Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las Escrituras animan al pueblo de Dios a hablar entre ellos con salmos,
himnos y cantos espirituales (Ef 5:19-20), hábito que instruye el corazón a
salmear al Señor desde el alma, edificados en sanas enseñanzas que alaben a
Dios (Col 3:16), por ello debemos entender que la música tiene cualidad moral
dada por el Creador, quien la ha hecho uno de los métodos de comunicación
más efectivos y puede ser usada para evangelizar, puesto que la presencia del
Señor se hace notoria en un pueblo que alaba y adora con fervorosa pasión u
amor, de lo contrario la música o alabanza que emitamos hará de nuestra vida
un instrumento que resuene ruidosa y desafinadamente (1 Cor 13: 1). El
evangelizar con la música no se trata de cantar sólo con la boca sino también
con la vida; una vida afinada a la música celestial tiene como efecto el alcance
de almas; hacemos oír al mundo el canto del Señor si armonizamos con su
santo y precioso corazón.
Un vivo ejemplo bíblico lo vemos cuando Pablo al evocar junto con Silas un
musical canto provoca el derramamiento del poder del Señor para desatar
ligaduras de impiedad e impartir consuelo al corazón quebrantado, siendo
libertado de opresora carga para salvación (Hech 16:25-34).
Esto quiere decir que la plenitud del Espíritu tiene como resultado el canto, la
alabanza, la acción de gracias y el sometimiento mutuo, pero por otra parte,
quiere hacernos comprender que cuando cantamos saturados de su Palabra,
unánimes, alabando al Señor y dándole gracias por todo, estamos más abiertos
a la acción del Espíritu y experimentamos en mayor plenitud su musicalidad. La
música con instrumentos y cantos de alabanza dentro de la llenura del Espíritu
Santo es un canal de doble dirección por el que recibimos la vida de Dios y por
el cual expresamos en esta vida que el único y verdadero Dios está en nuestro
interior, porque fuimos diseñados para alabanza de su Nombre (Ef 1:5-14).
Conclusión