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Natalia Bolivar Aréstegui Los Orishas en Cuba Caracas, 1995 Mas que una nueva edicién “Los Orishas en Cuba’ es sin duda el libro més popular sobre el tema do la religién afrocubana y, simulténeamente, rosulta de consulta ineludible para los investigadores, quienes ‘encuentran en él una vordadera enciclopedia de la Regla de Ocha. Esta mueva edicién revisada y ampliada incluye muchos y valiosos aportes, aumentando el conocimiento de los ‘caminos! © aspoctos de los orishas fundamentales, registrando nuevos ‘orishas de addimd incluyendo una coleocién de cantos reeogi- ‘dos por el investigador John Mason y traducidos porla autora, ‘Luogo de una breve introduecién donde se enfocan aspee. os generales sobre el tema —que abarean: la presencia negra ‘en Cuba, origones y aspectos dela religién de los yorubas, San- teria, Regla de Ocha e Iff— se explican, para eada uno de los orishas relacionados, los aspectos més importantes que se co- ‘hocen: datos generales, loyendas, atributos, receptaculo, he- rramiontas, collares, comida, ropas, animales que se le sacrific can, bailes, plantas que le pertenecen, aflicciones de las que rotogo, caracteristicas de sus hijos, edmo se les saluda y su sineretizacin en la reign eatdica. ara moor compronsion, 10s orisnas nan sido agrupacos do acuordo a sus caracteristicas en: guardianes, orishas de la creacién, dela naturaleza, de la maternidad, de las aguas, del fuogo, do la adivinacién, y de la salud y de la muerte. El libro coneluye con un glosario que lo hace comprensible al nedfito y ‘un bibliografia do consulta para los estudiosos. Esta conjuneisn de rigor ciontifio y aprecio popular de- ‘muestra la profundidad del trabajo realizado por Natalia Bo- livar Aréstegui en uno de los campos més fascinantes de in- -vestigacién: la transformacién evolutiva de laa religiones afri- canas en suelo cubano. O mejor dicho, en ol alma do los euba- nos, pues los orishas han acompafiado una vez més la diéspora de sus hijos y hoy viven y son reverenciados en muchas otras tiorras, ‘So caleala en decenas de millones el ntimero de iniciados en Ocha y muchos mas los que consultan los oréculos de Orula. La rligiGn no so circunseribe a razas'i clases socials y eonti- nda desarrollandose en la préctica devota de sus fieles, en la cepiritualidad de. sus sacerdotes y en el estudio acucioso de ‘nuovas genoraciones de investigadores quo rescatan con mo- dornos modios do registro las danzas, los cantos, los toques do tambor, la literatura oral, la simbologia ylos mitos, que lacon- forman como una gran religién universal. Sin duda alguna, es 1a do més épida propagacién on las islas y eostas dal Caribe y on las enetas atldntioas de América, ‘Mareada en su origen por la teiple sombra do los projui- ios raciales, religiosos y de clase, la comunidad santera ha hecho prevalecer la solidez de sus valores espirituales, mora- les, familiares y de respeto ala tradicién, demostrando ser dig- nna depositaria de una valiosa herencia y un importante mode- lode intogracién. "También desde diversos campos de la ciencia existe un creciente interés por diversos'aspectns do la religiGn: boténi- 0g, psiquiatras y matemsticos estudian las hierbas y plantas de jos orishas, os estados de trance de sus hijosy a estructura, matomética de los oréculos de If. asciones UKISHAS de Cubs” co sume eta movi mioniodato le porpectva tone oa ines bacon sia crennd seers nnn eee eke ‘Bntdeezara a comprenan'j rio cree ‘bras como i prosnt, Natalia Balen, qu Jareaidad cabana do In agiono que colons eae afacanos yi