Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CRISTIANO
MODULO DOS
DISCIPULADO
CRISTIANO
Carlos Alveiro Samudio
LBC
ESTUDIO BIBLICO
CRISTIANO
Para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra
MODULO DOS
Inpreso en Colombia
CONTENIDO
INTRODUCCION
Como miramos en el CONTENIDO, en este módulo se estudian los temas que conciernen a
las dos naturalezas del cristiano, la nueva vida en Cristo, el bautismo y el hogar cristiano.
Son temas básicos para que el siervo de Dios se fundamente y continúe creciendo
espiritualmente; avanzando en el conocimiento de la Biblia.
Como siempre lo afirmamos, este estudio solo está basado en la Palabra de Dios,
escudriñándola en lo posible en los textos originales hebreo y griego. Si se han consultado
otros libros cristianos, ha sido hecho con el cuidado de que éstos estén en armonía total con
las Escrituras.
CAS.
2
SECCION 1.
Según la Biblia, la humanidad actual está constituida por dos familias distintas: la familia
de Adán, el primer hombre; y la familia de Dios, donde Cristo (el postrer Adán) es el
dador de la vida espiritual de sus miembros (1 Corintios 15:45-50). Teniendo en cuenta
esto, en esta lección estudiaremos primero la familia de Adán terrenal.
Estando Adán en el Edén, en medio del huerto tenía el árbol de la vida, que es un
símbolo de Cristo (Génesis 2:9; Juan 1:4; Apocalipsis 2:7). Si el hombre comía de
este fruto llegaría a tener una existencia eterna aquí en la tierra, en un estado de
inocencia como originalmente fue creado (Génesis 3:22; Juan 6:57-58).
Y también estaba el árbol de la ciencia (o conocimiento) del bien y del mal, cuyo
fruto prohibido si el hombre lo comía, pecaba contra Dios y traería como
consecuencia su muerte. Lastimosamente, el ser humano escuchó al diablo,
desobedeció a Dios y su naturaleza de inocencia se corrompió, pues llegó a
experimentar el pecado (Génesis 2:17; 3:7; 1 Corintios 15:22).
4
“pecado” que mora en ella (Romanos 6:6; 7:14). Siendo el mundo el ambiente
donde el “viejo hombre” vive y actúa. Por eso, este hombre es terrenal (mundano),
carnal y mortal (Juan 3:6; 1 Corintios 15:47-48).
Ahora bien, tanto Adán como su familia (sus hijos) por ser pecadores están
destituidos de la gloria de Dios. Es por eso que Adán fue expulsado del Edén (como
Satanás fue expulsado del cielo); y los hijos del hombre nacieron fuera del huerto de
Dios (Romanos 3:23; Génesis 3:24; Ezequiel 28:16). Por esta razón, los miembros
de esta familia no tienen nada de bueno, pues el “viejo hombre” en sus
pensamientos, sentimientos y su obrar, está inclinado al mal (Isaías 64:6).
Es así como del primer hombre tenemos como fruto de su desobediencia el pecado;
y por el pecado la muerta; y todo esto afecto a su descendencia (Romanos 5:12-19).
Por eso, todo hijo de Adán está muerto en sus delitos y pecados. Anda en la vanidad
de su mente, pues tiene entenebrecido el entendimiento, ajeno a la vida de Dios por
su ignorancia y por la dureza de su corazón. Por eso, perdió toda sensibilidad y se
entregó a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza (Efesios 2:1;
4:17-19).
El camino de Caín
De los hijos de Adán, su primogénito Caín manifestó todas las características del
viejo hombre. Al principio, trajo una ofrenda a Dios de los productos de la tierra, la
cual Dios había maldecido antes; una ofrenda carente de víctima y de sangre
expiatoria. Además, Caín no tenía fe, al contrario de su hermano Abel (Génesis
3:17; 4:3; Hebreos 9:22; 11:4). Cuando Caín sintió el rechazo de Dios por esto, se
ofendió contra su hermano y con soberbia lo asesinó (Génesis 4:5-8)
5
Después de recibir el justo juicio y la misericordia de Dios, Caín salió como errante
para habitar en la tierra de Nod (Errante). Ahí, edificó una ciudad, dando a entender
que esta tierra (o el mundo) sería su lugar permanente de habitación. Contrario a
los siervos de Dios que somos extranjeros y peregrinos en esta tierra, anhelando la
ciudad celestial (Génesis 4:9-17; Hebreos 11:10,11, 13; 1 Pedro 2:11).
La generación de víboras
En su juicio a la serpiente, Dios profetizó que pondría enemistad entre la simiente
de la mujer y la simiente de la serpiente. La palabra heb. zará (simiente) también
significa “descendencia” (Génesis 3:15). Ahora bien, la descendencia de la
serpiente se refiere a todos los seres humanos no regenerados (hombres naturales),
hijos (por su naturaleza pecaminosa) del diablo. Por eso son la “generación (o raza)
de víboras” (Juan 8:44; Lucas 3:7).
Al desobedecer Adán a Dios, el diablo lo esclavizo por medio del pecado, por eso,
los reinos de este mundo ahora le pertenecen (Romanos 6:16; Lucas 4:5-6). Por
esta razón, el diablo es el “príncipe” de este mundo (Juan 12:31; 1 Juan 5:19). Y en
el ámbito religioso mundano, el diablo es el “dios” de este siglo (2 Corintios 4:4).
El diablo, como príncipe de la potestad del aire, opera en los hijos de desobediencia
(la humanidad caída), los cuales viven en los deseos de la carne (la vieja
naturaleza), haciendo la voluntad de ella y de los pensamientos. Por eso, son por
naturaleza hijos de ira ante Dios (Efesios 2:2-3).
6
Lección 2.
Y cuarto, el dominio del diablo y el medio ambiente donde mora y actúa el hombre
natural es el mundo (Juan 12:31; 1 Juan 2:15-17). Este mundo ha seguido el
camino de Caín (Judas 11); el cual es un “sistema” u orden, caracterizado por ser
una civilización humana alejada de Dios, centrada en la inmoralidad, el
materialismo, la diversión mala y el mal uso de la tecnología, como lo hicieron los
descendientes de Caín (Génesis 4:16-24).
7
Cristo y el viejo hombre
Ante esto, el único que podía librarnos de la condenación eterna es el Señor
Jesucristo. Por eso vino al mundo como nuestro sustituto. Para lo cual tomó la
naturaleza humana, pero sin pecado, pues al no haber sido engendrado por varón,
no heredó de Adán el “viejo hombre” (Hebreos 2:14; 4:15). Sin embargo, sobre él
Dios descargó el castigo por nuestra maldad, pues por nosotros “lo hizo pecado” (2
Corintios 5:21).
Ahora bien, la obra de redención del Señor Jesús, consta de: la crucifixión,
derramamiento de su sangre, su muerte y su sepultura; culminando esto con la
victoria de la resurrección. Y en cada uno de estos hechos logró un beneficio para
nosotros. Con su crucifixión, muerte y sepultura, condenó al pecado en la carne, es
decir, le dio muerte judicial al viejo hombre. Por eso, para Dios nuestro viejo
hombre está crucificado, muerto y sepultado. Siendo por eso ahora el “cuerpo de
muerte” (Romanos 6:3-8; 7:24; 8:3).
8
Claro está que, el “viejo hombre” continúa morando en nuestra “carne”, la cual
contiene el “pecado”. Por eso éste es el “hombre exterior” (Romanos 7:14, 18; 2
Corintios 4:16). Ahora bien, nuestro cuerpo es de carne y esta corrompido, por lo
que cada día se va desgastando (el cual será transformado en la gloria de Cristo).
Pero, cuando la Biblia habla de “carne” refiriéndose a la esencia maligna del ser
humano, lo hace porque ésta se encuentra en esa parte de nuestro ser (Romanos
7:18-24).
La familia de Dios
De esta manera, en contraste con nuestra vida anterior, ahora somos miembros de la
familia de Dios, nuestra naturaleza es el nuevo hombre, somos linaje escogido
(generación de Dios) y la dimensión en la cual estamos es celestial, pues ya no
pertenecemos a este mundo (Efesios 2:6; Filipenses 3:20).
9
Lección 3.
EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL
Por otra parte, el frente interno de lucha se lleva a cabo dentro de nuestro ser. La
lucha es entre la carne y el Espíritu. Aunque nuestro viejo hombre está judicial
mente “muerto”, mora todavía en nuestra carne. Y si el cristiano le da oportunidad
para que obre, hará el mal (Romanos 7:14-20). Debemos aclarar que esta lucha no
es entre el nuevo hombre contra el viejo hombre, pues nuestro “hombre interior” no
tiene poder propio, sino que nuestro poder proviene del Espíritu Santo (Hechos
10
1:8). Por eso, la lucha es de la carne contra el Espíritu y el Espíritu contra la carne
(Gálatas 5:17).
Los creyentes nuevos o recién convertidos, son “niños” en Cristo. Y como “niños”
necesitan ser cuidados por sus pastores y hermanos en la fe; y alimentarse con la
“leche espiritual no adulterada” (Hechos 20:28; 1 Pedro 2:2). Esta “leche” es la
doctrina básica del cristianismo (salvación y discipulado); el resto de la doctrina (la
“vianda” o alimento solido) es la enseñanza complementaria y más profunda de la
Biblia, la cual la recibirá el cristiano a medida que vaya creciendo espiritualmente
(1 Corintios 3:1-2; Hebreos 5:13-14).
El cristiano carnal
El cristiano “carnal” (gr. sarkikoî) es aquel creyente que no ha crecido
espiritualmente, por lo que es inmaduro en cuanto a su vida cristiana. Una razón
por la cual no ha crecido puede ser la falta de un buen cuidado pastoral, pues
algunos ministros solo les interesa el dinero de las ovejas (Ezequiel 34:1-6). Otra
razón puede ser la falta de interés del creyente por aprender la doctrina bíblica,
pues, aunque asista a una buena congregación, la culpa es personal (Hebreos 5:11-
12).
11
cristiano carnal, por lo tanto, piensa en las obras de la carne, se ocupa de la carne y
vive según la carne (Romanos 8:5-8). Además, le atrae las cosas del mundo y busca
la gloria de los hombres (1 Juan 2:15; 2 Timoteo 4:10; Juan 5:41). Por eso, los
cristianos carnales andan (o se comportan) como los hombres inconversos (1
Corintios 3:3).
Esta clase de cristiano, con su vida de desobediencia no agrada a Dios, por eso
estará bajo su disciplina, pues al ser su Padre lo ama y quiere que cambie de vida
(Romanos 8:8; Hebreos 12:5-10). Además de su vida personal afectada por su
carnalidad, afecta la vida de sus hermanos (por sus conflictos con ellos) y dará mal
testimonio a los de afuera (Gálatas 5:13-15; 1 Timoteo 3:7). De esta manera, al
sembrar para su carne, cosechara corrupción (Gálatas 6:7-8). Debemos aclarar que
los cristianos carnales (como los corintios), pueden recibir del Señor los dones
espirituales para hacer milagros y evangelizar. Pero esto no les asegura que sean
creyentes fieles. Lo que primero demuestra que un cristiano es espiritual, es la
manifestación en su vida del fruto del Espíritu Santo y ser guiado por él (1
Corintios 1:5-7; 3:1; Gálatas 5:22-25).
Como hemos mirado, dentro de nuestro ser hay un combate de la carne contra el
Espíritu y viceversa. Aunque el viejo hombre esté judicialmente muerto, todavía
está en nuestra carne, y en ella está el pecado (Gálatas 5:17; Romanos 6:12). Y la
carne actúa en base a la “ley del pecado y de la muerte”, la cual incita a nuestros
miembros a ser presentados al pecado como instrumentos de maldad (Romanos
6:13; 8:2).
De esta manera, en los cristianos hay una contradicción, pues, mientras que en
nuestro hombre interior nos deleitamos en la ley de Dios, vemos que la carne nos
lleva a hacer lo que no queremos o lo que rechazamos con nuestra mente. De allí
que, con la mente servimos a la ley de Dios, mas con nuestra carne a la ley del
pecado (Romanos 7:14-25).
Sin embargo, el Espíritu Santo se opone a los deseos de la carne; y por la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús, hemos sido librados de la ley del pecado y de la
muerte (Romanos 8:2). Lo que tenemos que hacer ahora es “considerarnos”
(gr.logízesthe= hacer de cuenta) muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo
Jesús. Esto significa que debemos creer que nuestro viejo hombre está muerto y
12
que ahora lo que vivimos en la carne, lo hacemos en la fe del Hijo de Dios
(Romanos 6:11; Gálatas 2:20).
El cristiano espiritual
El cristiano “espiritual” (gr.pneumatikós), es la persona que escucha y obedece al
Señor, por lo cual su vida está firme, sobre la Roca (Mateo 7:24-25). Puesto que
quiere hacer la voluntad de Dios, conoce la doctrina de Él (Juan 7:17).
Nutriéndose, por lo tanto, del alimento sólido, alcanzando de esta manera la
madurez (Hebreos 5:14). Para llegar a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo (Efesios 4:13).
El cristiano espiritual piensa en las cosas del Espíritu, se ocupa en ellas y vive
según el Espíritu (Romanos 8:5-9). De esta manera, anda en el Espíritu y no
satisface los deseos de la carne (Gálatas 5:16). Pues, por el Espíritu aprendió a
hacer morir las obras de la carne, ya que, al ser guiado (gr. ágontai= conducido o
piloteado) por el Espíritu, él le enseña todas las cosas y lo guía a toda la verdad
(Romanos 8:14; Juan 14:26; 16:13). Y una persona llena del Espíritu Santo
glorifica a Cristo y tiene el poder para testificar del Señor (Juan 16:14; Hechos
1:8).
13
SECCIÓN 2.
LA NUEVA VIDA EN
CRISTO
Lección 1.
La comunión cristiana
La palabra “comunión” es en gr. koinonía, la cual describe “lo común” que tienen
un grupo de personas, ya sea en sus relaciones afectivas o de intereses, así como
también compartir sus bienes materiales (Hechos 4:32). La comunión cristiana es
generada por el Espíritu Santo quien mora en nosotros. Por eso, es la comunión del
Espíritu Santo. Se trata de una comunión de dependencia (pues dependemos de su
guía), la cual le pertenece a él (2 Corintios 13:14; Filipenses 2:1-2).
Al tener la comunión del Espíritu Santo, podemos entonces tener comunión con el
Padre y con su Hijo Jesucristo. Esta comunión es interpersonal, de las Personas
divinas (el Padre y el Hijo) con nosotros los cristianos (1 Juan 1:3; 1 Corintios 1:9).
