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Universidad Abierta y a Distancia de México

Especialidad en Enseñanza de la Historia de México

Asignatura: Revolución de Independencia

Unidad 3: Construcción del proceso histórico de Revolución de


Independencia

Evidencia de aprendizaje: “De fueros y autonomía; la construcción de la


Independencia de México”

Alumno: José Enrique Rojas González

Docente: Jorge Neri Vargas

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Introducción
A inicios del siglo XIX, diversos acontecimientos políticos sucedieron en la
monarquía española que permitieron la independencia de sus antiguas
colonias y la creación de nuevos Estados. Así, fueron muchas las causas que
permitieron el surgimiento de las actuales naciones hispanoamericanas: el
influjo las revoluciones burguesas (inglesa, francesas y estadounidense), la
aplicación de una serie de reformas fiscales en los territorios americanos, la
crisis política española de 1808, el sistema colonial que beneficiaba a los
españoles, el sentimiento de identidad criollo y el establecimiento de la
monarquía constitucional en España.

Las coyunturas antes mencionadas generaron un clima de descontento en el


virreinato de la Nueva España; todas las clases sociales, castas, indios,
mestizos y criollos, encontraron en la figura del español la causa de los
problemas que aquejaron a la colonia. Ideas de autonomía se fraguaron a la
sombra de reuniones o tertulias, en donde los criollos articularon una idea
política de creación de una nueva nación en la que ellos ocuparan un papel
preponderante en el nuevo gobierno.

Sin embargo, pronto el estallido adquirió un matiz de lucha de clases en donde


las castas, los indios y mestizos tuvieron un papel preponderante en los inicios
del movimiento. Ante el temor de perder sus privilegios, las clases altas
novohispanas combatieron a los insurgentes y paulatinamente sofocaron la
insurrección; ésta se concentró en el sur y el modo de operar fue a través de
guerrillas desarticuladas que hostigaron a los ejércitos realistas.

No obstante, la implantación de la monarquía constitucional en España


cambió el curso de los acontecimientos, la oligarquía criolla, ante el temor de
perder sus privilegios, pactó entre sí y con los insurgentes que aún combatían,
para la creación de una nueva nación conservadora de los fueros de las
corporaciones, principalmente Iglesia y Ejército. En este artículo revisaremos
de manera general los principales acontecimientos históricos que influyeron
en el movimiento, los personajes principales y sus contribuciones en la
Independencia de México.

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Desarrollo
La situación social, política y económica de la Nueva España a principios del
siglo XIX, la posesión más rica de la Corona española en ultramar, era
propicia para un levantamiento armado, pues el descontento hacia la
administración y el gobierno era general en todas las clases sociales.

Las revoluciones burguesas (la Revolución Gloriosa de 1688 - 1689, la


Norteamericana de 1775 - 1783 y la Francesa de 1789 - 1799) habían legado
al mundo conceptos novedosos que antes no existían en el escenario político
del mundo de Occidente: la idea de la soberanía nacional, la sujeción del
poder del monarca a un Congreso integrado por representantes de las
diversas clases sociales, y los ideales del respeto a los derechos inalienables
de las personas (libertad, igualdad y representatividad).

Estas ideas impactaron en la conciencia de los criollos, aquellos hijos de


españoles nacidos en América, dueños de haciendas y ranchos, así como del
comercio al interior del virreinato. Ellos no podían tener acceso a los puestos
más altos en la administración del virreinato, que eran ocupados por
españoles que muchas veces no tenían un conocimiento suficiente de las
problemáticas de Nueva España, y que actuaban en beneficio personal.

Aunado a estas causas, España enfrentaba una severa crisis económica en la


segunda mitad del siglo XVIII, como consecuencia de las constantes guerras
que enfrentó con las potencias vecinas, principalmente Inglaterra y Francia.
Ante ello, el gobierno español aplicó una serie de reformas conocidas como
Reformas Borbónicas, que tuvieron como finalidad reforzar los lazos de
dependencia económica, política y social de Nueva España respecto a la
metrópoli.