rita actual i gee arenes “YORUBA, un acercamiento a nuestras raices” d Heriberto Feraudy Espino, y textos inéditos al n vordado ; sy tetas ta a ay ‘Toor iar Fave, ee suman lvoe sees Tata Gat’, rescitatn pur Sato tec anes sso al"Panison Yoruba seis ge ee ee Conti un nil do ena A ,Collares y Guerreros: Iniciacién a la Santeria’ y suparticipacién en el II Encuentro Internacional Vere su mal Yoruba, rea. 4sado on La Habana bajo ol patrocinio dl Palacio Real va de: Nigeria y la Academia de Ciencias de Cuba, ° esta manera “Ediciones ORISHAS de Cuba" cam. Ple iniialmente con su propésito de constituir un Fondo Lane ‘ario de calidad orientado a la gran comunidad santera lath Carlos Valbuena B. Caracas, 1995, Orishas, negros, santeria DEL DESPRECIO AL RECONOCIMIENTO El trénsito de algunas palabras en la historia alecciona tanto como a vida misma, Esto libro (o esta stuma de libros) 8 prucba de una vindicacién que ha hecho la historia, con sus Iuchas y convivencias, para el significado de voeablos que eo: ‘menzaron a utilizarse como poyorativas, Desde las que enca. bezan: orishas, nogros, santaria, hasta muchas otras que ste. des hallarén en una lectura tan apasionante eomo itil. Reoo- ‘nopor quo junto ala hierdtiea deidad del santoral eatélico pal. pitaba, bulla y exigia su espacio propio la de origen afrieano, ‘en un pais donde todo se mixtur6, no llevé poco tiempo y mu charifla, Pro asi ha sido. Los rigidos eantones culturalos de una cultura dominante extrapolada, sustentada en ol ltigo y Japreominoncia de las armas-, fuoron limados por una persua~ sidn que erecié en la convivencia, Vayamos al principio. Un momento que requeriré permanente encomio fue ese mito y olvidado encuentro del deseubridar-colonizador europe0 con la negra africana cautiva, on tierras de insulas antes igno- tas, ‘Un braguetazo, un descargo hormonal, forcejeo, imposi- Soe eee 7 ln potas ey dart e ceremonial ho slope evan Yeon a cts ee cht pang ene ota aie tbr ogre ld ria do rou ren can gi) oo ai dl cp eset cae acer Se ro aie ne el sneatragn' in, fm nun avn or Iara em pact chy sr hari ke on ise rent el hte oh, crit Dagmar rh cmon tle ii oa lorcet | raleza y del ingenio se apropiaron de él. Ser criollo seria bla- | s6n quo requirié un subrayados rellolo, es deci, mas vincula- Ser crab merle ice mira aera Maen mn er sa el eed gene ms i de i ees spot tera om alent y dl np a era eri onan, Cal be isang na meted gu wc rin Sete ol enema at ‘con ese tinte mezclado ¢ inquieto de las sangres reflejado en la. cog totem nme las neta el eae ers bins ion a pions a Pesan eo Yorn cain oa gran ry ner, bei oon de iy eat ie ein el heat tece reece ae ani Segal habe aoe meen ania ir acing met io om reas ene neg mul 10 ian por acoptar yjubilosamente vivir realidades insulares que, para ntonces, serian razén y esencia de buena parte del conti< nente y sus islas. En todo oso, mucho tuvieron que ver los orishas, sus hijos y devotos. Ellos, eomo la convivencia del os- ¢lavo con su amo, del siervocon supatein, dela hirsuta peonada ‘maldiconto eon su explotador, del contestatario obrero con la fransnacional que le chupa sangre y sudor, establecerian vinculos de amor-odio, dialéctica intorrelacién definitoria, porve- nirista. No por azar buena parte de los orishas que hoy adoran or igual blancos, negros y mulatos de Cuba, representa la for Ja, ol esfuerzo de la siembra, 1a domesticacin de los elemen. tos, de la vida marinera, porque reflejan necesidades y aeuden, ‘aun didlogo imprescindible para quien busca respuesta y am. aro, ‘Tione usted en la mano un libro que desde la postica