15
Comunión con el Padre y con el Hijo
Cuando nosotros decimos que tenemos comunión entre los hermanos, significa que
tenemos unas excelentes relaciones interpersonales (por lo común que
compartimos) entre nosotros (Romanos 12:9-10). Lo mismo podemos decir de
nuestra comunión con Dios. Se trata de tener una excelente relación interpersonal
con el Padre y con el Hijo (generada por el Espíritu Santo), basada en la obediencia
a los mandamientos divinos, con la cual obtenemos su aprobación (Juan 14:21, 23;
1 Juan 5:1-2).
Ahora bien, nuestra comunión con Dios se ve afectada por la desobediencia a sus
mandamientos y por los pecados. Cuando un creyente hace esto, contrista al Espíritu
Santo que mora en él y ofende a Dios (Efesios 4:30; Hechos 24:16).
Para que el cristiano no le dé lugar a la carne, cuenta con la ayuda del Espíritu
Santo, quien con sus deseos divinos se opone a los de la carne; de esta manera no
haremos lo que queremos (Gálatas 5:16-17). Si una persona es hija de Dios, es
guiada por el Espíritu Santo (Romanos 8:14). Y el Espíritu nos lleva a que nos
examinemos a nosotros mismos para juzgar el pecado cometido, luego confesarlo a
Dios, pedirle perdón y apartarnos de él. Incluso, de pecados ocultos o que se
16
cometan por ignorancia o por “yerro” (Levítico 5:18; Salmos 19:12; 139:23-24; 1
Corintios 11:31; 1 Juan 1:7, 9; Proverbios 28:13).
Claro está que, de nuestra parte debemos abstenernos de los deseos carnales que
batallan contra el alma (1 Pedro 2:11); los jóvenes deben huir de las pasiones
juveniles (2 Timoteo 2:22); todos debemos huir de la fornicación (1 Corintios
6:18); y no debemos amar el mundo y sus deseos (1 Juan 2:15-16).
17
Lección 2.
LA ORACION
La palabra española oración, proviene del latín orare, que significa: “hablarle a
alguien”. Con esta palabra, los cristianos nos referimos a hablarle a Dios (Mateo
21:22). En los idiomas originales de la Biblia, se utilizan muchos términos para
referirse a la oración a Dios, pero los más utilizados son: heb. tefilá (intercesión); y
gr. proseújkomai (oración).
18
iniciaron la civilización humana sin Dios, el otro hijo de Adán, Set, llamó el
nombre de su hijo Enosh (Mortal). Con esto reconocía el estado de muerte (a causa
del pecado) que la humanidad había caído. Por eso, después de este
reconocimiento, los seres humanos comenzaron a invocar el nombre de Jehová.
Fue así como tuvo su origen la oración en la tierra (Génesis 4:25-26).
19
En cuanto a las oraciones al Espíritu Santo, muchos cristianos lo hacen, pues él es
Dios y por experiencia propia le oran y obtienen resultados. La verdad es que la
acción del Espíritu Santo en la oración es muy importante, pues las oraciones de los
cristianos deben ser hechas en el Espíritu Santo (Efesios 6:18; Judas 20). Siendo el
Espíritu quien nos ayuda en la oración, presentándole a Dios lo que conviene, e
intercediendo por nosotros (Romanos 8:26-27).
Petición ante la prueba: oración del rey Ezequías a Jehová, pidiéndole su protección
y exponiéndole ante su presencia las cartas de amenaza enviadas por su enemigo (2
Reyes 19:1-20).
Y la Oración Modelo: el Padre Nuestro, enseñada por el Señor Jesús, donde nos
muestra siete pasos en la oración: invocación del Padre; reconocer la santidad de su
nombre; deseo que venga su Reino; sometimiento a su voluntad; petición por
nuestras necesidades cotidianas; petición por el perdón de nuestros pecados; y,
victoria ante la prueba (Mateo 6:9-13).
20
Quienes y como debemos orar
Quienes deben orar: Jehová, el Dios Verdadero y Padre de los cristianos, escucha la
oración de toda clase de personas y de todas las razas (Salmo 65:2). De allí que,
todos los cristianos (varones, mujeres y niños) pueden orar (Hechos 21:5).
El tiempo: debemos orar siempre (Lucas 18:1); en todo tiempo (Efesios 6:18); de
noche y de día (1 Tesalonicenses 3:10); orando sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17).
Componentes de la oración
21
Formas incorrectas de orar
La persona que practica el pecado, debe saber que Dios está lejos de los impíos,
siendo su oración abominación a Él (Proverbios 15:29; 28:9; Salmo 109:7). Cuando
se está en el pecado, no hay respuesta de Dios (1 Samuel 28:6). Solo la oración de
un pecador que Dios escucha es la petición de perdón por sus pecados, después que
la persona se arrepiente genuinamente (Isaías 1:15-20).
No se debe orar a ídolos o dioses falsos de las religiones del mundo, puesto que
carecen de poder y esto es abominación a Dios (Isaías 45:20; 46:7). Tampoco se
debe pedir la intercesión de los ángeles, de los santos fallecidos o de María, pues
solo Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres (Colosenses 2:18; 1
Timoteo 2:5; Juan 14:6; Hebreos 7:25).
Las oraciones en público para demostrar piedad religiosa, también son condenadas
por el Señor (Mateo 6:5; 23:14). Asimismo, las oraciones repetidas (rezadas) y con
muchas palabras, tampoco serán escuchadas por Dios (Mateo 6:7-8). De igual
manera, solo acordarnos de Dios en momentos de necesidad, es una ofensa contra
Él (Isaías 1:15; Miqueas 3:4).
La oración efectiva
Para que nuestra oración sea efectiva, debemos tener en cuenta que Dios escucha el
deseo de los humildes (Salmo 10:17); se goza en la oración de los rectos
(Proverbios 15:8); si hacemos lo agradable ante Él, nos escuchará (1 Juan 3:22).
Puesto que la oración del justo puede mucho (Santiago 5:16); debemos levantar
manos limpias, sin ira ni contiendas (1 Timoteo 2:8). De esta manera, los ojos del
Señor estarán sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones (1 Pedro 3:11-12).
22
Debemos pedir conforme a su voluntad, de esta manera Dios nos escuchará (1 Juan
5:14). Porque, toda buena dadiva y don perfecto proceden del Padre (Santiago
1:17). Por eso, no debemos pedir mal, para gastar en nuestros deleites o placeres
(Santiago 4:3). Sometiendo nuestra voluntad a Dios, así no obtengamos lo deseado
(Mateo 26:39, 42, 44; 2 Corintios 12:7-9).
Debemos orar con fe, pues sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6); y
seremos como las olas del mar (Santiago 1:6-7). El Señor nos puede aumentar la fe
(Lucas 17:5). De esta manera, sabemos que Él nos escucha y que nos concede lo
pedido (1 Juan 5:15). Por lo tanto, todo lo que pedimos en oración, creyendo que lo
recibiremos, nos vendrá (Marcos 11:24).
23
Lección 3.
EL AYUNO
Después, Jehová Dios ordenó a los israelitas “afligir sus almas” el día cuando se
celebraba la expiación, lo cual se entiende que es un mandato a celebrar un ayuno
en esta fecha, aunque no lo dice directamente el texto bíblico (Levítico 16:29;
Salmo 35:13).
24
Israel y el ayuno
Como pueblo, Israel ayunó durante el combate fratricida contra la tribu de Benjamín
(Jueces 20:26). Luego, la Biblia registra que muchos hombres piadosos ayunaron y
oraron insistentemente; de igual manera, para humillarse en aflicción y
arrepentimiento, cuando habían pecado (Daniel 9:3; 1 Samuel 7:6).
El segundo era el ayuno del quinto mes (Ab, agosto), recordaba la destrucción del
templo de Jerusalén (2 Reyes 25:8-9). El tercero era el ayuno del séptimo mes
(Tisri, octubre), que recordaba la muerte de Gedalías y la desolación completa de la
tierra (2 Reyes 25:22-26). Y el ayuno del décimo mes (Tebet, diciembre 5), que
posiblemente era recordando la caída de Jerusalén (Ezequiel 33:21).
Claro que, cuando Cristo estuvo con sus discípulos, ellos no ayunaron; sin embargo,
el Señor dijo que después de su muerte, ellos lo harían (Mateo 9:15). No obstante,
para los cristianos el ayuno no debe ser algo impuesto (o, por obligación), sino que
debe brotar de nuestra alma redimida. Por eso, encontramos a los primeros
cristianos ayunar en ocasiones especiales, donde buscaban la dirección de Dios. Eso
sí, ellos lo hacían con oración, pues el ayuno indispensablemente debe ir
acompañado de ella (Hechos 13:3; 14:23).
25
Ejemplos de ayunos registrados en la Biblia
El ayuno de un día, donde Saúl y sus hombres de guerra no comieron pan durante el
combate contra los filisteos. Un ayuno desacertado que no les trajo beneficio a los
israelitas (1 Samuel 14:24-30).
El ayuno de siete días, en los cuales David se abstiene de comer pan, humillado ante
Dios por su pecado (2 Samuel 12:16-23).
El ayuno de tres días, donde la reina Ester y sus compatriotas imploran la protección
divina ante el peligro inminente (Ester 4:16).
El ayuno de Daniel por tres semanas, donde no comió manjar delicado, ni carne, ni
vino; ni se ungió con ungüento, o sea, el perfume de ese tiempo (Daniel 10:2-3).
El ayuno de Esdras y los judíos que regresaban a su tierra, pidiéndole a Dios que los
protegiera de los peligros del viaje (Esdras 8:21-23).
El ayuno de los ninivitas, donde se arrepintieron de sus pecados y suplicaron el
perdón de Dios (Jonás 3:5-10; Mateo 12:41).
Sin embargo, con el tiempo los israelitas convirtieron el ayuno en una práctica
religiosa y ritualista, sin valor ante Dios, pues buscaban su favor sin un cambio en
sus vidas pecaminosas (Isaías 58:1-7). De igual manera, los fariseos que ayunaban
dos veces por semana (según los rabinos, el lunes y el jueves), practicando el ayuno
como un mero acto religioso de vanagloria, para ser vistos por los hombres (Lucas
18:12).
26
Lección 4.
LA ENSEÑANZA CRISTIANA
La enseñanza de Dios
Solo Dios es el Único que no necesita que le enseñen algo o aprender de alguien
(Romanos 11:33-34). El resto de los seres que existen (los cuales han sido creados
por Dios), necesitan aprender y que se les enseñe las cosas. Los ángeles, por
ejemplo, tienen mucha sabiduría, pero anhelan mirar (para conocer) cosas
relacionadas con Cristo (1 Pedro 1:12).
Asimismo, los seres humanos necesitamos que Dios nos enseñe sus estatutos y
decretos; y el buen camino por donde hemos de andar (Deuteronomio 4:5; 1 Reyes
8:36). Porque el hombre no es señor de su propio camino, ni es capaz de ordenar sus
pasos (Jeremías 10:23). Incluso, los animales han sido enseñados por Dios (Job
12:7-9).
27
La enseñanza para Israel
Dios les enseña a los seres humanos por medio de la obra de sus manos: la creación
(Salmo 19:1; Romanos 1:20). Pero, de manera especial, nos enseña por medio de las
Escrituras, las cuales han sido inspiradas por Él (Romanos 15:4; 2 Timoteo 3:16).
Por eso, Jehová Dios les enseñó a los israelitas su ley (Deuteronomio 4:36).
Después, encargó a los sacerdotes levitas enseñar sus mandamientos al pueblo
(Levítico 10:11). Y, a los padres de familia, les dio la responsabilidad de enseñar
sus mandamientos a sus hijos y a sus nietos (Deuteronomio 4:9).
Con el tiempo, ni los padres de familia ni los sacerdotes, cumplieron con esta labor
(Miqueas 3:11). Por eso, el pueblo de Israel fue destruido por falta de conocimiento
(Oseas 4:6). Sim embargo, Dios en su misericordia, y para evitar castigarlos, les
envió a sus profetas para instruirlos en el camino del bien y que se conviertan a Él.
Pero, los israelitas no los escucharon, antes, por el contrario, los persiguieron y
hasta asesinaron a varios de ellos (Mateo 5:12; 29:31).
La enseñanza de Jesús
En tiempos de Cristo, encontramos en Israel discípulos de Moisés, de los fariseos y
de Juan el Bautista (Juan 9:28; Mateo 9:14; 22:16). Pero, maestros como los
escribas y los fariseos, impusieron muchas cargas al pueblo, pues eran hipócritas
en su comportamiento y solo les interesaba “devorar” a los pobres (Mateo 23:1-
36). Por eso, la multitud del pueblo parecía un rebaño sin pastor (Marcos 6:34).
Sim embargo, Jehová Dios había profetizado que enviaría a su Hijo al mundo,
como Maestro a las naciones (Isaías 55:4). Por esta razón, el Señor Jesús dijo que
su doctrina (gr. didakjé = enseñanza) no era suya, sino de su Padre quien lo envió
(Juan 7:16). De allí que, su enseñanza era con “autoridad”, distinta a la de los
maestros de su época (Mateo 7:29; Juan 7:46).
Jesús fue reconocido como Rabí o Maestro (gr. didáskalos), teniendo, por lo tanto,
discípulos (Mateo 23:8). Y, no solo tuvo discípulos en ese tiempo, sino que, a
través de los siglos, los cristianos hemos sido sus discípulos (Marcos 4:34; Juan
17:20).
28
Los discípulos de Cristo
Para ser un verdadero discípulo de Cristo, debemos cumplir ciertos requisitos, que
tienen un gran valor y requieren mucho esfuerzo de nuestra parte: aborrecer nuestra
propia vida y renunciar a todo, para amar al Señor y seguirlo sin distracciones
(Lucas 14:26, 33). Asimismo, debemos permanecer en su palabra (Juan 8:31-32). Y
en esto conocerán que somos sus discípulos, en que nos amamos los unos a los
otros (Juan 13:35).
Porque, si alguno viene en pos de Cristo, debe negarse así mismo, tomar su cruz y
seguirlo (Mateo 16:24; Juan 12:25). Debemos seguir sus pisadas, pues él nos ha
dado ejemplo (1 Pedro 2:21; Juan 13:15). De esta manera, seremos hacedores de la
palabra (Santiago 1:22). De allí que, si alguno mira atrás en el arado, no es digno
de él (Lucas 9:62; Juan 6:66).
