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DERECHOS HUMANOS: CLASIFICACIÓN Y PROBLEMÁTICA ACTUAL

(I)

INTRODUCCIÓN

(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nn. 152 y siguientes)

152 El movimiento hacia la identificación y la proclamación de los derechos del


hombre es uno de los esfuerzos más relevantes para responder eficazmente a las
exigencias imprescindibles de la dignidad humana. La Iglesia ve en estos derechos la
extraordinaria ocasión que nuestro tiempo ofrece para que, mediante su consolidación,
la dignidad humana sea reconocida más eficazmente y promovida universalmente como
característica impresa por Dios Creador en su criatura. El Magisterio de la Iglesia no ha
dejado de evaluar positivamente la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre, proclamada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, que Juan
Pablo II ha definido «una piedra miliar en el camino del progreso moral de la
humanidad».

153 La raíz de los derechos del hombre se debe buscar en la dignidad que pertenece a
todo ser humano.

154 Los derechos del hombre exigen ser tutelados no sólo singularmente, sino en su
conjunto: una protección parcial de ellos equivaldría a una especie de falta de
reconocimiento. Estos derechos corresponden a las exigencias de la dignidad humana y
comportan, en primer lugar, la satisfacción de las necesidades esenciales —materiales y
espirituales— de la persona: «Tales derechos se refieren a todas las fases de la vida y en
cualquier contexto político, social, económico o cultural. Son un conjunto unitario,
orientado decididamente a la promoción de cada uno de los aspectos del bien de la
persona y de la sociedad... La promoción integral de todas las categorías de los derechos
humanos es la verdadera garantía del pleno respeto por cada uno de los
derechos». Universalidad e indivisibilidad son las líneas distintivas de los derechos
humanos: «Son dos principios guía que exigen siempre la necesidad de arraigar los
derechos humanos en las diversas culturas, así como de profundizar en su dimensión
jurídica con el fin de asegurar su pleno respeto».

156 Inseparablemente unido al tema de los derechos se encuentra el relativo a los


deberes del hombre, que halla en las intervenciones del Magisterio una acentuación
adecuada. Frecuentemente se recuerda la recíproca complementariedad entre derechos y
deberes, indisolublemente unidos, en primer lugar en la persona humana que es su
sujeto titular. Este vínculo presenta también una dimensión social: « En la sociedad
humana, a un determinado derecho natural de cada hombre corresponde en los demás el
deber de reconocerlo y respetarlo ». El Magisterio subraya la contradicción existente
en una afirmación de los derechos que no prevea una correlativa responsabilidad: «Por
tanto, quienes, al reivindicar sus derechos, olvidan por completo sus deberes o no les
dan la importancia debida, se asemejan a los que derriban con una mano lo que con la
otra construyen».

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1. ¿TRES O CUATRO GENERACIONES DE DERECHOS HUMANOS?

La división de los derechos humanos en tres generaciones fue concebida por


primera vez por Karel Vasak en 1979. Cada una se asocia a uno de los grandes valores
proclamados en la Revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad.

Los derechos civiles y políticos de primera generación, son aquellos que


inciden sobre la expresión de libertad de los individuos. Con ellos se pretendió limitar el
poder del Estado (absolutismo monárquico) frente a los individuos, intentando evitar la
ilegítima injerencia del poder político en las conciencias y otros terrenos privativos del
ciudadano.

Podemos marcar su comienzo en la Declaración de Independencia de los


Estados Unidos, de 4 de julio de 1776; y la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano de 1789, fruto de la Revolución Francesa.

Según unos autores, Bustamante (2001), fue el constitucionalismo y el


liberalismo progresista quienes impulsaron la inclusión de dichos derechos en las
Constituciones de los Estados nacionales europeos a finales del siglo XVIII y durante el
siglo XIX, favoreciendo así la universalización de los derechos civiles y políticos
básicos.

Sin embargo, es más común reconocer el mérito al iusnaturalismo de corte


racionalista, algo anterior a esa época, que entiende los derechos humanos como
derechos naturales porque “concibe la existencia de un Derecho Natural como un
código de normas generales, universales e inmutables, [y que] tiene una repercusión
histórica muy concreta en la aparición de los derechos humanos como derechos
inherentes al hombre que el Estado reconoce y garantiza” (E. Bea en De Lucas, 1997, p.
328).

El derecho a la dignidad de la persona, y a su autonomía, su libertad frente al


Estado, su integridad física o las garantías procesales, son derechos que tienen como
soporte el iusnaturalismo, la filosofía de la ilustración y las teorías del contrato social:
Grocio, Pufendorf, Locke, Rousseau,…

Los derechos económicos, sociales y culturales de segunda generación se


incorporan a partir de una tradición de pensamiento humanista y socialista, en concreto
a partir de finales del siglo XIX y primera mitad del XX. Impulsores son Marx, Engels
o la Constitución de la República de Weimar. Son, como digo, de naturaleza económica
y social, e inciden sobre la expresión de igualdad de los individuos.

