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d
Ignacio Cabria García
Ignacio Cabria
García
c
U
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d
ENTRE UFOLOGOS, CREYENTES Y CONTACTADOS
Cuadernos de Ufología
Cabria García, Ignacio
ISBN: 84-604-7077-6
ISBN: 84-604-7077-6
D.L.:
Imprime: Gráficas Calima, S.A.
A Javier “Sur”, Manolo, Joao, Suzy y los demás,
que hicieron lo posible porque nunca acabase
este trabajo.
Y, naturalmente, a Zé.
INTRODUCCION
D
esde que a mediados de nuestro siglo se difundió desde los Estados
Unidos el rumor sobre apariciones de platillos volantes (“flying
saucers”), la creencia de que la Tierra está siendo visitada por naves
procedentes de otros planetas se ha afianzado como uno de los mitos modernos
más pujantes. No hace falta decir que la palabra mito no implica nada sobre la
existencia real o no del fenómeno, sino que, independientemente de su
materialidad, se impone en nuestra cultura como una estructura conceptual que
aporta su propia explicación del mundo. El mito de los extraterrestres facilita una
imagen sobre el lugar del hombre en el universo, y, para quienes creen en la
intervención directa de aquellos seres sobre nuestras vidas (los contactados),
supone además una experiencia de tipo religioso y una promesa de salvación
espiritual.
El que las visiones de OVNIS impliquen objetos con existencia física real, se
trate de un fenómeno psicológico o tenga una raiz sociológica no cambia en nada la
justificación de su estudio desde un punto de vista antropológico y social.
Independientemente de su posible materialidad, el fenómeno ovni se basa sobre
testimonios. Es por tanto un fenómeno, en primera instancia, sociológico. Este
trabajo se configura como una historia del fenómeno ovni en España desde un
punto de vista social. Y dada la gran diversidad de enfoques con que el tema puede
abordarse, voy a ser más explícito en los objetivos.
1º Desde los comienzos mismos del fenómeno ha habido un pequeño sector
de estudiosos del fenómeno dispuestos a defender la idea de la materialidad de los
OVNIS, actuando como proponentes de la hipótesis extraterrestre. Entre ellos ha
habido escritores profesionales, periodistas, jóvenes asociados en grupos de
aficionados, investigadores privados con mentalidad racionalista... Muy en relación
con este sector, aunque a menudo enfrentado, se encuentra el de los buscadores
del contacto con entidades extraterrestres. Interesa por tanto una historia de la
comunidad de estudiosos, aficionados y creyentes en los ovnis. Hasta donde las
limitaciones del enfoque lo permiten se bosquejan algunos datos para una
sociología de aquel colectivo. Una sociología del fenómeno ovni globalmente
considerado sería un proyecto más ambicioso, pues debería definir la base social
2 Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados
en sociedad, sino que es más de fondo. Los especialistas saben que no se puede
constituir una disciplina de lo desconocido, porque el objeto de estudio es
inabarcable, esto es, que no se puede definir. Pero como estos escrúpulos les
condenarían al paro forzoso, han sentido la necesidad práctica de sortear estas
dificultades metodológicas. Los autodenominados “ufólogos científicos” se han
esforzado por dar una imagen presentable de su tarea ante la comunidad científica
y han elaborado algunas definiciones asépticas de lo que es el fenómeno OVNI. La
más conocida de ellas, y no por ello menos defectuosa formalmente, es la del
reputado Joseph Allen Hynek, según la cual,
1 Citado en Ballester Olmos, V.J.,OVNIS: El fenómeno aterrizaje. Plaza y Janés, Barcelona, 1978.
4 Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados
opinión hay que seguir admitiendo como inicio de una historia de la ufología la
fecha que marca el “mito de origen” de los creyentes en los extraterrestres: el 24 de
junio de 1947. Ese día el norteamericano Kenneth Arnold avistó desde su avioneta 9
objetos “que se movían como platos botando sobre el agua”, y que, por arte de los
medios de comunicación, se convertirían en “platillos volantes”, con lo que implicó
este término emblemático en la constitución de un estereotipo sobre la imagen de
las naves extraterrestres. Ahí se sitúa la línea de salida de la avalancha de
informaciones sobre avistamientos de cosas en los cielos de casi todo el mundo,
que no ha cesado hasta hoy.
Voy a hacer una esquematización del devenir del tema ovni en España en tres
períodos diferentes:
1º) 1947-1967. Penetración del mito extraterrestre a través de las primeras
informaciones en los medios de comunicación, principalmente la prensa escrita,
sobre visiones de platillos volantes primero en Estados Unidos y luego también en
España. Es la etapa de los precursores de la investigación ovni, es decir, los
primeros autores de libros sobre la materia. Las hipótesis sobre la naturaleza del
fenómeno se limitan a la del origen marciano de las naves. Nos llegan las
influencias del movimiento norteamericano de contacto con los extraterrestres, al
comenzar alguna experiencia de este tipo en nuestro país. Podríamos llamar a esta
época de los “platillos volantes” por el calificativo que se daba al fenómeno.
2º) Una segunda etapa, de 1968 a 1980, de consolidación del mito ovni con
una saturación de casos de visiones de objetos no identificados en nuestros cielos y
de informaciones sobre el tema en los medios de comunicación. El fenómeno
reportado se hace multiforme. La existencia de vida inteligente en el universo y la
posible llegada de naves tripuladas a nuestro planeta se convierte en una creencia
generalizada entre el público. Se produce el nacimiento del movimiento ufológico
español y su expansión, y se comienza la investigación del fenómeno con
presupuestos científicos. Las hipótesis explicativas de hacen cada vez más
complejas, aunque basadas sobre el axioma de ser una inteligencia exterior. Se
instala también el fenómeno de los contactos con extraterrestres con una amplia
base social.
3º) La tercera etapa comienza en 1981 y es pronto para decir si ha terminado o
no. Se caracteriza por la desaparición de los OVNIS de los cielos de todo el mundo,
la caída del interés social por el tema, la crisis de elementos humanos en la ufología
y la separación progresiva de la comunidad de seguidores de los ovnis en cuatro
sectores cada vez más irreconciliables: de una banda a la otra, los contactados, los
grupos de aficionados, los ufólogos racionalistas y los autodenominados
“escépticos”. En cuanto a la producción intelectual, se ve el surgimiento de una
6 Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados
Cuando Arnold contó su experiencia a los periodistas sólo dijo que los objetos
se movían como platos botando sobre el agua; el primer despacho a la prensa con
la noticia habló de nueve objetos “como platos volando a increíble velocidad” y
los periodistas de todos los Estados Unidos los convirtieron enseguida en “platillos
volantes” (flying saucers), a pesar de que la forma descrita por Arnold no se parecía
a la de un plato1. De esta forma se generó un término emblemático que se llegaría a
convertir en un estereotipo de las naves extraterrestres. Por la magia de los medios
de comunicación los “platillos volantes” se hicieron famosos poco menos que de la
1 Los interesados en todos los detalles del caso Arnold pueden acudir a alguno de los artículos del investigador que más
ha profundizado en las primeras horas de los platillos volantes: Pierre Lagrange, como “It seems impossible, but it is”
(Spencer, J y H. Evans, Ed. Phenomenon, Futura Publications, Londres, 1988) o “Pendleton, 24-26 junio 1947: tres días
en la vida de Arnold y de los platillos volantes” (Cuadernos de Ufología nº 8, 2ª época, mayo 1990).
8 Ignacio Cabria García
en los años cuarenta se prestaba más bien al pragmatismo. Pero los “platillos
volantes” contaban con la ventaja sobre aquellas otras leyendas populares de que
parecían estar relacionados con la fascinación que ejercía la nueva frontera de los
tiempos modernos: el espacio interplanetario. Y no es de extrañar que el enigma
atrajese poderosamente a aquellos cuya dedicación eran las áreas fronterizas del
conocimiento. Unos pocos comienzan a recortar periódicos y a llenar archivadores
con aquellas curiosas visiones. Un joven periodista aficionado catalán llamado Mario
Lleget, que ya había publicado un librito de astronomía y algunos artículos de
divulgación científica, se fija en aquel misterio, pensando que puede haber en ello
algo no convencional.
Ya en 1946, un año antes del caso de Monte Rainier, Lleget había recogido las
informaciones que los periódicos de nuestro país habían sacado sobre la enigmática
presencia de “bombas volantes” sobre los cielos de Escandinavia, y que la prensa
nórdica había denominado “cohetes fantasma”. Hacia finales de aquel año 46 las
noticias sobre objetos que dejaban estelas de humo en el cielo venían de diferentes
países de Europa, para desaparecer poco después definitivamente sin que el asunto,
que tuvo implicaciones políticas, llegase nunca a resolverse. Las sospechas sobre su
origen se orientaron en el primer momento hacia los científicos soviéticos, que
estarían fabricando nuevas bombas “V” valiéndose de planos de armas secretas
capturados a los nazis tras la ocupación de Alemania. Pero Lleget quería ver en ello
una conexión cósmica, línea seguida por la ufología oficial hasta hoy mismo, que ha
considerado los “cohetes fantasma” como una manifestación primitiva del fenómeno
ovni. Pero es preciso decir que, aparte esta curiosidad inicial de algunos por las
bombas fantasma, este fenómeno sólo fue asociado con los ovnis mucho después,
cuando a finales de los años sesenta los jóvenes ufólogos iniciaron una exploración
por los periódicos en busca de antiguas noticias de fenómenos extraños.
Aparte de aquellos primeros despachos del verano de 1947, muy poco más se
publicó en la prensa española sobre los platillos volantes hasta principios de 1950, y
las escasas noticias fueron reflejo de sucesos producidos en los Estados Unidos (no
olvidemos que los platillos volantes eran por aquellas fechas un fenómeno
“genuinamente americano”).
Durante los primeros años cincuenta todo lo que aconteció en torno de los
platillos volantes en los USA fue rápidamente divulgado en este lado del imperio en
un ejemplo más de colonización cultural (ni más ni menos que lo que ha sucedido
en China o en la URSS no hace tanto). Puede decirse que el interés por los platillos
volantes comienza en España con la apertura de la década. A partir de febrero de
1950 las agencias informativas van a prestar una gran atención al tema haciéndose
eco del furor provocado en los Estados Unidos por los dos libros pioneros del
estudio de los ovnis: Flying saucers are real, del mayor Donald Keyhoe, y Behind
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the flying saucers, de Frank Scully, que darían juego para toda una campaña de
divulgación sobre el misterio de los discos voladores. Va a originarse así toda una
mitología de los extraterrestres con la repetición incesante de una serie de hechos
convertidos en tópicos en la pluma de los autores sensacionalistas: el primero de
ellos, cómo no, el caso Arnold; el segundo lugar le estaba reservado al primer mártir
de la historia de los ovnis, el teniente Mantell, muerto al estrellarse con su avión
caza cuando daba persecución a una luz en el cielo; luego las observaciones del
teniente Gorman, de los pilotos Chiles y Whitted y un largo etcétera. El mito
naciente contaba ya con su panteón de los ilustres.
Donald Keyhoe, mayor de las Fuerzas Aéreas norteamericanas, fue el paladín
de la concienciación pública sobre la presencia de objetos no identificados en los
cielos terrestres y de la campaña en favor de una investigación oficial sobre el
misterio. En 1949 había escrito en la revista True que estas apariciones se debían a
vuelos de reconocimiento efectuados por naves procedentes de Marte, artículo que
fue comentado por la prensa occidental y que, como se dijo antes, fue la primera
expresión pública de la hipótesis extraterrestre del origen de los discos voladores.
En su libro Flying saucers are real afirmó que las fuerzas aéreas de su país
ocultaban información al público sobre la verdad de los platillos volantes, y fue ya
capaz de realizar una taxonomía del fenómeno con la reducida casuística producida
hasta entonces, dividiendo estos aparatos, por su forma, en tres tipos diferentes: los
de pequeño tamaño, los discos y las grandes naves con forma de puro. En este
autor se encuentra ya la idea de que la presencia exterior en nuestro mundo se
remonta a épocas pasadas, en este caso a ciento setenta años atrás.
El segundo de los autores, Frank Scully, fue ridiculizado durante largos años
incluso por los creyentes en los ufos por causa de la más estridente de las
afirmaciones expuestas en su libro Behind the flying saucers: Scully se dejó
convencer por dos embaucadores y dió crédito a un cuento según el cual un platillo
de 30 metros de diámetro habría sido encontrado estrellado en la localidad de Aztec
con dieciseis alienígenas muertos en su interior. Aunque Scully dió origen a las
leyendas sobre platillos estrellados (lo que los anglosajones llaman “UFO-crash”), el
tema quedó prácticamente olvidado hasta que a partir de 1978 Allan Stringfield
volvió a ponerlo de actualidad al propalar varias historias de naves extraterrestres
accidentadas y cuerpos humanoides congelados en las neveras de la base aérea
americana de Wright Paterson. Recientemente, como tendremos ocasión de ver, los
“UFO-crash” se han convertido en la obsesión de la ufología norteamericana (es que
son como niños, hubiera dicho un personaje de Forges).
En los primeros meses de 1950 se multiplicaron en los rotativos españoles
titulares como: “Los platillos volantes están tripulados por seres de otro planeta”2 , o
“¿Ataca Marte? El misterio de los platos voladores”3 , proporcionando enseguida una
versión tan fascinadora como simple del misterio de los platillos volantes, misterio
que deja de serlo para insinuarse como una certeza: son naves extraterrestres. El
Diario de Barcelona del 25 de febrero resume el artículo de Robert McLaughlin
publicado por la revista americana True, que, junto con el de Keyhoe, fue una de
las primeras influencias sobre la opinión pública en favor de la idea de que
estábamos siendo visitados por seres procedentes de Marte. Por el mes de abril,
varios medios recogen el rumor de que en Méjico ha caído en platillo volador y se
han encontrado en su interior unos cuerpos de 59 centímetros. Curiosamente, las
primeras referencias que existen en la información pública sobre posibles
tripulantes de los discos son estos insistentes rumores sobre naves estrelladas.
Al mismo tiempo que se produce esta campaña informativa, como si fuera un
“plan Marshall” cósmico, los discos volantes empiezan a llegarnos de los USA junto
con el chicle y los muñecos de Walt Disney, y a dejarse ver sobre los cielos de la
Península Ibérica. Una noticia de la agencia Cifra del 28 de febrero de 1950 describe
un fenómeno de ráfagas fosforescentes sobre Almansa, añadiéndose: «...los hay que
hablan de marcianos, relacionando el fenómeno con las observaciones realizadas y
hechas públicas recientemente por el norteamericano Donald Keyhoe, quien, según
aseguran, ha identificado hasta ahora tres tipos de aparatos extraterrestres lanzados
desde Marte». Los periódicos locales publican en la primavera del 50 pequeñas
columnas sobre extraños fenómenos aéreos, descritos a veces como puntos
luminosos que dejan una estela en el cielo. Tan velozmente como en sus
evoluciones, dejan de verse pasada la primavera. Algunos años más tarde Antonio
Ribera agrupó todas estas informaciones identificando el fenómeno como la primera
oleada ovni sobre España y encontrando ortotenias en su distribución geográfica4.
Un hecho muy significativo es que en otros países se produjo una oleada por las
mismas fechas, y que las campañas de divulgación en los medios de comunicación
sobre los platillos volantes coincidieron extraordinariamente con las que se han
expuestos con respecto a España5.
Puesto que en aquellos años los únicos estudiosos del fenómeno fueron los
creyentes en su realidad, la visión que se transmitía al público era siempre unilateral,
por lo que habría que estar de acuerdo con el divulgador de temas astronáuticos
Mateu Sancho cuando escribió a propósito de las obras antes aludidas y la cosecha
que les siguió: «...un libro de discos volantes que no los suponga venidos de Marte o
Venus está condenado al fracaso, pues pierde el 90 por 100 de su sensacionalismo»6 .
Es de destacar la crónica por capítulos que Mateu Sancho escribió en la revista
Destino en 1954 por haber sido el único lugar donde en aquel momento se
recogieron las teorías del astrónomo Donald Menzel, bestia negra de los proponentes
4 Ver Antonio Ribera. El Gran enigma de los platillos volantes, Plaza y Janés, 1974, pp. 301 a 307. También Ballester,
V.J. y C. Orlando “La oleada de 1950”. Stendek, nº 8, marzo 1972. Y mismos autores, “Ampliación al ensayo sobre 1950”.
Stendek, nº 9, agosto 1972.
5 Para una comparación con la evolución de la información ovni en Italia, ver Stilo, Giuseppe. “Operation origins.
'Flying Saucers' and the press in Italy, 1946-1954”. Italian UFO Reporter nº 10, junio 1989.
debida a la fricción del disco con la atmósfera. Basándose en las informaciones de los
periódicos sobre seres capturados por el ejército americano en un platillo estrellado,
el señor Calvo decía que estos pequeños seres venían de Venus en hora y media a la
velocidad de 450.000 kilómetros por minuto. A la pregunta de por qué vienen, se
contestaba a sí mismo que para saber el origen de las explosiones atómicas sobre la
Tierra. Cito esta información, a pesar de lo anecdótico de su interés, porque
representa el prototipo de las preocupaciones del momento entre los interesados por
el espacio y sus enigmas.
En un artículo de Garbo de 1954 titulado “El primer platillo volante”, se
informó de que Inglaterra había realizado pruebas con un avión a chorro de
despegue vertical. En La Vanguardia Española del 1 de septiembre de 1959
tenemos toda una página del suplemento gráfico con fotografías de los diferentes
modelos de platillos fabricados en Gran Bretaña, en Estados Unidos, en Suiza y en
Canadá. Este último lleva el nombre de “Omega Diskus”, va tripulado por doce
personas y puede hacer ascensos verticales, según se dice.
No está de más citar, aunque sea de pasada, la influencia que el cine del nuevo
subgénero de extraterrestres pudo producir sobre la conciencia naciente de que
podíamos estar siendo contactados por otra civilización. La única imagen accesible a
las masas sobre el misterio de los platillos fue la que se proyectó en las salas
cinematográficas en forma de ficciones a partir de 1949; películas de invasores de
Marte que vienen a apoderarse de la Tierra, casi invariablemente. Los ejemplos más
característicos del cine de amenazas extraterrestres de los primeros años cincuenta
son: El enigma de otro mundo9, Los invasores de Marte10 y La guerrra de los mundos11
. Sería interesante detenerse a analizar esta cinematografía en busca de algunos de los
fundamentos de la imaginería posteriormente asociada a los platillos volantes, como
puede ser la forma de la nave, sus luces, el estereotipo del extraterrestre, su
comportamiento estilizado y paradigmático, etc, pero ello no es el objetivo de este
trabajo. Sólo voy a citar dos ejemplos característicos de la influencia del cine sobre la
gestación del mito. En Los invasores de Marte los marcianos capturan terrestres, les
introducen una sonda en la nuca y se apoderan de su personalidad para
reintroducirlos en la sociedad terrestre convertidos en autómatas a sus órdenes, un
remake actual de la posesión diabólica de otras épocas. Pues bien, la “monitorización”
a través de un implante cerebral es un detalle recurrente en los casos recientes de
secuestro de humanos en el interior de los ovnis, lo que se ha dado en llamar
modernamente abducciones. Algunos de los elementos de aquella película no sólo
Submarinas (CRIS), escribiendo ambos en colaboración dos libros sobre los temas del
mar. Hombre enciclopédido, Ribera no se limitó a ser un pionero del submarinismo y
la ufología, sino también de la ciencia-ficción13. El fue el primer autor español
publicado en la legendaria colección Nebulae, de EDHASA, y uno de los primeros en
poder firmar con su verdadero nombre en lugar de seguir la moda de los seudónimos
anglosajones. Apareció en el nº 4 de la colección con una novela titulada El misterio
de los hombres peces (1954), cuyo tema era la supervivencia de los atlantes, y donde
Ribera alternaba sus tres aficiones: los ovnis, la ciencia-ficción y el submarinismo. Más
adelante, con El gran poder del espacio, sobre un experimento que los marcianos
realizaban con los terrestres, y, finalmente, con Ellos (1959), pudo exponer de forma
libre alguna de sus especulaciones sobre el misterio del universo. Ribera dedicó esta
última novela a su amigo y pionero de los platillos volantes Eduardo Buelta porque el
relato pretendía ser una anticipación «...de unos acontecimientos que el Arcano nos
reserva, según mi parecer, inexorablemente», escribía el autor en el prefacio,
refiriéndose al encuentro futuro con los marcianos.
Marius Lleget había comenzado los años 50 dedicado ya profesionalmente al
peridismo con una columna de opinión sobre “las calles de Barcelona” en el Correo
Catalán, y con una sección fija de divulgación científica en el semanario Garbo a
partir de su aparición en 1954. Hombre no adicto al periodismo del régimen, se vió
sumido en los problemas que acarreaba querer expresarse libremente, motivo por el
cual durante un año tuvo que firmar sus crónicas con diversos seudónimos, como
Tirant lo Blanc. Por otro lado, el papanatismo de la época hacía elegir a los editores
los nombres extranjeros a los españoles, por lo que Lleget continuó firmando con
nombres como David Webster y otros. Marius se convirtió en un experto en
astronáutica, siguiendo “a pie de página” el lanzamiento del Sputnik I aquel histórico
4 de octubre de 1957, luego el Sputnik 2 con la perrita Laika y más tarde el Vanguard
americano. En 1958 aparece en el mercado La conquista del aire y del espacio, el
primero de sus libros dedicados a la astronáutica.
Pero volvamos atrás, a 1955, hasta el momento del encuentro con un nuevo
personaje de nuestra historia. Un día Ribera y Lleget descubren en un kiosko un
librito de 8 pesetas, de tamaño cuaderno, titulado Astronaves sobre la Tierra14,
escrito por un tal Eduardo Buelta, a quien no conocen. Leen aquel hallazgo y
quedan tan impresionados por la erudición del autor que deciden sin demora
ponerse en contacto con él.
Eduardo Buelta Saura, nacido en Paterna en 1916, era un funcionario de Correos
destinado en la Delegación del puerto de Barcelona. Estudiaba ingeniería industrial
cuando estalló la guerra civil, quedando su carrera truncada para siempre, a pesar de
lo cual desarrolló un inusitado entusiasmo por las lecturas científicas hasta llegar a ser
un buen conocedor de varios temas. Astronaves sobre la Tierra fue su única
13 Sainz Cidoncha, Carlos. Historia de la ciencia-ficción en España, Sala Editorial. Madrid, 1976..
14 Ediciones Oromí, Barcelona, 1955.
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publicación; una obra temprana, en la que aún no se habían madurado los trabajos
que le harían el pionero de la investigación estadística de los OVNIS. Ribera y Lleget le
incorporaron a la tertulia de La Rotonda y desde el mismo momento se convirtió en la
mente inspiradora para todo el grupo. Muy prontamente poseía un copioso archivo de
información sobre el tema, tenía una buena red de contactos epistolares y estaba al
corriente de la bibliografía americana, la verdadera fuente de conocimientos en
aquellos años. El marcó el nacimiento del estudio de los ovnis en España y, junto con
sus “descubridores” y otros aficionados que se iban añadiendo, formó el núcleo
original de lo que se llegaría a convertir en el primer centro de investigación OVNI
español. Hombre lleno de misterios, que él mismo fomentaba, y sobre cuya biografía
nunca lo sabremos todo, falleció en 1973 tras largos años de alejamiento de sus amigos
y de la que fue la dedicación de su vida: los platillos volantes.
recopilando en los siete años de presencia de los platillos volantes sobre la Tierra.
Presentó el original a las principales editoriales, pero el tema estaba planteado con
demasiada seriedad (!), a decir de las preclaras mentes editoras, y no resultaba
comercial. Querían que incluyera alguna historia espeluznante, así es que Pedrajo
decidió editarlo por su cuenta y sin pasar la censura, obligatoria por entonces. La
obra vió la luz aquel mismo año de 1954 con el título Los platillos volantes y la
evidencia, convirtiéndose en el primer libro español sobre el tema. El mismo autor
distribuyó los 1500 ejemplares, que se agotaron en cuestión de semanas.
La teoría que ostentaba Pedrajo era la misma de los otros estudiosos de la
época: los platillos volantes eran astronaves dirigidas por seres procedentes del
planeta Marte que venían a la Tierra con planes de exploración.
«Este libro es, al mismo tiempo que una información, un S.O.S. a la población del
mundo, un aviso de algo más extraordinario y sensacional que todo lo conocido hasta
la fecha, algo para lo que es necesario estar preparados y que se avecina» (p. 13).
Pedrajo hacía una recopilación de los casos publicados en la prensa española
sobre visiones de objetos en el cielo, y se extendió en la explicación del caso más
interesante sucedido por aquellos años: el “aterrizaje” de Villares del Saz, dado a
conocer por el periódico Ofensiva de Cuenca en varias crónicas entre el 12 y el 26
de julio de 1953 y del que Pedrajo consiguió información a partir de dos amigos
suyos que comprobaron los hechos. Un pastor de14 años se encontraba cuidando
unas vacas cuando fue testigo del descenso de un objeto en forma de tinaja de la
que descendieron tres “tietes” de baja estatura y rostros de aspecto oriental. Los
seres articularon algunos sonidos, se acercaron al muchacho, le propinaron una
ligera bofetada y se marcharon por donde habían venido. En el lugar se
encontraron unas huellas16.
Por aquellos años algunos científicos chalados tenían la obsesión de imitar a
los vecinos del cosmos e inventar un platillo con la tecnología terrestre, de modo
que los supuestos descubridores de nuevos ingenios competían en las páginas de
los periódicos por ser los primeros en sacar tan revolucionario artefacto. Luego en
la práctica lo que hacían eran cafeteras volantes... a un metro de altura. Pero
bueno, para Pedrajo todo ello eran intentos por reproducir la tecnología de
aquellos discos que habían sido capturados por los militares. Evidentemente,
rechazaba las declaraciones de personalidades políticas y científicas que
pretendían que los platillos de verdad habrían sido fabricados por distintas
potencias mundiales. Pedrajo se atrevía a afirmar que, por el contrario, eran
tripulados por pequeños seres, miembros de una antigua civilización de hombres
como nosotros que sobrevivieron tras el deterioro de las condiciones climáticas de
Marte. No me pregunten de dónde sacaba sus conclusiones, porque eso no está
en el libro.
Este curioso ejemplar constituye hoy uno de esos “incunables” que raras manos
16 El caso fue investigado años después por Manuel Osuna, y el informe más completo del mismo se encuentra en
Ballester, V.J. Ovnis: el fenómeno aterrizaje, (Plaza y Janés, 1978, pg.32-38).
18 Ignacio Cabria García
poseen. No sólo el libro, sino el mismo Pedrajo pasó desapercibido del resto de los
pioneros en el estudio de los objetos voladores, hasta el punto de que comenzó a
ser reconocido como un precursor de la ufología cuando, muchos años después, el
grupo CIOVE de Santander dió difusión a sus ideas, ya evolucionadas en una línea
más esotérica.
Vamos a hacer referencia a una rareza en la bibliografía ovni. Se tituló Vienen los
platillos volantes17, fue editado en 1958 e iba firmado por Enrique Miguel Borjas. En
realidad el libro se componía de una primera parte de este autor, una segunda de un
tal Ulbricht von Rittner y un epílogo de Borjas. En la primera parte se resumían como
artículo de fe las diversas leyendas sobre platillos estrellados, tal como lo contó Frank
Scully en Behind the flying saucers (1950), junto con toda serie de especulaciones sin
límite sobre el origen de los extraterrestres -que para él son de Venus- ,su tecnología
y hasta su constitución física. «¿Serán realmente hombres?», se preguntaba, afirmando
que para la ciencia sí, porque para ella «lo radical y esencial del animal-hombre es la
razón»; pero para Borjas un ser puro-ente-material «...sería inhumano; como
inhumanos son los “imperfectos” prototipos que ya se dan en el orbe esclavista
soviético» (¡Este hombre no perdía ocasión!), porque la razón «...sin estar al servicio
del Amor, asistida por la Gracia de su Creador...» y etc. etc. (p. 45-46).
En la segunda parte, un supuesto experto alemán en ingeniería aeronáutica
llamado von Rittner exponeía una hipótesis terrestre:
«Así pues, afirmo que los platillos volantes no son otra cosa que nuevos tipos
de las armas inventadas y construídas durante la segunda guerra mundial por los
técnicos alemanes y conocidas hasta ahora bajo la denominación de “V-1” y “V-2”»
(p. 93).
Citaba la posibilidad de que hubieran sido producidas por los científicos
alemanes en los Estados Unidos o en Rusia, pero también sugería otro origen más
fantástico: un escondite donde Hitler -que podría no haber muerto- se habría
ocultado con los sabios nazis que consiguieron escapar de la ocupación de
Alemania. En cualquiera de estos casos «...la psicosis creada por la aparición de los
platillos volantes les venía a pedir de boca para rodear su trabajo de investigación y
experimentación de un “velo de humo”» (p. 108). Las fantasías sobre el origen nazi
extraterrestre debió tener lugar en los países del Este y en Asia, lo que justificaría
que no hubieran llegado noticias de ella. Para apoyar esta suposición se
anunciaban los primeros casos conocidos de aquella amplia zona del mundo, y
que coincidían en las fechas previstas para la oleada. Parecía que estas
fluctuaciones de avistamientos iban desplazándose hacia la derecha del mapa
mundi, es decir, que se producían cada vez más al Este. Siguiendo el hilo de este
razonamiento, Buelta predecía una próxima oleada de avistamientos ONI para el
mes de febrero de 1959 sobre Australia y Filipinas.
En el número 6 del Boletín del CEI, de junio de 1959, se comunicaba que,
como se había pronosticado, había ocurrido una masiva presencia de ONIS sobre
Australia y Japón. El ciclo exploratorio extraterrestre, escribía Buelta, comenzó en
1950 en la zona del Pacífico, continuó en 1952 en los países de occidente, en
1954 en Europa, en 1956 sobre Asia, en 1959 en Oceanía y la siguiente oleada,
tras dar la vuelta al mundo, debía concluir de nuevo en el Pacífico. La “teoría del
desplazamiento hacia el Este de las oleadas” llevaba a Buelta a predecir la última
para mayo de 1961, fecha en la cual la “exploración” extraterrestre habría llegado
a su fin.
En el número 9 de la revista, correspondiente a octubre de 1961, se reconocía
el fracaso de la predicción. No obstante la teoría fallida, este ejemplar del Boletín,
que sería el último, reflejaría el resultado final de la investigación de Eduardo
Buelta, la culminación de sus trabajos teóricos: “la constante de frecuencia” y la
hipótesis de “la caída exponencial”.
El análisis estadístico de los casos de los tres últimos años llevaba a Eduardo
Buelta a una primera conclusión sobre el comportamiento de los ONIS: la cifra de
apariciones en cada país era proporcional al número de habitantes. La “constante de
frecuencia” en todo el mundo resultaba ser de 1,32 observaciones anuales por
millón de habitantes, con desviación máxima de 0,12. Así, nada parecía indicar que
el fenómeno estuviera influido por la densidad demográfica. Representando
gráficamente la distribución de la casuística en el tiempo, ponía en evidencia que,
eliminando las crestas debidas a confusiones con los satélites Sputnik y Eco I,
existía «un brusco ascenso sincronizado con todas y cada una de las cinco
oposiciones de Marte ocurridas desde 1950 a 1960 e inmediatamente un progresivo
descenso durante 18 meses siguiendo una curva de caída idéntica en los cinco casos
y que corresponde a una exponencial con período de siete meses». ¿Qué significado
podía darse a esas curvas descendentes? Según el autor, el progresivo decrecimiento
de las crestas seguía alguna clase de ley funcional: reflejaba el comienzo y fin de
cada “fase exploratoria”. Esta rítmica sucesión de ciclos había quedado interrumpida
en 1961, tras lo cual Buelta se preguntaba por el inquietante porvenir, dejando la
respuesta para un próximo trabajo que nunca llegaría a realizarse.
24 Ignacio Cabria García
CRISIS EN EL CEI
Aunque hagamos figurar a Oscar Rey Brea al final de este capítulo, hubiera
podido comenzarlo con los mismos méritos, porque fue, con Pedrajo, Lleget, Ribera
y Buelta, un verdadero predecesor de la ufología. Rey Brea comenzó con su interés
en la materia antes incluso de que existieran los platillos volantes, al ser testigo en
1943, encontrándose en Puskin (Unión Soviética) de un avistamiento que hoy
llamaríamos OVNI. Terminado el bachillerato se había escapado de casa y enrolado
en la División Azul, luchando durante dos años en el frente ruso. De retorno a su
ciudad, y una vez casado, tuvo que ponerse a trabajar, desempeñando la función de
auxiliar de meteorología, no de meteorólogo, como se le ha presentado a veces. A
pesar de su educación autodidacta, fue un buen conocedor de las ciencias y un
apasionado estudioso de la cosmología y física relativista. Sus teorías en este campo
eran atrevidas y heterodoxas, y no se mostraba nada modesto en afirmar que lo que
estaba proponiendo era una revolución científica. Nada menos. Obtuvo un accesit en
el Premio Ricardo Guillé, que concedía la Sociedad Astronómica Aster, con una
teoría sobre la observación de los astros en el horizonte, y en 1960 tuvo el arrojo
suficiente como para presentar a la Real Academia Española de las Ciencias ni más ni
menos que una nueva cosmogonía, hasta ahí llegaban sus pretensiones. Afirmaba
haber detectado por su cuenta, y con sencillos medios, algunos fallos en el
experimento de Michelson, fallos que, hasta donde sé, nadie ha vuelto a encontrar
después de él. Sus ideas sobre la naturaleza de la gravedad resultaban en verdad
increíbles, pues para él esta fuerza era debida a la compresión atmosférica (carta de
Rey a Ribera, 28-10-61).
Oscar Rey Brea había planteado ya en 1950 en el periódico El Ideal Gallego la
posibilidad del origen marciano de los platillos volantes, y él fue el auténtico
descubridor de la “teoría bienal” que Buelta, independientemente y sin conocer a su
colega de La Coruña, difundiera en su libro y en el Boletín del CEI. Rey había
anunciado su descubrimiento en el diario Pueblo del 9-4-1954 y ampliado sus ideas en
un par de artículos en la prensa gallega en 1954 y 1956. Cuando aparece en el
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 29
mercado el libro Objetos desconocidos en el cielo, Rey se pone en contacto con el autor,
Antonio Ribera, para darle a conocer el fruto de sus investigaciones sobre física y sobre
los platillos volantes, a la vez que enviaba una larga tira de papel con gráficas en las
que se reflejaba con escrupulosidad el comportamiento del fenómeno a lo largo de los
años en relación con las oposiciones marcianas.
Sólo conocemos sus ideas y trabajos estadísticos por la correspondencia que
mantuvo con unos pocos estudiosos del tema a partir de 1961, puesto que nunca
llegó a publicarlas en ninguna revista especializada. En principio sus resultados
concordaban en gran parte con los de Buelta. Sostenía igual que aquel el ciclo bienal
de las observaciones en relación con las oposiciones de Marte, pero ambos no
concordaban, sin embargo, en las conclusiones. Rey no creía en el ciclo exploratorio
con final a plazo fijo tras dar la vuelta al mundo, como había afirmado Buelta, ni
tampoco en el desplazamiento hacia el Este de las oleadas. Descubría una cierta
artificiosidad en las curvas ascendentes y descendentes de las gráficas de Eduardo
Buelta y rechazaba la admisión de los casos sin una crítica cuidadosa de cada uno. En
este sentido, Rey fue el primero que se planteó una metodología de elaboración de
censos de casuística, pues consideraba la posibilidad de las confusiones con
fenómenos naturales. Sin embargo, él mismo fue testigo de un “platillo volante” en
septiembre de 1962 que otros podríamos considerar como bastante dudoso.
Tras la formulación inicial de la hipótesis bianual, en 1953 se atrevió a arriesgar
en la prensa una predicción sobre un próximo aumento de avistamientos. En una
carta escrita en el mes de junio tuvo que admitir: «De los platillos volantes nada sé.
Parece como si hubieran leido mi último artículo y también ellos quisieran dejarme
en mal lugar no respondiendo a mi predicción», lo cual no le impidió apoyar
inquebrantablemente su teoría hasta sus últimos días.
Fue uno de los primeros que propuso, aunque fuera privadamente, una
hipótesis sobre la propulsión de lo que consideraba naves extraterrestres, hipótesis
que evidentemente tenía que ver con sus originales teorías científicas. Si la gravedad
era debida a la compresión atmosférica, la técnica de los platillos voladores sólo
consistiría en liberarse de esa presión para desplazarse a voluntad. Los platillos,
según él, ionizaban las moléculas de la atmósfera circundante, a la vez que entraba
en funcionamiento un campo magnético creando un vacío en el que se podría
mover el objeto a sus anchas. Las hipótesis sobre propulsión siempre parecen
verosímiles, pero en algún sitio estará el fallo...
No fue Rey Brea un concienzudo investigador de campo ni un teórico
perseverante. Aparte de lo ya escrito, nada más aportó a la investigación ovni a
partir de principios de los años sesenta, si exceptuamos algunos artículos críticos
sobre las fotografías del “aterrizaje” de San José de Valderas, caso acontecido en
1967, y en el que demostró un fino olfato para el fraude. Vivió al margen del nuevo
movimiento que iba naciendo a finales de la década de los 60, y sólo se desplazó a
Madrid a participar de una primera y fallida reunión de la que habrá ocasión de
hablar más adelante. Oscar Rey Brea murió prematuramente en 1973 considerado
30 Ignacio Cabria García
cuestiona: “En cuanto a saber si estos seres han pecado y sido directa o
indirectamente afectados por la Encarnación del Verbo y la Redención de Jesucristo,
ello no nos lo ha revelado Dios20.
En un país como España, la reserva espiritual de occidente, donde la Iglesia
era un “poder fáctico” y la palabra de un religioso un argumento de autoridad, no
es de extrañar que el prestigio de su magisterio se extendiese hasta los espacios
siderales. Los medios de comunicación estaban abiertos a las declaraciones de los
clérigos aunque fuera para dar cabida a los discursos más hilarantes. Repasando la
prensa de los primeros cincuenta encontramos numerosas intervenciones de
miembros de la inglesia definiéndose sobre las consecuencias del descubrimiento
de los discos voladores. «La posibilidad de mundos habitados no pugna con la
doctrina católica», declaró a un periodista el padre Emilio Saura, de la Orden
Dominicana. «La redención es cosa que no nos atañe a nosotros solos. Ellos
podrían haber tenido otra redención, porque la teología admite la posibilidad de
que Dios se reencarne tantas veces como quiera, como bien dice Santo Tomás». Y
añadía esta frase del de Aquino (de Verbo Incarnato): «lo creado no puede poner
límites a lo increado»21. El padre Remy, de la Sociedad Astronómica de Francia, y
que había escrito un libro titulado De la creación a la era atómica, se preguntaba
en 1951 «...si estos seres habrán pecado como nosotros y si podrían ser directa o
indirectamente alcanzados por la Encarnación del Verbo y la Redención de
Jesucristo»22. Con respecto a esta cuestión, el órgano de difusión de la Compañía
de Jesús, Civilitá Catholica, publicaba allá por noviembre de 1952 un trabajo
titulado “La teología y la posibilidad de existencia de habitantes de otros planetas”.
