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ORGANIZACIÓN DEL TRATADO DEL

ATLÁNTICO NORTE

(OTAN / NATO)

1. Definición y estructura

Este organismo internacional es una alianza política y militar. Su misión se define en el


Tratado que entró en vigor el 26 de agosto de 1949 y consiste en la defensa conjunta de
cualquiera de sus miembros ante el ataque armado de un tercer país, de acuerdo con el
artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, por todos los medios que se estimen
necesarios. Su ámbito de aplicación incluye el territorio y dependencias de los países
miembros en Europa y America del Norte, así como las aguas, islas, navíos y aeronaves
bajo su jurisdicción en el Atlántico al norte del trópico de Cáncer.

En la actualidad consta de 28 países miembros.

Su estructura esta encabezada por el Consejo de Atlántico Norte, que se encarga


de la dirección política, y un Comité de los Planes de Defensa del que depende el
Comité Militar, su máxima autoridad militar. Tanto el Consejo como el Comité están
presididos por el secretario general de la organización (actualmente Anders Fogh
Rasmussen), que se elige por rotación entre los Estados miembros.

El Consejo reúne dos o tres veces al año a los ministros de los países aliados,
además de contar con representantes permanentes en su sede en Bruselas. Sus diversas
comisiones estudian los problemas políticos, económicos, nucleares, de
Infraestructuras, que afectan a la alianza.

El Comité Militar, por su parte, esta compuesto por representantes de los


jefes de Estado Mayor de los países miembros que participan en la estructura
militar integrada. Francia decidió no hacerlo en 1966 y 1996. Forma una
estructura de mandos integrados interaliados que coordinan las fuerzas
militares que se emplearían en caso de conflicto y diseñan los planes
estratégicos para tal eventualidad. Sus mandos principales son el SACLANT
(Mando supremo aliado del Atlántico), con sede en Norfolk (EE.UU.); el

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SACEUR (Mando supremo aliado en Europa), cuyo cuartel general (SHAPE) se
encuentra cerca de Mons (Bélgica); el CINCHAN (Mando aliado del Canal de la
Mancha) en Northwood (UK) y el Grupo Estratégico regional Canadá-EE.UU,
con sede en Washington. Cada uno de ellos se divide a su vez en mandos
regionales. La zona Atlántica la componen cinco mandos regionales: el de la
zona occidental atlántica (RC West), en Norfolk, el de la zona oriental (RC East)
en Northwood (Reino Unido); el de la suroriental (RC Southeast), en Oeiras
(Lisboa, Portugal); el Strik FLTLANT, situado en Norfolk (Estados Unidos), de
fuerzas navales, y el SUBACLANT, de fuerzas submarinas, con base en
Northwood. La zona Europea consta de dos mandos regionales, uno en el Norte
(RC North), que controla el norte y centro de Europa, y se encuentra ubicado en
Brunssum (Holanda) y otro en el sur (RC SOUTH), que controla el sur, incluido
todo el Mediterráneo, con base en Nápoles (Italia). La zona del mando Regional
del Norte tiene a su vez cinco cuarteles bajo su responsabilidad: tres de
categoría subregional divididos por zonas en norte (Stavanger, Noruega), centro
(Heidelberg, Alemania) y noroeste (Karup, Dinamarca); y dos mandos, uno
naval (Northwood, Reino Unido) y otro aéreo (Ramstein, Alemania).

La zona sur de Europa, bajo dirección del Mando regional del Sur, ubicado
en Nápoles (Italia), tiene cuatro cuarteles generales subregionales, también
divididos por zonas: suroeste (Madrid, España), sur (Verona, Italia), sur-centro
(Larissa, Grecia) y sur-este (Esmirna, Turquía). Además cuenta con dos mandos
componentes, uno de fuerzas aéreas y otro naval, ambos con base en Nápoles.
Los mandos componentes se encargan de la coordinación de las operaciones
aéreas y navales con los mandos subregionales de su zona.

