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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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FONDO CULTURAL CAFETERO ~
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DIRECCION EDITORIAL:
Fondo Cultural Cafetero
DISEÑO:
Elena Mogollón
FOTOGRAFIAS:
Fotografías a color de Cartagena: Hemán Díaz.
Mapas y planos: Osear Monsalve.
Archivo General de Indias, Sevilla.
IMPRESION:
O.P. Gráficas.
ISBN: 9144-16-0
Printed in Colombia
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Ináite genera!
VIl
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Cabildo, 179. - Ingenieros militares: J. Bautista Antonelli, 180. - Juan de So-
movilla. Don Juan Betín, 184. - Otros ingenieros: Lara y Ficardo, 188. - Las
murallas: informes y proyectos, 190. - Reparación de las murallas, 192. -
Proyectos del ingeniero Venegas, 194. - Reconstrucción de la muralla de la
Marina, 195. - San Felipe de Barajas, 200. - San Luis de Bocachica, 201. Otros
proyectos para Bocachica, 204.
5tóreviaturas
AGI: Archivo General de Indias. Sevilla.
BH: «Boletín Historial», de la Academia de la Historia de Cartagena
de Indias.
BHA: «Boletín de Historia y Antigüedades», de la Academia Colombiana de
Historia, de Bogotá.
VIII
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Prófogo a Ca fJércera 'Edición
Las dos primeras ediciones de esta obra pionera aparecieron en 1951 y 1960. Se
imprimieron relativamente pocos ejemplares: mil de la primera edición y dos mil de la
segunda. Un número exiguo si se considera el enorme impacto que el libro ha tenido
sobre la historiografía de Cartagena. Sin hipérbole, puede hablarse del conocimiento de la
ciudad colonial antes y después de Enrique Marco Dorta. Curiosamente, a pesar de que
el texto es prádicamente el mismo en ambas ediciones, el autor optó por modificar el
subtítulo. En la de 1951, el CARTAGENA DE INDIAS, genérico y con molde grande,
iba acompañado de "Ú;Z Ciudad y sus Monumentos", mientras que en la de 1960 cambió
a "Puerto y Plaza Fuerte". Infortunadamente, es ya tarde para preguntarle al recordado
dodor Enrique Marco Dorta, nacido en Santa Cruz de Tenerife, en 1911, el porqué de la
modificación. Quizá el ilustre investigador quiso rendir un tributo de agradecimiento y
admiración a su mentor y amigo, el dodor Diego Angulo Iñiguez. Fue él quien guió sus
primeros pasos por la senda de la historia del arte, y fue también él quien dirigió la tesis
de grado con la que Marco Dorta se recibió como doctor en historia, en la Universidad de
Madrid, 1940. Esa tesis ~on su título original- complementada durante viajes de
estudio a Cartagena, se convirtió en la publicación de 1951.
El subtítulo "Puerto y Plaza Fuerte" dice más. Identifica mejor la monumental explora-
ción histórica de la Cartagena colonial que le debemos a Enrique Marco Dorta. La obra
es una biografía de la ciudad hasta la Independencia, que tiene por excusa el minucioso
recuento de como, piedra por piedra, fue tomando forma el "Corralito". ú;zbor pionera
sobre una época, la más larga y, quizá, la más descollante en la historia de Cartagena de
Indias, que permaneda prácticamente desconocida. Hasta Marco Dorta, como había sido
la práctica generalizada en Colombia, la atención de los historiadores de la ciudad se había
concentrado en la Conquista y la Independencia. El ilustre catedrático de la Universidad
de Sevilla y de la Universidad de Madrid, especializado en historia del arte hispanoameri-
cano, fue el primero en revelarnos la vida de colonial del recinto amuraUado en su
conjunto, a través de más de 300 años.
IX
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hoy, su obra sobre la historia de la ciudad colonial es lo más completo y lo más profundo
que haya sido publicado. Ahora, cuando se acelera el interés por la restauración de
Cartagena, es un acierto del Banco Cafetero el reimprimirla, mejorando sustancialmente
las ilustraciones de las ediciones previas. El conocimiento sobre su desarrollo urbano es
esencial para que no se le haga violencia a la que es, sin duda, al decir de Enrique Marco
Dorta, quien la amó entrañablemente: "una de las ciudades más bellas de la España al
otro lado del Atlántico".
El dodor Marco Dorla pisó la tierra firme americana, por primera vez, en Cartagena de
Indias, un septiembre de 1940. Comparativamente, al pujante bullicio de hoy, la ciudad
que lo acogió era un remanso bucólico; las rencillas de la política lugareña, sumadas a
los dardos del Tuerto López eran el epicentro de los mayores estremecimientos. El
visitante, que comenzaba ya a ser un reputado hombre de letras, se la sabfa al dedillo. Sin
haberla visto nunca, la conoda por los planos y memorias que dejaron sus construdores.
Aquel viaje, posible gracias al apoyo del maestro Iñiguez y un modesto estipendio de la
Junta de Relaciones Culturales del gobierno español, era la realización de un sueño.
Atrás quedaban los horrores de la Guerra Civil y también, más dulcemente, una novia
paciente en Sevilla.
Novia amante y comprensiva que lo esperó largos años mientras terminaba sus estudios
y mientras cumplía con su servicio militar en Tenerife. Y que siguió esperándolo durante
los años terribles de la confrontación fratricida que ensangrentó a España. Enrique
Marco Dorta nunca le habló a sus dos hijas de las experiencias en el frente de Teruel, como
si quisiera borrar esos recuerdos de su mente. Y novia de antaño que no dejó de esperarlo
mientras investigaba y escribía su tesis cartagenera; mientras regresaba de América y
obtenía, por oposición en 1943, el nombramiento como catedrático de Historia del Arte
Hispanoamericano en la Universidad de Sevilla.
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cronista de su pasado y lo convirtió en uno de los suyos. Pasaron los años, Enrique Marco
Dorta llegó a ser, en Europa y América, una de las autoridades más respetadas de la
historia del arte colonial, y con los años también, se acrecentó su cariño por Cartagena,
donde procuró regresar cada vez que su incesante actividad profesional lo traía al Nuevo
Continente. El corralito de piedra agradecido lo colmó de honores, académicos y dvicos,
y le confirió el título ennoblecedor de hijo adoptivo.
Su amor por Cartagena, Enrique Marco Dorta hizo lo imposible por transmitirlo. Su obra
le dió respaldo científico a quienes ya se preocupaban, hace 40 años, por preservar el
patrimonio histórico y artístico de Cartagena. El mismo dejó escrita, diplomático y
discreto como era, en la Nota Preliminar de la primera edición (1951) de este libro
precioso, una suave admonición: "No desconozco la estimación que sienten los car-
tageneros por su ciudad natal, plenamente conscientes de su valor histórico y artístico.
Sin embargo, quisiera que este libro --escrito por un español, que, a los efectos, se
considera un cartagenero más-, sirviese para que esta estimación se elevase al máximo
y que el amor hacia la patria chica se convirtiese en un sentimiento militante que tuviera
por objetivo la defensa y conservación de su tesoro artístico. No es poco lo que se ha
destruido y modernizado en lo que va de este siglo, pero aún es tiempo para salvar lo
mucho que queda. Enrique Marco Dorta se sentiría, a lo mejor, satisfecho. No predicó en
el viento. Todavía quedan depredadores urbanos, que son una afrenta para la civilidad
cartagenera e hispanoamericana, pero son más numerosos y aguerridos los milicianos de
la defensa de la ciudad, patrimonio cultural de la humanidad. Este libro ha sido su espada
y su escudo, y esta tercera edición debe servir para bruñir y afilar las armas.
XI
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9{pta de{ autor a fa segunda edición
XIII
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Español, aparezca, en las páginas que siguen, como conjunto urbano que nace y se
arraiga, que vive y sufre, que crece y prospera. Ciudad que surge en una playa
tropical como pobre conjunto de bohíos, para irse poblando de edificios religiosos
y civiles y que, planteándose constantemente, durante más de dos siglos, el
problema de su defensa, ve cómo se van alzando en torno a su blanco caserío o en
los lugares estratégicos de las cercanías -en lo alto de los cerros cubiertos de
vegetación o entre los manglares de la bahía- las más importantes obras de
arquitectura militar que España dejó en tierras de América. He querido presentar
aquí el escenario -dudad, puerto, plaza fuerte--- y no los hechos ni los actores del
drama de su vida. Si por las páginas de este libro desfilan gobernadores e
ingenieros, religiosos y militares, es por cuanto éstos tuvieron parte activa en los
proyectos O en la construcción de iglesias y conventos, casas y edificios públicos,
murallas y baluartes, castillos y obras de ingeniería hidráulica. Y si he dedicado
otras páginas a relatar ataques de piratas, corsarios y enemigos -Drake, Pointis,
Vernon- ha sido porque estos hechos de annas tuvieron después repercusión en
la historia de las fortificaciones.
Pensando que este libro pueda interesar -<omo 10 demostró la pasada
experiencia- a un público amplio y no especializado, he prescindido en esta
refundición de los apéndices de documentos y de prolijas transcripciones de mapas
y planos. El erudito que quiera consultar esas fuentes puede acudir al libro
publicado en 1951. Por 10 que se refiere a los planos de la ciudad y de sus
monumentos, me he reducido a incluir al final un índice, en el que consta la
procedencia y signatura de cada uno de los reproducidos en las figuras correspon-
dientes, transcribiendo tan sólo las leyendas y explicaciones de aquellos que
ofrecen especial interés, bien por referirse a monumentos importantes o porque
puedan ayudar a la mejor comprensión de la reproducción gráfica o del texto de la
obra en que se estudia o comenta.
Buscando en las ilustraciones el adecuado complemento del texto, se han
suprimido por innecesarias las reproducciones de algunos planos y, en cambio, se
dan a conocer otros hasta ahora inéditos, con los datos documentales a ellos
referentes.
Al dar a la estampa esta nueva versión de Cartagena de Indias, agradezco a
mi querido maestro don Diego Angulo Iñiguez -siempre a mi lado en momentos
importantes de mi vida profesional- el honor que me dispensa al prologada. Y
quiero dejar constancia de mi agradecimiento a mi fraternal amigo Alfonso Amadó
Clarós, auténtico embajador espiritual de España en la ciudad de las murallas, a
quien se debe la edición de este libro. Gracias a su generosidad, a su entusiasmo y
a sus esfuerzos, sale a la luz.
Quede también aquí un recuerdo, cordial y agradecido, para los buenos
amigos que, en Cartagena de Indias, me ayudaron en mis trabajos y contribuyeron
con sus amables atenciones a la felicidad de los días inolvidables que pasé entre
ellos: el gran español don Angel Núñez Martínez, cuyo hogar compartí; el po-
lifacético don Daniel Lemaitre -poeta, músico, creador de empresas industria-
les-, que entonces presidía el Concejo Municipal; el brillante escritor Donaldo
Bossa Herazo; el presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas, don José María de
la Espriella; el ilustre hispanista don Gabriel Porras Troconis; don Raúl Porto del
Portillo; el doctor don Camilo Villegas Angel; el ingeniero don Simón Gómez de
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Lavalle; Miguel S. Guerrero ... ; y una mención especial de agradecimiento al
historiador don Pastor Restrepo, otro viejo amigo, que durante una temporada de
fructífera investigación en el Archivo de Indias, en 1958-59, me proporcionó
algunos datos ahora utilizados.
y para terminar, el editor y autor, hermanados en la amistad y en el común
amor al «Corralito de Piedra» -que así llaman los cartageneros, familiarmente, a
la patria chica-, dedican esta obra a Cartagena de Indias. El editor, con el afecto
entrañable del hijo que en ella recibió la sangre española que corre por sus venas;
el autor, con la nostalgia y el cariño de su hijo adoptivo.
xv
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!R,s,conocimientos
XVI
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Cf4PlTULO 1
Introducción
Cartagena de Indias
en {a ~poca ~spaño{a
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,
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LA CIUDAD Y S U BAHíA
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CARTAGENA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA
Tierra Bomba, con su vértice oriental avanzando hacia tierra firme, divide la
bahía en dos partes; al Sur queda la porción más extensa, sembrada de «ca-
yos» o bajos de arena, en cuya costa meridional se a~re el caño del Estero,
que la comunica con la cercana bahía de Barbacoas y con el canal del Dique,
construído en el siglo XVII para poner en Fomunicación el puerto con el
río Magdalena. Por la vía del Estero de Pasacaballos navegan los buques
fluviales que remontan el gran río colombiano y los que se dirigen al Sinú
y al Atrato, así como las grandes canoas de vela que- todavía hoy, como en
la época colonial-traen víveres de las haciendas de la costa para el mercado
de la ciudad. Remontada la isla 4e Tie~ra Bomba, se encuentra una bahía
menos extensa-la Caleta-, que hasta mediados del siglo XVII estuvo co-
municada con el mar por el canal de Bocagrande, único acceso al puerto
de Cartagena practicable entonces. Una línea de rompientes señala hoy la
existencia de la formidable escollera que fue construída en. el siglo XVIII,
cuando motivos de seguridad aconsejaron cerrar la primitiva entrada de la
bahía y mantener abierto únicamente el canal de Bocachica, defendiéndolo
con los castillos que se construyeron en sus orillas. Un canal comprendido
entre la punta del Judío y la de la isla de Manzanillo-antes defendido por
dos fuertes, . cuyas ruinas subsisten-da paso al antiguo «surgidero» de los
galeones, en cuyas orillas están hoy los muelles modernos. Más adentro aún
se encuentra el fuerte de San Sebastián del Pastelillo, cuyas baterías ra-
santes, cimentadas a flor de agua, guardan el paso al puertecito interior
-la bahía de las Animas-, sólo accesible a embarcaciones menores.
En ese extremo de la bahía, entre el Caribe, que la baña por el Norte,
y los caños o canales,. que acaban de rodearla, se alza la ciudad vieja de
Cartagena de Indias, emplázada sobre dos islas bajas y arenosas, unidas des-
de que fue cegado el ~o de San Anastasio, que separaba el núcleo ur-
bano primitivo del arrabal de Getsemaní (figs. 2 y 4). Ceñido por el anillo
pétreo de sus viejas murallas y explayado al nivel del mar, el caserío de la
urbe"desb.orda el recinto de sus muros, extendiéndose entre el verdor de los
manglares y el azul de las aguas como una de esas gigantescas flores que bro-
tan en la superficie de las lagunas tropicales (figs. 1 y 3). Al noroeste de la
ciudad, como una mancha de plata sobre el verde esmeralda del «arcabuco»,
se extiende la "ciénaga .de Tesca, que por caños abiertos en la maraña de los
' manglares se comunica con la pintoresca laguna del Cabrero, separada del
mar por un estrecho ~razo de arena, en el que las esbeltas palmeras tienen por
telón de fondo el promontorio rocoso de la punta de la Canoa y la ensenada
de la Boquilla, donde las aguas del Caribe nlueren al pie de los cocales. Por la
parte de tierra dominan la ciudad unas colinas, señoreadas por el cerro de la
Popa de la Galera, en ~uya cima se alza el convento de agustinos recoletos,
cuyos blancos ~uros, que destacan sobre la vegetación exuberante de la
montaña, servían de punto de referencia para las recalad,a s en la época de
la navegación a vela.
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FUNDACI6N DE LA CIUDAD
En ese paradisíaco rincón de las costas del Caribe, donde todos los en-
cantos de la geografía tropical se unieron a las ventajas de una situación
privilegiada, fundó Pedro de Heredia, en 1533,
FUNDACIÓN DE LA CIUDAD
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CARTAGENA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA
Parece ser que más de una vez anduvo Heredia a estocadas por las ca-
llejas madrileñas, y en una ocasión, luchando contra seis adversarios, perdió
la nariz en la refriega, pero un hábil cirujano reparó su menguado físico
injertándole parte «del molledo de un brazo», según nos cuenta en retum-
bantes endecasílabos el beneficiado de Tunja Juan de Castellanos 5, que le
conoció en Cartagena. Uno de estos duelos, que fue fatal para el adversario,
obligó al hidalgo castellano a dejar su villa natal, marchándose a las Indias.
La herencia de unas tierras y un ingenio de azúcar le retuvo algún tiempo
en la isla Española, pero la vida de hacendado no parecía ser la más adecua-
da a su carácter inquieto, por 10 que, dejando sus propiedades de la villa
de Azúa, pasó a Santa Marta, donde fue nombrado teniente por el goberna-
dor interino Pedro Badillo. De allí regresó a España para gestionar la go-
bernación de Cartagena.
Los preparativos para la expedición se hicieron rápidamente. Al poco
tiempo zarpó de Sanlúcar de Barrameda, y después de escalas en Puerto
Rico, Santo Domingo y Santa Marta, donde se le unieron otros contingeI1-
tes y completó los aprovisionamientos, arribó a las costas de su goberna-
ción cinco meses después de haberse firmado las capitulaciones. El 13 de
enero de 1533 entró en la bahía de Cartagena «con una nao y dos carabelas
e una fusta en que metería ciento e cincuenta hombres de guerra y veinte
e dos caballos, no embargante que en la isla Española embarcó cuarenta
y siete y los demás se murieron en el camino,..
Al día siguiente, 14 de enero, desembarcaron Heredia y sus compañeros,
acampando a orillas de la bahía, no lejos del poblado indígena de Calamari,
situado en la isla del mismo nombre, donde después fue fundada la ciudad
de Cartagena. En una correría por los alrededores apresaron a un indio, y
éste les llevó al pueblo, que estaba desierto, pues los indígenas 10 habían
abandonado. Dieron libertad al indio para que fuese a apadguar a sus com-
pañeros, pero, después de aguardarle inútilmente durante tres días, decidió
Heredia «tornar a yr al pueblo) y, encontrándolo deshabitado, «acordamos
asentar en el mismo pueblo, porque hallamos mejor agua que la que te-
níamos donde estábamos» 6. Esta toma de posesión de la aldea indígena
de Calamari por los españoles debió tener lugar hacia el 17 de enero. Según
testimonio de Juan de Castellanos, el día 20 del mismo mes, festividad de
San Sebastián, se llevó a cabo la fundación de Cartagena:
«Cumplidos eran ya los días veinte
del mes nombrado del bifronte lano,
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FUNDACIÓN DE LA CIUD D
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CARTAGENA EN LA éPOCA ESPAÑOLA
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VENTAJ S E INCONVENIENTES OE SU EMPL Z MTE TO
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CARTAGENA EN LA ~POCA ESPAÑOLA
casas particulares, sino también en las murallas, a fin de que la ciudad es-
tuviera bien provista en caso de sitio 17.
A pesar de ésos y otros inconvenientes que siempre se encontraron a su
emplazamiento, Cartagena prevaleció en el lugar en que la había fundado
Pedro de Heredia, a causa de las ventajas insuperables de su hermoso puer-
to. Con la conquista del Perú se desvió hacia el istmo de Panamá la corrien-
te migratoria, que durante el primer tercio del siglo XVI se había dirigido
a las Antillas, y es natural que este tráfico buscara un punto de apoyo en
Cartagena. Al mismo tiempo, las expediciones de conquista hacia el in-
terior del país pusieron de manifiesto las grandes posibilidades colonizadoras
que ofrecían los valles y mesetas encuadradas en las cordilleras andinas,
lo cual dio nuevo valor al puerto, haciendo de él algo más que una escala
en la ruta hacia el istmo. Tres años después de la fundación de Cartagena,
Sebastián de Belalcázar fundó Cali y Popayán; en 1538, Jiménez de Que-
sada puso los cimientos de Santa Fe de Bogotá, y, un año más tarde, Gon-
zalo Suárez Rendón llevó a cabo la fundación de Tunja. Las expediciones
de Vadillo, Heredia y sus continuadores dejaron abiertas las comunicacio-
nes con Popayán, Cali, Cartago y demás ciudades fundadas por Belalcázar
y sus tenientes en la cuenca del Cauca 18.
La geografía física del país impuso las rutas de penetración hacia el
interior. Las elevadas cordilleras, abiertas en abanico hacia las costas del
mar Caribe, sólo permitían la comunicación de éstas con las mesetas an-
dinas a través de los valles de sus ríos. El Magdalena-y su red de afluen-
tes-fué el único camino para llegar a las altiplanicies de Cundinamarca, y
los peligros que ofrecían a la navegación las barras de su desembocadu-
ra-las temibles «Bocas de Ceniza», no canalizadas hasta hace pocos lustros-
desviaron el tráfico hacia Cartagena.
Las comunicaciones con el in terior del país se establecieron muy pron-
to, primeramente por la vía del Opón, hasta que, a mediados del siglo, Her-
nando de Alcocer y Alonso de Olaya Herrera, en vista de los inconvenientes
que ofrecía el antiguo camino terrestre, abrieron otro, que terminaba frente
al lugar que luego ocupó el puerto fluvial de Honda, y organizaron un ser-
vicio de canoas y «champanes» en el río Magdalena y otro de recuas en el
17 Según el capitán de navío don Pedro Francisco Fidalgo (1795), había, entre Cartagena y el
arrabal, doscientos treinta y siete aljibes, que almacenaban agua suficiente para todo el vecindario y
la guarnición (Derrotero de las costas de la América Septentrional . .. , publicado por Cuervo: Docu-
mentos para la Geografía y la Historia de Colombia, tomo I, Bogotá, 1891, pág. 118). Los aljibes están
construidos de ladrillo, con bóvedas de medio cañón, reforzadas con arcos fajones. Por excepción se
construyeron también sobre la superficie, en cuyo caso tienen gruesos contrafuertes, que reciben el
empuje de los arcos. Las paredes interiores se cubrían con un betún compuesto de ceniza, aceite y
polvo de ladrillo, para evitar las filtraciones. (Debo este d~to a mi recordado amigo don Daniel Lemai-
tre de Cal'tagena).
18 PORRAS TROCONIS: El comercio de Colombia en la época colonial, BHA, números 43-44
(l918), pág. 266.
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EVOLUCIÓN DE LA CIUDAD
EVOLUCIÓN DE LA CIUDAD
' Los mismos bohíos que habían habitado los indígena del pueblo de
Calamari formaron el primitivo núcleo de la ciudad española de Cartagena
de Indias. Poco después, Juan de Vadillo, juez de residencia por 10 años
de 1535 a 1537, dio comienzo a la construcción de un modesto templo ele
paja y cañas, que ervía de catedral, y tra7ó la. cal1es del poblado, acome-
tiendo así el primer intento de ordenación urbana que conocemos docu-
mentalmente. No deia de ser curioso, y tal vez expresivo del espíritu me-
dieval de los conquistadores del siglo XVI, el hecho de que, en el juicio de
residencia que se instru ó a Vadillo, se le acu ara de haber trazado una
calle recta en Cartagena «contrariando la costumbre» 20.
A 10 largo de las nuevas rasantes se fueron alineando las casas de « ba-
hareque», idénticas a las que todavía se ven en las afueras de la ciudad
y en los «corregimiento» de Tierra Bomba y Bocachica. Pero el asiento de
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CARTAGENA EN LA ~POCA ESPAÑOLA
21 URUETA: Documentos para Ú1 Historia de Cartagena, tomo I (Cartagena, 1887), pág. 184.
22 Carta de 23-VI-1572 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, fol. 208).
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EVOLUCIÓN DE LA CIUUAD
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CARTAGBNA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA
LA FORTIFICACIÓN DE CARTAGENA
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LA FORTIFICACIÓN DE CARTAGENA
cas órdenes para que se construyera una fortaleza en el puerto, pero a pe-
sar de ese buen deseo, la ciudad i ió largos años totalnlente indefensa, sin
más guarnición que sus vecinos, constituídos en improvisada milicia, casi
sin armas y sin artillería con que hacer frente a fuerzas siempre más nu-
merosas y dotadas de toda clase de mt;dios para el ataque.
El problema no era exclusi o de Cartagena, y exigía todo el interés que
puso en solucionarlo Felipe lI, cuando concibio un amplio proyecto de for-
tificación de los puertos de las Indias, empresa que encomendó al maestre
de Campo Juan de Tejeda y al famoso ingeniero Bauti ta Antonelli. Ambos
llegaron a Cartagena en 1586, poco después de la tonla y saqueo de la ciudad
por Drake. Con la llegac.ta-de Antonelli y Tejeda e inician en Cartagena las
grandes obras de arquitectura militar que la con irtieron en la principal
plaza fuerte de las Indias: después de trabajo ca i incesantes que duraron
tanto como la época colonial. Durante nlas de dos siglos la Corte española
no dejó de dedicar atención al problema de la seguridad y defensa de la
ciudad de Heredia. En ella trabajaron los mejores ingenieros militares, y
eñ las obras de sus murallas y castillos se invirtieron sumas incalculables,
hasta que a fines del siglo x IlI, en vísperas de la emancipación, quedó en-
teramente cerrado su r cinto y defendidos con castillo y baterías los lu-
gares estratégicos de los alrededores de su puerto.
El emplazamiento de la ciudad y las caracterí ticas topográficas de su
bahía plantearon problemas a la defensa y fortifica ión de Cartagena. Los
examinaré someramente, comparándolos con los de igual Índole que hubo
que resolver también en otros puertos de las Indias, tales como Veracruz,
el Callao, Portobelo, La Habana y Manila. Los dos primeros tienen como
característica común la de estar situados en bahías abiertas, de acceso fácil,
pero con una diferencia: el islote de San Juan de Ulúa, debidamente forti-
ficado, constituyó un importante «rebellin» u obra avanzada, que protegía
a las flotas ancladas en el puerto de Veracruz y al recinto amurallado de la
ciudad; pero como la del Callao no tenía esta ventaja natural, a las mura-
llas y baluartes que circuían el casco urbano correspondió también la misión
de proteger el fondeadero. Cartagena de Indias, La Habana, Portobelo y Ma-
nila ofrecían, en cambio, la ventaja de u situación en amplias bahías ce-
rradas y con estrechos canales de acceso, por lo que el problema planteado
p~ la defensa de ada una de ellas se resol ió de manera s mejante", for-
tificando sus entradas. Precisando más aún, cabe señalar diferencias entre
las cuatro bahías de referencia. Las de Manila, Portobelo y La Habana están
abiertas en profundidad hacia tierra ad ntro, mientras que la de Cartagena
es, como hemos vi to, algo así como una extensa laguna litoral, alargada al
borde de la costa, circunstancia que condicionaron el desarrollo de la ciu-
dad e influyeron en la disposición de sus fortificaciones.
Para la defensa de La Habana proyectó Antonelli la construcción del
fuerte de los Tres Reyes o del Morro y el de San Salvador de la Punta, a
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CARTAGENA EN LA ÉPO A ESPAÑOLA
l' lG. A. Defe1lsas de la bahía a fines del .~iglo XV 1.- 1, Castillo de San Matías; 2, Canal
de Bocagrande; 3, Fuerte del Boquerón,
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LA FORTIFIC CION DE C RTAGENA
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CARTAGENA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA
FIG. C. Defensas exteriores de la ciudad a mediados del siglu XVII. - 1, Castillo de San
Felipe de Baraja ; 2, Fuerte del Boquerón; 3, Fuerte de Manga; 4, Fuerte del Manzanillo;
5, Fuerte de Santa Cruz; 6 Fuerte de San Luí de Bo a hica; 7, Canal de Bocachíca.
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LA FORTIfICACIÓ DE e RTAGENA
d
Fu;. D. De/en as teriores dI' la ciudad a mediados del siglo XVlll.- l , Ca tillo d
.. an
F~ lipe de Baraja ; 2, Fu rte de an chastián del Pa teJillo; 3, Fuer! d 1 Manzanillo;
-l, Fuerte d anta Cruz; 5, Canal de Bocagrande, abi rto de nuevo; 6, Ca till de an Lui
d Bocachica; 7, Batería d an Jo é.
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CARTAGENA EN LA ÉPOCA ESPAÑOLA
Flc. E. Fortificaciones de la bahía hacia 1770.-:1, Castillo de San Pelipe de Barajas; 2, Fuer.
te de San Sebastián del Pa telillo; 3, Fuerte de San Fernando; 4, batería de San José.
Al mismo tiempo, o sea a fines del siglo XVIII, se acabó de cerrar el recinto
amurallado, y en la parte bañada por el mar libre se construyó una esco-
llera, que alejó para siempre el peligro de las inundaciones, que tantas veces
habían destruído la muralla de la Marina.
El anhelo de tranquilidad frente a la constante alarma de piratas y ene-
migos y el afán de oponer al posible ataque un nuevo medio de defensa,
caracterizan la historia de Cartagena de Indias durante la época colonial.
Veamos en las páginas que siguen cómo se fue desarrollando la ciudad y
la historia de sus monumentos religiosos, civiles y militares.
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CMITULO 11
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Cuarenta años después de su fundación, Cartagena de Indias era un con-
junto urbano de aspecto tan pobre como el que tuvieron, en sus principios,
otras muchas ciudades del Nuevo Mundo. Si como dice Juan de Castellanos,
y se desprende de las Ordenanzas de 1555, hubo un reparto de solares des-
pués de la fundación de la ciudad, es de suponer que se trazaran las calles.
y nada impide pensar que fuese aquel trazado-en líneas generales-el que
prevaleció después. A un lado y otro de las calles cubiertas de manglares,
se alzaban modestos bohíos construídos a la manera indígena. No pedía
mejor cobijo la benignidad del clima, y los techos de palma bastaban para
resistir los terribles aguaceros del caluroso invierno tropical. La inmediata
«montaña»-la selva-ofrecía abundantes materiales, y así la ciudad volvió
a surgir, con la misma fisonomía, después de ser devorada por las llamas
en 1552. Para el aspecto urbano de entonces no faltan unos pintorescos en-
decasílabos entre los millares que nos dejó en sus Elegías el beneficiado
de Tunja:
«Tenían casas en aquella era
Personas pobres o cualificadas,
Los altos y los bajos de madera
Con cogollos de palmas cubijadas;
y aún hoy algunas hay desta manera
Que no todos las tienen mejoradas,
y son las sobredichas coberturas
Para llamas del fuego mal seguras» l.
Muy pobres fueron también los primeros edificios religiosos, como la ca-
tedral, sede del obispado establecido en 1534, y los conventos de Santo Do-
1 CASTELLANOS: Ob. cit., tomo 1, pág. 97.
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
mingo y San Francisco. A medida que la población iba aumentando, las au-
toridades civiles procuraban toda suerte de mejoras públicas. El Cabildo
secular dictaba disposiciones de carácter sanitario y abría pozos o jagüeye
para surtir de agua a lo vecinos, a que uno de los inconvenientes del sitio
en que se asentó la ciudad era, precisamente, la falta del preciado líquido.
El puente de Getsemaní unió el núcleo primitivo de aquélla con el islote de
este nombre, donde fundaron su convento los frailes franciscos. Más tarde,
con el camino a las sabanas de Curuncha, surge una vía de penetración hacia
el interior que permite beneficiar los ricos pastizales de aquellas tierras
bajas donde, todavía hoy, se encuentra la mayor riqueza ganadera de la
comarca. Y, del mismo modo, el Cabildo dispuso la extensión de los egidas:
desde las ciénagas de Canapote y Tesca hasta la del Ahorcado--hoy del Ca-
brero-, y desde allí hasta las lagunas de agua dulce, situadas junto al cerro
de la Popa 2.
Las acertadas Ordenanzas del Cabildo vigilan y reglamentan la expan-
sión urbana, a fin de que el «arcabuco» se vaya poblando de casas, huertas y
corrales. En 1567 dispone que los dueños de solares los edifiquen en el plazo
de seis meses o pierdan la propiedad, «por cuanto en la parte que llaman
de Get emaní y otras partes de la ciudad stán proveídos solares .. . a dife-
rentes personas, y no los edifican y los dejan estar hecho arcabuco y es
causa de que la ciudad no aumente por aquella parte» s.
«Crece la población de los bohíos», y tanto la ciudad como sus vecinos
prosperan rápidamente. Cuatro décadas después de u nacimiento está ha-
bitada por cuatrocientas familia " lo cual permite alcular una población
fija de do mil almas por 10 menos, increm ntada por la afluencia cons-
tante de forast ros en trán ita hacia la provincias andinas. Ya enton-
ces era Cartagena e cala obligada de la navegación entre la Metrópoli y
el istmo de Panamá, tráfico que inauguraron aquellos dos navío -aludido
n lo versos de Juan de Castellanos-que charon sus anclas en las tran-
quilas aguas de la bahía viniendo de Nombre de Dios para España.
La prosperidad del vecindario atrajo muy pronto a ]os piratas, pue
apenas contaba la ciudad con diez años de vida cuando sufrió el primer ata-
que. El 24 de julio de 1543 surgió ante Cartagena la escuadrilla del francés
Roberto Baal 5 , formada por cuatro naos de guerra y un patache. Los ve-
cinos estaban desprevenidos y la bonanza del tiempo facilitó a los piratas
la sorpresa: «donde era una costa brava, que no entraron por el puerto, es-
taba la mar tan sosegada con una bonan~a tal, que el patax y las quatro
barcas syn ser sentidos echaron quatro cientos y cinquenta hombres de gue-
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PIRATAS Y CORSARTOS
rra en tierra con tre vanderas al quarto del alba dieron por tres calles
con sus menes triles diciendo: francia, francia, guerra a fuego a san-
gre ... » Mataron a un hombre e hirieron a otro, cobraron un crecido res-
cate a cambio de no incendiar el pueblo y, después de robar ha ta la cam-
panas de la iglesia, se retiraron, no in haber demo trado cierta caballe-
rosidad, muy rara en gentes sin le , pues por su parte «hubo buen trata-
miento en la honra de las mujeres y de lo prisionero» 6. Otro documento
de la época añade más detalles: «de embarcaron los franceses guiados por
un corso que conocía la ciudad, les acompañaba un piloto sevillano lla-
mado Juan Alvarez, que en La Habana había realizado cierto actos de pi-
ratería. Los piratas apresaron a casi todos los vecinos se llevaron plata
y oro por valor de treinta y cinco mil p sos, muchas mercancías y dos mil
quinientos pesos de oro de las Cajas Reale~', 7
El 11 de abril de 1559 tuvo lugar el segundo ataque y saqueo de Carta-
gena. Cinco naos francesas-mandadas por los piratas Martin Cote y Juan de
Beautemps-desembarcaron trescientos hombres, y como «el pueblo es pe-
queño e de poca gente e de. pocas arma », . a que apenas contaban los ve-
cinos con alguna picas y tres docena de arcabuce , dominaron la resisten-
cia que se les opuso y se apoderaron de la ciudad. Despué de incendiar el
pueblo volvieron a embarcarse, no sin exigir un rescate de cuatro mil
pesos ".
Nueve año de pué, a principios de julio de 1568, dio fondo en la bahía
una escuadra corsaria inglesa, formada por cuatro navíos grandes y s is pe-
queño . La mandaba el famoso John Hawkin -el «Juan Acle» de los cro-
nista -, el cual envió una carta al gobernador pidiéndole autorización para
traficar pacíficamente con los vecino y vender e clavos y mercaderías. No
se dejó convencer ni intimidar el gobernador, Martín de las Alas, cuya
enérgica actitud salvó a la población de nuevas depredaciones. Después de
ocho días de bloqueo de bombardear la ciudad, Hawkins se hizo a la vela
in atreverse a intentar el de embarco 9. La artillería de tierra respondió a
la agresión, y aunque sólo contaba con dos piezas, «aprovecharon en la
defensa que se hizo al dicho corsario ynglés trayéndolas en brazos de una
parte a otra, mostrando ser cada una de ellas diez o doce» 10.
Ante tan reiterados ataques de piratas y corsarios, Cartagena de Indias
se encontraba indefensa, sin más fuerza que oponer a los invasores que el
valor de sus vecinos, constituidos en milicia. El problema de la defensa
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
CASAS DE BAHAREQUE
11 Instrucción del Cabildo ... para el capitán Yuste Guerra (AGI: Santa Fe, 62)
12 AGI: Santa Fe, 80.
13 Carta de 5-IV-1536 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 24).
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CASAS DR BAHAREQUE
y sin trabajo de los indios se hará, que con barcos puesta la madera a la
lengua del agua se hará traer; la caña y la lata Bahayre y Matarapa, que la
tienen toda a la lengua del agua y con canoas se puede traer; la palma y la
paja todo de mancomún .. . ; la tablazón Turipana, que tiene la madera muy
buena para ella y la tiene junto al agua» u.
Materiales tan combustibles eran fácil presa de los incendios, sobre todo
si ocurrían cuando soplaban las «brisas»; aSÍ, a fines de enero de 1552 se in-
cendió casualmente una casa, y dos horas después se habían reducido a ce-
nizas todas las del pueblo, incluso la Casa de Contratación que se recons-
truyó en seguida 15. Para conjurar este peligro constante dispuso el Cabildo,
bajo severas penas, en las ordenanzas de 1555, «que se quiten todos los
aforos de palma que tubieran los bahareques por de fuera y por dentro»
y «que los que hubieran hecho merced de solares, en ninguna manera los
edifiquen, si no fuere de cantería, o tapiería, o de adobes, a lo menos de lata
embarrada por de dentro, y por de fuera, y cubierta de teja». Ya con ante-
rioridad a la fecha referida, el Cabildo había comenzado a dictar medidas
encaminadas a procurar {(que la ciudad se ennobleciese de edificios», re-
glamentando la construcción mediante acertadas ordenanzas que señalaban
los salarios que debían percibir los alarifes municipales , nombrados espe-
cialmente tanto «para medir solares y ver obras como para echar la marca
de las gradillas» o moldes con que se hacían las tejas y ladrillos . Estos
materiales habían de ser precisamente «del altor y largor que se hacen en
Castilla», y se vendían a los precios señalados por el Cabildo l0. A pesar de
tales disposiciones no se logró incrementar la construcción con materiales
más duraderos, pues en 1561 varios encomenderos escribían al rey que los
incendios habían destruído el pueblo varias veces porque las casas eran de
paja «sin tener otro posible para hazellas de piedra» 17 ; Y tres años después
una Ordenanza prohibió «que ninguno edifique de paja en ninguna mane-
ra», bajo pena de una fuerte multa y derribo del edificio 18. Todavía en 1569,
según testimonio del visitador de la Audiencia don Lope de Armendáriz,
la mayor parte de las casas eran de madera 19, y en 1572 se pregonaba nue-
vamente la prohibición de edificar chozas, bohíos y casas de palma y paja 20.
Hasta el último tercio del siglo no se intensificó la construcción de casas de
piedra.
14 Carta de 13·X-1551 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 49). Los pueblos de Bahayre y Matarapa
son los actuales de Barú y Maparapa, respectivamente.
15 El factor Juan Velázquez al rey, 25·VI-1552 (AGI: Santa Fe, 187, folio 56).
16 Ordenanzas, apud. URUETA: Documentos... , tomo 1, pág. 184 y ss.
17 Carta de 3-VII-1561 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 149).
18 URUETA: Documentos •.. , tomo 1, pág. 192.
19 Así lo declara en una información de ese año, citada en la nota 94.
20 URUETA: Documentos . .. , tomo 1, pág. 196.
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
LA PRTIMERA CATEDRAL
21 Por real cédula, Valladolid, 19-Vll-1534, se ordenó a los oficiales de la Casa de Contratación
proveyesen de pasaje y matalotaje a tres religiosos que el obispo llevaba en su compañía. Cfr. SERRA-
NO SANZ: Cedu.lario de las provincias de Santa Marta y Cartagena, tomo 1, pág. 368.
22 Cédulas de 21 y 22-V-1534. SERRANO SANZ: Cedu.lario ... , págs.363 y 422.
23 Carta de 1-1-1536 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 19).
24 SERRANO SANZ: Cedulario . .. , tomo 1, pág. 390.
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LA PRIMERA CATEDRAL
tanto que se muda el dicho pueblo se cubra la... iglesia de paja... pues ha
de ser de prestado y que se guarde la madera labrada hasta que se deter-
mine donde ha de quedar» 25.
En abril de 1536, los oficiales dieron nuevas noticias sobre el estado de
la obra: «Vuestra Magestad-escribían-hizo merced a la iglesia desta cib-
dad ... de syscientos pesos de oro para la obra della, los quales mandan que
se gasten en tres años y segund la tierra es estéril no se hará en ella de pie-
dra cosa alguna, porque no hay cal ni otro aparejo para ello e ay necesidad
que se acabe como está empe<;ada de paja y cañas, con lo que toca a la ca-
pilla y coro y rexas y coro de clérigos y asentamientos de escaños e puertas
con lo demás necesario; es muy costoso hazerse de madera en esta cibdad,
porque no hay en el aparejo de maestros ni herramientas ni madera cerca
del dicho pueblo para que se pudiese hazer y acaso vino del Nombre de
Dios un carpintero vezino de la cibdad de Sancto Domingo, al cual el dicho
obispo y nosotros hezimos que hiziesse una tra<;a y trasase e moderase lo
que costaría todo 10 susodicho para que la dicha iglesia se acabase y visto
dize y da su parecer que costará más de ochocientos castellanos, con aver
gastado el año pasado cient pesos en aderes<;alla de carpintería para que
[se] pudiese acabar de cubrir de paja» 26.
Quizá para llevar a efecto la traza hecha por el carpintero arriba alu-
dido, los oficiales, de acuerdo con el obispo, decidieron pedir a la isla Es-
pañola cal, yeso, ladrillos, azulejos y un maestro para hacer el Sagrario, así
como también rejas de madera para la capilla mayor y el coro, puertas gran-
des y pequeñas y otros efectos, a cuyo fin enviaron cuatrocientos pesos al
factor de aquella isla Francisco de Avila. Así consta en otra carta de los
oficiales, fechada el 21 de agosto de 1536, en la que dicen que el factor de
Santo Domingo les había anunciado que enviaría estos materiales en el pri-
mer navío que saliese para Cartagena?:l. En 1537 la obra estaba concluída,
25 RC a Vadillo, Valladolid, 11·11-1537 (AGI: Santa Fe, 987, tomo n , folio 2 v.). Publicada en
MARCO: Ob. cit., pág. 193.
26 Carta de 5·IV·1536 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 24). El carpintero aludido sería proba-
blemente Antón García, vecino de Santo Domingo, que en 1535 estaba en Panamá contratado por
el obispo fray Tomás de Berlanga para construir la catedral de esa ciudad (AGI: Patronato, 194, ramo
28).
27 Carta de 21 -VIII-1536 (AGI: Santa Fe, 187, folio 26). Según los comunicantes, el encargo de
materiales a Santo Domingo se hizo en vida del obispo, de donde se deduce que murió antes de esa
fecha. GROOT en su Historia eclesiástica y civil del Nu.evo Reino de Granada (tomo 1, Bogotá, 1869,
pág. 18) dice que falleció el 31 de diciembre. En la misma carta, los oficiales piden al rey que mande
a los de la Casa de Contratación de Sevilla que vendan o hagan fundir la campana de que se hab ía
hecho merced a la iglesia (cuyo peso era de unos 20 ó 22 quintales) y que con ella se fundan tres de
siete quintales cada una. Así se dispondría, pues en 1540 el campanero sevillano Rodrigo de Villa-
lobos hizo, por encargo de la Casa de Contratación, tres campanas para Cartagena de Indias, "que
llevará fray Tomás de Toro, su obispo" (GESTOSO: Diccionario de artífices sevillanos, tomo 1, pág.
50). Claro que no pudo llevarlas el obispo, ya que había fallecido cuatro afios antes.
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
pues Francisco de Avila había enviado «el recaudo que fué necesario y se
le encomendó de cal y ladrillo y azulejos del que se hizo el Sagrario para
el Sanctísimo Sacramento, el cual está en la dicha yglesia adornado dentro
dél de madera bien labrada, hecha una caxa por la humydad, y dentro en
un cofre grande muy rico y otro pequeño que el obispo don fray Thomas
de Toro que aya gloria truxo, y el Sanctissimo Sacramento en una caxa de
plata y sus puertas con sus llabes que es muy grand consolación para los
fieles xpianos y delante de las dichas puertas está un dosel y un guarda
polbo de damasco carmesí que el dicho licenciado [Vadillo] dió».
«Las rexas del coro están asentadas con sus puertas principales y otras
dos pequeñas a los lados y las del coro de los clérigos con sus puertas y
facistor, muy honroso todo y muy bueno y de muy buena madera, con sus
puertas grandes de yglesia y el altar mayor está muy bien adornado con un
retablo pequeño de pinzel con la ymagen de Nuestra Señora y otros sanctos
y encima un doseL .. ; a los lados ay dos altares, adornados lo mejor que acá
hemos podido; para yglesia de paja está muy bien adere~ada, y alegre» 28.
Así escribían los oficiales reales a la Corte el 7 de octubre de ese año, y de
ello se deduce que el edificio era de bahareque, a excepción del Sagrario,
construído de ladrillo y decorado con azulejos 29.
Destruída esta iglesia por el incendio de 1552, «su magestad la mandó
hazer» 30, y consta que en 1553 se estaba construyendo un nuevo edificio que
someramente conocemos por un dibujo remitido por el deán a la Corte,
con carta del 30 de julio de ese año, en la que decía: « La yglesia que te-
nemos entre manos para hazer aún no está acabada por la poca posibili-
dad que tiene y tenemos y cuando bino el juez de residencia tan solamente
estava enmaderada y agora está enlatada, e la queremos tejar y esto más
por el calor que da el juez de residencia el doctor Maldonado que la posibi-
lidad que tiene, como dicho tengo. Puesta en perfección será un templo muy
bueno y la tra9a del cual es ésta que aquí bao Tiene de larga CLXXXIIlI pies
y de ancha LIl y de alto xxx. Lo que resta de hacer es muy mucho de lo hecho
y para esto es menester ayuda de vuestra magestad para que se acave del
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LA PRIMERA CATEDRAL
31 Carta del Deán, 30-Vll-1554 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 76). Transcribe este párrafo
ANGULO: Planos de monumentos . .. del Archivo de Indias, pág. 25.
32 ANGULO: Planos . .. , pág. 30.
33 AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, fol. 72.
34 Carta de 22-IV-1555 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 80).
35 Declaran en esta información: el canónigo Pedro de Campos, mayordomo de la catedral; el
capitán Pedro de Barro. y el vecino Jerónimo Rodríguez (AGI: Santa Fe, 228).
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
36 AGI: Santa Fe, 978, tomo 1, folio 318 v. MARCO: Ob. cit., pág. 197.
37 AGI: Santa Fe, 332.
38 ANGULO: Planos ... , pág. 26.
39 ZAMORA: Historia de la Provincia de San Antonino de Nuevo Reyno de Granada, pág. 77.
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EL CONVENTO DE SANTO DONUNGO
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LA CIUDAD OH LOS CONQUISTADORES
45 El rey a Fray J. de Robles, Valladolid, 7-VII-1550, y RC de igual fecha (AGI: Santa Fe, 987,
tomo 111, folios 17 v. y 21). MARCO: Ob. cit., pág. 196.
46 Ob. cit., pág. 321 y ss.
47 Así lo prueban las Ordenanzas de Cartagena (URUETA: Documentos ... , tomo 1, pág. 184) y la
carta del factor Velázquez de 25-VI-1552, citada en la nota 15.
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EL CONVENTO DE SANTO DOMITNGO
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
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EL HOSPITAL DE SAN SEBASTlÁN
sin necesidad de nueva donación 55. Así quedan aclaradas las dudas de Cas-
tellanos en cuanto a quién fuera el donador de los solares que sirvieron
de asiento a la casa franciscana.
Esta segunda y definitiva fundación tuvo lugar en 1560 58 , Y pocos años
después se inició su fábrica, ya que en una real cédula fechada en Madrid
a 10 de octubre de 1570 consta que, según testimonio de fray Alonso de las
Casas, el convento «se avía comen~ado a edificar más avía de siete años»
y estaba en suspenso la obra por falta de limosnas. En aquella fecha el
monasterio se reducía a un bohío arruinado que habitaban los frailes y una
iglesia «cercada la mitad de tablas y la otra mitad de cañas», que precisaba
«acabarse de cercar de tabla». Era entonces prior fray Juan de Revenga 57.
ss SIMON: Noticias historiales, tomo 111, pág. 159. En un documento de 1580 decían los francis-
canos que el convento se había fundado "abrá más de veinte y cinco años o treinta" (AGI: Santa Fe,
234), lo cual certifica -aunque en forma imprecisa- la fecha consignada por fray Pedro Simón. Juan
J osé Nieto (Geografía . .. de .•. Cartagena, página 163) incurrió en error al situar la fundación en
1575.
56 CASTELLANOS: Ob. cit., tomo n, pág. 118.
S7 AGI: Santa Fe, 187, tomo 11, folio 217.
58 Ob. cit., tomo 11, pág. 14.
59 Cédula de 21-V-1534, apud SERRANO SANZ: Cedulario . .. , pág. 359.
60 AGI: Santa Fe, 62.
61 AGI: Patronato, 125, ramo 12.
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
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EL PUENTE DE SAN FRANCISCO.-EL MUELLE.--CAMINOS
fIJCartas de l-IX-1562 y 16-11-1563 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 11, folios 169 y 181).
67 RC 8-XI-1539 (AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folio 9 4 ) . . . ,
68 RC, Valladolid, 24·IV-1545 (AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folto 191). MARCO: Ob. Cit., pago
195.
69Cerca de Arjona, hacia las márgenes del Canal del Dique.
10RC, Valladolid, 31-X·1543 (AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folio 181 vuelto). MARCO: Obra
citada, pág. 195.
'71 RC, 27-XU-1542 (AGI: Santa Fe, 987, tomo 11, folio 148).
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
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LAS FORTIFICACIONES: LOS PRIMEROS PROYECTOS
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
cabo de la ciudad, donde más convenga, que tuviese dentro agua dulce», en
el que pudiesen refugiarse todos los vecinos en caso necesario. Para cons-
truirlo suplicaba le concediesen veinte esclavos negros, advirtiendo que se
habían descubierto materiales buenos cerca de la ciudad y que los negros
podían ser sustentados en los pueblos comarcales de la Corona BO.