La conclusión era que tales seres no estarían sujetos al pecado original y al resto
de la herencia de nuestros primeros padres: el pecado, el trabajo, etc. y vivirían
una “bienaventurada existencia paradisíaca”23. Siempre la disquisición en torno del
pecado original y la redención. El padro Severino Machado pensaba que si ellos
son seres intelectivos,
El padre Segundo Benito Reyna era argentino, pero lo incluyo en esta historia
por la importancia que tuvo en el inicio de algunos de los nuevos investigadores de
los años sesenta en España, con quienes mantuvo correspondencia, y por su
frecuente aparición en la prensa española. Se le presentaba como director del
observatorio Adhara de San Miguel (Córdoba), pero no parece que tal observatorio
fuera más que un telescopio privado. Como otros de su generación, veía su
imaginación limitada al origen marciano de los platillos volantes, ya que no podía
concebir la posibilidad del viaje interestelar. El padre Reyna se hizo relativamente
famoso a raiz de un caso ovni del que fue testigo, consistente en un objeto que
siguió al satélite ECO II, según escribió en varios artículos.
El dominico padre Antonio Felices nació en Filipinas de padres españoles. Fue
misionero en China, Vietnam y Ceilán, y dejó tierra de infieles en 1959 para recalar
definitivamente en nuestras aguas, consiguiendo la nacionalidad española en 1966.
Vallisoletano de adopción, enseñó en un seminario menor. Su interés en los ovnis
empezó, como en otros de su generación, con el estrafalario caso del enfermero
Sanmartín, un tipo que recibió una piedra de manos de un venusino en mitad del
Puente de los Franceses, en pleno Madrid. El padre Felices había leído el libro que
otro cura, Severino Machado, escribió inspirándose en “la piedra del espacio”: Los
platillos volantes ante la razón y la ciencia, y visitó al autor. De manera tan chusca
comenzó su actividad en el tema. En 1965 tuvo la oportunidad de observar con su
telescopio una forma triangular sobre el cielo de Valladolid, que él interpretó como
un ovni y que con toda probabilidad no fue más que un globo meteorológico27. En
1970 aportó su archivo personal al recién creado Grupo Charles Fort, del cual fue
director honorario. Sus opiniones sobre la naturaleza de los ovnis estaban,
naturalmente, empapadas de fervor religioso. «Debe haber otros seres racionales
más perfectos, en los que no haya apuntado nunca la rebeldía contra su creador»,
declaró a la prensa28. No admitía, sin embargo, la posibilidad del desplazamiento de
una astronave desde un sistema solar a otro, sino que los ovnis debían proceder de
alguno de los planetas de nuestro entorno. Apartado de la ufología desde los años
70, tuvo no obstante una intervención en TVE en 1989 en un debate organizado por
Iñaki Gabilondo en su programa “En familia”
27 Ver Ribera, A. El gran enigma de los platillos volantes, Plaza y Janés, 1974, pág. 327.
28 Murciano, C. ABC, 22-2-69.
CAPITULO 2
1 Una recopilación de esta clase de mensajes doctrinales ha sido realizada por Ignacio Darnaude en una obra no
publicada y resumida en los fascículos nº 7 y 8 de la enciclopedia Más Allá de los OVNIS.
36 Ignacio Cabria García
caterva de “contactees”, como se les llamaba en su tierra, que dieron origen bien
pronto a distintos movimientos de culto mesiánico a los extraterrestres.
tipo portador de la piedra no venía de Marte, sino de Saturno, a juzgar por el men-
saje que esta civilización transmitía por medio de los signos contenidos en ella, que
decía: «mensaje de Saturno a la Tierra», y seguía: «vamos en viaje de ida y vuelta
para trazar un lazo de amistad con toda la Tierra... Hay otro camino más corto para
llegar a vosotros aprovechando la conjunción de uno de los astros que entre la
Tierra y Saturno se interpone, con una ligera inflexión nada más para orillarle...»,
terminando: «los medios que empleamos para nuestro viaje son el uso de las tres
fuerzas fijas, constantes y paralelas del universo». ¡Texto sorprendente, teniendo en
cuenta que estos saturnianos se encuentran en la edad de la piedra, a juzgar por su
tecnología de la comunicación! En el libro de Machado quedaba bien a las claras su
condición de religioso. Su tesis era que los extraterrestres «no vienen en son de
guerra, sino de paz, y en viaje de exploración para contemplar las maravillas espar-
cidas por esos mundos de Dios, en quien creen y a quien adoran más firmemente
que nosotros».Estudiando las órbitas de la Tierra y de Saturno, el padre Machado lle-
gaba a realizar predicciones sobre las épocas del año en las que sería más favorable
el viaje para los saturnianos, y en las cuales, por tanto, sería más probable la obser-
vación de platillos volantes. Claro que esto era según el reverendo, porque otros no
veían en la piedra más que nueve garabatos y pensaban que el padre Machado le
estaba echando mucha imaginación al asunto. De cualquier manera, continuó ata-
cando con sus predicciones hasta el final de su vida, en 1971. Cada año realizaba
una predicción sobre las oleadas de ovnis para la temporada, como si fuese el
“Calendario Zaragozano” de los saturnianos, pues, según él, las anteriores se habían
cumplido. Sus convicciones sobre la bondad de los extraterrestres fueron cambian-
do con los años; creyó que los desastres aéreos eran producidos por los platillos
volantes que pasaban camino de Mercurio y Saturno4 (estos extraterrestres es que
van como locos). Los repetidos fracasos en sus predicciones no le arredraban lo
más mínimo, mientras contaba con amplias columnas en los periódicos para cosas
como esta: «los habitantes de Marte son morenos, se cortan el pelo “a lo muchacho”
y tienen la frente más alta que nosotros». Durante la entrevista que sostuvo con
Carlos Murciano para ABC, enseñó una patente de invención de un “sidereomotor”
o “similastromóvil”, que era nada menos que un platillo volante inventado por él5.
No hará falta decir que los investigadores del fenómeno deploraban la difusión de
tan estrambóticas ideas.
los años cincuenta y sesenta a una modalidad de contacto realmente original y que
alguno, de chacota, ha llamado “la moda española en contactos”. El eje de toda
nuestra historia es Fernando Sesma Manzano. Nacido en Ceuta en 1908, pasó de
muy joven a vivir en Madrid, donde trabajó como empleado de correos y periodista
aficionado. Colaboró en las secciones de pasatiempos de revistas y periódicos y
publicó algunos libritos de problemas lógicos y de poesía. Fue, por detalles de su
biografía, por sus inquietudes esoteristas y su búsqueda personal, nuestro
“Adamski” de andar por casa, como tendremos ocasión de ver. Temprano apasiona-
do por nuestro tema, en el otoño de 1954 colaboraba en el diario Madrid con una
serie que alcanzó los 31 capítulos bajo el encabezamiento “Los platillos volantes
vienen de otros mundos”, que le facilitaría el contacto con otros curiosos por el
tema (la serie aparecería en 1955 en forma de libro con el mismo título). Sesma los
cita a todos una tarde en el madrileño café Gijón, y a partir de ahí se da lugar a una
tertulia semanal en el café Gambrinus, de la calle Zorrilla, lugar de viejas resonan-
cias literarias. En la tertulia dirigida por Sesma llegarán a participar los jóvenes dra-
maturgos, por entonces desconocidos, Bueno Vallejo y Alfonso Paso, que estaban
muy interesados por el tema, y el padre Severino Machado, de quien se ha hablado
ya, y que apareció llamado por la fe en la piedra del espacio. El grupo decide
entonces constituirse en asociación legal, la primera dedicada a la devoción a los
platillos volantes en España, que llevaría el curioso nombre de Sociedad de Amigos
de los Visitantes del Espacio “BURU” (lo de BURU debía tener algún significado
para Sesma, pero nadie lo supo jamás).
Y como a todo crédulo le llega su Sanmartín, el enfermero no tardó en apare-
cer por el Gambrinus con su piedra extraterrestre grabada, que tuvo al personal de
la tertulia en jaque durante varias temporadas y dió lugar a un primer intento de
“contacto” de todo el grupo en mitad del Puente de los Franceses, ya que Sesma
interpretaba el lugar, simbólicamente, como el “puente entre dos mundos”.
Fernando Sesma ponía en duda la veracidad de la historia contada por Sanmartín,
pero entendía que no había nada fortuito, todo tenía una causa, y que incluso una
broma tenía una razón y un significado. Su lema era “creérselo todo mientras no se
demuestre lo contrario”, actitud que le llevaría a ser blanco de una pesada broma,
como veremos. Igual que el padre Machado, escribió un librito en 1956 dedicado a
sus interpretaciones de los signos de la piedra entregada por el hombre del espacio,
libro titulado La piedra de la sabiduría. Pero Sesma era mucho más simbolista que
aquel y pensaba que los signos eran “una enseñanza de sabiduría esencial” expresa-
da en símbolos geométricos universales. El mensaje decía cosas como: “de cero a
uno hay más distancia que de uno a mil”, o “muy lentamente puede entrarse en la
jaula de los pájaros sin interrumpir su canto”. Combinadas las frases en parejas o
tríos se componía un lenguaje para visualizar en telepatía. Hay que decir que Sesma
fue siempre muy dado a los lenguajes crípticos, a los que ya se había dedicado en
su etapa de las secciones de pasatiempos de la prensa.
Al poco tiempo de comenzada la tertulia, ésta se traslada al café Lyon, en la
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 39
calle Alcalá, donde aún hoy existe, aunque ya cerrado al público, un salón en el
sótano que luce el rótulo La Ballena Alegre, y donde cuentan que acudía José
Antonio Primo de Ribera y se gestó la Falange. En aquel escenario, dominado al
fondo por un divertido mural de una ballena sonriente que pasea a dos bañistas en
su cola, iban a tener lugar algunos de los hechos más fantásticos y delirantes de la
historia de los ovnis en nuestro país hasta la extinción de las reuniones en 1970.
Personaje carismático y controvertido al mismo tiempo, ensalzado y ridiculizado,
abierto, locuaz, Fernando Sesma tenía las dotes de un líder y la ingenuidad de los
inocentes. Carecía de instrucción, pero era capaz de disertar como un especialista de
cantidad de temas, con capacidad de palabra y convicción. Era tanto crédulo como
doctrinario, es decir, contradictorio como seña personal de identidad. La vida de
Fernando Sesma se resume en una búsqueda permanente del contacto con otra reali-
dad -la extraterrestre-, búsqueda que se convirtió en una aventura personal jalonada
de desilusiones y disparates. Por el año 1957 empezó su “gran aventura”, como él
decía: paseaba descalzo durante horas por la Casa de Campo para facilitar el encuen-
tro, dibujaba con ramas y piedrecitas los signos de la piedra de Marte y hacía pre-
guntas simbólicas dejando objetos. Sólo en 1961 llegó la primera “prueba”. Un alam-
bre que había dejado en la rama de un árbol se trocó en un destornillador, y a partir
de ahí empezaron los fenómenos: sonidos de chicharras, el hallazgo de dos cal-
cetines de diferente color junto con una novela rosa titulada “Toda una vida”, donde
veía una referencia a la suya, etc. Sesma no faltaba un sólo día a su cita en el campo
para ver si los objetos que dejaba habían sido tocados e interpretar en consecuencia
el mensaje.
Ese mismo año de 1961 Sesma empieza a recibir cartas anónimas dirigidas des-
de dos orígenes distintos: unas llegan de varios países del mundo y otras con el
remite Luna 16, Madrid, que para colmo era la casa donde se había cometido un
crimen de lo más macabro, recogido por la prensa de sucesos de entonces. Las
primeras cartas contienen mensajes absurdos como “ROMPE POLO INFERIOR CAS-
CARON SACA CABEZA CONOCE LUZ, etc., mientras que las segundas incluyen
cosas raras, como unas fotos de supuestos platillos volantes con ripios de lo más
tonto al dorso como: “Y ya está bien con tres platos que muchos producen flato”, y
que debía de referirse a los tres ovnis que Sesma había visto6.
Un día de 1962 Fernando Sesma recibe una llamada telefónica de alguien con
voz de Mussolini en plena arenga que dice proceder del planeta Auco y llamarse
Saliano. A partir de ese momento empieza a recibir frecuentes cartas de éste igual-
mente con mensajes simbólicos, pero también con dibujitos, firmas ampulosas y
barroquismos varios. Este ser se dibujó a sí mismo como un anciano de luengas bar-
6 Estos episodios están contados en el único libro dedicado a glosar los contactos de Sesma: OVNI, análisis de un
contacto, Víctor Zalbidea y J. Lizar (Tropos Editorial, Madrid, 1975), aunque vistos desde una óptica bastante mágica.
40 Ignacio Cabria García
bas, parecido a un profeta, pero desnudo tal como vino al mundo (al suyo). Las car-
tas de este personaje se leían en la tertulia cada martes, y daban lugar a las risas de
muchos por lo disparatado de las frases. Saliano solía dirigirse con un párrafo a
cada uno de los asiduos, a quienes llamaba por un mote, dividiéndolos entre “los
cósmicos” y los “no cósmicos”. Los textos eran pretendidamente simbólicos: «Gritos
sin voz en la estepa dorada. Las piedras se calcinan al sol ardiente de los trópicos
mientras tu cerebro se hace humo. Entrega a Manzano el texto sagrado...» Y así
todos.
Por aquel tiempo, la lectura de las cartas se alternaba en La Ballena Alegre con
toda suerte de prodigios. Uno de los que les tuvo más tiempo ocupados fue el del
gato Pugachov, un gato extraterrestre, a decir de Sesma, que desapareció misteriosa-
mente de su azotea. O el de la mariposa que apareció en mitad de la tertulia y que
resultó ser Saliano, según una llamada recibida en aquel mismo momento.
En uno de los libritos de Sesma, ¡Sensacional! Hablan los extraterrestres7,
cuenta cómo después de estas experiencias creyó pasar a una nueva fase, la del
contacto directo, y posteriormente al viaje fuera de nuestro mundo. Un día de
1965, durante una conversación con “dos extraterrestres y una señorita extranjera”,
le dijeron que acababa de ser llevado fuera del sistema solar con velocidad instan-
tánea a través de la cuarta dimensión (pag. 62).
En Yo, confidente de los hombres del espacio8, otra de las obritas de Sesma,
describe el planeta Auco, “dignidad exaltada de nuestro cosmos” se dice, pero
que más bien parece la utopía fascista, naturalmente con el control de las mentes,
el gobierno de una clase superior y una monarquía eterna. ¡Vaya modelo del cos-
mos! Cuando se describe otros planetas como QueleQuele, Machulca o Chorni la
cosa resulta hilarante de veras.
Por el año 1966 Sesma publicó, bajo el título de “profesor”, algunos artículos
en la prensa hablando sobre el fin de la Era Adámica y la venida de la Era
Auquiana, en que la humanidad viviría en granjas, y expandió su mensaje en un
programa de mediodía de la televisión. Su popularidad fue en aumento por sus
apariciones en la pequeña pantalla entre 1966 y 1969, y la tertulia de La Ballena
Alegre se convirtió en un show semanal con la asistencia de magos, videntes, mís-
ticos, estudiantes cachondos que iban a hacer chirigota de las “experiencias” que
se relataban y hasta los serios investigadores jóvenes del momento, que se deja-
ban caer por allí para hacer contactos (de los terrestres, se entiende). El 5 de sep-
tiembre de 1969 todo Madrid tuvo la ocasión de contemplar un “ovni” desplazán-
dose lentamente en el cielo del atardecer. El martes siguiente la tertulia estaba a
rebosar de curiosos, periodistas y hasta las cámaras de televisión del Canal 13
argentino, todos esperando el dictamen de Sesma sobre lo sucedido. Con este
gracejo lo contaba el periodista Yale para Pueblo:
to.
Un caso ¡perfecto!
Pero el misterio no hacía más que empezar. José Luis Jordán Peña, testigo pres-
encial del aterrizaje en 1966 de un platillo volador en el barrio madrileño de Aluche,
caso muy aireado por la prensa, había descrito el signo que lucía el objeto en su
panza como muy parecido a aquel de los documentos de UMMO. Los miembros de
la tertulia de La Ballena supieron algún tiempo después que uno de los contertulios
que se hacía llamar Peña era ni más ni menos que el testigo de Aluche, que había
acudido después de su experiencia atraído por el fenómeno. Enseguida Jordán se
hizo un lugar destacado como representante del ala más escéptica y cientifista, hasta
ser prácticamente el número dos de la tertulia.
Para complicar más las cosas, en carta fechada el 27 de mayo de 1967 los
supuestos ummitas anunciaban el inminente aterrizaje de una de sus naves en los
alrededores de Madrid, carta que fue leída por todos los contertulios balleneros y
firmada al dorso el día 29. Parecía por fin la prueba que estaban esperando, de
manera que el primero de junio un grupo de personas se dedicó a recorrer en
coche las afueras de Madrid. El resultado fue negativo, pero el diario vespertino
Informaciones del día 2 publicó unas impresionantes fotos de un objeto discoidal
que había sobrevolado a muy baja altura el polígono de San José de Valderas, y en
su base podía distinguirse con toda nitidez ¡el signo de UMMO! Todo parecía confir-
10 En Ribera, A. ¿De veras los OVNIS nos vigilan?, Plaza y Janés, 1975, pág. 107.
11 Op. cit., pag. 107-108.
44 Ignacio Cabria García
A partir del año 1979 el contacto UMMO se convirtió en uno más de los objetos
de consumo para un público ávido de misterios. En 1980 tuvieron lugar en Alicante
las primeras Jornadas en torno al planeta UMMO, “conmemorando el 30 aniversario
de su llegada a la Tierra”, con la participación de los “especialistas” en un ambiente
de culto y misterio más tendente a la mitificación que al análisis. Por cierto que al
iniciarse las jornadas sólo tres personas sabían que “ellos” habían anunciado por
carta su presencia en la sala, secreto que guardaron por no incumplir las recomen-
daciones de los ummitas16.
A diferencia de la primera sesión informativa habida en Madrid en 1971 entre los
especialistas, rodeada de secretismo, las Jornadas de Alicante sirvieron para propagar
a los cuatro vientos otro mito vendible. Por aquellas fechas se produjo, inevitable-
mente, una pequeña avalancha de cartas ummitas, cada vez peor escritas, hasta con
faltas de ortografía, y con clarísimas contradicciones con datos contenidos en algunas
de las cartas del período clásico, al mismo tiempo que los receptores se iban hacien-
do más numerosos. Luis Jiménez Marhuenda, locutor de radio de Alicante, ha sido
uno de los más entusiastas promotores de UMMO desde 1979, cuando se presentó en
un congreso comenzando su disertación con un rotundo “señores, yo he dado la
mano a un ser extraterrestre”, que levantó el clamor del respetable. En 1983 y 1984 se
organizaron nuevos congresos sobre UMMO, para seguir enrollando la madeja. Juan
Domínguez Montes, miembro del grupo de Madrid, publicó un libro más dedicado a
la hagiografía ummita que a su análisis titulado El pluricosmos17, que consiste en una
reflexión sobre los datos cosmológicos que aparecen en el informe titulado IBOZOO
UU.
Todo esto me sugiere una disquisición sobre la simbiosis que ha existido siem-
pre entre la fuente UMMO y sus seguidores. Este no sería hoy un fenómeno popular
si el criptogrupo no lo hubiese alimentado, y sus componentes a su vez se han sen-
tido alimentados de diferentes maneras por el contacto. El comisario Dionisio
Garrido Buendía, miembro de la tertulia, creyó que la grave enfermedad que sufría
un hijo suyo había sido curada por los extraterrestres a raiz de comenzado el con-
tacto UMMO. Su relación de fidelidad al culto de la ummología no deja lugar a
dudas con esta simple muestra de frases de algunas de sus cartas: «Es para quedar
anonadados por la entrañable amistad manifestada, aun con los fallos que hemos
tenido en nuestra conducta respecto de lo poquísimo que solicitaron de nosotros», o
«hay que moderar el empuje y atenerse estrictamente a sus indicaciones», o «en lo
que más cuidado hay que poner es en la admisión de nuevos adeptos». Rafael
Farriols ha contado que su secretaria se vió sanada de un cáncer tras una conver-
sación que él tuvo con los ummitas. Reparemos en las características religiosas que
se vislumbran en esta fe en las curaciones. Farriols dice contactar con ellos simple-
mente hablándoles desde uno de los cuartos de su casa, y parece vivir tan obsesiva-
mente su interés por este contacto hasta el punto de que es propietario de varias
empresas con nombres sacados del lenguaje ummita y que tiene sobre el tejado de
su casa de campo un signo de UMMO forjado en hierro.
Para dejar bien evidente la simbiosis entre UMMO y el grupo de acólitos, éstos
convocaron en el hotel Sanvy de Madrid el 20 de noviembre de 1988 una supuesta
charla coloquio sobre la sábana santa de Turín, pero cuya intención era en realidad
presentar un documento ummita donde se trataba aquel tema. El motivo de convo-
car al público fue la condición impuesta por los propios ummitas de que el sobre
donde se contenía el documento sólo podía ser abierto ante un nutrido grupo de
personas. En el documento se decía que existía una sábana auténtica, además de la
demostrada como falsa poco tiempo antes por un estudio científico, un sinsentido
más a añadir a la larga tradición de UMMO.
A finales de los ochenta se había producido una revitalización de este complejo
asunto con una nueva andanada de cartas, cada vez más diferenciadas y contradic-
torias con respecto a la documentación más antigua. La conclusión que se puede
extraer de ello es que hoy día cualquiera puede imitar el estilo ummita original y
poner su granito de arena para hacer crecer este gran bulo, cosa bien fácil de con-
seguir, como había demostrado Ribera en 1977 con una llamada telefónica. Varios
ufólogos argentinos demostraron también en una broma-experimento que resulta
muy sencillo añadir un “documento” más a la saga, pues su carta apareció publica-
da en UMMO: la increíble verdad, páginas 329 y 33018.
Alguno de los libros de Ribera se ha publicado en Estados Unidos traducido al
inglés, y en Francia parece haberse puesto de moda el tema últimamente con moti-
vo de la publicación del libro Enquete sur des extraterrestres qui sont dèjá parmi
nous19 de Jean Pierre Petit, uno de los más antiguos seguidores del misterio, y
según el cual en ciertos documentos de UMMO se adelantaron conocimientos cien-
tíficos que sólo vendrían a ser descubiertos en la Tierra años después. Lástima que
su información sobre las fechas de los documentos sea tan deficiente.
18 En el número 5 de Cuadernos de Ufología, 2ª época, se publicaron tres artículos sobre UMMO. Ballester y Berché
resumieron las últimas cartas ummitas en “El mito de UMMO y las sectas hoy”, Javier Sierra relató la reunión del hotel
Sanvy en “¿Informa UMMO a la Tierra?”, y Heriberto Janosch trató sobre una falsa carta de UMMO en “UMMO: la
increíble verdad”.
19 Albin Michel, 1991.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 49
solo idioma y una sola nación (“una, grande y libre”). Sólo nos queda pensar que si los
tales informes se hubieran escrito veinte años atrás, la sociedad ummita parecería saca-
da de una película de Imperio Argentina, de Raza u otras joyas del nacional-catolicis-
mo.
Pero entremos en el fondo científico de los informes, que ha dado que hablar.
Su “alto nivel científico” se ha dado siempre por descontado en el ámbito de la
ufología, lo que decía más sobre el nivel científico de algunos ufólogos que del de
los propios informes. Durante muchos años las personas involucradas en el tema
OVNI se limitaron a ser seguidores acríticos del tema. Unos, los investigadores del
sector racionalista, pensaban que todo era un fraude, no se sabía de quién, y por
tanto desdeñaban todo lo que tuviera que ver con ello considerando una pérdida de
tiempo incluso analizar su contenido. El otro sector era el de los cultistas de esta
misteriosa fuente, que no sólo creían en ella, sino que para ellos UMMO era su úni-
ca preocupación. El único científico conocido que se ha comprometido con una
opinión favorable a la cientificidad de los textos de UMMO ha sido el francés Jean
Pierre Petit, pero, aparte de tener intereses creados en el asunto, dudo bastante de
su ecuanimidad. Es por todo lo dicho que el conocimiento sobre UMMO no avanzó
nada en veinte años de actividad de los remitentes de las cartas.
Una de las contadas personas que se atrevió en los inicios a poner en solfa el
tópico del cientifismo de los informes descubriendo algunas de sus incoherencias
fue Oscar Rey Brea. Por desgracia sus comentarios críticos no fueron sistematizados,
pues figuran dispersos en su correspondencia privada, ya que UMMO no era para él
un tema de investigación importante. Se limitó a rebatir la veracidad científica en lo
relacionado con los datos astronómicos y geológicos de aquel supuesto planeta tal
como se expresa en las cartas. Más tarde, en 1972, publicó un artículo en el que
desmontaba cuidadosamente uno de los pilares del misterio UMMO: el aterrizaje y
las fotos de San José de Valderas. Sin especiales conocimientos técnicos, con su sola
intuición, llegó a la conclusión de que las fotos, que supuestamente se debían a dos
fotógrafos, fueron tiradas con la misma cámara y más espaciadas en el tiempo de lo
que parecía. Y la conclusión más importante: que el objeto no se encontraba a más
de tres metros de distancia, o sea que era una maqueta20. Tanto el análisis del
francés Claude Poher como el que realizó William Spaulding por ordenador, ambos
en 1976, confirmaron las primeras deducciones de Rey. Las fotos de Valderas resul-
taron ser un fraude -aunque Antonio Ribera mantenga empecinadamente aún hoy
su autenticidad- y los materiales recogidos en el lugar un producto químico fabrica-
do en los Estados Unidos, pero existían los testigos del avistamiento y la misteriosa
ligazón con UMMO. Recordemos también que José Luis Jordán había descrito el
platillo que observó en Aluche con un signo semejante al de UMMO en su base.
Nadie sabía cómo congeniar toda esta confusión.
Una investigación realmente original a propósito de la fotos de San José de
20 Rey Brea, O. “San José de Valderas, un perfecto caso trucado”. Cuarta Dimensión, nº 11. ONIFE. Buenos Aires, 1972
y “Algo sobre las fotografías del supuesto OVNI de San José de Valderas”, Stendek, nº 9, agosto de 1972.
50 Ignacio Cabria García
1 Una recopilación de esta clase de mensajes doctrinales ha sido realizada por Ignacio Darnaude en una obra no
publicada y resumida en los fascículos nº 7 y 8 de la enciclopedia Más Allá de los OVNIS.
36 Ignacio Cabria García
caterva de “contactees”, como se les llamaba en su tierra, que dieron origen bien
pronto a distintos movimientos de culto mesiánico a los extraterrestres.
tipo portador de la piedra no venía de Marte, sino de Saturno, a juzgar por el men-
saje que esta civilización transmitía por medio de los signos contenidos en ella, que
decía: «mensaje de Saturno a la Tierra», y seguía: «vamos en viaje de ida y vuelta
para trazar un lazo de amistad con toda la Tierra... Hay otro camino más corto para
llegar a vosotros aprovechando la conjunción de uno de los astros que entre la
Tierra y Saturno se interpone, con una ligera inflexión nada más para orillarle...»,
terminando: «los medios que empleamos para nuestro viaje son el uso de las tres
fuerzas fijas, constantes y paralelas del universo». ¡Texto sorprendente, teniendo en
cuenta que estos saturnianos se encuentran en la edad de la piedra, a juzgar por su
tecnología de la comunicación! En el libro de Machado quedaba bien a las claras su
condición de religioso. Su tesis era que los extraterrestres «no vienen en son de
guerra, sino de paz, y en viaje de exploración para contemplar las maravillas espar-
cidas por esos mundos de Dios, en quien creen y a quien adoran más firmemente
que nosotros».Estudiando las órbitas de la Tierra y de Saturno, el padre Machado lle-
gaba a realizar predicciones sobre las épocas del año en las que sería más favorable
el viaje para los saturnianos, y en las cuales, por tanto, sería más probable la obser-
vación de platillos volantes. Claro que esto era según el reverendo, porque otros no
veían en la piedra más que nueve garabatos y pensaban que el padre Machado le
estaba echando mucha imaginación al asunto. De cualquier manera, continuó ata-
cando con sus predicciones hasta el final de su vida, en 1971. Cada año realizaba
una predicción sobre las oleadas de ovnis para la temporada, como si fuese el
“Calendario Zaragozano” de los saturnianos, pues, según él, las anteriores se habían
cumplido. Sus convicciones sobre la bondad de los extraterrestres fueron cambian-
do con los años; creyó que los desastres aéreos eran producidos por los platillos
volantes que pasaban camino de Mercurio y Saturno4 (estos extraterrestres es que
van como locos). Los repetidos fracasos en sus predicciones no le arredraban lo
más mínimo, mientras contaba con amplias columnas en los periódicos para cosas
como esta: «los habitantes de Marte son morenos, se cortan el pelo “a lo muchacho”
y tienen la frente más alta que nosotros». Durante la entrevista que sostuvo con
Carlos Murciano para ABC, enseñó una patente de invención de un “sidereomotor”
o “similastromóvil”, que era nada menos que un platillo volante inventado por él5.
No hará falta decir que los investigadores del fenómeno deploraban la difusión de
tan estrambóticas ideas.
los años cincuenta y sesenta a una modalidad de contacto realmente original y que
alguno, de chacota, ha llamado “la moda española en contactos”. El eje de toda
nuestra historia es Fernando Sesma Manzano. Nacido en Ceuta en 1908, pasó de
muy joven a vivir en Madrid, donde trabajó como empleado de correos y periodista
aficionado. Colaboró en las secciones de pasatiempos de revistas y periódicos y
publicó algunos libritos de problemas lógicos y de poesía. Fue, por detalles de su
biografía, por sus inquietudes esoteristas y su búsqueda personal, nuestro
“Adamski” de andar por casa, como tendremos ocasión de ver. Temprano apasiona-
do por nuestro tema, en el otoño de 1954 colaboraba en el diario Madrid con una
serie que alcanzó los 31 capítulos bajo el encabezamiento “Los platillos volantes
vienen de otros mundos”, que le facilitaría el contacto con otros curiosos por el
tema (la serie aparecería en 1955 en forma de libro con el mismo título). Sesma los
cita a todos una tarde en el madrileño café Gijón, y a partir de ahí se da lugar a una
tertulia semanal en el café Gambrinus, de la calle Zorrilla, lugar de viejas resonan-
cias literarias. En la tertulia dirigida por Sesma llegarán a participar los jóvenes dra-
maturgos, por entonces desconocidos, Bueno Vallejo y Alfonso Paso, que estaban
muy interesados por el tema, y el padre Severino Machado, de quien se ha hablado
ya, y que apareció llamado por la fe en la piedra del espacio. El grupo decide
entonces constituirse en asociación legal, la primera dedicada a la devoción a los
platillos volantes en España, que llevaría el curioso nombre de Sociedad de Amigos
de los Visitantes del Espacio “BURU” (lo de BURU debía tener algún significado
para Sesma, pero nadie lo supo jamás).
Y como a todo crédulo le llega su Sanmartín, el enfermero no tardó en apare-
cer por el Gambrinus con su piedra extraterrestre grabada, que tuvo al personal de
la tertulia en jaque durante varias temporadas y dió lugar a un primer intento de
“contacto” de todo el grupo en mitad del Puente de los Franceses, ya que Sesma
interpretaba el lugar, simbólicamente, como el “puente entre dos mundos”.
Fernando Sesma ponía en duda la veracidad de la historia contada por Sanmartín,
pero entendía que no había nada fortuito, todo tenía una causa, y que incluso una
broma tenía una razón y un significado. Su lema era “creérselo todo mientras no se
demuestre lo contrario”, actitud que le llevaría a ser blanco de una pesada broma,
como veremos. Igual que el padre Machado, escribió un librito en 1956 dedicado a
sus interpretaciones de los signos de la piedra entregada por el hombre del espacio,
libro titulado La piedra de la sabiduría. Pero Sesma era mucho más simbolista que
aquel y pensaba que los signos eran “una enseñanza de sabiduría esencial” expresa-
da en símbolos geométricos universales. El mensaje decía cosas como: “de cero a
uno hay más distancia que de uno a mil”, o “muy lentamente puede entrarse en la
jaula de los pájaros sin interrumpir su canto”. Combinadas las frases en parejas o
tríos se componía un lenguaje para visualizar en telepatía. Hay que decir que Sesma
fue siempre muy dado a los lenguajes crípticos, a los que ya se había dedicado en
su etapa de las secciones de pasatiempos de la prensa.
Al poco tiempo de comenzada la tertulia, ésta se traslada al café Lyon, en la
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 39
calle Alcalá, donde aún hoy existe, aunque ya cerrado al público, un salón en el
sótano que luce el rótulo La Ballena Alegre, y donde cuentan que acudía José
Antonio Primo de Ribera y se gestó la Falange. En aquel escenario, dominado al
fondo por un divertido mural de una ballena sonriente que pasea a dos bañistas en
su cola, iban a tener lugar algunos de los hechos más fantásticos y delirantes de la
historia de los ovnis en nuestro país hasta la extinción de las reuniones en 1970.
Personaje carismático y controvertido al mismo tiempo, ensalzado y ridiculizado,
abierto, locuaz, Fernando Sesma tenía las dotes de un líder y la ingenuidad de los
inocentes. Carecía de instrucción, pero era capaz de disertar como un especialista de
cantidad de temas, con capacidad de palabra y convicción. Era tanto crédulo como
doctrinario, es decir, contradictorio como seña personal de identidad. La vida de
Fernando Sesma se resume en una búsqueda permanente del contacto con otra reali-
dad -la extraterrestre-, búsqueda que se convirtió en una aventura personal jalonada
de desilusiones y disparates. Por el año 1957 empezó su “gran aventura”, como él
decía: paseaba descalzo durante horas por la Casa de Campo para facilitar el encuen-
tro, dibujaba con ramas y piedrecitas los signos de la piedra de Marte y hacía pre-
guntas simbólicas dejando objetos. Sólo en 1961 llegó la primera “prueba”. Un alam-
bre que había dejado en la rama de un árbol se trocó en un destornillador, y a partir
de ahí empezaron los fenómenos: sonidos de chicharras, el hallazgo de dos cal-
cetines de diferente color junto con una novela rosa titulada “Toda una vida”, donde
veía una referencia a la suya, etc. Sesma no faltaba un sólo día a su cita en el campo
para ver si los objetos que dejaba habían sido tocados e interpretar en consecuencia
el mensaje.
Ese mismo año de 1961 Sesma empieza a recibir cartas anónimas dirigidas des-
de dos orígenes distintos: unas llegan de varios países del mundo y otras con el
remite Luna 16, Madrid, que para colmo era la casa donde se había cometido un
crimen de lo más macabro, recogido por la prensa de sucesos de entonces. Las
primeras cartas contienen mensajes absurdos como “ROMPE POLO INFERIOR CAS-
CARON SACA CABEZA CONOCE LUZ, etc., mientras que las segundas incluyen
cosas raras, como unas fotos de supuestos platillos volantes con ripios de lo más
tonto al dorso como: “Y ya está bien con tres platos que muchos producen flato”, y
que debía de referirse a los tres ovnis que Sesma había visto6.
Un día de 1962 Fernando Sesma recibe una llamada telefónica de alguien con
voz de Mussolini en plena arenga que dice proceder del planeta Auco y llamarse
Saliano. A partir de ese momento empieza a recibir frecuentes cartas de éste igual-
mente con mensajes simbólicos, pero también con dibujitos, firmas ampulosas y
barroquismos varios. Este ser se dibujó a sí mismo como un anciano de luengas bar-
6 Estos episodios están contados en el único libro dedicado a glosar los contactos de Sesma: OVNI, análisis de un
contacto, Víctor Zalbidea y J. Lizar (Tropos Editorial, Madrid, 1975), aunque vistos desde una óptica bastante mágica.
40 Ignacio Cabria García
bas, parecido a un profeta, pero desnudo tal como vino al mundo (al suyo). Las car-
tas de este personaje se leían en la tertulia cada martes, y daban lugar a las risas de
muchos por lo disparatado de las frases. Saliano solía dirigirse con un párrafo a
cada uno de los asiduos, a quienes llamaba por un mote, dividiéndolos entre “los
cósmicos” y los “no cósmicos”. Los textos eran pretendidamente simbólicos: «Gritos
sin voz en la estepa dorada. Las piedras se calcinan al sol ardiente de los trópicos
mientras tu cerebro se hace humo. Entrega a Manzano el texto sagrado...» Y así
todos.
Por aquel tiempo, la lectura de las cartas se alternaba en La Ballena Alegre con
toda suerte de prodigios. Uno de los que les tuvo más tiempo ocupados fue el del
gato Pugachov, un gato extraterrestre, a decir de Sesma, que desapareció misteriosa-
mente de su azotea. O el de la mariposa que apareció en mitad de la tertulia y que
resultó ser Saliano, según una llamada recibida en aquel mismo momento.
En uno de los libritos de Sesma, ¡Sensacional! Hablan los extraterrestres7,
cuenta cómo después de estas experiencias creyó pasar a una nueva fase, la del
contacto directo, y posteriormente al viaje fuera de nuestro mundo. Un día de
1965, durante una conversación con “dos extraterrestres y una señorita extranjera”,
le dijeron que acababa de ser llevado fuera del sistema solar con velocidad instan-
tánea a través de la cuarta dimensión (pag. 62).
En Yo, confidente de los hombres del espacio8, otra de las obritas de Sesma,
describe el planeta Auco, “dignidad exaltada de nuestro cosmos” se dice, pero
que más bien parece la utopía fascista, naturalmente con el control de las mentes,
el gobierno de una clase superior y una monarquía eterna. ¡Vaya modelo del cos-
mos! Cuando se describe otros planetas como QueleQuele, Machulca o Chorni la
cosa resulta hilarante de veras.
Por el año 1966 Sesma publicó, bajo el título de “profesor”, algunos artículos
en la prensa hablando sobre el fin de la Era Adámica y la venida de la Era
Auquiana, en que la humanidad viviría en granjas, y expandió su mensaje en un
programa de mediodía de la televisión. Su popularidad fue en aumento por sus
apariciones en la pequeña pantalla entre 1966 y 1969, y la tertulia de La Ballena
Alegre se convirtió en un show semanal con la asistencia de magos, videntes, mís-
ticos, estudiantes cachondos que iban a hacer chirigota de las “experiencias” que
se relataban y hasta los serios investigadores jóvenes del momento, que se deja-
ban caer por allí para hacer contactos (de los terrestres, se entiende). El 5 de sep-
tiembre de 1969 todo Madrid tuvo la ocasión de contemplar un “ovni” desplazán-
dose lentamente en el cielo del atardecer. El martes siguiente la tertulia estaba a
rebosar de curiosos, periodistas y hasta las cámaras de televisión del Canal 13
argentino, todos esperando el dictamen de Sesma sobre lo sucedido. Con este
gracejo lo contaba el periodista Yale para Pueblo:
to.
Un caso ¡perfecto!
Pero el misterio no hacía más que empezar. José Luis Jordán Peña, testigo pres-
encial del aterrizaje en 1966 de un platillo volador en el barrio madrileño de Aluche,
caso muy aireado por la prensa, había descrito el signo que lucía el objeto en su
panza como muy parecido a aquel de los documentos de UMMO. Los miembros de
la tertulia de La Ballena supieron algún tiempo después que uno de los contertulios
que se hacía llamar Peña era ni más ni menos que el testigo de Aluche, que había
acudido después de su experiencia atraído por el fenómeno. Enseguida Jordán se
hizo un lugar destacado como representante del ala más escéptica y cientifista, hasta
ser prácticamente el número dos de la tertulia.