in- ‘ringeea de los cultos afrocubanos, realza esa vindicacién que va del desprecio al reconocimiento, Entrar en gus paginas es conocer de manera directa especifcidades de una realidad que 1o €9 «folklore» ni «musco», sino vida viviéndose. Aqui so le Presentan, con sus atributos, comidas, baile, sus bondades y caprichos, los orishas de la creacin, los guardianes, de la ma. ternidad, Ins oguas, la naturaleza, el fuego, la adivinacién, la salud y la muerte. Ellos requioren su espacio e imponen sus oordenadas. Con estos patrones -quo también lo son de con- dducta o influencia en el entorno familiar, el comportamiento {individual y las relaciones humanas: los cubanos han aprendi- do a ser como son. Muchos aspectos de la gestualidad, 1a son- sualidad, las comidas, el atuendo y las preferencias, tienen ori- {en en esos ritos que ol libro explica y convoea. Eatudiarlos ‘el mejor camino para acercarse a una poblacién tan diferente do otras islas cercanas, su impotu, su calider, su alegria o su ensimismamiento. En América Latina y en parte de Estados Unidos, hoy, 0 vive un insoslayable auge de los rtos de origen africano. Bue na parte de esa vigencia ha salido de Cuba, se ha expandido ‘con el éxodo poblacional o por empatia goa una sabiduria dife. a J) sexta, tos vacuo etn imps dtd om ea a aida a mapa qn spi ceneasog sec ‘ennden sue toead Scone See del sor humano, para el cual no-es fécil, desde | imposiciones de Sacolnr,speestnientn cesta tenner ae tas gui via a moor puedes nee mine ‘pasos de valores extraordinarios como Lydia Cabrera y Fer. ‘nando Ortiz, un camino de investigacién profunda, el troney de una necosidad: explicitar esa intringulis seductora y la ra. in do sor del auge do esta exsencia, do esta cosmovisién, pues, ese a los ya voncidos pruritos de antafo, en ella se expresn una filosofla, un euerpo de conocimientas y apropiaciones que zo deben quodar en sus asas-templos y que son patrimonio de millones. Cuando se le. Ho vindicativo y vindicado, Los orishas en Cubaes un libee {nsoslayable en el conosimiento de los eubanos, sua razones, ‘sus tropiezas y forcajeos. Quizés alli también hallemoe lay entrecruzadas flechas que marean su futuro, Reynaldo Gonzalez La Habana, enoro de 1999, Para mis hifas Natacha, Karla, Buby su Chichereka PREFACIO Y RECONOCIMIENTOS Hacer este libro no fue tarea fic, pero me sentfa un tante obligada. Desde hacia tiempo amigos teatristas, coredgrafes, cineastas, escritores y, en general, trabajadores de la cultura, ‘me venian pidiendo informacién sobre distintos aspectos de lo Santerta y del Palo Monte. Tenta mucho material recopila do, incluyendo documentos familiares del siglo XIX, finalmen. 4, me decidt a organizar algo que fuera como un vademecum sobre el pantedn de la Regla de Ocha. ‘Mi interés por el tema venta de muy atrds. Quizés hubiera ‘que comenzar ean Isabel Cantero, que muri en 1971, alos ciente, cuatro ailos de edad. Bra una negra conga que le regalaran a ‘mi familia en Trinidad, a fines del siglo pasado, Le gustaba ‘mucho cantar, fue mi nana 9 me inicié en el conocimiento de ‘nuestros antecedentes afrieanos. La recuerdo siempre. Siendo una muchacha, entre 1955 y 1958, comencé a trabajar como Guia téeniea en la salas de etnografia afrocubana del Museo Nacional, en el Palacio de Bellas Aries. Recuerdo que entonces comeneé a visitar la casa de Don Fernando Ortiz, el Maestro. ‘Nunca olvidaré su bondad, su sencille, su gentileza conmigo, 6 ‘Me apasionaba ta etnografiaafrocubana, aunque también te- ‘nia otras pasiones. Cuando cal presa en 1988 (entre esas otras asiones estaba la lucha