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ÍNDICE

Presentación ............... . . . . .. . ... . ... . ......... . 7


Traducción: Laura López Morales y Margarita Montero Zubillaga.
Diseño de portada: Carlos del Castillo Negrete
Imagen de portada: Colección S. Le Bon de Beauvoir/Diffusion Editions Introducción. Los dilemas de la democracia sexual
Gallimard. Carlos Bonfil .............. . ............... . ..... . 9

Primera edición: 28 de sepriembre de 2009 17


Las fronteras de la violencia sexual .......... .... . ...... .
D.R. © UNIVERSIDAD NACIONAL AITTÓNOMA DE MÉXICO
Usos socio lógicos y usos sociales del género. El t rabajo
PROGRAMA UNIVERSITARIO DE E.sTUDIOS DE GÉNERO
de las interpretaciones ............... . . .......... .. . 4 .1
Torre 11 de Humanidades, 7° piso, Circuito Interior
Ciudad Universitaria, C.P. 04510, México, D.F.
www.pueg.unam.mx La democracia sexual y el conflicto de las civilizacionc~ ...... . 67

© EL COLEGIO DE MÉXICO, A. C. De lo sagrado en las sociedades dcmocdrica~:


Camino al Ajusco 20, Pedregal de Santa Teresa el matrimonio en Estados Unido~, la f1lt.K1ún (' ll l·ra11n.1 77
C.P. 10740, México, D.F.
Parejas homosexuales y fam ilias homoparcntab . . . . . . . . . . . . 87

ISl\N de la colección 978-607-02-816-4 Cuestiones sexua les, cuestiones raciales. Paralelos,


l'illN '178-607-02-0817-1 tensiones y articulaciones .... .. . . ... . . . .... : . . . . . . . . 97

11 H 1krcchos reservados conforme a la ley Estados Unidos/Francia. El amor del mismo y e l amor
del otro. El "matrimonio homosexual" entre famil ia
l/111 1 ¡1111hibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta nacional y cuestión racial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
11 1 111111 111do de la presente obra sin contar previamente
11 1 ""'•1111Jción expresa y por escrito de la institución editora,
11 1 111111111' dt· lo así previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor. Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

I / 1\ /1r1 liu 1•11 México

-
r

PRESENTACIÓN

Los Cuadernos de la Cátedra Simone de Beauvoir, cuya publi


cación se inicia con esta selección de ensayos de Eric Fassin, son
el resultado del trabajo conjunto del Programa Universitario de
Estudios de Género de la UNAM y del Programa lnterdisciplinario
de Estudios de la Mujer de El Colegio de México. En 2005, con la
cooperación de la Embajada de Francia en México, ambos progra-
mas pioneros en los estudios de género y de la mujer en nuestro
país, unieron esfuerzos para conformar una cátedra que impulsara
los intercambios entre )a academia francesa y la mexicana con la
idea de enriquecer las investigaciones sobre género en México.
Esta Cátedra honra con su nombre a la gran pensadora, fi-
lósofa y escritora francesa, pionera del pensamiento feminista y
fuente de inspiración de académicas, artistas y activistas. Desde
2006 esta iniciativa ha permitido el intercambio del público uni-
versitario mexicano con investigadores como Florence Rochefort
(2006), Eric Fassin (2006), Gilles Lipovetsky (2007), Genevieve
Fraisse y Marie-Elizabeth Handman (2008) acerca de temas como
el laicismo, el matrimonio homosexual, la füosofía y el sentido de
compromiso y privilegio de Simone de Beauvoir, la prostitución
en Francia hoy, entre otros.
Con estos cuadernos buscamos ampliar las aportaciones de
la Cátedra al público universitario así como a lectores no es-
pecialistas que se interesen en los debates más actuales en el
campo de los estudios de género. Contamos para ello con la
colaboración de los propios autores y autoras que han propuesto
una selección previa de sus textos. Agradecemos aquí esta muestra
[7)
de generosida~ intelectual y esperamos que éste y los siguientes
c~adernos ennquezc~n los estudios de otros como nos enrique-
cieron las conferencias de nuestros invitados a lo largo de tres INTRODUCCIÓN
años.
LOS DILEMAS DE LA DEMOCRACIA SEXUAL

PATRICIA PIÑONES
KARINE TINAT Carlos Bonfil
Encargadas de la Cátedra
Simone de Beauvoir 2006-2008
LA PRESENTE REUNIÓN de ensayos y artículos del sociólogo fran-
cés Eric Fassin1 contribuye a ampliar y diversificar el creciente
debate sobre asuntos de género y sexualidad en los países de habla
hispana. Si bien es cierto que la sociedad civil en México y otros
países del hemisferio latinoamericano es cada vez más permeable
a las discusiones sobre violencia de género y derechos sexuales de
las minorías, también es un hecho que las propuestas editoriales
y las reflexiones académicas sobre estos temas siguen, en buena
medida, fuera del alcance del público medio.
En muchas ocasiones el monopolio informativo de los medios,
aunado a la indiferencia institucional, cuando no al franco desdén de
los gobiernos, trivializa asuntos como la violencia social o domésw.:a

'Eric Fassin es catedrático en la facultad de cienc1Js sou.1lc' de la huwl.1 Nnrm.11


Superior, en París, y miembro del conse10 pedagógico "(,éncro, pollnc.1 y <,cxu.1h
dades", de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS, por sus s1gl.l\ en
francés). Es licenciado en Antropología social por la Universidad de París V, y posee
un Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en inglés por la Universidad de Dijon,
Francia, y otro en ciencias sociales por la EHESS.
Entre sus publicaciones destacan los libros Liberté, égalité, sexualités: actualité
politique des questions sexuelles, en colaboración con Clarisse Belfond (ed. 10/18,
París, 2004), y I:inversion de la question homosexuelle (Amsterdam, 2005), así como
su participación en las obras Au-dela du Pacs: l'expertise familia/e a l'épreiwe de
l'homosexualité, Daniel Borillo, Eric Fassin, Marcela lacub (dir.) (Presses Universi-
taires de France, 1999) y De la question socia/e a la question raciale? Représenter la
societé franvaise, Didier Fassin y Eric Fassin (dir.) (La Découverte, 2006). Especialis-
ta en temas de género, sexualidades y cultura, democracia sexual y matrimonio gay,
h.1 elaborado análisis comparativos de dichos temas en múltiples obras colectivas,
revistas y coloquios en Estados Unidos y Francia.

[9]
r

I 0 • CARLOS BONFil
INTRODUCCIÓN • 11

contra las mujeres' o los d h


1 . cree os de 1 l b.
p~r ~galizar con figuras jurídicas i é~· es ianas y los homose xuales
de pareja
sólo son "órdenes convencionales y provisorias, produc to de
una
re egandolos a las páginas de n. itas sus relaciones historia y de relaciones de fuerza, suscept ibles al cambio y abierto s
anecLdótico, o a la desvalo riza:~~ ~ ro1~~e los diarios, al comentari¿ a la negociación". Los defenso res de la tradici ón ven en esta poli-
as reflexiones de F . me ianre el escarnio tización de la sexualidad como una amenaza al orden establecido,
sexual y su extensión en E~;~n sobre el concep to de democracia una desnaturalización de las normas, y de inmediato organizan
una
comparativa, y su vinculació pa y Estados Unidos, su metodolo
ía una reacció n a su vez política .
respuesta defensiva y beligerante:
los ~spacios públicos y privad~sconf las categorías sociológicas
~e Cuand o una sociedad intenta erigir como. dogma un orden
teó:1ca para entender los proce;o~ ~ecen ~~a v~liosa herramienta simbólico, trátese del dogma católico o del fundam entalbm o
1s
a d1a cobran mayor fuerza en 1 , e poht1zac1ón sexual que día lámico, asistimos a una reconciliación de corrien tes ideológ icas
que analiza el autor en los con~::r a1ses en desarrollo. Los debates aparen tement e contra rias, y las ortodo xias organi zan en foros
es y estadounidenses ~ca
son, con pocas variant es los m. os frances públicos un frente para atacar aquello que les incomoda, ya
nuestras sociedades, e me . '¡ ismos que surgen a la luz pu'blºica en onio gay. Y es que al buscar impone r a ma·
uyen polé · el aborto o el matrim
la prostitución y la
pornografía, el acoso y la vio! . micas sobre yorías y minorías las verdades que juzga incuestionables (el orden
legales de parejas del mismo s encia sexua~e s, el aborto , las uniones
simbólico), pretende trascender la historia, situarse en una dimen·
y tambié n del fundam e t 1· exo, ~a _persist encia de la homof: bº
o ia, sión de atemporalidad, y ensayar estrategias de reacción inmedi
ata
d f ·¡· na ismo catol1co d 1 d efensa del modelo ar la norma
e am1 ia tradicional. El llamado y. e a contra cualquier cambio social suscept ible de perturb
sores a ultranza entre ciertos o_rden s1mbólico, con sus defen- establecida. Precisamente contra esta pretensión dogmática se pro-
tropología social y la ortodox farof~s 1onal~s.de los campos de fa an- mueven y defienden las nociones de libertad e igualdad tanto
en
soc1ed, ades efectos s·1m1·¡ares, cuand ps1coanalit1ca, tiene sobre nuestras de la moder nidad y del avance
, género como en sexualidad propias
1os pa1se~ industrializados. Entendero no mas devastadores, que en democrático. La ampliación del campo de la democracia sexual
que presenta Fassm .
en ,este libro y fas bata!!as socia . 1es los · debates
,d. opera así como una forma de resistencia al autoritarismo moral.
estan cambiando el paisaje de la d y Jun J~as que pa!Jlat inamen te s
En uno de los textos de esta recopilación, "Matri monio en Estado
es una forma de incitar a la critica , . e~ocrac1a sexual en el mundo, Unidos; filiación en Francia", el investigador muestr a median te un
bl "d • dmá · d
ec1 os IOmentando el análisis . m~ca e los discursos esta- enfoque comparativo la manera en que la nación estadounidens
e
por nuevas vías el discurs o de 1/ ~~ ?1scu~1 ón política, encauzando sacraliza ~I matrimonio como una instituc ión indispe nsable para
aquellas transformaciones jurídica litanc~a, y tomand o el pulso
de io y
evitar la desintegración de la familia, y cómo tolera, en princip
san, con mucho, a su primera fi s y s~c1ales que a menud o reba-
de modo paradójico, que las parejas homosexuales puedan accede r
el concepto de democracia sexuormulac1_on teórica. Para Eric Fassin a él luego de haber demos trado su capacid ad para adopta r niños
nero y sexualidad. y por dem al e~ aplicab le a las cuestiones de ge,'
· - e integrarse al orden social dominante. Según esta lógica, la ame-
11 E d ocrac1a enti de pnmer amente aque- s,
a or~a e organización política en naza real no es dicha integración social de las minorías sexuale
en una sociedad
que define sus propias le yes y sus nor
. . .
que prevale 1 ce sino la crisis de la instituc ión familia r, agudiz ada por el fenóme no
prm_c1p10 trascendente, llámese di ~as .ª margen de cualquier
del creciente númer o de niños que nacen fuera del matrimonio.
sentido, dice el autor, al politiz ars~~' c1enc1a o natural eza. En este
No es un azar que, estadísticamente, este aumen to ocurra entre
la
l .1d.1 vez menos como natural es os asuntos sexuale s son vistos desfavo recida.
población negra más
' lo transfo rma Ja condi 'ó
1111\llla de las normas y 1a manera que
en u . c1 n De modo contras tante, la filiación adquie re en Francia una
q e nos son impuestas. Ya importancia decisiva en tanto elemento de una cierta definición
de
12 • CARLOS BONFIL
INTRODUCCIÓN • 13

lo nac
ción yiona l,
la mulpue sta en entredicho de los conservadores como una
tiplicac ión de 1
os mat p~r
nm e t~cren:ento de la inmigra-
1.
om os mix t La maciones de la pareja y la familia,
posible vanguardia de las transfor
-
. ~s.
a
( men udo violenta) a la a robació . .
(Pacs), finalmente aproba~o en n
199 ;el Pacto C1;1I de Solidaridad
o~os1~1ón activos del desorden social y del
es decir, com o los pro mo tore s
colapso cultural en Occidente.
Esta con tinu a percepción del cao
.' n~ ~e d.eb1a tan to al acceso
que gracias a él pod ían tener las s explica en par te la vigilancia
de derechos con el resto de la extrema y los embates virulentos
pare¡as., e ~1smo sexo: igualdad de la derecha frente a cualquier
posible trámite para una eventu
J~bl~~ 1º~', smo a su carácter de inte nto de politización y modern
izac
La politización de la sexualidad ión sexual.
la e~a iza.c1on del mat~imonio gay,
mismo que a su vez daría paso a , explica el aut or en su texto
de niños de etnias diferent ) "Cuestiones sexuales, cuestiones
raciales", no siempre estuvo vi-
to de filiación Má s alla' d es Ya una cam opc1?n (predommantemente
bio s · 1d 1 gente en una Francia en la que dom
. . 1 p 1 inaba una retórica republicana,
es la legitimación de la f e Taes o que se p usta flnc1a 1eh con . cep-
defensora del individualismo, y
mismo sexo com o ¡'efes d amf11~1· h er ' a en e onz ont invariablemente competencia de
don de los asuntos sexuales eran
e ami 1a)om oparental (dos personas dele la esfera privada, en oposición
a
y con el la visión comunitaria prevalecien
nales y extranjeros, el nue
reposa ya en el derecho san ,
vo diseñ¿ d matr~mon.10 e nacio-
· · d
público ganaba a tal pun to terr
te en Estados Unidos, don de lo
eno en asuntos de sexualidad, que
. e una nac10nahdad que no incluso se llegó a difundir una fórm
territorial; la filiación de¡·a agsu_indeo ula afortunada: "lo personal es
1 e ser , smo ehn un derecho puramente
un echo b' I' · político". Los lenguajes comuni
d o. en .el suelo natal' par a conve . 10 og1co, arra1ga .
en Francia, pues suponían la frag
tarios eran vistos con desconfian
za
mrs
men te, que amenaza no sól en1 un hech e . -
. o soc1~ ' variable
h istó nca · 1 mentación de un tejido social
también la uni dad étnica. que aspiraba a la unidad y al univ
o a cohesión nacional, sino ersalismo. Reconocer políticas
identitarias específicas equivalía
Desde en realidad a fisurar un discurso
del mismo 198 9, en efecto, las uniones d h
sexo contrib u h de cohesión republicana que, a
juicio de muchas mentes liberale
ción en Eur opa lo m1ºsmoyen Da . e ec o ent re personas aparecía com o la mejor pro tecc s,
.reconfigur ión con tra la desigualdad, la 111-
Ya par tir de 200' 1 el en mamarca q ar el pais s aje de la filia-
·a e Islandia justicia y el racismo. Por ello la
· .
mat om o gay en H 1 d uec1 ue en lucha de las feministas en Fr;111c1a
e Inglaterra ha abierto lasnm se enf ocó más en una cuestión
de par ent alid ad y a los pue rtas a la d o ~n a, é g1ca, España
B 1 . ' de género, en el re1.:onoc1m1ent
de la par idad (representación pro o
' . a opción, a nuevas formas porcional de los sexos) en la v1d;1
mec pública, que en la legitimación de
mente asistida hec
, ' hos que 1anismos de d ~ pro crea ción
( · diversas exigencias de las m1110 -
esaf 10s al ord en simbólic e con serv a uns m 1 clín . ica- rías en materia de sexualidad, com
o
d 1 f d A pesar de dicha trad ició n libe era el caso del Pacs.
de la cult ura , basados am:o~
los sexos, y no en el contrae
:n o
" . prmc1p10 de la diferencia
mo ra
~~ u~ ~n:entos ant~opológicos
considera
terr eno en los debates sociales
ral, lo com uni tari o ha ganado
en Francia desde que a finales
· o ant mat ura l" d d de los año s nov ent a apa reci ero n de
mismo sexo unidas institucion almente en escena, con may or vigor que
e os personas del nun ca, los temas de la inm igra
ción , la violencia sexual, la pro
dad tamb1'e' 1ilia hom~sex ual
El nuevo
homoparentalimo delo de fam
. titu ción y la por nog rafí a, y natu
ralm ente la crít ica del mo delo
s-
gos, ex amantes etc ' n e concepto de f no ')' sólo l'mcluye la dom ina nte de filiación, con la
) y de ami ta amp tada (ami- apr oba ción del Pacs y la proli-
' ·' parente feración de esquemas de mat rim
bl es en las nociones de duración fidscol'deleg d
id
o, con. ca~
b'
Unidos. A tod o esto se aña den
oni o gay en Eur opa y Estados
más elásticas y libres 1 ' e ' a y cohab1tac1ón,ws nota- la ado pció n, los mecanismos de
m.1rrimonio heterosex~~t ~sbque mucho pro cre ació n asistida, y la frag
men taci ón del mo del o familia
prevalecen en el mo del o del trad icio nal en fórmulas mo nop r
di' l'\la perspectiva los h; a aren tale s, hom opa ren tale s o de
e prle tar, con Fassin, si den
mosexua esgun no aparecen hoy a los ojos tro
familias recompuestas.
INTRODUCCIÓN • 15

14 • CARLOS BONFIL

La internacionalización de tales conceptos hizo que en Francia


En este nuevo panorama de una sexualidad crecientemente la institución del matrimonio no fuera ya un asunto puramente
globalizada, ~l Estado n~ puede ya desentenderse de la vida pri- nacional sino trasnacional, y que el debate creciera luego de la
vada de los crndadanos ru de los reclamos sociales de las minorías. aprobaciÓn del Pacs, hasta centrarse ahora en la pert~nencia de re-
La vieja distinción liberal de lo público y lo privado comienza a conocer nuevos derechos para las minorías. Eric Fassm documenta
mo~trar severas deficiencias ante la aparición de protagonistas la nueva realidad en el hexágono francés, la multiplicación de los
sociales nuevos y de fórmulas inéditas de convivencia familiar. matrimonios mixtos (interraciales), y muestra que una de cada tres
Resulta difícil, por ejemplo, entender y discutir el fenómeno de uniones es mixta: sólo uno de cada diez nacimientos proviene de
la p~~stit~ción sin tomar en cuenta la cuestión racial, así como la dichas uniones. La conclusión evidente es que las uniones son ya,
mas1f1~ac1ón de .la pornografía por vía de la Internet, que apela a en buena medida, una realidad desligada del vínculo conyugal Y
mecanismos de mterpretación distintos de los tradicionales. 1
del proyecto de fundación de una familia. A .~sto cabe agrega~. la
Todos esos factores conducen a una ampliación de los debates desaparición en Francia de la distinción de hl)OS n~tura~es e h11os
que lo mismo incluyen tanto cuestiones actuales como la violencia legítimos, el aumento de nacimientos e~tram~tnmomales, Y la
en las p~riferias de las grandes urbes, que el análisis de la violencia creciente movilización lésbica gay que exige la igualdad entre las
doméstica, o la discusión (hasta hace poco soslayada) del acoso sexualidades del mismo modo en que las feministas habían recla-
s~xual en el noviazgo. De igual modo propician una revisión crí- mado antes ia igualdad entre los sexos. La extensión d~l campo
tica de la historia nacional en la que se aborda sin restricciones de la democracia sexual pasa inevitablemente en Francia por la
un pasado colonialist~ todaví~ ~olémico. Hacia finales del siglo desnaturalización del concepto tradicional de la filiación, Y por
pasado, recuerda Fassm, el pa1sa1e de la nación única e indivisible una propuesta de refunda~ión de los paradigmas de unión conyu ·
empezó a sufrir cambios notables. La retórica republicana cedía
gal y convivencia familiar.
el paso a la visión multicultural de una Francia "racializada y
sexualizada". En el presente libro el sociólogo francés contrasta con cbmbd la
situación que prevalece en Estados Unidos y en Fr.rnc1a, Lomp.1
Para ilustrar los puntos de co~vergencia y los contrastes en los ra la trayectoria de las luchas feministas en ambas. naciones. Y el
contextos sociales estadounidenses y franceses, el investigador modo en que la crítica del poder, enuncia?ª por el filósofo '."11chcl
~uestra con detalle la manera en que diversas controversias jurí- Foucault, y luego en los análisis de invesngad~ras como Ehsa?eth
dicas llevaron a la nación americana a luchar eficazmente contra Roudinesco, consigue evidenciar la presenc1~ de p~ota?omstas
l~ discriminación, primero con disposiciones que otorgaban a los sociales crecientemente visibles y activos (prostitutas, mm1grantes,
crndadanos una protección igual ante las leyes, como el fallo en homosexuales), con reivindicaciones más próximas a los ~odel?s
f~v?~ de los matrimonios interraciales en 1948, y el fin de su pro- multiculturales y comunitarios estadounidenses que al nacionalis-
h1b1~1ón.en ~:67 (según ~I cu~ a nadie se le puede impedir el acceso
mo de una tradición republicana. .
a ~~ ms.~tuc1on. del matnmoruo con argumentos raciales), hasta la Esta discusión ha desentrañado paralelamente la compleia
u~izac1on de dichos precedentes para promover el matrimonio gay, interacción entre cuestiones sexuales y asuntos raciales, dejando
~nmero en ~aw~i~ en 1993, luego en Massachusetts, en 2003, y claro, por ejemplo, que en Francia la preocupación f~nda1?ental
fmal~ente (anadinamos) en California, en 2008, todo en estricta en la oposición sistemática al Pacs, al eventual mammomo g~y,
obediencia al derecho de todo hombre libre "a casarse en busca de a la adopción, y a todo cambio la filiación, busca en lo esencial
MI felicidad".
16 • CARL OS BONFIL

evit ar la desnaturalización de la naci


onalidad y de la identidad
francesas. Med iant e un discurso de
racismo apenas encubierto,
se vigila el principio de la filiación
y se inte nta man tene r a raya LAS FRONTERAS
las exigencias de las minorías. Para tal
prop ósit o se considera ne- DE LA VIOLENCIA SEXUAL
cesario man tene r las distinciones entr
e "los otro s", los elementos
pert urba dore s del orde n social (pero
también biológico y antro-
pológico), las minorías raciales (árab
es, negros) generadoras de Eric Fassin *
violencia y barbarie en las periferias urba
nas, los elementos reacios
al proyecto civilizador, y "nos otro s",
los guardianes del equilibrio
y la racionalidad occidental.
Para Eric Fassin la cuestión no es a
fin de cuentas tan sen- FRONTERAS
cilla. Las diversas maneras de pon er
en práctica la democracia
sexual pue den en ocasiones enmasca .
rar algún tipo de opresión En la fron tera entr e Méx ico y Esta dosl Unidos estalla la violencia
o de discriminación racial, lo que llega ·ón que c1ºuda d con el dine ro y la
a desvirtuar su prop ósit o y reve1a 1a corrupc1 . . carcome , .
a a .,
inicial. Cua ndo por ejemplo en 1989, droga: corr upci ón policiaca .Y ~ohu~a, ero tam bién corrupc1on
en una Francia de tradición p
republicana impregnada de laicidad, ' f. Sed de mal
sobre el velo islámico, se enfr enta n
surge la primera controversia sexual. Estamos ante un aWificci 11
ón cme mat ogra 1ca.
t ma en 195 8 las convencio-
das acerca de lo que significa una defe
percepciones muy contrasta- (Touch of E~il) de Ors on . e ~~ ~~n~ negr
nsa cultural de la tradición nes de un genero establec;do,b . fond o, e inscribe el mun do
(la reivindicación de la diferencia), os de la depravación en
y el deseo de imp oner a las clandestino del c~imen ! o; s a:~ndos
mujeres una modernización de las cost
umbres que en esencia se el espacio fron tenz o entr e o 1 dos culturas nacionale~.
considera preferible al modelo islám . Id . , de Amé rica del Nor te
ico.
Las disposiciones migratorias en dive La des1gua a d que opo ne a Oos tveci nos
1 suerte que en el tin> tl' O l'll
rsos países europeos tam- se obse_r~a por toda~ ~~r~;· la ~r:i1
bién man ejan una lógica próx ima al
neocolonialismo cultural: tre pohcias al otro ª
tera siempre e' h1 knw1.1 dl'
se exige de los candidatos a la inmigra
ción que renuncien a sus ·d ¡ que se
.
imp e
on , <> 1•.1 ~'lllC ello ' 11npo ncn .
tradiciones bárbaras (violencia familiar, los estad oum ense~ a b d
poligamia, sometimiento · · · México en usca e exce sos el volver '' ht.1 do'
sexista, homofobia), y acepten los mod y s1 se v1a1a a . la "civiliza' ción". Por lo <lemas, ,
en Occidente de suyo superiores, dem
elos de conducta imperantes ~nidos se considera un ref.~es~ :stad oun
iden se don de incluso el
cuestionar paralelamente la persisten
ocráticos y civilizados, sin (acaso no s~ trata de_un 1 m s caract.erizado por Cha rlton
cia de las conductas denosta- policía mexicano <;v1~guel Var?as) ed
das entr e los miembros de la comunid Hes ton, quien lo umc o que tiene hispánico es el bron cead o
ad occidental blanca. e
En sum a, lo que aqu í prop one el auto
r es una crítica más del maquillaje?
prof und a, capaz de enri quec er al fem ndez a del filme resulta de un atentado
inismo y a la democracia Con tod? , la gra . q_ue
sexual con los aportes del multicultura mismo tiem po que la pers pectiva
lismo en su lucha cont ra sacude los clichés nac1o~a,les, al d
las diversas formas de discriminación.
Y de igual mod o, en sentido ónem atog ráfic a. El pohc1a esta oum.d (Ha nk Quinlan), en-
111verso, una crítica que facilite a las min ense
orías raciales y sexuales el
.u..:ceso a los beneficios de una ampliaci
ón de la democracia. . Profesor rirular, Deparramenro _de C'1 ncias Sociales Escuela N ormal Superior.
l11vcs11gador GTMS (EHESs/CNRS), mves ~ d sociad~ ITTT-CMH (ENS/EHESS/CNRS)
nga or a .

[17]
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 19
18 • ERIC FASSIN

carnado por un Orson Welles obeso y arrogante, resulta corrupto, amagándola con que van a drogarla por la fuerza, e incl~so vi?-
en tanto que su atlético y cortés homólogo mexicano, a quien larla en su habitación. "Sosténle las piernas", ordena el 1efe. Sm
~qué) .trata con desdeñosa hostilidad, se revela como ejemplo de duda se trata sólo de actos teatrales para mancillar su reputación
integridad. En la investigación, el primero fabrica las pruebas, en e intimidar a su marido, pero el terror de estas imágenes pre~agia
tanto que el segundo desea respetar las leyes. Y es Vargas quien el motel de Norman Bates adonde Hitchcock llevará a la misma
~r?tes,ta por ~o~ métodos estadounidenses: "El trabajo de un po- Janet Leigh, dos años después, en Psicosis (Psycho).
h.cia s~lo es f~cil en un Estado policiaco". En efecto, para el fun- La violencia sexual aparece así como un llamado al orden:
c10nano mexicano, a diferencia de lo que ocurre con su adversario al casarse con una estadounidense de Filadelfia, ¿acaso el policía
estadounidense, la ley debe imperar, y no la policía. En suma, el mexicano no cruza indebidamente las fronteras, tanto nacionales
sur le da al norte una lección de democracia. como matrimoniales? Después de semejante transgresión no se
Sin embargo, el realizador no se conforma con una inver- puede regresar impunemente a casa: la joven cree poder enco~­
sión de las cosas; prefiere la complejidad. En un último giro trar "la seguridad" (o "la comodidad'', corrige ella para. no herir
irónico, el joven mexicano incriminado por las pruebas falsas de el orgullo de su marido) en un motel "del lado estadoumdense de
Quinlan termina por justificar la intuición de éste y confiesan la frontera". Pero es precisamente allí donde será secuestrada Y
el ver?adero culpable; en cuanto al lugarteniente de Quinlan, violentada. La violencia significa, pues, el desorden sexual, Ytam-
lo tra1c10na para permanecer fiel a los principios de la justicia bién su recrudecimiento. A la transgresión de la pareja binacional
estadounidense, aun a riesgo de morir asesinado por ese patrón corresponde la de los blousons noirs, tanto más mani~iest~ cuan-
venerado que le había salvado la vida. Dicho de otra manera to son asistidos por mujeres, en particular por una inquietante
pese a las desigualdades, el Bien y el Mal no están separados po; lesbiana. A la inversa, el filme nos permite entrever otro mundo,
una línea geográfica entre el norte y el sur, ni en un sentido ni donde la frontera no impone su ley: es el burdel nostálgico donde
en otro. En una y otra parte incide el mal. Sin embargo, lejos de Quintan reencuentra, con la melodía de una pianola, a una prm
ser borrada por esta ambigüedad moral, la frontera sigue siendo tituta de su pasado. La melancólica 1nterpretaL1Ón de M.1rknt·
central en términos de poder: la línea divisoria es el lugar de Dietrich evoca el desvanecimiento de un deseo rnsmopohta.
todo lo que está en juego. Al mismo tiempo que una realidad Es evidente: si la frontera es por excelencia un lugar de vio
geopolítica, es el símbolo de la violencia que está en el corazón lencia, y particularmente de violencia sexual, ésta, a ~u vez, sig-
mismo de la película. nifica la frontera; la rastrea en los cuerpos. Claro esta que 1~0 se
También de la violencia sexual. La bomba estalla en la frontera trata únicamente de la que separa a México de Estados Unidos:
en el momento en que Vargas la cruza con su esposa para pasar tampoco en otras partes son sólo fronterizas las violenci~s, sino
su noche ?e bodas e.n territorio estadounidense. La señora Vargas que la violencia sexual marca la frontera; las fron.t~ras, mter o
Uanet Le1gh), una ¡oven bella y rubia, es ciudadana estadouni- intranacionales. Pensemos, por ejemplo, en la Parttctón entre la
den.se (l~ sabemos ?esde las primeras palabras de la cinta), y para India y Paquistán en el momento de la independencia, en 1947, Y
Sus1e, ~1guel es. M1ke. Ella va a ser el instrumento de la venganza en la violencia étnica que la acompañó. El antropólogo Veena Das
de Qumlan, qmen se alía para este fin con los narcotraficantes (s.a.: 55-83) recuerda que junto a los m.ás de ~00 000 muertos se
mexicanos que su marido persigue. Sobre la noche de la ciudad se cuentan sin duda cerca de 100 000 muieres violadas y raptadas:
ucrne una sorda amenaza sexual: cuando ella se refugia en un mo- "Las mujeres se convierten en el nudo de la ten.sió~ en l~s epi~~­
tel dl' Estados Unidos, los esbirros del narcotráfico la aterrorizan dios de violencia colectiva". En efecto, su expenenc1a encierra el
'

1
20 • ERIC fASSIN
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL º 21

testimonio permanente de la violencia de la Partición. Así, el pro- cante pensar al mismo tiempo en estas práctic~s íntimas violentas
grama político que constituía dos naciones, la India y Paquistán y en )os discursos públicos que las acom~ana.n, ya sea q~e las
se inscribía en el cuerpo de las mujeres". ' precedan o las sigan. Nos proponemos as1 a~ncular dos d_imen-
En suma, según Veena Das, "el cuerpo femenino se convertía siones: por un lado la violencia sexual es política, en el sentido de
en una señal mediante la cual los hombres se comunicaban entre que intervienen en ella las relaciones de poder; por el otro lad?,
sí". Escuchamos aquí el eco del argumento de Claude Lévi-Strauss está politizada, desde el momento en q~e se ~ebate en ~l ~spac10
en Les structures élémentaires de la parenté (Las estructuras ele- público. La articulación entre las dos d1mens1one.s e.s mas 1~por­
mentales del parentesco) y entendemos mejor por qué, en una tante en tanto que la segunda contribuye a const1t~1r. la primera.
lectura feminista, se percibe casi como una violencia: las muje- Partiremos, pues, de la politización en la esfera pubh~a para en-
res son las señales en la comunicación simbólica de los hombres. tender cómo participa ésta de la política de la v1olenc1a sexual...
Con todo, hay que ver la diferencia entre la relación matrimonial hasta en la intimidad.
desigual y la violencia hacia las mujeres. En esta alianza, precisa Nos apoyaremos en dos ejemplos, ya estudiados por separa-
el antropólogo, "la mujer jamás podía convertirse en señal y sólo do en trabajos anteriores: 2 la polémica c?ntra lo ."s~x~almente
eso, ya que, en un mundo de hombres, ella, después de todo, es correcto" que se desarrolló en Estados Unidos a pnnc1p1os de los
una persona, y, en la medida en que se la define como señal, no años noventa, y en Francia, la controversia en ~orn~ de la enc~esta
queda más remedio que reconocer en ella a una productora de Enveff (sobre la violencia hacia las mujeres) diez anos despues. El
señales" (Lévi-Strauss, 1967: 569). En cambio, la violencia reduce paralelo permitirá resaltar hasta qué grado en ambos casos se ~rata
a la mujer al silencio para dar mayor relieve a su cuerpo mudo: al de fronteras; con la "diferencia de los sexos" ocurre lo mismo
contrario del matrimonio, en la violación la mujer sólo es señal, que con la división social, en términos de clase y de raza~ e1~trc
n~da más que señal. Si la violencia significa la frontera, el cuerpo "ellos" y "nosotros". Allí está toda la apuesta del debate publico,
v~olent~do de las mujeres es entonces su significante privilegiado. que explica su virulencia. Podemos agregar que la comparau6n
S1mboltza, por el grito silencioso de aquellas que· están privadas trasatlántica que se propone aquí no es sólo el efecto ac1;1dcnt.1l
de lenguaje, todas esas divisiones y particiones; fronteras sexuales, de una investigación realizada, en parte por J1.a.r, alrededor de
desde luego, pero también fronteras nacionales o étnicas, fronte- estos dos terrenos nacionales; si resulta neces;u1a es porque se
ras de clase o de raza. revela particularmente esclarecedora, .desde el mo~1ento en qu.e
en la controversia francesa la referencia a la polém1~a e.srado~m1-
dense desempeña un papel importante. La compara~1ón interviene
REPRESENTACIÓN DE LA VIOLENCIA SEXUAL EN EsTADOS UNIDOS en el debate. Dicho de otro modo, la apuesta fronteriza aumenta en
la oposición nacional trasatlántica: en el debate francés al menos
Sin dejar de lado estos desafíos fronterizos, analicemos ahora no
sólo la violencia sexual misma, sino también los discursos mili- ' Entre mis trabajos, sobre la vertiente estadounidense véase "Le '.date-rape'
tantes y eruditos que pretenden explicarla, y por último las con- aux'États-Unis. Figures d'une polémique", 1997: 193-222. Sobre la vertiente fr~n­
troversias políticas y mediáticas que suscitan tales discursos. En 'csa véase "Violences sexuées, violences sexuelles", 2003. Para una comp~rac16¡°
cncr~ las cronologías francesa y estadounidense, véase "F/uc.tu~I nec merg1tur: .~
efecto, en el momento en que la violencia es aprehendida no sólo polirisation des questiones sexuelles dans l'espace pubhc au m1roir transatlannj~C: ,
en su realidad física, sino también, simultáneamente, como len- l.OOSd: 219-239 (y en versión estadounidense "The Rise and Fall of Sexual Po mes
guaje simbólico, como se le percibe en la frontera, parece impor- 1
n the Public Sphere: A Transadantic Conrrast", 2006d: 79-92).
22 • EAIC FASSIN
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 23