En la actualidad, Cristo nos enseña por medio de su Espíritu Santo (Juan 14:26;
Lucas 12:12); así como también, por medio de maestros que él ha constituido para
la iglesia (Efesios 4:11). Nuestro deber como discípulos de Cristo es escuchar a los
maestros cristianos, cuando basados en la Palabra de Dios nos enseñan; y no
oponernos a ellos (2 Timoteo 4:14-15). Además, el que es enseñado en la palabra,
haga participe de toda cosa buena al que lo instruye (Gálatas 6:6).
29
Lección 5.
LA MAYORDOMIA CRISTIANA
Cuando Dios creó la tierra, la hizo con el propósito de que fuera habitada por los
seres humanos, por eso les entregó el dominio de ella (Salmo 8:4-8; 115:16). La
responsabilidad del hombre era el de labrar y cuidar el huerto donde originalmente
Dios lo puso (Génesis 2:15).
Pero, las cosas cambiaron por causa del pecado, pues el ser humano perdió su
posición de dominio y quedó bajo el poder del Maligno, quien es el que ahora
domina este mundo perdido; y a quien le pertenecen los reinos de la tierra actual (1
Juan 5:19; Lucas 4:5-6).
30
bien, dándonos la lluvia y los tiempos fructíferos, para llenar de sustento y alegría
nuestros corazones (Hechos 14:16-17).
Sin embargo, los seres humanos en su maldad no le han dado la gloria y las gracias
a Dios; pues, al contrario, cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y
dando culto a las criaturas antes que al Creador. Incluso, han llegado al extremo de
negar su existencia (Romanos 1:21, 25; Salmo14:1).
A través de los siglos, los siervos fieles de Dios han sido generosos para con Él.
Podemos ver esto en las ofrendas de personas como Abel, Noé y Abraham, entre
otros (Génesis 4:4; 8:20; 12:8).
Debemos tener en cuenta que nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada
podremos sacar de aquí. Por eso, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con
esto. Porque los que quieren enriquecerse (acumulando bienes materiales), caen en
la tentación y lazo, y en muchas cosas necias y dañinas, que hunden a los hombres
en destrucción y perdición (1 Timoteo 6:6-10).
Mayordomos de Dios
Teniendo en cuenta que todo le pertenece a Dios, los cristianos no somos dueños de
lo que poseamos, sino que somos mayordomos o administradores de Dios. En el
Nuevo Testamento, las palabras traducidas como mayordomo o administrador es en
gr.oikonómos, de donde se derivan palabras como “ecónomo” o “economía”. Ahora
bien, como mayordomos de Dios, somos los encargados de administrar los bienes
de Él (Lucas 12:42; 1 Corintios 4:2).
Por eso, los bienes que Dios nos ha encargado, deben ser empleados con los
siguientes objetivos: utilizarlos para nuestras necesidades básicas; ser generosos con
la obra de Dios; y también, ayudar en las necesidades de nuestros hermanos en la fe
31
(y si nos alcanza, ayudar a los no creyentes cuando realmente lo necesiten) (2
Tesalonicenses 3:8, 12; 1 Corintios 15:58; Gálatas 6:9-10). De igual manera, los
ancianos (pastores) de las iglesias, deben ser sostenidos por los creyentes (1
Timoteo 5:17-18; Filipenses 4:14-19).
En la iglesia del Nuevo Testamento, las ofrendas se recogían el día domingo, según
haya prosperado la persona (1 Corintios 16:1-2). Claro está que, la generosidad de
estos primeros cristianos era tal que ninguno decía ser de su propiedad lo que tenía,
sino que todo lo compartían para las necesidades de los creyentes y para la
extensión de la obra de Dios (Hechos 2:44-45; 4:32).
Como miramos antes, los primeros cristianos no aportaron el diezmo, sino que lo
dieron todo. Sin embargo, a partir del año 1700, con la formación de misiones y
denominaciones evangélicas, se adoptó entre los cristianos de estas iglesias el aporte
(además de las ofrendas) del diezmo. Debemos destacar que esta práctica ha sido de
bendición, tanto para las personas y sus familias, como para la obra de Dios.
Claro está que, hay iglesias (como las asambleas de hermanos y los bautistas
conservadores) que no practican el diezmo, pero también estos cristianos son muy
generosos con sus ofrendas (superando incluso el diezmo, en algunas partes). Lo
negativo de ellos es que critican mucho a los que diezman. En esto debemos
32
recordar que, los que no diezman no deben criticar a quienes lo hacen, pues ellos
diezman de corazón. Y, los que diezman, no deben aplicar Malaquías 3:9, a quienes
no lo hacen, pues Cristo nos redimió de la maldición de la ley (Gálatas 3:13). Lo
cierto es que el diezmo es un principio bíblico, y quienes lo practican con alegría
han sido bendecidos por el Señor (Romanos 14:5-8).
El “evangelio de la prosperidad”
En la Biblia encontramos como Dios bendijo a varios de sus siervos con riquezas
materiales (Génesis 24:35; 1 Reyes 3:13; Job 42:12-13). También, los israelitas
recibieron una tierra que fluye “leche y miel”, y la bendición de abundancia material
si obedecían a Jehová (Deuteronomio 26:8-15). Sim embargo, cuando el Señor
Jesús estuvo en la tierra, no tenía ni aún donde “recostar su cabeza” (Mateo 8:20).
De igual manera, los apóstoles no tenían plata ni oro; y nunca codiciaron los bienes
de los creyentes (Hechos 3:6; 20:33-35).
Es verdad que los cristianos debemos aportar a la obra de Dios y apoyar a sus
siervos que predican el evangelio (Filipenses 4:10-20). Pero, con la doctrina de la
prosperidad se ha desacreditado el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, pues los
predicadores del “evangelio de la prosperidad” se han dedicado a acumular
riquezas, vivir en la opulencia y ser mal ejemplo para los creyentes. Sobre todo, les
interesa el dinero de las personas, siendo la salvación de las almas una cuestión
secundaria. Por eso, en sus campañas “evangelísticas” con muchas artimañas se
dedican a pedir el dinero de los asistentes, quienes en la mayoría de los casos nunca
reciben el milagro o la bendición prometida, por la cual han hecho sus aportes
(Hechos 20:29; 2 Pedro 2:1-3).
33
Lección 6.
EL CRISTIANO Y LA SOCIEDAD
34
el lugar donde Dios nos ha puesto para vivir. De allí que, debemos dar un buen
testimonio a los no creyentes (1 Timoteo 3:7).
Otro deber nuestro es orar por los gobernantes y sus funcionarios. En el tiempo de
los apóstoles, los gobernantes de las naciones eran reyes. Ahora, en un país
democrático el que gobierna es el presidente, quien dirige el resto de funcionarios
gubernamentales a su cargo. Por todos ellos debemos orar diariamente (1 Timoteo
2:1-2).
A través del tiempo, los seres humanos han experimentado distintos sistemas de
gobierno: monarquías, teocracias, dictaduras, democracias, totalitarismos
(comunismo, fascismo y nazismo) y otros. La verdad es que ningún sistema
gubernamental ha sido totalmente justo o beneficioso. Claro está que, ha habido
algunos gobernantes en distintas naciones y épocas, que han sido temerosos de Dios
y se han esforzado por gobernar de manera justa (Proverbios 29:2). Sin embargo,
solo el reinado de nuestro Señor Jesucristo traerá la justicia y la paz que tanto
anhela la humanidad (Isaías 9:6-7; 11:1-10).
35
Mientras llega el reino de Cristo, los cristianos tenemos la libertad de participar en
política o de no hacerlo, según su conciencia lo dicte (Filipenses 3:15-16). En
tiempo de los apóstoles, hubo cristianos que pertenecían al gobierno y al ejército
(Hechos 8:26-40; 10:1-8). En cuanto a los ministros cristianos, no es recomendable
participar en política como candidatos a cargos públicos, pues su compromiso solo
es con el Señor y su reino (2 Timoteo 2:1-7).
Sin embargo, en cuanto a dar nuestro voto por algún candidato, el cristiano también
tiene la libertad de hacerlo o de no hacerlo. Lo que se debe tener en cuenta es la
clase de partido al que pertenece, sus ideales y propuestas, ya que muchas corrientes
políticas buscan beneficios particulares (como favorecer a los ricos), promueven la
inmoralidad (como el aborto provocado, el matrimonio del mismo sexo, el divorcio,
entre otros) y la corrupción (como enriquecerse defraudando los bienes públicos).
De allí que, sí hemos de elegir a alguien, debe hacerse a conciencia, sin recibir
prebendas económicas (para comprar nuestro voto) por parte del candidato (2
Samuel 5:1-3).
Ahora bien, los cristianos no deben participar en rebeliones violentas contra los
gobiernos; ni en protestas exigiendo mejores salarios (Lucas 3:14). En cuanto a las
marchas y “plantones” que hacen algunos grupos de cristianos por leyes que atentan
contra la familia (como la ideología de género), los creyentes también tienen la
libertad de hacerlo o de no hacerlo. Y en casos extremos de regímenes políticos que
prohíben el ejercicio de las actividades cristianas (como la celebración del culto y el
36
evangelismo), estas leyes no deben ser obedecidas por nosotros; de manera pacífica
(y hasta clandestina), debemos reunirnos y anunciar el nombre de nuestro Señor
Jesucristo (Hechos 4:17-22).
Dios le hadado el trabajo a los seres humanos para que se mantengan ocupados y
obtengan así su sustento (Eclesiastés 2:24; 3:10). Por eso, debemos ocuparnos en el
trabajo que Dios nos ha dado; y si estamos desempleados, pedirle a Él que nos dé un
empleo (2 Tesalonicenses 3:6-15; Mateo 7:7-11).
Claro está que, no debemos ser esclavos del trabajo, sino tener tranquilidad y
ocuparnos en nuestros negocios para tener lo suficiente para nuestro sustento, y así
conducirnos honradamente para con los de afuera (1 Tesalonicenses 4:11-12).
Porque, el mandamiento apostólico es no deberle nada a nadie. Pues las deudas son
una esclavitud que los cristianos debemos evitar (Romanos 13:8; Proverbios 22:7;
Mateo 5:42).
Los que son empleados, deben obedecer a sus patrones en todo lo que se han
comprometido, trabajando responsablemente y con honradez. No solamente a los
patrones amables, sino también a los difíciles de tratar; igualmente si se trata de un
empleador creyente como de un inconverso. Y, los patrones cristianos, deben ser
benignos con sus empleados, no usando amenazas ni abusando de ellos, sabiendo
que tienen un Amo en los cielos (Efesios 6:5-9; Colosenses 3:22-25; 1 Timoteo 6:1-
2; Tito 2:9-10; 1 Pedro 2:18-20).
37
SECCION 3.
EL BAUTISMO DEL
CRISTIANO
38
Lección 1.
LOS BAUTISMOS EN LA BIBLIA
En esta lección, estudiaremos cada uno de estos bautismos, con la excepción del
bautismo cristiano y del bautismo en Espíritu Santo y fuego, los cuales se
estudiarán en profundidad en las dos lecciones siguientes de esta SECCIÓN.
39
Los bautismos de los judíos
El primer bautismo de los israelitas fue cuando Dios los libertó de la esclavitud de
Egipto. Cuando salieron de allí, estando bajo la nube y cruzando el mar, todos en
Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar. Nótese que es un bautismo
“trinitario”, pues Moisés simboliza al Padre, la nube al Hijo, y el mar al Espíritu
Santo (Éxodo 13:21-22; 14:22-29; 1 Corintios 10:1-2).
Los otros “bautismos” están prescritos en la Ley. En Hebreos 9:10, se nos habla de
diversas “abluciones” (gr.baptismoís), que son los distintos lavamientos ordenados
por Jehová Dios, en textos como: Levítico 6:27-28; 8:6; 22:6; Números 8:7, 21,
entre otros.
Asimismo, están las diversas purificaciones de los judíos, que eran tradiciones de
los ancianos, las cuales eran practicadas en especial por los fariseos. La Reina
Valera de 1960, las traduce como “lavar” y “lavamientos”; pero en el texto original
se utiliza la palabra gr.baptismoís. Se trataba de sumergirse en agua antes de comer;
así como también, sumergir los utensilios de cocina para purificarlos (Lucas 11:38;
Marcos 7:4; Mateo 23:25-26).
El bautismo de Juan
Juan el Bautista era primo del Señor Jesús (Lucas 1:36). Fue destinado por Dios
para que en él reposara el espíritu y el poder de Elías; y fuera quien preparara el
camino del Señor Jesucristo. Por eso, de los nacidos de mujer ninguno es más
grande que Juan el Bautista (Malaquías 4:5-6; Lucas 1:13-17; Mateo 11:7-13).
De esta manera, por medio de su bautismo, Juan preparó al Señor un pueblo bien
dispuesto (Lucas 1:17). Por eso, después de su muerte, muchos de sus discípulos
40
aceptaron a Cristo como su Salvador; y se bautizaron como cristianos y recibieron
al Espíritu Santo (Hechos 18:25; 19:1-7).
El Señor Jesús comenzó su ministerio a los treinta años de edad. Y lo hizo después
que fue bautizado por Juan (Lucas 3:21-23). Cuando llegó Cristo al Jordán, Juan le
dijo que él antes debía ser bautizado por el Señor. A lo que Cristo le contestó que:
“conviene que cumplamos toda justicia”. Esto significa que ellos debían cumplir
con la obra de justicia que Dios les encomendó (Mateo 3:13-15).
Aarón, fue dedicado por un profeta de Jehová, Moisés; así mismo, Cristo fue
bautizado por un profeta de Dios, Juan. En su bautismo, Cristo fue lavado en agua,
el Espíritu Santo descendió sobre él para ungirlo, y se escuchó la voz del Padre,
quien afirmó tener su complacencia en su amado Hijo; esto último es un símbolo de
ser “vestido” con las ropas sumo sacerdotales (Mateo 3:16-17).
En cambio, los hijos de Aarón, los sacerdotes, solo eran lavados con agua y se les
vestía de ropas sacerdotales (Levítico8:13). Esto también es un simbolismo para los
cristianos (como sacerdotes de Dios), que trataremos en la siguiente lección.
41
sin arrepentimiento, lo que le espera al ser humano es el juicio, no una segunda
oportunidad para ser salvo (Hebreos 9:27).
En conclusión, el “bautismo por los muertos” no tiene registro que haya sido
practicado por los cristianos del Nuevo Testamento, ni ha sido ordenado por el
Señor. Por eso, no debemos pensar más allá de lo que está escrito (1 Corintios 4:6).
42
Lección 2.