revalucionaria) a direcién del Mu- 00 me expuls6, junto con el resto de las inoeontes gufastdeni- Cuando card Batista me di gusta de tomar reouco noriamente el Polaco de Bellas Artes. De algtin modo esto de- termind que mé quedara al free de a insttucién. Bn el Mu- seo Nacional trabaié mucho, fandé el Museo Napoicnico y e tablect las bases de varios tres, pero me desvinculé de la et nogrofia. Volvta ocuparme de algunos de sus problemas cuan- do estuve ol frente del Museo Numismético, entre 1978 1979, ‘Al abandonar el Museo pude encontrar, aunque involunta: Fiamonte el tiempo necesaria para organizar mis moteriales etnogréficos. Aesatarea he dedicado ls titimos cuatro aos. Quisiera comencar los agradesimientos refiriéndome a Enrique Sosa, Agé Sede, hijo de Eleggud; a Cugui, Ochun Dima; a Cuco, sabio oriaté de la ealle Bayona; a Herminia ‘Morales, Nenéy todos los amigos que me dejaron sus ibretas de santo (algunas de los primeros af del siglo) y que ya no ‘estdn entre nosotros. Enel rostreo de sincretismo quisiera agradecer Ia inapre- ciable colaboracién de Monseftor Carlos Manuel de Céspedes, | del padre Marciano, orden de os Carmelitas, dela iglesia de Et Cormel,y dela hermana Carmen Comellas, religiosa del Sa- ‘grado Corazén. ‘Mi inoloidable amigo Enrique Rodriguez Loeche me ani- ind siempre en estos emperios. Miguel Barnet ma infundié un | optimismo que no me ha abandonado. Marcia Leseea ha sido | toda comprensién. Sin el sustento de otros amigos como Ar- __ mando Siiares del Villar, quztshubiera abandonado la em- resa. Mencin parte requiren, en este sentido, Begofta Lépes, Nati Revuelta y Graciela Tabio, mis jévenes amigas de hace tanto ais. Te aprovechodo el trabajo de muchos estudioso, como se observarden la bilingraia, pero quisiera refeirme & Teodoro Diaz Favelo, inftigable analista de nuestras ratces. rece Mn tis ese oumene, dat rants ei, do Ms rari lr i eb set i lt ceo eine rl lucha a ese mar de papeles. Ifaomt ha significado mucho para weasel i other ‘pent cre cornu cs beet an, var nde eign tenia ni visité la casa de Fernando Ortiz, aprend{ a amar y profundizar cine enn Oe amar: cn ate Co eared ae Sat ald ninco ase cea dens a ant op acey ees Notas Bolivar Arétgut La Habana, 24 de junio de 1985 sis INTRODUCCION La presencia negra africanos comenz6 ya hacia 1501. Se les wtlizaba en la cons. ‘ruccién, las minas, el eampo, el servicio doméstio y, en gene. ral, para todo tipo de trabajo que el élono blanco cansideraba ‘excesivamente rudo o desagradable. Portugal fue el primer ais europoo que inicié el trfico nogrero en lo tiompos moder. nos. La trata en la América hispana se originé con eselavos afticanos que venian de la Peninsula provenientas de las factor Hias portuguesas. La esclavitud oxistia en Africa desde hacia mucho tiempo, Goneralmente los negreros s9 apoyaban on al unos jefes ytribus quo vivian en las costas y que orgenizaban Incaceria y vonta de los miembros de otras tribus, que conside- raban extraiias u hostiles. Como ha sefialado Marx, el régimen esclavista x7e también una escala que va desde el sistema osclavista pa ‘eiarcal, orientado predominantemente hacia el propio coneu. ‘mo, hasta el verdadoro sistoma de las plantaciones que traba. jam para el mercado mundial 18 BB desarrollo dota industria azucarera sirvié do acicato para transformar ol régimen cubano de esclavitud, més o mo: nos patriarcal, en un sistema comercial de explotacin. Ea las condiciones de abundancia de tyre, tiicas del Nuevo Mundo, laescavitud ora la tna formula que garantizaba a los due. fos que sus «obreros» no abandonaran sus plantaciones