{pero también, en menor grado, en Estados Unidos), ''América" y la pornografía dividirán gravemente el movimiento, no es menos
"Francia" es una división más entre "ellos" y "nosotros". cierto que todos esos debates habrán contribuido a preparar el
En Estados Unidos durante los años ochenta el feminismo terreno para la politización de la violencia sexual, que adquiere
alc~nzó a imponer en el centro del debate público, una articu- importancia al filo de los años ochenta. . .
lac1?n entre géner~ y sexualidad que, sin embargo, parecía que Es alrededor de la violencia sexual donde el femm1smo
deb1a quedar reducida a la marginalidad. Desde los años sesenta radical lanza su discurso sobre la articulación entre género y
el feminismo liberal se adaptaba a la división entre las dos esferas' sexualidad, desplazándose de los márgenes de la contracultu-
la ~ública y la privada. Su ambición era, en efecto, arrancar a Ja~ ra al centro mismo de la cultura; lo que en inglés se llama el
mu¡eres de la pasividad falsamente cómoda de la domesticidad "mainstream". Ya a finales de los años setenta los ataques fe-
a la q~e se vieron relegadas desde finales de la Segunda Guerra ministas contra la prostitución o la pornografía se formulaban
Mundial, para comprometerlas en la vida activa, es decir, en el como una denuncia de la violencia que les era inherente, violen-
~~ndo del trab.ajo y de la política. No era, pues, cuestión de po- cia que esas prácticas y representaciones simbolizarían al tiempo
l1t1zar la sexualidad, sino, al contrario, de dejarse definir menos que las alimentarían. Pero con el acoso sexual .Y el date .rape es
por ella. Así, para Betty Friedan el orgasmo que las distrae de los 1
la violencia misma la que se convierte en el ob¡eto prop10 de la
verdaderos coi:i?ate~ se presenta como "el opio de las mujeres": politización, y ese primer desplazamiento. remite.a .un ~egundo;
un. pl~~er apol1t1co, mcluso antipolítico. Sin duda ella piensa al la violencia se convierte entonces en el pnsma pnv1leg1ado para
p_nnc1p10 en el señuelo del disfrute heterosexual; pero su oposi- concebir el orden sexual.
ción crecerá c~ntra la politización lesbiana, que lanzaría de igual El acoso sexual entra en el derecho estadounidense desde fi-
modo a las mu¡eres a una intimidad de la que aspira a rescatarlas nales de los años setenta, y la Suprema Corte de Estados Unidos
el feminismo liberal.
lo reconoce por primera vez en una decisión unánime de 1986,
La idea con.stitutiva del feminismo radical, por el contrario, Meritor vs. Vinson, que retoma la doble definición propuesta por
es que las relaciones de poder sexuadas se traducen también en la jurista feminista Catharine MacKinnon: el acos~ a I~ v~z como
relaciones de poder en términos sexuales; dicho de otro modo chantaje (o "quid pro quo"), y como ambiente hosttl (sm l11111tarse
hay que considerar juntos los intereses de género y de sexualidad'. a las relaciones jerárquicas). Se trata, en efecto, <le comprender las
Y por lo tanto no se trataría de abandonar la intimidad sexual a desigualdades entre hombres y mujeres en el mundo del tra.bajo,
la esfera privada para relegar la política a la esfera pública. En y el papel estratégico del acoso que asigna su luga~ a las mu¡eres,
una perspectiva radical, "the personal is political" es decir Ja sea por exclusión, fuera de ciertos universos profes1o~ales, sea por
v1'da ~erson~I e.s ~n terreno político privilegiado. Es ' cierto que
'
relegación, a los peldaños más bajos de la escala. DICho. de ot~o
todav1a a pnnc1p1os de los años ochenta, en la época de Jo que modo, las conductas discriminatorias se consideran una v1olenc1a,
se ha l.la~ado las "sex wars", las guerras de sexo que desgarran así como la violencia resulta discriminatoria.
el fem1msmo, ese radicalismo parecía dedicado solamente a una El acoso es sexual en un sentido doble: pasa por la sexualidad,
contracultura marginal, con el conjunto de las experimentaciones pero linda con el género; es a la vez sexualizado ~ sexu~do . .Lo
sexuales de la época. No obstante, es cierto que la exploración mismo ocurre con la categoría de date rape, es decir, la v10lac1ón
de un sadomasoquismo lesbiano no conocerá posteridad social, durante una date, o cita amorosa. El violador no es sólo un des-
s1 la batalla alrededor de la prostitución no movilizará de modo conocido (la imagen de un hombre, a menudo negro, agazapado
duradero a las feministas, mientras que las disputas a propósito de bajo un matorral o en un estacionamiento), sino también, con
il • 1 flll , I ASSIN LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 25

d1•11t.t\1<1da frecuencia, un pariente (se habla de acquaintance rape) Además la articulación entre la violencia y el poder es lo que
lll.t e/ate, y ha~ta un boy(rien~ (~n el mundo muy blanco y burgué~ se reformul~ en relación con los análisis anteriores. Lo que _con
de las_ frater_mdades umvers1tanas). En suma, el peligro está cerca las feministas de los años setenta demostró Susan Brownm11lcr
Y la v1?lenc1a se vuelve aún más íntima. Es obvio que se trata de es que la violación no ha de enten_derse _tanto en términos de
sexualidad, pero también de género, no sólo porque normalmente concupiscencia sino de poder: esta v10lenc1a habla de poder. Con
son los_ hom~res qui~nes violan a las mujeres, sino también porque Catharine MacK.innon y el feminismo de los ~ños ochenta es el
esta as1metna constituye los papeles masculinos y femeninos al poder mismo el que aparece como violenci~. Esta se ~alla, pues,
meno~ tanto como los refleja. La violación contribuye a insti:Uir en el centro de esta reformulación y remite a otro c_ontm~o: entre
la desigualdad entre los sexos por el instrumento de la sexualidad· las representaciones pornográfi~as _Y lo~ ~ctos de v10lencia sexual
ese desorden participa del orden sexual. ' está la continuidad de la violencia s1mbolica que se halla en la base
. Sin duda la cuestión de la violación desempeñaba ya un papel de la dominación más cotidiana. .
1~portante en la crítica feminista desde los orígenes del radica- A principios de los años nov~nta el feminisn:io radical parece
lismo, como lo demuestra la obra de Susan Brownmiller Against haber impuesto su visión a la sociedad estadounidense. El asunto
Our Wtll: Men, Women, and Rape (Contra nuestra voluntad: los del juez Clarence Thomas, acusado de acoso sexual en el n:i?-
hombres, las mujeres y la violación), publicada en 1975. Pero la mento de ser nombrado a la Suprema Corte, colo~a esta c~est10n
categoría de date rape, que logran imponer en el transcurso de los en el centro de la vida política y del debate nacional, mientras
años oc?enta las i?~esti~aciones feministas dadas a conocer por que dos sonados procesos, uno contra William Smith, retoño de
los me~1?s Y I~ mil1tanc1a en los campus, equivale a generalizar la familia Kennedy, y otro contra el campeón mundial de boxeo
la cue~t1on: ~x1ste un continuo entre la sexualidad ordinaria y Ja Mike Tyson, desempeñan el mismo papel en lo que toca al date
sexualidad v10lenta, entre los hombres y los violadores. Claro está rape. No es éste el lugar para precisar cómo, en esto~ asunt?s Y
que no se tra~a de re?u~ir l~s primeros a la segunda categoría, sino, en otros Jos desafíos sexuales se articulan a los desaf1os raciales
~on ese continuo, d1stmgmr el heterosexisn10 de la heterosexua- (Thoma~ y Tyson son negros, como lo son también sus acusa~oras,
lidad. En otras palabras, con el date rape se atenúa Ja oposición al contrario de Smith y su demandante). 3 No son sólo los ~b!etos,
entre "ellos" y "nosotros": la violación habla bien de nosotros de sino también el lenguaje del feminismo, lo que parece definir en-
nuestra cultura, de nuestro orden sexual. ' tonces el debate público. .
Sobre todo, hay una lógica radical que se manifiesta en cuan- Ahora bien en ese momento se lanza una contraofensiva me-
to se establece durante este decenio un paralelo entre las dos diática como r~acción contra lo que se califica (en forma paralela
categorías, acoso sexual y date rape. En efecto, si la segunda a lo "políticamente correcto") de "se~uaJmente correcto". Est_a
mu~stra _qu,e ~I poder no es ajeno a la sexualidad, el primero contraofensiva tiene más que ver con el date rape, pues es a fi-
sugiere s1metnc~mente que el poder puede disputarse en el regis- nales de los años noventa que la polémica contra el concepto de
tro de la sexualidad. No sólo la intimidad queda al descubierto acoso encuentra su eco más importante; sobre todo alrededor d~l
por el date rape como lugar de relaciones de poder sino que a asunto Monica Lewinsky. Nos referiremos pues aquí a esta pn-
su vez, las relacio~es de poder adoptan con el aco~o lenguafes mera polémica, sobre la violación. Un universitario de Berkeley,
~exuales. Las cue_st10nes sexuales son cuestiones políticas y, a Ja
•~versa, las cuest10nes políticas pueden replantearse como cues- •Véase fassin, 2002a: 21-40, y una versión más completa, en inglés en 2002b: 127-
nones sexuales. 158. Sobre esta articulación para Francia, véase 2006a.
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 27
26 • ERIC fASSIN

Neil Gilbert, entabla una batalla para denunciar lo que sería violación. En cambio, Neil Gilbert llega a conclusiones opuestas
de creérsele, una "epidemia fantasma", criticando las cifras pro~ a las de Katie Roiphe; según él, el feminismo apunta a dar a las
puestas por las feministas, y más allá, su trabajo de redefinición, mujeres el control sexual, y, para ella, aspira a arrabatárselo. Para
en desacuerdo total con el sentido común y la percepción de los el primero, la mujer es quien toma el poder~ para la segunda, ésta
actores, tanto víctimas como presuntos agresores. No cabe duda se halla encerrada en una condición de vícuma. .
de que su interés por la cuestión de la violación no es anterior a la Sin embargo, poco importan estas divergen~ias. L~ esencial es
polémica (ni le sobrevivirá), ni de que su exigencia de cientificis- el fondo del ataque, que las hace converger. La invención del date
~~ se .exp;esa en una .revista conservadora (y no en una publica- rape planteaba la cuestión de la violencia en el centro <le la.cultura
c1on c1ent1f1ca). Poco importa: presta la legitimidad de la ciencia heterosexual y no en sus márgenes. Al recordar que la v10lc'.1c1<1
al contraataque ideológico que se desata desde ese momento a sexual es una violencia sexuada, el feminismo llevaba a cxamm<~r
la vez -lo que no tiene nada de sorprendente- en una lógica la articulación entre el orden del género y la violencia que aparec1a
explí~'.tamente conservadora, como en Norman Podhoretz, pero hasta entonces como un desorden: hablar de violación, en lo suce
tamb1en, lo que resulta más notable, por mujeres y en nombre sivo era interesarse menos en la excepción que en la regla, en las
del feminismo. non~as que gobiernan la sexualidad ordinaria. La p~lémica contra
Dos mujeres en particular participan en la controversia. to "sexualmente correcto" aparece como una reacción co~tr.a se-
Camille Paglia, hasta entonces desconocida, demuestra su elo- mejante generalización. De tal suerte, las críticas del fem1m.smo
cuencia de polemista, que le dará un gran éxito mediático: para llaman a no concebir las relaciones de poder en la sexualidad
ella "abandonar el sexo a las feministas equivale a confiar el pe- sino como un dato natural que escapa a la política. ?e creer!~s, la
rro,. dura?te las vacaciones, al taxidermista". Por su lado, la joven violencia no debería entonces entenderse en términos pohucos,
Katie Ro1phe denuncia "la histeria feminista" valiéndose de su sino fisiológicos 0 patológicos. Así pues, la po!émica q~e .suscita el
experiencia de estudiante. Una y otra tienen mucho éxito incluso date rape equivale, a la vez, a romper ~I c~ntmuo feminista entre
en la revista P/ayboy, tanto más cuanto que su ~ntifemini~mo rei- la violencia sexual y la sexualidad ordmana, y por ~nde entre los
vindica el feminismo auténtico, el feminismo de los años sesenta, violadores y los heterosexuales "normales", y a con¡urar el desva-
que hablaba. ~según el~as) de placer y no de peligro, de libertad y necimiento de otra frontera, entre violencia sexual, por una parte,
n~ de repres1on. La primera habla así en nombre de su generación, y política de los sexos y las sexualidades, por la otra.
~1entras que la segunda aspira a retomar contra su propia genera-
ción la antorcha de su madre feminista, pero una y otra coinciden
en ensalzar las bondades de la liberación. RI PRESENTACIÓN DE LA VIOLENCIA SEXUAL EN FRANCIA
Las críticas dirigidas contra el feminismo del date rape son nu-
meros~s._.. y potencialmente contradictorias. Si para Katie Roiphe 1 11 Francia la polémica contra lo "sexualment~ correcto", llega-
el fe~m1sm~ a.ctual exagera los peligros de la sexualidad, para d.1 de Estados Unidos, arribó antes, o en el me¡or de los ~asos al
Cam11le Pagha ignora, al contrario, su naturaleza violenta. De las ..,
1111 1110
tiempo que las perspectivas feministas estadounidenses
dos figuras "posfeministas", la primera considera timoratas a las fe- 11
hic la sexualidad contra las que iba dirigida. La llegada de la
ministas, y la segunda las juzga inconscientes. Esta última, por otra q crda al poder en 1981 marca, ~aradójicamen_te, el fin de los
11 111
parte, retoma así la visión del conservador Norman Podhoretz en 11111 1
v m1entos sociales que caracterizaron a los anos setenta. La
t•I sentido de que el varón tiene una predisposición natural a la lº""~ 111 cnte marginación institucional de las feministas france-
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 29
28 º ERIC fASSIN

democracia a lo estadounidense. A la universalidad de la primera,


sas es muy notable si se la com ar 1.
estadounidenses en la univers~a~ con e mgreso de sus colegas que sólo reconocería individuos, respondería el diferencialismo de
trasatlántico es reforzado Y el derec?o. Este contraste la segunda, que supuestamente privilegia a las comunidades. Lo
vinculado: a diferencia de~or o~ro, no menos importante ni des- que es verdad respecto de las cuestiones étnicas y raciales no lo es
ya no concede un lugar a 1~: ~no~,setenta, el feminismo francés menos en lo que toca a las cuestiones sexuales, trátese de género
de la ley de 1980 sobre la . 1es.~ JOS de la sexualidad. Después o de sexualidad: el espantajo estadounidense que agita la retórica
rante más de diez años vio ac1 n se ~a vuelta a la página du- republicana permite conjurar toda politización de las cuestiones
de sexualidad más que e.nDruerlan~~ los anos ?chenta no se habla sexuales. Estados Unidos, víctima de sus pasiones democráticas,
. ac10n con el s1d Ti d al borrar la frontera entre las esferas pública y privada, bcaso
como s1 la desligitimación de 1 f . . a. o o transcurre
yoría, a alejarse de un tema i as em1mstas las llevara, en su ma- no se condena a la "guerra de los sexos"? Esto es al menos lo que
la ilegitimidad, so pena de v~~s~~~~~e marcado en_ la época por se afirma en Francia, y muy especialmente en el momento del
ocurrió con aquellas que finalmente 1 emente margmadas, como asunto Clarence Thomas, que inaugura los años noventa. En con-
se toi:nara en cuenta en Ja ley de 199;graron que el acoso sexual traste, la cultura política francesa estaría protegida de semejantes
polémicas, y consagrada (si no por la naturaleza, al menos por
S1 durante los años noventa la v d 1 f . . la historia) a la armonía entre los sexos ... En suma, la retórica
hacerse escuchar en el debate med., . ozes esobemm1smo
iat1co d vuelve
· a
1ugar con referencia al espacio p, bli ~e to o y en pnmer
republicana prohíbe tanto más eficazmente la politización de las
cuestiones sexuales cuanto que nacionaliza este desafío valiéndo-
al trabajo, y no a las relaciones du c¿ y en particular a la política y
sexual. En efecto el rechaz d etº er que se dan en la intimidad se del contraste trasatlántico: ser francés equivale a rechazar el
del 68", es decir' la heren ~ de º1 que_ se llamó "el pensamiento modelo estadounidense.
' c1a e os anos set · ¿Hay que sorprenderse? Esta retórica de armonía republicana
pensamiento crítico, ejercido desde r· . . enta en_ matena de
prosigue a partir de 1989 1 : mc1p1os de los anos ochenta, no es la verdad de las relaciones entre los sexos, ni en Francia
francesa y la caída del m conde B icel'ntenario de la· Revolución ni en otras partes. En realidad, al mismo tiempo afloran señales
uro e er m en un · , . inquietantes a la superficie de la sociedad francesa. A partir de
renovado en nombre de "I ª Repu'bl1ca . ,, ' La cult registrol' ·retonco
f 1989 la celebración de la República tiene su reverso, con el re-
cesa, se dice entonces' here d era d e 1a Revol · 1ura po 1t1ca ran-
c"ó · cordatorio histórico de que la Revolución excluye a las mujeres
de los comienzos de la Tercera R , 1. u n, pero también
estricta entre las dos esferas 1 epb~? ica,l sup~ne una separación de la ciudadanía, lo que pronto da lugar a una reivindicación de
este mismo año de 1989 t' lal pu F1ca y a pnvada. Así, durante paridad entre los sexos en materia de política. Sin embargo, no se
es a a en ranc· 1 · d. 1rata sólo de la esfera pública, sino también de la esfera privada ...
torno al. velo islámico . Si 1o que se d ebateiaesa elpnmera
1 d isputa
1 h ..en y de las relaciones entre las dos. En efecto, con la cuestión de la
e
d 1 os mmigrantes en la nación 1 , . ugar e os !JOS
es la de la República· la re!" . , ' a retonca que aquí se formula violencia sexual, la sexualidad no puede concebirse únicamen-
puede pregonarse en. el es ~~~~n ~er~enece a la vi.da privada y no 1\' en el registro de las costumbres, sino también en el registro

En pocas palabras, la ret!rica r~u:~~~o, en especia! e~ la escuela. político. Ahora bien, las estadísticas de la investigación ACSF de
el perímetro de los debates fr p cana que dellffilta entonces 1992 sobre el comportamiento sexual de los franceses revelan la
a la esfera privada. anceses relega las cuestiones sexuales 1111portancia de la violencia hacia las mujeres, mientras que la ley
·.nhrc el acoso sexual en el trabajo, votada el mismo año, da la
El contraste con Estados Unidos e , . oportunidad de medir la amplitud del fenómeno por medio de un
to que se le pone de relieve· a la R 'sbtl~tof mas importante cuan-
. epu tea rancesa se opondría la
30 • ERIC FASSIN
lAs FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 31

sondeo encargado por la Secretaría de Estado para los Derechos mulación que sexualiza aquello que está en juego. En efecto, de
de las Mujeres.
allí en adelante los adversarios del uso del velo lo asimilan a una
Sin embargo, tanto en un caso como en el otro, el debate públi- suerte de violación del consentimiento, y, por ende, lo comparan
co se construye sin integrar estos nuevos datos. Cuando afirmamos con la violencia sexual que sufren las mujeres. Si hay que prohibir
que la retórica republicana ignora la realidad de los problemas lo el velo se hará siempre en nombre de la República; pero será en
d_ecimos en un sentido doble: los desconoce sin duda por ignoran- lo suce~ivo una República identificada con la modernidad sexual,
cia, pero aden:ás su obcecación es deliberada. Voluntarista, tiende que pasará por la libertad y la igualdad para las rn~jeres, emanc1
a rechazarlos ¡ustamente porque surgen. En efecto, es importante padas hasta en su sexualidad. En otras palabras, le1os de plantear
comprender esta retórica como respuesta política a la conciencia la separación de las dos esferas, como ocurrió 15 años antes p.ar<l
que empieza a despertar en la sociedad, aunque no se le escuche. evitar toda politización de las cuestiones sexuales, la sexualiza·
En el espacio público la retórica impuesta (en este caso la retórica ción del velo, es decir, de la retórica republicana en este deba~e,
republicana) sir_ve para delimitar lo pensable y lo impensable, lo lleva a considerar que las cuestiones sexuales son, por excelencia,
expresable y lo inexpresable: define las fronteras de lo que puede cuestiones políticas. . .
decirse, y al mismo tiempo de lo que no puede, o no debe, encon- Si en lo sucesivo el velo se concibe en relación con la viola-
trar formulación política alguna. ción es porque el debate es sobre la violencia sexual. Cuando se
~pena~ a partir del decenio de 2000 se ha empezado a hablar exhibe la cinta La Squale se empieza a hablar de las "tournantes",
de v10lenc1a sexual en Francia. Mientras tanto fue necesario que las violaciones colectivas que perpetran en los suburbios franceses
e~ta ~etó_rica republicana se viera sacudida por el éxito de las rei- "Jóvenes" que a menudo son hijos de inmigrantes. Sobre ese tema
~md1cac1ones "minoritarias" en términos de género o de sexua- \urge toda una movilización, la de las jóvenes de los "barrios", ~e
lidad, como la paridad o el Pacs (Pacto Civil de Solidaridad), dos l"\aS ciudades marginadas política y económicamente en la Francia
debates Y, ~os leyes, respectivamente, sobre el lugar de las mujeres rnntemporánea que se lanzan a un movimiento de toma de ~?ne!;º~
e.n la polit1ca y ~~bre el lugar de los homosexua.les en la pareja, ll•l muy mediatizado, con un nombre que suena a pr?vocac1on: Ni
s1 no en la familia. Aparentemente la paridad habla de la vida Putas, ni Sumisas". Se trata de rechazar la alternativa que conde-
pública, y el Pacs, de la vida privada. No obstante, tanto en un 11.1ría a esas mujeres --en su mayoría de origen magrebí, a quienes
caso como en el otro la frontera entre las dos esferas se encuentra -.¡· prohíbe la sexualidad- a exponerse a la violenc_ia punitiva_o a
sujeta a examen: facaso la exclusión de las mujeres de la vida 1t·\lgnarse a la castidad, sometida~ a una doble. pre~!ón mascu~ma:
~ública ~~ rem.ite también a la organización de la vida privada? l.1 de los "jóvenes" que "hacen girar a las muieres con las ~10la­
:Y.la _leg1t1mac1ón de las uniones del mismo sexo no plantea su do11es colectivas, y la de los "barbudos" islámicos que les megan
mt1m1dad como una cuestión de reconocimiento político? 111d,1 libertad en nombre de la religión. Este movimiento se com-
Así pues, a la vuelta del decenio de 2000, después de la pari- 1'' omete paralelamente contra la violación y contra el velo ..
dad Y el_Pacs: l~s cuestio~es sexuales han encontrado un lugar en I..1 cuestión de la violencia sexual queda planteada a partir de
el espacio publico frances. Vemos esto en las polémicas sobre la cst• momento; pero se hace en términos muy particulares, ya que
prost.i~ución y la pornografía que se han desatado y lo medimos l 1 11111vil1zación y su mediatización ponen el acento sólo sobr.e la
tamb1en cuando, en 2003, regresa el debate sobre el velo islámico: v1 11ll'll<.:1a de lo que todavía podría llamarse, a la manera del s1gl~
a diferencia del primer debate, que había permitido definir en 1 , 1,1\ "clases peligrosas". La violencia sexual, en efecto, esta
1989 los términos de la retórica republicana, vemos una refor- 1111, 11 l.1da a la delincuencia, en un contexto en que lo que está en
0
lAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL 33
32 • ERIC FASSIN

route (Camino falso), y un artículo que firmaron en la .re~ista


juego en materia de inseguridad constituye el éxito de la extrema
Les temps modernes un demógrafo, Hervé Le Bras, y una 1unsta,
derecha y de sus ideas, que van mucho más allá de las filas de
Marcela Iacub. Incluso antes de haber leído los resultados reales
sus electores, como lo demuestran las elecciones presidenciales
de la investigación, los periodistas ya se habían dado vuelo en
de 2002 y. el aumento de la obsesión por la seguridad. Ahora
esta campaña. Como en la polémica estadounidense con~ra ~l
bien! la delmcuencia está representada hoy en el debate público a
date rape, el combate se centró primero en el terreno ~el c1enn-
part1r de una oposición estructurante entre "ellos" y "nosotros".
ficismo (sin que los críticos hayan demostrado hasta ahor~ una
Para esta retórica democrática, que toma el relevo de la retóri-
competencia o un interés en la materia): po~ una pa~te! a la mves-
ca republicana, si "nosotros" nos definimos por la modernidad
tigación le faltaría rigor y amalgamaría realidades distintas, Y por
sexual e~ términos de li?ertad y de igualdad, "ellos'', en cambio,
la otra, la violencia, como la sexualidad, escaparía por naturaleza
rechazanan. e.sta modermdad; así se justifica su marginación social,
que se mamf1esta en el espacio ("los suburbios"), pero también en a la investigación.
Así no se trata sólo de ciencia, también de ideología: por un
una br.echa generacional ("los jóvenes"), y que remite a una doble
lado se' reprocha a la investigación que sea un trabajo militante,
exclusión: económica (el desempleo) y étnica (la discriminación)
al servicio del feminismo; por el otro, se le rechaza por ofrecer
es decir, de clase y de raza. '
una visión distinta del feminismo más fiel, según parece, a la he-
En suma, si en adelante hablamos de violencia sexual es sólo
rencia del feminismo de los años sesenta. Nos sigue recordando
de su violencia, y no de la nuestra. Como la violencia misma
la representación de la violencia contribuye a trazar una fronte~
a Estados Unidos diez años antes, y hay que notar que la misma
Elisabeth Badinter propone el acercamiento con la controversia
:a, aunqu: se. trate aquí d~ una frontera interior, entre "ellos" y
estadounidense. De igual manei:a, los argumentos son potencial-
nosotros . Sm duda era este el caso diez años antes cuando la
mente contradictorios: en efecto, se acusa a la encuesta Enveff de
retórica republicana sacó provecho del constraste t;asatlántico
l'ncerrar a las mujeres en la victimización, dado que la denuncia
para oponer la armonía entre los sexos en Francia a fa guerra de
de la violencia contribuye a debilitarlas; al mismo tiempo, los po-
los sexos en ~s~:dos U~idos. Pero con el decenio de 2000 pasamos
lemistas reprochan al feminismo el que dé a las mujeres un poder
de una opos1c1on nacional francoamericana a una oposición de
"exorbitante" sobre tódo en materia de reproducción, pero tam-
cla~e, o de raza, o de las dos al mismo tiempo, que atraviesa Ja
h1én de viola;ión: si la violencia es un poder, {acaso su denuncia
sociedad y que constituye la nación al mismo tiempo que la divide.
Pues, claro está, este discurso no se refiere solamente a "ellos"· 110 lo es también?
Más allá de las contradicciones, es importaqte entender la
también habla de "nosotros". La "barbarie" que encontramos e~
.1p11esta de la polémica que se inscribe efectivamente en la en-
"ellos" subraya de manera indirecta la "civilización" que reinaría
' 11csta: independientemente de que las críticas estén funda~en-
en "nosotros": en el espejo de su violencia, a nosotros nos define
t .1d;1s o no, la controversia no gira en torno a un malentendido,
la modernidad sexual...
.. 1110 a un verdadero diferencio. La encuesta Enveff, como otras
" El ret?, alrededo~ de esa división nacional entre "ellos" y
ll1·v,\das a cabo en varios países, demuestra que la violencia hacia
nosotros nos permite comprender la polémica en torno a la
l." mujeres no es exclusiva de los pobres, y que los ricos no es-
encuesta Enveff, la primera investigación nacional sobre las vio-
1 11 l'Xentos de ella; más precisamente, demuestra que el reparto
lencias hacia las mujeres, publicada en 2003. Incluso antes de su
ll• l.1s violencias no corresponde a una distribución de clase. La
publicación la enc~esta Enveff fue recibida con un ataque doble,
v111lt•ncia sexual es una relación de poder en términos de género,
que lanzaron un libro de la ensayista Elisabeth Badinter, Fausse
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 35
34 • EAIC fASSIN

que n~ se deja reducir, en última instancia, a una lógica de clase. de actores y el segundo es el alma de un célebre grupo musical.
Se enn~nde por consiguiente la virulencia de las reacciones que Esta violencia no corresponde a la oposición de clases pro~uesta
ha suscitado la encuesta Enveff incluso antes de su publicación: por los críticos de la encuesta Envef~ a menos q.~e se qu1e~a mver:,
es la represe~tación de una oposición entre "ellos" y "nosotros", tir su sentido de abajo arriba, cambiando a las clases. peligrosas
basada en la idea de modernidad sexual de la que el reverso sería de los estratos populares a los medios privilegiados . .Dicho de otro
la "barbarie" de las "clases peligrosas", que aquí se pone en en- modo, el trágico suceso viene a clausurar la polémica a borr.ar la
tredicho. La encuesta borra esta frontera y habla de la violencia frontera entre "ellos" y "nosotros" que pretendía restaurar, 1usto
en el conjunto de la sociedad. en el momento en que se corría el riesgo de que la encuesta la
Así pues, no es sorprendente que vuelvan a encontrarse en la pusiera en duda.
polé~ica muchos de los actores que ya se habían expresado el año
antenor cuan~~' por primera vez en Francia, se planteó pública-
mente ~a cuest1on del acoso sexual en la Universidad. La disputa a VIOLENCIA, DOMINACIÓN YPODER
propós1t? de l~ enc.uesta Enveff ofrece un reflejo de su imagen: en
efecto, s1 las v10lac10nes colectivas plantean la cuestión de la vio- ¿qué es la violencia sexual? Recordemos, en.pr.ime,~ lugar.,!º que
lencia de un m~d?. exótico, en otro contexto social, por contraste, oculta y revela a la vez la ambigüedad del ad1envo sex~al (y no
plantear la pos1b11tdad de que el acoso sexual ataña no sólo a las sólo en francés): es violencia tanto sexuada cm_no sexuali:;ada, ~ue
cajeras de los supermercados o a las obreras en sus talleres sino .itañe al mismo tiempo al género y a la sexualidad. Pod~ia decirse
también al mundo académico, que pretende encarnar la de~ocra­ que es una violencia en la que el desorden de la sexualidad habla
cia, equivale a borrar la frontera social y espacial entre la barbarie del orden de los sexos; en suma, en la que el sexo ~abla de l~s
Y. la modernidad sexual. Así, para Elisabeth Badinter, quien se •. ,·xos. Hay que destacar enseguida otra propiedad: s1 la .sexuah-
siente h.e~edera del Siglo de las Luces, "es deshqnesto amalgamar d.id habla de género es porque la violencia es un lengua1e. Y ese
la cond1c1ón de las mujeres de los suburbios más desfavorecidos lr11guaje permite hablar de algo más que de las apuestas ~exuales.
con la de las clases medias y superiores". En suma, el ataque a la l lunos visto que las violencias sexuales hablan de naciones, de
encue.sta Enveff puede interpretarse como una respuesta diferida , l."cs, de razas; en otras palabras, de las f:onteras que .cruzan las
11l icdades. Por ello las violencias hablan siempre, al mismo t1ei:r1-
a la disputa en torn? a.l acoso; y ésta es la razón por la que, lejos
¡h> que expresan estas otra~ divisiones,.~el orde~ sexual.: l.as ~u1e­
de ~anzarse a postertort se lanza a priori, incluso antes de la publi-
cación de los resultados de dicha encuesta. , V· ,
011
los objetos perseguidos y tamb1en las senal~s pn~1le~iadas
. ~l epílogo de la controversia viene a confirmar esta lectura. ¡1, 1 discurso violento. En suma, si no hay que olv1~ar 1amas ~~e
S1 bien los opositores de la encuesta Enveff dictaron los términos 11 vmlcncias sexuales afectan sobre todo a las muieres, tamb1en
de s~ recepción, su triunfo fue de corta duración. En efecto, un 1 1111
portante tener presente que su discurso se dirige a la vez a
desdichado suceso ha demostrado lo equivocados que están, como 1111 hombres y a las mujeres. . . .
se apresura a subrayarlo la feminista Gisele Halimi en un discurso \ 1.1 manera de alguna máquina penitenc1ana nacida de los
publicado en Le Monde: en el verano de 2003 la actriz Marie f 1111 " 111 , 1s de un Franz Kafka revisado por Claude Lévi-Str~uss, en
Trintignant muere a manos de su amante, el cantante Bertrand 1l
1111
pode las mujeres es donde más a menu~o,.por su d1s~urso,
Cantat. La repercusión de este asunto es considerable: se trata de l i , 1nknc1as sexuales marcan las fronteras. As1m1smo, ese discur-
11 ¡wr formativo: lo que inscribe en los cuerpos, lo produce.
dos figuras conocidas, ya que la primera pertenece a una familia 1
36 • ERIC FASSIN l.AS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 37

Al imprimirlas, las violencias ahondan las brechas sociales tanto fi raciones nacionales, o bien los dos,
se encuentran en otr~s cdon gu lo'gica se vea desplazada.
como las reflejan. Lo que es cierto respecto de las fronteras sexua- . r lo <lemas e que su . h
les no lo es menos en relación con las otras: ellas son el desafío de a nesgo, po ' " 11 ,, "nosotros" que permite oy
Así, la frontera entre. edos bY. " uede invertirse en otras
la violencia, que traza los límites precisamente allí donde se bo-
distanciarse .de la_''.Francia s ,;c~s:~o ~1fgrosas" con las élites: la
rran, pero también allí donde jamás han existido. La violencia no partes para idenuftcar a la d lpl d de los ricos y no de los
es sólo un llamado al orden, cuando el orden se deshace; inventa · 1 d ría entonces e a o ..1
violencia sexua se a .. , t la v1·olencia de un conoc1uo
un orden fabricando diferencias con sus líneas divisorias. La vio- \a opos1c1on en re
pobres. En cuanto a b' é ede invertirse en otras partes:
lencia sexual es, pues, el arma que permite separar razas, grupos y la de un desconocido, tamd i nUp~d s el date rape permite sacar
étnicos o nacionales, clases, por intermediación de las mujeres, . en Esta os m o ,
mientras que, com0 contextos el acento que se
pero que también invita a las mujeres a conducirse como mujeres, es 1 . 1 . ocultas en otros .
decir, a no confundir las fronteras sexuales. a la luz as vio enc1as .' a de la violencia acarrea el peli~ro
pone sobre la c~l:Ur~ ma~h1st de roteger a los culpables en lo
Sobre la violencia sexual, ¿qué nos enseña el paralelo entre de ocultar la pohnca impl.1cada Y p 1 onsabilidad general.
las dos polémicas, la estadounidense y la francesa, la conversia . . 'd 1 b do su d1soluc16n en a resp . 1
111d1v1 ua uscan 1 . , de las violencias es decir, as
alrededor del date rape y la disputa que suscita la encuesta Enveff? tender a cuesnon ' b
Podríamos multiplicar los puntos de comparación analizando los En suma, para en . d d las coacciones que pesan so re
fronteras que cr.uza cada .soc1e r:an~e restituirles su carácter especí-
parecidos (como, por ejemplo, sobre el estatus siempre decisivo sus representac10nes, es impo . enos prisionero de ellas.
de las mujeres en la crítica del feminismo Elisabeth Badinter y ¡ ·0 r permite ser m
fico: apre h end er as me¡ . , d 1 fronteras en el centro de la re-
Marcela Iacub reproducen las características sociales de Camille
Plantea~ así la cuest10~ e. ª~ez las violencias y las polémicas
flexión eqmva~e a concebir a ~~íos de oder, ya que se trata del
Paglia y Katie Roiphe, a riesgo de invertir algunos de sus rasgos),
pero también las diferencias (comenzando por la cronología, ya que éstas suscitan como des p ma de definir. Este pun-
que si la disputa sobre la encuesta Enveff es anterior· a su publica- poder de delimitar, de desefmp.at.ar, en s~ ti~ne nada de obvio; al
ción, la controversia estadounidense aparece, al contrario, como . h dado del em1msmo, n d' l
10 d e vista, ere 1 de sus críticos separar ra ica -
respuesta al éxito del discurso feminista y científico sobre el date · d , s a a manera '
umtrano, po namo ,. . 1 . .t.1endo éstas según el caso,
rape, y haciendo notar que el antifeminismo se ancla en Francia 1 d d 1 s vio enc1as, rem1 ' .
más a la izquierda que en Estados Unidos). n1cnte e po er e a l'd do a las aberraciones individuales, a
.1 1.1 naturaleza de la sexua i a 1 , culturales. A esto se debe
Solamente quisiéramos subrayar aquí que si en ambos casos camos a pato og1as . .
nn ser que las reduz E d U idos el antifem1msmo
se trata sin duda de fronteras, éstas son diferentes; y más general- . to como en sta os n , b
que en Francia, tan
. tomar en cuenta e
1do ble sentido de la pala .
ra
mente, que los límites establecidos por la violencia, y las divisiones
, 1 111 egue siempre a . d ual'idad 1·amás se considera
que son el reto de las polémicas sobre la representación de esta ,, · 1 · en materia e sex .
\l'X Ua\ : 1a VIO enc1a , C cebir\OS juntos equivale a
violencia, pueden variar según las sociedades y los contextos so- i 11 su articulación con el genero. on
ciales. En Estados Unidos, ya lo hemos visto, la frontera pasa entre
11p1.1r por una lectura política.. d 1poder cuando estudiamos
la violencia que ejerce un conocido y la que perpetra un descono- "i1 queremos entonces cons1 erar de dos a confundir los dos
cido. En Francia, en cambio, la línea divisoria es entre "ellos" y · !lo estamos con ena .
11 violencia, no por e '<lentificarlos cuanto art1cu-
"nosotros". En otras palabras, si en el primer caso se trata de una I · tante no es tanto 1 ¡
' i 111inos.: o impord. . . , eneralmente se pierde en e
generalización, en el segundo estamos más bien ante una segrega- • d d e esta 1stmc10n g ·
l 11 los. l".S ver a ~u 1 d e tharine MacKinnon, que SI
ción. Puede adelantarse la hipótesis de que uno y otro esquemas i11 li\ls. l lemos visto, en e caso e a
38 • EAIC FASSIN
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 39

. f to precisar regímenes de
la violencia es poder, también el poder es violencia. Pero la equi- de esta articulación permiten, en e~~ d
ropósito e.le la cn-
valencia entre los dos términos no es sólo obra de las feministas. poder diferentes. Ya tuve la opord~n.1 ª. ,' aq~e se basa en "una
La encontramos (y no es casualidad, pues se trata igualmente de cuesta Enveff, de proponer un~ 1~tm~1on
dominación) en Pierre Bourdieu, y especialmente en su elabora- concepción histórica de la dommac1ón :
ción de la idea de "violencia simbólica". Según él, con el orden
de los sexos sin duda se entiende mejor esta idea crucial en su ! lado de la dominación "tradicional", basada en el vie10 presl~pucs
sistema sociológico: "Siempre he visto en la dominación mascu- :o de la desigualdad ent~e l~s sexos, se pued~ :eri~=~e:~1~~1 p~;:~~
lina, y en la manera en que se le impone y se le sufre, el ejemplo , " d ,, de dominación, que tampoc
mas mo erna d . 1 inmemorial jamás cuestionado, sino
por excelencia de esta sumisión paradójica, consecuencia de lo tuación de un or en ~atnarlca. 'ón,de ese orden frente a k1'
que yo llamo la violencia simbólica" (1998: 7). Ahora bien, este cción a a 1mpugnac1 '
que surge com? rea d . Id d Dicho de otro modo, podríamos
concepto, al tender un puente entre violencia y poder, obstaculiza demandas de liberta e. igu: ª ·. 'a" y ya no conservadora, si
d ·nación reaccionan , .
toda reflexión sobre sus especificidades y su articulación. ¿Acaso ha blar de una om1 h y en nuestra sociedad (Fabrc y Bass111,
bien ambas se superponen o
no aparece también el poder como una "violencia suave"?
2004: 142).
Es más bien en la obra de Michel Foucault donde se vuelve
explícita semejante distinción. Aquí la violencia dista de conce-
birse "en último lugar como su verdad"; para el filósofo, "lo que Tal vez sería posible alargar este análisis .ª la. luz ded~º. qu~
define una relación de poder es un modo de acción que no actúa .mtccede. En efecto, la dis~inci_ón entre lan~o:~~:~~~~nt:~a;c;~~~-
directa e inmediatamente sobre los otros, sino sobre su acción
misma". El poder, entonces, es "una acción sobre las acciones". En
(o con~~vador~~ Yd::t~nºc~~a;~~~ ~~~::tic~laciones posibles de1
ll' tam ien a u. . rimera entiende la violencia como 1a
cambio, "una relación de violencia actúa sobre un cuerpo, sobre poc.lcr ~ d~ la v10len~1a. L~ posible extensión: el hombre violen~o
cosas". Mientras que ésta sólo se topa con la "'pasividad", aquél 1orma ultima del po e~, s P . E t palabras la violencia
. f' , n1potencia n o ras '
supone la "libertad" de "sujetos actuantes". Con la idea de poder, i11.m1 iesta as1 su om - d E 1 caso de la segunda, la
Michel Foucault propone una reformulación conceptual que per- 11 .1d icional sería la sena! del. po er. f ~ ede poder una sensación
mite distanciarse de una sola vez de los dos conceptos cuya síntesis 111lcncia traduce, al contr~no, una a a d este :Uodo su impo-
. ., 1 h mbre v10lento expresa e
paradójica con la violencia simbólica propone Pierre Bourdieu: el d1 pnvac~ohn: ed o do la violencia reaccionaria significaría
consentimiento y la violencia. En efecto, el poder "no es en sí una 11 nua. D . 1c o e otro mo ' b claro está la violencia
violencia que a veces podría ocultarse, ni un consentimiento que, · d der En am os casos, '
1111.1 .rnsenc1a e po · . , d r pero en uno parte de
implícitamente, se renovaría" (1994: 236-237). 4 l1.1lil.1 e.le poder, de su relac1on con e1.Pº e ,
En lo que nos concierne, el interés de la distinción foucaultia- 1 pl,·nitud, y en el otro de la ca~enc1a. la otra sino que coexisten.
na es que permite concebir la articulación entre violencia y poder 1L1y que insistir: una _no sustttuye_a _, ' ite sim lemente
como una cuestión histórica. Las formas históricamente variables 11111h1é.·n conviene precisar: lahophos1c~on no rme~1te ¡'usta!ente re-
. d ¡ s De ec o esta per
1 1111.1 d1fcrenc1a e case . . : . s pol'1t1'cos puesto que
•Mi lectura de Foucault se apoya en la de Michel Feher (2005: 251-299). La dis- 1 ·, nórruca en termmo •
l11r1111il.1r a cuestion eco_ . d' · les y reaccionarias no
tinción entre poder y violencia, propuesta en el texto de 1982 marca el camino d Las v10 lenc1as tra 1c10na
recorrido desde el Curso en el College de France sobre Le pauvoir psychiatrique 11.11.1 l1e ~o er. . con los estratos alto y bajo
(2003: 15-16): "cuando afecta al individuo mismo, el poder es físico, y, por ende, nl111..1tkn siempre, respectivamen~e,_ d omnipotencia o de
,., v10lcnto". 1 11 M ll ll'tbd, puesto que los sentimientos e
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 41
40 • ERIC FASSIN