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Los derechos de primera generación defendían a los ciudadanos frente al poder
del Estado, pero ahora se exige cierta intervención de éste para garantizar un acceso
igualitario a los derechos que de forma autónoma no se pueden alcanzar (o no todos los
pueden alcanzar).

Se pedía así que el Estado garantice el acceso a la educación, el trabajo, la salud,


la protección social, la vivienda, el salario, el descanso, el sufragio, etc.

Los llamados derechos de la solidaridad constituyen una tercera generación


que se concretiza en la segunda mitad del siglo XX, fundamentalmente después de la
Segunda Guerra Mundial.

Según Bustamante (2001), esta vez, su motor impulsor será la acción de


determinados colectivos que reclaman legítimos derechos. Se comienzan a configurar
en forma de declaraciones sectoriales que protegen los derechos de colectivos
discriminados: grupos de edad, minorías étnicas o religiosas, parados, países del Tercer
Mundo, que se ven afectados por alguna de las múltiples manifestaciones que cobra la
discriminación económica y/o social.

Con ellos se trata de luchar contra la alienación del individuo (Ballesteros, 1992,
pp. 137 y ss.).

Continúa Bustamante diciendo que comienzan a reivindicarse con fuerza los


derechos a la paz y a una justicia internacional, a poder intervenir desde instituciones de
carácter supranacional en los conflictos armados locales, imponiendo la paz desde una
fuerza legítima. El derecho a escoger modelos de desarrollo sostenible que garanticen la
diversidad y que permitan preservar el medio ambiente natural, así como el patrimonio
cultural de la humanidad.

Hoy se está pidiendo por parte de algunos estudiosos en la materia una


cuarta generación de derechos humanos, debido a los avances tecnológicos en el
campo de la informática y a los avances biotecnológicos en el campo de las ciencias de
la vida y de la salud.

La compraventa o publicación de bienes de ocio a través de Internet o la


publicación en la Red de artículos científicos en ocasiones rozando los límites de la
legalidad (o contra la misma), hace que se tengan que crear nuevos delitos informáticos
o repensar determinados derechos como los de propiedad intelectual o que se tenga que
salvaguardar mejor la protección de datos de carácter personal.

Por otro lado, los avances biotecnológicos hacen que conceptos clásicos del
derecho tengan que revisarse, “reinventarse” o “clasificarse”. Sin ir más lejos, piénsese
en los efectos de la FIV o de la Maternidad Subrogada en el derecho de familia.

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2. PROBLEMÁTICA ACTUAL

Podemos afirmar que los problemas que sufren los Derechos Humanos
actualmente son, al menos, los siguientes:

1. Su fundamento.
2. Su naturaleza.
3. Su eficacia.
4. La influencia de la Biotecnología en los Derechos Humanos.

La problemática es muy compleja, pero voy a tratar de exponerla del modo más
sencillo posible.

2.1. FUNDAMENTO

El fundamento de los Derechos Humanos, como así lo considera la mayoría de


los autores, sino todos, es no solo un problema sino el problema; que, además, viene de
antiguo.

Norberto Bobbio decía que la búsqueda del fundamento de los Derechos


Humanos no es una empresa desesperada; sin embargo, la historia ha dado la razón a
Jacques Maritain, quien manifestó públicamente, una vez acabada la Declaración, que
dado que ha costado tanto esfuerzo elaborarla, no sería conveniente preguntarnos el por
qué de ellos, de dónde vienen, porque será una cuestión fuente de muchos otros
problemas.

Y lo es porque el fundamento y el concepto de derechos humanos constituyen el


mismo problema: si se conoce qué cosa son, se conoce su razón de ser. Pero sobre todo
lo es porque, si no se sabe cuál es su fundamento,… ¿qué protegen?

Y a día de hoy todavía no hay acuerdo en tal sentido.

Como ejemplo de lo expuesto, y siguiendo a E. Vidal (en Ballesteros, 1992, p.


22), se puede mencionar la consideración de la fundamentación ética de los derechos
humanos que realizan Muguerza y Rodríguez Paniagua; la de Pérez Luño en torno a la
ética intersubjetiva; el fundamento ético-racional de Eusebio Fernández; la comprensión
de los derechos humanos como derechos morales que postula A. Ruiz Miguel; las
sugerentes propuestas de Jesús Ballesteros de un modelo de fundamentación ético-
religioso; la interesante visión de Javier Barraca sobre la fundamentación de estos
Derechos en la dignidad de la persona, en su ser, y la vinculación con la Trascendencia,

Y así podríamos enumerar otra serie de autores con otras tantas teorías.