para convertrse en pequetios agricultores independientes. En Cuba lneconomfa de plantaci6n nose desarrold hasta mediados dal siglo XVIII, La plantacién, con eu explotacién intensiva dal negro, agotaba la vida dol siorvo on so siete aos y exigia un fbril ritmo do reposicin. El hambre de trabajo esclavo que provood el auge de la plantacin azuearera, eondujo a un incro- ‘mento sin pracedentes dela importacién de nogros. Por ejem- plo, el contrabando negrero de 1821-1860 signifies la entrada de no menos do tresciontos cinouenta mil esclavos africans. Bllos fjaron earactarstcas sociales dafniivas en la Isa 6 {mpusioron patronesculturales que ain subsisten, Entro las numorosas etnias que fueron introducidas en- tonces en nuestro pats estaban los llamados carabalies (por. ‘que provenian del rea dol Calabar), del sudeste do Nigeria, Entro ellos so destacaban los ofik,ibo, bras, ekoy, abaja, ‘brcamos, ba. ibibios. Tambidn vinioron esclavs proceden- tes de las regiones comprendidas entre la Costa de Marfi la Costa de Oro y a llamada Costa do los Bselaves. Entre ellos los ashanti, fant, fon y mina popé. Muchos esclavos procedie~ ron de la enorme euenca del Congo, y aunque eran mondongo, Danguela, mucaya, bisongo, agunga, cabinda, motembo y ‘mayombe, a todos so les Ilamaba simplemente «congose. Dal sur de esa drea vonian lo angola. Desde la costa de Senegal ‘hasta Liberia vinioon los mani, kono, bambara y mandinga. De la Guinea Francesa los yola, flan, kissi, berber! y hausa, Por u influencia ontre nosotros, ninguna otnia mas im: portanto que la de los yorubas, entre las que sobresalian los eguadé, okt, yesa,ogba, fon, cubvanos, agin, sabaléy oy, Estos yorubas venian del antiguo Dahomey, do Togo, y sobre todo do una gran parte del sudoeste de Nigeria, que limita dew. a de Ta costa de Guinea, al sur, hasta unos trescientos kiléme- tos al norte y desde el Golfo de Benin, al oeste, hasta el Dahomey. Se trata de una regién del Africa Eeuatorial earee- terizada por grandes bosques. Fl dea costera es baja y pan. taziosa, pero do ella se levanta un altiplane que aleanza unos ‘il quinientos metros sobre el nivel del mar. El clima es lide xy hiimedo. E) altiplano es una regién de sabanas herbAcoas, ero al sur, en las zonas himodas de la lanura costera, 8 encuentra la selva tropical. «Yoruba es el término que identifica a todas las tribus ue hablaban ta misma lengua, aunque no estuvieran unidas ui centralizadas politicamonte, Yoruba, por consiguiente, os ‘una donominacién basicamente linglfstica, aunque estas tri. ‘bus ostuvieran vinculadas por una misma cultura y la ervon. ia do un Grigen comin. Esta lengua es parte de la subfamilia kkwa que, a su vez, es un clomento dela gran familia lings ‘ca nogritica y que se halla dividida en multiples dialoctos pro- pics de las divisiones tribalea, Una de estas tribus fue la Ulkum, ‘mencioriada ya en 1728, y origen de la palabra'lucumi, dono. ‘minacién que durante mucho tiempo fue aplieada a todos loo yorubas que llegaron a Cuba durante la trata. Ea contra de lo que muchos suponen, Africa distaba de ertenecer al grupo de los continentos més atrasads. Em al siglo XVI, por ejemplo, los indios americancs mas avanzados eran agricultores neoliticos, usaban herramientas do pibdras pulidas y muy pocos de ollos se iniciaban en la utilizacién de ‘metalos. Con escasas excepciones, los africanos del mismo pe- iodo eran agricultores equipados con instrumentos do hierro. Fue una pura casualidad quo prcticamente ninguno de los granos coséchables que tienen importancia en el mundo fuera oriundo de Africa. Sus principales