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Los humanistas enseñan a la gente a creer en ella misma y a asumir la responsabilidad de

inferioridad o conducta sumisa. Junto con el entrenamiento en asertividad desarrollan habilidades


concretas para utilizar en la fuerza de trabajo.

Igualmente, importante, el nuevo concepto implica reconocer que las cualidades femeninas de
sensibilidad y comprensión, han ocasionado que las mujeres fueran etiquetadas como el sexo
débil, en realidad son puntos fuertes que les permiten relacionarse con los demás y resolver
problemas que se presentan en las relaciones. El poder de las mujeres descansa en parte en su
capacidad para nutrir y apoyar el crecimiento de los demás al promover a cohesión y estabilidad
familiar.

El interés de las mujeres por los niños y los viejos y su apoyo emocional a toda la familia está
siendo reconocido como el pegamento que mantiene unido el tejido social.

Los humanistas a veces son criticados por tener una visión demasiado optimista de la naturaleza
humana. Los niños no siempre eligen lo mejor para ellos, necesitan de guía y dirección. No
obstante, el humanismo ha ejercido una influencia muy positiva en el movimiento integrada la
salud mental, especialmente en relación con la consejería y la terapia.

La situación actual de la Psicología Humanista


La enorme cantidad de técnicas desarrolladas durante estos últimos años, orientadas a la
autoexpresión, la autorrealización y la auto gratificación han producido una imagen popular en la
que se identifican o se confunden Psicología Humanista y el Movimiento del Potencial Humano.
Esta situación plantea un verdadero dilema, relativo a la delimitación actual de la Psicología
Humanista: ¿Sigue siendo un problema psicológico o se ha disuelto en la práctica en un
movimiento sociocultural? No es tan sencillo responder a esta pregunta…

Dentro de la Psicología Humanista, sin embargo, hay actualmente multitud de técnicas,


particularmente de psicoterapia o de «crecimiento personal» de las más diversas procedencias, el
denominador común de las cuales es difícil de identificar. Por ello resulta menos que inútil
cualquier intento de trazar una panorámica de su estatus actual.

Podemos concluir, como Moustakas (1985) que «humanista» no significa ya el mismo entonces
que en la actualidad, sino que continúa más bien entendiéndose de acuerdo a las concepciones y
valores propios de cada uno, relativos a la libertad, la ciencia, la fe, la naturaleza y la experiencia
humanas.

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