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POR

HABUBO U ñ u ,
PRESBÍTERO.

SEGUNDA EDICIÓN

1891.
HBLA.:R,:RAA.
fiOBIKRHO WMMfm DK LA D10CKSI8.
Ibarra, 18 de junio de 1891.

Aprobamos la nueva edi-


ción del "Catecismo Escolar",
escrito por el Dr. Dn. Mariano
Acosta, para los colegios de se-
gunda enseñanza.
*$» PEDRO RAFAEL,

OBISPO DE I B ABRA.
Ego sum via, veritas et rita.
S. Joan. cap. XIV v. 6.
ÍNDICE.
PRIMERA PARTE.
SIECOIÓlsr PRIMERA.
DE LA EXISTENCIA Y ATRIBUTOS DE DIOS.

La palabra Catecismo. Existencia páginas


de Dios. Medio para conocer las
perfecciones divnas 1
Simplicidad, infinidad é inmutabili-
dad de Dios 8
Demostración de la eternidad, in-
mensidad y unidad de Dios 0
Politeísmo, dualismo y triteísmo 10
Ciencia, voluntad, poder y providen-
cia de Dios 11
Concurso divino, vocación y predes-
tinación — l^

SBOOIÓ3ST II.
DE LA CREACIÓN.

Días de la creación .15


Nturaleza, velocidad y beueñcios de
la luz , 17
División de las aguas. Extensión
peso y beneficios del aire 18
Formación de los mares: movimien-
tos y beneficios de sus aguas 20
Aparición de la tierra. Creación y
9

páginas,
organización de las plantas y do
los árboles 21
Dimensiones y movimientos del sol
y de la luna. Estrellas 23
Los peces, las aves, los animales do-
mésticos, los insectos, los reptiles
y las fieras: sus instintos, vio 5
servicios que prestan al hombre 25
Creación del hombre á imagen y se-
mejanza de Dios. Propiedades
del alma humana. Poder del hom-
bre. Formación de la mujer 29
Justicia original. Creación de los án-
geles: sus jerarquías y oficios 33
Pecado original: su naturaleza, elec-
tos y trasmisión 35

SZEOQIÓIsr XXX.
I>E LA REVELACIÓN PIV1XA Y S O I W E N A T r ü A L .

Posibilidad, necesidad de la revela-


ción v medios de hacerla 40
No hay contradicción entre la razón
y la revelación. Ésta exige asenti-
miento más firme que aquélla 42
El milagro, la profecía y los oráculos 44
Sagrada Escritura: libros del Anti-
guo y del Nuevo Testamento: su
integridad 6 inspiración divina 40
Oscuridad de la Escritura. Necesi-
dad de la interpretación de la
3
r m
pa
Iglesia . |2
Tradición Divina: su existencia y ne-
cesidad: medios por los que se ha
trasmitido. Especies de tradición 54

SEGUNDA PAUTE.
SEOOIÓ3ST I.
DE LAS PROFECÍAS.

Costumbres de los profetas 57


Objeto de las profecías. Garantía de
su cumplimiento. Las que hablan
directa y literalmente de Jesucristo 50
Profecía de Jacob 63
" de David 66
" de Isaías 68
Historia y profecías de Daniel 70
Profecías de Ageo y Zacarías 76

SZECCIÓZNT II.
EKL MESÍAS MANIFESTADO POR SÍ MISMO.

Estado del mundo á la venida del


Mesías. Sectas. División de la
Palestina • ^
Nacimiento de Jesucristo y su vida
oculta : **j
Preparación para su vida pública 84
Elección de los apóstoles - -8b
4
páginas.
Sermón del monte , gg
Elección de los discípulos. Prome-
sa á San Pedro. Transfiguración 02
Parábola del sembrador. María y
Mart& imágenes de la vida activa
y contemplativa 94
Astucia de los fariseos. Parábola
de Lázaro mendigo y del rico epulón 90
Curación de un ciego de nacimiento
v resurrección de^Lázaro 98
La oveja perdida. El hijo pródigo 100
Entrada de Jesucristo en Jerusalón.
Simón el Leproso 102

S B O O I O H III.
1>E LA PASIÓN Y MUERTE DEL SALVADOll.

Celebración de la Pascua- Oración


del huerto y traición de Judas 100
Jesús ante los tribunales. Negación
de Pedro 107
Crucifixión y muerte del Salvardor 109
Resurrecci§n y apariciones de Jesu-
cristo 111
Fisonomíafísica,del Salvador : 112
TERCEBA PAUTE.
SEoaiónsr i.
B E LA F E .
5

Cualidades y objeto de la fe 116


Primer artículo del Símbolo, se-
gundo y tercero 117
Artículo cuarto. Época de la pa-
si ón y muerte del Salvador. Exis-
tencia del purgatorio 119
Artículos sexto y séptimo. Juicio
universal. Tormentos de los re-
probos. Artículo octavo. Dones
del Espíritu Santo, y pecados que
se oponen 124
Propiedades y notas de la verdade-
ra Iglesia 126
La facultad de perdonar los peca-
dos. Eesurreccióu de la carne.
Dotes de los cuerpos gloriosos 128
Artículo duodécimo 130

SBooioiNr i i .
DE LA ESPERANZA.

Gracia de Dios. Oración mental y


vocal 133
Prefacio y las tres peticiones de la
primera parte del Padre nuestro 136
Las cuatro últimas peticiones 139
Primera parte del Avemaria 143
Palabras de Santa Isabel.. -, 1J5
Palabras agregadas por la Iglesia 14t>
Sacramentó del bautismo ijjü
< >A
Confirmación **'* ' *
c
paginas
Eucaristía 155
Penitencia. Confesión auricular.
Indulgencias 157
Extremaunción 162
Orden sacerdotal. Grados y oficios 104
Matrimonio. Impedimentos «. 160

sisaaióiisr III.
DE LA CARIDAD.

Decálogo 171
Adoración, sacrificio, ofrenda, voto id.
Iidolatría, vana observancia, adivi-
nación, magia y maleficio ., 172
Juramento. Verdad, juicio y justicia 174
Santificación de las fiestas. Obras
liberales, íorenses, serviles y comunes.. 177
Deberes de los hijos para con los
padres-- 178
Asesinato, duelo, suicidio y escándalo 180
Sexto y noveno mandamientos 182
Hurto, rapiña, mentira y falso testimonio. 184
Detracción, contumelia, juicio teme-
rario, violación del secreto, chismes 186
Preceptos de la Iglesia 187
Días de ayuno. Manjares prohibidos 188
Imitación de Jesucristo 180
LitaniáB 191
mmu PASTE
DE LA EXISTENCIA Y ATRIBUTOS DE DIOS, P $ LA

CREACIÓN Y DE LA REVELACIÓN.

8BCCIOX I.
DE LA EXISTENCIA Y ¿TRIBUTOS DE DIOS.

LECCIÓN I.
¿Qué significa la palabra catecismo^
Libro en que se contiene la explicación de
la doctrina cristiana, en forma de diálogo entre
el maestro y el discípulo, como de viva voz la hi-
cieron los patriarcas á sus hyos, por el espacio
de más de dos mil años, desde Adán hasta Moi-
sés; como el Redentor del género humano ense-
ñó el Evangelio á los judíos y á los geuüles, en
los tres anos de su vida pública; y como los pas-
tores de la Iglesia, en los primeros siglos, ch> la
4
era cristiana, adoctrinaron á los líeles ocultos en
las catacumbas de Boma. La palabra catecismo
nos trae á la memoria las costumbres patriarca-
les, la promulgación del Evangelio y los padeci-
mientos de nuestros padres perseguidos á causa
de su fe.
¿Cuál es la primera verdad que nos enseña
id catecismo?
La existencia de Dios, espíritu puro, infinita-
mente perfecto, creador y conservador del uni-
verso.
¿Con qué argumentos se demuestra la exis-
tencia de Dios?
Con los siguientes:
1? Las cosas relativas v condicionales no
pueden existir sino con dependencia de lo que en
absoluto é incondicional; á la manera que los se-
res contingentes y finitos tienenen por funda-
mento indispensable de su existencia al .ser ne-
cesario y al infinito. La experiencia nos maní*
tiesta que existen realmente seres relativos, con-
tingentes y finitos, cuales son los que nacen vi-
ven y perecen. Luego debe existir un ser pri-
mero de todos, absoluto, necesario é infinito que
llamamos Dios.
2? Al ver una máquina, üft palacio ú otra
vosa cualquiera bien ordenada y dispuesta para
nn fin, nos persuadimos, sin lugar á duda, que a-
quélla se debe á la inteligencia de algún artista
ó sabio que la ha construido. Él universo es o-
bra más grande y admirable que las de todos los
mbios. Luego existe una inteligencia infinita, su-
iwiior á toda inteligencia, que ha creado y orde-
o
nado el uuiverso, y esta se llama Dios. De otro
modo el universo sería obra del caso, lo que es
im absurdo; porque la casualidad no tiene po-
der, ni sabiduría para obrar, ni existencia real
para ser, es un mero ente de razón que sólo
existe en nuestro pensamiento.
3? La existencia de Dios es el fundamento
de la idea que formamos del bien y de la virtud:
porque tenemos por bueno todo lo que se con»-
forma con la esencia 6 bondad de Dios, y por
malo, todo lo que le es contrario. En la misma
verdad vinculamos nuestra esperanza de la re-
muneración por las obras buenas; de donde las
leyes divinas y humanas tienen su sanción para
obligar a los hombres á obrar bien y honesta-
mente, aun cuando los actos no puedan ser co-
nocidos y recompensados en la vida presente.
La existencia de Dios y la remuneración dan el
fundamento á la sociedad humana que, como o-
lira de la naturaleza, no puede estar sostenida
por una falsedad. Luego la idea de Dios es ver-
dadera, y corresponde á un ser real que existe
«n sí mismo.
4? El juicio unánime Y constante de todos
los pueblos es testimonio infalible de la natura*
leza humana, que por ser racional no puede es-
tar tranquilamente y siempre en el error. Todos
los pueblos invariablemente convienen en la exis-
tencia de Dios. Luego la existencia del Ser Su-
premo está afirmada por el testimonio infalible
de la naturaleza,
6

LECCIÓN I I
i Por qué medio llegaremos á conocer las
perfecciones de Dios?
El único medio que la naturaleza ha conce-
dido á nuestra inteligencia para, rastrear algo de
las perfecciones divinas es considerar las perfec-
ciones de las criaturas, y subir por ellas á la
fuente de donde emanan. Tres son los caminos
que nos ofrecen las criaturas para conocer á su
Creador, y son: causalidad, excelencia y remo-
ción.
Por vía de causalidad reconocemos que Dios
es la causa úuiea de todos los seres que existen
y existirán en el transcurso de los tiempos, y le
atribuímos las perfecciones de creador, conser-
vador, gobernador y dueño absoluto del univer-
so.
Por vía de excelencia afirmamos que las per-
fecciones esparcidas en la infinita variedad dé-
las criaturas se hallan, de una manera mas exce-
lente, reunidas en su autor, como los arroyos en
la íuente de donde emanan. Así viendo en las
criaturas el ser, la inteligencia, la libertad, la in-
dependencia deducimos que Dios, quien se las-
ha dado, es el ser por excelencia, y que en Él m
encuentran la sabiduría, la libertad, la indepen-
dencia perfectísimas.
Por vía de remoción apartamos de la esen-
cia divina los límites é imperfeciones de las cria-
turas, por las cuales se distinguen unas de otra*
7
5* se constituyen en su realidad propia, mientras
que la pura actualidad de la simplicidad divina
no admite límite ni composición: así negamos de
Dios que sea cuerpo, planta, hombre, &.
¿Cuáles son los atributos ó perfecciones de
Dios?
Atributos de Dios son aquellas propiedades
necesarias que se nos presentan como emanadas
<le la esencia divina. Se dividen en absolutos y
relativos: absolutos son los que pertenecen á
Dios prescindiendo de toda relación con las cria-
turas, tales son: la simplicidadj la infinidad, la
Inmutabilidad, la inmensidad, la eternidad y
la unidad. Los relativos, al contrario, expresan
alguna relación que nuestro entendimiento con-
cibe entre Dios y las criaturasj v. g. la ciencia,
la voluntad, el poder y la providencia*
La naturaleza divina es simple. Los seres
compuestos existen después de los componentes,
yj dependen de ellos ó de la causa á cuya acción
( s debida la unión de las partes. Dios es el pri-
mero de todos los seres, principio y razón de to-
dos ellos. Luego Dios es simple. No obstante
la Sagrada Escritura metafóricamente atribuye
á Dios órganos y miembros corpóreos como los
nuestros, para acomodarse á nuestra manera de
hablar y entender.
Dios es infinito. La infinidad consiste en la su-
ma y absoluta perfección que excluye toda clase
de límites. Dios es el ser mas perfecto que po-
demos pensar. Luego es infinito en todo géne-
ro de perfección. De donde se sigue que Dios
posee todas las perfecciones de las criaturas, 6
8
en la misma forma con que están en ellas, ó do
una manera más excelente, por cuanto son per-
dones simples ó encierran alguna inperfección:
la inteligencia, la bondad están en Dios con
su propia forma; la extensión, la virtud eficiente
de las criaturas, están en Dios en la forma más
excelente de la inmensidad y de la omnipoten-
cia.
Dios es inmutable. Dios es infinito en sus
perfecciones. Dios tiene la perfección de no
haber sido producido por nadie, de no poder de-
jar de existir y de no sufrir en su ser mudanza
ninguna, porque toda mudanza es imperfección.
Luego Dios es inmutable.
Desde la eternidad Dios es creador, salvador,
&, como es omnipotente y misericordioso. Mas
como las criaturas no pueden existir y ser redi-
midas sino en tiempo, la denominación de crea-
dor, &, le ha sobrevenido á Dios en tiempo, sólo
con relación á la existencia de las criaturas.
Tampoco se muda la divina sustancia por lo
que hace al amor y odio, que Dios tiene á una
misma persona en diversos tiempos; por que Dios
desde toda la eternidad la vio digna de amor en
tal momento, y digna de odio en tal otro, y con
un mismo acto la amó desde entonces con res-
pecto al momento primero y la aborreció respecto
al segundo: así como la luz produce diversos co-
lores según la condición de los cuerpos que la
reciben sin que ella se mude en su naturaleza.
o

LECCIÓN III.
¿Cómo se demuestran la eternidad, inmensi-
dad y unidad de Dios?
Eternidad de Dios es una total simultánea
V perfecta posesión de una vida interminable.
Dios posee vida de esta naturaleza, no sólo por-
que es ser absolutamente necesario sin principio
ni ñn, sino también porque sin ninguna sucesión
de intelecciones y voliciones y con un solo y pu-
ro acto, que es su esencia, entiende cuanto hay
inteligible, y quiere que exista cuanto ha existi-
do y existirá en la serie de los tiempos.
La acción de Dios en sí misma es una sola,
simplicísima y eternaj mirada en los términos es
múltipla y temporal, como son ellos: á la mane-
ra que el agua del mar eu sí tiene una sola for-
ma, la cual se varía y multiplica según los va-
sos en que es recibida.
Inmensidad de Dios es la presencialidad sus-
tancial de Dios en todas partes. Este atributo
lo tiene Dios desde la eternidad, porque antes
que nada existiera estaba en sí mismo, y podía
hacerse presente á todas las cosas que existie-
sen.
Ubiquidad es la presencia actual de Dios á
rodas las criaturas, dado caso que existan. Dios
está presente en todas las cosas: por su omnipo-
tencia, en cuanto todas las cosas dependen de
su poder; por su presencia, en cuanto están ma-
nifiestas á sus ojos; por su esencia, en cuanta
10
es la causa- del ser que ellas tienen.
El poder y la operación de Dios están en to-
das partes. El poder y la operación de Dios 'son
el mismo Dios. Luego Dios está en todas par-
tes.
Dios es mío. Así lo exije la suma perfec-
ción de la divinidad. Por que si hubiera muchos
dioses todos serían iguales, ó unos serían más
grandes que otros: si todos fueran iguales nin-
guno sería Dios, porque entre iguales ninguno se-
lla supremo; si unos fueran más grandes que o-
tros, solo sería Dios aquel que superase á todos,
Á la unidad de Dios se oponen el politeísmo,
dualismo y tr i teísmo> E\ politeísmo consiste en
la profesión y culto de muchos dioses, de don-
de nació su compañera inseparable la idolatría,
ó el culto sensible de divinidades falsas, tales co-
mo los astros, los animales, los planetas, la fama,
la concordia, &. El dualismo, para explicar el
origen del mal, establece la existencia de dos
principios absolutos, independientes y eternos,
enemigos capitales por naturaleza, y fuentes el
uno de todos los bienes y el otro de todos los
males. El tr¿teísmo divide la divina esencia en
tres Dioses realmente distintos no sólo por la
personalidad sino por naturaleza.
.—=41

LECCIÓN IV.
¿Cuáles son los atributos relativos de la divi-
nidad?
La ciencia, la voluntad^ el poder y la provi-
dencia^
Ciencia es el conocimiento claro y evidente.
Dios lo tiene de todas las cosas presentes, pasa-
das, futuras, posibles y condicionadas, no sólo
porque Dios es infinito en sus perfecciones, sino
también porque las cosas mencionadas tienen
realidad determinada con respecto al tiempo y
modo de su existencia, y por esa razón están en
ta ciencia divina, como se nos representan en un
espejo los objetos que le están delante. Todas
las cosas conocibles, para ser conocidas por la
ciencia divina, sólo tienen la razón de mera con-
dición esencial, mas no son la causa del conoci-
miento} como el abrir la ventana es la condición
para que el sol alumbre el aposento, sin que por
esto se crea que la ventana produce luz.
Dios conoce todas las cosas reales presentes;
pasadas y futuras directamente y en sí mismas,
y las posibles conoce además indirectamente en
su divina esencia.
El conocimiento anticipado que Dios tiene
de nuestras acciones no nos quita la libertad;
por que Dios ve desde la eternidad que nosotros,
en tal tiempo, ejecutaremos tal acción libre, por-
que realmente así la haremos con nuestra propia
libertad.
Voluntad de Dios. No se puede dudar qp¡»
Dios tiene la facultad de apetecer el bien y re-
chazar el mal conocido por la inteligencia; por-
que esta es facultad racional, que está siempre
unida á la inteligencia, y existe en todos los se-
res racionales. Tiene por objeto primario la di-
vina bondad, y por secundario ías criaturas á
quienes ama sinceramente y quiere que lleguen
á la poseción de su último ñu.
Dios quiere la salvación de todos los hom-
bres; porque repugna á la bondad divina crear
seres para que sean condenados sin culpa; y el
mismoDios ha revelado por S. Pablo, que no- quie-
re Ja muerte del impío sino que se convierta y vi-
ra, expresando así su voluntad general de sal-
var á todos,, sin excepción de ninguno. En este
sentido los méritos de la muerte de nuestro Se-
ñor Jesucristo son aplicables á todos, para que
en cuanta está de parte de Dios, se cumpla su
voluntad de salvar á los hombres..
Poder de Dios. Omnipotencia es la virtud
activa de la naturaleza divina, en orden á produ-
cir los seres y efectos externos que no incluyen
contradicción. Así Dios puede hacer todas las
cosas que tienen razón para existir, mas no. pue-
de hacer un círculo cuadrado, ni otras cosas se-
mejantes, porque hay contradicción en las pro-
piedades que las constituyen.
Sólo á la omnipotencia divina pertenece la ac-
ción de crear y conservar el universo, porque la
creación que saca á las criaturas de la mera posi-
bilidad para existir, y les da existencia real, es la
acción más grande que podemos imaginar,, e»
ía
suma é infinita; y la conservación es de igual na-
turaleza, porque ella es una creación continua-
da que ninguna criatura puede darse á sí mia-
ma, ni recibirla de otra igual.

LECCIÓN V.
¿En qué consiste la providencia de Dios?
En ordenar todas las cosas á sus propios fi*
nes. Abraza dos actos: ordenación de seres á
un fin, y su ejecución por medios idóneos: lo pri-
mero pertenece al entendimiento, lo segundo á
la voluntad.
La providencia se extiende á todas las cosas,
porque habiéndolas Dios creado de la nada, no
puede abandonarlas, para que perezcan sin lle-
gar al fin que su sabiduría se propuso al dar-
les la existencia. Cada cosa tiene su providen-
cia especial: los graves tienden al centro de a-
tracción, las aguas corren al mar, las plantas bus-
can el jugo que necesitan, luz y aire pava su in-
cremento, los hombres hacen por su bien indi-
vididual, de la familia y de la república. Todas
las criaturas están adornadas de fuerzas, instru-
mentos y facultades para llegar á su fin, y efec-
tivamente lo consiguen cuando no hay algún ac-
cidente que lo impida. Esta armonía entre los
medios y fines no se puede atribuir á la casuali-
dad que no tiene inteligencia, sino á la sabiduría
infinita que las ordena.
¿Se conocen otros actos mjís de la Providen*
eisú
14
Sí: el concurso inmediato y directo de Dios
n todas las acciones de las criaturas, la vocación
de las criaturas racionales á los diversos estados
de la vida presente, y la predestinación de algu-
nas de ellas á la eterna bienaventuranza. El con-
curso de Dios á las acciones de las criaturas, ya
sea previniéndolas como primer motor, ya sea o-
bra-ndo simultáneamente con ellas, es absoluta-
mente necesario; porque todo ser depende esen-
cialmente de la causa primera que es Dios, y to-
das las operaciones y efectos de las criaturas
son verdaderos seres, que no pueden existir sin
esta esencial dependencia. Mas este concurso,
sea previo ó simultáneo, no destruye la libertad
de las criaturas para obrar, porque en todo caso
es conforme con la naturaleza) y no causa violen-
cia ninguna en la operación.
Vocación es el acto de la divina Providencia
por el cual concede a las criaturas gracias espe-
ciales, para que cumplan los deberes del estado
á que las llama, y por medio de él consigan su
ultimo fin.
La predestinación á la vida eterna es la pre-
paración de los beneficios de Dios y la conce-
sión de ellos, para que certísimamente se salven
todas las almas que se salvan. Estos benefiicios
soa la vocación á la fe, las gracias eficaces que
seguramente producen su efecto, la perseve-
rancia final y, en fin, la posesión del Sumo Bien
en premio de las buenas obras.
15

ORACIÓN.

Oh Dios infinitamente perfecto, os adoro y


os amo como á mi soberano Señor y Criador, y
os suplico que reveléis á todos los hombres vues-
tra grandeza y soberanía, para que seáis conoci-
do y adorado por todas las gentes. Amén.

SECCIÓN II.

BE U CBEAOiQL
LECCIÓN 1
¿Cómo crió Dios el mundo?
Con su palabra, Mandó que el mundo exis-
tí era y el mundo existió. Una sola palabra de
Dios es bastante para que existan todas las
rosas, y así lo cree S. Agustín cuando dice
que ía creación y ordenación. del universo se
lucieron en un instante de tiempo, y que los
seis días en que distribuye Moisés las obras
de la creación no son días naturales de veiu-
10
ticuatro horas, sino días alegóricos, compues-
tos de mañana y tarde con relación al cono-
cimiento que tuvieron los ángeles al ver las o-
bras de la cración, ya en la mente de Dios, ya en
sí mismas.
Otros creen que los días del Génesis son pe»
nodos indeterminados de siglos, y se fundan
en que la palabra día significa cualquier espacio
de tiempo; así decimos: en el día todos los hom>
bres conocen sus deberes, significando con la pa-
labra día toda la época presente. Y es de notar
que los tres primeros días de la creación no po*
dían ser naturales, porque el sol que hace el día
y la noche, no existió sino el cuarto día. Por es-
tas razones muchos juzgan que debe distinguir-
le dos partes en la narración de Moisés: la pri-
mera que habla de la creación del cielo y de la
tierra, y esta comprende un espacio indefinido de
feiglos, indispensable para la estructura interior
de la tierra, la formación de los montes primiti-
vos, la inclinación de la elíptica, &.; la segunda
comienza desde la formación de la luz v acaba
en la creación del hombre, y comprende perío-
dos de días naturales. Ninguna de estas opinio-
nes está condenada por la Iglesia, y puede se-
guirse cualquiera de ellas.
Eeferiremos la historia de la creación como
la enseña Moisés, dividiéndola en seis días, sean
estos de veinticuatro horas, ó períodos inde-
terminados de siglos.
En el principio crió Dios el cielo y la Urrrd.
Sin que exista materia ni cosa alguna de qué ha-
cer algo, en el primer momento del tiempo que
17
comenzó en la creación, Dios sacó de la nada el
«cielo de los bienaventurados y la tierra cubierta
<le aguas y envuelta en nubes densas y tenebro-
sas. El espíritu de Dios rodeaba la tierra para
darle fecundidad, como el ave vivifica su nido cu-
briéndolo con sus alas. De esta manera general
nos indica Moisés toda la creación del universo,
y después refiere los pormenores de las obras
<(ue fueron hechas en cada uno de los días de la
gran semana de la creación*

LECCIÓN 1L
¿Que hizo Dios el primer día?
La luz. D^p 2)io$: hágase la l/tt£. Y la luz
fué hecha. Vio Dios que la luz era buena, Y
separó á la luz de las tnieblas. Y llamtí á la
luz día, y á las tinieblas noche: y fué id Pa.nle y
la mañawia un día.
La luz es el primer beneficio del Creador,
por medio de la cual contemplárnosla hermosu-
ra del universo y itt&toguinaos á unos seres de
otros con un solo acto de vista* Los sabios nos
enseñan que la luz no es cuerpo partiénlar, sino
*implemeníje tas vibraciones de un fluido univer-
sal, sumamente elástico, llamado éter, que se
1 ume £n movimiento por la acción vibratoria do
los cuerpos luminosos, y se dilata en todas direc-
ciones, en forma de ondas esféricas, semejantes
i las causadas en el agua por la caída de una
piedra.
En ocho minutos, la luz llega á la tierra par-
18
tiendo desde el sol, que se halla á la distancia di*
treinta y ocho millones de leguas, espacio que
recorrería el sonido en catorce anos. Se difunde
en todo el universo, cuya extensión excede á la ca-
pacidad del entendimiento humano; penetra los
ojos más pequeños de los insectos inpercepti-
bles, los alumbra y vivifica, y es, por la claridad
y el calor, el principio que fecundiza la natura-
leza.
¿Qué hizo Dios el segundo día?
Hizo Dios el firmamento, y dividió las <i-
guas que estaban debajo del firmamento, de «-
quellas que estaban sobre el firmamento. Y ??o-
mó al firmamento, Cielo.
Firmamento ó cielo es el espacio que hay
desde la superficie de la tierra hasta las estrellas
fijas, en e] que se comprende la región del aire
y toda el inmenso espacio donde giran loa cuer-
pos celestes. Para formar una idea de la exten-
sión del cielo es necesario saber que el sol tan
pequeño á la vista, es un millón trescientas trein-
ta mil veces más ¿mude que la tierra, y que Im
estrellas fijas son otros tantos soles, que nos en-
vían su luz desde una distancia tan remota, que
una bala de canon, haciendo tres leguas por mi-
nuto, necesitaría seiscientos mil afros para llegar
á la tierra. Hay otros innumerables soles en la
vastísima extensión que se llama vía láctea, a-
glomerados con tanta abundancia como las are-
nas en las orillas del mar, y otras estrellas están
•situadas á distancias tan remotas que no pueden
enviarnos su luz en menos de dos miRones, de a»
ños.
19
En esta inmensidad, el globo de la tierra es
un átomo, y el hombre que lo habita es un ser
más pequeño todavía; pero Dios ha creado todas
las cosas para el bien del hombre, y le ha dota-
do de inteligencia por la cual es superior á todas
ellas, las domiua y las hace servir para su utili-
dad.

I LECCIÓN III.
¿Cómo se dividieron las aguas en dos gran-
des porciones, la una superior y la otra inferior'/
Quiso Dios que el firmamento estuviera en
medio de las aguas, é hizo evaporar la mayor
liarte de las que cubrían la tierra, y, converti-
das en átomos imperceptibles, se elevaron al fir-
mamento y más allá, donde permanecen sosteni-
das por la mano de Dios, y separadas de las que
quedaron en la tierra para la formación de los
ríos, de los lagos y de los mares.
La tierra está rodeada de aire hasta la altu-
ra de 72 leguas. Sobre la cabeza de cada hom-
bre gravita una columna de aire que pesa vein-
tiuna libras, y no la sentimos porque se equili-
bra con el aire que nos rodea y el que está dentro
de nuestro cuerpo. El aire es incoloro é invisible
para dejar ver los objetos; nos trae los olores y,
nos hace conocer la buena ó mala cualidad de
los alimentos; conduce los sonidos que se produ-
cen en nuestra cercanía, así como los pensa-
mientos que se enuncian por la palabra; eleva
los vapores de las aguas que á corta altura se
20
convierten en lluvia, y es en lin el aliento y la
vida de los. animales sirviéndoles para la respi-
ración.
¿Qué hizo Dios el tercer día?
Dijo Dios: Júntense las aguas, que están
debajo del cielo, en un lugar; y descúbrase la
seca. Y fué hecho así. Y llamó Dios á la seca.
Tierra, y á las congregaciones de las agitas lla-
mó Mares.
Y dijo: produzca la tierra yerba verde, y
que haga simiente, y árbol de fruta que dé fruto,
según su género, cuya simiente esté en el mis-
mo.
Las aguas inferiores que cubrían la tierra,
obedeciendo el mandato divino, se juntaron en
un solo lugar, que es el álveo de los mares, y a-
parecieron secas las islas que debían poblarse.
El mar está en continuo movimiento, duran-
te seis horas las aguas fluyen del centro á las o-
rillas, y durante otras seis horas refluyen de las
orillas al centro. Por este movimiento, que los
tísicos atribuyen á la atracción que la luna ejer-
ce sobre la tierra, y por la gran cantidad de sa-
les disueltas que contienen, las aguas del mar
están preservadas de la corrupción.
Al mar debemos innumerables beneficios:
1? ocupa las dos terceras partes de la superficie
de la tierra, para facilitar la navegación y trans-
porte de un lugar á otro de las riquezas de todos
los países, así como la propagación de las luces
y de la fe católica; 2? suministra á la atmósfera
una cantidad proporcionada de vapores de agua,
que se convierten en lluvias que fecundizan la
21
tierra y fomentan los manantiales.

