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La familia del Reino de Dios

1. Tras el diálogo intermedio entre Jesús y los escribas de Jerusalén, en el que Jesús rebate que actúe
por el poder de Satanás y conmina a los que blasfeman contra el Espíritu Santo, reos de pecado
eterno (Mc 3,22-30), se continúa el relato interrumpido de los parientes de Jesús.

“Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera le envían a llamar. Estaba mucha gente
sentada a su alrededor. Le dicen: ‘iOye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te
buscan.’ Él les responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’ Y mirando en torno a los que
estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: "Estos son mi padre y mis hermanos. Quien
cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre"» (Mc 3,31-35).

2. Marcos relata la visita de María y de sus hermanos a Jesús. Sorprendentemente no habla de su


padre. De hecho, el primer evangelio no menciona nunca a un posible padre de Jesús; nunca habla
de José. ¿Se explicaría este silencio por el mero hecho de que el padre había muerto ya? María
lidera el grupo: «Su madre y sus hermanos.» En este momento, Marcos no vuelve a recordar las
intenciones de prender a Jesús porque estaba fuera de sí (v. 21), sino que indica simplemente que su
madre y sus hermanos le envían a llamar. La situación que encuentran es distinta de la descrita en
los vv. 21-22; allí Jesús se encontraba en casa, abrumado por la muchedumbre; aquí se halla
rodeado de mucha gente sentada a su alrededor, que le escucha, no ya la muchedumbre.

3. Esta escena de la visita de María y sus hermanos a Jesús culmina con la aclaración de Jesús sobre su
verdadera familia. Intencionadamente indica Marcos que su madre y sus hermanos estaban fuera,
distinguiendo entre «afuera» y «adentro» con un sentido evidentemente simbólico. Jesús se
encuentra dentro, en medio de un circulo de discípulos, su nueva familia: la familia del Reino. Para
entrar en ella no bastan los vínculos de la sangre; son necesarias otras mediaciones. Jesús,
desvinculado materialmente de su familia, manifiesta ahora su desvinculación interior para
pertenecer por completo a Dios y a la causa de su Reino. Esta nueva familia está formada no por la
muchedumbre (v. 20), sino por mucha gente (Mc 3,32), que está sentada alrededor, como grupo de
discípulos que escuchan la Palabra. Jesús manifiesta que quienes cumplen la voluntad de Dios son su
familia. ¿Qué significa en este contexto hacer la voluntad de Dios? La voluntad de Dios no es el
cumplimiento de la ley del Sinaí, sino la llegada del Reino y la reunión del verdadero Israel; hacen la
voluntad de Dios quienes creen en el Evangelio del Reino que está llegando y se dejan reunir en el
Pueblo escatológico de Dios. Y, dado que Jesús dirigía su mensaje a todo Israel, por lo mismo
cualquier israelita podía formar parte de la familia del Reino. ¡También, por supuesto, sus familiares,
su madre y sus hermanos!

4. Familia de Jesús serán todos aquellos que se dejen integrar en el Nuevo Israel. No será preciso seguir
materialmente a Jesús, sino simplemente esperar y acoger el Reino de Dios, esté cada uno donde
esté. Esto tal vez comporte dificultades en las familias (Cf. Mc 13,12-13). De todos modos, allí donde
surja la novedad del Reino, allí nacerá la familia de Jesús: esos son su hermano, su hermana, su
madre. «Hacer la voluntad de Dios» es el criterio de cercanía y pertenencia a Jesús. «Hacer la
voluntad de Dios» es una de las principales súplicas del creyente a Dios Padre (Cf. Mt 6,10; Lc 11,2),
es el contenido fundamental del Reino. Quien cumple la voluntad de Dios, ese es hermano, hermana
y madre de Jesús. No valora Jesús en modo alguno la relación de carne y sangre. Ahora su pasión es
formar la familia del Reino.

5. Llama la atención que Jesús hable de hermano, hermana, madre, pero no hable de «padre», en la
nueva familia del Reino (v. 35). La misma ausencia se advierte en otro texto de Marcos:

«Nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, madre, hijos o hacienda por mi y
por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna»
(Mc 10,29-30).

En la nueva familia de Jesús no debe haber padres. La comunidad de Jesús, el verdadero Israel sólo
puede tener un padre:

«Uno sólo es vuestro padre, el del cielo» (Mt 23,9).

Es modélica la actitud de los hermanos Santiago y Juan:

«Y ellos, dejando a su padre Zebedeo, se fueron tras Él» (Mc 1,20).

Su único padre será, a partir del seguimiento, el Abbá de Jesús. Los discípulos de Jesús entran en una
nueva relación con Dios; el Reino los conecta inmediatamente con la paternidad divina. Por eso, en la
nueva familia de Dios reencuentran los discípulos hermanos, hermanas, madres e hijos, pero ¡no
padres! ¡Nadie que detente el poder paterno! ¡Sólo Dios!

Desde estos presupuestos, el evangelio de Marcos suscita una pregunta: ¿Quién era el padre de Jesús?
¿Desconocía Marcos a José?

6. El primer evangelio no valora la relación madre-hijo entre María y Jesús. No ensalza a María.
Subraya, más bien, la renuncia de Jesús a su familia y advierte a los familiares de Jesús que no
pueden pretender ningún puesto de honor en la comunidad creyente por el mero hecho de la
afinidad carnal con Jesús. ¡Este titulo no vale nada en la escala de valores del Reino! Entonces cabe
preguntarse: ¿Podía ser María enumerada entre aquellos que, según el mensaje del Reino, eran su
madre? ¿Aceptaba María la voluntad de Dios, es decir, el mensaje del Reino y el deseo de la reunión
escatológica de Israel? ¿Formó parte María de la comunidad del Reino?

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