y latera-
les todo el terreno comprendido desde el Playón del Cocal hasta el pie del
Cerro, antes indefenso. La misma de Santa Bárbara y las restantes dominan
todas las alturas inmediatas (b, PP, 00, SS), hasta el punto de que cual-
quiera de éstas quedaba batida por veinte o treinta fuegos, cuando menos,
de los cuarenta y dos cañones que, en conjunto, montaban aquéllas.
Como todas estas baterías (D-G), aun flanqueándose recíprocamente, no
podían batir con fuegos rasantes el terreno comprendido entre ellas, se hizo
una falsa braga o camino cubierto (JJ)-que une la de Santa Bárbara con
la de la Cruz, en un plano más abajo que la de la Redención-, con para-
petos a prueba de cañón, para batir dicho terreno con fuego de fusil.

292

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
SAN FELIPE DE BARAJAS

La batería de San Carlos (G), por ser la más avanzada, era la que mejor
podía hostilizar los cerros cercanos. Se le hicieron «robustos y altos merlo-
nes» para defender a los artilleros, almacenes y cuarteles subterráneos y
comunicación también subterránea con el resto de la fortaleza por debajo
del Hornabeque, además de una comunicación exterior (el pasadizo 1), en
el que se hicieron dos cortaduras (gg) para su def nsa. Por su situación,
quedaba dominada por los fuegos del Hornabeque, algunos del castillo y
por otros de la batería de la Redención, así que no podrían mantenerse los
enemigos en ella si llegaban a ocuparla.
Todas estas baterías fueron dispuestas de tal modo que se defendían
recíprocamente y, a su vez, estaban dominadas por el castillo. Formaban un
conjunto de fortificaciones separadas, unidas entre sí por caminos subte-
rráneos que permitían la retirada sucesiva de una en otra a medida que los
enemigos consiguiesen ocuparlas.
Completaba la defensa de estos reductos una complicada red de gale-
rías subterráneas para contraminas, comunicadas con el exterior por pozos
que, a la vez que facilitaban el trabajo de extracción de los material s, ser-
vían para la ventilación de aquéllas y para puntos de demarcación de los
ramales y hornillos que fuese conveniente volar en un momento dado.
A principios de 1763-como se ha dicho-quedaron las baterías concluí-
das y a punto de prestar servicio, continuándose entonces el allanamiento
de los cerros inmediatos, que se había interrumpido para tenninar aquéllas,
por no haber gente suficiente para atender a la vez a ambos trabajos 1M.
Vista la relación de abril de ese año, el rey alabó la labor de Arévalo, apro-
bó las obras realizadas y dispuso qu -tal como había propuesto éste-se
forrasen de mampostería, «por ser las má. formadas del terreno natural
cortado y escarpado con el pendien te proporcionado al empuxo y pesso
según su consistencia, y otras de tapia de tierra, dispuesta con igual preocu-
pación enlucidas y blanqueadas de modo que parecían todas de mampos-
tería de cal y de canto» 105. En éstas y otras obras complementarias se tra-
bajó en los años sigui ntes: en 1764 se c menzó a construir un cimiento de
mampostería al pie de las baterías exteriores y se concluyeron tres aljibes,
con su escalara y conductos subterráneos para bajar a sacar el agua y la
galería magistral de contraminas con sus pies derechos enlucidos soste-
niendo la bóv,e da 106. Durante el año siguiente se forraron de ladrillo los
pies derechos que sostenían las bóvedas en los cuarteles subterráneos de
las baterías de San Carlos y de la Redención; se hizo la rampa de comuni-
cación entre la batería de San Lázaro y las restantes del recinto y se allanó
el terreno entre ésta y el castillo antiguo de San Felipe, para recoger en los

104 Hoja de servicio s, citada.


105 Ibídem.
106 Informes de Arévalo, 21 ·IV y 9-VI-1764 (AGI: Santa Fe, 942).

293

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

aljibes las aguas pluviales; y se continuó revistiendo de mampostería la s


baterías exteriores 107.
La fecha-«Año de 1769»-que se lee en una garita, debe indicar la termi-
nación total de las obras principales, aunque con posterioridad se continuó
trabajando en el revestimiento exterior, apertura de galerías de minas y
otras obras complementarias.
En noviembre de 1776 estaba revestido de mampostería el frente de la
campaña, desde la batería de San Lázaro hasta la de San Carlos-a excep-
ción de los parapetos-, incluyendo los reductos y caminos cubiertos in-
termedios 108. En 1793 se revistió la batería de la Cruz 109. Cinco años más
tarde se acabó una galería subterránea, con rastrillos en sus extremos, que
ponía en comunicación las baterías de San Carlos y la Cruz y el Hornabe-
que, con la caponera de acceso a la plaza, para retirada de los defensores
hacia ésta en caso de necesidad llO •
A pesar de los estragos del tiempo y del abandono, aún se conserva en
pie el castillo de San Felipe de Barajas con la mayor parte de las baterías
que, aprovechando los desniveles del cerro que le sirve de asiento, cons-
truyó el brigadier Arévalo. Cuando dejó de ser militarmente útil, la vege-
tación exuberante del trópico cubrió sus almenas y paramentos, al mismo
tiempo que la tierra acumulada por las lluvias cegó galerías y fosos, ocul·
tando bajo una gruesa capa los pisos de ladrillo. Pero los trabajos que se
iniciaron hace un cuarto de siglo III han salvado de su total ruina al viejo
monumento, que es, sin disputa, la obra de arquitectura militar más gran-
diosa que el genio de España elevó en tierras de América. Salvo la batería
de Santa Bárbara y de San Lázaro, totalmente arruinadas o desaparecida,
el resto está hoy en perfecto estado de conservación, con lo merlones y los
paramentos limpios y consolidados. LibreS de la tierra que las obstruía, las
galerías subterráneas se pueden recorrer hoy, con toda comodidad, en una
longitud de más de seiscientos metros, y los cuarteles a prueba de bomba,
perfectamente saneados, como aquéllas, por los pozos de ventilación, pa-
recen estar dispuestos para recibir de nuevo el retén de soldados. Las fo-
tografías aquí reproducidas pueden dar perfecta idea de la grandeza del
castillo, que domina, con su mole de piedra, la entrada al núcleo urbano
de Cartagena (figs. 106, 108 y 109).

107 Informes de Arévalo, 23-1II-1765 y 16-1-1766 (AGI: Santa Fe, 943).


1~ Informe de Arévalo, 6-XI-1766 (AGI: Santa Fe, 943).
109 Informe de Arévalo, 31-XII-1793 (AGI: Santa Fe, 616).
110 Informe de Arévalo, 30-VI-179B (AGI: Santa Fe, 624).
111 Véase el Informe . .. de la Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena (Cartagena, Imprenta De-
partamental, 1933). A esta meritísima Sociedad ya la desintéresada labor de sus directivos se debe la
restauración y conservación del monumento. Quede aquí, para ellos, constancia de la gratitud que me-
recen.

294

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
NUEVAS BATERíAS EN BOCACHICA

NUEVAS BATER1AS EN BOCACHICA

No fueron las obras an..tes reseñadas las únicas que se hicieron en Car-
tagena con motivo de la guerra con Inglaterra: al mismo tiempo que se
reparaban div,e rsos baluartes del recinto de la plaza y se construían las ba-
terías del cerro de San Felipe, se edificaron otras nuevas en el canal de
Bocachica, para asegurar más aún las defensas del aquel paso, llave marí-
tima de la bahía de Cartagena.
Al este del castillo de San Fernando, en la isla de Tierra Bomba, se al-
zaba el cerro de los Hornos, dominando el contiguo valle de Cáres y el te-
rreno por donde podía ser atacado aquel castillo en caso de un desembarco
en la citada isla. En ese lugar había proyectado don Ignacio Sala situar el
fuerte de San Fernando, y ya hemos visto cómo don Lorenzo de Salís,
en 1754, había dispuesto elevar los parapetos de éste para evitar que fuese
hostilizado desde el cerro y, además, propuso que, en caso de guerra, se for-
tificase éste con una batería de campaña.
La ruptura con Inglaterra hizo llegar la ocasión, y Arévalo llevó a la
práctica esta idea. En la «Relación» de 9 de abril de 1762 di6 cuenta de
estar construyendo, en dicho lugar, una batería con foso y estacada, es-
carpa abierta en el terreno, que era de piedra blanda, y glasis de tierra. Se
trataba, al parecer, de una batería rasante, pues dice que sólo se descubría
desde la campaña el parapeto, que era de fajina: por la espalda se le hizo
un parapeto sencillo, con troneras para la fusilería, defendido por un foso,
pero sin glasis. Según Arévalo, la situación de esta batería y su disposición
le prestaban notables ventajas: impedía al enemigo el desembarco a menos
distancia que la playa de Chamba, no podía ser batida en brecha, a causa
de su disposición rasante, y en el caso de que la ganasen los enemigos no
era posible, desde ella, atacar a los fuertes, y, en cambio, podría ser batida
por los fuegos de los navíos que hubiese por dentro de la bahía 112. Esta
batería-que se llamó del Angel San Rafael-quedó terminada y provista
de artillería en mayo del año referido 113.
Al mismo tiempo se construyó en el glasis bajo del fuerte de San Fer-
nando la batería de San Juan Francisco de Regis, para seis cañones de
grueso calibre, con objeto de cubrir las troneras bajas de la porción circu-
la.r de aquél y poder batir a los navíos enemigos más eficazmente cruzando
sus fuegos con los de la batería de San José m. En el glasis alto del mismo
fuerte se edificó la batería de Santiago, para defender el baluarte del Rey.
Montaba cinco cañones.

112 "Relación" de 9-IV-1762, citada.


113 "Relación" de 30-V-1762, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 941).
114 "Relación" de 9-IV-1762, citada.

295

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

Los parapetos, la escarpa y la parte de la muralla de la batería del Angel


San Rafael, que se hicieron de fagina por la urgencia de la guerra, fueron
demolidos más tarde y reconstruídos con materiales más duraderos (fig. 130).
Se construyó también en ella una casa fuerte atronerada para cuerpo de
guardia, aljibe, cuarteles, subterráneos y un pasadizo, también subterráneo,
que la ponía en comunicación con la orilla del mar para que la tropa pu-
diese abandonarla sin riesgo en caso necesario 115. En la boca de esta gale-
ría se hizo, a fines del siglo, un muelle de madera, «cercado de líneas de
estacas unidas a los costados del Reducto que hay para sostenerla» 116.
Las nuevas baterías de Bocachica aparecen representadas en un plano
del canal que remitió Arévalo a la Corte con el informe, tantas veces ci-
tado, de 15 de mayo de 1763. En él señala todas las posibilidades de defensa
de tan importante canal, llave de la bahía, y los lugares en que deberían
situarse navíos de guerra para cruzar sus fuegos con los castillos y ayudar
a la defensa en caso de ataque (fig. 126).
En 1769 levantó Arévalo otro mapa de Bocachica para informar acerca
de la extensión de la playa de arena que se había formado a orillas del ca-
nal, delante del fuerte de San Fernando.
Con la construcción de estas nuevas baterías se completó la defensa del
canal de Bocachica, que con los fuegos cruzados de las fortalezas empla-
zadas a sus orillas se convirtió en una entrada inexpugnable. En la orilla
izquierda, el fuerte de San Fernando se conserva casi intacto, tal como que-
dó en 1759, cuando el brigadier Arévalo, siguiendo los planos de Mac-Evan,
terminó su construcción (figs. 31, lOS, 110 Y 119).
Sus bóvedas a prueba de bomba y sus recios muros de cantería, baña-
dos por el mar, nada han sufrido durante do siglos. Las baterías de San-
tiago y San Francisco de Regis están en parte arruInadas, pues han per-
dido los merlones; el glasis del castillo esta hoy cubierto de árboles y
maleza.
La galería principal de contraminas (figs. 128 y 131), que corre a lo largo
de la contramuralla del glasis, comunica entre sí ambas baterías y despren-
de ramales que salen a unas «surtidas» situadas al nivel del agua del foso 117,
En la orilla derecha del canal emerge del agua la batería de San José,
hoy anegada en parte y cubierta de manglares (figs. 119 y 120). Las bóvedas
de ladrillo a prueba de bomba, erigidas sobre el recinto de la batería pri-
mitiva, se conservan en buen estado. Bien merece todo el conjunto un sen-

I1S "Relaciones" de Arévalo, 21-IV y 14-XII-1764 (AGI: Santa Fe, 942).


116 "Relación" de 30-VI-1797, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 624).
117 Creo que en Cartagena se desconocía la existencia de estas galerías subterráneas. Cuando las
descubrí, en diciembre de 1940, advertí a los amigos que me acompañaban la conveniencia de limpiar-
las de la tierra y escombros. Ignoro si los trabajos de limpieza del castillo, efectuados después de
aquella fecha, habrán puesto al descubierto estos subterráneos.

296

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL DIQUE DE BOCAGRANDE

cilIo trabajo de consolidación para que el tiempo y la intemperie no com-


pleten su obra destructora. La batería del Angel San Rafael está en ruinas 118.
Cerrado el canal de Bocagrande por medio del malecón que para este
efecto construyó Arévalo, fue preciso atender con frecuencia a la conser-
vación del de Bocachica, al que «la naturaleza tira a cerrar echando con-
tinuamente arena sobre él», según escribía el virrey Mendinueta en su rela-
ción de mando fechada en 1803. La causa de estas acumulaciones de are
na no debía de radicar únicamente en el dique de Bocagrande, pues
mucho antes de que se construyese éste ya era necesario extraer la que
acumulaban las mareas en las inmediaciones del foso del fuerte de San
Fernando. A partir de 1759, los informes reunidos por Arévalo acerca de las
obras hablan continuamente de extracciones de arena, y para esos trabajos
se construyó una embarcación adecuada. En un mapa de 1769, que se con-
serva en el Museo Naval de Madrid, indicó el ingeniero la extensión de playa
que se había formado en la orilla izquierda del canal, señalando los límites
de la misma desde años atrás hasta la fecha referida. Al parecer, si la con s-
trución del dique no fue la única causa, contribuyó a que las corrientes
acumulasen la arena, formando una playa en el costado norte del canal de
Bocachica.

EL DIQUE DE BOCAGRANDE

Terminadas las obras del cerro de San Lázaro y de Bocachica, volvió a


ocupar el primer plano el problema, todavía pendiente de solución, del ca-
nal de Bocagrande. Después de las tentativas llevadas a cabo por Solís para
cerrarlo y tras de haber elaborado éste un proyecto de dique sobre el cual
no recayó resolución alguna, pasaron varios años sin que se trabajase en
aquella obra, y es de suponer que la mar y los temporales continuasen
aumentando la abertura, si no en longitud, ya que los trabajos realizados
por Sala y Solís crearon alguna extensión de playa, sí en profundidad.
En 1766, el gobernador de Cartagena don Francisco Morillo Velarde escri-
bía al ministro Arriaga en referencia a una real orden de 10 de abril de
ese afio, en la que, al parecer, se pedía informes sobre el asunto: le decía
que mientras el canal no tuviese más fondo no podría causar cuidado al-
guna, ya que el paso con embarcaciones menores a través de él podía im-
pedirse fácilmente con navíos de la Armapa, que nunca faltarían en el
puerto en caso de guerra m. Tan ambiguos informes contrastan con lo que
118 Apenas se distingue hoy (escribí esta nota en 1941) entre la espesa vegetación que cubre aque-
llos parajes. Sólo quedan los muros exteriores, y supongo que existirá el aljibe, cegado por la tierra y
la maleza. Con mucha dificultad, y ayudado por mi buen amigo don Miguel S. Guerrero, pude encon-
trar la entrada a la galería subterránea, cuyo extremo se puede ver a flor de tierra, junto al pueblo de
Bocachica. Sólo pudimos recorrer unos metros de la galería, que estaba obstruída.
119 El Gobernador a Amaga, 27-XII-1766 (AGI: Santa Fe, 945).

297

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

la misma autoridad había escrito al Virrey poco antes, a quien significó


que el fondo del canal permitía el paso de balandras y otras embarcaciones
de parecido porte, que, en número crecido, podrían constituir un peligro
si no había en el puerto otros navíos de guerra que los que, en tiempos
de paz, servían de guardacostas 120.
Parece ser que el problema se concretaba entonces a decidir si debía
cerrarse el canal, como se había proyectado años antes, o si bastaría de-
fenderlo con navíos en caso de guerra. Acerca de esto informó en 1768 el
general de la Armada don Andrés Reggio, por orden del ministro Arriaga,
y era su opinión que no bastaba apostar unos navíos con la misión de de-
fender aquella entrada, ya que con viento del N. E. podrían pasar fraga-
tas de veinticuatro cañones que, luchando con los navíos, protegerían el
paso de embarcaciones menores. Que esto era posible se había demostrado
en ocasión de la presa de una balandra inglesa, hecha por el comandante
de los guardas costas de Cartagena don Miguel Gastón, a la cual hizo entrar
por la Bocagrande, «para evitar controversias con el capitán de un navío
de guerra de la misma nación que se hallaba fondeado en el placer de
Bocachica». El mismo don Miguel Gastón había levantado un plano de
Bocagrande (fig. 118) antes de salir de aquel puerto, de donde vino a Es-
paña en 1766, mandando el navío «El Brillante». Según los cálculos de
Gastón, medía entonces la Boca mil doscientas toesas.
Por las razones expuestas, el general Reggio era partidario de cegar el
canal-yen ello estaba de acuerdo con el parecer de Gastón-, hundiendo
en él algunos cascos viejos de gran calado, llenos hasta la borda de mam-
postería, calzados con unas muletas por la parte interior del puerto. sobre
los cuales podrían montarse cañones. Para el caso de que este proyecto se
aproba e, proponía que se tuviesen en el puerto cuatro navíos, otros tantos
jabeques con remos y dos baterías flotantes, dispuestas siempre a acudir
a donde la defensa los hiciese necesarios 121.
En la mi ma fecha en que Arriaga pedía informes a Reggio-18 de oc-
tubre de 1768-se dictó la real orden que dispuso la formación de un pro-
yecto para cerrar el canal, que le fue encargado a don Antonio de Arévalo.
A principios de 1769, el comandante de los guardacostas don Martín de
Laztarría fue llamado por el Gobemador-en cumplimiento de una real
orden transmitida por el Virrey-para que reconociese el canal de Boca-
grande y unos planos del proyecto que había formado dicho ingeniero. Ins-
peccionó el lugar y comprobó Laztarría «que el fondo constta en cerca de
media legua, que tiene oy.. . la boca de quince pies y medio hasta diez y
seis en toda su estensión de orilla a orilla», por lo cual «se dexa ver que
pueden mui bien entrar fragatas grandes planudas que calen poca agua».

120 El Gobernador al Virrey, IO-XI-1766 (AGI: Santa Fe, 945).


121 Reggio a Aniaga, Cádiz, ll-XI-1769 (AGI: Santa Fe, 945).

298

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
~L DIQUE DE BOCA GRANDE

En todo se mostró conforme con el proyecto de Arévalo, y juzgó necesarios


cuatro navíos de guerra para defender la Boca mientras permaneciese
abierta 122.
Por conducto del Virrey remitió Arévalo a la Corte los planos, acom-
pañados de un prolijo «discurso», donde con su exactitud característica
hizo un documentado estudio de los proyectos elaborados por su ante-
cesor y expuso el suyo propio. Consistía éste en un trozo de dique de
mil varas de largo (fig. 134; I-K), formado por varias filas de estacas (fi-
gura 133, fig. sexta del plano)-de madera de «cañaguate» y «olla de mono»
inatacables por la «broma»--con estribos perpendiculares a él cada cin-
cuenta varas; el pilotaje del dique y de sus estribos iría relleno de piedra
«de las canteras de Tierra Bomba, u otras iguales que será la más varata»
hasta cierta altura, y el resto con otra piedra más sólida, con lo cual, al rom-
per la mar en los cajones así formados y rellenos, iría depositando arena a
ambos lados de éstos. Sobre el dique y la arena acantonada junto a él
haría una escollera para que las olas, rompiendo en ella, perdieran su fuer-
za y depositaran las arenas que continuamente aumentarían el bajo. Para
cerrar la parte restante de la abertura (fig. 134; KLCD) proyectaba una
escollera de piedra, pero como haría falta una gran cantidad de materiales
y, por consiguiente, el gasto sería inmenso, propuso poner una hilera de pie-
dra de vara y media de altura sobre el fondo, a fin de que la arena se acan-
tonase a ambos lados de ella y, conseguido esto, una segunda hilera encima
que aseguraría el bajo formado y aumentaría el acantonamiento de arena;
encima de ésta, una tercera hilera de piedra, con el mismo fin, y sobre el
bajo así formado, una escollera de cantos en bruto, elevada media vara
sobre el nivel del agua, que aseguraría toda la obra y detendría la mar y la
arena acarreada por las olas. No había peligro de que los temporales la arrui-
nasen, porque la mar batiría en ella siguiendo la pendiente suave del bajo
de arena y pasaría por encima sin hacer presa en la escollera, ya que con
ese objeto se dejaba ésta a sólo media vara de altura sobre su nivel.
El dique no había de cerrar el total de la abertura; se dejaría abierto
un trecho de unas quinientas varas de largo, con algunos cantos grandes
puestos de modo que, dejando paso libre a las aguas «para refrescar las
interiores de la bahía»: no 10 permitiesen a las embarcaciones. Calculaba
que la ejecución del dique y la escollera exigiría nueve años de trabajos y
un costo de más de un millón de pesos 1Z3.
Aunque Arévalo prefería este sistema para hacer la escollera, por con-
siderarlo el más eficaz, ideó otro de menor costo, consistente en poner, en
vez de las tres hileras de piedra, otras tantas de cestones llenos del mismo
material (fig. 133, fig. 9 del plano), con los cuales se podría lograr, de igual

122 Laztarría al Vtr1'ey, 21-1-1769 (AGI: Santa Fe, 945).


123 1.327.018 pesos y cinco reales y medio.

299

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

modo, la formación de un bajo de arena para colocar encima de él los can-


tos del rompeolas. Propuso este sistema por si fuese del agraddo real experi-
mentarlo en algún trecho de la obra para ver si lograba el mismo efecto
que con el anteriormente descrito 12'.
En el plano del dique (fig. 134) indicó Arévalo la situación que deberían
ocupar los cuatro navíos de guerra para defender el canal en caso necesa-
rio, antes de terminarse las obras.
Envió el Virrey a la Corte los planos de Arévalo, y ésta los pasó a in-
forme del brigadier de Ingenieros don Juan Martín Cermeño, quien elogió
el proyecto y los beneficios que obtendría la plaza con la ejecución de la
obra, pues con única entrada por Bocachica sería difícil al enemigo atacar-
la, «de que hay exemplar en el sitio que la pusieron los ingleses», pero no
creía que pudiesen realizarse las obras en el limitado tiempo qué calculaba
Arévalo. Como además juzgaba Cermeño que era difícil averiguar la resis-
tencia que había de tener el dique, dada la imposibilidad de calcular exac-
tamente la fuerza de las olas, si bien era partidario de que se aprobase la
ejecución de la obra, creía conveniente tener en cuenta ciertas prevenciones
para asegurar el éxito lo más posible. Propuso que se hiciese el dique de
mil varas proyectado por Arévalo, con objeto de cerrar un trecho de canal
y conseguir, además, que se formase playa (lo cual juzgaba que se conse-
guiría en pocos años, pues la experiencia de la obra comenzada por Sala lo
había demostrado), pero que se dividiese la obra en tres trozos y no pasase
a uno sin dejar bien asegurado el anterior, y que viese dicho ingeniero si
el dique iniciado por don Ignacio Sala no había subsistido por débil, para
que, en ese caso, aumentase la resistencia de la nueva obra; y que die e a
ésta, si era posible, una dirección más perpendicular a la playa. Por lo de-
más, estaba de acuerdo en que se apostasen cuatro navíos para defender
el canal en tanto durasen las obras del dique y la escollera 125 .
De acuerdo con lo propuesto en este informe, por real orden de 1 de
julio de 1770 se dispuso la ejecución del proyecto. Tan pronto como se ter-
minó la escollera de la Marina se dió principio al dique de Bocagrande,
cuyas obras comenzaron el 11 de noviembre de 1771. Los operarios, mate-
riales y herramientas empleados en aquélla pasaron a ésta, y con tanta ac-
tividad se trabajaba que a fines de ese año estaba completamente con-
cluído un trecho de cincuenta varas. Las obras ocupaban unos seiscientos
trabajadores, incluyendo en ese número a los que extraían la piedra de las
canteras de Tesca ue.
Dos años después daba cuenta Arévalo de las obras y remitía un plano
(figura 135). Se habían construído mil ciento ochenta y una varas de dique,
«formado de pilotage enzintado y amordazado, relleno de piedra seca; dos

124 Documento citado en la nota 59.


125 Cermeño a Arriaga, Barcelona, 21-V-1767 (AGI: Santa Fe, 945).
126 "Relación" de 31-Xll-lnl, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 945).

300

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL DIQUE DE BOCA GRANDE

espigones de ochenta y cuatro varas de largo», uno de cinco varas de ancho,


«formado de tres yladas de pilotes, enzintado y amordazado como el ma-
lecón»; y otro de seis varas, «con quatro yladas de pilotes rellenos de piedra
seca, en el fondo ... y con pendiente hacia el mar, formando próximamen-
te su perfil el de un prisma triangular para dar franca salida a las aguas
y contener la arena que rebuelta con ella, en el remanso ocasionan, se de-
posite en el fondo para reforzar la obra, con la qual se ha logrado que el
mar aya contribuído con el depósito de arena que en el plano total de dicha
obra se manifiesta, formando un isthmo artificial de permanente duración
contra los temporales de 335 varas de largo», todo de playa seca sobre el ni-
vel más alto de la marea «y expresando por medio del sondeo, la que se
ha puesto entre el fondo natural del vajo, y entre el de las mareas men-
guantes». Dos temporales habían puesto a prueba el dique en septiembre
de 1773; se alteró tanto el mar que su oleaje se levantó cuatro varas sobre
el nivel ordinario, corriendo sobre los andamios de las máquinas de los mar-
tinetes e inundando todo el istmo, pero no causó daño alguno en lo forti-
ficado, pues no movió los pilotajes ni las maderas en parte alguna de la
obra 12f.
A fines de diciembre de 1774 informó nuevamente Arévalo y envió otro
plano (fig. 136). Se había construído en los últimos doce meses cerca de
quinientas varas y sumaba el total de lo fabricado más de mil seiscientas
(A-E de la fig. 1 del plano), de modo que, en longitud, estaba hecha casi la
mitad de la obra, así como tres espigones y parte de otro. La bondad del sis-
tema proyectado seguía poniéndose de manifiesto, pues se había creado una
considerable playa y las arenas acumuladas continuaban elevando el nivel
del bajo. Se trabajaba entonces en adelantar lo más posible el malecón, a
fin de conseguir, en el más breve plazo, cerrar la abertura e impedir el paso
de embarcaciones por ella; conseguido esto, se haría la escollera de cantos
en bruto por la parte exterior del dique, de la cual sólo se había constnúdo
un trecho. Calculaba Arévalo que en cuatro años más de trabajo quedarían
terminadas las obras 128.
En 1778 quedó concluida la obra, con un costo de cerca de millón y me-
dio de pesos 129, muy poco más de lo que había calculado Arévalo. Según las
Efemérides de Cartagena, no se concluyó toda la obra hasta fines de 1788,
si bien nueve años antes ya estaba cerrada para navíos y fragatas 130.
El capitán de navío don Pedro Francisco Fidalgo-que recorrió las costas
colombianas en 1795, al mando de la División de Bergantines-dice que se
terminó la obra en 1778, «dejando cuasi a la medianía un trecho de 400

127 Informe de 31-Xll-I773, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 945).


128 Informe de Arévalo sobre las obras de Bocagrande, 31-Xll-1774 (AGI: Santa Fe, 945).
129 SALDANHA: El canal de Bocagrande, BH (1917), pág. 40.
460.
130 BH (1917), pág.

301

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII!

varas, inferior a la marea baja, con objeto de refrescar las aguas del puerto».
«Se tocaron muchos inconvenientes-añade Fidalgo--, y entre ellos no era
el menos los temporales, que causaban mucho daño en la escollera con ne-
cesidad de repararla; mas, sin embargo, la obra es tan segura que no ha
sufrido la menor alteración, y antes bien se ha consolidado por las arenas
que s han arrimado» 131. En ese trecho de cuatrocientas varas, donde la altura
del dique no alcanzaba el nivel del agua en bajamar, los vientos del Sud-
oeste abrieron canalizo s practicables para embarcaciones menores. Así ocu-
rrió en los meses de octubre y noviembre de 1800 y en otras ocasiones.
Con el fin de evitar los repetidos gastos ocasionados por la necesidad
de cerrar ,e stos pequeños canales, la Junta de Guerra de Cartagena estu-
dió el asunto y aprobó un proyecto que para ese objeto hizo Fidalgo. EJ
Virrey mandó ponerlo en práctica, pero otras atenciones más urgentes im-
pidieron su ejecución 13!!. Después de siglo y medio el mar no ha podido des-
truir la escollera construída por Arévalo. El canal de Bocagrande quedó
cerrado para siempre.

OTROS PROYECTOS.-NUEVAS BATERíAS

Concluí das las fortificaciones de Bocachica y del exterior de la plaza,


era lógica la aparición de proyectos inspirados en el deseo de perfeccionar
el recinto de murallas, tales como los que presentó en 1774 el ingeniero mi-
litar don Juan Jiménez Donoso. Pertenecía éste a la plantilla de la Coman-
dancia de Fortificaciones de Cartagena de Indias desde febrero de 1772 en
calidad de ingeniero ordinario, a las órdenes de don Antonio de Arévalo; en
noviembre de 1773 había pasado a España en uso de licencia 133, y elIde
mayo del año siguiente firmaba en Madrid dos planos, únicos que conozco,
de los tres o más que debió presentar.
Jiménez Donoso proponía dos soluciones distintas en amplitud y costo.
La más modesta, cuya realización calculaba en unos dos millones de pesos,
consistía en abandonar el arrabal de Getsemaní, reforzando el antiguo re-
cinto y defendiendo la Puerta del Puente con un gran hornabeque, foso,
camino cubierto y glasis (fig. 129). Más expresivo en el otro plano (fig. 141),
relativo a una solución de mayor envergadura, consistente en unir los recin-
tos de Cartagena y Getsemaní « formando una plaza grande compuesta de
ciudad y arraval».

131 CUERVO: Ob. cit., tomo 1, pág. 121.


132 Ibídem.
133 En enero de 1 776 estaba de nuevo en Cartagena trabajando en las obras de reparación del
Canal del Dique. Pasó después a Bogotá, a proyectar el palacio de los Virreyes y de la Audiencia. En
1780 dirigía la costrucción de unos cuarteles en Bocachica; en el mes de marzo de ese año fue en
comisión al Darién, de donde regresó a Cartagena en agosto de 1781. El 26 de diciembre de dicho año
pasó destinado a Panamá (Memorial de Servicios de 1785; AGI: Panamá, 360).