I LECCIÓN IV.
¿Qué hizo Dios después de haber colocado
el mar en el álveo que le había preparado?
Hizo aparecer la tierra árida y estéril, y le
mandó que produjera yerba verde, color tan pro-
porcionado á la estructura de nuestros ojos, que
lejos de fatigarlos les sirve de recreo. Dio á las
yerbas la virtud de hacer simiente según su gé-
nero, para que reproduciéndose prodigiosamen-
te existieran siempre, y sirvieran de alimento á
las aves y á los animales.
¿Cuáles son los órganos principales de las
plantas?
La raíz, el tallo, las hojas, el fruto y las se-
millas.
1? La raíz tya sólidamente la planta en la
tierra, para que no la arrebate el viento, ni caiga
por su peso; se divide en varios filamentos que
m alargan y extienden en contorno, buscando en
el terreno los jugos especiales que necesita el ve-
getal para crecer.
2? El tallo está compuesto de una multi-
tud de canales, por las que los jugos nutricios
transmitidos por la raíz suben y bajan, como la
sangre que circula por las venas del animal y le
da vida.
3? Las hojas sirven para la respiración de
las plantas, absorben el gas oxígeno que necesi-
tan absolutamente todos los seres vivientes, y
99

arrojan
o
los jugos superabundantes.
4 El fruto es lo que hay de mas precioso en
la planta. Le cubren tres ó cuatro capas muy
bien unidas para protejerlo contra el frío, la llu-
via y los insectos hasta que tome consistencia, ó
llegue al estado de sazón.
5? La semilla está destinada á dar per-
petuidad á la especie, desciende directamente
del tallo, ó es transportada por los vientos á si-
tios remotos designados por la Providencia y,
puesta en contacto con la tierra, da origen á ía
formación de una nueva planta.
¿Hizo Dios otras cosas más el tercer día1?
Crió los árboles de toda especie, para ofre-
cernos sus delicados írutos, y proporcionarnos
maderas con que se construyen casas, naves y
muebles. Los árboles nos dan sombra, purifi-
can el aire y recrean la vista con su elevación y
hermosura.
La tierra contiene entre sus capas metales
preciosos, el oro, la plata, el hierro, como patri-
monio dado por Dios al hombre, para que lo
emplee en usos legítimos, conformes con los
designios de su paternal providencia.
23

I LECCIÓN V.
¿Cuáles son las obras del cuarto día?
Hizo Dios dos grandes lumbreras: lalumbre-
m mayor, para que presidiese al día: y la lum-
brera menor para que presidiese á la noche; y
las estrellas.
Y las puso en el firmamento del cielo para
que luciesen sobre la tierra.
El sol es un gran luminar casi esférico que
alumbra el universo, preside el día y produce la
luz y el calor. Su diámetro es de 315,000 leguas,
y su volumen, á juicio de los astrónomos, es 59(5
veces mas grande que el de todos los planetas
juntos; gira sobre su eje en 23 días y doce horas,
y se dirige hacia la constelación de Hércules, COD
todos los planetas que dan vueltas en su rede-
dor.
El sol vivifica á los animales y á las plantas,
contribuye á su multiplicación y crecimiento, ha-
ce madurar los frutos y regla la duración de los
años, meses y días.
La luna es un cuerpo opaco que da la vuel-
ta al rededor de la tierra, en 27 (fias y ocho ho-
ras, iluminándola por la noche con la luz que re-
cibe del sol. Su diámetro es de 828 leguas, y
dista de la tierra 90,000 leguas cuando más, y
por esta cortedad de distancia aparece como el
mayor de los astros después del sol. Se obser-
van sobre su superficie montañas de grande ele-
vación y valles profundos.
24
La luna arregla los meses é influye en las
lluvias, y es la causa principal del flujo y reflujo
del mar.
Estrellas ó astros son los cuerpos luminosos
que vernos brillar en el cielo, mas allá de los pla-
netas que giran al rededor del sol. Su número
es crecidísimo, por medio de los instrumentos se
alcanzan á ver algunos millones, y aun á la
simple vista se cuentan más de tres ó cuatro mil.
Su distancia á la tierra es incalculable. Se cree
que cada estrella tija es, como nuestro sol, el
centro en derredor del cual giran otros planetas
y cometas.
Las estrellas señalan el curso de los otros
cuerpos celestes, templan las tinieblas de la no-
che en ausencia de la luna, dirigen nuestros via-
jes por mar y tierra» y nos enseñan la grandeza
de Dios.
¿Cuáles son los beneficios que .recibimos de
la sucesión del día y de la noche?
El día nos trae la luz. el calor y la facilidad
de dedicarnos al trabajo indispensable para el
desarrollo de las facultades, y la adquisición de
ios recursos necesarios para la vida. La noche
nos recuerda la nada de donde hemos salido, las
tinieblas de la ignorancia y de la idolatría de las
que nos ha sacado el Evangelio; nos proporcio-
na el descanso y el sueño, para recobrar las fuer-
zas perdidas en el trabajo; refresca el aire y con-
serva las plantas que perecerían si el sol estu-
viese siempre alumbrándolas.
25

LEOCIÓX VL
¿Cuáles son los seres que existieron el quin-
to día?
Las grandes ballenas y toda ánima que vi-
ve y se mueve, que produjeron las aguas según
sus especies, y toda ave que vuela según su géne-
ro.
Y los bendijo Dios diciendo; Creced y muí-
tiplicaos, y henchid las aguas del mar, y las aves
multipliqúense sobre la tierra.
LOBpeses nacen y viren en las saladas aguas
del mar, se alimentan los unos de la carne de !<>s
otros, porque en el seno de las aguas no se pro-
duce ninguna planta. Están cubiertos de fuer-
tes escamas muy bien unidas y ajustadas, reblan-
decidas con sierta viscosidad que cubre entera-
mente todo el cuerpo del pescado, para guardar-
le la vida y el calor en las heladas profundidades
del mar. Hay algunos de noventa pies de lon-
gitud como las ballenas, y tienen bastante fuer-
za para lanzar al aire una barca cargada de via-
jeros; pero lejos de causar daño al hombre, le
sirven de grande utilidad cuando son tomados, y
se ] mede disponer de la carne, aceite huesos y
piel que tiene con abundancia su enorme cuerpo.
Todas las demás especies se acercan á las costas,
y algunas entran en las desembocacuras de los
ríos y suben hata los manantiales, para servir de
alimento al hombre en cualquier lugar de la tie-
rra. .
20
Las aves fueron producidas por el agua como
los peces, están perfectamente dispuestas para
volar, no sólo por las alas que les sirven de re-
mos para cruzar el aire, sino también por la figu-
ra y liviano peso de su cuerpo. Para defenderse
del agua y del frío, la Providencia las ha vestido
de plumas que, por la parte que tocan al cuerpo,
son suaves y abrigadas, consistentes y rígidas
por el exterior, acomodadas y sobrepuestas á
manera de láminas delgadas y planas; en su base
están provistas de una sustancia grasa, que el a-
ve toma con el pico y las unta en toda su exten-
sión, para que no le penetren las aguas de la
lluvia.
La Providencia les ha dado instinto admira-
ble para hacer sus nidos, alimentar á sus pollue-
los, preservarlos del peligro y avisarles la cercanía
del enemigo que pudiera dañarles. Conocen el
tiempo de hacer sus emigraciones y se trasladan
á lugares distantes, á la otra paite de los ruares,
donde encuentran temperatura conveniente para
soportar el rigor de las estaciones, y provisión
abtmdante para alimentarse.
Si con tal anhelo mira Dios por la conserva-
ción de las aves, que valen muy poco en nuestra
estimación, cuál sera la solicitud con que cuida
del hombre, para quien ha criado no sólo las aves
sino todo el uiverso?
27

LECCIÓN VIL
¿Qué hizo Dios el día sexto?
Los animales de la tierra, según sus espe-
cies, y las bestias y todo reptil de la tierra en su
género.
Los animales domésticos. Previendo Dios
la caída del primer hombre crió á los animales
domésticos, para que le ayudasen en el trabajo
con que sacaría de la tierra el necesario susten-
to; les dotó á unos de fuerza, á otros de agilidad
y á todos de obediencia y sumisión para emplear-
se en servicio del hombre. El buey, el asno y
el caballo transportan cargas, y ayudan al agri-
cultor en lo más difícil de labor de los campos;
la vaca, la cabra, la oveja le mantienen con su le-
che, con su carne y le visten con sus pieles y ve-
llón, sin demandar otra recompensa que el fácil
y frugal alimento que la tierra produce espontá-
neamente en todas partes.
Los insectos, en su pequeña extensión com-
parable á un punto, contienen tantas maravillas
como los seres más grandes que componen el
uuiverso. En su estructura y organismo reú-
nen vasos, fibras, venas, músculos, cabeza, co-
razón, estómago; están vestidos de tánicas y alas
y adornados con franjas, penachos y ramilletes
en que se prodigan el azul, el verde, el rojo y es-
maltes como de oro, de plata y piedras precio-
sas; una coraza de escama les cubre todo el cuer-
po, y están provistos de aguijones, dardos, uñas.
28
barrenas, lanzaderas, cánulas, &. para defender-
se de sus enmigos, proporcionarse el alimento y
construir sus moradas.
Las hormigas y las abejas en particular nos
demuestran el amor que los padres deben tener
á sus hijos, el cuidado de alimentarlos y educar-
los, así como el respeto que se debe á los supe-
riores y la caridad á los semejantes.
El gusano de la seda, con sus metamorfosis
maravillosas, se nos presenta como un símbolo
de la inmortalidad, y nos hace conocer cuan
grande es el poder de Dios, que de un simple gu-
sanillo hace una fuente de riqueza para naciones
enteras.
Los reptiles y las fieros. Estos animales
temibles entran también en los designios que tu-
vo la Providencia en la creación,. ellos sirven:
I? para demostrarnos que la beneficencia divina
alcanza hasta á aquellos seres que habitan en los
peñascos y en las selvas, lejos del cuidado del
hombre; 2? para infundirnos temor de Dios, cu-
yo poder ha eriado tantos animales ofensivos,
que podrían devorarnos, si la mano omnipotente
no los contuviera en los desiertosj 3? para dis-
minuir otras especies de animales que, aumen-
tándose mucho, causarían daño á las mieses y (i
los animales domésticos. Nada hay inútil en la
creación; el insecto, la planta, el átomo son ele-
mentos de la armonía del universo, cuyo com-
plejo proclama la sabiduría desu Autor-
29

LECCIÓN VIII.
¿Cuál es la última obra que hizo Dios el día
sexto?
El hombre. Formó, pues, él Señor Dios al
hombre del barro de la tierra, é inspiró en su
rostro soplo de vida, y fué hecho el hombre con
ánima viviente.
El universo existía como un grande palacio,
construido por la omnipotencia y sabiduría de
Dios, para que fuera la morada del hombre, rey
de todas las criaturas. Entonces dijo Dios: Ha-
gamos al hombre á nuestra imagen y semejanza,
y formó de tierra virgen un cuerpo el más her-
moso de todas las criaturas visibles, cuya estruc-
tura es un himno á la gloria de Dios, que ostenta
su bondad en la excelencia de sus dones, y su
poder en la ejecución de sus designios.
Formado el cuerpo, Dios inspiró en su ros-
tro soplo de vida, y fué hecho el hombre en áni-
ma viviente. El alma del primer hombre fué
creada de la nada, y unida íntimamente con el
cuerpo, para que mantengan entre sí una tal co-
rrespondencia que el cuerpo obedezca á los de-
seos del alma, y los sentimientos del alma de-
pendan de algún modo de los órganos del cuer-
po. Lo cual es un hecho que experimentamos
en nosotros mismos, sin poder comprender la
manera como se verifica.
Las cualidades del alma son espiritualidad,
libertad é inmortalidad.
30
El alma es espiritual, porque el pensamien-
to, la voluntad, la memoria y todas sus operacio-
nes y facultades son espirituales, de modo que
no podemos verlas, oirías ni tocarlas. Pero el
sujeto ó principio de operaciones inmateriales
debe ser inmaterial, porque un sujeto de una na-
turaleza no puede tener operaciones de natura-
leza contraria. Luego el alma es espiritual co-
mo el pensamiento y sus operaciones.
Es inmortal porque el espíritu no tiene ex-
tensión, figura, ni órganos como tienen los cuer-
pos, que perecen por descomposición ó separa-
ción de las partes que los componen. El alma
es espiritual, como hemos probado. Luego es
inmortal por su naturaleza. Sólo Dios, su crea-
dor podría aniquilarla; pero Él afirma en térmi-
nos claros que quiere que viva siempre, cuando
dice: Los malos serán castigados en el infierno
por toda la eternidad, y los buenos serán re-
compensados en el cielo por toda la eternidad.
Cuando hacemos alguna cosa nos sentimos
con poder para no hacerla, ó para ejecutarla de
otro modo. La facultad de obrar ó no obrar es
lo que se llama libertad. Luego el alma humana
es libre, y por esta razón se alegra cuando obra
bien, y se arrepiente cuando obra mal, recono-
ciendo en su albedrío el principio único de sus
operaciones y responsabilidad.
31

LECCIÓN IX.
¿Cómo es el hombre imagen y semejanza de
Principalmente por las cualidades de su al-
ma. Dios es uno en su esencia y subsiste en
tres personas; el alma es una y tiene tres facul-
tades distintas, la memoria, el entendimiento
y la voluntad. Dios es espíritu eterno é infini-
to; el alma es espiritual, inmortal y no se satis-
face sino con la posesión del Bien infinito.
Dios está presente en todas partes, es justo ver-
dadero y santo,- el alma está presente en todas
partes de su cuerpo, y tiene el sentimiento ín-
timo de lo justo, de lo verdadero y de lo. bue-
no.
¿Dios concedió al hombre algún poder sobre
la naturaleza?
Le concedió muy amplio con estas palabras:
Tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre
las aves del cielo, y sobre las bestias, y sobre to-
da la tierra, y sobre todo reptil que se mueve en
la tierra. Adán ejerció este imperio sobre to-
dos los animales, que le estaban sumisos como
los domésticos, pero se rebelaron contra él cuan-
do el hombre se rebeló contra Dios. No obstan-
te no ha perdido del todo su poder, porque todas
las criaturas sirven á sus. necesidades, usos y
comodidad,
v
y ninguna se sirve de él: los astros,
- g., le dan tiempo para sus trabajos y le dirigen
§u camino en la tierra y en el mar; las piedras,
32
los metales, la madera sirven de material para
la construcción de edificios; el cáñamo, el algo-
dón, el lino le proveen de vestido; los ríos cam-
bian de álveo para regar sus prados; los peñas-
cos y las montañas se abren para darle paso.
Así ia bondad de Dios dejó á la inteligencia del
hombre algún dominio sobre la naturaleza, para
que soportara, con su íiuxilio, las funestas con-
secuencias del pecado original.
¿Cómo fué formada la primera mujer!
Después que Adán vio á todos los anima-
les y les puso nombre á cada uno, el Criador le
infundió un sueño misterioso, durante el cual
le sacó sin violencia una costilla y llenó de car-
ne el vacío que había quedado, y formó de
ella un cuerpo hurnauo, al cual unió una alma
racional que crió déla nada, y quedó formada
uua mujer de la misma naturaleza, y dotada de
los mismos dones naturales y sobrenaturales que
el hombre. Dios, dirigiendo la palabra á estas
dos criaturas, destinadas á ser los primaras pa-
dres de todos los hombres, les dijo: creced y
multiplicaos, y llenad toda la extensión de la
tierra, é instituyó la santa sociedad del matrimo-
nio, que consiste en la unión indisoluble de un
solo hombre con una sola mujer, para la conser-
vación del género humano.
LECCIÓN X.
»En qué estado fueron creados nuestros pri-
meros padres?
En el estado de justicia original que com-
prende cuatro cosas: 1* gracia santificante, por
la cual el primer hombre fué creado recto, par-
ticipando de la santidad y de la justicia de Dios, j
destinado á un fin sobrenatural; 2* don de cien-
cia, por el cual Dios los llenó de la doctrina del
entendimiento, crió eñ ellos la ciencia del es2)¿-
rittiy hinchó sus corazones de sentido y les mos-
tró los males y l>os bienes; 3* don de perfecta
ordenación, de manera que su voluntad libre de
afecciones millas y de las pasiones, sin sentir
contradicción ninguna entre la carne y el espíri-
tu, estaba plenamente adherida á Dios; 4* don
de inmortalidad, por el cual Adán podía no morir
y estar libre de la tristeza, del dolor y de las mi-
serias de la vida, disfrutando de una juventud
sana, robusta, indefectible.
Con estos dones indebidos á su naturaleza,
y concedidos gratuitamente por la bondad de
Dios, el hombre era perfectamente feliz, y hu-
biera vivido en el Paraíso que reunía todas Iñé
obras de la creación puestas á su dominio.
¿Cuándo fueron creados los ángeles?
Él Génesis no lo dice expresamente, pero
entendemos que fueron creados cuando Dios hi-
zo el cielo. Los ángeles son puros espíritus, su-
periores al hombre en ciencia y en poder,- porque
34
conocen mejor que nosotros las cosas que
conocemos, saben otras que no alcanzamos, y
pueden hacer muchas que para nosotros son im-
posibles. Todos fueron creados en santidad é
inocencia, pero no todos perseveraron en ella.
Los que se rebelaron contra Dios, creyéndose
iguales á su Criador son los ángeles malos, cuyo
jefe es Lucifer, y fueron echados del cielo al in-
fierno por su rebeldía; los que perseveraron su-
misos se llaman ángeles buenos, cuyo príncipe
es S. Miguel, y fueron confirmados en la gra-
cia.
¿Cuáles son los oficios de los ángeles bue-
nos!
Los ángeles buenos se dividen en tres jerar-
quías y cada una contiene tres coros. La prime-
ra jerarquía se compone de los tronos, querubi-
nes y serafines; la segunda, de las potestades,
virtudes y dominaciones; la tercera de ángeles,
arcángeles y principados. Sus oficios son:
1? Adorar y ensalzar á Dios, repitiendo
eternamente el cántico: Santo, Santo, Santo es
el Señor Todopoderoso, que era, que es y que se-
rá; 2? presidir al gobierno del mundo visible
é invisible cumpliendo las órdenes que Dios les
da, como se lee en la historia del Antiguo y Nue-
vo Testamento; 3? guardar la Iglesia Católica,
los reinos, imperios, naciones, provincias y ciu-
dades; 4V cuidar de cada uno de nosotros des-
ele el primer instante de nuestra existencia, de-
fendiéndonos de las asechanzas del demonio, é
inspirándonos pensamientos saludables en or-
den á nuestra eterna salvación,
35

LECCIÓN XI.
¿Perseveraron nuestros primeros padres en
la justicia original?
*No, porque habiéndoles impuesto Dios el
precepto de que no comiesen del árbol de la cien-
cia del bien y del mal, el demonio tomó la forma
de serpiente les tentó y les sedujo luego á la in-
fracción, prometiéndoles que, por virtud de la
fruta prohibida, serían como dioses conocedores
del bien y del mal. La mujer comió del árbol,
y aunque Adán no se engañó, comió también del
fruto vedado, por complacer á su esposa. Con el
pecado entró en su conciencia el remordimiento,
el terror y la confusión, y fueron á ocultarse en-
tre los árboles del Paraíso.
Dios castigó la desobediencia de Eva conde-
nándola al dolor y á vivir bajo la dependencia,
del varón; á Adán le impuso la pena de comer el
pan con el sudor de su frente, y, para que se co-
nociese la euormidad del pecado, castigó aún al
instrumento de que se sirvió el demonio para la
tentación, y maldijo á la serpiente y la condene»
á arrastrarse sobre su pecho y comer tierra.
¿Cuáles fueron los efectos tlel pecado de
nuestros primeros padres!
La privación de la gracia santiíicante, la ig-
norancia, la concupiscencia, la muerte, la escla-
vitud del demonio y la condenación alas penas
del infienio. Este pecado, llamado pecado ori-
ginal, y las penas expresadas se trasmiten á to-
36
dos los descendientes de Adán, excepto á la Sina.
Virgen María que, por privilegio especialísimo,
fué preservada inmune en el primer instante ele
m concepción, por exigirlo así la dignidad de
Madre de Dios ú que fué predestinada, para la
redención del género humano por medio de Jesu-
cristo, como para consuelo nuestro lo anunció
Dios á Adán después de haberle impuesto los
castigos del pecado.
¿Fué justo el castigo que Dios impuso a
nuestros primeros padres por el pecado?
Era muy justo; porque el precepto que Dios
les había intimado de no comer de un sólo árbol
del Paraíso, pudiendo usar libremente de los «le-
mas, era muy fácil en sí, y nuestros padres esta-
ban exentos de apetitos dominantes y ayudados
de auxilios sobrenaturales para cumplirlo. Ade-
más, era el único precepto que Dios, en uso de
su soberanía, les había impuesto para probar su
fidelidad, anunciándoles que serían coníirmados
en gracia por el mérito de la obediencia, ó des-
tituidos de todos sus dones sobrenaturales y con-
«leñados á las penas del infierno, caso de que-
brantar el precepto. No obstante el castigo del
pecado fué acompañado del consuelo y de la es-
peranza de un Redentor, que Dios prometió para
remediar los males del pecado.
ói

LECCIÓN XIL
¿Qué cosa es el pecado original?
Es la privación de la gracia santificante y de
los dones anexos de integridad, inmortalidad,
ciencia, &., que constituían el estado sobrenatu-
ral á que fueron elevados nuestros primeros pa-
dres por la gratuita voluntad del Creador. Es-
tos dones no eran solamente de Adán, sino de
toda la naturaleza humana, de manera que si
Adán hubiera perseverado en la gracia, todos sus
descendientes habrían sido adornados de los mis-
mos dones sobreañadidos á su condición; pero
Adán quebrantó el precepto que Dios le impuso,
pecó gravemente y se privó de la justicia origi-
nal á sí propio, y privó de ella á toda su poste-
ridad.
La sola privación de la justicia original es
lo que llamamos pecado de origen. Todos nace-
mos privados de esta justicia por haberla perdi-
do nuestros 3números padres. Luego todos na-
cemos con el pecado de origen, enemigos de Dios
y dignos de la condenación eterna; así como
nos hallamos sujetos á la ignorancia, á la concu-
piscencia y á la muerte.
¿La trasmisión del pecado original á todos
los hombres no se opone á la razón?
No se opone á la razón ninguna de las ver-
dades reveladas, porque Dios que las enseña es
la razón y la verdad infalible que no puede en-
gañarse ni engañarnos. El Apóstol dice que ef
Q<5

pecado entró en el mundo por medio de un sólo


hombre, y la muerte por el pecado, y que también
la muerte ha pasado á todos los hombres por
aquel en quien todos han pecado.
La Iglesia, depositaría de la revelación é in-
térprete de su verdadero sentido, deíinió el dom-
ina del pecado original con estas palabras: Mí
alguno no confiesa que el primer hombre Adán
ai infringir el mandamiento de Dios en el Paraí-
so terrenal, perdió en el acto la justicia y la san-
tidad en que hbía sido creado, y que incurrió
por esta infracción en la cólera ó indignación
de Dios, k. sea excomulgado. De igual manera,
el santo concilio de Trento enseña la trasmisión
de la culpa original con estas palabras: "Si algu-
no pretendiere que el pecado de Adán no fué
perjudicial más que para él sólo y no para la pos-
teridad, y que la justicia y la santidad que había
recibido de Dios sólo se había perdido para él y
no para nosotros al mismo tiempo &., sea exco-
mulgado."
No hay repugnancia ninguna en que la. natu-
raleza por el pecado sea privada de una. cosa in-
debida, como la gracia sobrenatural y los dones
anexos; j>ues Dios puramente por su" liberalidad
agregó á la naturaleza humana la gracia y la jus-
ticia original que no eran necesarias para que el
hombre fuese hombre. Además el pecado origi-
nal, como hemos dicho, consiste formalmente en
la privación de la gracia santificante, y no pue-
de concebirse repugnancia alguna en que el hom-
bre, que por su pecado personal fué privado de
ia justicia original, no comunique á sus deseen-
39
dientes lo que ya no tiene en sí.

ORACIÓN.

¡Oh Dios omnipotente y bondadoso! que ha-


béis criado el universo con una palabra, y lo ha-
béis destinado al bien y felicidad del hombre, á
quien, hicisteis á vuestra imagen y semejanza;
eoneededrne la gracia de aprovechar de vuestros
beneficios, y de emplearme únicamente en honrar
y alabar vuestro nombre adorable.—AMÉN.
-40

H K C C I O M 111»
BE LA REVELACIÓN DIVINA Y SOBRENATURAL.

• LECCIÓN I.
|Qué es revelación divina y sobrenatural.'
Es aquella manifestación que Dios hizo por
medio de Moisés, de los profetas y de otros en-
riados suyos, especialmente por medio de nues-
tro Señor Jesucristo acerca de su esencia y atri-
butos, y de las verdades que debemos saber para
conseguir nuestro último fin.
Ño hay repugnancia ninguna en que Dios,
por sí mismo ó por sus enviados, revele al hom-
bre verdades naturales que se comprenden, y
verdades sobrenaturales ó misterios que no se
alcanzan á entender; porque indudablemente
existen verdades de ambos géneros, y siendo in-
teligibles, pueden ser objeto de la divina mani-
festación. Un hombe puede instruir á otro en
las verdades morales y religiosas que están al al-
cance de la razón, como lo vemos todos los días;
eon mayor razón puede Dios, que sabe más que
el hombre, enseñarnos verdades que ignoramos,
sirviéndose de cualquier medio capaz para ha-
cerse entender.
Entre los medios de que Dios puede servir-
se para hablar á los hombres se cuentan tres
principales. El primero es aparecerse á los hom-
41
bres bajo una forma sensible, como el fuego que
abrasó la zarza sin quemarla, los ángeles que fue-
ron á castigíir las ciudades nefandas y, sobre to-
do, la adorable persona de Jesncristo, Hijo de
Dios, que habló con los hombres sobre el
reino de los cielos, como un hombre habla
con otro hombre. El segundo medio es hacer
oir palabras en el aire, ó escribir las que
son necesarias para trasmitir un pensamiento,
como es costumbre entre los hombres comuni-
carse hablando ó escribiendo. El tercero con-
siste en presentar á la imaginación cuadros de
cosas sensibles, en los cuales están significadas
ciertas verdades morales ó religiosas, como las
siete espigas y las siete vacas misteriosas que
vio Faraón, ó la estatua que se le presentó en
sueños á Nabueodonosor.
¿Es necesaria la revelación divina?
Es conveniente la revelación para conocer
fácilmente y con toda seguridad de no errar las
verdades rnoraies y religiosas que debemos saber
para salvarnos. Los hombres sólo por su razón
podían llegar á conocerlas, y efectivamente algu-
nos iilósoíbs alcanzaron muchas de ellas; pero
las dudas, la desconfianza y las contradicciones
que había entre ellos dejaban insubsistente su
doctrina aunque en sí fuera verdadera. Solamen-
te el prestigio inmenso de la autoridad divina
que reúne las propiedades de unidad, infa-
libilidad y sanción resjíecto de las verdades
que enseña pudo terminar las controversias y
dejar en paz las conciencias. Por la revelación
sabe hoy un niño lo concerniente á su último tizi
12
con más claridad, segundad y perfección que los
más famosos sabios de la antigüedad.

LECCIÓN II.
¿La revelación de los misterios también es
posible y conveniente?
Es posible la revelación de los misterios; por-
que realmente existen verdades superiores á la
capacidad de nuestra inteligencia, que sólo Dios
las conoce y puede manifestarlas por los me-
dios que eligiere: tales son la espiritualidad del
alma, la esencia de la divinidad, &.
Es conveniente la revelación de los miste-
rios para conocer de alguna manera; aunque im-
perfecta, lo que sin la revelación ignoraríamos
completamente. La fe con que creemos las ver-
dades que no alcanzamos á comprender, es un
homenaje de nuestra inteligencia á la autoridad
soberana que nos las enseña, y una luz con que
conocemos los medios que la Providencia ha to-
mado, con grande misericordia, para conducir-
nos á la eterna salvación, lo cual reputamos
como un beneficio que merece nuestro agrade-
cimiento.
¿Puede haber contradicción entre las ver-
dades reveladas y las demostradas por la ra-
zón!
De ninguna manera, porque lo verdadero no
se opone á lo verdadero sino á lo falso. Las
verdades reveladas y las conocidas por la razón
son verdades, y proceden de la misma fuente
43
que es Dios, verdad infalible, que no nos pue-
de engañar por la razón que nos ha dado para
entender, ni por la revelación que nos lia he-
cho para que alcancemos nuestro último fin.
Puede haber oposición aparente, cuando las unas
ó las otras verdades se toman en distinto sen-
tido del que tienen; así, cuando decimos Dios
es uno y Dios es trino, hay contradicción apa-
rente; pero si advertimos que Dios es uno en
cuanto á su esencia y es trino en cuanto á las
personas en que subsiste, desaparece la opo-
sición.
¿Con qué asentimiento debemos creer Jas
verdades reveladas por Dios?
I Con asentimiento firmísimo, superior al que
damos á los juicios verdaderos que están al
alcance de la razón; porque Dios es verdad in-
falible y tiene derecho de ser creído en todo lo
que habla, con tal que conste por testimonio
evidente el hecho de haber hablado. Además
las verdades naturales descansan en la luz de
la razón humana y en la fuerza de sus convic-
ciones; mas las verdades reveladas se fundan
en la luz sobrenatural de la razón de Dios, y en
la moción del Espíritu Santo que afirma al en-
tendimiento en la fe, con tal certidumbre que
ni los tormentos son capaces de hacer vacilar
á los verdaderos creyentes, como se ha visto
en los mártires que han sostenido la fe católica
hasta la muerte, sin dudar ni temer. La fe es
don sobrenatural que lo tiene el hombre cuando
Dios le concede por su gratuita misericordia.
44

LECCIÓN III.
¿Cuáles son los testimonios evidentes que
acreditan que Dios lia hablado á los hombres,
ó ha hecho la revelación de las verdades que
debemos creer?
Los milagros y las profecías.
Milagro es un hecho sensible, admirable y
contrario al orden acostumbrado de la Provi-
dencia y á las leyes de la naturaleza. Cuatro
condiciones se requieren para que haya milagro:
I* que el hecho sea sensible y capaz de ser co-
nocido por los sentidos; 2* que sea Dios el au-
tor, obrando por sí mismo ó por medio de un
enviado suyoj 3* que sea sobrenatural, esto es,
superior á las fuerzas de las criaturas; 4* que sea
ordenado á la gloria de Dios ó al bien del hom-
bre.
Sólo Dios puede ser el autor de los milagros;
porque las leyes de la naturaleza, establecidas
libremente por la sabiduría divina para los fi-
nes que se propuso, dependen únicamente de su
voluntad soberana, que así puede suspender-
las como pudo ordenarlas de otra manera dis-
tinta de la que existen. Y como Dios es sa-
pientísimo y veraz, no puede acreditar una fal-
sedad haciendo milagros, ni puede permitir que
con milagros falsos, que hiciera algún impostor,
nos engañemos invenciblemente y caigamos en
el error. Luego, si vemos que se hacen mila-
gros en testimonio de una doctrina, debemos te-
<*D

nerla con seguridad como doctrina revelada por


Dios.
Las obras extraordinarias del demonio, tales
itomo las que hicieron los magos de Faraón á
semejanza de los milagros de Moisés, no pueden
engañarnos invenciblemente; porque no se ha-
cen sino cuando Dios lo permite, y, entonces la
Providencia desvanece los prestigios del demo-
nio poniendo de manifiesto el fraude, como lo
hizo en el caso aludido.
Profecía es la predicción de los eventos
futuros libres, ó de las cosas que sucederán des-
pués en determinado tiempo. Dios conoce to-
llas las cosas pasadas, presentes y futuras por-
que es infinitamente sabio, y está presente á
todas las cosas por su eternidad.
Si sólo Dios conoce las cosas futuras que de-
penden de la libre voluntad de las criaturas, só-
lo Él puede anunciarlas antes que sucedan. Lue-
go si nos consta que los futuros libres han sido
previstos y anunciados, y se han comprobado
Jos anuncios, con la verificación de los hechos,
debemos creer que tales vaticinios han sido ins-
pirados por Dios en confirmación de alguna
verdad.
Entre las profecías y los oráculos de los
gentiles hay manifiesta diferencia: los oráculos
eran previsiones vagas, ó conjeturas sobre cosas
particulares muy próximas por el tiempo y el
lugar, dirigidas á pueblos crédulos para ganar-
se la simpatía de los reyes y de los grandes;
•tos profetas han anunciado siempre con certi-
dumbre acontecimientos de interés general que-
46
debían cumplirse después de siglos, dirigiendo
sus palabras al inundo entero que las lia. juz-
gado y juzga hasta ahora eou severa crítica,
y reprobando sin respeto humano los vicios de
los pueblos y los crímenes de los grandes.