cosachas selvaticas eran el banano, el Aame asiético (discorea) y el fame-covo (Colocasin). Esto fue una importante limitacién para el desar rrollo, hasta que los portugueses levaron la yuca, el maiz y el Doniato de América. En realidad, la despoblacion ocasionada en muchos distritos africanos por Ia trata de esclavos fue mas ensada por el crecimiento de la poblacion gracias a nuevos medios de subsistencia en toda ol Africa tropical, Cuando los primeros traficantas Hogaron a la costa de igeria, duranto el siglo XV, los yorubas estaban organizados ‘en pequetiosreinos independientos, que se encontraban en ple, ‘Be thesdencia, Todo hace guponer que existié un gran imperio & li, quo se oxtendia desde ol Ghana actual hasta, més alld iodo clasico de Tf slo duré dos o tres sighs, pero su gran arto ‘del bronce fue trasmitio al reino de Benin, Los portuguesos llegaron a la eapital on 1472, ELholan- és Dapper deseribié Ia ciudad do Bonin en ol siglo XVIIL, «No hay ciudad tan grande en todas estas regiones. Sélo ol palacio. de la reina tiene tres leguas do perimeto...y la ciudad tions cinco. La ciudad est rodeada por una muralla do seis pies de alto... Tene varias puertas, on unos ocho y nueve pies de alte ¥ cinco de ancho; son de madera de una sola pieza. La ciudad std compuesta de treinta calles principales, rectas y de ciento veinte pies de ancho, entre una infinidad da calles monores ue las cortan... La gente lava y frioga sus casas de tal mods {ue relucen como espejos. Ahora bien, un relato de 1701 sugiere que hacia mucho | 6 estaba descomponiendo en ol siglo XVIII y a principios del XIX casi todo el territorio estaba envuelioen sangrientas gus- Las tribus yorubas eran esencialmente agricolas y cult: vaban la calabaza, el sorgo, el mijo, l sésamo, al algodén y la Palma. Tuvieron tradicionalmente un intenso trdfie enor, ial con el norte, pero no se puede decir que se dedicaran a roducir para la oxportacién ninunca llegaron a tener monede ‘como medio universal de intercambio, 22 La religién de los yorubas Los yorubas habian conocido el desarrollo urbano ms im. Portante del Arica tropical y un desarrollo artitico sin parale. 4o om el continento. Su fundamental influoncia culturel sete ‘asotros la ejerieron a través de su roligiGn, de insaginacion, vitalidad y colorido doslaumbrantes, Su pantebn de deidados 6 orishas no sélo no cosa de interesar a los estudioeos, sino que sigue vivo e influyento. No lo describiremos en dotallo y silo ‘apuntaremos sus aspectos més significativos para_la mejox com. prensiOn de la Regla de Ocha o Santeria, Habia sinembargo, algunos cultos qie abarcaban a todas Jas tribus de una regin, como el de Obatalé oel de Odd, ry hist6rico vinculado a la fundacién de'Ifé y de quien todos le Sebernantes yorubas se consideran deacondiontes, Por otve arto, los araré adoraban a Foddun o a los fodduces, doida es muy similares a las del pantoén de los yorubas, Eu gran ‘medida la posicién de las deidades dopendia de Ia histor: de Jas aldeas en las que aparocian coma protectores, En casi ts dos los casos so trataba de hombres divinizados después do ‘muertos, prdctica comin en un periodo genitor dela historia, religiosa. El hombre primitivo no establece diferonciaa dena: sindo grandes entro un dios y un hechicero poderoso, quieres aprovechaba de los agentes sobrenaturales para atemorizar. {os y coaccionarlos y que eumplioran aus deseos, Por otra par {e.laroligién yoruba est intimamente vinculada a un conn fo do familia que es elconjunto de vivos y muertos que surgen deunancestro comin. A ostos ancestros oe les atribula