302

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
OTROS PROYECTOS. NUEVAS BATERíAS

La ciénaga entonces existente entre una y otro quedaría reducida a un


canal de comunicación entre el caño de Juan Angola y el antiguo surgidero
de los navíos, y el terreno así ganado se destinaría a edificios públicos, 1.: a-
sas, arsenal y una pequeña plaza con almacenes a espaldas de la Contadu-
ría. El proyecto comprendía, además, la demolición total del castillo de San
Felipe de Barajas, allanando el cerro que le sirve de base y todo el terreno
de sus inmediaciones, así como también el baluarte y puente de la Media
Luna. La entrada al recinto se desplazaba hacia la cortina que da frente a
la isla de Manga, entre los baluartes de Son José y el Reducto, defendida
por una obra avanzada con foso, glasis y camino cubierto. Jiménez Donoso
se mostraba un poco escéptico respecto de este proyecto, cuyo costo calcu-
laba en tres millones de pesos y uno anual de gastos, pues lo juzgaba útil
«para si no se hubiera descubierto el cavo de Hornos y fuese Cartagena
como en aquel entonces llave de tierra firme».
En 1776 fue comisionado por el Gobierno español para inspeccionar las
plazas fuertes de América el brigadier de Ingenieros don Agustín Crame. En
agosto de 1778 llegó a Cartagena, donde estuvo inspeccionando las fortifi-
caciones y proyectando un plan general de defensa, hasta que a principios
de enero de 1779 siguió el viaje para el istmo de Panamá m. De los planos
que hiciera Crame en Cartagena sólo conozco uno, referente a la fortaleza
de San Carlos, que proyectó para el cerro de San Lázaro, con el fin de sus-
tituir el viejo castillo de San Felipe de Barajas y las baterías construídas
pocos años antes por Arévalo y que entonces se estaban cubriendo de mam-
postería 136. Al parecer, Crame desaprobó el plan de obras de Arévalo, en
contra de la opinión del virrey de Nueva Granada, don Manuel Antonio
Flórez, según se deduce de una carta escrita a éste ellO de octubre de 1788;
al acusar recibo de una que le dirigiera el Virrey con fecha 15 de septiem-
bre, se expresaba en estos términos: «en ella encuentro reflexiones mui
dignas de la atención que merece esta plaza; y ojalá fuese tan aplicable a
ella el proyecto que se ha formado y que Vuestra Excelencia me cita para
fortificarla». «No por eso desconfíe Vuestra Excelencia de la posibilidad de
poner en buen estado a Cartagena, sin gastar millones. San Lázaro pudiera
ser una fortaleza respetable, con poco más de lo que se gastó para desfigu-
rarlo» us.
El brigadier Crame, de acuerdo con las instrucciones que recibiera en
España, proyectó un plan de defensa a fin de preparar la plaza de Cartage-
na en previsión de la esperada ruptura con Inglaterra. La real orden de 22

134 Efemérides de Cartagena, BH citado.


135 Se conserva en el Servicio Histórico Militar, Madrid (Biblioteca Central Militar, Sección Carto-
gráfica. signatura K-b-7 núm. 14). Representa un fuerte con tres baluartes y foso. Es copia, firmada
por Arévalo. del original, sin firma ni fecha. que el brigadier Crame había dejado al Gobernador don
Juan Torrézar Díaz Pimienta.
136 AGI: Santa Fe. 592.

303

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGBNA A FINES DEL SIGLO XVIII

de abril de 1779 fue recibida en agosto, junto con la de 18 de mayo que


mandaba publicar la declaración de la guerra con Gran Bretaña. Inme-
diatamente el virrey Flórez partió para Cartagena y se apresuró a dar prin-
cipio a las obras; el 5 de octubre escribía al ministro Gálvez: «no se cesa
ni se cesará hasta poner esta plaza y sus cercanías en el estado de defensa,
según el plan que formó el brigadier don Agustín Crame». A fines de no-
viembre comunicaba «que el plan de defensa ... está casi efectuado en todas
sus obras provisionales, con algunas adicciones que lo perfeccionaran, cuya
conclusión he acelerado, de forma que me aseguran se finalizarán en el resto
del año corriente m.
Las obras construídas entonces con carácter provisional, y rehechas o
consolidadas más tarde, una vez que pasó la urgencia de la guerra, fueron
las siguientes: algunas reparaciones en el recinto amurallado, el espigón de
la Tenaza, las baterías del cerro de la Popa, las de Más y Crespo y el hor-
nabeque de Palo Alto. Unos «planos particulares y perfiles», firmados por
Arévalo en 1780 (fig. 137), e~plican gráficamente esas obras.
En la muralla de la Marina se reforzó la estacada que defendía la parte
comprendida entre los baluartes de Santa Catalina y Santa Clara, que desde
hacía más de un siglo estaba abierta. También se reparó la cortina derecha
del baluarte de la Merced y la comprendida entre éste y el de la Cruz, que
había sido destrozada por un temporal en 1761. Esta brecha se cerró «con
una paredilla sencilla de mampostería ordinaria». La parte del recinto del
arrabal de Getsemaní que hace frente al cerro de San Lázaro, entre los ba-
luartes de San José y Chambacú, fué reforzada con nuevas baterías, a fin
dt cubrir la comunicación entre la Media Luna y el castillo de San Felipe
de Barajas. En el cerro de la Popa también se hicieron baterías provisio-
nales, emplazadas con vista a defender el acceso a la plaza (fig. 137; fig. sex-
ta del plano).
En la orilla del mar, a lo largo de la llamada avenida de la Cruz Grande
-al nordeste de Cartagena, camino de la punta de la Canoa-, se constru-
yeron varias obras de fortificación, con el fin de impedir el acceso a la
ciudad en el caso de un desembarco en cualquier punto de Playa Grande
(fig. 137; fig. segunda del plano). Junto al baluarte de Santa Catalina, y con
el fin de defender uno de sus flancos, se construyó el espigón de la Tenaza,
«de fagina bien trabada a tongas». Más allá de la Cruz Grande se hizo una
batería para seis cañones, en terrenos del rico ganadero don Pedro Más, y
otra semejante en la estancia de Crespo (fig. 137; fig. cuarta del plano). A
unas mil cien varas de esta última, en una angostura que separaba del mar
la ciénaga de Tesca, se construyó el hornabeque de Palo Alto, «hecho de
buena tierra, revestido de fagina» (fig. 132), cuyo objeto era «destruir al

137 El Virrey a Gálvez, 5-X y 26-XI-1779 (AGI: Santa Fe, 577-A).

304

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
«LAS BÓVEDAS»

enemigo todas las ventajas que pualera prometerse desembarcando en la


Boquilla» 138.
Tanto el hornabeque de Palo Alto como las baterías de Más y de Crespo
fueron reconstruídas en los años de 1796 y 1797 por orden del virrey Men-
dinueta 139. En éstas se hicieron, en 1798, cuerpos de guardia cubiertos de
palma y almacenes para el repuesto de pólvora «hechos de blindajes, cu-
biertos con espaldones» 1<10.
En 1808 se comenzó a reforzar la Tenaza, reconstruyéndose totalmente
hasta dejarla tal como se encuentra en la actualidad (fig. 124). Años antes,
al hacer los cuarteles de las Bóvedas, se le dió comunicación «por una po-
terna abovedada de treinta y cuatro varas de largo». Al mismo tiempo se
construyó un camino cubierto en el frente de Santa Catalina 141, tal vez el
mismo que se indica en un «plano que comprende las obras mandadas eje-
cutar en la plaza de Cartagena de Indias por real orden de 12 de Febrero
de 1786» (fig. 139), levantado en esa fecha por el ingeniero director Aré-
valo lü.

«LAS BÓVEDAS»

Ya hemos visto cómo en 1755 el ingeniero don Lorenzo de Solís había


proyectado la construcción de cuarteles y almacenes para pólvora, víveres
y pertrechos, proyecto que por entonces no se lievó a efecto. El brigadier
Arévalo, en un «proiecto general para fortificar la plaza», que presentó
en 1773 1~, expuso la necesidad de dotar a Cartagena de edificios de esa cla-
se, «pues no puede llamarse plaza fuerte-deCÍa-la que sólo tenga buenas
fortificaciones, si no tiene también las Bóvedas a prueva de bomba, que
necesi ta para tener a cubierto de ellas la tropa de descanso y resguardar
los víveres y municiones, respecto de que no ai medio para evitar su caída,
pero sí lo ai para embarazar su efecto, asegurando en dichas Bóvedas la
tropa y demás para su defensa». Años más tarde se decidió su construcción,
y el sitio elegido para emplazarlas fue el sector comprendido entre los ba-

138 "Relación de las obras provisionales" ... , de 4-X-I778 (AGI: Santa Fe, 577-A). Véanse tam-
bién las explicaciones del plano de 1780, reproducido en la figura 137, 167 Y 169.
139 "Relaciones" de 31-Xll-1796 (AGI: Santa Fe, 621) y 31-Xll-1797 (AGI: Santa Fe, 622),
ambas por Arévalo.
140 "Relación" de 30-VI-1797 (AGI: Santa Fe, 624).
141 Efemérides de Cartagena, BH citado, pág. 463.
142 Reproduzco una copia que se encuentra en el Museo Naval de Madrid. El original, finnado por
Arévalo, se conserva en el Servicio Histórico Militar (Biblioteca Central Militar, Sección Cartográfica,
K-b-7 núm. 33).
143 AGI: Santa Fe, 946. En él estudia las avenidas de acceso a la ciudad y lo que necesita para com-
pletar sus defensas. Los planos a que alude el documento no se encuentran en el Archivo General de
Indias, por lo que se hace difícil entender el proyecto.

305

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

luartes de Santa Clara y Santa Catalina, único que faltaba para dejar total-
mente cerrado el recinto de murallas de Cartagena.
En marzo de 1789, y con una consignación de treinta mil pesos anuales
concedida al efecto, se inició la construcción de la cortina de muralla y
veintidós bóvedas de veinte varas de largo por siete de ancho, que habían
de ocupar todo el frente comprendido entre los citados baluartes 1". A fines
de 1792 estaban sacados de cimientos veinte de los pies derechos que ha-
bían de sostenerlas, así como también «los cimientos de los testeros del
frente de ellas y puestos los umbrales de sus puertas de entrada, formadas
éstas con la cantería de sus batientes y mochetas, y terraplenado todo su
interior hasta la altura que deve tener para recivir su solería»; así como
también quedaba arreglado «el piso exterior, y calle contigua al frente de
estas bóvedas» 145.
En junio del año siguiente se concluyeron los pies derechos y se comen-
zó a hacer acopio de maderas, ladrillos y otros materiales para dar princi-
pio a las bóvedas en enero del año siguiente UG. A mediados de 1795 estaban
«concluídas, quitadas sus cimbras y solado su piso, de buen servicio, ca-
paces, claras, secas y bien ventiladas, y en 10 de ellas colocadas sus puer-
tas con herrages, con 3 1/2 pies de grueso en sus claves, restando enlucir-
las o sacarlas a plana en su parte interior, y poner sobre ellas dos solerías
de ladrillo de plano para quitar toda filtración de las aguas de las lluvias;
poner algún terraplén sobre ellas de buena calidad, cubriéndolo con otra
solería, con la qual quedará formada la explanada o piso superior, y con
4 pies de grueso en sus claves en la mitad de su longitud». También se
había construído otra bóveda interior para almacén de pólvora, con entra-
da subterránea «por la explanada o piso superior de las Bóvedas y su
correspondiente puerta doble y ventanas de luz y comunicación» H7.
Seis meses después se había puesto el terraplén en los senos de cinco
bóvedas, «bien regado y pisado, enrrasado con el pendiente necesario para
recivir la explanada», y seis de ellas estaban enlucidas, «puestas las rexas de
ventilación en sus pies derechos y las puertas con todos sus herrages». Ya
se utilizaban éstas como cuartel de las tres compañías del Batallón de Mi-
licias Blancas. En la misma fecha quedó concluída la muralla con su pa-
rapeto y se prolongó éste por el baluarte contiguo de Santa Clara (alcan-
zando una longitud de cerca de quinientas varas), «con la altura necesaria
al uso del fucil en la cortina de un andén o piso para este servicio» HS.

144 En el Servicio Histórico Militar (Biblioteca Central Militar, Sección Cartográfica, K-b-6 núm.
58) se conserva un plano de la cortina de las bóvedas, con planta de los cuarteles, firmado por Arévalo,
fecha 30-VI-1789.
145 "Relación" de 31-XII-1792, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 615).
146 "Relación" de 31-Xll-1793, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 616).
147 "Relación" de 30-VI-1795, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 618).
148 "Relación" de 31-Xll-1795, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 619).

306

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
«LAS BÓVEDAS»

En el primer semestre del siguiente año-1796-se terminó el «nuevo


frente de fortificación del recinto de la plaza por parte de la Mar del Norte
y sus Bóvedas, rampas, terraplenes y esplanadas». «Sobre todas las veinte y
cuatro-escribía Arévalo-[ se ha puesto] una solería de buen ladrillo sula-
cadas [sic] sus juntas, y en las rampas y terraplén de la unión con el ba-
luarte de Santa Catalina se han puesto los hormigones correspondientes y
se ha enlucido o sacado a plana todo el paramento del frente de la Muralla
Real y su parapeto, como también su frente interior o vista de las Bóvedas,
las quales son capaces, claras, libres de toda humedad, con franca venti-
lación por las puertas, ventanas, pasadizos, de comunicación y aspilleras
aviertas en la Muralla Real, en las quales se tendrá la tropa acuartelada,
sana y libre del efecto de las bombas por su buena construcción y grueso
de más de quatro pies y medio en sus claves, manifestando su cantería
toda la obra, con quatro garitas, tres de ellas nuevas de cantería, voladas
sobre repizas y basamentos de lo mismo, un frente respetable de 308 varas
lineales de largo línea magistral (incluso 40 de la cara izquierda del baluar-
te de Santa Catalina), alto de 9 varas, vistoso frente y espaciosa, en cuyo
medio antes de la erección estaba abierto el recinto de la plaza en un tre-
cho de 260 varas cerrada con una estacada censilla, al qua! agregado el ba-
luarte de Santa Clara, cuya muralla real se ha levantado hasta la altura de
seis varas sobre el nivel del mar su parapeto, revestimiento interior, ram-
pas y terraplenes (para cuya perfección sólo le faltan los hormigones), que-
da esta muralla real libre de escalada y ataque brusco, de que no lo está la
restante muralla baja», Además, se había hecho una galería subterránea
«que comunica la Plaza de Annas que está frente con el baluarte de Santa
Catalina, aumentando con la tenaza exterior unida a su muralla real, ege-
cutada el año 79 de buena tierra regada y pisada para cortar el paso por
aquí entre la muralla y el mar de la avenida de la Cruz Grande, defendida
con los fuegos rasantes y un foso de agua a su pie que se halla de buen ser-
vicio, y sin esta comunicación estava sin uso a la que saliendo ahora por
una poterna se le da todo el valor del fin a que se ejecutó» 149. Así, pues,
en 1796 quedó completamente cerrado el recinto de Cartagena.
Terminadas las Bóvedas, se dió principio a la construcción de un pór-
tico «formado de arcos de ladrillo y un cielo razo», para que la tropa acuar-
telada en ellas «se comunique de unas a otras y a sus comunes libres de
las incomodidades y efectos que ocasionan las lluvias y soles que entrara
por las puertas». A fines del año referido estaban hechos todos los pilares y
se habían cerrado diez y siete arcos, «restando 30 y el cielo razo, para lo
cual están prontas y labradas todas las maderas» 150, pero entonces hubo ne-
cesidad de suspender las obras para atender a otras más urgentes y no se

149 "Relación" de 30-VI-1796, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 619).


ISO "Relación" de 31-Xll-1796, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 621).

307

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII

reanudaron hasta 1798 151 • Un escudo de mármol colocado en el tímpano del


frontón está fechado en ese mismo año 152.
Aunque sin importancia arquitectónica, el Pórtico de las Bóvedas (figu-
ra 123) no deja de ofrecer cierta belleza, que tal vez resida en la monótona
repetición de sus cuarenta y siete arcos, que forman el fondo de uno de
los rincones más típicos de la Cartagena de fines de la época colonial. Fue
ésta la última obra de don Antonio de Arévalo.

EL MUELLE DE LA CONTADURíA

Desde el último cuarto del siglo XVI, la descarga de naos y galeones se


hizo, con embarcaciones menores, en el muelle que construyó el gobernador
Pedro Fernández de Busto, que, tal vez ampliado luego, figura en el plano
de las Casas Reales-o sea la actual Aduana-que levantó en 1620 el inge-
niero Cristóbal de Roda (fig. 25). A ese muelle aportaron, durante más de
dos siglos, los viajeros y las mercancías, pasando a los almacenes de la
Contaduría o al recinto de la ciudad a través de la histórica «Puerta de la
Aduana». A principios del ochocientos, el Consulado de Comercio, por ini-
ciativa de su tesorero don Manuel de Pombo, hizo algunas reparaciones en
el viejo muelle: se quitaron algunos sillares que estaban maltratados y se
amplió el andén del desembarcadero.
En 1802, el tesorero Pombo solicitó permiso para construir, por cuenta
del Consulado, « dos pórticos de mampostería de orden dórico, colocados
en el mismo muelle» para resguardo de los cargamentos que se desem-
barcaban en tiempo de lluvias. Pasada la instancia a informe de la Coman-
dancia de Fortificaciones, el ingeniero don Manuel Anguiano se manifestó
en contra del proyecto, por considerarlo perjudicial para la defensa de la
inmediata puerta de la muralla y de la estacada que cerraba el acceso al
arrabal de Getsemaní. El tesorero contestó en términos airados, mezclando
sus argumentos con ataques personales a Anguiano, y el gobernador don
Anastasio Cejudo elevó el expediente al Virrey. Gracias al pleito así susci-
tado se conserva un plano de ese sector del recinto de Cartagena (fig. 140),
donde figura el muelle antiguo que, según Anguiano, era «el que ha servido
en tiempo de los galeones, cuyo conjunto de géneros y frutos no volverá a
verse en este puerto, según el sistema actual de registros».
En el plano se indica la orilla antigua de la playa (O O), el rastrillo (L)
de la estacada que unía el recinto de la plaza con el de Getsemaní y los

151 "Relación" de 30·VI-1798, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 624).


152 La inscripción dice así: "La esculpió Hermenegildo Josef / Ayala, natural de esta ciudad de /
Cartagena de Indias, / (escudo) / Reynando Carlos IV, año de 1798".
Este mismo artífice labró un retablo que está en la iglesia de Santo Domingo, según lo acredita una
inscripción.

308

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
EL MUELLE DE LA CONTADURíA

pórticos (K) objeto de la discusión. En un informe al Virrey, el ingeniero


Anguiano fundamentó las razones de su oposición al proyecto, recordando,
además, las disposiciones legales que prohibían construir obras permanen-
tes en los terrenos de extramuros que estuviesen bajo el fuego de los caño-
nes de las murallas. En enero de 1803, el virrey Mendinueta decidió la cues-
tión autorizando al Consulado para hacer unos simples tinglados de car-
pintería, que se pudiesen derribar fácilmente en caso de urgencia. sobre un
zócalo de ladrillo de dos pies de altura. El Consulado quedaba obligado a
someter la obra a la inspección del ingeniero don Manuel Anguiano, y el
tesorero Pombo recibió una severa amonestación por haber lanzado contra
éste «un «Etna de ynjurias, sátiras y calumnias» 153.
Hasta que en fecha no lejana se construyeron los grandes muelles mo-
dernos, el antiguo de la Contaduría siguió sirviendo al tráfico marítimo del
puerto de Cartagena. Es de sentir que no se conserven los planos de los
pórticos, de orden dórico, que deseaba construir el tesorero Pombo. Al pa-
recer, pese a su carácter utilitario, fueron concebidos como templetes de
estilo neoclásico.

153 "Segundo expediente promovido por el tesorero del Consulado D. Manuel de Pombo contra
esta Comandancia de Fortificación ..... (AGI: Santa Fe, 959).

309

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
In die e de :Mapas y P(anos

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
)

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

A continuación del título y de la fecha se indica, entre paréntesis, la


procedencia del plano o mapa. Cuando éstos se encuentran en el Archivo General
de Indias, se consigna la sección o Audiencia y legajos de que proceden, y a con-
tinuación, con las iniciales TL seguidas del número correspondiente, la referencia
al Catálogo de Torres Lanzas, citado en la Bibliorafía.
Transcribo ín tegramente los textos de algunos planos que se refieren a edificios
importantes o que tienen interés para la historia de las fortificaciones. En estos
casos, la transcripción de los textos se ha hecho de izquierda a derecha y de arri-
ba abajo, como si los que se encuentran aproximadamente a la misma altura
formasen una línea, separando con dobles espacios los distintos textos.

FIGURA 10. - Cartagena de Indias y su de Puerto Belo a diez y ocho de abrill.


bahía hacia 1570 (Academia de la Historia,
Madrid: Colección Muñoz, mss. A-121, Batista Antonelli [rúbrica]
tomo 94, rotulado «Descripción de las islas
de Yndias», folio 126).
San Francisco
FIGURA 11. - Plaza Real, hoy plaza de Matadero Muelles Caleta Trincheras de la
Aduana. 1571 (AGI: Santa Fe, 187, TL,2). Caleta.
Estacadas
Calcada Muelles Plaza de la mar las líneas
FIGURA 12. - Plano de la ciudad con un coloradas es la trinchera bieja y lo amarillo se
proyecto de murallas. 1599 (AGI: Indife- abía de añadir porque la mar a comido esta
rente General, 1528; 1L, 20). parte mucho.
Cienagas Plaza
FIGURA 13. - Plano de la ciudad con las y glessia maior
murallas proyectadas por Bautista An- Santo Domingo
tonelli. 1595 (AGI: Patronato, 193; TL,10). San Agustin
Arraual que quedará fuera de la ciudad
Planta de la ciudad de Cartagena de las Estas linías son los quarteles de lascassas de
Yndias. Las linias amarillas es la fortificación o la ciudad assi las que se an de derribar para la
cerca que se podría haser y las linías coloradas es fortificación como las que quedan fuera y den-
unos para petos o paredes biejas. Esta fortifica- tro de la ciudad.
ción no ha de ser real sino a manera de un Fosso
trincheron de veynte a veynte y quatro pies de Trinchea que de pressente ba haziendo el
alto y esto bastara para aquí. Fecha en San Felipe gouernador don Pedro da Acuña Rebellin.

313

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Playa baluarte g hasta q; el ángulo del baluarte h q


Estacada Trinchea destacas ynpor tan te está ya lo más dél abierto y por ser esta ciudad
hasta que la fortificación se haga. y su contorno todo arena se trae de lejos el
Mar Escala de pies. caracolejo con que se ase esta argamassa y la
tierra es 10 mismo; las uigas y tabla son se trae
con mucha dificultad ueynte leguas de aquí.
FIGURA 15. - Mapa de la bahía de
Cartagena, por Nicolás de Cardona. 1632 Despuesqueeseembióa Vuestra Magestad
(Biblioteca Nacional, Madrid: mss. número la planta passada en 21 de julio en los galeones
2.468, folio 73). se a añadido y puesto en defensa desde el
baluarte 1 asta el baluarte m y los baluartes de
la playa R, s, t, y el medio baluarte V que sierra
FIGURA 16. - Plano de la ciudad de la trinchera de Santa Catalina con la misma
Cartagena y el puerto interior. 1597 (AGI: altura, fuer<;a y fábrica que estotros y adviertase
Santa Fe, 1; TL, 11). que desde el orejón del baluarte Vasta el orejón
del baluarte X se a de retirar adentro la cortina
[Cartela:] Planta de Cartagena de la Indias. trynta pies para que puedan quedar cuarenta
La muralla que está echa y la que falta por de orejón y trynta de casamata, en que se in-
acer medida con la escala que es de doscientos cluye todo el traués de 10 echo y por acer, con
pasos de a dos pies cada passo y cada pie de a que quedarán cubiertas las cañoneras y la pla<;a
tercia de bara desde la letra A, c, d, e, f, g, h, y, bien acomodada y muy fuerte y es obra fácil y
hasta la 1está puesto en defensa. Desde la 1, m, el fosso de agua en la manera que todo se
n, o, p, hasta la q, está por acer; lleua esta muestra y el muelle que se señala en la pla<;a de
muralla de gruesso desde la f hasta la h, que la descarga de las flotas entre los dos baluartes
puede ser batida aunque con mucha dificultad, c y d estará echo para quando la flota uenga, que
25 pies de gruesso y 22 pies de altura que es será de mucha ayuda para que las barcas de la
bastante para la ofensa que puede tener. La flota con más breuedad descarguen.
materia de que ba echa es de unas uigas gruesi-
ssimas de un palode corazon incorru ptible que
por serlo se llama ansi, entablado de dentro y [En el plano]
fuera de gruessos tablones y tablas, tanbien de
maderas de mucha dura, con muchas llaues y Trinchera de Santa Catalina Media Luna
cadenas de la misma madera de corazón. Lleba de San Felipe.
junto a los tablones y tablas de la parte de fuera
Calle Nueba Calle nueba Fuerte del
seys pies de grueso de una argamasa fortisima
de cal y caracolejo, muy a proposi to para resistir Boquerón.
qualquier batteria. Lleba detras desto de faxina Isla de San Francisco Calle nueba Caleta.
y alguna tierra y arena 19 pies despalda. Lleba
de escarpa 5 pies, 7 de parapeto. Desde la m FICURA 17. - Fachada de la Aduana
hasta la p, que tanbien puede ser batido, lleba la 1575 (AGI: Santa Fe, 185; TL, 5).
mesma fabrica de los 25 pies de gruesso y 22 de
alto. Las demás partes, por no estar sujettas a
FIGURA 18. - Planta de la catedral
batteria, Beban 17 pies de gruesso. Los baluar-
tes y cortinas ban algunos de diuersa echura primitiva. 1554 (AGI: Santa Fe, 187).
porque el terreno y sitio no a dado lugar a otra
cosa particularmente el medio baluarte c ba de FIGURA 19. - Planta del Almacén de
la echura como se muestra por no cortar la pla<;a Galpr:¡s. 1588 (AGI: Santa Fe, 37; TL, 9).
de la descarga de las flottas y quedar muy fuerte
con esta echura y ser ayudado de la ondura del
canal. La letra B es calsada que ua desde la FIGURA 25. - Planta de las Casas Rea-
ciudad a Gessemani y San Francisco; hasele les o de la Contaduría. 1621 (AGI: Santa
echo una inclusa arrimada a la muralla para en Fe, 37; TL, 39).
tienpo de necessidad enpantanar 10 que se pu-
diese en la cienaga que aqui se muestra. De la
FIGURA 26. - Planta de la Casa de
letra p a la letra O se a de abrir un peda<;o de
fosso como se muestra, que es cosa facil y 10 Moneda. 1630 (AGI: Indiferente General,
mesmo se a de acer desde el orejón último del 1.156).

314

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

FIGURA32.-ColegiodelaCompañíade B Presbiterio de seis sepolturas que es-


Jesús. 1656 (AGI: Santa Fe, 221; TL, 71). tan encima de las bobedas
C Sepultura en que esta enterrado el
Si tio de la Com pañía de Jesús de Cartagena señor obispo Doctor Don Francisco Rodrigues
y fachada del quarto que carga sobre la muralla deVa1cazar
y contra muralla (perdido) debaxo del qual y D Puerta de la sacristía
sobre el terraplen (perdido) y piesas de artilleria. E Gradas por donde se sube y baja al
altar mayor
[En la parte inferior, a la izquierda:] F Puertas para entrar a las bodegas
Fachada de la muralla por la parte qúe mira G Escaleras para bajar a las bodegas
al puerto que es donde carga el edificio de la H Pobeda para entierro de los señores
Compañía y enmienda que se debe hazer asi obispos y gouernadores
por el inconbeniente que se jusga tener con el I Bobeda para los prebendados
dicho edificio como por la mala proporzión y I, Bobeda para los hermanos de la her-
defensa con que quedara la muralla aunque se mandad de San Pedro
derribe por la incapassidad de traueses y ba- M Crucero de la capilla mayor
luartes y demasiado largo de la cortina todo 10 N Escaños del cauildo
qual se perfectiona y enmienda con vnir y sacar
O Asiento y silla del señor gouernador
la fortificazion segun 10 señalan las lineas de
punttos para que quede en la forma que muestra P Grada debajo del arco toral que diuide
la segunda plantta cuya obra costara treinta la capilla mayor y el cuerpo de la yglesia
mill quinientos pesos. Q Pilares delanteros del arco toral
R Pilares traseros que corresponden a
Nueua los delanteros del arco toral
[A la derecha:] S Arco que va a la capilla del Carmen
AA Muralla vieja en parte del sitio del T Arco que va a la capilla de la Con-
Colegio cepzion
BB Calle de ronda V Simientos que se hicieron para hacer
CC Contra muralla nueva cimiento 6 pies las bobedas
fondo y 7 gruesso 18 pies alto el lienzo sin y Sitio que se abrio en el centro de la
mención de banqueta tierra para labrar las bobedas
DD Terraplendecortinademurallanueva Tabemaculo
a que no se obligo la Compañia. Pitipie
EE Cortina de la muralla nueva cimiento (En la parte inferior el texto impreso del
6 pies fondo y 12 gruesso 1 vara de banqueta y papel sellado, en que está dibujado el plano)
9 hiladas de silleria. [Al dorso:]
FF Puertas a la marina
Yo Gaspar Mexia del Valle maestro mayor
GG Almacenes nuevos de las fabricas y fortificaciones de esta ciudad
HH Baluarte de los Cestones como el de
de Cartagena de las Yndias y Diego Serrano
los Moros siguientes
ambos a dos alarifes de albaneleria y carpin-
11 Baluarte de los Moros cimientos 6pies teria desta ciudad de Cartagena de las Yndias
fondo y sobre el 9 hiladas de silleria de 2 pies
certificamos que esta planta esta bien y fiel-
A de ir coronada esta obra nueva de un
mente fecha de la capilla mayorde la cathedral
para peto ordinario. desta ciudad y esta hecha segun y como es
[Al dorso:] dicha capilla mayor y las bobedas del entierro
Planta que remitio el gouernadordeCarta- de la hermandad del señor San Pedro estan
gena con los au tos sobre la obra que ha de hac;er debajo de las gradas de dicho altar mayor como
el collegio de la Compañía de Jhesus de Carta- se demuestran y para que conste 10 firmamos
~~ que vinieron con carta de 10 de agosto de
en Cartagena de Yndias en diez y seis días del
mes de jullio de mill y seiscientos y sesenta y
seis años.
FIGURA35.-CapillaInayor,cruceroy Diego Serrano [rúbrica] Gaspar Mexia
[rúbrica]
cripta de la catedral, 1666 (AGI: Santa Fe, (Bajo la p'arte señalada con las letras FF se
247). encuentra dIbujada la cripta de la Hermandad
de San Pedro, reproducida en la parte inferior
A Altar mayor del grabado).