LECCIÓN IV.
¿Existe alguna revelación divina y sobrena-
tural?
Desde el principio del mundo, cuando fué
necesaria la revelación, y en las épocas posterio-
res, Dios Nuestro Señor se comunicó á sus ele-
gidos los patriarcas, Moisés, los profetas, y úl-
timamente envió á su Hijo vestido de carne hu-
mana para que enseñasen á los hombres todas
las verdades que deben saber y creer, para
conseguir el último y sobrenatural'' fin, á que les
ha destinado por su infinita misericordia. La
revelación divina y sobrenatural existe en la
Sagrada Escritura y en la Tradición divina.
¿Qué es Sagrada Escritura?
Los libros que la Iglesia Católica tiene co-
mo inspirados por Dios, los cuenta en su lis-
ta y los propone á todos los fieles como au-
ténticos, genuinos y escritos por la inspira-
ción del Espíritu Santo. La Iglesia, por dispo-
sición de su divino fundador, es la depositaría
fidelísima de la revelación y su intérprete infa-
lible, con la autoridad que, antes de ser cono-
cida la Sagrada Escritura, le concedió Jesucristo
por el mero hecho, constante á todos, de ha-
—-4%
berla fundado con su sangre y dádole la facul-
tad de enseñar la verdad á todas las gentes;
por esta razón dijo San Agustín: "Yo no cree-
ría el Evangelio si no me obligara la autori-
dad de la Iglesia Católica*"
¿Cuáles son los libros que la Iglesia tiene
como sagrados y escritos por inspiración divina?
El concilio de Trento, fundado en la tradi-
ción de la primitiva Iglesia y en los documen-
tos de la antigüedad, declaró que eran divinos
y tenían á Dios por autor los libros siguientes:
Del Antiguo Testamento:
I 1? El Pentateuco ó cinco libros de Moisés,
á saber: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y
Detiteronomio.
2? Los libros que contienen la historia del
¡metilo de Dios ó de algunas personas santas ó
ilustres, á saber: el libro de Josué, el de los Jue-
ces, el de Ituth, cuatro de los Reyes, dos de los
Paralipómcnos, el primero de Esdras y el segun-
do que se dice de Nehemías, el Eclesiastés,
el Cantar de los Cantares que escribió Salomón,
el libro de la Sabiduría y el Eclesiástico.
4? Los libros proféticos, á saber: Isaías,
Jeremías, Ezequiel y Daniel, y los doce prote-
tas menores, á saber: Oseas," Joel, Amos, Mi-
queas, Nahum, Habacuc, Abdías, Joñas, Sofo-
nías, Ageo, Zacarías y Malaquías*
48

LECCIÓN V.
Los libros sagrados del Nuevo Testamento
son:
1? Los libros históricos que refieren la vi-
da de Nuestro Señor Jesucristo, de los Após-
toles y la fundación de la Iglesia, tales son
los cuatro Evangelios de San Mateo, de San
Marcos, de San Lucas y de San Juan y los He-
chos de los Apóstoles.
2? Los libros doctrinales, ó sean las Epís-
tolas ó cartas que los apóstoles escribieron á .sus
discípulos ó á las iglesias que habían fundado.
Hay catorce cartas de San Pablo, á saber: una
á los Gálatas, otra á los Éfesos, otra á los Flü-
penses, otra á los Colosenses, dos á los Tesalo-
nicenses, dos á Timoteo, una á Tito, otra a Fl-
lemón y otra á los Hebreos. San Pedro escri-
bió dos cartas católicas ó universales, dirigidas
á todos los fieles, San Juan escribió tres, San-
tiago una y Judas otra.
3? Un solo libro profético que es la Apo-
calipsis escrito por San Juan.
La colección de estos libros, que son seten-
ta y dos, se llama Biblia, esto es, libro por ex-
celencia que contiene la alianza de Dios con los
hombres, ó un contrato en que se expresan las
promesas de Dios respecto de nuestra felici-
dad, y los mandamientos divinos que debemos
observar para conseguirla.
¿De qué manera tiene la Sagrada Escritura
49
á Dios por autor?
De tres maneras puede Dios ilustrar la men-
te de un escritor: 1? por asistencia especial pa-
ra que no yerre en las cosas que escribe, ni di-
ga nada que sea indigno de Dios; 2? por ins-
piración, esto es, por excitación interior y mo-
vimiento de la voluntad que impulsa al autor
para que escriba; 3? por revelación, la cual aña-
ele á la inspiración la divina manifestación de
verdades que antes ignoraba el autor.
Dios es el autor de la Sagrada Escritura
por la inspiración y la revelación, porque los es-
critores sagrados, esto es, los hombres de Dios
hablaron inspirados por él Espíritu Santo, dice
San Pedro.
Por inspiración divina fueron escritas á i o
menos las verdades y sentencias de los libros
santos, que son la materia de nuestra fe; de otra
manera la Sagrada Escritura no sería palabra
<le Dios ni dictada por él Espíritu Santo, como
dice el concilio de Trento. Cuanto al uso ie
las palabras, la coordinación de las cláusulas,
conocimiento de los hechos históricos que re-
tí eren, los escritores sagrados emplearon tra-
bajo y diligencia humana, ó tal vez el Espíri-
tu Santo, conformándose con el estilo y la ins-
trucción de cada uno, les inspiró los hechos que
¿Hos sabían y el lenguaje que acostumbraban
en sus escritos, para que toda la Sagrada Escri-
tura, hasta sus últimos ápices, fuera obra divina.
-50-

LECOIÓN VI.
¿Se puede probar por la razón que la Sa-
grada Escritura fué escrita por inspiración de
Dios?
Se puede probar con los argumentos si-
guientes:
1? La fe pública y la tradición no interrum-
pida de los cristianos, de los judíos, de los gen-
tiles y de los herejes conceden á los libros sa-
grados mayor autoridad que á todos los que se
han escrito desde el tiempo de los apóstoles
hasta nuestros días.
2? Los escritores de los libros sagrados fue-
ron hombres santísimos, que habían recibido de-
Dios el poder de hacer milagros y la misión de
promulgar la ley divina y el Evangelio; es-
criben una misma doctrina can admirable uni-
formidad, á pesar de haber existido en tiempos
muy distantes y en diversos lugares; refieren con
sencillez é ingenuidad los acontecimientos y aun
sus propias faltas, sin aspiración á recibir algu-
na utilidad, antes bieu arrostrando la persecu-
ción y la muerte.
3? Los libros santos revelan misterios ele-
vados dignos de la excelencia del Ser Supremo;
contienen profecías que se han cumplido con
exactitud en el dilatado transcurso de los siglos;
proponen una doctrina sublime., superior íi la sa-
biduría humana, y enseñan una moral que tiene
por objeto el amor d& Dios y del prójimo y el
51
ejercicio de la humildad, de la mansedumbre, de
la paciencia, de la castidad y más virtudes.
Estos caracteres no se encuentran en los
libros de los hombres, y son propios solamente
de las obras escritas por inspiración de Dios.
¿Se conservan íntegros los libros sagrados?
Dios que se dignó darlos á los hombres ha
provisto eficazmente á su conservación é inte-
gridad. No perecieron los libros sagrados cuan-
do los israelitas que los guardaban estuvieron
cautivos en Babilonia, después de la ruina de la
ciudad y del templo de Jerusalén; porque los ju-
díos piadosos conservaron consigo muchos ejem-
plares, de manera que cuando volvieron de la
cautividad, Esdras en medio de la multitud re-
cibió de manos de un escriba el libro de Moisés
y lo leyó al pueblo. .•".;
En la persecución del rey Antíoco que man-
dó quemar los libros santos, que tuviesen las dos
tribus de Israel sujetas á su dominio, es cierto
que todos los sábados se leían y explicaban los
libros de Moisés en las sinagogas de las ciudades
donde estaban dispersos los judíos, y cuando vol-
vieron á reunirse en Jerusalén ayunaron y tuvie-
ron el consuelo de abrir los libros santos que es-
taban en sus manos. Salvando estos dos casos,
los libros sagrados no corrieron peligro de per-
derse, por que los profetas, los varones justos y
todos los judíos los guardaban con celo y admi-
rable veneración.
Establecida la Iglesia cristiana se aseguró
más la integridad de los sagrados libros, por la
existencia y dispersión de innumerables ejw-
52
piares, por la perpetua contienda entre «túll-
eos y herejes, por los innumerables escritores
que conservan la Biblia, y los obispos y los sa-
cerdotes que la leen todos los días.

LECCIÓN VIL
¿La Sagrada Escritura necesita de intérpre-
te!
La Sagrada Escritura necesita de intérpre-
te, porque no es clara en lo tocante ala fe y a l;i
moral; pues en ellas, dice S. Pedro, hay algunas
cosas difíciles de entender, las que adulteran
los indoctos é inconstantes para ruina de si
mismos. Dos cosas hacen oscura la divina reve-
lación: la materia y el modo. La materia son
las verdades sobrenaturales, los misterios, los
preceptos, los consejos, las virtudes y los vicios,
en todo lo cual es muy fácil engañarse. El modo
cómo está escrita depende de los idiotismos de
la lengua, de los tropos y figuras, de los ritos,
de las costumbres, leyes y más circunstancias
del tiempo y de los lugares en que existieron
los escritores; acerca de las cuales los eruditos
han hecho prolijas investigaciones y continúan
en ellas sin alcanzar todavía el término de su la-
bor.
El constante é interminable desacuerdo en
<pie se hallan los protestantes respecto del sen-
tido de algunos lugares de la Sagrada Escritura,
á pesar de que ellos presumen que les asiste el
Espíritu Santo para entenderlos bien, es una
53
prueba práctica de la oscuridad de la revelación,
y de la necesidad de admitir el magisterio de la
iglesia para descubrir el genuino sentido.
¿Á quién corresponde interpretar el verda-
dero sentido de la revelación divina?
Solamente á la Iglesia Católica, porque sólo
ella es infalible en sus juicios, es la depositaría
de la revelación y de su genuino sentido, y tie-
ne autoridad divina para enseñarla con sinceri-
dad. La Iglesia ha hecho uso constantemente
de esta facultad condenando los errores contra-
rios á la revelación; y separando de su seno á
quienes los han defendido con signos de contu-
macia, desde Simón Mago hasta Lutero y sus
partidarios.
La interpretación de la Sagrada Escritura
puede ser dogmática ó exegética: dogmática es
la qué hace la Iglesia Católica en materias to-
cantes á la fé ó á la moral; la exegética ó doctri-
nal dan los padres y doctores de ia Iglesia, para
explicar y hacer inteligible alguno de sus luga-
res, ó resolver la aparente contradicción que se
nota entre algunos de ellos.
¿Con quó disposiciones debemos leer la Sa-
grada Escritura?
Cuando á juicio del párroco ó del obispo á
Hiñen perteneciésemos, nos fuere conveniente la
lectura de la Biblia explicada, procuraremos
leerla con las disposiciones siguientes: I* pure-
za de corazón, porque la sabiduría celestial es
inaccesible para una alma esclava del pecado;
*-'• la oración, porque la luz y la gracia
l
están
'prometidas á quienes las pidan 3? intención
•te
fosóte para conocer y cumplir la voluntad de Dios
manifestada por la divina palabra; 4* humil-
dad en someter la razón á la fe, simplicidad que
excluye curiosidad vana ó perjudicial, y constan-
cia en leer con atención y meditación.

LECCIÓN VIII.
¿Se encuentran en la Sagrada Escritura to-
das las verdades que Dios ha revelado?
Hay otras verdades reveladas que constan
en la Tradición Divina, la cual no es otra cosa
que la palabra- de Dios no escrita en los libros
santos v trasmitida de viva voz. Existió en la
ley antigua, según las palabras de David que di-
ce: Todo lo que mandó Dios á nuestros padres
que hiciesen conocer á sus hijos, para que lo
supiese la otra generación. Los hijos que nacc-
rán,y se levantarán, lo contarán también á sus
hijos, para que pongan en Dios su esperanza.
En la ley nueva el apóstol San Pablo la recomien-
da mucho con estas palabras: os alabo, herma-
nos, porque en todo os acordáis de mí y guar-
dáis mis instrucciones.
Se divide en dogmática y disciplinar. So
Bsma tradición dogmática la que enseñaron Jesu-
cristo ó los apóstoles acerca de la fe ó de las cos-
tumbres; disciplinar es la que instituyeron los
apóstoles como pastores de la Iglesia, para ins-
truir á los fieles respecto del régimen de la Igle-
sia, del culto y otras cosas semejantes. La tra-
dición por razón del autor es apostólica ó ecle-
55
siástica; por la duración es perpetua ó temporal;
por la obligación que impone es de precepto ó
de consejo; por la extensión es local ó univer-
sal.
Como artículo de fe declarado por la Iglesia
estamos obligados á creer que la Tradición Divi-
na es regla de fe, de la misma manera que lo es
la Sagrada Escritura, y que su depositaría é intér-
prete infalible es la Iglesia Católica.
¿Es necesaria la Tradición Divina para la te
católica?
Es absolutamente necesaria; porque sin ella
no podríamos conocer el número de los libros
sagrados, asegurarnos de que son auténticos é
inspirados por Dios, ni descubrir su verdadero
sentido. La Tradición nos enseña muchos artí-
culos de fe que no constan en la Sagrada Escritu-
ra y los creemos firmemente; tales son: la validez
del bautismo conferido por los infieles y herejes,
la genuina forma de este sacramento, la cesación
de los preceptos ceremoniales de Moisés, la ob-
servancia del domingo en lugar del sábado, &.
La doctrina de los cuatro evangelios al principio
fué propagada solamente por tradición, hasta que
los discípulos de Jesucristo, en diversos tiempos,
la escribieron por inspiración del Espíritu Santo.
Los santos padres hicieron uso de la Tradición
para enseñar los dogmas de fe y rebatir los erro-
res de los herejes.
¿Cuáles son los medios generales por los que
se ha trasmitido constante, universal y pública-
mente la Tradición Divina de edad en 'edad?
Los siguientes: el magisterio de la Iglesia*
50
las actas de los concilios ecuménicos, las actas
de tos mártires, la sagrada liturgia, la práctica
de la Iglesia y los escritos de los santos padres,
de los escolásticos y de los teólogos.

ORACIÓN.

Oh Dios intiuitainente misericordioso, que os


habéis dignado alumbrar mi entendimiento con
la luz de la revelación, v manifestarme los me-
dios seguros para alcanzar la vida eterna; eonce-
dedme la gracia de observar lielmente vuestra.
adorable palabra.—AMÉN.
S U D A PARTE.
E L MUSÍAS ANUNCIADO l'OR LOS l'RO'PUTAM V

MANIFESTADO POR SÍ MISMO,

DE LAS PROFECÍAS.

¿Quiénes eran jos profetas?


Hombres inspirados por Dios para anunciar
las cusas futuras, especialmente la venida del
Mesías. Eran los instrumentos por los cuales s*
comunicaba Dios con su Iglesia para conservar-
la en Ja santidad en que había sido instituida
desde el principio, hacer frente al poder huma-
no que intentase destruirla, y exhortar i\ los ex-
traviados para que volviendo sobre sí se convir-
tiesen.
58
¿Cómo se escribieron las profecías?
Los mismos profetas escribían los sumarios de
sus exhortaciones y anuncios, los dejaban en el
templo juntamente con los libros sagrados, y ser-
vían de luz para el gobierno del pueblo hebreo.
Los cuatro profetas que escribieron con mayor
extensión se llaman mayores y los doce res-
tantes se llaman menores. Con el carácter
de profetas se presentaron en la antigüedad
Henoc, Noé, Abrahám, Jacob, Moisés, Nathán y
Gad, Elias y Elíseo y otros muchos, pero no es-
cribieron nada de lo que enseñaron.
¿Cómo vivían los profetas?
En comunidad con sus discípulos, vestidos
de saco y de cilicios, y se ocupaban en el trabajo,
el estudio y la meditación. Se presentaban en
público sólo para anunciar la voluntad de Dios,
corregir los vicios é intimar los castigos del cie-
lo. Hablaban con libertad como enviados de
Dios, reprendían la impiedad de los príncipes y
los desórdenes del pueblo, y atacaban con intre-
pidez admirable todo lo que se oponía á la reli-
gión del verdadero Dios, sin temor de la persecu-
ción, de los tormentos, ni de la muerte á que se
traían frecuentemente expuestos por esta causa.
Las casas de los profetas eran el asilo de la
piedad, á donde iban los israelitas para instruir-
se en la ley de Dios, enmendarse de sus pecados
y consultar la voluntad divina en las cosas tocan-
tes á la salvación eterna. Los discípulos de los
profetas, por la pureza de las -costumbres y la
santidad de vida, que por mucho tiempo obser-
vaban en aquellas austeras congregaciones, eran
59
de ordinario favorecidos por Dios con el doií
gratuito y sobrenatural de la profecía.
¿Profetizaban con frecuencia?
No profetizaban con frecuencia; mas cuan-
do recibían la inspiración divina salían de su re-
tiro tranquilamente y en posesión de sí mismos,
y hablaban sólo cuanto era necesario para dar á
conocer á los hombres la voluntad de Dios, de
la que estaban íntimamente penetrados.

I LECCIÓN II.
¿Cuál es el objeto principal de los profetas?
¿«tratar al Mesías de modo que m le «*#-
nozca con certeza. Los primeros profetas anun-
.ciaron un Kedentor, y á medida que los tiem-
pos se sucedían, los profetas posteriores iban
expresando el tiempo, el lugar y las condicio-
nes personales del prometido. Terminada
la descripción,. con los últimos detalles y lle-
gado el tiempo en que los vaticinios debían
cumplirse, Juan Bautista se presenta enviado
por Dios para señalar con el dedo al deseado
de todas las gentes diciendo: "He aquí el Corde-
ro de Dios; he aquí el que borra los pecados del
mundo."
¿Existen muchas profecías relativas á Jesu-
cristo?
Existen muchas profecías que anuncian el
nacimiento , la vida, la muerte, la doctrina las
obras y el triunfo de nuestro Señor; las cuales
componen una historia exacta y completa, es-
60
crita por inspiración divina mil años antes de
verificarse. Para que no haya duda acerca de
la verdad é integridad de las profecías, la Pro-
videncia dispuso que las tuviese á su cuidado
i a nación judía, enemiga declarada del cristia-
nismo, la que habría levantado la voz para avi-
sar el fraude, caso de ser escritas después de
ios acontecimientos, ó modificadas de alguna
manera para dar gratuitamente existencia á uno
tfe los más sólidos fundamentos de la fe cató-
lica.
¿Las profecías sou el fundamento de la fe?
Las profecías demuestran, sin lugar á duda.
*pe la Religión Católica, en cuyo favor fueron
dadas y cumplidas, es verdadera y divina. Por-
que sólo Dios conoce las cosas futuras que de-
penden de la libre voluntad de los hombrea, su-
ceden en lugares y tiempos muy lejanos, y no
pueden ser previstas por ninguna inteligencia
creada. Dios, por un milagro de su sabiduría
infinita y de su bondad, comunicó á los pro-
fetas los secretos del porvenir y les envió ante
las naciones para anunciar al Redentor y la
Religión Cristiana. Pero Dios no puede obrar
milagros para autorizar la impostura y la false-
dad. Luego la Religión Cristiana, mudada en
las profecías, que son verdaderos milagros, com-
fitobadas con su exacto cumpUmientoy es verda-
dera y divina.
¿Qué es profecía?
La previsión cierta y la predicción de las (jo-
sas futuras que no se pueden conocer por medio
de las causas naturales. El astrónomo que anun-
61
cia los eclipses del sol ó de la luna, fundándose
en la velocidad y dirección del movimiento de
estos planetas, ni el físico que predice los fenó-
menos de la naturaleza pueden llamarse pro-
fetas, porque la ciencia humana da luz suficien-
te para conocer, de antemano, algunas cosas que
sucederán en conformidad con las leyes inva-
riables que rigen el universo. Tampoco son
profecías las predicciones hechas al axiaso aun
cuando se cumplan algunas veces, por hallarse
en la esfera de lo posible. Las profecías tie-
nen á Dios por autor, como le tienen los mi-
lagros, y deben por tanto ser ciertas y sobre-
naturales.

LECCIÓN III.
¿Cómo se aseguraba la verdad y el cumpli-
miento de las profecías desde su anuncio?
Por medio de otras profecías que se cum-
plían inmediatamente. Así, Jesucristo anuncian-
do su muerte, su resurrección, la dispersión de
sus discípulos, la ruina de Jerusalén, &., que se
cumplieron inmediatamente, nos dejó asegura-
da la verdad y el cumplimiento de sus profe-
cías relativas á la estabilidad perpetua de su
iglesia, á la existencia de la vida futura, <fc.
Los profetas ordinariamente anunciaban dos
cosas: una próxima que debía cumplirse in-
mediatamente, y otra remota que dependía. deJ
transcurso de siglos. Isaías anunció que Aeaz,
rey de Judá sería libertado de los reyes m
G2

Samaría y de Damasco sus enemigos, y así su-


cedió en aquellos días. Al mismo tiempo vati-
cinó el nacimiento del Mesías de una madre
virgen, diciendo: He aquí que concebirá una vir-
gen, y dará á luz un lujo que se llamará Ma-
nuel. El cumplimiento de lo primero no deja-
ba lugar á duda respecto ,de lo segundo, rela-
tivo al Mesías, objeto principal del profeta.
¿Porqué no reconocen los judíos á Jesús Na-
zareno como al Mesías anunciado por los pro-
tetas?
Porque se han obstinado en la idea de que
el Mesías debe ser un conquistador glorioso, lle-
no de prosperidad temporal. La preocupación
les conduce al extremo de incurrir en contra-
dicciones inconcebibles: creen que el Mesías na-
cerá de la familia de David hallándose ya extin-
guida completamente la raza de este monarca:
esperan un guerrero que se llamará principe dv
la paz, que siendo vencedor morirá por los pe-
cados de su pueblo; un rey temporal y eterno
que hermanará los placeres sensuales con la
justicia y la santidad perfecta. Así alucinados
esperan todavía al Mesías, y tienen á Jesucristo
por un impostor digno del último suplicio á que
¿líos le condenaron.
¿Las profecías hablan de Jesucristo directa
y literalmente?
Los apóstoles y evangelistas entendieron di-
recta y literalmente muchas de las profecías que
se refieren á Jesucristo, y casi no hay una sola
profecía que no esté repetida en el Nuevo Tes-
tamento y aplicada á Jesús de Nazaret. Po-
63
nemos entre las profecías directas y literales
las siguientes: 1* Las palabras con que Dios eu
el Paraíso anunció que la raza de la mujer que-
brantará la cabeza de la serpiente; 2* la predic-
ción de Jacob á su hijo Judá asegurándole
que de su descendencia nacería el Mesías;
I* la de Moisés que anunció un profeta seme-
jante á él; 4" la de David que habla de un sa-
cerdote eterno según el orden de Melquisedec;
f>* la de Isaías que describe al varón de dolores.
De igual manera son directas la profecía de Da-
niel que fija 70 semanas para la venida del Me-
sías, las de Ageo y Malaquias que anuncian el
engrandecimiento del segundo templo, por cuanto
en él entrará el Deseado de todas las gentes.

LECCIÓN IV.
¿Cuál es la profecía de Jacob acerca del Me-
sías?
Hallándose Jacob próximo á la muerte lla-
mó á sus hijos y anunció á cada uno lo que le
sobrevendría en lo futuro. ÁJudá le dijo: "Te
alabarán tus hermanos: tu mano en las cervices
de tus enemigos, te adorarán los hijos de tu pa-
dre No será quitado de Judá el cetro, y de
xm muslo el caudillo, hasta que venga el que ha
de ser enviado, y él será la expectación de las
y entesa
¿ En qué sentido tomaron los judíos esta pro-
fecía.
Los antiguos doctores judíos la aplicaron
G4

unánimemente al Mesías, y San Juan la entendió


de la misma manera, cuando escribió en la Apo-
calipsis estas palabras: Venció el Icón ele la tri-
bu de Judá
Es evidente que la palabra cetro en el es-
tilo de la Biblia no sólo indica la dignidad real,
sino también toda preeminencia que va acompa-
ñada de autoridad. En el lugar citado signifi-
ca el bastón del anciano ó del jefe de una fami-
lia, porque habla de la superioridad de fuerzas
que tendrá la descendencia de Judá sobre la de
sus hermanos.
La palabra caudillo tiene la misma signifi-
cación que legislador, magistrado, cabeza, doc-
tor, lo que es conforme con la acepción que he-
mos dado á la palabra cetro.
La expresión que sigue: el que ha ele ser en-
riélelo equivale á enviado por excelencia ó á Me-
sías; así como él será leí expectación de las gen-
tes vale como decir á él correrán en trojas los
pueblos.
¿Qué se infiere de las palabras de la profe-
cía?
Se infieren tres cosas: 1" que la tribu de Ju-
dá habrá ade tener preeminencia sobre las otras
tribusj 2 que formará un gobierno independien-
te con leyes y magistrados propios; 3" que el Me-
sías nacerá de los descendientes de Judá, cuando
la tribu de este nombre hubiese perdido su pree-
minencia. Esto último es lo principal del va-
ticinio.
¿Se cumplió la profecía en todas sus partes?
Evidentemente. La tribu de Judá fué siem-
05
pre la más numerosa, ocupó la mayor parte de
Sé tierra prometida y la ciudad capital; guardó
íidelidad á sus reyes legítimos en el tiempo
de la separación de las diez tribus, y después de
la cautividad de Babilonia, que duró setenta años,
volvió á su patria sin perder su independencia.
Es cierto que el cetro se conservó sin inte-
rrupción en la tribu de Judá cuando era gober-
nada por sus reyes, ó por Zorobabel, Daniel y
Nehemías en el cautiverio y, en todo tiempo, por
el presidente del Sanedrín, hasta que Pompcyo
sometió á los judíos y los gobernó Herodes ex-
tranjero con el nombre de rey. Los judíos co-
nocieron que en aquel tiempo había terminado
la sucesi n de reyes de su razaj porque pidien-
do la muerte de Jesucristo, que apareció enton-
ces, clamaban por las calles: No tenemos otro
rey que el César quien debe condenar á los cri-
minales.
Después fué tomada y arruinada Jerusalén
y la nación disuelta sin esneranza de restable-
cerse.
GG

LECCIÓN V.
¿Cuál es el primer profeta (pío describe los
caracteres del Mesías?
El real profeta David, en los salmos anuncia
las circunstancias del nacimiento, de la vida y de
la muerte del Mesías con admirable exactitud.
Dice que los renes de Tarsis, los de la Arabia
y de Sábá le traerán dones preciosos al Mesías,
como sabemos que lo hicieron los reyes magos.
Prevee el real profeta la persecución que se
levantará contra Jesucristo y dice: ¿Porqué bra-
maron las gentes, y los pueblos meditaron cosas
vanas? Asistieron los reyes de la tierra, y se,
mancomunaron los principes contra el Señor, y
contra su Cristo. Destrocemos sus ataduras
(dijeron) y sacudamos de nosotros su yugo. Mas
el que habita en los cielos se burlaba de ellos
y el Señor los escarnecerá. En realidad sólo
contra Jesucristo se han levantado todas las na-
ciones y los reyes de la tierra para echar de sí
el yugo de la* ley evangélica, pero Jesucristo
ha triunfado sobre todos ellos, y su imperio se
ha extendido en toda la tierra.
¿Cómo anuncia David los padecimientos y la
muerte del Mesías?
Con estas palabras que pone en hoca de Je-
sucristo: "El que estaba sentado a mi mesa ha
señalado su perfidia contra mí. Mis enemigos
me han insultado, han meneado la cabeza y han
dicho: Ya que ha puesto su confianza en Dios,
67
que venga Dios á salvarle. Horadaron mis ma-
nos y mis pies, contaron todos mis huesos, se
repartieron mis vertidos, y sobre mi ropa echa-
ron suerte. Y me dieron hiél por comida, y en
mi sed me dieron á beber vinagre." Mil años
autes de la venida del Salvador escribió David
esta profecía que se cumplió literalmente.
¿Cómo se cumplieron las circunstancias sin-
gulares que contiene esta profecía de David?
Los evangelistas refieren que Jesucristo rué
vendido por ¿tulas que estuvo sentado á su me-
sa; que sus discípulos le abandonaron cuando
fué tomadoj que sus enemigos le escupieron al
rostro, y moran la cabeza cuando le vieron cru-
cificado^ y Dios no venía en su auxilio; que le
tijaron en la cruz taladrándole los pies y las ma-
nos; que le aplicaron á los labios una esponja em-
papada en hiél y vinagre, y que los soldados que
le crucificaron se repartieron sus vestidos, excep-
to la túnica que uno de ellos sacó por suerte.
Donde se ven en perfecta, conformidad las pa-
labras de la profecía con las de la historia.
¡So anunció David la resurrección de Nues-
tro Señor?
La anunció con las siguientes palabras que
pronuncia en nombre de Jesucristo: "Mi carne
desratizará en la esperanza; no dejarais mi alma
en el infierno, y no permitiréis que vuestro san-
to vea la corrupción."
El alma de Jesucristo bajó á los infiernos, y
su cuerpo quedó en el sepulcro sin corromper-
se; tres días después volvió á unirse con su
cuerjro y se verificó la resurrección gloriosa del
68
Salvador.

LECCIÓN vi.
¿Quién fué Isaías?
Fué hyo de Amos, descendiente de David,
existió en tiempo de los reyes Oslas, Joatán,
Acáz y Ezequías setecientos años antes de Jesu-
cristo. Elegido por Dios desde la infancia, un
serafín tomó del altar una ascua, y con ella to-
có los labios del niño para purificarlos. Isaías
hablaba con incomparable elocuencia ó intrepi-
dez á los pueblos y á los reyes. Manases se
ofendió al verse reprendido por el santo profeta,
y. mandó aserrarle con una sierra de madera y
dividirle el cuerpo por el medio desde la cabe-
za. Murió Isaías martirizado á la edad de ciento
treinta años.
¿Qué anunció Isaías respecto del nacimiento
de nuestro Señor?
Que su Madre santísima sería virgen, y lo
expresó con estas palabras: He aquí que la Vir-
gen concebirá y dará á luz un hijo que se llama-
rá Emmanucl. Respecto de sus caracteres per-
sonales dice: Nos ha nacido un tierno niño, será
llamado el Admirable, el Fuerte, el Padre del
siglo futuro, él Príncipe de la paz; el nombre in-
comunicable de Dios será su nombre; los reyes
vendrán á honrar su cuna y á ofrecerle presen-
tes.
La bondad, la dulzura y el poder de Jesús
para obrar milagros, describe así el elocuontísi-
üü
mo Isaías: El Mesías será lleno de dulzura, y
guiará á su pueblo como un pastor á su rebaño:
reunirá los corderillos y los llevará á su seno;
no será turbulento; no pisoteará la caña mal-
tratada. Su poder será igual á su bondad; los
ojos de los ciegos verán la luz; serán abiertos
los oídos de los sordos; el cojo saltará como el
ciervo, y será desatada la lengua de los mudos.
¿Dice algo Isaías acerca de la pasión de
Nuestro Señor Jesucristo?
Habla tan detalladamente como la refieren
los Evangelistas: "El vastago de Jesé se eleva-
rá delante del Señor, dice, como el árbol que sa-
le de tierra sedienta: no hay buen parecer en él,
ni hermosura: y le vimos y no era de mirar.
Despreciado y el último de los hombres, varón
de (¡olores y que sabe de trabajos: y como escon-
dido su rostro y despreciado, por lo que no hi-
cimos aprecio de él. En verdad tomó sobre sí
nuestras enfermedades, y el cargó con nuestros
dolores; y nosotros le reputamos como leproso,
y herido de Dios y humillado. Más él fué llaga-
do por nuestras iniquidades, quebrantado fué
por nuestros pecados: el castigo para nuestra
paz fué sobre él, y con sus cardenales fuimos sa-
nados. Todos nosotros como ovejas nos extra-
viamos, cada, uno se desvió por su camino: y
cargó el Señor sobre él la iniquidad de todos no-
sotros. Él se ofreció porque él mismo lo quiso,
y no abriósu boca: como oveja será llevado al
matadero, y como cordero delante del que lo
trasquila enmudecerá y no abrirá su boca,"
Así fué en realidad como los tormentos des-
70
figuraron el rostro adorable de Nuestro Salvador,
y le dieron el aspecto del último y más desgra-
ciado de los mortales. Tomó sobre sí las ini-
quidades de todos los hombres, y las expió pa-
deciendo la muerte en una cruz, sin quejarse de
sus verdugos.

LECCIÓN VII.
¿Quién fué Daniel?
El profeta Daniel fué uno de los cuatro jóve-
nes hebreos que Nabucodonosor recibió en su
palacio para alimentarios y educarlos, con el fin
de encargarles después los destinos más eleva-
dos de la corte. Transcurridos tres anos, Daniel
y sus compañeros Ananías, Misael y Azarías, sin
haber aceptado los manjares y el vino que se
les enviaba de la mesa real, y alimentados sola-
mente con legumbres y agua pura, se presenta-
ron ante el rey Nabucodonosor, quien admirado
de la hermosura é instrucción que manifestaron,
les dio empleos en su corte para que estuviesen
siempre á su lado.
Algunos años después Nabucodonosor tuvo
un sueño angustioso que se le olvidó luego. En
su desesperación de recordarlo, mandó que todos
los adivinos v magos de Babilonia fuesen conde-
nados á muerte, caso de no poder retorir, algu-
no de ellos, el sueño que había tenido, y decir m
significado. Se cumplía la orden, sin piedad,
cuando se presentó Daniel, después de haber u
pa-
sado la noche en oración, y le dijo al Rey: He
71
aquí, señor, el sueño que habéis tenido: Te pare-
ció que veíais una grande estatua y su vista era
aterradora. La cabeza era de oro, el pecho y los
brazos de plata, el vientre y los muslos de cobre,
las piernas de hierro, y la una parte de los, pies
era de hierro, y la otra de barro. Así la veíais
tú, cuando sin mano alguna se desgajó del monte
una piedra, é hirió á la estatua en los pies de
hierro y de barro, y los desmenuzó, y fueron así
mismo desmenuzados el hierro, el cobre, la pla-
ta y el oro, y reducidos como á. tamo de una era
de verano, y lo arrebató el viento; pero la pie-
dra que había herido la estatua se hizo un gran
monte y ocupó toda la tierra. Este es el sueño,
dijo Daniel: he aquí la interpretación."
"Tu eres rey de los reyes; todo está bajo tu
poder: tú, pues, eres la cabeza de oro. Después
de tí se levantará otro reino menor que tú, de
plata; otro tercer reino de cobre; el cual manda-
rá toda la tierra: y el cuarto reino será como el
hierro que domará á todos éstos. Más en los
días de aquellos reinos el Dios del cielo levanta-
rá un reino, que no será jamás destruido, y sub-
sistirá para siempre." Al oír estas palabras el
Rey se prosternó ante Daniel, le adoró como á
Dios y mandó que le ofreciesen sacrificios. El
profeta humilde se opuso á este culto indebi-
do, y elevó aquellos homenajes al verdadero Dios
que le había inspirado.
¿Cuáles son aquellos cuatro reinos de que
habla Daniel?
El primero, figurado en la cabeza de oro, es
el imperio de los babilonios; el segundo, repre-
72
sentado en el pecho de plata, es el de los modos
y de los persas; el tercero, indicado por el vien-
tre de cobre, es el de los griegos ó de Alejandro
que mandó á toda la tierra; el cuarto, significa-
do por las piernas de hierro, es el de los roma-
nos que sometió á los reinos anteriores. La pe-
queña piedra que desmenuza la estatua, se
aumenta sobre el polvo, y forma una montaña
que ocupa toda la tierra, es el reino espiritual
de Jesucristo, que se levanta sobre las ruinas
de los poderes de la tierra, se estiende á todo el
mundo y durará hasta el fin de los siglos.

LECCIÓN VIII.
¿Hay otros hechos en la. historia de Daniel?
El rey Baltasar, nieto de Nabucodonosor.
w 7 7

preocupado más de las comodidades que de los


deberes de su elevado destino, hizo un grande
convite á mil de los grandes de su corte, y en él
cada uno bebía según su edad. Estando ya em-
briagado mandó á sus palaciegos que le traje-
sen los vasos de oro y de plata, que su padre
Nabucodonosor había tomado del templo, y be-
bieron con ellos el rey, sus amigos y las muje-
res que allí estaban y cantaban himnos á sus
falsos dioses. En la misma hora aparecieron
unos dedos como de mano de hombre, que es-
cribía en frente del candelero que alumbraba el
salón. Entonces se inmutó el semblante del
Rey, le conturbaban sus pensamientos, y sus ro-
dillas se batían la una con la otra. Fueron lia-
73
niados todos los sabios, y no pudieron leer ni en-
tender las palabras. Se presentó Daniel, y, con
serenidad que admira, satisfizo los deseos de
Baltasar.
¿Cómo satisfizo Daniel los deseos de Balta-
sar?
Oh Bey, le drjo el profeta, esta es la escri-
tura que allí está dispuesta: Mane, Thecel Pha-
res; os daré la interpretación de las palabras.
Mane-Dios ha numerado tu reino y le ha puesto
término. Thecel: pesado en la balanza se te ha
encontrado muy ligero. Phares: tu reino está
dividido y dado á los medos y á los persas.
¿Se cumplió este funesto anuncio?
Esta sentencia terrible, castigo de la volup-
tuosidad y del sacrilegio, se cumplió inmediata-
mente. Ciro, rey de los medos y de los persas,
entró en Babilonia aquella misma noche, sus tro-
pas penetraron el palacio real, y fué muerto Bal-
tasar, en medio del degüello que puso término
á esa monarquía, como lo habían anunciado
Isaías y Jeremías muchos años antes del su-
ceso.
¿Daniel mereció bien de los reyes de Babilo-
nia?
Nabucodonosor, por sugestiones de los ene-
migos del profeta, mandó construir una estatua
muy grande para que, á hora señalada, la adora-
sen todos. Daniel se negó á tributar culto á la
estatua, y por esta razón el Rey mandó arrojar-
lo en un horno encendido, donde el Señor lo
guardó milagrosamente de las llamas. De igual
manera filó salvado de la cueva de los leones, á
74
donde lo hizo arrojar el rey Ciro, por haber ado-
rado al verdadero Dios, como tenía de costum-
bre hacerlo tres veces al día. Daniel fué el
blanco de los celos de los cortesanos, por envi-
dia de su sabiduría y de sus virtudes; vivió lejos
del tumulto del palacio, en la oscuridad, entre-
gado al ejercicio de la oración, para alcanzar de
Dios la libertad de su pueblo y volver á Jera-
salen.