EL BAUTISMO CRISTIANO
Puesto que había otros bautismos, los apóstoles para referirse al bautismo cristiano,
lo llamaban: “el bautismo en el nombre de Jesucristo” (Hechos 2:38). Siendo su
fórmula bautismal, la registrada en Mateo 28:19.
43
ordenanza, o sea, al bautismo ordenado por el Señor; mientras que en Mateo 28:19,
se da la fórmula que se debe pronunciar cuando se bautiza a una persona.
El texto griego de Hechos 2:38, dice: batisthetó hekástos hymón epí tó onómati
Iesoú Kjristoú, que literalmente dice así: “sea bautizado cada uno de ustedes sobre
el nombre de Jesús Cristo”. La preposición gr.epí no significa “en”, sino “sobre”, es
decir, el apóstol Pedro nos dice que seamos bautizados “sobre el nombre de
Jesucristo”, o sea, en el bautismo ordenado por nuestro Señor (o, sobre lo que él
ordenó).
De esta manera, decir algo “en el nombre del Señor” equivale a invocar su
autoridad, no solamente pronunciar una frase sin sentido. Tenemos el ejemplo de
David cuando se enfrentó al gigante viniendo en el nombre de Jehová de los
ejercito, esto es, en su autoridad y en su mando (Hechos 19:5; 1 Samuel 17:45).
Y, además, al analizar el texto griego de Mateo 28:19, dice así: baptízontes autoús
eís tó ónoma Patrós, kaí toú Huioú, kaí toú Hagíou Pnéumatos= “bautizando a ellos
44
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Nótese que aquí se utiliza
la preposición gr.eís (en) y no gr.epí (sobre), como está en Hechos 2:38.
“Que el texto de Mateo 28:19, no está en los manuscritos griegos más antiguos”.
Esto es completamente falso, pues en el texto griego bizantino (Textus Receptus),
base de la Reina Valera; y en el texto alejandrino (Texto Crítico), base de las
versiones modernas (Dios Habla Hoy, Nueva Versión Internacional y otras), tienen
el versículo mencionado. Por eso, ni la versión del nuevo mundo se ha atrevido a
eliminarlo o cambiarlo, como lo ha hecho con otras Escrituras.
El otro argumento (en especial de los “unicitarios”), es el que afirman que en Mateo
28:19, no dice “en los nombres”, sino “en el nombre”; y esto significa para ellos que
“ese solo nombre es el de Jesús”. Agregando también que “Padre, Hijo y Espíritu
Santo, no son nombres sino títulos u oficios de Cristo”. Esto suena bonito, pero no
es bíblico.
Respondiendo a esto, miramos en la Biblia como se utiliza un solo nombre para dos
o más personas que forman una unidad, como el matrimonio o un pueblo (Génesis
5:2; Éxodo 14:30). Y en cuanto a los tres mencionados en Mateo 28:19, se trata de
Personas divinas y no de títulos, pues cada una de ellas tiene su nombre propio: el
Padre se llama Jehová (heb. Yahwéh); el Hijo se llama Jesucristo; y el Espíritu de
Dios se llama Espíritu Santo (Isaías 63:16; 64:8; Romanos 1:3; Mateo 12:28, 32).
45
De allí que, los bebes o niños de tierna edad, no tiene la capacidad propia de
conocer las cosas para creer; y tampoco tienen desarrollada la conciencia para pecar
y de esta forma arrepentirse. Por eso, Dios afirma que “el intento del corazón del
hombre es malo desde su juventud”, esto es, desde la edad donde se adquiere la
“conciencia de pecado” (Génesis 8:21; Hebreos 10:2). Con esto queremos decir que
el bautismo de una personita así (bebe o niño de tierna edad), no es bíblico.
Por eso también en Hechos 8:12, dice que los que fueron bautizados por Felipe, eran
hombres y mujeres, sin mencionar a niños, como en otros textos donde se refieren
a ellos en otras circunstancias (Mateo 15:38).
46
agua), para entrar al desierto (la vida cristiana); con miras a entrar a la tierra
prometida, que es nuestra morada celestial (1 Corintios 10:1-6).
El bautismo y la salvación
Aunque Cristo no envió a Pablo a bautizar, sino a predicar el evangelio, el apóstol sí
bautizó y ordenó hacerlo (1 Corintios 1:14-17; Hechos 16:15). Por lo tanto, el
bautismo sí es importante para los creyentes, aunque no tiene el poder de salvación
por sí solo. Esto lo comprueba el ladrón junto a la cruz de Cristo, que fue salvo por
su fe sin necesidad de bautizarse (Lucas 23:42-43). Y también, todos los niñitos que
mueren sin haber pecado, son salvos sin ser bautizados (Lucas 18:16).
El bautismo debe ir acompañado de fe, por eso Efesios 4:5, dice: “un Señor, una fe,
un bautismo”. De allí que, muchas personas (como el mago Simón), se hacen
bautizar por emocionalismo, sin una verdadera conversión, siguiendo en su maldad
y pecados (Hechos 8:13, 23).
Ahora bien, para los católicos con el bautismo “se borra el pecado original y se
obtiene la regeneración o el nuevo nacimiento”. Para respaldar esto, citan los textos
de Juan 3:5 y Tito 3:5. Pero si analizamos bien estos versículos, nos damos cuenta
que “agua” y “lavamiento” mencionados aquí no son cosas físicas sino espirituales,
refiriéndose a la Palabra de Dios y a su limpieza.
Otros, por su parte, afirman que el bautismo es para perdón de pecados. Para esto
citan Hechos 2:38. Aquí también, al analizar bien este texto, el perdón de pecados
se obtiene con el arrepentimiento, pues la Escritura, dice: “arrepentíos, y bautícese
cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados”. Ahora
bien, sí un cristiano cae en pecado, no debe volverse a bautizar, sino arrepentirse y
confesar su pecado (1 Juan 1:9).
47
Agregamos también que, todas las personas que viven sin casarse (en la llamada
“unión libre”), están en fornicación, por lo cual no se han arrepentido y no han
dejado su pecado. Esto es un impedimento grave para ser bautizados. La solución es
casarse o separarse de la persona con quien viven. De igual manera, los que tienen
parejas del mismo sexo (homosexualismo o lesbianismo), así se hayan “casado”, no
se les debe bautizar, pues también están en fornicación (Romanos 1:26-32).
48
Lección 3.
EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU
SANTO
Además de los otros bautismos que hemos visto, en la Biblia se registra también el
bautismo en Espíritu Santo y fuego (Mateo 3:11; Lucas 3:16); o, solamente
aparece la expresión “bautismo en el Espíritu Santo” (Marcos 1:8; Hechos 1:5). Lo
importante es conocer bien como aparece esta expresión en el texto griego del
Nuevo Testamento, la cual es: baptisthéste en Pneúmati Hagío= bautizaos en
Espíritu Santo” (Hechos 11:16). En ninguna parte el texto original dice: “bautismo
del Espíritu Santo” o “bautismo con el Espíritu Santo”, como lo traducen las
versiones bíblicas en español.
Con la preposición griega “en”, la Escritura nos da a entender que este bautismo es
“dentro” del Espíritu Santo (o “sumergidos” dentro del Espíritu Santo). Pues esto es
lo que significa en otros textos, como 2 Corintios 5:17, que dice: “si alguno está en
Cristo”. Ahora bien, en este bautismo Cristo es el bautizador; los cristianos somos
los bautizados; y, en lugar de agua, somos sumergidos en la persona divina del
Espíritu Santo (Juan 1:33).
49
El propósito del bautismo en el Espíritu Santo
Ahora bien, este bautismo es algo colectivo, de todos los cristianos; pero el “beber”
del Espíritu se refiere a algo personal e individual, lo que equivale a recibir el don
(no los dones) del Espíritu Santo. O, sea, que la persona divina del Espíritu de Dios
llegue a morar en nosotros (Hechos 2:38; 1 Corintios 12:13).
En base a esto, en Juan 20:22, el Señor Jesús soplo en sus apóstoles para que
recibieran el Espíritu Santo (esto es el don del Espíritu). Pero, en Hechos 2,
miramos como descendió el Espíritu Santo sobre los 120 reunidos en Jerusalén,
bautizándolos de manera colectiva, formándose (o naciendo) ese día, la Iglesia
como el cuerpo de Cristo.
Como ya miramos, fue en Pentecostés (de Hechos 2), cuando descendió el Espíritu
Santo, bautizando a los cristianos y formando la Iglesia. De allí en adelante, cada
persona cuando cree en Cristo y lo recibe como su Señor y Salvador, es sellada con
el Espíritu Santo, recibiendo también su bautismo, con el cual es sumergido dentro
del cuerpo de Cristo. Desde entonces, cada cristiano hará parte eternamente de la
Iglesia como la esposa del Cordero (Romanos 6:3-4; Efesios 1:13; 5:22-30).
50
De allí que, no debemos hacer “reglas” para calificar si alguien ha sido bautizado en
el Espíritu Santo o si no lo ha sido. Solo Dios conoce a los suyos (2 Timoteo 2:19).
Claro está que, si una persona no ha recibido el Espíritu Santo no es de Cristo y, por
lo tanto, no ha sido bautizada por él, ni hace parte del cuerpo de Cristo (Romanos
8:9).
Ahora bien, ¿cómo se sí he sido bautizado en el Espíritu Santo y formo parte (como
un miembro) del cuerpo de Cristo? Para esto debemos tener en cuenta dos cosas
importantes: primeramente, se trata de fe, es decir, debemos estar completamente
seguros y creer que somos de Cristo e hijos de Dios (Romanos 10: 9-10).
El bautismo de “fuego”
Juan el Bautista afirmó que el Señor Jesús bautizaría “en Espíritu Santo y fuego
(Lucas 3:16). Algunos consideran que la palabra “fuego” utilizada aquí se refiere a
juicio, es decir, afirman que Cristo “sumergirá” en fuego a los impíos para
castigarlos (Mateo 3:12; 2 Tesalonicenses 1:8). Otros, por su parte, creen que se
trata del “fuego del Espíritu Santo”, el cual fue representado en “las lenguas
repartidas como de fuego” de Hechos 2:3.
51
Debemos considerar también que en 2 Timoteo 1:6, el apóstol Pablo aconseja a su
hijo espiritual que “avive el fuego del don de Dios que hay en él”. Se trata del don
divino (dado por el Espíritu Santo), para la realización del ministerio.
52
Sección 4.
EL CRISTIANO Y SU
HOGAR
53
Lección 1.
EL NOVIAZGO CRISTIANO
La pareja humana
Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, varón y mujer los creó (Génesis
1:26-27). Tanto el varón como la mujer tienen la “imagen y semejanza” de Dios,
que se refiere a lo espiritual, lo moral y lo intelectual (Juan 4:24; Levítico 11:44; 1
Corintios 2:11).
54
Por esta razón, tanto el varón como la mujer son seres humanos en igualdad de
posición ante Dios (Gálatas 3:26-28). Claro está que, entre el varón y la mujer
existen diferencias (creadas por Dios) en lo referente a lo físico, lo emocional y su
ocupación.
El varón
El varón (heb. ísch= ser; gr. anér= varonil), es el género masculino del ser humano.
Se caracteriza por ser más fuerte físicamente que la mujer. Sus órganos sexuales
reproductores engendran a los hijos. Le crece barba en su rostro. Y su cabello debe
ser corto, pues siendo largo es naturalmente vergonzoso para él (1 corintios 11:14).
La mujer
La mujer (heb. ischscháh= varona; gr. gyné= existidora), es el género femenino del
ser humano. En lo físico, es más delicada que el varón y dada a la belleza, pues, así
como el varón es imagen y gloria de Dios, la mujer es gloria del varón. Es en ella
donde son engendrados los hijos, pues su fisionomía fue diseñada por Dios para esta
función. Y su cabello debe ser largo, pues es el velo (gr. peribólaion=prenda)
natural que Dios le ha dado, siendo una honra para ella tenerlo así (1 Corintios 11:
7, 15).
En lo emocional, la mujer es más sentimental que el varón, por eso debe ser tratada
con honra, como a “vaso más frágil” (1 Pedro 3:7). Y su ocupación en el hogar debe
ser la de ayudarle a su esposo y criar a sus hijos (Proverbios 31: 11; 1 Timoteo
2:15).
55
La atracción del varón y la mujer
Cuando el ser humano es niño o niña, solo le interesan sus padres y jugar con otros
niños (1 Corintios 13:11). Pero, cuando ya se es adolescente, comienza en los
jóvenes y en las jovencitas, el deseo o atracción por las personas del sexo opuesto.
Esto es llamado en la Biblia “tiempo de amores” (Génesis 29:19; Ezequiel 16:7-13).
Esta atracción por las personas del sexo opuesto no es mala, pues Dios nos creó así.
Lo que debemos evitar son las concupiscencias, que son los malos deseos
inmorales, que llevan a los solteros a la fornicación y a los casados al adulterio (1
Tesalonicenses 4:3-5).
De esta manera, fuimos creados como seres de hogar y sociales, para que
formemos una familia y hagamos parte de una sociedad. Recordemos que en Dios
hay una “familia divina” (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) y es un Ser social,
pues interactúa con todas las personas que Él creó (Efesios 3:15).
56
24:57-61). En este tiempo, los hijos también deben obedecer en todo a sus padres,
en especial tomándolos en cuenta con respecto a la aprobación de la elección del
cónyuge. De esta manera, a los hijos les irá bien en todo, incluyendo el matrimonio
(Efesios 6:1-3; Colosenses 3:20).
Los cristianos solteros que desean casarse deben mirar primeramente en la otra
persona su espiritualidad, es decir, que sea alguien fiel al Señor y que lo esté
sirviendo (Filipenses 1:9-10). Después de esto, se debe mirar en la persona su
responsabilidad en cuanto al trabajo: el varón debe tener su ocupación (así sea
humilde), con la cual proveer suficientemente para su futura familia (1 Timoteo
5:8); y la mujer debe ser entendida en los deberes de la casa, pues será la encargada
de cuidar de su esposo y de sus hijos (Tito 2:4-5). Y, por último, está el atractivo
físico, por el cual el varón mirará hermosa a su esposa y ella también lo deseará
(Cantares 2:8-11).
Este es el orden que deben seguir los cristianos en lo relacionado con la búsqueda
de un futuro cónyuge. Todo lo contrario a la corriente del mundo, donde primero se
busca la belleza física o las posesiones materiales de una persona, ignorando su
espiritualidad. Por esta razón, la mayoría de los matrimonios modernos fracasan
(Proverbios 19:13-15).