El Tratado tiene una duración indefinida, pudiendo revisarse cada diez


años y cada miembro puede denunciarlo voluntaria o individualmente pasados
veinte años desde su firma.

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2. Evolución Histórica

Al final de la Segunda Guerra Mundial los países de Europa occidental,


que habían desmovilizado rápidamente sus fuerzas, empezaron a ver con
creciente inquietud los mantenimientos de grandes contingentes del ejército
soviético en suelo europeo. La presión de la URSS fue fundamental en el
establecimiento de regimenes socialistas en Europa central y oriental entre 1945
y 1948. El clima de desconfianza mutua entre los antiguos aliados contra la
Alemania nazi previos hasta desembocar en la Guerra Fría. Tras los incidentes
de Grecia y Turquía, el temor occidental a una extensión del poder soviético
decidió a Bélgica, Francia, Luxemburgo, los Países Bajos y el Reino Unido a
firmar el Tratado de Bruselas ( 17 de marzo de 1948), prometiéndose asistencia
mutua en caso de agresión. El pulso este-oeste tuvo su siguiente episodio tres
meses después en el bloqueo soviético en Berlín.

Mientras, EE.UU empezó a plantearse la posibilidad de romper su


tradicional aislamiento en tiempos de paz y asumir compromisos a largo plazo
con otros países para evitar la extensión del comunismo. El presidente Truman
logró que el Congreso levantara el veto constitucional a dichos compromisos en
junio de 1948. Comenzaron entonces las negociaciones con los países de Europa
occidental, dentro de un plan de cooperación más amplio, que incluya también
las ayudas del plan Marshall para la reconstrucción económica europea tras la
guerra. De hecho, la defensa europea ante la amenaza militar soviética dependía
de la participación norteamericana, con su poder militar y su monopolio de la
bomba atómica. Por fin, en abril de 1949 firmaron el Tratado del Atlántico
Norte los “Cinco de Bruselas”, EE.UU, Canadá, Islandia, Italia, Noruega y
Portugal.

La Guerra de Corea (1950-1953) endureció el enfrentamiento este-oeste,


y la OTAN se amplio con el ingreso de Grecia y Turquía (1952). Al mismo
tiempo, los norteamericanos colaboraron en el rearme de sus aliados europeos,
incluyendo la recién creada República Federal Alemana (RFA) a pesar de la
desconfianza inicial europea. De hecho, popularmente se comentaba que la
Alianza se había diseñado para mantener a los americanos dentro, a los
alemanes abajo y a los rusos fuera. Pero una Alemania occidental sólida era la

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clave para la defensa europea, sobre todo teniendo en cuenta la superioridad de
las fuerzas convencionales soviéticas desplegadas en Europa.

El ingreso de la RFA en la OTAN (1955) provoco la respuesta soviética en


la creación del Pacto de Varsovia, una organización simétrica que englobaba a la
URSS y sus satélites europeos.

A partir de 1956, el desarrollo de arsenales nucleares cada vez más


poderosos por parte de ambas potencias (EE.UU y URSS) aseguraba la mutua
destrucción si se empleaban; fue entonces cuando surgió la idea de la política de
“coexistencia pacifica”. Los miembros europeos de la OTAN empezaron a dudar
de que EEUU se comprometiera plenamente en un conflicto de grandes
proporciones para defenderles en caso de un ataque convencional soviético.
Ante esta situación, el presidente francés De Gaulle propuso la creación de un
mando conjunto para el control de las armas nucleares desplegadas en Europa.
La negativa norteamericana decidió a Francia a desarrollar su propio programa
nuclear. Finalmente, ante la falta de acuerdos, Francia se retiró del Comité
Militar de la OTAN (1966), auque siguió formando parte de la Alianza,
participando en sus organismos políticos y manteniendo observadores en las
estructuras militares.