Los corsarios franceses llegaron a ser una pesadilla para la indefensa
Cartagena. En 1563, el Cabildo escribía al rey exponiéndole la necesidad de
hacer una cerca «de tres tapias y media en alto y una caba a la redonda
y con sus torres y almenas y la caba de dos estados, porque, después de
cercada, con veynte hombres que aya en la ciudad la defenderán de toda
Francia» 81.
Mientras el Cabildo suplicaba a la Corte la urgente solución del proble-
ma defensivo, procuró poner algo de su parte para resolverlo con sus es-
casos medios. Desde 1566 citan los documentos el fuerte del Boquerón, con s-
truído por iniciativa del gobernador Antón Dávalos de Luna, ayudado por
el Cabildo de la ciudad, que tomó a préstamo dos mil pesos de plata bajo
la garantía de sus menguadas rentas. Fue ésta la primera fortaleza que de-
fendió el puerto de Cartagena de Indias. Estuvo situada en el IUl!ar que
ocupó, dos siglos después, el fuerte de San Sebastián del Pastelillo, o sea
a orillas del estrecho canal que da entrada al puerto interior. sólo accesible
a bateles y otras embarcaciones de pequeño calado (fig. 10).
Tuvieron a cargo las obras del fuerte del Boquerón los vecinos Bartolomé
Sánchez y Diego Polo, si bien la gestión de éstos parece no haber sido téc-
nica, sino simplemente admini trativa 82, Un rabada del siglo XVII (fig. 33)
permite apreciar el aspecto un tanto medieval del viejo castillo.
La Corte no dejó de atender las reiteradas súplicas del Cabildo. El 3 de
septiembre de 1565, se dió una real cédula ordenando a las autoridades que
enviasen relación al Con ejo de Indias del e tado de la ciudad y de las de-
fensas que precisaba 83. En su cumplimiento, el gobernador Antón Dávalos
de Luna mandó abrir información y recorrió detenidamente la ciudad y sus
alrededores acompañado de personas expertas, después de lo cual remitió
a la Corte un plano de ella-que no se conserva-, con una carta en la Que
da cuenta de haber «visto el buen asiento desta cibdad y puerto y marina
y los campos que tiene a la redonda, que todo es bueno; para ayudarla a de-
fender y noblecer más conviene hazerse un cavaIlero a la boca del Bóque-
rón que llaman-, con 10 que se defendería buena parte de la Caleta y de la
Marina, «y con hazer en I~ dicha caleta, adonde está señalada que se viene
a juntar la mar una con otra, que es por donde pareze ser que han entrado
aquí los enemigos dos vezes, otro cavallero, y que dende allí se vaya cercan-
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LAS FORTIFICACIONES: LOS PRIMEROS PROYECTOS
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
89 A pesar de esas protestas de penuria económica, en mayo de 1568 hizo el vecindario un présta-
mo para reparos de guerra, ante el temor de un ataque de ingleses. Entre los vecinos que contribuyeron
figuran algunos artífices: los canteros Juan RUIZ y Juan Gutiérrez, el carpintero Francisco Vázquez y
Francisco Sánchez, y un platero apellidado Plaza ("Despachos ... para J oan de la Peña", citados más
adelante).
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LAS FORTIfICACIONES: LOS PRIMEROS PROYECTOS
90 "Ynformación ... a pedimento de ... Cartagena sobre cercar y haser fortaleza en ella .....
cuaderno sin foliar (AGI: Patronato, 125, ramo 28).
91 El Cabildo al rey, 30-IX-1568 (AGI: Santa Fe, 62).
92 "Ynstrucción del Cabildo ... para el Capitán Yuste Guerra ... " (AGI: Santa Fe, 62).
93 El gobernador al rey. 16-VII-1569 (AGI: Santa Fe, 62).
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LA CIUDAD DE LOS CONQUISTADORES
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lAS FORTIFICACIONES: lOS FRUMBROS PROYECTOS
94 "Despachos de la ciudad de Cartagena para Joan de la Peña ... en el Consejo de Yndias", cua-
derno de 96 folios (AGI: Patronato, 145, ramo 28).
95 Ibídem, folios 83 y SS., se insertan varias escrituras de compra de cañones a maestres de las
nao. de la flota de Flores de Valdés.
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FIG. 1. Vista parcial del recinto amurallado. -FIG. 2. Vista parcial de la ciudad y la bahía.
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FIG. 3. La ciudad vista desde el mar.- FIG. 4. El primitivo recinto amurallado y el arrabal de Getsemaní, rodeados
por el mar libre, las aguas de la bahía y la laguna del Cabrero.
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FIG. s. Portal de los Dulces, en la plaza de los Coches.
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FIG. 7. La catedral antes de las reformas que variaron su exterior.
FIG.. 8. Callejón de los Estribos y ábside de la iglesia FIG. 9. Fachada de la iglesia de San Francisco.
de Santo Domingo.
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FIG. 10. Cartagcna y la bahía hacia 1570. - FIG. 11. La «Plaza Real» o de la Aduana en 1571.
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FIG.13. Planta de la ciudad con las murallas proyectadas por el ingeniero Bautista Antonelli. 1595
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FIG. 14. Proyecto de murallas para cercar la ciudad (pormenor del plano reproducido en la fig.12). - FIG. 15. Plano de
la bahía, por Nicolás de Cardona. 1632
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FIG. 16. Plano de la ciudad y el puerto interior. 1597
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Fre. 17. Fachada de la Aduana. 1572 -1575.
FIe. 18. Planta de la catedral primitiva. 1554. FIe . 19. Planta del almacén de galeras
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FIG. 20. La Aduana, antigua Casa Real o de la Contaduría.
PIG. 21. Claustro de la Compañía. FIG. 22. Claustro del convento de La Popa.
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FIG. 23. Interior de la Iglesia de Santo Domingo. FIG. 24. Interior de la catedral.
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FIG. 25. Planta de las Casas Reales. 1621
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FIG. 28. Claustro del convento de San Francisco. FIG. 29. Claustro del convento de La Popa.
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FIG. 3:0, Claustro del ca.
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FIG. 33. Vista de Cartagena y el fuerte del Boquerón. Grabado francés de fines del siglo XVII.
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CJlPIWLO 111
Cartagena
a !Fines der sigro Xo/I
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El 9 de noviembre de 1570 murió el gobernador Martín d la Alas y, al tra-
tarse de nombrar suce or interino, las opiniones se di idieron. Hubo de aso-
siego y disgustos, y ant s de que las malas pasiones oca ionasen algo irre-
mediable, el Cabildo hizo venir de Santa Marta a Pedro Fernández de Busto
y, en reunión celebrada el 15 de enero del año siguiente, le entregó el go-
bierno de Cartagena, a reserva de lo que el rey o la Audiencia proveyesen
posteriormente. Rehu ó aquél aceptar el cargo mientras el nombramiento
no viniese directamente de una de e ta autoridades, p ro perman ió en
Cartagena y con solo su pr tigio per onal logró apaciguar lo ánimos, to-
talmente calmado ya cuando a principio de marzo daba cu nta al rey de
haber e po e ionado d 1 gobierno, por nombrami nto de la Audiencia l.
La admini tración d Fernández de Bu to fu' decisiva para el progreso
urbano de Cartagena, caracterizándose por el gran impulso que dió a las
obras públicas y por la tran formación del pueblo de bohíos n una ciudad
con la ma or parte de sus casas de piedra.
Debió desempeñar el cargo por poco tiempo, pues en 1572 era goberna-
dor Francisco Bahamonde de Lugo y en septiembre de 1574 se hizo cargo
Bu to de la gobernación de Popayán, pero por real cédula de 20 de julio de
este año se le nombró de nuevo gobernador de Cartagena 2.
En 1578 parece que había pedido al Consejo de Indias «se despedir des-
te gobierno», pues el Cabildo y los vecinos suplicaron al rey que no le tras-
ladase sino que le prorrogase en el cargo por tres o cuatro años, ya que
1 Acuerdo del Cabildo de 15·1-1571 (AGI: Santa Fe, 62). El Cabildo al rey, 31-1-1571, y Busto al
rey, 8-111-1571 (AGI: Santa Fe, 178, folios 238 y v.).
2 Fernández de Busto al rey, en Popayán, 18-IV-1575. Re, Madrid, 20-VII-1574, en la que se
nombra al doctor Mejías para que gobierne interinamente en Cargagena, mientras se toma la residencia
a Bahamonde y llega Busto, que ha sido nombrado para sucederle. Posesión del doctor Mejías ante el
Cabildo, 17-XIl-1574 (AGl: Santa Fe, 62).
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI
S2
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EL GOBERNADOR FERNÁNDEZ DE BUSTO
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI
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DRAKE, EN CARTAGENA
los soldados, sin que lograran detenerlos las órdenes de don Pedro Vique y
del Gobernador. M zclados ingleses y españoles, in conocerse unos de otros,
entraron por la trinchera que defendía una call , junto al convento de San-
to Domingo. Justo es consignar que no todos los defensores huyeron co-
bardemente. Entre los pocos que supieron cumplir con su deber hay que
recordar al veterano maestre de campo Alvaro de Mendoza,
19 Discurso del Capitán Francisco Drake, publ. por González Palencia, pág. 195.
20 Según una "Provanca de servicios hechos a su magestad por el maese de campo Alvaro de Men-
do~a", en 1576 (AGI: Santa Fe, 86), consta que tenía en esa fecha setenta años. Era extremeño, de
Don Benito (Badajoz), y estuvo casado con Doña Francisca de Heredia, hija de don Alonso y sobrina
del fundador de Cartagena. Su intervención en la lucha contra Drake se relata en otra información de
servicios, incluÍda en los autos de un pleito seguido por "Don Alvaro de Mendo~a ... con el fiscal,
sobre que diese por nulo cierto mandamiento de execución despachado contra él por el rescate de la
dicha ciudad tomada por Francisco Drake", 1587 (AGI: Escribanía de Cámara, 572).
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CARTAGENA FINES DEL SIGLO XVI
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ASPECTO DE LA CIUDAD
la empresa para quien sepa hasta qué punto estaban las ciudades de Indias
indefensas y desprevenidas». Y si a eso se añaden otros hechos indudables,
tales como el comercio de contrabando, la corrupción de las autoridades co-
loniales y la lentitud con que-entorpecidas por la burocracia-se tramita-
Dan en España las medidas de defensa contra la escuadra inglesa que en 1585
había pasado por las costas de Galicia, cabe preguntarse, como dice el au-
tor citado, «si Drake hubiera podido desear, para éxito e impunidad de sus
correrías, circunstancias más favorables que las que se le daban en aquel
tiempo en el Nuevo Reino de Granada» 4• 9
El último tercio del siglo XVI constituye una época decisiva en la historia
de las fortificaciones de Cartagena. Precisamente en los días en que Drake
era dueño de la ciudad, se tramitaba en el Consejo de Indias un grandioso
proyecto de defensa de todos los puertos del mar Caribe, cuya ejecución
fué confiada al célebre ingeniero Bautista Antonelli, que, en unión del maes-
tre de campo Juan de Tejeda, embarcó para las Indias en la armada que con
tanto anhelo esperaban los vecinos de Cartagena cuando la ciudad estaba
bajo el dominio del corsario inglés.
Con la llegada de Antonelli, entra en una fase decisiva el problema de
la fortificación de Cartagena. Aún habían de pasar muchos años ante de
que quedase en completo estado de defensa; pero con Antonelli comienza
la historia de las murallas y castillos, cuya construcción fu' obra de varias
generaciones de ingenieros y duró tanto como la época colonial. De acuerdo
con Juan de Tejeda, dispuso la construcción de un fuerte en la punta de
Icacos, a orillas del canal de Bocagrande, y otras obras en distintos luga-
res para defender los acceso a la ciudad. Dada la urgencia del caso, ya que
se temían nuevos ataques, e hicieron con carácter proví ional, a ba e de
madera y fajina, por lo cual tuvieron vida efímera. En 1588, el Cabildo vol-
vía a sus súplicas para que se fortifica e la ciudad, que, iempre temerosa
de ataques de enemigos, se hal1aba «tan en frontera como las de Berbería»,
según acertada expresión de sus autoridades municipales 25.
En 1594 volvió AntoneIli a Cartagena. En esta segunda y última visita a
la ciudad de Heredia, hizo los planos para cercarla, encerrando el recinto
urbano en una muralla abaluartada, cuyo trazado se conservó, en gran par-
te, a pesar de las transformaciones que sufrió a través de múltiples refor-
mas y reconstrucciones posteriores. Siguiendo las trazas de Antonelli, cons-
truyó la muralla el gobernador don Pedro de Acuña, y a fines del siglo XVI
quedó la ciudad encerrada en un cinturón de muros y baluartes.
Durante la época estudiada en el presente capítulo-último tercio del si-
glo xVI-adquiere Cartagena de Indias su fisonomía definitiva. Los planos de
la ciudad aquí reproducidos, singularmente el de Antonelli de 1595 y el le-
vantado por el gobernador don Pedro de Acuña en 1597 (figs. 13 y 16), mues-
57
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CARTAGENA FINES DH STGLO XVI
tran el trazado urbano en la última década del siglo; es decir, en los momen-
tos en que la ciudad e iba reconstruyendo después de su destrucción par-
cial por Sir Francí Drake. El recinto amurallado era entonces algo menor
que actualmente, pue por el Este cortaba el caserío por lo que hoyes la
plaza de San Di go, pero la comparación de esos planos con el de la ciudad
actual d mue tra clarament qu la planta del núcleo urbano encerrado en
las murallas no ha sufrido variación importante desde aquellos días hasta
el pre ente. La distribución de calles y cuadras es la misma que en la ac-
tualidad, y es fácil identificar en eso planos las principales vías y plazas
del recinto amurallado. Las dos calles que arrancan de la plaza de la Mar
-hoy de la Aduana-hacia el Nort , son la que hoy se llaman de la Co-
chera del Gobernador y del Candilejo, reconociéndose ésta fácilmente por
su trazado en ángulo, vago recuerdo de las tortuosas calle medievale de
la vieias ciudades españolas. Hacia el centro de la ciudad se encuentra la
Plaza Mayor-hoy de Bolívar-, en la que se indican los «Portales de los
Escribanos», que aún conservan ese nombre, del que hay constancia des-
de 1630. La cuadra ocupada por la catedral presenta alguna variación, pues
entonces era un edificio exento y ho ti n adosadas, por el lado del Evan-
gelio, otras edificacione que forman parte del Palacio Arzobi pal. La plaza
de los Jagüeyes. la plazoleta d Santo Domingo, tambi 'n e id ntifican fá-
cilment . La plaza de la Mar, construída en 1572 por Pedro Fernández de
Bu to, que ser ía de mu 11e para de cargar 10 batele de las flotas, cons-
tituy una e tampa ine timable de aqu lla parte de la ciudad, en los años
en que e olucionaba el pueblo de bohíos . casas de madera, hacia la urbe
con edificio de cantería (fig. 11). Toda ' la casa que daban frente a la
plaza tenían portales adintelado en la planta baja, y a juzgar por el dibujo
parece er que eran de madera. Por eso ' año se con truyó en ese lugar el
edificio d la Aduana (fig. 17), obra d cant ría que dió a la plaza el nom-
bre qu aún conserva. La « Plaza Real» era el lugar de vida ciudadana má
intensa, el mentidero y el mercado. En ella estaha la «Casa de su magestad
de contratación», las carnicería y las tiendas donde se vendían los man-
tenimientos; allí se celebraban fiestas y regocijos y hacían las milicias sus
«alarde ». Cuando llegaba la flota, armaban barracas los mercaderes para
re guardar los fardos de variadas mercancía , designadas entonces con el
nombre genérico de «ropa de Castilla».
La isla de Getsemaní estaba casi despoblada en la época de referencia.
En el plano de 1595 (fig. 13) no figuran otras construcciones que el convento
de San Francisco el matadero que mandó edificar Fernández de Busto. En
el de 1597 (fig. 16) aparece una distribución de solares a ba e de una calle
paralela a la ribera de la bahía-la actual calle Larga-y otras dos en cruz,
dirigidas a los cuatro puntos cardinales. La que va desde el puente hacia la
tierra firme es la que luego se llamó de la Media Luna. Este fué el primer
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OBRAS PÚBLICAS DE FERNÁNDEZ DE BUSTO
ensanche de Cartagena, que empezó a ser populoso a principios del siglo XVII
y más tarde quedó incorporado al recinto de murallas . •
26 Información de 1582.
27 Carta de 8-11I-1571 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 238 v.).
28 Carta de 16-01-1571 (AGI: Santa Fe, 187, tomo 1, folio 331).
29 Información de 1582.
~ Ibídem.
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CART AGENA A FI ES DEI. S IGLO XVI
que más de una vez fué escenario de pendencias que terminaron con san-
gre y dieron trabajo a la Justici'a 31.
Otra de la obras de utilidad pública que acometió Fernández de Busto
fué la del abastecimiento de agua. Esta n cesidad vital se dejaba sentir en
la ciudad desde los tiempos de 'u fundación, y ya hemos visto cómo fué
ésta una d la causas que se invocaron cuando se pensó en trasladarla a
otro sitio que reuniera mejore condicione. Ya n 1537, los oficiales reales
propusieron que se llevase ha ta la ciudad el agua de un arroyo cercano
al pu blo de Turbaco, pero, por diversos motivos, la idea no se había puesto
en práctica, y los vecinos continuaban surtiéndose de los «jagüeyes» o po-
zos que dieron nombre a uno d los barrios de Cartagena.
Consta que, en 1577, el cosmógrafo de la real armada Alonso Alvarez de
Toledo «avía empezado a dar hórden» para conducir hasta la ciudad el agua
del arroyo del Turbaco, pero par ce ser que, por orden del general de la ar-
mada , tuvo que abandonar la obra y embarcar para España. El Cabildo se
lamentaba de ello y pidió al rey que le hiciese volver para acabarla, por
tratarse de persona entendida «y tenello puesto en muy buen término» 32.
En 1576, Fernández de Bu to di puso que se cobrasen cierto derechos
obre los e clavos mercadería. , a fin de allegar fondos para la obra, pero
lo comerciant s s quejaron a la Audiencia y , ta prohibió esos impuestos.
Por e a causa, s gún se decía en 1582, «la obra avía cesado estando ya echo
lo má costo o d lla y comprado muchos materiales y teniendo bueno offi-
cial diestros y bien instru 'dos n el particular de la dicha obra» 33 . Al pa-
recer s trataba de un a u ducto «de cal y canto arco grandes que
mu de v r y obra muy grand » 3l . De graciadamente, nunca e t rminó. El
agua del arro. o d Matute jamá II gó a Cartagena, y los vecino tuvieron
que ontcntar e con con truir aljibe para recog r la de las lluvias. Ellas
surti ron al vecindario durante uatro iglos, pue el problema del abas-
tecimento de aguas sólo ha olucionado en nuestros días.
31 Se citan en los autos de un proceso instruido en 1580 (AGI: Santa Fe, 86).
32 Carta del Cabildo, 13-V-1577 (AGI: Santa Fe, 62).
33 RC. Lisboa, 24 -1-1582 (AGI: Santa Fe, 82).
34 Información de 1582.
3S Ibídem.
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LA CASA DE CABILDO Y EL HOSPITAL
to, los regidores del Municipio dejaron traslucir el temor a los piratas,
constante en aquellos años, pu decían que dichas casas «a nece idad pue-
den servir de alguna fortaleza por es tar en medio de la cibdad e ser de
piedra, e metiendo en ella alguna artillería y las demás cosas nec sarias
será fuerte, que aunque no fuese sino por esto de e su mag tad hazernos
la merced que se le pide» aG. Estas serían las ca a ' que e adquirieron, por-
iIÚciativa del Gobernador, en tres mil quiniento po. E taban situadas
frente a la iglesia mayor, y en llas se alojó Franci o Drake cuando se apo-
deró de la ciudad en 1586 37 • Debían tener cierta amplitud, ya que en Has
estaban instaladas las oficinas de los Ju licias, la Cárc 1 la d pend ncias
del Cabildo, ademá d la i ienda d 1 gobernador. Quizá su distribución
fuese a base de un patio central, pues con ta qu en 1600 e taban «rindidos
los pilares del patio» y l Cabildo encargó u in 'pección al maestro mayor
de la ciudad Simón González y al cantero Juan Tomás Rugcro :l •
A principios de 1579, Fernández de Bu oto daba noticia al r de hab r ter-
minado de edificar «el hospital e yglesia dél» 39. S gún la ya itada informa-
ción de 1582, el gobernador y u esposa pidieron limosnas muchas veces a
los vecinos y así «hizo fazer un ho pital... donde e tá fecha una yglc ia y un
quarto donde ay enfermerías». Con ta en el mismo docum nto que el edifi-
cio era de dos plantas.
36 "Yn trucción ... para Yuste Guerra" (AGI: Santa Fe, 62).
n "Expediente Catedral", citado en el capítulo siguiente, folios 182 y ss. En un plano de fines
del siglo XVI (Fig. 16) se indica el lugar que ocupaba la casa del gobernador, frente a la iglesia.
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CARTAGENA A FJ ES DEL SIGLO XVI
no está hecha la mitad de la hobra que a menster, antes están las paredes
sacadas fuera de los cimientos hasta un estado sobre la tierra en algunas
partes y en otra arrasadas con la tierra y esto es el cuerpo de la yglesia e ...
los cimientos de la capilla mayor aún no están abiertos». Provisionalmente
se celebraba el culto bajo «un techo cubierto de hasta estado y medio» y
no había aún claustro ni sacristía, reduciéndose la vivienda de los religiosos
a «un corredor de tablas donde ay siete celdas no más», insuficientes cuan-
do había que hospedar a los frailes que llegaban de España en tránsito para
el Nuevo Reino 43.
Resulta, pues, indudable, que la iglesia estaba sacada de cimientos en
fecha inmediatamente anterior a 1580. Haría entonces la traza alguno de
los arquitectos que trabajaban en la ciudad, quizá el maestro mayor de las
fortificaciones, Simón González, autor del plano de la catedral, comenzada
pocos años antes.
En la información de 1582 se dice que se estaba edificando el monasterio
dominico, «obra de mucha ymportancia», y se había «hecho parte dél de
cal y canto». El testigo don Alonso de Mendoza Carvajal-que con tanto
entusiasmo describía la ciudad - afirmaba en su declaración que estaba
«mucha parte de las paredes y portada mayor hecha». Como consta que se
comenzó el cuerpo de la iglesia ante que la capilla mayor, es posible que
en la fecha de referencia estuviese hecha una parte de la portada, quizá el
primer cuerpo, que tan bien refleja el estilo de los monumentos españoles
de esa época.
En 1588, una real cédula concedió al monasterio una limosna de qui-
nientos pesos, para reparar los daños que n su fábrica había causado Dra-
ke ", los cuales no serían de mucha consideración, por lO que respecta a la
estructura fundamental del edificio, dada su fortaleza. Años más tarde, los
dominicos solicitaron del rey fondos para continuar la obra, y por real cé-
dula de 17 de mayo de 1596 se ordenó al gobernador que, al acabarse la
catedral, se dejase el repartimiento establecido para costearla, destinando su
importe, hasta una cantidad de cinco mil pesos, a terminar las obras de
Santo Domingo y San Agustín 45. Algunos años antes, los dominicos habían
pedido licencia para llevar a Cartagena dos esclavos negros, uno carpintero
y otro albañil, a fin de emplearlos en las obras del monasterio, en el que
se estaba reconstruyendo lo destruído por el corsario inglés. El Consejo de
I.Indias informó favorablemente esta petición en 1594 46 ,
Durante la última década del siglo XVI y primera del siguiente debieron
continuarse las obras. Según el referido cronista Zamora, la mayor parte
de la fábrica de la iglesia se debió a fray Esteban de Ovalles, que llegó a la
43 Información pedida por el visitador fray Domingo de Alzola (AGI: Santa Fe, 234).
44 RC de 24-XI-1588 (AGI: Santa Fe, 238).
4S RC de 17-V-1596 (AGI: Santa Fe, 238).
46 Informe del Consejo, 12-X-1594 (AGI: Santa Fe, 1).
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EL CONVENTO DE SANTO DOMINGO
47 Ob. cit., pág. 235. Este debe ser el sentido exacto de la frase, pues se aprecia la existencia de
una errata.
48 Información pedida por el prior fray Tomás Vaca en 1620 (AGI: Santa Fe, 244).
49 Información pedida por fray Juan Dávalos en 1623 (AGI: Santa Fe, 244).
SO ZAMORA: Ob. cit., pág. 408.
SI FLOREZ DE OCARIZ: Genealogías del Nuevo Reino de Granada, tomo 1, pág. 103.
52 ZAMORA: Ob. cit., págs. 413 y 442.
53 Ibídem, pág. 334.
54 Ibídem, pág. 470 y ss.
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CARTAGENA A FJNES DEL SIGLO XVI
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EL CONVENTO DE SANTO DOMINGO
o
~"V't'"-f-_
........... . ..........
,
FIC. F. Planta del convento de Santo Domingo, según el doctor Simón Gómez de Lavalle.
del crucero y las capillas del lado de la Epístola, quedando sin edificar las
del ladp del Evangelio. La nave central debió de estar cubierta con bóvedas,
una para cada tramo, quizá vaídas, como la que cubre el crucero. Rendidas
éstas por el excesivo peso~ se hizo el trabajo de consolidación, costeado por
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CARTAGENA A FI~S DEL SIGLO XVI
57 Esto ha hecho creer a algunos eruditos e historiadores locales que la línea formada por el frente
del cuerpo de campanas y el muro exterior de la crujía oriental del claustro es la primitiva de la calle,
y que, con esa rasante, tuvo el edificio una fachada, anterior a la actual. No comparto estas opiniones,
porque, comparando el plano más antiguo de la ciudad con otros más modernos, se ve que la direc-
ción de la calle no ha variado. Bien es verdad que hay un plano de fines del siglo XVI (Fig. 12) en el
que la calle aparece con una dirección un poco distinta, pero la diferencia es tan pequeña que cabe
pensar en la imperfección y en el poco cuidado por detalles que no importaban al objeto del plano,
en el que sólo interesaba representar un proyecto de murallas. Creo, por tanto, que la calle siempre
tuvo la misma rasante y que la iglesia se proyectó tal como está hoy, aunque su construcción no se
hiciera de una vez, sino en las etapas señaladas más arriba.
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EL CONVENTO DE SANTO DOMINGO
58 En el Museo Hist6rico de Cartagena se conservan dos tinajas, fechadas en 1639 y 1640, que se
sacaron de la b6veda del coro con motivo de unas obras de reparaci6n. Cfr. DEL REAL TORRES:
Museo Hist6rico de Cartagena (Cartagena, 1943), pág. 100.
S9 ANGULO INIGUEZ:Historia delArteHispanoamericano,tomo 11, (Barcelona, 1950), capítuloV,
por E. MARCO DORT A, pág. 131.
60 En el paramento interior de la fachada se ve el mismo recuadro, cubierto en parte por uno de
los enormes arcos fajones de la b6veda. Se deduce de ello que al hacer las "arquerías" costeadas por el
Marqués de Villalta, fue necesario tapar el hueco, y entonces, o posteriormente, se abri6 la claraboya
circular para darle luz al coro.
61 PALLADIO: 19uattro libri dell'architectura. Venecia, 1570, págs. 54 y ss.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI
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EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO
~-------JI (
' .
...•....
La última década del siglo XVI y las dos primeras del XVII debieron ser
decisivas para la edificación del convento seráfico de Cartagena, pues fray
Pedro Simón dice que estaba «acavado el convento, aunque no tan capaz
como lo han menester sus muchos moradores» 66, y este cronista terminó
sus Noticias historiales ep 1628 67 • Fray Alonso de Zamora (1695) lo describe
como el mejor de la ciudad, con «un edificio de hermosa iglesia y claustro,
con muy capaces oficinas, huertas y deliciosas vistas a la Bahía y Puente» 68.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XV!
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EL CONVENTO DE SAN AGUSTfN
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI
LA ADUANA
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LA ADUANA. EL ALMACÉN DE GALERAS
EL ALMACÉN DE GALERAS
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI
Por los días en que Drake era dueño de Cartagena, el Consejo de Indias
recibía un memorial en el que don Pedro de Acuña, nombrado gobernador
de la plaza, solicitaba licencia para disponer lo necesario en cuanto a for-
tificarla 88. Pero ya la Corte había dispuesto abordar el problema, cada vez
más grave, de la defensa de los puertos de Indias. Antes de que en la Pen-
ínsula se tuviese noticia del saqueo de Cartagena, Felipe 11 encomendaba
el magno proyecto de fortificar los puertos de la costa atlántica y del Caribe
al Maestre de Campo Juan de Tejeda y al Ingeniero Bautista Antonelli.
El primero, designado para el gobierno de la isla de Cuba, asumía la
jefatura de la misión encomendada a ambos, pero la parte técnica de la
misma quedaba a cargo de Bautista Antonelli, a quien cupo el honor de ela-
borar el primer proyecto general para la defensa de los puertos de Indias.
Con él se inicia una era decisiva para la historia de las fortificaciones ame-
ricanas.
86 Sobre La A.rmada de Galeras ha escrito una excelente monografía la señorita Quintana Quin-
tero. Véase la Bibliografía.
87 ANGULO: Pl4nO$ •••• pág. 30 Y lám. 3.
88 Informe del Contejo, del 15·11-1586 (AGI: Santa Fe, 1).
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LAS FORTIFICACIONES: ANTONELLI
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CARTAGENA A FINES DEI. SIGLO XVI
pues se podrá hacer tan fácil y a poca costa como el maestre de campo
Juan de Tejeda y el ingeniero que viene para esto avisan» 90.
Antonelli y Tejeda inspeccionaron la ciudad y la bahía, y sin pérdida
de tiempo proyectaron las fortificaciones necesarias para la defensa de
ésta y de los lugares por donde aquélla podía ser invadida. En agosto del
referido año de 1586, el gobernador estaba dispuesto a comenzar las obras,
v para ello pedía que le cediesen «los esclavos maestros que están en la
Hauana y licencia para que trayamos de Cabo Verde algunos esclavos más
para peones» 91.
Mientras el gobernador Ludeña preparaba materiales y operarios, Anto-
neBi y Tejeda pasaron a visitar Nombre de Dios y la bahía de Portobelo,
que por sus inmejorables condiciones les pareció excelente para trasladar
a ella la población de aquel puerto, que además de tener peor fondeadero
era en extremo insalubre y menos apto para la defensa. A mediados de di-
ciembre estaban ambos de nuevo en Cartagena y daban cuenta a la Corte
de sus trabajos 92.
En la punta de Icacos, a orillas del canal de Bocagrande, procedió An-
tonelli a construir un fuerte de madera de ciento treinta pies en cuadro,
terraplenado con arena, tierra y fagina. Así quedaba defendido el canal por
donde había penetrado la escuadra de Drake, única entrada fácil para naves
de alto bordo que tenía entonces la bahía cartagenera. Para la defensa del
puerto interior, donde entraban buques de poco calado y las lanchas que
descargaban las flotas, aconsejó ampliar el fuertecillo del Boquerón. En
cuanto al canal de Bocachica-prácticamente inútil en aquella época-, dis-
puso que los buques guardacostas se encargasen de defenderlo en el caso
de que intensasen forzarlo: «si el enemigo quisiese entrar por la boca
chica, se deja orden que las galeras acudan a dicha boca, y poniendo las
proas a la canal no puede entrar navio ninguno, por ser la entrada muy
dificultosa». Con estas disposiciones quedaba en defensa la bahía, con sus
entradas y fondeaderos. En cuanto a las vías de acceso a la ciudad, dispuso
que en la lengua de tierra situada entre la Ciénaga del Ahorcado y el mar
se hiciese una trinchera defendida por un foso, y en la Caleta-lugar por
donde habían entrado las tropas de Drake-una estacada con otro foso que
pusiese en comunicación las aguas de la bahía con las del mar libre. De-
cidió, además, cortar la calzada de San Francisco-salida de la ciudad ha-
cia el barrio de Getsemaní - mediante un puente levadizo defendido por
trincheras 93. Con esas obras de fortificación parecía quedar asegurada la
91 Carta del gobernador al rey. de 13 de agosto de 1586 (AGI: Santa Fe. 37). En 1564 se com-
praron en Cartagena cincuenta esclavos negros que fueron enviados a La Habana para trabajar en las
fortificaciones que se hacían en ese puerto. El factor Velázquez al rey, 8-X-1564 (AGI: Santa Fe, 72).
92 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., pág. 246.
93 Carta de Antonelli a Juan de Ibarra, 16-ll-1586. (AGI: Patronato 193, ramo 46). La publican
LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., pág. z47.
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LAS FORTIfICACIONES: ANTONEI.U
94 AGI: Patronato, 193, ramo 46. La publican LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., IIl, pág. 248.
9S Documento citado en la nota 12.
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CARTAGENA A Fl ES DEL SIGLO XV[
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NUEVAS OBRAS DE FORTIFICACION
100 Ludeña al rey, 2-VUI-1589 (AGI: Santa Fe, 37). Publicada por MARCO: Ob. cit., página
199.
101 El Gobernador al Consejo, 3-VlIl-1589 (AGI: Santa Fe, 37).
102 El Gobernador al rey, 2-VIII-1589 (AGI: Santa Fe, 37).
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CAR~ GEN A A FJNES DEL SIGLO XVI
REGRESO DE ANTONELLI
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REGRESO DE ANTONELLI
donde comenzó varias obras, entre otras las del famoso castillo del Morro.
En 1589, obedeciendo órdenes recibidas, marchó a Honduras, visitó después
San Juan de Ulúa, la bahía de Fonseca y Puerto Caballos, regresando al año
si guiente a La Habana, desde donde escribió a su protector Juan d Ibarra
ellO de febrero de 1591, diciéndole que tenía noticias de que el rey había dis-
puesto fortificar la plaza de Cartagena, a la que iba de gobernador Gabriel
de Luján, a cuyas órdenes desearía servir. Continuó sus trabajos en La Ha-
oana, y dos años más tarde, el 15 de marzo de 1593, escribió nuevamente a
Ibarra manifestándole sus deseos de regresar a España, a fin de curarse una
dolencia incompatible con el clima de aquella ciudad. Su protector escribió
un memorial en su favor, pero ya entonces el rey le había ordenado pasar
a Cartagena y despachado una «Instrucción» 107 a él dirigida, señalándole las
prescripciones que había de guardar en las obras que tuviese a su cargo,
tanto en aquel puerto como en otros. El 8 de agosto del citado año escribió
a S. M. desde La Habana, agradeciéndole el nombramiento pero suplicando
le dispensase de aceptarlo y le diese licencia para ir a España a curarse, aña-
diendo que las obras de Cartagena podrían quedar a cargo de su sobrino
Cristóbal de Roda 108.
En marzo de 1594 el gobernador don Pedro de Acuña escribía al Consejo
de Indias suplicando que diesen orden a Antonelli para que fuese a Car-
tagena a dar las trazas de la fortificación, ya que, según le había comuni-
cado el gobernador de La Habana, había terminado allí sus trabajos. Mien-
tras esperaba su llegada, el Gobernador había construído en la Caleta una
cortina de cantería y traveses de quince pies de alto; de igual manera for-
tificó la Ciénaga del Ahorcado, y en todo el frente norte de la ciudad-bor-
deando el mar en una longitud de más de tres mil pasos-había hecho una
estacada con traveses y cortinas que, en su concepto, ofrecía bastante segu-
ridad mientras se hiciera la fortificación definitiva 109.
Dos meses más tarde, en carta a Ibarra, manifestaba el Gobernador su
satisfacción por haberse ordenado «a Juan Bautista Antonelli, Ingeniero, que
vaya a Puerto Velo a lo que allí se ha de hazer y que acuda a la fortificación
de aquí, pues haviéndose ofrecido esta ocasión no podrá dilatar mucho su
venida» 110. Más tarde escribía pidiendo que enviasen forzados para las gale-
ras que supiesen los oficios de canteros y albañiles, a fin de emplearlos en
las obras que estaban haciendo 11!.
107 RC. de instrucción a Antonelli, Madrid, II·IlI·1593 (AGI: Santa Fe, 211). Publicada por MAR-
CO: Ob. cit., pág. 193.
1<»3 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo I1I, pág. 61 Y ss.
109 El Gobernador al Consejo, l-IlI-1594 (AGI: Santa Fe, 31).
110 El Gobernador a Ibarra, 21-V-1594 (AGI: Santa Fé, 31).
111 El Gobernador al rey, 26-Vl-1594; ídem al rey, 8-XI-1594 (AGI: Santa Fe, 31). Varias veces rei-
teró la petición, hasta que en 1598 el Consejo informó favorablemente para que le enviasen cincuenta
galeotes que supiesen aquellos oficios. Consejo del 22-VI-1598 (AGI: Santa Fe, 1).
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVI
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REGRESO DE ANTCNELLt
un puentecillo tendido sobre el foso, con las casas que quedaban fuera del
recinto, entre la muralla y la Ciénaga.
A fines de 1595 hubo nuevas de enemigos en Cartagena, y ante el aviso
de que una armada inglesa-la de Drake-navegaba por el mar Caribe, el
Gobernador activó los trabajos: reparó la trinchera de la Ciénaga del Ahor-
cado-que por primera vez se empieza a llamar de Santa Catalina-, hizo
unos baluartes «de troncones» en la Caleta, donde emplazó alguna artillería,
y pudo reunir ochocientos hombres de guerra entre «la gente del sueldo y
la de la ciudad» 118. A principios del año siguiente continuaba la alarma, por
haber llegado aviso de que la escuadra inglesa navegaba en aguas del cabo
de la Vela, por lo que se redoblaron las precauciones 119.
En enero de 1597, el Consejo de Indias gestionaba en la Casa de Contra-
tación de Sevilla el embarque de treinta oficiales canteros y albañiles, que
marchaban a Cartagena a trabajar en sus fortificaciones 120. Las obras co-
menzarían con toda intensidad, pues a fines de ese año don Pedro de Acu-
ña escribía al Consejo dando cuenta de los trabajos y enviando un plano
(fig. 16), en el que, con todo detalle, se ve el estado de las fortificaciones
en aquella fecha 121. No consta quién fué el autor de esta traza, pero no
creo aventurado atribuirla a Simón González, cantero mayor de la ciudad.
La explicación contenida en la cartela del plano permite formar idea
exacta del estado de las obras. Es de notar que los puntos más vulnera-
bles de la ciudad se fortificaban con todo cuidado. Así, la parte situada
detrás de Santo Domingo, por donde había entrado Drake, tenía hecha una
muralla de veinticinco pies de grueso por veintidós de altura, construída
con gruesas vigas entabladas por dentro y por fuera y protegidas por esta
parte con seis pies de argamasa de cal y carcolejo a prueba de baterías, con
su correspondiente escarpa y parapeto. Del mismo grueso y altura era el
trozo de muralla de la parte de Santa Catalina---«que también puede ser
batido»-, delante del cual se proyectaba abrir un foso. Los baluartes adop-
taban formas diferentes, según las necesidades del terreno cer ado y según
los lugares que defendían. Así, al situado en Plaza Real se le dió la forma
que muestra el plano para no cortarla. En la calzada de Getsemaní se hizo
una esclusa que permitiría inundar la Ciénaga en caso necesario.
Comparando este plano con el firmado por Antonelli (fig. 13), se ve que,
en general, coinciden en lo referente a la muralla de la ciudad, de donde se
deduce que don Pedro de Acuña no hizo otra cosa que llevar a la práctica
el proyecto de aquel ingeniero, añadiendo la fortificación con baluartes y
cortinas de la trinchera de Santa Catalina y la unión de ésta con la cerca
de la ciudad mediante una muralla con tres baluartes. En realidad, esta
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CART AGENA A FINES DEL SIGLO XVI
última obra no era más que la reconstrucción con materiales más moder-
nos, de aquella empalizada construída por el mismo gobernador años an-
tes, que aparece dibujada en el plano de Antonelli.
El plano enviado por Acuña a la Corte (fig. 16) pasó a informe del miem-
bro del Consejo de Indias don Antonio Ossorio, en cuya opinión debió haber-
se fundado la ciudad en la isla de Getsemaní que, a su modo de ver, ofrecía
más posibilidades defensivas, pero siendo imposible trasladarla, urgía tanto
su fortificación que no había dado lugar «a que la materia de su fábrica fuese
más durable», y consideraba como cosa más importante que los baluartes
de Santa Catalina (señalados en el plano con letras V, X e Y) se hicieran
de piedra y cal «como yo lo dexé comenzado» 1.."2.
Por aquellos años, la defensa de los puertos de América parecía ocupar
el primer plano entre los múltiples problemas coloniales. Una real cédula
de 2 de junio de 1598 ordenó a don Luis Fajardo, General de la Armada
de las Indias, la inspección de las fortificaciones que se hacían en Portobelo,
La Habana y Cartagena, y desde el galeón «Santo Domingo», surto en este
último puerto, escribió el general emitiendo su informe el 4 de marzo
de 1599. En lo referente a Cartagena, su informe parece renovar el viejo
pleito acerca de las condiciones del emplazamiento: a pesar-decía-del
cuidado puesto por don Pedro de Acuña en cercar la ciudad y fortificar
sus entradas, «el sitio ... de suyo es tan desacomodado que cercándole todo
como oy lo está son menester seis mil hombres para defenderla», número
que no alcanzaba la población de la provincia; si se quisiere reducir «a me-
nos planta de la dicha ciudad, cortándola por los Jagüeyes que llaman, como
se verá en la misma planta, queda la que se dejare fuera por padrasto de
lo demás», y si bien en algunas partes tiene suficiente defensa con las cié-
nagas, queda la marina «que es arenal y de verano ra90nable desenvarca-
dero y surgidero para las naos, sin que les obligue a entrar en el puerto»,
por lo cual «nadie que la considere bien la podría guiar de fuerte en aquel
sitio», aunque continuando las obras comenzadas y dotándola de artillería
podría tener alguna defensa. En cuanto al puerto, opinaba que el castillo de
San Matías era ineficaz, no sólo por ser «muy flaco y de poca sustancia»,
sino porque el mar se había retirado, formando una ancha playa delante
de él y alejándole del canal, por lo cual creía conveniente que se le trasla-
dase a la punta del Judío, desde donde, cruzando sus fuegos con el del Bo-
querón, defendería mejor el surgidero. Por último, proponía que, para com-
pletar la defensa del puerto, se construyese una plataforma en un bajo si-
tuado entre la punta del Judío y la del Manzanillo 123 .
El plano de la ciudad a que hace referencia el informe anterior parece
ser uno, sin firma ni fecha, en que se indican «las cosas más particulares
de la ciudad de Cartagena» (figs. 12 y 14). Así me lo hace suponer el proyecto
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REGRESO DE ANTONELLI
124 Publicó e tos planos GONZALEZ PALENCIA: Ob. cit., láms. VI y VIT. No creo que sean obra
de AntonelJi, como se ha supue to (TORRES LANZAS: Ob. cit., núm. 22), pues las inexactitudes de
ambos planos contrastan con los detalles de los firmados por dicho ingeniero. Omito la reproducción
del "Designo de Cartagena de Indias" por su escasa importancia.
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C.9IPITULO 10/
La Igresia Cateárar
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Al comenzar el último cuarto del siglo XVI, cuando el gobernador Pedro
Fernández de Busto impuJ ó la construcción de la ciudad de Cartagena, no
quedó u templo principal al margen de aquel plan progresi ta de obras. Una
nueva catedral l vino a sustituir a la modesta iglesia de madera y caña que,
apartada de la Plaza Mayor, daba su fr nte a una estrecha calle, como nota
de medievalismo en una ciudad que, a mediados del siglo X J, deseaban cer-
car us regidores con murallas flanqueada de cubos y torres, a la manera
que lo fueron las de Castilla en la Edad Media. Tampoco la catedral nueva
se edificó en la Plaza Mayor, sino junto a las casas del Cabildo, con una de
sus fachadas lateral e dando frente a una plazuela inmediata a aquélla.
Mucho exageró el cronista dominico fray Alonso de Zamora al elogiar la
grandeza de la catedral de Cartagena incluyéndola entre los mejores edifi-
cios de las Indias. Pero aunque estos elogios hayan de ser disminuídos a
sus justos términos, sí tiene la catedral cartagenera n su favor e interés
que le presta su antigüedad, ya que la historia de su construcción nos revela
que fué edificada por los años 1577 y 1579, período que ha de ser ampliado
hasta 1612, si tenemos en cuenta que el siniestro ocurrido en 1600 hizo ne-
cesaria una obra de reconstrucción parciat que en nada varió la disposición
primitiva.
Así, pues, el edificio de referencia es un ejemplar arquitectónico del
último cuarto del siglo XVI, proyectado y construido en la época en que se
1 Este capítulo tiene su base documental en un legajo de 302 folios que bajo el rótulo "Yglesia
de Cartagena sobre su reedificación" (citado en ade lante "E xpediente Catedral") contiene los autos de
un proceso seguido contra el maestro Simón González, a quien se consideró culpable cuando el templo
se cayó parcialmente en 1600, y una probanza hecha a instancias de aquél en 1602 (AGI: Santa Fe,
232). Para no multiplicar las citas, sólo consignaré el folio cuando me refiera a documentos de otra
índole incluídos en las actuaciones judiciales. Todo dato cuya procedencia no se indique expresa·
mente, se encuentra en este expediente.
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LA IGLESIA CATEDRAL
HISTORIA DE SU ~ONSTRUCCI6N
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HISTORIA DE SU CONSTRUCCI6N
Las obras prosiguieron activamente, pues, un año más tarde, «cinco arcos
que se an de hazer en la capilla están ya para comenzar sobre los pilares
que están hechos». Surgió la duda de 'i 'e harían ]os arcos de ladrillo o
de piedra, y, oído el parecer de Simón González, se decidieron por lo se-
gundo, «por ser más perpétua obra la de piedra que la de ladrillo».
En el mismo año, el Gobernador escribía: «la obra va buena y en todo
el año entiendo quedará arrasada y aun parte della maderada». En enero
de 1579 comunicaba que estaba «arrasada la mitad de cantería y se van
echando las maderas y con toda presteza procuraré que se cubra la mitad
para pasar la iglesia bieja a ella y deshazer la bieja, para poder mejor pro-
seguir el edificio della». La obra alcanzaba ya cinco tapias de alto. En abril
de 1580 estaban cubiertas y tejadas la capilla mayor y las colaterales;
«la demás de la obra--escribía Busto--es muy andadera porque no inter-
viene en ella cantería y con brevedad se acabará» 2.
A principios de 1584 se concluía el buque de la iglesia: la capilla mayor
estaba terminada y se iba «enparejando para subir las maderas en la nabe
mayor». Entonces, como pareciera que no estaría bien ésta de la misma al-
tura que aquélla, decidió el Cabildo consultar a los maestros que traba-
jaban en la obra, y Simón González declaró que, «como persona que se
encargó de hazer la dicha yglesia, desde el principio la fundó para que
tuviese la dicha nabe mayor el altura que tiene la capilla mayor e tenien-
do consideración a este alto y a la piedra que es floxa y blanda e tiene
muchos agujeros, metió una columna más de las que pudiera lIeuar»; le
parecía mejor que ambas llevasen la misma altura, pues lo contrario sería
afearla. De la misma opinión fueron todos los maestros 3, a excepción de
Hernando Esteban, que se mostró partidario de que la nave mayor fuese
diez pies más baja que la capilla. El Cabildo se inclinó ante la mayoría y
dispuso que se continuase la obra conforme a la traza. Un año después es-
taba «el cuerpo de la iglesia cubierto de teja» y la obra terminada, aunque
faltaban la torre y otras dependencias.
En aquellos momentos decisivos para la historia de la edificación, cuan-
do la mayor parte estaba recién terminada, apareció Drake en el pUf'rto de
Cartagena, y para obligar a los vecinos a que pagasen el rescate que exigía
destruyó «tres arcos de la yglesia mayor, la cual estaba ya acabada que no
faltaba más de texar la quarta parte della, la cual mandó derribar el capitán
Francisco con una culebrina, que tiró una ora antes del día una pelota que
se alló en una caña de un pilar de la dan~a de arcos», el cual «cayó e truxo
tras de sí otros dos arcos y todo el enmaderamiento de encima» '. En los
autos de la causa aquí extractada, Simón González declaró «que lo que se
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LA IGLESIA CATEDRAL
cayó de la dicha yglesia fueron tres columnas y quatro arcos, y todo lo de-
más quedó en pié cubierta como estava y la danza de arcos donde cayeron
los tres pilares en pié».
Así las cosas, llegó en la armada de Alvaro Flores-la misma en que
venían Tejeda y Antonelli-«un grande maestro» llamado Benito de Mora-
les, que iba a Quito, seguramente con alguna misión especial, por cuanto se
intitulaba «criado de su magestad». El Gobernador le encargó que inspeccio-
nase los daños ocasionados por el corsario en el templo, y cumplida su mi-
sión rindió informe, en el que consta que hizo descubrir los fundamentos
de un pilar que se había inclinado un poco sobre la nave central y comprobó
que estaba muy bien cimentado, atribuyendo la inclinación a la falta de los
arcos derribados por Drake. Dio instrucciones para la reparación de los des-
perfectos y la fórmula de un betún con que debían cubrirse las maderas de
la cubierta en la parte de ellas que entran en las paredes, y aconsejaba, por
último, que al reconstruir la parte arruinada de aquélla se imitase en todo,
para que no hubiese «dibisión de obras de lazo ni otra suerte» y guardase
uniformidad el conjunto s.
Pasó el tiempo, y los daños no se repararon. En 1591 e cribía el obispo:
«esta obra ba muy a la larga con averse podido acavar el daño que el Drake
hizo en e pacio de un año y andar en seis años que se hizo el daño y aora
estar por acavar y save Dios quando se acavará, con grandíssimo detri-
mento de lo edificado que se destruye todo con las aguas y con mucha ofen-
sa de los que entramos en la yglesia lloviéndose toda ella y no aprovechan
ruegos ni amonestaciones, aprovéchan e del dinero y gásta e en salarios
de maiordomos y sobre estantes y no se haze nada» 6. No obstante el pesi-
mismo del obispo-que retrata la frecuente enemistad entre las autorida-
des militares y eclesiásticas de la colonia-, e trabajaba en la reconstruc-
ción, aunque lentamente; pese al buen deseo del Gobernador, no se había
adelantado mucho la obra, porque los fondos destinados a la fábrica se ha-
bían gastado en pagar el rescate exigido por ingleses 'l. Hacia 1598, el can-
tero Juan de Urrea labraba piedra con destino a la obra de la torre, que se
hacía bajo la dirección del maestro Juan de Tolosa.
