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LA PRESENCIA DE ARISTÓTELES EN LA GUIONÍSTICA ACTUAL

Citas y textos extraídos de El guion de McKee.

La ficción es una respuesta actual a la famosa pregunta de Aristóteles en su Ética,


¿cómo debería un ser humano dirigir su vida? (27).
Las historias no son una huida de la realidad sino un vehículo que nos transporta
en nuestra búsqueda de la realidad, nuestro mejor aliado para dar sentido a la anarquía de
la existencia (29).

Géneros
Aristóteles nos ofreció los primeros géneros dividiendo los dramas según el valor
del final de sus historias y su diseño narrativo. Él observó que los narradores podían
terminar con una carga positiva o negativa. A su vez, cada uno de esos dos tipos podía
presentar un diseño sencillo (que terminara sin ningún punto de inflexión o sorpresa) o
un diseño complejo (que presentara un clímax relacionado con un gran cambio en la vida
del protagonista). El resultado produce cuatro géneros básicos: trágico simple, afortunado
simple, trágico complejo y afortunado complejo.
Pero a lo largo de los siglos, la lucidez de Aristóteles se perdió, pues se mezclaron
y contaminaron cada vez más los sistemas de clasificación de géneros. Goethe preparó
una lista de siete tipos según el tema que abordaban –amor, venganza, etcétera-. Schiller
defendió que debía haber más de siete tipos, pero no fue capaz de darles nombre. Polti
hizo un inventario de no menos de tres docenas de emociones diferentes a partir de las
cuales dedujo treinta y seis situaciones dramáticas, pero lo cierto es que sus categorías,
tales como ‘un crimen involuntario cometido por amor’ o ‘autosacrificio por un ideal’
son tan vagas que resultan inútiles. El semiólogo Metz redujo toda creación
cinematográfica a ocho posibilidades que denominó ‘sintagmas’, y después intentó
esquematizar toda la filmografía en el ‘gran sintagma’, aunque su esfuerzo por convertir
el arte en ciencia se derrumbó en pedazos como la torre de Babel.
El crítico neoraristotélico Norman Friedman, por otro lado, desarrolló un sistema
que de nuevo delinea los géneros por estructuras y valores. Tenemos una deuda con
Friedman por distinciones tales como ‘trama educativa’, ‘trama de redención’ y ‘trama
de desilusión’; son formas sutiles en las que las historias se curvan en el nivel de los
conflictos internos para producir cambios profundos dentro de la mente o de la naturaleza
moral del protagonista.

Estructura y personajes
¿Qué es más importante, la trama o los personajes? Este debate es tan antiguo
como el arte mismo. Aristóteles llegó a la conclusión de que la historia viene primero y
los personajes después. Su opinión se mantuvo hasta que, con la evolución de la novela,
el péndulo de la opinión se desplazó en dirección contraria.
La trama, como ya observó Aristóteles, es más importante que la caracterización,
pero la estructura narrativa y las verdaderas personalidades constituyen un fenómeno
único visto desde dos prismas. Las decisiones que toman los personajes desde atrás de
sus máscaras externas dan simultáneamente forma a sus naturalezas internas y hacen
avanzar la historia.

Emoción estética
Aristóteles enfocó la cuestión de la historia y del significado de la siguiente
manera: ¿por qué, se preguntó, cuando vemos un cadáver en la calle tenemos una reacción
y cuando leemos sobre la muerte en Homero o la vemos en el teatro, la reacción es
distinta? Porque en la vida las ideas y las emociones no vienen juntas. La mente y las
pasiones se desarrollan en esferas diferentes de nuestra humanidad y rara vez están
coordinadas.

Historias
Con respecto a la historia es preferible un imposible convincente que una
posibilidad que no convence. Todos podemos citar películas que nos han hecho decir:
‘No me lo creo. La gente no es así. No tiene sentido. Las cosas no ocurren de esa manera’
(229).
En su Poética, Aristóteles deduce que existe una relación entre el tamaño de una
historia –cuánto tiempo cuesta leerla o interpretarla- y el número de puntos de inflexión
importantes que resulta necesario para narrarla; cuanto más extensa sea la obra, más
cambios requerirá. En otras palabras, Aristóteles, tan educado como siempre, está
rogando: ‘Por favor, no nos aburran. No nos hagan permanecer sentados durante horas
sobre estos duros asientos de mármol escuchando cantos corales y lamentos sin que
realmente ocurra nada’.
Siguiendo el principio de Aristóteles, una historia se puede contar en un acto –en
una serie de escenas que den forma a unas pocas secuencias que aumenten hasta crear un
gran cambio importante que termine la historia (265-266).

Finales
En palabras de Aristóteles, un final debe ser ‘tanto inevitable como inesperado’.
Inevitable en el sentido de que, al producirse el incidente incitador, absolutamente todo
parezca posible, aunque en el momento del clímax, cuando el público mira hacia atrás y
rememora la historia, debe tener la impresión de que el relato ha seguido el único camino
posible. Dado los personajes y su mundo y la comprensión que de ellos hemos llegado a
tener, el clímax resulta inevitable y satisfactorio. Pero también debe resultar inesperado,
producirse de manera que el público no podría haber anticipado.
Truffaut y su ‘imagen clave’.

Principios: in media res


Seguimos el consejo de Aristóteles y empezamos nuestros relatos in media res,
‘en mitad de las cosas’. Una vez ubicamos la fecha del acontecimiento del clímax en la
vida del protagonista comenzamos lo más cerca posible en el tiempo.
Deus ex machina
Expresión en latín tomada del teatro clásico de Grecia y Roma y que significa
‘Dios a partir de una máquina’. Desde el año 500 a. C. hasta el 500 d. C., el teatro floreció
en todo el Mediterráneo. Durante aquellos siglos cientos de dramaturgos escribieron para
aquellos escenarios, aunque sólo siete de ellos han sido recordados y los demás felizmente
olvidados, debido sobre todo a su costumbre de utilizar Deus ex machina para resolver
los problemas narrativos. Aristóteles se quejaba de esta práctica y sonaba parecido a un
productor de Hollywood: ‘¿Por qué no son capaces estos escritores de idear finales que
funcionen?’

La personalidad
Como observó Aristóteles, el motivo de que una persona haga algo es de poco
interés una vez vemos lo que hace. Un personaje será las decisiones que tome sobre las
acciones que realice. Una vez la acción ha tenido lugar, los motivos por los que la hizo se
disuelven en lo irrelevante.

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