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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


Universidad Nacional Experimental de Los Llanos Occidentales
Ezequiel Zamora
(UNELLEZ)

Informe Escrito

Bachiller: IBARRA, Diosney.


V-19664175
DERECHO
Cohorte: 2019-II.
Tutor: Licdo. George Sánchez
Síntesis
El ponente Mg Renzo Cavani, inicia haciendo referencia a la prueba de oficio
señalado que es una herramienta jurídico procesal que le permite al juez,
durante el desarrollo del proceso, aclarar hechos y consolidar el acervo
probatorio para la definición de la sentencia. Se establecen dos posiciones
relacionadas directamente con el desempeño del juez en la validez de la
prueba. La que apunta a su defensa, por considerarse una herramienta judicial
consagrada en el Código de Procedimiento Civil, utilizada discrecional y
exclusivamente en beneficio de la economía procesal y de la actividad judicial,
en el esclarecimiento de hechos y búsqueda de la verdad.
Expone que muchos juristas critican la aplicación de este tipo de Herramienta
argumentando que el juez al decretar una prueba de oficio está violando
principios de imparcialidad -que debe tener en sus actuaciones- e igualdad de
las partes procesales. En este sentido el ponente describe los diferentes
sistemas procesales –dispositivo, inquisitivo y mixto-, contextualiza la prueba de
oficio desde la legislación extranjera y sus antecedentes contemplando su
origen histórico y evolución. Expone las dos posiciones principales, sustentadas
bajo un análisis jurisprudencial de las altas cortes y de doctrina relevante. Y
presenta argumentos sobre el uso de la prueba de oficio en los juzgados civiles
municipales, a través de la encuesta, como herramienta esencial para la
recolección de datos, obteniendo descripción y análisis de resultados.
Señala que la etapa probatoria del sistema procesal, reformada por el Código
Civil y por el Código de Procedimiento Civil, ha buscado que el juez se desligue
del tradicional rol de convidado de piedra en materia probatoria, de ente pasivo
y, por el contrario, se convierta en un actor involucrado en el desarrollo del
proceso, cuando ello fuere necesario. Por consiguiente, autores que siguen esta
línea como Parra Quijano, argumentan que el uso de esta facultad del juez es
pertinente para llevar a cabo un buen análisis del acervo probatorio que lleve a
la verdad del proceso, pues se están aprovechando las capacidades del juez,
que ahondan tanto su experiencia como su conocimiento. Este nuevo actor
activo en el proceso, al poder decretar pruebas de oficio que considere
pertinentes para el esclarecimiento de hechos, está buscando tener las
herramientas necesarias para el análisis de las pretensiones y de su posterior
decisión, basada en una verdad probada.
Indica que la igualdad de las partes procesales al momento de acceder a la
justicia, específicamente frente a la etapa probatoria, es otro tema objeto de
debate. En la práctica, se puede observar cómo una de las partes posee mayor
conocimiento del derecho o tiene un apoderado con mayor experiencia en el
ámbito del litigio, mientras que la otra puede tener un menor conocimiento legal
y menores recursos para conseguir un profesional en derecho experimentado.
De esta forma, el juez al hacer uso de su facultad de decretar pruebas de oficio,
logra que las desigualdades que se presentan en el proceso se mitiguen. Como
resultado, el triunfo no será de aquella parte procesal que tiene mejores
medios, sino de la justicia y la verdad, principales objetivos del proceso judicial.
Respecto a la imparcialidad, esta posición de la doctrina argumenta que el
decreto y práctica de las pruebas de oficio, no irrumpen el principio de
neutralidad del juez. En el camino de la búsqueda de la verdad, así parezca
beneficiar a una de las partes, no significa que se esté faltando al deber de
imparcialidad, pues la finalidad de su actuación es encontrar la verdad material,
y para llegar a ésta, es necesario, en algunas ocasiones, desligarse del impulso
procesal de las partes y dirigir el proceso verbigracia decretando pruebas de
oficio.
Por otra parte, el conferencista afirma que si se omite una prueba de oficio
cuando es facultad discrecional el efectuarla, el resultado del proceso podría
llegar a ser un fracaso, como consecuencia de las actitudes pasivas u omisivas
de los apoderados de las partes, que habrían tenido la carga de demostrar
algún hecho relevante para la solución del conflicto. Sin embargo, indica que
desde el punto de vista de los oponentes, si se decreta la prueba, se estaría
contribuyendo a perpetuar dichas conductas en los litigantes.
De igual manera, señala que se argumenta críticamente a la prueba de oficio,
como institución jurídica procesal, pues además del carácter dispendioso que