Cuando, después de tantas alternativas, quedó por segunda vez casi ter-
minada la catedral, ocurrió un suceso inesperado: en la noche del 7 de
agosto de 1600-noche tranquila, «sin huracán ni terremoto»-, la nave ma-
yor y una lateral se desplomaron. Cuatro días después el Cabildo se querelló
contra el maestro Simón González, considerándole responsable del desas-
tre. A fines del mismo año, el Gobernador escribió al rey dándole cuenta
s Folio 79 y ss. Por curiosidad copio la receta del betún para conservar las maderas: "Cien libras
de pez, veinte de aceyte, diez de cebo de baca, treinta de escoria de hierro bien molida y cernida con
espezo cedazo que quede ynpalpable como harina; esto cocerá en una or~a asta que echando la saliva
en ella no salte aguosidad y se queme la saliba".
6 El obispo al rey, 10-V-1591 (AGI: Santa Fe, 228).
7 ANGULO: Planos . .. , pág. 29.
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HISTORIA DE SU CONSTRUCCIÓN
del siniestro, en vista de lo cual éste dictó una real cédula, fechada en Va-
lladolid a 2 de septiembre del año siguiente, pidi 'ndole amplios informes de
las causas que lo motivaron 8, orden que fue cumplida con el envío de un
testimonio de la causa seguida contra Simón González. Antes de que estos
documentos llegaran a la Corte, el rey concedió, por cédula de 20 de junio
de 1602, un donativo de mil ducados para la reedificación de la catedral 9.
En 1602, el gobernador don Jerónimo de Zuazo escribía que los maestros
de cantería y albañilería calculaban el costo de la reedificación en veinte
mil ducados, que se podrían repartir por tercias partes entre la Real Ha-
cienda, la ciudad y los encomenderos 10. Provisionalmente, «para celebrar
los oficios divinos se cubrieron de paja dos partes de la nave del medio»,
y así se siguió utilizando el templo, aunque con gran molestia para el clero
y los fieles, porque cuando caía «algún aguazero grande ... no se puede
dezir missa en la capilla mayor ni en los demás altares» 11.
Años más tarde, la reedificación había comenzado, pues en 1607 escribía
el citado obispo: «la ygle ia está que es lástima, cubierta la nave de enme-
dio y una lateral con palma»; pero gracias a las acertadas gestiones del go-
bernador don Diego Fernández de Velasco, reunieron tres mil quinientos
pesos de limosnas dadas por los vecinos, y con esa cantidad se habían «pues-
to en perfección ocho pilar s y los arcos», quedando por hacer las dos na-
ves colaterales y la nave de enmedio, que [para] acabarse todo esto de cu-
brir y enmaderar serán necesarios, según dicen Jo officiales», otros veinti-
cuatro mil pesos 12. También se cubrió entonce la capilla mayor y parte de
la nave central 13 •
Dos años después la obra seguía, pero tocaban a su fin los seis mil du-
cados que el rey le concediera, por lo que, a petición de los mayordomos de
la fábrica Juan de Campos y Francisco Montero, el Gobernador ordenó al
Maestro Mayor de la ciudad Simón González, a 10 nlaestros de al~añilería
Nicolás de Ontiveros y Juan Tomás Rugero, y a los de carpintería Alonso
López, Juan Ga .. cía de Tarifa y Lucas de Góngora, que hiciesen una visita
a la obra e informasen acerca de lo que costaría acabarla y ponerla «en el
estado que estava».
El 15 de mayo de 1609, los artífices arriba citados informaron de su vi-
sita a las obras ante el escribano Alonso de la Fuente: «la dicha iglesia
tiene tres naves, una principal y dos colaterales, y ... la nave mayor e una
de las colaterales fué la que se cayó y vino abajo, y una dellas quedó entera
como se está oy, y ... de la reedificación della se han hecho los pilares y ar-
8 Folio 298, v.
9 URUETA: Documentos . .. , tomo 1, pág. 260.
10 El Gobernador al rey, 16-VIlI-1602 (AGI: Santa Fe, 38).
11 El obispo fray Juan de Ladrada al rey, 12-Vll1-1602 (AGI: Santa Fe, 228).
12 El obispo al rey, 24-VI-1607 (AGI: Santa Fe, 228).
13 "Información de oUicio echa por el obispo de Cartagena, año 1612" (en adelante: "Infor-
mación de 1612"; AGI: Santa Fe, 242).
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LA IGLESIA CATEDRAL
cos que corresponden a los que quedaron en pie y la dicha nave colateral,
y al presente está enmaderada de maderas nuevas y encima dello se van ha-
ciendo unas claravoias y un pedazo de pared para corresponder a la otra
naue, y... para cubrir la nave mayor se va cubriendo mucha parte de ma-
dera». Calculaban que «en lo nuevamente hecho» se habían gastado doce mil
pesos y que para acabarla y «ponerla en el estado que estava» se necesita-
rían veinte mil más, «en que an de entrar puertas y solado de la yglesia y
sacristía, excepto la torre, que no entra en esta tasación y faltará la mitad
della por hacer». Así lo declararon «como personas que an asistido en la
dicha obra cada uno en su ministerio» H.
Entonces el obispo fray Juan de Ladrada aplicó sus rentas a la reedifi-
cación de la iglesia y encontró un activo y desinteresado colaborador en la
persona del provisor don Bernardino de Almansa, a quien nombró tesorero
de la fábrica. Este puso toda su voluntad y su hacienda al servicio de la
obra y, salvando muchas veces con sus bienes las dificultades económicas,
dejó el templo «reedificado y acabado de todo punto» en 1612, quedando
la iglesia «en muy gran perfectión y muy lucida y adornada de puertas, re-
xas de coro y otras cosas» 15 . «Su misma fábrica-escribía Zamora-mani-
fiesta el corazón del prelado que costeó un edificio de tanta grandeza, que
es uno de los mejores que ay en Indias» 16.
En 1653, el maestro Diego Serrano construyó, por encargo de la Her-
mandad de Sacerdotes de San Pedro, las bóvedas situadas al pie de las
gradas de la capilla mayor, destinadas a sepulturas de los hermanos de
aquélla, así como de los obispos, gobernadores y prebendados. Años des-
pués surgió un pleito entre la Hermandad y el maestrescuela por la pose-
sión de las bóvedas, lo cual dió lugar a que aquélla remitiese al Consejo
en 1666, el interesante plano de la capilla mayor 17 , al que me referiré más
adelante.
Por estos años, el obispo don Antonio Sanz Lozano--que tomó posesión
de la sede en 1661 y la rigió durante veinte años-«levantó su torre, que lle-
nó de muy buenas campanas», según refiere el cronista Zamora 18.
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LA TRAZA DEL T~lPLO
de 1600, se atendió a rehacerla dejándola tal como estaba antes del Slnles-
tro y siguiendo-al menos en lo fundamental-la traza primiti a. Por lo
tanto, se puede asegurar que el templo actual responde en todo al plano
y proyecto que hizo Simón González en 1575. Valiéndome de los datos con-
tenidos en los documentos, trataré de reconstruir la iglesia proyectada en
esa fecha y concluída en 1586, haciendo constar las coincidencias con el tem-
plo que hoy existe.
Proyectó González una iglesia de tres naves, separada entre sí por seis co-
lumnas y dejando a ambo lados de las naves laterales e pacio para que los
vecinos edificasen capilla, pero como ninguno solicitara fundarlas, se maci-
zaron las paredes exterior ,que en el plano tenían eñalado los arcos que
comunicarían dicha capillas con las naves lateraJe . Replanteado el edificio
viendo que la piedra era blanda y de a pe lo po o resistente, González de-
cidió añadir un oporte más a cada lado, disminuyendo así la luz de los ar-
cos al repartir el mismo espacio entre siete columna. Por esta causa, el
Cabildo Eclesiástico se quejaba-con e idente xag ración-de que la igle-
sia tenía «muy larga la na es y muy angostas, que de una a otra no se
puede ver misa»; y añadía que la capilla mayor ra «muy pequeña» y «el
altar mayor muy baxo que no tiene sino siete gradas» 19.
Los soportes eran columna~ de fuste cilíndrico ~o , formados de hiladas
de cantería, sobre los que apoyarían arco d medio punto, también de
piedra. Sobre ellos argaba una par d de mampostería hasta alcanzar la al-
tura de la nave central, igual a la de la capilla mayor.
En cuanto a la cubierta d las naves, on ta que la c ntral tenía arma-
dura de edro con almizate. Las laterales e tuvieron cubiertas en un prin-
cipio con azoteas, pero después, para aligerar la carga que gravitaba sobre
los muro, se cubrieron con tejados de una sola ertiente; así se deduce de
la inspección d el monumento y de la declaración de uno de los t stigos del
expediente que contiene estos datos. El cantero y albañil Juan Miguel Gó-
mez declaraba que eran umamente pesadas « la azotea y mad ras y ar-
gamasas y ... todo lo con que esta a cubierta», y opinaba que «pudiera
estar cubierta la dicha yglesia con tablas y tejas y esto era más libia-
no». En el edificio se observa que los tejados que hoy cubren las naves
laterales, cortan por su mitad las claraboyas circulares que dan luz a la
central, circunstancia moti ada por la necesidad de cubrir con el plano in-
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LA IGLE lA CATEDRAL
clinado del tejado, lo que se proyectó para estar cubierto con una azotea
horizontal 21. Las capillas colaterales están cubiertas con bóvedas de arista,
que seguramente son contemporáneas de la del presbiterio.
Entre las dependencias de la catedral se citan, en los autos de 1600, la
capilla bautismal y la torre, a la que se le había hecho la escal ra en medio,
aunque en la planta aprobada por las autoridades figuraba en una esquina.
En el plano de Cartagena de 1597, que atribuyo a Simón González,. apa-
rece la planta de la catedral dibujada con bastante detalle y en forma que
coincide, casi exactamente, con la descrita más arriba (fig. 27): tres naves
separadas entre sí por siete columnas y capilla mayor ocha ada; n el lado
del Evangelio, a los pies de la iglesia, está la torre con la escalera a un lado,
o sea tal como debió figurar en la planta aprobada por el Cabildo; inme-
diata a la torre está una dependencia que debía de ser capilla bautismal,
puesto que parece indicarse la pila; y en el mismo lado, junto al pres-
biterio, hay otra dependencia que quizá fue e la sacristía. Las dimensio-
nes aproximadas del templo-según la escala del plano-son: ciento diez
pasos de largo de eje, correspondiendo noventa y ocho al cuerpo de la
iglesia y doce a la capilla mayor, y cuarenta y cinco de ancho.
En el plano de 1666 (fig. 35) aparece la capilla mayor separada por una
grada del cuerpo del templo, y a ambos lados de ella las colaterales de la
Concepción y del Carmen, que sirven de brazos al crucero. El gran arco
toral y los arcos que comunican esas capillas con la mayor y con las naves
laterales, descansan sobre un soporte formado por cuatro medias columnas
que, en la nave central, se prolongan en forma de pilastra para alcanzar
mayor altura. La capilla mayor, de planta ocha ada, se cubr con una bó-
veda esquifada con lun tos, en los que e abren ventanas circulares. Todo
esto coincide con el templo actual, así como las siete gradas que dan acceso
al altar mayor que, como hemos visto más arriba, corresponden al proyecto
primitivo.
Comparando el plano del siglo x 1 con el de la catedral que subsiste
(fig. H), se ve que coinciden en lo su tancial, por lo que puede afirmarse
que la planta es la primitiva y no fue variada cuando se reconstruyó par-
cialmente e) templo después de 1600.
Cuando en 1612 se terminó la reedificación, quedó la capilla mayor con-
c1uída tal como aparece en el plano de 1666 y como está hoy. Con posterio-
ridad a esta fecha se hizo la capilla del Sagrario, ocupando parte de la que
primitivamente sirvió de Baptisterio, y luego se añadió entre aquélla y la
sacristía una sala capitular, que quedó separada de la capilla del Sagrario
por un pórtico. Ya en época reciente, se hicieron capillas en la antigua sala
capitular y en el muro del Evangelio se abrieron arcos para darles acceso.
21 Se equivocó Gastón LELARGE (La catedral de Cartagena, Cartagena, 1932, pág. 14) al afir-
mar que ello obedeció a un error del alarife, que no supo interpretar el alzado.
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FIGS. 36 Y 37. Plantas baja y alta de la Casa de la Inquisición .1628?
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(]¡u;rl'J. dtlcJ. umitAI1II.
.. • .. • o • • • •
FIG. 38. Plaza Mayor de Cartagena. 1630. - FlG. 39. Planta de las murallas, con indicación de lo construído
por Francisco de Murga. 1630
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I 'f ':l" '" ... . ,.., '", .,., JP, .. , -1
.fJ(JJla~IÍ",<&,SA"A~ .C.¡jJ."<!t-l-¡l.r.n...,
FIG.40. Plano del baluarte de San Felipe (hoy Santo Domingo), por Cristóbal de Roda. 1614.
FIG. 41. Plano de la plataforma Santángel, por Cristóbal de Roda. 1617
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FIG. 42. Iglesia de la Trinidad. FlG. 43. Ermita de San Roque.
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FIG. 46. La bahía de Cartagena y sus inmediaciones. 1631?
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EL TEMPLO ACTUAL
EL TEMPLO ACTUAL
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gura 24). En el testero sobresale la capilla mayor, que tiene cabecera ocha-
vada, como la de la catedral de Méjico y como la comenzada a construir en
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LA IGLESIA CATEDRAL
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EL TEMPLO ACTUAL
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LA IGLESIA CATEDRAL
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LOS MAESTROS DE L ATEDRAL
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Cf4PlPULO o/
La Ciuáaá
y sus 7'ortificaciones en 1633
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La fecha de 1633, en que Cartagena de Indias cumplió el primer siglo de
su vida urbana, pued s r e cogida para c rrar uno de los períodos más fe-
cundo de su exi tencia, por lo que e refiere al aspecto monumental y ar-
tí tico. El primer tercio del siglo x II fu ' pródigo en año de int n a acti-
vidad, y la frecuencia con que la Junta de Guerra del Con ejo de India
buscaba soluciones para los múltiples problemas derivado de la necc idad
de garantizar su seguridad contra cor arios y enemigos, demu stra plena-
ID nte el interés de la lejana metrópoli por aqu Ua ciudad, que, ademá de
, er «una d la mejores que vuestra mage tad tiene por e ta parte» 1, era
también, por u importancia estratégica, la llave y el antemural d medio
imperio.
Construccione religiosas y civil , ca a y convento, mbelleci ron la
ciudad d 1 Caribe, mientras e acom tía de nuevo la fábrica d la mura-
lla que rodeaban con un cerco de piedra al casco urbano, o la de lo fuerte
y castillo que, emplazados en 10 puntos estratégicos de la costa, habían
de garantizar la def nsa d 1 hermoso puerto.
Aún cercano en el tiempo el rudo golpe con que Drake la pusiera al
borde de la ruina, su efectos habían quedado mucho más atrás, borra-
dos por una prosperidad cada vez más creciente. El tráfico de las flotas con
la metrópoli y el de los territorios del interior a través de la vía fluvial del
Magdalena-arteria vital de Nueva Granada-vertía torrentes de oro sobre
Cartagena de Indias, primer mercado de América del Sur. La inmigración
había de ser bastante numerosa, y si se consideran otras circunstancias,
tales como el establecimiento de una guarnición permanente y el gran nú-
mero de trabajadore y artesanos que se ocupaban en las obras militares,
se explica el rápido aumento de la población en un tercio de siglo: la ciu-
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
dad, que albergaba cuatrocientas familias en 1573, veía duplicado ese nú-
mero en 1607 2 ; si el dato es cierto, como parece serlo, un cómputo muy
bajo permite calcular de cuatro a cinco mil almas, a las que habrá que aña-
dir la población forastera, muy numerosa en «tiempo de flota».
Este aumento del vecindario motivó, como es natural, la expansión del
núcleo urbano. El caserío se extendió hacia la isla de Getsemaní, la cual
quedó incorporada al primitivo casco; y más allá de la puerta de la Media
Luna, fuera de las murallas que cercaron aquel barrio, surgieron grupos de
población diseminados en estancias, tejares y pesquerías que, al pie de los
cerros de San Lázaro y La Popa, constituyeron el germen de populosos ba-
rrios de hoy.
El bienestar económico de los vecinos se tradujo en apoyo pecuniario
a fundaciones religiosas y establecimientos benéficos. A orillas de las tran-
quilas aguas del puerto, entre dos baluartes de la muralla, construyeron los
jesuítas una pequeña iglesia y un colegio, que posteriormente fue ampliado
varias veces. En la «Plaza de la Mar» o de la Aduana , también adosado a
la muralla, fue construído un edificio para las Cajas Reales, que aún sub-
siste y dedicado a los mismos fines aduaneros que motivaron su construc-
ción. Variada por completo en la actualidad la fi onomía de la pintoresca
plazuela-todo bullicio cuando la flota estaba en el puerto-, los balcones
de madera pintada y la arquería sobre columna del viejo edificio siguen
recordando, en aquel lugar, la época dorada de los galeones. La Plaza Ma-
yor, frontera a la catedral y a la casa del Cabildo, mentidero de litigantes
que acudían a las tienda del «Portal de los Escribano », quedó «bien caU-
ficada por las casas de la Inquisición », que ocuparon la parte del poniente,
hasta que, má de un siglo d pué, se construyó el palacio barroco que
vino a reemplazarlas. El suelo de la plaza, como el de las calles, no plan-
teaba problemas de desagüe en la época de lluvias torrenciales: «es todo
arenisco, sin otro empedrado ni enladrillado, donde con facilidad se con-
sume el agua que llueve» s.
La piadosa dama doña María de Barros funda el convento de Santa Te-
resa, el primer convento de monjas que hubo en Cartagena, establecido bajo
la regla de la santa de Avila. Un legado de doña Catalina de Cabrera per-
mite la construcción del monasterio de Santa Clara, que extendió sus claus-
tros a espaldas de «la Marina» hasta cerca de las murallas que defendían la
orilla del mar. Algo más lejos, en el barrio de los Jagüeyes, el Capitán Jorge
Fernández Gramajo construye a su costa el convento de San Diego, «tan
acabado y perfecto como el mejor que tiene toda Europa», a juzgar por el
testimonio, demasiado optimista, de fray Pedro Simón~. En el barrio de
Getsemaní establecieron los hermanos de San Juan de Dios un hospital de
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ASPECTO DEL CASERío DE INTRAMUROS
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
t08
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EL GOBERNADOR FRANCISCO DE M RGA
7 "Descripción geográfica e hidrográfica de muchas tierras ... ", por NICOLAS DE CARDON A
(Biblioteca Nacional, Madrid: mss. 2468, folio 73).
8 AGI: anta Fe, 217.
9 El Cabildo al rey, 24-XI-1631 (AGI: Santa Fe, 217).
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LA CIUDAD Y S FORTIFICACIO ES EN 1633
dar aviso de los figuros que o tienen los Puerto de e ta Ciudad de Car-
thagena donde al presente me hallo, que admiro de ver lo mucho que ha
procurado y procura su fortificación el Mae e de Campo Franci co ele Mur-
ga que a su cargo la tiene y la govierna;", que parese caso impo ible que en
tan breve tiempo se haya podido hazer (sin contar otros muchos pertre-
chos de guerra) un muro, al parecer inexpugnable, con tres importantíssimas
fuerzas bastantes para resistir al enemigo, aunque sean mucha las suyas» 10,
Aunque al cumplir el primer centenario de su nacimiento a la ida mu-
nicipal y urbana pudo creer Cartagena de Indias que e taba resuelto el pro-
blema de su defensa, no fue así. Las obras de fortificación duraron toda ía
otros dos siglos. Sin embargo, la fecha con'memorativa del primer centena-
rio cierra, sin duda, uno de los períodos más intensos y fecundos del des-
arrollo urbano. Veamos la historia de los monumentos religiosos, civiles
y militares construídos durante esos años.
EL COLEGIO DE LA COMPAÑíA
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EL COLEGtO DE LA COMPAÑiA
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LA 1UDAD y S S FORTf FIC CIO ES E ' 1633
C01110 la muralla t nía de ancho treinta pies y bastaball diel. para la nece-
sidades de comunicación entre los trave~es de ambos lados de la cortina y
é ' la no había de lle ar artillería, propu o que se diese a lo religio o el
espacio de lo veinte pies restantes correspondientes a la parte onslruída
obre el olar del Col gio. Aunque Roda juzgaba que era ésta la única olu-
ción posible, reía que ni aun así les quedaría sitio suficiente para labrar
la iglesia y el Col gio 19,
En vista le ello, el gobernador Franci co de Murga autorizó a los je-
suíta ' para on -truir parte de la vivienda sobre la muralla, y así lo hicie-
ron, 'in duda con arregl a la lraza que había hecho Juan M jía del Valle.
Edificado a í 1 01 gio, lo religio o se mantu ieron en pacífica posesión
de la fábri a de la muralla que 1 sirve de a iento, hasta que el goberna-
dor Mel hor Aguil fa (1637-1640) mandó informar a arios mini~tro y, cn
cons cu 11 'ia, una r al cédula ordenó u d moli ión. La Compañía acudió
al Consejo dici ndo que se había empeñado en má de cin uenta mil pesos
«que importa el sitio tomado para la fortificación, y edificio fabricado $0-
br ella que se ha d demoler»; y como para desembarazar la muralla, de-
jando paso fran o a sus espalda, ra preciso no solamente d truir lo
edificado sobre Ha, ino, además, «darle por medio a la capilla mayor», el
cumplimiento de la di posición equi aidría al abandono del Colegio por los
Jesuíta, a que carecían de m dios para edificar de nuevo en otra parte.
Atendiendo esas raliollc , la real cédula de 1 d diciembre de 1645 20 enco-
mendó al gobernador el n Lui Fernández de Córdoba la solución del asunto.
El pleito a í com nzado duró arios añ . En 1656 propuso el ing niero
Juan de Som illa T jada que d plaza e la muralla hacia l xterior,
d jando ntre é ta l Col gio una calle, tal como aparece en un plano que
hizo enton (fig. 32). Informada la Corte, una real cédula de 31 de di-
ci mbre d 1657 admitió la olu ión propu sta por el ingeniero, a condi-
ción de qu la Compañía edificase a su co la los baluartes y la muralla,
prestando la fianza corre pondiente 21 . En 1659 se le concedieron lo alma-
cenes situado n la muralla d bajo del Colegio, cedi ndo los jesuítas a
cambio una ca a que tenían en la parte interior de la ciudad, en la cual se
instalaron las carnicería 22 .
La parte del Colegio de la Compañía construída en tiempos del gober-
nador Francisco de Murga y repre entada en el dibujo de Juan de Somovi-
Ila, se conser a actualm nte, aunque un poco ariada. Los arcos de medio
punto de la larga galería edifi ada obr la muralla vieja, fueron tapiados
en época no muy remota, tal vez cuando la casa se dedicó a cuartel en el
19AGI: Santa Fe, 218. La publican LLAG NO-CEAN: Ob . cit., tomo m, pág. 327.
20AG I: anta Fe, 989, libro 10, folio 106. Publicada con alguno errores de tran cripción por
URUETA: Documentos . .. , tomo 11 , pág . 263.
21 ANGULO: Planos ... , pág. 11 Y lám. 20.
22 RC. de 15·X- 1622 (AG I : Santa Fe, 43).
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EL CONVENTO DE SAN DIEGO
23 ANGULO : Planos . .. , pág. 78. Parte de lo que fue Colegio de la Compañía es hoy Cuarte l. La
" call e de ronda" (B-B del plano) corresponde actualmente al patio de éste)' a un pequeño jardín de
lo religiosos, al cual se abre una de la puertas de la muralla vieja. Sobre el segundo piso de la crujía
repre entada en el plano existe otra planta con balcón corrido de construcción más moderna.
14 "El convento de San Diego de los Recoleto descalc;os de la horden de Santo Fran ci co d e la
ciudad de Cartagena de Yndias". Cuaderno de hojas sueltas (citado en adelante: "Expediente San
Diego"). AGI: Santa Fe, 243.
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
2S Ibídem.
26 Noticia historial . .. , BH, tomo IV, pág. 460. No encontré en la iglesia una lápida que perpe-
tuaba el hecho y que transcriben URUET A y pn~ERES: Cartagena y sus cercanías, página 181.
2? Ob. cit., tomo IV, pág. 364.
28 DEL REAL TORRES: Museo Histórico de Cartagena. Catálogo (Cartagena, 1942), página 143.
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EL CONVENtO DE SANTA TERESA
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EL CONVENTO DE SANTA CLARA
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
EL CONVENTO DE LA MERCED
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EL HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS
45 FRAY JUAN DE LOS SANTOS: Chronología Hospitalaria ... (Madrid, 1716), pág. 294 Y ss.
46 Carta de 16-V-1603 (AGI: Santa Fe, 240).
47 URUETA: Documentos . .. , tomo 1, pág. 273.
48 El gobernador al rey, l-XI-1605 (AGI: Santa Fe, 38).
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
Gobernador que, poco después de tomar posesión del gobierno, había am-
pliado el edificio, haciendo dos salas grandes, cocina, despensa y refec-
torio, y faltaba hacer la iglesia y un dormitorio para mujeres 48. En 1607 es-
cribió de nuevo, dando cuenta de que habían privado al hospital del disfrute
de ciertos bienes legados por Catalina de Cabrera para fundar un convento,
por lo que, al perder esas rentas, la situación económica del establecimien-
to era muy difícil·9•
En 1612, el Cabildo propuso a los hermanos de San Juan de Dios que
se hiciesen cargo del hospital, con todos sus bienes y rentas, proposición
que aceptaron bajo ciertas condiciones, que fueron discutidas por el Cabil-
do, el cual, a su vez, añadió otras y las notificó a los religiosos. Reuniéronse
éstos en la capilla mayor del Hospital de San Sebastián el 29 de noviembre
de ese año, presididos por el hermano mayor Juanes de Segura, y leídas las
condiciones, todos fueron unánimes en aceptarlas, firmando, en unión de
los testigos, el acta que levantó el escribano.
Las condiciones eran, entre otras, que el Hospital del Espíritu Santo,
que habían levantado en el barrio de GetsemanÍ, «se estará como se está
sin proseguir en su fábrica ni edifficio» hasta tanto que S. M. aprobase la
entrega del de San Sebastián a los religiosos y, una vez obtenida la aproba-
ción real y con ella la propiedad de este e tablecimiento, tendrían la obli-
gación de deshac r aquél y añadir sus bienes a lo que el de San Seba tián
poseía.
Los juanino pidi ron licencia al obi po y, obt nida ésta, el 3 de enero
de 1613 e hizo la escritura de entr ga del Hospital de San S bastián a lo
religio os so. En esto documentos se cita la capilla de San Cosme y San
Damián, en la igle ia del hospital. Ocupaba éste el solar en que estuvo si-
tuada la primitiva catedral de Cartagena, en la esquina de las actuales ca-
lles del Coliseo y del Colegio. El edificio-oeupado en el siglo XVIII por el
Seminario de San Carlos-ha sido muy transformado y nada queda de lo
'q ue en tiempos sirviera de hospital, a excepción de la portada de la igle ia ,
que carece de interés arquitectónico.
LA CASA DE MONEDA
49 El albacea de Catalina de Cabrera había conseguido que e embargaran lo bienes para atender
con ellos a la fundación de la Clarisas, de acuerdo con la voluntad de la difunta. El gobernador in istio
en la necesidad del Hospital, "pues sin este monesterio - decía - hay otros cinco, que para lugar que
no tiene ochocientos vecinos son muchos monesterios". (Carta de 12-VII-1607; AGI: Santa Fe, 38).
SO "El combento de San Juan de Dios de la ciudad de Cartagena" (un cuad rno), folio 34 (AGI:
Santa Fe, 246).
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LA CASA DE LA MONEDA
una casa que arrendó en cuatrocientos pesos. Diez años después, como con-
secuencia de otra disposición de 17 de marzo de 1630 51 , pidió el Cabildo que
se obligase a construir casa propia, con arreglo al plano que se le entregase,
a lo cual se manifestó dispuesto Turrillo, que solicitó la entrega del plano.
Por orden del gobernador, hicieron entonces los alarifes Francisco Mo-
reno y Juan Salvador una «Planta de la casa en que se ha fundado la ofi-
cina para labrar moneda en esta ciudad de Cartagena» (fig. 26), con el
fin de «tasar lo gastado en ella» 52 ; en la planta se hacían constar las re-
formas introducidas por Turrillo en la casa, para instalar dicha oficina.
Parece deducirse de esto que consta en el mismo plano, que no se con -
truyó una casa de nueva planta, sino que se hicieron en otra las reformas
necesarias, ya que en aquél se manifiesta «lo que estava hecho ... y lo que se
ha hecho para la oficina».
La casa de Moneda, de Cartagena, es la misma que con este nombre se
conoce en la actualidad, y está habitada hoy por su propietario, don Rafael
Zubiria 53 . La primitiva construcción que existía cuando estableció sus ofi-
cinas el capitán Alonso Turrillo-Ia que en el plano se indica con trazo
grueso-se conserva actualmente, y el solar es el mismo. En la fachada, la
única variación consiste en haber convertido en ventana la puerta de la
accesoria frontera a «el despacho». Este, el zaguán, la «sala de la Balan~a»,
el aposento de la «afinación» y la sala del «thesoro», están tal como apa-
recen en el plano, así como el «corredor bajo», con dos arcos de medio
punto sobre una columna de fuste monolítico y cilíndrico, con capitel de la
forma t ronco-cónica tantas veces descrita. La sala de «acuñación » ha des-
aparecido; la hornaza, la sala de «ensaye» y la de «fundición de la plata»
forman hoy una crujía, con arcos transversales y techo de madera sobre
gruesas vigas. Bajo el piso del corral se han encontrado restos de hornos
y otras edificaciones similares.
Aunque en el plano no se indica si la casa era de dos plantas, es de su-
poner que sí lo fuera, y que en los altos estuviera la vivienda de Turrillo.
Los títulos de propiedad M acreditan que la casa existía desde antes de 1620,
y que a principios del siglo XVIII precisaba algunas reparaciones para que
pudiese ser habitada. Exteriormente, es un bello ejemplar de arquitectura
local, con severa portada de hueco adintelado y balcones en el piso alto
(fig. 45). He de señalar la semejanza de los dos laterales con los de la
Aduana proyectada en 1620. En el balcón central, los canecillo s son de un
tipo semejante a los que se encuentran en los tirantes de la cubierta de la
catedral y en los de la iglesia de Santo Toribio.
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LA CIUDAD Y SU FORTIFICACIONES EN 1633
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LAS CASAS REALES
tasación secreta que había hecho Roda. Según las condiciones del remate,
formadas por éste y Giral, las casas debían edificarse en la plaza del muelle,
entre las del tesorero Rebolledo y la puerta del puente de San Francisco
y arrimadas a la contramuralla que allí se había de construir. Se fijó en
veinte meses el plazo de terminación de la obra que, en diversos momentos,
recibiría el visto bueno de Roda y se establecía que los muros fuesen de
ladrillo, con esquinas, ventanas y puertas de cantería. Con más detalles se
especificaban los términos en que debía ejecutarse la parte de carpintería.
En 1622 estaba enrasado el primer piso y había sido necesario añadir al
proyecto unas azoteas o torrecillas para vigilar la costa y un balcón corrido
de madera. El maestro mayor de la ciudad y de las fortificaciones, Lucas
Báez, lo era también de la Casas Reales y certificaba en esa fecha: «la obra
no cessa y será de las más ynsignes de las Yndias»; y el contador Giral
advertía que se echaba ya de ver la grandiosidad del edificio y confiaba en
que podría alojar al virrey o a la Audiencia si alguna vez se establecían en
la ciudad 59.
El plano dibujado por Cristóbal de Roda (fig. 25) presenta la plaza for-
mada por los cuarteles de casas y murallas, que forman un ángulo entre
dos baluartes, en el cual aparece el muelle. Relacionando este plano con el
de 1571, vemos en ambos los mismos cuarteles de casas en el costado norte
de la plaza, coincidiendo el «quartel donde oy está la contaduría» con el que
ocupaba la «casa de constratación» en 1571 (fig. 11). En cambio, el «quartel
donde posa el thesorero con la caxa real», parece ocupar un espacio que
en 1571 no estaba edificado. En el plano de Roda, la plaza tiene forma tra-
pezoidal, debido al ángulo que forma la muralla, a la cual aparece adosado
el edificio de las Casas Reales, pero no se construyó en esta forma; la mu-
ralla se hizo recta, entre los baluartes de San Antonio de Padua y San Ig-
nacio, adoptando la misma disposición el edificio adosado a ella y conser-
vando la plaza su forma triangular, tal como la tuvo en un principio y la
tiene hoy. Es de suponer que la cortina de muralla situada a espaldas de las
Casas Reales se construiría al mismo tiempo que éstas, pues en 1623 se ha-
bían comenzado dos baluartes junto al muelle 60, que no pueden ser otros
que los nombrados anteriormente.
Según el plano de Roda, la disposición del edificio era la siguiente: una
puerta de la muralla comunicaba el muelle con dos grandes almacenes
dispuestos a un lado y otro, y formaban la crujía siguiente los portales
abiertos sobre la plaza. En la planta alta quedaban las oficinas de con-
taduría y tesorería y las viviendas de los empleados, aquéllas en el centro
y éstas en las alas, con escaleras independientes y con una galería a la plaza.
El actual edificio de la Aduana no coincide totalmente con el proyectado
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
LA CASA DE LA INQUrSTCTó
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LA CASA DE LA INQUISICIÓN
62 Archivo Histórico Nacional, Madrid: Inquisición, Cartagena de Indias, legajo 1607, número 3.
63 El gobernador Murga al rey, 6-IX-1630 (AGI: Santa Fe, 39).
64 Sobre la actuación del Tribunal de Cartagena en esta época, véase TE] ADO: La vida social en
Cartagena de Indias durante el seisáentos, Sevilla, 1954.
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES E 1633
pensa. Unos corredores volados comunicaban esta planta con las cárceles.
A juzgar por la planta, la fachada sería semejante a la que el ingeniero
Cristóbal de Roda había proyectado años antes para las Casas Reales (la
actual Aduana), cuyas obras estuvieron a cargo del maestro mayor Lucas
Báez. Un pórtico con arco daba frente a la plaza, y un balcón volado, de
madera, se extendía a lo largo de las dos fachadas del edificio.
Al parecer, la casa no se construyó, al menos en su totalidad, pues el
fiscal Eizaguirre, en 1641, y el visitador Medina Rico más tarde, hicieron
levantar planos y pidieron presupuestos para unas obras que no se llevaron
a efecto 65. El hermoso edificio de la Inquisición, que hoy se admira en la
Plaza de Bolívar, data del siglo x IlI. De él se trata en el capítulo VIII.
Durante más de veinte años, desde 1609 hasta 1631, desempeñó la direc-
ción de las fortificaciones de Cartagena el ingeniero Cristóbal de Roda. Na-
cido en Italia hacia 1561 66 , muy joven entró al servicio de España a las
órdenes de su tío Juan Bautista Antonelli, «el mayor», que fué su ma stro
en la técnica de la arquitectura militar. Desde 1578 aparece junto a éste
visitando las costas de la Península, interviniendo en la jornada de Por-
tugal y ayudándole en sus proyectos de navegación del Tajo. Cuando en
1588 murió el más viejo de los Antonelli, quedó a cargo de Cristóbal de Roda
esta magna empre a, en la que estuvo ocupado hasta 1591. En f brero de ese
año vivía en Madrid, en el Mullid ro de San Francisco, según declaraba en
una información hecha por su pariente Francisco Garav lli Antonelli, con
el fin de obtener licencia para pasar a las Indias 67. Poco despué era el pro-
pio Roda quien se ponía en camino, pues a solicitud de su tío menor, Bau-
t~sta Antonelli, se le ordenó pasar a La Habana a servir el cargo de ayu-
dante de éste, supliéndole en la dirección de las obras del puerto cubano
durante sus ausencias y enfermedades 68. En noviembre del mismo año estaba
en La Habana, y allí trabajó hasta que, a propuesta de la Junta de Guerra,
fué destinado a Cartagena de Indias con mil ducados anuales de sueldo, a
fin de dirigir los fuertes que había proyectado el comendador Tiburcio Spa-
nochi. Debió llegar Roda a su nuevo destino a fines de 1608 o principio
de 1609, y deteniéndose sólo el tiempo indispensable «para acabar las trazas
y descripción y relación de esta ciudad», siguió viaje a Portobelo, Río Cha-
gre y Panamá; proyectó fortificaciones en esos lugares y regresó a Carta-
gena, de donde escribía en junio de 1609 dando cuenta de sus trabajos.
6S MEDINA: Ob. cit., pág. 265.
66 En 1591 declaraba tener treinta años (LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo m, pág. 385).
67 Ibídem.
68 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo I1I, pág. 86.
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EL INGENIERO CRISTÓBAL DE RODA
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
do de toda la gente de las fábricas, que por lo que asiste en ella ... y mira
por la real hacienda, le quieren mal».
Como, a juzgar por los datos conocidos, no volvió el ingeniero a insistir
en sus peticiones, es de suponer que serían atendidas en todo o en parte.
Continuó trabajando en Cartagena, respetado y querido por todos los go-
bernadores a quienes sirvió con excepción del maestre de campo Fran-
cisco de Murga. Parece ser que éste tomó a su cargo la dirección de las
obras, haciéndolas con arreglo a su criterio personal, sin tomar en con-
sideración el parecer del ingeniero. Cristóbal de Roda se quejó a la Corte
de la actitud del gobernador, pues cuando le advirtió de sus errores «no
ha querido admitir mi razón, tratándome mal, habiéndome siempre honrado
los gobernadores y ministros de V. M. en quarenta años que ha que le sirvo,
y no queriéndose valer de mi parecer, como debe» 69 . Pobre y abatido, mu-
rió el ingeniero en Cartagena el día 25 de abril de 1631, después de haber
servido a la Corona durante cincuenta y tres años en España y en Indias 70 .
LAS MURALLAS
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FIG. SO. Puerta y baluarte de la FIG. 51. Planta y alzado del frente de Santa Catalina, por Juan Bautista Antonelli. 1645
Media Luna. 1631
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FIG. 53. Planta del castillo de San Luis de Bocachica, por Pedro Mexía. 1661.
FIG. 54. Planta y alzado de una torre proyectada por Juan de Somovilla para la defensa
del canal de Bocachica. 1648
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FlGS. 55 Y 56. Plano de la ciudad y sus murallas y plano de la muralla de la Marina, por
Francisco Ficardo. 1688
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FIG. 57. Planta del recinto amurallado, por don Juan Bautista de la Rigada. 1689 FIG. 58. Castillo de San Luis de Bocachica, por don Luis Venegas Osorio. 1678
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FIG. 59. La ciudad y la bahía en la época del ataque de Pointis, por Luis Chancels de Lagrange. 1697
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Fle. 60. Plano del fuerte de Santa Cruz, por don Luis Venegas Osorio. 1678. - FlG. 61. La muralla de la Marina
(1665) y proyecto de reconstrucción, por don Juan de Hita y Ledesma.
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LAS MURALLAS
En este sentido se dió una real cédula, dirigida al Gobernador don Diego
Fernández de Velasco. En cumplimiento de la misma, reunió éste al gene-
ral de la Armada don Gerónimo de Portugal y a los capitanes de la guar-
nición y discutieron las ventajas e inconvenientes de la pretendida reducción
del circuito. Cuando en julio de 1608 escribió el Gobernador, los con ultados
le habían prometido enviar sus informes directamente al Consejo d India,
por lo que Fernández de Velasco se limitó a exponer su propia opinión:
«del acortar e esta ciudad y no d jarla en la forma que oy tiene s siguen
estos inconvenientes: el primero, que é t lugar a de cr zer con 1 gran
trato que tiene, y siendo tan pequeño el itio no tendrán los que :l él vi-
niesen donde fundar su ca as y ivi nda; lo otro, que por donde e pre-
tende cortar, toda el agua dulze queda fuera y en poder d 1 en migo; lo
otro, que los propios bezinos que o~ ti ne r zeviran gran daño n 'us ha-
ciendas y ca as, qu derribándo ela justo que e les pague; lo otro,
que a de ser ympu ible dar fa so a la muralla que e a de a er, teniéndo e
aora bonissimo y natural; lo otro, que se le deja al enemigo una muy gran
plaza de armas, y con sup rioridad a e ta ciudad, para qu con otra fu rza
di ponga su voluntad abriendo trincheras y plantando baterías, que... de
ninguna manera la tiene ... , quedándose de la forma que e tá». Y exponía la
nece idad de que, con la mayor urgencia se adoptase una resolución, «por
ser muy grand el riesgo y peligro que tiene [la ciudad] por estar tan des-
man telada y flaca de toda d tensa y fuerzas» 73.
En octubre del mismo año llegó a Cartagena el ingeni ro Cristóbal de
Roda, con la orden de dirigir las obras de fortificación y j cutar la traza
qu había hecho Tiburcio Spanochi. De pués de in pe cionar la ciudad
u alrededore, compartió la opinión d 1 Gobernador en lo r [ rente a la
muralla. Era partidario de que se hici e por donde había estado la er a
construída por don Pedro de Acuña, sin reducir el circuito, pue el t rreno
que se pretendía dejar fuera de las muralla era «el má alto emin nt de
toda la ciudad en dond ay mucha población y mona trio de frayl edi-
ficios de casserías muy buenas ... , y ay muchas güertas que tienen mu bue-
nos pozos de agua para beber, los quales no tienen dentro de la ciudad, que
todos beben de allí» 7'.
En junio del referido año de 1609, escribió nuevamente el Gobernador
al rey expresándole la conveniencia de cercar la ciudad «según el sitio y
planta que oy tiene», para no privarla «de todo su bien que es el agua de
que ay goza que no tiene otra». Además, insistía en la imposibilidad de ha-
cer foso por la parte de la ciudad que se intentaba dejar fuera de la mura-
lla, porque los vientos nortes lo llenarían de arena, mientras que «el que
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
agora tiene es natural porque la mar con sus crecientes cada día se le con-
tinúa» 7a.
Antes de que Fernández de Velasco escribiese esta carta, la Junta de
Guerra de Indias se había manifestado de acuerdo con las razones expues-
tas por Cristóbal de Roda, que eran las mismas del Gobernador. En abril
de 1609, dicho organismo informó en el sentido de que la ciudad se cercara
toda de muralla sencilla con sus cubos y trabejes y los dos frentes por
donde el enemigo puede plantar la artillería se fortificasen también con sus
baluartes, cuales con iniesen para su defensa». Al mismo tiempo, la Junta
de Guerra informó favorablemente la inmediata construcción del fuerte
que, según trazas hechas por Tiburcio Spanochi, se proyectaba fundar en
la punta del Judío. Y pensando que quizá no sería posible acometer al mis-
mo tiempo ambas obras, propuso al rey que, en este caso, se hiciese primero
el fuerte y entre tanto reunieran materiales para comenzar la muralla tan
pronto como hubiese posibilidad 76.
Así lo dispuso el monarca, pero al mismo tiempo ordenó al Gobernador
que informase del costo de la muralla y de dónde se podrían obtener fondos
sin acudir a la Real Hacienda 77 . En abril del mismo año, Cristóbal de Roda
volvía a insistir en la necesidad de amurallar la ciudad, «porque está asen-
tada en una playa muy abierta, que sin entrar el enemigo en el puerto puede
dar fondo enfrente de ella en tiempo de vendavales y echar gente en tierra
y saquearla; y estando cercada no se atreverían a hacer eso, porque ten-
drán necesidad de echar gente en tierra y artillería para batilla» 78.
Aún pasaron unos años antes de que se comenzaran las obras de la mu-
ralla, no obstante estar decidida su construcción. Nombrado gobernador
de Cartagena don Diego de Acuña, en octubre de 1612 se le dictaron órde-
nes concretas en aquel sentido, contenidas en una «Instrucción» que revela
el constante interés de la Corte por las fortificaciones de la lejana plaza.
Respecto a la cerca de la ciudad-«una de las cosas que más ymportan para
su defensa»-, se le encargaba que comenzase las obras en seguida, «de
muralla sencilla con sus cubos y trabeses», o sea tal como estaba dispuesto
por la real cédula de 20 de enero de 1610; que informase acerca de su pro-
bable costo, sin dejar por ello de comenzar las obras, y que pidiese a los
76 Junta de 16-IV-1609 (AGI: Santa Fe, 217). Documento publicado por LLAGUNO-CEAN:
Ob. cit., tomo 111, pág. 308 Y ss.
TI LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo 111, pág. 89.
78 Roda al rey, 22-IV-1610 (AGI: Santa Fe, 219); publicada por LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., to-
mo 111, pág. 210.
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EL BALUARTE DE SAN FELIPE
79 RC. de instrucción al gobernador Acuña, 12-X-1612 (AGI: Santa Fe, 38). Publicada por MAR-
CO: Cartagena .. _ • pág. 204.
~ AGI: Santa Fe, 38.
81 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo 111, pág. 323.
82 El gobernador al rey, 17-XII-1614 (AGI: Santa Fe, 38).
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
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RECONSTRUCCIÓN DE LA MURALLo\
con toda la diligencia, y para Navidad, poco más o menos, se habrá llegado
a la trinchera de Santa Catalina, con lo que de todo punto estará segura
la ciudad por la banda del Sur». Pero las consignaciones estaban casi ago-
tadas y fue preciso despedir doscientos negros canteros y albañiles; «si
esta obra cesa por algún tiempo-escribía el ingeniero-, era necesario vol-
ver a hacer pertrechos y herramientas, que sería de excesivo gasto, y para
esto convendría mandar al Gobernador que no cese la obra porque no se
paguen los salarios de vacío, y que se animase a tomar algo de la real ha-
cienda, demás de lo situado, porque se acabe en la mitad menos del tiempo,
y ansí se ahorrará muchos salarios». Meses después. las obras proseguían,
pero con lentitud por falta de dinero 88.
EL «NORTE» DE 1618.-RECONSTRUCCTÓN
DE LA MURALLA
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RECONSTRUCCIÓN DE LA MURALLA
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contrafuertes, y como al mojarse la tierra con las lluvias hacía fuerza so-
bre los muros y los agrietaba, esa imprevisión constituía un grave peligro.
Suplicaba al rey que no se hiciese contramuralla en los sitios donde no era
preciso; que se terminase el trozo arruinado por el temporal, haciéndole
algún reparo para que el mar no batiese al pie de la muralla, y que se diese
orden para que el gobernador y los oficiales reales no tomasen determina-
ciones, en lo referente a las obras, «sin que yo intervenga, como siempre se
ha hecho» 101. En abril de 1631 murió Cristóbal de Roda, sin ver terminadas
del todo aquellas murallas, que se habían comenzado bajo su dirección.
En 1638 estaban a punto de defensa los dos baluartes de la puerta de
Santa Catalina, «que está a la costa brava y Punta de la Canoa y mira a
tierra firme»; y se estaba cerrando la brecha abierta por los temporales,
dejando las ruinas de la muralla antigua como escollera 102. En un plano
de 1645 se indican las obras construidas durante el gobierno de Francisco
de Murga, para reforzar las defensas de Santa Catalina (fig. 51). En ese
dibujo, que parece un fragmento de un plano general de las fortificaciones,
aparecen los dos baluartes que cerraban aquel frente, unidos por una cor-
tina con sus contrafuertes, contramuralla y terraplén; en las casamatas se
abren unos postigos, bien defendidos por los ángulos de los baluartes. Como
se hace constar en la cartela, dichos baluartes fueron construí dos por Cris-
tóbal de Roda. El gobernador Murga construyó otra línea de defensa, cons-
tituída por una trinchera con murallas terraplenadas , defendida por un
foso con camino cubierto. Aunque reparados en el siglo XVIII, los baluartes
de Santa Catalina han resistido las injurias del tiempo y constituyen hoy
uno de los sectores más interesantes del recinto amurallado de Cartagena.
Con la conclusión de esos baluartes, nuevamente quedó la ciudad encerrada
en un recinto de murallas, más sólido que la cerca de madera y fajina que
construyera el gobernador don Pedro de Acuña a fines del siglo XVI. Poco
antes de que se cumpliera el primer centenario de su fundación, Cartagena
de Indias veía resuelto el problema de la defensa de su casco urbano. Pero
ya veremos que, como toda obra humana, las murallas no fueron perma-
nentes. Pasados los años, el mar volvió a destruirlas en parte, y esta lucha
entre el hombre y los elementos se prolongó todavía durante más de medio
siglo.
2) LOS EXTRAMUROS
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EXPANSIÓN DEL NÚCLEO URBANO: GETSEMANf
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
que esas casas se cercasen con una muralla de doce pies de alto, costeada
por cada vecino en la parte correspondiente a su vivienda, haciéndose un
muelle al final de cada calle para servicio de las mismas; y advertía que en
caso de cerrar el arrabal era preciso derribar las casas de la orilla del mar,
ya que por ese sitio se tendría que hacer la muralla 105.