315

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

FIGURAS 36 Y 37. - Planos de la Casa de estas ciete quadras que ban señaladas con
la Inquisición. 1628 (Archivo Histórico estos puntillos son casas de partiqulares que
N!icional, Madrid: Inquisición, legajo 1.607, lindan con el sitio.
num.8).
[Planta alta; figura 36] Relasion de la planta
[Planta baja; figura 37] Esta quadra es el ¡;i tio alta en que se a de labrar nueuamente el tribunal
donde oy esta el tribunal de la santa ynquisici6n de la santa ynquisision secreto carseles de dilin-
secreto y car¡;eles de delinquentes y car¡;el de fa- quentes carsel de familiares aposento de dilixen-
miliares y aposento de dilixencias y bibienda del sias bibienda del alcayde cosina y dispensa este
alcayde cosina y despensas. sitio ba señalado con tinta amarilla como en la
Esto por no estar comunicable a el tribunal planta baxa y por los numeros que en ella ban se
que se a de labrrar nuevo se a de vender si ubie- bera todo lo que contiene la dicha planta.
requienlocomprreysi no disponerlo para renta.
Esta quadra es el sitio de la casa donde oy Patio prinsipal del tribunal numero ....... 1
escalera para subir al tribunal numero ... 2
bibe el señor ynquisidor ¡;aravia -esta puede corredores para ir al tribunal y a las carse-
servir ¡;iemprre de bibienda de un señor ynqui- les numero ........................................... 3
sidor por estar comunicable al trribunal que se a Puerta prinsipal de la sala del tribunal
de labrrar nueuo. numero ................................................. 4
Esta ultima de las siete es necesario conprrar sala del tribunal numero .......................... S
por dar entrada secretas a el tribunal y car¡;eles sitio del dosel y altar para desir misa
como aqui ba señalado y lo que quedare de ella numero ................................................. 6
no podra disponer para renta. quarto y sala del secreto numero ............ 7
Relasion de la planta baxa en que se a de puerta y balcones por donde an de uenir
los presos a el tribunal numero ......... 9
labrar nueuamente el tribunal de la santa ynqui-
carseles de dilinquentes numero ........... 10
sision ¡;ecreta y car¡;eles de delinquentes carcel estos an de ser treynta y tres aposentos
de familiares aposento de dilixensias bibienda como esta dicho en la planta baxa
del alcayde cosina y despensa este sitio ba seña- porque an de tener dos altos.
lado con tinta amarilla y por los numeros que en aposento de nesesidades numero .......... 11
ella ban se bera todo lo que contiene la dicha aposento de dilixensias numero ............ 12
planta yen la alta que ua como esta. carsel de familiares numero .................... 13
bibienda del alcayde numero ................. 14
Puerta prinsipal numero ................. ........... 1 cosinas y despensa numero ................... 15
Sigunda puerta numero ............. .............. ... 2 Puerta por donde a de uenir el señor
Patio del tribunal numero .......................... 3 ynquisidor de su casa al tribunal
Escalera para subir al tribunal número... 4 numero ................................................ 16
Puerta por donde an de entrar y salir los corredores sobre los portales a la plasa
presos a las carseles numero ........... .... 5 prinsipal numero .............................. 17
Carseles de deliquentes numero ........... 6 balcones de toda la casa numero ............ 18
estos an de ser treynta y tres aposentos
porque an de tener dos altos Lucas báez [rúbrica]
aposento de dilixencias numero .......... 7
Entrada secreta a el tribunal y carseles FIGURA 38. - Plano de la Plaza Mayor.
numero .................................................... 8 1630 (AGI: Sante Fe, 39; TL 49).
Patio de carseles numero ........................... 9
aposento de nesesidades numero ............ 10
portales a la plasa prinsipal número ...... 11 FIGURA 39. - Planta de las murallas de
aposentos para renta numero ................. 12 la ciudad construidas por el gobernador
Francisco de Murga. 1630 (AGI: Santa Fe,
Lucas baez [rubrica]. 39; TL,51).
Plasa prinsipal de esta ciudad Relacion de lo que el maese de canpo Fran-
escala de sien pies cisco de Murga a hecho en las murallas y terra-
aqi se an de tomar dies y siete pies desta casa plenos de la serca desta ciudad de Cartagena de
para acresentar este patio que es 10 que va seña- las Yndias desde el dia que entro a gobernar en
lado dende estos puntos negros hasta 10 ama- ella que fue a dies y siete de octubre de 629 hasta
rillo. fin de julio de 630 como parese por la planta

316

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

presente desta dicha siudad. dichas suman y montan treinta y


quatro mil quatrosientos y qua-
En la parte de la plaia de la mar grande ques renta y ocho pesos siete
por fuera del puerto a echo ochosientos y beinte reales y medio ............................... 34U448-71/2
y sinco pies de muralla en dos pedasos de corti- Lucas Báez [rúbrica}
nas y un baluarte que ba señalado con tinta
amarilla en que se a gastado die s y seis mil FIGURA 40. - Plano del baluarte de San
quinientos y ochenta y tres pesos. Felipe, hoy Santo Domingo, por Cristóbal
Así mesmoa hecho en el baluarte A ycortina de Roda. 1614 (AGI: Santa Fe, 38; TL, 31).
B la contramuralla que ba señalada con tinta
berde y el terrapleno que en el dicho baluarte í FIGURA 41. - Plano de la plataforma
cortina ba sinificado y la subida en el angulo Santángel, construida en la isla de Tierra
denmediodel dicho baluarte para el serbisiodel Bomba, en Bocagrande, 1617 (AGI: Santa
yen el angulo a donde esta la letra A una garita Fe, 38; TL, 32).
para los soldados de la guardia y asi mesmo a
hecho desde la dicha garita en el dicho baluarte FIGURA 46. - Cartagena, la bahía y sus
ochenta y tres baras de parapeto que ba señalado inmediaciones. 1631 (AGI: Santa Fe, 218;
con tinta asul con que se ba rematando con la TL,45).
muralla por aquella parte.
FIGURA 47.- La ciudad y la bahía con
Así mesmo a hecho en el baluarte C y cortina los castillos construidos por el gobernador
D la contra muralla que ba señalada con tinta Francisco de Murga. 1631 (AGI: Santa Fe,
berde como la de ariba y el terrapleno quen el 39; TL,51).
dicho baluarte y cortina ba sinificado y subida el
serbisio del. FIGURA 48. - Fachada de la Casa de
Cabildo. 1677 (AGI: Santa Fe, 64; TL, 90).
Asi mesmo a hecho en el baluarte E y cortina
F y un pedaso del baluarte G la contra muralla FIGURA 50. - Diseño de la Puerta y
que asi mesmo ba señalada con tinta berde y los baluarte de la Media Luna. 1631 (AGI:
terraplenos que en los dichos dos baluartes y Santa Fe, 218; TL, 47).
cortina ba sinificado y en el angulo de uno de
ellos subida para el serbisio del en las quales FIGURA 51. - Planta y sección de los
contramurallas arriba dichas se baluartes de Santa Catalina, por Juan Bau-
a gastado ocho mil dusientos y tista Antonelli. 1645 (AGI: Santa Fe, 218;
beinte y quatro pesos .............................. 8U224 TL,67).
yen los dichos terraplenos arri-
Mar grande
ba declarados se ha gastado ocho Calle Casamata Trinchera
mil setenta y tres pesos ............................ 8U073 Quarteles de la ciudad Terraplen Terraplen
demas de lo arriba dicho se an Fosso
gastado mil quinientos sesenta y Calle Casama ta
ocho pesos siete reales y medio Terraplen
en tres esplanadas de bigas y [Ci]enaga Escala de pies de bara de Castilla,
tablones que se hisieron en los con que se rnc;o esta planta.
tres baluartes G h 1 por nueba E'scala de pies de bara de Cas tilla, con que se
que bino a esta c;iudad en dos de mide el gruesso y altto deste perfil.
marso deste presente año del
quel enemigo abia tomado a [Cartela:) Planta de la frente que está fabri-
santa marta para poder manixar cada en la ciudad de Carthajena de las Yndias
en ellos el artillería a causa de en la parte que dicen Santa Catalina su remate
nos estar acabados y ser puestos de la ciudad. Las letras A y B es la fortificacion
muí nesesarios para la defensa que hic;o el Cappitan Christ6bal de Roda, Yn-
destaciudad .................................. lU568-71/2 geniero de su magestad. Las letras C, D, E, es la
fortificacionyreparoquehic;oelmaesedecanpo
Que todas las partidas arriba Francisco de Murga fuera de la ciudad. El alto y

317

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDlCE DE MAPAS Y PLANOS

grueso de toda esta fábrica se berá por el perfil Petit Pié de varas castellanas Perfil de la
señalado con muralla para la obera propuesta
y grueso de toda esta fábrica se berá por el perfil Petit Pié de vara para el perfil
señalado con sus números: 1, parapeto; 2, grueso Por Francisco Ficardo
yaltodelamuralla; 3, contrafuerte;4,contramu- [Al dorso de la «joila tercera»):
ralla; 5, terraplén; 6, muralla del reparo; 7, fosso; Ista tercera propone otra fortificasión no
8, estrada encubierta y ballado. menos defendida que las otras y más acomo-
dada para non perder tanto terreno ni demoler
[Al dorso) Planta y perfil de la frente Santa tanto los edifisios por cuia causa es más corto el
Ca talina con la carta del ingeniero Antoneli de 20 gasto que de las otras dos
de setiembre de 645. [Debajo de la anterior:)
Joila segunda Petit pié de varas
FIGURA 52.- Plano de la ciudad y el [Al dorso de la «joila segunda:)
arrabal, por don Luis Venegas Osorio. 1678 Baxando ista segunda joila demunstra los
(AGI: Santa Fe, 220; TL, 96). mesmos 4 baluartes retirados al centro para eui-
tar el gran gasto de auancar a la mar el pilotiage
y para con los cimientos de las antiguas defender
FIGURA 53. - Planta y sección del cas- lasnuebas.
tillo de San Luis de Bocachica, por Pedro [Debajo de la anterior]:
Mexía. 1661 (AGI: Santa Fe, 39; TL, 73). San Carlos de Rey Santa Maria de la Rena
San Agustín Santa Rosa Santa Cruz
FIGURA 54. - Planta, sección y fachada Joila primera
de una torre proyectada para la defensa del [Al dorso de la «joila primera»):
canal de Bocachica, por Juan de Somovilla Baxando esta primera joila demunstra la
forma que tienen los quatro baluartes propuestos
Tejada (AGI: Santa Fe, 113; TL, 70).
con su pilotiage avan<;ado a la mar
[Debajo de la anterior:)
FIGURA 55. - Plano de la ciudad con los Planta de la parte de la mar como está oy
proyectos de reconstrucción de la muralla Placer que sigue
de la Marina, por Francisco Ficardo. 1688
(AGI: Santa Fe, 457; TL, 100). FIGURA 56. - Plano de la muralla de la
Marina, por Francisco Ficardo. 1688 (AGI:
[Margen superior): Tejares Bocachica está 3 Santa Fe, 453; TL, 101).
leguas de la ciudad.
[Margen izquierdo]: Zamba en esta costa. FIGURA57.-Plantade las murallas, por
Boquetillo Bra<;o de mar que va la cienaga.
Casilla (?) de San La~aro. donjuan Bautista de la Rigada. 1689 (AGI:
San losé Recluto Surgidero de los nauios Santa Fe, 218; TL, 115).
Media Luna San Roque La Santísima Trinidá
Santa Isabel San Miguel San Francisco San FIGURA 57. - Planta del fuerte de San
Francisco. Luis de Bocachica, por don Luis Venegas
San loan San Vicente Ferel San Bona Ven-
tura San Antonio de Padua San Inasio. Osorio. 1678 (AGI: Santa Fe, 220; TL, 92).
Contaduria Casa de Armas.
Planta de Cartagena por orden del Maestre FIGURA 59. - Mapa del ataque de la es-
de Campo Don Martín de Ceballos y la Zerda, cuadra del barón de Pointis a Cartagena,
Gouernador y Capittan General della por Luis Chancels de Lagrange. 1697 (Biblio-
lospital Palasio La Iglesia Mayor Santa Te-
resa La Inquisición San Francisco Xauier. teca Nacional, Madrid: mss. citado en la
San Pedro Martir Placiela de los Aguais San Bibliografía, pág. 39).
Agustin Quartel Santo Domingo San Tiago.
San Lucas San Diego Santa Clara La Plan de la ville, des forts de la rade et des
Merced Santo Domingo. cavirons de Cartagene en Amerique, prise en 697
Santa Clara La Merced. par Monsieur de Pointis.
Joila Tercera Page39

318

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Echelle de 120 toisses Tiene de royna el recinto de esta muralla


Les chiffres sont les brasses d' eau ca yda y desplomada con el trabess que linda con
Notre Dame de la Poupe Terre Ferme las Mercedes que se a calsado de seco y acom-
Fort Saint Lazare Ysle Carex paña con escollera.
Lac Senega Fort Sainte Croix Isle de Naos 545baras
Citadelle de Boca Chica Baluarte de Santa Catalina No. 1
Entree du port Brecha cayda Baluarte de Santo Domingo
Descente
No. 2
Plaine Mer
[Cartela]: Gueco desde el muelle y escollera hasta la
A. Ville de Carta gene muralla que se a de masisar
B. Favbovr de Himanie No. 3
C. Eglise et fort de Saint Lazare Poniendo en execu~ion lo mandado por vss'
D. Infirmerie de que haga dos re9ntos y perfiles de la m urana
E. Baterie Royalle et dun mortier que ay desde el baluarte de Santa Catalina al de
F. Baterie newe et dun mortier Santo Domingo, el vno en la forma que oy esta en
H. Tranchée sus brechas" y ruynas que el mar a hecho, Yotro
1. Assavt et bresche forcée en la forma que se deue hazer la nueua muralla,
K. Fort de la mer que la primera es numero 1 y la que se ha de
L. Bastions Saint Domingo
fabricar numero 2, las quales son como se de-
M. Bastions Saint Ca terine
Leué par le Chevalier Delangrange m uestran por este pa pel, y la fabrica nueua como
se dem uestra por este perfil numero 3, que es
FIGURA 60. - Plano del fuerte de Santa plantado sobreelsimiento viejo y sobre el nueuo,
Cruz, por don Luis Venegas 05OriO. 1678 que por la banda de adentro se a de abrir por su
(AGI: Santa Fe, 220; TL, 91). tras dos conjunto y tra uado loque se pudiese uno
con otro que enrac;ados en el plano forman sepa
Parte de la baia de la duda de Cartajena. de veynte y quatro ter9as, que el viuo de la
Planta del fuerte de Santa Cros. muralla y gruesso del plano empiessa en diez
A Baluartes. tercias, y ocho del calso que se a de leva n tar sobre
B Plata forma que manda el canal con el simiento viejo, y dejándole vna ter9a de socIo
artélleria gruesa mui ynportante. por la vanda de adentro, y c;inco por la vanda de
C Sisterna aruinada que es lástica. afuera para talon y vanqueta que con 18 que
D Quarteles y Ca~a del Castellano. ocupa el asiento del cal so, y muralla hinchen las
E Puertas del fuerte.
24 terc;ias planicies del simiento. Adbirtiendo
F Fosso en torno al fuerte de agua co-
rriente. que las banquetas del calso an de ser sillares de
G Estrada cubierta con su parapeto y tison los mas largos que ser pudieren, y las demas
contra escarpa de piedra picada de silleria. El hiladas que llebare el dicho lalso con su escarpe
terreno que siñe la mitá del fuerte, como se de cola de cartabon quadrado hasta reseuir la
demuestra, es muy pantanoso y lleno de agua y quinta hiladas de la muralla, an de yr enden tados
de monte bajo, pero está sujeto y mandado del los sillares por la vanda de afuera con diente y
fuerte, por lo que lo considero ynespunable si chaflan en la forma que se assientan los parape-
tiene la jente munisiones y bastimentos que tos; y desde la quinta hilada hasta el parapeto
nesesita. al to correra la camisa de la silleria con su escarpe
[Enel fuerte]: Año de 1678. hordinario y has[ta] enrac;ar; y siendo como es
Parte que mira a Boca Grande. sierto hazer el mar su bateria en las hiladas bajas
Escala de sesenta baras castellanas.
estando tan escarpidas y tan reforc;ado en el
Venegas Faciebat.
gruesso de 18 terc;ias de muralla, paresse se asse-
[Al dorso]: Fuerte de Santa Cruz de Boca
Grande de la ciudad de Cartajena. gura la fabrica; pero digendo mi sentir, reprueuo
la reedificazion de murallas. Y digo que el año 13
FIGURA 61. - Muralla de la Marina y se empesso la fabrica de esta ciudad y el de 18
proyecto de reconstrucción, por don Juan executó el norte con la violencia del mar y hechó
de Hita y Ledesma. 1665 (AGI: Santa Fe, abajo la muralla, auiendose fabricado distante
657; TL, 75). del batidero del agua mas de 40 passos, y el año

319

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDlCE DE MAPAS Y PLANOS

de 35, retirandose buen trecho adentro, se le- Domingo) y la muralla de la Marina, por
bantó segunda muralla que es la que vemos de Cristóbal de Roda. 1617 (Biblioteca
pressente tan arruynada que apenas se descu- Nacional, Madrid).
bren los simientos de la vieja, y siendo como es
[Cartela]:
verisimil que el mar ympelido del viento es
1 Baluarte Santa María.
enemigo que yncessantemente esta arruynando 2 Medio baluarte San Felipe.
el terreno de esta ciudad, el qual es ym perfecto y 3 Medio baluarte San tiago.
de arena tan sutil, que estando seca puede passar 4 Baluarte San Diego.
por sedac;o, y a faltar el reparo de la muralla con 5 Escalera que sube al baluarte Santa
qualquiera accidente yqualquiera brecha queel María.
mar abra está la c;iudad en conosido peligro; de 6 Cassas matas.
forma que hallo que el mayor reparo es apartar 7 Terraplenos.
este enemigo a fuera, y este se hará haziendo vna 8 Puerta principal que sale a la playa.
escollera en la forma que ba apuntada en el 9 Quarteles de las cassas de la c;iudad
numero 4 que empiesse 100 baras arriua del ba- 10 Plaza de armas.
luarte tenac;a de Santa Catalina, saliendoenagulo 11 Yglesiamayor.
agudo al mar, embusca de banco que todo el 12 Plac;a.
tiene 4 palmos de agua en pleamar, sobre el qual 13 Fábrica que se hic;o el primer año que
se deue fabricar de piedra gruessa y matacán de es vermellón.
porte vnmuelle que llebe veinte baras de gruesso 14 Fábrica que se hic;o el segundo año que
y montee por la vandadel mar4 baras, yesteade es lo encarnado.
correr hasta 100 baras, abajo del baluarte de 15 Fábrica que se hiC; el tercer año que es
Santo Domingo, yembestiren tierra, yelgruesso lo amarillo.
y trasdos que quedare deste dicho muelle hasta 16 Lo amarillo que se ba prosiguiendo es
la planta de que se uan sacando los cimientos.
la muralla se a de masisar con matacanes, lajas y
17 Ciénaga.
piedra de lastre, con sus tongas de caliche y 18 Dentro del puerto.
caracolexo, yendo el planode arriua con monteo
hasta embestir con la muralla, con que es sierto [En el plano mismo]:
presserbarse la ciudad del peligro que tiene y Plaza de los Jagueycs
escusarsetantosgastoscomosuMagestadhaze, MarGrande Esta trac;aes la ciudad de Carta-
en reedificaciones y reparos de murallas ma- gena de las Indias hecha por Christoual de Roda
yormente por esta parte; y no admite duda in..senjero militar del Rey Nuestro Señor en este
bolber a recobrar todo el terreno que el mar a ano de 1617.
robado a esta ciudad. Tambien se sigue util, que
el perfil del muelle por el mar como es dicho del Xpoual Roda (rúbrica).
pesso del agua 4 baras, ser defensa para no dejar Escala con que se alc;o esta fabrica.
arrimar canoa, lancha ni otro bajel por ser la Escala que se hizo esta fabrica de largo y de
costa braua. Y avunque paresca dificultosso el gruesso.
conducir el material para esta obra, no lo es, por Playa de arena.
aberlo aproposito menos de ochocientas baras FIGURA 63. - Mapa del a taque de la es-
de donde sea de trasportar ygastar ysu acarreto cuadra del barón de Pointis a Cartagena,
y tragin a de ser por tierra. Dejo de expressar por don José Vallejo de la Canal. 1697(AGI:
otras muchas adequenc;ias y vtiles que ay para Santa Fe, 458; TL, 117).
este efecto por ser necessario mas papel; este es
mi sentir y pareser, obedeciendo a V. SS.a y Reducto
sugetandome a su pareser, y al de aquel que mas San Joseph
bien hubiere perseuido la ma teria de arte. Carta- MediaLuna
gena y Marzo, 27 de 1665 años. Arrabal de JesseMani
Chambacú Santa Ysabel
San Ignacio
B. L. M. de VSS.a su menor criado. San Vedro Martir San Francisco Xauier
DonJuan de Hita y Ledesma (rúbrica). Cartagena de las Yndias, sitiada, ganada,
saqueada y destruida por el frances el año de
FIGURA 62.-Plano parcial de la ciudad 1697.
con el baluarte de Santa María (hoy Santo San Lucas San Tiago.

320

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Santa Catalina Echa por el Capritan de Plano de la ciudad de Cartagena de las In-
Cauallos D. Joseph Vallejo de la Cana dias, situada en 16 grados y26minutosde latitud
Santo Domingo. septentrional yen 304 de longitud
Santa Cruz Virgo Aene. lib. I
Baras castellanas para escala de la ciudad. De venere locos, ubi nunc in' gentie cerues
Escala de vna legua española para el puerto Moenia, surgentemque novae Cartaginis arcem
[Cartela]: Vrbs quoque te et leegum lasat tutela tuarum.
1 Armada francesa dada fondo en el
Plazer de Playa Grande, de 29 belas. Ovid. tris. lib. 11
2 Lanchas que quisieron echar gente en A Baluarte de Santa Cathalina.
tierra el día 13 de abril. B Baluarte de San Lucas.
3 Galeota que bombeo la ciudad el día 14. C Baluarte de San Pedro Maror.
4 Cappitana y Almiranta acañoneando la D Baluarte de San Ignacio.
Ciudad. E Baluarte de San Francisco Xavier.
5 La misma Armada dada fondo en Bo- F Baluarte de Santiago.
cachica. G Baluarte de Santo Domingo.
6 Galeota bombeando el Castillo. H Baluarte de la Cruz.
7 Gouierno y San Luis acañoneando el I Estrago que hizo el mar año de 1713 y 1714.
Castillo. K Baluarte de San Francisco de Barahona.
8 Desembarque del enemigo. L Baluarte de Santa Isabel.
9 Vn mortero en tierra contra el Castillo. M Reducto de San Lorenso.
10 Camino de las tropas al Castillo. N Baluarte de San Joseph.
11 Castillo de Bocachica. O Puerta de la Media Luna.
12 Canal de la entrada. P Reducto de San Miguel de Chambacú.
13 Caminodelas tropas al CastillodeSanta Q Salida principal de la plaza.
Cruz. R Castillo de San Felipe de Barajas, alias del
14 Castillo de Santa Cruz. Cerro.
15 Embarque de las tropas para pasar a la S Fuertesillo llamado vulgarmente el Paste-
tierra firme de la Popa. lillo.
16 Desembarque en la tierra firme. T Puerta del Puente que va a Gethsemani.
17 Armada del Rey de Francia dada fondo V Puerta de la Contaduría.
en el Surgidero. X Puerta de Santo Domingo.
18 Galeón nuestro echado a pique. y Puerta de Santa Catalina.
19 Armada de los Piratas. Z Revellin de la Media Luna.
20 Capitana y Bermandois acañoneando
la Ciudad. 1 La Iglesia Cathedral.
21 Galeota bombeando la Ciudad. 2 Colegio de la Compañía de Jesús.
22 Trauersie de bombear que echamos a 3 Monasterio de Santa Teresa.
pique. 4 Convento de Santo Domingo.
23 Fuerte del Pastelillo. 5 Convento de la Merced.
24 Camino que llebaron por las tropas en 6 Monasterio de Santa Clara.
la tierra firme a los ataques. 7 Convento de San Diego.
25 Castillo de San Phelipe de Baraxas. 8 Convento de San Agustín.
26 Aloxamiento de las tropas del Rey. 9 Hospital de San Juan de Dios.
27 Alojamiento de los piratas. 10 Convento de San Francisco.
28 Nuestra Señora de la Popa. 11 La Trinidad, ayuda de parroquia.
29 Hozpital de San Lázaro. 12 La Iglesia de San Roque.
30 Batería Real contra la Media Luna. 13 Hospital de San Lázaro.
31 Ataque contra la misma. 14 Tribunal de la Ynquisision.
32 Ataques contra San Pedro y la Ciudad. 15 Plaza de armas.
33 Brecha en la Media Luna. 16 Plaza de los Habueyes.
34 Morteros en tierra. 17 La Carniseria.
35 Puente de Jesse Maní. 18 El Matadero
19 Chambacú. Paseo.
FIGURA 71. - Plano de la ciudad, por 20 El Egido.
don Juan de Herrera y Sotomayor. 1716 21 Camino de la Boquilla.
(AGI: Santa Fe, 657; TL, 123). 22 Camino Real

321

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

23 Playa Grande, camino de Bocachica. dicho temporal fresca, la lastimo en partes la


24 Casas de la Contaduría. obra superficial.
2S Proyecto para la muralla nueua. L Todo lo que esta de puntos debajo de
Omuia sub pedibus, qua sol utrumque re- esta letra, son las ruinas de los edificios que las-
currens Aspicit Oceanum vertiquee regique timo el mar robandose el terreno en que estaban
videbunt. fundados, que como era mucho más alto que el
Virgil Aeneid lib. VII orizon te del agua, parte de ellos vinieron a tierra
Don Juan de Herrera y Sotoma yor (rúbrica) y 10 restante se mando derrivar.
Escala de 1.CXX> pies del Rhin. O El estudio del dormitorio de Santa Clara
que cayo, y se rindio dicho dormitorio
P Pordon del dormitorio que se mando
FIGURA 72. - Plano de la Marina, en el
derrivar por la amenaza de ruina
que se indican los daños causados por los O Lo que esta de fun tos con esta letra son
temporalesde1713y1714.1715(AGI:Santa las brechas que abrio e mar el año 1713
Fe, 457; TL, 123). I M N Estacada antigua que se quito para
hazer el pilotage exterior H por ser de maior
Plano de la Marina de la ciudad de Carta- defensa que la referida, y hasta ella llegaua el
gena de las Yndias desde el baluarte de la Cruz terreno de la ciudad.
hasta el de Santa Catalina, en que va figurado el R Todo lo que esta señalado con esta letra
daño que hizieron las dos tormentas de mar de son las barrancas que hizo el mar en dicha
los años de 1713 y 1714. tormenta del año de 1714 robandose todo el te-
Neptunos muros, magnoqueamota tridenti rreno que se señala con el color de arena
T Bobeda que abatio el temporal del año
fundamenta quatit; totanque a se dibus urbem
de 1713
eruit Virgi, Aeneid. Lib. 11. Escala de 800 pies de Rhin
Escala de 3(X) varas castellanas correspon-
Eplicación: dientes a la de arriva, 260 pies hazen 95 varas
A B C Estacada antigua, que la desvaratoel
mar el día 30 de octubre de este año de 1714 y [En el plano mismo]
hasta alli llega va el terreno de la ciudad. Puerta de Santa Catalina Plazuela de los
B Garita de San Carlos que también ]a Habueyes Santo Domingo Baluarte de San
arruino el referido temporal. Lucas San Diego.
C D S F Pilotages de a dos ordenes de es- Baluarte de Santa Catalina Santa Clara La
tacas, que se avian hecho para cerrar aquellas Merced Baluarte de la Cruz
dos brechas que abrio la tormenta de mar del Don Juan de Herrera y Sotomayor
añode1713, yel temporal de este año de 1714 los
desvara to enteramente: [Al dorso:]
E Pedaso de muralla antigua que cayo Este plano de la Marina de Cartagena de las
con los repetidos golpes de] mar el dia 30 de Yndias remite a Su Magestad el Señor Mariscal
octubre de 1714 quedando el otro pedazo en pie, de Cam po Don Geronimo Badil lo Governador
como se ve. y capitan general de dicha plaza por Su Mages-
G Estacada antigua, que tambien la tad Año de 1715.
desvarato el mar este año de 1714 dejando con
estacas 10 que se señala con ceros, y lo que esta FIGURA 73. - Plano de la Marina desde
con puntos es lo que del todo arruino. el baluarte de la Cruz al de Santa Catalina,
H Pilotage de dos ordenes de estacas, que por don Alberto Mienson y don Juan de
se hizo el año de 1714, para resguardo de la Herrera Sotomayor. 1721 (AGI: Santa Fe,
muralla nueva y se prosiguió hasta pasada la
472; TL, 125).
Merced cubriendo aquella pordon de terreno, (Izquierda)
que era el mas expuesto al peligro, y la dicha Perfil.
tormenta de 1714 lo hizo pedazos a trechos, Plano de es te perfil.
como se conoce por los ceros y puntos. Escala de 20 pies del Rhin para este perfil.
1 Brecha que abrio el dicho temporal el De una parte de la plaza de Cartagena de las
dia 30 de octubre en una muralla antigua Yndiasquemira a la Marina desde el baluarte de
K La muralla nuevamente comensada la Cruz hasta el da Santa Cathalina, con un
hasta cinco pies de altura, que por coxer]a el proyecto de fortificación, su perfil y plano par-

322

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

ticular, cuyo paraxe esta directamente opuesto Desde la 1hasta la J es lo fabricado en tiem po
al Norueste, y en los tiempos de los Nortes del gobierno del Brigadier Don Alberto de Ber-
suelen causar grandes estragos los temporales todano a la altura que denota el perfil numero 1
llevandose muchas casas y haziendo notable que fueron varas corrientes 51. Además de esto
ruyna a los dos conventos de la Merced y Santa corrio la hilada mas de sillería que se ve en el
Clara, hallandose también totalmente derruidas segundo escarpe de dicho perfil por todo lo
las murallas antiguas por aquella parte, hallan- hecho en tiempo de dicho Ynquisidor y fueron
dose por alli abierta dicha Plaza, por cuyo mer por todo 1634 varas cubicas.
tivo ha mandado S. M. reedificarlo debajO de la Desde la J hasta la K es lo fabricado en
dirección del Maestre de Campo D. Juan He- tiempo del gobierno del Mariscal de Campo D.
rrera y Sotomayor Yngeniero Militar de dicha
Plaza y su Prouincia y Castellanos del Castillo Luis de Aponte, a la altura que en el perfil
de San Phelipe de Baraxas extramuros desta numero 2 se señala con la línea de puntos Xque
ciudad, por S. M. fueron varas corrientes 95. Mas se corrieron 17
varas de cimiento desde K hasta L de la mitad
Don Aluerto Mienson [rubricado]. del gruesso por la parte exterior que en el perfil
Donjuan de Herrera y Sotomayor [id]. numo 3 se señala con la línea vertical de puntos
v. Z.
Plano del baluartillo de S. Carlos con dos En el tiem po del govierno del Marquez de
pedazos de las Cortinas Colaterales con sus con- Villahermosa se calzo de nuebo lo fabricado
trafuertes en cuya conformidad ha de seguir to- desde N, hasta K, que en el perfil núm. 2,
do lo demás que va proyectado. corresponde en altura a la linea vertical pun-
Escala de 200 pies de Rhin para este Plano. teada desde P, a Q por haverlo cortado el Mar.
Indice. Mas se echaron desde 1hasta K, las tres hiladas
A. Baluarte de Santa María. en alto que en dho perfil numero 2 indican las
B. Baluarte de la Cruz. letras R, S, Ydesde Khasta L, se hecharon sobre
C. Baluarte de San Carlos. el medio cimiento dos hiladas mas de canteria
D. Baluarte de la Merced. que todo produxo 1296 varas cubicas. Las del
E. Baluarte de Santa Clara. tiempo de Dn. Luis de Aponte fueron 3312
F. Baluarte de Santa Catalina. cubicas.
G. Baluarte de San Lucas.
H. Convento de la Merced.
1. Convento de Monjas de Santa Clara. En el tiempo del Brigadier Don Antonio de
J. Convento de San Diego. Salas se acabo de levantar el pedazo desde K
L. Estacada que orilla el mar. hasta L a la altura que indica el perfil núm. 3,
M. Pilotage nuebo. haviendo hechado primero el cimiento que fal-
Escala de 800 pies del Rhin para el plano.
1
taba por la parte interior, siendo lo hecho todo
lo que se ve de roxo en dicho perfil excepto lo
FIGURA 74. - Planos de la Marina, por comprehendido entre la W, LZ, que en exten-
don Carlos Briones. 1733 (AGI: Santa Fe, sión de 17 varas corrientes producen 680 varas
467; TL, 133). cubicas. Tambienen dicho tiempo se ancalzado
de silleria con la mayor firmeza los dos Bas-
tiones el de la Cruz B, y el de Sta. Catharina F,
Plano de la parte de Cartagena que mira a el
como se ve en dicho plano. Mas se an hecho este
mar, donde se ve la nueba muralla que se esta mismo año 32 varas lineales de Muralla, las 17
fabricando, y segun se halla al presente año de de la altura del perfil número 3 y otras 16 del
1733. num.1 q. son 1280 vs. cubicas mas desde la letra
La la &.
B. Bastion de la Cruz, nuebamente calzado
de sillería año de 733 por estar cortado por el pie. Explicacion de los Perfiles.
Desde la H hasta la 1 es lo fabricado de muralla El perfil numero 1 es la altura que llevo la
en tiempo que fué yntendente de la obra el Yn- muralla desde H hasta 1 del plano: quedo en el
quisidor Don Thomás Gutierrez de Escalante a tiempo del Ynqquisidor al alto de la linea de
la altura que se ve en el perfil núm 1 que es el puntos M, yen tiempo de Don Alberto de Ber-
que corresponde a esta obra menos la ultima hi- todano se le echo la otra hilada que denota la
lada de arriva, yconstade 1371/2 varascorrien- linea de mas arriva, yen lugar de la piedra de
tes y cúbicas 1547. Todo esto se halla oycortado socalo que alli se ve, llevo mamposteria. A esta
de el mar por su pié, segun se ve por la linea altura dicha siguio la obra desde 1 hasta J del
negra tortuosa en el perfil de dicho número 1. plano Don Alberto de Bertodanocon dos piedras

323

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

de socalo por irse hallando mas bajo el firme fun- Escala de 400 varas de Castilla, que sirve
damento segun la altura T x de el perfil numo 2. para ambos Planos.
A la misma altura prosiguio la obra en tiem pode Delineado por Ioseph de Figueroa, delinea-
Don Luis de Aponte desde la Ja la K de dicho dor de Cartagena por su Magestad.
plano yendo sm pre aumentandose el profundor
FIGURA 75. - Proyecto de reconstruc-
del cimiento (por la razon expressada) hasta ción de la muralla de la Marina, por Fran-
llevar cinco hiladas de socalo como se ve en el cisco Ficardo. 1688 (AGI: Santa Fe, 457; TL,
perfil numo 3. Sobre lo hecho desde I hasta K en 102).
el plano a la altura que indica el perfil número 1
levantaron en tiempo de Marquez, tres hiladas Portion de la planta de Cartagena como está
mas de silleria hasta quedar a la al tura de la linea hoy con demonstracion de las ruinas y reparos
O del perfil numo 2 y se recalzo el pedazo P Q por della representado en las ygulas que serando la
toda ella. En el pedazo que acabó Don Antonio primera demunstra la redificasion de los 4 ba-
de Salas se levanto una hilada mas, como pareze luartes y murallas y pilotage a la mar sobre las
del perfil numo 3. ruinas antiguas de las caidas murallas y la
Nota lo que se ve en los perfiles de color segunda ygula quevsandodelas otras del mesmo
amaril10 es lo que falta a la mural1a para estar a modo demuestra la proposition que hase; en la
su devida altura. tercera que es la mas aproposi to para non en trar
Escala de 30 pies del Rhin, para los 3 perfiles. tanto en los edificios como las otras dos ante-
Linea o ... ntal del Mar. cedentes y es de la election del Señor Goberna-
Linea del Orizonte del Mar. Linea del Ori- doryCappitanGeneral Don Martinde Ceballos
zonte del Mar. y la Zerda que conosse 10 conueniente que es.
Nota, que despues que se recalzó el bastíon y por su mandato y orden deliniado por el
de la Merced, se dexó de seguir el escarpe de] Cappitan Francisco Ficardo teniente de Inge-
primer cuerpo como se ve en el perfil número 1 niero Maior.
linea a b y se prosiguió como en el perfil número
2 tambien linea a b. San Diego. La Merced.
Esta es la tercera y de las dos que propone el
Plano de la parte de Cartagena que mira al dicho Gouemador más acomodada en todo que
Mar con el proyecto de la nueba muralla que se la segunda por acomodarse la fortificasion mas
deve acabar, siendo 10 que se ve de color roxo lo a los solares y non entrar tanto y ser de mucho
que esta hecho a las alturas notadas en los per- menos gasto y non menos fuerte y deue prefe-
files, y lo amarillo lo que falta . rirse a las otras.
Dn. Carlos de Briones Hoyo y Abarca [ru-
brica] Santa Clara

Explicación [Al dorso:] La tercera.


