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Capitulo 4 a LA GRAMATICA DE LA RITMICA Todo conocimiento al que no ha precedido una sensacisn me es intl ecuerden los amantes de las recetas que tuna alteracién de la palabra gramética {grammaire] dio en francés grimoire, «libro de magia que usan las brujas»; pero también «obra © discurso oscurso, ininteligible». Ciertamente, las definiciones de gramstica que figuran en el diccionario no prometen grandes placeres: «conjunto de reglas aplicadas a una lengua determinada para hablarla y escribirla correc- tamente» y, por analogéa, «conjunto de las re- alas de un arte». Pero también «estudio siste- mitico de los elementos constitutivos de una lengua...», «estudio de las formas y de las fun- ciones* y, por extension, «libro, manual o trata- do de gramatica». Ya veremos que todas estas acepciones nos serdn de utilidad en el presente capitulo. Sin embargo, lo que me seduce de estas definiciones —lo que todas dicen sin decirlo— es que la gramética no es el lenguaje. La gramstica se puede aprender en los libros; para aprender una lengua es casi imprescindible visi- tar el pais donde se habla. He elegido, pues, este titulo, en primer lugar, para recordar que la Rit- André Gide, Les Nowritures terrestres (1964, p. 33) mica se sitda més all4 de las fronteras de cual- quier libro. En segundo lugar, sucede que poseo un cua- derno manuscrito que data de 1933 y en el que un estudiante anoté mas de sesenta y cinco ejercicios, repartidos en dieciocho lecciones, de un curso que Jaques-Daleroze impartié por aquel entonces a futuros ritmicos profesionales y que titulé «Gramética de la Ritmica». El ya habia explicado lo que debia entenderse por tal en un articulo, publicado en 1926, donde reco- nocfa haber tomado prestada la denominacién de la escuela de Ritmica de Londres —jlos anglosajones suelen encontrar antes que noso- tos la palabra que da en el blanco! En el curso no habia nada de libresco sino, por el contrario, gran niimero de ejercicios ‘aptos para asegurar la fuerza y la flexibilidad de los misculos, la independencia de los miem- bros, el equilibrio de Ios movimientos y sus resortes.... en todos los grados de fuerza y velo- cidad» (1926a, p. 5). Ninguna alusién a la teo- rfa musical, aunque «toda una serie de ejer- LAaGramArica DeLaRtnica 113 cicios ritmicos y métricos» completen los pri- eros y por mas que la mayoria de los movi- mientos estén «intimamente ligados y, por ast decitlo, cosidos a una miisica que los anima y se inspira en ellos a un tiempo»... (ibid.). Tampo- co el menor intento de teorizar sobre el movi- miento, aunque se trate, en la practica, de un «sistema de técnica corporal para el uso de los ritmicos» (ibid.). Pero si una gramatica, en el sentido de que todos los ejercicios harfan rpidamente del cuer- po del alumno una suerte de «manual», un lugar de referencia en el que le seria posible encontrar no siempre el nombre, pero sila ima- ‘gen motriz de las partes del discurso que le dirige la miisica 0 de cualquier otra manifestacién en que se conjuguen el espacio y el tiempo. Jaques-Daleroze pensaba que la Ritmica sal- fa ganandbo si se dirigia a futuros profesionales con buenos conocimientos y buen dominio de sus capacidades musculares y nerviosas. Poser el propio cuerpo, en todas sus re- laciones con el espiritu y la sensibilidad, es quebrar las resistencias que paralizan el libre desarrollo de nuestras facultades de imagina- cién y de creacién (1922a, p. 10). Pero no confiaba por completo, a este res- pecto, en los métodos de educacién fisica enton- ces vigentes. Les reprochaba el que dieran una instruccidn esencialmente métrica y que apenas aportasen matices al trabajo de flexibilizacién de Jos diferentes muisculos: no existian para ellos ‘mas que una o dos formas de correr, indicaba Jaques-Dalcroze, sélo un tempo de marcha, slo ejercicios de respiracién violentos y movimien- tos enérgicos... Cualquiera que hubiese podido ser su valor en tanto que tales, Jaques-Daleroze encontraba estos métodos insuficientes para desarrollar las cualidades corporales indispensa- 114 a atrauica 1AQues pALcRoze bles para los furutos ritmicos 0 mésicos. Ain ‘més, habiendo adoptado por su. cuenta el pos- tulado de que «las sensaciones musculares en- riquecen el cerebro con imagenes. motrices> (1920, p. 6) —afirmacién que muchas veces demostré estar bien fundada—, temia que la educacién fisica tradicional imprimiese con gran fuerza en el organismo de los alumnos un. niimero limitado de sensaciones e imagenes, que se volverian entonces automatismos dificiles de combatir, No querfa que sus propios alunos se encontrasen