Tres años después, el general de la Armada, marqués de Cadereyta, que
por orden real inspeccionó la plaza, informó acerca de Getsemaní: «con-
biene procurar hazer alguna eminencia con que podamos escusar que el
enemigo ocupe este puesto, porque como oy está lo puede hacer con mucha
facilidad» 100; y, en 1628, el conde de Chinchón opinaba que debía desmante-
larse, a menos que los vecinos qui ieran amurallarIo a su costa 10'/,
Al fin prevaleció la idea de fortificarlo, y fue el maestre de campo Fran-
cisco de Murga quien dio comienzo a la murallas que habían de encerrar
el arrabal en un recinto emejante al que rodeaba el núcleo urbano de la
ciudad. La decisión era la más natural, pues en el caso de de mantel arlo
se perdían inútilmente edificios tasados en más de ochocientos mil pesos,
y la ciudad quedaba privada de sus más próximos terrenos de ensanche,
Pareció más lógico fortificar aquel barrio que, en opinión del citado Gober-
nador. «es un revellín donde se a de poner toda la fuerza», En 1631 se iban
haciendo sus murallas y baluartes, y Murga expresaba su satisfacción «por
ser en útil conocido de la república y de la fuerza desta plaza que se hace
más inespugnable con lo que en este sitio se previene 108, En e a fecha es-
taba con truído un baluarte en la punta de Getsemaní (llamado actual-
mente «El Reducto») y e e taba haciendo el de la Media Luna. que defendía
la entrada al recinto del arrabal por la parte de tierra firme 109.
En el citado año de 1631 marchó a la Corte el ingeniero Juan de Somo-
villa Tejada, llevando planos y d cripciones de todas la obra que estaba
haciendo Francisco de Murga. A la vista de ello, la Junta de Guerra aprobó
en 1632 todo lo hecho por el Gobernador. En lo referente al arrabal de
Getsemaní. la Junta expresó la conveniencia de que se fortifica e tal como
aquél lo e taba haciendo: «por serIe esta ysla tan vecina que sólo las divide
un puente y a ella otro de la tierra firme, y estar toda avitada y con edi-
ficios gruesos y un conbento que el enemigo podrá ocupar y serIe de vm-
portancia para su abrigo y molestia de la ciudad, no se puede escusar la
fortificación de ella, y es fácil cercándola a la gracia de su terruño y sa-
liendo con las murallas hasta la lengua del agua, con que bastará que ean
de seis a siete pies de grueso en 10 bajo y de diez y ocho en 10 alto por las
frentes que llaman de la Media Luna que mira al cerro de San Lá~aro y la
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EXPANSI6N DEL NÚCLEO URBANO: GETSEMAN1
del puerto, en que se han de hacer los baluartes que pareciesen necesarios ... ;
y se han de terraplenar junto con las cortinas de la frente de la Media Luna
para mayor seguridad, por ser 10 que se ofrece a la tierra firme y que el ene-
migo podría batir desde ella y acometer aunque con trabajo por el arrecife;
y en la del puerto, que no tiene ese riesgo, se puede escusar el terrapleno de
las cortinas y demás puestos que no hayan de tener artillería». Por la otra
parte de la isla, frente a la ciudad, no convenía hacer muralla, sino 'imple
parapeto «con sus travesillos que le limpien y sustenten y sólo sirva de ce-
rrar sin qu pueda ser de provecho al enemigo contra la ciudad casso que
fuese señor de la ysla» 110 . En 1633 quedó terminado el trozo de la muralla
de Getsemaní-hoy desaparecido-que bordeaba la bahía, con gran senti-
miento de los vecinos, que hasta entonces introducían por allí las merca-
derías de contrabando 111.
En el mismo año, un capitán de la flota de Tierra Firme-que por orden
del general de la misma, don Antonio de Oquendo, había reconocido las for-
tificaciones de Cartagena-describía ante la Junta de Guerra de Indias el
recinto del arrabal de GetsemanÍ, que ya e taba cercado «con mucha aten-
ción y buena disposición»: por la parte de la bahía, desde el puente de
San Francisco hasta el baluarte de San Pablo 112, «va una muralla de 24 pies
de alto y se comenzó en siete y yrá escarpando hasta quedar en buena pro-
porción con us trave es»; desde el citado baluarte ha ta la Media Luna «va
de muralla real con sus traveses», de de allí hasta el puente, pa ando por
delante del Matadero, «está comen~ado a levantar por alguna partes la
muralla de muy poco gruesso, de manera que no sirva más de un simple
parapeto y un impedimento que no se defraud n los derechos de su ma-
gestad». El fuerte de la Media Luna estaba acabado «con muy buena escar-
pa con su camisa de Artillería» 113.
La única entrada al recinto amurallado de Getsemaní, por la parte opues-
ta a la ciudad, era la puerta de la Media Luna, «camino de tierra firme y
por donde e reciben lo bastimentos». Reformada en el iglo XVIII y de-
rruída hace unos lustros por exigencias del ensanche urbano, no queda más
testimonio de su primitivo aspecto que el que nos ofrece un interesante
dibujo del Archivo de Indias (fig. 50). A ambos lados de la estrecha puer-
ta, unas rampas daban acceso a un baluarte defendido por catorce piezas
de artillería. Pasado el pasillo se encontraba un foso, sobre el cual había un
puente levadizo; luego, otro baluarte, también con foso , y, pasada la terraza,
un tercer foso completaba el sistema defensivo.
Así quedó el primitivo arrabal de Getsemaní incorporado al núcleo ur-
bano de Cartagena y defendido también por murallas y baluartes. Una cal-
110 Informe de 20-VIII-1632 (AGI: Santa Fe, 39).
111 El gobernador al rey, lO-IIl-1633 (AGI: Santa Fe, 39).
112 Así se designaba entonces al que más tarde se llamó de San Lorenzo o "El Reducto", nombres
con quc, indistintamente, se le conoce en la actualidad.
113 Informc dcJuan Alférez, en Madrid, 9-XII-1633 (AGI: Santa Fe, 39).
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIO ES EN 1633
J40
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EL CON ENTO DE LA POPA
EL CONVENTO DE LA POPA
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LA CIUDAD Y SUS FORtIFICACIONES EN 1633
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EL CONVENTO DE LA POPA
designado fray Alonso de la Cruz Paredes para superior de la nueva casa 127.
La designación no pudo ser más acertada, ya que fray Alonso-según
cuenta el historiador Zamora-, hallándose en el convento del desierto de
Ráquira, había escuchado una voz sobrenatural que le ordenaba ir a Car-
tagena y fundar una casa de su religión en un cerro situado no lejos de sus
muros, que no era otro que el de la Popa de la Galera 128. ASÍ, pues, lleno de
fervor, abandonó su tranquilo retiro de Ráquira, y a fines de 1607 llegó a
la ciudad de Heredia en unión de varios religiosos, siendo todos acogidos
espléndidamente por las autoridades y el vecindario. Pero entonces surgió
una diferencia de opiniones: mientras unos eran partidarios de que la fun-
dación se trasladase al recinto de la ciudad, otros juzgaban que debía per-
manecer en la cumbre del cerro, donde la obra estaba ya comenzada. El
padre Paredes decidió el pleito incli~ándose a lo segundo, y fué acogida su
determinación con tanto entusiasmo, que las autoridades civiles costearon
un buen número de obreros para la fábrica, y cuatro ilustres vecinos-el
capitán Francisco Ceballos, Pedro Muñoz, Andrés del Peso y Fabricio Sán-
chez-dieron comienzo a los trabajos. Con estas aportaciones y el propio
trabajo de los religiosos, que «por sus personas cargaban los materiales
para dicha obra», se construyó la iglesia y parte del convento, todo de bue-
na tapiería.
Una carta del gobernador Fernández de Velasco, dirigida al rey en julio
de 1609, nos retrata al fundador y da a entender que éste permaneció algún
tiempo en el nuevo convento: «el padre maestro Mallol dejó el paño y dió
principio a la fundación del combento de hermitaños recoletos descalzos
de su hórden, que está fundado media legua de esta ciudad en un zerro que
llaman de la Popa de la Galera, donde se recojió a la jerga y desde allí haze
muy gran fruto en esta ciudad con su exemplo, consejo, vida y doctrina,
siendo generalmente tenido por uno de los grandes sujetos que de su reli-
gión a pasado a estas partes» 129.
Pocos años de vida llevaba el convento cuando, quizá por no haberse so-
licitado la necesaria licencia, una real cédula ordenó que se suspendiera
la fundación y volviesen los frailes a sus conventos de procedencia, por
10 cual en 1611, a instancias del vicario fray Pedro del Valle, se hizo
una probanza que se presentó ante el Consejo con la súplica de que la
fundación fuese confirmada y la tomase el rey bajo su protección y patro-
nato. Los testigos de la información 13U declararon que el convento de Santa
127 AY APE: Ob. cit. Este nombramiento explica el error de ZAMORA (Ob. cit., pág. 328) al atri-
buir la fundación a fray Alonso de la Cruz Paredes. CA LANCHA (ob. cit., 717) dice que se debió a
fray Alonso Mallol.
128 ZAMORA: Ob. cit. , pág. 717.
129 El gobernador al rey, 6-VI-1609 (AGI: Santa Fe, 38).
130 Don Antonio Chavarría, médico y regidor; el escribano Andrés del Campo; el licencIado Alon-
so Ramírez de Menacho, presbítero; el tesorero de la catedral don Bernardino de Alman a; el vecino
Juan de la Palma Hurtado, y el ingeniero Roda.
143
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
Cruz de la Popa se había fundado cinco años antes, coincidiendo así con la
fecha de las licencias que, como queda dicho, fueron otorgadas a fines
de 1606. Uno de aquéllos era el ingeniero Cristóbal de Roda, director de
las fortificaciones, quien declaró que cuando llegó a Cartagena-octubre
de 1608-estaba fundado ~J convento, cuyo edificio era de tablas.
Según la referida infornlación, habitaban ordinariamente en el convento
de ocho a doce religiosos 131, deúicados al rezo y a la meditación, vistiendo
tosco sayal y sustentándose con Jas legumbres que cultivaban en su huerta.
Eran muy estimados del pueblo y, sobre todo, de la gente de mar, que a]
final de penosas navegaciones reconocía el puerto por el blanco caserío del
convento, visible a gran distancia. Allí acudían marineros y soldados de las
flotas y armadas a recibir los Santos Sacramentos m.
Las razones dadas por los religiosos y los informes emitidos por las
autoridades convencieron al monarca: la fábrica del convento estaba en
estado de acabarse «e importa más de quince mil ducados la obra que está
hecha en él»; los religiosos vivían ejemplarmente, «trabajando siempre en'
la edificación de las almas», y de la fundación del convento no se había
seguido ningún perjuicio, «antes mucho beneficio en lo espiritual de esta
república y el verle despoblar les causaría gran desconsuelo». Oído el pa-
recer del Consejo de Indias, Felipe III dictó la cédula fechada en Aranjuez
a 19 de mayo de 1612, anulando las anteriores órdenes y confirmando la
fundación 133.
Tres años más tarde, el gobernador don Diego de Acuña suplicaba al rey
ayuda para los recoletos, que habían enviado dos religiosos a la Corte para
gestionar que les diesen prelados de su mismo instituto Y hábito, pues
parece ser que sus relaciones con los agustinos calzados, de quienes depen-
dían, no eran muy cordiales. Según decía aquella autoridad, los frailes de
la Popa seguían «acrecentando la obra del dicho combento con el trabajo
de sus manos y ayuda de sus debotos, de suerte que oy está en muy buen
estado, y lo estuoiera más si no ubiera tenido las contradicciones y estor-
bos que les an hecho los padres calzados de su religión» 13'.
La fábrica material del convento se hizo, en su mayor parte, durante el
priorato de fray Juan Pecador (1617-1622), pocos años después de la funda-
ción. Este religioso, natural de Extremadura, a quien conoció personalmente
el cronista Calancha, «derribó la iglesia, que era de pobre fábrica, y edificó
una excelente de cal y canto, con cubiertas labradas de cedro, coro alto,
claustro alto y bajo de lo mesmo y, sobre todo, una torre o mirador que se
131 Según escritura de 24-VIl-1611, por la que nombraban procurador ante el Consejo a Gaspar de
la Esquina, componían entonces la comunidad: el vicario fray Pedro Valle, el prior fray Juan de la
Concepción, fray Nicolás de la Cruz, fray Pedro de San Agustín, fray Juan de San Agustín, fray Cris-
tóbal de San Francisco y fray Juan Damaceno.
132 Expediente citado en la nota 126.
133 AY APE: Historia de LA Popa de Cartagena. BHA (1949), págs. 305 - 325.
134 El gobernador Acuña al rey, 15-VI-1615 (AGI: Santa Fe, 243).
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LOS FUERTES DE BOCAGRANDB
13S CALANCHA: Ob. cit., pág. 718. SALDANHA: Art. cit., pág. 393.
136 Fue re taurado a fines de 1940, por iniciativa de la Sociedad de Mejoras Pública, entonces
presidida por don José María de la Espriella.
137 El gobernador Zuazo al rey, 6-VI-1601 (AGI: Santa re , 38).
138 Le dio posesión el Cabildo de 26-V-1601. "Información de lo qu hi<;o en la fortificación de
Cartaxena Don Gerónimo de Cua<;o" (en adelante "Información Zuazo"; AGI: Santa Fe, 38).
139 El gobernador al rey , 26-VII-1601 (AGI: Santa Fe, 38).
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1,633
140 Acta de fundación del fuerte de San Matías, 8-1-1602 (AGI: Santa Fe, 38). Publicada por
MARCO: Ob. cit., pág. 201.
141 Información sobre las obras del fuerte de San Matías, 3-11-1602 (AGI: Santa Fe, 38). MARCO:
Ob. cit., pág. 202.
142 AGI: Santa Fe, 38.
143 El gobernador al rey, 16-11-1603 (AGI: Santa Fe, 38).
144 El gobernador al rey, 14-V-1603 (AGI: Santa Fe, 38).
145 Parece deducirse del texto que se proyectaba construir un castillo en Bocagrande y otro en
Bocachica.
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tos FUERTES DE BOCAGRANDE
efecto para que habían de servir, y otro a la punta del Judío, de n1ás ca-
pacidad para estorbar el surgidero de los enemigos, conforme a las trazas
que hizo el ingeniero mayor Tiburcio Spanochi, que se enviaron a Carta-
gena» 1'5.
No compartió el Gobernador todas las opiniones de Spanochi, contenidas
en la relación enviada por el rey, pues en agosto de 1603 comunicaba a éste
que con el capitán Sancho Alquiza, que iba a España debidamente autori-
zado, enviaba las trazas del castillo de San Matías y de la plataforma San-
tángel, «del estado que oy tienen con entera declaración dellas como V. Md.
lo manda»; e igualmente le remitía testimonio del informe emitido por una
junta de personas competentes que habían inspeccionado dichos fuertes,
cotejándolos con el parecer de Spanochi «para añadir y quitar conforme
al que dió, y resuelto el de todos se tomó el medio que específicamente
mandará V. Md. que se bea por las dichas plantas y relaciones, que para
que en todos se acertase como mi deseo lo es, procuré se hiziera la dicha
junta a donde yntervenían personas de tanta esperiencia». «y aunque el
dicho Tiburcio Ispanoqui-continuaba-en el memorial y parecer que da
de los dichos fuertes reprueva la dicha plataforma S. Angel y que se pu-
diera haber escusado, me parece que no se debe cobdescender con ello, pues
bisto ocularmente y tanteado el destrito que ay de un castillo a otro y la
dispusición del sitio, se biene a provar ser de mucha consideración y que
sin ella pudieran entrar y salir los navíos arrimándose hazia aquella parte
sin rezevir tanta ofensa del castillo S. Mathía como aora, y de la suerte
que oy está no puede entrar un barco sin que se le haga muy grande, y para
que V. Md. se entere de esto, de personas que lo han bisto y tanteado como
lo son los dichos generales y capitanes de quienes van firmados los dichos
parecere , mande V. Md. declaren lo que en el particular sienten, además
de que, pues hasta oy no se a dado particular relación de la situación dcllos,
no se deve repudiar la fábrica de dicha plataforma» H7.
Esta fortificación, objeto de las discrepancias entre el Gobernador y
Spanochi, había sido construída por orden de aquél en la isla de Alonso
Nava HS. Además de esta plataforma y del fuerte de San Matías, don Jeró-
nimo de Zuazo hizo otras obras defensivas en Cartagena, y en el fuerte de
San Felipe del Boquerón dispuso una cadena de hierro, unida a troncos de
cedro, con la que todas las noches se cerraba aquella boca del puerto, co-
mo se había hecho en épocas anteriores m.
146 Junta de 4-VllI·1607 (AGI: Santa Fe, 217). Publicado por LLAGUNO·CEAN: Ob. cit., tomo
111, pág. 291 y ss.
147 El gobernador al rey, I·VIII·1603 (AGI: Santa Fe, 38).
148 La de Cárex, hoy Tierra Bomba, que en la época de referencia era propiedad del vecino de ese
nombre. La isla había sido adjudicada por el Cabildo, en 1555, al conquistador Gerónimo Rodríguez.
Expediente citado en el capítulo VII (AGI: Santa Fe, 403).
149 Información ZUilZO.
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
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EL FUERTE DE LA PUNTA DEL ruDío
Roda con sus aparejadores, fue preparando materiales para «el fuerte que
se ha de hazer en la Punta del Judío por la planta y traza que del hizo y
envió Tibulzio Spanoqui»; esta traza la tenía el maestro mayor de la ciu-
dad, «que es quien hizo el fuerte de San Matías y dize se la dió don J eróni-
mo de Zuazo» 155.
El 28 de noviembre de 1608 llegó a Cartagena Cristóbal de Roda, dis-
poniéndose a diseñar las obras necesarias para poner en defensa la bahía.
Visitó con el Gobernador el castillo de San Matías y la plataforma Santángel,
que juzgaba inútiles, porque aquél estaba alejado de la orilla y ésta no
reunía condiciones para poder sustentar artillería. Visitaron la Punta del
Judío, y como la traza de Spanoqui-«de quatro baluartes que haze figura
quadrada»-era difícil de acomodar a aquel sitio, hizo Roda otra planta,
según la cual el castil1c tendría «dos medios baluartes de la parte de tierra,
con sus cortinas y cassas matas y fosso y estrada cubierta ... , de alto 30
pies; luego ba corriendo con sus trabeses hazia la punta, de 20 pies alto;
en la mesma punta se ha de hazer una plataforma dentro del agua de una
bara de fondo y tendrá 10 pies de alto; y todo esto se haze para que ben-
ga a alcanzar la artillería al mar, y este castillo ... a de estar de manera que
pueda jugar tres andanadas de artillería, una encima de otra, para que bañe
boca y surgidero» 158. Con dec;tino a esta fábrica labraban piedra de una can-
tera situada «a espaldas de la plataforma», de Santángel, un apareJador, tres
oficiales canteros y treinta esclavos negros que Roda había traído de La
Habana.
Con la citada carta envió también el plano de un castillo que creía con-
veniente hacer en el bajo situado entre las puntas del Judío y el Manza-
nillo, con el cual se podría defender el surgidero y los canales que le dahan
acceso, y no serían necesarios los fuertes que se iban a hacer en otros lu-
gares 157. En unión del Gobernador y del piloto mayor de las galeras midió
y sondeó el canal de Bocachica, y a todos pareció más conveniente cegarlo
que fortificarlo.
Oído el parecer de la Junta de Guerra de Indias, se dispuso la construc-
ción del fuerte de la Punta del Judío, pese a las opiniones de Cristóbal de
Roda y del Gobernador. Este comunicaba al rey en 1610 que se estaban
abriendo los cimientos del fuerte, pero que lo hacía de mala gana y seguro
de la inutilidad de la obra, «porque para la defensa de las armadas y flotas
muy mayor la tuvieran si se hiziera una muy buena plataforma en el arre-
cife que está entre los dos canales de la Voca Grande y de la Voca Chica,
pues el surgidero está detrás de él, como consta de las mismas plantas que
a vuestra magestad se ynbiaron». Como se ve, el Gobernador continuaba
149
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
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EL FUERTE DE LA PUNTA DEL JUD10
alto diez o doce pies»; no tenía casa para el castellano ni más aloiamiento
para los soldados que «un recojimiento para el sol y aguazeros» 162.
Ya hemos visto cómo por estos años la obra de las murallas consumía
los caudales destinados a la fortificación. Sin embargo, don Diego de Acuña
no parecía ver en la falta de dinero un obstáculo para proyectar nuevas
obras, pues en 1617 pedía autorización para construir de nueva planta la
plataforma de Santángel. A juzgar por el plano firmado por Cristóbal de
Roda (fig. 41), constaba de un recinto amurallado, de cantería, en forma de
estrella irregular de cinco puntas, cuyo frente principal bordeaba el canal
de Bocagrande, enfilado por diez piezas de artillería. La parte opuesta
estaba ocupada por el almacén, los alojamientos de la tropa y el aljibe, que-
dando encima de estas dependencias una «Pla~a alta» con cuatro piezas
para batir la camapaña. La Junta de Guerra aprobó el proyecto y propuso
desmantelar el frente de San Matías y que se hiciese en su lugar otra pla-
taforma, cuyos fuegos se cruzasen con los de la de Santángel 163 •
Durante el mandato del gobernador don García Girón de Loaysa (1619-
1625), las obras de los castillos de la bahía adelantaron muy poco. Al pare-
cer, sólo se trabajó en la plataforma Santángel. Posesionado del gobierno
Diego de Escobar en 1625, los informes de éste, junto con los que su ante-
cesor y Cristóbal de Roda habían enviado a la Corte, pasaron a estudio de
la Junta de Guerra, y, a propuesta de ésta, se dictó la real cédula de 19
de abril de 1626 164 • En ella se dispuso que fuesen desmantelados los fuertes
de San Matías y de la Punta del Judío, para construir, con sus materiales,
un castillo de planta circular «en un escollo bajo junto al ancoradero or-
dinario». La orden equivalía a dar aprobación a 10 que Cristóbal de Roda
y el gobernador Fernández de Velasco habían propuesto reiteradamente
años atrás.
Como en la citada real cédula se ordenaba al Gobernador que se aseso-
rase con los ingenieros Roda y Alonso Turrillo de Yebra, y enviase una
traza, reunió a éstos, con el general de la armada Tomás de Larraspuru y
el sargento mayor don Antonio Mal donado de Tejada, y todos redactaron
un infonne, que remitieron a la Corte. Opinaban los ingenieros que «para
la guarda de ambas canales>>-el de Bocagrande y el de acceso al fon-
deadero-era conveniente la construcción de un fuerte en el bajo situado
entre la Punta del Judío y la del Manzanillo; pero habiendo visto que por
ser su fondo «de caracolillo a modo de cascajo» costaría mucho cimentarlo,
decidieron no darle principio sin ver antes si se podría construir con más
facilidad en otro lugar, donde, no existiendo aquel inconveniente, se pudie-
162 "Relación que haze Cristóbal de Roda, ingeniero militar, por orden de don Diego de Acuña,
gobernador ... de Cartagena, del estado en que están los fuertes della" (AGI: Santa Fe, 38).
163 Junta de 5-V-1610 (AGI: Santa Fe, 38).
164 RC, Barcelona, 19-IV-1626 (AGI: Santa Fe, 220). Publicada por MARCO: Ob. cito pág. 209.
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
se lograr el mismo efecto defensivo. Con ese fin, los ingenieros y las au-
toridades susodichas se personaron en los castillos de la Punta del Judío
y del Boquerón, y después de haber observado los efectos que desde ellos
podía hacer la artillería, convinieron en que, acabándose aquél-«que ay está
tan adelante>>-y ampliándose éste en forma que pudiese sustentar ocho ca-
ñones, quedaría suficientemente protegido el surgidero y ningún barco po-
dría permanecer al ancla bajo el fuego de ambos fuertes. Así informaron
al rey, añadiendo que, mientras llegaba la real solución, se procedería a des-
mantelar el castillo de San Matias, que había de desaparecer 165.
Al parecer, la Corte aprobó la propuesta: el castillo de San Matías esta-
ba desmantelado en 1628, cuando visitó las fortificaciones el virrey, conde
de Chinchón, que estuvo en Cartagena de paso para el Perú 166, y el de Santa
Cruz fué concluído y ampliado. El de San Matias desapareció por completo
cuando a fines del siglo XVIII se construyó el malecón de Bocagrande, pues
al quedar cerrado el canal, las aguas cubrieron las ruinas del viejo castillo.
Del fuerte de Santa Cruz existe un plano, levantado en 1678 por el ingenip.ro
don Luis Venegas Osario (fig. 60), que lo encontró en estado de lamentable
abandono. «Por su fábrica-escribía Venegas-, es una perla, porque la mu-
ralla, parapetos de extrada cubierta, expalto [sic], plataforma, todo es de
piedra de sillería, con la misma arquitectura y ygualdad que el arco de las
cavalleri<;as de Palacio.» Venegas elogiaba la estratégica situación de este
fuerte, ya que dominaba el surgidero donde fondeaban las armadas y «el
quartel que el enemigo puede poner a la lengua de tierra de} baluarte de
Santo Domingo». Creía necesario ponerlo en servicio, reparando la bóveda
de su cisterna, «la mejor que ay en el mundo» m.
OTROS CASTILLOS
165 Informe sobre los castillos de Cartagena, sin fecha (AGI: Santa Fe, ~9). Publicado por MAR-
co: Oh. cit., pág. 211.
166 El conde de Chinchón al rey, en Portobelo, 29-VII-1628 (AGI: Santa Fe, 218).
167 Venegas al rey, 9-1- 1679 (AGI: Santa Fe, 220).
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OTROS CASTILLOS
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LA CIUDAD Y SUS FORTIFICACIONES EN 1633
Manga y del Manzanillo y entre éste y el de la Punta del Judío. Indica «lo
nueuo fabricado» en la muralla de la ciudad, y en la caleta aparece fon-
deada una galera, dibujada--como los otros navíos--con todo detalle (fi-
gura 47).
De la misma época se conserva otro dibujo (fig. 46) que representa la
ciudad, con la bahía y sus inmediaciones, todo con bastante exactitud 170. En
la bahía se indican los fuertes de Manga y el Manzanillo, la plataforma San-
tángel, el castillo de Santa Cruz y el lugar que ocupaba el de San Matías,
ya derribado. Seguramente con objeto de realzar la estratégica situación de
los fuertes, dibujó el autor del plano unos galeones, cuyos detalles con-
trastan con las formas abocetadas del conjunto. En el aspecto geográfico
es mucho más exacto que el plano descrito anteriormente.
Vistas las trazas y descripciones presentadas por el ingeniero Juan de
Somovilla, la Junta informó ampliamente sobre ellas en 1632, pero en lo
referente a los castillos de la bahía se remitió al informe dado por don
Jerónimo de Soto un año antes ln. En una descripción de la bahía y castillos
de Cartagena, presentada a la Junta de Guerra en 1633, se dice que el cas-
tillo de Santa Cruz, «por no ser tan capaz como se requiere para efectos
tan importantes ... , se le queda haciendo una media luna... debajo del
abrigo de los baluartes que miran al surgidero con que quedará la fuerza
de las importantes que tiene su magestad»; por el frente de tierra se le ha-
da un foso con entrada cubierta. Los castillos de las puntas de Manga y
del Manzanillo--ambos de planta cuadrada, con «cortinas relevadas aden-
tro»--estaban terminados 1'72.
En agosto de 1634, el Gobernador escribió que la bahía se encontraba en
completo estado de defensa, «porque el castillo de Santa Cruz, de la Punta
del Judío, está fortificado con la media luna que se le ha añadido y con
haverle levantado y terraplenado ... » 173. En febrero del mismo año la Junta
de Guerra había aprobado todas las obras hechas por Francisco de Murga 176.
1/0 Puede ser el mismo, cuyo envío anunciaba en carta de 16-1-1631 (AGI: Santa Fe, 39).
171 Junta de 20·VIII-1632 (AGI: Santa Fe, 39).
172 Informe de Juan Alférez, Madrid, 9-xn·1633 (AGI: Santa Fe, 39).
173 Carta de 25-VDI-1634 (AGI: Santa Fe, 39).
1?4 Junta de 7·D·1654 (AGI: Santa Fe, 217).
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CYlPITULO o/I
Cartagena
a !Fines de{ Sig{o Xo/II
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Durante los dos últimos tercios del siglo XVII, Cartagena de Indias no
experimentó aumento en el radio de su perímetro urbano. Cercada la ciu-
dad y el arrabal de Getsemaní, la población, siempre creciente, se concen-
tró dentro del recinto de murallas, cada vez más engalanado con casas de
«hermosa y levantada fábrica» 1, que pregonaban el bienestar de acaudala-
dos vecinos, enriquecidos con el tráfico. Si los datos de cronistas y viaje-
ros contemporáneos no son exagerados, el número de habitantes se había
duplicado en el transcurso de noventa años. El dominico Zamora, que es-
cribía a fines del siglo, fija una población de mil quinientos vecinos 2, es de-
cir, familias; y el capitán don José Vallejo, en un relato escrito en 1697 3
eleva el número de dos mil. El guardiamarina Chancels de Lagrange, en su
diario de la expedición de Pointis, asegura que la ciudad contaba dos mil ha-
bitantes, excluídos los esclavos, pero en esta cifra sólo incluye a los hom-
bres, pues demostrando una positiva atención hacia el sexo débil-muy de
acuerdo con su juventud y con la clásica galantería francesa-, nos dice que
había en Cartagena cuatro mil mujeres '. Calculando sobre la base de esos
datos, creo que se puede fijar en unos ocho mil habitantes, aproximada-
mente, la población avecindada en Cartagena a fines del siglo XVII, a la que
hay que añadir los residentes y transeúntes, siempre numerosos.
Este exceso de población halló cabida, bajo la guarda de muros y baluar-
tes, en el barrio de GetsemanÍ, que en los planos de fines del siglo aparece
ya con el trazado de calles que, sin variación notable, conserva actualmente.
Buena prueba del aumento del vecindario del antiguo arrabal es el hecho
de que a mediados del siglo se iniciaran las gestiones oficiales para dotarlo
ZAMORA: Ob. cit., pág. 325.
Obra y páginas citadas.
3 Relación del capitán Vallejo, citada más abajo.
4 Relación del guardiamarina Chancels de Lagrange, citada más abajo.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVlI
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SITUACIÓN DE LA PLAZA FUERTE
s Relación de Vallejo.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIl
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ATAQUE DE LOS FRANCESES
8 Relación de Vallejo.
9 Ibídem.
10 Relación de Pointis, citada más abajo.
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(;AIHAGE A A FINES DEL SIGLO XVII
11 Sólo he podido consultar la impresa en Londres por Oliver Payne en 1742, cuya tfaducción cas-
tellana editó Roberto Arrázola en Historial de Cartagena de Indias (Buenos Aires, 1943).
12 V ALLFJO DE LA CANAL, José: Historw del Sitio, Yndefensión y Pérdida de Cartagena de
las Yndias, Conquistada, Saqueada y Destruida por el Francés el Año de 1697 ... (AGI: Santa Fe,
458; trasladado a la Sección de Planos: Panamá, núm. 117), con el mapa reproducido en la fig. 63.
Fue publicado (véase la Bibliografía), pues FERNANDEZ DURO: Armada Española ... , tomo V,
pág. 296, cita un ejemplar impreso. El documento se publicó íntegro en MARCO: Ob. cit., págs. 213 -
223.
13 Forma parte de un mss. de LOUIS CHANCELS DE LAGRANGE: Voyages et campagnes
diuerses faittes en Europe, en Asie, en Affrique, en Amerique despuis l'an 1694 ... iusques a la paix
generalle de Riswick en 1697, con el mapa reproducido en la figura 59 (Biblioteca Nacional, Madrid:
Mss. núm. Res-201-J -6). Lo referente al sitio de Cartagena (folios 35-61 del mss.) fue publicado por
MARCO: Ob. cit., págs. 223 - 233.
14 El Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII, parte primera (Madrid, 1921), página 109 y ss.
15 Ob. cit., tomo I, pág. 331 y ss.
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ATAQUE DE LOS fRANCESES
mapas de Pointis 16, Langrange (fig. 59) Y Vallejo (fig. 63), explican grá-
ficamente el desarrollo de las operaciones. Veamos, de acuerdo con los datos
suministrados por esas fuentes contemporáneas, cómo fue rendida y sa-
queada la ciudad de Cartagena de Indias.
El 13 de abril fondeó la escuadra entre la ciudad y la punta de los Ica-
cos, en el placer de Playa Grande. Pointis pensaba desembarcar y apode-
rarse a toda costa del cerro de La Popa, a fin de dominar el camino de en-
trada a Cartagena e impedir la salida de los vecinos con sus tesoros. Con
tal objeto, ordenó que la galeota lanzabombas y los bajeles «Fort» y «Mutine»
se acercasen a la ciudad, a fin de proteger el desembarco. El propio Pointis
ocupó sitio en uno de los botes, pero pudo comprobar que era imposible
poner pie en tierra, pues, aunque el mar estaba en calma, la resaca impedía
ganar la orilla. La chalupa del almirante zozobró, y éste tuvo que resignar-
se a la retirada, convencido de que en la costa de Cartagena «el mar es un
señor invencible». No quedaba otro recurso que forzar el canal de Bocachir
ca, poner los buques en seguridad y atacar por el interior de la bahía. En
la mañana del 15 de abril la escuadra levó anclas, y a mediodía todos los
buques estaban fondeados frente a Bocachica 17.
Durante todo el día 14 la galeota no cesó de arrojar bombas sobre la
ciudad, y aunque los daños materiales no fueron muy grandes ni las bajas
numerosas, el efecto fue altamente desmoralizador: «resultó tanta confu-
sión en todos, y especialmente en mujeres y niños, que corriendo por las
calles sin orden, salieron de la ciudad sin que ninguna de las providencias
que se dieron fuesen suficientes para detener el ímpetu con que se atrope-
llaban, concurriendo estas circunstancias en las monjas de Santa Clara y
Santa Teresa, quedando los conventos despoblados» 18. De creer al capitán
Vallejo de la Canal-siempre duro y exigente con los defensores-, fue pre-
ciso poner guardias dobles en las puertas de la ciudad y «conminación de
pena de vida, para que no la desamparasen del todo los vecinos, cuyo ho-
rror, asombro y miedo a las bombas es imponderable»,
Fondeada la escuadra en Bocachica, los navíos «Saint Louis» y «Scep-
ter» y la galeota se dedicaron a bombardear sin tregua el castillo, mientras
mil setecientos soldados y mil doscientos filibusteros desembarcaban en los
Tejares, a cubierto de los fuegos del fuerte, precedidos por ochenta negros
de Santo Domingo, destacados por Pointis para que abrieran trochas en
el bosque. Al amanecer del día 16 de abril desembarcaron la artillería de
sitio y, emplazados cañones y morteros, quedó el fuerte entre dos fuegos y
sin posibilidad de recibir víveres y refuerzos. En la mañana del mismo día,
los franceses capturaron una canoa grande, que intentaba llevar socorros
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CART GE A A FINES DEL SIGLO XVII
al castillo. Un fraile franci cano apresado n ella fué, por encargo de Pointis,
a intimidar al castellano a la rendición, pero como la respusta fu se ne-
gativa, el almirante ordenó a lo buques que arreciaran el bombardeo. Por
la tarde apareci ron otras dos grande canoas con rumbo al castillo, pero
el fuego de los filibusteros las obligó a r gresar a Cartag na 19.
Quedó el fuerte de San Luis incomunicado, bajo el fuego incesante de
cai'lones y morteros y sin posibilidad de recibir socorro. Lo defendía el ca-
ball ro vizcaíno don Sancho Jimeno de Orozco 20 , con no más de quince sol-
dados veteranos y un conjunto de gente bi oña-mulatos y negros de las ha-
ciendas v cinas-que umaban en total unos ciento cincuenta hombres ~l ;
la artillería del fuerte contaba treinta y tres cañones, en su ma or parte de
hierro, montados en cur ñas de madera de c dro sin herrajes ~2 .
Duró el bombardeo desd el lunes 16 de abril a mediodía hasta la tarde
del mart s, arrojando lo franc ses más de cuarenta bomba y mil quinien-
tos tiros de cañón, que d montaron ca i toda la artillería d 1 castillo. Los
sitiadores llegaron hasta el fo o provistos de escalas de a alto y petardos
para volar la puerta, ante lo cual los bisoños soldado de don Sancho pu-
sieron bandera blanca. Quiso éste hacer alguna proposicion , pero fueron
rechazadas, y viendo la impo ibilidad de ontinuar la defensa, mandó bajar
el puente le adizo y salió sin arma, ntregándose a los franceses. El señor
de Pointis le dijo, por medio de un intérprete, que debía consolarse de haber
sido vencido por fu rzas tan numero a , y «le entregó una spada y le dijo
galantemente que le daba la libertad d retirar e a donde quisiera con sus
bienes, criados y algunos amigo », para lo ual le extendería pasaporte. Don
Sancho le dió las gracia . le hizo entrega d la lla es del ca tillo. «Voila
comme cette el f d Cartagena 1u t rcduite n no tre puis an e le 16 avri I
1697 aprés d ux pours d'attaqu ! », escribe Chan ls de Lagrang . El n migo
tomó po e ión del fuert , y don Sancho Jimeno, provisto d 1 pasaporte que
le extendiera Pointis, se r tiró a una de sus haciendas !!J.
Con la conquista del castillo de San Luis, lo frances tuvieron franca
la entrada a la bahía y, en realidad, el total dominio de ella. Pusieron una
guarnición de cuatrociento~ hombre en 1 fu rte y dos navío de guardia
en el canal de Bocachica, y d spués de r embarcar cañones y morteros,
entraron los buques de la armada en la bahía el día 18. Pointis despachó
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ATAQUE DE LOS FRANCESES
~ "Un corto presidio", dice Vallejo. Chancels de Lagrange dice que la guarnición contaba setenta
y cinco hombres.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
en manos del hidalgo vizcaíno Juan Miguel de Vega, que se ofreció a de-
fenderlo con setenta hombres, en u ma 'oría bi oños. El nuevo ca telIano
detuvo algún tiempo el ataque. cau ó ba tant bajas al enemigo, pero
murió de un balazo ' lo d fen ores abandonaron el fuerte, retirándose a
Cartagena. Conquistado el fuerte, los franc tuvieron bajo el fuego de sus
mosquetes las murallas del arrabal de G t emaní y el baluarte de la Media
Luna.
Desde su cuartel general, emplazado en la capilla del Hospital de San
Lázaro, dirigió Pointis los trabajos del asedio. Los buques desembarcaron
veinticinco cañones de gran calibre y cinco morteros, mientras los negros
hacían acopio de fajinas y los soldados con truían trincheras y emplazaban
las piezas para batir la muralla (fig. 34). El día 21 por la tarde comenzaron a
prestar servicio las baterías francesas, mientras los buques pequeños y la
galeota arrojaban bombas contra el populoso barrio. Aquella tarde, un casco
de granada hirió al almirante francés. Durante los días siguientes continua-
ron los preparativos, arreciando el fuego a medida que entraban en juego
nuevas baterías, pero el miércoles 25 de abril «cesó en el todo de pelear, co-
mo si se estuviera en 1~ Paz de Otavianos»; el Gobernador de Cartagena,
imitando al enemigo, di puso que la artill ría de la ciudad también guar-
dase sil ncio, «rezeloso-dice Vallejo-o de las ira contrarias o de la poca
resi tencia de nuestras cureñas, pues no había ninguna qu al terzero o
quarto tiro no se rompie e». Duró la tregua cuatro días, durant los cuale
lo fran e e mejoraron u po iciones, pr parando 1 ataque d ci ivo y
a alto. En Cartag na e labraban cur ñas d madera y e prometía la li-
bertad a los sc1avos que tomasen las armas. Pasada lista a la gente qu
def ndía la muralla, , ólo e hallaron mil ochod nto hombre; e taba la
ciudad «tan falta d cabo militare 1 gob rnador de experiencia, que
formó consexo de e tado guerra, para las determinaciones qu hubie e
de executar, de don Diego de Morale , guarda ma. or de la aduana, y de
Juan de la Peña, mercader de profesión». E ta fu ron las m didas que
Vallejo- iempre mordaz y apasionado-califica d «grandes pre encione
defen ivas», ante las cuale no puede meno que xclamar: «j O mi erable
Cartagena, o triste ciudad, que numantinos te defienden qu Scipión te si-
tia; llora tu ruina, que bastante razón tienes para prevenirla y lamentarla!»
El día 28, al amanecer, cesó la tregua: todas las baterías emplazadas por
los franceses comenzaron a batir las murallas y baluartes de Getsemaní,
«avec tant de furie-escribe Langrange-que'on p u di re que la terre en
trembloit». Duró dos días el fuego de los franceses, respondido por lo ba-
luartes de la plaza. Uno de los buques lanzabombas fue hundido por lo
cañones de «El Reducto».
En la mañana del día 30, el jete de los filibusteros, Ducasse, e acercó a
la puerta de la Media Luna con el pretexto de pedir. de parte de Pointi, .
la entrega inmediata de la Plaza; pero, en realidad, la misión que llevaba
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ATAQUE DE LOS FRANCESES
2S Véase el informe del Santo Oficio al Inquisidor General de España, publicado por BECKER y
P-V AS GROOT: Ob. cit., pág. 121.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
26 Un cuerpo de ochocientos filibusteros, dos batallones que sumaban mil quinientos hombres y
tre cientos zapadores, según Lagrange (Mss. citado en la nota 13).
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RENDICI6N DE LA CIUDAD
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
salir, con sus muebles y ropas. A continuación iban ocho compamas de in-
fantería, «con cuerda calada y bala en boca»; luego, los bagajes, y cerraba
la comitiva el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad, con sus estan-
dartes, maceros y ministros. En total saldrían unos tres mil hombres 28.
Pointis, que aún no estaba restablecido de la herida que recibiera días
antes, entró en la ciudad en silla de manos, escoltado por los guardiamari-
nas y un batallón de granaderos, dirigiéndose a la catedral, donde le recibió
el Cabildo eclesiástico cantándole el «Te Deum Laudamus». De allí e hizo
conducir a la Casa de la Contaduría, donde se alojó.
Una vez dueño de Cartagena, comenzó Pointis a dictar providencias para
apoderarse de los tesoros que esperaba encontrar en la desdichada ciudad.
La promesa de devolver un diez por ciento a todos los que entregaban us
caudales y las amenazas, a los que los ocultaran, movieron a mucho a en-
tregar voluntariamente el oro y la plata que poseían.
La entrega voluntaria del dinero duró varios días, durante los cuales no
faltó trabajo al contador de la armada para pesar y almacenar en un salón
bajo de la Contaduría todo lo que le iban entregando, que alcanzó una cifra
respetable; pero «fenezido este negoci~dice Vallej~, empezaron los ene-
migos a executar algunas demostraciones de serlo muy de veras, y de que
fué la primera pasar monsieur Lebi al colegio de la Compañía de Jesús y
sacar de él quanta plata, en reales y labrada, había propia del colegio, de-
jando muy limitados los cálices y llevándose hasta la Custodia Sacramental
y Corona de Nuestra Señora, y porque en el aposento del padre Antonio
Granelli halló gran cantidad de oro, plata y piedras de más valor de tre In ta
mil pesos de algunos particulares, al día siguiente le prendieron en la Cárcel
Pública de la ciudad, donde es tubo hasta la noche, haziendo el enemigo en
el Collegio e Yglesia exquisitas diligencias, nimias e irreverentes al culto
divino por hallar pasto a su codizia». Este hecho no fué único, pues se
repitió, con agravantes de crueldad, en los demás conventos y en las igle-
sias. El mismo Leví se personó en el convento de San Agustín, «y avi ndo
tomado en la misma conformidad toda la plata labrada del culto de la
yglesia, y desvaratado, piráticamente, por sus mismas manos, las ri as an-
das de plata de los pasos de la Pasión de Nuestro Redenmptor», como no
apareció el tesoro que esperaban encontrar, encarcelaron al superior . a
dos frailes y los tuvieron tres días en un calabozo; «y maliziando podían
ocultar alguna plata, pasaron a darles tormentos de reos en los dedos me-
ñiques de las manos hasta reventárselos en las escopetas». También se lle-
varon toda la plata del convento de la Merced y dieron tormento a un lego,
pero, como había ocurrido con los tres agustinos, la crueldad fué infruc-
tuosa, ya que nada habían ocultado. En Santo Domingo, además de la plata
labrada de lo objetos de culto, encontraron «gran cantidad en reales, do-
blones y joyas, que era caudal de su provincial ». Luego tocó el turno al con-
28 Relación de Vallejo.
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SAQUEO DE LA CIUDAD
29 Relación de Vallejo.
~ R 'Iación, en Historial . .. , pág. 93.
31 ReJa ión de Pointis, en Historial . .. , pág. 97.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
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Q EO DE LA el DAD
a dos filibu teros que a esinaron a dos mujeres «le hizo cortar la c;abeza,
de pués de qu un 'acerdotc 'paf101 1 s hubo confesado». Pero él mi mo
cu nta alguna de la mu ha atrocidades realizada ' por lo implacables
!:>abuesos para descubrir los pocos caudales que se habían al ado d 1 ~a
queo de los día anteriores. Pusieron una veintena de barrile de pól ora en
la catedral alrededor a los prisioneros, a los que amenazaban con ha-
cerlo saltar si no d claraban los lugares donde aún tu h; en plata con-
dida. El terror y el aqueo duraron hasta 1 3 de junio, en qu los filibu te-
ro tu ieron noticia de que e ac rcaba una e uadra en ocorro de la
plaza. S apre uraron a 'mbarcar «y, ' in embargo, aunque la prisa de su
viaje fué grandc, no dejaron de hacer todo el daño que pudieron, pues en
el on ento de Santo Domingo dieron fuego a alguno barriles de pól ora
que habían 'nc rrado n una el las capilla de su iglesia, derribando sus
pared ~ y mal tratando gra\'l:mente sus altar s 3 1. El 7 de junio se hicieron
a la vela, y Cartagena qu dó libre de enemigos despul!s de un m d su-
trimien tos ~~ .
Dl!sde el punto de vi ta comercial, la xpugnación saqueo de Cartage-
na de Indias onstituyó un buen nego io para los 1ran ses. Ganaron éstos
lo que perdieron lo vencidos; pero, aparte es balance de pérdida y ga-
nancias mat riales, a ninguno d los do ' bando ' que fueron autores de la
lu ha corre pondió l honor d una victoria in mancha o d una derrota
digna. El estado d abandono en que 'e encontraba la plaza, por culpa de
una admini otra ión local orrompida y d un Gobernador débil e inexperto,
no re -ta gl ría a la ampai'ia; pero i e 0~1paran lo medios d que di -
pu o Pointi on lo que la ciudad ontaba para !:>u dcf n a, la haz ña fran-
ce a no rc"ul la tan heroica onlO qui o pintarla el almirant '. Por otra par-
te, la alianza odio -a con lo ' filibu t ro dio un arácter pirático a la em-
pre a empai1ó '1 pr"!:>tigio de una armada n la que, equiparada' a las
tropa ' del R.' Cristianísimo, figuraron la turba indisciplinadas de los
«hermanos de la costa», genks in ley que en todo momento hicieron honor
a 'u [ama de ladron s del mar, sin méb ideal qu el robo y el saqu o, siem-
pre acompaiiados de un sanguinari corlcj de crueldades.
El incumplimiento de la apitula i ne con ertadas con la ciudad ren-
dida, el saqueo de templos y ca a , contrario a lo pactado, . el hecho de
abandonarla en mano de lo filibu ·teros para que en ella ' C cobraran la
parte del botín que le corre pondía, fu ron hechos indigno ' de las leyes
34 lh ídem.
3S El aqueo de e rtagena fue una dl' la última ha/al1a de lo., ··hermano., lk la costa", Chancel
dl' Lagrangc uenta cúmo acabaron lo~ fugitivo. apre ados en u md)'oría por el almirante inglc:~ . ¡'vi·
lIe, También narra las incidencia del regrc 'o de Pointi a Francia y cómo pudo, burlando .1 lo ingle·
es, llegar a 8rc l con la ma ' or parte dd botJ'n dl' Cartagcna. \ allejo oe la Canal, pri, ionero en el "Ver·
mand i '" relata el tlc<.:Ídcnttldo viaje de este na\'lo ha 'ta su fdil. arribo al citado puerto lit- Brl'ltll;tl
(~1 . citado en la , nota , 12 y 13).
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CARTACENA A FJ ES DEL SIGLO XV! [
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RESPONSABLES DEL DESASTRE
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIl
presas a Cartagena. El alegato del Gobernador causó tan mala impre ión
entre los que habían sufrido las consecuencias de su debilidad e ineptitud,
que el ecretario del Santo Oficio, don Miguel de Echarri, salió al paso,
dirigiendo al rey, en nombre de la cIudad, una extensa exposición llena de
cargos contra don Diego de los Ríos. De todo lo alegado por Echarri, bien
ilu trado con citas eruditas, habrá que rebajar, como en otros casos, lo que
pudieran poner la pasión y la rivalidad, pero sí queda bien clara la ineptitud
del Gobernador, su falta de decisión en los momentos de peligro y una de-
bilidad de carácter que, en puestos de responsabilidad, resulta delictiva.
Cuando la armada de Pointis levó anclas hacia Bocachica, pudo haberse
hecho todo lo posible para iInpedir el desembarco cerca del castillo y re-
forzar al mismo ti mpo la menguada guarnición de que disponía don San-
cho Jimcno. Después, du ño el enemigo de la entrada al puerto, la defensa
d 1 ca tillo de Santa Cruz le hubiera detenido algunos día. Más tarde, cuan-
do, dueños de San Felipe de Barajas, abrían trincheras los franceses frente
a Getsemaní, se negó el Gobernador a autorizar un ataque nocturno para
interrumpir o entorpecer los trabajos; y, finalmente, también es cierto que
la plaza de Cartagena, bien defendida por murallas y baluartes, pudo haber
resistido algún tiempo, más aún sabiendo que de Mompós y Totú venían
fuerzas de socorro, que llegaron a Cartagena un día después de la rendi-
ción 40.