[Debajo de ésta]: La segunda que representa
Desde A hasta S, es el proyecto de la nueba los quatro balluartes entrados al centro y fabri-
muralla. car en seco y excusando la maior parte del pi-
B. Bastion de la Cruz. lotiage mas seguro y menos costoso como lo
C. Bastion de San Carlos, que sedevehazer. propone el mais tre de Campo Don Martin de
D. Bastionde la Merced, que se deve acabar. Zeballos y la Zerda.
E. Bastíon de Santa Clara, que se deve
hazer. [Al dorso]: La segunda.
F. BastiondeSantaCatalina.G. Convento [Debajo de la precedente]: Primera igula de
de la Merced. W. Santa Clara. los quatro balluartes con su pilotiage a la mar.
G. Conve.delaMerced. W. Monasteriode [Al dorso]: San Diego. Santa Clara. La Merced.
Monjas de Santa Clara.
H. Almazen nuebo hecho este año para el Bagando ista primera.
servicio de la obra de la muralla nueba. Las
lineas coloradas de puntos que se ven en el Plano Petit pie de varas castellanas.
son las ruinas que a causado el mar. El pedazo de Parte de la mar destruida sin representation
muralla de puntos 1 2, se deve incluir en el de las estacadas ni parte de las murallas desplo-
bastíon C y por tanto fue hecho de mas, por madas para conoser mas bien el estremo de los
precisa y sola disposición del Ynquisidor. solares.

324

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Señor a la lunbre de el agua dexando entera lo que esta


c1auado en el zentro separando lo que queda
Hauiendo llegado el Maestre de Campo Don fuera de el agua, si bien estas ruynas nos se-
Martín de Zeballos y La Zerda, gouernador y ruirán reparándolas para la fábrica de el va-
cappitangeneral deesta prouinzia de Carttagena. luarte de San Carlos que yndespensablemente
Este año de milI y seiscientos y ochenta y ocho a ha de quedar en su lugar para defender la frente
veinte y nuebe de Agosto y pocos di as despues de el de Santa Catalina y para mantener este
de su llegada fue a recon~er las fortificaziones daño en toda la linea seria de vn grandisimo y
de ella y mirando con particular cuydado y ynte- continuo costo; y solizi tando remedio con menos
ligensia las ruynas de la parte de la mar cuya gasto y mas durable modo, dicho gouernador,
representación ya ha remitido en planta entera y con su mucha ynteligenzia que le asiste en la for-
aora mandó, en la porzion que toca solo a estar tificazion, nos la propuso retirar mas aden tro de
ruynas, remi tir estas porsiones y denotar la ro yna la plaza para poderla executar en seco escu-
y el remedio que se propone y como se coconose- sando el sumo gasto de edificar en agua, cual
ran (sic) por las plantas ya, remitidas; consiste su queda a la considerazion de los practicos en esta
distancia desde el baluarte de la Cruz hasta el de materia, aunque sea con perdida de algunos
Santa Catalina de 1125 varas solo zerrado pararte edifizios que ha bran de demoler y sa tisfazer ya
(sic) de estacada en pie y parte de murallas sus dueños no equibaldra a la mitad de el gasto
medias caydas y todas desplomadas, por cuyo que toque a la fábrica del piloteage y su manten-
manifiesto riesgo y daño que amenazan dos zion. De mas desto que nezesi tando las murallas
fuertes enemigos el qual prensipal es el mar que de sus taja mares, para la defensa de el mar
cotidianamente lo esta convatiendo y entrando seruiran los antiguos simientosen las más partes
mas a mas sin enuargo de los continuos reparos que estando ya secas y fraguadas podriase con
que se hasen de estacadas y faginas que hazen fasilidad fabricar sobre ellas y detrás y por lo
con mucho gasto y exesibo trabaxo y procurando menos si nezesitare en algunas partes y en los
remediar y ebitar el dicho gasto y consumo que ángulos mas avanzados algun piloteage u otro
tiene en esto el real auer de Vuestra Magestad reparo, será en poca agua y menos costo como se
por otro modo defender ypreseruar de tan ferozes conozerá en la segunda yjuela que cubriendo a la
enemigos como preuenirla contra una supresa o primera se conoze por las lineas coloradas que
taque siendo fauorezido el enemigo de tan di- son de la fortificazion en quanto y por donde
latada VTecha,nosmandodichoCappitanGene- corta las azules que son los solares; y aunque el
ral que en presenzia suya reconoziesemos las gasto de la fortificazion de la primera planta es
ru ynas y asi aplicasemos el discurso a su reparo ygual en al to, grueso y largo en sus m uranas a la
y atendiendo a que su antezesor el Maestre de segunda, o poca diferenzia, no es ygual en fabri-
Campo Don Juan Pando y Astrada hauia remi- carla por ser en seco y el otro en agua yaten-
tido planta a Vuestra Magestad en que repre- diendo a fortificar seguro y avn con menos gasto
senta dichas ruynas con la redificazion de las por ser mas acomodada por entrar algo a el
murallas colocadas en el mesmopunto de lasan- zentro cortar la lineas y a proposi to a las defensas
tezedentes con quatro valuartes y poderlas edi- deel marandondenoestan tan sugetasalataque,
ficar, propuso hazer piloteage que defendiese el proponemos esta de la tercera yjuela con los dos
mar como lo demuestra la planta y lo redificado val uartes y defensas en forma de sierra para por
de la yjuela primera andonde esta disiniado este modo no entrar tanto en los solares escu-
levantada para mayorc1aridad como se reconoze- sandoelreal hauerde Vuestra Magestad todo lo
ra por las plantas que se remitieron a los pies de posible, quedando asegurada esta plasa. Demas
Vuestra Magestad los años de 1685 y 86 en cuya de ser esta la mas acomodada es la aprobazion
dilazion de tiem po a entrado la mar mucho y en de el dicho Governador yCa ppitan General, que
la prosecucion de el piloteaje ya a enpezado aunque no es de nuestra profezion conozemos
cubriendo el ángulo exterior de el valuarte de su mucha ynte1igenzia y experiensia aconpañada
San Carlos y mayor parte de la cortina que sigue con su gran selo que tiene en el arte militar;
para el Santa Maria, el de la Reyna y otro que se Vuestra Magestad se servirá de mandar re-
hizo sobre el angulodela + hadestruydomucho conozer nuestra propuesta y mandar execu tar la
y la mayor parte de las estacas cortadas por el que más fuese de su real servicio sin dilatar el
continuo conbate que tiene del mar y por otro tiempo para que no tome otra forma los limitis
enemigo mayorqueavnque sea la madera la mas de la mar en este parage por estar sin resistensia.
fuerte no le resiste y esta es la broma que las corta Esto es lo que se nos ofreze dezir rogando a Dios

325

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

guarde la Catolica Real Magestad como desea- monjas de Santa Clara, en el qual se expresa el
mos y nos hazemenester. Cartagena y Diziembre proyecto de muralla nueba que se está fabri-
11 de 1688. cando, y el estado en que al presente se halla.
Dirigida por el Maestre de campo Don Juan de
Don Joseph de Lara Don Francisco Ficardo Herrera y Sotomayor, yngeniero militar de los
Andres de Errera (rúbricas).
reales exercitos y castellano del Castillo de San
[AldorsÓ]:Porciondela planta de la Ciudad Phelipe de Baraxas, extramuros, de esta plaza,
de Cartagena en qual se representa la ruina del por Su Magestad.
mar y proposition para su reparo.
Explicadon
FIGURA 76. - Plano de la muralla de la
Marina, por don José de Herrera y Soto- A BCD E F K. Cajones de madera llenos de
mayor. 1733 (AGI: Santa Fe, 550; TL, 139). piedra, que se colocan para retirar el mar, ya su
abrigo ir executando la muralla como pareze. L.
Plano de la parte de Cartaxena de las Indias Parte del convento de la Merced, que cae hazia el
que mira assi a la marina en que se representa,lo mar, según como se halla al presente. M. Parte
que ay nuebamente obrado; yloque secomiensa
del convento de monjas de Santa Clara que cae
a haser para continuar una cortina y rebestir
hazia el mar, segun se halla al presente. Y J.
otra: todo 10 cual va marcado con puntos, como
tambien lo que falta para serrar el resinto de Muralla nueba, de la qua! a y execu tada la cortina
dicha ciudad. J., que corre, y la mitad del baluarte que pareze
en la altura de 2 varas, y 8/10 de otra, sobre el
Explicación cimiento. G. H. Estacada que corre desde la
Merced, hasta el baluarte de Santa Catalina. Las
A. Bastion de San Lucas. lineas de puntos denotan el orden que dcven
B. Bastion de Santa Catharína. llevar los caxones. O. Cortina que enlaza con el
C. D. Lo que falta para serrar el resinto.
baluarte de Santa Catalina. Año 1725.
D. E. Obra que se ha hecho nueva.
F. Bastion d ela Merced. Delineado por Joseph de Figueroa discípulo
G. Cortina que se ha de revestir. y delineador por Su Magestad Escala de 200
H. Cortina que se ha de continuar. varas castellanas. Orilla del mar antes de que se
1. Bastion de la Cruz. empezase la muralla nueba.
J. Bastionde Santa Maria [alias] de Santo
Domingo. FIGURA 78. - Alzado de la muralla
K. Cal sos que se hisieron para la con ser- proyectada para cerrar la Marina desde el
vas ion del bastiono baluarte de la Cruz hasta el deSanta Catali-
L. Sisternas. na. 1721 (AGI: Santa Fe, 472; TL, 124).
M. Cobertisos que se han construido para
la Artillería.
N. CombentodeSanDiego. FIGURA 79. - El baluarte de Santa Cata-
O. Combento de Santa Clara. lina, antes y después de su reconstrucción.
P. Combento de la Merced. 1725 (AGI; Santa Fe, 938; TL, 129).
Por Don Joseph de Herrera y Soto Mayor,
SubthenientedelaArtilleria. Ingeniero en ynterin
(Izquierda)
de esta Plaza.
Escala de mil pies del Rhin. Delineado por Elevación del baluarte de Santa Catalina.
Luis Segretier discípulo. pieza de fortificación del recinto de Cartaxena,
segun el estado en que se hallava el añode 1718.
FIGURA 77. -Plano de la Marina desde
el convento de la Merced hasta el de Santa Explicación
Clara. 1725 (AGI: Santa Fe, 938; TL, 128).
A B. Brecha que abrió el mar con el continuo
embate cortando quasi toda la frente del ba-
Plano de una porcion de la Marina de Carta- luarte, de suerte que penetrando las aguas hasta
gena, que comprende desde el convento de 10 interior de él robó la mayor parte de el terra-
Nuestra Señora de las Mercedes, hasta el de plen (como pareze), entrando y saliendo el mar

326

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDlCE DE MAPAS Y PLANOS

con grande yrn petu, manteniendose la frente en 1739 (AGI: Santa Fe, 1.021; TL, 140).
algunas pequeñas porciones que de ella
quedaron unidas al cimiento y con el enlaze de Abecedario
la otra frente. 2 Fuerte de Pasa Caballos
C. Casa-mata volada desde el tiempo que t Monte de la Popa. Sitio de las senales
las armas del Rey Xptianissimo invadieron esta A. Castillo de San FbeHpe de Barajas.
plaza. B. Jetsemaní o arraual
D. Garita arruinada. C. Plaza o ciudad de Cartagena
E. Flanco abierto por diversas partes hasta D. Nauios marchantes y almazen de vibe-
cerca de la superficie del terreno. res.
F. Subida arruinada. E. Conquistadornauiocapitana en disposi-
G. Alxives. H. Estacada que corre la Ma- ción de batir la playa, y por sus espias flanquear
rina. y defender a Castillo Grande, su canal y puerta
de tierra, como lo manifiestan sus III boyas.
(Derecha) F. Lanchas y botes armados y preuenidos
Elevación del baluarte de Santa Catalina. con 30 pedreros para transportar el campo bo-
Según quedó después de su reedificaciór., lante compuesto de 400 hombres para formarse
que fué el año de 1717, y estado en que se halla donde mas combenga,
al presente. G. Castillo Grande de Santa Cruz.
H. Na vio el Africa cruzando sus fuegos con
Explicación la capitana de lacos sobre la playa.
A B. Calzo de piedra y torta de argamasa que J. BatteriadeChambacon 11 cañones y40
se le hizo a dicho baluarte (después de ayer con hombres.
pilotajes retirado el mar y rehenchido su hucco
K. Reducto de Santiago con 11 cañones y50
con mucho trabajo) para que rodando por él las hombres.
aguas no hiziesen presa con sus embates;
L. Castillo de San Fbeli pe con 5 cañones y
hallándose al presente dicho calzo cortado por 30 hombres.
su pié, por averle faltado el reparo antes de su M. Castillo de San Luis de Boca chica con
perfecto enjugo.
300 hombres de marina yasi mismo los demás.
C DE F. Proyecto del reparo de caxonería y N . BatteriadeSanJosephcon 100 hombres.
piedra que se determinó formar delante de di-
O. Navío la Europa.
cho baluarte para tener retirado el mar y que no P. Navío el Dragón.
le comba tiese, el año pasado de 723. Comenzose
E. Zienaga Honda.
a formar dicho reparo según el proyecto, y sólo R. Estero de Pasa-cauallos.
se echaron los 4 caxones dovles C D y uno
S. Isla de Bruxas.
pequeño por detrás como parece, y dicha obra T. Vaxo del Almirante.
no se prosiguió por averla mandado suspender
X. Reducto del Manzanillo.
el Brigadier D. Alberto de Bertodano; y sin
&. Zienaga de Tesca.
embargo de quedar en su principio sin la playa Z. Isla de Manga.
que se ve. Año de 1725.. . ;
Delineado por Joseph de Flgueroa, Disapulo
Plano de Cartagena, su puerto y península
y Delineador por Su Magestad.
de Tierra Bomba junto a Boca Chica en estado de
ofensa y defensa, por disposición del Ecmo. Seor
FIGURA 80. - Mapa de la bahía de Carta-
Don BIas de Lezo Comandante General de los
gena, plant~ d.e la ciudad y planta~?e los presentes nauios galeones de S. M. Cathólica.
castillos pnnclpales, con una relacon del
ataque de Vemon. Grabado (Biblioteca de
Palacio, Madrid: 1622). Discripción de Tierra Bomba:
1 2 3 4 Acampamento bolante mandado
FIGURA 82.- Plano del canal de So- por:l Éc~o~Señor Don BIas de Lezo para correr
cachica, por don Juan de Herrera y Soto- las playas y acudir el parage mas espuesto.
mayor. 1716? (Biblioteca Nacional, Madrid). 5,5,5,5. Compañía de marina del Nuevo
Conquistador.
FIGURA 83.- Mapa de la bahía con los 6,6,6,6. Compañía del Africa todos con sus
navíos de la escucadra de don BIas de Lezo. ofiziales propietarios.

327

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

7, 7, 7, 7. Compañía del centro de jente de los ultimamente propuestos exclusive los dos
mar. del experimento: cuia Real resoución se espera.
8, 8, 8,8. Trincheras en las cuales se deue E. Castillo de San Matias arruinado: cuios
dividir el acampamiento. proximos alrededores tiene poco fondo.
9,9,9,9. Varracas para dicha jente. F. Porción de la ysla de Tierra Bomba que
10,10,10,10. Montaña de Tierra Bomba. termina Boca grande por aquella parte y tam-
11. Tejal de los Padres Jesuítas. bien en sus proximos contornos ai poco fondo
12. Vaxos Punta Perico. por 10 que se cree mediante dichas operaciones
13. Vajos del Medio. echas que desde la bateria arruinada contigua a
14. Cantería del rey. la punta asta el referido Castillo de San Matias
15. Pueblo nuevo. entraran solo 65 caxones.
16. Vajos del canal entre Bocachica y San G. Eleuación de dos caxones de los proiec-
Joseph. tados considerados yá puestos en el mar y vistos
Escala de 1500 pies del Rhin. desde este asia la Bahía demostrados en punto
grande que expresa la varrera de freses o cadena
FIGURA 85. - Ataque del almirante de madera fixada de vncaxonal otro yen la cinta
Vemon a Cartagena. una plancha de fierro encepada para que no
puede ser fasilmente violentado, ni cortada por
FIGURA 87. - Planos y perfiles del fuer- enbarcación alguna armada del enemigo, y
te de San Sebastián del Pastelillo y del enbarasar el paso a toda enbarcación maior y
baluartedeSan]osé, por donJuan Bautista menor.
Mac-Evan. 1744 (AGI: Santa Fe, 940). K. Perfil cortado por medio de la cinta de
madera expresada que demuestra la consisten-
FIGURA 88. - Plano del dique proyec- cia y forma de la citada cadena yel testero de vn
tado para cerrar el canal de Bocagrande. caxon.
1757 (AGI: Santa Fe, 949; TL. 156).
Nota. - Que en el manifiesto de la obra de
Plano de Boca grande como al presenteexis- cerrar a Boca grande se expresaron en ambos
te tomado con operaciones geométricas exacta y tramos desde el ul timo caxon volante de madera
puntualmente observadas en 18 de Agosto de mangle B. asta la vateria arruinada F. señalados
1757. en el Plano que entraban 154 caxones de los
A. Principio del Dique con su plaia ad- ultima mente propuestos; y aora se aduierteque
quirida delante que por acsidentales vientos se entraran solo 142 caxones cuia diferencia 12
mantiene o disminuie. caxones menos provino de la medicionque hisie-
B. Cajones volantes de madera mangle que ron con cuerda los aparejadores entonses. Ytem.
sellevaronconfaxinasypiedra:oymaltratrados Que los numerosos del sondeo son pies reales o
y derrumbados por ensima de los cuales no pasa de tuesa que entran 5 en una braza marina.
enbarcasion alguna ni se atreben a intentarlo.
C. Dos caxones de buena madera de co-
razón calafateados y mazizados con manpos- [En el plano mismo:]
teria el vno con la ordinaria y el otro con la Mar del Norte llamada Playa Grande.
conpuesta de poluo de ladrillos que anbos se Punta de la Playa terrateniente de Cartagena.
Orilla de la playa existente.
pusieron en el vajode la Boca para experimento,
Orilla de la playa antigua.
y existen con permanencia solida y estable sin Parte de la bahia de Cartagena.
enbargo de hacer mas dedos años que se echaron,
Don Lorenzo de Solís [rúbrica].
10 que promete con este acbitrio industrioso,
conseguirse el enbarasar el paso a toda enbarca-
sion por dha Boca maiormente colocandolos de Elevación de dos caxones con su peine de
manera que con arte formen vallada sobre el palizadas cosido a ellos vistos de fuera de Boca
vajo de ella, como demuestra el plano. grande al Norueste de ella.
D. Caxones proiectados de madera buena Perfil cortado por un plano vertical recto que
calafateados y llenos de manposteria asta llegar pasa por medio del peine.
al Castillo de San Matias señalado E, en cuio Marea alta.
tramo contado desde el vltimo caxon volante Mareabaxa.
mas vecino a dicho cas tillo en tran 77 caxones de 19 pies.

328

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Escala de 15 varas castellanas para la ele- T. Pasadizo, y puertas de entrada.


vaci6n A y perfil 12. W. Botica, y havitacion del boticario
Escala de mil varas castellanas para el Plano XX. Havitaciones del medico, y cirujano
de Bocagrande. ZZ.Seishavitacionesparaleprososdudosos.
(Al dorso :) Plano de Bocagrande Y. Su cocina y pasadizo
& Lugar común para los mismos
FIGURAS 97 Y98. - Planta y fachada del aa. Hospederias para los sanos que fuesen a
Hospital de San Lázaro, por don Antonio ber los leprosos sin comunicacion interior a las
de Arévalo. 1764 (AGI: Santa Fe, 595). demas ha vi taciones.
b. Lugar comun para ydem y demas em-
Perfil cortado por los puntos 3, 4 del plano. pleados en el servicio del hospital
Perfil cortado por los puntos 1, 2 de ambos c. Cocina para los forasteros
planos. d. Cocina para los em pleados en el servicio
Patio Plaza del hospital.
Plano, y perfiles del hospi tal que se propone Cartagena de Yndias a 25 de agosto de 1764
construir para trasladar a ellos enfermos lepro- Antonio de Arebalo (rúbrica)
sos de San Lazaro de Cartagena de Yndias arre-
Es copia Juan de Casamayor (rúbrica)
glado a 10 propuesto por los oficiales reales.
FIGURA 99. - Planos de los cuarteles,
Esplicacion almacenes y contraguardia proyectados por
A A A. Ochenta divisiones con sala y re- el ingeniero don Lorenzo de Solís. 1755
camara para poner dos camas en cada una de (AGI: Santa Fe, 943; TL, 153).
estas, para otros tantos enfermos casados,
solteros, viudos, blancos o de otro color, en los FIGURAS 100 Y101. - Planos y secciones
quales se comprenderan los ciento, y sesenta de los medios baluartes proyectados por
enfermos, que han supuesto. don Lorenzo de Solís para defender la
B. Enfermería para hombres. puerta de la Media Luna 1755 (AGI: Santa
C. y dem para mugeres Fe, 943; TL, 154).
D. Refectorio para hombres
F. Cocina para hombres Perfil que pasa por los puntos del plano del
E. Ydem para mugeres medio baluarte de Santa Bárbara señalado f en el
G. Ydem para mugeres plano total del Proyecto General. Perfil que
HH. Lugares comunes
1. Sala de profundis. pasa por los puntos del plano del medio baluarte
J. Pasadizo, y puerta de entrada de Santa Theresa señalado h en el plano total del
K. Havitacion para el portero Proyecto General.
L. Yglesia. Marea alta Mareaalta Marea alta Marea
MM. Sacristía, havitaci6n del sacristan, y alta
tribuna baja para que oigan misa los sanos y Marea vaxa Marea vaxa Marea vaxa
escalera para subir al campanario. Marea vaxa
NN. Havitaciones del capellan Plano en grande del proyecto del frente y
OO. Corredores Puerta de la Media Luna de San Antonio notado
PP. Pasadizos para entrar y salir a las coci- g en el plano total del Proyecto General
nas. Plano superior del medio baluarte de Santa
QQ. Pasadizos para entrar, y salir a los luga- Bárbara f Plano superior del medio baluarte de
res comunes ya la campaña los leprosos para Santa Theresa h Terraplen
sus menesteres. [Debajo de la hoja que cubre la planta del
RR. Pozos de buena agua manantial, si estos baluarte de Santa Bárbara]
edificios se construyeren en la'cantera vieja del Terraplen
Rey, y si fuesen en Buena Vista podran ser Plano inferior A
albercas, de las cortas aguas corrientes [Idem del baluarte de Santa Teresa]
Plano inferior J
Explicazion de las havitaciones exterioes [Al margen]
SS. Almacenes, y havitaciones del cuom- Plano particular detallado en grande del
postor, y sirvientes. frente de la Media Luna señalado G en el plano

329

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

total del Proyecto General. (Al dorso) Solís, 1755.


Plano superficial del medio baluarte de Santa
Bárbara notado f en el plano total de Proyecto FIGURA 102. - Plano de la ciudad de
General. Cartagena de indias, levantado en 1735.
Explicación FIGURA 103. - Planta de los cimientos
de la batería de San José de Bocahica, 1751
A Plano inferior que demuestra las obras (AGI: Santa Fe, 943; TL, 148).
subterraneas
B Entrada que comunica a la vateria vaxa
FIGURA 104. - Planta y sección de los
y demas estancias contiguas
C Vateria vaxa de quatro cañones cimientos del fuerte de San Fernando de
D Siete bóvedas para almacenes de víveres Bocachica. 1753 (AGI: Santa Fe, 943; TL,
E Diez bóvedas para los retenes y tropas 150).
de descanso y otros usos
F Parque y talles de Fortificación, Artille- FIGURA 111. - Plano parcial de Carta-
ría y Maestranza universal para providencias de gena de Indias, por don Lorenzo de Solís.
un sitio, tener provisión de maderamen, fierro, 1754; copia de 1769. (Servicio Histórico
asero, herramientas y todo género de útiles Militar, Madrid; Sección Cartográfica: K-b-
groseros 1, núm. 23.)
G Aljibe capaz para abastecer toda la tropa
destacada en el arrabal de Jesemaní FIGURA 112. - Plano del castillo de San
H Común entrada para los alrnazenes de Felipe de Barajas y sus alrededores, por
víveres y parque don Antonio de Arévalo. 1763 (AGI: Santa
1 Repuesto de pólvora para la batería C. Fe, 942; TL, 170).
Plano superficial del medio baluarte de San
Theresa notado h en el plano total del Proyecto [Cartela]: Plano particular del Castillo de San
General. Phelipe de Varaxas de Cartagena de Yndias,
situado en el Cerro de S. Lazaro, y de las obras
Explicación nuevas, que se le han aumentado en el año
proximo pasado de 1762 en donde se manifiesta
J Plano inferior que demuestra las obras tambien el estado defectuoso en que se halló el
subterráneas terreno de sus inmediaciones, y er ventajoso en
K Batería vaxa yentradacomúna todas las que se esta poniendo arrasando las alturas y
levantando los valles para qui tar a los enemigos
estancias adyacentes
de la Corona las comodidades, y ventajas que
L Quatro bóvedas para hospital de la por sus desigualdades les ofrecía facili tando su
Sangre y provisional durante el si tio con cozinas ataque: dejando de este modo dominante, y no
y dispensa. dominadas a estas fortificaciones, como lo esta-
M Necesarias, vañal común para limpiar ban, y aumentando las ventajas, y consecuen-
los vasos inmundos y letrinas para ofiziales cias de dicha plaza en las que le resultan por esta
N Repuesto de pólbora para las vaterias parte principal, y de su único ataque: acom-
alta y vaxa pañaáo de los perfiles, y elevaciones correspon-
O Almazen de polbora para todas las dientes, y de una relación de consistencia para
vaterías del arrabal deJesemaní y obrasexterio- mayor inteligencia de todo.
res.
Nota: Estas obras subterráneas aunque acar- Explicación
rean un tercio quasi de mas gasto que terraple- A Castillo de San Phelipe construido en
nando los medios baluartes de Santa Bárbara y 1657. Obras nuevas cortadas parte de ellas del
Santa Teresa que las contienen, es imponderable terreno del mismo cerro parte embonado con
la ventaxa, mayor expediente y alivio con que piedra, y varro, y lo dernas levantado con tapia
se defenderá este puesto mediante ellas: 10 que
dexo a la prudente inteligencia de la superiori- de buena tierra, regada y pisada (a ecepcion de
dad del Ministerio. Cartagena de las Yndias a 17 los antepechos de la espalda que son varro y
de Julio de 1755 ladrillo) enlucido con mezcla de cal, y arena, y
Don Lorenzo de Solís (rubricado). explanas de hormigon hecho todo en el año de
Escala de 2S tuesas para el plano. 1762.
Escala de 10 tuesas para los perfieles B Bateria de San Lazaro de5 cañones de a

330

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

16 montados con guarda cavezas en tres de sus en caso de necesidad, para tener segura la com u-
troneras para cubrir la Artillería de la domi- nicación de la Plaza, y estas fortificaciones ex-
nacionPP. teriores
O Vd. de la Redempcion de 11 a 16.
D Vd. de Santa Barbara de 7 de a 6 con y y El antefoso que conviene executar.
guardacavezas como la bateria B.
E Vd. de la Cruz de 8 de 16. Nota. - Que los numeros de color encar-
F Hornaveque con 6 de a 10. nado denotan los pies de tuesa que aquel parage
G Ba teria de San Carlos, y los A postoles de esta elevado sobre el nivel de la mar de marea
13de a 24, con merlones de competente altura y al ta, y los de color negro los pies dichos de al tura
magnitud para cubrir la artillería y artilleros de
en que deve quedar. Los numeros amarillos
los fuegos que los enemigos podian poner en las denotan los píes, y pulgadas de fondo de agua
dominaciones PP, SS, de su frente. debaxo de dicho nivel. La diferencia del nivel de
H H Reductos para flanquear las faldas del la marea alta al de la vaxa es pie, y medio dichos.
Cerro. Cartagena de Yndias a 15 de Mayo de 1763.
1 1 Pasadizos su perficiales de comunicación
a las baterias, cortados con rastrillos y estacadas Antonio de Arebalo (rúbrica).
a forrad os de tabla gruesa.
J J Camino cubierto, y pasodizo con para- [En el plano mismo]:
peto a prueba de cañon para apostar la tropa, y Terreno del pie del cerro del Cabrero.
defender con el fusil la ensenada de su frente y Puerta de Santa Catalina.
avenida a las baterías. Cortina derecha del baluarte de San Lucas.
K K Pasadizos subterráneos de comunica- Parte del caño de Juan de Angosta, que llega
ción a sus respectivas baterías y reducto (corta- cerca de la Cruz Grande.
dos con rastrillos) y quarteles abiertos en la Parte de la Plaza San Pedro Martir Ysla de
tierra para tener la tropa a cubierto de granadas, Chambacú grande Camino de la Cruz Grande
balas y bombas en donde pueden estar sin inco- y la Boquilla Playón del Cabrero.
modarse unos a otros hasta 350 hombres y Baluarte de San Andrés Estacada deCham-
muchos mas en los demas subterraneos. bacú Tejar de Santa María.
M M Almacenes sub terra neos para repuestos Chambacú Terreno anegadizo y pantanoso
de polvora.
Pozos Terreno reva jado y allanado u1 timamente.
N N Contramina magistral, que se ha em pe- Parte del arrabal de ]esemani Media Luna
sado a construir.
Playón de San Lazaro Huerta de Villar Pozo
O O O Tres algives que se estan constru- Barrero de Escovar.
yendo sin comunicación de uno a otro capaces
Bosque de nísperos y otros arboles frutales
de contener cada uno 72 mil raciones de agua de muí corpulentos y coposos, que se ha desmon-
annada.
tado.
P P Dominación practicable de buena tierra, Pla yón anegadizo del Cocal Camino del pie
capaz de contener en su cum bre 5 cañones que se
de la Popa, y de Gracia Tejar de Escovar.
estiende por su derecha formando una paralela Hospital de San Lazarode incurables Terre-
Q Q a distancia de ba tir en brecha desde ella con
no anegadizo y pantanoso.
28 cañones a estas ba terias con el valle R R que le
Baluarte de SanJoseph Ci,e naga del Cocal y
sirbe de su correspondiente y capaz Plaza de
entrada al Caño de Gracia Cocal desmontado
Armas.
Parte de la Villeta.
S S Dominación practicable de buena tierra
Parte de la ysla de Manga Escala de 150
capaz de poner en ella los enemigos 20 cañones
tuesas Huerta del Cocal.
ya distancia de incomodar mucho ~ nu~stras
baterias desde alli, por poderlas vatir a tiro de
FIGURA 113. - Perfiles del castillo de San
punto en blanco para proteger ~a costrucció? de
Felipe de Barajas y terreno de sus inmedia-
las vaterias P Q Q con la comodIdad y ventaja de
ciones, por don Antonio de Arévalo. 1763 (AGI:
t~er su campamento en el valle y quebrada T
Santa Fe, 942); TL, 171).
V V Estado en que se halla revajado yalla-
nado el terreno. [Cartela]:
X X Ca ponera que se tenia dispuesto ejecutar Perfiles y elevaciones del castillo de San

331

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Phelipe de Varaxas de Cartagena de Yndias, subterranea, que se ha empesado a construir


avierta en la mIsma tierra, y seguidamente se le
situado en el Cerro de San Lazaro: de las obras harán ramales y hornillos, como también pozos
nuevas que se le han aumentado en el año para facilitar la ventilación y extraer la tierra que
próximo pasado de 1762: y de las dominaciones, produgeren estas excavaciones.
alturas y cañadas del terreno de sus inmedia- P PUominación practicable de buena tierra,
ciones, para manifestar 10 defectuoso de él yel capaz de de contener en su cumbre 5 cañones
estado ventajoso en que se esta poniendo arra- que se estiende por su derecha formando una
paralela Q Q a dichas fortificaciones, a distancia
sando alturas y levantando valles, para quitar a ce l'oderlas batir en brecha con numerosa arti-
los enemigos de la Corona las conmodidades y llena con el valle R R a su espalda que le sirve de
ventajas que sus desigualdades les ofrecia facili- su correspondiente y capaz plaza de armas.
tando su ataque, dejando de este modo domi- S S Dominación practicable de buena tierra,
nantes y no dominadas a estas fortificaciones capaz de poner en elra los enemigos 20 cañones
como lo estaban: y aumentando las ventajas y y adistancia de incomodar muCho a nuestras
baterías desde allí por poderlas batir a tiro de
consequencias de dicha Plaza en las que le resul- punto en blanco con la comodidad y bentaia de
tan por esta parte princi pal y de su unico a taque, poder tener su cam pamento en el Valle y canada
acompañado de su correspondiente plano y de TT.
una relación de consistencia para mayor inteli- V V Estado en que se halla revajado, yalla-
gencia de todo. nado el terreno.