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2.2. NATURALEZA

Ya he anticipado que la naturaleza de los Derechos Humanos es ética, teniendo


que esperar a estar recogidos en una Constitución o Ley Fundamental para que sean
propiamente jurídicos, momento en el que se les llama Derechos Fundamentales y
Libertades Públicas.

Pero es precisamente su naturaleza ética la que les resta de fuerza jurídica y, por
ende, de coerción.

Este paradójico problema (es bueno que sean éticos, es malo que no sean
jurídicos) genera unas consecuencias nada baladíes en la realidad práctica de los
Estados.

Ante el pluralismo cultural, ideológico y ético de nuestras sociedades, añadido al


desacuerdo en torno al fundamento de los Derechos Humanos, aparece un fenómeno
jurídico que causa perplejidad.

Hay materias tan importantes como la Eutanasia, el Aborto o la Maternidad


Subrogada, por poner tan sólo tres ejemplos, que son permitidas por legislaciones de
Estados que han acogido en su ordenamiento jurídico los Derechos Humanos.

Pero esas mismas materias están prohibidas por legislaciones de otros Estados
que también han acogido esos mismos Derechos Humanos en sus respectivos
ordenamientos jurídicos.

¿Cómo se entiende esa variedad legislativa, tan contraria una de otra, cuando la
Declaración, en sus artículos 1, 2 y 3 proclaman el derecho a la dignidad, a la igualdad
de derechos, a la no discriminación, y a la vida?

¿Cómo podemos llegar a la conclusión de que con los Derechos Humanos en la


mano se pueda defender al mismo tiempo la postura pro aborto y la postura anti aborto;
la postura pro eutanasia y la postura anti eutanasia?

2.3. EFICACIA

El problema del fundamento y el problema de la naturaleza de los Derechos


Humanos generan el otro problema: la falta de eficacia de los mismos.

Si hiciéramos una encuesta sencilla y preguntáramos: ¿está usted de acuerdo con


los Derechos Humanos? Las respuestas serían inmediatas y positivas.

Entonces, ¿por qué se incumplen?

El motivo hay que encontrarlo precisamente en su fundamento y su naturaleza.


Los dos tienen como consecuencia la falta de eficacia.

El Derecho Internacional es muy joven, y no hay dispuestos todavía mecanismos


jurídicos plenamente eficaces en orden a cumplir sus normas. Una de las cuales,
precisamente la más importante, es ética, no jurídica.

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La falta de coacción, característica del Derecho, unida a la libertad del infractor,
hace que los Derechos Humanos no se cumplan en su integridad. Cierto es que hay un
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pero también es cierto que su fuerza jurídica
todavía dista mucho de tener eficacia. A día de hoy es más testimonial que real.

2.4. LA INFLUENCIA DE LA BIOTECNOLOGÍA EN LOS DDHH

La biotecnología y la nueva genética han afectado hasta la misma naturaleza


humana, de tal modo que deben repensarse conceptos jurídicos clásicos como la
dignidad humana, el derecho a la identidad, a la familia, o a la protección a la salud.

Como afirma Porras del Corral (en Ruiz de la Cuesta, 2005, p. 144), “la
biotecnología permite al hombre el poder introducir cambios sustanciales en la
naturaleza (…), incluso el poder intervenir en la propia estructura de la vida”.

Además, si la Bioética es joven, el Bioderecho lo es más, y más lento. La


biotecnología avanza tan rápido, que al Bioderecho no le da tiempo para adaptar las
antiguas concepciones de lo jurídico, de tal modo que se van creando lagunas legales.

Al existir lagunas, existen varias soluciones: no legislar, adaptar conceptos


clásicos a las nuevas situaciones, o reinventar el derecho: ¿la biotecnología está
cambiando el Derecho?

Por otra parte, ya hemos visto que las biolegislaciones de los distintos Estados
obedecen a fundamentaciones bioéticas distintas, con leyes más o menos permisivas en
relación a ciertas materias.

Con la finalidad de evitar toda esta problemática y de compatibilizar los avances


biotecnológicos (es decir, la libertad de investigación) con la dignidad humana, no son
pocos los estudiosos en Bioderecho que postulan la necesidad de elaborar unos
principios ético-jurídicos en los que todos estemos de acuerdo: Aparisi, Bellver,
Kaufman... Incluso, algunos opinan que estamos en camino de ello, poniendo como
ejemplo el Convenio de Oviedo o la Declaración de Bioética y Derechos Humanos de la
UNESCO.

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