La timidez y la cobardía precipitaron la entrega de la plaza; faltó alor
para d f nderla hasta el último límite; hubo el afán interesado de salvar par-
t dIos cuadale mediante una capitulación, y miedo a p rd rlo todo
si el nemigo expugnaba la plaza a fuerza de armas. Esa fu ron la cau as
de la pérdida de Cartagena, aunque don Diego de los Ríos no llegase a la
trai ión. De nada irvió, sin embargo, tanta claudicación medrosa: las ca-
pitulaciones no fueron respetadas, la ciudad sufrió el saqueo, y, como re-
mate sangriento, volvió de pués sobre ella la plaga de los filibu telOS. Co-
mo dicen Bécker y Groot, «si don Diego de los Ríos hubiese empleado en la
defensa d la plaza 1 mismo ardimiento que después empleó contra la
tuerzas del president y de la Audiencia, Cartagena no habria tenido que
rendirse» t l . Unas cuantas medidas de defensa, una resistencia más fuerte
y mejor organizada hubieran alargado el asedio y la escuadra inglesa del
almirante Neville habría salvado a Cartagena u.
40 El informe de Echarri fue publicado por BECKER y RIVAS GROOT: Ob. cit., pág. 130 Y s .
El capítulo 111 de esa documentadí ima obra está dedicado a historiar el conflicto entre el gobernador
)' la Audiencia.
41 lb ídem, pág. 38.
42 Ven ía en busca de la de Pointis. Retrasado por diversos incidentes, llegó a Cartagena tre días
despu ' s de haber zarpado los enemigos. Capturó dos buques de los filibusteros con toda su tripulación
y el botín robado (FERNANDEZ DURO: Ob. cit., tomo V, página 294 y ss.).
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FIG. 62. La muralla de la Marina y el baluarte de Santo Domingo en 1617, por Cristóbal de Roda. - FI
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Armada francesa del barón de Pointis atacando a Cartagena en 1697, por don José Vallejo de la Canal .
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FIG. 64. Iglesia de Santo Toribio.
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FIG. 66. Interior de la iglesia de San Pedro Clavero FIG. 67. Nave y Tribuna de la iglesia de San Pedro Claver o
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FIG. 69. Vista de la iglesia de San Pedro Claver
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FIG. 72. La Marina de Cartagena, por donjuan de Herrera y Sotomayor. 1715
FIG. 73. Plano de la muralla de la Marina, por don Alberto Mienson y don Juan de Herrera. 1721
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FlG. 75. Proyecto de reconstrucción de la muralla de la Marina, por Francisco Ficardo. 1688
FlG. 76. Plano de la muralla de la Marina, por don José de Herrera y Sotomayor. 1733
FlG. 77. Sector de la Marina entre los conventos de Santa Clara y la Merced, por don Juan de Herrera. 1725
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FIG. 78. Perfil de la muralla proyectada para unir el baluarte de la Cruz con el de Santa Catalina 1721
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FIG. SO. Ataque del almirante Vernon. La ciudad, la balúa y los castillos principales. 1741
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FIG. 8I.EI general de la Armada don BIas de Lezo. Retrato conservado en el Museo Naval de Madrid.
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FIG. 82. El canal de Bocacruca, entrada a la bahía de Cartagena, por don Juan de Herrera y Sotomayor. 1716?
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LOS TEMPLOS DE L TR T IDAD Y A ROQ ü
LA IGLESIA DE LA TRINIDAD
Hacia la mitad del siglo XVII se englO una nueva iglesia, dedicada a la
Santísima Trinidad, en el barrio de Getsemaní. En 1620, el obispo había
representado al rey la necesidad de que tan populoso barrio tuvi se una
parroquia, pues por estar muy alejado de la catedral «y tener que pasar el
puente y ser grandes los calores», no se podían admini trar a u vecino
los Santos Sacramentos con la debida puntualidad. Entonces, el capitán
Julio Evangelista, vecino de dicho barrio, ofreció edificar a u co ta una
iglesia «de ciento veinte pies de largo y treinta o más de ancho, con vi-
vienda para cura y sacristán ... , y proveerla de los primeros ornamentos n -
cesaríos», a condición de que se le diese el derecho de patronato, con facul-
tad de transmitirlo a sus herederos. Muerto Julio E angeli ta, la ciudad
hizo suyo el ofrecimiento en idénticos términos, así lo representó a S. M.
el procurador general de aquélla, don Nicolás de Heras Pantoja. En con e-
cuencia, el rey ordenó al Gobernador, por cédula d 22 de febrero de 1642,
que le informase el número de vecinos que tenía el barrio, la di tancia a
que se encontraba la ciudad y la necesidad de fundar la parroquia 43.
Es de supon r que se concedería el permiso solicitado, pues la igle ia se
construyó. En un plano de 1688 (fig. SS) e indica u emplazamiento, y en
el de 1716 (fig. 71) se representa la planta con toda exactitud. La iglesia
de la Trinidad es un templo d tr nav , eparada por olumna de fuste
ilíndrico que reciben ar O ' de m dio punto, con sección cuadrada y ro ca
ji a. Aunque su apilla ma 'or ti n te t ro plano, el modelo inspirador del
templo fué la cat dral. Como en ella, la apillas colateral e forman el cru-
cero y la forma de agrupar en é t uatr medias columna está copiada
del t mplo episcopal; sobre ellas de cansa una pilastra, en la que apea el
arco de triunfo, como en el modelo citado. Las naves el pre biterio e
cubren con sencillas cubierta d art sao La fachada carece de int ré :
grue os contrafuertes señalan las naves y flanquean la sencilla portada, de
dos cuerpos (fig. 42). El último tramo de la nave del Evang lio está ocupado
por la torre, cuyo pesado cuerpo de campanas, con vanos ntre pilastras, re-
cuerda al de la iglesia d Santo Domingo.
43 URUETA: Documentos... , tomo n, pág. 225. URUETA y Plf'lERES: Ob. cit., pág. 163.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
lebrar anualmente las fiestas del Santo si cesaba el peligro. Así ocurrió,
y el voto fue cumplido, «hasta tener la hermita erijida cassi del todo», en
un solar del barrio de Getsemaní que para ese fin cedió al Cabildo la c<r
munidad de San Juan de Dios, que a la sazón tenía a su cargo el Hospital de
San Sebastián. Pero bien sea porque el Cabildo reconoció «no ser conbe-
niente, por no estar capaz para el concurso de tan gran población», o por-
que el Gobernador y Maestre de Campo don Fernando de la Riva Agüero
ordenase su demolición, «porque según parece era inconveniente en la par-
te que estava edificada» '4, el Cabildo creyó oportuno «proseguir el edificio
de la iglesia y hermita del bien aventurado San Roque uniéndola con una
hospitalidad de convalecientes en la iglesia y casa del Espíritu Santo, con-
ven to antiguo de los padres de San Juan de Dios ... , cuio edificio de yglesia
y casa que oyes de tablas se concerva con su sitio».
El Cabildo y la comunidad de San Juan de Dios concertaron ciertas ca-
pitulaciones, y ésta otorgó su consentimiento para que se llevase a efecto
«la fundación de la hermita y ospital juntos y en un cuerpo en el sitio re-
ferido el Espíritu Santo», bajo la advocación de San Roque. Así. e hizo cons-
tar en escritura otorgada ante el escribano Gonzalo Arias de Sego ia el 6
de abril de 1652, por los regidores Juan de Somovilla Tejada y Juan Ortiz
de Almansa, en nombre del Cabildo, y los hermanos fray Cri tóbal de Santa
María y fray Juan Caballero, en representación de la comunidad. En las ca-
pitulaciones incluídas en la escritura se especificaba que el patronato de la
fundación correspondía al Cabildo y que cuidarían los juaninos de la sala
de convalecientes, teniendo a cargo de ella por lo menos dos religio o no
más de cuatro, uno de ellos clérigo~.
Comenzaron en seguida las obras, y dos año después estaba fabricado
el cuerpo de la iglesia, la capilla mayor «y arco toral y la sacristía y forma-
do el coro con sus buecos de puertas, bentanas, y todo está ... labrado de
cantería arrasado y en estado de proseguirse la bóveda que lo ha de cu-
brir» 4G. En este estado se hallaba la fábrica cuando en 1654 hubo que sus-
pender las obras, en virtud de una real cédula de 17 de mayo de ese año, que
así lo ordenó. Fue dada esta disposición a instancias del Cabildo Eclesiás-
tico, que infornló al rey de que se trataba de hacer el Hospital de Convale-
cientes «sólo con el fin de yrse a divertir allí algunos religiosos de que re-
sultarían muchos imconvenientes» '7.
Acudieron los padres de San Juan de Dios ante el Consejo, representa-
dos por el procurador general fray Francisco de la Hacha, que pidió la re-
44 E ta primera edificación tal vez e taba situada en la calle de la Media Luna, donde aparece in·
dicada la ermita en un plano de la ciudad, grabado en Venecia, que e conserva en el Mu eo Histórico
de Cartagena.
45 E critura de 6-IV-1662 (AGI: Santa Fe, 247).
46 Certificación del escribano Martín de Escobar a petición de fray Fernando de Figueroa,
~·1-1662 (AGI: Santa Fe, 247).
47 RC. de 17-V-1654 (AGI: Santa Fe, 247).
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LA CASA DE CABiLDO
novación de aquella orden, haciendo constar que los informes que había
dado el Cabildo Eclesiástico eran inciertos, pue iempre habían ten ido allí
un Hospital de Convalecientes 48.
El Consejo atendió la petición y la informó favorablemente el 22 de agos-
to de 1665 49 • En consecuencia, se dio la real cédula de 3 de octubre del mis-
mo año, en la que se ordenó al Gobernador que susp ndi e la ejecu ión de
lo dispuesto en 1654 y no pusiese obstáculo al Cabildo para que continuase
la dificación de la ermita 50.
La ermita de San Roque es un modesto templo de una na e, con planta
rectangular y cubierta de madera. La fachada (fig. 43), cuyo piñón, r matado
por una cornisa, acusa las v rtient de la techumbre, carece de interé arqui-
tectónico. A un lado e tá la espadaña, de dos cuerpos, y la puerta adinte-
lada, que probablement dio acceso al Ho pital del Espíritu Santo, cuyo
nombre conserva la calle.
LA CASA DE e BILDO
ese fin solicitaron también real licencia para e ·tablecerlo. Apo 'aba e te
proyecto el gobernador, don Diego de Acuña, que hizo constar al rey con
cuánta incomodidad celebraba el Cabildo sus reuniones en la sala ituada
junto a la co ina y a la caballeriza de u casa, que «además de er parte
yndecente es tan caliente que no hay quien pueda estar en ella» 51.
Años más tarde, el procurador de la ciudad solicitó de nuevo licencia
para vender las casas del Cabildo y labrar otras nuevas donde, además de
las dependencias de la corporación, estuviese la vivienda de los goberna-
dores y la cárcel. A consecuencia de esta petición, el rey ordenó al gober-
nador don García Girón que enviase informes referentes a lo solicitado por
el Cabildo 52 .
Nada se re olvió por entonces, pero sí consta que en 1660 la ciudad com-
pró a censo, al Santo Oficio, una casa de tablas en la plaza principal y la
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CARTAGENA A FI ES DEL SIGLO XVII
hizo derribar para construir la sala de Cabildo, los portales con tiendas
para los oficios de los escribanos, la sala de audiencia y el pósito de gra-
nos. Se consiguieron ciertos arbitrios para dedicarlos a la nueva construc-
ción, pero al tratar de hacer el plano, dos años más tarde, surgió el incon-
veniente de existir allí la vivienda del alcaide de la penitencia, lo cual se
solucionó conviniendo el Cabildo con la Inquisición en que se le acomoda-
ría en la cárcel de penitencia. El inqui idor don Pedro de Salas hizo enton-
ces una planta de la nueva casa para que sirviese de modelo al dibujo de
las trazas.
Transcurrieron, sin embargo, vario años sin que se pudiese hacer la
obra, y al comenzarla, el 2 de julio de 1676, los inquisidores se negaron a
cumplir lo convenido, por lo que el Cabildo se dirigió a S. M. en 1677, pi-
diendo que se le permitiese construir la casa del alcaide donde se había
concertado o en cualquier otro lugar. Al mismo tiempo envió una copia d
la traza que e había hecho años ante j;l (Hg. 48).
Las casas de Cabildo de Cartagena r piten el tipo frecuente en los Ayun-
tamientos castellanos que, como es sabido, pr entan doble gal ría abier-
tas a la plaza. El edifi io ha sido muy reformado en di ersas épocas
(fig. 49); fruto de esas reformas es la terraza y el último cuerpo construído
sobre ella, así como también los balcone y balau tradas de la fachada. En
fecha recient se amplió a costa de la supuesta casa de Heredia, que ocu-
paba la esquina de la plaza, añadiéndo le un cuerpo con tres arcos en cada
planta. También en su interior ha sufrido reformas, pero, no ob tante, aún
con erva gran parte de su fisonomía colonial y continúa vinculado al mismo
servicio que prestara en época pretéritas. Está ocupado por las oficinas d
la gobernación del Departamento, y en lo portales de la planta baja se en-
cuentran los oficios de los escribanos.
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INGE IEROS MILIT RES: J. B. A TO:-.JELLI
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
S9 De este documento proceden los datos anteriore (AGI: anta Fe, 217) . LLAGUNO·CEAN:
Ob. cit., tomo IV, pág. 133 Y ss.
60 AGI: Santa Fe, 217. Publicada por LLAGUNO·CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 137.
61 FERNANDEZ DURO: Ob. cit., tomo IV, pág. 116.
62 J. B. Antonelli al rey, en Cumaná, 2-Vm-1633 (AGI: Santa Fe, 217). Publicada por LLAGU·
NO·CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 139.
63 FERNANDEZ DURO: Ob. cit., tomo IV, pág. 113.
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JUAN BAUTISTA ANTONELLI
64 Cartas de 2·VllI y 15-IX-1633 (AGI: Santa Fe, 217), publicadas por LLAGUNO·CEAN: Ob.
cit., tomo IV, pág. 139 Y ss.
65 Memorial de 1647 (AGI: Santa Fe, 217), publicado por LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo
IV, pág. 141 Y ss.
66 AGI: Santa Fe, 217, publicado por LLAGUNO·CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 141 ..
67 Ibídem.
68 AGI: Santa Fe, 989, libro 9, folio 70.
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CA~TAGENA A FINES DEL SIGLO X\II
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JUAN DE SOMOVILLA TEJADA
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
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DON JUAN BETtN
83 RC. de 17-11-1657 (AGI: Indiferente General, 491, libro 33, folio 27 v). Varios cuadernos de
autos sobre el salvamento y transporte de la plata en AGI: Contaduría, 254.
84 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 204.
SS TORRES LANZAS: Descripción de los mapas, planos . .. de Filipinas, núm. 9.
86 AGI: Indiferente general, 493, libro 39, folio 340.
87 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 272.
88 Nombrado por RC. de l8-VII-1658, con sueldo de quinientos ducados anuales a partir de la fe-
cha de su embarque para Cartagena (AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 75).
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
89 AGI: Santa Fe, 217. LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 194.
90 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 272.
91 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 274, v. Publicada por LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV,
pág. 196.
92 AGI: Santa Fe, 989, libro 10, folio 300, v.
93 LLAGUNO-CEAN: Ob. cit., tomo IV, pág. 40.
94 Venegas al rey, 20-X-1678 (AGI: Santa Fe, 217).
9S Rafael Capsir, gobernador de Cartagena, al rey, 26-11-1679 (AGI: Santa Fe, 217).
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DON JOSÉ DE LARA. FRANCISCO FICARDO
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
de Tierra Firme, pero por pocos años. Según carta del gobernador interino
don Sancho Jimeno, fechada ellO de febrero de 1695, hacía más de dos años
que el empleo estaba vacante, por fallecimiento de su titular 96.
96 Todos los documentos referentes a las biografías de Lara y Ficardo, en AGI: Santa Fe, 217.
rn El gobernador al rey, 5-IV-1654 (AGI: Santa Fe, 42).
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LAS MURALLAS. INFORMES Y PROYECTOS
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO X JI
100 Fue teniente de gobernador en la villa de Tolú y por ciertas opiniones en materias teológicas
estuvo encartado por la Inquisición en un proceso, que terminó, sin graves consecuencias, en 1658
(MEDINA: La Inquisición en Cartagena de Indias, pág. 295).
101 Véase la transcripción del plano.
102 Betín al rey. 6-IX-1668 (AGI: Santa Fe, 220).
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REPARACIÓN DE LAS MURALLAS
«las avenidas, así por tierra como por los caños y manglares», y juzgaron
conveniente cerrar algunos con estacadas, tal como lo habían dispuesto el
gobernador y el ingeniero, para evitar así «alguna abenida ynpensada, qu
es de lo que más se deue rezelar esta plaza». Vistas las murallas, no creye-
ron necesario añadirles fortificación alguna, sino acabar de perf ccionar-
las «en la mesma forma que están enpesadas y disiñadas», haciéndoles pa-
rapetos y explanadas para la artillería, que faltaban en su mayor parte. Ha-
bía un trozo de cortina caído y otros que amenazaban ruina, porque la
fuerza de las olas comenzaba a desencajar las piedras; para reparar el pri-
mero habían acordado el Gobernador y el ingeniero cegar las brechas con
e tacadas y hacer por la parte de dentro un rebellín de fajina y ti rra, lo
cual pareció bien a los demás miembros de la Junta; en cuanto a lo segun-
do, acordaron todos que se evitase su total ruina «por medio de piedra per-
dida que se suele echar ahigada de estacada fuerte, al modo de los cofres
que se usan en Ostende y otras plazas marítimas de Flandes» 103.
La Junta de Guerra de Indias aprobó lo propue to en el informe ante-
ced nte, y por real despacho se ordenó al Gobernador que continuas las
obras, de acuerdo con el parecer de los técnicos arriba citados, para lo
cual la Reina Gobernadora ordenó al Virrey del Perú que remitiese a Car-
tagena los «cinco quentos» consignados para sus fortificaciones 10l.
Mucho antes de que la orden pudiese llegar al Gobernador ya estaban
comenzadas las obras, a las que dio principio éste en noviembre de 1669,
o sea poco despu' s de emitir los técnicos el informe arriba referido. Desde
esa fecha hasta marzo de 1671 se trabajó activamente en cuantas repara-
cione nece itaban las fortificaciones: se perfeccionó la cortina situada en-
tre los baluartes de Santiago y San Ignacio, haciéndole un parapeto «de es-
tones», alojamiento para la tropa y almacén para pertrechos; se hizo un
parapeto en la estacada que defendía la puerta de Santa Catalina, y se
elevó la muralla que unía los baluartes de Chambacú, la Media Luna y el
Reducto, en Getsemaní, haciendo un parap to de mampostería terraplena-
do por dentro. Se hizo otro, con banqueta de piedra y terraplén, en el lienzo
de muralla que habían arruinado los nortes en 1664, detrás del convento
de la Merced; se repararon unos socavones abiertos por el mar en la mu-
ralla, a espaldas del convento de Santa Clara, y quedaba por reparar una
brecha que los temporales de 1671 habían abierto en uno de los frentes
de baluarte del Tejadillo. Todos los caños y ciénagas que rodeaban la ciu-
dad fueron interceptados con estacadas, y entre ésta y el arrabal se hizo,
además, un dique de tierra y fajina, dejando un postigo estrecho para paso
de las canoas, el cual se cerraba de noche 1O~.
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CARTAGENA A FINBS DEL SIGLO XVII
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PROYECTOS DEL INGENIERO VENEGAS
una playa donde fácilmente podrían desembarcar los enemigos: Creía con-
veniente hacer parapetos a la muralla situada entre el baluarte de los Moros
y el de San Pedro Mártir, frente a Getsemaní. Proyectó una media luna
delante de los baluartes de Santa Catalina y San Lucas-«que puedo asegu-
rar que en Europa no habrá otros mejores»-, que daban frente a uno de
los sitios más peligrosos de la ciudad, por tener acceso fácil desde la punta
de la Canoa, donde había una ensenada con buen surgidero, «por ser playa
como la de Vonan~a, de San Lúcar, y poco más de media lengua de la pla~a».
Describe el arrabal de Getsemaní, «población mui grande», cuyo circuito
era igual a dos tercias partes de Cartagena; tenía seis baluartes muy buenos,
cuatro de ellos terraplenados y con artillería, pero las cortinas intermedias
no tenían terraplenes ni banquetas y era preciso hacérselos; también juz-
gaba necesario unir la ciudad y el arrabal mediante dos estacadas, de una
de las cuales estaba hecha más de la mitad. Ponderaba la importancia del
castillo de San Lázaro, y juzgaba conveniente cegar los esteros «del Berú»,
situados a una legua del castillo de Bocachica, pues por ellos podían pe-
netrar los enemigos sin ser vistos, y si conseguían atrincherarse en el valle
situado entre los cerros de San Lázaro y La Popa quedaría la ciudad sin
posibilidad de recibir recursos por tierra 10l'.
Los planos (fig. 52) Y la carta de Venegas pasaron a la Junta de Guerra.
Esta los sometió al dictamen de don Enrique Enríquez, don Gaspar de Velasco
y el marqués de la Granja, y éstos informaron el 25 de febrero de 1680. Des-
aprobaron la idea de Venegas de construir unas medias lunas entre los ba-
luartes de Santo Domingo y entre los de Santa Catalina y San Lucas, como
puestos avanzados del recinto, pues creían que sólo podían ser eficaces te-
niendo una buena y numerosa guarnición, ya que, en caso de perderse, po-
dían servir al enemigo para hostilizar la plaza. De acuerdo con aquel inge-
niero, juzgaban necesaria la reconstrucción de la muralla de la Marina, y
proponían que, a modo de escollera para detener el mar, se hundiesen unos
cascos viejos llenos de piedra en la parte en que las aguas habían abierto
más brecha. En cuanto a las obras propuestas por Venegas para el lienzo
de muralla situado entre el baluarte de los Moros y el de San Pedro
Mártir, estaban de acuerdo en todo con el parecer de aquél, así como tam-
bién en cuanto a unir la ciudad con el arrabal mediante estacadas y cerrar
los esteros 109.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
110 Por primera vez se le da este nombre, que es el actual. Se le llama de San Francisco en un plano
de 1688.
111 Somovilla al rey, 16-111-1685 (AGI: Santa Fe, 217).
112 El Cabildo al rey, 30-111-1685 (AGI: Santa Fe, 217).
113 Vacante el empleo de maestro mayor de las fortificaciones por muerte de Gaspar Mejía, en
1667 fue nombrado para desempeñarlo el cantero y albañil André d Herrera, vecino de Cartagena.
En el mismo año le nombraron veedor y contador de la armada de guardacostas, y en 1668 el Cabildo
le nombró alarife, cargo que seguía desempeñando en 1679. La RC. de 23-1I1-1680 le confirmó el
nombramiento de maestro mayor, aumentándole el sueldo a seiscientos pesos anuales. A principios de
1691 había fallecido y se nombró para sucederle al cantero y albañil Francisco de la Peña, español
(AGI: Santa Fe, 217).
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RECONSTRUCCIÓN DE LA MURALLA DE LA MARINA
114 Re. de 22-IX-1687 (AGI: Santa Fe, 218). Véase la transcripción del plano reproducido en la
figura 75.
I1S Lara al rey, 25-X-1687 (AGI: Santa Fe, 218).
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
116 El gobernador al rey, 20-XJ-1688 y 27-1-1689 (AGI: Santa Fe, 218). Véase también la trans-
cripción del plano reproducido en la figura 75.
117 AGI: Santa Fe, 218.
118 Carta de 27-1-1689, citada en nota 116.
119 Don José Merlo al rey, en Santa Fe, 8-111-1691 (AGI: Santa Fe, 218).
120 Copias de unos capítulos de cartas de Rigada (AGI: Santa Fe, 218).
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RECONSTRUCCIÓN DE LA MURALLA DE LA MARINA
tigan los mettedores de ropas por altto y comerciantes con los extrangeros,
que es lo principal con que se enriquecen y viven quantos abitan en ella,
penetrando hasta Quito, Santa Fe y Popayán, por donde sale todo el thesoro
de aquellas partes y otro muy considerable por éstas».
En su opinión, la falta que tenían los baluartes era que se les había cons-
truído doble muralla, rellenando el espacio con tierra y cubriéndola con
hormigón; al afirmarse la tierra, éste se resquebrajaba, y el agua de las llu-
vias, buscando salida, actuaba sobre los sillares, haciéndoles ceder y oca-
sionando así la ruina de las murallas. Para evitar este defecto proponía que
se hiciese una sola muralla, adosando a ella el terraplén. Considerando que
para defender los veinticuatro baluartes del circuito-diecisiete de la ciu-
dad y siete de Getsemaní-era necesaria una guarnición numerosa, creía
que debían reducirse aquéllos al número estrictamente necesario. Por esa
causa, en el plano redujo los cuatro baluartes arruinados a sólo tres «algo
más regulares a los preceptos del artte de lo que están los otros, como ello
se demuestra» 121.
Los planos e informes enviados a la Corte por el gobernador Ceballos y
el oidor Merlo de la Fuente fueron examinados por don Enrique Enríquez,
miembro de la Junta de Guerra de Indias. Este informó favorablemente el
proyecto de aquél, pronunciándose a favor de la reconstrucción de la mu-
ralla en forma de dientes de sierra, según el plano que había dibujado el
ingeniero Francisco Ficardo, recomendando que en los ángulos se hiciesen
unos terraplenes capaces para dos piezas de artillería cada uno, ya que en
el espacio de los cuatro dientes no había sitio para ellas. Para defender
la muralla de los embates del mar propuso que se colocasen unos ponto-
ne de madera de de los cimientos de la muralla vieja hacia el agua, en
dirección Noroeste y Sudeste, a fin de que se formase playa de arena. Re-
comendaba también que las obras se hiciesen pronto, pidiendo para ello a
tos vecinos donativos de cal y otros materiales y que enviasen sus esclavos
un día por semana a trabajar en las obras, ya que éstas habían de beneficiar
a todos 122.
En el mismo año en que la Junta de Guerra seguía estos trámites (1694),
los temporales, que constantemente amenazaban a Cartagena, ocasionaron
nuevos daños en el recinto. En el mes de noviembre las olas destruyeron
una estacada, recién construída, en la brecha de la Marina, y en el baluarte
d Santa Catalina-«uno de los más principales y de la mayor fortaleza
para la defenssa de esta plaza>>-se corrieron los cimientos y quedó abierto
un socavón, por donde entraba el mar. Meses después se estaban reparando
estos daños por orden del gobernador interino de la plaza don Sancho
Jimeno 123.
121 "Deducción de las fortificaciones de la ciudad de Cartagena" (AGI: Santa Fe, 218).
122 Informe ante laJunta de Guerra, de 8-VllI-1694 (AGI: Santa Fe, 218)_
123 Jimeno al rey, 22-IX-1695 (AGI: Santa Fe, 218).
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
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SAN FELIPE DE BARAJAS
artilleros-, reforzado «con una palic;ada, que costará poco, que sirva de
entrada encubierta en lo peinado del cerro 1~7.
A este Gobernador 128, y a su actividad y diligencia, se debió la construc-
ción del fuerte de San Lázaro. Pidió a los vecinos un donativo y dio per-
sonalmente el ejemplo entregando tres mil peso para la obra l :!9, poniéndola
najo la uperintendencia del capitán Diego de la Torre Cantillana, a quien
pidió que anticipase el dinero cuando hiciera falta, a fin de que la fábrica
no ufriera demora alguna. Se trabajó con tal rapidez, que el 12 de octubre
d 1657 pudo escribir Zapata al rey dándole cuenta de haber terminado el
ca tillo, que denominó «San Felipe de Barajas». Tenía cuatro garita, alji-
be, almacén alojamiento para los soldados; y una sola puerta, frente a la
ciudad, defendida por «dos traveses para dos pedreros ... , porque como es
la frente que mira a la plac;a, tenemos la media luna con mui linda arti-
llería a tiro de mosquete 130. Costó la obra poco má de tres mil do cientos
p so , de cuya cantidad pagaron lo ecinos má de do tercera partes 111.
Quedó así acabado uno de los más famosos castillos de Cartagena( figu-
ras 80, lOS, 107 Y 126), lla e de la ciudad por la parte d tierra, que si fue ren-
dido en 1697 por lo france e, alvó a la plaza en 1741, cuando ante su muro
fraca ó el ataque del almirante Vernon. Haqa hace poco año e con ervaba
una lápida, pue ta en él para perpetrar cómo «R inando Fh Jipe Quarto el
Grande y gobernando e ta plac;a segunda vez Don Pedro <;apata, por u zelo e
industria se fabricó este castillo de San Felipe de Varaxa -año 1657» 112 .
Hizo la traza del fuerte 1 ingeniero holandé Ricardo Carr, que había huído
de lo ingl , a cuyo servicio estaba en Jamaica, refugiándo e en Cartagena,
donde le pr tcgió don P dro Zapata. La dirección de las obra corrió a
cargo del ma tro ma or Ga par M jía 113. En el iglo XVIII e completó la
defcn a del cerro, rodeando el castillo con formidable bat ria , convirtién-
dolo en una d la má ' importantes obra de fortificación que hizo E paña
en la India.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
134 Acerca de las causas que motivaron la obstrucción del canal de Boca Grande, hay abundante
documentación de principios del siglo XVIII. La cito en el capítulo siguiente.
13S AGI: Santa Fe, 989, libro 9 (1645·1652), folios 71 v. y 72.
136 Re. de 20-IX-1647 (AGI: Santa Fe, 217).
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SAN LUIS DE BOCACHICA
137 Re. de 12·YII·1647 (AGI: Santa Fe, 989,libro 9, folio 70, v.).
138 El gobernador Zapata al rey, 19·YIlI-1656 (AGI: Santa Fe, 43).
139 Informe de 22-VIII-1669 (AGI: Santa Fe, 43).
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII
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OTROS PROYECTOS PARA BOCACHICA
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OIPlTULO VII
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FIG. 84. Una calle de intramuros.
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FIG. 85. Ataque del almirante Vernon. 1741
FIG. 86. Medallas acuñadas en Inglaterra para conmemorar el esperado triunfo de Vernon.
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FIG. 87. Plantas y alzados del fuerte de San Sebastián del Pastelillo y del baluarte de San José. 1744.
FIG. 88. Proyecto de dique para cerrar Bocagrande. 1757
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FIG. 89 Casa ColoniaL FIG. 90. Miraq9r de la Casa del Consulado.
FIG. 91. Casa en la calle del Espíritu Santo, FIG. 92. Tinajero en la sala de la misma casa,
posteriormente modificada. actualinente cubierto de pañete.
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FIG. 93. Puerta del Puente
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FIG. 95. Casa de la Inquisición.
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FIG. 96. Casas en la calle de Santo Domingo.
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lAZA.
FIG . 97. Planta del I lo pital de San Lázaro, por don Antonio de Arévalo . 1764
FIG. 98. Fachada de la Capilla del Hospital de San Lázaro, por don Antonio de Arévalo. 1764
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FIG. 99. Planos de cuarteles, almacenes para pólvora y víveres y contraguardia, proyectados por don Lorenzo de Solís. 1755
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FIGS. 100 Y 101. Planos y perfiles de los medios baluartes proyectados por don Lorenzo de Solis para defender la puerta de la Media Luna. 1755.
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FIG. 102. Plano de la ciudad de Cartagena de Indias levantado en 1735
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11¡tl '/l(l por la {IIlM 1.2.
FIG. 103. Plano de los cimientos de la batería de San José de Bocachica por don Ignacio Sala. 1751
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J.
FIG. 104. Plano y perfil de los cimientos del fuerte de San Fernando de Bocachica. 1753
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FIG. 105. Fuerte de San Fernando de Bocachica, visto desde el canal.
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FIG. 107. Fuerte de San Sebastián del Pastelillo.
FIG. 108. Fuerte de San Felipe de Barajas, construido por don Pedro Zapata en 1657
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FIG. 109. Vista aérea del fuerte de San Felipe de Barajas.- FIG. 110. Fosos del fuerte de San Fernando, en el
canal de Bocachica.
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~i'I(Jj»/yCrn:~ l '
FIG. 111. Plano parcial de la ciudad y sus inmediaciones, por don Lorenzo de Solis, 1754. (Copiado por Arévalo en 1769)
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Después del desdichado gobi rno de don Diego de los Ríos, el mando de
la capitanía general de Cartagena recayó en un hombre que, por su en rgía
y entereza de carácter era la antítesis de su antecesor. El 7 de junio de 1699
tomó posesión del cargo don Juan Díaz Pimienta y Zaldívar, nieto del fa-
moso almirante don Francisco Díaz Pimienta, cuyo recuerdo perduraba en
la ciudad de Heredia por sus hazañas marineras y por la exp dición contra
la isla de Santa Catalina. Hombre arrojado, de imaginación viva, el joven
maestre de Campo Díaz Pimienta fue un Gobernador modelo. Celoso del
prestigio de su cargo y de los deberes y derechos de su autoridad, pronto
tuvo que luchar contra otra fuerza que, amparada en el refugio de su ju-
ri dicción exenta, pretendía tal vez mediatizar las decisiones del Gober-
nador, cuando no enredarle en la maraña de la intriga. Así ocurrió con el
Santo Oficio de la Inquisición, con el que sostuvo frecuentes luchas por
cue tiones de competencia, que pusieron de manifiesto el carácter de Díaz
Pimienta. Sus virtudes y sus actos, así como la austeridad de su conducta,
retrataron al hombre que, consciente de su responsabilidad, siguió el cami-
no que su sentido del deber le señalaba, sin dejarse arrastrar por el ven-
daval de intrigas y pasiones que agitaban el ambiente oficial de Cartagena
en los albores del setecientos.
Apenas encargado del gobierno, y a pesar de las dificultades que para
ello le puso el Santo Oficio, organizó Díaz Pimienta una expedición contra
los escoceses que se habían establecido en la costa septentrional del Darien,
entre el golfo de Urabá y Portobelo, territorio que bautizaron con el nom-
bre de Nueva Caledonia, y cuyo establecimiento principal era Nueva Edim-
burgo, fundado sobre las ruinas de la antigua Ada. La jornada terminó fe-
lizmente con la entrada de Díaz Pimienta en Nueva Edimburgo el 22 de
abril de 1700, después de haber entregado los escoceses el fuerte de San
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DE POINTIS A VER NON : 1697-1741
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l>AR~NTESIS ENTRE DOS BATALLAS
dades administrativas, durante los primeros años del siglo XVIII se hicieron
reparaciones importantes en las murallas y se construyó la monumental
Puerta del Puente. Fue director de esas obras, y de otras nuevas proyecta-
das después, el ingeniero don Juan de Herrera y Sotomayor, con quien con-
tinúa la brillante serie de los arquitectos militares que trabajaron en Car-
tagena de Indias. Destinado a esta plaza al mismo tiempo que el gobernador
Díaz Pimienta, en ella trabajó hasta su muerte, ocurrida en 1732, tres años
después de que el rey premiara sus servicios con la patente de brigadier
y el cargo de Ingeniero Director de las fortificaciones del virreinato.
Los trabajos de don Juan de Herrera en Cartagena, durante un cuarto
de siglo, dieron por resultado los proyectos y la realización de obras de suma
importancia, tales como la muralla de la Marina y las detensas del canal de
Bocachica. Por lo que respecta al trozo del circuito amurallado compren-
dido entre los baluartes de Santo Domingo y Santa Catalina, ya hemos visto
como los distintos intentos realizados para cerrarlo habían fracasado ante
la furia de los vendavales, que cuatro veces destruyeron cortinas y baluar-
tes. Así, había transcurrido más de medio siglo sin que los proyectos de
Ficardo y otros ingenieros cristalizasen en realizaciones, y aquella parte del
recinto no tenía más defensa que una fuerte estacada que, si bien era sufi-
ciente contra la posibilidad remota de un intento de desembarco enemigo
-casi imposible por la violencia de la resaca, como lo comprobó Pointis-,
dejaba la ciudad a merced de los ataques del mar, mucho más graves y
temibles, dada la escasa altura del islote arenoso que sirve de asiento a
Cartagena. Dos furiosos temporales, que la azotaron en los años 1713 y 1714,
destruyeron gran número de casas inmediatas a la Marina y buena parte
del convento de Santa Clara, amenazando inundar toda la ciudad. El in-
geniero Herrera hizo entonces un proyecto para construir la muralla y un
pilotaje que la defendiese de los embates del mar, digno precedente de la
escollera que construyó su colega don Antonio de Arévalo medio siglo más
tarde. A pesar de los informes favorables, por diversos motivos se retrasó
la ejecución de la obra, que no fue comenzada hasta 1721, después de haber
hecho Herrera una nueva traza y un nuevo proyecto, por encargo del virrey
de Nueva Granada, don Jorge de Villalonga. Mientras se trabajaba en la ci·
mentación de la muralla reparó Herrera el baluarte de Santa Catalina, que
estaba arruinado por los efectos de las minas francesas y del mar, que había
minado sus cimientos. Muerto Herrera en 1732, su proyecto no se realizó
completamente; cuando el ataque de Vernon en 1741, quedaba por cons-
truir la cortina de muralla comprendida entre los baluartes de Santa Clara y
de Santa Catalina, brecha que permaneció abierta, sin más defensa que una
estacada, hasta que en los últimos años del siglo se hicieron los cuarteles de
«Las Bóvedas».
En tiempos del gobernador Díaz Pimienta volvió a suscitarse la cuestión
de si convenía abrir de nuevo el antiguo canal de Bocagrande o dejarlo
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DE POINTIS AVERNO. : 1697-1741
3 GUILLEN: Los tenientes de navío Jorge Juan . .. y Antonio de Ulloa . .. , (Madrid, 1937),
página 40 y ss.
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ASPECTO DE LA Cl D D
cen mal en lo exterior las casas y edificios », aunque «los interiores adornos
de las ca as principales son muy decentes aseados». «Todos los templos
-continúan Juan y Ulloa-son de muy buena arquitectura y capacidad, y
a su correspondencia los conventos; en los adornos de las iglesias se nota
alguna pobreza, porque no en todos hay la completa decencia que les co-
rrespondía». La de cripción pu d aplicar e, en línea generales, al núcleo
urbano encerrado actualmente en el recinto de muralla, que conserva todo
el carácter típico y pintoresco de la iudad que aqueó Pointis.
Para los ilustres marino ra «la capacidad de aquella ciudad su arra-
bal como las de tercer orden de Europa»,' taba nton e « bi n poblada
d vecindario, aunque la mayor parte de él se compone de costa ». La
población, como en todas las r gione tropicale de América, no podía ser
más abigarrada: de una parte, lo criollos blancos, po eedor s de la riqueza
inmobiliaria, o funcionarios; de otra, los blancos europeos o chapetones,
reducido en número, de lo cual s, uno, tenían en sus manos los negocios
más ricos y producti o o de empeñaban buenos empleo', mientras que
otros, que habían de embarcado pobres y sin amparo, cre endo poder '10-
grar pronto la fortuna, vivían miserablemente, des mp ñando oficio mal
retribuído , o comían la sopa de caridad en l con ento de San Franci o.
La parte más numero a de la población era de color: negro criollos y bo-
zales, mestizos, quinterones, mulatos ...
La prosperidad conómica de Cartagena parece ser que iniciaba u de-
cadencia a cau a de la ruina oca ionada por el aqueo dios francese por
la supre ión de la flota d golean s. «No es de la más rica de la Indias
-escribían Juan y Ulloa-, porque ademá ' de lo aqueos que ha padecido,
como no se culti an ni trabajan allí minas, hac poca man ión 1 dinero, que
e remite anualmente, por vía de ituado, de la provincia de Santa Fe y
Quito, para la ub i tencia del Gobernador, tropa demás mpleo políticos y
militare que mantiene el rey en ella; no ob tant , hay caudale cr cido ,
con particularidad entre las persona de comercio.» 4.
En 1739, un nuevo. peligro de en migos amenazó a Cartagena. Los abu os
de los ingle es con el contrabando motivaron justas queja por parte d
España, y la consecuencia de todo ello fue la declaración de guerra que
nos hizo el Gobierno inglés el 23 de octubre de dicho año. Las Indias fueron
el principal escenario de la contienda, que se extendió por todos 10 domi-
nios españoles del Atlántico y del Pacifico. Tres meses antes de que se
declarara oficialmente había salido rumbo a América la escuadra del al-
mirante Vernon, y el 22 de octubre, la víspera de la declaración d la gue-
rra, fracasó en un intento de ataque al pu rto de La Guaira, de donde
tuvo que retirar e con no pocas p 'rdidas. Más fortuna tu o en Portobelo,
Ja importante plaza com rcial del istmo de Panamá, de la que se apoderó
el 22 de noviembre, después de capitular la eorta guarnición de sus castillos.
4 JUAN y üLLOA: Viaje a la América Meridional (Madrid, 1748), tomo 1, pág. 32 y ss.
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ATAQUE DE LOS INGLESES
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· TAQUE DE LOS INGLESES
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DH POINTIS A VERNON: 1697-1741
tres columnas, tras un duro castigo con la artillería. Don Carlos Desnaux y
sus soldados se retiraron a distancia de una legua, donde les esperaba el
Virrey con lanchas y canoas para trasladarlos a la ciudad. Al mismo tiempo
dispuso don BIas de Lezo que las tripulaciones echaran a pique los navíos
y los incendiasen, pero la rápida acometida de los enemigos impidió el total
cumplimiento de esta orden, pues las lanchas inglesas llegaron a tiempo de
abordar el «Galicia», capturándolo con parte de su tripulación.
Retirados hacia la ciudad, procedieron Eslava y Lezo a organizar la de-
fensa del puerto interior, a fin de impedir a los ingleses la posibilidad de
acercarse a bombardear el casco urbano. Para ello echaron a pique los
navíos «Dragón» y «Conquistador» en el canal formado por la punta del
Judío y la del Manzanillo-asientos del fuerte de este nombre y del de Santa
Cruz o «Castillo Grande»-, pero, como había sucedido en tiempo de Pointis,
la adversidad anuló el intento. El «Conquistador» no se hundió totalmente y
los ingleses pudieron apartarlo, dejando espacio suficiente para que pudie-
ran pasar sus navíos a la Caleta. El 11 de abril fue preciso abandonar el
fuerte de Santa Cruz. Un navío de setenta cañones, dos bombardas, dos fra-
gatas y un paquebote pasaron al puerto interior, y la ciudad quedó bajo el
fuego de un furioso bombardeo (fig. 85). El ejército de desembarco, for-
mado por nueve mil hombres, ocupó las islas de Manga y Manzanillo. El al-
mirante Vernon, dando por segura la expugnación de la plaza, despachó un
bajel a Londres con la noticia.
El 17 de abril, la bandera inglesa ondeaba en el cerro de la Popa, y los
destacamentos del Pie del Cerro y Tejar de Lázaro tuvieron que replegarse
hacia la ciudad. Otros efectivos ingleses lograron desembarcar en la Bo-
quilla, pero fueron duramente castigados, dejando muchas bajas y prisione-
ros. Se acercaba el comienzo de la segunda fase de la batalla.
Siguió la ciudad sufriendo el bombardeo de los buques enemigos, y llegó
la fecha memorable del 20 de abril. Antes de amanecer, los ingleses se lan-
zaron al asalto del fuerte de San Felipe d~ Barajas con tres mil quinientos
hombres, dividos en tres columnas, en las que figuraban seis compañías de
granaderos. La corta guarnición del fuerte ascendía a quinientos hombres,
entre fuerzas de milicias y soldados de los regimientos de Aragón y Espa-
ña, al mando del valeroso don Carlos Desnaux. A pesar de la superioridad
numérica, después de cuatro horas de lucha iniciaron la retirada los in-
gleses, momento que aprovecharon los defensores para caer sobre ellos a
la bayoneta. poniéndoles en franca fuga. El enemigo dejó en el campo to-
dos sus pertrechos, más de cuatrocientos cincuenta muertos y cien heridos.
La suerte estaba decidida. La heroica defensa del fuerte de San Felipe había
salvado a Cartagena.
El mismo día, los ingleses enviaron parlamentarios pidiendo una tregua,
a fin de recoger a los muertos y heridos. Durante los días siguientes bom-
bardearon la ciudad y el castillo de San Felipe y hubo intentos de ataque
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DERROTA DE VERNON
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DE POINTIS A VERNON: 1697-1741
LA IGLESIA DE LA COMPAÑiA
Si bien todas las incidencias a que dio lugar la fundación y fábrica del
Colegio de la Compañía dejaron los testimonios documentales recogidos en
uno de los capítulos que preceden, la construcción de su iglesia, que es el
templo más monumental y de mayor importancia arquitectónica de Carta-
gena de Indias, no dejó rastro documental conocido ni referencias concre-
tas en los cronistas e historiadores jesuítas. Solamente consta que en 1695
estaba decidida su construcción y se hacía acopio de materiales 11.
El documento gráfico más antiguo en que aparece representada la planta
del templo es el plano de la ciudad levantado en 1716 por el ingeniero don
Juan de Herrera y Sotomayor (fig. 71). Los marinos Jorge Juan y Antonio
de Ulloa, cuando hicieron el plano de Cartagena en 1735, indicaron en él,
aunque sin detallar, la planta del colegio de los jesuítas y la « Yglesia nueba
de los mismos» (fig. 70), lo cual parece indicar que la construcción de ésta
era un hecho reciente.
El historiador jesuíta Cassani, en su obra publicada en 1741, al hablar
del enterramiento de San Pedro Claver dice que «está en la nueva iglesia,
en un nicho de un poste de ella donde se trasladó» 1.2, aludiendo así también
a un edificio de fábrica reciente; y el padre Recio, que estuvo en la ciudad
en 1750, alaba la iglesia-«la mejor de Cartagena»--y nos dice que había sido
terminada pocos años atrás «por un nuestro hermano, gran arquitecto» 13.
Infelizmente, el nombre del artífice quedó en el anónimo.
La iglesia de la Compañía, dedicada a San Pedro Claver desde que el
venerado «apóstol de los negros» ascendió a los altares, es uno de los me-
jores templos que los hijos de San Ignacio dejaron en tierras de Colombia.
Al igual que la iglesia jesuítica de Bogotá, comenzada a principios del si-
1~ E~ esa fecha, el Padre Juan Martínez de Ripalda, procurador de la Compañía, acudió ante la
AudIenCIa de Santa Fe exponiendo "que dicho mi Collegio a muchos días que está entendiendo en la
fábrica de su nueva iglesia ... , y aora se me ha dado noticia que dicho Collexio ha comprado un
texar para poder fabricar en él la texa y ladrillo necesario para poder adelantar y perficionar dicho edi.
ficio yacer otras labores y loserías". El tejar estaba en la estancia de San Bernabé, en la isla de Tierra
Bomba, que los jesuitas habían adquirido en 1631 por compra a don Baltasar de Escobar y a doña Ca-
talina de Nava, su mujer. Por provisión de 21 de mayo de 1695, la Audiencia amparó a los religiosos
en la legítima posesión de la estancia y prohibió que los dueños de otros tejares sacasen tierra de ella
como venían haciendo indebidamente. De los documentos que contienen estos datos se deduce qu~
existía en Cartagena una floreciente industria de loza (AGI: Santa Fe, 403; 'Testimonio de tierras del
Collexio de la Compaña'a de Jesús en la Ysla de Cárex . .. "J.
12 CASSANI: Historia de la provincia de la Compaña'a de Jesús del N. Reyno de Granada (Madrid
1741), pág. 408.
13 RECIO: Compendiosa relación de la Cristiandad de Quito (Madrid, 1947), pág. 567.
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LA IGLESIA DE LA COMPAÑíA
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bE POINTIS A VERNON: 1697-1741
la del crucero y en los pisos altos de las laterales. Las capillas están cu-
biertas con bóvedas de arista. Como se hizo en la catedral de Montevideo,
15 La de Popayán fue reconstruída después del terremoto de 1736 por el arquitecto jesuita Simón
Schenherr, alemán, que dirigió la obra hasta su terminación (cf. ARAGON: Poptryán, Popayán, 1930,
pág. 199). En ella se han aprovechado las azoteas de las capillas para disponer una especie de nave al-
ta, con tribunas sobre la central, y cubierta por un techo de rollizos y teja que descansa sobre los mu-
ros de separación de las capillas, los cuales, prolongados verticalmente, sirven de contrafuertes o arbo-
tantes para contrarrestar el empuje de la bóveda que cubre la nave central. Están perforados por
arquitos de medio punto que permiten el tránsito.
La catedral de Montevideo (1790 - 1814) es más parecida a la iglesia jesuítica de Cartagena, ya que
los dos pisos de las naves laterales están cubiertos con bóvedas y aquéllas adquieren así completa perso-
nalidad en el alzado. También, como en Cartagena, la catedral de Montevideo carece de luz directa
en la nave central. Véase el alzado publicado por GIURIA: Arquitectura Colonial, en "Revista Nacio-
nal", núm. 10 (Montevideo, 1938), pág. 7.
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LA IGLESIA DE LA COMPAÑiA
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DE POINTIS A VERNON: 1697-1741
Con limosnas que dieron los vecinos y las autoridades se comenzó en 1666
la fábrica de una iglesia, para ayuda de parroquia, en la plaza de los J a-
güeyes, a cuyo fin concedió el rey un donativo de mil quinientos pesos,
elevado a tres mil en 1678. Quizá porque dicha limosna no llegara a ha-
cerse efectiva, o por otras causas, la fábrica no pasó de los cimientos, y en
ese estado se encontraba cuando· el obispo don Gregorio de Molleda y Cler-
que, «sobre parte de los dichos cimientos», puso la primera piedra el 3 de
diciembre de 1730 16 • Con los donativos de los feligreses, y principalmente
a expensas de este ilustre prelado, se dio principio a la edificación, y dos
años después estaba totalmente concluído el templo. Pero entonces el Go-
bernador se opuso a su dedicación, pretextando que era necesaria la real
licencia, a pesar ·de que ya estaba concedida por reales cédulas de 1677 y
1678, y al mismo tiempo pretendía aquella autoridad que la nueva iglesia
se pusiese bajo la advocación de Santo Tomás de Villanueva, por molestar
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SANTO TORIBIO y LA ORDEN TERCERA
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BL INGENIERO HERRERA SOTOMA YOR
BOCAGRANDE y BOCACHICA
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BOCAGRANDE y BOCACHICA
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DE POINTIS A VERNON: 1697-1741
varas. Bocachica tenía igual distancia entre sus orillas y un calado máximo
de veintidós varas. Partiendo de éstos principios creía Herrera que para
abrir nuevamente Bocagrande era preciso comunicar primeramente la ba-
hía con la mar libre a través del istmo y en seguida cerrar Bocachica-Iabor
difícil, dada su profundidad y anchura-; cerrar el estero de Pasacaballos
con una esclusa, para que la mar no tuviese otra comunicación con la bahía
que la de Bocagrande; y hacer en ésta dos espigones de pilotaje para que
las corrientes, así canalizadas, ayudasen a mantener y profundizar la aber-
tura. De otra forma la corriente explayada, lejos de contribuir a quitar las
arenas, propendería a formar barra, como sucede en las desembocaduras
de los ríos.