Explicacion Nota: Que los números de color encarnado


expresan los pies de tuesa, que aquel parageestá
elevado sobre el nivel del mar en marea afta: los
A Castillo de San Phelipe construido en de color negro los pies dichos, de altura en que
1657. Obras nuevas, cortadas parte de ellas del devequedar.
terreno del mismo cerro; parte embonado con
piedra y varro y lo demas levantado con tapia de Cartagena de Yndias a IS mayo de 1673.
buena titrra, re~do, y pisada (a excepción de los
antepechos de la espalda que son de varro y
ladriUo) enlucido con mescla de cal y. arena, Antonio de Arebalo [rubricado]
cuya vista no se diferencia en nada de las exe-
cutadas de mamposteria. Escala de 150 varas Castellanas.
B Bateria de San Larazode5 cañones dea Escala de 50 Tuesas.
16 montados con guardacavezas en 3 de sus
troneras para cubrirla artillería de la dominación [En el plano mismo:]
PP. Perfil y elevación sacado sobre los puntos
C Ydem de la Redempcion de 11 de a 16. A B C del plano, para manifestar las alturas y
guardacavezas, como la baferia B.
D Ydem de Santa Barbara de 7 de a 6 con vista de las fortificaciones y de las dominaciones
E Ydem de la Cruz de 8 de a 16. inmediatas del terreno, en donde se expresa
F HomavE¿Iue de 6 de a 16. también la de la contramina, órdenes de horni-
G Bateria de San Carlos y los Apostoles, llos y sus martillos.
de 13 de a 24 con merlones de com petente al tura Perfil y elevación sacado sobre los puntos D
'i ma~tud para cubrir a la artillería y artilleros F G H para manifestar las alturas de las obras y
de los fuegos, que los enemigos podían poner en
las dominaciones P P, S S de su frente. de las dominaciones y valles de su pie la con-
H H Reductos para blanquear las faldas del tramina y demas subterraneos.
cerro. Sigue el perfil antecedente D E F G H.
1 Pasadizos superfidalesde comunicación Vis ta exterior de es tas fortificaciones sacada
a las baterías, cortados con rastrillos y estacadas, sobre los puntos Y K para manifestar la figura,
aforrados de tabla gruesa. que hacen miradas desde la campaña.
JJ Camino cuvierto y pasadizo con para- Vista sacada sobre los puntos K Y para
peto a prueva de cañon, para apostar la tropa y
cefender con el fusil la ensenaaa de su frente y manifestar la figura que hacen las dominaciones
avenida a las baterias. y demás alturas miradas desde dichas fortifica-
K Quarteles subterraneos para tener des- ciones.
cansando la tropa, y a cubierto de granadas, Perfil y elevación sacado sobre los puntos M
balas y bombas.
N O para manifestar la vista, que hacen por esta
MM Almacenes subterráneos para repuestos
depolvora. parte dichas fortificaciones, la de la contrami na,
N N Contramina magistral con galerías de ramales, ordenes de hornillos y pozos para respi-
comunicación, importantísima para defensa ración que se disponen.

332

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Perfil cortado porlos puntos L L L del plano P Almazén de pólvora a prueba


para expresar con los puntos Q R D las desigual- O Cubierto para la Artillería
dades del terreno en esta pequeña parte; y el R Aljibe o cisterna
estado en que queda allanado con los pendien- SS Cinco bóvedas a prueva para la tropa y
tes L L L. almazén de Vlberes.
T Aloxamiento del comandante de este
FIGURA 114. - Plano de Cartagena y sus fuerte.
inmediaciones, por don Antonio de W Cozinas para el oficial y la tropa
Arévalo. 1763 (AGI: Santa Fe, 942; TL, 169). Cartagena de Yndias a 30 de Septiembre de
1751
FIGURA 115. - Plano de la bahía de [Al dorso:] Proyecto para fortificar a Bocachica
Cartagena levantado aproximadamente en del Excmo. Señor Don Ygnacio Sala. 1751.
1741 por donjuan de Herrera.
FIGURA 118. - Plano del canal de Boca-
FIGURA 116. - Planos y perfiles del fu- grande, por don Miguel José Gastón. 1764
erte de San Fernando y de las baterías de (AGI: Santa Fe, 945; 'fL, 173).
Santa Bárbara y San José, proyectados por
don Ignacio Sala para la defensa del canal Descripción de la Boca Grande si tuada entre
de Bocachica. 1751 (Servicio Histórico Mili- la Ciudad de Cartagena de Yndias y Boca Chica
tar' Madrid; Sección Cartográfica: K-b-5, ultimamente corregido por orden de don Miguel
núm. 24). Joseph Gaston Capitan de Navio de la Real
Armada y Comandante de Guarda costas de
Perfil dar el largo de San Fernando cortado Tierra Firme en 3 de Diziembre de 1764.
sobre la línea 1,2 Perfil de San Joseph cortado
sobre la línea 7, 8 Perfil de la nueba bateria Nota. Los numeros que comprehende la faja
cortado sobre la línea 9, 10. desde la punta de los Pescadores, hasta la del
Perfil por el través de San Fernando cortado Mansanillo de Tierra Bomba son pies castella-
sobre la línea 3, 5 Elebación y perfil cortado nos, y los que contiene las:XX son piedras de los
sobre la línea 11, 12, 13. caxones que se echaron para segarla, y los dernas
Plano del fuerfede San Fernando. Perfil de la numeros de afuera y dentro, señalan brazas
ba tería de San ta Bárbara cortado sobre la línea 5, castellanas como tambien las letras A. Arena, y
6 Plano de la batería de San Joseph. L.Lama.
Plano de la bateria de Santa Bárbara.
Escala para los planos '" ... ... ... 50 tuesas Nombres de los parages
Escala para los perfiles ............ 25 tuesas
A Baluarte de San Xavier
Explicación del fuerte de San Fernando. B El de San Ygnacio
AA Bóbedas a pruebas para habitaciones y C Estacada de la Contaduría
almazenes de artillería y viberes D Boquete del Carenero
BB Batería para barbeta E Puerta de la Aguada
C Subida de la batería baja al hornabeque F Caño que va a la Media Luna
D Puerta de este fuerte G Pastelillo
E Aljibe H Muelle y Carenero
F Foso 1 Almazen de Polbora
G Glasis J Punta de los Pescadores
Explicación de la batería de Santa Bárbara K Piedra del medio
H Puerta de entrada y puente L Punta del Manzanillo
1 Almazén de pólbora a prueba M Tejar de los Jesuytas
K Cubierto para la artillería Tuesas
L Cuerpo de guardia
M Quarto para el oficial FIGURA 125. - Plano del canal de Be-
N Aljibe cachica y sus fortificaciones. 1759 (AGI:
Santa Fe, 943; TL, 157).
Explicación del fuerte de San Joseph
O Batería nueba añadida al fuerte antiguo [En el plano mismo:]

333

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Camino de la Vateria de chamba. Antonio de Arebalo (rúbrica)


Camino de Gamboa. Escala de 200 tuesas.
Camino de Gamboa.
Parte de la ysla de Tierra Bomba. FIGURA 126. - Plano del canal de Bo-
Caminodela VateriadeChambaarruinada. cachica y terreno de sus inmediaciones, por
Anegadizo Parte de la Bahia. don Antonio de Arévalo. 1763 (AGI: Santa
Canteras. Fe, 942, TL, 172).
Parte de la ysla de Barú.
Plano de la canal de Bocachica, de las fortifi- [Cartela:]
caciones que defienden su entrada y terreno de Plano de la canal de Bocachica y terreno de
sus costados inmediatos para la inteligencia de sus inmediaciones que manifiesta su situación,
el estado en que se halla la Bateria de Santa Bar- la de las forticaciones, que defienden su entrada,
bara: acompañado de una relación manuscrita y el estado ventajoso de defensa en que se ha
con las razones que se tienen por convenientes puesto últimamente.
hazer presente al Ex.mo. Señor Virrey de este
Nuevo Reino. Explicación
A Fuerte de San Fernando con boveda a
B.
Baluarte del Rey. prueba de bomba, contraminas y fogatas de-
C.
Baluarte de la Reyna. vaxo del ga1cis.
A. Fuerte de D. Porción circular.
San Fernando
E. Glasis vaxode la yzquierda R Ba teria de San Tiago nuevamente hecha
FF. Glasis alto de el frente de sobre el ga1cis alto con merlones a prueba de
tierra. cañón, un espaldón igual a su derecha para
cubrirla de la enfilada de la cam paña y foso de 16
. )H.
Batenade
Sn.Joseph IJ.
Frente de las bobedas
erigido sobre el antiguo.
pies de profundo con 5 cañones de a 24 monta-
dos para defender el ataque del baluarte del Rey
Bateriasaumcntadasal re- a, por no considerarse suficiente para ello los 2
zinto antiguo. del flanco izuierdo del baluarte de la Reyna b,
cuyos fuegos no pueden ser vistos de la Cam-
K. Ba teria de Santa Bárbara. paña a causa de que solo descubren y baten el
L. Bateria de San Tiago demolida. trechoad, yqueestancubiertosdela playaecon
M. Yd de San Phelipe. la arista d del galcis. Se le ha dispuesto tambien
N. Sitio que ocupaba el castillo de San Luis. su retirada cubierta por la contra escarpa del
OO. Llanura llamada la campaña. fuerte a la galeria de las contraminas a prueba.
PQR Cerro de los Hornos. C. Bateria de San Juan Francisco Regis, que
S. Ensenada de la bahía llamada la Herra- se ha hecho en el glacis vaxo con merlones a
dura. prueba de cañón; foso de 11 1/2 pies de pro-
1. Boca exterior o entrada de la canal. fundo con 6 añones de a 24 montados para
V. Boca interior de la canal. aumentar la defensa de la entrada de la canal y
X. Parage hasta donde pueden llegar los cubrir la muralla y bateria vaxa de la porción
navios de vela con el viento brisa o Norte, y circular de esta parte de los fuegos de los na vios,
necesitan de espiarse para entrar.
cuyas balas sin este abrigo podian entrar por las
YXV. Linea de medio -fredo.
troneras e incomodar la tropa en la plaza de
Y. Terreno que ocuparon los enemigos en
el ultimo sitio con una vateria de 21 cañones. armas, Cuerpo de Guardia, havitacion del
Z. Lugar que ocuparon dados fondo los Comandante y almacen de polvora próximo.
naviosdeS.M. en el ultimo sitio para la defensa Sus fuegos estan dispuestos de modo, que solo
de la canal. descubren el trecho f g, de la boca de la canal; por
lo que no pueden batirlos los navíos enemigos,
Nota. -Que los números del sondeo de no- sin empeñarse en esta y ser batidos de ella, por
tan pies de tuesa de los que entran 5 en una braza la proa, sin que puedan defenserse como se ve en
de Marina. h; o solo a la vela a distancia de 300 tuesas en el
Yt. Que la diferencia de la marea alta, a la corto tiempo que tarden enandarel espacio que
vaxa es pie y medio. hay desde f a g; desde cuyo punto, sin poder
Cartagena de Yndias a 15 de Henero de 1759. ellos hacerla fuego, los baten por su parte mas

334

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

flaca, que es la aleta de popa y los tiros de dichos para embarazar el progreso de las trincheras a su
navios en este transito son muy inciertos por su tiempo. G Posición que se dío a los navios de S.
movimiento por ser angostas las troneras de esta M. para defensa de la canal y Castillo de San Luis
bateria y tan rasa que solo se ven los merlones en el sitio del año de 1741. H Situación que
estando 10 demas cubierto con el glacis que se le tomaron los navíos enemigos en dicho si tio para
ha aumentado. Enelextremode su derecha se ha batir y divertir las defensas de la canal a fin de
cerrado con un cavallero para flanquear con el que su bateria de tierra 1 y la de morteros, pu-
fusil el glacis alto, con su foso al pie, e inmediato diese hacer brecha al Castillo F. 1 Lugar que
a él se le ha hecho un espaldon para cubrir la ocupo la bateria de 21 cañones de a 24 que
tropa interin se retira al fuerte por el puente hicieron los enemigos en dicho sitio a cubierto
provisional inmediato, en caso de que alguna de los árboles y malezas de la Campaña, con la
embarcacion enemiga llegue a i. qual abrieron su brecha en el baluarte p.
D Bateria del Angel san Raphael colocada K Lugar en que debe colocarse la cadena
sobre 10 más alto de estos cerros, con parapetos para cerrar el puerto, por ser el parage mas an-
a prueba de cañon por el frente y costados de la gostode la canal, por estar defendido con fuegos
Campaña y sencillos por la espalda, con un foso inmediatos y cruzados, y lo que es mas por que
que la circuye de 15 pies de profundidad con 9 entrando los navios con brisa que vienta entre el
cañones gruesos, montados para descubrir y N. Y N. E. en tiem po de verano, que es el mas
dominar la aveIÚda de la Playa de Chambacú aproposito para el sitio, solo pueden llegar es-
(que es el terreno de estas inmediaciones mas casamente a i; en cuyo paraje escasea el viento,
aproposito para hacer el desembarco) campaña flamean las velas, y hechan el ancla y van a parar
y valle de Carex de su pie, que no puede ser visto, a j, por la disposición del fondo, que con su
IÚ batido de los fuegos del fuerte de San Fer- pendiente no deja agarrar el ancla, y de j para
nando, ni de navios que defiendan la Canal al entrar ha de ser espiandose hasta poder montar
abrigo del qual podían llegar los enemigos sin a la vela el vaxo de San Joseph N O.
recibir daño alguno hasta K y poner allí bateria LL, MM, NN Posiciones en que se pueden
a tiro de punto en blanco de dicho fuerte, contra colocar los navíos de S. M. quando los huvíereen
él y contra nuestros navios; lo que no pueden la bahía para ayudara la defensa de la Campaña
executar ahora hasta hacerse dueños de dicha y proteger al fuerte de San Fernando, obliga ndo
ba teria, cuyas ben tajas se ven extensamen te en la a los enemigos a construir diferentes baterias
relación de 9 de abril del año proximopasado. Se contra ellos para hacerlos retirar y abrigar el
le han añadido despues almacenes subterraneos paso de los suyos: cuya construccion es fácil em-
a prueba de bombas y una galería, tambien barazar, respecto a que los cañones de todos los
subterranea ya prueba, desde dicha bateria hasta navios pueden dirigirse a qualquiera parage en
la orilla del mar para retirada segura de la tropa; que se vea intentan executarlas; ventaxa, que es
en la que se estan haciendo quarteles para des- imposible lograr en las baterias de tierra. 00
canso seguro de dicha tropa y un algibe. Posicion que se debe dar a dichos navíos para
E Batería de San Joseph, en la qual se han embarazar la entrada a los de los enemigos por
hecho merlones para cubrir la Bateria alta de la la canal; pues deviendo estos venir a la espia,
plataforma m, que estaba a barbeta y expuesta su como se ha dicho y todo hombre practico de ella
artillería a ser [tachado: luego] desmontada de sabe, y sufriendo las lanchas el tiro de los nuestros
los navios H y al presente solo la podran descu- de punto en blanco y poner luego la proa de estos
brir estando en i, j por ser angostas sus troneras en O reciben el fuego de todos sus costados sin
y dispuestas uIÚcamente para flanquear el glacis poder presentarle ellos el su yo para defenderse,
alto de la izquierda y el vaxo del fuerte de San por lo que parece empresa temeraria intentar la
Fernando; y contrabatir en este a los enemigos entrada aunque sean dueños de toda la costa del
(en caso de que lleguen a hacerse dueños de él Norte de dicha Canal y hayan roto la cadena,
con esta batería y tres cañones de la bateria O. pues estan a 500 tuesas de distancia de tierra, en
También se ha hecho una rampa para subir que son ya inciertos y de corto efecto; lograndose
artilleria a dicha bateria alta que se comUIÚcava tambienque interin se mantengan en O nuestros
por una escalera. F Terreno que ocupó el antiguo navios, no pueden los enemigos hacerse dueños
Castillo de San Luis enteramente arrasado con el de la bateria de San Joseph, y por consiguiente
nivel de la Campaña, de que solo ha quedado puede estar contra los que intentan la entrada
parte de los cimientos debaxo de dicho nivel emplear sus fuegos; de los que los de los frentes

335

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

n, o, son rasos qua si al nivel del agua y ofrecen FIGURA 127. - Plantas y secciones del
poco objeto a los enemigos, y O les bate ala castillo de San Felipe de Barajas, fuerte de
pasada por la aleta de popa en L L, 10 que San Sebastián del Pastelillo y batería de
igualmente se logra pasando nuestros navios a San José de Bocachica. (Servicio Histórico
P cuya ventaja con las demas que se ha expre- Militar, Madrid; Sección Cartográfica: K-
sado, pueden sacarse de dichos navios para la b-7, núm. 33.)
defensa de la canal se exponen, por lo que
pueda importar en adelante. Nota. Que el terre- 2
no marcado con la letra Q eS de buena calidad 1
para las obras provicionales de un si tio; pero no
lo es lo restante hasta el foso del fuerte de San 3
Fernando. El de la R es piedra viva descubierta
en lo mas de él, y lo demas con mui poca tierra 4
encima. El de S es piedra suelta y tierra; el de T
es en parte bancadas de piedra viva y parte de
arena y descombros de las ruinas del antiguo
Castillo de San Luis, con que cuando se erigió
5
el fuerte de San Fernando se cegaron las hoyos
que havia hecho desde que se construyo aquel (1)
para sacar de aHílos materiales necesarios para
Plano particular del castillo de San Phelipe
sus obras, como tambien del trecho anegadizo
d~ Barajas (alias el Cerro) de Cartagena de In-
que escavaron para terraplen del mismo Cas- dtas.
tillo, en cu yos hoyos se estancaban las aguas de
Explicacion
las 11 uvias y ocasionaban las grandes enferme-
dades que experimento su guarnición has ta su AA Cuerpo de guardia para el castellano y
tropa de la guarnición.
demolición el año de 1741. El de V es todo
B Almahacen para pólvora.
arena. El del glacis del fuerte de San Fernando,
C Tendal para la artilleria hecho en el año
tiene de buena tierra la superficie y poco más
abaxo y lo restante, es como S. Cartagena de de 1762.
Yndias Mayo 15 de 1763. D Aljive.
E. Cocina.
[En el plano mismo:]
F Puerta de entrada.
Bateria de San Phelipe demolida Camino
G Escalera de madera.
de las Piedras, de Chamba Playa de Chamba
Bateria de Santiago demolida Este cstillo se hizo en el año de 1637.
Terreno que llaman la Campaña que se ha Perfil cortado por los puntos 1, 2.
demontando de árboles y malezas Escala de 30 varas para este plano.
Punta de Abanicos Pies reales o de tuesa Escala de 15 varas para este perfil.
Camino de la playa o avenida de Chamba (2)
Manglar anegadizo desmontado Cantera abier- Plano particular de la bateria de San Sebas-
ta con desague al mar que se va terraplenando tián, situada próima del surgidero de la bahía de
Valle de Cares Cartagena de Yndias.
Manglar anegadizo sacado de raíz. Explicacion
San Pheli pe El Africa San Carlos
Galicia AA. Cuerpo de guardia para el comandante
y tropa de la guarnición.
Bateria de Santa Bárbara suspendida su
ejecuzion Pies reales Pueblo nuevo Retirada y B. Almahacen de pertrechos.
comunicación subterranea Camino del pozo e. Almahacen para polvora.
de Carex y población de Gamboa D. Algive.
Playon de Carex EE. Muelle.
Parte de la bah ya. F. Puerta de tierra.
FGH. Recinto con aspillera para fusileria.
Antonio de Arebalo [rúbrica] 1. Común.
Esta batería se concluyó en el año de 1744.
Escala de 300 tuesas Ensenada de la Caldera Escala de 100 varas para este plano.

336

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

(3) Plano y perfiles del fuerte San Fernando,


Perfil cortado por los puntos 3, 4, 5, 6, del situado en el costado norte de la canal de So-
plano de la vateria de San Sebastian. cachica, entrada de navíos a la bahía de Carta-
Escala de 50 varas para este perfil. gena de Yndias, en que se manifiesta sus bóve-
das interiores para baterías, almahacenes y
(4) demás, y sus baterías altas y las galerías y ramales
Perfil cortado por losnurneros, 8, 9,10. Perfil de las contraminas y fogatas, concluído todo en
cortado por los numeros 11, 12. el año de 1760.
Nivel de la marea alta.
Nivel de la marea baja.
Explicación:
(5) A. Baluarte del Rey.
Plano y perfiles de la bateria de San Joseph B. y dem de la Reyna.
situada en el costado del sur de la canal de C. Porción circular.
Bocachica, entrada de navios a la bahia de Carta- D. Puerta principal de entrada con puente
gena de Yndias. levadizo y muelle.
E. Cuerpo de guardia del ofizial.
F. Cuerpo de guardia de los soldados.
Explicacion H. Necesarias.
G G G. A vi tadón del Comandante del fuerte
A. Almahacen para polvora.
y su Ayudante.
B. Almahacen de pertrechos. 1. Avitación para el ofizial de Artillería y
C. Tendales para la artilleria. un yngeniero subalterno.
D. Algive. J J. Seis bóvedas para querteles de ofiziales
E. Bovedas para habitaciones del coman- y soldados.
dante. K. Cosina para la tropa y ofiziales.
F. y dem para la tropa de la guarniciono L. Bóveda para el hospital de la Sangre y
G. Rampa para subir a la bateria altaH. H. avitación del siruJano.
1. Rastrillo y estacado. M. Almahacen para víveres secos.
K. Lugar común. N. Baterías bajas que podrán servir con-
L L L. Bateria baja. viniendo para alojamiento o para colocar pertre-
N. Repuesto para polvora. chos de artillería.
OO. Parte de la escollera exterior, hecha de O. Pasadizos para dichas baterías.
piedra suelta, para impedir un insulto de botes P. Dos almahacenes para pólvora.
y lanchas. R. Almahacen para caldos.
PP. Parte de la escollera exterior. S. Dos algives.
Q. Entrada a la bateria que se debera ce- T. Capilla u oratorio con su sacristía y
rrar a su tiempo con una cadena. avitacióndel Capellán.
V. Almahacen para viveres.
Se empezó esta bateria en el año de 1751 y se
X. Avitación para los guarda almaha enes
concluyó en el de 1753. de artilleria y de víveres.
Cartagena de Yndias a 18 de Noviembre de Y. Escalera de comunicación secreta.
1778. Z. Poterna.
Escala de 75 varas para los perfiles de este a a. Foso del fuerte.
plano. b b. Contra escarpa.
Escala de 50 varas para este plano de la c c. Glasis en el cual hay galerías y ramales
bateria de San Joseph. de contraminas y fogatas.
Antonio de Arebalo (rubrica). d d. Galería principal de contramina, reves-
Cartagena de Yndias. tida de mampostería.
Castillo de San Felipe de Barajas, bateria de e e. Puertas de entrada para el fozo a di-
San Sebastian y bateria de San Joseph con sus chas galerías.
perfiles correspondientes. 1778. Arevalo. f f. Ramales y martillos de las contrami-
nas revestidas.
g g. Sitio para los hornillos, Ydem.
FIGURA 128. - Planta y secciones del nn. Galería de las fogatas, ydem.
i. Rampa para subir a ella desde las con-
fuerte de San Fernando de Bocachica 1779 traminas.
(Servicio Histórico Mili tar, Madrid; Sección j. Martillos de las fogatas, ydem.
Cartográfica: K-b-7, número 16). k k. Sitio para los hornillos, ydem.

337

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

11. Hornillos que podían a su tiempo servir se egecutó, por no haver tiem po, con el plano y
como los g g de las contraminas. perfil que de dicha batería se puso en el general
Baterías executadas provisionalmente en el del fuerte que se dió a don a don Agustín
año de 1762 de tierra regada y pisada y enlucidas Crame, que fué hecho con medidas no tan exac-
como las obras del cal y canto. tas (aunque no será grande la diferencia) para
juzgar por ellas de los defectos que parece se le
Explicación: atribuyen y ban referidos. Y el que sigue.
A. Batería de San Juan Francisco de Regis, Esta batería, que es un gran flanco para el
hecha para cubrir la muralla real por esta parte baluarte atacado A, si le faltan fuegos que de-
e impedir que entren por las troneras a las fiendan su interior S S desde m y la cara derecha
bóvedas y plaza de Armas, las balas de los de la cortina contigua, se lograrán abanzándola
navíos enemigos y batir a éstos en la entrada de lo necesario para conservar su utilidad; pero
la canal. ésta 's e pierde si se arrasa, como se dice ha
B. Ydem de San TIúago aumentada para propuesto dicho Brigadier. D Tendal para la
defender el ataque del baluarte A, que solo tiene artillería, hecho en el año de 1762.
dos cañones que pueden hacerlo del flanco Si algún otro defecto se notase en ella, mejor
izquierdo del baluarte B. que destruirla será remediarle, para no perder
Esta batería sólo podrá tener los fuegos de tan ventajosos fuegos para el fin a que se desti-
tres o quatro fuciles que la defiendan desde m el naron.
el baluarte B y algunos de su cara derecha, por
cuya razón y porque puede caerse o parece que Cartagena de Yndias 3 de marzo de 1779.
assí ha concebido el Brigadier don Agustín
Antonio Arebalo [rúbrica]
Crame, quando hizo el reconocimiento de ella,
que los enemigos podrán tomarla facilmente, Escala de SO varas para el plano.
poniéndose al pie del espaldón, o, cubiertos de Escala de 2S varas para los perfiles.
los fuegos del flanco derecho de A, en el triángulo Perfil cortado por los puntos 7, 8 del plano.
n, o, p, y servirse de ella para batir al baluarte A Perfil cortado por los puntos 9, 10 del plano.
y quitarle sus fuegos; se hace presente que para Perfil cortado por los puntos 1, 2, 3, 4, 5 Y6
conseguirlo habían de perder tiempo y alguna del plano.
gente y en el caso de haverla ocupado habrán [Al dorso:] Cartagena de Yndias.
logrado los defensores se proporcione un lance Plano y perfiles del castillo de San Fernando
a medida del deseo para destruirlos en ella, (Arevalo) 1779.
como puede hacerse con un solo cañón pequeño, Número 26 Arevalo.
o mejor con un obús de dos que hay, que puesto
en m la enfilará y cargado a metralla con cosa de FIGURA 129. - Proyecto para fortificar
4 libras de pólvora o más, menudeando los tiros, la plaza de Cartagena desmantelando el
está manifestado el gran estrago que hará en los arrabal de Getsemaní, pordonJuanJiménez
enemigos, como ygualmente lo es tá el que se les Donoso. 1744 (Servicio Histórico Militar,
puede hacer con granadas de mano. Y aún Madrid; ~cción Cartográfica: K-b-7, núm.
cuando esto no se quiera conceder, sobsteniendo 31).
que los enemigos tendrán con dicha materia
FIGURA 130. - Planta y sección de la
todas las ventajas que necesita (abriendo más las
batería del Angel, situada al norte del canal
troneras por su derecha) para quitar todos los
de Bocachica.1778 (Servicio Histórico Mili-
fuegos del baluarte atacado, que precisamente
tar, Madrid; Sección Cartográfica: K-b-6,
debe ser el A y no el B, porque la avenida a éste
núm. 54; hay duplicado).
la defiende la de San Joseph, no podrá negarse
que con dos hornillos que se hagan en q, q, q, Plano particular y perfil de la bateria nom-
valiéndose de la galería magistral d, d Y del brada el Angel, situada en la cumbre de un cerro
ramal r, se les haría volar al aire, dejánd ola de tal que está al norte del fuerte de San Fernando,
modo vacía (sin leción de contra escarpa, ni erigido en el costado del norte de la canal de
perfil delglasis) que padrán podrán llenar, como Bocachíca vnica entrada de navios a a la bahía
denota la letra t en su plano y en su perfil de Cartagena de Yndias, para defender las
(pudiendo antes servirse de los hornillos de las a venidas y quiebras del terreno de aquella parte,
fogatas v, v, y hacer otros como éstos) sacado hecha provisionalmente en el año 1762 con
uno y otro con exacti tud últimamente; lo que no motivo de la guerra con los yngleses.

