Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ÍNDICE
11 H 1krcchos reservados conforme a la ley Estados Unidos/Francia. El amor del mismo y e l amor
del otro. El "matrimonio homosexual" entre famil ia
l/111 1 ¡1111hibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta nacional y cuestión racial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
11 1 111111 111do de la presente obra sin contar previamente
11 1 ""'•1111Jción expresa y por escrito de la institución editora,
11 1 111111111' dt· lo así previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor. Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
-
r
PRESENTACIÓN
PATRICIA PIÑONES
KARINE TINAT Carlos Bonfil
Encargadas de la Cátedra
Simone de Beauvoir 2006-2008
LA PRESENTE REUNIÓN de ensayos y artículos del sociólogo fran-
cés Eric Fassin1 contribuye a ampliar y diversificar el creciente
debate sobre asuntos de género y sexualidad en los países de habla
hispana. Si bien es cierto que la sociedad civil en México y otros
países del hemisferio latinoamericano es cada vez más permeable
a las discusiones sobre violencia de género y derechos sexuales de
las minorías, también es un hecho que las propuestas editoriales
y las reflexiones académicas sobre estos temas siguen, en buena
medida, fuera del alcance del público medio.
En muchas ocasiones el monopolio informativo de los medios,
aunado a la indiferencia institucional, cuando no al franco desdén de
los gobiernos, trivializa asuntos como la violencia social o domésw.:a
[9]
r
I 0 • CARLOS BONFil
INTRODUCCIÓN • 11
lo nac
ción yiona l,
la mulpue sta en entredicho de los conservadores como una
tiplicac ión de 1
os mat p~r
nm e t~cren:ento de la inmigra-
1.
om os mix t La maciones de la pareja y la familia,
posible vanguardia de las transfor
-
. ~s.
a
( men udo violenta) a la a robació . .
(Pacs), finalmente aproba~o en n
199 ;el Pacto C1;1I de Solidaridad
o~os1~1ón activos del desorden social y del
es decir, com o los pro mo tore s
colapso cultural en Occidente.
Esta con tinu a percepción del cao
.' n~ ~e d.eb1a tan to al acceso
que gracias a él pod ían tener las s explica en par te la vigilancia
de derechos con el resto de la extrema y los embates virulentos
pare¡as., e ~1smo sexo: igualdad de la derecha frente a cualquier
posible trámite para una eventu
J~bl~~ 1º~', smo a su carácter de inte nto de politización y modern
izac
La politización de la sexualidad ión sexual.
la e~a iza.c1on del mat~imonio gay,
mismo que a su vez daría paso a , explica el aut or en su texto
de niños de etnias diferent ) "Cuestiones sexuales, cuestiones
raciales", no siempre estuvo vi-
to de filiación Má s alla' d es Ya una cam opc1?n (predommantemente
bio s · 1d 1 gente en una Francia en la que dom
. . 1 p 1 inaba una retórica republicana,
es la legitimación de la f e Taes o que se p usta flnc1a 1eh con . cep-
defensora del individualismo, y
mismo sexo com o ¡'efes d amf11~1· h er ' a en e onz ont invariablemente competencia de
don de los asuntos sexuales eran
e ami 1a)om oparental (dos personas dele la esfera privada, en oposición
a
y con el la visión comunitaria prevalecien
nales y extranjeros, el nue
reposa ya en el derecho san ,
vo diseñ¿ d matr~mon.10 e nacio-
· · d
público ganaba a tal pun to terr
te en Estados Unidos, don de lo
eno en asuntos de sexualidad, que
. e una nac10nahdad que no incluso se llegó a difundir una fórm
territorial; la filiación de¡·a agsu_indeo ula afortunada: "lo personal es
1 e ser , smo ehn un derecho puramente
un echo b' I' · político". Los lenguajes comuni
d o. en .el suelo natal' par a conve . 10 og1co, arra1ga .
en Francia, pues suponían la frag
tarios eran vistos con desconfian
za
mrs
men te, que amenaza no sól en1 un hech e . -
. o soc1~ ' variable
h istó nca · 1 mentación de un tejido social
también la uni dad étnica. que aspiraba a la unidad y al univ
o a cohesión nacional, sino ersalismo. Reconocer políticas
identitarias específicas equivalía
Desde en realidad a fisurar un discurso
del mismo 198 9, en efecto, las uniones d h
sexo contrib u h de cohesión republicana que, a
juicio de muchas mentes liberale
ción en Eur opa lo m1ºsmoyen Da . e ec o ent re personas aparecía com o la mejor pro tecc s,
.reconfigur ión con tra la desigualdad, la 111-
Ya par tir de 200' 1 el en mamarca q ar el pais s aje de la filia-
·a e Islandia justicia y el racismo. Por ello la
· .
mat om o gay en H 1 d uec1 ue en lucha de las feministas en Fr;111c1a
e Inglaterra ha abierto lasnm se enf ocó más en una cuestión
de par ent alid ad y a los pue rtas a la d o ~n a, é g1ca, España
B 1 . ' de género, en el re1.:onoc1m1ent
de la par idad (representación pro o
' . a opción, a nuevas formas porcional de los sexos) en la v1d;1
mec pública, que en la legitimación de
mente asistida hec
, ' hos que 1anismos de d ~ pro crea ción
( · diversas exigencias de las m1110 -
esaf 10s al ord en simbólic e con serv a uns m 1 clín . ica- rías en materia de sexualidad, com
o
d 1 f d A pesar de dicha trad ició n libe era el caso del Pacs.
de la cult ura , basados am:o~
los sexos, y no en el contrae
:n o
" . prmc1p10 de la diferencia
mo ra
~~ u~ ~n:entos ant~opológicos
considera
terr eno en los debates sociales
ral, lo com uni tari o ha ganado
en Francia desde que a finales
· o ant mat ura l" d d de los año s nov ent a apa reci ero n de
mismo sexo unidas institucion almente en escena, con may or vigor que
e os personas del nun ca, los temas de la inm igra
ción , la violencia sexual, la pro
dad tamb1'e' 1ilia hom~sex ual
El nuevo
homoparentalimo delo de fam
. titu ción y la por nog rafí a, y natu
ralm ente la crít ica del mo delo
s-
gos, ex amantes etc ' n e concepto de f no ')' sólo l'mcluye la dom ina nte de filiación, con la
) y de ami ta amp tada (ami- apr oba ción del Pacs y la proli-
' ·' parente feración de esquemas de mat rim
bl es en las nociones de duración fidscol'deleg d
id
o, con. ca~
b'
Unidos. A tod o esto se aña den
oni o gay en Eur opa y Estados
más elásticas y libres 1 ' e ' a y cohab1tac1ón,ws nota- la ado pció n, los mecanismos de
m.1rrimonio heterosex~~t ~sbque mucho pro cre ació n asistida, y la frag
men taci ón del mo del o familia
prevalecen en el mo del o del trad icio nal en fórmulas mo nop r
di' l'\la perspectiva los h; a aren tale s, hom opa ren tale s o de
e prle tar, con Fassin, si den
mosexua esgun no aparecen hoy a los ojos tro
familias recompuestas.
INTRODUCCIÓN • 15
14 • CARLOS BONFIL
[17]
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 19
18 • ERIC FASSIN
carnado por un Orson Welles obeso y arrogante, resulta corrupto, amagándola con que van a drogarla por la fuerza, e incl~so vi?-
en tanto que su atlético y cortés homólogo mexicano, a quien larla en su habitación. "Sosténle las piernas", ordena el 1efe. Sm
~qué) .trata con desdeñosa hostilidad, se revela como ejemplo de duda se trata sólo de actos teatrales para mancillar su reputación
integridad. En la investigación, el primero fabrica las pruebas, en e intimidar a su marido, pero el terror de estas imágenes pre~agia
tanto que el segundo desea respetar las leyes. Y es Vargas quien el motel de Norman Bates adonde Hitchcock llevará a la misma
~r?tes,ta por ~o~ métodos estadounidenses: "El trabajo de un po- Janet Leigh, dos años después, en Psicosis (Psycho).
h.cia s~lo es f~cil en un Estado policiaco". En efecto, para el fun- La violencia sexual aparece así como un llamado al orden:
c10nano mexicano, a diferencia de lo que ocurre con su adversario al casarse con una estadounidense de Filadelfia, ¿acaso el policía
estadounidense, la ley debe imperar, y no la policía. En suma, el mexicano no cruza indebidamente las fronteras, tanto nacionales
sur le da al norte una lección de democracia. como matrimoniales? Después de semejante transgresión no se
Sin embargo, el realizador no se conforma con una inver- puede regresar impunemente a casa: la joven cree poder enco~
sión de las cosas; prefiere la complejidad. En un último giro trar "la seguridad" (o "la comodidad'', corrige ella para. no herir
irónico, el joven mexicano incriminado por las pruebas falsas de el orgullo de su marido) en un motel "del lado estadoumdense de
Quinlan termina por justificar la intuición de éste y confiesan la frontera". Pero es precisamente allí donde será secuestrada Y
el ver?adero culpable; en cuanto al lugarteniente de Quinlan, violentada. La violencia significa, pues, el desorden sexual, Ytam-
lo tra1c10na para permanecer fiel a los principios de la justicia bién su recrudecimiento. A la transgresión de la pareja binacional
estadounidense, aun a riesgo de morir asesinado por ese patrón corresponde la de los blousons noirs, tanto más mani~iest~ cuan-
venerado que le había salvado la vida. Dicho de otra manera to son asistidos por mujeres, en particular por una inquietante
pese a las desigualdades, el Bien y el Mal no están separados po; lesbiana. A la inversa, el filme nos permite entrever otro mundo,
una línea geográfica entre el norte y el sur, ni en un sentido ni donde la frontera no impone su ley: es el burdel nostálgico donde
en otro. En una y otra parte incide el mal. Sin embargo, lejos de Quintan reencuentra, con la melodía de una pianola, a una prm
ser borrada por esta ambigüedad moral, la frontera sigue siendo tituta de su pasado. La melancólica 1nterpretaL1Ón de M.1rknt·
central en términos de poder: la línea divisoria es el lugar de Dietrich evoca el desvanecimiento de un deseo rnsmopohta.
todo lo que está en juego. Al mismo tiempo que una realidad Es evidente: si la frontera es por excelencia un lugar de vio
geopolítica, es el símbolo de la violencia que está en el corazón lencia, y particularmente de violencia sexual, ésta, a ~u vez, sig-
mismo de la película. nifica la frontera; la rastrea en los cuerpos. Claro esta que 1~0 se
También de la violencia sexual. La bomba estalla en la frontera trata únicamente de la que separa a México de Estados Unidos:
en el momento en que Vargas la cruza con su esposa para pasar tampoco en otras partes son sólo fronterizas las violenci~s, sino
su noche ?e bodas e.n territorio estadounidense. La señora Vargas que la violencia sexual marca la frontera; las fron.t~ras, mter o
Uanet Le1gh), una ¡oven bella y rubia, es ciudadana estadouni- intranacionales. Pensemos, por ejemplo, en la Parttctón entre la
den.se (l~ sabemos ?esde las primeras palabras de la cinta), y para India y Paquistán en el momento de la independencia, en 1947, Y
Sus1e, ~1guel es. M1ke. Ella va a ser el instrumento de la venganza en la violencia étnica que la acompañó. El antropólogo Veena Das
de Qumlan, qmen se alía para este fin con los narcotraficantes (s.a.: 55-83) recuerda que junto a los m.ás de ~00 000 muertos se
mexicanos que su marido persigue. Sobre la noche de la ciudad se cuentan sin duda cerca de 100 000 muieres violadas y raptadas:
ucrne una sorda amenaza sexual: cuando ella se refugia en un mo- "Las mujeres se convierten en el nudo de la ten.sió~ en l~s epi~~
tel dl' Estados Unidos, los esbirros del narcotráfico la aterrorizan dios de violencia colectiva". En efecto, su expenenc1a encierra el
'
1
20 • ERIC fASSIN
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL º 21
testimonio permanente de la violencia de la Partición. Así, el pro- cante pensar al mismo tiempo en estas práctic~s íntimas violentas
grama político que constituía dos naciones, la India y Paquistán y en )os discursos públicos que las acom~ana.n, ya sea q~e las
se inscribía en el cuerpo de las mujeres". ' precedan o las sigan. Nos proponemos as1 a~ncular dos d_imen-
En suma, según Veena Das, "el cuerpo femenino se convertía siones: por un lado la violencia sexual es política, en el sentido de
en una señal mediante la cual los hombres se comunicaban entre que intervienen en ella las relaciones de poder; por el otro lad?,
sí". Escuchamos aquí el eco del argumento de Claude Lévi-Strauss está politizada, desde el momento en q~e se ~ebate en ~l ~spac10
en Les structures élémentaires de la parenté (Las estructuras ele- público. La articulación entre las dos d1mens1one.s e.s mas 1~por
mentales del parentesco) y entendemos mejor por qué, en una tante en tanto que la segunda contribuye a const1t~1r. la primera.
lectura feminista, se percibe casi como una violencia: las muje- Partiremos, pues, de la politización en la esfera pubh~a para en-
res son las señales en la comunicación simbólica de los hombres. tender cómo participa ésta de la política de la v1olenc1a sexual...
Con todo, hay que ver la diferencia entre la relación matrimonial hasta en la intimidad.
desigual y la violencia hacia las mujeres. En esta alianza, precisa Nos apoyaremos en dos ejemplos, ya estudiados por separa-
el antropólogo, "la mujer jamás podía convertirse en señal y sólo do en trabajos anteriores: 2 la polémica c?ntra lo ."s~x~almente
eso, ya que, en un mundo de hombres, ella, después de todo, es correcto" que se desarrolló en Estados Unidos a pnnc1p1os de los
una persona, y, en la medida en que se la define como señal, no años noventa, y en Francia, la controversia en ~orn~ de la enc~esta
queda más remedio que reconocer en ella a una productora de Enveff (sobre la violencia hacia las mujeres) diez anos despues. El
señales" (Lévi-Strauss, 1967: 569). En cambio, la violencia reduce paralelo permitirá resaltar hasta qué grado en ambos casos se ~rata
a la mujer al silencio para dar mayor relieve a su cuerpo mudo: al de fronteras; con la "diferencia de los sexos" ocurre lo mismo
contrario del matrimonio, en la violación la mujer sólo es señal, que con la división social, en términos de clase y de raza~ e1~trc
n~da más que señal. Si la violencia significa la frontera, el cuerpo "ellos" y "nosotros". Allí está toda la apuesta del debate publico,
v~olent~do de las mujeres es entonces su significante privilegiado. que explica su virulencia. Podemos agregar que la comparau6n
S1mboltza, por el grito silencioso de aquellas que· están privadas trasatlántica que se propone aquí no es sólo el efecto ac1;1dcnt.1l
de lenguaje, todas esas divisiones y particiones; fronteras sexuales, de una investigación realizada, en parte por J1.a.r, alrededor de
desde luego, pero también fronteras nacionales o étnicas, fronte- estos dos terrenos nacionales; si resulta neces;u1a es porque se
ras de clase o de raza. revela particularmente esclarecedora, .desde el mo~1ento en qu.e
en la controversia francesa la referencia a la polém1~a e.srado~m1-
dense desempeña un papel importante. La compara~1ón interviene
REPRESENTACIÓN DE LA VIOLENCIA SEXUAL EN EsTADOS UNIDOS en el debate. Dicho de otro modo, la apuesta fronteriza aumenta en
la oposición nacional trasatlántica: en el debate francés al menos
Sin dejar de lado estos desafíos fronterizos, analicemos ahora no
sólo la violencia sexual misma, sino también los discursos mili- ' Entre mis trabajos, sobre la vertiente estadounidense véase "Le '.date-rape'
tantes y eruditos que pretenden explicarla, y por último las con- aux'États-Unis. Figures d'une polémique", 1997: 193-222. Sobre la vertiente fr~n
troversias políticas y mediáticas que suscitan tales discursos. En 'csa véase "Violences sexuées, violences sexuelles", 2003. Para una comp~rac16¡°
cncr~ las cronologías francesa y estadounidense, véase "F/uc.tu~I nec merg1tur: .~
efecto, en el momento en que la violencia es aprehendida no sólo polirisation des questiones sexuelles dans l'espace pubhc au m1roir transatlannj~C: ,
en su realidad física, sino también, simultáneamente, como len- l.OOSd: 219-239 (y en versión estadounidense "The Rise and Fall of Sexual Po mes
guaje simbólico, como se le percibe en la frontera, parece impor- 1
n the Public Sphere: A Transadantic Conrrast", 2006d: 79-92).