Para complicar más las cosas, en carta fechada el 27 de mayo de 1967 los
supuestos ummitas anunciaban el inminente aterrizaje de una de sus naves en los
alrededores de Madrid, carta que fue leída por todos los contertulios balleneros y
firmada al dorso el día 29. Parecía por fin la prueba que estaban esperando, de
manera que el primero de junio un grupo de personas se dedicó a recorrer en
coche las afueras de Madrid. El resultado fue negativo, pero el diario vespertino
Informaciones del día 2 publicó unas impresionantes fotos de un objeto discoidal
que había sobrevolado a muy baja altura el polígono de San José de Valderas, y en
su base podía distinguirse con toda nitidez ¡el signo de UMMO! Todo parecía confir-
10 En Ribera, A. ¿De veras los OVNIS nos vigilan?, Plaza y Janés, 1975, pág. 107.
11 Op. cit., pag. 107-108.
44 Ignacio Cabria García
A partir del año 1979 el contacto UMMO se convirtió en uno más de los objetos
de consumo para un público ávido de misterios. En 1980 tuvieron lugar en Alicante
las primeras Jornadas en torno al planeta UMMO, “conmemorando el 30 aniversario
de su llegada a la Tierra”, con la participación de los “especialistas” en un ambiente
de culto y misterio más tendente a la mitificación que al análisis. Por cierto que al
iniciarse las jornadas sólo tres personas sabían que “ellos” habían anunciado por
carta su presencia en la sala, secreto que guardaron por no incumplir las recomen-
daciones de los ummitas16.
A diferencia de la primera sesión informativa habida en Madrid en 1971 entre los
especialistas, rodeada de secretismo, las Jornadas de Alicante sirvieron para propagar
a los cuatro vientos otro mito vendible. Por aquellas fechas se produjo, inevitable-
mente, una pequeña avalancha de cartas ummitas, cada vez peor escritas, hasta con
faltas de ortografía, y con clarísimas contradicciones con datos contenidos en algunas
de las cartas del período clásico, al mismo tiempo que los receptores se iban hacien-
do más numerosos. Luis Jiménez Marhuenda, locutor de radio de Alicante, ha sido
uno de los más entusiastas promotores de UMMO desde 1979, cuando se presentó en
un congreso comenzando su disertación con un rotundo “señores, yo he dado la
mano a un ser extraterrestre”, que levantó el clamor del respetable. En 1983 y 1984 se
organizaron nuevos congresos sobre UMMO, para seguir enrollando la madeja. Juan
Domínguez Montes, miembro del grupo de Madrid, publicó un libro más dedicado a
la hagiografía ummita que a su análisis titulado El pluricosmos17, que consiste en una
reflexión sobre los datos cosmológicos que aparecen en el informe titulado IBOZOO
UU.
Todo esto me sugiere una disquisición sobre la simbiosis que ha existido siem-
pre entre la fuente UMMO y sus seguidores. Este no sería hoy un fenómeno popular
si el criptogrupo no lo hubiese alimentado, y sus componentes a su vez se han sen-
tido alimentados de diferentes maneras por el contacto. El comisario Dionisio
Garrido Buendía, miembro de la tertulia, creyó que la grave enfermedad que sufría
un hijo suyo había sido curada por los extraterrestres a raiz de comenzado el con-
tacto UMMO. Su relación de fidelidad al culto de la ummología no deja lugar a
dudas con esta simple muestra de frases de algunas de sus cartas: «Es para quedar
anonadados por la entrañable amistad manifestada, aun con los fallos que hemos
tenido en nuestra conducta respecto de lo poquísimo que solicitaron de nosotros», o
«hay que moderar el empuje y atenerse estrictamente a sus indicaciones», o «en lo
que más cuidado hay que poner es en la admisión de nuevos adeptos». Rafael
Farriols ha contado que su secretaria se vió sanada de un cáncer tras una conver-
sación que él tuvo con los ummitas. Reparemos en las características religiosas que
se vislumbran en esta fe en las curaciones. Farriols dice contactar con ellos simple-
mente hablándoles desde uno de los cuartos de su casa, y parece vivir tan obsesiva-
mente su interés por este contacto hasta el punto de que es propietario de varias
empresas con nombres sacados del lenguaje ummita y que tiene sobre el tejado de
su casa de campo un signo de UMMO forjado en hierro.
Para dejar bien evidente la simbiosis entre UMMO y el grupo de acólitos, éstos
convocaron en el hotel Sanvy de Madrid el 20 de noviembre de 1988 una supuesta
charla coloquio sobre la sábana santa de Turín, pero cuya intención era en realidad
presentar un documento ummita donde se trataba aquel tema. El motivo de convo-
car al público fue la condición impuesta por los propios ummitas de que el sobre
donde se contenía el documento sólo podía ser abierto ante un nutrido grupo de
personas. En el documento se decía que existía una sábana auténtica, además de la
demostrada como falsa poco tiempo antes por un estudio científico, un sinsentido
más a añadir a la larga tradición de UMMO.
A finales de los ochenta se había producido una revitalización de este complejo
asunto con una nueva andanada de cartas, cada vez más diferenciadas y contradic-
torias con respecto a la documentación más antigua. La conclusión que se puede
extraer de ello es que hoy día cualquiera puede imitar el estilo ummita original y
poner su granito de arena para hacer crecer este gran bulo, cosa bien fácil de con-
seguir, como había demostrado Ribera en 1977 con una llamada telefónica. Varios
ufólogos argentinos demostraron también en una broma-experimento que resulta
muy sencillo añadir un “documento” más a la saga, pues su carta apareció publica-
da en UMMO: la increíble verdad, páginas 329 y 33018.
Alguno de los libros de Ribera se ha publicado en Estados Unidos traducido al
inglés, y en Francia parece haberse puesto de moda el tema últimamente con moti-
vo de la publicación del libro Enquete sur des extraterrestres qui sont dèjá parmi
nous19 de Jean Pierre Petit, uno de los más antiguos seguidores del misterio, y
según el cual en ciertos documentos de UMMO se adelantaron conocimientos cien-
tíficos que sólo vendrían a ser descubiertos en la Tierra años después. Lástima que
su información sobre las fechas de los documentos sea tan deficiente.
18 En el número 5 de Cuadernos de Ufología, 2ª época, se publicaron tres artículos sobre UMMO. Ballester y Berché
resumieron las últimas cartas ummitas en “El mito de UMMO y las sectas hoy”, Javier Sierra relató la reunión del hotel
Sanvy en “¿Informa UMMO a la Tierra?”, y Heriberto Janosch trató sobre una falsa carta de UMMO en “UMMO: la
increíble verdad”.
19 Albin Michel, 1991.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 49
solo idioma y una sola nación (“una, grande y libre”). Sólo nos queda pensar que si los
tales informes se hubieran escrito veinte años atrás, la sociedad ummita parecería saca-
da de una película de Imperio Argentina, de Raza u otras joyas del nacional-catolicis-
mo.
Pero entremos en el fondo científico de los informes, que ha dado que hablar.
Su “alto nivel científico” se ha dado siempre por descontado en el ámbito de la
ufología, lo que decía más sobre el nivel científico de algunos ufólogos que del de
los propios informes. Durante muchos años las personas involucradas en el tema
OVNI se limitaron a ser seguidores acríticos del tema. Unos, los investigadores del
sector racionalista, pensaban que todo era un fraude, no se sabía de quién, y por
tanto desdeñaban todo lo que tuviera que ver con ello considerando una pérdida de
tiempo incluso analizar su contenido. El otro sector era el de los cultistas de esta
misteriosa fuente, que no sólo creían en ella, sino que para ellos UMMO era su úni-
ca preocupación. El único científico conocido que se ha comprometido con una
opinión favorable a la cientificidad de los textos de UMMO ha sido el francés Jean
Pierre Petit, pero, aparte de tener intereses creados en el asunto, dudo bastante de
su ecuanimidad. Es por todo lo dicho que el conocimiento sobre UMMO no avanzó
nada en veinte años de actividad de los remitentes de las cartas.
Una de las contadas personas que se atrevió en los inicios a poner en solfa el
tópico del cientifismo de los informes descubriendo algunas de sus incoherencias
fue Oscar Rey Brea. Por desgracia sus comentarios críticos no fueron sistematizados,
pues figuran dispersos en su correspondencia privada, ya que UMMO no era para él
un tema de investigación importante. Se limitó a rebatir la veracidad científica en lo
relacionado con los datos astronómicos y geológicos de aquel supuesto planeta tal
como se expresa en las cartas. Más tarde, en 1972, publicó un artículo en el que
desmontaba cuidadosamente uno de los pilares del misterio UMMO: el aterrizaje y
las fotos de San José de Valderas. Sin especiales conocimientos técnicos, con su sola
intuición, llegó a la conclusión de que las fotos, que supuestamente se debían a dos
fotógrafos, fueron tiradas con la misma cámara y más espaciadas en el tiempo de lo
que parecía. Y la conclusión más importante: que el objeto no se encontraba a más
de tres metros de distancia, o sea que era una maqueta20. Tanto el análisis del
francés Claude Poher como el que realizó William Spaulding por ordenador, ambos
en 1976, confirmaron las primeras deducciones de Rey. Las fotos de Valderas resul-
taron ser un fraude -aunque Antonio Ribera mantenga empecinadamente aún hoy
su autenticidad- y los materiales recogidos en el lugar un producto químico fabrica-
do en los Estados Unidos, pero existían los testigos del avistamiento y la misteriosa
ligazón con UMMO. Recordemos también que José Luis Jordán había descrito el
platillo que observó en Aluche con un signo semejante al de UMMO en su base.
Nadie sabía cómo congeniar toda esta confusión.
Una investigación realmente original a propósito de la fotos de San José de
20 Rey Brea, O. “San José de Valderas, un perfecto caso trucado”. Cuarta Dimensión, nº 11. ONIFE. Buenos Aires, 1972
y “Algo sobre las fotografías del supuesto OVNI de San José de Valderas”, Stendek, nº 9, agosto de 1972.
50 Ignacio Cabria García
P ara poder entender en todos sus términos la creciente curiosidad que los
platillos volantes despertaron en el público con el correr de la década de
los sesenta hay que recordar que el rapidísimo desarrollo de la
astronáutica cautivó la imaginación del mundo entre 1957, en que fue lanzado el
primer satélite artificial, y 1969, el año del alunizaje. La carrera desenfrenada entre
norteamericanos y soviéticos por ser los primeros en la conquista del espacio
comenzó cuando ambos se comprometieron en poner en órbita un satélite artificial
durante el año geofísico internacional de 1957-58. El 4 de octubre de 1957 los rusos
ganaron la primera prueba lanzando el Sputnik I, seguido poco después por su
contrapartida estadounidense Explorer I, y aquellos alcanzaron la Luna con una
sonda no tripulada Lunik II tan temprano como en septiembre de 1959.
El día 12 de abril de 1961 se abría una página nueva en la historia de las
conquistas humanas al poner los soviéticos al primer hombre en órbita terrestre,
Yuri Gagarin. La nave Vostok I se mantuvo en el espacio apenas 108 minutos, pero
bastó para hacer de él un héroe. Después de que Allan Shepard hiciera un vuelo
balístico sobre la Tierra en una cápsula Mercury de 15 minutos, el presidente
Kennedy dió quizá el mensaje más trascendental de la “era espacial”, como se decía
entonces: «creo que este país debe comprometerse a sí mismo en conseguir el
objetivo de poner un hombre en la Luna y traerlo de vuelta sano y salvo a la Tierra
antes del fin de esta década». El desafío estaba lanzado y la carrera no encontraría
obstáculos. Una carrera por el orgullo nacional que se emprendió dejando de lado
la lógica del progreso científico, como sugirió Tom Wolfe en su fascinante novela-
documento Lo que hay que tener.
En marzo de 1965 el astronauta Leonov salió de su cápsula y flotó en el
espacio a 450 kilómetros de altura de la Tierra, unido sólo como por un cordón
umbilical a la Vosjod II. Una imagen para la historia. En veinte meses entre 1965 y
56 Ignacio Cabria García
1966 los americanos lanzaron diez vuelos tripulados de la serie Gemini. Cuando el
Apolo VIII abandonó en 1968 la órbita terrestre y si dirigió camino de nuestro
satélite, una fotografía nos mostró por primera vez el mundo en su totalidad y la
especie humana se contempló a sí misma allá abajo, en aquella esfera azul.
Entonces pudimos verlo: pequeño e indefenso, el mundo como una frágil pelota
flotando en la nada.
Con una única expedición de prueba, casi con prisas, el Apolo XI se posó en la
Luna aquel histórico día 21 de julio de 1969. «Es un pequeño paso para mí, pero un
gran paso para la humanidad», creo que fue la frase de Armstrong para los anales.
Nuestra civilización había puesto pie en otro astro, pero, más allá del gesto
simbólico, pronto llegó el desencanto por los limitados resultados materiales que
tan fabulosa empresa había reportado.
La conquista de la Luna ha sido probablemente el proyecto más ambicioso que
el hombre moderno recuerda por superar su naturaleza. Cómo no imaginar lo que
la conquista de otros planetas podría depararnos para nuestro futuro. Eran tiempos
de sueños de estaciones orbitales gigantes (O’Neal), de la intervención biológica
sobre Marte para dar lugar a la vida (Sagan), de la colonización y la expansión de la
humanidad por otros mundos, como había venido proponiendo toda la ciencia-
ficción clásica.
Hasta que la astronáutica se convirtió casi en una rutina tras la llegada del
hombre a la Luna, la conquista del espacio y los platillos volantes parecieron dos
caras de la misma moneda. Nosotros salíamos al espacio, por tanto era lógico
suponer que otra civilización en el mismo estado de desarrollo por lo menos que el
nuestro estuviese conquistando otros planetas. ¿Y si fuera el nuestro? Como por una
proyección hacia el cosmos, la conquista espacial se nos volvía en temores a una
posible invasión extraterrestre, y las visiones de platillos volantes no indicaban otra
cosa. Las dos caras del sueño espacial habían sido reflejadas por la ciencia-ficción
desde Julio Verne y H.G. Wells: el viaje a la Luna y la invasión de los marcianos.
Como escribió Fernando Savater en La infancia recuperada, «el hombre ha regado
con su zozobra los astros y luego escruta el infinito silencio de los espacios con
temor: los invasores que su espanto aguarda vienen a devolverle la visita
impertinente que hizo su fantasía al turbar la perpetua irrelevancia del vacío».
y los rumores se sumaron para hacer que el espacio y sus criaturas se tornasen en
mito, esto es, en esperanza y en temor de una generación naciente. Repasemos el
termómetro de la información ovni en aquellos felices “sixties” del progreso, las
vanguardias y el underground.
La información sobre los platillos volantes en los medios de comunicación fue
sufriendo en los procelosos años sesenta los ciclos propios de las serpientes de
verano. Si de 1958 a 1961 se había hablado poco del tema, en 1961, quizás en
conexión con el lanzamiento del primer astronauta al espacio, la prensa vuelve a
fijarse en los extraterrestres. De nuevo el silencio, y en 1963, como si se cumpliese
aquel misterioso ciclo bienal de Eduardo Buelta, volvemos a ver los platillos
volantes en los periódicos. En agosto de ese año se publica por primera vez un
serial en nueve entregas a página entera en El Correo Catalán, con el título “Los
platillos volantes son realidad”. La tesis del autor, Renato Vesco, era que las naves
vistas en los cielos eran una nueva arma secreta de Gran Bretaña.
Pero va a ser a partir de 1965 que va a crecer insospechadamente el interés
popular por los platillos volantes, al mismo tiempo que la carrera espacial
americana por la conquista de la Luna se acelera. La prensa, como siempre el
principal vehículo de propagación del mito extraterrestre que se está gestando, se
vuelca con grandes titulares y series por capítulos. Y los grandes casos de la historia
de la ufología comienzan a aflorar. En la portada de la Gaceta Ilustrada del 5 de
noviembre de 1966 se lee en grandes letras: “Hemos estado en un platillo volante”.
Es la impresionante historia del secuestro en el interior de una nave del matrimonio
norteamericano Barney y Betty Hill, experiencia no recordada por ellos
conscientemente y que sólo pudo salir a la luz en sesiones de hipnosis dirigidas por
un psiquiatra. A lo largo del año 1967 los tópicos del tema se reproducen una y otra
vez en la prensa escrita. 7 fechas publica una larguísima serie de 16 capítulos a
página entera, Garbo, Mata Ratos, etc. publican los suyos, y los diarios provinciales
tienen sus seriales de agencia. En casi todos se podía encontrar el mismo
maniqueismo en el tratamiento del tema: sólo versiones favorables a la creencia en
los extraterrestres con un mínimo sentido crítico.
“David Vincent los ha visto... buscando un camino que nunca encontró... Destino:
la Tierra. Propósito: adueñarse de ella”. Aquella presentación sobrecogedora nos
presentó por primera vez en televisión en forma de fantasías todo el misterio de los
discos voladores. Quienes fuimos en 1968 espectadores casi infantiles de aquella mítica
serie televisiva que fue Los invasores no podíamos por menos que quedar atrapados en
ese mundo de misterio que se nos anunciaba. La televisión es el crisol de todos los
mitos actuales, y Los invasores hicieron más por la concienciación pública en favor de
la creencia en la vida extraterrestre que muchos argumentos científicos. ¿Quién no
recuerda aún hoy el dedo meñique tieso de los pérfidos alienígenas? En el telefilm se
utilizaba la mitología popular más paranoica, como los poderes en la sombra y los
hombres de negro -esos misteriosos personajes enlutados que aparecen para silenciar a
los que saben demasiado- para sugerir la inquietante sospecha de que Ellos están ya
58 Ignacio Cabria García
infiltrados entre nosotros. Los sábados a las seis de la tarde era la cita con los
monstruos de los abismos abisales. Viaje al fondo del mar nos metía en casa desde la
pequeña pantalla plantas carnívoras, mutantes, dobles, extraterrestres viviendo en
bases submarinas y toda una panoplia de rarezas para pasarlo tan mal como el
almirante Nelson, el capitán Cane, Kowalsky y el resto de la sufrida tripulación del
submarino Sea View. Más seriamente, en el programa de divulgación científica que
dirigía y presentaba Luis Miravitlles en Televisión Española, Misterios al descubierto, se
trató el tema de los platillos volantes en tres capítulos en octubre de 1968. Por primera
vez se expusieron con extensión y rigor los argumentos a favor y en contra, con la
intervención de Antonio Ribera en la defensa de las pruebas y de Miravitlles en su
clásico papel de escéptico.
En el cine se estrenaban dos películas mitificadas por los adoradores de la
ciencia-ficción. La primera de ellas, cómo no, 2001, una odisea del espacio, de
Stanley Kubrick. La tesis central del film era que una inteligencia extraterrestre nos
ha hecho dar un salto en nuestra evolución biológica y otro en nuestro desarrollo
tecnológico y nos lleva hacia un tercer salto evolutivo: el del superhombre. En El
planeta de los simios los antropoides que dominan un hipotético planeta resultan ser
nuestros sucesores de un mundo futuro tras la destrucción nuclear. Referencias
siempre a la vida extraterrestre.
a un caso espectacular, como fueron los del “ovni” de Madrid y el suceso de Dueñas,
precisamente dos casos falsos. «Con lo anteriormente expuesto no pretendemos
demostrar que el fenómeno OVNI se reduzca a un mero fenómeno sicológico, ni que
la “oleada” sea fruto de ello -escribían los autores-; solamente ponemos de manifiesto
la tremenda influencia de los medios de difusión en la mente humana, recordándole
en un momento determinado la existencia del mismo, y ocasionando que se
interpreten como OVNIS hechos normales de la vida cotidiana»1.
El libro que supuso, sin lugar a dudas, la influencia más importante sobre el
estudio de los ovnis durante una década fue El gran enigma de los platillos volantes,
de Antonio Ribera, donde se ampliaban los temas tratados en su primera obra.
Apareció editado por Pomaire en 1966, en un momento de atención popular
creciente hacia el espacio, lo que lo convirtió inmediatamente en un éxito de
ventas. Ribera empleaba ya el término que se había impuesto en el extranjero:
“objetos volantes no identificados” (OVNI), traducción al castellano del inglés
Unidentified flying object (UFO), como las Fuerzas Aéreas norteamericanas lo
habían denominado en sus proyectos de investigación oficiales. El gran enigma...
era “la biblia” para los jóvenes estudiantes que entonces se apasionaban con los
enigmas del universo, pues se presentaba como una introducción histórica y
temática de todo lo que se sabía sobre estos objetos. Ribera desplegaba todo su
saber literario para enganchar hasta al lector menos curioso en aquel misterio, que
en realidad no era tal, pues quedaba patente la convicción del autor de que nos
enfrentábamos con una tecnología extraterrestre.
Comenzaba Ribera el libro calculando las posibilidades de vida en otros
Marius Lleget, que llevaba una larga carrera de divulgador sobre los temas del
espacio, se decide por fin en 1967, tras largos años de interés por el fenómeno, a
publicar un libro: Mito y realidad de los platillos volantes2. Lleget reconocía todavía en
Eduardo Buelta un maestro cuando citaba ampliamente sus resultados estadísticos,
que hemos explicado en el primer capítulo. Marius fue siempre hombre ecuánime
ante las diversas posturas que enfrentaban el fenómeno de los no identificados, y así,
aún no compartiéndolas, exponía las teorías exscépticas de Donald Menzel -como ya
se dijo, bestia negra de los ufólogos-, William Davis o Phillip Klass -la última bestia
negra-. Su hipótesis personal desde los primeros días del CEI fue el origen marciano
de los platillos, pero no en el sentido de las ideas de Keyhoe y Buelta. Para él, «no se
trata de marcianos “autóctonos” (ya no los hay, al parecer), sino que los tripulantes de
los ONIS, o son robots muy perfeccionados, o se trata de seres que proceden del
exterior del sistema solar» (p. 138). Como buen conocedor del cosmos, sabía que las
condiciones de habitabilidad de Marte impedían la existencia de vida semejante a la
humana, pero admitía que en el pasado del planeta debieron reinar las condiciones
adecuadas para el mantenimiento de una antigua civilización. Como apéndice al libro
se facilitaban las direcciones de las organizaciones más importantes dedicadas al
estudio del fenómeno OVNI, información que los jóvenes que se iniciaban en el tema
supieron aprovechar para sus contactos.
nada como imposible (menos que los OVNIS no existan), no rechazar nada como
absurdo. Y se comunican salmodiando frases trascendentes como aquella de Michel :
“aceptarlo todo y no creerse nada”. En la práctica era más fácil creérselo todo.
En poco tiempo se constituyen en grupos de estudio e investigación con grandes
pretensiones científicas, pero negando la ciencia que llaman “oficial”, invocando una
nueva ciencia a la cual quieren ampliar fronteras. Con el tiempo adoptarán la
terminología leída en algunos boletines especializados que llegan del extranjero, y se
concederán a sí mismos el título de ufólogos, es decir, estudiosos de los UFO (OVNI).
Se abre ante ellos un mundo inexplorado al cual son los primeros en acceder.
Inmersos en un ambiente de iniciados, comparten unos conocimientos que vulneran la
ciencia tradicional y se comunican por medio de una nueva terminología casi esotérica,
compuesta de tipologías de “naves”, “humanoides” o fenómenos raros. De este modo
se convierten tanto en furibundos detractores de la comunidad científica escéptica
como en críticos mordaces de los periodistas, que abordan el tema de los platillos
volantes como objeto comercial o de broma. Rechazan, en suma, por superficial todo
lo que no considere a los ovnis como un problema de trascendencia para la
humanidad. Sobando hasta la saciedad la frase del americano James McDonald, que
dijo que los OVNIS eran el mayor problema científico del siglo XX, los nuevos
investigadores se constituyen entre 1967 y 1970 en guardianes de una nueva
conciencia. No les interesa la política ni se preocupan por intervenir en los
movimientos universitarios de rechazo a la dictadura franquista. El fenómeno OVNI
ofrece su propia realidad, ajena a las bagatelas mundanas. «La demostración científica
de la existencia de otros seres inteligentes supondría el descubrimiento más
trascendental desde el origen de la humanidad», dirán en sus conferencias públicas,
idea que, por qué negarlo, ofrecía un poderoso medio de identificación.
2 Boletín del Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, nº 20, septiembre 1972.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 71
generación, fue favorecido con una observación, en su caso de cuatro ovnis de una
sola vez. Igual que Oscar Rey Brea, se puso en contacto con Antonio Ribera a raiz
de la publicación del libro de éste Objetos desconocidos en el cielo en 1961,
haciéndole saber que había recogido información de casos andaluces. Tal
información se limitaba realmente a rumores de segunda mano y relatos directos
incompletos y poco importantes. Es preciso decir esto para poner en su justo nivel
el trabajo ufológico de Manuel Osuna en estos primeros años, que en ocasiones ha
sido sobrevalorado por los que le sucedieron. Como ha señalado José A.
Fernández3, hasta 1968 Osuna no realizó ningún informe escrito de los casos que
llegaban a su conocimiento. Fue con la llegada de una joven generación de
investigadores en 1968 cuando pasó a colaborar con ellos de una forma más
rigurosa y fue reconocida su veteranía. Según algunos, aportó más de trescientos
casos a la ufología andaluza (Ruesga), aunque no todos ellos encuestados
personalmente por él, ya que contó con un grupo de colaboradores. Sus
investigaciones, en realidad, se limitaban a una recogida de información
escasamente crítica, dado que nunca descartó un caso como identificado, pues lo
que era extraño para el testigo era incuestionablemente ovni para él. Osuna se
preciaba de creer en la buena fe de la gente, así es que daba a los testimonios la
categoría de evidencias, concediendo a los testigos plena credibilidad no sólo en
cuanto a su veracidad, sino también en lo relacionado con la exactitud de los datos.
A partir de 1970 su trabajo ufológico se independizó de los grupos, empezando su
etapa más fructífera, período en que firmaba sus informes con el seudónimo de
“Honest Man”.
En sus frecuentes participaciones en prensa y radio mantuvo las hipótesis que
ya eran clásicas entre los investigadores de la primera generación, pero dando
además al fenómeno un sesgo religioso. «No hay que descartar en absoluto -decía-
que vengan tripulados por seres en estado de gracia obedeciendo a un imperativo
de la providencia» 4 . En entrevista para Carlos Murciano se expresó así: «su
comunicación con la Divinidad es directa y la solidaridad con los deseos divinos,
absoluta»5. En relación con el contacto UMMO su opinión era bastante heterodoxa,
pues pensaba que era un complot de sectas espiritistas alemanas en el exilio
actuando desde Si-Kiang (China), ya que, según él, había una dirección china de la
subversión mundial. Escribió tres libros que nunca le fueron aceptados por las casas
editoras, quizá debido al ampuloso barroquismo con que adornaba sus informes. A
partir de 1976 su dedicación fue cediendo, aunque continuó fiel hasta el final de su
vida a su tarea como investigador del terreno.
A juzgar por la lectura de su correspondencia, era persona muy susceptible y
exigente en el cumplimiento de los compromisos de amistad. El retraso en la
6 ABC, 19-3-1969.
7 Entrevista para el programa “No estamos solos” de Radio Nacional de España en Sevilla.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 73
de otra inteligencia. Muy recientemente, en los fascículos Más Allá de los OVNIS8
ha contribuido con su proverbial erudición con un par de números sobre “Las
Biblias extraterrestres”9, es decir, los libros dictados por entidades alienígenas o
ultradimensionales y recibidos por diversos medios de contacto a lo largo de la
historia. En otro fascículo desarrolló el concepto de divinidad según lo han visto
diversos contactados.
Ignacio Darnaude Rojas-Marcos es como uno de esos sabios en la sombra
que postulan las teorías de la conspiración. Huye del mundanal ruido y de las
alharacas propias del mundo paranormal. No se deja ver en actos públicos, con
alguna rarísima excepción, ni asiste a reuniones ni encuentros ufológicos de
ningún tipo, por lo que puede considerársele el gran desconocido de los
veteranos de la ufología. Pero cuidado, Darnaude es una referencia obligada ,
pues constituye uno de los pilares documentales de la ufología española y una
fuente informativa de primer orden para sus fieles amigos, a quienes distribuye
periódicamente montañas de fotocopias de las novedades internacionales (me han
contado quienes han visitado su casa que “archiva” sus documentos y revistas en
cestos de mimbre igual que patatas). Su trabajo permanente que es el catálogo de
documentos, artículos y referencias sobre UMMO, que se mantiene
permanentemente actualizado, debe ir por el número 3000, o poco le falta. Su
participación en la ufología se limita actualmente a eso, la de ser un gran
bibliotecario de información ovni, al margen de la investigación y de las
aportaciones teóricas.
«Algo flota sobre el mundo, sobre este viejo mundo nuestro harto ya de rodar
por los espacios infinitos. Algo (¿qué) llega (¿de dónde?) a sus cielos, los recorre
(¿cómo?), se detiene a veces (¿para qué?) y escapa luego (¿hacia dónde?)». Así
empezaba Carlos Murciano un artículo para ABC que tituló “Algo flota sobre el
mundo”. A partir de este artículo Luca de Tena, director de ABC, le ofreció ser el
“corresponsal en el mundo de los ovnis” para el diario con una sección fija que le
llevó por todo el mundo entrevistando a los especialistas del momento. Los artículos
de su autoría compusieron un libro editado en 1969, que llevó también por título
Algo flota sobre el mundo10 . Carlos Murciano es poeta, premio nacional de literatura
en 1970 y 1982. Ambos intereses estaban presentes en otra obra editada en Méjico,
Hervás y Panduro y los mundos habitados, sobre las ideas de este ilustrado español
de la escuela de Fontenelle. Murciano no ha sido nunca un investigador en sentido
estricto, sino que se ha movido en el punto medio entre el periodista y el pensador,
ciertamente con buena carga de fantasía. En su sección de ABC escribió sobre la idea
que ha mantenido siempre, la hipótesis simple según la cual los ovnis se presentan
en “múltiplos de tres”, sin que diera ninguna explicación de esta supuesta
coincidencia11. Su última participación pública sobre el tema OVNI fue en el I
Congreso Nacional de Ufología de Barcelona, en 1977, con la excepción de algún
esporádico artículo de prensa.
Herbert Williamson fue un curioso personaje que frecuentó el campo de los
ufólogos entre 1970 y 1974, ya a edad avanzada, presentándose en los medios de
comunicación como uno de los máximos especialistas mundiales en ovnis. Su
verdadero nombre era Heriberto Guillermo Serra Williamson, y se propuso la
brillante idea de organizar en Madrid un congreso mundial en 1970 (¡en España,
que no había tenido nunca un acto público de importancia en este tema!) al que
iban a asistir, según sus cálculos, 3000 delegados extranjeros. Quería montar al
mismo tiempo una subida al Puig Campana, montaña cercana a Benidorm, pues la
cortada que luce en su cima, llamada la Cuchillada de Roldán, podría tratarse de un
“garaje protohistórico” de naves del espacio, y en Benidorm sin saberlo12. Contó
para sus proyectos con el privilegio de la atención de los periodistas, que le
dedicaron amplio espacio en los periódicos. Como era de esperar, ninguno de sus
proyectos se llevó a término. Williamson dirigía y editaba por su cuenta un
periódico en inglés llamado The Times of Spain, fundado en 1945, y que no tenía
nada que ver con ningún otro “Times”, como se puede deducir de sus titulares de
primera página, donde se podía encontrar perlas como estas: “los platillos volantes
invaden el mundo otra vez”, “un regalo venusino en el Pentágono”, u otros de no
menor rigor informativo. En realidad fue considerado por los especialistas un
personaje un poco esperpéntico, ajeno al mundo ufológico y carente de un mínimo
de seriedad.
11 ABC, 21 y 24-2-69.
12 La Gaceta del Norte, 16-6-70.
13 José Ruesga, en una revisión reciente de la investigación andaluza, ha acusado a la ufología del momento de no
haber apoyado a este proyecto naciente y favorecer de manera partidista la opción de Stendek
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 75
15 Vimana, 1ª y 2ª época.
78 Ignacio Cabria García
16 Ver Ballester, V.J., Los OVNIS y la Ciencia, Plaza y Janés, Barcelona, 1978, pg. 167.
80 Ignacio Cabria García
17 Todos los detalles sobre las reuniones de la Coordinadora de Estudios sobre el Fenómeno OVNI están contenidos en
varios artículos de mi autoría publicados en la antigua revista VIMANA, órgano de difusión de la CEFO, entre 1979 y
1981.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 81
Entre 1970 y 1971, Félix Ares de Blas y David Gustavo López, aún estudiantes
de ingeniería, llevaron a cabo con una amplia colaboración el primer trabajo de
carácter científico producido por la ufología nacional: el Estudio de la oleada 1968-
1969, obra en dos partes, la primera editada por el centro Eridani, al que aquellos
pertenecían, y la segunda por ellos mismos tras su abandono de la asociación.
Mecanografiada y distribuida entre especialistas en una corta tirada, se componía de
dos secciones correspondientes a compendios de casuística, con un resumen de
cada caso, y una tercera consistente en el estudio estadístico de los
aproximadamente 400 casos recopilados, realizado con un ordenador IBM 70 90 por
el primitivo sistema de las tarjetas perforadas. La novedad del trabajo, con todo, no
era tanto la técnica empleada como las hipótesis de trabajo y las conclusiones del
mismo. Los autores investigaron la relación de las repetidas crestas que los casos
presentaban en el gráfico de la oleada con la difusión de noticias sobre OVNIS en
los medios de comunicacion, llegando a la sorprendente constatación de que los
máximos de actividad del fenómeno seguía estrechamente a las campañas de
divulgación de casos sobresalientes o notas del Ministerio del Aire sobre el mismo
tema. La distribución horaria, semanal, mensual, eran interpretadas desde el mismo
encuadre sociológico. Por ejemplo, los OVNIS se veían más en las noches de
verano que en las de invierno por una razón tan simple como la permanencia de la
gente en la calle durante más tiempo en verano. Por primera vez no se acudía a
causas intrínsecas al fenómeno para explicar su comportamiento.
Pasando a la búsqueda de posibles ortotenias, que entonces estaban muy de
moda, creyeron encontrar líneas de “penetración” y “salida” por la zona de
Cataluña. Para explicar la distribución geográfica de los casos de aterrizajes
recopilados por Vicente Juan Ballester Olmos, eliminaron la influencia del “factor
agrupaciones”, que significaba la existencia o no de investigadores en cada área, y
luego se preguntaron si la diferencia de casos entre lo esperado por azar y los
producidos en cada provincia resultaba significativa. En los lugares donde sí lo era
se atribuía a factores de distribución de la población rural. Luego intentaban
relacionar factores climáticos, datos sobre geología, geomagnetismo y sismología
con la casuística por provincias, en un intento por encontrar algún patrón del que
se pudiera inducir un fenómeno geofísico poco conocido. La casuística tipo I de la
clasificación de Vallée (aterrizajes) tendía a presentarse en terrenos cuaternarios y
en la proximidad a líneas de falla, y se encontraba una frecuencia notable sobre
zonas de anomalías magnéticas, resultado que aparecía por primera vez en un
trabajo ufológico. La pregunta sobre el significado de estos resultados quedaba, no
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 85
Como no podía ser de otra forma por sus tendencias metodológicas, Vicente
Juan Ballester Olmos y Jacques Vallée hicieron migas. Desde 1969 establecieron una
colaboración intensa para la recopilación de la casuística tipo I según la clasificación
de Vallée, esto es los aterrizajes de ovnis. Fruto de aquella relación intelectual
apasionada fue un vástago titulado “Los fenómenos del tipo I en España y Portugal”,
que fue publicado en 4 países y tres idiomas: LDLN (Francia), FSR (Inglaterra),
Stendek (España) y DATA-NET (EE.UU.). Como apéndice a la edición española de la
obra de Jacques Vallée Pasaporte a Magonia1 se incluyó también este ensayo
conjunto. Estudio de carácter descriptivo, es el precedente directo de los libros
especializados sobre encuentros cercanos de Ballester. Había ya aquí una
meticulosidad en la concreción metodológica y la revisión de las fuentes. El método
empleado para el tratamiento de la información era la depuración previa de los casos
identificados y fraudulentos, que pasaban a formar parte de un catálogo especial de
casos negativos, cuya utilidad sería la comparación con el registro de no
identificados. De los 130 casos de aterrizajes de que se partía, quedaba para el
análisis estadístico un catálogo de 100. Algunos de los resultados eran los siguientes:
el fenómeno aterrizaje tendía a ser nocturno, encontrándose una ley horaria muy
semejante a la que seguía la casuística de otros países. Una gran parte de ella se
centraba sobre los fines de semana, respondiendo a los hábitos de los testigos. La
distorsión en la distribución por provincias a favor de Madrid y Barcelona tenía su
origen en la existencia de más investigadores en estas áreas. El estudio de los
testigos indicaba que el fenómeno era observado por personas de nivel medio entre
la población española, lo cual tendía a quitar todo apoyo, según los autores, a las
tesis de que los informes fueran debidos a motivaciones psicológicas o sociológicas.
procesal, esto es para llegar a la predicción de las apariciones del fenómeno ovni.
Los razonamientos están sumergidos en un mar de ecuaciones absolutamente
abstruso para el que esto escribe, no hay por qué negarlo. Así que para acabar de
entender las pretensiones de la obra recurro al mismo tiempo a sus desarrollos
posteriores en artículos en la revista Stendek y a la versión digerible de aquel trabajo
incluida en el libro que Guasp escribió conjuntamente con Vicente J. Ballester
Olmos Los OVNIS y la ciencia2, donde aparecía una versión de la Teoría de procesos
depurada de las afirmaciones más “naif” que el original contenía.
Partía Guasp del supuesto, ya bastante obsoleto en su momento, de que, de ser
cierto el ciclo bianual de las oleadas, los ovnis podrían tener un origen marciano
(ver Buelta y Rey Brea). Si una civilización más avanzada que la nuestra no
dependía de nuestras limitaciones técnicas para el viaje espacial, podía esperarse
una traslación instantánea de sus naves y en una trayectoria rectilínea. Siendo esto
así, no debería esperarse que las oposiciones de Marte facilitasen información sobre
la época de las apariciones ovni, sino más bien acerca del lugar de las mismas.
Cuando Marte se encontrase visible en el hemisferio austral, sería ésta la zona
terrestre en la que debería esperarse que se produjera una oleada de ovnis, de
manera que, invirtiendo el razonamiento, el estudio de los lugares de aparición de
ovnis podría desvelar el lugar de su procedencia. Aplicando este supuesto al planeta
Marte con la casuística conocida, los resultados eran negativos; en consecuencia, las
trayectorias de los ovnis se desviaban de las trayectorias primarias. Al ser el
fenómeno ovni eminentemente nocturno esto significa que los avistamientos se
localizan en la zona de la Tierra orientada al espacio exterior, opuesto al Sol. De
ello Guasp extraía la curiosa deducción de que, asumiendo la hipótesis de los
desplazamientos instantáneos de los ovnis, éstos debían proceder del espacio
exterior, por lo que la naturaleza nocturna del fenómeno era consecuencia directa
de su origen extraterrestre.
Otro supuesto igualmente arriesgado decía que, siendo la probabilidad de vida
extraterrestre máxima en el centro galáctico (supuesto erróneo, según los
exobiólogos), sería de esperar una oleada en los meses del año en que el centro
galáctico está en el cielo nocturno, ya que el fenómeno es nocturno. De acuerdo
con ello, la frecuencia de observaciones debe aumentar en el verano y ser máxima
en otoño. El autor se prevenía contra el necesario fracaso de la predicción
aduciendo que la muestra estadística de casos ovni era insuficiente para la
verificación.