LECCIÓN IX.
¿Cuál es la profecía de Daniel acerca del Me-
sías?
Sau Gabriel arcángel habló á Daniel y le di-
jo: Setenta semanas se han jijado sobre tu pue-
blo y sobre tu ciudad santa, para que fenezca
la prevaricación y tenga jin el pecado, y sea bo-
rrada la maldad, y sea traída la justicia perdu-
rable, y tenga cumplimiento la visión y la pro-
fecía, y sea ungido el santo de los santos.
H Sabe, pues, y nota atentamente: Desde que
se dé el decreto para que Jerusalén sea otra ees
edificada, hasta la venida de Cristo príncipe,
pasarán siete semanas y sesenta y dos semanas
más, y de nuevo será edijicada la plaza y los
muros.
Después de siete y sesenta y dos semanas se-
rá muerto él Cristo, y no será más suyo el j)uc-
blo que lo negará. Un pueblo extrangero ven-
drá con su jefe y destruirá la ciudad y el san-
tuario, y después de la guerra seguirá la de-
75
solución.
En medio de la última semana afirmará $u
alianza con el mundo, y cesará la hostia y el m«
orificio: la abominación de la desolación será en
el templo, y durará la desolación hasta la con-
sumación y el fin.
¿Cómo se explica la profecía de Daniel?
Los judíos llamaban semana, no sólo el pe-
ríodo de siete días, sino también el de siete años.
Las semanas de Daniel son de años, y las setenta
que ñja el profeta equivalen á cuatrocientos no-
venta años. En este supuesto la profecía anun-
cia que el Mesías vendrá dentro de 490 años, que
se contarán desde la fecha en que el rey de los
persas dé el decreto para que sea reedificada
Jerusalén. El Mesías, llamado el santo de los san-
tos, expiará el pecado y traerá la justicia sem-
piterna; en el medio de la última de las se-
tenta semanas confirmará su alianza con los
hombres, y, desconocido de su propio pueblo, se-
rá sentenciado á muerte. Después de la muer-
te de Jesucristo se arruinarán, el templo y la ciu-
dad y seguirá la abominación y la desolación
hasta el fin de los siglos.
¿Se ha cumplido la profecía de Daniel?
Lo demuestra el siguiente cómputo. Arta-
jerjes en el año séptimo de su reinado, esto es,
457 años antes del nacimiento de Jesucris-
to, dio el decreto que declara á los judíos exen-
tos de tributos, y les concede la facultad de
volver á Jerusalén, de disponer libremente iñ
su dinero, y por consiguiente, de emplearlo en
la reedificación de la ciudad, de los muros y del
7G
templo, como ellos deseaban. Si á los 457 años
que precedieron al nacimiento de Jesucristo m
agregan los 33 años que, poco más ó menos, vi-
vió el Salvador, tendremos completos los 4í)o
años que comprenden las setenta semanas pre-
vistas por Daniel.
Vemos además que todos los caracteres del
Mesías se encuentran en Jesucristo, quien fué
el santo de los santos, el que borró la maldad
expiando los pecados de los hombres, y trajo la
justicia sempiterna. La ciudad y el templo fue-
ron destruidos después del sacrificio de la cruz, y
la desolación continúa á pesar de los esfuerzos
que se han hecho para reedificar la ciudad, y
continuará hasta el fin, enseñando á todas las
generaciones que Jesucristo fué el verdadero
Mesías, anunciado por Daniel y todos los pro-
tetas.

LECCIÓN X.
¿Volvieron los judíos á Jerusalénf
Á los setenta años de cautividad volvieron
los judíos á Jerusalén, haciendo un penoso via-
je de trescientas leguas, y emprendieron en la
reedificación de la ciudad y del templo. Los an-
cianos, que habían conocido el templo de Salo-
món, lloraban al considerar que el nuevo no po-
dría compararse al antiguo, por la pobreza en
que habían quedado, y la falta absoluta de me-
dios para dar grandeza y gloria á la casa de Dios.
Mas, para su consuelo y aliento, el Señor llamó
77
al profeta Ageo y le mandó que hablara al pue-
blo, y dijera en su nombre estas palabras: Yo
conmoveré el cielo y la tierra, y vendrá el Desea-
do de todas las naciones, y llenaré de gloría
á esta casa con su presencia. La gloria de este
último templo será mayor que la del primero,
pues en este sitio daré la paz. Estas palabras
contienen un vaticinio acerca de la venida del
Mesías.
¿Qué anunció Ageo con las palabras expre-
sadas?
Dos cosas: 1* que el Mesías vendría antes
que se arruinasea
el templo que iban á edificar
los judíos; 2 que á la venida del Mesías Dios
conmovería el cielo y la tierra, para dar testi-
monio de su divinidad. Ambas cosas se cum-
plieron exactamente , como lo demuestran los
hechos.
Cuanto á la primera es cierto que Jesucris-
to con su presencia divina, con sus palabras,
obras y el sacrificio que instituyó, dio al segun-
do templo mayor gloria que Salomón al primero
con todas las riquezas que tenía, y que aquel
fué destruido por los romanos el año setenta de
la era cristiana,' de manera que ha pasado ya el
tiempo de la venida del Mesías.
Cuanto á la segunda parte de la profecía
es cierto que cuando Jesús Nazareno vino al
mundo se conmovieron el cielo, la tierra y el
mar, así por los milagros que obró en su vida y
en su muerte, como por la destrucción de los
ídolos y la conversión de todos los pueblos que
salieron de las tinieblas, fueron alumbrados con
78
la luz y santificados con la gracia. En vano han
pretendido los rabinos más célebres encontrar
®ü hombre distinto de Jesusristo, en quien se
cumplan los anuncios de Ageo; la variedad y
la oposición de sus opiniones ha venido á coii-
firmar la verdad que defendemos.
¿Algún otro profeta confirmó las consolado-
ras promesas de Ageo?
El profeta Zacarías las confirmó, y alentó á
los judíos para la reedificación del templo. Res-
pecto del Mesías dice: que borrará la iniquidad
del mundo; que será rey, justo, salvador, dulce
y humilde; que entrará en Jerusalén sentado en
una asna y su pollino; que será vendido por
treinta monedas de plata; que le taladrarán las
manos, &. Todo lo cual se cumplió en Jesucris-
to, con tal exactitud que no queda lugar para la
duda.
Todos los profetas mayores y menores han
hablado acerca del Mesías, expresando todos sus
caracteres con suma prolijidad, para que sea co-
nocido sin equivocación. Hemos citado los más
célebres y prescindimos de los otros por no alar-
erarnos.

ORACIÓN.
Oh Dios mío, por vuestra infinita misericor-
dia os habéis dignado consolar al hombre des-
pués de su pecado, prometiéndole, por medio de
los profetas, un Redentor; concededme la gracia
79—.
de creer en Él, y de conseguir mi salvación por
sus merecimientos, y las buenas obras que me
propongo practicar con vuestro auxilio. AMÉX.

• 8ECCIOX II.
DSIi MBSIAS MANIFESTADO POR SI MISMO.

LECCIÓN I.
¿Cuál era el estado del mundo cuando Tino
el Mesías anunciado por los profetas?
El imperio romano abarcaba casi todas las
naciones, y, en medio de una paz estable, Augus-
to ocupaba el trono de los Césares. La idolatría
era la única religión dominante en todas partes,
y el culto nefando de los ídolos se practicaba
sin rubor, así como los sangrientos espectáculos
de los gladiadores eran las diversiones más bien
aceptadas. En Roma había échenla colegios de
sacerdotes y sacerdotisas de los falsos dioses, y
treinta mil ídolos. Los hombres más grandes,
como los sabios y los filósofos, no exentosos de los
errores y cómplices, con frecuencia, d# * desór-
denes del pueblo, eran incapaces de disipar las
-80
tinieblas que rodeaban el mundo, porque no te-
nían convicción de las verdades que conocían, m
autoridad suficientes para enseñarlas.
¿El pueblo judío también se apartó del cono-
cimiento y religión del verdadero Dios'?
Era propenso á la idolatría, había mezclado
con la verdadera religión muchas supersticiones,
y se hallaba dividido en cuatro sectas de fari-
seos, saduceos, esenios y herodianos.
Los Fariseos llevaban una vida sencilla y
severa exteriormente, sin dejar de ser avaros,
ambiciosos y soberbios. Habían agregado á la
ley de Moisés muchas tradiciones supersticiosas
que observaban con exageración, menosprecian-
do la lev natural.
Los saduceos admitían sólo la Escritura in-
terpretándola libremente, y negaban la inmorta-
lidad del alma y la resurrección de los cuerpos.
Servían á Dios por interés de que los premie
con los bienes de este mundo, eran muy mate-
rialistas, y se entregaban á los placeres de los
sentidos sin rubor.
Los esenios eran muy espirituales, vivían co-
mo los profetas, guardaban continencia y pasa-
ban muchas horas en oración. Veneraban á Moi-
sés, su primer legislador, y castigaban con las
penas de blasfemia á quien hablaba mal de él
Negaban !ü resurrección de los muertos y la es-
piritualidad del alma, considerándola como una
materia muy sutil encerrada en la cárcel de su
cuerpo.
Los herodianos pertenecían d la comitiva
de Herodes, á sus soldados y funcionariosj esta-
81
ban relacionados con los fariseos, y seguían una
moral muy peligrosa.
Había además, entre los judíos, ciertas per-
sonas instruidas llamadas escribas, que interpre-
taban la ley como doctores, ó gobernaban el
pueblo como magistrados, ó eran notarios pú-
blicos del Sanedrín,
¿Cómo estaba dividido el territorio de la
Palestina?
La Palestina estaba dividida en tres partes:
Samaría era la primera, habitada por idólatras,
que después se hicieron judíos y adoraban áDios
en Garizín; la segada era Galilea, ocupada por
las diez tribus, que después del cautiverio res-
tablecieron una parte del reino de Israel; la ter-
cera llamada Judea pertenecía á las tribus rie-
les de Judá y Benjamín, que reedificaron Jeru-
salén y el templo. Los judíos habían perdido
su independencia, eran subditos tributarios de
los romanos, y el Mesías anunciado por Jacob
debía aparecer por entonces.

LECCIÓN II.
¿Dónde nació Jesucristo?
En la ciudad de Belén, como lo había anun-
ciado Miqueas, con estas palabras: Tá, Belén
Efrata, pequeña entre los millares de Judá, de
tí saldrá él dominador de Israel, desde los días
de la eternidad. Virgilio, vocero de la tradición
general de su tiempo, describe el reino del Me-
sías, y todos los pueblos esperaban que saldría
82
de Judea el soberano del raímelo.
En esta espectación general se hallaban to-
das las gentes, cuando nació Jesucristo en un
establo á media noche, el 25 de diciembre del
año del mundo 4004. Los pastores, que en las
cercanjgis guardaban sus ganados, fueron los prime-
ros que le reconocieron como á Dios y le adora-
loii, creyendo al ángel que les (lió el aviso del
nacimiento del Salvador, al mismo tiempo que
los ejércitos celestiales ensalzaban á Dios di-
ciendo: gloria á Dios en las alturas de los cielos y
paz en la tierra á los hombres de buena vo-
hin tan.
Después le adoraron los tres reyes de Orien-
te que vinieron de tierras muy lejanas, condu-
cidos por una estrella maravillosa y el poder de
la fe. Eran reyes poderosos y no desconocieron
al que había nacido en extremada pobreza, se
prosternaron en su presencia y le ofrecieron oro
como á rey, incienso como á Dios y mirra como
á hombre mortal; y se cumplió el vaticinio ele
David que dice: Los royos de Tarso y de Haba
lo ofrecerán presentes, y le darán oro de Arabia.
¿Qué nombre tomó'Nuestro Señor?
En su circuncisión, cuando derramó las pri-
meras gotas de su sangre por nuestro rescate,
tomó el nombre de Jesús, que quiere decir Sal-
vador; nombre adorado en el cielo, en la tierra
y en todas paites.
k los cuarenta días (le su nacimiento fué
preseutado por sus padres en el templo, y con-
sagrado á Dios como primogénito. El anciano
Simeón que se hallaba presente tomó á Jesús
83
eu sus brazos, anunció los beneficios de la reden-
ción, los padecimientos de la Virgen Santísima, y
partió del lugar santo lleno de consuelo para
acabar sus días en paz, después de haber visto
con sus ojos la salvación de Israel.
¿Dónele vivieron José y María con su Hijo
Santísimo?
En su casa de Nazaret en Galilea, después
de haber permanecido algún tiempo ocultos en
Egipto, huyendo de la persecución de Herodes,
que mandó degollar á todos los niños que tuvie-
sen menos de dos años de edad, con la esperan-
za de comprender entre los muertos al Rey de
los judíos. Desde Nazaret iban cada año á Je-
rusalén á celebrar la fiesta de Pascua. En uno
de aquellos viajes, cuando Nuestro Señor se ha-
llaba en edad de doce años, obedeciendo á la
voluntad de Dios, se separó de sus padres y se
quedó en el templo, en medio de los doctores,
para enseñarles la doctrina celestial que ellos ig-
noraban. Á los tres días de ausencia le hallaron
sus padres, y le llevaron consigo á su casa, don-
de, para darnos ejemplo de obediencia, uñé su
miso hasta la edad de treinta años, en la que
empezó la predicación del Evangelio.
84

LECCIÓN III.
¿Cómo principió Jesucristo su vida pública?
Juan Bautista, su precursor que vivía
en el desierto, vestía un saco de cerda de came-
llo, y se alimentaba de langostas y miel silves-
tre; salió a las riberas del Jordán donde predica-
ba á un numeroso concurso, anunciando la ve-
nida del Mesías y exhortando áque se preparasen
á recibirle por medio del bautismo y de la pe-
nitencia. Yo os bautizo en agua para que ha-
gáis penitencia, les decía, pero él que vendrá
después de m¿ es más poderoso que yo, pues no
soy digno de prosternarme delante de él para
desatarle la correa de su calsado; él os dará el
bautismo del Espíritu Santo y del fuego.
Jesús vino de Nazaret á donde Juan conti-
nuaba predicando, y recibió el bautismo, en el
cual se hizo presente el Espíritu Santo en for-
ma de paloma, y habló el Eterno Padre diciendo:
Este es mi hijo amado en quien tengo mis com-
placencias.
Después del bautismo se retiró. Jesús al
desierto, y, habiendo ayunado cuarenta días sin
tomar ningún alimento, el demonio se le acer-
có y le dijo: Si eres Hijo de Dios manda
que estas piedras se conviertan en pan. Je-
sús contestó: no sólo de pan vive el hombre
sino de todo lo que Dios le da para sustento.
Luego hallándose en el pináculo del templo te
dyo el tentador: si eres hijo de Dios arrójate do
85
aquí para que los ángeles te reciban sin que su-
fras golpe. Escrito está, le dijo Jesús: no tenta-
rás al Señor tu Dios, En fin, Satanás transpor-
tando á Jesús á la altura de una montaña, le hi-
zo ver los reinos del mundo con m grandeza
y le dyo: Todo esto te daré si postrándote á mis
pies me adoras. El Salvador, tomando entonces
tono de autoridad, le dijo: Vete Satanás, porque
escrito está: Adorarás al Señor tu Dios y servirás
á él sólo. De esta manera venció Jesucristo las
tres tentaciones más poderosas que padece el
hombre, cuales son la sensualidad, la vanidad y
la ambición.
Preparado por medio de la oración y del
ayuno, salió Jesucristo del desierto para dar
principio á su misión redentora, el año décimo
quinto del reinado de Tiberio, cuando la Judea
era gobernada en nombre del César por Pancio
Pihitos, siendo Herodes tetra rea de Galilea y
Anas y Caifas sumos sacerdotes, y se presentó
nuevamente en el Jordán donde Juan Bautista
continuaba predicando penitencia. El santo pre-
cursor, al ver á Jesús que venía hacía él, exclamó
delante del pueblo que le rodeaba: ¡He aquí el
Cordero de Dios que guita los pecados del mun-
do/Se le adhirieron á Jesús Andrés, Simón Pedro,
su heimano y Felipe primeros discípulos, y par-
tió Jesús con ellos á Cana de Galilea, donde ha-
llándose en la celebración de un matrimonio, con-
virtió, por voluntad de su Santísima Madre, el
agua en vino y obró el primer milagro.
86

LECCIÓN IV.
¿Qué obras admirables hizo Jesucristo antes
de la elección de los apóstoles?
Echó del templo de Jerusalén á los merca-
deres que allí compraban y vendían; libertó del
poder del demonio á un poseso, y curó á un para-
lítico por el mérito de su fe.
¿Cómo se hizo la curación del paralítico?
Las noticias de la liberación del poseso, ie
las obras extraordinarias, de- la elevación de la
doctrina y de la caridad incomparable de Jesu-
cristo, le tenían rodeado de una multitud de gen-
te, que algunas veces impedía absolutamente á
los menesterosos acercarse á su divina presen-
cia. Cierto día cuatro hombres llevaban á un
paralítico tendido en su lecho, y no habiendo po-
dido atravesar la multitud para presentarlo al
Salvador, subieron al techo de la casa, hicieron
una abertura ó introdujeron por ella al eu-
fermo. Viendo la manera cómo aquel desgra-
ciado había llegado á sus pies conducido por la
fe, le dijo Jesús: Hijo mío, ten confianza y tus
pecados serán perdonados. Los escribas y fari-
seos que estaban presentes decían; Blasfema;só¡o
Dios puede perdonar los pecados. Dirigiéndo-
se el Salvador á estos les preguntó: "¿Es más fá-
cil decir á un paralítico: Tus pecados serán per-
donados, que decirle: Levántate, toma tu lecho
y anda! Ahora Dien, para que sepáis que el Hi-
jo del hombre tiene poder de perdonar los peca-
87
dos, voy á curar en vuestra presencia á este en-
fermo." Dijo al paralítico: Levántate toma tu le-
cho y anda. Se levantó sano el enfermo, echó
su cama á la espalda, y se fué glorificando á su
bienhechor.
¿Qué hizo Jesucristo después de este mila-
gro?
Comprobada su divinidad con el poder de
perdonar los pecados, que era el fin de la En-
carnación, se retiró á la cima de una montaña,
donde pasó la noche en oración, preparándose
para elegir, entre sus numerosos discípulos, á los
que debían ser padres del nuevo pueblo de la
Iglesia que iba á fundar. Por la mañana del
día siguiente nombró á los doce que había ele-
gido para su compañía y ayuda, les llamó após-
toles, que quiere decir enviados, y les concedió
el poder de curar á los enfermos y de expeler i
los demonios.
La Iglesia á imitación de Jesucristo se pre-
para con la oración y el ayuno de las cuatro tém-
poras, para la ordenación de los sacerdotes que
se hace en aquellos días, á tin de no errar en la
elección de los que están predestinados por
Dios para el ministerio divino, que ejercieron Je-
sucristo y los apóstoles.
He aquí los nombres de estos: Pedro, San-
tiago y Juan hijos de Zebedeo, Andrés, Bartolo-
mé, Mateo, Tomás, Santiago y Judas hijos de
Alfeo, Felipe, Simón y Judas Iscariote que ven-
dió á su Maestro.
88

LECCIÓN V.
¿Qué hizo Jesucristo después de la elección
de los doce apóstoles?
Curó á los enfermos que le esperaban en la
llanura, y aprovechando la ocasión de haberse
reunido una grande multitud de gente, pronun-
ció, con voz clara para que le oyesen todos, el
discurso admirable que se llama sermón del
monte. En la primera parte del discurso ense-
ña Jesucristo los principios y las. bases de la
moral evangélica, contra el sensualismo que po-
nía la felicidad del hombre en las riquezas, los
honores y los placeres.
"Bienaventurados, dice el divino Maestro,
los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino
de los cielos;
Bienaventurados los mansos, porque ellos
poseeránia tierra;
Bienaventurados los que lloran, porque ellos
serán consolados;
Bienaventurados los que han hambre y sed
de justicia, porque ellos serán hartos;
Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia;
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán á Dios;
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos
serán llamados hijos de Dios;
Bienaventurados los que padecen persecu-
ciones por la justicia, porque de ellos es el reino
89
de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os
maldijeren, os persiguieren y os dijeren todo
mal contra vosotros mintiendo por mi causa.
Gózaos y alegraos, porque vuestro galardón es
muy grande en los cielos."
La segunda parte del sermón encarece el
ejercicio de la caridad en general y el amor de
los enemigos.
"Amad á vuestros enemigos, continúa ha-
blando Jesucristo, haced bien á los que os quie-
ren mal.
Bendecid á los que os maldicen, y orad por
los que os calumnian.
Dad á todos lo que os pidieren. Y lo que
queréis que hagan á vosotros los hombres, eso
mismo haced vosotros á ellos.
Y si amáis á los que os aman ¿qué mérito
tendréis?, porque los pecadores también aman á
los que les aman á ellos.
Amad á vuestros enemigos. Sed misericor-
diosos como es vuestro Padre celestial. Perdo-
nad y seréis perdonados.
Y por qué miras la mota en el ojo de tu her-
mano, y no reparas en la viga que tienes en tu
ojo.
Cada árbol es conocido por su fruto. ¿Por
qué no cogen higos de espinos, ni cosechan uvas
de zarzas?
El hombre bueno del buen tesoro de su co-
razón saca bien, y el hombre malo del mal te-
soro saca mal. Porque de la abundancia del co-
razón habla la boca.
¿Por qué, pues, me llamáis Señor, Señor, y no
90
hacéis lo que yo digo?"
La santidad y la elevación de esta doctrina
por sí sola manifiesta la divinidad de su Autor-
ningún hombre ha podido concebirla, ni obser-
varla, ni hacerla observar.

LECCIÓN VI.
¿Llamó Jesucristo á otras personas más para
que le ayudasen en su ministerio, después de ha-
ber elegido á los doce apóstoles?
Para que se ocuparan en la predicación del
Evangelio, y ejercieran los ministerios que les co-
metieren los apóstoles, Nuestro Señor eligió,
con el nombre de discípulos, á muchos de los que
le seguían, y en presencia de ellos hizo muchos
milagros, para afirmarlos en la fe de su divini-
dad, é inspirarles el santo interés de la salvación
de las almas. Resucitó á un joven hijo de una
viuda de la ciudad de Naím, cuando le llevaban
en el féretro para enterrarlo. En presencia de
los discípulos de Juan Bautista que le pregunta-
ban si era el Mesías esperado, curó á los enfer-
mos, á los baldados, á los ciegos, á los posesos y
á cuantos desgraciados se hallaban en la multi-
tud, y dijo á los enviados de Juan: juzgad por lo
que habéis visto: los sordos oyen, los ciegos ven,
los muertos resucitan.
Poco tiempo después, Jesucristo, acompaña-
do de sus discípulos, pasó el mar de Tiberíades
y se retiró al desierto. La multitud que le busca-
ba en todas partes, para oirle y conseguir la cu-
91
ración de sus enfermos, no tardó mucho en en-
contrarle. El Salvador, correspondiendo á la
diligencia con que le habían buscado, les conce-
dió los bienes que deseaban, y para que no des-
falleciesen en el camino por falta de alimento,
multiplicó milagrosamente cinco panes y dos pe-
ces, y dio de comer á cinco mil hombres fuera
de mujeres y niños. El pueblo, admirado de la
bondad del Salvador, quiso hacerle rey; pero Je-
sús huyó, y se retiró á un monte donde pasó la
noche en oración.
¿Qué promesa hizo Jesucristo á San Pedro?
Recorriendo el Salvador varias comarcas de
Galilea había confundido la hipocresía de los es-
cribas y fariseos, y anunciado su resurrección
con el ejemplo de Jonás, que estuvo tres días en
el vientre de una ballena y salió vivo. Se halla-
ba Jesús cerca de la ciudad de Cesárea de Filipo
y preguntó á sus apóstoles: "Qué dicen del hijo
del hombre? Ellos respondieron: Unos dicen que
eres Juan Bautista, otros que Elias, otros que
Jeremías ó alguno de los profetas. Y vosotros,
continúa Jesucristo, quién decís que soy? Simón
Pedro respondió sin vacilar: Sois el Cristo, hijo
de Dios vivo. Jesús añadió: Bienaventurado
eres Simón, hijo de Juan, porque no te reveló la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en
los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro y so-
bre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puer-
tas del infierno no prevalecerán contra ella. Te
daré las llaves del reino de los cielos: todo lo
que atares sobre la tierra será atado en el cielo,
y todo lo que desatares en la tierra será desata-
92
do en el cielo.

LECCIÓN VIL
¿Después de las promesas hechas á San Pe-
dro anunció Jesucristo algunas cosas más?
En seguida anunció su pasión, los oprobios,
ultrajes y la muerte con que terminaría su vida.
Y para que las humillaciones de su pasión y
muerte no dejaran en duda su divinidad, llamó á
Pedro, Santiago y Juan, y los condujo á un mon-
te alto, donde se transfiguró y dio pruebas evi-
dentes de ser hijo de Dios.
¿Cómo se transfiguró el Salvador?
Habiendo llegado á la cima de un monte Je-
sús se puso en oración, y los tres apóstoles fa-
tigados del camino se durmieron. La figura del
Salvador pareció otra mientras oraba: su rostro
estaba resplandeciente como el sol, sus vestidos
eran blancos como la nieve, y hablaba acerca de
su pasión con Moisés y Elias que se aparecie-
ron entonces. Los discípulos se despertaron,
vieron la gloria de Jesús y gozaron por un mo-
mento de la felicidad de los bienaventurados.
San Pedro deseaba construir en ese lugar tres
tiendas para vivir allí; y mientras hablaba Jesús,
les cubrió una nube, se oyó una voz que decía:
Este es mi hijo muy amado en quien me he com-
placido', escachadle. Los apóstoles cayeron ate-
rrados por el espectáculo; Jesús les levantó y
les dio aliento para que no temiesen y termi-
nó ia visión.
93
¿Cómo trataba Jesucristo á los niños?
Con mansedumbre y benevolencia manifes-
tándose complacido en medio de ellos; les reci-
bía en sus brazos, les imponía las manos y les
bendecía; los presentaba á la multitud como
símbolo de la inocencia que se necesita para
entrar en el reino de los cielos; y para que to-
dos respetaran la inocencia y la vida de los niños,
dijo que sería preíerible arrojarse al mar con
una piedra de molino atada al cuello, que ense-
ñar á un niño malas obras, ó atentar contra su
existencia. La ternura de su amor les mani-
festó, en ñu, cuando colmándolos de caricias co-
mo á candidatos de la bienaventuranza, asegu-
ró que tendría como hecho contra sí mismo to-
do lo que se hiciere contra el más pequeño de los
niños.
Siempre se mostró el Salvador bondadoso
y compasivo para con todos, con el fin de que
se alentasen para obtener el perdón de sus pe-
cados; y á sus discípulos que quisieron hacer
llover fuego sobre los samaritanos, que se nega-
ron á recibirlos, les reprendió diciéndoles que
no había venido á perder á las almas sino á sal-
varlas.
San Pedro refería á su discípulo San Cle-
mente, que Jesús cuando viajaba con sus após-
toles les iba á visitar por la noche, para ver si
padecían frío ó tenían alguna necesidad, y no
pocas veces pasaba toda la noche en diligencias
de procurarles su bienestar.
94

LECCIÓN V I H
¿Cómo es la parábola del sembrador?
Habiendo concurrido un crecido número de
gente de las ciudades y aldeas para oir la divi-
na palabra, el Salvador comenzó su discurso con
la semejanza siguiente:
Un hombre salió al campo á sembrar su si-
miente, y al sembrarla, una parte cayó al cami-
no, donde rué hollada por los caminantes, y se
la comieron las aves del cielo; otra parte de se-
milla cayó sobre las piedras, y por falta de hu-
medad se secó después de nacida; otra parte
cayó entre las espinas, y fué ahogada por las
plantas malas que crecieron más pronto; otra
parte cayó en buena tierra, nació y dio fruto á
ciento por uno.
La simiente es la palabra de Dios, continuó
explicando, y esta no produce íruto ninguno
cuando, se borra de la memoria apenas recibida,
ó se desvanece en la tentación, ó después de na-
cida es ahogada por el interés de las riquezas y
bienes de la tierra que crecen con más fuerza.
La buena tierra que da fruto con abundancia es
el corazón que recibe la palabra de Dios y la
guarda, llevando con paciencia las adversidades
de la vida, y obra bien con la esperanza de re-
cibir la recompensa que Dios tiene prometida.
¿Dónde se hospedó Jesucristo cuando fué á
Betania?
En casa de Lázaro que siempre le había sido
05
sinceramente adicto. María, lá menor de las
hermanas de Lázaro, se sentó á los pies del
Salvador para oir y contemplar las palabras que
decía; y Marta con mucho afán preparaba la co-
mida que debía ofrecer á su divino huésped.
No alcanzándose Marta á hacerlo todo por sí sola,
le dijo á Jesucristo: ¿No ves cómo mi hermana
me ha dejado sola para servir? dile, pues, que
me ayude. Y el Señor le respondió: Marta muy
cuidadosa estás, y en muchas cosas te fatigas.
En verdad una sola cosa es necesaria: • escuchar
la palabra de Dios, conocer el Sumo Bien y poner
los medios para llegar á élj María; que está con-
templando las grandezas de la divinidad, ha ele-
gido la mejor parte, y no le será quitada.
Marta es imagen de la vida activa, y María
de la contemplativa; ambos ejercicios deben reu-
nirse en una misma persona, para evitar los pe-
ligros á que cada uno está expuesto por separa-
do. Los institutos docentes de caridad y bene-
ficencia, se ejercitan á la vez en la vida activa
y en la contemplativa, ó imitan con la perfección
posible á Jesucristo que pasaba la noche en la a-
ración y el día lo empleaba en enseñarla doctrina
evangélica, curar á los enfermos y socorrer á los
necesitados. Las instituciones monásticas, pu-
ramente contemplativas, también ejercitan las
obras de misericordia socorriendo á los pobres,
amparando á las vírgenes, sirviéndose mutua-
mente y orando por todos.
96

LECCIÓN IX.
¿Los escribas y fariseos escuchaban al Salva-
dor de buena fe, con interés de conocer la verdad?
Al contrario, los escribas deseaban oírle al-
gún error, ó ver alguna falta en la conducta in-
maculada del Salvador para desacreditarlo, y ha-
cerle perder la merecida reputación que te-
nía en toda la Palestina; para este fin emplea-
ban la hipocresía, la astucia y todos los artifi-
cios que inspiran la envidia y el odio.
Cierto día los fariseos y herodianos, con el
fin de confundir al Salvador, le dijeron: Maestro,
sabemos que eres veraz y enseñas el camino de
Dios á todos sin aceptación de personas; ¿díuos,
pues, si es lícito pagar el tributo al César ó no?
Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo:
¿cuya es esta figura ó iuscripeión? Dícenle: del
César. Pues entonces pagad, les dijo Jesús, al
César lo que es del César, y a Dios lo que es de
Dios. Á todos causó admiración la sabiduría del
Redentor, pero ninguno pudo convertirse por
la mala disposición de su voluntad.
¿Cómo enseñó Jesucristo la existencia de la
vida futura, y los castigos que estaban reserva-
dos para los malost
Haciendo la siguiente relación:
Había un hombre rico, d\jo Jesús, que se
vestía de púrpura y de lino, y cada día tenía con-
vites espléndidos. Existía allí un mendigo lla-
mado Lázaro, lleno de llagas, que yacía á ta
97
puerta del rico, deseando recojer las migajas que
caían de la mesa; pero no había quien se las dé,
antes bien los perrosle lamían las llagas. Después
de tantos padecimientos murió el pobre, y los
ángeles le llevaron al seno de Abrahán, murió
también el rico y fué sepultado en el infierno.
Abriendo el rico los ojos, cuando estaba en los
tormentos, vio de lejos á Abrahán y á Lázaro
en el cielo, y levantando el grito dijo: Padre
Abrahán compadécete de mí, y envía á Lázaro
que moje la extremidad de su. dedo en agua
para refrezcar mi lengua, porque me quemo en
estas llamas. Abrahán le dijo: acuérdate que
tii recibiste bienes en la vida, y Lázaro padeció
males; pues ahora es él aquí consolado y tú eres
allá atormentado. Hay además entre nosotros y
vosotros un abismo impenetrable: los que qui-
sieren pasar de aquí á vosotros, no pueden, ni
de allí venir acá. Entonces dijo elrico:Te rue-
go, padre, que le envíes á mi casa para que se-
pan mis hermanos que hay infierno, y no caigan
en él. Abrahán respondió: tienen á Moisés y á los
profetas; léanlos. No, padre, dijo el rico; si al-
guno de los muertos fuere allá harían penitencia.
Si no oyen á Moisés, concluyó Abrahán, tampo-
co creerán, aúu cuando alguno de los muertos
resucitare.
98

LECCIÓN X.
¿Cuáles son los milagros de Jesucristo que
causaron mayor admiración á los judíos?
La curación de un ciego de nacimiento, y la
resurrección de Lázaro; de los cuales el primero
se verificó de la manera siguiente:
Los apóstoles encontraron en el camino á
un ciego de nacimiento y preguntaron á Jesu-
cristo, si aquel ciego ó sus padres habrían peca-
do para que él naciera privado de la vista. El
Salvador respondió, que aquel hombre había na-
cido Mego para dar gloría á Dios, sea resignán-
dose á la desgracia, ó presentaudo ocasión para
un miiagro con que Dios sería glorificado. To-
mó*luego un poco de tierra, la humedeció con
su saliva, la aplicó al ciego en los ojos, y le man-
dó que se lavara en los baños de Siloé. El ciego
se lavó los ojos como le ordenó el Salvador y re-
cobró la vista.
iHubo interés en averiguar la verdad de es-
te milagro?
Todos los vecinos, que habían conocido al
ciego que pedía limosna en las calles y caminos»
fueron á cerciorarse de la verdad de la curación,
y no pudieudo dudar de la identidad de la per-
sona, ni de la verdad del hecho, le condujeron a
la presencia de los fariseos, para que ellos de-
clarasen si había habido un verdadero milagro.
Los fariseos reconocieron el milagro, y sólo dije-
ron que Jesús no podía ser enviado de Dios, por-
99
(¿ue había curado en día sábado. Los judíos se
fueron á preguntar á los padres del que fué cie-
go, y le examinaron á él mismo muchas veces y
en diversos términos, acerca de la manera como
había recobrado la vista; y de todas las diligen-
cias resultó invariablemente la verdad del pro-
digio, nunca visto, de la curación de un ciego de
nacimiento.
¿Cómo resucitó Jesucristo á Lázaro?
Habían transcurrido cuatro días de la muer-
te de Lázaro, y un gran número de judíos ha-
bían ido á la casa para dar el pésame á la fa-
milia y consolarla. Cerca de las nueve de la
mañana, el Salvador estaba en la entrada de
Betania, fuera de los muros, donde Lázaro había
sido sepultado. María y Marta, anegadas en
llanto, y muchos judíos que les acompañaban
fueron á avisar ai Salvador que Lázaro había
muerto. El Salvador se acercó al sepulcro, y llo-
ví) sobre la tumba de su amigo, mandó levantar
la losa que la cubría, oró á su Eterno Padre, y
esforzando la voz dijo: Lázaro levántate y sal del
sepulcro. Al punto se levantó Lázaro co-
mo estaba sepultado, esto es, atados los
pié» y las manos, cubierto el rostro con un su-
dario y envuelto el cuerpo con una sábana. Los
judíos le quitaron las ligaduras, y Lázaro vi-
vo y sano se agregó á la multitud de circunstan-
tes, y se fué con todos ellos á su casa.
El milagro no dejó duda alguna. Los pontí-
fices y fariseos, convencidos de la verdad, reu-
nieron consejo para decretar la muerte del Sal-
vador é impedir, por esto medio, que el pueblo
100
crea en él, como debía suceder, por la fuerza
de los hechos.