22 • EAIC FASSIN
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 23
{pero también, en menor grado, en Estados Unidos), ''América" y la pornografía dividirán gravemente el movimiento, no es menos
"Francia" es una división más entre "ellos" y "nosotros". cierto que todos esos debates habrán contribuido a preparar el
En Estados Unidos durante los años ochenta el feminismo terreno para la politización de la violencia sexual, que adquiere
alc~nzó a imponer en el centro del debate público, una articu- importancia al filo de los años ochenta. . .
lac1?n entre géner~ y sexualidad que, sin embargo, parecía que Es alrededor de la violencia sexual donde el femm1smo
deb1a quedar reducida a la marginalidad. Desde los años sesenta radical lanza su discurso sobre la articulación entre género y
el feminismo liberal se adaptaba a la división entre las dos esferas' sexualidad, desplazándose de los márgenes de la contracultu-
la ~ública y la privada. Su ambición era, en efecto, arrancar a Ja~ ra al centro mismo de la cultura; lo que en inglés se llama el
mu¡eres de la pasividad falsamente cómoda de la domesticidad "mainstream". Ya a finales de los años setenta los ataques fe-
a la q~e se vieron relegadas desde finales de la Segunda Guerra ministas contra la prostitución o la pornografía se formulaban
Mundial, para comprometerlas en la vida activa, es decir, en el como una denuncia de la violencia que les era inherente, violen-
~~ndo del trab.ajo y de la política. No era, pues, cuestión de po- cia que esas prácticas y representaciones simbolizarían al tiempo
l1t1zar la sexualidad, sino, al contrario, de dejarse definir menos que las alimentarían. Pero con el acoso sexual .Y el date .rape es
por ella. Así, para Betty Friedan el orgasmo que las distrae de los 1
la violencia misma la que se convierte en el ob¡eto prop10 de la
verdaderos coi:i?ate~ se presenta como "el opio de las mujeres": politización, y ese primer desplazamiento. remite.a .un ~egundo;
un. pl~~er apol1t1co, mcluso antipolítico. Sin duda ella piensa al la violencia se convierte entonces en el pnsma pnv1leg1ado para
p_nnc1p10 en el señuelo del disfrute heterosexual; pero su oposi- concebir el orden sexual.
ción crecerá c~ntra la politización lesbiana, que lanzaría de igual El acoso sexual entra en el derecho estadounidense desde fi-
modo a las mu¡eres a una intimidad de la que aspira a rescatarlas nales de los años setenta, y la Suprema Corte de Estados Unidos
el feminismo liberal.
lo reconoce por primera vez en una decisión unánime de 1986,
La idea con.stitutiva del feminismo radical, por el contrario, Meritor vs. Vinson, que retoma la doble definición propuesta por
es que las relaciones de poder sexuadas se traducen también en la jurista feminista Catharine MacKinnon: el acos~ a I~ v~z como
relaciones de poder en términos sexuales; dicho de otro modo chantaje (o "quid pro quo"), y como ambiente hosttl (sm l11111tarse
hay que considerar juntos los intereses de género y de sexualidad'. a las relaciones jerárquicas). Se trata, en efecto, <le comprender las
Y por lo tanto no se trataría de abandonar la intimidad sexual a desigualdades entre hombres y mujeres en el mundo del tra.bajo,
la esfera privada para relegar la política a la esfera pública. En y el papel estratégico del acoso que asigna su luga~ a las mu¡eres,
una perspectiva radical, "the personal is political" es decir Ja sea por exclusión, fuera de ciertos universos profes1o~ales, sea por
v1'da ~erson~I e.s ~n terreno político privilegiado. Es ' cierto que
'
relegación, a los peldaños más bajos de la escala. DICho. de ot~o
todav1a a pnnc1p1os de los años ochenta, en la época de Jo que modo, las conductas discriminatorias se consideran una v1olenc1a,
se ha l.la~ado las "sex wars", las guerras de sexo que desgarran así como la violencia resulta discriminatoria.
el fem1msmo, ese radicalismo parecía dedicado solamente a una El acoso es sexual en un sentido doble: pasa por la sexualidad,
contracultura marginal, con el conjunto de las experimentaciones pero linda con el género; es a la vez sexualizado ~ sexu~do . .Lo
sexuales de la época. No obstante, es cierto que la exploración mismo ocurre con la categoría de date rape, es decir, la v10lac1ón
de un sadomasoquismo lesbiano no conocerá posteridad social, durante una date, o cita amorosa. El violador no es sólo un des-
s1 la batalla alrededor de la prostitución no movilizará de modo conocido (la imagen de un hombre, a menudo negro, agazapado
duradero a las feministas, mientras que las disputas a propósito de bajo un matorral o en un estacionamiento), sino también, con
il • 1 flll , I ASSIN LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 25
d1•11t.t\1<1da frecuencia, un pariente (se habla de acquaintance rape) Además la articulación entre la violencia y el poder es lo que
lll.t e/ate, y ha~ta un boy(rien~ (~n el mundo muy blanco y burgué~ se reformul~ en relación con los análisis anteriores. Lo que _con
de las_ frater_mdades umvers1tanas). En suma, el peligro está cerca las feministas de los años setenta demostró Susan Brownm11lcr
Y la v1?lenc1a se vuelve aún más íntima. Es obvio que se trata de es que la violación no ha de enten_derse _tanto en términos de
sexualidad, pero también de género, no sólo porque normalmente concupiscencia sino de poder: esta v10lenc1a habla de poder. Con
son los_ hom~res qui~nes violan a las mujeres, sino también porque Catharine MacK.innon y el feminismo de los ~ños ochenta es el
esta as1metna constituye los papeles masculinos y femeninos al poder mismo el que aparece como violenci~. Esta se ~alla, pues,
meno~ tanto como los refleja. La violación contribuye a insti:Uir en el centro de esta reformulación y remite a otro c_ontm~o: entre
la desigualdad entre los sexos por el instrumento de la sexualidad· las representaciones pornográfi~as _Y lo~ ~ctos de v10lencia sexual
ese desorden participa del orden sexual. ' está la continuidad de la violencia s1mbolica que se halla en la base
. Sin duda la cuestión de la violación desempeñaba ya un papel de la dominación más cotidiana. .
1~portante en la crítica feminista desde los orígenes del radica- A principios de los años nov~nta el feminisn:io radical parece
lismo, como lo demuestra la obra de Susan Brownmiller Against haber impuesto su visión a la sociedad estadounidense. El asunto
Our Wtll: Men, Women, and Rape (Contra nuestra voluntad: los del juez Clarence Thomas, acusado de acoso sexual en el n:i?-
hombres, las mujeres y la violación), publicada en 1975. Pero la mento de ser nombrado a la Suprema Corte, colo~a esta c~est10n
categoría de date rape, que logran imponer en el transcurso de los en el centro de la vida política y del debate nacional, mientras
años oc?enta las i?~esti~aciones feministas dadas a conocer por que dos sonados procesos, uno contra William Smith, retoño de
los me~1?s Y I~ mil1tanc1a en los campus, equivale a generalizar la familia Kennedy, y otro contra el campeón mundial de boxeo
la cue~t1on: ~x1ste un continuo entre la sexualidad ordinaria y Ja Mike Tyson, desempeñan el mismo papel en lo que toca al date
sexualidad v10lenta, entre los hombres y los violadores. Claro está rape. No es éste el lugar para precisar cómo, en esto~ asunt?s Y
que no se tra~a de re?u~ir l~s primeros a la segunda categoría, sino, en otros Jos desafíos sexuales se articulan a los desaf1os raciales
~on ese continuo, d1stmgmr el heterosexisn10 de la heterosexua- (Thoma~ y Tyson son negros, como lo son también sus acusa~oras,
lidad. En otras palabras, con el date rape se atenúa Ja oposición al contrario de Smith y su demandante). 3 No son sólo los ~b!etos,
entre "ellos" y "nosotros": la violación habla bien de nosotros de sino también el lenguaje del feminismo, lo que parece definir en-
nuestra cultura, de nuestro orden sexual. ' tonces el debate público. .
Sobre todo, hay una lógica radical que se manifiesta en cuan- Ahora bien en ese momento se lanza una contraofensiva me-
to se establece durante este decenio un paralelo entre las dos diática como r~acción contra lo que se califica (en forma paralela
categorías, acoso sexual y date rape. En efecto, si la segunda a lo "políticamente correcto") de "se~uaJmente correcto". Est_a
mu~stra _qu,e ~I poder no es ajeno a la sexualidad, el primero contraofensiva tiene más que ver con el date rape, pues es a fi-
sugiere s1metnc~mente que el poder puede disputarse en el regis- nales de los años noventa que la polémica contra el concepto de
tro de la sexualidad. No sólo la intimidad queda al descubierto acoso encuentra su eco más importante; sobre todo alrededor d~l
por el date rape como lugar de relaciones de poder sino que a asunto Monica Lewinsky. Nos referiremos pues aquí a esta pn-
su vez, las relacio~es de poder adoptan con el aco~o lenguafes mera polémica, sobre la violación. Un universitario de Berkeley,
~exuales. Las cue_st10nes sexuales son cuestiones políticas y, a Ja
•~versa, las cuest10nes políticas pueden replantearse como cues- •Véase fassin, 2002a: 21-40, y una versión más completa, en inglés en 2002b: 127-
nones sexuales. 158. Sobre esta articulación para Francia, véase 2006a.
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 27
26 • ERIC fASSIN
Neil Gilbert, entabla una batalla para denunciar lo que sería violación. En cambio, Neil Gilbert llega a conclusiones opuestas
de creérsele, una "epidemia fantasma", criticando las cifras pro~ a las de Katie Roiphe; según él, el feminismo apunta a dar a las
puestas por las feministas, y más allá, su trabajo de redefinición, mujeres el control sexual, y, para ella, aspira a arrabatárselo. Para
en desacuerdo total con el sentido común y la percepción de los el primero, la mujer es quien toma el poder~ para la segunda, ésta
actores, tanto víctimas como presuntos agresores. No cabe duda se halla encerrada en una condición de vícuma. .
de que su interés por la cuestión de la violación no es anterior a la Sin embargo, poco importan estas divergen~ias. L~ esencial es
polémica (ni le sobrevivirá), ni de que su exigencia de cientificis- el fondo del ataque, que las hace converger. La invención del date
~~ se .exp;esa en una .revista conservadora (y no en una publica- rape planteaba la cuestión de la violencia en el centro <le la.cultura
c1on c1ent1f1ca). Poco importa: presta la legitimidad de la ciencia heterosexual y no en sus márgenes. Al recordar que la v10lc'.1c1<1
al contraataque ideológico que se desata desde ese momento a sexual es una violencia sexuada, el feminismo llevaba a cxamm<~r
la vez -lo que no tiene nada de sorprendente- en una lógica la articulación entre el orden del género y la violencia que aparec1a
explí~'.tamente conservadora, como en Norman Podhoretz, pero hasta entonces como un desorden: hablar de violación, en lo suce
tamb1en, lo que resulta más notable, por mujeres y en nombre sivo era interesarse menos en la excepción que en la regla, en las
del feminismo. non~as que gobiernan la sexualidad ordinaria. La p~lémica contra
Dos mujeres en particular participan en la controversia. to "sexualmente correcto" aparece como una reacción co~tr.a se-
Camille Paglia, hasta entonces desconocida, demuestra su elo- mejante generalización. De tal suerte, las críticas del fem1m.smo
cuencia de polemista, que le dará un gran éxito mediático: para llaman a no concebir las relaciones de poder en la sexualidad
ella "abandonar el sexo a las feministas equivale a confiar el pe- sino como un dato natural que escapa a la política. ?e creer!~s, la
rro,. dura?te las vacaciones, al taxidermista". Por su lado, la joven violencia no debería entonces entenderse en términos pohucos,
Katie Ro1phe denuncia "la histeria feminista" valiéndose de su sino fisiológicos 0 patológicos. Así pues, la po!émica q~e .suscita el
experiencia de estudiante. Una y otra tienen mucho éxito incluso date rape equivale, a la vez, a romper ~I c~ntmuo feminista entre
en la revista P/ayboy, tanto más cuanto que su ~ntifemini~mo rei- la violencia sexual y la sexualidad ordmana, y por ~nde entre los
vindica el feminismo auténtico, el feminismo de los años sesenta, violadores y los heterosexuales "normales", y a con¡urar el desva-
que hablaba. ~según el~as) de placer y no de peligro, de libertad y necimiento de otra frontera, entre violencia sexual, por una parte,
n~ de repres1on. La primera habla así en nombre de su generación, y política de los sexos y las sexualidades, por la otra.
~1entras que la segunda aspira a retomar contra su propia genera-
ción la antorcha de su madre feminista, pero una y otra coinciden
en ensalzar las bondades de la liberación. RI PRESENTACIÓN DE LA VIOLENCIA SEXUAL EN FRANCIA
Las críticas dirigidas contra el feminismo del date rape son nu-
meros~s._.. y potencialmente contradictorias. Si para Katie Roiphe 1 11 Francia la polémica contra lo "sexualment~ correcto", llega-
el fe~m1sm~ a.ctual exagera los peligros de la sexualidad, para d.1 de Estados Unidos, arribó antes, o en el me¡or de los ~asos al
Cam11le Pagha ignora, al contrario, su naturaleza violenta. De las ..,
1111 1110
tiempo que las perspectivas feministas estadounidenses
dos figuras "posfeministas", la primera considera timoratas a las fe- 11
hic la sexualidad contra las que iba dirigida. La llegada de la
ministas, y la segunda las juzga inconscientes. Esta última, por otra q crda al poder en 1981 marca, ~aradójicamen_te, el fin de los
11 111
parte, retoma así la visión del conservador Norman Podhoretz en 11111 1
v m1entos sociales que caracterizaron a los anos setenta. La
t•I sentido de que el varón tiene una predisposición natural a la lº""~ 111 cnte marginación institucional de las feministas france-
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 29
28 º ERIC fASSIN
En pocas palabras, la ret!rica r~u:~~~o, en especia! e~ la escuela. político. Ahora bien, las estadísticas de la investigación ACSF de
el perímetro de los debates fr p cana que dellffilta entonces 1992 sobre el comportamiento sexual de los franceses revelan la
a la esfera privada. anceses relega las cuestiones sexuales 1111portancia de la violencia hacia las mujeres, mientras que la ley
·.nhrc el acoso sexual en el trabajo, votada el mismo año, da la
El contraste con Estados Unidos e , . oportunidad de medir la amplitud del fenómeno por medio de un
to que se le pone de relieve· a la R 'sbtl~tof mas importante cuan-
. epu tea rancesa se opondría la
30 • ERIC FASSIN
lAs FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 31
sondeo encargado por la Secretaría de Estado para los Derechos mulación que sexualiza aquello que está en juego. En efecto, de
de las Mujeres.
allí en adelante los adversarios del uso del velo lo asimilan a una
Sin embargo, tanto en un caso como en el otro, el debate públi- suerte de violación del consentimiento, y, por ende, lo comparan
co se construye sin integrar estos nuevos datos. Cuando afirmamos con la violencia sexual que sufren las mujeres. Si hay que prohibir
que la retórica republicana ignora la realidad de los problemas lo el velo se hará siempre en nombre de la República; pero será en
d_ecimos en un sentido doble: los desconoce sin duda por ignoran- lo suce~ivo una República identificada con la modernidad sexual,
cia, pero aden:ás su obcecación es deliberada. Voluntarista, tiende que pasará por la libertad y la igualdad para las rn~jeres, emanc1
a rechazarlos ¡ustamente porque surgen. En efecto, es importante padas hasta en su sexualidad. En otras palabras, le1os de plantear
comprender esta retórica como respuesta política a la conciencia la separación de las dos esferas, como ocurrió 15 años antes p.ar<l
que empieza a despertar en la sociedad, aunque no se le escuche. evitar toda politización de las cuestiones sexuales, la sexualiza·
En el espacio público la retórica impuesta (en este caso la retórica ción del velo, es decir, de la retórica republicana en este deba~e,
republicana) sir_ve para delimitar lo pensable y lo impensable, lo lleva a considerar que las cuestiones sexuales son, por excelencia,
expresable y lo inexpresable: define las fronteras de lo que puede cuestiones políticas. . .
decirse, y al mismo tiempo de lo que no puede, o no debe, encon- Si en lo sucesivo el velo se concibe en relación con la viola-
trar formulación política alguna. ción es porque el debate es sobre la violencia sexual. Cuando se
~pena~ a partir del decenio de 2000 se ha empezado a hablar exhibe la cinta La Squale se empieza a hablar de las "tournantes",
de v10lenc1a sexual en Francia. Mientras tanto fue necesario que las violaciones colectivas que perpetran en los suburbios franceses
e~ta ~etó_rica republicana se viera sacudida por el éxito de las rei- "Jóvenes" que a menudo son hijos de inmigrantes. Sobre ese tema
~md1cac1ones "minoritarias" en términos de género o de sexua- \urge toda una movilización, la de las jóvenes de los "barrios", ~e
lidad, como la paridad o el Pacs (Pacto Civil de Solidaridad), dos l"\aS ciudades marginadas política y económicamente en la Francia
debates Y, ~os leyes, respectivamente, sobre el lugar de las mujeres rnntemporánea que se lanzan a un movimiento de toma de ~?ne!;º~
e.n la polit1ca y ~~bre el lugar de los homosexua.les en la pareja, ll•l muy mediatizado, con un nombre que suena a pr?vocac1on: Ni
s1 no en la familia. Aparentemente la paridad habla de la vida Putas, ni Sumisas". Se trata de rechazar la alternativa que conde-
pública, y el Pacs, de la vida privada. No obstante, tanto en un 11.1ría a esas mujeres --en su mayoría de origen magrebí, a quienes
caso como en el otro la frontera entre las dos esferas se encuentra -.¡· prohíbe la sexualidad- a exponerse a la violenc_ia punitiva_o a
sujeta a examen: facaso la exclusión de las mujeres de la vida 1t·\lgnarse a la castidad, sometida~ a una doble. pre~!ón mascu~ma:
~ública ~~ rem.ite también a la organización de la vida privada? l.1 de los "jóvenes" que "hacen girar a las muieres con las ~10la
:Y.la _leg1t1mac1ón de las uniones del mismo sexo no plantea su do11es colectivas, y la de los "barbudos" islámicos que les megan
mt1m1dad como una cuestión de reconocimiento político? 111d,1 libertad en nombre de la religión. Este movimiento se com-
Así pues, a la vuelta del decenio de 2000, después de la pari- 1'' omete paralelamente contra la violación y contra el velo ..
dad Y el_Pacs: l~s cuestio~es sexuales han encontrado un lugar en I..1 cuestión de la violencia sexual queda planteada a partir de
el espacio publico frances. Vemos esto en las polémicas sobre la cst• momento; pero se hace en términos muy particulares, ya que
prost.i~ución y la pornografía que se han desatado y lo medimos l 1 11111vil1zación y su mediatización ponen el acento sólo sobr.e la
tamb1en cuando, en 2003, regresa el debate sobre el velo islámico: v1 11ll'll<.:1a de lo que todavía podría llamarse, a la manera del s1gl~
a diferencia del primer debate, que había permitido definir en 1 , 1,1\ "clases peligrosas". La violencia sexual, en efecto, esta
1989 los términos de la retórica republicana, vemos una refor- 1111, 11 l.1da a la delincuencia, en un contexto en que lo que está en
0
lAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL 33
32 • ERIC FASSIN
que n~ se deja reducir, en última instancia, a una lógica de clase. de actores y el segundo es el alma de un célebre grupo musical.