Considerando las direcciones de vuelo de los ovnis, o de aparición y
desaparición, podían trazarse vectores suma de estas direcciones. En la hipótesis
procesal los lugares de aparición de los ovnis son consecuencia de las propias
direcciones de vuelo de estos objetos. Una observación ovni no sería una
manifestación aislada, sino en relación con otras, pues, en opinión del autor, una
oleada es una estructura ordenada. Guasp daba por hecho que la mayor parte de
las apariciones ovni se producen en direcciones puras, como Este-Oeste. En
respuesta a estas pretensiones de Guasp, es preciso destacar lo poco significativo de
los resultados por encima de lo esperable por azar, siendo así que una depuración
de los casos falsos haría desaparecer cualquier resultado.
La Teoría de procesos es un valioso ejercicio de teorización matemática, pero, en
mi opinión, de escasa utilidad para vislumbrar la solución al problema OVNI. La
técnica matemática no le concede más cientificidad a este trabajo de la que tienen
sus argumentos desnudos, que en último término son especulaciones encadenadas, y
que parten de bases anticuadas, como el origen marciano de los ovnis. En los
términos en que está planteada la teoría de procesos, no se sostiene ante una mirada
escéptica del fenómeno ovni, y su importancia pienso que se debe más al prestigio
casi de culto que ganó en su tiempo entre la ufología científica por el método
empleado que por su capacidad para alcanzar resultados palpables en sus
pretensiones predictivas (aunque entonces era mejor alabarla que decir que no se la
entendía).
METODOLOGIA DE LA UFOLOGIA
felicidad. La opinión de Adell era que «la mentira es el sueño en vigilia de los
desheredados» (!), prejuicio que imponía un cierto sesgo a las conclusiones.
Vicente Juan Ballester Olmos, mejorando otras elaboraciones anteriores de los
mismos conceptos, propuso en Los OVNIS y la ciencia 9 una serie de factores
indicadores de la extrañeza, que eran, en orden creciente: apariencia anómala,
existencia de movimientos anómalos, aparición de incongruencias físico-espaciales,
seguimiento tecnológico, encuentro cercano, presencia de seres asociados con el
OVNI y hallazgo de huellas o producción de efectos. Aunque Ballester intentaba
evitar el prejuicio de hacer de este valor simplemente una medida de la complejidad
de un suceso, es discutible que unas huellas encontradas en un campo sean más
extrañas que la visión de una luz con movimiento anómalo, por poner un ejemplo.
De la misma forma, algunos casos con presencia de seres pueden tener
explicaciones muy simples.
El factor credibilidad se basaba, para Ballester, en seis elementos que servían
para valorar el testimonio: 1) Número de testigos. 2) Profesión/ocupación de los
testigos. La valoración más baja era para estudiantes hasta COU, obreros,
campesinos y amas de casa, y la más alta para graduados universitarios y militares.
3) Relación interpersonal entre los testigos. 4) Relación geográfica entre los testigos.
Evidentemente, testigos desconocidos entre sí y lejanos uno del otro ofrecían
valores más altos. 5) Actividad a la hora de la observación, con un valor máximo
para la actividad laboral. 6) Edad de los testigos. Valor máximo para edades entre
35 y 64 años. Evidentemente, una valoración así depende del criterio personal del
investigador.
Para completar la cuantificación de un caso era preciso conocer también la
fiabilidad de la fuente informativa, así es que Ballester creó el concepto de índice de
calidad de una información OVNI, suponiendo un índice alto para la entrevista
directa con el testigo e inferiores para otras fuentes indirectas, como podría ser la
conversación telefónica, la obtención de los datos por medio de cuestionario, por
carta, etc.
Yendo más allá, el investigador buscaba llegar a un grado de certeza global de
un caso OVNI que conjugase todos los valores parciales, para lo cual elaboró el
concepto de certidumbre, un valor matemático que representaría globalmente la
veracidad e importancia de un fenómeno. Se componía como producto de tres
factores: calidad, extrañeza y credibilidad, expresándose en tanto por ciento sobre
la unidad, de forma que un caso con valor 1 tendría una certidumbre máxima.
El investigador norteamericano Willy Smith, autor de la base de datos más
importante sobre el fenómeno a escala mundial, que lleva el nombre de UNICAT,
sometió años después a comparación este sistema de cuantificación de la
observación ovni con el establecido para UNICAT por Hynek-Smith 10. Smith
Cuando una protociencia comienza a dar sus palos de ciego suele apoyarse en
la inferencia estadística para insuflar una dosis de cientificidad a los prejuicios de
los proto-investigadores. Para quien piense que esta frase es excesiva -que puede
que lo sea- recomiendo la lectura de un libro revelador sobre la manipulación de la
que ha sido objeto la estadística por parte de científicos de toda laya para dejar
sentados como pruebas científicas sus prejuicios ideológicos: La falsa medida del
92 Ignacio Cabria García
13 Ramírez y Barberó, T. “Consideraciones sobre la distribución en el tiempo de avistamientos O.V.N.I.S", Stendek, nº35,
marzo 1979.
14 Los OVNIS y la ciencia, pag. 217.
15 Actas del I Congreso Nacional de Ufología. Ponencias técnicas, Edita CEI, Barcelona, 1978.
94 Ignacio Cabria García
16 “Análisis de la distribución de la casuística ibérica a lo largo del año (periodo 1951-1977)”, Stendek, nº 38,
diciembre 1979.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 95
17 “¿Tienen relación los avistamientos OVNI con la población?”, Stendek, nº 27, marzo 1977.
18 “¿Los aterrizajes tienden a producirse en zonas poco densamente pobladas?”, Stendek, nº 29, septiembre 1977.
19 “Bases para una modelación teórica del fenómeno OVNI”, Actas Técnicas, edita CEI. Barcelona, 1978.
20 “A propósito de la distribución de las observaciones OVNI”, Stendek, nº 30, diciembre 1977.
96 Ignacio Cabria García
P2i=e-40/Hi
entre ambos hechos era azarosa. El estudioso francés Pierre Vieroudy, en su libro
Ces OVNI qui annoncent le surhomme (1977), había realizado una estadística del
mismo tipo obteniendo un coeficiente mucho mayor, que indicaba una correlación
clara entre el paro y las visiones de OVNIS. ¿Significaba esto que los estados de
depresión económica y de angustia social provocaban las visiones de OVNIS?
(Como bromeó el periodista Amilibia, si la relación con el paro era cierta, España
estaba por convertirse en una potencia observadora de ovnis).
Llevando ya al límite la manía estadística, Ramírez y Barberó tuvo la humorada
de buscar correlaciones entre los ovnis y ¡el consumo de vino! El resultado del
estudio fue que era una pérdida de tiempo, porque no había relación ninguna,
como todo el mundo sabía de antemano25.
Estudios como los que he resumido en este capítulo no son bocado apetecible
para lectores medios, ni por consiguiente para las editoriales, y viceversa, de
manera que su difusión se ha visto restringida a un puñado de especialistas
mientras que los libros-basura sobre los ovnis se editan sin dificultades y se venden
por decenas de miles. La nefasta influencia sobre la opinión pública que este sesgo
en las preferencias de los editores produce es la más visible consecuencia de tal
política editorial, pero no la única. En nuestra cultura lo que no se publicita no
existe, así que queda fuera del alcance incluso de aquellos de quienes podría llamar
la atención, es decir, tanto científicos en general como de los mismos ufólogos. El
hecho comprobable es que trabajos como el que he comentado no han originado
una influencia sobre la ufología posterior.
Se ha dicho ya que la década de los setenta constituyó el período más fructífero
para la investigación estadística, que es casi tanto como decir la ufología científica en
general, pero ello no debe equivocarnos. Como se puede advertir por el resumen
anterior, la investigación estadística se debió fundamentalmente a cuatro autores:
Ballester Olmos, Ramírez y Barberó y sobre todo el tándem Ares-López. Retirados
parcialmente de la ufología los tres últimos desde el año 1980 aproximadamente, es
lógica la crisis en este campo, que no ha contado con fuerzas renovadas.
1 El estudio sociológico de Cantril, que se tituló La invasión desde Marte, fue publicado en España por Revista de
Occidente en 1942.
2 Original de 1919. Hay traducción española: El libro de los condenados, Ed. Petronio, Barcelona, 1976.
3 Original de 1923. Traducción española: Nuevos Mundos, Ed. Posada, Méjico, 1985.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 103
Hemos visto ya cómo en 1949, dos años después del avistamiento por Kenneth
Arnold de los nueve discos brillantes, Donald Keyhoe fue el primero en exponer
públicamente la hipótesis de que los platillos volantes fuesen naves exploratorias
procedentes de Marte, hipótesis que gozó inmediatamente de gran popularidad. Me
remito aquí al capítulo 1 para conocer los detalles de esta propuesta en sus autores
españoles, iniciada por Eduardo Buelta , Manuel Pedrajo, Marius Lleget, Antonio
Ribera y Fernando Sesma, principalmente. Los seres de la fantasía, los monstruos y
los bárbaros han habitado siempre en las fronteras del alcance humano, y los
extraterrestres no son una excepción. Marte era la frontera del conocimiento
astrofísico en los años cincuenta, pues poco se sabía de los planetas más lejanos.
Cuando sacar un cohete de la órbita terrestre resultaba aún un proyecto casi
fantástico, hablar de un origen estelar para los platillos volantes tenía que sonar a
los especialistas a ciencia-ficción. Pero la hipótesis marciana no resistió al cambio de
década y a la rapidez de la innovación de los conocimientos científicos sobre el
sistema solar. Cuando el Mariner 9 nos trajo a casa las primeras imágenes de una
superficie de Marte desértica la hipótesis del origen marciano resultaba ya
anticuada. Los ufólogos jóvenes se atrevían a especular con traslaciones de las
naves más rápido que la velocidad de la luz o el viaje de civilizaciones enteras en
“naves arcas”, que podrían perpetuarse a través de generaciones como en un “arca
de Noé”. El modelo venía dado por una novela de ciencia-ficción de Brian Aldiss
titulada Non Stop y otra española que venía a ser una imitación de la anterior: La
Nave , del escritor español Tomás Salvador, que hizo sus pinitos en el género. En
los años sesenta y setenta los investigadores de los ovnis sentían una preocupación
común por conocer el origen de las naves que nos visitaban, pero esta
preocupación ha decaído con el tiempo junto con el interés general por la
astronáutica y el espacio, al mismo tiempo que las hipótesis se hacían más
complejas. El éxito de la hipótesis extraterrestre hasta hoy mismo hay que atribuírlo
a que llegaba en un momento clave del desarrollo de la civilización occidental, en
que se miraba al espacio como el próximo objetivo de las conquistas humanas tras
el dominio del aire por la ingeniería aeronáutica. Si la conquista del espacio era la
consecuencia lógica del afán del progreso, el contacto con civilizaciones
extraterrestres venía a ser la contrapartida de la extensión de nuestra humanidad a
escala cósmica.
La hipótesis extraterrestre simple (H.E.T.), que los americanos llaman con un
poco de chacota de “tuercas y tornillos” (nuts and bolts), ha sostenido hasta hoy
mismo que los ovnis son naves interplanetarias pilotadas por entidades humanoides,
y hasta bien entrados los años setenta se puede decir que fue la única posibilidad
contemplada por los investigadores para explicar el fenómeno. De acuerdo con su
propia lógica, la H.E.T. era la que dejaba menos cosas por explicar de la masa
104 Ignacio Cabria García
LA PARAUFOLOGIA
8 “Algunas consideraciones sobre la naturaleza del fenómeno OVNI”, Stendek, nº 21, septiembre 1975.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 107
La escuela psico-sociológica
El psicólogo suizo Carl Gustav Jung se ocupó de los ovnis en una obra de los
últimos años de su vida: Un mito moderno sobre cosas que se ven en el cielo18. Para
Jung la fuente de estos “rumores visionarios” era una tensión afectiva que tendría su
causa en la situación de apremio colectivo que se vivía por la guerra fría y por el
aumento de la población. Las visiones se originarían en casos de disociación entre los
criterios y enfoques de la conciencia y los opuestos contenidos del inconsciente. Al
no cobrar el sujeto conocimiento de éstos y no reintegrarse en la conciencia, se
expresarían en forma de ilusiones, de proyecciones lanzadas al cielo. La forma del
ovni, como símbolo, era asimilado al mandala, “círculo ordenador que abarca la
totalidad psíquica”. Los ovnis eran, pues, para Jung vehículos de una representación
arquetípica de contenidos del inconsciente colectivo, de un “rotundum” que expresa
la totalidad del individuo. La obra de Jung ha sido la piedra angular sobre la que ha
girado la especulación psicosociológica. Sus tesis han sido apropiadas por los nuevos
autores a veces de una manera mecánica y con poco espíritu crítico. Personalmente
encuentro que el análisis basado en los arquetipos pierde de vista la historia y las
significaciones que en la historia toman las figuras del imaginario colectivo. Acudir a
los símbolos alquímicos para encontrar el significado de la forma del platillo volante,
como hizo Jung, es renunciar a las raíces que la forma redonda hunde en las figuras
creadas por la ficción a partir de los inventos como el globo y el dirigible. Ya señaló
Meheust19 que las naves de la ciencia-ficción de principios de siglo fueron herencia
de los descubrimientos de la época simplificados en su estructura. Por otra parte, la
representación inconsciente del mandala, más que ser una interpretación del ovni es
un desarrollo de él que necesita su propia explicación, pues lo mismo nos da decir
que el ovni significa un círculo que lo contrario, y queda sin explicar la lógica de tal
relación asociativa. En mi opinión la concepción holista (totalizadora) de Jung se
escapa de un análisis crítico, pues acude a entes como el inconsciente colectivo que
están más allá del mundo sensible. Se despuebla el universo de dioses extraterrestres,
pero se crea con esta hipótesis organicista un nuevo ente: inconsciente colectivo, que
resulta en una nueva reificación, es decir, en la conversión de una idea en un ente
con su propia naturaleza.
La autoridad de Jung ha sido ampliamente seguida por los proponentes de
hipótesis de tipo psicosocial, que son una nueva aportación de algunos estudiosos
de los años setenta.
En 1977 llegaba a la ufología francesa el terremoto de Michel Monnerie.
Empezando con Et si les OVNI n’existaient pas? (1977) y terminando con Le naufrage
des extraterrestres (1978), Monnerie arrojaba una explicación para el fenómeno OVNI
18 En español, Sobre las cosas que se ven en el cielo. Editorial Diana, Méjico, 1961.
19 Sciences Fiction et soucoupes volantes, Ed. Mercure, Francia 1978.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 111
20 “Reflexiones en torno a las observaciones de OVNIS en 1950”, Stendek, nº 27, marzo 1977.
21 Stendek, nº 30, diciembre 1977.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 113
T
ras la gran oleada de ovnis de 1968 y 1969 el tema se había enfriado en
los medios de comunicación y las naves extraterrestres parecía que se
habían retirado a sus cuarteles de invierno. Hubo una tregua en el
número de casos y en la publicidad sobre el particular. Pero el tema ovni era ya un
mito popular y de tanto en tanto veíamos aparecer un reportaje en la prensa diaria o
semanal. Pueblo sacó siete capítulos de un serial titulado “Tras las huellas de los
extraterrestres” en febrero de 1971, y en junio de 1972 La Gaceta del Norte presentaba
otro firmado por Fernando Mújica: “Los invasores están ya aquí”. Hasta Fuerza Nueva,
la revista de la ultraderecha tramontana española, prestó atención a los ovnis en el
número correspondiente al 29-9-73 en un artículo titulado “¿Qué o quienes están
detrás del “boom” de los extraterrestres?, en donde, con su proverbial paranoia,
nuestros ínclitos fachas nos venían a decir que los ovnis eran un montaje de los
servicios de inteligencia de las grandes potencias, que el tema no era más que pura
evasión y que «recurrir con frecuencia y prolongadamente a la evasión, aficionarse a
la ciencia-ficción, a los extraterrestres, degenera en desertar del orden establecido y
sostenido por Dios...» Ahora resultaba que los ovnis eran subversivos. Perdonen, pero
no puedo evitar transcribir una perla más del artículo: «Donde falta el enraizamiento
en lo concreto, desaparece bien pronto la aptitud para elevarse en la vida espiritual».
En el mes de marzo de 1974 se abate de pronto sobre España lo que los
anglosajones han llamado un “flap”, es decir una oleada de ovnis de corta duración,
que contó con amplia cobertura periodística. Todo comenzó más o menos así: el
día 20 de marzo al mediodía un viajante de comercio llamado Adrián Sánchez llega
al puesto de la Guardia Civil de la localidad sevillana de Castillo de las Guardas y
afirma visiblemente excitado que acababa de toparse con un objeto volador en
forma de puro de enormes dimensiones, de 150 a 200 metros, del color del
aluminio, del cual salieron tres discos más pequeños, uno de los cuales siguió a su
automóvil durante unos 15 minutos. Apenas unas horas más tarde, en la madrugada
del 21 de marzo se producía otro de los casos clásicos de la historia de los ovnis en
116 Ignacio Cabria García
1 Ambos sucesos fueron publicados por la prensa diaria y han sido recogidos en infinidad de revistas ufológicas. Ver un
resumen del caso y la recopilación de las fuentes en Ballester y Fernández. Enciclopedia de los encuentros cercanos con
OVNIS. Plaza y Janés, 1987, pp. 219-221 y 230-233.
2 El caso fue inicialmente dado a conocer en el diario El Norte de Castilla del 24 de julio de 1975 y posteriormente, ha
sido publicado en numerosas revistas y libros. Ver fuentes en Ballester y Fernández, op. cit. pp. 157-169.
4 Los diferentes avistamientos, motivados por un único fenómeno, han sido investigados y recogidas todas las fuentes
periodísticas y demás en el monográfico de Manuel Borraz “Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios”.
Cuadernos de Ufología monográfico nº 1, 1992.
5 Datos extraídos de “Treinta años de literatura OVNI en España (1950-1980)”, de Juan Antonio Fernández Peris,
apéndice a la obra de Vicente Juan Ballester Olmos Investigación OVNI (Plaza y Janés, 1984).
Pomaire publicó una de las obras de Donald Keyhoe, Los desconocidos del
espacio (1974), y poco después esta editorial desaparecería entre la nostalgia de los
viejos aficionados, que habían visto editados en ella algunos de los clásicos de los
años sesenta. Quedaba así Plaza y Janés como la editorial especializada en lo oculto
y lo paranormal con su colección”Otros mundos”. En su fondo encontramos
algunos títulos de interés en nuestro campo, como Pasaporte a Magonia, de Jacques
Vallée, Platillos volantes aquí y ahora, de Frank Edwards, o El viaje interrumpido,
de John Fuller. No mucho para una colección de más de cien títulos, dominada por
los libros basura. Repasando lo publicado en estos años de avalancha editorial la
impresión que queda es la de que nuestro país debía de ser un desierto cultural,
porque un buen porcentaje no pasa de recopilaciones de casos sin el más mínimo
análisis ni sentido crítico, otra parte está dedicada al contactismo y nos queda, como
único material con interés editado en este período, los libros de información seria
sobre el fenómeno en Francia debidos al periodista Jean Claude Bourret, publicados
en A.T.E., y sobre todo OVNIS. El fenómeno aterrizaje de Vicente Juan Ballester,
editado por Plaza y Janés. Como documentación para el análisis cabe citar dos
libros con documentos oficiales americanos conseguidos gracias a la Ley de Libertad
de Información aprobada en Estados Unidos en 1977, recopilaciones hechas por
Andreas Faber Kaiser: OVNIS: el archivo de la CIA. Documentación y memorandos y
OVNIS: el archivo de la CIA. Informes de avistamientos9. Un tercero, que iba a
titularse OVNIS: archivos americanos. Documentos militares y de Inteligencia, quedó
sin publicar por causa de la crisis editorial en que se entraba en aquel instante. Es
todo lo que se puede destacar de este período. Triste panorama, sobre todo si
pensamos que por el mismo tiempo se habían realizado algunos trabajos científicos
que aportaban avances significativos en el conocimiento del fenómeno ovni, y que
no se publicaron más que en ediciones restringidas para los ufólogos, como fue el
caso de Bases para una modelación teórica del fenómeno ovni, de Félix Ares, David
G. López y Angel Salaverría.
Existe un trabajo recopilatorio en forma de listado de toda la bibliografía
ufológica publicada en España hasta 1980, firmado por Juan Antonio Fernández Peris,
y que lleva el título de “Treinta años de literatura OVNI en España (1950-1980)”10.
Acompaña a los títulos una crítica reducida a tres valores: rechazable, escaso
interés/desfasado y recomendable, y una clasificación de los libros por su carácter
descriptivo, general o científico. Veamos los resultados de la estadística de
publicaciones: señala ésta un aumento sustancial de las ediciones sobre ovnis entre
1964 y 1969, un descenso posterior y una explosión editorial entre 1975 y 1980, con
74 libros diferentes editados, sin contar los títulos de tema “astroarqueológico”, que
fueron infinidad. Como señala Fernández Peris, la superioridad numérica de las obras
carentes de interés es abrumadora. En un intento por comparar las ediciones sobre
ovnis con las tablas de casuística por años, se concluye que «las oleadas de
observaciones OVNI se producen independientemente del número de ediciones de
libros sobre OVNIS. En otras palabras: una mayor cantidad de información OVNI en
el mercado editorial no genera “oleadas” de avistamientos, como los más escépticos
pudieran haber supuesto» (p. 296). Uno diría al ver las dos tablas que Fernández Peris
nos presenta, la de casos y la de libros, que los números no son tan diferentes entre sí
como él pretende. Si me viera obligado a valorar por mi parte este trabajo diría que
“recomendable”, pero no gustaría de sujetarme a una valoración tan simple. Estando
en general de acuerdo con el criterio de calificación de la bibliografía compilada, hay
libros rechazables o desfasados que tienen para el investigador social un interés
mayor que otros libros científicos porque referencian como ninguno las características
del mito, y tienen por ello un gran valor como fuentes de estudio antropológico. Así,
por ejemplo, cualquiera de los libros de Antonio Ribera.
cargo de Joaquín Grau. Aprovechando la moda ovni del año 1979 se editaron unos
fascículos con el mismo título presentados también por Jiménez del Oso. Al mismo
tiempo se vendían en los kioskos los fascículos presentados por la otra estrella de
las “paraciencias”, ésta de la radio: Antonio José Alés. Llevaron por título Más Allá
de la Medianoche, por hacer referencia a su programa en la SER. Y aún había una
tercera colección de venta en kioskos bajo el título de Mundo Sobrenatural11 más
dedicados a otros temas.
Contactos Extraterrestres ha sido la única revista comercial especializada
exclusivamente en el fenómeno ovni que ha existido en España desde aquel
proyecto fallido de Ovni, en 1969. Contactos nació en julio de 1979 editada por
INAPP, pero su trayectoria, que empezó con empuje e interés bajo la dirección de
Enrique de Vicente, pronto se fue hundiendo en la mediocridad de las
reproducciones de su homónima mejicana al abandonar Enrique Vicente la revista
por la falta de seriedad empresarial de los editores, para desaparecer en 1981.
Akhenaton fue una revista original en el mercado de las paraciencias. Editada desde
Tenerife en 1980 por el seguidor de los contactos ovni Francisco Padrón, se
orientaba principalmente hacia el problema de la experimentación del contacto
extraterrestre de tipo místico y su filosofía. Coincidió con un período de recesión
del tema a nivel popular y su vida fue muy corta. Todavía en 1980, aprovechando
los últimos coletazos de la obsesión de los extraterrestres, que ya se extinguía,
aparecieron unos fascículos de Juan José Benítez recogiendo casos bien ilustrados
de fotografías: El mundo de los OVNIS12.
Al lado de éstas, aparecen otras publicaciones de difusión más restringida.
Vimana, editada por el CIOVE de Santander y dirigida por Julio Arcas, es la primera
revista de un centro de aficionados que consigue una presentación atractiva y
moderna, aún siendo de distribución por suscripciones. Tuvo unos comienzos
modestos, pero su trayectoria fue ascendente, sobre todo tras convertirse en el
medio de difusión de la Coordinadora de Estudios sobre el Fenómeno OVNI. Sólo
se editaron 8 números de periodicidad trimestral. De forma silenciosa, el boletín del
Centro de Estudios Interplanetarios de Barcelona, Stendek, iba camino a finales de
los años setenta de alcanzar los 1200 suscriptores, cifra casi insólita para lo
espartano de su presentación y contenido.
Nunca antes se había conocido una competencia igual como en el bienio 1978-
79: las revistas comerciales por llevarse el mercado, los centros investigadores por
captar nuevos socios. El CEI de Barcelona se aproximaba a los 200 socios, una cifra
récord para una agrupación con un enfoque tan racionalista, y los otros centros
veteranos casi alcanzaban el centenar de asociados. Se percibía en el ambiente una
pasión por el fenómeno ovni y una aceptación generalizada por la posibilidad del
contacto final con una inteligencia extraterrestre, que parecía cada vez más cercano.
11 Ediciones Base.
12 Riego Ediciones.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 121
En 1977 se estaba dando lugar a un fenómeno social nuevo: las visiones de ovnis
en concentraciones en masa. Por el mes de septiembre los habitantes de los
alrededores de la localidad oscense de Loarre subían cada noche al monte Pusilibro
para asistir a la aparición de luces en el cielo. Los miembros del grupo ufológico
catalán IIEE “peinaron” la zona en busca de informaciones de avistamientos,
estableciendo un “campamento” para la observación del cielo, al tiempo que otros
aficionados se apostaban en el lugar para pasar noches en vela en espera del
preciado trofeo de una fotografía ovni. El diario El Caso del 8 de octubre publicó un
artículo titulado “Ovnimanía en Huesca”, donde se recogieron diversos testimonios de
avistamientos y una serie de fotos de luces de formas cambiantes, y La Nueva España
de Huesca publicó algunas de las tomas conseguidas por aficionados. El 2 de
noviembre el corresponsal en Huesca del IIEE conseguía una impresionante secuencia
fotográfica en color de un objeto en forma de puro en el que entraba un objeto más
14 Los testimonios recibidos fueron clasificados y publicados por Enrique de Vicente, asesor del programa, en el artículo
“¿Acudieron los ovnis a la cita?”. Contactos Extraterrestres, nº 9, 1980.
124 Ignacio Cabria García
15 “Los gigantes de Gáldar y los avistamiento canarios”. Cuadernos de Ufología, monografía 1, Santander, 1992.
16 Levante, Valencia, 21-1-1980.
17 Plaza y Janés, 1980.
126 Ignacio Cabria García
los ovnis, como Bermudas, base secreta de los ovnis23, de Jean Prachan, y hasta un
libro crítico con lo que parecía obligado binomio triángulos-ovnis debido a un
desconocido Ernesto Alonso Fernández. Se tituló Los ovnis y el triángulo de las
Bermudas: un mito24, título prometedor pero nada más, pues estaba muy mal
informado. Menos mal que vino David Lawrence Kusche ya en 1975 con un libro
desmitificador de todo este tinglado comercial, un estudio metódico y racionalista
que, milagrosamente, fue editado en España: El misterio del triángulo de las
Bermudas solucionado25. Kusche se limitó a desmontar uno por uno los casos de
Berlitz acudiendo a las fuentes informativas originales, como compañías de seguros
y navieras, para concluir que las pretendidas desapariciones misteriosas habían sido
debidas a causas perfectamente naturales. Aún así la leyenda de los triángulos no se
acabó ahí, qué va.
ASTRONAUTAS DE LA ANTIGUEDAD
conocimientos astronómicos de los antiguos, para sus mitos y religiones. Eran los
momentos del huracán provocado por el libro de Immanuel Velikovsky Mundos en
Colisión, una teoría heterodoxa sobre la creación del mundo llena de desaciertos
científicos, pero que ha atraído seguidores y detractores apasionados durante
décadas, teoría que se dió a conocer en España en el Selecciones del Reader’s Digest
de junio de 1950. En el Selecciones de octubre de 1952 apareció un condensado de
Life sobre los discos voladores y sus antecedentes históricos. Allí se citaba ya a
Charles H. Fort, el visionario americano desaparecido en 1932 que denunció ante la
ciencia hechos “condenados” como imposibles: caídas de sustancias del cielo,
visiones aéreas, etc. que atribuyó a una civilización extraterrestre de la cual “somos
posesión”. En los artículos de Mateu Sancho para el semanario Destino y de
Fernando Sesma en el diario Madrid, que se han comentado ya, ambos en 1954,
había referencias a las observaciones de fenómenos astronómicos extraños durante
los siglos XIX y XX.
Semana dedicó varias páginas a comienzos de los sesenta a dar a conocer las
especulaciones de los sabios rusos Agrest y Kazantsev sobre una presencia
extraterrestre en el pasado. En la destrucción bíblica de Sodoma y Gomorra veía
Agrest una explosión nuclear provocada por seres de otros mundos para eliminar su
arsenal atómico, y en las terrazas de Baalbek un espaciopuerto de estos primeros
visitantes, que llegaron a nuestro planeta hace un millón de años. Según Agrest, en
los libros sagrados hindúes hay recuerdos de aeronaves que surcaban los cielos y
que brillaban como el fuego. Kazantsev, por su parte, pretendía que la Puerta del
Sol de Tiahuanaco, en Perú, fue construída por seres procedentes de un planeta que
existió entre Marte y Júpiter y que sufrió una destrucción termonuclear de la cual ha
quedado como rastro el cinturón de asteroides de nuestro sistema solar. Este autor
fue el primero en sugerir en 1946 que la explosión ocurrida en la Tunguska
siberiana en 1908 no fue debida a la caída de un meteoro, sino de una bomba
atómica. El tercero de los científicos soviéticos que consiguieron fama en occidente
con sus teorías heterodoxas fue Josif Shklovski, quien afirmó en 1959 que el satélite
de Marte Fobos era hueco y por tanto de origen artificial.
Las teorías sobre una presencia exterior en el pasado de la humanidad en los
términos en que las conocemos hoy, sin embargo, son fruto del nacimiento de la
nueva conciencia de los años sesenta. Pauwells y Bergier habían incluido un
capítulo en El retorno de los brujos sobre la posible existencia en el pasado de
civilizaciones avanzadas de las cuales no habría quedado rastro. En El gran enigma
de los platillos volantes, Antonio Ribera introducía un capítulo de “conexiones
míticas y protohistóricas” de los ovnis, como Quetzalcoatl, que después de haber
creado al hombre quedó en los mitos aztecas como el que trajo la civilización, o los
Ben-Elohim, Hijos de Dios, que se unieron a las hijas de los hombres para
engendrar a los héroes. El español Eugenio Danyans, antiguo miembro del CEI de
Barcelona y divulgador sobre los ovnis en la prensa, escribió un libro sobre la
interpretación extraterrestre de los mitos y los restos arqueológicos titulado Platillos
130 Ignacio Cabria García
no el disparate de Däniken de que las líneas son pistas de aterrizaje) son tenidas en
cuenta, incluso cuando se pretende un origen extraterrestre. Una introducción muy
valiosa a la arqueoastronomía en forma de recopilación de artículos sobre diversos
temas ha sido traducida en España de su original de 1983 con el título En busca de
las antiguas astronomías36, y en ella hay un capítulo de crítica de la obra de
Däniken, donde se destacan sus numerosos errores científicos.
prisa, dejando en tierra a uno de sus tripulantes. Un niño le ayudará a salir adelante
en un mundo hostil hasta que sus colegas vienen a rescatarlo. ¡Cómo habían
cambiado los conceptos sobre la vida extraterrestre! De los repulsivos seres babosos
o el adusto extraterrestre justiciero de los años cincuenta pasábase a aquellas
libélulas bondadosas de Encuentros en la tercera fase y a este tierno bufón E.T. Y es
que lo que había sucedido era una humanización del extraterrestre. Ya no sólo se le
atribuía inteligencia, sino también alma, sentimientos. E.T. era un ser lleno de
inocencia que no pretendía ni invadir ni estudiar la Tierra, sólo volver a “su casa”.
En plena moda ovni era lógico que las encuestas de opinión se dirigiesen a
este tema para conocer las creencias del público. ICSA-Gallup publicó en abril de
1979 los resultados de un sondeo 39, según el cual el 40,8 por ciento de los
encuestados creía en la existencia de los ovnis, el 41,5 por ciento no creía y el 17,7
no sabía o no contestaba. Los hombres tendían a creer más que las mujeres (43% y
39% respectivamente), y por edades se repartían de la siguiente forma: entre15 y 20
años creían el 68 %; entre 21 y 34 años, el 49%; entre 35 y 44 años, el 35%, y de
más de 44 años, el 29%. Las personas de nivel cultural y de estatus alto o medio se
mostraban más receptivas a la idea de los ovnis que las de nivel bajo, y resultaba
que esta clase de creencias era mucho más común en las grandes ciudades (53%)
que en los pueblos (28%). Un dato interesante de la encuesta se refería a la relación
entre creencias religiosas y opinión sobre los ovnis. Según ésta, la creencia en los
extraterrestres estaba en razón inversa a la práctica de la religión católica (católicos
muy practicantes, 32%), pero los practicantes de otras religiones y los ateos
alcanzaban un porcentaje de creyentes en los ovnis parecido y bastante elevado (56
y 57%).
Televisión Española realizó una encuesta para un reportaje, en el que se afirmó
que el 46% de los españoles creían que los ovnis eran extraterrestres, y dominaban
con mucho (52%) los que pensaban que eran pacíficos sobre los que los
consideraban bélicos (6%). En cuanto a su actitud hacia los humanos, un 27%
señalaba que son indiferentes, un 23% que nos observan y un 22% que intentan
comunicarse.
Con unos objetivos más amplios, la pareja Ares-Garmendia decidió llevar a
cabo una encuesta40 con una intención doble: conocer los contenidos culturales
asociados (la mitología) a la palabra OVNI e intentar descubrir alguna característica
peculiar de los creyentes en los extraterrestres. Se dirigió una encuesta a dos grupos
diferenciados: los interesados en el tema ovni (repartiendo cuestionarios en
conferencias sobre el tema) y el público en general (con una encuesta distribuida
40 Ares, F. y Garmendia, M.C. “Aspectos sociológicos ante el fenómeno OVNI”, Vimana, nº 5 y 6, 1979-1980.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 137
42 Ver Parra, J. “El caso Miguel Herrero Sierra. Análisis de un contacto”, Stendek, nº 38, diciembre 1979.
43 Ver Vicente, Enrique. “Examinado a bordo de un OVNI”, Contactos Extraterrestres nº 1, Madrid, 1979, y el capítulo
“Julio F.: el cazador cazado”, en Ribera, Antonio. Secuestrados por extraterrestres, Planeta, Barcelona, 1981.
nueva fase en la evolución, la de “hombre cósmico”, y que tal proceso esté siendo
controlado por lo que llamó “ovnis superiores”, es decir, aquellos que han
intervenido a lo largo de nuestra historia. Pierre Delval, en una línea semejante, veía
en los ovnis signos que nos permitirían presagiar un gran acontecimiento espiritual,
añadiendo que el hombre está mal adaptado a este movimiento que anuncia una
nueva era. Enrique Vicente destacó la importancia de un nuevo planteamiento sobre
el concepto de “realidad”, de nuestra imagen del mundo y de nuestra conciencia.
Planteó dos senderos posibles de involucrarse en el fenómeno ovni: el alienante de
la espera mesiánica con la necesaria imposición de una dictadura “cósmo-
jerárquica”, o la transformación interior, el despertar a una conciencia cósmica como
alternativa a la crisis de la Humanidad. La presentación del caso Julio F. estuvo
rodeada de gran aparato escénico, pues apareció en la sala a oscuras rodeado de
cuatro guardaespaldas y relató su experiencia vuelto de espaldas al público. Juan
José Benítez hizo una presentación de nuevos documentos del ejército español
sobre los no identificados, que fue duramente contestada por el periodista y ufólogo
Jesús Beorlegui acusando a Benítez de haber sacado provecho público de unos
documentos que le fueron entregados confidencialmente. Marius Lleget habló de las
posibilidades de vida en el universo, Florin Gheorghita analizó la fenomenología del
bosque de Cluj, en Rumanía, y Roberto Pinotti habló de los dossieres del
Departamento de Defensa italiano. François Louange explicó el funcionamiento del
proyecto de investigación oficial francés GEPAN, en el seno del Centro Nacional de
Estudios Espaciales. La opinión de Louange era que había que realizar
investigaciones científicas de carácter oficial en colaboración entre los distintos
gobiernos. El sector científico -Ballester, Ares, López, Salaverría- expuso los trabajos
que se comentan en el capítulo de la ufología científica.
En el mes de septiembre de 1979 se dió cita en Logroño toda la comunidad
ufológica hispana para otro I Simposio de Ufología (todos querían ser los primeros),
éste organizado por el grupo CRIFOP, con mayor contenido en las charlas de
pasillo que en las disertaciones desde el estrado, como siempre. Recuerdo una
anécdota sucedida durante la exposición de la psicóloga Amelia de Francisco, que
hizo una interpretación psicoanalítica del fenómeno ovni. Cuando estaba diciendo
que los platillos redondos eran símbolos de la sexualidad femenina y que los
objetos con forma de puro vistos durante la oleada francesa de 1954 eran símbolos
fálicos, proyectó una diapositiva y donde quería decir «aquí tenemos un ovni» dijo:
«aquí tenemos un pene...». El alboroto de la sala le hizo hasta subir los colores a la
conferenciante. Aprovechando alguna aburrida conferencia, se organizó una
reunión a puerta cerrada entre lo más granado de la ufología del país, sin divisiones
partidistas, experiencia que sirvió de acicate para futuras colaboraciones.
El CIOVE de Santander puso en práctica en 1980 una idea que en años
posteriores se ha convertido en una actividad divulgativa frecuente entre los grupos
de ufología: las Expo-OVNI, muestrario de toda la imaginería extraterrestre en
fotografías, maquetas y dibujos, además de documentos, libros y revistas.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 141
los terrestres serán llevados a otro planeta. Se basaba para ello en los comunicados
transmitidos por unos extraterrestres con los que estaba en contacto desde hacía
once años. En 1978 afirmó que una nave se había posado en el jardín de su casa y
le había recogido, como si fuese el expreso de las 2, junto con otros individuos de
diferentes nacionalidades para darse un paseo por nuestro satélite de turismo
cósmico. Sus extraterrestres eran, naturalmente, altos y rubios, se decían aficionados
a la lectura y el deporte y jugaban al futbol en su planeta2. Tenía por entonces
Foxter el proyecto de construir una “ciudad espacial” como refugio ante la tercera
guerra mundial que debía empezar en 1983, y había juntado un pequeño grupo en
torno suyo. En 1981 se supo por la prensa nacional que John Foxter había acabado
con sus huesos en la cárcel a raiz de una denuncia presentada por D. Facundo
Rivas por secuestro de su mujer y sus hijas, que se habían ido a vivir con el
contactado a una finca en Burgos. La mujer y las niñas estaban igualmente
contactadas con los seres del planeta Adrix, perteneciente a una lejana galaxia, de
ahí que Foxter, o Massana, fuese liberado sin cargos poco después. Estos problemas
no le arredraron para continuar difundiendo su mensaje 3. Casos como el de
Massana son conocidos por los psiquiatras, pues el creerse elegido por
extraterrestres es una de las formas que suelen adquirir los delirios paranoides.
Un caso para el estudio de la psiquiatría fue igualmente el de Joan Coll,
propietario de un bar en Sóller (Mallorca) a quien la prensa hizo popular allá por
1979 con titulares como “el loco de los ovnis” o “encuentros a la tercera copa”. Los 22
de junio, con motivo del “día de unidad planetaria”, organizaba sesiones nocturnas
para la emisión de amor y la espera de los ovnis, aunque los comentarios decían que
los únicos que emitían amor eran las parejas que se amparaban en la oscuridad. Coll
preparó la maleta y se despidió de su familia y amigos un día de 1978 porque una
platillo volante iba a llevárselo. Aunque en aquella ocasión no vinieron a por él, no
perdió la esperanza. En una ocasión, según sus declaraciones, salió solo de noche a la
montaña y una bola de luz naranja de 10 metros se puso sobre su cabeza4.