338

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Explicación beque de Palo Al too 1783 (Servicio Histórico


A A. Escarpa del recinto magistral formada Militar, Madrid; Sección Cartográfica: k-b-
en terreno de buena calidad excavado. 5, núm. 36).
B B. Parapetos ybanquetashechascon tierra
regada y pisada. FIGURA 133. - Plano de la bahía de
C C. Foso avierto en el terreno. Cartagena y sus alrededores y planos par-
D D. Contraescarpa cortada en la tierra. ticulares del dique de Bocagrande. 1769
E. Explanada hecha de ormigón. (AGI: Santa Fe, 9"45; TL, 178).
F. Puente estable de madera, con un ras-
trillo en la puerta de entrada, que a su tiempo Perfil cortado sobre la línea 1, 2. Perfil cor-
devia cubrirse con puente levadizo. tado sobre la línea 5, 6. Perfil cortado sobre la
G. Tendal con su altillo para la artillería cu- línea 9, 10.
bierto de texa. Figura 1.' Figura 2.' Figura 3.' Figura 5."
H H. Casa fuerte atronerada para granadas Figura 4.' Perfil cortado sobre la línea 7,8.
de mano y fusileria idem. Perfil cortado sobre la línea 11, 12.
1. Cocina cubierta de texa. Figura 7. • Perfil cortado sobre la línea 13, 14.
J. Lugarcomun. Figura 8.' Perfil cortado sobre la línea 15,16.
K. Aljibe avierto en el terreno, en piedra 4 varas. 4 varas. 5 varas 9 pulgadas. 5 varas.
blanda, con un forro de medio ladrillo, recive el 5 varas. 5 varas. 6 varas 9 pulgadas.
agua del receptáculo L y de él la despide a salir Escala de 30 varas para las figuras 1.', 2.",3.',
a la campaña por el conducto M. 4.·, S.' 6.· 7.' Y 8.·.
N. Repuestos subterráneos para polvora. Varas.
O P. Rampa para bajar el algive por la ga- Figura 9.' Perfil cortado sobre la línea 17, 18.
lería P Q. Figura 10. Perfil cortado sobre la línea 19, 20.
P Q. R. S. Galería subterránea que continua- Escala de 50 varas para el plano y perfil
da sigue hasta desembocar a la orilla del ag~a de figura 9.
la bahía (a distancia de 700 varas de la ba tena) en Escala de 50 varas para el plano y perfil
un reducto atronerado, para en caso necesarío figura 10.
retirarselaguamicióndedicha batería, paraem- Varas.
barcarse; cuia benta ja pone a los defensores en la
(En el mapa de la bahía.)
satisfacción de defenderla hasta el ultimo es fuer- Parte de la mar del Norte
zo; pues haviendo aun los enemigos hechosse 3 brazas.
dueños de ella, pueden los defensores mante- 16 brazas.
nerse en la casa fuerte a puerta cerrada haciendo
16 brazas. Castillo grande. 12 brazas.
fuego con el fusil y granadas sin ser vistos y
Manzanillo. Nueva canal de Juan Angola.
mantenerse en ella arvitrio de arruinarla; pues Punta de Perico. Parte de la bahía de Carta-
con la satisfacción de retirada segura, la defen- gena de Yndias. Parte de la Ciénaga de Tesca.
derían siem pre hasta que 10 esté, defendiendo la
18 brazas.
entrada con el fusil desde los nichos T T sin ser
Plano general de la plaza de Cartagena de
vistos ni poder ser desalojados facilmente con Yndias, parte de su bahía y terreno de sus inme-
granadas de mano, porque deven caer luego en diaciones para la inteligencia de la situación de
el foso V hecho para este fin.
la abertura de Bocagrande, avenida peligrosa de
R. Respiradero para luz y ventilación de la
dicha plaza y la del ysthmoque entre esta y dicha
galería P R S, marcado R en el perfil.
boca intermedia; con el proyecto que se propone
Cartagena de Yndias a 5 de Diciembre de para cerrarla yel parageen que podrán colocarse
1778.
los navios de guerra de S.M. para defender esta
Arebalo (rúbrica).
entrada interín que se imposibilita con la exe-
25 varas 25 varas 25 varas 25 varas. cuzión de la obra.
25 varas 25 varas 20 varas
24 pies Explicación
Perfil que pasa por la linea 1.2.3. A. Recinto de la plaza.B. YdemdelArrabal.
Escala cel plano y perfil. C. Castillo de San Phelipe de Barajas. D. E.
70 varas.
Escollera que se esta executando para asegurar
FIGURA 132. - Planos y pefiles del horna- la muralla real de la plaza batida del mar del

339

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Norte contra todo temporal de mar. F. G. H. levantó este planohaviendoc1avadoestedia los


Abertura de Bocagrande y dirección de la obra estacas figuradas con la señal + (Bordeando la
proyectada sobre el baxodeella. D.F. Ysthmode costa:)
arena estrecho y vaxo por encima del qual pasa Orilla de la playa existente en marea alta
regularmente el mar con las crecientes y segun se halló en 24 de abril de 1769 que se
marejadas comunicando sus aguas con las de la levantó este plano para formar el proyecto de
bahía por los caños y manglares anegadizos. 1, l. cerrar esta Boca en virtud de la real orden de 18
J. Situación que podrán ocupar los navíos de S. de octubre de 1768.
M. para la defenza de la entrada de esta boca. K. Plano de la abertura de Bocagrande por
Texar de Gracia en donde hicieron su desem- donde pueden entrar fraga tas de la ultima cons-
barco los yngleses en el ultimo sitio. L. L. Can- trucción de los yngleses, y otras embarcaciones
teras de Tierrabomba de piedra de poco peso. M. menores a la Bahía de Cartagena de Yndias,
Cantera de picón algo mejor que las anteceden- levantando con operaciones geométricas en los
tes, de la qual se conduce piedra para cargar lo puntos principales para la inteligencia de su
interior de la obra de los diques y escollera D. E. situación, extensión y fondo sobre su vaxo, y la
P.de la plaza.N. Cantera de Albornoz de piedra de los diferentes proyectos que para cerrarla se
de buena calidad. Al sur de esta cantera de han hecho, y el que al presente se propone.
Albornoz, a distancia de 3.200 tuesas dentro de
la bahía, ay otra cantera buena en la Estancia de
Explicación
Buenavista con buen puerto para las embarca-
A, B, C, D. Abertura de esta Boca, por donde
ciones que deban conducirla. O. Cantera de Tesca
de piedra de buena calidad abierta ultimamente, a poco mas o menos pasada el Ysthmode arena
de donde se saca piedra para dicha escollera D. que la tenia cerrada hacia el año de 1739, que se
E. P. Otra cantera como la antecedente en los abrio entre A. B. C. D. Entrada antigua de los
cerros de Ternera. Al N. E. de la plaza, a distancia galeones y navíos hasta los años de 1640, que se
de dos leguas a la orilla de la mar del Norte, en cerro naturalmente con la arena que el mar
los morros de la Boquilla, esta otra cantera abier- acanton6.-. E. F. G. Trecho de dique hacho por
ta de buena calidad y peso, de la qual se está ThenienteGeneralDon YgnacioSala,conelqual
conduciendo pi,e dra para la mencionada se abanzo la playa la cantidad E. F. con la arena
escollera. Q. Carenero de los navíos de S. M. que el mar acantonó, formando la punta F, y
rebestido de mamposteria de cal y canto ultima- playa que por ella pasa. F. B. H. Parage que se
mente hecho. ocupó con varios cajones volantes de madera
mangle por el Yngeniero Director Don Lorenzo
Cartagena de Yndias a 19 de julio de 1769. Solís. A, E, F, B, H, C, D. Dirección que debia
llevar la balla de caxones de madera calafateados
Antonio de Arebalo (rúbrica).
Escala de 2.000 tuesas para el plano general. y rellenos de mam posteria ordinaria de cal y
Escala de 4.000 varas para el plano general. canto que proyectó ul timamen te el mencionado
Tuesas Varas Director, de los qua les le pusieron dos en H
cuyos remates quedaron entonces fuera del agua
FIGURA 134. - Plano del canal de Boca- y en el dia se han hundido de suerte que el uno
grande, por don Antonio de Arévalo. 1769 tiene 3 1/2 varas, y el otro mas de 4 varas de
(AGI: Santa Fe, 945; TL, 177). fondo de agua por encima. J, J, K, L, C, D.
Dirección del dique que se propone executar
Situación que podria darse a las embarca- para cerrar esta Boca formando un ysthmo arti-
ciones de guerra que defiendan la entrada de ficial por encima de este vaxo para sacar su
esta Boca a los enemigos en caso necesario. plano y sondeo con la mayor justificación. A N
(De derecha a izquierda:) O Punta actual formada con la arena que la mar
Orilla de la playa existente en el año de 1750 ha ido acantonando desde el año de 1739, en que
que se levantó para dar principio al proyecto del la playa tenia la dirección A, O.
señor Sala en E. N ota. Que el sondeo de numeros negros es el
Orilladela playa existente en 18 de agosto de fondo que se hallo en marea alta en los meses de
1757 contenida con los caxones del proyecto del Mayo y Junio de este año, en pies reales o de
señor Salas E F G. tuesa, y el de numeros de carmin el que tenia en
Orilla de la playa existente en marea alta 18deAgostode 1757, que se lebantópara formar
segun se halló el dia 9 de octubre de 1761 que se su proyecto el mencionado Director Solís. Ydem.

340

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Que la diferencia de la marea alta a la vaja es 18 partte la hauertura de la referida Bocagrande.


pulgadas de pie de tuesa. Cartagena de Yndias A D. Trecho de 335 varas de largo del
a 8 aeJulio áe 1799. ysthmo artificial de arena que se ha formado
acompañado yntterior y exteriormente como se
Antonio de Arebalo [rubricado].
ve en el plano con la plaia adquirida yexisttentte
Escala de 1.000 varas castellanas. en esstte dia E E, que ha acantonado el mar con
el auxilio de su paralelo F F, Y llaues G G con lo
FIGURA 135. - Plano y perfiles del dique qual queda cubiertto, el material, reforzado el
de Bocagrande. 1773 (AGI: Santa Fe, 945; malecon, y assegurada essa parte contra todo
TL,185). temporal de mar como una fuerte Escollera por
razon de ser obra vaja, y no hazer pressa en ella,
Plano particular y perfiles del malecon que
sus enfurecidas olas, como sucede en toda plaia
se essttá contruiendo de orden de S. M. desde el
día 11 de Nobiembre del año pasado de 1771 de arena semejante a essta, y se ha experi-
para cerrar la hauertura de Bocagrande, enttrada menttado en los temporales, que ha hauido, a
a la bahia de Cartagena de Yndias para intteli- mediado de Septiembre y fin de Diziembre de
genzia del estado de adelantamiento en que se esstte año con los qua les ha quedado la obra en
alla y el depositto de arena que con su abrigo ha toda exttenssion cubiertta de sargazo o yerua
echo el mar. menuda, que ha conducido el mar, poniendola
amonttonada en muchas partes, y llena de ella
Explicacion toda la darsena marcada en el plano.
A. Principio del malecon de pilottage en- Notas. Que los numeros de color encamado
zintado y amordazado en la forma que denotta denottan el fondo de agua en pies de vara que
la eleuazion y perfiles del trecho partticular tubo en aquellos paraxes en marea vaja quando
dettallado de el Figura 5. Q A B. Trecho de male- se em pezó el malecon A e.
conde 878 varas lineales de largo que tubo en 30
2. Q Que los punttos negros es el fondo de
de Junio de estte año de 1773.
B e. Trecho del mismo de 303 varas que se agua que se allo en dicha marea en 30 de junio de
han adelantado desde 30 de Junio hastta 31 de esstte año de 73.
Diziembre del corriente año; que sumadas con 3.Q Que los de numeros negros entteramentte
la anttezedente partida componen la cantidad formados de tintta es el fondo de agua que seallo
de 1181 varas lineales de largo que tiene el en la misma marea en 31 de Diziembre del
malecon en el dia de la fecha; y además de referido año que es de la fecha de esstte, siendo
esstas, 303 varas se han echo tambien en essttos la diferenzia del nivel de la marea altta al de la
ultimos 6 meses los dos espigones a, a; b, b; de a vaja 1 pie y 9 pulgadas de vara.
84 varas de largo: el primero de cinco varas de Cartagena de Yndias 31 de Diziembre de
ancho con tres iladas de pilotes, el segundo de 6 1773.
varas de ancho, y quattro hiladas de pilottes en
Antonio de Arebalo [rúbrica]
el fondo que se ve en el plano (rellenos de piedra
de modo que resissttan el em puje, de las olas del Figura 1.
mar y den salida a las aguas segun conviniere) Orilla de la plaiaexissttenteen30deJuniode
los quales se han echo con preferencia a ottros, 1773.
mas corttos y espessos, que debia tener la obra
Darsena.
a fin de conttener con ellos las corrientes del
Orilla que ttenia esstta plaia en 11 de
Norte, o brissas que conduzen la arena mezclada
con el agua, para que con su abrigo la deposi tten Noviembre de 1771 quando se empezo el male-
en el fondo, y refuerzen con ella el malecon para conA Be.
conservar las maderas y assi mismo se va ex- Muelle.
perimenttando; y para el mismo fin se deue Manglar anegadizocorttados todas sus arvo-
hazer el espigon d d. les Caño que se comunica con la Bahia.
C. Findel trechoACde1181 varas de largo Manglar anegadizo con sus mangles en pie.
del qual las 1175 esstan en linea rectta, y las 6 Escala de 300 varas.
ressttanttes son de la curua que deue tener el Plano particular detallado con sus pefiles de
Malecon, cuia cir,c unferencia es de 375 varas un trecho de malecon en el extremo C ael plano
producida de un radio de 410 deuiendo desde total de él que manifiesta el metodo que se sigue
su essttremo opuestto seguir en linea recta en su construcción y colocacion de los materia-
hastta la puntta en que termina por aquella les de que se compone.

341

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Explicazion Terreno sobrepuesto por el mar.


Figura 6.
M N. Trecho de plano de andamio bolante Ni vel del fondo na tural d el va jo en es ta parte.
formado sobre los caualleros o borriquetes a a Escala de 25 varas.
por medio de las soleras bb que se llena siempre
adelanttado con las riosttras extteriores c c. N O FIGURA 136. - Planos y perfiles del dique
trecho de plano de pilotaxe enzintando y amor- de Bocagrande.1774 (AGI: Santa Fe, 945;11,
dazado con las cinttas d d, Y las mordazas o 189).
llaues cc,quemanifiestta el empedrado rematta- Planos y perfiles del malecón, que se esta
do que se forma en la alttura que se ve, en los construyendo de órden de S. M. desde el día 11
perfiles, y los andamios formados sobre las sole- de noviem bre del año pasado de 1771 para cerrar
ras b b, por medio de las madres f f que siruen la abertura de Boca-grande entrada aa la bahía
para sobre ellos llenar dos maquinas de los de Cartagena de Yndias para inteligencia del
marttinettes de bronce de a 16 quintales con los estado de adelantamiento en que se halla esta
quales se clauan los pilottes g g, assegurados obra y el deposito de arena que con su abrigo ha
dichos andamios conttra los temporales de mar hecho el mar.
con los pilares h h, clauados con los mismos A. Principio del malecón de pilotage ensin-
marttinettes y sugettos con embonos y trincas de tando, y amordazado en la forma que denotan
jarcia, que se dan a su tiempo. O P. Trecho de los detalles de un trecho del plano particular de
plano enzinttado, y amordazado relleno de el expresado en las figuras 3Q, 4Q, 5Q • A BCD
piedra, yel empedrado arreglado con el anden trecho del malecón de 1181 varas lineales de
de tablas i i, para conduzir los can ttos de su largo que tubo en 31 de Díziembre proximo
coronamentto con los demas que se ofreze. pasado. D E trecho del mismo de 449 varas de
P Q. Partte de plano de uno de los muelles largo, que se han adelantado desde 31 de dicho
que se hazen de 25 varas de largo a dissttanzia Diciembre hasta 31 del mismode este año de 74
unodeotrodeSOvarasdeclaroparadessembar- cuya partida sumada con la antecedente de las
car en ellos los canttos, y piedra menuda que se 1181 varas componen la cantidad de 1629 varas
cond uze en las barcas para mazzizar la obra en la lineales de largo total, que tiene el malecón en el
forma que manifiessttan los perfiles de ella. diadela fecha. Tambien se han hecho en este año
Elevazion formada sobre la li nea 1 2 del el espigon d d a 85 varas de largo y 7 de ancho,
plano partticular. Perfil corttado sobre la linea 3 y 10 varas d D E E enzin tados, y amordazados en
4 5 del plano particular. Perfil corttado sobre la la misma forma que los antecedentes aa bb los
linea 6 7, del plano particular. Perfil corttado qua les han producido buen efecto de contener la
sobre la linea K L del plano tottal del malecon arena, que conducen las corrientes del Norte, o
que manifiesta el estado en que se dexó su brizas, que alteran la mar, como se esperaba, y se
empedrado, y en que essta reforzado yacom- dijo en la relaciondeconsistencia de esta obra de
pañado de la arena acantonada por el mar. 31 de Julio de 73 yen la explicación del plano de
Niuel de la marea alta. Niuel de la marea 31 de Diciembre de el. Asimismo se ha hecho la
altta. Niuel de la marea vaja. Niuel de la marea pequeña escollera F G marcada K en el perfil
vaja. figura 2. A, Y se ha perfeccionado el trecho del
Terreno sobre puestto por el mar. malecón B Y en la forma que en este perfil
Niuel delfondo natural del vajoen este paraje. denotan las letras L M a causa de faltarle este
Figura 2. Q Figura 3.Q Figura 4.Q cuerpo solido, que se tenía abierto, y vajo para
Plano particular detallado. Figura 5. Q dar entrada a la arena exterior en esta parte, con
Perfil cortado sobre la linea H 1 del plano lo qual y por medio de dicha escollera, y el
tottal del malecon que manifiesstta el essttado en espigon aa se ha conseguido que el Ystmo artifi-
que se dejo su empedrado R S remattado en la cial A B se halle en el estado de seguridad contra
altura S y del segundo empedrado S T que se todo temporal del mar, que se manifiesta en el
haze a proporcion de como se aumenta la plaia plano de él. yen el perfil figura 2. A, Yresguardada
para contteneer las arenas que conduze el mar la madera contra el efecto de la broma para su
por medio de su paralelo V X, marcado F F del mayor subsistencia pero el resto del malecón A
plano total. BCD E en la parte BCD E se lleba hecho sin este
Nibel de la marea altta. remate, y con fondo de una y media varas en
Nibel de la marea vaja. marea vaja sobre el empedrado N O figura 2. A y

342

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

lo mismo los espigones a fin de que las olas del sobre las soleras b b. por medio de las madres f
mar enfurecido no tengan embarazo para pasar, f. que sirben para llebar sobre ellos dos maqui-
y lo efectuen con libertad sin hacer presa en la nas de los martinetes de bronce de 16 quintales
obra como se esperimenta, y para que siguiendo con los quales se claban los pilotes g g. asegura-
del mismo modo las corrientes del Norte, que es dos dichos andamios contra los temporales del
el tiempo del acantonamiento de la arena se mar con los pilares h h, clabados con los mismos
haga este, que refuerze el malecón, el qual con- martinetes, y sugetos con embonos, y trincas de
cluido con el empedrado L M en el trecho B C jarcia que se dan a su tiempo.
serbira para que se extienda la playa esterior a O P. Trecho de plano enzintado y amor-
hacer 10 mismo en las inmediaciones del caño de dazado relleno de piedra, y el em pedrado arre-
SanJuanproximodelsurgiderodenavios.Notas glado con el andén de tablas y, y. para conducir
1° Que los numeros de color coloreados del los cantos de su coronamiento, con 10 demás,
sondeo del plano denotan el fondo de agua en que se ofrece.
pies de vara, que tubo en aquellos parages en P Q. Parte de plano de uno de los muelles,
marea vaja, quando se empezo el malecón A E, que se hacen de 25 varas de largo a distancia uno
en N oviem bre de 71 ... 2° Que los pun tos negros de otro de 50 varas de claro para desembarcar en
es el fondo de agua que se hallo en dicha marea ellos, los cantos, y piedra menuda, que se con-
en Diziembre de 1773 ... 3° Que los numeros duce para mazizar la obra, en la forma que
negros enteramente formados de tinta es el fondo manifiesta los perfiles de ella.
de agua, que se hallo en la misma marea en 31 de Elebacion formada sobre la linea 1,2, del
Diziembre de este año, que es el de la fecha de plano particular. Perfil cortado sobre la linea 3,
este papel, siendo la diferencia del nivel de la 4,5, del plano particular. Perfil cortado sobre la
marea alta al de la vaja un pie y nueve pulgadas linea 6, 7, del plano particular.
de vara. Figura 3.1 Figura S.'
Cartagena a 31 de Diciembre de 1774. Plano particular detallado.
Figura 4.1
Escala de 300 varas pa ra es te plano. Figura 1° [En el mapa del angulo inferior derecho]:
Perfil cortado por los puntos H Y K del Plano total dela abertura de Boca-grande de
plano. Figura 1 ° Cartagena de Yndias, que se está cerrando con
6 varas 1: 6 el malecon A B C del qual en dia de la fecha se
Nivel de la marea alta ha construido hasta el largo A B de 1629 varas,
Nivel de la marea alta y resta B. C. de 1985: Cartagena de Yndias a 31
Nivel de la marea baja de Diciembre de 1774.
Nivel de la marea baja Mar del Norte llamado de Playa Grande.
Nivel del fondo del vaxo en esta parte en 31 Orilla que tubo esta playa en Julio de 1769
de Diziembre de 1773. Figura 2° quando se hizo el proyecto.
Nivel del fondo natural del vaxo en esta Orilla que tubo esta playa en 11 de
parte en 11 de Noviembre de 1771. Noviembre de 1771.
Escala de 25 varas para las Figuras 2° 3° 4°- Camino de Cartagena.
y5° Orilla que tubo esta playa en Agosto de.
Plano particular detallado con sus perfiles 1575.
de un trecho de malecon en el punto C del plano
Figura 1°que manifiesta el metodo que se sigue Notas 1.1 Que los numeros encarnados de-
en suconstruccion y colocación de materiales de notan el fondo de agua que se halló en marea
que se compone. alta en aquellos parages en 18 de aAgosto de
1757 en pies de Castilla, pues aun que se sacó el
M N. Trecho de plano de andamio volante, sondeo en pies reales, o de toesa, se han re-
formado sobre los caballeros o borriquetes a a ducido en aquellos. 2.1 Que los numeros negros
por medio de las soleras b b que se lleba siem pre denotan el fondo de agua en pies de Castilla que
adelantando con las riostras exteriores C C. se halló alli en dicha marea en 8 de Julio de 1769
N O. Trecho de plano de pilotage enzin- quandosesacoel plano por medio de los anclotes
tando y amordazado con las cintas o 0, y las F para hacer de orden del Rey para cerrar esta
mordazas, o llabes e e que manifiestan el em- abertura el proyecto.
pedrado rema tado, que se forma en la al tura que Parte de la Ysla de Tierra Bomba entre So-
se ve en los perfiles, y los andamios formados cachica, y Boca Grande.

343

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Parte de Bahya. de. Baterías de buena tierra y fagina


Escala de 1.000 varas par este plano. egecutadas para aumentar los fuegos que flan-
queen la evenida por la caponera, arrasando sus
Antonio de Arebalo (rúbrica). para petos (su p liendo por los que no tiene) libres
FIGURA 137. - Planos particulares de de enfilada y de ser batidas de frente de la cam-
las obras de defensa construidas en las paña, reservados para im pedir el paso por ella
avenidas de la plaza de Cartagena por don y el alojamiento sobre la Media Luna Ty terreno
interior m, n, n, cerrado con la cortadura m, y
Antonio de Arévalo. 1780. (Servicio dos forros en k, k, Ypara el mismo fin se pondrán
Histórico Militar, Madrid; Sección Carto- cubiertos dos cañones en la puerta de entrada,
gráfica: K-b-7, núm. 35). disposición para abrir el paso si el enemigo lo
1 I 2 I 3 I 4 5 cerrare vatiendo en brecha, quitando la subida
9
por ella.
10 15 h h. Caponera de estacadas dobles con dos
rastrillos para mantener la plaza segura comu-
16 nicación con el castillo de San Felipe.
6 11
Nota. Que por ser las cortinas y, y, de una
17 . pared censilla se han hecho los fosos k, k, para
arrimar e ellas el terraplén que produgeran.
7
12 18 Antonio de Arebalo [rúbrica]
I (7)
8
13 I 19
Perfil cortado por los puntos lO, 20 de la
14 Figura 5.1
I (8)
(1) Plano particular del hornavequeA 1 que de-
Perfil cortado por los puntos 1, 2, 3, de la fiende la avenida del Palo Alto.
Figura 1.1 Boquilla o canal que se abrió con los terra-
plenes oe mar en el mes de octubre de 1780 y se
(2) serro despues.
Perfil cortado por los puntos 4, S, 6 de la FiguraS.'
Figura 1.1 Escala de 300 varas para los planos de las
figuras 1, 2, 3, 4, S, 6.
300 varas.
(3)
Perfil cortad o por los puntos 7,8 de la Figura (9)
1.1 Perfil cortado por los puntos 11, 12 de la
figura2. il
(4)
Perfil cortado por los puntos 9, 10 de la (10)
Figura 2. il Perfil cortado por los puntos 13, 14 de la
figura 2.1
(5)
(11)
Perfil cortado por los puntos 1, S, 1, 6 de la Plano paticular del frente de Santa Catha-
Figura 3.il lina & i, Yque defiende la avenida de la Cruz
Granae.
(6) Estacas dobles. Cuerpo de quardia.
Plano particular del frente SlV que defiende Huertas y cocales Figura 2..
la abenida por la península de la Popa Z en el Huertas y cocales.
plano general. Cuerpo de guardia.
Tamoor.
Explicación
(12)
S. Baluarte de San Josef en el qual se han Perfil cortado por los puntos 21, 22 de la
hecho explanadas de hormigón y merlones de fi~ra6.1
buena tierra forrados de faginas. Escala de 75 varas para los perfiles que con-
T. Batería de la Media Luna. tiene este papel.
V. BateríadeChambacú. 75 varas.

344

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

(13) tratada con el temporal que padecio en 9 .... de


Perfil cortado por los puntos 26, 27, 28 de la 1761: y la de lo que se propóne executar para
figura 6.1 ponerla de suerte que pueda resistir a las tormen-
(14) tas del mar, y libre la plaza de los riesgos que la
Figura 6.1 amenazan en semexantes casos: acompañado
de la correspondiente relacion y el tanteo pru-
(15) dencial del costo que tendra su execucion a la
Plano particular de la ba teria provisional X Real Hacienda.
de la quinta de Mas que defiende la a venida del
mar. Explicación
(16) Figura 1.1 Plano General de la expresada
Figura 3. 1 muralla. A. Baluarte de Santo Domingo. B. Ydem
(17)
de la Cruz. C. Pla taforma de Ballestas. D. Baluar-
te de la Merced. E. Ydem de Santa Clara. F.
Perfil cortado por los puntos 17, 18 de la Ydem de Santa Catalina. G, G, G. Escollo o
figura 4.1
contradique. G. H. Ramales.
(18) Figura 2.1 hasta la 8.1 Plano particular y
Plano particular de la bateria provisional de perfiles del baluarte de la Cruz; de la Plataforma
la quinta de Crespo, que defiende la avenida del de Ballestas, y1 cortina intermedia.
mar. Figuras 9. y 10. Plano y perfil del baluarte
(19)
de la Merced.
Figura 4.1 Figura 11 hasta la 13. Plano y perfiles del
baluarte de Santa Clara, y parte de su cortina
(20) izquierda o derecha de la Merced.
Perfil cortado por los puntos 23, 24, 25 de la Figura 14 hasta la 17. Plano y perfiles del
1
figura 6. baluarte de Santa Catalina.
(21)
Nota:Quelofi~adodepuntosencamados
Plano particular y perfiles de la cumbre del sin lavado alguno, denota lo arruinado; 10 figu-
cerro de Nuestra Señora de la Popa. para la inte- rado de puntos encarnados lavado del mismo
ligencia de las ba terias provisionales execu tadas color denota lo que se ha de demoler. Ydem 'l.ue
en él. los numeros del sondeo Figura 1.1 denotan ples
de Vara; y los de los perffies, pies reales o de
tuesa.
Explicación: Cartagena de Yndias a 12 de junio de 1762.
A. Bateria de Nuestra Señora de la Popa.
B. Ydem de San Juan. Antonio de Arebalo [rúbrica]
C. y dem de San Carlos.
(Transcribo a continuación cada uno de los
D. Estacadas. sectores del plano:)
E. Rastrillos. Plano general de la Muralla Real vatida de la
F. Repuesto para la Artilleria. mar del Norte, para la inteligencia del estado en
G. Cuerpo de Guardia. que se propone dexarla abrigada contra todo
H. Común. temporal de Mar.
1. Convento de Nuestra Señora de la Popa. Mar del Norte llamado de Playa Grande.
J. Hospederías o quarteles. Figura 1.1
Escala de 350 varas castellanas para el plano
[Al dorso:] Cartagena de Yndias / Obras pro- general Figura 1.1 Escala de 100 varas castella-
visionales que se hicieron en la última guerra. nas para los planos particulares. Figuras 2. 1 9.1
1780 / numero 13/Arebalo. 12 14. Escala de 25 varas castellanas para los
perfiles.
FIGURA 138. - Planos y perfiles de la Escala de 150 tuesas para el Plano general
muralla de la Marina y de la escollera Figura 1.1 Escala de 50 tuesas para los planos
proyectada para defenderla de los embates particulares. Figuras 2. 1 9. 1 12 14. Escala de 10
del mar. 1762 (AGI: Santa Fe, 943; TL, 167). tuesas para los perfiles.

Planos y Perfiles de la Muralla Real batida de Plano particular del Baluarte de la Cruz B: de
laMardelNortedeCartagenadeYndias,parala la plataforma de Ballestas C y su cortina inter-
inteligencia del estado en que a quedado mal- media R X, que necesita reedificar y reparar lo

345

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDlCE DE MAPAS Y PLANOS

maltratado de su Muralla Real, según se dispone cortina izquierda h q, Figura Vi que deven abri-
en éste, y sus Perfiles, Figuras 3.' 4.' S.' 6.' Y7.' garsecomosedenotaenesteplano, ysusrespec-
Figura 2.' tivos perfiles Figura 11 a 13.
Figura 12.
Perfil cortado sobre la linea 1 2 del plano del
baluarte de la Cruz B. Figura 2.' que necesita el Perfil cortado por los puntos 18, 19 del plano
roda pie o socolo JK L de canteria enlazada en los Figura 12 que denota la ruina, y mal estado en
trechos J, K, K, 1 de 33 varas de largo reducido, que quedó maltratado el trecho 1 n, que se nece-
con 4 hiladas de alto sentadas sobre rexa de ma- sita reedificar; y abrigar toda esta Muralla con el
dera por las razones que se refieren en la rela- roda pie h q. del plano, executado segun este
ción. perfil.
Figura 3.' Figura 13.

Plano del baluarte de la Merced D. que nece- Perfil cortado sobre la linea 10. 11 del plano
sita de abrigar el pie de su Muralla Real en la Figura 2.' segun el qual se propone reedificar la
mayor parte de ella, como se expresa en este cortina R X de 107 varas de largo.
plano, y su perfil Figura 10. Figura 6.1
Figura 9.'

Perfil cortado sobre los puntos 12. 13. del


Perfil cortado sobre los puntos 16. 17. del plano Figura 2.' de la plataforma de Ballestas C
Plano del baluarte de la Merced Figura 9.' que que necesita de abrigar con el roda pie Y Z de
necesita abrigarlo con el roda pie b, c, g, h. canteria enlazada.
Figura 10. Figura 7.'

Perfil cortado sobre los puntos 20, 21 del Perfil cortado sobre los puntos 14. 15. del
plano Figura 12 del baluarte de Santa Clara que plano Figura 2.1 que manifiesta el estado de pro-
necesi ta del resguardo que se le dispone del fundidad de agua que actualmente ay en este
rodapie q. s. t. parage: y como quedara despues de executado
Figura 11. el escollo a contradique, que se deve construir
para abrigar toda la muralla contra los embates
de las olas del mar enfurecido en qualquiera
Perfil cortado sobre la linea 3, 4, 5 del plano
temporal.
del dicho baluarte de la Cruz Figura 2.' que
Figura 8.'
necesita abrigarlo con el rodapie L M N de can-
tería enlazada en este trecho de 25 varas de largo
reducido en la misma forma, y por las mismas Plano de Baluarte de Santa Ca talina, que se
razones que se citan en la Figura 3. ' propone reforzar con el roda pie que en el se
Figura 4.' expresa y deve executarse segun los perfiles
Figuras 15,16, 17.
Perfil cortado por los puntos 6, 7, 8, 9 del Figura 14.
dicho baluarte Figura 2. i segun el qual se debe
reedificar el trecho NP de su cara derecha: hacer Perfil cortado por los puntos 22.23. del plano
el restante de ella, y el flanco contiguo PR, uno y Figura 14 segun el qual se deve hacer el roda pie
otro con 49 varas de largo, fundado como se de- del trecho u, u, de 19 varas de largo.
nota enel perfil (demoliendo a este finla muralla Figura 15.
viexa que esta figurada de puntos encarnados y
lavado del mismo color).
Figura 5' Perfil cortado por los puntos 24. 25. del plano
Figura 14 segun el qual se deve hacer el roda pie
de los trechos x, x, y, y, de 68 varas de largo.
Plano del baluarte de Santa Clara, y parte de su Figura 16.