Se enn~nde por consiguiente la virulencia de las reacciones que Esta violencia no corresponde a la oposición de clases pro~uesta
ha suscitado la encuesta Enveff incluso antes de su publicación: por los críticos de la encuesta Envef~ a menos q.~e se qu1e~a mver:,
es la represe~tación de una oposición entre "ellos" y "nosotros", tir su sentido de abajo arriba, cambiando a las clases. peligrosas
basada en la idea de modernidad sexual de la que el reverso sería de los estratos populares a los medios privilegiados . .Dicho de otro
la "barbarie" de las "clases peligrosas", que aquí se pone en en- modo, el trágico suceso viene a clausurar la polémica a borr.ar la
tredicho. La encuesta borra esta frontera y habla de la violencia frontera entre "ellos" y "nosotros" que pretendía restaurar, 1usto
en el conjunto de la sociedad. en el momento en que se corría el riesgo de que la encuesta la
Así pues, no es sorprendente que vuelvan a encontrarse en la pusiera en duda.
polé~ica muchos de los actores que ya se habían expresado el año
antenor cuan~~' por primera vez en Francia, se planteó pública-
mente ~a cuest1on del acoso sexual en la Universidad. La disputa a VIOLENCIA, DOMINACIÓN YPODER
propós1t? de l~ enc.uesta Enveff ofrece un reflejo de su imagen: en
efecto, s1 las v10lac10nes colectivas plantean la cuestión de la vio- ¿qué es la violencia sexual? Recordemos, en.pr.ime,~ lugar.,!º que
lencia de un m~d?. exótico, en otro contexto social, por contraste, oculta y revela a la vez la ambigüedad del ad1envo sex~al (y no
plantear la pos1b11tdad de que el acoso sexual ataña no sólo a las sólo en francés): es violencia tanto sexuada cm_no sexuali:;ada, ~ue
cajeras de los supermercados o a las obreras en sus talleres sino .itañe al mismo tiempo al género y a la sexualidad. Pod~ia decirse
también al mundo académico, que pretende encarnar la de~ocra que es una violencia en la que el desorden de la sexualidad habla
cia, equivale a borrar la frontera social y espacial entre la barbarie del orden de los sexos; en suma, en la que el sexo ~abla de l~s
Y. la modernidad sexual. Así, para Elisabeth Badinter, quien se •. ,·xos. Hay que destacar enseguida otra propiedad: s1 la .sexuah-
siente h.e~edera del Siglo de las Luces, "es deshqnesto amalgamar d.id habla de género es porque la violencia es un lengua1e. Y ese
la cond1c1ón de las mujeres de los suburbios más desfavorecidos lr11guaje permite hablar de algo más que de las apuestas ~exuales.
con la de las clases medias y superiores". En suma, el ataque a la l lunos visto que las violencias sexuales hablan de naciones, de
encue.sta Enveff puede interpretarse como una respuesta diferida , l."cs, de razas; en otras palabras, de las f:onteras que .cruzan las
11l icdades. Por ello las violencias hablan siempre, al mismo t1ei:r1-
a la disputa en torn? a.l acoso; y ésta es la razón por la que, lejos
¡h> que expresan estas otra~ divisiones,.~el orde~ sexual.: l.as ~u1e
de ~anzarse a postertort se lanza a priori, incluso antes de la publi-
cación de los resultados de dicha encuesta. , V· ,
011
los objetos perseguidos y tamb1en las senal~s pn~1le~iadas
. ~l epílogo de la controversia viene a confirmar esta lectura. ¡1, 1 discurso violento. En suma, si no hay que olv1~ar 1amas ~~e
S1 bien los opositores de la encuesta Enveff dictaron los términos 11 vmlcncias sexuales afectan sobre todo a las muieres, tamb1en
de s~ recepción, su triunfo fue de corta duración. En efecto, un 1 1111
portante tener presente que su discurso se dirige a la vez a
desdichado suceso ha demostrado lo equivocados que están, como 1111 hombres y a las mujeres. . . .
se apresura a subrayarlo la feminista Gisele Halimi en un discurso \ 1.1 manera de alguna máquina penitenc1ana nacida de los
publicado en Le Monde: en el verano de 2003 la actriz Marie f 1111 " 111 , 1s de un Franz Kafka revisado por Claude Lévi-Str~uss, en
Trintignant muere a manos de su amante, el cantante Bertrand 1l
1111
pode las mujeres es donde más a menu~o,.por su d1s~urso,
Cantat. La repercusión de este asunto es considerable: se trata de l i , 1nknc1as sexuales marcan las fronteras. As1m1smo, ese discur-
11 ¡wr formativo: lo que inscribe en los cuerpos, lo produce.
dos figuras conocidas, ya que la primera pertenece a una familia 1
36 • ERIC FASSIN l.AS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 37
Al imprimirlas, las violencias ahondan las brechas sociales tanto fi raciones nacionales, o bien los dos,
se encuentran en otr~s cdon gu lo'gica se vea desplazada.
como las reflejan. Lo que es cierto respecto de las fronteras sexua- . r lo <lemas e que su . h
les no lo es menos en relación con las otras: ellas son el desafío de a nesgo, po ' " 11 ,, "nosotros" que permite oy
Así, la frontera entre. edos bY. " uede invertirse en otras
la violencia, que traza los límites precisamente allí donde se bo-
distanciarse .de la_''.Francia s ,;c~s:~o ~1fgrosas" con las élites: la
rran, pero también allí donde jamás han existido. La violencia no partes para idenuftcar a la d lpl d de los ricos y no de los
es sólo un llamado al orden, cuando el orden se deshace; inventa · 1 d ría entonces e a o ..1
violencia sexua se a .. , t la v1·olencia de un conoc1uo
un orden fabricando diferencias con sus líneas divisorias. La vio- \a opos1c1on en re
pobres. En cuanto a b' é ede invertirse en otras partes:
lencia sexual es, pues, el arma que permite separar razas, grupos y la de un desconocido, tamd i nUp~d s el date rape permite sacar
étnicos o nacionales, clases, por intermediación de las mujeres, . en Esta os m o ,
mientras que, com0 contextos el acento que se
pero que también invita a las mujeres a conducirse como mujeres, es 1 . 1 . ocultas en otros .
decir, a no confundir las fronteras sexuales. a la luz as vio enc1as .' a de la violencia acarrea el peli~ro
pone sobre la c~l:Ur~ ma~h1st de roteger a los culpables en lo
Sobre la violencia sexual, ¿qué nos enseña el paralelo entre de ocultar la pohnca impl.1cada Y p 1 onsabilidad general.
las dos polémicas, la estadounidense y la francesa, la conversia . . 'd 1 b do su d1soluc16n en a resp . 1
111d1v1 ua uscan 1 . , de las violencias es decir, as
alrededor del date rape y la disputa que suscita la encuesta Enveff? tender a cuesnon ' b
Podríamos multiplicar los puntos de comparación analizando los En suma, para en . d d las coacciones que pesan so re
fronteras que cr.uza cada .soc1e r:an~e restituirles su carácter especí-
parecidos (como, por ejemplo, sobre el estatus siempre decisivo sus representac10nes, es impo . enos prisionero de ellas.
de las mujeres en la crítica del feminismo Elisabeth Badinter y ¡ ·0 r permite ser m
fico: apre h end er as me¡ . , d 1 fronteras en el centro de la re-
Marcela Iacub reproducen las características sociales de Camille
Plantea~ así la cuest10~ e. ª~ez las violencias y las polémicas
flexión eqmva~e a concebir a ~~íos de oder, ya que se trata del
Paglia y Katie Roiphe, a riesgo de invertir algunos de sus rasgos),
pero también las diferencias (comenzando por la cronología, ya que éstas suscitan como des p ma de definir. Este pun-
que si la disputa sobre la encuesta Enveff es anterior· a su publica- poder de delimitar, de desefmp.at.ar, en s~ ti~ne nada de obvio; al
ción, la controversia estadounidense aparece, al contrario, como . h dado del em1msmo, n d' l
10 d e vista, ere 1 de sus críticos separar ra ica -
respuesta al éxito del discurso feminista y científico sobre el date · d , s a a manera '
umtrano, po namo ,. . 1 . .t.1endo éstas según el caso,
rape, y haciendo notar que el antifeminismo se ancla en Francia 1 d d 1 s vio enc1as, rem1 ' .
más a la izquierda que en Estados Unidos). n1cnte e po er e a l'd do a las aberraciones individuales, a
.1 1.1 naturaleza de la sexua i a 1 , culturales. A esto se debe
Solamente quisiéramos subrayar aquí que si en ambos casos camos a pato og1as . .
nn ser que las reduz E d U idos el antifem1msmo
se trata sin duda de fronteras, éstas son diferentes; y más general- . to como en sta os n , b
que en Francia, tan
. tomar en cuenta e
1do ble sentido de la pala .
ra
mente, que los límites establecidos por la violencia, y las divisiones
, 1 111 egue siempre a . d ual'idad 1·amás se considera
que son el reto de las polémicas sobre la representación de esta ,, · 1 · en materia e sex .
\l'X Ua\ : 1a VIO enc1a , C cebir\OS juntos equivale a
violencia, pueden variar según las sociedades y los contextos so- i 11 su articulación con el genero. on
ciales. En Estados Unidos, ya lo hemos visto, la frontera pasa entre
11p1.1r por una lectura política.. d 1poder cuando estudiamos
la violencia que ejerce un conocido y la que perpetra un descono- "i1 queremos entonces cons1 erar de dos a confundir los dos
cido. En Francia, en cambio, la línea divisoria es entre "ellos" y · !lo estamos con ena .
11 violencia, no por e '<lentificarlos cuanto art1cu-
"nosotros". En otras palabras, si en el primer caso se trata de una I · tante no es tanto 1 ¡
' i 111inos.: o impord. . . , eneralmente se pierde en e
generalización, en el segundo estamos más bien ante una segrega- • d d e esta 1stmc10n g ·
l 11 los. l".S ver a ~u 1 d e tharine MacKinnon, que SI
ción. Puede adelantarse la hipótesis de que uno y otro esquemas i11 li\ls. l lemos visto, en e caso e a
38 • EAIC FASSIN
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 39
. f to precisar regímenes de
la violencia es poder, también el poder es violencia. Pero la equi- de esta articulación permiten, en e~~ d
ropósito e.le la cn-
valencia entre los dos términos no es sólo obra de las feministas. poder diferentes. Ya tuve la opord~n.1 ª. ,' aq~e se basa en "una
La encontramos (y no es casualidad, pues se trata igualmente de cuesta Enveff, de proponer un~ 1~tm~1on
dominación) en Pierre Bourdieu, y especialmente en su elabora- concepción histórica de la dommac1ón :
ción de la idea de "violencia simbólica". Según él, con el orden
de los sexos sin duda se entiende mejor esta idea crucial en su ! lado de la dominación "tradicional", basada en el vie10 presl~pucs
sistema sociológico: "Siempre he visto en la dominación mascu- :o de la desigualdad ent~e l~s sexos, se pued~ :eri~=~e:~1~~1 p~;:~~
lina, y en la manera en que se le impone y se le sufre, el ejemplo , " d ,, de dominación, que tampoc
mas mo erna d . 1 inmemorial jamás cuestionado, sino
por excelencia de esta sumisión paradójica, consecuencia de lo tuación de un or en ~atnarlca. 'ón,de ese orden frente a k1'
que yo llamo la violencia simbólica" (1998: 7). Ahora bien, este cción a a 1mpugnac1 '
que surge com? rea d . Id d Dicho de otro modo, podríamos
concepto, al tender un puente entre violencia y poder, obstaculiza demandas de liberta e. igu: ª ·. 'a" y ya no conservadora, si
d ·nación reaccionan , .
toda reflexión sobre sus especificidades y su articulación. ¿Acaso ha blar de una om1 h y en nuestra sociedad (Fabrc y Bass111,
bien ambas se superponen o
no aparece también el poder como una "violencia suave"?
2004: 142).
Es más bien en la obra de Michel Foucault donde se vuelve
explícita semejante distinción. Aquí la violencia dista de conce-
birse "en último lugar como su verdad"; para el filósofo, "lo que Tal vez sería posible alargar este análisis .ª la. luz ded~º. qu~
define una relación de poder es un modo de acción que no actúa .mtccede. En efecto, la dis~inci_ón entre lan~o:~~:~~~~nt:~a;c;~~~-
directa e inmediatamente sobre los otros, sino sobre su acción
misma". El poder, entonces, es "una acción sobre las acciones". En
(o con~~vador~~ Yd::t~nºc~~a;~~~ ~~~::tic~laciones posibles de1
ll' tam ien a u. . rimera entiende la violencia como 1a
cambio, "una relación de violencia actúa sobre un cuerpo, sobre poc.lcr ~ d~ la v10len~1a. L~ posible extensión: el hombre violen~o
cosas". Mientras que ésta sólo se topa con la "'pasividad", aquél 1orma ultima del po e~, s P . E t palabras la violencia
. f' , n1potencia n o ras '
supone la "libertad" de "sujetos actuantes". Con la idea de poder, i11.m1 iesta as1 su om - d E 1 caso de la segunda, la
Michel Foucault propone una reformulación conceptual que per- 11 .1d icional sería la sena! del. po er. f ~ ede poder una sensación
mite distanciarse de una sola vez de los dos conceptos cuya síntesis 111lcncia traduce, al contr~no, una a a d este :Uodo su impo-
. ., 1 h mbre v10lento expresa e
paradójica con la violencia simbólica propone Pierre Bourdieu: el d1 pnvac~ohn: ed o do la violencia reaccionaria significaría
consentimiento y la violencia. En efecto, el poder "no es en sí una 11 nua. D . 1c o e otro mo ' b claro está la violencia
violencia que a veces podría ocultarse, ni un consentimiento que, · d der En am os casos, '
1111.1 .rnsenc1a e po · . , d r pero en uno parte de
implícitamente, se renovaría" (1994: 236-237). 4 l1.1lil.1 e.le poder, de su relac1on con e1.Pº e ,
En lo que nos concierne, el interés de la distinción foucaultia- 1 pl,·nitud, y en el otro de la ca~enc1a. la otra sino que coexisten.
na es que permite concebir la articulación entre violencia y poder 1L1y que insistir: una _no sustttuye_a _, ' ite sim lemente
como una cuestión histórica. Las formas históricamente variables 11111h1é.·n conviene precisar: lahophos1c~on no rme~1te ¡'usta!ente re-
. d ¡ s De ec o esta per
1 1111.1 d1fcrenc1a e case . . : . s pol'1t1'cos puesto que
•Mi lectura de Foucault se apoya en la de Michel Feher (2005: 251-299). La dis- 1 ·, nórruca en termmo •
l11r1111il.1r a cuestion eco_ . d' · les y reaccionarias no
tinción entre poder y violencia, propuesta en el texto de 1982 marca el camino d Las v10 lenc1as tra 1c10na
recorrido desde el Curso en el College de France sobre Le pauvoir psychiatrique 11.11.1 l1e ~o er. . con los estratos alto y bajo
(2003: 15-16): "cuando afecta al individuo mismo, el poder es físico, y, por ende, nl111..1tkn siempre, respectivamen~e,_ d omnipotencia o de
,., v10lcnto". 1 11 M ll ll'tbd, puesto que los sentimientos e
LAS FRONTERAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL • 41
40 • ERIC FASSIN
. , . d la sexualidad- de la violencia
impotencia surgen donde no necesariamente se les espera. Uno sociológico for¡ado .ª pro~os~o l e !to como para expresar una
puede experimentarse como dueño de la situación sin pertenecer "política" que se e¡erce els e o a l; otra tanto en un sentido
a las élites dirigentes, y, al contrario, no está exento de sentirse a .
d1stancia. . :> En suma' una a 1menta a '
merced de la situación, aunque forme parte de ellas. como en el otro. .
Esta distinción tanto política como histórica permite poner · e examinar e1 contexto institucional de
Finalmente, convten ecen al orden privado, ya se
el dedo en la diversidad de prácticas de violencias sexuales, en . 1 . Ambos casos perten
estas vio encias.
d 1
lugar de postular, generalmente sin gran éxito, su unidad teórica. . ¡ · f T ar que se presenta en el círculo e os
trate de la vio enc1a ami i d se proclama por encima de
En efecto, no es lo mismo violar a una mujer porque uno puede más allegados, o la de~po:ea~~s ~s~~: violencias privadas ad~uie
permitirse todo, que, al contrario, hacerlo porque tiene la sensa- las leyes. Pero en los os. . ' "6 de la violencia; es decir, en
ción de no poder permitirse casi nada; enfrentarse a una víctima .d na pr1vat1zac1 n M
n:n senn o como u 'l Recordemos que para ax
incapaz de defenderse, que, al contrario, confrontar a un sujeto 'ó
rclac1 n con e 1 Estado y contra e . . ,
- de la coacc1on ISICaf' .
que puede resistirse. Si la mujer es igualmente negada, en un caso f . • "el monopo110
Weber, éste se de me como na violencia sexual del
se debe a que se le juzga insignificante, y en el otro, a que, en su kgítima" (Weber, 1971: 571). ~s, pduesO,urson Welles la violencia
afán de hacerse valer, ella se vuelve amenazante: el omnipotente l stra a cinta e '
htado. Como o mue l "o'n policiaca y ¡"udicial se agre-
h que a a corrupc1
viola a las mujeres para hacer hincapié en su falta de poder, el ,1·xual pue e a~er.
d metido a los intereses privados, en este
impotente, porque teme a su empowerment. ~11c un poder publico _so No es casualidad que en Sed de :r'ªl
Tal vez semejante distinción permita también precisar la dife- ' N> el de los narcotraf1~antes. 1 aso entre Estados Umdos
rencia entre la pedofilia y la violencia hacia las mujeres: mientras l.1 violencia estalle prec1sa_me_~~e eln e i:iación en la frontera: deja
que la primera va acompañada a menudo de un sentimiento México. También esto s1gm ica a v , .
de omnipotencia ante la fragilidad infantil, la segunda, en cier- ~' i .11 Estado, y al mismo tiempo sus limites.
tos casos, puede nacer de un sentimiento de impotencia ante la
emancipación femenina, a no ser que la distinción atraviese la pe- d el Coloquio Internacional sobre
dofilia, como en el caso de la violación de las mujeres. Vemos di- • 1 ~11· artículo fue presenta o end c· ·as Sociales Universidad
bujarse así un paisaje más complejo de violencias sexuales. Quizás, 1 D mento e tenc1 '
V111l1 ncía Sexua ' epa;ta 5 17 d arzo de 2006.
en consecuencia, convenga efectivamente concebir esta realidad en ¡\1111111oma de Ciudad Juarez, 1 - em
plural; más que la violencia, las violencias, en la diversidad de
sus lógicas políticas.