Aunque el delirio paranoide responde a muchos casos en que el sujeto se cree
elegido por seres de otros mundos para impartir una doctrina, no es capaz de dar
cuenta de la extraordinaria difusión de la creencia contactista en grupos y
movimientos y entre personas que muestran una personalidad no patológica y un
comportamiento normal en su vida ordinaria. Por ello creo que es necesario un
enfoque sociológico y antropológico para entender los procesos que tienen lugar en
el misticismo extraterrestre. Es necesario considerar el contactismo como una
actividad social, pues fundamentalmente se desarrolla en grupos de creyentes y
normalmente con escasas pretensiones de encuentros con lo maravilloso que
3 Antonio José Alés. “Se busca a John Foxter, de Adrix”, Interviú, marzo 1981. La mañana, Lérida, 23y 26 de abril y 8 de
mayo de 1981. Diario de Lérida, 23-4-81. Pueblo, 27 de mayo y 15 de julio de 1981.
5 El milenarismo fue una de las modalidades de la escatología del cristianismo primitivo, procedente de la apocalíptica
judía, según la cual Cristo, en su segunda Venida, instauraría un reino mesiánico sobre la tierra y reinaría sobre ella mil
años hasta la llegada del Juicio Final. Se ha dado en llamar milenaristas a todos aquellos movimientos sociales que
esperan una edad futura de felicidad, en que todas las injusticias serán reparadas y la muerte y la enfermedad abolidas.
El milenarismo predice una inversión del orden social y del orden natural en favor de un nuevo orden en el que los
desheredados serán dueños de la Tierra, pero este proceso vendrá por sí mismo, sin ningún tipo de acción
revolucionaria, pues se ve como inevitable. El milenarismo es, normalmente, escapista y quietista.
146 Ignacio Cabria García
Una de las primeras noticias que tuvimos en España sobre contactos de tipo
religioso, y además un caso extremo de escapismo milenarista, fue el que acabó en
el macabro doble suicidio de Tarrasa, en 1972. Al amanecer del 20 de junio de
aquel año la Guardia Civil recoge de la vía del tren los cuerpos decapitados de José
Rodríguez Montero y Juan Turu Vallés. La prensa dijo que en el bolsillo de una
chaqueta había una nota en la que estaba escrito: «los extraterrestres nos llaman.
Pertenecemos al infinito. WKTS 88». Algunos días después de que Marius Lleget
impartiera una charla sobre los ovnis en Barcelona, recibe una carta datada el día 19
de junio y firmada por estas dos personas, en la que dicen estar en contacto directo
con los extraterrestres, y terminan: «...somos unos extraños en este planeta. De ahí
que nos llaman, y que nosotros, identificados hace tiempo como amigos suyos,
partamos con la alegría más inmensa que jamás soñáramos. Nos dirigimos al Centro
Galáctico». Los suicidas habían anunciado también el triste final en otras cartas
parecidas remitidas al estudioso de los ovnis aragonés Amadeo Romanos. José
Rodríguez había sido el director de un grupo de contactados llamado Rasdi y
Amiex, de los que nada se ha llegado a saber6.
Sin llegar a este extremo, podemos encontrar múltiples variantes de contacto
extraterrestre. Como vía personal de acceso a la nueva divinidad que se configura
en el mito de los ovnis, el contactismo admite una gran variabilidad. ¿Cómo
encuadrar las experiencias conocidas en un conjunto ordenado? No puede utilizarse
un único criterio para su clasificación, y no conozco ningún trabajo en que se haya
emprendido un esfuerzo de clasificación exhaustiva. En primer lugar, el contacto se
puede clasificar, en cuanto a su contenido:
A) Por el lenguaje utilizado en el contacto (símbolos, escritura, lenguaje
hablado...)
B) Por el medio o “canal” de recepción de la información (cartas, telepatía,
habla, vaso, “escritura automática”, etc.).
C) Por el grado de comunicatividad o calidad de la información (desde
mensajes simbólicos incoherentes hasta mensajes complejos).
D) Por la naturaleza del mensaje (mensaje superficial, doctrina espiritualista,
mensaje apocalíptico, etc.).
E) En caso de mensaje mesiánico, por el grado de estructuración y variabilidad
de la doctrina revelada (esta estructuración es mayor en el caso de doctrinas
complejas).
Puede haber otros criterios que no tengan en cuenta sólo el contenido del
mensaje, sino otros, como el grado de participación en el contacto, es decir el nivel
activo o pasivo que se adopta ante él (UMMO fue el caso extremo de contacto
pasivo, no buscado), el grado de participación en un proyecto proselitista de
carácter mesiánico, el grado de organización y estratificación jerárquica en el seno
6 Un informe completo del suceso fue publicado por la revista Inframundo del CEADI de San Sebastián, nº 5,
noviembre-diciembre de 1972. Numerosos medios de comunicación recogieron la noticia en aquel momento.
Recientemente Manuel Carballal y Josep Guijarro han indagado en este suceso para reconstruir los hechos, en los que
pudieron estar involucradas otras personas. Ver su artículo “Tres mortal hacia Júpiter”. Año Cero, nº 9, abril 1991.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 147
de los grupos de contacto, etc. Pero este no es un trabajo sobre el contactismo, sino
una historia social, así que voy a poner unos pocos ejemplos de experiencias
contactistas que nos permitan conocer el fenómeno en España.
En el grado más bajo de implicación en el contacto, algunos grupos ufológicos,
como el CICE de Málaga, han salido al campo en observaciones nocturnas para la
acumulación de avistamientos ovni con una voluntad contactista solapada por una
presentación externa de observación científica (cámaras fotográficas, instrumental de
medición, etc.). Hace unos años este grupo decía llegar a ver hasta 17 ovnis en una
noche. Lo que observaban eran satélites artificiales, meteoritos y otros fenómenos
normales, pero para ellos se había tratado de una experiencia de lo maravilloso.
La observación nocturna realizada como un rito de confirmación de la
presencia de un poder de tipo religioso al estilo como la realiza Luis José Grífol
(ver capítulo 11) ha sido llamada contacto visual, ya que la visión de “ovnis” es la
reafirmación continua de una creencia de tipo religioso. En muchos casos se intenta
una comunicación con los ovnis mediante señales luminosas. En otros la
observación nocturna se hace abriendo canales de comunicación con el fenómeno,
es decir, se observa y se asiste al mismo tiempo a la espera de un mensaje por la
práctica de técnicas de comunicación unidireccional (sólo recepción del mensaje) -
como psicofonías7 y psicografía, también llamada “escritura automática”8 - o
bilateral (preguntas y respuestas) -como en la vasografía, realizada sobre la tabla
oui-ja9 -. También puede convocarse al fenómeno in situ con “ruedas energéticas”,
que consisten en la unión de las manos para unir todas las energías de los
presentes. Podríamos hablar en estos casos de observación activa.
Voy a referirme a un caso de observación ovni con práctica de contacto con
comunicación unidireccional: los sucesos de El Condesito, vividos -más que
investigados- por el veterano ufólogo andaluz Manuel Osuna y su grupo de
colaboradores en el área de Rociana, Huelva, y que voy a resumir por haber sido
considerado por algunos -desconozco por qué- el culmen de su trabajo. Noche del
25 de septiembre de 1974 por la noche. «La Luna estaba crecida; la noche, serena y
límpida, adormecía su madrugada en una sinfonía de grillos unánimes», comenzaba
Osuna su trabajo titulado “Safari de la voz perdida”10, como remedando al Cantar
de los siete infantes de Lara. Nuestro veterano, con otros trece compañeros, entre
7 Psicofonía : supuesto fenómeno parapsicológico que consiste en el registro espontáneo de sonidos en un grabador, y
que los creyentes en el fenómeno dicen ser voces que en la tradición espiritista se deberían a almas desencarnadas y
que en el contactismo ovni se han tomado como mensajes extraterrestres.
8 Psicografía o “escritura automática”: se sostiene un bolígrafo en la mano y se hace una relajación y concentración
dejando que la mano escriba sola. Unas veces la escritura se produce de forma involuntaria e inconsciente y otras es
hecha conscientemente, siendo el texto en este caso inspirado mentalmente por otra inteligencia.
9 Tabla oui-ja : es un círculo con las letras del alfabeto, entre las que se mueve un vaso boca abajo cuando un grupo de
personas se concentra colocando cada una un dedo sobre él. El movimiento del vaso de una letra a otra va
componiendo un mensaje, que supuestamente procede de seres extraterrestres. La vasografía es considerada por los
contactados más “evolucionados” una técnica inferior por no ser directa de mente a mente, sino que requiere de un
objeto intermedio. Algunos contactados piensan que con esta técnica se corre el riesgo de captar mensajes espúreos,
algo así como interferencias de otros entes perjudiciales.
10 No publicado.
148 Ignacio Cabria García
Hay múltiples variantes en la técnica del contacto, como hemos visto, pero su
finalidad es siempre la misma: una búsqueda de salvación espiritual, de
transcendencia. Para la mayor parte de los contactados, los extraterrestres han de
llegar para salvar a los elegidos, de modo que la vía que han emprendido es una
espera mesiánica.
Misión RAMA
13 Ver Faber Kaiser, Andreas. “Tefilo, el instructor que vino del espacio”. Más Allá, nº 18, agosto 1990.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 151
Fraternidad Cósmica
aplicarán los “mensajeros del Amor Cósmico” en caso de conflicto nuclear entre las
potencias terrestres, y que consistirá en la anulación del potencial ofensivo y la
absorción de toda forma de energía de nuestro planeta. Después nos enseñarán un
nuevo sistema de gobierno mundial de acuerdo con “Leyes Universales”. Se anuncia
también la segunda venida de Cristo, para la que ya se está formando, según se
dice, el pueblo elegido. Siragusa afirmó en una entrevista en directo en la primera
cadena de Televisión Española ser el embajador en la Tierra de los extraterrestres,
presentando la foto de uno de ellos llamado Adoniesis, un tipo de la séptima
dimensión, pero que parecía un gato de nuestra dimensión más pedestre.
Angel Franchetto, un italiano residente en España hasta su muerte, actuó como
el “cónsul en España de los extraterrestres” (así mismo dijo en una entrevista en
TVE), pues se pretendía representante de Siragusa , y sus cartas credenciales fueron
los libros Criticar es más fácil que dar trigo18, Los extraterrestres y nuestro futuro19 y
Los extraterrestres os hablan 20 . Como es natural, se creía programado, pero
“consciente”.
En 1988 la Fraternidad Cósmica mudó su nombre a Nonsiamosoli (que es
español sería “noestamossolos”), título de la publicación que editan en Italia. A
finales de 1989 Marcos Amadio, el representante en España de Nonsiamosoli,
transmitió el anuncio de Eugenio Siragusa de que en agosto de 1991 se iba a acabar
la vida sobre la Tierra. Un asteroide se acercaría a nuestro planeta y provocaría una
serie de desastres naturales en cadena, y todos pereceríamos menos los elegidos,
que se habrían guarecido en unas arcas en espera de las naves extraterrestres. En
Nigrán (Pontevedra) existe una comunidad de varias familias que siguen las
doctrinas siragusianas y que viven reunidas en espera del apocalipsis. Giorgio y
Filippo Bongiovanni, los italianos sucesores de Siragusa al frente del movimiento,
certificaron la predicción y comenzaron una campaña de difusión de ella en todos
los medios (la revista Nonsiamosoli se numeraba hacia atrás, y el número cero
coincidió con agosto de 1991). Llegada la fecha fatídica, nada sucedió, y su revista
se sigue editando, numerándose ahora hacia adelante. Como en otros fracasos
anteriores de este tipo de profecías, unos abandonaron desconsolados mientras
otros intentaron explicar el fiasco por un error de interpretación del mensaje.
A la doctrina de la Fratellanza Cósmica de Siragusa estuvo adherido en un
principio el grupo Adonai, que viene funcionando desde 1983 en el pueblo navarro
de Desojo al estilo de una de aquellas comunidades utópicas de hace algunos años,
y que tiran artesanalmente sus propias publicaciones. Empezaron editando el
boletín Adonai, en 1985 publicaron un libro titulado Angeles Ayer, extraterrestres
hoy y comenzaron la edición mensual de un nuevo boletín titulado Fraternidad
Cósmica, aparte de una serie de publicaciones con títulos como Iniciación solar o
21 Para mayor información sobre estos últimos movimientos, ver Sierra, Javier. Extraterrestres: dioses de una nueva
religión. Colegio Mayor Chaminade. Madrid, 1990, y el tomo 1 de la enciclopedia Más Allá de los OVNIS. Héptada
Ediciones, 1992.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 155
26 No publicado.
158 Ignacio Cabria García
28 “Mi mujer abandonó a sus hijos para vivir con la secta RAMA”. Jordi Corachán. Interviú , 4-7-1989.
29 Cabria, Ignacio. “Mesianismo y milenarismo en contactados con extraterrestres”. Antropologies nº 2. Asociación
Antropologies. Departamento de Antropología Social, Universidad de Barcelona, 1990.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 159
contacto es vivido por sus practicantes como una experiencia religiosa, y su rasgo
principal es el de tratarse de una vía personal de comunicación, por tanto de una
mística, que no requiere de la intermediación de especialistas religiosos. Por medio
de técnicas como la tabla oui-ja, la “escritura automática” o la comunicación mental,
algunas de ellas tomadas del espiritismo decimonónico, el creyente tiene acceso a
un mensaje personalizado, verbalmente explícito, susceptible de aportar elementos
nuevos al culto en ausencia de un control sobre la ortodoxia de la doctrina. Como
una mística, el contactismo consiste en una exaltación de la experiencia íntima y
una preferencia por el conocimiento intuitivo e inmediato.
El contacto con extraterrestres constituye un fenómeno de revitalización
religiosa, y como tal uno de sus rasgos es el rechazo del ritual tradicional y de las
instituciones religiosas, como la Iglesia Católica, de la que la mayoría provienen y
que han abandonado como respuesta al boato y a la artificiosidad. Han eliminado,
pues, los ceremoniales en busca de un desarrollo más completo de su personalidad
y una vivencia más profunda de su espiritualidad. Han erradicado los elementos
mistéricos y han construido una teoría “científica” sobre el cosmos en la que la
terminología de las ciencias (“vibración”, “energía”, “armónico”, “evolución”) se
mezcla con el espiritualismo en una lógica propia. Ignorando la teología, acuden
directamente a la Biblia como fuente de inspiración y conectan directamente con la
figura de Cristo, recogiéndose en un sentimiento como de cristianismo primitivo. La
tesis que en aquel artículo quería exponer era que el contactismo ha surgido como
respuesta a la modernización y secularización de la vida social.
El milenarismo extraterrestre
SOS a la humanidad, el contenido apocalíptico del mensaje de Sixto Paz era claro.
En el encuentro de los jóvenes peruanos con un extraterrestre al que se llamaba
comandante Antar Sherart, éste les muestra el mundo en un panel:
«Eran imágenes de un desierto. Todo parecía calcinado. Solitario.
»Y preguntamos mentalmente a Antar Sherart qué era aquello. El “comandante”
se volvió hacia nosotros y respondió:
»Lo saben. Esto es la Tierra...
»¿Nuestro mundo? Pero, ¿por qué?
»Porque una destrucción total y despiadada se está gestando en el corazón del
ser humano. Y ustedes mismos arruinarán su raza y su mundo. Y todo quedará
demolido. Será como caminar por el desierto. No habrá ciudades ni campos. Todo
será presa del egoísmo del hombre...»
Preguntado Sixto por Benítez sobre cuándo se sucedería aquello, responde:
»Ellos nos han dicho que en breves años se precipitarán los acontecimientos. Y
la constante amenaza de una guerra atómica pasará de pronto a convertirse en un
holocausto vertiginoso y sangriento. Todo ello, además, coincidirá con el paso del
cometa Halley, que influirá decisivamente en el cambio de posición del eje de la
Tierra. Y desaparecerán los actuales polos...»30
Entre estos grupos, unos predicen la catástrofe planetaria para una fecha fija y
otros la esperan en un momento indeterminado con la esperanza de la liberación.
Evidentemente la naturaleza suele ser inconmovible a las predicciones apocalípticas,
de modo que este tipo de profecías tiene que fallar cuando es prometida a un
plazo fijo. De acuerdo con el modelo de Festinger y colaboradores31, la “disonancia”
entre la predicción y los resultados no puede ser superada abandonando la creencia
debido al grave compromiso en que se encuentran con el sistema de creencias, por
lo que será más tolerable reducir la disonancia cerrando los ojos a la evidencia de
que la predicción no se ha cumplido, arguyendo que la fecha era errónea y que el
hecho se cumplirá más adelante.
En el universo cerrado a cualquier alternativa que proponen los contactados, el
sistema de creencias depende de la confirmación del elemento profético, y si éste
no se cumple es la visión del mundo en su conjunto lo que se tambalea. La
impugnación ataca el edificio de orden que han construido y la amenaza de caos
aparece con su carga de angustia. Peter Worsley 32 vió en la evolución del
milenarismo de los cultos “cargo” un desplazamiento a un futuro incierto de los
fines o bien una transformación de éstos para dar cuenta del fracaso de las
profecías. La forma como un movimiento milenarista suele evolucionar es
proyectando el inicial proceso físico del desastre anunciado hacia un nivel
espiritual, afirmándose que la transformación anunciada sucederá en el alma de los
30 Benítez, J.J. OVNIS: SOS a la humanidad. Plaza y Janés, 1975, pp. 155-156.
LA GRAN CRISIS
S
i en 1980 la casuística OVNI había descendido considerablemente de las
cotas alcanzadas en 1978 y 1979, en el año 1981 los centros investigadores
se encontraban con una sequía casi absoluta que no sólo tenía lugar en
España, sino en todos los países de la órbita occidental. Al empezar 1982 los ovnis
parecían haber desaparecido de los cielos, y algunos se preguntaban si se había
llegado a la extinción del fenómeno. Con el cierre en 1981 de las tres revistas
especializadas, Stendek, Vimana y Contactos Extraterrestres, el panorama de la
investigación ovni entraba bruscamente en una “edad oscura” y el mundo ufológico
era presa de una defección masiva en sus filas. Algunos de los que habían participado
más activamente en el desarrollo de la ufología salían por la puerta trasera
desmotivados por el repliegue general del interés por la temática, la parquedad de
medios y posibilidades de acción y la pobreza del balance de los conocimientos
teóricos alcanzados en tantos años de dedicación. Los que habían entrado
apasionadamente en la ufología con la secreta esperanza de ser testigos del paso
trascendental para la humanidad del contacto con una civilización extraterrestre, no
pueden por menos que sufrir una decepción por la desaparición del fenómeno,
cuando en 1979 se habían alcanzado unos niveles de euforia que habían hecho
pensar a algunos que iba a desvelarse el misterio de los ovnis. Los investigadores
veteranos que habían ido evolucionando en sus ideas desde la hipótesis extraterrestre
clásica hacia otras más matizadas, haciendo entrar “componentes psíquicas” y otros
sutiles conceptos, veían mermada su fe en tan vidriosas teorías. La desaparición de los
ovnis de las páginas de los periódicos paralelamente al decrecimiento del interés
popular por el tema parecía dar a entender que lo sociológico había jugado siempre
un papel mucho más importante de lo que ellos habían querido admitir. El hecho de
que muchos estudiosos se especializaran en el fenómeno ovni por una íntima
164 Ignacio Cabria García
Si exceptuamos a Antonio Ribera por su fama como histórico del estudio de los
ovnis, Vicente Juan Ballester Olmos es el representante por excelencia de la casta
ufológica, reconocido fuera de nuestras fronteras como “el ufólogo español”, así,
con título de exclusividad. Y a decir verdad, Ballester es como el ufólogo “de
guardia”, ese al que acuden los periodistas para saber sobre un caso espectacular,
como fue el fenómeno celeste contemplado desde buena parte de la península el 2
de febrero de 1988, que identificó como un bólido entrando en la atmósfera
terrestre, o para llenar un espacio escrito, radiofónico o televisivo sobre el tema que
le echen. Y es que el saber ufológico ballesteriano es enciclopédico. Aunque
con la misma claridad que el ángel se apareció a los pastores, de manera que, con
los rostros transfigurados por la emoción ufológico-etílica, corrimos a proclamar la
buena nueva. Arcas, con su conocida falta de protagonismo, propuso a Ruesga
actuar como coeditor desde Sevilla, acompañándolos en la cabecera un grupo de
editores asociados y colaboradores.
En diciembre de 1987 Julio Arcas daba a luz la publicación tan cariñosamente
pergeñada: Cuadernos de Ufología (2ª época), en formato libro, densamente
compuesta y con profusión gráfica. No soy en absoluto subjetivo si digo que CdU
es la mejor revista que existe hoy día en el mundo en cuanto a presentación y
cantidad de contenido. Ello es posible con tan magras economías como se sufre
gracias a que está compuesta íntegramente en ordenador,. Julio lleva a cabo toda la
labor de fabricación de la revista como si fuese un auténtico objeto de artesanía:
compone el texto, lo maqueta, hace las fotografías, edita y distribuye. Pepe Ruesga,
desde Sevilla, tiene a su cargo los contactos con el exterior, mientras que Matilde
González se ocupa de las funciones burocráticas desde la sede de Santander. La
calidad del contenido es más irregular que la del continente, pues al lado de
aportaciones originales -gran parte de ellas de autores extranjeros- se publican cosas
de nivel más modesto, ya que la política editorial es la de primar los trabajos de los
estudiosos españoles, y ya sabemos en qué penuria se mueve el estudio ovni en
España. Con todo, los artículos de calidad son los suficientes en cada número como
para hacer de CdU una publicación imprescindible a nivel internacional y una de
las 3 o como máximo 5, en mi opinión, que se editan hoy en el mundo con un
cierto nivel. Cuadernos de Ufología se ha convertido en el medio de comunicación
entre los estudiosos de habla hispana, entre ellos el mejicano Luis Ruiz Noguez con
artículos sobre fenómenos naturales y los argentinos Roberto Banch, especializado
en casuística humanoide, Alejandro Agostinelli, que colabora en diversos aspectos
psicosociales y como delegado de CdU en Argentina, y Luis Pacheco. Cada vez son
más los investigadores de otras áreas lingüísticas que cuentan con Cuadernos para
dar a conocer sus trabajos, como Hillary Evans (Reino Unido), Bronislaw Rzepecki
(Polonia), Willy Smith y Richard Haines (EEUU), etc.
La línea editorial no es rígida, sino abierta a posicionamientos diversos e
incluso opuestos, desde la más obtusa hipótesis extraterrestre al escepticismo
radical, de manera que hay que ser un funambulista para mantener el equilibrio
entre los forcejeos de unos y otros. La decidida neutralidad de los editores Ruesga y
Arcas les lleva a una alambicada ambigüedad en sus editoriales, aunque
privilegiando siempre una visión crítica del fenómeno OVNI. Casi podría decirse
que, a pesar de algunas concesiones al tradicionalismo ufológico, se trata de una
revista escéptica, con una atención nueva en nuestro país hacia los aspectos
psicosociales. El único handicap de Cuadernos es, ¡ay!, que está editada en
castellano, y nuestra lengua no es más que una curiosidad exótica en los medios
científicos y culturales. Y ya se sabe, lo que no se publica en inglés no existe.
Mientras que las publicaciones periódicas de los dos centros más importantes de los
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 171
2 Los artículos de Willy Smith en CdU nº 9-10 son “La saga de Gulf Breeze” y “La hora de la verdad”.
172 Ignacio Cabria García
para las mentes sugestionables, sólo realizó algunos trabajos de encargo en relación
con nuestro tema, y casi como un modo de superar la penuria económica que
sufrió hasta sus últimos días. Aunque los títulos de sus libros no nos digan nada de
interés o de novedad, retengamos en la memoria uno de ellos por lo menos como
obra digna de un buen profesional del periodismo. ¿Qué vió la mujer de Lot?3 fue
una incursión en los misterios terrestres del pasado y astronómicos de hoy escrito
con la amenidad y maestría que siempre caracterizaron a Marius Lleget.
Como bien dijo Antonio Ribera en su “In memoriam”4, Lleget supo hacerse
multitud de amigos que apreciaban su talante sencillo y afable y su falta de
empaque y pedantería. Escritor con alma de poeta. El planeta Marte era como la
utopía personal o el sueño no olvidado de la infancia, quién sabe, de una persona
que nunca la abandonó del todo quizá como antídoto contra la tragedia personal
que vivió en su ámbito familiar. El embajador de Marte, como él se definía en sus
momentos de buen humor, casi todos, ha vuelto a reencontrarse con los seres de su
imaginación. ¿Estará Marius al lado de todos aquellos maestros de la fantasía que en
aquella crónica marciana de Bradbury habían superado la muerte y vivían en el
planeta rojo los mundos de su fantasía?
Maestro venerado por los más jóvenes y objeto de toda clase de homenajes,
Ribera se desenvuelve entre los admiradores que alimentan su pequeña vanidad
como pez en el agua. Aprecia como pocos las expresiones de lealtad de sus amigos,
entre los que me cuento, y responde a ellas con generosidad, sin negar nunca una
información o un apoyo. No se pliega facilmente, sin embargo, a las críticas de sus
oponentes, a las que puede responder con una rabieta de abuelo ofendido.
Ya expliqué antes que nuestro padre de la ufología ha sido padre de muchas
cosas, y ese mérito no se le puede discutir. Como conferenciante ameno que
siempre ha sido, se ha venido prodigando en conferencias y congresos, aunque
fuera para contar inevitablemente las mismas cosas. Su carrera como escritor de
libros ufológicos, sin embargo, parece haber terminado definitivamente tras largos
años de inactividad. Hasta 1984 tuvo Ribera una etapa fecunda. Gracias a un
contrato con la editorial Planeta pudo dedicar varios años a lo que mejor sabe
hacer: divulgación ovni. Aparecieron así en el mercado una serie de libros de
Planeta-colección Documento sobre temas monográficos de la ufología: las
“abducciones” (Secuestrados por extraterrestres, 1981), observación de seres
(Encuentros con humanoides, 1982), casos con visión de naves (Las máquinas del
cosmos, 1983), “teleportaciones” y viajes en el tiempo (En el túnel del tiempo, 1984)
y enigmas en general (Galería de condenados, 1984). Se trata de compilaciones de
los casos más interesantes sobre cada uno de los fenómenos, publicados
generalmente en revistas y libros extranjeros. Dado que para el lector no muy
introducido en el tema las fuentes originales son inaccesibles, la labor divulgativa de
Ribera resulta de interés general. Por otra parte, el autor conoce suficientemente las
herramientas de su oficio como para presentar unas obras subyugantes. La
producción de Ribera suele ser el clásico refrito, pero eso sí, bien refrito. ¿Fiabilidad?
La que puedan tener las investigaciones originales, que no vienen a estar sobradas
de espíritu crítico. Después de todo Antonio Ribera es un creyente en la hipótesis
extraterrestre monda y lironda y no se detiene en sutilezas. Para él todo lo que
presenta en sus páginas son pruebas de la presencia extraterrestre en la Tierra. Los
humanoides son los tripulantes de las naves que vienen a llevarse muestras de la
flora y fauna terrestre; la observación de un ovni con una sensación de lapso de
tiempo perdido puede ser la señal de un secuestro o abducción, y la
intencionalidad de los captores sería la de una exploración biológica cuando no una
experiencia de ingeniería genética con los humanos. «I think we are property» (creo
que somos propiedad), dice Ribera remedando al inefable Charles Fort. «¿Será
nuestro planeta una gran reserva de caza, frecuentada por safaris cósmicos?...
Misterio», son las últimas líneas de Secuestrados por extraterrestres.
¿Cuáles son sus intenciones? Esta es una pregunta clásica de los ufólogos, que
aún pareciendo tan bizantina como una discusión sobre el sexo de los
extraterrestres, ha hecho perder mucho tiempo al personal ufoadicto. Rechazando
las hipótesis paranoicas de Freixedo sobre los seres demoníacos o los sueños
escapistas de los contactados sobre salvadores cósmicos, Ribera piensa que los
extraterrestres no son ni buenos ni malos, sino diferentes:
porque él ha hecho más que nadie por sentar este mito. Si preferimos pensar, siendo
menos moralistas, que el fenómeno ovni es un subproducto inevitable de la
conciencia moderna y de los grandes mitos de nuestro tiempo, entonces la labor de
Ribera es la del retratista de nuestros sistemas de valores, un cronista de nuestro
universo mental. Lo que no se le puede negar al “patriarca” es su capacidad como
escritor y su honradez (él no gusta que se le diga honestidad) como profesional de
las letras, que, lejos de enriquecerse a costa de los ovnis, como algunos piensan,
sobrevive escribiendo exclusivamente de lo que sabe y lo que cree.
lecturas, o sea que crea una red tan vasta de relaciones entre todos sus temas
preferidos que, a la postre, el fenómeno ovni se convierte en algo inextricablemente
confuso. Siendo esto así, no se puede negar sin embargo lo sugerente de todas sus
propuestas, siempre imaginativas y atrevidas.
Como colaborador de la revista de divulgación científica Muy interesante, supo
conjugar el riesgo del escritor de lo paranormal con un equilibrio crítico. Lo que
todos lamentamos es que no tenga la capacidad de ordenar su actividad para
producir el libro que viene prometiendo desde hace centurias, y que nos podría
proporcionar por fin una visión global de sus ideas sobre el fenómeno ovni, que
nunca ha llegado a escribir. Enrique sigue de cerca las teorías de Vallée sobre la
existencia de un sistema de control de la humanidad por parte de una
superinteligencia que dirige el devenir humano, ello adobado con su obsesión de
una gran cospiración por parte de grupos de poder que utilizarían el fenómeno
ovni con no sé qué pérfidos propósitos. El que suscribe no es capaz de hilar mucho
más en todo ese galimatías; ya se sabe, soy un caso perdido de refracción a los
encantos de tan trenzadas disquisiciones.
Desde mediados de 1990 Enrique Vicente viene dirigiendo la revista Año Cero,
quizá la más fiable de las publicaciones “paracientíficas”, aunque esto no es decir
mucho, desde luego. Aún así, nuestro héroe es de aquellos informadores con ética
profesional que, por lo menos, no se inventan lo que escriben, y para quien por
encima de todo está la búsqueda del conocimiento.
Pepe Ruesga, coeditor con Julio Arcas de los actuales Cuadernos de Ufología,
continúa en la brecha a pesar de las vicisitudes de la vida y de lo absorvente del
trabajo de ayuda social que realiza en Sevilla. El gusanillo se lleva dentro y no acaba
de cumplir, por suerte para la ufología, sus amenazas de retirarse a la retaguardia. Sus
anteriores convicciones sobre el origen exterior de los ovnis están hoy mucho más
matizadas: considera el problema ovni merecedor de análisis científico, pero no se
inclina por ninguna hipótesis, sin descartar, eso sí, la extraterrestre. Su
posicionamiento teórico es lo que han llamado la línea de enmedio. Se opone a la
toma de postura decidida que han hecho tanto los creyentes como los escépticos,
cada uno en un sentido, y defiende la posición de esperar y ver, o sea recopilar
información y no decantarse por una respuesta hasta que los datos autoricen una
solución clara. «Disentiremos de crédulos e incrédulos, porque tanto unos como otros
son una verdadera carga para la Ufología. Potenciar el diálogo contrastando criterios,
consideramos es el camino adecuado», escribía en un editorial de CdU7. Ruesga es
más un organizador y recopilador de casuística que un teórico. Con todo, en los
últimos años ha efectuado una labor de análisis crítico de casos ovni y se ha
interesado por el fenómeno abducción, al que ha dedicado una larga atención con
motivo del caso de Próspera Muñoz, estudiado en primera instancia por Antonio
Ribera. Tras un seguimiento de la experiencia de Próspera y un análisis intuitivo de su
personalidad, apoyándose también en el peritaje de varios doctores, Ruesga afirma la
sinceridad de la testigo, pero no llega a pronunciarse sobre la realidad material de los
sucesivos encuentros de Próspera con alienígenas a lo largo de su vida8.
Joan Plana, miembro del CEI, es nuetro especialista en los aspectos oficiales del
fenómeno OVNI, como son las intervenciones parlamentarias relacionadas con estos
sucesos, la política del gobierno español con respecto al tema, la implicación de los
militares en su investigación y la recopilación de casos reportados por pilotos y
centros de control aéreo. Desde principios de los ochenta ha venido bombardeando
los estamentos militares con peticiones de descasificación de la información sobre
los OVNIS, y por sus buenos oficios, junto con Vicente Juan Ballester, ante la Junta
de Jefes del Estado Mayor del Ejército, se ha conseguido muy recientemente la
desclasificación de los OVNIS como materia reservada. Los primeros casos ya han
sido liberados de los archivos del Ejército, donde sólo servían para acumular polvo.
Joan Plana ha emprendido en colaboración con Ballester Olmos una revisión
completa de los aspectos oficiales del fenómeno OVNI en España con vistas a la
edición de un próximo libro especializado. Su posicionamiento personal ha ido
variando de un acatamiento a la hipótesis extraterrestre a un escepticismo
moderado.
8 “Próspera Muñoz: un caso divulgado y poco conocido”, Cuadernos de Ufología, 2ª época, nº 4, 1988.
9 Lanzado por una pequeña editorial de Las Palmas, posteriormente reeditado en Méjico (Ed. Orión, México, 1977) y en
España con el título Extraterrestres y religión (Ed. Daimon, 1980).
178 Ignacio Cabria García
católica. Freixedo se limitaba por esta época a constatar la existencia entre nosotros
de los extraterrestres a través de los tiempos -«Vienen porque tienen curiosidad en
conocer cómo somos, hasta dónde llegamos en nuestros medios destructivos y
ofensivos, etc., pero esto no implica el que estén interesados en entrar en contacto
con nosotros» (1977, p. 31)- y afirmar su trascendencia -«...la aparición de estos seres
extraterrestres tiene ya actualmente visos de ser (...) una nueva revelación para la
humanidad» (p. 82)-, sin explicitar más estas ideas esquemáticas. Aprovechaba de
paso, como en todos sus libros y conferencias, para arremeter contra la jerarquía
eclesiástica y los dogmas de la Iglesia.
Su siguiente libro, La religión, entre la parapsicología y los ovnis10 se montaba
en el carro de moda a mediados de la década de los setenta, que era mezclar la
parapsicología y los ovnis con la religión y lo que hiciera falta, de modo que las
opiniones de Freixedo se iban sofisticando de acuerdo con la evolución de la
ufología: «Los ovnis existen, pero no tienen la misma realidad que los otros objetos
físicos» (1977, p. 120). Hablaba del “aspecto psíquico” del fenómeno, siguiendo a
Vallée, y proyectaba valores morales sobre el mismo, considerándolo peligroso para
la especie humana. La casuística que escogía para demostrar sus asertos no gozaba
de un mínimo de credibilidad, pero esto es algo que ni a Freixedo ni a su público
fiel les ha importado nunca un ápice.
En la última década, establecido en España, se ha ganado un nombre como
participante en congresos y actos públicos sobre los ovnis, radicalizando
considerablemente su discurso. Como buen exjesuita, sus conferencias parecen
homilías dirigidas en tono de soflama a un público que resulta sobrecogido por la
vehemencia de sus maneras. Sus disertaciones resultan en un espectáculo. Como un
“Savonarola” sobre el púlpito, clama que los extraterrestres son el diablo, y relata
historias truculentas, seguramente de su propia invención, sobre niños raptados por
los ovnis, descuartizados y arrojados sus despojos desde los platillos; a todo esto,
vociferando “¡usen su cerebro!” mientras arremete contra tirios y troyanos sin dejar
títere con cabeza. En su intervención en el congreso de Madrid de 1985, entre otros
exabruptos, soltó que por entonces habían desaparecido, sólo en Nueva York,
25.000 niños -que ya son niños-, raptados por los alienígenas. Siendo un creyente a
pies juntillas en los extraterrestres, es el más severo crítico de los contactados, pues
considera que están siendo manipulados por aquellas entidades. Si alguien desafía
su verbo encendido con una crítica, Freixedo saca lo mejor que aprendió en el
seminario y, sin contestar a lo que se cuestiona, se sale por peteneras con tal de
ganarse la ovación del público y dejar en ridículo al opositor. ¿Y quién no aplaude
sus denuestos contra la degradación medioambiental del planeta o cosas parecidas,
aunque no sea eso de lo que se trata?
Sus escritos no son menos irracionalistas. Hay viajes de la fantasía llenos de
poesía, a lo Cyrano de Bergerac o Luciano de Samosata; pero ni llevando al extremo
10 Editorial Orión, México, 1977, reeditado en España por Ed. Daimon bajo el título Visionarios, místicos y contactos
extraterrestres (Barcelona-Méjico, 1981).
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 179
la capacidad fabuladora sería capaz una persona normal de parir una película de
conspiraciones cósmicas e invasiones alienígenas que le llegue siquiera a la solapa al
último... producto de Salvador Freixedo en pulpa de papel: La amenaza
extraterrestre11, subtitulado “¿Quién mueve los destinos de la raza humana?”. Esta es
la aguja de marear necios de que hablaba Quevedo. Freixedo se adentra aquí por los
más profundos abismos del disparate, pero, aunque pueda parecerlo, no se ha
inventado esta historia, sino que se ha “inspirado” en un engendro editado en los
Estados Unidos con el título The Matrix (1988), de un tal Valdemar Valerian, y en las
declaraciones de otro elemento llamado John Lear. Como su fuente de información
original, esta obra es la cosa más desquiciada que uno se pueda echar al coleto.
Como libro de humor no tiene desperdicio. El asunto es que el gobierno de los
Estados Unidos estableció entre 1969 y 1971 relaciones con “entidades biológicas
extraterrestres” (EBEs), llegándose a un pacto secreto por el cual los americanos
recibirían alta tecnología extraterrestre y los alienígenas podrían secuestrar seres
humanos para experimentos biológicos, para dirigirlos como autómatas en
determinadas misiones y para consumir sus cuerpos como alimento12. Algunas
descripciones de las tipologías extraterrestres parecen propias de los planetas
cachondos de Stanislaw Lem o del bestiario de Borges. Hay, siempre según Freixedo,
varios tipos de seres: los del tipo número 1, los “reticulianos”, son bajitos y grises;
son telépatas, se comportan como militares y pueden cambiar su apariencia física.
Según parece quieren cruzarse con nosotros para hacer una raza más perfecta. A
juzgar por los dibujos que hay en el libro son bastante malencarados. Los del tipo 2,
los “rigelianos”, tienen ojos grandes; son los que están en relación con los
americanos; acostumbran a salirse del tiempo, suelen repetir “somos uno” y “estamos
amarrados” y se alimentan a través de la piel. Hay otros muchos más tipos,
igualmente tontos, y una historia que es todo un galimatías. Resulta que además de
descuartizarnos, los EBEs nos están implantando ideas que subvierten el orden
social. Prueba de ello son las drogas y el rock (no, si ya lo decía una canción de
REM, que «este es el fin del mundo tal como lo conocemos»). Pero, lo que es peor, es
que hay grupos humanos que conspiran con los EBEs para controlar el mundo (otra
vez la manía “conspiranoica”). Y como siempre en la obra freixediana, niños
desaparecidos, seres humanos despedazados y otras lindezas («¡quid tam horribile,
tam tetrum, quam hominis trucidatio!, hubiera exclamado Lactancio).
prueba de escépticos. Espacio compartido, boletín del que llegaron a aparecer trece
números con periodicidad trimestral, estuvo dedicado íntegramente a los informes
de casos investigados por el propio grupo y a artículos de divulgación escritos
también por miembros del IIEE sobre los clásicos misterios asociados a los ovnis.
