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Pedantería periodística

Los avances en el desarrollo de vacunas contra el virus SARS-CoV-2, el cual produce la


enfermedad llamada coloquialmente COVID-19, ha despertado la incontinencia verbal de los
periodistas, quienes siempre compiten por mostrarse como los más doctos y originales en cualquier
materia que esté de moda.

Los periodistas de una prestigiosa cadena televisiva (RCN por más señas), se han empeñado en
acuñar un nuevo significado para la palabra “antídoto”.

Según ellos (he visto a varios caballeros y damas locutores diciendo lo mismo) el término
“antídoto” se puede emplear como sinónimo, símil o analogía de vacuna. Como supongo que ellos
son simples lectores de apuntador (tele-pronter), asumo que el responsable del texto es un
periodista “profesional”, quien se encarga de redactar el texto que será leído como noticia, aunque
me surgen dudas, cuando veo que en los “directos” algunos periodistas también emplean la
palabreja.

Señores periodistas, dejen de ser pedantes. Por tratar de mostrarse como ilustrados se muestran
como ignorantes. Aunque ilustrado e ignorante empiezan por la misma letra su significado es muy
diferente.

“Antídoto” es una sustancia que se inyecta o se ingiere para neutralizar los efectos dañinos de otra
sustancia, normalmente un veneno, que ha sido ingerida, aspirada o inyectada en un organismo.

“Vacuna” es una sustancia que, una vez inyectada en un organismo sano, produce una reacción
inmunitaria que hace que ese organismo desarrolle mecanismos de defensa contra un agente
patógeno específico que eventualmente ingrese con posterioridad al organismo vacunado. Las
vacunas normalmente son inútiles como tratamiento para un enfermo del mal para el cual la vacuna
sirve como protección preventiva.

Para algunas patologías se disponen de “sueros”, los cuales son sustancias que atenúan o palian
los efectos de una infección o toxina, aunque algunas veces a los antídotos se les denomina
“sueros”, como por ejemplo, los “sueros antiofídicos”.

Llamar “antídoto” a una vacuna es como llamar “burro” a una “vaca”. Ambos son mamíferos y
ambos tiene cuatro patas, pero hasta ahí llega el símil, empezando porque ni siquiera son del mismo
género; bajo ninguna circunstancia se puede asumir algún grado de sinonimia entre “burro” y
“vaca”.

Los periodistas colombianos, no estoy seguro que los de otras latitudes, excepto los argentinos,
que parecen ser los inspiradores de esta costumbre, se creen bardos del micrófono y con sus escasas
luces tratan de elaborar al vuelo presuntas metáforas, símiles, hipérboles, analogías y
prosopopeyas.
En primer lugar, la elaboración de una obra de valor literario toma tiempo. Cuentan que en alguna
ocasión Oscar Wilde comentó: “Me pasé todo el día trabajando en las pruebas de uno de mis
poemas. Por la mañana puse una coma, y, por la tarde, la volví a quitar”.

Esta anécdota, real o inventadas ilustra el esfuerzo mental necesario para escribir algo con valor
poético real, y acá, en Colombia, un locutor deportivo cree ser un gran literato por una locución
inventada durante el transcurso de la narración de un partido d futbol, narración con la cual se trata
de suplir la inasistencia de los oyentes a un espectáculo que es netamente visual, locución que
cobra popularidad entre público igualmente ignorante. En Colombia es el único país del mundo
donde podría emitirse de manera exitosa un documental de una visita al museo del Louvre, por
radio, así como se transmitía por radio el reinando nacional de belleza. Todavía se recuerda la
anotación de una famosa presentadora de televisión en los tiempos de la televisión en blanco y
negro, diciendo “lástima que la televisión no sea a color”, mientras trataba, a punto de verborrea,
de transmitir las sensaciones despertadas en ella por los trajes de fantasía y de gala lucidos por las
candidatas a señorita Colombia durante los desfiles de presentación.

En Colombia no se narran las anotaciones durante un partido de futbol, se cantan los goles.

Claro que los eufemismos pedantes abundan en todos los aspectos cotidianos de la vida
colombiano, incluyendo de una manera especial los apelativos con los cuales la justicia designa
los crímenes más horrendos que se han cometido sobre la faz de la tierra. En Colombia no se
secuestran personas por diez años, se las retiene de manera indebida en forma temporal; en
Colombia no se violan mujeres y niños, se les accede contra su voluntad; en Colombia no se
fabrican pruebas haciendo escuchas ilegales, se hacen descubrimientos inevitables mientras se
hacían escuchas erróneas. En Colombia es el único país del mundo en donde se considera lícito
tomar las armas, contra el orden democrático instituido, por amor al país. En Colombia se
considera que equidad es dejar libre a un grupo de ladrones capturados in fraganti y encausar a los
policías que los capturaron, por divulgar las imágenes donde los ladrones se burlaban de los
procedimientos judiciales.

Hay una recomendación argumental que alguna vez aprendí. Cuando esté examinado la validez de
un argumento, redacte el argumento antónimo, y si no tiene sentido, lo que usted está
argumentando es una idiotez. Haciendo la analogía veamos si el acto de vacunar tiene sentido
utilizando la nueva palabra: En Colombia no se va a vacunar la gente contra el COVID-19, nos
van a “antidotar”. Sin sentido, a menos que se estuviese hablando de reducir el tamaño de alguna
extremidad de un futbolista muy conocido. No se les ocurra amenazar a un buscapleitos con que
lo va a “antidotar”, a lo mejor entiende que le van a extirpar su órgano más preciado y se exalta
más de la cuenta.

Esa conducta periodística es lo que se denomina “pedantería”.

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