Sin embargo, no hay que detenerse allí: después de distinguir-
las, hay que pensar en la articulación de estas dos lógicas violentas,
sin limitarse a poner de relieve su coexistencia. Por una parte, la
violencia del potentado se inscribe obviamente en la misma cul-
tura que la violencia de los impotentes; el machismo ordinario
nutre este poder extraordinario. Pero, por otra parte, podemos
igualmente preguntarnos: facaso la violencia "cultural" que reina
entre las parejas y las familias, y más generalmente entre los pa-
rientes, no reproduce los "guiones" -para retomar un concepto
USOS SOCIOLÓGICOS YUSOS SOCIALES DEL GÉNERO.
EL TRABAJO DE LAS INTERPRETACIONES
1
dif . a mayor parte de los ~ 1111 sus usos sociales, es decir, con las diversas modalid ades
.. , erencia
ª. com1s1o n francesa no Je resultan entre i
homb .
res y mu¡eres", a q11r los actores hacen uso del género y hacen género, tanto en sus
en
Ciertam ente "este té . nteresan tes los demás casos
· ' p1 .\dilas como en sus interpre taciones de la escena política.
nimo de mujeres o d rmmo se emplea' ,recuenc 1. . ,,
1a 4 como sinó-•
. ' e sexo,
contrari o, la adverten cia d 1pero f
con ¿y l
. .
·
os otros usos? Por el
a l
prot~ger os usos críticos de] e ª é
emm1sta estad
d ·d
ouni ~nse tiende 1AVe l/ l'OLITICA, DEL SEXO AL GÉNERO
Pues, ccómo calificar lo q g nero e los abusos lingüísticos
dad, y de feminida d si "elued~c~rre en las normas de masculini~
e .h 1 1 11uología política, más que otros ramos de las ciencias sociales
s, s1 emos de creer' en la a ¡etivo genre d . de género, con género"
bl ,,~ s· l recomen ación ofic·1 1 "d (ll 11gd y Dunezat, 2008), está marcada por un enfoque centrado
"d 1
e · m a palabra género · , ª' esaconseja- 11 ti "lugar de las mujeres" en política; el aval fue heredad o
e as re1aciones sociales 'b ccomo d vamos a des ºb·
en ir este juego
de los
entre los sexos"? Pero ta bºéasa o en la~ diferenc ias percibid as H 1h,11"' que desde los años cincuent a se ocuparo n del sexo como
i1ri 1hk l'Xplicativa de los comport amiento s políticos (Duverge
m 1 n, como urg1a Joan W. Scott, frómo r,
111 ). (lkg,111 y Narbone, 1955).5 Se trataba entonces de mostrar
' El artículo p bl º d .
. . • u ica o primero en el Ame . . . 1 111 '1g11.1ldades entre hombres y mujeres frente a la participación
;ecop1lac16n Gender and the politics o( His'/ocan H1stoncal Review, y retomado
'ranc~s: "Legenre: une catégorie util d'
en su
ry (1988)~ fue rápidamenre traducido al
t 11!1 '' ,1 y de ofrecer explicaciones para ello, ciertamente sociológicas
La cita está traducida del nue 6~ analyse histonque" (1988: 125-153) tu W"·'' ,11 campo político: las mujeres suelen ser discriminadas
• Las cursivas son nuestras vo pr ogo. .
• Las cursivas son nuesrras:
1111A e pofü 16 n más detallada de las perspectivas teóricas en ciencias polrticas,
1 1111li·111• lmquc, 1997.
46 • LUCIE BAAGEL, EAIC FASSIN Y 8TÉPHANE lAnÉ
Usos SOCIOLÓCICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 47
en el mercado del empleo y llevan la carga del trabajo doméstico l . , de causalidad directa entre las
y reproductivo, de ahí que cuenten con menos recursos sociales y y en efecto, esta re ac10n 1 . 'ó n el campo po-
, . f' . adas y a pos1c1 n e
menor disponibilidad para la actividad política que los hombres. La r.1ractenst1cas isicas sexu . · plos que Je confie-
f la por ciertos e¡em
creciente atención que ha recibido la construcción social de la dife- liuco parecen con irmar 1 de una ad¡ºunta que
· ·d ·a Veamos e caso
rencia entre los sexos no ha transformado radicalmente esta pers- ll'll una cuasi .e.vi enc1 . x resión en el consejo municipal:
pectiva: todavía hoy las investigaciones tienden a dirigir la atención l'XIJCrimenta dificultades de e p d . demás lee
d'bl . bla y se torna agu a, a '
principalmente a lo "femenino" (en la práctica, las mujeres), y por \11 voz, apenas au J e, tte~ es escuchada en abso.luto; tras
otra parte, a identificar el sexo con el género. 11 texto monótonament_e. . o el otro extremo la elocuen-
A partir de la perspectiva de un consejo municipal y un ejecu- dos años en el puesto, d1mbJtlle. ~n como en ei caso de un
d 1 mano de un e o organo, b
tivo municipal paritarios, donde hay igualdad numérica entre los l l .1 va e a . ·' e es tam b', 1en una estrella de la a o-
sexos, nos interesa mostrar la pertinencia del concepto de género 11.lrr de la opos1c10n qu . se fácilmente gracias
d' to logra imponer
para entender la construcción, mediante los discursos y las prácti- ~.ida. Este a ¡un . ncubrir otras voces cuando
cas, de los papeles en el seno de este campo político local cuando se 1 '" voz estentórea, que le p~~m1te ed oner su fuerza viril al
trata de tener, literalmente, "una voz". La capacidad en términos de lt.1y debates agitados. Tamb1efn pue. e p "Y Jean-Claude dice:
. d e 1as d e'b'l
1v1<.10 1 es voces ememnas: ' h 1 !'"
oratoria pública, elocuencia, habilidad retórica, y también el porte ' . h bl iCállense y escuc en a.
y el tono de voz, constituyen un criterio de evaluación práctica ' l l.1y una mujer que quiere da ¿r. do quieras hablar, di: "Jean-
1lay una voz que nos ayu a. uan
para el otorgamiento del papel político. Ahora bien, la demostra-
ción clásica de una división sexuada de las intervenciones orales en e l111dc, quiero hablar... " d cargado de colocar los
1 te "Jean-C1au e es e1 en ,
público desalienta el análisis por su aparente simplicidad: siempre y 1or otra par ' . . . 1 Él no los necesita, pero el...
en todas partes los hombres hablan más y más fuerte que las muje- 11111 rúfonos en el conse¡o mu.~1~~p~e· oner atención a las mujeres
res. Si se considera que los tonos de voz son naturalmente distintos li" que reconocerle la capac1 . p d 2003 )1
1 bl ,, (Ad' nta entrevista, marzo e ·
entre los sexos, las mujeres son víctimas de una desig4aldad bioló- 11 111do ia an . JU ' d ex licar la desigualdad política
gica insuperable: su tono de voz más agudo y su volumen sonoro < 111110 vemos, no se trata le bp 'o' sex1'sta de los hom-
l te por a o cecac1 n
más débil las condenan a estar siempre en el segundo plano de las 11111 los sexos so amen d lugar a las mujeres en el
h1 ~ in<.luso los esfuerzos por ar ~n . ces
justas oratorias que dan a sus homólogos varones la oportunidad de
demostrar públicamente su virtuosismo y su brío. "Es cuestión del 1 lt 111 rnntribuyen a naturali~~r la d1ferenc1a de 1::;a~ u~ívoca:
órgano", responde un alcalde frente a las dificultades que reclaman N11 obstante, la realidad f1s1ca de lal.s vo~esyna~gunos hombres
. · voces "mascu mas ,
las elegidas para tomar la palabra en un consejo municipal. 6 Se tie- 1111111 " mu¡eres uenen . . en gue el género
"f ·na" Las s1tuac10nes
ne o no se tiene; por no poseer el instrumento idóneo, ellas exigen l11hl '" dl' manera emem . b. . 1género no es la simple
l.i~·c ~~~~a~ºd~e~su~~~:~:n:i:~·
1 1 11
usar micrófonos. El sexo, es decir, las características biológicas de 111
1 al :aturales del sexo; cons-
unas y otros, tendrían entonces efectos directos y unívocos sobre 1 111•11111 <.U . . . de producción y de repro-
los recursos de los que cada cual dispone para "hacerse oír''. 111) i • m," bien, el princ'.p;o m1.smol'tario caracterizado por el
l 1 '"" dl· un orden socia no igula '.,f ' . o" que "sobrede-
l 1111111111 de 1o " mascu l.m o" sobre o emenm '
•En ese mismo número, véase el artículo de Stéphanie Guyon sobre los partidarios
de la AJA que "cantan con los cojones", así como, sobre la voz en política, el artículo de
Dclphine Dulong y Frédérique Matonti. t 1 •I 11 iíuilo se modificaron nombres Y apellidos' yd cierta información se
' v•'I' 1, p.1r.1 garannzar · to de los encuesta os.
. e1 anomma
48 • LUCIE BARGEL, EAIC FASSIN Y 8TÉPHANE lAnÉ
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES OEL GÉNERO • 49
que un~ elegida a quien se percibe como propiamente femenina. mrclectuales (docentes, funcionarios, profesionales de l::i comu-
E~ elegido m~y poco "masculino" se halla en una situación simé- 1ucación) acceden a las posiciones de poder. Desde ~~e mom_e.nto
tnca a la elegida muy poco "femenina". Tanto en un caso como en l.1s relaciones que se daban exclusivamente entre las elites pol1t1cas
el ot~?' el gé~ero sirve como llamada al orden de los sexos, pero
desaparecen y el consejo municipal dejad.e ser un ~ugar centra~ _<l,e
tamb1en ~e la ¡erarqufa en general. Por una parte, trátese de hombre
l'nfrentamiento viril, pues los nuevos elegidos pref1er~n csta.blcccr
o de mu¡er, es conveni.e.nte ajustarse a las asignaciones de género, rnntactos directos y regulares con los electores. Al mismo tiempo
pero por la otra, la debilidad y la fuerza son aprehendidas en térmi-
nos de género (genres). que el poder cambiaba de manos, cambiaba de estilo.
Frente a esto el "sindicato de los ex funcionarios" expresa su
. Est~ femini~ación de un miembro de la mayoría se entiende desclasamiento valiéndose de las diferencias de gé~e~o (gcnrcs) .
me¡or s1 uno se tnserta en un marco más grande: el de las relacio-
Así, la generación saliente hace alarde de mascu lm1<la<l en ~as
nes entre d.os ge~e.racione~ ~e hombres que se suceden y compiten maneras de hablar (voz fuerte, el gusto por el apóstrofe, la bus
en el espac10 polmco mumc1pal. Una última manera de disociar el queda del rasgo humorístico), pero también de comer (gusta~ de
género del sexo consiste, en efecto, en situar allí la circulación de
1.1 buena mesa, saber beber, disfrutar las juergas). Para consegu~r la
enunci~dos de género (genres) que, a veces, sirven para describir y imagen inversa, atavían a los nuevos re.presenta~tes con cual.ida~
¡erarqu1zar ya no a los hombres y a las mujeres, sino a los hombres
des y disposiciones habitualmente asocia.das al g~nero femern~?·
e~tre sí. H~ ~quí un testimonio de la evaluación que hace este con- oratoria titubeante, desprovista de grand1locuenc1a, pero tamb1en
~e¡ero mumc1pal de op~sición sobre el actual alcalde de la ciudad: modales de mesa exentos de hedonismo (al alcalde hasta s~ _le
No es un hombre a quien le guste convivir, no le gusta comer, no
1,1cha de anoréxico), un gusto por la proximidad y una atracc1on
le gusta beber, no le gusta ... en fin, no le gusta nada. Pero todos por las cosas artísticas. En suma, una vez más, como en el caso del
aq_uellos ~ue lo conocen desde los años de escuela dicen que era
•1nálisis de Ja voz, el género ·n o se confunde con el sexo: Esto es
as1: se de¡aba golpear por todos los pequeños y decía: 'Un día seré
alcalde"' (entrevista, marzo de 2005). bueno no sólo porque los dos no se superponen n.ecesan~me.nte,
, 111 0 también porque el género es un principio de ¡erarqu1zac1ón:
. Lo q.ue se traduce en el lenguaje del géne~o es menos una , 01110 lo planteaba ya Joan W. Scott, es "una primera manera de
d1ferenc1a ide~lógica que una rivalidad entre generaciones y
ll'presentar las relaciones de poder".
una compete?cia entre las maneras de percibir el oficio político:
para es~e elegido de la vieja escuela el nuevo alcalde no correspon-
de a la imagen de la potencia viril.
I N1RE LAS COACCIONf.S DEL SEXO YLOS RECURSOS DEL GÉNERO
Y es que el lenguaje del poder, y por ende de la masculinidad
se ha tra~sformado hasta el punto de ser incomprensible. Con 1~ 11 género está atrapado en la tensión entre dos lógicas contra-
ª.lt~rnanc1a de 2001, en efecto, el espacio político local se modi- 11.1\: la asignación normativa de género (genre) y su reverso, la
fico mucho. Antes de entonces la vida municipal era un asunto de
, .1pacidad de hacer valer el género. Podríamos, e? efecto, o_ro.ner
notables (médicos y abogados, familias con arraigo) que tomaba
.In, estrategias descriptivas disponibles para explicar l~s.practtcas
cuerpo en una sociabi.lidad e?t.re pares (salones, recepciones) 0
pnliticas de las mujeres. En primer lugar, la p~oblen:attca de las
en ~I .teat.ro del conse¡o mumc1pal. Ahora bien, además de una
11 .1h,1s se hereda de una época en que el cuest1onam1ento acerca
femm1zac1~n masiva y del cambio generacional, con la victoria del d.. las mujeres en la política consistía ante tod? ~n s~~alar ~ .ex-
nuevo equipo se opera una renovación social: las clases medias
plic.1r las desigualdades de sexo frente a la part1c1pac1on pohnca.
52 • LUCIE BARGEL, ERIC FASSIN Y 8TÉPHANE LAné
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 53
L~ c~mpr~bación de una larga exclusión de las mujeres de la vida desde luego institucionalizada pero siempre susceptible de usos
public_a on~nt~ba el análisis hacia la identificación prioritaria de y desvíos. . .
las res1stenc1as incorporadas, hacia la demostración de una incom- AJ principio de nuestra encuesta surgió una ~pos1c1ó1~ c~n
patibilidad entre el habitus femenino y las formas, consideradas t rastada entre dos consejeras municipales. La pnmera, Bcatnce
como masculinas, del combate político.
Duroy, parecía encarnar el tipo ideal de la "estrat~ga del gén~ro",
C~n el contexto paritario se desarrolló una segunda vía inter- distanciada en sus maneras de habitar los estereotipos fcmcn111os,
preta~1va, centrada esta vez en los usos del género más que en las lt.1bil para negociar infracciones puntuales a la divi~ión . sexuada
coacc10nes del sexo. Lo "femenino" ya no es solamente un sistema 1lt-I trabajo político, atenta a los efectos de la dommac16n mas
cerrado de disposiciones apremiantes, sino una identidad estratégi- 111lina. Las determinaciones sexuadas, en cambio, parecen pesar
ca (_Collovald, ~9~8) construi?a en la interacción entre hombres y 1111ii:ho sobre las maneras de ser y de actuar de Jocelynee Brianc.I,
muieres, enrr:e tnstders y outstders, entre partidos en competencia q111cn sin crítica ni mediación vive una "naturaleza fc111eni11;1"
por I~ conqwsta de los votos. En el lenguaje politista el género se lin ha de atención a los demás, de disposición a escuchar y de mo
convierte _así en una "carta'', un "triunfo'', un "recurso'', que, en .l1·\t1a. El contraste es tanto más impresionante cuanto que las dos
~as profes10nes de fe (Leveque, 2005), o en ocasión de las campa- 111111cstadas, de 50 años en el momento de la elección, comp~rten
nas, elec~o~ales (Dulong y Leveque, 2002) (Fassin y Latté, 2005), 11111 posición social homóloga en el espacio local y una matriz de
ser~ ~xh1b1do (para demostrar, por ejemplo, que las mujeres hacen d1 .. pm1ciones relativamente convergente.
polmca de _otro modo), o reprimido (para atestiguar, al contrario,
que las muieres son hombres políticos como los demás).
