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La narrativa tiene un concepto propio del mundo, ella misma es un ensayo sobre la vida y

no hablamos solo de la propia sino de las infinitas posibilidades que hay para vivirla. Todos
de manera directa o indirecta hemos sido tocados y por consiguiente transformados por este
fenómeno; la narración pasa a través de nosotros y deviene algo que somos. Sin embargo,
es imprescindible convertirnos lectores sanos y selectivos de aquellas historias que estamos
consumiendo.
No podemos pretender ser un lector de narrativa ideal, pero si podemos convertirnos en uno
real, en aquel que mas que un escape encuentra en la narracion vivencias extraordinarias; el
mundo seguirá siendo lo que es allá afuera, pero por un instante podemos alivianar las
cargas que nuestra sola existencia implica. Lograr esto precisa que quien se sumerge en
estas infinitas posibilidades de realidad este presto a desprenderse de lo que es, a permitirse
devenir en algo que aún no conoce y a lo cual le abre paso.
Hablamos del desprendimiento de ese Yo real, de aquel que carga los pesares y las alegrías
de la vida misma, de ese que siente la existencia como el peso de una piedra; así lo expresa
Calvino en su libro Seis propuestas para el nuevo milenio. “¡En ciertos momentos me
parecía que o! mundo se iba volviendo de piedra: una lenta petrificación, mas o menos
avanzada según las personas y los lugares, pero de la que no se salvaba ningún aspecto de
la vida”. (Calvino Ítalo, 1988:9).
Todos en algún instante de la vida hemos sentido esta petrificación de nuestra existencia,
este peso que nos enferma, en este aspecto vemos la narrativa como un alivio para este
dolor. Deleuze propone a la literatura como un aligeramiento de la enfermedad: “La
literatura se presenta entonces como una iniciativa de salud” (Deleuze, 1993:9). Hay que
precisar que esto solo es un alivianamiento de nuestro ser, todo seguirá siendo igual a
nuestro alrededor, pero el verdadero trascender se enuentra en cada individuo.
Cada quien tiene el libre albedrío para sobrellevar su existencia como mejor considere, la
narrativa se nos presenta entonces como una alternativa de trasformación, de aprendizaje,
de filtro para observar con otros ojos, para hacer de lo ordinario algo extraordinario y así no
morir por exceso de realidad.

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