Lógicamente tanta endogamia no podía producir más que algo parecido a una hoja
parroquial. Recientemente han comenzado la edición de un nuevo boletín para sus
socios en el que no se dan a conocer las fechas de los casos que han investigado.
Hay quien dice que es para evitar que otros los incluyan en sus catálogos y que los
escépticos puedan hacer su crítica “negativista”.
Los siguientes libros de Juanjo Benítez en Plaza y Janés -100.000 kilómetros tras
los OVNIS (1978), Televisión Española: operación OVNI (1979), Encuentros en
Montaña Roja (1981)- consistieron en exposiciones de casos ovni con un estilo casi
novelado, contemplados desde el punto de vista del narrador, que hace partícipe al
lector no sólo de sus idas y venidas por la geografía planetaria y sus kilómetros tras
los ovnis, sino incluso de sus emociones personales. Incidente en Manises (1980), es
un monográfico sobre los acontecimientos del 11 de noviembre de 1979, en que la
tripulación de un avión Super-Caravelle de la compañía TAE que efectuaba el vuelo
de Palma de Mallorca a Las Palmas se vió impelida a aterrizar en el aeropuerto de
Valencia-Manises por la proximidad de un “tráfico” no identificado. Los visitantes,
Terror en la Luna y La gran oleada fue una trilogía14 que repasaba la historia de
los ovnis a través de sus documentos fotográficos. Aquí tiene el interesado en trucos
fotográficos la mejor escuela. Alternó Benítez la literatura propiamente ufológica
con la de ciertos misterios del pasado conectados con el tema ovni, como en El
OVNI de Belén (1979) y Los astronautas de Yavé (1980), en la tradición
astroarqueológica, y El misterio de la Virgen de Guadalupe (1982), ambos sobre
imágenes religiosas impresas en supuestos hechos milagrosos. Editado como las dos
últimas obras por Planeta, La punta del iceberg (1983) era el primer libro de lo que
se prometía un verdadero culebrón ufológico, una serie dedicada a las visiones de
humanoides, pero, como el tema ovni por aquellas fechas ya no vendía, la serie
quedó en agua de borrajas.
El estilo literario de Benítez no es brillante, pero consigue enganchar fácilmente
al lector medio con su lenguaje directo, que mueve la emotividad de los que
esperan una sensación de misterio y revelación. Es ufología para un tipo de lector
predispuesto a creer de una manera más visceral que cerebral. Sus planteamientos
teóricos con respecto al fenómeno ovni se reducen a esgrimir agresivamente la
hipótesis extraterrestre en su planteamiento más simplista, pero el estilo para
comunicar lo que pretende es hábil. Suponiendo que por la boca de los inocentes
habla la verdad, reproduce los testimonios sinceros de los testigos palabra por
palabra. Cuando se trata de aportar datos científicos, Benítez escurre el bulto
reproduciendo en forma de diálogo sus conversaciones con los técnicos en la
materia de que se trate. Con ello no sólo no compromete él mismo su veracidad,
sino que además sus entrevistas sirven como argumentos de autoridad que parecen
irrebatibles. La sustancia teórica de sus libros es, con todo, bien magra. Desprovistos
de cualquier referencia a las investigaciones de la ufología internacional, que
Benítez desconoce, se quedan en crónicas un poco provincianas de un folklore
popular que el periodista alimenta con su retórica mesiánica. Los datos están traídos
por los pelos, lo que no importa mucho a lectores poco rigurosos, entrando a veces
en contradicción con los obtenidos por otros investigadores de campo. La
credulidad de este autor no tiene límites, pues no sólo no rechaza prácticamente
ningún testimonio como falso, sino que acepta a pies juntillas los hechos tal como
son relatados por los testigos. En cuanto a la utilidad científica de los datos que
aportan sus libros, puede decirse que su producción es poco más que literatura. Sus
investigaciones se quedan con frecuencia en la recogida de las declaraciones, pues
no se preocupa de contrastar los detalles del caso con otros de tipo tecnológico,
astronómico, etc. que pudieran dar lugar a una identificación satisfactoria. Es por
aquí por donde se le dirigen críticas en el sentido de que su trabajo es simple
crónica periodística.
Se ha ganado Benítez, no obstante, fama de ser el ufólogo más importante de
este país merced a sus repetidas apariciones en televisión. Como buen
comunicador, sabe también que la polémica vende, y que nada vende tanto como
una buena pelea tabernaria en las páginas de una revista. Prácticamente desde que
saltó al terreno ufológico la ha tenido tomada -no sin respuesta por el otro lado-
con los representantes de la ufología científica: Félix Ares y el colectivo ARIFO
(actual ARP) y sobre todo Vicente Juan Ballester, con quien mantiene un
contencioso permanente. Por el año 1981 Benítez demandó judicialmente al
fallecido estudioso de la órbita científica Luis Hernández Franch por calumnias,
siendo éste condenado a indemnizar al ofendido. La defensa empecinada que hace
Benítez de la “ovnicidad” de casos absolutamente claros la lleva hasta emplear los
métodos y el lenguaje más bajos. A fe mía que este hombre tiene vocación de
buscapleitos, pues antes bien que arredrarse por las críticas de los racionalistas, se
faja en la lucha hasta descalificar al contrario, para lo que ha podido siempre contar
con cumplidas atenciones en los medios de comunicación.
Su magisterio ufológico no ha decrecido para el público tras algunos años de
silencio, en los que ha escrito ficción, parte de ella -los “Caballos de Troya”-
presentada como realidad. Las críticas que recibió por el enorme parecido entre los
“Caballos” y el Libro de Urantia, los documentos de UMMO y otras obras de
carácter histórico, y que ha sido denunciado por sus colegas de la ufología y del
periodismo como plagio, no parece haberle hecho mella. Se ha limitado a no asistir
a los congresos donde figuraba como ponente, probablemente hasta que las aguas
se calmaran y a no dejarse ver tanto como solía por la televisión.
En 1990, en un renacer del tema de los ovnis, Planeta se decidió a publicar una
segunda entrega de la serie Los humanoides, ésta titulada La quinta columna, a
partir de datos recogidos a principios de los ochenta. Así como durante la guerra
civil española se hizo correr el rumor de que, además de las cuatro columnas del
ejército nacionalista, había una “quinta columna” que estaría introducida dentro de
Madrid, debe haber un cuerpo expedicionario extraterrestre infiltrado entre los
humanos. Esta idea es antigua, estaba ya en el telefilme Los invasores y ha prestado
el nombre para el último de los libros sobre ovnis aparecidos en nuestro mercado.
La quinta columna es un libro en el estilo del coplista popular, que recoge hechos
por toda la geografía española y los cuenta en un lenguage llano, sin más método
expositivo que la expontaneidad del narrador de la tradición oral. Lo único que
184 Ignacio Cabria García
empaña este tono coloquial son las citas cultas (me imagino que sacadas de un
diccionario de citas), de las que rebosa el libro hasta la saciedad, como si con ello
se pretendiera dotarle de un nivel intelectual que no tiene. Para empezar, Benítez
nos da ya en la introducción un adelanto de su vena mística cuando sugiere que los
extraterrestres le tutelan como si fueran ángeles de la guarda. Entrando en meollo, a
pesar de que Benítez afirme que los casos ovni se siguen produciendo a montones
durante los últimos años, la lectura del texto parece contradecirlo, porque, si no me
equivoco, sólo hay un caso posterior a 1983. Pero no hay problema. Para Benítez
escribir debe ser un ejercicio sencillo. Sólo hay que acudir a la casuística acumulada
durante veinte años por los ufólogos, y reencuestar y reescribir casos clásicos que
no habían tenido una explotación comercial, o basarse en informaciones de sus
fieles corresponsales -eso mismo que él critica de los “ufólogos de salón” (los
investigadores de gabinete) por “vampirizar” a sus informantes-. Se ha producido un
cambio en el estilo entre los libros de los años setenta y este último. Benítez ha
llegado con La quinta columna a una pelea compulsiva y casi patológica contra los
investigadores científicos, de una manera que no se entiende sino como un
complejo ante la erudición y el mayor conocimiento en la materia de otros
especialistas. Ante la razón y la lógica los únicos argumentos de Benítez son el
insulto sistemático (“vampiros” y otras lindezas por el estilo), que llena de las
páginas 131 a 138 y 252 a 264, nada menos. Opinar de forma diferente que Benítez
es suficiente para ser dejado materialmente a bajar de un burro, como es el caso
aquí de Ballester, Ares y Ruesga. Su falta de respeto hacia la persona y las ideas de
los otros especialistas le están haciendo quedar como un elemento indeseado entre
aquellos con sentido crítico y capacidad de diálogo.
Archivos OVNI
Nos queda añadir un comentario sobre los archivos de casuística OVNI y las
bibliotecas especializadas en posesión de ufólogos privados y centros investigadores.
El archivo más importante ha sido el del CEI barcelonés, que dispone también de una
importante biblioteca, aunque con escaso material de los últimos diez años. Es
obligado citar como artífice de esta gran dedicación recopilatoria a Pedro Redón,
impulsor del CEI durante los activos años setenta y su presidente actual. En 1979 el
CEI publicó de forma restringida un Catálogo Ibérico de Observaciones OVNI (CATIB)
con cerca de tres mil casos en bruto recogidos de todas las fuentes. El IIEE, también
de Barcelona, empezando más tardiamente, ha elaborado un buen archivo de
investigación de campo. RNC de Sevilla y después su presidente José Ruesga en
solitario han reunido un catálogo completo de observaciones andaluzas. Vicente Juan
Ballester recopila los casos de encuentros cercanos en España y posee una gran
biblioteca científica sobre el fenómeno OVNI. Cuadernos de Ufología en su sede de
Santander ha sido, por la continuidad de Julio Arcas en 25 años de actividad, el
receptor del material del antiguo CIOVE. Tras el desmantelamiento de las estructuras
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 185
15 La palabreja viene de la abreviación de las palabras inglesas fanatic y kingdom, para referirse a algo así como el
ambiente de los fans o aficionados.
188 Ignacio Cabria García
H
emos tenido en el capítulo anterior una panorámica del movimiento
ufológico de los años ochenta proyectándose hacia los noventa, pero
allí no se ha profundizado sobre las novedades en la investigación y la
teorización sobre el fenómeno, que es el objetivo de este capítulo. La propia
consideración de “aportaciones nuevas al pensamiento sobre el fenómeno ovni”
merece ser matizado. He realizado aquí una exclusión consciente de las
elucubraciones sobre el tema que no parten de una recogida rigurosa de datos o
que, desde mi parcialísimo punto de vista, no suponen una aportación de algún
interés desde un punto de vista científico (ojo, no digo que todo lo que aquí se
expone sea científico, sino que puede tener un interés desde una mentalidad
científica). Tampoco se incluyen, pues lo han sido ya en el capítulo anterior,
aquellas aportaciones que redundan en las concepciones clásicas de la disciplina
ufológica.
He titulado este capítulo “aportaciones teóricas ante una ufología en crisis”
porque una buena parte de las teorizaciones que han añadido algo nuevo al
conocimiento sobre los ovnis han procedido de investigadores que no se
consideran ufólogos, y sus estudios no son en realidad ufología. Como espero llegar
a explicar más adelante, la ufología no es la investigación sobre el fenómeno
OVNI, sino sobre el fenómeno “ovni”, esto es, el estudio de un fenómeno con la
asunción a priori de su naturaleza inteligente y su procedencia exterior al hombre, o
como mínimo de que los ovnis constituyen una anomalía para la ciencia conocida.
Así “ovni” no es para el ufólogo únicamente un objeto no identificado, que no
admite definición, sino un ente autónomo sustantivizado, aislado y definido ya
como “una anomalía científica con características energéticas”. En los últimos años
194 Ignacio Cabria García
las corrientes de opinión en torno al fenómeno se han bifurcado entre los ufólogos
en sentido estricto y aquellos investigadores críticos o escépticos que piensan que
los ovnis son un fenómeno explicable desde el punto de vista de las ciencias físicas
o sociales y que el análisis del mismo no requiere de una disciplina especializada.
Pasemos a ver entonces las aportaciones teóricas de los últimos años, tanto
desde el punto de vista de la ufología como de la antiufología representada por el
sector autodenominado escéptico u otros posicionamientos.
3 Los aterrizajes, o casos Tipo I según la clasificación de Vallée, son definidos por los autores como «observaciones de
fenómenos u objetos extraños que se manifiestan en tierra, en un marco de referencia conocido, o al menos carente de
la ambigüedad del fondo de estrellas o del cielo diurno en las observaciones aéreas. Por definición, estos sucesos deben
ocurrir a nivel del suelo (a la altura máxima de 15 m) y presentar el fenómeno, al menos, un instante de inmovilidad»
(p. 18).
5 El tipo encuentros cercanos, según la clasificación de Hynek, no coincide exactamente con los aterrizajes de Vallée,
sino que engloba todas las observaciones de fenómenos que se encuentran a no más de 150 metros de distancia del
testigo, sea en horizontal o en vertical. En el programa de investigación de Ballester y Fernández se han incluido
aterrizajes y encuentros cercanos .
196 Ignacio Cabria García
por el Fund for UFO Research (Fundación para la Investigación OVNI), radicada en
los Estados Unidos. E aquí una obra sin concesiones al lector medio de estos temas,
que busca casi siempre carnaza sensacionalista. Por el contrario, esta es una obra
austera, dedicada a recoger y sistematizar la información y a exponer una
metodología de trabajo. El objetivo que se proponían los autores era la creación de
un banco de datos que permitiera el análisis de la información por medio de equipos
informáticos, que sería su próxima etapa natural, en sus propias palabras. La
metodología de Ballester para descubrir las características definitorias del fenómeno
OVNI se ha basado desde el comienzo de su trabajo ufológico sobre la depuración
de la información. Por medio de la elaboración de dos catálogos de casos, uno de
observaciones calificadas OVNI y otro de casos identificados o negativos, se podría
llegar a una comparación de ambos y determinar si sus características son iguales, lo
que significaría que no hay un fenómeno extraño por investigar, o diferentes, con lo
que quedarían definidos así los rasgos de lo que es el fenómeno OVNI.
El programa de investigación emprendido para esta obra siguió varios puntos:
reevaluar los 200 casos ibéricos estudiados en el libro OVNIS: el fenómeno aterrizaje
(1978); puesta al día del catálogo con la adición de los casos recogidos desde 1976,
en que la investigación para aquel libro fue concluída; realización de resúmenes
normalizados; codificación de 53 variables referidas a las características del
fenómeno, a su ubicación, a los testigos y a la evaluación del suceso; por último,
elaboración de un catálogo de observaciones negativas. El catálogo LANIB constaba
de 230 “aterrizajes” (con comillas en el original) ibéricos considerados positivos, y el
NELIB era un catálogo de 350 casos identificados o negativos. Los autores describían
detalladamente el proceso de la investigación, afirmando haber contado con cerca
de 200 corresponsales e informantes.
El libro recoge los resúmenes de los casos clasificados de acuerdo con aspectos
considerados fundamentales: propiedad luminosa, materialidad, efectos
electromagnéticos, efectos sobre los seres vivos, casos de “persecución”, casos de
“ocupantes”, casos de observación de aparatos tecnológicos y fenómenos naturales
desconocidos. Se entresacan casos que presentan otros rasgos como: celeridad,
desaparición instantánea, inmovilidad, visión de superficies planas
(bidimensionalidad). Con tales datos se llegaba a unas estadísticas descriptivas de
las características del fenómeno, que expresaban lo siguiente:
-Distribución temporal: los casos presentan una gran discontinuidad en el
tiempo, encontrándose en la representación gráfica de casos por años tres bloques
bien diferenciados: antes de 1968, con una incidencia muy baja del fenómeno, de
1968 a 1980, con máximos sostenidos, y a partir de 1980 con un descenso muy
notable de casos recogidos. Aplicando a la casuística la teoría de los procesos de
Poisson, se convenía en que la diferencia sobre la media en la distribución de casos
por año no era atribuible al azar, lo que significa que ha de haber una causa para
esa distribución. Por meses, se daba una mayoría de casos sobre el mes de agosto,
y por horas del día sobre la media noche, con un dato curioso: antes de 1960 el 50
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 197
por ciento de los casos eran diurnos, cantidad que baja al 3,3 por ciento a partir de
1980, dándose en los años ochenta un 90 por ciento de los casos entre las 9 de la
noche y la una de la madrugada. Es decir, que el fenómeno aterrizaje ha pasado
con el tiempo de diurno a nocturno.
-Distribución espacial: las provincias de Barcelona, Cádiz, Huelva, Lérida,
Sevilla y Valencia detentan la mayor incidencia de aterrizajes. ¿Puede la mayor o
menor población o superficie provinciales condicionar el número de sucesos
conocidos?, se preguntaban los autores. Aplicando el coeficiente de correlación
lineal de Pearson, el valor que se obtenía para la comparación entre número de
casos por provincia y densidad de población de cada una de ellas era de 0,21, un
valor muy bajo que indicaba que no había correlación entre ambos índices.
A partir de los datos manejados, Ballester (que era quien en realidad llevaba el
peso del trabajo teórico) llegaba a dos conclusiones muy cautas, a saber: «1) existe
un fenómeno desconocido por estudiar, y 2) su investigación puede arrojar
beneficios científico-técnicos a la sociedad» (p. 49).
Tenemos pues una obra de continuidad, no sólo en la labor de Ballester, sino
también en los presupuestos clásicos del fenómeno, aún anclada en la tradición
ufológica, no en vano los autores están cercanos a la escuela de la ufología
científica americana. Digo obra de continuidad por el tema y por el tratamiento de
la información -elaboración de catálogos, didáctica de la metodología, búsqueda de
constantes-, y anclada en la tradición ufológica porque el fenómeno, tal como es
concebido por los ufólogos, descansa sobre la confianza prestada al testimonio.
Se advierten en la Enciclopedia, no obstante, dos tendencias nuevas: una crisis
de las anteriores convicciones sobre la hipótesis extraterrestre y una puesta en
cuestión de la fidelidad de la descripción del testigo, además, claro está, de una
gran precaución en las afirmaciones. Hay aquí un acercamiento hacia hipótesis
físico-naturales para explicar los casos negativos -un 18 por ciento de los casos
tendrían como origen el rayo globular, sólo superado por los fraudes, con un 26,7
por ciento-. Hay también una mayor aceptación que en obras anteriores de la
importancia de los aspectos psicológicos y sociales del fenómeno. Ballester se
arriesgaba a introducirse por terreno tan dispar al suyo (ingeniería técnica industrial)
como la psicología de la percepción, presentando un nuevo término: el síndrome de
transgresión de la realidad, por el que se quería explicar la proyección psicológica
sobre un estímulo luminoso de toda una serie de atributos propios de los ovnis.
«Aparece cuando el hecho visual primario se presenta al observador de manera
sorpresiva y éste, incapaz de identificarlo adecuadamente, lo complementa con
símbolos y atributos -reales o ficticios- extraídos de lo que entiende o rememora
relativo a los OVNIS» (p. 370). En lo relativo a los aspectos sociales, hay como
novedad en la obra de Ballester que se admite la influencia de los medios de
comunicación en la creación de las oleadas ovni. El lenguaje está depurado de
términos tendenciosos hacia la idea pro-extraterrestre, pero muchos de los sucesos
relatados continúan siendo extraídos de fuentes muy poco fiables y otros
198 Ignacio Cabria García
En parte como reacción contra la invasión del ocultismo en las tres últimas
décadas, hemos visto la eclosión y afianzamiento en los años ochenta de un
pensamiento neopositivista con respecto a todos los temas paranormales, mágicos,
etc., etc., entre ellos los ovnis. Como no podía ser de otra manera, surge en los
Estados Unidos como un movimiento escéptico y racionalista, y su materialización
en España va a venir de la mano, precisamente, de ufólogos renegados, como
vimos en el capítulo anterior.
Quizá los escépticos no gusten de la calificación de neopositivistas que les he
dado (neo por diferenciarlos de los positivistas del siglo XIX, más deterministas) por
parecer una palabra cargada de connotaciones negativas, pero es el término a
utilizar en rigor. Me explicaré.
7 “Reflexiones en torno a la evolución de las manifestaciones OVNI”. Cuadernos de Ufología, 2ª época, nº 7, 1990.
200 Ignacio Cabria García
Desde hace más de un siglo los problemas científicos han sido abordados
desde dos posiciones enfrentadas: positivismo y antipositivismo, contraposición que
ha adquirido también otros nombres, como positivismo-idealismo o naturalismo-
historicismo. Los diferentes movimientos positivistas desde el siglo XIX se han
caracterizado por una serie de rasgos más o menos comunes: monismo
metodológico, es decir la idea de la unidad del método; reduccionismo fisicalista,
que estima que las ciencias naturales establecen un canon o ideal metodológico a
ser aplicado a todas las ciencias; actitud normativa hacia la ciencia, demarcando lo
que es científico y lo que es metafísico; preferencia por el método experimental y
por la explicación de los fenómenos, lo que exige leyes de validez general; la
predicción es el objetivo de la ciencia, pues se postula que existe un orden
constante y necesario de los fenómenos de la naturaleza; y presunción de
neutralidad de la ciencia.
Frente a estos criterios se hallaría el antipositivismo, que busca comprender lo
único y singular, lo no sujeto a leyes, mediante la comprensión empática y no la
explicación, que considera inalcanzable la objetividad y que tiene en cuenta el
concepto de ideología. Este punto de vista parte de la crítica de la función social del
científico y de la idea de que la ciencia depende de un contexto social,
especialmente en las ciencias sociales. De aquí surgen metodologías como la
fenomenología y el marxismo, que confían más en la subjetividad y la intuición.
Desde mi punto de vista, el positivismo se adapta mal a estudiar fenómenos
sociales como son, después de todo, los paranormales (que ellos llaman “para
anormales”). Por otro lado, el análisis que el positivismo hace de una
fenomenología como la del contacto con extraterrestres se limita a la descalificación
de las pretensiones de los contactados, sin una comprensión del fenómeno social.
Puedo estar de acuerdo en que lo que pretenden los escépticos es simplemente
demostrar la irrealidad de las pretensiones contactistas, pero su análisis no alcanza a
facilitar una explicación suficiente de los procesos sociales que operan en la génesis
del contactismo.
Cualquier actividad humana sospechosa a priori de irracionalidad supone para
los escépticos un “casus belli”. Según Félix Ares, la hipótesis extraterrestre es
irrefutable en esencia, por lo tanto es irracional8. Y es precisamente el criterio de
racionalidad, la piedra angular de todo su tinglado, lo que se puede poner en
discusión. Si admitiésemos el criterio de refutabilidad para atribuir la racionalidad,
hasta la filosofía quedaría fuera de sus límites (esta sí que es una idea irracional).
Nuestros escépticos nacionales son un buen baluarte en estos tiempos contra la
obsesión de lo oculto que asola los tiempos que sobrevivimos y un punto de apoyo
imprescindible ante tanta pretensión de misterio como nos rodea, y por ello su
continuidad en la investigación de los ovnis es imprescindible, aunque no fuera más
que como “control de calidad” científico de las investigaciones realizadas desde el
convencionales, etc. Con ello ha venido a señalar que si los casos más importantes
se resquebrajan no queda nada detrás de las afirmaciones de la ufología.
El dossier que realizó para Cuadernos de Ufología 10 titulado «OVNIS. La
cuestión de los “casos negativos”» tuvo como origen la reunión de la ufología
española en San Rafael (Segovia). Allí los investigadores de campo se quejaron del
acoso al que estaban sometiendo a sus casos los investigadores de gabinete
escépticos. Aunque Borraz lleva mucha razón cuando señala en su trabajo que
durante muchos años los ufólogos se han limitado a amasar casos sin ningún
análisis crítico, participó en la comisión que se creó en San Rafael para la revisión
de las valoraciones negativas que tanto él como otros escépticos habían asignado a
ciertos casos. En el dossier señalado Borraz reitera su identificación de cuatro casos,
señalando que es una utopía pretender llegar a un consenso en la valoración de la
casuística con los investigadores de campo. Criticaba a la ufología tradicional por
fundarse sobre estos tres pilares básicos: 1) los ovnis existen, 2) el testigo siempre
tiene razón, y 3) la ufología para quien la trabaja, esto quiere decir la pretensión de
los investigadores de campo de que sólo quien ha recogido la información está
capacitado para opinar sobre ella. «No es de extrañar que esta ufología sea parca en
catálogos de casos explicados -escribe-. El encuestador suele ser el menos dispuesto
a analizar críticamente el caso que ha investigado. Y no sólo por sus convicciones.
Comprensiblemente, el tiempo y esfuerzo invertidos en un determinado caso, el
contacto con el testigo y sus inquietudes, pueden interponerse en el momento de
llegar al fondo de la cuestión».
Destacó tres niveles de hipótesis explicativas para el fenómeno: fraudes,
explicaciones de tipo psicológico y explicaciones basadas en estímulos físicos
externos (generalmente denominadas “confusiones”, aunque habría que hablar más
bien de “no identificaciones”, en sus propias palabras), incluyéndose entre estos
estímulos físicos los generados por fenómenos físicos poco conocidos, como el
rayo globular. El tercer nivel de hipótesis es, según Borraz, el más habitual. Es el
caso de un estímulo físico que es alterado en el proceso que va desde la percepción
por el testigo hasta su plasmación en un informe OVNI. Así, propone la eliminación
de los catálogos tradicionales de casos “positivos” (ovni) y “negativos”
(identificados) por otros que se subsuman entre sí de la siguiente manera: en un
catálogo de casos con explicación confirmada, probable o simplemente posible se
englobaría otro más restringido de casos con explicación confirmada o probable,
que a su vez contendría dentro de sí otro más reducido de casos con explicación
confirmada. La opinión de Borraz es que toda la casuística conocida como OVNI
podría contenerse en el catálogo más amplio.
Un ejemplo de su método de análisis de la casuística podría ser el desarrollado
en el artículo “Análisis de una experiencia OVNI”11, un detalladísimo estudio de un
típico caso de “persecución”. Una familia que viajaba de noche en su vehículo entre
las localidades valencianas de Villar del Arzobispo y Chiva declaró haber sido
perseguida por un ovni. El objeto había realizado evoluciones en su derredor, y el
impresionante informe parecía apoyado además por un fallo eléctrico del coche y
posteriores efectos fisiológicos en los testigos. Borraz se preguntaba si algún
estímulo astronómico podía dar cuenta de los detalles del incidente. Comparando
las posiciones relativas del ovni con respecto al coche en cada punto del viaje con
las posiciones de Venus y la Luna, llegaba a la conclusión de que eran estos dos
astros los que habían sido interpretados como un no identificado. Los efectos físicos
informados podrían ser de diverso orden: unos inexistentes, simples coincidencias
(la proximidad de una línea de alta tensión introduce interferencias en la radio);
otros, pseudocoincidencias (sólo en el momento del incidente se dan cuenta de que
las luces del coche no funcionaban bien); había también “efectos causales”, que son
provocados por el hecho mismo de la observación, o sea debidos al estado
emocional de los testigos (la parada del coche por el nerviosismo del conductor); y
finalmente efectos subjetivos, fruto de la sugestión. Fuese o no correcta la
identificación realizada por Borraz, cosa difícil de saber no habiendo estado en el
“lugar de autos”, lo importante era que la explicación era compatible con el relato y
podía dar cuenta de sus características.
En este y en otros análisis Borraz ha dado pruebas de ser el “investigador de
gabinete”, como se ha dado en llamar, más especializado en la identificación de
fenómenos naturales a través de la literatura ufológica. Su investigación más
profunda ha aparecido en el Monográfico nº 1 de Cuadernos de Ufología en 1992:
“Los gigantes de Gáldar y los avistamientos Canarios”, un extenso trabajo sobre los
avistamientos espectaculares de 1976 y 1979 sobre las islas Canarias. Aquí Borraz no
dejaba ni un cabo suelto, en un informe impecable. Comparaba los dos casos con
otros en las mismas zonas, analizaba las descripciones y los documentos
fotográficos y llegaba a la conclusión de que en ambos casos se trató de
lanzamientos de misiles desde submarinos.
12 De Vicente Juan Ballester Olmos y Jacques Vallée. Contenido como opúsculo de Vallée, J. Pasaporte a Magonia
(Plaza y Janés, 1972).
13 De Félix Ares y David G. López. Editada la primera parte por Eridani, A.E.C. (1970) y la segunda por los autores
(1971).
204 Ignacio Cabria García
Siempre se había dicho desde los foros ufológicos que el fenómeno OVNI
consiste en testimonios de observaciones, pero la atención de los investigadores
había estado atraída casi exclusivamente hacia uno de los dos polos de la
observación OVNI: el fenómeno. A principios de los años ochenta algunos
ufólogos, sobre todo europeos y especializados en ciencias humanas, se empezaron
a dar cuenta de que el otro polo, el observador, era por lo menos tan importante
16 “Las oleadas OVNI: una cuestión filosófica”, Cuadernos de Ufología 1ª época, nº 16. Sevilla, 1986.
17 “Aclarando conceptos”, Cuadernos de Ufología 1ª época, nº 16.
18 “Sobre la depuración de catálogos ovni, ruidos y señales”, Cuadernos de Ufología 1ª época, nº 12, 1986.
19 “Comentando algunos puntos”, Cuadernos de Ufología 1ª época, nº 12, 1985.
20 “La "ley horaria" y la tercera posibilidad”, Cuadernos de Ufología 1ª época, nº 17, 1987.
206 Ignacio Cabria García
como lo observado para comprender el fenómeno. Los casos no servían de nada sin
una reflexión sobre el modo como el fenómeno había sido percibido y las posibles
alteraciones que éste hubiera podido sufrir desde la observación hasta el informe
escrito, pasando por el proceso de la memoria, la declaración, etc. Era un nuevo
enfoque y hacía falta poner la casa patas arriba, es decir, había que partir de nuevo
desde el principio.
Los OVNIS no nos han aclarado en sus 45 años de existencia nada más que lo
que denotan estas siglas: objetos no identificados. Más importante que la denotación
es su connotación, pues en torno del término se ha construido una compleja
mitología según la cual los OVNIS son astronaves de otros mundos en exploración
de nuestro planeta. En mi manera de ver, el término OVNI, con su connotación de
“visitas extraterrestres”, ha servido como sistema de significación que da sentido a
una imagen del mundo. El problema central desde este punto de vista es la
percepción. En un artículo 21 me interesé por la experiencia individual del
observador de un objeto no identificado y el aspecto social, es decir el modo como
el fenómeno ovni se crea socialmente. Se trataba pues de un enfoque
fenomenológico, esto es aislando los elementos que conforman el fenómeno
psicosocial.
Como sabemos, es por la percepción selectiva que nos construimos un mundo
estable y reconocible. Las discordancias al mundo de orden que nos hemos
construido no son asimiladas por nuestro mecanismo perceptivo debido a su
amenaza de caos. ¿Cómo se evitan las discordancias cuando observamos algo
anómalo a nuestra experiencia? La respuesta es: dando nombre a las cosas. Nombrar
es introducir los objetos en una clasificación, y esta función no es innata, sino que
se trata de una construcción social. En nuestros lenguajes todo tiene un sentido y
un significado, porque explicar el mundo nos es necesario. Cuando visualizamos
algo que no podemos clasificar en nuestro sistema de categorías podemos ignorarlo
por incómodo, aislarlo como una anomalía científica o distorsionarlo para hacerlo
encajar en nuestro esquema mental. En este último caso lo que hacemos es
interpretar el estímulo simbólicamente, creando nuevas categorías para las
experiencias anómalas, a las que damos los nombres de milagros, fenómenos
paranormales, ovnis, etc. de manera que nunca quede un estímulo en la
indefinición. A partir de aquí, las anomalías subsiguientes servirán, no para
confundir nuestros conceptos, sino para reforzar aún más las nuevas categorías. Las
noticias sobre nuevos casos ovni, por ejemplo, en lugar de provocar un
replanteamiento de las ideas sobre el fenómeno, sirven de evidencias que
consolidan el mito.
Hablando desde un punto de vista cognitivo, el fenómeno OVNI constituye un
sistema interpretativo, es decir que da cuenta de las percepciones que no consiguen
21 Cabria, Ignacio. “OVNIS y extraterrestres como sistema de significación”. Cuadernos de Ufología, 2ª época nº 9-10.
1990.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 207
22 Cabria, I. “El mito de la venida de los extraterrestres: génesis y estructura”. Cuadernos de Ufología, 2ª época, nº 11,
1991.
23 Me remito a Le Goff (Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval, Ed. Gedisa,1986) para observar la
diferencia entre lo maravilloso, lo sobrenatural y lo mágico, en el sentido de que lo maravilloso se desarrollaba en un
ámbito de significado neutro que no tiene una causa única, como Dios o el Diablo.
208 Ignacio Cabria García
dentro del orden de las cosas; los extraterrestres como el Otro , pues en la figura del
Otro la humanidad ha proyectado una abstracción que en el fondo nos remite a
nosotros mismos. Como epítome del mal, hemos dotado a los extraterrestres de un
modelo zoológico inspirado en aquellos animales sobre los que hemos proyectado
nuestros atributos morales negativos o en aquellos otros que están en los límites de
nuestras categorías y son por tanto tabús, que nos provocan la inquietud. Como
símbolo del bien, el extraterrestre con porte hierático cargado de dignidad ha
personificado la moral tradicional y el amor a la naturaleza y a los semejantes.
Con toda una serie de elementos de nuestra tradición cultural, hemos fabricado
un mito que satisface la necesidad de interpretar el mundo de acuerdo con los
requerimientos de la razón y del pensamiento científico-técnico. Hemos proyectado
al cosmos nuestra propia sociedad de la que han desaparecido sus imperfecciones o
se han magnificado sus mezquindades. El bien y el mal siempre presentes en esta
nueva noción de lo sagrado.
CAPITULO 11
U
no de los motivos de mayor curiosidad del público aficionado al tema
ovni ha sido siempre la naturaleza de los conocimientos que los
gobiernos poseen sobre el fenómeno. Después de años de ocultación
oficial de la información, el giro que las Fuerzas Armadas españolas han dado en
los últimos tiempos hacia la apertura de sus archivos anuncia que el aspecto
oficialista del problema OVNI se va a poner de actualidad. Hagamos un poco de
historia sobre la implicación de los estamentos oficiales en este tema para ver luego
sus últimos acontecimientos1.
El interés de los militares por los ovnis se creó en España paralelamente al
aflujo de información a la opinión pública en los años sesenta. Por ejemplo, en
1967 encontramos ya un artículo en una revista militar2 con ciertas disquisiciones
sobre la existencia de los extraterrestres. La primera nota oficial que el Ministerio
del Aire envió a los medios de comunicación tuvo como causa la observación de un
objeto no identificado el 14 de marzo de 1968 por la tripulación de un avión Fokker
de la compañía Spantax que hacía el vuelo Villa Cisneros (Sahara Español)-Las
Palmas. La exageración que la prensa hizo del suceso motivó que el Ministerio del
Aire puntualizase los hechos, en el sentido de que «en ningún momento se produjo
1 Sigo aquí en parte los trabajos “Los OVNIS y el Ejército del Aire”, del Teniente Coronel de Aviación Angel Bastida
Freijedo, en Revista de Aeronáutica y Astronáutica. Nº 615, agosto-septiembre de 1992, “OVNIS: materia reservada”,
ponencia de V.J. Ballester Olmos y Joan Plana para las Jornadas Internaciones sobre OVNIS de Santander 1991.
Cuadernos de Ufología, 2ª época, nº 13, 1992, “El Ejército español desclasifica su información sobre los OVNIS”, de
Ballester y Plana, en Más Allá, nº 41, julio 1992, y “OVNIS en España. Rompiendo el secreto militar”, de Javier Sierra, en
el mismo ejemplar.
2 González de Boado, capitán de aviación. “Extraterrestres”. Revista de Aeronáutica y Astronáutica. Nº 321, agosto 1967.
210 Ignacio Cabria García
anormalidad en el vuelo ni la menor alarma a bordo del avión, que realizó su vuelo
con toda regularidad».
Después de que toda la prensa nacional informase sobre el objeto contemplado
sobre Madrid la tarde-noche del 5 de septiembre de 1968, en plena oleada de ovnis
en toda España, el Ministerio del Aire dió a la publicidad una nota en la que
identificaba el fenómeno como una probable sonda meteorológica, señalando que
había sido observada también por los pilotos de dos aviones militares. El 5 de
diciembre liberaban otra Nota de Prensa en la que se pedía al público que informase
a las autoridades aéreas la aparición de OVNIS, y se informaba que los casos que se
habían denunciado anteriormente habían sido identificados como globos sonda o
aviones. El 31 de diciembre el Estado Mayor del Aire estableció las normas para la
investigación de las denuncias, donde se establecía la confidencialidad de los
informes, normas que fueron actualizadas en enero de 1974. En 1975 el jefe de la
Zona Aérea de Canarias, teniente general Carlos Castro Cavero, hacía unas
declaraciones a la prensa sobre el tema ovni en que se manifestaba creyente en la
naturaleza extraterrestre de los OVNIS, y el juez informador para las observaciones
OVNI de la misma región aérea declaraba al Diario de Las Palmas el 19-5-1977 que
el fenómeno OVNI se había empezado a investigar en su zona desde 1974.
El periodista Juan José Benítez consiguió en 1976 del teniente general Felipe
Galarza, Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, que se le entregasen a título
personal, es decir sin ningún carácter oficial, una docena de informes de casos
OVNI en que habría intervenido personal militar. Varios de los casos ya eran
conocidos por los ufólogos, y aunque se daban en los informes ciertos detalles
técnicos, no había en la información militar nada que indicase un conocimiento
especialmente relevante sobre el fenómeno OVNI. Benítez publicó estos informes
con gran despliegue gráfico en la prensa y los recopiló en el libro Documentos
oficiales del gobierno español3. Vicente Juan Ballester y Joan Plana, en un adelanto
de las conclusiones a que han llegado tras varios años de estudio de las
implicaciones oficiales sobre los OVNIS, señalaban en 1991 con respecto a la
publicación del citado libro:
4 “OVNIS: materia reservada”, ponencia de las Jornadas Internaciones sobre OVNIS de Santander 1991. Cuadernos de
Ufología, 2ª época, nº 13, 1992.
5 Pregunta: Causas del desvío del avión Super-Caravelle de la Compañía TAE. Presentada por don Enrique Múgica
Herzog. Boletín Oficial de las Cortes Generales. 14 de octubre de 1980.
6 Informaciones, 14-7-1979
212 Ignacio Cabria García
cundir el pánico debido a que la gente no está preparada7», dijo el conde ante la
generalmente somnolienta cámara, para acabar proponiendo la creación de un
grupo de estudio sobre el tema. Algún otro lord pidió al gobierno que actuase antes
de que se crease el pánico entre ese «pueblo incauto preocupado sólo por los
problemas económicos del país8». Pues bien, en las conferencias que se realizaron
en la Cámara de los Lores intervinieron Luis José Grífol y Antonio Ribera. Lo que
podría haber parecido un momento culminante de la implicación de los políticos en
el fenómeno no pasó, no obstante, de ser un ocioso y gratuito entretenimiento para
un grupo de caducos lores de aquella vetusta institución, naturalmente ante el
escarnio de la prensa británica. Y decía gratuito en todas sus acepciones, porque
sus señorías ni siquiera pagaban el viaje a sus invitados. Si de algo sirvió todo esto
fue para permitir engrosar el currículum de los conferenciantes con una sonora
mención a tan aristocrático evento.