Las disposiciones tuvieron dos campos de acción: en materia fiscal y en


materia política. Buscaban reorganizar las relaciones del Estado con sus
colonias, que básicamente consistía en retomar el poder que se había
delegado en corporaciones civiles (gremios de comerciantes, ayuntamientos)

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y religiosas (Iglesia, cajas de comunidad), de forma tal que el gobierno
encabezara las actividades políticas, administrativas y económicas de la
Corona, basados en la ideología del despotismo ilustrado y mediante una
burocracia de clase media ilustrada (Florescano y Menegus, 2009, p. 366).

Mapa histórico de la Nueva España a principios del siglo XIX.

Este contexto influyó para generar un descontento hacia el gobierno español


que estalló en 1808, ante un acontecimiento en España que hizo mella en
todas las posesiones en América. En aquel año, “[...] España fue invadida por
Francia y Napoleón Bonaparte forzó a Carlos IV a abdicar en favor de su hijo
Fernando VII, quien a su vez abdicó en favor del hermano de Napoleón, José
Bonaparte. Estos terribles acontecimiento impulsaron a los distintos reinos
americanos a buscar la independencia” (Von Wobeser, 2006, p. 402).

El efecto, en España y en sus virreinatos se conformaron juntas de gobierno


que asumieron la soberanía en nombre de Fernando VII. Sin embargo, en los

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territorios de ultramar eso significaba el primer paso para lograr la
independencia y la creación de nuevas naciones.

En Nueva España, luego de haberse conocido las noticias de la abdicación


del rey, Francisco Primo de Verdad y Juan Francisco Azcárate, miembros del
Ayuntamiento de la Ciudad de México, elaboraron un plan de autonomía en el
que se proponía la creación de un gobierno provisional americano, con
representatividad de criollos y al mando del virrey de aquel entonces, José de
Iturrigaray, quien gobernaría en nombre de Fernando VII hasta que se
restableciera el orden monárquico en España.

La idea fue mal recibida por los españoles, quienes al mando de Gabriel de
Yermo, reaccionaron mediante un golpe de Estado en septiembre de 1808
con la finalidad de salvaguardar los intereses de la monarquía, detener los
movimientos separatistas, eliminar algunos impuestos y suspender la
aplicación de las Reformas Borbónicas (Von Wobeser, 2006, p. 409).

El juramento de las Cortes de Cádiz de 1810. Obra de José Casado de Alisal. 1863.

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A partir de esa fecha, el gobierno virreinal aplicó un control más estricto sobre
sus colonias americanas; no obstante, el golpe de Estado de 1808 vulneró la
autoridad española en América, y los criollos lo entendieron como un acción
que les negaba de forma abrupta cualquier representatividad en la
administración del virreinato. Su descontento lo canalizaron a través de la
conformación de reuniones secretas, no ya para criticar el orden virreinal, sino
para conspirar contra el régimen.

Los criollos comenzaron a reunirse en las ciudades del interior del virreinato
para buscar un arreglo a la situación de vacío de poder ocasionado por la
abdicación de Fernando VII a favor de José Bonaparte. En esas reuniones se
congregaban clérigos, miembros del Ayuntamiento, funcionarios de gobierno,
abogados, gente de letras, religiosos, intelectuales y gente común, todos ellos
afectados por la administración virreinal. Se concentraron principalmente en
las ciudades del Bajío y las más importante de ellas fue la de Valladolidad en
1809, en donde “[...] se planeaba, con el mayor sigilo, un levantamiento
armado que crearía en Valladolid una Junta o Congreso que gobernara en
nombre de Fernando VII ‘en caso de que la península sucumbiera bajo las
armas de Napoléón’” (Fabián, 2015, p. 1).

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Miguel Hidalgo. Óleo sobre tela de Antonio Fabrés Costa. 1905.

Hidalgo, un criollo culto que poseía tres haciendas y vivía de sus rentas y de
los servicios religiosos que ofrecía en Dolores, así como Ignacio Allende, un
militar hijo de un comerciante vasco y de una mujer criolla, fueron las dos
principales figuras que dirigieron la primera etapa del movimiento
independentista. Ellos conspiraron para instalar un congreso conformado por
americanos que gobernaría el virreinato en nombre de Fernando VII en caso
de que España cayera en poder de los franceses.

