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Las palabras son como piedras lanzadas que no tienen freno, ni vuelta atrás y
pueden causar graves daños, a veces, irreparables. Nuestro lenguaje es un arma
que está llena de munición y lista para ser descargada en cualquier momento,
haciendo víctimas a las personas que más amamos.
Hoy en día, las presiones financieras, laborales, la rutina y demás altibajos diarios,
llevan a las familias a dejar de lado la lectura de la palabra de Dios y, por ende, a
llenarse de preocupaciones y amarguras que terminan por convertirse en esa
peligrosa munición que será disparada a la mínima provocación, dejando como
resultado corazones heridos, estimas lastimadas, relaciones quebrantadas, por
mencionar solo algunas.
Efesios 4:29
No digan malas palabras. Al contrario, digan siempre cosas buenas, que ayuden a
los demás a crecer espiritualmente, pues eso es muy necesario.
Proverbios 18:21
La lengua tiene poder para dar vida y para quitarla; los que no paran de hablar
sufren las consecuencias.
Salmos 34:12-13
Si quieren gozar de la vida y vivir una vida feliz, dejen de hablar mal de otros y de
andar diciendo mentiras.
Eclesiastés 10:12
Cuando el sabio habla, a todos les cae bien; cuando el tonto abre la boca, provoca
su propia ruina.
Proverbios 18:21
Muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto.
Proverbios 16:24
Panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud para los
huesos.
1 Corintios 4:20
1 Corintios 2:4
Mateo 12:37
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
1 Corintios 2:13
Proverbios 12:18
Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios
sana.
1 Pedro 4:11
El que habla, {que hable} conforme a las palabras de Dios; el que sirve, {que lo
haga} por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante
Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos.
Amén.
Eclesiastés 8:4
Puesto que la palabra del rey es soberana, ¿quién le dirá: Qué haces?
1 Corintios 2:5
Proverbios 3:27
No niegues el bien a quien se le debe, cuando esté en tu mano el hacer{lo.}
Lucas 21:15
Mateo 10:20
Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que
habla en vosotros.
Proverbios 10:19
Eclesiastés 6:11
Hechos 7:22
Salmos 19:3
Jeremías 5:14
Por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de los ejércitos: Por cuanto han hablado esta
palabra, he aquí, pongo mis palabras en tu boca por fuego y a este pueblo por
leña, y los consumirá.
Salmos 12:4
{a los} que han dicho: Con nuestra lengua prevaleceremos, nuestros labios nos
defienden; ¿quién es señor sobre nosotros?
1 Tesalonicenses 1:5
Proverbios 18:7
La boca del necio es su ruina, y sus labios una trampa para su alma.
Jeremías 1:9
2 Corintios 6:7
Mateo 22:29
Pero Jesús respondió y les dijo: Estáis equivocados por no comprender las
Escrituras ni el poder de Dios.
2 Corintios 2:17
Pues no somos como muchos, que comercian con la palabra de Dios, sino que
con sinceridad, como de parte de Dios {y} delante de Dios hablamos en Cristo.
Mateo 10:19
Juan 6:63
El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os
he hablado son espíritu y son vida.
Isaías 50:4
El Señor DIOS me ha dado lengua de discípulo, para que yo sepa sostener con
una palabra al fatigado. Mañana tras mañana {me} despierta, despierta mi oído
para escuchar como los discípulos.
Proverbios 13:2
Del fruto de su boca el hombre comerá el bien, pero el deseo de los pérfidos es la
violencia.
Proverbios 24:5
Santiago 3:6
Juan 6:68
Juan 8:47
El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis,
porque no sois de Dios.
Deuteronomio 8:17
Génesis 1:1
Isaías 59:21
En cuanto a mí --dice el SEÑOR--, este es mi pacto con ellos: Mi Espíritu que está
sobre ti, y mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni
de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la descendencia de tu
descendencia --dice el SEÑOR-- desde ahora y para siempre.
Marcos 12:24
Jesús les dijo: ¿No es ésta la razón por la que estáis equivocados: que no
entendéis las Escrituras ni el poder de Dios?
Proverbios 6:2
{si} te has enredado con las palabras de tu boca, {si} con las palabras de tu boca
has sido atrapado,
Proverbios 15:23
Salmos 33:6
Por la palabra del SEÑOR fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento
de su boca.
2 Samuel 23:2
Proverbios 30:5
Proverbios 18:4
Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; arroyo que fluye, la
fuente de sabiduría.
EL PODER DE LAS PALABRAS
“Muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto”
Proverbios 18:21.
Vivimos en una época donde uno de los valores más elogiados es el derecho de
decir lo que queremos. Cada opinión tiene el mismo valor, esté o no basada en la
verdad. Nuestras palabras se usan como espadas para atacar a otros y
justificarnos a nosotros mismos, y si te ofendes por mis palabras, pues es tu
problema. La lengua es poderosa. Con ella es fácil dañar, pero tan difícil es sanar
las heridas que las palabras pueden causar. Recuerdo escuchar a una mujer decir
que el Señor nos dio dientes y labios como frenos para detener el daño que somos
capaces de producir. Sin duda, debemos ser cuidadosos con nuestra lengua.
La Biblia nos muestra diferentes formas en que las palabras pueden herir. Salmo
64:3 dice “afilan su lengua como espada, y lanzan palabras amargas como
flecha…”. Salmo 140:3 también dice, “Aguzan su lengua como serpiente; veneno
de víbora hay bajo sus labios”. Evidentemente, el Señor no esconde el daño que
somos capaces de hacer con nuestra lengua. Al contrario, no solamente nos
informa que nuestra lengua es peligrosa sino también nos deja en Su Palabra las
formas de cuidar nuestra lengua para edificar, y no destruir.