LECCIÓN XI.
¿Cuáles son las parábolas más notables que
dijo el Salvador para infundirnos confianza en
la misericordia de Dios?
La de la oveja perdida, la de la draeuia que
perdió y halló la mujer, y la del hijo pródigo.
La primera refirió el Salvador diciendo: Un
pastor tiene un rebaño de cien ovejas, y á pesar
de su cuidado se pierde una de ellas. Al notar
la falta, deja las noventa y nueve y sale con
afán tras la oveja perdida, la busca sin descanso
por todas partes, y cuando la encuentra la toma
sobre sus hombros y la lleva al redil. Al volver á
su casa el pastor reúne á sus amigos y vecinos: fe-
licitadme, les dice, porque he encontrado á la
oveja que se me había perdido.
Os aseguro, añadió el Salvador, que así ha-
brá más gozo en el cielo sobre un pecador que
hiciere penitencia, que sobre la perseverancia de
noventa y nueve justos.
¿Cuál es la parábola del hijo pródigo?
Un padre tenía dos hijos, continuó el Salva-
dor: el menor de ellos pidió su herencia y se fué
con ella á un lugar distante donde la disipó vi-
viendo disolutamente. Hallándose en extrema-
da pobreza y necesidad, se arrimó á un hombre
de aquella tierra, el cual le mandó á su hacien-
da para que cuidase una manada de. cerdos.
101
Viéndose el joven en tanta miseria, y á punto de
perecer de hambre, recordó que los criados de la
casa de su padre tenían el pan en abundancia,
resolvió ir á pedir perdón de su enorme culpa,
emprendió inmediatamente en el viaje y se fué
para su casa. Cuando estaba aún distante, le
vio su padre y salió corriendo á recibirle, le
echó los brazos al cuello y lo besó. El joven
prosternado dijo: Padre he pecado contra el
cielo y contra tí: ya no soy digno de llamarme
hijo vuestro. El padre lleno de contento le dio
una vestidura nueva, le puso anillo en el dedo
y mandó preparar uu banquete para celebrar el
regreso de su hijo.
Toda la casa estaba alegre; mas el hijo ma-
yor, en tono de reconvención, le cüjo á su padre:
os he servido muchos años, he cumplido fiel-
mente vuestros mandamientos; pero nunca me
habéis regalado como á vuestro hijo menor, que
mucho os ha hecho sentir. El padre respondió:
tú siempre estás conmigo y todos mis bienes son
tuyos; mas ahora debemos regocijarnos, porque
tu hermano era muerto y ha revivido; estaba
perdido y ha sido hallado.
Los escribas y fariseos que habían mur-
murado de Jesucristo, porque recibía á los peca-
dores y comía con ellos, escucharon estas pala-
bras con admiración, y se retiraron en silencio,
al ver condenada la impiedad y dureza de su
corazón para con los desgraciados.
102

LECCIÓN XII.
En conformidad con los vaticinios de los
profetas, Jesús nació de la estirpe de David, de
una madre virgen, en Belén de Judá, recibió
los dones de los reyes magos, que fueron á ado-
rarle guiados por una estrella, y obró innumera-
bles milagros para acreditar la verdad de su doc-
trina. ¿Era necesario que hiciese otras cosas
más para cumplir su misión?
Las profecías señalan como rasgo caracte-
rístico del Mesías una muerte rodeada de afren-
tas, y su resurrección gloriosa, y debían cum-
plirse ambas para que la divinidad de nuestro
Redentor quedase demostrada hasta la eviden-
cia. "Porque si después de su nacimiento
maravilloso, seguido de una vida de treinta y
tres años tan santa y tan bien sostenida; Nues-
tro Señor es clavado en una cruz y muere del
modo que él lo ha anunciado, en conformidad con
los antiguos oráculos, y si después de su muerte
resucita publicamente el día que ha designado, es
preciso que sea realmente el Hijo de Dios."
jSe resolvió Jesús á padecer la muerte que
le habían decretado la Sinagoga y sus gratuitos
enemigos?
Nuestro divino Redentor, por su libre volun-
tad, se resolvió á recibir la muerte con que
debía consumar su misión, y se presentó publi-
camente en Jerusalén sentado en una asna, co-
mo era costumbre viajar en aquel tiempo. Gran-
íoa
de multitud de gente, que había ido de todas
partes para celebrar la Pascua, salió á encontrar
al Salvador: unos se quitaban la capa y la ten-
dían en el suelo, otros cortaban palmas y ra-
mas de los árboles y cubrían el camino, y todos
exclamaban: ¡Hosanna al hijo de David!: ¡ben-
dito el que viene en el nombre del Señor!: hosan-
na en las alturas!
El Salvador, que nunca dio signo de alegría
mezclaba sus lágrimas con el gozo del pueblo'
y contemplando la ciudad, desde la altura de la
entrada, lloraba diciendo: ¡Ah si advirtieses el
tiempo de la visita en que tu Salvador te trae
la reconciliación y la paz! ¡Tus enemigos
cercarán tus murallas, oh ciudad, te encarcela-
rán, y te estrecharán por todas partes, te arro-
jarán por tierra á tí y á tus hijos, y no quedará
piedra sobre piedra, porque no has conocido el
tiempo de su visita! Se dirigió al templo don-
de curó á los enfermos que se presentaron, y por
la tarde se fué á pasar la noche en Betania.
¿Qué sucedió al día siguiente?
Fué convidado á comer en casa de Simón el
Leproso. Estando Jesús en la mesa, una mujer
le derramó en la cabeza un baso de alabastro
Heno de estracto de nardo y excelente perfume.
Judas y otros dijeron: ¿Porqué se desperdician
cosas tan preciosas? El Salvador respondió: En
todo el universo se hablará con elogio de
esta acción y de la que la hizo.
Judas Iscariote, codicioso en extremo, re-
solvió, en ese momento, hacer gran lucro entre-
gando á su Maestro, en manos de los sacerdotes
104
y magistrados que habiau resuelto matarle. Se
fué á olios y se comprometió entregar á Jesús en
la primera ocasión que le fuese posible, y reci-
bió treinta reales como premio de su perfidia.

ORACIÓN.

Padre amautísimo de los hombres, que nos


habéis concedido la redención por Jesucristo,
vuestro Hijo, y la gracia incomparable de su
ejemplo y doctrina; haced, Señor, que tan gran-
des beneficios produzcan en mi alma frutos dig-
nos de vuestro santo amor.—AMÉN.
-105

DE LA PASIÓN Y MUERTE DEL SALVADOR.

LECCIÓN I
¿Qué acción memorable del Salvador prece-
dió á m último sacrificio?
La celebración de la Pascua. Eran las tres
de la tarde cuando Jesús mandó á Pedro y á Juan
que preparasen la Pascua, en una gran sala amue-
blada que les franquearía uno de los habitantes
de la ciudad. A las siete de la noche el Sal-
vador se sentó á la mesa con sus discípulos, y
comió el cordero pascual observando todos los
ritos acostumbrados. Duraba todavía la ceremo-
nia cuando Jesús, para dar ejemplo de humil-
dad y preparar á sus discípulos á la participa-
ción de la Sagrada Eucaristía que iba á instituir,
tomó una toalla y una fuente y lavó los pies á los
apóstoles. Volvió á la mesa, dio gracias á Dios,
su Padre7 por el poder que le había concedido
sobre la naturaleza, tomó en sus adorables ma-
nos el pan ázimo, lo bendijo y lo hizo pedazos
y lo distribuyó á sus apóstoles diciendo: Tomad
y comed, éste es mi cuerpo que va á ser entrega-
do por vosotros á la muerte. Tomó enseguida
el cáliz de vino, lo bendtjo y lo dio á sus apósto-
les diciendo: Bebed de este cálie porque esta es
mi sangre que será derramad* por vosotros-
106
Les confirió el poder de consagrar su cuerpo y
su sangre diciéndoles: haced ésto en memoria
de mí, y terminó la manifestación última de su
amor con una tierna despedida de sus apóstoles.
¿Á dónde se fué el Salvador después de la
cenaf
Se retiró al huerto de Getseuianí, acompaña-
do de sus once apóstoles, cuando Judas estaba
en la ciudad, acordando con los pontífices y ía-
riseos la manera como entregaría á su Maes-
tro, en el lugar expresado, á donde tenía costum-
bre de retirarse para orar. Dejó Jesús á los demás
y llevó consigo á Pedro, á Santiago y á Juan, y
íes dijo: Triste está mi alma hasta la muerte:
esperad aquí y velad conmigo. Se apartó de ellos
una pequeña distancia, y postrado de rodillas
oraba diciendo: Padre, si es posible, apartad de
mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino
la vuestra. Por segunda y tercera vez repitió
la misma oración, y cayó en agonía, con un su-
dor copioso de sangre que corría hasta el suelo,
y un ángel bajó á confortarle.
Terminada la oración, se presentó Judas se-
guido de una multitud de soldados que llevaban
armas y linternas, y para que conocieran á Jesús
y le prendieran, se acercó á saludarle diciendo:
Dios te guarde, Maestro, y le besó. Jesús le di-
jo: Judas, ¿con un beso entregas al hijo del hom-
bre? Al mismo tiempo llegaron los demás, echa-
ron mano de Jesús y le prendieron. Pedro sacó
la espada y cortó la oreja á Maleo. Entonces le
dijo Jesús: Vuelve la espada á su lugar, porque
los que tomaren espada á espada morirán. Hu-
107
yeron todos sus discípulos y dejaron á Jesús so
lo en manos de áus enemigos.

LECCIÓN II.
¿Á dónde llevaron á Jesús para juzgarle?
Á casa de Caitas, quien le interrogó acerca
de su doctrina y de sus discípulos. Jesús le res-
pondió: Siempre lie hablado en público; pregun-
ta á los que me han oído. Entonces Maleo le
dio una boíetada diciendo: ¿Así respondes al
Pontífice? El Sumo Sacerdote dijo á Jesús: Te-
conjuro por el Dios vivo que nos digas si tu eres
el Cristo Hijo de Dios. Jesús le cujo: Yo soy.
El príncipe de los sacerdotes rasgó sus vestidu-
ras y dijo: Ha blasfemado, haciéndose hijo de
Dios; reo es de muerte. Se acercaron los demás
le escupieron en el rostro, le dieron golpes y bofe-
tadas.
Pedro, que seguía á Jesús con timidez y es-
taba en el atrio, fué preguntado por una criada,
si él era de los discípulos de Jesús. El temor
de ser tomado le obligó á Pedro á negar que
era discípulo de Jesucristo, y á confirmar su
negación con juramento. A este tiempo cantó
el gallo, y acordándose Pedro que Jesús le dijo:
"Antes que cante el gallo me negarás tres ve-
ces," salió á fuera y lloró amargamente.
¿Qué hicieron al día siguiente los escribas
y los ancianos?
Se reunieron nuevamente y llevaron a Je-
sús á la casa de Pilatos, y pidieron permiso pa-
108
ra darle muerte, porque había dicho que era
Hijo de Dios. Judas, al ver que Jesús era con-
denado, se arrepintió de haberle entregado y se
fué al templo, devolvió las treinta monedas que
había recibido, diciendo: He pecado entregando
la sangre del justo. Salió de allí y fué á ahor-
carse. Hablando Pilatos con la multitud pre-
guntó de qué crimen acusaban á Jesús. Ellos
le respondieron que si no fuera un malhechor no
le hubieran traído á su presencia. Pilatos inte-
rrogó á Jesús: ¿Eres tu el Eey de los judíos?
Jesús respondió que era Rey, pero que su reino
no era de este mundo. No encontrando causa
para condenarlo le envió al tribunal de Herodes,
quien después de haber deseado mucho conocer-
le le despreció, le puso una túnica blanca como
A loco, y le volvió á enviar á Pilatos.
¿Cuál fué la resolución de Pilatos?
Que se le debía poner en libertad á Jesús,
porque no había sido convencido de algún deli-
to que mereciere pena de muerte; y quiso ade-
más que según la costumbre de conceder, en
Pascua, la libertad á un preso, el pueblo pidiese
la de Jesús y no la de Barrabás, único que ha-
bía en la cárcel por hurtos y homicidios. El
pueblo levantando la voz pidió la muerte de Je-
sús. ¿Pero qué mal ha hecho?, preguntó Pila-
tos; y el pueblo respondió: subleva á las turbas;
crucifícalo! Entonces Pilatos pidió agua y la-
vándose las manos delante del pueblo dijo:
Soy inocente de la sangre de este justo: allá os
lo veáis vosotros. Respondiendo el pueblo dijo:
Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros
—-109
hijos. Pilatos dio libertad á Barrabás, hizo azo-
tar a Jesús, y lo entregó después para que lo
crucificasen. ^

LECCIÓN III.
¿Qué hicieron los soldados cuando Jesús les
fué entregado por Pilatos?
Los soldados desnudaron á Jesús, le vistie-
ron de un manto de grana, le pusieron una co-
rona de espinas en la cabeza y una caña en la
mano derecha-, doblaban la rodilla ante ól y le
escarnecían diciendo: Dios te guarde Rey de los
judíos. Volvieron á vestirle de su propia ropa,
y le llevaron á crucificar.
Salió Jesús de la ciudad llevando la cruz en
sus hombros, con ayuda de un extranjero de Ci-
rene llamado Simón, y seguido de una gran mul-
titud de gente y de mujeres que lloraban.
Habiendo llegado al Calvario, los judíos des-
pojaron á Jesús de sus vestiduras, se las repar-
tieron entre ellos, y sacaron por suerte su túni-
ca; le crucificaron con dos ladrones, el uno á la
derecha y el otro á la izquierda. Pendiente en
la cruz, el Salvador oró por sus enemigos dicien-
do: ¡Padre, perdónales porque no saben lo que
hacen! Los judíos se burlaban diciéndole: Si
eres hijo de Dios baja de la cruz y sálvate a ti
mismo. ,
Durante la agonía, Jesús convirtió a uno de
los ladrones,- María Santísima por su encargo
adoptó á Juan por su hyo, y, en persona del
110
discípulo amado, á todos los cristiana. El Salva-
dor se quejó de su desamparo diciendo á su Pa-
dre: Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desam-
parado? En seguida dijo: Sed tengo. Losju-
dios empaparon una esponja en vinagre, la ata-
ron al extremo de una caña y se la aplicaron ú
los labios para que bebiera. Cuando vio Jesús
que nada faltaba á su sacrificio, dijo con grande
voz: Padre en tus manos encomiendo mi espíri-
tu. Al decir estas palabras inclinó la cabeza y
murió. Las tinieblas se extendieron por todas
partes, el sol perdió su luz, tembló la tierra, se
dividieron las piedras, se abrieron algunos se-
pulcros, y toda la naturaleza se extremeció en la
muerte del Salvador.
El Centurión y los soldados que presencia-
ron las cosas que pasaban, tuvieron grande mie-
do y dyeron: Verdaderamente Hijo de Dios era
éste. Por la tarde vino José de Arimatea, en-
volvió el cuerpo de Jesús en una sábana limpia
y le puso en un sepulcro nuevo, lo cerró con una
grande losa y se retiró.
Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos
fueron á casa de Pilatos, y le dijeron que man-
dase guardar el sepulcro hasta el día tercero,
porque Jesucristo había dicho que resucitaría
después de tres días. Pilatos convino en tal
precaución, para que los discípulos de Jesús no
Sustrajeran ocultamente el cadáver, y dijeran que
ha resucitado. Los escribas fueron al sepulcro,
sellaron la piedra y pusieron guardias.
111—

LECCIÓN IV.
¿Resucitó Jesucristo al tercer día de su muer-
te, como lo había anunciado repetidas veces?
Jesucristo resucitó de entre los muertos al
amanecer el día domingo. Un ángel descen-
dió del cielo, levantó la piedra del sepulcro y se
sentó sobre ella; su aspecto era como un relám-
pago, y su vestidura como la nieve, y dirigién-
dose á María Magdalena y á otra María que ha-
bían ido a ver el sepulcro les dyo: Jesús resu-
citó; venid y ved donde estuvo su cuerpo. Las
piadosas mujeres se persuadieron de la verdad,
y llenas de gozo se iban a dar la nueva ü los
discípulos, cuando el Salvador resucitado les salió
al encuentro, las saludó y les recomendó que dije-
nin á sus hermanos que en Galilea le verían.
¿Qué hicieron los soldados que guardaban
el sepulcro?
Fueron á la ciudad y dieron aviso á los prin-
cipes de los sacerdotes de todo lo que había pa-
sado. Los conjurados entregaron una suma de
Añero á los soldados, para que dijesen que cuan-
do ellos estaban dormidos los discípulos de Je-
sús hurtaron el cadáver; y les prometieron de-
fenderlos de cualquier acusación que se les hi-
ciese, por la supuesta taita de vigilancia en guar-
dar el sepulcro. Esta voz se difundió éntrelos
judíos, y tienen por falsa la resurrección del
•Salvador. , ,
¿Á quiénes se manifestó el Salvador después
-112
de su resurrección?
Á su Santísima Madre, á María Magdalena,
á otras piadosas mujeres, á los dos discípulos
que iban á Emaús, y á más de quinientos testi-
gos que presenciaron su ascensión á los cielos,
Á los apóstoles se les apareció con frecuen-
cia; primero á Pedro, después á Santiago, y á
los once reunidos en el monte de Galilea, don-
de les dio la misión de enseñar y bautizar á to-
das las gentes. Se les apareció en otros luga-
res más, habló detenidamente con ellos, comió
en su compañía, permitió que le tocasen las he-
ridas de los pies y de las manos, hasta que se
persuadieran, con evidencia, que no era un fan-
tasma, como ellos creían, sino la persona real é
idéntica de su Maestro divino que murió crucifi-
cado; y les instruyó á fondo sobre la doctrina
evangélica, para que la enseñasen con valor
arrostrando los padecimientos y la muerte.

LECCIÓN V.
¿Daremos por última lección, de esta segun-
da parte del "Catecismo", la descripción de la
adorable fisonomía física de nuestro divino Sal-
vador, como la trae Nicéforo Calixto siguiendo
la tradición de la antigüedad.
Jesucristo tenía un rostro bellísimo y muy
animado, el cabello algo rubio, no muy espeso
y un poco rizado; las cejas negras y ligeramen-
te arqueadas. Sus ojos, de color de aceituna bri-
llaban con una gracia admirable. Tenia la nariz
113
recta, la barba rubia y medianamente larga; el
cabello bastante largo, pues nunca tocó su ca-
beza la nabaja, ni la mano de hombre alguno, ex-
cepto la de su Madre durante su infancia. Lle-
vaba el cuello algo inclinado, de suerte que su
ademán no era arrogante, ni erguido. Su tez era
de color trigueño; la cara ni redonda ni larga,
mi poco prolongada y ligeramente sonrosada.
La gravedad, la prudencia y la serenidad se
hermanaban y resplandecían en su semblante.
En una palabra, era del todo semejante á su
divina 6 inmaculada Madre.

ORACIÓN.

¡Oh Divino Jesús!, por los méritos inñmtos


de vuestra sangre, alcanzadme la gracia de <pe
m grave profundamente en mi alma la memoria
de vuestra sagrada vida, pasión y muerte, á ñu
de que ella sea la única é invariable regla de mi
conducta, en todos los accidentes de mi vida.
AMÉX.

rtrUif-jn
w
Í9

P E LA UNIÓN DEL HOMBRE CON JESUCRISTO

POR MEDIO P E LA FE, DE LA ESPERANZA

Y DE LA CARIDAD.

SECCÍOX I.
DE LA FE.

LECCIÓN I.
¿Cuáles son los medios por los que conse-
Kiimios unimos á Jesucristo y participar de los
beneficios de la redención?
La fe, la esperanza y la caridad: esto es, de-
bernos creer en Dios, esperar en El y amarle con
todo el corazón para salvarnos por los méritos
de Jesucristo. Para lo primero la Iglesia nos ei
seña el Credo; para lo segundo, el Padre nuestro,
el Avemaria v los sacramentos; para lo teiceio,
110
los Mandamientos de la ley de Dios.
¿Qué es fe?
Una virtud sobrenatural, por la cual creemos
firmemente todo lo que Dios ha revelado, y la
Iglesia nos enseña. La fe se funda en la pala-
bra de Dios atestiguada por milagros incontesta-
bles, sellados con la sangre de millones de már-
tires, y admitidos por el mundo entero desde el
principio de los siglos.
Las cualidades que debe tener la fe son: 1°
firmeza, esto es, creer sin vacilar; 2? universa-
lidad, pues nuestra fe debe extenderse á todas
las verdades reveladas por Dios; 3V sencillez,
porque habiendo hablado Dios, nuestra razón de-
be callar y sometorse sin discutir.
La fe se adquiere y se conserva por medio
de la oración, del estudio y de la práctica de las
buenas obras. Los pecados contrarios á la fe
son la infidelidad, la apstasía, la herejía,la duda
voluntaria y la ignorancia de la Religión.
¿Cuál es el objeto de la fe?
El misterio de la Santísima Trinidad, el de
la Encarnación y el de la Redención, que debe-
mos creer y saber distintamente; la inmortali-
dad del alma, la existencia de la vida futura y
de los premios y castigos que nos están reserva-
dos en ella, las verdades contenidas en el Símbo-
lo de los apóstoles, y todo lo que nos enseña la
Iglesia Católica.
Las verdades de fe son incomprensibles
para nuestro entendimiento, pero debemos creer-
las por la veracidad y autoridad de Dios que
nos las ha revelado; así como admitimos muchas
117

moral cristiana; pues no hay una sola de las ver-


dades de fe que no inspire sentimientos de gra-
titud hacia Dios, de amor á nuestros semejantes
y de santidad para nosotros mismos. Esta mo-
ral tan elevada no sería estable si sus fundamen-
tos estuviesen al alcance y dominio de la razón-
humana.

LECCIÓN II.
¿Cuántos artículos contiene el Símbolo?
Doce, de los cuales los ocho primeros nos ense-
ñan á conocer á Dios, y los cuatro últimos, á la
Iglesia. El primer artículo dice así: Creo en
IJlos Padre Todopoderoso, Criador del cielo y
de la tierra.
Creer en Dios quiere decir tener por ciertas
su existencia, su bondad, su sabiduría, su vera-
cidad y todas sus perfecciones, y las verdades
de fe {jorque Él nos las ha revelado.
Le damos el nombre de Padre, porque des-
de l;i eternidad engendra á su Hijo, principio y
razón de todo lo que existe, y porque nos ña
adoptado por hijos suyos. Añadimos la paiaora
Todopoderoso, porque nada le es imposible en el
urden de la naturaleza y de la gracia.
Le llamamos Criador del cielo y de la tie-
rra, porque hizo de la nada á todas » « ¡ n -
ras visibles é invisibles; pero aunque digamos
118
que el Padre crió el cielo y la tierra, la obra de
la creación es común á las tres personas de la
Santísima Trinidad.
De este artículo debemos sacar un gran sen-
timiento de respeto, confianza y amor hacia. Dios,
de humilde complacencia en nosotros mismos
por ser criados por Dios, y de temor de profa-
nar las criaturas que le pertenecen por la crea-
den.
¿Cuál es el artículo segundo del Símbolo?
Dice así: Y cu Jesusristo su tínico Hijo, Se-
ñor Nuestro.
Jesús quiere decir Salvador; porque salvó á
todos los hombres del pedado y de la condena-
ción eterna. Cristo significa ungido ó consa-
grado, como eran, entre los hebreos, los sacer-
dotes, los reyes y los profetas: Jesucristo po-
see la plenitud de la gracia y de la divini-
dad, es rey, profeta y salvador de todos los
hombres. Es único Hijo de Dios por natura-
leza, y, Señor nuestro, por el dominio absoluto
que como Dios y como hombre tiene sobre noso-
tros.
Este, artículo debe inspirarnos sentimientos
de sumisión filial hacia Nuestro Señor.
¿Cuál es el artículo tercero del Símbolo?
Que fué concebido por obra y gracia del Es-
píritu Santo, y nació de la Virgen María.
Este artículo nos enseña que el Espíritu
Santo formó, en las entrañas de la bienaventu-
rada Virgen María, un cuerpo y una alma como
los nuestros, á los cuales se unió la segunda per-
sona de la Santísima Trinidad, y se hizo hombre
119
sin dejar de ser Dios. Por consecuencia de esta
unión inefable, en Jesucristo hay dos naturalezas
dos voluntades, dos entendimientos, memoria
humana y una sola persona divina, en la cual sub-
siste la humanidad. María Santísima, como Ma-
dre de la persona de Jesucristo, que es la del
Verbo, se llama y es en realidad Madre de Dios
y además Madre Virgen, porque la Encarnación
fué obra del Espíritu Santo.
De este artículo debemos sacar una gran
confianza en la Santísima Virgen.

LECCIÓN III,
¿Cuál es el artículo cuarto del Símbolo'?
Padeció bajo del poder de Pondo Pilato: fué
crucificado muerto y sepultado.
Nuestro Señor Jesucristo padeció libremen-
te toda clase de dolores en su cuerpo y en su al-
ma, hasta la muerte de cruz la más cruel é igno-
miñosa, para reparar la gloria de su Padre,
expiar el pecado y servirnos de modelo. No pa-
deció en cuanto Dios, porque es infinitamente
perfecto, pero su divinidad comunicaba un pre-
cio infinito á los padecimientos de su humanidad.
Para señalar la época de la pasión y muer-
te de nuestro Salvador, y dar al mundo entero-
certidumbre de la verdad <ie este hecho funda-
mental del cristianismo, los apóstoles dijeron, en
el Símbolo, que Jesucristo padeció bajo Poncw
Pilato, gobernador de la Judea, quien envió al
emperador Tiberio la relación de la vida y de la
120
muerte de Nuestro Señor, y esta relación se con-
servaba en los archivos del imperio, como lo
aseguran Tácito, historiador gentil, Justino már-
tir, Tertuliano, Eusebio y otros.
De este artículo debemos sacar un profundo
dolor de nuestros pecados, y una grande estima-
ción de nuestra alma redimida á tanto precio.
¿Cuál es el artículo quinto del Símbolo?
Bajó á los infiernos y al tercer día resucitó
entre los muertos.
Para que todos experimentaran los efectos
de la redención, nuestro Salvador bajó como
juez á los infiernos, donde las almas de los re-
probos son atormentadas eternamente con los
demonios, por un fuego que no se apagará jamás;
bajó al purgatorio, como consolador de las almas
que aun tenían que purificarse; y fué al limbo,»
donde las almas de los justos esperaban la veni-
da del Mesías, para anunciarles el cumplimiento
de los misterios de la redención, y su próxima
entrada en el cielo. Durante este tiempo el al-
ma de Jesucristo fué realmente separada de su
cuerpo santísimo. El Salvador resucitó por su
propia virtud para no morir jamás, y nos resuci-
tará á todos el último día de los tiempos..
¿Qué cosa es el purgatorio?
Es un lugar ó estado en que las almas jus-
tas que salen de este mundo, sin haber satisfe-
cho enteramente á la justicia divina por sus pe-
cados, acaban de purificarse con las penas que
padecen, para ir después á gozar de la gloria
eterna. Debemos creer: 1? que existe el pur-o
gatorio; . 2? que las almas padecen en él; 3
_—121
«lii© el santo sacrificio de la misa y las buenas
obras de los vivos pueden aliviarlas.
La existencia del purgatorio se prueba: 1?
por el Antiguo Testamento, donde se lee que Ju-
ilas Macabeo envió una cantidad de dinero á
Jerusalén, con la intención de que los sacerdotes
orasen por ios soldados que habian muerto en
el campo de batalla, para que fuesen perdona-
dos de sus pecados; porque^máe la Escritura,
es una idea saludable la de orar por los muer-
tos.
2? En el Nuevo Testamento dice Nuestra
Señor que el blasfemo contra el Espíritu Santo
no será perdonado ni en este mando, ni en el
otro. De donde se sigue que hay pecados que
se perdonan en el otro mundo. No es posible
el perdón, en el cielo ni en el inñerno. Luego
hay un lugar medio donde se perdonan algunos
pecados,o
y este lugar es el purgatorio.
3 La Iglesia Católica desde el tnunio cíe
los apóstoles ha ofrecido sacrificios y oraciones
por sus hijos difuntos. Las sectas esparcidas
por el eriente conservan la misma costumbre
tomada de la Iglesia.
Cuatro motivos nos obligan á orar por los
difuntos: lv la gloria de Dios, por medio de la
salvación de las almas; 2? la caridad para con
nuestros hermanos en Jesucristo; 3? la justicia,
por cuanto algunas almas padecerán por nuestra
causa; 4? nuestro propio interés, porque las. al-
mas libertadas por nuestras buenas obras nos
avudarán para salvarnos.
De este artículo debemos sacar confianza en
100
JL w *J

la misericordia de Dios.