. , . d la sexualidad- de la violencia
impotencia surgen donde no necesariamente se les espera. Uno sociológico for¡ado .ª pro~os~o l e !to como para expresar una
puede experimentarse como dueño de la situación sin pertenecer "política" que se e¡erce els e o a l; otra tanto en un sentido
a las élites dirigentes, y, al contrario, no está exento de sentirse a .
d1stancia. . :> En suma' una a 1menta a '
merced de la situación, aunque forme parte de ellas. como en el otro. .
Esta distinción tanto política como histórica permite poner · e examinar e1 contexto institucional de
Finalmente, convten ecen al orden privado, ya se
el dedo en la diversidad de prácticas de violencias sexuales, en . 1 . Ambos casos perten
estas vio encias.
d 1
lugar de postular, generalmente sin gran éxito, su unidad teórica. . ¡ · f T ar que se presenta en el círculo e os
trate de la vio enc1a ami i d se proclama por encima de
En efecto, no es lo mismo violar a una mujer porque uno puede más allegados, o la de~po:ea~~s ~s~~: violencias privadas ad~uie­
permitirse todo, que, al contrario, hacerlo porque tiene la sensa- las leyes. Pero en los os. . ' "6 de la violencia; es decir, en
ción de no poder permitirse casi nada; enfrentarse a una víctima .d na pr1vat1zac1 n M
n:n senn o como u 'l Recordemos que para ax
incapaz de defenderse, que, al contrario, confrontar a un sujeto 'ó
rclac1 n con e 1 Estado y contra e . . ,
- de la coacc1on ISICaf' .
que puede resistirse. Si la mujer es igualmente negada, en un caso f . • "el monopo110
Weber, éste se de me como na violencia sexual del
se debe a que se le juzga insignificante, y en el otro, a que, en su kgítima" (Weber, 1971: 571). ~s, pduesO,urson Welles la violencia
afán de hacerse valer, ella se vuelve amenazante: el omnipotente l stra a cinta e '
htado. Como o mue l "o'n policiaca y ¡"udicial se agre-
h que a a corrupc1
viola a las mujeres para hacer hincapié en su falta de poder, el ,1·xual pue e a~er.
d metido a los intereses privados, en este
impotente, porque teme a su empowerment. ~11c un poder publico _so No es casualidad que en Sed de :r'ªl
Tal vez semejante distinción permita también precisar la dife- ' N> el de los narcotraf1~antes. 1 aso entre Estados Umdos
rencia entre la pedofilia y la violencia hacia las mujeres: mientras l.1 violencia estalle prec1sa_me_~~e eln e i:iación en la frontera: deja
que la primera va acompañada a menudo de un sentimiento México. También esto s1gm ica a v , .
de omnipotencia ante la fragilidad infantil, la segunda, en cier- ~' i .11 Estado, y al mismo tiempo sus limites.
tos casos, puede nacer de un sentimiento de impotencia ante la
emancipación femenina, a no ser que la distinción atraviese la pe- d el Coloquio Internacional sobre
dofilia, como en el caso de la violación de las mujeres. Vemos di- • 1 ~11· artículo fue presenta o end c· ·as Sociales Universidad
bujarse así un paisaje más complejo de violencias sexuales. Quizás, 1 D mento e tenc1 '
V111l1 ncía Sexua ' epa;ta 5 17 d arzo de 2006.
en consecuencia, convenga efectivamente concebir esta realidad en ¡\1111111oma de Ciudad Juarez, 1 - em
plural; más que la violencia, las violencias, en la diversidad de
sus lógicas políticas.
Sin embargo, no hay que detenerse allí: después de distinguir-
las, hay que pensar en la articulación de estas dos lógicas violentas,
sin limitarse a poner de relieve su coexistencia. Por una parte, la
violencia del potentado se inscribe obviamente en la misma cul-
tura que la violencia de los impotentes; el machismo ordinario
nutre este poder extraordinario. Pero, por otra parte, podemos
igualmente preguntarnos: facaso la violencia "cultural" que reina
entre las parejas y las familias, y más generalmente entre los pa-
rientes, no reproduce los "guiones" -para retomar un concepto
USOS SOCIOLÓGICOS YUSOS SOCIALES DEL GÉNERO.
EL TRABAJO DE LAS INTERPRETACIONES

Lucie Bargel, Eric Fassin y Stéphane Latté

1 f\ COMISIÓN GENERAL de Terminología y Neologismos pro


p11so recientemente una "recomendación sobre el uso de los
l'll\livalentes franceses de la palabra gender" (2005). El éxito de
.11 traducción francesa justifica la intervención de los expertos
p11blicada en el Journal Officiel: "La creciente utilización de la
I' 1l.1bra genre (género) en los medios e incluso en los documen-
'º' .H.lministrativos, cuando se trata de la igualdad entre los
l111111hres y las mujeres, .amerita una precisión terminológica".
!o.111 nnbargo, no se trata sólo de combatir un anglicismo. Lo que
1 1 1 l'l1 tela de juicio es el significado mismo del vocablo: "En
111 to, se observa, sobre todo en las obras y artículos de sociolo-

¡ 111 1111 empleo abusivo de la palabra género, tomada del inglés


111/r-r". Por una parte, es cierto, "su sentido es muy amplio'',
111111 por otra también, y sobre todo, "este término se emplea
1 1111 1111do para designar exclusivamente a las mujeres, o hace
• r 11 1<· 111.. 1a a una distinción basada sólo en el sexo biológico".
l 11111111l's, ¿por qué no conformarse con el vocabulario existen-
! " 1 .1 \llstirución de sexo por género no responde pues a una
111 1 .111.1d lingüística, y la extensión del sentido de la palabra
111111 1111 se justifica en francés."
A 1111111cra vista, y paradójicamente, la comisión parece-
11 h '' 1 1 M' ceo de las críticas de una figura central en la re-
ti 11111 1t-m111ista sobre el género: ya en 1986 Joan W Scott,
11 11 111111110 fundador sobre "Le genre, une catégorie utile
1 111 d) Nt histonque" (El género, una categoría útil de análisis
[43)
44 • lUCIE BARGEL, ERIC FASSIN y STÉPHANE lATTé

Usos SOCIOLÓOICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 45


histórico )"' p
reten d'Ja d e1ar
.
atrás el · ··
a un simple "sinónim o de 'm . ..~so sm utilidad que lo reducía nombrar esta "primer a manera de explicar las relacion es de po-
volviend o en 1999 sob 1 u¡eres ._Pero, de manera más severa
re a trayecto na del t , . 1 , der?" (1988: 141).
ra estad ouniden se se preocu b d ermmo, a historiad o-
del término privara a est . pa a e que la difusión internac ional Precisam ente en esta perspect iva se inscribe nuestro texto:
rnmo reflexió n retrospectiva sobre nuestros usos del género, as-
ed'ge) : ·~ finales de los e -instrume nto de su "fºI ,.
1 0 critico" (critica/
·d anos noventa el • , • pira a determin ar en qué sentido el recurso a este concept o, en
perdJ o su capacidad de so d ' genero parece haber
·d
Un1 os, forma parre en lo rpren. ernos y p ocasión de una investigación de campo llevada a cabo desde 200 J
d rovocarn os. En Estados rn una ciudad mediana en el moment o de la primen experien cia
regu1armente como sinó . sucesivo d
el 'us
.
d. . ,
o or mano ' emplead o
sexos, de sexo" En otra nimJ ob e mu¡eres, de diferencia entre los de paridad, no se limita a una simple comprob ación de que en la
· s pa a política también hay mujeres, y no sólo hombres . La entrada de
turaleza de las normas sexualesras en 1 d
ei " ugar,, e con~ulsionar la na- l." mujeres en mayor número a la vida municipal nos recuerda ,
expertos comision ados llam , " género padec1a de lo que los
· · d 1•11 caso de que lo hayamos olvidado , que hay dos sexos;
mvest1ga oras feministas quan un uso abusivo " , aun entre ciertas pero el
do 1 . e recurren a esta p 1 b " h interés de hacer de esto un objeto de investigación no se detiene
a premisa según la cual 'h b • a a ra rec azan- 1lli. Es algo distinto lo que el género nos ayuda a examina r. En
histó · om res Y 'mu1·ere '
ricamen te variables" (1999 . ..
s·m b ; Xlll).2 s son categorías 1 ktto, la política es precisam ente un ente privilegi
ado para preci-
em argo, no hay que f . '·'' de qué manera juega el género, ya sea cómo juegan con él los
tamos que "en francés 1 1 bcon und1r las dos críticas. Si no- 11 tores o de qué manera son su juguete. Al hacer
sexua/ están perfecta m' a pa da ra sexo y su s d enva · d os
sexista y
esto, es posible
p1 n :1sar nuestros usos sociológicos del género confron tándolos
casos para expresar la ente a aptados en l
J

1
dif . a mayor parte de los ~ 1111 sus usos sociales, es decir, con las diversas modalid ades
.. , erencia
ª. com1s1o n francesa no Je resultan entre i
homb .
res y mu¡eres", a q11r los actores hacen uso del género y hacen género, tanto en sus
en
Ciertam ente "este té . nteresan tes los demás casos
· ' p1 .\dilas como en sus interpre taciones de la escena política.
nimo de mujeres o d rmmo se emplea' ,recuenc 1. . ,,
1a 4 como sinó-•
. ' e sexo,
contrari o, la adverten cia d 1pero f
con ¿y l
. .
·
os otros usos? Por el
a l
prot~ger os usos críticos de] e ª é
emm1sta estad
d ·d
ouni ~nse tiende 1AVe l/ l'OLITICA, DEL SEXO AL GÉNERO
Pues, ccómo calificar lo q g nero e los abusos lingüísticos
dad, y de feminida d si "elued~c~rre en las normas de masculini~
e .h 1 1 11uología política, más que otros ramos de las ciencias sociales
s, s1 emos de creer' en la a ¡etivo genre d . de género, con género"
bl ,,~ s· l recomen ación ofic·1 1 "d (ll 11gd y Dunezat, 2008), está marcada por un enfoque centrado
"d 1
e · m a palabra género · , ª' esaconseja- 11 ti "lugar de las mujeres" en política; el aval fue heredad o
e as re1aciones sociales 'b ccomo d vamos a des ºb·
en ir este juego
de los
entre los sexos"? Pero ta bºéasa o en la~ diferenc ias percibid as H 1h,11"' que desde los años cincuent a se ocuparo n del sexo como
i1ri 1hk l'Xplicativa de los comport amiento s políticos (Duverge
m 1 n, como urg1a Joan W. Scott, frómo r,
111 ). (lkg,111 y Narbone, 1955).5 Se trataba entonces de mostrar
' El artículo p bl º d .
. . • u ica o primero en el Ame . . . 1 111 '1g11.1ldades entre hombres y mujeres frente a la participación
;ecop1lac16n Gender and the politics o( His'/ocan H1stoncal Review, y retomado
'ranc~s: "Legenre: une catégorie util d'
en su
ry (1988)~ fue rápidamenre traducido al
t 11!1 '' ,1 y de ofrecer explicaciones para ello, ciertamente sociológicas
La cita está traducida del nue 6~ analyse histonque" (1988: 125-153) tu W"·'' ,11 campo político: las mujeres suelen ser discriminadas
• Las cursivas son nuestras vo pr ogo. .
• Las cursivas son nuesrras:
1111A e pofü 16 n más detallada de las perspectivas teóricas en ciencias polrticas,
1 1111li·111• lmquc, 1997.
46 • LUCIE BAAGEL, EAIC FASSIN Y 8TÉPHANE lAnÉ
Usos SOCIOLÓCICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 47

en el mercado del empleo y llevan la carga del trabajo doméstico l . , de causalidad directa entre las
y reproductivo, de ahí que cuenten con menos recursos sociales y y en efecto, esta re ac10n 1 . 'ó n el campo po-
, . f' . adas y a pos1c1 n e
menor disponibilidad para la actividad política que los hombres. La r.1ractenst1cas isicas sexu . · plos que Je confie-
f la por ciertos e¡em
creciente atención que ha recibido la construcción social de la dife- liuco parecen con irmar 1 de una ad¡ºunta que
· ·d ·a Veamos e caso
rencia entre los sexos no ha transformado radicalmente esta pers- ll'll una cuasi .e.vi enc1 . x resión en el consejo municipal:
pectiva: todavía hoy las investigaciones tienden a dirigir la atención l'XIJCrimenta dificultades de e p d . demás lee
d'bl . bla y se torna agu a, a '
principalmente a lo "femenino" (en la práctica, las mujeres), y por \11 voz, apenas au J e, tte~ es escuchada en abso.luto; tras
otra parte, a identificar el sexo con el género. 11 texto monótonament_e. . o el otro extremo la elocuen-
A partir de la perspectiva de un consejo municipal y un ejecu- dos años en el puesto, d1mbJtlle. ~n como en ei caso de un
d 1 mano de un e o organo, b
tivo municipal paritarios, donde hay igualdad numérica entre los l l .1 va e a . ·' e es tam b', 1en una estrella de la a o-
sexos, nos interesa mostrar la pertinencia del concepto de género 11.lrr de la opos1c10n qu . se fácilmente gracias
d' to logra imponer
para entender la construcción, mediante los discursos y las prácti- ~.ida. Este a ¡un . ncubrir otras voces cuando
cas, de los papeles en el seno de este campo político local cuando se 1 '" voz estentórea, que le p~~m1te ed oner su fuerza viril al
trata de tener, literalmente, "una voz". La capacidad en términos de lt.1y debates agitados. Tamb1efn pue. e p "Y Jean-Claude dice:
. d e 1as d e'b'l
1v1<.10 1 es voces ememnas: ' h 1 !'"
oratoria pública, elocuencia, habilidad retórica, y también el porte ' . h bl iCállense y escuc en a.
y el tono de voz, constituyen un criterio de evaluación práctica ' l l.1y una mujer que quiere da ¿r. do quieras hablar, di: "Jean-
1lay una voz que nos ayu a. uan
para el otorgamiento del papel político. Ahora bien, la demostra-
ción clásica de una división sexuada de las intervenciones orales en e l111dc, quiero hablar... " d cargado de colocar los
1 te "Jean-C1au e es e1 en ,
público desalienta el análisis por su aparente simplicidad: siempre y 1or otra par ' . . . 1 Él no los necesita, pero el...
en todas partes los hombres hablan más y más fuerte que las muje- 11111 rúfonos en el conse¡o mu.~1~~p~e· oner atención a las mujeres
res. Si se considera que los tonos de voz son naturalmente distintos li" que reconocerle la capac1 . p d 2003 )1
1 bl ,, (Ad' nta entrevista, marzo e ·
entre los sexos, las mujeres son víctimas de una desig4aldad bioló- 11 111do ia an . JU ' d ex licar la desigualdad política
gica insuperable: su tono de voz más agudo y su volumen sonoro < 111110 vemos, no se trata le bp 'o' sex1'sta de los hom-
l te por a o cecac1 n
más débil las condenan a estar siempre en el segundo plano de las 11111 los sexos so amen d lugar a las mujeres en el
h1 ~ in<.luso los esfuerzos por ar ~n . ces
justas oratorias que dan a sus homólogos varones la oportunidad de
demostrar públicamente su virtuosismo y su brío. "Es cuestión del 1 lt 111 rnntribuyen a naturali~~r la d1ferenc1a de 1::;a~ u~ívoca:
órgano", responde un alcalde frente a las dificultades que reclaman N11 obstante, la realidad f1s1ca de lal.s vo~esyna~gunos hombres
. · voces "mascu mas ,
las elegidas para tomar la palabra en un consejo municipal. 6 Se tie- 1111111 " mu¡eres uenen . . en gue el género
"f ·na" Las s1tuac10nes
ne o no se tiene; por no poseer el instrumento idóneo, ellas exigen l11hl '" dl' manera emem . b. . 1género no es la simple
l.i~·c ~~~~a~ºd~e~su~~~:~:n:i:~·
1 1 11
usar micrófonos. El sexo, es decir, las características biológicas de 111
1 al :aturales del sexo; cons-
unas y otros, tendrían entonces efectos directos y unívocos sobre 1 111•11111 <.U . . . de producción y de repro-
los recursos de los que cada cual dispone para "hacerse oír''. 111) i • m," bien, el princ'.p;o m1.smol'tario caracterizado por el
l 1 '"" dl· un orden socia no igula '.,f ' . o" que "sobrede-
l 1111111111 de 1o " mascu l.m o" sobre o emenm '
•En ese mismo número, véase el artículo de Stéphanie Guyon sobre los partidarios
de la AJA que "cantan con los cojones", así como, sobre la voz en política, el artículo de
Dclphine Dulong y Frédérique Matonti. t 1 •I 11 iíuilo se modificaron nombres Y apellidos' yd cierta información se
' v•'I' 1, p.1r.1 garannzar · to de los encuesta os.
. e1 anomma
48 • LUCIE BARGEL, EAIC FASSIN Y 8TÉPHANE lAnÉ
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES OEL GÉNERO • 49

termina la diferenciación biológica" (Mathieu, 2000). El género


mando ella se involucra cada vez más en la compete~cia p~lí-
hace al sexo, y no a la inversa. Los casos de disociación entre sexo
11ca (candidata a una elección cantonal, elegida en ~as instancias
Y género permiten también analizar los efectos del género, a la
departamentales de su partido), insiste_ e~ l~ venta¡a que puede
vez como estructura de diferencias clasificantes que distingue
representar en lo sucesivo el carácter d1stmt1vo de su voz, e.1 he-
a los hombres de las mujeres y como sostén de jerarquías entre
hombres y entre mujeres. dio de que "se le escuche'', "que se sep_a que está. a.Ilí". C~nsc1ente
de que "las voces atipladas son ta~b1en muy cnticadas '. ella Sl~
Si de buenas a primeras parece evidente que una voz grave y
were la posibilidad de que una mu¡er se exprese._con voz fuerte,
f~erte ofrece una ventaja para "ser escuchado" en un consejo mu- 1kvolviendo así la primacía a los efectos del genero ~y no del
mc1pal,_ e! _caso de una elegida con voz "masculina" recuerda que
"neo) de la voz sobre la oratoria pública. Aunque relat1va111e~1tc
la cond1c10n para ello es ser hombre. Si no, el inconveniente de la
111 .irginales, estos casos llevan a examinar n? só.lo la relación
no conformidad con el género asignado prevalece sobre la ventaja
del desempeño. 1ntrc el sexo y el género, también la jerarqu1zac1ón de género
l1w11re) de las voces.
Por otra parte, encontramos los mismos elementos en lo que
También soy muy tímida [... ) es decir que me lanzo, pero esto me 1111 ,1 a los hombres. No más que para las mujeres, los efectos _del
ha resultado un poco difícil. Para empezar, sigo con este problema 1 0 sobre las características vocales parecen unívocos. El hab1tus
de la voz, sobre todo desde que sé que desentona un poco. Porque de
¡1 1 género (genre) no siempre está pe.rfectament~ incor~orado s:-
t~das formas es muy masculina, es muy grave. Por teléfono me p.1111 l.is normas dominantes, y reflex10nar a partir del genero mas
dicen señor, así que es obvio [... ] Tengo, pues, una voz poco ordi-
nana, n~ puedo ocultarlo. Así es, pero ahora es cierto que a veces q 111 del sexo complica el análisis del grupo de_ los hon:bres e!e-
esto me incomoda un poco porque, a final de cuentas, exagera mi I 11 111, . La instalación de micrófonos en el conse¡o n:iunJCLpal,_ le¡os
lado masculino (entrevista, marzo de 2003). ¡j, ,111 ular los efectos de la ºpotencia vocal sobre las mt~rvenc10nes
1, 1 1¡1., los vuelve más notorios: un solo micrófono circula en la

Parece que la voz de las mujeres, cualesquiera que sean sus


:.ro
111, 11 no todo el mundo lo utiliza. Este dispositivo,_ pues, hace
11111 .1 1·,tJque quien siente necesitarlo. No todas las mu¡eres ~acen
características, es algo que se soporta siempre como una coacción.
11 11 d1 el; pero entre los hombres s_ólo un~ lo pide~ el a~¡u~to
Para ellas no existe la "buena voz"; si es débil es inaudible señal de
\ 11 , Ahora bien, es asimismo el único eleg1~~ a quien publica-
timid~z,_ de reserva, y si es fuerte, resulta mu; poco apropÍada para 11111111 1·,tigmatizan los dos líderes de la opos1c1ón a causa de s~s
const1tmr un recurso. Las mujeres parecen entonces infaliblemente
f 111 1¡ di· expresión oral: para él, también la falta de elo~uencia
asignadas a su sexo, independientemente del género de su voz.
tic 1. 1 111.1no de sus carencias vocales. Este docente, a qmen dan
No obstante, la evolución en el tiempo de la situación de
11, 1 , , lllll, es rebajado por la burla. ..
esta elegida voz "masculina" permite considerar, aunque sea
1 ~1.1 h11 millación pública remite desde luego a una deb1ltda?
al margen, sus posibilidades de cambio de estigma. 8 En efecto,
lf¡ 11 1 (, 11 grupo se halla en una posición cada vez más _d_om1-
1 l i), pi•1o es indisociable de una feminización personal _{u_nlt~a el
En_ otra parte hemos analizado a las mujeres de voz femenina que intentan subvertir
la dicotomía que por un lado asocia la voz débil y la coacción, y por el otro la voz 1 11 '""º y acaba de rasurarse el bigote). Una voz deb1l sigue
fuerte Y el recurso, d_ando valor, por un efecto de distinción, a las cualidades de dis- 11111, 1t1.11H.hada por el estigma asociado a lo femenino, que agra-
creción, de moderación en los debates y de elegancia: Stéphane Latté y Eric Fassin 11 111 , 11111formidad con las expectativas de género (genres): el
2005: 219-241. '
111 11 1 q1 11 en se juzga insuficientemente viril está más expuesto
50 º LUCIE BARGEL, ERIC fASSIN Y STÉPHANE lATIÉ
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 51

que un~ elegida a quien se percibe como propiamente femenina. mrclectuales (docentes, funcionarios, profesionales de l::i comu-
E~ elegido m~y poco "masculino" se halla en una situación simé- 1ucación) acceden a las posiciones de poder. Desde ~~e mom_e.nto
tnca a la elegida muy poco "femenina". Tanto en un caso como en l.1s relaciones que se daban exclusivamente entre las elites pol1t1cas
el ot~?' el gé~ero sirve como llamada al orden de los sexos, pero
desaparecen y el consejo municipal dejad.e ser un ~ugar centra~ _<l,e
tamb1en ~e la ¡erarqufa en general. Por una parte, trátese de hombre
l'nfrentamiento viril, pues los nuevos elegidos pref1er~n csta.blcccr
o de mu¡er, es conveni.e.nte ajustarse a las asignaciones de género, rnntactos directos y regulares con los electores. Al mismo tiempo
pero por la otra, la debilidad y la fuerza son aprehendidas en térmi-
nos de género (genres). que el poder cambiaba de manos, cambiaba de estilo.
Frente a esto el "sindicato de los ex funcionarios" expresa su
. Est~ femini~ación de un miembro de la mayoría se entiende desclasamiento valiéndose de las diferencias de gé~e~o (gcnrcs) .
me¡or s1 uno se tnserta en un marco más grande: el de las relacio-
Así, la generación saliente hace alarde de mascu lm1<la<l en ~as
nes entre d.os ge~e.racione~ ~e hombres que se suceden y compiten maneras de hablar (voz fuerte, el gusto por el apóstrofe, la bus
en el espac10 polmco mumc1pal. Una última manera de disociar el queda del rasgo humorístico), pero también de comer (gusta~ de
género del sexo consiste, en efecto, en situar allí la circulación de
1.1 buena mesa, saber beber, disfrutar las juergas). Para consegu~r la
enunci~dos de género (genres) que, a veces, sirven para describir y imagen inversa, atavían a los nuevos re.presenta~tes con cual.ida~
¡erarqu1zar ya no a los hombres y a las mujeres, sino a los hombres
des y disposiciones habitualmente asocia.das al g~nero femern~?·
e~tre sí. H~ ~quí un testimonio de la evaluación que hace este con- oratoria titubeante, desprovista de grand1locuenc1a, pero tamb1en
~e¡ero mumc1pal de op~sición sobre el actual alcalde de la ciudad: modales de mesa exentos de hedonismo (al alcalde hasta s~ _le
No es un hombre a quien le guste convivir, no le gusta comer, no
1,1cha de anoréxico), un gusto por la proximidad y una atracc1on
le gusta beber, no le gusta ... en fin, no le gusta nada. Pero todos por las cosas artísticas. En suma, una vez más, como en el caso del
aq_uellos ~ue lo conocen desde los años de escuela dicen que era
•1nálisis de Ja voz, el género ·n o se confunde con el sexo: Esto es
as1: se de¡aba golpear por todos los pequeños y decía: 'Un día seré
alcalde"' (entrevista, marzo de 2005). bueno no sólo porque los dos no se superponen n.ecesan~me.nte,
, 111 0 también porque el género es un principio de ¡erarqu1zac1ón:
. Lo q.ue se traduce en el lenguaje del géne~o es menos una , 01110 lo planteaba ya Joan W. Scott, es "una primera manera de
d1ferenc1a ide~lógica que una rivalidad entre generaciones y
ll'presentar las relaciones de poder".
una compete?cia entre las maneras de percibir el oficio político:
para es~e elegido de la vieja escuela el nuevo alcalde no correspon-
de a la imagen de la potencia viril.
I N1RE LAS COACCIONf.S DEL SEXO YLOS RECURSOS DEL GÉNERO
Y es que el lenguaje del poder, y por ende de la masculinidad
se ha tra~sformado hasta el punto de ser incomprensible. Con 1~ 11 género está atrapado en la tensión entre dos lógicas contra-
ª.lt~rnanc1a de 2001, en efecto, el espacio político local se modi- 11.1\: la asignación normativa de género (genre) y su reverso, la
fico mucho. Antes de entonces la vida municipal era un asunto de
, .1pacidad de hacer valer el género. Podríamos, e? efecto, o_ro.ner
notables (médicos y abogados, familias con arraigo) que tomaba
.In, estrategias descriptivas disponibles para explicar l~s.practtcas
cuerpo en una sociabi.lidad e?t.re pares (salones, recepciones) 0
pnliticas de las mujeres. En primer lugar, la p~oblen:attca de las
en ~I .teat.ro del conse¡o mumc1pal. Ahora bien, además de una
11 .1h,1s se hereda de una época en que el cuest1onam1ento acerca
femm1zac1~n masiva y del cambio generacional, con la victoria del d.. las mujeres en la política consistía ante tod? ~n s~~alar ~ .ex-
nuevo equipo se opera una renovación social: las clases medias
plic.1r las desigualdades de sexo frente a la part1c1pac1on pohnca.
52 • LUCIE BARGEL, ERIC FASSIN Y 8TÉPHANE LAné
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 53

L~ c~mpr~bación de una larga exclusión de las mujeres de la vida desde luego institucionalizada pero siempre susceptible de usos
public_a on~nt~ba el análisis hacia la identificación prioritaria de y desvíos. . .
las res1stenc1as incorporadas, hacia la demostración de una incom- AJ principio de nuestra encuesta surgió una ~pos1c1ó1~ c~n­
patibilidad entre el habitus femenino y las formas, consideradas t rastada entre dos consejeras municipales. La pnmera, Bcatnce
como masculinas, del combate político.
Duroy, parecía encarnar el tipo ideal de la "estrat~ga del gén~ro",
C~n el contexto paritario se desarrolló una segunda vía inter- distanciada en sus maneras de habitar los estereotipos fcmcn111os,
preta~1va, centrada esta vez en los usos del género más que en las lt.1bil para negociar infracciones puntuales a la divi~ión . sexuada
coacc10nes del sexo. Lo "femenino" ya no es solamente un sistema 1lt-I trabajo político, atenta a los efectos de la dommac16n mas
cerrado de disposiciones apremiantes, sino una identidad estratégi- 111lina. Las determinaciones sexuadas, en cambio, parecen pesar
ca (_Collovald, ~9~8) construi?a en la interacción entre hombres y 1111ii:ho sobre las maneras de ser y de actuar de Jocelynee Brianc.I,
muieres, enrr:e tnstders y outstders, entre partidos en competencia q111cn sin crítica ni mediación vive una "naturaleza fc111eni11;1"
por I~ conqwsta de los votos. En el lenguaje politista el género se lin ha de atención a los demás, de disposición a escuchar y de mo
convierte _así en una "carta'', un "triunfo'', un "recurso'', que, en .l1·\t1a. El contraste es tanto más impresionante cuanto que las dos
~as profes10nes de fe (Leveque, 2005), o en ocasión de las campa- 111111cstadas, de 50 años en el momento de la elección, comp~rten
nas, elec~o~ales (Dulong y Leveque, 2002) (Fassin y Latté, 2005), 11111 posición social homóloga en el espacio local y una matriz de
ser~ ~xh1b1do (para demostrar, por ejemplo, que las mujeres hacen d1 .. pm1ciones relativamente convergente.
polmca de _otro modo), o reprimido (para atestiguar, al contrario,
que las muieres son hombres políticos como los demás).
1li¡a de un albañil de origen italiano, Béatrice comienza a los 16
. No se trata de medir el valor de estas dos apuestas interpreta-
111m una carrera de secretaria en un establecimiento escolar donde,
tivas. Sería estéril leer en ellas opciones teóricas irreconciliables. Si
" p.1ra ayudarse", enseña intermitentemente. Tra~ .u na suces_ión ~e
permaneciera ciega_a !~~múltiples maneras de habitar Jos papeles 111ill ursos internos se convierte en profesora certtftcada de c1enc1as
sexua_dos y.ª la variabilidad de esos papeles en el tiempo y en el r• 1111!1111icas en un liceo, y luego, puntualmente, en la universidad.
espac10 social, la problemática de las trabas nos reduciría a la in- 1 11.111do la conocemos, está casada con un militar de carrera Y
movilidad y a una retórica de la lamentación. AJ contrario toma- il111f1r un establecimiento de aprendizaje profesional. Afiliad~ al
da independientemente del juego de las coacciones hered~das la MI 111 1 (Movimiento de Empresas de Francia), frecuenta a las élites
problemática de los usos se sumiría en un accionalismo indifer~n­ 1 , 111101111cas de la ciudad y se incorpora por esa vía, en segunda

te a las estructuras de la dominación masculina e incluso en una ptt\ h 1011, a la lista propuesta por la derecha para las elecciones
cel~bración d~ la astucia del más débil. En realidad, en la práctica 1111111H 1p.1lcs de 2001.
d_e interpretación las dos estrategias descriptivas se entremezclan, l,1 .. 11. 1 wma prestadas otras voces, el ascenso social de jocelynee
sin que por otra parte siempre se trate de opciones bajo control. 1¡ 11.1l11a·111c elocuente, puesto que salida de un medio _popular Y
~a_ra demostrarlo tomaremos a contracorriente el bricolaje ana- 111 1 1 il1plmnada, ocupa en 2001 los puestos de conse¡~ra gene-
11 y ,¡, 1nn~ ra adjunta en la mayoría municipal de izqmerda. Su
lit1co que desde 2001 orientó nuestro esfuerzo de restitución
11 11110 11111 'l' debe menos a una integración de los círculos de los
de las experiencias políticas de dos elegidas. Retomando el hilo 1t ~hlc ~ q111· .1 un activismo parroquial y asociativo en un ba~no
de nuestros análisis trataremos de desenterrar los motivos que 111111 d11ml1· \Íguc viviendo. Si su carrera parece no tener _bnllo,
nos llevan a describir el género, a veces en forma de un habitus 11 11 1111.1 111<1vilidad social ascendente que ilustra la profesión de
obligatorio, o sea, una cuasi naturaleza social, a veces como cultura, d1n·lror de un despacho de asesoría- y sobre todo
USOS SOCIOLÓGICOS y USOS SOCIALES lJl I C.í NI llO • I,¡
54 • LUCIE BARGEL, ERIC FASSIN Y 8TÉPHANE lATIÉ

. . L retirada que pese a todo ddw .1u pi 11


la rentabilidad de las inversiones escolares de la familia (su hija es que marca la d1s~abnl.cia. a t aduce así en docilidad de fad1.1d.1, c11
egresada de Harvard). en el contexto pu ico se re r
repliegue táctico más que en exclusión tolerada:

Sin embargo, en la entrevista, sus formas de describir la gestión l b todo el mundo decía: "Ah, Béatnu '
Cuando yo tomaba la pa ª ra, d í hasta las d1c1
de los atributos de género (genres) difieren mucho. Aunque ningu- siga hablando, qué felicidad, nos ~amoss:~:~s::dª:que quiero de
na de las dos duda en hacer alarde en la escena pública de las señales de la noche", una act1~dd ~~Ahma~é;t{¡~e qué linda es" [...] Entonces
exteriores de feminidad (maquillaje pesado, uso de joyas, peinado . Luego' algo parec1 o.
cir... ' h . 1 ' No voy a decir
. le: "Oye tu,
,
rebuscado), el grado de explicitación de las posturas adoptadas las hay que decir sí, eh, no ~ay que enr os.
distingue claramente. Jocelynee no se refiere a sus elecciones de idiota" ... Se sonríen o fmgen hacerlo...
vestimenta ni a las obligaciones de la etiqueta, mientras que Béatrice
se divierte de buen grado con ellas frente a los encuestadores. Por otro lado, la elegid~ usurp\ el traba~o t:
~~~ª~~~~~:~
dores describi~ndo ~o_s obstaculorl a ;i::~u:ca reprimir: "Me
Hago galletitas, me peino de chongo, estoy en todas partes [... ] Bailo pi oducto de d1spos1c10nes que e a , . d d tomar la pala-
con el panadero y también voy con el prefecto [...] En la fiesta del lihcré ... liberé en el sentido de que tema i:i1e o d \ hablar bien,
aprendizaje me había puesto mi vestido (risas). Quiero enseñarles las 111.1, de acuerdo. Soy católica, de ~uen~ cna~z~;e ;o~o delante de
fotos para reírnos [... ] El vestido Thierry Mugler. Nada más faltaba, ~ 11 el momento oportuno, ser e uca a ...
y luego me puse ese día el [sostén] que realza (entrevista, futura
'"' , cñores" · .. oduce cuando las ele-
consejera de oposición, enero de 2001). \ J misma estructura de opOSlCI 6 n se repr . . C
¡i,111." visualizan sus atribuciones en el ejecut~v~~~:~::~e ;~:~
i. l¡1111rn por solidaridad, Jocelynlee se a(pGrop1anet y Neve u 2004),
De la misma manera, si las dos elegidas se desenvuelven en , d' · · do por e sexo u1on '
los consejos municipales con una incomodidad comparable, pues 1, 11·t1( 1a mas· iscnmma b la manera encanta a
d de la libre opción
las pequeñas vicisitudes de las llamadas al o rden las hacen con- y1, 1111dolo, sm em argo,ª me de los demás.
· l· "Me gusta ocupar
servar una timidez estructural que el paso por la política no logra , 11 l.1 vocación persona . la cultura. La solidaridad es
borrar, hablan de ello en términos muy distintos. Jocelynee pre- l 11 11110 no son las carreteras, no es . h de acer-
. , tT' Para describir su capacidad de escuc a y ,
senta la intervención oral como una prueba penosa. Invocando su 1
11u11 1 soy u 1 · .. · de la naturaleza, o mas
111111 nto la encuestada utiliza el e~gua1e 1 , 1 mérito"
desconocimiento total de los códigos del intercambio político y ' l . "es mnato no es mio e '
su incompetencia en materia de torneo retórico, no ve más op- 11 l I imente de su natura eza. l d ' t'ene" "tengo esta
1111ural'', "se tiene esta facu ta ' o no 6e i 'masculinos:
ciones que retirarse y dejar su lugar a un alcalde más apto para
1 1 1 d" Palabras que corroboran sus cole~as b'
1\ i 11 ll a .
la oratoria. "Yo no deseo expresarme porque hay mucha contro- , ,, "I .mpu 1sa su corazo' n" · Be'atnce' en cam, .10,
versia, mucha mala fe, demasiados ataques personales [...] Por l t,ponrnnea '. a t 1 d' .. ón sexuada del trabajo pohnco
111 i 11 duda activamente a 1v1s1 e
l 11111 111.1 la limitación de las elegidlasAa ~are~sgequs~:;s~~~~~~t~uel
ello, me siento muy incómoda en las sesiones del consejo [...] la
política se la dejo a Georges porque él sabe manejarla y yo no" \eza materna . s1, ex1
(entrevista, adjunta del alcalde, diciembre de 2001). id ipt.lll a .su natura d dele ada a las finanzas, y luego
1 t11 ik ,1d¡unta a las obras y e g . . 1 a la obten-
Béatrice también repasa la lista de las afrentas que sufre en 111'11 11111.1 su compromiso en la campaña mumc1pa
el consejo, pero con aplomo e indiferencia, en forma anecdótica
56 • LUCIE BAAGEL, EAIC fASSIN Y STÉPHANE lATTÉ
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 57

ción de un puesto que generalmente corresponde a un hombre: da proceder igualmente de una identidad estraté~ica? Un_ regre~o
"No quiero lo social. Las mujeres siempre se ocupan de lo social. .ti mismo terreno, dos años más tarde, hace surgir esta h1pótes1s.
Pon~an a los bonachones en lo social. Que lo hagan ellos. Yo I· n efecto, la evolución de la trayectoria política de estas dos
prefiero tomar las decisiones difíciles, estar en las finanzas, en el 111111eres debilita nuestra interpretación inicial. Béatrice estaba en
desarrollo económico[... ) Si es lo social, no me interesa. Él tendrá l.1 lista perdedora y, como simple consejera de oposición, parecía
mi renuncia enseguida".
h.1her ganado su postura política por determinaciones de género
A lo largo de las entrevistas surge la oposición entre una con- (.i'.1·11res): discreta en el consejo municipal, no interviene !amás
sejera modesta, a veces ingenua, solidaria con su género asignado 1 .1dopta el papel de "jarrón": muda pero afectada y sonriente.
Yuna elegida ambiciosa, siempre estratega, capaz de hacer valer s~ 1 1 posición de Jocelynee, por el contrario, se consolidó clara-
feminidad. Sin embargo, esta división es problemática. Si la pro- 111111te. Después de haber conservado fácilmente su mandato de
blemática de los usos estratégicos parece pertinente en el caso de tu1"qcra general, logró la proeza de obtener la vice~r~s.idencia
Béatrice, es porque frente a los encuestadores ella hace alarde de no lle 1111 ejecutivo departamental que, sin embargo, era dmgido por
ser víctima de las fuerzas de la dominación masculina y adaptarse 'ltM .1dversarios políticos. Desde entonces sus colegas se com-
a ellas con distancia y reflexión. Si, por el contrario, el registro de ¡1111 en en alabar la "modestia" de esta "elegida de un local de-
las deter_mi?:ciones se im~~ne en el c~so de Jocelynee, es porque tlil 111.1 a la población", que "prefiere estar detrás o a un lado'.'.
su desc~1pc10~ . de I~ cond1c1ón de mu¡er carece de ostentación y ~11p11c·,tamente, Jocelynee debía su carrera a una competencia
de sentido critico. {Hemos observado por Jo tanto en sus prácti- IH 1111,11 indisociable de su calidad de mujer y de propiedades
cas una vulnerabilidad desigual a las determinaciones sexuadas~ ll 11lc·' objetivas que favor~cían la identificación del electorado
¿~o se trata más bien de una competencia social desigual para ei 111p11l.11 <le su circunscripción:
discu~so_ reflexivo en _la relación de la encuesta? AJ proponer una
?escnpc1ón del machismo ordinario, al manejar de buen grado la
l tt~c· l yncc es una buena mujer, pero no tiene sentido político, si se
ironía, al transformar la situación de entrevista en intercambio
111 p11 m1te decirlo. Ganó las elecciones cantonales de 1998 porque
cómplice, al hacerse cargo del trabajo de objetivación en forma I' 11 C• 1.1 11na mujer más bien sencilla, de la sociedad ci~il~ no incluida
9
de au_toanálisis, Béatrice se libera de la posición de objeto de 11 rl ,1p,11.uo, de contacto fácil, capaz de prestar se rvtc1~s, un p~co
estudio. Jocelynee, en cambio, no es dueña de la interacción. Por d l 1 1111.1~1·11 del ciudadano medio y para nada como alguien político
consigui_ente, la expresión de la lucidez no le parece indispensable 1 111rrv1 1.1 rnn el futuro alcalde, enero de 2001).
para satisface~ las e:cpe~tati~as de_ los destinatarios, ni para prote-
?erse de una mvesngac1ón mtrus1va. Jocelynee hace valer quizás No 11h~11111re, su éxito en las elecciones cantonales, es decir,
igualmente sus atributos de género (genres), pero no considera 1 p 111n dt• <.:ompetencia a la vez más masculino y más nota-
necesario decirlo.
11111 1d1u· l'Se juicio. Tanto entre las elegidas como entre los
En efecto, facaso no podemos imaginar que la ausencia osten- 111ilm 1, ,urge una duda respecto de la supuesta ingenuidad
sible de distancia en las representaciones de género (genres) pue- 11 111 1.111.1, su ignorancia táctica y su desinterés por el juego
t 1 ~el frnto de su experiencia política? Como quiera que
' Pierre Bourdieu muestra así que en ciertas interacciones el autoanálisis hace las 11 ll 1 1 q111t•11 se elogiaba porque sabía "permanecer en su
veces de estrategia de resistencia a la objetivación (1993 especialmente pp 140l
y 1404). ' .
ti 111 11hv1.1111ente un sentido de lugar hasta ahora menos-
1 1 ~ w·110 que algunos miembros de su partido siguen
58 • LUCIE BARGEL, ERIC fASSIN Y STÉPHANE lATTÉ
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 59

interpretando su promoción como el producto de un accidente 1.1 úptica de interpretación adoptada por los encuestadores exige
Y de un m_alentendido: "tomó a todo el mundo desprevenido " 1 1..onsiderada en su articulación con las maneras de aparecer
al ~Izar primero_ la mano". En cambio, para otros su aparente dt· l.ts encuestadas: los usos sociológicos del género no pue?en
:enrada de l_os ¡~egos de poder tiene mucho de subterfugio: h.tccr abstracción de sus usos sociales, sin por tanto reducirse
Es extraordmana, se hace la tonta, es increíble, pero sabe muy 1 dios.
bi~n hacerlo. En el momento en que hay una abertura, se mete".
Mientras que antes se le calificaba de "buena mujer", más tarde
se le rec,ono~e "una gran finura" y se le atribuyen estrategias 1<l\ JUEGOS DE LA INfERPRETACIÓN
tanto mas eficaces cuanto que pasan inadvertidas: "se hace la
tonta", "juega a la madre de familia", "sigue en su registro". Vi mos así en las prácticas de los actores, y de las actrices, maneras
Aquí, la frontera entre una interpretación en términos de habitus .1 1 ¡ugar el juego del género, o de ser jugue~e de él!,º las dos cos~s
femenino o de usos del género se vuelve porosa. La docilidad 11.1 vez, de forma irresoluble. Pero más alla, tamb1en en el traba¡o
exhibi~a, el a~arente desinterés por los cálculos políticos, la su- di' 1.1 interpretación aparece el desafío del género. Pues no son
puesta mgenu1dad respecto de los juegos de poder, el deseo de - 1lo los encuestadores, sino también los encuestados de los dos
ser amable y de no participar en los intercambios, el conjunto 11 os quienes pueden hacer que funcionen o no según los casos,
de los modos de ceñirse~ los estereotipos de género son, todos 1" opticas de interpretación en términos de género. Es l~ manera
ellos, rec~~sos qu~ permiten de Jocelynee ser la única adjunta 1111 ~ 111 ,1 en que aparecen en escena los políticos, en particular las
cuya func10n electiva autónoma tolera el alcalde. Habría, pues, 1111111 res, cuya dimensión de género (genre) plantea pr~bl~:nas de
maneras remuneradoras de seguir su habitus. 111 11·1pretación, desde el momento en que en la descnp~10n Y ~l
111 .tl 1"s se toma en cuenta su 'trabajo de autointerpretac1ón. As1,
Por último, es difícil resolver empíricamente la alternativa
en_tre coa~ci?n y recurso, entre identidad femenina incorporada 11 lli-~.ir al mismo terreno en un contexto paritario, con una pro-
! ¡uego ta~t1co con el género. El análisis se vu~lca de un polo ltlt ii1.1tica de género, ¿cómo interpretar la forma en que nuestras
mterpretat1vo al otro según e l índice que se acepte. Podemos 11 11 1 1101..utoras en particular, van ora a aceptar y ora a negarse a
~
atenernos a la observación de las prácticas (por ejemplo, de las 1111 1 en este' juego, e incluso a oscilar . entre 1_as d os_ ?pc1ones.
.
posturas adoptadas en el consejo municipal), y las dos actrices 1t 1 . que desconfiar en un caso de una excesiva facilidad para
asumen sin resistencia, tanto una como la otra, un papel de ¡1¡, 11 t•n la lógica de nuestra encuesta, y en el otro_ a sospechar
reserva en la toma de la palabra y de seducción en las formas 1 1111 .1 resistencia demasiado fuerte? ¿cómo se articula nue_stra
de arreglarse. Podemos considerar la distancia y la reflexión de ¡111( .1 dt· interpretación con la que cada una escoge para exammar
q.u~ hacen gala las encuestadas en las entrevistas: Jocelynee se 11 pn1encia de género (genre)? . .
s1 ~ua ~ntonces del lado de una "naturaleza" femenina sufrida, y 1 , 1·1 ejemplo de Michele Vuillard, ad1unta ya _ele~1da en otra
Beatnce d_el l~do de la apropiación activa de un papel sexuado. 11111111 p.tli<lad con mucha anterioridad a la expenenc1a_de 2001:
Pode~os _mclmarnos ante el veredicto de la trayectoria políti- ¡ 111p1 t' ha habido mujeres que hacen política o que tienen _res-
ca: Beatnce parece entonces experimentar los obstáculos del 111 1iid 1d.1<les". En esto difiere de la mayoría de las otras ad1u~­
género que no logra subvertir más que en el discurso, en tanto q11c lt· parecen neófitas: "Yo tengo en verd~d una t~ayectona
que J_ocelynee saca partido de una identidad femenina que no 1i•l111 ..1". Esta elegida y responsable comumsta no siente nm-
cuest10na en las entrevistas ni en el escenario público. En suma, 111 1111 p.11ía por el feminismo, tanto menos cuanto que guarda
USOS SOCIOLÓGICOS y USOS SOCIALES DEL GÉNERO • 61
60 • LUCIE BARGEL, ERIC fASSIN Y STÉPHANE lATIÉ

. la alabra nadie se interesa". A cada


malos recuerdos de él desde los años setenta: "en la UEC (Unión cuando las muieres toman p , te" como si llegáramos
. "LI ga usted oportunamen , d
de Estudiantes Comunistas) ilas mujeres no eran nuestras amigas! visita nos d ice: .e es decir, cuando las apuestas e
iEran unas cochinas izquierdistas!" Docente legítima por su tra- "empre en el me1or momento, es por tanto una "buena
yectoria tanto escolar como política, acostumbrada a desenvolver- ~énero son más fuertes. Para nosotros , ,
se en un medio masculino, no le preocupa en lo más mínimo el dienta" ... ¿demasiado buena? dos ejemplos contrastados nos
feminismo: no considera que su condición de mujer haya desem- Sin embargo, lo que estos di'ferentes de habitar el géne-
peñado un papel en su carrera. Tampoco, pese a la apertura actual 11111estran no son sólo dos maneras .. dicado en el seguodo), smo .
de su partido a estas cuestiones, se siente personalmente afectada d el primer caso re1vm . d
1u (nega o en . ' t abajo de interpretación, Y e
por la experiencia del sexismo: sobre este tema, "mis tripas no 1.11nbién la me~1da en ~~~r~s:edor en trayectorias, y también en
hablan, mis tripas, tengo que decirme 'sí, soy mujer, soy solida- i11tointerpretac1ón, esta dp .f. sto la interacción con los
.
ria'. .. entienda usted que mi experiencia no es ésa". En suma, en 1111.1c1ones, como lo pone e mant te efecto que la encuesta ta1
ue reconocer, en ,
materia de paridad, y más ampliamente de género, "yo, dice, me 11111estad ores. H ay q l .1.tzación del grupo de mu-
ue ver con a mov1 .
cuento entre los ejemplos contrarios, lo siento". V• 1 no tenga na d a q f' ra quizás hayamos contn-
ue de manera e 1me , d
Simétricamente, Fran~oise Carriere, consejera de oposición, 11 r 1·'; pero, aunq . . f minista De tal suerte, una e
es una de las elegidas más comprometidas con las apuestas femi- 11111110 a una toma de conc1enc1a e 1 8 de marzo anunciando
anima a regresar e ' . .
nistas, así como con la identidad de "mujer". El discurso sobre 1 i ni.:uestad as nos h bl ·entras que otra nos mVtta a
. habrá de qué a ar, rru ·
el género se halla omnipresente en sus posiciones: profesional 1
111111 111eas que ba· o al rupo de mujeres, sm olv1·dar
(como profesora de la EPS, Educación Física y Deportiva, reivin- '1111 .1 presentar nuestro tra l g da porque el retorno de
dica una visión femenina del deporte en contra de su reducción ntemente preocupa .
1 1111.1 tercera, apare . .f. , sus propios análisis nuestro
d ¡ 'nero ustt 1ca segun
al rendimiento), asociativa (como presidenta de la rama local de (:
l 1 i 111 ,11 m e ge 1 . . . .ón Si ésta trata a veces d e ate-
una organización nacional, redacta un informe sobre la femini- 1• "º .11 terreno de la mvest~gac1 . de los hombres!"}, reco-
zación de las instancias dirigentes) y política (sef¡ala las fallas del 11"111 ('' ino he dicho que edste en clo~tórna que le hace decir lo que
equipo en el poder en materia de igualdad entre los sexos en el d efecto e reve act d ]
' ' •' n1l·nu o un , lado· "Con ellos (los encuesta ores
consejo municipal). También participa en el "grupo de mujeres" 111 '~ .1111es no hab1a formu h~cen decir cosas que... reflexioné
que constituyen al principio del mandato las elegidas de todos 1 11111111cómoda porque.me . que tengo dificultades
.. no ipero es cierto
los puntos de vista en el seno del consejo: "Yo me adhiero al cien l 1 111 que 1es d tJe... , b d os hablar de una co-
l" E cas pala ras po em d
por ciento a la tarea de que nosotras, como mujeres, estemos 1 """llº· n po ' tados y las encuesta as,
' nero por 1 os encues 1
atentas y vigilantes a los problemas con los que puedan toparse 1
1111~• 11111 de ge d a de una articu act.ón
11 111 ,t.1dores y las encuesta .oras, o se ,
las mujeres de la ciudad". Pero para ella se trata de un trampolín.
En efecto, aspira a que este grupo pese en el consejo municipal; 11. 11'º' sociales y sociológ1c?s. l lección de nuestras
, ·
es para esta elegida de oposición aislada por su 'condición de no 1 11 111 ckmas conv1ene advertir .
que a e
. , de género (genre), o
, tica de mterpretac1on ,
partidista una forma de existir políticamente: "sí, al comprome- 1ni is l 1e una op f 'ó de los contextos, y ast
ármol · es unct n
terme allí, encuentro un espacio político, de ejercicio político, es '1 11 w.1 ia a en m
1 d . . Es el caso de una adjunta
verdad. Tiene usted toda la razón. Y eso no lo calculaba yo". Pues 11 11 n11.:uesta de larga duración. d elección en 2001,
· primero antes e su
al hablar de género ella abunda en nuestro sentido. Así, nos pone 1 111 ""' reunimos . . . 2003 otra vez más un
de testigos: "usted debe haberse dado más cuenta que yo, pero 1111 11º\" .11nes de su dumstón en ,y
62 • lUCIE BARGEL, ERIC fASSIN Y STÉPHANE lATTÉ
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 63

año después, en 2004. Claudine Moutiers, que figuraba en 2001


mente política: la renuncia sería simplemente el resultado de las
en segundo lugar en una lista de candidatos verdes, integrada a la
lista de izquierda que ganó la elección pasó a ser adjunta. "Tengo 1cnsiones de la mayoría plural. .ó de una nueva entrevista,
una conciencia feminista; de hecho, volví a serlo estando aquí", Pero también en 2004, en ocas1 n hab1'a de1"ado la ciudad,
. M · e desde entonces
explica en 2001; en su actividad profesional de periodista, en e laudme outiers,_ qu ºó d su experiencia. Sin duda las
na remterpretac1 n e ,
efecto, "tuve que dar pruebas de mi capacidad porque era mujer". nos propuso u f . 1 política) siguen entrecruzan-
Por otra parte, "la famosa diferencia de salarios entre hombres y ' ucstiones (personal, pro es10nad yl te un poco .distintas. Ya no
1
mujeres fue algo que viví aquí''. Durante sus estudios de ciencias ' º'e, pero su s lógiºcas son en a re an la pareja. Al contrario,
. 1
a
políticas en París militó en asociaciones feministas, lo que a sus '' l.1 política lo que pone en_ p_e iro ªrece como síntoma a la vez
ojos era una prolongación de su compromiso con los verdes. Pero 11puón del compromiso mub~1c1pa a~:sonales que desembocarán,
qtH' como causa de los pr~ e~as p h b' dº
la política en femenino se inscribe también en una historia fami-
I'' 'l' a la renuncia, en el d1vorc10: ya a ta, ice,
liar: fue su madre quien preparó una lista de mujeres en su aldea
y a quien ella consultó mayormente en el momento de lanzarse.
Ahora bien, Claudine Moutiers renunció a su puesto de adjun- .
11 n distanciamiento uería ver y es cierto que mis años
que yo no q . ' una especie de huida
, . h" · que yo estuviera en
ta en 2003, poco después de hacernos esta confidencia en ocasión i·n la pohtica 1c1er~n . d d
d 1 también sm u a, v1v'1a para otras cosas aparte .de
.
de una segunda entrevista. Los juegos de interpretación son escla- h.11:1a a e ante; . ' . . [ ] Sabía de antemano que, s1 1a
recedores. A los problemas personales (tiene dificultades con su 1111 v.ida privada y m1_matnmomo ... ndato de ad1"unta, y recuerdo
d ba yo iba a tener un ma. .
pareja) se suman las apuestas políticas (le cuesta trabajo hacerse 11q111er a pasa do' di mi consent1m1ento,
. . era plenamente consciente
. .
escuchar en esta mayoría plural) y también las profesionales (la l11rn que, cuan . l atender y de que, aun s1 m1
función no le deja tiempo para asegurarse ingresos como perio- .11 que tenía cuestiones person: e~ que do yo me comprometería
C11111pañero de la época no esta a e acuer ,
dista independiente). Explica esto en el consejo municipal, donde 1 11 1111 camino.
anuncia, para sorpresa de todos o de casi tódos, su renuncia al
puesto de adjunta que ocupa desde hace dos años. Al hacer hin-
capié en los problemas de funcionamiento de la municipalidad (a
la vez en las relaciones con el grupo político mayoritario y en las
interacciones con los servicios técnicos que pertenecen al ámbito
de su competencia), y al plantear cuestiones personales y profe-
sionales vinculadas a la ausencia del estatus del elegido, y sobre
todo de la elegida (con hijos), ella opta por dejar atrás el caso
personal para mostrar que se inscribe en una lógica más amplia.
Sin embargo, cuando las mujeres del consejo le manifiestan cierra
solidaridad, uno de los jefes de la oposición rechaza esta mezcla
de los géneros: "iNo estamos en el diván del psicoanalista!" Con
todo, un año después las entrevistas muestran que la interpreta-
ción dominante ha cambiado: los motivos personales no habrían
sido más que pretextos. La explicación que se impone es típica·
64 • LUCIE BARGEL, ERIC fASSIN Y STÉPHANE LAnÉ

Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 65


e~tuvo allí [...] él tenía una dimensión
vida, y sólo privada".
mucho más privada de la
111.iyor de las problemáticas de género, en especial en el_ ~~bito
~ ~is~o tiempo, cuando se le pregunta si el feminismo que de· las ciencias sociales -tema que preocupa a la Com1s1~n de
ha re1vmdicado da cuenta de su experiencia, Claudine Moutiers 1rrminología-, coincide con el surgimiento de las cuesti_ones
responde t~opezá~~~se con las palabras, sin aclarar por completo le 111111istas en el espacio público desde el debate sobre la pandad.
las cosas, solo sugmendolas para en seguida rectificarlas. 1 11 l'I terreno objeto de estudio los años 2000 muestran que la
li11111ulación local de la cuestión de las mujeres de~ende del debate
En 2001 reg~esé a un proceder que calificaría de feminista [... ] 11111onal: así, vemos aparecer el 8 de marzo de 2003 la solicitud
Despu~s~ confieso que cuestioné todo[...] Porque tal vez mi conduc- 11 111 rnina o feminista en favor de las mujeres africanas y musul-
ta femm1sta tuvo también, mi marido entendió mal, y eso también '" " '·"· Dicho de otro modo, la desigualdad de los sexos se remite
procede del alejamiento, eso lo ponía en entredicho hubo cosas de 1111111Kcs, como en el país en su conjunto, a ~n exotismo cultural,
orden íntimo y sutil... Así pues, ahora, me cuidaría de, en este mo- 11 1111.11... incluso si una adjunta deseosa de implantar localmente
mento, me inclino menos por el compromiso y la entrega. En fin, l 1 1•1•• 1ación Ni Putas Ni Sumisas debe rendirse a la evidencia: "el
en lo que me atañe, ya acabé, por el momento.
f'l t 1hlrma es que aquí no hemos alcanzado aún a los b.arrios de los
111o 11 1h1os parisienses, nosotras apuntamos a la esencia humana y
'!~uando insistimos en saber si renuncia a una interpretación ¡ 111l1111os apostar a las actividades deport!vas... "_
femm1sta, responde: "No, no es inadecuada ... el feminismo da 1 1 11,1b,1jo de interpretación en matena de genero no se hace
importa~cia, plantea_ cuestiones, que efectivamente, en especial si 1111pl1 1111·11re en el registro científico; no se tra.ta sólo de P?ner ~J
se es mu¡er,. son pertmentes. Pero en este momento me ocupo de h t 111 11111• estaría inscrito, sepultado en la reah?ad: La so~1?log1a
cosa.s que tienen que ver con el psicoanálisis, por ejemplo, para 1 11111for111a con desenterrar lo que ya esta all1; part1c1pa de
analizar las cosas".
111 1h 110 de construcción de la realidad. Ahora bien, los actores
Desde luego, no se trata de un simple repliegue en la intimi- 1111 ~. \' l ' ll este caso las actrices, están, sobre todo ellas, en
dad: la experiencia del psicoanálisis durante el mandato concernía 1111f.1¡_pinlac.les, sus titubeos, sus amb!valencias, incl~1~0 sus
a "mi práctica de elegida"; por otra parte, "no lo suficiente en el 111d1, ~ 1011cs, implicados en este traba¡o de construc~1on. e.le!
plano personal". Pero en el fondo, ¿no es precisamente una inter- 11 1 lli d t"nr de interpretación de su propia expenenc1a a
1 ' ,
pretación de género lo que la ex elegida desea ardientemente a Ja 11 1 ¡:• 11no. Sin embargo, no se trata de retomar aq~1 por
lu_z~e su difícil experiencia en los confines de Jo privado y de Jo 11 1 111c111.1 la visión de un Clifford Geertz, para quien la
p~bl1co, de personal y de lo político, para examinar su compro-
!º 1111111-11.1 111111ca es más que la ~nterpre~aci?n, en segundo o
miso de mu¡er en el momento paritario de la vida municipal? 1 w ido, de las interpretac10nes pnmeras que hacen de
l111l1w11.1'", al sumergirse en el exotismo de su cultura
CONCLUSIÓN 1 1o l.1 y l 973b). De hecho, en la misma historia d~I gé-
11, 1111q11 rndic.los sus usos sociológicos y sus usos sociales:
1 1 dc los sexos ha perdido su evidencia, y por ello se
Si r_esulta importante entender la articulación entre los usos socio 11 11 '• 1 .is normas sexuadas aparecen, pues, ante todas
l?gicos Y los usos sociales del género es porque nuestra encuesta 1111111 11111· l.1 sociedad como las ciencias sociales, ya no
tiene lugar en un momento particular. La importancia cada vez 1 111 r.1e•111.1s, sino como construcciones precarias que
1111 1r1h,1111 de· 111terpretación, coconstrucción en la que
66 • lUCIE BARGEL, ERIC fASSIN Y 8TÉPHANE lATIÉ

están ,comprometidos juntos los "indígenas" y los "antropólogos"


del ge~ero, que p~rtenecen a la misma cultura, es decir, también
a. l~ misma actualidad política cuya manifestación empírica más LA DEMOCRACIA SEXUAL
v1s1ble es la paridad.
YEL CONFLICTO DE LAS CMLIZAClONES

: Este ª.rtículo fue ~ublicado en 2007. Sociétés et Représentations,


(En)quetes de genre , noviembre, núm. 24.

1 1 níA DE SAN VALENTIN, durante la selección del jurado con


11111.1s a su proceso, Zacharias Moussaoui fue expulsado de la
111d1cncia debido a sus intervenciones intempestivas. En efecto,
• l 11111co acusado que se enfrentó a la justicia estadounidense por
J,,., .11entados del 11 de septiembre de 2001 lanzó una diatriba
'11111a la corte (Le Monde, 16 de febrero de 2006): "Ustedes son
1111" l'ncmigos. Yo soy Al-Qaeda, su enemigo declarado". En el
l!l•lllll'nto de abandonar la sala, todavía exclamó: "iDios maldiga
1 1 ,1,1dos Unidos!" Acusó a la jueza, quien sin embargo había
lt 11 ido (en vano) de deseehar la opción de la pena capital, de
111 r.111íza r su muerte". Arremetió también contra sus abogados,
1 1li111do a uno, estadounidense de origen japonés, de "geisha",
11 1111 o, militante de los derechos civiles, de " miembro del Ku
111 "- l.111". En suma, el acusado se volvía acusador, y recusaba
1 1 11 111a judicial de cuyas leyes dependía su suerte.
1•·~ pl'riodistas presentes vacilaban entre dos interpretaciones
'''" .11-ranques. Por un lado, Moussaoui se inscribía claramen-
11 1111.1 racionalidad política. Sin duda agravaba su caso con sus
1J .111011cs. Pero a los ojos de los demás (y primero a los suyos)
11111 111.1, sin haber combatido, en ese "combatiente enemigo"
l111y ,.,,,\ en el centro de la estrategia represora estadouni-
"i11 d1s1:urso político lo inscribía en la lógica del conflicto
l I\ il11:,1ciones hasta el punto de negar toda legitimidad a
1t111.1lidad legal: "No soy francés, jamás seré francés. Estoy
h• , 11mo musulmán". Por el otro lado, el aprendiz de te-
' t p.11 t'l la caer en la irracionalidad, como cuando se hizo

[67]
LA DEMOCRACIA SEXUAL y EL CONFLICTO DE LAS CIVILIZACIONES • 69

68 • ERIC fASSIN
¿Qu.é es la democracia sexuaP' O . .
crauzación sexuaP Pare , . . , más bien, cqué es la demo-
arrestar aun antes de los atentados por haber querido iniciarse en extensión del ámbit d ce ma~ !usto hablar de un proceso. Es la
el pilotaje, sin saber despegar ni aterrizar. Si los comentaristas se o emocrat1co con t · .
e las cuestiones de género d , !' a creciente politización
resistían a imputar su conducta a la locura, tal vez fuera porque dlas múltiples controversias y ' ~l"sexua idad que revelan y alientan
esta categoría tiene valor legal. Su discurso proseguía en todo caso de limitarse a la esfera riv;~a \cas actu?les. Por Ull<l P<ll'te, lejos
con estas palabras: "No tengo nada que ver con una nación de cada vez más a las mis p . , a_s cuestiones sexuales se sujenn
icas que tot ·'~ la-. dl'más
. mas ex1genc1as polít' . 1 •
cruzados homosexuales". cuestiones sociales trátese d 1 b .
Algunos se confesaban perplejos: es difícil saber con certeza . . , , e tra ªlº o de 1
a qué país se refería Moussaoui. Sin duda la "cruzada" evoca a
m1grac1on, o de la educac·,
ion.. siempre
. se exaos· impuestos,, 1 de l.t 111
e genero y de sexual1'dad b mman mas.· as normas
los Estados Unidos de los años 2000, pero hay que reconocer d.b en nom re de 1 .
1 ertad y de igualdad p d . os mismos valores dl'
que en materia de defensa de la causa homosexual George W l · o emos cuest10na 1 d d
y e1 orden de las sexualidade s expomen . d 0r ae or en e los sexos
Bush estuvo por encima de toda sospecha. Para complacer pre-
o e examen y a su tensión . . uno Y a otro a este
debates en torno de la prostitu~~~~t~utiva: lo hemos ,visto en los
cisamente (Multitudes, otoño de 2006) a la derecha religiosa, d bl
¿no se erigió este presidente defensor de una enmienda a la sexual y de las violenc1·as h . 1
ºd ac1a as muieres
d~ la pornograf1a,bº del acoso
Constitución para poner freno a las uniones del mismo sexo? pan ad y la apertura del matnmon . . y d 1, fºJº pero ·tam ién con la
Y si es cierto que Laura Bush pudo justificar la intervención de el mismo sexo. 10 e ª 1 iación a las parejas
su país en Afganistán en nombre de la liberación de las mujeres, d
ningún responsable estadounidense ha fingido jamás aprovechar Por otra parte, si las cuestiones 1
políticas, parecen cada sexua es, al revelarse como
tal intervención para emancipar por la misma vía a los homo- tenido de las normas el qvez me~osfnaturales, no es sólo el con-
sexuales musulmanes: del otro lado del Atlántico, las promesas , ue se ve a ectado L d 1. .
e genero y de la sexualºd d . a esnatura azac1ón
de la democracia son para los heterosexuales. d·,1 1 a que acompa- 1 d
c10n transforma tamb º, na a a emocratiza-
Sin embargo, es una sola y misma lógica la que vemos en · ten e1 estatus m· d 1
ec1r, la forma en que se nos imponen . ismo
Le· ed as normas, . es
el discurso del francés de origen marroquí, y el absurdo apa- d
nan o de manera obvia . . JOS e segmr funcio-
rente remite a una racionalidad coherente. En efecto, la retó- d. . . , son cuest10nadas E t . .
no s1gmf1ca que nuestras sociedade ; s .e cuest1onam1ento
rica política del conflicto de las civilizaciones tiene lugar hoy, sexuales, sino que su iºnfl . s se venan libres de las normas
de manera especial, en el terreno sexual. Así se aclara lo que uenc1a no podr' 1 .
momento en que son percibidas or lo ia ser ª.misma desde el
dice Moussaoui: no podría ser francés, porque es musulmán,
naturales que se imponen de ma:era hº que. son'. no como leyes
y aquí vemos invertida la lógica de exclusión que afecta en nes convencionales y p . . istónca, smo como órde-
Francia a los "musulmanes", sean o no religiosos, así como a los . . rov1s10na1es que s 1 d
istona y de relaciones d f . on e pro ucto de una
"inmigrados", franceses o no. Pero al dar la vuelta al estigma, negociación: por eso exi:te u~rza, su¡etasfual ~~mbio y abiertas a la
h
Moussaoui revela las implicaciones sexuales de esta lógica: del oy una con s10n en las normas.
11\\smo modo que el insulto sexista (y no sólo racista) respec-
10 de la "geisha", la descalificación homófoba de la "cruzada"
.,~,,dental le permite adoptar el papel del Otro. Para encarnar ' Para unas exposiciones más amplias en. torno d.e la democracia sexual anteriores al
11111111 el regreso del reprimido, colonial o imperialista, el acu- argumento desarrollado aquí me
2005c: 263-276; y 2006c: 164-1!s~rm1to sugerir tres textos: Fassin, 2005b: 14-16;
11111 "1 Lls da de bárbaro y rechaza los valores modernos de la

111 '"'" 1 .1oa sexual.


70 • EAIC FASS IN

LA DEMOCRACIA SEXUAL Y EL CONFLICTO


DE LAS CIVILIZACIONES • 71
Cier tame nte, la democracia sexual no
encuentra unanimidad;
al cont rario , y lo hemos visto en ocasión y mutilaciones genitales sufridas: su sexi
de las recientes batallas smo casi justificaría el
francesas alred edor del orde n simbólico racismo, si éste, com o aquél, no fuera
. Con esta idea, ¿no se en principio incompatible
esfuerza uno en opon er a la historicidad con la democracia. 2
de las norm as la muralla
de un orde n trasc ende nte histó rico , Esta retórica no se limita al discurso:
cons truid o sobr e el psico- toda una lógica admi-
análisis o la antropología? Esta versión nistrativa y jurídica se despliega hoy en
laica, incluso cientificista, térm inos de democracia
se enfr enta paradójicamente a la inqu sexual. El cont rato de acogida y de inte
ietud religiosa ante la de- gr~ción que se presenta a
mocracia sexual. En efecto, si el orde n todo s los residentes extranjeros en Fran
del sexo mismo no parece cia recu erda así los valo-
ya fund ado sobr e la roca inamovible res de la nación: "dem ocra cia" , "país de
de la naturaleza es porq ue dere chos ", "país laico",
su orde n es inma nent e: vivir en una socie pero también "país de igualdad". En el
dad democrática es per- lema republicano la fra-
tene cer a un mun do que en adelante se tern idad parece habe r cedido su lugar a
descubre histórico de un la laicidad; en cuan to a la
extr emo al otro , sin fund ame nto trasc integración por la lengua, ésta sólo ocur
endente. No es pues casual re después de la igualdad.
que las religiones instituidas, com enza Ahora bien, ¿cómo se define esta últim
ndo por la Iglesia católica, a? Cite mos íntegramente
se com prom etan tanto en los combates el párr afo que se le dedica.
cont emp orán eos en torn o
de estas cuestiones. Lejos de ver en ello
una aberración, hay que
ente nder su imp orta ncia más allá de
los cimi ento s del orde n El princ ipio de la igualdad entre los
hom bres y las mujeres es un
sexual, lo mismo ocur re con la trascende princ ipio fundamental de la sociedad franc
ncia. Por ello el Vaticano esa. Los padres son con-
hace frente com ún con el fundarnentali junta mente responsables de sus hijos. Las
smo cristiano, pero tam- mujeres tienen los mismos
bién, en las instancias internacionales, derec hos y los mismos deberes que los
con los estados islámicos, hombres. Este principio se
ya se trate del abor to o del matr imon io aplica a todos, fran!=eses y extranjeros.
homosexual, del lugar de Las mujeres no están sujet as
las mujeres y del estatus de las sexualida ni a la auto ridad del mari do, ni a la del
des. padr e ni a la del herm ano
para, por ejemplo, trabajar, salir o abrir
una cuen ta de banco. Los
Es en reacción contra estas reacciones com matrimonios forzados están prohibidos,
o se explica·(o al menos mien tras que la monogamia
se expresa), lo que podría llamarse el impe y la integridad del cuer po están protegido
rialismo de la democra- s por la ley. 1
cia sexual; es decir, la apropiación, en un
contexto poscolonial, de
la libertad y de la igualdad aplicadas al No se trata aquí de igualdad entre las razas
géne ro y a la sexualidad, 111 entr e las clases:
com o emblemas de la mod erni dad dem la igualdad republicana se ha conv ertid
ocrática. Estas cuestiones o en la igualdad entr e los
ya no son sólo una apue sta, ni siquiera sexos. Esta tardía apoteosis de los ideal
la apuesta de la demo- es feministas en Francia se
cracia. Cua ndo ésta presta su léxic o hallará en adelante en el cent ro de las
a una polí tica imperial le políticas de inmigración;
dan las armas y el cam po de batalla privi lo mismo cuando se trata de instituir un
legiado. Dich o de otro "ritual republicano" que
modo, si a "nos otro s" nos define la dem
ocracia, "ellos" se definen
111 t•,pejo com o el reverso
oscu ro de nuestras luces. Los "otro s" ' Sobre esre rema véase el núme ro de Nouve
d1 1111cstras sociedades, bárb aros que /les Questions Féministes dedicado a "Sexis
-
amenazan a la civilización me er rncisme: le cas fran~ais", vol. 25,
núm. 1, 2006, y mi capfru lo sobre "Que
.11 11111n;\tica, apar ecen lógicamente com sexuelles, questions raciales. Des anicu stions
o políg lation s problématiques", en 2006a.
111d11'º violadores, prisioneros de una cultu amos, violentos e
1
<http ://ww w.social.go uv.fr/hrm/pointsu
ra en la que aprisio- r/accueiVcai.pdf>
En el mismo sirio del gobie rno, en una
11 ~11 1 " " muje res, entr e breve prese ntació n del contr ato, apare
velo impu esto , matr imon ios forzados lamen te la igualdad entre homb res y
mujeres <hrrp ://www.sarkozyblog.com/200
ce so-
immigration-une-immigration-choisie/ 5/
>
DE LAS CIVILIZACIONES • 73
LA DEMOCRACIA SEXUAL Y EL CONFLICTO
72 • ERIC fASS IN
tado verde euro peo "t'\t,1
Federal de Alemania ", para este dipu
marca las naturalizaciones: "El prefecto
, en uniforme, pronunciaría cada , por principio, con el ~e llo dl·
categoría de personas está mar
el sentido del ingreso en la particular de pregunta'>".
un discurso de bienvenida, evocando la sospecha y debe responder a una serie
gran des valores republicanos: igualmente atención, pue'>
República, la ciudadanía francesa y los El cont enid o de las preguntas ame rita
... 'Y algo sobr e el lugar de las mujeres' rimi nación. No se trata sólo
libertad, igualdad, laicidad revela la retórica que organiza la disc
stra" (Le Monde, 20 de abril de democracia sexual. A
insistió en agregar, el martes, la mini de terro rism o, también, una vez más ,
erine Vautrin, delegada de la unta, en efecto: ''(Toda.,
de 2006). Sin dud a se trata de Cath los cand idat os musulmanes se les preg
paridad. Con todo , Nicolas sibles a tas personas abier·
cohesión social, pero también de la las funciones políticas deben ser acce
indi caba la misma alta exigencia, su hijo le confesara que es
Sarkozy, ministro del Interior, reiv tam ente homosexuales?", o bien: "Si
republicano, al lanzar la idea d?" Las asociaciones LGBT
que podríamos calificar de feminismo homosexual, fróm o reaccionaría uste
junio de 200 5: untan: ¿Habrá que re-
de una "inmigración escogida" el 9 de (lesbianas, gays, bisexual es y tran s) se preg
s los hom ófobos? Y, ¿qué
tirar la nacionalidad alem ana a todo
entes en materia de acogida alemán, Benedicto XVI? Y es
Hay que ser más voluntaristas y exig pasaría entonces con el prim er papa
orgullosos de los valores de la ante la instrumentalización de
y de integración (... ] Nos sentimos que no pued en perm anec er ciegas
entre los hom bres y las mujeres, de la lai- en un esta do conservador, que por
República, de la igua ldad la lucha homófoba, sobre todo
n. Entonces, hablemos de ello chos de los homosexuales, y
cidad, del ideal francés de integració lo general no se preo cupa de los dere
emo s para que los derechos de la mujer rimonio.
a los que acogemos. Y actu
res de la inmigración.• muc ho menos de abrir para ellos el mat
francesa se apliquen también a las muje dem ocracia sexual no se
Si en materia de naturalización la
inos de igua ldad entr e los sexos, en
trata en Francia sino en térm
años, el refugio de la libertad de las sexualidades.
Francia ya no es hoy, com o hace diez Alemania, ya lo vemos; se trata de
feminismo esta dou nide nse Pim Fortuyn, las dos lógicas
arm onía amo rosa , por opo sició n al En los Países Bajos, en la época de
en lo sucesivo la patr ia de gración musulmana como
de la guer ra de los sexos; ha de ser se conjugan: facaso no aparece la inmi
. Sin dud a sigue siendo la hola ndés , tant o para los homo-
la igualdad entr e hombres y mujeres la antítesis del liberalismo sexual
se transformó en ejempla- permiso de residencia exige
República, pero la excepción fran cesa sexuales como para las mujeres? Así, el
bado en el extranjero, que
ridad democrática. un examen de integración cívica apro
no son específicamente ua, la historia y la cultura
De hech o, esta retórica y esta lógica supo ne cierta familiaridad con la leng
rg decide som eter a un exa- pues, un "kit " de integra-
francesas. En 200 6 Baden-W urte mbe holandesas. La administración propone,
los candidatos musulmanes a inici ació n cultural. Pero la cultura
men sobre los valores alemanes a ción, que comprende un DVD de
ideran seguir el ejemplo. educación y el sistema de sa-
la naturalización, y otro s esta dos cons no es sólo "la política, el trabajo, la
Europea el alemán Cem completamente normales y
Com o lo hace nota r ante la Comisión lud". En efecto, "cie rtas cosas que son
671/ 06), la medida es dis- ibidas en otros países".
()zd emi r en una pregunta escrita (P-0 aceptables en los Países Bajos están proh
ón, "la dud a se permite, en vere mos el consumo de mari-
l l llnin ator ia. Si, segú
n la administraci Sin embargo, no crea mos que
anes , con respecto a la solidez de exhi be sólo la libertad sexual. "Por
w·m·r,11, en el caso de los musulm guan a en esa película; allí se
a los interesados con la República de broncearse en la playa
111~ l.1ws prof und os que unen ejemplo, las mujeres tien en el derecho
libres de expresar su homose-
con escasas ropas, y las personas son
w.sarkozyblog.com/2005/immigra· de ir a los Países Bajos deben
1 rl hlug e.le Nicolas Sarkosy: <http://ww xualidad". Los extranjeros deseosos
111 11111111wanon-choisie/>
74 • ERIC fASSIN
LA DEMOCRACIA SEXUAL Y EL CONFLICTO DE LAS CIVILIZACIONES • 75
entonces ser capaces de ver imágenes de mujeres desnudas y de
gays o de lesbianas que se besan. Evidentemente, la administración escuchar hoy. 6 ¿Hay que concluir que no hay nada nuevo bajo el
no ignora que "en ciertos países, va contra la ley poseer filmes sol del imperialismo, y que la democracia sexual poscolonial sería
con imágenes de esta naturaleza. Por ello, se hizo una versión es- el reestreno, en forma idéntica, de una modernidad sexual que se
imponía ya en la era colonial?
pecial para esos países. Las imágenes prohibidas se suprimieron.
De esta versión se dice que fue 'expurgada' (edited)''. 5 Ya se puede Formularemos más bien la hipótesis de una mutación: la de-
uno imaginar que la elección de la versión censurada facilitará la mocracia sexual no se conforma con repetir el proceso de la civili-
selección de los visitantes. Aquí como en otras partes, la democra- zación colonial, incluso si toma prestados algunos de sus elemen-
tos; desplaza su lógica. El exotismo orientalista en los días de la
cia sexual se ha convertido en el arma occidental predilecta para
Colonia era también un erotismo. En ocasión de su escala en Argel,
intervenir en el conflicto de las civilizaciones.
en 1832, cuando Delacroix entrevé el harem, su curiosidad está im-
Abiertament e homófobo y sexista, Zacharias Moussaoui
pregnada de deseo por esta alteridad sexual radical. Pero ese deseo
manifiesta pues que, desde el fondo de su celda, ha entendido
es también, claro está, político. Como observa Assia Djebar en el
perfectamente la retórica en la que se apoya hoy el imperialismo.
ensayo que le inspira el célebre cuadro Mujeres de Argel en su apar-
Enemigo de Estados Unidos y de Occidente, puesto que es mu-
tamento (Djebar, 1980 y 2002), si la mirada del pintor, haciendo a
sulmán, es natural que se defina al mismo tiempo por el rechazo
éstas visibles por primera vez, les abre un espacio de libertad, lo que
de la democracia sexual: opta por encarnar al bárbaro que está
admira el hombre es también su sujeción: "iEs bello! iEs como en
condenado a ser, es decir, la figura invertida de la modernidad.
ti~mpos de Homero! La mujer en el gineceo se ocupa de los hijos,
Es importante no ver esta construcción política en espejo por
h1la la lana o borda maravillosos tejidos. iAsí entiendo a la mujer!"
su efecto de divergencias ancladas en dos culturas antagónicas:
Como Baudelaire, Delacróix siente la nostalgia del ayer, de un ayer
moderna (u occidental) de un lado, arcaica (o islámica) del otro.
en que las mujeres se entregaban al deseo masculino y encontraban
El "conflicto de las civilizaciones" es un asunto de relaci~nes de su gozo en la sumisión. Sin duda Sardanápalo a la hora de su muerte
poder, comprendido en el juego de la dominación.
encarna al déspota oriental por excelencia, pero es la barbarie de
Cabe sin embargo preguntar: ¿en qué medida es tan nuevo el su omnipotencia, hasta en el abandono del sacrificio último, lo que
envoltorio? ¿Acaso la retórica democrática poscolonial no resta- vuelve a las esposas más deseables para la mirada occidental.
blece la retórica colonial de la civilización, hasta en la sexualidad?
Para comparar, consideremo s la dominación sin gozo, bru -
Sabemos que, por ejemplo, el matrimonio forzado, y sobre todo la talmente impuesta a la mujer musulmana, en la cinta holandesa
poligamia, aparecen ya un siglo antes como obstáculos a la asimi- titulada justamente Sumisión, que en 2004 debía conducir a Theo
lación para los súbditos del imperio, en especial en Argelia; sobre van Gogh a la muerte y a Ayaan Hirsi Ali a la notoriedad: para el
estas cuestiones, las feministas que, a la manera de Hubertine espectador occidental la violencia sexuada y sexual aparece como
Audert, querían liberar a "las mujeres árabes", "nuestras herma- la negación del erotismo. Hoy ya no se habla de lascivia oriental
.
11.1\ musulmanas' ', parecían anticiparse a las voces que se hacen
smo sólo de una violencia islámica dirigida por entero, como en'
Plateforme, apología "islamofóbica" de Michel Houellebecq, con-
tra el deseo y el placer. La violencia sexual pasó por allí, basada
fl 1,!1111,;u 1q11f del inglés. Véase el sitio oficial que presenta el filme (la mitad del texto
,!(rt11 1.l 1.1 l.1 cuestión sexual): <hnp://www.naamederland.nVdocumentenservice/> ' Véase el texto de Julia Clancy-Smith, s.f.: 25-40; el capítulo de Emmanuclle Saada
2006; y la tesis de ciencias sociales d'Abdellali Hajjat, en cur so en la EHESS. '
76 • EAIC FASSIN

en el rechazo proclamado de la dominación; foo se dice con fre-


cuencia que las mujeres occidentales ya se han liberado de ella?
Podríamos encontrar sin duda una misma relación con la domina-
ción, deseada ayer, negada hoy, en el caso del deseo homosexual; DE LO SAGRADO EN LAS SOCIEDADES DEMOCRÁTICAS:
pensemos en los amores de viaje de André Gide, hoy tan embara- EL MATRIMONJO EN EsTADOS UNJDOS,
zosos a la cruda luz del turismo pedófilo. En suma, con la demo- LA FIUACIÓN EN FRANCIA
cracia sexual el erotismo ha cambiado de bando.
Este vaivén erótico de lo colonial a lo poscolonial no significa
desde luego la desaparición, sino el desplazamiento de las asigna-
ciones que rodean a los sujetos. Así, hoy en Francia las jóvenes de
familias llegadas del Magreb se hallan sometidas a un mandato
PARTAMOS DE UNA paradoja. Por un lado nuestras sociedades dis-
paradójico de libertad al mismo tiempo que a una exigencia de
tinguen cada vez más claramente la filiación del matrimonio. En
sumisión, y una y otra se responden. Sobre ellas pesa esta doble
Francia, por ejemplo, lo vemos en el derecho (la distinción entre
coacción cuando se trata de que construyan su sexualidad.7 ¿cómo
hijos naturales y legítimos acaba por desaparecer) y en las normas
emanciparse sexualmente sin traicionar sus orígenes haciéndole
(los nacimientos fuera del matrimonio son ya mayoritarios). Por
el juego a los discursos racistas sobre el "joven árabe", y también
un lado, en muchos países se aborda simultáneamente la cuestión
sobre sus padres y sus hermanos? Así podemos entender que prác-
del reconocimiento para las parejas homosexuales y las familias
ticas como la de la virginidad (o el velo) no son tanto imposiciones
homoparenta les, aunque las respuestas puedan ser diferentes.
culturales sufridas, sino más bien estrategias, tentativas de preser-
Me parece que el coloqu~o que nos reúne ilustra esta parado-
var un margen de agency -a veces muy reducido, es cierto-- en
ja. Por un lado, organizado por la APGL (Asociación de Padres
un espacio constituido por coacciones múltiples y contradictorias.
Gays y Lesbianas), se refiere a la homoparentalidad, irreductible
La democracia sexual aparece así como una posibilidad de. liber-
al matrimonio (pensemos en la adopción por los solteros, o en
tad que puede transformarse en liberación obligatoria, impuesta
la coparentalidad); por otro lado, no dej;t de conceder un lugar
con tanta más fuerza cuanto que se trata de sujetos poscoloniales.
importante a la cuestión del matrimonio (corno en la intervención
Todo el arte político consiste entonces en escapar de la trampa del
de Noel Mamere). Es, pues, la problernfoca articulación entre el
espejo: ¿cómo no convertirse en el Otro bárbaro, es decir, cómo matrimonio y la filiación lo que me va a ocupar aquí.
adueñarse de la crítica de las normas, sin por ello dejarse asignar
Sin embargo, no propondría un análisis sobre la alianza y la fi-
una identidad sexual "liberada"? Dicho de otro modo, ¿cómo no
liación que, al menos en Francia, se considerara "antropológi co",
dejarse encerrar en la alternativa imposible de la occidentalización
a saber, la teorización, a partir de la diversidad de las culturas, de
forzada y del rechazo obligado de la democracia sexual?
la cultura en su universalidad. En contraste, la comparación que
esbozo pretende ser histórica. No se trata de reducir la evolución
• hH· artículo fue publicado en Multitudes. 2006. núm. 26, otoño,
actual a configuraciones antiguas o exóticas, sino, al contrario,
11.,~shT "Postcolonial et politique de l'histoire". pp. 123-131
de subrayar que hay muchas cosas nuevas bajo el sol de Ja antro-
pología social. El orden simbólico cambia; hay confusión en el
W~•
... \
Níl 1r.1 (,uénif-Souilamas y Eric Macé, 2004; Chrisrelle Hamel, 2007 y s.a.: orden sexual. Claro, no se trata solamente de Francia: podemos
enfocarnos en Norteamérica, con Canadá y Estados Unidos, o más
[77)
78 • ERIC FASSIN
DE LO SAGRADO EN LAS SOCIEDAOES DEMOCRÁTICAS
• 79

cerca de nosotro s, en Europa. La comparación jurídica europea


que propuso Kees Waaldijk en el marco de un programa de inves- a la ne~oci~ción; en suma, son históricas. Lo que es cierto respecto
de la f1scahdad, la seguridad social, la escuela o la inmigración,
tigación empren dido por Marie Digoix y Patrick Festy en .el INED
(Instituto Nacion al de Estudios Demográficos), está destinad.a a n~ lo es me~~s r.espect.o del orden sexual, la pareja, la familia, la
alianza y la filiación, e incluso la reproducción: podemo s cambiar
un porven ir a la vez desesperante y alentador, puesto que la lista
las reglas del juego... lo hacemos ya, se trate del matrimonio o <le
de países implicados no deja de crecer, y porque cada uno .p~rece
la adopc~ón, de la contracepción o de la asistencia .médica para la
dedicad o a realizar una interminable revisión de sus dispos1c1ones
procreación. En una lógica democrática el orden sexual no es ,b
jurídicas en la materia. 1 111
natural ~ue el sistema económico o la constitución. Las leyes que
Me parece que esta evolución internacional traza un mapa
lo orgamzan resultan de elecciones, basadas en valores político ~ y
de las sociedades democráticas, o más precisamente de las so-
no en verdades antihistóricas.
ciedades que se reivindican como democráticas. No se trata de
conceder patente s de democracia, con un historial que permita Este análisis parecerá utópico a muchos: en Francia y en otras
p.artes, ~or el contrar io, facaso no nos demues tra la experien-
rescatar a los Países Bajos donde la xenofobia avanza, ni de pre-
cia que invocamos constan temente a Dios o a la tradició n a la
servar a Massachusetts y California de la maldición bushiana, sino
ciencia o a la naturaleza para rechazar la democratización de las
de advertir que las reivindicaciones que sostienen los gays y las
costumbres? Sin duda, pero es precisamente como reacción contra
lesbianas en materia de igualdad entre las sexualidades, y las de
la extensión del dominio democrático como tales discursos se de-
las mujeres en materia de igualdad entre los sexos, rechazan cada
sarrollan. Lejos de explicarse como vestigios tradicionales deben
vez más el períme tro de la democracia para incluir en él lo que
más bien interpretarse como lógicas reaccionarias nacid;s de la
yo propon go llamar "democracia sexual" .(2005): la politiza~ión
actualidad democrática. Contra el movimiento histórico, aquí
de las cuestiones sexuales forma parte creciente de la modern idad
allá, hay que empren der la (re)fundación natural del orden social·0
política . Es tiempo, pues, de precisar la definición de democracia
pero todos ~sos act.ores no ofrecen el mismo discurso, de ahí qu;
que se halla en el principio de mi análisis. . . convenga diferenciar los nudos de resistencia a la historicidad
¿Qué es una sociedad democrática?2 Es una sociedad que de-
según los context os nacionales: las comparaciones no sólo nos
fine sus leyes y sus normas. Dicho de otro modo, ningún .principio
permiten situar un movimiento democrático común sino también
trascendente se impone a priori, por encima de la deliberación
las reacciones específicas en context os sociales dife~entes.
democrática; ni dios, ni la tradición, ni la ciencia, ni la naturaleza.
Ningun a "Ley" con mayúscula determ ina nuestras "leyes" con Ya tuve la oportun idad (Fassin, 2001: 215-23 2) de subrayar
minúscula. De igual modo, las normas son inmanentes y no tras- u.na sorprendent~ simetría para quien se interesa. en la compara-
ción entre Francia, en ocasión de la discusión sobre el Pacs entre
cendentes. En una sociedad democrática convenimos en que las
leyes y las normas son humanas: están sujetas al cambio y abiertas 1997 Y 1999, y Estados Unidos, cuando se llevó a cabo el primer
debate sobre el "matrim onio gay" entre 1993 y 1996: lo más
problemático de este lado del Atlántico es la filiación, mientras
'f,fn11· 11r Less Together, dir. Kees Waaldijk (comp.),
2005.
t 111• p.lrrafo recoma una intervención, "Conjuga lité er
que del otro lado es el matrimonio. Lo vemos tanto en la ley como
liliarion a l'aune de la d~~o-
1r1111 .. , 11cllc", en la Asamblea Nacional (Misión de informaci ón sobre I~ fam1ha en _las nori;i.as, en el debate político o las sitcoms, en la argumen-
In' 1lr1 1, hm Je los hijos), miércoles 12 de octubre de 2005: "La démocratae sexuelleY tación pohtica y los sondeos de opinión: mientras que en Francia
rl I 1111rlln111 l'I démocrar ique". nos preguntamos si la apertur a del matrimonio entraña el peligro
111111 //WYI ".c<l 1ríonsamsrerdam. fr/exrrai rs/Fassi n_ 1nversion_1ntro. hrm
> de desembocar en la apertur a de la filiación, en Estados Unidos
80 • ERIC fASSIN DE LO SAGRADO EN LAS SOCIEDADES DEMOCRÁTICAS • 81

la secuencia es al revés, pues nos preguntamos si los padres homo- Y al ~amb~o, a la política y a la historia. Lo mismo vale para el
sexuales, por haber pasado las pruebas, merecen la recompensa d~l matnmomo del otro lado del Atlántico. Propongo pues definir lo
derecho al matrimonio. Puede pensarse que como la controversia sagrado en nuestras sociedades como aquello que pretende tras-
prosigue tanto en un país como en el otro,3 ninguno de los dos ha cender la lógica democrática.
dejado atrás este esquema: como lo demuestra Thibaut Menoux . ¿có~~ i~~erpretar este contraste entre Francia y Estados
en una tesis de maestría reciente del DEA (Diploma de Estudios Umdos: f1hac10n de este lado del Atlántico, matrimonio del otro
Profundos), la comparación entre el matrimonio de Begles lado? Mi hipótesis es que las diferencias nacionales· remiten a cons
y la decisión de la Suprema Corte de Massachusetts confirma el trucciones diferentes de la nación. En Estados Unidos no sólo es
análisis.4 un desa_fío el. matrimonio homosexual, sino de manera más general
En mi opinión, también lo sacralizado plantea un problema: la el ~atrimoruo, como lo demuestra, por ejemplo, el crecimiento a
filiación en Francia y el matrimonio en Estados Unidos. ¿Por qué partir de los años ochenta de un rito renovado: la petición de mano.
utilizar este lenguaje religioso? No se trata sólo de recordar que las La batalla política por una "Ley de Defensa del Matrimonio" vo-
instituciones religiosas participan en el debate, y a menudo (pero tada urgentemente por el Congreso y ratificada durante la n~che
no siempre) lo hacen para oponerse a la apertura de derechos por el presidente Clinton en 1996, remite pues a un desafío en las
nuevos para las parejas homosexuales o la homoparentalidad: pen- normas. A diferencia de lo que ocurre en Francia, los nacimientos
semos en la intervención del Vaticano en el debate político italiano fuera del matrimonio, sin ser raros, siguen siendo fuertemente
de hoy, o en las elecciones presidenciales de Estados Unid?s. en estigmatizados. Y es que forman parte de la historia racial del país,
2005. No se trata, sin embargo, de un uso puramente metafonco, con la ruptura de la familia negra, o más bien su descomposición