Además, advertía Herrera que la entrada por la Bocagrande siempre se-
ría peligrosa, por lo desabrigado de la costa y por quedar el canal al través
de las brisas, inconveniente que no ofrecía el de Bocachica. donde los na-
víos encontraban seguro abrigo a poco de remontarlo. Por todas estas razo-
nes. elegía el menor de los males: respetar el estado de cosas existente y
conservar el canal de Bocachica, fortificándolo. Para esto era necesario re-
parar el castillo de San Luis, que, además de precisar una completa reedi-
ficación, tenía varios defectos, tales como la poca longitud de las cortinas,
que impedían que el fuego de los flancos batiese el plano del foso, por estar
muy próximos los baluartes. Proponía vaciar el terraplén de éstos y hacer
unas bóvedas bajas, capaces para dos cañones, con respiraderos y galerías
de comunicación con la plaza de armas, y terraplenarlos de nuevo por en-
cima de dichas bóvedas. Como también tenía el castillo el defecto de no
batir bien el canal, propuso construir a su pie una batería, «que unida con
él mire a la canal y su entrada, con dos andanas [sic] de artillería, la una
alta y la otra inferior, debajo de bóvedas y aviertas por la vanda de dentro,
para el desahogo del humo»; y otra batería de igual forma en una isla cer-
cana a la orilla opuesta, para que ambas cruzasen sus fuegos.
Los capitanes don Francisco de VallecilJa y don Manuel Arias de Puga
abogaron por la apertura de Bocagrande. El primero basaba su opinión en
que, como «desde la conquista se conoció franca y corriente», al volverla
a su estado natural cesaría la amenaza de las inundaciones, «cuyos princi-
pios estamos experimentando, en las ruinas de más de cien casas» fronteras
a la antigua y derruída muralla de la Marina.
Arias de Puga juzgaba empresa fácil la de cegar el canal de Bocachica
hundiendo cascos llenos de piedra, y creía que en un año se podría abrir
la otra boca con quinientos peones, los esclavos negros de la Corona y los con-
denados por delitos que no mereciesen la pena capital. Afirmaba en su in-
forme que en la decisión de abandonar Bocagrande, después del naufragio
del navío que la cegó, había influído la conveniencia de varios vecinos po-
derosos, que tenían haciendas cerca de Bocachica, y el interés de los que
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LAS MURALLAS. LA PUERTA DEL PUENTl!
Durante los primeros años del siglo XVIII atendió Herrera a la reparación
de las ruinas que los franceses habían caus~do en las murallas. A fines
de 1704 escribió aquél a la Corte y remitió un informe en el que daba
cuenta de los trabajos realizados y enumeraba las obras que era necesario
hacer para concluir de reedificar todo lo destruído.
En los baluartes de San Ignacio, San Francisco Javier, Santiago, Santo
Domingo y Santa Cruz, así como en sus cortinas intermedias, había que ha-
cer explanadas de argamasa, terraplenes y varios trozos de parapetos; entre
el de Santa Cruz y Santo Domingo se cerró una brecha de más de cien pies
de largo, edificando la muralla y contramuralla y dejando una puerta y el
hueco correspondiente entre ambos para hacer tres bóvedas a prueba de
bomba: una, para la salida de dicha puerta, y dos colaterales, para alma-
cenes de pólvora y pertrechos 30. El lado opuesto del recinto se encontraba
28 Copias de estos informes, fechados en enero y febrero de 1708 (AGI: Santa Fe, 457).
29 Don Antonio Carnero a don Bernardo Tinajero, 8-IV-1710 (AGI: Santa Fe, 457).
~ Eatu b6vedaa se indican en planta en el plano de 1716 (fig. 71) Y existen actualmente, sirvien-
do la central de puerta. La brecha que existía entre los baluartes de Santa Cruz y Santo Domingo
fue abierta cuando el ataque de Pointis. En esa cortina -demolida en época reciente - se notaba la
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DE POINTIS A VERNON: 1697-1741
unión de la muralla vieja con la construída por !lerrera (d. LELARGE: Las murallas occidentales de
Cartagena, BH, tomo V, pág. 185).
31 "Quenta dada a su magestad ... de las obras ... edificadas por las ruinas hechas por las arma-
das del christianísimo rey ... "; con carta de Herrera de 15-XII-1704 (AGI: Santa Fe, 457).
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TEMPORALES DE 1713 y 1714
32 Fotograbado en KEANE: Central and South America (London, 1909), pág. 145.
33 Herrera y Briones declararon tener cincuenta y treinta años de edad, respectivamente.
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DE POINTIS A VERNON: 1697-1741
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LA MARINA: EL PROYECTO DE HERRERA
fuese posible cobrar los situados de Quito y Santa Fe 35. Con este informe
remitió un plano de la ciudad hecho por don Juan de Herrera (fig. 71) Y un
minucioso informe del costo de todas las obras indispensables 36. A la vista
de estos informes resolvió la Corte que se reconstruyese la muralla, toman-
do el terreno necesario de la ciudad si no era posible asegurar los muros
arruinados por los temporales. Así lo ordenó al gobernador Badillo por real
cédula fechada en El Pardo en 1717, en la que también se concedieron los
productos de diversos arbitrios y rentas para costear la importante obra 87.
35El príncipe de Santo Buono al rey, 31-II1-1716 (AGI: Santa Fe, 457).
36Informe de Herrera al príncipe de Santo Buono, 1716 (AGI: Santa Fe, 457). Publicado por
MARCO: Ob. cit ., pág. 233 y ss.
37 URUETA: Documentos ... , tomo IV, pág. 247.
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DE POINTIS VERNON: 1697-1741
38 "Cálculo de la muralla que se deue y pretende hazer ... desde el baluarte de Santa Cathalina
hasta el de Santa Cruz" (AGI: Santa Fe, 472~. Eran necesarias para la obra 13.330 piedras, yen labrar-
las invertirían los cuatro canteros doce años, un mes y veintiséis días y medio. Quede aquí esta nota
como muestra de la minuciosidad del cáculo de Herrera.
39 Informe del ingeniero Briones sobre la muralla de la Marina, 10-X-1733 (AGI: Santa Fe, 467).
MARCO: Ob. cit., pág. 236 y ss.
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LA MARINA: EL PROYECTO DE HERRERA
una muralla mui escarpada, por ser necesario en este paraje, para que hi-
riendo obliguamente dicho escarpe el continuo embate de las olas ruede
hazia arriua sin hazer presa en la muralla; el primer escarpe tiene ocho
pies de alto y ocho de gruesso, quedando cinco del orizonte del agua arriua,
y éste va solado de sillería para más firmeza; y el segundo escarpe lleua el
terzio de su altura, siendo toda la muralla de mampostería, con su camisa
de argamasa,. que es, según yo lo hago y según es fuerte la mezcla en esta
tierra en estando fraguada, más dura que la piedra, y el agua rueda por
ella sin hazerle mella; el grueso perpendicular de la muralla es de siete
pies, con uno más de zapata, que viene a tener de grueso toda ella, con el
escarpe, veinte pies por el cimiento y por la somedad [sic] viene a quedar
de cinco pies, y el parapeto de quatro; también lleva sus contrafuertes de
veinte en veinte pies de distanzia, y todos los ángulos de los baluartes son
redondos para que el agua pueda entrar y salir sin hazer presa en dichos
ángulos, que es lo primero que padece. En casi toda la muralla se excusa la
contramuralla a causa de la altura del terreno interior, y sólo será menes-
ter dos pequeños pedazos, junto al baluarte de la Cruz el uno, y todo esto
consta bien claro del dicho proyecto adjunto, que ejecutándose assí será
una obra mui permanente y sólida, según las dilatadas experiencias que en
stos payses he adquirido, quedando por esta parte lo mejor de la plaza,
y no tendrá más costo que si se hiziera en línea recta, como quiere el virrey,
pues si se repara en que se habían de cerrar las golas de los baluartes, las
cuales son quasi tanta cantidad como los dichos, se ve que no costará mu-
cho más y quedará bien fortificada y defendida dicha Marina».
EllO de noviembre del año citado se dio principio a la muralla nueva,
que había de cerrar la brecha existente entre los baluartes de la Cruz y San-
ta Catalina. Dispuso Herrera que en ese espacio se colocasen dos baluartes
que cubriesen los conventos de Santa Clara y la Merced-que estaban ex-
puestos a la furia de las olas «y arruinados en parte»-y un baluarte pequ~
ño entre éste y el de Santa Cruz. Con el fin de ahorrar trabajos y gastos,
procuró que la obra nueva no ganase mucho terreno al mar y se aprovecha-
sen los cimientos de la muralla antigua.
De todo esto daba cuenta Herrera al rey en carta de 23 de noviembre
de 1721. Advertía que el Virrey había dado orden de que no se utilizasen
más trabajadores que los ochenta esclavos negros propiedad de la Corona,
e insistía en que si no se tomaban peones a jornal se dilataría mucho la
obra, «pidiendo el sitio diferente disposición, pues suelen venir con tanto
ympetu los nortes que no bastan pilotajes a resistir ni ympedir que llegue
el combate de la mar a la muralla, que cojiéndola fresca se la nevará, y se-
mejantes obras se hazen siempre con fuerza de gente por los muchos y ex-
traños accidentes que pueden acaezer, que de esta suerte se logró auerse
reparado en quinze meses tantas piezas de fortificazión y assí, en fuerza de
mi empleo, deuo poner todo esto en la alta comprehención de V. M. para
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DE POINTlS A VERNON: 1697-1741
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LA MARINA: EL PROYECTO DE HERRERA
44 Bertodano al rey, 23-IX-1722 (AGI: Santa Fe, 367), e informe del fiscal.
4S ANGULO: Planos ... , lám.195 y pág. 464.
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DE POINTIS A VERNON: 1697-1741
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EL BALUARTE DE SANTA CATALINA
naba «que aquello no tenía remedio, sino cortarle por la gola y dexarle
abandonado», pero el ingeniero Herrera, considerando que dicho baluarte
era de suma importancia para la defensa del recinto amurallado, ofreció
reedificarlo, y así lo hizo, durante el gobierno de don Carlos Sucre, con los
medios que le facilitó don Antonio de la Pedrosa. Procuró el ingeniero re-
tirar el mar mediante reparos de estacas y fajina, para dar tiempo a que
fraguase la obra, pero como dichos reparos no pudieron hacerse muy sóli-
dos y una orden del virrey mandó parar las fábricas, el mar los deshizo y,
libre de este obstáculo, nuevamente bañó el calzo del baluarte y lo desbarató
en algunas partes. Considerando Herrera la mala calidad de la piedra, « que
por ser mui blanda se deshaze con el agua, accidente que tiene por el suelo
las murallas», discurrió situar unos cajones de madera llenos de piedra,
como había hecho en el baluarte de la Merced, en forma que apartasen el
mar y se formase playa. Cuando ya estaban colocados varios de esos cajones
frente al ángulo del baluarte, el gobernador don Alberto Bertodano mandó
cesar las obras, «quizá--como decía irónicamente el ingeniero--porque el
mismo día que se echaron los caxones no bió formar la playa» '7.
Así informó Herrera en 1725. En junio del mismo año, accediendo a so-
licitud de éste, dispuso el gobernador don Luis Aponte que los sobrestantes
y maestros de las fábricas inspeccionasen las obras efectuadas en el ba-
luarte de Santa Catalina. En su virtud, el 27 del mismo mes certificaba un
escribano que estando presentes en la playa, junto a dicho baluarte, el in-
geniero, el delineador José de Figueroa, el sobrestante mayor don Felipe de
Mendoza, el mayordomo de los esclavos José Gallegos, el tercer sobrestante
Cristóbal Ruiz del Hierro y los maestros carpinteros Miguel de Sosa y An-
drés Rodríguez, todos fueron unánimes en declarar que antes de poner los
cajones batía el mar en el baluarte y había arrancado «un pedasso del calsso
que forma el ángulo flanqueado de dicho baluarte», y que después de haber-
se colocado los cajones «se había retirado el mar dies y ocho varas», según
midió, en presencia de todos, el sobrestante Cristóbal Ruiz~.
Unos planos levantados entonces por Herrera (fig. 79) representan el
estado en que se encontraba el baluarte antes de 1718 y cómo quedó des-
pués de su reparación con el calzo que se le hizo en 1719 y la playa que se
formó a consecuencia de la colocación de los cajones. Se enviaron estos
planos a la Corte en 1725, en cumplimiento de lo dispuesto por una real
cédula .de 27 de septiembre del año anterior, que pedía informes sobre los
motivos que habían inducido a efectuar las obras de reparación señaladas.
47 Informe de Herrera, 15-111-1725, en "Testimonio de las diligencias executadas ... sobre el calzo
de el baluarte de Santa Cathalina" (AGI: Santa Fe, 938).
48 Acta de 27 -VII-1725 (AGI: Santa Fe, 238).
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DE POINTIS A VERNON: 1697-1741
LOS CASTILLOS
49 Don Antonio Carnero a don Bernardo Tinajero, 8-IV-1710 (AGI: Santa Fe, 457).
SO Informe del ingeniero Briones, citado en nota 39.
SI Herrera al rey, 9-IX-l 728 (AGI: Santa Fe, 938).
52 Publicado en Colección de libros raros y curiosos que tratan de América, tomo IX, página 195.
página 195.
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LOS CASTILLOS
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DE POINTlS A VERNON: 1697-1741
EL ARSENAL
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LOS CASTILLOS
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CM'ITULO 0/111
Cartagena
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Destruídos los castillos de la bahía por las bombas de los navíos de
Vernon, el eterno problema de la defensa y fortificación del hermoso puer-
to de Cartagena se agravó una vez más. En realidad, no se había resuelto
definitivamente después del ataque francés de 1697, pues las reparaciones
efectuadas en los fuertes a principios del siglo XVIII y las baterías cons-
truídas antes de la última guerra con los ingleses no habían pasado de ser
obras provisionales, hechas con la urgencia a que obligaban las circunstan-
cia . Cuando el ingeniero don Juan de Herrera Sotomayor, en 1716, informó
al virrey del Perú, Príncipe d Santo Buono, acerca de las necesidades de
]a plaza y propuso la realización de un plan de obra, hizo notar que éstas
se dirigían a reparar las ruinas producidas por los estragos del tiempo, y
«no a correjir los yerros y nulidades de la construcción de la plaza de for-
ma que quedase en una regular defensa, porque para esto era necesario
mucha mayor suma de dinero, y aquí me es preciso ceñirme a la escasez
del tiempo, por cuya razón no quedará la plaza con aquellos defectos di-
manados de su primera construcción, aunque sí reparada de lo más pre-
siso y nesesario por aora para la conservación» 1. La única obra de carácter
permanente que se hizo antes de la guerra de 1739 fué la muralla de la Ma-
rina, que no llegó a terminarse y que estaba destinada a oponerse a los ele-
mentos y no a los enemigos. Por otra parte, los furiosos temporales que
con tanta frecuencia azotaban aquellas costas volvieron a abrir el antiguo
canal de Bocagrande, y desde el momento que éste pudo ser accesible a las
embarcaciones, el problema de la seguridad de Cartagena se complicó
aún más.
1 Informe del ingeniero Herrera al virrey del Perú, prínCipe de Santo Buono (AGI: Santa Fe,
457). Publicado por MARCO: Ob. cit., pág. 233.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
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PROBLEMAS DE LA FORTIFICACI6N
la elección del proyecto que había presentado este último. Tal vez esa fue
1a causa de que pidiera el relevo, que se le concedió en 1753.
Con arreglo a los proyectos de Sala y Mac-Evan se comenzó a fortificar
el canal de Bocachica. Ambos ingenieros estuvieron de acuerdo en lo re·
ferente a la batería de San José, que se construyó cerca de la orilla izquier-
da del canal, sobre un bajo de arena. En la otra orilla se hizo el fuerte
de San Fernando, según los planos de Mac-Evan, cuyo proyecto era más
comp1icado y costoso que el que Sala había ideado con vistas a situar la
forta1eza sobre el inmediato cerro de los Hornos. Concluí dos estos castillos
y la batería de Santa Bárbara en 1759, el problema de la seguridad de la
entrada a la bahía quedó resuelto. Más tarde se añadieron otras obras de
fortificación para reforzar sus posibilidades defensivas.
Con el re1evo de don Ignacio Sala coincidió el nombramiento de don
Lorenzo de Solís para el cargo de ingeniero director, vacante por falleci-
miento de Mac-Evan. Solí s hizo un proyecto general para fortificar todos
lo puntos débiles del recinto de la plaza y dotarla de cuarteles y almacenes
de pólvora y pertrechos, todos a prueba de bombas. El proyecto era tan
completo que tal vez por su excesivo costo no se puso en práctica. Sus
trabajos más eficaces fueron loe; que realizó en Bocagrande, continuando
los iniciados por don Ignacio Sala, a quien Solís admiraba como maestro
y seguía en todo.
Destinado a Méjico en 1757, se hizo cargo de la dirección de las forti-
ficaciones don Antonio de Arévalo, que llena con su vida y sus obras el
último capítulo de la historia de las fortificaciones de Cartagena. Como in-
geniero militar, Arévalo es una de las figuras más destacadas del Nuevo
Reino de Granada en la segunda mitad del siglo XVIII. Buen conocedor de
la gobernación de Cartagena y de gran parte del virreinato, en la ciudad de
Heredia residía desde que, en 1741 fue destinado a servir junto a Mac-
1
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
Angel San Rafael y las que se añadieron al fuerte de San Fernando para
flanquear sus baluartes. Y en el cerro de San Lázaro, extramuros de la
ciudad, todo un sistema de baterías convirtió el viejo fuerte de San Felipe
de Barajas en un reducto inexpugnable, que con sus galerías y cuarteles
subterráneos constituye una de las más formidables obras de arquitectura
militar que España dejó en tierras de América. Bajo la dirección de don
Antonio de Arévalo-ya entonces brigadier de los Reales Ejércitos-se ter-
minó en 1795 el trozo de muralla comprendido entre los baluartes de Santa
Clara y Santa Catalina, ocupado por los cuarteles, cuyas «bóvedas» a prue-
ba de bombas les dieron nombre. Cuando en 1798 se colocó el escudo que
decora el frontón del pórtico, quedaba concluído definitivamente el recinto
de Cartagena y, después de más de dos siglos de trabajos, era una realidad
el proyecto de convertirla en plaza fuerte, ansia y anhelo de la ciudad de
Heredia desde los días inmediatamente posteriores al de su nacimiento a
la vida urbana. Don Antonio de Arévalo cierra con broche de oro la larga
dinastía de los ingenieros militares, que durante dos centurias habían lu-
chado por conseguir aquella realidad. Y después de más de sesenta años de
servicios en Indias, realizada aquella misión consubstancial con su vida,
don Antonio de Arévalo murió en Cartagena el 9 de abril de 1800.
La historia de las fortificaciones de Cartagena de Indias acaba casi al
mismo tiempo que su historia española. Quiso el destino que aquellos mu-
ros y castillos, construídos para defenderla de los ataques de los enemigos'
de España, sólo sirvieran para escenario de luchas entre hermanos, en los
días decisivos de la Emancipación. El 11 de noviembre de 1811. Cartagena
proclamó u independencia. Reconquistada por Morillo en 1815, se perdió
para España definitivamente seis años después. Pero, in en ibIes a los es-
tragos del tiempo. quedan en pie sus murallas y sus castillos, como recuer-
do de aquellos tiempos en que dependía de ellos, en gran parte, la segu-
ridad de todo un imperio.
La historia detallada de las últimas obras de arquitectura militar que
se construyeron en Cartagena de Indias está en las páginas que siguen.
Con ellas queda cumplido el propósito que inspiró esta monografía.
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LA CASA EN EL SIGLO XVIII
pecto primitivo, son anteriores al siglo XVIII. Pero como el ejemplar de más
valor artístico corresponde a la segunda mitad de esa centuria, he preferido
agrupar aqui unas cuantas notas sobre la casa cartagenera, como preámbulo
al estudio de la que fue residencia del Santo Oficio.
Durante los últimos lustros del siglo XVI y el primer tercio del XVII de-
bió construirse en Cartagena gran número de casas. El franciscano fray
Pedro Simón, que escribía en 1628, habla de «la mucha suma de ventanaje
y balcones volados» que ya entonces daban a las calles cartageneras el típico
aspecto que hoy conservan y que es común a todas las ciudades costeras de
las Antillas y de las riberas del Caribe y golfo de Méjico, desde Cumaná
hasta Veracruz. Es posible que aún queden algunas casas de esa época, más
o menos reformadas posteriormente, sobre todo en los últimos treinta
años. La única que sabemos construída antes de 1620 es la de la Moneda
(fig. 45); en su planta baja, el amplio zaguán da acceso a un vestíbulo que co-
munica con el patio por medio de dos arcos, que apean en una columna
de fuste corto, disposición análoga a la que encontramos en una casa mu-
déjar de Santo Domingo 2. La portada, con pilastras lisas y dintel despiezado,
con un modillón en la clave, es idéntica a la de la casa de la Contaduría,
comenzada en 1620, y del tipo que se repite en numerosas casas de Carta-
gena. Semejantes también a los de la Contaduría son los balcones volados
de la casa de la Moneda y, por otra parte, consta documentalmente que
en 1613 los había en la fachada de la plaza Mayor 3.
Esos grandes balcones de madera son frecuentes en el norte de España
y en otras regiones españolas. Su origen tal vez se encuentre en los ajimeces
moriscos que tanto abundaban en las ciudades meridionales de la Penínsu-
la hasta que el balcón renacentista fue desterrando su uso. De Andalucía,
sin duda, fueron llevados a las islas Canarias en los días inmediatamente
posteriores a la conquista, antes de que la moda de las ventanas y bal-
cones a la italiana desterrara para siempre de Sevilla el empleo de los esa-
lidi~os, que antiguamente las hacían más húmedas y sombrías», de que nos
habla el historiador Morgado~. En el archipiélago canario tomaron carta
de naturaleza los balcones volados, arraigándose más que en ninguna otra
región de España, por el aislamiento artístico en que vivió la provincia atlán-
tica. En 1586, Felipe II dictó una real cédula dirigida al Cabildo de Tenerife,
prohibiendo que se hicieran en los sucesivo «salidi~os, ni corredores, ni bal-
cones, ni otros edificios algunos que salgan a las dichas calles fuera de la
2 ANGULO: Historia del Arte Hispanoamericano, tomo 1 (Barcelona, 1945), . pág. 108; y El
Gót,'co y el Renacimiento en las Antillas, en "Anuario de Estudios Americanos", tomo IV (1947)
fig. 32.
3 Se citan en la Relación del auto púb#co de la fe, que se mandó publicar por los Señores In-
quisidores de . .. Cartagena de las Indias . .. y se zelebró el día 2 de febrero de 1614 (Biblioteca Co-
lombina, Sevilla: mss. 1180 de varios en folio).
4 Historia de Sevilla (1587), pág. 144.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
pared en que estuviere el tal edificio» s, pero la orden sería revocada más
tarde o fué letra muerta, ya que jamás se cumplió. Dadas las relaciones
constantes de las islas con las Indias, es natural que del archipiélago pasaran
a América, y concretamente al Nuevo Reino de Granada, en cuya conquista
tomaron parte activa los Adelantados de Canarias don Pedro y don Alonso
Luis Fernández de Lugo. Recordaré, además, que este último llevó al Nuevo
Reino de Granada en 1543 gran número de «artífices y oficiales, para fá-
bricas y edificios y otras cosas en orden al ennoblecimiento y perpetuidad
de la tierra» G. Cae fuera de este lugar el estudio de los distintos tipos de
balcones americanos, pero sí diré que los de las regiones andinas son más
ricos y más semejantes a los modelos canarios que los de la costa.
Los «corredores» o balcones cartageneros constan de una hilera de ca-
nes que, prolongando las vigas del techo de la planta baja, sostienen el pi-
so; unos pies derechos, o airosas columnitas con zapatas, reciben una viga
corrida, sobre la cual descansan los canecillo s que forman el alero del te-
jado, y una balaustrada forma el antepecho. Los balcones se extienden a
lo largo de la fachada o se disponen en ángulo, y a ellos se abren dos o más
puertas (figs. 84, 89, 95, 96, 121 y 122). Existen otros de un solo hueco, con te-
jadillo volado, sin pies derechos que lo sostengan, tipo menos frecuente, que
parece degeneración del anterior y propio del siglo XVIII.
En los patios de las casas, columnas y arcos repiten el tipo que hemos
visto en los claustros de San Francisco, Santa Teresa, Santa Clara y La
Popa, construídos todos antes de 1625. Salvo algún caso aislado, la falta
de elementos decorativos demuestra que o todos son de la misma época
o se siguió empleando el mismo modelo, sin que a través del tiempo fuera
evolucionando.
Podemos agrupar las casas cartegeneras en dos tipos: de un solo piso
y de dos plantas, incluyendo en éste las de tres, que son excepcionales.
Unas y otras están construídas con ladrillo y mampostería, con los para-
mentos enlucidos, y se cubren con tejados. Las casas bajas abundan más en
los barrios de Getsemaní y San Diego, un poco alejados de las calles co-
merciales. La puerta siempre está a un lado de la fachada, y en ésta se
abren dos o más ventanas, cuyas amplias rejas de madera descansan en ba-
samentos a modo de repisas y se cubren con tejadillos. En algún caso, las
portadas de las casas se unen, formando una sola fachada simétrica, y la
cornisa que remata los dinteles subraya la unión. Tal ocurre en la que fue
residencia de don Gonzalo de Herrera, marqués de Villalta, cuya cornisa se
quiebra para encuadrar el escudo finamente labrado, evocando así el re-
cuerdo de las portadas góticas del tiempo de los Reyes Católicos.
s Archivo Municipal de La Laguna (Tenerife), sección la., libro n, folio 100. Agradezco estc
dato a mi buen amigo don Leopoldo dc la Rosa y Olivera, Secretario de la Mancomunidad Provincial
de Santa Cruz de Tenerife.
6 FLOREZ DE OCARIZ: Ob. cit., tomo 1, pág. 77.
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LA CASA EN EL SIGLO XVIII
7 PORTO DEL PORTILLO: Púuas y caUes de eartagena (Cartagena, 1945), pág. 308. La casa
fue destruída hace pocos años.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
pre fresca. El corriente que las casas grandes tengan entresuelo, donde se
guardaban las mercancías que podían ser dañadas por la humedad del
piso. Estos entresuelos, que suelen ser de corto puntal, tienen ventanas
con rejas a la calle y, a veces, puertas y vanos a una galería volada so-
bre canecillo s y con- antepecho de balaustres de madera que corre a lo
largo de una o más crujías del patio. La abundancia de lluvias impone el
tejado sobre el cual se alza el «mirador», torrecilla construída siempre de
ladrillo, desde la cual se divisa el amplio panorama del mar y la bahía.
Este tipo de casa, en que casi siempre se combinan la vivienda y el
depósito o establecimiento de comercio, es semejante al que, desde fines
del siglo XVII, encontramos en Cádiz, ciudad que mantenía íntimas relacio-
nes comerciales con Cartagena y en la que se daban circunstancias seme-
jantes, tales como la situación marítima, su carácter mercantil y la limita-
ción de espacio que imponía la isla que le sirve de asiento y el recinto dej
murallas que cercaba su casco urbano. De este tipo de origen gaditano con
amplios entresuelos, y más parecidas aún en su fisonomía exterior a las
cartageneras por la nota colorista que ponen en sus fachadas los balcones
volados de madera, son las viejas casonas que aún quedan en poblaciones
costeras de la isla de Tenerife. En Garachico, en el Puerto de la Cruz y en
Santa Cruz de Tenerife se encuentran casas semejantes a las de Cartagena,
con muros enlucidos y grandes balconadas, construidas en los siglos XVII
y XVIII, cuando la isla exportaba a Europa y a las Indias los famosos vinos
de malvasía. Los «miradores» de las casas cartageneras recuerdan también
los de los palacios gaditanos, no sólo por el fin que inspiró su construcción,
sino también por la forma. Pocos quedan, desgraciadamente, pues en su
mayor parte han sucumbido a los estragos del tiempo. Tal vez sea de la
segunda mitad del siglo XVII el de una casa situada en la calle de las Da-
mas-en la parte más antigua de la ciudad, cerca de la plaza de la Adua-
na-, cuyos pormenores arquitectónicos suscitan el recuerdo de la cercana
torre de Santo Domingo.
El mirador de la casa del Consulado 8 es de tipo semejante a los que
en Cádiz adoptan la forma de sillón, en cuyo aparente espaldar se aloja
la escalera, mientras en la mitad anterior, orientada hacia el mar, se abre
una especie de balcón 9. En el ejemplar de referencia (fig. 90),. las ventanas,
rectangular,es, rematadas por cornisas, le dan un aspecto más severo, si
8 Para la historia de la casa, cfr. RESTREPO (PASTOR): Album de Cartagena. Mansiones seño-
riales, en BH, núm. 85, págs. 27 - 29. Adquirida la casa al Coronel de MiHcias don Manuel de Prada,
dispuso el prior del Consulado don Matías de Torices la ejecución de ciertas obras imprescindibles
para instalar las oficinas del Tribunal, que no afectaban a la estructura del edificio. Hizo el presupues-
to de su costo el maestro mayor de albañilería Antonio Miranda, así como una somera traza que no re-
produzco por su falta de interés artístico. En 1806 las obras se habían suspendido por fallecimiento
del prior (AGI: Santa Fe, 960).
9 PEMAN (CESAR): El arte en Cádiz, Madrid, 1930.
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LA CASA EN EL SIGLO XVIII
10 RESTREPO (PASTOR); Mansiones señoriales. Residencia de lafamilia Tono Maciá, BH, núm. 86
(1945), págs. 41 - 43.
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EL PALACIO DE LA INQUISICIÓN
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EL FUERTE DEL PASTELILLO
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EL INGENIERO DON IGNACIO SALA
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XV1I1
23 CUEVAS ALCOBER: Un ejempÚlr español de arquitectura industrial del siglo XVIII, publica-
do por la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales (Madrid, 1946), pág. 18 Y ss.
)4 Publicada en Cádiz por Pedro Gómez de Requena, impresor mayor, 1743.
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LOS FUERTES DE BOCA CHICA
2S Creyéndolo así, solicitaba le permitiesen llevar a Cartagena al ingeniero ordinario don Manuel
Hernández, que aunque estaba destinado en Canarias, pasaría gustoso en su compañía si se le daba
un regular ascenso (carta de Sala, en Cádiz, 7-1-1749; AGI: Santa Fe, 940). Accedió el rey al cambio
de destino del citado ingeniero - no consta si también le concedió el ascenso-, a condición de que se
enviara a aquellas islas quien le sustituyera (minuta de respuesta a Sala, Madrid, 14-1-1749; AGI: Santa
Fe, 940).
26 Testimonio del acta de toma de posesión ante el Cabildo (AGI: Santa Fe, 1.000).
27 Seguramente se le habrían hecho algunos reparos después del ataque de Vernon.
28 Sala a Ensenada, 13-11-1750 (AGI: Santa Fe, 940).
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
cual ésta era útil solamente en el caso de que sus fuegos pudiesen enfilar
a los navíos por la proa o por la popa, disparando no al casco del buque,
sino a su arboladura, para detenerlo en su marcha, «porque un navío desar-
bolado es como un cavallo sin pies». Partiendo de esta afirmación, opinaba
que las baterías de Bocachica debían de ser construídas con sus ángulos sa-
lientes dirigidos hacia el canal, pues así los fuegos de un frente enfilarían
al navío enemigo por la proa y los del otro frente lo enfilarían por la popa
si lograba pasar adelante, y en cambio el fuerte presentaba así muy poco
blanco a las andanadas de las baterías del buque 29. El Virrey contestó a
Sala que le parecía más conveniente la forma propuesta por Mac-Evan, ya
que ofrecía la ventaja de que el fuerte podría batir con todos sus fuegos al
navío enemigo en el momento de pasar por el canal, con la ventaja, ade
más, de que los tiros de las baterías de tierra resultaban siempre más efi-
caces que los de los navíos, dada la inestabilidad de éstos. Como del informe
dedujo el Virrey que el desacuerdo entre Sala y Mac-Evan se refería prin-
cipalmente a la disposición y forma del fuerte de San Fernando, ordenó que
en tanto decidían sobre esta divergencia, se diese principio a la fábrica de
la batería de San José, siguiendo los planos del ingeniero director, y se
llevase cuenta detallada de su costo, a fin de calcular así con la mayor exac-
titud lo que costaría el otro fuerte.
Notificó Sala al Virrey el cumplimiento de esta orden, y repitió, de paso,
las razones expuestas en su anterior dictamen, por lo cual, comprendiendo
aquél que nunca lograría unificar los dos criterios, ordenó al Gobernador
que hiciese un proyecto para enviarlo a la Corte junto con el de Mac·Evan,
a fin de que S. M. decidiera, ya que mientras llegaba la decisión real se
podría seguir construyendo la batería de San José.
Con diversas disculpas eludió Sala el envío de sus planos, a pesar de
las reiteradas órdenes del Virrey, y én todas sus cartas expuso nuevas ra-
zones en contra del proyecto de Mac-Evan. En febrero de 1751 surgieron
nuevas diferencias en cuanto al modo de cimentar la batería de San José:
quería el ingeniero director fundarla echando piedra hasta ganar la su-
perficie del agua, y el Gobernador era partidario de edificarla sobre cajo-
nes llenos de mampostería, procedimiento que le había dado buenos resul-
tados cuando construyó el muelle de San Felipe, en Cádiz. También dis-
crepaban en cuanto al lugar de emplazamiento de la batería, que era tan
malsano que los trabajadores enfermaban a los pocos días de llegar, como
había sucedido al ingeniero Hernández, al sobrestante de la obra y a muchos
operarios.
Nuevamente insistió el Virrey en que le enviase sus planos, sin que el
Gobernador se diese prisa por obedecer. Por fin, en abril del citado año le
comunicó que había pasado a Bocachica para disponer su proyecto e ins-
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LOS FUERTES DE BOCACHICA
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
14 Para la situación de estos fuertes, véase la figura 125. Cfr. también informe de Arévalo sobre
la batería de Santa Bárbara, 15-1-1759 (AGI: Santa Fe, 943), publicado por MARCO: Ob. cit., pág.
239 y ss.
3S "Descripción de la canal de ... Bocachica ... con el proyecto de fortificaciones que necesi-
ta ... ", 30-X-1751 (AGI: Santa Fe, 943).
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LOS FUERTES DE BOCA CHICA
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
Virrey, juzgando que sería de gran utilidad, cualquiera que fuese el proyecto
que aprobase la Corte. Cuando recibió el Virrey la orden en que se le co-
municaba la elección del proyecto de Mac-Evan, la transmitió al Goberna-
dor, y dispuso que cesase la obra de Santa Bárbara y todos los operarios
pasasen a emprender la fábrica del fuerte de San Fernando. A la sazón,
dicha batería estaba casi concluída, no faltándole más que «las embara-
zaduras o merlones, obra que en cualquiera ocurrencia se puede suplir con
zestones llenos de tierra»~.
Cuando recibió don Ignacio Sala la carta en que el ministro Ensenada
le comunicaba la elección del proyecto del difunto Mac-Evan, le contestó
que no sentía pesadumbre por ver rechazado el suyo, sino por lo que con-
sideraba conveniente al real servicio, dados los defectos que tenía el plan
elegido, sobre todo por situar el fuerte de San Fernando a la orilla del mar,
sobre un lecho de arena difícil de cimentar, dominado por el terreno del
contorno y expuesto a que si los enemigos desembarcaban en la isla de Tie-
rra Bomba y ponían batería pudiesen batirlo fácilmente, cortando, además,
a la guarnición, la retirada por tierra '-1.
No obstante, dió principio al fuerte de San Fernando siguiendo el pro-
yecto aprobado, «a excepción de haber trazado el todo del fuerte un poco
más adentro por .. . haver encontrado variazión en la playa y haverse lleuado
parte de ella un pequeño uracán»". Las obras comenzaron el 12 de marzo
de 1753 45. A fines de 1752 marchó el Gobernador a Portobelo, en unión del
ingeniero Hernández, para disponer las fortificaciones de aquella plaza, que-
dando encargado interinamente del gobierno de Cartagena el teniente del
Rey don Fernando Morillo de Velarde 46. Mediado el año siguiente ya estaba
de nuevo Sala en Cartagena, pues escribía al marqués de la Ensenada en-
viándole un plano expresi vo del estado en que se encontraba, a la sazón, el
cimiento de la muralla del fuerte de San Fernando, que se iba haciendo a
costa de crecidos gastos, «por lo mucho que cuestan sus excavaciones y el
excesivo trabajo de agotarlos a fuerza de bombas» '7. Solamente estaba he-
cho el cimiento de uno de sus baluartes, según se ve en el plano referido
(figura 104), levantado por el ingeniero don Antonio de Arévalo, que dirigía
la obra.
Antes de marchar a Portobelo debió solicitar su relevo, y es posible que
en esta decisión influyese la de la Corte, al rechazar su proyecto y preferir
el de Mac-Evan. En marzo de 1753 fue nombrado para sustituirle el briga-
dier don Diego Tabares. Al comunicar a Sala la concesión del traslado que
268
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EL INGENIERO DON LORENZO DE SOLís
había pedido, se hacía constar que {( Su Magestad queda mui satisfecha del
celo y amor con que Vuestra Exclencia le ha servido» 48. El 17 de noviembre
del mismo año cesó en el cargo, y el 28 de marzo del año siguiente embarcó
para España en el navío holandés «La Unión» 49. Pocos meses después de
su llegada, el 18 de octubre de 1754, murió en Cádiz 50.
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CARTA GEN A A FINES DEL SIGLO XVIII
obras fundadas en la orilla del mar, «y para las que se estilan en su zarpea-
do y pilotis ya experimentado por Solís en Guipúzcoa» 52.
El 12 de junio embarcó Solís en Cádiz, y cuarenta días después llegó a
Cartagena. En agosto escribió al marqués de la Ensenada dándole cuenta
de la incorporación a su destino 53, y poco después suplicaba al Virrey que
solicitase de la Corte el destino a Cartagena de dos ingenieros subalternos,
uno que sirtiese para delineador y otro práctico en operaciones geométricas
e inteligente en construcciones, para que pudiese alternar con Arévalo, que
tenía a su cargo la dirección inmediafa de las obras de Bocachica 54. La mis-
ma petición hizo directamente a Ensenada, significándole la falta que ha-
cían ambos técnicos, ya que las obras pendientes ocuparían cuatro años de
trabajo intenso. Parece ser que la Corte atendió, al menos en parte, lo
solicitado, pues dispuso que el ingeniero ordinario don Manuel Vallejo, que
había sido destinado a Portobelo, fuese a servir en Cartagena 55.
EL «PROYECTO GENERAL»
52 AGI: Santa Fe, 94l. No he hallado más noticias documentales referentes a estos artífices,
por lo que me pregunto si pasarían efectivamente a Cartagena.
53 Solís a Ensenada, 10-Vll-1753 (AGI: Santa Fe, 291).
54 Solís a Ensenada, 7-IX-1753 (AGI: Santa Fe, 941).
55 Arriaga a Ensenada, Cádiz, 26-11-1754 (AGI: Santa Fe, 941).
270
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EL «PROYECTO GENERAL» DE SOLís
56 Proyecto de Solís e informe del Gobernador, 5-X-1754 (AGI: Santa Fe, 943).
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
272
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FIC. 112. El cerro de San Felipe y sus inmediaciones, con el antiguo castillo y las nuevas baterías construidas por Arévalo. 1763
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FIC. 113. Perfiles del cerro y castillo de San Felipe de Barajas, por don Antonio de Arévalo. 1763
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HG. 114. Plano de la Plaza de Cartagena y terreno de sus inmediaciones, por don Antonio de Arévalo. 1763
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FIG. 115. La baMa de Cartagena, la ciénaga de Tesca y la costa desde la Punta de la Canoa hasta Barú hacia 1741
FIG. 116. Planos del fuerte de San Fernando y baterías de San José y Santa Bárbara, según el proyecto de don Ignacio Sala para la defensa
del canal de Bocacruca. 1751
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FIG. 117. EL castillo de San Felipe de Barajas y las nuevas baterías, (pormenor del plano reproducido en la fig. 112).
FIG. 118. r[ano del canal de Bocagrande, por don Miguel José Gastón. 1764
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FlG. 119. El canal de Bocachica y sus fortificaciones.
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FlG. 121. Casa en la calle de Santo Domingo.
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FIG. 123. Fachada de los cuarteles de fe Las Bóvedas ».
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FIG. 127. Planos del castillo de San Felipe de Barajas, fuerte de San 5ebastián del Pastelillo y batería de San José de Bocachicao 1778.
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FIG. 129. Proyecto para fortificar la ciudad desmantelando el arrabal de Getsemaní, por don Juan
jimenez Donoso, 1774. - FIG. 130. Plano y perfil de la batería del Angel, 1778.
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FIG. 131 . Plano del fuerte de San Fernando (pormenor del reproducido en la fig. 128). - FIG. 132. Plano y perfiles
del hornabeque de Palo Alto.
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FIG. 133. Plano de Cartagena y sus inmediaciones y planos particulares del dique de Bocagrande. 1769
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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FlG. 135. Plano y perfiles del dique de Bocagrande, por don Antonio de Arévalo. 1773
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FIG, 138, Plano general y pormenores de la escollera proyectada por don Antonio de Arévalo para defender la muralla de la Marina de los embates del mar. 1762
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FIG. 139. Plano de la ciudad con la escollera de la Marina, por don Antonio de Arévalo, 1786 (copiado por don
José Díaz Pedregal).
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FIG. 140. Plano del muelle de la Contaduría, por don Manuel Anguiano. 1803
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FIG. 141. Proyecto para fortificar la ciudad uniendo en un solo recinto el primitivo núcleo de Cartagena y el arrabal de Getsemaní. por donJuanJiménez Donoso. 1774
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EL DIQUE DE BOCAGRANDE
57 Así fue, en efecto. Véase el plano de 1739 (fig. 83), donde se ven el navío y el canalito.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
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EL OIQUE DE BOCA GRANDE
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CART AGE A A FINES DEL SIGLO XVII!
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CONCLUSI6N DE LOS FUERTES DE BOCACHICA
pies más, a fin de que los navíos enemigos «puestos en la línea medio fredo 88
del canaL.. no descubran y enfilen la tropa apostada en la cortina rque
mira a la campaña] y ren el] baluarte de la Reina»; también esta cortina
había de tener los parapetos más altos que los de la porción circular,
para que la tropa estuviese a cubierto de los fuegos del cerro.
Dada la estratégica situación de éste y de las circunstancias referidas,
creía necesario que, en caso de enemigos, se fortificase con un reducto de
campaña, que se podría hacer de tierra y fajina a poca costa.
En su informe se declaraba Solís discípulo de don Ignacio de Sala y fiel ad-
mirador de sus teorías técnicas, «que sigo y venero como un maestro mío de
quien aprehendí la práctica de la profesión de ingeniero». Y terminaba dan-
do cuenta de las obras que, a la sazón, se estaban haciendo: la contraescarpa
del foso, los pies derechos de las bóvedas y el recinto interior de la Plaza
de Armas 69.
La batería de San José estaba muy adelantada, pero ciertos defectos de
construcción retrasaron las obras: uando estaba para concluirse el aljibe
y se iban a cerrar las bóvedas a prueba de bomba, las murallas se cuar-
tearon a causa de estar mal cimentadas sobre el fango del fondo del canal.
Según decía entonces el gobernador Tabares, parece ser que cuando se
construyeron los cimientos estaba enfermo el ingeniero Arévalo, y don Igna-
cio dejó la obra al cuidado de un simple aparejador que, por ignorancia
o falta de previsión, «no descubrió el cimiento hasta la tierra firme ni
aseguró el terreno ... con pilotajes, o limpiando el fango que hay hasta el
terreno sólido, para empezar sobre él la muralla». Eso se hacía entonces
«con bastante trabaxo y gasto dentro del fango que le sirve de cimiento, y
sólo le pusieron unos palos tendidos en forma de algedres, con lo que se
contentaron, dexando la obra fundada tan falsa y sin ninguna seguridad ... ,
por lo que se hace preciso sacar el cimiento desde el buen suelo hasta unir-
lo con la muralla, que son cinco cuartas las que se han excauado por todas
partes, y las mismas que tenía de un lodo devilísimo». En opinión de Solís,
de esta manera quedaba bien asegurada la obra y el remedio se experimen-
taría «en acauándose las bóvedas de los almacenes y las del algibe, que con
su gravedad obligará a que haga la muralla el asiento que le falta 10.
Ignoro la respuesta que daría la Corte a la consulta hecha por Solfs
en 1754 respecto de las reformas que proponía ejecutar en el fuerte de San
Fernando, pero es lo cierto que las obras continuaron sin interrupción du-
rante los dos años siguientes. A mediados de 1756 la batería de San José
estaba casi concluída. La formaban «dos parciales baterías, una formada
en el recinto antiguo y otra que se le aumentó al costado derecho de la
canal». «Al costado derecho de esta batería o recinto antiguo-escribía So-
68 Freu o freo: canal entre una isla y la tierra firme (dellatínfretum. estrecho).
69 Informe de Solís, 7·1-1754 (AGI: Santa Fe, 943)
'X) El Gobernador al Virrey, 15-V-1754 (AGI: Santa Fe, 941).
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
71 "Estado en que ... se hallan ... las obras de la batería ... de San Joseph, fuerte de San Fer-
nando ... ",I-V-1756 (AGI: Santa Fe, 943).
72 Costó 57.213 pesos y cinco reales (Efemérides de Cartagena, BH, 1917, pág. 455).
73 "Relación ... de las obras de Bocachica", por Aréva!o, 30-IV-1759 (AGI: Santa Fe, 943).
14 Así se expresaba ArévaIo ("Relación" ... , de 8-VDI-1759¡ AGI: Santa Fe, 943),
278
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LA BATERíA DE SANTA BÁRBARA
añadiendo que habían gastado en la obra hasta el 31 de julio anterior 205.641 pesos y cinco reales
y medio. En las Efemérides de Cartagena (BH citado, pág. 456) - escritas en su mayor parte por el
inger.iero don Manuel Anguiano, que pudo disponer de los archivos de la Comandancia de Fortifi·
caciones - se afirma que costó 402.401 pesos. Seguramente Anguiano incluiría en esa cifra lo que
se gastó en abrir parte del foso, extraer la arena acumulada al pie de los baluartes y otros trabajos
semejantes que se ejecutaron en fecha posterior a la indicada en el texto.
7S "Relación ... ", de 7·1·1760 (AGI: Santa Fe, 943).
279
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
Los últimos cuarenta años del siglo XVIII fueron decisivos para las forti-
ficaciones de Cartagena, cuya construcción quedó terminada casi al final
de la época española. La historia de las obras durante este período de tiempo
forma parte integrante de la biografía del que proyectó y dirigió la cons-
trucción de las baterías de San Felipe, el dique de Bocagrande, la escollera
de la Marina y otras edificaciones, cuya importancia basta para consagrarle
como uno de los más grandes ingenieros militares de su época: el teniente
general don Antonio de Arévalo.
Más de medio siglo de su vida transcurrió en América trabajando en
las obras de Cartagena y proyectando otras en distintas provincias del Vi-
rreinato de Nueva Granada. Las incontables relaciones, informes y «dis-
cursos» que, firmados por su mano, se conservan, así como los numerosos
planos que levantó y dibujó, nos revelan una vocación que, cultivada en el
estudio constante, produjo los mejores frutos. Bien merece que aquí recoja
algunas noticias biográficas, aunque si la vida de un hombre se refleja en
sus obras, ahí están los .muros de Cartagena, que son páginas perennes de
su biografía.
280
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DON ANTONIO DE AR~VALO
77 Así consta en los libros de la antigua Parroquia del Sagrario de Cartagena, según me comunicó el
historiador don Pastor Restrepo, a quien reitero mi agradecimiento.
78 En la Hoja de servicios de 1775 - citada más adelante- consta que tenía en esa fecha cincuenta
y nueve años.
281
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
del cuerpo de guardia y cisternas del Castillo Grande y en los recalzos que
se hicieron a la muralla de la Marina. Concluídas estas obras se iniciaron
las del dique de Bocagrande, proyectado por don Ignacio Sala, y en ellas
trabajó, aunque poco tiempo, pues el virrey Pizarro le ordenó que fuese a
la villa de Honda a disponer, «para el beneficio del comercio»J un puente de
cal y canto sobre el río Gualí. Sacó de cimientos uno de sus cuatro pilares
y, dejando planos e instnlcciones, ~archó a Santa Fe, donde elaboró el
proyecto-que ejecutó en gran parte-de una calzada de media legua de
longitud, con dos puentes, ~n una llanura anegadiza. De la capital del Vi-
rreinato regresó a Cartagena tan pronto como tuvo noticia del fallecimien-
to de su jefe, Mac-Evan.