LECCIÓN IV.
¿Cuál es el artículo sexto del Símbolo?
Subió á los cielos y está sentado á la dies-
tra de Dios Padre Todopoderoso.
Nuestro Señor como Dios está siempre
en el cielo y en todas partes; mas como se ano-
nadó llevando en la tierra una vida pasible y
mortal, no está presente sino en el Santísi-
mo Sacramento, y en el cielo, á donde subió pov
su propia virtud y poder.
Está sentado á la diestra de Dios Padre,
como en lugar de su descanso, gozando de una
gloria eterna en cuanto hombre, y de un poder
igual al del Padre y del Espíritu Santo en cuan-
to Dios. En el cielo ruega por nosotros, y no*
espera para premiar nuestras buenas obras.
De este artículo debemos sacar deseo in-
tenso de ir al cielo.
¿Cuál es el artículo séptimo del Símbolo?
Desde allí ha de venir á juzgar á los vico*
y á los muertos.
Después del juicio particular que se efectúa
en la muerte de cada uno, habrá un juicio uni-
versal, en presencia de todas las naciones reu-
nidas, sobre todo el bien y el mal «pe cada uno
hubiere becho de pensamiento, palabra ú obra.
Para ser ' azgados resucitarán todos los muertos
con sus propios cuerpos, vendrá Jesucristo acom-
pañado de los ángeles y santos, con gran poder y
123
majestad, apartará á los buenos y á los malos-
á los buenos les dará el cielo y á los malos las
penas del inñerno para siempre. Con este juicio
se justificará la Providencia, se glorificará á
Nuestro Señor, serán honrados los justos ver-
daderos y confundidos los malos, por sus obras
y los efectes que ellas hubiesen producido en
el transcurso de los siglos.
¿Cuáles son los principales tormontos de los
reprobos?
La pena de daño y la de sentido. La pena
de daño es el dolor de haber perdido á Dios, y
es la más grande que puede padecer una criatu-
ra racional. De esta pena habla el Evangelio,
donde dice: Su gusano no morirá jamás. Este
gusano es el remordimiento de conciencia, que
los reprobos tienen incesantemente, de haber
perdido á Dios para siempre, por las vagatelas
de este mundo.
La pena de sentido es el dolor causado por
el fuego inextinguible del infierno, que abrasa
los cuerpos de los condenados sin consumirlos,
lo cual indican las palabras que dirá el Salvador
álos reprobos: Apartaos de r.ií malditos, id al
fuego eterno: este fuego no se apagará jamás.
Estas dos penas son justas, porque corres-
ponden á los dos desórdenes que incluye el pe-
cado: desprecio de Dios, y amor desarreglado a
las criaturas.
Todos los pueblos han reconocido la exis-
tencia de algún castigo para los malos en la.
otra vida, y esta verdad subsiste en nuestros
tiempos á pesar de las pasiones de los hombres
124
y de los libres pensadores, quienes, al fingirse
un infierno sin fuego y sin tormentos corpora-
les, confiesan á lo menos su existencia. La revela-
ción enseña esta verdad repetidas veces, en di-
versos términos y con suma claridad,especialmen-
te en la parábola de Lázaro y del rico epulón.
De este artículo sacaremos gran temor de los
juicios de Dios.

LECCIÓN V.
Cuál es el artículo octavo del Símbolo?
Creo en el Espíritu Santo.
Nos enseña que debemos creer en el Espí-
ritu Santo, como creemos en el Padre y en el Hi-
jo, porque tiene la misma naturaleza, la misma
eternidad y el mismo poder.
El Espíritu Santo es la tercera persona de
lft Santísima Trinidad, procede del Padre y del
Hijo, es el principio de nuestra santificación, por-
que es el amor sustancial del Padre y del Hijo,
y las gracias que Dios nos concede son gratuitas
debidas puramente á su santo amor. Le damos
el nombre de Espíritu Santo para distinguirle de
las otras dos personas, y para hacer compren-
der sus operaciones.
¿Qué se entiende por dones del Espíritu
Santo?
Ciertas cualidades sobrenaturales que se co-
munican á nuestras almas en orden á la salva-
ción. Estos dones son siete, indicados por el
profeta Isaías de esta suerte: don de sabiduría,
125
el cual nos hace gustar bien de Dios y de las co-
sas divinas; don de entendimiento, que nos hace
creer las verdades de la religión y comprender-
las cuanto es posible para un espíritu limitado-
don de consejo, que nos hace tomar en todas
las cosas el mejor partido para nuestra salva-
ción; don de fortaleza, que nos hace emprender
en cosas grandes por Dios, venciendo los obs-
táculos que se oponen á nuestra santificación.
Los tres restantes que son don de ciencia, don
de piedad, don de temor de Dios, nos hacen dis-
cernir el bien del mal formando una idea gran-
de de Dios y de nuestra alma, nos inclinan á tri-
butar á Dios con amor filial el culto que IB es
debido, é imprimen en nuestra alma profon-
do respeto hacia Dios. De estos dones derivan
los frutos del Espíritu Santo, los cuales nos pro-
porcionan las ocho bienaventuranzas que nos
conducen á la vida eterna.
¿Cuáles son los pecados llamados contra el
Espíritu Santo?
La desconfianza de la salvación, la presun-
ción de salvarse sin merecerlo, la insistencia
contra la verdad conocida, la envidia de la gra-
cia de otro, la obstinación en el pecado y la im-
penitencia final. Estos pecados, así como los
siete capitales, se oponen á los dones del Espí-
ritu Santo, se cometen por pura malicia, espe-
cialmente el tercero, y por esta razón se lla-
man pecados contra el Espíritu Santo; asi como
el pecado de ignorancia se llama pecado contra
el Hijo, cuyo atributo es la sabiduría; y el peca-
do deflaqueza,pecado contra el Padre de quien
126
es el poder.
Se dice que los pecados contra el Espíritu
Santo no se perdonan en este mundo ni en el
otro, porque es muy difícil obtener el perdón de
ellos; pues la experiencia acredita que raras
Teces se arrepienten los que los cometen. Así
cuando decimos que una enfermedad es incura-
ble, no se entiende que jamás puede ser cura-
da, sino que es muy difícil, y que por lo común
no se cura.
De este artículo sacaremos gran reconoci-
miento para con el Espíritu Santo.

I LECCIÓN VI.
¿Cuál es el artículo noveno del Símbolo?
Creo la santa Iglesia Católica, la comu-
nión de los Santos.
Iglesia es la con gregación de los fieles go-
bernada por el Papa. Los apóstoles pusieron es-
te artículo después de haber hablado del Espíritu
Santo, porque fuera de la Iglesia, fundada por
Jesucristo, no es posible conseguir la salvación.
Están fuera de la Iglesia los infieles porque
carecen del bautismo, los herejes porque no
tienen fe, los cismáticos porque no reconocen
la autoridad del Eomano Pontífice, los excomul-
gados porque están excluidos de ella, los após-
tatas porque la han dejado voluntariamente pa-
ra abrazar una secta extraña. Los pecadores
son miembros de la Iglesia por la fe, pero co-
mo están privados de la gracia santificante- se
•127
llaman miembros muertos.
El jefe invisible de la Iglesia es Jesucristo
eljste visible es nuestro santo padre el Papa
sucesor de San Pedro, á quien dijo nuestro SÉ¿
ñor: Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edifica-
re mi Iglesia: apacienta mis corderos, apacienta
mis ovejas. Tiene la facultad de enseñar, per-
donar los pecados y gobernar la Iglesia junta-
mente con los obispos que son sucesores de los
apóstoles.
¿Cuáles son las propiedades y notas de la
verdadera Iglesia?
Son propiedades de la verdedera Iglesia:
I* el ser visible, para que todos los hombres
puedan couonocerla,
a
pertenecer á su gremio y
salvarse; 2 el ser infalible, porque está obliga-
da enseñarnos las verdades que debemos creer
sin vacilar, para conseguir la vida eterna.
Sus notas son:
1? La unidad, por la cual tiene un solo jefe
que. es el Papa, una sola fe, una sola ley y unos
mismos sacramentos para la santificación de las
almas; 2? la santidad, porque es santo Jesu-
cristo su fundador, santa su doctrina y santos
sus principales miembros; 3? la catolicidad,
por cuanto es fundada para la salvación de to-
dos, y en efecto abraza todos los tiempos y lu-
gares, sino simultánea á lo menos sucesivamen-
te, pues hasta ahora no hay punto de la tierra
donde no se haya predicado el Evangelio.
El ser Apostólica, es otra de sus notas por-
que fué fundada por los apóstoles. El carácter
de Kvmana le pertenece, porque su jete visible
-128
el Papa, es sucesor de San Pedro, vicario de Je-
sucristo que fijó su silla en Boma.
Por la Iglesia tenemos cuatro grandes bie-
nes: la comunión de los santos, el por don de los
pecados, la resurrección de la carne, y la vida
eterna.

LECCIÓN VIL
¿Qué es la comunión de los santos?
La unión que existe entre todos los líeles
que están en el cielo, en el purgatorio y en la
tierra, por la cual participan mutuamente de las
oraciones, ayunos y mas buenas obras que se
practican.
¿Cuál es el artículo décimo del Símbolo!
Creo él perdón de Jos pecados.
Nuestro Señor Jesucristo concedió á la Igle-
sia, en la persona de los apóstoles, la facultad
de pei'donar los pecados cuando les dijo: A los
que perdonareis los pecados, perdonados les se-
rán. Los obispos y los sacerdotes ejercen esta
íacultad por medio de la administración de los
sacramentos, especialmente del bautismo y de
la penitencia: por el primero se perdona el pe-
cado original, y por el segundo los pecados mor-
tales cometidos después del bautismo.
Los pecados veniales se perdonan por los
sacramentos y por los sacramentales, que son
seis: rezar el Padre nuestro, el Yo pecador, to-
mar el pan bendito, el agua bendita, dar limos-
na, y recibir la bendición del obispo ó la del
129
sacerdote en la misa.
¿Cuál es el artículo undécimo del Símbolo?
Creo la resurrección de la carne.
Dios ha prometido resucitar á los muertos el
último día, y su justicia así lo exige-, porque el
hombre debe ser juzgado, castigado ó recom-
pensado según sus obras. El hombre no es el
alma separada del cuerpo, ni el cuerpo separa-
do del alma sino el compuesto de ambas sustan-
cias. Por tanto el alma debe volver á unirse
con su cuerpo en la resurrección, para hacerle par-
tícipe de los premios ó castigos que ella hubiere
merecido según sus obras.
Antes del juicio final, y al eco de una trom-
peta, todos los muertos, sin exceptuar uno solo,
saldrán del sueño del sepulcro, del mismo
modo que al mandato de Dios salió el mundo dé
la nada: los buenos resucitarán para ir á la glo-
ria, y los malos para ser eternamente desgra-
ciados con los demonios. Todos los cuerpos re-
sucitados serán inmortales, y los de los santos
tendrán cuatro cualidades más: la mpasiMMaé,
por la cual estarán libres de las incomodidades
v padecimientos; la claridad, que los hará tan
brillantes como el sol; la agilidad, que les exo-
nera de todo el peso material para trasladarse a
donde quieran con facilidad y prontitud; final-
mente la sutileza, por la cual penetrarán la ma-
teria á semejanza de los espíritus.
Este artículo debe inspirarnos gran temoi
del pecado mortal.
130

LECCIÓN VIII.
«Cuál es el artículo duodécimo del Símbolo?
Creo la vida perdurable.
La vida perdurable es la suprema felicidad
del hombre, y consiste eu ver á Dios, en poseer-
le y en amarle, en ver la gloriosa humanidad
de Nuestro Señor, á la Virgen Santísima, á los
ángeles, á los santos, y en ser de todos ellos
amado cordialmente, sin envidia ni pesar, ale-
grándose cada uno de la felicidad ajena tanto
como de la propia.
Los mártires, los doctores y las vírgenes
tendrán además gloria especial ó lauréola, por
el martirio, la sabiduría y la inocencia,
¿Por qué han puesto los apóstoles como úl-
timo artíiulo del Símbolo el de la vida perdu-
rable?
Para enseñarnos que el cielo es el objeto
final de la creación, redención, santificación
y de toda la doctrina de Jesucristo, así como
nuestro último tin, y el término de nuestios
deseos.
Con la última palabra así sea queremos de-
cir que confesamos todo lo que enseña el Sím-
bolo, y que estamos prontos á firmarlo con nues-
tra sangre, como lo hicieron los mártires de la
primitiva Iglesia, y lo hacen los cristianos en la
China y otros lugares.
Estamos obligados á profesar la fe exterior-
mente?
131.
El Salvador nos impuso ei deber de profe-
sarla extenormente cuando dijo: A todo aquel
que me confesare delante de los hombres le con-
fesare delante de mi Padre que está en los cielos
y al que me negare delante de los hombres p
también le negaré delante de mi Padre que está
en los cielos. Hay tres modos de profesar la fe
delante de los hombres:
o
1? por palabras ú obras
que la expresen; 2 por la recitación del Sím-
bolo; 3? por la señal de la cruz que es su re-
sumen. Estamos obligados á profesar la fe cuan-
do nos pregunte el juez, qué religión profesa-
mos, ó cuando nuestro silencio pudiera interpre-
tarse por una apostasía.

ORACIÓN.

Dios mío, que sois todo amor, gracia» os


doy por haberme enseñado el Símbolo, para ilul
minar mi espíritu y mostrarme el camino de-
cielo; hacedme la gracia de que no me falte ja-
más esta luz celestial. AMÉN.
132

SBCCIOJSCII-
DE LA ESPERANZA.

LECCIÓN I.
¿Qué es esperanza?
Un don de Dios y una virtud sobrenatural,
por la cual esperamos firmemente en Dios, que
nos concederá, por los méritos de Jesucristo,
su gracia en este mundo, la gloria en el otn >
y todos los bienes que nos ha prometido; por-
que Dios es todopoderoso, bueno y ñel en sus
promesas, y los méritos de Jesucristo son inti-
nitos.
Los pecados contrarios á la esperanza son
dos: ^presunción, cuando se pretende conse-
guir la vida eterna sin poner los medios, esto
es, sin observar los mandamientos de Dios y los
de la Iglesia Católica; la desesperación, cuando
se consideran las faltas cometidas como imper-
donables, y las pasiones y hábitos malos como
invencibles.
¿Podemos salvarnos solamente con nuestras
propias fuerzas.
Para salvarnos necesitamos absolutamente
del auxilio sobrenatural de la gracia de Dios, sin
el caál no podemos tener fe, ni un pensamiento
saludable, ni pronunciar el nombre de Dios de
una manera meritoria.
lt oo oo

¿Qué es gracia de Dios?


Gracia es un don gratuito que Dios concedt

nos concede gratuitamente y por los méritos de


Jesucristo, para hacer alguna obra buena ó evitar
el pecado; la habitual ó gracia santificante es
un hábito sobrenatural infundido por Dios en
nuestra alma, por el cual se nos da la justicia y
nos hacemos herederos de la gloria. La graoia
santificante se llama primera cuando borra los
pecados, y se llama segunda cuando aumenta
la gracia primera ya recibida.
La gracia actual, cuando es eficaz, produce
seguramente su efecto con la cooperación del
hombre, sin destruir la libertad; porque el agen-
te cuando obra bajo su influjo, tiene la convic-
ción íntima de que podría obrar en otro senti-
do ó no obrar.
Para obtener la gracia no puede haber mé-
rito alguno de parte de la criatura, por ser esen-
cialmente gratuita, pero Dios la concede ordina-
riamente por medio de los sacramentos y de
la oración.
¿Qué es oración. %,.
• fes la elevación del alma á Dios para pedir-
le las gracias necesarias para alcanzar la.vina
eterna, ú otras cosas honestas y decorosas de
la vida presente. , «rt„j,irt«w
La virtud de la Religión y las *"*¡*"
de nuestra alma nos imponen el debei de o <u
con frecuencia, y es conveniente hacerlo tono»
134
ios días por la mañana y la noche, antes y des-
pués de comer, al medio día y al empezar nues-
tras principales acciones, para conservarnos en
gracia, para satisfacer á Dios por nuestros pe-
cados y alcanzar todo lo que necesitamos ya.
para el cuepo, ya para el alma en orden á nues-
tro último fin. Debemos orar con viva fe, con-
fianza y perseverancia, en la Iglesia 6 en lugar
apartado, donde no haya objetos que pertur-
ben la atención, pidiendo á Dios por nuestras
propias necesidades y las de todos los vivos y
difuntos en general.

I LECCIÓN II.
¿Cuántas especies hay de oración?
Dos: la oración mental que también se lla-
ma meditación, y la oración vocal.
La meditación consiste en reflexionar sobre
los novísimos, los mandamientos, la vida de
Nuestro Señor Jesucristo, ó cualquiera otra co-
sa que pueda influir en el ánimo para arreglar
nuestra conducta. La meditación es necesaria,
porque nadie puede salvarse sin pensar deteni-
damente en ello, y es muy fácil hacerla por
cuanto se encamina á la posesión del último fin
que naturalmente amamos.
La oración se compone de tres partes: la
primera es la preparación, que consiste en ac-
tuar la presencia de Dios con viva fe, profunda
humildad, y en pedir gracia para tener la ora-
ción; la segunda es la meditación propianien-
135
te dicha, y consiste en penetrar la verdad que se
medita, vistiéndola de todas las circunstancias
que la hacen más interesante, ó más poderosa
para influir en nuestras costumbres, cuanto es
necesario para reformarlas ó perfeccionarlas- la
tercera comprende las resoluciones y propósi-
tos que debemos hacer en orden á nuestra san-
tificación, mediante las luces que hubiéremos
tenido. Para concluir la oración se ruega en
general por todos, y se da gracias á Dios por el
beneficio recibido.
La oración vocal se nace pronunciando des-
pacio y atentamente los salmos, el Padre nues-
tro ó cualquiera de las preces aprobadas ó acos-
tumbradas por la Iglesia. Es pública cuando
la hacen los sacerdotes en nombre de los fieles
cristianos, y es privada cuando la decimos par-
ticularmente ó en compañía de otros, por fines
especiales de nuestro propio interés.
Á la oración vocal pertenecen las jaculato-
rias, que consisten en breves y fervorosas pa-
labras ó afectos del ánimo, que muy bien pode-
mos dirigir á Dios en medio del trabajo y de
las ocupaciones del día, pidiéndole el perdón de
los pecados, los auxilios de la gracia, ó para
ofrecerle las tribulaciones que padeciéremos, sin
que sea necesario para esto retirarnos como pa-
ra la oración mental.
¿Cuál es la más excelente de todas las ora-
ciones vocales que se recitan privadamente?
La oración del Padre nuestro, llamada ora-
"um dominical, por haberla compuesto Nuestro
S eñor Jesucristo, para que cada uno la ürjera
130
en los frecuentes casos en que debe recargar á
Dios: "Cuando tengáis necesidad de orar, dice
el Señor, entrad en vuestro aposento, cerrad la
puerta, v dirigiéndoos á Dios decid: Padre nues-
tro" &.
Esta oración es clara para que todos pue-
dan entenderla; es corta para que pueda apren-
derse fácilmente, retenerse con fidelidad y de-
cirse coa frecuencia, y es completa porque en-
cierra todo lo que debemos pedir para el tiem-
po y para la eternidad: estas condiciones la ha-
cen esencialmente popular y digna de Nuestro
Señor Jesucristo, que vino para salvar á todos
los hombres. Debemos recitarla despacio y de-
votamente, penetrando y meditando el sentido
de cada palabra, para que se produzcan en
nuestro corazón los saludables efectos que en-
cierra la obra de nuestro Maestro Celestial.

LECCIÓN III.
¿En cuántas partes se divide la oración do-
minical?
En tres partes, á saber: prefacio, peticio-
nes y conclusión. Las peticiones son siete: las
tres primeras se refieren á la gloria de Dios y
á nuestra felicidad eternaj las cuatro últimas
tienen por objeto remediar nuestros males pre-
sentes.
El prefacio dice así: Padre nuestro que es-
tá» en los cielos.
Padre, es el nombre con que, llenos de amor
137
filial, invocamos a Dios, y le disponemos á re
cibir benignamente nuestras súplicas como sí
fuese el padre que la naturaleza nos le dio cuan
do niños, para que socorra nuestras necesi-
dades.
Nuestro, es la expresión de la gran ley de
Ja. fraternidad universal, que nos manda orar por
todos los católicos, herejes, judíos, Ínfleles cis-
máticos, amigos y enemigos, con esperanza de
ser escuchados por Dios, mediante los méritos
de los justos, si nosotros no estuviésemos en su
santa- gracia.
Que estás en los cielos, donde resplandece la
magnificencia de su gloria, donde reina con los
ángeles y santos, donde debe estar nuestro co-
razón como en el término de sus aspiraciones.
Nosotros, hijos suyos desterrados, rodeados de
peligros y llenos de necesidades en la tierra,
debemos invocarle con profunda humildad y es-
peranza firme de mover la ternura de su co-
razón.
¿Cuáles son las peticiones relativas á la glo-
ria de Dios?
La primera dice así: Santificado sea el m
nombre.
Como hijos solícitos del honor de nues-
t ro Padre pedimos en primer lugar, y sobre to-

rrado vuc?o de nuestro Padre Celestial,


Segunda petición: Venga á nos el tu remo.
138-
Dios reina en la naturaleza por su providen-
cia, en el orden sobrenatural por la distribución
de las gracias, y en la bienaventuranza por la
felicidad que comunica á los santos. Porten ( -
cemos al primer reino por el nacimiento y H
existencia; al segundo, por el bautismo y más
gracias; sólo nos taita el advenimiento del
tercero, que desean cuantos conocen las mise-
rias de la vida presente y anhelan por la pose-
sión del Sumo Bien. Nosotros debemos pedirlo
juntamente con ellos por medio de la oración y
de las buenas obras.
Tercera petición: Hágase tu voluntad
Dios quiere que todos se salven, median-
te la observancia de los divinos mandatos, y
como esta condición es superior á nuestras fuer-
zas, pedimos que sea cumplida la voluntad de
Dios, obedeciendo nosotros sus preceptos con
el auxilio de la gracia, y aceptando con una
confianza y alegría filial las aflicciones que nos
vinieren de su mano para el mismo fin.
Asi en la tierra como en el cielo.
Es el modelo de obediencia que todos de-
bemos imitar, para obedecer á Dios con per-
fección, como le obedecen los ángeles y los
santos en el cielo, con alegría y prontitud, sólo
porque Dios lo quiere.
•139

LECCIÓN IV.
4C uáles son las peticiones que contiene la
segunda ])arte de la oroción dominical?
Las relativas al socorro de nuestras necesi
dades temporales. Las expresaremos conti-
nuando el orden de las primeras.
Lai. cuarta petición dice así: El pan nuestro
de cada día dánosle hoy.
Con1
estas sencillas palabras pedimos á Dios
todo lo que necesitamos, así para el alma como
para encuerpo: la sagrada Eucarestía, la palabra
de Dicky, las inspiraciones saludables aumentan
el almab; el pan, el agua, el vestido sirven para
el cuerpo. Todo esto esperamos alcanzar de
Dios, cuando le pedimos el pan, reconociéndonos
incapac es de formar aún con todo nuestro tra-
bajo, industria y virtudes ni un solo grano de
trigo para alimentarnos. * .
El ] >an de hoy lo pedimos boy, el pan de
mañana lo pediremos mañana. La Providencii

miento de las riquezas ut> i» ut-na, lu.™****™ —


confianza ulial en Dios, que nos las clara en pro-
porción á w necesidades. Mirad, dice el Señor,
las aves dt cielo no siembran ni siegan y roes-
tro Padre elestial las apacienta. Considewl
como crecen 'os lirios del campo, no t r a b w
O T
no hilan y se ^ ^ ^ T ! f por
su gloria; Lo* gentiles se afanan ^ t olas( cosas
£ S
140
de la tierra: vuestro Padre sabe que leñé fe nece-
sidad de ellas. Buscad el reino de Dios y todas
estas cosas os serán añadidas.
Quinta petición: Perdónanos nuestras deu-
das, asi como nosotros perdonamos á nuestros
deudores.
El pecado se llama deuda, porque en éu ca-
lidad de injuria es una deuda para con Dios; co-
mo crimen es una violación de la ley divina, que
ha de ser pagada con la aceptación del castigo;
como contrario á la santificación del alrnia, pre-
ceptuada por Dios á todo hombre, es unja omi-
sión ó deuda de nuestros deberes.
Todos ofenden á Dios en muchas c&sas, y
para ser perdonados deben pedir con frecuencia
el perdón. Los justos lo necesitan así como los
pecadores; porque hay pecados que se le?s ocul-
tan, y porque la^caridad les obliga á pedir perdón
para sus hermanos pecadores lo mismo tftue pa-
ra sí propios.
Así como nosotros perdonamos á tkuestros
deudores.
Con estas palabras consentimos en cjpie Dios
tome por regla de su misericordia en perdonar-
nos, la misma que nosotros tengamos para con
te® que nos han ofendido. Perdonar á nuestros
ofensores para ser perdonados de ni .estros pe-
cados, es condición que Nuestro Seño- 'nos impo-
ne por razones dignas de su sabidur í divina, ta-
les son-, alentar nuestra debilidad y1 Aesconfianza
e®& la facilidad del perdón; estimu ¿rnos á la ca-
ridad evangélica para con nuestras semejantes
aunque sean nuestros enemigo* y desvanecer
141
la piesuncion pagana de que es cobardía deara
«Jante renunciar la venganza de las injurias reci-
bidas. No obstante, el que no perdona á sus ene-
migos puede orar para que Dios leperdone como
el debe perdonar ó la Iglesia perdona a sus nerse-
guidores, con el fin de alcanzar de Dios la gracia
que necesita para remitir de corazón las iniurias
de sus prójimos.

LECCIÓN V.
I ¿Cuál es la sexta petición del Padre nucs-
írol
No nos dejes caer en la tentación.
Tres enemigos coligados tientan al hombre:
el demonio, sugiréndole pensamientos de sober-
bia, venganza, blasfemia, &¡ el mundo, presen-
tándole libros malos , y ejemploé de perdición;
y la carne, induciéndole á la sensualidad y al de-
sorden. . La caída en la tentación sería inevita-
ble, si la criatura naturalmente débil no estuvie-
se ayudada del auxilio de la gracia. Pedimos á
Dios que nos libre de la caída, mas no de la ten-
tación porque esta en sí no es pecado, y, antes
bien, nos hace conocer nuestraflaqueza,nos con-
serva en la humildad y nos afirma en la virtud.
FJ que no ha sido probado ¿que sabe,? pregunta
el Sabio.
¿Cuál es la séptima petición?
Mas líbranos de mal.
Pedimos la preservación de los males tem-
porales en general, así interiores como esteno-
142
res; mas no del mal en particular, como la pobre-
za, las enfermedades, las persecuciones 4, que
ordenadas por la Providencia pueden muy bien
enderezarse á nuestro provecho espiritual, así
como la privación de otras cosas que nos pare-
cen convenientes mientras Dios conoce que nos
serían funestas. Pedimos á Dios nos libre de
los males, con la seguridad de ser escuchados y
socorridos de la manera que nos convenga, sea
librándonos de la aflicción, ó permitiéndola para
nuestro bien.
Por la palabra mal entienden algunos el ma-
lo, esto es el demonio, autor de todas las des-
gracias de los hombres; pues aun los males
que recibimos del prójimo, debemos tenerlos
como obras sugeridas por Satanás.
¿Cuál es la tercera parte de la oración domi-
nical?
Esta sola palabra Amén, la cual es como el
sello y la conclusión de todo lo que hemos pedi-
do á Dios. Amén, es palabra hebrea que signi-
ñca asi sea, esto es, creo y espero firmemente
que mis peticiones me serán concedidas de la
manera que mas convengan á mi salvación.
austro Señor Jesucristo la usó con frecuencia,
y de sus labios la recibió la primitiva Iglesia, no-
sotros la usamos para conservar la memoria de
su venerable origen, y para ratificar ante Dios
nuestros deseos y esperanzas.
Tal es la oración del Señor, olla es una llave
de oro con que podemos abrir los tesoros de laz_ la
divina misericordia, para sacar, cuando nos F
143 ,
oa, los bienes inestimables que nos promete núes-
troPacire Celestial. °8

OKACIÓN.

Os doy infinitas gracias, Redentor mío, per


haberme enseñado la piadosísima oración vocal
del Padre nuestro, corta y eficaz para pediros;
concededme la gracia de repetirla todos los flías
con profunda devoción. AMÉN.

LECCIÓN VI.
¿Cuál es la mas excelente de las oraciones
vocales, después de la oración dominical?
La salutación angélica, la cual se divide en
tres porteas la primera consta de ias palabras
del arcángel San Gabriel: Dios te salve Mana
llena eres de gracia, el Señor es contigo, ben-
dita tú eres entre todas las mujeres.; la segunda
comprende las palabras de Santa Isabel: Ben-
dito es el fruto de tu vientre; la tercera esta
compuesta de las palabras de la Iglesia: Santa
María, Madre de Dios &. La explicaremos bre-
vemente.
Primera parte. Dios te salve ác.
144
El 25 de marzo del año del mundo 4, 004, el
arcángel Gabriel enviado por Dios á María para
anunciarle el misterio de la Encarnación, la salu-
dó con las palabras Dios te salve, que expresan
el profundo respeto del arcángel hacia la mas
santa y elevada de las criaturas, y su compla-
cencia" por haber sido designada para la Materni-
dad divina. En la memoria de María Santísi-
ma el recuerdo de su incomparable dignidad de
Madre de Dios, está intimamente unido á las pa-
labras con que la saludó el arcángel, y su cora-
zón maternal se complace en oirías, cuando nos
ve ocupados, con el interés de su gloria, en el re-
conocimiento del beneficio de la Encarnación.
María. El arcángel no pronunció este
nombre sagrado, que en hebreo significa señora,
dueña, iluminadora; la Iglesia lo agregó al Ave-
maria, en su doble significación, porque María
fué constituida por Dios señora y dueña de to-
das las criaturas, y nos ha dado al Salvador, sol
de justicia y luz del mundo.
Llena eres de gracia. Es la primera pre-
rrogativa de la Virgen Santísima, por la cual fué
exenta de toda culpa original y actual, poseyó
todas las virtudes y dones del Espíritu Santo en
el más alto grado, ó hizo obras tan gratas á los
divinos ojos, que mereció ser elevada sobre to-
dos los ángeles y santos, como corresponde á la
dignidad suprema de Madre de Dios.
El Señor es contigo. La segunda prerroga-
tiva de María Santísima es la unión con la San-
tísima Trinidad, desde el primer instante de su
concepción inmaculada, y la unión especial con
145
el Verbo divino encarnado en sus entrañas vir-
ginales, Hijo suyo obediente en la tierra y su
bienaventuranza eterna en el cielo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres. La
tercera prerrogativa de Nuestra Madre consiste
en haber sido la única que ha recibido de Dios
el privilegio de una maternidad santísima, acom-
pañada de la virginidad inmaculada. Esta gra-
cia la recibió sin mancha alguna ni en el alma ni
en el cuerpo, para ser digna de los honores de
todos los cristianos, y aun del culto religioso que
los gentiles han tributado á la virginidad. Si la
honra de la madre depende de la perfección de
su hijo, la de María Santísima es inexplicable,
porque su Hijo, en cuanto Dios, es como el Padre
y el Espíritu Santo.

LECCIÓN VIL
¿Cuáles son las palabras de Santa Isabel?
Bendito es el fruto de tu vientre, Jesns.
Á Nuestro Señor se le llama fruto, porque
fué formado de la sustancia y naturaleza de m
Madre Santísima, y nació de ella sin causar de-
trimento á su integridad virginal, como el ira-
te se hace del árbol y se desprende de el sin oca-
sionarle ningún daño. ._«*,-,
Santa tabal, inspirada por Dios, pronuncio
las palabras referidas para confesar am - » n
sen Santísima, á causa de la e a d m ^ i « J ^
jo bendito en el cielo y en la MR»> « ™ "
entre tas mujeres y sobre todas las cnatmas.
140
Jesús. Santa Isabel no pronunció este nom-
bre adorable, la Iglesia lo agregó para expresar
claramente que Jesús es el fruto bendito de las
purísimas entrañas de la Virgen.
¿Cuál es la tercera parte de la salutación an-
gélica?
Santa María, Madre de Dios, ruega por
vosotros.
Baronio asegura que estas palabras se pro-
firieron por aclamación, en el concilio de Éfeso,
año 431, para confesar, contra la herejía de Nes-
torio. que María es Madre de Dios, en cuya pre-
rrogativa se resumen todas sus excelencias.
Santa María. Á ninguna criatura corres-
ponde la cualidad de Santa como á María Santí-
sima, por la concepción, por el nacimiento, por
su vida y la muerte, por la perfección y hermo-
sura de su alma superior á todas las criaturas é
inferior sólo á Dios.
Madre de Dios. Esto es madre del Omni-
potente, poderosa para mover el corazón de su
Hijo en favor de los pecadores, por quienes se
obraron los misterios de la Encarnación y el sa-
crificio de la cruz.
Ruega por nosrtros. Todos necesitamos
de la protección de María Santísima, abogada de
todo el mundo, para llevar á término feliz la
otei única en que debemos interesarnos, cual es
te salvación de nuestra alma.
Pecadores. Es el único título que invoca-
Utos para ganarnos el amor de Dios. El Salva-
dor deL hombre no vino por los justos sino por
pecadores, para «stos refrió las consoladoras
-147-
parábolas del hijo pródigo y de la oveja perdida.
Si somos pecadores y alcanzamos la compasión
de Nuestra Madre Santísima esperemos con se-
guridad los auxilios de su Hijo.
Ahora y en la hora de nuestra muerte. To-
do el tiempo de la vida se reduce al presente,
porque el pasado ya no es, si el futuro es cierto
que vendrá, y este presente se nos pasa en uu
instante, en el cual podemos ganar ó perder el
ñelo; la muerte es otro momento decisivo del
rué depende toda la eternidad. Estos dos mo-
mentos, la vida y la muerte confiamos á Nuestra
Madre, para vivir y morr en; sus brazos mater-
nales y V "Hiio Sai mo.
Est Iglesia la oración
Salve Bey,. s auretanas, las del
Santísimo nombre de érn*y H de los Santos y
otras que podemos rezarla*. ^a orar piadosa y
eficazmente.