como si habláramos de "tabú". Es en su sentido estricto como en el seno de la (supuesta) .cultura de la pobreza. Dicho de otro
hay que entender esta referencia a lo sagrado, puesto que se trata
de trascendencia. 5 En Francia, si estamos dispuestos a reconocer

modo, construcción de la nación, el orden de las clases y de las
~azas, tienen su base en el matrimonio. Se entiende así porque es
la dimensión histórica del matrimonio aceptaremos que muchas u?portante sustraerlo de las alteraciones históricas y las negocia-
veces es, hasta entre los "progresistas" (a quienes yo prefiero cali- c10nes políticas: el matrimonio debe trascender la democracia
ficar en este caso de "conservadores de izquierda") para arrebatar para fundar mejor la nación estadounidense.
la filiación a los avatares democráticos; a la vez a la deliberación En Francia, simétricamente, si la filiación está sacralizada es
porque _se halla en el seno de la definición nacional, afectada por
' Véase Sébastien Chauvin y Baptiste Coulmom, s.f.: 77-79, para la versión estadou-
la cuestión de la inmigración. En efecto, desde los años ochenta y
nidense, así como un proyecto de artículo por los mismos autores sobre la corriente sus debates para preparar las leyes llamadas de' bioética las con-
francesa, "Notre compromis national", <http://www.coulmont.com/blog/2004/ troversias sobre la homoparentalidad, sobre la idea de fundar la
P•tge/2/> . , filiación natural, y en particular sobre la diferencia de los sexos
' rh1baut Menoux, 2005: 17. Mientras que en Francia, como lo recuerda el tirulo
"" un artículo de Libération: "Derriere le mariage, le tabou de l'adoption", se agita remiten a la creciente importancia de una definición naturalizad~
"'""'un espantajo la adopción por las parejas homosexuales como consecuencia del de la ci~dadanía (cuyo reverso es la oposición, cada vez mayor, a
11111t1m11nio de personas del mismo sexo, en Estados Unidos, por el contrario, para- naturalizar plenamente a los extranjeros... ). Al ganar terreno en
11"1" uuwtc se reivindica el matrimonio en nombre de los hijos de ese tipo de parejas.
Vt "" 1111 mtroducción "Démocrate de peu de foi", a la jornada "Acrualité de la el código de. la nacionalidad, el jus sanguinis contribuye a plan-
f ,¡, 11 " . worganizada con Daniel Borrillo, el 25 de noviembre de 2005 en ENS !ª
tear cuestión d.e la fi.liación en términos de fundamentos que
H 11rl o Norm.11 Superior) (2005b). trascienden la deliberación democrática. No es pues casual que el
82 • ERIC FASSIN

DE LO SAGRADO EN LAS SOCIEDADES DEMOCRATICAS • 83


Pacs esté marcado por dos limitaciones principales: una que atañe
a la filiación, y otra que se refiere a la nacionalidad. Si en Estados aquellos que la reivindican sino también 1 .
nan · no so'lo . ' para os que ti 1111pug-
Unidos el matrimonio funda la nación, en referencia a la cuestión , para quienes se oponen ¡ d h
racial, en Francia lo hace la filiación, en relación con el asunto de tamb·' ·
ien para quienes los reclaman L ª os b erec . os nuevo!>, sino
los inmigrantes. deberán e t d . as o servac1ones que siguen
n en erse pues como compleme t d l r .
En este punto he de advertir contra una interpretació culturalista que formulara Daniel Borrill 1 d' .. n o e a cr t." ª .111t1'tosa
de este contraste: no demos un valor antihistórico a la comparación, combate compartim p o ah 1,ng1rse a la asoc1,H.:1011 t:uyo
1b os. ero me are eco como sociólogo dt• '"'
remitiéndonos a la Francia eterna, o a una ''.América" intemporal.
Así, no asignemos la primera a la cultura católica y la segunda a ~~nªla:ª~r~s~~~;:::c~~::ía ur;la~ionar las .for~ulaciom·s pol1t1l.l\
la protestante: después de todo, el matrimonio está sacralizado del testatario de d 1 q p san sobre el discurso, ª" \l'.1 ro11
, s e e momento en que la fil' 'ó
otro lado del Atlántico, sin ser un sacramento. No se trata pues en el debate público francés. iac1 n esta s.1u .1l11.1d.1
de sustituir la versión antropológica de lacultura por la visión Para la APGL es importa t d' . . "
culturalista de las culturas, sino más bien de analizar un momento filiación"· 1 b. I' . 1 1 n e 1stmgu1r tres vt•rr ll'lltt•s dl' l.1
histórico, un contexto social, una coyuntura política. El punto cimiento ~e: ~~. ~g1ca, a. egal y la social. Un ccrr 11 ll .1do de· 11.1·
m1 ma recapitular estas diferentes di111t•t1'10111•s y 1
Sea q ue se superpongan
es importante no sólo para el análisis científico, sino también en la 1 f .. • •
perspectiva de la intervención emprendida: no hay que volver distintas c 1 h ' como en as ar111l1as das1us, o que• M',111
el cambio sociológicamente impensable cuando se aspira a él polí- o más b.' o70.en a omoparentalidad.• Esta pl11np.1n·111.il1d 1d
ticamente. No es cuestión de encerrar a la sociedad francesa, sub nuestro ~:J lur¡~nt~sco, por su dimens1cí11 po11r t'll i·11t i nl1.·l1e;
specie aeternitatis, en la definición nacional que hoy prevalece e
En e1ecto, de o e ación plural, pero al mrsmo t1t·111po lo d1111111 1
to 0 ocurre como · ·
en ella; tal vez mañana sea diferente. Yo trato, en consecuencia, rental se tratara de d f s1 para compens.1r l,1,1pt·11111.1 l11111111p.1
de desarrollar la crítica de la naturalización de la nación en el el origen bioló . ar ~ni undamento trasc1·11d1•11tt· .1 l.1 ltl1.1l 11111:
registro sexual y en el registro nacional, a propósito del orden g1co sena a verdad ant1h1stonl.1 d(' l 1 ltl1tl11111
porque no se trata sólo d l . ' · •
simbólico pero también de las discriminaciones raciales, histori- tiene una historia bioló i e cor~1p.ro }ar 1.1 cv1dt'11u,1 (todo ui110
zando este proceso; en particular, analizándolo como una reacción d' . g ca), nr s1mple111entc <lt' pro11u11u.11 1111
iscurso normativo sobre el i · ( d
al proceso de democratización. necesidad d h' ps .qu1smo to os los ntno/> tcndn.111
e conocer su IStona biológ· ) d . .
El análisis que antecede no pretende ser sólo descriptivo. el origen biológico ld h ic~.; s.e trata e rnscnh1r
Aspiro a proponer un instrumento crítico. Por ello no diré aquí p en e erec o ... en la filiación. s
simplemente que en Francia, a diferencia de Estados Unidos, la .ara entender que este último paso no tiene nada de inevitable
conviene compararlo con los trabajos de antro 1 ,
filiación plantea un problema, y que en el momento del Pacs las
resistencias políticas no eran tan considerables porque se plan-
ducció~, en especial los de lengua inglesa. He ppuoe~~~~e la rf~pro­
l
a medida en q b . man 1esto
ue estos tra a¡os provenientes (entre otros) de la
tt .iba la cuestión de lo que vendría después del Pacs, es decir, la
l 1111d1a homoparental: en efecto, eso lo sabe muy bien el público
d1 1111 coloquio organizado por la APGL. En cambio me gustaría ; Véase, por ejemplo, Martine Gross, s.a.: 105.
p111po11er una hipótesis: del mismo modo que ocurre para el ma- Encontramos aquí el eco debilitado d J .
pensa la historicidad del matrimonio e tonservadd uns!11o de izquierda, que com-
111111111110 del otro lado del Atlántico, la sacralización de la filiación • Sin duda se dirá que la filiación le ~on ª trasc~~ enc1a de la filiación.
1 11 1 1 11.1.1 funciona como una coacción discursiva no sólo para sentido dar entonces a la reivindicac~óns; mscnbma s~la. en el derecho; pero, iqué
lógica y social)¡ iQué es una fil' 'ó le unl reconoc1rruento de las filiaciones bio-
. 1ac1 n no ega ?
84 • EAIC FASSIN

DE LO SAGRADO EN LAS SOCIEDADES DCMOCAATICAS • 85


crítica feminista del parentesco impugnan la prueba de una "~~­
turaleza de la maternidad" (Fassin, 2002c: 103-122). La desm1t1- paradoja minoritaria: el discurso de impugnación se dej.1 t's1.:ud1ar
ficación de Ja figura materna {para no hablar más que de ésta) se con las palabras ~e! discurso que éste impugna. Así como put·de
manifiesta particularmente en la ges~ación pa~a .otros. No se trata llevarse a las femm1stas a hablar como mujeres para pedir no ser
de plantear desde el inicio la matermdad b10log1~a de alguna pro- tratadas como mujeres, la homoparentalidad refundaría en l.1 ,
genitora distinta de Ja madre social o legal: la ~ui:r 9~e pare no es turaleza la filiación en el momento de desnaturalizarla. De l'SI('11 1
necesariamente la donadora del ovocito. Y la distmc1on no.apu?ta doble movimiento paradójico podría decirse, para ser estrictos, q c
de ninguna manera a postular una verdad última de l~ f1ltac1ón 9
acusa una ambivalencia. Podríamos decir.también, para ter1111n.11 11
que trascienda las diferencia~ s~ci~les y legal~s. En cambio, vemo~ ~on un tono más optimista, que ofrece la posibilidad de un doble
que el anuncio del origen b1?log1c? precomzad~.por la APGL su Juego con las normas. Si el discurso minoritario las elimina en el
pone un fundamento biológico ongmal: paradopcamente, :_n el momento de impugnarlas, a la inversa, las cuestiona en el instante
momento mismo de recordar la distinción entre reprod~~c1on Y en que las elimina.
filiación, eliminamos su identificación, incluso su ~onfus1on. . Terminaré con un ejemplo sacado no del discurso militante ni
Vemos entonces desplegarse a la vez dos lóg~~as .contradic- del discurso erudito, sino de la práctica social ordinaria, inspirán-
torias: por un lado, una desnatur.a!iz~ción de la f1ltac1ón; por el dome en el. trabajo etnográfico de una estudiante, Nolwen Neveu,
otro, una renaturalización de la f1ltac1ón. Me parece que de es.te en otra tesis del DEA (2005). El estudio de una configuración co-
doble movimiento se ocupa también Anne Cadoret en la entrev.1s- paren.tal (sin .~spirar. a la representatividad) demuestra que esta
ta que dio al diario Libération cuando se abrió nuestro col~qu10, expenmentac10n radical, lejos de poder liberarse verdaderamente
el 25 de octubre de 2005. La antropóloga, que ha examinado de las normas sexuales, puede estar atrapada en ellas por entero:
desde hace mucho tiempo las diversas realidades d~I "parentesco así, las distinciones entre los padres y las madres se parecen mucho
plural", demuestra que la homoparen:~lidad nos mv1.ta a ~a n~ al orden del género en configuraciones más clásicas, y la distinción
"asimilar los progenitores a los padres . Pero en seguida anade. e~t~e los padres biológicos y los otros reproduce una jerarquía fa-
"Cuando admitamos que no podemos ocultar el cue.rpo q~e pro- miliar en nuestra sociedad. Por ejemplo, sólo a la madre biológica
duce un hijo, pero que sólo es una de las fig~ras neces~nas del se le llama "mamá".
parentesco, habremos dado un paso sa_gr~do (las cur~1va~ ~~n Pese a ello, entrevemos que hay un juego en la norma, ya que
mías). Vemos surgir aquí una segunda log1~a, q~e en m1 opm10n la otra madre, que no es "mamá'', trata de hacerse un lugar propio
va en sentido contrario de la primera: la exigencia de transparen- en la contradicción de una fórmula emblemática: '1\Jice no es mi
cia en cuanto al origen biológico convierte necesariamente {para hija, ~ero yo soy su madre". ¿No se descubre "madre judía", res-
retomar Ja palabra de Anne Cadoret) al progenitor en padre~ uno tableciendo así su identidad judía? He aquí sin duda una tentativa
dt• Jos padres, sin duda, pero no sólo uno de los padres posibles. en el lenguaje y en la práctica, de desarticular la evidencia de un;
i:-.ra verdad supuesta de la filiación la lleva:. por ?tra,, p~rte, a
, t111itir todas las "ficciones" del lado de las mentiras : rncaso
11111·111t• la biología? . hip~tesis
' Es la de una ambivalencia política de la APGL, simétrica e inversa a la de
Act-Up Pans: en el debate sobre el Pacs, donde hacen frente común de manera ines-
< reo que encontramos aquí una de ~a.s .variantes. de ~o que perada, si los militante~ ~e la APGL se descubren radicales muy a pesar suyo, por el
l'"d' 1•111108 llamar, en referencia a los analts1s de la h1~t~nadora hecho del contex_ro ~olmco lo~ de Act-Up se sitúan del lado de la norma conyugal,
l 1 11l11i1111dcnse Joan Scott sobre las paradojas del fermrusmo, la pese a todos su~ instintos .polft1co~. En suma, las disposiciones subjetivas de unos y
otros contradec1~n su pos1c16~ ob¡et1va. De allí el regreso ocasional del reprimido;
deseo de normalidad en los primeros, deseo de subversión en los segundos.
86 • ERIC fAS SIN

ve rda d biológica últim


a de la filiación e~ el
someterse a su peso no
rmativo. Las coaccion
mo~ent~ mismo de
pues, lazos qu e no s ap es d1scurs1vas no son,
risionen co mo un a te~
críticos aq uí pro pu est aza; los e_leme~tos
os po drí an servir pa ra
influencia. dis ten de r au n mas su PAREJAS HOMOSEXUALES
YFAMILIAS HOMOPARENT
ALFS
• Este articulo fue publi
cado en Anne Cadoret
Mécary y Bruno Perre , Martine Gross, Carol
au (dirs.). 20 06 . Homo ine
scientifiques et politiqu parentalités. Approche
es, París, PUF. pp. 353 s
- 362.
EN 19 97 , CUANDO co
n la llegada al po de r de
en Francia el debate so la izqu1er<la '>C 11m:1ü
bre lo que iba a oc urr
de Solidaridad (Pacs), ir con el Pa tto Ctv1l
ya se hablaba de parej
aú n no de familias ho as homosexuales, pe ro
moparentales. En efe
oc he nta se había tom cto , du ran te los añ os
ad o conciencia de qu
fermo de sida muchas e la mu ert e de un en
veces dejaba a su co mp -
de rec ho (desde el arr en añ ero sin nin gú n
da mi en to hasta la heren
trasmitirse): en Franc cia, que no pu ed en
ia, co mo en otr as parte
de pa rti da de las reivin s, fue éste el pu nto
dicaciones de las union
homoparentalidad seg es civiles. Pero la
uía siendo invisible e im
noventa: la familia y pensable en los años
la homosexualidad no
La pa lab ra misma só se llevan bien.
lo existe a pa rti r de
Asociación de Padres 1996: la ac uñ ó la
Gays y Lesbianas (APGL
jun to de situaciones de ) pa ra calificar al con-
parentalidad de los ho
ad op ció n y la procreac mosexuales... co n la
ión médicamente asisti
ciones legales, pe ro tam da, pese a las restric-
bién en el ma rco de rec
miliares después de un omposiciones fa-
a un ión heterosexual,
co pa ren tal ida d que im .o en el marco de una
plicaba a la vez a las les
Así co mo hace much bianas y a los gays.
o tie mp o el matrimo
les só lo oc urr ía en un nio de los homosexua
iones heterosexuales -
mujeres tra tab an de en las qu e hombres y
oc ult ar sus deseos ile
del mismo sexo, así tam gítimos po r personas
bié n, todavía en los
se pensaba en los padre añ os noventa, só lo
s de los gays y las les
misma frase asociaba bianas cu an do un a
las palabras "familia"
incluso en el caso de y "h om os ex ua lid ad ",
las representaciones
Francia: en un "estad eruditas, al menos en
o de los co no cim ien tos
" so bre la familia, no
[87 )
66 • ERIC FASSIN

se encontraba entonces mngun


. a referencia a la homosexualidad, PAREJAS HOMOSEXUALES Y FAMILIAS HOMOPAAENTALES • 89
y nadie se sorpendía (Singly, 1991).
Francisco, en los condados de Nuevo México y de Oregon y en los
municipios de Nueva Jersey y del estado de Nueva York. El futuro
EsTATITTOS JURÍDICOS de estas iniciativas (y de las parejas casadas en pocas semanas) es
incierto, ya que una enmienda a la constitución de Massachusetts
podría poner fin a esta experiencia legal en 2006, mientras que en
La realidad de las pare¡as . h omosexuales
d y de
artir dellas familias en
momento homopa-
que se todas partes la justicia ha suspendido las iniciativas de "desobedien-
rentales sólo es pensable y penlsa a a ? u' blico· en otras palabras, cia civil" (Fabre y Fassin, 2004). ·
. uesta en e espac10 P , ,
convierte
d en ·una apa de bat1rse . est atutos ¡·urídicos· Conviene aqm Conviene que la cuestión de los derechos en materia de filia-
cuan o comienzan . F ncia no es pionera en esta ción no se confunda con la del reconocimiento de las parejas. En
ampliar la perspectiva: en ~fecto, ra Andenas 2001). La inicia- Estados Unidos ciertos estados ofrecen la posibilidad de adop-
cuestión (Borrillo, !001; W~temut~ binamarca' es el primer lugar tar al hijo de la pareja, mientras que Nueva Jersey reconoció la
tiva parte de los pa1s~s ~sc:~s~:'::~sociación civilmente registra- adopción conjunta para las parejas del mismo sexo en 1997. Lo
donde se1 crea, e·as a partir~ , Noruega adoptó ese modelo en
p~r
del mismo sexo; mismo ocurre para la procreación médicamente asistida (se trate
da parasas J 1995 Islandia les pisa los talones en 1996. de madres portadoras o de la inseminación artificial con un dona-
1992, y uec1a en .. enas en 1999 con el Pacs, que dor): la legislación varía de un estado a otro. Así, también en los
Francia sigue estos e¡emplos_apd fºl1ºación sin embargo, esta Países Bajos el acceso a la procreación mediatica asistida (PM.A) no
, d hos en matena e 1 · . .
no abre mas erec . en efecto Francia mst1tuye se deriva del reconocimiento legal. Tampoco en Francia, es cierro,
e~
ley pone marc a u
h na lógica nueva: '
to i ualmente abierto a las pare¡as de
.
pues las leyes de bioética sólo se aplican a las parejas de distinto
por vez pnmera u~ ~statu gDesde entonces las cosas han cam-1 sexo, independientemente de su estatus matrimonial. En cuanto a
~ismo sexo y de dtSt!nto sexo~rticular en los Países Bajos, donde la adopción, si bien en nuestro país para ello se exige el matrimo
b1ado en muchos paises, ~n p t' abiertos indistinta.¡nente a los nio de las parejas, es posible a título individual para los solteros ...
el matrimonio 1 y la¡ adopción es anl
heterosexua es a pa
rt1·r de 2001 En Bélgica
· aun si en la práctica los consentimientos pueden rechazar.~c
hoy, y
homosexua 1 .es y a os
el caso e matnmo , y España se prepara
d 1 . n1·0 a partir de 2000 con el aval de la Corte Europea de los Dcrt'd1m
ocurre . o. mismo
¡ n en
tanto que Suec1a . Y Gran Bretaña ofrecen una d, Humanos, a menos que se oculte la homosexualidad ... "'' Jlll<''• l.1
para 1m1tar a, e la adopción. En Cana a, yfiliación y la alianza deben considerarse a la vez en su l''Jln 11,, 1d,1d
opción comparabl~ qu:lt~~:a~o
en_ lo Federal tanto en el asun-
en su articulación.
Ontario y ~uebe~ msp1raro~ el de la adopción. Muchos otros
d E ropa a com?
to fdel matnmon10 Amenca _e L atma, . y
hasta Sudáfrica, han co- DEBATES POLÍTICOS

mcnzado a cambiar en lo ~ue se


pa ses, e u refiere a estas cuestiones.
, 1 . . después de Ver-
11
El caso de
,
Estados Umdos es
estatuto reserva o
mads coamlapse¡po~re¡·as del mismo
. La evolución jurídica evidentemc.·nrc· 1d1.l\,1 "' 111.11, 11 11.1c.1onal:
1rnH,que creo un
o 1 . matnmomo se a no en. . b ·, 2004 Lo mis- no sólo en Francia oscilamos cntrt' 1111.1 l11g11,1 d1 11111 1.111c.1.1 de las
.
i º l'll 2_00 ' e prop10 de conformidad con un fallo de la prácticas individuales y el rcconou1111rn111 de '" p 11q,1s homo-
i1111 º' 11rnó en Massachusetts
!-. 111111 111.1 Corte de ese estado, y gracias e¡
. al ·emplo del alcalde de San ~
sexuales, e incluso de las familias ho111op.11 n11 il1 1>1·,dc· luego, la
imitación desempeña un papel imporr,11111 111 1sr 1 11111l11pl1cación
de reformas, y Ja circulación jurídit,1 c·111111)('.11 11111 111.1, 1onal tiene
92 • ERI C fAS SIN

de sangre, sin o po r la lóg PAR EJA S HOMOSE


ica de las relaciones esc XUALES Y FAMILIAS HOMOPAREN
palabras, el mo de lo del ogidas. En otr as TALES • 93
parentesco electivo perm a los pa dre s biológicos
el co nju nto de las tra nsf ite co mp ren de r pa ra la recomposición
orm aci on es familiares po r las madres po rta do fam1har, pasando
(Stacey, 19 96 ). Pero al "p osm od ern as" ras y las donaciones de
mismo tie mp o resurge de esp erm a sin anonim ovocitos, hasta las
propia de las sociabilid una característica ato (Cadoret, 2002).
ades gays y lesbianas: si
mosexual es también un l~ .intimidad ~o­
a relación social, esta fam
sólo en comparación con ilia no se define
la familia de origen, sin PREGUNTAS PARA !.AS CIENCI
prolongación de un mo o también en la AS SOCIALES
delo afectivo que encuen
la historia de la homosex tra sus raí~es en
ualidad, tanto femenina El interés del movimien
amistad (Weeks et al. 20 como masculina: la to actual va más allá de
01). nes: pla nte a preguntas las reivindicacio·
Por otr o lad o, es un de de ord en general a nu
saf ío a la vez po líti co pe ro también a las discip estras sociedades
int erp ret aci ón de tales y cie ntí fic o la linas qu e tienen la misió
de ter mi na r la rel aci ón
tra nsf orm aci on es en los
est ilo s de vida: ~n F~ancia,. a diferencia n de entenderlas'
en tre est as co nfi gu rac de Estados Unidos, los
los mo de los ex ist en tes ion es nu ev as y c1.enc1as soc1ale~ a quien especialistas e~
... en tre pa rej as ho mo sex es se ha solicitado como
sexuales, en tre familia ua les y he ter o- dieron en un pn me r mo ex pe rto s preten-
me nto evaluar a las pareja
(Stacey y Da ve np ort ,
s ho mo pa ren tal es y "h
ete rop are nta les " Y ~ las familias homopa s homosexuales
20 02 ). La ho mo sex ua rentales co n el rasero de
du ran te mu ch o tie mp o lid ad se en ce rró ex:1stentes, Y comenzaro las definiciones
n co n la "diferencia de
mosexuales pu die ron
en la co ntr acu ltu ra, est
igma qu e los ho - m1s~o de heterosexual los sexos", eufe-
bo rra r co n org ull o. ¿La idad. No sor pre nd e pu
ma rca un a no rm ali zac ev olu ció n act ua l realidades les hayan pa es qu e las nuevas
recido al principio "im
do s a amoldarse a los est
ión de los gays y las les
bianas, co nm ina - t~aban en el marco de los pensables": no en-
ilos de vida de la mayo conocimientos que se hab
a formas nu ev as de rel ría y a renunciar sm tom a!l os en cuenta. ían constituido
ación?, o bie n, a la inv Sin em ba rgo , es más úti
los ho mo sex ua les la va ersa, fre pre sen tan Y r~cons1de~ar nuest l rev ert ir la lógica
ng ua rdi a de las transf ros conocimientos a la
ormacione~ de la sociales, a ne sgo de ref luz de las evoluciones
pareja y de la familia? ormular las definiciones
A me no s qu e, más allá sociales siguen siendo cie : así
la dis tan cia se co nse rve de las apariencias, ncias históricas, tan to po las ciencias
ha sta en la co nfo rm ida
d: así la pa rej a como po r sus propósitos r ~us enfoques
gay se revelaría, siemp (Fassin, 2002).
re original, co mo "u n ord ~ode~os volver así a la
(Schlitz, 1998). inario insólito" evidencia: ¿qué es la par
El ejemplo de las familia m~tn~omal nos lleva, eja? El modelo
implícita o explícitame
Por una parte, y lo muest
s homoparentales revela
esta tensión. cnteno~: la duración, nte, a plantear tres
ran tod os los trabajos, no pese al divorcio; la fidelid
tienen na da de adulter.10; y la cohabitac ad, no obstante el
banal. De no ser po r la ión, que en Francia es ho
experiencia de la homo la pare¡a heterosexual má y más común en
siciones familiares no dif fobia, las recompo- s allá del matrimonio. Las
erirían pa ra nada, se ins sexuales demuestran que parejas homo-
l'I marco heterosexual: cribieran o no en estos criterios no se superp
la suegra de sem pe ña el mente: la duración no im onen necesaria-
que co mp art a su vida co mismo papel, sea plica siempre la residenci
n un ho mb re o co n un menos frecuente~ente a compartida, y
.!.1101 ). Los gays y las a mujer (Le Ga ll, la exclusividad sexual. Est
l'or otr a pa rte , la im po
lesbianas so n "ta n padre
s co mo los otr os" . llevarnos~ reflextonar, com e ejemplo podría
o en el matrimonio, en la
lid ;111" les da un a especi
rta nc ia de las prácticas
de "co pa ren ta- d~ la pare¡a, _cuyas normas "privatización"
ficidad qu e ay ud a a im menos restrictivas permi
ag ina r diversas viduos definir las modal tirían a los indi-
lor m, " de "pl uri pa ren
tal ida d", de sde la adop idades variables del contr
ción, ya "ab ier ta" Se gu nd a pre gu nta : ¿q ato amoroso.
ué es la familia? El de
ho mo pa ren tal ida d ha ba te sob re la
sid o rev ela do r. La idea
de qu e tod o niñ o
HOMOPAAENTALES • 95
PAREJAS HOMOSEXUALES Y FAMILIAS
94 • EAIC FASSIN
grad o lo!> mtcrcsa<los
re se pres enta así com o esta v_isión idealizada, que cultivan de buen
tiene y debe tene r un padr e y una mad (Car rmgt on, 1999 ).
a frent e a la reali dad. Es ciert o res-
una norm a pasa da de mod en cuan to que las
mon opar enta les (un El fen:ii~is~o s!n duda se vio en un aprieto,
pect o de la reali dad social, con las familias par_ecían legit imar , al mism o tiem po qut•
alida d de padr es y. de nuevas re1vmd1.cac10nes_
solo padr e), o reco mpu estas (una plur
la h,omosexual_1dad, la 1~st1tución del matr
imon io, cuya crittt.t
en el dere cho: la adopc_1ón
sueg ros). Pero es ciert o tamb ién ta. Por eso si es ticrt o
indiv iduo s desd e 1996 , y es pos1?Ie hab1a emp rend ido a parti r de los años seten
plen a está abie rta a los do de entra da con' la cuestión
hom bre o de una muier. que. el feminismo se vio conf ronta
estar inscr ito sólo en la filiación de un o a la cuestión fa .
nos invitan a reco nside - le~~1ana, lo hizo históricam ente, sin artic ularl
En otras pala bras , los deba tes actu ales de la actua lidad sexual
s, no sólo porq ue excluyen m1ltar. No obstante, una lectu ra feminista
rar nues tras categ orías más evid ente parte n de Ja domina-
ue igno ran reali dade s ya bien n:iostraría cóm o impugna las norm as que
prác ticas nuev as, tamb ién porq ción masculina. Las interrogaciones sobr e la pareja, la familia y el
establecidas. efect o, en una desn aturalización del
Más allá de la nor- pare ntesc o desembocan, en
Tercera preg unta : ¿qué es el parentesco? la jerarquía de los sexos
de un mod elo que en la orde_n sex~al que sacude los cimientos de
ma heter osex ual, toma mos conciencia al mismo tiem po que las sexualidades.
gía.' natur aliza a ~a familia y
sociedad, pero tamb ién en antropolo ión se con-
ntesc o, com o s1 la repro ducc
al mismo tiem po al pare
iera las norm as (Fassin,
fundiera con la filiación, y la biología defin Maruani (dir.). 2005. Femmes,
lidad nos lleva a re- • Este artículo fue publicado en Marg aret
2002c). Al mismo tiem po, la hom opar enta ou genre. L:état des savoirs, París, La Découvert
e, pp. 184-1 91.
ulaci ón entre parentalidad sexe
flexionar en la distinción y en la artic
senta cion es, estre cha y amplia, de
y pare ntesc o; entre dos repre
revelan, en efect o, que
los "pad res". Muc has fantasías actuales
s prisi oner os de una
imaginamos injus tame nte a todo s los niño
mad re, y olvidamos que la
relación exclusiva con su padr e y su
socialización es múltiple y comp leja.

CONCLUSIÓN

uales y las familias ho-


Podría pensarse que las parejas homosex
xión sobre los sexos o
moparentales no tienen lugar en una refle
y mujeres, ~.er_o no l~s
el género. Enco ntram os en ella hom bres
te francés, la d1ferenc1a
dos; para retom ar los términos del deba
ición ause nte. Así se explicaría el
1k los sexos" estaría por defin
nism o dura nte el deba te sobre el Pacs. Sin
\ilt"11c10 relativo del femi
r 111h.1r~o, es posible otra perspectiv
a. No que la homosexualidad
iones de pode r de la
lw11 .11u en una práctica igualitaria las relac
etnog ráfic a tiende a cuestionar
(lp111111.1n6n masculina: la encuesta
CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES.
PARALELOS, TENSIONES YARTICUI.ACIONES

EN 1976, MJCHEL Foucault publicaba el primer volumen de su


Histoire de la sexualité (Historia de la sexualidad). A partir de una
crítica de las ilusiones de la liberación sexual, y más generalmente
de una revisión de su teoría del poder, el filósofo sentaba las bases
de lo que iba a convertirse en un campo de investigación, sobre
todo en lengua inglesa: la historia de la sexualidad, y particular-
mente de la homosexualidad. Ese mismo año, sin embargo, su
curso en el College de France no versaba sobre la sexualidad. Sin
duda se trataba, como en La Vo/onté de savoir (La voluntad de
saber), de "biopoder", es decir, de las "disciplinas del cuerpo'', y
de las "regulaciones de la población". Pero el meollo de su ense-
ñanza se refirió, a partir de enero, a la "guerra de las razas" desde
el siglo XVII -como "contrahistoria "-, hasta su trastocamiento
en "racismo de Estado" a finales del siglo XIX, y más allá, en
las formulaciones nazis y soviéticas. Durante mucho tiempo este
interés de Michel Foucault en las cuestiones raciales no llamó la
atención. Es cierto que él no insistió, y que el curso mismo no fue
publicado hasta 1997 (Foucault, 1976).
No obstante, la relación entre raza y sexualidad parece muy
esclarecedora. Incluso antes de esta publicación, Ann Laura Stoler
se apoyaba en las grabaciones disponibles para releer al Foucault
de las cuestiones sexuales a la luz de las cuestiones raciales. La
historiadora y antropóloga estadounidense subrayaba también
la medida en que la presencia de la raza había pasado inadvertida
para la mayoría de los lectores en el texto mismo de La Volonté
de savoir. Ahora bien, "el ingreso de la vida en la historia" no
(97]
98 • ERIC FASSIN
CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 99
1 uesto que se trata del "momento
nos habla solamente de sexo, p sta en sus propias estrategias Las reflexiones que siguen presuponen estos conocimientos y
en q~e ¡~ especie ent~a/~mJe ~~~eestudios coloniales proponía, comparten sus premisas científicas y políticas; o sea, la desnatura-
políticas . E~t_a. especia is ~ no del oder que se despliega en el lización de las relaciones sociales de raza y de sexo. Convenimos
pues, un analts1s foucault1a . p d la historia de la sexuali- así en considerar su naturalización en nuestra modernidad, y su
orden s~xua a pa ir
1 rf del punto ciego e .
or Michel Foucault: el imperio. Este crítica, según sus destinos paralelos. Pero a partir de un análisis
dad occ1de~tal presenta?a p de las historias nacionales desde la de los debates en el espacio público francés actual más bien nos
descentram1ento, reescr~tura . ¡ r no sólo revisar la cro- proponemos mostrar aquí cómo las cuestiones raciales y sexuales
periferia colonial, permite, e~ part~u ~;r a conocer cómo "una (es decir, a Ja vez inseparablemente de las de género y de sexua-
nología fouca_ult~ana,, s~no so :~í:ºa fos regímenes sexuales de la lidad) se plantean o no en un momento dado en una sociedad
gramática racial 1mphc1ta subyl . . ble enredo de las cuestio- particular; dicho de otro modo, cómo se plantean o no, pero sin
b " E suma e mextrica
cultura urguesa . n . ' ales es lo que se propone Ann basarnos en la idea de que <.:onvergen necesariamente. También
nes raciales y de las cuesn,?ines sexu la educación del deseo" para querríamos abordarlas a partir de las tensiones actuales entre estas
Laura Stoler al conjugar ª¡raza y . ·¡ giado del poder colonial lógicas: cómo tiene lugar Ja articulación entre cuestiones sexuales
imaginar la intimidad como ugar priv1 e
y raciales en el espacio público de las polémicas, pero también en
(1995: 12 ~ 200~\ . . , de lo sexual y lo racial la que toma- Ja intimidad de las prácticas que éstas contribuyen a definir. 1
Es la misma
,
imtema
0 e re fl ex1'ó n, trasladándonos a la actua-
ncacd10n
l.d d d 1 zam1ento cronolo'g1'co que es al mismo tiempob un
remos aqm com .
DE LO IMPENSABLE A LO IMPENSADO
i a . .. esp . a d la probl ematlca. , . En efecto' las pocas o rasI
desplazam1entob ed . ntas la historia conjugada de la raza y e
francesas que a or an JU d de una misma lógica. Vemos A partir de principios de los años ochenta, pero más aún a partir
ó 0 ambas proce en .
sexo muestran e. m . de Colette Guillaumin, quien teorizó de 1989, en ocasión del Bicentenario de la Revolución, se intro-
esto en los traba1os p10ne~osd , . basándose en el modelo de duce en el debate público francés una retórica de la República que
1" . ,, la economia omest1ca . .
e sexaie en 1 . d "Para la investigadora fem1msta, se apoya en la historia para fundar un discurso sobre la identidad
la servidumbre y la esdc av1tu . f to a una misma historia: estas nacional. Por ello las preocupaciones de los políticos y de los
orrespon en en e ec , .1 1
sexo y ~aza e 1 , e ecífico en las relaciones socia es, a editorialistas se topan con las formulaciones de los historiado-
categorias ocupan un ugar sp , 'naturales"' Dicho de otro res, así como de los sociólogos y los politistas. Según esta lectura
de ser considerad~s co_m~a~;~;t~r~a~a historia de .la idea de natu-
d 1 . loigXVUI (G m·¡¡au m1·n, 1992). Podemos,. desde
modo, ambas. remiten 1
. Emplearemos aquí la palabra "raza" y no "etnia" (y "racial" más que "étnico"). En
raleza a partir e sig l , . 1 0 examinar la concom1tanc1a efecto, no nos proponemos distinguir a las poblaciones en función de sus caracterís-
luego, discutir la crono ogia, me_ us , Eisa Dorlin propone hoy ticas (origen o cultura), sino sólo según el trato discriminatorio que sufren, lo que
f 1 ¡ mo secuencia: as1, equivale a hacer de ellas especies sociales diferentes. No hablaremos pues de etnia en
para re ormu ar a co , d' a partir del siglo XVII. Para
una lectura de los discurso¡s me icosn la h1ºstoria de la Nación el el caso de los rnagrebíes (en comparación con "raza" en el caso de los negros). Sólo
. f d así rep antearse e , cuenta aquí la racialización que ésta toma prestada al registro cultural o biológico.
esta filóso a pue . e ,, (D ¡· 2 006). Pero más alla de 1as Sin duda se presenta a menudo en Francia como una distinción basada en la naciona·
" triz de la raza or m, 'lº · lidad; pero el hecho de que los niños de inmigrados, cuando son franceses, rara vez
sexo como cronológ1cas,
diferencias ma . es la misma
. lógica la que en estos ana 1s1s
lean tratados como tales, o que a los extranjeros nacionalizados difícilmente se les
subyace al sexo y a la raza. permita olvidar su origen, en uno u otro caso por oposición a los "franceses de pura
cepa", traiciona la lógica racial en la que se basa hoy esta división.
100 • ERIC fASSIN

CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 101

republicana, en la c~l~ra pi o .ó a finales del siglo XIX- y más


lítica francesa, heredera de la Tercera
, bli ue umf1ca a a nac1 n de los estados nacionales, ya sea que dependa de Europa, o de los
Repu ca -q 1 ·ón el Estado no tendría que recono- mercados internacionales, y por otra parte, con el crecimiento de
allá, de las Luces de la Revo uct '¡ uru·dades Así recordamos
1 · d · ·d s no a as com · la xenofobia, e incluso de un racismo que alimenta y encarna eJ
cer más que a os m 1v1 u? ' . , de los judíos formulados bajo la
Frente Nacional, el movimiento de extrema derecha aprovecha
los términos de la emanc1i:;c1on . "Dar todo a los judíos como
1 ., Clermont-1onnerre. ·¿ d las inquietudes suscitadas por la crisis económica y el desempleo,
Revo
. duc10n por ada como nac1.ó n " · sm· duda las comum a ¡es no que duran y se agravan.
ctuda anos,hib .Y dn ¡ Repu'bl.tea· pero e'sta no podría tomar as en
I as e~ a
En la época actual, si el universalismo republicano parece a mu-
están
cuenta. El Estado ignora de1·b
pro t era'<lamente
. .los orígenes y las perte- chos la mejor defensa contra el racismo es precisamente porque sería
. d 1 d inio de la vida privada. . la base histórica de Ja identidad francesa. En efecto, este universa-
nencias, .q~e s?,n e o~ dos esferas, la pública y la privad~, im- lismo se presenta aJ mismo tiempo como el medio más eficaz de
) rberaJismo pO!'ltlCO
La d1stmc1on entre . as . Cla's1·co ' es la que orgamza la conjurar otro peligro simétrico: no menos que el racismo, el comu-
portante para e i
. d 1 R , bhca sta tvis1. E d. . ·ón se formula precisamente
retónca e a e~u
nitarismo amenazaría con desgarrar el tejido nacional. Reconocer Ja
.la rimera controversia sobre lo que se existencia de poblaciones definidas como "árabes" o "negros" equi-
en 1989, en ocasión del .PI' . "·la religión se dijo entonces,
. ¡¡ el "ve o 1s am1co · ' , . valdría a validar una política identitaria, y por lo tanto, comunitarista.
convino en amar . d No tiene lugar en el espacio publico,
d~be ser un asunto p~tvac~~o de la escuela, que es el corazón del Sin duda el diferenciaJismo que tentó a la izquierda en los años

tanl~o, ~ ~~
ochenta expresaba intenciones dignas de elogio, pero sus efectos no
m, por lo en de cuentas, si el velo habría de ser to!e- habrían sido menos desastrosos: lejos de integrar habría conducido,
estado repub 1cano. m ue no a arecía como sena!
rado allí hasta los años 20?0, e~a poórlqo como epxpresión de una fe
de creerle a los republicanos, a Ja fragmentación de la nación, y le
· · ¿· ·ó olítica smo s habría hecho el juego a los racistas. Es interpretar la "guetización",
de una re1vm teaci n P ' ¡ lai.·ciclad no es nueva;
. ¡ batalla en torno a a . tan temida por la sociedad francesa, como el resultado de una ideo-
íntima. Ciertamente a f opone como ocurrió
b nueva En e ecto, ya n 0 ' bl. logía, más que ver en ella el efecto de prácticas sociales como la
sin em argo se_ re . 1984 a las dos escuelas, la pú ica y exclusión, Ja relegación, la discriminación. Esto equivale también a
todavía unos anos antes, e.n ' a' en lo sucesivo a la escuela
. ¡ I' d. isona atravesar . explicar, paradójicamente, el racismo con el antirracismo.
la pnvada; a mea tv 1 f
laica. La apuesta ya no es e manciamiento del Estado, smo 1a Desde el momento en que se organiza alrededor de la opo-
sición entre las esferas pública y privada, no sorprende que la
simbología
el , republicana¡.
, todos o sa ben- qu e la controversia sobre el ¡velo retórica republicana se aplique no sólo a las cuestiones étnicas y
arof . esta ,- · nte a la re¡·1g10n.
. , Como se trata del Is am, raciales, sino también a las cuestiones sexuales:.. de género y de
no se re iere umcame d 1 ... ·grados" o más bien de sus
se habla e mismo ~
d 1 · odo e os mmi ' sexualidad. En la Francia de principios de los noventa se discute
. 1 .al o poscolonial, en particular sobre lo que se vacila aún en calificar como "minorías sexuales"
hijos, salidos de la historia co om esta ocasión descubrimos que
d 1M b . lo queramos o no, en . ., 1 d (homosexuales, pero también mujeres), y se debate asimismo sobre
e agre . . d Francia. Más allá de la rehg1on, e mo e-
forman p~rte m~egral e
lo que todavía no se llama "minorías visibles" (magrebíes y pronto
valor eneral: sirve, en efecto, para negros), el espectro del comunitarismo. Así ocurriría con la orien-
lo republicano tiene, pues, un g mentan las inquietudes
tación sexual o la pertenencia sexuada, y con la religión o el ori-
hablar de nación en el momento en que ª1automa de conciencia de
·¿ ·¿ d· por una parte con . gen. En ningún caso se admite la politización de las identidades
sobre
que lasupolítica
1 entt econom1ca
ª ' , . es cad a' vez m enos de la incumbem:1a para preservar mejor la fragmentación de Ja identidad nacional,
definida por la República como una e indivisible.
102 • ERIC FASSIN CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 103

d d h ue entender el reciclaje con


Es en este c~ntexto . ?n de 1 ayti~ericanismo francés: nos da so de la ciudadanía. El universalismo francés justifica su exilio: las
fines nuevos de figuras v1e¡as (ed a)n ¡·f·car el comunitarismo "a la cuestiones minoritarias son convenientemente impensables en el
blandimos para es ca 1 i . marco nacional. Y no es más casual que surjan al mismo tiempo,
un arma que , . de América no tiene mnguna
americana". Sin embargo~ esta reto~~ª orque da una idea falseada o casi, desde finales de los años noventa, las cuestiones sexuales
relación con Estados Umdos, no s o p la polémica mediática y raciales: al igual que el rechazo (ayer), el "regreso del rechaza-
, .ología no se resume en 1
de este pa1s, cu~a soc1 " i sino sobre todo porque de o do" (hoy) concierne simultáneamente a unas y a otras. AJ mismo
sobre lo "políticamente corrdectFo ' . "El coco americano" es de tiempo, en estos dos registros, sexual y racial, lo impensable se
d d ente es e rancia. . revela como un impensado republicano.
que trata ~er a eram de hablar de la nación. Todo discurso
uso frances; es una manera , comunitario y por lo tanto Por un lado, las cuestiones de género y de sexualidad surgieron
minoritario se supon; _en ;sta ep~ca francés in~luso antifrancés en el debate público a partir de 1997, cuando la izquierda regresó
ajeno a la cultura pol~t1ca r~~c::~;~smo ":n-American"). al poder, con los debates que acompañaron a la ley sobre la pari-
(como se decía en la epoca_ e la' fuerte politización de dad y a lo que iba a convertirse en el Pacto Civil de Solidaridad.
. . · de los anos noventa, f En efecto, en un caso como en el otro, estas cuestiones minorita-
A prmc1p1os d d Atlántico sólo re uerza
· ales del otro 1a 0 e1 l rias pudieron escapar al estigma comunitarista envolviéndose en
las cuestiones sexu d F c1·a en particular en torno a
se difun en en ran ' .1 el lenguaje de lo universal; la universalidad de la diferencia de los
los temores que tó 1 asunto que mund1a mente
acoso sexual. Cuan~o se p~esen e Clarence Thomas, que fue sexos en el caso de la paridad, y el universalismo de la igualdad de
difundieron los medios ~el~~~ negr~x empleada negra también, los derechos en el caso del Pacs. Y desde entonces los constantes
acusado en 1991 pord~ta 1 ' f~:~eras entre la~ esferas pública debates sobre las desigualdades económicas y domésticas entre
facaso no se c~nf~n. ierona:~ a ser el desafío de una batalla po- los sexos, sobre la prostitución y la pornografía, el acoso sexual
y privada, y la 1~t~m1da~ P. a de la intimidad aparece entonces y la violencia hacia las mujeres, y también la reanudación de las
lítica? La expos1c_1ó? p~bl~ de la politización de las cuestiones controversias sobre el velo islámico y el matrimonio homosexual,
como consecuencia mevd1tal ~. de los sexos" a la americana. confirman de manera dramática que la politización de las cuestio-
al síntoma e a guerra 1 , nes sexuales ya no es ajena a Francia.
sexu es~ como . , ra la retórica republicana de a ep?ca
Ahora bien, rep1tamoslo, pa ciernen a la esfera pnva- Por otro lado, las cuestiones étnicas o raciales pudieron al fin
las identidade~ --:-sexuales u otr~br;sconno a la política. hacerse escuchar: fue igualmente a finales de los años noventa
da y no a la publica, a las costu sJones sexuales y raciales es- cuando se empezó a hablar, ya no tanto de un multiculturalismo
f
No es entonces casua~ ~:~ª:t~~eúblico en Francia a principios considerado americano, cuanto de una discriminación racial muy
francesa en la contratación, en el acceso a la vivienda, e incluso en
tén igualmente ausentes e 1 encuentre sólo indirectamente,
d l - venta o que se es . · el ingreso a clubes nocturnos, y al mismo tiempo de una discrimi-
e os anos no ' . d la identidad francesa: m unas m
como el reverso amer~cano ~ to en que se crea el discur- nación positiva en la docencia o la empresa, sin que el espantajo
otras gozan de aceptación en e momen americano bastara para clausurar en seguida la discusión. Hablamos
ciertamente del presente, con un principio de toma de conciencia en
. tados Unidos una historia polftica de_ las manera•
2Así como en Francia, hay en Es "tologfas nacionales, cmdémono' Je lo que se refiere a esos "jóvenes" de los suburbios que, sobre todo si
de representar a la socieda_d: no obsta~tes asu::nscriban desde el origen a la nación
1
no son "franceses de pura cepa'', irrumpen en los noticiarios; pero
ver en ellas el eterno despl~egue de .1ig1ca d~l multiculruralismo... no más que a la
norteamericana en el destino _mam esto convocamos igualmente a la historia para la revisión del acontecer
fr.ll1cesa en la vocación republicana. nacional, con la creciente importancia otorgada desde entonces
104 • ERIC fASSIN
C UESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 105

. mo a la colonización, a los franceses negros


tanto a la esclavitud
, co d.ISturb.IOS de 2005 lo demostraron, pero
Los lógica compartid a de una extensión del ámbito democrátic o.
b
y a los magre ies. , . d d la enseñanza de la empresa Conviene mirarlo más de cerca para ver cómo se articulan estos
también la batalla pohnca alrede º1r e do y la racialización. actual
. desafíos en cada caso. En efecto, según los debates o las con-
te resuena con e pasa '
: e prese~
.1 1
coloma
de la cuestión social es tamb",ien e1regreso de lo que
se repnm1ó en troversias, la articulación no se plantea en los mismos términos.
No necesariamente se despliega en paralelo una sola lógica en
la esfera nacional. . vi.miento surge después de los registros sexuales y raciales; al contrario, podemos observar
de un mismo mo figura de una Repu' bl.ica tensiones, incluso contradicciones entre los dos. Esto es evidente
Como vemo:, la doble
. d y
an~s
finalesl de los racial1za ~ovdentLa
a. o
.
1mpen
sable de ayer, al revelarse
"b en términos políticos: no basta con denunciar con una misma voz
sexua · iza a d se vue ve tema e eontroversia
1 d : hoy es ueno , todas las discriminaciones, sexuales y raciales, para definir una
como impensa
1 ,, p o, .
llo estas cuesnones, 1ei·os de ocultarse, apareceran posición en muchas controversias actuales; pensemos en el ejem-
pensar o . . or e d 1debate público. El paralelo crono- plo del velo. Pero también comprobamos esto en una perspectiva
en lo sucesivo en ~I centro ~les raciales en Francia va desde su sociológica; si no se despliega la misma lógica en dos registros
lógico entre cuestiones sexu y . t 1 Es evidente que tal distintos, falta examinar el problema que plantea su articulación.
. h t su presencia ac además ua ·
ausencia reciente as a 1 no es propio de Es cierto, no sólo los supuestos paralelos acaban frecuentemente
l. debe nada a azar y que .
parale. ismoE no al que 1a retónea . republicana lo inscriba en un· por cruzarse, sino que a veces chocan, pues sus lógicas divergen.
Francia. s natur 'f en un momen o
t parti"cular·' sin embargo, s1 La politización de las cuestiones sexuales emprendid a en
contexto. espec1 ico, 1 . s raciales afloran juntas en Francia desde finales de los años noventa parece a primera vista
les y as cuestione d una misma desnatura1i -
las cuest10nes sexua orque part1c1pan . .
e . ajena a las cuestiones raciales. Esto es cierto en lo que toca a la
el debate pu ico e~ p
' bl"
.al E este sentido las cuest10nes paridad, e igualmente al Pacs. Más allá de sus diferencias, éste es
zación de" la~ rel~c1~n~~ so~1 e~~el~o esenciales en la definición un punto común entre los dos debates y las dos leyes. La paridad
llamadas mmontana s se , ~ . . ndican ue no hay nada que habla, en efecto, de género, mientras que el Pacs se refiere a la
de las sociedades democrlatlcal~·. 1 ·o' n yqpor ende de la. demo- 1, sexualidad, y si la paridad se vincula con el espacio público, el Pacs
leza de a po 1t1zac1 ,
escape por natur~ d 1 , b"t democrático se advierte s1mu ta- se asocia a la esfera privada. Pero esto al parecer no tiene nada
cracia. La extensión e am 1 o . mos plenamente la medida que ver con la cuestión racial; ni en el primer caso, que concierne
neamente en los_ dos regis·t\os: ª~::~:les son relaciones sociales, primero a las mujeres, ni en el segundo, que se dirige en primer
en que las cuest1~nes, rac~ai:;:os ue las relaciones de clase. La lugar a los homosexuales. Sin embargo, si observamos más de cerca
y no naturales_; m mas m , ~ desde hace mucho tiempo en las cosas son más complejas: en ambos casos las cuestiones raciales
única diferencia es que ylohsab1amo os más conciencia de ello en el aparecen como el reverso oculto de las cuestiones sexuales; un
el caso de las segundas, oy tenem
reverso tanto más presente cuanto que está menos manifiesto.
caso de las primeras.
La paridad se apoya en la institución política de Ja diferencia
entre los sexos, o sea, una diferencia distinta de todas las demás
LAs CUESTIONES RACIALES IMPLfCITAS diferencias, comenzando por las diferencias entonces calificadas
de étnicas. Políticamente esto significa que el reconocimiento de
observar el paralelismo de las tal distinción no evoca otras: preocupadas por hacerse oír, las
No p_odríamos
rncstiones
conform~~
sexuales
os e~ncon
y rac1a es,
interpretarlo a la luz de la iniciativas de la paridad se prohíben abrir la puerta al comuni-
tarismo. Así, pretendían escapar de la sospecha de las "cuotas a
.
106 • EAIC FASSIN S RACIALES • 107
CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONE

e creérsele s, las mujeres mismas tura potencial a las


. a" Por otra. part
, e, ddifer enci .a d e los negros o de los Precisamente -<o rno lo recuerda la aper
la ame ncan · do en la natura-
no constituirían un~ m~nona:na ma orita
se ha basa
rias en el país? La cues- parejas del mismo sex o- porq ue jamás
como otro s grupo~, so,n
en el núcleo
~eres se halla
latsamp~~spe;tiva
la filiac ión
leza. AJ1ora bien, la definición de
tío~
ma rebfes de Francia, rno _so desd e los años oche nta sobr e
sólo existe la mmorl ia de otro debate, el que se emprend ió
pues, no sería saber s1 1 , culo con as rrolla alre dedo r de los
. d as ,, · Con.form e a esllí dond e aparece e vm la nacionalidad. La controversia se desa
"min' onza llama precisamente "natu-
racial. Pero es prec1sa~~nte aestiones hijos de los inmigrados, y de lo que se
raciales están ausen_tes, 1o
se v1:1elve uno francés? Si
cuestiones sexuales: s1 as~~ ue pone ralización". (Quién es francés? (Cóm o
rlas entre paréntesis pa_ra
zonte republicano. El ~\s­ qué ororg,1r un lugar
están deliberadamente. Habl1a ~ el hori la filiación no tiene nada de natural, (por
re, en detrimenro del
que la pari dad fuera p_ens~.de ~de
encia de los sexos s. o , al derecho de sang
la difer cadacho may
vez de ? facto
or, de
sexuales de las cuesn~­
dere suelo
curso sobr e la exce~c10n~ 1 ; s cues tione s
o\exu,1lid.1d no e\ l'I
tiene sent ido para. d1sta ~ciar a éstas se encu entran presentes en a Indudablemente el debate sobre la hom
, la barall.1 dd f>.tl\ - y
. les· Al mismo tiempo,
nes rac1a debate sobr e la inmigración. Con todo
las cuestiones raciales ~o son
P"'d~d.lo
re de l.1 1111,111.1 ma1wra
aridad, implícitamente. pron to la del "ma trim onio gay "- se refie
s com o c111d.1d,111m l·o111
h;•roúa de la
p M, las ouest;one< •exuale; Y.6n· lajunta al reconocimiento de los homosexuale
a~ la fiftaltún . No e\
no desafíos
en mod o algu sm re ~~'er s desde el princ1p10, pletos, y examina igualmente la natu ralid ad de
mos sorprendernos de que las restrrcciom·, 111,¡, 1111
demuestra; unas y otras se cons1 debe pues casual que en la ley sobre el Pacs
constitucional ~ de ~~¿e¿'
así sea para oponedrlas. ~~~~l~~ ~~visión
ente exrranwro, y que
port ante s se refieran a la unión con un resid das de leyt'\ \obr e
inmediatamente e~pu
paña
re ntarnos, en los anos ' las leyes sobre la inmigración vayan acom
empezáramos efec tiva men te.ª p o~ colo r de la piel en la repr e-
el matr imo nio que tiend en a cont rolar , e inclu so a resrringir, lo,
rol cuanttr.111vo,
q
ué no dar un luga on~e
r alsenc nnueva de las mujeres subraya os la
matrimonios mixtos. No se trata sólo de un cont
menos evide~te y men
L 1a n en el prin cipio mism o. En efcl·to,
por
sentación política. a pr: "diferencias", sino también de una restricció
ra. La par·1dad ll~v~ a
le~dm" la d;f'.;e.nda .~e;;a:~:~abfa de.,ehado .e? ~~J'~n~•P;~;
una convención, y no un
vie·a ausencia de las dem as reve lado si admitiéramos que la filiación es sólo
su cierre. Todo ocurre
dato inmutable, sería más difícil justificar
la nacionalidad de toda
reconsid a ºble el paso de. la
erar la d1vers1 pos1 inv1s1b1h a e
ºbl ,, . com o si el desafío mayor fuera prot eger o del matrimonio. En
Pacs ,
d , .. nte hace b 1 "min oría s v1s1 es "desnaturalización" por medio del
para o11came '
as rime r acer cam iento el Pacs ~o suma, las cuestiones raciales aparecen aquí
también entr e líneas.
minorías al discurso so re Pacs introducen en el
De la misma manera, en ~n p aciales· Dicho de otro modo, si la pari dad y el
se trata de la pare1a,
arece interesarse en las cuest1on;: ~ien,
n~s damos cuenta.muy ra .t odas las expectativas
":'~el debate no« ¡, eonyugahd¡'d, debate público lógicas mino ritar ias cont
ista, sino también en una
homo•exual o hetem_exual. no lo hacen sólo en un léxico universal
ece para nada en la ey. ambigüedad entr e dos ló-
, .do de que el desafio centra
~~~~ la filiación
1
. Sin dudba ésft'a _nlmºe~:rque todo es para impedir
· mo sexo
formulación que perm ite conservar la
gicas contradictorias. En la primera, las
n
dos leyes contribuyen pa-
socia l: las mujeres no están
ar
. uso compro . . nto ac1 de las pare1.as d e1 n:is 1 ralelamente a desnaturalizar el orde
Podemos me
~oc1 ~e méd1 ~a a, o los homosexuales
que el comienzo del reco
para a por su natu ralez
y a la asist enci a ausentes de la vida política,
excluye pued e emprender
Ir, .1hra el acceso a la ª. opc1 n un problema la filiac ión? de la vida familiar, y la sociedad que los
prnneac1.ón. (·por qué viene a ser iona en sent ido inverso:
su may or inclusión. Pero otra lógica func
108 • ERIC FASSIN
CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 109
los límites impuestos a una y otra ley contribuyen a lo que hay que
citam~nte, se trata -nadie lo i nora- . . .
llamar una lógica de naturalización. la polemica se concentra en elgt 'f" dde la i?m1grac1ón. Por ello
En efecto, para hacer frente a la acusación de comunitarismo, est as extran1eras
.
que llegaron ara ico e mu1eres . , Y por en de en
la paridad apela a la universalidad de la diferencia de los sexos, subsaha~iana y de la Europa o~ien~nudo i_legalmente, del África
mientras que el Pacs, a fin de escapar de la sospecha de instituirse les concierne menos la nue : _A la mversa, a las francesas
un contrato contra natura, contribuye implícitamente a refundar "inmigradas", foo aparece:~ repres1?n; en comparación con las
la filiación en la biología. Por un lado, la excepción paritaria su- garantes del orden público~ s·ªsdprdost1tut~s "tradicionales" como
pone una diferencia de los sexos basada en la naturaleza; por el t1·ón d e inmigración y no d · m up a se dirá qu e esta , es una cues-
otro, la exclusión homosexual supone una filiación naturalmente '1 l e raza. ero la línea di . .
so o a as francesas de 1 . v1sona no separa
heterosexual. En cada caso, es también el medio de evitar la ex- . as extran1eras· tamb"' d ..d
tran¡eras (las "francófonas" " 1·d d ' , ien 1v1 e a las ex-
tensión del ámbito democrático de lo sexual a lo racial. . , .
h 1stoncos ' sa i as e paises qu t. ,
con Francia" d e 1enen vmculos
Entendemos mejor por qué el Pacs y la paridad vuelven po- d 1 gozan e mayor consid ., )
to o a as francesas (a favor de l "f erac10n ' y sobre
sible, al tiempo que imposible, la emergencia de las cuestiones las diferentes provincias de 1 F as . canco-francesas" "salidas de
raciales. La presencia paradójica, ambigua y contradictoria de cede el paso a la raza J E a rancia profunda"): la nacionalidad
las cuestiones raciales, aparentemente ausentes en esos primeros · · n suma el debate sob 1 ·
art1cu1a las cuestiones sexuales ' . 1 re a prostitución
debates en torno de las cuestiones sexuales, se explica por las p Y rac1a es
. ensemos en seguida en las c . .
presiones que se ejercen cuando se trata de formular los desafíos VIOiencia hacia las mujeres D d o~~~overs1as que se refieren a la
minoritarios en el marco de la retórica republicana. Como algu- "tournantes" es decir las.. els ~ Ose habla en Francia de las
nos temían y otros esperaban, el Pacs y la paridad abrieron una '
e1caso de la prostitución ' l v10 ac10nes
., colecti vas. pero, como en
"caja de Pandora" y atrajeron en cascada otros debates sobre las ' a cuest1on sexual es tamb. , .d
mente, una cuestión racial El t, . 1 ien, ev1 ente-
cuestiones sexuales. Pero hay más, y sobre este punto nos gustaría .
remite en efecto a las vi· 1 . · ermmo ' anzado m d ·, ·
e 1at1camente
insistir aquí: al introducir subrepticiamente las cuestiones raciales las "barriadas" "s ¡ · o,,enc1as que perpetran 1os '"ó J venes" en'
en el debate público, las sexuales desempeñaron también el papel ' a va¡es cuya "barba . " .b
gen extranjero: la explicació " ne se atn uye a su ori-
de un "caballo de Troya". Fue como abrir la puerta, de manera ra~ializarlos, y se atribuye a c:fiº~ _su cul~ura.", es una manera de
general, a las cuestiones minoritarias. la Intención de justificarlo p q ier expl1cac1~n más sociológica
· s. or otra parte es s ·f· .
pnmera gran encuesta na . 1 b '. igm icat1vo que la
. c10na so re la VIOle . h . 1
¡eres se haya recibido en 2003 . ncia ac1a as mu-
LÓGICAS EN COMPETENCIA sólo si afecta a los suburbios c?~ se~e¡ant~ barrera polémica:
esta VIO enc1a suscita tanto entusiasmo
Una vez votadas las dos leyes, o sea desde principios de los años
2000, el vínculo entre los registros sexual y racial se vuelve ex- 'M. Daniel Rigourd: Hemos visto u
trabajan e~ París. q e, en 24 horas, más o menos dos mil prostitutas
plícito: en adelante aparece de lleno y ya no en forma implícita.
Mme Mane-Jo Zimmermann ·d .
Mu chas controversias lo demuestran claramente. Consideremos M. Daniel Rigourd· Ell ' presi enta: <Y las francesas?
. as representan alrededor d 30 .
pnmcro el debate sobre la prostitución, emprendido en torno de ~ro en ese 30 por ciento hay muchas de C ,e por ciento de las prostitutas
l." t·kcciones municipales y presidenciales al mismo tiempo que me Mane-Jo Zimmermann, presidenta· ¿~~er~n y muchas de origen magrebí. '
M ·Daniel Rigourd: "No ha h E · as rancesas de origen?
1 1deh,Hc sobre la inseguridad. En los dos casos, explícita o implí- . Y mue as. n la Ru s · D .
ta prostitutas, verdaderas francesas qu . e amt- ems hay trescientas cincuen-
' e tienen entre cuarenta y setenta años".
110 • ERIC FASSIN
C UESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 111