Tras esta crisis, la sede de los principales organismos de la Alianza se


traslado de Francia a Bélgica (1967) y se elaboro la estrategia de respuesta
gradual, lo que significaba alcanzar la equiparación de las fuerzas
convencionales con las del Pacto de Varsovia para evitar el recurso a las armas
nucleares.

La invasión de Checoslovaquia (1968) renovó los temores europeos y


logro acallar temporalmente las disensiones en el seno de la OTAN, pero pronto
surgieron nuevos puntos de conflicto, especialmente por la tensión entre Grecia
y Turquía, ambos miembros de la Alianza.

En 1969 se recupero el clima de distensión con las Conversaciones sobre


limitación de armas estratégicas (SALT) entre URSS y EEUU, y la Conferencia
de Helsinki (1972), que en 1975 daría lugar a una organización permanente, la
Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa ( CSCE), que hoy en
día incluye a mas de cincuenta miembros.

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El despliegue de misiles tácticos en Europa por ambos bandos y la
invasión soviética de Afganistán (1979) volvieron a enrarecer las relaciones
entre ambos bloques. Esta segunda guerra fría no terminaría hasta la nueva
distensión propiciada por el dirigente soviético Mijail Gorbachov a finales de la
década de los ochenta.

La disolución del bloque soviético y la propia URSS entre 1989 y 1991,


junto con la reunificación alemana (1990), modificaron radicalmente el
panorama europeo. El enemigo tradicional de la OTAN ya no existía y no precia
probable que resurgiera su amenaza a corto o medio plazo. La Alianza tuvo que
replantearse sus objetivos, cosa que hizo en las conferencias de Londres (1990),
Roma (1991) y Bruselas (1994). Fruto de las mismas fueron el nuevo énfasis
puesto en su faceta de cooperación política y el compromiso con el
mantenimiento de la estabilidad en todo el continente. Muchos de los socios
europeos, integrados en la UEO (Unión Europea Occidental, heredera del
Tratado de Bruselas), incrementaron su participación militar, incluida Francia,
que en 1996 se reintegro en la estructura militar. También se creo un Grupo
Combinado de Operación de Combate, para desempeñar misiones militares
fuera del territorio de los Estados miembros, dentro de operaciones dirigidas
por la ONU o la CSCE, como sucedió en la guerra de Bosnia-Herzegovina
(1994).

Por otro lado, se establecieron relaciones con los antiguos miembros del
Pacto de Varsovia y la extinta URSS, creando la Asociación para la Paz (1994),
con vistas a una futura ampliación de la Alianza. La oposición inicial rusa a estos
proyectos trato de vencerse mediante el establecimiento de un Consejo conjunto
OTAN-Rusia y de una asociación de la Alianza con Ucrania (mayo de 1997).

En marzo de 1999 ingresaron en la OTAN Hungría, Polonia y la


Republica Checa, mientras otros países de la Europa oriental y mediterránea
establecían conversaciones para su futura adhesión a la Organización.

3. Primera intervención militar – Conflicto de Kosovo

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La OTAN, en este conflicto, comenzó siendo mediador entre las fuerzas armadas
Yugoslavas y el ejército nacionalista de Kósovo para llegar a un mutuo acuerdo y
que no se derrame más sangre; pero a medida que pasaba el tiempo y los serbios
iban cometiendo cada vez más atrocidades y los nacionalistas por su parte
seguían golpeando a la ya maltrata sociedad yugoslava la OTAN
decidió participar más enérgicamente en este conflicto.