Aquí trabajó de nuevo en el dique de Bocagrande, hasta que se suspen-
dieron las obras; en la erección de la batería de San José y en la de Santa
Bárbara, que no se terminó entonces. Cuando don Ignacio Sala pasó a
Portobelo en 1753, quedó a cargo de Aréval0 ló. dirección de las obras y
comenzó a sacar de cimientos el fuerte de San Fernando. Continuó estos
trabajos a las órdenes de don Lorenzo de Solís y, al marchar éste destinado
a Veracruz, en 1757, se hizo cargo nuevamente de la dirección y terminó la
fábrica de las baterías, la demolición del castillo de San Luis y el sanea-
miento de las inmediaciones, pobladas de ciénagas, que eran fuente perenne
de enfermedades, como pudo comprobar a riesgo de su propia salud, pues
allí padeció cinco «tabardillos» que a poco le cuestan la vida. Concluídas las
fortalezas de Bocachica, dirigió los recalzos que se hicieron a los baluar~es
de La Merced, Santa Clara y Ballestas y reparó el de San José, cuyo reves-
timiento se había cuarteado.
El bien ganado prestigio de Arévalo trascendió a la Corte, y en 1761 le fue
encomendada la difícil misión de pacificar a los indios del Darién y practi-
car un detenido reconocimiento de aquellos territorios. Levantó un mapa
general y varios planos de sus puertos y caminos y escribió un diario del
viaje, así como una descripción de la provincia y de las ventajas que se
obtendrían poblándola, ya que ofrecía fáciles pasos hacia el Pacífico. Pro-
vectó la construcción de un fuerte que la protegiese hasta su total reducción
y consiguió que los jefes indios accediesen al establecimiento de una po-
blación y del fuerte, e igualmente logró que bautizasen a sus hijos y todos
quedaran reducidos a vivir en paz con los españoles 79.
282
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DON ANTONIO DE AR~VALO
ti) Hoja de servicios de 1774 (AGI: Santa Fe, 946), Véase también la "Relación" dd Virrey Gui-
283
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
rior, publicada por POSADA e IBAI'lEZ: Relaciones de mando (Bogotá, 1910), página 174 y ss.
81 GROOT: Ob. cit., tomo 11 (Bogotá, 1869), pág. 29.
82 "Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia" (julio, 1941), págs. 28 - 29; citado por SAN-
TA TERESA (P. Severino de): Historia documentada de ÚJ. Iglesia en Urabá y el Darién, vol. IV, segun·
da parte (Bogotá, 1956), pág. 315.
83 Arévalo a Aniaga, 26·V-I772 (AGI: Santa Fe, 945).
84 Acta del Cabildo l-IV-1782 (AGl: Santa Fe, 1.012).
284
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EL HOSPITAL DE SAN LÁZARO
ss RC. de 26·11-1791, publicada por URUETA: Documentos . .. , tomo VI, pág. 349.
86 Oficio de 27-IX-1799. Ibídem, pág. 350.
87 El Gobernador Anastasio Cejudo al Virrey, 19·IV-1800 (AGI: Santa Fe, 625).
285
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
LA ESCOLLERA DE LA MARINA
286
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LA ESCOLLERA DE LA MARINA
287
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII!
92 Proyecto de Arévalo para la escollera de la Marina, 12-VIT-1762 (AGI: Santa Fe, 943), publica-
do por MARCO: Ob. cit., págs. 246 - 253). Véase también la transcripción del plano reproducido en la
figura 138.
93 Minuta de carta al Virrey, 27-VI-1764 (AGI: Santa Fe, 943).
94 Efemérides de Cartagena, BH citado, pág. 458.
95 "Relación", de 6-XI-1766, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 943).
96 CORRALES: Ob. cit., tomo 1, págs. 239 y 429.
288
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
SAN FELIPE DE BARAJAS
Cuando estalló la guerra con Inglaterra en 1762, a con ecuencia del Pacto
de Familia concertado con Fran cia, e hicieron prevenciones en Cartagena
ante J temor de que la contienda europea tuviese repercu iones al otro lado
del Atlántico. donde tan codiciada ciudad era «llave y antemural del Reino,
Caxa de su comercio y una de las más principales para la conservación
destos dominios de Su Magestad» 9lI.
De acuerdo con el gobernador don Jo é de Sobremonte, realizó Arévalo
-que acababa de regresar del Darién-cuantas obra juzgó oportunas, y
de tal manera multiplicó u actividad, que en el breve plazo de nueve me-
es quedó Cartagena prevenida contra cualquier ataque. Reparó lo ba-
luartes de San Franci co Javier, San Ignacio y San Andrés , haciéndoles
nuevos merlone y explanada de hormigón; clau uró la puertas de Santo
Domingo y Santa Catalina macizándolas de mampostería; cerró las brechas
de las murallas de la Marina con estacadas en las que emplazó pedreros;
cimentó sobre pilotajes los pilares del puente elevadizo de la Media Luna;
hizo construir cureña y otros utensilios para el servicio de la artillería, y
reunió en gran cantidad toda clase de pertrechos 99. Además, construyó
nuevas baterías en los fuertes de Bocachica y erigió las que con\'irtieron el
cerro de San Felipe en un reducto inexpugnable (figs. 106 y 109).
Si la seguridad de la bahía estaba conseguida con las fortalezas de la
entrada de Bocachica, el castillo de San Felipe de Barajas era la llave de
Cartagena. La experiencia lo había demostrado dos veces en el transcurso
9'7 uando a fines del siglo pasado se construyó la es collera que defiende la lengua areno a com·
prendida entre el mar y la muralla del Cabrero, el ingeniero Brand ma John-son iguló un plan idéntico
al de Arévalo (URUETA y PI1'1ERES: Cartagena}' sus cercan,'as, pálSina 77 y 135 ).
96 Palabras de :vévalo en u "Relación de con istencia del e tado de rlefensa en que se ha pue to
la plaza de Cartagena ... ", 15 ·V· 1763 (AGI: anta Fe, 943). MARCO : Ob. cit., págs. 2-!1 - 246.
99 Hoja d e eroicios, citada en nota 80.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
100 "Relación de las obras" ... ,por Arévalo, 9-IV-1762 (AGI: Santa Fe, 941).
101 El Virrey a Arriaga, 24-X-1762 (AGI: Santa Fe, 942).
102 El Virrey a Arriaga, 22-1-1763 (AGI: Santa Fe, 943).
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SAN FELIPE DE BARAJAS
la ciudad, pues no era empresa fácil intentar un desembarco contra una mu-
ralla batida por el mar, cuya resaca impedía a los navíos enemigos acer-
carse para protegerlos coJ;1 los cañones de a bordo, y, además, la muralla
estaba defendida por los fuegos de veintiocho pedreros y treinta y siete
cañones, emplazados a barbeta sobre sus seis baluartes.
La avenida desde Bocagrande a Santo Domingo no se prestaba a un fácil
ataque, por ser una estrecha faja de arena bañada por la mar libre y el agua
de los caños interiores, dominada por los fuegos de la muralla. Si bien ofre-
cía la costa, al sudoeste de la plaza, un pequeño abrigo que, en la época
de las brisas, podía permitir el desembarco en la playa, ésta quedaba ba-
tida por la artillería de los baluartes de San Ignacio, San Francisco Javier,
Santiago y Santo Domingo, así que por esta parte del recinto-recordaré
que por aquí la asaltó Drake-tampoco era de temer peligro alguno.
En la playa de la Cruz Grande no era difícil el desembarco, pues si bien
«suele agitarse allí el mar medianamente ventando la brisa fresca, cuando
ésta es suave lo queda el mar», y así era posible también que, haciendo
un muelle sobre estacas hincadas en el fondo o sobre borriquetes de ma-
dera, portátiles, desembarcasen artillería. La avenida hasta Santa Catalina
no inspiraba ningún temor, pues aparte de ser un istmo estrecho y are-
noso, comprendido entre el caño de San Juan Angola y el mar libre, estaba
completamente batido por la artillería de la muralla. Pero desde el paraje
de la Cruz Grande se podía pasar fácilmente, por la tierra firme y a cu-
bierto del fuego de la plaza, hasta el pie del cerro de San Felipe y, domi-
nando éste, atacar a la Media Luna.
Igualmente temible era la avenida que utilizaron los franceses en 1697
y los ingleses en 1741. Dueños los enemigos de la bahía, podían desembar-
car a una milla de distancia del cerro de San Felipe y venir por el Playón
de la Villeta y el Tejar de Escobar a los cerros situados al este del castillo
(figura 112; PP, 00, SS, aa), donde podrían construir fácilmente baterías
-capaces para más de cincuenta cañones 103_ y batir el castillo sin que éste
pudiera hostilizarlas, ya que dichos cerros eran de más altura que el de
San Felipe. En los valles inmediatos (RR, TT) encontrarían lugar cómodo
para acuartelarse, a cubierto también de los fuegos de aquel fuerte. En ta-
les circunstancias, «el castillo de San Felipe, dominado, reducido, con pa-
rapeto sencillo, e indefenso ... , accesible por todas partes, sin fuegos que
flanqueasen su pie», se encontraría en tal situación de inferioridad que sus
defensores no podrían hacer una rigurosa resistencia. Decía Arévalo que
si los ingleses hubieran tenido en cuenta estas circunstancias, es de creer
«que hubiera sido mui débil la defensa», pero todo lo fiaron a un ataque
brusco y precipitado, que ejecutaron a cuerpo descubierto por la parte
más fuerte del castillo, habiendo otros lugares casi indefensos por donde
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
hubieran podido hacerlo con menos riesgo. «Como este escarmiento para
en lo venidero les haría proceder con más cautela, examen, dirección y
méhtodo ... -añadía-, es consequente también corregir de nuestra parte
los defectos que se reconozcan, dando a esta avenida todas las ventajas y
fuerza que se le pudiera aiíadir, aprovechando todas las que ofreciese el
terreno, pues de lo contrario, siempre que subsistieran dichos defectos de·
vían esperarse las mencionadas consecuencias de la pronta pérdida de este
castillo».
Después de muchas conferencias con el Gobernador, y tras haber re ca.
nocido el terreno estudiando las posibilidades de ataque a la plaza, aquél
hizo reunir gran número de operarios, «tanto de las Milicias como de los
pueblos de las inmediaciones», y con arreglo a los planos de Arévalo se aca.
metió la obra, construyéndose un conjunto de baterías capaces para oponer
al enemigo numerosa y bien servida artillería (figs. 112 y 113), rodeadas todas
de una muralla alta, imposible de escalar, en la que no era posible abrir bre-
cha, «por ser un rampar continuo, natural y de tierra de buena consisten·
cia, con un declivo competente a descargar su empuje e impedir su acceso,
en la qual se introducirán y engastarán o embutirán las enemigas balas sin
causar la ruina en las demás, por ceder este material a su impulso». Igual
que por el frente de la campaña se cerraron las baterías, por la espalda, con
una muralla alta, con fuegos laterales que defendían el acceso al cerro des.
de la plaza. Con el fin de evitar el peligro de las minas, se dispuso abrir un
gran antefoso (YY), que protegía todo el frente del cerro, evitando así que
pudiesen abrir galerías subterráneas.
Veamos el número y disposición de las nuevas baterías (fig. 117); son
éstas: las de San Felipe (A), San Lorenzo (B), la Redención (C), Santa
Bárbara (D), la Cruz (E), el Hornabeque (F) y la de San Carlos y los Após.
toles (G).
Como puede verse en el plano que representa los perfiles del cerro y sus
baterías (fig. 113), éstas ocupan diferentes planos más bajos que el castillo
que las domina, con el fin de poder batir desde distintas alturas el terreno
de las inmediaciones. Las baterías de San Lorenzo y Santa Bárbara (B y D),
con sus reductos intermedios (HH), dominan con fuegos rasantes y latera-
les todo el terreno comprendido desde el Playón del Cocal hasta el pie del
Cerro, antes indefenso. La misma de Santa Bárbara y las restantes dominan
todas las alturas inmediatas (b, PP, 00, SS), hasta el punto de que cual-
quiera de éstas quedaba batida por veinte o treinta fuegos, cuando menos,
de los cuarenta y dos cañones que, en conjunto, montaban aquéllas.
Como todas estas baterías (D-G), aun flanqueándose recíprocamente, no
podían batir con fuegos rasantes el terreno comprendido entre ellas, se hizo
una falsa braga o camino cubierto (JJ)-que une la de Santa Bárbara con
la de la Cruz, en un plano más abajo que la de la Redención-, con para-
petos a prueba de cañón, para batir dicho terreno con fuego de fusil.
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SAN FELIPE DE BARAJAS
La batería de San Carlos (G), por ser la más avanzada, era la que mejor
podía hostilizar los cerros cercanos. Se le hicieron «robustos y altos merlo-
nes» para defender a los artilleros, almacenes y cuarteles subterráneos y
comunicación también subterránea con el resto de la fortaleza por debajo
del Hornabeque, además de una comunicación exterior (el pasadizo 1), en
el que se hicieron dos cortaduras (gg) para su def nsa. Por su situación,
quedaba dominada por los fuegos del Hornabeque, algunos del castillo y
por otros de la batería de la Redención, así que no podrían mantenerse los
enemigos en ella si llegaban a ocuparla.
Todas estas baterías fueron dispuestas de tal modo que se defendían
recíprocamente y, a su vez, estaban dominadas por el castillo. Formaban un
conjunto de fortificaciones separadas, unidas entre sí por caminos subte-
rráneos que permitían la retirada sucesiva de una en otra a medida que los
enemigos consiguiesen ocuparlas.
Completaba la defensa de estos reductos una complicada red de gale-
rías subterráneas para contraminas, comunicadas con el exterior por pozos
que, a la vez que facilitaban el trabajo de extracción de los material s, ser-
vían para la ventilación de aquéllas y para puntos de demarcación de los
ramales y hornillos que fuese conveniente volar en un momento dado.
A principios de 1763-como se ha dicho-quedaron las baterías concluí-
das y a punto de prestar servicio, continuándose entonces el allanamiento
de los cerros inmediatos, que se había interrumpido para tenninar aquéllas,
por no haber gente suficiente para atender a la vez a ambos trabajos 1M.
Vista la relación de abril de ese año, el rey alabó la labor de Arévalo, apro-
bó las obras realizadas y dispuso qu -tal como había propuesto éste-se
forrasen de mampostería, «por ser las má. formadas del terreno natural
cortado y escarpado con el pendien te proporcionado al empuxo y pesso
según su consistencia, y otras de tapia de tierra, dispuesta con igual preocu-
pación enlucidas y blanqueadas de modo que parecían todas de mampos-
tería de cal y de canto» 105. En éstas y otras obras complementarias se tra-
bajó en los años sigui ntes: en 1764 se c menzó a construir un cimiento de
mampostería al pie de las baterías exteriores y se concluyeron tres aljibes,
con su escalara y conductos subterráneos para bajar a sacar el agua y la
galería magistral de contraminas con sus pies derechos enlucidos soste-
niendo la bóv,e da 106. Durante el año siguiente se forraron de ladrillo los
pies derechos que sostenían las bóvedas en los cuarteles subterráneos de
las baterías de San Carlos y de la Redención; se hizo la rampa de comuni-
cación entre la batería de San Lázaro y las restantes del recinto y se allanó
el terreno entre ésta y el castillo antiguo de San Felipe, para recoger en los
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
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NUEVAS BATERíAS EN BOCACHICA
No fueron las obras an..tes reseñadas las únicas que se hicieron en Car-
tagena con motivo de la guerra con Inglaterra: al mismo tiempo que se
reparaban div,e rsos baluartes del recinto de la plaza y se construían las ba-
terías del cerro de San Felipe, se edificaron otras nuevas en el canal de
Bocachica, para asegurar más aún las defensas del aquel paso, llave marí-
tima de la bahía de Cartagena.
Al este del castillo de San Fernando, en la isla de Tierra Bomba, se al-
zaba el cerro de los Hornos, dominando el contiguo valle de Cáres y el te-
rreno por donde podía ser atacado aquel castillo en caso de un desembarco
en la citada isla. En ese lugar había proyectado don Ignacio Sala situar el
fuerte de San Fernando, y ya hemos visto cómo don Lorenzo de Salís,
en 1754, había dispuesto elevar los parapetos de éste para evitar que fuese
hostilizado desde el cerro y, además, propuso que, en caso de guerra, se for-
tificase éste con una batería de campaña.
La ruptura con Inglaterra hizo llegar la ocasión, y Arévalo llevó a la
práctica esta idea. En la «Relación» de 9 de abril de 1762 di6 cuenta de
estar construyendo, en dicho lugar, una batería con foso y estacada, es-
carpa abierta en el terreno, que era de piedra blanda, y glasis de tierra. Se
trataba, al parecer, de una batería rasante, pues dice que sólo se descubría
desde la campaña el parapeto, que era de fajina: por la espalda se le hizo
un parapeto sencillo, con troneras para la fusilería, defendido por un foso,
pero sin glasis. Según Arévalo, la situación de esta batería y su disposición
le prestaban notables ventajas: impedía al enemigo el desembarco a menos
distancia que la playa de Chamba, no podía ser batida en brecha, a causa
de su disposición rasante, y en el caso de que la ganasen los enemigos no
era posible, desde ella, atacar a los fuertes, y, en cambio, podría ser batida
por los fuegos de los navíos que hubiese por dentro de la bahía 112. Esta
batería-que se llamó del Angel San Rafael-quedó terminada y provista
de artillería en mayo del año referido 113.
Al mismo tiempo se construyó en el glasis bajo del fuerte de San Fer-
nando la batería de San Juan Francisco de Regis, para seis cañones de
grueso calibre, con objeto de cubrir las troneras bajas de la porción circu-
la.r de aquél y poder batir a los navíos enemigos más eficazmente cruzando
sus fuegos con los de la batería de San José m. En el glasis alto del mismo
fuerte se edificó la batería de Santiago, para defender el baluarte del Rey.
Montaba cinco cañones.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
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EL DIQUE DE BOCAGRANDE
EL DIQUE DE BOCAGRANDE
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~L DIQUE DE BOCA GRANDE
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
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EL DIQUE DE BOCA GRANDE
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVII!
varas, inferior a la marea baja, con objeto de refrescar las aguas del puerto».
«Se tocaron muchos inconvenientes-añade Fidalgo--, y entre ellos no era
el menos los temporales, que causaban mucho daño en la escollera con ne-
cesidad de repararla; mas, sin embargo, la obra es tan segura que no ha
sufrido la menor alteración, y antes bien se ha consolidado por las arenas
que s han arrimado» 131. En ese trecho de cuatrocientas varas, donde la altura
del dique no alcanzaba el nivel del agua en bajamar, los vientos del Sud-
oeste abrieron canalizo s practicables para embarcaciones menores. Así ocu-
rrió en los meses de octubre y noviembre de 1800 y en otras ocasiones.
Con el fin de evitar los repetidos gastos ocasionados por la necesidad
de cerrar ,e stos pequeños canales, la Junta de Guerra de Cartagena estu-
dió el asunto y aprobó un proyecto que para ese objeto hizo Fidalgo. EJ
Virrey mandó ponerlo en práctica, pero otras atenciones más urgentes im-
pidieron su ejecución 13!!. Después de siglo y medio el mar no ha podido des-
truir la escollera construída por Arévalo. El canal de Bocagrande quedó
cerrado para siempre.
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OTROS PROYECTOS. NUEVAS BATERíAS
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CARTAGBNA A FINES DEL SIGLO XVIII
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«LAS BÓVEDAS»
«LAS BÓVEDAS»
138 "Relación de las obras provisionales" ... , de 4-X-I778 (AGI: Santa Fe, 577-A). Véanse tam-
bién las explicaciones del plano de 1780, reproducido en la figura 137, 167 Y 169.
139 "Relaciones" de 31-Xll-1796 (AGI: Santa Fe, 621) y 31-Xll-1797 (AGI: Santa Fe, 622),
ambas por Arévalo.
140 "Relación" de 30-VI-1797 (AGI: Santa Fe, 624).
141 Efemérides de Cartagena, BH citado, pág. 463.
142 Reproduzco una copia que se encuentra en el Museo Naval de Madrid. El original, finnado por
Arévalo, se conserva en el Servicio Histórico Militar (Biblioteca Central Militar, Sección Cartográfica,
K-b-7 núm. 33).
143 AGI: Santa Fe, 946. En él estudia las avenidas de acceso a la ciudad y lo que necesita para com-
pletar sus defensas. Los planos a que alude el documento no se encuentran en el Archivo General de
Indias, por lo que se hace difícil entender el proyecto.
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
luartes de Santa Clara y Santa Catalina, único que faltaba para dejar total-
mente cerrado el recinto de murallas de Cartagena.
En marzo de 1789, y con una consignación de treinta mil pesos anuales
concedida al efecto, se inició la construcción de la cortina de muralla y
veintidós bóvedas de veinte varas de largo por siete de ancho, que habían
de ocupar todo el frente comprendido entre los citados baluartes 1". A fines
de 1792 estaban sacados de cimientos veinte de los pies derechos que ha-
bían de sostenerlas, así como también «los cimientos de los testeros del
frente de ellas y puestos los umbrales de sus puertas de entrada, formadas
éstas con la cantería de sus batientes y mochetas, y terraplenado todo su
interior hasta la altura que deve tener para recivir su solería»; así como
también quedaba arreglado «el piso exterior, y calle contigua al frente de
estas bóvedas» 145.
En junio del año siguiente se concluyeron los pies derechos y se comen-
zó a hacer acopio de maderas, ladrillos y otros materiales para dar princi-
pio a las bóvedas en enero del año siguiente UG. A mediados de 1795 estaban
«concluídas, quitadas sus cimbras y solado su piso, de buen servicio, ca-
paces, claras, secas y bien ventiladas, y en 10 de ellas colocadas sus puer-
tas con herrages, con 3 1/2 pies de grueso en sus claves, restando enlucir-
las o sacarlas a plana en su parte interior, y poner sobre ellas dos solerías
de ladrillo de plano para quitar toda filtración de las aguas de las lluvias;
poner algún terraplén sobre ellas de buena calidad, cubriéndolo con otra
solería, con la qual quedará formada la explanada o piso superior, y con
4 pies de grueso en sus claves en la mitad de su longitud». También se
había construído otra bóveda interior para almacén de pólvora, con entra-
da subterránea «por la explanada o piso superior de las Bóvedas y su
correspondiente puerta doble y ventanas de luz y comunicación» H7.
Seis meses después se había puesto el terraplén en los senos de cinco
bóvedas, «bien regado y pisado, enrrasado con el pendiente necesario para
recivir la explanada», y seis de ellas estaban enlucidas, «puestas las rexas de
ventilación en sus pies derechos y las puertas con todos sus herrages». Ya
se utilizaban éstas como cuartel de las tres compañías del Batallón de Mi-
licias Blancas. En la misma fecha quedó concluída la muralla con su pa-
rapeto y se prolongó éste por el baluarte contiguo de Santa Clara (alcan-
zando una longitud de cerca de quinientas varas), «con la altura necesaria
al uso del fucil en la cortina de un andén o piso para este servicio» HS.
144 En el Servicio Histórico Militar (Biblioteca Central Militar, Sección Cartográfica, K-b-6 núm.
58) se conserva un plano de la cortina de las bóvedas, con planta de los cuarteles, firmado por Arévalo,
fecha 30-VI-1789.
145 "Relación" de 31-XII-1792, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 615).
146 "Relación" de 31-Xll-1793, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 616).
147 "Relación" de 30-VI-1795, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 618).
148 "Relación" de 31-Xll-1795, por Arévalo (AGI: Santa Fe, 619).
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«LAS BÓVEDAS»
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CARTAGENA A FINES DEL SIGLO XVIII
EL MUELLE DE LA CONTADURíA
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EL MUELLE DE LA CONTADURíA
153 "Segundo expediente promovido por el tesorero del Consulado D. Manuel de Pombo contra
esta Comandancia de Fortificación ..... (AGI: Santa Fe, 959).
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In die e de :Mapas y P(anos
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INDICE DE MAPAS Y PLANOS
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INDICE DE MAPAS Y PLANOS
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INDICE DE MAPAS Y PLANOS
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INDICE DE MAPAS Y PLANOS
FIGURAS 36 Y 37. - Planos de la Casa de estas ciete quadras que ban señaladas con
la Inquisición. 1628 (Archivo Histórico estos puntillos son casas de partiqulares que
N!icional, Madrid: Inquisición, legajo 1.607, lindan con el sitio.
num.8).
[Planta alta; figura 36] Relasion de la planta
[Planta baja; figura 37] Esta quadra es el ¡;i tio alta en que se a de labrar nueuamente el tribunal
donde oy esta el tribunal de la santa ynquisici6n de la santa ynquisision secreto carseles de dilin-
secreto y car¡;eles de delinquentes y car¡;el de fa- quentes carsel de familiares aposento de dilixen-
miliares y aposento de dilixencias y bibienda del sias bibienda del alcayde cosina y dispensa este
alcayde cosina y despensas. sitio ba señalado con tinta amarilla como en la
Esto por no estar comunicable a el tribunal planta baxa y por los numeros que en ella ban se
que se a de labrrar nuevo se a de vender si ubie- bera todo lo que contiene la dicha planta.
requienlocomprreysi no disponerlo para renta.
Esta quadra es el sitio de la casa donde oy Patio prinsipal del tribunal numero ....... 1
escalera para subir al tribunal numero ... 2
bibe el señor ynquisidor ¡;aravia -esta puede corredores para ir al tribunal y a las carse-
servir ¡;iemprre de bibienda de un señor ynqui- les numero ........................................... 3
sidor por estar comunicable al trribunal que se a Puerta prinsipal de la sala del tribunal
de labrrar nueuo. numero ................................................. 4
Esta ultima de las siete es necesario conprrar sala del tribunal numero .......................... S
por dar entrada secretas a el tribunal y car¡;eles sitio del dosel y altar para desir misa
como aqui ba señalado y lo que quedare de ella numero ................................................. 6
no podra disponer para renta. quarto y sala del secreto numero ............ 7
Relasion de la planta baxa en que se a de puerta y balcones por donde an de uenir
los presos a el tribunal numero ......... 9
labrar nueuamente el tribunal de la santa ynqui-
carseles de dilinquentes numero ........... 10
sision ¡;ecreta y car¡;eles de delinquentes carcel estos an de ser treynta y tres aposentos
de familiares aposento de dilixensias bibienda como esta dicho en la planta baxa
del alcayde cosina y despensa este sitio ba seña- porque an de tener dos altos.
lado con tinta amarilla y por los numeros que en aposento de nesesidades numero .......... 11
ella ban se bera todo lo que contiene la dicha aposento de dilixensias numero ............ 12
planta yen la alta que ua como esta. carsel de familiares numero .................... 13
bibienda del alcayde numero ................. 14
Puerta prinsipal numero ................. ........... 1 cosinas y despensa numero ................... 15
Sigunda puerta numero ............. .............. ... 2 Puerta por donde a de uenir el señor
Patio del tribunal numero .......................... 3 ynquisidor de su casa al tribunal
Escalera para subir al tribunal número... 4 numero ................................................ 16
Puerta por donde an de entrar y salir los corredores sobre los portales a la plasa
presos a las carseles numero ........... .... 5 prinsipal numero .............................. 17
Carseles de deliquentes numero ........... 6 balcones de toda la casa numero ............ 18
estos an de ser treynta y tres aposentos
porque an de tener dos altos Lucas báez [rúbrica]
aposento de dilixencias numero .......... 7
Entrada secreta a el tribunal y carseles FIGURA 38. - Plano de la Plaza Mayor.
numero .................................................... 8 1630 (AGI: Sante Fe, 39; TL 49).
Patio de carseles numero ........................... 9
aposento de nesesidades numero ............ 10
portales a la plasa prinsipal número ...... 11 FIGURA 39. - Planta de las murallas de
aposentos para renta numero ................. 12 la ciudad construidas por el gobernador
Francisco de Murga. 1630 (AGI: Santa Fe,
Lucas baez [rubrica]. 39; TL,51).
Plasa prinsipal de esta ciudad Relacion de lo que el maese de canpo Fran-
escala de sien pies cisco de Murga a hecho en las murallas y terra-
aqi se an de tomar dies y siete pies desta casa plenos de la serca desta ciudad de Cartagena de
para acresentar este patio que es 10 que va seña- las Yndias desde el dia que entro a gobernar en
lado dende estos puntos negros hasta 10 ama- ella que fue a dies y siete de octubre de 629 hasta
rillo. fin de julio de 630 como parese por la planta
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INDICE DE MAPAS Y PLANOS
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INDlCE DE MAPAS Y PLANOS
grueso de toda esta fábrica se berá por el perfil Petit Pié de varas castellanas Perfil de la
señalado con muralla para la obera propuesta
y grueso de toda esta fábrica se berá por el perfil Petit Pié de vara para el perfil
señalado con sus números: 1, parapeto; 2, grueso Por Francisco Ficardo
yaltodelamuralla; 3, contrafuerte;4,contramu- [Al dorso de la «joila tercera»):
ralla; 5, terraplén; 6, muralla del reparo; 7, fosso; Ista tercera propone otra fortificasión no
8, estrada encubierta y ballado. menos defendida que las otras y más acomo-
dada para non perder tanto terreno ni demoler
[Al dorso) Planta y perfil de la frente Santa tanto los edifisios por cuia causa es más corto el
Ca talina con la carta del ingeniero Antoneli de 20 gasto que de las otras dos
de setiembre de 645. [Debajo de la anterior:)
Joila segunda Petit pié de varas
FIGURA 52.- Plano de la ciudad y el [Al dorso de la «joila segunda:)
arrabal, por don Luis Venegas Osorio. 1678 Baxando ista segunda joila demunstra los
(AGI: Santa Fe, 220; TL, 96). mesmos 4 baluartes retirados al centro para eui-
tar el gran gasto de auancar a la mar el pilotiage
y para con los cimientos de las antiguas defender
FIGURA 53. - Planta y sección del cas- lasnuebas.
tillo de San Luis de Bocachica, por Pedro [Debajo de la anterior]:
Mexía. 1661 (AGI: Santa Fe, 39; TL, 73). San Carlos de Rey Santa Maria de la Rena
San Agustín Santa Rosa Santa Cruz
FIGURA 54. - Planta, sección y fachada Joila primera
de una torre proyectada para la defensa del [Al dorso de la «joila primera»):
canal de Bocachica, por Juan de Somovilla Baxando esta primera joila demunstra la
forma que tienen los quatro baluartes propuestos
Tejada (AGI: Santa Fe, 113; TL, 70).
con su pilotiage avan<;ado a la mar
[Debajo de la anterior:)
FIGURA 55. - Plano de la ciudad con los Planta de la parte de la mar como está oy
proyectos de reconstrucción de la muralla Placer que sigue
de la Marina, por Francisco Ficardo. 1688
(AGI: Santa Fe, 457; TL, 100). FIGURA 56. - Plano de la muralla de la
Marina, por Francisco Ficardo. 1688 (AGI:
[Margen superior): Tejares Bocachica está 3 Santa Fe, 453; TL, 101).
leguas de la ciudad.
[Margen izquierdo]: Zamba en esta costa. FIGURA57.-Plantade las murallas, por
Boquetillo Bra<;o de mar que va la cienaga.
Casilla (?) de San La~aro. donjuan Bautista de la Rigada. 1689 (AGI:
San losé Recluto Surgidero de los nauios Santa Fe, 218; TL, 115).
Media Luna San Roque La Santísima Trinidá
Santa Isabel San Miguel San Francisco San FIGURA 57. - Planta del fuerte de San
Francisco. Luis de Bocachica, por don Luis Venegas
San loan San Vicente Ferel San Bona Ven-
tura San Antonio de Padua San Inasio. Osorio. 1678 (AGI: Santa Fe, 220; TL, 92).
Contaduria Casa de Armas.
Planta de Cartagena por orden del Maestre FIGURA 59. - Mapa del ataque de la es-
de Campo Don Martín de Ceballos y la Zerda, cuadra del barón de Pointis a Cartagena,
Gouernador y Capittan General della por Luis Chancels de Lagrange. 1697 (Biblio-
lospital Palasio La Iglesia Mayor Santa Te-
resa La Inquisición San Francisco Xauier. teca Nacional, Madrid: mss. citado en la
San Pedro Martir Placiela de los Aguais San Bibliografía, pág. 39).
Agustin Quartel Santo Domingo San Tiago.
San Lucas San Diego Santa Clara La Plan de la ville, des forts de la rade et des
Merced Santo Domingo. cavirons de Cartagene en Amerique, prise en 697
Santa Clara La Merced. par Monsieur de Pointis.
Joila Tercera Page39
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de 35, retirandose buen trecho adentro, se le- Domingo) y la muralla de la Marina, por
bantó segunda muralla que es la que vemos de Cristóbal de Roda. 1617 (Biblioteca
pressente tan arruynada que apenas se descu- Nacional, Madrid).
bren los simientos de la vieja, y siendo como es
[Cartela]:
verisimil que el mar ympelido del viento es
1 Baluarte Santa María.
enemigo que yncessantemente esta arruynando 2 Medio baluarte San Felipe.
el terreno de esta ciudad, el qual es ym perfecto y 3 Medio baluarte San tiago.
de arena tan sutil, que estando seca puede passar 4 Baluarte San Diego.
por sedac;o, y a faltar el reparo de la muralla con 5 Escalera que sube al baluarte Santa
qualquiera accidente yqualquiera brecha queel María.
mar abra está la c;iudad en conosido peligro; de 6 Cassas matas.
forma que hallo que el mayor reparo es apartar 7 Terraplenos.
este enemigo a fuera, y este se hará haziendo vna 8 Puerta principal que sale a la playa.
escollera en la forma que ba apuntada en el 9 Quarteles de las cassas de la c;iudad
numero 4 que empiesse 100 baras arriua del ba- 10 Plaza de armas.
luarte tenac;a de Santa Catalina, saliendoenagulo 11 Yglesiamayor.
agudo al mar, embusca de banco que todo el 12 Plac;a.
tiene 4 palmos de agua en pleamar, sobre el qual 13 Fábrica que se hic;o el primer año que
se deue fabricar de piedra gruessa y matacán de es vermellón.
porte vnmuelle que llebe veinte baras de gruesso 14 Fábrica que se hic;o el segundo año que
y montee por la vandadel mar4 baras, yesteade es lo encarnado.
correr hasta 100 baras, abajo del baluarte de 15 Fábrica que se hiC; el tercer año que es
Santo Domingo, yembestiren tierra, yelgruesso lo amarillo.
y trasdos que quedare deste dicho muelle hasta 16 Lo amarillo que se ba prosiguiendo es
la planta de que se uan sacando los cimientos.
la muralla se a de masisar con matacanes, lajas y
17 Ciénaga.
piedra de lastre, con sus tongas de caliche y 18 Dentro del puerto.
caracolexo, yendo el planode arriua con monteo
hasta embestir con la muralla, con que es sierto [En el plano mismo]:
presserbarse la ciudad del peligro que tiene y Plaza de los Jagueycs
escusarsetantosgastoscomosuMagestadhaze, MarGrande Esta trac;aes la ciudad de Carta-
en reedificaciones y reparos de murallas ma- gena de las Indias hecha por Christoual de Roda
yormente por esta parte; y no admite duda in..senjero militar del Rey Nuestro Señor en este
bolber a recobrar todo el terreno que el mar a ano de 1617.
robado a esta ciudad. Tambien se sigue util, que
el perfil del muelle por el mar como es dicho del Xpoual Roda (rúbrica).
pesso del agua 4 baras, ser defensa para no dejar Escala con que se alc;o esta fabrica.
arrimar canoa, lancha ni otro bajel por ser la Escala que se hizo esta fabrica de largo y de
costa braua. Y avunque paresca dificultosso el gruesso.
conducir el material para esta obra, no lo es, por Playa de arena.
aberlo aproposito menos de ochocientas baras FIGURA 63. - Mapa del a taque de la es-
de donde sea de trasportar ygastar ysu acarreto cuadra del barón de Pointis a Cartagena,
y tragin a de ser por tierra. Dejo de expressar por don José Vallejo de la Canal. 1697(AGI:
otras muchas adequenc;ias y vtiles que ay para Santa Fe, 458; TL, 117).
este efecto por ser necessario mas papel; este es
mi sentir y pareser, obedeciendo a V. SS.a y Reducto
sugetandome a su pareser, y al de aquel que mas San Joseph
bien hubiere perseuido la ma teria de arte. Carta- MediaLuna
gena y Marzo, 27 de 1665 años. Arrabal de JesseMani
Chambacú Santa Ysabel
San Ignacio
B. L. M. de VSS.a su menor criado. San Vedro Martir San Francisco Xauier
DonJuan de Hita y Ledesma (rúbrica). Cartagena de las Yndias, sitiada, ganada,
saqueada y destruida por el frances el año de
FIGURA 62.-Plano parcial de la ciudad 1697.
con el baluarte de Santa María (hoy Santo San Lucas San Tiago.
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Santa Catalina Echa por el Capritan de Plano de la ciudad de Cartagena de las In-
Cauallos D. Joseph Vallejo de la Cana dias, situada en 16 grados y26minutosde latitud
Santo Domingo. septentrional yen 304 de longitud
Santa Cruz Virgo Aene. lib. I
Baras castellanas para escala de la ciudad. De venere locos, ubi nunc in' gentie cerues
Escala de vna legua española para el puerto Moenia, surgentemque novae Cartaginis arcem
[Cartela]: Vrbs quoque te et leegum lasat tutela tuarum.
1 Armada francesa dada fondo en el
Plazer de Playa Grande, de 29 belas. Ovid. tris. lib. 11
2 Lanchas que quisieron echar gente en A Baluarte de Santa Cathalina.
tierra el día 13 de abril. B Baluarte de San Lucas.
3 Galeota que bombeo la ciudad el día 14. C Baluarte de San Pedro Maror.
4 Cappitana y Almiranta acañoneando la D Baluarte de San Ignacio.
Ciudad. E Baluarte de San Francisco Xavier.
5 La misma Armada dada fondo en Bo- F Baluarte de Santiago.
cachica. G Baluarte de Santo Domingo.
6 Galeota bombeando el Castillo. H Baluarte de la Cruz.
7 Gouierno y San Luis acañoneando el I Estrago que hizo el mar año de 1713 y 1714.
Castillo. K Baluarte de San Francisco de Barahona.
8 Desembarque del enemigo. L Baluarte de Santa Isabel.
9 Vn mortero en tierra contra el Castillo. M Reducto de San Lorenso.
10 Camino de las tropas al Castillo. N Baluarte de San Joseph.
11 Castillo de Bocachica. O Puerta de la Media Luna.
12 Canal de la entrada. P Reducto de San Miguel de Chambacú.
13 Caminodelas tropas al CastillodeSanta Q Salida principal de la plaza.
Cruz. R Castillo de San Felipe de Barajas, alias del
14 Castillo de Santa Cruz. Cerro.
15 Embarque de las tropas para pasar a la S Fuertesillo llamado vulgarmente el Paste-
tierra firme de la Popa. lillo.
16 Desembarque en la tierra firme. T Puerta del Puente que va a Gethsemani.
17 Armada del Rey de Francia dada fondo V Puerta de la Contaduría.
en el Surgidero. X Puerta de Santo Domingo.
18 Galeón nuestro echado a pique. y Puerta de Santa Catalina.
19 Armada de los Piratas. Z Revellin de la Media Luna.
20 Capitana y Bermandois acañoneando
la Ciudad. 1 La Iglesia Cathedral.
21 Galeota bombeando la Ciudad. 2 Colegio de la Compañía de Jesús.
22 Trauersie de bombear que echamos a 3 Monasterio de Santa Teresa.
pique. 4 Convento de Santo Domingo.
23 Fuerte del Pastelillo. 5 Convento de la Merced.
24 Camino que llebaron por las tropas en 6 Monasterio de Santa Clara.
la tierra firme a los ataques. 7 Convento de San Diego.
25 Castillo de San Phelipe de Baraxas. 8 Convento de San Agustín.
26 Aloxamiento de las tropas del Rey. 9 Hospital de San Juan de Dios.
27 Alojamiento de los piratas. 10 Convento de San Francisco.
28 Nuestra Señora de la Popa. 11 La Trinidad, ayuda de parroquia.
29 Hozpital de San Lázaro. 12 La Iglesia de San Roque.
30 Batería Real contra la Media Luna. 13 Hospital de San Lázaro.
31 Ataque contra la misma. 14 Tribunal de la Ynquisision.
32 Ataques contra San Pedro y la Ciudad. 15 Plaza de armas.
33 Brecha en la Media Luna. 16 Plaza de los Habueyes.
34 Morteros en tierra. 17 La Carniseria.
35 Puente de Jesse Maní. 18 El Matadero
19 Chambacú. Paseo.
FIGURA 71. - Plano de la ciudad, por 20 El Egido.
don Juan de Herrera y Sotomayor. 1716 21 Camino de la Boquilla.
(AGI: Santa Fe, 657; TL, 123). 22 Camino Real
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ticular, cuyo paraxe esta directamente opuesto Desde la 1hasta la J es lo fabricado en tiem po
al Norueste, y en los tiempos de los Nortes del gobierno del Brigadier Don Alberto de Ber-
suelen causar grandes estragos los temporales todano a la altura que denota el perfil numero 1
llevandose muchas casas y haziendo notable que fueron varas corrientes 51. Además de esto
ruyna a los dos conventos de la Merced y Santa corrio la hilada mas de sillería que se ve en el
Clara, hallandose también totalmente derruidas segundo escarpe de dicho perfil por todo lo
las murallas antiguas por aquella parte, hallan- hecho en tiempo de dicho Ynquisidor y fueron
dose por alli abierta dicha Plaza, por cuyo mer por todo 1634 varas cubicas.
tivo ha mandado S. M. reedificarlo debajO de la Desde la J hasta la K es lo fabricado en
dirección del Maestre de Campo D. Juan He- tiempo del gobierno del Mariscal de Campo D.
rrera y Sotomayor Yngeniero Militar de dicha
Plaza y su Prouincia y Castellanos del Castillo Luis de Aponte, a la altura que en el perfil
de San Phelipe de Baraxas extramuros desta numero 2 se señala con la línea de puntos Xque
ciudad, por S. M. fueron varas corrientes 95. Mas se corrieron 17
varas de cimiento desde K hasta L de la mitad
Don Aluerto Mienson [rubricado]. del gruesso por la parte exterior que en el perfil
Donjuan de Herrera y Sotomayor [id]. numo 3 se señala con la línea vertical de puntos
v. Z.
Plano del baluartillo de S. Carlos con dos En el tiem po del govierno del Marquez de
pedazos de las Cortinas Colaterales con sus con- Villahermosa se calzo de nuebo lo fabricado
trafuertes en cuya conformidad ha de seguir to- desde N, hasta K, que en el perfil núm. 2,
do lo demás que va proyectado. corresponde en altura a la linea vertical pun-
Escala de 200 pies de Rhin para este Plano. teada desde P, a Q por haverlo cortado el Mar.
Indice. Mas se echaron desde 1hasta K, las tres hiladas
A. Baluarte de Santa María. en alto que en dho perfil numero 2 indican las
B. Baluarte de la Cruz. letras R, S, Ydesde Khasta L, se hecharon sobre
C. Baluarte de San Carlos. el medio cimiento dos hiladas mas de canteria
D. Baluarte de la Merced. que todo produxo 1296 varas cubicas. Las del
E. Baluarte de Santa Clara. tiempo de Dn. Luis de Aponte fueron 3312
F. Baluarte de Santa Catalina. cubicas.
G. Baluarte de San Lucas.
H. Convento de la Merced.
1. Convento de Monjas de Santa Clara. En el tiempo del Brigadier Don Antonio de
J. Convento de San Diego. Salas se acabo de levantar el pedazo desde K
L. Estacada que orilla el mar. hasta L a la altura que indica el perfil núm. 3,
M. Pilotage nuebo. haviendo hechado primero el cimiento que fal-
Escala de 800 pies del Rhin para el plano.
1
taba por la parte interior, siendo lo hecho todo
lo que se ve de roxo en dicho perfil excepto lo
FIGURA 74. - Planos de la Marina, por comprehendido entre la W, LZ, que en exten-
don Carlos Briones. 1733 (AGI: Santa Fe, sión de 17 varas corrientes producen 680 varas
467; TL, 133). cubicas. Tambienen dicho tiempo se ancalzado
de silleria con la mayor firmeza los dos Bas-
tiones el de la Cruz B, y el de Sta. Catharina F,
Plano de la parte de Cartagena que mira a el
como se ve en dicho plano. Mas se an hecho este
mar, donde se ve la nueba muralla que se esta mismo año 32 varas lineales de Muralla, las 17
fabricando, y segun se halla al presente año de de la altura del perfil número 3 y otras 16 del
1733. num.1 q. son 1280 vs. cubicas mas desde la letra
La la &.
B. Bastion de la Cruz, nuebamente calzado
de sillería año de 733 por estar cortado por el pie. Explicacion de los Perfiles.
Desde la H hasta la 1 es lo fabricado de muralla El perfil numero 1 es la altura que llevo la
en tiempo que fué yntendente de la obra el Yn- muralla desde H hasta 1 del plano: quedo en el
quisidor Don Thomás Gutierrez de Escalante a tiempo del Ynqquisidor al alto de la linea de
la altura que se ve en el perfil núm 1 que es el puntos M, yen tiempo de Don Alberto de Ber-
que corresponde a esta obra menos la ultima hi- todano se le echo la otra hilada que denota la
lada de arriva, yconstade 1371/2 varascorrien- linea de mas arriva, yen lugar de la piedra de
tes y cúbicas 1547. Todo esto se halla oycortado socalo que alli se ve, llevo mamposteria. A esta
de el mar por su pié, segun se ve por la linea altura dicha siguio la obra desde 1 hasta J del
negra tortuosa en el perfil de dicho número 1. plano Don Alberto de Bertodanocon dos piedras
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de socalo por irse hallando mas bajo el firme fun- Escala de 400 varas de Castilla, que sirve
damento segun la altura T x de el perfil numo 2. para ambos Planos.
A la misma altura prosiguio la obra en tiem pode Delineado por Ioseph de Figueroa, delinea-
Don Luis de Aponte desde la Ja la K de dicho dor de Cartagena por su Magestad.
plano yendo sm pre aumentandose el profundor
FIGURA 75. - Proyecto de reconstruc-
del cimiento (por la razon expressada) hasta ción de la muralla de la Marina, por Fran-
llevar cinco hiladas de socalo como se ve en el cisco Ficardo. 1688 (AGI: Santa Fe, 457; TL,
perfil numo 3. Sobre lo hecho desde I hasta K en 102).
el plano a la altura que indica el perfil número 1
levantaron en tiempo de Marquez, tres hiladas Portion de la planta de Cartagena como está
mas de silleria hasta quedar a la al tura de la linea hoy con demonstracion de las ruinas y reparos
O del perfil numo 2 y se recalzo el pedazo P Q por della representado en las ygulas que serando la
toda ella. En el pedazo que acabó Don Antonio primera demunstra la redificasion de los 4 ba-
de Salas se levanto una hilada mas, como pareze luartes y murallas y pilotage a la mar sobre las
del perfil numo 3. ruinas antiguas de las caidas murallas y la
Nota lo que se ve en los perfiles de color segunda ygula quevsandodelas otras del mesmo
amaril10 es lo que falta a la mural1a para estar a modo demuestra la proposition que hase; en la
su devida altura. tercera que es la mas aproposi to para non en trar
Escala de 30 pies del Rhin, para los 3 perfiles. tanto en los edificios como las otras dos ante-
Linea o ... ntal del Mar. cedentes y es de la election del Señor Goberna-
Linea del Orizonte del Mar. Linea del Ori- doryCappitanGeneral Don Martinde Ceballos
zonte del Mar. y la Zerda que conosse 10 conueniente que es.
Nota, que despues que se recalzó el bastíon y por su mandato y orden deliniado por el
de la Merced, se dexó de seguir el escarpe de] Cappitan Francisco Ficardo teniente de Inge-
primer cuerpo como se ve en el perfil número 1 niero Maior.
linea a b y se prosiguió como en el perfil número
2 tambien linea a b. San Diego. La Merced.
Esta es la tercera y de las dos que propone el
Plano de la parte de Cartagena que mira al dicho Gouemador más acomodada en todo que
Mar con el proyecto de la nueba muralla que se la segunda por acomodarse la fortificasion mas
deve acabar, siendo 10 que se ve de color roxo lo a los solares y non entrar tanto y ser de mucho
que esta hecho a las alturas notadas en los per- menos gasto y non menos fuerte y deue prefe-
files, y lo amarillo lo que falta . rirse a las otras.
Dn. Carlos de Briones Hoyo y Abarca [ru-
brica] Santa Clara
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guarde la Catolica Real Magestad como desea- monjas de Santa Clara, en el qual se expresa el
mos y nos hazemenester. Cartagena y Diziembre proyecto de muralla nueba que se está fabri-
11 de 1688. cando, y el estado en que al presente se halla.
Dirigida por el Maestre de campo Don Juan de
Don Joseph de Lara Don Francisco Ficardo Herrera y Sotomayor, yngeniero militar de los
Andres de Errera (rúbricas).
reales exercitos y castellano del Castillo de San
[AldorsÓ]:Porciondela planta de la Ciudad Phelipe de Baraxas, extramuros, de esta plaza,
de Cartagena en qual se representa la ruina del por Su Magestad.
mar y proposition para su reparo.
Explicadon
FIGURA 76. - Plano de la muralla de la
Marina, por don José de Herrera y Soto- A BCD E F K. Cajones de madera llenos de
mayor. 1733 (AGI: Santa Fe, 550; TL, 139). piedra, que se colocan para retirar el mar, ya su
abrigo ir executando la muralla como pareze. L.
Plano de la parte de Cartaxena de las Indias Parte del convento de la Merced, que cae hazia el
que mira assi a la marina en que se representa,lo mar, según como se halla al presente. M. Parte
que ay nuebamente obrado; yloque secomiensa
del convento de monjas de Santa Clara que cae
a haser para continuar una cortina y rebestir
hazia el mar, segun se halla al presente. Y J.
otra: todo 10 cual va marcado con puntos, como
tambien lo que falta para serrar el resinto de Muralla nueba, de la qua! a y execu tada la cortina
dicha ciudad. J., que corre, y la mitad del baluarte que pareze
en la altura de 2 varas, y 8/10 de otra, sobre el
Explicación cimiento. G. H. Estacada que corre desde la
Merced, hasta el baluarte de Santa Catalina. Las
A. Bastion de San Lucas. lineas de puntos denotan el orden que dcven
B. Bastion de Santa Catharína. llevar los caxones. O. Cortina que enlaza con el
C. D. Lo que falta para serrar el resinto.
baluarte de Santa Catalina. Año 1725.