mediático-político. La encuesta Enveff muestra, en efecto, a se- ~abiar de sexo es hablar de raza a la i
mejanza de las investigaciones que se han llevado a cabo en otros bien las cuestiones sexuales contri'.bYuyeronnversa. No obstante, si
¡ · ·
países, que las "clases peligrosas" no tienen el monopol io de esta cuestiones raciales, las lógicas l' . a surgimien to de las
violencia, y que las clases privilegiadas no se salvan. Dicho de otro estamos en el espacio abierto ptr~/~~~ nf que_dan .ocultas. -:a no
modo, si la encuesta incomod a (como, unos meses después, el sexuales no se construyen sob l ~ a P'.11'1dad. las cuesaone s
drama de una actriz asesinada por un cantante) es porque perturba nes raciales, sino en oposición ~e e ocu tam1ento de las cuestio-
la racialización de la violencia en el debate público. bamos, en efecto que la repreªs1on ~- as, como en competen ·
cia. Compro-
.
'
¡os muchachos violentos contra las
Finalmente, la superposición de los registros sexual y racial y l 'ó prosatutas extran¡eras,
aparece aún más claramente en el momento de la nueva contro- siempre en nombre de la mªsJ ve_~esdque usan velo se lleva a cabo
versia en torno al velo islámico, que desembocará en 2004 en la mujeres Y de la igualdad entre os sexos o elrm a sexual, de Ja libertad de las
Lo ·
ley contra las expresiones religiosas ostensibles en la escuela. Se respecto de Ja homosexualidad · a las : , m1s.~o puede decirse
trata aún de género, como quince años antes, pero también, esta a priori de homofob . . mmo nas VISibles se les acusa
, . ia, no menos que de sexismo • La mod erm'd ad
vez, de sexualidad: la polémica no vacila en confundi r velo y vio- d emocraac a se convierte as' 1
lación, como eco de la mediatización de las violaciones colectivas, poder de doble filo· la eman1 ;1TIU~óc aramente en un lenguaje de
en una misma compasión por las jóvenes igualmente presentad as relegación racial T~do ocurrc1pac1 n ~elxual se construye sobre la
· ·ó ·
· e como s1 a estigmaazac1 n racial se
como víctimas. Ahora bien, la sexualización de la República es apoyara en la autoridad de la d emocrac1.a sexual
.
Es
también racialización. En efecto, si la laicidad se refiere en teoría ta tensión se ve hoy en el centr0 d l í . . .
al conjunto de religiones, todos sabemos que el Islam es el primer feministas han optado por e emimsmo. Muchas
aludido, y más allá, con la "comunid ad musulmana'', no los "fran- contra la prostitución c;on~o~pr ~1~eter_s e en estos tres frentes:
'
islam ?
Ico p ra a vio enc1a sexual en los barrios
ceses de pura cepa", sino las adolescentes salidas de la inmigración y contra el velo
· or otra parte Jos d istmtos' ·
poscolonial (y a través de ellas sus "hermano s mayores"). Sin duda muchas veces confluyen C . 1 , combates
. · orno e¡emp 0 el m ovim1ent · · o N 1' Putas
se habla de estas poblaciones en términos de cultura, y no de raza; N 1. Sumisas se ha d ef'mi'd o por la lucha 'e ¡ · ¡ .
pero se vuelve cada vez más difícil ignorar que esta "cultura" , con- las mujeres en los barr1ºos, sm . d . d ontra a vio enc1a hacia
e¡ar e pron · fu
denada a una alteridad radical, es también el denomin ador común te contra el velo islám. L d , unc1arse ertemen-
de las discriminaciones raciales en la Francia actual. facaso sus iniciadoras ~~ºhab~s os d~afios serían indisociables:
En suma, la politización de las cuestiones sexuales es, de ma- Ni Violadas? Naturalmente n~~icons1 erado llama_rlo Ni Veladas
nera indisociable, una politización de las cuestiones raciales: estos rrios, al denuncia r Ja viole , . gamos que las mu¡eres de Jos ba-
tres ejemplos lo muestran claramen te; las controversias sexuales al rebelarse contra la opres1?0 ,c1a qu_ e sudfrejn, o ,las feministas laicas,
· .
con frecuencia son simultáneamente controversias raciales. Pero son sólo Ja coartada d e1 racismo ~Acaso.n sexista. e velo, son racistas, 1·b
ni que
n .
podríamo s multiplicar los ejemplos, porque se multiplican en el Por razones parecidas no h b , . .º aspiran a I erarias?
están comprom etidas' en a na quedconcl u1r que las abolicionistas
espacio público. Pensemos en las campañas que se emprend ieron una cruza a ra · t ¡
contra la poligamia cuando se suscitaron los motines en los suburbios, que las prostituta s son frecuentemente ;is ª '. con e pre~exto de
otro caso de racialización culturalista, y contra los matrimonios cada caso se trata de liberar l . e ongen extran¡ero. En
forma de ena¡ºenación e i·n 1a asdmu¡elres_que se enfrentan a una
forzados cuando ocurriero n los debates sobre la inmigración ele- , cuso e ese av1tud . En cam b'JO, unas y
gida, que arrojaron sospechas no sólo sobre el matrimon io con otras generalm ente están m
un extranjer o, sino sobre el de las francesas de origen extranjero. sus comprom isos ya sea q enos atentads a los efectos perversos de
, ue se trate e Ja represión que sufren
--~======--=~__]