El compromiso matrimonial
Cuando dos cristianos adultos (varón y mujer) le han pedido a Dios un cónyuge
conforme a su voluntad, y han recibido de sus padres la aprobación para casarse,
ellos al encontrarse puede ser que se hayan gustado físicamente, pero lo que más
57
los ha motivado es ver el uno en el otro la fidelidad al Señor y que le sirven; siendo
además responsables en cuanto al trabajo (Proverbios 20:6; 24:27; 31:10).
Hecho esto, los dos solteros deben hacer un compromiso serio, llamado en la
Biblia el desposorio, que es un acto sublime (Proverbios 18:22; Oseas 2:19-20). El
desposorio se diferencia del “noviazgo moderno”, el cual es una aventura amorosa
que termina (en la mayoría de los casos) en fornicación (Juan 4:16-18)
Todo esto debe hacerse con pureza y santidad, pues al estar los novios juntos deben
hacerlo bajo la vigilancia de sus padres o de sus pastores. Ante todo, evitando estar
a solas mientras sean novios, pues así evitaran caricias y besos exclusivos de
personas casadas; o de caer en fornicación, pues ésta, así como los “besuqueos” o el
“manoseo”, son repudiados por Dios (1 Tesalonicenses 4:2-5).
En el tiempo actual se enseña que los novios deben experimentar del sexo para
conocer si en ellos hay “compatibilidad”. Esta es una enseñanza diabólica contraria
a la voluntad de Dios (Colosenses 3:5-7). La joven debe ser como María la madre
del Señor, quien antes de casarse no conocía varón; o, como Rebeca, virgen a quien
ningún varón la había conocido (Lucas 1:34; Génesis 24:15-16). Y en cuanto al
varón, debe ser casto como José, el cual huyo de la mujer de su amo Potifar, cuando
ésta le propuso una relación adúltera (Génesis 39:7-10; Romanos 1:24; 2 Timoteo
2:22).
58
Lección 2.
EL MATRIMONIO
La boda
El matrimonio (heb. kjatán; gr.gámos) es la unión legal en la cual Dios junta (por
el resto de sus vidas) a un varón y a una mujer, para que se amen, trabajen juntos y
tengan hijos (Génesis 1:27-28; 2:23-24; Mateo 19:4-6). Cuando se afirma que es
una “unión legal”, nos referimos al matrimonio como una institución reconocida
ante las autoridades (la ley) de un determinado país (Romanos 7:2-3). Este es el
aspecto terrenal del matrimonio.
El otro aspecto del matrimonio es su solemnidad ante Dios, pues es un pacto que
dura toda la vida y nadie lo puede anular (Malaquías 2:14-15; Gálatas 3:15). Por
eso, solo bajo la guía de Dios y el consentimiento de los padres los novios se deben
casar (Isaías 62:5).
59
La “luna de miel”
Una vez terminada la boda, los esposos ya pueden consumar su matrimonio
durmiendo juntos (Cantares 1:2-4). Desde ese momento se cumple la palabra que
dice: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los
dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno” (Marcos 10:7-8).
Es en el matrimonio, por lo tanto, donde los esposos pueden disfrutar del amor y de
la sexualidad, bajo la aprobación de Dios (Hebreos 13:4). Claro está que, las
relaciones sexuales deben ser naturales, pues ahora con la plaga de la pornografía se
está difundiendo actos sexuales antinaturales y perversos (Efesios 5:3). También es
conveniente el aseo personal y evitar las relaciones cuando la mujer esté
menstruando (Levítico 15:18; 18:19).
Ahora bien, en nuestra cultura se llama “luna de miel” a los días donde los esposos
están juntos disfrutando de su amor. Esto debe continuar durante toda la vida de
matrimonio, pues el consejo bíblico es que los esposos deben cumplir mutuamente
el “deber conyugal”, sin negarse el uno al otro, a no ser por un tiempo de mutuo
consentimiento, para ocuparse en la oración (1 Corintios 7:3-5).
60
La esposa por su parte, es la encargada de los deberes del hogar (Proverbios 31:13-
27). Debe amar y respetar a su marido, siéndole sujeta en todo. También, debe
aportar buenas ideas para el beneficio de su hogar (Efesios 5:22, 24, 33; Colosenses
3:18; 1 Pedro 3:1-6). Y si tiene un trabajo fuera de casa, debe ser equilibrada para
no descuidar a su marido y a sus hijos (Tito 2:3-5).
Nuevas nupcias
Según la Biblia, además de los solteros, las personas viudas también se pueden
casar. Aunque la recomendación del apóstol Pablo es que no se casen, sí se permite
que lo hagan al no tener el don de continencia y en especial si son jóvenes. Claro
está que, los viudos y viudas cristianos deben casarse “en el Señor”, o sea, con
cristianos (1 Corintios 7:8, 9, 39).
Otro caso es el parentesco familiar. En tiempos antiguos Dios no prohibió que las
personas se casaran con parientes como hermanos o medio hermano. Tenemos el
caso de Abraham, quien era esposo de Sara, hija de su padre, pero no de su madre
(Génesis 20:12). Sin embargo, con el establecimiento de la ley de Moisés, Jehová
Dios prohibió relaciones sexuales con parientes, como: padre, madre, madrastra,
hermanos, nietos y nietas, tíos, esposas de tíos, nuera, cuñados e hijastros (Levítico
18:6-18). En cuanto a matrimonio entre primos, la Escritura no lo prohíbe; no
obstante, por cuestión de deformaciones genéticas, no es recomendable el
matrimonio con primos en primer grado. Ahora bien, todos estos mandamientos
61
fueron dados para Israel; sin embargo, los cristianos podemos ver en ellos los
principios morales según la voluntad de Dios (1Corintios 5:1).
La poligamia
Como lo registra Génesis 1 y 2, el propósito original de Dios fue el matrimonio
monógamo (conformado por un varón y una mujer). Además, en el tiempo de la
inocencia (cuando no había pecado), había un complemento armonioso entre el
hombre y su esposa. Sin embargo, con el pecado, la mujer quedó bajo la autoridad
del varón (Génesis 3:16). Esto se corrompió tanto que los varones han sometido y
abusado de las mujeres a través de los siglos. Gracias a Dios, con la llegada del
cristianismo la dignidad de la mujer nuevamente se recupera ante el Señor
(Colosenses 3:19; 1 Pedro 3:7).
Entre los abusos contra la mujer (además del verbal y del físico), está el
matrimonio “polígamo” (donde un varón tiene más de una esposa). Esta práctica
comenzó con el impío Lamec, descendiente de Caín (Génesis 4:19). Luego,
lastimosamente, después del Diluvio, esta práctica se extendió por el mundo.
Incluso, hasta siervos de Dios lo practicaron, entre los cuales están: Abraham,
Jacob, David y Salomón, que tuvo setecientas esposas y trecientas concubinas
(Génesis 25:6; 35:23-26; 1 Crónicas 3:1-4; 1 Reyes 11:3). En la dispensación de la
ley, por la dureza del corazón de los israelitas, Dios no prohibió la poligamia, pero
sí la reguló en algo de beneficio para las mujeres (Deuteronomio 17:17; Levítico
18:18; Éxodo 21:10).
62
Claro está que, otros siervos de Dios como Noé, Isaac y José, fueron monógamos.
En algunas culturas primitivas también se práctica la “poliandria”, en la cual una
mujer tiene más de un esposo. Ahora bien, la poligamia y la poliandria, fueron
abolidas por el cristianismo, pues el Señor Jesús afirmó que Dios los hizo al
principio varón y mujer, siendo los dos una sola carne (Mateo 19:4-6). De allí que
los dirigentes de las iglesias (ancianos y diáconos), solo pueden tener una sola
esposa (1 Timoteo 3:2, 12).
El concubinato
En tiempos del Antiguo Testamento se practicaba el concubinato, en el cual un
varón tenía una o varias mujeres sin casarse legalmente, a las cuales podía dejarlas
sin darle carta de divorcio, como se debía hacer en el caso de las esposas
(Deuteronomio 21:10-14; 24:1-4). La concubina era, por lo tanto, una esposa de
“segunda clase” (Jueces 19:1).
Claro está que, los hijos de las concubinas (o de las siervas, que tenían ese
equivalente cuando prohijaban de sus amos), eran reconocidos como legítimos por
sus padres (Génesis 30:2-12). El concubinato también desapareció con el
establecimiento del cristianismo, el cual solo reconoce –como hemos visto- al
matrimonio monógamo (Marcos 10: 6-9).
La “unión libre”
Desde el siglo pasado, especialmente a partir de 1960, con la llegada de la llamada
“revolución sexual”, cuyo lema era la rebeldía y el “amor (sexo) libre”, se extendió
desde Norte América por el mundo, una ideología perversa donde se odiaba al
matrimonio y las parejas vivían sin casarse y sin ser fieles entre ellos. Esto afectó
las sociedades cristianizadas tanto de mayoría católica como protestante. Las
parejas comenzaron a convivir sin casase y a tener hijos fuera del matrimonio. Esto
anteriormente era mal visto por la sociedad, donde eran muy pocos los que
convivían sin casarse; y eran repudiados por la población (Juan 4:17-18).
Esta práctica se conoce popularmente como la “unión libre”, donde conviven una
pareja sin casarse y se pueden separar cuando lo desean. Todo esto es una deshonra
y desprecio del ser humano pecador contra el matrimonio establecido por Dios.
63
Quienes la practican, están cometiendo fornicación; y sus hijos, lastimosamente,
nacen fuera de la bendición del matrimonio (Ezequiel 23:1-3; 1 Corintios 7:14).
Puesto que esta práctica está tan difundida, ha adquirido ante las autoridades de
algunos países (pero no ante Dios) de cierta legalidad. También, hay “cristianos” (o
asistentes a iglesias) que viven en “unión libre”, e incluso algunos ministran en sus
congregaciones con el consentimiento de sus pastores. Para justificar esto, afirman
que en la Biblia no se ordena ninguna ceremonia nupcial y, por eso, se puede
convivir en pareja sin la celebración de la boda, con tal que sean fieles. Esto es
falso, pues la Biblia afirma categóricamente que la mujer casada está sujeta por la
ley a su marido mientras éste vive. Esto significa que para estar casada debe tener
un reconocimiento de la ley, establecida por las autoridades de un país (Romanos
7:2; 1 Corintios 7:39).
Por eso, si una pareja conoce al Señor estando en “unión libre”, deben primero
arrepentirse de este pecado, y luego hacer los trámites necesarios para casarse.
Dejando de tener intimidad hasta el día de la boda. O, en otro caso, si es uno solo él
ha conocido al Señor y el otro no desea casarse, el (o la) creyente debe separarse de
esta persona para no seguir pecando más (Gálatas 5:19-21). Y si la preocupación
son los hijos, debe entender que el amor a Dios está por encima de todo (Mateo
10:37). Si el creyente es el varón, al separarse de una inconversa que no quiere
casarse, debe seguir respondiendo por sus hijos; y si la creyente es una mujer, al
separarse y quedar con sus hijos, si su expareja no responde por ellos, la iglesia
debe ayudarla en todos los aspectos (incluyendo el económico), para que ella los
crie en obediencia a Dios (Gálatas 6:10).
El celibato
El celibato es el estado de una persona la cual permanece sin casarse. Existen
varias causas para que las personas no se casen, incluyendo aquellos que quisieron
hacerlo pero que no encontraron pareja en su vida. También estaban los “eunucos”,
que en tiempos bíblicos eran varones a quienes se castraba para que cuidaran el
harén de los reyes. Y, estaban los “eunucos” (que sin ser castrados), permanecían
voluntariamente sin casase, por causa del reino de Dios (Mateo 19:10-12).
64
por causa del evangelio. Y otros grandes siervos de Dios como John Nelson Darby,
Charles Henry Mackintosh y William Kelly, quienes permanecieron célibes para
dedicar sus vidas al servicio de Cristo (1 Corintios 7:8, 26, 32, 34).
Claro está que, se necesita tener el don de continencia dado por Dios para
permanecer sin casarse (1 Corintios 7:9). Por eso, es un grave error prohibir el
matrimonio a los ministros de culto como lo hace el catolicismo, donde el celibato
es obligatorio para los sacerdotes y las monjas. Cuantos casos de fornicación,
adulterio, abuso de menores e hijos ilegítimos, han sido objeto de escándalo entre
el clero romano, siendo una de sus causas el no permitírseles casarse (1 Timoteo
3:2, 12; 4:1-3).
65
Lección 3.
La herencia de Jehová
Dios creó al ser humano varón y mujer, los cuales tienen la capacidad de
reproducirse, o sea, procrear descendencia. Estos son nuestros hijos. La primera
bendición dada por Dios a los seres humanos fue: “fructificad y multiplicaos; llenad
la tierra y sojuzgadla…” (Génesis 1:28). Claro está que, los hijos deben ser tenidos
dentro del matrimonio, pues está es la voluntad de Dios desde el principio (Génesis
2:24; 4:1-2).
Así como la mujer prudente es herencia de Jehová (Proverbios 19:14), los hijos que
Dios nos ha dado también son herencia recibida de Él. Siendo bienaventurado el
padre que los ha tenido en su juventud, criándolos según la voluntad de Dios
(Salmos 127:3-5; 128:3).
66
Ahora bien, hay dos clases de hijos: los hijos propios, engendrados por un padre y
concebidos por una madre; y los hijos adoptivos, que son criados por personas que
no son sus padres biológicos, pero son reconocidos como hijos propios (1 Samuel
1:19-20; Ester 2:5-7). Recordemos que los cristianos hemos sido adoptados por
Dios como sus hijos (Juan 1:12-13; Romanos 8:15).
La procreación humana natural es entre un varón y una mujer, por lo que las
parejas del mismo sexo (gais y lesbianas) nunca pueden tener hijos de manera
natural (Génesis 4:17). Debemos aclarar que en la Biblia cuando un varón tiene
relaciones íntimas con su esposa, dice que la conoció; mientras que cuando alguien
se une con una mujer que no es su esposa, dice que se “llegó” a ella. Esto
demuestra la legitimidad de las relaciones sexuales dentro del matrimonio
(Génesis 4:1; 30:4; 38:18; Mateo 1:25).
El embarazo de la mujer
Para los israelitas, era una afrenta que una mujer fuera estéril, pues los hijos son
muy importantes para ellos (1 Samuel 1:2, 6; Lucas1:5-7). Y aunque para los
hebreos eran más apreciados los hijos varones, también amaban a sus hijas.
Ahora también los cristianos debemos amar por igual a nuestros hijos y a nuestras
hijas, las cuales necesitan de un cuidado especial de nuestra parte (Salmo
144:12).