En los últimos años (aproximadamente desde la caída de la Unión de


Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1991) la OTAN empezó a comportarse como
la policía del mundo, o por lo menos del norte, bajo la batuta de Estados Unidos,
quien mediante la OTAN o mediante la ONU, o al margen de ambos organismos
quiere comportarse como el "solucionador" de los problemas ajenos, con tal que
estos ocurran en países indefensos o por lo menos "fáciles" de vencer en una
guerra o por último, que le convengan para algo. Baste recordar en estos
momentos la enérgica intervención en los ya lejanos tiempos de Cuba (el
bloqueo), Vietnam, Corea, como en los más recientes de Irak, Timor Oriental, el
mismo Yugoslavia años atrás, y la permanente presencia en el conflicto árabe-
israelí. En otras zonas o situaciones de conflicto ha dejado de intervenir por
temor, por ocultas razones de estrategia política, por las posibles bajas tanto de
civiles como de militares, como son los casos de las guerras en el centro de
África o la amenaza China con invadir Taiwan o el problema entre Rusia y
Chechenia. Con la OTAN, los casos son similares, pero haciendo la salvedad que
la intervención de la misma sólo se circunscribe, al menos de momento, a la
situación en Europa.

La OTAN hace gala de un poderío militar con el que no cuenta ningún otro
bloque o alianza en el mundo, ya que éste se alimenta de las tropas de cada país
perteneciente a este tratado. Para el conflicto con la República Federal
Yugoslava en un principio llevó:

Aviones de combate: 400, entre los que merecen especial atención los
bombarderos furtivos B-2, F-117 y B-52 (los último en tecnología), caza-
bombardero F-16, cazas F-15, F-16, Mirage, Jaguar, Tornado y por último
aviones de reconocimiento y vigilancia;

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Navíos, entre los que se encuentran los portaaviones Enterprise (EUA) y Foch
(Francés), y también destacan una gran cantidad de buques de guerra y
submarinos (nucleares y diesel) armados con misiles crucero Tomahawk.

4. Después del 11S

La crisis desencadenada como consecuencia de los atentados terroristas


cometidos el once de septiembre del 2001 en Estados Unidos de América
(EEUU) ha provocado también la actuación de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte, que por primera vez en su historia ha legitimado su actuación
basándose en el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte (TAN). Por ello
conviene analizar, siquiera brevemente, no sólo el papel que ha jugado esta
organización en el conflicto, sino también la adecuación de sus actividades al
marco jurídico internacional sobre el que pretende fundamentarse.
El artículo 5 del TAN es un ejemplo de los diversos pactos de asistencia
mutua en caso de agresión a alguna de las partes que se suscribieron tras la II
Guerra Mundial, fundamentados en el derecho de legítima defensa colectiva
contenido en el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas.
Se trata de un precepto que impone un conjunto de obligaciones a los
Estados parte en caso de ataque armado contra uno o más miembros de la
organización, siempre que se produzca en Europa o en América del Norte. A
grandes rasgos, se comprometen, llegado el momento, a ayudar a la parte o
partes atacadas a restablecer y mantener la paz en la zona de aplicación de este
precepto. El artículo 5 del TAN establece además que los Estados parte tienen
plena libertad para elegir la naturaleza de las medidas que consideren
adecuadas para cumplir con la obligación de resultado prevista. Par finalizar, las
partes recuerdan la exigencia, prevista en el artículo 51 de la Carta, de
comunicar la existencia del ataque y las medidas adoptadas al Consejo de
Seguridad y de interrumpir sus actividades cuando este órgano haya adoptado
las disposiciones necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad
internacionales. Por ello, claramente puede observarse que el artículo 5 del TAN
responde a una lógica de subsidiariedad respecto del artículo 51 de la Carta.
La OTAN no tardó en responder a los ataques terroristas del 11 de
septiembre, el Consejo del Atlántico Norte (CAN) decidió en la reunión del 12 de