112 • ERIC FASSIN

CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 113


las prostitutas extranjeras, de la estigmatización que afecta a los
jóvenes de los suburbios, o de la exclusión que castiga a las mu- unponerse a las otras dos, nos lleva de 1 .
chachas con velo. Lo que conviene defender vue ta a las cuesttones raciales
Con todo, resultaría simplista identificar el feminismo con libertad de los su¡'etos a lasevs; tt~nto dcomlo la liberación sexual o l~
1 ., ' ic unas e a dornin . ,
esta triple postura. En realidad lo plural se impone siempre: a lo as Jovenes de los barrios veladas . 1 das ~c10n poscolonial:
largo de la historia las tensiones atraviesan los feminismos y al 'l
no so o e género sino tamb·, odvio a ' se cons1deran en termmos
d ' , .
mismo tiempo los constituyen. En los años noventa, la paridad feminismo se defuie por un l~~~ e ~aza. Dicho de otro modo, este
p anLUrac1smo ·
estaba en el centro de los conflictos; hoy los desgarramientos se odemos entonces pregu .
refieren esencialmente a las cuestiones raciales. Vemos que en la mo "tradicional" cuestio d ntarnos, y es la respuesta del ferninis-
'd na o por estos nuev d ·
actualidad se dibuja una línea de fractura, en particular alrededor sentt o este antirracismo sigues· d t ?s. iscursos: ¿en qué
del velo y de la prostitución, pero que no carece de consecuencias go principal" no ha remplazado ien o ~u;. emm1smo? ¿un "enemi-
para la comprensión de la violencia hacia las mujeres. Como re- pretextarán su proximid d ª1otro. . m duda las "heterodoxas"
acción contra el discurso feminista dominante se escuchan voces jóvenes de las barriadas oªpr~~~tu~s ~u¡~res ba las que defienden,
que toman partido por las prostitutas o las jóvenes con velo, y Pero en cambio para sus adv . as C: ~s. ulevares periféricos.
que llaman a escuchar a aquellas que reivindican su condición titud de otras jóvenes y de e~sanas ser_a facil hacer gala de Ja gra-
como una elección. El movimiento Mujeres Públicas, creado en protectora. Sin duda l~s pr· o ras_ pr.os_titutas, por su intervención
d 1 imeras ms1st1rán en lo fi
ocasión del debate sobre la Ley de Seguridad Interior como reac- e as campañas contra Ja prost'tu 'ó se ectos perversos
ción a la identificación del feminismo con el abolicionismo, y que no sólo liberar a las mu1·eres l c1 n o e! velo, que pretenden
a pesar suyo smo q .
pronto milita contra la ley sobre el velo, puede interpretarse así re1egar a 1as prostitutas a 1 'fi . ' ue termman por
como la respuesta a Ni Putas Ni Sumisas. Pero las movilizaciones no muchachas con velo ddaas penl e~13:' peligrosas y por excluir a las
se limitan a tal o cual asociación: alrededor de estas oposiciones se Pero, replicarán las segund;s~ue a al1ca en nombre de la laicidad
crean sensibilidades políticas muy diferentes; las brechas,ideológicas proteger al mayor número S., ese es e precio que . hay que pagar por·
· ,
t1on que tal vez sólo te · m pretender zan¡ar , una cues-
en teona
remiten por una parte a las brechas generacionales.
nga una respuesta pra , . b
Este feminismo "heterodoxo" conjuga lógicas diversas que tienen que unas y otras articulan . gmat1ca, su rayemos
en común el hecho de oponerse a las corrientes feministas dominan- acuerdo con lógicas inversa~~~t:nes sexuales y r~ciales, pero de
tes. En primer lugar, puede invocar una lógica "pro sexo" al negarse de las cuestiones sexuales y o~ o doculrre co~o s1 unas partieran
a identificar la sexualidad con la dominación, para ver en ella más Parfd I a opuestos imponen vision
ras d el as raciales·. los _puntos ( t'
1
bien una fuerza de liberación. El debate sobre la prostitución se hace es e mundo antagómcas.
eco entonces del debate sobre la pornografía. En seguida, hay quienes
(son a veces las mismas) prefieren articular la cuestión de la sexua- (Es MALO EL FEMJNISMO PARA LAS MlNORIAS
'
RACIALES?
lidad a la del velo, planteando como principio, en ambos casos, la
libertad de las mujeres: en lugar de suponer una enajenación que ca- En Estados Unidos en 1997 d 1 .
r.tcterizaría igualmente a las trabajadoras del sexo y a las militantes de · reminista
po lit1ca /: '
formul b ' unal' .e as grandes frortur.1~ l ¡t' r' ' !1'1111. 1
. ª a exp 1c1tamente la pr . .. J
l.1 l,tstidad que suelen ser las jóvenes con velo, este feminismo plan- para las mu1eres el multiculturali ~" (M tgunr.r : ~es 111.1111
11·.1 'ujctos autónomos, hasta en sus prácticas que, a primera vista, smo. oller, t'f ,,/., l 'N'I).• .'im.ui
1111 l." menos liberadas. Por fin, una tercera lógica, que termina por • El volumen, a partir de un informe a are .
múltiples respuestas P c1do en l.1 llmtu11 R,.1•1,.11 , 111 ,1, ,
·
1 17
, ""1uyo
114 • ERIC fASSIN CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 11 5

Moller Okin arremetía entonces contra el filósofo Will Kymlicka, jóvenes de la primera generación d .,
las muchachas de origen m b' e recien llegados, o incluso a
Francamente desde hace ag~e i: Por ellas hay que sostenerlo.
heraldo de las reivindicaciones multiculturales, acusándolo de le-
gitimar, con la igualdad de las culturas, la desigualdad entre los
de pura cepa' trátese del¡· md u_c o tredmpl o, en la sociedad francesa
sexos: dar lugar a los derechos de las comunidades conduciría insi- · ' u aismo o e catolici
diosamente a restringir los derechos de las mujeres. "¿Qué hay que cuse que haya una opresión de las mu· ,, s smo, no puede de-
de la laicidad remite menos 1 ¡· }óeres . En suma, la retórica
hacer cuando las reivindicaciones de las culturas o religiones mino- 1 a a re igi n que a la c ., .
ritarias se topan con las normas de igualdad de género que suscri- como o manfiesta sin ambigüedad 1 . ., uest1on racial,
francesa de pura cepa" L f . . a mv?cac10n de una "sociedad
ben los estados liberales, al menos formalmente (aun cuando sigan canos formulan hoy l . ~s em1mstas laicas y sus aliados republi-
violándolas en la práctica)?" Para esta feminista, hay que elegir a
y le dan la misma res:u~~:~:í p:iegu~t~ qte Su.san Moller Okin,
veces entre los derechos del grupo, que benefician a los hombres para las mujeres. . ' mu ttcu turahsmo es algo malo
minoritarios, y los intereses de las mujeres, a quienes pueden per-
. Las brechas actuales llevan a veces a .
ttr la pregunta: ¿es per· d .. 1 1 f . ~us adversarios a inver-
judicar. Al contrario, éstas podrían "ganar con ello si su cultura
de origen desapareciera" o por lo menos, "de preferencia, si se le
étnicas? y más general~~n:cia. e emm1smo para las minorías
estimulara a cambiar para reforzar la igualdad" sexual. sexuales con las cuestiones e, ~en¡ tr;n en conflicto las cuestiones
Esta crítica del multiculturalismo coincide con la denuncia re- . rac1a es' La demo ·
1a exigencia política de l'b d . crac1a sexua1' o sea
publicana del comunitarismo estadounidense que se dejaba escuchar i erta sexual y de . Id d
sexos, pero también entre 1 . igua a entre los
en Francia en los años noventa. A la inversa, el primer ejemplo culturalismo~· no que s . as sexu~hdades, ¿contradice el multi-
que abre el análisis de Susan Moller Okin se refiere justamente a .' ea mcompat1ble por n tu 1
cu1turas, es decir que no b a ra eza con ciertas
Francia: evoca el velo, pero sobre todo la poligamia, que según ella ·t· '
ru 1ca más bien que ho ¡ h
sea uena para las ·
.
, E
mmonas. sto sig-
es un desafío más importante, pues por habérsele reconocido tardía- . . y, o emos visto estas '1 · 1
d escal1ficadas por causa d 1 . , ll tunas sue en ser
mente se vuelve insoluble. En cambio el debate francés se alimenta .
po1em1stas rep bl'
e sexismo (o de h 11
, .
f l.
' <>1110 o 11a, pero los
de argumentos formulados con una referencia implícita o explícita u icanos son mas d1saet 1
l as culturas dominantes e ·r . , . os .1 n:speuo), como s1
a América. Así, no es casual que el feminismo laico de. los años 2000 ., s u vieran exent" dt• ·11 (
c10n contra la severidad e ., 1.. ( • t º· 01110 n·.1c
se alíe a los cruzados de la República, a riesgo de olvidar el anti- . . r puo ic.111;1 rt'lltl' 1 l 1
e1 f em1msmo antirracist
.
d
ª . , s 111111w 1."
i .1u.1ll·s
feminismo que durante el decenio anterior hacía agitar ante estos
últimos el espantajo americano de la "guerra de los sexos" frente d u1gencta ante sus incu r . ' • 'º'pi l'lll 1l'llll' ·111•'
puc e m,rnifest 11 11 11 1
igualdad sexuales E mp imtentos rcs¡wuo d1· l.1 l1li1i1.1d y· l 1
a toda politización de las cuestiones sexuales. Esta alianza permite · n resumen la Jcm . •
Ol l .ll 1.1 '< '"·' M' li.1 e on-
vertido en un arma en 1 'b 1
un reciclaje retórico: la polémica contra el multiculturalismo a la . os com ates en 10 111 11 11 1 •
raciales, esgrimida contr ¡ . ; . ·" l llt'\l 1ont•s
americana puede retomarse para el contexto francés en cuanto ª l
as mmonas (l'.1"111 , 'OOt.li).
surgen las reivindicaciones minoritarias, poscoloniales o raciales.
De Alain Finkielkraut a Elisabeth Badinter, la misma lógica
lleva a atacar la tolerancia por el velo en nuestra sociedad y lo
' ~ enr~evi.sra con Elisaberh Badinter se ubhcó
t , "
au~ourd hui un ouril politique et idéolo ue" c1.m 1 l lf111l11 d1 t ' ' '' 111111\,1l1on est
da1smo francés, núm. 549-550 . gbq . en //\re /11•, ¡>11!.li. "'"11""11\11,11 clcl ¡'u-
''políticamente correcto" del otro lado del Atlántico. Pero la fi- . . 'nov1em re-dic1c111h 1 . t, '11 I 1
arncu 1ación entre la cuestión sexual 1 t ' ' • f S111 ''' e 1111.1 'cgunda
lt'1,ofa le confiere un matiz feminista que la acerca a una Liliane entre la posición victimaria de 1 .¡.
a cucm<m r.tu.d il r" ohlu "' d paralelo
1 111dl'l: "la defensa de la laicidad es la defensa de la igualdad de Delphy retomó la cita para criti;:laCJ ~tantes p.11~,11111" \ l 1 lt 1111111\1,1\. Christine
fr/arche/article.php3?id anicle=313>v ase m(rcJ) . Vr.1w ro h11r' h11p://www.col.
111 t' os". Ahora bien, "este combate va dirigido a las mujeres
116 • ERIC FASSIN
CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 117

La inversión de la pregunta, sin embargo, no debe producir


la ilusión de simetría. En efecto, los críticos "heterodoxos" pre- otra par~e, muestra cómo las tensiones que acabamos de mencio
nar en e seno del feminismo afectan a las 'óvenes d 1 b . -
que son objeto de estas querellas: la políticaJatraviesa ~a ~~ti~~dnaods
tenden ser también feministas, y pueden por tanto recusar los
términos mismos de la cuestión, que los condenarían al antifemi- no menos que el esp · , bl'
nismo. Así, para Christine Delphy la alternativa que ella supone, remiten a ff ~c10 ~u ico, y 1as controversias mediáticas
"fantisexismo o antirracismo?" exige ser desarticulada como "un . con ictos mtenores que ellas mismas contribu en a
suscitar. La mayor valorización de la . . 'd d y
falso dilema". "¿Se trata de escoger a las víctimas del sexismo dientes de mi vugi.m a entre las descen-
contra las víctimas del racismo?" Para esta feminista de larga his- la h . lrantes del .1'.1agreb debe interpretarse así, no como
erencia e una tradición cultural in . 1d 1
toria, comprometida fuertemente contra la ley sobre el velo, no costaría trabajo deshacerse sino más b. mem~na e a que les
se trata, evidentemente, de aceptar esta elección. Los dos combates ~ctu~lidad política de la so~iedad franc~~~ ~nd: tontex~o de una
son uno solo, en cuanto que las mujeres de los barrios están some- esta impone a esas jóvenes. as presiones que
tidas a una doble opresión, en virtud de su sexo y de su origen.
Para esta antropóloga, reivindicar hoy la virginidad en 1 d'
Y en conclusión:
cur~o pero ta.~b~én en la práctica, no es necesariamente ' e is-
s~fnr la proh1b1c1ón impuesta por los padres o los he ' o no sólo,
la hipótesis según la cual la lucha antirracista y la lucha antisexista b1én una posible estrate · rmanos; es tam-
pueden entrar en contradicción sólo es posible si se considera que el terreno de la sexualif~ p::ira no rednegar de _los suyos, atacados en
las personas oprimidas por el racismo son todas hombres; en otras a ' invocan o una rrusma cultura sexual.
palabras, esta hipótesis sólo se entiende si las mujeres del grupo no
están sometidas al régimen racista. Con esta condición, en efecto, ~i:~:~~~: me~ático sobre las violencia~ hacia las mujeres de las
las medidas racistas pero antisexistas podrían ser buenas para ellas. de los hom:em. oc~, endefecto, en una est1gmatización del conjunto
[Si no,] es claro que una medida racista, incluso antisexista, es una racismo sin;eqsu1enm1grda os y d~ sus hijos, lo que no sólo refuerza el
medida contra ellas. ' ·
pro uce también un compl · sistema d
sobre las mu¡' eres · · d .. e¡o e prcs101w'
' mmtgra as Y sus h1¡as al som t 1 "
paradójicos": defender a los h b e era~ a apn·11110'
el racismo y re h . om res, que son sus pancntt·,, rm111.1
Sin embargo, ¿conviene, sin llegar a hablar de contradicción, ' c azar su sexismo.
analizar la tensión entre lógicas diferentes, según se trate de cuestio-
nes raciales o sexuales? Y si es necesario "reconsiderar la articu- En otras palabras estos " · l, ..
lación entre opresión de género y opresión de raza", como nos Gue, nt'f-Sou1·¡ amas ' h b' dapremios parat o11n1~ ' <1111• N ·11" ••
"b ,, ya a ta emostrado t¡lll' dd 1111, 11 i. 11 ) lis
invita a hacerlo Christine Delphy, foo es precisamente porque eurettes [muchach f · · ·
ambas ni se confunden ni se superponen? En el mismo informe (2000· 25) . as nora _nca nas dt• 'cgu11d.1 g1•111•1.tl irn1j
de la revista Nouvelles Questions Féministes dedicada a "sexismo
entre j ' so?, s1 no contrad1u:1011t·,, por 111 1111'1111~ 11 ll\io11t'<,
·nv1·t as cu~sttlonles sexuales y l,1, n1n1i11111•s r.111,1ll's <lllt' nos
y racismo",6 y como eco de estos análisis, Christelle Hamel, por l an a art1cu ar as. • ·
¿y , . J ..
cia las ~:~o am~u arlas? Io111t·n1m l'l 1•jl'mpl11 de l.1 v111l1'1K1.1 ha-
' No111•e/les Questions Féministes, número especial sobre "Sexisme er racisme: le ca\ 1 . ¡elres. Sm duda sigue '1t'11d11 imp111 t,1111c r l"l "' d 11 como
lo 111~.11\", vol. 25, núm. 1, 2006. Chrisrine Delphy, "Anrisexisme 011 anriracismc? 0 permite a encuesta Envcff . ' 1 1 . ' '
. J . ,tu.111111~cl1~111hu)1'1ru1l111cnte
' ' " ( 111~ dilemme"; Chrisrelle Hamel, "La sexualité entre sexisme er racisme: le'
11. '" 11d.111tc\ de migranr-e-s du Maghreb er la virginiré". ~~::1~ e~~1a en las cultura~ 11111writ.iri.1s y l 1l11hurn i11.;y;1ritaria.
' q hacer con los casos en lfllt' t'X1:.1<• 1111,1 np1·uíicidad
'
118 • ERIC fASSIN

CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 119

incluida la cuant1tattva, ~ a
. . d l violencia sexual entre los domina-
efecto lo que muestran
., lo01al~ Esto es, en , 1 l Por ejemplo, en la escuela muchas veces se asigna a los mu-
dos en situac10n poseo b . 1 violencia física y sexua , mu - chachos el papel de mal alumno, y a las muchachas el de buena
las encuestas paralelas so lre a , ol1·) por cinco en el marco
1 alumna. La violencia urbana entre algunos de los primeros, y el
tiplicada (en re ac1·ón con a metrop siete en el marco fam1·1·iar
conyugal en la Polinesia fran~esa, ylpor 2004) Uaspard et al., uso del velo entre algunas de las segundas, deben interpretarse sin
d . (H melm y Sa omon, , duda como lenguajes políticos sexualmente diferenciados, o sea,
en Nueva Cale o01a a . d callar estos hechos preocupan-
2004 ). Es fuerte l~ tentac\ón a: umentaciones racistas. _Pero n?
una manera (hay otras) de hacerse escuchar para las poblaciones

sól~
tes so pena de alimentar as . f .
o también una meior poh-
es científicamente prefenbbe,dsma como obi·etivo, sin dejar
que no tienen voz, y que eligen el ruido o las señales, a falta de
algo mejor, para expresar así su impotencia política.
rd d pertur a or , Así pues, es necesario rechazar los términos del debate que
tica, tomar esta rea _1 a ción a aquellos que sólo buscar_ian tendería a imponer la brecha actual del espacio público. Lo im-
el monopolio de la mterpreta . . .os raciales Semejantes d1fe-
e n ella la confirmación de sus pre¡mlct ·nmem.orial. No se trata portante no es saber si preferimos el feminismo al multiculturalis-
, . · n una cu tura L mo, o a la inversa, las minorías raciales a la democracia sexual; o
rencias no estan mscntas e .d cusar sino de entender os
d 1 sea, para hablar con crudeza, las mujeres a los magrebíes, o a la
evidentemente e mm1m · · izar 01d emos
ex y debemos
' esperar d e 1as
mecanismos: esto es lo que po e inversa (para ampliar la perspectiva), los negros a los homosexua-
ciencias sociales. les. Negarse incluso a escoger equivaldría a validar la oposición.
Pero no es necesario aceptar estas alternativas, que encontra-
mos no sólo en la competencia entre minorías, como en el caso de
FALSA ALTERNATIVA y DOBLE CRÍTICA los árabes y los judíos, sino también en la competencia entre for-
mas de dominación, en especial entre lógica de clase y lógica racial.
Considerar la articulación ~ntre .
. . sexismo y racismo · es, pues, res-. Por ello no es posible ignorar las tensiones que constituyen hoy en
ac1·ales de la dominación
. 1 1 s dimensiones r .f Francia el espacio en que las cuestiones sexuales y raciales, ayer
tituir en pnmer .ugar óa ésta se presenta de manera .d1 erente
l 0 impensables, se han vuelto pensables, y es incluso "bueno pen
sexual para ana izar c m .f. e'llas Evidentemente, ser
a 01 1esten aqu · . · sarlas": no basta con decir que no hay problema para hacerlas
según los contextos que m l . osa· ni en los suburbios 01
d d 1 no es a misma c , d.f desaparecer. Al contrario, conviene tomarlas como objetivo para
e un sexo o e otro . de manera 1 erente.
1 t ' pero por cierto . no ser prisionero de ellas sin saberlo, o a pesar de uno. Sin duda
en otras partes, e aro es a, fectadas en consecuencia:
. los sexos se ven a . d d va a ser imposible encontrar una solución rebasando las tensio-
Las relaciones entre . d de estatus social pue en ar
por ejemplo, los muchachos priva ~s . otro camino para afirm~r nes. 7 En cambio podemos apoyarnos en estas perspectivas anta-
más importancia a su e~tatus s~~ua' smPero si hay una diferencia gónicas para poner de manifiesto los puntos ciegos que acompa-
su virilidad que recumr a las J v:nde1~d· ura víctimas de la domina- ñan a la politización de cada una de las cuestiones minoritarias.
, son por ana , · En otras palabras, conjugar el interés sociológico y político por
no es sólo porque estas , 1h ho de que no ocupan la misma
. b. , por e ec . l , las cuestiones sexuales y raciales es tomar el partido de criticar
lÍÓn sexual, smo tam ten l . , on la dominación rac1a : estan
l'osición que aque'11os en red.ac10n . e como lo demuestra e esa LO1 d f'
11 d nera 1stmta · ·
7

npucstas
1• l 1 virginidad femenma. Po~ otra parte, sus formas de res1stenc1a
a e a e ma_ , La perspectiva esbozada aquí coincide con la de Michel Feher en su contribución
'1111
( son
' necesariamente l as mismas. a este volumen, a propósito de la oposición entre racismo fóbico y racismo de la
dominación: no la alternativa ("o", "o"), ni su negación ("ni", "ni"), sino más bien
la conjugación de las lógicas críticas ("y", "y").
120 • ERIC FASSIN

. ., . ambién las lógicas minoritarias que


no_ sólo la dommac10~,, smoo: lo tanto, emprender una crítica de
la impugnan. Es tamb1e~,. p l multiculturalismo, y de la
doble sentido; del femm1sm~ po~ e ESTADOS UNIDOS/FRANCIA.
democracia sexual por el antlrrac1smo. EL AMOR DEL MISMO YEL AMOR DEL OTRO.
EL "MATRIMONIO HOMOSEXUAL" ENTRE FAMILIA NACIONAL
. ., mado la versión en español publicada en YCUESTIÓN RACIAL
.. Para esta ed1c1on hemos to XVl , 77 El Colegio de
. 16g1cos,
la revista Estudios Socio . vol . X ' num. '
México.