1li¡a de un albañil de origen italiano, Béatrice comienza a los 16
. No se trata de medir el valor de estas dos apuestas interpreta-
111m una carrera de secretaria en un establecimiento escolar donde,
tivas. Sería estéril leer en ellas opciones teóricas irreconciliables. Si
" p.1ra ayudarse", enseña intermitentemente. Tra~ .u na suces_ión ~e
permaneciera ciega_a !~~múltiples maneras de habitar Jos papeles 111ill ursos internos se convierte en profesora certtftcada de c1enc1as
sexua_dos y.ª la variabilidad de esos papeles en el tiempo y en el r• 1111!1111icas en un liceo, y luego, puntualmente, en la universidad.
espac10 social, la problemática de las trabas nos reduciría a la in- 1 11.111do la conocemos, está casada con un militar de carrera Y
movilidad y a una retórica de la lamentación. AJ contrario toma- il111f1r un establecimiento de aprendizaje profesional. Afiliad~ al
da independientemente del juego de las coacciones hered~das la MI 111 1 (Movimiento de Empresas de Francia), frecuenta a las élites
problemática de los usos se sumiría en un accionalismo indifer~n 1 , 111101111cas de la ciudad y se incorpora por esa vía, en segunda
te a las estructuras de la dominación masculina e incluso en una ptt\ h 1011, a la lista propuesta por la derecha para las elecciones
cel~bración d~ la astucia del más débil. En realidad, en la práctica 1111111H 1p.1lcs de 2001.
d_e interpretación las dos estrategias descriptivas se entremezclan, l,1 .. 11. 1 wma prestadas otras voces, el ascenso social de jocelynee
sin que por otra parte siempre se trate de opciones bajo control. 1¡ 11.1l11a·111c elocuente, puesto que salida de un medio _popular Y
~a_ra demostrarlo tomaremos a contracorriente el bricolaje ana- 111 1 1 il1plmnada, ocupa en 2001 los puestos de conse¡~ra gene-
11 y ,¡, 1nn~ ra adjunta en la mayoría municipal de izqmerda. Su
lit1co que desde 2001 orientó nuestro esfuerzo de restitución
11 11110 11111 'l' debe menos a una integración de los círculos de los
de las experiencias políticas de dos elegidas. Retomando el hilo 1t ~hlc ~ q111· .1 un activismo parroquial y asociativo en un ba~no
de nuestros análisis trataremos de desenterrar los motivos que 111111 d11ml1· \Íguc viviendo. Si su carrera parece no tener _bnllo,
nos llevan a describir el género, a veces en forma de un habitus 11 11 1111.1 111<1vilidad social ascendente que ilustra la profesión de
obligatorio, o sea, una cuasi naturaleza social, a veces como cultura, d1n·lror de un despacho de asesoría- y sobre todo
USOS SOCIOLÓGICOS y USOS SOCIALES lJl I C.í NI llO • I,¡
54 • LUCIE BARGEL, ERIC FASSIN Y 8TÉPHANE lATIÉ
Sin embargo, en la entrevista, sus formas de describir la gestión l b todo el mundo decía: "Ah, Béatnu '
Cuando yo tomaba la pa ª ra, d í hasta las d1c1
de los atributos de género (genres) difieren mucho. Aunque ningu- siga hablando, qué felicidad, nos ~amoss:~:~s::dª:que quiero de
na de las dos duda en hacer alarde en la escena pública de las señales de la noche", una act1~dd ~~Ahma~é;t{¡~e qué linda es" [...] Entonces
exteriores de feminidad (maquillaje pesado, uso de joyas, peinado . Luego' algo parec1 o.
cir... ' h . 1 ' No voy a decir
. le: "Oye tu,
,
rebuscado), el grado de explicitación de las posturas adoptadas las hay que decir sí, eh, no ~ay que enr os.
distingue claramente. Jocelynee no se refiere a sus elecciones de idiota" ... Se sonríen o fmgen hacerlo...
vestimenta ni a las obligaciones de la etiqueta, mientras que Béatrice
se divierte de buen grado con ellas frente a los encuestadores. Por otro lado, la elegid~ usurp\ el traba~o t:
~~~ª~~~~~:~
dores describi~ndo ~o_s obstaculorl a ;i::~u:ca reprimir: "Me
Hago galletitas, me peino de chongo, estoy en todas partes [... ] Bailo pi oducto de d1spos1c10nes que e a , . d d tomar la pala-
con el panadero y también voy con el prefecto [...] En la fiesta del lihcré ... liberé en el sentido de que tema i:i1e o d \ hablar bien,
aprendizaje me había puesto mi vestido (risas). Quiero enseñarles las 111.1, de acuerdo. Soy católica, de ~uen~ cna~z~;e ;o~o delante de
fotos para reírnos [... ] El vestido Thierry Mugler. Nada más faltaba, ~ 11 el momento oportuno, ser e uca a ...
y luego me puse ese día el [sostén] que realza (entrevista, futura
'"' , cñores" · .. oduce cuando las ele-
consejera de oposición, enero de 2001). \ J misma estructura de opOSlCI 6 n se repr . . C
¡i,111." visualizan sus atribuciones en el ejecut~v~~~:~::~e ;~:~
i. l¡1111rn por solidaridad, Jocelynlee se a(pGrop1anet y Neve u 2004),
De la misma manera, si las dos elegidas se desenvuelven en , d' · · do por e sexo u1on '
los consejos municipales con una incomodidad comparable, pues 1, 11·t1( 1a mas· iscnmma b la manera encanta a
d de la libre opción
las pequeñas vicisitudes de las llamadas al o rden las hacen con- y1, 1111dolo, sm em argo,ª me de los demás.
· l· "Me gusta ocupar
servar una timidez estructural que el paso por la política no logra , 11 l.1 vocación persona . la cultura. La solidaridad es
borrar, hablan de ello en términos muy distintos. Jocelynee pre- l 11 11110 no son las carreteras, no es . h de acer-
. , tT' Para describir su capacidad de escuc a y ,
senta la intervención oral como una prueba penosa. Invocando su 1
11u11 1 soy u 1 · .. · de la naturaleza, o mas
111111 nto la encuestada utiliza el e~gua1e 1 , 1 mérito"
desconocimiento total de los códigos del intercambio político y ' l . "es mnato no es mio e '
su incompetencia en materia de torneo retórico, no ve más op- 11 l I imente de su natura eza. l d ' t'ene" "tengo esta
1111ural'', "se tiene esta facu ta ' o no 6e i 'masculinos:
ciones que retirarse y dejar su lugar a un alcalde más apto para
1 1 1 d" Palabras que corroboran sus cole~as b'
1\ i 11 ll a .
la oratoria. "Yo no deseo expresarme porque hay mucha contro- , ,, "I .mpu 1sa su corazo' n" · Be'atnce' en cam, .10,
versia, mucha mala fe, demasiados ataques personales [...] Por l t,ponrnnea '. a t 1 d' .. ón sexuada del trabajo pohnco
111 i 11 duda activamente a 1v1s1 e
l 11111 111.1 la limitación de las elegidlasAa ~are~sgequs~:;s~~~~~~t~uel
ello, me siento muy incómoda en las sesiones del consejo [...] la
política se la dejo a Georges porque él sabe manejarla y yo no" \eza materna . s1, ex1
(entrevista, adjunta del alcalde, diciembre de 2001). id ipt.lll a .su natura d dele ada a las finanzas, y luego
1 t11 ik ,1d¡unta a las obras y e g . . 1 a la obten-
Béatrice también repasa la lista de las afrentas que sufre en 111'11 11111.1 su compromiso en la campaña mumc1pa
el consejo, pero con aplomo e indiferencia, en forma anecdótica
56 • LUCIE BAAGEL, EAIC fASSIN Y STÉPHANE lATTÉ
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 57
ción de un puesto que generalmente corresponde a un hombre: da proceder igualmente de una identidad estraté~ica? Un_ regre~o
"No quiero lo social. Las mujeres siempre se ocupan de lo social. .ti mismo terreno, dos años más tarde, hace surgir esta h1pótes1s.
Pon~an a los bonachones en lo social. Que lo hagan ellos. Yo I· n efecto, la evolución de la trayectoria política de estas dos
prefiero tomar las decisiones difíciles, estar en las finanzas, en el 111111eres debilita nuestra interpretación inicial. Béatrice estaba en
desarrollo económico[... ) Si es lo social, no me interesa. Él tendrá l.1 lista perdedora y, como simple consejera de oposición, parecía
mi renuncia enseguida".
h.1her ganado su postura política por determinaciones de género
A lo largo de las entrevistas surge la oposición entre una con- (.i'.1·11res): discreta en el consejo municipal, no interviene !amás
sejera modesta, a veces ingenua, solidaria con su género asignado 1 .1dopta el papel de "jarrón": muda pero afectada y sonriente.
Yuna elegida ambiciosa, siempre estratega, capaz de hacer valer s~ 1 1 posición de Jocelynee, por el contrario, se consolidó clara-
feminidad. Sin embargo, esta división es problemática. Si la pro- 111111te. Después de haber conservado fácilmente su mandato de
blemática de los usos estratégicos parece pertinente en el caso de tu1"qcra general, logró la proeza de obtener la vice~r~s.idencia
Béatrice, es porque frente a los encuestadores ella hace alarde de no lle 1111 ejecutivo departamental que, sin embargo, era dmgido por
ser víctima de las fuerzas de la dominación masculina y adaptarse 'ltM .1dversarios políticos. Desde entonces sus colegas se com-
a ellas con distancia y reflexión. Si, por el contrario, el registro de ¡1111 en en alabar la "modestia" de esta "elegida de un local de-
las deter_mi?:ciones se im~~ne en el c~so de Jocelynee, es porque tlil 111.1 a la población", que "prefiere estar detrás o a un lado'.'.
su desc~1pc10~ . de I~ cond1c1ón de mu¡er carece de ostentación y ~11p11c·,tamente, Jocelynee debía su carrera a una competencia
de sentido critico. {Hemos observado por Jo tanto en sus prácti- IH 1111,11 indisociable de su calidad de mujer y de propiedades
cas una vulnerabilidad desigual a las determinaciones sexuadas~ ll 11lc·' objetivas que favor~cían la identificación del electorado
¿~o se trata más bien de una competencia social desigual para ei 111p11l.11 <le su circunscripción:
discu~so_ reflexivo en _la relación de la encuesta? AJ proponer una
?escnpc1ón del machismo ordinario, al manejar de buen grado la
l tt~c· l yncc es una buena mujer, pero no tiene sentido político, si se
ironía, al transformar la situación de entrevista en intercambio
111 p11 m1te decirlo. Ganó las elecciones cantonales de 1998 porque
cómplice, al hacerse cargo del trabajo de objetivación en forma I' 11 C• 1.1 11na mujer más bien sencilla, de la sociedad ci~il~ no incluida
9
de au_toanálisis, Béatrice se libera de la posición de objeto de 11 rl ,1p,11.uo, de contacto fácil, capaz de prestar se rvtc1~s, un p~co
estudio. Jocelynee, en cambio, no es dueña de la interacción. Por d l 1 1111.1~1·11 del ciudadano medio y para nada como alguien político
consigui_ente, la expresión de la lucidez no le parece indispensable 1 111rrv1 1.1 rnn el futuro alcalde, enero de 2001).
para satisface~ las e:cpe~tati~as de_ los destinatarios, ni para prote-
?erse de una mvesngac1ón mtrus1va. Jocelynee hace valer quizás No 11h~11111re, su éxito en las elecciones cantonales, es decir,
igualmente sus atributos de género (genres), pero no considera 1 p 111n dt• <.:ompetencia a la vez más masculino y más nota-
necesario decirlo.
11111 1d1u· l'Se juicio. Tanto entre las elegidas como entre los
En efecto, facaso no podemos imaginar que la ausencia osten- 111ilm 1, ,urge una duda respecto de la supuesta ingenuidad
sible de distancia en las representaciones de género (genres) pue- 11 111 1.111.1, su ignorancia táctica y su desinterés por el juego
t 1 ~el frnto de su experiencia política? Como quiera que
' Pierre Bourdieu muestra así que en ciertas interacciones el autoanálisis hace las 11 ll 1 1 q111t•11 se elogiaba porque sabía "permanecer en su
veces de estrategia de resistencia a la objetivación (1993 especialmente pp 140l
y 1404). ' .
ti 111 11hv1.1111ente un sentido de lugar hasta ahora menos-
1 1 ~ w·110 que algunos miembros de su partido siguen
58 • LUCIE BARGEL, ERIC fASSIN Y STÉPHANE lATTÉ
Usos SOCIOLÓGICOS y usos SOCIALES DEL GÉNERO • 59
interpretando su promoción como el producto de un accidente 1.1 úptica de interpretación adoptada por los encuestadores exige
Y de un m_alentendido: "tomó a todo el mundo desprevenido " 1 1..onsiderada en su articulación con las maneras de aparecer
al ~Izar primero_ la mano". En cambio, para otros su aparente dt· l.ts encuestadas: los usos sociológicos del género no pue?en
:enrada de l_os ¡~egos de poder tiene mucho de subterfugio: h.tccr abstracción de sus usos sociales, sin por tanto reducirse
Es extraordmana, se hace la tonta, es increíble, pero sabe muy 1 dios.
bi~n hacerlo. En el momento en que hay una abertura, se mete".
Mientras que antes se le calificaba de "buena mujer", más tarde
se le rec,ono~e "una gran finura" y se le atribuyen estrategias 1<l\ JUEGOS DE LA INfERPRETACIÓN
tanto mas eficaces cuanto que pasan inadvertidas: "se hace la
tonta", "juega a la madre de familia", "sigue en su registro". Vi mos así en las prácticas de los actores, y de las actrices, maneras
Aquí, la frontera entre una interpretación en términos de habitus .1 1 ¡ugar el juego del género, o de ser jugue~e de él!,º las dos cos~s
femenino o de usos del género se vuelve porosa. La docilidad 11.1 vez, de forma irresoluble. Pero más alla, tamb1en en el traba¡o
exhibi~a, el a~arente desinterés por los cálculos políticos, la su- di' 1.1 interpretación aparece el desafío del género. Pues no son
puesta mgenu1dad respecto de los juegos de poder, el deseo de - 1lo los encuestadores, sino también los encuestados de los dos
ser amable y de no participar en los intercambios, el conjunto 11 os quienes pueden hacer que funcionen o no según los casos,
de los modos de ceñirse~ los estereotipos de género son, todos 1" opticas de interpretación en términos de género. Es l~ manera
ellos, rec~~sos qu~ permiten de Jocelynee ser la única adjunta 1111 ~ 111 ,1 en que aparecen en escena los políticos, en particular las
cuya func10n electiva autónoma tolera el alcalde. Habría, pues, 1111111 res, cuya dimensión de género (genre) plantea pr~bl~:nas de
maneras remuneradoras de seguir su habitus. 111 11·1pretación, desde el momento en que en la descnp~10n Y ~l
111 .tl 1"s se toma en cuenta su 'trabajo de autointerpretac1ón. As1,
Por último, es difícil resolver empíricamente la alternativa
en_tre coa~ci?n y recurso, entre identidad femenina incorporada 11 lli-~.ir al mismo terreno en un contexto paritario, con una pro-
! ¡uego ta~t1co con el género. El análisis se vu~lca de un polo ltlt ii1.1tica de género, ¿cómo interpretar la forma en que nuestras
mterpretat1vo al otro según e l índice que se acepte. Podemos 11 11 1 1101..utoras en particular, van ora a aceptar y ora a negarse a
~
atenernos a la observación de las prácticas (por ejemplo, de las 1111 1 en este' juego, e incluso a oscilar . entre 1_as d os_ ?pc1ones.
.
posturas adoptadas en el consejo municipal), y las dos actrices 1t 1 . que desconfiar en un caso de una excesiva facilidad para
asumen sin resistencia, tanto una como la otra, un papel de ¡1¡, 11 t•n la lógica de nuestra encuesta, y en el otro_ a sospechar
reserva en la toma de la palabra y de seducción en las formas 1 1111 .1 resistencia demasiado fuerte? ¿cómo se articula nue_stra
de arreglarse. Podemos considerar la distancia y la reflexión de ¡111( .1 dt· interpretación con la que cada una escoge para exammar
q.u~ hacen gala las encuestadas en las entrevistas: Jocelynee se 11 pn1encia de género (genre)? . .
s1 ~ua ~ntonces del lado de una "naturaleza" femenina sufrida, y 1 , 1·1 ejemplo de Michele Vuillard, ad1unta ya _ele~1da en otra
Beatnce d_el l~do de la apropiación activa de un papel sexuado. 11111111 p.tli<lad con mucha anterioridad a la expenenc1a_de 2001:
Pode~os _mclmarnos ante el veredicto de la trayectoria políti- ¡ 111p1 t' ha habido mujeres que hacen política o que tienen _res-
ca: Beatnce parece entonces experimentar los obstáculos del 111 1iid 1d.1<les". En esto difiere de la mayoría de las otras ad1u~
género que no logra subvertir más que en el discurso, en tanto q11c lt· parecen neófitas: "Yo tengo en verd~d una t~ayectona
que J_ocelynee saca partido de una identidad femenina que no 1i•l111 ..1". Esta elegida y responsable comumsta no siente nm-
cuest10na en las entrevistas ni en el escenario público. En suma, 111 1111 p.11ía por el feminismo, tanto menos cuanto que guarda
USOS SOCIOLÓGICOS y USOS SOCIALES DEL GÉNERO • 61
60 • LUCIE BARGEL, ERIC fASSIN Y STÉPHANE lATIÉ
[67]
LA DEMOCRACIA SEXUAL y EL CONFLICTO DE LAS CIVILIZACIONES • 69
68 • ERIC fASSIN
¿Qu.é es la democracia sexuaP' O . .
crauzación sexuaP Pare , . . , más bien, cqué es la demo-
arrestar aun antes de los atentados por haber querido iniciarse en extensión del ámbit d ce ma~ !usto hablar de un proceso. Es la
el pilotaje, sin saber despegar ni aterrizar. Si los comentaristas se o emocrat1co con t · .
e las cuestiones de género d , !' a creciente politización
resistían a imputar su conducta a la locura, tal vez fuera porque dlas múltiples controversias y ' ~l"sexua idad que revelan y alientan
esta categoría tiene valor legal. Su discurso proseguía en todo caso de limitarse a la esfera riv;~a \cas actu?les. Por Ull<l P<ll'te, lejos
con estas palabras: "No tengo nada que ver con una nación de cada vez más a las mis p . , a_s cuestiones sexuales se sujenn
icas que tot ·'~ la-. dl'más
. mas ex1genc1as polít' . 1 •
cruzados homosexuales". cuestiones sociales trátese d 1 b .