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septiembre que “si se establecía que este ataque había sido dirigido desde el
exterior contra Estados Unidos, se asimilaría a la acción prevista en el artículo 5
del TAN”. Para justificar esta decisión el Consejo encadenó dos argumentos. En
primer lugar, tras reconocer que el compromiso en favor de la legítima defensa
colectiva se adoptó originariamente bajo unas circunstancias totalmente
diferentes a las existentes en la actualidad, afirma que éste se mantiene
igualmente valido y esencial en un mundo que se enfrenta al flagelo del
terrorismo internacional. A continuación, recuerda como los Estados parte del
Tratado en la Cumbre de Washington de 1999 constataron la existencia de
nuevos riesgos, entre los que se encuentra el terrorismo internacional, calificado
como una grave amenaza para la paz y la estabilidad, que se comprometieron
combatir conforme a sus compromisos recíprocos, sus compromisos
internacionales y sus legislaciones
Internacionales.
El 2 de octubre, el embajador de Estados Unidos presentó un informe
ante el CAN con los resultados de la investigación realizada sobre los ataques
terroristas del once de septiembre en el que se afirmaba que la organización Al
Qaeda y Ossama Bin Laden se encontraban tras estos actos y la existencia de
vínculos entre éstos y el régimen talibán de Afganistán. Sobre la base de esta
exposición, el CAN estableció que se había probado que los ataques terroristas
contra EEUU habían sido dirigidos desde el exterior por lo que se cumplían los
requisitos para aplicar el artículo 5 del TAN.
Dos días más tarde, el CAN adoptó, previa solicitud de EEUU, seis
medidas para ampliar las opciones disponibles en la campaña de lucha contra el
terrorismo:
- Reforzar, tanto en el plano bilateral como en las instancias apropiadas
de la OTAN, el intercambio de información y la cooperación en este
ámbito respecto de las amenazas terroristas y de las medidas en la lucha a
adoptar en este contexto.
- Ofrecer ayuda, individual o colectivamente, en función de sus
necesidades y capacidades, a los aliados y a otros Estados que se vean
amenazados por el terrorismo como consecuencia de su apoyo a la campaña
contra el terrorismo.

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-Adoptar las medidas necesarias para reforzar la seguridad de las
instalaciones aliadas en su territorio.
-Asegurar la sustitución en la zona de responsabilidad de la OTAN de
los medios aliados que se utilicen en la lucha contra el terrorismo.
-Acordar las autorizaciones de sobrevuelo generales, conforme a
los arreglos requeridos en materia de circulación aérea y a los procedimientos
nacionales, parar los vuelos militares aliados vinculados con la lucha
antiterrorista
- Asegurar el acceso aliado a puertos y aeropuertos situados en el
territorio de los países de la OTAN para operaciones de lucha contra el
terrorismo.

En la misma reunión, el CAN acordó que la Organización estaba


dispuesta, por una parte, a desplegar en el Mediterráneo oriental la Fuerza
Naval Permanente de la Alianza en el Mediterráneo (STANAVFORMED) para
asegurar su presencia en la zona y mostrar su determinación y, por otra, a
desplegar unidades de su sistema aerotransportado de detección y control
avanzado para apoyar operaciones contra el terrorismo. Ambas medidas fueron
inmediatamente implementadas. La primera, con la suspensión de las
maniobras que el STANAVFORMED estaba desarrollando frente a las costas
españolas y su traslado al Mediterráneo oriental de sus nueve unidades
pertenecientes a ocho de los Estados miembros de la OTAN. Paralelamente, se
ordenó el despliegue de diversos AWACS de la OTAN en Estados Unidos.
Es necesario señalar cómo la propia OTAN confunde su respuesta
fundamentada en el artículo 5 del TAN con el apoyo a una operación contra el
terrorismo internacional que sobrepasa la razón de ser de la legítima defensa
prevista en el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas. En este sentido, la
OTAN no puede colaborar con un uso de la fuerza que no responda únicamente
a la reacción necesaria y proporcional de una acción defensiva, cuando sus
actividades han sido legitimadas exclusivamente en el artículo 5 del TAN. Así,
para que su actuación en el marco de una acción militar contra el terrorismo
internacional fuese jurídicamente irreprochable debería contar con la
autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, único órgano

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legitimado para autorizar el uso de la fuerza en casos de amenaza o ruptura de la
paz y la seguridad internacionales.