en la misma situacién que aque- Ios de los que dice (1922a, p. 5) Descle que empiezan a introducir el ate en sus manifestaciones motrices estan obli- gados a preacuparse, en. primer lugar, pot desembarazarse de ciertos procedimientos técnicos particulares, anclados con demasia- da fuerza en su memoria muscular como para permitir que su fantasia varie con total liber- tad los matices musculares de energta y de duracion, Por el contrario, el valor de las imagenes motrices residfa, para él, en su gran néimero, en su diversidad y, sobre todo, en la capacidad del alumno para pasar répidamente de una a otra No encontrando entre los métodos existen- tes el que correspondiese a sus deseos, tuvo que decidirse a inventarlo él mismo, buscando ayuda en especialistas del movimiento, en particular en Lily Braun, «plistica» muy conocida en la Epoca. Al hacerlo no pretendié proponer tini- camente ejercicios originales: ‘Algunos de ellos son de uso comiin, pues el arte de flexibilizar y coordinar los méscu- los se conoce desde hace tiempo. Pero la forma en que busco prepararlos, encadenar- los y ritmarlos les confiere una nueva vida. A causa de su intima unién con la mésica, ‘estos. nuevos estudios de técnica corporal constituyen una preparacién real para los ejercicios de la Ritmica propiamente dicha (1926, p. 5). Hoy en dia, estos ejercicios de «gramética» in generalmente integrados en las lecciones de Ritmica o son parte de la ensefianza de téc- nica corporal de la que se benefician los futuros ritmicos profesionales. Esta rama se ha amplia- do y diversificado mucho desde la época de Jaques-Daleroze, siguiendo en ello la evolucién de la danza moderna y de la expresién corporal (que han conocido a su vee, por diversas vias, la influencia de Jaques-Daleroze; pero eso es otra historia...) En la actualidad suele ser dificil —jo quizé menos necesario?— distinguir entre los ejercicios que tienen como fin el dominio de las posibilidades fisicas y expresivas con vistas a la utilizaeién arestica del movimiento corporal y aquellos otros que, especialmente concebidos para los rftmicos, no tienen otra finalidad que la de ponerlos en posesién de su cuerpo, con el fin de {que tengan a su disposicién, para su uso perso- nal como miisicos 0 pedagogos, un instrumento a toda prueba. Por fortuna, unos y otros no son. excluyentes, y los dalcrozianos que se especiali- zan en la ensefianza de la técnica corporal son a la ver artistas que poseen el sentido de la escena y de la coreografia (jJaques-Dalcroze daba sus «cursos de gramiticas, ante todo, como artis- tal). Pero es importante que estén persuadicos de la diferente naturaleza —no solo diferente grado— de las dos dpticas que se encuentran presentes simulténeamente en su ensefianza. Al hhacer que los alunos se den cuenta de esto, se les permite reforzar en sf mismos la sensacién de su identidad como ritmicos, a la vez que se abren perspectivas para aquellos cuyas aptitudes les destinan més en particular a orientarse hacia la expresién corporal y la danza. Por mi parte, agradezco a Monica Jaquet, alumna tanto de Jaques-Daleroze como de Lily Braun —y, por tanto, a la vez «gramética» y artista del movimiento—, que me haya dejado clara esta distinci6n en mi época de estudiante. Pero no es menos importante que los misi- cos dalerozianos sigan en contacto con una rama que no ha cesado de evolucionar durante estas iltimas décadas y que a menudo demanda de la miisica prestaciones de un género (ode un ~estilo») nuevo, de un género que no puede ser mero calco de antiguos modelos sin romper la concordancia entre la miisica y el movimiento ue la inspira LA ORAMATICA DEL MOVIMIENTO iCuiles eran esos ejercicios considerados tan esenciales en la preparacién del ritmico? Sus temas generales —de los que presento un resu- men voluntariamente incompleto, por razones que expondré més adelante (cf. J-D., 1926a, pp. 6-9)— no tienen nada sorprendente para los profesionales del movimiento. 1. Ejercicios para el desarrollo de la elastcidad ‘muscular, es decir, de la capacidad de hacer vol- ver a su posiciGn inicial la parce del cuerpo que se ha «lanzado», mediante un retomo elistico y automtico, o de imprimirle un cambio volun- tario de direccién, 2. Ejercicios de contraccién y relajaciém mus- cular en diferentes posiciones, obteniendo la una y la otra de forma progresiva o bruscamen- fe, en uno 0 varios miembros o en el cuerpo entero. 3. Ejercicios de respiracién; su técnica yel estudio de las influencias a que somete al cuer- 0.0 que, por el contratio, éste ejerce sobre ella. LAGRAMATICADELARMTMICA 115

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