ésta otorga al proceso, se descompensa la carga probatoria en las partes,
propiciando finalmente que el juez beneficie a una parte y la someta al acervo
probatorio de lo que decida decretar. En consecuencia, se promueve la
negligencia de las partes e ignora principios fundamentales para el proceso,
como los probatorios. Cuando en realidad la prueba de oficio busca construir
el camino más sólido para llegar a la verdad material. Pretende que el juez
tenga a su disposición todos los elementos probatorios, de manera que se
prueben los hechos alegados con claridad y, finalmente, la decisión se elabore
sobre un acervo probatorio completo y veraz. Destaca que el juez, además de
los poderes que por su misma posición detenta, tiene unos deberes
contenidos en el Código de Procedimiento Civil, que llevan a lograr una
efectiva y rápida decisión en el proceso, así como a hacer efectiva la igualdad
de las partes procesales.
Mapa Conceptual
PRUEBA DE OFICIO
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Contraste
Como se ha visto, la promoción de pruebas está sujeta al cumplimiento de
diversas condiciones de orden intrínseco y extrínseco. Las primeras se refieren a
los requisitos que debe satisfacer todo acto procesal, esto es, legitimación del
peticionario y competencia y capacidad del funcionario ante quien se hace el
acto. Las segundas corresponden a los requisitos de modo, tiempo y lugar, como:
escrito u oral, concentración o periodo delimitado, oportunidad y preclusión.
Ciertamente, en el ordenamiento procesal civil venezolano está restringida la
función inquisitiva del juez, pues, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 12
del Código de Procedimiento Civil, incumbe a las partes proponer los hechos y
lógicamente probarlos, toda vez que, sólo en casos de excepción y cuando los
jueces lo consideren indispensable, pueden hacer uso de la facultad oficiosa
probatoria. De allí que, el operador de justicia, encuentre límites para obtener y
declarar la verdad, cuales son, los hechos alegados por las partes y los que éstas
logren acreditar.
En este sentido, juristas venezolanos indican que el proceso civil, debe ser un
proceso dinámico, que se adapte a los principios, derechos y garantías
consagradas en nuestra Ley Fundamental, en especial a la tutela judicial efectiva,
al debido proceso, y a la actuación del juez como director del proceso acorde con
los fines de un Estado Social de Derecho y Justicia.
Señalan que, para lograr una justicia expedita, sin formalismo ni reposiciones
inútiles, es necesario crear un nuevo proceso civil donde reine el principio de la
oralidad, relacionado a su vez con los principios de inmediación, concentración
y publicidad, los cuales son la clave en un procedimiento eficaz para lograr así
una justicia verdadera en el menor tiempo posible.
Ahora, la reforma del código de procedimiento civil, es un trabajo de gran
investigación, de análisis complejo, y se debe hacer uso del tiempo con
prudencia, ya que siendo el código el más utilizado en los procesos en general,
no se debería permitir errores en cuanto a su reforma. Además se debe tener
por norte la Equidad, porque si al juez se le dan poderes amplios este debe
actuar con equidad para no parcializarse a una de las partes y así dictar
sentencia viciadas en ultra petita.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, por
mandato del artículo 257, consagró la oralidad, y en las leyes adjetivas
postconstitucionales se ha incluido este principio de forma determinante,
haciéndose parte importante y esencial de los diversos procedimientos
judiciales, lo que ha conllevado a la aplicación de instituciones jurídicas como la
formulación de mecánicas probatorias para determinar la oportunidad de
promover las pruebas, vale decir, su admisión, control, contradicción y
evacuación, mediante un proceso de audiencias coordinadas a dirimir del
conflicto sostenido por las partes.
Mientras que en el procedimiento ordinario del Código de Procedimiento Civil
existe un dispositivo legal en el cual, con mediana claridad, se tramita la fase
probatoria de manera ordenada y concatenada de conformidad con lo
establecido en los artículos 395 y siguientes del referido Código; en los
procedimientos basados en la oralidad, se produce una dificultad para
contradecir y controlar los medios de prueba aportados por las partes, en virtud
de que no se señala cuál es la oportunidad de manera específica para oponerse
y atacar los medios de prueba, circunstancia que justifica un estudio sobre las
distintas formas posibles acerca de cómo puede abordarse el trámite probatorio
en los denominados juicios orales, sin que se produzca indefensión para las
partes, todo ello en aras de la igualdad de oportunidades procesales y por ende
en la consolidación de la seguridad jurídica que debe obtenerse cuando se acude
ante la jurisdicción.
En este mismo orden, el tema de la oralidad es importante porque se debe
establecer de manera ordenada la oportunidad que tienen las partes para
controlar e impugnar las pruebas en los juicios orales, en virtud que de su
aplicación se originan cambios radicales, existiendo en la actualidad divergencia
de criterios u opiniones tanto de la doctrina como en el Tribunal Supremo de
Justicia.
Si el proceso es un instrumento que se concibe para la realización de la justicia,
entonces la forma en cómo se produce la tramitación probatoria en un proceso
resulta vital, toda vez que esta fase es la que produce los elementos de convicción
del juez en el momento de emitir la sentencia. Así que resulta pertinente ofrecer
una óptica del proceso donde la escritura y la oralidad confluyan en armonía. En
consecuencia, la mecánica para conocer con certeza cómo y cuándo se deben
promover, controlar, contradecir y evaluar los medios de pruebas en los juicios
orales y fijar los lineamientos idóneos en la fase probatoria de estos es
importante.
En tal sentido, la oralidad, aunada a la inmediación y la concentración de los
actos procesales en los juicios por audiencias, permite constatar a las partes, que
el juez se ha conducido con estricto apego a la Ley, permitiendo en todo momento
que las partes no solo conozcan el contenido de los medios de pruebas que
habrán de evacuarse al momento de la audiencia oral, si no garantizando a cada
una de ellas el derecho a contradecir y controlar las de sus adversario,
permitiendo las observaciones que a bien tengan hacer, todo ello en obsequio del
respeto absoluto a las garantías judiciales del debido proceso, derecho a la
defensa y tutela judicial efectiva.
Análisis Reflexivo
La prueba es el resultado del acopio de la actividad probatoria en la realización
de la fuente a través de los medios probatorios. Es el elemento procesal; el
resultado de ese cúmulo de actividad probatoria. Es decir, el resultado que se
extrae de las fuentes de prueba traídas en los distintos medios probatorios
incorporados al proceso y que se han realizado. El concepto de la prueba
procesal, es uno de los más discutidos en la doctrina, por los diversos sentidos y
acepciones en que se le toma, así como por la diversa posición desde la cual se
le contempla: desde la perspectiva de las partes que las promueven, o desde la
del juez que las recibe y valora La idoneidad o conducencia de la prueba es su
cualidad de ser apropiada para demostrar los hechos del proceso. Mientras la
pertinencia de la prueba puede precisarse como la relación que existe entre un
medio probatorio admisible y lo hechos del proceso. De tal manera una prueba
será pertinente si está dirigida a confirmar hechos que tienen relevancia para un
proceso concreto, en tanto que será impertinente aquella prueba que se refiere
a hechos que no tiene ninguna relevancia para el proceso.
Con relación a las formalidades de los actos procesales, éstas responden a una
necesidad de orden, certeza, eficiencia y su escrupulosa observancia
representan una garantía de regular y llevar de manera legal el desarrollo del
proceso con respeto de los derechos de las partes, lo que en términos más
precisos implica que las formas procesales tienen atribuida la altísima misión de
garantizar al justiciable el debido proceso legal y, con él, el efectivo ejercicio del
derecho a la defensa. El tema de la prueba es de suma relevancia para las
partes en el proceso, ya que del valor o fuerza que tengan las pruebas que
aporten en el proceso, dependerá si resultan victoriosas en el mismo.
Igualmente este tema constituye el insumo fundamental para que el Juez pueda
emitir la sentencia a su cargo.
Como conclusión general, cabe afirmar que el objeto de la prueba o
apostillamiento consiste en el razonamiento que debe hacer el proponente al
momento de su promoción, señalando qué se pretende demostrar con el medio
probático propuesto, no solo para convencer al operador de justicia de su
necesidad, evitando una posible inadmisión de la misma, sino también
garantizar a la parte contraria, el derecho constitucional de la defensa traducido
en la posibilidad de oponerse a la admisión de la prueba por inútil, dado que
solo mediante la identificación del objeto de la prueba, mediante el
señalamiento de la finalidad del medio propuesto, es que podrán las partes y el
operador de justicia verificar si las pruebas solicitadas no son manifiestamente
ilegales, impertinentes, irrelevantes, inidóneas, inconducentes o ilícitas.
BIBLIOGRAFÍA

ALVARADO VELLOSO, Adolfo. (2004) Debido proceso y pruebas de oficio.


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