El diputado por Castellón del Partido Popular Gabriel Elorriaga presento a la
Mesa del Congreso una pregunta dirigida al gobierno sobre «la intromisión en el
espacio aéreo nacional de un objeto no identificado» que fue visto por el propio
Elorriaga el 12 de julio de 1983. El motivo de la pregunta era también la seguridad
del espacio aéreo nacional. La respuesta del gobierno, del 29 de septiembre,
confirmaba la visión desde una formación de aviones Phantom, pero dejaba sin
identificar el fenómeno, que fue en realidad debido al disparo de un misil desde un
submarino francés. Atención: aquí tenemos un dato más de la pobreza de
conocimientos oficiales sobre el problema OVNI.
De nuevo en 1985 se dirigía una pregunta al gobierno, esta vez por el senador
popular por Cáceres Juan Francisco Serrano Pino, referente a cuál era el organismo
competente de investigar los OVNIS, con una respuesta bastante ambigua.
El ufólogo y periodista Javier Sierra dirigió una encuesta a 120 pilotos
españoles de líneas aéreas para conocer si habían tenido experiencias con OVNIS,
con el resultado de que el 29 por ciento habían sido testigos de fenómenos no
identificados. Extrapolando este porcentaje al total de los pilotos civiles, resulta que
unos 600 podrían haber contemplado algún fenómeno anómalo. Entre los que
contestaron afirmativamente a la encuesta, el 41,37 por ciento estimaron que lo que
vieron fueron fenómenos atmosféricos anómalos, el 34,48 que eran naves
extraterrestres y el 6,89 no se pronunció9.
7 Ya, 20-1-1979.
8 Destino, 17-2-1979.
9 Sierra, Javier. “Tres de cada diez pilotos los han visto”. Año Cero, nº 1, agosto 1990.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 213
10 El mundillo de los parapsicólogos ha estado siempre menos organizado que el de los ufólogos, y prácticamente se
reducía, en cuanto a competencia, a la Sociedad Española de Parapsicología, con sede en Madrid, a la que han
pertenecido los únicos elementos válidos y que ha publicado los únicos libros serios sobre la temática en nuestro país.
Con la crisis en que la Sociedad Española se sumió en los años ochenta, la investigación parapsicológica desaparecía de
nuestra escena.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 215
11 “V” visitors.
216 Ignacio Cabria García
desde 1983 vimos varios spots con platillos volantes anunciando cualquier cosa. En
la televisión veíamos en un fondo estrellado lavadoras navegando como satélites,
coches flotando en el silencio del espacio y salve dios qué, como si los espacios
siderales fuesen el único marco válido en nuestros tiempos para inducir al
comprador a gastarse los cuartos. Lo que indica todo esto es que el ovni se ha
convertido en un icono cotidiano en nuestro universo simbólico y que su
significado primigenio de invasores marcianos ha sido superado por una visión más
positiva y benigna de la vida extraterrestre. La posibilidad de comunicación con otra
inteligencia ya no depara, en nuestra mitología popular, las amenazas de los diablos
de las lejanías cósmicas, sino las bendiciones de una influencia benéfica.
A raiz del éxito de ventas que los libros Intruders, de Budd Hopkins, y
Communion, de Whitley Strieber, tuvieron en Estados Unidos en 1987, algunos
pensábamos que el tema de los secuestros en el interior de los ovnis se iba a poner
de moda en España y la casuística de este género nos llovería. Pero los dos bet-
sellers se publicaron en España12 y nos dimos cuenta con sorpresa de que habían
pasado poco menos que desapercibidos para los aficionados y que la
fenomenología de abducciones no calaba en nuestras tierras.
En los Estados Unidos las abducciones parecen haber reemplazado como
folklore contemporáneo a los casos de contactees de tipo Adamski, en que el
extraterrestre imparte una doctrina salvacionista a la humanidad por medio de un
“elegido”. Los contactos con extraterrestres fueron moda en América en los años
cincuenta y hoy parecen obsoletos. En España, por el contrario, el contactismo se
fue introduciendo a partir de la década de los setenta, y el número de casos de
abducción ha sido muy pequeño. Nadie se ha detenido a investigar en la razón de
esta disparidad, cuando sería de esperar una penetración inmediata de las ideas
originadas en la metrópoli de la mitología contemporánea. Como introducción al
primer dossier sobre abducciones publicado en Cuadernos de Ufología, Enrique
Vicente13 presentó las características de esta fenomenología, que se inicia en los
Estados Unidos a partir de la publicidad dada por los medios de comunicación al
caso de Barney y Betty Hill en 1966 (y que fue dado a conocer extensamente en la
prensa española de la época, como se explicó antes). Con la obra de Budd Hopkins
Missing Time en 1981, las abducciones se convierten en la obsesión de la ufología
americana, llegándose a sugerir que cualquier experiencia en la que hay sensación
de “tiempo perdido” podría tratarse de un secuestro.
Vicente Juan Ballester Olmos y Juan Antonio Fernández Peris han realizado una
12 Hopkins, Budd. Intrusos. EDAF. Madrid, 1988, y Strieber, Whitley. Comunión. Plaza y Janés, 1988.
13 “Lo absurdo se hizo OVNI... y habitó entre nosotros”. Cuadernos de Ufología 2ª época, nº 1. Santander, 1987.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 217
14 “Los informes de abducción. Análisis de las presuntas experiencias en el interior de los OVNIS”. Cuadernos de
Ufología 2ª época, nº 4, diciembre 1988.
15 “Próspera Muñoz: un caso divulgado y poco conocido”. Cuadernos de Ufología 2ª época, nº 4, diciembre 1988.
218 Ignacio Cabria García
Las historias sobre platillos volantes accidentados habían dormido el sueño del
descrédito desde aquel libro pionero de Frank Scully Behind the flying saucers, de
1950. El veterano ufólogo norteamericano Leonard Springfield fue el causante de
que se volviese a hablar del tema cuando dió a conocer a partir de 1977 sus
entrevistas con personas que hablaban desde el anonimato sobre análisis científicos
de humanoides extraterrestres de los que ellos habían sido testigos. Pero fue el
autor de lo paranormal Charles Berlitz, junto con William Moore, quien volvería a
colocar los “UFO-crash” (como dicen los anglosajones) en la palestra con el libro
The Roswell Incident18, una investigación sobre la caída de un artefacto misterioso
en el desierto de Nuevo Méjico en julio de 1947, la recogida de los restos por la
fuerza aérea de la base de Wright Paterson y las informaciones y desmentidos a que
se dió lugar. La tesis de los autores, evidentemente, es que los restos correspondían
a los de una astronave extraterrestre, a pesar de que los hechos relatados
contradigan tal explicación.
A falta de ovnis en los cielos, bien estaba buscarlos en el suelo creando una
nueva leyenda, a lo que se sumó la película Hangar 1819, que venía a ser una
ficción basada en los rumores de Stringfield y el caso Roswell. Un satélite colocado
en órbita por una lanzadera norteamericana choca en el espacio con un objeto
volante no identificado, haciendo que éste se precipite a tierra. El film se dedica a
dos frentes. Por un lado relata los avatares de la investigación sobre el disco volante
con cierta verosimilitud, y en otros momentos nos presenta la trama del secreto
oficial que se extiende sobre el hecho para no estorbar la reelección del presidente
de los Estados Unidos, llegándose al extremo de perseguir a muerte a los dos
astronautas que se empeñan en desvelar el secreto.
Basándose en la ley de libertad de información aprobada en los Estados Unidos
en 1977, algunos investigadores americanos fueron consiguiendo acceder a
documentos que habían permanecido reservados por más de 40 años en poder de
organismos como la CIA, el FBI o las Fuerzas Aéreas, y que parecían apoyar la
sospecha de que había un gran secreto oculto al público. Pero la bomba salta en
1987 con un documento conocido por Majestic-12, un memorándum fechado en
1952 y dirigido al presidente Eisenhower según el cual cuatro cuerpos
extraterrestres habrían sido recuperados del accidente sufrido por un objeto
desconocido en 1947. El presidente Truman habría creado un comité llamado
Majestic-12, formado por científicos de alto nivel, con la misión de investigar los
restos del disco volador capturado por el ejército. El asunto de los platillos
estrellados de pronto absorbe la fantasía popular y la actividad de los ufólogos
americanos como si todo el fenómeno se redujese a saber si cayó o no tal objeto.
No viene al caso detallar todo el proceso que condujo al descubrimiento del fraude
de Majestic-12, que el interesado puede encontrar en un amplio dossier especial en
Cuadernos de Ufología nº 9-10. El tal documento no fue más que un montaje que
venía a poner en evidencia que quien se había estrellado no era el ovni, sino los
ufólogos que habían arriesgado su prestigio apoyando su autenticidad contra toda
norma básica de sentido común. El fiasco no ha hecho arredrarse a los proponentes
18 Original de 1980, hay traducción española: El incidente, Plaza y Janés, Barcelona, 1981.
21 Ballester, V.J. “Impresiones personales sobre el simposio del MUFON”. Cuadernos de Ufología, 2ª época, nº 2, 1988.
Al comenzar este período de renacer del fenómeno OVNI, que sitúo en 1987,
se emitía en la televisión autonómica gallega un espacio con cabida para las
ciencias ocultas titulado A noite das badaladas, y otras cadenas regionales
preparaban los suyos respectivos. Aún existiendo pocos espacios en los medios de
comunicación dedicados en exclusiva al tema ovni, todos estos magazines de lo
paranormal han contado como número estrella de sus emisiones y publicaciones
con la información ufológica.
El programa Espacio en Blanco de Radiocadena Española (luego llamada Radio
5 de Radio Nacional de España)23, recomenzó con las Alertas OVNI radiadas diez
años después de que Antonio José Alés las descubriese como un nuevo fenómeno
de la comunicación radiofónica. La madrugada del 25 al 26 de junio de 1988 se
convocó a todos los ufólogos e informadores asociados al tema para una primera
experiencia que reportó más éxitos de audiencia que ufológicos, como es natural.
Fue también un buen año para esos eventos a los que se pone el pretencioso
nombre de “congresos”, y que se han hecho ya consustanciales con las paraciencias.
Un pequeño empresario de las paraciencias catalanas llamado Angel Gordon, que
se hace llamar Centro de Estudios Dongor, organizaba cada seis meses en un hotel
de montaña un seminario -o como quiera que se llamase- paracientífico con la
asistencia de los asiduos de la escena ocultista regional. Algunos medios
especializados hicieron su apuesta por atraer la atención del público -y su cartera-
para obtener unos beneficios económicos que cada vez se consideran más seguros
con estos temas, sobre todo cuando se cuenta con subvenciones oficiales. No otro
fue el objetivo del I Congreso Nacional de Ufología (uno más de tantos “primeros
congresos de ufología” como ha habido ya) organizado por la revista Karma-7 en
Barcelona en junio de 1988.
Las encuestas de opinión que los medios de comunicación realizaron sobre la
creencia del público en los ovnis denotaban un afianzamiento del mito
extraterrestre desde la década de los setenta. Según la encuesta que se dirigió a los
oyentes del programa de la televisión catala TV3 La vida en un xip del 2 de junio de
1989, un 49% creían que “hay extraterrestres que nos observan” y un 44% que no.
Como en otras encuestas, las opiniones positivas se daban más entre los hombres
que entre las mujeres y entre los jóvenes más que entre los mayores. Un detalle
sorprendente que denota la extensión de la “aldea global”: el sí se daba más entre
la población rural que la urbana. La encuesta efectuada por el Instituto Opina, S.A.
en febrero de 1990 para La Vanguardia daba un 66,3% de opiniones positivas y un
18% negativas para la pregunta “¿cree en los extraterrestres?”. Sin embargo, para la
pregunta “¿cree en los OVNIS?” las respuestas se equilibraban un poco más: 56,9%
positivas y 26,8% negativas.
En cuanto al mundo editorial, una mayor avidez informativa por estos temas
conducía a la gestación de la revista Más Allá, que saldría a los kioskos en marzo de
24 Hay un relato pormenorizado de los últimos fraudes informativos sobre los ovnis en el artículo de Javier Sierra
“Noticias basura sobre los extraterrestres”. Más Allá, número extra “OVNIS“. Septiembre 1991.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 223
26 Ruesga, José. “Voronezh y Conil: o la fiebre de los mass media”. Cuadernos de Ufología 2ª época, nº 8, 1990.
224 Ignacio Cabria García
Antonio Silva habló de “el día después del contacto”, para que todo girase sobre
lo mismo y Sixto Paz tuvo una corta -para lo que acostumbra- intervención sobre
“El mensaje extraterrestre”. Manuel Carballal y Javier Sierra ofrecieron ponencias
informativas de actualidad y Antonio Ribera dió una charla crítica sobre el ovni de
Voronezh.
La Clave, ese mítico programa de televisión de José Luis Balbín que expresó la
opinión de la España de la transición, se había hecho eco en los años setenta de la
pasión por los extraterrestres, y una década más tarde, el 14 de septiembre de 1990,
recogía el nuevo despertar del tema, ahora emitiéndose por Antena 3 Televisión,
con la proyección de la película La Tierra contra los platillos volantes. Allí
estuvieron Freixedo, Alés, Andrés Ripoll, que es el Director del Centro Europeo de
Astronautas y que se ha convertido en contertulio frecuente en nuestro tema, un
antropólogo y un científico.
Al maratón congresístico que se nos había venido encima se añadió el II
Congreso Internacional del Penedés27, organizado en El Vendrell del 12 al 14 de
octubre con una sustanciosa subvención del ayuntamiento local. A diferencia del
celebrado el año anterior, los contenidos contactistas no fueron la exclusiva de la
atención del acto. Participaron algunos investigadores europeos de prestigio:
Bertrand Meheust, que habló de las abducciones desde el punto de vista de un
folklore moderno, Leon Brenige, con un informe de la oleada de ovnis en Bélgica,
Colin Blay, que expuso una teoría mágica sobre los círculos de los trigales
ingleses, John Spencer, que habló sobre casos de abducción y Bertil Kuhlemann,
con un pout-pourri ufológico desde el punto de vista del creyente en el
fenómeno. La estrella del evento fue, con todo, Sixto Paz, quien con sus tablas y
su carisma como líder espiritual del contactismo fue capaz de retener la atención
del público durante cuatro largas horas con su relato de la iniciación al contacto.
Sixto dijo que había encontrado al Gran Ser, que le había comunicado que ya no
era precisa la evacuación mundial porque la Misión había conseguido evitar la
catástrofe que anunciaban en sus inicios en 1974. Por ello la Misión RAMA se
daba por terminada, y una nueva misión le era encomendada: la de la integración
de la Tierra a nivel Tierra-Salvador, bajo el nombre de Misión Humanidad. A
Enrique Vicente se le dejaron las horas finales del congreso, que se le fueron,
como le sucede siempre, sólo con la presentación del tema que iba a tratar, las
profecías del fin del mundo. El congreso contó con una actuación de música de la
Nueva Era a cargo de Guillermo Cazenave.
Julio Arcas venía organizando en Santander anualmente desde 1975 actos
divulgativos sobre el fenómeno ovni y temas conexos, siempre desde un
tratamiento serio de la cuestión, pero con presupuestos mínimos en lo económico.
En 1990 el apoyo institucional permitió la organización, en nombre de Cuadernos
de Ufología, de un acto de alcance internacional bajo el título “OVNIS, Jornadas
27 Resumen del mismo por Carles Berché en Cuadernos de Ufología, 2ª época, nº 11, 1991.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 225
28 Las ponencias se han publicado en dos dossieres en Cuadernos de Ufología, 2ª época, nº 12 y 13.
La sesión de observación nocturna del cielo para ver y fotografiar ovnis se puso
en práctica allá por mediados de los años setenta en los colectivos ufológicos y
grupos de contactados. Las primeras “Alertas OVNI” organizadas por los medios
paracientíficos -la revista Mundo Desconocido y el programa de Antonio José Alés
Medianoche - se hicieron con la intención de que los aficionados observasen
también en pequeños grupos desde sus lugares de residencia, aunque con el
sentimiento de participación, en el caso del programa de radio, en una operación
colectiva. Con la “Alerta OVNI” que Alés convocó en 1980 en El Rocío la cosa se
convirtió en una peregrinación en masa. Pasaron unos años de relativo silencio en
materia de ovnis y allá por 1987 los nuevos grupos ufológicos y de contactados
estaban de nuevo saliendo al campo a la caza de platillos. La pasión por los
extraterrestres volvió a sus viejos cauces, y ahora llovía sobre mojado. Los medios
de comunicación estaban preparados para poner toda la carne en el asador, y lo
que en los inicios de la observación nocturna se había camuflado como sesiones de
observación científica de los OVNIS acabó convertido en mero espectáculo. Como
ejemplo voy a poner la odisea que tuvo lugar la noche del 5 de junio de 1989 en el
macizo de El Garraf, a pocos kilómetros de Barcelona . El programa El gran Sabath,
de Radio 4 de Radio Nacional de España en Cataluña, se había hecho eco del
anuncio de un contactado de que a medianoche del 5 de junio iban a aparecerse
los extraterrestres sobre la explanada del macizo. A las diez había ya un fenomenal
atasco en el paseo de Gracia de la ciudad condal, y una caravana propia de una
“operación retorno” veraniega ocupaba toda la autovía de Castelldefels. Los que
conseguimos llegar hasta lo alto de El Garraf con la ayuda de la Guardia Civil de
Tráfico formamos, siguiendo las instrucciones de la organización, un gran círculo de
coches en un espectáculo mezcla de Encuentros en la tercera fase y Los jueves
milagro. A media noche el programa El gran Sabath resonaba como un eco en
todas las radios encendidas. Así lo conté en un artículo30: «uno de tantos magos
como pululan por la escena paracientífica catalana comienza a soltar por las ondas
borbotones de palabrería denominada “invocación a los hermanos cósmicos” o algo
así, y como si hubiera convocado a los elementos, se precipita sobre los rostros
expectantes una lluvia torrencial que hace guarecerse a todos en sus vehículos. Sólo
los locutores aguantan el chaparrón a pie firme bajo una manta, empapados pero
siempre con verbo ágil y animoso pese a las inclemencias. En vano intentan que la
gente organice un círculo en el centro de la explanada dándose las manos. El
personal no está por la labor y nada sucede por tanto. Está claro que “los de arriba”
no se han enterado de la invocación. El mago, ya sin guión para repetir otra nueva,
improvisa ahora toda suerte de tópicos sobre los males de la Tierra y lo buenos que
son Ellos. Pero nada; los marcianos son más listos que nosotros y se han quedado
en casita, mascullo. Bajo el aguacero, el personal se decide por una lúdica
demostración de su sentido del humor -¿qué serían estos encuentros sin él?- y corea
la música de Encuentros en la tercera fase que se emite por la radio con flashazos
de luces largas de sus coches, una sinfonía de luz y sonido que para sí hubiera
querido el Spielberg». En fin, que la espera acabó con la paciencia de los
“peregrinos”, así que nos abrimos paso a través del atasco camino de casa y una vez
más sin el contacto esperado. Claro que algunos se fueron reconfortados queriendo
ver en la lluvia una señal de “Ellos” (así se dijo por la radio). Otros alucinaron con
la maniobra de aproximación de un avión al aeropuerto de El Prat, y, entre que si
son galgos o son podencos, se fueron convencidos de haber visto un ovni» (si ya lo
decía don Quijote: «Sábete, Sancho, que es muy fácil cosa a los tales [encantadores]
hacernos parecer lo que quieren (...) los escuadrones de enemigos en manadas de
ovejas»).
El día 21 del mismo mes de junio el programa Espacio en Blanco de Radio 5
organizó en las Cañadas del Teide, en la isla de Tenerife, una gran sesión de
observación ovni aprovechando la tradicional velada de “unidad planetaria” que se
convoca cada año en aquel lugar coincidiendo con el solsticio de verano. Allí
estaban los informadores, los contactados, los publicistas del negocio, todos, hasta
Televisión Española, que hizo un reportaje del evento para el Telediario de las 3 de
la tarde. Como siempre, aparte del frío congelador, nada más se sacó en claro,
aunque siempre hay quien ve ovnis que los demás no han visto. Era el verano de
las Alertas ovni, y Javier Sierra hizo la suya en Vinaroz (Castellón) con motivo de las
II Jornadas sobre OVNIS, con la presencia ya corriente de las cámaras de la
televisión regional.
Antonio José Alés, la estrella de la radio allá por 1980 continuaba en el salto de
la nueva década realizando su programa Medianoche, ahora en Radio España-
Cadena Ibérica, aunque ya no especializado en paraciencias. Pero con su buena
visión periodística, nos quiso hacer recordar aquellas Alertas OVNI de una década
atrás y aprovechando unos supuestos anuncios hechos por un contactado y un
investigador desconocido, convocó a los oyentes a una concentración para la
madrugada del 7 de abril de 1990 delante del castillo de San José de Valderas.
¿Recuerdan? Fue el lugar que una nave con el signo de UMMO en su panza
sobrevoló en 1967, caso que se explicó en el capítulo 2. No se sabe muy bien con
qué motivo Alés quiso poner en candelero el lío de UMMO con esta convocatoria,
pero lo cierto es que la rodeó de innecesarios misterios31. Como de costumbre,
aparte algunos cohetes lanzados por bromistas, no se aparecieron los ovnis, aunque
hubiera quien asegurase lo contrario. Unos cuantos se quedaron muy colgados con
31 Ver el artículo de José Juan Montejo y Enrique Padial “Alerta OVNI en San José de Valderas: ¿una recidiva ufológica?
Cuadernos de Ufología, 2ª época, nº 9-10 y 12, 1990-1991.
228 Ignacio Cabria García
preguntas que él les hace. Así el aliciente del caso es que la visión de ovnis está
asegurada.
Conocí a Luis José Grífol en 1983 en una charla que ofreció en un pub de
Barcelona, y que consistió en una miscelánea ovni cocinada en su más característico
estilo caótico, ilustrada con diapositivas que mostraban luces de bonitos colores,
tomadas en sesiones de observación nocturna en Montserrat. Hacía tiempo que
Grífol venía reuniendo un grupo de seguidores los días 11 a las 11 de la noche,
pues este número tenía para él un significado especial, al haber sucedido en 1979 y
1980 dos sucesos ovni muy espectaculares coincidiendo en 11 de noviembre. Grífol
anunció que el próximo 11 del 11 (noviembre) a las 11 habría algún fenómeno
interesante en Montserrat, y allí me presenté. Por aquel entonces no se juntarían
más de 30 coches en la explanada de Can Massana. El maestro de ceremonias fue
creando el ambiente (me han contado que a veces colocaba una imagen de Cristo
sobre el coche, aunque no en esta ocasión). Puso música cósmica de Vangelis en el
radiocasette y pidió a los presentes que nos concentrásemos mentalmente juntando
las manos en actitud de oración, como rogando a “los de arriba” que se
manifestaran, al tiempo que dirigía rayos de luz de una potente linterna hacia el
cielo. Y allí estábamos todos, con las caras vueltas hacia lo alto como las niñas de
Garabandal en espera de que algo sucediese. Cada vez que aparecía una estrella
fugaz Grífol pedía que aplaudiésemos, pues había que “agradecerles su presencia”.
Un par de veces al menos se levantó un clamor y estalló una cerrada ovación
cuando rasgaron el cielo potentes trazos de luz. A continuación Grífol explicó en
tono dogmático lo que habíamos visto, cómo la nave tenía forma triangular y unas
luces en sus esquinas, y siguió con toda una disertación sobre su naturaleza
angélica y demás ante la aquiescencia de unos y el silencio asombrado de otros. De
los triángulos vistos aquella noche proviene el dibujo que Grífol estampa desde
entonces en todas sus cartas como marca de la casa. “Recuerda que cuando tú
estuviste -me diría Grífol mucho tiempo después- se vieron varios ovnis muy
claros”. Me limité a contestar que yo debía estar mirando a otro lado, porque no ví
más que meteoritos.
Los encuentros de Montserrat se habían convertido por 1989, en el momento
de la nueva euforia de los ovnis, en un fenómeno de masas, juntándose en
ocasiones miles de personas, hasta con el apoyo de la Guardia Civil de Tráfico. La
mayor parte de quienes suben no son más que curiosos de toda clase y condición,
tanto creyentes en el contacto como escépticos. Pero nadie se va defraudado si no
se ve nada. Para unos ha bastado con el espectáculo, otros han escuchado a Grífol,
cuya palabra es como un oráculo. No se sabe si la masa le cree o no cuando
pontifica sobre cualquier tema, pero nadie contesta. Su verbo dogmático no admite
más que preguntas, no discusiones. Para otros los encuentros de Montserrat son una
comunión, en la que se comparte con otras almas afines informaciones sobre los
ovnis y otros asuntos mágicos.
La popularidad que ha ido ganando Luis José Grífol gracias a la prensa y la
230 Ignacio Cabria García
como libro serio la Enciclopedia de los encuentros cercanos con OVNIS (1987), de
Ballester y Fernández Peris, que ya se ha revisado, poca cosa para un momento de
auge del tema.
José Antonio Silva fue un popular presentador de Televisión Española que allá
por los bienaventurados años sesenta informaba de los lanzamientos astronáuticos
del programa Apolo. Retirado de la televisión, actualmente se dedica a su verdadera
profesión de piloto de las líneas aéreas Aviaco. Silva fue siempre un apasionado de
los ovnis, testigo él mismo de uno de estos cacharros cuando pilotaba su aeronave,
y en los últimos años se le ha podido ver como participante de algunos debates
televisivos como un especialista más del tema. Como parece que ya había plantado
un árbol y tenido un hijo, no le quedaba más que el libro, que fue a llamarse
Mística y misterio de los ovni34 . Tópicos repetidos hasta la saciedad, eso es en cinco
palabras el contenido del libro, y como todos nos sabemos de memoria los tópicos,
para qué continuar.
En 1990 aparecieron un par de libros de los dos autores españoles comerciales
del momento: Salvador Freixedo y Juan José Benítez, con los títulos La amenaza
extraterrestre y La quinta columna, respectivamente, y que comenté en la sección
dedicada a ellos. La editora de Más allá debió equivocarse cuando tradujo al
español un original inglés titulado nada menos que Ciberbiological studies of the
imaginal component in the UFO experience. ¿Alguien podía imaginarse encontrar
algo así en una librería española? Pues se publicó, aunque con el título más
digerible de Lo imaginario en el contacto OVNI35, y es una recopilación seria de
artículos ufológicos. En 1991 la revista Más Allá editó un monográfico sobre OVNIS
compilado por Javier Sierra con abundante información sobre la actualidad del
mundo de los no identificados, sobre todo en sus aspectos más espectaculares y
fantásticos.
La información sobre los ovnis, que ascendió desde 1987 y tuvo su pico en
aquellos finales de 1989, ha ido suavemente en declive.
C
on cierta razón puede decirse que la ufología de los años setenta fue la
del desarrollo de un planteamiento científico, pero esto sólo es una ver-
dad parcial. Si bien la época que comentamos se caracterizó por la dedi-
cación de un grupo de investigadores en el análisis estadístico-matemático del fenó-
meno, lo cierto es que con la decantación del tiempo hoy muchos de sus trabajos
parecen reduccionistas. La distorsión que imponía la hipótesis dominante del origen
extraterrestre del fenómeno OVNI dejaba de lado un aspecto primario y fundamental:
¿y si los ovnis no existiesen? La comunidad ufológica era un campo homogéneo
donde los diferentes enfoques se limitaban generalmente a las técnicas, y no tanto al
método o a la mentalidad con la que se accedía al estudio del tema. Como muestra
de este estado de opinión voy a citar sólo un ejemplo. Cuando Marius Lleget, sensibi-
lizado por la muerte de los dos jóvenes de Tarrasa que se suicidaron arrojándose a la
vía del tren para ir al contacto con los seres galácticos, vió en los ovnis un terreno
donde se alcanzaban niveles peligrosos de fanatismo y tomó una postura escéptica
para evitar males semejantes, la comunidad de los ufólogos reaccionó descalificándo-
lo, ¡incluso en el ámbito de la ufología científica!, porque considerar los ovnis como
un fenómeno natural representaba «...negar la realidad del Fenómeno OVNI como
algo desconocido, al que aplicamos la hipótesis extraterrestre...»1 .
Con el arranque de la actividad de los jóvenes ufólogos, como se empezaron a
llamar a sí mismos los interesados por los ovnis a principios de los setenta, el méto-
do pasó a ocupar un primer plano entre aquellos que se presentaban como investi-
gadores científicos. La importancia que se empezó a conceder a la metodología sig-
nificaba un intento por llevar este estudio, que tan desacreditado estaba por tanto
lastre de “platillos volantes”, “marcianos” y “contactos”, al mundo científico y
académico, acercamiento que no sólo pretendía un progreso efectivo en los des-
cubrimientos, sino el aporte de prestigio que lo científico supone en nuestra
sociedad. De esta manera, cualquier afirmación tenía que hacerse apelando a un
principio “sagrado” en la disciplina: el método. Luego, a la hora de la verdad, la
teorización sobre este aspecto no ha aportado ideas de verdadero peso porque no
ha habido en la ufología ningún filósofo de la ciencia.
Así como las ciencias humanas y sociales, en una recuperación del positivismo,
descubrieron en los años sesenta la aplicación de las matemáticas y la estadística a
las respectivas disciplinas (nueva geografía, antropología matemática, etc.) para ase-
mejarse a las ciencias naturales, muchos ufólogos decidieron también convertir el
estudio de los ovnis en una disciplina científica gracias al recurso a la estadística. A la
vez encontraron en el tema un terreno virgen para la aplicación, con mayor o menor
fortuna, de los conocimientos que habían aprendido en las universidades. Si lo que
se decía con palabras, aunque fuera una simpleza, se podía expresar en números,
una especulación se convertía milagrosamente en un trabajo científico. A veces lo
que sucedía es que se confundía el método con la utilización de una herramienta de
trabajo, verbigracia la estadística, lo cual se tomaba por la misma cosa.
Voy a poner un ejemplo bastante evidente de cómo la falacia de la verdad estadís-
tica nos ha pretendido meter la píldora de la demostración científica de la existencia de
los OVNIS. Según los postulados de la ufología, está demostrada la existencia de un
fenómeno no explicable en términos de la ciencia actual a partir de la comparación
entre las características de los casos OVNI y OVI (objetos volantes identificados). Si
ambos conjuntos de casos presentan características diferentes ello demostrará la exis-
tencia de un fenómeno anómalo. Se han realizado algunos trabajos de comparación de
casos identificados y no identificados, llegándose a la conclusión de que son difer-
entes. Argumentemos por el platónico sistema de los diálogos lo que quiero decir.
INCREDULO.-La demostración parece de una lógica aplastante, pero... ¿cómo se
ha llegado a saber las características de los OVNIS?
UFOLOGO.-Por la estadística.
INCREDULO.-¿Y qué casos han sido considerados para definir las características
del fenómeno?
UFOLOGO.-Todos los que no han llegado a recibir una explicación satisfactoria
tras un análisis cuidadoso de la información y el depurado de los casos falsos.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 235
Hoy podemos pensar que el prejuicio que suponía -en algunos- partir de la
hipótesis extraterrestre con una fe ciega les impedía la elaboración de cualquier
teoría realmente científica, pues se atentaba contra ese principio básico que se llama
la navaja de Occam, o principio de parsimonia, que no significa que haya que hacer
el holgazán, sino que entre dos inferencias debe elegirse la más simple, lo que se
llama también principio de economía de hipótesis. Lejos de tal economía, los ufólogos
han sido unos manirrotos de hipótesis, cayendo en el error de creer, motivados por
un estado de conciencia popular en favor de la creencia en los extraterrestres, que la
hipótesis del origen exterior de los ovnis era la más “económica”, en detrimento de
otras. Pero es que eran momentos en que ser ufólogo era estar afiliado a unos
principios inquebrantables. Se partía de la base de que:
236 Ignacio Cabria García
2 “Reflexiones entorno a la investigación del fenómeno OVNI”, Stendek nº 23, mayo 1976, y “Reflexiones sobre el
paralelismo funcional entre "lo mágico" y "lo extraterrestre"”, Stendek, nº 26, diciembre 1976.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 237
Taxonomías extraterrestres
Si, como dijo el filósofo del siglo XVII Alexander Pope, la primera ley del cielo
es el orden, estas bestias celestes que nos visitan deben exhibir un orden ejemplar.
La afición por diseñar clasificaciones y tipologías de los extraterrestres y sus
cacharros voladores ha sido un vicio bastante generalizado entre algunos ufólogos,
incluso bien entrados en años. Por fortuna, en los últimos tiempos nos han dado
tregua y han dejado de hacer ciencia-ficción.
Clasificaciones por tipos de casos hay dos que han sido admitidas
unánimemente en la ufología internacional. La de Jacques Vallée, contenida en su
libro Fenómenos insólitos del espacio3 que mezcla churras con merinas, divide sin
un criterio claro los casos bien por la distancia al suelo, bien por la forma o por la
puesta en escena del cacharro. Es una clasificación completamente tendenciosa
hacia la idea pro-extraterrestre, pues en ella aparecen cosas como aterrizajes
(aunque este nombre no se mencionase en primera instancia) y objetos en forma de
puro. Veamos: el tipo I es una «”máquina” de forma esférica, discoidal o aún más
compleja, y se encuentra en la superficie del suelo o en la proximidad de él». La
observación del tipo II es una formación cilíndrica vertical asociada con una nube
difusa. El tipo III es el mismo objeto que el tipo I pero inmóvil en la atmósfera. Este
tiene un subtipo: el IIIA, que es el movimiento previo de “caída en hoja muerta”. La
observación del tipo IV es aquella en la que un objeto insólito es observado en
movimiento de traslación continuo, y el tipo V reúne fenómenos luminosos raros.
Este modelo de clasificación no es que sirva para hacer un esquema de la casuística,
es que sirve para inventarse la casuística, o como mínimo forzarla para que se
adapte a algún tipo de los señalados. Por otra parte, los tipos II y IIIA ya estaban
bastante caducos cuando se escribió el libro. Lo que siempre me ha llamado la
atención es la reverencia con que los ufólogos españoles han acogido siempre esta
clasificación, por el simple hecho de que Vallée dixit. Por ese mimetismo unas
veces estúpido y otras glorioso con que en nuestra tierra hemos hecho las cosas a
semejanza del extranjero, la ufología española ni siquiera se ha planteado -
empezando por el nombre de su disciplina- atentar contra los argumentos de
autoridad de los “sabios” del mundo desarrollado. Y en ello seguimos.
4 “Los extraterrestres”. Stendek nº 5 a 9 y Sí, están. Aproximación científica a los OVNIS (Ed. 7 1/2, S.A. Barcelona, 1978).
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 241
con el dibujo de ese típico marciano cabezón con su jeta de pocos amigos,
dirigiendo una mirada amenazadora al respetable. Y por citar una anécdota, un
conocido periodista-ufólogo llegó a afirmar en una ocasión que nos visitan más de
trescientas razas de extraterrestres, en el non plus ultra del desvarío.
Aún siendo natural a nuestra necesidad innata de orden en nuestros esquemas
mentales, no deja de tener su gracia esta propensión a la clasificación en el
fenómeno ovni, fenómeno que se define precisamente por estar fuera de todas las
categorías de lo conocido. Sucede como siempre con las taxonomías, que se suele
confundir la invención de un nombre con la solución de un problema científico.
Todo esto me recuerda a aquellos bestiarios medievales realizados a partir de los
libros de viajes, o a aquel tratado del siglo XV que se llamó el Malleus Maleficarum,
con sus descripciones de los demonios y sus comportamientos, reflejo fiel de los
fantasmas personales de los miembros de la Iglesia.
dijeron haberse sentido alcanzados por ¡su onda expansiva!, y otro testigo dijo que
«en la punta estaba un objeto en forma de pirámide. En su trayectoria se detuvo dos
veces -quizá décimas de segundo- desplazándose lateralmente. Antes de perderse
de vista cerró una especie de patas que llevaba en su parte inferior». El médico de la
localidad de Gáldar vió en el globo de luz dos humanoides gigantes de pie5.
Una perturbación más que los investigadores de campo han añadido a los
conocimientos acumulados por la ufología es el sesgo que introducen en la selección
de lo que vale la pena investigar. A nadie le gusta perder el tiempo con la investi-
gación de un punto de luz en el cielo. La atención del investigador se dirige prioritari-
amente hacia los sucesos más espectaculares, ya que no podemos decir con rigor “de
más alta extrañeza”. Al decir espectaculares me refiero a encuentros cercanos con
objetos que producen efectos físicos o en cuya vecindad se observan humanoides,
cuando la verdad es que puede concederse una extrañeza más alta a un simple punto
de luz en el cielo nocturno que realiza evoluciones imposibles para un aparato con-
vencional que a un aterrizaje con seres, más susceptible a errores de interpretación.
A finales de los setenta los ufólogos más críticos con el estado de las cosas
comenzaron a plantearse una investigación de campo con otros objetivos, en primer
lugar desmitificar la casuística como evidencia de la hipótesis extraterrestre.
Conceder la misma importancia a un caso identificado que a un caso OVNI era un
nuevo punto de partida. Por otro lado, la crítica y reencuesta de casos antiguos se
empezó a convertir en un requisito básico de una investigación más profunda. La
necesidad de esta nueva estrategia quedaba bien definida por Vicente Juan Ballester
en un capítulo de su libro Los OVNIS y la ciencia6, convirtiendo la contraencuesta
de casos antiguos en un requisito básico para la elaboración de catálogos de
casuística.
Los ufólogos más proclives a la paranoia han creído, tanto en épocas pasadas
como en ésta, en una gran conspiración del poder para ocultar y manejar
información de importancia fundamental para la humanidad sobre un contacto que
se habría establecido con una civilización extraterrestre o sobre la existencia de
pruebas trascendentales sobre la naturaleza de los ovnis. Los conspiranoicos no han
podido presentar más evidencias sobre el gran secreto que la inexistencia de
información, la cual se atribuye a que los datos ocultos deben ser extremadamente
comprometedores, y los sociólogos saben que el rumor satisface la necesidad de
información donde no existen canales para la misma. En ufología el rumor es un
constituyente inseparable del gran mito de la venida de los extraterrestres. De
5 Extraídos del artículo de Manuel Borraz “Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios”. Cuadernos de Ufología,
Monografía nº 1. 1992.
su obra Astronaves sobre la Tierra, imaginó cómo debía ser el platillo fotografiado
en Río de Janeiro en 1952, pero su intento se quedaba en el diseño de la hipotética
estructura interna sin decir mucho sobre la fuente de energía, que se despachaba
con un simple “energía nuclear”. En un artículo posterior para el Boletín del Centro
de Estudios Interplanetarios titulado “Sistemas de propulsión”7, criticaba todas las
teorías vigentes en aquel momento: la antigravedad, la electrogravitación, la antima-
teria, las ondas gravíficas, que demostraban «una espeluznante indiferencia hacia la
recta interpretación», escribía en su peculiar lenguaje. La continuación de este breve
trabajo, donde debía exploner su propia hipótesis, que era la de la propulsión iónica,
quedó sin escribir8. Los fans de los platillos volantes no estaban capacitados científi-
camente para tales complejidades, así que hubo que esperar a la generación de la
ufología científica para ver propuestas complejas sobre el particular.