346

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

Perfil cortado por los puntos 26. 27. del plano Frente de Santa Catalina Puerta de Santa
Figura 14 segun el qual se deve hacer el roda pie Catalina Media Luna Bateria del Pastelillo
de los trechos altos A, B.- Edificios publicos Terreno realengo Esco-
Figura 17. llos
Canal a que se reduse la inundacion entre la
FIGURA 139. - Plano de la ciudad ciudad yel arraual Arraual
(copia hecha por el ingeniero don José Díaz Nuevas manzanas de casas Plaza del Mata-
PedregaD.1786(MuseoNaval,Madrid;hay dero
copia en el Servicio Histórico Militar). Plaza de Santo Toribio Arsenal Antiguo
surgidero de los navios, pero oy no puede con-
FIGURA 140. - Plano del muelle de Car- tener sino pequeñas embarcaciones
tagena, por don Manuel Anguiano. 1803 Grande escollera contra la mar del Norte
(AGI: Santa Fe, 959). Plaza o ciudad Puerta del Puente Plaza y
almacenes en la Real Contaduria Juan Ximenez
Plano y Perfil del Muelle de Fortificación de Donoso (rúbrica)
la Plaza de Cartagena de Yndias reedificado a Plaza de la Contaduría Contaduría Con-
expensas del Real Consulado, vajo la dirección taduría
de su tesorero Don Manuel de Pombo Plaza de la Ynquisicion
Perfil cortado por los puntos 1.2.3. Plaza de Santo Domingo
Nivel de la marea ordinaria Puerta de Santo Domingo A venida de Boca
Parte del barrio de Getsemaní Grande Perfil que pasa por los puntos 7 8
Baraona [Parte superior izquierda]
Escala del Perfil Parte de la Bahía [Perfil que pasa por los puntos 9, 10
25 varas. 5.°
Escala del Plano / 100 varas [Parte inferior izquierda]
Anden construido de madera para las canoas Plano 1
que conducen los víberes a esta Plaza en pequeño de la plaza de Cartagena de Yndias
El Muelle para ma yorinteligencia del proyecto general de
Puerta forti ficación.
Almacenes y Oficina de la Real Ad uana Madrid 1.0 de Mayo de 1774
Cienaga de Tesca
Alcivia
FIGURA 141. -Proyecto para fortificar Quinta Preceptor
la plaza de Cartagena, pordon]uan]iménez Mas Cana pote Popa
Donoso. 1744 (Servicio Histórico Militar; Cruz Grande Catana de Cuenca Texar
Sección Cartográfica: K-m-9, núm. 58). CañodeJuanAngola Cerro YsladeManga
MansanilIo.
(Parte central del plano) Arraval Pastelillo Bajo
Espaldon de la escuela practica de artilleria Escollera contra la mar del Norte Ciudad
Texar Bugio del Rey Fondo para embarcaciones menores
Terreno que se deve revajar demoliendo el Carenero Castillo Grande
Castillo y Calzada Escalera de tuesas Boca Grande
Castillo de San Felipe de Baraxas (Parte superior derecha)
Manglares o espesie de arboles dentro del Escala de varas para los perfiles
agua Perfil que pasa por los puntos 5, 6
Bateria de la escuela practica de artilleria Perfil que pasa por los puntos 1, 2
Hospital de San Lazaro Perfil que pasa por los puntos 3, 4
Caño de Juan Angola. Este caño sigue hasta Perfil que pasa por los puntos 11, 12
la cienaga de Tesca Puente de San Lazaro Perfil que pasa por los puntos 13, 14
y sla de Manga
Ysla de Chambacú que se deve de revajar (Explicación)
Avenida de Cruz Grande camino para la Plan02. Q
Costa El fondo de estas inundaciones es por 10 Proyecto general de fortificacion para la plaza
regular de quatro pies en los caños angostos de Cartagena de Yndias, formando una plaza
menos y saliendo acia fuera mas. grande compuesta de ciudad y arrabal. Vtilis-

347

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE MAPAS Y PLANOS

sima para si no se hubiera descubierto el Cavo C N


de Hornos y fuese Cartagena, como en aquel en- D Q
tonses, llave de Tierra Firme. Cuio calculo suve E P
a unos tres millones de pesos y uno annual de F Q
gastos. G R
H S
Explicación de la ciudad Y T
J V
1 Cathedral K
2 Convento de San Juan de Dios
3 Convento de San Agustín
Como las ventajas y defectos de la fortifica-
4 Parroquia de Santo Toribio
ción de la plaza son assunto tancontrobertido en
5 Convento de San Diego
los discursos 1.Q preliminar sobre la fortificación
6 Convento de religiosas de Santa Clara
de ella, 2. Q sobre su fortificación y 3.Q sobre su
7 Convento de Nuestra Señora de la Mercé
defensa, los quales acompañan a estos dos pla-
8 Convento de Santo Domingo
nos y al tercero en que se fortifica solo el resinto
9 Convento de religiosas de Santa The-
de la plaza, se vendrá por todo en conocimiento
resa
de lo que sea más interesante para el bien del
10 Colegio de San Ygnacio
estado.
11 Capilla del Puente
Madrid, l.Q de Mayo de 1774.
12 Convento de San Francisco
13 Capilla de la Orden Tercera
Escala de varas para el plano segundo.
14 Parroquia de la Santísima Trinidad
15 Capilla de San Roque
[Al dorso] :
Explicacion del recinto antiguo
Proyecto general para fortificacion de la plaza
A L de Cartagena de Yndias 1774.
B M

348

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
13ib{iografia

ACOSTA, Joaquín: Descubrimiento y colonizadón de Nueva Granada en el siglo XVI;


París, 1848.
ACOSTA DE SAMPER: Los piratas de Cartagena. Crónicas histórico-novelescas; Bogotá,
1886.
Actas del Congreso Hispano-Americano de Historia celebrado en Cartagena de Indias;
Cartagena, 1935.
ANGULO IÑIGUEZ, Diego: Planos de monumentos arquitectónicos de América y
Filipinas exist,entes en el Archivo de Indias; 2 tomos de láminas, 2 ídem de Catálogo
y 2 ídem de estudio. Sevilla, Laboratorio de Arte, 1933-1939.
- Bautista Antonelli. Las fortificadones americanas del siglo XVI; Madrid, 1942.
- Historia del Arte Hispanoamericano, tres tomos (en colaboración con Enrique
MARCO DORTA y Mario J. BUSCHIAZZO; Barcelona, 1945-1956.
ALVAREZ, Jaime, S. J.: ''Notas históricas sobre el templo, casa y restos de San Pedro
Claver", Boletín Historial, 1955.
ARRAZOLA, Roberto: Historial de Cartagena, segunda edición. Cartagena, 1955.
ASTRAIN, Antonio, S. J.: Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España,
7 vols.; Madrid 1902-1925.
AYAPE DE SAN AGUSTIN, Fray Eugenio: Fundaciones y noticias de la Provincia de
Nuestra Señora de la Candelaria de la Orden de Recoletos de San Agustín. Bogotá,
1960.
- Historia de La Popa de Cartagena", Boletín de His toria y Antigüedades, volumen
11

XXXVI, 1949, págs. 302-325.


BARRAS DE ARAGON, Francisco de las: 11 Memoria referente al viaje realizado en
1932 a Panamá, Colombia y Venezuela", Anales de la Universidad de Madrid, 1932-
1933.
BECKER, Jerónimo, y RNAS GROOT, José María: El Nuevo Reino de Granada en el
siglo XVIII; Madrid, 1921.
BERMUDEZ PLATA, Cristóbal: Narración de la defensa de Cartagena de Indias contra
el ataque de los ingleses en 1741; Sevilla, 1912.
- Cartagena de Indias en el ataque de los ingleses, año 1471; Sevilla, 1931.
- "Un plano inéditodeCartagena de Indias", Revista de Indias ,Madrid, 1940,pág.
16 Ysigs.
BERNAL, Cristóbal: liArte Arquitectónico español en el Nuevo Reino de Granada"
Raza Española; Madrid, 1924, núms. 67 y 68.
BORDA, José Joaquín: Historia de la Compañía de Jesús en Nueva Granada; Poissy,
1872.
BUSCHIAZZO, Mario J.: La arquitectura colonial en Colombia, Lasso, Buenos Aires,
1940.
- Estudios de aquitectura colonial; Buenos Aires, 1944.
CAL ANCHA, Fray Antonio de la: Crónica moralizada de la Orden de San Agustín en
el Perú; Barcelona, 1638.
CARDONA, Nicolás de: Descripciones geográficas e hidrográficas de muchas tierras y
maresdelnorteysurdelasIndias ... ;BibliotecaNacional,Madrid:Mss. núm. 2.468.
CASSANI, José, S. J.: Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del N. Reyno de

349

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BIBLIOCRAFIA

Granada; Madrid, 1741.


CASTELLANOS, Juan de: Historia del Nuevo Reino de Granada, publicada porJ. PAZ
y MELlA; Madrid, 1886.
- Obras, publicadas por Carraciolo PARRA, 2 vols.; Caracas, 1932.
- Discurso del Capitán Francisco Drake, publicado por A.GONZALEZ PALENCIA;
Madrid, 1921.
CASTRO, Ricardo: Páginas históricas colombianas; Medellín, 1912.
Catálogo descriptivo de los objetos que contiene el Museo Histórico de Cartagena; Carta-
gena, 1931.
CUERVO, Antonio B.: Colecdón de documentos inéditos para la Geografía y la Historia
de Colombia, tomos 1-11; Bogotá, 1891-1892.
CHANCELS DE LAGRANGE, Louis: Voyages et campagnes Diuerses faittes en
Europe, en Asie, en Affrique, en Amerique depuis l'an 1694 durant la premiere ligue des
princes de I'Europe contre la France iusque a la paix generalle de Riswic en 1697.
(Ataque a Cartagena por Pointis, págs. 35-60.) Biblioteca Nacional, Madrid:
mss. núm. Res 201 =J-6.
"Efemérides de Cartagena", Boletín Historial ,Cartagena, 1916.
FERNANDEZ DURO, Cesáreo: Armada Española desde la unión de los reinos de
Castilla y de Aragón, tomos Vy VI, Madrid, 1899-1900.
FERNANDEZ MONTAÑA, José: Felipe 11 en relación con artes y artistas; Madrid,
1912.
FERNANDEZ DE OVIEOO, Gonzalo: Historia general y natural de las Indias, 2 vols.;
Madrid, 1852.
FERNANDEZ DE PIEDRAHIT A, Lucas: Historia de la conquista del Nuevo Reino de
Granada; Amberes, 1688, segunda edición. Bogotá, 1881.
FLOREZ DE OCARIZ, Juan: Genealogías del Nuevo Reino de Granada, 2 volúmenes;
Madrid, 1674.
GONZALEZ VERGER, José: Breves noticias del ingeniero Bautista Antonelli, «(Bética»,
Sevilla, 1913.
GROOT, José Manuel: Historia eclesiástica y civil del Nuevo Reino de Granada, 4 vols.:
Bogotá, 1869-1881.
GUILLEN, Julio F.: Los tenientes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y
de la Torre-Guiralyla medición del meridiano; Madrid; 1936.
GUTIERREZ DE PINERES, Eduardo: "Población de la Provincia de Cartagena de
Indias en el año de 1722" . Boletín Historial, 111 , 1917.
HARING, Clarence H: The buccaneers in the West Indies in the XVII century; Londres,
1912.
HERNANDEZ DE ALBA, Guillermo:" Sir Edward Vernon y Don BIas de Lezo",
Boletín de Historia y Antigüedades Bogotá, XXVIII, 1941, páginas 468-473.
HERRAEZ, Julia:" Don Pedro Zapata de Mendoza, gobernador de Cartagena de
Indias", Anuario de Estudios Americanos, m, Sevilla, 1946, páginas 377-516.
HIDALGO DE MONTEMA YOR, Diego:''Drake en Cartagena. Relación que en-
vió ... ", Boletín Historial, II, pág. 500 Ysigs.
Historial de Carlagena de las Indias. Buenos Aires, 1943.
Informe de la Junta Directiva de la Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena. Cartagena,
1933.
JASPE, Generoso:"EI convento de San Francisco", Boletín Historial, II, 1916.

350

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BmLIOGRAFIA

JIMENEZ DE LA LLAVE, Luis:"Car tagena de Indias: bulas y documentos tocantes


a la erección de su catedral en 1538", Boletín de la Academia de la Historia, Madrid,
XIX, pág. 21.
JIMENEZ MARTINEZ, Gabriel: "Apuntes históricos sobre el Seminario Conciliar
y el antiguo convento de Santo Domingo", Boletín Historial, VI (1930);pág. 410
y sigs.
- ''La fundación de Cartagena", Boletín de Historia y Antigüedades, XX, 1933.
- "Apuntes históricos sobre el Hospital de Santa Clara", Boletín Historial, V, 1919.
- "Convento e iglesia de San Francisco", Boletín Historial, V, 1919.
JUAN, Jorge, y ULLOA, Antonio de: Viaje a la América Meridional, 4 volúmenes;
Madrid, 1748.
JUAN, Jorge: Descripción de la situación de los puertos, ensenadas, caletas y sondas de
Cartagena ... en la América meridional. M~ Naval, Madrid. Mss. núm. 609.
KEANE, A. H.: Central and South America, 2 vols.; London, 1909-1911.
LA RONOERE, Charles de: Histoire de laMarineFra~ise, tomo IV, París, 1932, pág.
275 Ysigs.
LAYSECA y ALV ARAOO, Juan: "Cartagena: ataque francés", Boletín Historial,
1955.
LELARGE, Gaston: lA Catedral de Cartagena; Cartagena, 1932.
- ''Breve estudio de las murallas occidentales de Cartagena", Boletín de Historia y
Antigedades, 1928, núm. 193.
LEMAITRE, Eduardo: Cartagena en el siglo XVIII; Bogotá, 1949.
- Los cerros de la Popa, Prelado y San Felipe", Boletín Historial, m, 1917.
11

LLAGUNO y AMIROLA, Eugenio, y CEAN BERMUDEZ, Juan Agustín: Noticias


de los arquitectos y de la arquitectura de España, 4 vols.; Madrid, 1829.
MARCO DORTA, Enrique: ''Viaje a Colombia y Venezuela. Impresiones histórico-
artísticas", Boletín de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1948.
MATILLA T ASeON, Antonio: "Los viajes de Julián Gutiérrez al golfo de Urabá" ,
Anuario de Estudios Americanos, n, 1945, págs. 181-264.
MATUTE, Fray Santiago: Los padres candelarias en Colombia o apuntes para la historia,
2 vols.; Bogotá, 1897.
MEDINA, José Toribio: Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en
Cartagena de Indias; Santiago de Chile, 1899.
MICHELSEN,Gustavo:"ExpedicióndeVemon",BoletíndeHistoriayAntigüedades,
1932.
MORILLO, José: Muros invictos; Cartagena, 1947.
MUR, Pedro: Diario de todo lo ocurrido en la expugnación de los fuertes de Bocachica ysitio
de la ciudad de Cartagena de Indias en 1741; Madrid, Colección de libros raros y
curiosos que tratan de América, tomo X, 1894.
NARANJO MARTINEZ, Enrique: "Los monumentos de Cartagena", Boletín deHis-
toria y Antigüedades, XVII, 1929.
NIETO, Juan José: Geografía histórica, estadística y 10000l de la Provincia de Cartagena,
República de la Nueva Granada, descrita por cantones, Cartagena, 1839.
"Noticia historial de la Provincia de Cartagena. Año de 1772", Boletín Historial, V,
1919, núms. 47 y 48.
OTERO D'COSTA, Enrique: ~uestro escudo colonial", Boletín Historial, I (1915),
núm. 7.

351

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BIBLIOGRAFIA

- "El convento seráfico de Cartagena", Boletín Historial, IV, págs. 426 y sigs.
- Fundación de Cartagena de Indias. Datos y documentos de la Academia Colombiana de
Historia; Bogotá, 1932.
- Comentos críticos sobre la fundación de Cartagena de Indias; Bogotá (vol. XLVIII de
la Biblioteca de Historia Nacional, 1933.
- "Muerte y enterramiento de Sebastián de Belalcázar", Boletín de Historia y
Antigüedades, XXI, 1934.
PLAZA, José Antonio de: Memorias para la Historia de la Nueva Granada, Bogotá,
1850.
''Pointis en Cartagena", Boletín Historial, II, págs. 12 y sigs.
PORRAS 1ROCONIS, Gabriel: "San Sebastián del Pastelillo", América Española,
XIV, (1942), págs. 123 -128.
- "El comercio de Colombia en la época colonial", Boletín de Historia y An-
tigüedades, 1918.
- Entre bastiones, Cartagena, 1930.
- ''La torna de Cartagena por Pointis" ,América Españoln, XIV, (1942), páginas 81-
90.
- "Ante Cartagena en 1815", Boletín de la Academia Nacional de In Historia de Caracas,
1936, págs. 270-288.
- Cartagena hispánica, 1533 a 1810; Bogotá, 1954.
PORTICHUELO DE RIVADENEIRA, Diego: Relación del viaje y sucesos que tuvo
desde que salió de Lima hasta que llegó a estos reinos de España; Madrid, 1943.
PORTO DE PORTILLO, Raúl: "Asedio y toma de Cartagena por Pointis", Boletín
Historial, IX (1945), págs. 39-42.
- Plazas Y calles de Cartagena, Cartagena, 1945.
POSADA, Eduardo, e IBAÑEZ, Pedro María: Relaciones de mando de los virreyes de
Nueva Granada; Bogotá, 1910.
"Proposición sobre la conservación de las murallas de Cartagena", Boletín de
Historia y Antigüedades, núm. 201, 1929.
POSADA, Eduardo: Apostillas; Bogotá, 1926 (vol. XXXIX de la Biblioteca de Historia
Nacional).
- "Cartografía colombiana", Boletín de Historia y Antigüedades, XV, 1926.
- "Heráldica colombiana", Boletín de Historia y Antigüedades, XXVI, 1939.
REAL TORRES, Antonio del: Museo Histórico de Cartagena; Cartagena, 1943.
- Biografía de Cartagena; Cartagena, 1946.
REBOLLO, Pedro María:" El conven to de Santa Teresa", Boletín Historial, I, páginas
397 y sigs.
Reglamento para la guarnición de la plaza de Cartagena de Indias, castillos y fuertes de su
jurisdicción. Año 1786. En Madrid. En la Imprenta de Juan de Ariztu. AGI: Santa Fe,
938.
Relación del Auto público de In fee que se mandó publicar por los Señores Inquisidores
Apostólicos de la ciudad de Cartagena de Ins Yndias en 21 de Diciembre de 1613 y se
celebró el día de la Purificación de Nuestra Señora 2 de febrero de 1614, Biblioteca
Colombina, mss. núm. 1.180, de varios en folio.
RESTREPO CANAL, Carlos: "El sitio de Cartagena por el almirante Vemon",
Boletín de Historia y Antigüedades, 1941, págs. 447-467.
RESTREPO, Pastor: "Escudos nobiliarios coloniales de Cartagena" ,Boletín Histo-

352

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BffiLIOGRAFIA

rial, VI (1930), págs. 416 y sigs.


- "Gobernadores y capitanes generales de Cartagena de Indias", Boletín Historial
VI, págs. 419 y sigs.
- "Album de Cartagena. Mansiones señoriales", Boletín Historial, IX (1945), pági-
nas 22-29.
- "Mansiones señoriales. Residencia de la familia Tono Maciá". Boletín Historial,
IX (1945), págs. 41-43.
RElREPO TIRADO, Ernesto: Descubrimiento y conquista de Colombia, 2 volúmenes,
Bogotá,1917-1919.
- ''Datos para la Historia de Cartagena", Boletín Historial, VI, págs. 22 y siguien-
tes.
- "Historia de Colombia en el siglo XVI", Boletín de Historia y Antigüedades, 1933.
- "Documentos del Archivo de Indias. Papeles de Justicia", Boletín de Historia y
Antigüedades, XXVI-XXVIII (1939-1941).
RUMEU DE ARMAS, Antonio: Viajes de Hawkins a América; Sevilla, Escuela de
Estudios Hispano-Americanos, 1947.
RUSELL-HART, Francis: Ataques del almirante Vernon al continente ameri-
11

cano", Boletín de Historia y Antigüedades, núm. 23, 1917.


SALDANHA, E. de (seudónimo de E. Otero d'Costa): "El convento merced ario de
Cartagena", Boletín Historial, III, 917.
- "El convento de Santa Cruz de la Popa", Boletín Historial, II, 1916.
- "El canal de Boca Grande", Boletín Historial, III, 1917.
- "La Caleta", Boletín Historial, 1, 1915.
- "Descubrimiento y conquista de Cartagena", Boletín Historial, 1, 1915.
SANTOS, Fray Juan de los: Chronología Hospitalaria de la Orden de San Juan de Dios;
Madrid, 1716.
SERRANO SANZ, Manuel: Cedulario de las provincias de Santa Marta y Cartagena;
Madrid, 1913.
- Relaciones Históricas de América. Primera mitad del siglo XVI; Madrid, 1916.
SIMON, Fray Pedro: Notidas historiales de las conquistas de Tierra Firme, 5 vols.,
Bogotá, 1882-1892.
TEJADO FERNANDEZ, Manuel: La vida social en Cartagena de Indias durante el
seiscientos; Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1954.
''Testimonio de la carta original escri ta por don Sancho Ximeno de Orozco ... dando
cuenta de la pérdida de Cartagena", Boletín del Archivo Nacional, Bogotá, 1938.
TORRES LANZAS, Pedro: Relación descriptiva de los mapas, planos, etc. de las antiguas
Audiencias de Panamá, Santa Fe y Quito; Madrid, 1904.
URUETA, José P.: Documentos para la Historia de Cartagena, 7 vols. Cartagena, 1887-
1894.
URUETA, José P., YGUTIERREZ DE PIÑERES, Ed uardo: Cartagena y sus cercanías;
Cartagena, 1912.
VALLEJO DE LA CANAL, José: Diario histórico del sitio, indefensión, pérdida y saco
de Cartagena de Indias, ganada y destruída por el francés el año 1697, que dirigió aS.
M. en su Real Consejo de las Indias, por mano del señor D. Alonso Carnero, el Capitaán
de Caballos D. Joseph Vallejo de la Canal, quien pasando del Perú a España a continuar
el real servicio en los ejércitos de Europa, arribó adicha dudad cincuenta horas antes que
el enemigo y se halló presente a todo. 4.°, 19 págs. S. l. n. a.

353

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BIBLIOGRAFIA

- Historia del sitio, indefensión y pérdida de Cartagena de las Indias, conquistada,


saqueada y destruída por el francés el año 1697, que pone en las Reales Manos de su
Magestad el Capitán de Caballos Don Joseph Vallejo de la Canal, quien, pasando del
Perú a España, llegó a Cartagena quarenta y quatro horas antes que la Annada francesa
y se halló en todo lo que cuenta la Historia. Mss. Archivo General de Indias; Santa
Fe, 458.
ZAMORA, Manuel M.: Guía de la República de Colombia; Bogotá, 1907.
ZAMORA, Fray Alonso de: Historia de la Provincia de San Antonino del Nuevo Reino
de Granada; Barcelona, 1701. Segunda edición: Caracas, 1934.

354

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Indice de Personas y Lugares

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

Ada: 209. 108, 126-128, 145, 146, 153, 181, 184.


Acle, Juan, V. Hawkins, John. Antonelli, Juan Bautista: 75, 127,
Acuña, D. Pedro de: 57, 68" 74, 81-85, 134,158, 180-186, 202,203.
108, 114, 117, 128-131, 133, 134, 136, 144, Antonelli «El Mayor», Juan Bautista:
145, 150, 151, 179. 126.
Aguilar, Capitán: 168. Aponte, D. Luis de: 241.
Aguilar, Pedro de: 80, 90. Aragón: 262.
Aguilar, D. Rodrigo de: 148. Aranda, D. Joaquín de: 281.
Aguilera, Melchor: 112, 185, 200. Aranjuez: 144, 265.
Alas, Martín de las: 43,45,51. Araya Salina de: 180, 181, 183, 185.
Alba de Tormes: 115. Araya, Fuerte de: 182, 183.
Albis, Fr. Andrés de: 34. Arévalo: 281.
Alcedo y Sotomayor, D. Carlos de: 175. Arévalo, D. Antonio de: 1,20,211,251,
Alcocer, Hemando de: 10. 252,267,268,270,273,274,278-307.
Alicante: 75. Arias Montano, Benito: 183.
Almansa: 281 . Arias de Puga, D. Manuel: 230.
Almansa, D. Bemardino de: 94. Armendáriz, Lope de: 27, 46.
Alonso, Fray: 34. Arriaga, D. Julián de: 276,284,290,297,
Alonso, Gonzalo: 41. 298.
Alquiza, Sancho: 147. Arroyo y Daza, D. Diego de: 181.
Alvarez, Juan: 25, 72. Atrato, río: 5, 40.
Alvarez de Toledo, Alonso: 60. Avila: 106.
Amberes: 127. Avila, Francisco de: 29, 30.
Amsterdam: 162. A yala, Hermenegildo José de: 308.
Andaluda: 98, 245, 250, 253, 262, 269, Azúa: 6.
28l.
Andrea, Luis: 141.
Angeles, Fr. Martín de los: 35.
Angeles, Sor Leonor de los: 116.
Angulo, Diego: 31.
Angulo, Fr. Diego de: 72. Baal, Roberto: 14,24.
Anguiano, Manuel: 308,309. Báez, Lucas: 123-126, 134, 135, 18l.
Anson, Comodoro: 215. Badillo, D. Jerónimo: 234, 238, 240.
Antequera: 98. Badillo, Pedro: 6.
Antillas, islas: 10. Bahama, Canal de: 186.
Antioquia: 11. Bahamonde de Lugo, Francisco: 32,51.
Antonelli, Bautista: 13, 15,57, 74-85, 92, Bahía Honda: 283.

357

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

Bandera Fr. Alonso de la: 63. Campillo, D. José: 281.


Bañuelos y Sandoval, D. Manuel: 192, Campo, Andrés del: 146.
203. Campos, Juan de: 93.
Barba: 32. Campoverde, Fr. Sebastián de: 72.
Barbacoas, Bahía de: 4. Canarias, Islas: 98, 187, 253, 254.
Barahona, Agustín de: 125. Caracas: 70, 281.
Barcelona: 269, 281. Cardona, Nicolás de: 46, 108.
Barranco, Salvador: 188. Carlos TI: 210.
Barros, Fr. Jerónimo de: 61. Carlos III: 280.
Barros y Montalvo, D. - María de: 106, Carlos V: 184.
115. Camero, D. Antonio: 231.
Barú: 3, 278. Carr, Ricardo: 187, 201.
Bastidas, Rodrigo de: 5. Carrasco, Francisco: 80.
Bautista, Francisco: 223. Cartagena (España): 269.
Beautemps¡ Juan de: 25.
Becerra, Gomez: 40.
Bécker, Jerónimo: 162, 174, 176.
Belalcázar, Sebastián de: 10,33.
Beltrán, Fr. Luis: 61 .
Berbería: 57. CART AGENA Y SUS ALREDEOORES
Bermúdez Plata, D. Cristóbal: 215.
Bertodano, D. Alberto: 238,241.
Betín, D. Juan: 158, 184, 187-189, 192.
Bogotá: 10, 11, 90, 98, 142, 220.
Bonanza: 195. Acueducto: 52, 60.
Brasil: 75. Aduana: 30, 52,58, 72-74, 111, 121, 123,
Brest: 161. 124, 126,308.
Brihuega: 262. Almacén de galeras: 73.
Briones Hoyo y Abarca, D. Carlos: 233, Almacén de pólvora del Reducto: 196.
238, 240, 245. - de la Media Luna: 196.
Buenos Aires: 226, 227. Arsenal: 245.
Avenida del Cocal: 290.
- «de la mar del Norte»: 290.
- de Santa Catalina: 290.
- de Santo Domingo: 290.
- Santander: 289.
Bahayre: 27.
Bahía de las Animas: 4.
Caballero,. Fr. Juan: 178. Baluarte de Ballestas: 282.
Caballero y Góngora, D. Antonio: 284. - de Barahona: 196.
Cabo Verde: 76. - de la Caleta: 77.
Cabo de la Vela: 43,83. - de los Cestones: 190.
Cabrera, Catalina de: 106,110, 116,120. - de la Ciénaga del Ahorcado: 77.
Cabrera y Dávalos, D. Di!: 175. - de la Cruz: 196, 197,231-234,237,238,
Cadereyta, Marqués de: 138, 182, 183, 286-288.
185. - de Chambacú: 167, 191, 193, 196, 271,
Cádiz: 182, 184,245,250, 251, 262, 269, 304.
270. - de la Media Luna: 138, 139, 166, 175,
Calancha, Fr. Antonio de la: 142, 144. 191, 193,270-272,303.
Calamari: 6-8, 11, 13, 28. - de la Merced: 193, 196,216, 238, 239,
Cali: 10, 11. 241,282,288,304.
Callao: 15, 236. - de los Moros: 195.

358

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

- del Reducto: 109, 138, 166, 167, 190, 136-141, 157, 158, 166, 167, 174, 177,
303. 178, 190, 191, 195, 197, 199, 232, 244,
- de la Reina: 277. 245,254,255,261,272,302,304,308.
- del Rey: 276, 295. - de los Jagüeyes: 60, 84, 85, 106, 114,
117.
- de San Andrés: 289. - de Pekín: 289.
- de San Antonio de Padua: 123. - de Pie del Cerro: 14,218.
- de San Carlos: 234, 238, 240. - de Pie de la Popa: 14.
- de San Felipe: 108, 131, 132. - de la Quinta: 14.
- de San Frandsco Javier: 135, 165, 197, - de San Diego: 13,254.
231,289,291. - del Tejadillo: 216.
- de San Ignacio: 123, 165, 168, 193, 197, - de Tesca: 289.
231,289. Bastiones. V. Baluartes.
- de San José: 167, 168, 261, 270, 271, Bateria de los Apóstoles: 292.
282,303,304. - del Angel San Rafael: 20, 252, 295-
- de San Jorge: 196. 297.
- de San Lucas: 14, 195,270-272. - de Santa Bárbara: 251, 265-268, 279,
- de San Pablo: 139. 280,282,292,294.
- de San Pedro Mártir: 190, 191, 195, - del Cerro de la Popa: 304.
196,270-272. - de Crespo: 304, 305.
- de Santiago: 193,291. - de la Cruz: 292, 294.
- de Santa Bárbara: 271, 272. - de Chamba: 243.
- de Santa Catalina: 14,30,84, 108, 131, - de Getsemaní: 272.
134,136,158,190,191,195-197,199,211,
- del Hornabeque: 292-294.
- de Mas: 304, 305.
232,233,237,240,241,252,271,284,288, - de Punta Abanicos: 243.
290, 291,304-307. - de la Redención: 292, 293.
- de Santa Clara: 238-240, 252,271, 282, - de San Carlos: 292, 293.
284, 288, 304, 306. - de San Felipe: 217, 243,292.
- de Santo Domingo: 108, 131, 132, 134, - de San José de Bocachica: 3, 19, 20, 243,
152,158,165,195,211,231,233,288,290, 251, 258, 263-267, 277-280, 282, 295,
291. 296.
- de Santa Isabel: 167,245. - de San Juan Frandsco de Regis: 295,
- de Santa María: 134. 296.
- de Santa Teresa: 271, 272. - de San Lázaro: 293,294.
- del Tejadillo: 193. - de San Lorenzo: 292.
- de la Tenaza: 305, 307. - de San Lorenzo: 292..
Barrio de Alcibia: 14. - de Santiago: 217, 242, 243,295,296.
- de Tierra Bomba: 217.
- de Ballestas: 289. - del Varadero: 243.
- de Bocagrande: 289. Boca del Puente: 196.
- del Boquetillo: 289. Bocachica:3, 149, 150, 159, 160,176,280,
- del Cabrero: 289. 283, 289, 295-297, 302.
- Caliente: 128. Bocachica, Canal de: 4, 11, 17-20, 76-79,
- de Crespo: 14. 163, 164, 201, 203, 204, 211, 216-219,
- del Bosque: 14. 227-231,251,259-261,263-267,270,273,
- de Getsemaní: 4, 13,38, 108, 119, 120, 275.