A FINALES DE LOS AÑOS noventa el debate acerca de los Pacs se


define en Francia mediante una paradoja, y si en ese momento
pasa inadvertido, hoy día la perspectiva internacional vuelve a
sacarlo a la luz. En efecto, por un lado la controversia ha estado
dominada por una visión "antropológica" de la sociedad: lo que
se debatía eran los fundamentos, considerados universales, de la
cultura. Por otro lado, en esa época todo sucedió como si sólo se
tratara de Francia: la experiencia escandinava pronto quedó en
el olvido y la conwaración trasatlántica descartada. Ésa es una
de las figuras de la paradoja de la República, que pretende en
carnar lo universal en la singularidad de la nación francesa. Para
la retórica republicana, Estados Unidos en particular no podn,1
ser sino un contra-modelo, y este espantapájaros cstado11111d1·m1·
exime de cualquier comparación seria. Diez años m:h 1.1rdc, prn d
contrario, ya no cabe pensar en el "matrimonio ho11w ..1·x11.tl" (es
decir, el conjunto de leyes, incluyendo el P.1cs, \1110 1.1111h1t•11, 111.1s
ampliamente, de debates acerca del rcconoc11111c1110 d1• l 1s p.11 l'j."
del mismo sexo y de las familias homop.1tT111.tln) 111111 ,11111·1111· .1
escala nacional: resulta evidente qut', d1· 1111 p.11 s .i 111111 1• 111d11.,o
de un continente al otro, la di fusi611 d1· l.1 poi 1111 .1 l11111111wx 11.tl del
matrimonio se inscribe en el marlo 111.1\ .1111pl111 di 1111.1 poltttza-
ción de los temas sexuales -o sc;1, lo qui· yo p111p11~1· dr11ominar
"democracia sexual"- (Fassin, 20(Vic Jh I ' 'i.) ,
Sin embargo, la comparación intcrn,11.1011.tl 110 11'p11 .1.1 rcabor-
ber la singularidad de los contextos n.1l1011.il1·s 1•11 11111g1111a uni-
versalidad democrática. Conviene pensar, .ti 1111~11111 111·111po que
(1 2 1]
122 • ERIC FASSIN

EL AMOR DEL MISMO Y EL AMOR DEL OTRO • 123

~a .1:,~¡~'ad
de) en ese movimiento general de politiz~ci?~·
(y no en de políticas ancladas en coyunturas h.srnt partes los alcaldes evalúan los límites de la ley al unir a parejas
en a espec1 . áficos articulares. Dicho de otro mo o, del mismo sexo. Ahora bien, el ejemplo estadounidense, en los
cas y e~ espac10s geo~ 1 s :Scalas de análisis, tanto espaciales extremos de la desobediencia civil, da lugar en Francia a que en
resulta importante variar a onemos aplicar en este caso
orales· lo que nos prop h d marzo se publique un "manifiesto por la igualdad de los dere-
como}emp . 1 ,, (Revel 1998). Ahora bien, apre en er chos", el cual desemboca en junio de 2004 en la celebración del
es el ¡u~go ~e ehsca as l" e~ el marco de la nación equivale matrimonio de dos hombres, consumado por Noel Mamcre en
el "matnmomo omosexua E fec-
bién a abordar la postura nacional que r~pres~nta.I n e Begles. Las paralelas acabaron cruzándose.
tam d 1 ertura del matnmomo p antea no
to, el debat~ acerca e ª. ~p ambién la de la nación. No basta
Con todo, este cruce no debe ocultar las diferencias capitales
sólo la cuestión de la fa~1h~Íí~ica democrática del "matrimonio
entre ambos debates -en particular, el contraste trasatlántico
acerca de la importancia relativa que se confiere al matrimonio en
pues con constatar que a p . de los países es 2
1,, t' n ¡ºuego es competencia ' sí y a la filiación-. En Francia, y sigue siendo verdad hoy día, la
homosexua que es ª e . ias· hace falta añadir filiación es el meollo del diferendo político. Si el Pacs suscitó una
decir, que refleja culturas nac10nale_s pro·~ d' . nal La polí-
que lo que está en entredicho e~ la identl a ~~~~o nac.ión: es la feroz oposición, incluso en la izquierda, no fue tanto debido al
. d 1 "matrimonio gay" contribuye a produ ,. 1 reconocimiento que se otorgaba a las parejas mismas, sino por
t1ca e
identidad .
de la familia nac1ona l la que est'a en ¡·uego' aqu1 1gua las consecuencias que se entreveían, más allá del Pacs, acerca de la
apertura de la filiación. En Estados Unidos, por el contrario, si
que en otra part~s de
la comparación entre Francia y Estados bien los derechos de las familias homoparentales quedan limita-
. Pero1 p~rtam úblico acerca del "matrimonio homo-
~:1:a~~· e;t~I~~ ~:~~;rJ
dos (o más bien casi ausentes) en la mayoría de los estados, nunca
lado del Atlántico (ddesdHe el ~aso ~;;;r suscitaron controversia de consideración desde que se inició el
debate: la apuesta política mayor es el matrimonio mismo. La
. d .. , d la Corte Suprema e awa1 en '
vs. Lewm, la ec1s107 le federal de defensa del matrimonio política del "matrimonio homosexual" revela, y sin duda alguna
hasta el decreto de a ey F cia (entre el regreso de la contribuye a producir, una diferencia crucial: del otro lado del
en 1996) antes de penetrar eln ~a~el Pacs en 1999) las crono-
Atlántico el matrimonio es sacralizado, mientras que en Francia
izquierda al poder en 1997 Ye v~ ºd 00 En efecto la Corte la sacralización recae sobre la filiación.
b rse a partir e 20 · '
logías aca an por cruza .d fallo del caso Lawrence vs.
Suprema de Estados Um os, c?n su Quisiéramos precisar de qué manera se organizan estos regíme-
·embre del mismo
Texas en junio de 2003, permite quhe en nov1 el de Goodridge nes de sacralidad democrática en torno de conceptos racializados
- 1 C Su rema de Massac usetts, en . de la nación -la francesa no menos que la estadounidense-.
ano en a orte {p
bl" Health se abra el matrimomo a las La reivindicación de apertura del matrimonio a las parejas del
vs. Departme~t
. del mismo o sexo
u icen ese 'tado Rápidamente la brecha mismo sexo se presenta a menudo en ambos lados del Atlántico
es .
pare¡as . . . d e 2004 en San Francisco y en otras
se amplía: a princ1p1os como la expresión política de una clase media blanca. Dicho de
otro modo, al parecer en el "matrimonio homosexual" la cuestión
racial (al igual que la cuestión social, por lo demás) no figura más
' i\ l'erca de la historia de la ver:1enht.e e~ta d' e polé~ique"
. dounidense véase mi artículo "Horno-
(1998: 63-73). Sobre
· États Ums· 1sto1re un bM 1
llC'X u.1hté et manage .ªux a .véase Borillo Daniel, Fassin Eric e lacu arce a
1(d11
' h"1nna de la vernenre frances , d 1 e de las dos vertientes ' Acerca de esta comparación, véase mi artículo "Same Sex, Differenr Politics: Com-
,), A11-de/d d11 Pacs, 2005. Acerca e cruc véase Fabre y
paring and Conrrasting. Gay Marriage", Fassin, 200la: 215-232, así como mi capí-
1 m 111, 2.004: 273-305. tulo "Du sacré dans les sociétés démocratiques: le mariage aux États Unis, la filiarion
en France", Fassin, 2006e: 353-362.
5
DEL OTRO • 12
MO y EL AMOR
EL AMOR DEL MIS

. . .
os ic ió n a la a fe m m is ta acerca de ta
la
~
SSIN
12 4 • ERIC FA
en 19 72 en la op e ~ m
:e nt , ? ERA)~ D e
- Ri
un a ceguera. El ar ig ua ld ad de de re ch
os (E qu al es
er a im pl íc ita , co m o un a ausencia o rd ar (in clu so da el ju ris t! ~illia en Es kn dg e, du ra nt e
qu e de m an consiste en re co su er te , co m o re cu er
11;, .
os a de sa rro lla r no dijo en Co ng re so el
f se po ní a en
gu m en to qu e va m e los gays y las lesbianas, co m o se los de ba te s en el a vo lv e; ía pr o :s or_ aul Fr eu nd
er to ) qu en te s en) nte sospechosa la
io c~n;n~c10nalme
én es ci n pr es en m ie nd
si ta m bi
la pa rid ad , at raviesan (está gu ar di a: Ja
Francia pa ra justi
fic ar ex ua le s en m at rim on
, po r analogía co n
r qu é ra zó n no ha br ía ho m os pr oh ib ic ió n de lo s
;: ~lr;{.~mo sexo
to da s las ca te go ría
s (¿ po
las m in or ía s visibles, en el
m ed io rural
el fallo L~vi ng " (E sk rid ge , 19 9 -
s y en tre e la cuestión erfi .
las clases po pu la re ás bi en de m os tra r qu m ism a ló gi ca vuelve a la su ph c1 e e!J lo s an os no ve nt a '
tra ta m La n del "marr im · . · one en el
o en los su bu rb io s? ). Se al, es tru cr ur a las cu an do la cuestió om e; ual " se u:
l de la cu es tió n nacion oruo K
ew os ip
racial, co m o pa rte es en cia y po r lo ta nt o im- d eb at e público. Así, el ju ris ta An dr pl ic a en 1997
ili a en las do s sociedades l " op pe m an ex
definiciones de la fa m ico a la po lít ic a de en un a revista de
de re ch a qu e más se
en am bo s la do s de l Atlánt or af q~ ~ }: analogía hi stó ric
\ca pr~vocado po
pr im e su to na lid ad
ac er ca al di fe re nd o m r el m at rim on io
os ex ua l" . e: t: e qu e
"m at rim on io ho m gay "es la línea di vi so ria e pe rm ití an y los
íc ita m en te im on 1·0 en t obsl esta os qu " El · o
es tió n ra ci al se in vo ca ex pl pr oh ib ía n el m atr re a ancos y ne gro s . mism o añ
En Es ta do s U ni do
s la cu ap er tu ra del cr ua l o a
e g YJ c.on;e~vador an to lo gí a de di -
te le et id
la co nt ro ve rs ia ac er ca de la A nd re w Sulliva n, in co m pr om
de sd e el co m ie nz
o de id o el caso on io ho m os
is m o sexo. En tal se nt fa vo r del m at rim m e u1a en un a
m at rim on io a las
pa re ja s de l m
67 po r la Co rte vi br an te J xu a' rim on io
n em iti da en 19 ca da al de ba te un ~; ga to ~r el de re ch o al m at
in ia -d ec is ió
ib ía n lo s m at ri- ad o en 19 l de re ch o
Lo vi ng vs. V irg a la s le ye s qu e pr oh interracial pu bl ic po r an na h A re nd t: "E
n_o _elemental",a
fin s a
r em át ic am en te lo se
,u~e~:~echo h~mma
po ne ie n se de
Su pr em a pa ra en in vo ca rlo si st de casarse co n qu
m on io s in te rr ac ia le s- , su el
ra zo na m ie nt o de
lo s ju ec es
ra ci ón co n el c~1 al ~~ sc nb1rse en un
at rim on io gay. El ns- en co m pa 1 d ho de d
pa rti da rio s de l m an la cl áu su la co escuela in te gr ad a
y el tic d
e sent rse <>n e un o quicr,1 en
a
Po r un a pa rte , ta le s leyes vi ol ab "d es ca ns ab an ui er
rcc lo
• • . . la pi d" , son
er a do bl e. ec to , un au to bú s, cual n~~;~~·~ sc,1 l,1 raza o c:I co lo r de
de pr ot ec ci ón ig ua lit ar ia ; en ef en te ". Po r la en te !e
tit uc io na l fin id as ra ci al m ve rd ad er am
nc io ne s de .
ex cl us iv am en te en
di sti ón to do s s lo va do ob ed t·c . ''. 1111 1.'.1111h111 dt· lm 11 ih un .d n.
áu su la co ns tit uc io na l de "e Ese in te ré s re noac 1 ( · ,111g111 al
• 111
ot ra , co nt ra ve ní an
la cl qu e "l a liber- En el nu ev o de ba
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te e a e m.1111 n111111 1.1 t 1<'us11 · ·111
a pa rti r de l m om en to en reH . o,
re qu is ito s" (d ue pr
oc es s) o un o de los '
de 1a Co rte Su pr em a de awa1, t•n 1d <..',1~11 111. 1•!11 l 'S. ( º \\ 111, rt ~l.1 ·
1
de tie m po at rá s co m
ta d de ca sa rs e es
tá re co no ci
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es encial pa ra ho m br
es lib re s en su , 1 vi, nculo en 1993· "El r •
bl ec1a e b cs u r,1 ~lo .11 lfl ll' lll'~.111111 s ""> t'st.í
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de re ch os pe rs on al es vi o la ca te go ría de en pe rfe ct a armon
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1 1
· te .1 < 11111', l'll l'f t ,l\ o
fe lic id ad ". Por lo ta nt
bú sq ue da or de na da de la ta d fu nd am en ta l al ¡ r . , 1
Lo vi ng' segu'n ¡ª cu os po de rea s1de t~ll .1~ 11111 t 1<1 i11,11111111111
io
ut ili za rs e pa ra re str in gi r la lib er su ·et os 1po 11c el
ra za no po dí a ta do :1111u· q111· 111.
n casarse. ría qu ed an pa ra un es nal e J . das ohlrg.11
de el eg ir co n qu ie lic ad os a la catego io . ·• · ga ra n-
to s de sp ué s fu er on ap pa - de re ch o constituc n m at er ia e pr oi ( 1.1.11111 i¡;11,1111.111.1
Estos do s ar gu m en on io en tre
sib ili da d te ór ic a del m at rim íz
la po los añ os se te nt a, a
ra ada o is
de se xo , ab rie nd o de inmediaro retom p r J.¡ n11l1111111
1111111·1111111\ta Phyll
o se xo . D es de pr in ci pi os de nd ad or de ' La advertencia fue 1974 un trib un al dis1 ' 11 r.111do est a mr er-
rejas de l m ism
all , qu e constiruyen el ac to fu Schla~y, hasra qu e oenSinger vs H .s pó r.11 111111111111.J de •
St on ew m ie nt o en lo s prcrac16n en el cas . arn ·
de los disturbios de nt ra m os este ra zo na •f do s rex t en A11dr1·w Ko pp elm an 19 97
os ex ua l, en co y ga ys ragmenros de esros os so n rcromados ' '
l,1 lib er ac ió n ho m te la justicia lesbian
as
p. 14 4.
111w ros re cu rs os qu e pr es en ta ro n an lv em os a en co nt ra rlo
p1
sa rs e; y, co m o re ac ci ón , vo
dt 1•m os de ca
126 • ERIC FASSIN
El AMOR DEL MISMO Y EL AMOR DEL OTRO • 127
rizada por las leyes". Diez años después, en su fallo Goodridge vs.
Department of Public Health, la Corte s.uprema de Massac.huse~s uni_dense, el 69% vive en 2003 en hogares donde ambos padres
retomó ese mismo argumento para abrir con ello el matnmon10 es.tan c~sados). Uno de cada dos niños negros nace fuera del ma-
tnmon10, de madre soltera (en comparación con uno de cada tres
a los homosexuales:
en la población general) (Seattle Times, 19 de abril de 2004).

En esta ocasión como en el caso Pérez (el fallo de 1948 que auto-
rizaba en Calif~rnia el matrimonio interracial) y en el Loving, un
. Un negro entrevistado para este mismo artículo resume Ja
estatuto impide que individuos tengan acceso a una insti~ución de lógica de su inquietud: "En mi opinión, dos padres del mismo
sexo, es como un solo padre". ·
importancia fundamental, tanto legal como personal y socialmente,
debido a un rasgo único: el color de la piel, en el caso Pérez, Ya.la ~o se trata sólo de una reacción de negros: es también una
orientación sexual en el Loving. Igual que en estos dos fallos, la his- reacc~ó~ a propósito de los negros. Por ejemplo, basándose en
toria debe ceder frente a una comprensión profunda de la naturaleza estad1st1cas sobre el concubinato y los nacimientos fuera del
odiosa de la discriminación. ma~rim~~io, el. ens~yista conservador Stanley Kurtz compara
!,ªs1tuac10n soc10l?g1ca .en Estados Unidos con lo que él llama la
De hecho, este fallo de 2003 remitía incluso al caso Brown muerte del matnmon10 en Escandinavia". Y añade una nota
vs. Board of Education, la decisión histórica de 1955 contra la todavía más amenazante: si Escandinavia puede permitírselo no
es el caso de Estados Unidos. '
segregación racial.
Es cierto que el recurso a su historia para defender una causa ~ aco~tumbrar a los estadounidenses a separar tajantemente
homosexual no alcanza la unanimidad entre los negros estado- matnmomo y parentalidad, el matrimonio gay reforzaría esas
unidenses: ¿puede el matrimonio gay reivindicar legítimamen~e tendencias encaminándonos claramente por la vía del sistc
la herencia del combate de un Thurgood Marshall o de un Martm ma. escandinavo. ~ero a diferencia de Fscandi11;1via, en F~tado~
Luther King, Jr.? "Poner en un plano de igualdad una elección de U?1,dos exis~e una subd;1\t' la11 1111c/1•rc/,1ssl t: 11 y,1' f, 1111 ¡1 1. , .,
f~1nan cons1d~rable.mente \1 h11h1n,1 q111' ,ep.11.11· 111 p.1tl'llt,i-
1 11
vida y el racismo es rebajar la obra del movimiento por los derechos
cívicos en su totalidad" (AP, 28 de marzo de 2004), declara en l1dad del ~atrunon10 (Bos/011 (,'/olJt', JO dl• 11 1,11 ;r. 11 di' :.!.OIM ).
2004 un grupo de pastores negros. Rechazar ese acercamiento Cualquier lector estadoun1dt•11"' lo l1.1h1 ,1 u111 1p 1<'lldidn: lt.i-
blar de esta "subclase" frágil t' i11q11il't.11111., 1·s ~1111pl11111111 ·
conduce por supuesto al rechazo del matrimonio gay e~ ~í, muy
manera co?ificada de evocar el t'\Jlt'll 1o d1• 1,1 J. 1111 111. 1 ru gr ,1,
111111
'
extendido entre los negros (casi dos tercios de los part1c1pantes
en el sondeo), mientras que entre los hispanos y los blancos ~con Resumiendo, podemos dct:ir qlll' 1·11 1•1 " ur,111111111 11 111 lror
1111
excepción de los evangélicos) está en. retr?ceso: Pero es_t~ !mea 1
sexu~l'', si la referencia al caso l.ovi11g 1·s l,1 1 11 1 1 r~d11 · de f, 1
divisoria racial remite a su vez a una h1stona racial espec1f1ca: cuestión racial, la racialización dd 111.11n11111111e1 1111~ , .. 1\ "' ~.ll«l
11
oculta. L~ .cuestión racial subyace pllt'\ 1·11 1·~1e de¡, 111., 1111 plit:i
ta Y exphc1tamente a la vez. Esta prt''>t'lll l.t s11l11e r r r11, 1 ilumina
Entre los negros, algunos se preocupan ante la id~~ de que el
matrimonio gay afectaría negativamente a una fam1ha n~gra ya
pu~s con una luz sombría la sacraliz.1u1111 d1 1 111,r1r11111111io en la
desintegrada, puesto que cerca de 70% de los niños ya no viven en s?~1edad estadounide?~e. Del otro bdo dl·l i\ll.111111., l.1 p1cocupa-
hogares tradicionales, con madre y padre, de acuerdo c.on el censo c10n acerca de la fragilidad del marn1111111111 ~1g 11 e 1e 11 d 0 .Hm una
dl· 2000 (en comparación, del conjunto de la población estado- apue.sta racial, que remite al reportl' .1u·1 l ,1 d1• l r "f 1111il1.1 negra"
publicado en 1965 por el experto D.11111•1 l'.1111l k i\ loynihan, so-
128 • ERIC FASSIN

EL AMOR DEL MISMO y El AMOR DEL OTRO • 129


ciólogo y hombre político, y más allá: a toda la historia racista
acerca de los nacimientos fuera del matrimonio y acerca de esas momento en que se rechaza de la .
mujeres de color cuya maternidad es estigmatizada "a expensas de ~exos, "la clonación humana 1 misma manera la diferencia
del Estado" (welfare mothers). Así, en la cuestión del "matri- lóg1ca -la lógica del mism _,,Y Nos Pacs ~ntran en una misma
comp · , se presenta 0. 1 d · o nos
. arac10n . 1magmemos
· que esta
monio homosexual" esta versión negativa de la cuestión racial w a1s a a. el ps1c
tnter, a su vez, protesta· "iC ·<l d
r
oana Jsta Jean-Pierre
en la controversia pública importa igual que su versión positiva en
el debate jurídico: juntas, ambas contribuyen a definir el debate, mente modificados!" (2000) p u11 a o co_n los hijos simbólica-
sus tensiones y contradicciones. clonación. En 1999 el reg . odr º1 demas, no sólo se trata de
. d reso e a te d .
agita o con la publicación d El I mpora a literaria se ve
En Francia el contexto histórico y por ende retórico es obvia- escándalo: en una obra pla a~a dencesto (I:!nceste) por doble
mente muy diferente. Para los opositores al matrimonio gay el y ma_rcada por la actualida~ del p referen~ia_s al psicoanálisis
argumento central está, cosa notable, totalmente ausente del c?~ igual repulsión su aventur ac~, Chnstme Angot revela
debate estadounidense. Se trata de la denuncia del "amor del mis- v~eJ? secreto de una relación in a reciente como lesbiana y el
mo'', que supuestamente define las uniones del mismo sexo, en pagmas la autora relaciona la eC:.stu?sa ~on su padre. En esas
contraste con la diferencia de sexos planteada como fundamento dad con la del incesto y al . ~enenc1a de la homosexuali-
1a c1onac1ón. para hablar ' mismo tiempo
d l . retoma 1a analogía de
antropológico de la cultura (o, por lo menos, de nuestra cultura).
En otro tiempo la homofobia asimilaba desde luego la homo- 200lb: 143-166) En el fo de a pdare1a del mismo sexo (Fassin
, · n o to o esto · Id , '
sexualidad al egoísmo, o al amor de sí mismo; pero frente a las gata, nomas que revolcad equ1va na a la misma
reivindicaciones de conyugalidad y de vida familiar las denun-
El" ª·
otro" está, por lo tanto f d
cias de un individualismo hedonista resultaban un tanto inadecua- d_e no ser para referirse a su aus; u_era el debate acerca del Pacs,
das. Es en ese momento cuando surge en Francia la crítica del c1da al amor del "misrno" D nc1a en la homosexualidad redt1·
"amor del mismo": la diferencia de los sexos se invoca como un
U ·d
nt os la cuestión racial
· e este mod
t . o, a t ¡i1ercnr.:ia
·r '
de Fst·1dos
menos en apariencr·... no igura l'n d tk•hatt• t'll Fr.111ll l • ,·¡
valor cultural, moral y político a la vez, inspirado ep los psicoa- ..- , pues c:n rt· 11 1 f 1 ' •
nalistas y en los teólogos -que en ocasiones son los mismos-. grana~~ los términos mismos d. 1 . _•t .ll.'>e i.~ll.1"l'l' r1.1 t•11 ltlr
De este modo Tony Anatrella, sacerdote y analista a un tiempo, de la_ :i11ación no puede co111pr ~ ·; ~01.111ovt·1~1.1: l.1 ~.11 r.il11.11 ro11
publica una serie de obras elocuentes que van desde El reino de cuest10n de los inmigrantes e l lllt t " l .\111 lt.11 ,., 11•l1·11·11l' ' ' l 1
d esd e los años ochenta E €11 •e pr1111er p 1.1110' 1<' 1,1n1 < 11 11111l11i1 · · •1 ·
Narciso (Le Regne de Narcisse) hasta La diferencia prohibida (La . 1 · n eiccto dchH •
différence interdite). La diferencia de sexos es el otro eufemismo eqmva e a hablar de nacionafd d, • ir .llt'H.1 <1i• l,1 ""'"~'' • ll ¡,·,,1
el derecho de la na . l"d di a -y por r.11110 ili· ltlr,11 11111 A.
que suele utilizarse para denominar la heterosexualidad.
(d erecho del suelo) c1ona
retro d
J a ve dcsd . 1
, . e i.1n· ·'"'" i 1111111' l ¡11, fü/t
. "
Así que al matrimonio gay nunca se le asocia --como sucede
del otro lado del Atlántico- con la poligamia, que en Francia evo- ~anguinis (derecho de la ~=ne:er~grcs1v.1111t·111t• ~·11 lw111 111 'º ill'l ¡11s
ca más al "otro" que al "mismo". En cambio en Estados Unidos la Juego en las batallas políticas~o~' e~ ~trm tn1!111111~, 111 q111 <"\l.1 en
rnmparación francesa con el incesto y la clonación está totalmente es la_ naturalización de la filia .6 res a 1~1111gr.ll IClll l.1 11.11 io11.1lidad
.111-,cnte de la controversia. Simone Korff-Sausse publica una tribu- ~rra1gado en una filiación q c1 n. cr rann·s «'Ni i11l, 1 ' ' z u1.1s estar
mrru· d . . ue se supom• n 11 1 .
11,1 titulada "Pacs y clones: la lógica del mismo" ("Pacs et clones: gra o solicite ser "naturalizad " . . ur.1 : pur i11.1s que el
la /11g1que du meme") (1999). Para esta psicoanalista, a partir del cada vez más problemátic d~d· c:sr.111.1111111l1l,1111111 'l' vuelve
más fundada en la natural:z:. me i a 'llH' l.1 1111,1111111 i t·sulra aún
130 • ERIC FASSIN El AMOR DEL MISMO Y EL AM OR
DEL OTRO • 131
.
A pa rti r de ese ~ornen to se en ue n de la res on an cia de l de ba te de países do nd e la ho mo
_ de las resistencias . b sex ua lid ad todavía es cas
el qu e sus~1t a a:. en po r la ley (sic)", co mo suc tigada legalmente
sobre Pacs y la v1rulenc1a . , lo la co ny ug ah da d, sm o
ed e en Ma rru ecos, Ca me
rún y Tú ne z, "se
la me did a en qu e p_o , iue go no so nie ga n a co nsu ma r Pacs
bin aci on ales rec urr ien
ma en de la filiación a las par · d \ do
1· e' riesgos de ate nta do s co al arg um en to de
tam b n' en po ten ciad, la ap ert ura e1as _e
cº10'n mé dic am en te as1s- ntr a el ord en pú bli co ". 6
. o sex o co n la a opc ·ó y la pro cre a la ley del país prevalec En otr as pa lab ras ,
m1sm ' 1 n . ., e en los consulados fra
tid a; ese de ba te se ms . ºb' n un a log1 ' . de desnatural1z ac1on en el pu nto en qu e el rie nceses pre cis am en te
c:1 ~ ~ roc eso decarac sgo de persecución es
de la fil iac ión -a l rev ial iza ció n so bre ¡~ Al parecer, no existe aso ma yo r.
es e p ue sta no es pu ciación equivalent~ pa ra
na cio na lid ad france~~
-· L~ ap l mbién lo es. Laúnicamen~e e
es cionales de sexo difere las parejas bina-
nte, o sea, do ble me nte
homofob1a es el de sti no qu e se de pa mixtas. Sin em ba rgo ,
ord en sex ua l: la familia
~ac 1~: ~~ª ace rca ra a los cónyuges ho mo
.e
tambl ' n sín tom a de .un a mq u
de la na ció n. En_ef~cto, sin o su bra ya r y en du rec
er la lógica de l tra tam
sex ua les no ha ce
asa r de la tol era nc ia d l h mo sex ualºd 1
ad a su reconoc1m1ent
o res erv ad o a los có ny ug
es he ter os ex ua les bin aci
ien to co mú nm en te
e a o
~o es sólo ren un cia r a pe Ua co mo algo "contrana
tu~ a
,, otr o mo do , la ten sió n on ale s. Di ch o de
b º ' na alejarse de unra e~ ~ón na tur ali zad a de la filiación ,
nsa ' qu e se manifiesta en tre
. de la co ny ug ali da d ho el rec on oc im ien to
sm o tam ie v1s1 mo sex ua l y la na tur ali
de la familia y, po r en d d \ na ció n. na cio na l co nc ier ne igu zac ión de la filiaci ón
e, .e a . ho mo sex ua · al alm en te a la he ter os ex
El vín cu lo en tre "m am l" y familia nac1o n sex ua lid ad de sem pe ña ua lid ad . La ho mo -
mo mo , ho se distingu un pa pe l de rev ela do
aclara la lógica de l Pacs, qu e todav1a .alYes· po e de l ma~ri~o- un a tra ns for ma ció n ma r, qu e pe rm ite ve r
r un lad o, la filiación, yo r en la rea lid ad de
nio he ter ose xual en d os un tos esenci rep res en tac ión legítim las familias y en su
p . , de rec ho· en · a. En efe cto , el de ba te
ue sto qu e no ina ug ura
nmgu~
la ma ter ia y, po r el finales de los añ os no ve
nta ace rca de l "m atr im
ini cia do en Fra nc ia a
~tro la inm igr aci ón , en la me n ue sól o co nc ed e de rec ho s y del "a mo r del mi sm on io ho mo sex ua l"
did a e_ er~s de ciu da da no o" dis fra zó un he ch o
de mo grá fic o de ma -
' \imitados a los cónyug s franceses. yo r im po rta nc ia: el de
mu Y es ex tra n¡_ do po r el sar rol lo de l "a mo r de l
Si el rea gru pa mi. en to f ·1iar au tor iza ma tri mo nio hoy ma tri mo nio s mixtos, en otr o" -o sea de los
am i l da vía más res tri cti d el sen tid o de bin ac ion
En un rec ien te vo lum en ale s-.
est á en tel a de juicio,b
r~su ~:s t~ multiplican. En resvo cu an o se de artículos qu e pro lon
trata de l Pacs' y los o sta cu um en ,_la h~~ ta clásica de Alain Gi
rar d La elección del có
ga n la encues-
. d
mosexualid~d pu ed e se: ld.~~ c1a a co mo un "a mo r del mism o ' conjoint), los sociólogos nyuge (Le choix du
eso no im pid e qu e en ;:r del otr o" ' cu an do ~e tra d Hé ran ba san su crítica
y de mó gra fos Mi ch el
Bo zo n y Fran~ois
, . . te ara qu e se le ali ta e un de la ilusión mo de rna
vidual pu ra en el anális de la elección indi-
ex tra nje ro, no sea razo¡°
s~hc~~
Po r lo de más, res u ta s1g :ati~o qu e un a Asociación par~el
ente.
realizadas desde la Prime
is de las gra nd es en cu
est as cu an tita tiv as,
01h de las pe rso na s ra Gu err a Mu nd ial hasta
· · Ho mo sex u es De mu est ran co ntu nd en los añ os ochenta.
Re co noc1m 1ento de los .De rec. , os · tem en te qu e la regla est
y Transexuales a la lnm a la Estancia se int erese po r la ció n de la pareja" es la adística en la "forma-
1grac 10 ::o s en parejas ho mo ga mi a. Ah ora bie
defensa de los có nyuge~ de l mismo sexo. ~-e de la ho mo ga mi a desca n, el de scu bri mi en to
ex tr : la ARDHIS/ "m ien nsa en un pre sup ue sto
.1cue rdo co n un co mu mc tra s qu e los sohc1- su ob vie da d, sob ra evoc implícito que, po r
ad o , nu me rosos de bid ar: la en do ga mi a. Uno
mt es de asi o a qu e hu ye n de un en tre sí de clase qu e se casa en tre sí --e n
t lo son ca da vez mas es tam bié n un en tre sí na
·
\.\-. . pa'1s los co nsu lad os fra rencia nacional es la otr cio nal- . La prefe-
pe rsecuc ion es qu e Pª de cen en su ' nceses a regla ma tri mo nia l. Po
ha cer el ba lan ce de sus r ell o los au tor es, al
investigaciones co n la
. . de los De rech os de las H distancia del tie mp o,
,
;\\!>CI-'• "'" para e ¡ Rec ono c1m1en to per son as om ose xua les
. 6
\ 11 1m:x11.1\es a la lnm1gr ac1. 6 y a la Est ancia.
n
< ww w.a rdh is.o rg/assem
nle .htm >
132 • ERIC FASSIN

EL AMOR DEL MISMO Y EL AMOR DEL OTRO • 133


" ta debería tener en consideración"
sugieren que una nueva e_ncues ,, también "las dificultades del
'l 1 " ·ones del rrusmo sexo ' "d d trimonios mixtos como un signo fuerte de integración a la sociedad
no so o as u~i . , n las diferentes generaciones naci ~s e receptora. En cambio, resultaría inquietante ver que los matrimonios
mercado matnmomal segu . 1 . , en el mercado nac10nal mixtos se estancaran después de cuarenta años de inmigración; esto
la inmigr~c10n, asi co, d las diversas formas de mixtidad y e
., , mo su artlcu ac10n d
sería, de paso, un signo de compartimentación.
o trasnacional, a traves ,e 2006· 23)
· , " (B zon y Heran · · d ··
segregac10n o h' b. do de manera más ecisiva
Esto es sin dud~ lo ~ue a cam ~a lemente un hecho nacio-
Pero a semejanza del gobierno, el Parlamento no quería ver
. 1 t imomo ya no es simp sino "descarríos" y "desviaciones", El. 8 de marzo de 2006 el
en Fr~ncia: e m~ r 1995 a 2003, de acuerdo con una _nota ministro de Justicia, Pascal Clément, en una comparecencia ante
nal, smo trasnac10nal. De . H, an los matrimonios mixtos
redactada en 2006 por ~ranr;oi~ er bien la progresión cuanti-
la comisión de leyes de la Asamblea Nacional precisaba que:
(o binacionales) se duplicaron: ora di·a'dos de los años 2000 "cerca de uno de cada tres matrimonios es mixto; ahora bien,
tativa de la ex~~amia 1 sobre el control de la validez de los
· se convierte a me de una pareja mixta sólo nace uno de cada diez niños", lo que
en un ret~ pol1t1co. ¡a eioo6 apunta de este modo a sosp~c~ar
bastaría para "revelar que el matrimonio se utiliza con fines aje-
nos a la instauración del vínculo conyugal y a la fundación de
matrimonios adopta a en . ·os binacionales, en una logica
, · te de los matnmom . · una familia". En esos "fines ajenos" vemos con claridad que se
. 1 B ·11
l . . t Dame orn o, cal1"ficamos de "chauvinismo
sistematicamen 1 dibuja una lógica: vistos dentro de la política de la inmigración,
que, con e ¡uns a . 1 n 2007 con una nueva ey
matrimonio y filiación se confunden para juntos definir una mis-
matrimonial" (2006). Al igu\. que ee simboliza la enmienda so-
contra el reagrupamiento fdami iar, qui.za la hipótesis del fraude: ma exclusión del reagrupamiento familiar. Es la nacionalización
de la filiación.
bre los tests A~ '
N 7 el Esta o genera i .. .
1 ue odría llamarse la "filiación
del "matrimonio blan~o ª1 • o ~
,,

blanca" la familia nac10na mst1tui a


.J por el Estado francés mira
f ·1·
Es así como la política de los matrimonios mixtos apenas si
nos aleja de la política del "matrimonio homosexual". En efecto,
con desconfianza a las p_are¡a~
' · mixtas y a sus ami ias. no basta con hacer notar que las parejas binacionales también
u amiento familiar en nom-
Se trat~ de _obst~culizar e . re:~~: efecto, com~ hacía not~r
pueden ser parejas del mismo sexo, radicalmente excluidas del
bre de la "mm1gración selecltIIva . la sazón "el matrimonio matrimonio y en Francia confinadas al Pacs. Todavía se requie-
S k inistro de ntenor a • . ,, re ver con detenimiento lo que esos debates ponen en juego: la
Nicolas ar ozy, m . . de · nmigración en Francia nacionalización de la filiación, así como su naturalización. El
·d el pnmer motivo 1 , h
se ha convem o en bril de 2006). Desde luego que se podna . a- derecho de la sangre funda una nacionalidad que se supone na-
(Le Monde,d 27 de a -¡· ·s de Franrois Héran, a quien tural. Así que no por casualidad la homosexualidad está excluida
· , n a los ana isi 3" 1 1
ber presta o atencio 1. d d de director del Ined e 2
se escuchó en el Senado en su ca i a de ella: la homoparentalidad participa de una desnaturalización de
de diciembre de 2005: la filiación. De este modo se puede comprender el estatuto para-
dójico de los discursos en contra del "matrimonio homosexual":
d Unidos una sólida tradición de ob-
al igua~ qu~
En Europasociológica
servación en Est~a~s
siempre mterpretado la progresión de los ma-
en el momento en que se denuncia el "amor del mismo", es el
"amor del otro" el que se convierte en blanco de las sospechas y
de los ataques por efecto de una xenofobia de Estado. Pero en un
o use sobre este asunto al comienzo de
~fr permito remitir al bre~e ªº1~1~s /q~e ~~~e septiembre de 2007, < www.polms.
,..
l 1 'i 11111 ovcrsia: "I.:ADN nattona ' o ' is, caso como en el otro, diferencia de sexos o jus sanguinis, de lo
lill \l >N national,1916.html> que se trata justamente es de fundar en la naturaleza la fili,1uo11
nacional -en otras palabras, redefinir a la nación a parcir de 1111
134 • ERIC FASSIN

El AMOR DEL MISMO y EL AMOR DEL OTRO • 135


doble repliegue, tanto sexual como racial, en torno de la hetero-
sexualidad de cepa-. Para entender esta alternativa conviene . , ,
de las comparaciones nac· l ir mas alla del marco
sólo en Francia y en Est~~:: ~~;amb!ar de :scala. J:Ioy día, no
El contraste entre Francia y Estados Unidos en materia de raciali-
todo el mundo la democr . º1s, smo mas ampliamente en
zación del "matrimonio homosexual" no estriba tanto en lo refe- . ·1 ·
d e c1v11zaciones, ac1a sexua está at d
s Del velo . l' . rapa a en un conflicto
rente a las culturas como en las contradicciones nacionales. Si el · is amico a las m ·1 · .
sando por los matrimonios fo d ut~ ac1~nes genttales, pa-
discurso estadounidense acerca de los derechos cívicos, formulado la política sexual opone el are r~a osdy lla poligamia, se supone que
en primer lugar en términos raciales, puede utilizarse para justifi- · ·¡ · a1smo e a ba b ·
c1v1 izada --en otras palabras " 11 ,, " . r ane a 1a modernidad
car la reivindicación del matrimonio gay, la estigmatización racial se ha vuelto muy difícil conf ed_os a noso_tros"-. Por lo tanto
de las madres solteras negras no contribuye menos a la sacraliza- . un ir en una mis . .
ción del matrimonio, considerado éste como una institución a la a 1as mmorías sexuales y raciales El " . 1'.1ª est1gmat1zación
convierte de este modo en 1 , . b matnmomo homosexual,, se
racializada. Lo vemos en lo ep s~m ~º. de una democracia sexual
vez heterosexual y blanca. Por el lado francés, la contradicción
entre la denuncia del "amor del mismo" y la suspicacia frente al de 2000 a veces se denuncia sal :i;es ªJos, donde en plena década
"amor del otro" sólo se resuelve dentro de una lógica común de los homosexuales. Parad . . slam en n?mbre de los derechos de
naturalización de la filiación, en el meollo de la definición de la · OJa. en a actualidad 1 ·
me1or a la homosexualidad l h e racismo se adapta
identidad nacional. Más allá de estos contrastes y de tales diferen- d ec1r que lo que hoy est' que
· a a omof b. E .
. o ta. sto equivale a
cias nacionales, conviene sin embargo medir que el "matrimonio a en Juego en el . .
no es sólo, a través de las es . . . matr_1momo homosexual
homosexual" también se inscribe dentro de una historia más am- nacional. Más allá de los d"f pec1f1c1dades nacionales, la identidad
plia -lo que implica considerar los "juegos de escalas"-. · 1 erentes context ·
Un ejemplo ilustra bien lo anterior. En Estados Unidos a menu- l?ternacional, la apuesta también está os ~a~1~?ª1es, y a escala
t1dad occidental cuy.a modcrnid d . e~ la def1mc1on de una idcn
do se invoca la referencia a la "poligamia" en contra del matrimo- por la democracia sexual. a tiene que pasar en la .1ct11alidad
nio gay, como nos recuerda Judith Stacey; en Francia, la referencia
se hace en contra de los amotinados de 2005. De ~ste lado del
Atlántico la académica Hélene Carrere d'Encausse proponía en
particular una interpretación culturalista que racializaba las vio- * Este artículo fue publ1l,1do romo M
monde. I.:arran<>eme11t <l"s '" Mgn ,., /11111111~1· " " ' ' ' ' " ' """' ¡,.
lencias. En cambio, del otro lado del océano la actualidad de la o ' //()/ 1111·~ I //// I I1· A
' I ,,, '• 1\1111 ( 11111111, 'llOH
poligamia (si no es que su historia) es blanca, puesto que remite a
los mormones, quienes obviamente no pertenecen a las "minorías
visibles". Por el lado estadounidense, la poligamia no se utiliza
en contra de los negros; en el lado francés, no se recurre a ella
para estigmatizar la homosexualidad. ¿Cómo entender entonces
estas retóricas diferentes? El significante "poligamia", una vez
l'lnpleado en un registro, deja de ser disponible en el otro. En
1111h.1s sociedades, la estadounidense y la francesa, un argumento
1111 puede utilizarse simultáneamente en contra del matrimonio

1\ 1 v p;tra estigmatizar a una "subclase" racializada.


'Véase P· 67 en este volúmen.
BIBLIOGRAFÍA

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Po. des Movements sociaux, París, Presses de Sciences

Bonillo Daniel, Eric Fassin y Marcela Iacub (comps.). 1999.


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