cle {rol sobre determinadas fuerzas do la naturaleza, la posi. dad do ejoroer ciertas actividades o el conocimiento delas pro. Piodades de las plantas, nica forma de medicina existonte, Aquellos ancestros con aché (poder) se transformaron en orishas, fueron divinizados. Segtin los yorubas, la metamorfo- sis ocurria en momentos de crisis emocionales: el ser material, del individuo desaparecia quemado por la pasion, pero perma- novia golamente su aché, es decir, el poder en estad de ener. gia pura, Para quo pudiera surgirel culto del orisha, se hacia, indispensable que algunos de sus familiares pudiera estable- cor un fundamento (odu): una cazuela que sirviera como con- tonedor del objeto-s0p iafuerzaoaché dolorisha, Este abjeto-soporte es la baso material establecida para el orisha, ‘on la que se rindea ofrendas y se rocfa com la sangre de anima Jes sacrificados. Debidamenta sacralizada, seré prenda, ema nacién del dios, como la piedra del rayo lo es de Chango, un ‘guijarro on el fondo de un rio como el ot de Ochtin, los hierros de Oggiin el arco y las flchas de Ochosi. Elorisha es una fuerza pura, inmaterial, que no puede hhaverse pareeptible a los seres humanos sino tomando pose- si6n de uno de ellos. Esto candidato ala pososién, elegido por clorisha, es uno de sus doseondientes, Bstaes la azin origi nal por la que, mucho més tarde, tras el proceso de sineretizacién, la Rogla de Ocha hablaré entire nosotros dé los hijos del santo». Ese parentesco, quo aqui es espiritual, entre los africanos era de sangre. Los elegidos (o elegin) son tam- bign Hamados iyawo o mujer del orisha, aunque el término comprende lo mismo a hombres que a mujeres’porque no im- plica una relaci6n carnal sino de dependencia, Tras la coremo- nia do evocacién, el orisha «monta» a su iyawo, baila delante de sus hijos, ecibe sus saludos, escucha sus quejas, los aconse- Ja, resuelve sus dificultades y les concede gracias. ‘La relacion ‘se desenvuelve en un tono familiar, puesto quo el orisha, aun- «que deidad, no deja de sor un pariente, un bien familiar que so trasmite por linea paterna, ‘Santeria, Regla de Ocha, Ifé. Entre los colonizadores espatioles¢ ingleses hubo diferen: ias destinadas a consecuencias do largo aleance. Una de ellas Py {fue la mayor tolerancia do los catélicos espafioles.en relacién a Jas fostividades netamento africanas. Se explica no aélo por la ‘Acxiblo politica evangelizadora de la Iglesia, con su milonaria experioncia, sino también por la procupacién entre los tarrate. nientos eclavistas de mantoner Ia idiosincrasia de las distin. ‘as tribus; politica enderezada a proservarlas diferencias, opo. sicionos y hasta rivalidades tribales para obstaculizar ou posi. ‘ble unidad en la lucha contra los hacendados. Ademés, al sor ‘permisivos con las fiestas, la misica y las diversionos, deseo. ‘ocian que ellas eran la forma tradicional de convocar a las deidades ancestrales y que, en realidad, presenciaban una ela Dorada liturgia religiosa. Do haborlo sabido, quiz el Santo Oicio no hubiera sido tan complaciente, Deade fines del siglo XVIII los hacendados. azucareros habfan abandonado en sus ingonios toda préctica religiosa, co ‘excopeién de aquellas coremonias anuales que sorvian de ‘imo disfraz moral. La religién robaba algunas horas ala pro. uccién, pero también podia resultar un freno a la reboldta do los esclavos. Por su parte, como nada més ajeno al sectarismo ‘ogmatico que el pensamiento primitivo, ls afrieanos aceptay ‘ban de buona gana a los nuevos worishas» que les prosentaba

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