D. E. Obra que se ha hecho nueva.
F. Bastion d ela Merced. Delineado por Joseph de Figueroa discípulo
G. Cortina que se ha de revestir. y delineador por Su Magestad Escala de 200
H. Cortina que se ha de continuar. varas castellanas. Orilla del mar antes de que se
1. Bastion de la Cruz. empezase la muralla nueba.
J. Bastionde Santa Maria [alias] de Santo
Domingo. FIGURA 78. - Alzado de la muralla
K. Cal sos que se hisieron para la con ser- proyectada para cerrar la Marina desde el
vas ion del bastiono baluarte de la Cruz hasta el deSanta Catali-
L. Sisternas. na. 1721 (AGI: Santa Fe, 472; TL, 124).
M. Cobertisos que se han construido para
la Artillería.
N. CombentodeSanDiego. FIGURA 79. - El baluarte de Santa Cata-
O. Combento de Santa Clara. lina, antes y después de su reconstrucción.
P. Combento de la Merced. 1725 (AGI; Santa Fe, 938; TL, 129).
Por Don Joseph de Herrera y Soto Mayor,
SubthenientedelaArtilleria. Ingeniero en ynterin
(Izquierda)
de esta Plaza.
Escala de mil pies del Rhin. Delineado por Elevación del baluarte de Santa Catalina.
Luis Segretier discípulo. pieza de fortificación del recinto de Cartaxena,
segun el estado en que se hallava el añode 1718.
FIGURA 77. -Plano de la Marina desde
el convento de la Merced hasta el de Santa Explicación
Clara. 1725 (AGI: Santa Fe, 938; TL, 128).
A B. Brecha que abrió el mar con el continuo
embate cortando quasi toda la frente del ba-
Plano de una porcion de la Marina de Carta- luarte, de suerte que penetrando las aguas hasta
gena, que comprende desde el convento de 10 interior de él robó la mayor parte de el terra-
Nuestra Señora de las Mercedes, hasta el de plen (como pareze), entrando y saliendo el mar
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con grande yrn petu, manteniendose la frente en 1739 (AGI: Santa Fe, 1.021; TL, 140).
algunas pequeñas porciones que de ella
quedaron unidas al cimiento y con el enlaze de Abecedario
la otra frente. 2 Fuerte de Pasa Caballos
C. Casa-mata volada desde el tiempo que t Monte de la Popa. Sitio de las senales
las armas del Rey Xptianissimo invadieron esta A. Castillo de San FbeHpe de Barajas.
plaza. B. Jetsemaní o arraual
D. Garita arruinada. C. Plaza o ciudad de Cartagena
E. Flanco abierto por diversas partes hasta D. Nauios marchantes y almazen de vibe-
cerca de la superficie del terreno. res.
F. Subida arruinada. E. Conquistadornauiocapitana en disposi-
G. Alxives. H. Estacada que corre la Ma- ción de batir la playa, y por sus espias flanquear
rina. y defender a Castillo Grande, su canal y puerta
de tierra, como lo manifiestan sus III boyas.
(Derecha) F. Lanchas y botes armados y preuenidos
Elevación del baluarte de Santa Catalina. con 30 pedreros para transportar el campo bo-
Según quedó después de su reedificaciór., lante compuesto de 400 hombres para formarse
que fué el año de 1717, y estado en que se halla donde mas combenga,
al presente. G. Castillo Grande de Santa Cruz.
H. Na vio el Africa cruzando sus fuegos con
Explicación la capitana de lacos sobre la playa.
A B. Calzo de piedra y torta de argamasa que J. BatteriadeChambacon 11 cañones y40
se le hizo a dicho baluarte (después de ayer con hombres.
pilotajes retirado el mar y rehenchido su hucco
K. Reducto de Santiago con 11 cañones y50
con mucho trabajo) para que rodando por él las hombres.
aguas no hiziesen presa con sus embates;
L. Castillo de San Fbeli pe con 5 cañones y
hallándose al presente dicho calzo cortado por 30 hombres.
su pié, por averle faltado el reparo antes de su M. Castillo de San Luis de Boca chica con
perfecto enjugo.
300 hombres de marina yasi mismo los demás.
C DE F. Proyecto del reparo de caxonería y N . BatteriadeSanJosephcon 100 hombres.
piedra que se determinó formar delante de di-
O. Navío la Europa.
cho baluarte para tener retirado el mar y que no P. Navío el Dragón.
le comba tiese, el año pasado de 723. Comenzose
E. Zienaga Honda.
a formar dicho reparo según el proyecto, y sólo R. Estero de Pasa-cauallos.
se echaron los 4 caxones dovles C D y uno
S. Isla de Bruxas.
pequeño por detrás como parece, y dicha obra T. Vaxo del Almirante.
no se prosiguió por averla mandado suspender
X. Reducto del Manzanillo.
el Brigadier D. Alberto de Bertodano; y sin
&. Zienaga de Tesca.
embargo de quedar en su principio sin la playa Z. Isla de Manga.
que se ve. Año de 1725.. . ;
Delineado por Joseph de Flgueroa, Disapulo
Plano de Cartagena, su puerto y península
y Delineador por Su Magestad.
de Tierra Bomba junto a Boca Chica en estado de
ofensa y defensa, por disposición del Ecmo. Seor
FIGURA 80. - Mapa de la bahía de Carta-
Don BIas de Lezo Comandante General de los
gena, plant~ d.e la ciudad y planta~?e los presentes nauios galeones de S. M. Cathólica.
castillos pnnclpales, con una relacon del
ataque de Vemon. Grabado (Biblioteca de
Palacio, Madrid: 1622). Discripción de Tierra Bomba:
1 2 3 4 Acampamento bolante mandado
FIGURA 82.- Plano del canal de So- por:l Éc~o~Señor Don BIas de Lezo para correr
cachica, por don Juan de Herrera y Soto- las playas y acudir el parage mas espuesto.
mayor. 1716? (Biblioteca Nacional, Madrid). 5,5,5,5. Compañía de marina del Nuevo
Conquistador.
FIGURA 83.- Mapa de la bahía con los 6,6,6,6. Compañía del Africa todos con sus
navíos de la escucadra de don BIas de Lezo. ofiziales propietarios.
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7, 7, 7, 7. Compañía del centro de jente de los ultimamente propuestos exclusive los dos
mar. del experimento: cuia Real resoución se espera.
8, 8, 8,8. Trincheras en las cuales se deue E. Castillo de San Matias arruinado: cuios
dividir el acampamiento. proximos alrededores tiene poco fondo.
9,9,9,9. Varracas para dicha jente. F. Porción de la ysla de Tierra Bomba que
10,10,10,10. Montaña de Tierra Bomba. termina Boca grande por aquella parte y tam-
11. Tejal de los Padres Jesuítas. bien en sus proximos contornos ai poco fondo
12. Vaxos Punta Perico. por 10 que se cree mediante dichas operaciones
13. Vajos del Medio. echas que desde la bateria arruinada contigua a
14. Cantería del rey. la punta asta el referido Castillo de San Matias
15. Pueblo nuevo. entraran solo 65 caxones.
16. Vajos del canal entre Bocachica y San G. Eleuación de dos caxones de los proiec-
Joseph. tados considerados yá puestos en el mar y vistos
Escala de 1500 pies del Rhin. desde este asia la Bahía demostrados en punto
grande que expresa la varrera de freses o cadena
FIGURA 85. - Ataque del almirante de madera fixada de vncaxonal otro yen la cinta
Vemon a Cartagena. una plancha de fierro encepada para que no
puede ser fasilmente violentado, ni cortada por
FIGURA 87. - Planos y perfiles del fuer- enbarcación alguna armada del enemigo, y
te de San Sebastián del Pastelillo y del enbarasar el paso a toda enbarcación maior y
baluartedeSan]osé, por donJuan Bautista menor.
Mac-Evan. 1744 (AGI: Santa Fe, 940). K. Perfil cortado por medio de la cinta de
madera expresada que demuestra la consisten-
FIGURA 88. - Plano del dique proyec- cia y forma de la citada cadena yel testero de vn
tado para cerrar el canal de Bocagrande. caxon.
1757 (AGI: Santa Fe, 949; TL. 156).
Nota. - Que en el manifiesto de la obra de
Plano de Boca grande como al presenteexis- cerrar a Boca grande se expresaron en ambos
te tomado con operaciones geométricas exacta y tramos desde el ul timo caxon volante de madera
puntualmente observadas en 18 de Agosto de mangle B. asta la vateria arruinada F. señalados
1757. en el Plano que entraban 154 caxones de los
A. Principio del Dique con su plaia ad- ultima mente propuestos; y aora se aduierteque
quirida delante que por acsidentales vientos se entraran solo 142 caxones cuia diferencia 12
mantiene o disminuie. caxones menos provino de la medicionque hisie-
B. Cajones volantes de madera mangle que ron con cuerda los aparejadores entonses. Ytem.
sellevaronconfaxinasypiedra:oymaltratrados Que los numerosos del sondeo son pies reales o
y derrumbados por ensima de los cuales no pasa de tuesa que entran 5 en una braza marina.
enbarcasion alguna ni se atreben a intentarlo.
C. Dos caxones de buena madera de co-
razón calafateados y mazizados con manpos- [En el plano mismo:]
teria el vno con la ordinaria y el otro con la Mar del Norte llamada Playa Grande.
conpuesta de poluo de ladrillos que anbos se Punta de la Playa terrateniente de Cartagena.
Orilla de la playa existente.
pusieron en el vajode la Boca para experimento,
Orilla de la playa antigua.
y existen con permanencia solida y estable sin Parte de la bahia de Cartagena.
enbargo de hacer mas dedos años que se echaron,
Don Lorenzo de Solís [rúbrica].
10 que promete con este acbitrio industrioso,
conseguirse el enbarasar el paso a toda enbarca-
sion por dha Boca maiormente colocandolos de Elevación de dos caxones con su peine de
manera que con arte formen vallada sobre el palizadas cosido a ellos vistos de fuera de Boca
vajo de ella, como demuestra el plano. grande al Norueste de ella.
D. Caxones proiectados de madera buena Perfil cortado por un plano vertical recto que
calafateados y llenos de manposteria asta llegar pasa por medio del peine.
al Castillo de San Matias señalado E, en cuio Marea alta.
tramo contado desde el vltimo caxon volante Mareabaxa.
mas vecino a dicho cas tillo en tran 77 caxones de 19 pies.
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16 montados con guarda cavezas en tres de sus en caso de necesidad, para tener segura la com u-
troneras para cubrir la Artillería de la domi- nicación de la Plaza, y estas fortificaciones ex-
nacionPP. teriores
O Vd. de la Redempcion de 11 a 16.
D Vd. de Santa Barbara de 7 de a 6 con y y El antefoso que conviene executar.
guardacavezas como la bateria B.
E Vd. de la Cruz de 8 de 16. Nota. - Que los numeros de color encar-
F Hornaveque con 6 de a 10. nado denotan los pies de tuesa que aquel parage
G Ba teria de San Carlos, y los A postoles de esta elevado sobre el nivel de la mar de marea
13de a 24, con merlones de competente altura y al ta, y los de color negro los pies dichos de al tura
magnitud para cubrir la artillería y artilleros de
en que deve quedar. Los numeros amarillos
los fuegos que los enemigos podian poner en las denotan los píes, y pulgadas de fondo de agua
dominaciones PP, SS, de su frente. debaxo de dicho nivel. La diferencia del nivel de
H H Reductos para flanquear las faldas del la marea alta al de la vaxa es pie, y medio dichos.
Cerro. Cartagena de Yndias a 15 de Mayo de 1763.
1 1 Pasadizos su perficiales de comunicación
a las baterias, cortados con rastrillos y estacadas Antonio de Arebalo (rúbrica).
a forrad os de tabla gruesa.
J J Camino cubierto, y pasodizo con para- [En el plano mismo]:
peto a prueba de cañon para apostar la tropa, y Terreno del pie del cerro del Cabrero.
defender con el fusil la ensenada de su frente y Puerta de Santa Catalina.
avenida a las baterías. Cortina derecha del baluarte de San Lucas.
K K Pasadizos subterráneos de comunica- Parte del caño de Juan de Angosta, que llega
ción a sus respectivas baterías y reducto (corta- cerca de la Cruz Grande.
dos con rastrillos) y quarteles abiertos en la Parte de la Plaza San Pedro Martir Ysla de
tierra para tener la tropa a cubierto de granadas, Chambacú grande Camino de la Cruz Grande
balas y bombas en donde pueden estar sin inco- y la Boquilla Playón del Cabrero.
modarse unos a otros hasta 350 hombres y Baluarte de San Andrés Estacada deCham-
muchos mas en los demas subterraneos. bacú Tejar de Santa María.
M M Almacenes sub terra neos para repuestos Chambacú Terreno anegadizo y pantanoso
de polvora.
Pozos Terreno reva jado y allanado u1 timamente.
N N Contramina magistral, que se ha em pe- Parte del arrabal de ]esemani Media Luna
sado a construir.
Playón de San Lazaro Huerta de Villar Pozo
O O O Tres algives que se estan constru- Barrero de Escovar.
yendo sin comunicación de uno a otro capaces
Bosque de nísperos y otros arboles frutales
de contener cada uno 72 mil raciones de agua de muí corpulentos y coposos, que se ha desmon-
annada.
tado.
P P Dominación practicable de buena tierra, Pla yón anegadizo del Cocal Camino del pie
capaz de contener en su cum bre 5 cañones que se
de la Popa, y de Gracia Tejar de Escovar.
estiende por su derecha formando una paralela Hospital de San Lazarode incurables Terre-
Q Q a distancia de ba tir en brecha desde ella con
no anegadizo y pantanoso.
28 cañones a estas ba terias con el valle R R que le
Baluarte de SanJoseph Ci,e naga del Cocal y
sirbe de su correspondiente y capaz Plaza de
entrada al Caño de Gracia Cocal desmontado
Armas.
Parte de la Villeta.
S S Dominación practicable de buena tierra
Parte de la ysla de Manga Escala de 150
capaz de poner en ella los enemigos 20 cañones
tuesas Huerta del Cocal.
ya distancia de incomodar mucho ~ nu~stras
baterias desde alli, por poderlas vatir a tiro de
FIGURA 113. - Perfiles del castillo de San
punto en blanco para proteger ~a costrucció? de
Felipe de Barajas y terreno de sus inmedia-
las vaterias P Q Q con la comodIdad y ventaja de
ciones, por don Antonio de Arévalo. 1763 (AGI:
t~er su campamento en el valle y quebrada T
Santa Fe, 942); TL, 171).
V V Estado en que se halla revajado yalla-
nado el terreno. [Cartela]:
X X Ca ponera que se tenia dispuesto ejecutar Perfiles y elevaciones del castillo de San
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flaca, que es la aleta de popa y los tiros de dichos para embarazar el progreso de las trincheras a su
navios en este transito son muy inciertos por su tiempo. G Posición que se dío a los navios de S.
movimiento por ser angostas las troneras de esta M. para defensa de la canal y Castillo de San Luis
bateria y tan rasa que solo se ven los merlones en el sitio del año de 1741. H Situación que
estando 10 demas cubierto con el glacis que se le tomaron los navíos enemigos en dicho si tio para
ha aumentado. Enelextremode su derecha se ha batir y divertir las defensas de la canal a fin de
cerrado con un cavallero para flanquear con el que su bateria de tierra 1 y la de morteros, pu-
fusil el glacis alto, con su foso al pie, e inmediato diese hacer brecha al Castillo F. 1 Lugar que
a él se le ha hecho un espaldon para cubrir la ocupo la bateria de 21 cañones de a 24 que
tropa interin se retira al fuerte por el puente hicieron los enemigos en dicho sitio a cubierto
provisional inmediato, en caso de que alguna de los árboles y malezas de la Campaña, con la
embarcacion enemiga llegue a i. qual abrieron su brecha en el baluarte p.
D Bateria del Angel san Raphael colocada K Lugar en que debe colocarse la cadena
sobre 10 más alto de estos cerros, con parapetos para cerrar el puerto, por ser el parage mas an-
a prueba de cañon por el frente y costados de la gostode la canal, por estar defendido con fuegos
Campaña y sencillos por la espalda, con un foso inmediatos y cruzados, y lo que es mas por que
que la circuye de 15 pies de profundidad con 9 entrando los navios con brisa que vienta entre el
cañones gruesos, montados para descubrir y N. Y N. E. en tiem po de verano, que es el mas
dominar la aveIÚda de la Playa de Chambacú aproposito para el sitio, solo pueden llegar es-
(que es el terreno de estas inmediaciones mas casamente a i; en cuyo paraje escasea el viento,
aproposito para hacer el desembarco) campaña flamean las velas, y hechan el ancla y van a parar
y valle de Carex de su pie, que no puede ser visto, a j, por la disposición del fondo, que con su
IÚ batido de los fuegos del fuerte de San Fer- pendiente no deja agarrar el ancla, y de j para
nando, ni de navios que defiendan la Canal al entrar ha de ser espiandose hasta poder montar
abrigo del qual podían llegar los enemigos sin a la vela el vaxo de San Joseph N O.
recibir daño alguno hasta K y poner allí bateria LL, MM, NN Posiciones en que se pueden
a tiro de punto en blanco de dicho fuerte, contra colocar los navíos de S. M. quando los huvíereen
él y contra nuestros navios; lo que no pueden la bahía para ayudara la defensa de la Campaña
executar ahora hasta hacerse dueños de dicha y proteger al fuerte de San Fernando, obliga ndo
ba teria, cuyas ben tajas se ven extensamen te en la a los enemigos a construir diferentes baterias
relación de 9 de abril del año proximopasado. Se contra ellos para hacerlos retirar y abrigar el
le han añadido despues almacenes subterraneos paso de los suyos: cuya construccion es fácil em-
a prueba de bombas y una galería, tambien barazar, respecto a que los cañones de todos los
subterranea ya prueba, desde dicha bateria hasta navios pueden dirigirse a qualquiera parage en
la orilla del mar para retirada segura de la tropa; que se vea intentan executarlas; ventaxa, que es
en la que se estan haciendo quarteles para des- imposible lograr en las baterias de tierra. 00
canso seguro de dicha tropa y un algibe. Posicion que se debe dar a dichos navíos para
E Batería de San Joseph, en la qual se han embarazar la entrada a los de los enemigos por
hecho merlones para cubrir la Bateria alta de la la canal; pues deviendo estos venir a la espia,
plataforma m, que estaba a barbeta y expuesta su como se ha dicho y todo hombre practico de ella
artillería a ser [tachado: luego] desmontada de sabe, y sufriendo las lanchas el tiro de los nuestros
los navios H y al presente solo la podran descu- de punto en blanco y poner luego la proa de estos
brir estando en i, j por ser angostas sus troneras en O reciben el fuego de todos sus costados sin
y dispuestas uIÚcamente para flanquear el glacis poder presentarle ellos el su yo para defenderse,
alto de la izquierda y el vaxo del fuerte de San por lo que parece empresa temeraria intentar la
Fernando; y contrabatir en este a los enemigos entrada aunque sean dueños de toda la costa del
(en caso de que lleguen a hacerse dueños de él Norte de dicha Canal y hayan roto la cadena,
con esta batería y tres cañones de la bateria O. pues estan a 500 tuesas de distancia de tierra, en
También se ha hecho una rampa para subir que son ya inciertos y de corto efecto; lograndose
artilleria a dicha bateria alta que se comUIÚcava tambienque interin se mantengan en O nuestros
por una escalera. F Terreno que ocupó el antiguo navios, no pueden los enemigos hacerse dueños
Castillo de San Luis enteramente arrasado con el de la bateria de San Joseph, y por consiguiente
nivel de la Campaña, de que solo ha quedado puede estar contra los que intentan la entrada
parte de los cimientos debaxo de dicho nivel emplear sus fuegos; de los que los de los frentes
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n, o, son rasos qua si al nivel del agua y ofrecen FIGURA 127. - Plantas y secciones del
poco objeto a los enemigos, y O les bate ala castillo de San Felipe de Barajas, fuerte de
pasada por la aleta de popa en L L, 10 que San Sebastián del Pastelillo y batería de
igualmente se logra pasando nuestros navios a San José de Bocachica. (Servicio Histórico
P cuya ventaja con las demas que se ha expre- Militar, Madrid; Sección Cartográfica: K-
sado, pueden sacarse de dichos navios para la b-7, núm. 33.)
defensa de la canal se exponen, por lo que
pueda importar en adelante. Nota. Que el terre- 2
no marcado con la letra Q eS de buena calidad 1
para las obras provicionales de un si tio; pero no
lo es lo restante hasta el foso del fuerte de San 3
Fernando. El de la R es piedra viva descubierta
en lo mas de él, y lo demas con mui poca tierra 4
encima. El de S es piedra suelta y tierra; el de T
es en parte bancadas de piedra viva y parte de
arena y descombros de las ruinas del antiguo
Castillo de San Luis, con que cuando se erigió
5
el fuerte de San Fernando se cegaron las hoyos
que havia hecho desde que se construyo aquel (1)
para sacar de aHílos materiales necesarios para
Plano particular del castillo de San Phelipe
sus obras, como tambien del trecho anegadizo
d~ Barajas (alias el Cerro) de Cartagena de In-
que escavaron para terraplen del mismo Cas- dtas.
tillo, en cu yos hoyos se estancaban las aguas de
Explicacion
las 11 uvias y ocasionaban las grandes enferme-
dades que experimento su guarnición has ta su AA Cuerpo de guardia para el castellano y
tropa de la guarnición.
demolición el año de 1741. El de V es todo
B Almahacen para pólvora.
arena. El del glacis del fuerte de San Fernando,
C Tendal para la artilleria hecho en el año
tiene de buena tierra la superficie y poco más
abaxo y lo restante, es como S. Cartagena de de 1762.
Yndias Mayo 15 de 1763. D Aljive.
E. Cocina.
[En el plano mismo:]
F Puerta de entrada.
Bateria de San Phelipe demolida Camino
G Escalera de madera.
de las Piedras, de Chamba Playa de Chamba
Bateria de Santiago demolida Este cstillo se hizo en el año de 1637.
Terreno que llaman la Campaña que se ha Perfil cortado por los puntos 1, 2.
demontando de árboles y malezas Escala de 30 varas para este plano.
Punta de Abanicos Pies reales o de tuesa Escala de 15 varas para este perfil.
Camino de la playa o avenida de Chamba (2)
Manglar anegadizo desmontado Cantera abier- Plano particular de la bateria de San Sebas-
ta con desague al mar que se va terraplenando tián, situada próima del surgidero de la bahía de
Valle de Cares Cartagena de Yndias.
Manglar anegadizo sacado de raíz. Explicacion
San Pheli pe El Africa San Carlos
Galicia AA. Cuerpo de guardia para el comandante
y tropa de la guarnición.
Bateria de Santa Bárbara suspendida su
ejecuzion Pies reales Pueblo nuevo Retirada y B. Almahacen de pertrechos.
comunicación subterranea Camino del pozo e. Almahacen para polvora.
de Carex y población de Gamboa D. Algive.
Playon de Carex EE. Muelle.
Parte de la bah ya. F. Puerta de tierra.
FGH. Recinto con aspillera para fusileria.
Antonio de Arebalo [rúbrica] 1. Común.
Esta batería se concluyó en el año de 1744.
Escala de 300 tuesas Ensenada de la Caldera Escala de 100 varas para este plano.
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11. Hornillos que podían a su tiempo servir se egecutó, por no haver tiem po, con el plano y
como los g g de las contraminas. perfil que de dicha batería se puso en el general
Baterías executadas provisionalmente en el del fuerte que se dió a don a don Agustín
año de 1762 de tierra regada y pisada y enlucidas Crame, que fué hecho con medidas no tan exac-
como las obras del cal y canto. tas (aunque no será grande la diferencia) para
juzgar por ellas de los defectos que parece se le
Explicación: atribuyen y ban referidos. Y el que sigue.
A. Batería de San Juan Francisco de Regis, Esta batería, que es un gran flanco para el
hecha para cubrir la muralla real por esta parte baluarte atacado A, si le faltan fuegos que de-
e impedir que entren por las troneras a las fiendan su interior S S desde m y la cara derecha
bóvedas y plaza de Armas, las balas de los de la cortina contigua, se lograrán abanzándola
navíos enemigos y batir a éstos en la entrada de lo necesario para conservar su utilidad; pero
la canal. ésta 's e pierde si se arrasa, como se dice ha
B. Ydem de San TIúago aumentada para propuesto dicho Brigadier. D Tendal para la
defender el ataque del baluarte A, que solo tiene artillería, hecho en el año de 1762.
dos cañones que pueden hacerlo del flanco Si algún otro defecto se notase en ella, mejor
izquierdo del baluarte B. que destruirla será remediarle, para no perder
Esta batería sólo podrá tener los fuegos de tan ventajosos fuegos para el fin a que se desti-
tres o quatro fuciles que la defiendan desde m el naron.
el baluarte B y algunos de su cara derecha, por
cuya razón y porque puede caerse o parece que Cartagena de Yndias 3 de marzo de 1779.
assí ha concebido el Brigadier don Agustín
Antonio Arebalo [rúbrica]
Crame, quando hizo el reconocimiento de ella,
que los enemigos podrán tomarla facilmente, Escala de SO varas para el plano.
poniéndose al pie del espaldón, o, cubiertos de Escala de 2S varas para los perfiles.
los fuegos del flanco derecho de A, en el triángulo Perfil cortado por los puntos 7, 8 del plano.
n, o, p, y servirse de ella para batir al baluarte A Perfil cortado por los puntos 9, 10 del plano.
y quitarle sus fuegos; se hace presente que para Perfil cortado por los puntos 1, 2, 3, 4, 5 Y6
conseguirlo habían de perder tiempo y alguna del plano.
gente y en el caso de haverla ocupado habrán [Al dorso:] Cartagena de Yndias.
logrado los defensores se proporcione un lance Plano y perfiles del castillo de San Fernando
a medida del deseo para destruirlos en ella, (Arevalo) 1779.
como puede hacerse con un solo cañón pequeño, Número 26 Arevalo.
o mejor con un obús de dos que hay, que puesto
en m la enfilará y cargado a metralla con cosa de FIGURA 129. - Proyecto para fortificar
4 libras de pólvora o más, menudeando los tiros, la plaza de Cartagena desmantelando el
está manifestado el gran estrago que hará en los arrabal de Getsemaní, pordonJuanJiménez
enemigos, como ygualmente lo es tá el que se les Donoso. 1744 (Servicio Histórico Militar,
puede hacer con granadas de mano. Y aún Madrid; ~cción Cartográfica: K-b-7, núm.
cuando esto no se quiera conceder, sobsteniendo 31).
que los enemigos tendrán con dicha materia
FIGURA 130. - Planta y sección de la
todas las ventajas que necesita (abriendo más las
batería del Angel, situada al norte del canal
troneras por su derecha) para quitar todos los
de Bocachica.1778 (Servicio Histórico Mili-
fuegos del baluarte atacado, que precisamente
tar, Madrid; Sección Cartográfica: K-b-6,
debe ser el A y no el B, porque la avenida a éste
núm. 54; hay duplicado).
la defiende la de San Joseph, no podrá negarse
que con dos hornillos que se hagan en q, q, q, Plano particular y perfil de la bateria nom-
valiéndose de la galería magistral d, d Y del brada el Angel, situada en la cumbre de un cerro
ramal r, se les haría volar al aire, dejánd ola de tal que está al norte del fuerte de San Fernando,
modo vacía (sin leción de contra escarpa, ni erigido en el costado del norte de la canal de
perfil delglasis) que padrán podrán llenar, como Bocachíca vnica entrada de navios a a la bahía
denota la letra t en su plano y en su perfil de Cartagena de Yndias, para defender las
(pudiendo antes servirse de los hornillos de las a venidas y quiebras del terreno de aquella parte,
fogatas v, v, y hacer otros como éstos) sacado hecha provisionalmente en el año 1762 con
uno y otro con exacti tud últimamente; lo que no motivo de la guerra con los yngleses.
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lo mismo los espigones a fin de que las olas del sobre las soleras b b. por medio de las madres f
mar enfurecido no tengan embarazo para pasar, f. que sirben para llebar sobre ellos dos maqui-
y lo efectuen con libertad sin hacer presa en la nas de los martinetes de bronce de 16 quintales
obra como se esperimenta, y para que siguiendo con los quales se claban los pilotes g g. asegura-
del mismo modo las corrientes del Norte, que es dos dichos andamios contra los temporales del
el tiempo del acantonamiento de la arena se mar con los pilares h h, clabados con los mismos
haga este, que refuerze el malecón, el qual con- martinetes, y sugetos con embonos, y trincas de
cluido con el empedrado L M en el trecho B C jarcia que se dan a su tiempo.
serbira para que se extienda la playa esterior a O P. Trecho de plano enzintado y amor-
hacer 10 mismo en las inmediaciones del caño de dazado relleno de piedra, y el em pedrado arre-
SanJuanproximodelsurgiderodenavios.Notas glado con el andén de tablas y, y. para conducir
1° Que los numeros de color coloreados del los cantos de su coronamiento, con 10 demás,
sondeo del plano denotan el fondo de agua en que se ofrece.
pies de vara, que tubo en aquellos parages en P Q. Parte de plano de uno de los muelles,
marea vaja, quando se empezo el malecón A E, que se hacen de 25 varas de largo a distancia uno
en N oviem bre de 71 ... 2° Que los pun tos negros de otro de 50 varas de claro para desembarcar en
es el fondo de agua que se hallo en dicha marea ellos, los cantos, y piedra menuda, que se con-
en Diziembre de 1773 ... 3° Que los numeros duce para mazizar la obra, en la forma que
negros enteramente formados de tinta es el fondo manifiesta los perfiles de ella.
de agua, que se hallo en la misma marea en 31 de Elebacion formada sobre la linea 1,2, del
Diziembre de este año, que es el de la fecha de plano particular. Perfil cortado sobre la linea 3,
este papel, siendo la diferencia del nivel de la 4,5, del plano particular. Perfil cortado sobre la
marea alta al de la vaja un pie y nueve pulgadas linea 6, 7, del plano particular.
de vara. Figura 3.1 Figura S.'
Cartagena a 31 de Diciembre de 1774. Plano particular detallado.
Figura 4.1
Escala de 300 varas pa ra es te plano. Figura 1° [En el mapa del angulo inferior derecho]:
Perfil cortado por los puntos H Y K del Plano total dela abertura de Boca-grande de
plano. Figura 1 ° Cartagena de Yndias, que se está cerrando con
6 varas 1: 6 el malecon A B C del qual en dia de la fecha se
Nivel de la marea alta ha construido hasta el largo A B de 1629 varas,
Nivel de la marea alta y resta B. C. de 1985: Cartagena de Yndias a 31
Nivel de la marea baja de Diciembre de 1774.
Nivel de la marea baja Mar del Norte llamado de Playa Grande.
Nivel del fondo del vaxo en esta parte en 31 Orilla que tubo esta playa en Julio de 1769
de Diziembre de 1773. Figura 2° quando se hizo el proyecto.
Nivel del fondo natural del vaxo en esta Orilla que tubo esta playa en 11 de
parte en 11 de Noviembre de 1771. Noviembre de 1771.
Escala de 25 varas para las Figuras 2° 3° 4°- Camino de Cartagena.
y5° Orilla que tubo esta playa en Agosto de.
Plano particular detallado con sus perfiles 1575.
de un trecho de malecon en el punto C del plano
Figura 1°que manifiesta el metodo que se sigue Notas 1.1 Que los numeros encarnados de-
en suconstruccion y colocación de materiales de notan el fondo de agua que se halló en marea
que se compone. alta en aquellos parages en 18 de aAgosto de
1757 en pies de Castilla, pues aun que se sacó el
M N. Trecho de plano de andamio volante, sondeo en pies reales, o de toesa, se han re-
formado sobre los caballeros o borriquetes a a ducido en aquellos. 2.1 Que los numeros negros
por medio de las soleras b b que se lleba siem pre denotan el fondo de agua en pies de Castilla que
adelantando con las riostras exteriores C C. se halló alli en dicha marea en 8 de Julio de 1769
N O. Trecho de plano de pilotage enzin- quandosesacoel plano por medio de los anclotes
tando y amordazado con las cintas o 0, y las F para hacer de orden del Rey para cerrar esta
mordazas, o llabes e e que manifiestan el em- abertura el proyecto.
pedrado rema tado, que se forma en la al tura que Parte de la Ysla de Tierra Bomba entre So-
se ve en los perfiles, y los andamios formados cachica, y Boca Grande.
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Planos y Perfiles de la Muralla Real batida de Plano particular del Baluarte de la Cruz B: de
laMardelNortedeCartagenadeYndias,parala la plataforma de Ballestas C y su cortina inter-
inteligencia del estado en que a quedado mal- media R X, que necesita reedificar y reparar lo
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maltratado de su Muralla Real, según se dispone cortina izquierda h q, Figura Vi que deven abri-
en éste, y sus Perfiles, Figuras 3.' 4.' S.' 6.' Y7.' garsecomosedenotaenesteplano, ysusrespec-
Figura 2.' tivos perfiles Figura 11 a 13.
Figura 12.
Perfil cortado sobre la linea 1 2 del plano del
baluarte de la Cruz B. Figura 2.' que necesita el Perfil cortado por los puntos 18, 19 del plano
roda pie o socolo JK L de canteria enlazada en los Figura 12 que denota la ruina, y mal estado en
trechos J, K, K, 1 de 33 varas de largo reducido, que quedó maltratado el trecho 1 n, que se nece-
con 4 hiladas de alto sentadas sobre rexa de ma- sita reedificar; y abrigar toda esta Muralla con el
dera por las razones que se refieren en la rela- roda pie h q. del plano, executado segun este
ción. perfil.
Figura 3.' Figura 13.
Plano del baluarte de la Merced D. que nece- Perfil cortado sobre la linea 10. 11 del plano
sita de abrigar el pie de su Muralla Real en la Figura 2.' segun el qual se propone reedificar la
mayor parte de ella, como se expresa en este cortina R X de 107 varas de largo.
plano, y su perfil Figura 10. Figura 6.1
Figura 9.'
Perfil cortado sobre los puntos 20, 21 del Perfil cortado sobre los puntos 14. 15. del
plano Figura 12 del baluarte de Santa Clara que plano Figura 2.1 que manifiesta el estado de pro-
necesi ta del resguardo que se le dispone del fundidad de agua que actualmente ay en este
rodapie q. s. t. parage: y como quedara despues de executado
Figura 11. el escollo a contradique, que se deve construir
para abrigar toda la muralla contra los embates
de las olas del mar enfurecido en qualquiera
Perfil cortado sobre la linea 3, 4, 5 del plano
temporal.
del dicho baluarte de la Cruz Figura 2.' que
Figura 8.'
necesita abrigarlo con el rodapie L M N de can-
tería enlazada en este trecho de 25 varas de largo
reducido en la misma forma, y por las mismas Plano de Baluarte de Santa Ca talina, que se
razones que se citan en la Figura 3. ' propone reforzar con el roda pie que en el se
Figura 4.' expresa y deve executarse segun los perfiles
Figuras 15,16, 17.
Perfil cortado por los puntos 6, 7, 8, 9 del Figura 14.
dicho baluarte Figura 2. i segun el qual se debe
reedificar el trecho NP de su cara derecha: hacer Perfil cortado por los puntos 22.23. del plano
el restante de ella, y el flanco contiguo PR, uno y Figura 14 segun el qual se deve hacer el roda pie
otro con 49 varas de largo, fundado como se de- del trecho u, u, de 19 varas de largo.
nota enel perfil (demoliendo a este finla muralla Figura 15.
viexa que esta figurada de puntos encarnados y
lavado del mismo color).
Figura 5' Perfil cortado por los puntos 24. 25. del plano
Figura 14 segun el qual se deve hacer el roda pie
de los trechos x, x, y, y, de 68 varas de largo.
Plano del baluarte de Santa Clara, y parte de su Figura 16.
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INDICE DE MAPAS Y PLANOS
Perfil cortado por los puntos 26. 27. del plano Frente de Santa Catalina Puerta de Santa
Figura 14 segun el qual se deve hacer el roda pie Catalina Media Luna Bateria del Pastelillo
de los trechos altos A, B.- Edificios publicos Terreno realengo Esco-
Figura 17. llos
Canal a que se reduse la inundacion entre la
FIGURA 139. - Plano de la ciudad ciudad yel arraual Arraual
(copia hecha por el ingeniero don José Díaz Nuevas manzanas de casas Plaza del Mata-
PedregaD.1786(MuseoNaval,Madrid;hay dero
copia en el Servicio Histórico Militar). Plaza de Santo Toribio Arsenal Antiguo
surgidero de los navios, pero oy no puede con-
FIGURA 140. - Plano del muelle de Car- tener sino pequeñas embarcaciones
tagena, por don Manuel Anguiano. 1803 Grande escollera contra la mar del Norte
(AGI: Santa Fe, 959). Plaza o ciudad Puerta del Puente Plaza y
almacenes en la Real Contaduria Juan Ximenez
Plano y Perfil del Muelle de Fortificación de Donoso (rúbrica)
la Plaza de Cartagena de Yndias reedificado a Plaza de la Contaduría Contaduría Con-
expensas del Real Consulado, vajo la dirección taduría
de su tesorero Don Manuel de Pombo Plaza de la Ynquisicion
Perfil cortado por los puntos 1.2.3. Plaza de Santo Domingo
Nivel de la marea ordinaria Puerta de Santo Domingo A venida de Boca
Parte del barrio de Getsemaní Grande Perfil que pasa por los puntos 7 8
Baraona [Parte superior izquierda]
Escala del Perfil Parte de la Bahía [Perfil que pasa por los puntos 9, 10
25 varas. 5.°
Escala del Plano / 100 varas [Parte inferior izquierda]
Anden construido de madera para las canoas Plano 1
que conducen los víberes a esta Plaza en pequeño de la plaza de Cartagena de Yndias
El Muelle para ma yorinteligencia del proyecto general de
Puerta forti ficación.
Almacenes y Oficina de la Real Ad uana Madrid 1.0 de Mayo de 1774
Cienaga de Tesca
Alcivia
FIGURA 141. -Proyecto para fortificar Quinta Preceptor
la plaza de Cartagena, pordon]uan]iménez Mas Cana pote Popa
Donoso. 1744 (Servicio Histórico Militar; Cruz Grande Catana de Cuenca Texar
Sección Cartográfica: K-m-9, núm. 58). CañodeJuanAngola Cerro YsladeManga
MansanilIo.
(Parte central del plano) Arraval Pastelillo Bajo
Espaldon de la escuela practica de artilleria Escollera contra la mar del Norte Ciudad
Texar Bugio del Rey Fondo para embarcaciones menores
Terreno que se deve revajar demoliendo el Carenero Castillo Grande
Castillo y Calzada Escalera de tuesas Boca Grande
Castillo de San Felipe de Baraxas (Parte superior derecha)
Manglares o espesie de arboles dentro del Escala de varas para los perfiles
agua Perfil que pasa por los puntos 5, 6
Bateria de la escuela practica de artilleria Perfil que pasa por los puntos 1, 2
Hospital de San Lazaro Perfil que pasa por los puntos 3, 4
Caño de Juan Angola. Este caño sigue hasta Perfil que pasa por los puntos 11, 12
la cienaga de Tesca Puente de San Lazaro Perfil que pasa por los puntos 13, 14
y sla de Manga
Ysla de Chambacú que se deve de revajar (Explicación)
Avenida de Cruz Grande camino para la Plan02. Q
Costa El fondo de estas inundaciones es por 10 Proyecto general de fortificacion para la plaza
regular de quatro pies en los caños angostos de Cartagena de Yndias, formando una plaza
menos y saliendo acia fuera mas. grande compuesta de ciudad y arrabal. Vtilis-
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INDICE DE MAPAS Y PLANOS
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13ib{iografia
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BIBLIOCRAFIA
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BffiLIOGRAFIA
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BIBLIOGRAFIA
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Indice de Personas y Lugares
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INDICE DE PERSONAS Y LUGARES
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INDICE DE PERSONAS Y LUGARES
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INDICE DE PERSONAS Y LUGARES
- del Reducto: 109, 138, 166, 167, 190, 136-141, 157, 158, 166, 167, 174, 177,
303. 178, 190, 191, 195, 197, 199, 232, 244,
- de la Reina: 277. 245,254,255,261,272,302,304,308.
- del Rey: 276, 295. - de los Jagüeyes: 60, 84, 85, 106, 114,
117.
- de San Andrés: 289. - de Pekín: 289.
- de San Antonio de Padua: 123. - de Pie del Cerro: 14,218.
- de San Carlos: 234, 238, 240. - de Pie de la Popa: 14.
- de San Felipe: 108, 131, 132. - de la Quinta: 14.
- de San Frandsco Javier: 135, 165, 197, - de San Diego: 13,254.
231,289,291. - del Tejadillo: 216.
- de San Ignacio: 123, 165, 168, 193, 197, - de Tesca: 289.
231,289. Bastiones. V. Baluartes.
- de San José: 167, 168, 261, 270, 271, Bateria de los Apóstoles: 292.
282,303,304. - del Angel San Rafael: 20, 252, 295-
- de San Jorge: 196. 297.
- de San Lucas: 14, 195,270-272. - de Santa Bárbara: 251, 265-268, 279,
- de San Pablo: 139. 280,282,292,294.
- de San Pedro Mártir: 190, 191, 195, - del Cerro de la Popa: 304.
196,270-272. - de Crespo: 304, 305.
- de Santiago: 193,291. - de la Cruz: 292, 294.
- de Santa Bárbara: 271, 272. - de Chamba: 243.
- de Santa Catalina: 14,30,84, 108, 131, - de Getsemaní: 272.
134,136,158,190,191,195-197,199,211,
- del Hornabeque: 292-294.
- de Mas: 304, 305.
232,233,237,240,241,252,271,284,288, - de Punta Abanicos: 243.
290, 291,304-307. - de la Redención: 292, 293.
- de Santa Clara: 238-240, 252,271, 282, - de San Carlos: 292, 293.
284, 288, 304, 306. - de San Felipe: 217, 243,292.
- de Santo Domingo: 108, 131, 132, 134, - de San José de Bocachica: 3, 19, 20, 243,
152,158,165,195,211,231,233,288,290, 251, 258, 263-267, 277-280, 282, 295,
291. 296.
- de Santa Isabel: 167,245. - de San Juan Frandsco de Regis: 295,
- de Santa María: 134. 296.
- de Santa Teresa: 271, 272. - de San Lázaro: 293,294.
- del Tejadillo: 193. - de San Lorenzo: 292.
- de la Tenaza: 305, 307. - de San Lorenzo: 292..
Barrio de Alcibia: 14. - de Santiago: 217, 242, 243,295,296.
- de Tierra Bomba: 217.
- de Ballestas: 289. - del Varadero: 243.
- de Bocagrande: 289. Boca del Puente: 196.
- del Boquetillo: 289. Bocachica:3, 149, 150, 159, 160,176,280,
- del Cabrero: 289. 283, 289, 295-297, 302.
- Caliente: 128. Bocachica, Canal de: 4, 11, 17-20, 76-79,
- de Crespo: 14. 163, 164, 201, 203, 204, 211, 216-219,
- del Bosque: 14. 227-231,251,259-261,263-267,270,273,
- de Getsemaní: 4, 13,38, 108, 119, 120, 275.
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INDlCE DE PERSONAS Y LUGARES
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INDlCE DE PERSONAS Y LUGARES
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INDICE DE PERSONAS Y LUGARES
199, 200, 230, .233, 238, 244, 249, 271, Punta de la Canoa: 4, 136, 304.
282,286,287,289,304,307. - de los Icacos: 43, 57, 76, 85.
Museo Histórico: 144. - del Judío: 4, 17,84,218.
Palacio Arzobispal: 58. - de Manga: 152, 154.
- de Justicia: 118. - del Manzanillo: 84, 149-154,218.
Plataforma de Ballestas: 288. - de Perico: 285.
- Santángel: 17, 108, 147, 149, 151, Rebellín de la Media Luna: 232.
276. Seminario de San Carlos: 120.
Playa de la Cruz Grande: 290, 291. Teatro Heredia: 118.
- de Chamba: 295. Tejar de Escobar: 291.
- Grande: 163, 273,304. - de Lázaro: 218.
Playón de Escobar: 244. Tenaza: 20.
- de la Villeta: 291. Torreón de Santo Domingo: 196.
Plaza de la Aduana: 12, 13, 55, 58, 59, Trinchera de la Caleta: 56, 77,82,83.
106,256. - de la Ciénaga del ahorcado: 82, 83.
- de Armas: 125. - de Santa Catalina: 83, 133.
- de Bolívar: 58, 125, 126, 258. - de Santo Domingo: 55, 56.
- de los Coches: 35. Turipana: 26, 27.
- de Colón: 59. Universidad: 72.
- de los Jagüeyes: 58, 212. Valle de Cáres: 295.
- del Juez: 33.
- de la Mar: 12, 13,58, 106.
- Mayor: 13,55, 58, 89, 158, 253. Cartago: 10.
- del Muelle: 73, 123. Casas, Fr. Alonso de las: 37.
- Principal: 125. Ca sellas, D. Pedro: 217.
- de la Proclamación: 125. Cassani, José: 220.
- Real: 38,58, 59, 83. Castañeda, Fr. Alonso de: 63.
- de San Diego: 58. Castellar, Conde de (Virrey del Perú):
- de Santo Domingo: 58, 125. 194.
- de la Yerba: 33, 35, 36. Castellanos, Juan de: 6,21,23,24,28,33,
Portales de la Aduana: 73. 36,37,55,71.
- de los Dulces: 13. Castilla: 27, 32.
- de los Escribanos: 13,58, 106. Castro, D. Fernando de: 116.
Puente de Getsemaní: 24,45. Cataluña: 226, 261, 269.
- de San Francisco: 38, 44, 78, 123, 139, Cauca, Río: 10.
140. Ceballos, Francisco: 143.
Puerta de la Aduana: 124,308. Ceballos, D. Martín de: 189, 197,240.
- de la Media Luna: 106, 108, 109, 139- Cedillo, Doctor: 184.
141, 165-167,200,261,289-291,303. Cejudo, D. Anastasio: 308.
- del Puente: 1'40, 169, 211, 231, 232, Cenú: 7.
302. Ceuta: 269.
- de San Francisco: 134, 135. Ciudad Trujillo: 224.
- de Santa Catalina: 193, 289. Cogollos, Beatriz de: 36.
- de Santo Domingo: 194, 196, 289. Colmenares, Fr. Luis de: 63, 66.
Puerto de Naos: 160. Colmenar Viejo: 101.
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INDICE DE PERSONAS Y LUGARES
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INDICE DE PERSONAS Y LUGARES
Mendoza Carvajal, D. Alonso de: 53, Nueva Granada. V. Nuevo Reino de Gra-
62. nada.
Mendoza, Felipe de: 241. Nuevo Reino de Granada: 33,46,57,62,78,
Merlo de la Fuente, D. Francisco José: 105, 124, 211, 214, 235, 251, 280,303.
198, 199.
Messía de la Cerda, D. Pedro: 290. Ocaña: 70.
Micaela, Doña: 52. Ogle, Sir Chaloner: 215.
Mienson, D. Alberto: 236. Olalla Herrera, Alonso de: 10.
Mimbres, Bajo de los: 186, 187. Olivar, Jorge Lorenzo de: 192.
Molina, Fr. Francisco de: 36. Olivares, Conde-Duque de: 108.
Molleda y Clerque, D. Gregorio: 224. Ojeda, Alonso de: 5.
Mompós: 67, 160, 171, 176, 189. Ontiveros, Nicolás de: 93, 101.
Montalbán, Alonso de: 31,38,39,46, Opón, Río: 10.
59. Oquendo, D. Antonio de: 139.
Monte Aledre, Marqués de: 186. Orán: 75, 281.
Montemayor, Alonso de: 40. Ortiz de Almansa, Juan: 178.
Montero, Francisco: 93. Osorio, D. Antonio: 84.
Montevideo: 222, 227. Osorio, Pedro: 117.
Monzón: 75. Ostende: 193.
Morales, Benito de: 92, 101. Ovalles, Fr. Esteban de: 62.
Morales, D. Diego de: 166, 169. Ovando, D. Francisco de: 274.
Morales, D. Diego Manuel de: 174. Oviedo, Fr. Francisco de: 118.
Morán, Francisco Manuel: 269.
Moreno, Francisco: 121. Pachote: 127.
Morgado, Alonso: 253. Palata, Duque de la (Virrey del Perú):
Morillo, D. Pablo: 252. 226.
Morillo Velarde, D. Fernando: 268, Palomino, Fr. Pedro Mártir: 61.
297. Palladio: 67.
Mosquitos, Islas: 185. Pamplona: 127, 262.
Muñoz, Pedro: 143. Pamplona (Colombia): 115.
Murga, Francisco de: 108-110, 112, Panamá: 5, 10, 14, 24,78,99, 119, 126,
125, 128, 135, 136, 138, 154, 185, 200, 210,213,215,229,231,250.
272. Pando de Estrada, D. Juan: 189, 195,
197, 198.
Navarrete, D. Melchor de: 214. París: 213.
Naves: 26l. Pasajes: 281.
Neville, Almirante: 176. Pecador, Fr. Juan: 144.
Nicaragua: 34. Pedranas Dávila: 5.
Nieto, Juan José: 61, 115. Pedraza: 283.
Nombre de Dios: 11,21,24, 45, 61, 76, Pedrosa y Guerrero, D. Antonio de la:
78,82, 119. 175,240,241.
Nueva Caledonia: 209. Peña, Francisco de la: 158.
Nueva Edimburgo: 209. Peña, Juan de la: 166, 174.
Nueva España: 14,28,45, 119. Peñíscola: 75.
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