Algunos se confesaban perplejos: es difícil saber con certeza . . , , e tra ªlº o de 1
a qué país se refería Moussaoui. Sin duda la "cruzada" evoca a
m1grac1on, o de la educac·,
ion.. siempre
. se exaos· impuestos,, 1 de l.t 111
e genero y de sexual1'dad b mman mas.· as normas
los Estados Unidos de los años 2000, pero hay que reconocer d.b en nom re de 1 .
1 ertad y de igualdad p d . os mismos valores dl'
que en materia de defensa de la causa homosexual George W l · o emos cuest10na 1 d d
y e1 orden de las sexualidade s expomen . d 0r ae or en e los sexos
Bush estuvo por encima de toda sospecha. Para complacer pre-
o e examen y a su tensión . . uno Y a otro a este
debates en torno de la prostitu~~~~t~utiva: lo hemos ,visto en los
cisamente (Multitudes, otoño de 2006) a la derecha religiosa, d bl
¿no se erigió este presidente defensor de una enmienda a la sexual y de las violenc1·as h . 1
ºd ac1a as muieres
d~ la pornograf1a,bº del acoso
Constitución para poner freno a las uniones del mismo sexo? pan ad y la apertura del matnmon . . y d 1, fºJº pero ·tam ién con la
Y si es cierto que Laura Bush pudo justificar la intervención de el mismo sexo. 10 e ª 1 iación a las parejas
su país en Afganistán en nombre de la liberación de las mujeres, d
ningún responsable estadounidense ha fingido jamás aprovechar Por otra parte, si las cuestiones 1
políticas, parecen cada sexua es, al revelarse como
tal intervención para emancipar por la misma vía a los homo- tenido de las normas el qvez me~osfnaturales, no es sólo el con-
sexuales musulmanes: del otro lado del Atlántico, las promesas , ue se ve a ectado L d 1. .
e genero y de la sexualºd d . a esnatura azac1ón
de la democracia son para los heterosexuales. d·,1 1 a que acompa- 1 d
c10n transforma tamb º, na a a emocratiza-
Sin embargo, es una sola y misma lógica la que vemos en · ten e1 estatus m· d 1
ec1r, la forma en que se nos imponen . ismo
Le· ed as normas, . es
el discurso del francés de origen marroquí, y el absurdo apa- d
nan o de manera obvia . . JOS e segmr funcio-
rente remite a una racionalidad coherente. En efecto, la retó- d. . . , son cuest10nadas E t . .
no s1gmf1ca que nuestras sociedade ; s .e cuest1onam1ento
rica política del conflicto de las civilizaciones tiene lugar hoy, sexuales, sino que su iºnfl . s se venan libres de las normas
de manera especial, en el terreno sexual. Así se aclara lo que uenc1a no podr' 1 .
momento en que son percibidas or lo ia ser ª.misma desde el
dice Moussaoui: no podría ser francés, porque es musulmán,
naturales que se imponen de ma:era hº que. son'. no como leyes
y aquí vemos invertida la lógica de exclusión que afecta en nes convencionales y p . . istónca, smo como órde-
Francia a los "musulmanes", sean o no religiosos, así como a los . . rov1s10na1es que s 1 d
istona y de relaciones d f . on e pro ucto de una
"inmigrados", franceses o no. Pero al dar la vuelta al estigma, negociación: por eso exi:te u~rza, su¡etasfual ~~mbio y abiertas a la
h
Moussaoui revela las implicaciones sexuales de esta lógica: del oy una con s10n en las normas.
11\\smo modo que el insulto sexista (y no sólo racista) respec-
10 de la "geisha", la descalificación homófoba de la "cruzada"
.,~,,dental le permite adoptar el papel del Otro. Para encarnar ' Para unas exposiciones más amplias en. torno d.e la democracia sexual anteriores al
11111111 el regreso del reprimido, colonial o imperialista, el acu- argumento desarrollado aquí me
2005c: 263-276; y 2006c: 164-1!s~rm1to sugerir tres textos: Fassin, 2005b: 14-16;
11111 "1 Lls da de bárbaro y rechaza los valores modernos de la
la secuencia es al revés, pues nos preguntamos si los padres homo- Y al ~amb~o, a la política y a la historia. Lo mismo vale para el
sexuales, por haber pasado las pruebas, merecen la recompensa d~l matnmomo del otro lado del Atlántico. Propongo pues definir lo
derecho al matrimonio. Puede pensarse que como la controversia sagrado en nuestras sociedades como aquello que pretende tras-
prosigue tanto en un país como en el otro,3 ninguno de los dos ha cender la lógica democrática.
dejado atrás este esquema: como lo demuestra Thibaut Menoux . ¿có~~ i~~erpretar este contraste entre Francia y Estados
en una tesis de maestría reciente del DEA (Diploma de Estudios Umdos: f1hac10n de este lado del Atlántico, matrimonio del otro
Profundos), la comparación entre el matrimonio de Begles lado? Mi hipótesis es que las diferencias nacionales· remiten a cons
y la decisión de la Suprema Corte de Massachusetts confirma el trucciones diferentes de la nación. En Estados Unidos no sólo es
análisis.4 un desa_fío el. matrimonio homosexual, sino de manera más general
En mi opinión, también lo sacralizado plantea un problema: la el ~atrimoruo, como lo demuestra, por ejemplo, el crecimiento a
filiación en Francia y el matrimonio en Estados Unidos. ¿Por qué partir de los años ochenta de un rito renovado: la petición de mano.
utilizar este lenguaje religioso? No se trata sólo de recordar que las La batalla política por una "Ley de Defensa del Matrimonio" vo-
instituciones religiosas participan en el debate, y a menudo (pero tada urgentemente por el Congreso y ratificada durante la n~che
no siempre) lo hacen para oponerse a la apertura de derechos por el presidente Clinton en 1996, remite pues a un desafío en las
nuevos para las parejas homosexuales o la homoparentalidad: pen- normas. A diferencia de lo que ocurre en Francia, los nacimientos
semos en la intervención del Vaticano en el debate político italiano fuera del matrimonio, sin ser raros, siguen siendo fuertemente
de hoy, o en las elecciones presidenciales de Estados Unid?s. en estigmatizados. Y es que forman parte de la historia racial del país,
2005. No se trata, sin embargo, de un uso puramente metafonco, con la ruptura de la familia negra, o más bien su descomposición
como si habláramos de "tabú". Es en su sentido estricto como en el seno de la (supuesta) .cultura de la pobreza. Dicho de otro
hay que entender esta referencia a lo sagrado, puesto que se trata
de trascendencia. 5 En Francia, si estamos dispuestos a reconocer
!ª
modo, construcción de la nación, el orden de las clases y de las
~azas, tienen su base en el matrimonio. Se entiende así porque es
la dimensión histórica del matrimonio aceptaremos que muchas u?portante sustraerlo de las alteraciones históricas y las negocia-
veces es, hasta entre los "progresistas" (a quienes yo prefiero cali- c10nes políticas: el matrimonio debe trascender la democracia
ficar en este caso de "conservadores de izquierda") para arrebatar para fundar mejor la nación estadounidense.
la filiación a los avatares democráticos; a la vez a la deliberación En Francia, simétricamente, si la filiación está sacralizada es
porque _se halla en el seno de la definición nacional, afectada por
' Véase Sébastien Chauvin y Baptiste Coulmom, s.f.: 77-79, para la versión estadou-
la cuestión de la inmigración. En efecto, desde los años ochenta y
nidense, así como un proyecto de artículo por los mismos autores sobre la corriente sus debates para preparar las leyes llamadas de' bioética las con-
francesa, "Notre compromis national", <http://www.coulmont.com/blog/2004/ troversias sobre la homoparentalidad, sobre la idea de fundar la
P•tge/2/> . , filiación natural, y en particular sobre la diferencia de los sexos
' rh1baut Menoux, 2005: 17. Mientras que en Francia, como lo recuerda el tirulo
"" un artículo de Libération: "Derriere le mariage, le tabou de l'adoption", se agita remiten a la creciente importancia de una definición naturalizad~
"'""'un espantajo la adopción por las parejas homosexuales como consecuencia del de la ci~dadanía (cuyo reverso es la oposición, cada vez mayor, a
11111t1m11nio de personas del mismo sexo, en Estados Unidos, por el contrario, para- naturalizar plenamente a los extranjeros... ). Al ganar terreno en
11"1" uuwtc se reivindica el matrimonio en nombre de los hijos de ese tipo de parejas.
Vt "" 1111 mtroducción "Démocrate de peu de foi", a la jornada "Acrualité de la el código de. la nacionalidad, el jus sanguinis contribuye a plan-
f ,¡, 11 " . worganizada con Daniel Borrillo, el 25 de noviembre de 2005 en ENS !ª
tear cuestión d.e la fi.liación en términos de fundamentos que
H 11rl o Norm.11 Superior) (2005b). trascienden la deliberación democrática. No es pues casual que el
82 • ERIC FASSIN
CONCLUSIÓN
tanl~o, ~ ~~
ochenta expresaba intenciones dignas de elogio, pero sus efectos no
m, por lo en de cuentas, si el velo habría de ser to!e- habrían sido menos desastrosos: lejos de integrar habría conducido,
estado repub 1cano. m ue no a arecía como sena!
rado allí hasta los años 20?0, e~a poórlqo como epxpresión de una fe
de creerle a los republicanos, a Ja fragmentación de la nación, y le
· · ¿· ·ó olítica smo s habría hecho el juego a los racistas. Es interpretar la "guetización",
de una re1vm teaci n P ' ¡ lai.·ciclad no es nueva;
. ¡ batalla en torno a a . tan temida por la sociedad francesa, como el resultado de una ideo-
íntima. Ciertamente a f opone como ocurrió
b nueva En e ecto, ya n 0 ' bl. logía, más que ver en ella el efecto de prácticas sociales como la
sin em argo se_ re . 1984 a las dos escuelas, la pú ica y exclusión, Ja relegación, la discriminación. Esto equivale también a
todavía unos anos antes, e.n ' a' en lo sucesivo a la escuela
. ¡ I' d. isona atravesar . explicar, paradójicamente, el racismo con el antirracismo.
la pnvada; a mea tv 1 f
laica. La apuesta ya no es e manciamiento del Estado, smo 1a Desde el momento en que se organiza alrededor de la opo-
sición entre las esferas pública y privada, no sorprende que la
simbología
el , republicana¡.
, todos o sa ben- qu e la controversia sobre el ¡velo retórica republicana se aplique no sólo a las cuestiones étnicas y
arof . esta ,- · nte a la re¡·1g10n.
. , Como se trata del Is am, raciales, sino también a las cuestiones sexuales:.. de género y de
no se re iere umcame d 1 ... ·grados" o más bien de sus
se habla e mismo ~
d 1 · odo e os mmi ' sexualidad. En la Francia de principios de los noventa se discute
. 1 .al o poscolonial, en particular sobre lo que se vacila aún en calificar como "minorías sexuales"
hijos, salidos de la historia co om esta ocasión descubrimos que
d 1M b . lo queramos o no, en . ., 1 d (homosexuales, pero también mujeres), y se debate asimismo sobre
e agre . . d Francia. Más allá de la rehg1on, e mo e-
forman p~rte m~egral e
lo que todavía no se llama "minorías visibles" (magrebíes y pronto
valor eneral: sirve, en efecto, para negros), el espectro del comunitarismo. Así ocurriría con la orien-
lo republicano tiene, pues, un g mentan las inquietudes
tación sexual o la pertenencia sexuada, y con la religión o el ori-
hablar de nación en el momento en que ª1automa de conciencia de
·¿ ·¿ d· por una parte con . gen. En ningún caso se admite la politización de las identidades
sobre
que lasupolítica
1 entt econom1ca
ª ' , . es cad a' vez m enos de la incumbem:1a para preservar mejor la fragmentación de Ja identidad nacional,
definida por la República como una e indivisible.
102 • ERIC FASSIN CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 103
mediático-político. La encuesta Enveff muestra, en efecto, a se- ~abiar de sexo es hablar de raza a la i
mejanza de las investigaciones que se han llevado a cabo en otros bien las cuestiones sexuales contri'.bYuyeronnversa. No obstante, si
¡ · ·
países, que las "clases peligrosas" no tienen el monopol io de esta cuestiones raciales, las lógicas l' . a surgimien to de las
violencia, y que las clases privilegiadas no se salvan. Dicho de otro estamos en el espacio abierto ptr~/~~~ nf que_dan .ocultas. -:a no
modo, si la encuesta incomod a (como, unos meses después, el sexuales no se construyen sob l ~ a P'.11'1dad. las cuesaone s
drama de una actriz asesinada por un cantante) es porque perturba nes raciales, sino en oposición ~e e ocu tam1ento de las cuestio-
la racialización de la violencia en el debate público. bamos, en efecto que la repreªs1on ~- as, como en competen ·
cia. Compro-
.
'
¡os muchachos violentos contra las
Finalmente, la superposición de los registros sexual y racial y l 'ó prosatutas extran¡eras,
aparece aún más claramente en el momento de la nueva contro- siempre en nombre de la mªsJ ve_~esdque usan velo se lleva a cabo
versia en torno al velo islámico, que desembocará en 2004 en la mujeres Y de la igualdad entre os sexos o elrm a sexual, de Ja libertad de las
Lo ·
ley contra las expresiones religiosas ostensibles en la escuela. Se respecto de Ja homosexualidad · a las : , m1s.~o puede decirse
trata aún de género, como quince años antes, pero también, esta a priori de homofob . . mmo nas VISibles se les acusa
, . ia, no menos que de sexismo • La mod erm'd ad
vez, de sexualidad: la polémica no vacila en confundi r velo y vio- d emocraac a se convierte as' 1
lación, como eco de la mediatización de las violaciones colectivas, poder de doble filo· la eman1 ;1TIU~óc aramente en un lenguaje de
en una misma compasión por las jóvenes igualmente presentad as relegación racial T~do ocurrc1pac1 n ~elxual se construye sobre la
· ·ó ·
· e como s1 a estigmaazac1 n racial se
como víctimas. Ahora bien, la sexualización de la República es apoyara en la autoridad de la d emocrac1.a sexual
.
Es
también racialización. En efecto, si la laicidad se refiere en teoría ta tensión se ve hoy en el centr0 d l í . . .
al conjunto de religiones, todos sabemos que el Islam es el primer feministas han optado por e emimsmo. Muchas
aludido, y más allá, con la "comunid ad musulmana'', no los "fran- contra la prostitución c;on~o~pr ~1~eter_s e en estos tres frentes:
'
islam ?
Ico p ra a vio enc1a sexual en los barrios
ceses de pura cepa", sino las adolescentes salidas de la inmigración y contra el velo
· or otra parte Jos d istmtos' ·
poscolonial (y a través de ellas sus "hermano s mayores"). Sin duda muchas veces confluyen C . 1 , combates
. · orno e¡emp 0 el m ovim1ent · · o N 1' Putas
se habla de estas poblaciones en términos de cultura, y no de raza; N 1. Sumisas se ha d ef'mi'd o por la lucha 'e ¡ · ¡ .
pero se vuelve cada vez más difícil ignorar que esta "cultura" , con- las mujeres en los barr1ºos, sm . d . d ontra a vio enc1a hacia
e¡ar e pron · fu
denada a una alteridad radical, es también el denomin ador común te contra el velo islám. L d , unc1arse ertemen-
de las discriminaciones raciales en la Francia actual. facaso sus iniciadoras ~~ºhab~s os d~afios serían indisociables:
En suma, la politización de las cuestiones sexuales es, de ma- Ni Violadas? Naturalmente n~~icons1 erado llama_rlo Ni Veladas
nera indisociable, una politización de las cuestiones raciales: estos rrios, al denuncia r Ja viole , . gamos que las mu¡eres de Jos ba-
tres ejemplos lo muestran claramen te; las controversias sexuales al rebelarse contra la opres1?0 ,c1a qu_ e sudfrejn, o ,las feministas laicas,
· .
con frecuencia son simultáneamente controversias raciales. Pero son sólo Ja coartada d e1 racismo ~Acaso.n sexista. e velo, son racistas, 1·b
ni que
n .
podríamo s multiplicar los ejemplos, porque se multiplican en el Por razones parecidas no h b , . .º aspiran a I erarias?
están comprom etidas' en a na quedconcl u1r que las abolicionistas
espacio público. Pensemos en las campañas que se emprend ieron una cruza a ra · t ¡
contra la poligamia cuando se suscitaron los motines en los suburbios, que las prostituta s son frecuentemente ;is ª '. con e pre~exto de
otro caso de racialización culturalista, y contra los matrimonios cada caso se trata de liberar l . e ongen extran¡ero. En
forma de ena¡ºenación e i·n 1a asdmu¡elres_que se enfrentan a una
forzados cuando ocurriero n los debates sobre la inmigración ele- , cuso e ese av1tud . En cam b'JO, unas y
gida, que arrojaron sospechas no sólo sobre el matrimon io con otras generalm ente están m
un extranjer o, sino sobre el de las francesas de origen extranjero. sus comprom isos ya sea q enos atentads a los efectos perversos de
, ue se trate e Ja represión que sufren
--~======--=~__]
Moller Okin arremetía entonces contra el filósofo Will Kymlicka, jóvenes de la primera generación d .,
las muchachas de origen m b' e recien llegados, o incluso a
Francamente desde hace ag~e i: Por ellas hay que sostenerlo.
heraldo de las reivindicaciones multiculturales, acusándolo de le-
gitimar, con la igualdad de las culturas, la desigualdad entre los
de pura cepa' trátese del¡· md u_c o tredmpl o, en la sociedad francesa
sexos: dar lugar a los derechos de las comunidades conduciría insi- · ' u aismo o e catolici
diosamente a restringir los derechos de las mujeres. "¿Qué hay que cuse que haya una opresión de las mu· ,, s smo, no puede de-
de la laicidad remite menos 1 ¡· }óeres . En suma, la retórica
hacer cuando las reivindicaciones de las culturas o religiones mino- 1 a a re igi n que a la c ., .
ritarias se topan con las normas de igualdad de género que suscri- como o manfiesta sin ambigüedad 1 . ., uest1on racial,
francesa de pura cepa" L f . . a mv?cac10n de una "sociedad
ben los estados liberales, al menos formalmente (aun cuando sigan canos formulan hoy l . ~s em1mstas laicas y sus aliados republi-
violándolas en la práctica)?" Para esta feminista, hay que elegir a
y le dan la misma res:u~~:~:í p:iegu~t~ qte Su.san Moller Okin,
veces entre los derechos del grupo, que benefician a los hombres para las mujeres. . ' mu ttcu turahsmo es algo malo
minoritarios, y los intereses de las mujeres, a quienes pueden per-
. Las brechas actuales llevan a veces a .
ttr la pregunta: ¿es per· d .. 1 1 f . ~us adversarios a inver-
judicar. Al contrario, éstas podrían "ganar con ello si su cultura
de origen desapareciera" o por lo menos, "de preferencia, si se le
étnicas? y más general~~n:cia. e emm1smo para las minorías
estimulara a cambiar para reforzar la igualdad" sexual. sexuales con las cuestiones e, ~en¡ tr;n en conflicto las cuestiones
Esta crítica del multiculturalismo coincide con la denuncia re- . rac1a es' La demo ·
1a exigencia política de l'b d . crac1a sexua1' o sea
publicana del comunitarismo estadounidense que se dejaba escuchar i erta sexual y de . Id d
sexos, pero también entre 1 . igua a entre los
en Francia en los años noventa. A la inversa, el primer ejemplo culturalismo~· no que s . as sexu~hdades, ¿contradice el multi-
que abre el análisis de Susan Moller Okin se refiere justamente a .' ea mcompat1ble por n tu 1
cu1turas, es decir que no b a ra eza con ciertas
Francia: evoca el velo, pero sobre todo la poligamia, que según ella ·t· '
ru 1ca más bien que ho ¡ h
sea uena para las ·
.