Francisco Aréjula fue un misterioso personaje que rozó el mundo de la ufología
con un libro sobre propulsión titulado Hacia una física de los ovnis, editado por él
mismo en 1973. Según Antonio Ribera, en las dos direcciones que se facilitaban en
el libro nadie sabía nada del tal Aréjula. Ningún ufólogo llegó nunca a conocerle
personalmente, y sólo se contaba como referencias suyas con una carta sobre el
estudio científico de los ovnis que envió a La Vanguardia y que apareció publicada
el 16 de abril de 1974, y una reseña, parece que de su propia mano, de un supuesto
libro que habría escrito sobre mecánica cuántica y que nadie conoce. Hacia una
física de los ovnis y un artículo que remitió a Stendek9 fueron sus únicas aporta-
ciones al problema ovni. Su hipótesis de propulsión hacía intervenir a una fuerza
antigravitatoria que crearía un globo de energía dentro del cual se movería la nave.
Dentro de este globo los tripulantes estarían exentos de someterse a la gravedad y
la inercia. Puesto a especular, suponía que los discos deben poseer una materia que
contiene una “carga gigante”, y que esa materia se encuentra en determinados plan-
etas. Todo esto está contado en el platónico sistema de los diálogos. Resumir el
contenido del libro acabaría con la paciencia de mis lectores, pero también, lo que
es peor, con la mía propia. Declaro sin pudor mi incapacidad para seguir semejante
ladrillo, dado por otra parte que se trata de una especulación sin salida.
Un perito industrial vallisoletano de nombre Miguel Alcover Iglesias,
pertenecienta a la “Agrupación Charles Fort” de Valladolid, frecuentó una
temporada a los ufólogos con uno de estos modelos teóricos, que iba exponiendo
por congresos y conferencias entre agasajos del público 10 . El fue el último
teorizador sobre la propulsión, pero no el último “inventor de platillos”, pues en el
Congreso Mediterráneo de Ufología celebrado en Barcelona en 1979 se presentó
7 nº 3, marzo 1959.
8 En el libro de Antonio Ribera Las máquinas del cosmos (Planeta, Barcelona, 1983), en el capítulo 5, “La posible
tecnología”, están reproducidos el artículo de Eduardo Buelta “Sistemas de propulsión” y algunos pasajes de Hacia una
física de los ovnis, de Francisco Aréjula.
9 “Los objetos volantes como problema de ciencia pura”. Stendek nº 35, marzo 1979.
10 Ver su artículo “Hipótesis sobre propulsión: ¿magnetismo o gravitación?”, Vimana, nº 8, Santander, 1980.
246 Ignacio Cabria García
una maqueta de un objeto que, se decía, podía volar. Vaya usted a saber.
Los proponentes de sistemas de propulsión de los ovnis han chocado siempre
contra una barrera infranqueable en sus formulaciones. Sus modelos funcionan en
la teoría, vuelan la mar de bien, pero en uno u otro punto de su argumentación hay
una añagaza escondida en forma de imposibilidad científica, así que la lectura de
tales tratados se convierte en un “busque el gazapo”. Claro, ¿cómo pretender que un
objeto evolucione en la atmósfera terrestre si eludimos el primitivo sistema de
acción-reacción? El fracaso es inevitable, ya que se pretende superar la ley de la
gravedad por medio del electromagnetismo, y no hay que haber estudiado muchas
ciencias para saber que una cosa no tiene nada que ver con la otra y que la
gravedad es hoy por hoy una energía desconocida. Como dice Antonio Ribera, todo
lo solucionan con un término comodín que viene a ser la piedra filosofal de la cien-
cia extraterrestre. El comodín puede llamarse “la energía”, “carga gigante” en
Aréjula, u otros. Así pues, si alguien ha perdido su tiempo de la manera más inútil
han sido los que se han sorbido el seso inventando turbinas y tornillos para crear
una imposibilidad científica: una nave que se comporte con la Tierra como los
polos positivos de dos imanes entre sí. El día que vea volando uno de esos artefac-
tos sin propulsión química o mecánica me detendré a leer sobre propulsión,
prometido.
Los platillos volantes de aquellas fotos de los años cincuenta eran artefactos de
estructura bastante simple, pero con el paso de los años la fenomenología ovni fue
pasando de los cacharros de “tuercas y tornillos” a “objetos”, si se les puede decir así,
más deletéreos. El fenómeno se fue haciendo más y más caprichoso, complicándose
las formas y desvaneciéndose la aparente materialidad de los objetos. Llegaba a resul-
tar difícil imaginar que aquellos artefactos fuesen naves tripuladas por seres como
nosotros. Y cada vez era más difícil pensar en una propulsión para para cosas tan
raras como se llegaban a ver. Al mismo tiempo las hipótesis sobre la naturaleza y ori-
gen del fenómeno se iban diversificando de la certeza inicial del origen extraterrestre
en otras en las que el elemento material llegaba a estar ausente. Todo ello tenía que
provocar a partir de los años setenta una crisis de las teorías propulsionistas. Es más,
las dudas que se han extendido en los últimos tiempos no sólo sobre la materialidad
de los ovnis sino incluso sobre su misma existencia han hecho desistir de su empeño
a nuestros ufólogos mecanicistas. Ya no se llevan las teorías sobre la propulsión de
los discos voladores por la sencilla razón de que los discos son una cosa del pasado.
Al parecer los extraterrestres también cuidan la línea y el acabado de sus diseños, y
definitivamente el platillo ya no está de moda en su planeta de origen.
Una inquietud que nació entre los ufólogos de los años setenta fue la de
pillar al fenómeno en su propia salsa, o sea, detectar su presencia por medio de
observación nocturna, fotografiarlo y dejar registrados sus parámetros característicos.
Uno leía un circunspecto artículo sobre la detección tecnológica del fenómeno y
para qué quería más; hacía el petate y se lanzaba cámara en ristre a lo alto de una
montaña donde se suponía que se aparecían mucho los ovnis con el
convencimiento de que iba a ser testigo de una observación fundamentalísima. Un
248 Ignacio Cabria García
En 1977 apareció por primera vez en las páginas de Mundo Desconocido esa
idea que algunos han decidido últimamente convertir en un nuevo género del
mundo del espectáculo: las “Alertas OVNI”. En octubre de 1977, el periodista Jesús
Beorlegui12 invitaba «a todas las organizaciones y grupos de estudio privados y
oficiales, nacionales y extranjeros, a participar en este intento de vigilancia
intensiva». Con las megalomaníacas pretensiones de organizar una movida mundial,
se quería demostrar la hipótesis formulada por Eduardo Buelta y Oscar Rey Brea de
la relación entre los períodos de proximidad de Marte a la Tierra y las oleadas de
12 «Participe en la Operación "Alerta OVNI"», Mundo Desconocido nº 16, octubre 1977; MD nº 18, diciembre 1977.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 249
platillos volantes. Parecía desconocer el amigo Beorlegui que esta misma llamada
alteraba la neutralidad de los investigadores y testigos ante el fenómeno, y la oleada
tenía por fuerza que producirse aunque no fuera más que por la contaminación
informativa introducida por la publicidad desmesurada del fenómeno. Aunque,
¿alguien se había creído que todo aquel lío era de verdad para hacer un estudio?
En el programa radiofónico de la cadena SER que José Antonio Biosca, más
conocido por Antonio José Alés, comenzó a dirigir en el verano de 1978, llamado al
principio Agosto Noche y luego Medianoche, se dió por perpetrar anualmente cada
madrugada del 15 de agosto una “Alerta OVNI nacional”, que iba a conseguir
acaparar la atención pública, y que dió tema hasta para un libro13. Como era de
prever, aquellas noches en que todos los aficionados a los ovnis salían al campo a
mirar al cielo se veían naves extraterrestres por doquier, se procuraban ortotenias,
relaciones con el planeta Marte y lo que hiciera falta. ¡No iba uno a pasarse la
noche en vela para irse a casa de vacío! La moda de las “Alertas OVNI” se ha ido
reproduciendo de manera progresiva como una de las actividades propias del ocio
veraniego, organizadas por diferentes medios de comunicación, pequeños grupos
de fanáticos de los ovnis e incluso por redes de radioaficionados, como vimos en el
capítulo 11.
religiosos, nunca los centros científicos. Así, vemos que los movimientos de
contacto con extraterrestres se apoyan en su imagen pública sobre el carisma de un
líder profético e incluso mesiánico, lo que no sucede con el movimiento ufológico,
que quiere someterse a principios de “racionalidad” (de nuevo en el sentido de
Weber), y en que el orden jerárquico y carismático es menos importante que el
burocrático. Unos ejemplos bastarán. La razón de la existencia de un activo grupo
en una pequeña ciudad como Santander durante bastantes años se debió al poder
cohesionadr de Julio Arcas al frente del CIOVE, que hacía trabajar como galeotes a
cuantos se encontraban alrededor. De manera parecida, la persistencia del CEI de
Barcelona contra todas las crisis se debe a la resistencia de Pere Redón. José Ruesga
Montiel ha coordinado la ufología sevillana por las mismas razones. En Madrid
nunca hemos encontrado un grupo investigador activo por ausencia de un elemento
organizador, siendo así que los intentos de ligazón de los investigadores madrileños
han fracasado por la desconexión de su trabajo.
C
on el fenómeno de los ovnis el investigador social tiene la oportunidad
de seguir de cerca el origen y evolución de un mito moderno, que se
recrea cada día con noticias sobre visiones en los cielos, rumores popu-
lares y estudios ufológicos. La investigación de este fenómeno desde los puntos de
vista histórico, sociológico y antropológico debería proporcionarnos un conocimiento
añadido sobre los mitos contemporáneos. Una historia social como la que aquí acaba
sería útil se sugiriese ideas y preguntas sobre puntos que confluyen con otros aspec-
tos de nuestra cultura. ¿Cuál ha sido la influencia de los medios de comunicación
sobre la génesis de la creencia en los platillos volantes ? ¿En qué sentido la ufología
ha servido para crear un estereotipo de los extraterrestres? Para abordar estas y otras
cuestiones es preciso recurrir a los hechos. Espero haber aportado los necesarios.
Pero una historia no es imparcial. Se escribe desde una concepción determina-
da del problema, y no es mi intención ocultarla. Un resumen de mis hipótesis y
conclusiones sobre la historia social de los ovnis en España sería:
Cuando un periodista inventa en 1947 en los Estados Unidos el término platillos
volantes para describir la visión de Kenneth Arnold, el contacto con seres extrater-
restres era ya un concepto archimanido por la ciencia-ficción, y en este subgénero
literario existían hasta los discos voladores. Lo que esto significa es que la aparición
de los platillos volantes no supuso nada radicalmente inesperado en nuestras estruc-
turas mentales. En un momento en que la civilización occidental se proyectaba
hacia la conquista espacial era comprensible la llegada de seres de otros planetas.
La prensa española introdujo a principios de 1950 la leyenda de los platillos y
las primeras hipótesis de su origen marciano como una parte más de la colonización
cultural norteamericana a que estábamos siendo sometidos, e inmediatamente se
empezaron a recoger los primeros testimonios de visiones extrañas sobre los cielos
de la península, a las que se comparó con “esos platillos volantes que dicen ver en
los Estados Unidos”. Fue la primera oleada, tal como ha sido definida por los inves-
tigadores. Los ovnis se instalaban así en nuestro imaginario colectivo.
256 Ignacio Cabria García
Tan pronto como aparecieron los platillos volantes lo hicieron los pioneros de
la investigación del fenómeno. Sus elaboraciones teóricas son un reflejo fiel de la
mentalidad de una época. La primera presunción de su origen marciano produjo
hipótesis con voluntad científica, como la del supuesto ciclo bienal de las apari-
ciones, que parecían coincidir en el tiempo con las oposiciones del planeta Marte
(Eduardo Buelta, Oscar Rey Brea), y la de las ortotenias, presuntas alineaciones de
los lugares de avistamientos que demostrarían el comportamiento inteligente del
fenómeno (hipótesis de Aimé Michel promovida en España por Antonio Ribera).
Ambos supuestos eran erróneos por la deficiencia de los datos, pero sentaron las
bases de la investigación ufológica.
De los burdos invasores marcianos se pasó a una hipótesis extraterrestre más
sutil e indefinida, y la casuística se complicó con aterrizajes de naves, visiones de
tripulantes, etc. A los primeros divulgadores de la temática, especialmente Antonio
Ribera, debemos mucho de la concepción popular sobre los ovnis. Fue con el
devenir de la “era espacial” cuando el interés por la conquista del espacio dió lugar
a la pasión por los platillos volantes. En ese marco de excitación por la astronáutica
y la exobiología, un colectivo de jóvenes inmersos en la nueva cultura científica
puso en marcha el movimiento ufológico que hemos conocido hasta hoy, y que se
materializó en centros investigadores, revistas, congresos y otras actividades. Los
258 Ignacio Cabria García
jóvenes investigadores partían del método científico y del racionalismo para intentar
demostrar su creencia en que estábamos siendo visitados por seres extraterrestres,
para lo cual se lanzaron a la investigación de campo, al discurso estadístico y a la
teorización sobre el origen de los ovnis. Con el tiempo las hipótesis se diversifi-
caron y complicaron a la par que las modas intelectuales surcaban la parapsicología,
la psicología, las ciencias ocultas... La ufología científica no fue inmune a los mitos y
los tópicos que se desenvolvían en el mundo de los creyentes, y los apriorismos
sobre los extraterrestres lastraron la objetividad de muchos de sus trabajos. Algunos
autores se decantaron en el curso de su investigación por conclusiones opuestas a
lo establecido. Félix Ares y David G. López propusieron tras el análisis estadístico
de toda la casuística española la no existencia de un fenómeno físico inexplicable.
El primero de ellos es reconocido por haber demostrado experimentalmente la
creación social de las oleadas, y hoy dirige el movimiento escéptico contra los
ovnis. Otro sector de la ufología científica representado por Vicente Juan Ballester
Olmos ha venido defendiendo la investigación del fenómeno desde el punto de
vista de la existencia de una anomalía científica, aunque progresivamente escéptico
de su origen extraterrestre.
Veinticinco años se han cumplido desde el inicio del movimiento ufológico. La
dedicación del ufólogo ha consistido tanto en un deseo de descubrir la naturaleza
del fenómeno como en la misión predicadora de una verdad que se veía como
trascendente para la humanidad: el contacto con otra civilización exterior. Y esta
última razón está, creo yo, en el fondo de toda iniciación a la ufología que haya
conocido. Mientras que, con el estudio del tema, unos se han decantado en su
tránsito intelectual por la negación de los ovnis como fenómeno real y han rec-
hazado la ufología como mistificación (los escépticos), otros investigadores
racionalistas continúan participando de la ufología desde posiciones críticas, y
otros más trabajan en la temática desde puntos de vista más o menos cercanos a la
hipótesis extraterrestre.
El movimiento contactista, aunque haya influido menos socialmente, no es
menos importante numéricamente que el ufológico. Es preciso señalar la importan-
cia creciente que ha ido adquiriendo el contacto con extraterrestres como fenómeno
social. Si en los años cincuenta y sesenta el contactismo se practicó de forma mate-
rialista y en círculos limitados, desde mediados de los setenta se ha generado un
fenómeno de culto a entidades cósmicas, practicado en pequeños grupos a veces
asociados a un movimiento neorreligioso. Toma la forma de un misticismo en su
búsqueda de contacto directo con entidades superiores, y se inspira en mensajes de
tipo apocalíptico que anuncian una era de felicidad en otros planetas, en una
creación moderna de mesianismo y milenarismo urbano. El contactismo, como culto
ecléctico, se entronca y se inspira en otras creencias, que van de las religiones ori-
entales al cristianismo, de las ciencias ocultas a la sabiduría antigua, y que viene a
formar parte de esa cultura que se ha venido en llamar la Nueva Era.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 259
1 Truzzi, Marcelo. “The occult revival as popular culture: some observations on the old and de nouveau witch”. En
Arthur Lehmann y James Myers. Magic, Witchcraft and Religion. An Anthropological Study of the Supernatural. California
State University. Mayfield Publishing Co. 1989.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 261
recreación del mito de los visitantes extraterrestres que es la ufología, ¿no crees,
amigo lector, que hemos confundido durante muchos años nuestro punto de obser-
vación? Si después de leerte pacientemente este trabajo has llegado a mi misma con-
clusión de que no hay que mirar a lo alto para ver aparecer ovnis sino que hay que
dirigir la vista a nuestro alrededor para ver cómo se producen socialmente los ovnis,
es que he conseguido mi propósito.
¿Y el futuro, qué le depara a la ufología? Sin hacer futurología se pueden dar
opiniones sobre las expectativas de evolución de la comunidad ufológica.
Personalmente me atrevo a aventurar una bifurcación creciente entre un puñado
escaso de investigadores veteranos -aunque algunos sean jóvenes-, críticos y espe-
cializados en diferentes ramas del fenómeno ovni, y un sector mucho más
numeroso de jóvenes aficionados y otros no tan jóvenes, dispersos en sus intereses,
con el objetivo de acumular casos con etiqueta ovni y tendentes a la mitificación
acrítica de lo extraterrestre. Los veteranos podrían ir cesando en su actividad tras un
proceso de decantamiento de sus conclusiones finales sobre el fenómeno en un
sentido escéptico o, en todo caso, mantener una relación marginal con el tema, más
como estudiosos de gabinete que como investigadores de hecho. Mientras tanto, la
base de jóvenes aficionados promete ensancharse como la idem de una pirámide.
Después de todo, la ufología como actividad social continúa siendo un “sarampión”
del período adolescente, característica de esa fase de definición de intereses y de
maduración de las ideas.
¿Qué objeto tiene entonces la ufología racionalista sino la de desmitificar todo
el entramado tan concienzudamente montado por los mismos ufólogos durante cua-
tro décadas largas? ¿Desmitificar? Pero si la ufología no se entiende más que como
una actividad “desde dentro” del sistema de creencias, que admite sus postulados
básicos, por tanto como recreación del mito, los ufólogos escépticos lo que hacen
es dar fin a la ufología. He aquí la contradicción. Por eso, si me atrevo a dar mi
pronóstico a largo término sobre el devenir de esta actividad y sus presupuestos,
me pronuncio por la muerte de la ufología entendida en su sentido originario, como
indagación de la verdad, y su pervivencia como ufomancia -por crear lenguaje-, a
cargo de seguidores entusiastas y acríticos del mito de los invasores o los salvadores
del cosmos. Creo que una actividad aséptica como la desmitificadora, sin rodearse
de preconceptos interplanetarios, no requiere para nada de una pseudodisciplina
llamada ufología, que podría quedar reducida a una antropología, psicología, mete-
orología, etc. Convirtámonos entonces en físicos, meteorólogos, etc. que trabajan
con el objeto de estudio “OVNIS” (el fenómeno físico), o en psicólogos, sociólogos,
etc. con el objeto “ovnis” (su referente social, y me remito a la diferenciación que
hice antes) y punto. Esa es mi propuesta.
Lo que me parece claro es que mientras los ovnis existan habrá en su alrededor
un movimiento social de creyentes que, de acuerdo con los cánones de nuestra cul-
tura erudita, se presentarán como investigadores objetivos de un fenómeno extrater-
restre, y para los cuales está justificado el nombre ufología. Y los ovnis no van a dejar
262 Ignacio Cabria García
Mi ficha:
2 Como la de la novela de Brian Aldiss Non Stop o aquella de nuestra hispana saga de los Aznar ideada por Enrique
Sánchez Pascual (alias George White) en los años cincuenta, incluso planificadas seriamente por un ingeniero de la
NASA llamado O'Neal en un libro traducido por la editorial Bruguera con el título Ciudades del espacio.
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 263
L
os libros, en sí mismos, son uno de los pocos baremos sociológicos
visibles, que miden -en todo momento- el interés de la opinión pública
por un determinado hecho, tendencia ideológica o inquietud intelectual.
El complejo mundo editorial (sobre todo aquel formado por empresas editoras de
productos de gran alcance) no se arriesga nunca a dar luz verde a proyectos de los
que no espera obtener ninguna rentabilidad. Y esa espectativa está siempre en
función de la demanda imperante en cada momento. Por ello, que los primeros
volúmenes sobre OVNIs se publiquen en España a primeros de la década de los
cincuenta revela un interés relativamente tardío en el tema. No tanto porque no
hubiera algunos individuos en nuestro país interesados en el incipiente misterio de
los platillos volantes, sino porque también el mundo editorial español reflejaba la
política gubernamental franquista de la autarquía, cerrándose a la posibilidad de
traducir obras extranjeras. Este singular efecto político sobre la Ufología ibérica
impidió que viésemos obras de autores foráneos hasta bien entrados los años
sesenta (1). Pero además, la situación cultural de la España del final de la
postguerra (década de los 50) no era el caldo de cultivo ideal para introducir
demasiadas novedades en el espectro intelectual de un país que no se caracterizaba
-precisamente- por un elevado índice de lectura.
Este trabajo, a diferencia del publicado por Juan Antonio Fernández Peris en
1984 (2), no pretende ser un listado técnico de las publicaciones ufológicas
publicadas en nuestro país. Antes bien, pretende una aproximación sociológica al
fenómeno editorial ufológico en nuestro país, y no profundiza en cuestiones
tratadas admirablemente por Fernández Peris como el número de ediciones de cada
obra. La razón es la búsqueda de simplificación de la información ofrecida al lector
266 Ignacio Cabria García
y estudioso, que encontrará en nuestro listado una referencia cronológica -y, dentro
de esta, alfabéticamente- ordenada de las publicaciones OVNI españolas que
cumplan la característica fundamental de haber tenido más de 200 ejemplares de
tirada.
Consideramos los doscientos ejemplares como la barrera mínima a cumplir por
una publicación (sea folleto, libro o monografía especializada) para tener un cierto
impacto en el pensamiento -racional, irracional o de cualquier otra clase-de los
implicados en el movimiento ufológico ibérico. La mayoría de las publicaciones de
poca tirada suelen ser de carácter contactista. Se trata de un género editorial
ufológico tratado superficialmente en el trabajo de Fernández Peris, pero que -pese
a las críticas que podrían caer sobre su contenido- ha mantenido relativamente
equilibrado (a la baja, desde luego) el índice de publicaciones ufológicas en nuestro
país.
A este respecto son especialmente significativos los años 1985 y 1986. En el
primero, seis de las siete publicaciones tenían carácter contactista (incluyendo un
volúmen más sobre Ummo de Ribera), y en el segundo, dos de los tres libros
publicados cumplen con la misma característica.
No dejaré de mencionar tampoco (por su importancia, y por estar ya
elaborando un próximo y amplio trabajo mío sobre este asunto) los libros
publicados en nuestro país sobre Ummo. Significativos, doblemente, tanto por su
contenido típicamente español, como por su número: Trece obras directa o
principalmente dedicadas al tema Ummo, entre 1967 y 1987 (3).
EXCLUSIONES Y PROPOSITOS
TENDENCIAS DE FUTURO
En los últimos años de la década de los ochenta, y durante los primeros años
noventa, se viene notando una tendencia progresiva a la disminución de libros
publicados -en el sentido estricto de la palabra-, siendo sustituidos estos por
monografías en revistas o por trabajos de menor envergadura que un libro, y que
ven la luz en forma de pequeños trabajos publicados de forma independiente, o
adjuntados como obsequio junto a publicaciones periódicas de gran tirada. Se trata
de una nueva forma de comprender el mundo editorial, que -de esta forma- pierde
volúmen a cambio de ganar número de lectores, e incluso tirada.
También se han vuelto frecuentes durante los años noventa los libros de
pequeño formato, pero de mayor tirada que los habituales, como los de la colección
Biblioteca Básica de Espacio y Tiempo, que dirige Fernando Jiménez del Oso (y que,
en realidad, son un “remake” de una experiencia similar conducida por el propio
Jiménez del Oso una década antes, con el título de Biblioteca Básica de los Temas
Ocultos). Se trata de libros de poco más de cien páginas, que esbozan un tema
monográfico, y que se distribuyen en kioscos y no en los circuitos habituales de
librerías.
En definitiva, la crisis que vive desde hace varios años el mundo editorial, ha
cambiado los hábitos de los lectores y -más aún- de los autores ufológicos, que
están adaptándose a los tiempos que corren.
NOTAS:
(l) Exactamente hasta que en 1964 la editorial Pomaire de Barcelona publicara
la obra de Aimé Michel Los misteriosos platillos volantes, editado en Francia seis
años atrás.
(2) Femández Peris, J.A. Treinta años de literatura OVNI en España (1950-
1980). Apéndice de la obra de V.J. Ballester Olmos Investigación OVNI, Ed. Plaza &
Janés, Barcelona, 1984.
(3) Las obras sobre Ummo, que se pueden consultar en el listado, pertenecen a
Sesma (1967); Jacques B. Bley (1968); Ribera & Farriols y Sesma (1969); Ribera y
Zalbidea & Lizar (1975); López Guerrero y Vignati (1978); Ribera (1979); Domínguez
(1983); Aguirre (1984); Ribera (1985) y también Ribera (1987).
(4) Consideramos obras ufológicas a las que abarcan la cuestión OVNI desde
268 Ignacio Cabria García
Claves
Formato pequeño: P
Formato Medio: M
Formato Grande: G
Libro: L
Folleto (booklet): F
Revista (monografía): R
Publicación especializada: E
1950-1955
1.- DIEZ GOMEZ, J.M. Los platillos voladores, Ed. Molino, Barcelona, 1950 (MF)
2.- PEDRAJO, Manuel Los platillos volantes y la evidencia, Ed. del Autor,
Santander, 1954 (ML)
3.- BUELTA, Eduardo Astronaves sobre la Tierra, Ed. Oromí, Barcelona, 1955 (GF)
4.- MACHADO, Severino Los platillos volantes ante la razón y la ciencia, Ed.
Gráficas Estades, 1955 (ML)
5.- SESMA, Fernando Los platillos volantes vienen de otros mundos, Ed. descono-
cida, Madrid, 1955 (MF)
6.- SESMA, Fernando El mensaje filosófico del hombre del espacio, Madrid, 1955
(MF)
1956-1959
1960-1965
1966
1967
1968
25.- BLASCO, Ricardo (pseud. Antonio Ribera) Jacques B. Bley, Ed. Telstar,
Barcelona, 1968 (ML)
26.- FERNANDEZ GUTIERREZ, Julián Autodiálogo con los extraterrestres, Ed.
Fercas, Madrid, 1968 (PL)
27.- FULLER, John G. El viaje interrumpido, Ed. Plaza & Janés (Colección Otros
Mundos), Barcelona, 1968 (ML). Título original: The interrupted journey, Ed. Dial
Press, Nueva York, 1966. Cinco ediciones.
28.- LEFEBVRE, Alfredo Los españoles van a otro mundo, Ed. Pomaire
(Colección Realismo Fantástico), Barcelona, 1968 (ML)
29.- STEIGER, Brad Forasteros del espacio, Ed. Pomaire, Barcelona, 1968 (ML).
Título original: Strangers from the skies, Ed. Award Books, Nueva York, 1966
30.- VESCO, Renato Interceptadlos sin disparar, Ed. 29 (Colección Lapizlázuli,
N° 2), Barcelona, 1968 (ML). Título original: Intercettateli senza sparare, Ed. Mursia,
Milán, 1968. Dos ediciones.
31.- VIDAL, Franco Cuando...¿extraterrestres en la Tierra?, Ed. Linosa
(Colección Rayo de Luz), Barcelona, 1968 (ML)
1969
1970
42.- ARES DE BLAS, Félix y LOPEZ, David Gustavo Estudio de la Oleada 1968-
1969 (II Volúmenes), Ed. Eridani A.E.C., Madrid, 1970 (GE)
43.- EDWARDS, Frank Platillos volantes... aquí y ahora, Ed. Plaza & Janés
(Colecciones Otros Mundos y Realismo Fantástico), Barcelona, 1970 (ML). Título
original: Flying Saucers, here and now!, Ed. Lyle Stuart, Nueva York, 1967. Cuatro
ediciones.
44.- LOPEZ DE S., Jeremías Próxima, histórica y auténtica venida de los
extraterrestres y lo que harán en la Tierra, Ed. Divulgaciones Benéficas, Piedras
Albas (Cáceres), 1970 (ML)
1971
1972
1973
53.- ARÉJULA, Francisco Hacia una física de los OVNI, Ed. del Autor (distribui-
do por Ed. Cedel), Barcelona, 1973 (ML)
54.- FRANCHETTO, Angel Criticar es más fácil que dar trigo, Ed. Cedro,
Barcelona,1973 (ML)
55.- GUASP, Miguel Teoría de procesos de los OVNI, Ed. del Autor, Valencia,
1973 (GE)
1974
56.- KEYHOE, Donald E. Los desconocidos del espacio, Ed. Pomaire, Barcelona,
1974 (ML). Título original: Aliens from space, Ed. Doubleday, Nueva York, 1973.
Historia editorial: 2a edición, 1976; 3a edición, 1977 (Colección El Libro de Bolsillo,
Nº 12)
57.- LLEGET, Marius Los OVNI en 25.000 palabras, Ed. Bruguera (Colección En
25.000 palabras, Nº 40), Barcelona, 1974 (PF)
58.- VARIOS AUTORES Los OVNIs, Ed. Dronte (Colección La Magia, Nº 7),
Barcelona,1974 (MF)
1975
59.- BENITEZ, Juan José OVNIs: SOS a la Humanidad, Ed.Plaza & Janés
(Colecciones Otros Mundos, Realismo Fantástico y Otros Horizontes), Barcelona,
1975 (ML). Doce ediciones y edición “pirata” en Ed. Alfa, Perú s/f.
60.- BOURRET, Jean Claude La nueva ola de los platillos volantes, Ed. ATE,
Barcelona, 1975 (ML). Título original: La nouvelle vague des soucoupes volantes, Ed.
France-Empire, París, 1974. Dos ediciones.
61.- BUENO, María del Pilar Los OVNI, Ed. Rodegar, Barcelona, 1975 (MF)
62.- COLOM, Xavier (pseud. Marius Lleget) Los extraterrestres, Ed. Bruguera
(Colección Ciencias Ocultas, Nº 13), Barcelona, 1975 (PL)
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 273
1976
1977
73.- ABAD, Juan José Mensajes de otros mundos, Ed. Círculo de amigos de la
Historia (Colección Los Enigmas de las Civilizaciones Extraterrestres), Madrid, 1977
(ML)
74.- ABAD, Juan José A la busca de otra humanidad, Ed. Círculo de amigos de
la Historia (Colección Los Enigmas de las Civilizaciones Extraterrestres), Madrid,
1977 (ML)
75.- ABAD, Juan José La Tierra, ¿planeta experimental?, Ed. Círculo de los ami-
gos de la Historia (Colección Los Enigmas de las Civilizaciones Extraterrestres),
Madrid, 1977 (ML)
76.- BATET, Carlos OVNI, la llamada del espacio, Ed. Alas, Barcelona, 1977 (ML)
77.- BENITEZ, Juan José OVNIs: Documentos oficiales del Gobierno español, Ed.
274 Ignacio Cabria García
Plaza & Janés (Colecciones Otros Mundos, Varia y Realismo Fantástico), Barcelona,
1977 (ML).
Cinco ediciones. Publicado también con el título OVNI: Alto Secreto, Ed.
Planeta, Barcelona, 1992 (PL)
78.- DELLO STROLOGO, Saulla Los OVNI ayer y hoy; ¿mañana?, Ed. De Vecchi,
Barcelona, 1977 (ML). Título original: se desconoce. Ed. De Vecchi, Milán, 1975.
Dos ediciones
79.- DEL POZO, Vitorino Siragusa. Mensajero de los extraterrestres, Ed. Edaf
(Colección Nuevos Temas), Madrid, 1977 (ML). Dos ediciones.
80.- DELVAL, Pierre El gran libro de los OVNI, Ed. De Vecchi, Barcelona, 1977
(ML). Título original: Le grand livre des OVNI, Ed. De Vecchi, París, 1976. Dos edi-
ciones.
81.- LE POER TRENCH, Brinsley La eterna cuestión: los OVNIs, Ed. ATE,
Barcelona, 1977 (ML). Título original: The eternal subject, Ed. Souvenir Press,
Londres, 1973. Dos ediciones.
82.- SCHNEIDER, Adolf Visitantes del Universo, Ed. Plaza & Janés (Colección
Otros Mundos), Barcelona, 1977 (ML). Título original: Besucher aus dem all, Ed.
Hermann Bauer Verlag, Friburgo, 1973
83.- SCORNAUX, Jacques y PIENS Christine A la búsqueda de los OVNIs, Ed.
Aura (Colección Documental), Barcelona, 1977 (ML). Título original: A la recherche
des OVNI, Ed. Marabout, Verviers (Bélgica), 1976
84.- STEIGER, Brad Proyecto Libro Azul, Ed. Edaf (Colección Nuevos Temas),
Madrid, 1977 (ML). Título original: Project Blue Book, Ed. Ballantine Books, Nueva
York, 1976. Tres ediciones.
85.- TORO GARRIDO, Francisco Toro el Bravo ha viajado al Planeta Esferas,
Ed. Artegraf, Madrid, 1977 (ML)
1978
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87.- BALLESTER OLMOS, Vicente Juan OVNIs: el fenómeno aterrizaje, Ed. Plaza
& Janés (Colecciones Otros Mundos, Varia y Realismo Fantástico), Barcelona, 1978
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88.- BENITEZ, Juan José 100.000 kilómetros tras los OVNIs, Ed. Plaza & Janés
(Colecciones Otros Mundos, Realismo Fantástico, Varia y Otros Horizontes),
Barcelona, 1978 (ML). Ocho ediciones.
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(Colección Lo Inexplicable), Barcelona, 1978 (ML). Título original: Premieres
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92.- FRANCHETTO, Angel Los extraterrestres os hablan, Ed. Galba (Colección
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276 Ignacio Cabria García
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140.- VARIOS AUTORES Los tripulantes de los OVNIs, Ed. Uve (Colección
Biblioteca Básica de los Temas Ocultos, Nº 11), Madrid, 1980 (PL)
141.- VARIOS AUTORES Historia secreta de los OVNIs, Ed. Uve (Colección
278 Ignacio Cabria García
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143.- ATIENZA, Juan García La gran manipulación cósmica, Ed. Martínez Roca
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145.- BERLIZT, Charles y MOORE, William El Incidente, Ed. Plaza & Janés
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146.- FABER KAISER, Andreas OVNIs: El archivo de la CIA. Informes de avis-
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147.- LLEGET, Marius OVNIs y agujeros negros, Ed. Plaza & Janés (Colecciones
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148.- RIBERA, Antonio Secuestrados por extraterrestres, Ed. Planeta (Colección
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150.- BENITEZ, Juan José Terror en la Luna, Ed. Planeta (Colección
Documento, Nº 82), Barcelona, 1982 (GL). Dos ediciones.
151.- BENITEZ, Juan José La Gran Oleada, Ed. Planeta (Colección Documento,
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152.- FERNANDEZ, Eduardo Alonso Los OVNIs y el Triángulo de las Bermudas:
un mito, Ed. Teorema, Barcelona, 1992 (ML)
153.- KRASSA, Peter Hombres de Negro, Ed. Martínez Roca (Colección Fontana
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154.- LOGER, Antonio Mis contactos con extraterrestres, Ed. el Autor (3
volúmenes), Barcelona, 1982 (PF)
155.- LOGER, Antonio Energía cósmica= D..., Ed. el Autor, Barcelona, 1982 (PF)
156.- PEYRONA PUENTE, Pedro José Paquito: ni más ni menos, Ed. Antalbe,
Barcelona,1982 (ML)
157.- PONS PRADES, Eduardo El Mensaje de Otros Mundos, Ed. Planeta
(Colección Documento, Nº 96), Barcelona, 1982
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 279
158.- RIBERA, Antonio Treinta años de OVNls, Ed. Plaza & Janés (Colección
Horizonte, Nº 2), Barcelona, 1982 (ML)
159.- RIBERA, Antonio Encuentros con humanoides, Ed. Planeta (Colección
Documento, Nº 98), Barcelona, 1982 (ML)
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160.- BENITEZ, Juan José La Punta del Iceberg (Los humanoides, 1), Ed. Planeta
(Colección Documento, Nº 121), Barcelona, 1983 (ML). Siete ediciones.
161.- DOMINGUEZ MONTES, Juan El Pluricosmos, Ed. Agora, Málaga, 1983
162.- MARCOS PRESA, Luis Enseñanzas Venusinas, Ed. Edaf, Bilbao, 1983
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Barcelona, 1983 (ML)
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165.- VAZQUEZ MAZON, José María Estamos aquí, Ed. Quirón, Valencia, 1983
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1984
1985
1986
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Prohibidas, N° 17), Madrid, 1987 (GL)
192.- VALVERDE, José Antonio (director) y otros autores Los “anfitriones” del
Cosmos, Ed. Quorum (Colección Las Ciencias Prohibidas, N° 21), Madrid, 1987
(GL)
1988
1989
1990
205.- ALES, Antonio José OVNIs en España (Dónde, cómo y con quien han
conectado los extraterrestres), Ed. Tribuna (libro regalo con revista Tribuna de
Actualidad), Madrid, 1990 (PF)
206.- BENITEZ, Juan José La Quinta Columna (Los humanoides, 2), Ed. Planeta
(Colección Documento, NQ 284), Barcelona, 1990 (GL). Cuatro ediciones.
207.- SIERRA, Javier Extraterrestres: Dioses de una nueva religión, Ed. Aula
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Complutense), Madrid, 1990 (MF)
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1992(ML)
215.- CARBALLAL, Manuel Secuestrados por los OVNIs, Ed. Espacio y Tiempo
(Colección Biblioteca Básica, NQ 20), Madrid, 1992 (PL)
216.- CORRALES, Angel María Los tripulantes de los OVNIs, Ed. Espacio y
Tiempo (Colección Biblioteca Básica, NQ 36), Madrid, 1992 (PL)
217.- FREIXEDO, Salvador Los OVNIs, ¿una amenaza para la humanidad?, Ed.
espacio y Tiempo (Colección Biblioteca Básica), Madrid, 1992 (PL)
218.- SIERRA, Javier Técnicas de contacto extraterrestre, Ed. Heptada, Madrid, 1992 (PF)
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 283
ENCICLOPEDIAS UFOLOGICAS
221.- VARIOS AUTORES Cíclope. La incógnita del espacio (Tomo I), Ed.
Cíclope, Barcelona, 1969 (GL)
222.- JIMENEZ DEL OSO, Fernando (director) y otros autores Gran
Enciclopedia Gráfica de los Temas Ocultos (Tomos 7, 8 y 9), Ed. UVE, Madrid, 1982
(GL).
223.- JIMENEZ DEL OSO, Fernando (director) y otros autores Lo Desconocido.
Gran Enciclopedia Gráfica (tres volúmenes dedicados a OVNIs), Ed. Quorum,
Madrid, 1990 (GL)
224.- SIERRA, Javier (coordinador) y otros autores Más Allá de los OVNIs (4
Volúmenes), Ed. Heptada, Madrid, 1992 (GL)
284 Ignacio Cabria García
93
92
91
90
89
88
87
86
85
84
83
82
81
80
79
78
77
76
75
74
73
72
71
70
69
68
67
66
65
64
62
61
59
58
57
56
55
54
1950
0 5 10 15 20 25
Gráfico 1
Indice de publicación de libros OVNI en España
Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados 285
10
12
14
0
8
1950
54
55
56
57
Indice de publicación de libros de autores españoles
58
59
61
62
65
66
67
68
69
70
71
73
74
75
76
77
78
79
80
81
82
83
84
85
86
87
88
89
90
91
92
93
Gráfico 2
Indice d
APENDICE 2*
INTRODUCCION 1
..........................................................................................................................
La ufología y su objeto de estudio .............................................................. 2
Sobre los orígenes del fenómeno y el comienzo de nuestra historia ...... 4
Periodización de la historia de los ovnis y otras consideraciones
iniciales ....................................................................................................................................... 5
“Cuadernos de Ufología”
Rualasal, 22
39001 Santander (España)
Portada: