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1.

Debe ser identificable

Un activo intangible debe ser identificable, y, como consecuencia, separable. Es decir, que debe


poder ser vendido, cedido, dado en explotación, arrendado o intercambiado por parte de
la empresa, por ejemplo, a través de un contrato.  

2. Debe poder controlarse

Una entidad controlará un activo siempre que tenga el poder de obtener beneficios económicos
futuros que procedan de este. Esta capacidad de control de la entidad su justificación,
normalmente, en derechos de tipo legal (por ejemplo, mediante patentes y demás
recursos exigibles ante los tribunales). En ausencia de tales derechos es más difícil demostrar que
existe control. No obstante, una nueva creación no patentada puede ser controlada por la
empresa si se mantiene en secreto.  

3. Debe generar beneficio económico

Un activo intangible, necesariamente, debe producir beneficios económicos. Por ejemplo, la


empresa que consigue mejorar la formación de un empleado conseguirá beneficios económicos en
el futuro. Pero existen otros muchos, como los ingresos ordinarios procedentes de la venta de un
producto o el ahorro en costes. 

En cierto sentido, lo que nos ocurre a nosotros afecta de manera instantánea a cosas en
lejanos confines del universo. En cierto sentido hay una madeja de entrelazamiento que
conecta confines lejanos del universo, incluyéndonos a nosotros

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