, E
mmonas. sto sig-
es un desafío más importante, pues por habérsele reconocido tardía- . . y, o emos visto estas '1 · 1
d escal1ficadas por causa d 1 . , ll tunas sue en ser
mente se vuelve insoluble. En cambio el debate francés se alimenta .
po1em1stas rep bl'
e sexismo (o de h 11
, .
f l.
' <>1110 o 11a, pero los
de argumentos formulados con una referencia implícita o explícita u icanos son mas d1saet 1
l as culturas dominantes e ·r . , . os .1 n:speuo), como s1
a América. Así, no es casual que el feminismo laico de. los años 2000 ., s u vieran exent" dt• ·11 (
c10n contra la severidad e ., 1.. ( • t º· 01110 n·.1c
se alíe a los cruzados de la República, a riesgo de olvidar el anti- . . r puo ic.111;1 rt'lltl' 1 l 1
e1 f em1msmo antirracist
.
d
ª . , s 111111w 1."
i .1u.1ll·s
feminismo que durante el decenio anterior hacía agitar ante estos
últimos el espantajo americano de la "guerra de los sexos" frente d u1gencta ante sus incu r . ' • 'º'pi l'lll 1l'llll' ·111•'
puc e m,rnifest 11 11 11 1
igualdad sexuales E mp imtentos rcs¡wuo d1· l.1 l1li1i1.1d y· l 1
a toda politización de las cuestiones sexuales. Esta alianza permite · n resumen la Jcm . •
Ol l .ll 1.1 '< '"·' M' li.1 e on-
vertido en un arma en 1 'b 1
un reciclaje retórico: la polémica contra el multiculturalismo a la . os com ates en 10 111 11 11 1 •
raciales, esgrimida contr ¡ . ; . ·" l llt'\l 1ont•s
americana puede retomarse para el contexto francés en cuanto ª l
as mmonas (l'.1"111 , 'OOt.li).
surgen las reivindicaciones minoritarias, poscoloniales o raciales.
De Alain Finkielkraut a Elisabeth Badinter, la misma lógica
lleva a atacar la tolerancia por el velo en nuestra sociedad y lo
' ~ enr~evi.sra con Elisaberh Badinter se ubhcó
t , "
au~ourd hui un ouril politique et idéolo ue" c1.m 1 l lf111l11 d1 t ' ' '' 111111\,1l1on est
da1smo francés, núm. 549-550 . gbq . en //\re /11•, ¡>11!.li. "'"11""11\11,11 clcl ¡'u-
''políticamente correcto" del otro lado del Atlántico. Pero la fi- . . 'nov1em re-dic1c111h 1 . t, '11 I 1
arncu 1ación entre la cuestión sexual 1 t ' ' • f S111 ''' e 1111.1 'cgunda
lt'1,ofa le confiere un matiz feminista que la acerca a una Liliane entre la posición victimaria de 1 .¡.
a cucm<m r.tu.d il r" ohlu "' d paralelo
1 111dl'l: "la defensa de la laicidad es la defensa de la igualdad de Delphy retomó la cita para criti;:laCJ ~tantes p.11~,11111" \ l 1 lt 1111111\1,1\. Christine
fr/arche/article.php3?id anicle=313>v ase m(rcJ) . Vr.1w ro h11r' h11p://www.col.
111 t' os". Ahora bien, "este combate va dirigido a las mujeres
116 • ERIC FASSIN
CUESTIONES SEXUALES, CUESTIONES RACIALES • 117
incluida la cuant1tattva, ~ a
. . d l violencia sexual entre los domina-
efecto lo que muestran
., lo01al~ Esto es, en , 1 l Por ejemplo, en la escuela muchas veces se asigna a los mu-
dos en situac10n poseo b . 1 violencia física y sexua , mu - chachos el papel de mal alumno, y a las muchachas el de buena
las encuestas paralelas so lre a , ol1·) por cinco en el marco
1 alumna. La violencia urbana entre algunos de los primeros, y el
tiplicada (en re ac1·ón con a metrop siete en el marco fam1·1·iar
conyugal en la Polinesia fran~esa, ylpor 2004) Uaspard et al., uso del velo entre algunas de las segundas, deben interpretarse sin
d . (H melm y Sa omon, , duda como lenguajes políticos sexualmente diferenciados, o sea,
en Nueva Cale o01a a . d callar estos hechos preocupan-
2004 ). Es fuerte l~ tentac\ón a: umentaciones racistas. _Pero n?
una manera (hay otras) de hacerse escuchar para las poblaciones
sól~
tes so pena de alimentar as . f .
o también una meior poh-
es científicamente prefenbbe,dsma como obi·etivo, sin dejar
que no tienen voz, y que eligen el ruido o las señales, a falta de
algo mejor, para expresar así su impotencia política.
rd d pertur a or , Así pues, es necesario rechazar los términos del debate que
tica, tomar esta rea _1 a ción a aquellos que sólo buscar_ian tendería a imponer la brecha actual del espacio público. Lo im-
el monopolio de la mterpreta . . .os raciales Semejantes d1fe-
e n ella la confirmación de sus pre¡mlct ·nmem.orial. No se trata portante no es saber si preferimos el feminismo al multiculturalis-
, . · n una cu tura L mo, o a la inversa, las minorías raciales a la democracia sexual; o
rencias no estan mscntas e .d cusar sino de entender os
d 1 sea, para hablar con crudeza, las mujeres a los magrebíes, o a la
evidentemente e mm1m · · izar 01d emos
ex y debemos
' esperar d e 1as
mecanismos: esto es lo que po e inversa (para ampliar la perspectiva), los negros a los homosexua-
ciencias sociales. les. Negarse incluso a escoger equivaldría a validar la oposición.
Pero no es necesario aceptar estas alternativas, que encontra-
mos no sólo en la competencia entre minorías, como en el caso de
FALSA ALTERNATIVA y DOBLE CRÍTICA los árabes y los judíos, sino también en la competencia entre for-
mas de dominación, en especial entre lógica de clase y lógica racial.
Considerar la articulación ~ntre .
. . sexismo y racismo · es, pues, res-. Por ello no es posible ignorar las tensiones que constituyen hoy en
ac1·ales de la dominación
. 1 1 s dimensiones r .f Francia el espacio en que las cuestiones sexuales y raciales, ayer
tituir en pnmer .ugar óa ésta se presenta de manera .d1 erente
l 0 impensables, se han vuelto pensables, y es incluso "bueno pen
sexual para ana izar c m .f. e'llas Evidentemente, ser
a 01 1esten aqu · . · sarlas": no basta con decir que no hay problema para hacerlas
según los contextos que m l . osa· ni en los suburbios 01
d d 1 no es a misma c , d.f desaparecer. Al contrario, conviene tomarlas como objetivo para
e un sexo o e otro . de manera 1 erente.
1 t ' pero por cierto . no ser prisionero de ellas sin saberlo, o a pesar de uno. Sin duda
en otras partes, e aro es a, fectadas en consecuencia:
. los sexos se ven a . d d va a ser imposible encontrar una solución rebasando las tensio-
Las relaciones entre . d de estatus social pue en ar
por ejemplo, los muchachos priva ~s . otro camino para afirm~r nes. 7 En cambio podemos apoyarnos en estas perspectivas anta-
más importancia a su e~tatus s~~ua' smPero si hay una diferencia gónicas para poner de manifiesto los puntos ciegos que acompa-
su virilidad que recumr a las J v:nde1~d· ura víctimas de la domina- ñan a la politización de cada una de las cuestiones minoritarias.
, son por ana , · En otras palabras, conjugar el interés sociológico y político por
no es sólo porque estas , 1h ho de que no ocupan la misma
. b. , por e ec . l , las cuestiones sexuales y raciales es tomar el partido de criticar
lÍÓn sexual, smo tam ten l . , on la dominación rac1a : estan
l'osición que aque'11os en red.ac10n . e como lo demuestra e esa LO1 d f'
11 d nera 1stmta · ·
7
npucstas
1• l 1 virginidad femenma. Po~ otra parte, sus formas de res1stenc1a
a e a e ma_ , La perspectiva esbozada aquí coincide con la de Michel Feher en su contribución
'1111
( son
' necesariamente l as mismas. a este volumen, a propósito de la oposición entre racismo fóbico y racismo de la
dominación: no la alternativa ("o", "o"), ni su negación ("ni", "ni"), sino más bien
la conjugación de las lógicas críticas ("y", "y").
120 • ERIC FASSIN
~a .1:,~¡~'ad
de) en ese movimiento general de politiz~ci?~·
(y no en de políticas ancladas en coyunturas h.srnt partes los alcaldes evalúan los límites de la ley al unir a parejas
en a espec1 . áficos articulares. Dicho de otro mo o, del mismo sexo. Ahora bien, el ejemplo estadounidense, en los
cas y e~ espac10s geo~ 1 s :Scalas de análisis, tanto espaciales extremos de la desobediencia civil, da lugar en Francia a que en
resulta importante variar a onemos aplicar en este caso
orales· lo que nos prop h d marzo se publique un "manifiesto por la igualdad de los dere-
como}emp . 1 ,, (Revel 1998). Ahora bien, apre en er chos", el cual desemboca en junio de 2004 en la celebración del
es el ¡u~go ~e ehsca as l" e~ el marco de la nación equivale matrimonio de dos hombres, consumado por Noel Mamcre en
el "matnmomo omosexua E fec-
bién a abordar la postura nacional que r~pres~nta.I n e Begles. Las paralelas acabaron cruzándose.
tam d 1 ertura del matnmomo p antea no
to, el debat~ acerca e ª. ~p ambién la de la nación. No basta
Con todo, este cruce no debe ocultar las diferencias capitales
sólo la cuestión de la fa~1h~Íí~ica democrática del "matrimonio
entre ambos debates -en particular, el contraste trasatlántico
acerca de la importancia relativa que se confiere al matrimonio en
pues con constatar que a p . de los países es 2
1,, t' n ¡ºuego es competencia ' sí y a la filiación-. En Francia, y sigue siendo verdad hoy día, la
homosexua que es ª e . ias· hace falta añadir filiación es el meollo del diferendo político. Si el Pacs suscitó una
decir, que refleja culturas nac10nale_s pro·~ d' . nal La polí-
que lo que está en entredicho e~ la identl a ~~~~o nac.ión: es la feroz oposición, incluso en la izquierda, no fue tanto debido al
. d 1 "matrimonio gay" contribuye a produ ,. 1 reconocimiento que se otorgaba a las parejas mismas, sino por
t1ca e
identidad .
de la familia nac1ona l la que est'a en ¡·uego' aqu1 1gua las consecuencias que se entreveían, más allá del Pacs, acerca de la
apertura de la filiación. En Estados Unidos, por el contrario, si
que en otra part~s de
la comparación entre Francia y Estados bien los derechos de las familias homoparentales quedan limita-
. Pero1 p~rtam úblico acerca del "matrimonio homo-
~:1:a~~· e;t~I~~ ~:~~;rJ
dos (o más bien casi ausentes) en la mayoría de los estados, nunca
lado del Atlántico (ddesdHe el ~aso ~;;;r suscitaron controversia de consideración desde que se inició el
debate: la apuesta política mayor es el matrimonio mismo. La
. d .. , d la Corte Suprema e awa1 en '
vs. Lewm, la ec1s107 le federal de defensa del matrimonio política del "matrimonio homosexual" revela, y sin duda alguna
hasta el decreto de a ey F cia (entre el regreso de la contribuye a producir, una diferencia crucial: del otro lado del
en 1996) antes de penetrar eln ~a~el Pacs en 1999) las crono-
Atlántico el matrimonio es sacralizado, mientras que en Francia
izquierda al poder en 1997 Ye v~ ºd 00 En efecto la Corte la sacralización recae sobre la filiación.
b rse a partir e 20 · '
logías aca an por cruza .d fallo del caso Lawrence vs.
Suprema de Estados Um os, c?n su Quisiéramos precisar de qué manera se organizan estos regíme-
·embre del mismo
Texas en junio de 2003, permite quhe en nov1 el de Goodridge nes de sacralidad democrática en torno de conceptos racializados
- 1 C Su rema de Massac usetts, en . de la nación -la francesa no menos que la estadounidense-.
ano en a orte {p
bl" Health se abra el matrimomo a las La reivindicación de apertura del matrimonio a las parejas del
vs. Departme~t
. del mismo o sexo
u icen ese 'tado Rápidamente la brecha mismo sexo se presenta a menudo en ambos lados del Atlántico
es .
pare¡as . . . d e 2004 en San Francisco y en otras
se amplía: a princ1p1os como la expresión política de una clase media blanca. Dicho de
otro modo, al parecer en el "matrimonio homosexual" la cuestión
racial (al igual que la cuestión social, por lo demás) no figura más
' i\ l'erca de la historia de la ver:1enht.e e~ta d' e polé~ique"
. dounidense véase mi artículo "Horno-
(1998: 63-73). Sobre
· États Ums· 1sto1re un bM 1
llC'X u.1hté et manage .ªux a .véase Borillo Daniel, Fassin Eric e lacu arce a
1(d11
' h"1nna de la vernenre frances , d 1 e de las dos vertientes ' Acerca de esta comparación, véase mi artículo "Same Sex, Differenr Politics: Com-
,), A11-de/d d11 Pacs, 2005. Acerca e cruc véase Fabre y
paring and Conrrasting. Gay Marriage", Fassin, 200la: 215-232, así como mi capí-
1 m 111, 2.004: 273-305. tulo "Du sacré dans les sociétés démocratiques: le mariage aux États Unis, la filiarion
en France", Fassin, 2006e: 353-362.