ORACIÓI.
v
Dios mío, os doy gracias por haber. ^
a l a Iglesia oraciones que eficazmente)jL -an
vuestra misericordia; concededme la &<*£ l c
acostumbrarme á rezarlas con devoción, A *
148

LECCIÓN VIII.
¿Cuál es el segundo medio de obtener la gra-
cia?
El segundo medio son los sacramentos, <>
signos sensibles instituidos por Jesucristo para:,
significar y conferir la gracia.
Los sacramentos son siete, á saber: bautismo,
confirmación, comunión, penitencia, extremaun-
ción, orden y matrimonio. Todos se refieren á
la Sagrada Eucaristía, como á la consumación
de la vida espiritual y fin de todos los sacramen-
tos: el bautismo nos hace capaces de la unión
eucarística con Jesucristo; la confirmación nos
conserva en esa santa disposición; la penitencia
nos j>roporciona el medio de recuperar la gracia,
si se hubiese perdido por el pecado; la extre-
maunción nos sostiene en ella hasta la muerte;
el orden y el matrimonio perpetúan la sagrada
comunión por medio del sacerdocio que consa-
gra el pan en los altares, y del pueblo cristiano
que lo recibe.
¿Cuáles son los elementos de que se compo-
nen los sacramentos instituidos por Jesucris-
to?
Sacramento es un signo sensible, que tiene,
por institución divina, la virtud de producir
la gracia, mediante la acción de una persona
revestida de la autoridad necesaria para aplicar á
otra esa señal santificadora. El signó sensible
es la materia, la forma y el ministro que con-
149
fiere el sacramento. Estos tres elementos son
de tal manera esenciales, que si falta alguno de
ellos deja de existir el sacramento. La mate-
ria es la cosa que se emplea para el sacramento;
la forma son las palabras que profiere el mi-
nistro, para hacer el sacramento con la misma
intención con que lo hace la Iglesia.
La intención puede ser actual ó virtual: es
actual cuando el ministro se propone actual-
mente ó de presente, con atención y reflexión
administrar el sacramento; es virtual, cuando
sin haber revocado la voluntad habida de hacer
el sacramento, el ministro lo confiere sin ad-
vertencia, sólo por el infltrjo de aquella prime-
ra resolución en que persevera moralmente,
mientras ejecuta los actos que por su naturale-
za y sucesión tienden al fin propuesto. La pri-
mera es perfecta, la segunda es suficiente para
la validez del sacramento.
¿Cuáles son los efectos que producen los sa-
cramentosf
La gracia santificante, por la cual el que ios
recibe dignamente adquiere el estado de justi-
cia, y se hace heredero de la gloria. Además,
cada uno de los sacramentos confiere una gracia
especial, para facilitar el cumplimiento de los
deberes que ól impone, y para vencer los obs-
táculos que se opusieren á los fines de su insti-
tución.
El bautismo, la confirmación y el orden im-
primen en el alma un carácter indeleble que no
se borra jamás, y por esta razón no pueden rei-
terarse sin sacrilegio. El bautismo nos hace
150
aptos para recibir los otros sacramentos, y el
orden da á los sacerdotes la potestad de admi-
nistrarlos.
El bautismo y la penitencia se llaman sa-
cramentos de muertos, porque suponen al suje-
to muerto por el pecado, y le comunican la gra-
cia segunda.
Estos efectos no se producen por la santi-
dad del ministro, sino por la simple aplica-
ción del signo sensible, que tiene virtud
sobrenatural por la institución y méritos in
finitos de Nuestro Señor Jesucristo; no obstante
se requieren de parte del sujeto algunas dispo-
siciones como la fe, la devoción y la modestia
para separar los obstáculos que pudieran opo-
nerse á las gracias y efectos del sacramento.

LECCIÓN IX.
¿Qué cosa es el bautismo?
Es un sacramento que borra el pecado
original y todos los pecados actuales cometidos
antes de recibirlo, nos hace hijos de Dios y
miembros de la Iglesia, capaces de recibir los
demás sacramentos. Su materia es el agua na-
tural, sea de lluvia, de río, de mar &; la forma
son las palabras.- Yo te bautizo en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, que el
sacerdote, ó cualquiera persona en caso de nece-
sidad, pronuncia al tiempo de bañar con el agua
la cabeza del bautizando.
Se confiere de tres maneras: por inmersión
151
sumergiendo tres veces todo el cuerpo en el
agua; por infusión como se practica al presente
bañando sólo la parte superior de la cabeza- y
por aspersión, esto es, rociando al sujeto con'al-
gunas gotas de agua. En cualquiera de las tres
maneras debe observarse el rito prescrito por la
Iglesia.
Hay tres bautismos: el de agua, que es el
sacramento; el ÓM fuego, que consiste en el de-
seo, á lo menos implícito, de ser bautizado; y el
de sangre, que es el martirio padecido por la fe
católica. Los dos últimos no son sacramentos,
pero suplen la falta del primero, cuando no se
lo puede recibir.
¿Cuándo fué instituido por Nuestro Señor Je-
sucristo el sacramento del bautismo?
Cuando el mismo Salvador lo recibió de ma-
nos de San Juan Bautista en el Jordán. En
aquél instante se oyó la voz del Padre que decía:
Éste es mi Hijo muy amado en quien tengo mis
complacencias. El Espíritu Santo descendió en
forma de paloma, y el agua recibió la virtud de-
regenerar. En seguida manifestó Jesucristo á
Nicodemus que estaba instituido el bautismo, di-
ciéndole: En verdad, en verdad te digo que na-
die puede entrar en el reino de Dios, sino él que
fuere renacido del agua y del Espíritu Santo.
Estas palabras encierran además un precepto
grave de recibir el bautismo, y obliga á todos
desde el momento del nacimiento. Á los adul-
tos les exige la Iglesia consentimiento libre, fe,
conocimiento de las verdades que se deben creer,
y sincero dolor de sus pecados; á los niños que
152
carecen de discernimiento y de las disposiciones
indicadas, la Iglesia les da su fe y su caridad pa-
ra que se bauticen.
En los primeros siglos de la Iglesia, el bau-
tismo se administraba á los adultos la noche que
precedía á las pascuas de Eesurección y Pente-
costés; después de haberlos instruido y probado
dos años que pasaban con el nombre de catecú-
menos. A los nuevos bautizados, ó neófitos m
les revestía de ropas blancas, se les administraba
la confirmación y comunión, y se les daba á to-
mar leche y miel, como signo de haber entrado
por el bautismo á la verdadera tierra de promi-
sión.
¿Cuáles son las obligaciones que se contraen
por el bautismo?
Las siguientes: K creer y profesar la doc-
trina enseñada por Jesucristo, siguiéndola fiel-
mente comoa regla infalible de la fe y de las cos-
tumbres; 2 permanecer siempre en la Iglesia
de Jesucristo, obedeciendo 6, sus legítimos pas-
tores en
a
todo lo concerniente á la fe y á la mo-
ral; 3 renunciar al mundo, á sus ponpas y va-
nidades. Los padrinos, llamados antiguamen-
te fiadores, se encargan de instruir en la fe á
sus ahijados, y de hacerles cumplir los deberes
consiguientes á la recepción del bautismo.
153

LECCIÓN X.
¿Qué es la confirmación?
Es un sacramento por el cual el Espíritu
Santo desciende sobre nosotros con todos sus do-
nes y nos hace perfectos cristianos. La materia
es la unción' del santo crisma, compuesto de
aceite de lino y bálsamo consagrado por el obis-
po; la forma son las palabras que el ministro
pronuncia al ungir con el santo crisma la fren-
te del confirmando, y son estas: Yo te signo con
la señal de la cruz, y te confirmo, con el crisma
de salud en el nombre del Padre, y del Hijo y
del Espíritu Santo. El ministro es el obispo y
también el presbítero que hubiere recibido fa-
cultad de la Santa Sede.
El aceite significa la suavidad y la tuerza
que da el Espíritu Santo á los que le reciben, para
confesar la fe católica y cumplir los deberes que
ella impone; él bálsamo es el signo de las vir-
tudes, que así son gratas á los ojos de Dios
como los aromas lo son á nuestro sentido. La
unción se hace en la frente del confirmando, pa-
va que no se avergüence de confesar la fe y de
observar sus prescripciones, á pesar de las in-
jurias y desprecios que padeciere por esta
causa. El obispo le da un leve golpe en la me-
jilla con la mano abierta, para que se acuerde
que debe sufrir por Jesucristo.
¿Cuáles son las disposiciones que se requie-
ren para recibir la confirmación?
154
Las siguientes: I a estar1 bautizado¡ 2a ha-
llarse en gracia de Dios; 3'. saber el Credo, el
Padre nuestro, los sacramentos, especialmente
lo concerniente al de la confirmación, y los man-
damientos de la ley de Dios. En peligro de
muerte, ó caso de necesidad, pueden ser confir-
mados los niños que no han llegado al uso dé-
la razón. También de parte del cuerpo debe
haber decencia en el vestido, aseo y modestia
por reverencia al sacramento.
¿Cuáles son los efectos de la confirmación?
La confirmación imprime en el alma un ca-
rácter indeleble; fortifica al espíritu en la fe ca-
tólica, para confesarla en medio de las persecu-
ciones y tormentos; infunde los dones y frutos del
Espíritu Santo juntamente con la gracia santifi-
cante. Mientras convenía para la fundación y es-
tabilidad de la Iglesia, este sacramento, comuni-
caba algunas veces el don de milagros, el don de
lenguas y el de profecías.
Hay obligación grave de recibirlo, porque ei
hombre necesita de las fuerzas sobrenaturales
que comunica la confirmación, para profesar fiel-
mente la fe, y defenderse en la lid continua COM-
.tra los enemigos de su alma.
155

LECCIÓN XI.
¿Qué es la Sagrada Eucaristía?
Es un sacramento que contiene verdadera,
real y sustancialmente el cuerpo, la sangre, el
alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucris-
to, bajo las especies 6 apariencias de pan y de
vino. La palabra verdaderamente puesta por el
concilio de Trento, significa que la Eucaristía
no es una mera figura ni simple señal del cuer-
po de Jesucristo, sino la verdadera carne y san-
gre del Salvador que, por transustanciación del
pan y del vino, existen bajo las apariencias ó
accidentes de estas sustancias que son la materia
del sacramento.
Los evangelistas refieren que Jesucristo, la
noche de la cena, tomó en sus santas y venera-
bles manos un pan, que lo suponen ázimo, lo
bendijo y partió diciendo: Éste es mi cuerpo que
se entregará por vosotros, y después una copa
de vino que también la bendijo diciendo: Ésta
es mi sangre quesera derramada por vosotros.
Dirigiéndose á los apóstoles, que representaban
á los obispos y á los presbíteros, les instituyó
ministros del sacramento diciéndoles: Haced és-
to en memoria de mí
¿Porqué quiso Jesucristo darnos su cuerpo
y su sangre bajo las apariencias de pan y de
vino?
Porque el pan y el vino son los alimentos
más excelentes y más propios para significar
156
que la Sagrada Eucaristía es verdadero alimento
de nuestras almas: Mi carne es verdadera comi-
da, dyo Jesucristo, y mi sangre verdadera be-
bida; el que come mi carne y bebe mi sangre vi-
virá eternamente. Si el pan y el vino, alimento
cuotidiano, se convierten en carne y sangre del
hombre, por la acción de los órganos que lo re-
ciben; no hay dificultad para creer que se con-
viertan en el cuerpo y sangre de Jesucristo, me-
diante el poder de las palabras de la. consagra-
ción.
Semejante al misterio de la transustancia-
ción es el de la presencia simultánea de Nuestro
Señor en gran número de hostias: misterio que
debemos creer sin vacilar, como creemos que el
alma toda entera está en la cabeza, en los pies
y en otra cualquiera parte del cuerpo; y lo ve-
mos por semejanza, cuando un espejo que refle-
ja la imagen de un objeto se fracciona en muchos
pedazos, cada uno de ellos reproduce la imagen,
sin que se multiplique ni divida el objeto.
¿Qué efectos obra la sagrada comunión?
unir al hombre corporal y espiritualmente
con Jesucristo, á la manera que se unen entre
sí dos trozos de cera fundidos; debilitar el ardor
de las pasiones; "fortalecer el espíritu para las
obras de caridad y abnegación, que son en ex-
tremo útiles á la sociedad; y comunicar al cuer-
po el germen de la resurrección gloriosa. Pa-
ra recibir el sacramento y sus efectos es nece-
sario: 1? estar instruido en las verdades prin-
cipales de la Religión; 2? hallarse en gracia;
3* meditar estos tres puntos: ¿á quién voy á re-
157
eíMrtj ¿cuál es el estado de nú alma!; ¿para que
voy á recibir á Jesucristo?; 4? hacer con fervor
los actos que preceden y siguen á la comunión,
leyendo algún libro devoto; 5? ayuno natural,
modestia en el semblante, aseo y decencia en
el vestido.
¿Cómo comulgaban los primitivos cristianos?
En pié, como los israelitas comían el corde-
ro pascual; comulgaban bajo las dos especies,
recibiendo la del pan en la palma de la mano .pa-
ra llevarla á la boca, y sumiendo la preciosa
sangre en un cáliz común. Á los que estaban
impedidos de asistir á los divinos oficios, los diá-
conos les llevaban' la Sagrada Eucaristía para
darles en sus casas; otras veces los fieles la lle-
vaban consigo para comulgar por sí mismos, es-
pecialmente en tiempo de persecución.

LECCIÓN XII.
¿Qué es el sacramento de la penitencia?
H Un sacramento instituido por Nuestro Se-
ñor Jesucristo para perdonar los pecados come-
tidos después del bautismo. La confesión, contri-
ción y satisfacción del penitente constituyen la
materia de este sacramento; la forma son las pa-
labras que el sacerdote aprobado pronuncia des-
pués de oída la confesión: Yo te absuelvo de tus
pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
Confesión. Para confesar los peoaaos es
uecesario conocerlos por medio del examen, el
158
cual debe hacerse con exactitud, imparcialidad
y recogimiento. La confesión de los pecados,
para que sea sacramental, debe ser sencilla sin
coblez, humilde é íntegra sin callar ningún pe-
dado grave.
Contrición es el dolor del alma y una detes-
tación del pecado cometido, acompañado del fir-
me propósito de no pecar más en adelante. Hay
dos especies de contrición: contrición perfecta
es el dolor de haber ofendido á Dios por ser in-
finitamente bueno; contrición imperfecta ó atri-
ción es el dolor de los pecados cometidos, por
cuanto Dios los castiga con la privación de la
gloria y las penas del infierno. La primera na-
ce puramente del amor de Dios sin interés perso-
nal, y basta para la justificación cuando está a-
compañada del deseo sincero de confesarse; la
segunda proviene de un sentimiento de temor de
las penas y de interés de la gloria, dispone para
la justicia y alcanza el perdón de los pecados con
ayuda del sacramento.
La contrición debe ser universal, esto es, de
todos los pecados mortales cometidos sin excep-
tuar uno solo, y además, sobrenatural ó fundada
en motivos que la fe nos descubre, teniendo á
Dios por fin y al pecado como la mayor ofensa
que comete la criatura contra su Criador; y pa-
ra que Dios se la conceda como don sobrenatu-
ral es necesario pedirla por medio de la medi-
tación de los novísimos ó de los padecimientos
de nuestro Señor Jesucristo.
En la contrición está incluido el propósito
de no pecar más. el eual es la misma contrición
159
respecto del tiempo futuro, acompañada de una
resolución firme, explícita y eficaz de no volver
al pecado.
Satisfacción es la reparación que el pecador
hace á Dios cumpliendo las buenas obras que el
confesor le ordena. La Iglesia ha impuesto
siempre penitencias á los pecadores después de
perdonarles sus pecados, para inspirarles horror
á las obras malas, refrenar la impetuosidad de
las pasiones, extirpar los malos hábitos é in-
clinarles á la imitación de Jesucristo en los
padecimientos de la cruz si quieren participar
de su gloria. La penitencia debe aceptarse de
buen grado y cumplirse exactamente y sin de-
mora.
¿Cuándo se instituyó el sacramento de la pe»
nitencia y confesión auricular?
Cuando Jesucristo dyo á los Apóstoles: Re-
cibid al Espíritu Santo: á los que perdonareis
los pcados, perdonados les serán; y á los que
se los retuviereis les serán retenidos. Por donde
se ve que Jesucristo concedió la facultad de per-
donar los pecados, con la condición de que el
penitente declarase todos los que hubiese co-
metido; porque sólo por este medio puede cono-
cer el confesor las disposiciones del sujeto, la
gravedad de las faltas, y en fin, cuáles sean los
pecados que convenga remitir y cuáles retener,
como dice el Evangelio.
La confesión auricular ha sido observada
desde la institución de la penitencia: San Lucas
refiere que gran número de cristianos la hacían
arrojándose á los pies de los apóstoles; San Cíe-
160
mente, Orígenes, San Basilio, San Juan Crisósto-
rno, San Agustín, San León y San Gregorio Mag-
no atestiguan que estuvo en práctica hasta el
siglo "VTII; y otros padres de los siglos posterio-
res hablan de ella hasta nuestros días. La pe-
nitencia QS el único medio para alcanzar el per-
dón de los pecados cometidos después del bau-
tismo, el más fácil y eficaz para la rehabilita-
ción del culpable, así como para la reconcilia-
ción del justo.

LECCIÓN XIII.
¿Qué son las indulgencias?
La remisión de la pena temporal que me-
rece el pecado después de perdonado por el sa-
cramento de la penitencia. La Iglesia las con-
cede por la facultad que le dio Jesucristo
cuando dijo á sus apóstoles: Todo lo que atareis
en la tierra será atado en el cielo, y todo lo que
desatareis en la tierra será desatado en el cie-
lo.
Hay varias clases de indulgencias.
Indulgencia plenaria es la que remite com-
pletamente las penas temporales merecidas por
los pecados. Indulgencia parcial es la que re-
mite parte de las penas indicadas: la indul-
gencia de siete años ó de siete cuarentenas,
v. g., condona siete años ó siete cuaren-
tenas del tiempo que, según los cánones anti-
guos, debía hacerse penitencia por las faltas per
donadas ya en el tribunal del sacramento. Jn~
161
bileo es la misma indulgencia plenaria que la
Iglesia concede cada veinte y cinco años, aña-
diendo otras gracias especiales en favor de los
confesores para facilitar la absolución de toda
clase de pecados y censuras. Empieza en Roma
la víspera de Navidad, dura un año, y se hace
extensivo á todo el orbe católico.
¿Qué obras han de practicarse para ganar
las indulgencias?
El manantial de las indulgencias es el teso-
ro inagotable de los méritos infinitos de Nues-
tro Señor Jesucristo, de la Santísima Virgen y
de todos los santos, puesto á la disposición de
la Iglesia, para que lo aplique á los vivos y á los
difuntos, con las condiciones que estableciere.
Estas condiciones son, de ordinario: la oración
vocal, el ayuno, la limosna, y especialmente el es-
tado de gracia, en el cual se deben "hacer todas
ó la última de las obras buenas mandadas.
¿Se conocen otras indulgencias más'?
La Iglesia, nuestra Madre piadosa, para ayu-
dar á la flaqueza humana y estrechar ios víncu-
los de la caridad, concede con frecuencia am-
plias iudulgencias á los vivos, á manera de abso-
lución , cuyos efectos son infalibles; y permite
aplicarlas a los fíeles difuntos en calidad de su-
fragio, esto es, rogando á Dios que acepte benig-
namente la aplicación que se hiciere de la indul-
gencia en favor de las olidas del purgatorio; por
cuanto la jurisdicción del papa eficaz y pro-
piamente sólo se extiende á los vivos.
Las indulgencias de cuarenta ú ochenta cuas,
y en general las que conceden los obispos, son
162
aplicables solamente á los vivos que pertenecen
al territorio de su jurisdicción, mas no á las al-
mas del purgatorio.

LECCIÓN XIV.
¿Qué es la extremaunción?
Es un sacramento instituido por Jesucristo
para el alivio espiritual y corporal de los en-
fermos. La materia es el santo óleo que el
obispo consagra el Jueves Santo; la forma son
estas palabras: El Señor por esta santa unción
y su piadosísima misericordia te perdone todos
¡osiiecados que has cometido con la vista, el
o idoy &., y se hacen las unciones en los órganos
de los cinco sentidos corporales, repitiendo las
mismas palabras para borrar los pecados de
que fueron instrumentos. El sacerdote dice
otras oraciones más pidiendo para el enfermo
la salud si le conviene, ó la conformidad con la
voluntad de Dios, en caso contrario.
¿Cuándo fué instituido este sacramento?
El apóstol Santiago promulgó la institu-
ción divina de la extremaunción con estas pa-
labras: ^Enferma alguno entre vosotros') llame
á los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él,
ungiéndole con el óleo en el nombre del Señor:
y la oración de la fe' salvará al enfermo, y le
aliviará el Señor; y si estuviere en pecados le
serán perdonados.
No todo lo que dijo é hizo Jesucristo cons-
ta en la Escritura, particularmente las cosas
-163
que enseñó á los apóstoles después de la re-
surrección. Entre ellas debemos contar la ins-
titución de este sacramento, porque la caridad
de Jesucristo que atendió al hombre en las si-
tuaciones mas interesantes de la vida, institu-
yendo sacramentos que correspondan á ellas, no
podía olvidar al enfermo que se halla á los bor-
des de la eternidad, confundido con el horror de
la muerte, el recuerdo de los pecados y el temor
de los juicios de Dios. Desde el tiempo de los
apóstoles se ungía con aceite á los enfermos,
dice el Evangelio, y se les curaba; y en los pri-
mero ssiglos de la Iglesia, cuando era posible, en la
persecución de los paganos y la reserva con que
los cristianos guardaban sus misterios, se ad-
ministraba la extremaunción á los que estaban
en peligro de muerte.
¿Cuáles son los principales efectos de la ex-
tremaunción? o
Son tres: I la gracia santificante y tos
gracias actuales propias del sacramento que dan
grande alivio al enfermo, ora calmando la tur-
bación y terrores de la conciencia, ora alentan-
do el espíritu para sufrir con paciencia los dolo-
res, y resistir á las tentaciones del demonio; 2"
perdona los pecados ignorados y olvidados y li-
bra al alma de las penas merecidas, de la oansie-
dad, temor y más reliquias del pecado; 3 res-
tablece la salud cuando conviene al bien espiri-
tual del pasiente, y la enfermedad no ha llegado al
extremo de ser imposible su curación. Para re-
cibir los frutos del sacramento se necesita estar
en gracia, ó excitarse á la contrición perfecta o
1G4
á lo menos á la atrición.
Hay obligación grave de recibir la extremaun-
ción, y cuando el enfermo por causa involun-
taria no puede confesarse, está obligado á reci-
birla casi con necesidad de medio para salvar-
se. Á los reos condenados á muerte no se les
administra, porque no están enfermos ni tienen
esperanza de vivir.

LECCIÓN XV.
¿Qué cosa es el orden sacerdotal?
És un sacramnto de la nueva ley que confie-
re poder espiritual y gracia para ejercer bien el
ministerio eclesiástico. Lo instituyó Jesucristo
cuando, concluida la cena y refiriéndose á la
consagración del pan y del vino, dijo á los após-
toles: Haced ésto en memoria de mi. La mate-
ria del orden es la imposición de manos, junta-
mente con la tradición de los instrumentos y va-
sos sagrados, que simbolizan las atribuciones del
sacerdocio; la forma son las palabras que dice el
obispo al imponer las manos y al entragar los
instrumentos al ordenando.
El orden confiere dos poderes: uno sobre el
cuerpo real de Jesucristo para consagrar el pan
en su cuerpo y el vino en su sangre; otro sobre
el cuerpo místico de nuestro Redentor, que es
la Iglesia, para bautizar, absolver de los pecados,
disponer á los fieles para recibir la Sagrada Eu-
caristía, &. El ejercicio de poderes tan eleva-
dos no lo concede la Iglesia sino á los que tie-
165
lien vocación divina, edad, ciencia y virtud com-
petentes.
¿Cuántos son los grados del sacramento del
orden?
Siete, á saber: ostiario, lector, exorcísta y
acólito, los cuales se llaman menores, el subdia-
conato, diaconato y sacerdocio que se llaman
mayores. Los cinco primeros son órdenes ó gra-
dos solamente, los tres últimos son órdenes y
sacramentos; pero no son muchos sacramentos
sino el mismo que llamamos orden, por cuanto
confiere diversas facultades esencialmente sacer-
dotales. Se añaden el episcopado y la prima
tonsura; de los cuales el primero es el comple-
mento del sacerdocio, y la segunda, mera dispo-
sición para recibir las órdenes mencionadas.
He aquí las funciones de los ministros de
la Iglesia: el ostiario está obligado á abrir las
puertas del templo á los dignos y cerrarlas á los
indignos, y á tocar las campanas para la oración;
el lector, á leer desde el pulpito los salmos ca-
tequizar é instruir al pueblo en la fe; el exorcís-
ta, á expeler de los posesos al demonio; el acó-
lito á ofrecer las vinajeras al celebrante; el sub-
diácono, á servir al diácono y cantar la epístola
en las misas solemnes; el diácono á asistír in-
mediatamente al presbítero, cantar el Evangelio,
predicar y bautizar; el sacerdote, á consagrar el
pan y el vino y absolver de los pecados. Cada
uno de los ministros, en su ordenación, recibe
de manos del obispo ordenante el instrumento
que corresponde á su oficio.
¿Qué debemos á los sacerdotes!
16G
1 ° Kespeto, porque su dignidad excede á la
de los ángeles; 2? agradecimiento, porque ha-
cen bienes espirituales superiores á los de la
tierra; 3? obediencia y reverencia, porque J e -
sucristo les dijo: El que á vosotros oye, á mí me
oye; el que á vosotros desprecia, á mí me des-
precia.

LECCIÓN XVI.
¿Qué cosa es el sacramento del matrimo-
nio?
Un sacramento instituido por Jecucristo pa-
ra santificar la unión de los esposos. La mate-
ria son los cuerpos de los contrayentes; \¿i forma
son las palabras con que, en presencia del párro-
co y dos testigos, expresan recíprocamente su
consentimiento y aceptación. El matrimonio
representa la unión de Jesucristo con su Igle-
sia, por la santidad del estado, caridad recípro-
ca de los cónyuges, piedad con que crían y edu-
can á sus hijos, y la fidelidad que se guardan
hasta morir.
Los contrayentes deben tener vocación de
Dios y virtudes para cumplir los deberes de pa-
dres de familia, y hallarse en estado de gracia.
La Iglesia, por medio de las proclamas, amones-
ta álos fieles para que oren por los futuros es-
posos, y manifiesten los impedimentos que pu-
dieran oponerse á su matrimonio.
¿Cuáles son los impedimentos que anulan el
Matrimonio?
167
Los principales son los siguientes: I? error
acerca de la persona con quien se contrae- 2?
voto solemne de castidad; 3V parentesco de con-
sanguinidad ó afinidad hasta el cuarto grado en
línea colateral, y el vínculo espiritual entre el
bautizado ó confirmado y sus padrinos, entre és-
tos y los padres de aquél; 4? la diferencia de
religión, cuando no es bautizado uno de los con-
trayentes; 5V la fuerza impuesta á una de las
partes para que dé el consentimiento, sin tener
voluntad ni libertad para expresarlo; 6? la falta
de la presencia del párroco y dos testigos.
Hay. otros impedimentos que obstan al ma-
trimonio, pero no looanulan depués de celebra-
do, estos son tres: I voto simple de castidad;
i? esponsales ó promesa de matrimonio hecha á
otra persona; 3? prohibición de la Iglesia en
tiempo de cuaresma y adviento. Los dos
primeros, y con mayor razón el último, pue-
den ser dispensados por la Santa Sede ó sus de-
legados cuando hay causales canónicas.
¿Cuáles son las ceremonias de la bendición
nupcial?
El párroco bendice un anillo y una moneda
y los da á la desposada en signo de la fidelidad
conyugal que debe guardar, y de la comunidad
de bienes de los consortes; luego les administra
la sagrada comunión para sellar su enlace con la
sangre del Salvador, prenda segura de gracia y
de vida eterna. Antiguamente los padrinos ex-
tendían un velo sobre la cabeza de la desposada,
y el sacerdote les ceñía las cienes á los consortes
con diademas de ramas de oliva, orladas con
1G8

franjas blancas y purpiireas, emblema de la.


inocencia y pureza de intención que los espo-
sos deben llevar al matrimonio.

ORACIÓN.

Oh Dios mío, que habéis derramado las


fuentes de vuestra caridad sobre nosotros por
medio de los santos sacramentos; concededme la
gracia de recibirlos con las disposiciones nece-
sarias para mi santificación. AMÉN.
109

DE LA CARIDAD.

I LECCIÓN I.
¿Qué cosa es la caridad?
Es una virtud sobrenatural por la que
amamos á Dios sobre todas las cosas, por ser in-
finitamente bueno, y al prójimo como á nosotros
mismos por amor á Dios, La fe nos enriquece
con las verdades reveladas, la esperanza nos
consuela con la promesa de los bieues sobrena-
turales, y la caridad ennoblece nuestro corazón
penetrándole del amor de Dios.
La caridad es la más excelente de las virtu-
des teologales, por la plenitud con que tiende á
su objeto, y porque es la forma de todas las vir-
tudes: "La fe es la caridad que cree, dice San
Agustín; la esperanza es la caridad que espera; la
prudencia es la caridad que reflexiona; la justi-
cia es la caridad que da á cada uno lo qne es su-
yo."
¿Cuál es el objeto primordial de la caridad*
Él objeto primario es Dios, y el secundario
es el prójimo.
Debemos amar á Dios sobre todas las cosas:
1 ° por sus perfeccionos infinitas, de las cuales
deriva cuanto hay de bueno y amable en noso-
tros mismos y en las criaturas; 2? por sus be-
170
ueñcios en el orden natural y en el sobrenatural;
3? por la bienaventuranza que nos ha prometi-
do; 4? por el precepto que la naturaleza impo-
ne á la criatura de amar á su Criador. Median-
te la meditación de estos motivos y la oración
podemos alcanzar de Dios su santo amor.
Los pecados contrarios á esta virtud son
todos los pecados, los mortales porque la extin-
guen, y los veniales porque la debilitan. Sólo el
odio á Dios, lo que es inconcebible, y sus conse-
cuencias, cuales son el ateísmo, la blasfemia, &
se oponen directamente al amor de Dios.
¿Cuál es el objeto secundario de la caridad?
El prójimo, esto es, los padres, parientes,
amigos, benefactores, conciudadanos, todos los
hombres sin distinción, sean herejes, infieles,
enemigos y aun difuntos. La caridad universal,
considera á todos los hombres como hijos de un
solo padre Dios, formando ana sola familia-, tie-
ne por medida el amor con que cada uno se ama
á sí mismo, y por motivo, el amor de Dios que
ha criado al hombre a su imagen y semejanza, le
ha redimido con la sangre de Jesucristo, y le ha
impuesto el precepto de la caridad.
Habremos cumplido el precepto de amar al
prójimo si practicamos con él las obras de mi-
sericordia corporales y espirituales, y especial-
mente si perdonamos las injurias, amando á los
enemigos y perseguidores, y ofreciéndoles exte-
riormente las pruebas comunes de benevolen-
cia.
Las personas que están mas íntimamente
unidas por la sangre, la amistad, el oficio, &, de-.
171
ben ser amadas con preferencia á las demás, en
este orden: 1? el esposo ó la esposa; 2? los
hijos; 3? los padres; 4? los hermanos; 5? los
parientes; 6? los amigos; 7? los benefactores-
8? los superiores y autoridades; 9? todos los
hombres.