67
Cuando una mujer ha quedado embarazada, la vida del hijo comienza a formarse
por el poder de Dios, quien hace que se desarrolle el embrión en el vientre
materno el tiempo estimado para ello (normalmente son nueve meses). En el
libro de Dios (la estructura genética) está contenida toda la esencia biológica del
ser humano (Salmo 139:13-16). Debemos tener en cuenta que no solamente se
forma la parte biológica del ser humano dentro de la madre, sino que también
Dios forma el espíritu humano de la personita que viene en camino (Job 10:8-13).
Si un bebe nace antes de tiempo es “prematuro”, el cual debe tener un cuidado
especial para su condición.
El nacimiento de un hijo
Terminando los días del embarazo, le llega a la mujer los “dolores de parto”, con
los cuales se prepara su cuerpo para dar a luz (Génesis 3:16). Si no hay
posibilidad de tener a su hijo en un centro de salud, en lo posible, la madre debe
ser asistida por una partera o alguien capacitado para ello (Génesis 35:17). Una
vez nacido el bebé o la bebita, necesita ser aseado y envuelto en pañales
(Ezequiel 16:4; Lucas 2:7).
68
Los hijos (sean propios o adoptados) necesitan recibir el amor de sus padres,
para que se críen seguros emocionalmente y después también puedan dar amor.
Por eso, es importante darles muestras de afecto con caricias, abrazos y palabras
de aliento (Isaías 66:13; Lucas 15:20). Ahora bien, en muchas ocasiones el papá
o la mamá se inclinan a amar más a un hijo que a otro. Esto es lamentable, pues
despertará entre hermanos rivalidades y resentimientos, los cuales se deben
evitar (Génesis 25:28; 37:3-4).
En cuanto a la oración por nuestros hijos, debe ser una constante en nuestras vidas
como padres. Incluso, debemos orar por nuestros hijos aún sin haber sido ellos
todavía engendrados (1 Samuel 1:11). Luego, desde el vientre de la madre, los
hijos deben escuchar (pues ellos escuchan) que los encomendamos a Dios y que
los bendecimos (Lucas 1:41). Después, cuando nacen y siendo pequeños, debemos
leerles la Palabra de Dios, hacerlos escuchar alabanzas a Dios, para que todo esto
se grave en sus mentes y en sus corazones tiernos (Deuteronomio 4:9; 6:6-7). Y,
cuando ellos ya tengan uso de razón y hasta puedan leer, debe continuar la
instrucción en las Sagradas Escrituras, como lo hicieron la abuela y la madre
(Loida y Eunice) de Timoteo en su niñez (2 Timoteo 1:5; 3:15).
De igual manera, debemos llevar a nuestros hijos desde pequeñitos a las reuniones
de la iglesia. Pues, en el antiguo Israel, Dios ordenó la asistencia de los niños junto
a los adultos en las reuniones de la congregación de Jehová. Esto sirve como
69
ejemplo para nosotros los cristianos. Si son inquietos, será más fácil corregirlos
desde pequeños para que no hagan desorden en los cultos (Deuteronomio 29:10-
12; 31:13; Esdras 10:1; Joel 2:16; Mateo 21:16; Marcos 10:13-16).
La disciplina paternal
Los padres deben amar a sus hijos y disciplinarlos con amor (Deuteronomio 1:31;
Salmo 103:13; Proverbios 3:12). Exhortándolos con consejos y consolándolos
cuando estén pasando por dificultades (1 Tesalonicenses 2:11). También, los
padres no deben “provocar a ira” a sus hijos, utilizando insultos o castigos
violentos o injustificados. Sino, criarlos en disciplina y amonestación del Señor.
Ya que, si los “exasperamos” (o irritamos), se desanimarán (Efesios 6:4;
Colosenses 3:21).
70
Padres irresponsables
El abandono de los hijos por parte de los dos padres o de uno de ellos, es un gran
pecado ante Dios. Esto también incluye los llamados “hijos no deseados” o “por
accidente” (no planificados), que son rechazados por sus progenitores. O, de
aquel hijo a quien el padre biológico lo niega o no lo reconoce como suyo (Salmo
27:10).
En cuanto a la disciplina, hay padres que son muy estrictos, llegando al extremo
de abusar de sus hijos, lo que constituye un pecado ante Dios. Otros en cambio,
son negligentes en no disciplinar a sus hijos, dejándolos sin dirección para que
ellos hagan lo que se les antoje. Por eso, hay hijos groseros, rebeldes e impíos,
como los hijos de Elí, quien no los estorbó en sus pecados, por lo que Dios los
exterminó (1 Samuel 2:12,22-25, 29; 3:12-13). De allí que, los padres deben
responder a Dios por la disciplina de sus hijos (Proverbios 10:1; 29:15; 1 Timoteo
3:4).
Así mismo, los padres deben cuidar personalmente a sus hijos, pues hay padres y
madres que dedican mucho tiempo al trabajo, a las diversiones mundanas y a la
vanidad, dejando a sus hijos solos o al cuidado permanente de empleados o
familiares. Cuando esto sucede por enfermedad o es temporal, se justifica. Pero,
los padres tienen que cuidar personalmente de sus hijos (Isaías 49:15).
71
Proverbios 4:1-7). De esta manera, no serán “aborrecedores” de Dios, sino personas
que lo aman, siendo santificadas por Él (1 Corintios 7:14; 2 Timoteo 3:2).
También, los padres debemos bendecir a nuestros hijos, enseñándoles que como
saludo (al llegar o salir de casa) nos digan: “deme la bendición” o “la bendición”; y
nosotros debemos responderles (de corazón y con fe): “que Dios le bendiga” o “que
el Señor le guarde”. Además de esto, debemos bendecirlos en oración a Dios
delante de ellos. La bendición de los padres es muy importante para sus hijos y
tendrá incidencia en el futuro de ellos (Génesis 27:4, 25; 49:25-26). La bendición
también la puede dar los abuelos sobre sus nietos (Génesis 48:9).
Ahora bien, cuando Dios bendice a uno de sus siervos, los hijos también son
bendecidos juntamente con su padre (2 Samuel 6:11). Esto también incluye el
cuidado que Dios tiene de quienes le temen, para librarlos de los peligros junto a
sus hijos (Génesis 7:1; 9:1). También, la gracia de Dios puede extenderse a los
miembros de nuestra familia, para que ellos también sean salvos (Hechos 11:13-
15). Por eso, si tenemos hijos o familiares que todavía no se hayan convertido,
debemos orar con fervor a Dios para que tenga misericordia de ellos y puedan ser
salvos (Hechos 16:30, 31, 34).
Con respecto a esto, los padres cristianos debemos obedecer (por causa de
conciencia) a las autoridades y enviar a nuestros hijos a la escuela (Romanos
13:1-3). Teniendo en cuenta que en estos centros educativos solo se imparte
conocimiento secular, parte de ello errado en temas morales o científicos
(como la teoría de la evolución). En esto debemos alertar a nuestros hijos,
72
dándoles a conocer la falsedad que hay detrás de todo esto (1 Timoteo 6:20).
Así mismo, nuestros hijos estarán expuestos a la violencia escolar, el matoneo
o bullying, que es el acoso físico o psicológico contra las personas, en especial
a los estudiantes. Además, también el diablo los tentará con la inmoralidad
sexual, las drogas, las pandillas y muchos otros peligros, de los cuales los
padres debemos estar atentos para cuidar a nuestros hijos (Filipenses 2:15). Sí
en nuestra área existen centros educativos cristianos y podemos enviar a
nuestros hijos allí, es muchísimo mejor.
Y, con respecto a una carrera profesional, si los padres cristianos tienen los
recursos y los hijos desean estudiar, lo pueden hacer. Eso sí, poniendo todo
esto delante de Dios para que Él guie nuestro camino (Proverbios 3:5-8). De
esta manera, cuando nuestros hijos sean profesionales no se olvidarán del
Señor, sino que serán de mucha ayuda para sus padres y para la iglesia, donde
servirán (Colosenses 3:17).
73
Lección 4.
EL CONTROL DE LA NATALIDAD
Jehová Dios creó la tierra para que fuera poblada por los seres humanos (Salmo
115:16). Por eso, al bendecir a la primera pareja humana, les dijo: “Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla” (Génesis 1:28). Sí Dios desea que los
seres humanos llenen la tierra, no hay en Él la preocupación de una
“sobrepoblación” (o “explosión demográfica”) que nuestro planeta no pudiera
soportar. Incluso, después del Diluvio la bendición de Dios tiene este mismo
propósito (Génesis 9:1, 7).
74
La tierra es un planeta maravilloso y rico en recursos naturales. Es tanto que un país
como Estados Unidos es capaz de alimentar a toda la población del mundo, con lo
que produce en alimentos. Sin embargo, a causa del pecado que ha generado la
violencia, el enriquecimiento de unos pocos, los gobiernos corruptos y la
destrucción del medio ambiente, han hecho de la tierra un lugar inhabitable para
millones de personas, que sufren las consecuencias de todo esto (Proverbios 22:16;
Apocalipsis 11:18
.
Siguiendo el precepto divino, para los israelitas los hijos eran una bendición de
Dios, por lo cual esta nación creció y llegó a ser poderosa (Éxodo 1:7; 23:26;
Hechos 7:17). Y, en el Nuevo Testamento, los primeros cristianos tenían hijos y los
criaban, sin preocuparse por el control de la natalidad (1 Timoteo 2:15; Tito 2:4).
75
A décadas de haberse puesto en marcha estas campañas, vemos en el mundo que la
planificación familiar no ha dado los resultados esperados. La población del mundo
sigue en aumento. En muchos países (especialmente los subdesarrollados), los
embarazos de adolescente y de madres solteras son muy numerosos. En países
desarrollados (como Europa), al controlar rigurosamente la natalidad, ahora la
población de adultos y de ancianos supera a los jóvenes. Sumándose a esto, la
población inmigrante de musulmanes, los cuales casi no planifican y tienen muchos
hijos, seguirá creciendo hasta igualar o superar a los actuales europeos. Y, en China,
donde el gobierno solo permitía que las parejas procrearan solo un hijo, la población
de hombres supera a la de las mujeres, pues se prefería tener más a un varón que a
una niña; para esta selección el aborto fue su principal instrumento.
Antes de 1960, tanto la Iglesia Católica Romana y todas las iglesias cristianas
evangélicas se oponían al uso de anticonceptivos, pues eran considerados como
inmorales. Pero poco a poco, y ante la presión de las campañas sobre
planificación familiar, han logrado inculcar en pastores y creyentes que el control
de la natalidad es una “responsabilidad social” (1 Juan 2:17).
Por eso, ahora solo unas pocas iglesias cristianas se siguen oponiendo al uso de
anticonceptivos artificiales para controlar la natalidad. El clero católico tampoco
ha cambiado de parecer, pues condena el uso de métodos anticonceptivos
artificiales. Claro está que, solo un 2% de los católicos obedecen esto.
Sin embargo, y ante esto, existe preocupación entre muchos pastores y creyentes
de diferentes iglesias cristianas, los cuales no saben a ciencia cierta cuál es la
voluntad de Dios con respecto a la planificación familiar (Romanos 12:2).
Ahora bien, antes de casarse los cristianos deben saber qué hacer con respecto a la
procreación de sus hijos. Pidiéndole a Dios, con fe, cuántos hijos Él quiere darles,
pues recordemos que ellos son herencia de Jehová (Salmo 127:3-5). Y sí hay en
ellos el sentir de recibir del Señor varios hijos, eso está muy bien (Santiago 1.17).
Sin embargo, si una pareja tiene temor de tener muchos hijos, pues piensan que no
76
serán capaces de darles una buena crianza, inevitablemente tendrán que controlar
la natalidad por medio de métodos anticonceptivos; pero es conveniente antes
informarse bien al respecto.
Ahora bien, al tratar los anticonceptivos con efectos abortivos y los abortivos,
existe una gran campaña desinformativa por parte de los interesados en la
planificación familiar (laboratorios farmacéuticos, políticos y profesionales de la
salud). Pues ocultan del público en general el daño que causan a la concepción y a
la vida humana en su temprano desarrollo. Para ellos, basándose en la legislación
de los países que han aprobado el aborto y en el criterio médico actual, afirman
que se debe respetar la vida humana solo después del nacimiento. De allí que, para
ellos la concepción y la vida humana en desarrollo (embrión o feto) no son de
mucho valor (o son “cosas sin valor” ético).
Sim embargo, para Dios el “fruto del vientre” es cosa de estima, pues por lo
revelado en su Palabra, la vida humana comienza con la concepción, cuando el
ovulo es fecundado por el espermatozoide. En seguida de la concepción, el ovulo
fecundado se anida en el útero materno, para que la vida humana siga su proceso
de desarrollo. Y es precisamente contra la concepción y la vida humana en su
77
temprano desarrollo, que atentan los anticonceptivos con efectos abortivos y los
abortivos (Salmo 127:3; 139:13).
“Moco cervical”: se basa en la observación del moco cervical que está en el cuello
del útero. En los días infértiles, hay ausencia del moco cervical, habiendo sequedad.
Pero cuando la mujer está ovulando, se vuelve cristalino, como la clara de huevo. Se
debe evitar el contacto sexual dos días antes y cuatro después de su aparición. Su
eficacia es del 70%.
78
Métodos anticonceptivos artificiales no abortivos
El “condón” masculino (el más usado) y el femenino. Evita que el varón eyacule el
esperma directamente en la mujer, por eso no hay concepción. Las personas
promiscuas (que tienen relaciones sexuales con más de una persona), lo utilizan
como “preservativo” contra las infecciones de transmisión sexual (ITS), pero no han
sido muy efectivos contra esto, pues el SIDA sigue siendo una pandemia a nivel
mundial (Gálatas 6:7-8).
Ahora bien, también están los anticonceptivos directamente abortivos, que de igual
manera los profesionales en la planificación familiar no los reconocen como tales,
pues afirman que solo evitan la concepción. Entre estos están los dispositivos
intrauterinos o DIUs (el ASA, la T de cobre y el anillo), los cuales se introducen en
el útero para que de manera mecánica o química no permitan que el ovulo
fecundado se instale en el útero o lo expulsan del útero cuando el pequeñísimo ser
humano estaba desarrollándose. Por lo regular, el útero materno permanece
inflamado y en ocasiones ha sufrido de perforaciones o úlceras, con efectos
mortales para muchas mujeres.
La RU 486, es una píldora abortiva utilizada dentro de las primeras nueve semanas
del embarazo. Produce fuertes contracciones en el útero para que la criaturita sea
abortada.