5
DEL OTRO • 12
MO y EL AMOR
EL AMOR DEL MIS
. . .
os ic ió n a la a fe m m is ta acerca de ta
la
~
SSIN
12 4 • ERIC FA
en 19 72 en la op e ~ m
:e nt , ? ERA)~ D e
- Ri
un a ceguera. El ar ig ua ld ad de de re ch
os (E qu al es
er a im pl íc ita , co m o un a ausencia o rd ar (in clu so da el ju ris t! ~illia en Es kn dg e, du ra nt e
qu e de m an consiste en re co su er te , co m o re cu er
11;, .
os a de sa rro lla r no dijo en Co ng re so el
f se po ní a en
gu m en to qu e va m e los gays y las lesbianas, co m o se los de ba te s en el a vo lv e; ía pr o :s or_ aul Fr eu nd
er to ) qu en te s en) nte sospechosa la
io c~n;n~c10nalme
én es ci n pr es en m ie nd
si ta m bi
la pa rid ad , at raviesan (está gu ar di a: Ja
Francia pa ra justi
fic ar ex ua le s en m at rim on
, po r analogía co n
r qu é ra zó n no ha br ía ho m os pr oh ib ic ió n de lo s
;: ~lr;{.~mo sexo
to da s las ca te go ría
s (¿ po
las m in or ía s visibles, en el
m ed io rural
el fallo L~vi ng " (E sk rid ge , 19 9 -
s y en tre e la cuestión erfi .
las clases po pu la re ás bi en de m os tra r qu m ism a ló gi ca vuelve a la su ph c1 e e!J lo s an os no ve nt a '
tra ta m La n del "marr im · . · one en el
o en los su bu rb io s? ). Se al, es tru cr ur a las cu an do la cuestió om e; ual " se u:
l de la cu es tió n nacion oruo K
ew os ip
racial, co m o pa rte es en cia y po r lo ta nt o im- d eb at e público. Así, el ju ris ta An dr pl ic a en 1997
ili a en las do s sociedades l " op pe m an ex
definiciones de la fa m ico a la po lít ic a de en un a revista de
de re ch a qu e más se
en am bo s la do s de l Atlánt or af q~ ~ }: analogía hi stó ric
\ca pr~vocado po
pr im e su to na lid ad
ac er ca al di fe re nd o m r el m at rim on io
os ex ua l" . e: t: e qu e
"m at rim on io ho m gay "es la línea di vi so ria e pe rm ití an y los
íc ita m en te im on 1·0 en t obsl esta os qu " El · o
es tió n ra ci al se in vo ca ex pl pr oh ib ía n el m atr re a ancos y ne gro s . mism o añ
En Es ta do s U ni do
s la cu ap er tu ra del cr ua l o a
e g YJ c.on;e~vador an to lo gí a de di -
te le et id
la co nt ro ve rs ia ac er ca de la A nd re w Sulliva n, in co m pr om
de sd e el co m ie nz
o de id o el caso on io ho m os
is m o sexo. En tal se nt fa vo r del m at rim m e u1a en un a
m at rim on io a las
pa re ja s de l m
67 po r la Co rte vi br an te J xu a' rim on io
n em iti da en 19 ca da al de ba te un ~; ga to ~r el de re ch o al m at
in ia -d ec is ió
ib ía n lo s m at ri- ad o en 19 l de re ch o
Lo vi ng vs. V irg a la s le ye s qu e pr oh interracial pu bl ic po r an na h A re nd t: "E
n_o _elemental",a
fin s a
r em át ic am en te lo se
,u~e~:~echo h~mma
po ne ie n se de
Su pr em a pa ra en in vo ca rlo si st de casarse co n qu
m on io s in te rr ac ia le s- , su el
ra zo na m ie nt o de
lo s ju ec es
ra ci ón co n el c~1 al ~~ sc nb1rse en un
at rim on io gay. El ns- en co m pa 1 d ho de d
pa rti da rio s de l m an la cl áu su la co escuela in te gr ad a
y el tic d
e sent rse <>n e un o quicr,1 en
a
Po r un a pa rte , ta le s leyes vi ol ab "d es ca ns ab an ui er
rcc lo
• • . . la pi d" , son
er a do bl e. ec to , un au to bú s, cual n~~;~~·~ sc,1 l,1 raza o c:I co lo r de
de pr ot ec ci ón ig ua lit ar ia ; en ef en te ". Po r la en te !e
tit uc io na l fin id as ra ci al m ve rd ad er am
nc io ne s de .
ex cl us iv am en te en
di sti ón to do s s lo va do ob ed t·c . ''. 1111 1.'.1111h111 dt· lm 11 ih un .d n.
áu su la co ns tit uc io na l de "e Ese in te ré s re noac 1 ( · ,111g111 al
• 111
ot ra , co nt ra ve ní an
la cl qu e "l a liber- En el nu ev o de ba
. d
te e a e m.1111 n111111 1.1 t 1<'us11 · ·111
a pa rti r de l m om en to en reH . o,
re qu is ito s" (d ue pr
oc es s) o un o de los '
de 1a Co rte Su pr em a de awa1, t•n 1d <..',1~11 111. 1•!11 l 'S. ( º \\ 111, rt ~l.1 ·
1
de tie m po at rá s co m
ta d de ca sa rs e es
tá re co no ci
s,
da
es encial pa ra ho m br
es lib re s en su , 1 vi, nculo en 1993· "El r •
bl ec1a e b cs u r,1 ~lo .11 lfl ll' lll'~.111111 s ""> t'st.í
ta le
de re ch os pe rs on al es vi o la ca te go ría de en pe rfe ct a armon
1'a co .1
n a o ~crv·1c1 011
1 1
· te .1 < 11111', l'll l'f t ,l\ o
fe lic id ad ". Por lo ta nt
bú sq ue da or de na da de la ta d fu nd am en ta l al ¡ r . , 1
Lo vi ng' segu'n ¡ª cu os po de rea s1de t~ll .1~ 11111 t 1<1 i11,11111111111
io
ut ili za rs e pa ra re str in gi r la lib er su ·et os 1po 11c el
ra za no po dí a ta do :1111u· q111· 111.
n casarse. ría qu ed an pa ra un es nal e J . das ohlrg.11
de el eg ir co n qu ie lic ad os a la catego io . ·• · ga ra n-
to s de sp ué s fu er on ap pa - de re ch o constituc n m at er ia e pr oi ( 1.1.11111 i¡;11,1111.111.1
Estos do s ar gu m en on io en tre
sib ili da d te ór ic a del m at rim íz
la po los añ os se te nt a, a
ra ada o is
de se xo , ab rie nd o de inmediaro retom p r J.¡ n11l1111111
1111111·1111111\ta Phyll
o se xo . D es de pr in ci pi os de nd ad or de ' La advertencia fue 1974 un trib un al dis1 ' 11 r.111do est a mr er-
rejas de l m ism
all , qu e constiruyen el ac to fu Schla~y, hasra qu e oenSinger vs H .s pó r.11 111111111111.J de •
St on ew m ie nt o en lo s prcrac16n en el cas . arn ·
de los disturbios de nt ra m os este ra zo na •f do s rex t en A11dr1·w Ko pp elm an 19 97
os ex ua l, en co y ga ys ragmenros de esros os so n rcromados ' '
l,1 lib er ac ió n ho m te la justicia lesbian
as
p. 14 4.
111w ros re cu rs os qu e pr es en ta ro n an lv em os a en co nt ra rlo
p1
sa rs e; y, co m o re ac ci ón , vo
dt 1•m os de ca
126 • ERIC FASSIN
El AMOR DEL MISMO Y EL AMOR DEL OTRO • 127
rizada por las leyes". Diez años después, en su fallo Goodridge vs.
Department of Public Health, la Corte s.uprema de Massac.huse~s uni_dense, el 69% vive en 2003 en hogares donde ambos padres
retomó ese mismo argumento para abrir con ello el matnmon10 es.tan c~sados). Uno de cada dos niños negros nace fuera del ma-
tnmon10, de madre soltera (en comparación con uno de cada tres
a los homosexuales:
en la población general) (Seattle Times, 19 de abril de 2004).
En esta ocasión como en el caso Pérez (el fallo de 1948 que auto-
rizaba en Calif~rnia el matrimonio interracial) y en el Loving, un
. Un negro entrevistado para este mismo artículo resume Ja
estatuto impide que individuos tengan acceso a una insti~ución de lógica de su inquietud: "En mi opinión, dos padres del mismo
sexo, es como un solo padre". ·
importancia fundamental, tanto legal como personal y socialmente,
debido a un rasgo único: el color de la piel, en el caso Pérez, Ya.la ~o se trata sólo de una reacción de negros: es también una
orientación sexual en el Loving. Igual que en estos dos fallos, la his- reacc~ó~ a propósito de los negros. Por ejemplo, basándose en
toria debe ceder frente a una comprensión profunda de la naturaleza estad1st1cas sobre el concubinato y los nacimientos fuera del
odiosa de la discriminación. ma~rim~~io, el. ens~yista conservador Stanley Kurtz compara
!,ªs1tuac10n soc10l?g1ca .en Estados Unidos con lo que él llama la
De hecho, este fallo de 2003 remitía incluso al caso Brown muerte del matnmon10 en Escandinavia". Y añade una nota
vs. Board of Education, la decisión histórica de 1955 contra la todavía más amenazante: si Escandinavia puede permitírselo no
es el caso de Estados Unidos. '
segregación racial.
Es cierto que el recurso a su historia para defender una causa ~ aco~tumbrar a los estadounidenses a separar tajantemente
homosexual no alcanza la unanimidad entre los negros estado- matnmomo y parentalidad, el matrimonio gay reforzaría esas
unidenses: ¿puede el matrimonio gay reivindicar legítimamen~e tendencias encaminándonos claramente por la vía del sistc
la herencia del combate de un Thurgood Marshall o de un Martm ma. escandinavo. ~ero a diferencia de Fscandi11;1via, en F~tado~
Luther King, Jr.? "Poner en un plano de igualdad una elección de U?1,dos exis~e una subd;1\t' la11 1111c/1•rc/,1ssl t: 11 y,1' f, 1111 ¡1 1. , .,
f~1nan cons1d~rable.mente \1 h11h1n,1 q111' ,ep.11.11· 111 p.1tl'llt,i-
1 11
vida y el racismo es rebajar la obra del movimiento por los derechos
cívicos en su totalidad" (AP, 28 de marzo de 2004), declara en l1dad del ~atrunon10 (Bos/011 (,'/olJt', JO dl• 11 1,11 ;r. 11 di' :.!.OIM ).
2004 un grupo de pastores negros. Rechazar ese acercamiento Cualquier lector estadoun1dt•11"' lo l1.1h1 ,1 u111 1p 1<'lldidn: lt.i-
blar de esta "subclase" frágil t' i11q11il't.11111., 1·s ~1111pl11111111 ·
conduce por supuesto al rechazo del matrimonio gay e~ ~í, muy
manera co?ificada de evocar el t'\Jlt'll 1o d1• 1,1 J. 1111 111. 1 ru gr ,1,
111111
'
extendido entre los negros (casi dos tercios de los part1c1pantes
en el sondeo), mientras que entre los hispanos y los blancos ~con Resumiendo, podemos dct:ir qlll' 1·11 1•1 " ur,111111111 11 111 lror
1111
excepción de los evangélicos) está en. retr?ceso: Pero es_t~ !mea 1
sexu~l'', si la referencia al caso l.ovi11g 1·s l,1 1 11 1 1 r~d11 · de f, 1
divisoria racial remite a su vez a una h1stona racial espec1f1ca: cuestión racial, la racialización dd 111.11n11111111e1 1111~ , .. 1\ "' ~.ll«l
11
oculta. L~ .cuestión racial subyace pllt'\ 1·11 1·~1e de¡, 111., 1111 plit:i
ta Y exphc1tamente a la vez. Esta prt''>t'lll l.t s11l11e r r r11, 1 ilumina
Entre los negros, algunos se preocupan ante la id~~ de que el
matrimonio gay afectaría negativamente a una fam1ha n~gra ya
pu~s con una luz sombría la sacraliz.1u1111 d1 1 111,r1r11111111io en la
desintegrada, puesto que cerca de 70% de los niños ya no viven en s?~1edad estadounide?~e. Del otro bdo dl·l i\ll.111111., l.1 p1cocupa-
hogares tradicionales, con madre y padre, de acuerdo c.on el censo c10n acerca de la fragilidad del marn1111111111 ~1g 11 e 1e 11 d 0 .Hm una
dl· 2000 (en comparación, del conjunto de la población estado- apue.sta racial, que remite al reportl' .1u·1 l ,1 d1• l r "f 1111il1.1 negra"
publicado en 1965 por el experto D.11111•1 l'.1111l k i\ loynihan, so-
128 • ERIC FASSIN
[137]
138 • BIBLIOGRAFIA
ead oret, Anne. 2002· Des parents comme les autres. Homose- BIBLIOGRAFÍA • 139
xualité et parenté, París, Odile Jacob. Dul~ng, Delphine y Sandrine Léveque. 2002. "Une ressource con-
, Martine Gross, Caroline Mécary y Bruno. ~errear tmgen_r~. Les conditions de reconversion du genre en ressour-
ce pol1t1que'', Politix, núm. 60.
--(-co-mps.). 2006. Homoparentalités. Approches sc1enttftques et
politiques, París, PUF. Duverg_e~, Maurice. 1955. La Participation
politzque, VNESco. .
des femmes a la vie
Carrington, Christopher. 1999. No ~lace Like Home: Rel~tion
ships and Family Life among Lesbtans and Gay Men, Ch1cago, Eskridge ~illiam N. Jr. 1999. Gaylaw. Challenging the
University of Chicago Press.
Apartheid of the Closet, Cambridge, Harvard University
Press, p. 219.
Chauvin, Sébastien y Baptiste Coulmont [s.a.]. "Les origines du
mariage'', Vacarme, núm. 27, pp. 77-79. Fabre, CI~rissey Eric Fassin. 2004. Liberté, égalité, sexualités:
Clancy-Smith, Julia [s.a.]. "Is_lam, genre et i?,entités ~ans la fabri- actualtté politique des questions sexuelles, París, Belfond.
cation de l'Algérie franc;a1se, 1830-1962 'traducido en NQF, Fassin, Didier y Eric Fassin. 2006. De la question socia/e a la
pp. 25-40.
qu_estion raciale? Représenter la société franfaise, París, La
Decouverte.
Collovald Annie. 1988. "Identités stratégiques'', Actes de la
Reche:che en Sciences Sociales, núm. 73, PP· 29-40. Fassin, ~ri_c. t:,97. "Le 'date-rape' aux ' États-Unis. Figures d'une
Comisión General de Terminología y Neologismos. 2005. journal polem1que , Enquete, núm. 5, pp. 193-222.
Officiel, 22 de julio, texto 107.
---1998. "Homosexualité et mariage aux États Unis: histoire
Das Veena. [s.a.]. "National Honour and Prac~i~al Kinship: Of d'une polémique'', Actes de la Recherche en sciences sociales
Unwanted Women and Children'', en Crtttcal -~vents. An núm. 125 ("Homosexualités"), diciembre, pp. 63-73. '
Anthropological Perspective on Contemporary India, Oxford
- - - 2000. "Usages de la science et science des usages. A pro-
p_os .?es fa~illes homoparentales", l.:Homme, número espe-
y Nueva Delhi, Oxford U.P., pp. 55-83.
D1h Christine. 2006. ·~tisexisme ou antiracisme? Un fa~ cial Quest1on de parenté'', núms. 154-155, abril-septiembre
e~-{'emme", Nouvelles Questions Féministes,
i f ."
número especial
1 25 , m 1
pp. 391-408. '
Geerts, Clifford. 1973a. "Deep Play: Notes on the Balin~se Cockfight", B iBLIOGRAFIA • 143
The Jnterpretation of Cultures, Nueva York, Bas1c Books.
Koppelman, Andrew. 1997. "The Miscegenation Precedents" en
1973b. "Thick Description: Toward an Interpretive Andrew Sullivan (dir.), Same-sex Marriage: Pro and Co;. A
Theory of Culture", The Interpretation of Cultures, Nueva Reader, Nueva York, Vintage, pp. 335-342.
York, Basic Books.
Korff-Sausse, Simone. J 999. Liberation, 7 de julio.
Gross Martine (comp.). 2000. Homoparentalités, état des lieux.
' Latté, Stéphane y Éric Fassin. 2005-. "La 'galetrc des reines'.
et différence des sexes, pans,
, ESF.
Parentés
Fem~~s.en ca~p~gne", en Jacques Lagroyc, Patrick Lehingue
_ _ _ [s.a.], I:homoparentalité, París, PUF (Que sais-je). Y Fredenc Saw1ck1 (comps.), La mobilisation électora/e París
PUF,pp.219-241. ' 1
Guénif Souilamas, Nacira. 2000. Des beurettes, París, Hachette
Littérature, p. 25. Le Gall, Didier. 2001. "Recompositions homoparentales fémini-
_ _ _ y Éric Macé. 2004. Les féministes et le garfon arabe, París, nes", en D. Le Gall y Yamina Bettahar (comps.), La pluripa-
rentalité, París, PUF, pp. 203-242.
éd de l'Aube.
Léveque, Sandrine. 2005. "La féminité 'dépassée'? Usos y no
uso~ ~el género en las profesiones de fe de la(s) candidata(s)
Guillaumin, Colette. 1992. Sexe, race et pratique du pouvoir.
I:idée de Nature, París, Cóté-femmes.
pans1ense(s) a las elecciones legislativas de 2002" Revue
Guionnet, Christine y Érik Neveu. 2004._ Féminins/Masculins, Franfaise de Science Politique, vol. 55, núm. 3. '
Sociologie du genre, París, Armand Colm.
Lévi-Strauss, Cla~de.
1967. Les structures élémentaires de /a pa-
renté, La Haya, Mouton.
Hamel, Christelle. [s.a.], "La sexualité entre sexisme et_ra~i~n::=
les descendantes de migrant-e-s du Maghreb et 1~ v1rgm1te ,
NQF, pp. 41-57. Maruani, M~rgaret (dir.). 2005. "Femmes, sexe ou genre'', I:état
des savo1rs, París, La Découverte, pp. 184-191.
Hamel, Christelle. 2007. Quartiers sensibles._ Les amours 1!1ag-
hrébines a /'épreuve de l'exclusion, du sexzsme et du raczsme, Mathieu, Nicole-Claude. 2000. "Sexe et genre", Dictionnaire cri-
tique su féminisme, París, PUF.
París, La Découverte.
Meno~, T?ibaut. 20?~· "Le Courrier d'opposition au mariage
~a~~~ Be~les du 5 JU!~ 2004. Une le~ture_ politi~ue co!1textua-
Hamelin Christine y Christine Salomon. 2004. "Parenté et vio-
lenc:s faites aux femmes en Nouvelle-Calédonie", Espace,
Populations, Sociétés, pp. 307-323. 1isee , tesis de maestna del DEA de c1enc1as sociales, E. Fassin
(dir.), octubre, 72 p.
Jaspard, Maryse, Elizabeth Brown y Dolores Pourette. 2004.
· "Les violences envers les femmes dan~ le cadre_ ?~ couyle en Moller Okin, ~usan
et al. 1999. Is Mu/ticulturalism Bad for
Women?, Pnnceton U. P., Princeton, N. ].
Polynésie fran~aise", Espace, Populatzons, Soczetes, num. 2,
pp. 325-341. Nadaud, Stéphane. 2002. Homoparentalité: une nouvel/e chance
pour la famille?, París, Fayard.
144 • BIBLIOGRAFIA B IBLIOGAAFfA • 145