Sin embargo, ambos caudillos diferían en la forma de establecer el nuevo


gobierno; Hidalgo pretendía integrar a las clases bajas a las juntas de
gobierno, y al haberlas llamado en septiembre de 1810 imprimió un enfoque
revolucionario al movimiento, siendo más partícipe de una independencia
política de España. Él apeló a todos los grupos sociales y eso generó una
lucha de clases en donde los españoles “rancios” fueron objeto de las
consignas y despojos de su ejército, una masa de 80 mil efectivos,
principalmente en las ciudades de Guadalajara y Guanajuato.

En contraparte, Allende buscaba el camino de la autonomía pero sin el


rompimiento político con España para la conformación de la nueva nación.
Apelaba a la creación de una junta con preeminencia criolla y a un gobierno
en nombre de Fernando VII; precisamente, este aspecto fragmentó al
movimiento insurgente. Una vez tomadas las ciudades del Bajío, los
insurgentes se dirigieron a la Ciudad de México y vencieron a las tropas
realistas en octubre de 1810; no obstante, retrocedieron hacia Guadalajara y
fueron vencidos en la batalla del Puente de Calderón, situación que ocasionó
que Allende fuera nombrado comandante general de las tropas en enero de
1811 (Carta instruida el generalísimo D. Ignacio de Allende, 1811, pp. 12-13).

Al ser fusilados en 1811, la organización del movimiento recayó en Ignacio


Rayón y José María Morelos. Ambos personajes coincidían en la
conformación de una junta que gobernara a la nación, integrada por
americanos, y que dotara a la insurgencia de una organización para así evitar

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la atomización de la revolución y la conformación de grupos guerrilleros. No
obstante el objetivo común, las formas para lograr el cometido, al igual que en
Hidalgo y Allende, variaban.

Allende buscó por medios legales lograr la autonomía de España, mediante la


creación de un Estado perteneciente a la Corona española, reconociendo a
Fernando VII como legítimo soberano de México e invitándolo a gobernar el
nuevo país. El primer paso fue la conformación de la Suprema Junta Nacional
Americana de Zitácuaro, en 1811, conformada por criollos y que tuvo como
finalidad “Llenar el hueco de la soberanía” (Guzmán, 2008, p. 17) dejado por
la ausencia del rey. No obstante, el recurso de apelación al monarca fue
usado sólo para ganar adeptos al movimiento, “Esto explica por qué la
conservación de la religión, la defensa de los derechos del rey y la
independencia de la patria, fueron los principales valores que le dieron
sustento a la revolución en esos primeros años” (Guzmán, 2008, p. 23).

Morelos, mestizo, cura de Valladolid y militar con grandes dotes de


organización, centró su acción en el plano de las armas, hostigando a los
ejércitos realistas y difiriendo de Rayón porque quería una independencia total
de España, apelando a la soberanía de la nación y no de Fernando VII.

José María tuvo tres objetivos políticos, que a la postre lo distanciaron con los
miembros de la Junta de Zitácuaro, en especial con Rayón:

 Construir la nueva nación con base en el principio de autodeterminación


de las naciones para forjar su destino, alcanzar independencia y libertad.
 Justificar la lucha por la independencia en la idea de que todo pueblo tiene
el derecho de establecer su forma de gobierno, alterarlo, modificarlo o
abolirlo.
 El nuevo Estado tendría como objetivos el respeto de los derechos
fundamentales del individuo, en donde se encuentra una continuidad con
la ideología de las revoluciones de Estados Unidos y de Francia: la
libertad, igualdad, seguridad y propiedad (Herrera, 2015).

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Sin embargo, las rencillas entre los miembros de la junta obligaron a Morelos
a convocar al Congreso de Chilpancingo en septiembre de 1813, conformado
por representantes de las zonas que controlaban los insurgentes. El órgano lo
nombró capitán general de las fuerzas republicanas pero pronto le quitaron
poder sobre la tropa. El Siervo de la Nación no logró institucionalizar a la
insurgencia y tampoco vencer totalmente a los realistas, y fue fusilado en
Ecatepec en 1815.

A partir de esta fecha el movimiento independentista paulatinamente comenzó


a languidecer, atomizándose mediante la conformación de guerrillas, la mayor
parte de las cuales continuaron la lucha en el sur del país. De 1815 a 1820
bajo el liderazgo de Pedro Moreno y Francisco Mina, y a partir de 1820
auspiciado por Vicente Guerrero y Pedro Ascensio (La Consumación de la
Independencia, 2019, p. 13).