LECCIÓN II.
•Qué cosa es el Decálogo?
La colección de los diez preceptos dados
por Dios, á Moisés en el monte Sinaí, en los
cuales se contienen todos los oficios que la ley
natural impone al hombre. Los tres primeros
preceptos son relativos al amor de Dios, y los
siete restantes al amor del prójimo.
¿Cuál es el primer precepto del Decálogo?
Se lee así en el Éxodo: Yo soy el Señor tu
Dios no tendrás dioses ágenos. La Iglesia
lo enseña con estas palabras: Amar á Dios so-
bre todas las cosas
Este precepto manda principalmente los
íictos de la virtud de la religión, esto es la ado-
ración, el sacrificio, la ofrenda y el cumplimien-
to de los votos y promesas hechas á Dios ó á los
Santos.
Adoración es el honor que tributamos a
Dios por su excelencia suma y absoluto domi-
nio sobre todas las criaturas. Este culto supre-
mo llamado latría sólo se debe á Dios. El
culto hiperdulía es la reverencia que hacemos
á María Santísima, no como á divinidad, sino
172
como á criatura excelentísima superior á todas
y medianera nuestra para con Dios. El culto
(lidia es el honor que hacemos á los ángeles
y á los santos, por sus virtudes y por los bienes
que esperamos alcanzar mediante su interce-
sión. El culto es absoluto cuando lo dirigimos
á Dios ó á los santos en sí mismos; es relativo
cuando lo tributamos á sus imágenes ó sím-
bolos.
Sacrificio es la ofrenda que se hace á Dios
de una cosa que se consume en honra suya
Todos los pueblos lo han ofrecido en recono-
cimiento del dominio absoluto de vida y muer-
te que Dios tiene sobre sus criaturas.
Ofrenda es lo que se da á Dios para el
culto, adorno del templo y manutención de los
sagrados ministros. La piedad ha convertido
constantemente en dones de esta especie los me-
jores frutos de la tiera, el oro, las piedras pre-
ciosas y los bienes raíces.
Voto es la promesa dirigida á Dios de hacer
alguna buena obra, bajo pena de pecado mortal.
No hay obligación de ligarse con voto para obrar
bien, sino de cumplir el que se hubiere hecho
con libertad sobre materia posible.
¿Cuáles son las cosas prohibidas por el pri-
mer precepto?
La idolatría, la vana observancia, la adivi-
nación, la magia y el maleficio.
Idolatría es la acción de tributar á las cria-
turas el culto que se debe sólo á Dios, some-
tiéndose á ellas y reconociéndolas con cualquier
acto como a Ser Suüremo.
173
La vana observancia consiste en emplear
medios que son incapaces de producir, por su
naturaleza, los efectos que se desean; tal es la
pretención de curarse de las enfermedades por
medio de la aplicación de cosas sagradas.
Adivinación es la investigación de cosas
ocultas, por medios que suponen invocación im-
plícita del dominio; v. g.: preveer lo futuro por
la posición de los astros, el cantar de las aves,
las rayas naturales de las manos, &.
Magia es el arte de hacer, con intervención
del demonio, cosas que exceden á las fuerzas hu-
manas, como las hicieron? los magos de Faraón.
Maleficio es el arte, de hacer daño á otros
por medio del demonio, ya causando enferme-
dades, ya excitando pasiones ó afectos desorde-
nados.
Los fenómenos extraordinarios del magne-
tismo animal inventado por Mesmer y los del
espiritismo son otras especies de superstición
condenadas por la Iglesia;

LECCIÓN III.
¿Cuál es el segundo mandamiento cte la ley
de Dios?
No tomarás el nombre del Señor tu Dios
enmno.
Este precepto prohibe pronunciar en vano el
nombre de Dios, la blasfemia, el perjurio y la
violación del voto.
Tomar en vano el nombre de Dios, es pro-
174
rtunciarlo sin la debida reverencia, por costum-
bre, por admiración ó impaciencia. También so
prohibe nombrar sin reverencia á María Santísi-
ma ó á los santos.
Blasfemia es una locución injuriosa á Dios
directa ó indirectamente; es heretical ó impre-
cativa cuando contiene alguna herejía ó impre-
cación.
¿Qué es juramento?
La invocación del nombre de Dios para ates-
tiguar la verdad. Se llama asertorio cuando
afirma cosas pasadas ó presentes; promisorio,
cuando asegura cosas futuras^ imprecatorio,
cuando el que lo hace llama sobre sí los cas-
tigos de Dios, caso de no ser verdad lo que
afirma. El juramento vestido de las debidas
condiciones es lícito, y obliga en conciencia á
cumplir lo prometido cuando es promisorio; pe-
ro no conviene jurar con frecuencia, porque el
hombre que jura mucho, dice el Espíritu Santo,
se cubrirá de iniquidades y el castigo no saldrá
de su casa.
Para que haya juramento no basta decir ju-
ro, es necesario tener intención" de jurar, ó invo-
car el nombre de Dios haciendo la señal de la
cruz ó tocando los santos Evangelios.
Para la licitud del juramento se necesitan
verdad, juicio y justicia. Verdad es la confor-
midad de la aserción con la intención y conoci-
miento del que jura: afirmar cosas falsas ó du-
dosas, ó prometer lo que no se ha de cumplir, es
faltar á la verdad del juramento. Juicio es el
discernimiento, m a t o reflexión y reverencia
175
eon que se ha de jurar, cuando la necesidad ó
verdadera importancia de las cosas lo exige.
Justicia es la licitud ú honestidad de la cosa so-
bre que se jura. El juramento de vengarse de
una injuria ó de faltar á la ley de Dios no obliga:
el que lo hace comete un pecado grave, y si lo
cumple comete- otro más.
¿De qué manera obliga el voto?
Grave ó levemente según la materia pro-
metida y la intención del vovente. Cuando hu-
bieres hecho un voto al Señor, dice la Escritura,,
no tardes en cumplirlo, porque el Señor te pedi-
rá cuenta de él, y si te tardares, tu demora se te
imputará á pecado. La obligación del voto ce-
sa cuando se lo ha cumplido, ó su cumplimiea-
to se ha vuelto imposible, ó se ha obtenido le-
gítima dispensa ó conmutación.
Los votos principales son: el de profesar en
alguna de las órdenes aprobadas por la Iglesia;
el de visitar los lugares santos-, y los de pobre-
za, obediencia y castidad que se hacen solemne-
mente en la profesión religiosa ó simplemente
en el siglo.

LECCIÓN IV.
¿Cuál es el tercer mandamiento de la ley de
Dios?
Acuérdate de santificar el día sábado. Du-
rante seis días trabajarás y harás todas tus
obras, pero el día séptimo es el sábado del Señor
tu Dios.
176
Abrogada la ley de Moisés en la parte cere-
monial, la Iglesia designó el domingo en lugar
del sábado para el cumplimiento de este pre-
cepto,- porque domingo fué el primer día de los
tiempos, domingo resucitó Jesucristo, y en igual
día descendió el Espíritu Santo sobre los após-
toles: el día del Señor ños recuerda la creación,
la redención y el establecimiento de la Iglesia
Católica,
Para santificar las fiestas estamos obliga-
dos á oir misa y abstenernos de obras serviles.
La misa se ha de oir entera, con atención y
en lugar debido.
A te nción es la aplicación de la mente alas
palabras, á las acciones del sacerdote, ó á los
misterios que ellas significan. Meditar la pa-
sión de Nuestro Señor Jesucristo, ó rezar el ro-
sario con recogimiento y devoción mientras dura
la misa, es el mejor modo de atenderla.
El lugar debido no es el oratorio privado,
concedido por gracia á una familia, sino el tem-
plo público, y especialmente la Iglesia parro-
quial, donde, á más de la misa, el párroco da
instrucciones al pueblo.
Se íalta á la integridad de la misa cuando
se llega á ella después que el sacerdote ha leído
el Evangelio, ó se deja de asistir desde la consa-
gración hasta el Pater noster, ó á la comunión
del sacerdote y á la parte subsiguiente.
Están excusados de oir misa los enfermos
y los que viven á distancia de cinco kilómetros
de la» parroquia.
¿Cuáles son las obras prohibidas en día de
—177-
fiesta?
Hay cuatro clases de obras: serviles, libera-
les, comunes y forenses. Liberales son las que
se hacen más con el espíritu que con el cuer-
po, y se dirigen á la cultura de la inteligencia;
como leer, escribir, tocar instrumentos, &. Fo-
renses, las que pertenecen al foro judicial ó mer-
cantil. Serviles son las que ocupan al cuerpo
más que al espíritu, y se encaminan al provecho
del primero; como cultivar la tierra, edificar,
construir muebles ó hacer otras labores propias
dé los jornaleros ó artesanos. Comunes son las
que ocupan al cuerpo y al espíritu, y son igual-
mente propias de personas libres y de las asala-
riadas; como viajar, pasear, cazar, pescar, jugar,
&. Las liberales y las comunes son lícitas; las
serviles y forenses están prohibidas el día de
fiesta, así como la concurrencia á bailes, espec-
táculos y catees ocasionados á desórdenes y pe-
cados.
¿Cuáles son las causas por las que es permi-
tido trabajar alguna vez el día de fiesta?
La caridad] por la cual es lícito servir á los
enfermos, enterrar á los muertos, y trabajar pa-
ra socorrer á un pobre que se halla en grave ne-
cesidad. La piedad justifica las obras que sir-
ven próximamente al culto; como barrer, ador-
nar el templo, &. La necesidad propia ó aje-
na, del alma ó del cuerpo, permite á los agricul-
tores, á los artesanos y á los domésticos traba-
jar el día festivo, para evitar el perjuicio que se
seguiría de suspender la siega, Ja trilla, la fun-
dición de metales ú otras obras de esta clase.
178

LECCIÓN V.
¿Cuál es el cuarto mandamiento de la ley
de Dios?
Dice así: Honra á tu padre y á tu madre.
Los hijos deben á sus padres amor, reveren-
cia y obediencia.
El amor á los padres consiste en serles sin-
ceramente adictos, ofreciéndoles signos exterio-
res de benevolencia, socorriéndolos en sus ne-
cesidades, y evitándoles todo lo que pudiera
causarles pesadumbre.
La reverencia es el respeto y la veneración
que los hijos guardan á sus padres, cuando les
consideran como imágenes de Dios y represen-
tantes suyos en la tierra, y aceptan con humil-
dad y provecho sus avisos y consejos.
Obediencia sencilla, pronta y cumplida, de-
ben los hyos en las cosas lícitas que estén á su cui-
dado, así como en lo tocante al orden doméstico,
moralidad y buenas costumbres. Eespecto de
la elección de estado conviene sobre manera que
reciban consejo de sus padres, sin dejar de obe-
decer ante todo á la vocación divina, conocida
por medio de la oración y buenas obras.
¿Cuáles son los deberes de los padres para
con sus hijos?
Los siguientes: I o darles alimento y vesti-
do, y enseñarles oficio ó profesión según su
clase y aptitudes; 2? instruirlos en la Religión
y en las materias necesarias para la vida social,
179
sea por sí mismos ó por medio de profesores
virtuosos 6 ilustrados; 3? impedirles las com-
pañías, lecturas y ocupaciones ocasionadas á
obras malas, y reprenderlos ó castigarlos se-
gún las faltas que cometieren; 4? enseñarles y
obligarles, con su buen ejemplo, á cumplir los de-
beres que imponen la Eeligión y las leyes.
Los padres no pueden ser obligados á en-
viar á sus hijos á las escuelas oficiales y laicas,
(pie no están bajo la dirección de la Iglesia Ca-
tólica; porque la autoridad de los padres para
la educación de sus hijos se iunda en la ley na-
tural, que no puede ser violada ni restringida
por ninguna ley humana. Si los institutos ofi-
ciales fueren católicos, los padres deberían edu-
car á sus hijos en ellos, no porque así lo man-
de el gobierno, que ni en este caso tiene fa-
cultad de obligar, sino porque una ley supe-
rior ^ todo gobierno les impone el deber de
guardar la vida, y educar á los seres á quienes
han dado la existencia.
¿Á quiénes más obliga el cuarto precepto/
Á los sirvientes, á los discípulos, á los ciu-
dadanos y á los líeles, para con sus señores,
maestros' y autoridades civiles y eclesiásticas
respectivamente: y á éstos para con aquéllos,
guardada la debida proporción. Los superiores,
en cambio del obsequio que reciben de los in-
feriores, están obligados á devolver beneficios, ei>
cuanto alcancen los medios que están en sus
manos, á imitación de Jesucristo, modelo de
padres y superiores, que por todas partes pasó
hacicnüo bien.
180

LECCIÓN V I
¿Cuál es el ouinto mandamiento de la ley de
Dios?
No matarás.
Este precepto prohibe el asesinato, el due-
lo y el suicidio.
Asesinato, es la acción con que un hombre
mata a otro injusta y deliberadamente. No es
reo de homicidio el que mata á un hombre por
casualidad, sin previsión ni voluntad de hacerlo;
ni los soldados que matan á sus enemigos en
guerra justa; ni los magistrados que condenan,
ni los ejecutores que ajustician á los criminales;
ni los particulares que para defender su vida no
tienen otro recurso que dar la muerte al injusto
agresor.
Es reo de homicidio no sólo el que da la
muerte sino también el que la manda, la aconse-
ja, la apoya ó proporciona armas al asesino; y
los médicos, cirujanos, farmacéuticos y enferme-
ros que por ignorancia ó negligencia causan la
muerte ó dejan morir á los enfermos.
Duelo es el combate de dos ó más personas
emprendido por autoridad privada, después de
fijado el lugar, hora, armas y más condiciones
del lance. La soberbia y la venganza feroz con-
ducen al duelista al monstruoso crimen de com-
prometer su propia vida y la de otro que perte-
necen á Dios, á la sociedad y á la familia. La
181
Iglesia impone á los duelistas y á los testigos é
instigadores la pena de excomunión mayor, v la
privación de sepultura eclesiástica al eme pere-
ciere en el combate.
Suicidio es el acto de matarse á sí mismo.
El suicidio es el mayor de todos los crímenes,
porque no solo priva de la vida temporal, basé
de todos los bienes presentes, sino también de
la bienaventuranza eterna, por la impenitencia
ñnal en que muere quien se atreve á quitar á
Dios el derecho de vida y muerte. La Iglesia
no ora por los suicidas, no celebra exequias, ni
les da sepultura, porque es vano el sufragio é in-
debida la condolencia por el que reniega de la fe
y de la humanidad.
¿Qué más prohibe el quinto mandamiento?
Él escándalo, ó sea obra ó palabra mala
que ocasiona la ruina espiritual de otro. Es im
pecado mayor que el homicidio, porque mata el
alma del que lo recibe. Los libros impíos y las no-
velas obscenas son los mas perniciosos de los es-
cándalos que,como una fuente envenenada llevan
la muerte á las almas, difundiéndose por todos
los lugares, v alcanzando á todos los tiempos
hasta el fin del mundo. La provocación direc-
ta al pecado, las representaciones dramáticas
inmorales, la simple comisión de obras malas en
presencia de porsonas inocentes, &. son pecados
horrendos no solo contra la caridad en general
sino también contra la virtud especial á que se
opongan. Por esta razón Nuestro Señ@if Jesu-
cristo se' lamentó del mundo por los escándalos
y dijo: Al que escandalizare á uno de estos pe-
182
queñitos que en mi creen, mejor le fuera que col-
gasen á su cuello una piedra de molino y le ane-
gasen en el profundo del mar.

LECCIÓN VIL
¿Qué prohibe Dios por el sexto y noveno
mana ami en tos?
Todo penSarniento, palabra ú obra contrarios
á la Honestidad, y las ocasiones que conducen á
ellas. En esta materia todos los pecados son
mortales, aunque solo sean interiores, si hay ad-
vertencia y consentimiento libre de parte de la
voluntad para pensar, desear ú obrar el mal.
La sola idea que salta á la imaginación no es pe-
cado, por abominable que sea; la aceptación li-
bre y plena, del pensamiento ó deseo malo cons-
tituye su nsalicia.
Son ocasiones de pecado: 1? la familiari-
dad con personas de diferente o
sexo; 2? la lec-
tura de libros obscenos; 3 los espectáculos y
bailes: 4? las conversaciones ociosas; 5? la fal-
ta de Urbajo ú ocupación.
Por los pecados nefandos castigó Dios al
inundo entero con el diluvio, á las cinco ciuda-
des, con el fuego que bajó del cielo, á la descen-
dencia de Caín, con la servidumbre, y á los indi-
viduos particulares, con la ceguedad del entendi-
miento, la dureza del corazón y la impenitencia
fina!. Consecuencias funestas, como la debilidad
de las fuerzas, la indolencia, las enfermedades y
aun la muerte liguen naturalmente á la vida des-
183
ordenada.
¿Qué remedios hay contra este pecado?
Hay remedios internos y externos. Los in-
ternos son: reflexionar sobre los castigos que
Dios impone al impuro en este mundo V en el
otro, meditar en los novísimos, contener la me-
moria, la imaginación y el sentimiento respecto
de toda especie mala, amar las virtudes y prac-
ticar la humildad. Los externos son: la sobrie-
dad y sencillez en los alimentos, guardar los sen-
tidos especialmente el tacto y la vista, la mor-
tificación habitual en privarse de algo superfluo.
encomendarse á la Inmaculada Concepción, j
frecuentar los santos sacramentos.
¿Qué es lo que mandan los preceptos indica-
dos?
La pureza en el alma y en el cuerpo, como
corresponde á los que, por ser cristianos, somos
miembros de Jesucristo, templos vivos del Es-
píritu Santo, imágenes de la Santísima Trinidad.
Así como es horrible el pecado prohibido por el
sexto precepto, es hermosa la virtud contraria
prescrita: si el primero convierte al hombre en
una bestia, la segunda lo eleva á la escelefltía de
los ángeles; el primero liga el alma con el de-
monio, la segunda atrajo al mismo Dios á las en-
trañas de una Virgen, y alcanza para los biena-
venturados la honra de acompañar al Cordero in-
maculado á donde quiera que va.
184

LECCIÓN VIII.
¿Cuáles son los preceptos séptimo y décimo
de la ley de Dios?
El séptimo, no hurtarás. El décimo, no co-
diciarás los bienes ágenos.
El derecho de propiedad fundado en la na-
turaleza del hombre, que para el tiempo de la
vejez y de la enfermedad necesita de los bienes
adquiridos antes por medio del trabajo, está san-
cionado por la ley divina positiva, que así pro-
hibe el desordenado deseo de los bienes ajenos,
como el hurto consumado, la rapiña y el fraude.
El hurto consiste en tomar cosa ajena ocul-
tamente, contra la voluntad rae i ou al del dueño:
cuando se toma lo ajeno con violencia, el acto se
llama rapiña; y cuando el perjuicio se hace con
engaño, se denomina fraude. El hurto y sus
especies no se perdonan sino se devuelve la cosa
ajena, ó se resarce el daño que se haya hecho:
¡Ay de aquel que acrecienta lo que no es suyo!
dice el Señor. Hasta cuándo amontona con tra
sí él denso lodof
¿Quiénes están obligados á restituir?
1? El poseedor de la cosa robada; 2? el
autor del hurto ó del perjuicio; 3? los partíci-
pes de lo hurtado; 4? los que mandan, aconse-
jan ó prestan amparo ó auxilios eficaces para
que se cometa el hurto; 5? los que estando
obligados á guardar los intereses públicos ó pri-
vados no impiden el daño, &.
—-185
La restitución de la cosa ajena ó de su valor
se ha de hacer, cuanto antes, á su dueño ó á sus
legítimos herederos: caso de no existir estos ó
de no poderse cumplir la restitución sin deshon-
ra, el valor de ella se pondrá en manos del con-
fesor, para que lo entregue á los acreedores ocul-
tando el nombre del deudor, ó lo emplee en obras
pías según su dictamen.
Los bienes del prójimo son de cuatro clases:
del alma, del cuerpo, de honra y de fortuna; ca-
da uno exige resarcimiento especial y proporcio-
nado al daño.
¿Cuál es el octavo mandamiento de la ley
de Dios?
No levantarás falso testimonio ni menti-
rás.
Falso testimonio es la declaración falsa da-
da con juramento ante el juez. Todo testigo ci-
tado para declarar está obligado en conciencia,
á comparecer, y decir la verdad acerca de lo que
supiere y fuere preguntado. Si la declaración
es falsa, el testigo que la da es perjuro, y que-
da oligado á resarcir los daños que causare en la
honra ó en la fortuna ajena.
Mentira es la expresión ó manifestación
contraria á lo que su sabe, cree ó piensa pronun-
ciada ó hecha con el fin de engañar: es oficiosa-
cuando por medio de ella se procura alguna uti-
lidad propia ó ajena; es dañosa cuando se inten-
ta dañar á otro. En todo caso la mentira es pe-
cado grave ó leve según la materia, y no esX)rlici-
to decirla ni para evitar la muerte: 3? * ^f
se opone al fin con que Dios concedió al hombre
186
el don de la palabra; 2° p o i p i sin verdad e
las palabras, la sociedad y el comercio de los
hombres son irrealizables; 8? por que los labios
mentirosos son abominación para el Señor, co-
mo dice el Sabio.

LECCIÓN IX.
¿Qué otras cosas más prohibe el octavo pre-
cepto?
La detracción, la contumelia, el juicio teme-
rario, la violación de secretos y los chismes.
Detracción es la oculta é injusta violación
de la fama del prójimo ausente. Fama es la
buena estimación que se tiene de la vida y eos-
tambres de otro. La detracción se hace de va-
rios modos: 1? directamente cuando se impu-
ta al inocente un crimen falso, ó se amplifica el
verdadero, ó se maniñesta el oculto, ó se toma
en mal sentido la obra buena; 2? indirectamrn-
te cuando se niega el mérito de las obras bue-
nas, ó se lo disminuye, ó se calla, ó se alaba fría-
mente cuando los demás lo aplauden con justi-
cia. En su género es pecado mortal, y también
en caso particular cuando el detractor es perso-
na discreta y el ofendido es de buene fama; por-
que priva injustamente del buen nombre que es
mejor que las riquezas. El detractor está obli-
gado, por justicia, á reparar la fama que ha qui-
tado injustamente, y á compensar todos los da-
ños temporales previstos, provenientes de la
difamación.
•187
Contumelia es la detracción que se hace en
presencia y con conocimiento de la persona
ofendida. A esta especie pertenece la irrisión
ó el desprecio manifestado por palabras, risas*
ó gestos, ridiculos; el improperio ó acto de dar
m cara al prójimo su pobreza, la oscuridad de
su nacimiento, &. De ordinario es pecado más
grave que la detracción.
Juicio temerario es la persuasión firme de
la culpabilidad del prójimo fundada en leves in-
dicios. La sospecha y la duda no constituyen
pecado grave como el juicio.
Violación de secreto es descubrir los hechos
ó palabras que se deben ocultar, ó porque la ra-
zón natural así lo exije para la indemnidad de
la honra, ó por haber habido compromiso ó pro-
mesa de guardarlos.
Chismes son ciertas narraciones maliciosas
ó imprudentes, que se hacen á una persona con
el lin de indisponerla con otra. El reo de este
pecado es maldito por Dios.
¿Basta guardar los mandamientos de la ley
de Dios para salvarse?
No, por cierto. Es preciso también obser-
var los que ha dado la Iglesia, con el poder su-
premo que recibió de Jesucristo, para dar leyes
acerca de la moral, y todo lo que se refiere á la
Religión y al culto divino.
*Los mandamientos
o
de la Iglesia son los si-
guientes: I oir misa entera todos iosi domin-
gos y días de fiesta de guardar; 2? confesarse a
lo menos una vez en el año, por la catres¡nía,
cuando hay peligro de muerte y cuando se ha m
188
comulgar; 3? comulgar en la Pascua, cuyo tiem-
po principia el Domingo de Ramos y suele pro-
rrogarse hasta la festividad del Corpus. El con-
cilio Lateranense previene la observancia de es-
tos mandamientos, dando á la Iglesia facultad de
imponer pena de excomunión á los que no los
cumplieren.

LECCIÓN X.
¿Qué otra cosa más nos manda la Iglesia'?
Ayunar ciertos días del año. Entendemos
por ayuno el no comer sino una vez en veinti-
cuatro horas, á las doce del día, absteniéndose de
manjares prohibidos. La costumbre ha estable-
cido tomar por la noche una ligera comida lla-
mada colación, sin carne ni lacticinios hasta el pe-
so de ocho onzas; ó adelantarla por la mañana,
j hacer la única comida á las tres ó cuatro de la
tarde. Son días de ayuno actualmente los vier-
nes de adviento y la cuaresma, y obligan á todos
los que han cumplido veintiún años, y no tienen
inconveniente que los excuse.
Los manjares prohibidos son la carne de
animales, que viven y respiran en la tierra, y los
lacticinios, llamados así la carne de pez, la leche
y los huevos. Por el privilegio de la bula de la
santa cruzada, los que dan la limosna correspon-
diente á la de carne y á la de vivos, y los pobres
que á falta de la limosna rezan un Padre nuestro,
Avemaria y Credo pueden comer carne los
días prohibidos, excepto los viernes de cuares-
189
ma, los cuatro días de la semana santa, la viíñlM
de Navidad, de los apóstoles San Pedro y San
Pablo, de Pentecostés y de la Asunción de María
Santísima. El privilegio de comer carne ex-
cluye la facultad de tomar pescado en una mis-
ma comida en día de ayuno, en los domingos de
cuaresma y los viernes dé todo <ül año. La absti-
nencia obliga á todos los que cuentan siete años
cumplidos de edad.
Los padres de familia que tienen suficientes
recursos, están obligados a dar á cada uno de
sus domésticos la bula de vivos, para que con
ella puedan estos aprovechar del privilegio de la
de carne que aquellos tuvieren para sí.
Los que sin causa justa faltan al ayuno, y
tienen privilegio para usar de carne, no pueden
comer de ella sino una vez al día como si ayuna-
ran; los que están excusados del ayuno pueden
hacer uso del privilegio de la bula cuantas veces
quieran.

LECCIÓN ÚLTIMA.
I ¿Cuál es el fruto que en la vida presente de-
bemos sacar de la unión con Jesucristo?
La imitación de sus virtudes, porque Jesu-
cristo es el modelo de todas las edades y estafa
del hombre: en su infancia se consagró al Mer-
no Padre en el templo de Jerusalén; en BU juven-
tud vivió sumiso á sus padres y dedicado al tea-
bajo; en su edad niadu^ oraba, ^WAÁM
gentes, glorificaba á su tacto* y para terminar
uiv
su vida íustituyó el apostolado que continuase m
misión redentora, y entregó su espíritu en manos
de Dios. Los sacerdotes, los revés encuentran
7 v
en Jesucristo la santidad y la autoridad que lian
de imitar: así como los pobres y los infelices, el
ejemplar que santifica la pobreza y los padeci-
mientos. La vida privada de Jesucristo se re-
fiere con dos palabras: Les estaba sumiso (á sus
padres)¡ y la vida pública con estas otras: Todo
lo hizo bien. Ojalá se nos graven en la memoria
estas últimas palabras como norma de conducta
para la vida presente.
ORACIÓN,

Por vuestra infinita misericordia, oh Dios


mío, nací en el gremio de la Iglesia Católica y he
guardado el tesoro de la íé¡ concededme la gra-
cia de morir en ella como verdadero y fiel cris-
tiano, creyendo firmemente en Jesucristo, espe-
rando en Él con filial confianza, y amándole con
todo mi corazón, como á mi Maestro, á mi Re-
dentor y á mi Salvador.—AMÉN.
LITANLE.
CJÍ^YKIE eléison. Mater Salvatóm. ora.
&jjKg£Chiiste eléisou. Virgo Prudentísi-
Kyrie eleison. ma. ora.
Christe, audi nos. Virgo Veneranda. ora.
Christe, exáudi nos. Virgo Pra?dicánda. ora.
Pater ele ccelis Deus. Virgo Potens. ora.
Miserere nobis. Virgo Ciernen*. ora.
Fili, Redemptor rnundi Virgo Fidelis. ora.
Deus. Miserere nobis. Speculum Justítúe ora.
Spiritus sánete Deus. Sedes Sapiéntiae. (5ra.
Miserere nobis. Causa nostríB lcetí-
Saneta Trínitas unus tia\ ora.
Deus. Miserere nobis. Vas Spirituále. ora.
Saneta María, ora pro- Vas Honorábile. ora.
nobis. Vas insignee devo-
Saneta Dei Gémtrix, ora tiónis. ora.
pro nobis. Rosa mystica. ora.
Saneta Virgo vírginuin, Turris Davídica. ora.
ora pro nobis. Turris ebúrnea. ora.
MaterChristi. ora. Domus áurea. (>ra.
1
Mater1 divina. , gra- Fcederis arca. ora.
cia , ora. Jánua coeli. ora.
Mater Puríssima. ora. Stella Matutina. ora.
Mater Casríssima. ora. Salus iníirmorurn. ora.
Mater In viola ta. ora. Refugium peccato-
rum. ora.
Mater Intemerata, ora.
Mater AifTábilis. <>ra. Consolátrix arlicto-
rum. ora»
Mater Admirábils. ora.
Mater Creatóris. ora. Auxiliuui christia-
—102
noram. ora. re nobis.
Regina Augelórum. ora. Snb tuum presidium
Regina Patriarehá- coutügimus, Sai icta Dei
rivm. ora. Crémtrix: nostras de-
Regina Propheta- precatiónes ne despi-
rum. ora. das in necesi tátibus; se< l
Regina Apostolo- a perículis cuuctis libera
rurn. ora. nos semper, Virgo glo-
Regina Mártirum. ora. riosa et benedicta.
Regina Confesso- y. Ora pro nobis,
runi. ora. sancta Dei Génitrix.
Regina Vírginuin. ora. ü . Ut digni efficiámur
Regina Sanctorum promissiónibus Christi.
omniura. ora.
Regina sine labe RATTAM tuam7quie-
originali concepta, ora. apsumus, Dómine,
Regina Sacratíssimi méntibus nostris infun-
Rosarii. ora. de, ut qui, Angelo nun-
AgnusDei, qui tollis tiánte, Christi Filii tui
peccata mundi. Parce Incarnatiónem cognóvi-
nobis, Dómine. mus, per passiónem ejus
Agnus Dei, qui tollis et crucera ad resurrec-
peccata mundi. Exáudi- tiónis glóriam perduca-
nos Dómine. mur. PereúmdemChm-
Agnus Dei, qui tollis tum Dóminum nostrum.
peccata mundi. Misere- R. Amen.
ÍNDICE.
PRIMERA PARTE.
SIECOIÓlsr PRIMERA.
DE LA EXISTENCIA Y ATRIBUTOS DE DIOS.

La palabra Catecismo. Existencia páginas


de Dios. Medio para conocer las
perfecciones divnas 1
Simplicidad, infinidad é inmutabili-
dad de Dios 8
Demostración de la eternidad, in-
mensidad y unidad de Dios 0
Politeísmo, dualismo y triteísmo 10
Ciencia, voluntad, poder y providen-
cia de Dios 11
Concurso divino, vocación y predes-
tinación — l^

SBOOIÓ3ST II.
DE LA CREACIÓN.

Días de la creación .15


Nturaleza, velocidad y beueñcios de
la luz , 17
División de las aguas. Extensión
peso y beneficios del aire 18
Formación de los mares: movimien-
tos y beneficios de sus aguas 20
Aparición de la tierra. Creación y
9

páginas,
organización de las plantas y do
los árboles 21
Dimensiones y movimientos del sol
y de la luna. Estrellas 23
Los peces, las aves, los animales do-
mésticos, los insectos, los reptiles
y las fieras: sus instintos, vio 5
servicios que prestan al hombre 25
Creación del hombre á imagen y se-
mejanza de Dios. Propiedades
del alma humana. Poder del hom-
bre. Formación de la mujer 29
Justicia original. Creación de los án-
geles: sus jerarquías y oficios 33
Pecado original: su naturaleza, elec-
tos y trasmisión 35

SZEOQIÓIsr XXX.
I>E LA REVELACIÓN PIV1XA Y S O I W E N A T r ü A L .

Posibilidad, necesidad de la revela-


ción v medios de hacerla 40
No hay contradicción entre la razón
y la revelación. Ésta exige asenti-
miento más firme que aquélla 42
El milagro, la profecía y los oráculos 44
Sagrada Escritura: libros del Anti-
guo y del Nuevo Testamento: su
integridad 6 inspiración divina 40
Oscuridad de la Escritura. Necesi-
dad de la interpretación de la
3
r m
pa
Iglesia . |2
Tradición Divina: su existencia y ne-
cesidad: medios por los que se ha
trasmitido. Especies de tradición 54

SEGUNDA PAUTE.
SEOOIÓ3ST I.
DE LAS PROFECÍAS.

Costumbres de los profetas 57


Objeto de las profecías. Garantía de
su cumplimiento. Las que hablan
directa y literalmente de Jesucristo 50
Profecía de Jacob 63
" de David 66
" de Isaías 68
Historia y profecías de Daniel 70
Profecías de Ageo y Zacarías 76

SZECCIÓZNT II.
EKL MESÍAS MANIFESTADO POR SÍ MISMO.

Estado del mundo á la venida del


Mesías. Sectas. División de la
Palestina • ^
Nacimiento de Jesucristo y su vida
oculta : **j
Preparación para su vida pública 84
Elección de los apóstoles - -8b
4
páginas.
Sermón del monte , gg
Elección de los discípulos. Prome-
sa á San Pedro. Transfiguración 02
Parábola del sembrador. María y
Mart& imágenes de la vida activa
y contemplativa 94
Astucia de los fariseos. Parábola
de Lázaro mendigo y del rico epulón 90
Curación de un ciego de nacimiento
v resurrección de^Lázaro 98
La oveja perdida. El hijo pródigo 100
Entrada de Jesucristo en Jerusalón.
Simón el Leproso 102

S B O O I O H III.
1>E LA PASIÓN Y MUERTE DEL SALVADOll.

Celebración de la Pascua- Oración


del huerto y traición de Judas 100
Jesús ante los tribunales. Negación
de Pedro 107
Crucifixión y muerte del Salvardor 109
Resurrecci§n y apariciones de Jesu-
cristo 111
Fisonomíafísica,del Salvador : 112
TERCEBA PAUTE.
SEoaiónsr i.
B E LA F E .
5

Cualidades y objeto de la fe 116


Primer artículo del Símbolo, se-
gundo y tercero 117
Artículo cuarto. Época de la pa-
si ón y muerte del Salvador. Exis-
tencia del purgatorio 119
Artículos sexto y séptimo. Juicio
universal. Tormentos de los re-
probos. Artículo octavo. Dones
del Espíritu Santo, y pecados que
se oponen 124
Propiedades y notas de la verdade-
ra Iglesia 126
La facultad de perdonar los peca-
dos. Eesurreccióu de la carne.
Dotes de los cuerpos gloriosos 128
Artículo duodécimo 130

SBooioiNr i i .
DE LA ESPERANZA.

Gracia de Dios. Oración mental y


vocal 133
Prefacio y las tres peticiones de la
primera parte del Padre nuestro 136
Las cuatro últimas peticiones 139
Primera parte del Avemaria 143
Palabras de Santa Isabel.. -, 1J5
Palabras agregadas por la Iglesia 14t>
Sacramentó del bautismo ijjü
< >A
Confirmación **'* ' *
c
paginas
Eucaristía 155
Penitencia. Confesión auricular.
Indulgencias 157
Extremaunción 162
Orden sacerdotal. Grados y oficios 104
Matrimonio. Impedimentos «. 160

sisaaióiisr III.
DE LA CARIDAD.

Decálogo 171
Adoración, sacrificio, ofrenda, voto id.
Iidolatría, vana observancia, adivi-
nación, magia y maleficio ., 172
Juramento. Verdad, juicio y justicia 174
Santificación de las fiestas. Obras
liberales, íorenses, serviles y comunes.. 177
Deberes de los hijos para con los
padres-- 178
Asesinato, duelo, suicidio y escándalo 180
Sexto y noveno mandamientos 182
Hurto, rapiña, mentira y falso testimonio. 184
Detracción, contumelia, juicio teme-
rario, violación del secreto, chismes 186
Preceptos de la Iglesia 187
Días de ayuno. Manjares prohibidos 188
Imitación de Jesucristo 180
LitaniáB 191

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