5. Misión en Afganistán

Posiblemente la intervención de la OTAN en Afganistán constituya uno


de los mejores ejemplos de la vinculación existente entre la ampliación de sus
funciones operativas y su transformación militar y política dentro de su reciente
evolución en los últimos años. El hecho de que la Alianza dirija una Fuerza
Internacional de Ayuda a la Seguridad (ISAF) desplegada a enorme distancia del
centro de gravedad tradicional de una OTAN volcada en Europa resulta muy
indicativo de la velocidad con la que ha ido cambiando su agenda a partir de los
ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Luego de los referidos ataques, Washington, apuntó no solo hacía
Osaman Bin Laden, sino así toda su organización Al-Qaeda, para luego
demostrar sus sospechas ante la comunidad internacional y comenzó una ardua
investigación, en lo que se llamo "Justicia Infinita". USA presentó pruebas
irrefutables ante la OTAN de la participación de Bin Laden y su red terrorista en
los ataques al World Trade Center.
Uno de los países que no puso en duda ni un minuto las pruebas
presentadas, fue el más antiguo colaborador y aliado de Estados Unidos, Gran
Bretaña, por lo que Tony Blair, el primer ministro británico, compareció ante la
Cámara de los Comunes con un documento de 21 páginas en el que se reunían
diversos datos sobre la implicación de Osama Bin Laden en los atentados contra
las Torres Gemelas y el Pentágono. Mientras esto sucedía Estados Unidos
continuaba incrementado su lista de aliados para enfrentar a Afganistán, cuyo
gobierno aseguraba que "moriría luchando", mientras que USA argumentaba
que se apoyaría en la "voluntad colectiva"
Por otro lado, el Consejo de Seguridad de la ONU, comenzaba discutir el
tema aprobando en su primera resolución (La Resolución 1368(2001)) la
voluntad de "tomar las medidas correctivas necesarias" para garantizar la
seguridad. Pero los norteamericanos no esperaron a que el Consejo determinara
cuales serían estas medidas y las pusiera en práctica, de manera que el 7 de
octubre del mismo año, Estados Unidos comando conjuntamente con Gran

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Bretaña, una ofensiva militar destinada a derrocar al régimen Talibán,
encontrar a Bin Laden y desmantelar su red terrorista por lo menos en el
territorio afgano, ofensiva en la que participaron: Francia, Australia, Alemania,
Canadá junto con 40 países más que participaron en la operación que
inicialmente se le denomino como ya mencionamos Justicia Infinita, pero que
luego se llamaría “Libertad Duradera”. Mientras que Bin Laden lanzaba unas
declaraciones por medio de una grabación, en la que aseguraba que "Estados
Unidos no volvería a saber lo que es la seguridad".
En el Capitolio se escucharon los primeros pasos de esta “guerra”. El
principal: desentrañar la financiación terrorista y cortar el suministro
económico. Nada fácil. El negocio de diversas entidades depende de la ausencia
total de transparencia y del encubrimiento de las operaciones de sus clientes. Ya
entonces, la guerra financiera se vislumbraba larga.
Sin embargo, Pakistán dio un paso de gigante al congelar las cuentas del
régimen afgano Talibán, de Osama bin Laden y de sus asociados justo antes de
producirse el primer ataque. El 12 de octubre, el Gobierno estadounidense
ordenó congelar las cuentas de 39 grupos y personas vinculadas al terrorismo,
con lo que la lista de sospechosos de financiar la violencia alcanzaba la cifra de
66. Las hostilidades comenzaron con el lanzamiento de 50 misiles de crucero
Tomahawk y bombas guiadas de alta precisión lanzadas desde 15 bombarderos
B-1, B-2 y B-52 y desde 25 cazabombarderos.
La ofensiva militar resultó perfecta para probar los prototipos de armas y
material bélico última generación. Misiles más inteligentes, aviones espía
ultrarápidos, aparatos de carga de gran autonomía y hasta cascos dotados con
cámara de vídeo fueron empleados en los ataques contra los campamentos de
los grupos islámicos radicales. Incluso se podrían haber enviado a la zona los
seis prototipos del nuevo avión robot de reconocimiento, cuya activación no
estaba prevista hasta el año 2003.
Durante el siguiente mes de noviembre, la Alianza del Norte,
definitivamente respaldada por la coalición internacional, aceleró su ofensiva
terrestre, ocupó de forma sucesiva las principales ciudades del país (Mazar-i-
Sharif, Pulaj-i-Jamri, Taloqan, Qala-i-Nau, Bamian, Kondoz, Herat, Jalalabad y
Kabul), y pasó a dominar dos terceras partes del territorio de Afganistán. Así,
los talibanes conservaron tan sólo el control de algunas provincias del sur y