Congreso de Chilpancingo.

Cuando el movimiento parecía sofocado y controlado, un acontecimiento en


España marcó el rumbo final de la Independencia. Fernando VII regresó al
trono en 1814 y derogó las disposiciones liberales contenidas en la
Constitución de Cádiz de 1812, en las que se sometía el poder real al control
de ese órgano. Sin embargo, en 1820 se restableció el constitucionalismo y se
obligó al rey a jurar la Carta Magna (Guzmán, 2014, p. 135).

La ejecución de este cuerpo legal en Nueva España implicaba una


transformación social, pues la Iglesia y el Ejército perderían sus privilegios a

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favor de la construcción de un Estado totalmente liberal. Teniendo en mente
este punto, Agustín de Iturbide logró pactar con los representantes de la clase
dominante y con los insurgentes que aún combatían, principalmente con
Guerrero, y decretó el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821. Este corpus
fue conservador, a diferencia de la Constitución de Cádiz, y en él se indicaba
básicamente la independencia del reino, la conformación de una monarquía
constitucional, la intolerancia religiosa, el otorgamiento de la ciudadanía a
todos los americanos, la conservación de los fueros de Iglesia y Ejército, y la
invitación a Fernando VII para gobernar el nuevo país.

Abrazo de Acatempan.Óleo sobre tela de Román Sagredo. 1870.

Iturbide representaba a la clase criolla de la élite novohispana, su deseo era


obtener poder político en el nuevo país y hacer un pacto pacífico que le
permitiera acceder al poder. La Iglesia y el Ejército lo apoyaron pues Agustín
rechazaba el liberalismo y era conservador. En contraparte, Vicente Guerrero
representaba a los mestizos y castas de Nueva España, buscaba la libertad
de todas las castas del virreinato y se unió a Guerrero porque la Constitución
de Cádiz condicionaba la ciudadanía a los negros y mulatos.

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Conclusiones
El movimiento de independencia de México se enmarca dentro de una serie
de revoluciones burguesas iniciadas a finales del siglo XVIII que instauraron
un nuevo orden político en los países de Occidente fincado en el liberalismo,
base de la economía capitalista en expansión. No fue un fenómeno social
aislado y en su desarrollo influyeron varios acontecimientos que le
imprimieron una peculiaridad especial.

El descontento generalizado hacia el sistema social instaurado por los


españoles generó descontento entre los criollos, y el inicio del proceso
independentista unió a las diversas clases sociales contra un objetivo común:
revertir su condición de sujeción a un orden colonial que privilegiaba a los
españoles en detrimento de los americanos.

Sin embargo, pronto las clases sociales altas y muchos criollos temieron por
una lucha de clases que provocara una revolución que alterara el orden. Los
criollos querían representatividad y un gobierno con ellos a la cabeza, pero en
donde permanecieran inalteradas las estructuras sociales y económicas
instauradas por la monarquía, en el que se respetaran los privilegios de la
Iglesia, del Ejército y de las corporaciones.

Por ello, al jurar Fernando VII la Constitución de 1812 e instaurar un régimen


liberal que trastocaba los cimientos de ese orden social, los grupos que en
primera instancia combatieron a la insurgencia pronto pactaron entre ellos y
proclamaron la independencia de un nuevo país, en donde las estructuras
sociales, económicas y políticas no sufrieran gran cambio, con la novedad de
que ahora, a la cabeza, se encontraría el sector criollo, dirigiendo y
gobernando al nuevo país.

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REFERENCIAS

 Documento 6. Causa instruida el generalísimo D. Ignacio de Allende


(1811). INEHR. Consultado el 20-07-2020. Versión electrónica disponible
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 Florescano, Enrique; Menegus, Margarita (2009). “La época de las
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 Guzmán Pérez, Moisés (2014). El Movimiento Trigarante y el fin de la
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 Herrera Peña, José (2015). Las campañas de José María Morelos. [Video].
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 “La Consumación de la Independencia” (2019). En: Momentos estelares
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https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/3175/fasciculo_3_mome
ntos_estelares.pdf

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 Von Wobeser, Gisela (2006). La consolidación de vales reales como factor
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Historia Mexicana [en línea]. LVI (2). pp. 373 - 425. Fecha de consulta: 14
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https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=60056201

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