Conclusión
Los únicos métodos anticonceptivos que se pueden utilizar con plena confianza
son los naturales. En cuanto a los anticonceptivos artificiales no abortivos
(condones, ligadura de trompas de Falopio y la vasectomía), es cuestión personal y
de conciencia ante Dios utilizarlos o no utilizarlos. Los anticonceptivos con efecto
abortivo o los directamente abortivos, por ninguna razón deben ser utilizados por
los cristianos. Y si por ignorancia lo han hecho, es un pecado por omisión o por
yerro, del cual se deben arrepentir, pedirle a Dios perdón y no volver a utilizarlos
(Levítico 4:2; Salmo 90:8; Proverbios 28:13). Eso sí, puesto que el control de la
natalidad es un asunto delicado, la oración a Dios debe ser indispensable por parte
de los esposos cristianos (1 Corintios 7:5).
80
Lección 5.
ADOLESCENCIA Y JUVENTUD
Cuando los niños son pequeños dependen de los padres o de adultos para su
alimentación, vestuario y cuidado en general. Pero cuando van creciendo, los
pequeños comienzan a interesarse en jugar con otros niños. Sin embargo, en esta
etapa de la vida, sus padres o tutores son el centro de la atención de ellos (1
Corintios 13:11; Gálatas 4:1-2).
81
Tanto la adolescencia como la juventud son épocas en la vida de la persona donde
se mezclan los sentimientos y las emociones. Pueden sentirse muy alegres, pero
luego estarán tristes, enojados o con actitudes caprichosas. Es ahí donde se
presentan conflictos con sus padres o adultos, pues el adolescente ya no admitirá o
creerá todo lo que se le dice o se le enseñe (como lo hacía cuando era niño). Es
ahora cuando comienza a cuestionar muchas cosas que antes admitía sin
reflexionar (Eclesiastés 11:9-10).
Debemos tener en cuenta también los cambios físicos y psicológicos que tienen los
adolescentes y los jóvenes. Comienzan a crecer en estatura y en conocimiento. Su
cuerpo tiene cambios en su aspecto y su sexualidad (como el crecimiento del vello y
de sus órganos genitales). Y a las muchachas les comienza a crecer los senos y a
tener sus periodos menstruales (Lucas 2:40, 52; Ezequiel 16:7).
Su aspecto personal
82
hacen para buscar su identidad personal, con la cual serán aceptados en su entorno
social o destacarse dentro de éste. Claro que muchos jovencitos y jovencitas se
deprimen por su aspecto, pues algunos “defectos” físicos (leves o infundados) se les
da tanta relevancia que hacen que se consideren “feos” o “feas”, en comparación
con otros que son “modelos” de belleza (Isaías 40:30; Proverbios 31:30; Eclesiastés
11:9).
En cuanto al uso de la barba por parte del varón, en el antiguo pacto Jehová Dios
prohibió a los israelitas cortársela (Levítico 19:27). Pero para los varones cristianos
no tenemos mandamiento al respecto, por lo cual hay libertad para dejarse crecer la
barba o afeitársela. En cuanto a los tatuajes tan de moda en estos tiempos, la Biblia
los prohíbe (Levítico 19:28).
Cuando los hijos entran a la adolescencia, los padres deben ser muy sabios con
ellos, pues ya no son los “pequeños” que podían controlar fácilmente. Los
adolescentes comienzan a adquirir cierta “autonomía” en muchos aspectos. Por
eso, sus padres deben ganarse la confianza de ellos, para que no hagan cosas a
escondidas. Además, deben ser considerados cuando tengan cambios de
83
emociones, ya que es parte de su tránsito a la juventud (Miqueas 7:6; Malaquías
4:6).
Los padres deben ser equilibrados entre la disciplina correctiva y las “libertades”
que les puedan dar. No se debe imponer reglas absurdas o que rayen en el abuso,
pero tampoco se debe dejar que hagan lo que se les antoje. Con mucha oración,
amor hacia ellos y una actitud firme ante lo malo, los padres guiaran a sus hijos
por el camino del bien (Proverbios 19:18; Colosenses 3:21).
Es necesario que los padres tengan cuidado con sus hijos (en especial los
adolescentes) cuando salen de casa. Sí lo hacen, debe ser con el permiso de sus
padres, para que de esta manera se den cuenta donde, con quien y que hacen sus
hijos. De esta manera se evitará que caigan en los peligros de la inmoralidad
sexual (incluyendo la pornografía), las drogas, las pandillas y en casos peores, la
trata de blancas (Efesios 6:4).
Pero es también en la juventud donde los varones y las mujeres pueden comenzar a
servir a Dios en labores que de acuerdo a su espiritualidad puedan desempeñar, en
la iglesia local o fuera de ella, bajo la supervisión de sus pastores u otros que estén
a cargo de los jóvenes. Hermoso ejemplo es el del joven Timoteo, quien era un
gran siervo de Dios, al cual el apóstol Pablo le encomendó varias tareas
relacionadas con la iglesia (1 Timoteo 4:12-14).
Por eso, para limpiar su camino, el joven debe guardar la Palabra de Dios (Salmo
119:9). Ya que hay hijos de padres cristianos que han tenido un camino donde no
han querido escuchar (u obedecer) la voz de Dios. En cambio, otros han guardado
los mandamientos de Dios desde su juventud (Jeremías 22:21; Mateo 19:20).
84
Responsabilidades cotidianas de los jóvenes
De manera especial, tanto jóvenes como jovencitas, deben estar alerta ante los
peligros de la Internet y de las redes sociales. Ahí se encuentran cosas buenas (como
estudios bíblicos, música cristiana e información académica), así como también
podemos contactar amigos cristianos de otros lugares. Sin embargo, también están
cosas perversas como la pornografía, el satanismo, las falsas doctrinas. Y en las
redes sociales se puede caer en la trampa de los pedófilos, de juegos que inducen al
suicidio y a la trata de blancas. Por eso, los padres deben controlar equipos
(computadores, tablet y teléfonos inteligentes) que usen sus hijos y que representen
un peligro espiritual o físico para ellos (Proverbios 6:20-23).
85
La responsabilidad para con los padres
Darles la honra y obedecer a sus padres debe caracterizar a los hijos cristianos
(Efesios 6:1-3). Porque hay muchos hijos desobedientes con sus padres,
especialmente en estos últimos tiempos (Mateo 21:28-31; 2 Timoteo 3:2). Sobre
los hijos desobedientes caerá el juicio de Dios (Deuteronomio 27:16; Proverbios
19:26; 30:17). También serán castigados por Dios, aquellos hijos groseros y que
insultan (o maldicen) a sus padres (Éxodo 21:17; Proverbios 20:20; Isaías 45:10)
.
Desde que el hijo o la hija vivan con sus padres, así sean mayores de edad, tienen
que estar sujetos a ellos. Si tienen trabajo, deben ayudarlos con los gastos de la
casa. Un ejemplo digno de mencionar es al Señor Jesús quien en su vida cuidó de
su madre, por eso al estar en la cruz la dejó al cuidado de su amado discípulo
Juan, quien después la recibió como su propia madre (Juan 19:26-27).
Cuando se casen ya pueden vivir aparte de sus padres, para formar su propio
hogar (Mateo 19:5). Pero los hijos deben seguir teniendo una buena relación con
sus padres y también con sus suegros, visitándolos cuando se es posible, y
pedirles consejo cuando sea necesario (Deuteronomio 32:7). Asimismo, honrarlos
ayudándoles económicamente cuando tengan necesidad, cuidarlos cuando
enfermen, en especial si ya son ancianos (Filipenses 2:22; Proverbios 23:22).
86
Lección 6.
PROBLEMAS EN EL MATRIMONIO
Después, al casarse y estar de luna de miel las cosas parecen maravillosas. Esto
puede durar unos meses. Sim embargo, llega la cotidianidad con su rutina diaria, las
ocupaciones y las responsabilidades del hogar, donde las parejas ya empiezan a
tensionarse. Comienzan a verse los defectos que antes estaban ocultos y a resaltarse
aquellos que por la “ceguera” del enamoramiento no los veía antes la pareja
(Marcos 4:22).
Por eso, aquellos que piensan que el matrimonio es algo como un “cuento de
hadas”, están muy equivocados. La Biblia de manera realista recomienda al varón a
“beber de su propia cisterna” y alegrarse con la mujer de su juventud, lo cual
también se puede aplicar a la mujer con respecto a su marido (Proverbios 5:15-18).
Pero también se les advierte a los esposos que tendrán “aflicciones de la carne”
propias del matrimonio, pues se trata de dos personas con caracteres diferentes y
con una naturaleza caída (1 Corintios 7:28).
87
Clases de problemas conyugales
Existe una cantidad innumerable de problemas conyugales, entre los cuales están: la
“inmadurez” de uno o de los dos, por la cual no hay una adecuada responsabilidad
en los asuntos del hogar; la falta de “intereses comunes”, donde uno puede desear
como meta para su hogar cosas que el otro no desea; falta de “comunicación” en la
pareja, ocultándose cosas el uno al otro (Amós 3:3). Todo esto puede parecer trivial,
pero con el tiempo se agravará hasta destruir el matrimonio.
Otro de los problemas es de tipo sexual, de las relaciones íntimas de los esposos. Es
necesario que los novios antes de casarse reciban consejos relacionados con el tema
por parte de pastores, padres o consejeros cristianos. Que sea una información sería
y adecuada sobre el tema. De esta manera, el esposo no solo podrá disfrutar de la
sexualidad, sino que también buscará la satisfacción de su esposa. Y la esposa
también buscará que su marido se sienta gozoso con ella (Proverbios 5:19).
Si esto no se resuelve, con el tiempo la mujer se podrá sentir usada por su esposo, el
cual solo busca su satisfacción sexual; y la mujer por su parte se estará negando a su
esposo, el cual sentirá enojo y resentimiento hacia ella. Ante esta actitud, muchos de
manera perversa buscan satisfacción sexual en el adulterio (1 Corintios 7:1-4).
El abuso en el matrimonio
88
Algunos de estos abusos son causados por el vicio (alcoholismo, drogadicción,
inmoralidad…) de uno de los cónyuges; también están los celos, por los cuales se
llega a prohibir el más mínimo contacto de su pareja con otras personas; el orgullo
y la soberbia de un cónyuge que se considera “superior” a su pareja, humillándola
por esta razón; y el mal carácter (o carácter iracundo), que lo hace ser violento con
su cónyuge (Proverbios 15:18; 21:19).
Muchos casos de abuso permanecen ocultos aun entre creyentes, los cuales
aparentan cuando están en público o en la iglesia que todo marcha bien (sea por
temor o por los reproches). Sin embargo, y al ser el abuso algo tan grave, es
necesario que los pastores y familiares estén pendientes y actuar ante cualquier
muestra de éste en un matrimonio. Y si se detecta que hay abuso, se debe proteger
a la víctima (si es necesario recurriendo a las autoridades). En el caso de las
mujeres, el abuso también lo pueden sufrir los hijos. Claro está que, no debemos
vencer la violencia con violencia, sino vencer al mal con el bien (Romanos 12:21).
La infidelidad y el adulterio
El adulterio es un pecado grave al igual que la fornicación (Hebreos 13:4). Por eso,
el que comete adulterio es falto de entendimiento, pues corrompe su alma y su
vergüenza nunca será borrada (Proverbios 6:32-33). Cuanto dolor causa quien haya
adulterado, no solo a su cónyuge sino también a sus hijos y a otros familiares,
quienes sufren las consecuencias de este pecado (Malaquías 2:15-16).
89
La separación
Cuando hay problemas en los esposos que no se han logrado solucionar, la Biblia
da la opción de la separación. Claro está que, se lo debe hacer como una última
opción, después de haberse agotado todas las demás intenciones de solución.
Tampoco se deben separar por causas triviales, y recordando el mandato del Señor
que los esposos separados deben quedarse solos, ya que ante Dios no se pueden
volver a casar con otra persona. Y si después de estar separados (permaneciendo
solos), pueden reconciliarse, lo cual es una bendición (1 Corintios 7:10-11).
Ahora bien, nunca un marido debe dejar a su esposa porque ya la mira “vieja”,
apasionándose con mujeres más jóvenes; esto es infidelidad a la mujer de su
juventud (Malaquías 2:13-14). Lo mismo sucede con la esposa que al mirar a su
marido enfermo o sin dinero lo abandona, olvidándose del voto que hizo al casarse
de estar con él en “la pobreza y en la enfermedad” (Job 2:9).
Sin embargo, en casos graves de abuso donde hay violencia, sí está justificado dejar
a un cónyuge maltratador, en especial si es reincidente en esto y hay peligro de que
hiera (o mate) a su pareja y a sus hijos (Salmo 71:4-5). En el caso de fornicación o
de adulterio, el cónyuge ofendido debe perdonar ante Dios a su pareja por este
pecado; pero si no quiere seguir viviendo con el adultero, no está obligado a
hacerlo y se puede separar (Mateo 19:9).
El divorcio
Pero ahora el Señor Jesucristo manda a los que están unidos en matrimonio que
la esposa no se separe de su marido, y que, si se separa, quédese sin casar o
reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. De allí que,
los casados no se pueden divorciar para volvernos a casar (o “recasar”) con otra
persona, pues esto sería adulterio ante Dios (1 Corintios 7:10-11, 39-40).
Hacia mediados del Siglo XX, las estadísticas de divorcio eran muy bajas en los
países cristianizados. La Iglesia Católica Romana no divorciaba a quienes casaba; y
entre las iglesias cristianas evangélicas, unas pocas admitían el divorcio, y solo en
caso de adulterio (Mateo 19:9). El resto de las iglesias no admitían el divorcio ni las
nuevas nupcias (“recasamiento”), por ningún motivo.
Pero ahora las cosas han cambiado. La Iglesia Católica ya concede el divorcio por
algunas razones (adulterio, abandono de la fe…), aunque de manera restringida.
Claro que la mayoría de los católicos se divorcian ante las autoridades
gubernamentales, anulando los efectos civiles del matrimonio, pero no se pueden
volver casar por su iglesia; aunque sí por lo civil.
91
Qué hacer con los que se han vuelto a casar
Debemos aclarar que, los que se pueden casar son los solteros; y los que se pueden
volver a casar son las personas viudas. Por eso, en 1 Corintios 7:8, no se incluyen a
los separados ni a los divorciados entre los que se pueden casar.
Para una iglesia donde se admita el divorcio y se recase, es fácil recibir personas en
estas condiciones. Pero es muy difícil para pastores que se mantienen firmes en
obedecer al Señor, tratar con personas recasadas que llegan a sus iglesias. Puesto
que como pastores o ministros de Jesucristo un día tendremos que dar cuenta al
Señor por esto, es necesario enseñarles a ellos lo que en realidad dice la Palabra de
Dios respecto a este asunto (Marcos 10:10-12; Romanos 7:2-3).