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centraron todos sus esfuerzos en resistir desde su principal baluarte, Kandahar.
Paralelamente al avance de la Alianza, a los bombardeos aéreos aliados y al
paulatino repliegue talibán, fuerzas estadounidenses iniciaron en el espacio
meridional del país las operaciones de búsqueda sobre el terreno de Bin Laden.
En el marco de esta nueva fase de la Operación Libertad Duradera, la
infantería de Marina de Estados Unidos se hizo presente en las cercanías de
Kandahâr. Esta ciudad se rindió finalmente el 6 de diciembre, pero dado que el
mulah Mohammed Omar y Bin Laden permanecían en paradero desconocido,
las operaciones bélicas prosiguieron, trasladándose al que se presumía era su
lugar de refugio, la montañosa región de Tora Bora donde aún luchaban
numerosos miembros de Al-Qaeda. La resistencia de Tora Bora concluyó el 16
de diciembre, pero Omar y Bin Laden continuaron desaparecidos.
Mientras todo esto sucedía, el 27 de noviembre de 2001 comenzó en
Bonn (Alemania) la que fue llamada Conferencia Interafgana, a la que asistieron
delegados de las principales fuerzas políticas de Afganistán (excepción hecha de
los talibanes): la Alianza del Norte (con el presidente en el exilio, Rabbani, como
cabeza visible) y los denominados Grupo de Roma (vinculado al antiguo
monarca Zahir Shah), Proceso de Chipre y Asamblea de Peshawar. La reunión,
auspiciada por la ONU, pretendía establecer un marco político que garantizara
el subsiguiente proceso de pacificación y democratización del país.
Los bombardeos sobre Afganistán aterrorizaron a más de dos millones de
personas, en su mayoría mujeres y niños, a los que dejaron sin alimentos. Miles
de afganos huyeron hacia los países limítrofes para escapar de los bombardeos
aliados. Durante la primera fase de la ofensiva, junto a los misiles, cayeron cerca
de 35.000 raciones de alimentos y medicinas, con la leyenda "Un regalo del
pueblo americano" en inglés, francés y español. Con el fin de respetar las
estrictas leyes islámicas, cada paquete contenía lentejas, habichuelas y grasas no
animales condimentadas con ajo, comino y pimienta.
La caída del régimen Talibán hizo posible la vuelta a casa. Desde enero de
2002, más de 800.000 refugiados han vuelto a Afganistán, según los datos del
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. La mayor parte
de ellos, casi 600.000, partieron desde Pakistán, pero también de Irán y
Tayikistán.No obstante, a pesar del éxito del programa de repatriación, en torno
a tres millones de afganos viven todavía en los países vecinos. Afganistán es