359

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDlCE DE PERSONAS Y LUGARES

Boengrande, Canal de: 4, 17-20,43,57,76, Casa de Ayuntamiento: 124.


79,107,108,145,149,151,159,185,201, - de Barahona: 244.
202, 211, 217, 227-231, 242, 249, 251, - de Cabildo: 52,60,61,89, 106, 158, 179,
260, 263, 265, 266, 273-276, 290, 297- 180.
299,302. - del Consulado: 256.
Boengrand~rnquede:152,251,270,272 - de la Contaduría: 122, 170, 253,303.
273, 280, 282, 283, 297-302. - de la Contratación: 38, 58.
Bohío de la Vela: 44-46. - de los Gobernadores: 60, 61.
Caleta: 4, 16, 76-78, 133, 218. - de la Inquisición: 106, 124-126, 224,
Calle de la Aguada: 245. 252,258.
- del Arsenal: 245.
- de la Isla: 73.
- de la Amargura: 59.
- de Machado: 128.
- de Badillo: 122.
- de la Moneda: 120-122, 253.
- del Candilejo: 58, 59.
- del Tesorero Rebolledo: 123.
- de la Cochera del Gobernador: 58, 59.
Casas Reales: 73, 122, 123, 126, 308.
- del Colegio: 120.
Castillos. V. Fuertes.
- del Coliseo: 32, 120.
Cerro de los Hornos: 251, 295.
- de la Cruz: 117, 122.
- de la Popa de Galera: 4, 24, 106, 142,
- de las Damas: 117, 256. 143, 158, 160, 163, 195, 216,218,263.
- del Espíritu Santo: 255. - de San Felipe: 244,290,291,295.
- de los Estribos: 64.
- de San Lázaro: 106, 138, 158, 160,191,
- de la Factoría: 257,286.
195,200,229,252,283,290,297,303,304.
- de Gastelbondo: 286. Ciénaga del Ahorcado: 24, 55, 76-78, 81,
- Larga: 58.
131.
- de la Media Luna: 58.
- del Cabrero: 14.
- del Palacio: 59.
- de Canapote: 24.
- de Román: 59.
- de Tesen: 4, 14,24,304.
- de San Pedro: 59.
Colegio de la Compañía de Jesús: 110-112,
- de los Santos de Piedra: 99.
116, 170, 190,220.
- del Tejadillo: 128.
Convento de Agustinos Recoletos. V.
- del Torno: 118.
- de Villanueva: 286. La Popa.
Calzada de Getsemaní: 83. - de Carmelitas Descalzas. V. Santt Te-
- de San Francisco: 77. resa.
Camino Real: 141. - de la Merced: 118, 170, 193, 196,233,
Canapote: 7. 234,237.
Cantera de Tesca: 300. - de Nuestra Señora de Loreto. V. San
- de Tierra Bomba: 99. Francisco.
- Vieja del' Rey: 285,286. - deÚlPopa:100, 114, 141,143-145,165,
Caño del Estero: 4. 254.
- de Gracia: 260. - de San Agustín: 62, 71, 72, 85, 17).
- de Juan Angola: 14,291,303. - de San Diego: 72, lOO, 106, 113,114,
- de San Anastasio: 4. 145, 171.
- del Loro: 286.
Cárcel: 60, 61, 114. - de San Francisco: 13, 16,24,36, 5¡ 58,
Carnicerías: 73. 68,69,71,72,100,114,137,191,213,-19,

360

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDlCE DE PERSONAS Y LUGARES

225,254. 128, 145-154,276.


- de San José. V. Santo Domingo. - de San Sebastián del Pastelillo: 4, 42,
- de Santa Clara: 72, 100, 106, 114, 116, 165,250,259-263,281.
117,145,163,171,191,193,196,211,233, - de Santa Cruz o Castillo Grande: 17, 18,
234,237-239, 254. 108,109,152-154,159,165,166,176,189,
- de Santa Teresa: 106, 114, 115, 163, 202,218,228,231,243,244,259,282.
254. Hacienda de Buenavista: 285.
- de Santo Domingo: 23, 33, 35, 44, 52, Hornabeque de Palo Alto: 304.
55,61, 62,64, 65,83, 85, 170, 173,256. Hospital de la Caridad: 117.
Cruz Grande: 14,219,304,307. - de Convalecientes: 119, 158, 178, 179.
Estancia de Crespo: 304. - del Espíritu Santo: 140, 179, 255.
Cuarteles de Las Bóvedas: 211, 273, 284, - de San Juan de Dios: 32, 106, 119, 120,
305-308. 142, 158, 168,224.
Cuatro Calles: 59. - 4e San Lázaro: 107, 141,285.
Ensenada de la Boquilla: 216, 217. - de San Sebastián: 32,37,52, 116, 119,
- de la Contaduría: 245. 120, 140, 178.
Escollera de la Marina: 251,280,286-288, Iglesias: Catedral: 73, 87, 89-93, 94, 95, 97
300.
98, 100, 120, 170-172.
Espigón de la Tenaza: 304.
- Compañía de Jesús: 170, 171,212,220,
Estero de Barú: 195.
259.
- de Pasacaballos: 4, 202, 216, 230.
Fuerte del Boquerón: 17,26,42,45-47,55, - Orden Tercera: 70, 212, 224-226.
56,76,78,84,147,150,152,153,165,250,
- San Pedro Claver . V. Compañía de
260. Jesús.
- de la Caleta: 17, 26, 42-47, 55, 81. - San Roque: 158, 177-179.
- de Manga: 153, 154, 159,202. - Santo Domingo: 100, 177.
- del Manzanillo: 154, 159, 202, 219, - Santo Toribio: 121,212,224-226.
243. - Trinidad: 158, 177.
- de la Media Luna: 139. - Veracruz: 70, 219.
- de la Punta de los Icacos: 77, 78. Isla de Alonso Nava: 147.
- de la Punta del Judío: 108, 130, 148- - de Cáres: 26, 77, 243.
154. - de Getsemaní: 36,58,84, 106, 107, 137.
- de San Carlos: 303. - de Manga: 14, 18, 108, 109, 218, 219,
- de San Felipe de Barajas: 14, 18,20, 107, 260,261,303.
158,165,168,176,195,200,201,216,218, - del Manzanillo: 4, 18, 108, 109,218.
227,229,244,252,260,270,271,280,289- - Tierra Bomba: 3, 4, 11, 19, 217, 243,
294, 303, 304. 268, 273, 276, 285, 295. .
- de San Fernando: 3, 20, 250, 251, 264- Laguna del Cabrero: 4, 24.
268, 276-280, 282, 295-297. Marina: 20, 42, 106,211, 238.
- de San Lazaro. V. San Felipe de Barajas. Matadero: 58, 139.
- de San Luis de Bocachica: 18, 19, 159, Muelle: 38, 59.
160,164,165,168,171,174,183,184,192, - de Bocachica: 280.
202-205,212,214,217,228,230,231,242, - de la Contaduría: 308, 309.
243,259,265,282. Muralla de Getsemaní: 139.
- de San Matías: 17, 70-80, 84, 107, 108, - de la Marina: 108, 133, 158, 194, 195,

361

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

199, 200, 230, .233, 238, 244, 249, 271, Punta de la Canoa: 4, 136, 304.
282,286,287,289,304,307. - de los Icacos: 43, 57, 76, 85.
Museo Histórico: 144. - del Judío: 4, 17,84,218.
Palacio Arzobispal: 58. - de Manga: 152, 154.
- de Justicia: 118. - del Manzanillo: 84, 149-154,218.
Plataforma de Ballestas: 288. - de Perico: 285.
- Santángel: 17, 108, 147, 149, 151, Rebellín de la Media Luna: 232.
276. Seminario de San Carlos: 120.
Playa de la Cruz Grande: 290, 291. Teatro Heredia: 118.
- de Chamba: 295. Tejar de Escobar: 291.
- Grande: 163, 273,304. - de Lázaro: 218.
Playón de Escobar: 244. Tenaza: 20.
- de la Villeta: 291. Torreón de Santo Domingo: 196.
Plaza de la Aduana: 12, 13, 55, 58, 59, Trinchera de la Caleta: 56, 77,82,83.
106,256. - de la Ciénaga del ahorcado: 82, 83.
- de Armas: 125. - de Santa Catalina: 83, 133.
- de Bolívar: 58, 125, 126, 258. - de Santo Domingo: 55, 56.
- de los Coches: 35. Turipana: 26, 27.
- de Colón: 59. Universidad: 72.
- de los Jagüeyes: 58, 212. Valle de Cáres: 295.
- del Juez: 33.
- de la Mar: 12, 13,58, 106.
- Mayor: 13,55, 58, 89, 158, 253. Cartago: 10.
- del Muelle: 73, 123. Casas, Fr. Alonso de las: 37.
- Principal: 125. Ca sellas, D. Pedro: 217.
- de la Proclamación: 125. Cassani, José: 220.
- Real: 38,58, 59, 83. Castañeda, Fr. Alonso de: 63.
- de San Diego: 58. Castellar, Conde de (Virrey del Perú):
- de Santo Domingo: 58, 125. 194.
- de la Yerba: 33, 35, 36. Castellanos, Juan de: 6,21,23,24,28,33,
Portales de la Aduana: 73. 36,37,55,71.
- de los Dulces: 13. Castilla: 27, 32.
- de los Escribanos: 13,58, 106. Castro, D. Fernando de: 116.
Puente de Getsemaní: 24,45. Cataluña: 226, 261, 269.
- de San Francisco: 38, 44, 78, 123, 139, Cauca, Río: 10.
140. Ceballos, Francisco: 143.
Puerta de la Aduana: 124,308. Ceballos, D. Martín de: 189, 197,240.
- de la Media Luna: 106, 108, 109, 139- Cedillo, Doctor: 184.
141, 165-167,200,261,289-291,303. Cejudo, D. Anastasio: 308.
- del Puente: 1'40, 169, 211, 231, 232, Cenú: 7.
302. Ceuta: 269.
- de San Francisco: 134, 135. Ciudad Trujillo: 224.
- de Santa Catalina: 193, 289. Cogollos, Beatriz de: 36.
- de Santo Domingo: 194, 196, 289. Colmenares, Fr. Luis de: 63, 66.
Puerto de Naos: 160. Colmenar Viejo: 101.

362

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

Concepción Castellanos, Sor Rosalía de Encamación, Sor Inés de la: 116.


la: 118. Enríquez, D. Enrique: 195, 199.
Coro: 99. Enríquez, D. Juan: 192,203.
Cosa, Juan de la: 5. Ensenada, Marqués de la: 263, 266, 268,
Cote, Martín: 25. 270,273,274.
Grame, D. Agustín: 303. Enzio, D. José Benito de: 283.
Cruz Paredes, Fr. Alonso de la: 143. Escobar, Diego de: 111, 134, 135, 151.
Cuadrado, Alonso: 122. Eslava, D. Sebastián de: 217, 218, 242,
Cuba: 303 . . 259,260,263,281.
Cueva, Miguel de la: 196. Española, Isla: 6,29, 224.
Cundinamarca: 10. Esquín, Juan. V. Hawkins, John.
Cumaná: 182, 183, 185,253. Extremadura: 144.
Curuncha, Sabanas de: 9, 24, 39. Esteban, Hemando: 73, 90,91, 100.
Cuzco: 90. Evangelista, Julio: 177.
ChanceIs de Lagrange, Louis: 157, 162- Ezpeleta, D. José: 247.
164, 166, 169, 172.
Chinchón, Conde de (Virrey del Perú): Fajardo: 153.
11, 134, 138, 152. Fajardo, D. Luis: 84, 85.
Chile: 192, 226. Famagosta: 75.
Felipe II: 15, 75, 101, 108, 144, 146, 184,
201,253.
Dantín, Marqués de: 215. Femández, Juan: 269.
Darién: 209, 251,282-284, 289. Femández del Busto, Pedro: 12,37,49,
Dávalos de Luna, Antón: 42, 43, 45. 51-56,58-61,68,69,71,89,91,308.
Daza, D. José: 188, 189. Femández de Córdoba, D. Luis: 112,
Desnaux, D. Carlos: 217, 218,259,274. 202.
Díaz Pimienta, Francisco: 209, 227. FemándezGramajo,Jorge: 100,106,113,
Díaz Pimienta y Zaldívar, D. Juan: 209- 114.
211,244. Femández de Lugo, D. Alonso Luis:
Díaz de Vallejera, Juan: 3, 46. 254.
Dique, Canal del: 4, 11. Femández de Lugo, D. Pedro: 254.
Drake, Francisco: 12, 43, 47, 54-58, 61, Femández de Oviedo, Gonzalo: 5,8.
74-76, 79, 83, 91, 92, 105, 128, 145, 150, Femández de Tolosa, Pedro: 117.
291. Femández de Velasco, D. Diego: 93,
Ducasse, Juan Bautista: 161, 162, 167, 115,129,130,142,143,148,150,151,181.
169, 171, 172,210. Ficardo, Francisco: 158, 189, 197-199,
Durán, Rodrigo: 36. 211.
Fidalgo, D. Pedro: 214, 240.
Fidalgo, D. Pedro Francisco: 301,302.
Echarri, D. Miguel de: 174-176. Figueroa, José de: 227,241.
Eguino, D. Cristóbal: 182. Flandes: 3, 46, 167, 189, 191.
El Escorial: 74, 113, 261. Flores de Quiñones, Alvaro: 75, 92.
El Pardo: 235. Florez, d. Manuel Antonio: 303,304.
Elizaguirre(FiscaldelSantoOficio): 126. Flórez de Ocáriz, Juan: 118.

363

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDlCE DE PERSONAS Y LUGARES

F16rez de Valdés, Diego: 45, 46. Guipúzcoa: 269, 270.


Fonseca, Bahía de: 81. Gutiérrezde Escalante, D. Tomás: 238.
Francia: 3, 42,46, 161, 162, 171, 172, 175, Gutiérrez de Piñeres, Eduardo: 225.
289.
Frantin: 127.
Fuente, Alonso de la: 93. Hacha, Fr. Francisco de la: 178.
Fuenterrabía: 262. Hawkins, John: 25,26,45.
Heras Pantoja, D. Nicolás de: 177.
Heredia, Antonio de: 40.
Galicia: 57. Heredia, Pedro de: 5-8,9,10,15,26,31,
Gálvez, D. José de: 304. 35,40,41,57, 180.
Garachico: 256. Hernández, Gonzalo: 43.
Garavelli Antonelli, Francisco de: 63, Hernández, Pedro: 32.
109. Hernández, Fr. Francisco: 119.
Garayta, Fr. Francisco de: 63, 109. Hernández, D. Manuel: 264, 265.
Garda, Antonio: 194. Herrera, Andrés de: 158,188, 196-198.
Garda de Tarifa, Juan: 93. Herrera, D. Gonzalo de (Marqués de
Garro, D. José: 226. Villalta): 63, 66, 254.
Gastón, D. Miguel: 298. Herrera Leiva, D. Lázaro de: 229.
Gaver, D. Antonio: 281. Herrera y Sotomayor, D. José de: 212,
Gibraltar: 269. 226,227,240,273,274.
Gil Y Lemus (Virrey de Nueva Herrera y Sotomayor, D. Juan de: 69,
Granada): 286. 118, 207, 211, 212, 220, 226, 227, 229-
Ginovarte, Jaime: 80. 244,249.
Giral (Contador): 122, 123. Heros, Bartolomé de los: 269.
Girón de Loaysa, D. García: 134, 137, Hinojosa, Marqués de: 134.
151, 179. Hita y Ledesma, D. Juan de: 192, 197-
Godefray: 172. 205.
Gómez, Inés: 39. Holanda: 234.
Gómez, Juan Miguel: 95. Honda: 10,282.
Gómez, Ramona: 39. Honduras: 81.
Góngora, Lucas de: 93. Hoyos, D. Juan de: 186.
Gonzaga, Vespasiano: 75. Hornos, Cabo de: 303.
González, D. Antonio: 74, 78, 79. Humillas, Fr. Sebastián de: 113.
González Simón: 12, 61, 62, 73, 80,83, Hurtado de Mendoza, D. Garda: 78.
90-93, 95, 96, 100, 101, 113, 145.
González Palencia, Angel: 56.
Gran Bretaña: 304. !barra, Juan de: 75,81,82.
Groot, José Manuel: 162. Iglesia, Fr. Pedro de la: 36.
Guerra, Juanes: 90. Inglaterra: 219, 289, 295, 303.
Guerra, Yuste: 45. Illescas, Gonzalo de: 39.
Guevara, Fr. Gerónimo de: 71 Iriarte, D. Miguel de: 174.
GuaIí, Río: 282. Italia: 3,46, 126,269,281.
Guinea: 77. Iturriaga, D. José de: 281.

364

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

Jaca: 127. Mac-Evan, D. Juan Bautista: 250,251,


Jamaica: 201, 210,214-216,219. 259-261, 263-265, 267-270, 274, 276,
Jaspe, Generoso: 70, 71. 279,281,282,296.
Jerusalén: 36. Madrid: 37, 115, 124, 126, 175, 181,
Jesús, Sor Magdalena de: 115. 185,258, 281, 297, 302.
Jiménez Donoso, D. Juan: 302. Magdalena, Río: 4, S, 10, 11,40, 105,
Jiménez de Quesada, Gonzalo: 10. 189.
Jimeno de Orozco, D. Sancho: 18, 164, Maldonado: 227.
174, 176, 190, 199,240. Maldonado, Doctor: 30.
Juan, D. Jorge: 212,213,220,288. Maldonado de Tejada, D. Antonio:
Juanes, Gaspar: 90. 151, 185.
Mallol, Fr. Vicente: 142, 143.
Mallorca: 269.
La Asunción: 99. Manila: 15, 16, 187.
La Guaira: 213, 281. Manrique de Lara (Gobernador de
La Habana: 15, 18,25,76, 78,80-82,84, Filipinas): 187.
lOO, 126, 127, 148, 149, 180, 184,215, MaroHes: 167.
231,262. Maracaibo: 189, 281, 283.
La Laguna: 98. Mannolejo, Francisco: 53.
Ladrada, Fr. Juan de: 94, 108, 113, Márquez Bolcortes, D. José: 175.
lIS, 116, 146. Marquina, Martín de: 90.
Lara, D. José de: 158, 188, 189, 197. Martín Cermeño, D. Juan: 288, 300.
Larraspuru, Tomás de: 111, 151. Martín Muñoz de la Dehesa: 281.
Lasso de la Vega, D. Francisco: 111 . Martínez, Francisco: 31 .
Lazo, Fr. Alonso: 63. Mas, D. Pedro: 14, 304.
Laztarría, D. Martín de: 298. Matarapa: 27.
Lelarge, Gastón: 98. Mateos, P. Alejandro: 142.
Lemere, Monsieur: 229. Matute, Arroyo de: 9, 60.
Lérida: 261. Matute, Diego de: 109, 124, 125.
Levi, Vicealmirante: 169, 170. Medina del Campo: 5, 40.
Lezo, D. BIas de: 19,214-219. Medina, Juan de: 80, 90.
Lima: 66, 67, 90 210. Medina Rico (Visitador del Santo
Lipar, Francisco: 35,36. Oficio): 126.
Lisboa: 75. Mejía, Gaspar: 201.
Linya: 261. Mejía, Pedro: 158,203.
Loaysa, Fr. Gerónimo de: 33. Mejía Mirabal, Pedro: 55.
Lobod de Silva, D. Rodrigo: 185,202. Mejía del Valle, Juan: 111, 112, 158,
López Alonso: 93. 200.
López Francisco: 119. México: 90,97, 98, 108,251.
López Gonzalo: 41. México, Golfo de: 252.
López de Mora, Hernán: 115. Méndez, Fr. Juan: 34.
Ludeña, D. Pedro de: 56, 75-79. Mendinueta (Virrey de Nueva
Luis XIV: 210. Granada): 305,309.
Luján, Gabriel de: 81. Mendoza, Alvaro de: 43,55.

365

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

Mendoza Carvajal, D. Alonso de: 53, Nueva Granada. V. Nuevo Reino de Gra-
62. nada.
Mendoza, Felipe de: 241. Nuevo Reino de Granada: 33,46,57,62,78,
Merlo de la Fuente, D. Francisco José: 105, 124, 211, 214, 235, 251, 280,303.
198, 199.
Messía de la Cerda, D. Pedro: 290. Ocaña: 70.
Micaela, Doña: 52. Ogle, Sir Chaloner: 215.
Mienson, D. Alberto: 236. Olalla Herrera, Alonso de: 10.
Mimbres, Bajo de los: 186, 187. Olivar, Jorge Lorenzo de: 192.
Molina, Fr. Francisco de: 36. Olivares, Conde-Duque de: 108.
Molleda y Clerque, D. Gregorio: 224. Ojeda, Alonso de: 5.
Mompós: 67, 160, 171, 176, 189. Ontiveros, Nicolás de: 93, 101.
Montalbán, Alonso de: 31,38,39,46, Opón, Río: 10.
59. Oquendo, D. Antonio de: 139.
Monte Aledre, Marqués de: 186. Orán: 75, 281.
Montemayor, Alonso de: 40. Ortiz de Almansa, Juan: 178.
Montero, Francisco: 93. Osorio, D. Antonio: 84.
Montevideo: 222, 227. Osorio, Pedro: 117.
Monzón: 75. Ostende: 193.
Morales, Benito de: 92, 101. Ovalles, Fr. Esteban de: 62.
Morales, D. Diego de: 166, 169. Ovando, D. Francisco de: 274.
Morales, D. Diego Manuel de: 174. Oviedo, Fr. Francisco de: 118.
Morán, Francisco Manuel: 269.
Moreno, Francisco: 121. Pachote: 127.
Morgado, Alonso: 253. Palata, Duque de la (Virrey del Perú):
Morillo, D. Pablo: 252. 226.
Morillo Velarde, D. Fernando: 268, Palomino, Fr. Pedro Mártir: 61.
297. Palladio: 67.
Mosquitos, Islas: 185. Pamplona: 127, 262.
Muñoz, Pedro: 143. Pamplona (Colombia): 115.
Murga, Francisco de: 108-110, 112, Panamá: 5, 10, 14, 24,78,99, 119, 126,
125, 128, 135, 136, 138, 154, 185, 200, 210,213,215,229,231,250.
272. Pando de Estrada, D. Juan: 189, 195,
197, 198.
Navarrete, D. Melchor de: 214. París: 213.
Naves: 26l. Pasajes: 281.
Neville, Almirante: 176. Pecador, Fr. Juan: 144.
Nicaragua: 34. Pedranas Dávila: 5.
Nieto, Juan José: 61, 115. Pedraza: 283.
Nombre de Dios: 11,21,24, 45, 61, 76, Pedrosa y Guerrero, D. Antonio de la:
78,82, 119. 175,240,241.
Nueva Caledonia: 209. Peña, Francisco de la: 158.
Nueva Edimburgo: 209. Peña, Juan de la: 166, 174.
Nueva España: 14,28,45, 119. Peñíscola: 75.

366

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

Peraza, Fr. Guillén de: 116. Reyes, Gaspar de los: 186.


Pérez, Juan: 32. Rigada, D. Juan Bautista de la: 198.
Pérez, Sebastián: 90. Río-Chagre: 78, 126, 215.
Pérez Materano, Juan: 26, 33-36, 38. Río-Hacha: 61, 251, 283.
Perú: 10,45,64, 152, 191, 193, 194,215, Río de la Plata: 33.
226,234,236,249. Ríos y Quesada, D. Diego de los: 161,
Pes, D. Andrés de: 23I. 162, 169, 174-176,209, 210.
Peso, Andrés del: 143. Riva, D. Francisco de la: 269.
Pizarro, D. José: 263,282. Rivas Groot, José María: 162, 174, 176.
Pointis, Jean Bemard Desjeans, Barón Robles, Fr. José de: 33-35.
de: 18, 159, 161-165, 169-176,207,210, Roda, Cristóbal de: 81, 108, 111, 112,
211,213,240,270,272,290. 123-126, 128-136, 144, 148, 149, 151,
Polo, Diego: 42. 158, 180-182, 184, 185,276,308.
Polo, Martín: 55. Rodríguez, Andrés: 241.
Pombo, D. Manuel de: 308, 309. Rodríguez, Juan: 32.
Pop~án:l0, 11,51,99,222. Rojas, D. Luis de: 182.
Portobelo: 11, 15, 16, 18, 76, 81, 82, 84, Roma: 33, 67, 116, 22I.
126, 185, 187, 191,205,209,210,213, Romania: 75.
215,229,231,260,268,270,282. Rugero, Juan Tomás: 61,93, 101, 146.
Portugal: 126, 281. Ruiz: 32.
Portugal y Córdoba, D. Gerónimo de: Ruiz, Cristóbal: 241.
117, 129. Ruiz, Francisco: 90.
Puebla: 66. Ruiz, Hemán: 67, 73.
Puerto Caballos: 81. Ruiz Ullán, Fmacisco: 70.
Puerto Cabello: 281. Ruiz del Hierro, Cristóbal: 241.
Puerto de la Cruz: 256. Ruiz del Mármol, Alonso: 187
Puerto Rico: 6, 78, 80, 182, 183, 185,
189,281. Saavedra, Alonso de: 60.
Puerto de Santa María: 262. Saavedra, Lope de: 40
Saboya: 283.
Sala, D. Ignacio de: 243, 245, 250, 251,
Quiroga, D. Roque de: 284. 261-268,273-275,277,279,281,282.
Quito: 11,46,66, 161, 199,210,213, Salas, D. Antonio de: 225,244.
234,235. Saldanha, E. de: 118.
Salmedina, Bajo de: 231.
Salvador, Juan: 121.
Ramírez, Fr. Gabriel: 63. San Andrés, Isla de: 185.
Ráquira: 142, 143. San Bartolomé de Sinamaica: 283.
Ravena: 98. San Juan de Puerto Rico: 186.
Recio, P.: 220. San Juan de Ulúa: 15, 8I.
Redín, Miguel de: 184. Sanlúcar de Barrameda: 6, 195.
Reggio, D. Andrés: 298. San Nicolás, Fr. Andrés de: 140.
Restrepo, Pastor: 115. San Martín, Salina de: 183.
Revenga, Fr. Juan de: 37. San Martín, Isla de: 182, 185.

367

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

San Sebastián: 269,281. Sosa, Miguel de: 241.


Sánchez, Bartolomé: 42. Soto, D. Jerónimo de: 152-154.
Sánchez, Fabricio: 142, 143. Sotomayor, D. Alonso de: 148.
Sánchez, Francisco: 32. Spanochi, Tiburcio: 108, 126, 129, 130,
Santa Catalintl, Isla de: 75, 209. 146, 147-150, 153.
Santa Cruz, Licenciado: 26,33,38, 4L Suárez Coronel, Pedro: 180.
Santa Cruz, Diego de: 40. Suárez Rendón, Gonzalo: 10.
Santa Cruz de Tenerife: 187,256. Sucre, D. Carlos: 241.
Santa Fe de Bogotá: 34, 161, 175, 198,
199,210,213,234,235,263,282.
Santa María, Fr. Cristóbal de: 178. Tabares, D. Diego: 268, 275, 278.
Santa María de la Antigua: 5 Talaigua, Isla de: 189.
Santa Marta: 5, 6, 33, 51, 70, 135, 148, Tarifa: 269.
187, 189, 197,215, 28L Tecali: 98.
Santarén, D. Francisco: 163, 167, 168. Telde: 98.
Santisteban, Conde de (Virrey del Téllez, Bartolomé: 71, 10L
Perú): 191, 192. Tejada, Juan de: 15,53, 57, 75-80,92,
Santo Buono, Príncipe de (Virrey del 145, 146.
Perú): 234, 242, 243, 249. Tenerife, Isla de: 187, 253, 256.
Santo Domingo, Isla de: 6, 13,28, 78-80, TierraFirme: 3,11,44,78,111,119,139,
161, 163, 172. 159, 189-191,202, 28L
Santo Domingo, Ciudad de: 29,253. Toledo: 226.
Santos, Fr. Dionisio de los: 80. Toledo, D. Francisco de (Virrey del
Sanz Lozano, D. Antonio: 94. Perú): 26, 45.
Sarmiento de Gamboa, Pedro: 75. Toledo y Portugal, D. Juan de: 226.
Sarmiento de Sotomayor: 115. Tolosa, Juan de: 92.
Segura, H. Juanes de: 120. Tolú: 36, 176,204,205.
Serrano, Diego: 94. Toro, Fr. Tomás de: 28,30, 32.
Serrano, Juan: 141. Torre, Juan de la: 148.
Sevilla: 41, 67,73,75,83, lOO, 101, 125, Torre Cantillana, Diego de la: 201.
187,262,269. Torres, D. Diego de: 215.
Sierra, D. Gregorio de la: 284. Torres, D. Rodrigo de: 215.
Simancas, Fr. Juan de: 3L Torrézar Díaz Pimienta, D. Juan: 284.
Simón, Fr. Pedro: 45,69,99, 106, 107, Tortuga, Isla de: 183.
111, 114, 118, 253. Tunja: 6, 8, lO, 11,24,34,55,90.
Sinú, Río: 216. Turbaco: 5, 7,9, 52, 56, 60.
Sobremonte, D. José de: 289. Turriano, Juanelo: 10L
Sobremonte, Marqués de: 285. Turrillo de Yebra, Alonso: 120, 121, 151,
Sobreville, D. Juan: 274. 184.
Solís, D. Lorenzo de: 250, 251, 269-272,
275-277,282,297,305.
Semovilla Tejada, Juan de: 112, 138, Ulloa, D. Antonio de: 212, 213, 220.
153, 154, 178, 184-188, 196, 202. Ulloa y Rivadeneria, D. Pedro de: 188,
Soriano, Clemente: 183,202. 192,303.

368

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
INDICE DE PERSONAS Y LUGARES

Unare, Río: 183. Veragua: 61.


Urabá, Golfo de: 209. Verboom, D. Jorge Próspero: 262.
Urrea, Juan de: 92. Vergara Azcárate, D. Antonio: 189.
Urueta, José P.: 36,225. Vemón, Sir Edward: 49,201,211-219,
242-244,249,250,258-260,263,270,273,
290.
Vadillo, Juan de: 9-11, 13,26,28,37. Viana, Diego de: 40.
Valdehoyos, Marqués de: 257. Vicenza: 67.
Valdivia: 226. Vigno1a: 221.
Valdivielso, Obispo: 34. Villahermosa, Marqués de: 240.
Valencia: 75. Villalonga, D. Jorge de: 211, 235.
Valenzuela, Fr. Mateo de: 63, 64. Vi llar, Marqués de: 279.
Valparaíso: 226. Villarrubia, Marqués de: 190.
Valladolid: 34. Villaviciosa: 262.
Valle, Fr. Pedro del: 143. Vique, D. Pedro: 55, 56.
Vallecilla, D. Francisco: 230.
Vallejo, D. Manuel: 270.
Vallejo de la Canal, D. José: 155, 157, Went Wooreck: 316.
159, 160, 162, 163, 165-172, 174, 175.
Vargas, Alonso de: 43, 45.
Vauban, Marqués de: 250, 262. Zacatlán: 98.
Vázquez, Remando: 32. Zamba, Ensenada de: 161.
Vega, Eugenio de la: 90. Zamba, Puerto de: 7.
Vega, Juan Miguel de: 166, 174. Zamora, Fr. Alonso de: 33-36, 61-64, 66,
Velasco, D. Gaspar de: 195. 69,87, 89,94, 143, 157.
Velasco, D. Luis de: 111. Zapata, D. Pedro: 18, 158, 185, 186, 190,
Velázquez: 32. 201, 204, 290.
Velázquez, Juan: 35. Zapatero, Juan Manuel: 215.
Vélez - Málaga: 214. Zaragoza: 261, 262.
Venegas Osorio, D. Luis: 152, 188, 189, Zuazo, D. Jerónimo de: 93, 116, 119,
194, 195, 204. 122, 145, 147-149.
Venezuela: 99, 124, 183, 189. Zubiría, D. Rafael de: 121.
Veracruz: 15, 253,276,282. Zúñiga y de la Cerda, D. José: 229, 240.

369

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
La presente edición de 2.000 ejemplares,
con selecciones de color de REPROLASER
e impresa por OP GRAFICAS,
se terminó de encuadernar
en EDITOLASER, durante el mes de
diciembre de 1988
Bogotá, Colombia

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

También podría gustarte