Después de darles a conocer esto, la decisión queda en manos de ellos, pues están
en adulterio ante Dios y solo la separación los librará de este pecado (Juan 4:17-18).
Muchas excusas se expondrán para no hacerlo, como la que “están muy jóvenes
para quedarse solos” o “tenemos hijos que criar juntos”. Bueno, la decisión debe ser
tomada por ellos, el Señor no obliga a nadie a obedecerlo; pero si lo hacen se
necesita sacrificio (Mateo 10:34-38).
Otra pregunta que surge es la relacionada con un divorciado que se haya casado con
una soltera. Será que ese matrimonio no es válido y el que era soltero se puede
divorciar y volverse a casar. La situación queda igual, ya que para volverse a casar
tiene que divorciarse. Y, el divorciado no puede regresar con su ex cónyuge, pues
esto no le agrada a Dios (Deuteronomio 24:1-4).
92
La mala influencia de padres, suegros u otros familiares, tiene que ver con tratar de
controlar a un matrimonio. O, ante problemas triviales que se pueden resolver
(como el mal genio o el descuido en las responsabilidades del hogar), ellos influyen
para que los esposos se separen. Hay padres que le dicen a su hija: “deje ese hombre
que no le conviene”; o, a un hijo le dicen: “esa mujer no es para usted, consígase
una mejor”.
En muchos casos los padres les dicen a sus hijos que las puertas de su casa están
abiertas para que dejen a sus cónyuges y lleguen cuando quieran. También hay
suegros que les amargan la vida a sus yernos o nueras, aburriéndolos para que se
separen de sus hijos (1 Samuel 19:11-17; 2 Samuel 3:13-16).
Claro está que, cuando nuestros hijos (y en especial una hija) son víctimas de
violencia intrafamiliar, sí debemos intervenir para darles protección, incluyendo a
nietos si los hay. En caso de adulterio comprobado, también podemos recibir en
casa a nuestro hijo o hija, siendo la parte inocente y que no quiera vivir más con su
cónyuge adultero. Pero, si el culpable de la violencia o del adulterio es nuestro hijo
o hija, a quien debemos dar protección o recibir en nuestra casa si lo desea es a
nuestro yerno o nuera (Nahum 1:3).
93
Lección 7.
La enfermedad
94
La muerte de un hijo
Uno de los sucesos más dolorosos para un ser humano es la muerte de un hijo. Es
tanto el dolor que el padre o la madre sienten al saber que su hijo ha muerto, que
les causa turbación y los embarga una agonía indescriptible (2 Samuel 18:33).
No importa la edad del hijo fallecido, “una espada de dolor” traspasa el alma de
una madre o de un padre (Lucas 2:34-35). Incluso, es grande el dolor para una
madre cuando sufre un aborto espontáneo o nace su hijo muerto, pues los anhelos y
las ilusiones que tenía con ese hijo ahora se desvanecen (Job 3:11; Salmo 58:8).
Para los hijos la muerte de un padre o de una madre también es dolorosa, sobre todo
si ya tienen conciencia de lo que esto representa. Si son pequeños tendrán
impotencia frente al desamparo por haber quedado huérfanos; y si son mayores, los
extrañaran mucho, haciéndoles también falta (Génesis 50:10-11; Lamentaciones
5:3).
Para otras personas también es dolorosa la muerte de otros seres queridos como:
hermanos, abuelos, tíos, primos…E, incluso, también se siente mucho la partida de
un hermano en la fe o de un amigo, a quien se amaba. Tenemos el caso del Señor
Jesús quien lloró ante la tumba de Lázaro, su amado amigo (Juan 11:33-36).
95
Duelo y sepelio
Después de haber muerto un ser querido, viene el tiempo de duelo o luto, donde los
dolientes expresan su dolor y reciben el consuelo de familiares y de amigos. En
algunas culturas el luto puede durar varios días; mientras que, en otras partes, pocos
días (Deuteronomio 34:8; Juan 11:19, 31).
Lo que debemos evitar en los sepelios cristianos son las cosas supersticiosas como:
rezarles a los difuntos, encender velas alrededor del féretro, colocar crucifijos u
otros artilugios religiosos. Vestirse de negro el doliente como muestra de dolor,
tampoco es conveniente para los cristianos, pues su ser querido sí murió en el Señor
no está en un lugar de oscuridad sino de luz. Otras cosas como recibir flores o notas
de condolencia, si se pueden hacer. O, si colocar una cruz o una estrella de David (si
es un cristiano de origen judío), encima de la tumba del difunto, ya es cuestión de
conciencia personal (Génesis 35:20).
Decirle al doliente que “cuanto siento la muerte de tu ser querido”, debe brotar de
un corazón sincero. De lo contrario, podemos decirles que los “acompañamos en
su dolor” o que “oramos por ustedes para que Dios les dé consuelo” (Proverbios
96
25:11). La presencia de un ministro cristiano es importante en un funeral, pues
sabrá consolar a los dolientes por medio de la Palabra de Dios; y si la ocasión lo
requiere, presentará el evangelio a las personas presentes que todavía no conocen
al Señor (2 Timoteo 4:1-2).
Todas las personas que sufren la pérdida de un ser querido experimentan distintos
sentimientos: tristeza, soledad, amargura, turbación. Otros pueden sentir enojo
contra otros familiares o con los médicos, porque consideran “que no hicieron lo
suficiente para evitar la muerte” de su ser querido. Unos prefieren estar
acompañados, mientras que otros se sumirán en la soledad (Génesis 37:35;
Jeremías 31:15).
No hay que sentir vergüenza llorar ante la partida de seres queridos, pues el Señor
Jesús dijo que son bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán
consolación (Mateo 5:4). Este consuelo viene del Padre de misericordia y Dios de
toda consolación (2 Corintios 1:3). Teniendo como centro la persona de Cristo,
quien nos consuela por medio del Espíritu Santo, quien es nuestro Consolador
(Filipenses 2:1; Juan 14:16). Encontrando la consolación divina en las Escrituras
(Romanos 15:4; 1 Tesalonicenses 4:13-18)
97
Lección 8.
LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO
En el principio, Dios creó los seres humanos en dos géneros o sexos bien definidos:
el varón (masculino) y la mujer (femenino). Aunque los dos son seres humanos,
existen entre ellos diferencias anatómicas (incluyendo los genitales) y emocionales.
Sin embargo, al unirse por el matrimonio el varón y la mujer llegan a ser una sola
carne, teniendo la facultad natural de procrear hijos. De allí que los matrimonios de
varones con mujeres han estado presentes en casi todas las culturas del mundo,
desde tiempos antiguos (Génesis 1:27-28; 2:23-24).
Asimismo, en casi todas las culturas humanas, los varones y las mujeres se han
diferenciado los unos de las otras, en cosas como el cabello (corto para el varón y
largo para la mujer) y el vestido (1 Corintios 11:14-15; Deuteronomio 22:5).
98
Por eso, el homosexualismo (gay o lesbiana) y el travestismo (vestirse con ropa del
sexo opuesto) son condenados por Dios en su Palabra, ya que son abominaciones
delante de su presencia (Levítico 18:22; 20:13; Deuteronomio 23:17; Romanos
1:26-27; 1 Corintios 6:9). Quienes practican estas perversiones, tienen que
arrepentirse para ser lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor
Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios, de esta manera heredaran el reino de Dios
(1 Corintios 6:11).
La “ideología de género” surgió a finales de los años sesenta del siglo pasado, en
círculos feministas norteamericanos. Nutriéndose con las ideas de personajes
como: Engels, Mead y Reich. Pero el que más ha influenciado es Simone
Beauvoir, con su obra: Le deuxieme sexe, donde proclama que “la mujer no nace,
sino que se hace”, el cual ha sido el lema de esta ideología perversa.
Ahora bien, para los proponentes de esto no se trata de una ideología (pues
aborrecen este calificativo) sino de una “identidad” o un “enfoque” de género.
Términos acuñados por el psicoanalista Robert Stoller y el psiquiatra John Money.
A pesar que sus tesis han sido abandonadas por los psiquiatras actuales, los
proponentes de la ideología de género hacen alarde de ellos citándolos como
“especialistas científicos”, con una autoridad “incuestionable”.
99
El “neomarxismo” y el “feminismo de género”
100
para acabar con esta clase de institución (el matrimonio monógamo), dejando un
matrimonio libre, homosexual, sin normas moralistas y de divorcio exprés (rápido y
sin restricciones).
Asimismo, las feministas de género proponen que las mujeres tomen el control de
la reproducción, donde ellas decidan libremente los métodos anticonceptivos que
usarán, siendo el aborto uno de ellos. Hasta que las mujeres se liberen de tener hijos
de manera natural y de criarlos. Para esto se debe realizar la procreación de manera
artificial (in vitro), dejando a los hijos al cuidado de instituciones que los gobiernos
del mundo implementarán. Según esto, la maternidad que es algo tan maravilloso
para la mujer, debe dejar de existir, pues es considerado por las ideólogas de género
como algo “corrompido” y “esclavizador”.
Para los ideólogos de género, la diferencia sexual del varón y la mujer no son
realidades naturales sino “construcciones” sociales o culturales. Esto significa que
es la cultura y la sociedad “patriarcal” (de los varones) la que ha definido esto con el
propósito de que el varón oprima a la mujer; y tampoco se le de libertad a las otras
“orientaciones sexuales” (LGTBI) de casarse y adoptar hijos para ser reconocidas
como familias legítimas dentro de la sociedad.
101
De esta manera –afirman-, “un ser humano no nace varón o mujer, sino que la
cultura patriarcal lo designa como tal en la sociedad”. O, sea, varón o mujer no se
diferencian por su anatomía biológica sino por el “roll” que se les ha asignado. Por
eso, las cosas hay que cambiarlas para que cuando nazca un ser humano no se le
diga que es varón o mujer, sino dejarlo que crezca y vaya decidiendo su
“orientación sexual” (que puede cambiar cuantas veces lo desee). De esta manera, la
persona decidirá si quiere ser varón, mujer o lo más recomendable: lesbiana, gay,
transexual, bisexual o intersexual, para vivir en el futuro paraíso del género que
próximamente se establecerá en el mundo, dominado por Satanás claro está (1 Juan
5:19).
Logrando esto, en este nuevo mundo que aspiran construir pronto los ideólogos de
género, no habrá nunca más diferencias de sexos (como el masculino y el femenino)
sino distintos “roles” de género, como afirma la ideóloga Judith Butler: “se puede
ser hombre con cuerpo de mujer y ser mujer con cuerpo de hombre”. Si este mundo
se llega a establecer bajo esos ideales, quien lo dirigirá es un gran homosexual que
no hará caso del amor de las mujeres, descrito en la Biblia como el Anticristo
(Daniel 11:37).
El testimonio de la naturaleza
La ideología de género proclama que “en realidad el ser humano nace sexualmente
neutro y luego es socializado en hombre o mujer”. Esto significa que un varón es
hecho masculino y una mujer femenina porque la sociedad así lo ha dispuesto. Por
lo tanto, esta “aberración” hay que acabarla. Para estos perversos ideólogos la
diferencia sexual del varón y la mujer es una “aberración”, en cambio las tendencias
LGTBI son cosas naturales, y “buenas” (Isaías 5:20, 24).
A pesar de tanta palabrería de los ideólogos de género (como pasa con los
evolucionistas) el testimonio de la naturaleza les da de frente. Pues encontramos en
la naturaleza que los dos sexos (varón y mujer) en los humanos, así como el macho
y la hembra en la mayoría de los animales superiores, no es algo cultural o social,
sino una realidad de la naturaleza. Sí un ser humano es varón es porque nació con
anatomía y órganos sexuales masculinos; y si alguien es mujer, es porque nació con
anatomía y órganos sexuales femeninos (Génesis 5:2).
102
Cómo explicamos entonces la diferencia anatómica y sexual del macho y de la
hembra en los animales. ¿Cuál cultura o sociedad los ha constituido como tales?
Ninguna, pues el león macho se diferencia en mucho a la leona hembra, el caballo
de la yegua, el perro de la perra, el gato de la gata y el ratón de la ratona… (Génesis
6:19).
Ante esto, algunos ideólogos de género ponen como ejemplo el cambio de sexo de
algunos animales (como el pez “payaso”), los cuales se transforman de machos a
hembras. Esto es también una realidad de la naturaleza, pero es un cambio que Dios
diseñó así, donde el pez deja de ser totalmente macho para ser una hembra con la
capacidad de reproducirse. En cambio, en los seres humanos por más que un varón
se opere sus órganos genitales, tome hormonas para que le crezcan sus pechos,
nunca podrá tener órganos sexuales femeninos con la capacidad de reproducirse. Lo
mismo sucede con una mujer que se vista de hombre, tome hormonas para que le
salga barba y haga otros cambios, nunca tendrá órganos sexuales masculinos para
engendrar hijos.
La nueva religión que se está gestando para ser pronto implementada en el mundo
se basa en la adoración a una divinidad llamada Sophia (Sabiduría), que es una
103
entidad neutra, pero con rasgos femeninos. Si analizamos en la Biblia este
nombre, encontramos que el querubín Lucifer antes de su caída era “lleno de
sabiduría”. Lo que significa que el dios o diosa que adorarán en el paraíso
mundial del género será el mismo Satanás (Ezequiel 28:12-18).
Ahora bien, muchos pueden pensar que la ideología de género es “otra locura más
del mundo que pronto pasará” o que se trata de ideas de personas que no tienen más
que hacer. No, la realidad es otra. ¡La ideología de género está siendo
implementada en el mundo por Satanás, quien tiene mucho poder! (Apocalipsis
13:2). Para esto la implantó en la organización más grande y poderosa del mundo:
la ONU.
Por eso ahora, las principales agencias de la ONU como: el Fondo para la
Población, la UNICEF, la UNESCO y la OMS, sus programas y sus actividades
están inspirados en la ideología de género. Incluyendo el programa llamado
“profamilia”, donde se promueve la planificación familiar.
Logrado esto, por medio de la ONU, la ideología de género inspira las políticas de
población, de la mujer, de la salud y de la educación, en los países que hacen parte
104
de esta organización mundial. Especialmente visible es ahora el esfuerzo de la
ONU por implantar esta ideología perversa en Latinoamérica.
105
OBRAS CONSULTADAS
106
ESTUDIO BIBLICO MINISTERIAL
MODULOS
107
LITERATURA BIBLICA CRISTIANA
108