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desde hace tiempo el país con más refugiados del mundo. La causa, los
sucesivos regímenes violentos que han dominado la nación en los últimos veinte
años.
En la actualidad se puede hablar de la puesta en marcha de un plan de
transición Afganistán, plan al que se ha dado luz verde en la cumbre de la OTAN
en Lisboa del noviembre de 2010. Este proyecto prevé acometer entre 2011 y
2014 el proceso de transferencia de autoridad sobre su propio territorio al
gobierno de Kabul con el consecuente repliegue progresivo de las tropas aliadas.
La hoja de ruta para la transferencia se hará de forma gradual, partiendo
de las demarcaciones geográficas más reducidas (ciudades y distritos), para
ampliarse luego a otras más extensas (provincias incluso regiones). La decisión
la tomará caso por caso, un nuevo órgano llamado JANIB (las siglas en inglés de
Comité Conjunto del Gobierno Afgano y de la OTAN para la Transición), del que
formarán parte representantes de la ISAF y del gabinete de Kabul. Si todo sigue
las pautas deseadas, los aliados se irán replegando por zonas dando prioridad a
aquellas donde la estabilidad esté consolidada.

6. Cumbre de Lisboa 2010. Nuevo concepto estratégico.

Los días 19 y 20 de noviembre de 2010 se celebrara en Lisboa una


cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno en la que la OTAN se ha reinventado
con la aprobación de un nuevo concepto estratégico. Este concepto determina
como hacer frente a los nuevos desafíos del siglo XXI, en el que las amenazas
son cada vez más complejas, menos tangibles, los escenarios donde surgen más
lejanos y extensos, y en cuya solución la alianza debe contar con otros
organismos y países empleando actores más políticos.
El nuevo concepto no determina ningún Estado concreto como amenaza,
pero sí indica que en este momento, ya hay treinta países que poseen misiles
balísticos o están a punto de conseguirlo. El texto define como debe ser y actuar
la Alianza durante los próximos diez años:
a) El concepto incluye un corolario al antiguo articulo 5 ( que determina que
un ataque contra un estado miembro es un ataque contra todos), en él se

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eliminan las limitaciones territoriales que incluían unas demarcaciones
de actuación conocidas como la zona OTAN. Ahora los aliados podrán
intervenir allí donde su seguridad se vea amenazada.
b) En cuanto a capacidades la alianza no descarta conseguir una mejora en
sus equipamientos más acorde a los nuevos tiempos. Y de nuevo se
constata en este concepto estratégico la capacidad nuclear como
disuasión. No obstante el concepto estratégico subraya el propósito de de
crear un mundo sin armas nucleares.
c) La gran innovación en cuanto a programas defensivos fue la confirmación
de que la Alianza desarrollará su propio escudo antimisiles. Este proyecto
estará liderado por Estados Unidos y contará con la inestimable
colaboración de Rusia. El escudo será eficaz contra cualquier tipo de
misil de corto y medio alcance, e incluye varias facetas. No solo la defensa
en el teatro de operaciones sino también las comunicaciones, el mando y
control, sensores de alerta temprana, radares e interceptores.
d) El concepto prevé consolidar relaciones y establecer acuerdos de
cooperación con organizaciones como la ONU o la Unión Europea y
organismos gubernamentales y no gubernamentales. Es decir, el
concepto de seguridad se impone al más restrictivo de defensa y otorga
un mayor acento a las iniciativas diplomáticas y a las de cooperación al
desarrollo.

Si alguna característica puede destacarse del nuevo concepto estratégico


es quizás su realismo y prudencia. Realismo en el sentido de constatar de forma
clara la complejidad de los retos de la seguridad internacional actual. Y
prudencia en que ninguna de las medidas adoptadas parece constituir una
novedad de primer orden que provoque un giro radical a la acción de los aliados.
Pero el desafío al que se enfrenta el nuevo concepto estratégico es si será
capaz de aglutinar de forma solidaria los intereses de los 28 estados. Esta
cuestión de enorme trascendencia determinará si, en 2020, la OTAN seguirá
siendo “la más exitosa alianza de la historia”.

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