“En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, pero el que refrena sus
labios es prudente”, Proverbios 10:19.
“Pero Yo les digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta
de ella en el día del juicio”, Mateo 12:36.
HABLAR EN AMOR
Nuestro Señor es el único que sabe usar las palabras con perfección. Él creó todo
con Su palabra (Juan 1). La Palabra de Dios crea, mientras nuestras palabras
destruyen. Interesantemente, la palabra hebrea usada para “decir” en Génesis
cuando el estaba creando el mundo es “‘Amar”. Es la misma palabra usada en el
Salmo 33:9, “Porque El habló (‘amar’), y fue hecho; El mandó, y todo se confirmó”.
“Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los
hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios. De la misma boca proceden
bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”, Santiago 3:9-10.
Nuestras palabras deben ser usadas para amar y no para destruir. Los cristianos
deben ser reconocidos por su amor, primero para con Dios y luego para con otros
(Marcos 12:28-31). Nuestras palabras deben ser usadas para ayudar, sanar,
enseñar, edificar y, de mayor importancia, para proclamar las buenas nuevas de
Jesús. Antes de hablar debemos preguntarnos, ¿lo que voy a decir edifica?
¿Pueden estas palabras causar daño? Aun en la instrucción y confrontación,
nuestras palabras deben ayudar y no condenar (Gálatas 6:1). Nunca olvides que
todos tendremos que rendir cuentas por nuestras palabras (Mateo 12:3). Y aunque
la lengua es difícil de controlar, no es imposible. El Espíritu Santo hace posible
nuestra obediencia a Su palabra. Amar a Dios significa obedecerle (Juan 14:21) y
el Espíritu Santo es quien produce el fruto del Espíritu en nuestras vidas (Gálatas
5:22-23). Puede ser que ahora mismo sientas que eso es imposible. Has tratado
controlar tu lengua pero cuando estás enojado es como si tuviera su propia mente
y pecas. No te des por vencido. Dios está usando estas situaciones para revelarte
tu corazón, tu inhabilidad de hacer las cosas sin Él.
Evalúa cuales son tus debilidades, y por qué. Luego, haz un plan para poder
enfrentar estas situaciones en el futuro. Busca el tipo de respuesta que no hiere,
que no daña, y que refleja a Jesucristo.
Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para
corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté
enteramente capacitado para toda buena obra.
(2 Timoteo 3:16-17)
La Biblia no fue inventada por los hombres sino que viene directamente de Dios,
fue inspirada por él. Contiene sus palabras y su voluntad para nosotros sus
siervos. En ella Dios nos corrige, nos dice cómo vivir de una forma agradable a él
y cómo obrar de forma justa en todo momento. También nos habilita para hacer
todo aquello que será de bien y de bendición para nosotros y para los demás.
Podemos aprender algo de todo lo que está escrito en la Biblia. La historia del
pueblo de Israel, la de los profetas y sobre todo, la vida de Jesús, sus enseñanzas
y su sacrificio por cada uno de nosotros... Todas las palabras e historias de la
Biblia nos ayudan a entender mejor la fidelidad, el poder y el amor de Dios y nos
alientan en nuestro andar diario.
La Biblia nos habla de la mayor esperanza que se puede tener gracias a la
obra de Jesús en la cruz y su resurrección. Nuestros corazones se llenan de
esperanza al ver que, con Jesús, nuestra vida terrenal tiene propósito y gracias a
él sabemos dónde estaremos por la eternidad.
Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así,
por medio de ella, crecerán en su salvación, ahora que han probado lo bueno que
es el Señor.
(1 Pedro 2:2-3)
¿Cómo es esto posible? Porque no son solo palabras. Traen vida porque vienen
de parte del Dios todopoderoso. Si leemos la Biblia con corazones abiertos al
mover del Espíritu Santo esa lectura nos cambiará. Nos mostrará lo que
debemos mejorar o dejar atrás, la condición real de nuestro ser interior y cuánto
necesitamos permitir que Dios realice su obra en nosotros.
La Biblia nos ayuda a discernir lo que viene de Dios y lo que no, lo que nos
acerca a él y lo que no. Por eso es tan importante pasar tiempo en oración
leyendo su Palabra. Y, por supuesto, una vez reconocemos lo que él desea que
hagamos, debemos dar los pasos de obediencia siguiendo la luz que ilumina
nuestro camino.
6. Es eterna
La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece
para siempre.
(Isaías 40:8)
Todo lo físico que nos rodea perecerá: las montañas, las flores, los ríos... Nosotros
mismos somos físicamente finitos, nuestros cuerpos envejecen y mueren. ¡Pero la
Palabra de Dios ha permanecido y permanecerá por la eternidad!
7. Tiene autoridad
Toda palabra de Dios es digna de crédito; Dios protege a los que en él buscan
refugio.
(Proverbios 30:5)
Toda la Biblia es fiable y tiene autoridad, no solo las partes que nos gustan o
que encajan con lo que queremos oír de parte de Dios. Al confiar en la veracidad y
el poder de toda la Palabra de Dios comenzamos a dar pasos de fe y a actuar en
obediencia a lo leído.
Para tener una base firme y resistente en nuestra vida, lo prudente o sensato
es obedecer las palabras del Padre. Así seremos como esa casa construida
sobre la roca: tendremos un fundamento sólido, fuerte y estaremos preparados
para hacer frente a cualquier calamidad inesperada. Mateo 7:25 dice:
Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella
casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.